Gealittera 36 adicciones

Page 1


GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com IBSN: 14-08-2014-55 Todas las imágenes publicadas en esta edición son de Pinterest y Google

2


INDICE

3


EDITORIAL Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz POESÍA Milagro Haack María P. Comorera Carlos Enrique Cartolano Marianela Puebla Carmen Barrios Rull Araceli García Martín Adolfo López Zaida Giles de Quirós Isabel San José Mellado Alibut Sarabia Lucas Damián Cortiana Paco Déniz Bruno Gloria Gayoso Rodríguez Adri Delfini Antonio Portillo Casado Isabel Rezmo Miryam Colombotto de Seia Marcela Barrientos José Javier Terán Díez Graciela Diana Pucci Cynthia Rascosvky Gloria Calvo Tomás Sánchez Rubio Consuelo Jiménez Martín Ana Maritza Aguirre de Schwarzl Mar de Fondo Julián Gómez de Maya Carlos Norberto Carbone Gabriela Rivero Aleqs Garrigóz Mirian Pastorcich Jorge Serra Elizabeth Santiago Isabel Pisani Ivana Szac Francisco Javier Franco Gladis Mereles Pereira Lazara Nancy Díaz Jesús Álvarez Pedraza Josefina Martos Peregrín Patricia Corpas Gutiérrez

7

IX Sin adicciones tempoadicto Adicta a tus labios Soneto a las drogas Locura de ser y estar Los fantasmas del sueño Hábito de vos Adicta a tu mirada Entre nosotros Efigie de musgravita Adicción Adicta Adictivos pensamientos Adicciones XVIII Adicción Dependo Adicción a ti

Reconozco tu abismo Falsos soles Apego Así día tras día A paso lento Concupiscible discencia Oscuras voces 2-CB Aquellos rostros Adicto Contrariedad Sumisión Wall Street Amarte es mi adicción Desde agosto Bostezo de alabastro La gran coleccionista Despedida 4

10 11 13 14 16 17 19 21 23 25 27 29 30 32 33 34 36 38 39 40 41 42 43 44 45 47 48 49 50 52 53 54 55 56 57 58 60 62 63 64 66


Anamaría Mayol Ruth Pérez Aguirre Mary Acosta Sandra Gudiño Milagros Sefair Fernando Sarría Nydia Ovalle São Gonçalves Ana Lucía Montoya Rendón Lorena Brito Icela Elizalde Dana Laila Aymara Aruwiri María Marta Liébana Mabel Coronel Cuenca

Las formas de los días Dama de la noche Siluetas en grito Desconexión Detrás de mí Los libros Adicta al miedo Il segreto di Susanna Dueño de mí… Game Mi taza de café Adicta a ti Adicta a tus credos

FOTOPOESÍA Ethel Saavedra García RELATO Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz Alicia de León Epp Carmen Hernández Montalbán Lya Naranjo Ribadeneria Rafael Bailón Ruiz Maite Glaría Julia del Prado Lilian Costamagna Juan Idiazabal Rodolfo Torres Mario Sarli Gloria Acosta María Teresa Fandiño Pedro Pastor Sánchez Jorge e Rueda Margarita Polo Viamontes Aída Quiñones Eva Costa

68 70 72 73 74 76 78 80 81 82 84 85 87 89 90

92

Miente Vicio Retrato de una adicción El conjuro Fortunato Una buena adicción Joaquina Suceso Y dale… andá borracho a dormir Fumado La peor de las adicciones ¿Hasta cuándo? Otra dosis de muerte Patética mujer enamorada Contra- adicción Tentaciones al acecho Adicciones Lucas o la manía de abrazar

5

94 95 96 97 99 105 107 110 111 113 114 117 119 122 125 133 134 136 138


EDITORIAL

6


Queridos amigos: En nuestro Nº 36 planteamos como tema “ADICCIONES”. Queremos indagar en esa incapacidad de controlar la conducta, en esa dificultad para la abstinencia permanente, porque la adicción es no poder pasar de largo. Podría ser adicción a cualquier sustancia o a ciertos comportamientos, podría ser adicción al sexo, al juego, a la pornografía, a la televisión, al deporte, a las nuevas tecnologías, al móvil, a Internet. Hemos investigado y hemos encontrado una serie de adicciones tipificadas como las más extrañas. Las mencionamos por si les sirve alguna de inspiración: Adicción a beber gasolina, a comer papel higiénico, a asistir a los funerales ajenos, adicción a los muñecos, a comer piedras, a comer ceniza, a oler chicles masticados, a los secadores de pelo, a comer gomaespuma, a comer cabellos. Sí, existen. No lo hemos inventado. Sin embargo siempre acabamos en el mismo lugar porque es nuestro sitio. Y es que en Gealittera destacamos, como no podía ser de otra manera, la adicción literaria que todos sufrimos. La adicción a leer, a escribir, a jugar con las palabras, a componer poemas y relatos, a hacer de todo esto un estilo de vida.

7


Y para no ser adictas a seguir escribiendo sobre el tema, agradecemos a todos los gealitteranos que nos acompaĂąan en esta ediciĂłn, con un gran abrazo gealitterano, (nos hicimos adictas a gealitterar) Somos Gealittera Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz

8


POESÍA

9


MILAGRO HAACK IX

Santificado sea el pigmento que sala la piel este irme lejos quemo su guarda tan Naciente en mi gota tierra amo el amanezco íntima del brazal por largarse cercano al lechoso rocío desnudo Cordero bebo de tu salino rosario desde el fecundo nicho tórrido salvo en cruz Milagro Haack- Valencia- Venezuela Del libro Relámpago entre dos 10


MARÍA P. COMORERA SIN ADICCIONES

El espejo de mi vida está empañado, tú eras la adicción que siempre había esperado, se rompió de cuajo.

Ahora solo tengo silencio y soledad en la alcoba, mi adicción está perdida entre las sombras del rincón.

11


No tendré ya nunca tus manos, ni tus ojos ni tu boca, se terminaron los sueños dorados, me quedé sin llegar a la mitad del camino, con las manos en los bolsillos.

Oteando ese gris horizonte donde el mar se asoma y lo abraza lleno de adicciones, son las que me faltan, y en el fondo de esas aguas descansan.

María Comorera. Segur de Calafell. (Tarragona) -España-

12


CARLOS ENRIQUE CARTOLANO tempoadicto

aunque los rechace la piel/ traza el tiempo en mí sus relojes/ son plazos y señales/ esas muecas que acusan alma-adentro los sentidos nada puede postergarse/ y otra vez pierdo yo la cuenta: para todo hay/ habrá oportunidad dos agujas recorren esfera en mis puños/ vivo a expensas de llegadas y partidas/ regresos del pie a la huella/ señas de porvenir/ marcas allí donde nombres y amor tiznan grave

© Carlos Enrique Cartolano. Mar del Plata- Argentina. Abarrotes –de forma-, 2017

13


MARIANELA PUEBLA ADICTA A TUS LABIOS

Llegas en la madrugada cargado de besos, sol infinito de amor. Cual mariposa de azúcar rosas mis labios y me vuelvo adicta a tus caricias, embriagada suplico a los dioses, no te aparte de mi lado. Eres como te he deseado, ardiente, sensual, despiertas en mí la pasión dormida, huracán desenfrenado nos envuelve implacable. Tus brazos son lazos que cobijan mis desvelos, cuna de mis quebrantos, asilo de mis dolores. Soy adicta a tu presencia, a tu palabra a la miel de tus susurros, gratos momentos melancólicos y convierten tristezas en alegres mariposas. Adepta a tus locuras, a la seriedad de tus convicciones, voy siguiendo la huella de tus pasos hasta alcanzar tu mano, tu cuerpo, tus labios, así me fortalezco de la dulzura que emanan tus besos, como el árbol se sacia del manantial. 14


Vamos por el mismo camino lleno de zozobras mas, tú eres luz en los momentos difíciles, salvador de detalles, reparador de sueños, zurcidor de profundas heridas. Soy adicta a tu persona, a la fragancia de tu cuerpo, al abrazo que nos confunde y convierte en criatura de dos espaldas, nadando en las aguas del amor. Llegas siempre cubierto de esperanzas seguido por cálidos amaneceres, calman mis ansiedades e iluminan mis días. Mis noches se vuelven encendidos crepúsculos y luciérnagas embebidas, circundan mi alma. Adicta a tu ser, al almíbar de tus besos recién recogidos del alba, a la dulzura que circunnavega tu presencia enarbolada junto al nacimiento del astro. Y eres más que eso, tierno amanecer, rayo que circunda mi vida, espejo en donde el reflejo de concupiscencias no tienen barreras entre caricias. Incondicional al llamado de tu piel, al desorden de mis pensamientos, me entrego una y otra vez al embrujo de tus labios. Siempre en mí, como una adicción, llegas de noche o de día a iluminar la huella del último beso.

Marianela Puebla – chilena 15


CARMEN BARRIOS RULL SONETO A LAS DROGAS

La droga me acogió entre sus brazos y arrastró amante, fue mi consuelo, por eso vengo a lamentar mi duelo espero redención, cortar los lazos. Enferma esta obsesión, sentir rechazo el círculo atrapa y estás en el ruedo, es tanta la ansiedad poder y no puedo que acabas derrumbado en frío tajo. Salir, ¡salir del círculo maldito! poder tener una puerta sin llave… liberarme del yugo, esa es la clave. Busco la ayuda, el ánimo bendito que me aleje de tanta desventura, ¡y no volver a caer en la locura!.

© Carmen Barrios Rull-Madrid- España 16


ARACELI GARCÍA MARTÍN LOCURA DE SER Y ESTAR

la virtud convive con la maldad tan difícil distinguir la realidad como en la moneda la cara y la cruz unidas están malicia y virtud ser vicioso y estar enviciado en trazos de luna tantos y muchos todos a una nunca nunca ves el momento de terminar esta latente eternidad martillear la maquina que es tu cabeza la que te llena de sentidos dolidos la que te hace dar palos de ciego este brutal sentimiento que hace que tu corazón se embale cuando metes en la ranura la moneda y empieza el son son y no son 17


ser y estar siempre y nunca muchos nuncas solo eres esto tu propio yunque tu martillo tu cabeza tu conciencia locura que estás sintiendo siendo y estando como adivinando el momento mismo como si el gatillo se hundiera en tu sien como si la piel misma se impregnara del ayer ser no ya no lo es locura y vicio acabaron con él locura y vicio acabaron con él.

Araceli García Martín- Granada- España

18


ADOLFO LÓPEZ LOS FANTASMAS DEL SUEÑO

Mariano Blanco aguantó sobrio cincuenta días. A los cincuenta y seis, no pudo más y a las cuatro de la madrugada, se voló la cabeza de una manera que el mismo calificó de “elegante”.

Soy un hombre puro. Asomándome sin vértigo al profundo abismo. He mirado mil veces en todos mis rincones, y por fin puedo decirte, que quiero que compartas, cada uno de mis sueños. Se acabó el peligro de la vida, las palabras insonoras, 19


los fantasmas del miedo y los vigías de las mañanas. Hoy puedo otear el paisaje de tus caderas, y podrás creer, nuevamente en los poetas. Ahora mi adicción eres tú, e igualmente me matas. Nunca podré olvidar cuando dijiste, recítame un poema, y moribundo te contesté: te quiero.

Adolfo López- Málaga (España)

20


ZAIDA GILES DE QUIRÓS HÁBITO DE VOS

Adicta a tu duelo, al vuelo que esquivas vestido de Zambra desnudando albricias... Prendida del eco que seco, palpita, entierro las balas en la espesa niebla de tu despedida... Inducida boca que arrastrada, grita tu nombre de cráter sin llama, sin fondo: solo tus cenizas.

21


Atrapada letra entre la morada de tu gris desdicha... Embaucada elijo sin pena ni gloria a tu nombre parco serle fiel adicta. Y convicta en la cárcel seria de tu mente tibia… Herida de versos de calles y grietas soy el terciopelo de un adiós que a poco solo yo conservo en mi cama fría.

©Zaida Giles de Quirós, Sevilla, España

22


ISABEL SAN JOSÉ MELLADO ADICTA A TU MIRADA

Sentada junto a la fuente de mi patio bajo la fresca brisa que la mañana ofrece, mojo despacito con cálido café mis labios mientras mi adicto corazón se estremece. Es a ti al que recuerda en ese momento, adicto a esa mirada que su deseo alienta a volver a sentir en mi cuello tu aliento, calmando a mi alma su villana tormenta. 23


Adición que me causa una cruel tristeza pues no es el café lo que moja mi boca, sino una lágrima cayendo con sutileza como riachuelo surcando entre la roca. Y junto a esa bella fuente taza en mano, tengo un amargo y triste presentimiento; que mi adicción a tu persona será en vano pues no percibo en ti ningún sentimiento. Terminando mi café bajo la brisa matinal voy desechando esa adición a tu mirada y como un río llegando lentamente al final se va sosegando mi pobre alma enamorada.

Isabel San José Mellado- Madrid- España Derechos de autor

24


ALIBUT SARABIA ENTRE NOSOTROS

Entre tu boca y yo hay algo que probar... ¿Será ese beso guardado que me tienes que dar? Entre tu piel y yo hay algo que tocar... ¿Será esa humedad salvaje donde me quiero ahogar? Entre tu aliento y yo hay algo que prever... 25


¿Será, que nunca me falte o con él, renacer? Entre tu vientre y yo hay algo a resolver, ¿Será, volvernos la savia de un Edén de placer? Entre tu lira y yo hay algo que escribir... ¿Será ese verso en el cielo, que nos va a redimir? Entre tú y yo, mi bien, hay algo que vivir... ¡Una vida, dos, tres, cuatro, y un amor sin concluir! Tú tienes el control de mis aficiones; haces un sublime rito con mis perversiones... Porque a partir de ti, bullen sensaciones ¡Y sólo tú eres manantial de mis adicciones!

Alibut Sarabia-México

26


LUCAS DAMÍAN CORTIANA EFIGIE DE MUSGRAVITA a Manuel Lozano Gombault

¿Quién me arrojaría al pequeño manantial, si yo mismo soy las aguas? ¿Pero quién a la hoguera, si llevo el fuego conmigo? Manuel Lozano Gombault

Incendio la música para redimirme del silencio que me abunda. Me elevo en la noche que todo lo calcina y lo acrisola, que absorbe descontroladamente el ímpetu vital del oro enarbolado por serafines sedientos que también crepitan, feneciendo de la úlcera que hace a Dios llorar despavorido sus melodías indolentes a la oscuridad que nace. Por inquina se arrebata la pasión a los bebedores de la copa del frenesí. ¿Lo ves a Manuel Lozano Gombault consolando las calles de Amiens? Superviviendo en el clarísimo día, 27


la lágrima de un tigre moja y bautiza la tierra, esa bravura revuelca los cuerpos en poesía como la única unción imprescindible. Hay un arpa de magnífica otoñeidad y un bosque de ardillas que recoge la elegía. Habla él y contesta Cristo, la lengua de los electos, indescifrable prisma, intrincado caleidoscopio, el amor que se canta. Era música y era luz del verbo. Acrobáticos peces de colores tiñéndose en las aguas de Samarobriva, un salto mortal, la exquisita broma de lo finito. Brillo, refulgencia, esplendor, su ojo también se incendia y quema. ¿Qué hay allí que exija purga, sino la adicción a los soles mismos, a la dignidad del verso que relampaguea haciéndose pira sacrifícea, volcán de desadormecido magma? Concílianos con tu palabra. Permítenos deglutir el signo medular, atravesar la gloria en la puerta del cosmos, servirnos un plato de antropofagia del poeta. Es el hombre el portavoz del fin situado en la orilla de cualquier ruina, conozco ese oficio letra por letra joya por joya fuego por fuego.

