La conversión del rico AMBIENTACIÓN: Jesús avanza en su viaje a Jerusalén seguido de sus discípulos. El término inmediato de esa marcha es la ciudad donde va a padecer, morir y resucitar. Este camino por el que Jesús lleva a los suyos terminará finalmente en el Padre de los cielos, traspasada la frontera entre la muerte y la vida, por la resurrección. En la Palabra de este Domingo el Señor nos recalca que «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». Precisamente a quien se reconoce pecador. La Palabra nos ofrece un mensaje de esperanza y confianza, con el ejemplo del hombre pecador que sale al encuentro del Señor, solamente para «verlo», ya que le parecía muy difícil alcanzar el perdón. Este mensaje del Domingo nos recuerda que solamente Dios puede ofrecernos la paz y la felicidad que anhelamos.
1. PREPARACIÓN: INVOCACIÓN al Espíritu Santo Espíritu Santo, Señor y dador de vida, prepara nuestros corazones para recibir la Palabra. Conviértenos en persona nuevas y purifica nuestros deseos y nuestras obras. Danos humildad para reconocer nuestra realidad y abrirnos a la acción de la misericordia del Padre y tolerancia para respetar y aceptar la realidad de nuestros hermanos, sin juzgarlos ni rechazarlos.. Amén.
2. LECTURA: ¿QUÉ DICE el texto? Sb 11,23 - 12, 2: «Te compadeces, Señor, de todos, porque amas todos los seres». «Te compadeces, Señor, de todos, porque amas todos los seres». El lirismo de este texto no es menor que la profundidad de su contenido. Es realmente una teología de la creación, revelación ella misma del amor expansivo de Dios. Podemos decir que es un texto fundamental para un sentido ecológico cristiano. No hay aquí nada de divinización de la naturaleza, sino una afirmación neta y precisa del respeto que Dios tiene por sus obras, y del que, en consecuencia, hemos de tener nosotros, a causa de Dios. Esto llega a su culminación en el ser humano, el que Dios ha puesto su «soplo incorruptible». El libro de Sabiduría pondera la compasión divina que no conoce límites. Todo es obra de su amor. En cada persona que entra al mundo hay un amor de Dios que se hace presente: Si no hubiera amado algo no lo habría creado. A los que pecan les recuerdas su pecado para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Dios actúa en la historia con amor y compasión. Cuando faltaron los profetas, los sabios continuaron la tarea de enseñar al pueblo la Ley, aunque en un contexto histórico, social y político distinto. Por eso sus enseñanzas son a veces relecturas de los profetas. Hoy leemos un texto del libro de la Sabiduría con ecos de Ezequiel sobre el perdón de Dios. El Señor es amigo de la vida, ama y no odia, se refleja su soplo en las cosas que ha hecho y porque ama se compadece de todos; ante esta disposición divina, sólo cabe la alabanza.
Sal. 145(144): «Te ensalzaré, Dios mío, mi rey» Las palabras del libro de la Sabiduría se transforman en oración y en alabanza en el salmo responsorial. El texto más paralelo es el versículo: "El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas". Una meditación serena de estas palabras excluyen de nuestro espíritu el temor, el fatalismo, la discriminación. Invitan, al mismo tiempo, a la
alabanza, al gozo, a la confianza. 2Ts. 1,11 - 2, 2: «Que Jesús nuestro Señor sea gloria de ustedes y ustedes sean la gloria de él» Y la carta a los Tesalonicenses nos enseña cual es la tarea de la fe. Que Jesús sea la gloria de ustedes y ustedes sean la gloria de él. En el pasaje de Zaqueo podremos descubrir cuál es esa tarea de la fe, y cómo es la obra de la gloria, poder salvador de Dios al servicio del hombre, Con el texto de la segunda lectura empieza la lectura de una carta paulina centrada en deshacer las falsas alarmas sobre la venida de Cristo. La respuesta de Pablo es la oración por la comunidad, para que sea digna de lo que esencialmente es: la Iglesia de Cristo. Pablo ora por los fieles, para que siempre tengan en mente su vocación, sean firmes y constantes en su fe, estén preparados a encontrar a Jesucristo como amigo cuando él vuelva. En el contexto de la ya cercana conclusión del año litúrgico, con sus referencias escatológicas, la llamada de Pablo a la identidad de la comunidad cristiana es muy oportuna: que el Señor encuentre a su Iglesia tal como El la quiso y la quiere. Pablo pide para sus fieles la fidelidad a su vocación. Alude al retorno del Señor, recordando a todos que el triunfo o la victoria en el Día del Señor, depende de la fidelidad a la propia vocación, del cumplimiento de las exigencias de la fe, de la puesta en práctica de los buenos deseos. Así el Nombre de Cristo será glorificado en nosotros y nosotros seremos glorificados en El. Pablo deshace las falsas opiniones que se habían difundido sobre la segunda venida de Cristo; dice que no es inminente y faltan por venir las señales precursoras.
