ACTAS 14 y 15
NOVIEMBRE
2019
Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2020 ISBN: 978-84-09-21258-3
Diseño y maquetación Ana Durán Boldova
© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)
ACTAS
14 y 15 de noviembre de 2019
Organizan:
Colaboran:
COORDINACIÓN/ EDICIÓN
Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
Presentación CAPA III Durante el 14 y 15 de noviembre de 2019 se celebró el III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés. Como en ediciones anteriores sus sesiones se desarrollaron en el marco incomparable del auditorium de Caixaforum Zaragoza. Las jornadas de mañana y tarde reunieron a más de 250 profesionales, permitiendo la exposición de más de setenta comunicaciones, al mismo tiempo que se podían contemplar las aportaciones en formato poster en el mismo hall de acceso, habilitado como recepción y espacio expositivo. La primera reunión partió de la iniciativa del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Sección de Arqueología, y del Grupo de Investigación Primeros Pobladores del valle del Ebro de la Universidad de Zaragoza, a los que progresivamente, desde sus inicios hasta la actualidad, se le han ido sumando Grupos como Urbs y Argos, así como diferentes organismos como la Institución Fernando el Católico, a través de la Cátedra Galiay, la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón o Caixa Forum quien generosamente nos acoge en sus espacios. Una mención especial queremos dedicar a Aragón Radio, que a lo largo de las dos jornadas de esta tercera edición, realizó la cobertura del congreso, grabando a gran parte de los profesionales que presentaban comunicaciones. Tras dos ediciones, 2015 y 2017, cuyas Actas fueron puntalmente publicadas, el Congreso se ha consolidado. Mantenemos el mismo formato y los criterios esenciales que propusimos en la primera convocatoria. Queríamos crear un foro de debate abierto a toda la comunidad de profesionales que desde diferentes ámbitos se dedican o tienen relación con la Arqueología y el Patrimonio aragonés. También, por supuesto, a todos aquellos que están en periodo de formación o que por diferentes circunstancias ya finalizaron sus estudios y no han podido desempeñar su vida laboral vinculada a estas disciplinas. En definitiva, hemos pretendido que el debate se instale en la sociedad y que se reconozca y valore la actividad de cientos de personas que trabajan en la puesta en valor del patrimonio y el conocimiento que su trabajo genera. En esta tercera edición hemos tratado de abordar la realidad de la arqueología profesional y su actual problemática, las novedades en el campo de la investigación arqueológica, la aplicación de nuevas tecnologías, su plasmación en la didáctica del patrimonio arqueológico, en la musealización y la divulgación de yacimientos. De ahí que las líneas temáticas elegidas trataran de plasmar y englobaran todos estos aspectos. Prehistoria, Arqueología Clásica, Arqueología Medieval, Arqueología Urbana, Memoria Histórica, Patrimonio, Didáctica, Museos y Parques Culturales, fueron los enunciados de las diferentes sesiones.
No podemos finalizar esta breve introducción sin agradecer a todas aquellas personas que han hecho posible su realización. A la nómina de investigadores que impartieron la conferencia que abría el encuentro en anteriores ediciones, Guillermo Fatás e Ignacio Barandiarán, hemos incorporado en esta última cita al profesor Gonzalo Ruiz Zapatero quien de forma magistral disertó sobre el estado actual de la investigación, formación y divulgación en la Arqueología hispana. Además, en el acto de inauguración se contó con la presencia de la Directora General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, Marisancho Menjón Ruiz, el Director del espacio CaixaForum Zaragoza, Ricardo Alfós, junto a los Presidentes del CAPA III. Igualmente queremos agradecer a Miguel Beltrán la posibilidad de poder presentar en el acto de clausura la revista Caesaraugusta, decana en Aragón y especializada en temas de Arqueología, Prehistoria y Patrimonio, que se reinventa y estrena nuevo formato con el fin de seguir siendo un referente en la investigación que se desarrolla en el ámbito del Valle del Ebro.
Gracias a todos. Esperamos que estas Actas que ahora presentamos sean un fiel reflejo de lo expuesto en el pasado mes de noviembre y que sirvan para cumplir gran parte de los objetivos propuestos. J.I. Lorenzo Lizalde y J.Mª Rodanés Vicente
COMITÉS
Comité Organizador Presidencia Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
Secretaría Ana Durán Boldova
Comité José Antonio Andrés Moreno (DGA) Miguel Beltrán Lloris (IFC) Mª Pilar Rivero Gracia (ARGOS) Carlos Sáenz Preciado (PPVE) Hugo Chautón Pérez (CDL Aragón)
Comité Científico Dr. Isidro Aguilera Aragón Dr. Rafael Domingo Martínez Dr. Luis Fatás Fernández Dra. Elena Maestro Zaldívar Dra. María Ángeles Magallón Botaya Dr. Manuel Martín Bueno Dr. Carlos Mazo Pérez Dra. Lourdes Montes Ramirez Dra. Raquel Ornat Clemente Dr. Jesús Picazo Millán Dra. María Sebastián López Dra. Pilar Utrilla Miranda
Organismos Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Departamento de Educación Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón Cátedra Galay del Institución Fernando el Católico Grupo de Investigación PPVE, Universidad de Zaragoza Grupo de Investigación ARGOS, Universidad de Zaragoza
ÍNDICE
1. Prehistoria 1.1. LA CUEVA AGP5 (AGUILÓN, ZARAGOZA): NUEVOS DATOS ACERCA DEL POBLAMIENTO NEANDERTAL AL SUR DEL EBRO
15
1.2. DINÁMICAS DE OCUPACIÓN DE UNA CUEVA REDIL DEL NEOLÍTICO ANTIGUO: HÁBITAT, ÁREAS DE TRABAJO Y ESTABULACIÓN EN CORO TRASITO (TELLA-SIN, SOBRARBE)
25
1.3. ALTO VICO I, AVANCE DE UN NUEVO SITIO NEOLÍTICO EN LAS CINCO VILLAS
39
1.4. PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA GUARGUERA (SABIÑÁNIGO, HUESCA). SONDEOS EN LOS ABRIGOS DE SALIELLAS-SAN ÚRBEZ Y EL PASCUALÍN
49
1.5. ARQUEOLOGÍA DE LOS PAISAJES MONUMENTALES EN LOS VALLES OCCIDENTALES (HUESCA). PRIMEROS RESULTADOS Y SUS POSIBILIDADES PARA ENTENDER LA HUMANIZACIÓN DE LA MONTAÑA PIRENAICA
63
1.6. ANÁLISIS DE PIGMENTOS DEL ABRIGO DE CABRAS BLANCAS
73
1.7. NUEVAS PINTURAS RUPESTRES EN EL PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO (FANLO, HUESCA)
83
1.8. NUEVO CONJUNTO DE ARTE ESQUEMÁTICO EN LA FOZ DE SIGÜÉS (ZARAGOZA)
93
1.9. DOCUMENTACIÓN DE GRABADOS RUPESTRES MEDIANTE FOTOGRAMETRÍA DIGITAL -SfM-: ARROYO DEL HORCAJO (ROMANOS, ZARAGOZA) Y BARRANCO CARDOSO (POZONDÓN, TERUEL)
101
1.10. LA OCUPACIÓN DEL LLANO DURANTE LA EDAD DEL BRONCE EN EL CENTRO DE LA DEPRESIÓN DEL EBRO: EL CAMPO DE HOYOS DE LAS LOMAS DEL MOLINO (ÉPILA, ZARAGOZA)
115
1.11. EL CABEZO DE MONLEÓN (CASPE). PROYECTO DE PUESTA EN VALOR DE LAS EXCAVACIONES DE ANTONIO BELTRÁN (1952-1964)
129
1.12. MATERIALES METÁLICOS DEL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO DEL POBLADO DE MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA)
139
1.13. CERÁMICA SIMBÓLICA DURANTE EL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: LAS REPRESENTACIONES DE CIERVO Y AVE EN EL POBLADO DE EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA)
149
1.14. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO Y CELTIBÉRICA
159
1.15. LOS CASTELLAZOS (MEDIANA DE ARAGÓN, ZARAGOZA)
173
1.16. EL YACIMIENTOS DE LA VISPESA (TAMARITE DE LA LITERA, HUESCA). TESTIMONIO DE ROMANIZACIÓN EN TERRITORIO ILERGETE
183
2. Arqueología Clásica 2.1. PISTRINUM DE LA COLONIA VICTRIX IULIA LEPIDA CELSA (VELILLA DE EBRO, ZARAGOZA)
195
2.2. LA DECORACIÓN PICTÓRICA Y EN ESTUCO DE LA DOMUS 1 (INSULA I) DE BILBILIS (CALATAYUD, ZARAGOZA)
207
2.3. TRANSFERENCIA DECORATIVA DE ABALORIOS A RECIPIENTES DE VIDRIO EN ÉPOCA ROMANA: SU ICONOGRAFÍA EN ARAGÓN
217
2.4. EPIGRAFÍA PALEOHISPÁNICA SOBRE CERÁMICA ROMANA ALTOIMPERIAL: LA PRENSA OLEARIA DEL BARRANCO DE JULIA (MEQUINENZA, ZARAGOZA)
229
2.5. UN NUEVO SELLO SOBRE DOLIUM PROCEDENTE DE LA VILLA ROMANA DE VALESCLARAS (ALBERITE DE SAN JUAN, ZARAGOZA)
241
2.6. LA OCUPACIÓN ROMANA DEL VALLE DE MAMILLAS (SOS DEL REY CATÓLICO, ZARAGOZA)
249
2.7. COSMÉTICA Y PIGMENTOS DE ÉPOCA ROMANORREPUBLICANA EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: CARACTERIZACIÓN DE MUESTRAS DE LA CABAÑETA (EL BURGO DE EBRO, ZARAGOZA)
259
2.8. CABEZO DE SAN PEDRO (OLIETE, TERUEL). REANUDACIÓN DE LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS
267
2.9. LAS VILLAE ROMANAS EN ARAGÓN: VALOR ARQUEOLÓGICO Y PATRIMONIO CULTURAL
277
2.10. AVANCE DE UNA NECRÓPOLIS EN CABEZA LADRERO
287
2.11.NUEVOS DATOS SOBRE EL URBANISMO ROMANO DE TVRIASO (TARAZONA)
295
3. Arqueología Urbana 3.1. LA ORNAMENTACIÓN MARMÓREA DE LA NATATIO DE LAS TERMAS CENTRALES DE CAESARAUGUSTA Y SU PROCEDENCIA
303
3.2. LA NECRÓPOLIS ORIENTAL DE CAESARAUGUSTA. ENTERRAMIENTOS Y MAUSOLEO
313
3.3. DOS NUEVAS ESTRUCTURAS RELACIONADAS CON EL AGUA EN OSCA
323
4. Arqueología Medieval 4.1. LA PARROQUIAL DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE ZARAGOZA COMO CEMENTERIO INTRAMURO
335
4.2. CABAÑAS DE EBRO, UN NUEVO CASO DE TORRE DEFENSIVA ANDALUSÍ DE SILLAR DE GRAN APAREJO EN EL ‘AMAL DE SARAQUSTA
353
4.3. QANĀT(S) EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE HÍJAR (TERUEL)
363
4.4. LA DOCUMENTACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA SINAGOGA / IGLESIA DE SAN ANTONIO ABAD DE HÍJAR (TERUEL)
375
4.5. ARQUEOLOGÍA EN EL ANTIGUO BARRIO DE SANTIAGO DE ALCAÑIZ (TERUEL)
387
4.6. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES MEDIEVALES
399
4.7. INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL CASTILLO DE CADRETE. RECINTO INFERIOR. CAMPAÑA 2019
411
4.8. EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA Y ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEDIEVAL EN PLAZA RIPA 4, JACA, HUESCA
421
4.9. EL TORREÓN Y EL DESPOBLADO ANDALUSÍ DE GAÑARUL (AGÓN, ZARAGOZA)
429
4.10. ARQUEOLOGÍA EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LAGUNAS DE CARIÑENA (ZARAGOZA)
441
4.11. RESULTADOS PRELIMINARES DE LA ACTUACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA TORRE DE BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA
453
5. Patrimonio 5.1. INVENTARIO DE ARTE RUPESTRE DE ARAGÓN (I. A. R. A.) Y SUS ÚLTIMAS APORTACIONES: UN INSTRUMENTO DE GESTIÓN Y DE INVESTIGACIÓN
463
5.2. PRÁCTICAS FUNERARIAS EN ARAGÓN: I. INVENTARIO DE CAVIDADES SEPULCRALES
477
5.3. EPIGRAFÍA VIRTUAL: EXPERIENCIAS DE EPIGRAFÍA 3D CON EL PATRIMONIO EPIGRÁFICO ROMANO DE ARAGÓN
487
5.4. UN ENFOQUE HERMENÉUTICO - ARQUEOLÓGICO A ORNAMENTA GEMMARUM: LA BODA DE CADMO Y HARMONÍA EN LA MALENA (AZUARA, ZARAGOZA)
499
5.5. EL TEATRO DE CAESARAUGUSTA O LA PROTECCIÓN APARENTE DEL PATRIMONIO
511
5.6. PLAN DE ARQUITECTURA DEFENSIVA EN ARAGÓN
519
5.7. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ALCAÑIZ: LA LONJA Y CASA CONSISTORIAL
529
5.8. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ALCAÑIZ: LA MURALLA BAJOMEDIEVAL DEL BARRIO MAZADOR
539
5.9. REVISIÓN Y CORRECCIÓN DE ERRORES SOBRE LA MUERTE DEL DOCTOR D. JUAN FRANCISCO ANDRÉS DE UZTÁRROZ, CRONISTA DEL REINO DE ARAGÓN Y DEL REY FELIPE IV
549
5.10. INVESTIGACIÓN, USO Y DISFRUTE DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO
561
6. Museos, Didáctica y Memoria Histórica 6.1. EL PUEYO DE MARCUELLO, DEL YACIMIENTO A LA VITRINA
567
6.2. GESTIÓN DE UNA EXPOSICIÓN TEMPORAL DE CARÁCTER ARQUEOLÓGICO: “LABITOLOSA, UNA CIUDAD ROMANA EN EL PIRINEO OSCENSE”
579
6.3. EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE FRÉSCANO
589
6.4. EL CÓMIC COMO RECURSO DIDÁCTICO: EL CASTILLO DE PERACENSE
599
6.5. POTENCIALIDAD DIDÁCTICA DE LAS ARMAS DE ASEDIO EN EL INTERIOR DE RECINTOS FORTIFICADOS: CASTILLO DE PERACENSE
609
6.6. ¿QUÉ BUSCAN LOS MAESTROS Y PROFESORES EN UN MUSEO ARQUEOLÓGICO? ESTUDIO EXPLORATORIO DEL PROGRAMA EDUCATIVO DE LOS MUSEOS DE LA RUTA DE CAESARAUGUSTA
617
6.7. DIDÁCTICA DEL PATRIMONIO EN LA ACADEMIA GENERAL MILITAR DE ZARAGOZA (1927-2018). UNA VISITA GUIADA PARA 2º DE BACHILLERATO
623
6.8. ITINERARIOS DIDÁCTICOS Y PATRIMONIO EN ARAGÓN: MÉTODOS Y TÉCNICAS PARA EL APRENDIZAJE EN CIENCIAS SOCIALES
629
6.9. POSICIONES DEFENSIVAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA SIERRA DE ORICHE (PIEDRAHITA, T. M. DE LOSCOS, TERUEL)
637
6.10. MORFOLOGÍA DE UNA EXHUMACIÓN. LA FOSA COMÚN DE CUATRO MUJERES ASESINADAS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. BISCARRUÉS (2018)
649
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SESIÓN 1
Sesión 1
1.1. LA CUEVA AGP5 (AGUILÓN, ZARAGOZA): NUEVOS DATOS ACERCA DEL POBLAMIENTO NEANDERTAL AL SUR DEL EBRO THE AGP5 CAVE-SITE (AGUILÓN, ZARAGOZA). NEW DATA CONCERNING NEANDERTHAL POPULATION SOUTH OT THE EBRO RIVER Marta Alcolea Gracia1,2, Naiara Loras Minguillón3, Jordi Rubio Parias3 y Carlos Mazo Pérez3 1 Dpto. de Historia. Universidad de Santiago de Compostela. GEPN-AAT ISEM, Université de Montpellier, CNRS, IRD, EPHE, Montpellier, France. 3 Área de Prehistoria. Dpto. de Ciencias de la Antigüedad. Universidad de Zaragoza. PPVE. IUCA. IPH 2
Autor de contacto/Contact author: Calos Mazo Pérez, cmazo@unizar.es
RESUMEN Las investigaciones en el yacimiento musteriense de la cueva AGP5 (Aguilón, Zaragoza) se apoyan en el trabajo realizado a lo largo de 10 campañas consecutivas de excavación arqueológica (2010-2019). Los trabajos han afectado por el momento a diferentes niveles arqueológicos que han ofrecido numerosas evidencias de ocupación humana: herramientas líticas, restos de talla, huesos de animales consumidos, así como intensos vestigios de combustiones intencionales. En base a la clasificación tecnotipológica de las industrias líticas recuperadas y a la datación radiocarbónica de materiales de origen orgánico (>50.0-41.9 ka BP) estas se adscriben a los tecnocomplejos musterienses propios de los últimos Neandertales en la Iberia mediterránea. En este trabajo se presenta (i) una actualización de los resultados obtenidos en el yacimiento hasta la fecha, (ii) la contextualización del yacimiento en el marco cronométrico de las industrias musterienses al sur del Ebro, (iii) una aproximación a las condiciones paleoambientales del MIS 3 que condicionarían la disponibilidad de recursos en el entorno del asentamiento. El trabajo se integra en los objetivos del proyecto de investigación actual en un área geográfica poco explorada como es el sur del Ebro, ocupado por el Sistema Ibérico y sus estribaciones, ofreciendo nueva información arqueológica, radiométrica y paleoambiental acerca de los últimos Neandertales ibéricos. PALABRAS CLAVE: Musteriense; Sistema Ibérico; MIS 3; Últimos neandertales ibéricos; Ocupación en cueva; Estructuras de combustión.
ABSTRACT The archaeological research in the mousterian cave-site called AGP5 (Aguilón, Zaragoza) has being developed during 10 consecutive fieldwork seasons (2010-2019). The archaeological works have affected so far several archaeological layers that have offered wide evidences of human occupation: lithic tools and debris, faunal bones as well as intense vestiges of intentional combustions. Based on the technotypological classification of the recovered lithic industries and the radiocarbonic dating of organic materials (> 50.0-41.9 ka BP) these are ascribed to the mousterian technocomplexes characteristic of the last Neanderthals in Mediterranean Iberia. This paper presents (i) an update of the results obtained in the cave-site, (ii) the contextualization of the deposit in the chronometric framework of the Mousterian south of the Ebro River and (iii) an approximation to the paleoenvironmental conditions of MIS 3 that would condition the availability of resources in the settlement environment. This work is part of the ongoing research project aimed in offer new archaeological, radiometric and paleoenvironmental information about the last Neanderthals in central Iberia in a geographical area a not-well explored yet such as the south of the Ebro River, containing the north face of the Iberian Range and its foothills. KEYWORDS: Mousterian; Iberian Range; MIS 3; Last Iberian Neanderthals; Cave-site; Combustion structures.
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Figura 1. Ortoimagenes del corte estratigrรกfico de la banda 2/A-D_4/E-F y del รกrea excavada. Julio de 2019.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN El yacimiento arqueológico de la cueva AGP5 (Aguilón, Zaragoza) se dio a conocer en el 1er Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés celebrado en Zaragoza en el año 2015 (Mazo y Alcolea, 2016). Este hallazgo es el último en incorporarse a la nómina de ocupaciones musterienses en la Cordillera Ibérica que a día de hoy alcanza una veintena de sitios conocidos con estratigrafías bien definidas, dejando al margen los hallazgos aislados en superficie (Mazo y Alcolea, 2020). En este trabajo presentamos una interpretación actualizada de la secuencia estratigráfica del yacimiento, fruto de los trabajos de investigación arqueológica desarrollada a lo largo de 10 campañas de excavación consecutivas (2010-2019) que convierten a este proyecto de excavación en uno de los más estables y longevos en el panorama actual aragonés en arqueología paleolítica. Asimismo, nos centramos en la contextualización del yacimiento en el marco cronométrico de las industrias musterienses al sur del Ebro.
2. EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO 2.1. La cavidad y su entorno La cueva AGP5 es una cavidad localizada en la cresta del Cerro del Pezón, una elevación de casi 800 metros de altitud situada a escasos kilómetros de la zaragozana localidad de Aguilón (Fig. 2). Forma parte de un conjunto de 7 cavidades (Gisbert y Pastor, 2009) que se abren en el contacto entre los estratos de calizas marinas de las formaciones Higueruelas y Loriguilla, ambas del Jurásico medio (Ipas et al., 2004).
Es además destacable su posición próxima a un importante afloramiento de sílex de gran calidad, que aparece en posición primaria en las calizas de las plataformas estructurales de La Muela y Jaulín-Muel, y en posición secundaria en las terrazas del río Huerva (Mazo y Alcolea, 2020). Sólo tres de estas cuevas, las llamadas AGP3, AGP5 y AGP7, han ofrecido evidencias de ocupación humana y sólo dos de ellas fueron visitadas durante el Pleistoceno. En la cueva AGP5, con unas mejores condiciones de habitabilidad a pesar de su orientación norte, se ha documentado la presencia de diferentes momentos de ocupación humana neandertal. La cueva AGP7, a escasos metros de distancia, conocida por el yacimiento paleontológico que contiene (Cuenca et al., 2010), ha entregado algunas evidencias de visitas humanas durante el Paleolítico Medio, como la presencia de marcas de corte en algunos huesos y una herramienta lítica de clara filiación musteriense (Sauqué et al., 2014).
2.2. La secuencia estratigráfica El depósito estratigráfico está constituido por una serie de niveles, algunos de los cuales son estériles desde el punto de vista arqueológico, mientras que otros contienen abundantes evidencias de ocupación humana. La extensión excavada en área abierta hasta la fecha alcanza los 22 m2 (Figs.1 y 2).
A diferencia de lo que ocurre en otras cavidades localizadas en el mismo cerro, como por ejemplo las llamadas AGP3 y AGP7, en las que se reconocen procesos kársticos (Cuenca et al., 2010), la formación de la cueva AGP5 parece haberse producido a expensas de dos líneas de fractura en una zona en la que el estrato calizo está notablemente alterado, lo que ha dado lugar a la caída de grandes bloques tanto en el interior como en la embocadura (Fig. 2).
Todos los niveles han sido definidos e individualizados a partir de criterios sedimentológicos. Lo cierto es que a pesar de que es un sitio que no ofrece una gran extensión, el desprendimiento de grandes bloques procedentes de la bóveda de la cueva, tanto en la zona del umbral como en el interior, parece haber condicionado enormemente los procesos sedimentarios, registrándose notables diferencias entre zonas que sin embargo están muy próximas. Esto nos ha llevado a definir una gran cantidad de niveles sedimentológicos que, posteriormente, son objeto de un proceso de integración que los agrupa en unidades estratigráficas que se corresponden con los diferentes niveles de ocupación documentados en la cueva.
La cueva tiene unos 100 m2 de superficie y ofrece buenas condiciones de habitabilidad a pesar de su orientación norte. Se trata de un sitio con una excelente posición geográfica y topográfica. Se encuentra situada en el área de contacto entre la Cordillera Ibérica y la Depresión Central del Ebro, a caballo de diferentes biotopos, lo que permitiría a sus ocupantes un acceso muy inmediato a una amplia variedad de recursos. Se localiza también cerca de dos cursos de agua, el Barranco de Valdeaguilón al este y el río Huerva al oeste. Desde la embocadura de la cueva se tiene un buen control del Barranco de Valdeaguilón y, logicamente de su tránsito por él, y remontando el Huerva se alcanza la Fosa de Calatayud Teruel, desde donde se puede acceder a la Meseta por los cursos de los ríos Jiloca y Jalón, o a la zona del Levante siguiendo el curso del Guadalaviar-Turia.
La unidad I incluye el nivel a o superficial, de época actual o subactual y el nivel b, posiblemente Pleistoceno pero aún sin datar. Este nivel es estéril desde el punto de vista arqueológico aunque bastante fértil desde el punto de vista paleontológico. Su potencia es muy variable a lo largo de todo el área excavada, yendo desde unos cuantos centímetros hasta más de metro y medio de espesor en el corte estratigráfico de las bandas A/A’. Ambos niveles se han documentado a lo largo de toda la superficie excavada.
Hasta el momento se han definido cuatro unidades estratigráficas, numeradas de I a IV, de techo a base, entendiendo por base la actual cota alcanzada en la excavación (Fig. 2). Muy probablemente todavía quedan algunos metros de relleno hasta alcanzar el inicio del depósito sedimentario.
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Figura 2. 1. Cerro del Pézon (cara Norte). 2 y 4. Planta y sección de la cueva AGP5 a partir de la topografía de Mario Gisbert (Centro de Espeleología de Aragón). 3. Embocadura de la cueva con huellas de caídas de bloques. 5. Ortoimagen de la zona excavada.
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Sesión 1 La unidad II, infrayacente a la anterior, se corresponde con el llamado nivel cnc, excavado a lo largo de aproximadamente 12 m2 e inicialmente dividido en 3 tramos (1, 2 y 3). Con las características que lo definieron, escasísima competencia, casi un puro esqueleto de clastos angulosos de tamaño pequeño y reducción drástica de la fracción de menos de 2 mm, sólo aparece en la parte oeste del área excavada (Mazo y Alcolea, 2016). Este nivel buza hacia el interior de la cueva desde un posible umbral de entrada y su formación tuvo que producirse bajo condiciones climáticas muy frías por procesos de gelifracción, tal vez a partir de grandes bloques de piedra caídos del techo en el área exterior de la cueva que llegarían al interior por gravedad (J.L. Peña, com. pers.). Se trata de una unidad arqueológicamente fértil que ofrece una significativa cantidad de materiales arqueológicos. La unidad III se localiza sólo en la parte más exterior de la cueva, en contacto con la unidad II, y se compone de una serie de lentejones de composición muy similar entre sí que presentan ligeros cambios de color. Estos lentejones, que también buzan hacia el interior, son fundamentalmente estériles desde el punto de vista arqueológico.
sirve también de referencia para la recuperación de muestras de sedimento destinadas a un procesado específico relacionado con la recuperación de fitolitos, restos arqueobotánicos y microfauna. Estas muestras se trasladan para su procesado al Laboratorio de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Zaragoza. Durante la excavación se dibujan los cortes estratigráficos y plantas de los niveles excavados. El proceso y los resultados de la excavación son registrados mediante fotografía digital (Fig. 2). Los materiales arqueológicos se limpian, organizan e inventarían según la normativa de la Diputación General de Aragón y las directrices del Museo de Zaragoza en el Laboratorio de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Zaragoza, donde son objeto de estudios especializados cuyos primeros resultados se presentan en este trabajo.
4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN 4.1. La ocupación humana del Cerro del Pezón 4.1.1. La unidad II
La unidad IV engloba principalmente los niveles llamados mcp, e, bl y ngr. Este conjunto de niveles, arqueológicamente fértiles, representa por ahora el momento o momentos de ocupación más intensa de la cueva. Es reseñable la abundante presencia en esta unidad de eventos de combustión, entre los que destaca una gran estructura de 2 m2 de diámetro y 20 cm de potencia. Esta unidad aún no ha sido excavada por completo en todo el área abierta de forma que centrará nuestros objetivos en las próximas campañas.
El nivel cnc ha entregado un conjunto lítico (N=367) compuesto tanto por piezas retocadas como por lascas y restos de talla (Tabla 1). La densidad de restos arqueológicos es baja si tenemos en cuenta la superficie excavada. Las esquirlas de menos de 2 cm de longitud, relacionadas con el retoque y transformación de soportes, representan el 50.9% de los restos. Los núcleos, así como las lascas corticales y otros elementos relacionados con su preparación no están representados en este conjunto, evidenciando la ausencia de las etapas de reducción en la cadena operativa de la talla.
3. MATERIAL Y MÉTODO
Se han recuperado 180 soportes o lascas de más de 2 centímetros de longitud, de las cuales se transformaron en tipos 65 (36.1%) mientras que otras 27 presentan retoques marginales que pueden ser sugestivos de evidencias macroscópicas de uso. En lo que respecta a los tipos recuperados (Bordes, 1961), el grupo dominante corresponde a la categoría de varios (N=31), seguido de raederas (N=17) y muescas y denticulados (N=10). Los soportes no retocados considerados como tipos en la lista tipológica de Bordes (1961) para el Paleolítico Medio no han sido computados con excepción de los cuchillos de dorso natural (N=3). Los soportes retocados son principalmente lascas y lascas laminares.
En lo que respecta a la metodología arqueológica, el espacio se organiza en base a una cuadrícula georreferenciada y orientada hacia el norte en la que la unidad básica de referencia es el metro cuadrado. Cada uno de los cuadros de esta cuadrícula, de un metro de lado, se divide en 9 sectores de 33x33 cm. La excavación del sedimento se lleva a cabo organizadamente en semitallas de 5 centímetros atendiendo al espesor de los diferentes niveles definidos en base a criterios sedimentológicos. Todos los restos arqueológicos documentados se posicionan estratigráfica y topográficamente tomando como referencia la citada cuadrícula. La posición de estos restos en base a unas coordenadas x, y, z se registra para todos los objetos superiores a 1 centímetro: restos líticos, restos vegetales carbonizados y huesos y fragmentos de macro y microfauna. Todo el sedimento excavado, a excepción del reservado para la realización de estudios específicos, se procesa durante el trabajo de campo mediante el cribado en seco con tamices de 1 y 2 mm de luz de malla. La cuadrícula
Los 62 objetos retocados ofrecen 87 unidades de retoque, 39 de ellas en el lado izquierdo, 30 en el lado derecho y 18 en la zona distal. El retoque es principalmente simple, seguido del sobreelevado, casi exclusivamente directo. Casi el 95% de los soportes retocados presentan un índice de alargamiento igual o menor a 2, y el 65% presentan un índice de espesor entre 2.01 y 4.50. Los valores medios de longitud, anchura y espesor (incluyendo los fracturados) son 3.9x3.0x0.9 cm. En el caso de las lascas con retoque marginal estos valores son 3.3x2.1x0.5 cm.
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Tabla 1. Elementos líticos retocados incluyendo cuchillos de dorso natural. Longitud(L)/Anchura(A)/Espesor(E). Las medidas se aportan en centímetros y el peso en gramos. Orden de lascado: primer orden (1), más del 95% de la superficie cortical; segundo orden (2), menos del 95% de la superficie cortical y tercer orden (3), libre de cortex. La localización del cortex (derecha, izquierda, otro) y del retoque (derecho, izquierdo, distal) se describe con respecto al soporte orientado de forma convencional, en vista dorsal y con el bulbo hacia abajo. Número de bordes retocados: 1, 2 o 3. Unidad estratigráfica
IV
Nivel arqueológico
cnc
Superficie excavada
± 12 m
±5m
± 6 m2
Superficie total
Desconocida
Desconocida
Desconocida
Conjunto lítico
367
1700
125
2
Densidad m
30,5
340
20,8
Materia prima dominante
Sílex
Sílex
Sílex
-
3
2
Lascas
Lascas
Lascas
L/A/E μ (Peso gr. μ)
-
4,5/4,5/1,7 (34,6)
5,4/4,4/2,5 (61,9)
Levallois
-
1 (preferencial)
1 (recurrente centrípeto)
L/A/E μ (Peso gr. μ)
-
6,0/6,6/1,4 (55,2)
5,7/4,7/2,6 (86,2)
Soportes < 2cm (%)
187 (50,9)
1327 (78,0)
52 (41,6)
Soportes > 2cm (%)
180 (49,1)
370 (21,7)
71 (56,8)
Piezas retocadas (%)
65 (36,1)
36 (9,7)
13 (18,3)
Punta levallois retocada
1
-
1
Punta pseudo-levallois
1
-
-
Punta musteriense alargada
-
-
1
Raedera simple recta
4
3
4
Raedera simple convexa
3
1
-
Raedera simple concava
-
-
1
Raedera doble recta
1
2
-
Raedera doble rectoconvexa
2
1
-
Raedera doble rectocóncava
1
-
-
Raedera convergente recta
-
1
-
Raedera convergente convexa
1
-
-
Raedera desviada
5
4
-
Raedera transversal recta
-
1
2
Raedera transversal convexa
-
-
1
Perforador atípico
1
-
-
Cuchillo de dorso natural
3
5
-
Muesca
6
5
2
Denticulado
4
4
1
Lasca con retoque abrupto
1
-
-
Rabot
-
1
-
Varios
31
7
-
Total unidades de retoque
87
42
16
3/38/23/1
5/22/7/2
0/10/3/0
Núcleos Productos de talla
Unidades de retoque: 0/1/2/3
20
II mcp 2
e 2
Sesión 1
Unidades de retoque
39/30/18
22/14/6
5/6/5
Retoque: S/SE/A
71/10/6
31/11/0
15/1/0
Lascas y lascas laminares
Lascas y lascas laminares
Lascas y lascas laminares
Orden de lascado 1/2/3
0/17/48
2/19/15
0/4/9
Localización del córtex
4/3/9
8/5/6
1/1/2
3,9/3,0/0,9 (11,8)
4,3/3,5/0,9 (13,2)
4,5/4,0/0,9 (14,2)
27 (15,0)
31 (8,3)
3 (4,22)
0/6/21
0/11/20
0/0/3
3,3/2,1/0,5 (4,0)
3,4/2,4/0,6 (6,1)
2,7/3,0/0,5 (4,28)
88 (48,8)
303 (81,8)
55 (77,4)
27/13
63/12
14/7
Soportes de las piezas retocadas
L/A/E μ (Peso gr. μ) Lascas marginalmente retocadas (%) Localización del cortex L/A/E μ (Peso gr. μ) No retocados (%) Alteraciones: pátina/térmico
La utilización de sílex como materia prima alcanza el 95.5% en el nivel cnc. Todas las herramientas están fabricadas sobre sílex local de muy buena calidad. Los resultados preliminares del estudio petroarqueológico apuntan a un uso exclusivo del sílex de “tipo Monegros”, en particular el llamado sílex de “tipo Botorrita” (Cuchí y Mazo, 1992; García-Simón, 2018). Este se encuentra en los sedimentos de piedra caliza que coronan las plataformas estructurales de La Muela y Muel-Jaulín (Zaragoza), no muy alejadas del Cerro del Pezón, lo que facilitaría la adquisición local de esta materia prima de gran calidad. Sin embargo, el uso de sílex evaporítico, disponible en los alrededores inmediatos de la cueva, y que claramente tiene una calidad inferior para la talla, no se ha registrado hasta ahora en el yacimiento. Los restos de fauna recuperados, que pertenecen principalmente a herbívoros, aparecen bien conservados y poco fragmentados. Se han recuperado también algunos coprolitos de hiena (Crocuta crocuta). Las evidencias de combustión en este nivel son escasas aunque se recuperan abundantes fragmentos de carbón disperso en el sedimento. El estudio antracológico preliminar (N=45) revela la explotación del pinar de tipo silvestre (Pinus tp. sylvestris) como principal fuente de producción de energía calórica y lumínica durante la ocupación del nivel cnc (Tabla 2). Bajo este taxón se engloban los tres pinos ibéricos de carácter montano (Pinus nigra subsp. salzmanii, Pinus sylvestris, Pinus mugo subsp. uncinata) que no pueden ser distinguidos entre sí en base a la estructura anatómica de la madera. Estas coníferas de carácter heliófilo y colonizador dominan los espectros antracológicos del valle del Ebro entre el MIS 3 y el MIS 1 (Allué et al., 2012; Alcolea, 2018; Mazo y Alcolea, 2020), donde probablemente constituirían las formaciones forestales dominantes en el entorno de los asentamientos durante su ocupación pleistocena dando lugar a paisajes abiertos. En la actualidad estos pinares han visto muy reducida su presencia natural en la Península Ibérica, que constituye el límite meridional de su área de distribución (Costa et al., 1997).
Tabla 2. Resultados preliminares del estudio antracológico en la cueva P5 de Aguilón (N=113). Unidad estratigráfica
II
Nivel arqueológico
IV
cnc
mcp
e
Taxa
n
%
n
%
n
%
Pinus tp. sylvestris
42
95,5
39
100
28
100
Prunus sp.
2
4,5
-
-
-
-
Total determinable
44
100
39
100
28
100
No determinable
1
2,3
1
2,5
-
-
Total
45
100
40
100
28
100
En el nivel cnc estos pinos aparecen acompañados de un taxón arbustivo característico de las orlas forestales (Prunus sp.) que sugiere la existencia de un paisaje probablemente más abierto durante el período frío que acompaña el proceso de formación de este nivel (Mazo y Alcolea, 2020). Dos muestras procedentes de este nivel, dos fragmentos de carbón de pino de tipo silvestre (Pinus tp. sylvestris) recuperados junto al corte oeste del área excavada (cuadros 4B/4C), fueron enviadas para su datación mediante radiocarbono al laboratorio Curt-EngelhornZentrum Archaeometrie (Mannheim, Alemania) (Tabla 3). Analizadas con la técnica AMS y pretratamiento ABA han entregado una fecha superior a 50000 años BP en ambos casos (MAMS-28123 y MAMS-28124) (Mazo y Alcolea, 2020). La composición sedimentológica del nivel sugiere su formación durante un periodo frío. Esta hipótesis se ve reforzada por las evidencias de una ocupación humana de poca intensidad sugerida por la escasa densidad de restos arqueológicos, así como la falta de evidencias de actividades de procesado y de una clara organización del espacio.
4.1.2. LA UNIDAD IV La unidad IV, compuesta por niveles que probablemente responden a un mismo momento de ocupación humana, ofrece una mayor complejidad estratigráfica.
21
El nivel e fue el primer nivel arqueológico reconocido en los sondeos del año 2010 en los cuadros 10A/10B (Mazo y Alcolea, 2016). Sin embargo, dada su profundidad con respecto al suelo actual de la cueva, se ha intervenido apenas sobre 4 m2 de su superficie. El conjunto lítico recuperado por el momento se compone de 125 restos, lo que supone una densidad de 31.5 unidades por m2.
(Fig. 3). Los productos retocados se han configurado a partir de lascas o lascas laminares, algunas de ellas obtenidas mediante la técnica levallois (18.7%). Estos ofrecen 42 unidades de retoque, 22 en el lado izquierdo, 14 en el derecho y 6 en la zona distal. El tipo de retoque es exclusivamente simple (73.8%) y sobreelevado. El 86% de las herramientas presentan un índice de alargamiento menor a 2 y el 71% un índice de espesor entre 2.51 y 5.0. Los valores medios de longitud, anchura y espesor son 4.3x3.5x0.9 cm en el caso de las piezas retocadas y de 3.4x2.4x0.6 cm en el caso de las lascas marginalmente retcadas.
Se han recuperado dos núcleos destinados a la obtención de lascas, uno de ellos de tipo levallois. En cuanto a las piezas retocadas predominan las raederas (N=8) seguidas de muescas y denticulados (N=3) y de puntas (N=2), una de ellas también levallois (Fig. 3). Las 13 piezas retocadas presentan un total de 16 unidades de retoque con predominio del retoque sobreelevado (Tabla 1).
No hay diferencias con la Unidad II en cuanto a las materias primas utilizadas, siendo de nuevo mayoritario el uso del sílex “tipo Botorrita” (Cuchí y Mazo, 1992; García-Simón, 2018) para la fabricación de herramientas líticas que alcanza el 92.9% de los restos mayores de 2 cm en el nivel e y el 100% en el nivel mcp.
El resto de elementos líticos son lascas y restos de talla, el 42% de los cuales presenta una longitud inferior a 2 cm. En lo que atañe a los valores tipométricos, no hay grandes diferencias con respecto al resto de niveles estudiados. Todas las piezas presentan un índice de alargamiento menor a 2.5 mientras que su índice de espesor ofrece una mayor dispersión de valores: 7 entre 3.01 y 4.5 y 3 por encima de 5.51.
Aunque en el estado actual de la investigación aún no ha quedado establecida de forma clara y evidente la relación estratigráfica entre los niveles e y mcp (Unidad IV), ambos son suprayacentes al nivel cnc (Unidad II). En cualquier caso, la Unidad IV presenta una densidad de restos arqueológicos (elementos líticos y óseos) claramente mayor y ha entregado el más abundante conjunto lítico por ahora. Esta densidad de restos se une a la presencia de abundantes vestigios de combustión, que se concretan tanto en estructuras patentes y discretas como en simples áreas de acumulación de carbones y cenizas, y que hemos agrupado bajo la denominación ngr.
La superficie excavada para el nivel mcp es similar. En cualquier caso, la densidad de restos líticos por unidad de superficie es mayor, con 339.4 restos por cada uno de los 5 m2 excavados. El conjunto lítico se compone por el momento de 1700 restos, el 78.1% de los cuales tienen menos de 2 cm de longitud, muchos de ellos de pocos milímetros (Tabla 1). La presencia de algunos núcleos, uno de ellos levallois, así como el elevado número de restos de talla sugiere el desarrollo de actividades de reducción de núcleos, lascado y retoque de los soportes generados durante este momento de ocupación de la cueva.
El estudio antracológico preliminar realizado sobre carbón disperso en el nivel mcp (N=40) y sobre carbón concentrado en la estructura de combustión del nivel e en el cuadro 10B (N=28), revela que por el momento el pino de tipo silvestre (Pinus tp. sylvestris) es el único taxón documentado en este momento de la ocupación. Estas coníferas de porte arbóreo tienen una gran capacidad para producir madera muerta que constituye un combustible abundante, accesible y fácil de recolectar para los grupos humanos pleistocenos (Tabla 2).
De los 370 restos líticos con una longitud superior a 2 cm (21,9%), 36 (9.7%) son lascas retocadas y otras 31 presentan un retoque marginal. Los tipos (Bordes, 1961) mejor documentados son de nuevo las raederas (N=13), seguidas de muescas y denticulados (N=9) y varios (N=7)
Tabla 3. Dataciones radiocarbónicas disponibles para la cueva P5 de Aguilón. Pretratamiento de las muestras para su datación por radiocarbono: ABA (Ácido/Base/Ácido), UF (Ultrafiltración del colágeno).
22
Fecha C14
+/-
Materia
Método datación (pretratamiento)
Nivel
Unidad
Referencia laboratorio
Referencia bibliográfica
> 50000
-
carbón
AMS (ABA)
cnc
II
MAMS-28123
Mazo y Alcolea, 2020
> 50000
-
carbón
AMS (ABA)
cnc
II
MAMS-28124
Mazo y Alcolea, 2020
sin colágeno
-
hueso
AMS (UF)
mcp
IV
MAMS-29829
Mazo y Alcolea, 2020
44560
480
hueso
AMS (UF)
e
IV
MAMS-28122
Mazo y Alcolea, 2020
41510
510
carbón
AMS (ABA)
e (hogar)
IV
Beta-313364
Mazo y Alcolea, 2016
Sesión 1 Las dos fechas disponibles por el momento para la Unidad IV proceden del nivel e (Tabla 3 y Fig. 3). La primera de ellas se obtuvo sobre un carbón de pino de tipo silvestre (Pinus tp. sylvestris) recogido en el año 2010 en el cuadro 10B enviado para su datación mediante radiocarbono por el método AMS con pretratamiento ABA al laboratorio Beta Analytic (Miami, Estados Unidos) que entregó una fecha de 41510 ± 510 años BP (Beta-313.364) (Mazo y Alcolea, 2016). La segunda de ellas se obtuvo sobre un fragmento de hueso procedente de una hemimandibula de gamo (Dama dama) (G. Cuenca com. pers.) recuperada en el cuadro 8C enviada para su datación mediante radiocarbono al laboratorio Curt-Engelhorn-Zentrum Archaeometrie (Mannheim, Alemania). Analizada con la técnica AMS y ultrafiltración del colágeno como pretratamiento ofreció una fecha de 44560 ± 480 años BP (MAMS-28122) (Mazo y Alcolea, 2020). Una quinta muestra, un fragmento de hueso recuperado en el nivel mcp (cuadro 6C), fue enviada al mismo laboratorio, pero no contenía suficiente colágeno para su datación mediante radiocarbono (MAMS-29829). Los restos de fauna también son numerosos, pero en este caso aparecen muy fragmentados y también quemados. Respecto a las especies documentadas, predominan los herbívoros de tamaño medio como la cabra montés (Capra pyrenaica) o el ciervo (Cervus elaphus), ambos bien documentados en el vecino yacimiento de la cueva AGP7, donde se ha determinado sobre algunos de ellos la presencia de marcas de corte de supuesto origen antrópico durante el MIS 3 (Sauqué et al., 2014; Galán et al., 2016; Nuñez-Lahuerta et al., 2016). Ambas cuevas han ofrecido una cronología aparentemente similar, pudiendo haberse producido un uso contemporáneo apoyado por las evidencias de actividad humana que podrían considerarse complementarias, si bien hay razones por las que las fechas radiocarbónicas obtenidas en la cueva AGP7 deben ser tratadas con cautela (Mazo y Alcolea, 2020). Todo esto es sugestivo de una ocupación mucho más intensa y diversificada en este momento arqueológico. Sobre el gran bloque de piedra de varias toneladas, que apoya sobre el nivel e/mcp junto a la gran estructura (y que ha sido parcialmente eliminado durante la excavación debido a razones de seguridad) se observan abundantes vermiculaciones que sugieren que la superficie de la roca estuvo expuesta durante mucho tiempo a condiciones húmedas y templadas.
5. LOS ÚLTIMOS NEANDERTALES DEL SISTEMA IBÉRICO Las primeras evidencias en el Sistema Ibérico del denominado Paleolítico Medio Antiguo Europeo se remontan al MIS 9 y se localizan en los yacimientos de Ambrona (Soria) (Falgueres et al., 2006) y Cuesta de la Bajada (Teruel) (Santonja et al., 2014) (Fig. 3). Entre este momento y el MIS 5 nos encontramos con una tecnología enfocada al lascado, la aplicación de conceptos tales como las secuencias de producción ramificada y el
reciclado de lascas por la vía del reafilado de los útiles y núcleos agotados, mostrando una variabilidad que indica una clara economía de la materia prima y del lascado (Santonja et al., 2014). Esta clase de tecnología alcanza su máximo desarrollo en las industrias musterienses, y el final de esos conjuntos líticos de núcleos y útiles sobre lasca, que desde el último tercio del Pleistoceno Medio están asociados con las poblaciones neandertales en Europa, no está desconectado del debate acerca del timing y la forma del cambio biocultural que supuso el reemplazamiento de poblaciones neandertales por humanos anatómicamente modernos en esta parte del oeste de Europa. La cueva AGP5 de Aguilón (Mazo y Alcolea, 2016; 2020) ha pasado recientemente a engrosar la exigua lista de yacimientos que aportan datos cronométricos para este período en el Sistema Ibérico, compuesta por las ocupaciones de Cueva Millán (Burgos) (Moure y García-Soto, 1982), Peña Miel (La Rioja) (Utrilla et al., 1987), Los Casares (Guadalajara) (Alcaraz-Castaño et al., 2017), Los Toros (Teruel) (Montes et al., 2006) y La Quebrada (Valencia) (Villaverde et al., 2017; Carrión et al., 2019) (Fig. 3). Muchos de los viejos argumentos defendiendo la presencia tardía de neandertales al sur del Ebro están siendo hoy cuestionados. Nuevas dataciones y el examen crítico de lugares clave, como Jarama VI o Zafarraya (Kehl et al., 2013; Wood et al., 2013; Barroso et al., 2014), así como nuevas interpretaciones de información sedimentológica y su transferencia climática a la interpretación cronológica, como en Cueva Negra (Villaverde et al., 2014), están revelando que las ocupaciones neandertales son más antiguas de lo que previamente se pensaba. Por otra parte, la posible presencia de humanos modernos en el sur de la Península Ibérica sincrónicamente con el resto de Europa (Cortés-Sánchez et al., 2019) puede sugerir su expansión más rápida, quizás solo posible sobre territorios esencialmente vacíos. El Sistema Ibérico podría haber sido esa clase de escenario, un territorio completamente vacío o severamente desprovisto de población humana a partir de hace 42000 años. Así lo sugieren los últimos estudios en la cara sur hacia el interior peninsular (Alcaraz-Castaño et al., 2017; Wolf et al., 2018). En la cara norte, que vierte hacia el valle del Ebro, la falta de una mayor información cronométrica, así como de reconstrucciones paleoambientales de alta resolución para el MIS 3, dificultan por el momento el contraste de hipótesis acerca del momento de la desaparición de los neandertales en esta región. El proyecto arqueológico en la cueva P5 de Aguilón, así como otras nuevas secuencias, como la de la cueva Los Rincones (Zaragoza), y la revisión cronométrica de antiguas excavaciones arqueológicas como Peña Miel (La Rioja), cuyo nivel c, que ha ofrecido la única fecha aceptable a pesar de la gran desviación, contendría la última ocupación neandertal conocida o la primera presencia humana moderna en esta región.
23
Figura 3. Sitios del Paleolítico Medio en el Sitema Ibérico (puntos negros): 1. La Ermita; 2. Cueva Millán; 3. Gran Dolina; 4. Najerilla; 5. Peña Miel; 6. Perdiguero y La Marcú; 7. La Bardalera; 8. Las Paretillas; 9. Paridera de la Condesa; 10. Miedes; 11. Montón; 12. Cueva AGP5; 13. Eudoviges; 14; Cabezo Marañan; 15. Ahumado del Pudial; 16. Los Toros; 17. Las Callejuelas; 18. La Quebrada; 19. Cuesta de la Bajada; 20. Los Casares; 21. Ambrona. Sitios del Paleolítico Medio en un contexto geográfico inmediato (puntos azules): 22. Peña Cabra; 23. Los Torrejones; 24. Jarama VI; 25. La Roñuela; 26. Rambla de los Morenos; 27. Barranc de Carcalín; 28. San Luis; 29. El Pinar; 30. Tossal de la Font. Timing del final del Paleolítico Medio en el Sistema Ibérico (MIS 3). Dataciones radoicarbónicas calibradas contra la Curva Climática NGRIP (Rasmussen et al., 2014). Barras azules, Eventos Heinrich (Rasmussen et al., 2014). Barra ocre, depósitos de loess en el Alto Tajo (Wolf et al., 2018). Curva roja, temperatura de la superficie del mar y curva verde, porcentaje de polen de bosque mediterráneo, ambas a partir de los núcleos MD95-2042 y SU81-1833 (SánchezGoñi et al., 2008). Línea azul, Ignimbrita Campaniana (Giaccio et al., 2017). Raederas de la Unidad IV.
24
Sesión 1 6. CONCLUSIONES Los datos cronométricos y estratigráficos aportados para el yacimiento de la cueva AGP5 (Aguilón, Zaragoza) amplían el catálogo de yacimientos musterienses conocidos y excavados en el valle del Ebro y la vertiente norte del Sitema Ibérico. A la espera de nuevos datos de radiocarbono para toda la secuencia, en la etapa actual de la investigación, todas las fechas de radiocarbono disponibles para su depósito se consideran válidas, aunque algunas de ellas, a priori, puedan parecer discordantes con su posición estratigráfica. No obstante, nos estamos moviendo en el entorno de los límites del rango de edad del método, por lo que parece imperativo explorar otros métodos de datación. En cualquier caso, poniendo nuestros datos en su contexto regional, podemos afirmar que las informaciones disponibles actualmente no dan testimonio dela ocupación neandertal en la vertiente norte del Sitema Ibérico desde hace 42000 años. Las ocupaciones humanas de las Unidades II y IV en la cueva AGP5 (Aguilón, Zaragoza) presentadas en este trabajo contienen las últimas ocupaciones neandertales del Cerro del Pezón y probablemente algunas de las últimas de todo el Sitema Ibérico. La vertiente norte de este sitema montañoso y el sur del Ebro, una región aún poco estudiada en este sentido, se postula como un territorio clave en la comprensión de la dinámica de las poblaciones humanas que conviven en el suroeste de Europa durante el Pleistoceno Superior. En cuanto a los modos de vida neandertales en el Cerro del Pezón, la proximidad de una cantera de sílex de alta calidad en el triángulo Fuendetodos-Botorrita-Muel (Zaragoza) habría condicionado el uso de materias primas líticas en el yacimiento, dando lugar a unas producciones de extraordinaria calidad dentro del Musteriense clásico. La disponibilidad de recursos forestales, que proporcionan materia prima leñosa, alimento y combustible, es también un factor importante en las decisiones locacionales de los grupos humanos en el pasado, aunque la naturaleza perecedera de estos recursos hace que sean tradicionalmente tenidos en una menor consideración. La existencia de bosques abiertos de pinar de tipo criófilo (Pinus tp. sylvestris) en el entorno del asentamiento proporcionaría leña para el fuego y alimento, siendo los herbívoros de tamaño medio asociados con los entornos forestales, como el ciervo (Cervus elaphus), los más abundantemente consumidos según los restos encontrados tanto en la cueva AGP5 como en la vecina cueva AGP7 de (Aguilón, Zaragoza).
AGRADECIMIENTOS El trabajo de investigación en la cueva AGP5 (Aguilón, Zaragoza) contribuye a los objetivos del proyecto de investigación nacional HAR 2017-85023-P Gaps and sites. Vacíos y ocupaciones en la Prehistoria de la Cuenca del Ebro financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España y del
grupo de investigación H14_17R Primeros pobladores del valle del Ebro del Gobierno de Aragón. El trabajo de M. Alcolea ha sido financiado por la Xunta de Galicia en contribución al proyecto postdoctoral Luz e calor na cova. Uso y aprovechamiento del combustible vegetal por parte de las sociedades cazadoras-recolectoras y primeras productoras del norte de Iberia (Ref. ED481B 2018/016). El trabajo de N. Loras ha sido financiado por un contrato N4 del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) de la Universidad de Zaragoza en contribución al proyecto Maneras de vivir: neandertales al norte y al sur del Ebro. El trabajo de J. Rubio ha sido financiado por una Beca de Colaboración del Ministerio de Educación y Formación Profesional en el Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza. El trabajo de campo ha sido posible gracias al apoyo económico del Ayuntamiento de Aguilón y de la Comisión de Cultura de la Comarca del Campo de Cariñena. Los autores agradecen a la Asociación Amigos por Aguilón su implicación en el proyecto arqueológico y su apoyo en la difusión y divulgación de los trabajos y sus resultados. Los autores agradecen a J.L. Peña-Monné, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Zaragoza, sus aportaciones y comentarios acerca de la espeleogénesis de la cavidad y formación del depósito sedimentario y a G. Cuenca, catedrática de Paleontología de la Universidad de Zaragoza, sus aportaciones y comentarios acerca del conjunto faunístico documentado. Asimismo, a A.C. Diago-Vinadé, la realización mediante el software PhotoScan de las ortofotos y montajes fotográficos de los cortes estratigráficos que acompañan este trabajo. Los autores agradecen a M. Gisbert, del Centro de Espeleología de Aragón, por la realización de la topografía de la cueva y su inestimable ayuda en el trabajo de campo. El trabajo no sería posible sin los estudiantes e investigadores que cada año colaboran en los trabajos de campo y laboratorio. Finalmente, los autores agradecen al Comité Organizador del III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés la invitación de participar en el presente volumen.
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Sesión 1 Villaverde, V., Eixea, A., Zilhão, J., Sanchis, A., Real, C. y Bergadà, M. (2017): Diachronic variation in the Middle Paleolithic settlement of Abrigo de la Quebrada (Chelva, Spain). Quaternary International, 435: 164-179. Villaverde, V., Guillem, P.M., Martínez-Valle, R. y Eixea, A. (2014): Cova Negra. En R. Sala (ed.) Los cazadores recolectores del Pleistoceno y del Holoceno en Iberia y el estrecho de Gibraltar. Universidad de Burgos, Fundacion Atapuerca, pp. 361-369. Wolf, D., Kolb, T., Alcaraz-Castaño, M., Heinrich, S., Baumgart, P., Calvo, R., Sánchez, J., Ryborz, K., Schafer, I., Bliedtner, M., Zech, R., Zoller, L. y Faust, D. (2018): Climate deteriorations and Neanderthal demise in interior Iberia. Scientific Reports, 8 (1): 1-10. Wood, R.E., Barroso, C., Caparrós, M., Jordá, J.F., Galván, B. y Higham, T.F.G. (2013): Radiocarbon dating casts doubt on the late chronology of the Middle to Upper Palaeolithic transition in southern Iberia. Proceedings of the National Academy of Sciences, 110 (8): 2781-2786.
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Sesión 1
1.2. DINÁMICAS DE OCUPACIÓN DE UNA CUEVA REDIL DEL NEOLÍTICO ANTIGUO: HÁBITAT, ÁREAS DE TRABAJO Y ESTABULACIÓN EN CORO TRASITO (TELLASIN, SOBRARBE) OCCUPATION DYNAMICS OF AN OLD EARLY NEOLITHIC FOLD CAVE: DOMESTIC, WORK AND STABULATION AREAS IN CORO TRASITO (TELLA-SIN, SOBRARBE) Ermengol Gassiot Ballbè1, Ignacio Clemente Conte2, Javier Rey Lanaspa3, Laura Obea Gómez1, Sara Díaz Bonilla1 y Guillem Salvador Baiges1 Tecnologies Digitals per a una Arqueologia Social 2017SGR243 Departament de Prehistòria, Universitat Autònoma de Barcelona 2 Arqueología de las Dinámicas Sociales, 2017SGR995. CSIC - Institución Milá y Fontanals 3 Dirección General de Cultura y Patrimonio, Gobierno de Aragón 1
Autor de contacto / Contact autor: Ermengol Gassiot Ballbè, ermengol.gassiot@uab.cat
RESUMEN El uso de las cuevas como lugares para estabular ganado es un fenómeno recurrente en la Europa meridional. En arqueología, este uso se documenta desde el Neolítico antiguo en gran medida mediante el estudio de los “fumiers”. La excavación de la cueva de Coro Trasito ha permitido documentar una detallada secuencia arqueológica del Neolítico antiguo, fechada entre el 5300 y 4500 calANE, con una sucesión de estratos provenientes de la estabulación. No obstante, la excavación en extensión evidencia la complejidad de usos de la cavidad, donde se alternan actividades de estabulación, producción y hábitat. La presente comunicación expone el suelo de ocupación de la fase 4 del yacimiento, donde la superposición de hogares muestra la configuración de un espacio de hábitat y de trabajo durante un episodio de interrupción en la formación de los niveles de “fumier”, durante la primera mitad del V Milenio calANE. PALABRAS CLAVE: Neolítico antiguo; “fumiers”; Pirineos; Excavación arqueológica.
ABSTRACT The use of the caves as places to house cattle is a recurring phenomenon in southern Europe. In archeology, this use is documented from the Early Neolithic largely by studying the “fumiers.” The excavation of the cave of Coro Trasito has allowed to document a detailed archaeological sequence of the ancient Neolithic, dated between 5300 and 4500 calANE, with a succession of layers of “fumier”. Nevertheless, their open area excavation shown the complexity of uses of the cavity, where activities of housing, production and habitat alternate. The present communication exposes the occupation floor of phase 4 of the site, where the overlapping of homes shows the configuration of a habitat and work space during an episode of interruption in the formation of the “fumier” during the first half of the V Millennium calBC. KEYWORDS: Early Neolithic; “fumiers”; Pyrenees; Archaeological excavation.
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Figura 1. Arriba: nivel de ocupación excavado en 2019, vista desde en NE de la excavación. Abajo: planimetría de los hogares y densidad de materiales documentados.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN La utilización de cuevas como lugares de asentamiento es un fenómeno reiterado a lo largo de la historia de la humanidad. Con la adopción de la domesticación de animales y plantas, aparece una nueva funcionalidad para cavidades: su uso como redil. A partir del Neolítico y hasta época contemporánea la estabulación de rebaños en cuevas y covachos se ha repetido de forma reiterada en numerosos ámbitos geográficos, con especial intensidad en la Europa meridional donde son frecuentes las formaciones calcáreas y dan lugar a la existencia de numerosas cavidades y cornisas. La arqueología de la prehistoria reciente ha abordado frecuentemente el estudio de este tipo de contextos que se definen, por lo general, por unas condiciones estratigráficas específicas (Angelucci et al. 2009, Brochier el al. 1992; Fernández y Polo 2008-2009, Fernández 2010, Polo et al. 2014, Vergés et al. 2008). La introducción de ganado en una cavidad da lugar a la aparición de nuevos factores de sedimentación como es la acumulación de excrementos. En general, esto se traduce en elevadas ratios de acumulación de sedimento que pueden llegar a condicionar la topografía interna de las cavidades. Además, en la medida en que la presencia de rebaños sea discontinua en el tiempo, la acumulación de sedimento puede generar una secuencia de estratos bien diferenciados que, en la arqueología francesa y en su área de influencia ha recibido la denominación de “fumier”. La cueva de Coro Trasito es un ejemplo de cavidad que, a lo largo de diferentes periodos históricos, ha sido utilizada como corral. Situado en el sector oriental de la Sierra de Las Tucas, a 1548 m. snm. y en el término de Tella, Coro Trasito es una amplia cavidad que presenta una intensa ocupación durante el Neolítico antiguo, posteriormente durante la segunda mitad del II Milenio calANE y finalmente de época contemporánea (Clemente et al. 2014, Gassiot et al. 2018). Documentada por primera vez en los 1970’s por el Grupo de Espeleología de Badalona (Canela, 2006) en 2011 Javier Rey efectuó unos primeros sondeos en su interior con la finalidad de evaluar su potencial arqueológico. En 2013 uno de estos sondeos fue ampliado. Como resultado de estas primeras actuaciones se constató la existencia de una extensa secuencia de estratos con unas características muy específicas: una gama de coloraciones llamativas, una matriz por lo general muy fina y poco plástica y unas superficies cenicientas fruto de su oxidación que llevaban a pensar que su formación era producto, en gran medida, de la acumulación de estiércol de ganado. La datación por AMS de diversas muestras procedentes de los sondeos permitió disponer de un primer conjunto de fechas que confirmaba la existencia de diversas ocupaciones del Neolítico antiguo, concretamente de entre 5320 y 4590 calANE, seguidas por una fase de reocupación de la cavidad durante la Edad del bronce
mucho más acotada en el tiempo (entre 1430 y 1130 calANE) (Clemente et al. 2014 y 2016). A partir del año 2014 y hasta la actualidad se emprendió la excavación en extensión de cerca de 50 m2 del sector central del abrigo exterior de la cavidad. El cambio a una estrategia de excavación en área abierta se realizó con la finalidad de individualizar diferentes contextos y áreas de actividad dentro del mayor espacio posible teniendo en cuenta los medios disponibles. A partir de 2017 se emprendió también la excavación en extensión de un pequeño covacho situado al sur de la cavidad principal, actuación que tuvo continuidad en 2018 y que en total cubrió una cuadrícula de 19,5 m2. Para distinguir ambos sectores, al primero se le designó como Zona A y al segundo como Zona B.
