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Capítulo 10: La inauguración de la taberna de las Tierras Remotas!...................Pp
from Hokuou Kizoku 3
CAPÍTULO 10 %
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Un poco antes de que comenzaran las noches polares, la taberna de las Tierras Remotas, “El Águila Carmesí”, abrió sus puertas. Durante el primer día decidimos abrir desde la mañana.Nuestros primeros clientes fueron la pareja de la tienda de regalos. Nos obsequiaron sal del extranjero. Sentí cómo se me escapaban lágrimas de felicidad.
Sieg enseguida se acercó a tomar sus órdenes.
—¿Qué les gustaría?
—¿Qué recomiendas?
—Pasta con albóndigas y salsa de tomate.
Sieg explicó muy bien el menú. Las ilustraciones que mamá dibujó, también ayudaron para que las personas se imaginaran los platillos. La pareja de la tienda ordenó el platillo recomendado junto con la sopa del día y té. Comencé a cocinar lleno de energía. Sieg de igual forma preparó el té.
La sopa del día era sopa clara de leguminosas y tubérculos. Se cocinó usando vegetales secos, pero los tubérculos realzaban el sabor del caldo. Mamá la había hecho anoche. Primero serví la sopa como aperitivo.
—Ah, está caliente.
—Hace que todo tu cuerpo entre en calor.
Los asientos estaban cerca de la cocina, así que podía oír sus reacciones. Me sentí un poco nervioso.
Más tarde, le pedí a Sieg que llevara la pasta con albóndigas y salsa de tomate.
—¡Qué delicia!
—Es la primera vez que pruebo pasta, pero sabe bien.
Sieg escuchó las reacciones de la pareja y les agradeció educadamente. El platillo que pensamos con tanto esmero, fue bien recibido por la pareja. Una vez que terminaron de comer, les servimos helado de leche condensada como postre. Para celebrar la apertura,
planeaba dárselo a todos los clientes. Se trataba de un helado sencillo hecho al enfriar una lata de leche condensada. Si lo dejábamos tal cual, sería demasiado dulce, así que añadí encima una salsa agria hecha de bayas. Como solo era leche condensada congelada, era importante derretirla un poco antes de servirla para mejorar la textura.
—¿Esto fue algo que se le ocurrió a su Señoría?
—Sí. Aunque solo es leche condensada.
—Me gusta el sabor agrio de las bayas y la dulzura de la leche.
—Menos mal.
Solo mi familia y el Capitán Artonen lo habían probado, así que estoy feliz de que lo hayan elogiado.
Después de que la pareja de la tienda se fuera, no vino ningún otro cliente. Bueno, es el primer día, ese debe ser el motivo. Los aldeanos se estaban asomando por las ventanas, pero cuando abrí las puertas para hablar con ellos, todos salieron corriendo.
—¡Qué mala suerte! Fallé en atraparlos, Sieglinde.
—No me sorprende, todos los aldeanos son tímidos.
—¡Ya veo!
Incluso si no llegaban clientes, ya que los platillos eran a base de comida preservada, no se desperdiciará nada. Además, usaremos la sopa para cenar.
Después de un rato, las mujeres que habían terminado con las tareas de su hogar, vinieron. Pidieron café y tarta de manzana con dulce de leche, así como pasta para almorzar. Fueron muy astutas, pues habían preparado de antemano almuerzos para sus familias, de esa forma tenían tiempo para charlar felizmente con Sieg. Enserio fue una escena pacífica. Todas dijeron que el postre, el helado de leche condensada con salsa de baya, estuvo delicioso. Fiuu, es un peso menos.
Sin embargo, por la tarde, la taberna de nuevo estuvo tranquila.
Tenía mucho tiempo, así que observé las reacciones de nuestros clientes y discutí qué deberíamos preparar.
—Creo que sería agradable tener más platillos dulces.
—Aunque eso sería bastante complicado durante las noches polares.
—Tienes razón~.
No es como si no pudiera hornear tartas o galletas sin huevos, mantequilla o leche, pero no creo que sean muy deliciosas.
—Siento que se convertirían en algo parecido a las galletas lámina de hierro.
—Que se te rompan los dientes es un poco…
Ya había llegado al límite. En cuanto a los bocadillos, decidí pedir la opinión de mamá una vez que regresara a casa.
Durante el invierno, el sol se ponía en la tarde, así que encendí una vela sobre una mesa que estaba afuera y, para evitar que se apagara por el viento, coloqué un vaso cilíndrico para cubrirla. Era una escena bastante fantástica.
Los aldeanos fueron de compras a la tienda de regalos con linternas. Tal parece que la dueña de la tienda nos hizo un poco de publicidad, ya que las personas comenzaron a entrar poco a poco.
A la hora de la cena, llegaron dos soldados de la fortaleza. Esperaba que vinieran muchos, pero supongo que me equivoqué. Por lo visto, el Capitán Artonen los coordinó para que no fueran una carga durante el primer día de la apertura.
Tiene razón, pensé. Bueno, aunque no habría tenido problemas si vinieran todos.
Inesperadamente, los soldados comieron la pasta con tranquilidad, tomaron un poco y se fueron.
Luego de que se marcharan, de súbito hubo más clientes. Sin duda fue gracias a que los soldados energizados regresaron a la fortaleza mientras charlaban sobre la taberna. En verdad me siento agradecido.
Desde la hora de la cena hasta la noche, estuve muy ocupado.
Con la última campanada, cerramos.
Había estado sujetando ollas desde la tarde hasta la noche, así que me dolían los brazos. Las albóndigas se terminaron a la mitad, mientras que el recipiente de la sopa también quedó vacío.
—Buen trabajo, Ritz.
—Gracias a ti también, Sieg.
