08 Cartago Mío

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A l v a r a d o — C a r t a g o — E l G u a r c o — J i m é n e z — L a U n i ó n — O r e a m u n o — P a r a í s o — Tu r r i a l b a Revista #8, Volumen 2 - Enero – Febrero, 2017

ISSN: 2215-4515



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asado el ruido de las fiestas, reuniones, comilonas y regalos; llega el momento del descanso, los paseos tranquilos, las visitas a familiares y amigos que nos han reservado un tamalito para compartir y revivir en forma de masa envuelta en hojas la calidez y cariño que olvidamos en el trajín cotidiano.

En medio de este solaz de siestas largas, la mente se resiste al descanso, repasa una y otra vez los quehaceres y proyectos para el próximo año, una larga lista de “este año voy a...” Si analizamos los propósitos de años anteriores que se quedaron a medio camino o en tímidos intentos, nos damos cuenta que el fracaso nació en la falta de diligencia y esmero para concretar. Dormimos en el “ya veremos que pasa”, esperando que otro lo haga o que llueva una magia poderosa solucionadora de asuntos que solamente con voluntad y fuerza propia se resuelven. Para evolucionar hay que impulsar una transformación en nuestro estilo de vida, rescatando los valores de crecimiento y cambiando aquellas costumbres que nos atan a la decadencia. Es necesario incluir en la lista de propósitos uno fundamental, base para hacer realidad todos los demás: cumplir los compromisos asumidos. Es hora de matar el hábito de llegar tarde o dilatar los plazos. En la misma acción del retraso, está escondida la falta de interés y el menosprecio por la vida ajena. Un maestro explicó a sus discípulos cómo se cuenta el tiempo: “ – Si llego 10 minutos tarde dar una clase a 100 personas, cuanto tiempo debo? – 10 minutos – respondieron. Error -dijo el maestro- Debo 1.000 minutos, puesto que le quité 10 minutos de la vida de cada personas. ¿Alguien tiene idea cómo se paga el tiempo robado a las vidas ajenas?” Una vez que el atraso se instala como lo “normal” en nuestras vidas comenzamos a pagar frenando el propio progreso; dejamos de verlo como una mala práctica para incorporarlo como rasgo personal, afectando nuestro prestigio, confiabilidad, trabajo, economía, relaciones y también al colectivo en tanto otras personas imiten esta conducta. Ya no resulta simpática “la hora tica”. Es una costumbre cruel. Si lo común, lo rutinario, lo usual fuera llegar a tiempo, entregar su trabajo antes del plazo, pagar al vencimiento, resolver y ordenar los asuntos en el momento que se presenten, esta atención y cuidado ya sería en sí misma, un gran avance en el logro de sus propósitos y el progreso de la comunidad. Si hay una tradición que merece ser restablecida y defendida es la de honrar la palabra y ser cumplido.

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De Contenido Un la mano Ratito con la tierra

La Foto

Con la sonrisa ¡me gano a mi gente!

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Días de Ceniza

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Estrategia Cachí

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Galería

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¿Qué sabés?

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Página Literaria

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El 7mo. Cantón

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La Ruta del Humo

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Guayabo

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Bienestar Estarbien

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Portada: Adaptación

fotográfica del reloj de la torre de la Catedral de Cartago, lugar de muchos encuentros y citas a la hora señalada...

Créditos

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Revista Cartago Mío es una revista costarricense, de capital e Consejo Editorial: ideales independientes, gestionada y administrada por Fractal21. Dedé Coseani Dirección editorial y administrativa: Dedé Coseani Fabricio Monge Dirección de Arte, y diseño editorial: Francisco Chavarría Francisco Chavarría Equipo de columnistas: Fabricio Monge Contacto: Rita Leiva revistacartagomio@gmail.com Li Sáenz Tels.: 506+ 2551-5596 Alice Brenes 8364-9530 Youset Vega Fotografías: Francisco Chavarría 8593-1163 Ventas - Raúl Morales: Li Impresión: MasterLitho,S.A. Tel.: 506+8345-8243 Aplicación para dispositivos móbiles: ISSUU

Dedé

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Fabricio

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Túnel por donde se desliza calmo el Parrúas, encina el techo abovedado soporta toneladas de piedras para que los hierros del ferrocarril atraviesen Paraíso y lleguen al Atlántico. Una obra que nos habla de la fuerza y determinación con que en el pasado se enfrentaban desafíos que hoy vemos imposible.– Fotografía de Fabián Yuan

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Empresa de gestiรณn y producciรณn de proyectos culturales

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Periodista y docente ritaleiva@gmail.com

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ntenso brilla el sol y marca las 11:14 el reloj ¡Arrancan cimarrona y mascarada! Una niña acaricia la cara del “gigante” frente a un puesto de hortalizas orgánicas. Detrás suyo, ventas de comida sana y, a lo largo del pasillo, un hormiguero de visitantes que exploran los productos de pequeños emprendedores, como aderezos, ungüentos y chocolate.

El Festival Cultivando Pura Vida celebra así un año más de trabajo a favor del agro, la salud, el ambiente y la economía familiar en el Centro Nacional Especializado en Agricultura Orgánica del Instituto Nacional de Aprendizaje, al pie del Volcán Irazú, en La Chinchilla de Oreamuno. Es la segunda vez que la institución recibe a la comunidad en un evento agroecológico y de manejo integrado de residuos, pero son 20 los años que suma en su esfuerzo por promover la agricultura sostenible. Su inicio tiene por fecha, agosto de 1996. “Cuenta la primera directora, doña Carmen Durán, que al principio ¡había que traer a la gente! No querían ni venir, costaba mucho”, recuerda el actual director, Fabián Pacheco

