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Capítulo extra 05:Los años solitarios de Ritzhard ~Parte 02~.................................Pp

CAPÍTULO EXTRA 05 %

LOS AÑOS SOLITARIOS DE RITZHARD ~PARTE 02~

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Primavera de mi segundo año como Lord.

Los aldeanos seguían actuando fríos conmigo.

No obstante, hubo algunos cambios menores. Ahora podía ver personas de la tercera edad colocando ofrendas y rezando en la piedra del Espíritu.

Y los días ocupados continuaron.

Mientras proseguía realizando mi trabajo como Lord, también tenía que hacer las actividades para sobrevivir en el país de la nieve. La recolección de hierbas durante la primavera era importante para reunir las especias y hierbas necesarias para todo el año; así que tenía que esforzarme al máximo en ello.

Todavía quedaba más trabajo. Tenía que labrar los campos afuera de la aldea. Esto lo hacíamos entre todos los de la aldea. Los bienes cosechados no se distribuyen entre los aldeanos; sino que se venden y recolectan como impuesto.

Hasta hace unos cuantos años, los vegetales cosechados se repartían. En aquel entonces, los impuestos eran de un reno por año; sin embargo, debido a las bestias, el número de renos se redujo enormemente. El Lord en aquel tiempo, mi abuelo, de inmediato detuvo la recolección de impuestos por medio de renos y lo cambio por la venta de los vegetales.

Setenta renos de la aldea por vegetales de una tierra estéril. La diferencia fue abismal. No obstante, los renos eran importantes para la aldea y para nuestra supervivencia. Ya que sus números habían menguado, no nos podíamos dar el lujo de recogerlos a diestra y siniestra.

Debido a eso, el trabajo agrícola en primavera se hacía por todos en la aldea.

Desde luego, había más campos. Cada quien labraba su propio terreno para sembrar sus vegetales para el invierno.

Cuando regresé a casa, la señora de la raza marcial estaba cocinando. Como la sirvienta renunció ya que tenía que cuidar a su nieto recién nacido, mi nueva ama de llaves estaba haciéndolo en su lugar.

La señora de la raza marcial, Ruruporon, al parecer aprendió a cocinar de mamá, suministrándome comida que tenía un sazón similar al que estaba acostumbrado desde niño. Pese a eso, continúe la investigación para mejorar mis habilidades en la cocina. Le preguntaba a la dueña de la tiendas las cosas que no sabía y pronto fui capaz de cocinar platillos moderadamente deliciosos.

En el verano.

Salí a recolectar bayas y experimenté haciendo mermelada y alcohol. Sobre el método de elaborar mermelada, lo aprendí de las señoras de la aldea cuando ayudé con la elaboración de las telas. En cuanto a producir alcohol, lo descubrí gracias a las notas en la biblioteca de mi abuelo.

En medio de mi recolección de bayas, vi a unas señoras, así que me acerqué a ellas para pedirles sugerencias para hacer mermeladas hoy; sin embargo, había una atmósfera fría. Entonces, todas recordaron que tenían que hacer algo y se fueron.

Cuando inquirí que había pasado a las pocas señoras restantes, aparentemente estaban discutiendo quién había recogido la mayor cantidad de bayas. Por lo visto, habían apostado a que la señora Aria ganaría.

Se dice que las mujeres que pueden recoger muchas bayas son buenas esposas. Después detodo, la recolección de bayas era así de importante para los aldeanos. —Me parece que Su Señoría resultó ser el ganador del día de hoy.

—Uwag, eso es un poco…

Al parecer llegué tarde, no leí la atmósfera y terminé ganando. Me disculpé e hice una débil sonrisa avergonzada. —Acaso no es genial, Milord. Serás muy popular. —Q-qué bien.

— …

A fin de evitar las miradas glaciales de las señoras, me fui de ahí rápidamente.

Otoño era la temporada para deleitarse. Reuní champiñones y bayas del bosque, mientras los peces en los ríos y lagos engordaban, volviéndolos más sabrosos. También se levantó la veda contra la caza de aves, así que estaba más ocupado en otoño de lo que fui en verano.

Cuando llegó el invierno, comencé a prepararme para las noches polares. Luego, cuando iniciaron, trabajé en las artesanías.

De esa forma, mi segundo año pasó en un abrir y cerrar de ojos.

De igual forma, pasé mi tercer año mundanamente. El cambio ocurrió durante mi tercera noche polar. No podía motivarme, tampoco podía hacer ningún progreso en las artesanías.

Tenía las herramientas en mis manos; pero, terminé desperdiciando el tiempo.

Cuando las largas noches polares acabaron; finalmente me di cuenta. Me sentía solo.

Durante el primer y segundo año, estaba desesperado por ponerme al corriente con el trabajo; así que no tuve tiempo para sentirme solitario.

Pensé que ya era tiempo de crear una nueva familia.

En mi cuarto año, fui al país de mi abuelo para asistir a un baile.

