Domingo 4º t o ciclo c

Page 1


EXIGENCIAS DE LA VOCACIÓN CRISTIANA

Ambientación En la celebración de hoy damos gracias al Señor y escuchamos su Palabra, como hacemos siempre que participamos en la Eucaristía. El mensaje de la Palabra de Dios se nos ofrece de modo claro. Lo difícil es darle acogida cuando contraría nuestros criterios o nuestros intereses. Jesús, el profeta anunciado en la primera lectura que hacemos hoy, no es bien aceptado en su propio pueblo ni por sus propios vecinos. Se admiran cuando hace cosas extraordinarias, pero le rechazan cuando les ofrece su doctrina evangélica. No son capaces de ir más allá del concepto que tiene «del hijo del carpintero» a quien todos conocen. Lo que le pasó a Jesús en su pueblo de Nazaret, le sucede con nosotros. Queremos seguir su camino, pero le fallamos demasiadas veces cuando las exigencias de su mensaje son duras o contradicen nuestras opiniones.

1. PREPARACION: INVOCACION AL ESPIRITU SANTO Ven, Espíritu Santo, para ayudarnos a leer la Biblia en el mismo modo con el Jesús la ha leído, en la Sinagoga de Nazaret y a los discípulos en el camino de Emaús. Crea en nosotros el silencio para escuchar la Palabra de Dios en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Que la Palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de la Resurrección y testimoniar a los otros que Jesùs está vivo, en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Amén.

2. LECTURA: ¿QUÉ DICE el texto? Jr. 1, 4-5. 17-19: "Te nombré profeta de los gentiles" Es una hermosa página autobiográfica en la que el Profeta Jeremías, uno de los más eminentes de la Historia Bíblica, nos habla de su «Elección»-«Consagración» y «Misión» proféticas:


Al Profeta, a todo Profeta, Dios lo elige. La elección divina precede la existencia y es causa de la misma. Es una presciencia electiva y selectiva, amorosa y cordial, eficiente y omnipotente de parte de Dios. Hoy la llamamos «vocación». Esta vocación no la escoge el Profeta, la recibe. No es un mérito, es una gracia. Es libérrimo amor de Dios; es elección del todo gratuita (v 4). Al Profeta, a todo Profeta, Dios lo consagra. Lo pone aparte. Dios le segrega o separa de la masa y del camino común para que sea exclusivamente para su ministerio del todo divino: Ser su Mensajero. En el caso de Jeremías esta «consagración» va a ser. tan total que no hallamos en el Antiguo Testamento nin-guna tan plena y con exigencias tan radicales. Su ministerio de Profeta se inicia en su primera juventud (v. 6), y abarca toda su larga vida; y es en celibato: Total (Jr. 16, 1). Al Profeta, a todo Profeta, Dios lo envía (v. 10). Jeremías es enviado de Dios con poderes plenos. Su Mensaje rebasa toda frontera. Debe llegar a todas las naciones. Con poder divino para sembrar y construir; pero también para frenar y oponerse a cuanto sea idolatría, injusticia, corrupción. En Jeremías tenemos uno de los más logrados tipos de Jesús-Profeta-Redentor. - Y uno de los mejores modelos que el Antiguo Testamento nos brinda a los que en la Nueva Alianza somos ministros de Cristo: sus Sacerdotes, sus Misioneros. El Sacerdote, consciente de su altísima elección, consagración y misión, hace la opción radical por el Evangelio para servir a los hombres por amor a Jesucristo… Su consagración con exigencia celibataria hace de él no un solitario, sino un comprometido; el más solidario y más entregado a todos.

Sal. 71(70): "Mi boca anunciará tu salvación" «Mi boca anunciará tu salvación»: con una actitud diferente, menos enardecida que la del profeta, más serena como, corresponde a un anciano que medita sobre su vida, el salmista explica de dónde le viene su confianza. Las imágenes son las mismas de la primera lectura. Cada uno de nosotros puede hacérselas suyas: «Dios mío, me instruíste desde mi juventud...».