2. METODOLOGÍA DE LA EXCAVACIÓN DE CORO TRASITO Desde el año 2014 y de forma ininterrumpida, la excavación arqueológica de Coro Trasito se ha llevado a cabo siguiendo una metodología estratigráfica y en extensión. De esta forma, la exhumación del sedimento se organizó a partir de la delimitación e individualización de los diferentes depósitos estratigráficos. Esta tarea en ocasiones se manifestó compleja por dos factores principales. Uno fue la dificultad de reseguir en extensión y desde su techo estratos que internamente podían presentar coloraciones cambiantes fruto de distintos procesos posdeposicionales y de meteorización. El otro fue la necesidad de establecer un criterio para la individualización estratigráfica en situaciones en que los estratos principales presentaban, a su vez una estructura interna laminada que sugería la presencia de una microestratigrafía. Finalmente, para gestionar la excavación de una forma asumible se optó en excavar siguiendo los estratos principales que, con todo, prácticamente suponían paquetes de más de 5 cm. de espesor. La delimitación de las superficies de los diferentes estratos se ha realizado mediante una estación total, definiendo tanto el perímetro de sus límites como el micro-relieve de su superficie. El trabajo con estación total ha permitido prescindir de las cuadrículas de hilos y, a su vez, incrementar el número de materiales y elementos arqueológicos tanto muebles como inmuebles que se han situado tridimensionalmente en el espacio, así como el grado de precisión con que se ha hecho. Esta actuación está permitiendo definir distintas áreas de actividad en los espacios excavados, con densidades específicas de distintos tipos de objetos arqueológicos y en ocasiones con una determinada pauta en la distribución de agujeros de poste, hogares o fosas de almacenamiento. En la zona B la problemática ha sido esencialmente distinta. En ese sector no hubo en ningún momento una sedimentación rápida fruto de la presencia de ganado estabulado. Más bien, la formación de sedimento ha seguido las dinámicas geológicas propias de un pequeño
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recoveco en el que en la actualidad no hay señales de circulación hídrica. Aquí el sedimento en general estaba formado por limos de color claro y en ocasiones una considerable cantidad de clastos angulosos que, sin embargo, escasamente formaban capas claramente identificables. Con esta dificultad, los niveles se han reseguido en gran medida por la disposición de materiales y de algunos fenómenos geológicos. Durante la excavación se ha cribado en seco la totalidad del sedimento, con la excepción de las muestras reservadas para la flotación. Por norma, se ha flotado el 20% del sedimento de la mayoría de los estratos. Sin embargo, en algunas ocasiones este porcentaje ha sido sustancialmente mayor pudiendo alcanzar el 100% en algunas fosas y hogares.
3. LA CRONOLOGÍA Y SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA DEL YACIMIENTO En el momento de la redacción del presente trabajo se han realizado 13 dataciones absolutas de materiales
recuperados en Coro Trasito, todas ellas mediante AMS y, con una excepción puntual, sobre muestras de vida corta (tabla 1). De éstas, 3 dataciones proceden de la zona B y el resto de la A. Dentro de estas últimas, 6 se han realizado sobre muestras recogidas en el sondeo y han permitido definir una secuencia arqueológica global para este sector del yacimiento. Las 4 dataciones restantes de la zona A proporcionan información detallada de los estratos superiores de la secuencia documentada en el sondeo, que son los que en la actualidad se están excavando. En su conjunto las dataciones obtenidas son coherentes con los materiales obtenidos y no muestran inconsistencias estratigráficas. Los resultados obtenidos confirman la existencia de dos grandes períodos de ocupación de Coro Trasito en época prehistórica. Una cubre 8 o 9 siglos durante el Neolítico antiguo y la otra, más acotada en el tiempo, se sitúa en un momento tardío de la Edad del bronce. En ambas zonas excavadas se constatan ocupaciones neolíticas y de la Edad de bronce. Sin embargo, es en la zona A donde la secuencia neolítica es especialmente intensa, tanto en
Tabla 1. Dataciones AMS de Coro Trasito. Todas las muestras se han calibrado mediante la curva INTCAL13 (Reimer et al. 2013). La procedencia “excavación” indica muestras obtenidas en la excavación en extensión. En las muestras de excavación, la letra inicial del estrato (A, B) indica la zona de procedencia. Código laboratorio Procedencia
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Estrato
Beta - 310471
Sondeo
CNA-2943.1.1
Excavación
Conjunto 2
BETA-512247
Excavación
Beta-491701
Contexto
Sondeo 2
datación bp 3040+/-40
piso
3068+/-32
A-3B49
enterramiento
3080+/-30
Excavación
B-3A1
enterramiento
3100+/-30
Beta-491702
Excavación
B-3A1
enterramiento
3100+/-30
ETH-88906
Excavación
3A5-inf
fumier
5609+/-25
Beta-491700
Excavación
A-3B19
silo
5700+/-30
CNA-2520.1.1
Sondeo
3002
fumier
5830+/-35
ETH-88905
Sondeo
3006b
fumier
5928+/-75
Beta-358571
Sondeo
3010
fumier
5990+/-40
Beta - 366546
Sondeo
3013
fumier
6150+/-40
Beta-512244
Excavación
B2B1
piso
6190+/-30
CNA-2944.1.1
Sondeo
fumier
6269+/-33
3013-base
cal 2 sigma 1412-1134 calANE 1416-1232 calANE 1418-1264 calANE 1431-1283 calANE 1431-1283 calANE 4491-4365 calANE 4650-4457 calANE 4788-4590 calANE 4999-4614 calANE 4992-4786 calANE 5216-4993 calANE 5227-5041 calANE 5323-5081 calANE
Material
hueso hueso hueso hueso semilla semilla semilla semilla semilla hueso semilla semilla
Sesión 1 el volumen de la sedimentación alcanzada como por su duración. Concretamente en este sector se constata una reiteración de ocupaciones a partir del 5300/5100 calANE y hasta el 4450/4365 calANE, en gran medida asociadas a una formación muy rápida de niveles de “fumier”.
4. MÁS QUE UN REDIL: LA OCUPACIÓN NEOLÍTICA DEL ABRIGO PRINCIPAL (ZONA A) 4.1. La dinámica de redil La excavación de la Zona A de Coro Trasito evidencia que el abrigo principal del yacimiento fue utilizado como lugar de estabulación de ganado de forma reiterada durante el Neolítico. Los depósitos exhumados muestran que la sedimentación en este sector de la cavidad fue, principalmente, el resultado de la aportación de excrementos de ganado. Aunque estos estratos todavía se encuentran en proceso de un estudio micromorfológico detallado, a nivel macroscópico presentan similitudes evidentes con la sedimentación de otros yacimientos que también funcionaron como corrales en la misma época (Angelucci et al. 2009, Fernández y Polo 2008-2010, Fernández 2010, Vergés et al. 2008). En Coro Trasito los resultados tanto de la excavación en extensión como la del sondeo muestran una tasa de sedimentación rápida, cercana a 1 mm/año, en la que aprecia una muy escasa incidencia de aportes geológicos. Sin embargo, la imagen general de cerca de 1 m. de depósitos claramente estratificados de “fumier” esconde una realidad más compleja del uso del abrigo principal de Coro Trasito durante el Neolítico antiguo. La excavación en extensión ha permitido identificar que en el espacio excavado de la zona A tuvo lugar una alternancia de funcionalidades. En algunos momentos se constata el uso del espacio como redil, con la ya mencionada intensa aportación de excrementos de animales que condiciona la dinámica de sedimentación a lo largo de todo el período. En los depósitos sedimentarios derivados de este uso la ratio de materiales arqueológicos tiende a ser muy baja y es especialmente destacable la escasez de residuos de combustión procedentes de hogares o de su limpieza. La discontinuidad evidente entre capas puede relacionarse con un uso interrumpido en el tiempo del espacio como corral, quizás porque en algunos períodos del año los rebaños pernoctaban fuera de la cueva.
4.2. La función de almacén Sin embargo, la excavación en extensión permite también generar una perspectiva global y, a su vez, de detalle de los techos de los diferentes depósitos sedimentarios. Y es precisamente en la superficie de estas capas de formación muy rápida donde se plasman las actividades efectuadas sobre ellas en los momentos en que su proceso de formación finalizó. En otras palabras, en los momentos en que la sedimentación del “fumier” neolítico se interrumpió, en el contacto entre una fase de
formación y la posterior se reflejan las actividades que se llevaron a cabo en el espacio excavado. Hasta la fecha, las circunstancias que motivaron estas interrupciones son dos. La primera es el uso de este sector del abrigo como lugar de almacenamiento. Su excavación ha evidenciado que un momento cercano al final de las ocupaciones neolíticas se excavaron en este espacio, y en especial en la franja más cercana a la pared interior de la cavidad, cerca de una quincena de pequeñas fosas (Gassiot et al. 2018). En planta, estas estructuras son principalmente circulares u ovaladas y sus diámetros varían entre los 30 y 50 cm., con la mayoría situándose en unos 40 cm. Una de ellas, ovalada, presenta un diámetro mayor de unos 80 cm. En general sus capacidades son bastante reducidas, de entre 30 l. y 40 l., aunque puntualmente algún caso podría alcanzar los 70/80 l. En sección, las fosas son diversas. Algunas tienen perfiles globulares mientras que en otros casos son rectos, ya sean oblicuos o verticales. Las bases tienden a ser cóncavas y, en algún caso, planas. De algunas fosas únicamente se ha conservado la mitad inferior, producto de la erosión de los niveles superiores del fumier neolítico antes de las ocupaciones del II Milenio calANE. En algunas, en cambio, se ha podido documentar su boca que, a veces, presentaba una pequeña muesca o cornisa que podría haber servido para sujetar una tapa. Lajas planas encontradas en el fondo de alguna fosa podrían corresponder a este elemento de cierre. Aparecen bastante agrupadas definiendo dos concentraciones. Una se emplaza en el vértice sureste de la excavación sobre un eje de poco más de 1 m. y cubriendo un área de 0,6 m2. La otra, a 1 m. de distancia, cubre un área y eje similar a la anterior. Destaca que en ambos casos la construcción de las fosas excavadas en el suelo fue secuenciada, puesto que se observan recortes y solapamientos entre ellas. Fuera de estas agrupaciones se han encontrado también algunas estructuras algo más aisladas. Su relleno se constituye como un paquete de sedimento homogéneo y sin estratificación. Este hecho señala que su amortización fue rápida y, quizás, respondió a una dinámica intencional, una vez se había vaciado su contenido. En este sentido, la flotación de estos sedimentos prácticamente no aporta materiales carpológicos. Los fragmentos de semilla recuperados básicamente consisten en cáscaras de avellana quemadas, un material habitual en los estratos de esta fase de ocupación de la cueva. La datación más reciente del neolítico de Coro Trasito procede el nivel de frecuentación asociado a estos silos.
4.3. Un piso de ocupación / área de trabajo La otra situación específica presente en el abrigo principal y que interrumpe la formación del “fumier” es la frecuentación del espacio como un lugar de ocupación humana y de trabajo. En realidad, ya en la excavación del sondeo se pudo observar que en algunos niveles la
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densidad de materiales arqueológicos era muy superior al del resto (Díaz 2016, Viñerta y Saña 2019) que, por norma, era muy baja. La boca de los agujeros de poste visibles en los perfiles del sondeo coincidía también con estos niveles. La excavación en extensión ha permitido confirmar esta apreciación y, sobretodo, entenderla. La excavación de la fase superior de estratos de “fumier” neolítico (y que, a su vez en su superficie contenían excavadas las fosas mencionadas más arriba) ha dejado al descubierto en su base una superficie muy irregular y con una cantidad muy elevada de pequeños carbones. Al llevar a cabo su excavación se han definido múltiples manchas de sedimento ceniciento con, todavía, más carbones y hasta cinco hogares distintos y que funcionaron de forma secuenciada en el tiempo. Dos de estos lares fueron excavadas en sendas cubetas de planta circular y base cóncava. Su diámetro es de 40 a 50 cm., y alcanzan una profundidad de hasta 15 cm. En su interior se encontraba una gran cantidad de cantos angulosos de caliza, con claras evidencias de termoalteración religados por un sedimento ceniciento, con grandes cantidades de carbones de color negro. En ambos casos los cubría una lengua de sedimento de matriz muy fina y contenido calcáreo de color blanco (Fig. 1). Los otros hogares apoyaban directamente sobre el sedimento. Presentaban, no obstante, también una estratificación clara y que seguía las pautas descritas para los casos precedentes: una base con guijarros angulosos de roca calcárea, un sedimento negro con carbones, algunos de dimensiones considerables y, finalmente, por encima una capa de sedimento blanco. Alrededor de los hogares había una elevada cantidad de materiales arqueológicos cuya variedad era, también, mucho mayor a la habitual en los estratos de “fumier”. Tanto su disposición como su menor grado de fragmentación con relación a otros contextos indican que no han experimentado movimientos posdeposicionales. Entre estos materiales destaca una considerable cantidad de restos de fauna consumida, cerámica y otros objetos amortizados. Aparecen entremezclados con residuos procedentes de la limpieza de hogares, principalmente grandes cantidades de carbones pequeños y redondeados por su desplazamiento. En este suelo destaca también la gran cantidad de cantos de calcárea fragmentados, prácticamente ausentes en los estratos de “fumier”. Su presencia puede deberse a una actuación intencional de adecuar una especie de suelo o pavimento, aunque esta aseveración deberá ser confirmada en intervenciones posteriores. Este momento de ocupación del abrigo principal se encuentra todavía en proceso de excavación, razón por la cual todavía no se ha efectuado su datación absoluta. Sin embargo, y a tenor de su relación con los niveles fechados del sondeo, su cronología es previsiblemente anterior al 4600/4700 calANE. La existencia de este suelo de ocupación indica, a su vez, que mientras se mantuvo
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activo el que el ganado se estabuló en otro sector del abrigo y, por consiguiente, se frenó la acumulación de excrementos en este sector. A diferencia del “fumier”, aquí el descarte de materiales fue mucho mayor y parecen que coexisten en este espacio actividades domésticas con otras productivas. La presencia de hogares, algunos de ellos realizados en cubetas rellenadas de cantos de caliza, es también un aspecto que identifica este momento con respecto los explicados anteriormente).
5. NO SÓLO REBAÑOS: SUBSISTENCIA Y OTRAS ACTIVIDADES En la medida en que el yacimiento se encuentra todavía en excavación, sus materiales se hallan también en pleno proceso de estudio. Con todo, en los últimos años ya se han efectuado algunas publicaciones que recogen unos primeros resultados, como por ejemplo Antolín et al. 2018, Díaz 2016, Obea 2014, Obea et al. en prensa, Rey et al. 2018, Tarifa 2019, Viñerta y Saña 2019, Clemente et al. 2019. No es el objeto de este trabajo la exposición detallada de estos resultados, razón por la cual se detallan aquí algunos aspectos generales aportados por su análisis. Como es habitual en múltiples yacimientos prehistóricos, su estudio aporta información amplia y diversificada sobre la organización de la subsistencia de los grupos humanos que ocuparon Coro Trasito durante el Neolítico antiguo y la Edad del bronce tardía. En este trabajo se detallan, principalmente, datos del primer período. Si por subsistencia se entiende aquellos procesos de trabajo para la producción de alimentos y otros bienes básicos para la supervivencia de un grupo humano, los indicios que permiten documentarla arqueológicamente son tanto los restos de los productos obtenidos como de las herramientas empleadas para ello. Con relación al primer aspecto, el registro de Coro Trasito indica que en el Neolítico sus moradores llevaron a cabo un consumo diversificado de alimentos que, en gran medida (pero no de forma exclusiva) procedían de la agricultura y la ganadería. Así por ejemplo, en todas los estratos en los que se han recuperado restos carpológicos se constata la presencia de cereales (Antolín et al. 2018, Clemente et al. 2016). De hecho, en la unidad estratigráfica del sondeo 2 (y datada en el 5300-5000 calANE) se recuperó un gran número de semillas. De éstas, el 49% de las determinadas a nivel de especie son de cebada (Hordeum vulgare) y un 23% de trigo (Triticum dicoccum y Triticum aestivum). En la misma capa aparecen también taxones silvestres, como el saúco rojo (Sambucus cf. Racemosa). Las muestras del sondeo indican también que, aproximadamente a partir del 5000 calANE, el consumo de avellanas se vuelve evidente y se mantiene a lo largo de todas las ocupaciones neolíticas en las que la importancia de los cereales tiende a decrecer ligeramente. A lo largo de las diferentes ocupaciones prehistóricas es evidente el consumo de cereales. Sin embargo, los registros arqueobotánicos permiten sustentar que,
Sesión 1 además del consumo, en las inmediaciones de la cueva también se llevó a cabo su producción. En esta dirección, los análisis palinológicos y antracológicos detallan que durante la Edad del bronce los alrededores del yacimiento experimentaron una deforestación acusada y que en esta época en que se consolidó un bosque de pino y de boj parecido al actual (Obea 2014 y Obea et al. en prensa). En cambio, para las fases anteriores, la vegetación arbórea era mucho más extensa con una presencia mayor de caducifolios como el avellano y el roble, hecho que repercutía también en la madera utilizada como combustible en los hogares. No obstante, aunque el registro arqueobotánico sugiere que el paisaje forestal era más cerrado en época neolítica que al final de la prehistoria, algunos indicios permiten plantear la existencia de algún tipo de agricultura en las proximidades de la cueva en este período. En general, los cereales producen poca cantidad de polen y muy pesado. En consecuencia, su identificación en una muestra se considera indicativa de su presencia local. En otras palabras, de la presencia campos de cultivo en las inmediaciones del lugar de procedencia. En Coro Trasito tanto diversas muestras de sedimento de contextos neolíticos y de la Edad del bronce han proporcionado polen de cereal, hecho que fortalece la inferencia de que como mínimo una parte del trigo y/o la cebada consumida en el yacimiento pudo ser cultivado en sus cercanías. Los restos arqueozoológicos de Coro Trasito aportan información complementaria sobre la producción y consumo de alimentos en el yacimiento (Viñerta y Saña 2019). También en este registro se constata la explotación de animales domésticos desde el inicio de la secuencia de ocupación del yacimiento. Como sucede con los cereales, también aquí la mayor ratio de restos de animales domésticos sobre especies silvestres se produce en la fase neolítica fechada entre 5300 y 5000 calANE. Confirmada la presencia de ganadería, algo esperable en una cueva redil, el análisis de los rebaños es también interesante. Un primer elemento es su composición. En las diferentes ocupaciones del yacimiento el predominio de la fauna doméstica consumida es de ovejas y cabras. No obstante, se observa también la presencia nada desdeñable de suidos y de ganado bovino que, sumados, pueden llegar a representar cerca del 45% de los restos de animales domésticos determinados. Los registros osteológicos ilustran, además, que los rebaños más diversos se sitúan en la primera fase neolítica de la cueva (5300-5000 calANE), cuando cerdos y bóvidos supusieron prácticamente la mitad de los individuos sacrificados. Este patrón contrasta con la imagen de la ganadería trashumante de los últimos siglos, con cabañas formadas casi exclusivamente por ovejas y cabras. El estudio del patrón de sacrificio de la fauna doméstica, a partir de la determinación de la edad de los animales muertos, ofrece también información muy interesante. En las primeras ocupaciones neolíticas documentadas en el yacimiento, la ratio de individuos neonatales sobre
individuos adultos es de 10 a 4, disminuyendo a 3 en caso de los subadultos y a 1 en los infantiles (Viñerta y Saña 2019). El sacrificio de animales acabados de nacer puede parecer una acción poco rentable si lo que se persigue es el consumo de carne. En cambio, es coherente con una voluntad de explotar la leche de la madre, al eliminar un consumidor de la misma. El análisis de los residuos de la cerámica de Coro Trasito (Tarifa 2019) muestra como algunos de los recipientes neolíticos fueron utilizados para contener lácteos, presumiblemente vinculados a una producción muy antigua de queso u otro producto lácteo. Durante toda la secuencia se consumió también carne procedente de animales silvestres, certificando también cierta importancia de las actividades cinegéticas. Entre los taxones cazados destaca, como mayoritario, el ciervo (Cervus elaphus), segido del corzo (Caprelous caprelous) y el jabalí (Sus scrofa). En definitiva, en Coro Trasito se llevó a cabo una producción diversificada de alimentos. Hubo una agricultura consolidada alrededor de la cueva que se combinó con una actividad ganadera sustentada en rebaños de ovejas y cabras, pero también bóvidos y cerdos. Se llevó a cabo una actividad de transformación de algunos productos, como los lácteos. La presencia de fosas constata también que el almacenaje era una práctica importante, posiblemente para diferir en el tiempo el consumo de parte de los alimentos producidos. Tanto la diversidad de la subsistencia, con una agricultura consolidada y diferentes tipos de rebaños, como la existencia de actividades de transformación de algunos productos (como los lácteos) y de almacenaje (como certifican las numerosas fosas excavadas) indican que durante el Neolítico la cueva de Coro Trasito fue algo más que un simple redil de ovejas y cabras. La presencia de numerosos hogares en el nivel de ocupación y una gran densidad de otros restos materiales parecen indicar que se trata de un piso de actividades desarrolladas en ese espacio durante un determinado tiempo. Entre los restos materiales recuperados en este nivel hay que seguir destacándola presencia de instrumentos líticos, tanto en sílex tallado para conseguir elementos cortantes como instrumentos pulimentados -una azuela- y fragmentos de caliza en los que diversos macro-rastros de uso indican un probable uso como raederas o alisadores, primordialmente utilizados para modificar materiales más duros. En cuanto a la cerámica, en este nivel se han seguido recuperando fragmentos de vasijas con decoración incisa, entre las que cabe destacar una con decoración ‘cardial’ (Fig. 2:1), así como otras con decoraciones que, en algunos casos, las incisiones pudieron estar rellenas de una pasta de color rojizo (Fig. 2:2). Además, se han recuperado algunos fragmentos de cerámica que en determinados casos presentan modificaciones, por percusión, de los bordes para elaborar instrumentos de trabajo (Fig. 2: 5 y 6). Estos tipos de instrumentos ya los habíamos documentados en la excavación de 2018 y que tras el análisis funcional
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factor de modificación de la cavidad al irla rellenando progresivamente. Este hecho muestra además que existió una organización social del espacio donde en la zona A se dieron al menos tres espacios claramente definidos. Uno de ellos, y el principal para explicar la ocupación humana, es el espacio de su hábitat en el que se distribuyen varios fogones u hogares, tal vez destinados a diferentes usos productivos y en el que la densidad de materiales arqueológicos desechados en él es considerablemente mayor que en los otros dos espacios que corresponderían a la zona de estabulación del ganado y a la zona de almacenamiento donde, la presencia de estructuras para tal fin, son muy patentes. Es más, en Coro Trasito podríamos incluir una cuarta zona que podría corresponder con el aprovechamiento de una surgencia de agua para el consumo humano. Se localiza en la parte sur del abrigo y se trata de un área protegida por muros y que no presenta a nivel sedimentario rastro alguno de estabulación animal. Es un covacho en cuya pared más al sur se acumulan gravas que podrían indicar la presencia de agua y que por algún motivo no permitían la presencia de animales. En estos momentos aún estamos procesado los materiales allí recuperados entre los que se encuentran materiales faunísticos, cerámicos y líticos.
Figura 2. 1-4 Fragmentos de cerámica incisa y cardial (1). 5-6: fragmentos cerámicos modificados para ser usados como instrumentos de trabajo (‘esteques’) 7: agujas en hueso y 8: hueso de conejo perforado. Todos estos materiales provienen del nivel de ocupación documentado y excavado en 2019. mostraron huellas de uso atribuidas a un uso a modo de espátulas para modelar y tratar las superficies cerámicas (Clemente et al. 2019). Otros materiales que se han recuperado en este piso de ocupación son agujas en hueso (Fig. 2: 7) y dos metápodos de conejo perforados y que posiblemente fueran suspendidos en algún tipo de collar (Fig. 2:8). Estos ‘colgantes’ no los habíamos documentado anteriormente y amplían el espectro de los adornos utilizados por estos grupos humanos del Neolítico Antiguo (Rey et al. 2018).
6. CONCLUSIONES En definitiva, se observa que el funcionamiento de una cueva redil neolítica era muy complejo, con una alternancia de usos de un mismo espacio. Esta alternancia posiblemente respondía a la voluntad de regularizar la aportación de excrementos de animales al suelo de la cavidad, aportación que constituía el principal
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En definitiva, para que personas y animales cohabitaran en un espacio como el abrigo de Coro Trasito fue necesario implementar una serie de medidas para realizar una organización específica del espacio en la que no se molestaran entre las distintas especies animales con los humanos y poder llevar a cabo las distintas actividades productivas necesarias para su subsistencia.
AGRADECIMIENTOS A todos los colaboradores y colaboradoras en los procesos de excavación de Coro Trasito. Alumnos y alumnas de arqueología y voluntarios/as provenientes del `programa “Excava con Geoparque”. A la Comarca de Sobrarbe por codirigir el proyecto sobre “El estudio y difusión del pastoralismo en el Bien Pirineos Sur”, subvencionado desde el Ministerio de Cultura. Al Centro de Estudios de Sobrarbe por su financiación y permitirnos difundir los trabajos en sus publicaciones a nivel comarcal. Y al ayuntamiento de Tella-Sin por su apoyo en todos los ámbitos en los trabajos de campo.
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Sesión 1
1.3. ALTO VICO I, AVANCE DE UN NUEVO SITIO NEOLÍTICO EN LAS CINCO VILLAS ALTO VICO I, ADVANCE OF A NEW NEOLITHIC SITE IN CINCO VILLAS
Lartaun Pérez López Universidad del Pais Vasco (upv/ehu) Autor de contacto/Contact author: Lartaun Pérez López, lartaun89@gmail.com
RESUMEN Alto Vico I se localiza al sur del término de Sos del Rey Católico (Zaragoza), una zona que hasta el día de hoy era un lugar yermo en yacimientos de la prehistoria reciente, especialmente si la comparamos con la cantidad conocida a pocos km de distancia, en Navarra. El material que presentamos fue recogido en este sitio por un aficionado local a lo largo de varias décadas, siendo recientemente donado al Almacén de Arqueología del Gobierno de Navarra, donde se conserva y lo hemos estudiado. Las más de 1000 piezas recogidas no sólo es desbordante, sino que se pueden adscribir a diferentes cronologías (prehistoria reciente y época romana), quizá fruto de la reiterada ocupación del espacio. Aun así, cabe destacar que el mayor conjunto de materiales que contiene el yacimiento es de cronología neolítica, en el que centraremos la atención. El total de los materiales estudiados son líticos y están elaborados en sílex, cuarzo, ofita, fibrolita y cuarcita, aunque a este periodo quizá también se pueda plantear algún elemento algo inusual, como son las conchas. Entre ellos se conservan diversos fragmentos de hachas y hachas completas, confeccionadas en ofita y fibrolita, muelas en cuarcita además de percutores en la misma roca y en sílex. Asimismo, en lo que respecta a la talla lítica el yacimiento contiene restos de toda la cadena operativa de tallado -desde nódulos de sílex; núcleos; avivados; restos de talla; soportes -en lámina y lasca- y útiles -como raspadores, láminas retocadas, segmentos de circulo, trapecios etc.-. PALABRAS CLAVE: Prospección; Neolítico; Lítica; Talla.
ABSTRACT Alto Vico I is situated in the south of the place of Sos del Rey Catolico (Zaragoza), this space until few years was deserted, it hadn`t an archaeological sites from recent prehistory, specifically if we compared with the high quantity that we know a less km of distance, in Navarra. The material that we introduce had taken in this place by a local amateur in some decades, recently had donated to the Archaeological Warehouse of Government of Navarra, where it is preserved and we studied. The more than 1000 piece taken by local amateur is amazing, all of the pieces we can assign to different chronology (recent prehistory and roman period), because the people was living there in a distinct ages. But the bigger quantity of material is from the Neolithic epoch and we do the study about this. All of the studied material, date from Neolithic, are lithic. They are manufactured in flint, quartz, ofita, fibrolite and quartzite, but we can suggest other unusual material, like a Shell. We can see, fragment of axel and complete axel, made in ofita or fibrolite, millstone in quartzite and a hammer in the same rock and in flint. If we speak about sculpt lithic materials, the archaeological site has evidences of the all of the operational chain –nodule of flint; nucleus; parts of nucleus; rest of sculpt; supports –in sheet or chipping- and tools –scraper, retouch sheet, segment of circle, trapezium etc.-. KEYWORDS: Prospection; Neolithic; Lithic; Sculp.
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Figura 1. Localizaciรณn del yacimiento.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN Desde el año 2016 se está desarrollando en las Cinco Villas un ambicioso plan de prospección intensiva del territorio que administró la ciudad de Cabeza Ladrero (Sofuentes/Sos del Rey Católico) como una parte más de los trabajos efectuados dentro del Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero (i.e. Jordán, 2018; Jordán y Pérez e.p.; Jordán, e.p. en este mismo volumen)1. En este contexto las prospecciones arqueológicas realizadas en 2018, las entrevistas a varios vecinos y el reciente depósito de material arqueológico en el Almacén de Arqueología del Gobierno de Navarra por parte de una aficionada local, han permitido la identificación de un nuevo sitio arqueológico2, Alto Vico I, de probable cronología neolítica. Su interés no deja de ser grande pues en la zona apenas se conocen sitios de esta cronología, especialmente si comparamos el territorio con los términos adyacentes de Javier, donde se conoce uno (Peña X), y sobre todo Cáseda (Navarra) en el que hay noticias de nueve sitios. Además el volumen (más de 1200 artefactos) y calidad del material depositado es extraordinario, todo lo cual justifica la realización de un estudio monográfico sobre Alto Vico I que estamos preparando y del que presentamos en estas páginas un pequeño adelanto, centrado en la contestación de las cuestiones más básicas de todo enclave humano: ¿Qué tipo de material aparece?, ¿qué actividades pueden apreciarse en el sitio?, ¿qué cronología tendría?, ¿cómo se relacionaba con otros yacimientos del entorno?.
2. EL SITIO DE ALTO VICO I: CONTEXTO GEOGRÁFICO-HISTÓRICO Alto Vico I se localiza al sur del término municipal de Sos del Rey Católico (Zaragoza), sobre una meseta que separa los barrancos de Valdeoscura y Galbarra, teniendo un excelente control visual de este último, a pesar de que se dispone un poco en el interior de la meseta, en vez de estar en el borde del barranco. En términos geológicos se sitúa en una zona de paleocanales que han sido cubiertos por sedimentos de arcillas y limos (algo calcáreos) y areniscas de cementación calcárea con gran cantidad de granos de cuarzo y caliza. El terreno tiene una tonalidad pardoamarillenta y fue originado por un régimen fluvial meandriforme en el mioceno (Mapa geológico y minero de España, hoja 207, 1980). Desde un punto de vista hidrológico la vertiente sur de la sierra de Sos, donde se localiza Alto Vico I, se compone de barrancos de caudal variable orientados en sentido N-S, si bien conviene destacar que, en concreto, el de Galbarra lleva agua todo el año. Estos barrancos van a desaguar en el arroyo de Castiliscar y, posteriormente, en el río Aragón. La vegetación que se encuentra en la actualidad está compuesta por bosque bajo (encina, coscoja) y matorral bajo (lentisco, esparragueras, ontina, zarzas…),
localizándose en las laderas de la sierra y en los islotes que han quedado entre las diferentes parcelas de cultivo de secano de las zonas bajas. En lo alto de la sierra, por el contrario, encontramos replantaciones de pino carrasco dispuestas en terrazas artificiales. La antigua vegetación posiblemente no sería muy diferente a la actual. Sin duda los bosques que hoy se componen de pino, serian de encina o coscoja por ser los árboles autóctonos de la zona (Do Amaral, 1990, 19-20) y es probable que los matorrales fueran similares, aunque quizá cubrían más espacio. En este contexto los cultivos tal vez serían elementos muy dispersos y escasos en la cronología que atañe en este escrito, al igual que se ha planteado para otras zonas cercanas (Iriarte, 1993, 365366; Utrilla et al., 2006, 201-202). En relación con este último aspecto, conviene destacar que esta zona era un “vacío arqueológico” hasta hace poco tiempo en lo que a prehistoria reciente respecta, pese a que en la bibliografía aparecen sitios neolíticos cercanos a este territorio desde bien temprano (Maluquer, 1955), como los situados en el término de Luesia (Corral de Guallar, Plana Molino Alto, Viña Benjamin…) y en el de Lobera (Corral del Solano Bajo, Corral del Malayo y Solano Pomelo). Por desgracia no va a ser hasta finales de la década de los 80 cuando se empiece a ampliar el conocimiento de esta zona, muy sucintamente, con nuevos hallazgos neolíticos, sobre todo gracias a las prospecciones arqueológicas llevadas a cabo por M. P. Lanzarote, N. Ramón y J. Rey (Lanzarote et al. 1991; Lanzarote et al. 1991b), así como J. M. Viladés y M. E. Palomar (Viladés y Palomar 1997), si bien no dejan de ser simples nombres en un listado. Con el nuevo milenio se comienzan a realizar las primeras excavaciones, como en el sitio de Paco Pons en Biel (Montes et al. 2000: 94-96), y aparecen estudios líticos y de paisaje más detallados (Cabello, 2005; Domingo, 2005), que van aportando información sobre la comarca de las Cinco Villas, aunque sobre todo centrada en la zona NE y no con la prolijidad que se desearía (Royo, 2013: 181-182), hasta el punto que en la actualidad tanto la comarca de las Cinco Villas en general, como la zona de estudio del Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero en particular, todavía siguen sufriendo un gran desconocimiento.
3. METODOLOGÍA El material que se va a analizar son artefactos recogidos en superficie, con los condicionantes intrínsecos que ello implica (i. e. Anschuetz et al., 2001; Terrenato, 2004; Witcher, 2006) y que obligan a tratar con cautela los resultados aquí obtenidos. Estas precauciones deben incrementarse, además, pues gran parte del material analizado fue recogido por un particular sin seguir metodología alguna conocida. Por suerte los artefactos se guardaron en bolsas en las que se etiquetó el lugar de procedencia de su contenido y además, dada la variedad tipológica existente observable a simple vista, en donde
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se aprecian grandes útiles junto a pequeños restos de talla microlaminar, es posible intuir que no sólo no hubo sesgo alguno en su acopio sino que este debió de ser extremadamente minucioso. Para obtener unos resultados más acordes con cada material trabajado se decidió afrontar su estudio con dos metodologías distintas. Así los objetos tallados fueron examinados siguiendo la tipología analítica de Georges Laplace (1956, 1957, 1964, 1968, 1973 y 1987), además de las revisiones que se le han añadido de parte de Javier Fernández Eraso y Maite García Rojas (Fernández y García, 2013). Se obtiene así una descripción de los artefactos tallados que permite poder clasificarlos tecnotipológicamente y darles una adscripción crono-cultural relativa a los materiales. Por su parte, dadas las carencias de la tipología analítica en lo que respecta a los elementos pulidos, para el material no tallado (elementos pulidos, percutores, muelas…) se siguió una clasificación más empírica (Fábregas, 1984; García 2005). Este estudio se complementa con el uso de herramientas SIG como un medio para comprender qué tipo de relación pueden tener los yacimientos con el paisaje que los rodea (lugares de captación de materiales, puntos de agua, situación del yacimiento…) y con los otros yacimientos de alrededor (distancias, cuencas visuales, si su emplazamiento aleatorio o prefijado…, así, por ejemplo, Gillings, 2015; Edeso et al., 2016; Edeso y Mujika, 2017). De esta forma dando máxima importancia a su localización quizá sea posible acceder a la organización del paisaje en el neolítico y con ello a la visión y uso de éste que realizó la sociedad (Anschuetz et al. 2001: 160-161).
de este conjunto lítico encontramos gran variedad en la tipología de las piedras. Así se observa sílex (1194 piezas), cuarzo (12), cuarcita, ofita y fibrolita (cuatro elementos cada una) y corneana (dos). Como se puede ver el tipo de roca que más utilización tiene es la sedimentaria representada por el sílex, posiblemente procedente en su mayor parte de las cercanías (Ablitas y Monegros), luego las ígneas como el cuarzo y la ofita y por último las metamórficas (cuarcita, fibrolita y corneana). Sin duda uno de los aspectos que más llama la atención es la gran diversidad de elementos existentes vinculados a cada una de las partes de la cadena operativa de formación de los útiles (Parente, 2007). Lógicamente el material que más peso tiene dentro del conjunto analizado es el correspondiente al de los restos de talla puesto que en el proceso de trabajo de cualquier tipo de roca son los restos más comunes (Calvo et al., 2011: 150-162) y, por lo tanto, suele constituir el grueso del material identificado en las prospecciones (Beguiristain y Josué, 1986 81-96). Así en Alto Vico I suponen más del 50 % del total. En este sentido conviene advertir que dentro de este grupo se tiene en cuenta a los elementos de roca que se han dejado de utilizar dentro de la elaboración del útil porque no les venía bien la forma (elementos sobrepasados o reflejados), roturas en el proceso de preparación del útil (partes mediales, proximales, distales o laterales) y hasta elementos enteros que se desestimaron por el útil que querían confeccionar. (Fig. 2)
4. RESULTADOS 4.1. Artefactos encontrados en Alto Vico I Los artefactos conocidos procedentes de Alto Vico I proceden de dos conjuntos que confluyen en este trabajo. El primero está compuesto por los materiales que fueron entregados en el almacén de Arqueología del Gobierno de Navarra. Éstos son variados (cerámicos, metálicos, biológicos y líticos) y sus diferentes cronologías permiten intuir diferentes ocupaciones en Alto Vico I en distintas épocas (neolítica, romana, contemporánea…), si bien en estas hojas nos centraremos en los materiales prehistóricos pétreos, los más abundantes con un total de 1220 artefactos. El segundo conjunto está marcado por el estudio en prospección que se realizó durante 2018 en la zona por los componentes del Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero, en donde se catalogaron y fotografiaron un total de 85 piezas líticas que no fueron recogidas, pero que ayudaron a confirmar la relación del material depositado con el sitio concreto gracias a la coherencia existente entre ambas colecciones. Centrando la atención en el material depositado en el almacén de Arqueología del Gobierno de Navarra, dentro
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Figura 2. Restos de talla. Más allá de estos restos habituales, sorprendentemente se identificaron nueve nódulos en sílex, cuando lo más normal es hallarlos en el lugar de captación (Tarriño, 2006: 178) o en talleres de sílex ya que son elementos de la primera fase de la cadena operativa, siendo de grandes dimensiones si los comparamos con el resto de artefactos que se ven, pues muestran un promedio de 11,8 x 7,87 x 4,8 cms. Además también resalta la presencia de un prisma de cristal de cuarzo sin talla y otros ocho con varias marcas de extracciones, aunque no es posible precisar la identificación de estos últimos como núcleos. (Fig. 3).
Sesión 1 Junto a ellos conviene mencionar el importante peso de lascas y láminas, elementos empleados como soportes para útiles, que se individualizan en el caso de que no permitan su caracterización. En este sentido su presencia supone un 35% del material estudiado (20% de lascas y 15% de láminas). (Fig. 6)
Figura 3. Nódulos de Sílex. Pasando a materiales un poco más definidos, se aprecia la presencia de ocho núcleos de pequeño porte y que parece que están muy devastados. Están realizados en sílex, siendo su pequeño tamaño consecuencia del uso continuo que han tenido hasta que los grupos humanos que los utilizaron no fueron capaces de obtener más soportes de ellos. Además también se encuentran once avivados, de los cuales uno se usó como soporte para elaborar una truncadura. (Figs. 4 y 5)
Figura 6. Láminas y lascas. Por último dentro de la cadena operativa los otros restos que hay que nombrar son los útiles. Entre estos se han encontrado raspadores, que muestran una tipología variada (i.e. G11, G13), raederas (R1, R3), abruptos (A13, A2), láminas de dorso (LD12), truncaduras (T1, T2), bec (Bc2), geométricos (BPD31 y BT1), puntas de flecha (F36) y Ecailles (E1). (Fig. 7)
Figura 4. Núcleos.
Figura 7. Diferentes materiales.
Figura 5. Avivados.
Entre el material pulido se encuentran elementos de forma esférica o geoide que contienen ciertos repiqueteados como consecuencia de golpeos continuos que, quizá, correspondan a su posible uso como percutores. También en otros se han apreciado abrasiones producidas posiblemente durante el proceso de molienda, si bien no se puede especificar si se molió alguna sustancia orgánica o inorgánica.
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Además se pueden distinguir elementos como hachas (tres) realizadas en ofita, así como otras cuatro en fibrolita por desgracia fracturadas en la parte del filo, lo cual impide determinar con exactitud su identificación como hacha o azuela. Así, para concluir este somero repaso puede considerarse que, desde un punto de vista tipológico, Alto Vico I entraría en la tónica de cualquier yacimiento de época neolítica. Al realizar una comparación, con cualquier yacimiento excavado se aprecia que los materiales son idénticos a los que se han postulado para esa época prehistórica (abruptos, truncaduras, segmentos de circulo…). Sin embargo conviene resaltar la extraña aparición de nódulos de sílex en el yacimiento cuando lo común suele ser que aparezcan núcleos ya preparados, aunque su pequeño tamaño podría haber facilitado el transporte al hábitat. Estos nódulos de sílex son de alta calidad y podría demostrar posible comercio con los grupos que se relacionaran. Además, el volumen de material existente y la presencia de piezas que corresponden a cada uno de los pasos de toda la cadena operativa de tallado, permiten intuir, siempre con prudencia, la importancia que tuvo tener este yacimiento, puesto que en la zona no es habitual encontrar piezas tan variadas que demuestren todo el proceso de trabajo, ni mucho menos en tal cantidad.
4.2. Actividades desarrolladas en Alto Vico I Una vez se analizó todo el material se obtuvo la confirmación del desarrollo en Alto Vico I de una gran variedad de actividades económicas. Sin duda, la más destacada corresponde a la propia talla de la piedra. La presencia de nódulos, piezas en diferentes etapas de trabajo y percutores invitan a considerar la existencia de un taller en este espacio. Junto a ellos también podrían citarse los ecailles pues podrían ser objetos que se usaban en una percusión indirecta (o como piedra de chispa para prender fuego, aunque su utilización para este tipo de actividades no está bien atestiguada). Por otro lado la existencia de hachas y, probablemente, azuelas permiten plantear, con cautela, el desarrollo de actividades agrarias. Este aspecto, además, podría estar confirmado por la presencia de muelas con las que se podrían triturar diferentes materias orgánicas, como cereales, o inorgánicas, como pigmentos, para conseguir pastas. Una tercera actividad desarrollada es la cinegética, marcada nuevamente por las hachas, la presencia de diversos geométricos y una punta de flecha de aletas y pedúnculo, que son asimismo indicadores de las actividades cinegéticas y bélicas. En relación con la caza conviene apuntar la labor del procesado de pieles, marcada por la presencia de raspadores, raederas y becs. (Fig. 8) Por último no puede dejarse de mencionar la acción comercial. En este sentido la simple aparición de sílex, un
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Figura 8. Útiles de las diferentes actividades. material alóctono y especialmente de nódulos, muestra la existencia de intercambios comerciales de algún tipo. Además, quizá reflejo de ello pueda ser también la presencia de una pequeña concha posiblemente marina, aunque se desconozcan los protagonistas por el momento. De esta forma, para finalizar, si bien esta colección de acciones que se llevaron a cabo en Alto Vico I por sí solas no muestran ningún elemento extraordinario, pues todas se pueden enmarcar dentro de las más comunes de las realizadas en la prehistoria, su unión junto a la aparición de nódulos de sílex y a la ingente cantidad de material comparado con su entorno (así, en los principales sitios neolíticos cercanos se han podido inventariar 105 artefactos en Chacona I y 89 en Sofuentes I o, en los ya más alejados, 371 restos en Valdarras III y 186 restos en La Cotilla II, ambos situados en el término de Cáseda) hace posible plantear, a modo de hipótesis, la existencia de un posible hábitat continuo en este sitio.
4.3. Cronología En general, como se ha podido ver, el conjunto lítico que representa el yacimiento de Alto Vico I se centra en materiales neolíticos, aunque existen elementos que invitan a considerar un inicio anterior. Los artefactos más antiguos identificados corresponden a una laminita de muy pequeño porte (1 x 0,4 x 0,05 cms) que recuerda a las del Paleolítico Superior (Magdaleniense) y a un trapecio del epipaleolítico/ neolítico inicial. En este sentido, quizá apoyando esta cronología temprana, conviene mencionar la aparición de útiles que demuestran su tradición arcaica como podrían ser los raspadores o raederas (Mingo et al., 2006: 10). Sin duda la presencia de elementos pulimentados es uno de los rasgos más típicos del Neolítico, caracterizados por la aparición en Alto Vico I, como se ha dicho con anterioridad, en la forma de hachas y, con más dudas, azuelas, de gran trayectoria diacrónica. Además otros elementos como truncaduras, geométricos, la amplia presencia de retoque abrupto en las piezas, utilizado muy a menudo en el Neolítico para elaborar sus útiles
Sesión 1 (García, 1996: 40-41) y la amplia variedad de materias brutas empleadas como soportes -cristal de roca, ofita, fibrolita- remiten también a una cronología centrada en el Neolítico (García y Vélaz, 1997: 8-9; Valiente et al. 2015, 27; Doyague et al. 2017: 297-298). Para finalizar cabe destacar la presencia de una punta de flecha de aletas y pedúnculo con una cronología posterior (Rodriguez et al., 2017: 128). Sin embargo la ausencia de elementos típicos de la talla calcolítica como el retoque plano (Ortiz, 1990, 136; Armendáriz, 1997, 26; Cabello, 2005, 34; Sesma et al., 2009, 134) o de restos metalúrgicos de algún tipo invitan a considerar este artefacto como una excepción dentro del conjunto, quizá debiendo interpretarse como un hallazgo aislado vinculado a alguna actividad cinegética relacionada con algún asentamiento vecino (i. e. Peña X). (Fig. 9)
sobresaldrían tanto por extensión como por número de artefactos inventariados: Chacona I, Sofuentes I y el que nos atañe, mientras que el resto tal vez serian subsidiarios a estos tres. Estos tres sitios tienen sendas posiciones en las dos vertientes de la meseta y cerca de los barrancos. Así Chacona I y Sofuentes I se encuentran al oeste de la meseta controlando el barranco de Valdeoscura, mientras que al este de estos dos se encuentra Alto Vico I controlando el barranco de Galbarra. (Fig. 10)
Figura 10. Gráfico con la cantidad de material hallado en prospección.
Figura 9. Materiales que atestiguan el lapso cronológico.
De esta forma, en conclusión, es posible precisar, con cautela, el desarrollo de Alto Vico I dentro de una horquilla que desde un punto inicial en el Epipaleolítico/ Neolítico inicial perduraría, al menos, hasta el Neolítico medio.
4.4. Alto Vico I y su entorno I Las sucesivas campañas de prospecciones realizadas en la zona han permitido comprobar que Alto Vico I no se trata de un sitio aislado en su entorno, sino que en la zona se encontraban sitios prehistóricos de diferente entidad, los cuales quizá podrían estar marcando un patrón de organización del territorio. De este modo con los datos recopilados en las prospecciones de 2018 y 2019 es posible plantear, con cautela, que en la zona inmediata a Alto Vico I, caracterizada por ser una meseta entre dos valles, habría siete sitios con cronología neolítica (Chacona I, Sofuentes I, Viña Marta, Alto Vico I, Alto Vico II, Galbarra II y Galbarra III), a los que tal vez podrían sumarse otros cinco de cronología genérica en la prehistoria (Chacona III, Sofuentes III, Alto Vico III, La Plana y Galbarra I). De ellos tres yacimientos
Por desgracia por el momento se desconoce si estos sitios corresponden a un mismo grupo humano o si, por el contrario, están reflejando diferentes realidades. En cualquier caso no puede obviarse la relación entre ellos, claramente marcada por la presencia del sitio de Viña Marta a medio camino entre ambos. Del mismo modo conviene resaltar la relación entre Alto Vico I con los sitios, posiblemente temporales, de Galbarra II y Galbarra III, de cronología igualmente neolítica, que bien pueden estar señalando la zona donde se emplazan como un lugar de paso (Rizvi 2013: 316) que indicaría un eje de comunicación desde Alto Vico I hacia el Sur, aunque se desconoce con qué objetivo. Del mismo modo, la presencia de los sitios de Alto Vico III y La Plana, situados en la misma vertiente de la meseta bien podrían estar reflejando una proyección hacia el Norte. Por desgracia el carácter indeterminado del material identificado en estos dos sitios impide confirmar este aspecto. (Fig. 11)
5. CONCLUSIONES A modo de conclusión conviene recoger alguna de las principales ideas expuestas en estas páginas. Sin duda conviene reconocer que este acercamiento inicial al sito de Alto Vico I está fuertemente mediatizado por la procedencia de la mayor parte del material, lo cual provoca que los resultados a los que se llegue deben ser tomados con cautela. Sin embargo la homogeneidad de los artefactos encontrados atribuidos a este emplazamiento y su consistencia con los identificados en prospección permiten realizar su estudio con ciertas garantías.
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Figura 11. Posibles relaciones de Alto Vico I con los yacimientos cercanos.
De esta forma, en general el material recuperado muestra un sitio de una amplia cronología, centrada entre el Epipaleolítico final y, posiblemente, el Neolítico medio. En este sentido, desde un punto de vista tipológico y funcional Alto Vico I entraría en la tónica de cualquier yacimiento de época neolítica, aunque conviene resaltar la extraña aparición de nódulos de sílex en el yacimiento. En relación con ello, la presencia de estos nódulos de sílex y la ingente cantidad de material inventariado, muy superior a la de su entorno, permite plantear, a modo de hipótesis, la existencia de un posible hábitat continuo en este sitio. Por otro lado su emplazamiento físico en un extremo de la meseta situada entre las vales de Sofuentes y Mamillas quizá permite atribuirle una posible función de control de la parte media del barranco de Mamillas/Galbarra y como centro de una pequeña red de sitios temporales secundarios que están marcando un eje de desplazamiento N-S hacia lugares, por el momento, desconocidos pero del que quizá la extraña aparición de nódulos pueda ser un reflejo de su objetivo. Quedan así, para terminar, identificadas las características más generales de un emplazamiento singular que, sin duda, continuará ofreciendo mucha información al investigador.
AGRADECIMIENTOS Como punto y final de este trabajo queríamos agradecer a los arqueólogos técnicos del gobierno de navarra Jesús Sesma y Jesús García que nos permitieran realizar el estudio de los materiales que recibieron. Por otro lado agradecer a todos los componentes del proyecto de Cabezo Ladrero y colaboradores que han hecho posible con su arduo trabajo y esfuerzo estos dos años para culminarlo con este trabajo. Además de a la arqueóloga Marina Rodríguez Hermoso de Mendoza por esas charlas y consejos sobre la tipología analítica.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _ El presente trabajo se integra en las actividades del Plan de Investigación que se viene llevando a cabo en el yacimiento arqueológico de Cabeza Ladrero (Sofuentes, Zaragoza) (http://www.cabezaladrero.es) con aprobación del Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón, exp. nº 156/16/2017. 2 _Entendiendo “sitio arqueológico” en el sentido de un lugar con aparición de estructuras o de objetos ligados a la presencia humana, con todos los condicionantes interpretativos que se desligan de la visión parcial del registro que se produce al analizar material de superficie (Leveau, 2000, 272).
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Sesión 1
1.4. PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA GUARGUERA (SABIÑÁNIGO, HUESCA). SONDEOS EN LOS ABRIGOS DE SALIELLAS-SAN ÚRBEZ Y EL PASCUALÍN ARCHAEOLOGICAL FIELD SURVEYS IN LA GUARGUERA (SABIÑÁNIGO, HUESCA). EXCAVATIONS IN SALIELLASSAN URBEZ AND PASCUALIN SHELTERS Abel Berdejo Arcéiz1, Andrés Rodríguez Sobrino1, Alberto Obón Zúñiga2, Hugo Ábalos Aguilar1, Paula Gallego Fernandez1, Ester Pardina Morlanes1, Marta Alcolea Gracia3 y Alejandro Sierra Sainz-Aja3 1
Grupo de investigación autogestionado “De la Roca al Metal” 2 Investigador independiente 3 Grupo PPVE - Universidad de Zaragoza
Autor de contacto/Contact autor: Abel Berdejo Arcéiz, berdejoabel@gmail.com
RESUMEN Exponemos los resultados de dos intervenciones arqueológicas realizadas en los abrigos de El Pascualín y Saliellas-San Úrbez, ambos situados en la parte media del valle del Guarga. Los sondeos se enmarcan en el “Proyecto de prospecciones en la Guarguera y zonas limítrofes”, desarrollado de forma independiente y autofinanciada por el colectivo De la roca al metal junto con otros investigadores. Los datos obtenidos aumentan el corpus sobre la Prehistoria en esta zona, y se suman al registro del abrigo de El Esplugón, donde habíamos documentado una importante secuencia entre el Mesolítico microlaminar y el Neolítico Antiguo. El abrigo de San Úrbez alberga una estratigrafía pobre donde solo hemos hallado dos posibles fragmentos cerámicos atribuibles a períodos prehistóricos. La única datación radiocarbónica realizada nos remite curiosamente al siglo VII de nuestra Era, momento próximo, según la tradición, a cuando el propio San Urbez habitó en este lugar. En el abrigo de El Pascualín hemos documentado restos de carbón datados a principios del VII milenio cal BC, y tres momentos claros de ocupación. El primero pertenece a un período de transición entre el Neolítico Antiguo y el Medio, el segundo entre el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro, y finalmente algún resto que indica una frecuentación entre el período íbero-romano y el altomedieval, además de su uso también como recinto para el ganado hasta el siglo XX. PALABRAS CLAVE: Mesolítico, Neolítico; Edad de los Metales; prospección; Prepirineo; Dataciones radiocarbónicas.
ABSTRACT We present the first results from the two archaeological surveys carried out in El Pascualín and San Úrbez rock-shelters, both located in the middle Guarga Valley. These archaeological surveys are framed in the self-contained and self-financed research project “Archaeological surveys in the Guarguera valley and bordering areas” developed by the group “De la roca al metal” and independents researchers. The achieved data contributes to the knowledge about Prehistory in this area adding to El Esplugón site, where an important sequence from the Mesolithic to the Early Neolithic has been documented. The site named San Úrbez offers a poor stratigraphic sequence and few archaeological remains from prehistoric periods. The use of the rock-shelter as an enclosure for cattle rising has probably resulted in the darined of the sediment. The only radiocarbon dating available refers to the seventh century AD, when couriously San Urbez inhabit the rock-shelter according to the legend. In the site named El Pascualín three human occupations have documented, as well as a possible fire dating to the beginning of VII millennium cal BC. The first occupation corresponds to the transition between the Early and Middle Neolithic. The second occupation is placed between the Late Bronze Age and the Early Iron Age. Finally, some remains indicate human visits in the site during the Roman and Iberian and the Early Middle Age, in addition to its use as an enclosure for the cattle until the 20th century. KEYWORDS: Mesolithic; Neolithic; Metal Ages; Survey; Pre-Pyrenees; Radiocarbon dating.
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Figura 1. Los abrigos de San Úrbez (parte superior) y El Pascualín (parte inferior).
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN En el primer congreso CAPA presentamos el proyecto de prospecciones arqueológicas en el valle del Guarga y la cabecera de los ríos Isuela, Flumen, Guatizalema y Alcanadre (Obón y Berdejo, 2016). La segunda edición fue la oportunidad para dar a conocer los últimos datos de las excavaciones y los estudios realizados en el abrigo de El Esplugón (Berdejo et al., 2018), las cuales habían tomado gran parte de nuestros esfuerzos en los primeros años del proyecto. En esta ocasión, exponemos los resultados de dos nuevas intervenciones arqueológicas en los abrigos de Saliellas-San Úrbez y El Pascualín (Fig. 1 y 2), las cuales han sido posibles, no sin dificultades, por la sola vía de la autofinanciación. Siguiendo el propósito inicial del proyecto de tratar de conocer cómo fue la interacción de los pobladores con el territorio y la forma de uso de éste durante los diferentes períodos, uno de los sondeos realizados ha permitido detectar otra interesante secuencia de ocupaciones prehistóricas en el sector Oeste del abrigo de El Pascualín. La aportación del colectivo De la Roca al Metal y el micromecenazgo han permitido la realización de una serie de dataciones radiocarbónicas en el Centro Nacional de Aceleradores (CNA) de Sevilla (Tab. 1). Además de las dataciones, entre los objetivos iniciales planteamos realizar una serie de estudios de los materiales que comprenden la tecno-tipológía de las manufacturas de cerámica y de la talla lítica, la arqueozoología, la palinología y la antracología además del estudio sedimentológico y micromorfológico de las secuencias estratigráficas de estos abrigos. La mayor parte de estos trabajos están en curso de realización y por el momento únicamente exponemos una descripción de los abrigos y de las dos secuencias obtenidas. Finalmente, debemos mencionar la existencia de otros estudios dentro del proyecto que están en curso de realización, cuyos resultados presentaremos más adelante, fundamentalmente el estudio paleoclimático, del que ya se han realizado diversas dataciones y parte del estudio polínico y edafológico de diversos cortes estratigráficos ubicados en las paúles o prados hidroturbosos, además de un estudio de arqueología de la arquitectura de los períodos históricos.
2. DESCRIPCIÓN Los abrigos de San Úrbez y El Pascualín responden a las características erosivas de formaciones fluviales compuestas por conglomerados, areniscas y margas presentes en el tramo central del Pirineo, denominadas aquí formación Campodarbe (Puigdefábregas, 1975; Montes, 1992). Entre los diferentes modelos de génesis de estos abrigos (Rapp y Hills, 1998), en ambos casos, la formación parece debida a la acción de un salto de agua que actúa como principal agente erosivo, excavando los materiales blandos, arcillas y margas, y conservando los más resistentes, areniscas y conglomerados. Durante las prospecciones hemos documentado abundantes ejemplos
de este tipo en diferentes fases de formación (Obón y Berdejo, 2016). El Pascualín y San Úrbez forman parte de una red de abrigos naturales formados en las cascadas de los barrancos que, como El Esplugón, fueron tradicionalmente aprovechados para el resguardo de ganado hasta fechas recientes, albergando construcciones destinadas para tal función (Pallaruelo, 1988). Por ello, en el interior de estos espacios predominan costras laminadas de excrementos animales mezclados con paja, dinámicas que reflejan un enfoque económico pastoril del valle.
Figura 2. Situación de los abrigos: 1. El Esplugón; 2. San Úrbez, 3. El Pascualín. Se trata de abrigos de vida corta en comparación con los sistemas kársticos, fundamentalmente porque la visera de estas cavidades termina por derrumbarse al no soportar el esfuerzo de tracción cuando la erosión interior alcanza ciertos niveles. En algunos casos pueden aparecer parcial o completamente derruidos, con la consecuente dificultad para detectar los posibles niveles arqueológicos. El deshielo glaciar pudo haber contribuido a la aceleración de los procesos de derrumbe de los abrigos ocupados durante el Pleistoceno. En el caso del Abrigo de San Úrbez los indicios apuntan a una formación relativamente joven.
2.1. El abrigo de Saliellas-San Úrbez La Cova Saliellas o abrigo de San Úrbez se encuentra a pocos kilómetros de distancia del pueblo de Cerésola, en el término municipal de Sabiñánigo, Huesca, a 870 msnm (coordenadas UTM 728137x, 4698946y, Datum ETRS1989). Se trata de un abrigo con una orientación S-SE, de fácil acceso y situado en el tramo final de una de las barranqueras de la parte media del valle, próximo a la orilla septentrional del río Guarga (Fig. 2). Está formado en un estrato de arenisca por la acción de un salto de agua y su crioclastismo asociado. El barranco y la cascada que lo esculpe siguen activos. El agua sigue cayendo sobre los mismos puntos y se aprecia la formación de concreciones calcáreas, destacando una
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sobre una antigua pila tallada en piedra situada bajo una gotera. En la parte central del abrigo, en las zonas próximas a la pared aparecen niveles de arcilla sobre la roca madre, también como consecuencia de la acción del agua. Donde no afecta el salto de agua se forman depósitos laterales de sedimentación debido al arrastre y los desprendimientos de la visera. El lugar es conocido por la tradición o leyenda que cuenta que el asceta San Úrbez, personaje del S. VIII de nuestra Era, vivió durante un tiempo en el lugar (Pallaruelo, 1988). El extremo suroccidental del abrigo alberga una pequeña ermita de planta rectangular dedicada al santo y la cual todavía acoge una romería anual. Según figura en la entrada, su construcción data de 1889. Rodeando todo el espacio hay un grueso muro elaborado a piedra seca que actúa a modo de plataforma o terraza para la retención de sedimento y que comunica con el camino de acceso a la ermita. En la parte central del abrigo se observan los restos de una pequeña y antigua construcción en forma de U (Fig. 3).