Lucas Damián Cortiana – Chivilcoy – Argentina

28


PACO DÉNIZ BRUNO ADICCIÓN

Secuaz admirador a tu deambular, cuando a mi vera tu estela ilumina, con tu cimbreante caminar seductor, adicción devocional a tu cuerpo celestial. Siento que me atrevo…pero no puedo, alejar el sabor de tus divinos besos, olvidar la impregnación de tu piel trigueña, adicciones a tus aromas a azahares, veladas llenas de amores pasionales. Tu claridad divina a mi alma deleita, al palpar tu cuerpo rociado por el alba, torrente de ilusiones gloriosas alteran, en el umbral de la angosta habitación, cuando tus hermosos labios amorosos, de raíz me cortan la respiración. El enamorado que te escribe versos, adepto a tu perfume mañanero, inhalando tu fragancia irresistible, anegando mi interior de tu pasión, con tus indomables besos de amor.

Paco Déniz Bruno- Gran Canaria- España 29


GLORIA GAYOSO RODRÍGUEZ ADICTA

Adicta a la belleza de tu nombre; te espío por si asomas a día pleno por descubrir tus ojos en las nubes, o en el azul del mar manso y sereno. Anhelo ver tu paso entre los ángeles, que tiran de tu manto entre canciones. Yo soy adicta a la oración nocturna cuando la luna se une a mi lamento en afán de encontrarte tras la huella de algún querube que vigila cielos. Soy adicta a tu nombre en mil idiomas que repito en cadencia minuciosa por ver si me consuelas de esta pena brindándome el perfume de una rosa.. ¡Tú siempre estás ahí tras un planeta, borrando cicatrices a mis faltas!! Soy adicta a leerte en la belleza. ¡Yo te persigo fiel en la alabanza!! Soy tu hija, ¡Señor del Universo! y en mi adicción te encuentro en la bonanza 30


de presentir tu mano que rescata sabiendo que me guardas del Averno. Yo soy parte del Todo que creaste; si permanezco en Ti; ya no hay mås miedos. Adicta en la plegaria silenciosa, que te presiente cerca en mi desvelo‌

Gloria Gayoso (Derechos reservados) Buenos Aires-Argentina

31


ADRI DELFINI ADICTIVOS PENSAMIENTOS

Adictivos pensamientos llegan para la noche, de este día donde me besarás los versos con sedienta valentía y la prosa que nos alimenta confluirá en mis caderas. Ven amor mío, reverbera tus manos esquizofrénicas que solo hablan de mí y oyen de mi piel sus voces cuando le susurro a tu ombligo el éxtasis es nuestro abrigo y en un placer que bien conoces.

Adri Delfini- Ciudad de Buenos Aires- Argentina

32


ANTONIO PORTILLO CASADO ADICCIONES

Flaquezas de la voluntad que a numerosas almas esclavizan, y las enjaulan entre suelos de obsidiana, techos de cuarzo y muros de granito. Son paredones centrípetos que implosionan; remolinos turbios en las arenas movedizas de nuestra ciénaga; fangos del Gran Fauno Dorado que engulle, recreándose; estruendos mudos en las sombras donde aguarda la noche más oscura; Atajos de la muerte. Antonio Portillo Casado-Alcalá de Henares – Madrid (España) 33


ISABEL REZMO XVIII

Las ramas no ciegan. La acera es un corrector pisando las ganas, los peldaños asustan. La nieve derretida en el páramo que no diviso ni en las cortinas. Y la voz se me apaga, se me desquicia. El roce asusta el aire. Asusta la quema de este sol diurno como la cicatriz de la muñeca. Afuera me pesa la renuncia. Ya mismo he dejado de amamantar la luna como un libro golpeado por la mediana del prólogo que no quiero leer. ¡Casi la variedad de un membrillo entre los cipreses, está llevándome la sangre a enterrarla en el cementerio! Esa música es una muerte, una prórroga para no querer vivir, una eutanasia lasciva e incoherente, de pergamino, de matices, de lirismo, misántropa en el poco aire que me llega a la boca si me siento en el banco. 34


Me queda siempre algo. Algo, algo que no intuyo. Que se me escapa, se me pierde, me comunica entre corchetes, paréntesis paralelos. Se me aturulla, se me seca. Y no es el pétalo.

Isabel Rezmo- Úbeda- España

35


MIRYAM COLOMBOTTO SEIA ADICCIÓN

Esto es un viaje. Sólo un viaje donde me atreví a ser-crecer-creer... Pero no soy sólo lo que ves. Detrás de la frente se alimentaron visiones. Y me supe lejos. Muy lejos. (Vi fragmentos de mar que ahogaban rostros bajo hielos caras transfiguradas rogando auxilio) 36


--No se puede nacer desde el naufragio –me dije. Me erguí entonces, en águila-mujer. Fue la única manera de sobrevivir –a veces-a esa adicción de creer que puedo ser, a un mismo tiempo una mujer común de paso breve y milagrera de versos que permanecen.

Ah...! poderosa adicción, si tú supieras...

Miryam Colombotto Seia- Santa Fe- Argentina

37


MARCELA BARRIENTOS DEPENDO

Dependo del chocolate tanto como la lectura, de uno obtengo la dulzura, del otro sabiduría. De ambos destilo un placentero gusto a cordura, que me eleva a niveles óptimos de pura energía. Dependo y colecciono libros de cualquier índole, prestarlos me suena a perderlos irremediablemente. Esa sensación de creer que hasta un día me inmole, cuidando que nadie los trate mal o inadecuadamente. Dependo del grato sabor del chocolate desde niña, un glorioso manjar que me deleita y da bienestar. Y cuando no puedo saborearlo siento cierta morriña, a pesar de las veces que me he llegado a indigestar . Dependo de ambos siendo los libros como hijos y el delicioso chocolate mi estimulante aliado. De ambos solo consigo llenarme de regocijos, y sentir que siempre recibo caricias y cuidado.

Marcela Barrientos 02/08/2017 ©. Derechos de autora reservados. Argentina 38


JOSÉ JAVIER TERÁN DÍEZ ADICCIÓN A TI

Adicto a ti desde que se cruzaron nuestras miradas, así de pronto; Dímelo tú si es verdad o no, después de nuestro Inicio de vida en común. Al poco de Conocernos, cuando la pasión casi se nos Catapultó sin poder ponerla coto ni tú ni yo; Inexpertos todavía en el juego del amor, Obviamos que después de ella hay vida, aunque Nunca nadie nos habló de que podía gastarse.

Aún así, sigo adicto a ti y a tu olor de mujer pasional.

Tanto de quiero y tanto te amo, pasión incluida que, Incluso abogo porque esta pasión nuestra no se acabe jamás.

©José Javier Terán Díez Palencia (España). 39


GRACIELA DIANA PUCCI

Vuelve la noche sueño de nuevo poema estoy en vos

Me resisto a despertar

Pero

despierto

Graciela Diana Pucci- Buenos Aires – Argentina

40


CYNTHIA RASCOVSKY

Salgo de mĂ­ / para llorarme. Visto mi luto/ y caigo a carcajadas/ en la espesura de la boca/ en la placa de mi nicho. Salgo de mĂ­ / para coronar mi sufrimiento.

Cynthia Rascovsky- Ciudad de Buenos Aires- Argentina 41


GLORIA CALVO RECONOZCO TU ABISMO

Reconozco tu abismo. Precipicio habitado Donde sirenas susurran el engaĂąo. Oscuro hueco donde no se oye eco. Donde se apagan los sentidos para que el dolor se duerma. Donde el abrazo no alcanza. Nada sigue su camino, todo se estanca. No corre el rio. No sacia el agua. Reconozco tu abismo. En un instante, me puebla lo andado. Regreso donde el perdĂłn todo lo abarca, donde agradecer es toda la luz que quiero me ilumine. Gloria Calvo- Buenos Aires, Argentina.

42


TOMÁS SANCHEZ RUBIO FALSOS SOLES

Un temblor ligero atraviesa nubes inhóspitas que renuncian, por impropia voluntad, a la pura existencia de las cosas. Sacude quejumbrosa el alma los mismos párpados que tu madre besaba con esmero cada día antes de la penumbra y sus tierras. Gimen los cristales de la ventana de un cuarto cuyas paredes se llenaban de ilusiones y de olor a radio antigua y a café de sobremesa. Ahora la mano fría en el hombro aprieta cada arteria cansada de un cuerpo que fue niño en otro tiempo. Tomás Sánchez Rubio -Sevilla-España 43


CONSUELO JIMÉNEZ MARTIN APEGO

Te cuidaba, eras vicio en mi sangre, dulce caudal de ternura bendiciendo mi vida. Deseosa te arrancaba de la tormenta, te ceñía en el azul, más azul de los azules, hasta que la espuma te consagraba nube. Te cuidaba, eras magia blanca aclarando mi bruma. Maravilla latiendo en mi torso, sonrisa, caricia, cuna. Confirmo un clamor prendido en tu ausencia, turgencia de mi voluntad en la que me busco, siempre me busco. Tal vez, un sueño de ensueño se deshile en la vigilia de lo hondo, y un gimoteo de ranas se escuche en esta ladera del río donde olvido. Te busco, siempre te busco.

Consuelo Jiménez Martin- Barcelona- España 44


ANA MARITZA AGUIRRE DE SCHWARZL ASÍ DÍA TRAS DÍA

Confundido, atrapado, enganchado a juegos excesivos y chats con gente desconocida, se desliza en un mundo virtual perdido en largas horas de vivir al aire libre con amigos de verdad o en el calor de la familia. Su adicción a internet altera su vida y a su entorno, se vuelve agresivo, ansioso, es un robot con la pantalla móvil-compu en su mirada, se anula al mundo real, se ahoga en un pozo oscuro 45


cada vez más profundo y sin salida, no reconoce que es adicto, su tiempo se agota en cuatro paredes, sus ojos puestos al monitor, sus dedos muy ligeros al teclado, su corazón bombea adrenalina, vence a los amigos fantasmas y se enreda en diálogos interminables. Así día tras día muere sin recibir los rayos de sol, se aleja, se aisla, se anula, juega a la muerte quién como sombra callada espera misteriosa para devorarlo.

Ana Maritza Aguirre de Schwarzl. De Perú.Residente en Alemania. Copyright © derechos reservados.

46


MAR DE FONDO A PASO LENTO

Cruzo el túnel a pasitos lentos, observando por secciones mi vida. En un hilo quebradizo cabalga la música, compone un todo en fracciones de instantes; danzas espirituales me dan la bienvenida, adivinan mi visita…, e intuyo ser adepta a lo desconocido. La muerte es un abrazo dulce, un bálsamo de paz y amor donde se incrementan mis adicciones. La angustia viene cuando las siluetas espectrales se debilitan y me sueltan de la mano. Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España. 47


JULIÁN GÓMEZ DE MAYA CONCUPISCIBLE DISCENCIA

A la narcosis dilecta que el último pensamiento antes del sueño proyecta sobre el obscuro aposento toda esta abstinencia oriento… Fermentada la manía que fue destilando el día, corre adicta hora tras hora al primer —acá seguía— pensamiento de la aurora. Julián Gómez de Maya. Cehegín, España.

48


CARLOS NORBERTO CARBONE OSCURAS VOCES

Ropa limpia para entrar en el infierno voces oscuras voces pasan por el cuello de la noche mujeres extranjeras quieren hablar con hombres peligrosos ebrios llevan su sonrisa como una lĂĄmpara torcida vocales suaves alimentan corazones dĂŠbiles yacen en las sabanas ilusiones nadie quiere triunfar mirando la luna hablan de un amor infeliz y beben sin pudor hasta caerse.

Carlos Norberto Carbone- Ciudad de Buenos Aires- Argentina 49


GABRIELA RIVERO

Acaso este estado narratorio necesite un poco de cabeza no tanto corazón frenar el péndulo que oscila entre el deseo de extraviarse o de seguir. Ese vaivén de la palabra danzando al límite del eterno resplandor. Ya se sabe algunos días el verso se resiste 50


se rebela al sustantivo correcto y es un arte desviarse de la norma que cuando dice: “agua� a veces no es por sed es simplemente que sin las lluvias ella se ahoga.

Gabriela Rivero- Ushuaia- Argentina Del libro: El ojo de mi aguja

51


ALEQS GARRIGÓZ 2-CB

La piel es membrana traspasada por la música. Y lo sientes. Energía del cuerpo que se goza a sí misma en un frotarse contra otras materias. Derramarse es el anhelo. Alegría: eres como yo. Ven y bailemos.

Aleqs Garrigóz- Guanajuato- México

52


MIRIAN PASTORCICH AQUELLOS ROSTROS

Aquellas almas sin sosiego parecían rostros fatigados bajo el murmullo desenfadado, mientras el oráculo comenzó a predecir lo que no esperaban. Así se fue apagando la esperanza como muerto el latido de la luz, para ellas, que quizás buscaban lo opuesto, o sea...la verdad.

Mirian Pastorcich- Bahía Blanca- Argentina

53


JORGE SERRA ADICTO

Dentro de mi alocada mente que agoniza de sed tras mi destino tumultuoso y errante. Un vértigo de sol sacude mi pecho tembloroso Un huracán de celos borda tempestades en el alma Un vendaval agudo de arrebatos sutiles y excitantes Un destino desatado de lujurias que ciegan mi pasión y mi delirio Una catarata de emociones envuelve con fuego nuestras pieles ansiosas Una lluvia de caricias y besos enmarcan de placer esa adicción salvaje e impetuosa que tu cuerpo encendido me provoca.

Jorge Serra- Buenos Aires- Argentina 54


ELISABETH SANTIAGO CONTRARIEDAD (La contrariedad de la adicción a las drogas)

Un silencio que suda minutos aturdidos. El lecho que respira soledades anheladas. ...Mi verso dejó huellas de recuerdos en tus paredes blancas... El tiempo que vuela con las alas de un gesto; dolor que se revuelca entre mis sábanas. Desconsuelo que besa a mi luz apagada... Este instante se asemeja en lo amargo, al llanto que se esconde debajo de mi cama. ... Me incitas a ser yo y después me condenas... Y yo bebo y me ahogo en mi propia agua.