Rodríguez. “Ahora es bonito ver que entran los buses, llenos. Vienen personas de todo el país: Limón, Pérez Zeledón, Ciudad Colón, Heredia”. Son cerca de 1.500 por año, pensionados, agricultores, indígenas, mujeres, que se nutren de saber en las 17 hectáreas del Centro bajo la guía de 14 profesores que les enseñan de lombricultura, abonos, agropecuaria y todo un abanico de temas en módulos cortos. Aprenden también haciendo, a través de programas que, por varios meses, los ligan con aulas, laboratorios y huerta. La naturaleza tiene mucho qué enseñarles. Jacó Ramírez Redondo, asistente del Laboratorio de Extractos Botánicos, destapa grandes frascos con sustancias de aromas particulares como albahaca alcanforada. “Lo que hacemos acá es extraer principios activos de las plantas y convertirlos en bioinsumos para manejar plagas como insectos, bacterias y hongos”. Esto evita la contaminación con agrovenenos. En otro aposento, se halla un mueble con pequeñas gavetas y, en ellas, un despliegue de insectos: la colección entomológica especializada. “Aquí tenemos un registro

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Foto Prensa / INA

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RITA LEIVA.

Tres generaciones de mujeres en condición de extrema pobreza, provenientes de zonas rurales, se han graduado del proyecto de Mujeres Semilla Gestoras de Vida, que articula el trabajo del INA, el INAMU y el IMAS.

para uso agrícola”, explica Ramírez. “Si una persona llega y nos dice Mirá, yo tengo este insecto. ¿Podés ayudarme a identificarlo?, buscamos determinar si es beneficioso, está de paso o es un problema para dar así las recomendaciones para atraerlo o controlarlo”. Las lecciones continúan en el Laboratorio de Fitoprotección. “Es una experiencia bonita”, afirma el profesor Ronny Cortés Paniagua, “porque el agricultor que maneja el tema de plagas de manera empírica, puede de ver el hongo que enferma sus cultivos en el microscopio, aislarlo y hacer pruebas para comprobar que hay hongos benéficos que ayudan al control de los patógenos”. A la formación se suman las asesorías gratuitas, con análisis de muestras de suelo, agua, plantas y abonos orgánicos para evaluar su calidad y ayudar a las cosechas. Toda esta labor se conjuga con la investigación, con una sola meta: regresar a la tierra, a la agroecología, a eso que Pacheco logra resumir como “un estilo de vida, que conecta el huerto y la cocina, en un constante ciclo de nutrientes”.


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Por qué sería que se apearon los palos ah? , me dijo de pronto el señor sentado a mi lado, en el pollo del parque de Cartago, donde esperaba a una amiga. – ¡Me leyó el pensamiento! -le dije muy sorprendida- ¡Yo estaba pensando que hacen falta árboles aquí! – Claro si eso es lo bonito de un parque ¡los palos, para estar uno bajo la sombra!. Viera que yo venía chiquitillo con mi tata a pasear, veníamos desde San Rafael de Oreamuno, aquí había unos grandísimos ¿se acuerda?. Solo queda aquél de allá, por lo menos. – Yo no soy de aquí, pero me imagino que eran lindos. – Ah si una belleza.… ¿y de donde es usted? – De Tres Ríos. Viera que allá también el parque se quedó sin árboles. – ¿También? Diay pero los palos son lo más importante -me dijo con tono apasionadono ve que dan oxígeno, salud, ¡vida!, los pajaritos tienen donde llegar, y se ven tan lindos. ¿Porqué los cortarán?

LI SÁENZ.

lisaenzu@gmail.com

-No sé, qué tontera, ¿verdad? -le contesté-, aun con sus palabras de sencilla lucidez, resonándome. -Si los quitaran por viejos y sembraran otros, eso sería diferente. Hizo una pausa y miró nostálgico, hacia el centro de la explanada de cemento, donde ahora hay una extraña “escultura”. -Ahí había un kiosco y tocaban música los domingos, no se me olvida… ¡Viera qué paseos eran esos con mi tata!. En sus ojos asomó un tiempo ido, que se posó en un silencio cómplice entre los dos. Hacia el lado de Las Ruinas, vi a Dedé que me buscaba entre la gente con sus lindos lentes oscuros de aros blancos. -Allá viene mi amiga, mucho gusto. -Que Dios la acompañe- me dijo-. Sobrecogida por esa frase pronunciada con dulce tono campesino, me levanté evocando el viejo parque con palos frondosos y melodías dominicales, donde un niño de San Rafael de Oreamuno, disfrutaba a lo grande los paseos a Cartago centro con su tata.

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LI SÁENZ.

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lisaenzu@gmail.com Fotos por Li Sáenz

A Dora le encanta bailar, salsa, reggae, socca, cumbia.

ora Emilia Geuman es una bella mujer. Con ritmo caribeño su largo y esbelto cuerpo se desplaza por las aceras del barrio Santiago del Monte. Desde lejos se viene abriendo el abanico perfecto de su sonrisa, hasta que se acerca y me dice: – ¡Hola mita!, ¿cuando le chapeo?. – ¡Dorita! la he llamado, pero solo sale la grabación de “Bailandoo, bailandoo”… – ¡Es que con la chapeadora no oigo nada!. Las dos soltamos la risa ¡siempre pasa lo mismo!. Dora llegó de Limón a Tres Ríos, hace 18 años. Vino con su compañero de entonces, el padrastro de sus hijos. Se mudaron para proteger a los chicos de la violencia que crecía, en la provincia que la vio nacer. En la comunidad La Bomba, fue criada por su padre y la abuela materna jamaiquina, Sara Banton. Dora cursó hasta tercer grado, era “peleonera” y no le aguantaba nada a nadie. Como los chiquillos la molestaban y le

decían Pantera Rosa (es que ella ya traía ese porte...) le volaba “mecos” a todos. El maestro la castigaba hincándola sobre maíz y dice que “por tremenda” ni le dolía. –Así era yo -ríe- diay yo sin mamá… ¡hágale números!. Su bulto para ir a clases era una bolsa de arroz y sus zapatitos, chancletas de hule. No siguió estudiando. En las madrugadas el estricto papá, casi con solo la mirada las levantaba, a la hermana y a ella: “una se queda limpiando, la otra se va conmigo a montear”. –Trabajábamos de 5 a 12 del día, con aquél rayo de sol “clavao” en la espalda, cargando racimos de banano a lo macho. Aprendí a sembrar cacao, banano, coco y yuca. También chapeábamos fincas y bananales. Cuando estoy trabajando recuerdo esas cosas y me río de mi vida . Era muy duro, pasábamos necesidades. Dicen que la delincuencia y las matanzas vienen de la pobreza ¡en mi caso eso es mentira! yo no soy delincuente, la honradez no tiene que ver si se es pobre o rico. Adolescente le llegó el amor y tuvo a sus

