Gealittera 42 enigmas

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GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com IBSN: 14-08-2014-55 Todas las imágenes publicadas en esta edición son de Google y Pinterest

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INDICE

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EDITORIAL Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz POESÍA Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz Carmen Conde José Ramón Castaño Diez Lucas Damián Cortiana María Josefa Reyes Graciela Fernández María P. Comorera Nora Curonisy Lostaunau São Gonçalves María Julia Druille Milagro Haack Carmen Hernández Rey Ethel Saavedra García Lázara Nancy Díaz Jesús Álvarez Pedraza Mercedes Eleine González Carolina Peña María Cristina Sorrentino Alibut Sarabia Edilberto Cárdenas Nancy Haro Pontón Carmen Barrios Rull Irene Vinci Cecilia Curbelo Tozzi Marianela Puebla Susana de Iraola Alicia de León Epp Gladis Mereles Pereira Mirta Roncarolo Raquel Piñeiro Mongiello Sara María Argüello Araceli García Martín Ana Marizta Aguirre de Schwarzl Antonio Portillo Casado Laura Novoa Carlos Norberto Carbone Rodolfo Dondero Rodo Maite Glaría Isabel Pisani José Antonio de Pablo Pascual

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Los enigmas Geometría del enigma Sin risas ni llantos Misterio Camelar Enigmas Desaparecer Ese enigma Cambio de piel Enigmas Aínigma & Varón ¿Qué guardo? Como un enigma Crucigrama para la muerte de un poeta Enigmas del corazón No conozco mi nombre Incógnitas Enigma Pesadilla Enigma La enigmática

Enigma En la tangente De suspiros y enigmas Dulce locura de mi alma Hipoteca Enigma La nueva poesía (Enigma) Enigmáticos ojos Y sed Enigma de la reencarnación Esos rostros cansados Misterios de atardecer Flores de amor Arcano El enigma de tu sonrisa 4

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Jorge Lacuadra Luis Alberto Angulo José Luis Centurión Adri Delfini Agustín Costa Estela Molinas Báez Lya Naranjo Ribadeneira Flavia Flaquez Marcela Barrientos María Marta Liébana Miryam Colombotto Seia Álvaro Álvarez Rojas Elizabeth Santiago María José Menacho Castellano Consuelo Jiménez Martín Zaida Giles de Quirós Paco Déniz Bruno Patricia Corpas Gutiérrez María Teresa Fandiño José Javier Terán Díez Mar de Fondo Gloria Gayoso Marita Ragozza Julián Gómez de Maya Sandra Gudiño Victoriana Díaz Lominchar Elvira Duarte Eduardo Longa Ivana Szac Dana Laila Aymara Aruwiri Jorge Serra Ana Aguirre Mariel Monente Juan Ramón Jiménez Simón

Te diré, hay enigmas… Un poeta enigmático en Buenos Aires ¿Qué es un enigma? Enigmática presencia Mis enigmas Testigo secreto Mi enigma, tu enigma Enigma de amor Enigma Enigma y distancia Jardín en blanco El enigma ¿Qué es esta cosa en sí? Cábalas Enigma a resolver Peligra el alma desnuda Tu enigma probé Donde entran Enigma sin respuesta Enigma del cero y la luz Inextinguible Acertijo Enigmas Ansiedades

Sergio Trentino Martha Esquinca Mabel Coronel Cuenca Graciela Diana Pucci Marina Cavalleti

Misterio Será lo mismo Balcarce Vivir Ventana de voz De oír el cielo que se esconde en el aire… Paisaje Él canta sus conjuros Obra inconclusa En el límite Azar

RELATO Alejandra Guzzini Juan Carlos Cárdenas Clara L. Morgado

El pasillo La mujer que pasa ¿Solución? 5

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Ana Lucía Montoya Rendón Margarita Polo Viamontes Tomás Sánchez Rubio Gloria Acosta Yolanda Ferrera Isabel San José Mellado Julia del Prado Lilian Costamagna Rodolfo Torres Roxana Rosado Teresa Mimi Gerez Rita Bedia Lizcano Lorena Brito Francisco José Franco Mario Sarli

Como balas ¡Qué enigma entre las aguas! Olvidos Aguacero Enigmas con alas Incógnitas Enigma Cuestión de fe ¿Qué hay en nuestras cabezas? Pues un enigma El castillo de las soledades Nombrar Enigma Ser El mensajero De futuras caricias

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EDITORIAL

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En nuestro Nº 42 planteamos como tema “ENIGMAS”. Un enigma es algo difícil de entender o interpretar. Todo aquello que es enigmático nos resulta atractivo porque no es convencional, porque se aleja de lo normal, porque es especial y nos causa extrañeza y cierta curiosidad. El enigma se relaciona claramente con el misterio y con su propia proyección en el tiempo. Un enigma también es un conjunto de palabras de sentido encubierto para que el mensaje sea de difícil entendimiento.

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El enigma, es por lo tanto, misterioso, ya que es algo que no se puede explicar o que no logra descubrirse. Si la explicación del enigma sale a la luz, el hecho o la cosa en cuestión deja de ser un enigma ya que su comprensión se vuelve accesible para todas las personas. Pues bien, este mes decidimos descifrar sus enigmas y los nuestros. Mario Benedetti, poeta uruguayo define muy bien qué es un enigma. Nos despedimos con un fragmento de su poema. Enigmas Todos tenemos un enigma y como es lógico ignoramos cuál es su clave su sigilo rozamos los alrededores coleccionamos los despojos nos extraviamos en los ecos y lo perdemos en el sueño justo cuando iba a descifrarse… Abrazos queridos gelitteranos y Gracias por acompañarnos en esta aventura de palabras y algo más… la familia gealitterana. Somos y son Gealittera. Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz

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POESÍA

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CARMEN MEMBRILLA OLEA LOS ENIGMAS

El dolor no es un sentimiento cualquiera. Su poder vibrante y sonoro se instala dentro y vive en silencio como un parásito; sin descanso, arrancando cada día un pedazo de vida, un trozo de lo mejor de ti mismo. Áspero y violento traspasa todas las fronteras y ensancha cualquier límite. No hay simetría en este viaje sin retorno, porque existen mil dolores distintos y mil aristas distintas dentro de cada dolor. Barrotes internos e invisibles que le ganan la partida a la felicidad restándole significado a la libertad; de ahí su sentido dramático. Muerte, ausencia, amor, amistad, insatisfacción, hastío, decepción, miedo, deseo, locura, necesidad, olvido...arrojan su silencio eterno. Es el duro invierno de los mares de hielo...y tú que quisieras tomar el control del universo, te asombras ante la visión rota de ti y preguntas qué hay de postre sabiendo que ese dolor también devorará el pastel de arándanos. Sin embargo...en el cielo invernal puedes ver juegos de luces y aunque estás herido por la punta de un iceberg sigues cuestionándote qué clase de enigma te permite reconstruir tu propia vida siempre.

Carmen Membrilla Olea. España 11


CECILIA ORTIZ GEOMETRÍA DEL ENIGMA

En el alma el viento de la inquietud en el corazón el fuego de la pregunta Carmen Martín Gaite

I mis manos como criaturas intrusas se adaptan a mi carga de sensaciones se hacen invisibles al aferrar ese fragmento desprendido de la eternidad que rueda desordenada son la medida de mi cuerpo cuando la fisura absurda del mundo se pliega entre lo posible y la esfinge de lo que no es (mis dominios secretos) esa geometría del enigma ese peligro que invade 12


desde las sombras la hora enajenada del presagio entonces surge el latido en la noche -travesía que me excedey solo deja rastros de un nombre para decir en la memoria lo intraducible II se hechiza mi visión frente al dominio del viento detrás de la melancolía y son mis manos las que se hunden en la luz (buscan el alma del viento) atraviesan el verde mágico -alientan la memoriay penetran la tiniebla que precede al amanecer preguntan las mudas tempestades contestan vestigios de un murmullo hermano de una aletargada sangre de la vestimenta que cubre la casa solitaria -corazón inviolable dormido junto al sueño de otra vida prisioneraes desafío el juego de la pregunta -más poderoso que una ausencia cruzando el vacío sitio donde fuimos amadosherido hasta las lágrimas el rumor sostiene los deseos en el rincón amante de secretos III mis manos como criaturas intrusas detienen el llanto ese pasajero de mis ojos en continuas lluvias reconquistan las horas de antaño antes de gritar sobre la orilla de estas venas que estremecen el dorso con senderos azules preguntan para desvanecer el tiempo que cubre la piel en cada hora incesante de los días reconozco la máscara dorada que sostiene mi cuerpo amparado por una red de ademanes habita el pensamiento 13


traspasa dominios fatigados de hierba prolonga el olvido respira en la brisa de unos gestos instala mi reino -dominio del silencio interminablecontemplo la imagen me reconozco

ŠCecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina

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CARMEN CONDE SIN RISAS NI LLANTOS

Hubo un tiempo de penumbras dónde todo estaba marchito, los caminos desolados, sin llantos ni risa, los días de algarabía eran ceniza... sin embargo algo mágico sucedía en el aire finos hilos musicales hacían florecer la higuera el naranjo, el almendro... florecieron las estaciones cada una a su modo y en su tiempo. Fue entonces... cuando los hombres despertaron para volver a edificar, construyeron sobre los cimientos de tiempos postreros. Así que los días de penumbras volvieron. Caminos desolados. Carmen Conde (Sedemiuqse) Sevilla.España. 15


JOSÉ RAMÓN CASTAÑO DIEZ MISTERIO

Dejas en mí la desnudez de tu soledad de ninfa al arbitrio de la duda, como una borla de melancolía en el velado remanso mecido por el eco del brillo de tu sol entre las cenefas de opalescentes lunas. Y hay un misterio en ti, en ese silencio inmóvil que exhalan los días más oscuros, cuando la noche quiso repuntar sobre tu piel dormida como una breve luz que apenas te soñara.

José Ramón Castaño Diez – Oviedo (España) 16


LUCAS DAMIÁN CORTIANA CAMELAR

Pero los suicidas tienen un idioma propio. Como los carpinteros, quieren saber con qué herramientas. Anne Sexton

Conocía su sombra nada más que de vista. Cada vez que la llamaban por su nombre se abortaba las iniciales y malparía enigmas. En cualquier campo, deshojaba rayos de sol como si estuviera enamorada de los eclipses o fuera enemiga de cualquier poema que la dejara luminiscente. También da a luz suicidios homónimos. 17


Silencios que coinciden con bullicios nacimientos que conciben muertes; y se deja extinguir, como cualquier cosa que se extingue, presumiendo del arte de desaparecer lentamente. Así un día, así otro, hasta anochecerse los ojos de polillas e implorarse las manos con oraciones que no invocan al Padre Nuestro y queda inconcluso de amenes con la connivencia de algún dios.

Lucas Damián Cortiana – Chivilcoy - Argentina

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MARĂ?A JOSEFA REYES ENIGMAS

Es un enigma vivir en estos tiempos amigos: guerras, desastres, testigos de agravios hasta morir. Pero puedo presentir que a pesar de los pesares y los tantos avatares de la vida en un lamento me lleva lejos el viento envuelta en flores de azahares. MarĂ­a Josefa Reyes-Cuba-Kentucky/E.U.A. 19


GRACIELA FERNÁNDEZ DESAPARECER

Cuando quieres desaparecer en un sueño profundo, enigmático, que traslade tu mundo al universo de la fantasía. Donde... No pese tu cuerpo no duela tu alma no haya imposibles. O, esfumarte en el aire, el etéreo soplo de la vida, y llegar... Con caricias remotas donde no alcanzan tus manos, con suaves besos al infinito 20


en labios ausentes y lejanos. Tal vez ser gotas de agua en océanos, ríos, lagos, retomando tu inicio en el gestacional acuoso. Solo quieres desaparecer para... Alcanzar utopías. Arrullar al lejano. Descifrar enigmas... Y... Recomenzar.

Graciela Fernández. Rosario-Santa Fe-Argentina

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MARĂ?A P. COMORERA ESE ENIGMA

El enigma de la maldita muerte hace a la mente cavilar en serio, no es que se tema morir, pero que suceda tan pronto y con sufrimiento, es algo 22


que no entiendo que mueras con tanto tormento.

Nos dicen que la vida es un regalo, pero te la quitan rompiendo hogares, sueños eso es justo?, Ay para mí es un pecado inmenso.

Misterios hay muchos, pero ese enigma es el más extraño, un cuerpo vital, sano que es energía pura y de pronto dejas de respirar y a la sepultura.

Es la vida algo extraño, naces y sabes que debes morir, hay quién dice que no falleces del todo, yo creo que sí, ya lo dicen, polvo eres y en polvo te conviertes...!!

Por los siglos de los siglos seguirá siendo la muerte un enigma, es algo que si lo piensas no lo entiendes, niños pequeños, seres humanos aún con toda la vida por delante y de repente... ¡¡Oh no existen, ya no son nada , solo un recuerdo que pesa y duele en el alma!!

María Comorera. -Segur de Calafell.- (Tarragona)- España. 23


NORA CURONISY LOSTAUNAU CAMBIO DE PIEL

Con el cántaro roto en los límites de la sed sola la madrugada cambia de piel Enigma del día a día amargo sabor de la primera vez que acelera mis latidos Hasta el vértigo final pasa por todas la estaciones se guarda como instante en el espejo del equilibrio 24


Presto la palabra exacta la escondo bajo el ala ebria completa el verso antes de volver a la rutina QuĂŠ ocurrirĂĄ desconocidas llamaradas se incrustan y encienden el paisaje Sola la madrugada cambia de piel Nora Curonisy Lostaunau Lima, PerĂş

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SÄO GONÇALVES

Me miraba dentro del color Como en un deslumbramiento naciente Sería una ciudad Un planeta lejano ¡El interior efervescente de la tierra! Lava o volcán Señales de sombras que emergen de la huella Una claridad inmersa en medio de la negra soledad ¡Herida abierta en un corazón destrozado! Me miraba dentro del color Por el enigma donde se vislumbra la metáfora La fuerza triunfante de la expresión De la trascendental alquimia del alma ¡En perfecta armonía con el sentido estético!

São Gonçalves- Portugal/ Luxemburgo 26


MARÍA JULIA DRUILLE ENIGMAS

¿Descenderé de cátaros? ¿De aquellos herejes castigados? ¿Soy meiga? ¿De qué entrevero de occitanos Que lucharon en el Languedoc Vendré a ser la descendiente? O digo más ¿Llevaré conmigo el enigma celta del bosque como un santuario? Raíces y ramas en unión constante Del cielo y la tierra quizá me habita esa etnia de seres fantásticos hadas, gnomos, silfos, duendes, enanos por haberme encomendado sobre encinas sagradas En los lugares de adoración 27


Tal vez por eso vibro con la llama catĂĄrtica Esas noches de junio Cuando arde misteriosa la fogata de San Juan MarĂ­a Julia Druille- Ciudad de Buenos Aires- Argentina

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MILAGRO HAACK

“Soy del reino donde la noche se abre repentinamente” Hanni Ossott

Desnudo propio sepulcro bebo de la sangre condenada

al silencio

por su culto dual hacia la lluvia

amante del río

develando su amoroso encanto retorno a la mar Cuerpo

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acuerdo amable interno en cada hoja que acecha lo luminoso el abrir cada palabra esperando detrรกs de la puerta diรกlogo dentro del te rozo enlazando sus ojos a la noche cuanto te abrazamos dios a la piedra

que cruza lo blanco

Milagro Haack Valencia. Venezuela Del Libro: Relรกmpago entre dos

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CARMEN HERNÁNDEZ REY AÍNIGMA &VARÓN

Imagen enviada por la autora

-palabra oscura o equívocaBrota la flor en el trigal, a la rosa de los ocho vientos en su piel no teme, de a poco su tierra se prepara para las acometidas de los nimbus. Es acaso una dulce espera la incógnita de cuando y como brotará la flor en la verde pradera. No habrá rótulos, Nadie pondrá por adelantado una esquela Un preaviso de quién vigila con navaja el dulce talle que del prado aún es flor tierna. Doloso enigma 31


Infames los ofensivas ¡Nadie! prepara ¡Nadie! da la voz de alarma ¡Nadie! denuncia la compra burundanga Ni cuándo será el momento ni la hora fatídica para ella. Sí habrá dedos como garfios con tatuaje en la tripa avisando que son parte de una piara masticando chicle. El enigma de la Esfinge es hoy otro lema, cigoto será por ti trepará tus pechos morderá y nunca sabrás… sí serás parte de su botín de guerra, será humano o alimaña son los panes pagados. "Por todas y cada unas de nuestras hija desaparecidas" La vida es un enigma, parir varones -hoy- hace que sean dos.

Carmen Hernández Rey-Extremadura- España

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ETHEL SAAVEDRA GARCÍA ¿QUÉ GUARDO?