Lc. 19,1-10: «El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido»
EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS R/. Gloria a Ti, Señor. 1
Entró en Jericó y cruzaba la ciudad. 2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. 3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. 4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verlO, pues iba a pasar por allí. 5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» 6 Se apresuró a bajar y lo recibió con alegría. 7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». 8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis
bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré cuatro veces más.» 9 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abrahán, 10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.
RE-LEAMOS la Palabra para interiorizarla: A- Ubicación en el Ciclo C
B- Contexto: En el evangelio de hoy, estamos llegando al final de la larga caminada que empezó en el capítulo 9 (Lc 9,51). Durante esa caminada, no se sabía bien por dónde Jesús iba. Lo único que se sabía era que iba hacia Jerusalén. Ahora, al final, la geografía queda clara y definida. Jesús lleva a Jericó, a la ciudad de las palmeras, en el valle del Jordán. Última parada de los peregrinos, antes de subir para Jerusalén. Allí en Jericó terminó la larga caminada del éxodo 40 años por el desierto. También el éxodo de Jesús está terminando. Al entrar a Jericó, Jesús encuentra a un ciego que quería verle (Lc 18,35-43). Ahora, al salir de la ciudad, encuentra a Zaqueo, un publicano, que también quiere verle. Un ciego y un publicano. Los dos eran excluidos. Los dos molestaban a la gente: el ciego con sus gritos, el publicano con sus impuestos. Los dos son acogidos por Jesús, cada cual a su manera. En Lc. 14, 25 Lucas dice que en ese viaje mesiánico a Jerusalén es seguido «por mucha gente», A los que lo siguen Jesús indica las condiciones para ser discípulo y luego, como haciendo «zoom», de todo ese grupo se enfoca de modo particular a «fariseos y maestros de la ley” (cfr. Lc. 15, 2). Dentro de esa multitud de seguidores hay también «recaudadores de impuestos y pecadores» (cfr. Lc. 15, 1). Para fariseos y maestros de la ley era insoportable que estuvieran en el grupo de seguimiento estos recaudadores y pecadores. Un rabino que se respetara no lo aceptaría. Jesús, a través de tres parábolas, de estructura parecida, pérdida y recuperación, justifica la presencia de ellos allí y la mirada particularmente acogedora que él les dispensa y que se pondrá en evidencia cuando la caravana llegue a Jericó y Jesús se hospede donde Zaqueo (19, 110). Como final de su «relato del viaje» ofrece Lucas dos perícopas (= pasajes, o escenas) cuya colocación está determinada por la situación misma que en ellas se presupone. La primera se refiere a la ciudad de Jericó (la escena de la conversión de Zaqueo: Lc. 19, 1-10), la segunda presupone que Jesús se acerca a Jerusalén (parábola del dinero encargado: cfr. Lc. 19, 11-28).