—No me agradezcas, no estuve todo el día.
Sieg regresó a casa varias veces para amamantar a nuestro hijo. Aunque solo con caminar de aquí para allá debe haber sido difícil.
En cuanto a las ventas, pues, seguimos un poco en números rojos, pero nuestro objetivo no era conseguir utilidades sino proveer de un entretenimiento para toda la aldea.
Aun así, será complicado si continuamos de esta forma, así que estoy pensando en preparar platillos con alta rentabilidad una vez que terminen las noches polares.
Por el momento, le daré prioridad a pasar las noches polares en un ambiente alegre. Era muy pesado, pero al ver las sonrisas de todos, me impulsaba a dar lo mejor de mí.
—Una vez que nos acostumbremos a esto, estoy pensando en contratar a más personas y quizá dejarle la taberna a alguien más.
—Sí. Esa podría ser una buena idea.
Incluso si mamá estaba aquí, no había necesidad de estar todo el tiempo en la taberna. Para eso, era vital la ayuda de alguien más. ¿No habrá algún cocinero por ahí? También necesitaremos una persona moderadamente simpática.
Incluso después de cerrar, había una montaña de trabajo. Empezando con la limpieza, teníamos que preparar los ingredientes para mañana, organizar los estantes y registrar la contabilidad. Cuando terminamos, ya era el día siguiente. Sieg regresó a casa luego de preparar los ingredientes y me esperó para irse a dormir, por lo que seguía despierta cuando llegué.
Inclusive preparó un baño para mí. Cené la comida, que preparó mamá, junto al calor de la chimenea, tomé un baño y me escabullí bajo las sábanas. Mientras abrazaba a Sieg, la cual tenía una temperatura agradable, me quedé dormido antes de darme cuenta.
De esa forma, el primer día del trabajo terminó.
Al día siguiente.
Ya que era complicado que Sieg fuera y viniera, optamos por llevar a Arno con nosotros. El día de hoy mamá dijo que también nosayudaría.
Tal vez porque los rumores se estaban esparciendo, había gente formada incluso antes de que abriéramos.
—Oye, Ritz-chan, ya que hace frío afuera, ¿por qué no dejas pasar a los clientes?
—Sí, por favor, hazlo.
Todavía no estaba listo para servir los platillos, pero podíamos darles té o sopa caliente. Mamá abrió las puertas y dejó que los clientes pasaran.
Arno estaba durmiendo en una cuna junto a la ventana. En varias ocasiones las personas entraban luego de ver por la ventana que había un bebé.
Después de la hora del almuerzo, la sopa se acabó, así que corrí con Ruruporon a pedirle que hiciera más. Entre los hombres, la combinación de los platillos con comida enlatada y licor era popular.
Aunque las personas mayores no venían muy a menudo.
Sin embargo, los abuelos y abuelas parecían estar interesados en la taberna, ya que se asomaban muchas veces. Cuando hablaba con ellos, sugiriendo que deberían entrar, se marchaban bajo la excusa que no tenían nada que tratar conmigo.
Hice lo mismo unas cuantas veces, hasta que un día algo diferente a lo usual sucedió. Las ancianas que siempre miraban a mi hijo, habían venido otra vez el día de hoy. Sonreían mientras contemplaban a Arno en la cuna. Luego, de súbito Arno comenzó a llorar.
Sieg estaba haciendo albóndigas y mamá sostenía una bandeja con tazas de café. Pensé que yo debería de hacerme cargo, así que me apresuré a salir de la cocina.
Sin embargo, ellas ya estaban junto a mi hijo.
—Vaya, vaya, ¿por qué habrá llorado?
—¿Tendrá hambre?
—Todo está bien, no llores.
Las abuelas que estaban afuera, entraron y abrazaron a Arno para tranquilizarlo.
—Ah, gracias, gracias —Cuando les agradecí, no fueron honestas y dijeron que lo habían hecho por el bebé—. Ya que están aquí, ¿qué tal un poco de té y bocadillos? — Cuando les ofrecí eso, de mala gana tomaron asiento.
Luego de eso, las personas mayores también comenzaron a frecuentar la taberna. Incluso en días en los que Arno no estaba aquí, decían que no se podía hacer nada al respecto.
Me hizo muy feliz ese cambio.
El día de hoy, invité a Miruporon, la cual tomaba café de manera inexpresiva. Afuera de la ventana alcancé a ver a Luca, así que traté de obligarlo a entrar a la taberna.
—¡Q-qué crees que haces! ¡¿Acaso esta taberna atrae clientes de manera agresiva?!
—Perdón, perdón. Ya que está aquí Miruporon, ¿qué tal si toman un poco de té juntos? —pregunté. En ese instante, el rostro de Luca se tornó de un profundo rojo— . ¿No te parece que Miruporon se ve un poco sola? ¡Por favor, ayúdame!
—B-bueno… Si lo pones de esa forma.
—¡Gracias, Luca!
Cuando Miruporon vio a Luca, mostró una linda sonrisa. Por consiguiente, Luca quedó cautivado al ver su expresión.
¡Qué pareja tan encantadora! Pensé mientras los observaba desde la cocina.
—No es bueno espiar,Ritz.
—Sí…
Tenía curiosidad sobre esos dos, pero decidí preparar de manera diligente una tarta de manzana con dulce de leche para dos personas.
❄❄❄ La época en la que reina la oscuridad todo el día, las noches polares.
Solía ser una época fría y aburrida, pero una luz cálida y risas alegres salían desde la taberna.
Al ver eso, sentí que no me equivoqué cuando acepté este reto, aunque era bastante extenuante.
Esta fue la historia del primer invierno en el que todos los aldeanos pasaron juntos las largas y dolorosas noches polares.