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Capítulo 51:El esposo amado por su esposa, la ave de rapiña...................................Pp

CAPÍTULO 51 %

EL ESPOSO AMADO POR SU ESPOSA, LA AVE DE RAPIÑA

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Tras escuchar mi repentina confesión, Sieg hizo una expresión de sorpresa.

— …

Eeh, eso fue, creo que hice algo mal.

En un momento como este, tenía que tener mis ojos al mismo nivel que los de ella; sin embargo, elegí el desafortunado método de ponerme de rodillas sobre el suelo mientras miraba el rostro de mi esposa para confesarle mi amor.

Encima de eso, Sieg se veía más preocupada que nunca.

La siempre imponente Sieg estaba haciendo una expresión misteriosa. En serio, no debí haberme confesado.

Malinterpreté su amor. Sieg solo estaba recibiendo mis besos y abrazos porque sentía lástima por este hombre solitario del país de la nieve. Solamente se portaba entusiasta en un intento para que los demás no descubrieran que nuestra vida en pareja era temporal.

Para Sieg, yo solo era como un hermanito poco confiable.

Su amor por mí era únicamente del tipo familiar. No se trataba de uno romántico.

—Sieg… eh, lo siento. No era mi intención causarte problemas. Dijiste que esperara tu respuesta; pero, no pude.

Mientras declaraba eso, no quería ver a Sieg que lucía preocupada; así que puse mis brazos sobre mi cabeza.

Soy pobre y no poseo las cualidades para ser un adecuado Lord. Por lo tanto, tampoco puedo darle a mi esposa una vida pacífica. No tengo el derecho de ser amado por una mujer tan amable, honesta y linda como Sieg.

Como no podía permanecer de esta forma, levanté la vista hacia Sieg.

A fin de pasar el tiempo restante felizmente, traté de restarle importancia, pero no pude formar la sonrisa de costumbre. Fallé al tratar de arreglar las cosas.

En cambio, lo que salió fueron palabras tontas de un hombre débil, temeroso y afeminado.

—Por favor, olvídalo. —¿Por qué lo dices? —Porque quiero permanecer como marido y mujer al menos hasta que termine el contrato.

Está bien. Todo volverá a la normalidad luego de que duerma. Rápidamente me levanté y le di las buenas noches, después di media vuelta de inmediato. —Espera. —¡!

Mi cuerpo se detuvo a pesar de mi voluntad, parecía un perro bien entrenado. —Voltéame a ver.

— …

Me giré pero mis ojos seguían fijos hacia el suelo. —Estás equivocado, Ritz.

Equivocado, me pregunto sobre qué. Traté de pensar largo y tendido; pero, mi cerebro no me hacía caso.

—¿Crees que soy una mujer tan dócil como para permitir que cualquiera me bese en las mejillas?

— … —¿Pensaste queacepté el arete sin saber qué conllevaba?

Quizá le gusto a Sieg. Había negado esa idea tantas veces.

Los verdaderos sentimientos de las personas están cubiertas con muchas cosas como: lástima, compasión y mentiras. Mientras más reflexiona uno, más profundo se vuelve el misterio.

—Entiendo.

—¿? —Así que no me creerás a menos que lo diga directamente o te lo demuestre con mis acciones.

—Eh, Sieg, qué……. ¡¿?!

Sieg caminó hasta aquí y me abrazó con fuerzas. Me quedé sin palabras debido a su repentina acción.

Todavía abrazándome, pasó un rato. Luego, Sieg rompió el silencio.

—Ritzhard Salonen Revontulet… estoy enamorada de ti. —¡¿?! —Por favor, me aceptarías como tu esposa. Dudé de mis oídos.

Pensé que estaba soñando. Sin embargo, la calidez alrededor de mis hombros y sus dedos temblorosos, me dijeron que todo esto era real.

Puse mis brazos, que tenía colgando a mis costados, alrededor de Sieg y la abracé.

—Gracias… Qué felicidad. —Está bien si lo entiendes ahora.

No me moví mientras nos abrazábamos; pero, sentí que había algo extraño. —¿Puedo preguntarte algo, Sieg? —¿De qué se trata?

