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Capítulo 19:Temporada de cambios...........................................................................................Pp

CAPÍTULO 19 %

TEMPORADA DE CAMBIOS

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Otra vez el sol no salió el día de hoy.

En el primer día de las noches polares, la nieve dejó de caer. Sin embargo, poco después hubo un clima tormentoso. Un par de días después de eso, el viento finalmente se detuvo y el cielo estuvo despejado.

Hoy tenemos que alimentar y limpiar a los renos en el bosque. Aun si soy el Lord, tengo que hacerme cargo de nuestra preciada propiedad.

Tras el desayuno, alimenté a los perros y los saqué a pasear. Por supuesto, el destino era el bosque de los renos. Ya que iban a salir por primera vez en mucho tiempo, los perros corrieron afuera sin contenerse. Cuando estaba a punto de contarle a Sieg, quien se quedó a lavar la vajilla, que haríamos una pequeña excursión, de inmediato recibí una respuesta desde afuera de la puerta. —Oye, Sieg, ten cuidado por dónde… ¿um? —Por algún motivo, Sieg miraba distraída al frente—. ¿Sieglinde? —Es… —¿? —Hermoso.

—¡!

Aquello que dejó atónita a Sieg fue el mundo de luz tenue que solo se podía apreciar durante las noches polares. Únicamente a esta hora se lograba ver claramente. Además de que solo dura poco tiempo.

No era oscuridad, sino un silencioso azul claro que se extendía delante de nuestros ojos. Se trataba del breve momento de transición entre la mañana y la tarde, un escenario fantástico. Recuerdo que mi padre solía decir eso. En cuanto a mí, es algo que había estado viendo toda mi vida, así que no era nada especial así como las auroras.

Quería que Sieg contemplara tranquilamente el escenario; pero, los perros no iban a dejarnos esperar. Estaban corriendo a mí alrededor, apresurándome, hasta que finalmente corrieron también hacia Sieg. —Ah, lo siento. ¿Nos vamos?

—Lamento que los perros te molestaran. —No, no tenemos mucho tiempo. Hay que darnos prisa.

Tomé una linterna, comida de renos, herramientas de limpieza, así como una pistola y cuchillo por si acaso, y comenzamos nuestro paseo.

❄❄❄

La comida de reno es un grano sólido que compramos de un mercante. Su forma es redonda y las mezclo con bayas, corteza y musgo. Debido a eso, tenemos la comida almacenada en la bodega de la aldea. Tomamos todo esto hasta la zona cercada.

La comida se encuentra fuertemente comprimida así que es muy pesada. El tamaño también es bastante grande, solo un poco más alto que un niño de siete años, por eso tenemos que llevarlo rodando hasta el bosque.

Les ordené a los perros que permanecieran afuera de la cerca para que jugaran; mientras que Sieg y yo rodamos la comida hasta adentro.

Hay cuatro cajas de alimento, de modo que hicimos dos viajes redondos. Aun así, eso no es todo el trabajo. Si bien se encontraba almacenado en un lugar techado, ya que la bodega no contaba con un calefactor, el trozo de alimento estaba totalmente congelado. Tuvimos que romperlo en pedacitos con un hacha. —No podemos solo golpearlo, tenemos que asegurarnos que la cuchilla atraviese todo.

Le pasé un poco de alimento a Sieg. Mientras gotas de sudor se formaban en nuestras frentes, terminamos de poner el alimento en las cajas. Después limpiamos sus excrementos y regresamos a casa tras llamar a los perros con el silbato.

Cuando volvimos a casa, me quité la ropa y limpié mi cuerpo con una toalla empapada con agua medicinal. Si no tengo cuidado, podría pescar un resfriado.

Al terminar, fui a la sala de estar y Sieg estaba hirviendo un poco de agua. —¿Eso es café? —Recordé que traje un poco de casa. —¡Ooh!

En este país el café también es una bebida muy querida. Incluso, puede que nosotros, las personas del norte, tengamos los más altos niveles de consumo de café. A pesar de esto, en esta aldea preferimos beber cosas que calienten nuestros cuerpos. De modo que bebemos jugo de fresa condimentado, vino especiado o té de hierbas del bosque. Todas son bebidas hechas a partir de ingredientes cosechados de la madre naturaleza desde la primavera, al inicio del deshielo, hasta el otoño.

Nuestra gente, siendo fundamentalmente personas auto-suficientes, trata de no derrochar nada. Aun cuando es una bebida que las personas de nuestro país aman, nosotros no tenemos muchas oportunidades de probarlo.

Sieg comenzó a preparar el café. Puso algunos granos de café en el molinillo y los trituró finamente. Encima de una cuchara honda con orificios muy pequeños colocó un pedazo de tela húmeda y vació el café molido allí. Luego, situó la cuchara sobre una botella, acomodándola para que no se derramara. Acto seguido, lentamente vertió agua caliente por encima.

La tela de algodón parece que fue especialmente hecha para preparar café. Ya que era la primera vez que veía ese proceso, terminé observándolo de principio a fin.

El café poco a poco comenzó a gotear en la botella, haciendo un sonido de ploc-ploc.

Mientras tanto contemplé a Sieg quien estaba atenta a la botella. La vista de sus pestañas arqueadas hacia arriba entre sus mechones de cabello era encantador. Durante esta época carente de rayos solares, su cabello rojo brillaba como el sol.

Me perdí mirando a mi esposa que preparaba el café seriamente. —¿Azúcar?

— … —Ritzhard.

—¡!

Me sobresalté cuando dijo mi nombre. Estaba observando las manos de Sieg, así que me distraje. Cuando le pregunté que necesitaba, dijo que no sabía si lo quería con azúcar o no.

