Dios llama a cada persona diferentemente AMBIENTACIÓN: El tema litúrgico de hoy es la llamada de Dios a aquéllos que habrían de ser los discípulos, trabajadores de su Reino. La vida cristiana consiste en seguir a Jesucristo que nos invita con urgencia a continuar y completar su vida en nosotros (Col 1, 24; Gal 2, 20). Esa palabra es de ayer y de hoy. Nuestro seguimiento del Señor se encuentra muchas comprometido en nuestro corazón por las mismas condiciones. Detrás de ellas se esconde el temor a comprometer nuestro futuro en lo que juzgamos una aventura, así venga ella de Dios. La búsqueda de nuestras seguridades, los apegos y temores nos impiden un ejercicio consciente de nuestra vida cristiana. No nos pide el Señor salir de nuestro mundo ni abandonar nuestros compromisos. Nos pide vivir conscientes de que nuestro compromiso radical es con él.
1. ORACIÓN: Invocación al Espíritu Santo Espíritu Santo, Señor y dador de Vida, ilumina nuestro entendimiento y mueve nuestra voluntad, para que podamos estar bien dispuestos a acercarnos y escuchar la Palabra de Vida por la cual nos llamas a trabajar en tu Plan de Salvación y nos capacitas para responder a tu llamado y para llevar a cabo la misión encomendada. Amén.
2. LECTURA: ¿QUÉ DICE el texto?
1Re. 19,16b,19-21: «Elíseo se levantó y marchó tras Elias» En el primer libro de los Reyes Dios llama a Eliseo por la palabra de Elías. La vocación de Elíseo es una buena introducción para entrar en la comprensión del evangelio de hoy. En efecto, san Lucas parece que ha querido tener como telón de fondo para explicar la relación entre Cristo y los discípulos, la relación entre Elías y Elíseo. El Espíritu de Elías se transmite a Elíseo; Elíseo recoge la herencia de Elías cuando lo ve subiendo al cielo. La vocación de Elíseo se presenta como un seguimiento incondicional de Elías. Continuando los primeros discípulos, toda la Iglesia puede ser definida como la gran «seguidora» de Jesús y su «ayudante».
La llamada, en el episodio de Eliseo no es tan radical: Elíseo, como hombre escogido, pide permiso para ir a despedirse de sus padres. Aunque la respuesta es concesiva (pues a Eliseo se le permite decir adiós a sus padres), esto no minimiza la seriedad de la llamada.. Sin embargo, la llamada del Evangelio (en la tercera lectura), es más radical: está dirigida por el Hijo de Dios en persona. El Señor encomienda a Elías ungir Reyes y nombrar un sucesor en su oficio. Elías pone encima un manto a Elíseo, como signo de investidura e iniciación en el profetismo. Era el signo distintivo del profeta (Zc. 13, 4) y se creía que al estar en íntimo contacto con el cuerpo, poseía la virtud de transmitir el poder profético. Ofrecer la yunta de bueyes como sacrificio, es un gesto de rompimiento con la vida anterior; la comida significa el rito de incorporación al ministerio de Elías.
Salmo 16(15): «El Señor es mi lote y mi heredad» Con las palabras de este salmo ora la persona que sigue al Señor como bien absoluto. Puede ser la plegaria de Elíseo, de la Iglesia. El Nuevo Testamento ha visto la misma plegaria de Cristo resucitado, entregado totalmente a la gloria del Padre y sentado a su derecha. Multitud de personas consagradas al Señor ha recitado este salmo en la liturgia de la Iglesia, como expresión de su propósito.
Gal. 4, 31b - 5, 1. 13-18:«Su vocación es la libertad» San Pablo, en la carta a los Gálatas, nos recuerda que hemos sido llamados por Dios a ser libres y nos explica qué es la verdadera libertad. Ser libres no es hacer el mal siempre que queremos, o seguir nuestro capricho, o nuestra carne o egoísmo. Ser libres es ponernos al servicio los unos de los otros, por amor. Las afirmaciones de san Pablo en esta carta forman un crescendo de gran intensidad. La libertad cristiana es como el tema continuo, que en el texto que leemos hoy llega a una explosión y explicación: la libertad cristiana no es una conquista, sino un don, y no se ejercita según los criterios humanos, sino según el Espíritu. No está lejos la afirmación de Jesús en el evangelio «La verdad Los hará libres». El tema de la libertad de los cristianos es uno de los preferidos por el Apóstol San Pablo. Es la libertad conquistada por Cristo, expresada y desarrollada en el amor. Esta libertad, la que viene del Espíritu, es la que libera de la esclavitud de la carne y del egoísmo. De aquí que haya que caminar por donde quiere el Espíritu, rechazando los deseos de la carne. En la enseñanza paulina, El Espíritu libera, la carne esclaviza. La oposición paulina entre «carne» y «espíritu», no es desprecio de la carne; es insistir en la exigencia para el cristiano de llevar a la perfección el don de Dios, dejándose transformar por la
acción del Espíritu.