Guardo un suspiro, una flor, un beso que llegue a lo profundo de tu alma. Guardo papeles con letras azules no corroídas aún por el tiempo. Guardo preguntas que se enredan en silencios vagos sin respuestas. Un grito de fuego en el pecho que se aloja sin querer escapar. Una lágrima seca, fiel testigo de las milenarias noches sin ti. Un poema que todavía no fluye perdido en legítima lontananza. Sueños, ilusiones, utopías guardadas en anaqueles de la vida. Un amor de tarde y veraniego perdido en el consciente triste. Guardo tonalidades intensas 33


envueltas en papeles de cristal. Guardo dos mil páginas en blanco para escribirlas en futuros ciertos. Guardo tantas… ¡tantas cosas valiosas! adheridas en las paredes de mi ser. Guardo este intento de poema más allá del enigma horizontal.

Ethel Saavedra García, Colombia Publicado en el libro: Entre letras y algo más. Argentina, 2014

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LAZARA NANCY DÍAZ COMO UN ENIGMA

Rozagante vuelve enero con zapatillas de espuma a bailar sobre la bruma de Guillen, un son entero. Se dobla el sol de febrero, se vuelve la noche altar, rueda una copa del bar, se embriaga el son, bailo sola y la hondura de una ola le besa la boca al mar.

Lazara Nancy Díaz García- Cuba/ Miami- U.S.A.

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JESÚS ÁLVAREZ PEDRAZA CRUCIGRAMA PARA LA MUERTE DE UN POETA

¿A dónde va la pluma cuando muere? se pregunta la noche en el espejo, y la lluvia lo grita en el tejado entre asombros,nostalgias y bostezos, que algo ocurrre en la cueva allá en el fondo donde hubo alguna vez un crucigrama, donde viven los años que se fueron en la neblina musical del alba. Y sacude el espejo tanta sombra en el árbol que cuelgan los misterios, que con flores de piedras deshojadas 36


se tiĂąe con las luces de otros tiempos, y cerrando el espejo las ventanas le hace un nudo a la boca del silencio.

JesĂşs Ă lvarez Pedraza- Miami- U.S.A.

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MERCEDES ELEINE GONZÁLEZ ENIGMAS DEL CORAZÓN

Me obliga la terca calma A amar en ti la destreza De haberme robado el alma Con tu fina sutileza. Es un misterio divino Cuando el corazón se entrega Sin medida y sin cautela Con premura y desatino. Tal vez el mismo destino Estaba más que trazado Cuando abrazada a tu lado Te adoraba con firmeza. Es un dilema la presa Que por años devoraste, Y que de crueldad mataste Con tanta delicadeza. 38


La vida es como un enigma Que alimenta los misterios Marcando como un estigma De elegante privilegio. Me desenfrena en el alma La pereza de tu enojo Cuando te miré a los ojos Y noté tu desazón. ¿Dónde se quedó tu amor Después de tantas promesas Llenándome de ilusión? Falacia fue con vileza, Enigmas del corazón. Mercedes Eleine González-Miami, U.S.A. 01/22/2018

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CAROLINA PEÑA NO CONOZCO MI NOMBRE

Imagen enviada por la autora

Es ahora cuando me miro, no estoy dormida ni despierta Sigo sin entender por qué crecen lirios sobre las estrellas Y quise ser ala de ave negra que cuelga de un balcón en ruinas Y clamar a la montaña que me nombre Déjame enternecerme entonces de mi espalda suturar sus heridas y enroscar mis ovarios a la fecundidad de la noche No conozco mi nombre, por no recordarme muere la línea de un verso Y vi mi cuerpo desnudo con la huella reciente de un beso intacto entre los muros saludando al amor y a la gloria Mis palabras conocen algunas hebras de mi pelo, el descuaje de mis 40


primaveras, pero no mi nombre Hay algo en mí que viaja en resistencia, algo que contagia mi sombra de furia Cómo saber si eternizarme en música o robarle la soledad a una palmera El infinito sólo responde al reloj sin agujas, Hades envuelto en silencio Y el ángel que me entregaron al nacer, se equivocó llamándome, cenizas

Carolina Peña Venezuela

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MARÍA CRISTINA SORRENTINO INCÓGNITAS

Cuando en la caja de recuerdos ─vacía ya de nombres y fechas─ todo sea escombro entre cenizas, para qué escuchar el eco de mis pasos, interrogantes sin respuesta, ausencias que abrieron mi puerta. Cuando no tenga poemas para dar las noches serán sin luna, me esperará silenciosa la imagen del espejo. © María Cristina Sorrentino. Cdad. de Buenos Aires, Argentina.

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ALIBUT SARABIA ENIGMA

Tú eres un enigma; pero supiste encender mi locura... Supiste encender la llamarada en cada poro de mi piel y en el volcán de mi vientre, con destreza y sin censura... Tú eres un enigma; pero me despertaste la pasión... Despertaste todos mis deseos; penetraste hasta mis sentidos y me arrebataste el aliento con atrevida decisión... 43


Tú eres un enigma; pero revolucionaste mi celo... Revolucionaste mis noches; mis lunas y mis sábanas, que me ven temblando por ti en ardiente desvelo... Tú eres un enigma; pero me encumbras en delirio... Me encumbras a las cúpulas de la gloria y me empapas de deseos tan febriles, que hasta a tus manos envidio... Tú eres un enigma; pero entraste en mis venas, osado... Entras en mis rojos ardores; te deslizas en mi humedad, y clavas tus dientes en mi alma, quedándote en ella, tatuado... Tú eres un enigma... ¿Quién eres? ¡Anda, dímelo ya! Porque eres el centro de mi fuego; eres la entonación de mi bramido; la mujer que vive y vibra en mí ¡Sólo a ti, rendida está! Alibut Sarabia México

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EDILBERTO CÁRDENAS PESADILLA

Los amantes arrepentidos huyen entre silencios y rumbos desconocidos lejos del lugar dichoso donde la sed acallaba los sonidos… Huyen para que el secreto no desenvaine reproches, ni que el ruido de otra bocas devaste tormentas quebrando el espejo la vergüenza de la traición como infierno. 45


Cruzan fronteras en busca de olvidos conviven con prodigio sus vidas, presumiendo olvidado el fantasma de los besos dormidos. Cuando quiere, el viento sacude pesadillas y sorprendidos los amantes se dan cuenta que estĂĄn en el mismo lugar de su partida.

Edilberto CĂĄrdenas- PerĂş/ California. U.S.A.

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NANCY HARO PONTÓN ENIGMA

En la ambulante esfera de verde fronda observan en la penumbra ojos galácticos en la savia de la fuente renace el todo el todo de la nada y la nada del todo. Su piel es la memoria quemante de la lava el fuego crepitante del núcleo planetario lleva entre sus párpados el oleaje marino en sus manos el candor del astral vuelo y es su voz un oasis dulzura y armonía en el alma. 47


Yo lo vi venir siempre de paso y de paso se fue con el fulgor del alba. Jamás supe su nombre, nunca jamás lo dijo y sin embargo los árboles lo cantan la primavera lo aguarda con nostalgia las aves lo reclaman y yo, yo solamente…lo suspiro.

Nancy Haro Pontón- Ecuador

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CARMEN BARRIOS RULL LA ENIGMÁTICA

Era otra y no era yo esa, que nunca se olvida puede que muy parecida, pero no se comprobó. Y resulta que falló, la creyeron divertida no lo fue, solo aburrida y seria, sin remisión. Era otra, pues tenía un don, sin que se pudiera confirmar que lo tuviera. El alma que pretendía… ese enigma se entendía ¡que no debía ser de ella!.

Carmen Barrios Rull – Madrid- España 49


IRENE VINCI

Podría morir mañana, (¿quién sabe cuándo podría ser?) sin saber… Porque podría morir mañana sin saber… y sería triste no haber sabido, sólo haber presentido y equivocado el sentido: ¿Qué era? ¿mucho o nada? ¿una temporada, todo o sólo una mirada? 50


Podría morir mañana sin saber… y sería triste no haber sabido, ¿dónde están guardadas las llaves que esconden el misterio? Podría morir mañana sin saber… Y sería triste no haber sabido si el misterio era un continuo asombro o en cambio un suspiro en los escombros. Podría morir mañana, (¿quién sabe cuándo podría ser?), sin saber… Y sería triste morir mañana, sin saber… Porque de haber sabido no habría muerto con la duda de lo incierto. Merezco en tu vida un destino más importante que el silencio o el olvido. Irene Vinci Argentina

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LAURA CECILIA CURBELO TOZZI

Imagen seleccionada por la autora

Un día más, una noche nueva, nuevos sueños, y repentinamente mis ojos despiertan, y se ciernen sobre mi horizonte, mil preguntas nunca oídas, y quiero saber entonces: -¿quién es el responsable, de juntar con esmero, todas las horas no dormidas, mías....y de todos los efímeros? Horas que tú, yo o la sirena, invertimos en entender, lo complicado que es vivir, intentando vencer al desaliento. Y tras la estela de aquella estrella, 52


otra incógnita me besa: -¿cuál es la puerta que hay que abrir, para ir al mundo de unicornios y hadas, dónde el espíritu es brisa multicolor, que pinta las flores al tocarlas? Puerta por la cual, dejar escapar la desilusión, los no sé porqué, los ya basta, y salir a brincar sin más, por la pradera del alma. Quiero saber: -¿por qué un beso, transforma al sapo en príncipe, y mil besos, vuelven a muchos príncipes, un hechizo sin magia? Un día más, una noche nueva, nuevos sueños, y repentinamente mis ojos despiertan, y se ciernen sobre mi horizonte, mil enigmas... y una mañana nueva.

Laura Cecilia Curbelo Tozzi URUGUAY

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MARIANELA PUEBLA ENIGMA

El bálsamo de tu presencia abre las puertas y luego las cierra con estrepitosa ironía. La incógnita se agranda, alguien quiere saber más, hurga las habitaciones, deambula en tu búsqueda. Pero tú, sigues siendo solo una interrogante, un morador del silencio, el halo de un suspiro. Cada noche robas los sueños y los conviertes en acertijos, disfrutas dejando huellas indelebles sobre la cama. Revuelves la oscuridad de la almohada y sólo queda una sensación inicua de algo olvidado.

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Ya no hay paz, no se puede resolver lo que no se sabe, el misterio de tus andanzas se divisa en cada rincón, tal vez sea tu refugio momentáneo, el espacio en que pendes de ser descubierto. ¿Quién eres? ¿Qué buscas y no encuentras, ¿el enigma de un deseo, un beso que se perdió sin ser realidad? ¿Por qué luchas por atraer mi atención y pronto escapas, cuando casi te contengo? Hay momentos en que creo tenerte, sutilmente mis manos palpan tu sombra, acarician la estela de un aroma, queda el murmullo de una canción inolvidable. Casi vivimos en el mismo instante, se alarga deliciosamente al cerrar los ojos. ¿Qué buscas en mi calma, por qué robas mis pensamientos, con que intención caminas mis noches y ocupas el silencio de mis días? ¿Cuándo dejarás de ser sólo el enigma que invade, mi cuaderno de poemas?

Marianela Puebla -chilena

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SUSANA DE IRAOLA EN LA TANGENTE

Esa visión alucinada se apaga en el enigma dos en soledad no se sostienen podría alquilar un amante de domingo el contrato no habilita palabras es difícil firmar cuando la luz estrecha la elección de salidas posibles se convierte en crepúsculo somos dos trepando la tangente simples ratas que huyen a destiempo la razón nos niega el acertijo.

Susana de Iraola- La Plata- Argentina 56


ALICIA DE LEÓN EPP DE SUSPIROS Y ENIGMAS

El polvo silente yace en el desorden cubriendo el enigma de una eterna nada suspira la fuerza creadora y el polvo, toma forma y vida, espíritu y alma. Suspira la tierra y nacen las rosas el viento suspira y nacen las alas suspira la noche secretos de luna y nacen luciérnagas con cuerpos de plata. El cielo se inclina a besar los mares y recoge nubes cargadas de agua suspira la lluvia sobre las aceras y desde la prisa, florecen paraguas. La vida se evade por grietas de tiempo se desliza rápida sutil y sin pausa 57


suspiran los años y nacen ausencias y gimen los huesos y la piel se aja. Y todo se vuelve a repetir en otros la misma alegría en otras llegadas el amor suspira y en la tierra fértil del corazón nace, tierna la esperanza. Suspira el poema y nace el poeta suspira el poeta y nacen palabras suspiros y enigmas componen la vida y el reto es vivirla aún sin descifrarla.

Alicia De León Epp- Uruguay/Canadá

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GLADIS MERELES PEREIRA DULCE LOCURA DE MI ALMA

Tanto he tratado de descifrar el enigma que envuelve a tu bello ser. He dedicado mi vida por años para llegar a tu corazón, pero es imposible de atravesar esa muralla de silencio que lo rodea. El aire fresco sopla mi rostro, se eriza mi piel mientras sigo pensando en ti, tú eres mi mundo, mi sueño de amor, mi dulce tentación. Siempre te llevo en mi corazón, aunque tu silencio me hiere con furia, aunque la distancia entre tú y yo azota mi alma, robándome la calma.

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Siempre hay un suspiro suspendido en el aire y un soplo de amor que sale del alma, un sabor amargo entre mis labios marcada por la soledad. Ojalá un día logre descifrar ese enigma que llevas en el alma y que me aparta de ti. Eres tú el hombre que habita en mis pensamientos, el que arranca mi calma, el que roba mi sueño cada noche, el que hace palpitar mi alma y corazón. Eres tú el que con sólo imaginarte aquí conmigo me hace estremecer, el que llena mi vida de ilusión, el que pinta de color rosa mi amanecer, el que endulza mi sueño en cada anochecer. Eres tú el enigma que mi alma desea descifrar, eres tú el destino de mis pensamientos, el hombre que amo desde este rincón tan alejado de ti. Sin duda alguna, eres tú mi dulce locura. Gladis Mereles Pereira. La Eterna Soñadora. Paraguay.26/01/2018. Derechos reservados.

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MIRTA RONCAROLO

Acorralado en el filo Del silencio Un rĂ­o Sabroso junta Todas las sombras Con sombreros Villanos del cine Vuelve como barrilete Girasoles y borrajas Llenos de pichones Amorosos en bicicleta Se ven los ojos Azules, verdes De otros campos Y caminos con pasajes Secretos y habladores Mirta Roncarolo- Buenos Aires- Argentina

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RAQUEL PIĂ‘EIRO MONGIELLO HIPOTECA

Estos pies hundidos en la arena esta tarde incandescente de sol y el pensamiento solito, instalado en el territorio de tantos vientos. Estos brotes cotidianos y estas arrogantes palabras estaqueadas desde siempre en el sudor de los alientos. Esta hipoteca de versos y este acoso de enigmas abrazĂĄndonos deliberadamente desde el instinto de un silencio.

Raquel PiĂąeiro Mongiello- Funes- Santa Fe- Argentina 62


SARA MARÍA ARGÜELLO ENIGMA

Guardé aquel secreto inefable, en el baúl de los tesoros, y cerré con pasos acompasados los días y las noches de amor. Dibujé en la arena tu nombre y el mío, y una ola atrevida con ellos jugó. Poseidón enojado nuestros sueños pisó y el cielo compasivo gotas de poesía lloró. -¿Qué pasó? dime, mi vida, ¿por qué nuestro amor ancló? -Fue la melancolía y el olvido que todo aquello arrastró. Hoy, en la ataraxia de la tarde, busco remediar el dolor, y levantar un puerto etéreo que nos una y cobije a los dos. Sara María Argüello- Jujuy- Argentina 63


ARACELI GARCÍA MARTÍN LA NUEVA POESÍA (ENIGMA)

Tan fuerte es el ligamen de la poesía del pasado y tan difícil es que la joven poesía despierte Que se deja llevar por el sueño de una formula diferente Formula Universal congruente con los pasos del presente. Allí donde se pierde el alma de su único enemigo Allí donde nadie quiere ver en la profundidad de los olvidos Allí donde todos esconden su suerte en secretos, intereses. Allí donde el miedo es mendigo enigmático de los ciegos de corazones de cizañas, de culpables sin abogados, de jueces inculpados. La poesía bosteza en un pozo bajo la arena colgada de pestañas sin cabeza. 64


Deja zurcir sus pulmones, con hilos de telarañas Entre raíces los duendes, hacen costuras en la oscuridad. Las hadas traducen letras tatuadas por la deidad En pieles de escorpiones por bendiciones. La poesía bosteza viajes sin rumbo. Los poetas vendrán cansados de perseguir versos peregrinos versos que quieren saciar su sed Tan fuerte es el ligamen de la poesía del pasado y tan difícil es que la joven poesía se arriesgue Que es posible que se deje llevar por el sueño del presente Una formula Universal en la nueva era del poema diferente Sediento el poeta mojará los labios y refrescará su frente. Llegan muertos en vida, resucitan tras la crisis. En cadenas de amor oxidadas No agoniza la poesía solo bosteza No se arrastra la poesía se levanta, Trozos de carne de mendigos desnutridos Escribe con sangre palabras enigmáticas Pinta paisajes donde anidan estorninos Llegarán a conseguir la formula Para por fin alcanzar la nueva poesía. © Araceli García Martín Granada - España

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ANA MARITZA AGUIRRE DE SCHWARZL ENIGMÁTICOS OJOS

Sus ojos me sorprenden unos días son de color verde, otros días están castaños o color miel, su mirada es cálida y penetra en mi ser. Sus ojos, esos ojos, sus profundos ojos no son dos simples ojos que miran la vida, el mundo, este mundo, mi mundo, son algo más, son voz abierta y adivinan mi silencio. Aún no acierto que esconden esos insondables, enigmáticos ojos que por ellos se asoma la conciencia intangible, misteriosa, indescifrable, sin embargo me embrujan y me hechizan cuando poso en él mi mirada. Ana Maritza Aguirre de Schwarzl.( Peruana-Española/Residente en Alemania) Copyright © derechos reservados 66


ANTONIO PORTILLO CASADO Y SED

Cruzo pisadas en la arcilla. Levanto adoquines. Lavo papiros. Diseco nubes. Cribo las aguas. No encuentro la sombra de los enigmas. Ni los brillos. El centelleo de la esencia siempre está distante. Hay vacío. Y sed.