—¿Qué debería hacer? —¿?

—No, sí he tomado café antes pero…

A mi padre no le gustaban las bebidas dulces con especias, así que frecuentemente disfrutaba del café; sin embargo, dejó de tomarlo cuando mi abuelo dijo que era un despilfarro. La última vez que tomé café fue hace mucho tiempo, cuando era niño. Recuerdo más o menos que le ponía mucha leche de reno y azúcar. En retrospectiva, realmente se trataba de una bebida extravagante tal y como dijo mi abuelo.

El azúcar que Sieg trajo de su casa era cúbico. Se encontraban en un recipiente de cerámica y me sorprendí del hecho de que incluso tuviera su propio utensilio para agarrar el azúcar. —Sieg, ¿cuántos le pones tú? —Tres cubos más o menos.

—Entonces, yo también quiero tres.

Sieg mezcló el azúcar. Cuando me entregó la taza de café, me asombré de su olor aromático. Me explicó que al usar la tela, se filtra mejor y uno puede disfrutar de un sabor y aroma más puro.

Disfruté calmadamente la esencia y luego tomé un sorbo. —¡Wow, delicioso!

Descendía suavemente por la garganta y el sabor era rico; podría afirmar que ha sido el mejor café que he probado.

Sieg también debe haber estado satisfecha. Con solo un sorbo, su cara seria se relajó un poco.

Continúe observándola sin cansarme.

Ya que colocó tres cubos de azúcar, puedo asumir que le gustan las cosas dulces. Lamentablemente, aquí no tenemos postres dulces. Después de todo no hay azúcar, harina, huevos o mantequilla de sobra para hacerlos.

La estaba obligando a llevar un estilo de vida inconveniente. Esa idea cruzó mi mente.

Para aliviarme un poco de esa preocupación, le hice una pregunta a Sieg. —Dime, ¿hay algo que te gustaría tener? —¿Por qué preguntas de repente? —No, pues, en esta aldea, no tenemos la costumbre de hacer una gran celebración cuando se contrae matrimonio y tampoco tenemos la tradición de regalar un anillo como en otros países. Así que me preguntaba si habría algo que quisieras a cambio.

— … Sabía de antemano que incluso si le preguntaba, me contestaría con un “Nada en particular”.

Sieg declaró que fuéramos una pareja temporal por un año. En otras palabras, implicaba no esperar nada entre nosotros. —Perdón por hablar de algo como esto de pronto… —Por favor enséñame el idioma de este país. —¿Disculpa? —De ser posible, me gustarías ser capaz de charlar en mi vida diaria en el idioma de este país.

— …

Por ese deseo inesperadamente modesto, me quedé sin palabras. Cuando me vio de esa forma, Sieg me miró preocupada.

—¿No quieres? —N-no, no se trata de eso, no es que no quiera hacerlo. —Entonces, me enseñarías, por favor. —Sí, encantado. Después de eso, pasó el tiempo en silencio y tomando su café. El silencio por alguna razón se sintió agradable.

❄❄❄

Los días ajetreados continuaron. Fermentando, destripando, procesando la piel y haciendo artesanías.

Mientras trabajaba, también le enseñaba a Sieg el idioma de este país. Ya que tenía una estudiante lista, no fue tan difícil.

Ya ha pasado un mes desde que los días en que el sol no sale comenzaron. Estaba preocupado porque fue la primera vez que Sieg vivía algo así, sin embargo, no tuvo ningún cambio.

La oscuridad provoca que las personas se depriman. Yo también sufrí de eso en el pasado. No tenía fuerzas para despertar por la mañana, pasaba mucho tiempo haciendo solo una taza, a veces incluso no quería comer. Mi padre, quien es una persona culta, dijo que las personas comienzan a comportarse extraño si no reciben suficiente luz del sol.

No obstante, este año, no me sentí para nada deprimido. Todo fue gracias a Sieg.

En ese momento, llegó una carta, del correo que entregaban una vez a la semana, dirigida a Sieg.

Tras ver el sobre, los ojos grises de Sieg se abrieron sorprendidos. Quería preguntarle qué pasaba; pero, no me gustaría meter mi nariz donde no me llaman así que me quedé quieto.

Luego de un rato en silencio, Sieg me habló. —Ritz.

—¿Si? —Una persona que solía estar conmigo en el ejército desea venir aquí de paseo… —¡Eh, ¿de verdad?!

Al parecer en la carta le informaba sobre su programa. Ya que no presagiaba nada malo, suspiréaliviado y terminé murmurando: —En serio, a las personas del país de Sieg realmente les gustan las auroras.

—Dice que el viaje será dentro de un mes. También que la ruta será la misma que yo tomé.

—En ese caso, tendré que salir.

Desde el puerto libre de hielo en el que Sieg desembarcó, no hay transporte hasta mi aldea. Así que tengo que salir con un trineo de renos. —Lo siento… —No te preocupes, los turistas siempre son bienvenidos. —Pero, ¿los hoteles no están cerrados en esta época del año? —Está bien. Se puede quedar en nuestra casa, ¿no? Tenemos unas cuantas habitaciones vacías para compartir.

—Lo siento… No sé qué decir. —No hay problema. A mí también me gustaría conocer a la amistad de Sieg.

—No, no tengo ese tipo de relación con él… —¿Um? ….¿Eh? Su camarada es un hombre. ¡¿Y a qué te refieres con “ese tipo de relación”?! ¡¡Hey, Sieg!! Aunque era imposible que dijera eso; así que solo respondí: —Qué curioso. Y me fui.

Les digo algo: no tengo agallas.

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