1Co. 12,31; 13,1-13: "Quedan la fe, la esperanza y el amor; lo más grande es el amor" Presentados los carismas de servicio a la comunidad, Pablo ofrece al cristiano algo más que un carisma: un camino. Indica que hay que recorrerlo y descubrir finalmente en él al mismo Jesús (cfr. Jn 14, 6). Y es, sin comparación, el supremo camino, la suprema experiencia cristiana, en su doble dimensión divina y comunitaria. Es el “camino infinitamente superior”). Los Carismas -dones que otorga el Espíritu Santo para servicio y utilidad de la Iglesiano siempre obtienen este provecho, por cuanto el que los ha recibido, los usa para medros personales. San Pablo regala a los carismáticos de la Iglesia naciente y a los de la Iglesia del futuro esta maravillosa página acerca de las relaciones «Carismas-Caridad»:


La Caridad ( = é agapé) es más preciosa y codiciable que todos los carismas, ni que sean poseídos en el más alto grado. Y éstos sin la caridad son del todo inútiles. En los vv. 1-3 enumera siete de los carismas más útiles y apetecibles en la Iglesia. Pero si la Caridad no los informa y los rige, son pura vanidad y vacuidad. La Caridad de que habla aquí Pablo no es la filantropía o simpatía natural, sino el amor a Dios y a los hermanos que el Espíritu Santo nos infunde (cfr. Ro. 5, 5).

La Caridad es una verdadera «Reina» en la vida cristiana. Y enumera Pablo las virtudes que forman su corte de honor. Son dos septenarios de virtudes o cualidades bien cincelados (cfr. 1Co. 13, 4-6). La ascética jamás los olvidará: - «La caridad es paciente, es amable; es decorosa; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta…

- La caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; . Además, la caridad perdurará en la Patria celestial, mientras que los carismas son dones parciales y provisionales para el estadio presente, que es de imperfección. En el cielo ya no estará la Iglesia en período de desarrollo; y por ello los Carismas no tendrán razón de ser. Aun la fe y la esperanza cesarán cuando ya veremos, poseeremos y gozaremos cara a cara y perfectamente (v. 12). Y entonces la Caridad seguirá, subsistirá, reinará eternamente (v. 13). Con esta doctrina de San Pablo a la vista, los que son o se creen carismáticos, ¡hoy son tantos!, cuidarán de supeditar siempre a la Caridad estos sus dones personales. Es un crimen, a nombre de los carismas, vulnerar la Caridad.

Lc. 4, 21-30: "Ningún profeta es bien mirado en su tierra" EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN SAN LUCAS R/. Gloria a Ti, Señor. 21

Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura que acaban de oír se ha cumplido hoy». 22 Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿Acaso no es éste el hijo de José?» 23 Él les dijo: «Seguramente me van a decir el refrán: Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaún, hazlo también aquí en tu patria» 24 Y añadió: «En verdad les digo que ningún profeta es bien recibido en su patria». 25 «Les digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses y hubo gran hambre en todo el país; 26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. 27 Y


muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio». 28 Al oír estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira 29 y, levantándose, lo arrojaron fuera de la ciudad y lo llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad para despeñarlo. 30 Pero él, pasando por medio de ellos, se marchó. Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús. Re-leamos el texto para interiorizarlo a) Contexto: Inauguración del ministerio público de Jesús: Lc. 4,14-32 El evangelio de hoy (Lc 4, 21-30) forma parte de un conjunto más amplio (Lc. 4,1432). Jesús ha presentado su programa en la sinagoga de Nazaret por medio de un texto de Isaías que hablaba de pobres, de presos, de ciegos y de oprimidos (cfr. Is. 61,1-2) y que reflejaba la situación de la gente de Galilea en el tiempo de Jesús. En nombre de Dios, Jesús toma postura y define su misión: anunciar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la liberación a los cautivos y devolver la vista a los ciegos, restituir la libertad a los oprimidos. Terminada la lectura, actualiza el texto y dice: “¡Hoy se ha cumplido esta escritura que acaban de oír!” (Lc 4,21).. Todos los presentes quedan admirados (Lc. 4,16-22a). Pero luego hay una reacción de descrédito. La gente en la sinagoga queda escandalizada y no quiere saber más de Jesús. Decía: “¿No es éste acaso el hijo de José?” (Lc. 4,22b) ¿Por qué quedan escandalizados? ¿Cuál es el motivo de aquella reacción tan inesperada? Jesús cita el texto de Isaías sólo hasta donde dice: "proclamar un año de gracia de parte del Señor", y corta el final de la frase que decía: “y proclamar un día de venganza de nuestro Dios” (Is 61,2). La gente de Nazaret queda asombrada porque Jesús omite la frase sobre la venganza. Ellos querían que la Buena Nueva de la liberación de los oprimidos fuera una acción de venganza de parte de Dios contra sus opresores. En este caso, la venida del Reino sería apenas un mínimo cambio y no una mudanza o conversión del sistema. Jesús no acepta este modo de pensar. Su experiencia de Dios como Padre ayuda a entender mejor el sentido de las profecías. Descarta la venganza. La gente de Nazaret no aceptó la propuesta y comienza a disminuir la autoridad de Jesús: “¿No es éste el hijo de José?” El fragmento de Lucas que se lee en la celebración de este domingo es exactamente la continuación de la perícopa del domingo anterior, incluso con la repetición, por parte de


Jesús, de la actualidad que en El obtienen las Escrituras. En el presente pasaje evangélico prosigue San Lucas y completa la narración del ministerio. Mesiánico de Jesús en Nazaret. En el contexto de hoy se acentúa la actitud final de repudio, que llega a hostilidad y conato de homicidio de los Nazarenos contra Jesús.

b) Organización del texto: v. 21: vv. 22: vv. 23-24: vv. 25-27: vv. 28-30:

Ante un público atento, Jesús une la Biblia con la vida de la gente Reacción contradictoria del público Jesús critica la reacción de la gente Iluminación bíblica por parte de Jesús, citando a Elías y a Eliseo Reacción furiosa por parte de la gente que quiere matar a Jesús

c) Comentario: v. 21: La Liturgia nos pone delante el conflicto surgido entre Jesús y la gente de Nazaret. Sucedió un sábado, durante la celebración de la Palabra en la sala de la comunidad, tras la lectura que Jesús hizo de un texto del profeta Isaías. Jesús cita al profeta Isaías para presentar su plan de acción e, inmediatamente, añade un brevísimo comentario. El Señor Jesús, en la sinagoga de Nazaret había proclamado que con El y en El se cumplen las Escrituras: ¡El es el Salvador misericordioso y universal! Su misión es divina porque El es el «ungido» por Dios y su «enviado».

v. 22: El Pueblo se contradice en s reacción La reacción es contradictoria. En un primer momento, todos quedaron admirados y contentos (v. 22a.). Sin embargo, a pesar de que está acreditado por su enseñanza «con autoridad» y por sus actos de poder, surge una reacción de desconfianza: “¿Acaso no es éste el hijo de José?” (v. 22b) y el pueblo no lo acepta, porque era un nativo del lugar, paisano de ellos, a quien ellos creían conocer perfectamente y les parecía poca cosa. Jesús habla de acoger a los pobres, a los ciegos, a los prisioneros, a los oprimidos. Pero ellos no aceptan su propuesta. Y así, en el mismo momento en que Jesús presenta su proyecto: acoger a los excluidos, ¡él mismo es excluido! Los Nazarenos tropiezan como en una piedra de escándalo en la humildad y sencillez de Jesús: ¿Podrán los Nazarenos reconocer como Mesías al que han visto durante treinta años en el taller de José, humilde carpintero de su aldea? Y menos a aquel Mesías en cuyo programa y en cuya actuación nada hay que halague los ideales políticos y patrióticos. Es que ellos sólo se fijan en las apariencias y se quedan con la mirada superficial e insuficiente.


