Epifanía del señor ciclo c

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Un Dios para todos

AMBIENTACION La fiesta de hoy, prolongación de la Navidad, tiene en nuestra liturgia romana como protagonistas a unos magos de tierras extrañas que vienen a adorar al Mesías. El objetivo fundamental de esta fiesta es la «epifanía», o sea, la «manifestación» del Mesías como Salvador también a los pueblos paganos. El Ceremonial de Obispos la describe así: «en ella se celebran, en el Niño nacido de María, la manifestación de aquél que es el Hijo de Dios, el Mesías de los judíos y la luz de las naciones».

1. PREPARACION: Invoquemos AL ESPIRITU SANTO Espíritu Santo, ven a iluminar nuestra mente y a mover nuestro corazón para que, en actitud de escucha y disponibilidad, acojamos la Palabra que nos invita a dejar entrar en nuestra vida y en nuestra cultura el Evangelio de Jesús, como lo hicieron los magos de oriente cuando se dejaron guiar por la estrella. Asístenos a quienes escuchamos la Palabra para que, en comunidad y sin diferencias de raza, lengua, región o cultura, construyamos la «civilización del amor» para que el mundo crea. Amén. 2. LEAMOS LA PALABRA: ¿QUÉ DICE el texto? Is. 60, 1-6: «La gloria del Señor amanece sobre ti» Con un lenguaje muy poético, el profeta Isaías -seguramente el segundo o tercer Isaías-, en uno de sus últimos capítulos, los más esperanzadores, anuncia la alegría de la salvación, la vuelta de los desterrados, una salvación universal centrada en Jerusalén: «levántate, Jerusalén, que llega tu luz», por encima de las tinieblas de la tierra: «sobre ti amanecerá el Señor». El profeta, lleno de entusiasmo, anuncia cómo vendrán desde las regiones más lejanas a ofrecer sus regalos a Jerusalén, «incienso y oro». Esta lectura prepara así la de los magos que vienen a adorar al Niño. Esta profecía se ha hecho plena realidad en Cristo-Jesús que ha nacido para ser «luz que alumbra a todos los hombres de buena voluntad».


Sal. 72(71): «Que se postren ante él todos los reyes y que todos los pueblos le sirvan» El salmo responsorial insiste: «se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra» y habla de los que vendrán desde lejos -Tarsis, Sabá, Arabia- a ofrecer sus dones al «rey», que nosotros vemos como figura del Mesías, que hoy recibe estos regalos de los magos que vienen de lejos.

Ef. 3, 2-3a.5-6: «Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa» San Pablo manifiesta que la «luz de la salvación» no está reservada para el pueblo judío. Se siente orgulloso de «la gracia que se le ha dado», poder revelar a todos el misterio que había estado escondido desde siempre: «que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo». Ahora el punto de atracción no es una capital geográfica o política, sino una Persona: Cristo Jesús. Es una convicción por la que luchará Pablo continuamente, y logrará convencer a la Iglesia apostólica de que tiene que abrirse también a los paganos, no sólo al pueblo de Israel, el pueblo elegido que, ciertamente, sigue siendo el primer destinatario de la promesa de Dios. La salvación es para todos los hombres. Y Jesús nace como «luz de las naciones». San Pablo se encuentra en la cárcel por anunciar la «Buena Nueva» a todas las gentes porque la salvación no es privilegio de un solo pueblo.

Mt. 2,1-12: «Venimos de Oriente para adorar al Rey»

EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGUN SAN MATEO R/. Gloria a Ti, Señor 1 Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?

Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo». 3 Al oírlo el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4

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Convocando a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, les preguntaba dónde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta: 6 "Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel"».