Siempre me había molestado eso; así que me armé de valor y la cuestioné. Le pregunté por qué sus pechos siempre se sentían tan duros cuando la abrazaba. —¿Traes puesto algo más? —Ah, una armadura de cuero.

— …

Se trataba de un hábito que tenía de sus días en el ejército. Sieg siempre usaba armadura bajo sus ropas. Sus muslos eran tan placenteros y suaves; por eso pensé que era extraño que sus pechos no lo fueran.

Después, le hice otra pregunta. —Eh, ¿incluso cuando duermes? —No, por la noche me gusta dormir desnuda. —¡¿?!

Me sentí motivado por alguna razón cuando me enteré de esa inesperada información. También fue un momento en que uno de sus misterios se resolvió. —¿Ya nos vamos a dormir? —Está bien.

No entraré en detalles sobre lo que sucedió después.

Aunque ahora Sieg y yo teníamos una relación apropiada de marido y mujer, nuestra vida no cambió mucho.

—Buenos días, Sieglinde. —Buenos días.

Como siempre, Sieg salió a dar su paseo matutino y estaba moliendo granos de café antes de que yo despertara. Cuando me envolvía el aroma de los granos de café tostados, antes de darme cuenta desaparecía mi somnolencia.

Le di su beso matutino a Sieg en la mejilla. Aunque, ya llevaba varios meses haciendo esto, todavía hacía una expresión incómoda. —¿No te gusta? —… No, no me desagrada.

Al escuchar eso, reuní un poco más de valor y la besé en los labios. Estaba sentada y tenía la mesa delante de ella, así que no pude hacer nada más que eso.

Mientras me escabullía alrededor de ella, llegó el desayuno. —Saldré para ayudar con la remodelación de la casa. —Entiendo.

El día de hoy trabajaremos por separado. En cuanto a mí, Emmerich vendrá mañana así que estaba pensando en ir a ver la casa que le prestaría. Ha pasado un tiempo desde que le entregué las llaves a Aina; pero, no creo que haya cambiado mucho. Además, aunque Emmerich logró conseguir unas vacaciones, serán cuatro días de solo ir y venir, por lo que se quedará solo un día. Un viaje extraño si debo decir.

Para darle la bienvenida, conseguí un par de zapatos y un sombrero hecho de piel de conejo; así como ropa tradicional que le pedí al artesano que hiciera. También pensé en obsequiarle una alfombra; pero, tras consultarlo con Sieg decidimos que lo haríamos luego de saber que le gusta.

Coloqué los regalos envueltos en una bolsa de piel y me dirigí a la casa que se encontraba a las afueras de la aldea.

La cortina color rojo sangre, la cual fue uno de los motivos para que la llamaran una casa embrujada, ya no estaba. Fue reemplazada por una cortina azul con un encantador diseño de flores blancas.

Entré con la llave de repuesto y quedé atónito por el cambio. Primeramente, el florero sucio con flores marchitas ahora tenía la superficie resplandeciente y flores frescas. También había una tela cuadrada con un patrón floral debajo del florero. Los pasillos y cuartos llenos de polvo estaban limpios y habitables.

En el interior de la sala de estar había telas con lindos bordados, sobre la mesa había telas para la cortina, un mantel y para los colchones de las sillas. La sala de estar envuelta de azul y blanco parecía pertenecer a una casa de hadas en el bosque.

Me sorprendió que todo esto fuera hecho por Aina. En un futuro, Emmerich vivirá aquí. Él solo.

Cuando me acerqué a los cajones de la habitación principal, descubrí telas para las cubiertas de las almohadas y para las sábanas, todos bordados bellamente.

En ese punto, me percaté de algo. No se trataba de una casa para hadas. Sino de la casa de una pareja recién casada.

…Mejor regresemos.

Pretendí no haber visto nada y salí de la habitación. Cuando llegué a la entrada, noté que el picaporte giró.

El rostro que vi fue uno totalmente inesperado. —¡¡¿FUISTE TUUUUÚ?!! —¡¿?!

Creí que sería Aina, pero había un anciano apuntándome con un arma.

Se trataba del abuelo de Aina y el mejor cazador de la aldea. Junto a él, Aina estaba allí gritando para detenerlo. …¿C-creo que hay un malentendido?

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