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hijos, Oscar, Sadi (q.p.d) Yeritza y Sara. Se fue con ellos a Limón centro, donde todo era: “Dora hágame esto, Dora hágame lo otro”. Por su manera de ser, esa de hablarle a todo el mundo, de no quedársele atrás a los hombres en los trabajos y hacer cosas de mucha confianza –Le recogía la pensión a viejitos y se las llevaba a la casa, hacía mandados, cortaba zacate, ¡hacía de todo!. Así le di a mis hijos lo que pude, todos sacaron la escuela. Con la sonrisa y mi honradez ¡yo me gano a mi gente!. Dora sedujo al que sería su pareja, con la que se vino para este lado del país. Al principio tuvo que amoldarse un poco a Tres Ríos, pero como en Limón hay gente de todo tipo, negros, blancos, chinos, le fue fácil. –No hay color que separe a las personas, no soy racista. Pero al frío... ¡a ese todavía me cuesta acostumbrarme!. Ahora Dora recoge lo que ha sembrado. Le hubiera gustado que fuera en otras


circunstancias, sin embargo ya sabe cuanto la queremos en este pueblo. Pronto se cumplirá un año de la muerte de su hijo Sadi, –Me arrancaron la felicidad del alma cuando me lo mataron -confiesa con su mirada nublada de tristeza- nos vinimos de Limón para cuidarlos, y le pasa esto aquí... –La gente me ayudó con plata, con apoyo, doblaron rodillas pidiendo por mí, eso me llena el corazón de agradecimiento, de cariño y aprecio. Me abrieron esas preciosas puertas. ¿De dónde saca su fuerza? –A pesar de los golpes me gusta ser sonriente y vivo agarrada de Dios. Dora chapea con el cuidado y devoción que da el amar lo que se hace. Su fortaleza extraordinaria me inspira. La reverencio noble dama caribeña, que siempre abre el abanico de su risa, nutriendo la vida de nuestro Santiago del Monte.

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“Lo único que quisiera es una casita, porque yo moriré chapeando, me gusta la tierra, como usted morirá escribiendo”.

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Fotos por Carlos Guvarsol Encuentre contenido escaneando el “QR”

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Carlos Guvarsol

carlosguvarsol@gmail.com

e mis tiempos activos de camping conservo una torre de recuerdos maravillosos que me transportan a episodios y lugares ya lejanos. Eran aquellos días en que pocos hablaban del volcán Turrialba y cuando sobre el cráter podía uno dormir a pierna suelta como si estuviese en un hotel 5 estrellas y hasta improvisar un área para entregarse a una palpitante mejenga vespertina. De vez en cuando una fumarola tímida aparecía y eso era entonces un espectáculo monumental que nos hacía desmentir la creencia de algunos mayores que decían que el Turrialba era un volcán más muerto que una noche de lunes en Cartago. Ahora que el gigante ha despertado, que expele gases y vapores, que lanza piedras calientes (los que hablan lindo les llaman

piroclastos), y baña de gris los campos, los lomos de las vacas y las tapas de los carros, ahora sí todos se creen amos y señores de aquel volcán que muchas noches fue mi casa. Los noticieros, en su loca competencia por ganar audiencia, hablan ahora del Turrialba como si de un monstruo terrible se tratara, un demonio que estremecerá la tierra, que convertirá los ríos en víboras incandescentes y que pondrá hasta a los menos creyentes de rodillas. Mi madre tiene en la casa dos sacos con alimentos y agua, foco y baterías. Yo prefiero no encender el televisor. Hace unos domingos volví a los pies de ese gigante. Ya no se llega, como antes, hasta la zona del cráter, pero hemos aprendido a ver de lejos su belleza. Hay grupos de caballos corriendo de un lado a otro, un potranco buscando a su madre, un

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rótulo de precaución en mal estado, un guardaparques dormido en la casetilla, los restos de una iglesia, un hotel cerrado y un perrito juguetón que gasta el tiempo mordiéndome el pelo, mientras descanso sobre el frío pasto de un potrero. Varios lustros han pasado y el Turrialba ya no es aquel patio calmoso donde tantas tardes llegué a instalar mi tienda de campaña. Los de ahora son días de pastizales teñidos de gris y cauces de los ríos que arrastran el finísimo material ante el asombro de muchos que se detienen a hacer fotografías que luego compartirán en las redes sociales y después, con la misma prisa con que las tomaron, las borrarán de sus celulares. Para mi fortuna, en medio de los convulsos días de ceniza, las anécdotas de aquellos tiempos ya lejanos siguen ahí, como galerías intactas de la memoria.


RITA LEIVA.

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Periodista y docente ritaleiva@gmail.com

La experiencia de los años en el Monumento afina la percepción de Rosa Fernández, quien ubica con facilidad un tiesto: un trocito de cerámica que perteneció a una vasija.

