Navidad misa de medianoche

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Un acontecimiento de humildad, paz y alegria AMBIENTACION Durante cuatro semanas, en el Adviento, nos hemos preparado para el gran acontecimiento salvador: el nacimiento de Jesús. En esta noche santa nuestro peregrinaje hacia el «Dios-con-nosotros» llega a feliz término. Esta es la «noche del eterno comienzo» y estamos alegres porque el amor de Dios se hace cercano. Si durante el Adviento se nos llamaba a «preparar los caminos al Señor», ahora se nos dice que aquella esperanza se ha cumplido. Hoy llega a nosotros la noticia del nacimiento de Cristo a través de su Iglesia. Nos cuenta el evangelio que, al irse los pastorcitos que vinieron invitados por los ángeles a adorar al Niño Jesús, María se quedó reflexionando todo esto en su corazón. Para una comunidad cristiana la Navidad no tiene sentido si no es a base de una profunda reflexión, por eso para muchos cristianos la Navidad no es más que una fiesta que se espera y que luego pasa efímera, como la pólvora que se quema, y no deja más que basura en las calles. Para el cristiano es la gran noticia que debe reflexionarse y comprometer al hombre con este episodio en que Dios se hace hombre, no en una forma transitoria, sino para siempre, y el hombre debe también reflexionar ante el Señor. La fiesta de Navidad, fiesta popular donde las haya, la tenemos que celebrar con un color claramente cristiano, asimilando las dimensiones más teológicas que nos presentan las lecturas y oraciones de las tres misas (De medianoche, de la aurora y del dìa).. Ese Cristo en Belén lo podemos representar hoy con este título: Cristo manifestación de Dios, Cristo manifestación del hombre y la Iglesia manifestación de Cristo. NAVIDAD ES TIEMPO DE MANIFESTACION ¡NAVIDAD! Nos habla de la bondad de Dios: - aparece en el tiempo, - busca al hombre, - ilumina, su destino. Nos habla de la Palabra de Dios: - que no busca lo complicado, - que no se deja engañar por lo que parece grande, - que no deja de reflejarse en lo pequeño. Nos habla de la Paz de Dios: - don de Dios para los hombres, - fuerza activa de renovación, - esperanza para los pobres.


1. PREPARACION: INVOCACION AL ESPIRITU SANTO Ven, Espíritu Santo, a despertar el corazón de la Iglesia, para que el Pueblo de Dios, atento a la Palabra, celebre con júbilo el nacimiento del Hijo de Dios en nuestro mundo. Revive en nosotros la actitud con que los pastores, en la noche de la Navidad, acogieron la Buena Noticia de la llegada del Salvador a visitar a su Pueblo. Prepáranos para encontrar en la Palabra la paz que necesitamos para apagar los odios y las discordias y poner fin a la violencia, y que podamos glorificar a Dios en las alturas y, en la tierra, comunicar la paz a los hombres de buena voluntad.. Amén.

2. LECTURA: ¿QUÉ DICE el texto? Is. 9, 1-6: «Un hijo se nos ha dado» El profeta Isaías, que nos acompañó durante el Adviento, nos anuncia también la Navidad. Proclama gozosamente que «el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande». La metáfora de la luz es muy expresiva para significar el cambio que sucederá al pueblo elegido cuando termine su destierro: Dios nunca abandona a los suyos. La liberación producirá gran alegría: «acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia». El profeta asegura que se acaba la tiranía de los opresores, de la «vara del opresor». El motivo es que «un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado». Si el profeta hablaba, a corto plazo, de algún rey próximo –podría ser que el pasaje perteneciera al «ritual de entronizacion» de un nuevo rey en Israel, o fuera anuncio del nacimiento del rey Ezequías, hijo de Acaz-, nosotros, los cristianos, interpretamos hoy este «un hijo se nos ha dado» aplicado a Cristo Jesús, el verdadero «Príncipe de la paz», el que «ocupa el trono de David» y quiere consolidar nuestro mundo «con la justicia y e derecho». Según Isaías, lo que trae el futuro Mesías es la liberación de toda clase de esclavitud: del bastón que golpea, del yugo injusto que se impone a los demás. Dios nos quiere dar «una paz sin límites» (v. 7), hecha de «justicia y derecho» (v.7). En efecto, Cristo, en el cumplimiento de esas promesas del Antiguo Testamento, nos salva de las varias pequeñas o grandes esclavitudes: materialismo, egoísmo, pesimismo, intolerancia, rencor, pereza, sensualidad, violencia.