Antonio Portillo Casado, Alcalá de Henares, España. 67


LAURA NOVOA ENIGMA DE LA REENCARNACIÓN

He caído como un dolmen en la espina dorsal del mundo, a los pies del laberinto exacto, he caído.. costal en tierra para romper la eternidad! He caído como un lamento hueco que del cielo baja me ata y entreata, a este obelisco inmediato que solo son mis ojos. 68


Anoche me soñé como una pequeña gota en tierra arrodillada con todas mis alas arraigadas al origen naciendo y muriendo girando en las esquirlas del vuelo. Y hoy, hoy renazco con mi rostro empapado de cenizas ciegas para volverlo un cristal de lunas desprendiendo solo eternidades.

Laura Novoa- Costa Rica Del libro inédito a Los pies del Laberinto. 2018

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CARLOS NORBERTO CARBONE ESOS ROSTROS CANSADOS

Veo rostros resignados sin huellas de esperanza alguna rostros de miradas entregadas a la limosna de cada quincena. Habrá aún algún destello en sus adustos gestos cansados o sólo un remanso tinto donde nadaran sus penas. Me pregunto qué hacer por dónde pasan las palabras que nunca llegan a esa multitud de orejas. 70


Todos los días me repito la tarea como una lección inconclusa todos los días se nos mezclan los cansancios y las carencias. Esos rostros espejos de mi rostro tal vez llevan alguna esperanza entre miles de palabras. Otra vez nuestro tren largará con retraso. Carlos Norberto Carbone- Ciudad de Buenos Aires- Argentina DEL LIBRO "DOCE CIUDADANOS +1"" ECO EDICIONES 2008

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RODOLFO DONDERO RODO MISTERIOS DEL ATARDECER

Respiro las dudas de tus misterios y anhelo saciar mi sed de curiosidad qué esconde la dureza de tus desaires qué, la sonrisa, en tus labios dibujada, qué, el silencio cuando te requiero… El misterio se acrecienta, si no te siento entre los seres que más deseo ver. 72


Hay un aroma de húmeda foresta que anuncia jovial, tu presencia debe ser, que se han abierto, a tus pies, florecillas silvestres inspiradas por indiscretas brisas, en las almas, que no han sido holladas, por ningún rayo fortuito de luz. Sigo la estela de tus huellas pregunto, si te dejarás querer si entre los ojos, que voltean hacia ti, los míos, los podrás distinguir, si de tus pétalos en capullo lograré alguno, con mis labios besar, disipando, los velos de este atardecer… Copyright © Rodolfo Dondero Rodo- Lima- Perú 31.01.18

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MAITE GLARÍA FLORES DE AMOR

Traes un brillo de soles diferente. Has dejado atrás las soledades y se funde en tu vientre la esperanza. Hay un enigma nuevo entre tus ansias, algo que abrigas con tu sólida mirada y fluye alegre tu sonrisa en la mañana porque hay flores de amor en tu ventana.

Maite Glaría. Cuba-USA 74


ISABEL PISANI ARCANO

¿Qué es el purgatorio? Una penitencia injusta entre cenizas, un camino tormentoso que no acaba y un ahogo incomprensible que no cesa. ¿Qué es el purgatorio? Es haber vivido en lo echado a perder, es la falta de júbilo e ilusión. Es pesar. Respirar para no morir y morir sin tumba. 75


¿Qué es el purgatorio? Es no esperar nada y esperar la desesperanza, es escuchar al loco en el vacío y repetir insensatos reclamos en espejo. ¿Qué es el purgatorio? Aceptar que nadie resuelve tus enigmas, ni encuentra cierta la puerta de salida. Rutina, veneno, maldición del demonio, un sinfín de llantos y palabras y que Dios no escuche los lamentos ni a los fieles que sembraron sin aliento.

Isabel Pisani © Todos los derechos reservados (Argentina 1-2-2018)

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JOSÉ ANTONIO DE PABLO PASCUAL EL ENIGMA DE TU SONRISA

Hay un enigma sobre la espuma, hace del alma papel y pluma

Brilla en el cielo de mi universo, trayendo al sueño la luz de un verso

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Vuela en el beso donde me pierdo, suave caricia de tu recuerdo

Es el enigma que va en la brisa, viene a embrujarme con tu sonrisa.

JosĂŠ Antonio de Pablo Pascual ( EspaĂąa )

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JORGE LACUADRA TE DIRÉ, HAY ENIGMAS…

Te diré: que amo lo que brilla en el reflejo de tus ojos, lo que palpo y lo que siento. Me duermo en un perfume muy dulce que es el tuyo. No hay tiempo ya, no hay historias. Hay enigmas… Me enseñaron a convivir con el pasado. Me enseñaron a tener miedo, en el presente. Me conminaron a no pensar en el futuro. 79


Me fue dicho que toda luna era azul. Me fue dictaminado que toda agua era pura. Me fue anunciado que todo pájaro era leve, y volátil en el cielo. Y como a todos... Me entregaron un pergamino de hombre. Y como a todos, me enseñaron también a sonreír. Y como a todos me fue dada una piel sencilla, una débil vestidura... para diluir en el transcurso de la vida y olvidar el peso primigenio de los monstruos del alba. Pero me dijeron, al oído, hay enigmas… Jorge Lacuadra- Córdoba- Argentina

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LUIS ALBERTO ANGULO

A J.Baudrillard. Tomo sus ideas para hablar del enigma

los enigmas indecibles la incertidumbre la indeterminación y el caos han derrotado, dices tú, el reino del orden perfecto y el equilibrio una caravana vagabunda cruza el desierto de las representaciones lo indecible, las fluctuaciones, lo borroso, lo impredecible, la representación sólo simula

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suplantamos lo real por sus signos “no más espejo del ser y de las apariencias” en su lugar, el caleidoscopio, el aquí y ahora las cosas como son. Luis Alberto Angulo- Venezuela

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JOSÉ LUIS CENTURIÓN UN POETA ENIGMÁTICO EN BUENOS AIRES

Hace muy poco tiempo me he dado cuenta, creía saberlo todo de la vida hasta lograr entender es solo un enigma. Dejó de importarme lo superficial falsas éticas y la falsa moral. No me quitan sueño las habladurías, envidias, desprecios que puedan causar. No me interesan las pláticas vacías, prefiero el murmullo de la soledad. No pretendo ser ese alguien que no soy para considerarme un ser apreciado, imprescindible… Menester ser sincero, 83


valorar lo sencillo, lo verdadero. Aunque todos digan que yo no demuestro con actitudes todos los sentimientos, solo sé, que tengo el alma lleno de ellos. Si sufro, lo sufro en mi eterno silencio, mi sentimiento lo expreso con miradas y en silencio, hablan solo mis sonrisas. Todo requiere de palabras precisas que tal vez resulten efectivas, sí, pero he aprendido a lo largo de mi vida las palabras no dejan de ser promiscuas, pocas veces resultan ser efectivas como puede ser un silencio preciso. Somos los artesanos de nuestra vida intentando crear nuestra mejor obra, construyéndola con pequeños detalles. Unos tallan sus mejores ideas, otros pulen sus más puros sentimientos realizando así su enigmática obra. -Jolucen- José Luis Centurión Buenos Aires-Argentina

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ADRI DELFINI ¿QUÉ ES UN ENIGMA?

Tus ojos cuando me miran y tu inocencia te delata tus labios florecen en rosa cantando tus serenatas. Y mi corazón se hace enigma con signos que no se animan a sortear la voz sonante y cada latido me avisa este estado es alarmante. Me miro frente al espejo ¿y qué veo? Tu alma de puro delirio que se atreve a transformar los recuerdos de un estigma cuando todo es un enigma es el amor de verdad. Adri Delfini- Ciudad de Buenos Aires- Argentina

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AGUSTÍN COSTA

éramos la incandescencia de un sueño interrumpido por la crueldad del alba despojó el secreto que nos consumía la penumbra el arrebato se desplegaba en una piel ya no era mía tampoco tuya ni siquiera nuestra absortos donde nadie es alguno ni nada ni todo ni apenas un resto sólo el cauce del torrente anegó la incertidumbre de estar vivos la incógnita sin embargo la alondra teme la consumación nos despierta tan vacíos de nosotros tan ajenos como siempre Agustín Costa- Olivos- Buenos Aires- Argentina 86


ESTELA MOLINAS BÁEZ ENIGMÁTICA PRESENCIA

Espero verte en la luna gigante siendo tal vez una estrella brillante, mi deseo de observarte es constante, sea luna llena o luna menguante, te vuelvo a imaginar cada instante con el alma poeta, alma de amante. Te imagino en Neptuno, quizás Marte, un vuelo sideral para encontrarte y sólo para otra vez abrazarte como si no dejara de extrañarte... Y siempre mi alma insiste en recordarte hasta imaginarte por todas partes. 87


Intento escuchar tu voz con el viento, mientras hurgo dentro del pensamiento y, creo atizar dulce sentimiento de seguir tu silencio en movimiento besando mi alma sin consentimiento, aunque no estés aquí, pero te siento. El villano silencio de tu ausencia danza con el vals de tu omnipresencia, y deja tu enigmática presencia entre los instantes de mi existencia... instantes eternos de coincidencia entre tu ausencia y mi reminiscencia.

[01/02/2018] © Estela Molinas Báez Juan León Mallorquín - Paraguay

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LYA NARANJO RIBADENEIRA MIS ENIGMAS

ENIGMA UNO ¿Quién soy? Bajé con mi cántaro hasta el río por si la cantiga cristalina trae una estrella, una astilla de sol una quimera... Hilvané con ternuras nuevas el pobre corazón desvencijado y quedé esperando... esperando. Pasó el viento y dijo: ¡es tarde! Vino la lluvia y en susurro: ¡muy temprano! Salió la luna y musitó: ¡no es hora! Atrás quedaron sueños, fanales encendidos de pura fantasía, Y otra vez, en la esquina de cristal de la mañana asoma dulcemente esta lágrima... Soy un insólito camino bañado de ceniza, 89


que el viento de la tarde azota. Mis ideas, dos luciérnagas muertas, en el horizonte de mi carne gimen. Soy un barco encallado sobre diarios viejos, nostalgia de mandarinas sobre lápidas flotantes, estación de copos grises, tan lejos, tan lejos de eso que llaman primavera.. ¿Quién soy? Mi mayor enigma. ENIGMA DOS ¿De dónde vengo? "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida." Juan 14: 6.

He diluido mi nostalgia de neblina Sobre el fulgor de las edades, En el ígneo dintel de las etéreas cosas busqué, busqué cósmica, caótica, indomable esa luz irreal e inviolada que se halla, quizá en los confines. Visité regiones no soñadas: la arista luminosa de la nada el vértice impensado de la vida, el abismo sin fin del señor Tiempo. Penetré llamaradas de sombras, Manantiales de asteroides y su infinita paz. ¡Dios mío! ¡Dios mío te encontré! ¡En el último rincón de mi esperanza, te encontré! Y se cumplió tu gran promesa. ¡Eres Tú Señor el agua de mi vida! No más sed, ni desafíos, no más búsqueda ciega. ¡Estás aquí Señor, y me confortas...!!!!

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ENIGMA TRES ¿Dónde voy? Debo incorporarme al viento como se aborda un tranvía, como se escapa de un río: apresuradamente. Como se gritan las sílabas que te queman la boca. Como se despeña la ausencia cuando se desparrama la vida. Sé que debo rezar/me, llorar/me, perdonar/me y viajar/me. Ir hacia el sol, pues de allí vine; a la luz que me traje dentro. No soy, ni fui nada. No habrá quién por mi llore. Quizá alguno recuerde mi cabello cenizo, mis manos pequeñas y mis largas pestañas. Solo eso: No fui nada, ni soy. Una piedra sin freno despeñada al vacío. Una flor abstracta prisionera del tiempo. Diseminada sal, caminante del iris, Sonámbula página, silvestre, perdida. Nada soy, ni fui. Nada tengo, ni un secreto, ni un pétalo. Una retahíla sola, de palabras filudas, cien lanzas, mil espinas que clavan sus dardos en la entraña viva. No fui ni soy. Vivo este golpe, durísimo, aleve que se estanca en las venas y desborda el dolor. En fin, es hora, ancló el barco en la letal arena, Ya no hay derrota ni guerra, y como saluda un soldado su sagrada bandera, Hasta la cicatriz del tiempo: ¡ Adiós !!!! Lya Naranjo R. Quito – Ecuador Febrero del 2018

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FLAVIA FALQUEZ TESTIGO SECRETO

Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Diane Arbus

Toda fotografía Guarda en su misterio La oculta presencia De un testigo. El anónimo artista que con su cámara Fijó el instante y detuvo el tiempo En cada retrato Queda impresa la sombra indeleble Del artífice del cuadro Aquel a quien observan Pretéritamente los actores Es el protagonista fuera de la imagen 92


Un escriba del presente Que siempre permanecerá oculto en las fotos que construirán Un viaje seguro a la nostalgia. ¿Quién estaba detrás De aquella toma marina Del abuelo que me sostiene entre sus brazos? ¿A quién mirábamos tú y yo Sentadas en la roca Junto a la laguna entre los páramos? Toda fotografía es El testimonio inquietante De un fantasma.

©Flavia Falquez. Granada. España

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MARCELA BARRIENTOS MI ENIGMA, TU ENIGMA

No sé si resolveremos estos enigmas, ni siquiera sé si para ustedes es un enigma. Lo cierto es que para mí sí lo es con seguridad. Hace cincuenta años diste a luz una niña, hace cincuenta años hubo un papá biológico. Acaso algunos de los dos se pregunta por mi destino, o quisiera saber qué fue de aquella beba devenida en mujer. 94


Mi enigma es saber si se siente o se presiente a una hija que fue dada a luz para luego ser abandonada . ¿Qué se siente saber de una vida la existencia?. Se preguntaron alguna vez si fue bien criada, si fue amada, si ahora está casada o tiene hijos. Me gustaría creer que es un enigma en común como un lazo invisible que va más allá de un ADN. Me gustaría creer que alguna vez ocupe un lugar en sus más íntimos pensamientos, sí, me gustaría. Sé que la lógica no rige ninguna relación humana, pero lo normal es o debería ser criar a nuestros hijos. No juzgo, sino que pienso en voz alta y lo escribo, porque es mi acertijo, mi agujero negro, mi enigma, es como que me dejaron en un laberinto sin pedir entrar. Y tal vez si insisto en reflejar en mis letras esta duda es porque siento la necesidad de saber la verdad de mi historia. La otra parte la conozco, tengo todo que agradecer a mis padres porque ellos me tuvieron desde el corazón sin tener su sangre. Esa parte es el enigma que deberían preguntarse ustedes.

Marcela Barrientos 02/02/2018 © Derechos de Autora Reservados Argentina

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MARÍA MARTA LIÉBANA ENIGMA DE AMOR

Niña tus ojos esconden... ¿acaso serán amores? de esos que duelen el alma mas no perturban la calma. Niña que en silencio lloras y con tu ternura arropas el corazón en pedazos alejado de sus brazos 96


Niña... tu tristeza añora esa hojarasca que otrora crujían tus pies descalzos de tu juventud un canto. Mas, opacan la mirada los sinsabores raídos que mañana tras mañana son sentimientos heridos. Fenece junto a tu vida el amor en un enigma y permanece callado un suspiro de tus labios. ©María Marta Liébana Resistencia, Chaco - Argentina

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MIRYAM COLOMBOTTO SEIA ENIGMA

(La mujer sin sombra)

Ella reparte cada mañana a torcazas y gorriones –en migas– su corazón de pan . Ellos devolvieron ese amor comiendo de su sombra. Un día, ella desapareció.

* Miryam Colombotto Seia Gálvez – Santa Fe – Argentina 98


ÁLVARO ÁLVAREZ ROJAS ENIGMA Y DISTANCIA

Enigmas oscuros, sospechas sin sello escarlata, Relatividad en caos, escapa la lógica. Van y vienen promesas, distancia ensanchada. Retumban silencios secuestrados, primaveras marchitas. El péndulo inquieto apaga fogatas de amor. El deseo agrietado, sin permiso … sueños en clandestinidad. Vuelan poemas sin plumas, olvidados recuerdos. Almas reclamando encuentro, cenizas flotando en el mar. Lágrimas, se evapora el amor, …fallido intento.

