10 Cartago Mío

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A l v a r a d o — C a r t a g o — E l G u a r c o — J i m é n e z — L a U n i ó n — O r e a m u n o — P a r a í s o — Tu r r i a l b a Revista #10, Volumen 2 - Mayo – Junio, 2017

Centinela...

ISSN: 2215-4515



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icen que viajar nos enseña sobre el propio pueblo. Viajar y leer producen efectos parecidos. Inicialmente nos permiten asomarnos con cierta inocencia a las vidas de otras personas, costumbres, modas, estilos y cultura.

Llegamos a un lugar y observamos sin prejuicios los asuntos, nos dejamos sorprender por aquello que para los residentes es normal. Como poco sabemos del origen, carácter o intensión de quien construyó, impuso o prohibió lo que estamos conociendo, no tenemos conceptos previos que sesguen nuestra opinión. La posición del turista, se parece a la del lector o al espectador de una película, puede ver los detalles de los asuntos sin mezclarse, se vincula emocionalmente, pero sabe que el miedo, el llanto o la risa terminarán con la palabra “fin” de la obra. Sin embargo, en la tierra natal todo tiene otro sentido, hemos aprendido que lo bueno y lo malo está justificado por la historia que nos contaron. Y también hemos aprendido a no ver, a dar todo por sentado, aceptando sin cuestionar las incomodidades y tomando como natural los logros y aciertos, sin darles mayor valor. Sería interesante conservar algo de la mirada de viajero para recorrer el propio barrio con ojo nuevo, captando la sutileza que escapa al andar indiferente del día a día, veríamos los errores y aciertos más allá de nuestros gustos, afinidades y conveniencia personal. Prestar atención a los detalles y, como no estamos de paso porque esta es nuestra casa; buscar mejorar lo que tenemos. El ejercicio de ubicarnos en el lugar del espectador imparcial, no solo sirve para observar el entorno sin prejuicios, también sirve para sí mismo. La práctica de analizar lo que hicimos, dijimos y pensamos como si viéramos a otro, nos dice dónde podemos cambiar y mejorar para cumplir nuestro destino: la evolución.

No hay nada que transformar si no lo vemos, si seguimos actuando dentro del ciclo de la rutina domesticadora del “no vale la pena hacer esfuerzos” marcando para nosotros un futuro estático y mediocre abanderado con la frase matadora “esto no cambia”. Aún cuando sabemos que una ley de este universo es que todo cambia, nada permanece fijo y estancado, absolutamente todo, hasta el cíclico movimiento de los astros tiene mutaciones. Podemos aprovechar esta fuerza. Solo debemos decidir si queremos envejecer o crecer.

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Contenido los

La Foto

El arte lo hirió como un rayo

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El tiempo congelado

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Bienestar Estarbien

El después

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Créditos

Identidad de barro

orgígenes de las artes plásticas en Cartago

Un hogar en constante movimiento

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Un Ratito

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Página Literaria

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Aquiares

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Portada: Esos detalles que nos dicen mucho... Desde hace más de 25 años que se pusieron mientras se construye un paso a desnivel en Taras... Seguimos esperando.

Revista Cartago Mío es una revista costarricense, de capital e ideales independientes, gestionada y administrada por Fractal21. Dirección editorial y administrativa: Dedé Coseani Dirección de Arte, y diseño editorial: Francisco Chavarría Equipo de columnistas: Fabricio Monge Rita Leiva Li Sáenz Alice Brenes Youset Vega Carlos Guvarsol Fotografías: Francisco Chavarría Impresión: MasterLitho,S.A. Aplicación para dispositivos móbiles: ISSUU

Ecos de la Peste Blanca

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Dedé

Contacto: revistacartagomio@gmail.com Tels.: 506+ 2551-5596 8364-9530 8593-1163 Ventas - Raúl Morales:

Tel.: 506+8345-8243

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Rita

Li

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Raúl

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El Volcán Irazú muestra su majestuosidad y poderío en sociego aparente.– Fotografía de Fabián Yuan

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Identidad de barro

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erencia arquitectónica de arcilla y destreza… decora y resguarda, con su inconfundible tono marrón, de la intemperie y el calor. Todavía resaltan, en un lienzo de zinc, algunos tejados artesanales de autoría cartaginesa. Jornadas de trabajo de atardecer y madrugada, horas alrededor de las pilas guiando los caballos que mezclaban con sus patas el barro, y manos maltratadas por el roce constante con las húmedas piezas, forjaron una economía y moldearon idiosincrasia. Fue un rincón de El Guarco productor de las pesadas y resistentes tejas, rol que daría su nombre a todo un distrito: El Tejar. Una tragedia europea generaría, en aquel pueblo, un apogeo de la tejareña tarea. “Resulta que en el 39 estalla la Segunda Guerra Mundial y paraliza la importación de metales. La gente necesitaba hacer sus casitas, y ahí, los pocos tejares que existían aumentaron, porque creció la demanda. Entonces… ya había uno por aquí y otro por allá. Aquí en Tejar hubo cerca de 50”. Es Miguel Angel Leiva Martínez quien habla, en su taller, donde cuelgan algunas

Esta pintura de Don Miguel retrata un tejar. La niña vende a los trabajadores fresco, tamal asado, tamal de cerdo o cajetas, quizás.

tejas en la pared; una de ellas cumplió quizás ya los 100 años, dice el emprendedor, quien hoy se dedica a rescatar tejas y tejares de los abismos del olvido y el desconocimiento. Su experiencia de 60 años con galápago y sobador, rústicas herramientas del oficio, se traduce en autoridad y materia prima para que la oralidad trace un bosquejo, en la mente de audiencias varias, de lo que fue la elaboración manual, teja por teja. “Ya como a los 10, 11 años, yo comencé, porque el oficio se prestaba para meter chiquillos. Ahí hubo una desventaja porque ¡diay! eran comunidades muy pobres y, dada la necesidad, los sacaban de la escuela para mandarlos a trabajar. A mí no me sacaron, sino que yo iba por voluntad”. Don Lezmez Brenes fue su patrón y, tendedor, su primer puesto. “A los chiquillos nos ponían a llevar la teja al patio, que era sin nada de piedra, liso, liso. Recogíamos la lámina, nos mojábamos los dedos y teníamos que ir emparejándola porque quedaban ciertas grietillas”, recuerda. Los cortadores, adultos experimentados, convertían las pelotas de barro en láminas lisas con la esencial ayuda de la gradilla, molde que daba a la teja un extremo ancho o

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RITA LEIVA.