227 m2 destinada al alojamiento del ganado y de los pastores que corresponde a una denominada “borda troglodita” (Pallaruelo, 1988), y cuyo muro exterior se erige directamente sobre uno de los estratos de arenisca que configuran el abrigo. En su tramo central, una parte de este muro se ha derrumbado sobre el interior de la cavidad. En el interior, todavía se conserva parte del entramado de vigas, ramas y piedras de un piso superior que daría cobijo a los pastores sobre las cuadras, y que se apoya sobre el muro de cierre y varios pilares de madera, algunos de ellos reposando sobre bases de piedra. Se trata de un ejemplo conservado de la arquitectura popular de la zona. Los tabiques interiores están elaborados con postes de madera rellenos de ramas, mortero tradicional de cal o barro y pequeñas piedras, después rematados con yeso. En dicha construcción podemos observar restos de cruces de pastores y otras inscripciones y dibujos. Dentro de la cavidad, en la planta inferior, encontramos varios muros que compartimentan pequeños espacios. Todavía se conservan una gran cantidad de enseres muebles típicos de la ganadería tradicional del valle, entre ellos comederos hechos con madera de boj, panales, cuerdas de cáñamo o cestería. Durante una visita exploratoria, hallamos diversos restos cerámicos asociados a una madriguera en la superficie nororiental del abrigo, entre los que destaca un fragmento de cuenco globular de fondo plano y arranque de asa, elaborado a mano y con una decoración incisa realizada a peine (Fig. 8, nº 17). Dicho fragmento podría tener un posible paralelo tipológico en la producción local tardorromana registrada en la necrópolis de Irún, Guipúzcoa (Azkarate et al., 2003). En principio le atribuimos una horquilla temporal entre el siglo IV al VIII de nuestra Era, aunque no descartamos una adscripción más antigua. Entre el resto de hallazgos en superficie hay un fragmento de caparazón de tortuga terrestre.
2.2. El abrigo de El Pascualín
Figura 3. Planimetría del abrigo de San Úrbez. El sector noreste alberga un apéndice con un espacio amplio que tiene dos sub-apéndices distintos, uno amplio y semicircular y otro más estrecho y profundo. En ambos casos hay presencia de agua por filtraciones y se observa el afloramiento de margas y conglomerado. Algunas zonas presentan sedimento, aunque en algunos cortes del interior también se aprecian los vaciados periódicos del estiércol, un dato confirmado por el propietario del abrigo. El techo presenta una sección escalonada derivada de los continuos derrumbes de bloques de conglomerado. Existe una construcción de
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El abrigo de El Pascualín, también conocido como la cueva de Fenillosa, se sitúa a 1030 msnm en la parte central de un barranco tributario del río Guarga, el cuál nace próximo a la pardina de Fenillosa, entre el barranco de Bescós y el de Fenillosa (Fig. 2). El acceso, que es incómodo debido al estado actual de la vegetación, se efectúa por una antigua pista forestal que comienza en la parte media del valle, próximo al km. 16 de la carretera A-1604, y que conduce hasta sus inmediaciones. El abrigo es amplio, presenta una orientación S-SE y se encuentra protegido de los vientos por un potente estrato de arenisca donde se emplaza y que también lo rodea formando una U. En dicho estrato rocoso existe otra oquedad con un espacio relativamente amplio que presenta indicios de presencia de ganado. En la parte superior del abrigo hay una pequeña zona llana desde donde se puede contar con un amplio dominio visual, y por la que se puede acceder a la cresta de la Sierra de Picardiello. En la parte inferior encontramos una fuerte pendiente correspondiente a la vaguada del barranco.
Sesión 1 La superficie de El Pascualín se articula en dos sectores situados a distinto nivel y separados por un muro de piedra seca (Fig. 4). Estas dos partes del abrigo podrían haberse formado en momentos distintos. El sector Este es un espacio de 300 m² compartimentado por líneas de muro. Otro muro cierra dicho espacio y crea una terraza en la superficie al interior de la visera. Existe un estrecho acceso desde el camino que conduce al abrigo. Entre el momento del último viaje exploratorio realizado en el año 2010, y el comienzo de la intervención, se ha producido un incendio que ha quemado la mayor parte del excremento depositado por el ganado al interior del recinto.
y donde se conservan restos de cal impregnada en las paredes. En esta zona encontramos el único material significativo en superficie, un fragmento de cerámica manual y un horizonte de carbones asociados a una estratigrafía erosionada. Finalmente encontramos evidencias de la acción del agua debido a que el curso que ha originado el abrigo sigue activo, al igual que las filtraciones o escorrentías que generan en superficie capas de óxidos de manganeso y de óxidos de hierro, concreciones calcáreas e incluso de estalagmitas y estalactitas en uno de los apéndices. Otros aparecen colmatados de sedimento.
3. INTERVENCIONES En ambas intervenciones, la numeración de los cuadros se establece en función del eje 0,0 de la planimetría, con los números pares hacia el este del eje y los impares hacia el oeste. La planimetría se realizó con una estación total modelo LEICA TC303, y para el tratamiento digital de los datos utilizamos los programas Autocad, Corel Draw e Inkscape. Para la georreferenciación de los materiales hemos usado el sistema de coordenadas cartesianas y un nivel óptico para el cálculo de las profundidades. La documentación estratigráfica fue realizada siguiendo el método de la “Estratigrafía Analítica”, mediante el cual, los niveles estratigráficos se definen según las características de la fracción del sedimento (fina, media y gruesa), su grado de compacidad, la coloración de la matriz y la presencia de elementos paleoetnológicos (Saénz de Buruaga, 1996; Aguirre et al., 1999). El propósito es definir con la mayor precisión posible, las diferentes facies e interfaces y su articulación. La descripción que exponemos sobre la fracción del sedimento (arenas, limos o arcillas) es provisional hasta disponer de los resultados del análisis granulométrico. Figura 4. Planimetría del abrigo de El Pascualín. El sector Oeste tiene una superficie de 250 m² que alberga grandes bloques procedentes del derrumbe de la antigua visera, los cuales han creado de forma natural una barrera de contención del sedimento. A este fenómeno, y como también sucede en San Úrbez, se añade un muro de aterrazamiento construido para mejorar las condiciones del espacio. En la parte central, la erosión derivada de la actividad ganadera ha eliminado parte de las posibles estratigrafías, aunque en algunas zonas donde no afloran los estratos margosos o la arenisca, se observa la presencia de depósitos de sedimentos. En este sector encontramos los restos de otras dos construcciones de un período indeterminado y asociadas a la actividad ganadera. En la parte central, hay una pequeña cabaña de 8 m² que serviría de cobijo al pastor durante su estancia en el abrigo (Pallaruelo, 1988). Está compuesta por dos muros de mampostería en ángulo recto a piedra seca adosados a la pared de la cavidad. En el extremo occidental, hay otro recinto de apenas 6 m² de superficie que se apoya en algunos bloques de un antiguo derrumbe de la visera
Los cuadros se subdividen en cuatro sectores de 50 cm excavados en semitallas o tallas artificiales de 5-10 cm siguiendo la orientación natural de los niveles. Cada semitalla cuenta con un registro individual en un diarioficha en el que se describen las principales características del sedimento, los materiales más destacados y el procedimiento de excavación. También hemos documentado el proceso de excavación mediante dibujo técnico y fotografía de plantas y perfiles. La totalidad del sedimento excavado se ha cribado en seco en tamices de 2 mm de luz de malla. En 2015 se realizó una intervención arqueológica en el abrigo de San Úrbez que afectó a 3m2 repartidos en dos zonas del espacio interior de la borda en el sector NE. Excavamos los cuadros, 2A y 2W en una superficie muy representativa del interior del abrigo situada en el lateral más oriental de la cavidad y próxima al muro exterior donde hallamos el fragmento de cerámica peinada. Un tercer cuadro, 2G, se ubica al fondo del abrigo, próximo al apéndice donde hay un manantial. Esta última zona presenta un sedimento más fino y carbonatado, bien por la acción del agua o por la disolución de la matriz arenosa
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del techo de la galería, que parece diferente al resto de la superficie. Dicho sedimento parecía estar menos alterado. También barajamos la posibilidad de encontrar algún enterramiento, que, de haberse preservado, podría estar al fondo de la cavidad. Finalmente, en 2018 realizamos otro sondeo de 1 m2 en la zona exterior del sector suroeste, donde se aprecia la construcción de un muro en la parte exterior del abrigo que actúa a modo terraza para mantener el camino hasta la ermita. Esta zona parece albergar importantes depósitos laterales en la parte próxima a la ermita. El sondeo arqueológico en el abrigo de El Pascualín, realizado en 2016 y 2018, ha consistido en la apertura de 3 cuadros de 1 m2 en el sector Este y un tercer cuadro de 1 m2 en el sector Oeste. Era más probable que el sector Este albergase mayor potencia estratigráfica y era preciso determinar el origen del muro, por lo que realizamos un sondeo perpendicular a éste de 3 m2, en los cuadros 12C, 12D y 12E, donde hallamos la roca madre a poca profundidad. Posteriormente, nos centramos en una zona del sector Oeste donde habíamos constatado la erosión de una parte de la estratigrafía con restos de carbón, la cual se conserva en un testigo bajo los bloques de derrumbe. Junto a ese lugar, realizamos un sondeo arqueológico de 1 m2 en el vértice entre los cuadros 15T, 15U, 13T y 13U, que que permitió el hallazgo de una potente secuencia con varios niveles de ocupación prehistórica que hemos tratado de determinar mediante la observación de los materiales recuperados y las dataciones efectuadas. Finalmente, hemos tomado muestras de sedimento para realizar un análisis sedimentológico, y columnas para los análisis micromorfológico y palinológico.
4. RESULTADOS 4.1. Secuencias de los sondeos en San Úrbez En la parte interior del sector NE, la secuencia estratigráfica es sencilla y muy similar en ambos puntos, aunque es más completa en los cuadros 2A y 2W (Fig. 5) con respecto al cuadro 2G. En la parte superior, el nivel 2 consiste principalmente en excrementos de ovicápridos mezclados con paja y algo de sedimento. Está presente en toda la superficie del abrigo salvo en el fondo de la cavidad donde progresivamente reduce su espesor hasta desaparecer en las zonas cercanas a la pared. Corresponde al uso estacional del abrigo para el resguardo de ganado. Su espesor oscila entre 5 y 30 cm y es prácticamente estéril en restos arqueológicos, aportando únicamente algunos fragmentos óseos de ovicápridos poco alterados, fragmentos de microfauna, una lasca de sílex y un fragmento de madera. En la transición con el nivel 3 aparece una capa negra, suelta y con abundantes carbones que puede corresponder a un incendio o quema controlada en la base del nivel 2. El nivel 3 (Bsaj), de color amarillo y con un espesor de entre 4 y 20 cm, presenta un marcado contraste con el nivel anterior. Como el nivel 4, es consecuencia de la descomposición de los cantos y arenas procedentes
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del conglomerado del abrigo junto a arcillas de las procedentes de las margas. Contiene algunos fragmentos de carbón y abundantes fragmentos óseos de macrofauna y microfauna, muchos de ellos poco alterados, aunque en algunos se aprecian degradaciones o alteraciones causadas por fuego. El nivel 4 (Ascr), originado por la descomposición de las margas rojizas pero con menos cantos, bloques y gravas, apoya claramente en la roca madre de margas o areniscas margosas de color rojo. En este nivel hemos detectado un hogar asociado a varios restos de macrofauna que parecen haber sido procesados y consumidos en dicho espacio. Otros hallazgos destacables son una falange humana y dos fragmentos cerámicos de tipología indeterminada con mica-esquistos como desgrasante y elaborados a mano, los cuales presentan un alisado por ambas caras (Fig. 8, nº 15 y 16). Las características de las piezas podrían corresponder a un período entre el Neolítico y los períodos históricos. La datación realizada a un fragmento de carbón del nivel 4 corresponde al período altomedieval, 637-695 cal AD (Tab. 1). Tabla 1. Lista de dataciones radiocarbónicas Yacim.
Mat.
Lab.
Nivel
Fecha BP
Fecha Cal BC 2σ
San Urbez
Carbón
CNA4945.1.1
4
1350 ± 30
637-695 AD
Pascualín
Carbón
CNA4947.1.1
110
7870 ± 35
6827-6606
Pascualín
Carbón
CNA4948.1.1.
108
2500 ± 30
786-536
Pascualín
Hueso
CNA5156.2.1
106d
6290 ± 30
5316-5217
Pascualín
Hueso
CNA4949.1.1.
106c
6190 ± 30
5228-5038
Pascualín
Hueso
CNA4957.1.1.
105
5750 ± 35
4689-4502
Pascualín
Hueso
CNA4951.1.1.
104
6000 ± 30
4964-4795
Pascualín
Hueso
CNA4952.1.1.
103
2720 ± 30
918-813
Pascualín
Carbón
CNA4953.1.1.
97
7340 ± 35
6257-6081
Finalmente el nivel 1 (Abr), de arcillas rojas con cantos, con un espesor total de entre 10 y 20 cm y definido en los márgenes de la cavidad, en el cuadro 2G, es equivalente a los niveles 3 y 4, aunque apenas pueda apreciarse la diferencia dado su escaso potencial en algunos puntos. El material hallado consiste en restos óseos de macrofauna y microfauna poco alterados, fragmentos de carbón y dos restos líticos. El nivel aparece coronado por varios horizontes de excrementos muy finos del nivel 2. En el contacto con la roca madre del abrigo en esta zona, puede apreciarse como las margas están pulidas por el pisoteo de los animales.
Sesión 1 En el sector exterior suroeste, la excavación realizada sólo ha revelado un único paquete de sedimentos completamente suelto y asociado a la construcción de la ermita (nivel 100). Dicho nivel está compuesto principalmente por clastos y bloques de entre 2-30 cm de diámetro que proceden de las margas-areniscas situadas en la visera, con arcillas, limos y algo de arenas. El sedimento no presenta ningún tipo de compactación u orden según la granulometría. En los perfiles se pueden apreciar varios horizontes de gravas propios del relleno antrópico. Algunos clastos y bloques presentan restos de facetado, contra-bulbos, que vinculamos a la excavación de los estratos naturales visibles en el interior de la ermita. Respecto al material, solo aparecen restos puntuales de carbón que asociamos al momento de la construcción. Este nivel apoya claramente sobre la roca madre de margas-areniscas, la cual presenta una capa superficial con fisuras causadas por el crioclastismo y la erosión por la acción antrópica, tal vez para la preparación de la construcción de la ermita o por haber albergado un recinto ganadero anterior.
2 de San Úrbez. Se componen de varios horizontes de cenizas blancas con tonos rojos, amarillos, blancos y grises, acompañados por algo de sedimento, clastos y excrementos sin quemar. Mantienen el buzamiento de la superficie en dirección NO-SE y su espesor es menor en la parte que recubre el derrumbe reciente del muro. Dicho horizonte, denominado nivel 3, solo aparece en el cuadro 12C y presenta bloques, clastos y un sedimento arcilloso, además de algunos huecos. El nivel 4 consiste en una fina capa de 1-3 cm muy suelta de excrementos mezclados con sedimentos y restos vegetales. Bajo este nivel aparece la roca madre compuesta por areniscas fluviales de grano muy fino o margas-lutitas muy compactas. La superficie está pulida por el uso como recinto ganadero. Directamente sobre la roca se asienta el muro de mampostería y pequeños bloques tallados, construido con una argamasa de barro mezclado con elementos vegetales. En su cara interior hemos detectado una pequeña acumulación de gravas probablemente depositadas por un fenómeno de percolación.
Figura 5. Perfil O-E del sondeo noreste en San Úrbez. Figura 6. Perfil N-S del sondeo Este en El Pascualín.
4.2. Secuencias de los sondeos en El Pascualín En el sondeo del sector Este de El Pascualín, aparece un espacio con evidencias de uso ganadero desde un momento indeterminado, y no detectamos materiales de interés. En gran parte del abrigo, la posible secuencia prehistórica puede haber sido alterada por los animales y por las limpiezas que se hayan realizado en el interior de los recintos (Fig. 6). Al interior del muro, el reciente incendio ha quemado los excrementos del ganado de los primeros niveles, a veces solo parcialmente allí donde parece haber sido cubierto con sedimento. Los niveles 1 y 2, de textura suelta, son similares al nivel
En el sector Oeste, los niveles identificados en la limpieza del perfil del testigo afectado por la erosión, y situado bajo el bloque, presentan pocos centímetros de espesor. Sobre una capa superior de limos oscuros con abundantes bioturbaciones, denominado nivel 95 (Lm), aflora un gran bloque de la cabaña. El nivel 96 (Aj-k) consiste en arcilla muy compacta de color blanco amarillento y no se aprecian materiales arqueológicos. Finalmente, el nivel 97 (Slm) presenta limo-arenas con limos gravas y fragmentos tabulares de margas y areniscas, es de color marrón claro y de textura suelta. Contiene un horizonte
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de fragmentos de carbón que podría corresponder a un hogar pero también a un incendio o a una quema controlada. Una muestra de carbón ha sido datada en 6257-6081 cal BC, (Tab. 1). También aparecen huesos, semillas carbonizadas, un fragmento alargado de hierro de sección cuadrangular y un resto de cerámica elaborada a mano. En el sondeo excavado aparecen dos grietas o fisuras y varias raíces que dificultan la lectura estratigráfica (Fig. 7). Pese a que la cascada está activa, el sedimento está muy seco al estar apartado de ésta, y únicamente caen pequeñas goteras en momentos de lluvias intensas. Comenzando por la parte superior, identificamos el nivel 100 (Lam-s), un sedimento limo-arcilloso con clastos, marrón y poco compacto, situado en la parte noroeste del cuadro bajo el bloque, a la misma profundidad que el nivel 101-102. Las reducidas dimensiones del sondeo no nos permiten determinar si se trata de una cubeta excavada. Entre los materiales aparecen numerosos fragmentos óseos y restos de carbón. En la parte superior del nivel destaca el hallazgo de un fragmento de cerámica elaborada a mano, de paredes finas y con presencia de mica-esquistos. Más abajo detectamos otros fragmentos de cerámicas a mano, uno de ellos con un mamelón decorado con impresiones y otro de paredes finas y desgrasante grueso, además de una lasca de sílex que presenta una fractura por flexión. A mayor profundidad encontramos un fragmento de pared con un arranque de una protocarena con alisado por las dos caras, dos fragmentos de pared con evidencias de alisado y bruñido, y dos lascas de una roca silícea con negativos de extracciones. Los niveles 101 y 102 (Sga-t y Sga), están compuestos por arenas con gravas, clastos y restos de arcilla, compacto, con una parte superior de textura suelta debido a las bioturbaciones y a la humedad (101) y otra inferior más compacta y con más clastos (102). Ambos rellenan la erosión de la estratigrafía original formando horizontes de gravas de diferente tamaño y depositadas por arrastre, una microfacies arenosa en la parte suroeste del cuadro y otra microfacies de fracciones finas. El nivel presenta una pendiente NO-SE y su espesor varía, llegando casi a desaparecer en la parte noroeste, donde el nivel 100 es más potente. En la parte superior aparecen fragmentos de carbón y algunas lascas de cuarcita con posibles extracciones antrópicas, y en la inferior encontramos un núcleo con dos extracciones, un posible raspador y algunas lascas en sílex muy patinado y con concreciones. Aparecen restos de cerámicas no decoradas y desgastadas por el arrastre del agua, una de ellas de paredes gruesas y cocción oxidante en su parte interior y reductora en la exterior y un fragmento indeterminado elaborado a torno. También detectamos varios fragmentos de fauna, restos de una posible argamasa de yeso-cal vinculada a la construcción de la caseta y un pequeño fragmento amorfo de un material vitrificado. En la base se aprecia un horizonte de transición con el siguiente estrato, ya que los clastos y gravas son de menor tamaño.
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El nivel 103 (Lamc) es un sedimento limo-arcilloso marrón y compacto con algunos clastos, gravas e inclusiones de carbón. Tiene una potencia de unos 10 cm y de nuevo un buzamiento en dirección NO-SE. Las gravas son menos abundantes con respecto a los clastos de arenisca y de las margas generados por crioclastismo. Los fragmentos de fauna y de carbón están presentes en todo el nivel, destacando una concentración de carbón en la esquina noroeste. Un hueso largo ha sido datado ofreciendo una fecha de 918-813 cal BC, que corresponde Bronce Final según las periodizaciones tradicionales (Tab. 1). Aparecen algunas lascas de cantos calizos o cuarcitas con posibles extracciones, y únicamente destacan algunos fragmentos cerámicos de pared de un posible cuenco y otros con indicios de un alisadobruñido. Otro fragmento podría indicar el uso del torno lento, según la regularidad de las líneas que presenta. En la transición con el nivel 104 aparece un fragmento de pie de un recipiente realizado a torno que presenta un engobe y que podría corresponder a una cerámica ibérica o Terra Sigilata Hispanica más reciente, como las documentadas en otras cuevas de la zona (Aguilera, 1996). El siguiente nivel, 104 (Lamc), contiene limo-arcillas y se caracteriza por la presencia de varios horizontes de clastos margosos que mantienen el buzamiento hacia el SE, además de bloques de derrumbe del techo del abrigo. En general, se aprecia un aumento de la aparición de fragmentos de carbón y encontramos fragmentos de barro rubefactado. El horizonte 104a está compuesto por clastos margosos, algunos con concreciones calcáreas, en una matriz procedente de la percolación del sedimento fino. El sub-nivel 104b presenta una menor proporción de clastos margosos. El horizonte 104c consiste en una matriz limo-arcillosa con clastos, entre los cuales los margosos son abundantes aunque de menor tamaño que en el 104a. El número de restos de fauna también es mayor con respecto a los niveles anteriores, predominando los restos de mesofauna. Un fragmento de mandíbula de ovicáprido ha proporcionado una fecha de 4964-4795 cal BC que nos sitúa en un momento a caballo entre el Neolítico Antiguo y Medio (Tab. 1). Uno de los restos óseos presenta indicios de pulido. Los únicos materiales líticos recuperados, una lasca de cuarcita y dos de sílex, pertenecen a la base del nivel. Encontramos varios fragmentos cerámicos de pared que en algunos casos pertenecen al mismo objeto pese a aparecer a diferente profundidad. En la base del nivel detectamos otro fragmento de paredes finas. También aparece un pequeño fragmento de un material vitrificado. El nivel 105 (Slmc) presenta un sedimento limo-arenoso, marrón oscuro y compacto, acompañado por clastos de margas, grandes bloques, gravas y bolsas de arcilla. Las inclusiones y restos de carbón son escasas en este nivel. La presencia de fauna sigue siendo abundante con una relativa equidad entre la meso y la microfauna. Un fragmento de hueso ha sido datado en 4689-4502 cal BC una fecha ligeramente más reciente que el nivel superior, probablemente por las alteraciones postdeposicionales, y
Sesión 1 que corresponde al Neolítico Medio (Tab. 1). Aparecen grandes lascas talladas, algunas de cuarcita y otro tipo de rocas del conglomerado, siendo otras de sílex y de menor tamaño (salvo un núcleo sobre lasca) mostrando en algún caso un color marrón acaramelado. Hemos recuperado nueve fragmentos de cerámica, tres de ellos tienen mica esquistos como desgrasantes, el resto de las pastas presentan calcita. En la base del nivel encontramos tres de un mismo recipiente que muestran impresiones rectas en el borde y en cordón en la cara exterior y un engobe o pasta de acabado (Fig. 8, nº 8). Otros presentan marcas de alisados internos y/o externos así como de bruñidos. El paquete estratigráfico 106 (Slmc-b) está compuesto por arenas acompañadas de fracción fina, clastos y bloques. Algunas zonas del cuadro están ocupadas por bloques de derrumbe lo que dificulta la interpretación del sondeo, pero se aprecian varios horizontes. El horizonte 106a, con un buzamiento N-S, es una matriz arenosa, algo compacta, con abundante fracción fina y una presencia de clastos de margas y gravas grandes del conglomerado, algunas con fracturas. Tras un horizonte con escasos restos (106b) aparece abundante material arqueológico en la parte noroeste del cuadro, incluyendo acumulaciones de restos de carbón que podrían indicar una posible sucesión de hogares. El horizonte 106c tiene un sedimento oscuro por la presencia de materia orgánica, con abundantes fragmentos de carbón, clastos y cantos grandes fragmentados. Desciende la proporción de clastos margosos. Un fragmento de hueso largo de bóvido ha dado una fecha de 5228-5038 cal BC, adscribiendo el horizonte a la ultima fase del Neolítico Antiguo. El horizonte 106d presenta un sedimento arenoso todavía más oscuro y suelto, con abundantes clastos de margas y fragmentos de carbón en su base. En este nivel apoyan la mayoría de los bloques mencionados. Otro fragmento de hueso largo de la base del nivel ha dado una fecha de 5316-5217 cal BC (Tab. 1). En el nivel 106 aumenta la proporción de industria lítica, aunque con respecto al resto de materiales continúa siendo baja. Según la materia prima hemos recuperado ocho restos de sílex, un fragmento de cristal de roca (Fig. 8, nº 11), un ópalo y 34 lascas toscas de cuarcita y de rocas del conglomerado. Aparecen varios núcleos y algunas lascas con retoques de uso. Entre los fragmentos de sílex encontramos un fragmento distal de laminilla (Fig. 8, nº14), varias microlascas (Fig. 8, nº 12-13), lascas de sílex agatiforme y otras procedentes de los conglomerados locales. La cerámica es muy abundante con algunas secciones de paredes bastante finas y otras manufacturas más groseras. En las pastas se aprecian abundantes mica-esquistos en diferentes fracciones. La mayor parte de las piezas presentan un alisado interior y exterior y en momentos puntuales aparecen fragmentos bruñidos o con posibles engobes. Hemos identificado formas globulares de pequeños cuencos con cuellos levantados y labios ligeramente salientes. Otros fragmentos presentan arranques de asa, de sección plana o acanalada, a veces con perforación (Fig. 8, nº 1) que en
Figura 7: Perfil E-O del sondeo Oeste en El Pascualín. ocasiones presentan decoraciones impresas, mamelones y/o cordones. También hemos identificado bordes y cuellos rectos de diferente sección, algunos ligeramente exvasados (Fig. 8, nº 3) y otros rectos adheridos a cuellos con una inclinación aproximada de 45º (Fig. 8, nº 7). Estos fragmentos son lisos o presentan decoraciones impresas de líneas rectas en paralelo (Fig. 8, nº 4), triangulares o redondas. Otro grupo tienen cordones añadidos de diferente sección (Fig. 8, nº 2 y 4), algunos también con decoraciones impresas circulares, triangulares, líneas paralelas y otras en forma de “C”. Otro grupo de fragmentos de pared presentan mamelones que aparecen
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Figura 8. Materiales destacados. 1-14: El Pascualín, nivel 106; 15-17: San Úrbez
aislados o en grupos de dos, a veces con decoraciones impresas. Los cordones o mamelones parecen haber sido elaborados mediante un pellizcado sin adiciones plástica. En ocasiones, algunas piezas aparecen con perforaciones de reparación o de suspensión cercanas a los bordes (Fig. 8, nº 5). La fauna se caracteriza por la abundante presencia de restos de macrofauna y mesofauna, algunos alterados por fuego. Hay bastantes fragmentos de epífisis. Otros materiales son posibles restos de industria ósea, un fragmento de aguja, una cuenta de collar (Fig. 8, nº 9), un fragmento de concha marina muy pulida (Fig. 8, nº 10), una caracola marina completa y varios cantos con indicios de un posible procesado de ocre que podría ser natural. El nivel 107 es un derrumbe de bloques margosos en diferentes estados de fragmentación en gravas y granos, de color amarillo claro. Estos bloques grandes se cuartean y las margas pasan a ser arcillas con inclusiones de pequeños fragmentos de margas. No aparecen fragmentos de carbón ni materiales arqueológicos. El nivel 108, más potente en la parte sur, es un sedimento constituido por margas alteradas, arcilloso y con pocos clastos, compacto y de color rojizo-granate y amarillo. Desaparecen los bloques masivos y aparece un horizonte de cantos rodados y gravas en la parte media del nivel. Más abajo detectamos un horizonte que contiene una gran cantidad de fragmentos de carbón dispuestos horizontalmente y que parece corresponder a un posible
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incendio. Uno de los fragmentos de carbón ha sido datado en 786-536 cal BC. No hay evidencias claras de ocupación humana ya que el único material arqueológico documentado es una lasca de sílex sin claros signos de talla antrópica, que probablemente proceda de los cantos locales. El nivel 109, amarillo y muy compacto, está formado por margas y areniscas de la roca madre en proceso de degradación. Un color blanquecino indica la presencia de carbonato cálcico. Presenta un buzamiento NO-SE. A mayor profundidad el nivel 109b, muy compacto y seco, de tonos rojos y amarillos, se compone de arcillas con clastos, horizontes de gravas dispuestos con una ligera inclinación N-S, plaquetas tabulares de arenisca y margas muy finas. Es un nivel estéril aunque en una bolsa de sedimento diferente aparece un pequeño fragmento de cerámica manual con mica-esquistos como desgrasantes, borde lineal e impreso, muy similar a las halladas en el nivel 106d. Se trata de una percolación derivada de fisuras en el terreno asociadas a la baja humedad constante. La muestra ósea para datar este nivel era pobre en colágeno. El nivel 110, de color oscuro, es la roca margosa alterada por fisuras de hasta 15-25 cm, junto con sedimento de grano fino y una presencia de carbón en las zonas sin bloques. Algunos fragmentos pueden haber percolado por las grietas o fisuras. En la esquina suroeste del cuadro aparece un horizonte blanquecino de fracción muy fina con cenizas y fragmentosde carbón. La base del nivel está
Sesión 1 datada en 6827-6606 cal BC (Tab. 1). En este nivel no hay evidencias claras de actividad humana, dado que solo hemos detectado en la base de la semitalla un fragmento de sílex que podría no estar tallado. A una profundidad de profundidad respecto a la superficie de 135-165 cm aparece definitivamente la roca madre donde apoyan los niveles 109 y 110. El buzamiento es muy intenso N-S. Las primeras margas del nivel de roca madre presentan cuarteamientos o fracturaciones laminares.
5. INTERPRETACIÓN 5.1. San Úrbez La secuencia estratigráfica de las tres zonas sondeadas es corta y sencilla y apenas aparecen materiales arqueológicos. Todo parece indicar que los niveles excavados hasta llegar a la base rocosa se han generado recientemente debido a una antropización muy intensa de este abrigo. Es posible que en las labores de construcción de la vivienda los niveles de ocupación prehistóricos existentes fueran vaciados, salvo algún material que se haya conservado en la base. El único indicio que hemos encontrado son los dos fragmentos de cerámica recuperados en el nivel 4. La única datación que hemos realizado para este sondeo procede de un fragmento de carbón asociado a uno de los restos cerámicos de ese nivel. El resultado (637-695 cal AD) nos remite al período altomedieval, a un momento previo a la llegada de San Úrbez, que según la tradición se produciría a mediados del S VIII. No podemos descartar que el nivel 4 contenga materiales mezclados de momentos anteriores. También es posible la existencia de restos de secuencias arqueológicas más antiguas en otras zonas del exterior, si bien la excavación realizada en el sector suroeste, sólo albergaba un único paquete de sedimentos completamente suelto asociado a un relleno antrópico de acondicionamiento del espacio exterior, y por lo tanto muy reciente. En la vigilancia arqueológica realizada durante la limpieza y rehabilitación espacio interior de la borda de pastores pudimos comprobar como en la mayor parte de la superficie aflora la roca madre sin presencia de niveles estratigráficos.
5.2. El Pascualín La secuencia estratigráfica obtenida en el sector Oeste nos indica que el abrigo se formó con toda probabilidad ya en el período Holoceno, a través de la acción hídrica del salto de agua sobre los estratos más blandos de la formación Campodarbe. De forma simultánea a la erosión de la cascada, los estratos de margas y de conglomerados sufren fenómenos de fragmentación por clioclastismo. En un momento posterior, el caudal del agua disminuyó y la cavidad siguió esculpiéndose a un ritmo menor. Conforme a los estratos más blandos se erosionan, el esfuerzo de tracción produce derrumbes de bloques de la visera que van dibujando un perfil escaleriforme.
El paquete estratigráfico excavado está relacionado por un lado, con los desprendimientos del conglomerado del abrigo, y por otro con los aportes laterales de sedimento procedentes del barranco que comenzaron antes del 7000 cal BC. Su importancia en la formación de los niveles varía a lo largo de la secuencia, apreciándose varias tendencias de deposición-alteración y procesos postdeposicionales que asociamos tanto a estos factores naturales como al tipo e intensidad de la actividad antrópica en cada período. Uno de los indicios es que las características de los clastos varían entre el predominio, la presencia o la ausencia tanto de gravas de distinto tamaño y procedencia, como de clastos de arenisca, clastos margosos heterométricos, fragmentos de matriz del conglomerado y bloques de derrumbe en proceso de descomposición por fenómenos de crioclastismo. En la parte inferior, el primer paquete de niveles (107110) corresponde a la roca madre en descomposición junto a las aportaciones de arrastre. En el caso de haberse producido una ocupación epipaleolítica o anterior, al menos en las zonas excavadas, los niveles pudieron haber sufrido una erosión integral. El aporte lateral de gravas y arenas por arrastre genera los primeros estratos de relleno con indicios de incendios en la base datados en 6827-6606 cal BC, tal vez de origen antrópico. El nivel 108 contiene un horizonte con abundantes restos de carbón que podrían ser consecuencia de una gran hoguera, o un nuevo incendio forestal de origen natural o antrópico, al que podría corresponder la fecha de 62576081 cal BC. La acción térmica pudo haber provocado un estrato de derrumbe de bloques margosos procedentes de la visera (nivel 107), el cual que se va descomponiendo simultáneamente a la creación de la base del nivel 106. También cabe la posibilidad de que el nivel 107 corresponda a un acondicionamiento antrópico de la superficie para cubrir cubetas y cantos. El segundo paquete estratigráfico (106-104) corresponde a una intensa frecuentación entre el final del Neolítico Antiguo y el principio del Neolítico Medio. Las primeras evidencias claras de presencia humana están en el paquete estratigráfico 106. El horizonte inferior (106c y d) es rico en material y ha sido datado entre 5228-5038 y 5316-5217 cal BC. Le sigue un momento de menor intensidad en la ocupación o incluso un pequeño hiato (106b), sobre el que reposa un horizonte superior (106a) otra vez abundante en materiales cerámicos, restos de carbón, y donde aparece un fragmento de concha marina. Las correlaciones tecno-tipológicas de las cerámicas que aparecen son relativamente homogéneas en todo el nivel. Las decoraciones impresas, las tipologías y la caracterización de las pastas, muchas con mica-esquistos, nos conducen a dar una atribución al Neolítico Antiguo en una segunda fase comparable con los niveles 2 y 3 sup de El Esplugón (Berdejo et al., 2018; Obón et al., 2019), con el nivel Ia de la cueva de Chaves (Utrilla y Laborda, 2018) o con otros yacimientos del Prepirineo y el Pirineo central (Baldellou y Barril, 1981; Baldellou 1983 y 1987; Baldellou y Ramón, 1995; Gallart y López, 1988; Gallart
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y Mata, 1995; Oms, 2008; Rojo et al., 2013; Utrilla y Mazo, 2014; Lapuente e Igea, 2014; Montes et al., 2016). Otros indicios que apuntan en la misma dirección son la aparición de cristal de roca u ópalo, y la presencia de talla microlaminar, pese a que la industria lítica hallada es escasa y no contamos con piezas características. Siguiendo de forma ascendente, el nivel 105 se interpreta como un momento de menor intensidad en la ocupación ya que aparecen menos fragmentos de carbón y restos cerámicos. Estos últimos siguen conteniendo micaesquistos en la pasta pero aumenta la presencia de otros minerales como desgrasante. El uso de estos abrigos para actividades ganaderas podría comenzar en este momento datado en 4689-4502 cal BC que corresponde al Neolítico Medio, o al menos una función del abrigo como refugio de pastores y cazadores. El nivel 104, cuyo horizonte inferior ha sido datado en el 4964-4795 cal BC, es más abundante en materiales y presenta cerámica elaborada a mano y sin decoraciones, junto a los restos óseos y de carbón. El último paquete estratigráfico (103-95) marca una ruptura en la secuencia que podría responder a una erosión relacionada con el desagüe por ese lado del barranco, o bien a la erosión por la actividad ganadera a partir de un momento indeterminado. Otra opción es que el sedimento se haya erosionado a medida que la visera va retrocediendo por los desprendimientos y la erosión. El nivel 103 muestra un momento húmedo, ya que contiene arcillas como fracción predominante con algunos horizontes de gravas de arrastre. La datación de 918-813 cal BC induce a pensar que se ha producido erosión de los niveles entre el 5000 y el 1000 cal BC. Aunque siguen apareciendo fragmentos de carbón y de fauna, apenas aparecen fragmentos de cerámica, casi siempre elaboraciones manuales probablemente pertenecientes al Bronce Final de influencia hallstática, según la cronología tradicional. El hallazgo en la base del nivel de un fragmento a torno que podría corresponder a una producción del período romano o altomedieval, se debe probablemente a una intrusión causada por alteraciones de raíces u otras bioturbaciones, o bien a que el nivel contiene materiales revueltos que se han depositado procedentes de la erosión de otras zonas. Los niveles superficiales (101 y 102) se caracterizan por la deposición del arrastre lateral de sedimentos y podrían corresponder a un canal de relleno, ya que su contacto con el nivel anterior también es erosivo. Sabemos que una parte de la secuencia prehistórica está parcialmente erosionada probablemente por el uso moderno. El nivel 100 presenta pequeñas diferencias micro-sedimentológicas y es posible sea el nivel original sin alterar, ya que contiene restos de cerámica manual de decoración impresa o con mamelones, además de un fragmento de pared con un arranque de una protocarena. Este nivel no ha sido datado pero podría corresponder a la continuidad normal de la secuencia que se habría erosionado en la mayor parte del cuadro excavado. En el nivel 97 siguen apareciendo cerámicas manuales sin
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decoración que pueden pertenecer a una cronología entre el Neolítico y el período altomedieval, si bien la fecha obtenida es de inicios del VII mil cal BC, aunque su datación podría ser de 786-536 cal BC correspondiente a la Primera Edad del Hierro. Los niveles 96 y 95 representarían un momento de abandono el espacio o de remoción y deposición de sedimentos. La erosión de la estratigrafía inicial nos indica un uso relativamente intenso del espacio en fases históricas, al menos desde cronologías altomedievales hasta la segunda mitad del S. XX, en el que se aumenta la intensidad en el uso pecuario del espacio, además se construiría la terraza de retención de sedimentos, los restos de muros interiores del sector Este, de la cabaña contigua al sondeo y de la cabaña central. En este período se erosionarían por limpiezas y vaciados, los posibles restos prehistóricos del sector Este y algunas zonas de la parte central del abrigo. La secuencia del sector Este representa momentos tardíos pero representativos de este tipo de uso (Pallaruelo, 1988). Tras la construcción de los muros internos, el espacio se gestiona a través de ciclos de limpiezas internas al igual que observamos en San Úrbez. Los restos del último periodo de uso intenso del abrigo corresponden al nivel 4, que pertenece, por los materiales hallados, a momentos anteriores a la despoblación masiva del valle a mediados del siglo XX. El abandono progresivo de las prácticas ganaderas produjo el nivel de derrumbe de los muros de los recintos (nivel 3) y la capa de excrementos (nivel 2) termina recubriendo toda la superficie. En las últimas décadas se produce el abandono definitivo y el espacio es abordado por la vegetación. Finalmente, en fechas muy recientes, un incendio, probablemente accidental, y mal apagado, quema buena parte de los restos de estas actividades agropecuarias en esta parte del abrigo. La conservación de los depósitos detectados en el sondeo se ha visto favorecida por su ubicación entre dos grandes bloques que retienen los sedimentos, y es probable que también haya influido el muro externo de aterrazamiento, del que sólo se conservan los sillares de la base esculpidos en bloques de conglomerados. Es posible que hubiera un depósito de materiales prehistóricos en toda la superficie del abrigo que, como consecuencia de la actividad ganadera, sufriera una erosión desplazándose hacia el curso del barranco, salvo allí donde los bloques de derrumbe procedentes de la visera del abrigo hayan retenido parte del sedimento. La secuencia que se ha generado presentaría los materiales mezclados. Otra posibilidad es que ya durante el período prehistórico únicamente se acumulasen sedimentos en ciertas zonas que pudiesen retenerlos. Una última opción contempla que la actividad moderna erosionase el depósito antiguo solo en algunas zonas, depositándose encima del original y alterando la secuencia de materiales.
6. CONCLUSIONES El sondeo arqueológico realizado en el sector oeste del abrigo de El Pascualín ha permitido detectar un
Sesión 1 yacimiento prehistórico que corrobora el uso de este tipo de espacios en la Guarguera, al menos desde el Mesolítico y con algunos hiatos en la frecuentación hasta la segunda mitad del S. XX. En este caso la ocupación mesolítica no está confirmada, aunque hemos detectado dos horizontes con fragmentos de carbón fechados en el VII milenio cal BC, los cuales podrían haberse originado por una actividad antrópica. La formación del abrigo y la deposición de los primeros sedimentos parecen haber tenido lugar ya en momentos del Holoceno, al igual que sucede en El Esplugón. El primer momento de ocupación corresponde al final del Neolítico Antiguo y principios del Neolítico Medio entre el 5228 y el 4502 cal BC, como consecuencia de la llegada de nuevas poblaciones al valle, o bien por la transformación económica, social y material que sufrieron los grupos autóctonos. Los restos de industria lítica son poco abundantes y la mayor parte de los restos cerámicos hallados en El Pascualín no presentan las características mínimas necesarias para poder adscribirlas a un periodo concreto. Varios fragmentos de los niveles 105 y 106 presentan una decoración a base de suaves cordones lisos o impresos, además de superficies bruñidas o espátuladas. Muestran una cocción irregular en hoguera y en ocasiones el uso de desgrasantes micáceo de fracción fina o gruesa, siendo las inclusiones de micas y cuarzos bastante comunes en los conjuntos cerámicos del Alto Valle del Ebro (Gallart y López 1988; Gallart y Mata 1995; Lapuente e Igea 2014). El conjunto es similar a varios recipientes del cercano abrigo de El Esplugón (Berdejo et al., 2018; Laborda, 2017: 99-106) donde se repiten los mismos patrones en cuanto a tecnología y decoración en los niveles fechados y en donde también hallamos otros ejemplos de decoración impresa, inciso-impresa e incluso cardial. Otros yacimientos comparables en el ámbito pirenáico y prepirenaíco son Olvena (Baldellou y Ramón 1995), La Espluga de la Puyascada (Baldellou 1987), El Forcón (Baldellou 1983), La Miranda (Baldellou y Barril, 1981), Els Trocs (Rojo et al., 2013), Coro Trasito (Clemente et al., 2014) o la Cueva Lóbrica de Fanlo (Rey et et al., 2014). Los niveles superiores muestran un segundo momento de ocupación correspondiente a la transición Bronce Final-Primera Edad del Hierro, y también hay indicios de frecuentación en períodos históricos. Estos niveles podrían estar revueltos si proceden de la deposición de materiales de arrastre, teniendo en cuenta que entre los dos momentos de ocupación, Neolítico Medio y Bronce Final, hay un importante hiato erosivo causado por el arrastre del agua o bien por el uso del abrigo como recinto para el ganado tal vez a partir del Neolítico Final o del Calcolítico. Un dato interesante es que la secuencia de El Esplugón también se interrumpe hacia el 5000 cal BC, aunque igualmente hemos hallado algunos materiales de frecuentaciones posteriores. Los resultados de los estudios palinológico, arqueozoológico y edafológico, todavía en curso de realización, nos permitirán contar con toda la información en su conjunto para poder determinar los aspectos que nos faltan.
Con respecto a otras posibles intervenciones en este yacimiento, debemos mencionar que en gran parte de la superficie aflora la roca madre por la erosión o por la pendiente natural, y en otras zonas los niveles han sido alterados por la actividad ganadera como ocurre en el sector Este. A pesar de todo, el abrigo es amplio y es probable que otros cuadros alberguen niveles arqueológicos, teniendo en cuenta que los derrumbes de bloques pueden haber protegido secuencias poco alteradas. En cualquier caso, el sondeo realizado en el sector Oeste debe ampliarse para verificar las hipótesis sugeridas sobre la secuencia. Por otro lado, sería interesante comprobar la existencia de posibles enterramientos en los apéndices descritos, e incluso sondear zonas más alejadas del mismo farallón como El Pascualín II donde también hemos detectado una secuencia estratigráfica erosionada con presencia de carbón. Finalmente, en el abrigo de San Úrbez la antropización ha sido muy intensa y los niveles excavados hasta llegar a la base rocosa se han generado recientemente. El único indicio que hemos encontrado son dos fragmentos de cerámica recuperados en la base de uno de los sondeos. La tradición, la cerámica peinada (Fig. 8, nº 17) y la datación nos indican la existencia de una ocupación altomedieval en los siglos VII y VIII.
AGRADECIMIENTOS La empresa Alto Aragón Topografía ha colaborado con esta investigación de forma altruista, prestándonos una estación total. Felipe de Aineto nos comunicó la localización del Pascualín. Numerosas personas y colectivos (CSO Kike Mur) participaron en la campaña de micromecenazgo para realizar las dataciones radiocarbónicas. Queremos agradecer a los muchos vecinos de la Guarguera y de otros lugares por su apoyo prestado de una u otra manera.
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Sesión 1
1.5. ARQUEOLOGÍA DE LOS PAISAJES MONUMENTALES EN LOS VALLES OCCIDENTALES (HUESCA). PRIMEROS RESULTADOS Y SUS POSIBILIDADES PARA ENTENDER LA HUMANIZACIÓN DE LA MONTAÑA PIRENAICA ARCHAEOLOGY OF THE MONUMENTAL LANDSCAPES IN THE VALLES OCCIDENTALES (HUESCA). FIRST RESULTS AND THEIR POSIBILITIES FOR UNDERSTANDING THE HUMANIZATION OF THE PYRENEES Jorge Canosa-Betés1, Enrique Moral de Eusebio2, Mikel Herrán Subiñas3, David Vacas Madrid4, Mayte Martínez Medina5, Iñaki Villa-Indurain6 y Ernesto Azada5 Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit). Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) 2 Departament d’Humanitats, Universitat Pompeu Fabra 3 University of Leicester 4 Spectrum Heritage 5 Independiente 6 Eusko Jaurlaritza
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Autor de contacto/Contact autor: Jorge Canosa-Betés, Jorge.canosa-betes@incipit.csic.es
RESUMEN Presentamos los primeros resultados de los trabajos de prospección llevados a cabo en el Parque Natural de los Valles Occidentales (Huesca) entre 2016 y 2019 que han concluido con la inclusión de 52 nuevos monumentos prehistóricos en el inventario del Gobierno de Aragón. Sumado al ya de por sí numeroso registro megalítico del que disponíamos, las nuevas incorporaciones nos permiten hacernos una idea bastante completa de la distribución de estos monumentos en el Parque Natural. En este trabajo defendemos la oportunidad que puede suponer estudiar este tipo de registro arqueológico para comprender mejor la humanización de la montaña pirenaica durante la Prehistoria. Así, la distribución espacial de monumentos megalíticos responde a una serie de lógicas de las sociedades que los construyeron y se relacionan con un cambio de racionalidad a la hora entender el paisaje que habitaban. Proponemos que estudiar qué tipo de espacios decidieron monumentalizarse y las estrategias llevadas a cabo para ello puede servirnos para enriquecer el relato histórico de la humanización del Pirineo que tanto se ha desarrollado en los últimos años. PALABRAS CLAVE: Arqueología del Paisaje; Megalitismo; Pirineo; Jacetania; Antropización.
ABSTRACT We present the first results of the archaeological survey in the Parque Natural de los Valles Occidentales (Occidental Valleys Natural Park, Huesca) between 2016 and 2019 that have ended with the inclusion of 52 new prehistoric monuments in the inventory of the Aragonese Goverment. Summed to the numerous register of megalithic sites that we already had, these new additions allow us to see a nearly complete distribution of these monuments inside de Park. In this paper we argue that studying this kind of archaeological can be a great chance in order to understand better the humanization of the Pyrenees during Prehistory. Thus, the spatial distribution of these monuments responds to a series of logics from the societies that built them and are related to a change in their rationality when understanding the landscape they inhabited. We suggest that studying what kind of spaces were monumentalized and the strategies carried out to do so can be used to enrich the historical discourse of the humanization of the Pyrenees that has been hugely developed in the last years. KEYWORDS: Landscape Archaeology; Megalithic monuments; Pyrenees; Jacetania; Antropization.
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Figura 1. Dolmen (izquierda) situado junto al collado que da acceso al Ibón de Ezcaurre (Ansó) “vigilando” a un rebaño de ovejas mientras pasta (derecha).
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN Desde el año 2016, un grupo de arqueólogos de diferentes instituciones estamos desarrollando un proyecto de investigación en el Parque Natural de los Valles Occidentales, en Huesca. La motivación del mismo es entender la evolución histórica del parque desde la prehistoria hasta nuestros días, poniendo especial interés en un elemento concreto: los monumentos megalíticos. Si bien el megalitismo de la zona ya gozó de cierto interés por parte de la Arqueología aragonesa durante el siglo pasado, nuestro objetivo es estudiar el fenómeno en la totalidad del área de estudio desde una perspectiva actual, para lo cual hemos tenido que completar la muestra de monumentos a partir de unas prospecciones cuyos resultados presentamos aquí junto con las posibilidades que, a nuestro entender, pueden suponer el estudio del megalitismo y la configuración de los Paisajes Monumentales para entender mejor la prehistoria pirenaica.
2. ÁREA DE ESTUDIO: El PARQUE NATURAL DE LOS VALLES OCCIDENTALES El Parque Natural de los Valles Occidentales (en adelante, PNVO), se ubica en el extremo noroccidental de la provincia de Huesca, cubriendo una superficie de casi 68000 hectáreas comprendida en los términos municipales de Ansó, Valle de Hecho, Aragüés del Puerto, Aísa y Borau (Fig. 2). Se trata en su mayoría de un territorio de alta montaña con unas cotas que van de los 900 m en los márgenes meridionales a los más de 2600 m de los picos Bisaurín (2670 m) y Aspe (2640 m). Hidrográficamente, el parque cubre principalmente las cabeceras de varios valles de origen glaciar (los ríos Veral, Aragón Subordán, Osia y Estarrún) y tres barrancos tributarios del río Aragón (barrancos de Campón, Añaza y Lierde). En el extremo noroccidental se encuentra la Hoya del Portillo de Larra, parte del macizo de Larra que
Figura 2. Ubicación del Parque Natural de los Valles Occidentales en Aragón y su mapa físico.
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hace de frontera entre Navarra, Aragón y Francia y, ya en la vertiente atlántica del Pirineo, el parque cubre también la cuenca hidrográfica del Ibón de Estanés y el circo del Aspe. El pastoreo ha sido tradicionalmente la principal actividad económica desarrollada en el parque y, sin obviar la importancia de la industria maderera y la minería, es también el principal agente que ha dado forma al paisaje actual. Si bien hay presentes densas extensiones de bosque como la Selva de Oza, la mayor parte de la superficie del parque se corresponde con pastizales resultado de un proceso de deforestación iniciado de manera sutil durante el Neolítico y que alcanzaría su máximo durante el siglo XIX, encontrándose desde hace décadas en regresión debido a la desploblación y al abandono de las formas de vida tradicionales (Lasanta y Vicente-Serrano, 2007). El pastoreo tradicional se llevaba a cabo durante los meses cálidos por parte de hombres de los pueblos de la zona (Pujadas Muñoz y Comas d›Argemir, 1994) y ha quedado materializado en forma de estructuras de piedra para pastores y el propio rebaño que, tanto en pie de valle como en lo alto de barrancos, se agrupan formando pequeños complejos. Estas agrupaciones, o majadas, se nos muestran como un palimpsesto de estructuras de diferentes épocas que se han sucedido a lo largo del tiempo en torno a un mismo espacio donde el pastoreo queda representado como proceso de larga duración y donde, en ocasiones, podemos encontrar también monumentos megalíticos.
3. ARQUEOLOGÍA EN EL PNVO 3.1. Trabajos previos La Arqueología en espacios de alta montaña del Pirineo ha estado muy unida desde sus inicios al megalitismo, probablemente por su carácter más monumental y visible frente a los abrigos y estructuras pastoriles que solo han cobrado protagonismo en la investigación durante las dos últimas décadas. El PNVO y, especialmente, la cuenca del Aragón Subordán, han sido las principales zonas del Pirineo aragonés en las que se investigaron contextos megalíticos durante el siglo XX, y muy probablemente también sean de las más estudiadas en la totalidad de la cordillera. Martín Almagro Basch, durante los veranos de 1934, 1935 y 1944, y Antonio Beltrán Martínez entre 1951 y 1953, fueron los primeros en identificar y excavar monumentos prehistóricos en el valle del Aragón Subordán, si bien sus intervenciones se centraron en buscar (infructuosamente por lo general) restos de cultura material sin prestar apenas atención al proceso documentación, por lo que la información que nos han legado no es de demasiada calidad (Almagro Basch, 1942, 1944; Beltrán Martínez, 1954, 1956). Dos décadas más tarde, entre 1972-1974 y, posteriormente, en 1987 y 1988, se llevarían a cabo los primeros programas de investigación sistematizada a lo largo del
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valle de la mano de Teresa Andrés Rupérez, ordenándose al fin los monumentos e identificándose algunos nuevos, tanto en zonas bajas como en zonas altas. Estos proyectos condujeron también varias excavaciones, por primera vez con metodología científica y publicadas con cierto nivel de detalle (Andrés Rupérez, 1988, 1992; Andrés Rupérez et al., 1989; Navarro Chueca, 1989). El resto de valles del PNVO no han recibido atención arqueológica más allá de hallazgos puntuales. El único proyecto relevante fue el realizado a finales del siglo pasado en la cabecera del barranco de Igüer (Aísa) con la excavación parcial del dolmen de Cubilar del Barranco I, que nos ha legado la única datación publicada de este tipo de contextos en el Pirineo aragonés (Pérez Arrondo y Martínez Bea, 2004). Más allá de los investigadores, los aficionados a la montaña y, en concreto, la asociación Hilharriak, han sido actores fundamentales también a la hora de conocer el megalitismo del PNVO y del Pirineo en general. Este colectivo lleva décadas peinando la cordillera en busca de monumentos megalíticos y elaborando su propio catálogo con centenares de elementos inventariados (Millán San Emeterio, 2010). Desde que Teresa Andrés concluyera con sus investigaciones en el PNVO los miembros de la asociación han identificado varias decenas de monumentos nuevos.
3.2. Paisajes Monumentales en los Valles Occidentales Los programas de investigación sobre el megalitismo del PNVO finalizaron en la década de 1980 y, con ellos, prácticamente también lo hizo la investigación de este fenómeno en la cordillera hasta el día de hoy. Desde un punto de vista teórico-metodológico, esto supuso que el megalitismo pirenaico permaneciera al margen de la irrupción de la Arqueología del Paisaje durante los 90, habiéndose mostrado esta como un marco de investigación especialmente revolucionario para interpretar monumentos megalíticos. Vistas estas carencias, en 2016 nos planteamos la necesidad de investigar el megalitismo pirenaico desde la Arqueología del Paisaje, centrándonos en la cuenca del Aragón Subordán en un principio (Canosa-Betés et al., 2018) y, comprobado su potencial, extendiéndonos al resto del PNVO después. El objetivo principal del proyecto es estudiar la configuración y funcionamiento de los paisajes monumentales (ver epígrafe 4.2.) del parque e integrarlos dentro de los procesos de territorialización y apropiación simbólica del espacio altimontano que estarían llevando a cabo los grupos humanos durante el largo periodo en que fueron levantando los monumentos megalíticos.
3.3. Prospecciones 2016-2019 Como parte del proyecto de investigación en curso, durante los veranos de 2016, 2018 y 2019 hemos llevado
Sesión 1 a cabo campañas de trabajo de campo por el PNVO orientadas a completar el catálogo de monumentos prehistóricos del parque. Dada la extensión del área de estudio y lo dificultoso que puede resultar transitarla, la prospección debía de ser lo más dirigida posible para optimizar recursos de tiempo y energías. Así, antes de ir al campo elaboramos una serie de capas SIG donde incluimos todos los puntos a visitar y, en cada salida, estudiamos bien los itinerarios a seguir con una serie de objetivos cada día. Nuestra principal fuente de información para elaborar estas capas fue el catálogo de Hilharriak, al incluir tanto los sitios presentes en el inventario del Gobierno de Aragón como aquellos descubiertos por ellos. No obstante, la totalidad del área de estudio fue sometida a labores de teledetección por fotografía aérea y LiDAR, a partir de los cuales se señalaron varios posibles monumentos, así como otras estructuras de valor patrimonial.
Una vez marcados todos los puntos, pudimos llevar a cabo la prospección. El trabajo de campo consistió básicamente en visitar, georreferenciar y documentar todos los monumentos y puntos de interés que teníamos anotados, además de hacer comprobaciones en el terreno sobre el tipo de entorno en que están ubicados, sus condiciones de visibilidad y posibles relaciones con el paisaje. Además de la pertinente documentación fotográfica, de cara a la planimetría tanto individual como en conjunto de los monumentos, se han realizado modelos fotogramétricos a pie y con dron. Adicionalmente, y si el estado de conservación lo ha permitido, también se han realizado mediciones arqueoastronómicas de los dólmenes. Como resultado, al finalizar la campaña de 2019 teníamos una muestra de estudio de más de 100 monumentos prehistóricos en el PNVO (Fig. 3) de los cuales 52 no
Figura 3. Monumentos prehistóricos catalogados actualmente en el PNVO.
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Figura 4. Relación de puntos visitados durante las prospecciones indicando si se trató o no de un monumento prehistórico estaban presentes hasta entonces en el catálogo del Gobierno de Aragón (Fig. 4). De estos últimos, la gran mayoría habían sido localizados por Hilharriak. Junto a los monumentos, y de cara a futuras fases del proyecto, hemos documentado también otras estructuras y espacios del PNVO, la gran mayoría relacionadas con el pastoreo pero también de tipo militar, tanto de época moderna como del siglo XX.
4. RESITUANDO EL MEGALITISMO EN LA PREHISTORIA PIRENAICA 4.1. Contexto arqueológico. La prehistoria pirenaica del siglo XXI Si antes decíamos que los proyectos de investigación sobre el megalitismo casi habían desaparecido del Pirineo durante las últimas tres décadas y que no se había podido aprovechar el impulso de la Arqueología del Paisaje, todo lo contrario ha pasado con otro tipo de contextos arqueológicos de la alta montaña pirenaica,
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especialmente los espacios de hábitat, que durante los últimos 20 años han cobrado un enorme protagonismo hasta entonces inexistente a raíz de numerosos proyectos de Arqueología del Paisaje con óptica diacrónica desarrollados en diferentes puntos de la cordillera (Le Couédic et al., 2016). Así, durante este periodo de tiempo hemos sido testigos de un creciente interés por entender la formación de los paisajes altimontanos como un proceso de larga duración. Para ello, se han desarrollado ambiciosos programas de investigación que combinan sondeos en muchas estructuras y mediciones paleoambientales con el objetivo de obtener una biografía del poblamiento humano de estos paisajes desde la prehistoria hasta nuestros días. Estos proyectos, junto a intervenciones en espacios concretos como las cuevas de Els Trocs (Rojo Guerra et al., 2014) o Coro Trasito (Gassiot Ballbè et al., 2018) nos permiten imaginar la vida de las comunidades pirenaicas durante la Prehistoria a un nivel inalcanzable hace apenas unos años.
Sesión 1 Paralelamente, durante este periodo la paleoecología pirenaica también ha tenido un gran desarrollo. Con mayor o menor grado de colaboración con arqueólogos, estos trabajos nos han permitido hacernos a la idea del largo proceso de antropización de la montaña pirenaica hasta nuestros días, el impacto limitado que las sociedades prehistóricas tuvieron sobre el medio natural y el paisaje vegetal en que estas habitaban (buenas síntesis en Galop et al., 2013; García-Ruiz et al., 2015). De ambas líneas de investigación podemos inferir los contextos sociales y ambientales en los que las comunidades humanas levantaron y mantuvieron estos monumentos durante un periodo de más de tres milenios que abarcaría desde los primeros dólmenes del Neolítico Final hasta los círculos de piedra protohistóricos. Así, estaríamos hablando de grupos humanos no muy numerosos, con una economía agro-pastoril pero con presencia todavía de la caza y recolección y con un importante grado de movilidad atestiguado desde comienzos del Neolítico (Mazzucco et al., 2014). Estas comunidades estarían presentes de forma estacional en zonas de alta montaña, siendo el pastoreo la principal actividad económica sin descartar la presencia de agricultura si las condiciones lo permitían. La vida cotidiana se desarrollaría en entornos muy forestados, con la posible presencia también de espacios abiertos ganados al bosque de forma intencional como los identificados en los alrededores de las cuevas de Els Trocs y El Sardo (Gassiot Ballbè et al., 2017: 93).
