Los colores culturales de Marruecos
Son los colores uno de los ricos privilegios del mundo y uno de los deleites de nuestras retinas, sobre todo cuando poseen tanta expresividad, sabiduría atesorada, artística naturalidad y armonizada simbología.
María Jesús Viguera Molins
Los colores existen gracias a la luz y en este país brilla el sol más bonito del mundo.
Eugène DelacroixLa artesanía es una actividad con presencia histórica en las civilizaciones de todo el mundo y, por lo tanto, parte integral de su historia e identidad. Es posiblemente por esta razón que en los últimos tiempos, y a pesar de las consecuencias que los procesos de globalización e industrialización han tenido sobre el saber artesanal, diversas voces han reivindicado la necesidad de preservarlo. Numerosos artistas y diseñadores contemporáneos han recurrido a las formas, materiales y técnicas artesanales de diversos pueblos para crear obras y colecciones exclusivas que, desde el diálogo y la reinvención, les dan continuidad. A su vez, instituciones como Innovarte han apostado por el desarrollo de proyectos encaminados a la documentación, perpetuación y divulgación de estas prácticas históricas. En algunos casos, estas propuestas adoptan incluso una dimensión social, pues la artesanía también constituye una posible oportunidad de trabajo e inserción para colectivos en riesgo de exclusión social.
En este sentido, Innovarte ha implementado diversas propuestas de apoyo a la producción y comercialización artesanal en Marruecos. Fundada en 2001 por la diseñadora Marga Crespo y la fotógrafa Elisabeth Eguía, Innovarte es una consultoría que brinda un servicio técnico en los sectores de la artesanía, el patrimonio y el turismo cultural. Han llevado a cabo iniciativas relacionadas con el diseño y la innovación en Marruecos, Guatemala, Colombia, Cuba, Argelia, Ecuador, Perú, India y Palestina. En paralelo, Innovarte ha desarrollado una serie de proyectos culturales como “Continuadores: el arte vivo andalusí”, “País invitado”, “Tesoros del Patrimonio Mundial de Cuba” o “Los colores culturales de Marruecos”, la exposición que acoge Casa Árabe. Previamente, esta ha pasado por la Fundación del Legado Andalusí en Granada, la Kasbah de los Oudayas en Rabat, el Instituto Cervantes de Casablanca, la Fundación Tres
Culturas de Sevilla y el Palacio de Congresos en Valencia. Durante su producción, Innovarte contó con el apoyo de instituciones como la OTC de AECID y la Embajada de España en Marruecos, el Ministerio de
Cultura y el Ministerio de Artesanía de Marruecos, el Instituto Cervantes y la Fundación Real ONA.
Los colores culturales de Marruecos es el resultado de una investigación desarrollada por Innovarte en torno al origen histórico y el uso de los colores en Marruecos. La muestra se compone de un conjunto de paneles informativos donde texto e imagen documentan la extracción, la presencia o la aplicación del color en los paisajes, la arquitectura o las piezas de artesanía en el país. Los textos combinan datos empíricos y reflexiones personales sobre la obtención, la combinación y el empleo del color en Marruecos. Las fotografías que acompañan estos escritos muestran al visitante algunos de los edificios, paisajes, fiestas, individuos, interiores, vestimentas o piezas de joyería que Innovarte ha analizado como casos de estudio para articular su investigación.
La exposición se divide en cinco secciones. La primera, dedicada a los COLORES, revisita la paleta cromática de Marruecos, rastreando los métodos de obtención de los pigmentos, su aplicación y la presencia de cada tono en diversos elementos. Tomando como punto de partida las teorías de Johannes Itten sobre el color, Innovarte comparte su propio círculo cromático de Marruecos en el capítulo dedicado a las ARMONIAS DE COLOR, clasificadas en oposición, identidad y vecindad. En el apartado ARTESANIA, se recogen algunas de las aplicaciones del color en piezas de textil, cerámica, metal o madera. En la sección de FOLKLORE, se rastrean los colores que inundan el patrimonio inmaterial del país, incluyendo festivales, mercados o bodas. Finalmente, las RUTAS DEL
COLOR trazan un conjunto de itinerarios cromáticos por Marruecos que permiten recorrer las ciudades de la costa atlántica, el Rif o las fortalezas del sur, siguiendo el color predominante en cada región.