(Aloz),Álvaro Álvarez Rojas- Villavicencio. Colombia 99


ELIZABETH SANTIAGO JARDÍN EN BLANCO

El día se perdió en la claridad de tu sonrisa, y yo me perdí con él, desvanecida en sus misterios. Pasaste por mi vida como las mariposas: ofreciendo colores enjaulados en la lejanía de sus vuelos. Las pisadas de las dudas destiñeron mis flores, y mi jardín quedó en blanco anhelando tus matices. Te amo porque te pareces, a esa parte de mí a la que más le temo.

Elizabeth Santiago. Derechos reservados de autor. Cuba/ Italia. 100


MARÍA JOSÉ MENACHO CASTELLANO EL ENIGMA

Sigue la Esfinge de bellas plumas apostada en la puerta grande de la ciudad en la que me convertí. Propone mil veces, y una más, su último enigma antes de morir, mientras languidecen los domicilios distantes, los buzones colmados de arena, el jardín a medio barrer después del temporal, la sombra dibuja de nuevo el perfil del parque, y huyen los bencejos rezagados. 101


No hay respuesta, es difícil descifrarlo sin aromas nuevos en la pura y desierta tarde de invierno. Quizás alguien la encuentre una mañana de niebla de esa semana que espera su turno paciente, entre ramas que se empiezan a vestir avergonzadas de su prolongada desnudez. Suena la campana de lejos, anuncia cualquier asunto que merece la atención, la hora de responder o de interrogar, nadie puede saberlo.

María José Menacho Castellano. Sevilla- España

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CONSUELO JIMÉNEZ MARTÍN ¿QUÉ ES ESTA COSA EN SÍ?

¿Qué era aquel paisaje añil de verbos estériles confinados al lodo? ¿Qué es este cúmulo de palabras, retoños dispersos en mi pecho sin descifrar? ¿Qué es este viento que dicta acentos con impávida voz? ¿Qué es esta brisa que hilvana pétalos aviando la flor? ¿Qué es este tentador despliegue de lo oculto, quimera de púrpura tez que me abraza el día? Ayer, el silencio medraba en pliegues de la timidez. Ahora, la yedra corazón de palabras serpentea en las venas, macerada en maduros racimos de sentimientos, que haciendo guiños a los versos, estallan sin remedio en el poema. Consuelo Jiménez Martín- Barcelona- España 103


ZAIDA GILES DE QUIRÓS CÁBALAS

¿Existe vida sin interrogantes? ¿Cuanto de secreto guarda mi almohada? Despejé mil incógnitas en mi viaje de acertijos y misterios que encaminados llevaron mis huellas hacia la enhiesta vereda que me conoce. No más misterios que enturbien mi pelaje en equilibrio: no ha lugar para el enigma en la morada que me aloja.

©Zaida Giles de Quirós, Sevilla, España

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PACO DÉNIZ BRUNO ENIGMA A RESOLVER

Difícil de resolver, el enigma del querer, secuencia de palabras; que no se alcanza a entender. Cerrar las inmensas heridas, que quedaron sin zanjar, por los caminos de la vida, de dos amores sin igual. Tus miradas embrujadoras; por fin las puedo descifrar, al descubierto han quedado, todo tu relevante mal amar. Enamorada de tus sentidos; perdidos por alta mar, navegan en tu mente sin cesar, enunciando por doquier…, volver al antiguo hogar. Paco Déniz Bruno Las Palmas de Gran Canaria- España 105


PATRICIA CORPAS GUTIÉRREZ

Enredado en el pensamiento -no me dejas vivirNo desapareces ni un momento -me haces sufrirImpertinente y cansino -fuera de míGanas siempre la batalla -me da por reírMas no ganarás la guerra -he de partirApareces en mi mente -deja de insistirSin que consiga olvidarte Patricia Corpas Gutiérrez- Barcelona- España 106


MARÍA TERESA FANDIÑO PELIGRA EL ALMA DESNUDA

Todos carecen de clave para resolver la duda que se forma en mente humana la que nunca tiene ayuda. Es ella aseverativa recoge tristeza aguda solo a veces se libera cuando el corazón la empuja. No podemos abrir hueco y, de lo que el alma oculta, a veces ni conocemos que el secreto está en penumbra, y según gira la noria pocos misterios se alumbran secretos tiene la mente traumas que nunca se curan. 107


Son pecados cometidos contra la buena conducta nadie debe descubrirlos ¡peligra el alma desnuda! O bien amor imposible que en nuestra boca se enfunda. Se atrincheran cual soldados tras la posición segura. Por la senda de la historia llegan cuentos y preguntas, sabido es que los enigmas jamás salen de la tumba. María Teresa Fandiño- La Coruña-España Derechos reservados 04/02/2018

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JOSÉ JAVIER TERÁN DÍEZ TU ENIGMA PROBÉ

Te veía pasar cada día frente a mi ventana, Uniendo a tu porte tu rubia cabellera al aire y tu enigma; ¡siempre tu enigma!. Enigmático era, sí, tu ademán, mas alegre tu rostro por tu sonrisa, Nimbada de una aureola especial tu figura al atardecer, Iluminada por el resplandor de la luz al fenecer; Guardabas en tu mirar la pasión de un anochecer, Mientras yo hacía mil cábalas sobre cómo poder Acercarme a ti y percibir de cerca esa pasión que desbordaba tu mirar. 109


Pude al fin un día, mujer enigmática de rubia cabellera, Robarte para siempre la magia de tu enigma y, Oteando desde mi atalaya tu figura cada atardecer, Busqué el resplandor que nimbaba tu rostro y Esperé hasta el anochecer para tu pasión al fin compartir.

©José Javier Terán Palencia (España).

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MAR DE FONDO DONDE ENTRAN

Manos frías, pies congelados, la nevera vacía, cerrados los armarios, inexistente la despensa, sobre la mesa enigmas: estómagos pequeños donde entran muchas penas. Mentes frías, corazones congelados, vacía la conciencia, cerrados los bolsillos, inexistente la empatía, sobre el mundo enigmas: humanos pequeños donde entran muchas guerras. Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España. 111


GLORIA GAYOSO ENIGMA SIN RESPUESTA

¿Dónde se habrá escondido la luna cuando sangró la noche pretérita? Huella esquiva de galáctico origen que enciende el alma en la pregunta interna, y que la fe contesta sólo entre dudas inquietas. Millones de universos desandando cielos!! Y tú y yo…hormigas zigzagueantes en caminos inversos. Nosotros, terrícolas desbordados de lujuria y codicia, deshonramos la noche, despreciamos el día. ¿Dónde se habrá escondido la luna cuando sangró el espacio, en travesura emérita? Hay un poeta cósmico, que llora por las noches mientras los versos laten entre ritmos y penas. Despreciando verdades, vamos ciegos y sordos. ¡Es toda nuestra vida un irresuelto enigma entre tinieblas!! ©Gloria Gayoso. Buenos Aires, Argentina. 112


MARITA RAGOZZA ENIGMA DEL CERO Y LA LUZ

No basta toda la aritmética para encender un solo cero pero tampoco alcanza la mirada en ojos encandilados con el cero que alumbra la luz de algunos sueños. Quizás el enigma se resuelva en unir toda la luz en un solo cero: la mirada y su propio sueño ...sin embargo para unir los sueños hay que apagar la luz. Marita Ragozza- Pehuajó- Argentina.

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JULIÁN GÓMEZ DE MAYA INEXTINGUIBLE

Apagada ―interpretan los astrónomos―, sigue llegándome tu brillo, tu señal, tu portento, a través del enigma, sin que a otro ayer mendigue…, inextinguible Estrella, luz de mi firmamento. Julián Gómez de Maya. Cehegín, España.

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SANDRA GUDIÑO ACERTIJO

El pueblo no se alza bajo escudo de ninguna guerra ni tiene mucha historia tampoco manufactura artesanías. Otoño es grueso y no ayuda está la lluvia es cierto una vez al año -si viene. Los niños parecen descifrar la nota que dios dejó en el cartel de bienvenida y salen al camino. 115


Capuchas y globos rojos piernas blancas chapotean en fiesta de barro sin enigmas.

Sandra GudiĂąo Santa Fe, Argentina

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VICTORIANA DÍAZ LOMINCHAR ENIGMAS

Enigma es la crudeza de la vida esa que tantas veces te ata… Desigualdad que habita perdida machismo que sin corazón maltrata. Enigma es la injusticia de los que mueren en la orilla… de niños con hambre y la cara sucia barbechos de tierra sin semilla. Enigmas son los jóvenes sin primaveras, alas recortadas por el patriarcado… codicia que traspasa fronteras, licenciados a precios basura en el mercado. 117


Enigma es el aguante del ciudadano, tolerar el saqueo de los políticos… dejar que nos manipulen y nos lleven de la mano con caramelos en la boca, como títeres o muñecos. Enigma es un corazón triste y de nácar, es la espina que crece en una vida sin amor… es una boca sin néctar ni azúcar, es un cuerpo mudo y sin pasión… Enigma es el inmenso océano de tus ojos, esos labios de fuego que arden sin brasa, la piel de seda que marca el deseo y esa mirada franca que me traspasa… Enigma son tantas y tantas cosas… el no valorar lo que sin interés te ofrecen, el no ver como crecen las rosas… Es matar una sonrisa con la ira o la mentira… es pisar al que te ama y no ver su bondad, es no vibrar con la música, ni hallar la lira… Enigma es, sin más…, la incógnita que jamás se despejará.

Victoriana Díaz Lominchar. Madrid- España

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ELVIRA DUARTE

“Es difícil juzgar la belleza: la belleza es un enigma” Fiodor Dostoyevski

Intensa mirada, Ojos como luceros danzando de lo concreto hacia los confines del Universo. Energía fluyendo como urdimbres de una realidad a otra, armoniosamente. Tenacidad reposada. Desconcertante. Envuelta en un halo de misterio. Atrapa su fugacidad, independiente del tiempo y del espacio. Aflora su mágica belleza.

Elvira Duarte- Argentina 119


EDUARDO LONGA ANSIEDADES

Los demonios escaparon abrieron la noche a travĂŠs de mis ventanas penetraron mis pulmones y los vaciaron de palabras Anudaron las raĂ­ces de mis dientes y arrancaron los dolores para sembrar en su lugar incertidumbres que crecieron como manchas de humedad hasta el techo de mi alma 120


Los demonios escaparon plantaron su bandera en las antesalas del miedo a todo lo que no sabemos y lo que nunca nos dijimos El silencio es el sordo eco de nuestras ansiedades Sobrevivimos a la duda y su tรณxica huella en la sangre siendo rehenes de las sombras que sedimentan nuestras venas Eduardo Longa- Buenos Aires- Argentina

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IVANA SZAC

Ya no hay faros ni enigmas que te guíen tu cuerpo animal hace interferencia en mi espacio de calma deberías arrojarte al abismo de la ingratitud al cual pertenecés 122


yo pertenezco a un lugar cรกlido lejos de tus brazos filosos ahora duermo tranquila sobre mi almohada como una reina en su castillo esperando saborear mi mejor banquete.

Ivana Szac- Ciudad de Buenos Aires- Argentina

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DANA LAILA MISTERIO

Siempre me pregunto: ¿Qué hay detrás de tus ojos, con cerrojo y sin llave? ¿Qué hay después de tu cara pálida y sin sonrisa? ¿Qué secreto ocultas, qué eres tan misterioso? Todos los días te observo sentado en silencio, mientras escribes o dibujas en tu libreta azul y maltratada. Tal vez nunca lo descifre. Es un enigma que quiero conocer, ya que se trata de ti. -Dana Laila- Ciudad de México Edad 12 años. El Mundo de Dana- Página de Facebook 124


AYMARA ARUWIRI ¿SERÁ LO MISMO?

Mi cabellera se cubrió de besos y de mar. Llegaste a mi aurora boreal sin anticipo, sin avisar. Llegaste como todos los vientos y en tu eclipse pude resucitar. Los soles han endulzado mi cielo las lunas no se han cansado de amar. 125


Tú te has convertido en mi permanente diluvio de estrellas del cual no quiero escapar. Yo... Ignoro lo qué he causado en tu silencio y tu sentir … ¿Será lo mismo? O quizá... Solo sea, esta leve ilusión que yo percibo de ti...

-Aymara Aruwiri Ciudad de México El corazón en la barbarie- Página de Facebook

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JORGE SERRA BALCARCE

Cerrar los ojos, recordar, volver a gozar de lo vivido, aligerar el alma detrás de la utopía de volver a rodar detrás de aquella ilusión dorada que soñamos de niños, cuando teníamos por cierto que tras de la rueda de la bicicleta se encontraba el mundo. Recordar que hubo un pequeño tiempo en que volvimos a sentirnos niños, a compartir el juego, a desandar la senda detrás de aquella ilusión dorada que cuando pequeños 127


nos decía al oído: detrás de la rueda de tu bicicleta encuentras el mundo. Detrás de las ruedas de tu bicicleta Encuentran respuesta los viejos enigmas.

Jorge Serra- Buenos Aires- Argentina

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ANA AGUIRRE VIVIR

El vivir es un misterio, un enigma un rato es un soplo de vida, y otro rato un silencio de muerte. Se nace con un propรณsito pero sin saber la misiรณn, es una incรณgnita; por quererla entender, tantos errores y decisiones equivocadas. 129


El acertijo de vivir no todos atinan, algunos aciertan en el primer arribo del camino que lleva al misterio de la vida. Y en otros, se corta el hilo vital sin lograr descubrir a qué ha venido.

© Ana Graciela Aguirre Núñez Pedro Juan Caballero – Paraguay

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MARIEL MONENTE VENTANA DE VOZ

Me asomo a tu temblor buscado extasiado olvidado atado a mi labio que ondula y hace cresta sobre arena blanca. Y pude resolver enigmas destejiendo tu madeja de desoladas carencias Y esta boca mía que ataca torbellinos y los vuelve brisa tachonó de letras minúsculas los pliegues de tu espalda las curvas de tu cuello la sal de tu mirada.

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El laberinto de tu oĂ­do no pudo ser principio y fin y despedida. Entonces desde el espacio abierto sin rouge y sin suspiros las notas desgranadas se fueron hilvanando en pentagramas de voz cubriendo tu cuerpo y vos, dormido.

Mariel Monente- Buenos Aires- Argentina

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JUAN RAMÓN JIMÉNEZ SIMÓN DE OÍR EL CIELO QUE SE ESCONDE EN EL AIRE…

Vuela el respiro, sopla, la medianoche se eleva, pero no oigo su eco. ¿De qué vacío ha llegado? Y de brisa en mirada todo se me oye, pero no oigo su eco. 133


¿Por qué entre los segundos? Envuelto en los suspiros voy de oídas a lentitud, pero no oigo su eco. ¿Habrá más veces y más mares por el compás de tu voz o debo de preñado en llanto los ojos, para oir en mi blanco temor? Y él en lo alto me desnuda y a cada silencio oye, pero no atiende el eco. ¿Qué fuera el tímido oído que estremecido en los desvelos no se acentúa en los cielos la luz de la última melodía?

Me deshace el oído que lengua posó, y ante él, despierto latido, que en quietud me hechiza todo el destino sediento.

Juan Ramón Jiménez Simón (Sevilla, España)

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SERGIO TRENTINO PAISAJE

La tarde declina sus horas… desde la ventana se ve como el sol mengua sus formas entre las hojas de los árboles… el otoño incipiente susurra su belleza mi alma es una hoja más que se desprende cubriendo mis pisadas… hay varios tonos de ocre en las hojas que resisten en sus ramas… mi mente en permanente fuga, resiste como aquellas hojas… en este momento el tiempo no existe, no tiene el poder de avejentar ni un minuto a estos paisajes, 135


ni siquiera al de mi vida, existe un secreto entre Dios y mis cansados ojos… hay música en las hojas hay música en mi alma, mi simiente desangra esta sagrada comunión del universo de las cosas y mi universo, hay susurros que podría llamar silencio… arrojo palabras hacia el ocaso virgen de este día… para escuchar el rumor de mis raíces, para describir al cielo que tirita entre las hojas, ahora soy silencio… amaré… quemaré mi carne vaciaré mis emociones me cubriré de sensaciones, amaré… descubriré los símbolos buscaré la luz expandiré mi sombra a veces en la ignorancia que sublima será mi poesía la que me sustente… Sergio Trentino / San Carlos Centro / Santa Fe / Argentina

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MARTHA ESQUINCA ÉL CANTA SUS CONJUROS

Al horizonte de mis ojos nace el mar se ondea al toque del viento, danza apacible entre encajes blancos en espera de la intimidad nocturna. El enamorado canta conjuros a la brisa, cómplice emisaria que confidente lleva secretos donde descansa solitaria dama de pálido rostro perfilado en el iris marino. Me confía sus celos por el cosmos, 137


camufla los atuendos de su rival se fusiona al horizonte añil, se enciende en espejo escarlata o se desborda en sombras profundas. Él suspira espejismos, se entinta de corales caprichosos como ofrenda a su hechicera, aquella que atravesó su corteza de agua hacia los muros del cielo en busca de la inmensidad. Aletas de sal levanta al firmamento en espera del cándido perfil, la mira, ella es un grandioso nácar en su vientre que recorre las olas con sus pies blancos y su larga cabellera moja refulgente. Ansía su piel, retenerla en su pecho molusco que permanece vacío y expectante, alarga su brazo a la pálida figura y colisiona con las piedras, con la costa y con su rota visión. Se encaja a mis ojos, colérico, estrepitoso sus garfios lanza para retenerla en los muros acuosos de su pena a sus frustrados intentos se abandona a la deriva esclavo de una sorda quietud. 138


Él, es salina estrella que palpita con los ojos hondos vueltos hacia la noche en un mirar sosegado, anhelante, vislumbra una blanca silueta en lo alto como destellante faro en la oscuridad y resurge su pasión por la ansiada musa.