Elizabeth Santiago-Cuba/ Italia 55


ISABEL PISANI SUMISIÓN

Unos gozan de la intriga, las pasiones y el rencor; y otros beben sangre fresca cual vampiros del dolor. Muchos riman a la luna. Muchos rezan a sus dios. Muchos rinden a la carne fiel ritual de sumisión. Yo persigo las estrellas por su inquieto resplandor. Yo suspiro…y no las miro porque temo a su adicción.

Isabel Pisani (Argentina - 2017) ©Todos los derechos reservados

56


IVANA SZAC

No comeré esa manzana arriba de la mesa la miraré alejándome de su color dejaré que se pudra jamás volveré a comer manzanas nunca pude olvidar el cuento de Blancanieves

Ivana Szac- Ciudad de Buenos Aires- Argentina

57


FRANCISCO JAVIER FRANCO WALL STREET

a cada galeón fantasma que atraca entre bancos de tiburones las flores de las orgías pasadas se orlan con cintas de vacuos recuerdos aquí nadie espera a nadie la gabardina colgada y el maletín en el rincón Wall Street sigue bailando claqué sobre cadáveres de brókeres muertos hoy los adictos al dinero brindan con champán y coágulos de sangre y sudor ajenos con sonrisas de dentífrico para hienas el mercado escupe mayores botines para el reparto acechan aguardan 58


babean esperan la hora del asalto –¡dong! ¡dong!– una campana reza a muerto y la otra abre la liturgia del dios del dinero

F. Javier Franco. Almería/Guadix (España)

59


GLADIS MERELES PEREIRA AMARTE ES MI ADICCIÓN

Lo sé muy bien, que tu corazón palpita por otro querer, pero eres mi adicción favorita. Lo sé muy bien que en tus labios lleva otro sabor, que tu piel llevas otra fragancia, pero aún así yo suspiro por ti. Te quiero tanto que le miento a mi corazón diciéndole que tú también me quieres como yo a ti, aunque mis lágrimas van rodando por mis mejillas, lastimándome hasta el alma! Ya está amaneciendo, cae sobre mi piel la fría brisa del amanecer y sigo aferrada a tus recuerdos, a mis antojos, no tengo fuerza para luchar contra esta adicción de amarte así a escondida y en silencio. Sé que tú estás acurrucadito en brazos de otra mujer y yo congelándome de frío, de soledad, padeciendo como siempre 60


hasta el amanecer una vez más y sin poder renunciar a ti, aunque no me veas, aunque no sientas nada por mí. Me gustaría saber la dirección de tu mirar, de tu respiración, para que pueda yo atrapar al pasar sin que te dieras cuenta, me encantaría robarte un susurro amor mío, rozarte con mis labios, porque... amarte es mi adicción. ¡Te quiero!

Gladis Mereles Pereira. La Eterna Soñadora. Paraguay. 05/08/207. Derechos reservados.

61


LAZARA NANCY DÍAZ DESDE AGOSTO

¿Será que el tiempo se ha roto desde agosto hasta la fecha, que la luz ya no sospecha que entre sus minutos floto? ¡No sé, pero a veces noto que el pasado, es el presente! No hay madurez en mi mente, me vuelve niña la pluma, y hago resta, en vez de suma en un renglón de la frente.

Lazara Nancy Díaz García- Cuba- Miami- U.S.A.

62


JESÚS ÁLVAREZ PEDRAZA BOSTEZO DE ALABASTRO

Este niño que se fuga en bostezos de alabastros, se hincó los pies con los astros y se los puso de arruga. Va buscando su maruga, prefiere adentrarse en ella, ser un mapa en la botella en la mano de un pirata, y rescatar la piñata que se le volvió centella.

Jesús Álvarez Pedraza-Cuba- Miami- U.S.A.

63


JOSEFINA MARTOS PEREGRÍN LA GRAN COLECCIONISTA

La ciudad nos acuna en sus brazos marcados. Colecciona durmientes vencidos, estatuas picadas por aguijones de acero. Oro blanco, plomo blanco, golosinas baratas a precio de sangre. Antros del tesoro al final de calles pobladas de cuerpos desvividos. Dormir de día, olvidar el sol y los niños, sepultar la luz saliendo de noche, escurriéndome por largas paredes en sombra, cegado por focos y miradas que me atraviesan el sexo y los ojos. 64


Alfileres de posesión. Alfileres, agujas, agujas que trazan enramados de venas, cucharillas de azúcar con resabios amargos, elásticas bandas que me atrapan y atan. Mariposa nocturna caída en las redes de la implacable gran coleccionista: la ciudad que se aburre y con un último pinchazo detiene mi aleteo y me para el corazón.

Josefina Martos Peregrín- Granada- España

65


PATRICIA CORPAS GUTIÉRREZ DESPEDIDA

Lo siento pero te dejo. Vuelvo a él. Desde un principio, sabíamos que lo nuestro sería temporal, frugal, insulso. Un capricho, un amor de verano. No perdí el tiempo contigo y no me arrepiento, ahora me siento mejor. Pero no puedo renunciar a él. A su suavidad, a su calor, su amorosidad y la dulzura de sus besos no la encuentro en nadie más. 66


Siempre disponible, me deja que lo tome con mis manos, le susurro, me lo acerco a la boca y me impregna de su sabor. Me toma y lo tomo, lo saboreo, se derrite en mí. Y llega dentro de mí... muy dentro. Me convierte en insaciable, sólo él sabe apagar mi fuego, sólo él me da placer. Y no lo escondo, no es amor secreto... Sabes perfectamente su nombre, sabes que adoro... ¡el chocolate!

Patricia Corpas Gutiérrez- Barcelona- España

67


ANAMARÍA MAYOL LAS FORMAS DE LOS DÍAS

Yo te miraba las manos mientras hablabas (las amaba ) y tus manos hablaban en silencio tomaban de repente las formas de los días de mi rostro mi cuerpo cada poción de amor o desamparo y amasaban el tiempo que escurría por ellas como un maleficio en la distancia 68


un pacto de mutismo de ceguera yo te miraba las manos con su color de inviernos sumergida en el mar de sus sonidos y una parte de mí era rehén acaso sin saberlo yo te miraba las manos replegada en mi misma con la desgarradura en agonía de ese amor que no quiere salvarse y aún así no muere las miraba arrebatadas al vuelo por la muerte en medio del derrumbe

Anamaría Mayol- San Martín de los Andes- Argentina

69


RUTH PÉREZ AGUIRRE DAMA DE LA NOCHE

Luna, prostituta de cada noche que iluminas la esquina de la calle mujer fácil que te entregas a los paseantes que cobijados con tu luz salen en busca de placeres y amantes Luna, reflejada en crapulosas aguas te ufanas de tu narcótica belleza escrita en los versos de famélicos amores con tu caminar errante nadie sabe de dónde vienes ni adónde vas te muestras lujuriosa en el firmamento bajas a la tierra a enseñar tus obscenos encantos sobre la diamantada laguna Mágica prostituta que envileces 70


mis pensamientos, los que por ti se han perdido en lodazales de pasión y mi cordura deslumbrada por tu espectro no la reconozco ya Dama ebria de la noche llévame contigo por esas calles perdidas y oscuras donde recrear tu embeleso. Llévame contigo puttana que quiero perderme en tus noches de placer y de irresistible lujuria. Ruth Pérez Aguirre. Yucatán. México.

71


MARY ACOSTA SILUETAS EN GRITO

El peso inflama vientres hambrientos. Túnicas 90-60-90 derrotan sanidades en refugio. El desquicio ocupa muertes al descubierto y ritos honorables en público, decapitan siluetas en grito. Centímetros dolorosos enjuician agónicas gargantas suplicantes de espacio, que en dúo ojeroso celebran obsesivas adicciones corpóreas. A ciegas, la rayuela ahoga pálidas pieles detenidas en modalidad. Ante múltiples parcas adelantadas, el útero solloza en exilio por ambicionado peso galopante. Mary Acosta- Buenos Aires- Argentina

72


SANDRA GUDIÑO

Peligro camina despacio deja atrás dos avenidas y un “trapito” cara y seca en el bolsillo elige barrio. La ciudad es una trampa se precipita sobre los labios de una nena: los arranca. La boca le queda dulce adicto se relame: dame más quiero más. Detrás del vidrio que empaña ese aliento la violencia festeja se destapa un vino ni feliz ni triste sólo festeja.

Sandra Gudiño- Santa Fe- Argentina *trapito: limpiavidrios

73


MILAGROS SEFAIR DESCONEXIÓN

“Solo la profunda atención impide la versatilidad de los ojos y origina el recogimiento que es capaz de cruzar las manos errantes de la naturaleza” Byung Chul Han

¿Hola, estás conectado? A mí me pasa que: Demasiada información me apabulla y me pierdo en los laberintos de la letra y la imagen. Entre la palabra que no dice, el culto a lo efímero, el ejercicio de lo fácil. Hoy no puedo encallar el ancla en lo profundo ¡Hay tanto ruido viralizando mi navío! Es una camisa de loco sin conciencia. O una conciencia de loco sin camisa. Lo cierto es que todo se me ha vuelto insoportablemente ambiguo. Vaticinó en el presente la Levedad de Kundera 74


Me apeno ahora y al minuto me voy por la tangente. La ventana está frente a la cara, Windows in front to face Que es lo mismo, o sea, nada Pero in english Nada queriendo volvernos Nada (más que virtuales).

¡Hola!, ¿me ves? Acá, acá… en una foto de perfil fotoshopeada Asi me muestro en el afuera Mientras me encapsulo en el espejo de mis días en pantuflas y sin crema antifritz …en el adentro. Hola… no te veo… Hace días no das señales. Sabés que eso me enoja ¡Tengo tanta rabia! Mejor te bloqueo Mejor aún, te bombardeo. Hasta que estalles contra la pantalla Así, al menos, salgo en el noticiero Mi fotito y un cartel de terrorista Y si alguien dice que existo al menos tendré una certeza de que no me he vuelto una imagen virtual en la pantalla Algo es algo… ¡No, no por favor! No, no me desconectes No me bloqueen… Era una broma Todavía tengo algo que decir ¡ Noooooo!...

Milagros Sefair- Buenos Aires- Argentina 75


FERNANDO SARRÍA DETRÁS DE MÍ

Detrás de mí, como un largo susurro, escucho a la noche y el trote difuso de sus caballos blancos. Sabe el tiempo de nosotros y de la distancia, un reclamo de lo inconcluso y de la duda. Te abrazo y te respiro, ahora eres viento y aroma de mar, la anuencia de todas mis palabras, una banda azul que prenden mis manos a tu cintura. No me preguntes más, recibe este silencio mío, 76


un murmullo de versos y de fuego, porque en mis brazos tus islas se habitan, cantan pájaros al sur de tu espalda y tus labios traen de tu boca lo último que todavía me emociona.

Fernando Sarría- Saragoza- España

77


NYDIA OVALLE LOS LIBROS

Unidos a mis sentidos, enredados en mis sienes. Los acaricio, los hurgo y fisgoneo su aroma; fragancia perfumada en mi sentir. Abren sus alas de ensueño, reviviendo el llanto reprimido y la alegría de vivir. ¿Son libros o son rosas? aquellos pétalos que caen en cada historia. La lectura es un viaje que ama el silencio y las noches sin luna, y yo la amo… La niña que llevo dentro 78


encarcela en su manos las hojas de papel, y el insomnio presente naufraga irremediablemente. Es el hambre que se desata al dejar hablar a los personajes, sensaciones que caminan en la historia hasta el fin. Existe un paraíso, un infierno, un cosmos, brotan anhelos al elegir una nueva historia; pensamientos que tiñen hermosos paisajes, es el ensueño que se reanima en cada episodio. No puedo existir sin ellos (necesidad de poseerlos), son como estrellas en mi paraíso, abriendo el apetito con manjares.

Nydia Ovalle Ciudad de Guatemala-Guatemala C.A.

79


SÄO GONÇALVES

¡Devaneo! ¡Alucinación¡ Palabras, historias ¡Mundos! La vida de los hombres Imaginario de los poetas ¡Libros! Páginas Perdición en las noches Acondicionarse a adormecer los sentidos. ¡Adicción! Vicio entrando en los poros En la piel, en la boca, en los ojos. Vicio de las palabras ¡Absolución del silencio!

São Gonçalves- Portugal- Luxemburgo

80


ANA LUCÍA MONTOYA RENDÓN ADICTA AL MIEDO

no tengas miedo de beberte apúrate de un solo trago muérete en tus brazos date condolencias soliviadas en responsos ya te esperan las coronas y quizás mueran sus flores antes de verte entrar al camposanto ¡apúrate de un sorbo! bébete como adicta a la cicuta porque en este muro de silencios grises nadie plañirá un solo ay cuando te vayas ¡apúrate y bébete! eres cáliz donde se amanceban el día y la noche donde te inicias y terminas como punto cero o como útero luminoso y a la vez oscuro apúrate como entrepierna ardiente y como cópula que tus caricias caminen por tu cuerpo solacen en tu pecho y tu vientre ¡apúrate y cabálgate! aúlla como hembra jadea como tierra suspira como madre cabálgate… cabálgate… Ana Lucía Montoya Rendón Colombiana

81


LORENA BRITO IL SEGRETO DI SUSANNA*

Susanna es una muchacha que trae un vicio escondido. Pese a casarse hace un mes, algo esconde a su marido. Sante es el mayordomo y con Susanna disfruta de esa adicción prohibida que al pobre de Gil ocultan. ¡No piensen mal, mis amigos de la sensible damita! ¡Ella fuma cigarrillos, finos, largos, con boquilla! Pero Gil cree encontrarla en cierta calle, a deshora. Aunque es verdad, ella niega: -¿Sin permiso? ¿Salir sola? No se olviden de la época, mil novecientos nueve: las mujeres no fumaban (al menos abiertamente)... ¡y con menos razón lo harían 82


si como ella vivieran junto a un señor que con saña aroma y humo detestan! Por eso al volver del Club ( Gil olvidó su paraguas ) siente el olor del tabaco y los celos se desatan. Gran pelea, vuelan cosas... Sante corre a salvarse. Susanna llora (y no afloja) Gil explota... ¡Qué carácter! Él se va, en apariencia, y descubre con sorpresa que no hay amante alguno debajo de aquella mesa... sólo una caja pequeña con cerillas y cigarros, entonces con gran alivio al amor canta extasiado. Con final feliz termina la cómica apología (compuesta por Wolf Ferrari) que ejecuté (jaja.. sí.. la maté!!) con alegría. **

Lorena Brito Buenos Aires- Argentina Publicada en “Reflejos”, Ed. Muestrario, 2015 *El secreto de Susana (ópera en un acto) ** Ejecutada, es decir, interpretada al piano.

83


ICELA ELIZALDE DUEÑO DE MÍ...

