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Capítulo 30: Festín de primavera..................................................................................................Pp

CAPÍTULO 30 %

FESTÍN DE PRIMAVERA

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Al final, decidimos no contarle a Emmerich. Luego de discutirlo con Sieg, sentimos que se volvería extrañamente enérgico. Además, le aconsejamos que no hablara con ella; por eso, el día de su regreso, dejó una carta para Aina.

Cuando se la quise dar, se negó rotundamente por ser de un extranjero.

Sin embargo, cuando Sieg se la entregó, Aina aceptó con mucho gusto la carta. Qué predecible.

Un par de días después. Aine le escribió una carta a Emmerich y Sieg se encargó de enviarla.

Milagrosamente, los dos comenzaron a intercambiar cartas.

Cuando venga Emmerich de visita este verano espero que ya sean más cercanos. Pensé mientras decidía velar por ellos. …Aunque no estoy en posición de alentar el romance de alguien más.

❄❄❄

El matiz verde de la naturaleza que asimiló la nieve derretida anunció con dulzura que era primavera.

Cuando toda la nieve sobre el suelo se disolvió, brotaron nuevas hojas.

Si bien en primavera no cazamos, seguimos teniendo toneladas de trabajo.

El día de hoy, nos dirigimos al bosque de los renos.

Los renos que criamos en los establos los movemos a los bosques desde primavera hasta otoño.

—Entonces, una vez que sea otoño y comience a nevar, ¿se reanuda la caza? —Así es. Otoño es la temporada de celo, así que los animales se vuelven broncos y comienzan a aparearse. —Entiendo.

Los renos se aparean en otoño y dan a luz a durante la primavera. —Varias hembras se aparean con un solo reno macho.

—Eso suena difícil.

—¿De verdad?

Gracias a ese comportamiento, la mayoría de los renos machos son castrados. El bosque sería muy peligroso si hubiera muchos machos ansiosos entrando en celo.

Mientras charlábamos sobre renos, caminamos hacia el bosque. —Ahora bien, haré que Reno-san trabaje un poco más.

El objetivo de hoy es leche de reno. Solo durante esta época del año tenemos acceso a ella.

Permití que el reno se moviera libremente. Si lo seguimos, un reno hembra aparecerá.

En poco tiempo, un reno hembra surgió. Me impresionó saber que mi reno continuaba siendo el macho más popular del bosque, sin duda.

Sieg y yo nos acercamos a la hembra con las cubetas. —Es dócil, ¿verdad? —Sí.

Si mi reno esta junto a ella, se vuelve dócil. Normalmente se tendrían que sujetar con sogas para ordeñarla. —Primero hay que revisar sus astas. —Así que incluso los renos hembras tienen astas. —Qué inusual, eh.

Para los renos, hasta las hembras poseen astas. Los machos mudan sus astas en otoño, mientras que las hembras en verano. Escuché que esose debía a que las hembras necesitaban asegurar comida antes, a fin de prepararse para dar a luz y criar a los bebés.

Revisamos las astas para mantener la cantidad de leche uniforme.

Solo en lo referente a la leche, los renos son considerados como propiedad de todos en la aldea. De ahí que cualquier reno puede ser ordeñado.

Después de todo, es difícil buscar algún reno en específico. Una vez que ordeñamos a una, tenemos que marcar su asta, cerca de la oreja, para señalarlo. Si hay al menos cinco marcas,ese reno no se debe de ordeñar.

—Esta parece bien. Entretanto estaba ocupada con el reno de nuestra casa, la ordeñamos. —El primer paso es calentar las ubres para que la leche salga más fácil.

Envolvimos las ubres del reno con las toallas hervidas que trajimos de casa. Incluso es más fácil si la sangre tiene mejor circulación, así que le dimos suavemente un masaje. Después de eso, limpiamos las ubres con las toallas hervidas. Esto era para esterilizarlas.

Luego de limpiarlas, finalmente podemos ordeñarlas. —Sostén gentilmente las ubres con tu palma y usando los tres dedos hasta el dedo medio, aplica fuerza hacia abajo.

En ese momento, la leche saldrá.

Como la leche sale incluso si el reno hembra no hace nada, la cubeta se llenó rápidamente. Hoy conseguimos cuatro cubetas y, para no derramarla, las tapamos antes de llevarlas de regreso. —Usualmente, tendría que llenar dos cubetas, dejarlas en el trineo y luego volver a ordeñar~. Es genial que Sieg esté aquí~. —Me alegra oír eso.

Cuando trabajaba con mi esposa, terminábamos más rápido.

Ya que teníamos que esterilizar la leche de reno, nos dirigimos a la cocina exterior detrás de la mansión.