Lc. 9, 51-62: «Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén...Te seguiré adonde vayas» EVANGELIO DE JESUCRSTO SEGÚN SAN LUCAS R/. Gloria a Ti, Señor. 51
Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. 52 Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento;53 pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. 54 Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos? 55 Pero Jesús se volvió y los reprendió. 56 Luego se fueron a otra aldea. 57 Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús: -Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas. 58 Jesús le contestó: -Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. 59 Jesús le dijo a otro: -Sígueme. Pero él respondió: -Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. 60 Jesús le contestó: -Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el reino de Dios. 61 Otro le dijo: -Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de los de mi casa. 62 Jesús le contestó: -El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios. Palabra de Dios R/. Gloria a Ti, Señor Jesús RE-LEAMOS la Palabra para interiorizarla: A- Ubicación en el Ciclo C Si consideramos pedagógico marcar unas etapas dentro del ritmo de la lectura continua del evangelio de Lucas en el ciclo C del Año Litúrgico, y, en consecuencia, dentro de la predicación homilética, está claro que este domingo pertenece a la segunda
parte de ese proceso: «Seguir a Jesús por el camino a Jerusalén» (Domingos 13º a 31º). Este seguimiento es por etapas: este texto pertenece ala primera de estas etapas (que comprende los Domingos 13º a 20º). El primer momento (Domingos 13º a 15º) de esta primera etapa del «camino a Jerusalén» nos presenta a la Iglesia «caminando con Jesús»y se inicia precisamente con este Domingo. Jerusalén.
Este texto señala un momento central en la narración de Lucas: comienza el camino hacia Jerusalén. Se tiene que ver íntimamente relacionado con el evangelio del domingo pasado, cuando Jesús invita a los discípulos al seguimiento por el camino de la cruz. La forma cómo Jesús toma la decisión de ir a Jerusalén -«con valor»- contrasta con la forma cómo querrían seguirlo algunos.
B- Contexto: En Lc 9, 51 Jesús se empeña en ir a Jerusalén con sus discípulos. Viaje mesiánico que termina en la muerte y resurrección. Jesús lleva a sus discípulos por ese camino hasta ese final. Comprometerse con Jesús supone encarar decididamente, con Jesús, la vida hasta lo supremo: muerte y resurrección con él (Ro. 6, 3-4). La primera experiencia es el rechazo samaritano (Lc 9, 52-55): es lo que espera a los seguidores de Jesús. Enseña a juzgar esas situaciones no con violencia sino con otra visión. Vienen muy bien en ese contexto las vocaciones que Mateo ubica en otro contexto: el del viaje apostólico (Mt 8, 1922). Comprometidos con él, Jesús envía a sus discípulos a una misión: hacer lo mismo que él hace: anunciar el Evangelio y hacer señales de salvación. Regreso feliz de la misión (Lc 10, 1-20) y el Evangelio continúa... La perícopa evangélica de este Domingo es un texto típico de «la sección de los viajes de Jesús», que se destaca en Lucas (Lc. 9, 51 - 19, 28), con un motivo literario y catequético. El telón de fondo es la enemistad y odio entre judíos y samaritanos, que da pie a las condiciones necesarias para el discípulo de Jesús: 1ra. condición: paciencia ante el fracaso (ante el fuego que quieren enviar para juzgar y destruir): vv.51-55.