Los colores culturales de Marruecos ofrece así un relato cromático construido desde la mirada personal, el viaje recurrente, la documentación fotográfica y las incursiones en el entramado artesanal del país que, en los últimos veinte años, han formado parte integral de la actividad de Marga y Elisabeth como parte de Innovarte.
www. innovarte.net/proyectos-culturales/los-coloresculturales-de-marruecos
Los colores
La sección dedicada a los colores es el punto de partida de este proyecto. En ella, se identifican los colores básicos que aparecen de forma recurrente en elementos arquitectónicos, indumentaria, piezas de artesanía o paisajes de Marruecos. En este apartado, se recopilan algunos de los modos de obtención y aplicación de los pigmentos que permitían conseguir el tono deseado, pero también se analiza su simbología, su valor económico o su presencia en otros espacios y tiempos. Esta sección despliega una paleta cromática del país que, a su vez, propone un acercamiento al mismo desde las tonalidades que lo atraviesan.
Blanco
El blanco es un color recurrente en la arquitectura marroquí y sus decoraciones en yeso y mármol. Durante la época medieval, el mármol con el que estaban esculpidos estanques, fuentes y ornamentaciones arquitectónicas se importaba de Andalucía o de Argelia. Bajo la dinastía saadí (siglos XV-XVII), la arquitectura se enriqueció con la utilización de materiales nobles como el mármol blanco de Carrara, que se intercambiaba al peso por azúcar, materia de la que Marruecos era gran productor. En todo el país, sobre todo en el sur, existen importantes canteras de piedra y de mármol de alta calidad, como el Travertino Volubilis, que muestra cálidos matices amarillos.
Los colores
Negro y Gris
Mezclado con blanco, el negro desemboca en diversas tonalidades de grises, presentes, entre otros, en los trabajos del metal. A lo largo de su historia, Marruecos ha tenido numerosas explotaciones mineras y centros metalúrgicos de cobre, plata, hierro y plomo, así como un elevado número de talleres artesanales centrados en las artes del metal. Tanto en plata como en otros metales se han realizado puñales, manos de Fátima, piezas de vajilla o tronos para la celebración de bodas, cubiertos con motivos geométricos o florales realizados en grabado, filigrana o damasquinado.
Naturales
Los colores naturales del barro, la madera y la piedra ocupan en Marruecos un lugar protagonista tanto en la arquitectura y la cerámica amazigh, como en las manifestaciones artesanales procedentes de la cultura arabo‐andalusí. La madera de cedro del Medio Atlas es una de las principales materias primas utilizadas en los trabajos de carpintería que dan lugar a las celosías, puertas, frisos y mocárabes que decoran las arquitecturas del país. También se han utilizado maderas de caoba o ébano, e incluso en Esauira existe una floreciente industria moderna de elaboración de muebles y objetos en madera de tuya con incrustaciones de ébano, limonero, nácar e hilo de metal. Los tonos naturales también se encuentran en los alcázares y alcazabas de la zona sur del país.
Realizadas en barro mezclado con paja y agua, las superficies exteriores más expuestas se reforzaban con piedra, mientras que el interior se completaba con techos, puertas o dinteles de madera.
Amarillo y Dorado
El término más habitual para denominar al color amarillo en árabe es asfar, que comparte raíz con la palabra azafrán. Presente en diversos platos de la cocina marroquí, el azafrán también se utilizaba, junto a la cúrcuma, más barata, para teñir la seda. En el caso del tintado del cuero, el pigmento más habitual se extraía de la cáscara de granada. Junto al azafrán, la cúrcuma o la cáscara de granada, también se ha recurrido a plantas como la gualda, la Daphne o la manzanilla para la obtención del amarillo en Marruecos. Hoy en día, la mayoría de colorantes son sintéticos. Por otro lado, el dorado aparece en elementos arquitectónicos y complementos, como pueden ser las puertas cinceladas, las joyas o los cinturones y telas decorados con brocado, una técnica que mezcla hilo de seda con hilo de oro y de plata.
Rojo y Naranja
Presente en las alfombras, el delantal rifeño, el tarbús –también llamado fez– o los uniformes de la Guardia Real, el color rojo es un tono predominante en los textiles del país. El pigmento se extraía de la raíz de la Rubia tinctorum –comúnmente conocida como granza–, y en menor medida, de la cochinilla. El rojo se combinaba con naranja en los paneles de fibra natural de junco que cubren las paredes de algunos espacios interiores, así como en alfombras y otros textiles. El tono naranja se lograba tiñendo la lana con un pigmento amarillo y sumergiéndola en un baño rojo de rubia, a la que alternativamente se le podía añadir un mordiente ácido.
