Santisima trinidad ciclo c

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El Dios cristiano AMBIENTACIÓN La primera parte y la más rica del «Año Litúrgico» toca hoy a su fin. En este período, comenzado en Adviento, hemos celebrado los grandes misterios de nuestra fe: Encarnación, Navidad, Cuaresma, Pascua y Pentecostés. Adecuadamente, cerramos este período con un domingo dedicado a la Santísima Trinidad. Pues la Trinidad resume el

misterio de Dios y del destino del hombre. Todo esto lo hemos visto plenamente cuando, hace más de dos mil años, Dios Padre quiso entrar en nuestra historia humana enviándonos a su Hijo como hermano nuestro, nacido de María por obra de su Espíritu. Sea cual sea nuestra situación personal, de salud, etc. etc., no podemos poner nunca en duda que Dios nos ama, que nos quiere salvar, que nos ofrece su misma vida. Que, aunque no lo entendamos del todo, estamos incorporados a ese gran misterio de amor que es el Dios Trino. La fiesta de hoy no sería de por sí necesaria en el transcurso del año cristiano, porque en toda oración comunitaria ya nos dirigimos y celebramos a Dios Trino. Pero no resulta superfluo el que este Domingo lo dediquemos a glorificar explícitamente a ese Dios que es Padre, Hijo y Espíritu, que son los que dan pleno sentido a nuestra existencia cristiana. Eso es, precisamente, lo que celebramos cuando terminamos la Pascua: que el Dios Trino, con un evidente protagonismo diferenciado -la actuación salvadora del Padre, el Misterio Pascual de la entrega de Cristo y la fuerza vivificadora del Espíritu-, nos ha querido comunicar con mayor densidad su vida divina. Esta fiesta comenzó a celebrarse hacia el año 1000, y fueron los monjes los que asignaron el domingo después de pentecostés para su celebración. El Domingo de la Santísima Trinidad fue instituído relativamente tarde, pero fue precedido por siglos de devoción al misterio que celebra. Celebrar esta solemnidad tiene sentido, puesto que por el Espíritu Santo llegamos a creer y a reconocer la Trinidad de personas en el único Dios verdadero. La Santísima Trinidad es ciertamente un misterio, pero un misterio en el cual nosotros estamos inmersos. Un océano que no podemos esperar abarcar en esta vida. Con amor de hijos acerquémonos, guiados por la Palabra divina, al misterio de nuestro Dios, en este día dedicado a la Santísima Trinidad. Hemos sido bautizados y consagrados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Lo hemos alabado muchas veces diciendo Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Esto nos hace pensar que Dios es comunidad dentro de la máxima unidad, que nos ha traído a la vida para conocerlo y amarlo, que nos ha llamado a compartir el misterio de su vida.

1. PREPARACIÓN: INVOQUEMOS AL ESPÍRITU SANTO 2


Ven Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, y ayúdanos a leer la Palabra en el mismo modo con el cual Jesús la ha leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, El les ayudó a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de su condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección. Crea en nosotros el silencio para escuchar la voz del Padre en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Haz que la Palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de la Resurrección del Señor Jesús y testimoniar a los otros que El está vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz, para gloria del Padre. Amén.

2. LECTURA: ¿QUÉ DICE el texto? Pr.. 8,22-31: «Antes del origen de la tierra fui engendrada» El texto poético del libro de los Proverbios es sobre la naturaleza de la Sabiduría de Dios. Y como los atributos de Dios no son diferentes de Dios mismo, el texto trata de Dios como Sabiduría. Así, aprendemos que la Sabiduría de Dios no tiene tiempo; es el origen de todos los seres y de la creación. La sabiduría de Dios preside sobre todo el mundo y su desarrollo; sobre la naturaleza y la historia. La creación, la realidad del mundo, es la obra más visible de Dios. Es la forma más universal de comunicación entre Dios y los hombres. El Antiguo Testamento habla con este lenguaje misterioso de la «Sabiduría», a la que el evangelista Juan dará el nombre, después de creer en Jesucristo, el Hijo de Dios: es la Palabra eterna del Padre, por la 3


que «todo ha venido a la existencia» (Jn. 1,1-3), y que de tal modo ha querido «compartir con los hombres sus delicias» que se ha hecho uno de nosotros.

