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Raúl Rodríguez, director general de FEGiCAT
ENTREVISTA
Los últimos meses no han sido fáciles. La llegada del COVID-19 a nuestro país ha traído consigo un intenso periodo de cese de actividad y, en el mejor de los casos, baja demanda para la mayoría de las empresas instaladoras. Las mismas que estos días, tal y como nos cuenta el director general de FEGiCAT, Raúl González, tienen que intentar salir a flote para hacer frente a un 2020 marcado por tecnologías como la aerotermia, los nuevos gases refrigerantes o el hidrógeno.
P- Este mes de abril FEGiCAT cumplía tres años, ¿cómo ha cambiado desde entonces el sector instalador y, como consecuencia, la propia Federación?
Al finalizar el periodo de la crisis financiera, la demanda se estabilizó significativamente por debajo de la que existía anteriormente. Las empresas y los instaladores empezaron a especializarse en áreas como la eficiencia energética y a valorar los mantenimientos como un espacio seguro en el que moverse para asegurar una facturación estable, aspecto que requiere de una formación técnica más especializada. Gradualmente, la demanda ha ido creciendo, pero aún arrastramos las consecuencias de un sector que se concentró mucho en la obra nueva. Uno de los problemas más graves, con el crecimiento paulatino de la demanda, en los últimos dos años, ha sido que las empresas no encuentran a personal cualificado y los centros de formación profesional están cerrando las líneas de formación enfocadas a nuestra profesión, a pesar de la alta demanda de las empresas por incorporar a trabajadores; de tener un paro juvenil de cerca del 24 %; y de ser una profesión de futuro y bien remunerada. Esto fue antes de estallar la crisis del COVID-19. La situación ahora es dramática.
P- Antes de hablar de esa crisis, y en cuanto a la falta de personal cualificado, ¿qué acciones se están desarrollando desde FEGiCAT?
Como uno de los problemas más importantes del sector, antes de la crisis sanitaria, desde la federación estábamos planteando acciones con el Departamento de Educación, con el Departamento de Trabajo y con el Departamento de Empresa para evitar el cierre de líneas de formación enfocadas a la preparación de nuevos instaladores, a la comunicación de las oportunidades laborales y proyección profesional de nuestra actividad. Estas nuevas líneas también se dirigían a la colaboración entre asociaciones y centros públicos, o, entre otras causas, a la defensa por la formación ocupacional continua. Estábamos muy focalizados en dar soluciones que pudieran aplicarse en el corto, medio y largo plazo. Ahora estamos en la situación que todos conocemos.
P- La pandemia del COVID-19…, una crisis sanitaria, pero también social y económica ¿Cómo afectará al sector y, en concreto, a las empresas instaladoras?
Ahora mismo, y después de los últimos sondeos, el sector de la instalación está en una situación crítica. En pleno confinamiento, el 80 % de los instaladores se han declarado en situación de quiebra con una caída vertiginosa de sus ingresos. Además, las ayudas del Gobierno son insuficientes y no están diseñadas para llegar a un colectivo especialmente sensible como es el de los autónomos. Hay una sensación de abandono total por parte de las administraciones, tanto de Cataluña como de España.
P- ¿Qué consecuencias cree que tendrá esto en el propio trabajo del instalador?
La situación a futuro es impredecible y sería muy atrevido hacer un pronóstico de la situación. Como referencia, después de la crisis financiera de 2008 cayó un 30 % del sector. Aún es muy pronto para hacer valoraciones de este tipo, y todo dependerá de la capacidad de rapidez que tengamos para recuperarnos de esta situación. Por el momento, el sector turístico y hotelero da este año por perdido, y muchas empresas trabajan también en esta dirección. Dependerá de las características o del tipo de sector en el que se desarrolle la actividad. Toca trabajar para que tanto la Administración central como la catalana se pongan a ello desde ya mismo con el fin de reactivar la economía desde el minuto uno de la finalización del estado de alarma.
P-Volviendo a la situación del sector, previa a este estado de excepcionalidad que estamos viviendo: ¿hay mucho intrusismo en el mercado de la empresa instaladora?
El intrusismo es latente y constante. Nadie sabe cuantificarlo dado que es prácticamente imposible medirlo, pero está ahí. Nos podemos mover en cifras de alrededor un 20 %, pero sin estudios sólidos que puedan acompañar a ese dato.