2da. condición: vida en común con el maestro, en la disponibilidad de la pobreza: v. 58 3ra. condición: misión a la que debe subordinarse todo, aún los vínculos humanos: vv. 59-62
C- Estructura del relato vv. 51-55: Episodio con los Samaritanos vv. 56-58: El seguimiento exige desprendimiento y pobreza vv. 59-62: Jesús por encima de todo
D- Comentario: vv. 51-55: Es la 1ª condición para ser discípulo de Jesús: paciencia ante el fracaso (ante el fuego que quieren enviar para juzgar y destruir). Jesús ha tomado "la decisión de ir a Jerusalén", dejando Galilea y atravesando Samaría (v. 51). De esta manera ha iniciado así su significativo viaje hacia su hora final. Esa "subida a Jerusalén", o sea, hacia los acontecimientos pascuales, es el comienzo de la llegada la hora "de ser llevado al cielo", la hora de la verdad.Él es quien nos da el mejor ejemplo de fidelidad a la vocación, superior a la de Eliseo y la de los apóstoles. De paso, en su camino a Jerusalén, según el evangelista Lucas, Jesús va a ir adoctrinando a sus discípulos sobre cómo tiene que ser su seguimiento.En esta travesía, el primer episodio que les sucede es que en una aldea de Samaría no los reciben (vv. 5253): los samaritanos no pueden ver a los judíos, sobre todo si van de camino al Templo de Jerusalén. Ante el rechazo de los samaritanos, porque Jesús está atravesando su territorio, los apóstoles Santiago y Juan reaccionan drásticamente: “¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo, y que acabe con ellos?” (v. 54).Jesús tiene que corregirlos por su exagerado celo, por su reacción agresiva, violenta, un poco "fundamentalista": “Pero Jesús se volvió y los reprendió”(v. 55) Desde luego, son lentos los apóstoles en captar el pensamiento de Jesús. Acaba de anunciarles su pasión y su decisión de dirigirse a Jerusalén, a consumar su entrega por todos, ¡y ellos hablan de exterminar a un pueblo que no les ha querido recibir! ¿Cómo reaccionamos nosotros cuando algo nos sale mal, cuando alguien no nos hace caso o nos lleva la contra o nos rechaza? ¿Somos tan violentos como los "hijos del trueno", Santiago y Juan, que nada menos que quieren que baje un rayo del cielo y fulmine a los que no les han querido dar hospedaje? ¿Es la violencia nuestra respuesta al mal? En el caso de Samaría se unieron las motivaciones étnicas y las religiosas para la enemistad
con los judíos: ¿Nos dejamos llevar también nosotros por razones similares para desear rayos y fuego a alguien? Jesús es mucho más tolerante. No quiere -según la parábola que él mismo les contóarrancar ya la cizaña porque se haya atrevido a mezclarse con el trigo. El juicio lo deja para más tarde. No quiere, y tiene que corregir más tarde a Pedro, que se resuelvan las tensiones sacando la espada y cortando la oreja de uno de los que le vienen a prender. De momento, en el caso del pueblo samaritano, "se marcharon a otra aldea". Como hacía Pablo cuando le rechazaban en la sinagoga y se iba a los paganos, o cuando le perseguían y le hacían la vida imposible en una ciudad y se marchaba a otra. ¿Cuándo aprenderemos el estilo de Jesús, que " no ha venido a condenar, sino a salvar"?
vv. 56-58:Es la 2ª condición para ser discípulo de Jesús: vida en común con el maestro, en la disponibilidad de la pobreza. Un espontáneo: atraído por la persona y la palabra de Jesús, se ofrecea seguirlo sin condiciones (v. 57). Quizás no sabe lo que entraña su petición. Jesús no le oculta la exigencia de su seguimiento (v. 58). La respuesta de Jesús es parabólica pero puede tener alusiones históricas. Jesús llamará «zorro», un poco más adelante (Lc 13, 32), a Herodes Antipas, rey de Galilea. Había edificado a Séforis, con esplendor, para habitar allí, en el corazón de Galilea. Tenía su palacio real. Los rabinos la llamaban «Sippori» (en hebreo sippor significa «pájaro»).Es como si dijera: los zorros (Herodes) tienen madrigueras (palacios), las aves (los habitantes de Séforis) tienen nidos... en cambio yo no tengo nada de eso que ofrecer. Pero hay algo más antropológico: las seguridades que se teme abandonar en la vida. Desde el trauma del nacimiento (el niño en el seno materno tiene, al nacer, su primera experiencia de abandono de la seguridad: deja el seno tibio y seguro de la madre para encontrar el mundo adverso para la vida, y siente esa experiencia). Tantas otras experiencias: salir del hogar para afrontar la escuela... para afrontar el matrimonio... la vocación religiosa. El seguimiento de Cristo pide abandonar las seguridades meramente humanas (la madriguera, los nidos) para afrontar en la desnudez total la dureza de la vida. Abandono de lo que da seguridad: poder, dinero, comodidades... Desarraigarse y liberarse para dar el salto de la fe: entrega a la persona de Jesús. Podemos negarnos. El evangelio nos trae un ejemplo: Mc 10, 22.