C- Comentario: v.1: En el viaje de peregrino que cumple hacia Jerusalén donde va a terminar su misión en la pasión, la muerte y la resurrección, Jesús llega a la antiquísima ciudad de Jericó. Pocos kilómetros le restan para llegar a la ciudad santa. Jericó es una etapa importante de ese viaje. Era ciudad muy antigua, puesto fronterizo propio para el recaudo de los impuestos. En ese caminar hacia la salvación el Señor se preocupa de los pecadores. Sabe bien que son su misión: El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Pero no lo hace de manera general y anónimaTodos estos son datos importantes para la lectura del pasaje del encuentro de Jesús con Zaqueo, el pecador. Al llegar a Jericó Jesús cumple su misión: su pasión y muerte que pronto vendrán según la narración de san Lucas. En Jericó anticipa esa obra salvadora. Al tiempo Jesús
nos ofrece en ese acontecimiento el sentido hondo de su misión en el mundo a través de la inmensa realidad de la encarnación. Ese viaje implica la salvación del pecador. Jesús entra en la ciudad y la atravesaba. La ciudad es uno de los sitios donde el hombre vive, lugar de encuentro, de enfrentamientos, de amores y de violencias.
v. 2: En Jericó encuentra uno con nombre propio: Zaqueo; con oficio de pecador: Jefe de recaudadores de impuestos; diríamos hoy un capo. Estaba al servicio de un poder opresor; y además era rico, con actitudes de seguro injustas y desmedidas. El relato es sobrio, lleno de pequeños detalles significativos. Nada distrae de lo fundamental del mensaje. Jesús atraviesa a pie la ciudad. Es una visita salvadora, atenta, cuestionante. Tenía que pasar por allí. No era paso obligado de su itinerario sino de su misión salvadora. El hombre que Jesús encuentra allí está inmerso en ella. Nos hace pensar que ha venido a encontrar al hombre dentro de las circunstancias concretas de la vida. Que ellas le interesan, que su misión las abarca. Jesús hace una muy atenta travesía de la ciudad. Ese verbo atravesaba revela una marcha lenta y observadora. Una vez más vuelve Jesús a manifestarse como amigo y redentor de los pecadores. Zaqueo (= «el puro», o forma abreviada de Zacarías) trabaja en la importante ciudad fronteriza de Jericó como jefe de publícanos al servicio de Roma. Su riqueza procede de la ganancia que le proporciona su despreciado oficio. Es digno de notarse que mientras Lucas omite la mención del nombre del ciego (cfr. Lc. 18, 35-43 si su milagro es el mismo que el de Mc.10, 46-52) tiene, no obstante, cuidado de consignar el nombre de «Zaqueo». Algunos creen que es debido a que Zaqueo prefigura el llamamiento de los gentiles. Pero, ¿era un gentil? Los propios judíos aceptaban de buen grado tales puestos en el departamento de aduanas, aunque sus compatriotas los llamasen renegados y los odiasen, como el mundo antiguo odiaba a todos los publícanos y a sus colaboradores.
v. 3: Movido de curiosidad, pero en realidad llevado por la mano de Dios, Zaqueo buscaba ver a Jesús, quien era. Había oído hablar de él, pero en los caminos de Dios era necesario un encuentro diferente.
«Era de pequeña estatura». No es solo un detalle pintoresco sino el contraste entre su insignificancia natural y sus graves actitudes morales. Además la multitud le impedía realizar su anhelo. Tantas veces los hombres son impedimento para encontrarse con Dios.
v. 4: Al inicio podría haber sido simple curiosidad, sin embargo, lo que hace para lograr su objetivo significa que su gesto tiene más sentido: un hombre rico y de posición vacilaría en arriesgar su dignidad de esa manera, a menos que fuese movido por algo más serio que la
mera curiosidad. Como odiado publicano, no puede o no quiere entrar en ninguna de las casas ajenas situadas a lo largo de la calle principal y entonces se sube a un sicómoro, y ve recompensado en superabundancia su celo. Trepa a un árbol que, según el comentario antiguo de Padres de la Iglesia, era una especie de higuera estéril. La higuera era el árbol insignia del pueblo de Israel. Se insinúa la esterilidad de la conducta de Zaqueo. Dos actitudes se dan en los personajes centrales: Zaqueo y Jesús. A éste lo mueve la curiosidad. Ha oído hablar de Jesús y quiere conocerlo. Actitud normal dentro de los intereses humanos. No se deja vencer por los obstáculos para lograr su propósito. Corre, se anticipa, trepa al árbol. Busca una ubicación. No se da cuenta de que toda esa actividad va construyendo su vida futura.