Primero comenzamos filtrando la leche a través de una tela fina para remover cualquier impureza. Luego de eso,la hervimos para matar a los gérmenes.

Aunque es posible hervirla directamente al fuego, ésta se pega a la olla, por eso la esterilización se realiza colocando una botella llena de leche de reno en agua hirviendo.

En una botella que fue esterilizada ayer, vertimos la leche. Acto seguido, ésta tiene que ser esterilizada en agua hirviendo. Solo entonces la leche se podrá beber.

Ya que no se pueden preservar, tomé un tercio para que Ruruporon lo usará en la cocina. Requirió algo de tiempo pero le transmitíque podía llevarse la mitad a casa. ¡Buen trabajo!

Es lo que me gustaría decir, pero todavía queda más trabajo por hacer. —Tienes energía para más trabajo, Sieg. —Hasta ahora estoy bien. —Voy a elaborar queso, ¿me podrías ayudar? —Claro.

No obstante, no era del tipo que se hacía seriamente para que se conservara por un largo periodo de tiempo. Sino del sencillo que se preparaba solo con limón y leche de reno.

En leche tibia, se mezcla jugo de limón y después se revuelve lentamente con un palo de madera. Luego, unas cosas blancas se forman sobre el palo. —La leche está comenzando a formar grumos. Ya está lista.

Tras colocar una tela limpia sobre un recipiente, la leche cuajada se vierte allí. Después, las partes sólidas permanecen sobre la tela mientras que el líquido remanente se queda en el recipiente. —Ahora, solo tenemos que deshacernos de la humedad.

Luego, aplastamos la tela con una tabla hasta que dejé de escurrir líquido y el trabajo está completo. —Lo que hay dentro de la tela es queso. —Eeeh, qué interesante. —¿Verdad?

Ya que por sí solo está algo desabrido, le agregamos sal. —Siendo sincero, Madam. —¿Qué pasa? —Hice esto en la mañana.

Le mostré a Sieg una canasta que estaba sobre la estufa y cubierta con una tela. Adentro había panecillos que hice usando una receta especial. Como tenía algo de tiempo mientras hervía las toallas, las preparé con centeno. —Sorprendente. —El queso y los panecillos saben bien juntos. —Ciertamente.

Todavía hay luz en el cielo. Pero, de vez en cuando beber a esta hora también está bien, así que dimos por finalizado el trabajo de hoy.

Le dije a Ruruporon que no necesitaba preparar la cena el día de hoy. Después, busqué comida entre la alacena con el objetivo de hacer un festín y también para acabarnos el resto de la comida preservada de las noches polares.

Había vino de frutas, carne ahumada, paté de hígado, mermelada, patatas y frutos secos.

Como todavía hacía un poco de frío, encendí la chimenea. Luego, colgué una olla para hervir algo de agua.

—¿Qué hay de los ingredientes para la sopa de leche, Sieg? Puedo traer el pescado que atrapamos ayer del almacén frío. —No, hagámoslo con los ingredientes que tenemos aquí. —En ese caso, usaremos carne ahumada y patatas.

En el caldo de reno puse carne ahumada en trozos y patatas.

Ya que estaba cocinando mientras bebía con Sieg, me volví un poco torpe. —Ten cuidado de no quemarte. —Sí.

También le puse el líquido que sobró al hacer el queso para darle sabor. En realidad, este líquido conocido como suero tiene muchos nutrientes de la leche.

Sieg estaba preparando los panecillos con queso, paté, frutos secos y mermelada en diferentes combinaciones. Todos ellos sabrán deliciosos.

Luego de agregar especias a la sopa para darle buen sabor, el festín inició.

El queso fresco y salado se lleva bien con el panecillo. Además, como estamos usando leche fresca para la sopa sabe aún mejor. —Qué feliz soy de estar casado. —¡!

Murmuré como si estuviera desesperado. Antes nunca terminaba tan rápido de trabajar y no recuerdo haber tenido muchas ocasiones donde me podía relajar así. Trabajaba todos los días con indiferencia.

Fue gracias a Sieg que cambié. De verdad, el matrimonio es grandioso.

Sieg, en un raro momento de embriaguez, bebía con sus mejillas ligeramente ruborizadas. La miré pensando que era linda. —¿Le gustaría otro trago, Madam? —Gracias, cariño.

—¡¿?!

Al escuchar la espléndida respuesta de Sieg, derramé el vino sobre la mesa en lugar de la copa. —¡U-uwah!

— … Sieg limpió el vino que se tiró con un paño de cocina que estaba cerca. —¿Qué estás haciendo?

—L-lo siento.

Me sorprendí por las palabras de una Sieg ebria; pero, era imposible que dijera eso. Realmente es una historia patética. De esa forma, nuestro pequeño festín procedió alegremente.

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