4.2. Situando los Paisajes Monumentales Pese al número de programas destinados a escribir la historia de las sociedades humanas en la cordillera y sus interacciones con el medio natural, ninguno ha destinado especial interés al papel de los monumentos megalíticos en la humanización del paisaje altimontano. Únicamente el proyecto de la UPV-EHU en la Sierra de Aralar, fuera del Pirineo pero muy cercano en distancia y objetivos científicos, ha prestado atención a esta cuestión con la excavación de varios dólmenes y círculos (Agirre-García et al., 2018). Los monumentos megalíticos son, sin embargo, un registro muy visible, relativamente fácil de caracterizar y básico a la hora de entender el cambio de actitud de los seres humanos hacia la naturaleza y el espacio que habitaban. Así, la irrupción de los primeros dólmenes durante el Neolítico Final puede ser vista como la materialización de la separación entre cultura y naturaleza y la transformación del “entorno” en “territorio”, proceso que habría comenzado a experimentarse en las sociedades productoras de este periodo (Criado Boado, 1993; Hernando, 2002). La forma de verse en el mundo y la actitud del ser humano hacia la naturaleza, que tradicionalmente habría sido de igualdad, considerándola sagrada y sin realizar sobre ella ningún cambio de carácter permanente,
habría cambiado en estas sociedades productoras. Las intervenciones sobre la naturaleza serían de mayor envergadura e intensidad con la apertura de espacios para la agricultura y la ganadería, y la dependencia de los recursos proporcionados directamente por la naturaleza sería menor. Este cambio hacia una actitud activa con el medio natural vendría parejo a cambios en la organización social de los grupos humanos y la visión del entorno como un recurso explotable. En este contexto, los monumentos megalíticos formarían parte de un proceso de apropiación simbólica del paisaje a partir de los miembros difuntos de una comunidad que, enterrados en las cámaras megalíticas, estarían legitimando el derecho de los miembros vivos de su linaje a explotar ese territorio. Los monumentos megalíticos estarían configurando lo que denominados como Paisaje Monumental, un paisaje construido a partir de monumentos, es decir, hitos y puntos clave que, de acuerdo con un sistema de valores específico, ordenan el espacio y regulan la experiencia de aquellos que lo transiten mediante la transmisión de ideas más o menos complejas (Criado Boado, 1993: 35–38). El vehículo de esta transmisión simbólica es principalmente la percepción visual del propio monumento por lo que tanto la forma como la ubicación del mismo responden a una estrategia de visibilidad determinada pensada para adecuar su percepción a unos fines específicos (Criado Boado, 2012: 285). Esta definición general de Paisaje Monumental aplica, en el caso pirenaico, al largo periodo de tiempo en el que se levantaron y mantuvieron los dólmenes pero también para más adelante, mientras se hiciera lo propio con los círculos de piedras. Las lógicas sociales y la racionalidad detrás de ellos serían, probablemente, muy diferentes entre ambas formas de monumentalidad, ya no únicamente por sus diferencias morfológicas y cronológicas, sino también por tratarse de tumbas colectivas e individuales respectivamente, por lo que quizá podríamos plantearnos también si existieron diferentes estrategias a la hora de monumentalizar el paisaje en cada momento histórico. Las relaciones de proximidad entre monumentos megalíticos y lugares concretos tales como caminos o collados han sido observadas prácticamente desde los inicios de la investigación arqueológica tanto en el Pirineo como en otros espacios de montaña y es algo que, a día de hoy, tiende a darse por supuesto. Sin embargo, se trata de un fenómeno que no ha sido estudiado con detenimiento. Estudiar la configuración de los Paisajes Monumentales de la cordillera y, más en concreto, del PNVO puede servir, a nuestro entender, para mejorar lo que sabemos sobre el modo en que tuvo lugar la humanización de la montaña pirenaica. Prestar atención al tipo de espacios que fueron monumentalizados y las estrategias de visibilidad llevadas a cabo nos pueden informar sobre el desarrollo de los procesos de territorialización y la apropiación simbólica del paisaje y, combinado con la información que tenemos de otras fuentes, la racionalidad que pudiera estar detrás de estos procesos.
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5. CONCLUSIONES Los monumentos megalíticos son elementos fundamentales y reconocibles de diferentes etapas de la prehistoria pirenaica. En algunos territorios como el PNVO la presencia de estos monumentos es verdaderamente alta, estando distribuidos casi por todos los rincones y mostrándonos el interés de las sociedades prehistóricas por marcar y dar un significado a los territorios que habitaban durante parte del año. El proceso social de levantar estos monumentos y configurar los denominados Paisajes Monumentales está relacionado con la forma de verse en el mundo y la actitud frente al medio natural por parte de las sociedades que los construyeron. En este trabajo hemos expuesto brevemente las posibilidades que tiene estudiar la configuración de los paisajes monumentales para enriquecer el conocimiento de las sociedades del pasado. Durante los próximos años, el objetivo fundamental de este proyecto será estudiar pormenorizadamente, a través de análisis espacial y observación en campo, el funcionamiento de la monumentalidad en el PNVO e interpretar los resultados en el contexto de unas sociedades agro-pastoriles que solo habitarían la alta montaña durante una parte del año y que desarrollarían su vida en unos entornos densamente vegetados, con todas las implicaciones que eso pudiera tener a la hora de condicionar la visibilidad, la movilidad y los aspectos simbólicos de su cotidianeidad. En definitiva, consideramos que el estudio de los Paisajes Monumentales del PNVO servirá para enriquecer la prehistoria pirenaica dotando al relato actual, que tanto se ha venido desarrollando en los últimos años, de un marco simbólico en el que desarrollar su historia.
AGRADECIMIENTOS Agradecer a todas las personas de la val d’Echo que nos han prestado ayuda durante esta primera fase del proyecto; a Gema Fondevila, Marta Marín y Antonio Martínez. Agradecer también a la asociación Hilarriak, sin cuyo catálogo esto hubiera sido imposible, y en concreto a Alfonso Martínez por haber hecho de representante. Y por último también al Instituto Pirenaico de Ecología de Jaca (IPE-CSIC) por su hospitalidad cediendo recursos para el correcto desarrollo de la prospección este último verano.
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Sesión 1 almacenaje prehistóricas en la cueva redil de Coro Trasito (Tella-Sin, Huesca). En II Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA). 9 y 10 de Noviembre de 2017 (J. I. Lorenzo Lizalde y J. M. Rodanés Vicente, eds.), Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Zaragoza, pp. 41–48. Hernando, A. (2002): Arqueología de la Identidad. Akal, Madrid. Lasanta, T. y S. M. Vicente-Serrano (2007): Cambios en la cubierta vegetal en el Pirineo aragonés en los últimos 50 años. Pirineos, 162: 125–154. Le Couédic, M., C. Rendu, D. García Casas, E. Gassiot Ballbè, C. Calastrenc, et al (2016): Comparer et modéliser les sites, les territoires et les systèmes pastoraux pyrénéens dans la diachronie: présentation et premiers résultats du projet collaboratif DEPART. En Pays Pyrénéens et Environnement. Fédération historique de Midi-Pyrénées - Société Ramond Parution, pp. 321– 338. Mazzucco, N., D. Ortega Cobos, I. Clemente Conte, E. Gassiot Ballbè, V. Baldellou Martínez, et al (2014): Pautas de movilidad en el Pirineo Central durante el Neolítico Antiguo: una aproximación a partir de los recursos líticos. En Sobrarbe Antes de Sobrarbe. Pinceladas de Historia de Los Pirineos (I. Clemente Conte, E. Gassiot Ballbè y J. Rey Lanaspa eds.). Centro de Estudios de Sobrarbe, pp. 104–126. Millán San Emeterio, L. (2010): La prospección de monumentos megalíticos en Euskal Herría y provincias limítrofes (Altos Pirineos, Bearn, Burgos, Huesca, La rioja y Zaragoza). En Actas Del Congreso Internacional Sobre Megalitismo y Otras Manifestaciones Funerarias Contemporáneas En Su Contexto Social, Económico y Cultural. Munibe. Suplemento. Sociedad de Ciencias Aranzadi, Donostia, pp. 516–533. Navarro Chueca, F. J. (1989): El megalitismo en la cuenca alta del río Aragón Subordán (Prospecciones 1987-1988). Bolskan, 6: 59–84. Pérez Arrondo, C. y M. Martínez Bea (2004): Investigaciones sistemáticas en torno a los grupos megalíticos en el Alto Valle de Aísa (Jacetania, Huesca). Los trabajos de 1998/2000. Saldvie: Estudios de prehistoria y arqueología, 4: 407–415. Pujadas Muñoz, J. J. y D. Comas d›Argemir (1994): Estudios de antropología social en el Pirineo aragonés. Departamento de Educación y Cultura. Gobierno de Aragón, Zaragoza. Rojo Guerra M, H. Arcusa Margallón, L. Peña Chocarro, J. I. Royo Guillén, C. Tejedor Rodríguez, et al (2014): Los primeros pastores trashumantes de la Alta Ribagorza. En Sobrarbe Antes de Sobrarbe. Pinceladas de Historia de Los Pirineos (I. Clemente Conte, E. Gassiot Ballbè y J. Rey Lanaspa eds.). Centro de Estudios de Sobrarbe, pp. 127–151.
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Sesión 1
1.6. ANÁLISIS DE PIGMENTOS DEL ABRIGO DE CABRAS BLANCAS (TORMÓN, TERUEL) ANALYSIS OF PIGMENTS OF THE ROCKY SHELTERS OF CABRAS BLANCAS (TORMÓN, TERUEL) Víctor M. Orera Clemente †1, Manuel Bea Martínez2, José Luis Peña-Monné3 y Pilar Utrilla Miranda2 Dpt. Física de la Materia Condensada, Universidad de Zaragoza Área de Prehistoria, Dpt. Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza 3 Dpto. de Geografía y Ordenación del Territorio, Universidad Zaragoza 1
2
Autor de contacto/Contact author: Manuel Bea Martínez, manubea@unizar.es
RESUMEN El abrigo de Cabras Blancas (Tormón) fue descubierto por M. y K. Bader en 1981. Es uno de los conjuntos rupestres más destacados de la Sierra de Albarracín por la temática contenida (escena de caza de cápridos), la variedad del estilo de las representaciones (naturalista y grácil para los zoomorfos y muy estilizado, de tendencia esquematizante, para los antropomorfos), su distribución en el abrigo (techo) y por el color blanco empleado en su confección. Estas características han centrado los estudios realizados sobre el conjunto (Collado et al., 1991-1992; Bea y Angás, 2015; Peña y Longares, 2015) así como las referencias al mismo (Beltrán, 1993; Utrilla, 2000). Recientemente se ha llevado a cabo la toma de muestras de algunos conjuntos rupestres de la serranía de Albarracín, presentándose en esta comunicación los resultados obtenidos para el abrigo de Cabras Blancas. El objetivo del trabajo es conocer la composición y morfología tanto del pigmento blanco como del sustrato negro así como determinar la presencia de materia orgánica que permita obtener una datación del panel. Para el análisis de las muestras se ha recurrido a la microscopía óptica, espectrometría Raman, microscopía electrónica de barrido de emisión de campo (FE-SEM) y análisis de energía dispersiva de rayos X (EDX). Los resultados preliminares permiten sustentar una caracterización muy diferente para soporte y pigmento así como de la propia micromorfología de las superficies en ambas áreas. De interés resulta la asociación de carbón vegetal al soporte sobre el que se realizaron las pinturas así como la posibilidad de establecer posibles afecciones naturales y antrópicas que puedan determinar la evolución compositiva de los pigmentos y su conservación a lo largo del tiempo. PALABRAS CLAVE: Arte Levantino; Pigmentos; Microscopía óptica; Raman; FE-SEM; EDX.
ABSTRACT Cabras Blancas rock art shelter was discovered by M. and K. Bader in 1981. Is one of the most remarkable sites in the Mountain range of Albarracín attending to the topic (hunting scene), style diversity (naturalistic for the animals motifs and stylized for human ones), their distribution in the shelter (ceiling) and also by the white colour used. These characteristics have focused the studies carried out on the site (Collado et al., 1991-1992; Bea y Angás, 2015; Peña y Longares, 2015) as well as some references on it (Beltrán, 1993; Utrilla, 2000). Some samples from different rock art sites in the Mountain range of Albarracín were analyzed. On this paper we present those results obtained for Cabras Blancas shelter. The main goal on this study is to define the morphology and composition both of the white pigment and the black substratum as well as to determine the organic material in order to try to date the panel. On this study we have used optic microscopy, Raman spectroscopy, Field Emission Scanning Electron Microscopy (FE-SEM) and Energy Dispersive X-ray Spectroscopy (EDX). Preliminary results point out a very different characterization for pigment and substratum and also for the surface micromorphology on both areas. The connection between the charcoal and the substratum where paintings were done is interesting as well as the possibility to establish natural and anthropic agents that could determine the compositive evolution of the pigments and their preservation throughout time. KEYWORDS: Levantine rock art; Pigments; Optic microscopy; Raman; FE-SEM; EDX.
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Figura 1. FotografĂa del panel 1 del abrigo de Las Cabras Blancas (TormĂłn, Teruel).
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN Aunque el inicio de la investigación sobre arte rupestre en el término de Tormón comienza en 1926 de la mano de H. Obermaier y de H. Breuil, centrándose en los conjuntos de Cerrada del Tío José (o del Tío Jorge) y en Ceja de Piezarrodilla (Obermaier, 1926, 1927; Obermaier y Breuil, 1927), el abrigo de las Cabras Blancas (Tormón) no sería descubierto hasta mucho después. En 1981, M. y K. Bader comunican su existencia a M. Almagro mediante una carta exponiendo, de forma escueta, la localización del conjunto y adjuntando un croquis general con su ubicación, publicándose una breve nota acerca del conjunto ese mismo año (Bader et al., 1981). Sin embargo, no se pudo acceder al mismo hasta que, de forma fortuita, el panel decorado fue re-descubierto por un grupo de escolares que realizaba una acampada en el cercano Prado de la Casa Forestal de Tormón (Fig. 2). Desde ese momento se acometen los primeros trabajos de documentación y estudio de las pinturas por parte del equipo dirigido por O. Collado (Collado et al., 1991-1992) en el que se definen dos paneles con restos pictóricos, siendo el principal el que contiene la representación escénica compuesto por cápridos y antropomorfos y quedando, separado del primero, un segundo panel con la representación de un arquero en color rojo. Con posterioridad las referencias al abrigo se reducen a meras alusiones referidas a la coloración blanquecina de los motivos del panel principal (Beltrán, 1993, 1995; Utrilla, 2000; Picazo y Rodanés, 2019). En 2012 se llevó a cabo un proyecto multidisciplinar para el estudio integral de los conjuntos rupestres declarados Patrimonio Mundial de Tormón, financiados por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales. Dichos trabajos contemplaron la documentación fotográfica exhaustiva de las estaciones decoradas, documentación geométrica (mediante láser escáner y escáner de luz blanca estructurada), excavación al pie (Melguizo et al., 2012) y estudio alterológico de los abrigos (Peña-Monné y Longares, 2012). En referencia al contexto artístico post-Paleolítico de la serranía de Albarracín ya se ha destacado su consideración como una verdadera “excepcionalidad de un arte rupestre interior” (Martínez Bea, 2005, 2008), afirmando que sus conjuntos poco tienen que ver con las habituales características del arte Levantino atendiendo al color, dimensiones, convenciones… (Collado, 1990: 4; Beltrán, 1995: 291). En esta línea, conviene referir la concepción totalmente diferente en cuanto a estilo e incluso distribución (geográfica de los abrigos y localización de los motivos dentro de los abrigos) de la realidad artística observada en la zona. Así, se observa una tendencia, aunque no consecución plena, hacia un naturalismo en la representación de los zoomorfos, contrastando abiertamente con las convenciones estilísticas empleadas en la figura humana, mucho más estilizada, aunque esa diferenciación estilística no sugiere una cronológica de manera que, como ya se han destacado en otros trabajos,
Figura 2. Mapa de localización del abrigo de Cabras Blancas.
pueden aparecer conformando escenas debiendo de haber sido “pintados en el mismo momento y respondiendo al mismo propósito” (Beltrán 1995: 293). Asimismo, la coloración blanquecina de muchos de los motivos, tan característica de los conjuntos de Albarracín, Bezas y Tormón, no debería explicarse como la búsqueda del contraste con la tonalidad rojiza del rodeno, ya que existen conjuntos rupestres en la zona con motivos en rojo, pardo, carmín o anaranjado cuya visibilidad no desmerece. Así pues, el uso del color blanco (con variaciones tonales) parece obedecer a consideraciones simbólicas o sociales de carácter regional de los grupos que llevaron a cabo esas manifestaciones. Es en este contexto general en el que se enmarca el conjunto rupestre de las Cabras Blancas. El abrigo se abre en una formación de areniscas de la facies Buntsandstein, compuesta por arenas, gravillas y gravas procedentes de la erosión del macizo paleozoico ibérico (Hernández y Olivé, 1983) definiéndose como un castle koppie formado por un conjunto de tres bloques apilados con un voladizo generado por el bloque intermedio que le otorga una morfología en buzamiento de unos 15º (Peña-Monné y Longares, 2012). Los bloques referidos configura una especie de pequeña cavidad, en forma de cuña, de unos 5 m de profundidad en cuyo interior se localizan dos sectores decorados: uno en la pared derecha, donde se advierte una única representación de arquero estilizado de color rojo, y el panel principal, en un saledizo a un metro del suelo en el que se configuró una espectacular escena cinegética compuesta por, al menos, 14 unidades gráficas en las que se observan cápridos y antropomorfos (Bea y Angás, 2015; Bea, 2019: 340) (Fig. 3).
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2. METODOLOGÍA El objetivo del análisis se centró en la descripción de la composición y morfología tanto del pigmento blanco como del soporte y sustrato negro sobre el que fue aplicado. Para ello se tomaron dos muestras, una CB1 corresponde al fondo negro y otra CB2 de la pintura blanca (Fig. 3). En primer lugar las muestras de menos de 1 mm2 de superficie, se montaron en unos soportes utilizados en las medidas de microscopía electrónica tal como han sido extraídas, sin ningún tratamiento ni procesado posterior.
Figura 3. Calco digital del panel principal del abrigo de Cabras Blancas con indicación de las zonas de extracción de las muestras.
Figura 4. 1) Imagen obtenida con la lupa de muestra CB1 correspondiente a la capa exterior de la zona no pintada del panel; 2) Imagen tomada con un FESEM y electrones secundarios de cara exterior de la muestra CB1.
La morfología de las muestras a escala de decenas de micras se estudió con una lupa. La microscopía óptica y la microscopía Raman (mR) fueron utilizadas para el estudio de la microestructura y composición de las muestras. Para estos estudios hemos utilizado un equipo Raman en geometría de backscattering acoplado a un microscopio óptico con objetivos de x5, x10, x50, x50lf y x100. El espectrómetro Raman (Modelo XY, DILOR, Lille, France) con un detector CCD trabaja con limitación de campo (pseudoconfocal). En este caso usamos excitación con laser de Ar emitiendo en el verde (λ=514.5 nm,) y con una potencia en la muestra menor de 25mW. Se ha medido un intervalo entre 80 y 2600 cm-1 y utilizado la línea en 520 cm-1 de un cristal de Si para calibrar las posiciones de las bandas.
En las Figs. 4 y 5 mostramos la imagen FESEM de la muestra con electrones retrodispersados. La figura 6.1) muestra la imagen ampliada correspondiente a la zona señalizada en la Fig. 5.2) En ella observamos multitud de inclusiones de aspecto fibroso, alargadas de longitud variable hasta de 30 µm. Hemos realizado análisis cuantitativos EDX en tres sitios. En particular en unas fibras largas de aspecto orgánico de unos 15 µm de longitud en el centro inferior (sitio 2, fig. 6.2) donde el gran tamaño de estas fibras permite realizar un análisis composicional de las mismas mediante EDX sin contaminación del entorno cuyos resultados se muestran en el mapas de concentración en la Fig. 6.2).
3. RESULTADOS 3.1. Fondo negro del panel En las Figs. 4.1 y 4.2 vemos imágenes de microscopio óptico y de FESEM con electrones secundarios que muestran la morfología de la muestra estudiada. De las dos imágenes se deduce una morfología para la superficie exterior de la roca en forma de eflorescencias tipo “coliflor” recubiertas por una pátina negra y de 50-100 µm de espesor que cubren toda la superficie.
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Observando los mapas de concentración obtenidos mediante EDX se infieren varias correlaciones espaciales entre los elementos químicos detectados. El C, Ca y Mg, este último presente en muy baja concentración, podrían corresponder a la caliza que sería el componente mayoritario de las eflorescencias observadas y que constituiría la base del sustrato sobre el que se ha depositado la costra negra. Hay una clara correlación entre el Al y el Si en algunos sitios acompañados de K en proporción variable. Así pues, las partículas bien definidas con alta concentración de Si y Al (Figs. 6.1 y
Sesión 1
Figura 5. Imágenes FESEM de muestra CB1 tomadas con electrones retrodispersados. 1) La misma área que en figura 5. 2) zona señalizada en figura 5 ampliada.
Figura 6. Imágenes FESEM de la zona de la muestra CB1 señalizada en la figura 6 1). Imagen con electrones retrodispersados. 2) Mapa EDX mostrando la concentración de carbono en el que se señalan los puntos y área en que se realizaron los análisis cuantitativos de concentración de elementos.
6.2) serían arcillas. Las otras partículas ricas en Si y sin otros cationes asociados serían cuarzo. Como veremos también en la sección 2.2, mica, cuarzo y calcita junto con óxidos de hierro constituyen la roca base del panel.
Tabla 1. Resultados cuantitativos (en at.%) de los análisis EDX realizados en el punto 2 y en el área 3 de la figura 4 B). Hay que advertir que solo se muestran iones con concentraciones significativas.
La partícula que aparece brillante en la imagen (sitio 1) da la mayor concentración de Fe. El análisis elemental de ese sitio nos indica que la partícula pudiera ser de un óxido de hierro. Es también muy destacable la composición de las partículas fibrosas. El sitio 2 da una composición muy rica en C (58 at% en el punto analizado) y concentran la única presencia significativa de N, Na y Cl en la muestra (13.3, 1.23 y 1 at% respectivamente). Asimismo contienen O y tienen una concentración pequeña de Si, S Al y K. La presencia de N apunta hacia algún componente orgánico. La concentración de C es típica del carbón vegetal (Kundu et al., 2015). El análisis elemental del área 3 volvería a indicar la presencia mayoritaria de CaCO3, silicatos de aluminio y un exceso de C que pudiera estar asociado con la capa de color negro que recubre la pared.
Site
C
N
O
Na
Mg
Al
Si
S
Cl
K
Ca
Fe
2
57.81
13.31
20.14
1.23
0.07
0.39
0.77
0.79
1
0.48
3.93
0.08
3
22.32
0.21
1.82
3.42
0.16
0.17
0.48
14.12
0.41
56.88
Lamentablemente, los experimentos Raman en esta muestra no han dado señales fiables debido a la presencia de un gran fondo de luminiscencia cuando excitamos con láseres emitiendo en el visible. Por ello no podemos aventurar la composición de la capa carbonosa de color negro. El aspecto pudiera apuntar hacia que estuviera formada por breas resultantes de la quema de resinosas, muy abundantes en el entorno de la cueva. Nos queda por probar si excitando con láseres en el IR pudiéramos obtener espectros Raman de calidad. 3.2. Pintura blanca En la figura 7 mostramos la imagen óptica de la muestra CB2 obtenida con el microscopio óptico. Sobre el sustrato rocoso que presenta vetas rojizas típicas del rodeno
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aparecen manchas negras y sobre ellas algunos trozos blancos más o menos difusos. La superficie no presenta eflorescencias en forma de coliflores como ocurría en la muestra CB1 obtenida en otra parte del panel en la que no hay pinturas blancas. La impresión es que se ha pintado sobre el fondo negro en esta zona del panel que presenta superficie lisa. Como luego veremos esta zona de la roca es muy rica en cuarzo mientras que en la otra zona del panel las eflorescencias son de calcita.
Figura 7. Imagen obtenida con el microscopio óptico y objetivo x5 de muestra CB2. Las manchas blancas son de dos tipos. Dos bien definidas y de aspecto vítreo nacarado que aparecen en la parte inferior de la figura 7 contrastan con otras de color más tenue y con multitud de pequeñas partículas blancas que aparecen por toda la superficie. Para estudiar la composición de la superficie se han obtenido espectros Raman en 12 puntos de la misma con una resolución espacial de unas 4µm2. Cinco compuestos diferentes han sido identificados. Los espectros Raman característicos de estos compuestos se dan en las figuras 8.1, 8.2, 8.3, 8.4 y 8.5. Los resultados de los análisis Raman se dan en la Tabla 2. En la Fig. 8.1 presentamos el espectro Raman obtenido del punto 1 en la mancha blanca de la parte inferior de la muestra. Sobre un fondo debido a fluorescencia encontramos un pico ancho e intenso en 1018 cm-1 característico del muy activo modo n1 del CaSO4 acompañado de picos menos intensos en 675, 626, 608, 498 y 416 cm-1 que identifican a los cristales de anhidrita, CaSO4 (Burgio et al., 2001). La anhidrita es un típico pigmento blanco transparente que se obtiene por deshidratación del yeso o bien directamente de yacimientos salinos. En la Fig. 8.2 presentamos el espectro obtenido en el sitio 2, una partícula blanca situada fuera de la gran mancha (ver figura 7). El espectro consiste en un pico muy intenso en 143 cm-1 y tres más débiles en 396, 516 y 639 cm-1 que indudablemente corresponden a la anatasa, una fase estable pero poco frecuente del TiO2 (Burgio et al., 2001) y que no forma
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Figura 8. Espectros Raman: 1. Cristal de yeso; 2. Cristal de anatasa; 3. Cristal de cuarzo; 4. Cristal de calcita; 5. Cristal de rutilo.
Sesión 1 parte de la base rocosa del panel. La figura 8.3 muestra el espectro obtenido en el sitio 3. En esta zona del borde de la mancha blanca el microRaman ha detectado una partícula de cuarzo con los típicos modos más intensos del SiO2 en 131, 209 y 465 cm-1 (Burgio et al., 2001). El cuarzo forma parte de la base rocosa del panel. El espectro en la figura 8.4 con modos en 1083, 712, 281 y 154 cm-1 es típico de un cristal de calcita, CaCO3, que también forma parte de la base rocosa del panel (Burgio et al., 2001). El espectro en figura 8.5 con modos en 610.5, 443.5, y 236 cm-1 es típico de un cristal de rutilo, TiO2, que no forma parte de la base rocosa del panel (Burgio et al., 2001). Este espectro corresponde a una partícula de Fe y rutilo probablemente asociada al proceso de cerramiento del yacimiento. En la tabla 2 presentamos las fases cristalinas encontradas en los sitios indicados en la figura 7 a partir de las medidas Raman. Por lo tanto podemos concluir que la pintura se ha realizado sobre una base de roca que contiene cristales de cuarzo y calcita. El pigmento blanco contiene anhidrita, CaSO4, y quizás anatasa como impureza. A continuación estudiamos la microestructura de la muestra utilizando técnicas de Microscopía Electrónica. En la figura 9 mostramos la imagen FESEM de la muestra CB2 tomada con electrones retrodispersados. En la imagen ampliada 9.1 observamos la microestructura porosa de la zona inferior que contiene las manchas blancas más intensas (ver figura 7) y otras de menor espesor donde el color blanco está más diluido. Hemos analizado por EDX cuatro zonas significativas y los resultados se compilan en la Tabla 3.
Figura 9. Imágenes FESEM tomadas con electrones retrodispersados. 1) Muestra CB2. 2) zona señalizada en figura 8.2 ampliada en la que se indican los puntos en que se realizaron los análisis EDX.
Tabla 2. Resultados cualitativos de los análisis mR realizados en 12 puntos de la muestra CB2. Muestra
Descripción morfológica
Fases de cristal
1
Centro del punto blanco grande
Anhidrita
2
Crystallite blanco
Anatasa
3
Border of big white spot
Cuarzo
4
Sustrato
Calcita
5
Sustrato
Cuarzo
6
Sustrato
Cuarzo
7
Límite del punto blanco grande
Anatasa
8
Punto blanco grande
Rutilo
9
Punto blanco grande
Cuarzo
10
Centro de punto blanco pequeño
Anhidrita + Cuarzo
11
Límite del punto blanco pequeño
Cuarzo
12
Punto blanco superficial
Anatasa + Calcita
Tabla 3. Resultado numéricos de los análisis EDX realizados en las áreas 1, 2 y 3 y en el punto 4 de la figura 7b). Solo se muestran iones con concentraciones significativas. No se cuantifica el C. Site 1 2 3 4
O 66.38 67.08 60.17 34.77
Mg 0.43
Al 2
1.03
5.67 0.64
Si 3.21 32.72 18.29 1.76
S 12.66
Cl
K 0.78
0.44
0.42
0.74 0.22
Ca 14.15 0.08 1.37
Ti
0.77
Fe 0.39 0.12 11.56 61.85
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El área 1 de 60 x 25 mm2 corresponde a la gran mancha blanca. Los resultados del análisis EDX indican una composición con una fase que contiene Si, Al y K. Teniendo en cuenta la proporción entre Al y K podría indicar la presencia de muscovita, un aluminio silicato de aluminio y potasio que es una mica de fórmula KAl2 (AlSi3O10) (OH)2 que suele ser abundante en las areniscas. Este mineral no fue detectado en los experimentos de Raman (ver discusión posterior). El exceso de Si se debería al cuarzo presente en el sustrato tal como nos indicaban las medidas de Raman. Una vez descontada la contribución del silicato de Al y K existe una excelente correlación entre los elementos mayoritarios S, Ca y O en proporciones 1:1: 4 que correspondería a la presencia de anhidrita CaSO4 lo que concordaría con la observación de modos Raman asociados a este mineral. En la figura 10 se presenta imagen ampliada del área 1 en la que se pueden apreciar una mezcla de pequeños cristalitos (≈1µm) tabulares que podrían ser de anhidrita.
Figura 10. Imagen FESEM tomadas con electrones retrodispersados del área 1 de la figura 9. La partícula 2 es claramente un cristal de cuarzo que forma parte de la roca base. El análisis del área 3 es más complicado mostrando la presencia de Fe, en principio en forma de óxido, sobre una base de silicatos y cuarzo. La presencia de partículas de óxido de hierro es característica de la roca y aparecen en forma de vetas rojas que dan el color característico al rodeno. En el punto 4, sitio 8 en experimentos de Raman, hemos detectado algo de Ti y una gran concentración de Fe metálico presuntamente procedente del proceso de soldadura de la verja protectora.
4. CONCLUSIONES Tanto la técnica de microraman como el análisis EDX muestran una base rocosa en el panel consistente de cuarzo y calcita. El análisis EDX también detecta la presencia de alumino-silicato de aluminio y potasio, seguramente muscovita. Este mineral micáceo pudiera emplearse también como plastificante en la elaboración de pigmentos pero en este caso forman parte del sustrato.
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Las arcillas son muy difíciles de detectar por Raman. Estos minerales están generalmente presentes en forma de nanopartículas lo que dificulta grandemente su detección mediante técnicas ópticas. También la baja cristalinidad de estos minerales ensancha las líneas Raman dificultando su observación (Wang et al., 2015). Sobre esta base aparece una pátina negra en la zona del panel. La composición, morfología e historia de esa pátina ha de ser inferida de las medidas de FESEM y EDX pues no hemos logrado obtener buenos espectros Raman debido al intenso fondo que produce la emisión excitada por el laser que nos impide detectar señales anchas o a bajas frecuencias. La composición de la pátina negra sobre la que se realizaron las pinturas pudiera estar asociada a la utilización de carbón vegetal aunque de momento no es descartable su origen biológico que pudiera apoyar la notable presencia de Nitrógeno en las fibras de aspecto vegetal analizadas. El mayor problema con el que nos encontramos es que la concentración de Nitrógeno no está acompañada de suficiente concentración de cationes que pudieran indicar la presencia de nitratos o nitritos. Una posibilidad no descartable es que fueran breas de origen vegetal resultado de la pirolisis de maderas resinosas. La zona es muy rica en vegetación de resinosas (pino, enebro, etc.) y los frecuentes incendios de origen natural bien pudieran producir esta pátina. También pudiera ser que las breas fueran resultado de la acción humana y que fueran depositadas intencionadamente para así resaltar la pintura blanca. En contra de esta última hipótesis está el hecho de que pátinas negras de origen biológico o por humos son muy frecuentes en los abrigos de la zona y además la pátina negra se extiende por zonas del yacimiento muy extensas mientras que las pinturas están localizadas en una zona mucho menos extensa. Además, tal como indicamos en la sección 2.1, hay zonas con eflorescencias de caliza sobre las que hay una potente pátina negra y que no son utilizables para pintar. En principio nos decantamos por un origen de la pátina no relacionado con la actividad pictórica si bien esta pátina, en la zona lisa de la misma, fue aprovechada para realizar los motivos blancos. El pigmento empleado para realizar las pinturas blancas es una mezcla de yeso-anhidrita con una baja concentración de TiO2 en forma de anatasa. Con la salvedad impuesta por la posible heterogeneidad en la composición de la pintura y la pequeña zona analizada, podría descartarse la utilización de otros pigmentos blancos tales como el sulfato de bario, BaSO4 o la caliza, CaCO3, empleados en otros yacimientos próximos. La anhidrita y los óxidos de Ti podrían obtenerse de alguna veta presente en la roca en la zona próxima. Así como la anatasa es un bien conocido componente de los pigmentos blancos prehistóricos la anhidrita es menos común pues habitualmente suele encontrarse su forma hidratada que es el yeso. Nuestra hipótesis es que la pintura contiene una mezcla de distintas fases de yeso y anhidrita si bien el yeso pudiera encontrarse en fases de baja cristalinidad y por tanto con muy baja actividad Raman por lo que no
Sesión 1 lo observamos mediante esta técnica. Los experimentos EDX no permiten distinguir entre anhidrita y yeso.
Raman spectra of pigments with visible excitation. Spectrochimica Acta Part A: 57, Issue 7: 1491-1521.
La posible existencia de procesos térmicos a alta temperatura asociados a incendios pudieran darnos una explicación para la presencia de diversas fases tanto de sulfato de calcio como de óxido de titanio pero de momento esto es solo una hipótesis de trabajo.
Collado, O. (1992): Parque Cultural de Albarracín. Parques Culturales de Aragón, Itinerarios Culturales de Aragón, Gobierno de Aragón, Zaragoza, 63 pp.
AGRADECIMIENTOS Este fue uno de los últimos trabajos de Víctor M. Orera, quien llevó a cabo revisiones y comentarios hasta el último momento. Sirvan estas líneas a modo de homenaje y agradecimiento a su generoso esfuerzo. El presente trabajo se enmarca en la línea de estudio y documentación integral de arte rupestre integrada en el Proyecto MINECO HAR2017-85023-P y del Grupo de Investigación “Primeros Pobladores del Valle del Ebro” (H14-17R) (Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo).
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Sesión 1
1.7. NUEVAS PINTURAS RUPESTRES EN EL PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO (FANLO, HUESCA) NEW PAINTINGS IN THE NATIONAL PARK OF ORDESA AND MONTE PERDIDO (FANLO, HUESCA) Javier Rey Lanaspa1, Ignacio Clemente Conte2 y Ermengol Gassiot Ballbè3 Dpto. de Educación, Cultura y Deporte de la Diputación General de Aragón Arqueología de las Dinámicas Sociales, 2017SGR995. CSIC - Institución Milá y Fontanals. 3 Tecnologies Digitals per a una Arqueologia Social, 2017SGR243. Departament de Prehistòria, Universitat Autònoma de Barcelona 1
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Autor de contacto/Contact autor: Javier Rey Lanaspa, jreyla@aragon.es
RESUMEN En este artículo queremos presentar un avance de una serie de abrigos con arte rupestre que se encuentran en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, todos ellos en el municipio de Fanlo. Por el estilo de las pinturas se clasifican en arte levantino y arte esquemático. Estudiado el contexto de alta montaña en el que se encuentran todas ellas, se puede afirmar que, por su ubicación, corresponden con las pinturas rupestres más septentrionales y a mayor altitud que se conocen en la Península Ibérica. Igualmente se puede afirmar que estos abrigos con pinturas rupestres marcan un nuevo límite en mapa de dispersión del arte rupestre postpaleolítico en el que estos territorios hasta ahora quedaban al margen. PALABRAS CLAVE: Arte rupestre levantino y esquemático; Pinturas rupestres post-paleolíticas; Alta Montaña; Pirineos Centrales; Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido; Huesca.
ABSTRACT In this paper we want to present a preview of a series of places with rock art found in the Ordesa y Monte Perdido National Park, all of them belong to the municipality of Fanlo. The style of the paintings are classified in Levantine art and schematic art. Having studied the high mountain context in which all of them are found, it can be affirmed that, due to their location, they correspond to the northernmost and highest altitude cave paintings that are known in the Iberian Peninsula. We can also affirm that these coats with cave paintings mark a new limit in the dispersion map of postpalolitic rock art in which these territories were left out until now. KEYWORDS: Levantine and schematic rock art; Post-Paleolithic cave paintings; High Mountain; Central Pyrenees; Ordesa y Monte Perdido National Park; Huesca.
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Figura 1. Cierva de estilo levantino en O Lomar (Fanlo, Huesca).
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN El Grupo de Arqueología de Alta Montaña (GAAM) venimos desarrollando desde el año 2011 un proyecto de investigación en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido (en adelante PNOMP) y su área de influencia que incluye prospecciones, sondeos y excavaciones arqueológicas para documentar el origen de la presencia de grupos humanos en estas zonas de alta montaña. El territorio en el que estamos trabajando tiene unas características orográficas y climatológicas que, al menos en las zonas más altas, limitarían las actividades humanas a trabajos relacionados con la ganadería y pastoralismo estacional. De hecho, ha sido denominado como: Proyecto de estudio y difusión del pastoralismo en el bien Pirineos Monte Perdido Patrimonio Mundial. Se encuentra promovido por la Comarca de Sobrarbe y financiado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Hasta este momento hemos realizado prospecciones arqueológicas en la zona del Puerto Medio de Góriz, el entorno de la ermita de San Úrbez, junto al cauce del río Bellos, y en el entorno de la cueva de Coro Trasito en Tella-Sin. Las prospecciones han permitido catalogar más de medio centenar de lugares que corresponden con cuevas-redil, cercados, conjuntos ganaderos formados por estructuras
con diferentes funcionalidades, mallatas, recintos ganaderos, mosales, despensas aisladas, estructuras relacionadas con la guerra civil de 1936- 1939, cuevas sepulcrales, arquitectura megalítica y pinturas rupestres. La mayoría de este trabajo permanece hasta ahora inédito y tan solo se conoce un avance que se publicó en el I Congreso de Arqueología y Prehistoria Aragonesa (Díaz et al. 2016, Clemente et al. en prensa). En algunos de estos yacimientos se han realizado sondeos para la comprobación estratigráfica y la obtención de dataciones absolutas. Hasta este momento, hemos sondeado la Cueva Lobrica y los yacimientos FL008, FL009, FL011, FL031 y FL035 o Cueva Lucia, que nos han permitido documentar ocupaciones en distintos periodos de la prehistoria: Neolítico Antiguo, Bronce y Edad del Hierro. Desde el año 2013 realizamos ininterrumpidamente excavaciones arqueológicas en la cueva de Coro Trasito en Tella-Sin, donde también se ha documentado dos periodos de ocupación: uno perteneciente al Neolítico Antiguo y el más reciente a la Edad del Bronce.
2. OBJETIVOS El objetivo del presente trabajo es dar a conocer una serie de abrigos con arte rupestre que han aparecido durante estos trabajos de investigación en el Puerto Medio de Góriz y en la zona de San Úrbez.
Figura 2. Mapa con la ubicación de los abrigos con arte rupestre del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
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En el terreno que ocupa el PNOMP, según Antonio Beltrán, existen unos túmulos junto a las casas de Berges (Beltrán, 1954). Este dato, que es el primero que se conoce sobre el territorio que ocupa el Parque Nacional, es necesario tomarlo con un poco de prudencia puesto que, desde la fecha de su publicación hasta la actualidad, no disponemos de ninguna información más reciente. El primer abrigo que se registra con pinturas rupestres en el PNOMP, se conoce ya desde mediados de los ochentas (Pallares, Torra, 1986-1987). Estos autores dieron a conocer unas pinturas en el abrigo donde se encuentra la Ermita de San Úrbez, en el Cañón de Añisclo; donde vieron y documentaron dos motivos pintados en la roca, de color rojo y de tipo esquemático. Centrándonos en los abrigos con pinturas rupestres, al citado de la Ermita de San Úrbez, hay que añadir los de O Lomar, Cuevas de Lucia I y II y el de la Mallata de Puértolas, todos ellos en el término municipal de Fanlo y dentro del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido o en su área de influencia (Fig. 2).
1.- Cierva mirando a la izquierda, hacia el oeste con cabeza levantada y actitud serena y estática. Como detalles anatómicos presenta las dos orejas en ‘V’ y, quizá, la indicación de la boca. Las extremidades se hallan bastante deterioradas, pero se aprecian las anteriores y, al menos, una posterior. Ocupa la zona superior izquierda del panel y ha sido pintada mediante la aplicación de una tinta plana de color rojo que rellena toda la superficie interior del animal. La zona de los cuartos traseros de la cierva tiene un color más anaranjado que podría deberse a un repintado antiguo de la misma. Es la mayor figura conservada del panel, con una longitud de 23 cm y una anchura de 18 cm. Su punto de gravedad se localiza a 135 cm de altura del suelo actual.
3. ABRIGOS CON PINTURAS RUPESTRES 3.1. O Lomar Las pinturas de O Lomar (Figs. 1 a 4) se descubrieron en 2014 por D. Jaime Vaz-Romero comunicándolo al Centro de Estudios del Sobrarbe, que trasladó la noticia a la Diputación General de Aragón. Ante las dudas de la autenticidad de las pinturas, se pudo comprobar, tras una primera visita al lugar, que se trataba de motivos pintados que se adscriben a la pintura rupestre de estilo levantino.
Figura 3. Bloque errático donde se encuentran las pinturas rupestres de O Lomar.
El acceso se realiza a través de una larga pista de tierra que parte prácticamente del núcleo de población de Fanlo en dirección al puerto de Fanlo y que nos deja a unos cien metros de donde se encuentran las pinturas. Las pinturas de O Lomar aparecen en un bloque errático que ha rodado por la ladera desde un afloramiento natural de roca que se encuentra en un nivel superior. Este bloque (Fig. 3) tiene unos ocho metros de longitud, cuatro de anchura por cuatro de altura y las pinturas se encuentran en su lateral sur y ocupan solamente un metro cuadrado. Las pinturas se hallan a 1,5 m del suelo y es posible que el espacio donde se encuentran haya sido modificado intencionadamente previamente a la realización de las pinturas, ya que esa superficie de la roca está más plana que el resto del bloque. La zona que ocupa el panel pintado es completamente vertical y las pinturas no tienen ningún tipo de protección frente a las inclemencias meteorológicas. Es necesario resaltar que el lugar se encuentra a 1650 m. de altitud s.n.m., en un contexto de alta montaña, con nieve durante todo el invierno y se hallan totalmente expuestas. Las pinturas que aparecen son las siguientes (Figuras 1 y 4):
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Figura 4. Calco del panel pintado de O Lomar (Autor: Aitor Ruíz). 2.- Cierva orientada hacia el este mirando hacia la derecha, en dirección opuesta a la anterior. Tiene las mismas características morfológicas que la primera. Se pueden reconocer perfectamente, a pesar de que se encuentra algo más deteriorada, el cuerpo, cuello y cabeza. La actitud es estática, con la cabeza en alto y se conserva una oreja.
Sesión 1 Como la otra cierva, la parte más deteriorada corresponde con las extremidades de las que solamente se conserva el arranque de las mismas en la parte más próxima al cuerpo. Se ha pintado mediante la aplicación de tinta plana de color rojo con una tonalidad idéntica a la anterior. Tiene unas dimensiones de 10 cm. de longitud y una anchura de 6 cm. Su punto de gravedad se localiza a unos 124 cm de altura del suelo actual. 3.- Por debajo de la cierva anterior y tan solo a unos cinco centímetros por debajo se conservan los restos de otra figura muy deteriorada. Se trata de una figura de muy difícil interpretación y pensamos que los vestigios podrían corresponder con la representación de un arquero. Asumiendo esa interpretación, el pigmento conservado correspondería a la cabeza, el tronco, los brazos (uno de ellos flexionado) y parte del arco. Como las dos anteriores, ha sido pintada en tinta plana roja habiendo perdido mucho color y la mayor parte de la representación. Conserva una longitud máxima de unos 12 cm y una altura de 10 cm. Se ubica a unos 105 cm de altura del suelo actual. 4.- En la parte inferior derecha del panel se conservan restos dispersos de pigmento rojo que debieron corresponder una o varias representaciones, pero en su estado de conservación actual, es imposible determinar a qué pudieron corresponder. Para comprobar si existían niveles arqueológicos de ocupación al pie de las pinturas que permitieran relacionarlas con los grupos humanos que las pintaron, realizamos una cata al pie de las mismas, junto al bloque, pero el resultado fue totalmente negativo. O Lomar ha sido objeto de alguna publicación en la que se da conocer su existencia (Ruiz et al., 2016) (VV.AA., 2017) y también un estudio en profundidad recientemente publicado (Rey et. al., 2019).
3.2. Abrigo de San Úrbez El acceso a San Úrbez se realiza por la carretera que parte de Escalona y atraviesa el Cañón de Añisclo hasta el parking, desde donde debemos continuar a pie hasta el abrigo. Este abrigo es más conocido por la existencia en su interior de una ermita rupestre dedicada a San Úrbez, que por tener unas pinturas prehistóricas en sus paredes. El edificio tiene posiblemente un origen prerrománico y a la capilla se accede a través de una escalinata que parte desde una explanada por la que pasa un camino de tierra que conduce a la parte alta del Valle de Añisclo (Fig. 5). De todos los abrigos con pinturas rupestres que incluimos en esta publicación, el de San Úrbez es el que se encuentra a menor altitud ya que se ubica a 941 m. s.n.m.
Figura 5. Vista general de la Ermita y Abrigo de San Úrbez. Su boca se abre en la margen izquierda del río Bellos en un farallón calizo que ha sido erosionado por el rio creando un cañón estrecho y profundo. En la publicación de J. Pallarés y G. Torras (1986-1987) se documentan dos motivos pintados que se encuentran a la izquierda de la escalera, a una cota de unos 3-4 m. por encima del suelo actual, que posiblemente corresponda a un rebaje artificial para el acondicionamiento o construcción del camino. Los dos motivos han sido pintados en rojo, el de la izquierda se conserva mejor que el de la derecha, que se encuentra afectado por microorganismos y plantas. Ambos están formados por líneas que se entrecruzan formando lo que suele denominarse como ‘tectiformes’. Durante las prospecciones hemos comprobado que existen otros motivos pintados que se confunden a veces con pinturas modernas. La tonalidad es muy diferente entre los antiguos, que tienen un color más cercano al rojo-vino que los modernos, que están pintados en un rojo más intenso. Estos motivos se encuentran junto a la escalera de acceso a la ermita y junto al altar que preside la explanada. Es necesario realizar una revisión más precisa de todas las paredes del abrigo, para comprobar si existe alguna otra pintura.
3.3. Mallata de Puértolas de Vio La Mallata de Puértolas de Vio se encuentra en el Puerto Medio de Goriz, a unos 2200 m. s.n.m. y se accede desde el refugio de Goriz. Se trata de una cueva alargada de 22 m. de desarrollo, 4 metros de anchura y casi cuatro metros de altura en la zona de la boca. Desde ésta hacia el interior se va estrechando hasta terminar en un punto en el que hay un manantial. La orientación de la cueva es sureste (Fig. 6). En la actualidad es una mallata que todavía está en uso y durante el periodo estival en ocasiones el pastor se refugia en su interior. Tal y como se ve en el plano, ha sido acondicionada mediante un muro que cierra una parte de la boca y también ha sido colocado un enlosado para
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En el lado opuesto, derecho según entramos en la cueva, hay otro panel pintado que se conserva muy mal y si no fuera por el tratamiento de la imagen con la aplicación Dstretch y el filtro YRE, no se vería prácticamente nada. Se trata de un panel grande donde se reconocen numerosas dedadas y algunas líneas de difícil interpretación.
3.4. Cueva Lucia I y II Los niveles de roca caliza del Eoceno que afloran en la zona de Puerto Medio de Goriz han permitido que se formen abundantes cuevas que han sido refugio y resguardo de pastores desde la Prehistoria hasta prácticamente la actualidad.
Figura 6. Planta de la Mallata de Puértolas de Vio (según J. Borras y A. Olomi)
Las Cuevas de Lucia se encuentran al oeste del refugio de Góriz del que distan aproximadamente unos 400 m. Se ubican a unos 2.200 m. s.n.m. aproximadamente. La boca tiene una orientación sur. Se abren en un farallón calizo en el que existen numerosos restos y cuevas relacionados con la actividad ganadera y pastoril. Según se aprecia en el plano realizado por J. Borras y A. Olomi (Fig. 8), ambas cuevas están separadas y tienen un desarrollo de unos 97 m. de longitud. Sin embargo, hacia el interior parece que estén unidas por una galería, aunque en la actualidad se encuentran cegadas, no son accesibles y no podemos comprobarlo. En el plano que presentamos (Fig. 8) aparecen representadas las dos cuevas, siendo la Cueva Lucia I la que aparece a la izquierda y es la primera donde se descubrieron las pinturas, Cueva Lucia II es la que se encuentra a la derecha (Fig. 9).
Figura 7. Boca de entrada de la Mallata de Puértolas.
aislar el suelo de la humedad que provoca el manantial de agua (Fig. 7).
Cueva Lucia I tiene forma de abrigo con unos 18 m. de abertura y solamente en el extremo este tiene un desarrollo de unos 10 m. de profundidad. El espacio esta compartimentado con dos muros, uno exterior junto a la boca y otro interior que cerraría la parte más profunda. Entre ambos se conservan restos de hogares y fuegos recientes. En este espacio realizamos un sondeo y otro en el exterior sin que aparecieran restos relacionables con las pinturas rupestres.
Las pinturas rupestres se encuentran en los dos laterales de la cueva, están pintadas en un rojo anaranjado y todos los motivos son esquemáticos. En el lateral de la izquierda hay grafitos modernos formados por letras parecen iniciales de nombres de personas y hasta un abecedario que permitiría al pastor recordar las letras para aprender a leer. Entre todos estos grafitos modernos se encuentran unos motivos pintados que consideramos que pueden ser prehistóricos por su similitud morfológica con otras pinturas rupestres. En la parte superior de la boca, encima del acceso por donde entramos en la actualidad, hay dos dedadas en rojo anaranjado. Un poco más adelante y en el mismo lateral se encuentran dos tectiformes que no tienen un estado de conservación bueno debido a que están pintados sobre una superficie que se va desconchando. En este lateral también hay manchas informes de pintura.
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Figura 9. Vista de Cueva de Lucia I y II.
Sesión 1
Figura 8. Planta de las Cuevas de Lucia I y II (según J. Borras y A. Olomi).
Como el caso de la cueva de la Mallata de Puértolas de Vio, también es esta cueva existió un manantial de agua, que en su momento debió ser importante puesto que en los sondeos aparecieron pequeños cantos rodados. El hecho de que se realicen las pinturas en cuevas donde hay manantiales de agua nos parece importante resaltarlo puesto que la presencia de agua los convierte en los abrigos menos apropiados para su aprovechamiento como lugar de habitación; por lo que debió ser otra la razón para que pintasen en estos lugares. También en la ermita de San Úrbez hay una fuente y aunque no mana en el interior del abrigo, se encuentra a muy pocos metros del mismo. Todas las pinturas, a excepción de unos trazos que aparecen en negro, han sido pintadas en un color rojonaranja, con una tonalidad muy similar a las de Mallata de Puértolas de Vio. Las pinturas rupestres se encuentran en el exterior del abrigo y aunque hemos mirado muy detenidamente la zona más profunda de la cueva, no hemos visto ningún resto o indicio de pintura. La zona más profunda donde aparecen es en los puntos 4 y 5 del plano, que corresponde con el estrechamiento que da paso a la sala interior. Siguiendo la relación de la numeración que aparece en el plano, encontramos las siguientes representaciones: 1.- Es la zona que corresponde con la parte más externa de la cueva y donde se aprecian muchas manchas de pintura entre las que, por el momento, no hemos identificado ninguna figura.
2.- En esta zona se aprecian también manchas de pintura, pero aparece representado un cuadrúpedo formado por cuatro líneas verticales que corresponden con las extremidades y el cuerpo aparece representado por un trazo un poco inclinado, en lateral izquierdo se bifurca en dos líneas que podrían representar una cornamenta (Fig. 10). 3.- En este punto aparecen tres trazos pintados en negro con una orientación ligeramente transversal. Se trata de las únicas representaciones que se realizaron en negro. 4.- Corresponde con la zona izquierda del estrechamiento y en este caso, aparece representado un tectiforme formado por rectángulo y una línea en su interior que lo divide en dos compartimentos, de los que uno prácticamente ha desaparecido. 5.- En la zona más estrecha del paso hacia la galería interior aparece representada una dedada. 6.- Muy próximo al anterior aparece una gran representación de un antropomorfo con el cuerpo formado por un trazo vertical que en su parte superior representa la cabeza y en la inferior el sexo, las extremidades parten de este trazo formando una “X”, en el extremo de su brazo izquierdo tiene un instrumento que puede representar un arco (Fig. 11). 7.- Muy cerca de la anterior aparece lo que podría ser otro antropomorfo rodeado de gran cantidad de dedadas. 8.- En una colada y bastante afectada por una escorrentía de agua, aparece la representación de una escena de
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Figura 10. Cuadrúpedo. Arriba en estado actual, Abajo: tratado con la aplicación Dstretch y el filtro YRE.
Figura 11. Antropomorfo tratado con la aplicación Dstretch y el filtro YRE.
monta (Fig. 12). En una tonalidad similar al resto de las pinturas de la cueva, aparece un cuadrúpedo que tiene sobre su lomo un antropomorfo que parece sujetar con una mano la cabeza del animal. Aunque en la imagen tratada se aprecia que el antropomorfo y la cabeza del animal tienen una tonalidad más intensa que el resto de la escena y aunque, esto nos ha hecho pensar que podrían estar pintados en diferentes momentos, en la realidad se puede apreciar que la tonalidad de la pintura es la misma y que esta diferencia se puede deber solamente al estado de conservación. La Cueva Lucia II se encuentra a unos 11 m. de la anterior y forma parte de esta misma formación puesto que deben estar comunicadas por su interior. La boca tiene unos 8 m. de abertura, unos 4 m. de altura y un desarrollo hacia el interior de unos 6 m. En el centro de la cueva hay un gran bloque caído del techo que ocupa gran parte de la cueva, dificultando el paso hacia el interior. Detrás de este bloque y cuando el espacio se estrecha también han colocado unas piedras para cerrarlo y posiblemente utilizarlo como pequeño redil. En esta cueva hemos documentado dos motivos pintados que se encuentran prácticamente en el exterior y se ubican a ambos lados de la boca, uno en el lateral izquierdo y el otro en la parte superior del derecho. En el plano (Fig. 8) aparecen numerados como 1 y 2 de la cueva de la derecha.
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Figura 12. Escena tratada con la aplicación Dstretch y el filtro YRE.
Sesión 1 En los abrigos estudiados encontramos los dos estilos pictóricos más importantes que se desarrollaron durante el Neolítico: el arte levantino (O Lomar) y el esquemático (Abrigo de San Úrbez, Cueva Lucia I y II y Mallata de Puértolas).
Figura 13. Cueva Lucia II. El motivo de la izquierda es un ‘circuliforme’ formado por con una figura oval que tiene un trazo que la divide en dos. Está pintado en un rojo anaranjado (Fig. 13). Este motivo ha sido pintado en una pequeña oquedad natural de la roca y junto a una especie de colada natural de óxido de hierro que tiene un color rojo muy intenso, tal y como se aprecia en la fotografía. Al otro lado de la boca hay otro motivo pintado muy localizado y de difícil interpretación. Ha sido pintado en rojo anaranjado y se halla muy deteriorado por las escorrentías de agua que han hecho que gran parte de la escena haya desaparecido. Entre lo que queda de las pinturas se ha querido ver alguna figura, pero por ahora y hasta que no se realicen nuevos sistemas de documentación y estudio, no nos atrevemos a decantarnos por ninguna de las interpretaciones que se han propuesto.
3.4. Consideraciones finales El grupo de paneles con pinturas rupestres que presentamos se ubican en contextos de alta montaña. Fueron realizados por grupos humanos prehistóricos que acudían a estos lugares en busca de recursos naturales relacionadas con tareas ganaderas y/o pastoriles. Además, podrían haber desarrollado otras actividades como la caza-pesca, la recolección etc. En este contexto hasta ahora solamente se conocían las pinturas rupestres del abrigo de San Úrbez, que se ubica en un cañón estrecho, que corresponde con una zona de paso hacia las zonas más altas del valle, donde se encuentran el resto de los abrigos. Este grupo de abrigos sigue quedando muy alejado de las zonas donde se concentran la mayor parte de los abrigos con arte rupestre en Huesca: las sierras exteriores del Pirineo y sobre todo el Rio Vero. El tiempo dirá si esta separación se debe a un vacío de la investigación, pero por ahora podemos afirmar que el arte rupestre no es ajeno a los paisajes más altos del Pirineo, y en lo que respecta a su ubicación estos abrigos representan las pinturas rupestres más altas y más meridionales que se conocen en este momento en la península Ibérica.
El arte levantino en la provincia de Huesca se conoce por la agrupación de abrigos que hay en la zona del río Vero: Labarta, Chimiachas, Litonares L, Muriecho L, Arpan L y Regacens (Baldellou et al. 2009). Fuera de este grupo se conocen los de La Raja y Monderes, el primero se encuentra de forma aislada mientras que el segundo se halla rodeado de otros abrigos con pinturas esquemáticas: Les Coves, Santa Ana I-II, Monderes I-IV (Utrilla et al. 2016; Lanau, Bea, 2016). O Lomar destaca no solamente por la ubicación, que representa el panel levantino más septentrional y a mayor altitud que se conoce, sino porque el soporte utilizado en un bloque errático, hecho del que no conocemos casos similares. Los motivos han sido pintados en rojo y con tintas planas que recubren toda la superficie de las figuras. La representación de los cérvidos es el tema más recurrente dentro del arte levantino naturalista y se encuentran en posición estática. De las otras dos representaciones que aparecen en el panel, por ahora no podemos plantear hipótesis alguna sobre su significado. En el resto de los abrigos, Cueva Lucia I y II, Mallata de Puértolas y abrigo de San Úrbez, se caracterizan porque el estilo de las pinturas es esquemático. Los motivos aparecen pintados en rojo con una tonalidad muy anaranjada, a excepción de unas barras en Cueva Lucia I, que han sido pintadas en negro. Los motivos más destacables aparecen en la Cueva Lucia I donde se encuentran las únicas representaciones de antropomorfos y zoomorfos que han aparecido, mientras que en el resto solamente aparecen signos abstractos. Las representaciones humanas o antropomorfos podrían estar desarrollando algún tipo de acción, mientras que el cuadrúpedo parece estar en situación estática. Aparecen de forma muy frecuente los puntos o dedadas en Cueva Lucia I y Mallata de Puértolas de Vio y llama la atención que unos signos formados por trazos, que forman estructuras y que se suelen denominar tectiformes, aparecen en todos los abrigos que estamos estudiando. Estos signos no son frecuentes en la provincia de Huesca, pero cabe destacar, salvando las distancias puesto que se trata de grabados, los que se encuentran en la cueva del Barranco de Arpan (Baldellou et al. 1993) donde aparecen tectiformes similares y circuliformes, como el de Cueva Lucia II.
AGRADECIMIENTOS Queremos dar nuestro agradecimiento a todas las instituciones que han apoyado estos trabajos de investigación que venimos desarrollando desde hace unos años. En especial al Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, a la Comarca del Sobrarbe, Centro de Estudios del Sobrarbe y a los Ayuntamientos de Fanlo
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y Tella-Sin por el apoyo que nos aportan continuamente con los medios que disponen a su alcance. También a todas las personas que han colaborado en dichos trabajos sobre todo a los integrantes del Grupo de Arqueología de Alta Montaña y a todos los voluntarios del programa Excava con el Geoparque y a Jaime VazRomero, quién encontró las pinturas de O Lomar y nos ha dado todo tipo de facilidades para su investigación y estudio.
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Sesión 1
1.8. NUEVO CONJUNTO DE ARTE ESQUEMÁTICO EN LA FOZ DE SIGÜÉS (ZARAGOZA) NEW SET OF SCHEMATIC ART IN THE FOZ DE SIGÜÉS (ZARAGOZA)
Manuel Bea Martínez1,,Paloma Lanau Hernáez1, Ana Baquero2 y Pilar Utrilla Miranda1 1
Área de Prehistoria, Dpt. Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza 2 Agente para la Protección de la Naturaleza, Gobierno de Aragón
Autor de contacto/Contact author: Manuel Bea Martínez, manubea@unizar.es
RESUMEN Se presenta un nuevo conjunto con arte rupestre en la Foz de Sigüés, provincia de Zaragoza. Éste aparece definido por un panel con una agrupación de digitaciones y un segundo panel con dudosos restos de color rojo. El panel 1 presenta cinco digitaciones de color rojo agrupadas en la zona central de un amplio abrigo desde el que se domina el curso del Esca, en una alta zona en la que se ensancha la foz de Sigüés. A pesar de lo exiguo del conjunto pictórico, su localización geográfica resulta de interés al refrendar la existencia de un núcleo amplio de conjuntos esquemáticos en la zona Noroccidental de la provincia de Zaragoza, en relación con los abrigos esquemáticos de Salvatierra de Esca y en línea temática, estilística y técnica de lo observado para otras áreas de desarrollo de las Sierras Exteriores Pirenaicas. PALABRAS CLAVE: Post-Paleolítico; Arte Esquemático; Digitaciones; Pre-Pirineos; Provincia de Zaragoza.