Nosotros siempre ponemos el ejemplo de Suecia. A pesar de lo que mucha gente pueda pensar, el país escandinavo tenía un intrusismo de cerca del 14 % en nuestro sector. Lo redujeron prácticamente al 0 %, eliminando lo que para ellos era el IVA en las pequeñas reparaciones e intervenciones. El resultado: recaudaron más impuestos. Los ciudadanos, en igualdad de condiciones, preferían contratar a un instalador oficial. Subió la demanda y se produjeron nuevos contratos laborales que cubrieron sobradamente el impuesto eliminado, generando más riqueza, más puestos de trabajo legales y más profesionalización. Todo un ejemplo. Lamentablemente, es del todo probable que el intrusismo se incremente notablemente cuando esta situación de crisis sanitaria finalice. Los políticos, ya sean de Cataluña o de España, no están ayudando a las empresas, ni a los autónomos que pagan religiosamente sus impuestos, a lidiar con esta crítica situación.
P-Y dentro de esa profesionalización que apunta, ¿es el cambio generacional del colectivo de instaladores un desafío? ¿Hablamos de una brecha que cada vez se abre más?
Es uno de los grandes desafíos también. Cómo conseguimos trasladar el avance tecnológico tan abrumador que ha tenido el instalador en los últimos años y hacer de nuestra profesión un polo de atracción. Es nuestra labor como colectivo poner en valor la profesión. Las imágenes preconcebidas y los clichés de nuestra sociedad no ayudan. Debemos romper esa dinámica reforzando la comunicación y con pedagogía en las escuelas, para que se entienda que la transformación energética y la gestión de la energía pasan por las manos de un instalador.
El futuro del instalador es apasionante, pero desconocido para muchos. Habrá que ayudar a despertar esa inquietud en los más jóvenes.
P- El colectivo instalador está formado mayoritariamente por micropymes y autónomos, ¿qué necesidades les plantean como más urgentes?
Por el momento lidiar con la situación de estancamiento de la demanda y la crisis sanitaria, sin perder la perspectiva de las medidas que los políticos deberán tomar una vez finalice el estado de alarma. Es importante reaccionar rápido a todo aquello que sucede ahora, pero también es igual de importante mantener la vista fijada en el horizonte. Esto pasará, y hay que trabajar también pensando en cómo nuestras empresas y autónomos pueden recuperarse lo antes posible.
P- Desde su punto de vista, ¿cuáles son las principales tendencias que están emergiendo en la actualidad en el sector de HVAC-R, y que previsiblemente marcarán los próximos años?
Es difícil aventurarse a hacer una previsión de un sector con una inversión en I+- D+i tan grande. Actualmente la aerotermia está siendo una de las tecnologías que más se está instalando por los motivos que todos conocemos, aunque es importante recalcar que su dimensionado e instalación debe realizarse a conciencia.
Los nuevos gases refrigerantes (ya lo estamos viendo) será otra de las revoluciones del sector a partir del 2022.
El hidrógeno, sin duda, dará de qué hablar. Hace un año ya se diseñó la primera caldera doméstica a base de hidrógeno
¿QUIÉN ES RAÚL RODRÍGUEZ?
En 2004 empezó a trabajar como consultor senior en una asesoría de Barcelona, compaginando el trabajo con los estudios de Ingeniería Industrial. Al poco tiempo, pasó a la posición de Responsable del Departamento de Ingeniería. Sin embargo, su interés por las instalaciones y su diseño era cada vez mayor. Fue entonces cuando dio un giro a su vida profesional, y comenzó a trabajar en una ingeniería pequeña, para después dar el salto a grandes empresas de ingeniería. Unos años después decidiría adentrarse en el mundo asociativo empresarial: primero como director general de AGIC y, en 2017, de FEGiCAT, que surgió como resultado de la fusión entre AGIC y FERCA.
Además del trabajo, Rodríguez es un apasionado del surf, la escalada, el trekking y el running. Eso sí, nos desvela, que su prioridad es disfrutar de la familia.
P- ¿Cómo perciben los instaladores en Cataluña la creciente demanda de energías renovables?
La aerotermia la estamos viendo, sobre todo, en la nueva construcción. Es una tecnología ideal para sustituir la solar térmica en nueva edificación, y complementarla con energía solar fotovoltaica. La geotermia ya sabemos que depende mucho de la tipología de subsuelo y de la zona geográfica; y también de los costes de perforación. Es una muy buena tecnología también, y es importante planificarla en el momento de la construcción para aprovechar los movimientos de tierras y las cimentaciones. “Esto pasará, y hay que trabajar también pensando en cómo nuestras empresas y autónomos pueden recuperarse lo antes posible”
Por su parte, la biomasa es una tecnología que debe irrumpir fuertemente en el sector industrial como fuente de energía si se quiere potenciar la transición energética para frenar la emergencia climática. La energía solar térmica quedará relegada a las instalaciones que están actualmente en funcionamiento o para aquellas en las que se requiere de una pequeña inversión para activarlas de nuevo. En nueva construcción existen otras soluciones más óptimas.
