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Capítulo 12:Informe de Actividades #2~Sieglinde~.......................................................Pp

De acuerdo a su historia, de verdad parecía que tuviera intenciones de contraer matrimonio conmigo. Sin embargo, lo más probable es que no pudiera convertirme en la esposa de un Conde extranjero. Según mi estimación, se encontraba a mitad de sus veintes. Por otro lado, yo ya tenía treinta y un años. Hace tiempo mi sobrino dijo que era “una oveja con piel de cordero”, por lo tanto, puede que pensara que soy una mujer joven.

En resumen, desde un inicio le conté sobre mi edad. Sin embargo, no dio la impresión de querer ceder sobre la propuesta de matrimonio. También le dije que quizá no era adecuada para ser una esposa, pero tampoco le dio ni la menor importancia a eso.

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Mientras pensaba es formas para hacer que se rindiera, inesperadamente comenzó a contarme su historia.

Ritzhard Salonen Revontulet era un noble empobrecido del país de la nieve.

Originariamente su gente llevaba un estilo de vida nómada; sin embargo, a causa de los invasores fueron expulsados a una tierra dónde las personas normalmente no vivirían y eran los últimos nativos de su país.

Me comentó que era un pueblo que cazaba y hacía artesanías, viviendo en armonía con la naturaleza.

No esperaba que nadie quisiera ir a semejante tierra inhóspita y confesó que me propuso matrimonio con la esperanza de que sería capaz de soportarlo.

Acepté su extraño comportamiento como resultado de su crianza, de vivir en un lugar tan cercano a la muerte.

A medida que lo escuchaba, un extraño cambio de emociones me visitó.

Empecé a creer que aquellas tierras lejanas de las que hablaba podrían ser el único lugar para vivir tal y como soy, sin tener que forzarme a cambiar.

Acepté un matrimonio provisional. Bajo la condición de que seríamos esposos temporales por un año.

CAPÍTULO 12 %

INFORME DE ACTIVIDADES #2 ~SIEGLINDE~

En cuanto al motivo por el que sugerí que fuéramos esposos temporales por un año, lo hice pensando que incluso Ritzhard se daría cuenta.

Mi cuerpo, personalidad e incluso mi apariencia es muy diferente al de una mujer normal. Una vez que comencemos a vivir juntos como marido y mujer, esperaba que se percatara de que “algo no está bien”.

No le di importancia a lo que él dijo; pero, por el momento necesito un lugar para esconderme hasta que mis primas se casen. Además, si me agrada el lugar puedo quedarme a vivir allí.

Aunque no pueda convertirme en una buena esposa, podría volverme una habitante de confianza.

Pero, antes de eso, nos despedimos por el momento ya que necesitaba hablar con mis padres primero para discutir sobre el itinerario.

Luego de que regresara a casa, pensé que los problemas que tenía se habían resuelto; no obstante, por algún motivo no podía tranquilizarme.

Aunquese trataba de un contrato temporal, no quitaba el hecho de que decidiera casarme de manera precipitada.

Me di cuenta que hasta yo era sensible en ciertos aspectos.

Sabía que existían muchos matrimonios sin amor en el mundo. También que había varias parejas que mantenían una relación amistosa incluso sin llegar a amarse, pero no estaba segura de que yo pudiera lograr tal hazaña.

Continúe cuestionándome si en verdad todo iría bien solo porque nuestros intereses coincidían.

Sin mencionar que nos criamos en países diferentes con distintos climas. El conocimiento que adquirí mientras servía en el ejército tal vez no me serviría de nada en el país de la nieve.

Cuando cavilé sobre eso, me sentí mal por él.

Al final, recibí al día siguiente sin dormir ni un poco. Quería deshacerme de la ansiedad viendo a Ritzhard antes de marcharme, así que envíe una carta al lugar donde se estaba hospedando.

Aun cuando fue una invitación repentina, el hada de la nieve aceptó felizmente mi petición.

Mientras esperaba en el punto de reunión, apareció justo a tiempo.

Aun en las calles, para bien o para mal, Ritzhard sobresalía. Su sonrisa amable era muy elegante; pero, en este país donde las personas no suelen sonreír solo lo hacía lucir muy frívolo.

Cuando dijo que le gustaría comprar los bienes necesarios para su vida en el país de la nieve, dejamos la plaza.

Había muchas personas y, en el instante en que iba a mencionarlo, me tomó de la mano y la puso en su bolsillo sin decir ni una palabra.

No sabía cómo reaccionar a su repentina acción; no obstante, reveló de inmediato su intención.

—Es sorprendente la cantidad de personas que hay aquí —dijo con una expresión apenada mientras se giraba hacia mí, luego continuó—, tus manos estaban frías, ¿no es así?

Abrió paso trabajosamente entre la multitud como si me protegiera y me dejaba entrar primero con la excusa de que hacía frío.

Me estaba tratando como a una princesa.

Conforme pasaba el día con él, mi ansiedad fue desapareciendo y sentí que este matrimonio podría funcionar.

No obstante, por si acaso, le dije que deberíamos empezar siendo “amigos”. No estaba acostumbrada a ser tratada como a una mujer, así que fue un tanto extraño cuando lo hizo.

Al día siguiente, la presentación con mis padres terminó sin muchos problemas y se decidió que pasaría el resto de sus días en este país hasta que regresara a casa.

Mientras se hospedó en la casa de mi familia, escuché varias historias de él. Hablamos sobre el medio ambiente, cultura, historia y vida diaria del feudo de Ritzhard. Todas ellas eran relatos muy interesantes, a tal grado que nuestro tiempo juntos transcurrió rápidamente.