ABSTRACT We present a new rock art site in the Foz de Sigüés canyon, in the Southern Ranges of the aragonese Pyrenees. The site comprises two different panels, the main one with a group of painted fingertips and the second one with unidentifiable red pigment remains. The shelter is placed in a high location, where a widening in the course of the Esca River can be observed. The scarcity of figures doesn’t play down the importance of the site; the new shelter is part of the group of Schematic Rock Art of Salvatierra de Esca and must be considered in the context of the post-Palaeolithic Rock Art sites found in the Pre-Pyrenees. KEYWORDS: Post-Palaeolithic; Schematic Rock Art; Fingertips marks; Pre-Pyrenees; Zaragoza province.
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Figura 1. Paisaje desde el abrigo de la Foz de SigßÊs.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN Según el informe técnico del Gobierno de Aragón al que hemos tenido acceso, el 12 de julio de 2019 José Luis Sonalo, agente de protección de Patrimonio Cultural de las comarcas de la Jacetania y Alto Gállego, notifica a Raquel Ornat, Facultativa Superior de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, que la agente forestal de Sigüés, Ana Baquero, le ha informado del posible hallazgo de pinturas rupestres en la zona. El hecho había tenido lugar a principios de julio de 2019 al inspeccionar un escarpe de la Foz de Sigüés en el que se habían colocado vías de escalada en una zona en la que anidaban buitres.
Figura 2. Ana Baquero señalando el lugar de las pinturas. El 6 de agosto de 2019, Juan Carlos García y Raquel Ornat, adscritos al Servicio de Prevención y Protección del Patrimonio Cultural, se desplazan a dicha localidad para certificar el posible hallazgo de pinturas rupestres. Tras esta primera visita y, tras el informe preceptivo, Raquel Ornat se puso en contacto con Pilar Utrilla y Manuel Bea, investigadores de la Universidad de Zaragoza y miembros del Grupo de Investigación de referencia Primeros Pobladores del Valle del Ebro y Patrimonio Arqueológico (H14_17R). El 10 de agosto se desplazaron a la zona, subiendo a los dos abrigos tras Ana Baquero (con algunas dificultades por lo abrupto del terreno y con necesidad de cuerdas de nudos), pudiendo comprobar la existencia de un grupo de cinco puntos pintados en rojo en una zona singular. El lugar del hallazgo se localiza en la zona noroccidental de la provincial de Zaragoza, a unos 2 km. al norte de Sigüés, siguiendo la carretera A-137 que une esta localidad con Salvatierra de Esca, dentro de la comarca de la Jacetania. El abrigo pintado se ubica en un entorno boscoso formando parte de un escarpe de calizas en el que se abren abrigos de gran anchura y poca profundidad, en un ensanchamiento del cañón que conforma la Foz (Fig. 3).
Figura 3. Ensanchamiento del cañón al comienzo de la Foz de Sigüés. Zona de pinturas.
2. DESCRIPCIÓN En esta zona, se inspeccionaron varios salientes rocosos de una faja del escarpe, identificando dos zonas que podrían tener potencial para albergar restos pictóricos. El escarpe se encuentra en la orilla derecha del río Esca, afluente del río Aragón, con una orientación sureste en el sector septentrional, oeste en la central y noreste en la meridional. Esta faja se extiende por unos 125 m, repartidos entre 100 m la cara norte, 42,5 m la este y 82, 5 m la sur y 2 – 3 m de longitud. La faja norte presenta cavidades más profundas (3– 4 m) que las oeste y sur, en la que la profundidad oscila entre 1 y 2 m de media, según medidas procedentes del informe técnico elaborado por Raquel Ornat. En todo este enclave escarpado, tan sólo se identificó un panel claro con pintura rupestre (panel 1) al que podría añadirse un segundo, muy dudoso hasta que se analicen los pigmentos (panel 2). El primer panel se sitúa en el área sur del escarpe, estando su boca orientada hacia el noreste. El segundo posible panel en cambio presenta su entrada mirando al sur.
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Figura 4. Vista del farallón rocoso en cuyo centro se localiza el panel pintado.
2.1. El panel 1 El panel 1 se localiza en una pared de una abertura de la zona sur de la faja rocosa, a un metro sobre el suelo, en el centro mismo del abrigo y sobre una zona cóncava a modo de repisa, muy apta para recoger algún objeto en su interior ya que forma una pequeña cueva rodeada de concreciones estalagmíticas (Fig. 5). Quizá el lugar señalado con los puntos no sea aleatorio y responda a alguna característica singular, dado que el soporte parece representar un perfil humano. El panel pintado consta de dos conjuntos de motivos: el primero, de unos 10 x 10 cm, está compuesto por cinco digitaciones en rojo agrupadas, probablemente realizadas con un dedo impregnado en pintura (Fig. 6). Bajo ellas, se podrían reconocer al menos dos puntos más, formando una línea discontinua oblicua (Fig. 7, derecha).
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Figura 5. Posición de las digitaciones.
Sesión 1
Figura 8. Panel 2 con un dudoso motivo en rojo. Fotografía tratada con D-Stretch. El espacio de control visual del territorio es sorprendente en ambos abrigos dominando este último el inicio de la Foz por la entrada de Sigüés, mientras que el primero permite observar incluso la zona de Salvatierra donde se ubican las pinturas de Peñarroya.
3. PARALELOS Figura 6. Digitaciones en su soporte.
Este conjunto se adscribe al arte rupestre Esquemático en su panel 1, siendo difícil otorgarle un contexto cronocultural determinado a una idea tan elemental como una agrupación de digitaciones, aunque se les ha atribuido una “cierta personalidad propia con respecto a los signos” (Baldellou, 2013: 217). Así, si nos fijamos sólo en el Alto Aragón, encontramos puntos en rojo agrupados, en la misma zona del valle del Esca, en el sitio de Peñarroya (Fig. 9).
Figura 7. Posición de las digitaciones en el panel 1.
2.2. El panel 2 El otro posible panel se encuentra en la vertiente sur. La cavidad en cuyo techo se encuentra el posible motivo tiene una apertura de unos 15 m de longitud y un metro de altura de media, rebajándose ésta a medida que se llega a los laterales. La figura roja parece representar un animal a la carrera mirando a la izquierda, pero podría tratarse también de una excrecencia natural de la roca. No obstante, su tratamiento con D-Stretch da como resultado una imagen muy sugestiva (Fig. 8).
Figura 9. Digitaciones de Peñarroya (Lanau, 2019: 2324). También, ya en la provincia de Huesca, se reconocen agrupaciones de puntos en hilera en distintos abrigos del río Vero, ya sea en el arte paleolítico de la Fuente del Trucho (Utrilla y Bea 2015, fig. 4), ya el arte Levantino de Arpán (Baldellou et al., 1993); ya el arte Esquemático de cueva Palomera (Baldellou et al., 1983) entre otros.
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También en el valle del Cinca lo encontramos en agrupaciones circulares en el interesante abrigo del Forau del Cocho de Estadilla (Fig. 10), muy cerca de la ermita de la Virgen de Carrodilla, en este caso asociado a dos ciervos, y una cabra (Beltrán, 1972; Lanau, 2019).
Figura 12. Digitaciones en el Bubu (Arén) (Lanau, 2019: 561). cueva profunda (Bea et al., 2019). En Teruel son menos frecuentes pero podemos encontrarlos en la comarca de Albarracín, como en Las Tajadas de Bezas (en hilera) o en Negueruelas (Tormón). Figura 10. Forau del Cocho de Estadilla (Lanau, 2019: 530). También aparece en la cuenca del Noguera Ribagorzana en abrigos como Montderes IV en Castillonroy (Fig. 11) (Lanau y Bea, 2018) o el Bubu en Arén (Lanau y Hameau, 2020) (Fig. 12). Los puntos agrupados son, por tanto, un motivo frecuente en el arte Esquemático cuyo repertorio completo puede verse en la tesis doctoral inédita de Paloma Lanau (2019), así como una selección en el catálogo del arte rupestre en Aragón (Baldellou, 2018; Bea, 2018) o en el catálogo de la provincia de Huesca (Ayuso y Painaud, 2020).
El interés de este pequeño hallazgo radica en que abre una posibilidad de nuevos descubrimientos en la zona del río Esca que se sumarían a los ya conocidos de Salvatierra, donde también aparecen agrupaciones de puntos entre otros motivos (cueva de Peñarroya y en la zona de Forniellos, el Balcón, el Frontón, la Terraza y la Raja) (Bea et al., 2013; Lanau, 2019) (Fig. 13). La zona en la que se encuentran (Foz del río Esca, lugar de paso entre el valle del Roncal y la canal de Berdún) hace pensar que una de las funciones del conjunto habría sido la de marcador territorial, como otros muchos
Figura 11. Agrupaciones de puntos en Montderes IV (Castillonroy) (Lanau, 2019).
Nos referimos a los abrigos de Cueva Palomera, Cueva Pacencia, Lecina Superior, Gallinero, Fajana de Pera, Fajana de Pera Superior, Mallata C, Arpán L, Corral de la Gascona o Regacens, además de los ya citados, todos con agrupaciones circulares de puntos rojos en la Cueva Hermosa de Calcena, en este caso atribuidos al arte paleolítico ya que se hallan en el interior de una
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Figura 13. Localización del abrigo de la Foz de Sigüés.
Sesión 1 yacimientos del arte Esquemático situados a la entrada o salida de cañones y, por tanto, muy próximos a pantanos actuales. Citemos entre otros el abrigo de Los Estrechos en Albalate del Arzobispo (río Martín), el abrigo de Remosillo en el Ésera, no lejos del pantano de Barasona o el abrigo del embalse de Santa Ana sobre el Noguera Ribagorzana. Por otra parte, se confirma en Sigüés la elevada altitud sobre el valle y la difícil accesibilidad del abrigo, algo que aparece bien constatado en distintos conjuntos esquemáticos aragoneses (los citados de Los Estrechos y Santa Ana, además de los abrigos de Lecina, Barfaluy, Mallata en el río Vero (Bea et al., 2015). Llama también la atención la proximidad de las aguas termales de Tiermas, a 8,6 km de distancia, un dato común a todo el arte Levantino y Esquemático aragonés. M. Sebastián anotó en su tesis doctoral sobre arte rupestre y TIG que, en un radio menor de 15 km, en la mayoría de los abrigos pintados existían afloramientos termales (Sebastián, 2011). Por otra parte, el poblamiento prehistórico es bien conocido en una zona que supone una vía natural de comunicación en sentido transversal al Pirineo. Así, existen importantes yacimientos que reflejan un poblamiento de la zona ya en el Paleolítico Superior de la cueva de Zatoya, en el vecino valle del Salazar (Barandiarán y Cava, 1989) o en el Mesolítico geométrico y el Neolítico Antiguo de la cueva del Padre Areso en Bigüezal (Beguiristain, 1979; García Gazólaz, 2001). La ocupación prehistórica continúa con una interesante implantación megalítica de cronología calcolítica. Así, además de los dólmenes y crómlech de los Valles Occidentales oscenses que han documentado varios autores como T. López (1957), T. Andrés (1977, 2000) o X. Peñalver (2005), señalaremos en la zona los seis dólmenes del valle del Roncal, entre los que destacan el dolmen de Larra (en Salvatierra) (Montes et al., 2016), los dos excavados por Fernández Medrano y Maluquer de Motes: Arrako y Sakulo, este último una galería cubierta que entregó en cobre dos puntas Palmella y dos leznas, en hueso una aguja curva y 3 botones de perforación en V y en sílex 3 puntas de pedúnculo y aletas, junto a un brazal de arquero. El dolmen de Faulo, en Bigüezal, entregó seis individuos asociados a cerámica campaniforme (Maluquer de Motes, 1963). En todo caso, llama la atención la abundancia de hallazgos registrados en el lado navarro y la escasez en el aragonés, pudiéndose consignar el alto potencial de esta zona. En las altas Cinco Villas la proliferación de yacimientos líticos en la zona del Arba de Luesia aparece documentada en la tesis doctoral de J. Cabello (2002), con un resumen en Cabello, 2005. Una carta arqueológica de la Prehistoria Reciente de esta zona puede verse en Lanzarote et al. (1991) y en lo lítico en Maluquer de Motes (1955), con especial relevancia del área de Los Pintanos. Para el Arba de Biel véanse las diversas síntesis de Montes y Domingo.
Más recientes serían los topónimos en dunum, presentes en Berdún, Navardún o Gordun, que nos hablan de ecos célticos, los cuales podrían relacionarse con la necrópolis de la Edad del Hierro de la Salada II, en Ruesta, donde se localizaron 14 enterramientos tumulares fechados en los siglos IV o V a.C.
4. CONCLUSIONES El hallazgo presentado se inscribe en un conjunto más amplio de abrigos pintados situado en la vecina localidad de Salvatierra de Esca, descubierto de manera casual por miembros del Centro de Espeleología de Aragón. Fruto de estas prospecciones se han descubierto 14 cavidades con pintura rupestre de diversa entidad y otras cuatro con restos arqueológicos. El grupo fue presentado en el II Congreso de Arte Esquemático en la Península Ibérica (Bea et al., 2013). A pesar de lo escueto del nuevo conjunto podemos extraer una serie de conclusiones preliminares: 1. Las agrupaciones de puntos rojos son un tema recurrente de amplia distribución geográfica, con una cierta dificultad de asignación crono-cultural dada su simplicidad, aspecto que imposibilita su identificación como verdaderos motivos significantes (signos) o como meros elementos de cómputo. 2. Suelen aparecer en conjuntos no figurativos (aunque hay excepciones), en espacios altos de difícil acceso y con buena visibilidad del entorno. 3. Podrían tener un valor como marcador territorial, en este caso de principio o final de la Foz. 4. Están ubicados cerca de las aguas termales de Tiermas, hipótesis apuntada en otros trabajos en relación al arte rupestre aragonés (Utrilla, 2000; Sebastián, 2011). 5. Existe una nutrida población prehistórica en la zona que pudo ser la autora de las pinturas. En esta línea su proximidad geográfica al núcleo rupestre de Salvatierra de Esca, con elementos estilísticos y temáticos comunes, tiene una importancia meridiana al complementar patrones de distribución espacial que amplían el territorio Esquemático conocido en la el sector Noroccidental aragonés. 6. Las estribaciones suroccidentales del Pirineo se perfilan como un territorio con gran potencial arqueológico, de momento solo apuntado a partir de hallazgos más o menos aislados.
AGRADECIMIENTOS El presente trabajo se enmarca en la línea de estudio y documentación integral de arte rupestre integrada en el Proyecto MINECO HAR2017-85023-P y del Instituto Universitario de Investigación en Patrimonio y Humanidades (IPH) (Universidad de Zaragoza).
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Sesión 1
1.9. DOCUMENTACIÓN DE GRABADOS RUPESTRES MEDIANTE FOTOGRAMETRÍA DIGITAL -SfM-: ARROYO DEL HORCAJO (ROMANOS, ZARAGOZA) Y BARRANCO CARDOSO (POZONDÓN, TERUEL) DOCUMENTATION OF ROCK ENGRAVINGS THROUGH DIGITAL PHOTOGRAMMETRY -SfM-: ARROYO DEL HORCAJO (ROMANOS, ZARAGOZA) AND BARRANCO CARDOSO (POZONDÓN, TERUEL) José Ignacio Royo Guillén1, Héctor Arcusa Magallón2 y Pedro Rodriguez Simón2 1
Dirección General de Patrimonio Cultural. GOBIERNO DE ARAGÓN 2 Arqueólogo profesional
Autor de contacto/Contact author: José Ignacio Royo Guillén, jiroyo@aragon.es
RESUMEN A pesar del uso generalizado de la fotografía digital y del Scanner 3D para la documentación del arte rupestre al aire libre, todavía existen varios factores que hacen muy dificil su acceso a todos los investigadores. Los principales son el uso de sofware restringido o comercial, el postprocesado de la información y la utilización de equipamientos de mayor coste económico. A dichos factores debe añadirse la escasa utilización de estas técnicas de documentación para los grabados rupestres al aire libre en el valle medio del Ebro, salvo la excepción de los ejemplos del Barranco de las Marcas en Caspe, Mas de Valén en Nonaspe, Cueva de Lasque en Orés (Zaragoza) y Puntal del Tio Garrillas II-III en Pozondón (Teruel). Incluidos entre los trabajos financiados y coordinados por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón para el conocimiento, estudio y difusion de nuestro patrimonio cultural, se presentan los resultados preliminares de documentación, mediante fotogrametría digital terrestre (SfM), de los conjuntos de Arroyo del Horcajo (Romanos, Zaragoza) y Barranco Cardoso (Pozondón, Teruel). La utilización de esta técnica, ha permitido, en un tiempo reducido y con un coste asequible, una documentación exhaustiva que ha constatado el interés patrimonial de estos conjuntos y su importancia científica. De dicha documentación, destaca el descubrimiento de una serie de paneles decorados que aportan nuevos datos sobre los yacimientos de la cuenca media del Ebro entre el Bronce Final y la 2ª Edad del Hierro y su más que segura relación con otros complejos de grabados rupestres peninsulares y europeos. PALABRAS CLAVE: Grabados rupestres; Documentación fotogramétrica; Protohistoria; Grabados picados, fusiformes y filiformes.
ABSTRACT Despite the widespread use of digital photography and 3D Scanner for the documentation of outdoor rock art, there are still several factors that make access to all researchers very difficult. The main ones are the use of restricted or commercial software, the post-processing of information and the use of equipment with a higher economic cost. To these factors must be added the scarce use of these documentation techniques for outdoor rock engravings in the middle valley of the Ebro, except for the exception of the examples of the Barranco de las Marcas in Caspe, Mas de Valén in Nonaspe or Cueva de Lasque in Orés (Zaragoza) and Puntal del Tio Garrillas II-III in Pozondón (Teruel). Included among the works financed and coordinated by the General Directorate of Cultural Heritage of the Government of Aragon for the knowledge, study and dissemination of our cultural heritage, the preliminary results of documentation, by digital terrestrial photogrammetry (SfM), of the Arroyo del Horcajo (Romans, Zaragoza) and Barranco Cardoso (Pozondón, Teruel) complexes are presented. The use of this technique has allowed, in reduced time and with an affordable cost, a comprehensive documentation that has confirmed the heritage interest of these groups and their scientific importance. This documentation highlights the discovery of a series of decorated panels that provide new data on the deposits of the middle Ebro basin between the Final Bronze and the 2nd Iron Age and its more than certain relationship with other peninsular and Europeans rock engraving complexes. KEYWORDS: Rock engravings; Photogrammetric documentation; Protohistory; Chopped, fusiform and filiform engravings.
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Figura 1. Detalle de los grabados picados del Barranco Cardoso I (Pozondรณn, Teruel).
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN La documentación del arte rupestre postpaleolítico al aire libre y muy especialmente la realización de calcos cada vez más fiables y objetivos, ha sufrido una evolución remarcable con la llegada del tercer milenio, especialmente en los últimos diez años, gracias sobre todo a la masiva utilización de la fotografía digital y de algunas aplicaciones informáticas como el software DStrech. No obstante, en lo referido a la documentación de grabados rupestres, todavía hoy no se ha homologado o estandarizado un único sistema de calco, combinándose diferentes técnicas directas o indirectas, con resultados que muchas veces suelen depender en su fiabilidad del tipo de grabados rupestres, de las diferentes técnicas de su ejecución, así como de su estado de conservación y por supuesto, de la agilidad y experiencia del que realiza dicho calco (Royo Guillén: 2008-2010, 73-75). Este problema queda claramente expuesto en muchos de los yacimientos localizados en la cuenca media del Ebro, sobre todo en los descubiertos hace mas de veinte años, en los que se han aplicado practicamente todas las técnicas tradicionales de documentación de grabados rupestres, como sería el caso de la cueva de Lasque en Orés (Royo Guillén et alii.: 2018, 83, figs. 9-10). Dentro de las competencias de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón sobre la catalogación y documentación del arte rupestre, para su incorporación al Inventario de Arte Rupestre de Aragón, se vio la necesidad de completar el corpus documental de algunos conjuntos de grabados al aire libre. Bajo esta premisa, con la financiación de dicha Dirección General y supervisión e inspección del Servicio de Prevención y Protección del Patrimonio Cultural, durante el año 2018, se llevaron a cabo distintos trabajos de campo en varios enclaves rupestres ya inventariados, pero sin una documentación completa. El presente trabajo cumple con la obligación de dar público conocimiento de estos trabajos y del resultado de los mismos, llevado a cabo en los yacimientos de Arroyo del Horcajo (Romanos, Zaragoza) y Barranco Cardoso (Pozondón, Teruel) (figs. 1-2).
Figura 1. Vista general del Arroyo del Horcajo hacia la roca VI.
Figura 2. Cabecera del Barranco Cardoso, donde se localizan las rocas documentadas, Bco. Cardoso I, VI y VII.
2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA El objetivo principal ha sido realizar una actualización metodológica de las técnicas de documentación aplicadas en estos contextos, de manera que, mediante una toma de datos fotogramétrica exhaustiva, combinada con levantamientos topográficos y registro fotográfico, el conjunto del yacimiento pueda contar con un registro preciso y uniforme, sirviendo de base, tanto para la gestión actual, como para futuros trabajos de investigación. Para conseguir dicho objetivo, se planteó el uso de la fotogrametría digital terrestre, como método de registro principal, apoyada por un levantamiento topográfico mediante GPS. El uso de estas herramientas topográficas permite completar y ampliar la precisión del registro fotogramétrico. La fotogrametría digital SfM (Structure from motion), es una técnica que permite documentar de forma tridimensional, mediante fotografías, la morfología y textura de un sitio arqueológico con gran precisión. Aunque la técnica elegida, como se expondrá posteriormente, presenta algunas limitaciones en situaciones puntuales, ofrece claras ventajas respecto a las aportadas por un Scanner 3D (Bea y Angás: 2016), principalmente en cuanto a costes, versatilidad y usabilidad de los productos resultantes, además de poder obtener texturas y ortofotos de alta resolución. Esta metodología de registro ha permitido mejorar los niveles de calidad respecto a los métodos tradicionales de calco directo, sin alteración o afección del soporte. Pero también ha permitido mejorar los tiempos y condiciones de adquisición de datos, para, una vez tratados, mejorar la lectura y comprensión de los grabados, lo que permite detectar trazos que podían no ser visibles a simple vista. Además, aporta una mayor versatilidad de formatos y de posibilidades de uso, tanto para la conservación, como para la investigación del yacimiento, obteniendo una copia digital que permite su reproducción física mediante impresión 3D.
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2. 1. La fotogrametría digital terrestre y la documentación de grabados rupestres en Aragón Con la llegada del siglo XXI, el uso de las tecnologías digitales, tanto el Scanner 3D como la fotogrametría, se ha venido aplicando cada vez con más asiduidad para la documentación del arte rupestre y así minimizar su deterioro (Loendorf: 2001; Bertilsson: 2015). En la Península Iberica ya suele ser habitual en yacimientos con grabados rupestres, tanto del área galaica, como del centro de la Meseta (Pires et alii 2009; Pires et alii 2014; Carrero et alii: 2016; Cortón et alii: 2011; LópezMenchero et alii: 2017; Vazquez et alii 2017; VilasEstevez et alii: 2016).
2. 2. El proceso de documentación: del trabajo de campo al ordenador El proceso de documentación seguido en ambos casos fue similar, si bien con ciertas peculiaridades específicas adaptadas a cada uno de los conjuntos de grabados. La versatilidad y la adaptabilidad del proceso de captura es sin duda alguna una de las ventajas de la fotogrametría. En el caso del Arroyo del Horcajo, la cercanía de la autovía A23 solo ha permitido utilizar un dron para realizar un único levantamiento fotogramétrico en AH V, conjunto alejado del trazado de la autovía, y tomar imágenes generales, de contexto, desde puntos alejados.
En el caso del valle medio del Ebro y en Aragón, la documentación del arte rupestre se viene realizando de forma mayoritaria mediante el uso del Scanner 3D (Bea y Angás: 2016), centrandose los trabajos sobre todo en la pintura rupestre prehistórica (Angás: 2019, 86-94). No obstante, también se ha usado esta tecnología para otros yacimientos con grabados, como el santuario exterior de la cueva de la Fuente del Trucho, o los grabados de la Edad del Hierro del Puntal del Tío Garrillas II-III o de la cueva de La Zaida, realizados por la empresa Tecnitop, S. L. bajo la dirección de M. Bea y J. Angás. En dos casos situados en el Bajo Aragón zaragozano, se han documentado conjuntos de grabados al aire libre de cronología histórica, con técnologías distintas. En el caso de los grabados de tipo pastoril del Barranco de las Marcas de Caspe, se utilizó el Scanner 3D, con resultados muy aceptables (Chautón: 2015). El otro conjunto es el de Mas de Valén en Nonaspe, donde se llevó a cabo, con financiación de la Dirección General de Patrimonio Cultural, la documentación exhaustiva de este conjunto de grabados de cronología moderna, mediante fotogrametría digital terrestre, llevada a cabo con exceletes resultados por Pedro Rodriguez y Salvador Melguizo (Royo Guillén y Latorre: 2018, 517) (Fig. 3). De gran interés es la documentación fotogramétrica con fotografía gigapixel del abrigo de la Cañada de Marco en Alcaine (Teruel), realizada en 2016 por un equipo interdisciplinar de expertos en arte rupestre y técnicos, financiado por el Mnisterio de Cultura, que permitió descubrir unos paneles de grabados filiformes infrapuestos a la pintura levantina, en estos momentos pendientes de su estudio definitivo (Ruiz et alii: 2016, 11-13 y 92-95). Otro trabajo de documentación por fotogrametría de unos grabados protohistóricos, se realizó en la Cueva de Lasque de Orés, durante el otoño de 2017, con un resultado excelente, que por fín permitió presentar a la comunidad científica un conjunto de grabados de enorme interés que había permanecido inédito por la mala conservación de sus paneles decorados y la dificultad de su documentación (Royo et alii, op. cit.: 2018, 83) (Fig. 4).
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Figura 3. Documentación fotogramétrica de los grabados rupestres de Mas de Valén, según P. Rodríguez y S. Melguizo: 2017.
Figura 4. Documentación fotogramétrica de los paneles 3 y 4 de la Cueva de Lasque, según H. Arcusa: 2017.
Sesión 1 El trabajo de campo es la parte fundamental para obtener un buen resultado final. Consiste en la captura metódica de imágenes, con un alto índice de solapamiento entre ellas, para conseguir posteriormente una geometría lo más detallada posible. Aunque técnicamente la captura se ha llevado a cabo de igual forma, cada uno de los dos conjuntos se realizó con distintos parámetros ajustados a las características del objetivo a escanear. Mientras que para la gran mayoría de los paneles del Arroyo del Horcajo se ha utilizado una distancia focal de 50 mm, ya que los grabados se localizaban en superficies relativamente pequeñas de unos 2 m2 de media, para Barranco Cardoso se optó por el uso de una distancia focal de 18 mm debido al gran tamaño de los paneles. El siguiente paso en el flujo de trabajo es el procesado de las imágenes en un software fotogramétrico, en este caso concreto Agisoft Photoscan. Este tipo de software busca puntos comunes en las fotografías y calcula la distancia entre los mismos. De esta manera se generan en primer lugar unas nubes de puntos que posteriormente se convierten en una malla que representa el objeto escaneado. Dado que en este caso se trataba de documentar grabados rupestres, tanto la nube de puntos como la malla se procesaron a máxima calidad, sobre todo teniendo en cuenta que en el caso del Arroyo del Horcajo la mayoría de éstos son filiformes.
low pass, pointiness o ambient occlusion, en diferentes tipos de software) o técnicas de iluminación artificial, con diferentes ángulos e intensidades de lámparas, principalmente en Blender. Sin embargo, y debido a las características particulares de cada conjunto, y gracias a la versatilidad y adaptabilidad que ofrece la fotogrametría como decíamos anteriormente, se ha optado por un producto final en cada uno de los conjuntos de grabados. En el Arroyo del Horcajo los modelos de superficies han sido tratados como DEM, sin filtrado, aplicando solo un filtro de iluminación Analytical Hillshading en Saga, recurso que ha aportado un resultado más uniforme para todos los casos. En el caso del Barranco Cardoso se optó por utilizar el Shader Radiance Scaling de Meshlab, con la opción Lit Spheres Radiance Scaling con el que se ha obtenido un remarque de los elementos grabados (Fig. 6). El último de los pasos ha sido el uso de estos productos
Como resultado, se han obtenido nubes de puntos dispersas, densas y mallas, a partir de las cuales se han generado ortofotos métricas de alta resolución, modelos 3D y modelos digitales de elevaciones (Fig. 5).
Figura 6. Realce de elementos grabados mediante Radiance Scaling en Meshlab. Panel 6 de Barranco Cardoso I.
finales como base para un calco digital en formato vectorial, que permite la ampliación de los mismos sin pérdida de calidad. Mediante la apliación de este sistema se han obtenido modelos 3D fotogramétricos, con textura fotorrealista, plantas y secciones de los abrigos y ortofotografías de alta resolución. Figura 5. Posicionamiento de la cámara y GCP en Photoscan. Arroyo del Horcajo II, panel 1. Las mallas obtenidas han sido tratadas con diferentes softwares dependiendo de los productos finales (Blender, Meshlab, Cloudcompare), de la misma manera que los modelos digitales de elevaciones (Saga, Surfer). Aunque los resultados obtenidos en el tratamiento de las superficies han sido similares, con variaciones dependiendo de los casos, finalmente, para los resultados finales, se ha optado por un uso de recursos que priman la información geométrica sobre la estética. Con la intención de optimizar los resultados, se ha probado con diferentes filtros (gridding, resampleado de mallas,
3. LA DOCUMENTACIÓN DE LOS CONJUNTOS GRABADOS Y SU RESULTADO La aplicación de la fotogrametría para la documentación de los dos conjuntos citados, ha permitido disponer de unos datos cuya recuperación hubiera supuesto una inversión de tiempo y recursos humanos y económicos, difícil de asumir en estos momentos. A pesar de las dificultades inherentes a cada conjunto, los calcos en estos momentos disponibles superan con mucho a los trabajos previos realizados en estos yacimientos, permitiendo abordar un estudio exhaustivo gracias al
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descubrimiento de elementos o motivos que ayudan a la contextualización cronológica y cultural de los dos enclaves.
3. 1. El conjunto del Arroyo del Horcajo: Rocas II, IV, V, VI y VII El santuario rupestre del Arroyo del Horcajo, localizado a orillas de un pequeño afluente del río Huerva, se localiza en los alrededores de la localidad de Romanos, en unos afloramientos de pizarras paleozoicas de superficies pulidas de pátina férrica brillante (Royo Guillén, op. cit.: 2008-2010, 72-73, figs. 1-3) (Fig. 7). En el primer trabajo sobre este yacimiento, aunque se describían sucintamente hasta seis rocas grabadas (Royo Guillén, op. cit: 20082010, 86-90, fig. 26), el estudio se centró en la roca I, auténtico palimpsesto donde se superponían cuatro fases de grabados, desde el Calcolítico hasta el mundo alto medieval, presentando tres tipos de grabados: picados, fusiformes y filiformes, siendo estos últimos de gran interés por su cronología celtibérica (Royo Guillén, op. cit.: 2008-2010, 77-85, fig. 11). En estas páginas haremos una breve descripción de los hallagos documentados, dejando para un estudio monográfico la investigación de todo el conjunto. De las rocas documentadas, destaca por el número de paneles y figuras la roca denominada Arroyo del Horcajo II, ubicada en un afloramiento vertical en la margen derecha del curso de agua. El tipo de grabados, el número de los mismos y las superposiciones, hacen muy difícil la interpretación y lectura de este conjunto de amplia cronología (Fig. 8).
Figura 7. Localización de las rocas I, II, IV, V, VI y VII del Arroyo del Horcajo. En los cinco paneles documentados de AH II, aparecen decenas de motivos realizados con grabados fusiformes o filiformes, aunque en menor medida aparecen algunos picados. Entre los motivos documentados aparecen motivos zoomorfos, antropomorfos, retículas, estandartes, ballestiformes y otros motivos en estudio (Fig. 9). Muy cerca de este afloramiento aparece otro, AH IV, a media ladera y a ras de suelo donde se han documentado varios motivos geométricos realizados por incisiones profundas y filiformes que configuran varias retículas, y algunos posibles estandartes (Fig. 10). El siguiente afloramiento se localiza aislado y en plena huerta, junto al curso de agua y en un afloramiento
Figura 8. Calco sobre DEM del panel principal de AH II, según P. Rodriguez: 2018.
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Sesión 1 totalmente vertical, AH V, en el cual se han identificado trazos sueltos, algún posible idoliforme o antropomorfo esquemático, así como una serie de restos que podrían identificarse con unas grafías antiguas (Fig. 11). Casi al final del santuario rupestre, hacia el norte, aparece en unas losas horizontales y a ras de suelo otro pequeño panel, AH VI, con dos retículas muy similares a las constatadas en este yacimiento y que corresponden sin duda a la fase de utilización del santuario durante la II Edad del Hierro, ya en época celtibérica (Fig. 12). La última roca documentada en esta campaña, AH VII, se localiza muy cerca de AH II, pero a media ladera y solamente presenta algunos trazos de difícil interpretación y realizados con incisión filiforme.
Figura 11. Calco sobre DEM de AH V, según Pedro Rodriguez: 2018.
Figura 12. Dameros o retículas filiformes de AH VI.
Figura 9. Cuadro de los principales motivos incisos en AH II.
A la vista del tipo de representaciones documentadas, podemos plantear que la mayor parte de los grabados se realizaron entre la Edad del Bronce y la etapa celtibérica de este yacimiento, como ya pusimos de manifiesto en el primer estudio sobre el mismo (Royo Guillén, op. cit.: 2008-2010, 103-104).
3. 2. El conjunto del Barranco Cardoso I, VI y VII
Figura 10. Detalle del panel principal de AH IV.
El Barranco Cardoso se localiza en las estribaciones de la Sierra de Albarracín, bordeando el valle del río Jiloca, en la localidad turolense de Pozondón. Se encuentra en un altiplano al sur de la cima de San Ginés y se abre en las areniscas triásicas del Buntsandstein, también conocidas como rodeno. Dicho barranco conserva un curso de agua permanente que circula encajado entre los afloramientos de rodeno, donde se han localizado hasta la fecha 8 conjuntos con grabados, además de los ya conocidos como Puntal del Tío Garrillas II-III, Abrigo de los Tioticos o Peña de la Albarda. El trabajo de documentación fotogramétrica, se ha concentrado en la cabecera del arroyo, donde se localizan los conjuntos grabados de Barranco Cardoso I, VI y VII (Fig. 13).
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los casos de Bco. Cardoso VI y VII, la conservación es bastante buena, al aparecer cubiertos los paneles por viseras rocosas. Por lo que se refiere a Bco. Cardoso VII, las dificultades en la documentación se han producido por encontrarse gran parte del panel grabado enterrado por sedimentos y no disponer del suficiente espacio para realizar la captura fotográfica. Pasaremos a continuación a realizar una breve descripción de los tres conjuntos documentados.
Figura 13. Localización de las rocas grabadas BC I, VI y VII y del resto de grabados del citado barranco. Aunque los primeros hallazgos de grabados rupestres en este lugar, se remontan a los años ochenta del siglo XX (Royo Guillén y Gómez Lecumberri: 2002, 129-131, figs. 62-63), el estudio definitivo de los grabados con escena ecuestre de la II Edad del Hierro del Puntal del Tío Garrillas II vuelve a ponerlo de relieve (Royo Guillén: 2004, 101-103, fig. 7), incidiendo sobre los grabados de la cabecera de dicho barranco en repetidas ocasiones, pero sin llegar a realizarse un trabajo sistemático sobre los mismos (Royo Guillén: 2015, 113-114, figs. 16 y 17), aunque ya se proponen algunas cuestiones de interés y se publican los primeros calcos previos analógicos sobre el conjunto de Barranco Cardoso I (Royo Guillén: 2018, 387-388) (Fig. 14).
El conjunto de Bco. Cardoso I se localiza en un afloramiento de losas de rodeno semienterradas y con ligera inclinación hacia el cauce. Dadas las dimensiones del afloramiento, con más de 100 m2 de superficie y la fragmentación del afloramiento, se han identificado y documentado hasta seis paneles con motivos grabados picados y posible abrasión, de surco ancho y profundo, aunque la erosión no permite demasiadas precisiones al respecto. Gracias a la documentación fotogramétrica, se han conseguido catalogar más de cien motivos grabados de tipo geométrico y esquemático en el que aparecen representados más de cien figuras, aunque originalmente la superficie decorada debió contener bastantes más, a juzgar por los restos de motivos documentados (Fig. 15).
Figura 15. Calco sobre DEM del panel 5 de Bco. Cardoso I.
Figura 14. Bco. Cardoso I. Vista del afloramiento rocoso y del proceso de limpieza previo a la realización de la fotogrametría. La toma de datos de estos afloramientos, ha comportado la adaptación de la metodología a las características de cada enclave y al estado de conservación de los paneles grabados, que en el caso de Bco. Cardoso I, al tratarse de un afloramiento expuesto a las inclemencias atmosféricas, ha provocado un grave deterioro de los motivos, hasta el punto de no verse sin la ayuda de luces rasantes. En
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El interés de este conjunto radica en la tipología de los motivos representados que incluyen cazoletas aisladas o agrupadas y combinaciones de cazoletas y canalillos, junto a podomorfos, motivos circulares, círculos concéntricos, escudos con escotadura en V, un ciervo esquemático, un posible espejo y una espada, espirales levógiras y destrógiras y unas representaciones que sólo pueden clasificarse como carros de dos ruedas que en algún caso parecen conservar hasta el tiro de dos posibles cuadrúpedos (Fig. 16), todo ello completamente inédito en tierras aragonesas y más propio de otros complejos grabados peninsulares, especialmente los localizados en Galicia.
Sesión 1
Figura 16. Bco. Cardoso I. Representaciones de posibles carros aparecidos en los paneles grabados.
En cuanto a Bco Cardoso VI, estamos ante un pequeño conjunto compuesto por una serie de grandes losas superpuestas que parecen conformar un pequeño abrigo con forma de falsa estructura dolménica (Fig. 17).
Figura 18. Bco. Cardoso VI. Ortofoto del panel grabado.
Por lo que se refiere a Bco. Cardoso VII, localizado junto a los otros dos enclaves, justo en el comienzo del barranco, se ha podido documentar un interesante panel grabado realizado en el suelo de un covacho o abrigo formado por la acumulación de bloques de un afloramiento de rodeno y que fue necesario limpiar de sedimentos acumulados para poder llevar a cabo la captura fotográfica (Fig. 19).
Figura 17. Bco. Cardoso VI. Vista general. En el suelo de este conjunto, de apenas dos metros cuadrados de superficie, aparecen un gran número de cazoletas y canalillos en combinación, formando una serie de figuras alargadas que ocupan todo el espacio disponible. Solamente aparece un motivo figurativo en este panel, representado por una figurita esquemática de un cuadrúpedo y un posible jinete que evidentemente se ha realizado en un momento posterior a la ejecución de las combinaciones de cazoletas y canalillos, que encuentran sus paralelos más cercanos en los paneles documentados en la Masada de Ligros en Albarracín (Royo Guillén, op. cit.: 2018, 391) (Fig. 18).
Figura 19. Bco.Cardoso VII. Vista general del covacho. El panel grabado aparece en el suelo del mismo. El interés de este conjunto radica en el tipo de representaciones grabadas, todas ellas realizadas por percusión (Royo Guillén, op. cit.: 2004, 24). Gracias a la fotogrametría se han podido identificar y documentar más de treinta motivos que combinan estilos que aparecen en Bco. Cardoso I y VI. En este covacho aparecen cazoletes aisladas, agrupadas o alineadas, surcos o canalillos, algunos formando estructuras cuadrangulares, carros, un posible antropomorfo esquemático, un ballestiforme,
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junto a otros motivos circulares con cruz inscrita y la representación de un carro con posible antropomorfo en perspectiva lateral (Fig. 20), todo lo cual nos permite plantear en este caso al menos dos posibles etapas de ejecución bien diferenciadas, entre la prehistoria reciente y la protohistoria.
Figura 20. Bco. Cardoso VII. Ortofoto del panel grabado.
coincidentes en su iconografía con los hasta ahora documentados en la cuenca media del Ebro y fechados entre el Bronce Final y la Edad del Hierro (Royo Guillén, op. cit.: 2015, 107-109, figs. 2 y 4). Solamente queremos constatar la importancia de estos dos enclaves para el estudio de las sociedades prehistóricas y protohistóricas, ya que su aportación iconográfica permite ampliar nuestro conocimiento sobre las mismas y también sobre la ritualización de determinados espacios geográficos a través de los grabados rupestres (Royo Guillén, op. cit.: 2015, 123-124). Los grabados documentados en Arroyo del Horcajo, tanto los filiformes como los fusiformes, encuentran paralelos temáticos y compositivos muy similares a los documentados, también por fotogrametría, en la Cueva de Lasque, donde también aparecen restos de epigrafía paleohispánica (Royo Guillén et alii, op. cit.: 2018, 85, fig. 15) junto a haces de líneas y retículas presentes en muchos yacimientos rupestres del valle medio del Ebro fechados en la Edad del Hierro (Royo Guillén et alii, op. cit.: 2018, fig. 18). También aparecen en otros conjuntos peninsulares de la Edad del Hierro, como en la fase protohistórica del Molino Manzánez (Collado Giraldo: 2006, 443-480), el excepcional conjunto descubierto en el río Sabor, en Portugal (Santos et alii: 2012), o los conjuntos prerromanos documentados en La Cerdeña (Campmajó: 2012) (Fig. 21).
4. CONTEXTO CRONO-CULTURAL DE LOS CONJUNTOS DOCUMENTADOS Además del interés para la gestión, conservación y difusión de estos yacimientos, es indudable que la documentación fotogramétrica de los mismos tiene unas consecuencias en lo referido a su aportación científica. En el caso que nos ocupa, aporta unos nuevos conocimientos y datos de dos santuarios grabados conocidos en la bibliografía (Royo Guillén, op. cit.: 2008-2010; Royo Guillén: 2015, 113-114, fig. 16), pero que con las actuales aportaciones adquieren una nueva dimensión. Se trata en ambos casos de espacios geográficos enmarcados por surcos de agua permanente, rodeados de afloramientos rocosos que permiten la utilización de los mismos para la realización de grabados. Las técnicas utilizadas varían en función del soporte, pudiendo documentarse incisiones filiformes o fusiformes y motivos picados, con o sin abrasión posterior (Royo Guillén, op. cit.: 2015, 103). En Arroyo del Horcajo, se constata la utilización mayoritaria de los grabados filiformes y fusiformes, propios de la etapa protohistórica; también aparece la percusión, aunque en las rocas tratadas, con escasa representación gráfica. Por el contrario, en Barranco Cardoso la técnica de grabado utilizada es la percusión por picado directo, aunque debido a la erosión no podemos constatar, ni el tipo de instrumento utilizado, ni si se ha realizado algún tipo de abrasión posterior. En este trabajo no insistiremos demasiado en los paralelos de los yacimientos documentados, absolutamente
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Figura 21. Los conjuntos de Arroyo del Horcajo y Barranco Cardoso en relación al resto de enclaves rupestres peninsulares de la Edad del Hierro, (según Royo Guillén: 2019).
No obstante, en Arroyo del Horcajo II y IV podemos encontrar varias fases de ejecución, a juzgar por las superposiciones constatadas, pudiendo llegar hasta fases históricas en algunas representaciones. En el resto de las rocas documentadas, la cronología se centraría entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, con una fase muy importante en época celtibérica (Royo Guillén, op. cit.: 2008-2010, 102-104).
Sesión 1 En cuanto al Barranco Cardoso, la documentación fotogramétrica de las rocas I, VI y VII, nos ha permitido constatar una secuencia de ocupación y utilización de dicho santuario más amplia y sobre todo mucho mejor contextualizada. En el caso de Bco. Cardoso I, la propia distribución de los motivos en los paneles grabados y su tipología, podría señalar al menos tres fases de ejecución de grabados. Cazoletas aisladas y agrupadas y combinaciones de cazoletas y canalillos, podrían encuadrarse en la primera fase de este conjunto, al igual que Bco. Cardoso VI y las cazoletas y canalillos documentados en Bco. Cardoso VII. Esta primera fase encuentra sus paralelos más cercanos y evidentes en la fase II, fechada en la Edad del Bronce, de la roca de Arroyo del Horcajo I, compuesta masivamente por la representación de cazoletas en sus fases I y II (Royo Guillén, op. cit: 2008-2010, 85, fig. 11). Pero los paralelos son evidentes en los paneles con cazoletas y canalillos prehistóricos documentados en el santuario de la Masada de Ligros (Royo Guillén, op. cit.: 2018, 391-392). No obstante este tipo de representaciones pueden tener largas perduraciones, pudiendo aparecer en contextos mucho más tardíos, como sería el caso de alguno de los conjuntos documentados en la Ciudad del Motor de Alcañiz (Marco y Royo Guillén: 2012, 306307), en el yacimiento de las Lastras de San José en Albalate del Arzobispo (Beltrán Martínez et alii: 2002), o en el pequeño santuario de carácter funerario de la Cueva de las Cazoletas en Monreal de Ariza (Royo Guillén y Gómez Lecumberri: 2005-2006). La segunda fase estaría representada por la presencia de los motivos en espiral, en algun motivo circular y en la figura esquemática de un magnífico ciervo, elementos hasta el momento ajenos a la iconografía de grabados rupestres de la cuenca media del Ebro, aunque no de su pintura esquemática. Los paralelos más directos de
estas representaciones los encontramos en el grupo galaico, con largas perduraciones a lo largo del II milenio a.C. (Fernández Pintos: 2018, 151-156), aunque también encontramos motivos de espirales asociados a yacimientos ibéricos, como en el caso de Puig Castellar en Barcelona (Royo Guillén: 2009, 61, fig. 29). La tercera fase de ejecución de grabados en Bco Cardoso, al menos en las tres rocas documentadas, se debe situar entre el Bronce Final y la Edad del Hierro, a juzgar por el contexto iconográfico documentado. La presencia de representaciones de armas –escudos de escotadura en V y espada-, un espejo y varios motivos que debemos identificar como carros, alguno de ellos con restos del tiro animal, nos obligan a considerar sus paralelos más cercanos en las estelas del Bronce Final del sudeste peninsular (Celestino: 1985), aunque también en Aragón encontramos algún ejemplo de representación de escudos en la estela de Luna y en la reutilizada de Azaila (Royo Guillén, op. cit.: 2015, 117-118, fig. 24) (Fig. 22). Sin embargo, la representación de carros en conjuntos rupestres grabados, es toda una novedad en el contexto iconográfico de este periodo en el valle del Ebro. La decena de representaciones documentadas entre Bco. Cardoso I y VII supone un conjunto totalmente inédito en el panorama peninsular de los grabados rupestres al aire libre. Dichas figuraciones pueden verse en otros contextos muy alejados geográficamente, presentes a lo largo de la fachada atlántica europea (Ling y Uhnér: 2015) y cuyo origen mediterráneo no parece estar en duda (Blazquez: 1986). Es evidente que el interés de los conjuntos de grabados documentados, ha superado los objetivos planteados. Por esta razón, consideramos la necesidad de continuar con su investigación y proceder a su estudio exhaustivo, ya iniciado, con el fin de comprobar las relaciones de estos
Figura 22. Principales motivos iconográficos en el arte rupestre de la Edad del Hierro de la cuenca media del Ebro, (según Royo Guillén: 2018).
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yacimientos aragoneses, con otros conjuntos peninsulares y europeos fechados en el periodo situado entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro.
5. CONCLUSIONES Llegados a este punto, sólo nos queda señalar algunas cuestiones que se deducen del trabajo realizado y de sus resultados. En primer lugar, debemos insistir en la importancia de la metodología utilizada en Arroyo del Horcajo y Barranco Cardoso, ya que la documentación de sus grabados rupestres mediante fotogrametría terrestre, se ha mostrado como una herramienta eficaz que permite la captura de elementos con mucha exactitud, tanto del soporte rocoso, como de los propios motivos grabados. Su versatilidad y manejabilidad iguala al Scanner 3D en el caso de los grabados realizados por percusión y los de surco profundo, aunque presenta algunas dificultades subsanables en el caso de los grabados filiformes. El uso de la fotogrametría en la documentación de grabados rupestres al aire libre, permite la obtención de calcos de altísima calidad y objetividad, permitiendo además la obtención de ortofotos y productos 3D que pueden gestionarse con suma facilidad.
Los trabajos de documentación fotogramétrica de los yacimientos incluidos en este texto se han realizado como complemento de la implementación del Inventario de Arte Rupestre de Aragón (I.A.R.A.) y documentación de este tipo de enclaves, promovido, financiado y coordinado desde la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, con la consignación presupuestaria del año 2018. Tambien queremos agradecer el apoyo del Servicio de Prevención y Protección del Patrimonio Cultural que se hizo cargo de toda la tramitación administrativa y económica de los trabajos encargados, sin el cual, no hubiera sido posible desarrollar el proyecto presentado en estas páginas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Angás, J. (2019): Documentación geométrica del patrimonio cultural. Análisis de las técnicas, ensayos y nuevas perspectivas. Caesaraugusta 86. Institución Fernando el Católico. Diputación de Zaragoza. Zaragoza.
En cualquier caso, la mejora en la obtención de resultados óptimos, debe llevarse a cabo a través de una captura fotográfica de altísima calidad, directamente relacionada con el uso de cámaras y objetivos adecuados.
Bea, M. y Angás, J. (2016): “Nuevas metodologías de documentación para la investigación y difusión del arte rupestre en Aragón”, en J. I. Lorenzo y J. Mª Rodanés: Actas del I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés –CAPA-. Colegio Oficial de Doctores y Licenciados de Aragón. Zaragoza, pp. 523-531.
Para la obtención de óptimos resultados en el caso de los grabados filiformes, puede complementarse la documentación fotogramétrica con el manejo de otras herramientas, como el Scanner de luz blanca estructurada, muy adecuado para este tipo de grabados.
Beltrán Martínez, A., Ortiz, E., Paz, J. A., Royo Lasarte, J y Gordillo, J.C. (2002):” El conjunto arqueológico de Las Lastras de San José (Albalate del Arzobispo, Teruel)”. Cauce, nº 10. Boletín Informativo y cultural del Parque Cultural del río Martín. Zaragoza, pp. 14-22.
Los resultados de la documentación fotogramétrica de una parte de los yacimientos de Arroyo del Horcajo y del Barranco Cardoso, han permitido conseguir un producto necesario para la buena gestión y conservación de ambos conjuntos, así como obtener unos calcos y material fotográfico que han confirmado la importancia científica de estos dos santuarios entre la Edad del Bronce y el Hierro I y II. En este sentido resulta evidente que, en la medida de las disponibilidades presupuestarias de la administración autónoma, dicha documentación debería completarse en el resto de rocas inventariadas y no tratadas.
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Para concluir, señalaremos que la incorporación de estos enclaves aragoneses al elenco de santuarios rupestres al aire libre de la Península Ibérica y la implementación del uso de la fotogrametría en su estudio, está situando a dichos conjuntos en un lugar privilegiado entre las diferentes manifestaciones parietales postpaleolíticas, tanto por su propia personalidad, como por su iconografía, esencial para el estudio exhaustivo de las sociedades protohistóricas de la cuenca del Ebro.
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AGRADECIMIENTOS
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Sesión 1
1.10. LA OCUPACIÓN DEL LLANO DURANTE LA EDAD DEL BRONCE EN EL CENTRO DE LA DEPRESIÓN DEL EBRO: EL CAMPO DE HOYOS DE LAS LOMAS DEL MOLINO (ÉPILA, ZARAGOZA) THE OCCUPATION OF THE PLAIN DURING THE AGE OF BRONZE IN THE CENTER OF THE DEPRESSION OF EBRO: THE PIT FIELD OF LAS LOMAS DEL MOLINO (ÉPILA, ZARAGOZA) Isidro Aguilera Aragón1, José Delgado Ceamanos2, José Ignacio Lorenzo Lizalde3, Jesús V. Picazo Millán4, José María Rodanés Vicente4 y Alejandro Sierra Sainz-Aja4 1 Museo de Zaragoza Arqueólogo profesional 3 Antropólogo. Grupo de Investigación PPVE, Universidad de Zaragoza 4 Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza 2
Autor de contacto/Contact author: Isidro Aguilera Aragón, iaguilera@aragon.es
RESUMEN Se estudia el yacimiento de Las Lomas del Molino (Épila, Zaragoza) a partir de los materiales procedentes de una excavación de urgencia llevada a cabo por Arqueo-Expert SL en 1996. Se trata de un yacimiento con cuatro fases de ocupación desde la Edad del Bronce hasta época andalusí. En este artículo nos centramos en el estudio de la Edad del Bronce (siglos XIX al XVII cal ane). Se trata un poblado en el que destacamos diez estructuras negativas de tipo hoyo/silo/basurero, excavadas en las gravas de la terraza del río Jalón. En su interior aparecieron diferentes restos arqueológicos entre los que destacan materiales cerámicos significativos, acompañados de huesos de fauna y un caso singular de enterramiento. El estudio permite conocer mejor la existencia de un sistema de ocupación del territorio que debió de ser habitual en las zonas llanas del valle del Ebro: pequeños conjuntos de cabañas ligeras, complementadas por silos/hoyos que suponen el hábitat característico de grupos familiares con una economía agropecuaria basada en el cultivo de cereales y una diversificada cabaña ganadera. PALABRAS CLAVE: Valle del Ebro; Edad del Bronce; Campo de hoyos; Enterramientos.
ABSTRACT The site of Las Lomas del Molino (Épila, Zaragoza) is studied from materials from an emergency excavation carried out by Arqueo-Expert SL in 1996. It is a site with four phases of occupation from the Bronze Age to Islamic times. In this paper we focus on the study of the Bronze Age (19th to 17th centuries cal. BC.). It is a settlement in which we highlight ten negative structures of the pit / silo / dump type, excavated in the gravels of the Jalón river terrace. Inside, different archaeological remains appeared, among which significant ceramic materials stand out, accompanied by animal bones and a unique case of burial. The study allows to know better the existence of a system of occupation of the territory that should have been habitual in the flat areas of the Ebro valley: small sets of huts, complemented by silos / pits that represent the characteristic habitat of family groups with a farming economy based on cereal cultivation and a diversified livestock. KEYWORDS: Ebro valley; Bronze Age; Pit field; Burial.
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Figura 1. Vistas de la Lomas del Molino desde Lucena de JalĂłn, en la margen opuesta del rĂo.
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Sesión 1 1. OBJETIVOS Hasta hace relativamente poco tiempo en el sector central del valle del Ebro apenas se contaba con yacimientos de referencia para poder establecer un escenario más o menos preciso sobre el poblamiento en la Edad del Bronce (cfr. Picazo y Rodanés 2002, 227; Picazo 2005, 110). Con este trabajo se pretende, por un lado, contribuir a paliar esa anomalía y hacer más visibles los hábitats en llano con estructuras negativas que configuran un tipo de asentamiento bastante elusivo, difícil de detectar y documentar. Estos yacimientos, tradicionalmente denominados “campos de hoyos”, son relativamente bien conocidos en toda la península ibérica y poco a poco también se van reconociendo en el tramo aragonés del valle del Ebro (cfr. Pérez-Lambán, Fanlo y Picazo 2010, 302; Pérez-Lambán 2013), pero todavía son escasos los ejemplos que han sido objeto de excavación y, en este sentido, el yacimiento de las Lomas del Molino, datado en las fases intermedias de la Edad del Bronce, puede aportar información relevante para ese intervalo temporal cada vez mejor conocido en los diferentes ámbitos de la geografía aragonesa, así como sus conexiones con otros territorios próximos de Levante, Meseta, etc. (Picazo 2005). Por otra parte queremos llamar la atención sobre algunos graves problemas de la llamada arqueología de gestión, contexto en el que fue excavado este yacimiento. La falta de un posterior seguimiento al trabajo de campo en la mayor parte de las intervenciones ha propiciado que las actuaciones queden en el olvido a pesar de que los materiales estén controlados por la administración o depositados en los museos. Podríamos decir que si no existe coordinación y una política clara se puede producir una paradoja con graves consecuencias: se salva una parte del patrimonio material y se destruye la historia.
2. UBICACIÓN, DESCRIPCIÓN E INVESTIGACIONES Lomas del Molino es un extenso y complejo yacimiento que se encuentra ubicado en el término municipal de Épila (Zaragoza), aunque muy cerca de núcleo urbano de Salillas de Jalón. La posición topográfica de su centroide viene determinada por las coordenadas UTM: X 638850; Y 4601938; Z 335, ETRS89 Huso 30 (Figs. 2 y 3). Desde el punto de vista geográfico se ubica en el tramo bajo del valle del Jalón, en su margen izquierda, al borde de una terraza fluvial atravesada tangencialmente por someras incisiones que, con un cauce impreciso, drenan hacia el río Jalón. Esto da lugar a un suave relieve alomado que puede considerarse casi como una llanura, de hecho también se le conoce con el topónimo de “El Llano” (Fig. 1). Fue descubierto durante las prospecciones inscritas en las tareas de corrección de impacto ambiental de la línea de alta velocidad Zaragoza-Madrid que, junto con la excavación, fueron llevadas a cabo ejemplarmente en
Figura 2. Mapa de situación.
1996 por la empresa Arqueo-Expert S.L. (Casabona y Pérez Casas 2007). Diversas y desgraciadas vicisitudes han provocado la pérdida de toda la documentación de la excavación (no es el único caso en Aragón), lo que merma considerablemente su aprovechamiento científico y pone de manifiesto el deficiente sistema de garantías que por parte de la Administración de la Comunidad Autónoma padecen este tipo de actuaciones. El yacimiento arqueológico como tal comprende una amplia extensión difícil de precisar, ya que los vestigios en superficie son escasos y poco elocuentes y la excavación tuvo que limitarse al área afectada por las obras de la línea férrea, aun así lo explorado equivale a unas 3 ha. El yacimiento presenta cuatro fases: I. Edad del Bronce (siglos XIX al XVII cal ane): hábitat de hoyos excavados en la terraza, rito funerario de inhumación. II. Romano imperial (siglos I-III): establecimiento agrícola muy arrasado, con presencia de dos cisternas hechas de mortero hidráulico. III. Visigoda (siglos V- principios del VIII): una necrópolis de más de 200 tumbas de inhumación, con ejemplos de sarcófagos trapezoidales de alabastro, de tégulas, de lajas y en fosa simple. Todas de rito cristiano y muchas con ajuares. Primera fase de la aldea, situada al sur de la necrópolis, consistente en silos excavados en la terraza y rellenos de desperdicios. IV. Paleoandalusí (siglo VIII): fase final del hábitat con los mismos silos rellenos de materiales más evolucionados y uno de ellos con un cierre para el que se aprovechó una ventana ajimezada de arenisca.
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Figura 3. Fotografías aéreas donde se indica la posición del yacimiento de la Edad del Bronce antes (Vuelo Interministerial 1986) y después de la construcción del trazado del AVE (PNOA).
3. LA OCUPACIÓN DE LA EDAD DEL BRONCE Se ubica en la misma zona que el hábitat altomedieval, donde se documentaron hasta diez estructuras negativas del tipo hoyo/silo/basurero, excavadas en las gravas de la terraza (hoyos 7, 9, 15, 20, 22, 23, 25, 26, 27 y 28). Estaban distribuidas sin orden aparente, entre los silos visigodos y andalusíes y dispersas en un área de 1.200 m², si bien del 22 al 28 los hoyos estaban más cercanos unos de otros, sin que hubiese otras estructuras con las que se pudieran relacionar. Debido a la citada pérdida de documentación, no tenemos datos de las dimensiones, morfología o estratigrafía interna de los pozos, pero sabemos que habían sido cercenados en su parte superior por las labores agrícolas y la erosión.
4. EL CONTENIDO DE LOS HOYOS El repertorio de materiales arqueológicos recuperados en los hoyos no es muy variado pero de bastante interés. En ocho de los hoyos se limita a cerámica y fauna, en el noveno aparecieron, además, huesos humanos. Faltan por completo artefactos de piedra, a excepción de un molino barquiforme recogido en superficie (Fig. 11), y de metal.
4.1. La cerámica Corresponde a una restringida tipología de vasos que están muy fragmentados e incompletos, lo que indica que fueron arrojados ya rotos a los hoyos y que una parte de ellos se ha perdido como resultado de la destrucción parcial de los pozos o, simplemente, debido a que fueron depositados en otro lugar. La pasta de todos ellos es de características similares: compacta y con desgrasantes silíceos de calibre fino con alguna inclusión de chamota.
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Figura 4. Cerámicas pozo 7: cuenco profundo y vaso carenado. 4.1.1. Cuencos Son vasijas con estructura abierta, semiesféricas, cercanas a la media esfera, o troncocónicas. Los hay de diversos tamaños, desde grandes con 18,5 cm a los pequeños con 8,6 o 6,2 cm de diámetro en la boca. No se ha conservado ningún fondo asimilable a estos perfiles. Las superficies están bien alisadas y espatuladas, carecen de decoración o de cualquier elemento de aprehensión.
4.1.2. Cuencos profundos Estos recipientes de paredes rectas y gruesas, algunos con tendencia cerrada, son algo más homogéneos que los semiesféricos y con más capacidad, pues su diámetro en la boca oscila entre 16,3 cm y 24 cm. No hay fondos vinculados a este perfil. Los acabados siguen la misma
Sesión 1
Figura 6. Cerámicas hoyo 15.