vv. 23-24: Crítica de Jesús a la reacción de la gente Jesús interpreta la reacción de la gente y la considera una forma de envidia: “ Médico, cúrate a ti mismo. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaún, ¡hazlo también aquí en tu patria!” Jesús era conocido en toda la Galilea (Lc. 4,14) y a la gente de Nazaret no le gustaba el hecho de que Jesús, un hijo de su tierra, hiciera cosas buenas en la tierra de los otros y no en su propia tierra. En el fondo, ellos no aceptaban la nueva imagen de Dios que Jesús les comunicaba a través de esta nueva interpretación más libre de Isaías. El mensaje del Dios de Jesús superaba los límites de raza de los judíos para acoger a los excluidos y toda la humanidad. Pero, la reacción tiene una causa más profunda. Incluso si Jesús hubiera hecho las mismas cosas que en Cafarnaún, la gente no habría creído en él. Ellos conocían (creían conocer) a Jesús: “¿Quién es éste para enseñarnos? ¿No es el hijo de José?” (v. 22b). “¿No es él el carpintero?” (cfr. Mc- 6,3-4) Hasta hoy, tantas veces lo mismo: cuando un laico o una laica predican en la iglesia, muchos no aceptan, salen y dicen: “ Él es como nosotros: ¡no sabe nada!” No pueden creer que Dios pueda hablar mediante personas más comunes. Marcos añade que Jesús "quedó extrañado de la incredulidad" de su pueblo (Mc- 3,6). vv. 25-27: Con la Escritura Jesús ilumina su mensaje Para ayudar a la comunidad a que supere el escándalo y para hacerle entender que su propuesta forma parte de la tradición, y para confirmar que su misión era verdaderamente la de acoger a los excluidos, Jesús cuenta dos historias de la Biblia que eran conocidas: la historia de Elías y la historia de Eliseo. Las dos historias critican la cerrazón mental de la gente de Nazaret. A pesar de que "había muchas viudas en Israel", Elías fue enviado a la viuda de Sarepta, extranjera (1Re 17,7-16). Aunque "había muchos leprosos en Israel", Eliseo fue enviado a ocuparse del extranjero Naamán, de Siria (2Re. 5,14). Parece que es ley general: «Ningún Profeta es bien acogido en su patria» (v. 24). Esta triste experiencia de su ministerio de Nazaret le ofrece a Jesús ocasión para profetizar que su mensaje de Gracia Mesiánica será mejor acogido por los paganos que por Israel. Y lo ilumina con los ejemplos de Elias y Elíseo, rechazados por Israel y acogidos fuera de Israel. Vuelve a aparecer en todo esto la preocupación de Lucas que desea mostrar que la apertura hacia los paganos viene de Jesús mismo. Jesús tuvo las mismas dificultades que estaban teniendo las comunidades en tiempo de Lucas.


vv. 28-30: La gente reacciona con furia y quiere matar a Jesús No obstante la admiración inicial cuando se dieron cuenta del alcance y del significado del programa de Jesús respecto a sus vidas, se rebelan y quieren matarlo (v. 28). Conflictos de este tipo se dan, incluso, hoy. Aceptamos al otro en la medida en que se comporta de acuerdo con nuestras ideas, pero, cuando el otro decide admitir en comunidad a personas que nosotros excluimos, surge el conflicto. Es lo que sucedió en Nazaret. La llamada de Jesús no aplacó los espíritus. ¡Fue todo lo contrario! Las historias de Elías y de Eliseo provocaron más rabia aún… Los dirigentes de la Sinagoga de Nazaret montan en cólera ante tal anuncio. Y el alboroto popular es tal que intentan matar a Jesús (vv. 28-29). Pero él mantuvo la calma. La rabia de los demás no consiguió desviarlo del camino. Lucas muestra así lo difícil que es superar la mentalidad del privilegio y de la cerrazón. Pero ni ha llegado aún la «Hora»; ni ha de morir Jesús en Galilea, sino en Jerusalén; ni su Muerte ha de ser por despeñamiento, sino por Crucifixión. Por esto Jesús atraviesa sereno por medio del pueblo alborotado (v. 30). Y ya no volverá más a «su» pueblo.