Martha Rosa Esquinca Díaz México.

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MABEL CORONEL CUENCA OBRA INCONCLUSA

Hoy dejaré las plumas... aquéllas que recorren cada línea de las hojas blancas en busca de ti. Hoy mis dedos despiertan ansiosos recorrer cada línea de tu cuerpo, Quieren escribir en tu piel con el calor como tinta, grabar en tu corazón como lienzo, y sellar con un beso ardiente la imagen de una mujer amante de la vida y sus secretos. 140


Dejar la obra inconclusa siempre, excusa válida para seguir dibujando, buscando conjugar arte y realidad, amor y fantasía quizás, dejando que la vida descifre el enigma ocupándome sólo de crear el momento y eternizarlo como tatuajes en los recuerdos que llevaré.

©Mabel Coronel Cuenca Hernandarias - Paraguay

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GRACIELA DIANA PUCCI EN EL LÍMITE

me desangro en agonía -muerta cotidianasin brazos ni manos solo gélidos recuerdos ¿quién soy quién fui? ¿una mentira piadosa? ¿sombra para ese sol desgarrador? tal vez quiero desandar caminos pedregosos caminar sobre la hierba y creer volver a creer que soy alguien

Graciela Diana Pucci- Buenos Aires- Argentina

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MARINA CAVALLETTI AZAR

¿qué pronuncia el rocío? ¿qué responde el viento? ¿cuál es el juego de las constelaciones que noche a noche se cuelgan sobre nuestras cabezas? la vida es un bolsillo repleto de preguntas. Marina Cavalletti- Buenos Aires- Argentina

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RELATO

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ALEJANDRA GUZZINI EL PASILLO

Sentía esa presencia, cada vez que estaba a solas y en la oscuridad. Era algo intangible, pero, que estaba presente, el silencio que atronaba mis oídos me ponía en guardia, y convertía en tortura el simple hecho de apagar la luz. Desde que el clic del interruptor con su escueto chasquido me sumía en las sombras, apuraba mi paso para llegar cuanto antes al dormitorio, y entonces, en mi espalda, sentía un aire helado, una mirada extraña, algo que movía mi pelo o rozaba levemente mis muslos desnudos. Tanteaba nuevamente la pared, buscando desesperada el siguiente interruptor para volver a encender la luz del pasillo, y entonces cuando todo se iluminaba, me sentía estúpida y cobarde. Pero mi imaginación era más fuerte que toda la razón que yo me imponía tener en cuenta. Mi corazón galopaba en el pecho, como en una pesadilla que lamentablemente no existía, porque yo estaba bien despierta. Entonces respiraba tres o cuatro veces, me forzaba a tranquilizarme, y volvía por el pasillo hacia atrás, desandando el camino, y asegurándome que no había nadie. 145


Apagaba la luz, y corría apurada al dormitorio, tanteando las paredes como una ciega y acostándome asustada y tensa, intentando captar el menor sonido, la menor brisa extraña que rompiera mi frágil equilibrio. Y no había nada. Solo el atronador silencio en mis oídos. Sentía los ojos fríos, ese aliento a miedo, la brisa colándose por entre mis piernas, y el peso de alguien sentándose a los pies de mi cama. No siempre, pero alguien hundía suavemente el colchón. Alguien me acompañaba y me miraba. Cuando por fin lograba dormirme, me sumía en un sueño denso y pesado, que era como una muerte de la que no quería despertarme nunca. Pero la mañana siempre llegaba y con ella, mis pesadillas de la noche anterior se diluían con la luz del día dejando el regusto amargo del terror. Algo o alguien había, una presencia, un movimiento diferente, algo en definitiva que durante el día perdía poder en mi mente, pero que desde que se hacía de noche, se reactivaba, retroalimentando mi terror. Me repetía hasta el cansancio que era yo la que generaba más miedo aún con mi propia adrenalina circulando enloquecida por mi sangre, y que no existía nada capaz de ponerme en ese estado. Pero como en un sueño recurrente, todo volvía a repetirse una vez más. Y esos ojos insomnes que me vigilaban se abrían casi fosforescentes en mi mente cada vez que se hacía de noche. No tenía más certeza que mi sensación, y nada se sostenía en la cordura. Llegué a pensar que estaba loca, no me atrevía a hablar con nadie. ¿Quién me iba a creer? Lo había intentado con algunas personas de confianza, pero, ante la suspicacia y extrañeza de sus miradas, había desistido de seguir intentando buscar una respuesta que llegara desde afuera. La tendría que encontrar yo sola, y no sabía muy bien si quería hacerlo o no. Por eso me sentí asfixiada hasta la exasperación entre el espanto y el alivio enloquecido, cuando al entrar en mi dormitorio, después de un fin de semana fuera de mi casa, vi en la cama perfectamente estirada, como resaltaba a los pies de ella, la inconfundible y aterradora huella que deja alguien cuando se ha sentado y no ha alisado la manta al levantarse.

Alejandra Guzzini- Las Palmas de Gran Canaria, España

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JUAN CARLOS CÁRDENAS LA MUJER QUE PASA

La veo pasar todos los días. Pasa por la vereda de enfrente, con la cabeza gacha, mirando las baldosas, alguna piedra o sus zapatos. Pasa como distraída, y a veces me la imagino, como sonámbula. Cada tarde, entre la caída del sol y las sombras que se alargan, me siento frente a la ventana. Corro las cortinas y en silencio la espero. Un día, me pareció que de reojo volteaba la mirada, por lo bajo. Me pareció que, levemente, movía la cabeza, pero nunca volvió a repetirse y ahora que lo pienso, quizás haya sido un reflejo o una ilusión de mis ojos avejentados. Y es que cuando uno llega a los 80 las cosas ya no son lo mismo. Los colores cambian de tonalidades, los gestos se hacen lentos como para engañar a la vida y pedirle un poco más de tiempo. El silencio. El silencio se vuelve por momentos intempestivo, abrumador, y sin embargo uno escucha que lo llaman desde algún lugar, con la voz de algún hijo que ya no está. Y las imágenes. Las imágenes se trastocan. Cuando uno cree ver algo que pasa luego descubre que es la imagen de un recuerdo que deambula por la casa o por la calle. Yo he preferido pensar que la mujer que pasa cada tarde, cabizbaja, como sonámbula, y que un día no se atrevió a levantar la mirada, lo hace para recordarme que, desde algún incierto lugar, continúa amándome.

Juan Carlos Cárdenas-Mar del Plata, Argentina. 147


CLARA L. MORGADO ¿SOLUCIÓN?

Cuando la luz mermó, la mirada fija en el horizonte, bajó lenta hacia el sitio donde se apoyaban los pies. No tenía idea de cómo comenzar a vaciar la mente hasta dejar solamente el objetivo en el que deseaba centrarse. Se dio cuenta con sorpresa de que hasta la brisa “al rozarle los brazos” le distraía demasiado y puso todo su empeño en fijar la atención en el tema que le preocupaba, pero era un arduo ejercicio. Acababa de abandonar el lecho compartido y no lograba captar la esencia de la emoción que le poseía. El hilo que conducía su pensamiento era frágil y había que restaurarlo cada tanto. Deseaba entender, no adivinar. Le impactaba la sospecha de que no había diferencia entre esta relación y aquella que ya había decidido alejar de su vida. Pero… ¿Cómo pueden coexistir sentimientos tan parecidos hacia dos seres tan diferentes, en el interior de una persona? Creció con la convicción de unos principios, que afirmaban que era imposible, pero la recién vivida fiesta de los sentidos bullendo en su interior, se revolvía indicando lo contrario. Sintió algún alivio al percibir que una parte racional de su mente comenzaba a centrarse en el misterio que le oprimía y subía lentamente a la superficie. O al menos eso parecía. 148


Acomodó el cuerpo en un espacio mínimo, rumiando la incertidumbre en su interior durante el resto de la tarde y casi hasta el amanecer, sin importarle si su ausencia preocupaba o satisfacía a alguien. En la distancia alguien disfrutaba de la voz de Edith Piaf interpretando La Vie en Rose al tiempo que el cansancio hacía su aparición junto con el sol. Miró nuevamente al horizonte y comenzó a sentirse en paz. Estudió con interés sus conclusiones nocturnas, que parpadeaban dentro de su cerebro como si se hubieran activado con fuerza. ¡Así que era eso a lo que apuntaba el desenlace de tantas horas de meditación…! Respiró con alivio y se enfocó en la solución descubierta y asumida; caminó con la cabeza alta y el paso resuelto. Era hora de poner en práctica la decisión y asumir las riendas de su vida

Clara L Morgado- Miami- U.S.A

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ANA LUCÍA MONTOYA RENDÓN COMO BALAS

Han habido días con ese característico olor de lo extraño, días desdibujados que jamás podrían mirarse en el espejo por brujos con su cara de enigma. Son días tan largos como aquellas sombras habitantes del ocaso. Así fue aquél que, sin avisar, entró. Sus pasos eran mudos, sin resonancia, como motas sobre brumas, blanditos como las pisadas de los gatos. Era un ser invisible para el resto del mundo, como casi todo lo que hoy existe. No pude acomodarlo dentro de mi casa ni dentro de mí y aun así se quedó hasta que el nuevo lo sacó de golpe. Casi nunca los tomo en cuenta, y así como vienen se van, sin haberme sacado de mis rutinas; durante sus estadías compartimos aire, temperatura, palpitaciones, gustos y disgustos, en fin, todo, durante exactamente veinticuatro horas, ni un instante más, ni uno menos. Pero, éste que vino, que todo el tiempo estuvo callado, aturdió con su presencia mi alma, era como sentirlo sentado sobre mi pecho, con todo el peso que tienen la arena y el agua juntas; dejó en mi boca el sabor amargo de la pura sal y, a través de lo que reconozco como mi tiempo, pude saber del tamaño de la Eternidad. Presentí que era de la misma esencia de la Muerte, que había venido para 150


amancebarme, sin embargo, manso se dejó sacar por el siguiente visitante. Entró por un punto indefinido y por allí mismo se fue. Nosotros, los humanos, a todo le oponemos resistencia, damos miles de vueltas para llegar o para irnos y, con disfrute morboso, enredamos lo que por naturaleza es primario, simple. No sé cómo podría recibir de nuevo a uno como ése sin definitivamente morir. Las horas que estuvimos juntos me permitieron saber cómo son las cadenas que se han encarnado en aquellas almas embutidas en la piel de un presidiario, en las que, el reo, su celda y la pena que purga, son idénticos a un infinito gris plomizo… Hay días de ese color, así, como balas. Ana Lucía Montoya Rendón Colombia – Estados Unidos

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MARGARITA POLO VIAMONTES ¡QUÉ ENIGMA ENTRE LAS AGUAS!

¿Cuándo comenzó el enigma? No lo recuerdo, era muy pequeña y curiosa, al explicarme las más elementales cuestiones y replicaba ¿por qué? No entendía como sabían mi nombre y apellido con tanta certeza ¿de dónde provenían? Igual interrogante tuvieron mis hijos en su niñez y se repite en mis nietos. ¿Cómo responder? Acudo a similares respuestas de mi época: “Es el apellido de tus padres” ―contesto convencida. Ellos intrigados persisten ¿De qué lugar sacaron los suyos? “De los abuelos” ―añado. La indagación no concluye, pues continúan: Y estos abuelos ¿De dónde sacaron los nombres y apellidos? “De sus padres, convertidos al transcurrir los años en abuelos de la descendencia de sus hijos, bisabuelos de sus nietos, tatarabuelos de sus bisnietos” Pero tristemente, siempre quedan incógnitas barridas por el tiempo. Las migraciones constantes hacen perder en la memoria familiar, nombres o apellidos. Perdemos sin casi notarlo, las raíces del peregrinaje de una zona del planeta a la otra, la identidad real de cada uno de los ancestros 152


más lejanos. Tenemos que conformarnos cuando al nacer nos asignen una identificación “Un santo y seña/… /Tú te llamas, te llamarás…” ―Como describe el Poeta Nacional cubano, Nicolás Guillén en su poema El Apellido. Sin embargo, insistimos en saber más, a medida que tomamos mayor conciencia. En muchas ocasiones, aunque se buscan en el recuerdo de los más añejos, apenas se desentrañan las raíces más remotas y no existen respuestas ciertas al ¿por qué dejaron su tierra? la certidumbre de si pudieron regresar, o volvieron a ver a quienes dejaron atrás. La premura de la existencia actual conlleva al olvido del pasado más reciente. Cuando pequeños, los ancianos transmitían la herencia familiar a través de anécdotas orales, pero a medida que se desarrolla la vida moderna, esa tradición se pierde. Ahora desconocemos en toda su dimensión, hasta nuestra propia historia patria, las costumbres antiguas se diluyen en la influencia de nuevas fórmulas de vida. Particularmente poseo una identificación bien sonora y pegajosa, pues nunca en la escuela o el barrio, los amigos, le adicionaron un alias o nombretes. Justificado el nombre por el día de nacimiento, con una santa, quedaba siempre por averiguar ¿de dónde salieron los apellidos? ¿Acaso llegaron del viejo continente ambos? El color de la piel canela, ¿lleva un tinte de negro esclavo? La intriga daba vueltas y vueltas en las anécdotas familiares. Hasta descubrir historias llegadas a través del mar, semejantes a otras sembradas en la isla cubana. ¡Un enigma entre las aguas! Como dice Nicolás: “De mis raíces… /Estas ramas oscuras movidas por los sueños/ ¿Estáis seguros? / ¿No hay nada más que eso que habéis escrito…/ ¡Ah, no podéis recordarlo! /Lo habéis disuelto en tinta inmemorial.” Mis descendientes se cuestionan lo mismo: ¿Yo soy el bisnieto, tataranieto de quién? Al rememorar llega la vigencia de los hermanos de los abuelos, tíos y primos lejanos que poblaron otras tierras allende los mares “sangre remota mía, /Sin conocernos nos reconoceremos/ En los ojos cargados de sueños” pues los ancestros viajaron como nosotros, para entregarles un futuro mejor a las nuevas generaciones. Triste, pero realidad palpable, ahora muchos buscan en antiguos legajos nuevamente las raíces ancestrales, para poder volar hacia el lugar que los abuelos, bisabuelos y hasta los tatarabuelos, siglos antes dejaron atrás. Y así comenzar el propio peregrinaje en forma inversa hacia el viejo continente. Entonces nos cuestionamos ¿Quién necesita fronteras, muros y guerras de posesión de tierras ajenas, si somos los mismos seres humanos? Las mismas familias reelaboradas una y otra vez por las

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emigraciones más remotas, mezcladas en el crisol de los sueños y esperanzas de un mejor porvenir. Ahora por eso intento responder al enigma infantil, con los versos del poeta Nacional de Cuba: “¡Oh, sí, puros amigos, /Venid a ver mi nombre! /Mi nombre interminable, /Hecho de interminables nombres;/El nombre mío, ajeno, /Libre y mío, ajeno y vuestro, /Ajeno y libre como el aire.” Pues así aspiro vivan las futuras generaciones sin ataduras ni enigmas de sus raíces, deseo no tengan que exponerse a cruzar las aguas en busca de mejores horizontes.

Margarita Polo Viamontes cubana residente en Miami- U.S.A.