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Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encuentren, comunìquenmelo, para ir también yo a adorarlo». 9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. 11 Entraron en la casa;

vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. 12

Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús. Re-leamos LA PALABRA para interiorizarla a) El contexto del pasaje: Relatos de la Infancia: Mt- 1-2 Mateo es el único evangelista que nos cuenta el episodio de los magos que vienen a visitar al recién nacido Mesías. Si en el primer capítulo del evangelio de Mateo el intento del evangelista es mostrar la identidad de Jesús (quién es Jesús), en el segundo, el misterio de la figura de Jesús viene engarzado con algunos lugares que señalan el comienzo de su vida terrestre. El pasaje litúrgico de este domingo contiene el principio del capítulo 2 de Mateo (Mt. 2,1-29) al que le siguen otros tres cuadros narrativos: la huida a Egipto (Mt. 2,13-15): la matanza de los inocentes (2,16-18) y el regreso a Egipto (Mt. 2,19-23). Se trata de una reflexión sobre la Escritura, especialmente sobre anuncios proféticos. Estamos, por tanto, ante un «midrash pesher». ¿Qué quiere contarnos el evangelista? ¿Un acontecimiento histórico, una leyenda, una reflexión teológica dramatizada sobre el alcance universa! del nacimiento del Salvador? Quizás un poco de todo eso. El evangelista quiere mostrar cómo Jesús es el «Nuevo Moisés», el verdadero «AstroMesías» anunciado por Balaán (Nm. 24, 17). En adelante, todos podemos llegar a Jesús, como los Magos: ellos fueron «en busca de Jesús».


He aquí uno de los episodios más bellos de la infancia de Jesús, que ha cautivado y sigue cautivando la imaginación de creyentes y no creyentes, de teólogos, pintores y poetas: es el homenaje de los Magos. Con mente abierta debemos adentrarnos en los relatos de todo el capítulo segundo, en donde Mateo va tejiendo, a modo de presentación, el perfil de su personaje. Fijémonos en las antítesis que dejan ver los mecanismos del relato, su movimiento interno, si comparamos las actitudes de los Magos y de Herodes:

b) Orgnización de la perícopa: Para una mejor comprensión del mensaje en Mt. 2,1-12 resulta más provechoso subdividir el relato de los Magos en dos partes siguiendo el criterio de los cambios de lugar:

vv. 1-6: Rechazo en Jerusalén vv. 7-12: Adoración en Belén c) Comentario: vv. 1-6: Rechazo en Jerusalén La ciudad, a esta noticia de los Magos que vienen para adorar al Mesías, se conturba y se agita (v. 3). Los habitantes de Jerusalén no parecen muy entusiastas y no se preocupan lo más mínimo de rendir homenaje al «nacido rey de los judíos». Sino que, para colmo, Herodes proyecta matarlo (cfr. v. 12). Aunque en Is. 60, 1-6 la ciudad de Jerusalén está llamada a «levantarse y acoger la gloria del Señor», ahora en Mateo se asiste a una reacción de rechazo por parte del rey y de Jerusalén con relación al Mesías nacido en Belén. Tal conducta prefigura el comienzo de las hostilidades que llevarán a Jesús a ser condenado precisamente en Jerusalén.

vv. 7-12: Adoración en Belén No obstante tal reacción, que impide a los Magos acercarse a la salvación precisamente en la ciudad elegida para ser instrumento de comunión de todos los pueblos de la tierra con Dios, los acontecimientos del nacimiento de Jesús se trasladan a Belén. Dios que guía los sucesos de la historia hace que se vayan de Jerusalén los Magos, que se pongan en camino y encuentren al Mesías, en la ciudad que fue patria de David, Belén. En esta ciudad David había recibido la investidura real con la unción dada por Samuel, ahora, por el contrario, el nuevo rey recibe una investidura divina: no con óleo,


sino en el Espíritu Santo (cfr. Mt.1,18.20). A esta ciudad suben ahora los pueblos, representados por los magos, para contemplar al Emmanuel, el Dios con nosotros, y para hacer experiencia de paz y de fe... Debemos aclarar que en el corazón de la historia de los Magos encontramos una cita bíblica que focaliza la importancia de Belén en este período de la infancia de Jesús. «Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales

clanes de Judá: pues de ti, saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo, Israel» (Mt. 2,6). Las dos ciudades -Jerusalén y Belén- constituyen el fondo de esta epopeya de los Magos y están unidas por dos hilos temáticos: la estrella (vv. 2.7.9.10) y la adoración del Niño (vv. 2.11).