3. MEDITACIÓN: ¿QUÉ NOS DICE el texto? El significado del año jubilar El Papa Francisco nos ha invitado a los católicos a celebrar el jubileo extraordinario de la "Misericordia". La celebración de fechas importantes forman parte de la vida humana, en todas las culturas. Hace descubrir el entusiasmo del comienzo, lo reaviva. En la Biblia, “el Año Jubilar” era una ley importante. Al comienzo, cada siete años se decretaba que las tierras vendidas o hipotecadas volvieran al clan de sus orígenes. Cada uno debía poder volver a su propiedad. Así se impedía la formación de latifundios y a las familias se les garantizaba la supervivencia. Existía la obligación de vender la tierra, de rescatar a los esclavos y de perdonar las deudas (cf. Dt 15,1-18). No era fácil celebrar el año jubilar cada siete años (cfr. Jr. 34, 8-16). Después del exilio se comenzó a celebrar "cada siete semanas de años", es decir, cada cincuenta años (cfr. Lv. 25,8-17). El objetivo del Año Jubilar era, y continúa siendo: restablecer los derechos de los pobres, acoger a los excluidos y reintegrarlos en la convivencia: eso es la Misericordia. El jubileo era un instrumento legal para volver al sentido profundo de la Ley de Dios. Era una ocasión para revisar el camino recorrido, para descubrir y corregir errores y volver a comenzar todo de nuevo. Jesús comienza su predicación proclamando un nuevo jubileo, un “Año de Gracia de parte del Señor”. Y, en este año 2016, la Iglesia ha sido convocada a celebrar el "Año de la Misericordia"


La primacía del AMOR El amor es el mandamiento fundamental de Jesús (Mt. 22, 34-40; 24, 12; Jn. 15, 9-10. 17; 1Jn. 4, 7-8 etc.). El amor de Dios, el que él nos tiene y el de nosotros hacia él, recorre todo el NT. Es "el amor de Dios derramado en nuestros corazones" (Ro. 5, 5) que nos capacita para amor a Dios y a los hermanos, dos dimensiones inseparables. El primer fruto del Espíritu es el amor (Ga. 5, 22). Los griegos distinguían tres formas del amor y daban a cada forma una palabra propia: - El amor erótico (= eros) con toda su carga posesiva y enfermiza. - La “filía” (), amor de amistad ( = filos: el amigo), más desinteresado pero no exento de búsqueda de provecho. - Y tenían una tercera palabra, un poco desusada, que los cristianos eligieron para designar el amor cristiano: Agapán () y agápe (). La literatura griega lo conoció como acoger con amistad, tratar con afecto. La Comunidad Cristiana Primitiva hizo de esta palabra el vehículo de una nueva realidad no equiparable a las otras: el amor de Dios que preside toda la obra de la creación y la salvación y capacita al cristiano para amar a Dios y a los hermanos con un amor propio, especial. Amor que al llegar a la experiencia mística del “puro amor” es del todo desinteresado. Sin la caridad las más altas experiencias religiosas son nada (cfr. 1Co. 13,1-3). La "glosolalia", tan estimada por los corintios (y por muchos grupos actualmente) por su espectacularidad llamativa, se torna ruido sin sentido, cuando falta la caridad. Ella le da su razón de ser. Se eleva por encima de los dones que adentran en el conocimiento de Dios: profecía, misterios, gnosis (conocimiento), fe. El gran gesto de darlo todo: repartirlo en bocados a los pobres; aún más, darse para ser quemado (o para atraer gloria y admiración)… sin caridad es pérdida inútil. El Apóstol exalta el valor de la caridad muy encima de los bienes espirituales y materiales de que puede disfrutar el discípulo. En 1Co. 13, 4-7. Enumera Pablo 15 características de la caridad. Son cualidades que la hacen reconocible: siete positivas y ocho negativas. No es una virtud más, sino una personificación de una manera de ser y de obrar que se manifiesta de diversas maneras: regula la conducta del creyente en distintos dominios. Pablo usa 15 verbos, ningún adjetivo. No es una descripción de la caridad. Esos verbos expresan las acciones que suscita la agape. También en la durabilidad es superior a los carismas: v. 8. El amor nunca pasará (1Co. 13,8: oudepote piptei). Todo cae: los objetos (gravedad), los imperios (corrupción), el pecador (moral), las realidades religiosas se extinguen (caducidad). Frente