Como aquel día, cuando la Vida te trajo a mi mundo, como una bella sorpresa, como un navío repleto... de ilusiones, de cariño, de esperanza... de rocío. Envuelto de misterio, de magia compartida, flotando con el viento, embriagando el alma mía. Más allá de lo profundo, enraizando aquí en mí pecho, fuertes lazos irrompibles... que nos unen cada instante. El sendero de la calma, aguardaba en los latidos de tu piel enardecida, de tus noches en silencio... y por fin, en la guarida de la fiel sabiduría, despertaron al momento estos ojos, ¡vida mía! Y antes de esa vez primera, anidabas aquí dentro, qué importaban las distancias y el no verme en tu reflejo. Fuiste dueño de mí, toda... dibujaste mi alegría. Y conforme avanza el tiempo, en un dejo de locura, va creciendo esto que siento, se atascó la cerradura, convirtiéndome en adicta... de tu amor y tu ternura. Icela Elizalde (México) Derechos Reservados de Autor-Agosto 06 201 84


DANA LAILA GAME

Te miro y me vuelvo parte de ti. La ambición de tenerlo todo en ese pequeño mundo porque todo se vuelve una meta siento que esa es mi misión al fin un propósito es la reacción de tener con que distraerme de lo cotidiano. Aunque no me doy cuenta de lo que está sucediendo crea dentro de mí una adicción que me alborota que me lleva a la locura estoy encerrada 85


pero no es una prisión muy en el fondo sé lo que está pasando pero lo de afuera quiere más y eso lo vuelve especial. Y que espero Voy a ponerle P L A Y...

-Dana Laila Edad 11 años Ciudad de México El Mundo de Dana-Página de Facebook

86


AYMARA ARUWIRI MI TAZA DE CAFÉ

Tengo la extraña sensación de que todas las mañanas me enamoro. De un manantial de terciopelo romántico, afrutado, seductor. Es un volcán cautivo de emociones; cubre mi alma, sueña conmigo, me ve llorar. Con él... dejo de existir.

Me sorprenden las tardes fatigadas y como loca obsesionada corro por él 87


porque lo extraño. Las horas se deslizan en el suspiro de la noche Yo… me aferro mucho más a él. Imagino, que solo existimos el uno para el otro enamorados en el túnel de la eternidad; acurrucados, inseparables...cómplices. De un principio que no tiene fin.

Y así pasan los días... Mientras la lluvia transcurre las calles, lo tomo con tal pasión que me desnuda… Él… se vuelve más intenso, su aroma eleva mis sentidos. es tanto mi delirio que si la obsesión se subastara yo... la compraría.

-Aymara Aruwiri Ciudad de México El corazón en la barbarie- Página de Facebook

88


MARÍA MARTA LIÉBANA ADICTA A TI

No me preguntes cuántas veces lo haya hecho tampoco cuántas lágrimas por ti lloré sólo entiende que este noble sentimiento se ha impregnado en mi alma y en todo mi ser. No quisieras saber las noches que no duermo tampoco te diré las veces que intenté cerrar el capítulo del final del cuento mas me perdí en sus líneas una y otra vez. Como sediento que camina en el desierto me sentí perdida desde el día que amé la sonrisa que se inmiscuyó entre mis labios arrebatando el sabor dulce de mi piel. Y recorro las cuatro esquinas de mi cuarto indagando entre las sombras de la pared envuelta entre sábanas de sudor y llanto preguntándome qué fue del amor aquel. ©María Marta Liébana- Resistencia- Chaco- Argentina

89


MABEL CORONEL CUENCA ADICTA A TUS CREDOS

Imagen seleccionada por la autora

Deslizando los ojos sobre ti, danzando al compás mi imaginación, busca brecha, acercarse más a ti ¡Ansia loca! poseerte, es la cuestión. ¡Una mirada por favor!, suplico. Que voy muriendo de amor de a poquito, imploro ¡quítame de este suplicio! Esos besos dulces cual caramelo, con esos toques leves de tus dedos, han creado en mí más que un anhelo. Me han vuelto adicta a ti y tus credos. ©Mabel Coronel Cuenca-Hernandarias – Paraguay-Imagen tomada de la red: “Amor” – Rodolfo Ledel (Acuarela) 90


FOTOPOESÍA

91


ETHEL SAAVEDRA GARCÍA

Ethel Saavedra García. Colombia.

92


RELATO

93


CARMEN MEMBRILLA OLEA MIENTE

No sentía rubor. Siempre descubría mentiras nuevas. Salía a buscarlas cada día. Podía encontrarlas arrojadas en las calles vacías o colgando de los puentes enormes. Entonces las hacía suyas ya para siempre y las alojaba detrás de sus párpados. Era una especie de poder abstracto del que jamás hubiera querido deshacerse. Mentía siempre, cada día; alterando el significado de las palabras. Mentía sobre el color del mar, sobre la dimensión de las rocas, sobre los tonos oscuros de la noche. Arrojaba la verdad por las ventanas y acariciaba mentiras tibias, que después pronunciaba al oído de las mujeres que amaba. Esto lo hacía feliz. Engañar...engañadas...falsedad en las entrañas. Cuando a ella le dijo por primera vez Te quiero; sintió una especie de vértigo, una punzada en el estómago, una náusea interior. Era la verdad. Cuando ella contestó Yo también; quiso morir. Supo de inmediato que lo estaba engañando

Carmen Membrilla Olea. España. 94


CECILIA ORTIZ VICIO

En mi familia siempre se dijo que la Pereza es la madre de todos los vicios. Aborrezco la pereza, me hace sentir flojeras, me doy cuenta de que está conmigo, sobre todo a la mañana al despertar cuando me digo, un minuto más… remoloneo un rato y me vuelvo a decir, un minuto más… Entonces reacciono y recurro a mi manía, el Doríforo de Policleto. Me quedó eso de cuando estudiaba. Repito El Dorí el Dorí foro de Poli cleto de Poli cleto y me da tanta risa que automáticamente salto de la cama. Y es seguro que ese día entre en algún comercio a preguntar si tienen un Doríforo de Policleto. Cuando preguntan qué es, con mi mejor sonrisa doy la vuelta y salgo antes de soltar una carcajada. Y me voy repitiendo, El Dorí El Dorí foro de Poli cleto de Poli cleto… El Dorí El Dorí…. Esta mañana lo hice, entré al comercio que está en la esquina de mi trabajo, es nuevo. Pregunté a la vendedora que hojeaba una revista sin prestar mucha atención a ello. Buenos días, un Doríforo de Policeto para regalo. Levantó la vista sobre las lentes, me clavó la mirada por unos segundos, que me parecieron eternos y dijo, qué pena, hemos vendido el último hace media hora. Como si dijera llueve. Tendré que cambiar de manía para combatir la Pereza. Con lo bien que me iba. Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina 95


ALICIA DE LEÓN EPP RETRATO DE UNA ADICCIÓN

En el desvaído azul de sus jeans cada rotura sonríe sus hilachas y sus hombros son perchas donde cuelga su blusa casi blanca. Su pelo enmarañado, es peinado tan solo por el viento. y sus ojos pequeños, se esconden entre las rugosidades de su piel casi gris. Sus manos nerviosas y delgadas se mueven en el aire como juntando flores que no existen y de sus labios secos salen palabras secas. Recuesta su existencia a la tristeza de un callejón sucio se sienta en el asfalto entre residuos y su pierna derecha se mueve cual marioneta ,en manos de un demente. Respira tremenda soledad entre los solos, entre otras sombras tan tristes como ella. Yo no sé qué edad tiene, quizás sea tan vieja como la miseria o tan joven como el primer sueño. Quizás sea el recuerdo de alguien, la herida de alguien, la oración de alguien, pero ella recostada en la tristeza de su adicción ha encogido su mundo y en ese mundo solamente cabe la jeringa y la aguja. Es ella, casi viva.

Alicia De León Epp (Canadá/Uruguay) 96


CARMEN HERNÁNDEZ MONTALBÁN EL CONJURO

"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad" Albert Einstein (1879-1955)

Eres la causa de todas mis desgracias, a pesar que te rehúyo como a la peste, tú insistes en inmiscuirte en mi vida, atropellando lo que más me importa. ¿Qué puedo hacer para que de forma pacífica desaparezcas de una vez por todas de mi horizonte? He venido a buscarte a este lugar que tantas veces me ha hecho temblar de miedo. Hoy me atreví a visitar el tugurio donde has establecido tu imperio. Tienes una mirada hipnótica, unos labios que invitan a la lujuria, un sabor que promete paraísos que conducen a la perdición. He entrado en el reino de la angustia y la desesperación para encararte. ¿Recuerdas? Fue aquella tarde, apareciste como tantas veces en su camino. Me contaron que habías estado riendo con él todo el día. Él tenía 97


la mirada soñadora de los poetas y caminaba junto a ti mientras nevaban copos algodonados, como el mundo que tanto anhelaba. Tú le dabas pasaporte a la muerte, mientras yo, sentada en una cama, veía a mi madre llorar un rosario de desdichas. Ese día decidiste nuestro destino, nos condenaste a vivir bajo el yugo de la incertidumbre. Por un tiempo, permaneciste agazapada, deleitándote con el panorama, sembrando los futuros embriones del infortunio. Y aquel otro día… ¿Te acuerdas?, entraste con ella en casa de repente, en su cara de pavor te reconocí de nuevo. Me pregunté en aquel momento desde cuándo ella te conocía y te reproché llorando por qué te atrevías a cebarte con la más débil. Y por último aquella otra…, también la ciudad se cubría con un manto de nieve. En aquel escenario de sueño nos sostuvimos la mirada durante algunos segundos. Allí estaba él, su brillo era el más dulce que jamás reflejaran mis ojos, y mi piel se erizó presintiendo la caricia de la suya. Le reconocí enseguida. No volví a verte en varios días, tú tejías bien los hilos, dejándome soñar con un encuentro imposible. De forma descarada otra tarde ¡cómo te gustan las sorpresas vespertinas!, cruzaste la puerta de un café arrastrándolo de repente a mi lado. Adiviné en él la mueca cínica y burlona de tu semblante, victoriosa, a sabiendas que no podría dejar de amarlo a pesar de los pesares. No he venido aquí a suplicarte, ni siquiera a retarte, ni a jurarte que algún día te ganaré la partida. No me seduces como a ellos, a los que más estimo. No quiero verte más, no te convertiré en protagonista de ninguna de mis tertulias. Tú no eres nada para mí, así vertida en cristal te crees la reina de la tierra, pero eres tan vulgar como un cartón de Tetrabrick, tan arrugada como una bota, y yo, no voy a descorchar nunca más la botella de tus miserias.

Carmen Hernández Montalbán- Guadix- España

98


LYA NARANJO RIBADENEIRA FORTUNATO

Yo, Inelia Bilbao madre de un gato ladino, peludo y chillón; de un perico australiano estresado y de una colección de violetas; estoy pensando en ti, sí, en ti Fortunato. En tus ojazos grises de mirada turbia que ocultas tras unos párpados perpetuamente bajos. En tu risa coqueta, ambigua, tus labios aparentemente evasivos, tus dientes perfectos y tu voz de macho en celo. Pienso en ti Fortunato, esta hora en que el viento de la tarde trae evocaciones del socavón perdido de mis años. Tantos dedicados a ti, a tus conflictos interiores, a tu insolvencia moral; a tus inseguridades de don Juan frustrado. 99


Te conocí en aquel Hospital de pobres, no de pobretes, sino de pobres enfermos marginados de la familia y de la sociedad, aquellos que no calzan en los cánones tradicionales de la familia humana. - ¿Eres bruja? Me espetaste sin misericordia, descolocándome de mi realidad. - Ehhh, si… tal vez… ¿qué te parece a ti? Te dije, evadiendo la respuesta. - Las profesoras, las amas de casa, las abogadas, las estudiantes, las locas…todas son brujas, toooodas son brujas. ¡¡Brujas, brujas!! hacen hechizos, magia, cremas antiarrugas, pasteles con chocoto, cantos de risa, rímel sin colores, zapatos de calabaza. ¿Qué haces tú? - Esteee ¿yo? Nada. Balbucí apenas. Para entonces, una especie de pánico se apoderó de mí, pero era tan grande que no pude moverme. - Las brujas se cruzan por cualquier camino, leen el futuro, tus pestañas, estudian las hierbas del bosque, te transforman en ratas o sapos, de acuerdo al color de las uñas de tus pies, a tu energía, a tu estrella. Las brujas viajan por los agujeros negros, detrás de los espejos, en escobas biónicas, escobas carísimas, inútiles desde que el hombre llegó a la luna. ¿Qué color tienen tus uñas? - ¿Las de las manos o las de los pies? Alcancé a decir, casi en un suspiro. Pero tú Fortunato, ya te ibas perorando a solas por el penumbroso pasillo del Hospital Siquiátrico. Yo, Inelia Bilbao, estudiante de Sicología, había caído es ese lugar para hacer las prácticas pre-profesionales que exigía la Universidad. El Hospital era triste, amurallado, de piedra. Las monjitas de la Caridad, que cumplían su apostolado, se paseaban solícitas pero con aire cansado. Los médicos se habían calzado, aparte de su mandil blanco, unas gafas de indiferencia que resultaban indignantes. Los pacientes hacían mil cosas, ensimismados en sus mundos paralelos, flacos, desvaídos, casi incoloros, sin noción de tiempo ni espacio, eran autómatas sujetos a su propio desatino. Salí del Hospital desolada, anonadada. Tu figura Fortunato, envuelta en aquella túnica azul marina, algo encorvada; tu cabello negro grisáceo que te llegaba a los hombros enjutos; la barba crecida y entrecana, no se apartaban de mi pensamiento. Volví al día siguiente, y al siguiente, y así por años. 100


Tuviste etapas de mejoría, en las que parecías recordarme; hablabas con cierta coherencia y hasta intentabas besarme. Por ti conocí la existencia de soles ocultos y estrellas moribundas, planetas que se desplazaban por el arcoíris, el poder del universo anclado en la palma de una mano, astros, lunas, el lado inconsciente de tu psique, en donde tú Fortunato habitabas. Un día te encontré golpeado, herido, la sangre seca y negra entre tus cejas pobladas. Una enorme e insoslayable compasión invadió mi ser; eras tan indefenso, tan huérfano, tan solo, tan desatendido, que mi lado maternal salió a flote. Pedí permiso a Sor Ana para asearte, te llevé a la ducha del patio de atrás, con mil y una palabras te convencí para darte un baño, chapoteabas incómodo en el tinaco deteriorado, poco a poco el agua tibia te fue calmando; la esponja y el jabón rebelaron tu color de piel: blanca azulada con pecas en la espalda y lunares en el pecho. Eras lampiño, lo que rebelaba tu mestizaje racial; tu cuerpo lucía desgastado, desgarbado. Lo cual era natural debido al tiempo indefinido en ese Hospital. Empezaste a hablar: - Imbécil, estúpido, tonto. Merlín mago mentecato. Yo soy el dueño de la espada Dardo, me la dio Bilbo. La conozco porque brilla en la obscuridad, cuando los orcos acechan. Yo te hallé Merlín, escondido en la página 132 del Quijote, escondido entre las patas de Rocinante. Mago idiota… querías borrar el grabado élfico de la hoja de acero… - No te dejamos usar tu solimán, mi amigo Gandalf el Gris, ni yo. ¡¡¡ Ahh!!! Te halé las barbas de chivo viejo, te rompí las narices de una trompada… Merlín marica. Era claro que “Merlín” no se había quedado quieto, pues tú Fortunato tenías varios moretones en las piernas, en los brazos, en el rostro. Fui a casa pensando: ¿Bilbo?, ¿Gandalf el Gris?, ¿Merlín? Todos magos. ¿Por qué Fortunato habla de magos, brujas. Por qué? Busqué afanosa en mi pequeña biblioteca y di con Deepak Chopra, que en su libro “El Sendero del Mago” dice: “En Occidente, se considera que los magos son principalmente hechiceros que practican la alquimia para convertir un metal inferior en oro. En la India también existe la alquimia (de hecho fue allí donde se inventó), pero la palabra alquimia es en realidad una clave. Significa convertir a los seres humanos en oro, convertir nuestras cualidades inferiores de temor, ignorancia, odio y vergüenza en lo más precioso: el amor y la realización.