En la mañana del último día, me despedí de Ritzhard. Cuando extendí mi mano para un apretón, el hombre frente a mí declaró algo inesperado. —Espero con ansias nuestra próxima reunión, ojou-san (fräulein).

Fue lo que dijo.

¿Dónde está esa “ojou-san” de la que habla? Era la primera vez que me decían de esa forma.

No podía creer lo que escuchaba. Entretanto, mi mano extendida fue envuelta por las suyas y desvié mi atención hacia esas manos cálidas, acto siguiente forzó algo sobre mi mejilla.

Créanlo o no, Ritzhard me había besado en la mejilla.

Sin duda alguna tendría una expresión de un niño que exitosamente consiguió hacer una broma. ¡Qué descarado! Cuando lo miré pensando en eso, tenía el rostro teñido con un ligero matiz de rojo y sonreía tímidamente.

Me quedé sin palabras.

Ritzhard entró corriendo al carruaje y movió las manos a modo de despedida mientras se marchaba.

Lo volveré a ver dentro de dos meses. Ahora daba inicio los largos días de espera.

❄❄❄

Ya que estaba decidido mi matrimonio, mamá empezó a realizar preparaciones innecesarias y llamó a la esposa de mi segundo hermano mayor, la cual era estricta sobre el decoro.

Les comenté que no era necesario preparar nada, pues eran cazadores, pero nadie me escuchó.

A partir de ese día, fui sometida a un entrenamiento infernal: bordado, modales para el té y la mesa, hornear postres para los invitados y usar vestidos. Hasta que no lograra hacer todo eso a la perfección, el estudio no terminó.

Inesperadamente tenía bastante talento para las manualidades. Todos los pañuelos que bordé, uno al día, fueron aprobados. Hice aproximadamente treinta de ellos. Me dijeron que debería darlos como regalos a sus parientes como muestra de gratitud. Los pañuelos que hice se convirtieron en parte de mis regalos de boda.

El día que me liberaron de las clases con mi cuñada, mi sobrino Claus vino de nuevo durante sus vacaciones.

Tan pronto como me vio dijo: «la abuela travestida de hombre», como de costumbre.

Hace solo un mes, le advertí que hiciera algo sobre esa forma de hablar; pero, tan pronto le quité los ojos de encima, regresó a cómo era antes.

Sin embargo, ya que realmente sentía que era travestí, no dije nada.

Al día siguiente. Tomando en cuenta que estaba próxima a casarme, papá me recomendó que dejara de vestirme como un hombre, así que decidí ponerme el vestido que mamá me dio.

Cuando le pregunté a mis padres cómo me veía, mamá contestó: «Hiciste lo que pudiste», mientras desviaba la vista. En cambio, papá dijo: «Reconozco el esfuerzo que has hecho», mientras desviaba también la vista. En serio, qué padres tan groseros. Mi hermano y su esposa tuvieron las mismas reacciones. Ya sabía que los vestidos no se veían bien en mí, a pesar de eso, mi familia tuvo el cuidado de no herir mis sentimientos.

No obstante, me dolía aún más ese comportamiento tan fácil de leer.

Luego, Claus, mi sobrino mal hablado, fue lo gota que derramo el vaso.

Me llamó: «la abuela travestida de mujer». No me importaba “la abuela travestida de hombre», después de todo tenía sentido. Sin embargo, “la abuela travestida de mujer” no tenía sentido. En lo absoluto.

Sujeté a Claus por el cuello y lo sermoneé por más de una hora. Poco después, regresé a ser “la abuela travestida de hombre”. ❄❄❄

Durante el mes siguiente, me sentí intranquila. Aun cuando iba de compras con mamá y mi cuñada o salía a tomar el té con otras señoritas, nada de eso me hacía sentir algo.

Mi única alegría eran las cartas que recibía de Ritzhard. Lo que escribía era insípido, pero envió las ropas que hizo e incluso zapatos de piel.

Mientras tanto, mi antiguo colega del ejército me propuso matrimonio y mis primas me suplicaron que no fuera; a pesar de eso no tenía intenciones de cambiar mis planes.

Hice los preparativos para que mi equipaje llegara antes que yo, así que salí con solo una maleta.

Dos días después de marcharme de mi tierra natal, finalmente llegué al lugar de mi esposo.

Tal y como escuché de las historias, se trataba de un lugar muy frío. Ya que había muchas personas en el muelle bloqueando la salida, me tomé el tiempo para cambiarme en el abrigo de piel que Ritzhard me envió. La piel de los animales era inesperadamente cálido. Me sorprendió la diferencia.

Ritzhard, a quién veía después de mucho tiempo, todavía lucía como un hada sin ninguna preocupación. Tras verlo darme la bienvenida, de alguna forma me sentí feliz.

El frío en el país de la nieve, que se rumoreaba hasta podría matarte, fue más benigno de lo que imaginé que sería. Cuando el viento soplaba, mi rostro expuesto dolía un poco, pero no era insoportable.

De esa forma, mi vida en el país de la nieve comenzó. Contrario a lo que temía, los días eran bastante placenteros.

Me sentía extraña cada vez que Ritzhard me llamaba “esposa”, pero pasaba mis días felizmente.

Aunque la vida como pareja temporal apenas iniciaba, me emocionaba saber qué nuevas experiencias tendría.

Todos los días transcurrían suavemente y cada día estaba repleto de nuevas pruebas.

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