Rosa
En la región de Kelaa M’Guna en el Alto Atlas se cultivan y procesan toneladas de rosas damascenas –destinadas en su mayoría a la exportación– de las que se destilan el agua y la esencia. En mayo, se celebra el fin de la recolección, una fiesta en la que el rosa es el tono protagonista. Este color también está presente en el enlucido exterior e interior de algunas casas en distintas zonas de Marruecos. Recientemente se ha recuperado la técnica del tadelakt para algunos interiores, una forma de estuco tradicionalmente utilizada en los baños o hammams. Esta técnica consiste en tratar las paredes con una pasta de yeso y arena, posteriormente pulida con piedras lisas y jabón, lo que permite impermeabilizar los muros y dotarlos de un brillo intenso. Muchas de las estancias revestidas con esta técnica –actualmente utilizada con frecuencia en el diseño de interiores internacional–, adoptan un tono rosado.
Azul
Desde los azules de la medina de Chauen, al añil de la Ville Majorelle en Marrakech, el azul adopta distintos tonos en las arquitecturas y artesanías de Marruecos. El índigo o añil se obtenía principalmente del arbusto denominado Indigofera tinctoria. Este es uno de los pigmentos más costosos, ya que para obtener un kilo del mismo, es necesario procesar cincuenta kilos de hojas. Por esta razón, hasta el siglo XIX, momento en que se empieza a producir el azul sintético que permitiría democratizar su uso, este pigmento era tradicionalmente utilizado por miembros de la nobleza. Los habitantes del desierto
Los colores
empleaban el índigo en estado vegetal para teñir las telas de algodón. Al mezclarse con el sudor, este se desteñía sobre su piel, y por ello, frecuentemente son denominados como “hombres azules”.
Verde y Turquesa
Tradicionalmente asociado a la cultura y religión islámica, el verde se distingue en múltiples monumentos arquitectónicos de Marruecos, pero también en los azulejos alicatados que los decoran. El verde de la cerámica se debe al óxido de cobre, mientras que el esmalte de las tejas de arcilla que decoran algunos edificios, se obtiene con una mezcla de cobre amarillo, plomo y arena. En Tamgrute, al sur del país, existe una cerámica esmaltada en verde que se obtiene gracias a un vidriado al plomo transparente con sal de cobre. Los matices amarillos se deben a la adición de sal de plomo. El verde se encuentra menos presente en la artesanía textil por razones técnicas, pues se obtenía sumergiendo las madejas en baños de amarillo y azul sucesivamente. Sin embargo, con el paso del tiempo, el amarillo tendía a desaparecer, lo que daba como resultado un color inestable. En la convergencia del azul y el verde, aparecen los tonos turquesa, cuyo nombre hace referencia a una piedra preciosa.
Aprincipios del siglo XX, Johannes Itten se adentraría en el estudio de la psicología del color, es decir, la percepción y efecto que sus posibles combinaciones tienen en los individuos. Sus investigaciones se materializarían en el libro El arte del color y la creación de varias herramientas para explorar la armonía cromática. Entre ellas, se encuentra la esfera de colores, que aquí se retoma para navegar las combinaciones de color presentes en Marruecos. Es así como se concluye que, aunque según Itten la armonía cromática es subjetiva, sus combinaciones pueden estar asociadas a dimensiones culturales. Tras los viajes y observaciones realizadas por Innovarte, se articula aquí un círculo cromático de Marruecos, cuyas armonías se clasifican en tres tipos: oposición, identidad y vecindad.
A r monías de Identidad
Las armonías de color
A r monías de A r monías de V ecindad
A r monías de V ecindad
A r monías de Identidad
A r monías de Identidad
A r monías de Oposición
A r monías de Oposición
A r monías de V ecindad
A r monías de V ecindad
A r monías de Oposición A r monías de Oposición
Los colores y las combinaciones mencionados con anterioridad se encuentran presentes en las piezas de artesanía producidas durante generaciones en Marruecos.
Las joyas combinan caracolas, corales, cuentas de ámbar, monedas o amuletos con formas y colores que varían según la zona de producción. En algunas regiones, las piezas de joyería tienen un gran valor simbólico, al adoptar una dimensión protectora, o económico, al ser parte de la dote matrimonial.