101


Por tanto, un maestro que nos pueda enseñar a convertimos en seres libres llenos de amor es, por definición, un alquimista — y siempre lo ha sido.” ¿Fuiste Fortunato, antes de tu escape a la irrealidad, un maestro? ¿Un alquimista? Más lo cierto es que yo, Inelia Bilbao, secretaria de profesión, sicóloga de vocación, por la compasión que siento, estoy venciendo mis temores, mi ignorancia de los males ajenos, mi vergüenza y estoy llenándome de amor por ti… Fortunato. Volví a bañarte; esa vez te hice fricciones con aceite perfumado, peiné tu melena, corté tu larga barba y tus uñas corvas. Tú me dejabas hacer, con un aire distraído, lejano, como si pasearas por un mundo invisible; pero creo que lo disfrutabas. Al fin, sacudiste la melena, me miraste con un chispazo de curiosidad y preguntaste? - ¿Dónde está la gallina que vive en la Vía Láctea? - ¿Ah!!!?... ahí sobre la mesa, dando la vuelta la esquina. Y te fuiste mascullando sandeces, al fondo del patio. Sorprendías con tus preguntas ilógicas, absurdas para el momento que vivías. Pero así eras, incoherente, incomprensible, confuso. Otra ocasión dijiste de buenas a primas: - Esta noche me he citado con Schahrazada, en el planeta Urantia, debo cruzar el estrecho de Gibraltar a nado. ¿Me ayudas? - Con el mayor agrado - Te dije, y te pasé una toalla, y saliste como una tromba para darte tres vueltas alrededor del patio. Estabas agitado, nervioso, las mejillas rojas. - Schahrazada me espera, debo llegar a tiempo. El Big-Ben ya marca la hora en que la Reina toma su té de wiski. Y agitabas los brazos en el aire, no sé si eras un pájaro, un avión o un nadador. Me asombraba la cultura que emanaban tus dislates. Vivías dentro de la Literatura, personajes extraños poblaban tus palabras; notoriamente habías leído mucho. ¿Por qué estabas allí? ¿Quién te instaló en ese archivo de seres inservibles? Hice algunas indagaciones, pero nadie daba una sola pista sobre tu identidad o tu pasado. El registro de pacientes había desaparecido tras un incendio provocado por un enfermo que se creía bombero. Fortunato, tu nombre, era un invento de la monja medio ciega que te había recibido y que por su avanzada edad, estaba jubilada en un asilo conventual.

102


En los años que semanalmente te visité, nunca persona alguna se acordó de ti. Claro que no te inmutabas por eso. Vivías tu propio mundo, alejado de todo, un mundo solo creado para ti, a tu gusto. En ese mundo, yo, Inelia Bilbao no era nadie, solo una fiel espectadora de tus disparates. Una tarde quise estrenar mi nuevo look ante tus ojos ausentes, mi cabello teñido de rubio con rayitos caoba, mis rizos a lo pop, un vestido estrecho y platinado muy de moda en esos días. Tú, Fortunato, me miraste sin mirarme, un chispazo llamó tu atención y lanzaste un grito de hombre herido. Me asustaste. Gritabas desaforadamente, estabas aterrorizado. - ¡¡¡La Medusa¡¡¡ La Medusaaaa!!!! Me convierto en piedraaaa!!!!! En piedraaaa! - En roca para siempre.-¡!!!!!!!!! Y te quedaste quieto, como una estatua de piedra, igual que en la leyenda griega, los ojos desorbitados, la mirada fija en un punto infinito, la boca entreabierta, el aliento yerto. Di media vuelta y salí llorando, un taxi me alejó raudamente de ese impacto. Paré en un bar. Con dos tragos largos en mi cabeza y una frustración sin nombre en el alma, vine a dar en mi casa. Me dejé caer en el sillón de la sala, junto al gato peludo que me miraba paciente. Le conté el ridículo episodio que acababa de vivir y el gato bostezó, con un bostezo enorme. Entonces, frente al espejo mirándome con otros ojos, me abordó un ataque de risa, una risa sanadora, perdonadora. Al fin tú, Fortunato, eras un pobre orate histérico y disparatado, que no sabías nada de modas femeninas. Después de una semana volví al Hospital y te encontré llorando. Sor Ana me dijo que tres días lloraste sin poder dormir, lleno de temores innominados e inexplicables con espantosas pesadillas. Tú, Fortunato estabas más pálido que de costumbre, cadavérico, desolado, infinitamente ajeno a tu entorno. Decidí darte un baño, por si te tranquilizabas; no dejaste de llorar, nadabas incansablemente, como si estuvieras en el mar. De pronto, saltaste del tinajón y de un brinco me tomaste por la cintura y en estrecho abrazo, reías, reías, reías. Me solté de ti como pude y salí despavorida, no sé cómo hallé el camino hacia mi casa.

103


Cuando abrí la puerta, mi gato dio un salto, se le encresparon los pelos, maulló como un desaforado y huyó por la primera ventana abierta. El perico, se daba golpes contra los barrotes de su jaula con un aleteo y chillidos suicidas. Solo las violetas, con sus verdes hojas y sus flores rosas, me miraban quietas. Poco a poco, retornó la calma a mi espíritu. Evalúe mis reacciones: primero fue curiosidad morbosa ante un personaje extraño digno de estudio, pronto fue compasión por su desvalida soledad, más tarde me inundó una gran ternura por su estado de indefensión. ¿Y ahora? ¿Qué siento ahora por Fortunato? ¿Amor? ¡¡¡Amor???. Entonces debo estar loca, sí, loca de remate, más loca que una cabra. Más loca que tú, Fortunato. Decidí no verte más. Seguramente no notarás mi ausencia. Nunca te hicieron falta mis cuidados. Mi decisión fue definitiva, pero me dolió. Se hizo un hueco en mi cronograma de vida, tu visita para mí era sagrada, como la misa dominical. Ha pasado mucho tiempo desde entonces. Ahora, acaricio mi gato peludo y chillón, limpio la jaula de mi perico australiano y cuido con esmero mi colección de violetas que me sonríen cada mañana. Muchas veces, como hoy, me pregunto: ¿Qué será de ti Fortunato?

Lya Naranjo Ribadeneira. Ecuador Quito abril del 2010.

104


RAFAEL BAILÓN RUIZ UNA BUENA ADICCIÓN

Confieso que padezco una dependencia psicológica. No hablo de drogas ni hábitos que pueden llevar a uno a la perdición como ser humano. Mi adicción tiene que ver con la necesidad desbordante de querer saber más. Disfruto con la lectura, pasando las páginas de ese tesoro que vino a caer en mis manos. Dicen que leer nos vuelve más empáticos, así como aumenta nuestra capacidad de concentración. Sea como fuere, poder degustar un buen libro me invita a recorrer mundos imaginarios. Son muchos los avances tecnológicos que nos permiten la realización de esta actividad en distintos formatos. Hoy en día, uno puede hacerlo en papel o en versiones digitales. De la misma forma, no te exige un lugar determinado para su cumplimiento, saboreando una buena obra en lugares tan distintos como la playa, el parque, el campo, la sierra, el autobús o mientras disfrutas de un merecido baño. Si tienes niños, es muy recomendable plantear juegos que conduzcan a la animación lectora, despertando el interés en ellos desde pequeños ( lo mismo ocurre si eres educador). 105


No dejes un libro olvidado en tu estante. Desempólvalo y quizás descubras sirenas, bosques encantados, ninfas o piratas. Tal vez, estemos ante una historia de robinsones, asesinos, policías, ladrones, amores imposibles o intrigas. El otro día conocí a un niño adorable que afirmaba leer una vez al año: el 23 de abril. Decía que era el día de los libros (así se lo habían hecho saber sus padres). Le invité a ir a la biblioteca, mirando a un lado y a otro. Mi siguiente consejo fue que visionara las portadas y contraportadas de los tesoros allí guardados.  ¡ Ábrelos! ¡ Conoce sus historias! - dije al pequeño-. Los libros son regalos que debemos saber apreciar. Historias amorosas o llenas de intriga, relatos policíacos, obras infantiles o novelas históricas . Independientemente del género o lo que se trate en el libro, toda obra nos aporta. Vázquez Montalbán, Cela, Collodi, Balzac, Tolstoi, García Máquez, Semprún, Ana María Matute, Clarín, Goethe, Muñoz Seca, García Lorca, Jorge Guillén, López Narvaez, Laura Gallego, Isabel Allende, Vargas Llosa, …  ¡ Lee! ¡Abre el libro que más te llame la atención! - apelo al sentido común y a mi deseo de despertar el interés en el pequeño-. En apenas unos minutos, Guillermo es socio de la biblioteca de su municipio y ya porta tres libros bajo el brazo. Porque leer no es algo exclusivo del día 23 de abril.

Rafael Bailón Ruiz- Granada- España

106


MAITE GLARÍA JOAQUINA

Un día en esa casa va a ocurrir una desgracia, dijo en voz alta Joaquina. Pero qué podía ella hacer. Era solamente una vieja que miraba (o espiaba) la casa de enfrente por la ventana de persiana miami - como le dicen alláa medio abrir. Joaquina vivía sola. El marido había muerto hacía ya diez años. Los hijos crecieron y se fueron a vivir cada cual su vida y así ella se fue quedando solitaria en aquella casa del barrio de Santo Suárez, cada vez más desvencijada, vieja y achacosa como ella. Entonces, después de regar las tres matas de rosas que tenía en su pequeño patio (tan hermoso antes, tan ruinoso ahora), después de colar el café mezclado con chícharos y tomárselo junto con el pan racionado y ácido de la bodega, se ponía a mirar la casa de enfrente. 107


El entra y sale de gente, las múltiples cajas de quién sabe qué, que se descargaban de los camiones en las madrugadas y metían por el patio, la música estridente que sonaba en toda la cuadra desde que caía la tarde, cuando empezaban a llegar hombres jóvenes y no tan jóvenes y de chicas con tacones de puya, faldas extremadamente cortas -y un caminao igual al de “la mujer de Antonio camina así”, como decía aquella vieja cancióntodo eso la tenía intrigada. Sola, como vivía, había encontrado una actividad que la entretenía, pero poco a poco, sin que ella se diera cuenta, esa curiosidad, ese pasatiempo, se fue haciendo una rutina y luego, despacio, lenta pero contundentemente, la distracción se transformó en una adicción. Joaquina se levantaba cada vez más temprano y corría a esa única ventana de la sala, a mirar para la casa de enfrente y a duras penas la dejaba para ir a la cocina a hacerse un cafecito, y si ya no tenía (porque aquel café mezclado que le daban en la bodega solo le alcanzaba para tres tristes coladas, racionado también como todo, o casi todo, porque las penas no las racionaban -pensaba ella-, los miedos, las escaseces, las desvergüenzas, las miserias y las mentiras, no las racionaban, y los fraudes, el robo, la corrupción en todas partes, tampoco estaban racionados, pululaban descaradamente en una pirámide de cinismo en donde “los de arriba”, los del poder, eran los más corruptos y hacían y deshacían con esa libertad que solo ellos podían tener), si ya no le quedaba ese polvo de dioses para hacerse un cafecito, se conformaba con una tisana de hojas de naranja o de naranjo porque además de llamarse así el árbol viejo del patio, nunca tuvo naranjas, así que seguramente era varón. Ya ni siquiera comía, primero porque era tan poco lo que “le daban” por la libreta de racionamiento que solo le alcanzaba para una semana o para diez días, de forma intermitente, y ella no tenía dinero para comprar algo más en el mercado negro o por la izquierda, como le dicen, y segundo porque ya era demasiado fuerte su vicio de andar mirando por la ventana y no quería ni cocinar. Ya ni siquiera tenía hambre de comida, solo un hambre diferente que no podía saciar, a menos que estuviera pegada a la ventana día y noche. Cada vez más flaca, cada vez más magra, más huesuda, más decrépita y más enganchada a la ventana, ni siquiera se acordaba de limpiar la casa ni de asearse ella misma. El olor a suciedad, a 108


moho, a rancio, se estaba apoderando de la casa y de Joaquina. Las tres matas de rosa del ruinoso patio, se hubieran muerto hacía rato si no fuera porque llovía mucho, porque Joaquina ni se acordaba de ellas. Lo había olvidado todo, se había olvidado hasta de dormir. Solo tenía cabeza para la ventana y lo que sucedía del otro lado de la calle en la casa de enfrente. Era una adicta, un palo seco con ojos saltones de tanto mirar, enrojecidos de tanto no dormir. Era una adicta a mirar por la ventana y a repetir en voz alta el mismo sonsonete: un día en esa casa va a ocurrir una desgracia. Una noche, mientras atisbaba por la ventana se escucharon tres tiros, pum, pum, pum y dos hombres corrieron por la calle mientras otros dos estaban tirados en el portal de la casa de enfrente. A Joaquina se le salieron los ojos de pavor. Pero ella no pudo oír el tercer tiro porque, extrañamente, el proyectil había entrado por su ventana de persiana.

Maite Glaría -Cuba-U.S.A.

109


JULIA DEL PRADO SUCESO

Mi tía Anacoreta Figueroa está en su sala como estatua de sal. Alguien la convirtió en eso porque castigaba a sus sucesivos maridos hincándoles con un imperdible enorme hasta verlos sangrar. Luego se reía estentóreamente. Gozaba. Era hechicera. Así construyó su llamada felicidad.