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on nuestros ancestros… míos, suyos… Habitaron aquí desde mil años antes de Cristo. ¡Aquí! Justo aquí donde me hallo, de pie, estupefacta, presa del asombro por la magnitud del lugar, su belleza y la ingeniería de su estructura. Aquí vivieron, permanentemente o por épocas quizás. No tienen un nombre específico, pero están asociados a la gran familia Chibcha. Fue en 1.400 d.C. que se marcharon. Luego de casi dos milenios y medio, abandonaron estas 20 hectáreas de ciudad precolombina, hecha de piedra volcánica. ¿Por qué se fueron? ¿O a dónde? Cierro los ojos en un esfuerzo creativo por imaginarlos en la aldea. ¿Cómo vestían? ¿Qué comían? ¿Cómo vivían? ¿Cómo construyeron este sitio, durante siglos, hasta que, 800 años después de Cristo, alcanzara su plenitud? ¿Cómo transportaron las piedras en un terreno montañoso, con desniveles, en una zona lluviosa y con suelo que resbala? “No había rueda ni animales domésticos”, nos recuerda una estudiosa y enamorada de Guayabo, la guía independiente Rosa Fernández Coto, quien

Sin duda era ésta “una ubicación estratégica”, afirma nuestra guía. Los aborígenes eligieron una planicie, con elevación media, al pie del volcán, entre dos montañas, abrazada por dos ríos, con decenas de nacientes, cerca de la costa, y con amable fauna y vegetación.

agrega que algunas rocas, que hacían de puente, ¡pesan casi dos toneladas! El empedrado camino de entrada mide siete metros de ancho a lo largo de 6 km y se aleja del sitio, en dirección a Turrialba y con la mitad de ese ancho, por 12 km más. En su mayoría está enterrado pero, en la profundidad, encierra secretos del ayer. Él sabe de culturas, vecinas o lejanas, de Nicoya, Diquís, Perú o México, tal vez, que recorrieron esa extensa calzada milenaria, paso a paso, en medio del bosque, hasta llegar… ¡aquí!, a lo que el Padre de la Arqueología Costarricense y descubridor del Monumento, Carlos Aguilar Piedra, llamó Los Altares de Guayabo. Al recorrer el Sendero Los Montículos, sus 1.400 metros de extensión tientan a imaginar este centro prehispánico… Casi se puede escuchar el susurro, ahí, entre los árboles… hecho de voces y lenguas diversas … intercambiando, como narra nuestra guía, “medicina, instrumentos, materiales de construcción”. Casi se puede observar a los habitantes de esta antigua urbe, con sus rústicas pero eficientes herramientas, trabajando la dura piedra con tal acierto y

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talento, que deja atónito al espectador de hoy ante el monolito y sus figuras, en alto relieve, del jaguar y el lagarto. Con dos metros de su cuerpo enterrado, esta roca muestra un reptil con cola bífida, similar a imágenes encontradas en otras latitudes, como la de la peruana cultura Mochica. Allí también se trabajaba la piedra y las figuras poseen, igualmente, dos extensiones en la cara. “¿Cómo es que se repetían los diseños?”, se pregunta quien nos muestra el lugar. El arte, la cultura y el simbolismo están asimismo plasmados, pero en bajo relieve, en los petroglifos, como el Mapa Celestial o Calendario, que parece un sol, con unas líneas largas y otras cortas: “días largos, días cortos… equinoccios, solsticios”, dice la voz calma de Rosa. Seguimos nuestra ruta, entre plantas, árboles y hongos, hasta arribar al mirador y confirmar, desde lo alto, que la maravilla no cesa en esta “capital” antiquísima que hoy conocemos como Monumento Nacional Guayabo. El panorama sacude, se roba el aliento; la geometría de los montículos salta


Foto del Museo Nacional por Rita Leiva

Nuestra riqueza patrimonial incluye artefactos tallados, con arte, paciencia y perfección, en piedra volcánica. Guayabo nos regala lápidas, figuras humanas y mesas circulares.

a la vista, ¡es imposible dejar de observar! Recorren los ojos con ansias el complejo y casi se puede ver a los habitantes, en aquella villa monumental, subiendo las gradas de las casas o cuidando, desde dos imponentes y rectangulares puestos de control, el ingreso al asentamiento. Al bajar, el suelo cubierto de césped nos dice que estamos ¡sobre lo que fue una casa! ¡Se ven las gradas para entrar y las rocas formando un círculo a nuestro alrededor! Ahí hay una, otra por allá, y otra más pequeña del otro lado. ¿Cuántas personas habrán habitado esta vivienda?.. ¿Por cuánto tiempo?... ¿Cómo era su vida?... Vuela el pensamiento y surgen las interrogantes con la emoción propia del privilegio que significa posar pie sobre esta riqueza arqueológica. “En esta zona existe la gran posibilidad de que haya tumbas”, acota entonces la voz de Rosa. ¡Tumbas bajo nuestros pies! Explica nuestra guía que los residentes de este Patrimonio Mundial de la Ingeniería enterraban la osamenta de sus difuntos ¡dentro de la casa! o bien, fuera, pero muy cerca. Tumbas bajo nuestros pies... No las podemos ver. Pero… en el sendero, el ojo encuentra tres de ellas ¡al descubierto! Son “de cajón”, con paredes y piso de rocas y, en algún momento, con lajas de piedra en la parte superior. En otro sector se visualizan las Tumbas de Anastasio Alfaro. Son nueve y algunas conservan sus tapas, diagonal a la escalinata de ingreso del

Una interpretación de lo que pudo haber sido Guayabo se erige, a pequeña escala, con las edificaciones, las calzadas y los acueductos correspondientes a las cuatro hectáreas de la antigua ciudad que han sido excavadas. Las otras 16 duermen bajo la masa forestal.