Sal. 96(95): «Canten al Señor un cántico nuevo»


El salmo prolonga la alegría de un canto de victoria, al cual la antífona da un claro color cristiano: «Hoy nos ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor». El salmista nos invita a cantar un «cántico nuevo», inédito, irrepetible, nunca visto. Sólo quien tenga un corazón nuevo puede entontar este himno. La Navidad nos da un corazón nuevo. San Agustín nos enseña: «Amas y callas; pues bien, el amor es voz que se dirige a Dios y el mismo amor es el cántico nuevo». «Cuando yo oro interiormente, todo el mundo aparece bajo un aspecto maravilloso: árboles, hierbas, pájaros, tierra, aire, luz. Todas las cosas testimonian el amor de Dios al hombre. Y todas las cosas invitan al hombre a cantar la gloria del Señor» (El Peregrino Ruso). Con mayor razón la Navidad, que es la fiesta del optimismo del Universo.

Tt. 2, 11-14: «Ha aparecido la gracia de Dios a todos los hombres» La carta de San Pablo a Tito continúa tratando sobre la causa de nuestra alegría cristiana. Esta se debe a que la misericordiosa gracia de Dios está entre nosotros en la humanidad de Jesús, de una vez para siempre. Esto significa que ahora podemos cambiar nuestros deseos mundanos y nuestro modo de vida para mejorar. Aún más, podemos esperar gozosamente en una felicidad sin término, cuando Jesús vuelva otra vez a cada uno de nosotros al final de nuestras vidas. San Pablo, en la carta a Tito, habla de dos «apariciones»: la que ya sucedió, al encarnarse Cristo Jesús en nuestra historia («ha aparecido la gracia de Dios»), y la que esperamos al final de los tiempos («aguardando la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador, Jesucristo»). En el tiempo intermedio entre esas dos manifestaciones del Señor, es decir, en nuestro tiempo, en el que estamos viviendo durante nuestra peregrinación terrena, los cristianos, teniendo la garantía del triunfo final, debemos llevar «una vida sobria, honrada, religiosa», renunciando «a la vida sin religión y a los deseos mundanos».

Lc. 2, 1-14: «Hoy les ha nacido en la Ciudad de David el Salvador»

Proclamación del Evangelio de Jesucristo Según San Lucas 1

Por aquellos días salió un edicto de César Augusto que ordenando que se hiciera un censo de todo el mundo. 2 Éste primer censo tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino . 3 Iban todos a registrarse, cada uno a su ciudad. 4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la Ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para registrarse con María, su esposa, que estaba 6

embarazada. Mientras estaban allí, se le cumplieron los días


del parto 7 y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue. 8

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al aire libre y vigiliaban por turno durante la nodche su rebaño. 9 Se les presentó un ángel del Señor, la gloria del Señor los envolvió en su luz y se llenaron de temor. 10 El ángel les dijo:

–«No teman, pues les anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: 11 Les ha nacido hoy, en la Ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo Señor; 12 y esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». 13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: 14 –¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace»

Palabra del Señor R/. Gloria a Ti, Señor Jesús. Re-leamos el texto para interiorizarlo: vv. 1-5: El censo a que se refiere San Lucas se hizo hacia el 8 a. C. Quirino tenía entonces cargos militares en Cilicia. Nace Jesús hacia el 748 de Roma. Belén dista de Nazaret unos 120 kilómetros. En Belén tienen José y María su lugar de origen. La ley del empadronamiento motiva su viaje a Belén; y en la Providencia divina da lugar a que el Mesías nazca en Belén según anunciaban las antiguas profecías (cfr. Mq. 5, 1). La escena del evangelio es muy sencilla: José y María van a Belén a inscribirse, porque así lo manda la ley. En uno de los prefacios de este tiempo, el lenguaje se hace también muy teológico: «en el misterio santo que hoy celebramos, Cristo, el Señor... se hace presente entre nosotros de un modo nuevo: el que era invisible en su naturaleza, se hace visible al adoptar la nuestra; el eterno comparte nuestra vida temporal... para asumir en sí todo lo creado, para reconstruir lo que estaba caído... para llamar de nuevo al reino de los cielos al hombre sumergido en el pecado» (prefacio II).


