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ACTUALIDAD
EXPANSIÓN URBANA:
¿beneficio al presente o peligro futuro?
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Las ciudades se encuentran en un crecimiento constante, que a ojos de los expertos no pareciera tener límites o fin alguno. El cuidado por nuestro medioambiente, la protección de la flora y fauna autóctona del país, y los patrimonios naturales son algunos de los elementos que se encuentran en riesgo. ¿Cuál es la frontera de este fenómeno?
Si bien el crecimiento de la población ha provocado una serie de daños colaterales en nuestro entorno, casi siempre relacionados con el tema demográfico, se ha perdido el foco a otras afecciones ligadas a este fenómeno, como por ejemplo, el excesivo crecimiento inmobiliario y expansión urbana.
Varios son los ejemplos a nivel nacional, de cómo el entorno natural y social ha cambiado significativamente, esto por el poco freno por parte de las constructoras y el escaso interés de las autoridades por lograr que los intereses territoriales tengan más valor que los privados. Dentro de la región se encuentran dos casos emblemáticos: las dunas de Concón y la reducción y peligro de extinción que sufre la flora de Puchuncaví. En ambos se muestra cómo la expansión de las construcciones ha sido agresiva con el entorno natural.
La capital de nuestro país ha mostrado otro tipo de efectos que ha provocado la expansión de su urbe. Por ejemplo, cuando, a inicios de año los medios de comunicación mostraron un puma arriba de un árbol de doce metros de altura en una casa de Chicureo, situación que obligó a desplegar un operativo por parte del Servicio Agrícola Ganadero (SAG), bomberos, carabineros y personal del Parque Metropolitano, con el fin de resguardar tanto al felino como a los vecinos del sector. Otro caso ocurrió en marzo, instancia en la que los noticieros también dieron cuenta de la muerte de otro puma, esta vez por haber intentado cruzar la ruta que une Osorno con Puyehue. En la ocasión se explicó que, si bien la presencia del animal llamó la atención de los habitantes del lugar, “es común verlos, considerando que el lugar donde ocurrió el accidente se caracteriza por ser una zona rural y por mantener una vegetación espesa donde habitan”.
Las redes sociales también han mostrado más fauna afectada, como cóndores en la ciudad o lobos marinos en medio de la acera, casi con gracia y sin hacer un real énfasis de lo preocupante de la situación.
¿En qué momento se fue de las manos el control sobre la expansión inmobiliaria y urbana? ¿Existe alguna regulación al respecto?
David Luza, decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, explica que, a pesar de que el crecimiento de las ciudades es uno de los principales problemas del urbanismo en Chile, éstas “siguen siendo el gran invento que agrupa personas. Todavía sigue siendo buena alternativa para prosperar económicamente, encontrar satisfacción laboral o educar a los hijos. Eso probablemente va a seguir siendo así, por lo menos en Latinoamérica”. Han sido numerosas las ocasiones en que vecinos de Concón han demandado la defensa de las dunas, consideradas como patrimonio natural, en pos del crecimiento que han tenido las constructoras en el sector. A ello se suma la problemática creciente en la comuna de Puchuncaví, que ha visto en peligro varias especies de flora autóctona por la expansión indiscriminada de la industria inmobiliaria.
Una de las últimas noticias al respecto es la aprobación, por parte de la Comisión de Evaluación Ambiental, del estudio de impacto del proyecto habitacional “Maratué”, con 14 mil casas que podrían construirse en el sector del acantilado de Quirilluca. Los vecinos han advertido que esto supone la destrucción del parque Quirilluca, uno de los últimos espacios naturales costeros de la región.
En cuanto a defensa de espacios naturales, Gastón Carvallo, académico del Instituto de Biología de la PUCV, ha estado trabajando con dos especies de la flora chilena que actualmente sólo se pueden encontrar entre Pichidangui y Los Molles: el lúcumo y el cactus chileno, conocido como “chilenito”. Esto como parte de un trabajo de difusión del proyecto CONAF “Nucleación de procesos ecológicos y su rol en la recuperación del matorral costero dentro de unidades de conservación genéticamente delimitadas”.
Asegura que “lo que nosotros tenemos acá es uno de los pocos lugares que alberga vegetación continua en estado relativamente prístino en la costa mediterránea de Chile central y que está desapareciendo producto de la expansión inmobiliaria”.
El hecho de que los seres humanos puedan proveerse de la naturaleza de alguna forma, explica Carvallo, en biología se conoce como “servicio ecosistémico”, un entramado que involucra el funcionamiento natural del ecosistema y la intervención que ha tenido el ser humano en él. Considerando que cada elemento dentro de él es esencial, sacar de forma indiscriminada ciertas especies de los terrenos para más construcciones termina siendo perjudicial.
