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Vacunas y antivacunas: el nuevo debate que no tiene antídoto

Para qué sirven las vacunas y qué tan necesarias son para nuestro organismo, son preguntas que cada día se repiten más en nuestra sociedad y que últimamente se han apoderado de la agenda social.

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Por Thiare Colpi

Pese a que la funcionalidad de la vacuna es proteger a las personas frente a la aparición de una enfermedad, este elemento preventivo en la salud pública ha generado controversias en el último tiempo, principalmente por el movimiento “antivacunas” que ha provocado la discusión respecto a qué tan necesarias pueden ser éstas y cuáles son los efectos colaterales. Los orígenes de este movimiento se remontan a 1998, cuando el médico británico Andrew Wakefield publicó una investigación en la que sus resultados concluían que existía un vínculo entre el autismo y la vacuna que protege a los humanos contra el sarampión, rubéola y paperas. Pese a que el estudio fue ampliamente criticado por el tamaño de su muestra, que solo incluyó 12 casos, causó gran polémica en el país y los casos de vacunación descendieron un 7%, generando un nuevo brote de sarampión.

Con el objetivo de corroborar el polémico estudio, otros científicos imitaron el mismo experimento, pero con un muestreo más

amplio, no obteniendo los mismos resultados del original, lo que llevó a que en 2010 la revista que publicó la investigación corrigiera la información y cuestionara su rigurosidad, retirándola además de sus archivos oficiales.

Al respecto, Jorge Olivares, académico del Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, comenta que “uno de los componentes de las vacunas que se ocupan como adyuvante es el hidróxido de aluminio y lo que se había demostrado -o lo que habían intentado demostrar los antivacunas- es que este elemento generaba autismo. Todas las vacunas inyectadas tienen (este adyuvante que es el hidróxido de aluminio) que, incorporado al antígeno o inyectado simultáneamente con él, hacen más efectiva la respuesta inmune”.

Pese a que la academia científica ya ha aclarado este punto en más de una ocasión, el movimiento antivacunas sigue sumando adeptos y argumentos a su favor, utilizando las redes sociales e Internet para divulgar la información. “Los científicos somos malos divulgadores, muy poca gente sabe lo que realmente es una vacuna y qué la compone (...) Uno podría pensar que en la academia no hay gente en contra de las vacunas, pero sí la hay, y es principalmente por la desinformación. Hay demasiada mala información y personas que no tienen la experticia para discriminar sobre la veracidad de lo que consumen, por ejemplo, en las redes sociales”, agrega Olivares al reflexionar sobre el rol de la ciencia frente a este debate.

A través de Facebook, una de las redes sociales más populares de los últimos años, es posible encontrar al grupo “Libertad de vacunación para un Chile Democrático”, que reúne 11.485 cibernautas y que cuenta con un compilado de información que abarca desde instructivos de cómo evitar las vacunas en sistemas educativos y cuáles serían sus posibles daños, hasta testimonios de personas que han tenido que enfrentar este tema desde una perspectiva legal. Un ejemplo de ello es Desiree Becerra, quien es conocida como uno de los primeros casos en Chile en negarse a vacunar a su hija y quien fue intervenida por el Servicio de Salud de Talcahuano, el cual interpuso un recurso de protección a favor de la niña, de entonces cinco meses (2012), alegando que no vacunar a la menor atentaba contra su salud, decisión confirmada por la Corte Suprema.

En este contexto, el profesor del Instituto de Biología comenta que “el rol de la ciencia es ocupar estas mismas plataformas, pero informar bien y de una forma cercana a la gente. No nos vamos a poner tampoco a hablar de tecnicismos, sino que acercar la información a la gente de una forma amigable y entendible, y para cualquier nivel. Generalmente, lo que hacemos los científicos al divulgar es que lo hacemos para nuestros pares y tenemos que aprender a hacer lo otro. Es una tarea pendiente de todos los científicos”.

¿CÓMO FUNCIONAN LAS VACUNAS?

Al vacunarnos, nuestro cuerpo se inmuniza con el mismo organismo que se intenta atacar, que es introducido de forma atenuada o bien con alguna parte del organismo, con el objetivo de desarrollar memoria frente al mismo y, de esta manera, generar protección. Por ejemplo, la vacuna contra la influenza tiene una serie de virus atenuados que se germinaron en el Hemisferio Norte, quienes viven antes el invierno que nosotros y desarrollan antes los síntomas. Aun así, éstos mantienen toda su composición biológica, lo que les permite ser reconocidos por el sistema inmune de las personas.