Julia del Prado- Lima- Perú Juliet. Al 14 ,de junio del 2017. 110


LILIAN COSTAMAGNA Y DALE… ANDÁ BORRACHO A DORMIR

Ésa es la letra de una cuequita chilena. Me vienen a la memoria algunas frases sueltas que sólo yo puedo hilvanar, y Ud., querido lector, tal vez comprenda. “Yo puedo, yo soy el dueño de la Mirta, y ella me va a obedecer” “Por fin tendré algo propio, yo que nunca tuve nada, algo que sea únicamente mío”. “Otro caso de incesto, de abusos” –Las dos maestras se miran y coinciden en la misma idea. “Es que tuve un problema con mi hermana… ¡Bah! Con mi hermana, no. Con mi cuñado” –Dijo el chico. “Él siempre decía que no aguantaba más al Basilio cuando se ponía en pedo y le pegaba a la Mirta… pero nunca creí que lo iba a cumplir… José es un chico bueno… conozco a mi hijo…no es un asesino…” “Maté a mi cuñado porque seguía pegándole a mi hermana… al muy turro no le importó el bombo de cinco meses que ella tenía”…”Tendría que borrar esa tardecita de mierda del 30/3/92. Fui y de un solo puntazo en el pecho, lo maté” 111


“La panza de mi hermana sigue creciendo y Mirta está ahora engordando, hasta tiene una mirada tranquila y me abraza cuando vuelvo de la escuela, y llora, pero son otra clase de lágrimas y se agarra la panza y después se ríe. Yo creo que es porque su hijo pronto va a nacer.. que es lo que más quiere en el mundo” 22/4/92. “…Mirta le puso Alfonso José. Ella dice que es por el de la novela que pasan a la tarde. Yo me imagino que José es por mí, pero no…” “Mañana seré mayor de edad. ¿Y después? ¿Qué será de mi vida, diario? Dos años después de los sucesos, José, aunque con dificultades, ya estaba en 4º año. Mientras iba a la escuela, Silvia escuchaba las noticias. Una, en particular, la sobrecogió: “En el predio del Tiro Federal se encontró colgado el cuerpo sin vida de un joven… Se trataría de un nuevo suicidio adolescente” Ya en la escuela, Silvia y Mabel, se encontraron. -¿Escuchaste la radio? -¿Es José? -Sí.

Lilian Costamagna- Bariloche- Argentina

112


JUAN IDIAZABAL FUMADO

Desde los 16 años hasta sus 25, Franco había fumado un promedio de dos atados de 20 por día, lo que significa que en 10 años había fumado alrededor de 292000 cigarrillos. A pesar de rendirle culto a la muerte, ésta le jugó una mala pasada cuando una noche de trabajo un cigarrillo de metro noventa tocó a su puerta. Pensó que estaba alucinando, pero cuando el pitillo le hablo, Franco no lo pudo creer. -En representación del Sindicato de Cigarrillos debo informarte que según la Ley 50.364 que estipula que aquel que en menos de 15 años se haya fumado a más de 50000 compañeros será considerado un cigarricida y debe ser ejecutado, o mejor dicho me lo tengo que fumar en represalia por crímenes de lesa cigarridad. Como vos ya te fumaste a más de 292000 compañeros vengo a cumplir con mi misión, flaquito. Antes de que Franco pudiera reaccionar, el cigarromuerte lo enrolló, lo agarró por los pies y lo fumó lentamente. El diario publicó al tiempo que Franco seguía desaparecido y que en su departamento sólo se encontró un montón de cenizas junto a un par de zapatillas número 47. Juan Idiazabal-Mar del Plata, Argentina 113


RODOLFO TORRES LA PEOR DE LA ADICCIONES

Conversábamos de lo que conversan las personas normales cuando disfrutan de unas merecidas vacaciones, y el hombre aprovechó para aparecer como de la nada ante nosotros, para irse colando por entre las numerosas personas acostadas sobre mantas en el césped, a orillas del río Spree, en Berlin. Fue mi hermana la primera en verlo y dijo así: “Mira a ése, va por ahí como si hubiera hecho una apuesta…” Mi esposa y yo volvimos la mirada y confirmamos que se trataba del desnudo más inmoral del mundo. Ni siquiera reloj en cualquiera de las dos manos, o anillo. Apenas unas zapatillas azules y bastante buenas, sin medias. Venía caminando desde una arboleda no tupida y que bordeaba la calle, con numerosos autos estacionados por allí. Tendría unos cincuenta a sesenta años de edad, canoso, pelado normal, sin tatuajes, ni músculos marcados por los muchos ejercicios, pero tampoco barriga. Y estatura algo más elevada que la media. Todos estos detalles, junto a su desnudez, mostraban a un ser humano con algún problema. ¿Pero cuál, uno de esos viciosos que andan por ahí? No, no exactamente. 114


Me acuerdo de que a mi llegada a este país me llevaron a una playa FKK. Esto es Freikörperkultur que rsignifica Cultura de la libertad del cuerpo. Yo por supuesto no pude despojarme de mis prendas menores y tampoco de la curiosidad porque los ojos se me iban calladamente en todas direcciones…, hasta que cinco minutos después me metí en la espuma de la cerveza como todos alrededor. En verdad, no pasaba nada distinto de lo que aconteciera cada día. Comprendí que era lo mismo de siempre; digo las mismas tetas y las mismas nalgas y lo mismo todo de todos. No había inmoralidad en aquella gente desnuda. Pero este hombre que nos pasaba delante, rumbo al río Spree, sí que llevaba la inmoralidad a cuesta porque no llegó hasta el agua para echarse en ella, simplemente se perdió a lo largo de la orilla del río y en la dirección de los numerosos restaurantes llenos de comensales a esa hora de la tarde. Pensé con toda razón que este mundo está lleno de las más increíbles adicciones. Una de ellas es la de exhibirse desnudo y lo peor aún con una fuerte carga de inmoralidad pues estaba claro que no lo hacía por amor al FKK. Fue cuando una nube de humo olorosa a hierba verde nos agredió el olfato y esto le siguió el hombre que arreaba un coche con pareja de bebitos y una verdadera nube hijos de todos los tamaños, junto a una mujer embarazada, y a esto le siguió un individuo dando muestras de “horror al espacio vacío” pues no le cabía un tatuaje ni un piercing más en todo el cuerpo y a esto le siguió la despampanante fémina encaramada en tacones súper altos y parachoques trasero y delantero añadidos en época reciente y a esto le siguió el gordo que se había propuesto ser más gordo con la gran comelata un banco más allá de nosotros… Y a esto le siguió… Y a esto le siguió… Y a esto le siguió… Sí, hacia donde quiera que miremos vamos a encontrar una y varias adicciones. Algunas buenas, sabrosas, confortantes, saludables, indecorosas, terribles, deleznables, porque el mundo está lleno de personas y todas vamos por ahí adornadas de adicciones de todos los matices. Pero el hombre desnudo era un inmoral y no por su desnudez, sino porque no utilizaba aquélla para golpear los ojos o la moral de nadie. Y afirmo esto porque a los diez minutos exactos regresó por dónde se había ido… para agacharse detrás del tronco de un árbol, recogió un shortpants, se lo puso, sacó unas llaves de alguno de los bolsillos, se acercó a un auto y abrió una de las portezuelas. Entró, arrancó y se fue. 115


Confirmé entonces que ese individuo no es de lo que muestra una de esas adicciones como la del pobrecito que va al parque envuelto en un sobretodo, el cual abre de sopetón ante cualquier mujer para entonces salir a la carrera, satisfecho-temeroso de la “inmoralidad” cometida. No, no, creo que mi hermana tenía razón y este otro es ese tipo de gente capaz de realizar la peor de las barrabasadas para demostrarse a sí mismo que puede hacerla y “no pasa nada”. Ésta sí que es una adicción. Qué barbaridad, y yo que me creía vicioso porque me gustan algunas cosas sabrosas de este mundo. Bueno, esta es la vida.

Rodolfo Torres, cubano que vive a trabaja en Berlín, Alemania

116


MARIO SARLI ¿HASTA CUÁNDO?

En el solitario bar de siempre, con los codos apoyados en una mesa lindera a la última columna, miró el interior del vaso casi vacío con una duda, que disimulaba el deseo de seguir bebiendo. Pareció que pretendía hacer una pregunta, pero no halló las palabras. Las que finalmente pronunció, fue el pedido de otra botella de vino. El conocido mozo, comprensivo y sutil, contestó que ya cerraban. Con movimiento lento y tembloroso, acercó el vaso a su boca, pero antes de absorber el escaso líquido, descubrió en el interior, un reflejo sorprendente que lo detuvo: eran otros ojos tristes que lo miraban. Luego de un extendido silencio, creyó escuchar una voz respetuosa y clara, que decía - ¿hasta cuándo? Desconcertado, frunció el seño, y le brotó un explosivo enojo, que al instante contuvo. No bebió, y resolvió apoyarlo en la mesa, sosteniendo con seriedad la mirada en ese fondo casi vacío, donde los otros ojos insistieron -¿hasta cuándo vas a continuar así? 117


Turbado, por el diálogo incipiente, buscó palabras para responder coherente y nuevamente, no pudo encontrarlas. En su mente, una secuencia fugaz de tiempo, habilitó la sucesión de pensamientos que recorrieron imágenes de lo vivido en estos días, las que enlazaron con las últimas semanas y así, vislumbró, en rápido pasaje, fragmentos de vida incrustados en los últimos años. Halló penas guardadas que se alojaron en el pecho. Dolores de espaldas, donde se multiplicaron cargas de impotencia y postergaciones. La congoja se apropió de la garganta y se visualizó en este presente, tan al borde de perder el trabajo, durmiendo en cama separadas, con perspectivas inminentes de separación. Distinguió que estas escondidas emociones y sus erráticas acciones, pretendieron silenciarse en cada vaso que llenaba. De pronto, una irreverente serenidad ingresó a su cuerpo, lo que le arrancó una tenue sonrisa. Mirando la hora en su reloj, las palabras al fin llegaron, y ante la pregunta precisa y profunda que surgió desde el fondo del vaso, donde se encontró con su alma, cara a cara, le respondió con asombrosa tranquilidad y convicción – hasta hoy, hasta este noche…hasta este instante. Con delicadeza y voz firme, pidió la cuenta, y avisó después de pagar, que ya no volvería. Estrecharon manos de despedida. El experto y conocido mozo, sorprendido y sin poder explicarse, al hombre le creyó. Mario Sarli- Buenos Aires- Argentina

118


GLORIA ACOSTA OTRA DOSIS DE MUERTE

Ada se dejó caer en el sofá resoplando. El calor del mediodía había caldeado el vestido negro que se pegaba a su cuerpo sudoroso. Los kilos de más de los dos últimos años añadían sobresfuerzo a sus tobillos hinchados. — Tienes que comer de forma ordenada, mamá. Ahora ya no tienes excusa. Ada apretó los dientes y no respondió. Qué más te dará a ti si te vas de nuevo sin dejar enfriar el cuerpo de tu padre. Años enfermo y solo viniste a ayudarme una vez. Tomás no insistió, conocía bien esa mirada de su madre. Recordó el tiempo en que ella lo abrazaba cubriendo de besos sus buenas noches. Besos que se fueron secando cuando enfermó su padre. — ¿A qué hora sale tu vuelo? — Temprano, es el primero, no hace falta que te levantes. — Y la frase de siempre. — Te prometo que seguiré intentando conseguir trabajo en España, pero ya sabes lo mal que está todo. Ada durmió apenas unas horas. Oyó a Tomas de madrugada bajar la escalera y abrir la alacena de la cocina, luego la llave en la puerta, y 119


después silencio. Tanto esfuerzo para que terminaras tu carrera de derecho y ahora fregando platos en esa Inglaterra del demonio. Así enfermó tu padre del disgusto. Al levantarse reparó en que no le había besado en la despedida. En esta ocasión le dio igual. Anduvo toda la mañana revolviendo armarios, lavando camisas y pantalones. Alguien los necesitará en el barrio. La Julia que tiene un hijo flacucho como mi Antonio, que en paz descanse. Al refrescar la tarde cogió el bolso y salió camino del cementerio. Acercó un pequeño banco de madera al nicho de su marido y apartó la corona de flores que ocultaba el velo húmedo de cemento mortuorio. Tendrá que ser una lápida barata, puede que con letras doradas y quizá alcance para un crucifijo. Total tú ya no te vas a enterar y tu hijo no vendrá a verte, así que con algo sencillo te tendrás que apañar. Encontró consuelo al limpiar las hojas muertas, barrer la acera y tirar a la basura las flores secas de los nichos adosados que se distribuían en tres pisos a lo largo del pasillo. Desprendió de la corona de su marido algunas flores y las colocó en los jarrones de los que denotaban un silente abandono. Liberada del peso de su enfermo, la vida de Ada se fue vaciando. El ruido de la calle la perturbaba y las salidas se redujeron a cubrir sus escasas necesidades. Sólo hacía vida social cuando fallecía alguien del barrio. Acudía al duelo y acompañaba a los familiares al cementerio. Luego al día siguiente volvía, se sentaba frente a la sepultura y entablaba un monólogo con el difunto. La plática al principio era corta. Le hablaba de su marido y le señalaba el lugar donde estaba enterrado. Si ves a mi Antonio, dile que vas de mi parte y que hagan amistad, así tendrá compañía. Con el tiempo sus disertaciones se fueron alargando, y Ada resucitó llenando su vida de muertos nuevos. Las semanas en que no tenía noticia de ningún funeral, buscaba en los periódicos las esquelas de los pueblos vecinos, y ese acompañar en el sentimiento lenificaba sus días entre la quietud de los cementerios o junto a enfermos ignorantes de sus secretos ruegos. Luego en casa se arrepentía de esos funestos pensamientos. Algunos días se despertaba con un lacerante malestar que la postraba en cama sin ganas de comer. Por la noche corría al baño entre arcadas que descuajaban lo poco que tuviera en el estómago. Los meses iban socavando el cuerpo de Ada entre embates de calambres y temblores que se desvanecían ante el advenimiento de una muerte. Mientras a su alrededor todos lloraban la pérdida, ella libaba con fruición el narcótico placer de ondular sobre una nube de ingrávido sosiego. Bendito muerto que entierras contigo mis dolores. Y dejaba sobre la caja 120


un clavel agradecido. Pero la muerte no venía cuando Ada la necesitaba y su abstinencia buscó puertas de salida en la sala de atención al paciente de un hospital cercano. — Buenos días señorita, tengo experiencia en cuidar enfermos cuando sus familiares están ocupados. ¿Podría repartir estas tarjetas con mi teléfono? No cobro nada, sólo la voluntad.

Gloria Acosta Tenerife-Islas Canarias (España)

121


MARÍA TERESA FANDIÑO ¡PATÉTICA MUJER ENAMORADA!