“Esto es mucho más que cuidar una plantita o un animal porque están en peligro o vulnerables. La naturaleza funciona como un entramado que está estrechamente interconectado”, enfatiza el académico. “Esta expansión, este cambio a la naturaleza, va mucho más allá de que se afecte una especie en particular. Las construcciones no mueven sólo un par de especies; arrasan con la vegetación, eliminando especies y alterando los servicios ecosistémicos”, complementa.
Juan Luis Celis, académico de la Escuela de Agronomía de nuestra Universidad, asegura que los principales conceptos que definen el origen de este fenómeno son el libre mercado y la desregulación. “Esto es un juego de la oferta y demanda, sin consideraciones y lo que genera al final es un deterioro de la calidad de vida de la misma urbe y, obviamente, un impacto ambiental gigantesco”, explica.
El académico, quien ha trabajado en el sector de Concón con el tema del “santuario de la naturaleza” de las dunas, afirma que a los propietarios del terreno “sólo les interesa el crecimiento inmobiliario y tener más recursos económicos de los que ya tienen. Cuando asumió el Ministerio del Medio Ambiente, quiso ordenar y ver cuánto debía conservarse y cuánto es lo mínimo que se debe proteger. Trabajé con ellos y encontramos que el valor de la importancia biológica era altísima”.
Pese a ello, asegura que “como es un área privada, se hizo una negociación entre el Ministerio y la empresa, y ésta fue la encargada de ver el plan de manejo, lo cual nunca hizo”.
CUIDADO Y REGULACIÓN DEL ENTORNO
Celis, desde el punto de vista de la agronomía, ya mencionaba la falta de regulación por parte de las grandes empresas inmobiliarias a la hora de evaluar los efectos medioambientales que tendrán sus proyectos. Pero a pesar de ello, sería caer en la ilusión pensar que las constructoras no El plan regulador es un instrumento formado por un conjunto de normas, que definen las condiciones de higiene y seguridad, tanto en edificaciones como en los espacios urbanos, y es el que determina en qué parte de una comuna se podrían instalar diferentes tipos de edificaciones, considerando su impacto en la ciudad y el medioambiente.
David Luza señala que “cuando algo regula no necesariamente se está anticipando”. Con esto se hace referencia a las críticas que recibe la mayoría de los planes reguladores, por estar bastante desactualizados del presente de la urbe. “Si bien éstos intentan ordenar la expansión residencial, lo que uno nota es que la crítica es bien compartida. Son instrumentos que, cuando están, perdieron un grado de anticipación y tampoco consideran toda la innovación posible para hacer buen uso del territorio”, añade.
El arquitecto explica que, si bien en Chile no hay demasiadas alternativas aparte de los planes reguladores atrasados, sí existen otras posibilidades en el mundo. El ejemplo es España, que posee la llamada Evaluación de Impacto e Integración Paisajística, y apunta a la reconversión de algunos territorios en la cual está involucrada la concepción de paisaje que hay en el sector.
“Aquí (en Chile) el tema es la eficiencia: que los que transitan (vehículos, camiones, buses) demoren lo menos posible, el gasto de combustible, etc.”, pero los planes reguladores no arman “una sinfonía con los instrumentos que tienen, ni tampoco incorpora otros que hay en otros lados, que son utilizables para mejorar todas las condiciones posibles”.
El geógrafo de la PUCV, Andrés Moreira, asegura que “actualmente es muy difícil frenar este avance inmobiliario”. Pero, como se dijo anteriormente, existen propuestas urbanísticas en el mundo que tratan de aprovechar situaciones y las iniciativas locales de cuidado al entorno y el medioambiente.
A pesar de ello, “estas iniciativas, en Chile, reciben muy poco apoyo del municipio, de la gobernación. Pero en otros países sí lo tienen, y hay intervenciones en la urbe muy importantes, que permiten recuperar el entorno en su conjunto”.
Con la constante expansión de los terrenos en construcción, es obvio que en algún punto, según comenta el académico de Instituto de Geografía PUCV, “comiencen a molestarse las vistas, con un proyecto irrumpiendo en el espacio de otro. Por eso es posible que, entre las mismas empresas inmobiliarias, se frenen. No ha ocurrido como tal, pero tenemos la esperanza”.
David Luza Escuela de Arquitectura y Diseño
Andrés Moreira Instituto de Geografía
Juan Luis Celis Escuela de Agronomía