Periodista y docente ritaleiva@gmail.com

boca y otro más corto, la cola. Sus insumos, arcilla del Cerro La Cruz, traído por boyeros a 1,5 la carreta, arena del Río Reventado y agua. Secas por el sol, irían 1.500 tejas al furor del horno de leña. El olor característico y el tono azul o morado de las llamas serían aviso de que estaban cocinadas. De muchos poblados del país vendrían a comprarlas. 85 a cambio de mil tejas; después, hasta 120 el millar. Entre los más antiguos, don Miguel Angel nombra “el tejar de Cozme Monge, el de Antonio María Brenes y el de los Quiroses”. Los había en varios sectores; rutas al norte y el este, al oeste y el sur, conducían a los centros de trabajo de horneros y trilladores: las calles Real Norte (actual El Molino), Pitahaya, La Puebla (al sur de la iglesia) y Asunción. Hoy recorren, locales y ajenos, esos mismos caminos, sin pensar tal vez, en el pasado de barro, fuerza bruta y artesanía que brindó un trocito de identidad, con forma de teja, a El Tejar. Encuentre contenido y más fotografías escaneando el “QR”

Instrumentos en miniatura dan vida a los talleres que Miguel Angel Leiva brinda para que los más jóvenes “se ensucien” las manos haciendo tejas.


Convenio une

lazos de cooperación La Junta Administrativa del Servicio Eléctrico Municipal de Cartago, JASEC, y el Colegio Universitario de Cartago, CUC, firmaron el miércoles 22 de marzo, un Convenio entre las partes para realizar actividades de cooperación conjuntas, asesoría, capacitación e intercambio de información, con el propósito de optimizar el ejercicio de las facultades y competencias que tienen asignadas, dando cumplimiento a su respectiva legislación. Al mismo tiempo, existirá un intercambio de experiencias en la realización de las Prácticas Supervisadas o Proyectos a que están obligados los estudiantes del CUC. “Este Convenio robustece la muy buena relación que existe entre JASEC y el CUC y estamos seguros que contribuirá en el desarrollo y bienestar de ambas Instituciones”, señaló el Presidente de Junta Directiva de JASEC, Ing. Salvador Rojas Moya. En la firma de Convenio JASEC-CUC participaron el Lic. Juan Antonio Solano Ramírez, Asesor Legal, el Director Lic. Luis Gerardo Gutiérrez Pimentel, el Gerente General y Presidente de JASEC, Ing. Carlos Quirós Calderón e Ing. Salvador Rojas Moya, respectivamente, y el Decano del CUC, Lic. Mario Morales Gamboa.

“Es una excelente oportunidad de compartir actividades conjuntas de cooperación y por lo tanto hay un beneficio mutuo con la firma de este Convenio”, indicó el Lic. Mario Morales Gamboa, Decano del CUC. En la firma participaron el Gerente General de JASEC, Ing. Carlos Quirós Calderón y el Lic. Mario Morales Gamboa, Decano del CUC. JASEC es una empresa pública fundada en 1964 y el CUC recientemente llegó a sus 40 años de existencia, como Institución pionera de la educación superior parauniversitaria en el país.

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Los orígenes de las artes

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Encuentre contenido y más fotografías escaneando el “QR”

uando hablamos de Cartago como un semillero de grandes artistas de la plástica nacional nos vemos cegados por reflejos de la proyección y logros alcanzados por artistas como Felo Garcia, Fernando Carballo, Luis Fernando Quirós, Zulay Soto, Leda Astorga, Max Ulloa y Adrián Gómez, o los más recientes, de la talla de Kali Rivera, Felipe ‘Keta’ Martínez, Siddharta Mejía, Nelson Díaz, Fabio Rojas o Aldo Feduló, entre otros. Entonces tendemos al desfase y al olvido de las raíces que el arte plástico tiene en nuestra historia. Como en muchas ocasiones, la aventura se nos troca en mito y nace la leyenda de la propia invocación que en su particular historia ha hecho cada artista, forjando en la mágica fragua de su contexto un destino, que si bien le es propio también, dadas las sinergias y el ludismo de interacciones que este quehacer trae consigo, se entreteje en la trama social conformando el sustrato sobre el cual ahora vemos brotar un nuevo almácigo de artistas que despuntan para dar testimonio de su época construyendo nuevos destinos y nuevas lecturas de contexto, que a su vez apuntalan el futuro con tesón y ahínco. Con esta mirada retrospectiva retomamos en unas pocas pinceladas que nos permitan vislumbrar, en su propia dimensión y perspectiva, la trayectoria y el desarrollo que el arte plástico a tenido en nuestra provincia.

FABRICIO MONGE.

Artista Visual. Gestor Cultural engacam@yahoo.es

Federico Monge Leiva (1895-1971)

A los 17 años va tras su sueño de convertirse en artista, llega a New York y logra ser admitido en la “Philadelphia Academy of Fine Arts” al concluir, es becado para estudiar en Italia. En 1939 retorna a Costa Rica, se establece en Guadalupe de Cartago, mantiene su estudio artístico en su casa, y realiza retratos para algunas familias adineradas y de reconocida vida pública, es de especial interés su retrato de don Ricardo Jiménez, por el uso del color especialmente los tonos azules del traje y el grado de perfección en el acabado, esta obra se puede apreciar en el Salón de Sesiones de la Municipalidad de Cartago.

Santiago Páramo (Bogotá 1841-1915)

Un fascinante personaje, migrante forzoso por estos desamparos en el florecer de nuestra vida republicana. Sacerdote jesuita, arquitecto y pintor. Fue profesor de pintura en el San Luis Gonzaga, muy estimado por la comunidad, ornamentó algunas iglesias con sus obras y también pintó retratos y paisajes. En 1876 construyó la iglesia de San Vicente y la adornó con algunas de sus pinturas. Fue expulsado del país con el resto de los jesuitas en 1883. Sus enseñanzas calaron muy hondo en los jóvenes artistas y su influencia fue determinante para lo que, en el devenir de nuestra propia historia del arte, habría de ocurrir después.

Roberto Sanvicente (España 1887-Cartago1963)

Radicado en Cartago, su estilo es claramente identificable dentro de las corrientes del manierismo del renacimiento en España. Realiza obras que decoran la Basílica de Los Ángeles y retratos de familias, además de las recordadas pinturas del Salón París, con tienen la particularidad de que en ella se observaban rostros de cartagineses, que como homenaje a sus amigos, recreaba en pinturas. Algunos de estos lienzos se encuentran restaurados y resguardados en el Museo de Arte Municipal de Cartago, su legado y su influencia en el desarrollo del arte pictórico cartaginés son innegables.