vv. 1-2: El «camino de los Magos»: - La «estrella»: vv. 2b.7.9 El signo más característico y destacado del «día de Reyes», es la estrella. Una estrella que les orienta, les ilumina y los guía hasta Belén. Una estrella que alumbra en la noche y se destaca de modo singular sobre las demás porque era signo de un gran acontecimiento. En la 1a lectura, el profeta Isaías, invita al pueblo de Dios para que levante su mirada porque ha surgido una luz que le orientará e iluminará. Desde la noche de los tiempos, la contemplación de la estrellas ha fascinado a hombres y mujeres de todas las religiones y culturas. Las estrellas les han hablado de Dios y del destino del ser humano y han leído en el cambiante mapa astral acontecimientos decisivos de la historia; han visto en la aparición de una nueva estrella e! nacimiento de personajes importantes; han asignado a cada pueblo su estrella o constelación. Han soñado, esperado y rezado mirando a las estrelláis. También la cultura bíblica escudriñó en las estrellas el acontecimiento más importante hacia el que tendía toda la historia de Israel: el nacimiento del Mesías-Rey. La secta judía de Qumrán había llegado incluso a confec-cionar su horóscopo. En e! libro de los Números (Nm. 24,17), el profeta astrólogo Balaán contempla en el firmamento cómo «avanza la constelación de Jacob y sube el cetro de Israei». Sobre este horizonte de historia y de leyenda proyecta e! evangelista esta meditación en forma de relato escenificado que contiene ya, en germen, todo lo que nos va a decir a lo largo de su evangelio: Jesús es el heredero de las promesas de Israel, pero también de la esperanza de todos los pueblos de la tierra; es el Mesías-Rey e Hijo de Dios, pero se revela en la humilde fragilidad de! niño, hijo de María; su presencia provoca el rechazo de los su-yos y la aceptación de los alejados y extranjeros. El Mesías inaugura una Religión abierta a todos los Pueblos (cfr. Sal. 72, 11; Is. 2, 2-3; 45, 14; 60, 1-6.


Los Magos, astrólogos orientales, dedicados a la astrología y a la predicción del destino, a veces interrogaban a los astros. Ahora, llegados a Jerusalén dicen que han visto «su estrella en el Oriente». El término griego «anatolê» ( ), significa, sin artículo, el Oriente (el punto cardinal por donde se levanta el sol); pero en el texto griego de este relato está el artículo y esto significa el surgir de un verdadero y propio astro = el astro. La confirmación de esto nos viene dada por un texto bíblico: «surgirá un astro de Jacob y se levantará un hombre de Israel» (Nm. 24,17). La estrella se convierte en figura del nuevo rey apenas nacido y los guía al lugar donde ha nacido y se encuentra (v. 9). Es Interesante anotar que esta estrella, no es visible en Jerusalén, sino que vuelve a aparecer a los Magos mientras ellos se alejan de la ciudad. La estrella es, verdaderamente el elemento más significativo del relato. Ante todo, los Magos en su largo caminar no han seguido a la estrella, sino más bien la han visto levantarse y enseguida la han asociado con el nacimiento del Mesías. Además el viaje no era hacia lo desconocido, sino que tenía como meta a Jerusalén (v. 1), la ciudad a la cual acuden en peregrinación todos los pueblos de la tierra según el profeta Isaías. Los Magos recorren un camino lleno de dificultades, pero al final termina con éxito. La estrella es aquí sólo una señal, un indicio que comunica a los Magos la iniciativa de ponerse en camino. Al principio puede ser que estén movidos por la curiosidad, pero enseguida esta curiosidad se transformará en deseo de búsqueda y descubrimiento. Se da el hecho que aquel indicio de la estrella ha conmovido a los personajes y los ha empujado a buscar para encontrar una respuesta: ¿quizás a un profundo deseo? ¡Quién lo sabe! El texto muestra que los Magos tienen en el corazón una pregunta y que no temen repetirla, haciéndose inoportunos: «¿Dónde está el rey de los Judíos que acaba de nacer?» (v. 2a). La respuesta, como nos enseña la experiencia de los Magos, se encuentra en la Biblia. Y no se trata sólo de un conocimiento intelectual o de un saber acerca del contenido de las Escrituras, como en el caso de los escribas, sino en un acercarse a ella guiado por el deseo, por la pregunta.

v. 3-6: Destaquemos la respuesta que recibe Herodes cuando convoca a todos los representantes - los más calificados- es decir, a todo Israel, para preguntarles «en qué lugar debía nacer el Mesías» (v. 4). Le contestaron: «En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: "Y tú,, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá, porque de ti saldrá un jefe, que apacentará a mi pueblo, Israel"» (Mt. 2, 5-6).