a todo, efímero y pasajero, la caridad está llamada a durar y perdurar. El “eros” es versátil, la “filía” se hunde al desaparecer los amigos. La caridad (agape) tiene una estabilidad divina. Esa permanencia no es quietud. Nunca deja de obrar. Está siempre en obra. Tampoco se cansará de actuar: lo hace hasta el final, como Jesús (cfr. Jn 13, 1). No cambia de naturaleza. Fe y esperanza permanecen en los frutos. Ella es siempre la misma: amor. En el cielo se modifica el lenguaje, se pierde la caducidad, pero la esencia del amor será el mismo. Ni se cambia ni se transforma. Se ejerce en una realidad nueva: en la vida eterna. No falla nunca, no pasa jamás, jamás desaparece...

El "camino" de la Caridad Para los Primeros Cristianos la caridad era la manifestación básica de la Comunidad. Es el testamento de Jesús (Jn. 15, 17). Y fue norma que lo encierra todo (Ro. 13, 8). Este texto, que pudo ser corriente entre los primeros cristianos y que Pablo recoge, nos revela la vida cristiana ideal. Allí se expone la preeminencia de la caridad (1Co. 13,1-3), ella es fuente de múltiples expresiones de la vida comunitaria (1Co. 13, 4-7), y dura eternamente (1Co. 13, 8-13). No usa este texto el verbo “Agapán” sino el sustantivo ( Agape). Lo personifica, no admite adjetivos, le da fuerza absoluta. Lo emplea 10 veces. La pregunta básica es de qué amor se trata: ¿del amor de Dios, de nosotros hacia él o de él hacia nosotros? ¿O del amor del hermano al hermano, el amor del prójimo, dado y recibido? ¿O en algunos textos del amor de Dios y en otros del amor al prójimo? ¿O, sin distinción, de un único amor, que es el amor cristiano, que envuelve inseparablemente el amor de Dios y el del prójimo? Dada la mentalidad no analítica del semita, decididamente sintética, esto último puede ser mejor. Haciéndolo exclusivo del amor al prójimo lo podemos confundir con altos ideales filosóficos, estoicos, altruistas, pero no el amor cristiano, típico, sin comparación, que hizo escoger la raíz “agapán, agape” para ser expresado. Ni se excluye ni se exclusiviza ningún amor. Pablo la designa como camino. (1Co. 12, 31). La vida del creyente se presenta a menudo en la Biblia como un camino (Sal. 1) o como un caminar (Gn 17, 1). Tiene punto de partida, el llamamiento de Dios, y punto de llegada: el cumplimiento de la promesa. Todo el tránsito es un comportamiento, un caminar, ajustado a la ley, a la voluntad divina. La vida cristiana fue llamada en los Hechos con el término, “el camino” (9, 2; 18, 25-26; 19, 9; 22, 4; 24, 14. 22). La máxima expresión del camino es Cristo mismo (Jn 14, 6).

La Caridad es un don de Dios Acostumbramos a definir la caridad como virtud. Pablo no emplea esta palabra (sólo en Fp 4, 8). La “areté” ( = virtud) de los griegos es más el fruto de un esfuerzo del hombre (los estoicos) que el don de Dios, su experiencia recibida en el interior. Moviéndose en ese mundo griego quizás Pablo evita esta palabra. Alabada en el contexto de los carismas, se ve en ello más bien como gracia, como don, como “don de gracia”, regalo gratuito que transforma y enriquece y al tiempo