vv. 59-62:Es la 3ª condición para ser discípulo de Jesús: misión a la que debe subordinarse todo, aún los vínculos humanos.
=>Jesús llamaa otro (vv. 59-60), como en la primera hora (cfr. Mc 1, 16-20).
Esta vez Jesús pide otra renuncia: los vínculos sagrados de la familia, el papá. Representa el pasado. El mundo que debe quedar atrás ante la venida de Jesús. Pertenece a los «muertos», los que aún no han llegado a la vida que trae Jesús («Yo soy la vida»: Jn 14, 6). Los «muertos» se ocupan de ellos (cfr. Mt 16, 25-26). Lo mismo hicieron los hijos de Zebedeo (cfr. Mt 4, 21-22). Frente a Jesús, en la novedad del Evangelio, esos vínculos han pasado a segundo plano: el primer puesto lo ocupa Jesús (cfr. Mt 10, 37-38). Con todo, Las frases «duras» («Deja que los muertos entierren a sus muertos»…«El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios») no hay que entenderlas de modo literal, sino más bien por la capacidad de sugerencia que tienen: nos impactan y nos hacen reaccionar. Por eso, el empleo de imágenes sugerentes y expresiones cortantes y chocantes está orientado a provocar el desconcierto inicial y dar paso a la conciencia de cambio urgente. =>Otro espontáneo (vv. 61-62) Ofrece un seguimiento condicionado de Jesús: primero cumplir «los deberes sociales». No irse sin cumplir los requisitos de la cortesía: despedirse. La «casa» es todo el entorno amplio de un judío: familiares y relacionados. Evoca la vocación de Eliseo (cfr. 1 Re. 19, 19-21). El evangelio es más exigente que la ley antigua. Acá hay uno más grande que Elías: el que quiere ser «absolutamente primero»”. Seguir a Jesús es asumir un trabajo, duro y fatigante, como llevar un arado. La vocación de Eliseo fue en esa faena. Creer en Jesús es ponerse a trabajar en la misma obra de Jesús: el Reino. Entrar en él y ponerse a su servicio. Y trabajar en el Reino es asumir una misión en la acción, histórica y salvadora, de Dios que es el Reino. Quien no lo hace no es digno de él. Es excluido de él. Los compromisos sociales son secundarios. Primero Jesús y el Reino. Jesús nos invita a mirar siempre al frente, adelante. Atrás es el pasado, la nostalgia. Adelante están la esperanza, el Reino definitivo, la vida eterna. Lo que Jesús es y ofrece. Hay que saber renunciar, incluso, a los lazos de la familia si lo pide la misión evangelizadora, como hacen tantos cristianos cuando se sienten llamados a la vocación religiosa o ministerial, y tantos misioneros, también laicos, que deciden trabajar por Cristo dejando todo lo demás.Se trata de que sigamos a Cristo y no nos dejemos distraer ni por los bienes materiales ni por la familia ni por los muertos. Siguiendo el ejemplo del mismo Jesús, que siguió su camino hasta la cruz con seriedad y sin dejarse distraer por nada en el camino. La fe y su testimonio son valores absolutos para Jesús. Todo lo demás es relativo. No se puede servir a dos señores.