Es una respuesta con autoridad, ya que se apoya en la palabra profética de Miq. 5, 1, a la que se añade un elemento sacado de 2Sm 5, 2: «Tú serás jefe en Israel» y «y tú apacentarás a mi pueblo, Israel». Este tipo de «mezcla» textual era corriente en las sinagogas. Se citaban las palabras de los profetas con gran libertad, orquestándolas o «completándolas» con elementos sacados de un lado y otro. Se agrupaban los textos bíblicos que se consideraban afines. Además, como se conocía la Biblia prácticamente de memoria, al citar un texto instintivamente casi se señalaba, simultáneamente, el contexto del que estaba sacado, aunque no fuera más que como alusión. Es de gran importancia tener en cuenta esto. Es un ejemplo interesante que nos ayudará a entender la manera que tenían de leer y comprender un texto bíblico en la comunidad judeo-cristiana de Mateo. El texto de Miq. 5, 1-3a dice: «Pero tú, Belén de Efrata, demasiado pequeña para se contada entre las aldeas de Judá, de tí sacaré el que ha de ser jefe de Israel: su origen es antiguo, de tiempo inmemorial. Por eso el Señor los abandonará hasta que la madre dé a luz y el resto de los hermanos vuelva a los israelitas. De pie pastoreará con la autoridad del Señor, en nombre de la majestad del Señor, su Dios». En el contexto de la sinagoga, este oráculo ya era considerado mesiánico, es decir, referido al Mesías, como anuncio del Mesías (como se ve en al « Targum» sobre Miqueas). Además, siguiendo el procedimiento de lo que se puede llamar «atracción» de los elementos literarios análogos -debido a una especie de «imán textual»- el texto de Miqueas atrae al de 2Sm.5, 2b, en el mismo contexto mesiánico: «El Señor te dijo (a David): "Tú pastorearás a mi pueblo, Israel; tú serás jefe de Israel"». La unión de estos dos textos - de Miq. 5, 1-3a y 2Sm. 5, 2b- se hace en el tema del «pastor», tan particularmente cultivado en las antiguas sinagogas, hasta tal punto que se le dedicaba todo un Sábado, con sus lecturas bíblicas y sus homilías (parecido a lo que sucede en nuestra liturgia cristiana con el «Domingo del Buen Pastor»). Por eso, la Comunidad judeo-cristiana podía fácilmente utilizar el texto de Miqueas con su «armónico» (el texto de 2Sm.) y mostrar su actualidad en Jesús-Mesías. Por otra parte, el texto de Miqueas se imponía tanto más cuanto que en él se menciona a «la que debe dar a luz» (¿será que Miqueas piensa, tal vez, en el oráculo de Is. 7, 14, sobre el «Emmanuel»?). Además, se constata, al mismo tiempo, que los cuatro textos proféticos utilizados por Mt. 1 - 2 hablan todos del «hijo» o del «niño» (Is. 7, 14; Miq. 5, 1-3; Os. 11, 1 y Jr. 31, 15).

vv. 7-9: En fuerza de aquella información, sacada de la profecía de Miqueas, y confortados por el reaparecer de la estrella, los Magos emprenden de nuevo el camino teniendo como meta, Belén. La estrella que los guía se para sobre la casa en la que se encuentra Jesús (v. 9). Es extraño que los que viven en Belén o en los alrededores de la casa en la que se encuentra Jesús no vean aquella señal. Además, aquellos que poseen la ciencia de las


Escrituras conocen la noticia del nacimiento del nuevo rey de Israel, pero no se mueven para ir a buscarlo. Al contrario, la pregunta de los Magos había, más bien, provocado en sus corazones miedo y turbación ( cfr. v. 3). Los diversos temas presentes en el texto de Mateo son un eco de las ideas corrientes en las Comunidades judeo-cristianas de Siria, abiertas a las naciones. Los paganos eran admitidos con todos los derechos a la Iglesia, y el evangelista no duda en legitimar esta apertura universalista diciendo que los Magos tuvieron acceso a Jesús -y, por tanto, a la Iglesia- ya desde el nacimiento del Salvador. La liturgia de la Iglesia ha captado y expresado todo e! alcance de la narración de Mateo en el nombre de la fiesta con que celebra la visita de Magos: La Epifanía manifestación- de Jesús.