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plásticas en Cartago

José Claro Azcarreta (España 1903- Costa Rica 1971)

A mediados del siglo pasado, pintó retratos de varios expresidentes de la república, para el salón de la Asamblea Legislativa. En la Catedral de Cartago realizó un conjunto de 25 pinturas con escenas religiosas de alto valor pictórico, histórico y patrimonial. También, en el presbiterio de la iglesia de María Auxiliadora pintó un impresionante óleo mural que representa la Coronación de María Santísima como Reina de los cielos en la que utiliza, con gran maestría, la imagen y algunos elementos estéticos de la obra de Diego Velázquez para replantearla en un nuevo contexto, adelantándose así a los conceptos que darían origen al movimiento artístico de la transvanguardia española que nacería años después. Fue una gran influencia tanto estilística, como técnica y profesionalmente para los artistas cartagineses.

Cerramos esta primer incursión en la particular historia del arte plástico en Cartago. Mucho queda por recuperar e investigar, sobre todo teniendo en cuenta que aún no hemos hablado de Marco Aurelio Aguilar Mata y Juan Ramón Bonilla, dos ejes del arte cartaginés que nos acompañarán en la próxima edición.

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carlosguvarsol@gmail.com

un hospital para atender a enfermos de tuberculosis, la famosa peste blanca que mataba sin piedad en todo el mundo. El conocido Sanatorio Durán, en Potrero Cerrado de Oreamuno, es ahora un montón de madera vieja, muchas paredes rayadas, grandes y deteriorados ventanales y cientos de latas de zinc herrumbradas. Fue el doctor Carlos Durán Marín, médico costarricense graduado en París, quien tuvo la idea de crear ese centro médico en las frías tierras cercanas al volcán Irazú. La historia cuenta que una hija del doctor Durán padeció la tuberculosis y él tuvo que llevarla al sanatorio Liberty en Nueva

York, donde se curó satisfactoriamente. Después de esa experiencia, Durán trajo la idea y trabajó hasta desarrollarla. En 1915 el gobierno ordenó la construcción del sanatorio, llamado inicialmente Sanatorio Carit, y posteriormente, en 1931, se le da el nombre de Carlos Durán. Lejos de la historia de lo que fue un centro médico de primer mundo, en la actualidad el lugar es más un sitio lleno de leyendas urbanas al que la gente va a recorrer con la esperanza, quizá, de ver un espectro que muchos aseguran suelen asomarse por los ventanales o los casi infinitos pasillos donde solo queda el eco de la peste blanca.

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Fotos por Carlos Guvarsol

Carlos Guvarsol

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n zaguán, oscuro y sucio, cruje con cada paso que damos. Gente curiosa sale y entra de las entristecidas habitaciones, alguno aprovecha y se toma un selfie, otros emiten ruidos fantasmales, como queriendo ponerle emoción al recorrido y engordar el miedo prefabricado que muchos traen al llegar acá. Pero basta pasar unos minutos en el lugar para saber que en este sitio no hay nada de que asustarse más que del descuidado edificio que parece nos caerá encima en cualquier momento. Construido a inicios del siglo pasado, este lugar es hoy es el recuerdo de lo que fue

Ecos de la peste blanca


Consultorio

de úlceras y heridas

Dra. Ethel Carranza Especialista en Manejo de Úlceras

LESIONES EN LA PIEL Prevención y Tratamiento Una herida abierta causada por la incapacidad de la sangre para llegar a ciertas partes del cuerpo, hace que las células, tejidos y músculos de las extremidades principalmente, se ven privadas de oxígeno, llevando a la muerte celular, que se manifestará como una herida, que es a lo que llamamos úlcera, la cual se puede curar muy lentamente o no curarse si no es tratada de forma adecuada. Prevenir una úlcera depende de la detección temprana de síntomas como hinchazón, coloración rojiza de la piel, apariencia de piel seca, escamosa y sensación de adormecimiento en la zona afectada, siendo los pacientes diabéticos o con problemas de circulación quienes sufren más de úlceras En mi consultorio encontrará atención especializada en el manejo de úlceras: un tratamiento con la técnica de Fibrina, rica en plaquetas y leucocitos, que permite la regeneración de todos los componentes de la piel, de forma autóloga y más rápida que los tratamientos convencionales, bajo los mayores estándares de seguridad y calidad, procurando la recuperación correcta del paciente. Puede solicitar una cita de valoración gratuita al 2552-5252, Clínica Señora de los Ángeles.

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El arte

–¡Qué lindas matas!, le dije frente a su puerta. –Me las regaló mi amigo Bernon Cruz. Éramos así de chiquiticos, (señala con su dedo) cuando hacíamos tesoros. Yo descuadernaba collares de mamá y los poníamos entre las matas. Todavía somos amigos, ayer me trajo una tortilla con queso.

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ntré al taller del pintor Fernando Carballo. Me invadió una conmoción intensa. La belleza descomunal de sus obras, contrastan pero se integran al hombre dulce con overoles de mezclilla, que las crea. Su sensibilidad exquisita aflora al primer contacto, junto con ese ingenio suyo al contar historias. Carballo me abrió su corazón de filigrana ofrendándome horas de dicha imborrable. 50 años de labor pictórica (1972- 2017) El Museo de los Niños y la Casa de Ciudad en Cartago conmemoraron medio siglo de su creación. –No puedo hablar en mis exposiciones, me paralizo. Para los 50 años de mi obra, dije: voy a comprarme unos zapaticos decentes, porque solo uso estas chanclas, ¡y fijáte, no pude caminar con los caites nuevos!. Anduve descalzo viendo mis trabajos: el mercado me exigió cosas, pero también jugué con todo lo que sabía. Tuve una emoción muy fuerte, tanta que oí decir : “Andá vé si Fernando sigue respirando”. Ambas exhibiciones fueron espléndidas, confirmaron el alcance universal de la obra de este gran artista cartaginés. Se expusieron algunos afiches creados para el Partido Vanguardia Popular, testimonios

Fernando Carballo en su taller

del compromiso social presente en parte de su estética. –Esos carteles eran gritos. Yo gritaba por dentro, porque empezaba a tener conciencia social, del machismo existente, eso me acercó al partido. Hice 50 de ellos ahorrando recursos, lo que aprendí de las artes gráficas. Con esa conciencia, tintas de imprenta, pincel seco, espátula y plumilla, escuchando las polonesas angustiantes de Chopin, surgió “La Madre” una obra de masas blanquinegras, que en su momento el curador José Miguel Rojas consideró como una de las mejores obras del arte latinoamericano de los 70, y que fue la obra “insignia” de la colección que ganó el Premio Nacional de dibujo Aquileo Echeverría en 1978. –¡Todo me ha gustado mucho! Aunque ha habido dolor, dudas, confusión, lo que he hecho como artista lo he hecho como persona. No quise pintar para notarme. Todos los días voy al mercado, un amigo vendedor vio la exposición con su esposa y les gustó mucho. Entonces creo que mi trabajo vale la pena, sirve para sensibilizar y sentirnos un poquito más humanos. “La pintura le pegó y le desacomodó todas las neuronas.” Su primer amor fue Leonardo Da Vinci, no podía creer que