Figura 5. Cerámicas hoyo 9. tónica que en el tipo previamente descrito: superficies alisadas o espatuladas y ausencia de ornamentación. La excepción es un cuenco de superficie rugosa (Fig. 7.1). Las pastas son similares al caso anterior. 4.1.3. Taza Se dispone de un único ejemplar (Fig. 6.3). Es un cuenco profundo al que se ha aplicado un asa de puente de sección circular que parte unos milímetros bajo el borde. El fondo es plano. La superficie está bien alisada y la pasta depurada y compacta. 4.1.4. Vasijas de perfil sinuoso De esta clase de recipientes, muy comunes en la Edad del Bronce, aquí solo podemos discriminarlos por la boca y el cuello, por lo tanto no se puede distinguir entre globulares y ovoides, aunque es previsible que ambos están presentes. Todos los ejemplares son lisos menos uno que tiene la superficie rugosa y un mamelón circular en el cuello (Fig. 8.5).
Figura 7. Cerámicas hoyo 23.
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Figura 8. Cerámicas hoyo 25. 4.1.5. Vasos carenados Son los más abundantes y característicos, pues aparecen en todos los hoyos, desde un ejemplar (hoyos 20, 22, 25, 27 y 28), dos (hoyo 9, 23, 26), tres (hoyo 7) y hasta seis (hoyo 15). Constituyen un conjunto homogéneo en el que las líneas de las carenas se sitúan mayoritariamente hacia la parte media del perfil, con algún ejemplo en posición más baja, que generan una vasija abierta, exvasada. La parte inferior es curva o con tendencia troncocónica. De los tres fondos que se conservan dos son curvos y uno tiene umbo (Fig. 7.9). La mayoría son vasijas pequeñas y medianas con diámetros en la boca entre 15 y 18 cm. Las excepciones a este panorama las constituyen cuatro recipientes grandes, uno abierto (23 cm en la boca) y otros tres que resultan más cerrados, dado su altura y el mayor diámetro en la carena que en la boca, parte conservada en un único caso, con 24 cm de diámetro (Fig. 5.5). Todas las superficies están acabadas mediante finos espatulados o bruñidos muy cuidadosos. Las pastas son compactas. No hay decoración y a pesar de la fragmentación cuentan con elementos de suspensión
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Figura 9. Cerámica de los hoyos 20, 26 y 27. y prensión sobre la misma carena. En un caso hay un pequeño mamelón (Fig. 10.4) y en otro recipiente de tamaño considerable un asa de puente de sección circular (Fig. 8.8), esquema no demasiado habitual, documentado en el poblado del Bronce Medio de la Hoya Quemada (Picazo 1993, 114, Fig. 78, Hq7). 4.1.6. Queseras Dos ejemplares han sido recuperados en el hoyo 23 (Fig. 7. 11 y 12). Uno presenta el galbo casi completo a falta de la boca estrecha, mientras que el otro conserva la mitad superior. Ambos están atravesados de afuera hacia adentro por múltiples perforaciones circulares u ovales. La superficie está alisada en ambos casos. Las pastas son menos compactas que en el resto de cerámicas. En el pozo 25 apareció otro fragmento de pared con perforaciones circulares (Fig. 8.7). 4.1.7. Molino En las proximidades del hoyo 15 se recogió un fragmento de molino de mano plano, hecho a partir de un canto rodado de arenisca de color ocre claro, que fue seccionado longitudinalmente (Fig. 11). La litología es compatible con un abastecimiento local.
Sesión 1
Figura 10. Cerámicas hoyo 28.
Figura 11. Molino de mano. Vista oblicua y dibujo.
Tabla 1. Fauna (número de restos) recuperada en varios de los silos/pozos de la Edad del Bronce. NR Taxones
entorno pozo 22
Bos taurus
pozo 22
pozo 15
2
1
pozo 25
pozo 28
pozo 9
Total
3
4
10
Ovis/Capra
4
5
9
Ovis aries
1
1
2
Sus domesticus
2
1
3
Canis familiaris
4
4
Cervus elaphus
1
1
Oryctolagus cuniculus
1
Mamifero grande Mamifero medio
4 1
1
Mamifero medio-grande
1
Indeterminado
15
Total general
6
24
5
6
1
1
6
3
3
8 1
2 5
3
17 20
9
67
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4.2. Fauna
5.1. Individuo 1
Es poco numerosa con tan sólo 67 restos, de los cuales únicamente 35 son identificables. Aun así está bien representada la cabaña ganadera típica de este momento y de estas latitudes: vaca, oveja, cabra y cerdo, además del perro. Como animales silvestres tenemos ciervo y conejo (Tabla 1).
Prácticamente completo, se ubicaba en la parte superior del pozo a modo de clausura. No fue depositado con cuidado, sino que parece estar caido hacia atrás, boca arriba, con las piernas abiertas y muy flexionadas y con un brazo semi levantado y el otro replegado, una posición que indica que el cuerpo se enterró en conexión anatómica sin mayor cuidado. Sobre este esqueleto se encontraron sendos metacarpos de un mismo individuo de perro (Fig. 13).
5. LA ESTRUCTURA FUNERARIA Un especial comentario merece el hoyo 22, intercalado entre los demás pozos sin que en apariencia nada lo distinga de ellos. Su relleno es parco en materiales, si bien la cerámica es característica: fragmentos de un cuenco profundo ligeramente cerrado, otro abierto, el borde de una olla sinuosa con impresiones en el labio y varios trozos de un vaso carenado abierto (Fig. 12). También forman parte del inventario arqueológico unos pocos huesos pertenecientes a un bóvido, un ciervo y un perro (Tabla 1). Su singularidad radica en que contenía restos humanos correspondientes a dos individuos.
Figura 13. Individuo 1 depositado en el hoyo 22. 5.1.1. Somatoscopia Varón, adulto, de 35-45 años por su edad dental y de 45-50 por la sutural. Hay que contar con que el sujeto presenta una paleopatología oral que condiciona el tipo de desgaste dental, por lo que su edad biológica estaría más cerca de los 45 años. Talla de 167,5 cm (Trotter y G.) por su fémur, 174 cm por el radio y 172 cm por la tibia. Media ponderada por encima de los 170 cm, lo que representa una talla alta. Presenta hiperdolicocráneo con índice de 68,09, esfenoide con ausencia de probole occipital que, en este caso es casi plano occipital pero de dorso curvo, con línea marcada nucal pero un inion de grado 1. Destaca lo marcado de sus superciliares y presencia de las líneas crotáfites. También conserva sobre nasal restos de metopismo recesivo. La cara es leptoprosopa, es decir alargada, tanto en la parte superior como con mandíbula. Órbitas cuadrangulares altas (índice orbitario 90,24) y nariz estrecha y alta, leptorrina (I. Nasal 41,28). Su mandíbula es alta de sínfisis y de ángulo goníaco cerrado (22), con marcadas inserciones en su cara interna pero no extrovertido. Se trata de un tipo mediterráneo con rasgos curvo-occipitales y una robustez superciliar de raíz neolítica, que lo aparta de los mediterráneos gráciles debido a aportes atlantomediteráneos o a rebrotes de su genética precedente. Figura 12. Cerámicas hoyo 22.
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En lo referente a sus piezas dentales brotaron todas sus piezas y perdió varias por diversas paleopatologías.
Sesión 1
Figura 14. Cráneo del individuo 1 en norma frontal y lateral. Vértebras rotas en todos los tramos y fragmentos de costillas. Clavículas completas sin marcas de estenopatías. Omóplatos muy fragmentados. Húmeros ligeros sin perforación olecraneana ni lesiones, el derecho completo. Cúbitos sin datos reseñables. Radio izquierdo normal. Están presentes huesos del metacarpo derecho e izquierdo y falanges de ambas manos. Coxales muy fracturados pero sin nada que reseñar. El sacro completo sin lesiones. Fémures, gráciles y sin patologías. Rótulas pequeñas. Tibias en sable, la derecha con patología. Ambos peronés, el izquierdo patológico. Calcáneo izquierdo completo con una lesión posterior y un cuboides derecho completo.
5.1.2. Paleopatologías y traumatismos
Figura 15. Individuo 1. Lesiones hiperostósicas en tibia y peroné.
Figura 16. Individuo 1. Arcada dental superior con acusado desgaste, caries y cemento secundario.
El sujeto presenta diferentes afecciones. Por una parte una estenopatía de calcáneo ligera, relacionada con una práctica de la marcha intensa que no se refleja en marcadores musculares. También tibia y peroné cuentan con lesiones hiperostósicas relacionadas con infecciones localizadas (Fig. 15). La patología más relevante es la oral, con periodontitis grave que ocasionó la pérdida de molares y la presencia de cavitaciones y fístulas abiertas. También cuenta con depósitos de sarro en todas las piezas que confirman el
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con una roca con afección principalmente cutánea. El segundo es un traumatismo contuso con hundimiento de tabla externa localizado en el parietal izquierdo. El tercero es un traumatismo perforante en zona opistiooccipital. Al no disponer de información contextual de la excavación del hoyo 22 con los que relacionar los restos descritos es difícil discriminar entre causas tafonómicas o lesiones intravitam, más aún cuando el cadáver fue arrojado de manera poco cuidadosa en el hoyo.
Figura 17. Individuo 1. Hiperostosis y reborde alveolar.
descabalgamiento alveolar. Presenta caries de grado 1, 2 y 3, con exposición de pulpa dental. El molar tercero superior izquierdo formó cemento secundario y exposición pulpar (Fig. 16). La afección debió ser tan intensa que friccionó con tira de cuero o espátula de madera intensamente produciendo planos de desgaste ebúrneos tanto en plano interno como externo. Los caninos y premolares acusan bandas de hipoplasia de esmalte lo que indica detenciones del crecimiento por hambruna o enfermedad durante la infancia, entre los 6 y los 10 años. La gingivitis también fue prematura porque cuando brotó el tercer molar inferior ya había perdido el superior y esto posibilitó que creciera por encima del plano oclusal normal y que careciera de huellas de uso (Fig. 17). Todas estas patologías son compatibles con infecciones generalizadas que pueden conducir al deceso, como hemos visto en poblaciones calcolíticas navarras y aragonesas. Además, debemos destacar tres fracturas craneales (Fig. 18) que pueden ser intravitam. La primera y principal se localiza sobre la bolsa frontal derecha, donde aparece un punto de traumatismo contuso, sin hundimiento de tabla externa, que produjo estrías radiales, posiblemente cuando el hueso estaba fresco. La inexistencia de lesión incisa ni contusa puede deberse a haber sufrido un golpe
De lo observado se deduce que a lo largo de su vida no realizó trabajos que ocasionaran tensiones especiales que dejaran huella en la morfología ósea, excepto las producidas por marchas intensas. En su infancia soportó detenciones del crecimiento óseo y la falta de una alimentación adecuada. Los excesos de hidratos de carbono favorecieron las infecciones bucales que provocaron la aparición de caries y piorrea intensa que ocasionó la pérdida de varias piezas dentales, infecciones y dolores intensos que no calmó con palillos sino con tiras de cuero y paletas de madera. Los dientes anteriores apuntan a actividades extrafisiológicas relacionadas con el curtido de cuero, más que a una práctica bruxista.
5.3. Individuo 2 Los restos de este individuo se encontraron debajo del anterior. Su conservación es muy parcial pues solo hemos identificado tres huesos largos: un húmero derecho sin epífisis distales y muy erosionado, una tibia derecha sin epífisis, ambos más cortos y gráciles que los del sujeto 1, así como un peroné derecho también grácil pero muy anguloso. Se trata de un individuo adulto de sexo indeterminado, pero más grácil y pequeño que el precedente. Es extraño que no aparecieran más restos, especialmente dentarios, caso de tratarse de un enterramiento anterior. El carácter fragmentario de los restos y su deterioro nos hace presumir que transcurrió tiempo entre la primera y la segunda deposición, e ignoramos si es un enterramiento primario, si hubo algún tipo de exposición, si solo se depositó una parte del cuerpo o el cadáver completo y si lo que falta fue retirado en una maniobra de recuperación
Figura 18. Individuo 1. Lesiones craneales por impactos en región frontal (izquierda), parietal izquierdo (centro) y occipital (derecha).
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Sesión 1 Tabla 2. Cuadro de dataciones absolutas y valores calibrados
de huesos o simplemente es el resultado de fenómenos accidentales de tipo tafonómico relacionados con una exposición previa o un deficiente enterramiento.
6. CRONOLOGÍA ABSOLUTA Se han datado tres muestras de vida corta por AMS, en concreto del hoyo 22 un hueso del individuo 1 (D-AMS 028700) y un hueso de fauna (D-AMS 028701). Procedente del hoyo 15, contenedor de un lote cerámico prototípico, se dató un hueso de animal (D-AMS 028702) (tabla 2 y figura 19). Las dataciones se han realizado en el laboratorio DirectAMS y las fechas resultantes se han calibrado mediante el programa Calib v. 7.10 online a partir de la curva INTCAL13 (Stuiver, M., Reimer, P.J., and Reimer, R.W., 2020, CALIB 7.1 [WWW program] at http://calib.org). Los resultados obtenidos Lomas del Molino entre comienzos del XVII cal desentona con los datos
encuadran la actividad de las finales del siglo XIX cal ane ane, lo que, en principio, no que se van disponiendo para
yacimientos próximos y similares como Cabezo Blanco (Épila) 1695-1526 cal ane (Pérez-Lambán 2013, 20); La Cogullota (Borja) con fechas 1830-1875 cal ane (Aguilera 2017, 59), Collado de la Abeja (Muel) 16851490 cal ane (Pérez-Lambán et al. 2018, 136) o La Balsa de la Tamariz (Tauste) 2060-1690-1400 cal. ane (Royo 2014, 210). Más alejado hacia el noroeste, se encuentra el yacimiento de San Pelayo IV (Arellano, Navarra) con un conjunto cerámico de las mismas características que el nuestro y también extraído de hoyos, de los cuales el nº 11 ha sido fechado entre 1625-1520 cal ane (Sesma et al. 2014). Sin embargo, estas fechas tomadas globalmente nos muestran una horquilla demasiado amplia y resultan contradictorias en algunas ocasiones. Frente a la coherencia de Collado de la Abeja y Cabezo Blanco, encontramos las dataciones erráticas de la Balsa de la Tamariz y las Lomas del Molino tampoco se libra de discrepancias, como la mayor antigüedad del sujeto humano del hoyo 22 que culmina el relleno del depósito frente a la data del hueso de animal, recuperado por debajo, en una cota 77 cm más profunda.
7. REFLEXIONES FINALES
Figura 19. Gráfico de las dataciones de radiocarbono y las distribuciones de probabilidad.
Las Lomas de Molino representa un ejemplo de un sistema de ocupación de territorio que debió de ser habitual en las zonas llanas del valle del Ebro: pequeños conjuntos de cabañas ligeras, complementadas por silos/ hoyos, como bien se ha documentado en el Collado de la Abeja de Muel (Pérez-Lambán, Picazo y Fanlo 2018). Serán el asentamiento de grupos familiares de economía agropecuaria basada en el cultivo de cereales en secano y una diversificada cabaña ganadera, en contraposición con los poblados ubicados en cerros prominentes cuya presencia se justifica acudiendo al argumento de la
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creciente tensión social existente durante la Edad del Bronce. La relación entre ellos es una cuestión todavía a resolver (Pérez-Lambán 2011). Unos y otros se vacían hacia mediados del milenio, justo antes de la llegada de los marcadores de Cogotas I, sin que haya pruebas de violencia ni de coerción. Los episodios de aridez que se detectan en el oeste de la región mediterránea (Fletcher y Zielhofer 2013) pudieron ser factores esenciales para desbaratar el devenir de estas pequeñas aldeas de economía agropecuaria. El ajuar de cerámica doméstica, aunque escaso y reiterativo, coincide con los conjuntos de similares cronologías detectados en área central del Ebro: Collado de la Abeja (Pérez-Lambán, Picazo y Fanlo 2018), Cabezo Blanco (Pérez-Lambán 2013), Siete Cabezos (Harrison, Aguilera y Moreno 1990), la Balsa de la Tamariz, (Royo 2014), etc. Los recipientes con carena media y bordes exvasados, ya sean de perfil abierto o cerrado, con superficies bien alisadas se convierten en el elemento más definitorio de este momento, repitiendo modelos bien documentados en otros territorios próximos, como el entorno meridional del Sistema Ibérico (Picazo 1993, 109; Burillo y Picazo 1997, 38), en conexión con el ámbito levantino. Los acompañan cuencos, tazas, ollas de perfil sinuoso o globular, queseras y abundancia de terminaciones rugosas que conforman un muestrario cerámico que dota de personalidad al Bronce medio (1700-1400 cal. ane) en el sector central del valle del Ebro. Los hallazgos de enterramientos no son raros en estas pequeñas aldeas, pero el número de sepelios por hábitat es bajo, por lo tanto, ni mucho menos son representativos de su demografía, por lo que podría tratarse de individuos seleccionados con criterios que desconocemos. Recientes interpretaciones apuntan la posibilidad de que pudieran ser utilizados para reforzar la vinculación del territorio de explotación asignado al grupo social. La presencia permanente y cercana de los fallecidos anula el efecto disociativo de la muerte y refuerza los lazos entre antepasados, aquellos que poseyeron antes los medios de producción, en este caso la tierra, y los descendientes. No obstante, la norma que rige el ritual funerario de estos grupos nos resulta desconocida, aunque lo más frecuente parece ser la deposición de cadáveres en cuevas, en las que actualmente se encuentran acumulaciones de restos formando parte de depósitos alterados y mezclados. El enterramiento en silos posiblemente sería excepcional, al margen del ritual prevalente en el momento, y el hecho de que en Las Lomas del Molino estemos aparentemente ante un individuo arrojado a un pozo sin especial cuidado nos hace dudar de ese tipo de interpretaciones. En esta misma línea, la presencia en el enterramiento de las extremidades anteriores de un perro es digna de subrayar, pues resulta sugerente que en el único hoyo donde se realizaron inhumaciones de seres humanos esté también incluido un cánido. Para algunos autores estos animales tuvieron un papel activo en los fenómenos funerarios, de forma que, mediante el consumo parcial
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de cadáveres, fueron agentes dentro del proceso de transformación (Botella et al. 2000, 119-128). Por lo tanto, los canes también pudieron formar parte del ritual, lo que justificaría su asociación con los enterramientos, pues no es rara la aparición de perros en los contextos mortuorios del Calcolítico avanzado y de toda la Edad del Bronce (Liesau 2012). Se consideran exponentes de múltiples y complejos rituales (Liesau et al. 2014), tal y como apuntan los huesos humanos digeridos por perros atestiguados en el poblado argárico de Fuente Álamo (Liesau 1999) y también los huesos humanos mordisqueados aparecidos en otros contextos domésticos tipo basurero como ocurre en Moncín (Harrison et al. 1994, 513). Con todo, entendemos que hay que ser cautos con alguna de estas opiniones, puesto que no podemos olvidar que los restos de perros son habituales en depósitos de basura doméstica, como sucede en Hoya Quemada, Moncín y otros asentamientos de la Edad del Bronce (Picazo et al. 1997...), y también se ha documentado su procesado y aprovechamiento cárnico, caso de algunos yacimientos valencianos (cfr. Sanchís y Sarrión 2004), un hábito por lo demás generalizado durante la Edad del Bronce y otras etapas de la prehistoria europea. Asimismo, la existencia de huesos humanos mordisqueados o digeridos por cánidos, de nuevo puede relacionarse con cadáveres abandonados o parcialmente enterrados sin especial cuidado y, por tanto, haber sido objeto de un potencial carroñeo por parte de los cánidos. Por todo ello la existencia de restos humanos y de cánidos en depósitos integrados por desechos diversos no es tan extraño y no necesariamente debe explicarse desde perspectivas rituales. Por último, tal como adelantábamos en los objetivos, queremos llamar la atención sobre el grave menoscabo científico que ha sufrido este importantísimo yacimiento de tan amplia cronología y especial ubicación. Pudo resultar clave para la explicación de muchas de las cuestiones pendientes en cada uno de sus segmentos cronológicos, muy en especial el altomedieval. La pérdida de toda la documentación generada por las intensas campañas de excavaciones ha destruido buena parte del valor científico y social de tan conspicuo bien patrimonial. Las causas son lo de menos. Lo preocupante es que, en treinta y cinco años de competencias exclusivas de la Comunidad Autónoma en materia de patrimonio arqueológico, no se haya diseñado un protocolo verdaderamente útil para que la información histórica no se pierda y quede reducida a informes administrativos más o menos someros. Resulta cuando menos paradójico que los museos sean receptores de los materiales arqueológicos que producen las actuaciones de gestión y no tengan la más mínima documentación a cerca de qué, cómo y para qué están esos bienes allí. Urge la construcción de una fórmula que regule la calidad de las actuaciones comerciales y la salvaguarda de materiales y
Sesión 1 de la documentación. De otra forma, estamos haciendo un flaco favor a nuestro patrimonio y al prestigio del colectivo vinculado a la arqueología en Aragón.
cursos bajos de los ríos Huerva y Jalón: Geoarqueología y análisis espacial de los asentamientos. Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza.
AGRADECIMIENTOS
Pérez-Lambán, F.; Picazo; J.V. y Fanlo, J. (2010): “El poblamiento antiguo en el valle del río Huerva. Resultado de las campañas de prospección de 2007-2009”, Salduie 10, 285-315.
Queremos agradecer al proyecto HAR2015-65620-P: Paisaje y Sociedad: el valle medio del Ebro entre el 6000 y el 500 cal ANE (MINECO/FEDER) la financiación de este trabajo, así como a la Dra. M Cruz Sopena Vicién la reproducción de los materiales cerámicos y líticos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Aguilera, I. (2017): La comunidad prehistórica de la Muela de Borja. 2500-1200 cal. ane. Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza. Botella, M.; Alemán, I. y Jiménez, S. (2000): Los huesos humanos. Manipulación y alteraciones. Barcelona. Burillo, F. y Picazo, J.V. (1997): “El sistema Ibérico turolense durante el segundo milenio A.C.”, Saguntum 30, 29-58. Casabona, J.F. y Pérez Casas, J.A. (1997): “Excavaciones arqueológicas con motivo de la construcción de la línea de alta velocidad. Yacimiento las Lomas del Molino (Salillas de Jalón (Zaragoza). Ficha técnica”, Arqueología Aragonesa 1995-2005. Ed. digital. Fletcher, W.J. y Zielhofer, C. (2013): “Fragility of Western Mediterranean landscapes during Holocene Rapid Climatic Changes”, Catena 103, 16-29. Harrison, R.J.; Moreno, G. y Legge, A. J. (1994): Moncín: un poblado de la Edad del Bronce (Borja, Zaragoza). Arqueología Aragonesa 16. Zaragoza. Harrison, R.J.; Aguilera, I. y Moreno, G. (1990): “Excavaciones arqueológicas en un poblado de la Edad del Bronce de Siete Cabezos (Magallón, prov. Zaragoza)”, Cuadernos de Estudios Borjanos XXII-XXIV, 29-59. Liesau, C. (1999): “Fuente Álamo: evidencias de huesos humanos digeridos”, Actas del V Congreso Nacional de Paleopatología. Alcalá la Real, 65-71.
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Liesau, C. (2012): “Depósitos con ofrendas de animales en yacimientos de Cogotas I: antecedentes y características”, en J.A. Rodríguez Marcos y J. Fernández Manzano (eds.): Cogotas I una cultura de la Edad del Bronce de la Península Ibérica. Valladolid, 219-257. Liesau, C.; Esparza, A. y Sánchez Polo, A. (2014): “¿Huesos en la basura o depósito ritualizado? Los perros descuartizados de La Huelga (Dueñas, Palencia)”, Zephyrus LXXIV, 89-115. Pérez-Lambán, F. (2011): Sistema de poblamiento en la baja Huerva (Zaragoza) durante el Bronce Antiguo y Medio, en Actas de las II Jornadas de jóvenes en investigación arqueológica. Madrid-Zaragoza, 615-622. Pérez-Lambán, F. (2013): La Edad del Bronce en los
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Sesión 1
1.11. EL CABEZO DE MONLEÓN (CASPE). PROYECTO DE PUESTA EN VALOR DE LAS EXCAVACIONES DE ANTONIO BELTRÁN (1952-1964) EL CABEZO DE MONLEÓN (CASPE). A PROJECT TO VALUING ANTONIO BELTRAN´S ARCHAEOLOGICAL EXCAVATIONS (1952-1964) Isidro Aguilera Aragón1, J. Mª. Rodanés Vicente2 y Mª. Cruz Sopena Vicién2 1 Museo de Zaragoza Prehistoria. Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza
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Autor de contacto/Contact author: Isidro Aguilera Aragón, iaguilera@aragon.es
RESUMEN Se trazan las líneas generales del proyecto de investigación que llevan a cabo el Museo de Zaragoza y el Departamento de CC. de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza, dirigido al estudio del poblado del Bronce final del cabezo de Monleón, a partir de las excavaciones hechas por Antonio Beltrán entre 1952 y 1964. Para ello se cuenta con los diarios de campo de varias campañas y de numerosas fotografías, además de los abundantes materiales arqueológicos que se custodian en el Museo de Zaragoza. PALABRAS CLAVE: Campos de Urnas; Bronce final; Excisión; Acanalados; Kernos; Moldes de fundición; Museo de Zaragoza.
ABSTRACT This paper presents the master lines about a research project carried out by the Zaragoza Museum and the Department of Antiquity of the University of Zaragoza, pointed to the study of Cabezo de Monleón, a village of the final Bronze, from the excavations made by Antonio Beltrán between 1952 and 1964. To get this aim, there are several field working notebooks, numerous photographs and abundant archaeological materials that are preserved in the Zaragoza Museum. KEYWORDS: Urnfield Culture; Late Bronze Age; Excised pottery; Grooved pottery; Kernos; Cast molds; Museum of Zaragoza.
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Figura 1. Vajilla prototípica del cabezo de Monleón (fotos José Garrido. Museo de Zaragoza).
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN La historiografía de la prehistoria en Aragón tiene uno de sus principales hitos en el Cabezo de Monleón de Caspe (Fig. 2). Fue la primera actuación arqueológica de envergadura en la trayectoria profesional de Antonio Beltrán Martínez (Sariñena 1916-Zaragoza 2006). Planteó la excavación casi completa de este poblado del Bronce final como toma de contacto directo con uno de los problemas históricos cruciales de la prehistoria peninsular de aquel momento: la indoeuropeización (Beltrán 1960). Monleón constituyó una incesante fuente de novedades de las que se nutrió la corriente historiográfica panceltista que, además, contaba con otro yacimiento de referencia a doscientos kilómetros al oeste, justo en el centro del valle del Ebro: el Alto de la Cruz (Cortes de Navarra), excavado por Juan Maluquer. Entre ambos sitios quedaba enfatizado el papel de este enorme espacio geográfico como colector y distribuidor de aportaciones étnicas según algunos, o culturales según otros, entre ellos Beltrán (1955) quien siempre mantuvo una postura crítica respecto al modelo invasionista imperante en el momento como explicación a los nítidos cambios detectados a comienzos del primer milenio ane. (Andrés 2008). El gran esfuerzo que el catedrático de la Universidad de Zaragoza desplegó, con escasos medios,
Figura 3. Antonio Beltrán en el Cabezo de Monleón, 1958.
Figura 2. Situación del Cabezo de Monleón.
a lo largo de las ocho campañas de campo (1952-1964) 1 y de las más de treinta publicaciones que escribió sobre aspectos generales o parciales de este yacimiento (Aranda 2008), no llegó a cristalizar en el estudio integral del mismo (Fig. 3). La ingente cantidad de materiales cerámicos y pétreos, producto de aquellos trabajos, quedaron a salvo en los almacenes del Museo de Zaragoza y una buena parte fueron enseguida expuestos, y algunos lo siguen estando hasta ahora, por su singularidad o por su significado histórico (Aguilera 2015). Por otro lado, el acceso a los diarios de campo y demás documentación generada durante las excavaciones dota del contexto imprescindible para subrayar la importancia del Cabezo de Monleón en la prehistoria reciente de la península ibérica. Por todo lo expuesto, el Museo de Zaragoza y el Área de Prehistoria del Departamento de CC. de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza han diseñado
un proyecto cuyas líneas generales son el motivo de esta comunicación. Nuestro objetivo último es actualizar el conocimiento de este lugar arqueológico como la pieza clave que es para la comprensión de los cambios que se produjeron a comienzos del primer milenio ane.
2. BREVE SEMBLANZA DEL CABEZO DE MONLEÓN Monleón, en origen su nombre era el Cabezo del Vado (Beltrán 1961), es el prototipo de poblado del Bronce final/Campos de Urnas. Fue erigido sobre un cerro aislado, cerca del río Guadalope, no lejos de su desembocadura en el Ebro. Ocupa una superficie de 0,3 ha y se organiza con el clásico esquema de espacio central flanqueado por 52, 54 o 58 casas de planta rectangular (Fig. 4). Aparentemente tiene un solo momento de ocupación (950-700 cal. ane.) al que puso fin un incendio. Este suceso propició que los ajuares de las casas quedaran prácticamente intactos en ellas (excepto por las alteraciones producidas por las trincheras de la guerra civil de 1936-39), hasta que Antonio Beltrán iniciara sus exploraciones en diciembre de 1952, justo tres años después de que tomara posesión de su cátedra de Arqueología, Epigrafía y Numismática de la universidad zaragozana.
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Álvarez, ejecutó en el poblado unos trabajos de campo con el propósito de refrescar la estratigrafía y obtener muestras bien situadas para su datación radiocarbónica. Su conclusión principal fue que el asentamiento tuvo una única fase de ocupación que duró más de dos siglos, entre 950-700 ane. (Beltrán y Álvarez 1987).
4. EL FACTOR HUMANO
Figura 4. Casas rectangulares del Cabezo de Monleón en 1954. La primera campaña duró solo cinco días y sirvió para comprobar la estratigrafía del yacimiento y la riqueza y variedad de materiales muebles, algo que ya se barruntaba en una noticia preliminar publicada en 1951 por el arqueólogo valenciano Francisco Jordá con algunas cerámicas de superficie (Jordá y Durbán 1953).
Las excavaciones del Cabezo de Monleón fueron lugar de prácticas y aprendizaje de varias tandas de arqueólogos, museólogos e historiadores que luego ocuparían puestos relevantes en el panorama académico español hasta nuestros días (Beltrán 2003). Entre los asiduos subrayamos al caspolino Manuel Pellicer, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla; Enrique Vallespí, profesor titular de esa misma disciplina en esa misma universidad; Juan González Navarrete, director de los museos de Jaén y de América; Rafael Olaechea, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza; Concha Blasco, catedrática de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid; J. Gabriel Moya, director de Museo Nacional de Artes Decorativas y Miguel Beltrán Lloris, director del Museo de Zaragoza (Fig. 5 y 6).
3. RESULTADOS Las siguientes campañas (1953-1964) fueron ya más largas y desde el primer momento los hallazgos muebles fueron muy numerosos, significativos y singulares. Se registraron grandes vasijas de almacenaje, vasos con decoraciones excisas, incisas y acanaladas, tazas con apéndices de botón, perfiles con claros paralelos ultrapirenaicos o ejemplares extraordinarios como los tres kernoi o la urna con decoración de ciervos acanalados. La artesanía textil y la metalurgia del bronce quedaron atestiguadas, la primera por la presencia de acumulaciones de pesas de telar semilunares en varias casas, y la segunda, practicada en diferentes puntos el poblado, por los numerosos moldes aparecidos con los que se fabricaron hachas planas y de apéndices laterales, puntas de flecha, lanzas, varillas, anillas… Por el contrario, los hallazgos metálicos se redujeron a tres minúsculos objetos: un botón, una anilla y una cuenta de collar. La casi total ausencia de arqueofauna y de industria ósea puede achacarse a la naturaleza ácida del substrato geológico que las ha destruido, o bien que hubiese un basurero fuera de las zonas excavadas, por lo que pasó desapercibido. Las casas, aparentemente iguales en su delineación, presentaban sensibles variaciones de tamaño y contenido, cuyo estudio en detalle puede proporcionar interesantes conclusiones económicas y sociales. En su interior hay bancos corridos en los laterales, en el centro placas de arcilla formando hogares y, en la parte del fondo, un espacio diferenciado o “despensa” donde se acumulaban la mayoría de los vasos cerámicos (Beltrán 1984). Junto a la zona de hábitat se localizó un grupo de tres túmulos circulares, dos con urna cineraria y el tercero sin ella. Fue excavado en la campaña de 1955. En 1986, Antonio Beltrán, en colaboración con Andrés
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Figura 5. Equipo de la campaña 1958. De izquierda a derecha, de pie: José Manuel Latorre, Antonio Beltrán Martínez, Juan González Navarrete, José Antonio Fernández Osés y Enrique Vallespí Pérez. En el medio los niños Miguel Beltrán Lloris y Francisco Beltrán Lloris. Delante, agachados, Fernando Vicuña, Antonio Beltrán Lloris y Miguel Hernández. La intensa labor científica y divulgadora desarrollada por Antonio Beltrán a propósito de sus trabajos en el yacimiento produjo constantes acercamientos de eminentes arqueólogos de diversas partes del mundo, lo que dotó al yacimiento de una nada despreciable repercusión internacional. Destacan la visita programada durante el IV Congreso de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (Madrid, 1954) encabezada por Gerhard Bersu y Wolfgang Dehn
Sesión 1
Figura 6. Equipo de la campaña de 1959. De pie y de izquierda a derecha: operario no identificado, Justo y “tío Perico”, Antonio Beltrán, Enrique Vallespí, Juan González Navarrete, Miguel Beltrán y Wilhelm Schüle. Agachados, los operarios Tadeo y Vicuña menor.
(Beltrán 1988) y la excursión organizada en el marco de la reunión de Consejo Permanente de la UISPP, celebrado en Zaragoza, en septiembre de 1964 (Beltrán 1964). No por casualidad, del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid acudieron a trabajar Edward Sangmeister, que excavó en la necrópolis (1955) y Wilhelm Schüle a quien se debe, entre otras cosas, la realización en 1959 del levantamiento topográfico, con la asistencia de Miguel Beltrán. Asiduas fueron las visitas al yacimiento del catedrático de la Universidad de Barcelona Luis Pericot.
Figura 7. Croquis de la casa 14, excavada en la campaña de 1957.
5. LOS DATOS Dividimos los datos en dos grandes bloques, los documentos generados por el arqueólogo y los materiales arqueológicos propiamente dichos. Todo esto se custodia en el Museo de Zaragoza. Este proyecto hubiese sido una quimera si no se hubiese producido el depósito de la documentación (Fig. 7 y 8). Consiste en: - Cinco volúmenes de diarios de excavación, con un total de 312 páginas. Corresponden a las campañas de 1957-58-60-63 y 64, faltan los del periodo 1952-1956 y los de las campañas de 1961-62, si las hubo. Los diarios han sido digitalizados como imagen y transcritos en formato word para facilitar la lectura y las búsquedas. Los cuadernos contienen, además de las notas manuscritas, abundantes croquis y esbozos, documentos dibujados sobre papel milimetrado y adheridos a las hojas de los cuadernos, además de numerosos positivos fotográficos, también pegados. - 1.160 negativos en blanco y negro han sido digitalizados.
Figura 8. Dos páginas del diario de 1957. - Documentación administrativa del Servicio de Patrimonio Histórico y Artístico. - Bibliografía exhaustiva recopilada y volcada en soporte electrónico. Los materiales arqueológicos, con excepción de los seleccionados para ser expuestos en algunos de los sucesivos montajes museográficos, están siendo objeto de una minuciosa revisión encaminada a:
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- Individualizar cada una de las piezas agrupando los fragmentos y vincular los objetos a cada una de las casas o espacios definidos en las distintas memorias y diarios. - Elaborar los preceptivos informes desde el punto de vista de la conservación y restauración. - Proceder a la documentación fotográfica sistemática. - Cumplimentar la ficha DOMUS como paso necesario para la finalización de la revisión y catalogación de todos los fondos procedente del yacimiento. - Incorporar a la exposición permanente aquellos materiales que se consideren relevantes y significativos para el discurso museológico de las salas dedicadas a la prehistoria (Fig. 1, 9 y 10).
Figura 9. Vasija con decoración de acanalados (Fot. J. Garrido, Museo de Zaragoza).
6. BASES PARA UN PROYECTO DE INVESTIGACIÓN Con estos antecedentes, teniendo en cuenta las necesidades de inventario, catalogación, conservación y exposición inherentes a las funciones del Museo, las peculiaridades del yacimiento, los materiales depositados y la información de que disponemos proponemos una estrategia de puesta en valor mediante su estudio. Esta estrategia de investigación se plantea en varias fases y atenderá a diferentes planteamientos acordes con el tipo de yacimiento y las condiciones particulares en las que se encuentra.
6.1. Análisis historiográfico Aragón no cuenta con estudios historiográficos desarrollados por prehistoriadores y arqueólogos. Las aportaciones en este campo vienen de la mano de las revisiones críticas desde el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza (Peiró y Pasamar 1989-1990). Las únicas aportaciones en este sentido se limitan a las tradicionales “Historias de las investigaciones”, generalmente constreñidas a capítulos introductorios de obras generales, congresos, territorios concretos o yacimientos, careciendo de una evaluación crítica y contextualizada (Aranda y Rodanés 2017). Antonio Beltrán fue una figura relevante en la sociedad aragonesa de la segunda mitad del siglo XX por su presencia institucional y mediática y la diversidad de sus ámbitos de estudio. Intervino en el Cabezo de Monleón pero sus aportaciones al conocimiento del periodo han quedado difuminadas al no contar con la memoria definitiva. No obstante, estableció su propia sistematización para los poblados del Bajo Aragón, aumentando las fases hallstátticas que finalizarían con el mundo ibérico, planteando una serie de hipótesis y dotando de un valor cronológico más seguro a ‘fósiles directores’ como los kernoi o la cerámica excisa (Beltrán, 1960). En esta primera fase, partiendo de la totalidad de la bibliografía publicada por el autor abordaremos un análisis crítico de sus investigaciones, desde los bien documentados trabajos de campo, hasta la repercusión mediática de sus investigaciones (es el único yacimiento aragonés que ha llegado a aparecer en las pantallas de cine a través de un reportaje en el habitual NODO previo a la proyección cinematográfica) y, por supuesto, la decisiva influencia en el mantenimiento de una visión académica del Bronce final y Primera Edad del Hierro en la península ibérica que merece un riguroso estudio contextual.
6.2. Documentación cartográfica
Figura 10. Vasito con decoración excisa (Fot. J. Garrido, Museo de Zaragoza).
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Paralelamente al inventario y catalogación necesario para el control de los fondos depositados en el Museo, ya en estado avanzado, se hace necesario, además de contar con las planimetrías y repertorios fotográficos de la
Sesión 1 excavación, recopilar las series de fotografías aéreas de los diferentes vuelos desde los años cincuenta del siglo pasado con el fin de determinar la evolución del paisaje y el entorno inmediato del yacimiento. Es preciso un nuevo levantamiento topográfico del estado presente de las estructuras que han estado sometidas a diferentes factores naturales y antrópicos que han provocado su deterioro. Una fórmula, frecuentemente utilizada en la actualidad, es el levantamiento fotogramétrico mediante drones. Su implementación nos permitiría realizar un diagnóstico para su conservación y detección de zonas no excavadas donde poder realizar pequeñas comprobaciones estratigráficas.
6.3. Anastilosis virtual “Las técnicas actuales de documentación geométrica del patrimonio cultural permiten investigar el bien arqueológico sin la necesidad de intervenir o deteriorarlo. Dentro de los criterios de la restauración, la anastilosis ha sido tradicionalmente ejercida a lo largo de los siglos y paulatinamente matizada como concepto de intervención para la conservación y protección del patrimonio cultural (Carta de Atenas de 1931, Carta de Venecia 1964). Actualmente la reintegración tridimensional de las piezas - mediante escáneres o fotogrametría- se conforma como una herramienta de trabajo arqueológico con múltiples ventajas para la investigación y difusión” (Rodanés et alii 2019). En este caso, adoptaremos una estrategia similar a la que desarrollamos en el Cabezo de la Cruz (La Muela, Zaragoza). Intentaremos una reconstrucción tridimensional del yacimiento contando con las nuevas tomas que realicemos, tanto en la documentación mediante RPAS como en los nuevos trabajos de campo, y los cientos de fotografías realizadas por A. Beltrán que permitirán contrastar determinadas reconstrucciones, a pesar de que estas realizaron con objetivos bien distintos, más de documentación que pensando en una posible reconstrucción virtual, entonces impensable.
aceptada de que solo existe una única fase de ocupación. Para ello, utilizaremos la metodología ya habitual en nuestros trabajos y que se ha puesto en práctica en la reciente excavación del Cabezo de la Cruz (La Muela Zaragoza). Es necesario crear un equipo interdisciplinar formado por una serie de especialistas en Geoarqueología, Palinología, Carpología y Antracología con el fin de determinar el paisaje o ecosistema en el que se desarrollaron las actividades y con el que interactuaron los habitantes del poblado. Equipo que, necesariamente, deberá ser ampliado una vez que comience la fase de trabajos de laboratorio tanto de los objetos aparecidos en la nueva intervención como los ya depositados en el Museo.
6.5. Estudio de materiales Los objetos procedentes de las ocho campañas son muy numerosos. Entre ellos, algunos por sus características y tipología, únicos en el valle del Ebro. La estrategia de actuación pasa por dos fases: 6.5.1. Análisis espacial Mediante los diarios, planos, fotografías y números de inventario se sitúan espacialmente los objetos en la excavación. La forma elegida es la distribución por los diferentes espacios que en este caso se corresponden con las diferentes casas dibujadas en el plano principal. La reconstrucción mediante este método nos permite apuntar aspectos relevantes sobre la función de determinados espacios, la igualdad o desigualdad de los ajuares de las distintas viviendas, la realización en las mismas de diferentes actividades artesanales o contemplar la existencia de posibles zonas rituales. Aspectos todos ellos relevantes para determinar la economía y sociedad de estas gentes. La documentación nos permite abordar
A menor escala, pero de indudable importancia, se sitúa el análisis de las formas constructivas que pueden ser documentadas en los restos que todavía se conservan en el propio yacimiento, así como en el análisis de abundante material depositado en el Museo, mayoritariamente adobes que deben ser estudiados tanto a nivel macro como micro, en especial en su composición. Contrastándose todo ello con lo que ofrezcan los nuevos trabajos de campo.
6.4. Trabajo de campo Se plantean sondeos en profundidad con el fin de contar con una visión diacrónica, ya que la general viene dada por la excavación en extensión realizada el pasado siglo. Podríamos decir que el principal objetivo es la extracción de muestras para la datación absoluta de la mayor parte de espacios posibles. Se trata, en definitiva, de contrastar la hipótesis mantenida por el autor y unánimemente
Figura 11. Urna tipo Sassenay, (Fot. J. Garrido, Museo de Zaragoza).
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con garantías un clásico estudio microespacial. 6.5.2. Análisis específico 6.5.2.1. Alfarería Como es habitual en este tipo de yacimientos el mayor volumen corresponde a la cerámica. La colección entregada supera todas las expectativas en número de recipientes, tipología y decoraciones. Trataremos de estudiar una muestra representativa como hemos propuesto para otros poblados como el Cabezo de la Cruz (La Muela, Zaragoza). En este caso nos centraremos en unos 500 vasos enteros, a los que aplicaremos unos criterios de clasificación, ya habituales en nuestros trabajos, basándonos en premisas funcionales y trabajando sobre las piezas previamente dibujadas. El segundo aspecto relevante dada las características de la alfarería de Monleón es la valoración de los sistemas decorativos, acanalados y en especial la importante colección de recipientes con decoraciones excisas (Fig. 10 y 11). Recientemente hemos tratado la problemática de este tipo de decoraciones en el Valle del Ebro. Frente a la clara e inamovible visión anterior a los años setenta de una procedencia centroeuropea, claramente expresada por A. Beltrán siguiendo las corrientes de la época, en la actualidad el panorama es más complejo. El que estas decoraciones tan características hayan adquirido gran protagonismo se debe a una excesiva preocupación por determinar fósiles directores que explicasen las realidades arqueológicas. En estos momentos su presencia o ausencia se contempla dentro de la dinámica del Bronce tardío y final, con dos grupos culturales de gran personalidad: Cogotas I y Campos de Urnas que durante algunos momentos de su desarrollo confluyeron en el valle medio del Ebro. En nuestra opinión existe una relación de la alfarería excisa de Cogotas I con la que luego aparece vinculada a Campos de Urnas. Asumimos distintas explicaciones: pequeños movimientos de población, estacionales o no, u otros como “el espejismo trashumante”, “la carreta del mercader”, “el ajuar de la novia alfarera”, “el reflejo de los otros: emulación de conductas sociales y económicas” o “pequeños presentes”. Las nuevas investigaciones permitirán validar o rechazar algunos de estos enunciados u otros nuevos que se planteen, sin olvidarnos de nuevas hipótesis poligenistas que nos llevaría a aceptar un trasfondo cultural común en Europa occidental, interconectado por intercambios y relaciones sociales más complejas que las que ahora podemos determinar (Aranda y Rodanés 2019). El debate sigue abierto y el Cabezo de Monleón tiene mucho que aportar. Los estudios tipológico-estilístico se deben completar con análisis macroscópicos y microscópicos. Mediante la arqueometría pretendemos ir más allá. El análisis macroscópico se centrará en la clasificación y una primera aproximación a las pastas cerámicas, mientras en el segundo nivel se alcanzará, mediante la petrografía, técnica ampliamente utilizada para la
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Figura 12. Urna decorada con ciervos, (Fot. J. Garrido, Museo de Zaragoza). caracterización de cerámica prehistórica, que permite analizar la composición mineralógica, la textura y la microestructura de las cerámicas, e inferir a partir de ello aspectos tecnológicos como el aprovisionamiento de la materia prima, el procesado de arcillas o las estrategias de cocción, así como posibles lugares de procedencia o territorios de captación la materia prima, abordando en conjunto la tecnología de su producción y los aspectos sociales inherentes a la misma. Por último, dada la muestra y su estado de conservación original en la mayor parte de los recipientes, daremos paso a análisis de indicadores bioquímicos de contenidos. Este análisis debe ser considerado como una línea más de investigación que nos permite acercarnos a su función y a lo que en su momento pudo contener. Esto sobrepasa el mero hecho cerámico y nos permite incidir en aspectos de la vida cotidiana como la dieta o lo que es lo mismo la subsistencia de estas poblaciones. El primer protagonista de la investigación podrían ser los lípidos. Podemos igualmente rastrear la presencia de oxalato de calcio como indicador de producción de algún tipo de cerveza, ácido tartárico como compuesto del vino o sólidos como la miel, aceites o esencias perfumadas. Este tipo de análisis puede ser extrapolado a otros materiales y superficies no cerámicas como la abundante colección de molinos de mano o determinados espacios significativos del mismo poblado. 6.5.2.2. Moldes de fundición Merece la pena dedicar un apartado específico a estos materiales que suman varias decenas con una buena conservación, a pesar de que gran parte se encuentran fragmentados o dañados desde la misma época de ocupación. El estudio monográfico necesariamente se ha de basar en el análisis tipológico de los mismos
Sesión 1 y de los útiles que se pudieron fabricar. No obstante se puede completar el ensayo mediante análisis de fluorescencia, por si quedasen restos de metal en su interior, o bien realizar programas de experimentación con reproducciones de idéntica tipología y materia prima. 6.5.2.3. Objetos significativos Se incluyen en este apartado aquellos que por su singularidad merecen estudios individualizados como los morillos, o la importante colección de pesas de telar, junto a elementos simbólicos o rituales como cerámicas con representaciones zoomorfas de cérvidos o los ya conocidos Kernoi y otra serie de elementos que denotan la interacción con otras comunidades de diferentes ámbitos, bien mediterráneos bien transpirenaicos (Fig. 12 y 13).
7. CONSIDERACIONES FINALES La génesis y desarrollo de las sociedades del Bronce final y Primera Edad del Hierro del NE peninsular ha sido objeto de atención por parte de numerosos investigadores a lo largo del siglo XX. Sin embargo, en los últimos tiempos parece que se ha convertido por diferentes motivos en un tema hasta cierto punto marginal, a la par que, salvo excepciones, han decaído los trabajos de campo sistemáticos sobre yacimientos y territorios. Si se quiere avanzar en el conocimiento habrá que superar y paliar el notorio descenso de la producción científica y de trabajos de campo sobre estas épocas frente al auge de los dedicados a otros periodos de la prehistoria (Aranda y Rodanés 2017; Rodanés y Picazo 2018). Por ello, y con el ánimo de contribuir a invertir el proceso, intentaremos desarrollar este proyecto, partiendo de una serie de premisas reales y contrastadas pero también teniendo muy presentes interrogantes expuestos con anterioridad, que señalaremos sucintamente a continuación, y a los que trataremos en la medida de lo posible de dar respuesta.
Figura 13. Kernos, (Fot. J. Garrido, Museo de Zaragoza)
- La historiografía convirtió al Bajo Aragón en una zona paradigmática y base de algunos de los esquemas propuestos para el desarrollo del Bronce Final y Primera Edad del Hierro en el NE peninsular. Actualmente la falta de continuidad en las investigaciones y la no publicación de las realizadas en los años ochenta y comienzos de los noventa del pasado siglo, convierte una comarca especialmente rica en una incógnita en la que se aprecian más lagunas que certezas. Siguen estando presentes los esquemas de los años ochenta del siglo XX. No existen en estos momentos nuevas formulaciones. - Se desconoce el substrato sobre el que se apoyan las poblaciones del Bronce Final y la evolución del mismo, si bien hay indicios sólidos de un horizonte que incorpora cerámicas con decoraciones inciso-impresas o excisas tipo Cogotas I que se van rastreando a lo largo del valle en fechas en torno al 1400 cal ane. Estas cerámicas pudieron ser la base de la posterior excisión presente en yacimientos como Palermo, Zaforas o Monleón. El fenómeno, todavía por explicar, podría ser paralelo, incluso anterior, al que tiene lugar en el Alto Ebro con el “estilo Redal” y los precedentes de Cogotas I (Aranda y Rodanés 2017). - Existe cierto consenso en señalar la procedencia o la relación directa con el Grupo del Segre-Cinca, incluso las escasas dataciones de yacimientos significativos como Monleón, Zaforas o Palermo pueden ser coincidentes con las que se poseen para el mencionado grupo. El mismo urbanismo presenta coincidencias en la disposición y articulación de algunos poblados que deberemos estudiar. - Ya en el Bronce final se aprecian las primeras influencias mediterráneas. La presencia fenicia, primero, y la griega, después, se dejarán notar en numerosos elementos que irán apareciendo en tumbas y poblados con distinta intensidad. Estas influencias se extenderán por el Valle del Ebro hacia el interior y serán una de las circunstancias desencadenantes de la Primera Edad del Hierro. La interacción comercial con las elites indígenas debió de funcionar de manera regular. Los contactos son cada vez más evidentes en poblados y necrópolis que jalonan el curso del Ebro en dirección E-W, aunque se percibe mayor intensidad en las comarcas próximas a la desembocadura, que pudieron funcionar como focos intermedios de distribución. El fenómeno es global y rápido y en él juegan un papel destacado las aristocracias locales que entran en contacto, directamente o a través de sus productos, con los comerciantes procedentes del este. Esto tendrá consecuencias en la expansión económica y en el afianzamiento de la aristocracia emergente. Será un factor a tener en cuenta en la configuración de grupos territoriales y en la emergencia o desarrollo de asentamientos más complejos (Rodanés y Picazo 2018). Si con este proyecto, tanto en el ámbito museográfico como el investigador, damos respuesta a las necesidades planteadas y conseguimos resolver algunos del los interrogantes expuestos superando los retos planteados, el Cabezo de Monleón se puede convertir en uno de los
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referentes indiscutibles para comprender el Bronce Final en el nordeste peninsular.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _ En las diversas síntesis y textos introductorios que Beltrán escribió sobre Monleón habla siempre de ocho campañas realizadas entre 1952 y 1960, sin embargo se conserva un diario dedicado a dos campañas fechadas en 1963 y 1964. La campaña de 1955 se dedicó a excavar la necrópolis (Beltrán 1959).
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Sesión 1
1.12. MATERIALES METÁLICOS DEL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO DEL POBLADO DE MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA). ESTUDIO TIPOLÓGICO METALLIC MATERIALS OF THE LATE BRONZE AGE AND EARLY IRON AGE FROM THE SETTLEMENT EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA). TYPOLOGICAL STUDY Paloma Aranda Contamina1, Ignacio Montero Ruiz2, José María Rodanés Vicente1 y José Ignacio Lorenzo Lizalde3 Universidad de Zaragoza Instituto de Historia-CSIC 3 Arqueólogo
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Autor de contacto/Contact author: Paloma Aranda Contamina. paranda@unizar.es
RESUMEN Presentamos un avance del estudio dedicado a los materiales metálicos aparecidos en los niveles del Bronce Final y Primera Edad del Hierro del poblado de El Morredón (Fréscano, Zaragoza), cuya fases y cronología ya han sido dadas a conocer (Aranda et al 2016 y 2018). Para el análisis tipológico que abordamos en esta primera fase se ha realizado el inventario y descripción de cada pieza atendiendo a los criterios de forma y composición. A partir de esta información se definen los tipos y se establece su relación con otros similares de idéntica cronología, centrándonos esencialmente en la zona de estudio, el valle de la Huecha, y ampliando el marco de referencia al valle medio del Ebro. Hemos identificado un conjunto fabricado en el propio yacimiento, de carácter doméstico y tipología reducida, con pocas armas y predominio de objetos de adorno, con escasos elementos singulares. Coincide con los aparecidos en poblados cercanos como el Alto de la Cruz de Cortes de Navarra (Maluquer et al. 1990) o el Cabezo de la Cruz de La Muela en Zaragoza (Picazo y Rodanés 2009). PALABRAS CLAVE: Metalurgia; Bronce Final; Primera Edad del Hierro; Valle medio del Ebro.
ABSTRACT We present a preliminary report about the analysis of metallic materials found in the Late Bronze and Early Iron Age levels in the settlement of El Morredón (Fréscano, Zaragoza), whose phases and chronology have been already published (Aranda et al. 2016 and 2018). In the first step of the research, we approach the typological analysis. We focus on the inventory and the description of each piece according to criteria of form and composition. Based on this information, metallic types were defined and compared to pieces from sites with similar chronology in the Huecha valley and the middle Ebro valley. The results show a domestic assemblage, which probably was made in El Morredón, characterized by a limited typology. It is composed of a few weapons and a predominance of ornaments. The assemblage is similar to those found in sites like the Alto de la Cruz, Cortes de Navarra (Maluquer et al. 1990) or the Cabezo de la Cruz, La Muela, Zaragoza (Picazo and Rodanés 2009). KEYWORDS: Metallurgy; Late Bronze Age; Early Iron Age; Middle Ebro valley.
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Figura 1. Selección material metalúrgico en bronce y hierro, así como elementos asociados, de El Morredón.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN El estudio aborda la clasificación tipológica de los materiales metálicos correspondientes a las fases del Bronce Final y Primera Edad del Hierro del poblado de El Morredón (Fréscano, Zaragoza), como primera fase del estudio de los materiales metálicos. Las características de situación, investigaciones, estratigrafía y dataciones absolutas del poblado ya han sido dadas a conocer en ediciones anteriores de este mismo congreso (Aranda et al, 2016 y 2018). La metodología empleada en esta fase del estudio parte del inventario y descripción de cada pieza atendiendo a los criterios de forma, con anotación de las medidas de longitud, anchura, grosor y peso. A ello se le añade su composición y, por último, su posición estratigráfica. A partir de esta información se definen los tipos y se establece su relación con objetos similares de idéntica cronología, centrándonos esencialmente en la zona de estudio y ampliando el marco territorial al nordeste peninsular. Para ello se ha recurrido tanto a obras de referencia de carácter general (Rauret, 1976; Coffyn, 1985; Simón García, 1998; Rodríguez de la Esperanza, 2005; Soriano, 2013) como a otras más específicas sobre determinados tipos (Monteagudo, 1977; Caprile, 1986; Gómez Ramos, 1993; Kaiser, 2003), si bien debemos señalar que, por desgracia, la mayoría, salvo en el caso del ensayo antes mencionado de Simón García, no incluyen de manera específica el Bronce Final o la Primera Edad del Hierro en su sistematización. No es éste el único inconveniente. En el caso concreto de la colección que damos a conocer, gran parte de los materiales aparecen fragmentados o alterados. A ello debemos añadir los problemas derivados de las denominaciones adoptadas en los diferentes estudios y clasificaciones, no siempre coincidentes y que, junto a la escasez de contextos arqueológicos con estratigrafías claras o dataciones absolutas, dificultan las comparaciones y las posibilidades de establecer vínculos o relaciones.
y una empuñadura gruesa. Es característico del noroeste peninsular, con escasos ejemplares en el valle medio del Ebro. Citaremos las piezas procedentes de Peña del Saco en Fitero, proximidades de Pamplona, llanada alavesa o Teruel, destacando, en especial, los moldes del poblado de Siriguarach (Monteagudo, 1977: 157-158; Castiella y Sesma, 1988-1989: 397; Rauret, 1976). Procedentes de prospecciones superficiales en el mismo yacimiento, incorporamos dos hachas de talón y una anilla depositadas en el Museo de Zaragoza (GarcíaArilla, 2015). La primera tiene una longitud de 140 mm, una anchura de 33 mm y un grosor de 19 mm, con un peso de 314,2 gr, mientras la segunda presenta unas dimensiones similares, con una longitud de 146 mm, 32 mm de anchura, 31 mm de grosor y 252,44 gr de peso. Ambas son de menor tamaño y peso que la localizada en estratigrafía (Fig. 3). Estas dos hachas coinciden en determinadas características con los grupos establecidos por el ya citado Monteagudo: 25, tipo 25A, con cierto parecido con el 27, tipo 27A en el caso de la primera y 31 A, B y C y 32A en relación con la segunda (García Arilla 2015, 16-18).
Figura 2. Hacha de talón y dos anillas (54272) procedente de la fase del Bronce Final. Foto de José Garrido. Museo de Zaragoza.
El conjunto analizado comprende 52 piezas de distinta tipología, con un claro predominio de los objetos de adorno respecto a las armas y útiles de trabajo (Fig. 1). Mayoritariamente están realizadas en bronce, con escasos útiles en hierro1.
2. CLASIFICACIÓN TIPOLÓGICA 2.1. Objetos en bronce 2.1.1. Hacha de talón En la fase II, correspondiente al Bronce Final, se localizó un hacha de talón con dos anillas laterales (54272), procedente de la UE 1021 cuadro B6. Mide 206 mm de longitud, 70 mm de anchura y 30 mm de grosor. Su peso es de 959 gr. (Fig. 2). El filo se encuentra roto. Pertenece al grupo 26, tipo 26B de la clasificación de Monteagudo (1977), caracterizado por un borde amplio y acampanado
Figura 3. Hachas de talón procedentes de El Morredón (García-Arilla, 2015: 14, fig. 2).
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2.1.2.P untas de flecha Cuatro piezas realizadas en bronce. Sólo una de ellas fue localizada en estratigrafía, procedente de un nivel de derrumbe de la ladera sudoeste, y por tanto, correspondiente a la fase III, mientras las otras tres fueron recuperadas en el estrato superficial. -19077 (UE 1014 (f2)). Punta de flecha con aletas con una longitud máxima de 22 mm y una anchura máxima de 18 mm, 1 mm de grosor y 0,98 gr de peso. Tiene la punta doblada. -23285 (superficial). Punta de flecha fragmentada, posiblemente con aletas, de 22 mm de longitud máxima, 15 mm de anchura máxima, 1 mm de grosor y 2,50 gr de peso. Con rebabas de fundición. -23401 (superficial zona central). Fragmento de punta de flecha de nervio central y aletas, de 14 mm de longitud máxima, 14 mm de anchura máxima, 2 a 3 mm de grosor y 1,76 gr de peso. Debido a la fractura de las aletas, no podemos especificar si serían incipientes o desarrolladas, aunque seguramente desarrolladas. -23184 (superficial). Punta de flecha con forma ojival con aletas de 23 mm de longitud máxima, 15 mm de anchura máxima, 1 mm de grosor y 1,06 gr de peso. Siguiendo la clasificación de Kaiser Aguilar (2003), corresponderían a la tipología de puntas de flecha triangulares, siendo dos de ellas (19077 y 23285) de pedúnculo y aletas (III B 1) aunque lamentablemente ninguna conserva el pedúnculo. Contamos con ejemplares similares en todo el valle del Ebro con una extensa cronología, entre ellos, el Cabezo de la Cruz de la Muela (Picazo y Rodanés, 2009: 409), Genó o Roquizal del Rullo (Maya et al., 1998: 63). Según la tipología de Ruiz Zapatero coincidirían con el tipo C1 (Ruiz Zapatero, 1985). La tercera punta corresponde a la tipología de nervio central (23401), similar a los tipos III B 1 N PE o tipo MAILHAC I, habituales en contextos de Campos de Urnas (Kaiser, 2003: 89). Finalmente, la 23184, de forma ojival (IV B 1) es característica del Bronce Medio y Tardío con tendencia a desaparecer durante el Bronce Final (Kaiser, 2003: 84). 2.1.3. Objetos de adorno 2.1.3.1. Botones Tres ejemplares de bronce procedentes del área nordeste (cuadros B7 y C7). Dos son de pequeño tamaño y semiesféricos (19167 y 19168) y uno de mayor tamaño, de forma cónica (2470). Completan el conjunto seis botones semiesféricos con travesaño procedentes de antiguas prospecciones (Royo, 1980: 296).