v. 10: : En definitiva, aquellos que están cerca del acontecimiento del nacimiento de Jesús no se dan cuenta de los acaecido, mientras los lejanos, después de haber recorrido un accidentado camino, al final encuentran lo que buscaban. Pero, en realidad, ¿qué es lo que ven los ojos de los Magos? Un niño con su madre, dentro de una pobre casa. Para los Magos aquella indicación contenida en las S. Escrituras fue iluminadora para cumplir la última etapa de su camino: Belén. Además la Palabra de Dios les permitió ver en los sencillos y humildes signos de una casa, del niño con María, su madre, al rey de los judíos, el esperado de Israel. El astro que los acompañaba era aquel sencillo

y pobre niño, en el cual reconocen al rey de los Judíos. v. 11: Se postran delante de Él y le ofrecen dones simbólicos: oro (porque se trata de un rey); el incienso (porque detrás de la humanidad del Niño está presente la divinidad); mirra (aquel astro es un hombre auténtico destinado a morir).

3. MEDITEMOS LA PALABRA: ¿QUÉ NOS DICE el texto?

Los Magos recorren un camino de FE No es errado pensar, que lo realizado por los Magos haya sido un auténtico camino de fe, mucho más, ha sido el itinerario de aquéllos que, aunque no pertenecen al pueblo elegido, han encontrado a Cristo. Al comienzo de un camino hay siempre una señal que pide ser vista allí donde todo hombre vive y trabaja. Los Magos han escrutado el cielo (para la Biblia, sede de la divinidad), y de allí han tenido una señal: una estrella. Pero para comenzar el recorrido


de fe no basta escrutar los signos de la presencia de lo divino. Un signo tiene la función de suscitar el deseo, que necesita para realizarse un arco de tiempo, un camino de búsqueda, una espera. Es significativa la expresión con la que Edith Stein describe su camino de fe: «Dios es la verdad. Quien busca la verdad, busca a Dios, conscientemente o no».

Un verdadero deseo provoca preguntas. Los Magos, por su parte, encuentran a Jesús porque tienen en su corazón fuertes interrogantes. Tal experiencia del encuentro con Jesús es, verdaderamente, una provocación para la pastoral: se impone la necesidad de no privilegiar una catequesis hecha de certezas o preocupada por ofrecer respuestas prefabricadas, cuanto de despertar en el hombre de hoy preguntas significativas sobre cuestiones cruciales de la humanidad. Una experiencia que nos forma Los Magos adoran y descubren en Jesús a aquel que habían con tanta ansia buscado. El lector, por un lado se sorprenderá por la desproporción existente entre los gestos y dones de los Magos y la humilde realidad que se presenta a sus ojos; pero, por otra parte, está seguro que aquel Niño, que los Magos adoran es precisamente el Hijo de Dios, el esperado Salvador del mundo. Y así el itinerario se convierte en itinerario de todo lector que lee esta significativa historia de los Magos: quien busca, aunque parezca que Dios está lejos, puede encontrarlo. Aquéllos que, por el contrario, presumen de saber todo de Dios y creen tener asegurada la salvación, corren el riesgo de privarse del encuentro con Él. En una catequesis habida en Colonia con ocasión de la XX Jornada de la Juventud así se expresaba el arzobispo Bruno Forte: «los Magos representan a todos los

buscadores de la verdad, listos a vivir la existencia como un éxodo, en camino hacia el encuentro con la luz que viene de lo alto». Además la experiencia de los Magos nos enseña que en toda cultura, en todo hombre hay esperanzas profundas que necesitan ser saciadas. De aquí la responsabilidad de leer los signos de Dios presentes en la historia de los hombres.