majestuoso montículo principal. Continúa la ruta por un camino que, paralelo a la intimidante calzada Caragra, nos acerca al ayer y nos dirige, luego de dos horas, al final de nuestro recorrido, allá, al otro extremo, cerca de las ancestrales gradas de ingreso. En ese punto, es mandatorio detenerse y mirar a la izquierda, para percibir así el ancho, alto y profundo paisaje que resta de lo que fue un área de encuentro por 2.400 años. La impactante vista que recibía a foráneos develaba la casa cónica central, que pudo alcanzar hasta 20 metros de alto ¡o más! Junto a ella, se proyectaban también al cielo otras de menor tamaño, vigiladas todas, al fondo, por el potente Volcán Turrialba. Hoy quedan los montículos de estas edificaciones y, a un costado, el acueducto subterráneo de 2.000 años ¡que aún funciona! Trae esta obra ingenieril agua de montaña… cristalina la hace bajar, por 125 metros, con algún ingenioso sistema que le roba la fuerza y la hace caer, suave, al tanque de sedimentación. Ante la mirada de los visitantes, éste cumple con la función vital de eliminar cualquier impureza. Oculta nuevamente bajo el empedrado, sigue tranquila el agua su curso, por un estrecho canal que tiene por ancho y por alto tan solo “Cuando uno llega a Guayabo y visita el sitio arqueológico, debe tener certeza de que el agua está en todas partes” reza un texto del arqueólogo Luis Hurtado de Mendoza. La quebrada La Chanchera hace remembranza de la época... 150 años atrás… en que este sector ¡fue finca ganadera!

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30 centímetros y que, generoso, la entrega al tanque de captación. Forman parte también de nuestra herencia una calzada de 15 km que lleva al pueblo de Palomo de Santa Teresita, así como varias bases constructivas en forma de “8” o “infinito”. Hay antropólogos que estiman un total de 50 montículos para este lugar y, podría especularse, que es aún extenso el patrimonio que se esconde bajo tierra y vegetación. Desde los misterios que están ahí, profundo, y que aún desconocemos… y desde lo superficial, que podemos captar, expuesto por arte y ciencia de la excavación, el Monumento Nacional Guayabo emana energía que atrapa y constituye un reservorio de recuerdos, datos y hechos de un extenso pasado, que nos identifica y nos habla… nos dice quiénes somos, nos enseña de dónde venimos.


Bienestar Estarbien

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Cómo se dice? -enseñanza paterna millones de veces repetida. Gracias -dice el niño en su lenguaje imitativo mientras mordisquea el trozo de fruta. Asistimos así al nivel más básico y formal de dar gracias, ese de todos los bien educados. Sin embargo, esa palabra no es suficiente cuando comenzamos a reconocer el esfuerzo, sacrificio, entrega y bondad de los demás. Sentimos equilibrio y bienestar al valorar lo recibido. Así es como del simple “gracias” aprendido pasamos al nivel del agradecimiento, que se expresa en la reciprocidad. Algunos filósofos dicen que el agradecimiento más que una emoción, es

AURORA CABRÉ. Colaboradora

una virtud humana que tiene un impacto positivo a nivel colectivo y contribuye a crear una mejor sociedad. Nuestro bienestar es en gran medida dependiente; la mera supervivencia requiere la aportación de muchos, de manera directa o indirecta, son incontables los seres involucrados en nuestra vida, “agradece la luz, pero no olvides el candil que la sostiene en la oscuridad” dijo R. Tagore Entonces...¿que debo agradecer? Una vez abierta esa consciencia es bastante fácil estar agradecidos por todo lo bueno que tengo y recibo.

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El desafío es ser igual de agradecidos con los golpes que nos enseñan, las enfermedades que nos despiertan a lo precioso de la vida, las carencias que nos hacen minuciosos a la hora de consumir y cuidar los recursos propios y ajenos, el fracaso y las pérdidas que nos empujan a recomenzar, los imprevistos que nos dan la oportunidad de ejercer esa inteligencia y talentos ocultos. Es grande en verdad el valor de agradecer la adversidad en la vida del que busca el bienestar real.


ALICE BRENES MAYKALL.

un abordaje del riesgo de desastres, las demandas de desarrollo y progreso local cotidianas. En la agenda de trabajo de la Estrategia Cachí, la universidad acompaña, asesora y gestiona la información para la toma de decisiones junto con la comunidad. La gestión del riesgo de desastre es un tema que le compete resolver a las comunidades y a su dirigencia en alianza con las instituciones.

Así definieron 4 ejes de trabajo recordando que el riesgo de desastre es un tema de desarrollo:

Después de 9 años la UCR debe partir. Le toca evaluar y sistematizar la experiencia para convertirse en un actor más en los diferentes procesos y proyectos futuros. La gestión del riesgo es parte del desarrollo local. A la Red Local para la Reducción del Riesgo del distrito de Cachi, le corresponde seguir trabajando en forma autónoma y asertiva en la gestión del riesgo de desastre, desde un Sistema de Gestión del Riesgo que apela a articularse y coordinar con la sociedad civil organizada. Estrategia Cachí nos dice que sí es posible y aún hay mucho que aprender. •2 Id z am onas d entific — y m enaz e ri ació esg nd as, edi abo os de censo o: estu e rda vida s de dio s r el ries de po condic de b go i inte lador ones gra es p lme ara nte .

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Fotos tomadas del FaceBook de la Red L.R.R. de Cachí

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n alud bajó por Alto Loaiza, Jucó y otras comunidades del distrito de Orosi. Era el 2002 y puso el “riesgo de desastre” en la agenda municipal. En esa coyuntura, tres estudiantes de Trabajo Social de la Universidad de Costa Rica iniciaban su tesis de graduación en la temática la gestión local del riesgo y ante la solicitud del regidor Francisco Chinchilla del Concejo Municipal, fijaron su mirada más allá de Orosi y decidieron trabajar en el distrito Chací, un territorio con riesgos manifiestos y latentes. Este estudio dibujó el escenario de riesgo de desastre a partir de la percepción de la dirigencia comunal y, con las voces locales desarrollaron una propuesta de trabajo dirigida al fortalecimiento de una red para gestionar los riesgos a partir de una agenda de trabajo común. Una de esas estudiantes tesiarias, Laura Cerdas Guntanis, fue luego la académica clave para desarrollar y ejecutar la Estrategia Cachí. Estrategia Cachí, es un proceso que asumió e impulsó en 2004, la Escuela de Trabajo Social (UCR), a partir de procesos formativos de Extensión Docente, con la creación de Trabajo Comunal Universitario, con la participación de otras escuelas y centros de investigación y con la Práctica Académica desarrollada por estudiantes, respondió a demandas previamente identificadas. La Red Local para la Reducción del Riesgo de Cachí constituida por los 7 principales poblados del distrito fue la otra parte de este programa. Al inicio, los convocó el desastre; luego avanzaron hacia la gestión del riesgo enfatizando en la prevención. En la actualidad, se concentran en hacer

Experta en gestión de Riesgos abrenes@virilla.net


Galería Cartaginesa

Iniciamos el año con una galería de artistas plásticos nacidos en este suelo que han llevado el talento cartaginés a todo el país.