vv. 6-7 En Belén María da a luz y, como no tienen lugar en la posada, cuando nace el Niño lo depositan en un pesebre. «Primogénito» tiene sentido técnico y religioso. Indica el hijo que con este título tenía, a la vez, privilegios y obligaciones. Prescinde de si tiene o tendrá hermanos. El «no tenian sirtio en el albergue» (v. 7) indica que dada la situación de María, próxima a dar a luz, no halló la decorosa acogida que necesitaba. Lucas narra el nacimiento de Jesús en la mayor pobreza: «se le cumplieron los

dìas del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre». Pero en ese nacimiento tan sencillo se cumplen las promesas: José pertenece a la familia de David (venida a menos socialmente, desde luego) y así el Mesías viene, como se había prometido, de la dinastía de David. La escena de la Navidad que contemplamos en el pesebre es una escena sin palabras. Vemos a María, la madre, al Niño, a José. Ninguno habla. Es un acontecimiento que tiene lugar en el silencio. E, incluso, cuando los pastores encuentran a María, a José y al niño, los Evangelios no nos hablan de ninguna palabra, de ninguna expresión de emoción, de ninguna participación verbal de lo que sintieron interiormente.

vv. 8-12 En el campo de Belén velan los pastores. Solían reunir en un redil todos los rebaños y se turnaban en la vela (v. 8). El Angel les anuncia Luego narra Lucas la aparición del ángel a los pastores –(la gente sencilla y humilde son los primeros destinatarios de la Buena Nueva)- para anunciarles la Buena Nueva del Nacimiento del «Mesías», el «Salvador», el «Señor». En el misterio de Navidad los «Pastores» nos ofrecen el arquetipo del seguidor de Cristo. Son las primicias evangélicas del pueblo judío, como lo serán los Magos de la gentilidad. Pastores humildes y sencillos; abiertos a la fe, prontos en dirigirse a la cueva; fuertes para asimilar sin escándalo el misterio; puros para vivirlo y gozarlo; generosos para comunicarlo y publicarlo. Imitémosle en su docilidad, sencillez y esplendidez de corazón.

vv. 13-14 Los coros angélicos entonan: «Gloria a Dios»; La obra de Jesús es ante todo «glorificación» del Padre (cfr. Jn 17, 4). «Paz a los hombres»: La gracia, la paz, el amor de Dios nos llegan por este Niño (cfr. Is 9, 5). El es «Nuestra Paz» (cfr. Ef. 2,1318). Cada año la Navidad nos inunda de este amor de Dios y de esta paz de Cristo. Y la gozamos en la medida que también nuestra vida y nuestra conducta es: Gloria a Dios y paz a los hombres.


En la celebración litúrgica Cristo actualiza en nosotros el misterio de la Encarnación: Renueva nuestra naturaleza y nos regenera hijos de Dios, hermanos que compartimos en una misma mesa el mismo Pan. Se realiza, pues, el mensaje de la Navidad: Gloria a DiosPaz en la tierra-Benevolencia divina a todos los hombres.