Paseando ensimismada por una céntrica calle de una pequeña ciudad española, una mujer observaba las flores que nacen en los árboles; su cara llevaba dibujada la tristeza. Dos hombres se acercaban a ella despacio, llegaban a través de caminos diferentes. Ambos se habían reconocido, se saludaron y comenzaron a charlar amigablemente. De pronto, el más joven encontró una madera en un contenedor de basura; parecían restos de una obra, la madera tenía clavos. Comenzó a pegar al otro hombre una y otra vez. El herido cayó al suelo inconsciente; su sangre salía a través de las heridas que le produjeron los clavos; lo hacía a borbotones con cada latido de su corazón. La mujer les miraba aterrada, mas no parecía sorprenderle tal suceso. Un médico acudió a socorrer al herido al mismo tiempo que una pareja de 122


ancianos llamaban a la ambulancia. La mujer, de mediana edad, comentaba el caso a la policía sin inmutarse. La policía tomó declaración también a los transeúntes. Ella dijo conocer a los dos hombres y aportó la descripción del atacante. —Su piel se asemeja a la de un reptil, se está abriendo y casi no puede moverse, está gangrenada. Son los efectos de una droga que consume. —Desomorfina, la conocemos. Sus efectos son sobrecogedores, se come la carne del cuerpo humano, mientras convierte a las personas en zombis. —Está muy enfermo. —Huyó corriendo a través de las calles peatonales, no debe estar tan enfermo como dice usted. —Comentaba uno de los policías. La mujer relató una excéntrica historia; le había conocido a través de un chat. A pesar de alguna distancia entre ellos, consiguieron conocerse personalmente, ella enloqueció de amor por quien había sido su “príncipe azul", ahora se sentía patética. Él consumía drogas, cada vez más; llegó a inyectarse, su situación física y económica empeoró. En poco tiempo se arruinó debido al consumo de heroína. Encontró un remedio barato: fabricó una droga en su propia casa, una droga llamada “krokodil” que carcome la piel. Le despidieron, perdió su casa y se tiró a las calles. No tenía donde dormir pero tampoco tenía modo de preparar la droga. Descansaba en bajos abandonados despreciado por su familia y sus amigos; sin embargo ella lo siguió, intentando ayudarle. Más adelante comenzó a tener heridas en el cuerpo, su piel parecía de cocodrilo. Su carne se desprendía y de esta forma, podían verse sus huesos en las profundas heridas que tenía en algunas zonas de su cuerpo. Se sentía atormentado por un profundo olor a muerte lenta y sin remedio, una muerte terriblemente dolorosa; intentaba dejar las drogas mas le resultaba muy difícil, casi imposible. Después de tres días, una operación y muchos puntos en su cuerpo, el otro hombre se despertó en un hospital. Decía que había soñado mucho, que hacía mucho tiempo que no dormía tan bien, que soñaba con la primavera, música, las margaritas, flores de colores y el sonido del viento… ¡Agonizaba en una cama de hospital! Sin embargo se apreciaba que hasta ese momento había sido un hombre sano, no consumía drogas. 123


Sin embargo, sospechaban quienes lo atendían: ¿Por qué llevaba krokodil en el bolsillo cuando entró en el hospital? Tal vez él era quién lo distribuía.

María Teresa Fandiño. La Coruña España

124


PEDRO PASTOR SANCHEZ CONTRA-ADICCIÓN

El débil parpadeo azulado sobre la bruñida superficie cristalina era constante día y noche. Fue abrir los ojos aquella mañana de mayo y aferrarse al aparato con fruición. Todavía no le había dado tiempo a quitarse las legañas con una mano cuando con la otra ya había buscado una imagen en su inmensa galería, añadido un texto y enviado al ciberespacio su habitual saludo mañanero: «¡Buenos días! Y feliz martes a todos». Remoloneando en la cama, revisó sus cuentas personales, recorriendo en zigzag la multitud de mensajes. Los había a centenares, pero no el que ella estaba esperando. Un gesto mohíno torció su semblante. ―¿A qué esperas para contestar, imbécil? ―increpó al teléfono, como si éste tuviese la culpa de la indecisión del jovenzuelo por el que Mónica bebía los vientos. Lo lanzó sobre la cama con desdén, pero al momento zumbó, removiendo las sábanas con ritmo azorado. Se abalanzó sobre él cual posesa, casi se le escurre de las manos al deslizar con energía inusitada su índice sobre la pantalla. «¡Mierda!». Era sólo un “Me gusta” a una foto al estilo tumblr que había colgado el día anterior durante su 125


paseo vespertino, un selfie, cuerpo de perfil, pose meditabunda y fondo difuminado. Pie de foto, «Introspección». Como si ella supiera realmente el significado de esa palabra. Era incapaz de permanecer atenta a nada, sólo pendiente del dichoso cacharro. Un diminuto rayo naranja centelleaba en la parte superior del dispositivo. ―¡Ostras, se me olvidó ponerlo a cargar! De un brinco saltó de la cama y se puso a rebuscar por encima de mesita y escritorio. Allí no estaba. Por un momento le faltó el aire, y la angustia se apoderó de su pecho. ―¡No me jodas! ¿Dónde coño estará el dichoso cargador? ―vociferó mientras giraba sobre si misma escrutando la habitación en penumbra. Por fin levantó la persiana de golpe, apenas había amanecido, y empezó a mirar desesperada en los cajones. Andaba en esta frenética faena cuando unos golpes al otro lado de la pared la distrajeron. Cayó en la cuenta de que estaba molestando, una vez más, a sus compañeras del colegio mayor. Ni siquiera se había dado cuenta de lo temprano que era. El smartphone lanzó un gemido lastimero. Menos del diez por ciento de batería, eso significaba que en breve quedaría desconectada del mundo. Le entraron los siete males, un sudor frío le recorrió la espalda, y justo en ese momento recordó el lugar exacto en el que dejó el cargador: en la habitación de Yoly, anoche, mientras grababan un video imitando el videoclip del cantante de moda. A los pocos segundos, un ligero repiqueteo en la puerta de al lado, que franqueó sin esperar respuesta, y una disculpa en voz baja, que fue contestada con un rebuzno en toda regla: ―Joer, Mónica, vete a la mierda y déjame dormir. No se lo tendría en cuenta, seguro que no, pensó mientras conectaba su pantallita a la red eléctrica y de nuevo el sinople volvía a llenar el icono de carga. Tanta agitación le había quitado el sueño. Tras un pis y un mínimo aseo, se dedicó a revisar durante más de una hora su actividad del día anterior en las redes sociales. Aquel comentario de Twitter sobre el jugador de moda lo había petado, pero claro, es que adjuntó una foto colgada del cuello de su ídolo en un partido benéfico. El último álbum de fotos que colgó en Facebook tampoco iba mal de “likes”, hay que ver el juego que le estaba dando su nuevo palo selfie. Era la hora de subir una nueva foto a Instagram, así que encendió la luz de la mesita, se atusó el pelo, dejó ver su canalillo tirando del pijama y la instantánea ya corría por la red. A los pocos segundos, varios zumbidos subieron su autoestima

126


como un globo de helio. Hacía poco tiempo que había llegado a los cinco mil followers, a los que no podía decepcionar. Mónica se movía a trompicones por los pasillos de la Facultad de Ciencias de la Información. Era su segundo año, pero arrastraba algunas asignaturas de primero, fruto de su poco esfuerzo y atención difusa, siempre distraída con los destellos del cachivache que no soltaba de su mano. Mientras asistía apática a las clases, iba contestando mails, organizando sus carpetas de fotos en la nube, haciendo comentarios en distintas páginas y viendo videos. Y de paso, planeando lo que haría por la tarde. Tenía pendiente el “unboxing” del último artefacto que compró online, que luego compartiría con sus adolescentes seguidoras de su portal de Youtube. Había acordado con algunas de ellas, las más acérrimas, conectarse vía periscope al día siguiente para intercambiar opiniones. A mediodía, comió más sola que la una, apenas socializaba con unos pocos compañeros, y cuando se cruzaba con ellos o quedaban para tomar algo, no entraba apenas en la conversación, siempre obcecada en dar prioridad a sus relaciones cibernéticas. Las luces del ocaso pintaban ya de malva los tejados de la ciudad. Aprovechó para hacer unas últimas compras en el centro. Se llevó un susto morrocotudo, otro más, al cruzar un semáforo cuando no tenía preferencia, siempre absorta en su mediático mundo encajado en una pantalla. El conductor le echó un buen rapapolvo, lo que le hizo volver, instantáneamente, a la realidad, al espacio físico que ocupaba en ese momento, es decir, el centro de la calzada. Se guardó el móvil en el bolso y se hizo la firme promesa de no volver a sacarlo hasta llegar a su destino. No pudo cumplirla, la incesante vibración y sus ansias por saber quién estaba conectado se impusieron. De repente, una llamada entrante, algo inusual, pues la comunicación verbal era escasa. Su madre. ―¿Qué querrá ahora esta pesada? ―pensó con indiferencia hacia su deudo. ―Seguro que está de tiendas y quiere mi opinión sobre el modelito que mejor le queda. Hizo caso omiso a la llamada, pero al minuto le entró un whatsapp: «Te estoy llamando. Es importante». La melodía volvió a sonar. Al descolgar, se escuchó un sollozo: ―Mónica, ha muerto la abuela. En primera instancia, ésta lúgubre noticia no pareció impactar demasiado a la joven, que parecía más preocupada por la cantidad de cosas que tendría que aplazar para asistir al funeral.

127


―Vaya―fue su primera reacción. ―Supongo que vais para el pueblo, ¿no? ¿Cuándo pasáis a recogerme? ―Verás, nena, eso es lo que quería decirte, yo me marcho ahora mismo, tengo que ir a la residencia primero, ha sido todo tan inesperado, y luego al tanatorio. Y tu padre dice que hoy tiene reuniones hasta última hora, así que irá de madrugada... ―O sea, que no vais a venir―le reprochó con indignación. De su padre no podía esperar otra cosa, siempre enganchado al trabajo, apenas se veían durante la semana cuando todos vivían en casa. Luego vino el divorcio, así que apenas lo echó en falta. ―Tendrás que ir por tus propios medios, coge un autobús, o un tren. Tragó saliva. No le gustaba nada el transporte público. Siempre con el hocico de alguno metido en lo que andaba trasteando en el móvil. No le quedó más remedio. Tras recoger unos efectos personales, lo primero el cargador del teléfono, se fue a la estación y subió al primer tren. Al menos, había acordado con su madre que alguien la recogería en el apeadero del pueblo, aquello estaba apartado de la civilización. Los vagones estaban atestados de gente por ser víspera de puente. Se hizo con un asiento por casualidad, aprovechando la indecisión de un señor con bigote que cargaba con un bulto a su espalda. Durante todo el trayecto no dejó de mirarla con desprecio, casi colgando de uno de esos manoseados agarraderos. Mónica se escondía tras su pantalla, cambiando el estado de sus perfiles sociales por un icono con carita triste, pero sin pararse realmente a pensar si se correspondía con su actual estado de ánimo. Hacía años que no veía a su abuela. Recordaba con nitidez cuándo murió su abuelo, ella era todavía preadolescente, el viaje al pueblo, el entierro... Poco tiempo después, su abuela dejó de valerse por sí misma y sus tíos acordaron llevarla a una residencia cercana para que la atendieran en condiciones. Ella sólo estuvo allí una vez, no quiso volver, dijo que aquello era deprimente y olía fatal. Y no hubo manera de convencerla. En estos viajes en trenes de cercanías, la gente subía y bajaba constantemente en las infinitas paradas del trayecto. Frente a sí, un joven de tez aceituna y pantalones raídos la observaba mientras ella proseguía aferrada al teclado. ―Es chulo tu móvil―la interpeló sin venir a cuento. Le devolvió su atrevimiento con una mirada escrutadora a través de la cámara de su tecnológico parapeto. No se dignó a contestarle, pero el chico insistió: ―¿Me dejas verlo?

128


Ahora sí sacó su carácter, y con rotundidad, aunque sin ni tan siquiera mirarle, soltó un estentóreo «¡No!». El chico no se alteró, incluso le pareció graciosa la sonora respuesta, y giró su cabeza para ver por la oscura ventana cómo se adivinaban a lo lejos las luces anaranjadas del próximo pueblo. El convoy aflojó la marcha. Al otro lado del pasillo, una señora mayor ―podría haber sido su abuela, por un momento pasó esta idea por el pensamiento de Mónica―trataba de recoger de la balda superior un objeto que había resbalado. Otras personas que preparaban sus pertenencias para apearse hacían caso omiso a los esfuerzos de la anciana. Mónica decidió poner fin al padecimiento de la señora, dejó su móvil un instante en el asiento y se apresuró a recoger el pequeño neceser, a lo cual la anciana correspondió con una arrugada sonrisa. ―Gracias, hija, eres la única con buen corazón en todo el vagón―pronunció en voz alta la anciana para ser escuchada por sus vecinos de asiento. Aquello congratuló a la joven, que contestó un tímido «de nada», y volvió a su asiento. Para llevarse un disgusto. Su móvil había desaparecido, al mismo tiempo que el jovenzuelo que parecía tener tanto interés por él. Salió corriendo a la puerta más cercana, a empujones con la gente que intentaba acceder al tren. La negrura lo invadía todo a escasos metros, la estación estaba apenas iluminada. Ni rastro del ladrón. De repente se le vino el mundo encima. ¡En el aparato sustraído estaba su vida entera! Sus contactos, fotos, aplicaciones, enlaces... La amargura y la impotencia la embargaron de tal manera que allí, en el estribo de aquel vetusto vagón, sintió una sensación de orfandad supina. Si le hubieran arrancado las entrañas sin anestesia no habría sufrido tanto como en aquel momento. Dio la casualidad de que una persona con el logo de la compañía ferroviaria bordado en una solapa pasaba por el andén. Mónica se apresuró a bajar del tren, y se lanzó sobre él, atosigándole con este discurso: ―Señor, escúcheme. El tren no puede arrancar todavía. Me acaban de robar el móvil. Sé quién ha sido, un chico, puedo describirlo, seguro que todavía está por aquí cerca, en la estación, tienen que atraparlo... El hombre, agobiado por la insistencia de la muchacha, se la quitó de en medio sin contemplaciones. ―Suba o baje del tren, pero decídase ya porque vamos con retraso. Si quiere denunciarlo aquí, no muy lejos está el cuartel de la Guardia Civil. Si prefiere hacerlo en su destino, busque al Interventor y le informa de lo sucedido. 129


La falta de tacto de aquel personaje no hizo sino aumentar la indignación de la joven. ―Le estoy diciendo que no puedo irme sin mi móvil, tiene que hacer algo, ustedes son los responsables de la seguridad en el tren, ¿no? ―El pasajero es el único responsable de sus pertenencias, señorita―le contestó con acritud. ―¿Baja o continua viaje? Sonó un estridente silbato. La puerta se cerró. En el andén sólo quedaron los improperios posteriores de Mónica. A bordo, la ansiedad por la pérdida, la taquicardia por la desconexión castrante que había sufrido. Era víctima de un mal moderno, al que algunos llamaban “nomofobia”, y ni siquiera era consciente de ello. Empezó a desvariar. Eso le pasaba por ayudar a la gente, pensó. Seguro que el niñato y la vieja estaban conchabados para distraerla y aprovechar la ocasión. Se miró las manos. Estaban temblorosas. Una situación de lo más extravagante y ¡ni siquiera podía compartirlo en redes sociales! Ni tampoco podía pedir ayuda, se encontraba totalmente indefensa. Se acurrucó en su asiento, se puso las gafas de sol y se lamentó por la situación. «Si no se hubiese muerto la abuela, todo esto no habría pasado», se instaló esta idea absurda en su cabeza. Ya era de madrugada cuando llegó a su destino, casi al final de la vía férrea. La noche era fresca y ella apenas llevaba una fina rebeca encima. La desvencijada casona que servía de apeadero hubiese sido firme candidata para un film de terror. La banda sonora la ponían los grillos, melodía funesta para un día aciago. ¿Y ahora qué? Ni un alma, y apenas una débil luz en el pequeño vestíbulo para evitar la oscuridad que la envolvía. En el bolsillo de su pantalón, un hueco que instintivamente tocaba buscando a su fiel amigo, ahora perdido. Por el camino relampaguearon unas luces. ¿Amigo o enemigo? ¿Qué más le podía pasar hoy?. El vehículo se aproximó, y frenó bruscamente a escasos metros del edificio. Un fogonazo de luces para llamar su atención. ¿Qué hacer?. Se abrió la puerta, y una música a todo volumen salió vomitada del interior. Una figura asomó y la llamó por su nombre. Se aproximó, hasta que pudo ver un rostro amigo, el de su tío Carlos, el soltero. ―Te he estado llamando, tu madre me pidió que viniese a recogerte, pero no cogías el teléfono. Pensaba que ya no venías. Sin beso o abrazo de por medio para su salvador, subió al asiento del copiloto, lanzando su mochila al asiento de atrás, al tiempo que cambiaba de emisora por algo más sosegado.