Sal. 8: «¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!» El salmo ocho es un cántico de alabanza y reconocimiento al Dios Creador. El hombre se siente pequeño ante la grandeza de Dios. El salmo parece moverse entre las coordenadas de «grandeza-pequeñez». Según el P. Alonso Schókel, al salmista le gusta jugar con una especie de saltos poéticos: •De los cielos inmensos - a los niños de pecho. •Del mundo sideral - al hombre minúsculo. •Del ser pequeño del hombre - al mundo de lo indomable. •Del sometido a Dios - al que todo se le somete. El salmista quiere dejar clara una cosa: la grandeza de la creatura está en razón directa de su relación con Dios. La creatura más excelente será el ser humano por su inteligencia y su relación especial con Dios: «Lo hiciste poco inferior a loa ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad». El Concilio Vaticano II afirma: «El ser humano es la única creatura a la que Dios ha amado por sí misma».

Ro. 5, 1-5: «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu que nos ha sido dado» En la Carta a los Romanos S. Pablo nos recuerda que Cristo nos dio acceso a Dios. Dios, tan diferente de nosotros, tan inaccesible a nuestra inteligencia, es un misterio. Pero a través de Cristo somos capaces de conocer sobre Dios, de alcanzarlo y de ser sus amigos. Y sobre todo de compartir ese amor. Jesús nos reveló a Dios como amor, y la venida de este amor a nuestros corazones por el Espíritu Santo. La comunicación entre Dios y los hombres no termina con la creación. Por el misterio pascual de Jesucristo, no sólo hemos conocido a Dios el Padre, sino que, con el don del Espíritu Santo, hemos entrado en relación vital y personal con las personas divinas. La Trinidad divina no es una abstracción para los cristianos; ¡es nuestra familia!

Jn. 16,12-15: «Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu recibirá de lo mío y se lo anunciará» PROCLAMACION DEL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGUN SAN JUAN

R/.Gloria a Ti, Señor. 4


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Mucho tengo todavía que decirles, pero ahora no pueden con ello. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, los guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y les explicará lo que ha de venir. 14Él me dará gloria, 15 porque recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes. 13

Palabra del Señor. R/. Gloria a Tí, Señor Jesús. Re-leamos el texto para interiorizarlo El Evangelio de hoy no trata de una elaboración académica y teológica sobre el misterio de la Trinidad. Se trata de

a) Contexto: Jn. 13 - 17 El pasaje evangélico de este Domingo (Jn. 16, 12-15) forma parte de aquella sección del evangelio de Juan que los exegetas llaman el «libro de la revelación» y contiene los discursos de despedida de Jesús (Jn. 13,1 - 17,26). Jesús en esos discursos se revela en profunda intimidad, los llama «amigos», les promete su Espíritu Santo que los acompañará en el acoger el misterio de su Persona. Los discípulos, luego, son invitados a crecer en el amor hacia el Maestro, que se ofrece totalmente a ellos. En esta sección, se pueden separar tres secuencias o partes bien delimitadas: - La primera parte comprende los capítulos 13-14 y tiene como hilo conductor el siguiente tema: la nueva comunidad está fundada sobre el mandamiento nuevo del amor. Con sus instrucciones Jesús explica que la práctica del amor es el itinerario que la comunidad debe recorrer en su camino hacia el Padre. - En la segunda parte comprende los capítulos 15 y 16: Jesús describe el rostro de la comunidad en medio del mundo. Les recuerda que la comunidad por Él fundada desarrolla su misión en un mundo hostil y sólo a través de la práctica del amor es posible su crecimiento agregando nuevos miembros. En esto consiste el «llevar frutos» por parte de la comunidad. Las condiciones pedidas para un amor fecundo en el mudo: estar unidos a Jesús. De Él brota la vida – el Espíritu (Jn. 15,1-6); la unión a Jesús con un amor que responde al suyo de modo que se establezca una relación de amistad entre Jesús y sus discípulos (Jn. 15,7-17).