Zulay Soto (Catago 1941) He logrado el mejor premio que puede soñar un artista por toda su vida dedicada al arte, el Teodorico Quirós. Es un reconocimiento que no esperaba. Experimenté con la pintura matérica hasta que llegué a dominarla, pero me costó mucho... al principio la gente me decía “Ud no pinta pintura de verdad” tenía que explicar que esto es lo que yo hago, que con este medio yo me expreso y la gente pensaba que yo estaba loca porque eso no era pintura.

(Radio U, En primera persona)

Mino Zúñiga (1927-2013) “Yo no sé por qué soy tan apegado a Cartago. Cartago para mí es todo, es mi inspiración, es el que alimenta mis recuerdos, y es también Cartago el lugar que me dio el sustento de mis nueve hijos. ¡Hay tantas cosas qué contarles! Y yo no quisiera morirme y que nadie las cuente” (Mi Cartago 2012)

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a Felo García (Paraíso 1928) “Una de las cosas difíciles en el arte y en la vida en general es el proceso de abstracción… …todo se abre en una perspectiva tan amplia, en donde las cosas ya dejan de serlo y empiezan a mostrar un simbolismo y a verse de distinta manera... / en la pintura no hay que entenderlo todo, simplemente hay que sentir, la pintura no figurativa no dice ‘yo soy’; pregunta ¿ustedes que cree de mi? Y se sabe que la gente se siente muy comprometida cuando le preguntan eso. Tiene temor a decir lo que piensa. De manera que esa pintura que es abierta, que es humilde, porque pregunta ‘que piensa de mi’, es dificil de captar si no se tiene capacidad de abstracción” (Matérika #8 - 2003)

Fernando Carballo (Cartago 1941) “Captando el rasgo, también capturo a la persona, la hago mía, y cuando la pinto o, mejor dicho, cuando pinto lo que dice, yo también estoy en ella, yo busco la poesía que hay en todas partes” (Revista Comunicación. Volumen 23, enerojunio, 2014)

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PHOTO By FaBiAN


Próxima edición A partir del 8 de marzo 2017 nos podrá recibir en su casa por correo o encontrarnos en los siguientes puntos.

PUNTOS DE DISTRIBUCIÓN Alvarado • Restaurante La Posada de La Luna: Cervantes • Restaurante Bocadito del Cielo: 3km. NE del Centro de Cervantes Cartago • Joyería y Relojería Valerín – CC El Dorado – Cartago • Clínica Goretti 50m O de la entrada N. del Estadio - Cartago • Museo Municipal de Cartago – 200 N. de las Ruinas • Municipalidad de Cartago • Oficina Administrativa de Metrocentro Taras: • Abastecedor y Panadería MC, 250m Oeste de la Guardia Rural • Taller Hermanos Gutierrez: Taras, diagonal a la delegación de Tránsito

...de lugares perfectos para visitar y actividades poco comunes para realizar en estas vacaciones sin salir de la provincia más pequeña y hermosa del país… Descubrí de qué sitio especial hablamos. Antes de ir leé los artículos publicados y tendrás doble disfrute.

Tierra Blanca: • Tiendita de Regalos La Casona El Guarco • Municipalidad de El Guarco • Amubis Asociación: Costado Sur de la plaza de deportes San Isidro, El Guarco La Unión • Cafetería Arte y Naturaleza Li: CC Plaza Estación, 2° Piso Diag. a M x M. - Tres Ríos • Taller del Artista: 350m Este, Saint Gregory calle vieja - Tres Ríos. • Pepermint: Centro Comercial Vía San Juan 200m E. Wallmart - calle vieja - Tres Ríos. • Solerti Panadería Artesanal: diagonal al cementerio - calle vieja - Tres Ríos. • Municipalidad de La Unión – Tres Ríos Oreamuno • Farmacia y Consultorio Espíritu Santo: 150m N del EBAIS de Cot • Biblioteca Púbica de Cot Paraíso • Palacio Municipalidad Turrialba • Peluquería Canina Turrialba: Diagonal al Mega Super • Panadería y Repostería Flor de Trigo: 100 Oeste del Parque Central de Turrialba • Veterinaria Diprovet - Santa Cruz • Aromas D’ Café Cafetería Gourmet: Calle Puntarenas, costado S. Balneario Las Américas

• “El crujir de los propios pasos sobre las hojas y la grava del Sendero Oropéndola se conjuga con el estridente llamado de las chicharras y el canto fino del falso jilguero, que nos detiene, fija la mirada e inmóvil el cuerpo, en ese intento por enfocar la atención en una de tantas melodías de la naturaleza. “Le falta una nota para igualar al verdadero”, acota la voz del guardaparques, y con ello se retoma la marcha” Con este inicio el artículo publicado en el #5 te invita a recorrer el

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• Si lo tuyo son los juegos de acción en familia o con amigos, no podés dejar de ir a Quebradilla, ponerte el uniforme camuflado, tomar la marcadora y salir al campo (el #3 te lo cuenta mejor)

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• En La Pastora de Turrialba se encuentra el mejor campo de salto. Si soñás con volar, debés visitar ese magnífico lugar ¿sabés como se llama este deporte aéreo? (puede ver el #4)

• Un jardín japonés, una isla de larga vida, bosque húmedo a pocos metros de un microclima para cactus conviven con grandes invernaderos de orquídeas… no es una película, en el #7 te lo contamos en detalle

• Aquí no hay ayuda, la respuesta esta unas páginas atrás, llegá al centro de la revista y antojate.