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TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO OLVIDOS

Esa muchacha le intrigó desde el momento en que subió al metro dos paradas después de él. Sus gafas de sol no podían disimular unos ojos enrojecidos por el llanto y el cansancio. Miraba por la ventanilla sin ni siquiera ver la oscuridad de los túneles… En la primera estación del centro, ella bajó deprisa, sin mirar atrás, segundos antes de que se cerraran las puertas y el tren continuara su marcha. Parecía haberse dejado olvidado un libro en el asiento. Martín lo cogió y el título le estremeció: su propio nombre y apellidos… Abajo, como subtítulo, Biografía… Lo dejó en el asiento sin abrirlo, y fue en dirección a la salida faltando aún tres paradas para llegar a su casa…

Tomás Sánchez Rubio -Sevilla- España 155


GLORIA ACOSTA AGUACERO

Imagen enviada por la autora

El vientre de la nube se hinchaba aproximándose al pueblo. La acompañó un viento huracanado que arrastró las sillas vacías de la terraza del bar Central. Los cien kilos del alcalde se tambalearon mientras disfrutaba del último café del día. Su mujer perdió el sombrero que corrió alocado revolcándose por el suelo hasta estamparse contra la vitrina de la farmacia. El joven farmacéutico asomó la cabeza observando a un lado y otro cómo los establecimientos cercanos cerraban apresurados las puertas. Un rayo se precipitó a lo lejos. Luego otro. El tronar se fue haciendo más cercano. Los primeros goterones levantaron un polvo fino atrapado por los paraguas de colores que se apresuraban camino a casa. La tarde se encapotó de gris encadenando nubes preñadas. Los 156


temerarios, acostumbrados a aquellas tormentas de verano, se calaron el sombrero, subieron el cuello de la gabardina y continuaron su camino dejándose empapar por una lluvia que refrescaba el julio más tórrido de los últimos años. Sucedió tras un ruido que partió el cielo con hilos de luz azul serpenteante, abriendo la nube gorda como un si de un melón maduro se tratase. Llovieron cientos de aleteos brillantes. Los peces chocaban por doquier cimbreando sus cuerpecitos en el aterrizaje, dando las últimas bocanadas y alfombrando de plata la calle. Los pocos vecinos que aún permanecían a la intemperie fueron alcanzados por aquellos curiosos torpedos que ocasionaron algún que otro corte en caras, brazos o espaldas. Los paraguas se desfondaron con el peso. El griterío cambió de registro pasando de la sorpresa al estupor para acabar en un jolgorio festivo cuando los niños se lanzaron a la calle con cubos, barreño y toallas con el que hacer acopio de aquel regalo del cielo. Los corrillos no cejaban en sus conjeturas buscando explicación a aquel extraño fenómeno. Algunos hablaron de castigo divino nombrado en pasajes de La Biblia, otros mencionaron lugares donde habían ocurrido hechos parecidos, agradeciendo que fueran peces y no ranas. Los temerosos corrieron a resguardarse haciendo señales de la cruz. Tras los cristales del bar Central, Enigma observaba la escena saboreando su fugaz victoria. Intuía que Razón estaba al llegar.

Gloria Acosta- Tenerife-Canarias-España

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YOLANDA FERRERA ENIGMAS CON ALAS

-Y…¿Dónde van a morir los pájaros? La interrogante del niño se perdió entre el viento y el ruido del Parque. A su lado, el padre le miró con detenimiento. Pensó: “Nunca me había percatado. Pero es cierto…Los pájaros no caen por doquier cuando cesan los latidos del corazón. Por lo menos unos cuantos al día deberían de sucumbir a la vista de todos por la edad o por cualquier otro motivo”. Todavía inseguro en su respuesta, Intentó satisfacer la curiosidad del niño con una evasiva: -Seguro tendrán un rinconcito para morir. - Ahhh…¿y dónde están esos rincones? Sorprendido nuevamente, el padre miró hacia el cielo, como si intentara descifrar la respuesta correcta: -A los pájaros no les gusta que les vean partir para siempre. Esa es la muerte. Nadie sabe dónde están sus rincones. Es un enigma. -Ahhh –respondió el niño- entonces son más buenos que nosotros, pues no hacen sufrir a quienes les rodean cuando se van a morir. La lógica infantil, tan aplastante, dejó sin palabras al padre, que bajó hasta la estatura de su hijo, lo atrajo hacia su pecho y le apretó suavemente contra su corazón. -Si, hijo. Son tan libres en su corta existencia, que se conforman con llenar al mundo de belleza. Por eso están por doquier, para que se disfrute su 158


vuelo. Son tan libres, que deciden cómo y cuándo les llega el momento de la despedida. No caen desde su revoloteo. Sencillamente se llegan, calladitos, hasta el sitio que eligieron y allí emprenden el más largo de sus caminos. -Son lindos los pájaros, papá. Creo que nos enseñan muchas cosas. -Muchas, hijo. Ya lo creo.

Yolanda Ferrera Sosa- Camagüey- Cuba

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ISABEL SAN JOSÉ MELLADO INCÓGNITAS

Había trabajado en ese proyecto durante dos largos años, siempre con la misma temperatura, iguales dosis de elementos, mismo ritmo de fusión. Todo conforme a la fórmula que se le pedía para el análisis científico. ¡Y no podía ser, que cada vez el resultado fuese diferente! Había siempre una alteración mínima que tiraba por la borda todo su trabajo. Escribía cada día exhaustivamente los resultados científicos de sus investigaciones en el ordenador. Todo eran dígitos numéricos o signos que solo podrían ser legibles a los ojos de sus superiores. Lo que no podía transmitir era su estado de ánimo. Se sentía impotente, algo se le escapaba de las manos. Estaba ahí para hacer pruebas científicas, no para investigar sombras.

Isabel San José Mellado- Madrid- España 160


JULIA DEL PRADO ENIGMA

La calentadora de la abuela sale de su alacena para recibir agua en el pilón y luego hervirla en un primus. De esta manera en esta mañana de diciembre se ha tomado un café cargado que ha levantado las pilas, en aquel comedor de diario. El candado luego con el número 999 cierra la alacena. Julia del Prado. Perú. 19 de diciembre del 2017.

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LILIAN COSTAMAGNA CUESTIÓN DE FE

Muchas veces, la enigmática señora le pasó cerca, casi rozándolo. Es un hombre valiente que se ha arriesgado siempre, caminando al borde del abismo, siempre hacia adelante. -Pasó por la ventana de la habitación donde me hallaba internado- me dijo. Era una sombra negra que iba y venía. Aunque cerraba los ojos, igual la seguía viendo. El miedo no es zonzo, dicen. Sin forma, me miraba desde sus cavidades vacías- aseguró. De incógnito, misteriosamente, otra vez apareció. En esa ocasión, ataviada con una túnica negra, una capelina al tono, y una máscara. De la boca que no podía ver, exhalaba el humo de un cigarro con olor a incienso. -No me hablaba y yo pensaba que antes tenía que vengarme de quien me había herido mortalmente. Cuestiones de la política y la ideología. Mi piel se estaba tornando amarilla, dicen que a causa del rencor. Ni los rezos, ni las tisanas logran limpiar el alma de los desalmados. Cavilaba y entonces 162


soñé que me crecían garras de ave de rapiña, que me abalanzaba sobre él y le arrancaba los ojos. No encontraba reposo. Luego, desperté de ese sueño estupendo y vívido. La venganza estaba concretada. Pero supe, en ese instante, que había comenzado a morir. Oí el crujido de cristal de mi corazón roto; a la par percibí un olor dulzón, como el que despiden las flores resecas que van pudriéndose en los cementerios. Hasta imaginé el momento en que la casquivana de negro me llevaba hasta el borde de la laguna y me ayudaba a subir a la barca de Caronte para ir al infierno. Pero era sólo imaginación. La pasada noche apareció otra vez. La vio llegar cuando estaba tirado en una zanja. Resulta que en la fiesta hubo una reyerta. Su rival le birló la mujer y lo golpeó con furia. Se limpió el sudor y la sangre. Se dijo que esa aparición ya no le daba miedo, ya eran viejos conocidos. Entonces, se paró y aún mareado y borracho, le tendió la mano. Ahora era él quien la invitaba. El baile había terminado y la mujer misteriosa trocó el negro por colores vibrantes y llevaba una careta de carnaval. Todo fue muy fácil. Así, ella contoneó sus caderas poderosas; él se estremeció y a la vez sacudió sus hombros. La salsa era cada vez más picante y mientras la seducía, gritaba: “Como los gatos, tengo siete vidas, y acá estoy, vivito y coleando”. Lilian Costamagna- Bariloche- Argentina

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RODOLFO TORRES ¿QUÉ HAY EN NUESTRAS CABEZAS? PUES UN ENIGMA

Viajamos en el Strassenbahn, esto es el tranvía, y leo a un amigo el esbozo a vuelapluma del relato que pretendo escribir --con el tema Enigma--, para la Revista Digital Gealittera Nro. 42 : “Son las 7:00 a.m. de este sábado de febrero y el ilustre profesor Schmid (Johan F. Schmid, para más exactitud) toma como cada día el paraguas de color negro --que usa únicamente de apoyo--, y sale a la calle seca y algo fría llevando en la otra mano una bolsa reservada para la compra mañanera. Le apetece pan recién horneado, de los que son oscuros y de grano, y así la fragancia inunde su memoria y le devuelva a la casa paterna y a la madre enorme ante él en los trajines en la cocina; es uno de sus ritos diarios y el máximo entre dos de los placeres 164


personales. El otro es un deseo arraigado y es ver una poca de alegría en el rostro o en la voz o en las manos o en el cuerpo de la hija única, pero Alice está negada a abandonar lo que la mantiene tensa todos los días de su vida y de lo que no da muestras a su padre ni aunque él continúe rogándoselo, para ayudarle...” Interrumpo la lectura de mis garabatos porque arribamos a la estación de Greifwalder Strasse. Prácticamente todos los pasajeros nos dirigimos a las puertas laterales del Strassenbahn. Como no podemos evitarlo, porque mi amigo y yo somos parte de “esto” desde hace mucho, nosotros dos también nos apretujamos en la marea humana que emerge del transporte colectivo y desciende hacia el túnel por el que vamos al otro lado para salvar la vía de circulación rápida sobre nuestras cabezas. Ahora, aquí abajo, seguimos empujando-siendo empujados escaleras arriba hacia la estación donde tomaremos el Ringbahn 41. Debo aclarar esta última expresión en idioma germano pues, sin yo quererlo, las circunstancias lo vinculan al texto destinado a Gealittera: se compone de dos palabras que significan Vía, Camino, Ruta en forma de Anillo o Círculo. Y así mismo es porque la vía férrea sobre la que se mueven a velocidad de vértigo los trenes Ringbahn 41 y Ringbahn 42, --el primero en la dirección de las manecillas del reloj y en la opuesta el segundo--, es una gigantesca circunferencia metálica que abarca gran parte de esta ciudad de Berlín. Cada uno de ellos remata el recorrido a la hora justa donde cualquier pasajero lo hubiera tomado antes y esto puede confirmarse reloj en mano. Detalle interesante es que el descomunal círculo está dividido en cuatro partes y cada una es transitada por esas máquinas en quince minutos exactos. Todavía en la estación de Greifwalder Strasse y a la espera del Ringbahn 41, retomo la lectura de mis apuntes: “Aun cuando el profesor Schmid sea de elevada estatura, física e intelectualmente, siempre ha mirado a las demás personas a su mismo nivel. Él vive retirado de sus labores en la facultad universitaria donde echó la vida entera, pero los alumnos y demás profesores vienen cada día a consultarle porque es un increíble diccionario en varios idiomas. De ahí que se dirija a la panadería poniendo en práctica lo que él llama ‘ejercicios para el músculo cerebral’ y que consiste en hallar con eficacia y celeridad los nombres de cuánto va 165


viendo: Baum, Tree, Arbre, Albero, Árbol…, Stein, Stone, Pierre, Pietra, Piedra…; Glas, Glass, Verre, Vetro, Vidrio…; Haus, House, Maison, Casa, Casa…; Mensch, Man, Homme, Uomo, Hombre…, cuando cae en la cuenta que es muy cierto lo que había pensado minutos antes: ¡Alguien le persigue y de modo muy sutil lo que lo hace más sospechoso aun pues le mira un instante y, ocultando las aviesas intenciones, desvía la mirada para volver a lo mismo pasado un rato! Tiene que deshacerse del tenaz acoso de que es objeto desde muchas jornadas atrás y lo más acertado es regresar al hogar sin haber comprado el pan, pero no por dónde ha venido sino tomando otra ruta. Y se dice: “Debo contarle a Alice, quién nunca da crédito a lo que pudiera convertirse en una peligrosa aventura para mí y hasta para ella misma.” Mi amigo ha permanecido absorto por el texto algo loco salido de mi imaginación, cuando se le ocurre darme un codazo para indicar con la mirada que mire en la dirección que él está mirando. Descubro entonces a un hombre con indumentaria no apropiada para el invierno, de mediana edad, piel blanca y aparentemente sano, al mismo borde del andén ferroviario. Lo más grave es que sus ojos no vagan como los de un drogado, sino que van más allá de las personas y los objetos alrededor; no está ahí, donde permanece de pie. Pues nos acercamos a ambos lados de su cuerpo, para impedir que se lance. Sería una verdadera catástrofe para todos. Hace años fui testigo aquí en Berlín de un suicidio en las vías férreas y de veras que es aterrador, además de quedar paralizado el tránsito por horas. Me mantengo tenso, alerta, porque la máquina se acerca a tremenda velocidad arrastrando decenas de coches. Pero nada, el desdichado es como un autómata que anda y se deja empujar en la riada de pasajeros. A mi amigo y a mí se nos escapa un suspiro de alivio. Es sin dudas un fugitivo de la familia o de algún Seniorheim, Residencia para la Tercera Edad, pues de su cuello cuelga una tarjeta dentro del típico protector plástico y transparente en la que aparecen sus datos, para que se sepa quién es y a dónde devolverlo quién lo encuentre. Muy práctico, lo que no deja de ser patético. Vemos ahora que el individuo descubre un asiento y se deja caer. Pensamos entonces y nos lo decimos, que está mal pero no tanto como habíamos creído. 166


Continúo con la historia destinada a Gealittera: “Exhausto por la carrera y ya dentro del hogar, el profesor Schmid libera la llave con que abriera la puerta permitiendo de esa manera que el elástico la regrese al bolsillo derecho de su pantalón; es el resultado de una de las ideas de la hija y así él no volverá a perderla. Respira a fondo apoyando su espalda en una columna de hermoso alabastro, a la derecha del salón recibidor, y algo calmado anda a pasos rápidos para atravesar el largo hogar en el que reside junto a Alice, a quien encuentra sentada a la mesa bebiendo una taza de café. “Ella descubre el sobresalto en las manos inquietas del padre y hasta en esa singular pose que adopta cada vez que quiere huir a ninguna parte, pero no abre su boca para preguntar porque sabe que él relatará lo acaecido y hasta tiene idea de hacia dónde van los tiros. “¿Hay una taza de café… para mí… también? “Siempre hay y habrá café para ti, papá”, responde Alice Schmid, quien es todavía bella y sobre todo majestuosa merced a la estatura y a los gestos reposados. Heredó del padre tales características, que unidas al encanto legado por la madre ya ida, hacen de ella una mujer muy atractiva y hasta codiciada por el sexo masculino. ¡Pero sigue siendo virgen sin que ella misma lo hubiera deseado…!” “¡Lo vi! ¡Volvió a seguirme!”, afirma él con vehemencia. “¿Ahora cuando ibas hacia la panadería? “¡Sí…!” “¿Llevaba un paraguas de color negro?” “¿Pero dónde tú estabas que pudiste verlo también?” “Respóndeme, papá, por favor. ¿Era alto, delgado y con descuidada barba? “¿Entonces, tú saliste detrás de mí y has sido testigo de la persecución?” “No, papá, yo no me he movido de aquí.” Ella se pone en pie y se acerca a él para tomarle del brazo. “Ven acá, que quiero mostrarte algo”. Se acercan a un gran espejo adosado a una de las paredes del corredor y le dice a él que se pare delante de la superficie pulida. “Papá, esa persona que estás viendo ahí eres tú mismo. Nadie te persigue”, susurra ella, abrazándole. Y él se deja querer como el desvalido 167


niño que está volviendo a ser aun cuando continúe siendo todo un espectáculo merced a la descomunal erudición acumulada. “Alice Schmid es desde hace un tiempo la madre de su propio padre. Una madre que sigue siendo virgen porque vivió todos estos años enamorada de la figurada proyectada por el hombre que ahora ella casi acuna, cuya sombra le impedía ver a quienes se le acercaban al quedar muy por debajo en cultura, tolerancia, apostura, amabilidad, riqueza… Y ahora, hoy, ayer, antier, antes de antier ha venido a descubrir que el tiempo que le tocó vivir ya pasó, se le fue como agua entre los dedos y ni huellas de la humedad ha quedado en ellos. “Alice llora abrazada a su padre. Suelta lágrimas por ella y por él.” -¿Qué te parece? –pregunto a mi amigo. -No sé, me has dejado con más preguntas que respuestas. -Eso es lo que quiero –digo yo, enigmáticamente. Doy por zanjado el asunto del cuento. Esto no pare más, me digo a mí mismo, y doblo los papeles para echarlos en mi mochila. Descendemos en la estación a dónde nos dirigíamos y, luego de cinco horas de trabajo en una mudanza, regresamos a tomar el Ringbahn 41, el mismo que nos permite dar una vuelta a la ciudad y quedarnos allí donde lo abordáramos. ¡Pues para sorpresa nuestra vemos al mismo individuo de la tarjeta de identificación colgando del cuello! Increíble casualidad. Miro alrededor y confirmo que ha llamado la atención de otras personas, pero nadie le dice nada. El pobre, ha dado cinco vueltas enteras a esta ciudad. Pensamos decirlo a algún policía, pero ninguno anda cerca, en el mismo vagón. Y si bajamos con la intención de llamar a alguien, sencillamente el tren seguirá su recorrido circular. Al fin llega nuestra estación y nos apeamos porque la verdad es que no sabemos cómo el pobre va a reaccionar. Y mirándole nosotros desde afuera, a través de los cristales en las ventanas, vemos cómo se aleja. Esperamos que nos perdone él y la vida misma.