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Aunque la misión de la comunidad, semejante a la de Jesús, tendrá lugar en medio del odio del mundo (Jn. 15,18-25), sin embargo, los discípulos estarán sostenidos por el Espíritu (Jn. 15,26-16.15). Jesús les revela que la misión en el mundo comporta dolor y gozo y que Él estará ausente-presente (Jn. 16,16-23a), pero les asegura la ayuda del amor del Padre y su victoria sobre el mundo (Jn. 16,23b-33). La tercera parte de la sección es el capítulo 17: contiene la plegaria de Jesús: Él ruega por la comunidad presente (Jn. 17,6-19); por la comunidad del futuro (Jn. 17,20-23) y expresa el deseo de que el Padre honre a todos los que lo han reconocido y, finalmente, que se cumpla su obra en el mundo (Jn. 17,24-26).

b) Comentario: vv. 12-13: El Espíritu Santo será el «profeta» de Jesús: «... los guiará hasta la

verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará de lo que oiga...». La voz del Espíritu Santo, que la comunidad percibirá, es la voz del mismo Jesús. Tras las huellas de los profetas veterotestamentarios, que interpretaban la historia a la luz de la alianza, el Espíritu Santo se muestra determinante para hacer conocer a Jesús ofreciendo a la comunidad de los creyentes la clave para comprender la historia como una confrontación continua entre lo que el “mundo” representa y el proyecto de Dios. Es determinante el papel del Espíritu Santo como intérprete del misterio de la vida de Jesús en la vida de los discípulos: es su guía en el emprender el justo cometido a favor del hombre.

v. 14: «El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes» Después Jesús explica las modalidades con las que el Espíritu Santo interpreta la vida y la historia humana. Ante todo manifestando su «gloria»: esto quiere decir manifestar el amor que Él ha demostrado en su muerte. Estas palabras de Jesús son muy importantes porque evitan el reducir el papel del Espíritu Santo a una iluminación. Lo suyo es una comunicación del amor de Jesús que los pone en sintonía con su mensaje, pero también con el sentido profundo de su vida: el amor demostrado donando la propia vida sobre la cruz

v. 15: «Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: recibirá de lo mío y se lo explicará a ustedes» Aquí habla el Evangelio de Jesús, el Padre, el Espíritu Santo y la comunidad de creyentes. Cuando Jesús dice que «todo lo que tiene el Padre es mío», ¿qué cosa quiere decir? Ante todo que esto que Jesús posee es en común con el Padre. El primer 6


don del Padre a Jesús ha sido su «gloria» (Jn.1,14), más específicamente, el amor leal, el Espíritu (Jn. 1,3; 17,10). Para ser capaces de entender, de interpretar la historia, los creyentes son llamados a estar en sintonía con Jesús, aceptando en su existencia la realidad de su amor y concretizándolo a favor del hombre. Tal es el designio del Padre: el amor de Jesús por sus discípulos va investido de la realización del hombre. El designio del Padre que se ha realizado en la vida de Jesús, debe realizarse en la comunidad de los creyentes y guiar el empeño de los creyentes por promover la vida de los hombres. ¿Quién es el ejecutor del designio del Padre en la vida de Jesús? Es el Espíritu Santo, que uniendo Jesús al Padre, realiza y lleva a cumplimiento el proyecto del Padre y hace a la comunidad de los creyentes partícipes de esta actividad dinámica de Jesús: «tomará de lo mío», la comunidad, gracias a la acción del Espíritu de la verdad, lo oye en su mensaje, lo concretiza como amor para comunicarlo. El Espíritu Santo comunica a los discípulos de Jesús toda la verdad y riqueza de Jesús; el lugar en el que habita es Jesús; «viene» a la comunidad; acogido, hace a la Comunidad partícipe del amor de Jesús.