v. 5: Y viene el encuentro. Jesús es el personaje central, él toma la iniciativa. «Alzando la vista», lo llama por su nombre; «Zaqueo, baja pronto porque yo tengo que quedarme hoy en tu casa». ¿Qué significa ese hoy? ¿El momento de la oportunidad de la llegada de Dios a una vida? ¿Por qué ese debo, tengo que: qué obligaba a Jesús a hacerse invitar en esa casa? ¿Su misión salvadora? El relato nos invita a meditar, a descubrir en esos detalles la manera como Dios llega al corazón. Por su parte, Jesús «tenía que pasar por allí». Este texto en dos oportunidades habla de esa necesidad. No es que no hubiera otro camino. Su misión salvadora le exigía pasar por allí. Por el sitio del pecador. Jesús detiene la marcha, levanta los ojos, se dirige a Zaqueo con nombre propio y le señala un camino que lo va a conducir a la salvación. Baja… hoy tengo que alojarme en tu casa. Una vez más la necesidad mesiánica de su misión. No le pide hospedaje. Se lo impone. Jesús es el Hijo de Dios que pide: alojarse en tu casa. Va más allá de una necesidad fortuita y pasajera. Es el propósito de la encarnación: encontrar alojamiento en cada casa, en cada corazón. La casa en el lenguaje bíblico tiene resonancias muy ricas: es donde el hombre vive sus compromisos fundamentales, la vida, el amor, la felicidad, el trabajo, las pruebas, la socialización, los compromisos fundamentales. Para el evangelio la casa es lugar primario de la evangelización (cfr. Lc 9, 4).
v. 6: Zaqueo, «se apresuró a bajar y lo recibió con alegría». Con gozo atiende esa llamada que va a transformar su vida. De seguro, con todos los signos propios de la acogida, brindó hospitalidad a Jesús. ¿De qué se habló? ¿Qué enseñanza le dio el Señor? Sobran esos detalles. Lo importante es la persona misma de Jesús que
cautiva a un pecador y le cambia el corazón .
Zaqueo escucha y obedece: bajó, lo recibió, se alegró. Se dio el encuentro inicial de la salvación. Ella revela al hombre la alegría de Dios que se hace la alegría del hombre que entra en el juego divino.
vv. 7-9: Tres reacciones se dan ante este acontecimiento. v.7: Todos murmuraban diciendo: ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Visión superficial que no ahonda en el proceder de Dios frente al pecador. Para ellos no es Jesús el que salva sino Zaqueo que, al recibirlo en su casa, contamina y profana al Maestro.
v. 8: Zaqueo, por su parte, se pone en pie. En el fondo hay un lenguaje de resurrección. La palabra misma indica que hay un surgir, un abandonar la muerte y dar señal de vida plena recuperada. Su corazón cambia. Su visión de la riqueza, del otro, del hermano es distinta. Ya no es la de sus ambiciones e injusticias, sino la del Señor que es solidaridad y compartir, en justicia y caridad. Un acontecimiento no es un hecho cualquiera de la vida. Es todo aquello que cambia y transforma el existir. Para Zaqueo este ha sido el acontecimiento de su vida.
«Puesto en pie»,
solemnemente, Zaqueo, como quien está ante alguien mayor, declara cual va a ser su conducta en adelante. Devolverá con creces, más allá de lo estrictamente legal (cfr. Lv 5, 20-26), lo que ha defraudado y compartirá generosamente su riqueza con los necesitados. Jesús no le pide renunciar a todo como al hombre rico que le pedía un poco antes le enseñara el camino de la vida eterna (cfr. Lc 18, 18-23), ni lo invita a cerrar su oficina como a Mateo (cfr. Lc 5, 27-28) y seguirlo por el camino, libre y desposeído. La distribución de la mitad de la hacienda entre los pobres supera, con mucho, lo que según doctrina rabínica estaba considerado como el más alto grado en dádivas voluntarias para los pobres (una quinta parte del capital y, a continuación, sólo un quinto de las ganancias), y la cuádruple restitución de los bienes mal adquiridos sobrepasa aún en mayor medida la pauta establecida por la ley (cfr. Lv. 5, 20ss: un quinto (según los rabinos un cuarto) de los bienes ajenos, más la devolución de los mismos).