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-19167 (UE 1000, B7). Botón semiesférico de bronce con travesaño muy pequeño de sección cilíndrica, de 8 mm de diámetro, 3,5 mm de altura, 1 mm de grosor y 0,46 gr de peso. -19168 (UE 1001, B7). Botón semiesférico de bronce con travesaño muy pequeño de sección cilíndrica, con unas dimensiones de 7 mm de diámetro, 3 mm de altura, 1 mm de grosor y 0,35 gr de peso. Es muy similar al anterior. -2470 (UE 1000, C7). Botón cónico de bronce con travesaño de sección cilíndrica, de 15 mm de diámetro, 5 mm de altura, 1 mm de grosor y 2,18 gr de peso. En el Cabezo de la Cruz (Picazo y Rodanés 2009: 409410) las piezas que aparecen son muy similares en forma y medida. El tipo es habitual en todo el valle del Ebro, especialmente en la etapa de mayor apogeo de los Campos de Urnas, como en el Corral de Molá (Royo, 2017: 76-77), en Arroyo Vizcarra en Urriés (Royo y Fatás, 2017), en el poblado de El Castillar (Castiella, 1993: 146) o Peñas de Oro y La Hoya (Caprile, 1986: 196), y en el mismo valle de la Huecha, en Burrén y Burrena (Aguilera y Royo, 1978: 28), en el PIIa, PIIb y PIa, especialmente PIIb, del Alto de la Cruz de Cortes (Ruiz Zapatero, 1985: 553-555). Son los más habituales y extendidos por todo el noreste peninsular, con una cronología que abarca desde el siglo VII-VI a. C. hasta el siglo V a. C. Aunque se ha querido ver cierta evolución cronológica entre los botones de perfil cónico y semiesférico, no todos los autores comparten la opinión. Hay que tener en cuenta el carácter aleatorio de la elección que tienen los objetos de adorno, sujetos a la moda o al gusto de quién lo encarga o fabrica y, por ende, la dificultad de asumir cuestiones cronológicas de las variaciones tipológicas. 2.1.3.2. Objetos anulares Apostamos por la terminología utilizada por Caprile (1986: 186) para designar el grupo de anillas, aretes o arandelas, definido como “objetos anulares de difícil identificación” que formarían parte de un todo más complejo, como fíbulas, cinturones o collares y que por sí solos proporcionan escasa información, al ser todas ellas piezas de idénticas características. Hemos identificado tres anillas de sección circular y elíptica y una arandela de sección cuadrada. Dos proceden de superficie (2412, 23284), mientras las dos situadas en estratigrafía pertenecen a la fase II (6379) y III (3400). A este conjunto hay que añadir otras cuatro, ya publicadas (Royo, 1980). Los diámetros de anillas y arandela, entre 14 mm y 17 mm o ligeramente superiores son habituales en otros yacimientos como el Alto de la Cruz (Maluquer et al., 1990: 145) o Arroyo Vizcarra (Royo y Fatás, 2017).
Sesión 1 -2412 (UE 1000, B7). Anilla de sección circular, con 14 mm de diámetro, 2 mm de anchura, 1,5 mm de grosor y 0,64 gr de peso. -23284 (superficial). Anilla incompleta de sección circular de 21 mm de diámetro aprox., de 2,4-1,5 mm de anchura, 1,5 a 2 mm de grosor y 0,94 gr de peso. -6379 (UE 1022, B7). Anilla de sección elíptica de 20 mm de diámetro, 3,5 mm de anchura, 2 mm de grosor y 1,64 gr de peso. -3400 (est. 2, UE 1004, B9-B10). Arandela abierta de sección cuadrada fragmentada en dos partes, con 17 mm de diámetro aproximadamente, 2,5-3 mm de anchura, 1,5 mm de grosor y 1,14 gr de peso. 2.1.3.3. Anillos Se han identificado varios fragmentos, dos proceden de superficie (23400 y 19033.01), mientras el tercero tiene su origen en la estructura 3 de la fase III (23298). El más completo se encuentra decorado con motivos puntillados rectilíneos con forma romboidal, del que encontramos paralelos en un pasador de Peñas de Oro (Caprile, 1986: 252-253). -23400 (superficial). Fragmento de anillo de sección plana con motivos puntillados rectilíneos con forma romboidal, de 21 mm de diámetro, 9 mm de anchura, 1 mm de grosor y 1,39 gr de peso (Fig. 4). -23398 (est. 3, UE 1011, C12). Fragmento de anillo de sección plana, de 10-12 mm de diámetro, 9 mm de anchura, 1 mm de grosor y 0,80 gr de peso. -19033.01 (superficie (d2)). Fragmento de posible anillo muy fino, de 1 mm de grosor. La longitud es 14 mm, anchura es 10 mm y el
de sección plana con perforación en bronce. Tiene 23 mm de longitud, 10 mm de anchura, 1 mm de grosor y 2,14 gr de peso, y una pequeña perforación de 2 mm de diámetro para insertar posibles remaches. 2.1.3.5. Pulsera Se identifica un fragmento de una posible pulsera de sección elíptica, que no permite precisar su forma o diámetro. -23399 (zona superficial este). Fragmento de posible pulsera de sección elíptica en bronce de 18 mm de longitud, 15 mm de anchura, 2 mm de grosor y 1,16 gr de peso. 2.1.3.6. Enganche De la fase III, del área nordeste, procede un posible enganche de cinturón o grapa. -20490 (UE 1025, C7). Fragmento de enganche de cinturón en bronce, con una longitud de 5-6 mm, anchura de 2-4 mm, 2 mm de grosor y 0,15 gr de peso. 2.1.3.7. Muelle Contamos con un único resto de pequeñas dimensiones que podría tener su origen en un resorte de fíbula. Aparecen en la necrópolis de Valtierra y La Hoya (Caprile, 1986: 245) o en el Alto de la Cruz (Maluquer et al., 1990: 145). Recordemos que ya se conoce en el yacimiento una fíbula de doble resorte (MOR.S. 52), tipo frecuente en todo el valle del Ebro (Royo, 1980: 281287). -22479 (UE 1001 de Cata D). Fragmento de muelle, hilo de bronce arrollado en espiral, de pequeñas dimensiones, 6,50 mm de longitud, 3 mm de anchura y 1 mm de grosor y 0,12 gr de peso. 2.1.3.8. Cuentas tubulares
Figura 4. Anillo decorado con motivos puntillados rectilíneos con forma romboidal (23400). peso 0,31 gr. 2.1.3.4. Pasador Objeto destinado a dejar pasar cintas o algún tipo de tejido, de sección plana con una pequeña perforación. Procede de la fase III del poblado y son abundantes en La Torraza o Valtierra en Navarra y La Hoya y Peñas de Oro en Álava (Caprile, 1986: 252). -3399 (est. 2, UE 1004, B9-B10). Fragmento de pasador
Cuatro piezas tubulares en bronce procedentes de la fase III (3688, 18851, 20039 y 11365B). A ellas habría que añadir otra ya conocida que apareció junto a dos discoideas (Royo, 2005: 83, 85 fig. 36), tipos estos últimos que no han aparecido durante la excavación. -3688 (est. 1, UE 1007, B8). Cuenta tubular, de 33 mm de longitud, 4 mm de anchura, 2 mm de grosor y 0,66 gr de peso. -18851 (UE 1001 (a4)). Cuenta tubular de 30 mm de longitud, 3 mm de anchura, 1 mm de grosor y 0,55 gr de peso. -20039 (UE 1003, C7). Cuenta tubular de 30 mm de longitud, 4 mm de anchura, 1 mm de grosor y 0,97 gr de peso. Está partido, por lo que sería de mayor longitud. -11365B (UE 1006, A5). Cuenta tubular de 18
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mm de longitud, 11 mm de anchura, 8 mm de grosor y 1,07 gr de peso. Se observa cierta estandarización en el tamaño de las piezas, con unas longitudes entre 30 y 33 mm completas, 3-4 mm de anchura y 1-2 mm de grosor. Elementos parecidos se encuentran en el Alto de la Cruz de Cortes, aunque identificados como vástagos de bronce, con longitudes similares, sobre 30 mm (Maluquer et al., 1990: 145), y otros idénticos en el depósito de Vérnat (Coffyn et al, 1981: 128-129, 77 a 80), esta vez sí clasificados como cuentas de collar. 2.1.3.8. Láminas o placas Se trata de láminas o placas metálicas de bronce, que sin duda tendrían un fin distinto y variado difícil de especificar al no encontrarse completas, pudiendo emplearse para el revestimiento de un cinturón, como adorno en una caja, o de cualquier objeto de madera o cuero. Dos proceden de estratos superficiales (23286 y 25001), una de la fase II (15013) y dos de la fase III (11365A, 19078, 19170). -15013 (UE 1021, B6). Fragmento de lámina circular de sección plana en bronce fragmentada en varias partes, con un diámetro de 90 mm, un grosor entre 0,5-1 mm y 13,55 gr de peso. Al no conservarse entero, no se puede especificar su uso, pero por su forma circular podría ser un disco o adorno de torso, un espejo. -11365A (UE 1006, A5). Lámina rectangular de sección plana en bronce de 35 mm de longitud, 17-19 mm de anchura, 3 mm de grosor y 5,91 gr de peso. -19078 (UE 1013, f2). Fragmento de lámina rectangular de sección plana en bronce con una longitud de 17-20 mm, 13 mm de anchura, 1 mm de grosor y 0,67 gr de peso. -19170 (UE 2015, B7). Fragmento de lámina en bronce de 28 mm de longitud, 11 mm de anchura, 2 mm de grosor y 2,79 gr de peso. -23286 (superficial). Fragmento de lámina en bronce de 10 mm de longitud, 11 mm de anchura, 2 mm de grosor y 1,21 gr de peso. -25001 (superficie próximo a la terrera). Fragmento de lámina de sección plana de 30 mm de longitud, 20 mm de anchura, 2 mm de grosor y 4,50 gr de peso. Se podrían comparar con láminas o placas, en algunos casos decoradas, de los niveles más recientes de La Hoya y Peñas de Oro (Caprile, 1986: 257-258). 2.1.3.9. Indeterminados Este grupo lo conforman una serie de objetos que no tienen una forma clasificable tipológicamente o son informes, recortes o fragmentos de otras herramientas.
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2.2. Útiles en hierro La metalurgia del hierro es minoritaria y se limita a la fabricación de útiles y herramientas de trabajo, entre los que destaca una hoz completa. Los materiales localizados en estratigrafía pertenecen a la fase III y proceden de las estructuras de habitación de la ladera sudoeste. -3400A (est. 2, UE 1004, B9-B10). Hoz completa de hierro fragmentada en seis partes. Tiene una longitud total de 220 mm, siendo la parte activa de 165 mm. La anchura es de 18 mm en la zona de enmangue y de 14 mm en la zona activa, mientras el grosor es de 3 mm en toda la pieza. El peso completo es de 25,57 gramos. -21943 (estructura 5, UE 1002). Fragmento de un útil cuadrangular en hierro muy corroído, con unas medidas de 40 mm de longitud, 35 mm de anchura, 19 mm de grosor y 36,76 gr de peso. -23287 (superficial). Fragmento informe de hierro, de un posible cuchillo, de 65 mm de longitud, 39 mm de anchura, 20 mm de grosor, y 134 gr de peso. -23402 (superficial hacia viviendas). Fragmento de hierro, de un útil como hacha o cincel, de 20 mm de longitud, 15 mm de anchura, 4 mm de grosor, y 1,89 gr de peso. Su modo de fabricación es laminado por apilamiento de placas de hierro. -21021 (UE 1000, D7). Fragmento de vástago en hierro de sección aplanada, siendo difícil precisar el útil (punzón, aguja, fíbula…). Tiene una longitud de 43 mm, 9-10 mm de anchura, 9 de grosor y 4,48 gr de peso. -23185 (UE 1000). Fragmento de vástago en hierro de sección circular, siendo difícil precisar el útil. Tiene una longitud de 29 mm, 3,5-4 mm de anchura, 9 de grosor y 1 gr de peso. El origen de la metalurgia del hierro se ha relacionado generalmente con la influencia mediterránea. En el contexto del valle del Ebro comienza a aparecer sobre mediados del s. VI o V a. C., con distinto ritmo en los diferentes yacimientos, como PIIb de Cortes, Peñas de Oro (nivel II de Escotilla II), niveles A de La Hoya, IIb de Castillo de Henayo o III/II de Berbeia (Caprile, 1986: 287).
2. 3. Restos trabajo metalúrgico Además de piezas acabadas, hay algunos materiales localizados que señalan la existencia de trabajo metalúrgico en el poblado, como lingotes y escorias. Lamentablemente no se han identificado otros restos habituales del trabajo de extracción del mineral como
Sesión 1 picos, martillos o mazos, de transformación como vasijas-horno y crisoles o estructuras de combustión que podamos asociar al trabajo metalúrgico. 2.3.1. Elementos semifacturados: barritas-lingotes y lingote plano-convexo En el caso de los elementos semifacturados que serían utilizados para elaborar otros productos finales. Contamos con cinco barritas-lingotes y un fragmento de lingote plano convexo. Del primer grupo, tres de ellos se encuentran en niveles estratigráficos, tanto de la fase II (15012) como de la fase III del área nordeste (19973, 16257). El resto proceden de unidades superficiales (2411, 22225, 3131). -2411 (UE 1000, B7). Fragmento de varilla de sección rectangular en bronce, partida en tres fragmentos que suman 80 mm de longitud, por 3 mm de anchura y 2 mm de grosor, con un peso 3,39 gramos. -15012 (UE 1021, B6). Fragmento de barritalingote incompleta en bronce de sección rectangular con concreciones. Tiene una longitud de 85 mm, 6 mm de anchura, 4 mm de grosor y 12,97 gr de peso.
2.3.2. Restos metálicos de fundición: escorias Otro testimonio del trabajo metalúrgico es la existencia de escorias mixtas de cobre-estaño-plomo, y un solo caso de hierro (23288). Se encuentran fundamentalmente en unidades superficiales tanto en las catas de la última campaña (23288, 22056, 21941, 21942) como en el área nordeste (21020). La dispersión de los restos de fundición en el yacimiento no permite aislar una zona de producción específica. -23288 (UE 1001, cata D). Escoria de hierro, con una longitud de 18 mm, anchura de 15 mm, grosor de 7 mm y 2,55 gr de peso. -22749A (superficial). Escoria de bronce plomado, de longitud de 8 mm, anchura de 7 mm, grosor de 5 mm y 0,44 gr de peso. -21020 (UE 1000, D7). Resto metalúrgico, probablemente escoria, de 8 mm de longitud, 9 mm de anchura, 5 mm de grosor y 0,41 gr de peso. -21941 (UE 2002, estructura 5). Goterón o resto de fundición de bronce con una longitud de 17 mm, una anchura de 12 mm, grosor de 8 mm y 3,90 gr de peso.
-16257 (UE 1006, D3). Barrita-lingote completa en bronce plomado de sección ovalada. Tiene una longitud de 152 mm, 6 mm de anchura, 4 mm de grosor y 17,17 gr de peso.
-21942 (UE 2002, estructura 5). Goterón o resto de fundición de cobre plomado con una longitud de 14 mm, una anchura de 12 mm, grosor de 5 mm y 4,25 gr de peso.
-19973 (UE 1002, C7). Fragmento de vástago en bronce de 12 mm de longitud, 2,5 de anchura y 0,23 gr de peso.
-22056 (UE 1001, Cata A). Fragmento informe, posiblemente restos del trabajo metalúrgico.
-22225 (UE 1002, Cata A). Fragmento de posible lingote de cobre-plomo de 20 mm de longitud, 11 mm de anchura y 7 mm de grosor, con un peso de 9,44 gr. -3131 (UE 1001, B4). Fragmento de lingote plano-convexo o torta de cobre-plomo, de 47 mm de longitud, 43 mm de anchura, 14 mm de grosor y 83 gr de peso. Las varillas y barritas-lingote serían un paso intermedio en la producción de objetos, un producto semifacturado de metal ya aleado a partir de las cuales a través del martillado se elaborarían piezas como fíbulas o pulseras. Finalidad diferente atribuimos al lingote plano-convexo, forma en la que llegaría el metal a través de comercio/ intercambio. Denominadas generalmente tortas de fundición, aparecen en distintos yacimientos del valle del Ebro, como el cercano Alto de la Cruz con dos fragmentos de tortas de forma planoconvexa de casi un kilo de peso cada una, en Kutzemendi en Vitoria o Vallgorguina en Barcelona (Rauret, 1976: 68-70), mientras en Aragón sólo tenemos la mención de dos tortas de fundición de bronce en forma de disco procedentes de Tossal Redó (Royo, 1980: 311).
2.3.2. Molde Contamos con un molde en piedra arenisca vinculado a la producción de objetos. -21758 (UE 1025, D7). Molde bivalvo de broche de cinturón y cuatro varillas realizado en piedra arenisca rojiza. Con unas medidas de 140 mm de largura, 129 mm de anchura y 50 mm de grosor (Fig. 5). Los moldes de varillas múltiples son frecuentes en yacimientos de esta cronología: Roquizal del Rullo, Alto de la Cruz, La Hoya, Peñas de Oro (Rauret, 1976: 121-122), Puig Roig (Montero-Ruiz et al., 2012: 174) o Carretelá (Maya et al, 2001: 168, 171). Menos habituales son los moldes de broches de cinturón. Se han publicado los de Escodines Altes en Mazaleón y la Ferradura en Ulldecona, que tienen características similares, con una matriz para una placa circular y un apéndice más corto (Rauret 1976: 108-110). Se utilizarían para fabricar broches de cinturón de distinta tipología habituales en todo el valle del Ebro (Royo, 1980: 290-295; Caprile, 1986: 199-205). El más cercano es el de Burrén (García-Arilla y Mesa, 2016). Se trata de un broche formado por dos circunferencias o una con
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un estrechamiento intermedio, decorado con dos botones o mamelones en el centro y cuyas medidas son muy próximas a las del negativo del molde de Morredón, que se engloba en el tipo céltico, con paralelos centroeuropeos de tipo Larnaud o Unterhaching (García-Arilla y Mesa, 2016: 36-38) (Fig. 6).
Figura 5. Fotografía del molde de varillas y broche de cinturón (21758).
Los mismos tipos de metal aparecen en yacimientos similares del Bronce Final y sobre todo de la Primera Edad del Hierro, como los referentes de el Alto de la Cruz de Cortes o el Cabezo de la Cruz de La Muela y otros más lejanos como Las Eretas de Berbinzana (Armendáriz, 1995-1996), Carretelá (Maya et al, 2001), o Sant JaumeMàs d’en Serrà (Armada et al, 2005; Garcia i Rubert et al, 2007). Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los objetos metálicos conocidos en el valle medio del Ebro proceden de necrópolis. La consecuencia de esta escasez de restos y que los que aparezcan en los poblados tengan poco carácter diagnostico desde el punto de vista tipo-cronológico lleva a que muchas veces ocupen un lugar secundario en las publicaciones o que se limiten a un mero inventario descriptivo. En el caso que hemos estudiado, gran parte del material ha sido localizado en superficie o en unidades estratigráficas superiores de la fase más reciente. La gran mayoría de los restos pertenece a la fase III, correspondiente a la Primera Edad del Hierro, datada en el siglo VIII y VI cal BC, con escasos restos de la fase II del Bronce Final (siglos XI y X cal BC) y ninguno de la fase I perteneciente al Bronce Tardío (Siglo XII cal BC). No podemos extraer de ello conclusiones crono culturales determinantes ya que esta distribución podría estar relacionada con la extensión de la excavación y su afección a cada una de las fases. Cabe destacar, no obstante, algunos tipos singulares y específicos de la fase II, como las hachas de bronce de una o dos anillas y determinados tipos de puntas de flecha. La dispersión de los restos por todo el yacimiento, con escasas concentraciones, no permite establecer relaciones con los elementos estructurales, asociación que hubiese permitido identificar zonas de trabajo o definir el uso de los espacios y estructuras del área nordeste del yacimiento. Podemos concluir afirmando que en El Morredón se realizaría una producción metalúrgica en dos aleaciones distintas tal como nos indican los análisis realizados y que daremos a conocer próximamente. Igualmente, a pesar de la ausencia de estructuras, la producción en el propio yacimiento quedaría documentada a partir del hallazgo del molde, fragmentos de lingotes, barritaslingotes y escorias, y restos de fundición.
Figura 6. Broche localizado en Burrén (García-Arilla y Mesa, 2016: 34, fig. 2)
3. CONSIDERACIONES FINALES El número de restos es escaso teniendo en cuenta la extensión del yacimiento. Se trata de un conjunto de ámbito doméstico, de tipología reducida, con pocas armas. Predominan los objetos de adorno, con pocos elementos singulares con valor cronológico. El hierro, a tenor de los escasos restos, es todavía poco frecuente.
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AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido posible gracias al proyecto HAR201565620-P: Paisaje y Sociedad: el valle medio del Ebro entre el 6000 y el 500 cal ANE (MINECO/FEDER)’ y al Museo Provincial de Zaragoza, donde se han estudiado los materiales, especialmente a Isidro Aguilera. Los dibujos han sido realizados por Mari Cruz Sopena. La foto del hacha del talón es del Museo de Zaragoza, José Garrido.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _Ignacio Montero ha realizado análisis de Fluorescencia de Rayos X con el espectrómetro del Museo Arqueológico Nacional INNOV-X Alpha equipado con tubo de rayos X, ánodo de plata y condiciones de trabajo de 35kV, 20μA y 40 sg de tiempo de aquisición. Debido al espacio de que disponemos no es posible incluir los resultados por lo que aparecerán en una publicación específica. En la descripción de las piezas se incluye el metal de fabricación a partir de los datos obtenidos en estos análisis.
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Sesión 1
1.13. CERÁMICA SIMBÓLICA DURANTE EL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: LAS REPRESENTACIONES DE CIERVO Y AVE EN EL POBLADO DE EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA) SYMBOLIC POTTERY IN THE LATE BRONZE AGE AND EARLY IRON AGE IN THE MIDDLE EBRO VALLEY: DEER AND BIRD REPRESENTATIONS IN THE SETTLEMENT EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA) José María Rodanés Vicente1, Paloma Aranda Contamina1 y José Ignacio Lorenzo Lizalde2 Universidad de Zaragoza 2 Arqueólogo
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Autor de contacto/Contact author: José María Rodanés Vicente, jrodanes@unizar.es
RESUMEN Se analiza un fragmento de tapadera de cerámica, localizado en el poblado de El Morredón (Fréscano, Zaragoza) y decorado con las representaciones de un ciervo y un ave, delimitados por una cenefa de trazos geométricos. Se relaciona con la fase III del poblado, correspondiente a la Primera Edad del Hierro (s. VIII-VI cal BC). Los motivos, realizados mediante trazos incisos, y que ya habían sido dados a conocer parcialmente y con errores en su dibujo (Rodanés y Royo, 1986), han podido ser nuevamente reinterpretados gracias a las fotografías conservadas por M. Martín Bueno, quien amablemente nos cedió los originales para este estudio. Se trata de un ejemplo más de lo que se conoce como cerámica simbólica presente en la prehistoria reciente de la Península Ibérica y con una larga tradición historiográfica. Consideramos el carácter psicopompo de ambas figuras. Lejos de ser antagónicos los imaginamos como complementarios, se yuxtaponen, no se enfrentan. El carácter simbólico de esta complementariedad vendría avalada por la disposición iconográfica al estar incluidos en un mismo campo, enmarcados por el mismo friso inclusivo o cenefa de motivos romboidales. PALABRAS CLAVE: Bronce Final; Primera Edad del Hierro; Valle medio del Ebro; Representaciones zoomorfas en cerámica; Cerámica simbólica.
ABSTRACT We present a fragment of a ceramic lid from the settlement of El Morredón (Fréscano, Zaragoza). It is decorated with deer and bird representations framed for a ribbon of geometric motifs. The technique is the incision. It is related to the phase III of the settlement, dated in the Early Iron Age (s. VIII-VI cal BC). The motifs were published partially before (Rodanes and Royo, 1986), but there were errors in its drawing. It has been reinterpreted based on the photographs preserved by M. Martín Bueno, who kindly let us study the originals. This lid is an example of symbolic pottery, which is known in the recent prehistory of the Iberian Peninsula and has a long historiographic tradition. We consider the psychopomp character of both animals. Both might be complementary more than antagonistic. The symbolic nature of this complementarity would be supported by the iconographic disposition. They are included in the same space and framed by the same ribbon of rhomboid motifs. KEYWORDS: Late Bronze Age; Early Iron Age; Middle Ebro Valley; Zoomorphic representations in pottery; Symbolic pottery.
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Figura 1. FotografĂa de tapadera con los motivos decorados del ciervo y el ave remarcados en rojo.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN Las figuras que analizamos en este artículo, presentado como poster en este mismo congreso, ya eran conocidas y fueron publicadas parcialmente y con evidentes errores en los años ochenta del siglo pasado (Rodanés y Royo 1986). Se localizan en un fragmento de tapadera de cerámica de excelente factura (Fig.1), procedente del poblado de El Morredón (Fréscano, Zaragoza). Recordemos que el yacimiento se localiza en un cerro amesetado de grandes dimensiones a 3 km al oeste del río Huecha (Fig. 2). Su descubrimiento, primeras investigaciones y campañas de excavación de 2002 y 2004 han sido comentadas en anteriores sesiones de este mismo congreso (ArandaContamina et al., 2016 y 2018). A partir del análisis de materiales arqueológicos y de cinco dataciones radiocarbónicas, se han podido diferenciar tres etapas sucesivas: la fase I, Bronce Tardío (s. XII cal BC), con escaso material cerámico, poco cohesionado, muy fragmentado, y en algunas zonas revuelto, ha sido datada entre 1257 y 1051 cal BC (95%) y entre 1212 y 1117 cal BC (68%); la fase II correspondiente al Bronce Final, que se extiende entre el siglo XI y X cal BC, con dos dataciones, entre 1110 y 900 cal BC (95%) y 1020 y 922 cal BC (68%), la primera, y entre 1042 y 846 cal BC (95%) y 996 y 914 cal BC (68%), la segunda. Por último, la más reciente y de la que poseemos más información, se identifica con un poblado de la Primera Edad del Hierro (Fig. 3). La excavación permitió definir con bastante precisión esta fase III (s. VIII-VI cal BC). Se caracteriza por la presencia de vasos lisos y pulidos con cuellos cilíndricos, tanto en el grupo de cerámica de mesa como en la de almacenaje, platos troncocónicos y otros elementos auxiliares como morillos o soportes (Fig. 4). Encontramos paralelos tipológicos muy similares en los niveles del PIIb del Alto de la Cruz de Cortes de Navarra (Maluquer et al., 1990), en las fases de la Primera Edad del Hierro del Cabezo de la Cruz de La Muela en Zaragoza (Picazo y Rodanés, 2009), así como en otros yacimientos del alto Ebro como Las Eretas de Berbinzana en Navarra o en el poblado riojano de Sorbán en Calahorra (ArandaContamina et al., 2018). La datación esta tercera fase se ha realizado sobre una muestra de carbón de Pinus Halepensis que sitúa la ocupación entre 770-524 cal BC (95%) y 756-544 cal BC (68%).
Figura 2. Situación del yacimiento y fotografía del cerro donde se sitúa.
2. DESCRIPCIÓN Por su tipología y características de factura, la tapadera que estudiamos se puede atribuir a esta última ocupación (Fase III). Procede de prospecciones superficiales realizadas a lo largo de la década de los años setenta del siglo pasado. La conservación de una serie de fotografías en el archivo del Profesor M. Martín Bueno - a quien agradecemos su cesión para su estudio - nos ha permitido completar el dibujo y afrontar con garantías la reconstrucción parcial de la misma (Fig. 5).Presenta tres motivos incisos que la dotan de singularidad. Dos representaciones zoomorfas enfrentadas: un cérvido y un
Figura 3. Dataciones absolutas de las tres fases de ocupación de El Morredón.
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Fase III Primera Edad del Hierro
Figura 4. Cerámica representativa de la fase III de la Primera Edad del Hierro del poblado.
ave; y una serie de líneas igualmente incisas con formas geométricas que enmarcan la totalidad del borde (Fig. 6). El diseño de los animales es marcadamente esquemático. El primero se dibuja mediante un cuerpo rectangular alargado relleno de siete trazos perpendiculares en su interior; dos de ellos coinciden con la prolongación de las patas a las que se le unen en el exterior del mismo rectángulo las otras dos que en un caso se prolonga en el rabo, mientras que la contraria se continúa con el cuello que finaliza en una cabeza triangular de donde parte la cornamenta que conserva una cuerna ramiforme (Fig. 7). El ave parece responder a la esquematización de un pato con el cuerpo triangular con cinco incisiones paralelas en su interior y las patas y la cola diseñada mediante la prolongación de las líneas del cuerpo, entrecruzándose formando trazos angulares. La cabeza se realiza mediante un trazo continuo y exento (Fig. 8).
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Los motivos geométricos aparecen enmarcados entre el final del borde de la tapadera y una línea incisa paralela a todo el contorno a modo de cenefa. En su interior se reproducen una serie de grandes zig-zag enfrentados en sus ángulos, lo que origina una serie de rombos cuyo interior aparece decorado con incisiones paralelas (entre 4 y 5). No en todos los casos se ha conseguido una simetría perfecta y existen al menos dos casos en los que no se ha completado el diseño y solo mantienen tipos triangulares. Los temas geométricos encadenados son populares en el Valle del Ebro durante el Bronce Final y Primera Edad del Hierro, desde Tossal Redó con frisos pintados, a los incisos o excisos de Roquizal del Rullo y Redal (Lucas, 1989) o el recientemente dado a conocer procedente de Burren en el mismo valle de la Huecha (Aranda y Rodanés, 2019).
Sesión 1 3. SOBRE LA CERÁMICA SIMBÓLICA Y LAS REPRESENTACIONES ZOOMORFAS EN LA CERÁMICA PREHISTÓRICA Desde los orígenes y posterior desarrollo de la alfarería, los artesanos han aprovechado la superficie de los recipientes para, en ocasiones, trasmitir ideas o conceptos que, en cierta medida, formarían parte de su identidad. Mas allá de la decoración, determinadas representaciones formarían parte de un metalenguaje difícil o prácticamente imposible de interpretar o comprender fuera de los propios parámetros ideológicos de la sociedad o el grupo que los produce. Esto, en gran parte, quedaría asumido en el concepto de cerámica simbólica, acuñado por el matrimonio Leisner en los años cuarenta del siglo XX y desde entonces vigente en la historiografía prehistórica en especial en los trabajos dedicados al Calcolítico peninsular (Delibes y Guerra, 2004; Dimas y Camalich, 1982; Garrido y Muñoz, 2000). Las figuras representadas en la tapadera que estudiamos son frecuentes en la alfarería prehistórica, en especial
los cérvidos que aparecen frecuentemente en paneles pintados con diferentes estilos, desde el naturalismo a la esquematización (Viñas y Saucedo, 2000). Es muy posible que la primera representación de esta especie en cerámica de la Península Ibérica tuviera lugar durante el Neolítico antiguo. Un fragmento de la Cova de l’Or, procedente de excavaciones de 1955, es el único de esta cronología que representa una serie de cuadrúpedos esquemáticos, diseñados mediante técnica incisa simple, posiblemente resaltada por la aplicación de una pasta blanca que le daría una mayor visibilidad (Domingo et alii 2007, 179). Solo una figura se conserva completa. Dada la ausencia de los trazos pectiniformes que suelen acompañar a las representaciones de ciervos, se podría interpretar que se trata de figuraciones de ciervas, al menos en dos de las representaciones, las de menor tamaño. La escena ofrece, al menos dos interpretaciones, teniendo en cuenta el tamaño de las figuras: una manada en la que las crías quedan bajo la protección de la madre, escena repetida en algunos conjuntos rupestres; o bien un macho con al menos dos hembras como aparecen en cerámicas posteriores (Domingo et alii 2007, 171).
Figura 5. Reconstrucción parcial de la tapadera.
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Mas frecuentes son las representaciones a partir del Calcolítico, englobadas en lo que se ha venido en llamar cerámicas simbólicas en el sentido antes comentado. En un trabajo de los años ochenta del siglo pasado, Martín y Camalich (1982) recogen numerosas referencias del sur peninsular. Desde entonces el corpus de recipientes se ha ido enriqueciendo con nuevos hallazgos. En un ensayo más reciente de Garrido y Muñoz (2000) se hace inventario de motivos de cérvidos, soliformes y ramiformes que aparecen en vasos y cuencos con decoración campaniforme en España y Portugal. A ellos habría que añadir el descubierto posteriormente en Almenara de Adaja en Valladolid (Delibes y Guerra, 2004) y los no citados del nordeste peninsular, conocidos desde los años ochenta y noventa y que relacionan la proliferación de soliformes con la fase campaniforme tardía de Arbolí (Rodanés y Ramón 1996, 121-122; Maya y Petít, 1986). Interesante resulta la interpretación de la cerámica simbólica campaniforme como una “versión genuinamente ibérica de un fenómeno de sincretismo ideológico en el que se mezclarían prácticas y ritos locales con otros de procedencia foránea” (Garrido y Muñoz, 2000, 295) basados en el consumo de determinadas sustancias alucinógenas y libación de alcohol, todo ello en un contexto en el que se producen cambios económicos y sociales que propician el nacimiento de liderazgos que pudieron tener la cerámica simbólica como “un elemento más de las estrategias legitimadoras” (Garrido y Muñoz, 2000, 296). Iniciada la Edad del Bronce las representaciones disminuyen, con el predominio de las superficies lisas en la vajilla. Cuando aparecen, se relacionan con contactos o perduraciones de horizontes incisos o impresos como es el caso de los yacimientos de Las Costeras en Teruel (Picazo 1993, 101) o Muntanya Assolada en Alzira (Martí y Pedro, 1997, 72). Será a partir del Bronce final y Primera Edad del Hierro donde, nuevamente, este tipo de manifestaciones se incorporen a la producción alfarera utilizando diferentes técnicas (Rodanés y Royo 1986), con perduraciones ocasionales en forma de graffitis durante la II Edad del Hierro (Azcárraga; Morín y Urbina, 2012, 233). Las representaciones de aves son menos habituales, aunque igualmente se documentan en conjuntos de arte rupestre del Neolítico y Calcolítico (Bronce I Hispánico de P. Acosta) como la cueva del Tajo de las Figuras en Benalup-Casas Viejas (Cádiz) conocidas desde las primeras décadas del siglo XX (Acosta, 1968). No obstante, al contrario que en las figuraciones de los ciervos antes comentadas, las ánades no aparecen o, mejor, no conocemos, representaciones en cerámicas hasta el Bronce Final, tanto en el noreste como en el sur peninsular. Mayoritariamente se trata de figuras pintadas en los recipientes, con formas muy esquemáticas, habitualmente dibujando metopas y bandas, si bien existen ejemplos en los que aparecen mediante trazos incisos como en Cabezo de San Pedro (Huelva), Los Saladares I en Crevillente (Buero 1984, 360, Fig. 5 y 6) y otros más cercanos que comentamos a continuación.
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En el Valle del Ebro, y para este tipo de representaciones sigue siendo válido el repertorio de Rodanés y Royo (1986) al que habrá que añadir con una cronología anterior el campaniforme de Portimayor II en las Bardenas en Navarra (Garrido y Muñoz 2000) o el más reciente y relacionado con el que estudiamos del Cabezo del Lugar en Azaila, Teruel (Diaz et alii 2011). Se señalan los cérvidos del poblado de la Coronilla en Lardero (La Rioja), la pieza de Morredón que revisamos en este artículo, Cabezo de Monleón en Zaragoza, Las Valletas en Huesca y Genó en Lérida; mientras que las aves aparecen en El Redal (La Rioja), Morredón, y Pompeya en Samper de Calanda (Teruel). A estas se les podría añadir las pintadas con la misma tipología de Cabezo de Alcalá de Azaila o Tosal Redó (Lucas 1989). A pesar de los más de treinta años transcurridos, los aspectos descriptivos o técnico-estilísticos siguen teniendo validez. Igualmente la ambigüedad cronológica sigue siendo insuperable en la mayor parte de las piezas manteniéndose la dificultad de atribución entre el Bronce Final y Primera Edad del Hierro. Así, sigue siendo una evidencia que las representaciones zoomorfas incluyen exclusivamente el ciervo y las aves. El diseño y la técnica empleada en su ejecución varía desde un cierto naturalismo en las figuras de las Valletas a un total esquematismo en el resto. Las formas de los soportes, es decir los tipos cerámicos no son uniformes son distintos en cada yacimiento. Las técnicas empleadas son igualmente diferentes: excisión, diferentes tipos de incisiones, acanalados, pintura, incluso en el caso de Genó, aplicaciones plásticas. En el mismo artículo se hacía referencia a los ejemplos localizados al norte de los Pirineos que, por cronología y por la tradicional vinculación cultural establecida entre ambas vertientes, podrían tener ciertas similitudes. En Francia, concretamente, este tipo de representaciones, como ya indicamos, no son frecuentes, si bien desde los años ochenta han aparecido una serie de trabajos que ponen al día los problemas y la representatividad de este tipo de piezas y que merecen ser tenidos en cuenta. Una reciente revisión permite apreciar las diferentes representaciones en diferentes soportes, no solo en cerámica, desde el Neolítico al Bronce Final (Huet, 2018). No son muy numerosas, la riqueza y variedad es menor que la documentada en la península ibérica. Los ejemplos más característicos se concentran en lugares de hábitat y coincide con los momentos finales de la Edad del Bronce donde se da una profusión de motivos geométricos a los que acompañan en ocasiones los elementos figurativos. Los hallazgos son más frecuentes en el valle del Ródano, centro y oeste de Francia y Languedoc (Zipf, 2004). Se concentran, con cierta lógica, en los yacimientos más ricos. En un ensayo de Gómez de Soto (1993,151) se recogen en los tipos XVIIIa y XVIIIb las composiciones zoomorfas en vasos previamente clasificados por su tipología. Su identificación es difícil por el grado de esquematización, aún así se puede apreciar el diseño de caballos, bóvidos, cérvidos y en menor medida
Sesión 1 aves (Gómez de Soto 1993), con un posible influjo mediterráneo (Pautreau, 1986). Su interpretación como forma de narración o comunicación simbólica o más bien como vehículo de transmisión de ideas y conceptos parece aceptable (Nicolas 1978; Gómez de Soto 1993, 159).
Figura 6. Fotografía del fragmento de tapadera con los motivos decorados del ciervo y el ave. Archivo fotográfico MMB.
Figura 7. Fotografía de detalle del ciervo. Archivo fotográfico MMB.
Figura 8. Fotografía de detalle del ave. Archivo fotográfico MMB.
4. CONSIDERACIONES FINALES Ya Martín y Camañich (1982) habían desterrado la idea de que necesariamente las cerámicas simbólicas tendrían una finalidad exclusivamente funeraria y que participarían de la esfera doméstica, como es nuestro caso, al haberse encontrado en el interior del poblado. Igualmente descartamos, por tipología y supuesta función de la tapadera, un uso ritual similar al que se ha propuesto recientemente para las piezas simbólicas campaniformes (Garrido y Muñoz 2000). Debemos repensar su posible significado. Una posible vía de interpretación pasa por determinar el significado de los animales representados. El ciervo se identifica con la idea de regeneración, crecimiento y en cierto modo de fecundidad. No podemos obviar su posterior identificación con Cernunnos y su interesante conexión con el mundo céltico e indoeuropeo (Alfayé y Marco 2008). Desde Huelva hasta el Valle del Ebro, el tema de las aves es el más difundido a nivel peninsular con numerosos paralelos externos desde Grecia a Hallstatt (Buero 1984, 361). Tanto en las culturas europeas como en las mediterráneas las aves son mensajeras de los dioses. La figura clave dentro del universo del bronce y hierro antiguo a nivel europeo es el ave o ganso solar (Neumaier 2006). Son el símbolo de una divinidad femenina. Se asocian en el mundo céltico a la curación y a la creencia de que se volvía a la vida en el más allá (Green 2001, 66). Con estas premisas consideramos el carácter psicopompo de la escena y de los dos animales representados. Lejos de ser antagónicos (simple dualidad tierra/aireagua/ masculino/femenino) los imaginamos como complementarios, se yuxtaponen, no se enfrentan. El carácter simbólico de esta complementariedad vendría avalado por la disposición iconográfica al estar incluidos en un mismo campo, enmarcados por el mismo friso inclusivo o cenefa de motivos romboidales antes comentado. Más difícil es plantear un origen para estas representaciones, tanto de cérvidos como de aves en el Valle del Ebro. Los primeros tienen una larga tradición paneuropea y peninsular con antecedentes en el mismo territorio de estudio. Para las segundas, aunque existen antecedentes en el arte esquemático, la inspiración mediterránea parece clara, incluso en las representaciones del sur de Francia las esquematizaciones de aves apuntan igualmente a estímulos orientales a través del norte de Italia. En la Península Ibérica su antigüedad está documentada. Su aparición en el al Valle del Ebro es más controvertida: el Sur y SE hispano puede contemplarse como posible origen si bien la inspiración mediterránea directa, quizás itálica, como propone R. Lucas (1989) para el vaso teromorfo del poblado grande de Tossal Redó (Calaceite, Teruel) no puede ser descartada y pudiera ser más plausible acompañando a otros materiales (Rodanés y Picazo 2018; Royo 2019).
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AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido posible gracias al proyecto HAR201565620-P: Paisaje y Sociedad: el valle medio del Ebro entre el 6000 y el 500 cal ANE (MINECO/FEDER)’. Agradecemos la cesión del Profesor M. Martín Bueno de una serie de fotografías de la tapadera para su estudio. Los dibujos han sido realizados por Mari Cruz Sopena.
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Sesión 1
1.14. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO Y CELTIBÉRICA THE ARCHAEOLOGICAL SITE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FIRST IRON AGE AND CELTIBERIAN PHASES Francisco Javier Gutiérrez González1, Víctor Gil de Muro Eguizábal1, Oscar Lanzas Orensanz1, Carlos Valladares Lafuente1, Paloma Aranda Contamina2 y Alejandro Sierra Sainz-Aja3 Arqueólogo profesional Investigadora Predoctoral. Dpto. Ciencias de la Antigüedad. Universidad de Zaragoza 3 Grupo Primeros Pobladores del Valle del Ebro. Universidad de Zaragoza 1
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Autor de contacto/Contact author: Francisco Javier Gutiérrez González, info@arqueoguti.es
RESUMEN Se presentan los resultados de las primeras catas arqueológicas realizadas en este yacimiento. A parte de las fases medievales que tienen su lugar en otra comunicación a este congreso, en la etapa prehistórica hemos confirmado un poblado en lo alto del cerro, abandonado probablemente a fines del siglo VI y una reocupación en la etapa celtibérica tardía, a la que, en principio, adscribimos un foso excavado en la roca natural. El escaso material celtibérico localizado en niveles primarios, debido a la permanente erosión y reocupaciones que ha sufrido el yacimiento, contrasta con el interesante conjunto cerámico de la Primera Edad del Hierro. Incluimos también un primer análisis de los restos de fauna localizados. PALABRAS CLAVE: Edad del Hierro I tardío; Celtibérico Tardío; Campo de Romanos; Zaragoza; Poblado; Cerámica; Foso.
ABSTRACT This paper presents the results of the first trial trenchings made in this archaeological site. Apart from the medieval phases that are explained in a different paper of this conference, in the prehistoric phase we have confirmed a settlement on the top of the hill, probably abandoned at the end of the 6th century, and a reoccupation of the Late Celtiberian period, to which we firstly assign a moat dug into the natural rock. The scarce Celtiberian material found in the corresponding level -due to the continuing erosion and the reoccupations- contrasts with the interesting pottery set of local Early Iron age (Edad del Hierro I). We also include a first analysis of the discovered faunal remains. KEYWORDS: Early Iron Age; Celtiberian Age; Campo de Romanos; Zaragoza; Site; Ceramics.
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Figura 1. Plano general de las catas realizadas.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN La excavación del yacimiento de “El Castillo” de Villarroya del Campo es, ante todo, el resultado del interés del ayuntamiento de la localidad por recuperar su pasado histórico y potenciar los restos arqueológicos como un recurso patrimonial de enriquecimiento, difusión y crecimiento de la localidad. En su cima no hay ningún elemento defensivo visible; su nombre corresponde a un topónimo muy habitual en la zona.
2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA Tras la localización del yacimiento por parte de Francisco Burillo en 1976 (Burillo 1980: 92-95), no se había vuelto a trabajar en él, salvo la referencia existente en la Carta Arqueológica de la comarca de Daroca (Burillo 1993: 307-308); y hasta en un estudio tan concreto y exhaustivo como el de Caballero (Caballero 2003: 17, 46-51) se obvia este yacimiento al no ocuparse del área de Campo de Romanos. Los estudios regionales de Aranda y Arenas Esteban dejaron fuera esta zona marginal, tanto del sistema Ibérico como, aún más, del Valle del Ebro. Incluso el trabajo de Polo-Villagordo marcó su límite noreste dejando fuera el municipio de Villarroya del Campo. También Lorrio marca por esta zona el límite nordeste del espacio nuclear de la Celtiberia “Antigua” (Lorrio 1999: fig. 1A, 2000: 133 fig 13). Además, la Memoria de Licenciatura de Delgado sobre el Campo de Romanos permanece inédita desde 1986. En un primer momento realizamos varias catas en la falda del cerro para comprobar la cronología de una serie de grandes sillares. En esta intervención de diciembre de 2016 y enero de 2017 pudimos constatar que los diversos muros y escaleras documentados corresponden a obras de época moderna (se apoyan en tierras de ladera que contienen loza decorada en azul), que reutilizan posibles sillares antiguos de gran porte, y cuya función debió ser la de facilitar el acceso de los parroquianos a la ermita de San Bartolomé -entonces Santa Quiteria-, a través de la empinada cuesta existente desde el núcleo de población actual (Fig. 1 y 2). Posteriormente, comenzamos una serie de catas en la cima del cerro que corroboraron la gran erosión que ha sufrido -algo común en los yacimientos de la comarca de Daroca (Aranda 1986: 171, 235)-; así como los sucesivos procesos de extracción de piedra expoliada de los muros preexistentes. Del mismo modo pudimos ver que la ocupación de esta cima se concentra en su zona norte, quedando el resto, aparentemente mucho menos ocupada; aunque se localizaron niveles de derrumbe celtibéricos (cata 6), pozos medievales (catas 7 y 8) y restos bajomedievales de muros y suelos (catas 5, 7 y 9), así como una vivienda rupestre en cueva, adaptada a la ladera aterrazando sus suelos (Cata 4). Con el hallazgo en la cata 9 de restos de vivienda de la Primera Edad del Hierro (Fig. 8), se procedió a realizar dos campañas de ampliación en abril de 2017 y febrero de 2018 hasta alcanzar 105 m2 de superficie. Finalmente en la cata 10 hemos pretendido comprobar si los restos de los únicos sillares que se aprecian en la cima del cerro,
Figura 2. Obras modernas de acceso a la Ermita aunque movidos, pudieran formar parte de una muralla protohistórica. El resultado fue que estaban efectivamente removidos en época bajomedieval. El proyecto sigue vivo pero en espera de nuevos fondos que permitan concluir esta cata en busca de posibles huellas de asiento de los sillares para conseguir algún tipo de alineación de muralla. Por otra parte, en la prospección visual del entorno del cerro no hemos detectado ningún elemento mueble o inmueble que indique una extensión de la ocupación, más allá de sus laderas en época bajomedieval. Tampoco hay ninguna evidencia más al sur del foso excavado en la roca en la parte meridional del yacimiento, que lo separa del resto de la meseta, junto a las pendientes creadas por los arroyos de Valsaúco y de la Cañada, que hoy día confluyen 400 m al norte del yacimiento, creando el Arroyo de Villarroya que desemboca en el río Huerva por Mainar.
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diferencia de cota máxima podemos establecerla en unos 40 m al norte y la mínima en los 6 m del foso sur. El tipo de suelo de la cima del cerro es pedregoso sobre margas y conglomerados, y en cuanto a la geomorfología, es una plataforma en materiales detríticos neógenos. Las laderas son una plataforma de materiales carbonatados neógenos. Sólo en el entorno de los arroyos hay acumulaciones aluviales recientes.
Figura 3. Vista cenital del yacimiento.
3. MARCO GEOGRÁFICO La descripción de Ángel Aranda explica, mediante la distribución de los yacimientos arqueológicos, que hay cuatro franjas paralelas siguiendo la alineación noroestesureste que marca el relieve del sistema Ibérico en la zona. Esta distribución, más la altura de los asentamientos, permite el control visual del territorio; en las que las franjas 3 y 4 corresponden al Campo Romanos. Una de las vías transversales de comunicación de esta zona discurriría a los pies del yacimiento de “El Castillo”. Si bien, estamos parcialmente de acuerdo con Aranda en que hay una “aparente mayor permeabilidad hacia la Meseta que hacia el Valle del Ebro” y que “haya que explicarla por la propia topografía del terreno, de forma que la llamada rama aragonesa del Sistema Ibérico actuaría como verdadera muralla hacia el Ebro, mientras que el acceso es mucho más sencillo desde las parameras meseteñas” (Aranda 2003: 88); no es menos cierto que alguna comunicación más o menos fluida existiría entre ambas zonas (Aranda 1986: 234). En cuanto a las características del cerro, una muela originada por el escarpe de los dos arroyos, puede encuadrarse en el denominado tipo II/IV de Aranda (1986: 232 tabla 5), el tipo 2 por García Huerta (1990) y tipo III por Arenas Esteban (1999: 195 fig. 132). Estos autores proponen que el desnivel de altura media de los yacimientos desde su base suele ser de 50/100 m al comienzo de la Primera Edad del Hierro y que fue disminuyendo conforme avanzaron hacia la etapa Celtibérica Plena y Tardía. En Villarroya del Campo la
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Figura 4. Vista cenital de la cata 9.
4. RESULTADOS. CATA 9. NIVELES CELTIBÉRICOS La gran erosión que sufre el terreno de esta zona, unido al expolio de piedra de épocas posteriores, han destruido casi por completo los suelos y niveles de ocupación celtibéricos, de tal forma que, aparte de algún relleno localizado parcialmente, en esta cata 9 sólo nos han llegado las cimentaciones de sus estructuras. Estas substrucciones presentan una buena factura con piedras bien encajadas, unidas con tierra, de tamaños similares y con alineaciones perfectamente perpendiculares. Debido a su parcial conservación, no podemos asignarles una función concreta, más allá de suponer una utilidad como viviendas de un poblado prototípico del periodo celtibérico. En la planimetría, la denominación de Espacio 1 y siguientes obedece a una convención de trabajo que, como mucho tiene significación sólo para esta fase celtibérica. En la Figura 5 hemos diferenciado mediante colores las fases históricas documentadas. Además del tono gris para los elementos bajomedievales, los tres muros medievales de dirección noreste-sureste se dibujan en azul, y los pozos medievales que los cortan en azul claro. Las cimentaciones de época celtibérica en verde; mientras que los muros y caídas de adobes de la 1ª Edad del Hierro están dibujadas en rojo, con el hogar central en tono rosado.
Sesión 1
Figura 5. Planimetría completa de la cata 9 con interpretación de fases históricas Los yacimientos más cercanos se localizan en cerro Almada en Villarreal de Huerva (con foso anular), San Pedro y El Castillejo en Mainar (ambos con foso), Valmesón (con gran foso), Cerro Redondo en Daroca (en la base del cerro es posible que hubiera un foso actualmente colmatado), Piedra La Lanza y los niveles inferiores de la Necrópolis de La Umbría, ambos también en daroca, Datos en Badules (con foso artificial en su lado sureste), San Cristóbal en Anento (con foso de siete metros de ancho), Trascastillo y Las Eras en Lechón, San Cristóbal en Luesma y algún otro (Burillo 1980; Burillo, Aranda, Pérez, Polo, 1995: 249; Delgado 1986), sin que se hayan realizado por el momento intervenciones arqueológicas, tras las de Aranda y Delgado en los años ochenta. Estructuras algo parecidas se han exhumado en el entorno cercano en yacimientos como El Poyo de Mara (Burillo 2006: 226-236), Los Castellares de Herrera de los Navarros (Burillo 1983: 21), aunque el hecho de haber documentado sólo cimentaciones dificulta
mucho poder comparar la técnica constructiva con otros lugares del entorno. En el yacimiento de El Calvario en Gotor (Romeo 2014), a unos 60 km en la comarca del Aranda, se detectaron hasta tres sucesivas ocupaciones celtibéricas en las que su investigador reconoce diversos módulos de ocupación. Con los restos reconocidos hasta el momento en nuestro yacimiento de El Castillo creemos que no podemos realizar un análisis similar de espacios domésticos, aunque bien pueden ser de mediados del II a.C. Los materiales recogidos en las zanjas de construcción de esas cimentaciones han sido escasos pero nos permiten situar su cronología en la fase Celtibérica Tardía, pues hallamos cerámica a torno oxidante de pastas depuradas anaranjadas y ocres, abundando los bordes cefálicos, a menudo pintada con bandas y en menor cantidad semicírculos y segmentos concéntricos en tono granate, así como un cuchillo de hierro. En escasos puntos hemos localizado los rellenos que formarían la base los suelos.
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En la unidad estratigráfica (UE) con un contexto más amplio -el relleno de una rectificación del muro 4-, aparecieron varios fragmentos a torno oxidantes, uno de ellos con bandas pintadas en granate, así como un fondo de plato romano de Barniz Negro con el pie perdido y superficies negras y granates (por defecto de horno), quizá decorado con círculo pintado blanco al interior; quizá una producción calena antigua de posible forma Lamblogia 8 con cronología entre el 190 y el 130 a.C. El resto de materiales celtibéricos conocidos se han localizado redepositados en niveles de posterior cronología. En conjunto vemos vasijas torneadas, algún fragmento de kalathos; pintadas con bandas en marrón o granate y un posible fitomorfo (Delgado 1986: 384-395), que encajan con el periodo de paso al celtibérico tardío.
la interpretación de los restos que da como resultado una casa de proporciones elevadas para lo acostumbrado en este periodo, cerca de 77 m2, debe plantearnos la posibilidad de que algún muro medianero o agujero de poste hayan desaparecido por completo, destruido por esas estructuras y zanjas posteriores. En todo caso, hemos podido localizar el suelo de la vivienda entre los huecos dejados por esos elementos posteriores celtibéricos y medievales; así como un zócalo de piedras de un muro y la interpretación de otros dos (muy destruidos por interfacies posteriores). En el espacio central que conforman esos muros, y
Posiblemente nos encontramos ante un asentamiento que aprovechó las posibilidades defensivas del cerro, creando un espectacular foso defensivo de 14 a 20 m de anchura en su parte meridional, de forma que generaba un espacio bien defendido de hasta 6.000 m2. La anchura puede ser un indicador cronológico (Romeo y Royo 2015), y encaja bien con la cronología aportada por el postquem de la cerámica romana de barniz negro de mediados del II a.C. En el resto de catas no hemos localizado ningún muro de este periodo, únicamente un relleno con materiales celtibéricos en la cata 6, de cuya formación, procedencia y significado no podemos saber nada por el momento. Tendemos a pensar que la ocupación se centró más en la parte norte, la más alejada de la línea exterior del foso y, por tanto, la menos expuesta a un ataque con proyectiles; de forma similar a como se ha propuesto para el cercano yacimiento de El Castillejo en Las Cuerlas (Polo-Villagordo 2004: 160; Romeo 2015: 34, quien no lo considera celtibérico sino romano republicano, al menos en lo que a la muralla visible y a ese foso alejado se refiere). Así, los restos celtibéricos localizados en la cata 9 se encuentran en torno a unos cien metros de la línea de foso que separa la plataforma del cerro de su continuación natural por el sur. Aunque es bien cierto que la erosión y expolios sufridos pueden haber desmantelado las construcciones en esta zona meridional de la meseta del cerro. En este punto, la prospección del subsuelo se hace indispensable, tanto para dimensionar la ocupación celtibérica como para la anterior de la Primera Edad del hierro, cuyos yacimientos en la comarca de Daroca suelen tener unas dimensiones de entre 2000 y 4000 m2 (Aranda 1986: 235), por lo que lo más probable es que, si el poblado anterior a la fase Celtibérica tuvo muralla y/o foso que lo cerrase por el sur, se situasen en algún punto intermedio de los casi 6.000 m2 que definió el foso celtibérico en la planicie del cerro.
5. RESULTADOS CATA 9. NIVELES DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO Los restos que han llegado hasta nosotros de forma muy parcial, debido a la ya mencionada erosión y expolios continuados y, además, al ser los niveles más antiguos, también han sido perforados por distintos muros celtibéricos y silos y zanjas medievales. Por ello
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Figura 6. Espacio 1 desde el sureste, febrero de 2017.
que correspondería con el centro de la casa propuesta, localizamos parte de un hogar realizado con arcilla apisonada cuyo perímetro se marcó con pequeños cantos rodados dispuestos intencionadamente (Fig. 6 y 7). Entre ellos, quedó encastrado un fragmento de cerámica a torno oxidante, el cual, junto a otro fragmento pintado con bandas granates hallado sobre el suelo del Espacio 7 (Fig. 12), son los dos elementos que nos permiten acotar la cronología del conjunto cerámico localizado. Cerca de este hogar recogimos unos fragmentos que podrían ser de un morillo cerámico, aunque bien pudiera tratarse de un fragmento de pesa de telar algo quemada. Por casi todo el espacio de la vivienda apareció la caída de las paredes de adobes que elevarían los muros sobre el zócalo de piedras, al menos en las zonas en el que las unidades estratigráficas posteriores no las destruyeron. El módulo habitual de los adobes es de 44/45 x 13/14 x 13 cm, con un listel de tierra clara de 1,5 cm de grosor (Fig. 8). Junto al corte oriental de la cata documentamos un enlucido de cal sobre la pared de adobes (Fig. 9). En la Figura 11, hemos diferenciado los materiales recogidos entre esos adobes caídos y aquellos fragmentos aparecidos directamente sobre el suelo. Al levantar una franja de la costra de tierra endurecida que forma suelo en el Espacio 1, comprobamos que en una zona hay una capa de adobe, algunos fragmentados,
Sesión 1 caracterizan por la presencia de gallones verticales en los bordes, aunque hay un caso de doble pezón (17.31.726) y otros con cordones digitados horizontales en el borde (17.31.1081, 17.31.1055, entre otros). Los acabados son alisados en su totalidad y las cocciones irregulares.