3. MEDITACION: ¿QUÉ NOS DICE el texto? La Navidad es Palabra para nosotros La escena de la Navidad que contemplamos en el pesebre es una escena sin palabras. Vemos a María, la madre, al Niño, a José. Ninguno habla. Es un acontecimiento que tiene lugar en el silencio. E, incluso, cuando los pastores encuentran a María, a José y al niño, los Evangelios no nos hablan de ninguna palabra, de ninguna expresión de emoción, de ninguna participación verbal de lo que sintieron interiormente (cfr. Lc. 2, 6/7) Una escena que se desarrolla en el silencio, pero que tres veces se le dice, en el pasaje de San Lucas que hemos escuchado, «palabra» ( = to rhema: cfr. vv. 15.17.19). Más aún, esta expresión griega ( , en singuilar y = ta remata, en plural), en el texto original, es tan difícil de traducir que varias versiones la traducen con tres sustantivos distintos: «estas cosas» (Biblia de Jerusalèn y Biblia del Pueblo de Dios); «estos acontecimientos» (Biblia latinoamericana), «todo esto» (Bbilia Dios habla hoy). El texto traducido dice que los pastores se decían unos a otros: «Vamos a Belén y veamos ese acontecimiento que el Señor nos ha anunciado». En realidad, el texto original nos dice: «Veamos esta palabra» ( ) (v. 15) Se cuenta que los pastores, al regresar, «manifestaron lo que se les había dicho acerca de este niño». Es interesante notar que los pastores no manifestaron lo que habían visto, sino «la palabra». Además, se dice que María, por su parte, «guardaba todas estas cosas» ; pero el texto griego dice: «María guardaba todas estas palabras» ( : v. 19) Este acontecimiento se nos presenta, pues, como una palabra que hay que ver (v. 15), una palabra que hay que proclamar, manifestar (v. 17); una palabra que hay que meditar y guardar, conservar (v. 19).. La Navidad es una palabra, un acontecimiento que habla, un hecho con significado, cuyo sentido hay que interpretar y entender, más allá de lo que vemos o de lo que nuestros sentimientos vagamente perciben en sí mismos, repercutiendo impresiones del pasado. La Navidad nos habla.

La Navidad es Palabra de Dios La Navidad es una palabra de Dios, como lo fue para los pastores, para María y para José. Una Palabra de Dios que se nos dice a nosotros que, como los pastores, estamos esperando un acontecimiento en la noche; a nosotros que, como María, queremos alegrarnos por el nacimiento de un niño; a nosotros que, como José, buscamos tal vez una


casa en dónde vivir, toda para nosotros, y no encontramos ninguna para formar una familia nueva. La palabra de Navidad no se puede acoger o resumir aprisa, porque la Navidad es un comienzo y no se puede comprender profundamente su significado, sino a la luz de toda la vida de Jesús. Su nacimiento es el nacimiento del que a través de su vida, su muerte y su resurrección nos dice la palabra de salvación de Dios para el hombre, el juicio irrevocable de Dios sobre el hombre, que es un juicio de amor. Este niño que empieza a llorar, a moverse y después empezará también a sonreír, es el comienzo de esta Palabra: todos nosotros somos sumamente amados por Dios, perdonados, acogidos, regenerados interiormente. Jesús, en su misericordia para con los enfermos, en su atención para con los pobres, en su predilección por los marginados y los pecadores, por los excluidos de la sociedad, en su capacidad de amar a los discípulos y de morir por ellos, nos revela que no es cierto que todo esté perdido para el hombre, que para el futuro no haya sino pesimismo, escepticismo y temor, sino que la muerte, la soledad, la desesperación están vencidas para quien acoge a este niño, para quien acoge esta palabra, como los pastores, para quien la repite con alegría a todos los que se le acercan.

Experiencia de alegria Uno de los principales temas de la Navidad es la alegría. Jesús es fuente de verdadera alegría y felicidad. Por eso en esta lectura el profeta pone énfasis en la alegría que inunda al pueblo que reconoce la venida de Jesús como salvador. Así como la luz da alegría después de la oscuridad, así también sucede con la aparición del Mesías. Así como un esclavo está lleno de alegría al ser puesto en libertad, así también nosotros cuando acogemos al Salvador Repetidamente se nos invita a la alegría: «alegrémonos todos en el Señor» (entrada misa de la noche), «acreciste la alegría y aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín» (Isaías), «alégrese el cielo, goce la tierra, delante del Señor que ya llega» (salmo de la noche), «les traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo» (Evangelio de medianoche), «celebramos rebosantes de gozo el misterio del nacimiento de Cristo» (poscomunión de la noche), «la tierra goza, se alegran las islas innumerables» (salmo misa de la aurora), «hemos celebrado con cristiana alegría el nacimiento de tu Hijo» (postcomunión de la Misa de la aurora). ¿Por qué toda esta alegría? ¿Cuál es el sentido de la alegría cristiana? Existe la alegría psicológica y la alegría espiritual, más profunda. La alegría psicológica (que no hay que menospreciar) viene con un éxito, un acontecimiento feliz; un entretenimiento agradable, y cosas parecidas. Este acontecimiento, que nos produce una entrañable sensación de alegría y gratitud, tiene una dimensión teológica profunda, que los textos de hoy, sobre todo los de la Misa