En cualquier caso, ninguna tecnología considerada como renovable debe ser obviada. Necesitamos aprovechar cada milímetro de este espacio tecnológico para avanzar contra la emergencia climática que estamos viviendo a escala global.
P- ¿Qué le parece la reciente modificación del Código Técnico de la Edificación?
Desde FEGiCAT consideramos que no es lo suficientemente ambicioso. Si bien se limita el consumo de energía en tantos por ciento, no se hace en números reales, y esto genera una cierta confusión a la hora de establecer parámetros para hacer edificios de consumo cero.
La energía solar fotovoltaica se hace obligatoria en edificios de más de 3.000 metros cuadrados, y consideramos que este parámetro se queda corto.
Sin embargo, los coeficientes mínimos de consumo de energía renovable, del 60-70 % en agua caliente sanitaria (ACS) y del 30-40 % en equipos eléctricos y de iluminación, los consideramos correctos.
P- ¿Cómo ha afectado al mundo instalador las últimas circulares aprobadas por la CNMC con respecto a la reducción en la retribución del sector gasista?
La verdad es que ha sido un auténtico caso. El pulso de Naturgy contra la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia paralizó completamente al sector. En muchas ocasiones dejando en la estacada a empresas (del sector terciario principalmente) pendientes de un comunicado de Nedgia para poder iniciar la actividad.
El nivel de improvisación fue enorme, al igual que la cantidad de mensajes contradictorios, procedentes de diferentes instancias de la compañía. Fue un choque tremendo para el sector que quedó paralizado por bastantes días. Desde la Federación estuvimos muy pendientes de todos los movimientos que se realizaron para denunciar la situación e informar a nuestros asociados.
P- En general, ¿cómo cree que está evolucionando el sector de las instalaciones con todos los cambios regulatorios y tecnológicos que están sucediendo?
El sector evoluciona rápidamente hacia una clara electrificación. Estamos inmersos en una revolución tecnológica que cada vez será más acuciada. La gestión energética se centrará en la gestión de la demanda y en cómo los usuarios pueden, precisamente, decidir cómo generar, almacenar, compartir y consumir energía.
Es una pregunta que podría desarrollarse de manera muy extensa. Los cambios regulatorios, como de costumbre, van por detrás de la evolución tecnológica. Además, cuando finalmente se regula, ésta supone un freno al desarrollo de nuevas oportunidades y, en demasiadas ocasiones, de forma claramente interesada. Oportunidades que se pierden, ya no únicamente de negocio, sino incluso de avanzar como sociedad en un contexto de responsabilidad energética.
P- Comercializadoras energéticas y administraciones públicas… ¿dónde chocan más los instaladores con sus políticas de actuación?
La comercializadoras energéticas (no todas) trabajan bajo determinadas políticas, muy diferentes en algunos casos unas de otras, sobre un mercado, ya de por sí, saturado. Como con todas las políticas estratégicas, éstas pueden ser reprobables o no, en función del prisma con el que se mire. Bajo nuestro punto de vista, cualquier acción que desemboque en tratar a las empresas instaladoras como pura mano de obra nos parece del todo denunciable. Comercializadoras que realizan instalaciones masivas de energía fotovoltaica o sobre movilidad eléctrica para controlar una cartera de clientes a costa de reducir al máximo los márgenes del instalador, que ejecuta el trabajo, a la vez que se introducen condiciones draconianas en los contratos de colaboración.
El sector de la instalación debería ser muy cauteloso y reacio a trabajar bajo determinados tipos de condiciones.
P- El sector también está viviendo un fuerte proceso de digitalización: ¿cómo está enfocando la empresa instaladora esta transformación digital, y cómo les están ayudando desde FEGiCAT y los gremios?
Trabajamos en todo el proceso de digitalización de las empresas. Tenemos un gran desafío y un largo recorrido en ese aspecto. La crisis actual que nos está tocando vivir seguro que provoca una evolución rapidísima en este segmento. Las asociaciones y FEGiCAT siempre han trabajado y trabajarán para acompañar a sus asociados en todo el proceso de digitalización
CLIMATIZACIÓN Y CONFORT ❙ 32-39