Rodolfo Torres, cubano que vive y trabaja en Berlín- Alemania

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ROXANA ROSADO EL CASTILLO DE LAS SOLEDADES

Por la entrada principal entraban y salían constantemente. Sus pisadas hacían ruido sobre la duela, las llaves sonaban como cascabeles mientras la cerradura vencía sus engranes perezosamente cuando alguno de los habitantes del castillo entraba o salía. Era difícil saber cuántos eran. A veces parecía no haber movimiento, como si la respiración se hubiese congelado y solamente la luz del sol se animase a entrar por la ventana. Un único pasillo atravesaba el castillo. Las puertas de las habitaciones daban al mismo. Visto desde fuera parecía un camino sin fin. Los habitantes se perdían detrás de cada una de las puertas. A veces se escuchaba el ruido de la perilla cuando giraba seguida de algunos pasos 169


breves, de puntitas o pisadas firmes. En ocasiones sus habitantes se topaban cara a cara, sorprendiéndose por el acontecimiento y dirigiéndose un saludo cordial –buenos días, buenas tardes, buenas noches, cómo te fue- intercambiaban algunas palabras y se despedían, metiéndose rápidamente a sus respectivos cuartos. Cuando tenían la fortuna de coincidir en alguna de las comidas, actuaban como una familia cualquiera. Conversaban, se reían, compartían ese breve instante. Pero después volvían a sus madrigueras. Detrás de cada puerta había una historia. La dama que rezaba constantemente buscando consuelo y esperanza en las cuentas de su rosario, la bella adolescente que abría su hermosura al mundo como capullo de flor soñando con ser alguien diferente y luchando por ser ella misma, callada y taciturna, tímida o sonriente. El joven que se sentía en ocasiones demasiado viejo para emprender la aventura de la vida, cuyo corazón era tan noble como el que más, esperando que llegase el día venturoso en que su futuro cambiase, transformándose en aquello que más amaba. La visita, la amiga, aquella que había llegado sorpresivamente al castillo, casi sin aviso, cargada de sus maletas, escondiendo en cada una de ellas veinte kilos de lágrimas y desventuras, sueños, emociones escondidas y esperanzas. Cada uno de ellos jugaba en sus propios mundos a cambiar, a evolucionar para ser mejores cada vez, aunque eso costaba algo de trabajo sin lugar a dudas.

A través de las ventanas se colaba el ruido de la calle, del pueblo, de los vasallos. Gentes que caminaban por los senderos circunvecinos, saludándose unos a otros, cantando o silbando. Por allá se escuchaba de vez en vez el ladrido de un perro, el chirriar de unas llantas o la voz desafinada de algún borracho que intentaba ahogar el día en un vaso de cerveza. Algunas noches la luna alumbraba el castillo que se erguía imponente. Los paseantes volteaban a verlo preguntándose qué secretos encerraban sus paredes, qué callaban sus habitantes. Nunca lo sabrían porque eran demasiado miedosos para preguntar. 170


En el interior del recinto por la noche (y a veces durante el día) imperaba el silencio. Los muros eran tan gruesos que no se escuchaba lo que sucedía detrás de ellos ni pegando la oreja. Sus moradores podían llorar o reír y no se escucharía ruido alguno. El silencio era el rey del lugar. Y al siguiente día, si corrían con suerte, se verían de frente para saludarse o desearse buenas noches, cerrando tras de sí la puerta de su reino privado mientras continuaban rezando, soñando tímidamente, añorando a alguien del pasado o luchando por ser ellos mismos. La gata, única moradora que siempre paseaba por todo el lugar, también soñaba con ser una gran cazadora esa y todas las noches.

Roxana Rosado- México

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TERESA MIMI GEREZ NOMBRAR

Por una extraña razón todos o casi todos los objetos nombrados en sus poemas o cuentos sufrían algún incidente. Por ejemplo, si decía en un poema "las agujas del reloj de la cocina", era de esperar que, al poco tiempo, ese reloj de vidrio-plástico (invicto en trece mudanzas por numerosas ciudades, durante dieciséis años) se hiciera trizas inexplicablemente... Ese y no otro. Por eso cuidaba sus palabras. Porque al nombrar los objetos, estos cobraban vida propia...pero para autodestruirse.

Teresa Mimi Gerez- Buenos Aires- Argentina

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RITA BEDIA LIZCANO ENIGMA

Lo recuerdo como si fuera ayer. Tenía cinco años, mi padre cumplía dos meses de muerto. Vivíamos en la casa de mi abuelita. Mi madre y mis hermanos dormíamos en una habitación pequeña, con dos camas y un ropero. Al fondo de la recámara se encontraba una puerta de madera, algo vieja que conducía al cuarto de triques de mi abuelo: bicicletas oxidadas, fierros, muebles y trastos viejos. Cada noche de aquella puerta carcomida salía una niña que tenía aproximadamente la edad de una de mis hermanas. La niña abría el ropero, pero nunca vi que sacara algo de éste. Caminaba a la puerta y desaparecía, pero luego regresaba con una mujer joven. En muchas ocasiones vi como hablaban entre ellas, nunca escuché lo que decían: se regresaban por donde llegaron. Yo me cubría hasta la cabeza. 173


No obstante, no dejaba de mirar. Después volvían con un hombre alto y moreno parecido a mi padre. La última noche que los vi, se repitió la historia. Sin embargo. La niña hizo algo distinto. No regresaron a la habitación de triques, sino que al sostener la puerta del ropero con una de sus manos giró su rostro hacia mí, levantó el brazo y me señaló. Grité. Solté la sábana con la que me cubría. No supe cómo, pero salí de la casa; al escucharme mi madre asustada, al igual mis abuelos se levantaron. Mamá me alcanzó. Al abrazarme decía cosas que no le entendía, estaba sordo y no podía hablar. Horas después pude contarle lo que había pasado, pero no me creyó. A los dos meses, mi hermanita más pequeña murió. Tuve miedo. Crecí pensando que venían por mí, mas eso nunca pasó.

Rita Bedia Lizcano. Estudiante. México.

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LORENA BRITO SER

En la plaza sólo escuchaba el canto de los pájaros en las copas ondulantes de los árboles. Su respiración agitada no le permitía recobrar la serenidad. En su mente, una y otra vez la misma imagen se precipitaba sin descanso. -¡Pero no es verdad! Será un sueño... ¿o no? ¡Si no conozco a esas personas! ¿Por qué tan atormentada el alma? ¿Qué hacer? Cualquiera diría que estoy demente-. Atravesó la plaza tratando de concentrarse en el sonido de las hojas al viento. Sudaba. Escuchó una voz que decía su nombre. Una voz suave; la de un niño, pero al mirar su entorno no encontró a nadie. -¿Es el viento que me hace esta jugada?- Siguió caminando hasta detenerse en un banco. La voz lo volvió a llamar. Esta vez más fuerte y claro. Su cuerpo se 175


estremeció al oír: - No intentes verme, sólo siente y déjate llevar... Ven. Te mostraré algo. No quiso ver. Cerró sus puños y se acurrucó, pero no pudo evitar escuchar: - ¡Ay, espíritu incrédulo! ¿Qué necesitas? ¿Sólo materia para palpar? ¿De otro modo no puedes ver las cosas? Piensa esto: si no los conoces y sin embargo el verlos te atormentó... ¿por qué no buscar la forma de ayudarlos? ¿Por qué apartarse y negar?... ¿Comodidad... Miedo? ¿Miedo a qué? ¡Si nadie te ha hecho daño! Luego de unos instantes abrió sus manos y las miró. El sudor se había ido y su cuerpo ya no temblaba. Intentó ver a su alrededor una vez más, sin éxito. -Alma terca... ¡Siente! Sólo tu corazón... no la razón. Con un suspiro profundo decidió seguir la llamada. Cruzó las calles aún vacías, dio vueltas sin saber adónde iba, hasta que se topó con ellos. Pero era tarde; había dudado demasiado tiempo y aunque sufría ya no podía hacer nada. Caminó unas cuadras, tambaleándose hasta desmayarse. Vio una luz brillante delante de sí y quiso alcanzarla. Un mundo diferente y maravilloso se descubrió. Lloró de emoción. Ellos estaban allí; alegres los veía jugar en una ronda con los ángeles. También quiso formar parte. -Aún no es hora- escuchó al mismo tiempo que despertaba del trance. Levantó la vista. Estaba en el hogar, en la cama. Tenía abrigo y afecto. Despertó sin dudas ni miedos. El día transcurrió ameno y sin percances. Mientras el sol se ocultaba, con la mirada perdida en el horizonte, tuvo otra visión. Ya no dudó. Esta vez llegó a tiempo.

Lorena Brito. Argentina. De “Reflejos”, ed. Muestrario. 2015.

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FRANCISCO JOSÉ FRANCO EL MENSAJERO

(Un mensaje nocturno) Había atravesado la noche hasta llegar al pie de la muralla. Su caballo escupía espumarajos blancos daba relinchos lastimeros que recordaban la oración de vísperas que horas atrás se podía intuir proveniente de algún convento cercano. Bordeó las paredes coronadas en almenas y atalayas hasta alcanzar la puerta norte –la principal– de la ciudad, en la que dos soldados vizcondales hacían guardia al amparo de una pequeña garita de piedra. Allí le dieron el alto. Se presentó como Veslig, el mensajero que viajaba desde más allá del río Dorado, portando un mensaje para el vizconde Orbán, remitido por el ban de Riprieschiu. La guardia le exigió mostrarlo y el mensajero expuso el pergamino enrollado en cilindro y sujetado por una cinta roja con el escudo del banato en el lacrado, por lo que uno de los guardianes se aprestó a acompañarlo hasta la plaza de la ciudad, en la que frente a la balconada de la alguacilería, se extendía la fachada principal del palacio del vizconde de Zaroslayi, Orbán II, de sobrenombre el Temerario. Veslig quedó a pie de la escalinata del palacio, un edificio a medio camino entre mansión y fortaleza, de paredes ocres oscuras, que la noche 177


cerrada aún hacía parecer más brunas y en las que los chorreones de las humedades, donde la hiedra y el moho extendían su particular recinto ajardinado, hacían ver siluetas macabras como dibujadas a trampantojo, tan sólo en colores siniestros. Su caballo fue llevado a las caballerizas vizcondales, situadas bajo un arco en una esquina de la fachada, por uno de los soldados que flanqueaban la puerta palaciega. Las escaleras eran de piedra extraída de los Cárpatos, con los bordes de los escalones marcados de ranuras por el paso de botas con espuelas, y sobre ellas se alzaba la puerta, un portalón de madera tachonado por un claveteado de bronce, ya de un color verduzco al efecto de las grandes humedades, dos columnas rectangulares, casi planas, rematadas en capiteles romboidales con el escudo del Vizcondado, flanqueaban la puerta, en cuyo dintel se percibían, a pesar del mucho desgaste, las esculturas enredadas de sierpes y dragones alados. Cada vez más cerrada la noche, y más impaciente la espera, comenzaron a caer levísimos copos de nieve, como si de pequeñas plumas de polluelos se tratara, y un viento de ulular lupino arremolinaba pensil la hojarasca que, hasta entonces, descansaba sobre el pavimento de la plaza porticada. Tras un tiempo, que se le hizo interminable, el soldado que lo acompañó desde la garita de la guardia bajó por las escaleras para indicarle que podía subir y pasar. A pesar de la deshora de la visita, el vizconde estaba muy interesado en conocer el contenido del mensaje. Al traspasar el umbral del portalón, una leve explanada de baldosas pardas, a modo de recibidor y distribuidor, dejaba ver un patio bordeado de dos escaleras que subían al piso superior. Al fondo del recibidor, dos soldados jugaban a los naipes sobre una mesa de madera carcomida, mientras delante de ellos un soldado, portando una alabarda, custodiaba el traspaso de la puerta. Fue éste el que le indicó que subiese por la escalera, ésta sí, de granito grisáceo, de la derecha, levantándose de mala gana uno de los jugadores para acompañarlo y custodiar su tránsito hasta el salón vizcondal, en un recorrido iluminado en algo más que penumbra por los hachones sostenidos en las paredes. Cruzó primero el umbral el custodio que, haciendo una reverencia, señaló a su señor la presencia del mensajero que venía de Riprieschiu, al que con un movimiento de mano ordenó entrar. Una vez dentro, Veslig avanzó hasta quedar a tres pasos del asiento del vizconde, al que hizo una reverencia, antes de extender la mano, a modo de ofrenda, con la misiva con el sello del banato. Orbán el Temerario ordenó a un criado que había a su izquierda que tomase el pergamino y se lo entregara. Así lo hizo. Orbán, 178


hombre robusto, de aspecto casi simiesco por las barbas que prácticamente le alcanzaban hasta los párpados, arrancó la cinta, tras examinar con minuciosidad el sello, y extendió la carta. Apenas inmutó su rostro hasta que terminó de leer la misiva, luego quedó hierático, frunciendo el entrecejo, era persona que apenas solía transmitir emociones, tan sólo dejó escapar, si bien sin alzar la voz: Estúpidas amenazas de valacos. Aunque, nada más soltar la locución, señaló a su guardia que detuviesen y desarmasen al mensajero y lo llevaran engrilletado a un calabozo de los sótanos de la alguacilería. No ofreció resistencia alguna. Al cruzar la puerta del palacete, escoltado por dos alabarderos, Veslig sintió un golpe de frío viento sobre el rostro, en tanto que los copos de nieve, cada vez de más tamaño, formaban torbellinos como tirabuzones de un lado al otro del rectangular pavimento, cuya escarcha crujía al pisar de los tres hombres. Un golpe de viento arrojó una hoja sobre el rostro de uno de los guardianes, momento que el cautivo aprovechó para lanzarse sorpresivamente sobre el otro y arrancarle la alabarda, que diestramente utilizó para ensartar al cegado y hacer frente al arrebatado que ya había sacado su espada del tahalí de cuero y hierro. Apenas con un golpe del hacha de la alabarda, desarmó del todo al guardián, al que insertó la punta de lanza sin piedad alguna. Estaba convencido de que su vida le iba en ello y, tomando también ambas espadas de los fenecidos, aun estando maniatado, huyó por uno de los callejones que se abría en uno de los arcados laterales. Sus pasos sobre la escarcha podían delatarlo, pero en la noche cerrada las calles estaban vacías y la ciudad cubierta de una negrura en la que era imperceptible el movimiento de cualquier ser vivo, cuya silueta apenas era una sombra, una sombra bajo un manto negro. (El crimen) Cuando el mayordomo del vizconde tocó a la puerta del aposento para despertarlo, no percibió sonido alguno del otro lado. Volvió a tocar con más fuerza y de modo más reiterado, aun a sabiendas de que el mal humor de El Temerario podía causarle más perjuicio que beneficio si insistía y simplemente su señor o ya estaba en pie y no le apetecía dar contestación o aún no consideraba el momento oportuno para levantarse de su cama. Seguía sin percatarse de que hubiera trasiego tras la puerta y quedó algo sorprendido, puesto que su señor, para bien o para mal, siempre contestaba. Al fin decidió llamar al capitán de la guardia, que hubo de abandonar una partida de dados dejando los táleros de plata sobre la mesa, para subir a la parte noble del palacio a ver cuál era la 179


indisposición de su señor. El capitán también golpeó con sus nudillos la puerta y nada, gritó: ¡Mi señor! ¡Mi señor!, y tampoco. Decididamente hay que entrar, se dirigió al mayordomo, ¿tenéis la llave? Sí, señor capitán, pero el vizconde, mi señor, siempre la acerroja por dentro, es su costumbre… y su desconfianza. Bien, si no queda otro remedio, y cruzó pasillo adelante hasta pararse en un escudo de armas en el que estaban entrecruzadas dos hachas, tomó una y volvió sobre sus pasos ante la puerta de la estancia vizcondal. Comenzó a dar golpes secos en derredor de la cerradura levantando astillas cada vez más grandes de la madera y dejando ver los tonos claros que estuvieron cubiertos por los barnices. Llegado al punto que consideró, golpeó con su pie la cerradura, abriéndose en un crujido seco la puerta. Los ojos dilatados de capitán y mayordomo expedían un resplandor de sorpresa. Sobre el tálamo yacía el vizconde Orbán, con su musculado a la vez que orondo cuerpo cubierto de sangre, y a su lado yacía igualmente ensangrentada la campesina rubia y de tez blanquísima sobre la que había ejercido aquella noche su ius primae noctis. Se acercó el capitán y con esmero se puso a analizar las heridas de su señor y se sorprendió al comprobar que las más graves provenían de profundos desgarrones en el cuello, sin duda no producidos por una daga o cualquier arma de filo limpio. La inmediata sospecha recayó sin duda sobre el campesino que había desposado a la muchacha, aunque dos fueron las cuestiones que se planteó el capitán: ¿si la puerta estaba acerrojada por el interior, cómo entró? y ¿por qué asesinó también a su joven esposa? Aunque esta última cuestión podía deberse a la propia ira al pensar que la muchacha quizá no se resistió o tomó en buen gusto la pérdida de su virginidad, expuesta también en la sábana. En todo caso, ¿cuál fue la fórmula para la entrada? De cualquier modo, habría que llamar al alguacil para iniciar el procedimiento. Recibió el alguacil al capitán en su despacho, oscuro y tétrico, con estantes en los que se amontonaban los legajos. Cuando el capitán hubo expuesto lo sucedido, el alguacil llamó a dos de sus oficiales para que acompañaran al pelotón de la guardia encargado de detener al campesino recién desposado y máximo sospechoso. Apenas a tres cuartos de legua lo encontraron, pugnando con su arado romano para romper la dura capa de la tierra, de pertinaz resistencia tras una nueva noche de escarcha. Incrédulo, no ofreció resistencia, y engrilletado fue conducido sin demora a la alguacilería. Allí le esperaban el alguacil, el oficial secretario y el verdugo en la sala de confesiones, que no era más que una lúgubre mazmorra que almacenaba los distintos aparatos de tortura. 180