3. MEDITACIÓN: ¿QUÉ NOS DICE la Palabra? Jesús nos revela a Dios Y aprendemos que el misterio de Dios viene a nosotros en la humanidad de Jesús. Que Jesús, Hijo de Dios, segunda Persona de la Trinidad, entregó su vida por puro amor a la humanidad, para liberarla del mal y de la muerte eterna. Paradójicamente, el misterio de la Trinidad no nos aleja de Dios; más bien nos acerca a un Dios de amor. Sobre la Trinidad, ya sabemos el hecho esencial, de acuerdo con la Biblia y la fe de la Iglesia: - Dios es un Padre amoroso, fuente de vida y felicidad. - Dios es Hijo, que vino a nosotros como hermano, como nuestro salvador y modelo. - Dios es Espíritu Santo, que es amor hecho persona, que habita en nosotros y llena la faz de la tierra para renovar todas las cosas. En cada ciclo litúrgico, los textos de las lecturas, englobando la acción de las tres Personas Divinas, acentúan diferentes aspectos de su mutua relación y de su comunicación con los hombres.

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¿Quién es Dios? En este Domingo, fiesta de la Santísima Trinidad, la Iglesia nos recuerda algo acerca de la naturaleza y rasgos del único, uno y verdadero Dios, como es revelado en la Biblia, y transmitido a nosotros en la fe de la Iglesia. A través de las tres lecturas de la liturgia de hoy, hemos aprendido muchas cosas acerca de nuestro Dios. La fiesta de hoy nos invita a preguntamos cuál es nuestra imagen de Dios; cuál es el Dios en quien creemos. Y cuando preguntamos a cualquiera «¿quién es Dios para ti?», podemos encontrarnos con multitud de respuestas. Pero todas ellas pueden tener algunos aspectos comunes:

A- Nuestra imagen de Dios a) Tenemos la imagen de un Dios creador, cuidadoso de que se cumplan sus leyes y normas, dispuesto a castigar a los malos y premiar a los buenos. Es un Dios justiciero, vigilante de nuestros comportamientos, que nos da miedo, nos hace vivir con angustia y con la preocupación de no disgustarlo y contar siempre con su favor, de modo que hacemos las cosas para que esté contento de nosotros y para ir acumulando en nuestra lista méritos que eviten una condena. b) Pensamos a veces en Dios como el poderoso a quien podemos arrancar favores y ventajas según nuestras necesidades. Más acá, como alguien a quien podemos comprar, con quien podemos negociar, a quien podemos tener de nuestra parte para que resuelva nuestros conflictos y haga nuestra voluntad. Nuestra relación con Él es casi comercial. Hacemos promesas, novenas, oraciones, propósitos..., para que nos dé, nos conceda, nos consiga... Y si no conseguimos lo que pedimos o exigimos, nos enfadamos, entramos en crisis y nos preguntamos para qué creer, para qué rezar, por qué Dios nos trata así... c). Con todo el cariño del mundo también podemos afirmar que vemos a Dios como un abuelito cariñoso y bueno. Todo nos lo consiente, nada nos exige, todo lo que hacemos tiene excusa y es disculpado... Y así nuestra relación con Él es superficial, engañosa, y nos lleva a tener una vida mediocre y sin exigencias...

B- El Dios de Jesús El Dios de Jesús, que es el Dios en quien nosotros creemos, tiene parte de esas cualidades, pero no es del todo así. * Es un Padre bueno, misericordioso, preocupado por nosotros porque cada uno de nosotros es importante para Él. Todo lo nuestro le interesa, y nos quiere felices y dichosos. Pero es también un Padre exigente, que nos educa, que nos corrige, que 8