del día», nos ponen de relieve. Ese Niño recién nacido es también el Maestro, el Profeta, el Hijo de Dios, el que luego se entregará a la muerte y nos salvará, reconciliando a la humanidad con Dios, y volverá glorioso al final de los tiempos como Juez universal. A la ternura se une la teología. Es la teología que también expresamos -y en esta fiesta con más razón- en el canto del «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz». Y este frágil Niño del pesebre viene como la fuente de esta alegría. El es nuestra alegría. Aceptando desde el comienzo todos los males y las penas de la condición humana -no hay lugar para ellos en Belén- Jesús nos ofrece la gracia, desde ese mismo momento, de vivir nuestra condición humana con alegría.

Los pastores, maestros de la acogida Fueron unas personas sencillas las que primero supieron ver la llegada de los tiempos mesiánicos y acogieron al Enviado de Dios. Ante todo esa joven pareja de creyentes que se llaman José y María. Luego, los pastores, que hicieron caso a la invitación de los ángeles, corrieron a Belén, y reconocieron al Mesías a pesar de la extrema pobreza de su venida. Otros, los importantes de Jerusalén, las autoridades tanto políticas como religiosas, no se enteraron, o no se quisieron enterar. Los pastores, sí. A veces son las personas humildes las que están más abiertas a la salvación y a la fe. Jesús, ya desde su nacimiento, pertenece a los pobres, que serán también sus predilectos en sus obras y en sus enseñanzas: basta recordar las bienaventuranzas. Todos somos invitados a esta actitud de acogida. Dios se nos ha acercado, Dios es Dios-con-nosotros, y ha querido compartir nuestra vida para que nosotros, acogiéndole, compartamos la suya. Sea cual sea nuestro estado social, o nuestra edad, o nuestra cultura, todos somos importantes para Dios. Esta Navidad podemos decir, con mayor sentido que nunca, y desde el fondo de nuestro ser, la oración del Padrenuestro que nos enseñó Jesús: porque el Hijo de Dios se ha hecho Hermano nuestro, todos somos hijos en la familia de Dios. Podemos vernos reflejados en esos pastores de Belén y acoger con fe y hasta con emoción a Dios en nuestras vidas. Y, además, ser apóstoles y evangelizadores para con los demás: «el que encomendó al ángel anunciar a los pastores la gran alegría del nacimiento del Salvador os llénenle gozo y os haga también a vosotros mensajeros del Evangeli»" (bendición solemne).

NAVIDAD ES UN MENSAJE para el hombre de hoy, para el cristiano de hoy, para el mundo de hoy.

a) Nos habla de la bondad de Dios: Dios es bueno por naturaleza; es bueno de mil maneras distintas; es bueno sin limitaciones.


- Dios se acerca al hombre: viene. - Dios recrea al hombre: da serenidad. - Dios conduce al hombre: guía.

b) Nos habla de la pobreza: - Dios elige el camino más sencillo, más simple, más aceptado: por eso se hace hombre. - Dios elige la condición humana más generosa, más convincente, más fácil para el hombre: así demuestra su amor. - Dios elige el rumbo más inaudito, insospechado, incomprensible: ¡por eso es Dios! - Se hizo pobre por nosotros. - Se hizo pobre para enriquecernos. - Se hizo pobre para nosotros.

c) Nos habla de la paz: - De un modo distinto: el hombre busca tranquilidad, comodidad, serenidad, y Dios ofrece gozo, regocijo, alegría. - De una forma distinta: el hombre hace planes, proyectos, reuniones y no la consigue. Dios restablece un orden que salva, reanima, pacifica. - Con una exigencia distinta: el hombre busca una paz estática cerrada, sin apertura, y Dios exige una paz difusiva, expansiva, conquistadora.

4. ORACION: ¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS? Padre nuestro del cielo, en esta noche santa de Navidad recibimos tu anuncio de alegría. Vienes a llenar nuestros vacíos, y cambiarnos radicalmente. Te bendecimos, Padre, porque hoy ha brillado una luz sobre nosotros, porque nos ha nacido el Señor. Los cielos pregonan tu justicia y todos los pueblos cantan tu gloria. Te has revelado a nosotros, y te has entregado a la humanidad por tu Hijo, engendrado por el Espíritu Santo.