capacita para amar a Dios y al hermano. Tiene su fuente en Dios (Ro. 5, 5; 15, 30). Tiene conexión con el Espíritu Santo. El es el amor trinitario que actúa en la vida del cristiano. Eso hace que esté por encima de todo si es comunicación de Dios mismo que es amor, que subsista, que vaya más allá del tiempo. Pertenece al mundo de lo perfecto ("teleion" = : 1Co. 13, 10), lo anticipa dentro de la condición temporal y terrestre. La teología espiritual la ha llamado “don infuso”. Pablo la considera así (1Ts. 3, 12; 2Ts. 3, 5; 1Co. 8, 3). Es don de Dios que nos entra en su misterio y nos hace amar como él, generosa y desinteresadamente. Hay tantos ejemplos vivos de ese amor que arriesga la propia vida y es sólo explicable como presencia de Dios (Jn. 15, 13): Los Mártires (de ayer y de hoy), Francisco de Asís, Juan Bosco, Francisco de Sales, Juan Eudes, Maximiliano Kolbe, Martín de Porres, Teresa de Calcuta, Juan XXIII, Juan Pablo II, Pablo VI, y tantos otros. Es la caridad como amor a Dios y al prójimo. No son dos amores, sino uno sólo inseparable. El amor de Dios que llega a nosotros y por nosotros pasa a los demás en tantas formas. Eso lo hace insuperable y permanente.

4. ORACIÓN: ¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS? Movidos por ese amor de Dios, oremos: Llénanos, Dios todopoderoso, de tu amor. es el distintivo de tus discípulos (Jn 13, 35). Es la experiencia de tu misterio que nos inunda de gozo y nos hace orar, no fríamente, sino llenos de tu presencia. Te damos gracias por haber querido compartirnos de tu ser que es amor. Te pedimos perdón porque no hemos amado como tú quieres que amemos, por haber traicionado, limitado, negado tu amor a los hermanos. Cuando hemos negado el amor a alguien, no le hemos negado nuestro amor sino el tuyo para él. Cuando alguien nos ama de veras, eres tú mismo quien nos está amando. Nos damos a tu amor para que no sea nuestro pequeño y mezquino amor el que nos mueva sino tu amor fuerte y poderoso. Amén.

5. CONTEMPLACIÓN - ACCIÓN: ¿QUÉ NOS PIDE HACER PALABRA?

la

Silenciosamente sintamos que somos amados por el Padre Dios, por Jesucristo, en el Espíritu Santo. Disfrutemos esa experiencia incomparable.


Hagamos una lectura de nuestra vida desde el amor de Dios. Decidámonos a amar a alguien a quien quizás nos cuesta amar. Debemos recordar, como cristianos hoy, lo que nos ha dicho el Evangelio. A veces no es fácil compartir el Evangelio con las personas cercanas a nosotros, y eso no debería desanimarnos. («Ningún profeta tiene aceptación en su tierra»). A veces católicos bautizados están tan acostumbrados a las cosas religiosas, son tan convencionales y conformistas, que ya no experimentan el desafío del Evangelio, ni sienten necesidad de conversión. Sólo acercándonos a la Palabra de Dios para escuchar y guardarla en el corazón, como María, podremos conocer el don de Dios y acoger su proyecto de libertad y de vida. La celebración de la Eucaristía -misterio de la muerte en el monte Calvario y de la resurrección victoriosa sobre la muerte- es un compromiso y al mismo tiempo una fuerza para la tarea de comunión y de colaboración en la actualización de la obra de Cristo.

Algunas preguntas para meditar durante la semana 1. El programa de Jesús consiste en acoger a los excluidos. Y nosotros ¿acogemos a todos, o excluimos a algunos? ¿Cuáles son los motivos que nos llevan a excluir a ciertas personas? 2. El programa de Jesús, ¿está siendo realmente nuestro programa, o mi programa? 3. ¿Cuáles son los excluidos que deberíamos acoger mejor en nuestra comunidad? 4. ¿Qué es lo que me da fuerza para realizar la misión que Jesús nos dio?

P.Carlos Pabón Cárdenas, CJM.

Libro virtual: http://www.flipsnack.com/carlospaboncardenascjm/domingo-4o-t-o-ciclo-c.html O:

http://issuu.com/carpacar/docs/domingo_4___t._o._ciclo_c


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.