quiere que sepamos aprovechar todas las cosas que Él ha puesto en nuestras manos y que con responsabilidad procuremos que den fruto abundante. Espera que estemos a la altura de la confianza que ha depositado en nosotros. * Es un Dios que -en el Hijo- se ha hecho hombre para que nos sea más fácil conocerlo, encontrarlo, sentirlo cerca. Que ha compartido todas las circunstancias de nuestra condición humana y sabe lo que es la alegría y la amistad, el dolor de perder a los amigos y a los seres queridos, la traición y la violencia, la injusticia y la persecución, la muerte y el desprecio... y por eso nos conoce bien, nos comprende, y sabe lo que sentimos y lo que necesitamos. Por haber compartido nuestra condición podemos encontrar en Él la referencia constante de lo que dijo y lo que hizo, cuando nosotros queremos encontrar la respuesta a un interrogante, la luz para saber lo que hemos de hacer y cómo lo hemos de hacer. En El nos sentimos comprendidos, queridos, acompañados. En El encontramos «el camino, la verdad y la vida». Es un Dios que vive en nosotros para siempre. Que nos renueva desde dentro, que nos llena de luz, sabiduría y fortaleza. Que nos enseña a rezar, a amar y a vivir en libertad. * Es el Espíritu quien vive en nosotros, nos hace participar de la misma vida de Dios, nos hace semejantes a Él, nos hace suyos... Ése es nuestro Dios. Y por ello también hemos de relacionarnos con Él de la forma adecuada. Dirigirnos a Él con la confianza con que hablan los hijos con un Padre bueno. Imitarlo y apoyarnos en Él como el amigo fiel que es nuestro compañero de camino. Acudir a Él y no sentimos nunca solos, porque vive en nosotros y es nuestra luz y nuestra fuerza.

C- Nuestro Dios en quien creemos - Hemos aprendido en primer lugar que Dios es un misterio, nadie puede penetrar completamente en este misterio. Sin embargo, como Dios se reveló a sí mismo a los hombres a través de la historia, principalmente en la Biblia y en la Iglesia, sabemos lo que necesitamos saber sobre el Misterio de Dios. - Hemos aprendido también que Dios es creador del hombre y fuente de vida. Hemos aprendido que Dios quiere una amistad personal y amistosa con el hombre, y que Él se ha comunicado con la Humanidad. - Hemos aprendido que Dios es liberador. Su plan es liberar al hombre de toda forma de esclavitud, principalmente el pecado y la muerte eterna. - Hemos aprendido que Dios es nuestro amante Padre y amigo, y nosotros somos sus hijos y sus herederos.

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- Y ahora en el Evangelio, Jesús nos enseña la raíz de la naturaleza del amor de Dios:

¡Dios es Trinidad!. El Dios uno y simple, vive en tres Personas: el Padre, el Hijo, que tomó carne en Cristo, y el Espíritu Santo. La Trinidad significa que Dios no es un Dios solitario, sino una comunidad de amor. Dios es el amor hecho vida. - El resto de lo que hemos sabido y que podemos saber de Dios viene como consecuencia. La vida de amor de Dios no puede sino comunicar, compartir con otros, traer felicidad y liberación, hasta que el hombre y toda la creación participe en su amor por la eternidad.

La fe cristiana tiene que ser trinitaria Es probable que para muchos esta verdad cristiana apenas haga efecto alguno. Puede sonarnos a «desconocida». Sin embargo: - Al principio de nuestra vida cristiana ya fuimos bautizados y consagrados «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Por tanto, ya desde entonces fuimos como sellados por su amor Salvador. - Comenzamos nuestras celebraciones de la Fe en su nombre, invocándola sobre nosotros: «en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»; - En el momento solemne del final de la Plegaria Eucarística hemos proclamado una «doxología», es decir, una exclamación de alabanza a la trinidad: «Por Cristo (el Hijo), con Él y en Él, a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos». - Y terminamos la Celebración con la bendición del «Padre, Hijo y Espíritu Santo». - En su nombre bendecimos y a El damos gloria, expresándole nuestra alabanza y gratitud, cuando decimos: «Gloria al Padre, al Hijo y al Espìritu Santo». - Cuando profesamos nuestra fe, decimos creer en Dios Padre, en Cristo Jesús que murió y resucitó, y en el Espíritu Santo, que anima a la Iglesia y la lleva a la unidad. Esto quiere decir que la presencia y acción de la Santísima Trinidad es el contexto y ambiente vital de la vida de la Iglesia y del Cristiano. Y, por consiguiente, no hay Eucaristía sin Trinidad. Y la Fe cristiana tiene que ser necesariamente trinitaria.