Las alfombras entretejen relatos y pertenencias a diversas comunidades mediante los signos geométricos y figurativos que, en distintos colores, se distribuyen por su superficie. En el caso de las comunidades amazigh, los pigmentos para teñir las lanas llegaban a los pueblos con las caravanas que atravesaban la cordillera del Atlas y que jugaron un papel fundamental en la preservación y expansión de la actividad artesanal. Los grupos aislados que no tenían acceso a esta mercancía, extraían los pigmentos de diversos insectos y plantas, entre los que se cuentan la corteza de nogal, la cáscara verde de nuez y la alheña para los marrones, la cáscara de granada y el acetato de hierro para los negros o la raíz de granza mezclada con cochinilla para los rojos.
La alfarería bereber combina el trabajo manual y el torno. En zonas como el Rif, la superficie de los vasos se decora con motivos esquemáticos trazados con
Artesanía y color
un fino pincel que distribuye los pigmentos de procedencia mineral y vegetal. Los tonos de las arcillas varían del ocre claro al rojizo según su composición, y sobre ellas se aplican generalmente engobes calcáreos de color lechoso para que destaquen los motivos decorativos.
El azulejo o zellij decora muchos de los edificios presentes tanto en las ciudades de Marruecos, como en las de otros países, lo que permite reconocer la existencia de una suerte de lenguaje visual compartido. En su producción tradicional, las teselas se recortaban a mano y se componían en el suelo sobre una capa de yeso, de tal forma que el maestro artesano no veía el resultado de su trabajo hasta que las piezas se colocaban en el muro. En los paneles decorativos de azulejo se combinan estrellas, formas geométricas y vegetales, alternadas con espacios en blanco que resaltan los colores utilizados, de procedencia mineral.
La cerámica torneada se sigue produciendo hoy en distintas ciudades de Marruecos, siendo Fez uno de los principales centros de elaboración. En estas piezas, los esmaltes que dan color a los elementos decorativos proceden de los óxidos de diversos pigmentos minerales. Los motivos ornamentales aparecen frecuentemente enmarcados por unos trazos marrones que evitaban que el óxido del cobre se desbordara en la cocción. En algunas piezas de anticuario también es posible observar unas manchas rojas. Estas se producían por los toques de pintura de minio aplicada con los dedos con el fin de sellar las partes de la pieza no esmaltadas por estar en
contacto con los trípodes que las sostenían. Más tarde, estas manchas rojizas se incorporaron como elementos decorativos.
El color también invade distintos elementos de la producción artesanal de indumentaria textil. Entre ellos, es posible destacar los cinturones de Fez, realizados con la técnica del brocado, que mezcla hilo de oro y de plata con hilo de seda. Este procedimiento fue introducido en Europa por los árabes en el siglo IX. En Marruecos, proliferaría a lo largo del siglo XVI con la expansión de los telares de bajo lizo. Poco después, Fez se convertiría en un gran centro de producción gracias a la familia Ben Cherif, principal promotora de este trabajo artesanal en la ciudad.
Puertas, marcos, techos, muebles y arcones son algunos de los objetos resultantes del trabajo de la madera policromada en Marruecos. Los artesanos fabricaban los colores con pigmentos naturales mezclados con pez o goma arábiga. También se utilizaría la técnica de pintura al temple o tempera de huevo, que mezcla el pigmento con yema de huevo y agua antes de ser aplicado. La mezcla solía extenderse sobre un fondo rojo o dorado, este último realizado con estaño untado mezclado con resina y azafrán, un preparado que tardaba en elaborarse más de quince horas.
El color es un elemento muy presente en las distintas celebraciones públicas y privadas que se organizan en Marruecos. Entre ellas, es posible mencionar el mussem, una fiesta religiosa que atrae a gente de diversos lugares para honrar a un santo. Este tipo de festividad también se celebra con motivo de la recogida de la cosecha o el cambio de estación.
Como ejemplos, se encuentra el Zoco de los Dromedarios en las inmediaciones de Tan-Tan, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco; el Festival de las Rosas de Kelaat M’Guna, o el Festival de los Dátiles de Erfoud. En el valle de Ameln, por su parte, se celebra la Fiesta de los Almendros, en Sefrú la Fiesta de las Cerezas, y en Imuzer Ida Utanan, cerca de Agadir, el de la miel.