Por lo visto, también había bailes en mi país, peronunca era invitado. Dicen que la Casa Revontulet nunca será invitada debido a algo que un ancestro hizo.

Cuando envié una carta anunciando que asistiría al baile, mi abuelo amablemente envió algunos trajes de etiqueta. Me sentí agradecido por eso.

Que el Lord dejé la aldea quizá sea irresponsable; pero, no puedo casarme con una mujer de la aldea, pues tienen bajas tasas de natalidad. Además, la chica más cercana a mi edad incluso era un familiar cercano. Siendo un Conde, necesitaba un heredero. Por lo tanto, con esa obligación, fui al extranjero mientras dejaba la aldea a cargo de personas más o menos de mi edad.

De ese modo, arribé al país extranjero antes de que el mar se congelara.

Había pasado una década desde que vi a mi abuelo que vivía en el extranjero. Eso fue cuando cruzó el mar con papá. Por cierto, el abuelo le dijo a mamá que dejara el país. En retrospectiva, creo que fue para forzarla a que regresara a la aldea.

El abuelo había adelgazado un poco; pero, estaba saludable como de costumbre. —En serio, ¿no venir en toda una década?

—Lo siento.

Solo podía disculparme. Mi abuelo materno no me permitía ir al extranjero. —Bueno, está bien.

—Sí… —Así que, tu objetivo es encontrar una esposa. —Sí.

—Umm…

El abuelo sugirió tener una entrevista matrimonial con una mujer que pensó sería una buena candidata. De modo que acepté y le pedí que lo hiciera.

El día de la entrevista matrimonial.

Mi cabello estaba peinado y atado en un nudo detrás de mi cabeza, en lugar de la usual trenza. La mayoría de los hombres de este país tenían el cabello corto; así que aparentemente no había hombres con cabello largo como el mío.

—Lo mejor que puedes hacer es tomar ventaja de tu rostro que se parece al de tu madre.

—…Sí, señor.

Nunca pensé profundamente al respecto, pero de acuerdo a mi abuelo, por lo visto soy apuesto. Todas las personas de las tierras remotas son así, por eso nunca tuve esa opinión. Aprovecharé esto como algo reservado solo para las zonas restringidas.

El abuelo me presentó a una dama de una casa prestigiosa.

—…Entonces, tenemos estas noches polares donde el sol no sale por dos meses. — … Por algún motivo, fui rechazado ese día. —Por supuesto. ¡Qué clase de mujer quisiera casarse con un noble pobre en el ártico!

— …

El abuelo dijo que aceptara en silencio los resultados. ¿De verdad estaba eso bien? Ladee la cabeza. Ese año, mi búsqueda por una esposa terminó allí.

Fui de nueva cuenta al extranjero en el quinto año. La cuarta ocasión de las noches polares fue realmente terrible, bastante deprimente. Así que seguí las órdenes de mi abuelo de traer de regreso a una mujer que ya hubiera aceptado el matrimonio.

Bueno, cualquiera podría adivinar lo que sucedería si una mujer de repente fuera llevada a una aldea auto-suficiente.

Poco tiempo después, recibí el infame apodo «El Yeti de las fronteras».

—…Pues, fui esa clase de escoria. — …

Conforme le contaba a Sieg sobre los últimos diez años como Lord, por alguna razón estaba, en cierto modo, confesando mis pecados.

Las largas noches polares provocaban que las personas se deprimieran. Probablemente se debía a que no salía el sol. Aunque me había quedado sin opciones; en retrospectiva, de verdad fue algo que no debí haber hecho como persona.

Ahora, lo comprendía. La soledad conducía a la locura.

No obstante, como sentí que no debía de cometer los mismos errores, le conté todo sobre la aldea a Sieg. Pese a eso, mi explicación en aquel entonces puede que haya sido muy desordenada, es increíble que ella aceptara un matrimonio tan disparatado, a una persona tan tramposa.

Aun así, Sieg estaba aquí. Dijo que sería mi esposa. Esta era una historia milagrosa, ni más ni menos.

—No lo sabía —murmuró de repente Sieg.

Debe haberse sentido incomoda. Estaba hablando sobre encontrar una mujer al azar para casarme. —Debí habértelo dicho antes, verdad. Eh, lo siento.

—Así es. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

— … Sentí que mi corazón se oprimió con sus palabras de reproche. —Siento muchísimo haber sido insincero.

—¿Insincero? ¿De qué hablas? —¿Eh? —Quise decir queme hubiera gustado que me contaras antes tu historia de que te deprimías durante las noches polares. —¡¿?!

Sieg comentó que la historia sobre las mujeres no era interesante, también mencionó que no le preocupaba mucho. —Yo también me aproveché de este matrimonio. No estoy en posición de criticarte. —Pero, Sieglinde—Ya dije que no te preocuparas… Aunque, pensar que fuiste acorralado a tal grado, debí haberme convertido en tu verdadera esposa más pronto. —Sí. Gracias.