4. ORACIÓN: ¿QUÉ LE DECIMOS NOSOTROS a DIOS? PADRE santo, ya que nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, danos tu ESPÍRITU para que venga 10


en ayuda de nuestra debilidad, y que él mismo interceda por nosotros. HIJO único de Dios, que pediste al Padre para tu Iglesia el Espíritu de la verdad, haz que este Defensor esté siempre con nosotros. Ven, ESPÍRITU SANTO, que procedes del Padre y del Hijo, y derrama en nosotros tus frutos: caridad, gozo, espiritual, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad. PADRE todopoderoso, tú que enviaste a nuestros corazones el ESPÍRITU de tu HIJO que clama: «¡Padre!», haz que nos dejemos llevar por ese Espíritu y lleguemos a ser herederos tuyos y coherederos de Cristo. Señor Jesús, que nos enviaste desde el Padre al Paráclito para que diera testimonio de ti, haz que también nosotros demos testimonio de ti ante los hombres. Amén. 5. CONTEMPLACIÓN - ACCIONES: ¿QUÉ NOS PIDE HACER la Palabra? Nuestro compromiso hoy Todo esto lo hemos visto plenamente cuando, hace más de dos mil años,

Padre

quiso entrar en nuestra historia humana enviándonos a su

Dios

Hijo como hermano

nuestro, nacido de María por obra de su Espíritu. Sea cual sea nuestra situación personal, de salud, etc. etc., no podemos poner nunca en duda que Dios nos ama, que nos quiere salvar, que nos ofrece su misma vida. Que, aunque no lo entendamos del todo, estamos incorporados a ese gran misterio de amor que es el Dios Trino. Que corrijamos las deficiencias en nuestra imagen de Dios, que corrijamos nuestro modo de rezar y de relacionarnos con Èl, que seamos conscientes de que constantemente proclamamos nuestra fe y que toda nuestra vida sea dar gloria al Padre, al Hijo y al

Espiritu Santo. Relación con la Eucaristía 11


En la Eucaristía de hoy, día de la Santísima Trinidad, damos gracias a Dios-Padre por el amor que nos ha manifestado entregándonos al Hijo, que compartió nuestro camino humano con tanto amor para realizar nuestra liberación y salvación como fue la aceptación de la cruz; y damos gracias porque este amor del Padre revelado por su Hijo es fuente de vida en nosotros por el Espíritu Santo que nos ha sido comunicado. Estos pensamientos tienen que dar sentido a nuestra vida de cada día. Será bueno que en cada misa nos unamos de corazón, interiormente, para responder con entusiasmo al sacerdote cuando en nombre de todos entona la alabanza final: «Por Cristo, con El

y en El, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos». Nos unimos a esta exclamación de alabanza (=«doxología») respondiendo con entusiasmo, en voz alta, nuestro «amén», que es signo de que no sólo creemos en ese Dios Trino, sino que queremos dejarnos llenar de toda la alegría y la esperanza que nos comunica.

Algunas preguntas para pensar durante la semana 1. Piense en la Trinidad no como una doctrina, sino como del amor de Dios por usted, que se manifiesta en la perfecta comunión del Padres, el Hijo y el Espíritu Santo? 2. ¿Con qué Persona de la Trinidad le gusta más relacionarse? 3. ¿Cuál es la imagen real que tengo de Dios? 4. Confrontándome con las enseñanzas cristianas, ¿de qué manera debo yo cambiar con respecto a mi imagen de Dios? 5. Dios no es una abstracción, sino el Padre que se hace visible en Jesús. ¿Te empeñas en «verlo» y reconocerlo en la humanidad de Jesús? 6. ¿Estás atento al Espíritu de la Verdad que te comunica toda la verdad total de Jesús?

Carlos Pabón Cárdenas, CJM.

Libro virtual: O:

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