Figura 7. Detalle del hogar central, cortado al N por el muro 3 de la fase Celtibérica. que forman un relleno de nivelación del suelo, igualando la cota irregular del suelo de roca natural de base. Los materiales cerámicos de esta fase forman un conjunto fragmentado e incompleto, en el que sólo han podido remontarse unos pocos perfiles, además de los encontrados completos en la excavación. A pesar de ello, forman un conjunto coherente que permite su adscripción cronológica a la Primera Edad del Hierro. Se han identificado cinco tipos cerámicos con paralelos en distintos yacimientos del Valle medio de Ebro y del Sistema Ibérico. En primer lugar, encontramos una baja proporción de cerámica de pequeño tamaño, formada fundamentalmente por platos, vasos con perfil en S y cuencos. Los denominados Platos son formas abiertas de perfil simple con paredes rectas, de los que sólo conservamos fragmentos de bordes (entre otros 17.31.1605, 17.31.1861 y 17.31.1567). Por su parte, los vasos de perfil en S son formas cerradas de perfil compuesto, entre los que destaca una de las piezas completas (17.31.219), de cuello exvasado, cuerpo globular, fondo plano y asa de sección plana. De esta forma encontramos otros fragmentos de borde como 17.31.164 o 17.31.787. Cabe mencionar asimismo el hallazgo de varios fondos de pie de copa (17.31.788, 16.125.38), habitual en este tipo de cerámica en otros yacimientos de la Primera Edad del Hierro. Estos dos tipos tienen superficies pulidas en su mayoría y no tienen decoración, salvo por un único fragmento de vasito de perfil en S con superficie grafitada (17.31.1605). Las cocciones son fundamentalmente reductoras, con algunas irregulares u oxidantes. Su uso o función podría estar relacionada con el consumo de alimentos. Otro tipo son los Cuencos, recipientes abiertos, de perfil simple y fondos planos. Destaca un cuenco (u olla) localizado completo (17.31.222) de cuerpo recto y fondo ligeramente cóncavo. Distribuidos a lo largo de su borde cuenta con cinco pares de gallones verticales. A este se suman otros fragmentos de cuerpo recto (17.31.246), otros que tienden más a una semiesfera (17.31.229, 17.31.247, 17.31.248), así como fragmentos de bordes (17.31.165, 17.31.162 o 17.31.905). Los cuencos se
Es común la presencia de gallones verticales bajo el borde exterior de la pieza, que cumplía la doble función de facilitar la aprehensión y la de decorar los recipientes (Fig. 7, números 219 y 222). Apéndices similares existen en la provincia de Guadalajara en El Ceremeño en Herrería (Martínez Naranjo 1997: figs.8 y 10; CerdeñoJuez 2002), y especialmente en la fase II de El Turmielo de Aragoncillo en Corduente, en la que se dan los “cuatro pares de mamelones alargados, a modo de gallones, colgados del borde” (Arenas Esteban 1995: 106, fig. 12; y 1999: 65 fig. 45), muy parecidos a los que presenta nuestra pieza 17.31.222. En esa misma localidad, en el yacimiento de El Palomar I aparecieron un fondo plano y un borde con mamelones verticales bajo el borde (Arenas 1999: 35 fig. 18). También aparecen gallones en El Conejal de Terrer (Simón Capilla 1998) y en el Cabezo de la Cruz de la Muela , en el que también se recogió en su Fase III la olla 39627 de gran parecido a nuestra pieza 17.31.222 (Rodanés y Picazo 2005: 367-368). Hay que recordar en este punto la multifuncionalidad de los recipientes en época prehistórica y la dificultad de asignarlos a un grupo u otro, especialmente en este tipo de cuencos que por sus dimensiones y características tecnológicas bien podrían cumplir una función de preparación de alimentos, pero también de consumo de los mismos, o incluso almacenaje de pequeño tamaño. El conjunto de tres piezas completas, de tamaño medio y pequeño (siglas 17.31.153, 219 y 222), se hallaron juntas casi en el centro supuesto de la estancia, al norte del hogar central (Fig. 12). Consideramos plausible la idea de que en origen estuvieran depositadas en un estante de pared y que, una vez abandonadas en la casa, acabaron cayendo durante el proceso de ruina de la vivienda. Sus rasgos destacados son algunos perfiles sinuosos y los gallones verticales (mamelones) bajo el borde exterior, así como el predominio del espatulado exterior, aunque no en todas. Piezas de forma similar aparecen en yacimientos de las paramera molinesa y en Piedra La Lanza en Daroca, si bien nuestros ejemplares son más pequeños y de superficies bien pulidas (espatuladas). La dispersión de los materiales cerámicos hallados sobre el suelo de la vivienda constata la presencia mayoritaria de grandes tinajas de almacenamiento colocadas junto a las paredes norte y sur; de tal forma que no estorbaran en las labores cotidianas y, al mismo tiempo, se encontrasen más seguras ante posibles accidentes. Los perfiles, factura y decoraciones son similares a muchas otras halladas para la época y entorno, como las del cercano Los Castellares en Herrera de los Navarros, Piedra La Lanza en Daroca o El Castillo en Torralba de los Frailes (Burillo 1983: estrato c, 67, Aranda 1986: Tabla 12 Forma XIII), y en otros yacimientos del Valle del Ebro como el Cabezo de la Cruz o el Alto de la Cruz de Cortes de Navarra (Maluquer et al. 1990: 111-112). Esta cerámica de almacenaje es la más numerosa del
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conjunto en número de fragmentos, con vasijas de perfil complejo, en S o con cuellos cilíndricos, y otras de perfil simple, con cuerpo cilíndrico y sin cuello diferenciado. Entre los primeros, predominan las vasijas en forma de S, entre las que destacan una vasija (17.31.153) de cuello exvasado, cuerpo globular y fondo ligeramente cóncavo, de superficie pulida y sin elementos decorativos ni de aprehensión. Aunque incompletos, a este tipo se asocian una serie de bordes (17.31.524, 17.31.525) y fragmentos de fondos como 17.31.1577; y que resultan asimilables al tipo 1 del grupo III del Cabezo de la Cruz. Otro perfil complejo lo forma una tinaja (17.31.380) de cuello cilíndrico ligeramente exvasado, cuerpo ovoide y fondo plano. Sus acabados son alisados y no cuenta con decoración ni elementos de aprehensión. Correspondería al tipo 2 del grupo III del Cabezo de la Cruz. Por su parte, entre los recipientes de perfil simple contamos con una tinaja (17.31.388) sin cuello desarrollado, cuerpo ovoide y fondo plano con talón. La superficie es alisada y rugosa, y está decorada con al menos un cordón horizontal con impresión digitada. A este tipo se sumarían los fragmentos de paredes gruesas, en muchos casos con cordones digitados (17.31.255, figura 16), así como numerosos fragmentos de bordes rectos y fondos planos con talón como 17.31.529 o 17.31.1576. Un perfil distinto, y único ejemplo localizado, es una carenada (17.31.784 de la Fig. 11) con pasta similar el resto de tinajas.
dominada por las ovejas y las cabras (NISP= 18, 72%; 2 restos pertenecen a cabra y 1 a oveja), seguido de los cerdos (NISP= 3, 12%), por el ganado vacuno (NISP= 2, 8%) y por el caballo (NISP= 2, 8%). No se documenta actividad cinegética ni presencia de carnívoros. El ganado ovicaprino está compuesto por 4 individuos, uno menor de 18 meses, otro entre 12 y 24 meses, otro de entre 24 y 48 meses y uno último mayor de 6 años. El ganado porcino por un individuo de entre 18 y 24 meses, y el vacuno y el equino por un individuo adulto cada uno. Aunque escasas, se han documentado marcas de carnicería y preparación para el consumo, y de actividad de carnívoros, posiblemente perros o zorros. Este conjunto, aunque escaso, si que muestra una especialización en el ganado ovino y caprino, que sería explotado no solo para la carne, sino también para la obtención de la leche o de tejidos, como está documentado para el Cabezo de la Cruz en el mismo periodo (Pérez Ripoll y López Gila 2009).
Tecnológicamente, entre la cerámica de almacenaje, predominan las superficies alisadas, con cordones aplicados e impresiones digitales o con instrumento, y las cocciones mayoritariamente irregulares. No obstante, también hay cerámica pulida, sin decoración ni elementos de aprehensión. Sobre el suelo de esta vivienda no se han detectado cenizas, salvo en el denominado Espacio 5 y en la zona al oeste del Hogar, lugar por el que se realizaría la limpieza de las brasas. Otra posible zona de fuego se localizó en el sur del Espacio 6, punto en el que recogimos unos pequeños fragmentos de resorte de bronce en mal estado de conservación y del que no podemos deducir ninguna forma concreta más allá de su posible atribución como fíbula. El hallazgo de tres fragmentos de pesa de telar cerámicas entre los Espacios 1 y 7, unido al retranqueo del muro 1, plantea la posibilidad de que en esta zona pudiera situarse un telar, del que no ha quedado ninguna otra señal. En el pozo 1, de época medieval, y redepositada hallamos una fusayola bitroncocónica. Al encontrar destruidos por las fases posteriores los lados este y oeste, no podemos asegurar lo que suponemos siguiendo la lógica constructiva de la época la ubicación de una entrada por el este desde una posible calle y una zona del almacenaje al fondo de la vivienda en la parte oeste, que pudo estar adosada en algún tipo de muralla o servir esa pared misma como cierre del poblado. El conjunto faunístico de los niveles de la Primera Edad del Hierro es escaso. Un total de 30 restos, de los cuales 25 han sido identificados. La cabaña ganadera está
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Figura 8. Cata 9, hallazgo del muro de adobes caído, esquina sureste del Espacio 1. Una vez que hemos descrito los elementos principales de la ocupación de la 1ª Edad del Hierro, y que consideramos probados, trataremos ahora de los que están pendientes de confirmación. Primero podemos preguntarnos si hubo continuidad de ocupación entre el Hierro I y la fase Celtibérica. A tenor de los espacios excavados no podemos pronunciarnos con absoluta seguridad. Pero, ya que las construcciones celtibéricas parecen ignorar totalmente los restos
Sesión 1 anteriores y que no hemos hallado en todo el cerro ningún elemento atribuible al contexto material de los siglos intermedios, entendemos que hubo una cesura en la ocupación entre ambas fases. El hecho de haber localizado dos fragmentos de cerámica a torno de técnica ibérica, uno decorado con bandas pintadas (Fig. 15), ayuda a acotar la cronología del yacimiento, pues es algo habitual en los yacimientos destruidos o abandonados a fines del siglo VI o comienzos del V a.C. la aparición de estos materiales en un pequeño porcentaje. En segundo lugar podemos debatir si pudo haber una ocupación previa a fines de la edad del Bronce. Además de un agujero de poste excavado en la roca que no resulta definitivo, en niveles del derrumbe de la Primera Edad del Hierro hallamos un fragmento de pesa de telar curva de doble perforación y un fragmento de cerámica acanalada (Fig. 10). Quizá redepositados de su nivel original, estos elementos deben hacernos tener presente esta posibilidad para futuras intervenciones. Algo, por otra parte, nada extraño en la zona (Delgado 1989: 352; Ruiz Zapatero 1995: 39-40), puesto que tenemos ejemplos en la cercana zona de Guadalajara como Fuente Estaca en Embid (Cerdeño, Marcos, Sagardoy, 2002; Martínez Sastre 1992). También en esos derrumbes localizamos varios fragmentos de tinajas decoradas con cordones sogueados (con bandas de incisiones inclinadas), -a menudo en distribución radial-, que dudamos en atribuir a uno u otro periodo (Fig. 16). Si bien es cierto que hay ejemplos similares en el Alto de la Cruz de Cortes de Navarra y en el Cabezo de la Cruz de La Muela, o en el cercano Trascastillo de Lechón (Delgado 1986: 430436), al haber encontrado estos fragmentos en el nivel de derrumbe y no sobre el suelo (como las otras dos tinajas enteras presentadas), cabe la posibilidad de que estén redepositados desde una fase de ocupación del Bronce Final. No hay que olvidar que a escasos centenares de metros se conocen en el municipio de Villarroya del Campo los yacimientos de la Edad del Bronce de El Cerro, Los Valles y Las Muelas (Delgado 1986: 249266), hábitats previos a la ocupación de la cima del cerro.
No hemos hallado útiles líticos, más allá de dos posibles percutores. Un molino de vaivén lo encontramos formando parte del Muro 1 de la vivienda de la Primera Edad del Hierro, quizás otro elemento reutilizado de esa fase del Bronce.
Figura 10. Materiales de posible origen en el Bronce Final.
6. CONCLUSIONES El poblado de la Primera Edad del Hierro que nos ocupa se halla en una situación geográfica de frontera entre dos áreas distintas climática y culturalmente. El contacto con los Campos de Urnas del Valle medio del Ebro a través del valle del río Huerva y con las parameras de Molina de Aragón, con las que comparte su medio ambiente, hacen que el conjunto cerámico registrado contenga elementos de ambos mundos. Además, su cronología y posible evolución diacrónica parecen compartir igualmente los altibajos demográficos observados para el periodo del Bronce Final y Hierro I que la historiografía ha planteado (Arenas-Palacios 1999; Burillo 1989- 1990 y 1995).
Figura 9. Enlucido y muro adobes al Este de la Cata 9.
En el Valle medio del Ebro se ha reconocido un cierto nivel de estandarización en la cerámica modelada a mano, especialmente en la recurrente asociación de vasos de cuello cilíndrico, platos cónicos y vasijas de almacenaje (Pérez Lambán et alii 2014). Sin embargo, en los espacios próximos del Sistema Ibérico, parecen extenderse rasgos culturales relativamente distintos (Picazo y Rodanés 2009: 382).
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Figura 11. LĂĄmina de cerĂĄmicas del nivel de abandono y derrumbe de la 1ÂŞ Edad del Hierro.
Figura 13. Detalle de dos piezas completas de la EHI.
Figura 12. Hallazgo de vasijas de la EHI.
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Figura 14. Tinaja 17.31.388.
Sesión 1
Figura 15. Cerámica a torno y pintada 17.31.1846, hallada sobre el suelo del Espacio 7.
Figura 16. Pared de tinaja con cordones sogueados.
Figura 17. Interpretación por fases históricas de los restos de la cata 9.
Esto es lo que ocurre en este poblado de Villarroya del Campo. El grupo del Alto-Medio Ebro lo encontramos en el cerro de “El Castillo” parcialmente representado en los platos abiertos simples y en las similitudes evidentes como las que se dan entre las piezas 17.31.222 y 17.31.726, con la pequeña olla 39627 de la fase III del Cabezo de la Cruz (Picazo-Rodanés 2009: 368, fig. 24), y otras sobre las que no nos podemos extender en esta publicación. De igual modo, hallamos paralelos cerámicos que se localizan también en los páramos del noreste de Guadalajara (Arenas 1999: 229 fig. 160; Sánchez Climent 2016: 437, tipo VIIA), que configuran este yacimiento como una zona de frontera que propicia el mestizaje cerámico, como vemos también en las influencias meseteñas de la cercana necrópolis de La Umbría de Daroca (Aranda 1986; Ruiz Zapatero 1995: 36). En cualquier caso, creemos que el modo de vida fuera probablemente meseteño debido a que el clima de la zona es ya plenamente partícipe del páramo, tal como lo marcan sus más de mil metros de altura (Ibáñez 1999; Espinar y Voltas 2009). El periodo de ocupación y su final es semejante, tanto respecto de los poblados del Valle del Ebro, como para los meseteños cercanos. Es algo ya establecido en los estudios sobre la época la discontinuidad de ocupación de los yacimientos durante el proceso de cambio del Hierro I tardío a Hierro II en la comarca de Daroca (Aranda 1986 y 1990; Arenas 1993: fig. 5; Ruiz Zapatero 1995: fig. 9). También aquí el final del poblado es incierto y, a falta de dataciones mediante analíticas radiocarbónicas, hemos de pensar en una fecha hacia finales del siglo VI o inicios del V a.C. Sólo hemos recogido un fragmento de cerámica a torno abandonado sobre el suelo de la vivienda. Esto plantea la cuestión de la proporción real de este tipo de producción dentro del menaje habitual; y sobre el hecho de un posible abandono más o menos organizado y definitivo, hasta la posterior reocupación celtibérica. Durante la fase celtibérica tardía, este yacimiento, situado en el extremo sureste de la probable órbita de influencia de Segeda (Burillo, Aranda, Pérez, Polo et alii 1995: 249, 259), pudo cumplir un papel importante a escala local (Sánchez et alii 2015: 78). Resulta tentador relacionarlo con la implantación de yacimientos ex nouo que buscaban el control de Roma sobre el territorio desde Tiberio Sempronio Graco hasta el último cuarto del II a. C. (García Riaza 2006; Sánchez Moreno et alii 2015; Romeo 2018). Esta cronología sería compatible con las características de los sillares reutilizados en las construcciones modernas, similares a los aparejos de estructuras republicanas de esta zona (Polo y Villagordo 2004). Su final aún es más esquivo, pues lo arrasado de los restos no permite conclusiones seguras. En todo caso, el no haber hallado materiales romanos en superficie y en muy escasa proporción en nuestras catas, nos hace suponer un final temprano durante la conquista romana de estos parajes a mediados del siglo II a.C. (Burillo 2006). Solo el hallazgo de estratigrafías y restos mejor conservados permitirá una explicación más concluyente sobre su verdadera entidad y significado.
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AGRADECIMIENTOS Queremos destacar nuestro agradecimiento a todos los que nos ha ayudado en este proyecto. En especial a los colegas Jesús A. Arenas, Francisco Burillo, Marta Chordá, Pepe Delgado, Alberto Lorrio, Jesús Picazo, Francisco Romeo, José María Rodanés y José Ignacio Royo. Los errores que puedan apreciarse en este artículo corresponden a los autores y no a su amable colaboración. Un cariñoso recuerdo al inmejorable trato recibido de los vecinos de Villarroya del Campo que nos hicieron sentir como en casa.
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Sesión 1
1.15.
LOS CASTELLAZOS (MEDIANA DE ARAGÓN, ZARAGOZA)
Elena Maestro Zaldívar1 e Ignacio Lafragüeta Puente Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza Autor de contacto/Contact author: Elena Maestro Zaldívar, emaestro@unizar.es
RESUMEN El yacimiento de Los Castellazos (Mediana de Aragón, Zaragoza) constituye un lugar neurálgico en el que se advierten procesos clave de aculturación en el sector central del valle del Ebro como el de iberización, en el tránsito de la Primera a la Segunda Edad del Hierro, y más tarde, el de romanización y conquista de este territorio. PALABRAS CLAVE: Los Castellazos, Valle medio del Ebro, Iberización, Romanización.
ABSTRACT The site of Los Castellazos (Mediana de Aragón, Zaragoza) is a nerve center where key acculturation processes are seen in the central sector of the Ebro valley such as iberization, in the transit from the First to the Second Iron Age , and later, that of romanization and conquest of this territory. KEYWORDS: Los Castellazos, Middle Valley of t he Ebro, Iberization, Romanization.
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Figura 1. Los Castellazos con la torre de vigilancia destacada desde donde se controla la vega del rĂo y Ginel y el acceso a los montes de Belchite.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN El yacimiento de Los Castellazos, Mediana de Aragón (Zaragoza) está ubicado en un cerro de 378 m de altitud desde donde se controla la vega del río Ginel y el acceso a los Montes de Belchite. Geológicamente el lugar presenta dos conjuntos litológicos subhorizontales, el inferior constituido por arcillas rojizas con niveles de margas verdosas con yesos intercalados y fracturas rellenas con yeso secundario, mientras que el superior está formado por margas y yesos alabastrinos y sacaroideos de tonalidades grisáceas, conjunto que pertenece a la Formación Zaragoza de Quirantes datada en el Mioceno Inferior (Burillo, Gutiérrez y Peña, 1984; Maestro, 2005). Su evolución geoarqueológica muestra cuatro posibles fases. La primera, aparentemente, estéril desde el punto de vista arqueológico. En la segunda, en la que se asientan las viviendas ibéricas, se advierte el nivel de cerámicas de de la Primera Edad del Hierro procedentes del transporte longitudinal de las vertientes. En la tercera se constata un potente nivel con restos de cerámica de la Primera Edad del Hierro e ibérica mezclados. Finalmente, la cuarta corresponde a un nivel de limos con cantos de yesos y cerámicas mezcladas a mano, ibéricas y romanas que parece haberse generado por la disgregación de los yesos en vertientes desnudas de vegetación, movilizándose por arroyada por procesos típicos de evolución de laderas, causados por agentes eólicos y en el caso del Barranco Sur, también determinados por la construcción de los fosos de defensa que han canalizado mucho más la conducción de las aguas a través de estos pequeños cauces (Sopena, 2004). Las primeras noticias de carácter científico se deben a Manuel Martín-Bueno, que a partir de trabajos de
prospección, realiza una descripción del yacimiento y da a conocer los materiales hallados en superficie; distintas producciones cerámicas manufacturadas, torneadas y a molde, restos de un mosaico opus tesellatum con teselas blancas y negras y varias monedas, proponiendo la primera secuencia cultural y cronológica del yacimiento (Martín-Bueno, 1967 y 1969-70; Maestro, 2005; 2015 y 2019) (Fig. 1). Tras estas investigaciones, en el año 1986 se inician los primeros trabajos de excavación arqueológica. El resultado de las ocho campañas realizadas entre 1986 y 2008, dirigidas por Elena Maestro Zaldívar con la codirección de Ignacio Lafragüeta Puente las dos últimas, en 2007 y 2008, pone de manifiesto la existencia de dos niveles de ocupación diferenciados. El más antiguo pertenece a un asentamiento de la Primera Edad del Hierro y su correspondiente necrópolis de incineración, (Maestro, 1994; 2005; 2015 y 2019). Tras el abandono de este asentamiento y de su cementerio, sobre su solar se construye un asentamiento íbero con vida activa desde las postrimerías del Ibérico Pleno y durante Ibérico Tardío. Uno de los mayores interrogantes de este yacimiento, además de su extensión de 30 ha según los datos obtenidos en la campaña de prospección realizada en 2008, es su situación fronteriza en las dos etapas de ocupación. En la primera, constituye un territorio limítrofe entre los grupos de la Primera Edad del Hierro de la zona central del Valle Medio del Ebro y del Bajo Aragón, recibiendo influencias de ambos, mientras que en la segunda forma parte del área de límite entre la Sedetania y la Celtiberia (Maestro, 2005; 2015 y 2019; Rodanés y Picazo, 2009; Maturén, 2009) (Fig. 2).
Situación del yacimiento en el curso del Ginel. Imagen tomada del Visor SIGNA.
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2. INVESTIGACIÓN Con posterioridad a las prospecciones de M. MartínBueno, como hemos dicho, en el año1986 se inician los trabajos de campo citados, excavación acompañada de una prospección metódica del área de influencia de los asentamientos de la Primera Edad del Hierro e Ibérico. Las labores de excavación se han centrado en diversos sectores del yacimiento determinados por los objetivos propuestos desde el inicio de la investigación: la extensión de las ocupaciones de ambas fases y la obtención de la secuencia cronológico cultural del yacimiento. Teniendo en cuenta esta premisa, en las campañas de 1986 a 2007 se acometieron los trabajos en diferentes sectores denominados: Cumbre, Ladera Norte y Barranco Sur (Maestro, 1986; 1994; 2006; 2007a; 2007b; 2007c y 2015). En el primer sector, Cumbre, los trabajos se han diversificado en dos puntos: en la torre de vigilancia, sector arqueológico Bastión, tanto en su interior como en su exterior y en la Cata Cumbre, una zona amesetada de la cima del cerro. En el segundo, Ladera Norte, se realiza un corte estratigráfico. En el tercero, Barranco Sur, a lo largo de las diferentes campañas, se han acometido labores de limpieza y recogida de materiales de superficie de las
viviendas visibles por la incisión de este barranco que discurre al sudoeste del cerro, la excavación de las Casas 1 y 2 y de la denominada Cata A, todo ello en la pared septentrional del barranco. Finalmente, en la campaña de 2007, la realización de un corte estratigráfico en su lado meridional, frente a las viviendas citadas (Maestro, 1986; 1994; 2005; 2007a; 2007b; 2007c y 2015). En la campaña de 2008, se ha prospectado de nuevo, en esta ocasión con el sistema de pasillos, la zona del yacimiento ubicada al otro lado de la carretera A-222a tras su última remodelación y nueva denominación. Estos trabajos han estado determinados por los siguientes motivos: continuación de las líneas de foso existentes en la zona excavada; hallazgos en las prospecciones citadas de materiales cerámicos de rasgos similares a los aparecidos en superficie y en estratigrafía y por la reciente aparición de posibles restos de actividad metalúrgica detectada durante el seguimiento de la construcción en el año 2014 de 22 km de un ramal de gasoducto Tivissa-Zaragoza para abastecer de gas natural a las poblaciones de Mediana de Aragón y Belchite. Los resultados de esta campaña de prospección han determinado la nueva definición de la extensión del yacimiento, establecida en la actualidad en 30 ha en lugar de las 10 ha propuestas hasta esa fecha
Figura 3. Área prospectada en la campaña de 2008 que constituye la ampliación del yacimiento.
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Sesión 1 según los vestigios superficiales y topografía2 (Maestro y Tramullas, 1991c y Maestro, 2015) (Fig. 3). Durante las tres últimas campañas, 2006, 2007 y 2008, Ignacio Lafragüeta Puente ha actualizado y completado la topografía del yacimiento mediante sistemas de digitalización inexistentes en 1986 cuando se realizó el primer levantamiento topográfico, y, también, ha realizado un vuelo de dron en diciembre de 2017 (Maestro y Tramullas, 1991c). Además del trabajo de campo, se han llevado a cabo labores de otra índole centradas en el estudio y tratamiento de materiales. En los primeros años de investigación, Jesús Tramullas Saz diseñó la base de datos con la que realizamos las fichas de clasificación de los materiales muebles aparecidos en las cuatro primeras campañas de excavación (Maestro y Tramullas, 1991a; 1991b y 1991d), considerada pionera en el ámbito de la investigación arqueológica en esas fechas. En el momento actual de la investigación, estamos realizando la revisión de los repertorios de cerámica a mano y a torno, ya dibujados, clasificados y analizados y completando el estudio de la cerámica de barniz negro helenístico por parte de Pedro Paracuellos Massaro, que en su día inició Esperanza Postigo Cervero. Además de la valoración cronológico-cultural y funcional de los objetos metálicos procedentes del corte estratigráfico de la Ladera Norte, del nivel ibérico del interior Bastión y de los hallados en el corte natural del lado septentrional del Barranco Sur (Maestro, 1994; 2007a; 2007b; 2007c; 2015 y 2019; Maestro y Tramullas, 1991b y 1991d). A estas acciones, hay que añadir el estudio Geoarqueológico del yacimiento realizado por Mª Cruz Sopena Vicién quien también ha dibujado los materiales cerámicos y metálicos; el estudio de los restos de fauna aparecidos en las tres primeras campañas, 1986, 1988 y 1989, por Fernanda Blasco Sancho y la revisión de la base de datos y estudio de la cerámica ibérica decorada que Paloma Aranda Contamina efectuó como proyecto de su Beca de Colaboración durante el curso 20112012, junto con los análisis radiográficos de la cerámica manufacturada de la Primera Edad del Hierro para constatar sistemas de fabricación.
3. OCUPACIÓN 3.1. El asentamiento y necrópolis de la Primera Edad del Hierro. Los Castellazos I La primera ocupación ex novo del lugar corresponde a un asentamiento del Bronce Final/Primera Edad del Hierro del que en este momento desconocemos sus límites concretos. Este asentamiento pudo constituir un lugar central a partir del cual se habría articulado la cuenca del Ginel, teniendo en cuenta factores como sus características estratégicas y posible extensión, así como la entidad de su necrópolis y la ocupación de esta zona central del valle del Ebro durante esta etapa protohistórica, con una alta densidad de población, con núcleos de diferentes categorías. Los vestigios metálicos y cerámicos, estos con morfologías, acabados de superficie y motivos decorativos plásticos similares a producciones de emplazamientos más o menos próximos, como los del nivel P.II.b de El Alto de La Cruz (Cortes, Navarra), El Cabezo de la Cruz (La Muela, Zaragoza) o El Cabezo Morrudo (Rodén, Zaragoza) hasta ahora aparecen en superficie por todo el yacimiento debido al proceso de erosión, y en estratigrafía en la torre de vigilancia, Bastión, situada en la cúspide del cerro, en la necrópolis de incineración y en la Cata A, ambas ubicadas en el Barranco Sur. Desde la torre de vigilancia se controla el curso del Ginel y el trayecto hasta la localidad de Rodén. Construida en este período, como una torre de planta cuadrada, es utilizada sin solución de continuidad hasta el abandono definitivo del yacimiento, aunque pudo ocuparse de manera puntual con posterioridad como lo demuestran ciertos hallazgos en superficie de algunos fragmentos cerámicos de sigillata itálica, sigillata hispánica y de producciones más tardías como la cerámica de Muel, también documentada en el área prospectada en 2008 (Maestro, 1988; 1994; 2005; 2006; 2007a; 2015 y 2019; Maestro y Tramullas, 1991c) (Fig. 4).
En el ámbito docente, el equipo de dirección ha desarrollado una labor continuada de transmisión de conocimientos con los alumnos que han colaborado en la investigación, tanto en los trabajos de campo como en los de laboratorio, coordinados estos últimos durante el año 2008 por Ignacio Simón Cornago con una Beca del Grupo de Investigación URBS, Diputación General de Aragón. Y para la divulgación de carácter general sobre el yacimiento y los trabajos realizados existe una página web desde el año 2006 https://web.archive.org/ web/20110406075558/http://unizar.es/loscastellazos/
Figura 4. Interior de la torre de vigilancia ubicada en la cumbre del yacimiento.
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La necrópolis de incineración está ubicada en el barranco que bordea la ladera sudoeste del emplazamiento, bajo las viviendas ibéricas del sector denominado Barranco Sur, encuadrable por la datación radiocarbónica de la única sepultura excavada hasta ahora, Grn-16317, 2565+-150 BP, en la Fase Plena de las necrópolis de Campos de Urnas del Valle Medio del Ebro que transcurre entre el 600 y el 500 a. C. (Royo, 1990; Maestro, 1994; 2005; 2015 y 2019). En el interior de la tumba, además de los restos de la incineración incompleta, se encontraba el ajuar, exclusivamente cerámico, constituido por cuencos y vasitos de cerámica bruñida de superficies negras (Maestro y Maneros, 1989). En este mismo sector, en la Cata A, se ha descubierto el pavimento de tierra apisonada de parte de una gran estancia con restos de cerámica manufacturada, entre los que sobresale parte de un morillo de sección trapezoidal y abundantes fragmentos óseos, que también se han documentado en el nivel ibérico. La mayoría de estos restos pertenecen a bóvidos, la segunda especie más abundante de esta fase después de la oveja y la cabra. El resto de fauna correspondiente a Los Castellazos I se completa con caballo, cerdo y perro domésticos junto con otras especies salvajes como ciervo, conejo y liebre, sin olvidar la existencia de gallina, perdiz común o águila, entre otras (Blasco, 1990) (Fig. 5).
Figura 6. Corte estratigráfico de la pared meridional del sector Barranco Sur. Una cuestión destacable en Los Castellazos I, es que se advierte la presencia de elementos de referencia como la fíbula de doble resorte procedente del corte estratigráfico de la Ladera Norte, sector que muestra la misma secuencia estratigráfica que el Barranco Sur y, asimismo, la de cerámica grafitada, aspecto que confirma la existencia de las influencias aludidas procedentes tanto del área del Bajo Aragón como de asentamientos del valle Medio y Alto del Ebro3 (Maestro 2015 y 2019; Nájera, 2009; Paracuellos, 2000) (Fig.7). Los Castellazos I se abandona entre fines del siglo V y comienzos del siglo IV a.C. para volver a ser ocupado en el Ibérico Pleno, entre finales del siglo IV y comienzos del III a.C. Este hecho y la ausencia de cerámica con decoración excisa y a torno, lo incluyen en los asentamientos la Primera Edad del Hierro del Nordeste peninsular que no son iberizados (Maestro, 2015).
Figura 5. Cata A, Barranco Sur, Nivel Ibérico sobre el pavimento de tierra apisonada del espacio de la Primera Edad del Hierro.
Lo más novedoso de la investigación de esta primera ocupación es la constatación de que el asentamiento se encuadra en la Primera Edad del Hierro con raíces en el Bronce Final según los hallazgos cerámicos procedentes del Corte Estratigráfico realizado en el lado meridional del sector Barranco Sur durante la campaña de 2007, dato que, por otra parte, corrobora lo propuesto por Gonzalo Ruiz Zapatero en su día (Ruiz-Zapatero, 198385; Maestro, 2015 y 2019) (Fig. 6).
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Figura 7. Fíbula de doble resorte procedente del corte estratigráfico del sector Ladera Norte.
3.2 El asentamiento ibérico. Los Castellazos II El asentamiento ibérico, con rango de ciudad, activo desde fines del siglo IV a.C. e inicios del III a.C.hasta siglo I a. C., está dotado de uno de los sistemas poliorcéticos más complejos del Valle Medio del Ebro: conformado por la torre de vigilancia citada una vez remodelada, dos cintas de muralla situadas en las laderas septentrional
Sesión 1 y meridional, respectivamente y varias líneas de foso localizadas en diversos puntos de las mismas vertientes que se prolongan por la zona llana del asentamiento dispuestas de Este a Oeste, protegiendo la fachada sureste-suroeste del cerro, que continúan en la zona llana al otro lado de la carretera, elementos que los convierte, prácticamente, en un lugar inexpuganble, que según F. Romeo pudo construirse en la primera mitad del siglo I a. C. (Maestro y Tramullas, 1991c; Moret, 1996; Maestro, 2015 y 2019; Romeo y Royo, 2015; Romeo, 2017). También en esta fase, Los Castellazos II es uno de los grandes centros urbanos a partir del cual se articula el poblamiento de la zona, teniendo en cuenta, en este caso, no solo su situación estratégica sino sobre todo su gran extensión. Los restos de estructuras en superficie localizados en diferentes lugares del yacimiento y las excavadas en el Barranco Sur denotan una disposición urbana mixta, con viviendas de planta rectangular, muros de mampuestos dispuestos en hiladas irregulares de yeso local, con una altura media (1,5/1,8m) superior a la habitual en los asentamientos de esta época, mientras que el resto del paramento se crece en adobe de módulo, también, mayor al usual. Estas edificaciones se apoyan en un gran paramento de contención de la ladera sudoriental del cerro que se convierte en el muro septentrional de cierre común a todas ellas, careciendo del muro meridional debido al proceso de erosión y formación del barranco. En la mayoría de estos espacios, los pavimentos son de tierra batida con cal (Maestro, 1994; 2005 y 2015; Maestro y Tramullas, 1991c; Asensio 1995).
Figura 8. Pavimento de la Casa 1 de la ciudad ibérica sobre la tumba de incineración de la necrópolis del asentamiento de la Primera Edad del Hierro.
De estas viviendas, destacan la Casa 1 y la Casa 2 de estructura similar al resto de este sector, como hemos dicho, pero con determinados rasgos que las convierten, hasta ahora, en espacios excepcionales en la ciudad. La Casa 1 es la única con un pavimento singular, constituido por una capa de yeso compacto de 5cm de grosor con una elevación de 10 cm de altura y 49 cm de anchura que discurre en dirección N-S dividiendo la estancia en dos mitades aproximadamente, todo ello sobre un preparado de pequeños bloques irregulares, también de yeso, dispuestos directamente sobre la sepultura de incineración aludida (Fig. 8). El otro dato de interés de la construcción es que se trata de un edificio de dos plantas, comunicadas mediante una escalera en piedra de seis peldaños realizados en bloques bien escuadrados del yeso alabastrino local, adosada al muro occidental del edificio, con arranque en el paramento septentrional. De su existencia se deduce que la estancia del pavimento descrito corresponde a la parte inferior de la vivienda (Fig. 9). Otro de los rasgos de interés de este espacio es la aparición de una figurita cerámica, común en la coroplastia ibérica de este sector del Valle Medio del Ebro, datada entre las segunda y primera centurias a. C. (Maestro, 2005) (Fig. 10).
Figura 9. Interior de la Casa 1 y escalera de acceso a la planta inferior adosada a uno de los muros laterales.
La peculiaridad de la Casa 2, de similares características constructivas al resto de viviendas de este sector, corresponde al hallazgo de un enterramiento infantil, un varón neonato, dispuesto bajo el pavimento de tierra apisonada. La inhumación no presenta ajuar y únicamente se halló el cuerpo del niño dispuesto en posición fetal con la cabeza orientada al Oeste (Mínguez, 1991; Moneo, 2003; Maestro 1994 y 2005) (Fig.11). Los materiales indígenas que aparecen en esta etapa se componen de cerámica ibérica lisa y decorada, con predominio de pithoi, pithiskoi y kalathoi decorados con bandas y filetes paralelos, semicírculos concéntricos, triángulos, trazos ondulados, dientes de lobo en las alas de los kalathoi, similares a las producciones del Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel), El Cabezo de La Guardia (Alcorisa, Teruel) o El Palao (Alcañíz, Teruel).
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sigillata itálica e hispánica en superficie citados junto los hallazgos monetales mencionados por M. Martín-Bueno o los encontrados en búsquedas de clandestinos como un semis de Bolskan, con cabeza varonil mirando a la derecha en el anverso y jinete con lanza cabalgando a la derecha en el reverso, de acuerdo con la información que nos fue remitida (Martín-Bueno, 1967 y 1969-70; Maestro 2005 y 2015).
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Figura 10. Figurita cerámica procedente de la Casa 1 en el sector Barranco Sur. Durante este período de la ciudad ibérica es cuando aparecen los primeros indicios de romanización en construcciones y materiales muebles. De los primeros, quedan restos, en la segunda remodelación de la torre de vigilancia, y en la Cata Cumbre han aparecido muros fragmentados de una vivienda de planta itálica, bastante destruida debido a la erosión y a las obras realizadas en este sector del yacimiento para la construcción de trincheras durante la “Guerra Civil”, además de los restos citados de opus tessellatum en la parte baja del cerro, en el sector Barranco Sur (Martín-Bueno 1969-1970; Maestro 1994). De los materiales muebles, encontrados tanto en superficie como en estratigrafía, destacan, por constituir elementos de mayor fiabilidad para establecer dataciones, la cerámica de barniz negro helenístico A, B y C, ánforas Dressel I, cerámica de paredes finas y los fragmentos de
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _ Este trabajo se enmarca en las actividades del Instituto Universitario de Investigación de Ciencias Ambientales de la Universidad de Zaragoza (IUCA) y del Grupo de Investigación Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro (P3A) (H14-20R), Gobierno de Aragón, Departamento de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, 2020-2022. 2 _ Agradecemos la información pormenorizada a Héctor Arcusa Magallón, arqueólogo encargado del seguimiento arqueológico del trazado de esta parte del gasoducto. 3 _ Datos debidos a la revisión de materiales cerámicos de esta etapa realizados por Israel Nájera Marcos, en el transcurso de la realización de su trabajo de investigación para la obtención del Diploma de Estudios Avanzados, DEA, en el año 2008, dirigido por quien suscribe y publicado en 2009, “La cerámica pintada al grafito en el Alto Ebro”, Salduie, 9, pp. 71-96.
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Sesión 1
1.16. EL YACIMIENTO DE LA VISPESA (TAMARITE DE LITERA, HUESCA). TESTIMONIO DE ROMANIZACIÓN EN TERRITORIO ILERGETE THE SITE OF LA VISPESA (TAMARITE DE LITERA, HUESCA). ROMANIZATION TESTIMONY IN ILERGETE TERRITORY Elena Maestro Zaldívar y Almudena Domínguez Arranz* Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza Autor de contacto/Contact author: Elena Maestro Zaldívar, emaestro@unizar.es
RESUMEN De acuerdo con la secuencia ocupacional del yacimiento de La Vispesa se reconstruye el proceso de romanización en la Ilergecia Occidental, esto es, el territorio sudoriental de la actual provincia de Huesca. Además, a partir de los trabajos de restauración y consolidación realizados sobre las estructuras arquitectónicas descubiertas durante las excavaciones arqueológicas en el yacimiento, se fomenta la conservación y difusión del patrimonio históricoarqueológico de este territorio. PALABRAS CLAVE: La Vispesa; Romanización; Ilergecia Occidental; Patrimonio histórico-arqueológico.
ABSTRACT From the occupational sequence of the La Vispesa archaeological site, the romanization process is rebuilt in the southeastern territory of the province of Huesca in the Western Ilergecia, and, based on the restoration and consolidation work carried out at the site, conservation and development are enhanced difussion of the historical and archaeological heritage of this territory. KEYWORDS: La Vispesa; Romanization; Western Ilergecy; Historical-Archaeological Heritage.
* Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza, emaestro@unizar.es y aldomin@unizar. es. Este trabajo se enmarca en las actividades del Instituto Universitario de Investigación de Ciencias Ambientales de la Universidad de Zaragoza (IUCA) y del Grupo de Investigación Primeros Pobladores y Patrimonio Arqueológico del Valle del Ebro (P3A) (H14-20R), Gobierno de Aragón, Departamento de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, 2020-2022 y del Grupo de Investigación Observatorio Aragonés de arte en la esfera pública (H18-20R), Gobierno de Aragón, Departamento de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento, 2020-2022, de los que forman parte E. Maestro Zaldívar y A. Domínguez Arranz, respectivamente.
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Figura 1. Ladera oriental del cerro donde se ubica La Vispesa.
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Sesión 1 1. INTRODUCCIÓN La Vispesa ocupa un cerro de 304 m de altitud, en el interfluvio Segre-Cinca, al abrigo de las sierras de Estada, Coscollar y Piñana. Está situado en la comarca de la Litera, al sudeste de la provincia de Huesca, territorio poblado desde el Paleolítico hasta la actualidad. Geomorfológicamente constituye un testigo residual que forma parte de la alineación de plataformas y cerros orientados de Norte a Sur desde la zona de San Esteban de Litera hasta los llanos de La Vispesa. La Vispesa, junto con Olriols (San Esteban de Litera), Ripoll (Binaced) y El Pueyo de Marcuello (Loarre) son los únicos yacimientos oscenses del período iberoromano excavados hasta ahora (Maestro, Domínguez y Paracuellos, 2009; Baldellou y Calvo, 1986; Calvo, 1987; Poza y Delgado, 2000; Fabre, 2016 y 2017) (Fig. 1).
2. EXCAVACIÓN, PROSPECCIÓN Y CONSOLIDACIÓN El yacimiento es conocido en el ámbito científico desde 1968 cuando se descubre accidentalmente un bloque de piedra de forma paralelepipédica con representaciones diversas, manos, aves y armamento, entre otras, ornadas con una inscripción en alfabeto ibérico, denominado entonces “Estela de Binéfar”, y actualmente, “Monumento de La Vispesa” (Beltrán, A., 1974; Baldellou y Marco, 1976; Domínguez y Maestro, 1994; Alfayé, 2004; Domínguez, Maestro y Monforte, 2004; Garcés, 2007; Simón, 2013; De Tord, 2016) (Fig. 2)1. La información arqueológica procede de las ocho campañas de excavación dirigidas por Elena Maestro Zaldívar y Almudena Domínguez Arranz, entre 1984 y 2005. A estas intervenciones hay que añadir las labores de prospección del área de influencia del yacimiento durante sus fases principales de ocupación efectuadas a la par que las campañas citadas. Así como la aplicación de técnicas electromagnéticas de exploración geofísica para documentar los niveles arqueológicos y materiales pertenecientes a los momentos de ocupación, efectuados por el Grupo de Arqueofísica de la Rábida durante la campaña de 1989. Por último, los trabajos para determinar el contexto arqueológico precedente, sincrónico y posterior realizados en el ámbito de prospección y documentación de la Carta Arqueológica de Aragón, Comarca de La Litera Sur, entre 1990 y 1992 (Maestro, Domínguez y Paracuellos, 2009). Para completar la investigación de campo hay que hacer referencia a la campaña de restauración y consolidación llevada a cabo en el año 2002, con el fin de evitar el proceso de degradación al que los restos descubiertos estaban expuestos tanto por agentes naturales, atmosféricos y propios del biodeterioro, así como antrópicos (Domínguez, Maestro y Monforte, 2004).
Figura 2. Monumento de La Vispesa con la disposición actual en el MHU. Desde 2010, el yacimiento forma parte del Inventario de Bienes de Interés Cultural (BIC) del Gobierno de Aragón (Maestro, Domínguez y Paracuellos, 2009).
3. FASES DE OCUPACIÓN 3.1. SECUENCIA GEOMORFOLÓGICA A partir de las estructuras constructivas y materiales muebles, cerámicos primordialmente, se han individualizado dos fases poblacionales en el yacimiento: un asentamiento ibérico y un complejo romano republicano. No obstante, es preciso advertir que, tanto el inicio de la ocupación del cerro previa al poblado ilergete, como su última fase en la que se produce un abandono paulatino con la construcción de una posible villa en la zona baja de la ladera oriental, son hasta ahora los momentos menos definidos arqueológicamente.
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En este sentido, la geomorfología del tozal y su secuencia geoarqueológica contribuyen a clarificar los datos arqueológicos así como la adaptación geomórfica de las construcciones, teniendo en cuenta que este cerro testigo está modelado en materiales oligocenos de la denominada Formación Peraltilla, compuesta de margas, arcillas y paleocanales de areniscas y microconglomerados, destacando la fuerte disimetría existente entre las vertientes meridionales y noroccidentales. A partir de estos datos se concluye en primer lugar, que son los sectores medios de las laderas los que permiten establecer dos niveles acumulativos y varios periodos incisivos alternantes, siendo el más claro de estos últimos el producido en las últimas décadas, y en segundo lugar, que la hipotética secuencia geoarqueológica evolutiva del yacimiento está constituida por cuatro etapas, siendo las dos primeras las relacionadas con su sucesión arqueológica, especialmente, la segunda. En la primera, anterior a la Primera Edad del Hierro, se produce una regularización de las laderas, correspondiente a una situación climática más húmeda que la actual. La segunda coincide con el período iberorromano del yacimiento y, por tanto, con las construcciones del poblado ibérico y su posterior remodelación en un edificio romano republicano. Es cuando, a pesar de su adaptación a la topografía del cerro, se efectúan acondicionamientos de las laderas para la construcción de las viviendas, por
lo que se rompen sus perfiles alterando la dinámica de vertientes y acumulación de depósitos en las partes bajas que anteriormente las tapizaban. En esta etapa, de forma simultánea o con ligera posterioridad, se ha confirmado en otras áreas muy cercanas (comarca de Monzón) una fase de incisión relacionada con un clima semiárido, de manera que las precipitaciones concentradas sobre unas laderas escasamente protegidas por la vegetación, como es el caso, determinarán la formación de acarcavamientos, alterando la estratigrafía sedimentológica natural (Maestro, Domínguez y Magallón, 2008).
3. 2. EL ASENTAMIENTO IBÉRICO La ocupación inicial perceptible del yacimiento comienza en el Ibérico Pleno, entre finales del siglo IV y comienzos del III a.C., con vida activa hasta el siglo I a. C. Sus antecedentes resultan imprecisos dado que hasta ahora no se han detectado restos de estructuras, si bien se ha documentado cerámica manufacturada, cuyas pastas, acabados y morfología la encuadran en la Primera Edad del Hierro del área del Segre-Cinca, con vasitos de superficies bruñidas y perfiles troncocónicos, además de elementos de decoración plástica y de prensión y asas de apéndice de botón. Es entonces cuando se construye el asentamiento ibérico, de una hectárea aproximada de extensión, adaptado a la topografía del terreno, con las estancias situadas a diferentes niveles del cerro que
Figura 3. Superposición de la edificación romano-republicana sobre las viviendas y calle del poblado ilergete en las laderas occidental y septentrional.
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Sesión 1 ocupan preferentemente las vertientes occidental y meridional (Maestro, Domínguez y Magallón, 2008). En las excavaciones, se han individualizado siete casas de plantas rectangular o cuadrangular y un edificio singular, de planta rectangular, con escalera de acceso y doble paramento. Este último ubicado en la ladera sur, lugar desde el que se domina una gran extensión circundante que pudo ser la ubicación del “Monumento de La Vispesa”, teniendo en cuenta la zona donde se recogieron los fragmentos y la hipótesis de su función y significado (Maestro y Domínguez, 2006; Maestro, Domínguez y Magallón, 2008). Las técnicas y materiales constructivos de las viviendas revelan la utilización de arenisca de las inmediaciones del yacimiento para la fabricación de sillares bien escuadrados, algunos de ellos de módulos extraordinarios para la época, como los utilizados en la vivienda U1 (Unidad 1), la de mayor tamaño, construida entre las laderas sudoccidental y septentrional que conserva los restos de un suelo de tierra batida mezclada con cal como conglomerante. Entre el material de preparación de la estructura del hogar aparecieron una concha marina y una cuenta de coral rosa, testimonio inequívoco de un rito fundacional y propiciatorio (Domínguez y Maestro, 1994; Moneo, 2003) (Fig. 3). El tránsito y comunicación entre las estancias de la zona alta con las ubicadas en la baja, en particular las situadas en la ladera meridional, se efectúa a través de una calle enlosada con lajas de piedra aplanadas, que arranca de la zona inferior de dicha ladera y, bordeando el cerro por la occidental y septentrional, alcanza la cumbre (Domínguez, Maestro y Monforte, 2004; Maestro, Domínguez y Magallón, 2008; Maestro, 2015). Los materiales muebles más destacados de esta fase son: la cerámica ibérica lisa y decorada, la de barniz negro helenístico tipo A, las ánforas de tipo grecoitálico y Dressel I, la cerámica de barniz rojo ilergete y la cerámica gris ibérica (Domínguez, Maestro y Paracuellos, 2007; Maestro, Domínguez y Paracuellos, 2009). Junto a estos vestigios está presente de forma minoritaria pero testimonial la cerámica ática de fines del siglo IV e inicios del III a.C., por tanto, la producción de referencia más antigua en el oppidum y una señal de la influencia helénica en esta zona occidental de la Ilergecia (Domínguez, Maestro y Paracuellos, 2007). Las producciones ibéricas muestran las formas características de estas etapas en asentamientos del valle Medio del Ebro. Los recipientes más abundantes son los kalathoi, de perfiles cilíndricos y troncónicos, con bases rectas y cóncavas y alas de diferentes secciones y grosores; las ollas de borde bífido para acoplar una tapadera; las tinajas globulares de diferentes capacidades con o sin asas y los pithoi y pithiskoi y urnas de perfil ovoide con función doméstica (Domínguez y Maestro, 2005-2006).
En las decoraciones proliferan los motivos geométricos simples de bandas y filetes, y geométricos compuestos con semicírculos y círculos concéntricos, líneas onduladas junto con dientes de lobo en las alas de los kalathoi. Excepcionalmente, también se incorporan temas vegetales como la hoja de hiedra exenta, motivo frecuente en asentamientos de la Ilergecia Oriental y de la margen derecha del Ebro como El Tossal de les Tenalles (Sidamon, Lleida) y El Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel) (Olmedo y Maestro, 2017) (Fig. 4). En este conjunto sobresale, por ser hasta ahora único en el asentamiento, el fragmento de pared de un kalathos con la imagen de un guerrero cuya apariencia recuerda, en parte, a otra figura similar de una gran vasija procedente del yacimiento de San Antonio (Calaceite, Teruel) (Domínguez y Maestro, 2005-2006; Maestro, 2011; Maestro, 2013-2014).
Figura 4. Pithos ibérico con decoración pintada. Por lo que respecta a las variedades de barniz rojo ilergete y gris ibérica, es preciso destacar la diferencia existente en el asentamiento entre ambas, escasamente representada la primera, a pesar de la proximidad con el principal centro de producción, y abundancia de la segunda. En el primer caso, los materiales de La Vispesa muestran los rasgos típicos en cuanto al barniz y morfología, con cuencos y oinoches como formas características (Maestro y Domínguez, 1986 y Domínguez y Maestro, 1994). Mientras que la cerámicaa gris ibérica muestra un amplio repertorio formal, destacando las jarritas de perfil bitroncocónico con una etapa de apogeo entre la segunda mitad del II a. C. y la siguiente centuria. Consideradas estas como el elemento romanizador de referencia desde el sur de Francia hasta Murcia, en La Vispesa se documentan entre la última etapa del oppidum ilergete y el inicio de la construcción del edificio romano, momento en el que también debe contextualizarse el relieve femenino realizado en pasta cerámica y, posiblemente, el de máximo auge del poblado que puede coincidir con el de mayor movilidad de los ilergetes en la cuenca media del Ebro (Domínguez y Maestro, 1994; Maestro, Domínguez y Paracuellos, 2009) (Fig. 5).
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aprovisionamiento de la vía Ilerda-Osca, mientras que en el resto del poblado ibérico no son apreciables, indicios de alteración o remodelación. La nueva construcción presenta dos grandes paramentos que discurren paralelos por las laderas oriental y occidental a una distancia de 40 m, con una orientación norestesuroeste diferente a la norte-sur de las construcciones ibéricas. La técnica constructiva es el opus quadratum, con sillares escuadrados de forma paralelepipédica y almohadillados, cuya función era sujetar los muros de cimentación del edificio. En algunos de ellos aparece como marca de cantero la letra ka del alfabeto ibérico (Domínguez y Maestro, 1994; Maestro, Domínguez y Magallón, 2008; Maestro, 2015) (Fig. 6).
Figura 5. Relieve femenino en pasta cerámica.
3. 3. EL EDIFICIO ROMANO La segunda fase del yacimiento supone, parcialmente, un cambio radical en su disposición urbana, técnicas edilicias y funcionalidad. Durante el primer cuarto del siglo I a.C., las viviendas ubicadas en la zona superior de las laderas septentrional y occidental se desmontan en parte y algunos de sus materiales se reutilizan en la nueva construcción, un gran edificio al servicio y
En la cima del cerro, construido con sillares de las mismas características y marcas de cantero, con restos de revestimiento de mortero hidráulico en el fondo y paredes, se abre un pozo de aprovisionamiento de agua de planta circular y perfil troncocónico, cuya profundidad conservada es de 4 m, con la diferencia de un metro entre los diámetros de la base y la boca actual, 2,60 m en la base y 1,60 m en la boca, para una capacidad de ca. 1100 l. Este depósito constituye un ejemplo excepcional en este sector geográfico asociado a una edificación romana de esta cronología y función que aseguraría el acopio hídrico en períodos de sequía, fenómeno que, en este caso, podría coincidir con la etapa de clima semiárido de la segunda fase de la secuencia geoarqueológica del yacimiento (Domínguez y Maestro, 1994; Maestro, Domínguez y Magallón, 2008; Maestro, 2015).
Figura 6. Paramento occidental del edificio romano dispuesto sobre los muros de las viviendas ibéricas, U1 y U2.
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Sesión 1 El pozo se ubica en el extremo sur de un gran espacio de planta itálica pavimentado con opus signinum, decorado con teselas blancas que resaltan sobre el fondo rojo formando rombos. Su datación, entre los siglos II y I a.C., en el valle medio del Ebro concuerda con la fecha de construcción y uso de este complejo. Los restos cerámicos asociados confirman, igual que las estructuras arquitectónicas, el avance y afianzamiento del proceso de ocupación por parte de Roma mediante la reorganización y control de este territorio entre el último cuarto del siglo II a.C. y el primer cuarto del I a.C. Por una parte, se observa la perduración de producciones como la cerámica ibérica y la gris ibérica con los rasgos descritos y por otra, la presencia de nuevos materiales como la vajilla de barniz negro helenístico tipo B y cerámica común de importación como platos de borde bífido y escudillas (Aguarod, 1991). Tras un breve período de abandono entre los años 69 y el 49 a. C., se inicia la última etapa del yacimiento, como lo demuestran los escasos fragmentos de terra sigillata itálica hallada en niveles superficiales en las distintas campañas de excavación; de sigillata sudgálica, esta de forma minoritaria, procedente de los trabajos de prospección visual realizados por Marco y Baldellou en el transcurso de la recuperación del Monumento de La Vispesa y, por último, de sigillata hispánica extraída de forma clandestina en las proximidades del paramento romano republicano de la ladera este. Otros vestigios como una gran basa moldurada de columna de tipo toscano o monedas imperiales nos inducen a considerar un cambio de utilización y función de la zona inferior del cerro, en el tránsito del siglo I a.C. al período flavio, quizás como una villa rustica. Esta ocupación postrera se prolonga hasta el siglo II cuando se abandona el lugar, tras ser habitado durante unos quinientos años. Algunos de los elementos de terra sigillata itálica, tienen un valor decisivo para la cronología de esta última etapa: el plato Consp. 18 fechado en las últimas décadas del siglo I a. C. e inicios de Tiberio y el plato Cosp. 12 evolucionado de las últimas décadas del siglo I a. C. Otras piezas reseñables son dos sellos en el fondo de sendas copas: el primero, RVFIO, dispuesto sobre una palma vertical (Rufius: Conspectus 1725.7. Ed. 2000), de un alfarero que trabaja en Italia Central entre los años 10 a. C. y 15; y el segundo EN(n)[…] (Ennius: Conspectus 761. Ed. 2000), ceramista que regenta un taller en Puzzuoli en torno al cambio de era. Ambos artesanos se encuentran documentados en el Península Itálica, sin embargo, son prácticamente desconocidos en Hispania. En el caso de Rufius, sus sellos se sitúan habitualmente en Roma y su entorno y en Siracusa y Carthago, limitándose en Hispania a La Alcudia (Elche, Alicante), Emporium y Tarraco. Si bien ninguno de estos últimos constituye un paralelo directo del sello de La Vispesa. En cuanto a Ennius, su producción se localiza casi exclusivamente en el ámbito de Puzzuoli y entorno, pero está ausente en Hispania (Marco y Baldellou, 1976; Maestro y Domínguez, 1986; Maestro, Domínguez y Magallón, 2008).
4. CONSERVACIÓN Y DIFUSIÓN 4.1. Conservación del conjunto patrimonial El trabajo efectuado en el conjunto patrimonial de La Vispesa puede calificarse de excepcional en yacimientos no urbanos de la Comunidad Autónoma Aragonesa, habida cuenta de las normas aprobadas en su día para el Plan General de Investigación Arqueológica por el Departamento de Educación, Cultura y Deporte de la Diputación General de Aragón (Domínguez, 2004). En La Vispesa la intervención y consolidación que se desarrolló en la campaña del año 2000 perseguía cuatro objetivos, que consideramos en parte cumplidos (Domínguez, Maestro y Monforte, 2004): • Contener el proceso de degradación del conjunto patrimonial, tanto por los agentes naturales, atmosféricos y propios del biodeterioro, así como antrópicos. • Diseñar y establecer un único itinerario de acceso y recorrido del yacimiento, con el fin de dañarlo lo menos posible. • Potenciar las posibilidades expositivas de los elementos conservados (Fig. 7). • Proporcionar visibilidad de forma didáctica e imbricar el lugar en la historia del territorio. Habida cuenta de estos objetivos, en las intervenciones se ha tratado de compatibilizar los problemas técnicos con los criterios estéticos y las posibles funciones didácticas del yacimiento. Estas acciones se han concretado sobre el terreno en: • La limpieza del espacio arqueológico, eliminando la capa de vegetación en las áreas excavadas, y realizando intervenciones específicas de anastilosis. • La realización de canalizaciones para la evacuación de las aguas de lluvia. • La consolidación y recrecido de los muros, así como el rejuntado de aquellas estructuras planteadas de este modo en origen y alteradas en la actualidad. • La protección de pavimentos mediante mallas de fibra de geotextil, y capas de relleno arena/gravas de diferente granulometría. • La instalación de un portón de cierre en la boca del pozo, en madera, sobre las hiladas de sillares superiores añadidos en la restauración, quedando así protegida la estructura de los posibles efectos de deterioro, naturales y antrópicos. Al haber sido sustraídos sus sillares originales, el pozo había perdido una altura considerable, quedando la cota conservada a un nivel inferior al del terreno natural, por tanto dejando la estructura en condiciones muy precarias.
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• La contención de los depósitos de las laderas con el fin de impedir “desplazamientos” de los restos arquitectónicos ubicados en ellas, construyendo zanjas perimetrales para detener el avance de los procesos erosivos y garantizar la protección de los bordes del ámbito excavado. Cabe recordar en este apartado que, como condición para el aprovechamiento de este patrimonio, es vital que, concluidas las intervenciones arqueológicas, quede también definido el plan global de conservación y presentación del conjunto patrimonial; en él podrá entonces especificarse cada uno de los cometidos y periodicidad de la aplicación de los procesos que aseguren la preservación para lograr una óptima difusión del yacimiento, como parte del patrimonio histórico de nuestra región2. Para su conservación, al estar al aire libre, se deberán adoptar medidas de fumigación periódica y eliminación de la vegetación que enraíce en los muros. Igualmente será imprescindible la limpieza regular de los depósitos terrosos formados en el interior de los espacios, en particular en los puntos próximos a los testigos arqueológicos, para evitar que se forme un manto vegetal (Domínguez, Maestro y Monforte, 2004).
4.2. Su proyección social La Arqueología restituye la memoria de nuestros antepasados, de sus costumbres y modos de vida. La aplicación de técnicas de restauración y consolidación contribuyen a la conservación de un patrimonio históricoarqueológico que, de otra forma, se hubiese perdido. Las labores de intervención descritas en el apartado anterior iban encaminadas a la exhibición permanente y accesibilidad libre al conjunto patrimonial, quedando contextualizado el conjunto arqueológico en su espacio original y natural, así como a determinar sus necesidades y valorar las posibilidades expositivas y didácticas de los elementos constructivos conservados. La inexistencia de elementos añadidos que requirieran la adopción de medidas especiales de conservación como estucos,
pintura mural o mosaicos ha facilitado y simplificado la intervención (Vicente, 1982). Estas acciones realizadas en el yacimiento para su conservación y consolidación pueden servir de antesala para implementar otras conducentes al acercamiento del patrimonio a la población local o proveniente de territorios más alejados. Para ello, una acción primordial debería ser adaptar el yacimiento a los criterios de accesibilidad universal para públicos con capacidades y movilidad diferentes. Sin embargo, somos conscientes de que nos enfrentamos a un contexto abrupto, pedregoso y de pendientes acusadas, además, conservado de manera parcial, que obstaculizan y dificultan la accesibilidad. Consecuentemente, proponemos apoyarnos en los medios que aportan las nuevas tecnologías de la información, "más concretamente en una de las herramientas en las que han evolucionado, la Realidad Aumentada, afirmada en la geolocalización, que nos ofrece una opción portátil y nuevos instrumentos para la enseñanza de contenidos, así como para la valoración y difusión del patrimonio” (Navarro y Domínguez, 2019). O bien aplicar otras técnicas de anastilosis virtual cada vez más utilizadas en los yacimientos arqueológicos (Rodanés, Picazo, Angás y Uribe, 2019)3. Por otra parte, desde el punto de vista de la proyección social y cultural, proponemos la creación de una ruta enfocada a la información que actualmente disponemos de la cultura íbera en la comarca de La Litera, tomando como ejemplo otros itinerarios ya consolidados, así la "Ruta de los Íberos" en la comarca del Bajo Aragón, que constituye un innovador producto de turismo con trece años de experiencia y éxito (Benavente y Fatás, 2009) (https://visitbajoaragon.com/es/rutas/iberos). Del mismo modo, la ruta recientemente presentada en Fitur 2020 "Andalucía Íbera" que ofrece un recorrido por tres grandes itinerarios ya existentes y conectados entre sí, "El Viaje al Tiempo de los Íberos", de Jaén, "El Valle de la Muerte", de Granada, y "Los últimos linajes íberos", de Córdoba (https://www.viajealtiempodelosiberos.com/). La ruta que se propone en La Litera podría constituir un testimonio de respeto, valoración y transmisión del patrimonio, en definitiva, un ejemplo de socialización (Fig. 8).
Figura 7. El yacimiento de La Vispesa una vez restaurado. Foto Paisajes Españoles, mayo de 2002.
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Figura 8. Panel explicativo ubicado al pie de la ladera oriental del cerro y punto de partida del recorrido de la visita.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _La bibliografía completa sobre el yacimiento hasta el año 2009 está disponible en: E. Maestro, A. Domínguez y P. Paracuellos, “El yacimiento oscense de La Vispesa: la cerámica gris ibérica”, Salduie, 9, 2009, pp. 120-121. En la actualidad las autoras se encuentran en proceso de estudio de las estratigrafías de los sectores excavados y de algunos materiales específicos como el relieve femenino realizado en pasta cerámica; una moneda cartaginesa, con la contribución de Vanessa Puyadas, y el lote de terra sigillata y de paredes finas, en este último caso con la colaboración de Carlos Sáenz que ha realizado el avance incluido en este trabajo. 2 _Recientemente, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón nos ha informado de serios daños causados en el yacimiento a causa de los trabajos de nivelación realizados por el nuevo propietario de las explotaciones agrícolas existentes en la zona circundante al cerro, zona arqueológica del yacimiento BIC, cuestión de vital importancia para su interpretación y datación ya que en esa zona se habían detectado materiales cerámicos en superficie correspondientes al poblado ilergete. 3 _ Tal como figura en el artículo 7 de La Carta Internacional para la gestión del Patrimonio Arqueológico, adoptada por el ICOMOS en el año 1990, y teniendo en cuenta la tendencia actual de “la valoración del Patrimonio como recurso”, J. Ballart, El patrimonio histórico arqueológico: valor y uso, Ed. Ariel, Barcelona, 1997 y J. Ballart y J. Juan, Gestión del Patrimonio Cultural, Ed. Ariel, Barcelona, 2001, pp. 190-199.
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