4. OREMOS CON LA PALABRA: ¿QUE LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS? Padre de bondad, que has manifestado en tu Hijo tu voluntad de salvación universal, concede a la Iglesia que sea siempre una manifestación clara del mensaje salvador de Jesús, para todos los pueblos de la tierra.


Que quienes viven tristes, abatidos o preocupados, levantando los ojos al cielo, encuentren su estrella de luz y de paz. Tú, Padre, te muestras de una u otra forma a los que te buscan, porque quien te busca te encuentra. Te buscaron y encontraron los pastores y los magos, porque dejaron sus egoísmos y se pusieron en camino, con los dones de sí mismos, siguiendo la voz de los ángeles o la ruta de la estrella. Haz que todos nosotros nos dejemos guiar por la luz del Evangelio de Jesús y seamos «estrellas de bondad» para los demás. Amén. 5. CONTEMPLEMOS LA PALABRA Y COMPROMETÁMONOS: ¿QUÉ NOS PIDE HACER la PALABRA? Ser universales La fiesta de hoy nos recuerda que hemos de ser universales. Dios es universal en su plan de salvación y quiere que también nosotros lo seamos. Ahora que se da cada vez más en todas partes una mezcla de culturas y razas, por la creciente inmigración de otros pueblos, tal vez la lección más apremiante de la fiesta de hoy es que aprendamos de Dios a ser más abiertos de corazón. Como Cristo que, a lo largo del evangelio, aparece como nuestro mejor maestro y modelo de acogida a todos. a) Ser universales significa, en el nivel eclesial, que no nos encerremos en nuestro grupo o movimiento o cofradía, sino que nos abramos a la cooperación con los demás y tengamos una visión global de la Iglesia, no como patrimonio de un grupo o de una cultura. b) En el nivel social, ser universales significa que seamos claramente pluralistas, aceptando a las personas de otra raza y cultura, también religiosa, venciendo en nosotros mismos todo brote de «racismo», que no necesariamente se nota en nuestra relación con personas de otra raza, sino también de otra cultura, edad, opiniones políticas, etc.


c) Ser universales en el nivel familiar o comunitario quiere decir ser tolerantes, capaces de dialogar, abiertos a los demás, no cerrados en nuestros gustos y blandiendo sólo nuestros derechos.

Todos tenemos una estrella Un día como hoy de Reyes Magos, se nos recuerda que todos tenemos una estrella en nuestra vida que nos orienta hacia Dios: * un sufrimiento o una alegría, * un acontecimiento o una persona, * una preocupación o una ilusión, * un amor o un fracaso, * una súplica o una acción de gracias. Lo importante es descubrir esa estrella y dejarse llevar por su luz. Frecuentemente se dice que «cada uno tiene su cruz». Sin embargo, hoy debemos decir que cada uno tiene su estrella. Miremos al cielo buscando nuestra estrella. Nuestra Señora es la «estrella de la mañana». Y que también si nos miran a los cristianos encuentren en nosotros una estrella (un testimonio de luz) que oriente a todos hacia el cielo, hacia Dios nuestro Padre, al igual que la estrella de Belén orientó a los Reyes Magos hasta Jesús.

Relación con la Eucaristía La verdad y sinceridad de Jesús le llevaron hasta la muerte; participemos nosotros de su verdad, viviendo en sinceridad. Siempre que celebramos la Eucaristía, hacemos una profesión de universalidad, porque nos reunimos gentes de edad y gustos diferentes, convocados por la fe en Cristo. Participamos todos de la misma Palabra, rezamos y cantamos juntos y, sobre todo, compartimos el mismo Cuerpo y Sangre de Cristo, precisamente después de hacer con los más cercanos el gesto de la paz, como símbolo comprometedor de que queremos progresar en los valores de la fraternidad y la mutua acogida.

Algunas preguntas para meditar durante la semana 1. ¿Para quién ha venido Cristo Jesús? 2. ¿Es universal nuestro corazón? 3. Analicemos el autoritarismo que nos rodea o que ejercemos nosotros. 4. Examinar posiciones dogmáticas en distintos campos. 5. Relación entre esas actitudes y la fe cristiana.

P. Carlos Pabón Cárdenas, CJM. Libro virtual: http://www.flipsnack.com/carlospaboncardenascjm/epifania-del-senor-ciclo-c.html

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