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alguien así hubiera existido. Luego amó a Van Gogh, a Toulouse Lautrec, a Tapies. – ¡Qué señores! con ellos entendí que la obra trasciende si hay amor. Jovencillo vi el Guernica de Picasso en la página central de la revista Life y ¡me quedé extasiado para siempre!. En 1960 trabajaba en Casa Gráfica, ganaba 40 colones a la semana. Pasaba por la tienda La Fontana, a la par de Chelles. Ido, miraba la vitrina con reproducciones de pinturas clásicas. Una vez entró y preguntó al papá de César Valverde, que era el dueño -un señor muy amable- si podía apartar una tela de Da Vinci, “La Virgen, Santa Ana y el Niño”. –Todavía adoro la cara de esa virgen, los piecitos del niño. Pegué con chinches esa telita, la veía horas. En la Universal compraba a paguitos, libros de Dalí y Picasso. Un día apareció César en La Fontana, con una camisa lila, que en esos tiempos ¡era como andar chingo!. Ahí nació una gran amistad.

Primera exposición

Hugo Díaz fue su compañero en publicidad Garnier, eran ilustradores. El fue uno de sus angelotes, pues le hizo la primera carpeta para exponer en la Dirección de Artes y Letras dirigida por Felo García, a quien respeta mucho.


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lo hirió como un rayo LI SÁENZ.

lisaenzu@gmail.com

–Fueron dibujos en tinta y grabados en madera, yo sin plata para enmarcarlos bonito, los veía estrujados en los marcos, pero sentí que el trabajo se defendía solo, eso fue muy importante para mí. César me compró uno de esos trabajos y no se me olvida que le puso una moldura preciosa. El arte me acercó a gente como Hugo Díaz, Néstor Zeledón, personas a las que les tengo un gran aprecio. ¡Es muy bonito vivir!. La educación formal no fue santa de su devoción. El espíritu creador buscaba otras experiencias para expandirse, sin embargo en las aulas encontró los maestros precisos para su ímpetu creativo. En la escuela tuvo a la niña Florita Campos, magnífica artista: -Me comía los lápices copiándola. Recuerdo dibujar gaticos en la pizarra. En el Colegio San Luis, don Marco Aurelio Aguilar lo apoyó mucho, además le prestaba libros de Miguel Angel, Tiziano…así aprendió historia del arte. Tuvo de compañeros a Isaías Campos y Omar Blanco, unos dibujantes increíbles, a los que admiró mucho. –En las clases sólo veía el volcán por la ventana, no ponía atención. Me echaron del colegio y me hice cargo de un tramo en el mercado, hacía bocetos de las verduras a lápiz. Hasta que un día llegó don Marco

Aurelio y me preguntó que qué estaba haciendo ahí. Ese estimado profesor lo recomendó con don Enrique Hangen, el dueño de Casa Gráfica, donde aprendió entre muchas cosas, todos los secretos de hacer letras, y tuvo el interés de bien aprender. –¡Todos esos angelotes me ayudaron a ser gente en la vida!.

Niño artista

–No volví a 4to grado por un mes ¡la escuela que se caiga, yo estaba con Mayrita! .Tenía un delantalcito de chinilla rosada ¡yo “me bebía los vientos” por ella, nos dábamos besitos jugando al papá y a la mamá!. Cuando se fue del barrio a los 10 años, la extrañé muchísimo. Hay cosas que no se mueren nunca, Mayrita sigue metida en mi corazón. Su casa en la Puebla era de las pocas con luz y tele, como Disneylandia para los vecinos, pues la familia era dueña de la fábrica “La Flor del Café”. El tata hizo una banquita para que esos campesinotes bienhechotes vieran canal 7 en las noches. La mama hacía chocolate caliente, para el frío Cartago de entonces. Comían maní calientito y conversaban rompiendo sus cáscaras: –¿Nada como eso verdad?. También dibujaban con cabitos de lápices, hacían casitas con ladrillos. Fernando tenía

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3 años y ahí empezó a hacer sus primeros trazos. La hermana Virginia, le explicaba como hacer flores con todos sus detalles. –Chiquitillo yo veía a mi mama con unas chancletotas y unos grandes delantales que para ella eran ¡más importantes que los calzones! También veía a Nicolasa que trabajaba con nosotros: tenía una trenza y unas enormes patas. Era comelona, yo le ¡veía el gran fondillo!. Todo eso es parte de mi vida y está en mis obras. Doña Carlota, amiga de la mamá, había que verla, era como de otro mundo, con sombreros y vestidos elegantísimos. Esas Carlotas, las Nicolasas y los gatos (a los que adora) siguen siendo ”aparecidos” en sus pinturas. –Como decía el pintor Manuel de la Cruz,

“¡el arte me hirió como rayo!”. Exposiciones y premios:

100 exposiciones colectivas y 60 individuales. Muestras internacionales: En Francia, E.U, Italia, Cuba y Japón. Con “Iberoamérica Pinta” obras suyas recorrieron toda Latinoamérica, España y Portugal. 1978 Premio Nacional de dibujo Aquileo Echeverría. 1982 Premio Nacional de pintura Aquileo Echeverría.


Bienestar Estarbien La “revolución verde” y la Agricultura Orgánica

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l término “revolución verde” nacido en EEUU, describe los cambios en las prácticas agrícolas ocurridos entre 1960 y 1980 cuando se obtuvieron variedades mejoradas de trigo, maíz y arroz que alcanzaron un alto rendimiento. La productividad de los cultivos fue promovida también por mejoras en los sistemas de riego y por el aumento en el uso de fertilizantes químicos y plaguicidas. Esta revolución fue recibida positivamente e incentivada, ya que se consideró la solución a los problemas de hambre y desnutrición. Sin embargo, la tecnificación de la agricultura y el abuso sustancias químicas, convirtieron al sector agrícola en una de

ALEJANDRO MUÑUZ RIVERA

Asociación Cartago Orgánico

las mayores fuentes de contaminación y de desigualdad social: un sistema que promueve el costo excesivo y la dependencia a la hora de conseguir semillas y tecnología; y la sustitución de los cultivos y variedades locales por variedades modificadas e híbridas; la aparición de plagas resistentes a pesticidas y antibióticos. Estos problemas tienen implicaciones ecológicas, sociales, económicas y nutricionales, que nos afectan a todos. La agricultura orgánica es la respuesta a esta problemática, ya que desarrolla una

producción saludable de cultivos tanto ecológica, económica y socialmente. La producción se realiza de la manera más natural posible, sin recurrir a insumos sintéticos y respetando el medio ambiente en todos sus aspectos: nutriendo el suelo; integrando la flora y fauna locales; y protegiendo las fuentes de agua. Los alimentos producidos de manera orgánica son, por lo tanto, más sanos para los consumidores y el ambiente y, como se desarrollan naturalmente, son más saludables y nutritivos.