—No tenía confianza como mujer. Creí que Ritz podría arrepentirse de haberme elegido como pareja, por eso pensé que no debería aceptarlo tan rápido.

La verdad fue finalmente revelada.

Sin embargo, puede que eso haya sido algo bueno. Mientras pasaba tiempo con Sieg, creo que lentamente me recuperé a mí mismo. Por fin era capaz de decirle adiós a mi yo deprimido con el que había estado luchando por toda una década. —Por eso, sabes, no te degrades a ti mismo.

— … —Yo sé que Ritz es una persona sincera.

Aun así, los errores que cometí ayer no desaparecerán. Tengo que reflexionar al respecto.

Tal vez para cambiar el ambiente sombrío, Sieg sonrió brevemente y puso una expresión seria mientras declaraba. —Cuando era niña leí cierto cuento de hadas.

—¿? Por algún motivo, de repente comenzó a hablar sobre un cuento de hadas. —El Hada de la Nieve de la Felicidad.

Hace mucho tiempo, en una tierra muy, muy lejana, había una aldea donde caía nieve todo el año. Pero no era una aldea común y corriente, pues allí vivía un hada. El hada vivía junto con los aldeanos desde hace mucho tiempo. Cuando había tormentas de nieve que impedían salir a los aldeanos, el hada repartía comida entre los aldeanos. La felicidad de los aldeanos era la felicidad del hada. Un día, la ventisca no paró durante días. Los aldeanos desearon al hada de la nieve que la luz del sol brillara sobre la aldea. El hada de la nieve trajo fuertes rayos de sol para conceder los deseos de los aldeanos. El sol derritió toda la nieve en la aldea y los aldeanos se regocijaron con su primera primavera. Realizaron un festival que duró tres días; pero, en el tercer día, los aldeanos notaron algo. —¿Dónde está el hada de la nieve? Los aldeanos buscaron sin cesar, pero no pudieron encontrar al hada de la nieve. La aldea se entristeció, entonces, algo sucedió. Un día, los aldeanos encontraron las ropas que el hada de la nieve usaba. Se trataba de algo que una mujer de la aldea había hecho. Eran pequeñas, hechas solamente para el hada de la nieve. En ese momento, los aldeanos se dieron cuenta. El hada de la nieve desapareció junto con la nieve. La aldea festiva se sumió en un silencio. No podían recuperar algo que ya se había perdido. El hada de la nieve ya se había ido, no podían desear que regresara.

A partir de ese día, los aldeanos se adentraron en lo profundo de las montañas. Allí había un lago que permanecía congelado todo el año, los aldeanos tomaron un poco de hielo y se lo dieron como ofrenda al hada de la nieve. Las personas esperaban que el hada de la nieve apareciera de nuevo, así que continuaron ofrendando hielo. Un siglo más tarde, los fuertes rayos de sol regresaron a la normalidad y la nieve comenzó a caer nuevamente. Los aldeanos celebraban los días en que nevaba y pasaron la historia sobre el hada de la nieve, la cual ahora se había convertido en una leyenda. Había algo que cuidaba a una aldea así. No podía hacer nada, pero deseaba la felicidad de los aldeanos todos los días. Se dice que algo invisible a los ojos de las personas vela en silencio la aldea.

—O al menos así va… —Eeeh, es la primera vez que lo oigo. —Puede que solo sea un cuento de hadas de mi país. —Qué mala suerte.

—Entonces… —¿?

Sieg dijo vacilante que yo era como el hada de esa historia. —Cuando te vi por primera vez, estaba sorprendido porque pensé que eras el hada de la nieve.

—¡¿Hada?! ¡¿No un Yeti?! —Ajá, sin duda alguna. —¡¿Un hombre de casi treinta, un hada?! —Un hada.

No, es imposible. Lo negué, pero Sieg insistía que era parecido. —En ese caso, ¿no te sorprendiste cuando llegaste aquí? —Sí. Esta era una aldea de hadas.

La razón por la que comenzó a hablar sobre eso, fue porque estaba preocupada de que pudiera desaparecer como el hada de la nieve debido al exceso de trabajo.

—Está bien. Aunque, es una coincidencia. —¿Qué cosa? —Durante las noches polares, encontré el sol. —¿? Mientras ella mostraba una expresión perpleja, yo acaricié su cabello con mis dedos. —¿Me pregunto si el sol será de este color? —¡¿?! Declaré eso y besé su cabello que tenía el color del sol. —Ves,no me derretí.

— …

Sieg lucía extremadamente preocupada. Hasta hace poco descubrí que esta era su expresión apenada.

La tomé de los hombros y la besé en los labios.

Creí que me iba a derretir de solo tocarla, pero al pensar que era en un sentido diferente de la palabra, me concentré en el acto.

El sol del extranjero me envolvió con una luz cálida.

No podía ser más feliz.

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