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• Ahora necesitás zapatos de caminar, bloqueador solar, agua y buenos amigos que te sigan a descubrir lugares al modo de los antiguos: caminando. ¿recordás los artículos del #1 y 2? ¿ya sabés cómo se llama esa práctica?

• Este es un lugar misterioso, aún la revista no ha llegado a sus senderos, pero te recomendamos la página Rincones de Costa Rica, de nuestro redactor en bicicleta para que te cuente detalles, es un sector del Parque Nacional Volcán Irazú.

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S-----I--• Unos 800m antes de llegar a la entrada del lugar de la foto con la catarata, se encuentra una finca muy particular, atendida por Doña Mireya que nos contó sus vivencias en la revista #2.

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todos las respuestas y los links con información muy completa y más fotos, escaneando el QR con la aplicación de tu dispositivo móvil.

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CIUDAD PARAISO

R “Take me down to the Paradise City where the grass is green and the girls are pretty”. (Guns N’ Roses)

William Velásquez. Nació en Turrialba en 1977. Estudió Diseño Publicitario en la Universidad Autónoma de Centroamérica. Desde el año 2012 escribe artículos de opinión, reseñas y narraciones en la Revista Turrialba Desarrollo (antes llamada Lectores). Es miembro del Taller de Poesía de Turrialba Literaria. Dos de sus cuentos se han publicado en las antologías “Crónicas de lo Oculto” (Editorial Club de Libros, 2016) y “Voces de América Latina III” (Mediaisla Editores, 2016).

(Elegía Glam-Metal en Sol Mayor Fallido)

asgué un Sol Mayor y resurgieron en tropel mi rebeldía, la melena y el tatuaje que no tuve, una banda que no logró articularse o el beso que desde el aula me lanzó la chica rubia, pero sobre el pasillo se hizo polvo y huesos sin alcanzarme. “A veces las mujeres son tan frías” – cantaba Izzy “¿Cómo ella puede verse tan bien?” – susurró Duff. Yo sólo atiné a devolverle una mirada torpe; pues en aquel tiempo, mis sentimientos constituían un misterio para el mundo, como los ojos de Slash bajo el sombrero de copa y tras el ahumado cristal de sus Ray-Ban enormes. Fallé un riff y volví a mis noches de colegio cuando, con diccionario en mano, traduje las canciones de los rockstars del momento. Con Axl aprendí cierto léxico que no estaba entre las páginas de mi pequeño Larousse verde. Hoy podría gritárselo a mansalva al universo, pero me he vuelto frágil al cabo de los años y siento como si me golpeara un caballo muerto si Rose atraviesa desnudo, trémulo y encorvado la pantalla del televisor; me ruega que no llore y aun así no me contengo. Ahora que noviembre dispara su aguacero, uso mis ilusiones para crear el arpegio que me devuelva a casa; y así acabar los proyectos aplastados por las ruinas de un Sol Mayor que no brilló nunca, allá en mi lejana Ciudad Paraíso.

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REDACCIÓN revistacartagomio@gmail.com

Después de un recorrido por la historia del Cartago raíz de Costa Rica. Iniciamos la búsqueda y recopilación de memorias lejanas sobre cantones y poblados. Abriendo el espacio para que historiadores académicos y aficionados compartan sus investigaciones, fuentes, dichos y saberes con los lectores.

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on la mirada al cielo y el dedo marcando ruta elevada al futuro de la Patria, la figura central del parque de San Rafael nos recuerda las altas aspiraciones de nuestro Braulio Carrillo, nacido en este vecindario en 1800.

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Si tuviéramos alguna de todas las máquinas del tiempo que nos provee la literatura fantástica podríamos regresar al tiempo en que no eran imaginadas calles, tejados y menos aún asfalto y carros; para situarnos en el alto y contemplar la inmensa maza verde, envuelta en brumas y frescor que oculta el andar silencioso de los pobladores originarios.

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Dicen las crónicas del conquistador que el día de San Antonio de Padua en 1561 llegaron al poblado de Cot, también llamado Coo o Có, atraídos por las voces de exploradores avanzados que anunciaban las tierras más ricas de la región para cultivos y cría de ganado. Es claro que esta visita acabaría con el modo de vida que por cientos de años mantuvieron los habitantes autóctonos, pertenecientes al reino Huetar de Oriente, que fue dominio del cacique Guarco*; quien murió a principios de la Conquista, asumiendo el puesto su descendiente Correque.


Foto Museo Carnegie

Según las leyes costarricenses los bienes arqueológicos son parte del patrimonio nacional, lo que faculta al Museo Nacional a realizar todas las acciones que por la vía legal, diplomática o administrativa puedan o deban ejercer para la protección de estos bienes. Tarea difícil para el Museo ya que no cuenta con presupuesto para la repatriación de miles de objetos que rondan en diferentes museos del mundo. Casi todos productos del huaquerismo, como las 16.000 piezas que se llevó Minor Keith y que dejó desparramadas como herencia a museos foráneos Los que se llevaron y exhibieron las piezas durante más de un siglo no pagan el transporte para devolverlos. En la mayoría de los casos, los objetos no cuentan con contexto arqueológico ya que no fueron excavados científicamente, aún así son de interés. De los objetos que pertenecen a la colección Hartman, aproximadamente el 25% está debidamente registrado y tiene alto valor arqueológico. ¿Será el momento de solicitar su repatriación? ¿O los arqueólogos deberán viajar para estudiar esos objetos así traernos luz sobre nuestro pasado? Hartman en el sitio de Chinchilla con una vara señalando el punto central de la excavación.

Tres mandos principales ocupaban el territorio, Iztarú donde hoy están Potrero Cerrado y Tierra Blanca; Aquitava en Cot; y Chumazara se localizaban en la caída del río Tatiscú.