Matrícula II Cuatrimestre del 2017

Carreras

• Dirección y Administración de Empresas • Electrónica • Investigación Criminal • Mecánica Dental • Tecnologías de la Información • Secretariado Ejecutivo • Turismo

Teléfono: 2550-6100 • www.cuc.ac.cr

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Requisitos: • Título de bachillerato original y una copia. • Cédula de identidad original y copia. Matrícula estudiantes nuevos Del 03 al 19 de mayo Inicio de lecciones: 15 de mayo Costo de la matrícula: C 23.000 / materia: C 23.000


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SONIA SERRANO

ALICE BRENES MAYKALL.

Geóloga - Red GERDAR sserranofedemucartago@gmail.com

Experta en gestión de Riesgos abrenes@virilla.net

Un hogar en constante movimiento Febrerodel 2017

Abril del 2016

V

ivimos con todo lo necesario, en un sitio al que fácilmente llamamos “madre”. La Tierra nos muestra una riqueza que hemos aprovechado. En ella encontramos lo que precisamos y no más. En sus versos Leonardo Waisman nos dice “Busca lo más vital, no más …y la naturaleza te lo da”. Gozamos de corpulentas montañas, caudalosos ríos, inquietos volcanes y otras maravillas. El modelado del paisaje del cual disfrutamos es parte de la dinámica terrestre.. Para que el planeta trabaje, necesita alimentarse de energía, de otra forma sería como una “nuez congelada”. Esa energía debe ser liberada, una reacción requerida para mantener el equilibrio natural del planeta.

Fallas y sismos

En nuestro país existen unas 150 fallas activas y hay muchas aún no descubiertas. El 30 de noviembre del 2016 se produjo un sismo en Capellades, cantón de Alvarado. Los datos recolectados determinaron la presencia de una nueva falla que llega al cantón de Jiménez. Nervios, miedo, quejas, incidencia de medios de comunicación y oraciones fervorosas fueron algunas de las vivencias de los vecinos.

Deterioros en acueductos, deslizamientos, daños en viviendas, carreteras y alumbrado público fueron parte de las consecuencias de la “sacudida” ocurrida aquella noche. ¿Estamos preparados para un sismo? ¿Somos conscientes de que vivimos en un territorio dinámico? ¿Es el sismo único responsable de los daños? Las municipalidades no siempre pueden costear sus propios estudios técnicos e identificar en sus territorios las fallas existentes para regular preventivamente el uso de esas áreas; las universidades pueden ser un potencial aliado para analizar las amenazas, así luego reglamentar. La mayoría de las viviendas afectadas demostraron tener deficiencias a nivel constructivo y/o en calidad de materiales. No haría falta un sismo muy fuerte para ocasionar estragos en dichas estructuras. Aún se construye de modo clandestino, a la vera de ríos, en terrenos con rellenos mal compactados, naturalmente inestables o sin los drenajes necesarios. Algunas construcciones en estas condiciones son desalojadas por los inspectores municipales, pero, ante la imposibilidad de demolerlas, al poco tiempo son rentadas o vendidas y nuevamente ocupadas. Es importante reconocer que, frente a las amenazas, el nivel de exposición y de vulnerabilidad de las poblaciones está

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relacionado con situaciones estructurales de la sociedad que tenemos que transformar parar consolidar comunidades, organizaciones y gobiernos locales menos vulnerables y más resilientes frente a las múltiples amenazas que enfrentamos. A nivel de Gobierno Local, establecer regulaciones en los ámbitos territorial y ambiental pero velar por su cumplimiento; el control de la ciudadanía es vital en esta difícil tarea. Adoptar una adecuada gestión del riesgo involucra a muchos actores y sectores, empieza por la toma de consciencia, pero hacerlo realidad depende del conjunto.

Capellades nos enseña

• Proteger las nacientes con construcciones antisísmicas. Instalar reservorios de agua. • Asegurar caminos para evitar poblaciones aisladas • Planificar para previnir, contar con presupuesto para corregir y responder de ser necesario • Informar y educar para que todos conozcan las amenazas a las que están expuestos • Promover que los agentes del desarrollo local asuman una cultura preventiva en su accionar • Gestionar grupos comunitarios que lideren las acciones cuando ocurra el fenómeno, así mitigar daños y salvar vidas.


o p m e El ti La familia Pirie jugando tenis en 1904 en la esquina diagonal al antiguo Colegio de San Luis Gonzaga y posterior Mercadito de Carnes.

congelado

Foto de H.N. Rudd

RITA LEIVA.

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Periodista y docente ritaleiva@gmail.com

na tarde de marzo me captura, con asombro y complacencia, en un viaje retrospectivo de fotografía y papel. Página por página, los tonos sepia y grises me muestran, por medio de figuras, personas, artefactos y paisajes, trozos de lo que fue Costa Rica… breves fragmentos del ayer. Un boyero descalzo posa, en 1892, junto a su yunta y carreta, con delantal, sombrero y chuzo, en lo que quizás fue un día de trabajo normal. De pie, en un camino del rural Juan Viñas, su gesto serio y su vestir sencillo permiten imaginar esa cotidianidad campestre de hace 125 años. En un escenario distinto, pero también un siglo y cuarto atrás, un grupo de hombres citadinos quedaron plasmados para la posteridad frente a un edificio que, con balcones en sus ventanas, albergaba la Gobernación de Cartago. Se detuvieron, tal vez, para aquel evento poco común de toma fotográfica. En 1904, sobre la línea férrea y fuera de la ciudad, El Pachuco 53, que heredó su nombre del característico sonido que emitía su motor de vapor, fue fotografiado y, con él, su maquinista, ingeniero y tripulación, que

retan hoy, con su imagen e indeleble legado, el paso de 113 años. A kilómetros de allí, con una sonrisa adornada por cabello rizo, una niña que ya no lo es más, hija de la década de 1880, modela su chal a rayas en la provincia de Limón, mientras que un grupo de contemporáneos suyos dan un paseo a caballo por La Sabana: con chaleco, saco y corbata, disfrutan de un entorno que dista del actual. Generaciones después y a kilómetros de distancia ¡puedo verles! Y, con detenimiento, he de observar detalles. Algunos son claros y absorbentes, otros, confusos y borrosos, pero en fin detalles todos que despiertan melancolía y curiosidad; brotan de ellos preguntas… ¡y respuestas! Serían las cámaras de H.N. Rudd y H.G. Morgan las que, aventureras y vigilantes, fijarían muchos de esos momentos del diario vivir en la memoria de un pueblo. Sus lentes se mezclarían con la sencillez y la elegancia, el trabajo y el reposo, la idiosincrasia y la gente, para inmortalizar decenas de vivencias al filo del siglo XIX y el amanecer del XX. Instantes de humanidad, cámara oscura y luz, plasmados a blanco y negro, susurran