130


―Ahora te cuento. Llévame a algún sitio donde pueda descansar―le contestó enfadada. «Vaya humos gasta la niña», pensó el familiar. Dio una volantazo y el polvo del camino los envolvió. ―Tengo obras en casa, así que mejor te llevo a casa de la abuela. Tu madre irá allí mañana, ahora está en el tanatorio. No te importa dormir sola, ¿verdad? Su respuesta fue encogerse de hombros, no le daba más alternativa. La llave que le entregó no cabía en un bolsillo, aquellas puertas antiguas tenían cerraduras por las que podía verse el zaguán y patio interior desde la calle. El chirrido de los goznes y posterior golpetazo al cerrar despertaron a un perro de una finca colindante, que mantuvo durante unos minutos su cansino ladrido. La casa olía a rancio, seguro que nadie la había ventilado en mucho tiempo. Tampoco tenía luz eléctrica, hacía años que estaba deshabitada, por lo que tuvo de hacer uso de la linterna que le prestó su tío. Subió con cuidado al piso superior por las desgastadas escaleras, entró en la primera habitación, buscó unas sábanas en una cómoda, y sobre ellas descansó sus huesos. Era temprano cuando el canto del gallo la despertó. Por un instante, pensó que lo sucedido el día anterior había sido un mal sueño, pero al abrir los ojos y ver aquella inmensa lámpara de araña sobre su cabeza, comprendió que no, que desafortunadamente el día sería “extraño” para ella, sin posibilidad de contactar con nadie, sin saber si sus últimos fotos y comentarios subidos, antes del infortunio ferroviario, habían tenido el beneplácito de sus seguidores. Bajó a la cocina, y las alacenas vacías le recordaron que no tenía nada para desayunar. Y sus padres sin aparecer. Accedió al salón, en penumbra, y acertó a abrir las pesadas contraventanas que daban a la calle. Era amplio, presidido por una chimenea obscurecida por la ceniza. Sillones y mesas de otra época. Y sobre un aparador, encontró, qué sorpresa, un viejo teléfono, de esos de rueda. Descolgó el auricular, sin saber muy bien qué hacer con aquellos números que no podía pulsar, visibles a través de esos agujeritos. Daba igual, la mudez del aparato le indicaba que no había línea. Alzó la vista y, en el mueble anejo, la luz incidió sobre los portarretratos que acumulaban polvo en los estantes. Algunos en blanco y negro hablaban de historias pretéritas, personas ya desaparecidas, que se mostraban en actitudes unas veces jocosas, otras más serias. Fotos de bodas, comuniones y bautizos, escenas de fiestas

131


populares, de mantillas y ferias itinerantes. La mayoría con su abuelos como protagonistas. Y a un nivel inferior, más a mano, se sorprendió al ver otras instantáneas, éstas en color, con otra protagonista principal. Una niña de largas coletas, siempre sonriente, de la mano de su abuela, jugando en una piscina de plástico en el patio, a lomos de un burro, dando de comer a las gallinas, o preparando un bizcocho. Se podía palpar la felicidad que trasmitían las imágenes, y aunque lejos quedaban los ecos de aquellas vivencias, forjaron sentimientos encontrados en su alma. Con qué rapidez nos olvidamos de lo que una vez fuimos, ¡qué pena perder la memoria de nuestros seres queridos sólo por estar pendiente de vanidades y banalidades! Sobre el suelo del salón quedaron las lágrimas de aquella niña, también sobre el féretro de aquella otra que todos los días pensaba en su nieta, hasta que la enfermedad le borró inmisericorde, de un plumazo, los recuerdos. Porque no todo se puede almacenar en una tarjeta de memoria o una nube tecnológica hiperconectada. Porque no siempre nos sentimos más acompañados por muchos “Me gusta” que almacenemos en nuestro contador de egos.

Pedro Pastor Sánchez- Madrid - España

132


JORGE e RUEDA

Esa misma noche se enteró cuando, desde la recepción del hotel le confirmaron que iba en camino hacia la habitación. Antes de suicidarse, dos disparos acabaron con la vida de la asignada señorita: su hija, quien trabajaba como chica de compañía, tal como las que él, semananalmente contrataba.

Jorge e Rueda- Pensilvania. U.S.A.

133


MARGARITA POLO VIAMONTES TENTACIONES AL ACECHO

Amaneció el día brillante, vamos en una excursión muchos años anhelada, el paisaje es cambiante a medida que avanzamos en el territorio, viajamos por el este de los Estados Unidos hacía Massachusetts, con escalas en lugares históricos, culturales y naturales, los cuales provocan una constante búsqueda en el mapa, y en el Internet para saber un poco más de cada sitio. Pero, no todo es como soñamos, las tentaciones se encuentran al acecho. Los niños llevan la tablet y otros equipos electrónicos con los que juegan sin parar. Debemos llamar su atención para que recesen un poco y observen a través de la ventanilla tantos regalos visuales de la Naturaleza. También los adultos se distraen con la laptop y los celulares, hasta mi cámara no descansa captando todo lo que mi ojo avizor encuentra en el camino. Al ver a todos tan distraídos recordé en voz alta una frase que leí en algún sitio: “Temo el día que la tecnología sobrepase nuestra Humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas” Entonces mi familia se disgusta y cuestiona: ¿Eso significa que la tecnología es un mal hábito o una influencia consumista degradante? ¿Acaso piensas que es una adicción? El problema no es la máquina en sí, sino la dependencia de ella. Todo en exceso daña a las personas. Según los expertos y científicos, no los consideran hábitos o influencias consumistas,

134


cuando han traspasado la frontera de cubrir una necesidad, para llegar hasta la dependencia absoluta, lo cual provoca graves consecuencias. Pongamos por caso este viaje, no disfrutamos al máximo las horas del trayecto si cada cual sigue interesado más en los equipos electrónicos que en el paisaje, desechando incluso la charla amena con los demás, algo difícil de realizar cotidianamente por la falta de tiempo dedicado al trabajo y los estudios diarios. Entonces, ¿no creen que tanta atención a los equipos electrónicos, afectan negativamente la vida personal, social, la salud física y mental? Considero que indiscutiblemente limitan la capacidad de funcionar de manera efectiva. ¿Cuándo sabemos que se llega al límite permisible? Me vuelven a preguntar y afirmó, que según leí, se evalúa como caso de adicción, igual que el alcoholismo, fumar, o las drogas, cuando el individuo no puede vivir sin el objeto de su adicción, por lo cual lo busca de forma permanente y compulsiva. La tentación es demasiado fuerte de controlar, incluso si comprende que le está causando daño. Hace poco, declararon en una ciudad el multar a los peatones, cuando caminen enviando textos en el celular, también existen regulaciones al respecto cuando se maneja. Tal distracción ocasiona accidentes, algunos hasta fatales en las vías, tanto peatonales como de vehículos. Actualmente nacieron algunos términos científicos sobre esta situación, pues además del consumo de drogas se definen otros procesos adictivos como la adicción a la televisión, a las nuevas tecnologías (tecnofilia), al móvil (nomofobia). Por favor, ¿podrían dejar un ratito los equipos, para que finalmente logren entenderme? La vida está aquí esperando por ustedes, lo otro es pura creación al margen de los sentimientos y sensaciones, don natural humano, riqueza del espíritu que nos agiganta en el reino animal. ¡No se confundan y pierdan la experiencia vital, con tantas tentaciones al acecho! Margarita Polo Viamontes- Cubana residente en Miami- U.S.A.

135


AÍDA QUIÑONES ADICCIONES

En estos últimos veinte años, el Universo ha sido sacudido por una verdadera revolución de adelantos tecnológicos y científicos. Computadoras, celulares, las comunicaciones, todo esto ha influido notablemente en la conducta de los seres humanos. ¿Quién podría imaginar que en pocos minutos podríamos comunicarnos con cualquier lugar del mundo? Es más, antes debíamos recurrir a bibliotecas para ampliar conocimientos, horas para buscar información, hoy con solo apretar un botón en nuestras computadoras, en nuestro hogar, tenemos inmediatamente el resultado de las investigaciones. Realmente sorprendente, y es algo que a los adultos, los que han pasado la barrera de los cincuenta, sesenta y más también, nos hace pensar, ¿Habrá más cosas para descubrir? - Personalmente, pienso que siempre habrá más porqué el mundo desde que existe no deja de sorprendernos. Hasta aquí todo está bien, pero además en estos últimos años surgieron las adicciones, la droga, un verdadero flagelo, destrucción del ser humano, dolor y lágrimas de muchos; el alcohol, el sexo indiscriminado que excluye el amor, la pornografía y otros males más, que no condicen con el progreso, precisamente. Hay que considerar que las comunicaciones son necesarias, pero, por ejemplo, el celular es una verdadera adición. Entramos en una confitería y todos están, teléfono en mano, no hay tiempo para hablar, solo existe el celular, ni siquiera hablan entre ellos. Es una sociedad robotizada. 136


Las adicciones son innumerables, por ejemplo, el televisor, niños y adultos, pasan horas delante de programas triviales, mediocres. Por suerte en este momento, algunos padres no alientan esta distracción y siempre encuentran un libro para reemplazarlo. La avaricia otra desagradable adición: acumular dinero en su casa, acariciarlo, distribuir en diferentes bancos, siempre con el temor de perder. Desconfía de todo, pero cuando ve sus dinerillos acumulados sus ojos brillan de placer, No tiene amigos, no da nada a nadie. Pobre ser mezquino, miserable.

Aída Quiñones- Vicente López- Argentina

137


EVA COSTA LUCAS O LA MANÍA DE ABRAZAR

Tengo una rara enfermedad en los brazos, es inexplicable para los ojos de la ciencia y de la razón. Los médicos dicen que no se trata de un problema motriz o neurológico, y a decir verdad, tampoco he encontrado alivio en las religiones reconocidas y practicadas en esta ciudad. Nada ni nadie me puede ayudar, mis brazos se descontrolan, surge mi bestia interior y ataca, y yo tan indefenso, incapaz de reprimirle (y no es por falta de voluntad); voy por allí repartiendo abrazos, los quieran o no, los necesiten o no, les agrade o no. Todo comenzó a mis 6 años, no recuerdo la fecha exacta, solo sé que fue en enero. Yo estaba jugando con mi bicicleta (regalo de la navidad pasada) cuando mi padre tomó su par de maletas y se largó. Salió tan deprisa, que ni siquiera pude tocarlo, tiró la puerta y desapareció como por arte de magia, ni Harry Houdini podría haber superado tal velocidad.

138


Era como si de pronto, las agujas del reloj, se hubiesen vuelto locas (insólito), el tiempo avanzaba tan rápido, que no me concedió la despedida. Me quedé petrificado con los brazos extendidos, sin poder detenerle, le rogué que no se fuera, que sería el mejor hijo, que no me gustaba este mundo sin él, que él había prometido ser mi mejor amigo y que no podía abandonarme. Pero fue en vano, no lo alcanzaron mis brazos, mis alaridos, ni mis palabras, nada… Sin más ni más, mi padre salió de mi vida. Al día siguiente, resolví irme de casa sin que nadie lo notara (por aquello de las incómodas y dolorosas despedidas), yo tenía un abrazo con poderes especiales y no dudaría en usarlo; porque estaba convencido, que entre brazos y abrazos desconocidos, un día llegaría a los de mi padre. Y así fue como comenzó esta extraña patología. Desde entonces, salgo a la calle, con un ímpetu desenfrenado, en busca de nuevas víctimas. No importando la edad, estatus económico, color de piel, desconocidos, amigos, no amigos, en fin, sea quien sea, me abalanzo sobre la gente y les aplico un abrazo infinito, con sabor a “que alegría volverte a encontrar”, es la única manera de aliviarme. Y como bien dicen los psicólogos, lo primero es reconocer que se tiene un problema: me declaro pues, un abrazomaníaco intratable, porque la cura reside en la enfermedad misma. En mis bastos años de experiencia he notado, cuánto poder tienen los abrazos y aunque las reacciones son variables, nunca pasan desapercibidos: hay días en los que abrazo a una anciana, y me devuelve el gesto con una sonrisa limpia y sincera. También hay personas enfurecidas, que reaccionan con absoluto rechazo ante la urgencia de mis brazos; hay otros que me miran con terror, como si estuviese robando sus pertenencias, o quitándoles un trozo de vida. He llegado a comprobar, que la gente se siente más afectada e invadida por abrazomaníaco, que por un bandido o delincuente potencial. Todos o la gran mayoría, opinan que estoy loco, aunque esta necesidad imperante de dar abrazos, no aparezca aún, en ninguna lista o manual de enfermedades mentales y a mí no me resulte tan grave la situación. 139


Es decir, no le rompo costillas a las personas, ni les causo mayor daño, más que un par de brazos tibios siempre dispuestos para atacar, y francamente no me arrepiento de ninguno de los miles de abrazos que he regalado sin discriminación alguna. Ya han pasado varios años desde la partida de mi padre y aún conservo el abrazo poderoso que le hará regresar. Copyright © 2017 Eva Costa . El Salvador Todos los derechos reservados

140


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.