v. 9: Cristo anuncia la salvación. Jesús Manifiesta con claridad: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa». Jesús no sólo obra la salvación sino que encontrarlo a él, dejarse cautivar por su persona y su palabra, es la salvación encarnada en él. Es la respuesta a la murmuración incomprensiva y mezquina de los asistentes a la escena (v. 7). . Jesús desafía tantas veces
las meras conveniencias humanas y se expone a la crítica y al rechazo con tal de traer salvación al pecador. Y no sólo la persona individual de Zaqueo sino su familia, su casa. Es la salvación de la casa, no solo de Zaqueo sino de todo su entorno familiar y de trabajo. La salvación consiste en acoger la palabra de Dios y, siguiéndola, cambiar el corazón. Pasar de la dureza y de la injusticia al respeto y al amor. Esa salvación tiene ese hoy de Dios, señalado para la vida de cada uno. El hoy de la salvación, que no se puede dejar pasar, Es sin mañana (Hbr. 3, 7-19): Si hoy escuchan su voz no endurezcan el corazón (Salmo 95, 7-11). El día de la salvación en la vida del hombre es histórico. Se inscribe en el tiempo de cada uno. Y puede llegar impensadamente de parte nuestra pero muy pensadamente de parte del Señor. Destaquemos una palabra de Jesús: «también éste es hijo de Abrahán». La interpretación de la Ley por a Tradición antigua excluía a los publicanos de la raza de Abrahán. La opción de Jesús es clara, su llamada también: no es posible ser amigo de Jesús y seguir apoyando el sistema que margina y excluye a tanta gente. A través de la descendencia de Abrahán, todas las naciones de la tierra serán bendecida (cfr. Gn. 12,3; 22,18). Para las comunidades de Lucas, formadas por los cristianos de origen judaica como de origen pagana, la afirmación de Jesús llamando a Zaqueo «hijo de Abrahán» era muy importante. En ella encontraban la confirmación de que, en Jesús, Dios estaba cumpliendo las promesas hechas a Abrahán, dirigidas a todas las naciones, tanto a los judíos como a los gentiles. Estos son también hijos de Abrahán y herederos de las promesas. Jesús acoge a los que no eran acogidos. Ofrece un sitio a los que no lo tienen. Recibe como hermano y hermana a las personas que la religión y el gobierno excluían y etiquetaban como: - inmorales: prostitutas y pecadores (cfr. Mt 21,31-32; Mc 2,15; Lc 7,37-50; Jo 8,2-11), - herejes: paganos y samaritanos (cfr. Lc 7,2-10; 17,16; Mc 7,24-30; Jn 4,7-42), - impuras: leprosos e poseídos (cfr. Mt 8,2-4; Lc 17,12-14; Mc 1,25-26), - marginados: mujeres, niños y enfermos (cfr. Mc 1,32; Mt 8,16;19,13-15; Lc 8,2-3), - luchadores: publicanos y soldados (cfr. Lc 18,9-14;19,1-10); - pobres: la gente de la tierra y los pobres sin poder (cfr. Mt 5,3; Lc 6,20; Mt 11,25-26).
v. 10: Jesús dice que vino a buscar y a salvar a lo que estaba perdido. El Reino es para todos. Nadie podía ser excluido. Al denunciar las divisiones injustas, Jesús abre el espacio para una nueva convivencia, regida por los nuevos valores de verdad, justicia y amor. La sentencia final motiva el trato de Jesús precisamente con los publicanos por el carácter de su misión. El Hijo del hombre ( = Mesías) ha sido enviado como el buen pastor
de Israel a buscar expresamente lo perdido (cf. Mt. 9, 36) y volverlo al camino de la salvación. Esta sentencia es probablemente un «logion» (así se llaman los dichos de Jesús) transmitido en su origen aisladamente, pero se adapta a la perfección en el lugar a él asignado por Lucas, por dar expresión al último motivo de la entrada de Jesús en casa del pecador Zaqueo.