(El procedimiento) Se inicia el procedimiento, según los protocolos de la ordenanza de procesos criminales del Vizcondado de Zaroslayi. He de preguntar al reo si conoce los cargos por los que se le acusa, indicó el alguacil. El campesino negó con la cabeza. Se os acusa del asesinato, el magnicidio, del señor vizconde en su estancia esta misma noche. ¿Y mi esposa? Vuestra esposa fue muerta con él. Confesad vuestra culpabilidad y sus detalles y todo habrá concluido: mañana moriréis ahorcado y no habrá que aplicar los protocolos para extraer la verdad. El campesino juraba ignorar todo el asunto, sumido en el llanto que le producía saber la muerte de su esposa. Aún estás a tiempo. ¡Confiesa!, demandó con insistencia y fiereza el alguacil. El campesino juró y perjuró su inocencia. Tomad nota de todo, señor secretario. Bien, señor verdugo, que comience el procedimiento según las ordenanzas. El verdugo tomó al preso como un fardo y lo extendió sobre el potro poniéndole grilletes en brazos y piernas. Sin mediar palabra alguna, comenzó a hacer girar la rueda que estiraba más y más las extremidades hasta que sintió el primer crujido de las articulaciones y, entre los gritos del interrogado, en ese instante paró. Cumplimentado este primer protocolo, es momento de volver a preguntarle: ¿Asesinó al señor vizconde? Ante la respuesta negativa del engrilletado. Anunció el alguacil: Verdugo, proceda al segundo protocolo establecido. El verdugo giró de nuevo la rueda hasta escuchar el siguiente chasquido de las articulaciones, más difícil de percibir que el anterior, habida cuenta que los gritos del reo eran ya chillidos desesperanzados. El alguacil reiteró la pregunta y el interrogado emitió la misma respuesta. Procédase al tercer protocolo. Y se procedió hasta que un tercer chasquido dejó inconsciente al apresado. Entonces el verdugo vertió con violencia un cubo de agua sobre el acusado, quien abrió los ojos pero no pudo balbucir sonido inteligible alguno. Entonces el verdugo vertió aún con más violencia otro cubo y el reo respondió: ¡Quiero confesar!, ¡quiero confesar! Y, acto seguido, confesó ser el autor. Entonces el alguacil le señaló al verdugo que aflojara y suspendió el interrogatorio por un par de horas. A la vuelta, antes de proseguir los protocolos, el alguacil demandó al acusado por el arma utilizada para cometer el vil asesinato. ¡Una hoz!, ¡una hoz!, gritó desesperado el campesino. El alguacil le observó que el arma no coincidía con los desgarros del cuello del señor (evidentemente la muerte de la campesina no interesaba para nada a las autoridades). El reo estupefacto, sangrando por muñecas y pies, sufriendo ya en sus carnes el 181


dolor futuro por infligir, intentaba enunciar una frase que no terminaba de articular. A un gesto de mano del alguacil, el verdugo introdujo el canuto de un embudo por la boca del reo, después comenzó a vaciar un cubo tras otro de agua, hasta que el acusado estuvo al borde de la muerte, entonces el alguacil reiteró su pregunta, el campesino con las cuencas de los ojos a punto de estallar siguió sin articular palabra, aunque se denotaba su intento. Prosigamos, ordenó el alguacil, y el verdugo dejó un cilindro de hierro sobre unas ascuas que reavivaba con un fuelle, cuando el hierro se mostró candente, arrancó los pantalones del reo bruscamente, sin tiento, con la evidencia de tratar de causar el mayor mal posible en la operación, después tomó un paño mojado que enrolló en su mano a forma de guante y agarró el cilindro de entre las ascuas y con parsimonia lo introdujo por el recto del reo, que ahora gritaba con un desgañitar tal que sobrecogía los muros de toda la alguacilería. El verdugo mantuvo el cilindro dentro del cuerpo del acusado hasta que perdió el conocimiento, entonces volvió a la ceremonia de los cubos de agua y, cuando se vio la más leve reacción del preso, el alguacil señaló la interrupción del procedimiento por una hora, añadiendo que para que reflexionase el reo. A la vuelta, y antes de que nadie le preguntara nada, el preso comenzó a gritar: ¡Con una cizalla! ¡Con una cizalla abierta de podar! Una cizalla algo mellada y morroñosa por el uso, sí, una cizalla. El alguacil con voz leve pero firme, complacido por la actitud del acusado, dijo, como para sí: Bien, bien. Vamos por buen camino, aunque aún queda la última respuesta. Al oírlo el campesino quedó sobrecogido y a la vez expectante. Entonces el alguacil le demandó casi con ternura: ¿Cómo entraste en la estancia del señor vizconde permaneciendo ésta cerrada por dentro? El reo tragó saliva y, dilatando sus ojos, intentó elaborar una respuesta que no terminaba de salir de su boca. Y tras un que prosigan los protocolos, el verdugo rodeó los testículos del reo con alambre de espino que, estirado por ambas puntas, comenzó a clavarse y apretarse más y más sobre el escroto hasta dejar en un hilo la juntura de los testículos con el cuerpo, mientras el acusado ya, en vez de gritar, gemía y lloraba desconsolado, era como si de su garganta fuese incapaz de salir articulado sonido alguno. Después el verdugo, agarrando con fuerza los testículos, comenzó a tirar de ellos sin cesar y todo lo bruscamente que podía hasta arrancarlos del resto del cuerpo. En ese momento, el alguacil preguntó al acusado: ¿Sabes cuál es el último protocolo? Y sin dar tiempo a una respuesta, él mismo se contestó: El Águila de Sangre. No conozco a ningún reo que lo haya superado. Es una tradición ancestral traída por los varegos al Danubio. Se 182


arrodilla al acusado atrapándolo en un cepo, después en la espalda con un hacha se abren a izquierda y derecha las costillas, se sacan los pulmones sin que dejen de respirar y se montan sobre los hombros, la silueta es la de un águila con las alas encogidas, si el reo aguanta con vida medio día, los pulmones volverán a su sitio y se le vendará apretadamente el tórax. De todos modos, en este caso, hay confesión de culpabilidad y, cómo la verdad completa quedará en el aire, aunque sobrevivieses morirás empalado a la otomana. Si se obtiene toda la verdad, tan sólo serás ahorcado. El alguacil concedió otra demora de una hora para reflexión del encausado. El alguacil volvió acompañado del capitán, quien al ver el estado del prisionero no puedo menos que señalar: Y si muere, probablemente era inocente. Probablemente, respondió el alguacil, probablemente, pero el procedimiento no busca culpables ni inocentes sino la verdad, y para alcanzar la verdad está el procedimiento y sus protocolos. Acercó su rostro el alguacil al reo y le dijo con suavidad: ¿Tienes ya la respuesta? Sí, sí, prorrumpió con desesperación el preso, todo estaba planeado, mi esposa y yo lo planeamos, ella me abrió el cerrojo, que volvió a cerrar, para matar al vizconde, luego no pude evitarlo, ¡la honra!¡la honra!, me decía, y también la maté a ella, después me escondí bajo la cama y en el torbellino de la sorpresa, nadie registró, y en el revuelo de la guardia salí del palacio por el acceso a las caballerizas, luego fui a trabajar como siempre para no levantar sospecha. Lo juro, así fue, ¡así fue! Ved, capitán: he aquí la verdad, toda la verdad, añadió el alguacil. Al día siguiente, el culpable fue ahorcado en la plaza de la villa mutilado de la mano asesina y, muerto, fue desmembrado y esparcidos sus restos por la campiña como sustento de alimañas, su cabeza fue expuesta en una pica en la columna de la justicia que centraba la plaza. En las noches siguientes, prosiguieron las muertes. Todo el vizcondado achacaba aquello al esparcimiento de la carne del reo, sin duda las peores alimañas del bosque se habían alimentado con ella y ahora el sabor a hombre les abría el apetito, aunque era su sangre sin duda el manjar más codiciado. (El prisionero de la cripta) Al despertar, a Veslig le picaban los ojos como si fuesen víctimas de un terrible sarpullido. No sabía dónde estaba, ni lo que había ocurrido tras su escapada la noche anterior. Sólo los maitines de los monjes, cercanos, cercanos, cercanos, le servían para intuir en algo su ubicación. Estaba tumbado sobre un frío mármol y sus ojos, empequeñecidos, 183


podían vislumbrar sobre sí el techo de una cripta. Apenas podía levantarse, sus articulaciones parecían no responder las órdenes del cerebro que, inquieto, no cejaba en dar vueltas a la comprensión de su estado y de cómo había llegado a él. Cuando al fin logró ponerse en pie, vio que la cripta era alta, aunque menos de lo que aparentara desde el suelo y, observando los laterales, reconoció las tumbas, los panteones, sin duda de noble familia, que allí estaban adosados. La única luz que rompía la oscuridad plena era la de una vidriera ojival, cuyos cristales dibujaban la figura de un ángel, sita en la parte más alta de lo que debiera ser la entrada principal y, aun así, le resultaba del todo molesta. Bajo la vidriera, una portezuela de metal, probablemente bronce, cerraba herméticamente el recinto. Veslig observó su vestimenta y sus pertrechos, sus muñecas no estaban sujetas por grilletes y mantenía al cinto las dos espadas, pero el pecho de su sayón, que cubría la cota de mallas, estaba totalmente ensangrentado. No recordaba nada y no apreció, en su momento, que la sangre de los insertados por la alabarda hubiera salpicado hasta tal punto. Tocó su rostro ovalado y fuerte, palpó su barba pelirroja y ondulada, no muy larga, y le pareció sentir el tacto como de un algo pastoso y reseco. Quizá también sean salpicaduras de sangre, se dijo a sí mismo. Ahora la única misión que debía cumplir era escapar, pero ¿cómo atravesar aquella plancha de bronce? y, por otro lado, si la levedad de la poca luz, a la que rápidamente se habían adaptado sus ojos, le causaba ese extraño escozor, ¿qué sucedería con la plena luz del día? Decidido a salir cómo fuese, dejó esta incógnita para que se resolviera en el momento oportuno. ¿Cuál es la salida?, se urgía. Y la única salida, que percibía como posible, estaba justamente en el origen del mal de sus ojos, en la vidriera ojival. ¿Cómo llegar? Daba vueltas en el apretado espacio y no encontraba el modo, pues escalando por los túmulos laterales no podría alcanzar la ojiva centrada sobre la puerta, a una altura tal que, parte de ella, tomaba ya la curvatura de la bóveda. Y ¿cómo entré?, ¿me trajeron?, ¿yo mismo busqué aquí asilo?, eran preguntas de las que buscaba respuestas, cómo la clave para su libertad, mas aún seguía sin poder recordar nada. Bien, pude cometer algún crimen y me han encerrado aquí por ello, probablemente porque era el lugar más a mano en ese momento para hacerlo, pero ¿por qué estoy armado y sin grilletes entonces? Es muy extraño. Extrañeza que le llevaba a pensar que era él quien había encontrado el resguardo, el refugio allí mismo. De ello le surgían dos preguntas: ¿cómo entré?, la obvia, y ¿de qué debía protegerme?, la premisa y quizá la clave. Si los cristales de la vidriera del ángel no están rotos, tan sólo pude entrar por la puerta, pero ¿cómo? A una puerta sólo 184


se accede con una llave. Entonces palpó por todos los rincones de sus ropajes, por los bolsillos evidentes y por los ocultos, y ningún tacto frío y metálico le otorgó la respuesta. Lanzó una de las espadas contra la vidriera, cuyos cristales estallaron en añicos. Entonces la claridad se multiplicó, aun siendo muy leve por ser un día totalmente nublado, e irrumpiendo como una linterna dentro de la cripta, Veslig hubo de cubrirse con ambas manos sus ojos gatunos, ante la insoportable luz que los abrasaba. Fue entonces cuando ya recordó todo. (El legajo) Pasados los años el sobrino nieto de Orbán el Temerario, Sándor VI el Sabio, halló, entre los legajos que conformaban parte de la biblioteca vizcondal, uno con el sello del banato de Riprieschiu: «Cuando te llegue este mensaje, Orbán, yo ya no estaré entre los hombres vivos. La noche en estos páramos es terrible. Pero esta noche, también lo será para ti. El mensajero porta con este pergamino tu perdición. Sí, él es de las criaturas de la noche, de las que se sustentan de la sangre de los que viven por Gloria de Dios. Mi banato está lleno de ellos y las noches, como te he dicho, son terribles, como ahora lo serán en tu vizcondado. Él y yo vamos a hacer justicia y con ella quedarán saldadas las cuentas de la pasada guerra: la sangre de mi padre por tu sangre. Vladimiru II Veslig el Dragón, Ban de Riprieschiu, en el Principado de Transilvania.»

F. Javier Franco Andalucía Oriental (España)

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MARIO SARLI DE FUTURAS CARICIAS

Muy poco de ella era visible, solo sus manos se distinguían entre los asientos de tren que tienen precisión en sus formatos. Alineados, prolijos y gozan de una estética simple, que apenas dejaba ver, por encima del cabezal, el cabello rubio de una mujer que se insinuaba espontáneo y libre. Mi lectura atenta, a poco de finalizar la novela, colaboró para que no levantara la vista. Estaba tan absorto a la historia, que ni siquiera aprecié el momento en que se sentó y ocultó su existencia. El ritmo acelerado del tren, en compases de ruedas fusionadas con los rieles, apuraban la lectura. Llegó el final y quedé sonriendo, con agrado - se merecían ese abrazo, me dije y entrecerrando los ojos e imaginando el momento, agregué escenas que el autor no escribió. Evoqué más abrazos, besos y ternura, sospechando que luego de cenar, harían el amor. No sé porque silenció estos detalles, me pregunté, mientras reía de las ocurrencias, en tanto guardaba el libro en la mochila sobre el portaequipaje, estirando el cuerpo para alcanzarla. Este movimiento permitió, antes de volver a sentarme, distinguir las manos de la rubia en el asiento de adelante, que con suavidad pincelaba sus uñas. Rojo intenso, como el penetrante olor a disolvente que se expandía, en este rutinario viaje en tren después del trabajo donde unas manos se preparaban para lucir más hermosas. Atrapado en la intriga, conmovido por la efímera belleza que mostraron los dedos deslizando el pincel, el cuadro logró mostrar otros detalles. Para 186


ello incliné suavemente el cuerpo con el fin de ampliar la visión, que seguía siendo escasa. Para ver aún mejor, debí sortear el respaldar alineado y estético, que actuaba como muro separador, así que disimulando el convocante interés, extendí el cuello y en la separación de los asientos, distinguí anillos y pulseras, sobre una piel blanca como espumas tenues, cuyas uñas esculpidas, algunas de ellas sin pintura, sobresalían. Eran manos laboriosas, armónicas, y a la vez delicadas, que acariciarían los objetos en vez de tocarlos. Sus movimientos expertos, regalaban ritmos pausados, equilibrados y cuidados. Manos jóvenes que no podían dejar de estar enlazadas en amores y se preparaban para mayores caricias. Aprecié el secado de uñas entre soplidos metódicos, mostrando el perfil de un rostro austero, donde se distinguían los labios unidos, a corta distancia que exhalaban el aire acumulado en mejillas infladas. Luego, como compas musical llegaban los movimientos agiles de dedos que anticipaban el final de la obra. Era una sintética y breve escena de arte, donde solo actuaban las manos de un cuerpo escondido y un perfil estacionado tras los cabellos sueltos, que por encima del asiento, sobresalía abundante. Nada más de ella. Solo esas manos se expusieron a mi atrevida mirada, que inconclusa y ligeramente doblegada por la imposibilidad de una mayor visión, quedó sin pestañeo. La vetusta estación del destino final, esperaba impiadosa, el tren disminuía velocidad y el vagón ofrecía un pasillo con dos salidas de descenso. Cuando elevé el cuerpo hacia la mochila, planeé recorrer el camino hacia adelante, para ver todo lo que faltaba para completar el cuadro. Pero ronca, áspera y antipática, se alzó la voz del guarda ordenando a los viajeros que llegábamos a destino, que por única vez, la salida sería por la puerta trasera. Dejé pasar a otros pasajeros antes de encaminarme tras sus pasos y dirigí la última mirada a esas manos que ya en reposo y extendidas, quedaron expuestas, como si pretendieran tras su aporte a las productivas fantasías, ser dignamente despedidas.

Mario Sarli- Buenos Aires- Argentina

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