3. MEDITACIÓN: ¿Qué NOS DICE el texto? Los seguimientos Hoy hay adeptos y «aficionados» a todo...; «seguidores», pocos. En el cristianismo no caben los adeptos; sí los discípulos. A éstos se les llamó «cristianos» en Antioquía (Act. 11,26). La vida misma de Cristo es el centro de nuestra fe. Aquí no son 'partidarios', más bien 'seguidores'. ("Para mí, vivir es Cristo"). En la fe, para ser “seguidor” es necesario de tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús.¡Ser cristiano es ser discípulo! Hay tantos líderes en el mundo de hoy que invitan a seguirlos. Políticos, gobernantes, hombres y mujeres del espectáculo, de la música, del arte, del deporte, incluso líderes de ideologías controvertidas. También los hay que llaman a acciones fuertes y comprometidas en bien de la humanidad sin paz ni amor. Es posible que su convocación sea para muchos, para nosotros incluso, más fuerte que la del mismo Señor Jesús. Pero el llamamiento de Jesús es realidad hoy en la vida del hombre. Se deja oír de tantos modos, siempre el mismo: radicalidad y entrega total a aquel que lejos de engañarnos y fallarnos nos abre las puertas para un compromiso que nunca se desgasta y se hace finalmente eterno. Allí está el sentido de todas las llamadas: Bautismo, consagración en el sacerdocio, en la vida religiosa, en el Matrimonio, en el compromiso laical...
Ejemplo de Elías La vocación de Elíseo es una buena introducción para entrar en la comprensión del evangelio de hoy. En efecto, san Lucas parece que ha querido tener como telón de fondo para explicar la relación entre Cristo y los discípulos, la relación entre Elías y Elíseo.El Espíritu de Elías se transmite a Elíseo; Elíseo recoge la herencia de Elías cuando lo ve subiendo al cielo. La vocación de Elíseo se presenta como un seguimiento incondicional de Elías. Continuando los primeros discípulos, toda la Iglesia puede ser definida como la gran «seguidora» de Jesús y su «ayudante».
Somos seguidores de DIOS. - En todas las religiones se han dado los seguidores de los maestros, como los verdaderos discípulos. En la Escritura: Elíseo recibe las enseñanzas de Elias (1a. Lect.); el profeta Isaías tiene sus discípulos; Profetas y Sabios tienen sus seguidores. - Los acontecimientos del pueblo se perciben como lugar de encuentro con Dios; por eso cada uno responderá a esa voluntad de Dios a través de la Historia personal y colectiva. De esta forma expresa cada uno su fidelidad a la alianza, al Pacto de unión de Dios con su pueblo.
- Surgirán guías del pueblo para ayudarle en esa respuesta de fidelidad personal, pero llegará el tiempo en que el mismo Dios infundirá sus enseñanzas y todos serán "discípulos de Dios", (Is. 54,13). El creyente deberá estar a la escucha de Dios para responderle en cada momento.
Somos seguidores de JESUS Jesús hace un llamamiento universal: a todos. De entre ellos, escoge a los Doce. Luego llama y envía a los setenta y dos, como seguidores que comparten la vida (convivencia) y se dejan modelar por la enseñanza y asumen algún cargo confiado por el Maestro. - Pero hay diferencias entre el magisterio de Jesús y el de los doctores de la Ley: no “comenta” la ley, sino que quiere restituirle su sentido originario: no es un inventario de normas, sino un camino de vida; ayuda a leer los acontecimientos como intervenciones de Dios; se resume en el encuentro con el hermano por el amor, más que en prácticas simplemente externas de “observancia” legal. - La invitación constante de Jesús es a hacerse discípulos del Señor, Dios vivo, mediante su seguimiento, no de carácter doctrinal, sino personal. -El discipulado es como adhesión a la Persona de Cristo, para siempre, acompañándolo, conformando la vida a la suya, llevando su cruz, compartiendo sus destinos. El seguimiento de Cristo pide abandonar las seguridades meramente humanas (la madriguera, los nidos) para afrontar en la desnudez total la dureza de la vida. Abandono de lo que da seguridad: poder, dinero, comodidades... Desarraigarse y liberarse para dar el salto de la fe: entrega a la persona de Jesús. Podemos negarnos. El evangelio nos trae un ejemplo: Mc 10, 22. Jesús pide otra renuncia: los vínculos sagrados de la familia, el papá. Representa el pasado. El mundo que debe quedar atrás ante la venida de Jesús. Pertenece a los «muertos», los que aún no han llegado a la vida que trae Jesús («Yo soy la vida»: Jn 14, 6). Los «muertos» se ocupan de ellos (Mt. 16, 25-26). Lo mismo hicieron los hijos de Zebedeo (Mt. 4, 21-22). Frente a Jesús, en la novedad del Evangelio, esos vínculos han pasado a segundo plano: ¡el primer puesto lo ocupa Jesús!(Mt. 10, 3738). Trabajar en el Reino es asumir una misión en la acción, histórica y salvadora, de Dios: ¡Eso es el Reino!. Quien no lo hace no es digno de él. Es excluido de él. Los compromisos sociales son secundarios. ¡Primero Jesús y el Reino!