3. MEDITACIÓN: ¿Qué NOS DICE el texto? El rostro de la misericordia La escena de Zaqueo contiene resonancias de todos los temas del «camino». La persona de Jesús aparece una vez más como la gran revelación de la misericordia divina: pasa por Jericó dirigiéndose a Jerusalén (simbolismo de la participación de Jesús en los sufrimientos del hombre, que queda aún más destacado con la auto-invitación de Jesús en casa de Zaqueo); como en tantas otras ocasiones, come con los pecadores (Zaqueo) para manifestar que ha venido a «buscar» y a «salvar» a los que tenían necesidad de médico. La palabra «buscar» pone en conexión la escena de Zaqueo con las parábolas de la misericordia: el pastor «busca» la oveja, la mujer «busca» la moneda, el hijo busca Zaqueo se sube a un árbol... para ver quién era Jesús- y el padre lo ve cuando aún estaba lejos -Jesús levantó los ojos y dijo a Zaqueo... La misericordia de Jesús es la misericordia de Dios, descrita en la primera lectura. Esta misericordia, por otro lado, permanece siempre incomprensible Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho para los que se autojustifican: todos criticaban a Jesús (recordemos la escena de la pecadora en casa del fariseo, y tantas otras...). Zaqueo, a su vez, es la imagen del «pobre», el pecador que reconoce su pecado y se convierte eficazmente. Hay un ejercicio de todas las enseñanzas del camino, Esta Palabra nos invita y nos compromete a querer ver a Jesús, no obstante las limitaciones u obstáculos, internos y externos, que traten de impedirnos ese logro. Debemos, no vencer la «baja estatura» de Zaqueo, sino también la «alta estatura» de quienes pueden ser causa `para que Zaqueo no pueda ver a Jesús. Para que Zaqueo no hubiera tenido que subirse al árbol, los otros podían agacharse un poco, pero no lo hicieron. Nosotros podemos ser, muchas veces, el obstáculo que impide a tanta gente «ver a Jesús». ¡Ojalá aprendamos a agacharnos para que los demás no tengan que subirse a ningún árbol.
Buscar a Jesús por encima de los obstáculos El encuentro de Jesús con Zaqueo es paradigmático. El episodio narrado en el capítulo 19 del Evangelio de Lucas comienza y termina con el verbo «buscar»: en el v. 3 Zaqueo «busca», es decir, quiere ver a Jesús; en el v. 10 Jesús se revela como el Hijo del hombre venido a «buscar» y a salvar lo que estaba perdido. El encuentro se hace, pues,
por el amor de Jesús que busca a Zaqueo, venciendo todos los obstáculos que se interponen. Pero es valorizada, purificada, regenerada también la búsqueda de Zaqueo, que, de genérica curiosidad inicial, se transforma en alegre acogida de Jesús y en generosa conversión. La superación de los obstáculos se realiza por medio del despliegue de actitudes personales: Jesús mira a Zaqueo, le habla, le pide hospitalidad, come con él, comparte la atmósfera de la casa; y Zaqueo baja del árbol con prontitud, recibe a Jesús con ale¬gría, está en pie delante del Señor, listo a comenzar una vida nueva. El creyente que se empeña en ser testigo y evangelizador también debe tener confianza en la capacidad que tiene la palabra de Dios para vencer los obstáculos que pueden ser las lagunas personales del escucha, las deformaciones sicológicas, la pereza en la búsqueda de la verdad; o también los fastidios que ocasiona la muchedumbre, es decir, los prejuicios, la mentalidad corriente, las costumbres de un cierto ambiente..La victoria sobre los obstáculos se logra por medio de los contactos pesonales, la amistad, la visita en cawsa, el compartir los problemas, la escucha de las dificultades espirituales, la ayuda para superar los prejuicios y las deformaciones mentales, la costumbre de razonar y dialogar sobre las cosas, evitando las tomas de posición preconcebidas.