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y reviven en la lectura de El tiempo congelado. Memorias fotográficas de Costa Rica. Desde su cubierta, emprende la vista un recorrido por nuestras raíces. 241 páginas de composición fotográfica y texto son motor y combustible para desafiar al reloj y cruzar esa línea abstracta que divide el presente de lo que ya fue. En pocas palabras, el objetivo se resume: “Yo quiero saber qué fue lo que pasó antes de que yo llegara”. Es Fraser Pirie Robson dueño de este pensamiento, ideología que lo llevó en un periplo de investigación histórica y recopilación de imágenes que retratan fracciones del ser y el hacer costarricense de 1890 a 1930. Su abuelo, el Dr. Alexander Fraser Pirie Booth, es el dedicado de esta gema bibliográfica, que obsequia al lector más de 200 imágenes, voceras de la historia. “Pido disculpas por adelantado, si muchas se centran alrededor de mis propios abuelos y de otras generaciones familiares”, advierte el autor en su prefacio. Un álbum familiar pasaría cuatro décadas en el anonimato público, en una caja fuerte que lo resguardaba de la luz, hasta que mayo de 2016 trajo consigo un evento en la


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Previo a incursionar con el libro, Fraser Pirie publicó una serie de relatos y fotografías históricas en www.micartago.com, desde el tranvía de Cartago hasta “El Jardín de los Duendes”. El trípode, lente y arte de H.G. Morgan nos dejan asomar por la Talamanca de 1892.

Casa de la Ciudad de Cartago: el trigésimo aniversario de la declaración de la estructura como Reliquia de Interés Histórico Cultural de Costa Rica. “Fijate que me invitaron a la Casa de la Ciudad porque mi abuelo vivió ahí. Cuando yo entro por la puerta de atrás, ¡ahí está el Dr. Pirie! ¡De pie! ¡Casi lo saludo! Era un poster inmenso. Me impresionó tanto que entonces pensamos que ya era hora de publicar las fotos que tenemos”, recapitula el nieto del doctor canadiense que hizo de Cartago su hogar. Pero no sería su propósito editorial una tarea sencilla. “Hubo que investigar bastante porque había caras de personas que son no de hace dos generaciones, ¡sino de dos vidas atrás! Los últimos murieron en 1960, por ahí”, explica Pirie mientras sostiene su libro para narrar hechos sociales, políticos y culturales alrededor de las fotografías. Una visita a Canadá le daría acceso a un álbum con más imágenes y a valiosa información. Se nutre de estos insumos junto al tesoro documental familiar y una serie de fotografías que son ya de uso universal, para editar las siete secciones que, folio por folio, integran el contenido que

Pirie define como patrimonio nacional. “La primera colección es de Henry Morgan, que era un inglés que estaba de paso en Costa Rica en 1892. Imaginate lo que sería eso en ese tiempo: se tapaba con el manto oscuro ¡y clic! Y todo mundo, usted lo ve en las fotos, todo mundo está parado contra algo, aunque sea el caballo, para que no se movieran”, continúa el apasionado de la historia costarricense. El Puente sobre el Río Birrís, importado de Gran Bretaña e instalado en 1890 en lo que fue un desafío a la altura, la topografía y las limitaciones tecnológicas de la época, se roba las páginas posteriores, con su magnificencia técnica, como un testimonio del auge económico que presenciaron nuestros tatarabuelos. El café y el banano asumirían el protagonismo a inicios del siglo anterior, y de ello dan fe las fotos de las haciendas Orosi Coffee Company, antes llamada Hacienda La Troya, Las Mesas Coffee Company, compuesta por “dos grandes áreas de cultivo” cerca de Juan Viñas, y Florencia, desarrollada en Turrialba cuando las plagas acabaron con muchas plantaciones en Limón.

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Prosigue esta puerta al pasado con una colección que rememora los años previos al terremoto que cambió el paisaje de la ciudad de Cartago. El Volcán Irazú y Agua Caliente se cuelan en esta parte, que cierra con una secuencia fotográfica sobre la vida en la Casa Pirie entre 1907 y 1910. Año es, ese último, que carga un peso histórico y emocional en el imaginario de los cartagineses. El impacto y la destrucción causados por el terremoto que sacudió al país a las 6:50 p.m. del 4 de mayo de 1910 serán recordados en las 65 páginas del siguiente apartado, memorial fotográfico. Cierra el autor su aporte histórico, cultural y patrimonial con fotos del emblemático Edificio Pirie, con datos y narraciones que van desde una leyenda sobre el cocinero, don Mateo, hasta recuentos genealógicos de la familia que dio su nombre a esta edificación. Con fotografías de sus rincones y su jardín que, aún hoy respira en Casa de la Ciudad, nos lleva de la mano esta creación impresa al fin de un trayecto por nuestros orígenes, uno que en realidad no termina, sino que sigue y se reconstruye, en la percepción del lector, cada vez que pasa las páginas de El Tiempo Congelado.


Próxima edición

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A partir del 8 de julio 2017 nos podrá recibir en su casa por correo o encontrarnos en los siguientes puntos.

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El después... Pocas ciudades en el mundo tienen hora exacta de su nacimiento.