Los hallazgos de gran cantidad de entierros pertenecientes a la llamada Fase Cartago (800 a 1500 d.C.) relatan la riqueza de sociedades cultas y con alto nivel de organización previa a la invasión. Los pueblos de Cot, Quircot, Tobosí, Atirro, Iztarú, y en general todos los pueblos ubicados en el Valle Central, hablaban el Huetar cuando los españoles llegaron a nuestras costas, agrupándose dentro de una misma organización, es decir, no fueron tribus infelices, aisladas o hambrientas, su cultura y las relaciones entre los indígenas, fueron la expresión nítida de una sociedad de seres humanos plenamente constituidos, que se consideraban parte de la naturaleza Tumbas numeradas en la excavación de Chinchilla con artefactos in situ.

y un elemento más, de la diversidad de sus componentes, con las cuales vivieron en equilibrio, sin destruirlo (Bolaños y Ramírez, 1983: 5). El arqueólogo sueco Carl Vilhem Hartman visitó Costa Rica por 6 meses en 1903, hizo excavaciones en varios lugares y legó al Museo de Carnegie de Historia Natural de Estados Unidos, unas 12.000 piezas, muchas de ellas pertenecen a las faldas del Irazú. Cada cierto tiempo al iniciar una construcción o al zanjar para colocar tuberías la pala choca con piedras de gran tamaño. De inmediato es avisado el Museo Nacional que envía a sus arqueólogos para registrar el evento y levantar los hallazgos. Pocas veces se encuentran piezas de interés, los huaqueros alimentados por la voracidad de coleccionistas privados o traficantes internacionales, han corrompido casi todos los sitios arruinando la posibilidad de recuperar la memoria de los pueblos originarios. En 1569 Pero Afán de Rivera ya instalado en su cargo de gobernador estableció por primera vez la institución de la encomienda, aunque no tenía facultades legales para ello, repartió nativos y tierras a sus allegados y familiares. Las 350 personas (o familias) de Cot fueron destinadas a dos encomiendas. Los altos tributos y servicios personales

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que debían realizar para sus amos fueron debilitando y sumergiendo las costumbre, tradiciones y cultura. Se dice que los indígenas que estaban bajo la tutela de Chumazara fueron abandonando sus labores y se asentaron en lo que hoy es San Rafael, no hay registro del proceso de esa migración ¿habrán huido del yugo español? o ¿fueron liberados de esa esclavitud encubierta por cuestiones de edad o enfermedad?. Lo cierto es que así se formó el poblado llamado Churuca (Caída de agua) que para 1776 tenía 196 habitantes. Ermita, iglesia, escuela, van marcando a través del tiempo la importancia que adquiere el poblado de Churuca cuyo nombre torna a San Rafael por la imagen del Arcángel que donaron los feligreses. En 1914 el presidente González Flores, le otorga calidad de Villa en el mismo decreto que crea el cantón y la designa su cabecera. Historia resumida en su escudo que bajo el sol poderoso y sostenido por la identidad de la provincia está el poderoso Irazú y la sencilla bolsa de papas fruto del empeño, ejemplo que nos dejaron Monseñor Sanabria y Don Braulio Carrillo. *Es posible que Guarco, no sea un nombre sino un cargo distinguido. El término “cacique” es un concepto aplicado por los españoles a ciertas personalidades de las culturas originarias conquistadas sin distinguir rango ni importancia.


Tapantí-Pejivalle YOUSET VEGA

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Fotografías de Youset Vega

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yousetdvdv@gmail.com

o cualquier lugar del planeta está rodeado de dos cordilleras con una exuberante naturaleza casi desconocida para muchos de los cartagineses que moramos en estos valles. Ya sabemos de nuestros colosos Irazú y Turrialba pero vale la pena atreverse a indagar la más inhóspita y salvaje Talamanca vista desde todos nuestros poblados como una gran muralla de montañas, cortina verde que con la distancia se torna azul. Esa misma cortina es una de las mayores riquezas ecológicas con que contamos los cartagineses. No sólo es una de las principales fuentes proveedora agua potable para el país, sino también la generación de energía hidroeléctrica. La mayor parte de la provincia se encuentra en medio de las montañas de Talamanca, hoy entraremos ahí por una ruta que nos llevará a recorrer los rincones del sur

cartaginés para reconocer su belleza natural, ríos, aves y mamíferos. La selva se extiende hasta la frontera con Panamá bajo el nombre de Parques Nacionales Tapantí, La Amistad y reservas o zonas protectoras como la Marta, Río Sombrero y Río Macho, pero hablemos del Humo... Se puede acceder en bicicleta montañera o bien por senderismo, el viaje inicia en Orosi desde donde nos vamos internando en dirección al parque Nacional TapantíMacizo de la Muerte, 2 km antes de llegar a la casetilla tomamos a mano izquierda y comenzamos a subir el cerro Velo de la Novia desde donde veremos una excelente panorámica del río Grande de Orosi. Muy pronto la selva lluviosa se va apoderando del camino, vamos dando la vuelta a un volcán dormido que hace solo 11 mil años expulsó lava y cenizas en esas tierras, el Duán conocido como cerros Duán

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por su complejidad morfológica, la altimetría marca 1600 msnm. A continuación el descenso es brusco y de mucho cuidado ya que las piedras están algo sueltas, el lugar es solitario por lo que se requiere tomar precaución y tener buenos frenos. Al comenzar este descenso la vista de la selva hará que todo valga la pena y la bajada de aproximadamente 25 km culmina en el pueblo de Tausito de Pejibaye en donde se une el río del mismo nombre con sus aguas turquesa ideales para un chapuzón. El pueblo del Humo está antes de llegar a Pejibaye. Los ciclistas de montaña que gustan de esta ruta le han dado su nombre al recorrido. Atrevámonos a visitar y recorrer Pejibaye cerca encontrará el Refugio de Vida Silvestre La Marta, la Reserva Forestal Río Macho, y el Parque Nacional Tapantí, todo en las estribaciones de la Cordillera de Talamanca.


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