Seguimos siendo humanos, pero humanos traspasados por tu divinidad. Nuestro barro humanizado, seguirá siendo barro, pero barro divinizado, empapado de Dios. Desde ahora te podemos llamar Padre, pues en tu Hijo, nacido en nuestra carne, nos estás haciendo hijos. Te encomendamos, Padre, a tantos hermanos y hermanas nuestros que no tendrán nochebuena porque están sufriendo los estragos causados por el invierno y han perdido a sus seres queridos y todas sus pertenencias: despierta nuestra solidaridad fraterna para hacer menos dolorosa su tragedia. Gracias, Padre, a Tí que vives y reinas, con el Hijo, en la unidad del Espíritu Santo, y eres Dios por los siglos de los siglos, Amén 5.

CONTEMPLACION-ACCION: PALABRA?

¿QUÉ

NOS

PIDE

HACER

la

«Vuestro corazón es pequeño pero la oración lo agranda y lo hace capaz de amar a Dios. La oración es una degustación anticipada del cielo, es un rebose del paraíso. Jamás nos deja sin alguna dulzura. Es una miel que desciende sobre el alma y lo endulza todo. Las penas se deshacen ante una oración bien hecha, como la nieve ante el sol» (Santo Cura de Ars) «HOY» nos ha nacido el Salvador. En estas fiestas de Navidad oímos repetidas veces la palabra «hoy»: «Yo te he engendrado hoy», «hoy, desde el cielo, ha descendido la paz sobre la nosotros» (antífona de entrada), «has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo» (oración colecta), «hoy nos ha nacido un Salvador» (Salmo responsorial y Evangelio), «hoy brillará una luz sobre nosotros» (entrada y salmo de la Misa de aurora), «hoy una gran luz ha llegado a la tierra» (versículo del Aleluya, Misa del día), «hoy nos ha nacido el Salvador» (Oración después de la Comunión, Misa del día). Lo mismo pasará en la Epifanía: «hoy se nos ha manifestado», «hoy la estrella condujo a los magos».


Este «hoy» quiere significar que lo que celebraos en la Navidad no es un aniversario, sino un «sacramento», es decir, una actualización sacramental del hecho salvífico del nacimiento humano del Hijo de Dios. En la fiesta de la Navidad, Dios nos comunica la gracia de un «nuevo nacimiento» como hijos en la familia de Dios.

El compromiso con la navidad desde hoy ¡Asimilar su contenido, Aceptar sus exigencias, Comunicar su Espíritu! HOY es una NAVIDAD NUEVA Vivirla hacia su centro: Cristo… el Dios que viene. Vivirla desde su eje: Cristo… el Dios que está con nosotros. Vivirla con su dinamismo: Cristo. . . el Dios que salva por nosotros. HOY es una NAVIDAD VIVA El silencio trae la intimidad. La contemplación lleva a la adoración. La oración invita a la asimilación. HOY es una NAVIDAD RICA Si abrimos el camino de la esperanza. Si renovamos las fuerzas del amor. Si irradiamos la claridad de una nueva luz. - Somos artífices de la Navidad: … la estamos haciendo hoy, ¡si Cristo entra en nosotros hoy! - Somos responsables de la Navidad: … la estamos llevando a los hombres de hoy, para que Cristo centre a los hombres de hoy! - Somos testigos de la Navidad: nuestra Eucaristía nos hace participar de nuestra Navidad de hoy!

Relación con la Eucaristía Al celebrar la Eucaristía en esta noche santa se abre el corazón de la Iglesia a todos los pueblos de la tierra para decirles que de verdad «Dios está con nosotros». Algunas preguntas para pensar durante la semana 1. ¿Cuál es la idea o experuienci que mas me impresiona en esta Navidad? 2. ¿Es mi fe un factor importante de alegría? ¿Por qué? 3. ¿Cómo puedo aprovechar esta gracia recibida y popnerla en practica de ahora en adelante?

FELIZ NAVIDAD P. Carlos Pabón Cárdenas, CJM. Libro virtual: http://www.flipsnack.com/carlospaboncardenascjm/navidad-misa-de-medianoche.html


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