Jesús nos invita a mirar siempre al frente, adelante. Atrás es el pasado, la nostalgia. Adelante están la esperanza, el Reino definitivo, la vida eterna. Lo que Jesús es y ofrece.
Seguidores de Jesús en LA IGLESIA - Formamos un discipulado, integrados por su Pascua en el Pueblo Nuevo. El está presente en la existencia diaria, en nuestras vidas, dentro de la Comunión Eclesial. - Completamos su misión, siendo obreros y obreras del Evangelio en el cumplimiento delos designios del Padre. - Cumpliremos su mandato de «hacer discípulos» dentro de la vida eclesial, a través del mundo, de njuestro propio ambiente. No se trata de hacer adeptos, por determinados intereses; se trata de proponer la fe, ayudando a las personas y los pueblos, en su búsqueda de Cristo como meta, en medio de sus oscuridades. ¿Qué pasó con los seguimientos de que habla el Evangelio? ¿Cuál fue su respuesta: aceptaron o se negaron? No lo sabemos. Al evangelio no le importa esa respuesta sino la nuestra. En esos casos estamos implicados nosotros: el espacio para la respuesta siempre estará abierto. Toca a cada uno de nosotros, entrabados quizás por los mismos casos, dar hoy la respuesta. Y no uno solo de los tres casos sino los tres, al tiempo, en la misma persona y en la misma respuesta. Y no es llamado sólo para unos, para los religiosos / as, sino para todos los discípulos y discípulas.
4. ORACIÓN con la Palabra: ¿Qué LE DECIMOS NOSOTROS a Dios? Escuchemos a Jesús que nos llama y ofrezcámonos, gozosos a él. Alabémoslo por fijarse en nosotros... Démosle gracias por este regalo que nos hace... Pidámosle perdón porque hemos tantas veces postergado la respuesta, porque hemos dado a Jesús un puesto de segundo orden en nuestra vida. Digamos un sí gozoso a la llamada. Escribamos así en nuestra vida lo que falta al evangelio: la respuesta, y no el silencio, de los llamados.
Señor Jesús, escuchamos tu llamada y, gozosos, nos ofrecemos a ser tus seguidores. Te alabamos porque te fijas en nosotros y te damos gracias por este don inefable. Te pedimos perdón porque tantas veces postergamos la respuesta, porque, con frecuencia, te hemos dado un puesto secundario en nuestra vida. Queremos, con tu gracia, responder con gozo a tu llamada. Queremos escribir en nuestra vida
lo que falta al Evangelio: la respuesta y no el silencio de los llamados. Amén. 5. CONTEMPLACIÓN - ACCIÓN: ¿Qué NOS PIDE HACER la Palabra? En silencio exterior e interior sintamos el gozo de haber sido llamados todos. Contemplemos el rostro de Jesús que se fija en nosotros, en nuestras capacidades y posibilidades, para invitarnos a su obra. Examinemos qué nos ata para que nuestra respuesta no sea lo suficientemente decidida y pronta. Cómo es nuestro trabajo en el Reino. Si somos de los que, después de haber hecho consciente la llamada, miran con nostalgia hacia atrás.
Relación con la Eucaristía En la Eucaristía descubrimos y profundizamos la condición de discípulos del Resucitado. Allí se hace presente Jesús para continuar la historia de salvación en nosotros y con nosotros.
Del discipulado del amor desembocamos en la Eucaristía y del ser discípulos del resucitado llegamos a la vida de fraternidad evangélica. Celebramos la salvación de los discípulos en el Pan y la Palabra. Algunas preguntas para meditar durante la semana: 1. ¿Realmente seguimos a Jesús en nuestras vidas? 2. La causa de Dios y la causa del hombre, ¿cómo la compartimos?. 3. ¿Te reconoces a ti mismo en uno -o más- de los tres ejemplos de seguidores de Jesús? 4. ¿En cuál? ¿Por qué?
P. Carlos Pabón Cárdenas, CJM.
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