También el color invade otros tipos de festivales, entre los que se cuenta el Festival de Música del Desierto en Tafilálet, Festival de Timitar en Agadir, el Festival de Músicas Sacras de Fez, el Festival Mawazine de Rabat o el conocido Festival Gnawa en Esauira, donde danzas y canciones conmemoran el patrimonio musical procedente de los esclavos del sur del continente que llegaron a Marruecos.
Finalmente, es posible mencionar las Fantasías o Carreras de Pólvora, un espectáculo tradicional que acompaña diversas celebraciones, en el que se simulan asaltos militares con espingardas, donde
Folklore y color
los participantes van a pie, a caballo o en dromedario. Las Fantasías aparecen documentadas en la obra de algunos de los pintores orientalistas que recorrieron el país.
Los colores también inundan los mercados y zocos.
En las zonas rurales, estos se celebran de forma semanal, constituyendo un punto de encuentro entre los ciudadanos que van a hacer las compras de la semana. En las ciudades, el mercado se abre a diario y se despliega en sus puestos fijos, frecuentemente distribuidos por zonas según la materia en venta.
Tras las indagaciones en torno a la presencia del color y sus combinaciones en arquitecturas, paisajes y piezas artesanales, se traza aquí un conjunto de itinerarios cromáticos que, siguiendo el color predominante en cada región, permitirían atravesar el país siguiendo el rastro de sus tonalidades.
Las rutas del color
La Ruta Verde se corresponde con el Rif, la cadena montañosa salpicada de manantiales, verdes valles y aldeas donde habitan las comunidades locales. En inverno, con las lluvias frecuentes, abunda el verde, pero en primavera, el valle florece y se llena de color.
La Ruta Blanca. Esta ruta recorre la Costa Atlántica, sembrada de ciudades como Esauira, Asilah, El Jadida, Safi o Larache, en las que los elementos decorativos en tonos azules y verdes complementan la presencia del blanco.
La Ruta Dorada y Verde pasaría por Fez y Meknés. La primera, fundada en 789 por Idris I y capital en varios momentos históricos, es uno de los grandes centros del patrimonio cultural y religioso de Marruecos. A pocos kilómetros, se encuentra Meknés, capital durante el reinado de Mulay Ismail. La ruta se puede completar con la visita a las ruinas romanas de Volubilis y la ciudad santa de Mulay Idris.
Las rutas del color
La Ciudad Rosada se refiere a Marrakech, también conocida como “La Roja” por el óxido de hierro, o almagre, presente en la arcilla utilizada en sus construcciones. Este sobrenombre también ha sido atribuido frecuentemente a un episodio sangriento de la ciudad. Situada a los pies del Alto Atlas, Marrakech ha sido un enclave estratégico en la historia de Marruecos, y es hoy una de las ciudades más visitadas del país.
La Ruta Ocre. Este itinerario atraviesa las fortalezas y ciudades de acceso al desierto, al sur de Marruecos. En el cruce de los valles del Draa, del Dades y del Ziz se ubica Uarzazat, inicio del camino hacia los oasis y paso obligado de las antiguas caravanas del Sáhara, hoy escenario de famosas películas rodadas en los estudios de cine Atlas. Otras zonas por las que podría pasar esta Ruta Ocre incluyen el desierto de piedra donde se ubica el oasis Fint o la región de dunas de Zagora.
AUTORAS
Marga Crespo, Elisabeth Eguía y Francesca Valan
FOTOGRAFÍAS
Elisabeth Eguía, Inés Eléxpuru y Juan García-Gálvez
AGRADECIMIENTOS
Francisco Alcalá, La Maison de l’Artisan. Ministerio de Artesanía de Marruecos, Bibliothèque Nationale du Royaume du Maroc, Mouna Ibrahim, Fundación de Cultura
Islámica, Nade Favreau, Fouad Maâzouz, Fátima Quesada de la Cuesta, Ana Roquero, Santos Ruano, Scan96 y María Jesús Viguera Molins
COORDINACIÓN
Karim Hauser
ASISTENCIA DE COMISARIADO
María Gómez López
DISEÑO GRÁFICO
Capricornia
MONTAJE
José Luis Tovar y Lorena López de Benito
Casa Árabe | MADRID
C/ Alcalá, 62
Del 2 de marzo al 21 de mayo de 2023
Horario: lunes a domingo de 10 a 20:00h
Sala sótano | Entrada libre
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