REDACCIÓN

A

revistacartagomio@gmail.com

las 6:50:16 del 4 de mayo de 1910, en medio del polvazal, el asombro, la pérdida y bajo un cielo quieto en el que asomaba un cometa, da su primer sollozo a vida, después de un parto doloroso, la ciudad de Cartago. Desde el 13 de abril anterior los pobladores estaban en alerta, se había iniciado un ciclo de temblores y la Municipalidad de Cartago con presteza evaluó las construcciones, desalojó las que estuvieran en peligro, recomendó a las familias levantar tiendas de lona, construyó galerones provisionales para quienes no tenían recursos, instaló en el Parque bodegas con reservas de víveres y un centro de auxilio. El Gobierno Nacional nombró una Junta Nacional de Socorros, dirigida por del Dr. Carlos Durán, con la tarea de hacer llegar a todos los damnificados las ayudas y donativos que se recibieran. Los primeros en contribuir con cinco mil colones cada uno fueron el Banco Anglo Costarricense y el Banco de Costa Rica. Unos días después se creó la Comisión Consultora y de Dirección con la finalidad

de inspeccionar edificios, revisar informes municipales, proponer el plan de reparaciones y atener consultas, al frente estaban los arquitectos Jaime Carranza, Salvador González y Luis llach. El miércoles 4 de mayo fue un día como tantos otros, los constantes temblores no dejaban tiempo a los habitantes para distraerse. Muchas familias tenían sus “tembloreras” en patios y parques y otros estaban alojados en refugios instalados en la zona del mercado. El Dr. Franco Fernández recopila con extremo detalle todos los sucesos, noticias, informes desde el primer temblor en su libro “Terremoto” y nos comenta “es muy probable que la hora del evento haya sido causa de la gran cantidad de víctimas, aunque todos estaban avisados y preparados, ese era el momento en que las familias se reunían a tomar chocolate y se preparaban para ir a dormir por lo tanto, de ir a la letrina. El sacudón los encontró adentro de las casas debilitadas después de casi un mes de temblores”. El 5 de mayo, al despuntar el día con la llegada del Presidente González Víquez

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y cuando apenas se caía en cuenta de la dimensión del desastre, ya se ponía en marcha un plan que aseguraba la atención de heridos, la salud y protección de los sobrevivientes y la urgente sepultura de los fallecidos para evitar plagas y contagios. Pasados tres días, asume el gobierno el Don Ricardo Jiménez y después de largas discusiones en el Congreso se aprueba la suspensión del Orden Constitucional para proteger y salvaguardas a los habitantes del pillaje de bandidos que recorrían las zonas afectadas. Así se instaló en Cartago una organización bajo Régimen Militar “responsable de salvamento, auxilio, orden, demolición, limpieza, sanidad o cualquier otra labor relacionada con la reconstrucción de la ciudad” Después de atender a las personas heridas y gestionar traslados a casas de familiares o refugios en San José, los que quedaron en la ciudad fueron afectados a cumplir servicio militar y asignados a diferentes tareas: vigilancia, limpieza del cementerio, higiene, remoción de escombros a la orden de los ingenieros y todo lo que hiciera falta porque a esas alturas, la reconstrucción ya había comenzado.


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“El terremoto trazó una línea e hizo nacer una ciudad bella, hermosa, limpia, perfectamente higienizada, con calles anchas y sus casas y edificios modernizados” nos dice Jesús Mata Gamboa, quien vivió las dos ciudades, y describe la vieja ciudad y a sus pobladores: “un setenta por ciento de la ciudadanía era descalza y los escolares, a excepción de los hijos de los ricos, asistían a clases sin zapatos” también nos cuenta de los excusados de hueco negro y los pozos artificiales para extraer agua y describe “las calles angostas y empedradas con inclinación hacia el centro para reunir las aguas vecinales y pluviales en los caños de piedra donde hacían su vida los carracos, los patos y las gallinas”… “Con ser tan pobre y hasta con ribetes de abandono por la calidad de sus construcciones de barro, con sus criaderos de zancudos y bichos que complicaban la salud...” “Lecherías y caballerizas instaladas en el corazón mismo de la ciudad amontonando residuos...”

Esa Cartago fue enterrada. Lloradas y recordadas sus víctimas.

Los sobrevivientes enfrentaron la pérdida, la superaron y trabajaron. Algunas intentaban levantar sus viviendas, pero la orden fue clara: demoler. Los zapadores se encargaron durante días de reducir a escombros manejables todo lo que dejó tambaleante el sismo. “La Soledad y Los Ángeles, se tumbaron con descargas de dinamita; había que oír el tremendo tiroteo en determinados días, para lo cual se daba aviso previo a los vecinos. Una piedra o un bloque de concreto volado con fuerza por los aires podía ocasionar estragos”...relata Don Jesús en Historias de Cartago. Estos materiales eran transportados en un tranvía que corría sobre rieles instalados a propósito, tirado por caballos, llevaba calicanto y ladrillo a los lugares marcados por los ingenieros para establecer los nuevos niveles de la futura ciudad, ahora cimentada con sólido macadam que esconde las memorias de aquella otra levantada también después la destrucción de 1841. El Régimen Militar, en el informe final de labores y gastos del 31 de diciembre de 1910 asegura que la nueva ciudad de Cartago cuenta con cuadrantes reformados, calles

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amplias, desagües, cloacas, cañerías de agua potable, servicio eléctrico y todo lo necesario para hacer una ciudad próspera y segura. El censo de ese mes arroja 200 casas terminadas, 75 provisionales, 60 en construcción, 14km de calles limpias y 4.400 habitantes. Para lograr esto se debieron expropiar terrenos, tomar decisiones complejas, trabajar duro en aquel invierno “como los de antes”, sin descanso pero con la convicción y la fuerza dirigidas hacia lo nuevo y mejor. Esta ciudad ya estaba en marcha, retornaron los habitantes con energías reforzadas y levantaron una hermosa urbe, de la que ya quedan pocos rastros, algunas casas de catálogo otras diseñadas aquí, todas cumpliendo el Reglamento de Construcciones Urbanas, elaborado por el Lic. Cleto González Víquez, destinadas a cobijar, durar y embellecer, con espíritu de grandeza. Conversaciones con: Arq.Rolando Ferreto Dr. Franco Fernández Bibliografía: Terremoto – F. Fernández – Uruk Editores 1995 Historias de Cartago – J. Mata Gamboa – Imprenta Moderna 1970


El Pirata de los Jardines

– En vez de hablar tonteras con los compas esperando mi turno, mejor riego las maticas o voy haciendo huecos para, cuando consiga más hijitos con las señoras amigas mías, sembrarlos con facilidad. En pleno arreglo del puente, un día descubrí un jardincito triangular al lado de la parada de piratas frente al Terramall. Me intrigó quién habría hecho ese bonito oasis vegetal. Una tarde soleada, ¡que veo! a mi amigo Liber, el pirata, regando las empolvadas plantas. – ¡Así lo quería agarrar, ¿no me diga que usted hizo este jardín?! – pregunté entusiasmada. – ¡Sí, lo hice yo Li! – ¡Está lindísimo! ¿Por qué lo hizo? – Diay aquí quedaron esas piedras de la construcción del puente y se me ocurrió separar la parada de los piratas del paso de la gente, y…¡para hacer algo bonito!. Allá puse otra división para educar a los de a pata a que se vayan por el puente peatonal y no por el de carros, pero mire ¡ahí van unos por donde no es!

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– ¿Ve aquél basurero? ¡ yo lo puse también! – ¡Lo felicito Liber! ¿entonces le gustan las matas? – ¡Ahh sí! (suspira con sonrisota) me encanta hacer jardines donde sea. – En la Eulalia donde arreglan neumáticos, hice otro en la acera. Con las llantas botadas hice maceteros, ¡el dueño está todo contento, vaya vea que bonito está!. – ¡No me lo pierdo Liber! – Por andar en esto, un amigo me pidió que le hiciera los jardines de una urba, ¡hasta me va caer alguito por eso!. – ¡Buenísimo!– le contesté con palmadita en su hombro. Los delicados siembros coloreados entre llantas, diseñados por Liber Lobo, me sedujeron a escribir esta nota al amigo pirata, que con sus jardines donde sea, nos da esperanza en la gente que crea belleza en cualquier lugar, y aporta de manera casi anónima, el bien para los demás.

LI SÁENZ.

lisaenzu@gmail.com


LA TRISTEZA DE LA LUNA

U

n imponente silencio llenaba el Monte-Calvario. Los soldados con las pesadas lanzas en las manos, contemplaban mudos la agonía del Nazareno, que basaba en albas claridades el crepúsculo muriente... Al pie del ensangrentado madero, dos samaritanas lloraban con desesperante dolor. Una cálida brisa traía de los huertos lejanos, un olor a mirto y a rosas. De entre un grupo de oscuros olivos sombríos, brotaba el lastimero gemido de una paloma. El Mesías volvió sus ojos suplicantes hacia el cielo;… ¡qué triste, y que solo, estaba ese cielo!... Sus labios marchitos musitaban una oración... Las mujeres lloraban.

Rafael Ángel Troyo Pacheco Cartago 1870-1910 – Novelista, ensayista cuentista, poeta y músico. Es uno de los introductores del modernismo. Obras publicadas: Terracotas, cuentos breves (1900). Ortos, estado del alma (1903). Poemas del alma (1906). Topacios, cuentos y fantasías (1907). Corazón joven, novela psicológica (novela, 1904). Obras inéditas: Christian (poema en prosa); Diario de mi juventud; El libro de la vida (novela); La ermita del ensueño (poesía lírica); Los príncipes del arte (semblanzas); Manojos de seda (poesía lírica). En el ámbito musical, compuso piezas como Mi Princesita, Día de Bodas, Marcha Triunfal y Los Cascabeles. Dirigió las revistas literarias Pinceladas, La selva y La musa americana.

Un ciego que pedía limosna en nombre de Dios, aseguraba haber visto en esos momentos, rodeado de deslumbrante aureola, la humilde figura del Mártir Redentor. En los labios del sabio Maestro floreció una dulce sonrisa; su cabeza de luengos rizos, lánguidamente se inclinó a un lado, y una palidez intensa cubrió su rostro después... De pronto se sintió la tierra vacilar; una inmensa y negra sombra descendió invadiendo el Planeta: la tierra se movía como la ondulante superficie del mar; de lejos llegaba el eco pavoroso de terrible tempestad,... y en el infinito espacio, negro, negro, culebreaban ondas de fuego, a cuyos siniestros resplandores, se veía el albo cuerpo del Redentor de una blancura de nieve que manchara la púrpura. Los hombres, locos, gritaban poseídos de pánico, y corrían con los brazos abiertos sin saber a donde. Luego, cesó el espantoso ruido de la Naturaleza, y de nuevo apareció en oriente la desmayada luz del sol que se ocultaba. Y en el cielo, y entre las nubes plúmbeas que vagaban, surgió la luna esplendorosa y bella, la luna que era como una enorme violeta de celeste luz y al inclinar su faz hacia la Tierra, vid en la cumbre del alto monte, al Cristo exangüe que en la cruz colgaba, y al verlo muerto, fue su tristeza tan grande, que desde entonces, pálida y melancólica va por el inmenso cielo como una viuda inconsolable...

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Recorriendo YOUSET VEGA

yousetdvdv@gmail.com

asi desconocido, Aquiares es de esos lugares tan interesantes como acogedores que permanecen ocultos a la vista de la mayoría de costarricenses. Como muchos pueblos de la provincia no posee infraestructura turística y de hecho ese aire viejo y natural de su gente nos da la impresión de que el tiempo se ha detenido por completo, sus habitantes viven tranquilos entre hermosos paisajes, como el imponente volcán Turrialba que parece surgir de la base del pueblo. Este pequeño sitio nació a partir de la colonización, en el siglo antepasado con la introducción del cultivo de café al Valle de Turrialba, en aquella época los peones de la finca que le otorgó el nombre comenzaron a vivir en las onduladas tierras volcánicas que se encuentran entre el río Turrialba y el río Aquiares. Este ha ido creciendo de forma lenta pero considerable al punto que posee un pequeño parque, pero sin duda lo que más resalta a la vista es su centenario templo que, aunque pequeño, roba miradas a cualquiera que lo ve.

Muchos ciclistas realizan la conocida vuelta a Turrialba, pero desafortunadamente muy pocos se atreven a recorrer las tierras que ofrece este lugar rodeado de enormes ceibas que son orgullo de sus pobladores. El clima cálido y húmedo puede ser algo pesado al medio día, pero conforme se asciende este se vuelve más fresco, además se puede admirar el valle desde las cercanías de Juan Viñas o Santa Cruz y la imperdible bandera nacional que ondula en el punto más alto, en el centro pueblo. Uno de los lugares más atractivos al visitante es sin duda la catarata Aquiares, un gran chorro que cae cerca de la margen del río Turrialba, pero si es más atrevido puede explorar otras cascadas menos conocidas y accesibles pero hermosas como la del río Aquiares, no son las mismas; a cualquiera confunde con su nombre, pero esta es tan desconocida como alta. La primera lleva el nombre del pueblo y la segunda separa al distrito de Santa Rosa al cual pertenece, del de Santa Cruz. . No hay motivos para esperar, ya sea sobre dos ruedas o en otro medio, salir a conocer la bellezas de nuestra provincia es más que un paseo. Fotografías de Youset Vega

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un pueblo que espera a ser descubierto


Acercate a nuestros puntos de distribuciĂłn en toda la provincia y obtenĂŠ tu propia revista para coleccionarla. (Lista en la pĂĄgina 18)


Coleccionable

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