Sin embargo, Olivares agrega que “la influenza es un ejemplo atípico de vacuna, porque el virus va cambiando año a año. La familia de virus que atacó el invierno de 2018 es totalmente diferente de las que van a atacar el invierno de 2019, por lo que es necesario protegerse de esos virus y sus variaciones (…) Lo que hace el sistema inmune es reconocer el antígeno, que son los virus, y eso queda en la memoria, nunca va cambiar. Por lo tanto, cada vez que el organismo detecte al nuevo virus de la gripe, lo va a identificar y lo va a atacar”.

Afirma que “creo que las vacunas, junto con los antibióticos, son de los desarrollos más importantes de la salud pública del siglo XIX. Sin las vacunas no tendríamos la esperanza de vida que tenemos en la actualidad, y estaría 20 años por lo menos debajo de lo que está”.

OTROS PUNTOS DE CONTROVERSIA

El 14 de mayo de 1796, Edward Jenner inventó la primera vacuna de la historia para prevenir la viruela. Con más de dos siglos de historia, se han generado avances respecto a este revolucionario invento y, con el paso del tiempo, se han abierto otros puntos de cuestionamiento como lo es la injerencia económica de la industria farmacéutica.

Al respecto, Olivares comenta que esta industria “es una de las más poderosas, eso es indiscutible. Creo que el manejo que tiene actualmente a nivel mundial es bastante grande, ya sea en una vacuna, en un antibiótico o incluso en un medicamento contra la diabetes. Inclusive, el grado de influencia que tienen a nivel gubernamental o supragubernamental es brutal y representa un problema, ya que puede generar la desconfianza de los grupos que se oponen a estas inoculaciones, poniendo al sistema completo en duda”.

Por otro lado, en el último tiempo se ha generado una nueva controversia en torno a si se puede negar la atención a un paciente por no tener sus vacunas al día de acuerdo al programa nacional, el cual está dictado por la Organización Panamericana de la Salud, como es el caso del pediatra Héctor Vera, quien hace más de un año y medio deriva a sus pacientes que por determinación de sus padres no están vacunados.

“Si llega un niño no vacunado con bronconeumonía, tengo que atenderlo, hay una cuestión ética de por medio. Sólo no atiendo niños sanos que no estén vacunados por decisión de sus padres (...) La gente dejó de vacunarse por ignorancia, por adquirir conocimientos generalmente en redes sociales. No hay ningún estudio serio que acredite el daño de las vacunas a la salud”, declaró Vera a medios de comunicación al ser consultado sobre su polémica postura, que también hace alusión al riesgo colectivo que hay detrás de este debate.

El académico del Instituto de Biología de la PUCV complementa que, “si bien yo como sujeto puedo no pertenecer al grupo de riesgo de, por ejemplo, la influenza, y tengo más capacidades de enfrentarme a la enfermedad y estar en la categoría de inmunocompetente, expongo a mi entorno al virus al no inmunizarme, por lo que no sólo se trata de mí, sino que también de los demás, tema que se hace aún más urgente en casos como el sarampión”.

EFECTO DEL MOVIMIENTO ANTIVACUNAS EN CHILE

En enero de este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó una lista de las diez amenazas para la salud de las personas, donde el movimiento antivacunas fue considerado por el repunte de los casos de sarampión (cerca de un 30% a nivel global), reapareciendo incluso en países que estaban muy cerca de su eliminación.

Al parecer, los efectos de esta nueva tendencia en el país aún no causan un gran impacto. Así lo confirma Olivares, quien señala que “creo que aún no se ven sus efectos en Chile. Sin embargo, es conocido el caso de lo que pasa con el sarampión a nivel mundial. En Europa han aumentado casi en un 200 % los casos de sarampión, porque allá es fuerte el movimiento. Sin embargo, estamos cerca, porque Brasil ya declaró un brote pequeño de sarampión que ronda entre las tres y cuatro mil personas”.

En el futuro, además de este escenario, las vacunas enfrentan el desafío de encontrar los antídotos contra un virus de preocupación mundial como el VIH. Su complejidad radica, según explica el académico, porque “la vacuna lo que hace es trabajar con el sistema inmune y con la memoria, y lo que hace el VIH es perder memoria. Para alcanzar esta meta, es necesario entender bien cómo el VIH modula nuestro sistema inmunológico y cómo éste reacciona en presencia del mismo”. Así como el mundo avanza, la ciencia también lo hace buscando adaptarse al contexto actual del ámbito de la salud, como lo es la resistencia a los antibióticos, donde las vacunas parecen ser la solución. Al respecto, el experto en resistencia microbiana y docente de la PUCV comenta que “en los próximos cinco años, espero que a mi hijo le pongan 10 vacunas más de las que le ponen en la actualidad, previniendo el uso de antibióticos. Esto es un uso más preventivo, profiláctico y no curativo que los antibióticos. Siempre prevenir es más importante que el tratamiento y menos costoso”.

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