4. ORACIÓN: ¿Qué LE DECIMOS NOSOTROS a Dios? Concédenos, Padre de bondad, que nuestros defectos y pecados, a veces demasiado repetidos, no nos lleven al desánimo, sino a mantener la confianza en Ti que, por tu Hijo, Jesucristo, salvas lo que estaba perdido. Por el Espíritu Santo, danos fortaleza y sabiduría para que ayudemos, con nuestro testimonio de fe, a que todos quienes nos rodean se acerquen a Ti, como lo hizo Zaqueo. Haznos comprender que hospedar a tu Hijo en la casa y en el corazón es el comienzo de la salvación. Convierte el corazón de los ricos, para que lleguen a compartir con los pobres los bienes que Tú has puesto en este mundo para todos. Abre las casas cerradas a la hospitalidad y nuestros corazones a una vida nueva para que sepamos acoger a tu Hijo Jesucristo. Amén.
5. CONTEMPLACIÓN - ACCIÓN: ¿Qué NOS PIDE HACER la Palabra? En todos nosotros hay un Zaqueo, con deseo íntimo de ver a Jesús, pero obstaculizado por extravíos y por el mundo que nos rodea. Dios mismo ha sembrado en
nosotros esa inquietud y no la podemos apagar. A cada uno de nosotros, en momento propicio, Cristo dirige la palabra con nombre propio: «Hoy tengo que hospedarme en tu casa». Esa casa es nuestra vida con todo lo que le pertenece. Nuestro corazón con todas sus inquietudes. El mundo donde vivimos y donde Cristo se hace invitar. Nuestra familia, la sociedad en que habitamos, el mundo creado, gran casa que Dios ha dado a toda la humanidad. ¿Le cerraremos la puerta? ¿O lo acogeremos con amor dentro de nuestras mismas pobrezas? Cuando Cristo dice: «He venido a buscar lo que estaba perdido» está pensando en cada uno de nosotros. Pero esa palabra que nos entra a lo más profundo nos debe cambiar. Hay un mundo de egoísmo que queda atrás para dar paso a un mundo abierto al amor de todos los hermanos. San Lucas nos dice que Jesús debía pasar por allí. Ese paso del Señor por nuestra vida es hoy, en estas circunstancias, en esta celebración, con estos hermanos con quienes compartimos la Palabra de Dios y la Eucaristía y nos piden apertura y solidaridad..
Relación con la Eucaristía Dios viene aquí al encuentro del hombre, para perdonar, reconciliar, dialogar y entrar en comunión. Dios nos provoca, llamándonos de donde estamos, para bajar de donde hemos subido y empezar un nuevo camino con los sentimientos que suscita.La Eucaristía es el sacramento del encuentro con Dios.
Algunas preguntas para pensar durante la semana: 1. Cuando he sido injusto con alguien (no sólo con respecto al dinero), ¿tomo después medidas prácticas para compensarlo? 2. ¿Soy crítico superficial de gente de Iglesia que trata con ricos y poderosos? 3. ¿Facilitamos en nuestra vida, encuentros profundos: con Dios, con otros, con el mundo y con nosotros mismos? 4. ¿Afrontamos la vida con realismo o con sentimientos de huida?. 5. Nuestra comunidad, ¿cómo acoge a las personas despreciadas y marginadas? 6. ¿Somos capaces de percibir los problemas de las personas y de prestarles atención, como lo hizo Jesús? 7. ¿Cómo percibimos que la salvación entra hoy en nuestra casa y en nuestra comunidad? 8. La ternura acogedora de Jesús produce un cambio total en la vida de Zaqueo. La ternura acogedora de nuestra comunidad ¿está provocando algún cambio en el barrio? ¿Cuál?
Carlos Pabón Cárdenas, CJM. Libro virtual: O: