ACTAS 14 y 15
NOVIEMBRE
2019
Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2020 ISBN: 978-84-09-21258-3
Diseño y maquetación Ana Durán Boldova
© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)
ACTAS
14 y 15 de noviembre de 2019
Organizan:
Colaboran:
COORDINACIÓN/ EDICIÓN
Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
Presentación CAPA III Durante el 14 y 15 de noviembre de 2019 se celebró el III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés. Como en ediciones anteriores sus sesiones se desarrollaron en el marco incomparable del auditorium de Caixaforum Zaragoza. Las jornadas de mañana y tarde reunieron a más de 250 profesionales, permitiendo la exposición de más de setenta comunicaciones, al mismo tiempo que se podían contemplar las aportaciones en formato poster en el mismo hall de acceso, habilitado como recepción y espacio expositivo. La primera reunión partió de la iniciativa del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Sección de Arqueología, y del Grupo de Investigación Primeros Pobladores del valle del Ebro de la Universidad de Zaragoza, a los que progresivamente, desde sus inicios hasta la actualidad, se le han ido sumando Grupos como Urbs y Argos, así como diferentes organismos como la Institución Fernando el Católico, a través de la Cátedra Galiay, la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón o Caixa Forum quien generosamente nos acoge en sus espacios. Una mención especial queremos dedicar a Aragón Radio, que a lo largo de las dos jornadas de esta tercera edición, realizó la cobertura del congreso, grabando a gran parte de los profesionales que presentaban comunicaciones. Tras dos ediciones, 2015 y 2017, cuyas Actas fueron puntalmente publicadas, el Congreso se ha consolidado. Mantenemos el mismo formato y los criterios esenciales que propusimos en la primera convocatoria. Queríamos crear un foro de debate abierto a toda la comunidad de profesionales que desde diferentes ámbitos se dedican o tienen relación con la Arqueología y el Patrimonio aragonés. También, por supuesto, a todos aquellos que están en periodo de formación o que por diferentes circunstancias ya finalizaron sus estudios y no han podido desempeñar su vida laboral vinculada a estas disciplinas. En definitiva, hemos pretendido que el debate se instale en la sociedad y que se reconozca y valore la actividad de cientos de personas que trabajan en la puesta en valor del patrimonio y el conocimiento que su trabajo genera. En esta tercera edición hemos tratado de abordar la realidad de la arqueología profesional y su actual problemática, las novedades en el campo de la investigación arqueológica, la aplicación de nuevas tecnologías, su plasmación en la didáctica del patrimonio arqueológico, en la musealización y la divulgación de yacimientos. De ahí que las líneas temáticas elegidas trataran de plasmar y englobaran todos estos aspectos. Prehistoria, Arqueología Clásica, Arqueología Medieval, Arqueología Urbana, Memoria Histórica, Patrimonio, Didáctica, Museos y Parques Culturales, fueron los enunciados de las diferentes sesiones.
No podemos finalizar esta breve introducción sin agradecer a todas aquellas personas que han hecho posible su realización. A la nómina de investigadores que impartieron la conferencia que abría el encuentro en anteriores ediciones, Guillermo Fatás e Ignacio Barandiarán, hemos incorporado en esta última cita al profesor Gonzalo Ruiz Zapatero quien de forma magistral disertó sobre el estado actual de la investigación, formación y divulgación en la Arqueología hispana. Además, en el acto de inauguración se contó con la presencia de la Directora General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, Marisancho Menjón Ruiz, el Director del espacio CaixaForum Zaragoza, Ricardo Alfós, junto a los Presidentes del CAPA III. Igualmente queremos agradecer a Miguel Beltrán la posibilidad de poder presentar en el acto de clausura la revista Caesaraugusta, decana en Aragón y especializada en temas de Arqueología, Prehistoria y Patrimonio, que se reinventa y estrena nuevo formato con el fin de seguir siendo un referente en la investigación que se desarrolla en el ámbito del Valle del Ebro.
Gracias a todos. Esperamos que estas Actas que ahora presentamos sean un fiel reflejo de lo expuesto en el pasado mes de noviembre y que sirvan para cumplir gran parte de los objetivos propuestos. J.I. Lorenzo Lizalde y J.Mª Rodanés Vicente
COMITÉS
Comité Organizador Presidencia Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
Secretaría Ana Durán Boldova
Comité José Antonio Andrés Moreno (DGA) Miguel Beltrán Lloris (IFC) Mª Pilar Rivero Gracia (ARGOS) Carlos Sáenz Preciado (PPVE) Hugo Chautón Pérez (CDL Aragón)
Comité Científico Dr. Isidro Aguilera Aragón Dr. Rafael Domingo Martínez Dr. Luis Fatás Fernández Dra. Elena Maestro Zaldívar Dra. María Ángeles Magallón Botaya Dr. Manuel Martín Bueno Dr. Carlos Mazo Pérez Dra. Lourdes Montes Ramirez Dra. Raquel Ornat Clemente Dr. Jesús Picazo Millán Dra. María Sebastián López Dra. Pilar Utrilla Miranda
Organismos Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Departamento de Educación Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón Cátedra Galay del Institución Fernando el Católico Grupo de Investigación PPVE, Universidad de Zaragoza Grupo de Investigación ARGOS, Universidad de Zaragoza
ÍNDICE
1. Prehistoria 1.1. LA CUEVA AGP5 (AGUILÓN, ZARAGOZA): NUEVOS DATOS ACERCA DEL POBLAMIENTO NEANDERTAL AL SUR DEL EBRO
15
1.2. DINÁMICAS DE OCUPACIÓN DE UNA CUEVA REDIL DEL NEOLÍTICO ANTIGUO: HÁBITAT, ÁREAS DE TRABAJO Y ESTABULACIÓN EN CORO TRASITO (TELLA-SIN, SOBRARBE)
25
1.3. ALTO VICO I, AVANCE DE UN NUEVO SITIO NEOLÍTICO EN LAS CINCO VILLAS
39
1.4. PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA GUARGUERA (SABIÑÁNIGO, HUESCA). SONDEOS EN LOS ABRIGOS DE SALIELLAS-SAN ÚRBEZ Y EL PASCUALÍN
49
1.5. ARQUEOLOGÍA DE LOS PAISAJES MONUMENTALES EN LOS VALLES OCCIDENTALES (HUESCA). PRIMEROS RESULTADOS Y SUS POSIBILIDADES PARA ENTENDER LA HUMANIZACIÓN DE LA MONTAÑA PIRENAICA
63
1.6. ANÁLISIS DE PIGMENTOS DEL ABRIGO DE CABRAS BLANCAS
73
1.7. NUEVAS PINTURAS RUPESTRES EN EL PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO (FANLO, HUESCA)
83
1.8. NUEVO CONJUNTO DE ARTE ESQUEMÁTICO EN LA FOZ DE SIGÜÉS (ZARAGOZA)
93
1.9. DOCUMENTACIÓN DE GRABADOS RUPESTRES MEDIANTE FOTOGRAMETRÍA DIGITAL -SfM-: ARROYO DEL HORCAJO (ROMANOS, ZARAGOZA) Y BARRANCO CARDOSO (POZONDÓN, TERUEL)
101
1.10. LA OCUPACIÓN DEL LLANO DURANTE LA EDAD DEL BRONCE EN EL CENTRO DE LA DEPRESIÓN DEL EBRO: EL CAMPO DE HOYOS DE LAS LOMAS DEL MOLINO (ÉPILA, ZARAGOZA)
115
1.11. EL CABEZO DE MONLEÓN (CASPE). PROYECTO DE PUESTA EN VALOR DE LAS EXCAVACIONES DE ANTONIO BELTRÁN (1952-1964)
129
1.12. MATERIALES METÁLICOS DEL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO DEL POBLADO DE MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA)
139
1.13. CERÁMICA SIMBÓLICA DURANTE EL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: LAS REPRESENTACIONES DE CIERVO Y AVE EN EL POBLADO DE EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA)
149
1.14. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO Y CELTIBÉRICA
159
1.15. LOS CASTELLAZOS (MEDIANA DE ARAGÓN, ZARAGOZA)
173
1.16. EL YACIMIENTOS DE LA VISPESA (TAMARITE DE LA LITERA, HUESCA). TESTIMONIO DE ROMANIZACIÓN EN TERRITORIO ILERGETE
183
2. Arqueología Clásica 2.1. PISTRINUM DE LA COLONIA VICTRIX IULIA LEPIDA CELSA (VELILLA DE EBRO, ZARAGOZA)
195
2.2. LA DECORACIÓN PICTÓRICA Y EN ESTUCO DE LA DOMUS 1 (INSULA I) DE BILBILIS (CALATAYUD, ZARAGOZA)
207
2.3. TRANSFERENCIA DECORATIVA DE ABALORIOS A RECIPIENTES DE VIDRIO EN ÉPOCA ROMANA: SU ICONOGRAFÍA EN ARAGÓN
217
2.4. EPIGRAFÍA PALEOHISPÁNICA SOBRE CERÁMICA ROMANA ALTOIMPERIAL: LA PRENSA OLEARIA DEL BARRANCO DE JULIA (MEQUINENZA, ZARAGOZA)
229
2.5. UN NUEVO SELLO SOBRE DOLIUM PROCEDENTE DE LA VILLA ROMANA DE VALESCLARAS (ALBERITE DE SAN JUAN, ZARAGOZA)
241
2.6. LA OCUPACIÓN ROMANA DEL VALLE DE MAMILLAS (SOS DEL REY CATÓLICO, ZARAGOZA)
249
2.7. COSMÉTICA Y PIGMENTOS DE ÉPOCA ROMANORREPUBLICANA EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: CARACTERIZACIÓN DE MUESTRAS DE LA CABAÑETA (EL BURGO DE EBRO, ZARAGOZA)
259
2.8. CABEZO DE SAN PEDRO (OLIETE, TERUEL). REANUDACIÓN DE LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS
267
2.9. LAS VILLAE ROMANAS EN ARAGÓN: VALOR ARQUEOLÓGICO Y PATRIMONIO CULTURAL
277
2.10. AVANCE DE UNA NECRÓPOLIS EN CABEZA LADRERO
287
2.11.NUEVOS DATOS SOBRE EL URBANISMO ROMANO DE TVRIASO (TARAZONA)
295
3. Arqueología Urbana 3.1. LA ORNAMENTACIÓN MARMÓREA DE LA NATATIO DE LAS TERMAS CENTRALES DE CAESARAUGUSTA Y SU PROCEDENCIA
303
3.2. LA NECRÓPOLIS ORIENTAL DE CAESARAUGUSTA. ENTERRAMIENTOS Y MAUSOLEO
313
3.3. DOS NUEVAS ESTRUCTURAS RELACIONADAS CON EL AGUA EN OSCA
323
4. Arqueología Medieval 4.1. LA PARROQUIAL DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE ZARAGOZA COMO CEMENTERIO INTRAMURO
335
4.2. CABAÑAS DE EBRO, UN NUEVO CASO DE TORRE DEFENSIVA ANDALUSÍ DE SILLAR DE GRAN APAREJO EN EL ‘AMAL DE SARAQUSTA
353
4.3. QANĀT(S) EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE HÍJAR (TERUEL)
363
4.4. LA DOCUMENTACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA SINAGOGA / IGLESIA DE SAN ANTONIO ABAD DE HÍJAR (TERUEL)
375
4.5. ARQUEOLOGÍA EN EL ANTIGUO BARRIO DE SANTIAGO DE ALCAÑIZ (TERUEL)
387
4.6. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES MEDIEVALES
399
4.7. INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL CASTILLO DE CADRETE. RECINTO INFERIOR. CAMPAÑA 2019
411
4.8. EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA Y ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEDIEVAL EN PLAZA RIPA 4, JACA, HUESCA
421
4.9. EL TORREÓN Y EL DESPOBLADO ANDALUSÍ DE GAÑARUL (AGÓN, ZARAGOZA)
429
4.10. ARQUEOLOGÍA EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LAGUNAS DE CARIÑENA (ZARAGOZA)
441
4.11. RESULTADOS PRELIMINARES DE LA ACTUACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA TORRE DE BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA
453
5. Patrimonio 5.1. INVENTARIO DE ARTE RUPESTRE DE ARAGÓN (I. A. R. A.) Y SUS ÚLTIMAS APORTACIONES: UN INSTRUMENTO DE GESTIÓN Y DE INVESTIGACIÓN
463
5.2. PRÁCTICAS FUNERARIAS EN ARAGÓN: I. INVENTARIO DE CAVIDADES SEPULCRALES
477
5.3. EPIGRAFÍA VIRTUAL: EXPERIENCIAS DE EPIGRAFÍA 3D CON EL PATRIMONIO EPIGRÁFICO ROMANO DE ARAGÓN
487
5.4. UN ENFOQUE HERMENÉUTICO - ARQUEOLÓGICO A ORNAMENTA GEMMARUM: LA BODA DE CADMO Y HARMONÍA EN LA MALENA (AZUARA, ZARAGOZA)
499
5.5. EL TEATRO DE CAESARAUGUSTA O LA PROTECCIÓN APARENTE DEL PATRIMONIO
511
5.6. PLAN DE ARQUITECTURA DEFENSIVA EN ARAGÓN
519
5.7. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ALCAÑIZ: LA LONJA Y CASA CONSISTORIAL
529
5.8. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ALCAÑIZ: LA MURALLA BAJOMEDIEVAL DEL BARRIO MAZADOR
539
5.9. REVISIÓN Y CORRECCIÓN DE ERRORES SOBRE LA MUERTE DEL DOCTOR D. JUAN FRANCISCO ANDRÉS DE UZTÁRROZ, CRONISTA DEL REINO DE ARAGÓN Y DEL REY FELIPE IV
549
5.10. INVESTIGACIÓN, USO Y DISFRUTE DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO
561
6. Museos, Didáctica y Memoria Histórica 6.1. EL PUEYO DE MARCUELLO, DEL YACIMIENTO A LA VITRINA
567
6.2. GESTIÓN DE UNA EXPOSICIÓN TEMPORAL DE CARÁCTER ARQUEOLÓGICO: “LABITOLOSA, UNA CIUDAD ROMANA EN EL PIRINEO OSCENSE”
579
6.3. EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE FRÉSCANO
589
6.4. EL CÓMIC COMO RECURSO DIDÁCTICO: EL CASTILLO DE PERACENSE
599
6.5. POTENCIALIDAD DIDÁCTICA DE LAS ARMAS DE ASEDIO EN EL INTERIOR DE RECINTOS FORTIFICADOS: CASTILLO DE PERACENSE
609
6.6. ¿QUÉ BUSCAN LOS MAESTROS Y PROFESORES EN UN MUSEO ARQUEOLÓGICO? ESTUDIO EXPLORATORIO DEL PROGRAMA EDUCATIVO DE LOS MUSEOS DE LA RUTA DE CAESARAUGUSTA
617
6.7. DIDÁCTICA DEL PATRIMONIO EN LA ACADEMIA GENERAL MILITAR DE ZARAGOZA (1927-2018). UNA VISITA GUIADA PARA 2º DE BACHILLERATO
623
6.8. ITINERARIOS DIDÁCTICOS Y PATRIMONIO EN ARAGÓN: MÉTODOS Y TÉCNICAS PARA EL APRENDIZAJE EN CIENCIAS SOCIALES
629
6.9. POSICIONES DEFENSIVAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA SIERRA DE ORICHE (PIEDRAHITA, T. M. DE LOSCOS, TERUEL)
637
6.10. MORFOLOGÍA DE UNA EXHUMACIÓN. LA FOSA COMÚN DE CUATRO MUJERES ASESINADAS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. BISCARRUÉS (2018)
649
SESIÓN 4
Sesión 4
4.1. LA PARROQUIAL DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE ZARAGOZA COMO CEMENTERIO INTRAMUROS SANTA MARÍA MAGDALENA CHURCH (SARAGOSSA) AN INDOOR CEMETERY Salvador Melguizo Aísa Universidad de Zaragoza, Grupo de investigación PPVE Autor de contacto/Contact author: Salvador Melguizo Aísa, smelguizo@gmail.com
RESUMEN Las campañas arqueológicas de 2016 y 2017 en la iglesia parroquial de Santa María Magdalena de Zaragoza, han supuesto la excavación de 327 inhumaciones, 77 osarios, así como de otros 47 cuerpos depositados en nichos. Proponemos una aproximación espacial, tanto de la distribución de inhumaciones como de osarios. Existió además una cuadrícula para ordenar la disposición de unas 180 fosas. Las capillas laterales fueron patrimonio fúnebre de familias notables y del estamento religioso desde el siglo XIV, antes de la generalización del uso masivo del resto de la iglesia. A partir de éste, la mayoría de ellas sufrió profundos y traumáticos cambios en su estructura, ajustándose a otras nuevas necesidades. A mediados del XVIII se construye una gran cripta bajo el coro, que alberga dos baterías simétricas de nichos. La necrópolis permaneció en uso hasta 1834. PALABRAS CLAVE: Iglesia católica; Enterramientos post-medievales; Osario; Cripta; Batería de nichos; Análisis espacial.
ABSTRACT The archaeological works at Santa María Magdalena church (Zaragoza) during 2016 and 2017 seasons have involved the excavation of 327 burials, 77 ossuaries as well as other 47 individuals in inhumation niches. In this paper we conduct a spatial approximation, both of burials and ossuaries distribution. It also existed a grid to order the arrangement of about 180 graves. The side chapels were funerary heritage of notable families and the religious establishment since the 14th century, before the widespread of the use of the rest of church. Since then, most of the chapels suffered deep changes in their structure, adjusting them to the new needs. In the mid-18th century a large crypt with two symmetrical sets of niches, was built under the choir. The necropolis remained in use until 1834. KEYWORDS: Catholic Church; Post-medieval burials; Ossuary; Cryp; Sets of niches; Spatial analysis.
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Figura 1. Plantas hallazgos constructivos entre los siglos I y VI; VIII-XII y XIV–XVI.
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Sesión 4 1. INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA 2016-2017
Figuras 2 y 3. Situación y vista desde el sureste.
Santa María Magdalena de Zaragoza se encuentra en el extremo suroriental de la Calle Mayor (antiguo Decumanus maximus), en las proximidades de la desaparecida Puerta de Valencia, abierta hasta el siglo XIX en la muralla romana. La referencia documental conocida más antigua al templo católico data de 1126 (Lacarra, 1985, p. 129), aunque la fábrica del edificio mudéjar hoy visible, debería corresponder con la primera mitad del siglo XIV (Borrás, 2011, p. 201). Desde entonces, se ha visto sometido a incontables reformas (De la Sala, 1933, pp. 171-193), destacando por su trascendencia las acometidas en la primera mitad del siglo XVIII. En ellas, se llegó incluso, a invertir la orientación de la propia iglesia. Durante la tercera fase del actual Proyecto de Restauración del interior de Santa María Magdalena (Aguerri & Aguerri, 2015), entre noviembre de 2016 y julio de 2017, se realizaron varias tareas arqueológicas (Melguizo, et al., 2019). Respecto a los resultados, para la Fase romana se ha constatado y vuelto a reconocer la
existencia de un gran basurero, acumulado entre los siglos IV y VI d.C. Bajo él, se documentaron (parcialmente puesto que sólo se hicieron dos sondeos) otros niveles con claros indicios de destrucción violenta, fechados entre la segunda mitad del II y la primera del III d.C. Una última unidad deposicional, atribuible a un periodo bajo los gobiernos de los emperadores Tiberio y/o Calígula, cubre los limos y arenas naturales. A partir de los muros romanos observados (sólo excavados en su superficie, dadas las prescripciones patrimoniales), se concluye la presencia de una trama ortogonal de viviendas, en la que no destaca ningún elemento atribuible a un edificio público. Se completa esta perspectiva con la presencia de testimonios físicos del trazado del Decumano máximo en las capillas suroccidentales (Fig. 1). Esta vía principal sufrió varias reformas entre los siglos I y IV d.C., lo que supuso su progresivo recrecimiento en cotas, así como el uso de diferentes técnicas de pavimentado y cimentación. La Antigüedad tardía apenas cuenta con restos de edificaciones. Los pocos testimonios indican construcciones muy modestas. Nada hace pensar en la existencia de edificios religiosos paleocristianos. Cierto es que la Fase de inhumaciones reciente, objeto del presente trabajo, arrasó buena parte de estos niveles. Con el mismo problema cuenta la Etapa musulmana (Fig. 1), de la que apenas quedan trazas que no estuviesen ya bajo la superficie por aquel entonces. A pesar de ello, un importante cimiento de cal y canto, de planta cuadrada, cuyos lados actualmente miden en torno a 4.9 m (aunque en origen debieron superar los 5 m), destaca como muy probable base del alminar de una mezquita de barrio, situada junto a la entrada suroriental a la ciudad. Esa torre aparece aislada y puede ponerse en relación con la que se documenta ya desde finales del siglo XII (Andrés, 1998, pp. 90-91). Otra parte del edificio religioso también podría corresponder con alguna de las cimentaciones nororientales de la misma iglesia, e igualmente con algunos de los hallazgos realizados entre 1988 y 1989 en el inmediato solar de la Calle Martín Carrillo (Casabona & Delgado, 1991). Como allí, hemos vuelto a documentar un importante canal de desagüe que empalmaba con la cloaca romana reutilizada de la Calle Mayor. Al sureste del alminar había viviendas ocupadas al menos entre el siglo IX y principios del XII. No existe resto alguno constructivo fechable entre esa centuria y la posterior, por lo que la cristianización supuso la reutilización de la mezquita. La obra mudéjar del templo, incluida la torre en pie, a la vista de los hallazgos muebles en sus zanjas de cimentación, es sin duda del XIV. La mayoría de las criptas fueron construidas en ese siglo o en el siguiente. En cuanto a reformas importantes del templo, y que han podido dejar huella, se ha documentado una, de finales del XV, en la Capilla del Santísimo Sacramento. También es de destacar el hallazgo de las cimentaciones del Retablo Mayor del XVI, obra de Juan de Salazar y Damián Forment (Figs. 1 y 4). La construcción del actual, a mediados del XVIII, supuso la excavación completa del coro, para poder instalar allí la Cripta principal, en uso hasta casi mediados del XIX.
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El siglo XX dejó también su huella en el interior del templo. En los años 50 se instalaron las conducciones de calefacción que alteraron profundamente el área de la Cripta (caldera y depósito de gasoil) y la nave, con sus ramales de caldeo. Por esas mismas fechas, los hermanos José y Joaquín Albareda realizaron, de acuerdo con un criterio artístico muy personal, profundas transformaciones en la disposición de cuadros, imaginería e incluso de los propios retablos, intercambiando físicamente las capillas de Santo Tomás Canturianense y del Santo Cristo1. La visión actual del interior de La Magdalena es fruto de aquel singular empeño y no responde a la evolución histórica anterior a 1952. También se puede calificar como particular la restauración exterior de finales de los años 60 del siglo
Figura. 5. Actual advocación religiosa de las capillas laterales y su correspondencia con las abreviaturas.
Figura 4. Apoyos del Retablo Mayor del XVI.
pasado, de la mano de los arquitectos Francisco Íñiguez y Ramiro Moya, en la que se buscó devolver al templo a su estado originario (Hernández, 2012, p. 49). Entre marzo y julio de 2017, se hizo excavación casi completa de la necrópolis interior. En ella, se han hallado un total de 327 inhumaciones, 77 osarios individualizados y 47 cuerpos depositados en nichos (Fig. 6). En las tres categorías se producen reutilizaciones del mismo espacio físico, de manera que es habitual la superposición y la consecuente acumulación vertical de restos. También, ha de tenerse en cuenta que no es el total absoluto, puesto que ha quedado en la iglesia otra parte no intervenida: caso de las capillas del Sagrado Corazón y del Santísimo Sacramento (Fig. 5). Tampoco se culminó la exhumación de los fondos de las criptas. Es evidente que tal manera de actuar ha respondido a criterios vinculados directamente a las necesidades de las obras de restauración y no a un plan científico meditado.
2. ORDEN EN LAS TUMBAS: PRESBITERIO Y NAVE CENTRAL La situación de las tumbas halladas en ambas zonas hizo evidente que existía un orden, basado en un sistema de filas y columnas. No tenemos constancia de que, en los estudios sobre los fondos documentales de la iglesia
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de Santa María Magdalena, depositados en el Archivo Diocesano de Zaragoza, se haya encontrado plano de referencia sobre tal acotación del suelo, aunque sin duda, debió existir. En otros lugares próximos en el Valle del Ebro, como en Tudela, podemos encontrar paralelos que nos ilustran de cómo debió realizarse. Es el caso de las plantas dibujadas por Juan Antonio Fernández de San Nicolás de Bari (Fernández, 1786, pp. 55-57). Son bastantes más los ejemplos (Tarifa, 2005, pp. 34, 42 y 44), pero sin duda el templo tudelano puede ser el que estructuralmente más se asemeje al de la Magdalena de Zaragoza. Por otro lado, en Huéscar (Granada) era el sacristán quien disponía de estos planos para llevar la gestión del uso y ocupación de cada tumba (Pulido, 2006, p. 14). Durante el siglo XVIII, en Alcoy (Alicante), era también un sacristán, acompañado por notario, el que durante la solemnidad de Todos los Santos certificaba las tumbas mantenidas y abandonadas, de forma que las últimas podían pasar a nuevos beneficiarios (Santonja, 1998-1999, p. 39). Ajustándose bastante razonablemente a la distribución de los cuerpos hallados, planteamos la hipótesis de la existencia de 15 filas (ordenadas de la “A” a la “Ñ”) por 12 columnas (numeradas del 1 al 12), desde el Retablo Mayor hasta la actual puerta principal (Fig. 7). Con ello se obtendría una capacidad máxima de 180 tumbas. Pero también se utilizaron otros espacios que desbordan la cuadrícula, justo junto a las capillas laterales, aunque sin llegar a situarse estrictamente dentro de ellas. Estos grupos no muestran una continuidad estable en el desarrollo del sentido de las columnas, como ocurre con
Sesión 4 el resto, apareciendo vacíos al lado de los contrafuertes. La causa de esta expansión pudiera responder al interés de los fieles por ser inhumados en la cercanía de aquellos lugares de especial fervor, pero que resultaban inaccesibles dado su costo. La presumible retícula ha sido calculada ajustándose al sistema lineal aragonés (Lara, 1984, p. 160 y 196), pues parece lógico pensar que desde la construcción de la iglesia en el siglo XIV, éste debió ser su patrón general (y no el castellano) hasta la implantación del métrico decimal a mediados del XIX. De esta forma hemos creado un rectángulo que tiene por lado mayor 120 pies aragoneses (30.75 m) y por menor 40 (10.25 m), siguiendo una proporción de 3 a 1. Así, para cada tumba de esta retícula de 15 por 12, quedarían unas medidas de 8 pies (2.05 m) de largo por 3 pies y 4 pulgadas de ancho (0.85 m). En el área de Granada, con metrología castellana, se plantean unas medidas de 7 por 3.5 pies (Pulido, 2006, p. 15), es decir: 1.95 m por 0.97 m. Los restos materiales asociados a tumbas y niveles sobre los que se cavaron, arrojan una cronología entre el siglo XVII y primera mitad del XIX. Sólo en 46 inhumaciones (14% del total) hemos podido deducir la existencia de ajuares. Es destacable tan escasa presencia, teniendo además en cuenta que, realmente, pocos son los ítems que puedan ser considerados como objetos con un marcado valor económico o de prestigio. Síntoma de esa penuria es la existencia de unos pocos anillos, por lo general de bronce y vidrio. Entre ellos, sólo uno de oro2, hallado descontextualizado dentro de la Capilla B.2. (fechable en el siglo XIX). De hecho, los “bienes” se reducen a los religiosos: rosarios, escapularios, cruces pectorales, relicarios y medallas. Tal situación parece ser una norma que debió regir no solo en la necrópolis zaragozana de la Magdalena. Así lo podemos deducir al compararla con los hallazgos de la ciudad de Praga, (vuelta a la ortodoxia católica tras la Guerra de los Treinta años, durante los siglos XVII y XVIII). Allí, los ajuares asociados a las tumbas son prácticamente idénticos (Blažková, et al., 2015, pp. 210-216). Ya en el XVI (en contraposición a los siglos anteriores en los que se inhumaba preferentemente fuera de los templos) se había hecho de las iglesias cementerios intensivos (Betrán, 2015a, p. 10) (Pulido, 2006, p. 14), en los que la floreciente compraventa de sepulturas se justificaba bajo su consideración como limosnas (Betrán, 2015b, p. 68). Podemos suponer que la división completa original del interior del templo pudo establecerse por entonces, pues en el siglo XV existía otro cementerio3 externo, a la altura de la calle Cantín y Gamboa (Falcón, 1981, p. 53). En el XVII, el proceso se acrecentó sobremanera, hasta el punto de que las constituciones sinodales de Zaragoza de 1697 insistían en prohibir la construcción de sepulturas sobre el suelo, el entierro en las gradas de los altares, o bajo ellos (Betrán, 2015b, p. 70), clara señal de que así se hacía. Si a ello sumamos que a principios del XVIII se reorientó el templo, tuvo que haber seguramente no uno, sino varios replanteos de orden que, aunque fuesen respetuosos con los anteriores (dado espacio finito disponible), tendrían sus consecuencias físicas, pero
Figuras 6 y 7. Plano de inhumaciones y osarios. Propuesta de la distribución de sepulturas.
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cuya evidencia arqueológica resulta difícil de identificar. Aunque no se disponen de datos para la Magdalena, y los que se han publicado corresponden con el momento final del uso de las tumbas en las iglesias, a inicios del siglo XIX, son muy aclaradoras las divisiones expresadas en los Aranceles de derechos de tierra en las parroquias de Zaragoza de 1832 (Betrán, 2015b, pp. 126-131). En ellos, se identifican unas “líneas” que vendrían a corresponder con nuestras propuestas filas, quedando así disponibles en nuestro templo, hipotéticamente, 4 para el plano de la capilla mayor/presbiterio y 11 a partir de la grada de este último.
3. DISTRIBUCIÓN CUANTITATIVA DE LAS TUMBAS EN EL PRESBITERIO Y NAVE CENTRAL La preocupación por el ordenamiento de las áreas de inhumación dentro de la iglesia no era una tarea gratuita: el espacio sagrado del templo estaba jerarquizado y “rentabilizado” (Alzate, 2007, p. 218). La mayor cercanía física al altar mayor y al coro, por un lado representaba ante quienes aún podían observarlo, el estatus elevado en vida de la persona fallecida, perpetuando la memoria de su prestigio o el de su familia. Por otro, debería asegurarle un mejor vínculo espiritual, dada su proximidad a los elementos clave de la liturgia católica, permitiendo redimir con prontitud sus pecados. Este orden sociofunerario hundía sus raíces en una tradición que había fomentado la misma Iglesia desde la baja Edad
Figura 8. Excavación en el área del presbiterio y nave central.
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Media, al gestionar los derechos de enterramiento en el interior del santuario (Betrán, 2015b, p. 70). La zona del altar/presbiterio comprende desde nuestra hipotética fila A hasta la D y disponía de 48 espacios para tumbas. Se hallaron 51 inhumaciones (15.6% del total). Dentro de ellas, 30 se acumulan con insistencia bajo el lado de la epístola (Figs. 6 a 8), ocupando un número reducido de los espacios disponibles, mientras que en el del evangelio hay sólo 10, bastante repartidas. Parte de esta diferencia pudiera deberse a las destrucciones causadas por los conductos de calefacción que se instalaron en los años cincuenta del pasado siglo, pero dada su distribución simétrica, deberían haberles afectado por igual, lo que no supondría alterar sustancialmente esta evidente diferencia de ocupación. Igualmente, la construcción de la escalera de acceso a la cripta bajo el coro, obra del siglo XVIII, destruyó todas las inhumaciones anteriores. A pesar de las faltas, nos encontramos en una de las zonas más notorias del espacio jerarquizado de la Magdalena tras su reorientación. La preferencia por el lado de la epístola fue sin duda notoria4. Al pie de la grada del presbiterio, comenzaría el área de la nave central. En primer lugar, nos detendremos en la parte que viene a coincidir con el tramo entre contrafuertes de las capillas laterales que abreviamos como B.2. y C.2 (Figs. 7 a 9). Respecto a la cuadrícula, ocupa desde la Fila E hasta la H, disponiendo de 48 espacios para tumbas. Encontramos aquí 122 inhumaciones (37.3% del total). Esta zona también fue afectada por la construcción de los conductos de calefacción en el centro y junto a las capillas laterales, así que es muy posible que existiesen más cuerpos, aunque de nuevo, debieran haberse perdido en similares proporciones. La ocupación entre sector de epístola (65) y evangelio (57) parece relativamente compensada, con una ligera preferencia hacia el primero. Destaca la ocupación plena de toda la Fila E, mientras que las tres siguientes cuentan con vacíos en el área central. Los cuerpos se acumulan en los extremos, hacia las capillas. Parece deducirse un mayor interés en ser enterrados en primera línea frente al presbiterio5 y en las cercanías de ambas capillas. Allí se llegan a desbordar los límites de la cuadrícula. La segunda división planteada de la nave central se correspondería con el área entre los contrafuertes de las capillas B.3. y C.3. (Figs. 6 y 7). Respecto a la cuadrícula propuesta, concierne desde la Fila I hasta la K, contando con 36 espacios para tumbas. Hallamos 88 inhumaciones (26.9 % del total). La afección de las conducciones de la calefacción fue menor que en la anterior. La ocupación del lado de la epístola es bastante más alta, con 53 cuerpos, por 35 en el del evangelio. De nuevo la zona central está menos aprovechada, observándose una tendencia de acumulación hacia las capillas, en este caso, preferentemente hacia C.3., donde sólo entre el tránsito de la cuadrícula y la capilla en sí, se congestionan hasta 16 cuerpos. Este hecho indicaría una especial devoción por San Mamés (desde 1690 y al que se atribuyeron numerosas curaciones milagrosas) y/o por la anterior
Sesión 4 titular de la capilla, la Virgen del Rosario6 (Moreno, 1694, pp. 249-252). En el lado contrario, hacia B.3., hoy Capilla del Santo Cristo, pero antes de los años cincuenta del siglo pasado de Santo Tomás Canturianense, sólo 3. Cierto es que la existencia de una gran cripta, no destruida durante el siglo XVIII y XIX, imposibilita mayor ocupación. La tercera división abarca el espacio contenido por el ábside mudéjar que, tras la reforma de principios del XVIII, pasó a ser el ingreso, y con ello los pies de la iglesia. Allí hallamos una cripta construida justo bajo el acceso. En la cuadrícula ocupa desde la Fila L a la Ñ, disponiendo de 48 espacios para tumbas. El sector muestra bastantes menos inhumaciones de las que pudieron existir, debido a destrucciones contemporáneas. Hemos hallado 41 (12.6% del total). El prorrateo es parejo, pero muy condicionado por las áreas alteradas. Respecto a la jerarquización social y funeraria, nos encontraríamos teóricamente en la parte menos acomodada de la nave, aunque matizando esta consideración, puesto que realmente las personas estaban enterradas físicamente dentro de la iglesia y eso conllevaba un gasto muy superior al de aquellas que eran depositadas en los fosares de feligresía (Betrán, 2015b, p. 71).
4. DISTRIBUCIÓN CUANTITATIVA DE LAS TUMBAS: LAS CAPILLAS Las capillas laterales fueron patrimonio fúnebre de familias notables y del estamento religioso antes de la generalización del uso masivo del resto de la iglesia. Testimonio de ello son las criptas halladas en B.1., B.3., C.1., C.2. y C.3 (ver la correspondencia de abreviaturas en Fig. 5). Su estado de conservación indica que, en la fase final, durante la primera mitad del siglo XIX, todas habían sido inutilizadas mediante su colmatación, y/o reutilizadas con nuevos espacios para difuntos, salvo en B.3. Allí, en el interior de la bóveda de ladrillo de arco de medio punto rebajado, encontramos una fecha incisa parcial sobre el mortero: 180[…]7, que pudiera indicar la del momento de su última reforma. Capilla B.1. (Fig. 5). En la actualidad es la de Santo Tomás Canturianense, pero antes de los años cincuenta del siglo pasado, era la del Santo Cristo. Estuvo vinculada a partir de 1729 a la familia Salabert y con ello al marquesado de Valdeolmos y la Torrecilla8. De la Sala (1933, p. 185), a finales del siglo XIX, la sitúa como la primera del lado del Evangelio9. Se han hallado 4 inhumaciones (1.2 % del total). Las unidades estratigráficas de la Fase de necrópolis reciente, tras la retirada de la tarima de madera, estaban muy alteradas, habiéndose producido un proceso de rehundimiento de los rellenos de escombro que colmataban una gran cripta o cisterna. Tales destrucciones y aportes habría que relacionarlos con las obras que se sucedieron en la torre a lo largo de los siglos XVI al XVIII, o incluso con la de 1807 (De la Sala, 1933, p. 180). Pudieron ser las
causantes de los estragos sobre las tumbas. El hallazgo de huesos humanos descontextualizados fue abundante entre esos desechos. En el fondo de la cripta existen más cuerpos que no han sido excavados. Capilla B.2. (Fig. 5). En la actualidad es la del Sagrado Corazón, aunque desde mediados del siglo XVII hasta el XIX era la de San Mateo y San Lucas. Las sepulturas se atribuyen a la familia de los Suelves (De la Sala, 1933, p. 187). La excavación arqueológica no ha sido completa, por lo que todavía restan cuerpos en ella. Se han localizado 6 inhumaciones (1.8 % del total). Capilla B.3. (Fig. 5). Volviendo a lo apuntado en la Capilla B.1., hoy es la del Santo Cristo, pero hasta mediados del siglo XX era la de Santo Tomás Canturianense. Existió primero, desde el siglo XIV al XV, un altar vinculado a una cofradía homónima (Criado, 2005, pp. 296-297), después (durante el siglo XV) pasó a la familia de Paternoy, documentándose la existencia de la capilla y cripta (cisterna) en 1512 (Abizanda, 1917, p. 201) y terminó perteneciendo a los marqueses de Artasona (De la Sala, 1933, p. 188). Como hemos apuntado al principio de este apartado, la cisterna estuvo en uso hasta principios del siglo XIX, y en su interior permanecen todos los cuerpos sin excavar. Fuera de ella, destaca una sola inhumación (0.3 % del total), atribuible a los siglos XVII-XVIII. Las unidades estratigráficas sobre las que se excavó su fosa (niveles tardorromanos) muestran que fue la única que allí se realizó desde la construcción de la iglesia. Capilla C.1. (Fig. 5). Dedicada a la Virgen del Carmen, aunque a finales del siglo XIX lo era a Santo Tomás de Aquino (De la Sala, 1933, p. 189). La excavación hasta los niveles tardorromanos no ha entregado inhumación alguna, si bien sí los restos de una cripta colmatada. Igualmente se detectaron indicios de alteraciones que podrían vincularse a la construcción (en 1774) de la vivienda del sacristán, adosada al noreste del templo (Aguerri & Aguerri, 2015, p. 11.1). Esto supuso el tapiado de la antigua portada hacia la actual Calle Martín Carrillo (redescubierta en la restauración de 2003). Capilla C.2. (Fig. 5). Hoy consagrada al Santísimo Sacramento. En el siglo XV dedicada a San Juan Bautista, perteneciendo a la familia de los Mendoza. A mediados del XVIII, se le llamaba de La Concepción, siendo entregada por el capítulo de parroquianos a Juan López de Otto, quien a su vez accedió a que la cofradía de la Virgen de Nieva colocase a su patrona en lugar de la de la Purísima. A finales del XIX se denominaba del Santísimo Sacramento y de Nuestra Señora de Nieva (De la Sala, 1933, p. 189). La excavación arqueológica puso de manifiesto la existencia de una gran cripta o cisterna atribuible al siglo XV. Posteriormente, fue dividida por un tabique central y parcialmente destruida, siendo ocupada su parte suroriental por inhumaciones de la Fase reciente. La otra mitad fue colmatada con escombro. Ajustándose a las necesidades de la obra, no se han excavado los restos humanos presentes en ambas zonas.
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5. ANÁLISIS ESPACIAL: INHUMACIONES A partir de los valores espaciales atribuidos a cada inhumación, hemos realizado un análisis10 calculando la densidad de las entidades en su vecindad. Su resultado gráfico es la Fig. 10. Los tonos más calientes indican una mayor concentración. En este caso, responde tanto a la cercanía en sí como a la multiplicación de inhumaciones superpuestas en lugares muy próximos. Respecto al actual altar, el lado de la epístola, en toda la iglesia, sobresale en preferencia de ocupación sobre el evangelio. Como ya hemos señalado, existe además un patrón en la nave que prioriza los lados frente al área central.
Figura 9. Vinajera de vidrio en Inhumación 327.
Capilla C.3. (Fig. 5). En la actualidad de San Mamés y la Inmaculada. Que antes de los traslados de los hermanos Albareda la escultura central fuese la de la Virgen del Rosario era lógico, puesto que desde finales del siglo XVII hasta el XIX esta capilla era la de San Mamés y la Virgen del Rosario (De la Sala, 1933, p. 190). En la actualidad figura una escultura de la Purísima o Inmaculada, que parece ser la misma que estaba en C.2. (hoy Santísimo Sacramento y en el siglo XVIII de la Concepción), siendo sustituida en aquella centuria por la de la Virgen de Nieva. La Inmaculada pasó al antiguo altar de San Cristóbal, ahora capilla de la Dolorosa, y terminó en la Capilla C.3 a mediados del siglo pasado. Por el camino, se ha perdido la pista de la Virgen de Nieva. La excavación arqueológica se ha realizado sobre la Fase de inhumación reciente al completo, hasta alcanzar los niveles tardorromanos. Se han localizado 14 inhumaciones (4.3 % del total). Entre ellas, las hay de los momentos finales, durante la primera mitad del siglo XIX, caso de la nº 42 en la que se conservaban los botones de la guerrera de un voluntario Realista, fechable entre 1823 y 1833 (Sorando & Manzano, 1997). Se encontró además una pequeña cripta (Fig. 20), ocupada en principio por el cuerpo de un presbítero, acompañado por dos vinajeras de vidrio de finales del XV o incluso del XVI (Inhumación 327) (Fig. 9). La obra de ladrillo estaba bastante alterada por otras tumbas posteriores. En el caso de la nº 43 y 328, en esta capilla, se puede observar que no se respetaron las normas de las constituciones sinodales de Zaragoza de 1697, en las que se insistía en prohibir las sepulturas bajo los altares (Betrán, 2015b, p. 70).
Igualmente, conforme nos vamos alejando hacia los pies, la acumulación disminuye, aunque con dos repuntes, situados en las inmediaciones de los altares laterales que se disponían en el antiguo ábside, lo que también supone una tendencia centrífuga dentro del tramo 4, ocupado por la parte menos acaudalada (aunque no pobre) de la sociedad. Si comparamos las secciones en tramos (incluidas las capillas) el primero (B.1., Altar/ Presbiterio y C.1.) se significa por los entierros bajo la epístola, quedando las capillas prácticamente vacías, algo que parece ser el resultado de las destrucciones en el subsuelo que afectaron a ambas. La disposición en el área estricta de Altar/presbiterio tampoco permitiría pensar en grandes totales hacia los extremos. Tal vez, que las dos capillas fuesen hasta el siglo XVIII accesos al templo, no motivó su utilización como lugar para enterramientos. El tramo 2 (B.2., nave, C.2.) cuenta con unos datos parciales para la capilla B.2., e inexistentes, por falta de excavación, para C.2. A pesar de ello, la nave es elocuente en su acumulación intensa y similar hacia ellas, disponiéndose además un relativo hueco central. En todo caso, es interesante ver el empeño que se puso en adquirir uno de los sectores más prestigiosos, y consecuentemente más costoso. Pudiera tratarse de un reflejo aclarador de que una parte considerable de los parroquianos de la Magdalena, entre los siglos XVI y XIX, invertían buena
Figura 10. Análisis Densidad kernel: inhumaciones.
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Sesión 4 parte de sus medios para afrontar su entierro. No hay que desestimar el papel de las cofradías desde la Edad Media al Antiguo Régimen. Estas entidades asociativas, entre otras tareas, velaban por asegurar un sepelio digno a sus miembros, mediante el apoyo económico necesario, que no era poco (Tello, 2013, p. 75). En la parroquia de nuestro interés, el año 1771, estaban activas las de Santo Tomás Canturianense, Santa María Madre, Santa María Magdalena, Del Rosario, San Lucas y San Mateo, así como la de la Virgen de Nieva11. Las dos últimas coinciden precisamente con las advocaciones que por entonces tenían B.2. y C.2. El tramo 3 (B.3., nave y C.3.), con las dos capillas completamente excavadas en la Fase de inhumaciones recientes, repite la tendencia centrífuga pero acrecentada sobremanera hacia C.3. Ya hemos comentado con anterioridad que la fama milagrosa de San Mamés, a partir de finales del XVII (Moreno, 1694, pp. 249-252), atrajo un interés particular de devoción popular por la iglesia de la Magdalena. También la existencia de una cofradía de la Virgen del Rosario pudo tener su trascendencia a la hora de aproximarse a esa capilla. La baja densidad hacia B.3. resulta más compleja de explicar. La gran cripta allí presente debió ser privativa durante la Baja Edad Media de la familia Paternoy, para después pasar al marquesado de Artasona (De la Sala, 1933, p. 188). La devoción a Santo Tomás de Canterbury, en principio durante la Edad Media, parece ser que se vinculó a una importante comunidad de inmigrantes ingleses (Campo, 2001-2002, pp. 125-126).
5.1. Orientación de los cuerpos De acuerdo con la liturgia católica recopilada a partir de 1614 en el Rituale romanum de Pablo V12 la orientación de la inhumación en la nave (salvo para presbíteros) depende de la posición de los pies en relación al Altar Mayor. En el caso de capillas y oratorios sería lo mismo, pero enfocada desde el lugar de la tumba hacia esos otros altares. El resultado de la alineación de las extremidades inferiores arroja: Hacia el sureste 173 (52.9%); hacia el noroeste 136 (41.6 %); hacia el noreste 5 (1.5%), hacia el suroeste 8 (2.4%). Como complejas consideramos 5 (1.5%). El templo mudéjar de Santa María Magdalena tenía el Altar Mayor en el sureste. Entre 1727 y 1730, se invirtió al noroeste. Podría concluirse que aquellos cuerpos que dispongan sus pies hacia el sureste, deberían ser anteriores a la reforma, y, al contrario, posteriores a ésta. Analizados numerosos ejemplos de inhumaciones superpuestas en una misma fosa de la nave, el resultado, en todos los casos es que el orden de orientación del depósito arqueológico es incompatible con el que cabría esperar atendiendo a la inversión de los altares mayores. Igual ocurre si lo comparamos con el que se puede deducir de los elementos muebles que acompañan a algunas inhumaciones. Únicamente podemos plantear que, en el conjunto de la nave, hay una tendencia preferente a
depositar los cuerpos orientados hacia el antiguo ábside (52.9%), frente a su contraria (41.6%). Tal hecho no responde sólo a una evolución cronológica, existen otros condicionantes que actualmente se nos escapan. Las minorías hacia el noreste (1.5%) y suroeste (2.4%) se explican por hallarse todas dentro de las capillas. Como antes apuntamos al respecto del Rituale romanun, los focos de atención allí pasan a ser los altares particulares de cada una. El 1.5% definido como complejo, agrupa aquellas que, por su estado alterado o residual, es aventurado decantarse por una de las opciones anteriores.
6. CAL Y SAL Las unidades estratigráficas que colmatan las fosas de inhumación, cuentan siempre con una abundante presencia de restos de cal. En ese contexto general, hemos diferenciado aquellas en las que destaca sobremanera su concentración, llegando a representar el 11.31%. El uso de la cal viva como producto profiláctico es conocido desde la protohistoria. Más cercano y concreto para nuestro interés es el testimonio, a principios del XIX, de dos regidores del Ayuntamiento de Zaragoza, que ante los hedores que procedían de la iglesia de San Pablo, insistían en la necesidad de echar capazos de cal sobre los difuntos13. Sirva como ejemplo la inhumación 46 (Fig. 11). A la hora de esparcirla sobre los cuerpos, parecían haber tenido un papel destacado un conjunto de platos de cerámica vidriada, que estaban por doquier entre los niveles de la necrópolis. Algunos de ellos tienen en su interior corpúsculos blanquecinos. Los platos se conservan muchas veces completos y claramente están asociados a las tumbas (Figs. 12 a 14), como en la 49, donde antes de colocar al difunto y su ataúd desaparecido, se dejaron sobre el fondo de la fosa cuatro ejemplares. En este caso, presentan vidriado estannífero completo, así como una decoración sencilla de banda en color azul o verde sobre el borde. En otras ocasiones, también muestran números o inscripciones en azul, bien bajo el exterior del ala, bien sobre el fondo interno o externo. Se trata de producciones de los alfares de Muel, fechadas tradicionalmente entre finales del siglo XIX y principios del XX (Almagro & Lluviá, 1952, pp. 27, Lám. LXXVI), aunque habría que replantear su
Figura 11. Inhumación 46 cubierta de cal.
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producción desde, al menos, la primera mitad del siglo XIX, dado que precisamente ese es el periodo final de los enterramientos en la Magdalena. Además de esa revisión cronológica, cabría reinterpretar la función que en principio consideramos a estas cerámicas como útiles para el esparcimiento de cal. Algunos rituales populares peninsulares vinculados a la muerte desde el siglo XVI hasta inicios del siglo XX no han dejado
rastro documental ni testimonio escrito. Entre ellos se encuentra la costumbre de colocar sobre el pecho del difunto (o en sus proximidades) platos con sal (Cruz, 2008, p. 11) (Cruz, 2010-2012, p. 562 y 568). El objetivo era evitar que los cuerpos se inflamasen mientras se encontraban en la iglesia en las honras fúnebres. Luego se dejaban allí […] donde llegó a haber grandes cantidades, abandonados (González-Hontoria, 1991, p. 50). La aproximación etnográfica nos permite explicar este fenómeno arqueológico repetitivo y coincidente en cronología por toda la Península ibérica. Muy próximo es el caso de la iglesia de San Pablo de Zaragoza, donde se hallaron un conjunto de platos y escudillas, procedentes como en la Magdalena de las inhumaciones del templo. Se señaló igualmente que contenían sal y que su objeto era retrasar la descomposición de los cadáveres al colocarlos sobre el vientre (Álvaro, 1974, p. 101). Estas tradiciones populares habrían pasado definitivamente al olvido colectivo. Los estamentos sociales de las élites civiles y religiosas de aquellos años no consideraron oportuno dejar constancia escrita de ello, al juzgarlos con desdén, como cosas propias de la superstición de las clases bajas. A pesar de ello, quedó un ruido de fondo: cuando realizamos la excavación se nos indicó que existía un pozo cercano a la actual puerta de acceso, y que allí se arrojaron infinidad de platos. De acuerdo con este relato, éstos recipientes procedían de las ceremonias de bautismo. Nunca se ha encontrado ese pozo, aunque parece que sí los platos.
7. LOS OSARIOS. DISTRIBUCIÓN CUANTITATIVA Y ANÁLISIS ESPACIAL
Figuras 12 a 14. Inhumación 49 bajo la que se depositó un conjunto de 4 platos.
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Dentro de esta categoría funeraria, hemos podido observar que en la zona de altar/presbiterio y primer tramo de la nave suman un total de 18, en el segundo tramo 34 y en el antiguo ábside 23, así como 2 en la capilla C.3, de manera que el dominio de los osarios está claramente basculado hacia la mitad suroriental del templo. Otro análisis espacial, como el realizado antes con las inhumaciones, se muestra en la Figura 15. El conjunto altar/presbiterio y primer tramo de la nave, frente a lo visto en la Figura 12, son áreas casi vacías. Los que hay, primordialmente se sitúan en el lado de la epístola y junto a la Capilla B.2. En el tercer tramo repiten (como las inhumaciones) una acumulación masiva en el lado de la epístola, aunque siendo también importante la del evangelio, donde suponen un contrapeso a la menor densidad de inhumaciones conservadas. Lo mismo se puede decir del entorno del antiguo ábside, con tres puntos destacados: dos frente a los pequeños altares laterales (hoy de San Antonio en el evangelio y Virgen de la Dolorosa, en la epístola) y uno central. El resultado es una distribución que complementa la visión de la necrópolis: así, podemos plantear la hipótesis de que las áreas más costosas, próximas al altar, contaban con un trabajo más meticuloso por parte de los enterradores. Algo también exigido por quienes adquirían sus derechos y por las autoridades eclesiásticas.
Sesión 4
Figura 15. Análisis de Densidad kernel: osarios. En su tarea, cada vez que una fosa era reutilizada, desalojaban casi al completo los restos anteriores y los desplazaban a otros lugares menos prestigiosos, para acomodar perfectamente al nuevo ocupante. Conforme la misma acción se desarrollaba hacia los pies del templo, esos requerimientos disminuían en intensidad y se prefería cada vez más agrupar los huesos en osarios compactos que quedaban dentro de la misma fosa, produciéndose una acumulación y mezcla con los cuerpos en conexión anatómica. El antiguo altar (pies de la iglesia reformada a principios del XVIII), pasa a ser un fondo de saco donde, además de enterrarse quienes disponían de ciertos medios económicos (menores comparativamente con otros), se produce el depósito de multitud de osarios. Respecto a nuestra observación sobre la existencia de un patrón de inhumaciones en la nave, en el que se priorizan los lados frente al área central, estos pequeños carnerarios lo van a reforzar. Ellos (al menos en la mitad suroriental del templo) rellenan los vacíos, síntoma de que no eran los lugares de entierro más deseado. Para aproximarnos a la extensión de la superficie de estos depósitos hemos calculado su área en planta. El osario más pequeño es el 71 (0.09 m2) y el más grande el 72 con 2.79 m2. Este último es un caso particular, puesto que podría considerarse más como un depósito general. Frente a los demás, posee una gran extensión y potencia (0.4 m de media). Se encontraba en el antiguo ábside, próximo al actual altar de San Antonio, justo por encima de las inhumaciones conservadas. Se trata de una gran fosa que sirvió para acumular en su interior una ingente cantidad de huesos humanos procedentes de alguna “limpieza” de tumbas anteriores a la primera mitad del siglo XIX. Si separamos su valor del resto, para evitar la distorsión por exceso, podemos concluir que los osarios ocupan un espacio de hasta 1 m2 como máximo. Los encontramos acompañando bien a las inhumaciones en sus fosas, bien rellenando espacios premeditadamente concebidos para tal tarea. La colocación de los restos puede ser caótica o, por el contrario, se observa un interés por ordenarlos, muy del gusto barroco. El osario 7 (Fig. 16) dispone varios cráneos en el perímetro de la fosa,
Figuras 16 y 17. Osarios 7 y 24.
rodeando al último enterrado. Se completa la composición con huesos largos de extremidades a modo de marco. El mismo límite de encuadre se observa en el 24, a base de fémures, tibias y peronés (Fig. 17), en cuyo interior se guardaron hasta los recién comentados platos para sal. Otro patrón repetitivo fue mantener principalmente cráneos y huesos largos, dejando los primeros apoyados sobre su base y los segundos en paquetes paralelos.
8. LAS CISTERNAS EN EL TEMPLO Además de la Fase de la necrópolis de inhumación reciente, cuyo contenedor natural era la tierra bajo la iglesia, se han ido identificando otras estructuras construidas que sirvieron también para el mismo fin. Son las criptas, también denominadas cisternas en la documentación histórica. Las más habituales en la Magdalena se muestran como unos espacios de planta rectangular, primero excavados en el subsuelo y después acondicionados mediante trabajo de albañilería, de manera que poseían unas paredes y una cubierta abovedada de ladrillo macizo. Sobre ella, se dejaba un vano pequeño de acceso, que servía para introducir los ataúdes, inclinándolos desde el nivel de suelo de la iglesia. Una vez en su interior eran depositados en el fondo.
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Figura 19. Capilla C.2. y solería (siglo XV).
Figura 18. Planta de la situación de las criptas de la iglesia de Santa María Magdalena.
Una evolución más elaborada y más reciente cronológicamente es la Cripta principal bajo el Coro. Su carácter subterráneo se mantiene, pero los difuntos serán colocados en nichos, construidos simétricamente en dos de las paredes. El acceso se realizaba mediante una galería con escalera que comienza delante del altar. Cripta de la sacristía (Fig. 18): fue excavada al completo en intervenciones arqueológicas anteriores a la presente (Delgado, 2007, p. sin paginar). Sus dimensiones en planta eran de 3 por 2.75 m. Las paredes y fondo están hechos con ladrillo macizo, trabado con mortero de cal y yeso. Cripta Capilla C.1. (Fig. 18): de acuerdo con los criterios previos a la excavación, no se ha realizado más que la constatación de su existencia y su plasmación en plano. En lo visible, su contorno fue excavado a mano de forma irregular, destruyendo parcialmente un muro de época romana. Los laterales del hueco se rellenaron con mortero de cal/yeso, cantos rodados, alabastros, y fragmentos de ladrillos macizos, hasta generar una primera capa interior regularizada. Hacia dentro de ésta, pegada, se hizo una pared de ladrillos colocados a soga, enluciéndose cuidadosamente. Carecemos de datos sobre cubierta y fondo. Su destrucción y colmatación pueden llevarse la segunda mitad del siglo XVIII o a inicios del XIX. Respecto a su origen, como veremos a continuación, su técnica corresponde perfectamente con las de otras capillas, lo que nos llevaría a plantear su construcción entre los siglos XIV y XV. El interior mide en planta 2.19 por 1.78 m, siendo el grosor de sus paredes de en torno a 0.4 m. Cripta Capilla C.2. (Fig. 18): sólo se ha excavado parcialmente. En principio ocupaba toda la anchura de la misma, habiéndose apoyado sus lados cortos sobre la cimentación de los contrafuertes. Sobre ellos también se acomodaron los extremos de su cubierta abovedada,
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conseguida mediante una rosca de ladrillos macizos colocados en plano. Por encima se cubrió con tierra hasta nivelar la base de una solería, de la que se han conservado algunos azulejos vidriados y alfardones muy similares a otros del Palacio de la Aljafería de Zaragoza, fechados a finales del siglo XV (Álvaro, 2002, pp. Vol II, 149) (Fig. 19). Este paralelo permite establecer una referencia ante quem, aplicable a las demás criptas realizadas con su misma técnica constructiva. Dado que la iglesia se eleva en la primera mitad del XIV, sólo quedan estas dos centurias para fechar la fase original de las cisternas, en principio destinadas al uso de las élites sociales. Entre el XVII y XVIII se construyó un tabique divisorio perpendicular, quedando la mitad con la cubierta original y una boca de acceso superior. La otra parte perdió la bóveda, siendo colmatada y reutilizada para inhumaciones individuales (que tampoco han sido excavadas). Durante la segunda mitad del XIX todo el conjunto fue amortizado con escombros. El interior mide en planta 4.65 por 2.15 m. Cripta Capilla C.3. (Fig. 18): excavada al completo en la presente intervención (Fig. 20). Es de planta rectangular y ocupa la mitad noroccidental de la capilla. La técnica constructiva es similar a las dos anteriores, aunque con la variante de que los lados largos están reforzados con dos líneas de ladrillo macizo. Éste aparece trabado con mortero y colocado bien a soga, bien a soga y tizón. El interior presenta un escalón hacia el noroeste y el fondo cubierto también de ladrillos. Si bien algunas de sus características apuntan a su origen entre los siglos XIV y XV, el depósito de enterramiento más antiguo que encontramos (nº 327) pertenece a un presbítero, reconocible gracias a su ajuar con dos vinajeras de vidrio soplado (Fig. 9), fechables a finales del XV o durante el XVI. El lugar fue reaprovechado para enterrar al menos una vez más. Después, su alzado y cubierta fueron destruidos por inhumaciones de los siglos XVIII y XIX. El interior mide en planta 2.06 de longitud, por entre 0.85 y 0.72 m de anchura, en cada uno de sus extremos cortos. Cripta en el actual acceso (Figs. 4 y 18): de nuevo, sólo se ha podido constatar su existencia. Las medidas externas en planta de esta cisterna corresponden con
Sesión 4 un cuadrado de 2.50 m. Se emplaza justo al interior del acceso principal abierto a partir de 1727-1730 y cuya portada se finalizaba en 1758 (De la Sala, 1933, pp. 178180). A pesar de las limitaciones, hemos podido observar el exterior por su lado corto noroccidental (Fig. 4) y parte de su interior, a través de una boca de acceso cenital. En el arco de su bóveda, los ladrillos se colocaron de canto, a diferencia de los dispuestos en plano de las otras criptas. Considerando las fechas de la nueva portada y estas características técnicas, sería obra de primera mitad del siglo XVIII. Por dentro apareció colmatada, destacando la presencia de numerosos fragmentos de caliza negra tallada de Calatorao. Entre ellos, se reconocen partes de columnas, así como un pie abalaustrado y un gran recipiente de escasa profundidad, decorado con gallones avenerados. Estas piedras fracturadas podrían corresponder con las arrancadas de la portada durante la
restauración de 1964 (Aguerri & Aguerri, 2015, p. 14.2), así como con una pila (poco conocida) de agua bendita, también retirada y abandonada por esas mismas fechas. Cripta Capilla B.3. (Figs. 18 y 21): ocupa algo más de la mitad de la anchura de la capilla, apoyándose dos de sus lados contra los cimientos del templo. Tiene forma rectangular en planta, midiendo su exterior 3.58 por 2.58 m. Se cubre mediante bóveda de ladrillos, colocados en plano. El intradós conservaba parcialmente un enlucido de mortero de cal/yeso con huellas de tablonadas, así como una inscripción incisa sobre la pared noreste, con la fecha 180[…] que deber corresponde con la última reforma antes de su abandono. Tiene acceso mediante una boca cuadrada de 0.6 m, rodeada por un brocal hecho con piedras calizas. Las paredes, obradas también con ladrillo, no están enlucidas. Los niveles que cubrían el conjunto se fecha en el siglo XVIII, estableciendo así un término ante quem para la cisterna. De la parte interna fue retirado el escombro acumulado durante la segunda mitad del siglo XIX y buena parte del XX, pues el hueco sirvió repetidamente de basurero. Al fondo, ha quedado todo el nivel de inhumaciones sin alterar. Cripta Capilla B.1. (Fig. 18): la realización de los Sondeos 1 y 2 ha permitido alcanzar hasta su nivel de fondo (Cota 199.13 m) en el que comenzaban a aparecer algunas de las inhumaciones de su interior, sin que éstas fuesen excavadas en nuestra intervención. La cisterna
Figura 20. Cripta en Capilla C.3.
Figura 21. Exterior de la cripta en B.3.
Figuras 22. Restos de la cripta B.1.
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ocupa la mitad sureste de la capilla, apoyándose uno de sus lados cortos contra la cimentación del primer contrafuerte, que a la par, sirvió como pared. Los lados largos se orientan perpendicularmente, dirigiéndose hacia la base de la actual torre. El restante lateral corto cierra su delimitación, generándose así una planta rectangular de 2.80 por 2.62 m por el interior. Sospechamos que la cripta original debe extenderse más allá de este muro corto, que pudiera ser un tabique divisorio como el visto en C.2. El único testimonio de la cubierta es un relieve de mortero de cal/yeso con forma de arco (Fig. 22) en el extremo sureste. Su desarrollo sería una bóveda hecha con ladrillos macizos colocados en plano, como en los casos de las capillas C.2. y B.3. El resto lo constituyen muros delgados del mismo ladrillo, dispuestos a soga y trabado con mortero, que se levantaron al interior de la fosa original. Ésta destruyó buena parte de los restos de época romana, incluidos los del Decumano bajo la actual Calle Mayor. Proponemos la construcción de la cripta a lo largo de los siglos XIV o XV. El abandono está constituido por la UE 1001 del Sondeo 1. Se trata de un nivel de acumulación de escombros y tierras muy sueltas, que se asentaron poco a poco, generando ya desde la superficie un rehundimiento que marcaba la forma de la cripta. En el depósito se encontraron interesantes y numerosos elementos cerámicos de los siglos XVI y XVII. Tales aportes habría que relacionarlos con las obras (1670-1671) de reforma y ampliación barroca de la torre (Senac, 1985), que a nivel de subsuelo, necesitaban de una mayor solidez, sin el hueco de la cripta. Por último, sólo se ha podido constatar la presencia de dos criptas más (Fig. 18), en las inmediaciones de la cimentación del actual Retablo Mayor. Una es anterior a él y la otra contemporánea.
9. CRIPTA PRINCIPAL Entre los objetivos fijados para la presente intervención, estaba la excavación arqueológica de la cripta que alojaba la sala de calderas subterránea, así como la estructura del depósito de gasoil adyacente (Aguerri & Aguerri, 2015, p. 32). Los elementos que generaban la calefacción del templo, debieron ser instalados a mediados del siglo pasado y enmascaraban las proporciones, así como la estructura, de la estancia subterránea en la que se alojaban. Tras el desalojo de maquinaria, tabiques y escombros, se pudo comprobar la existencia de una gran sala (Fig. 18), en cuyos laterales noreste y suroeste se disponían baterías de nichos funerarios en cuatro alturas (Fig. 23). La pared noroccidental debió disponer de una hornacina (tapiada) y un pequeño altar inferior. Presenta una cubierta abovedada de arco rebajado, desarrollada en un eje noroeste-sureste. En el mismo sentido, dos fuertes arcos gemelos sobre pilastras refuerzan su zona más elevada, a la par que sirven como transmisores de cargas entre la base del Retablo Mayor y la pared de la parte subterránea de la Calle del Órgano. Quedó también despejado su sistema de acceso original, hecho mediante una galería escalonada, que procede del suelo del altar
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Figura 23. Batería de nichos, lado NE. y pasa por debajo del Retablo Mayor. Tal situación, permite deducir que su construcción corresponde con la misma obra y por lo tanto debe ser fechada a mediados del siglo XVIII. La finalización de su uso funerario, como en el resto del templo, se establece a partir del año 1834. La sala central mide 5.30 por 4.75 m. Desde el trasdós superior de la bóveda (cota 202.57 m) hasta el suelo hay un desnivel de 3.77 m. Los nichos tienen una profundidad de 2 metros. Toda la obra está hecha con ladrillo macizo, cantos rodados y mortero de cal/yeso. No hemos podido hallar documentación publicada que pudiese auxiliarnos a la hora de estimar la fecha de construcción o su concreto destino funerario, pero es seguro que debe figurar entre la conservada en el Archivo del Arzobispado de Zaragoza. En todo caso, sería razonable considerar su función como carnerario del Capítulo de religiosos de la parroquial de Santa María Magdalena, así como de otras personas vinculadas a las élites de su vecindario. Se han hallado 56 nichos construidos. De ellos, 14 fueron destruidos durante las obras de calefacción de mediados de los años 50 del siglo pasado. A su vez, otros 3 fueron contaminados por asbesto. Durante la presente intervención se han excavado 39, y en su interior había 47 cuerpos. Éstos aparecen dentro de ataúdes, siempre en posición de decúbito supino, con los pies hacia el fondo y la cabeza hacia la boca de acceso. Hay testimonios de reutilización. Todos los hallazgos vinculados a los depósitos funerarios se fechan entre el siglo XVIII y la primera mitad del XIX. La batería de nichos suroeste entregó claros ejemplos de vestimenta religiosa, entre la que había alzacuellos de cuero. A ellos, se suma un bonete de cuatro picos. En la pared contraria apenas hay testimonios de este tipo. Podemos deducir que, preferentemente, los clérigos vinculados a la parroquia fueron depositados al suroeste. Se han observado al menos tres tipos de ataúdes, según el tipo de cubierta: planos, de sección trapezoidal y a doble vertiente. La caja podía ser rectangular o algo estrechada hacia uno de sus extremos. Contaban con asas de cuerda trenzada y con cierres o bisagras de hierro forjado. Algunos de ellos estaban forrados al exterior con telas, clavadas a la
Sesión 4 madera mediante tachuelas de bronce o clavos de hierro. Dentro de ellos y sobre los difuntos, se dispusieron sudarios o mortajas, decorados mediante cintas, en cuyo tejido se utilizan hilos de cobre. Estas tiras aparecían cosidas como ribetes, a la par que podían ser dispuestas como diagonales y como cruces sueltas.
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El fin de las inhumaciones en las parroquias de Zaragoza no fue totalmente efectivo hasta casi rematar el reinado de Fernando VII. En 1832 un Real acuerdo de la Audiencia de Aragón prohibía el entierro en todas las iglesias de este reino. En su capital, el cementerio de Torrero por fin estaba en funcionamiento en 1834. Los periodos absolutistas fernandinos habían hecho bandera por el mantenimiento de los privilegios eclesiásticos referentes a los cementerios dentro de los templos (Betrán, 2015b, pp. 149-170). En ese contexto se explicarían bien dos de los elementos arqueológicos documentados: por un lado, el entierro de un Voluntario Realista en la Capilla C.3, y por otro el hallazgo de una gran lápida fechada en 1830. Cuando comenzamos la excavación, nos fueron mostrados varios fragmentos inconexos de ella que se conservaban en la sacristía. No había noticia alguna sobre el momento de su hallazgo ni su origen. El 25 de enero de 2017, mientras se trabajaba en el acondicionamiento del sótano bajo la sacristía y la portada tapiada hacia la Calle Martín Carrillo, dentro de un pozo excavado, aparecieron más trozos que encajaban con los anteriores. Frente a esta reivindicación (claramente crepuscular) de la permanencia de las tumbas intramuros en el templo, los entonces responsables eclesiásticos y civiles respondieron con una destrucción concienzuda y su ocultación14, poniendo así el colofón efectivo y simbólico a la tradición secular.
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Sesión 4 NOTAS ACLARATORIAS 1 _ Queda clara su intervención en el intercambio de retablos entre la capilla B.1. y B.3. Según el informe de 1952 de los hermanos Albareda, el retablo de SantoTomás Canturianense se define como “mediocre”, y se insiste: […] debe desaparecer y quizá fuese aprovechable la capilla para colocar el retablo de Forment, o sea, el del Santo Cristo. Ficha B.1 en (Aguerri & Aguerri, 2015, p. sin paginar). 2 _ Pieza nº inventario 16/103/1870. 3 _ También se localizó un osario al otro lado de la C/ Martín Carrillo, del que se desconoce su cronología (Casabona & Delgado, 1991, p. 338). Posiblemente se trata del fosar de feligresía de la Magdalena. 4 _ El abogado Juan Francisco Larripa y Marraco, debió ser enterrado el 25 de octubre de 1794 en la parte del altar, en el lado de la epístola (Latassa & Gómez, 1886, p. 49). 5 _ Julián de Yarza y Ceballos, arquitecto del actual altar mayor y portada principal de la Magdalena, fue enterrado en 1785 al pie de la grada del presbiterio (De la Sala, 1933, p. 182), por lo que alguno de los cuerpos de la Fila E, pudiera corresponderle. 6 _ Que no corresponde con la actual de la Inmaculada. 7 _ A falta del último dígito por la desaparición de parte del mortero enlucido, sólo cabe que esté entre 1800 y 1809. 8 _ Patronato de la capilla del Cristo en la parroquia de María Magdalena (Zaragoza) otorgado a Félix de Salabert y Aguerri, marqués de Valdeolmos y de la Torrecilla. Archivo histórico de la nobleza, Marquesado de la Torrecilla, Sig. TORRECILLA,C.1,D.2, 1729-01-16, Zaragoza. Acceso en línea en http://pares.mcu.es (04/01/2019). Carta del vicario, lumineros, hospitaleros y ciudadanos de la capilla del Cristo en la parroquia de María Magdalena (Zaragoza) comunicando a Félix de Salabert y Aguerri, marqués de Valdeolmos y de la Torrecilla, la concesión del patronato sobre dicha fundación piadosa. Archivo histórico de la nobleza, Marquesado de la Torrecilla, Sig. TORRECILLA,C.1,D.3, 1729-06-07, Zaragoza. Acceso en línea en http://pares.mcu.es (04/01/2019). 9 _ También, sobre su situación en la iglesia, la Carta de concesión expresada en el primer documento de la nota anterior, señala: […] capilla de el Sto Christo que existe dentro de la Yglesia de la Parrochia, al lado del Evangelio en el Presbiterio deella, que confronta con la Capilla de Sn Matheo Apostol, con la torre y con el pavimento de dicha Yglesia […] 10 _ Por medio de la herramienta Densidad kernel del software del Sistema de Información Geográfica ArcGis. 11 _ Estado de las cofradías, hermandades y congregaciones correspondientes a la ciudad de Zaragoza junto con los pueblos de su jurisdicción. Archivo Histórico Nacional, Consejos, Sig. CONSEJOS,7105, Exp.64, N.1. Consejo de Castilla (España). Acceso en línea en http://pares.mcu.es (04/01/2019). 12 _ Corpora defunctorum in Ecclesia ponenda sunt pedibus versus Altare majus; vel si conduntur in Oratoriis, aut Capellis, ponantur cum pedibus versis ad illarum Altaria: quod etiam pro situ et loco fiat in sepulcro. Presbyteri vero habeant caput versus altare (Iglesia Católica;, 1853, p. 198) 13 _ Por ello, en el estado presente es preciso, que las sepulturas en S.n Pablo profundicen cinco palmos; cobijando o apisonando bien la tierra q.e cubra al cadáver, y a éste echarle un capazo de cal al ponerle la cubierta del ataúd, como se practicó en el año 1784, y algunos después, con motivo de las tercianas q.e entonces afligieron a esta ciudad, señaladam.te a la dicha Parroquia; en este importante uso se experimenta vastante descuido, y aun abandono, porque los Sepultureros escusan trabajo. (Betrán, 2015b, p. 124) 14 _ Es un bloque rectangular de caliza negra de Calatorao (longitud 1.2, anchura 0.77 y grosor 0.17 m). Una de sus caras anchas aparece trabajada y alisada, con marco simple inciso y con la siguiente inscripción en letras mayúsculas: D.O.M. ESTA SEPULTURA ES DE DOÑA MARÍA SIERRA Y DE SU HIJO DON ALEXANDRO ALBAREZ AÑO DE 1830
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Sesión 4
4.2. CABAÑAS DE EBRO, UN NUEVO CASO DE TORRE DEFENSIVA ANDALUSÍ DE SILLAR DE GRAN APAREJO EN EL ‘AMAL DE SARAQUSTA CABAÑAS DE EBRO, A NEW CASE OF ANDALUSIAN DEFENSIVE TOWER IN ASHLAR STONE IN THE DISTRICT OF SARAQUSTA José Ángel Asensio Esteban Instituto de Estudios Altoaragoneses Autor de contacto/Contact author: José Ángel Asensio Esteban, joseangelasensio@yahoo.es
RESUMEN El presente trabajo pretende demostrar que los vestigios de opus quadratum conservados junto a la plaza de España de Cabañas de Ebro (Zaragoza), considerados tradicionalmente como de factura romana, a partir de un nuevo análisis de las medidas del edificio y de la técnica constructiva en comparación con el conjunto de obras de sillar regular de gran aparejo del antiguo ‘amal de Zaragoza, deben ser identificados como el basamento de una torre defensiva andalusí de planta cuadrangular de época taifa (siglo XI). En función de esta cronología alternativa, proponemos que Cabañas de Ebro sería un pequeño asentamiento rural de tipo almunia o alquería, protegido por una torre tipo burŷ, perteneciente con toda probabilidad al distrito del ḥiṣn Alagūn (Alagón, Zaragoza), que caería en manos de los ejércitos de Alfonso I de Aragón y Pamplona en el contexto de la conquista de Saraqusta-Zaragoza en diciembre de 1118. PALABRAS CLAVE: Marca Superior de al-Andalus; Opus quadratum; Burŷ; Distrito de Saraqusta-Zaragoza; Alta Edad Media.
ABSTRACT This paper tries to demonstrate that the archaeological remains of monumental ashlar stone located by the plaza de España of Cabañas de Ebro (Zaragoza, Aragón, Spain), traditionally considered as a Roman work, according to its building techniques, metrology and ground plan, must be identified, instead, as the basement of an Andalusian (11th century) defensive tower or burŷ with quadrangular layout. According to this alternative chronology, we also propose that this tower was placed in the Andalusian rural village of Cabañas, which consequently existed yet at that time and probably belonged to the territory of the former ḥiṣn Alagūn (Alagón, Zaragoza) in the heart of the Upper March of al-Andalus, which fell down in hands of the Christian kingdom of Aragón-Pamplona in the context of the conquest of Saraqusta-Zaragoza (Saragossa) in December of the year 1118 AD. KEYWORDS: Upper March of al-Andalus; Opus quadratum; Defensive architecture; Burŷ; District of Saraqusta (Saragossa-Zaragoza); Upper Middle Ages.
“Dedicado a la memoria de José Antonio Mínguez Morales”
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Figura 1. Vista general desde el norte-noroeste de la cara noroccidental del conjunto de opus quadratum de la Plaza de EspaĂąa de CabaĂąas de Ebro.
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Sesión 4 1. INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS El presente trabajo propone una interpretación y una datación alternativas en relación a un conjunto arquitectónico construido en sillar de gran aparejo localizado en el casco urbano de Cabañas de Ebro (Ribera Alta del Ebro, Zaragoza), considerado hasta la fecha como un castellum romano relacionado con un hipotético muelle o puerto fluvial (Lostal, 1973, 117118; 1980, 106). Frente a esta identificación tradicional, proponemos considerar a estos restos, sin embargo, como el basamento de una torre defensiva andalusí tipo burŷ en función del análisis de sus medidas y sobre todo de su aparejo de opus quadratum, plenamente acorde con lo que conocemos de la sillería andalusí de la Marca Superior de al-Andalus (Fig. 1).
episodios especialmente intensos en los siglos XVIII y XIX (Ollero, 1996, 431-432; 2005, 35-37), de manera que durante la Antigüedad y la Edad Media el cauce del Ebro se ubicaría, seguramente, a cientos de metros de distancia del casco urbano de Cabañas. Ello permite, consecuentemente, descartar la existencia de un puerto fluvial romano en este punto que pudiera justificar, a su vez, la identificación de estos restos como los de una fortificación relacionada con dicha infraestructura.
Figura 3. Localización de los restos (dentro del círculo rojo) en la fotografía aérea del casco urbano de Cabañas de Ebro.
2. 2. Descripción y análisis formal de los restos: la planta Figura 2. Localización de Cabañas de Ebro en el cuadrante noreste de la península Ibérica. La estructura se localiza, concretamente, en el extremo occidental del casco urbano de Cabañas de Ebro (Figs. 2 y 3), al sur de un área pública ajardinada ubicada en la plaza de España de la localidad ribereña (Coordenadas ETRS89, huso UTM 30; X: 652.533,58; Y: 4.628.718,50). Los restos permanecen sin embargo parcialmente reutilizados como basamento de un sencillo edificio construido en ladrillo, de modo que tan solo la cara noroeste del monumento se halla hoy libre de edificaciones, abierta a la plaza y protegida por medio de un pretil de hormigón que permite conservar a la vista las hiladas inferiores de sillares localizadas a una cota por debajo del nivel de suelo actual.
2. METODOLOGÍA 2. 1. La dinámica del cauce del Ebro La identificación propuesta hasta ahora para estos vestigios estaba basada, creemos, en su localización junto al cauce del Ebro. No obstante, los estudios más recientes acerca de la dinámica fluvial de la Ribera Alta demuestran que el cauce en este tramo entre Alcalá y Cabañas fue desplazándose progresivamente hacia levante a causa de sucesivas grandes crecidas, con
En la actualidad, de la estructura de sillares se conservan exentas, total o parcialmente, tres de sus caras, de las que solo la orientada al noroeste se halla visible en su longitud completa de 5,20 m, mientras que de la fachada suroeste apenas se aprecian unos 2,60 m y de la noreste tan solo un breve tramo de unos 0,60 m. Aunque no resulta seguro, la existencia de varios bloques de piedra, al parecer in situ, integrados en la base de un muro moderno arrancando de dicha cara noreste permite pensar que esta estructura pudiera haber contado al este, además, con otro lienzo de dirección suroeste-noreste (Fig. 4). El conjunto presentaría aparentemente, por tanto, una planta cuadrangular con las esquinas orientadas, con notable precisión, hacia los puntos cardinales. Las caras noroeste y, previsiblemente, sureste contarían con una longitud de 5,20 m, mientras que los lados suroeste y noreste tendrían una medida por el momento desconocida. Por su parte, los posibles vestigios de muro de eje suroeste-noreste que arrancaría de la cara nororiental a unos 0,60 m de la esquina norte parecen sugerir que pudiera haber existido aquí una estructura anexa al núcleo principal. Así, en función de su supuesta planta y dimensiones aproximadas, proponemos identificar esta estructura como el basamento de sillares de una torre defensiva de planta cuadrangular a la que podría haberse adosado un recinto a levante.
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2. 3. Descripción y análisis formal: el aparejo de piedra sillar Los muros de piedra fueron elevados por medio de una fábrica monumental de sillar de gran aparejo cuyos bloques, que conforman un alzado ligeramente ataludado, se aparejaron en dos paramentos paralelos de los cuales el externo cuenta con alrededor de 0,50 m de anchura, si bien no puede apreciarse en la actualidad ni la amplitud del interno ni la naturaleza del relleno intermedio debido a que el antepecho fue rejuntado con cemento moderno. Los sillares fueron tallados en caliza terciaria y yeso alabastrino de origen local procedentes, seguramente, de las canteras de la margen izquierda del Ebro. De la cara noroccidental se conserva a la vista un total de siete hiladas aunque no es descartable que alguna otra permanezca todavía soterrada. De ellas, en el paramento externo subsisten solo cinco, que suponen una altura total de unos 2 m, a las que hay que sumar otras dos más en el interno, que alcanza un alzado de 2,60-2,70 m. El aparejo puede definirse como opus quadratum de gran módulo en el que los bloques, que conforman hiladas pseudoisódomas con tendeles que no resultan totalmente horizontales, se colocaron básicamente a soga, con alternancia de algunos tizones en algún caso a sardinel y llagas muy cercanas entre las hiladas como es propio de los aparejos andalusíes (Fig. 5). Otra particularidad de este aparejo es que la última hilada del paramento interno del muro noroeste cuenta con ocho bloques consecutivos, de unos 0,40 m de altura, asentados a tizón y a sardinel (Fig. 7) como resulta propio de la cantería omeya cordobesa al menos desde la segunda mitad del siglo VIII (Hernández, 1975, 129-132, lám. 126; Marfil, 2000, 137; León, 2008, 60-61; Murillo, 2009). Por otra parte, el alto grado de erosión de las piezas debido a la baja calidad de la piedra y el hecho de que las juntas fueran hace algunos años llagueadas y calzadas con cemento y ripios de ladrillos impiden apreciar con precisión tanto la terminación externa como las medidas exactas de los sillares (Fig. 5). Aun así, parece seguro que la mayoría se terminaron en sus caras externas con un alisado de golpes oblicuos de puntero o cincel, si bien uno de ellos, localizado en la segunda hilada visible del paramento externo de la cara noroeste, labrado en alabastro y asentado a tizón a sardinel, conserva las marcas de terminación exterior que dibujan un leve almohadillado rebajado a base de surcos oblicuos de cincel enmarcados por un listel perimetral liso de unos 4-5 cm de ancho (Fig. 6, izquierda). Otro bloque tallado en caliza, localizado en la esquina norte, presenta en este caso un almohadillado alisado prominente de unos 5 cm de resalte, enmarcado por un listel perimetral de unos 5 cm de anchura (Fig. 6, derecha). Respecto a las medidas de los sillares, hemos podido precisar que la segunda hilada visible presenta unos 0,53 m de alzado, mientras que el resto cuenta con una altura uniforme de unos 0,35-0,40 m. Por su parte, la longitud de las sogas llega en algunos casos a 1,10-1,20 m que
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equivaldrían a tres veces la altura de las hiladas superiores. Dicha medida de unos 0,35-0,40 m de altura, tradicional en la cantería cordobesa desde época califal (León, 2008, 70), se corresponde con el módulo mediano del opus quadratum andalusí del Alto Aragón (Asensio, 201112, 63-64; Arilla y Asensio, 2017, 62-63), equivalente a un palmipié (0,3928 m) (Jiménez, 2015, fig. 1), que encontramos en otras obras andalusíes del sector central del valle del Ebro como la torre de Bureta o la muralla de Padre Ubillos de Tudela. Por su parte, la hilada de 0,53 m de altura se relacionaría con el módulo grande de unos 0,50 m (Asensio, 2011-12, 62-63) equivalente, quizá, a un codo de siete palmos (0,55 m) (Jiménez, 2015, fig. 1).
Figura 4. Esquina norte de la estructura de opus quadratum de Cabañas de Ebro, con el posible arranque de muro perpendicular a la fachada noreste (enmarcado por la elipse en amarillo).
En otro orden de cosas, la segunda hilada visible del muro noroeste presenta un ligero retranqueo de unos 5 cm de anchura respecto a la inferior que permite pensar que esta estructura contaría en su base con una zarpa o banqueta escalonada destinada a proporcionar una mayor estabilidad a la cimentación, como es común en las fortificaciones andalusíes (Martínez Lillo, 1990). Desconocemos, sin embargo, cuál sería la naturaleza del crecimiento de los muros de este edificio de Cabañas, ya que en el centro de la Marca Superior es frecuente la utilización de fábricas mixtas que combinan un basamento de opus quadratum con alzados tanto de mampostería concertada encofrada (torre del Trovador, castillo de Doña Martina de Calatayud, torre de Caulor, castillo de Maluenda, murallas de Borja, primera fase de la muralla del castillo de Rueda de Jalón, torre oeste del castillo de Tamarite de Litera) como de tapial de tierra (muralla de Lérida, muralla de la Judería de Tudela, Torraza de Binaced, muralla oriental de Tamarite de Litera, torre de Blecua, castillo de Lanaja, castillo de Alguaire, Pilaret de Fraga).
Sesión 4
Figura 7. Secuencia de tizones a sardinel en la hilada superior del paramento interno del muro noroeste, de estilo típicamente omeya.
3. ESTUDIO DE LOS RESTOS EN SU CONTEXTO 3. 1. El aparejo de Cabañas de Ebro en el contexto del opus quadratum andalusí del ‘amal de Saraqusta
Figura 5. Esquina oeste. Aparejo del paramento externo de la cara noroeste, del que se aprecian cinco hiladas pesudoisódomas con bloques lisos terminados a puntero.
Figura 6. Sillares almohadillados del basamento de Cabañas: a la izquierda, tizón a sardinel con leve almohadillado alisado a cincel enmarcado por listel perimetral liso; a la derecha, sillar en la hilada inferior de la esquina norte con almohadillado prominente alisado delimitado por listel perimetral liso.
En función de las características formales descritas, consideramos a este aparejo de Cabañas de Ebro como plenamente acorde con la cantería andalusí de la Marca Superior, sobre la que hasta el momento tan solo se han publicado, sin embargo, trabajos parciales referentes a zonas concretas como los valles del Huecha y Queiles (Zueco, 2011), la Ribera de Tudela (Bienes, 2004; 2007; Pérez Omeñaca, 2003; 2005), el centro y sur de la provincia de Huesca (Asensio, 2011-12; Arilla y Asensio, 2017; Asensio, 2018) o el entorno de Lérida (Brufal, 2013, 72-76). Este opus quadratum andalusí del Ebro, que hasta donde sabemos no entronca con la tradición edilicia local de la Alta Edad Media preislámica, parece en su origen ligado a la iniciativa de los Omeyas y de los linajes árabes o muladíes que controlan la región desde época del Emirato (Quirós, 1998; León, 2008; Gurriarán, 2014, 265), por lo que hemos de pensar que sería introducido de la mano de especialistas foráneos que procederían, suponemos, del entorno cordobés. En el centro de la Marca Superior es posible que esta técnica constructiva comenzara ya a utilizarse, como en la capital del Emirato, desde finales el siglo VIII, ya que una tradición recogida en las fuentes árabes relata que la construcción de la mezquita aljama de Zaragoza sería inmediatamente posterior a la conquista (Souto, 1989, 392-393), lo que llevó a los excavadores de La Seo zaragozana a identificar como pertenecientes a este primer oratorio algunos sillares bien escuadrados de alabastro localizados en el subsuelo del transepto de la catedral (Hernández Vera, 2004, 69 y 77; Hernández Vera, Bienes y Casasús, 1997, 436, fig. 18; Hernández Vera, Cabañero y Bienes, 1998, 73)1. Carecemos sin embargo de dataciones fiables para la inmensa mayoría
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de las obras conocidas en esta región, ya que tan solo podemos aceptar una cronología probablemente califal para los pisos inferiores de la torre del Trovador de La Aljafería de Zaragoza (Cabañero et alii, 1998, 70), mientras que el resto de vestigios de opus quadratum del palacio (cubos de la muralla, pozo aljibe, alberca sur) datarían de mediados/tercer cuarto del siglo XI (Cabañero et alii, 1998, 70, 73-74). Por su parte, para el alminar de la aljama zaragozana, cuyo cuerpo central al menos estaría construido de piedra sillar, se baraja una datación califal (Almagro, 1993, 339) o bien taifa temprana de hacia 1020 (Hernández Vera, 2004, 81; Hernández Vera, Cabañero y Bienes, 1998, 81). Desde el punto de vista formal, el estilo mayoritario de opus quadratum en esta región central del Ebro, bastante heterogéneo no obstante, sería básicamente pseudoisódomo, con un predominio de bloques colocados a soga y tizón, una presencia frecuente de tizones a sardinel y llagas oblicuas que proporcionan en ocasiones un aspecto poligonal a los sillares2. Es usual la cercanía o incluso la coincidencia de las llagas entre hiladas y no son raros los engatillamientos e incluso los sillarejos de calzadura (torre del Trovador de La Aljafería, muralla de Padre Ubillos de Tudela). Las terminaciones de los bloques son fundamentalmente en liso (alminares de las aljamas de Zaragoza y Tudela, muralla de la Judería de Tudela, Zuda de Zaragoza, torres de Bureta, ¿Gañarul?, Ambel, Santa Cruz de Moncayo, Caulor, Pleitas, Maleján, Novallas, castillo de Rueda de Jalón, castillo de Doña Martina de Calatayud), aunque existen almohadillados de cierto resalte alisados a puntero con surcos paralelos o concéntricos con listel perimetral (Mareca, El Quez, Alberite de San Juan) y con mayor frecuencia almohadillados alisados muy leves enmarcados por listel perimetral liso o con surcos oblicuos de puntero o cincel (muralla Padre Ubillos de Tudela, Rada, Agón, torre del Trovador, Osera). Tampoco faltan casos en los que contemporáneamente coinciden en la misma obra diferentes tipos de terminación (Alberite de San Juan, torre del Trovador y cubos de la muralla de La Aljafería)3.
3. 2. Las medidas del edificio: una torre tipo burŷ La cara noroeste del edificio, la única susceptible de aportar una medida fiable, cuenta como vimos con 5,20 m de longitud, que podrían corresponder a 11 codos mā’mūnī de 0,4714 m prácticamente exactos. Esta medida coincide con la de numerosas torres andalusíes, tanto alminares, como los de las mezquitas mayores de Madinat al-Zahra (5,05-5,07 m de lado) (Hernández, 1975, 213; Pavón, 1976, 182), Zaragoza (5,15-5,20 m) (Almagro, 1993, 335) o Tudela (5,20 x 5,40 m) (Navas, Martínez, Cabañero y Lasa, 1995-96, 99), como fortificaciones, entre las que en la Marca Superior resulta muy común una horquilla que oscila entre los 5 y los 5,70 m lado (Asensio, 2011-12, 66-67; Arilla y Asensio, 2017, Tabla 1). Las medidas más próximas a las de Cabañas las encontramos, sin embargo, en las torres de las murallas de
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Lérida (5,20 m por 3 m de proyección) (Payà y Loriente, 1998, 198) y Huesca (5 m por 4 m de proyección) (Esco y Sénac, 1987) y en torres de La Iglesieta de Gabarda (5,40 m en la cara oeste y 5,10 m en la cara oriental), Cuarte (unos 5 m en el alzado de la cara oeste) (Asensio, 201112, 66), Àger (5,10 m por 2,20 y 2,85 m de proyección) (Fité y Masvidal, 2015, 213) o l’Algorfa (5,20 por 7 m).
4. LA TORRE DE CABAÑAS EN EL CONTEXTO DEL POBLAMIENTO ANDALUSÍ DE LA RIBERA ALTA Los datos de las fuentes escritas árabes, la toponimia y los vestigios arqueológicos permiten concluir que las torres rurales debieron constituir uno de los elementos más característicos del hábitat campesino del ‘amal de Saraqusta. En este sentido, basándonos en la premisa de que los restos de Cabañas corresponderían al basamento de una de ellas, hemos de suponer que su función sería la de proteger a los pobladores y haciendas de un asentamiento rural de tipo “almunia” o “alquería” dependiente, por su ubicación, del ḥiṣn Alagūn (Alagón, Zaragoza) mencionado por Ibn Hayyān en su relato de la campaña califal de 934-935 en la Marca Superior (AlMuqtabis V, 224; Viguera y Corriente, 1981, 270-271; Souto, 1992, 121). Dicho establecimiento campesino puede ser identificado con el Cabanyas (DERRVE nº 308, 30 de noviembre de 1141) o Cabanyas super Alagone (CDAG nº 34, mayo de 1216) (Cabañas de Ebro) presente en los diplomas desde el menos 1141, por lo que resulta razonable pensar que ya existiría en época andalusí4.
4. 1. Las fuentes escritas Aunque es bien conocida la parquedad de las fuentes escritas árabes referentes al poblamiento campesino de la Marca Superior y además el vocabulario empleado en los textos cristianos resulta notablemente simplista (Eritjà, 1993; Sénac, 2000, 252-254), parece seguro que durante los siglos XI y comienzos del XII, al menos en los entornos rurales dependientes de Zaragoza y Lérida, coexistirían tanto “almunias” habitadas por exaricos como “alquerías comunales” organizadas en aljamas (Ortega, 2010; Brufal, 2010, 354-355; Brufal, 2015), muchas de las cuales tendrían en común el estar dotadas de torres de defensa5.
4. 2. La toponimia También la toponimia parece reflejar la existencia de numerosas torres defensivas rurales en los distritos de Zaragoza, Tudela y Huesca a juzgar por la existencia de diversos nombres de lugar originados a partir de la raíz árabe burŷ localizados, mayoritariamente, en áreas de regadío (Fig. 8). Tal es el caso de la almunia de Alborge junto a Sástago (Zaragoza) (Contel, 1963-65, nº 12, 30 de marzo de 1165), de otro Alborge en los alrededores de Huesca (DM n.º 20 y 21, año 1104; CDCH n.º 179, junio de 1147) y de un tercero en la zona de Molinos y
Sesión 4 Lascasas (Huesca) (DERRVE nº 172, año 1128; DACH nº 516, 1244, mayo, 30; DMH n.º 70, 27 de marzo de 1299), de un Alborgi en las cercanías de Valtierra (Navarra) (DERRVE nº 421, enero de 1188), de un Burjaman en el término de Argavieso (Huesca) (CDCH nº 55, 5 de mayo de 1093; CDCH nº 344, enero de 1179; DM n.º 198, 1169-1186), de un Burjasut en Villanueva de Gállego (Zaragoza) (Contel, 1963-65, nº 8, 16 de febrero de 1162; Falcón, 1981, 155-156) y de Bujaraloz (Zaragoza) en la llanura de Monegros (DJIA nº 32, 30 de mayo de 1230, Burgeraloz; DJIA nº 169, 5 de febrero de 1264, Buriaralocii; DJIA nº 178, 20 de junio de 1264, Boriaraloz).
Saraqusta habría que situar a partir de la segunda mitad del siglo XI, dado que la presión de los tropas cristianas debía resultar ya muy patente en los años sesenta del siglo XI (Primera Crónica General, 815; Crónica del Cid, XXXIII), resultando especialmente intensa durante la década de los ochenta (Ibn al-Kardabūs, 48-50; Primera Crónica General, 886; CDSR nº 86; DERRVE nº 6; Crónica de Saint-Maixent, 148-149). La presencia permanente de los señores aragoneses en el entorno de Zaragoza se hace esperar, no obstante, hasta que en 1091-92 Sancho Ramírez funda la fortaleza de Supra Caesaraugusta en El Castellar (DERRVE nº 9; DERRVE nº 10; DERRVE nº 12; DML nº 135; CDSR nº 125; CDSR nº 127) y su sucesor Pedro I establece en 1101 la de Deus o vol (Juslibol) (CDPI nº 100) preparando el terreno para iniciar el asedio a la capital del Ebro que culminaría Alfonso I a finales de 1118 (Lacarra, 1947, 65-96; Lacarra, 1978, 65-75; Lema, 2008, 113-144).
5. CONCLUSIONES
Figura 8. Localización de los topónimos originados a partir del término árabe burŷ en los distritos de Tudela, Zaragoza y Huesca.
4. 3. Los datos de la arqueología: las burŷi en el ‘amal de Saraqusta También los estudios arqueológicos dedicados al poblamiento rural de al-Andalus consideran a las torres defensivas tipo burŷi como uno de los elementos más típicos de los asentamientos campesinos (Iglesias, 2019, 75-76), cuya construcción viene relacionándose con la protección de los mismos frente al avance de los ejércitos cristianos. La existencia de estas torres se documenta ya a finales del siglo XI en los valles del Ebro (Ortega, 2010), Henares (García-Soto y Ferrero, 2006) y Tajo (Pacheco, 2004), generalizándose a partir del siglo XIII en la vega valenciana (Bazzana y Guichard, 1978) o el valle del Guadalquivir (Sánchez, 1996; Martínez Castro, 2003). En la Marca Superior muchas de estas torres fueron construidas en sillar de gran aparejo en los entornos de Lérida (Brufal, 2010, 354-355; Brufal, 2013; Brufal, 2015), Tudela (Bienes, 2004; Bienes, 2007), Huesca (Asensio, 2011-12) o Zaragoza (Cantos y Giménez, 2004; Zueco, 2011)6, en un momento que en el ‘amal de
En función de lo expuesto, podemos concluir que los restos de un edificio de opus quadratum localizado en la plaza de España de Cabañas de Ebro pertenecerían al basamento de una torre andalusí tipo burŷ que protegería el asentamiento rural denominado Cabanyas, perteneciente al territorio del ḥiṣn Alagūn. Esta torre sería probablemente construida en época taifa (segunda mitad/finales del siglo XI), cuando las cabalgadas de los ejércitos cristianos y la presencia permanente y cercana de guarniciones aragonesas hicieran necesaria la protección de habitantes y bienes por medio de obras de fortificación de cierta entidad. La torre, proyectada en función del codo mā’mūnī y construida al menos en su basamento con un aparejo de gran módulo a soga y tizón típico de la región, tendría una planta cuadrangular con las esquinas orientadas a los puntos cardinales y unas dimensiones de 5,20 m de longitud en su cara noroeste y probablemente en la sureste por una medida desconocida en las fachadas noreste y suroeste. A esta torre pudo adosarse a levante alguna estructura o recinto complementario.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _ También se ha propuesto una cronología de mediados del siglo IX para la muralla de La Judería de Tudela (Pérez Omeñaca, 2002-03, 167). 2 _ Existen fortificaciones construidas con aparejos isódomos similares a los altoaragoneses, como las torres de Mareca, Novillas o Alberite de San Juan (Zueco, 2011; Cantos y Giménez, 2004) y al menos el castillo de Alcalá de Ebro elevado con aparejo a tizón y a sardinel de tipo omeya. 3 _ Sobre estas obras, vid.: Navas, Martínez, Cabañero y Lasa, 1995-96, 99-100; Bienes, 2004; 2007; Pérez Omeñaca, 2002-03, 167; 2005, 148-150; Cabañero et alii, 1998, 70-74; Almagro, 1993; Gerrard, 2003, 213-215; Zueco, 2011; Cantos y Giménez, 2004; Souto, 2005, 113-116. 4 _ Podemos identificar este Cabanyas con el actual Cabañas de Ebro por el contexto geográfico, dado que en el diploma Kaxal y Tota donan a la orden de San Juan de Jerusalén la heredad de Alagón que fue de Abubacar, la de Cabañas (Cabanyas) que fue Abenacit y la de Monzalbarba que fue de Abingos. Otro Cabañas (Capannas) ya desaparecido se localizaba junto a la desembocadura del Huecha (DERRVE nº 77) y un tercero, heredero de la qaryat Qabān[n]aš citada por al-Udri (Souto, 1992, 115, 119, 126, 134), en el santuario de Nuestra Señora de Cabañas en el Jalón medio. 5 _ En relación a Zaragoza (DAA, 93-95, p. 76-77): “De ella dependen grandes distritos, ciudades, castillos y aldeas (…). Todos estos distritos dominan incontables castillos, aldeas y torres (burūŷ)”. Respecto a Lérida (al-Himyari, 337-338): “la ciudad domina una inmensa llanura llamada Maskīkān, en la que hay granjas, cultivos y pastos en gran cantidad. Todas las granjas (qarya) sin excepción poseen un torreón (burŷ) o un refugio subterráneo en los que se atrincheran los colonos en caso de ataque enemigo”. Algunos autores han propuesto que la frecuente presencia de asentamientos denominados turre en los diplomas latinos de las tierras de Ebro reflejaría una abundancia de torres defensivas en el entorno de las medinas de la zona (Ubieto, 1987), aunque el hecho de que en los documentos referentes al entorno de Lérida este término turre se utilice indistintamente con los de quadra y almunia para referirse a un mismo elemento (Eritjá, 1998, 13) apunta a que convendría ser prudente al respecto. 6 _ Tras la conquista cristiana estas torres son, en algunos casos, el germen de complejos fortificados (¿Trasmoz?), monásticos (Ambel, Novillas, Tulebras, Avinganya) o palaciegos (Bureta, Gañarul, Mareca, Pleitas, La Ràpita, Novallas) o bien sus restos son aprovechados en construcciones domésticas (Maleján, Agón), agrícolas (El Quez, Pedriz, l’Algorfa) o ermitas (Urzante). Otras quedaron abandonadas y arruinadas en medio del campo (Caulor, Vilagrasseta) o en los cascos urbanos de las localidades donde se ubican (Santa Cruz de Moncayo).
362
Sesión 4
4.3. QANĀT(S) EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE HÍJAR (TERUEL) QANATS IN THE MUNICIPALITY OF HÍJAR (TERUEL)
Salvador Melguizo Aísa1, José Antonio Benavente Serrano2, Ana Carmen Diago Vinadé3, Carlos Mazo Pérez4 y José Luis Peña Monné4 Universidad de Zaragoza, Grupo de investigación PPVE
1
Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón
2
Arqueóloga
3
Universidad de Zaragoza
4
Autor de contacto/Contact author: Salvador Melguizo Aísa, smelguizo@gmail.com
RESUMEN Damos a conocer un conjunto de seis galerías drenantes o qanāt(s) con lumbreras, identificados en el actual término municipal de Híjar (Teruel). La mayoría se hallan en los interfluvios entre los ríos Aguasvivas, Martín y Arroyo del Regallo, a lo largo de vales menores. Su existencia, supone una ampliación notable de las áreas de regadío hacia tierras consideradas marginales por su aridez. Como hipótesis de trabajo, se propone su origen durante el periodo andalusí. PALABRAS CLAVE: Qanāt; Galería drenante; Sistemas de irrigación; Tierras semiáridas; Al-Ándalus.
ABSTRACT We present a set of six underground infiltration tunnels or qanats with vertical shafts, located in the municipality of Hijar (Teruel). Most of them are in the interfluve between Aguasvivas and Martín rivers and Regallo stream, along little dales. Their presence suppose a remarkable extension of the irrigated areas, previously considered marginal lands because of their aridity. As a working hypothesis, an Andulusian origin is proposed for these structures. KEYWORDS: Qanāt; Underground infiltration tunnel; Irrigation systems; Semi-arid lands; Al-Andalus.
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Figura 1. QanÄ t con lumbreras en el lateral suroccidental del sector de La Cultia, HĂjar (Teruel). Al fondo la Sierra de Arcos.
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Sesión 4 1. INTRODUCCIÓN Las prospecciones arqueológicas previas a la futura instalación de una planta fotovoltaica en el sector noroccidental del término municipal de Híjar (Teruel), nos han permitido constatar la existencia, en el interfluvio Aguasvivas-Martín, de un notable sistema de captación de aguas subterráneas mediante galerías drenantes o qanāt(s). Un par de ejemplos más han sido reconocidos, al sureste, esta vez en el interfluvio Martín-Arroyo del Ragallo (Fig. 2). La evidente y acelerada degradación de estos antiguos espacios hidráulicos (Barceló, 1989, p. XXXVII), nos ha llevado a exponer con urgencia su existencia y a describir mínimamente sus características morfológicas. El término qanāt se utiliza en Irán para designar a las galerías drenantes subterráneas. En ellas se obtiene agua del nivel freático del terreno y se lleva por gravedad hacia las tierras de cultivo. Las lumbreras son pozos de aireación que, además de facilitar la primera excavación del minado, permiten el mantenimiento periódico, mediante la evacuación hacia el exterior de materiales acumulados por la erosión. (Gast, 1997, p. 2868). El proceso comenzaba con la elección del punto en el que realizar un pozo madre, abierto hasta el nivel freático. A continuación, se realizaban los cálculos para establecer el punto de la bocamina o salida para el flujo de agua, desde donde se excavaba la galería o túnel hacia atrás, en dirección al pozo madre, con una suave pendiente no superior al 5%. A lo largo del trazado se abrían las lumbreras. Ya en el exterior, el agua discurría por una acequia de riego o bien se almacenaba en una alberca, desde donde se distribuía para el uso (Hermosilla, et al., 2008, pp. 18-20). Su dispersión geográfica abarca buena parte del mundo: los encontramos en regiones con climas áridos o semiáridos, desde zonas tan alejadas como Japón, el Oeste de China, Arabia, el Mediterráneo o América del Sur. En cada una de ellas reciben nombres diferentes, pero la denominación iraní ha sido tomada como referente internacional. Los trabajos de investigación histórica, etnográfica y arqueológica, desarrollados principalmente durante el siglo pasado, plantearon un modelo expansivo, difusionista a partir de un origen en el actual entorno sirio, armenio e iraní y cuya cronología fluctuaba a lo largo del primer milenio a.C. Por otro lado, también se ha propuesto una evolución policéntrica, en la que se constatan similares soluciones conseguidas en diferentes lugares y periodos (Semsar & Labbaf, 2017, pp. 7-10) (Charbonier & Hopper, 2018, pp. 5-7). En todo caso, parece asumido que para la Península ibérica, el principal impulso en su considerable implantación se produjo desde el inicio de la presencia musulmana, siendo muy limitada la difusión realizada durante el periodo romano (Barceló, et al., 1986, pp. 17-22). Pioneros e innovadores fueron los trabajos de investigación dirigidos por Miquel Barceló, con foco principal en Baleares y Cataluña, llegando a sistematizar los principios generales de la hidráulica andalusí (Barceló, et al., 1986) (Barceló, 1995) (Barceló, et al.,
1996). Los primeros estudios versaron sobre espacios concretos bien conservados y documentados a través de textos registrados durante la conquista feudal catalana. También se tuvo en cuenta su asociación con alquerías musulmanas cuyos topónimos remitían a grupos clánicos bereberes o árabes. Posteriormente, los análisis se han centrado en ámbitos regionales. Por otra parte, a partir de los trabajos realizados en Mallorca, Granada y Eivisa, se estableció una metodología propia de la arqueología hidráulica basada en la misma disciplina del paisaje, con el objetivo de conseguir una aproximación espacial a los ámbitos irrigados originales (Kirchner, 2010, pp. 129130).
2. EL CONTEXTO GEOLÓGICO E HIDROGEOLÓGICO Los sistemas de galerías drenantes se excavaron en las formaciones geológicas del Mioceno del sector central de la Depresión del Ebro y en los sedimentos superficiales que las recubren. La cuenca del Ebro es una fosa tectónica hundida como reajuste de la elevación de sus cordilleras alpinas marginales, Pirineos, Cordillera Ibérica y Cadena Costera Catalana. Su relleno se produjo en un ambiente endorreico; en sus márgenes, grandes abanicos aluviales extendían los materiales detríticos erosionados en las áreas montañosas, que pasaban hacia el centro de cuenca a formaciones evaporíticas, en ambientes de sebkjas de medios áridos (Riba, et al., 1983). Por esta circunstancia, las litologías predominantes en el área de estudio son los yesos junto con algunos niveles de calizas lacustres y canales dispersos de areniscas y conglomerados (“Complejo de Alcorisa-Híjar” de Anadón et al., 1981, citado en Riba, et al., 1983). Los yesos son principalmente de tipos pulverulento compacto, cristalino y masivo (alabastro), formando bancos muy resistentes. Estas litologías afloran ampliamente formando lomas de poca altitud separadas por valles de fondo plano (vales) donde los yesos quedan recubiertos por formaciones holocenas detríticas (limos yesíferos, fragmentos de yeso y de caliza sin rodar). Estos rellenos provienen principalmente de la erosión de los relieves alomados circundantes, aunque en algunas zonas también aparecen depósitos de gravas fluviales y conos aluviales. El espesor del relleno es variable, pudiendo alcanzar hasta cerca de 1 m. Mientras las galerías drenantes se abrieron en los materiales yesíferos, las partes más externas de las lumbreras perforan también la capa externa del relleno. Desde el punto de vista hidrogeológico interesa tener en cuenta que la región forma parte del Acuífero nº 58 “Mesozoico Ibérico de la Depresión del Ebro” en la “Zona Jalón-Aguasvivas” (I.G.M.E., 1981). Este acuífero se sitúa en las calizas mesozoicas plegadas existentes por debajo de las formaciones miocenas y aporta agua hacia los niveles superiores, de forma que se trata de un líquido de buena calidad y sin componente salinos, ya que su procedencia está en la Cordillera Ibérica (Sánchez, et al., 1999). A este aporte principal y de buena continuidad
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Figura 2. Situación de principales ejemplos de qanāt(s) con lumbreras en Aragón. Figura 3. Conjunto de ellos al noroeste de Híjar (Teruel), fase de expansión hasta mediados del siglo XX. Figura 4. Fase del proyecto de irrigación original.
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Sesión 4 temporal, se unen aguas que se recogen de las lluvias en los niveles de yeso y del relleno holoceno superficial, en este caso más escasas y con mayor aporte de sales.
3. QANĀT(S) CON LUMBRERAS EN HÍJAR (TERUEL) El principal de los testimonios está compuesto por cuatro conjuntos de captación y riego, dispuestos en continuidad a lo largo de 10 km. Se hallan al noreste de la Sierra de Arcos (Fig. 2), entre los ríos Aguasvivas y Martín, dentro de una amplia y suave llanura cuyo sistema de drenaje general discurre hacia oriente, a través de amplias vales. La escasez de agua en superficie es manifiesta, pero por debajo de ella, como acabamos de comentar, fluye un potente acuífero kárstico, procedente de la Cordillera Ibérica (Sánchez, et al., 1999). A partir de él, en la zona de nuestro interés, nace el llamado manantial de La Cultia. Tal afloramiento ha sido mejorado ingeniosamente por el hombre, con el fin de obtener un caudal constante del líquido elemento y cultivar un entorno, en principio, bastante árido. De igual forma, podemos observar (Figs. 2 a 4) cómo se repiten los mismos trabajos hacia el este, en torno a las áreas de La Marquesana y Valdemaguín, e igualmente hacia poniente, en la Balsa de Torre Alta o Bonaire. De ello se desprende que buena parte de esta suave depresión pudo irrigarse desde antiguo, tal vez desde el periodo musulmán. Todo el sistema se encuentra bastante por encima de las cotas por las que discurren las acequias hoy en uso, más próximas al río Martín. Así, el nivel de riego a partir del qanāt y balsa de Bonaire está 80 m por encima del de la acequia de la Revelaina, en la que finaliza todo este conjunto de oasis encadenados (Figs. 2 y 3). Un análisis diacrónico realizado sobre diferentes cartografías y fotografía aérea del siglo pasado1, nos ha permitido plantear la existencia de varias fases de evolución. Atendiendo a los principios generales que rigen los espacios hidráulicos tradicionales (Barceló, 1989, pp. XXV-XXXVII) (Kirchner, 2010, pp. 130-133), se puede discernir un proyecto original hipotéticamente musulmán, que contaba con muy pocas posibilidades de ampliación (Fig. 4). A pesar de ello, parece (vid. Infra apartado 4.2) que especialmente durante el siglo XIX se buscó acrecentar la superficie regable, aunque tal empeño fracasó, debido (probablemente) a la sobreexplotación del acuífero. Ampliando aún más el foco de nuestra atención, y desplazándonos hacia el sureste, hasta llegar al cauce del Arroyo del Regallo, hemos hallado otros dos casos claros más. Todo ello invita a pensar que en toda esta zona el uso de los qanāt(s) ha sido y es, bastante más habitual de lo que cabría esperar tras consultar algunos de los estudios históricos y arqueológicos publicados hasta la fecha (Bardavíu, 1914) (Sesma, et al., 2001) (Laliena & Ortega, 2005) (Rodríguez, 2011).
4. QANĀT(S) AL NOROESTE DE HÍJAR Formado por cuatro grupos de qanāt(s) que acopiaban agua en otras tantas albercas. Se puede calcular una capacidad de irrigación en su momento de mayor expansión de hasta 169 hectáreas de terreno.
Figuras 5 y 6. Estado del conjunto de qanāt(s) de Bonaire: zanjas, alberca y acequia a mediados del siglo XX (Vuelo 1956 y plano).
4.1. Qanāt(s) de Bonaire Se trata del sistema de riegos más occidental y cuyo nivel de captación también es el más elevado, situándose entre 350 y 370 m sobre el nivel del mar. Respecto a su estado a mediados del siglo pasado, la fotografía aérea y los planos catastrales de aquel momento (Figs. 5 y 6), permiten observar la existencia de varias galerías interconectadas, dispuestas casi ortogonalmente. Son reconocibles por sus numerosas lumbreras (en torno a 170). Tal distribución permitía drenar una superficie muy amplia de terreno puesto que, por ejemplo, desde la alberca hasta la lumbrera visible más occidental, estimamos una distancia, a través de su recorrido con varios quiebros, de casi 2 km. Las galerías desaguaban mediante bocaminas en un canal abierto, con una longitud cercana al kilómetro y concluía en la balsa. Otro de los ramales septentrionales era también otra zanja abierta. En la actualidad, han desaparecido de la superficie casi todas las lumbreras, quedando testimonios de ellas en
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el sector suroccidental del conjunto (Fig. 7). Una parte están abandonadas, con sus fondos colmatados de tierra, pero otras siguen en activo, pudiéndose observar en su interior, a unos 7 metros de profundidad, el discurrir del agua. Tal vez, para evitar accidentes y la caída de escombros, las bocas de estas lumbreras fueron cubiertas con unas bovedillas de ladrillo macizo y cemento, hoy arruinadas. Más recientemente, se han dispuesto trozos de tubos de hormigón en torno a algunos de los hoyos. Lo que sí parece claro es que la mayoría de las galerías subterráneas han sufrido al menos dos procesos evolutivos desde mediados del siglo pasado. Por un lado, lo que ya se comenzaba a observar por entonces: la conversión en zanjas abiertas para simplificar su mantenimiento (Fig. 8), y por otro, algo más reciente en el tiempo, su sustitución por tuberías de hormigón enterradas a la cota del freático. Al exterior, podemos ver algunos respiraderos elevados, hechos con los mismos conductos de mortero industrial. Su número es muy inferior al de las lumbreras, dado que han perdido su sentido como accesos para limpieza. Las dos evoluciones no parecen haber mejorado los riegos. Al contrario: las largas zanjas abiertas suponen unas mermas muy notables de líquido por evaporación, mientras que la instalación de tubos impermeables impide la correcta captación de las aguas subterráneas. De hecho, la disminución del agua disponible ha debido motivar la instalación de un molino de viento cerca de la alberca, con el fin de obtenerla en una mayor cantidad mediante bombeo. Pero es una tarea estéril, puesto que la realidad de las captaciones mediante galerías drenantes, en su proyecto original, asume como una de sus premisas que la obtención de recursos hídricos es limitada, así como que la explotación agrícola ha de adaptarse a ella, y no al contrario (Kirchner, 2010, p. 131). Podemos así vislumbrar que los principios y características productivas de este tipo de regadío, se ajustan mejor a las premisas propias del periodo musulmán, frente a las preponderantes en otros más recientes, incluida la hidráulica feudal (Laliena, 2009, p. 284). Evidentemente, será necesario demostrarlo.
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Figura 8. Qanāt(s) de Bonaire. Restos de galería con lumbreras que han sido reemplazada por grandes zanjas.
por riego. Se puede estimar que permitió hacerlo hasta la siguiente alberca del conjunto, es decir, La Cultia. En ese estado óptimo abarcaría en torno a 24 o 25 hectáreas.
4.2. Qanāt(s) de La Cultia
A partir de la balsa de Bonaire, surge una acequia que pronto se bifurca discurriendo por cada uno de los lados del fondo de la val en la que nos hallamos. El terreno comprendido entre ellas y bajo su cota fue el cultivable
Conjunto de captaciones que se hallan entre 330 y 340 m sobre el nivel del mar. Las fotografías aéreas de mediados del siglo pasado muestran al menos, cinco galerías con 41 lumbreras. Una estaba en el eje principal del fondo de la val y las otras cuatro oblicuas, quedando dos al norte y el resto al sur (Fig. 10). Unos 400 m al este de la alberca, aprovechando un barranco lateral, existía otro qanāt (con 8 lumbreras) hoy arrasado. Nos encontramos ante un entorno físico algo más encajonado que el anterior enclave. Por ello, parece que no fue posible realizar un sistema de galerías drenantes tan amplio. Aun así, se trata del oasis más destacado de los cuatro, debido a su manantial natural, que hace una veintena de años tenía un caudal de 50 l/s (Sánchez, et al., 1999, p. 209). Su preponderancia se demuestra también por la presencia de las ruinas de un hábitat que debió ser importante, así como una inmediata ermita, también abandonada, dedicada a San Braulio (Figs. 9 y 10). Este núcleo de población, del que desconocemos su periodo de origen, pasó a convertirse en una “colonia agrícola” a partir de 1868. De hecho, todavía permanecen en uso las particulares edificaciones hechas en aquel momento,
Figura 7. Qanāt(s) de Bonaire. Lumbreras abandonadas en el extremo del sector suroccidental.
Figura 9. Actual conjunto de la población y ruinas de La Cultia.
Sesión 4
Figura 13. Interior de la galería drenante.
Figuras 10 a 12. Plano del estado del conjunto de qanāt(s) de La Cultia a mediados del siglo XX. Por debajo: vista aérea y renderizado 3D de la lumbrera más meridional.
y que corresponderían con modelos británicos (Oyón, 1985, pp. 51-53). El desarrollo de aquel capitalismo agrícola decimonónico tuvo como uno de sus principales objetivos la roturación de nuevas tierras (Oyón, 1985, p. 15). En ese marco, cabría incluir parte de las fases más recientes del intento de expansión del proyecto original de regadíos (Fig.3) y que debieron fracasar por la sobreexplotación del acuífero. De regreso a la actualidad, vemos que han desaparecido de la superficie casi cualquier testimonio de las lumbreras, siendo destruidas y/o enterradas junto con sus galerías. La excepción es un qanāt oblicuo suroccidental (Figs. 1 y 10-13) que atesora, sin duda, los mejores ejemplos de estructuras
originales. Podemos observar unos 200 m de la galería drenante subterránea, con diez lumbreras que perforan los limos yesíferos y los yesos. Sólo hemos podido realizar algunas mediciones en la más meridional, cuyo fondo se encuentra a un poco más de 7 m de la superficie. La galería tiene una altura de unos 2.3 m y una anchura de 0.95 m. La lumbrera tiene un diámetro cercano a los 3 m en la boca. Por desgracia la erosión y actividades humanas han dejado su huella destructiva en todo el conjunto. La actual falta de comprensión sobre el sentido y funcionamiento de las captaciones drenantes, sumado a la falta de mantenimiento o al simple desinterés, han causado la finalización de la actividad productiva de la estructura. Al igual que con la de Bonaire, de la alberca nace una acequia que se bifurcaba hacia los márgenes de la val, lo que permitía el riego del terreno bajo su cota. ¿Pudo hacerlo hasta la siguiente de La Marquesana? Los testimonios del parcelario vigente, parecen indicar que sí, lo que supondría irrigar casi 91 hectáreas. Pero ha de tenerse en cuenta que, en la fase de ampliación de riegos de la segunda mitad del siglo XIX, se construyó otra balsa bastante más grande (Fig. 3) al noreste y que debió ayudar notablemente a tal fin. Por ello, resulta bastante improbable que en el proyecto original se pudiesen suministrar tal cantidad de agua desde La Cultia.
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4.3. Qanāt(s) de La Marquesana
y destruidas las lumbreras. Todo ello parece que fue sustituido por conducciones de hormigón, tanto para la parte subterránea como para las ventilaciones verticales (al igual que en el área de Bonaire). A la vista del agua en la balsa, de alguna manera el sistema sigue funcionando. La acequia bifurcada que nace de la alberca podría irrigar unas 32 hectáreas hasta alcanzar la cota de la siguiente, en el área de Valdemaguín.
4.4. Qanāt de Valdemaguín
Figura 14. Estado del conjunto de qanāt(s) de La Marquesana: zanjas, alberca y acequia a mediados del siglo XX.
Figuras 16 y 17. Plano del estado del qanāt de Valdemaguín. Vista aérea de las lumbreras y el canal.
Figuras 15 y 16. La Marquesana.Imágenes de satélite (Image Maxar Technologies) de 2013 y 2014 : destrucción del qanāt. Los testimonios fotográficos muestran que al menos existieron dos qanāt(s). Captaban las aguas subterráneas entre 290 y 300 m sobre el nivel del mar. Se disponían oblicuamente al eje de la val. El septentrional se extendía por unos 600 m, apreciándose una veintena de lumbreras (Fig. 14). Del meridional apenas se pueden adivinar un par. Ambos convergían en un canal que desaguaba en una alberca. En 2014, según el testimonio de la fotografía por satélite (Figs. 15-16), la galería drenante fue excavada
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Se trata del más oriental de la serie de cuatro. Su nivel de captación ronda los 280 m sobre el nivel del mar. Se distribuye sobre el mismo eje de fondo de la val. La galería se extiende (al menos) 210 m. Cuenta con 8 lumbreras bastante colmatadas. Su planta varía desde las circulares a las de elipse. Por ello sus ejes también son irregulares, hallándose entre 3.5 y 10 m. Tales diferencias responden a la erosión, así como a la acción antrópica. Lo que sí resulta común es que todas cuentan con anillos concéntricos de acumulación (Figs. 16-17). Las fotografías del siglo pasado, comparadas con las del presente, evidencian que se ha mantenido bastante bien todo el conjunto de bocamina, canal y estanque, aunque la falta de mantenimiento ha supuesto la ruina funcional del qanāt. Al igual que en todas las anteriores, de la balsa surge una acequia que se bifurca por las dos vertientes de la depresión irrigando el espacio interior. Estos ramales van
Sesión 4 a morir en la acequia de La Revelaina (cota 270 m. s. n. m.) que discurre unos 600 m al este de la alberca. Muy próximo también, encontramos un núcleo de poblamiento rural, conocido como Torre de Valdemaguín. Al igual que en La Cultia, se aprecian edificaciones arruinadas, cuya cronología pudiera ser bastante anterior a la de los edificios que testimonian su mayor apogeo, y que coincide también con el siglo XIX. Por último, hemos de destacar la toponimia del lugar. Parece evidente que está vinculada a Sant Magí o San Magín, ermitaño y mártir cristiano del siglo III, patrón de Tarragona. La tradición le atribuye el milagro de hacer brotar un manantial del suelo tras golpearlo con su bastón. De esta manera, un sistema de riego de galerías drenantes, probablemente hecho en el periodo musulmán, quedó cristianizado como una fuente, hasta cierto punto prodigiosa.
5.1. Qanāt(s) de Los Ballesteros Situados en la cabecera del Arroyo de El Reguero, e inmediatos a otra ermita, esta vez dedicada a San Joaquín. Igualmente, se hallan en las proximidades de la ruta principal que unía Híjar con Alcañiz antes de la construcción de la actual carretera. Su nivel de captación estaba en torno a los 400 m sobre el nivel del mar. A mediados del siglo pasado contaba con (al menos) dos galerías drenantes y 31 lumbreras, observándose también la presencia de canales abiertos, uno de los cuales desaguaba en la alberca. De ella surgen dos acequias que irrigaban un área de 18 hectáreas de olivar (Fig. 18). En el presente, los qanāt(s) han sido sustituidos mayoritariamente por zanjas abiertas, aunque todavía permanecen testimonios de algunas lumbreras y sus amontonamientos concéntricos. La falta de eficiencia en la reforma ha supuesto la reducción sustancian del riego.
5. QANĀT(S) AL SURESTE DE HÍJAR El interfluvio entre el río Martín y el Arroyo del Regallo cuenta con varias vales cuyos caudales son muy irregulares. A pesar de ello, el fondo de las mismas ha sido regado desde antiguo, aprovechando hasta el último de los recursos de agua. A falta de prospección de campo, es difícil establecer su origen temporal. En todo caso, no parece dejar de ser sintomático que al menos en dos lugares, volvamos a encontrar con certeza los qanāt(s) con lumbreras, que en principio pueden considerarse de origen musulmán. También resulta interesante observar que para irrigar estos valles se ha seguido la misma estrategia de balsas encadenadas, entre las cuales discurren acequias por los laterales de la depresión. Como método de drenaje, en la actualidad se utilizan mayoritariamente zanjas abiertas aunque, vista la evolución en los ejemplos anteriores, bien pudiera tratarse de los vestigios de antiguos qanāt(s) con lumbreras o, incluso, de otras variantes técnicas especializadas en el drenaje de cursos y terrazas fluviales, como cimbras y zanjas (Hermosilla, et al., 2008, pp. 26-27).
Figuras 19 y 20. Foto aérea de 1956: qanāt de Altafulla. Las flechas indica las lumbreras visibles a mediados del siglo pasado. Debajo, una de ellas casi colmatada.
5.2. Qanāt de Altafulla Apenas a 3.5 km al este del anterior, inmediato al cauce del Arroyo del Regallo y a la antigua ruta que unía Híjar con Alcañiz. Figura 18. Plano qanāt(s) de Los Ballesteros.
Sobre la fotografía aérea de mediados del siglo pasado se observan las trazas de 6 lumbreras pertenecientes a un
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qanāt, ya por entonces abandonado (Fig. 19). Su nivel de captación estaba en torno a los 375 m sobre el nivel del mar. Coincidiendo con el de Los Ballesteros, la galería se orientaba hacia otra zona de riego de olivar, que hoy se mantiene en un estado similar, abarcando unas 33 hectáreas. También se conservan dos de los hoyos de las lumbreras (Fig. 20). Altafulla es un arabismo, relacionable con términos vinculados a la agrimensura (Ribas, 2005, pp. 66-68). Resulta una interesante toponimia, que pudiera secundar nuestra hipótesis sobre el origen andalusí del sistema de riegos que hasta aquí hemos expuesto.
6. QANĀT(S) CON LUMBRERAS EN ARAGÓN No son muchos los paralelos a considerar en el actual territorio de Aragón, aunque su rareza, a la vista de nuestros hallazgos, pronto podría dejar de serlo. El sistema hidráulico publicado más parejo es el de Abarquetes (Hermosilla, et al., 2008, p. 141) o Albarquete (Gerrard & Gutiérrez, 2018, p. 213) cerca de Bureta, en la provincia de Zaragoza. Allí se conserva una galería de unos 160 m de longitud, que mantiene 6 lumbreras. Discurre (como nuestro ejemplo de La Cultia) a siete metros bajo tierra, desembocando en un estanque, cuyo topónimo procede del árabe birkah. Desde esta alberca se distribuye el agua mediante acequias, irrigando unas 33 hectáreas. Las dataciones obtenidas en las intervenciones arqueológicas apuntan a su construcción durante la primera mitad del siglo XIII, así como de otra fase de mantenimiento en el siglo XV (Gerrard & Gutiérrez, 2018, p. 218) El qanāt de Torre Lasierra en Tamarite de Litera (Huesca)2 permitía el riego de una val aterrazada muy próxima a la población. La pervivencia en uso de la estructura hasta casi la actualidad ha supuesto incontables obras de mantenimiento. Las lumbreras se diferencian de las halladas en Híjar y Bureta, pues su planta es cuadrangular y fueron revestidas al interior con mampostería. Vinculados estrechamente a las poblaciones cercanas por sus funciones, están los qanāt(s) de Fuente Madre en Castejón de Monegros (Huesca) y el de La Font de la Vila en Calaceite (Teruel). El primero se construyó para captar el agua subterránea de un manantial y conducirlo a la villa, para abastecer su fuente, aunque parece que se aprovechaba también para regar algunas hectáreas de tierra. Sus lumbreras presentan de nuevo planta cuadrangular, estando algunas de ellas revestidas de piedra. Existe documentación referente a su mantenimiento desde el siglo XVI (Gisbert, et al., 2017, pp. 167-176). Por lo que se refiere al segundo (Benavente & Puche, 2009, pp. 23-35), cuenta con dos galerías de drenaje convergentes, cuyas aguas abastecen un conjunto formado por fuente, abrevadero y lavadero. En ellos, se puede apreciar la existencia de varias fases de monumentalización, ampliación y mantenimiento, que
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pudieran comenzar en torno al siglo XIV. Las principales reformas se documentaban unas a principios del siglo XVII y otras durante el XVIII (Vidiella Jasá, 1896, p. 313). Las lumbreras, también de planta cuadrangular, fueron recrecidas notablemente con buena sillería por encima de la superficie, para evitar la caída de tierras, personas y animales. La galería principal posee las paredes cubiertas por mampostería y la bóveda reforzada con sillares.
7. CONCLUSIONES Hemos expuesto algunas breves pinceladas sobre las características técnicas de un notable conjunto de galerías drenantes o qanāt(s) identificados en el actual término de Híjar (Teruel). Respecto a su tipología formal, todos ellos, con sus captaciones, son sistemas hidráulicos de fondos de valle (Kirchner, 2010, pp. 134-135). La mayoría se hallan dispuestos en los interfluvios entre los ríos Aguasvivas, Martín y Arroyo del Regallo en vales menores, fuera de los cauces principales, entornos más favorables y tradicionales para el cultivo irrigado. La planificación inicial de estos espacios hidráulicos buscaba establecer ese mismo regadío en otros terrenos que, en principio y por su aridez, eran mucho menos propicios. Para ello, los grupos campesinos dispusieron de una tecnología de captación y distribución de aguas subterráneas especializada precisamente en esos entornos marginales. Como hemos ya comentado, en la Península ibérica el principal impulso para su implantación se produjo desde el inicio de la presencia musulmana (Barceló, et al., 1986, pp. 17-22). Por desgracia, nuestro limitado trabajo no nos permite disponer de una aproximación arqueológica amplia, capaz de justificar tal origen cronológico y cultural, pero sí que nos deja observar algunos de los principios que definen la hidráulica tradicional (Barceló, 1989, pp. XXV-XXXVII) y así discernir la existencia de varias fases evolutivas en la zona de riegos al noroeste de Híjar. Si además tenemos en cuenta el nivel de análisis de la lógica social del agua (Kirchner, 2010, pp. 141-142), no parece que para la fase original de su diseño fuese determinante su explotación como fuente de recursos impositivos, bien en un marco administrativo de carácter estatal, bien en otro de tipo feudal. Por el contrario, su fin primordial debió ser la supervivencia del grupo campesino que los construyó. Desarrollando nuestra hipótesis del origen en época musulmana, su presencia al sur del Ebro ampliaría notablemente el ámbito de ocupación humana en aquel periodo. De esta manera, se desbordarían físicamente las cuencas de los afluentes principales, que han sido considerados como un marco estricto para el establecimiento del poblamiento, riegos y organización administrativa andalusí (Laliena & Ortega, 2010, p. 178). Es evidente que para confirmarlo será necesario una tarea de prospecciones arqueológicas sobre el terreno. El paso a manos cristianas no parece que supusiera una ruptura abrupta, pues se siguieron utilizando. Para ello
Sesión 4 se mantuvieron los mismos principios técnicos que aseguraban el drenaje, almacenamiento y distribución del agua. La nueva construcción o la ampliación de espacios hidráulicos, a finales del siglo XII o en el XIII, requerían de medios muy importantes, pues era necesario hacer también nuevas captaciones y/o canalizaciones fuera de las zonas ya explotadas (Kirchner, 2012, pp. 5558). Hemos de tener también muy presente que el poder de tipo feudal tiene como primordial objetivo en estas obras la obtención de rentas (Kirchner, 2010, p. 138), principalmente a través de la gestión de los molinos y de las concesiones de agua de riego (Kirchner, 2012, p. 56). Todo ello difícilmente encaja con los 4 qanāt(s) encadenados y sus áreas de labor al noroeste de Híjar, o con los 2 al sureste, utilizados para el riego de olivares. Pensamos que lo mismo se podría aplicar sobre el origen del qanāt de Albarquete en Bureta. A pesar de la datación del siglo XIII en la base de uno de los anillos de sus lumbreras, no se observa el principal de los objetivos feudales que acabamos de exponer, más bien parece una apropiación de lo anterior, sin invertir mayor esfuerzo salvo el mínimo necesario para obtener unas rentas impositivas acordes.
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Mientras la producción se mantuvo ajustada a los recursos hídricos, por natural limitados, el sistema funcionó. La nula presencia documental (en comparación con la de los regadíos del inmediato cauce del río Martín (Rodríguez, 2011) de este conjunto de riegos por galerías drenantes pudiera incluso indicar una cierta opacidad ante los órganos recaudatorios del poder, desde época feudal hasta la actualidad, de manera que, para quienes los utilizaban, no existía aliciente alguno en ampliar desmedidamente su producción, a riesgo de tener que pagar bastantes más impuestos. Cuando en la segunda mitad del siglo XIX se involucran los objetivos de una colonización capitalista en La Cultia se comienza a romper el equilibrio. Observamos intentos importantes de ampliación con el acopio de agua, mediante la construcción de nuevas balsas. Su fin era irrigar más y más tierras. Pero en el proceso obviaron la endeble base de la que se obtenía el líquido, fracasando en su empeño. Hasta mediados del siglo pasado, los qanāt(s) se mantuvieron mediante las técnicas tradicionales de limpieza manual periódica, pero ya se empezó a abusar del uso de zanjas abiertas, lo que evitaba parte de ese molesto trabajo. El exceso de evaporación consecuente reduciría la capacidad productiva. Durante el siglo XX se ha ido olvidando completamente la naturaleza de las galerías drenantes y se ha intentado reemplazarlas con tuberías de hormigón. A la vista de la sequedad actual de todo el conjunto, fue otro empeño estéril más.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _ Gestionadas mediante la aplicación informática Qgis (https://qgis.org): Mapa topográfico nacional parcelario del Instituto Geográfico y Catastral (1946-1949); minutas de las ediciones del mapa 1:50.000 entre los años 1915 y 1960; todas las ediciones del Mapa Topográfico Nacional a escala 1:50.000; ortofotos del Vuelo Americano (serie A); ortofotos del Vuelo Americano (serie B); ortofotos del Plan Nacional de Ortofotografía Aérea; SIGPAC; OLISAT; Modelos digitales de elevaciones LIDAR; Google satellite images y Mapbox satellite images. 2 _ Agradecemos la información a D. Javier Rey, Director de la intervención arqueológica en el enclave.
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Sesión 4
4.4. LA DOCUMENTACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA SINAGOGA / IGLESIA DE SAN ANTONIO ABAD DE HÍJAR (TERUEL) THE ARCHAEOLOGIAL STUDY IN THE SYNAGOGUE / CHURCH OF SAN ANTONIO ABAD OF HIJAR (TERUEL) José F. Casabona, Jesús G. Franco Calvo1, F. Javier Gutiérrez y Antonio Hernández Pardos1 Acrótera Gestión del Patrimonio
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Autor de contacto/Contact author: Antonio Hernández Pardos, arqueoantonio@acrotera.net
RESUMEN Entre 2017 y 2019 se han llevado a cabo varias actuaciones arqueológicas en la iglesia de San Antonio Abad de Híjar (Teruel), que han permitido descubrir una parte de la antigua sinagoga medieval de esa localidad. Los restos arqueológicos localizados tanto en subsuelo como en vertical constituyen un amplio conjunto de evidencias materiales de esta arquitectura tan desconocida en España. De la variada documentación obtenida se van a seleccionar algunos aspectos del proceso de documentación arqueológica que ha formado parte las obras de consolidación arquitectónica de un edificio histórico. Especialmente se incidirá en la vital importancia de la documentación estratigráfica de cara a identificar una arquitectura social tan específica como una sinagoga hispana, sin paralelos en Aragón. Recientemente hemos publicado una monografía en español e inglés dedicada a este monumento. PALABRAS CLAVE: Arqueología de la arquitectura; Sinagoga; Siglo XV; Iglesia; Híjar.
ABSTRACT Between 2017 and 2019 several archaeological performances have been carried out in the church of San Antonio Abad de Híjar (Teruel), which have allowed to discover a part of the old medieval synagogue of that town. The archaeological remains located both underground and vertical constitute a large set of material evidence of this architecture so unknown in Spain. From the varied documentation obtained, some aspects of the archaeological documentation process that has been part of the architectural consolidation works of a historic building will be selected. Especially the vital importance of stratigraphic documentation will be emphasized in order to identify a social architecture as specific as a Hispanic synagogue, without parallels in Aragon. We have recently published a monograph in Spanish and English dedicated to this monument. KEYWORDS: Archeology of architecture; Synagogue; 15th century; Church; Híjar.
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Figura 1. Planta arqueológica de la sinagoga / Iglesia de San Antón de Híjar.
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Sesión 4 1.INTRODUCCIÓN Entre enero de 2017 y septiembre de 2019 se han desarrollado varias intervenciones arqueológicas en la iglesia de San Antonio Abad (popularmente conocido como San Antón) de Híjar (Teruel). La realización de estos trabajos ha estado motivada por la ejecución de un proyecto de obras de consolidación del edificio, el cual presentaba deficiencias estructurales que habían obligado a cerrar la iglesia al culto por motivos de seguridad. Dicho proyecto de obra, y los trabajos arqueológicos han sido promovidos por la empresa Suelo y Vivienda de Aragón1. La celebración del III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (III CAPA) en noviembre de 2019 ha constituido una excepcional ocasión para presentar una síntesis de la documentación estratigráfica realizada por los diferentes técnicos que han ejercido la dirección de cada una de estas actuaciones. A continuación mostramos un listado de las mismas: Año
Intervención arqueológica / director
2002
Sondeos previos. J.J. Bienés
2017 2017 2018 2019
Figura 2. Emplazamiento de la sinagoga e iglesia de San Antón en el Híjar del siglo XV.
Excavación del interior. J. G. Franco y A. Hernández Pardos Supervisión durante las obras en la Fase I. J. G. Franco y A. Hernández Pardos Supervisión en las catas parietales. J.F. Casabona Supervisión durante las obras en la Fase II. F. J. Gutiérrez
Sin duda ninguna, las intervenciones arqueológicas realizadas sobre el subsuelo y el edificio de la ermita de San Antón constituyen un extraordinario testimonio de la arqueología vinculada a obras en inmuebles históricos. Como resultado de esta actuación se ha descubierto una excepcional sinagoga del siglo XV conservada en perfecto estado, a pesar del tiempo pasado y de las reformas llevadas a cabo con posterioridad. La iglesia de San Antón de Híjar se localiza en el extremo SE de la plaza homónima, un espacio público de grandes dimensiones en tono al cual se desarrolla el barrio homónimo, el cual ocupa el extremo septentrional del casco urbano de la localidad.
2. METODOLOGÍA La metodología aplicada en las diferentes intervenciones realizadas ha sido la estratigráfica, tanto en los trabajos realizados en subsuelo, como en vertical. El alcance de la documentación se ha visto limitada, en el caso del subsuelo, por la necesidad de conservar al máximo las estructuras de la sinagoga, de modo que la estratigrafía inferior permanece sin excavar en su mayor parte. En el caso del estudio en vertical, de muros y cubierta, éste
Figura 3. Fachada de la iglesia de San Antón (Fotografía de Cristina Bazán Sancho). se ha restringido a las zonas afectadas por las obras, y que quedaban expresamente recogidos en el proyecto de obra. En todo caso, las intervenciones arqueológicas responden a las prescripciones incorporadas por la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural.
3. RESULTADOS A continuación se describimos los resultados más destacados desde el punto de vista de la documentación obtenida en cada una de las intervenciones arqueológicas. Como antecedente, debemos indicar que en 2002 se realizaron dos sondeos arqueológicos en el interior de la ermita, dirigidos por Juan José Bienés. Esta actuación estuvo vinculada con la declaración como BIC, en su categoría de Conjunto Monumental, del barrio de San Antón o antigua judería de la localidad. A pesar del
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carácter limitado de la intervención, se hallaron restos arqueológicos de una fase previa a la iglesia de época celtibérica, así como la probable existencia de restos asociados a una sinagoga y un enterramiento (Bienés 2002).
3.1. Excavación del interior La excavación arqueológica del interior de la iglesia se realizó en enero-febrero de 2017, y fue prescrita por la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural en octubre de 2016, al informar favorablemente el proyecto de rehabilitación estructural de la iglesia. Se documentó la existencia de una pavimento de yeso asociado a otros elementos constructivos perteneciente a una sinagoga: la puerta de acceso con escalones y la base una estructura central destinada a la bimá o tarima litúrgica-. No obstante, el suelo se encontraba alterado por transformaciones posteriores, como los hoyos de postes de madera para la tarima de la iglesia y tres enterramientos cristianos. Se realizaron también varios sondeos para documentar la estratigrafía por debajo del suelo de la sinagoga, gracias a lo cual se obtuvo una secuencia bastante completa.
Figura 5. Detalle de un sondeo en la 3ª crujía. La presencia de cerámica andalusí en los rellenos previos a la sinagoga y de un pequeño silo acampanado son un claro indicio de una ocupación altomedieval de la zona, en los siglos X-XI.
Figura 6. Muro de sillares perteneciente a la sinagoga antigua. Figura 4. Detalle de un sondeo en la 4ª crujía.
Con motivo del Congreso de Arqueología Profesional celebrado en Zaragoza en 2017, se presentó una síntesis de toda la secuencia histórica y nos remitimos a este trabajo para no reiterar argumentos (Hernández y Franco 2018). Los restos más antiguos localizados pertenecen a época romana, siglos II a.C.-I d.C. Corresponden con dos muros de gran envergadura elaborados con grandes sillarejos trabados con barro y encajados en zanja de cimentación. Estaban asociados a cerámica ibérica, campaniense y terra sigillata.
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La realización de varios sondeos junto a los muros perimetrales de la iglesia permitió constatar la presencia de dos etapas constructivas en la sinagoga. El primer edificio se fecha provisionalmente en el siglo XIV sobresaliendo el hallazgo de un lienzo de sillares en el muro oriental. Sobre el parcelario existente y aprovechando los muros medianeros existentes, se levanta un nuevo edificio mediante fábricas murarias de tapial de yeso con relleno de piedra, que corresponde con el propio edificio de la sinagoga “nueva”, en el siglo XV. La identificación de este edificio como sinagoga se basó en los evidentes elementos constructivos hallados en la excavación: la zona inferior de la bimá, de planta cuadrada y dotada de pilares esquineros para soportar la planta superior o estrado, así como el arranque de dos escalerillas de madera, dispuestas de modo enfrentado al N y S, a través de las cuales se ascendería a la tribuna sobreelevada de la bimá.
Sesión 4
Figura 7. Detalle de un sondeo en la 4ª crujía.
Figura 9. Detalle del pavimento y hoyos. en la casa que nos avemos dado .., signada en la ntra. villa de Ixar, que en tiempo passado sera synoga de Iudios ...2.
3.2. Seguimiento durante las obras en 2017
Figura 8. Interior de la iglesia durante la excavación, con la base de la bimá en la parte superior (Fotografía de Diaporama Pro). Los elementos rituales de la sinagoga fueron desmantelados en el siglo XVI, pero respetando la cota del suelo de la sinagoga, tras lo cual el edificio se destina a iglesia. Es a principios de esta etapa cuando se debió construir la portada de arco de medio punto decorado.
Entre los meses de julio y octubre de 2017 se ejecutaron las obras de consolidación del edificio, que contaron con un control y seguimiento arqueológico. No obstante, la intervención arqueológica realizada resultó ser mucho más extensa de la que el proyecto de obra contemplaba. El seguimiento arqueológico aportó abundantes datos estratigráficos, lo que permitió concluir que el edificio de la iglesia de san Antón fue realmente construido en el primer tercio del siglo XV como la sinagoga “nueva” de la localidad, así como ampliar la secuencia histórica del edificio obtenida en la intervención precedente. La estructura está formada por muros y arcos diafragma apuntados elaborados en tapial de yeso, y cerrada por una cubierta de madera a dos aguas del tipo parhilera. Al levantarse el tejado, se pudo documentar el extradós de la techumbre, una falsa armadura de parhilera, a base de una estructura similar a la de un alfarje pero a dos aguas apoyada en potentes jacenas sobre dobles canes o ménsulas.
Es en época moderna cuando se construyeron los numerosos hoyos que perforan el pavimento de yeso de la sinagoga, destinados al apoyo de la tarima de madera que sirvió de suelo de la iglesia. Aquella fue desmantelada durante la Guerra Civil. La localización de la sinagoga de Híjar a partir de la identificación de subestructura de la bimá supone un importante hallazgo, al tratarse de la primera evidencia clara acerca de la conservación de esta sinagoga. Dado su interés, sus resultados han sido recientemente publicados en un monográfico (Hernández 2017). Hasta el hallazgo de estos restos arqueológicos, la única referencia histórica que relacionaba la iglesia con una sinagoga procedía del testamento del señor de Híjar de 1517. Según indica, se encargaba...: que se diga perpetuamente cada un dia en la Iglesia, que será de San Antón de Padua (sic)
Figura 10. Extradós de la cubierta de madera a dos aguas.
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Entre la techumbre y las tejas existía un potente relleno de tierra con escombro, que aportó un interesante conjunto cerámico con loza dorada fechado a mediados del siglo XVI. Esta datación coincide con la aportada por las fuentes archivísticas. Según se recoge en los mandatos de la Visita Pastoral de 1550: ... Item mando reparar una pared y retejar la yglesia de Sant Anthon juntamente con el de la yglesia mayor y pintar el retablo de Sanct Anthon de las almosnas hechas a dicha iglesia ....3.
Figura 13. Ventanal perteneciente a la galería de mujeres. En el caso del segundo elemento, gracias a una cata parietal en el muro septentrional se localizó un ventanal que estaba oculto, y que en su momento dio servicio a la galería desde la cual las mujeres seguían los rituales de la sinagoga.
Figura 11. Cerámica en dorado elaborada en Muel y recuperada en el tejado de la iglesia.
El seguimiento realizado en los muros perimetrales fue incompleto, pero permitió conocer algunos aspectos importantes del proceso constructivo del edificio. Al menos el muro oriental presenta una estructura constructiva interesante, formada por arcos apuntados de descarga elaborados mediante tapial de yeso y relleno de piedras.
Además, de localizaron dos elementos de suma importancia en toda sinagoga: el arco del hejal y la galería de mujeres. El primero corresponde a un amplio alfiz decorado mediante yeserías de estilo gótico flamígero, y servía para enmarcar el acceso al tabernáculo de la sinagoga, el cual se hallaba tapiado. Estaba oculto tras el retablo mayor de la ermita, el cual se conservaba in situ en aquel momento, obra del taller zaragozano de Navarro de 1951.
Figura 14. Arco de descarga en tapial de yeso en la cara exterior del muro oriental.
Este sistema de descarga de la cubierta de madera se completaba con unas arquivoltas perpendiculares al edificio, y que se conservaban enmascaradas por las medianeras de las viviendas contiguas levantadas tiempo después. Estos elementos estructurales facilitarían el movimiento en el probable patio contiguo a la sinagoga por su lado Este.
Figura 12. Vistas del alfiz del hejal oculto por el retablo mayor de la ermita, en agosto de 2017.
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Sesión 4
Figura 15. Arco del contrafuerte en el muro oriental de la sinagoga. Este muro trasero, que no fue intervenido en la restauración de la iglesia realizada hacia 1945, también permitió reconocer algunas de las modificaciones constructivas que se llevaron a cabo durante los siglos XVII-XVIII en el edificio, usado ya como iglesia. Se trata fundamentalmente con la apertura de nuevos ventanales de alzado arquitrabado, para lo cual se tuvo que recortar la fábrica de tapial de yeso del siglo XV.
Figura 17. Ventanal tapiado en el muro occidental.
Con carácter previo se realizó una pequeña revisión de la documentación histórica conservada inédita o no. De este modo sabemos que según la licencia otorgada por el arzobispo D. García Fernández de Heredia al representante de la comunidad hebrea de Híjar, Açach Chiniello en 1410, la sinagoga presentaba problemas estructurales otorgando la licencia para “reparandi ut reformandi”iv, referencia ya citada por Blasco (2003). La documentación de las visitas pastorales ha proporcionado también algunas pistas sobre los trabajos de mantenimiento y adecuación para los nuevos usos religiosos, destacando la pintura del pequeño retablo mural de San Antón, al tiempo que se retejaba la iglesia y se arreglaba una pared en 1550.
Figura 16. Alzado del muro oriental.
Se localizaron hasta nueve ventanales situados en el tercio superior del muro perimetral, aunque muchos permanecían ocultos al haber sido tapiados con posterioridad, aunque desconocemos cuando se llevó a cabo este cerramiento al no haber podido intervenir en su interior.
3.3. Seguimiento en las catas parietales en 2018 Esta intervención tenía como objetivo principal valorar la posible conservación de elementos decorativos bajo los revocos superficiales (trabajo dirigido por Encarnación Ripollés y Mercedes Núñez, Albarium, S.L). No se contemplaba como tal la excavación arqueológica, pero sí las catas murales, más allá de la superficie decorativa.
Figura 18. Superposición de las pinturas del siglo XV (sinagoga) y siglo XVI (retablo S. Antón).
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Las catas murales propiamente dichas han aportado información en dos ámbitos, por una parte se ha avanzado en la secuencia de la decoración pictórica desde el uso como sinagoga hasta la actualidad, y, por otra, el conocimiento de las técnicas constructivas utilizadas que completan los datos obtenidos en actuaciones anteriores. Fue también de vital importancia la retirada del retablo de San Antón que ha permitido comprobar la calidad de las yeserías y avanzar en la tipología del vano del hejal. A la derecha, las catas realizadas por Albarium, S.L. han permitido reconocer lo que parece ser una representación de una menorá o candelabro de 7 brazos, que se ocultó a mitad del siglo XVI con el retablito de San Antón. Al otro lado del hejal, aparecieron los restos de una banda epigráfica hebrea y motivos polícromos con posible representación de colgaduras. La decoración de las yeserías del hejal responde a las características propias del gótico del momento, recordando también los motivos de las desaparecidas en el castillo de la misma localidad y que conocemos gracias a las fotografías de Dosset. Se han perdido las arquerías que ocuparían el frente, como en la Sinagoga del Tránsito de Toledo, conservándose el arranque en uno de los laterales (Fig. 20) En cuanto a las técnicas constructivas con carácter general se confirma el uso de los encofrados de yeso, con tablonadas de 27 cm. También se detectaron en la parte Figura 20. Arranque de uno de los arquitos del interior del hueco del hejal. interior del muro que da a la plaza algunos paramentos de sillería, probablemente reaprovechada de la anterior sinagoga. Por último, en la tercera crujía del muro E., se ha localizado el arco de descarga sobre un paramento de adobes de barro (40 x 20 x 7 cm.) trabados con yeso. Este sistema de arcos para los muros perimetrales también se utilizó en la iglesia parroquial de Híjar. Un resumen de esta intervención ha sido publicado recientemente (Casabona y Ripollés 2018).
3.4. Seguimiento durante las obras en 2019 En septiembre de 2019 se realizó la excavación de la zona del altar que quedaba pendiente y se documentaron las distintas fases localizadas tras el repicado del muro norte (Expte. 009/17/18/2019).
Figura 19. Motivos epigráficos en hebreo.
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Los restos del lado este del Muro Norte pueden corresponder a un acceso a la sinagoga original. Se accedería al espacio configurado por los muros UE 050 y UE 106 de 2017, un vestíbulo similar a otros conocidos en otras sinagogas sefardíes. El espacio occidental de la actual 4ª crujía sería un espacio previo de acceso a la sala de oración de la sinagoga primitiva, desde la conocida como “casa del Rabí”. Con la reforma de inicios del XV se ampliaría la sala de oración, derribando el muro UE 106.
Sesión 4 Las pilastras UEV-5 y 7, el umbral UEV-1 y la posible jamba UEV-4, junto al muro de tapial de tierra UEV-14 y 15, con sus enlucidos UEV-11, 12 y 13 son parte de la primera sinagoga. Con la reforma de comienzos del XV se refuerza la obra con el arco de descarga encofrado de yeso, se prepara una hornacina para enmarcar la pileta de 2017 y se enfosca el muro de tapial de tierra, igualando el frente del muro hasta el de las pilastras de la sinagoga previa. Con la reforma del siglo XVI se igualaría el muro norte, rellenando la hornacina con las UEV-16 y 18. Lo más probable es que el original acceso Norte se cerrase en la reforma de comienzos del XV. Tal vez se fue degradando y se hizo necesaria una reparación ya en el siglo XX. El “espacio ganado al muro Este en la reforma contemporánea” de refuerzo, retranqueó el frente del muro en esta zona unos 25 cm. Si trazamos una línea recta de la cara interior del muro este del edifico en sus dos primeras crujías, la prolongación en el muro norte encaja exactamente en la fractura apreciable a simple vista sobre el terreno (aunque la bajante de aguas impide una buena documentación); donde está la unión entre el muro Este y el extremo oriental del arco de descarga UEV-2. Esta interpretación implica que todo el alzado visto del muro en la 4ª crujía es del siglo XX. Así cobra más sentido la planta del edificio. La primera sinagoga tendría una estructura equilibrada y simétrica que, al incorporar el vestíbulo como 4ª crujía de la sala de oración, gira algo hacia el Este. Además, la reforma del siglo XX que “comió” algo del muro Este, acentuó este giro de la planta actual de la iglesia.
Figura 21. Planta en la zona del hejal.
Zona del hejal. Esta campaña de 2019 se adaptó a las cotas de la excavación de 2017, gracias a nuestra colaboración. En el alzado del hejal hemos comprobado que los enlucidos UE-9, 16 y 31 son coetáneos del tapiado de la puerta de acceso del muro Este, que también se lució con el mismo tipo de mortero. Cuando se desmonte el muro de tapiado UE-36 se comprobará si es similar al muro de tapiado visto en la cata B del muro Este en 2017 y 2018. Los morteros de UE-32 y 33 sí parecen pertenecer al momento de la sinagoga medieval; el blanquecino sería la base que igualaría el posible alzado de los sillares UE-5 y 15 y el muro sur del edificio, mientras que el lucido gris pudo estar a la vista, pues da un tono similar al color de las jambas decoradas del hejal.
Figura 22. Alzado interior del muro N.
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En la zona del altar, la estructura que formarían los postes UE-19 a 25, quizá sea de la reforma cristiana del siglo XVI, pues encaja dentro de las formas asociadas a altares de culto, así como las fechas de la cerámica localizada. Permanecería en uso como zona de altar hasta que fue amortizado por la estructura UE-2, 13 y el relleno UE-12, en un momento que no hemos podido determinar. Esta reforma, que creó el suelo UE-2, podría interpretarse como la transformación de este espacio en un pequeño presbiterio. En cuanto a los restos de la sinagoga medieval, el umbral entre las jambas del hejal estaría en origen terminado con piedra más noble, probablemente una losa de arenisca, al igual que las zonas de expolio UE-7, así como el hueco entre ellas aunque a menor cota. Todo ello formaría una zona abocinada y un escalonamiento desde el suelo UE-17 hasta la cota de base del hejal, que enmarcaba y ennoblecía el tabernáculo. Formando así el conjunto una pequeña escalinata similar a la de la sinagoga de Lorca y a la propuesta para la sinagoga de Córdoba. En cuanto a la decoración gótica del hejal, hay que apuntar que la base del mismo es muy similar a la de los arcos de la lonja de Alcañiz, erigidos a inicios del siglo XV. Una fecha que coincide con la conocida para la renovación de la sinagoga de Híjar.
las previsiones realizadas por las diversas autoridades vinculadas a este proyecto. Como ocurre en todo proyecto, bien sea de ingeniería o de arquitectura, las partidas, en este caso, destinadas al estudio arqueológico deben adecuarse a las características y dimensiones del espacio a intervenir, lo que implica la participación de un equipo estable y en unas condiciones materiales proporcionadas. En este caso, la deficiente dotación que contenía el proyecto de consolidación de la iglesia de San Antón no ha sido obstáculo para llevar a cabo una excelente documentación, y se ha suplido con la responsabilidad de los arqueólogos que hemos participado en la obra. Hasta el momento, la sinagoga de Híjar es el único ejemplo de esta edificación que ha sido descubierto en Aragón, un territorio que, si bien cuenta con numerosos estudios archivísticos sobre la herencia judía, es deficitaria en investigaciones sobre su cultura material –mueble e inmueble-. Y, además, es el más completo en los territorios peninsulares que formaron parte de la Corona de Aragón, puesto que las conocidas sinagogas de Córdoba, Lorca, Molina de Aragón y Toledo pertenecían al reino de Castilla. Los estudios realizados apuntan otras probables localizaciones, pero ninguna ha sido confirmada por evidencias materiales ni método arqueológico. Además, el buen estado de conservación que presentan los diversos elementos arquitectónicos del edificio de Híjar permiten considerarlo como un caso excepcional en el ámbito hispano. Estas consideraciones nos han llevado a publicar recientemente una monografía dedicada a esa sinagoga en la que participan varios de los autores de este trabajo (Hernández y Franco 2019).
AGRADECIMIENTOS
Figura 23. Alzado del hejal con las UE documentadas.
4. CONCLUSIONES Resulta imprescindible insistir en la importancia que tiene realizar un adecuado estudio arqueológico en cualquier obra que se realice en un monumento histórico, tanto en la redacción del proyecto como durante la ejecución de las obras. La historicidad de un monumento como la ermita de San Antón de Híjar –construida en el siglo XVI según el proyecto de consolidación del monumento- era evidente, más si cabe al tener en cuenta las referencias textuales que apuntaban una probable relación de la iglesia con una sinagoga anterior (Motis 2002). El trabajo realizado por los arqueólogos que han participado en las diferentes intervenciones, la documentación generada y los resultados obtenidos han superado todas
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Queremos agradecer a los responsables y técnicos, tanto de Suelo y Vivienda de Aragón y la Dirección General de Rehabilitación y Vivienda, como de la Dirección General de Patrimonio Cultural, por su papel en esta intervención, así como al Ayuntamiento de Híjar por la ayuda prestada.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bienes Calvo, J. J. (2002): Sondeos arqueológicos en la ermita de san Antonio Abad. Híjar (Teruel), informe inédito. Blasco Martinez, A. (2003): “Las juderías de Aragón: datos de los últimos diez años”, Ana María López y Ricardo Benito (coord.), Juderías y sinagogas de la Sefarad Medieval, Curso de cultura Hispano-judío sefardí, Toledo, septiembre de 2001, pp. 189-228. Casabona, J. F. y Ripollés, E. (2018): Nuevos hallazgos en la sinagoga de Híjar (Teruel). Aragón Turístico y monumental, 385, pp. 45-46. Hernández Pardos, A. (2017): “Tribuna sive theva”: estudio preliminar de la sinagoga medieval de Híjar (Teruel)”, Rujiar, Miscelánea del Centro de Estudios Hijaranos, 17, pp. 53-82.
Sesión 4 Hernández Pardos, A. y Franco Calvo, J. (2018) “Estudio arqueológico en la iglesia de San Antón (y antigua sinagoga) de Híjar (Teruel), Congreso Nacional de Arqueología Profesional, pp. 247-256. Hernández Pardos, A. y Franco Calvo, J. (coord.) (2019): La antigua sinagoga de Híjar. Claves de un monumentos excepcional. The old syanagogue of Hijar. Keys to an excepcional monument, Caminreal: Acrótera Gestión del Patrimonio. Motis Dolader, M.A. (2002): “La sinagoga de Híjar”, Rujiar. Miscelánea del Centro de Estudios Híjaranos, III, pp. 149-159.
Las obras de restauración de la iglesia-sinagoga de San Antonio Abad en Híjar (Teruel) se han realizado en varias fases, financiadas con el Fondo de Inversión para Teruel (FITE) de los años 2016/2018, aprobado mediante sendos convenios entre la Administración General del Estado y el Gobierno de Aragón. Los convenios FITE se cofinancian al 50 % entre ambas administraciones. En el Acuerdo se designa como órgano responsable al Departamento de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, y las actuaciones se llevan a cabo a través de la empresa pública Suelo y Vivienda de Aragón, S.L.U., como “medio propio” del Departamento.
NOTAS ACLARATORIAS 1 _ Archivo Histórico Provincial de Zaragoza. Casa Ducal de Híjar, P/3-28-5. 2 _ Archivo Diocesano de Zaragoza. Visitas pastorales, 1543-1554, fol. 317v. 3 _ Archivo Diocesano de Zaragoza. Registro de Actos Comunes, 1410, fol. 91v-92 r. de la foliación original (iudeis de Ixar et eorun sinagoga)
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Sesión 4
4.5. ARQUEOLOGÍA EN EL ANTIGUO BARRIO DE SANTIAGO DE ALCAÑIZ (TERUEL) ARCHEOLOGY IN THE OLD QUARTER OF SANTIAGO OF ALCAÑIZ (TERUEL)
Antonio Hernández Pardos y Jesús G. Franco Calvo Acrótera Gestión del Patrimonio Autor de contacto/Contact author: Antonio Hernández Pardos, arqueoantonio@acrotera.net
RESUMEN Entre 2017 y 2019 se han llevado a cabo varias intervenciones arqueológicas en el entorno de la glorieta de Valencia o antiguo cuartelillo de Alcañiz, vinculadas a varios proyectos de obra promovidos por el Ayuntamiento de esta localidad. Esta área urbana, situada en el punto más elevado de su caserío y a los pies del castillo, estuvo ocupada durante la Baja Edad Media y Edad Moderna por el barrio de Santiago, cuya iglesia parroquial no se conserva. A mediados del siglo XIX se llevó a cabo una transformación urbanística del sector, motivada por la construcción de un cuartel. A pesar de los cambios urbanísticos, se han hallado restos arqueológicos de gran interés que permiten mejorar el conocimiento histórico de esta zona de la ciudad, de los que sobresalen dos elementos. Por un lado, se ha recuperado un conjunto de piezas arquitectónicas en piedra de estilo románico –fustes de columna, capiteles y ménsulas-, que quizás proceden de la antigua iglesia de Santiago. Por otro, se ha localizado un tramo del recinto amurallado de Alcañiz en la ladera del cerro Pui Pinos, construido mediante un muro de forro con cara exterior de sillares, y que constituía el cierre de la muralla por este lado. Este ultimo elemento ha sido desmotado y siglado, lo que ha permitido reconocer su estructura interna y ajustar su cronología. PALABRAS CLAVE: Muralla; Arqueología urbanaza; Baja Edad Media; Iglesia de Santiago; Restauración.
ABSTRACT Between 2017 and 2019, several archaeological interventions have been carried out in the Glorieta of Valencia in Alcañiz, linked to several construction projects promoted by the City Council of this town. This urban area, located at the highest point of its hamlet and at the foot of the castle, was occupied during the Late Middle Ages and Modern Age by the neighborhood of Santiago, whose parish church is not preserved. In the mid-nineteenth century, an urban transformation of the sector was carried out, linked to the construction of a barracks. In spite of the urban changes, archaeological remains of great interest have been found that allow to improve the historical knowledge of this area of the city, of which two elements stand out. On the one hand, a set of architectural pieces in Romanesque-style stone has been recovered - column fuses, capitals and corbels - which perhaps come from the old church of Santiago. On the other, a section of the walled enclosure of Alcañiz has been located on the hillside of the Pui Pinos hill, built by a lining wall with an exterior face of ashlars, and that constituted the closure of the wall on this side. This last element has been gutted and signaled, which has allowed it to recognize its internal structure and adjust its chronology. KEYWORDS: Wall; Urban archeology; Late Middle Age; Church of Santiago; Restoration.
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Figura 1. Detalle del alzado de la muralla en la ladera oeste del Cerro Pui Pinos.
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Sesión 4 1. INTRODUCCIÓN La celebración del III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (III CAPA) en noviembre de 2019 ha constituido una excepcional ocasión para presentar dos intervenciones arqueológicas urbanas realizadas en el Casco Histórico de Alcañiz (Teruel). Las dos actuaciones están vinculadas con proyectos de obra promovidos por el Ayuntamiento de Alcañiz, y se sitúan en dos sectores del antiguo barrio de Santiago. El antiguo barrio de Santiago formaba parte junto con el vecino barrio de San Pedro del núcleo de población desarrollado a partir de mediados del siglo XII, tras la conquista aragonesa y primera repoblación. Se ubica en el sector más elevado del casco urbano, bajo la cumbre del cerro Pui Pinos donde se asienta el castillo calatravo. En la actualidad, gran parte del antiguo caserío de esta barriada ha desaparecido debido a las importantes transformaciones urbanísticas llevadas a cabo durante los siglos XIX y XX en el mismo, resultado de las cuales se han generado varios amplios espacios abiertos aterrazados, como la Glorieta de Valencia y explanada del Cuartelillo.
Figura 3. Plano de Alcañiz en la Baja Edad Media (tomado de LALIENA 1985).
2. INTERVENCIÓN PREVIA EN 2005 En 2005 se realizaron varios sondeos arqueológicos comprobatorios en el subsuelo de la Glorieta de Valencia, dirigidos por J. A. Benavente. Estaban motivados por un proyecto municipal para la construcción de un aparcamiento subterráneo bajo dicha plaza. Entre los resultados, se localizó en la cata 1 un antiguo edificio de notables dimensiones, sin datos suficientes para identificarlo con la iglesia de Santiago (BENAVENTE 2005 a, 2005 b). En consecuencia, el Gobierno de Aragón prescribió la obligación de realizar excavación arqueológica en el subsuelo en caso de que se ejecutara dicho proyecto de obra.
Figura 2. Extensión aproximada del antiguo barrio de Santiago en Alcañiz sobre ortofoto.
Poco es lo que conocemos del aspecto de este barrio durante la Edad Media y Moderna. Si tomamos como referencia el clásico trabajo de C. Laliena (1985), el espacio aparece vacío como consecuencia de la ausencia de edificaciones históricas o de restos arqueológicos. No obstante, la intensa actividad arqueológica realizada durante las décadas siguientes ha modificado ampliamente el conocimiento y percepción del carácter histórico de esta localidad.
Figura 4. Diario de Teruel se hace eco de las catas en 2005.
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Figura 5. Emplazamiento del muro de la Glorieta de Valencia sobre ortofoto (las flechas marcan los límites de la actuación).
3. MURO DE CONTENCIÓN DE LA GLORIETA DE VALENCIA (2017) 3.1. El proyecto de obra La actuación de control y seguimiento arqueológico estuvo motivada por la ejecución del proyecto “Obras de emergencia en muro de contención de la Glorieta de Valencia en Alcañiz (Teruel)”. El solar referido está situado dentro del Casco Histórico de Alcañiz, bajo la Glorieta de Valencia. Este espacio corresponde a una gran explanada ajardinada que está situada delante del antiguo emplazamiento de El Cuartelillo, un cuartel militar de caballería que se construyó en el siglo XIX. Su edificación supuso la transformación urbanística de este sector del caserío intramuros, donde antes se ubicaba el barrio de Santiago alrededor de la parroquia homónima, no localizada. El proyecto de obra incluyó la demolición y reconstrucción del muro de contención de la propia Glorieta, que presentaba numerosas grietas y abombamientos. El lienzo a intervenir tenía una longitud de 30 m y una altura de 6 m, y estaba formado por varias fábricas de sillares y sillarejo de variada cronología.
3.2. Resultados Esta explanada presenta dos grandes frentes, lados N y O, sujetados por paños de sillería, mientras que los otros dos lados apoyan en la ladera del cerro Pui Moreno. Se ha intervenido sobre la mitad oriental del muro N de contención de la glorieta de Valencia, desde la esquina con la calle hasta un tramo del talud levantado recientemente mediante hormigón. El lienzo que ha sido demolido estaba formado básicamente por dos fábricas de sillería o sillarejo dispuestas en hiladas regulares.
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Figura 6. Alzado general del muro demolido. El subtramo situado a la izquierda está formado básicamente por dos lienzos superpuestos. El inferior construido mediante un aparejo de sillares colocado por bataches, de modo que las hiladas están continuamente interrumpidas, alcanza una altura de 4 m. En este aparejo, se alternan lienzos de 60 cm de espesor con otros de 45 cm. Esta disposición quizás responda a muro de carga, puesto que tiene que aguantar el peso de todos los rellenos bajo la glorieta. Además de talud, formaría parte de la medianera del edificio que se levantaba en el solar contiguo. El lienzo superior, también de mampostería regular, está trabado con calicanto, y alcanza una anchura de 80 cm. Una vez eliminado el muro del talud, la estratigrafía de los rellenos situados bajo la Glorieta es bastante simple. Toda ella está formada por numerosos niveles de escombro heterogéneo, reconociéndose varios procesos de depósito. La cerámica recuperada corresponde a vajilla esmaltada de los siglos XVII y XVIII pintada en azul, y verde/morado. La cronología del material
Sesión 4 Sin embargo, el material más interesante hallado corresponde a un pequeño cojunto de elementos arquitectónios pétreos, que estaban reutilizados como rellenos en el muro-talud que fue desmantelado. Las piezas presentan adheridos, tanto restos de mortero de cal, como mortero de cemento, puesto que fueron reaprovechadas en el muro-talud. - Mensula decorada GT.V.2007.1
Figura 7. Cerámica esmaltada del siglo XVII recuperada en los rellenos de colmatación.
Mensula rectangular con dimensiones 54 x 26 x 25 cm. Una de las caras menores presenta un perfil convexo con decoración tallada a base de un trebol cuatripétalo dentro de un círculo de 12 cm de diámetro, a su vez inserto en un recuadrado. Incompleta en la cara decorada.
cerámico permite plantear que el relleno se debió realizar durante la primera mitad del siglo XIX, destinándose estos terrenos a escombrera. Bajo los escombros contemporáneos y en la zona inferior del corte, se han observado varios elementos estratigráficos que nos remiten al período bajomedieval. En el extremo derecho del corte se han conservado un pavimento de cantos dispuesto con un doble buzamiento hacia el N y O. En su lado E el pavimento limita con un lienzo de mampostería de doble cara, la exterior formada por sillarejos con cara vista y la interior de mampostería con argamasa. Desconocemos el extremo O, puesto que su alzado continúa por detrás del muro de contención de hormigón. Se observa que el muro de contención del talud original, conservado bajo el lienzo de hormigón, apoya sobre el pavimento de cantos. Probablemente corresponde con una sección incompleta de una calle que asciende por la ladera. Es facil imaginar que la actual calle, que se interrumpe en el actual solar ocupado por el aparcamiento, continuaría hacia el Sur ascendiendo la ladera del cerro Pui Pinos. Al otro lado de la calle se levantaria una edificación perteneciente a la manzana que ocupaba el solar, tal y como recogen los planos del siglo XIX. Casi a cota del aparcamiento, se observan restos de muros de argamasa de yeso y piedra.
Figura 8. Corte estratigráfico obtenido al retirar el muro de contención.
Figura 9. Ménsula recuperada tras la demolición del muro.
- 3 capiteles lisos GT.V.2007.2-4 Se trata de 3 ejemplares incompletos de capitele sencillo con dimensiones 35 x 38 x 45 x 44 cm de altura y 30 cm de diámetro. Sin decorar. Incompleto, le falta una de las caras. Presenta numerosas marcas de talla.
Figura 10. Capitel recuperado tras la demolición del muro.
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- Fuste octogonal GT.V.2007.2-5 De 43 x 31 x 14/11 cm, en el que se alternan caras largas y cortas, completo.
con la piedra, sus escombros y en su sitio formó la plaza del cuartelillo, con cuyo nombre hoy día se conoce.” Y Pascual Madoz (1850) indica que la iglesia de Santiago está completamente arruinada. En todo caso, el paralelo más próximo a los capiteles lisos se encuentra en el propio castillo calatravo de Alcañiz. En dos de las portadas abocinadas con arquivoltas encontramos casos similares, que responden al tipo de arquitectura románica de influencia cisterciense de la segunda mitad del siglo XII, caracterizada por una austeridad decorativa.
3.3. Interpretación
Figura 11. Fuste de columna recuperado tras la demolición del muro.
- Fuste cilindricos GT.V.2007.2-4 Se trata de 4 tambores de columna de sección cilindrica.
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Los restos arqueológicos documentados constituyen un testimonio de la transformación urbanística de Alcañiz en la primera mitad del siglo XIX. La construcción del cuartel de caballería a los pies del castillo, en su ladera NO, tiene que relacionarse con la transformación urbanística de todo ese sector de la ciudad, hasta entonces ocupado por la barriada de Santiago. Es probable que esta parroquia se ubicara bajo los terrenos de la actual glorieta. Demolidas las casas, se procedió a formar una gran escombrera que permitió generar una gran explanada delante del cuartel, suportada por el muro-talud.
Desde un punto de vista de factura, el conjunto es muy homogéneo, puesto que presentan idénticas marcas de talla a base de incisiones. Los capiteles son sencillos, sin ninguna decoración. La ménsula pertenece posiblemente a un entablamento. Salvo el fuste octogonal, de estilo gótico y con numerosos ejemplares en la arquitectura civil de Alcañiz, el resto de elementos se pueden relacionar con el arte románico tardío. Considerando que en el entorno se localizaría la iglesia de Santiago, se puede plantear la posibilidad de que estos materiales procedan de aquella. Al respecto, podemos recordar lo que dicen las fuentes históricas. Por ejemplo, el historiador local Mariano Ardid y Plano (1852, folio 39 r) indica que la iglesia de Santiago fue “profanada en 1808, la deterioraron mucho en 1822 y así permaneció hasta el año 1834, en el que el llamado entonces gobernador Don Juan José Aguavera la mandó demoler totalmente y
Un excepcional plano de 1846 conservado en el Centro Geográfico del Ejército de Madrid ha sido dado a conocer recientemente por J. A. Benavente (2012 a). En él se representa el Cuartelillo de caballería y un muro que corresponde al talud que sujeta la explanada situada delante, denominada Plaza de las circunstancias. En cambio en lo que atañe al muro intervenido, aparece la manzana de casas cuya medianera sirvió de talud,
Figura 12. Portada con arquivoltas de acceso a la capilla del Castillo calatravo de Alcañiz.
Figura 13. Plano de Alcañiz de 1849 (tomado de Benavente 2012 a).
Sesión 4 abriéndose un hueco en el centro –bajo la actual Glorieta de Valencia-, lo que puede indicarnos que en ese momento todavía no se había cerrado toda la terraza por ese lado. Madoz (1850) se refiere al cuartelillo como “hay en esta población un cuartel con habitaciones cómodas para la infantería, y principalmente para la caballería”. El trazado de una calle empedrada en sentido N/S coincide con lo reflejado en el plano de 1846, que muestra una calle en recodo delimitando al O la manzana. Quizás este giro pueda corresponder con el emplazamiento de la antigua iglesia de Santiago, puesto que en el plano todavía no está construido el talud N de la plaza del cuartelillo. Con esta interpretación, la iglesia se podría ubicar bajo la glorieta, pero inmediatamente al O del sector intervenido. Una fotografía antigua recogida por José Antonio Gil (Facebook) permite reconocer el aspecto que tendría la glorieta del cuartelillo y la manzana contigua hacia
Figura 15. Vista del tramo de muralla en la ladera del cerro Pui Pinos antes del deslizamiento (Fotografía: Diario de Teruel). mediados del siglo XX, puesto que todavía está en pie el palacio de Salillas. Resulta interesante observar el aspecto que tenía la casa de las Villalba, con fachada de dos plantas y acceso desde la glorieta.
4. LADERA OESTE DEL CERRO PUI PINOS (2018/2019) 4.1. Proyecto de obra
Figura 14. Imagen de Alcañiz hacia 1950 (tomada de Facebook. Cosas de Alcañiz que se han perdido).
El Ayuntamiento de Alcañiz promovió el proyecto de obra “Obras de emergencia de estabilización de la ladera occidental del cerro Pui Pinos (Alcañiz)”, que había sufrido un terrible deslizamiento en 2007. Dicha obra estaba destinada a retirar los depósitos de tierra y estratos de roca inestables en dicha ladera.
Figura 16. Emplazamiento de la ladera del cerro Pui Pinos sobre ortofoto (las flechas marcan los límites de la actuación).
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4.2. Resultado En octubre de 2017 se realizó una prospección arqueológica (Exp. 191/17/2018) en la ladera oeste del cerro Pui Pinos de Alcañiz, con el objeto de documentar los restos arqueológicos que se pudieran reconocer a nivel superficial tras las labores urgentes de limpieza realizadas después del deslizamiento de la ladera. Como resultado de la prospección, se observó una alineación de piedras identificada con el recinto amurallado, que en su mayor parte había desaparecido como consecuencia del deslizamiento de la ladera. En líneas generales se trata de una estructura lineal elaborada en sillarejo y mampostería sin morteros de trabazón. Presenta unas dimensiones de 13 m de longitud, 1 m de anchura y una altura máxima conservada de 2’5 m. Responde a la tipología de forro, es decir, con una sola cara, la exterior, mientras que al interior la fábrica es de mampostería irregular sin regularizar una cara (Fig. 7 y 8). Al exterior, el lienzo no mostraba un contorno homogéneo.
Figura 18. Cara exterior de la estructura en la terraza superior, tramo central. - UC 03: Lienzo de sillarejo de medio y gran tamaño dispuesto en hiladas regulares, conservado en las hiladas inferiores. Mientras que la cara exterior estaba formada por sillarejos de gran tamaño, en la cara interior se utilizaron mampuestos irregulares, dos hiladas al interior por una al exterior. Algunos de los grandes sillarejos utilizados correspondían a piezas reutilizadas, con restos de argamasa de cal y retalles que no guardaban relación con esta estructura. En el relleno interior de la primera hilada se ha encontrado un fragmento de cerámica esmaltada del siglo XV, que aporta una cronología post quem a la construcción de esta fábrica muraria.
Figura 17. Cara exterior de la estructura en la terraza superior, tramo meridional. Sigue una orientación NE/SO, aunque en detalle se aprecian ligeras variaciones. La muralla apoyaba directamente sobre el substrato rocoso, formado por estratos de arenisca intercalados con lutitas y yesos dispuestos en dos escalones, apoyándose la mayoría del lienzo sobre la terraza superior. No se aprecian trabajos previos de tallado del terreno. Los sillares presentan restos de calicanto, por lo que es probable que estén reaprovechados y tengan otra procedencia. Se han identificado cuatro fábricas constructivas en el tramo de muralla intervenido: - UC 01: Lienzo de mampostería de pequeño tamaño dispuesto a hiladas regulares y en seco. Únicamente presentaba cara exterior, que se completaba al interior con un relleno de tierra, aljezones y ladrillos sobre el que se apoyaba. En dicho relleno de escombro se ha encontrado cerámica esmaltada del siglo XVIII. - UC 02: Lienzo de sillarejo y mampostería dispuesto en hiladas regulares, con enlucido exterior de argamasa.
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Figura 19. Aspecto de la cara interior de la muralla con un aparejo de mampostería irregular.
Sesión 4 - UC 04: Lienzo de sillarejo y mampostería dispuestos en hiladas regulares, situado en el escalón rocoso inferior. Desde septiembre de 2018 se desarrollaron los trabajos de saneamiento de la ladera oeste del Cerro Pui Pinos de Alcañiz, con la correspondiente supervisión arqueológica (Exp. 191/17/2018). Tras la localización y excavación del tramo de la muralla, se emitió un Informe preliminar. La D. G. Patrimonio Cultural emitió una Resolución con fecha 8 de octubre. A petición del Ayuntamiento de Alcañiz, el arqueólogo Antonio Hernández y la restauradora Mª Pilar Castellano redactaron una propuesta de intervención sobre los restos arqueológicos de la muralla puestos al descubierto, que fue remitida a la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de Teruel. Con fecha 2 de noviembre, esta CPPC acordó autorizar dicho proyecto (Exp. 2018/0385), que incluía la documentación arqueológica y el desmontaje del tramo de muralla, condicionado a su posterior reconstrucción in situ.
Figura 22. Siglado de las piedras por hiladas durante los trabajos de desmontaje de la muralla.
La dirección en la ejecución de los trabajos de documentación y desmontaje fue llevada a cabo por el arqueólogo Antonio Hernández Pardos y la restauradora Encarna Ripollés Adelantado, que emitieron el relativo Informe final en mayo de 2019. A continuación mostramos algunas de las fotografías de documentación de los trabajos realizados.
Figura 23. Trabajos de desmontaje y retirada de los sillarejos durante los trabajos de desmontaje de la muralla.
Figura 20. Detalla del aparejo de la muralla.
Figura 21. Detalla del proceso de siglado durante los trabajos de desmontaje de la muralla.
Figura 24. Traslado de las piedras una vez sigladas hasta el camión durante los trabajos de desmontaje de la muralla.
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Figura 26. Planta del tramo de muralla descubierto (sobre la topografía elaborada por Pedro Cerezuela). Figura 25. Acopio de los sillarejos en palés de madera antes de ser trasladados al almacén municipal.
4.3. Interpretación Tras el desgraciado deslizamiento de la ladera oeste del Cerro Pui Pinos de Alcañiz en 2017, quedó destruido gran parte del tramo de la muralla que se conservaba en este sector de la ciudad. El único tramo que se ha salvado corresponde a la estructura descubierta, gracias a que se encontraba enterrada bajo los escombros de la ladera y situada en una cota elevada. Se trata del extremo superior del tramo de muralla que cerraba la ladera oeste del cerro Pui Pinos, y presenta varios ligeros cambios de orientación, tal y como se observa en la planimetría topográfica elaborada (Fig. 26).
Fig. 27. Restos del recinto amurallado de Alcañiz en la ladera Oeste del cerro Pui Pinos: A, tramo desaparecido con el deslizamiento; B, lienzo descubierto; C, torreón en ángulo (sobre planimetría del PGOU de Alcañiz).
Figura 28. Alzado exterior del tramo de muralla desmontado con el número de sigla de cada piedra.
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Sesión 4 Este lienzo formaba parte del recinto amurallado de Alcañiz, tal y como debió quedar configurado en el siglo XV. Su trazado, tras el tramo longitudinal en torno al que se desarrolló el barrio de Mazador, se encuentra con la pronunciada ladera del Cerro Pui Pinos. A partir de ese punto, realiza un giro en ángulo (Fig. 27, letra C) buscando una cota mayor recorriendo el escarpe rocoso, hasta que vuelve a realizar un nuevo giro (Fig. 27, letra A). Desde este punto, su trazado asciende por la ladera hasta finalizar junto a otro escarpe rocoso, que corresponde con el tramo descubierto en 2018 (Fig. 27, letra B).
5. CONCLUSIONES
Si analizamos las fuentes históricas, se puede reconocer que este tramo de la muralla bajomedieval de Alcañiz había quedado olvidado en el siglo XIX, puesto que no consta en aquellas. Así se constata en el cuadro Vista de Alcañiz, de Ceferino Cabañas (1895), en el que se identifica el gran edificio del Cuartelillo y el potente muro-talud de la terraza asociada –actual glorieta de Valencia- (Fig. 29). Pero es interesante el doble lienzo amurallado, que debe corresponder a una reforma del sistema defensivo alcañicejo entre el barrio del Matador y la propio Cuartelillo. Esta reforma debió sustituir a la fábrica bajomedieval, situada en sus proximidades.
6. FICHA TÉCNICA
A lo largo de las anteriores páginas hemos presentado los principales resultados obtenidos en dos intervenciones arqueológicas urbanas desarrolladas en la localidad turolense de Alcañiz. Constituyen dos excelentes testimonios del urbanismo y de la evolución histórica del antiguo barrio de Santiago. El análisis de los restos arqueológicos y de otras fuentes históricas como los planos y fotografías antiguas ha permitido recuperar nuevos aspectos en la historia de esta localidad aragonesa.
Tabla 1. Intervenciones realizadas en la zona Año
Intervención arqueológica
2005
sondeos en Glorieta de Valencia
2017 2017
seguimiento en el muro de contención de Glorieta de Valencia prospección en ladera occidental del Cerro Pui Pinos
2018/2019
seguimiento del saneamiento en ladera occidental del Cerro Pui Pinos
2018/2019
desmontaje del lienzo amurallado en ladera occidental del Cerro Pui Pinos
AGRADECIMIENTOS
Figuar 29. Detalle de la pintura “Vista de Alcañiz” de Ceferino Cabañas (Fotografía: J. A. Benavente). La presencia de este lienzo amurallado vinculado al Cuartelillo también se puede observar en una antigua fotografía del castillo de Alcañiz, tomada a inicios del siglo XX (Fig. 30).
Queremos agradecer al Ayuntamiento de Alcañiz, en especial a la arquitecta municipal Sonia Celma, así como a Prodia Ingeniería y a la constructora Hermanos Lecha su amabilidad y disposición a la hora de abordar una intervención arqueológica. También agradecemos a José Antonio Benavente sus sugerencias y proporcionarme la referencia a la pintura de Ceferino Cabañas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Ardid y Plano, M.(1852): Memorias para escribir la historia de la Ciudad de Alcañiz. Manuscrito inédito fotocopiado en la Biblioteca Municipal de Alcañiz. Benavente, J. A. (2005 a): Informe de los sondeos arqueológicos en el solar de la Glorieta de Valencia en Alcañiz (Teruel). Exp. 054/2005. Informe inédito consultado en el Gobierno de Aragón. Benavente, J. A. (2005 b): “Sondeos arqueológicos en la Glorieta de Valencia de Alcañiz (Teruel)”, Arqueología Aragonesa 1995-2005, Cd-rom, Gobierno de Aragón.
Figura 30. Fotografía antigua del castillo de Alcañiz (tomada de Facebook. Cosas de Alcañiz que se han perdido).
Benavente, J. A., (2012 a): “El plano más antiguo de Alcañiz: un documento inédito de 1846”, historiasdelbajoaragon.wordpress.com/2012/05/17
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Benavente, J.A. (2012 b): “Un documento excepcional. El plano de la ciudad de Alcañiz y sus alrededores de 1846”, historiasdelbajoaragon.wordpress.com/2012/09/18 Thomson, T, Catálogo artístico y monumental del Bajo Aragón, Fundación Quílez Llisterri. Madoz, P. (1845-1850): Diccionario estadístico e histórico de los pueblos de España. Sancho, N. (1860): Descripcion histórica, artistica, detallada y circunstanciada de la ciudad de Alcañiz y sus afueras, Alcañiz. Taboada, E. J. (1898): Mesa revuelta. Apuntes de Alcañiz, Zaragoza. Zapater y Sancho, P. J. (1704): La Thesorera descubierta i vengada de las injurias del tiempo. Antigüedades i excelencias de la insigne ciudad de Alcañiz. Manuscrito conservado en la Real Academia de la Historia, con copia mecanografiada en la Biblioteca de Alcañiz.
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Sesión 4
4.6. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES MEDIEVALES THE ARCHAEOLOGICAL SITE OF “EL CASTILLO” OF VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). MEDIEVAL PHASES Francisco Javier Gutiérrez González y Oscar Lanzas Orensanz Arqueólogos profesionales Autor de contacto/Contact author: Francisco Javier Gutiérrez González, info@arqueoguti.es
RESUMEN En el presente artículo, exponemos los resultados de las primeras catas arqueológicas efectuadas en el yacimiento del cerro de “El Castillo” (Villarroya del Campo, Zaragoza). A tenor de los restos muebles e inmuebles documentados hasta el momento –entre los que se encuentran varias estructuras de habitación y otras de funciones auxiliares, así como un amplio conjunto cerámico aparecido en tres pozos–, consideramos que la ocupación medieval del yacimiento se inició en el siglo XIII, momento de auge de repoblación de esta comarca. Finalmente, en torno al siglo XVI, la población se trasladó para ocupar la llanura situada junto al curso del arroyo de Valsaúco. PALABRAS CLAVE: Medieval; Bajomedieval; Pozos; Cerámica; Campo de Romanos; Zaragoza.
ABSTRACT In this article, we present the results of the first trial excavation carried out in the medieval archaeological site of the hill of “El Castillo” (Villarroya del Campo, Zaragoza). According to the archaeological remains and the structures documented so far –that includes room structures and rooms with auxiliary functions, as well as a large ceramic set obtained in three wells–, we consider that the medieval occupation of the archaeological site began in the thirteenth century, the moment of repopulation boom in this region. Finally, around the sixteenth century, the population moved to occupy the plain next to the Valsaúco stream course. KEYWORDS: Medieval; Late medieval; Wells; Ceramics; Campo de Romanos; Zaragoza.
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Figura 1. Planimetría completa de la cata 9 con interpretación de fases históricas.
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Sesión 4 1. INTRODUCCIÓN Con el interés del ayuntamiento de esta localidad por recuperar su pasado histórico y potenciar los restos arqueológicos asociados, comenzamos la intervención con el objetivo de hacer del patrimonio cultural un recurso de enriquecimiento, difusión y crecimiento de la localidad. Como ya hemos señalado en este mismo congreso en el artículo sobre las fases prehistóricas del yacimiento, la intervención arqueológica para valorar su potencial se desarrolló en diferentes momentos de 2016 a 2018. En el transcurso de los trabajos afloraron diversos restos medievales que presentamos en esta comunicación. Se trata de un conjunto de restos inmuebles asociables a espacios domésticos o de transformación, superpuestos y/o inconexos entre sí, distribuidos por la parte alta del cerro y la ladera oeste. Hasta ahora los testimonios con que contábamos para el periodo medieval en Villarroya del Campo se reducían esencialmente a la propia toponimia con la que se denomina el poblamiento y al espacio religioso de la ermita de san Bartolomé que se levanta en la ladera noroeste del cerro. Estas estructuras pertenecen a distintas fases de ocupación bajomedieval de Villarroya (hasta 1834 no adquirirá la denominación actual de Villarroya del Campo), acreditando un arco cronológico que va desde al menos el siglo XIII hasta el XVI.
Figura 2. Cata 4, imagen previa desde el suroeste.
2. METODOLOGÍA En el bloque de Antigüedad de este mismo congreso presentamos un artículo con el plano de localización del yacimiento en el Campo de Romanos dentro de la comarca del Campo de Daroca, así como de las diez catas practicadas hasta el momento. Todas ellas, aún a pesar de lo exiguo de los vestigios aparecidos en algunas, por reaprovechamiento de sus materiales, expolio o erosión, muestran que la mitad norte del cerro y su ladera oeste, que mira hacia el actual pueblo, estuvieron ocupados durante la Baja Edad Media. Los restos localizados nos hacen suponer un hábitat en toda la cima del cerro, así como en las faldas del mismo -algo lógico si pensamos en la cercanía de la Ermita-, que perduró hasta que las condiciones del núcleo cercano al río ejerció mayor atracción que la continuidad del poblamiento medieval del cerro. La amortización de un posible canal de desagüe en la cata 1, así como los rellenos más modernos de la cata 9, nos llevan al siglo XVI como fecha para este abandono.
Figura 3. Cata 4, estancia exterior desde el sur.
La ruina de esta ocupación, añadido a la fuerte erosión que sufre el terreno, hizo necesaria la construcción de los elementos de acceso al cerro (que ya hemos recogido en el artículo dedicado a la fase prehistórica), especialmente en el periodo conocido como “la pequeña edad del hielo” que acrecentaría los procesos erosivos del cerro. En la presente comunicación nos vamos a centrar en las catas más significativas; la Cata 4 y 9. La cultura
Figura 4. Cata 4, hogar y guardabrasas bajomedievales.
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material recuperada, por lo general, se caracteriza por su escasez y fragmentación. Sin embargo, a parte de algunas piezas singulares, queremos dar a conocer que en puntos concretos del yacimiento (en 3 pozos) se ha conservado un rico ajuar cerámico de cierta relevancia que hacen de este yacimiento un lugar de interés por cuanto su estudio puede contribuir a llenar un hueco en la bibliografía apenas trabajado y que es el principal objetivo de este artículo. Queda pendiente para otro trabajo un estudio más pormenorizado de los materiales aquí presentados.
3. MARCO GEOGRÁFICO En el artículo dedicado a las fases prehistóricas del yacimiento ya hicimos referencia en la Fig.1 tanto a la localización de Villarroya del Campo, como a la del yacimiento y las catas realizadas, y a esa planimetría les emplazamos para su consulta.
4. RESTOS LOCALIZADOS Repartidos por toda las catas hemos documentado algunos restos bajomedievales, pero centrándonos en la Cata 4, planteamos una cata longitudinal que nos permitiera conocer la secuencia estratigráfica de la parte alta de la ladera oeste, en las proximidades de la actual escalera en piedra que ha preparado el ayuntamiento como acceso al cerro. Algo apartada de la ermita de San Bartolomé y de su espacio de enterramiento recientemente descubierto y aún por excavar. Planteamos la cata transversalmente a la pendiente de la ladera oeste que va desde el afloramiento rocoso de caliza en la parte alta, que hace las veces de visera de una cueva en este punto, hasta casi el camino asfaltado de acceso a la ermita y al cerro. En ella hemos detectado tres estancias, dos de ellas con ocupación bajomedieval y repartidas en dos alturas, separadas por un aterrazamiento artificial de época. Dos en la terraza superior y una en la terraza inferior. En el nivel superior, vemos por un lado bajo el resalte rocoso el aprovechamiento tradicional de cuevas. La fácil extracción del nivel de margas anaranjadas bajo un potente estrato de caliza, ha hecho propicio el uso continuado de estas cuevas artificiales como hábitats en un pasado y como corrales o almacenes en la actualidad. De manera que en la limpieza de su interior sólo detectamos niveles contemporáneos (Fig. 2 y Fig. 3 a derecha). En el exterior de la cueva, tuvimos la fortuna de que se conservara un nivel de abandono. Bajo éste y frente a la entrada actual a la cueva, afloró un umbral y dos gorroneras en piedra hincadas en el nivel de roca natural meteorizado marcando la entrada a la cueva en un momento anterior (Fig. 3). Ésta funcionaría probablemente antes de la caída de la visera de roca que se encuentra adyacente a la zona excavada por el oeste. En cuanto al uso que tendrían la cueva en ese momento y el espacio que se configuraría al exterior de ésta, no estamos en disposición de emitir hipótesis dado lo fragmentario de los restos y la escasez de los materiales hallados.
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En una terraza inferior, por acondicionamiento del terreno aprovechando su escalamiento natural, detectamos parte de otra estancia. Así, adosado al recorte de la roca natural haciendo escalón, hallamos restos de un muro de mampostería (con orientación NO-SE) a modo de forro y levantado contra terreno. Adosado a este muro detectamos restos de un pequeño hogar, cuyo suelo endurecido nos revela la estructura de la cámara de combustión. Se conserva también el arranque del tiro formado por dos ladrillos verticales cogidos con mortero de yeso. En esta misma estancia, en la esquina Norte (Fig. 4), se ha conservado una pequeña estructura de tres piedras hincadas formando un cuarto de círculo y aprovechando el recorte de la roca natural en la que se apoya, con probable función de guardabrasas. En el relleno ceniciento de su interior hallamos unas cachas de hueso como enmangue de un cuchillo de hierro (Foto 9, abajo). Entre los materiales recuperados en la estancia hay cerámicas bastante fragmentadas, con cronología en torno al siglo XV. De ello destaca un vasito decorado con manganeso (Foto 9, arriba). El uso de este espacio pudo ser doméstico o de transformación. En la parte alta del cerro, en su tramo central, las catas 6 y 8 sin apenas restos relevantes conservados, nos permiten afirmar que hubo ocupación en ella. En ambas se documentaron dos pozos circulares muy arrasados cuyos rellenos proporcionaron materiales bajomedievales. Centrándonos en la Cata 9, en el período que nos ocupa, los hallazgos recuperados son atribuibles a distintos momentos del Medievo (Fig. 5). En general muy arrasados e inconexos fruto del expolio y reaprovechamiento de sus materiales, así como de la erosión. Así, en los 105 m² de la cata se suceden las cimentaciones de tres muros paralelos en dirección N-S -de los que no hemos podido localizar sus cierres perpendiculares, afectados por procesos posteriores. Pues bien, en las amplias zanjas de cimentación de esos muros apenas hemos recuperado materiales medievales significativos (además de otros fragmentos prehistóricos redepositados), por lo que no podemos asignarles una cronología concreta de construcción, más allá de que son los primeros elementos medievales que cortan los restos celtibéricos precedentes. Junto a uno de ellos, el muro 5 y sobre su posible nivel de abandono -cabe recordar el hecho de que las evidencias arqueológicas no son especialmente contundentes, y que el límite de la cata no nos permitió ver en extensión el mencionado espacio de ahí nuestra cautela en la interpretación del nivel-, hallamos dos ollas vidriadas de buen tamaño (Fig. 6 y 7), que tipológicamente y según paralelos podemos encuadrar en torno a los siglos XII-XIII, marcando la fecha post quem para los restos medievales que exponemos. En el área levantina y en otro contexto cultural, se documentan en Valencia ollas vidriadas muy semejantes datadas en el primer tercio del siglo XIII (Coll, J. et alii 1988: 65, fig.11). En cualquier caso, sea cual sea el origen de este tipo de piezas, parece
Sesión 4 que su filiación cultural entronca con la tradición andalusí, al menos en lo tipológico, ya que también encontramos paralelos formales en piezas recuperadas en el abandono definitivo, en el siglo XII-XIII, del arrabal hallado bajo el paseo de la Independencia de Zaragoza (Gutiérrez 2006). Del resto de cimentaciones de muros poco más podemos decir, más allá de que sus suelos también han desaparecido. En un momento posterior inscrito en el periodo bajomedieval, estos muros fueron cortados por pozos usados posteriormente como basureros que han proporcionado un rico conjunto cerámico, muy posiblemente también del siglo XIII y al que más adelante nos referiremos.
Figura 6. Olla 17.31.2424 hallada al oeste del muro 5.
El testimonio posiblemente más antiguo de la reocupación medieval del cerro es un fondo de ataifor de loza dorada del siglo XII-XIII (Fig.10), con pasta clara y vidriado poco cubriente con burbujas (Ortega, Gutiérrez, PérezArantegui, Délèry: 2013), hallado redepositado junto a materiales modernos en el relleno tras el expolio del Muro 7. De toda la secuencia medieval, por la repercusión de sus materiales, vamos a detenernos especialmente en los rellenos obtenidos en los pozos de la cata 9.
Figura 5. Planimetría de restos medievales de la cata 9.
Esos pozos están cubiertos en parte por construcciones posteriores, generalmente elaboradas con mayor robustez, y cuyos niveles asociados han proporcionado materiales cerámicos que incluyen lozas de Muel decoradas en reflejo metálico, encuadrables en el siglo XVI. Estas estructuras ponen fin a la ocupación documentada en el yacimiento de “El Castillo”. Entre ellas, hay que mencionar una gran remoción del terreno en su parte sureste, cuya función debió estar ligada a algún tipo de actividad artesanal, a juzgar por lo tosco de su factura. Del mismo periodo debió ser una cimentación potente en la esquina noroeste. Por encima de estas construcciones aún localizamos un gran empedrado de superficie irregular en toda la zona norte de la cata, con un aspecto similar al de una calle o espacio dedicado a caballerías del que no hemos recuperado material asociado que sea fiable estratigráficamente al estar muy cerca de la superficie actual (Fig. 8).
Figura 7. Nivel de abandono al oeste del muro 5.
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Figura 10. Fondo de ataifor de loza dorada.
Figura 8. Empedrado en la zona norte de la cata 9.
Figura 11. Pozo 1 en proceso de excavación.
5. CONTEXTO DE LOS POZOS En la excavación de la cata 9 hemos documentado tres unidades negativas a las que hemos optado por denominar ´pozo´. Cuando dejaron de cumplir su función original, fueron colmatados por vertidos de cenizas y carbones acompañados de numerosos fragmentos cerámicos de ollería principalmente, vajilla de mesa y cerámica de almacenaje, todo ello de producción medieval; así como de huesos y de otros materiales cerámicos de periodos precedentes redepositados.
Figura 9. Algunos objetos bajomedievales localizados.
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Los pozos, están excavados parcialmente en sedimento en su parte alta conservada y en la roca de caliza local en su mitad baja, sin superar el metro de profundidad. En los pozos 1 y el 2 las paredes son cilíndricas y el fondo plano al igual que el pozo 3, añadiendo éste un leve estrechamiento de sus paredes a medida que ascienden hacia la embocadura que en ningún caso hemos podido documentar; y que recuerda a los silos acampanados de amplia difusión en este periodo. Tampoco hemos documentado ningún revestimiento interior que pudiera orientarnos en torno a su función original. Consideramos lo más probable que cumplieran la función de almacenes
Sesión 4 domésticos, según la consideración de que la capacidad de almacenaje de los silos puede distinguir entre silos domésticos y silos de renta (Quirós Castillo 2009: 647). Por otro lado, a ninguno de los tres pozos hemos podido asociar alguna estructura coetánea, léase suelos o muros, ya que el arrasamiento generalizado del yacimiento ha impedido que se mantenga ninguna relación estratigráfica con elementos contemporáneos. Y si precisamente algo ha contribuido en su preservación es el hecho de que fueran unidades negativas, generándose un contexto cerrado, aunque aislado de otras referencias. En la composición del relleno de colmatación parece reconocerse un proceso bastante rápido a base de deshechos de combustión de hogar y de sus frecuentes materiales fracturados durante su exposición al fuego. De ahí la amplia gama en perfiles de ollas por encima del resto de producciones. En muchos casos se conservan perfiles bastante completos. Otro elemento común que observamos es que algunas producciones aparecen indistintamente en los tres pozos dando la imagen de que el proceso de colmatación se produce con cierta rapidez y contemporaneidad. En esta publicación vamos a hacer una primera aproximación tipológica a sus materiales, así como una primera valoración cronológica de sus producciones a partir de su comparación con las de otras zonas cercanas. En todo caso, dado que el campo de la cerámica de cocina está tan poco sistematizado, advertimos que algunas lagunas pueden quedar sin resolver por el momento y que deben ser objeto de un estudio específico posterior. Los ejemplos cerámicos para servicio de mesa que más perfil han conservado corresponden a producciones que se muestran continuadoras de la tradición andalusí. Todas estas piezas están elaboradas en arcillas bastante depuradas con desgrasantes generalmente finos, en cocciones aparentemente oxidantes dando como resultado unas pastas de colores beige, anaranjados, rojizos o marrones claros. Las cubiertas vidriadas, como acabado, están ausentes. Es el caso de la pieza 17.31.2325 del pozo 2 y de la 18.35.130 del pozo 3, ambas jarras o jarritas de cuello casi-cilíndrico y carena muy marcada de transición al cuerpo de la pieza. Resultan muy semejantes a piezas halladas en algunos pozos del periodo taifa excavados en La Seo de Zaragoza (Gutiérrez, 2015: pozo 11, pieza 93.115.4214), así como a producciones del área levantina del siglo XIII (Retuerce, 1998: 199, Forma C Tipo C.14 subtipo A; Coll, 1988: 74, fig. 19). Las piezas 18.35.4 del pozo 2 y 18.35.141 y 142 del pozo 3, que conservan menor desarrollo, podrían estar en esta misma línea. Otra variante a éstas de cronología similar, en este caso sin carena, que presenta cuerpo globular y decoración en manganeso a pinceladas, es la 17.31.1881 (Retuerce, 1998: 199 Forma C tipo C.13; y Bienes, 1987:.123, Lam. III-fig.11). Otro ejemplo es la pieza 17.31.1882 del pozo 1, de la que sólo podemos decir que parece vinculada con los tipos andalusíes. Dentro del servicio de mesa incluimos la pieza 17.31.1880, que no presenta huellas de manejo en la cocina. Conserva el perfil completo,
de borde plano biselado, cuerpo globular alargado y fondo plano. El hecho de tener más altura que anchura nos lleva a incluirla entre los vasos. Un caso singular, y excepción a todo lo anterior, es la pieza 18.35.89 del pozo 3 que presenta perfil globular completo de color negro y acanaladuras en su mitad baja, pico vertedor y arranque de asa opuesta para agarre. Por los elementos que presenta se trata de un jarro, en cambio su aspecto y pasta se asemejan a los de una olla. El conjunto de cerámicas de almacenamiento no es muy numeroso recuperándose tan sólo algunas formas de tamaño mediano y grande, siendo las primeras las que más perfil e información han proporcionado. Entre ellas vemos varios ejemplos de orzas de las que hemos representado dos en las láminas. En el pozo 2, tenemos la pieza 17.31.2336 de perfil globular y decoración característica con dos grupos de dos acanaladuras paralelas en el primer tercio de la pieza y suave moldura en inflexión con el cuello. Ha quedado la huella de un asa en el grupo inferior. En el pozo 3 destaca una tinaja con borde exvasado de sección trapezoidal y cuerpo globular, decorado en la parte alta del cuerpo con dos líneas paralelas de ondas hechas a peine, 18.35.168 y 169, motivo que ya cuenta con antecedentes en el periodo andalusí. Dentro de esta misma tradición en el pozo 1 hallamos un borde 17.31.1883, triangular y cuello recto con moldura de cántaro o cantarillo. Entre las formas de mayor tamaño, tan sólo se recuperaron varios fragmentos de bordes de los que parten asas en cinta de cantarería. Entrando ya en las producciones de cocina, en todo el conjunto sólo hemos hallado tres fragmentos de pared de olla vidriados al interior, dos de ellos parcialmente al exterior, frente a la práctica totalidad de materiales cerámicos aparecidos que carecen de cubierta. Los vidriados son en verde oliva y marrón oscuro casi negro. En cuanto al resto, que representa el grueso de la ollería, distinguimos producciones de acabados regulares e irregulares con uso tanto del torno como de torneta, con cierto predominio de las cocciones en atmosferas reductoras sobre las oxidantes. Se reconocen diferentes tipos de pasta así como grosores distintos en la ejecución de la pieza, acordes a las distintas producciones cerámicas que señalaremos más adelante. En general, las ollas recuperadas son de tamaño medio y pequeño; de perfiles globulares generalmente lisos aunque también las hay que se acaban con acanaladuras en el cuello o el cuerpo de la pieza y alguna escotadura diferenciando el cuello del cuerpo de la pieza. Hay fondos ligeramente convexos y otros planos, siendo por lo general estos últimos más masivos. Esta variedad formal, a la espera de realizar un estudio más detallado, tiene su origen en una variedad tipológica de la que hacemos una primera aproximación: 1. En cuanto a los tipos cerámicos, creemos reconocer producciones de las ollas “gris feudal” típicas de la zona leridana en el siglo XIIIXIV, de cocciones reductoras, perfil globular,
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borde exvasado moldurado, sin apenas cuello, acanaladuras en el primer cuarto de la pieza, y resto del cuerpo alisado o raspado con fondo ligeramente convexo. Aparecen tanto en el pozo 1 como en el 2. Un ejemplo en el pozo 1 es la 17.31.1887 de pasta gris irregularmente cocida, paredes relativamente finas, aparente uso de la torneta y un característico borde exvasado con labio desarrollado al exterior y moldurado a modo de “cornisa” (González y Markalain, 1997: 218). En el pozo 2 encontramos tres casos semejantes en términos generales pero donde hay cierta variación en el moldurado del labio. 17.31.2328 y 18.35.1-2 lo tienen semejante aunque menos marcado que en el caso inicial; mientras que en 17.31.2329 la pieza es marrón-rojiza fruto de una cocción oxidante y el labio está bilobulado. 2. Otras formas muy presentes son las que tienen perfil en S con el borde vuelto al exterior y labio diferenciado con distintos acabados; cuello apenas existente, y cuerpo de perfil globular mayoritariamente o piriforme en algún caso. Encontramos distintos grosores de pared y fondo. En este conjunto de formas se reconocen distintas producciones. Presentes sobre todo en el pozo 1, un claro ejemplo es la 17.31.1886 en este caso con perfil piriforme estriado en el tercio superior y alisado grosero en el resto de la pieza, paredes y fondo plano algo más gruesos. Caso diferente es la pieza 17.31.1892 en la que vemos semejanzas formales con una olla del periodo taifa recuperada en Zaragoza (Gutiérrez, 2015: Pozo 6, pieza 93.115.1982). 3. También están representadas las ollas de borde exvasado con labio oblicuo al exterior, cuello acampanado y el cuerpo globular como la 17.31.1891. 4. Otras producciones diferenciadas en el pozo 1 son aquellas ollas con leve escotadura en la transición del cuello, generalmente troncocónico, al cuerpo de la pieza que es de perfil globular decorado con acanaladuras, pastas marrón-anaranjadas de paredes más bien finas que recuerdan a producciones valencianas de los siglos XII-XIII (Bazzana, 1986: fig.5), y que también parecen ser similares a tipos hallados en Teruel a fines del siglo XIII e inicios del siglo XIV (Ortega 2002: pp.124-125). Al mismo tiempo vemos ciertas semejanzas tipológicas en ollas recuperadas en La Seo de Zaragoza pertenecientes al periodo Taifa (Gutiérrez 2015: Pozo 6, pieza 93.115.2032) con las piezas 17.31.1888 y 17.31.1905. 5. A todo ello es posible añadir una posible producción local reconocible en fragmentos cerámicos más toscos. Por descontado, hay que mencionar también el material redepositado de la I EH y celtibérico a la par que abundantes huesos de fauna.
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6. CONCLUSIONES Lo parcial aún de las excavaciones, así como de los restos de cada fase de ocupación, dificulta la visión diacrónica del poblado del cerro de “El Castillo” durante los siglos medievales; más allá de las ideas ya expuestas sobre una primera reocupación en siglo XIII, o quizás a finales del siglo XII, y un abandono progresivo en el tránsito de la época bajomedieval a la época moderna. Este municipio, que perteneció a la comunidad de aldeas de Daroca, está muy próximo al antiguo camino real de época medieval. Con la toma de Teruel por Alfonso II en 1171 y la posterior entrada en Valencia de Jaime I en 1238 las rutas comerciales que unían Zaragoza y Valencia por el eje Sagunto, Morella y Alcañiz, durante el control andalusí de estas tierras, pasan a segundo plano y se desvían por Sagunto, Teruel y Daroca, por las inmediaciones de la actual Villarroya del Campo. Suponemos que este hecho tuvo su reflejo en la cultura material cerámica que hemos podido recuperar en el proceso de excavación. Con la presente intervención y recuperación del rico conjunto de materiales cerámicos que acabamos de exponer, se abre la oportunidad de estudio de un aspecto poco conocido en este periodo y escasamente trabajado
Figura 12. Pozo 1. Lámina 1.
Sesión 4 como son las producciones de cocina que, sin embargo, por su cotidianeidad siempre vamos a encontrar en todo yacimiento. Por ello hemos creído necesario darlo a conocer, quedando aún pendiente un estudio más profundo que nos permita vincular el ajuar rescatado con las zonas de producción y conocer así los canales de distribución de este tipo de productos en el bajomedievo.
Figura 13. Pozo 1. Lámina 2.
Figura 14. Pozo 2. Lámina 1.
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AGRADECIMIENTOS La investigación y puesta en valor de este yacimiento es, ante todo, el resultado del interés y el esfuerzo del ayuntamiento de Villarroya del Campo y de la Asociación Cultural «El Botear» de esta localidad. Agradecemos la valiente apuesta del ayuntamiento de Villarroya del Campo, no solo en el impulso de esta investigación, sino por la puesta en valor del yacimiento, aún en curso, pero en el que ya se puede disfrutar de una exposición de materiales en la sede municipal, de una señalización explicativa sobre el terreno y de un audiovisual sobre la Historia y Arqueología del lugar, de acceso gratuito en su canal de Youtube (https://bit.ly/2W1Iod5).
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Sesión 4 Villanueva Morte, C. y Lafuente Gómez, M. (2017) “Apertura y consolidación de las rutas comerciales entre Zaragoza y el reino de Valencia en los siglos XIII y XIV” en Bajar al reino: relaciones sociales, económicas y comerciales entre Aragón y Valencia, siglos XIII-XIV: 119-148, IFC. VV.AA. (2003): Comarca del campo de Daroca. Colección Territorio nº 8. Zaragoza.
Figura 17. Vitrina de materiales en la sala multiusos municipal.
Figura 16. Cartel explicativo del yacimiento.
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Sesión 4
4.7. INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL CASTILLO DE CADRETE. RECINTO INFERIOR. CAMPAÑA 2019 ARCHAEOLOGICAL INTERVENTION IN THE CASTLE OF CADRETE. LOWER ENCLOSURE. CAMPAIGN 2019 Hugo Chautón Pérez Investigador independiente Autor de contacto/Contact author: Hugo Chautón Pérez, hchauton@gmail.com
RESUMEN En el texto se resumen los trabajos arqueológicos desarrollados en el recinto inferior del Castillo de Cadrete durante la campaña de 2019, dentro de un proyecto global cuyo objetivo es la recuperación de este enclave monumental de notable relevancia histórica y arquitectónica, que sin embargo iba camino de su definitiva ruina y desaparición hasta hace unos pocos años. Los resultados suponen un aporte importante al conjunto de información con que, gracias a las intervenciones arqueológicas efectuadas en los últimos diez años, contamos acerca del castillo y su contexto, que nos permiten conocer mejor la evolución histórica del entorno desde la Edad Media hasta nuestros días. PALABRAS CLAVE: Asentamiento medieval; Arqueología Medieval; Conservación del Patrimonio Cultural; Cerámica; Paisajes culturales.
ABSTRACT The text summarizes the archaeological works carried out in the lower enclosure of the Cadrete Castle during the 2019 campaign, within a global project whose objective is the recovery of this monumental enclave of notable historical and architectural relevance, which, however, was on its way to its definitive ruin and disappearance until a few years ago. The results represent an important contribution to the set of information with which, thanks to the archaeological interventions carried out in the last ten years, we have about the castle and its context, which allow us to better understand the historical evolution of the environment from the Middle Ages to the present day. KEYWORDS: Medieval settlement; Medieval Archaeology; Conservation of Cultural Heritage; Pottery; Cultural Landscapes.
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Figura 1. Restos de cenizas, plato y escudilla con decoraciรณn de reflejos dorados, bajo los pavimentos y escombros de adscripciรณn contemporรกnea.
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Sesión 4 1. INTRODUCCIÓN El Castillo de Cadrete es uno de los conjuntos defensivos medievales más representativos con que contamos en Aragón, si bien su deterioro continuo a lo largo de los siglos supuso la ruina casi definitiva del edificio, hasta que se acometió su recuperación en los últimos años (Borobio, J. y Ona, J.L. 2015), en un proyecto global diseñado por el arquitecto Javier Borobio y el arqueólogo José Luis Ona, cuyo destino final implica la asimilación social del conjunto y su puesta en valor, tras su estudio y análisis histórico y arquitectónico. Los trabajos arqueológicos definidos en el presente texto resumen la última de estas actuaciones. Se inician bajo la dirección del arqueólogo Francisco Pérez Reina, quien ejerce hasta ser sustituido por solicitud propia, momento en que asumimos la dirección arqueológica de los restantes trabajos en proyecto.
2. BREVE RESEÑA HISTÓRICA Generalmente se asume la construcción del Castillo de Cadrete en relación a la llegada del califa Abderraman III (912 – 961) a Zaragoza en el 935 para sofocar la rebelión del gobernador de la ciudad, Muhammad Ibn Hassin. Después de la conocida, y cada vez más discutida, reconquista cristiana, en la región se instalan nuevos pobladores en convivencia con los habitantes musulmanes manteniendo habitualmente un ambiente de mutuo respeto. estos momentos comienza a adquirir
gran relevancia en Cadrete la Orden de Jerusalén, gracias en gran parte a las herencias que les otorgaban los caballeros cristianos. El primer documento que nos habla del Castillo de Cadrete se remite al 26 de julio de 1213 (documentado por el investigador Atanasio Sinués 1986), reconociendo una deuda de 700 maravedíes de oro a Pedro de Navascués empeñándole el castillo y la villa de Cadrete. El castillo lo vuelve a empeñar el rey Jaime I de Aragón en un momento indeterminado del siglo XIII. En 1287 el rey Alfonso III de Aragón otorga el privilegio de uso de la acequia a Juan Zapata, Justicia de Aragón y embajador del rey, que en pocos meses recibe también el castillo y la villa en propiedad, concretamente en mayo de 1287 como recompensa por sus meritos. El castillo lo hereda el primogénito de Juan, Miguel Pérez Zapata a principios del siglo XIII, que tras fundar el vecino monasterio de Santa Fé, cuyo testimonio encontramos entre los restos localizados en la campaña, lo dona a su hijo Rodrigo Zapata en 1343 con la obligación de vender castillo y villa para hacer frente a los pagos del testamento de su padre. Tras diversos avatares y herencias, el 28 de mayo de mayo de 1382 el primogénito de Rodrigo Zapata hace entrega del señorío de Cadrete al monasterio de Santa Fé. En mayo de 1519, en pleno brote de peste los inquisidores de Zaragoza se refugian en el castillo. Al parecer era habitual que los monges usaran el castillo como refugio en tiempos de peste. Además desde durante los siglos XV y XVI se emplea también como cárcel pública.
Figura 2. Plano de localización.
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Consecuencia del decreto de expulsión de los moriscos de Aragón firmado por Felipe III en 1610, el 15 de julio salen de Cadrete todos los moriscos quedando la villa despoblada. El castillo dejó de ser cárcel pública y en 1683 se constata ya su estado ruinoso que perdura hasta época contemporánea.
3. CAMPAÑA 2019 Durante la presente actuación se ha intervenido el recinto inferior, tal y como fue denominado este espacio en anteriores investigaciones arqueológicas (Loscos, R.Mª. e Ibañez, J. 2015). Los parámetros que definen el recinto inferior del yacimiento arqueológico estudiado, se definen por su notable preponderancia estructural frente a los escasos restos de estratigrafía conservada, que sin embargo resulta muy relevante de cara a la comprensión de la secuencia histórica del conjunto. Los trabajos se han caracterizado en primer término por la necesidad de retirar un gran volumen de escombro (UE 2) formado por restos constructivos, procedentes del colapso de la planta superior del edificio que ocupaba el área. La potencia del escombro alcanzaba en ocasiones los cuatro metros de altura.
4. SECUENCIA OCUPACIONAL Aún está pendiente la definitiva seriación cronológica de los diferentes momentos históricos, constructivos y ocupacionales acontecidos en el edificio y su entorno desde su construcción original. Los trabajos
Figura 3. Área intervenida. Planta fotogramétrica.
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arqueológicos nos han permitido establecer la siguiente secuencia en el área intervenida:
La fase I El periodo que hemos incluido en este apartado se inicia con el abandono definitivo del castillo desde su última ocupación constatada, documentada durante las intervenciones arqueológicas que hemos realizado en esta misma campaña, y tiene por final el inicio de las intervenciones destinadas a la recuperación y rehabilitación del conjunto, ya en la presente década. Se ubica cronológicamente en un momento por ahora indeterminado, tras el colapso de las estructuras que componían la instalación de un horno. En esta fase incluimos los potentes depósitos de escombro (UE 2) procedentes de la destrucción final de la vivienda. La escasa consistencia de los muros de carga interiores que soportaban el peso de la segunda planta, especialmente en el punto de inflexión de la estructura medianera que debió soportar gran parte del peso de carga hasta ceder, causaron posiblemente la destrucción de la instalación. Adscrito a este periodo documentamos un hallazgo excepcional: una pistola Star Mod. 1919, también conocida como “Sindicalista” que, tras el colapso del edificio del horno, alguien escondió en un hueco entre el escombro. Se trata de un modelo fabricado por la casa Star, derivada de otro inicial del calibre 6,35. De fabricación española (Bonifacio Echevarría, uno de los principales talleres de armas eibarreses de los años veinte). El modelo se fabricó hasta el año 1929 en la versión de calibre 6,35mm y 7,65mm, nuestro caso, y hasta 1921 en 9mm.
Sesión 4 En este sentido podemos añadir la posible asociación de su abandono en relación con el proceso desamortizador de 1855, que significa el final de gran parte de los hornos públicos de los municipios aragoneses (la mayoría contaban con este carácter administrativo), siendo subastados.
Espacio 1. La cocina
Figura 4. Arma, cargador y proyectil. El sobrenombre de “Sindicalista” se debe a que era habitualmente empleada por los sindicalistas de Barcelona y Zaragoza. Su denominación oficial era de “Policia”. Su peculiaridad formal más notable es la palanca de desarme que se ubica en la parte delantera bajo el carril de la corredera.
Se trata de un amplio espacio, que alcanza los 9,7 m2, empleado como cocina y sala de estar, con un hogar de 1,44 m de longitud y unos 50 cm de ancho, adosado al muro medianil (UE 38), levantado durante las fases constructivas del castillo Se conservan los restos de ceniza de un hogar (UE 63) sobre el pavimento original (UE 39) fabricado con mortero de cal, un banco anexo (UE 65), de 1,30 m de longitud y 30 cm de anchura, adosado al tabique (UE 64) de cierre de la sala, en el lateral enfrentado al horno junto a una estructura a modo de escalón fabricado con ladrillos
Figura 5. Fase II. Planta y secciones. Distribución de espacios.
La fase II Se localiza físicamente bajo el depósito de escombro (UE 2). Hemos podido localizar los restos de los alzados e instalaciones de la planta baja del edificio colapsado, que integraba diversas dependencias, entre las que hemos documentado un horno de pan (ESPACIO 2). También se constata la existencia de una cocina (ESPACIO 1) y una sala de espera (ESPACIO 5), una despensa (ESPACIO 6) y un establo (ESPACIO 4). Además, para la distribución de esos espacios se contaba con un tramo de escalera de acceso a la planta superior (UE 34), integrada en la cocina y un corredor (ESPACIO 3) de comunicación con el establo. El edificio se adscribe a una cronología reciente, cuya fecha más remota no superaría la mitad del siglo XIX.
Figura 6. Cocina
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(UE 61) dispuestos a tizón, con una longitud total de 1,73 m. En la pared E del recinto se localiza la apertura (UE 59) de acceso, de 0,75 m de ancho, a un horno de pan de planta circular. Sobre el escalón, embutida en el mismo muro medianil (UE 38), se ha instalado una hornacina (UE 62) de planta y sección rectangular, enlucida con cal. El suelo (UE 39) de mortero de cal, procede de fases anteriores y se reutiliza en el edificio.
Espacio 2. El horno de pan Se trata de una de las principales instalaciones del edificio. Sus características constructivas se corresponden con las tradicionales empleadas desde remotas épocas históricas, compartiendo espacio de cocción de pan y de combustión en una cámara abovedada.
desde la antigüedad. la leña se coloca en un lateral del interior, hasta que el horno alcanza la temperatura óptima (en torno a 250ºc). A partir de este momento se mantenía el calor suficiente para cocer los panes durante toda la noche. En los hornos municipales los vecinos solían llevar la masa ya trabajada y a cambio del uso de la instalación se pagaba al hornero.
Espacio 3. Corredor de acceso al establo Se trata de un espacio de planta rectangular, que permitía la distribución interior del edificio entre los dos principales espacios documentados: el área de trabajo y el recinto para los animales. Se localiza adosado a la fachada norte del castillo en el recinto inferior. Se construye proyectando un tabique de cierre (UE 37) de ladrillo y enlucido, de 4 metros de longitud en dirección E – W y paralelo al muro de cierre del castillo (UE 27), entre dos estructuras posiblemente preexistentes (UE 36 y UE 32), adosadas y perpendiculares al muro UE 27, de 1,20 de longitud en ambos casos, marcan los puntos de acceso. La superficie total de este recinto es de 4,6 m2. El vano de puerta resultante entre el corredor y el establo mantiene un ancho de 0,85 m.
Espacio 4. El establo
Figura 7. Horno visto en planta. Se localiza anexo a la cocina, contando con una estructura de ladrillo, abovedado (no se conserva la cubierta) y con planta circular, enmarcado en una instalación cuadrangular. La cámara (UE 18) mantiene una superficie de 3,6 m2 y un diámetro la circunferencia de 1,91 m. La base donde se cocía el pan se componía de una superficie de ladrillo, que apenas ha conservado un par de piezas intactas (UE 14), con unas dimensiones de 30x15x6 cm, encontrándose el resto completamente descompuesto formando una superficie homogénea (UE 9). Las medidas son similares a los ladrillos que componen la pared interna de ladrillo de la cámara del horno (18). Bajo este depósito la estructura del horno se completaba con un relleno constructivo de grava (UE 10) de tamaño medio – pequeño (3 – 10 cm de diámetro), que en conjunto alcanza una potencia de 1,20m, coincidiendo en planta con la circunferencia del horno, con 2,20m de diámetro mayor y unos diez centímetros menos el menor. La superficie del horno alcanza 3,6 m2. Este elemento supone el eje del edificio al que otorga sentido y funcionalidad. En cuanto a su funcionamiento, el horno presenta una estructura tradicional y habitual en este tipo de instalaciones, de las cuales tenemos ejemplos
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El acceso al recinto inferior por el W, por la zona más próxima a la población, permitía llegar por un lado a un espacio destinado a establo (fig. 8) que conserva los restos de un abrevadero (UE 46) adosado a la pared (UE 27), con tres compartimentos. Esta instalación se adosa al muro de cierre norte del castillo, y alcanza unas dimensiones de 2 metros de longitud y 0,75 de anchura. Cada cubículo resultante para depositar el alimento de las bestias mantiene planta de tendencia cuadrangular, de 0,5 x 0,6 m. En este recinto se conservaba la superficie de uso (UE 47) con restos de materia orgánica (excrementos de mula) y vegetales que nos permiten establecer a priori
Figura 8. Establo. Abrevadero. Superficie de uso (ue 47), con restos de excrementos de animal bajo los depósitos de escombro.
Sesión 4 una hipótesis aproximada en cuanto a su cronología, aun por determinar, pero sin duda no demasiado antigua. Se trata del espacio más amplio del conjunto, alcanzando 13,30 m2, a los que posiblemente habría que añadir los 25 m2 no excavados localizados en el espacio W del recinto inferior.
Espacio 5. Vestíbulo y sala de espera El espacio de acceso cobra gran relevancia para poder explicar el conjunto en esta fase. Físicamente apenas contamos con la recuperación, tras retirar el escombro procedente de la destrucción del edificio, de un banco corrido (UE 66), de 4,80 m de longitud adosado al muro medianero (UE 38) que compartimenta y separa los espacios en el recinto inferior. Conocemos que, en muchos casos en Aragón, el horno de pan podía ser arrendado por turnos a los vecinos para su uso particular. Quizás esta circunstancia pueda explicar la instalación del banco corrido en la entrada de la vivienda, contando con la necesidad de disponer de un espacio habilitado para la espera de los vecinos. El área estimada para este espacio alcanzaría los 15 m2, sin tener en cuenta el espacio ya excavado en anteriores campañas, que sumaría algunos metros a la cantidad citada.
Figura 9. Restos materiales asociados a la fase contemporánea. 1) Cuenco con vertedero; 2) jarra; 3) Alpargata de cuero; 4) cuchara de madera. Escala = 10 cm.
Por último, destacar la estructura de escalera (UE 34) que habilitaría el acceso al recinto superior. Cuenta con cinco peldaños y culmina en una superficie horizontal a modo de umbral de acceso), que daría paso a las habitaciones de la segunda planta. Se conserva parte de su entramado estructural sustentado por travesaños de cañizo que fortalecen el mortero constructivo. De la planta superior se han conservado diversas evidencias, como los restos del entramado de sustentación (UE 16) de las soleras en varios muros y tabiques.
La Fase III Apenas consta representada por los restos de unos depósitos estratigráficos compuestos por tierra con ceniza, de escasa consistencia y compactación. Se han conservado gracias a encontrarse por debajo de cota con respecto al suelo (UE 39) del denominado Espacio 1, que se corresponde con el área destinada a cocina en el edificio contemporáneo y marca la referencia para el resto del edificio. En esta situación se iguala en cota con las soleras del corredor y del zaguán, quedando como relleno nivelador precisamente las cenizas correspondientes al abandono de la fase del XVI (UE 42 en el corredor, UE 41 en el zaguán y UE 56 en el establo). Estos depósitos resultan muy relevantes por los restos materiales, principalmente cerámica, asociados. Destaca la decoración de reflejos dorados en la vajilla de mesa, principalmente platos, cuencos y escudillas. Sobre este tipo de ornamentación tan característica y representativa, contamos con un centro de producción de referencia importante de este tipo de cerámica, que perdura al menos durante todo el siglo XVI y hasta 1610, fecha que marca el momento de expulsión de los moriscos, encargados de la artesanía de la cerámica, en la cercana localidad de Muel. No obstante se han localizado algunas piezas habituales entre el utillaje de los alfareros, como los atifles, que podrían indicar el establecimiento de algún centro de producción local. Al respecto cabe señalar que en el señorío de Cadrete y Cuarte convivían cerca de 400 familias moriscas.
Espacio 6. La despensa Cuenta el conjunto con una pequeña habitación de planta cuadrangular, formada por el muro UE 28, de 1,34 m de longitud y el muro UE 29, 2 m, dispuestos en escuadra que definen, junto a la estructura que contiene el horno, un espacio de 2,2 m2, en una de cuyas paredes (UE 28) localizamos los restos de los rebajes (UE 52) para la instalación de una estantería con soportes de madera (se conservan incluso los restos de astillas en los huecos de la pared (UE 17). En el suelo asociado al abandono inmediato del área (UE 41) tras su destrucción, encontramos los restos de los recipientes y utillaje del hornero (fig. 9, 1,2 y 4), que en su momento se apilaron en los estantes.
Figura 10. Restos materiales asociados a la fase contemporánea. 1 y 2) Plato y escudilla con decoración de reflejos dorados y báculo; 3) fuente con decoración de reflejos dorados; 4) Escudilla con los motivos de Santa Fe. Escala = 10 cm.
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En el espacio correspondiente a una despensa del edificio del Horno Comunal, documentamos la existencia de un escalón descendiente con respecto al suelo de la cocina. Tras el abandono de la fase III, este desnivel se colmata y se mantiene su superficie como suelo durante el uso de la zona como despensa en la Fase II. Por tanto, queda conservado el depósito estratigráfico inferior, correspondiente al citado abandono del recinto del S. XVI – XVII.
remotas del edificio, los momentos de su construcción, conservan en el tramo que hemos estudiado, en el recinto inferior, la huella clara de dos momentos ocupacionales. Por un lado, los restos estratigráficos y muebles de un momento que, precisamente en referencia al estudio tipológico de las formas cerámicas documentadas asociadas, consideramos que podría situarse en torno a los siglos XVI y XVII, con clara adscripción al Monasterio de Santa Fe, fundado por Miguel Pérez Zapata en 1341.
Un interesante hallazgo perteneciente también a este momento, lo supone la localización de una serie de grafitis, documentados en el enlucido de una de las paredes existentes previamente a la construcción de la estructura del horno. Se trata de un conjunto de líneas simples de tendencia horizontal, que se disponen en paralelo a modo de renglones y enmarcadas a su vez por dos segmentos perpendiculares.
Por otra parte, ya en época contemporánea, a partir del siglo XIX, consecuencia de alguna de las desamortizaciones sucedidas (Ruiz de Temiño, S. 2013, p. 199), contamos con una serie de restos estructurales de cierta envergadura, que en conjunto nos remiten a la existencia de un edificio con un horno de pan como eje funcional, que además contaría con una cocina, una sala de espera para los vecinos que acudieran a cocer el pan, una despensa y un establo. Con total certeza podemos añadir que este recinto contaba con una planta superior, donde tal vez se ubicarían las estancias de funcionalidad residencial. Es precisamente el derrumbe de esa planta superior la que causa el potente depósito de escombro que colmataba todo el espacio.
La construcción del horno posterior, ya en época contemporánea, destruye parcialmente la pared donde se encuentran las marcas, que sin duda mantendrían continuidad en proyección al espacio arrasado. Con los trazos con que contamos apenas podemos llegar a establecer cualquier tipo de construcción, no en tanto parece que se trata de unas marcas funcionales destinadas a algún tipo de recuento o contabilidad, descartando a priori un carácter artístico. Además, asociamos a este momento los restos de un potente arco de ladrillo (UE 21, 22, 25, 26), que define el espacio por el tramo por el W del recinto inferior. El tramo alcanza en total 6,33 metros de longitud y un ancho de 60 centímetros, orientado de S a N. Desconocemos la funcionalidad de esta estructura, que por su envergadura parecería más propia de un acceso principal. En un momento posterior, posiblemente cuando ya en el área se emplea como establo, se cierra el arco dejando un acceso adintelado de menor tamaño. Asociados al momento constructivo del arco citado, documentamos una serie de elementos en el área empleada posteriormente como establo. La construcción del horno nos impide conocer sus características completas, no obstante, se constata su relevancia para conocer la Fase III. La estructura de ladrillo UE 55 rompe al muro del arco UE 21. Sobre ella se adosan las cenizas UE 56, bajo el depósito UE 47, que representa el nivel de frecuentación del establo, ya adscrito a la Fase II. La construcción del recinto del horno (UE 07) arrasa con los elementos preexistentes, que darían continuidad y sentido interpretativo a los conjuntos documentados.
5. CONCLUSIONES Los trabajos arqueológicos llevados a cabo nos han permitido aumentar el conocimiento histórico sobre el conjunto del castillo y su contexto, especialmente en lo concerniente a las fases más recientes de su historia. Los vestigios estructurales de la muralla perimetral, que posiblemente se corresponderían con las fases más
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A partir de este momento el castillo ya no abandona su carácter ruinoso, y la precariedad de las escasas estructuras conservadas va en aumento hasta que se inician los proyectos de recuperación en la década actual, en pleno siglo XXI. Este proceso cierra la última fase en la cual el castillo ha mantenido una presencia residual. En este periodo, a partir de 1919, alguien decidió esconder una pistola con su funda y dos cargadores entre el escombro. Desconocemos la identidad ni las motivaciones de la persona que realizó tal hecho, no obstante podemos intuir que el devenir de la Guerra Civil tuviese algo que ver, pasando a ser el arma un utensilio comprometedor en un entorno de represión y miedo. La presente intervención supone de por sí la ampliación de parte de los conocimientos que ya teníamos sobre el castillo, pero también deja muchas puertas abiertas a potenciales investigaciones que nos permitan afianzar y completar, o desmentir, los supuestos establecidos. Nos queda mucho por conocer sobre este conjunto, incluso sobre sus presupuestos iniciales que ponen en cuestión su propia identidad. Resulta imprescindible seguir avanzando en las investigaciones, así como en los trabajos destinados a recuperar este conjunto y su entorno para la sociedad.
AGRADECIMIENTOS Es justo y necesario, y un gran placer recordar a algunas de las personas que nos han aportado de manera altruista sus conocimientos sobre el tema, permitiendo llevar a buen puerto el presente trabajo. Ha resultado una fabulosa experiencia formar parte del equipo capitaneado por José Luís Ona y Javier Borobio, respectivamente alma y corazón del proyecto, contar con las precisas indicaciones de Rosa Loscos, las aportaciones de Héctor Giménez
Sesión 4 Ferreruela y la dedicación de la corporación municipal, de Fabio Pérez Buil, del arqueólogo Francisco Reina, encargado de la primera fase de los trabajos, y la empresa ARKO 10, responsable de las obras, así como de todos aquellos que han añadido su granito de arena.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Borobio, J. y Ona, J.L. (2015): El Castillo de Cadrete. Del abandono a la visita guiada. Zaragoza. Giménez Ferreruela, H. (2003): El castillo de Cadrete: Leyendas, historia y castellología, Zaragoza. Giménez Ferreruela, H. (2012): El Registro general del archivo del real monasterio de Santa Fe (Zaragoza). Loscos, R. Mª. e ibañez, J. (2015): El Castillo de Cadrete. Del abandono a la visita guiada. Zaragoza. P. 144. Ruiz De Temiño, S. 2013: Fuentes documentales del Monasterio Cisterciense de Santa María de Santa Fe (Cadrete, Zaragoza). Anales de Historia del Arte, Vol. 23. Pag. 199.
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Sesión 4
4.8. EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA Y ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEDIEVAL EN PLAZA RIPA 4, JACA, HUESCA ARCHAEOLOGICAL EXCAVATION AND ANTHROPOLOGICAL STUDY OF THE MEDIEVAL NECROPOLIS IN PLAZA RIPA 4, JACA, HUESCA José Ignacio Lorenzo Lizalde y Julia Justes Floría Arqueólogos profesionales Autor de contacto / Contact author: José Ignacio Lorenzo Lizalde, jilorenzolizalde@gmail.com
RESUMEN A lo largo del mes de junio de 2019 se procedió a la excavación arqueológica del área interior de la finca situada en plaza Ripa nº 4. En aproximadamente 100 m2 se han exhumado 31 inhumaciones todas ellas de cronología medieval asociadas al espacio cementerial que rodeaba la Catedral de Jaca. Es muy posible que se trate de la periferia del cementerio Mayor que desde el siglo XI al XV ocupó lo que hoy es la plaza Biscós y primera línea de casas que rodean en la actualidad la plaza. Por otro lado, sabemos que junto al claustro de la catedral, se levantó otra pequeña iglesia románica, bajo la advocación de san Nicolás, cuya ubicación exacta todavía es desconocida. La documentación medieval cita en alguna ocasión el “fosar de san Nicolás”, por ello es posible la existencia de un pequeño cementerio, que pudiera estar en algún punto de la zona en la que hemos trabajado. El estudio antropológico pone de manifiesto la existencia de una importante población infantil por lo que podría tratarse de una zona cimenterial especial. PALABRAS CLAVE: Necrópolis medieval; Tipología tumbas; Edad Media Aragón; Camino de Santiago; Necrópolis infantiles.
ABSTRACT Throughout the month of June 2019, the archaeological excavation of the interior area of the property located in Plaza Ripa nº 4 was carried out. In approximately 100 m2, 31 burials have been exhumed, all of them of medieval chronology associated with the cemetery space that surrounded the Cathedral. from Jaca. It is very possible that it is the periphery of the Mayor cemetery that from the 11th to the 15th century occupied what is now Biscós square and the first line of houses that currently surround the square. On the other hand, we know that next to the cloister of the cathedral, another small Romanesque church was erected, under the dedication of Saint Nicholas, whose exact location is still unknown. The medieval documentation sometimes mentions the “fosar de san Nicolás”, for this reason the existence of a small cemetery is possible, which could be somewhere in the area in which we have worked. The anthropological study reveals the existence of an important child population, so it could be a special cemetery area. KEYWORDS: Medieval necropolis; Tombs typology; Middle Ages Aragón; Camino de Santiago; Children’s groves.
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Figura 1. Vista del รกrea excavada.
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Sesión 4 1. ANTECEDENTES Entre el 3 y el 19 de junio de 2019 se ha llevado a cabo el desarrollo de la excavación arqueológica del área interior de la finca ubicada en la plaza Ripa 4, de Jaca (Huesca). Descontado el área ocupada por la bodega y los márgenes de seguridad a las fachadas y medianiles se ha excavado un área de unos 115 m2. En el área de trabajo se levantó a finales del siglo XVI la casa palaciega conocida en la actualidad como casa Burro. Al estar protegía la estructura exterior por la legislación vigente (P4 en PGOU de Jaca), ésta se ha conservado. Esta situación ha permitido la conservación de una necrópolis de las que hemos recuperado 31 tumbas. La excavación se ha llevado a cabo minuciosamente, documentando en una ficha cada una de las tumbas. El estudio antropológico se ha realizado con celeridad para poder presentar sus resultados en el mismo año en el III CAPA.
de la cabecera. Son tumbas sencillas antropomorfas de cabecera cuadrada, sencillamente enmarcando la cabecera con dos piedras o losas hincadas. El ritual de enterramiento es el canónico con las ligeras variaciones determinadas por el espacio existente y las variaciones del orto a lo largo del año. La posición de los enterramientos es también homogénea con las normales variaciones sobrevenidas, con los individuos orientados E-W, en decúbito supino con los brazos mayoritariamente sobre el vientre o la pelvis. En ningún caso aparece ningún tipo de ajuar. También destacamos la ausencia de cerámicas reelaboradas en los sedimentos como sucede en periodos más avanzados. Únicamente hemos identificado dos huesos de fauna, circunstancia también excepcional en periodos modernos. Podemos confirmar que se trata de enterramientos sencillos, sin que aparezca ningún sarcófago o, tumba especialmente destacada. Pero lo más destacado de la necrópolis es que el 55,17% de los enterramientos corresponden a infantes. Los antropólogos agrupamos las edades infantiles en una primera fase fetal. Es decir de seres que se miden en meses lunares desde su gestación y que en este caso hemos localizado dos a término. Le siguen los correspondientes a la 1ª Infancia que se agrupa desde los 0 a los 7 años, de los que contamos con 12 enterramientos. La 2ª Infancia que agrupa a los niños de 7 a 14 años, de los que contamos con 3 individuos. Hemos sumado estos tres casos para concluir que más de la mitad de los sujetos enterrados en esta necrópolis cuentan con menos de 14 años.
Figura 2. Detalle de la situación de la finca plaza Ripa 4, entre el ábside de la catedral y la plaza Biscós.
2. LA POBLACION DE LA NECRÓPOLIS DEL SOLAR RIPA 4 DE JACA
Esta circunstancia es inhabitual en las necrópolis. En la necrópolis del Corral de Calvo en Luesia localizamos escasos enterramientos infantiles y siempre estos enterramientos no se practicaban en tumbas similares a las de los adultos sino que aparecían junto a las tumbas de algunos adultos pero fuera de las tumbas de lajas.
No cabe duda de que la necrópolis forma parte del gran conjunto cimenterial de la Catedral de Jaca, coincidiendo la tipología de las tumbas y su cronología. En este caso nos ha ofrecido algunas particularidades como es el que de los 31 enterramientos exhumados el 66,6 % corresponden a tumbas en fosa simple, es decir directamente excavadas en la tierra y cubiertas por losas más o menos gruesas. Aparecen un segundo grupo tipológico que representa el 19,35% que es el de tumbas constituidas por losas verticales, más o menos gruesas, de forma rectangular. La conservación diferencial permite apreciar diferentes variaciones. a este grupo parecen corresponder las tumbas más tardías del conjunto. El tercer grupo, que supone el 16% de la necrópolis lo presenta grupo de fosas que cuentan con una demarcación
Figura 3. Detalle del plano catastral con identificación del solar objeto de estudio arqueológico, Ripa 4.
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Figura 4. Vista del área excavada. Sabemos de manera documental que la Iglesia Católica considera incompleto el carácter del sujeto bautizado hasta que no ha recibido la primera comunión, de manera que los no bautizados no requieren siquiera enterramiento en campo-santo o en el mejor de los casos los niños que no han comulgado se entierran en zonas especiales del cementerio, “mortizuelos”. En este caso tenemos la evidencia de que se entierran con la misma tipología a restos fetales, infantiles o adultos, con la peculiaridad de que aparecen los niños agrupados, sin establecer una vinculación directa con ningún adulto. Sin establecer, como sucederá en la Edad Moderna zonas de panteón familiar. Sería interesante realizar un estudio genético para saber las relaciones familiares de este conjunto; cuantos son hermanos y cuáles son los padres. Debido al deficiente estado de conservación de los restos no se ha podido realizar una determinación del sexo completo pero al menos hemos identificado a 9 mujeres que representa más del 30 %, que eliminando la población infantil resulta que suponen la población mayoritaria entre los adulto, situación también inusual. También hay que destacar la escasez porcentual de individuos juveniles. Es conocido que la mayor
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mortandad femenina desde la antigüedad se da en la juventud, coincidiendo con los periodos de fertilidad, ya que el parto ocasionó una alta mortalidad infantil y de las madres. Sin embargo aquí casi el 40 por ciento lo ocupan las adultas y maduros. De individuos que cuentan con su cráneo y mandíbula la mayoría corresponden al grupo de los dolicocráneos y en dos casos están en el grupo de los mesocráneos en el límite. Sus fisonomías faciales también corresponden con cráneos altos y alargados de rasgos gráciles. Hay que destacar la morfología superior de cráneos ovoides y elipsoides, con nulas inserciones nucales, perfiles laterales curvo-occipitales, con inapreciables inion. Todas estas características coinciden con las tallas que nos han ofrecido los huesos largos preservados. La técnica de determinación de la talla que utilizamos es el tomar la biometría de los huesos largos existentes y obtener el valor medio de los resultados que nos proporcionan las tablas de M. Trotter y G. Gleser (1951). Los datos que nos ofrecen nos indican que de las 6 determinaciones femeninas la talla media es de 151,04, siendo que ninguna supera los 162 cm. En el caso de la
Sesión 4 masculina contamos con una determinación de 155,41 cm. es decir que es una población baja homogénea. Se trata de una población homogénea de tipología mediterránea grácil, baja de talla, grácil, con caras altas, alargadas y estrechas. Los niños parecen de las mismas características, si bien con los rasgos atenuados.
3. SALUD Y ENFERMEDAD EN LA NECRÓPOLIS El individuo 9 es una mujer de 40 años y una talla de 157,1 cm. Presenta artrosis vertebral con espondilitis grado I en cervical 2 y hernia intracorporea de Schmorl en lumbar 3 y espondilitis grado III dorsal. Su cadera presenta una sinóstosis sacro-iliaca lateral. El calcáneo cuenta con una esthesopatía de la tuberosidad calcánea, Estas lesiones son compatibles con sobrecargas o luxaciones. La primera falange del segundo dedo aparece con osteoma derivado de una fractura en su parte basal. Toda esta riqueza informa de una vida con una actividad con sobreesfuerzos y cargas de pesos que han deteriorado la estructura ósea, en una persona no muy mayor. La salud bucal camina en la misma dirección. Presenta una reabsorción total del tramo molar, consiguiente a una gingivitis expulsiva. El desgaste dentario es muy acusado, destacando su carácter curvo del plano oclusal, indicativo de disolución del marfil exterior. El sujeto 10 es de una mujer de unos 45 años y una talla de 161,6 cm. aparece sobre su cráneo, en su parietal, un osteoma consolidado de casi 1 cm de diámetro. Es compatible con una lesión con infecciones superpuestas que finalmente consolidó.
El maléolo externo del fémur cuenta con una lesión circunscrita de 0,80 cm que ofrece reflejo en el plato tibial correspondiente, compatible con una fractura del menisco, por sobreesfuerzos o sobrecarga. También encontramos patología oral: Como en el caso anterior la pérdida total del tramo molar y la reabsorción consiguiente. El desgaste de las piezas es muy importante, produciendo una mordida con dominio superior. En este caso también le acompaña una carie en premolar con presencia de fistula. El sujeto 20, es una mujer de unos 40 años y una talla de 153,12 cm. que cuenta con una carie de grado 1 sobre el molar primero supero derecho. El nº 23 es una mujer de unos 40 años y una talla de 140 cm. Las vértebras lumbares presntan una espondidolisis del grado III con hundimiento y crestas. También es compatible con sobreesfuerzos y cargas desproporcionadas y una mineralización deficiente. El nº 24 es una mujer de unos 55 años y una talla de 140 cm. que presenta la reabsorción mandibular total connivente con una gingivitis expulsiva. El desgaste de las piezas dentarias es muy acusado del grado 3. Esta patología oral es como ya hemos indicado fruto de una falta de higiene y una alimentación deficiente. Contamos con una lesión craneal en el niño de 8 años de la tumba 25. Se trata de una lesión contusa con depresión y pérdida de tabla externa y afección a diploe, con regeneración completa. Podemos indicar que esta lesión craneal parietal no fue la causa de su óbito. El nº 27 es un hombre de unos 45 años y una talla de 155,41 cm. que cuenta con una carie del grado 2 sobre su molar tercero inferior izquierdo.
Presenta una enthesopatia de la rótula, con reborde lateral.
El individuo 28 es de un niño de 4 años que cuenta en su velo orbital con cribra orbitaria, es decir una osteoporosis
Figura 5. Modelo de ficha dibujo tumba 28.
Figura 6. Foto superior tumba 28.
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porótica relacionada con el paludismo y la talasemia. Esta enfermedad la hemos detectado en otras necrópolis visigodas y medievales en zonas de ríos y pantanosas. Hemos observado todos los niños de la necrópolis y es el único que la presenta. Recapitulando la situación de esta población vemos como presenta una situación homogénea: sobre esfuerzos, mala alimentación y escasa higiene, con pequeños accidentes domésticos. No aparecen grandes traumatismos, ni lesiones producidas por luchas o guerras.
4. CONCLUSIONES A lo largo del mes de junio de 2019 se procedió a la excavación arqueológica del área interior de la finca situada en plaza Ripa nº 4. En aproximadamente 100 m2 se han exhumado 31 inhumaciones, todas ellas de cronología medieval asociadas al espacio cementerial que rodeaba la Catedral de Jaca. Es muy posible que se trate de la periferia del cementerio Mayor que desde el siglo XI al XV ocupó lo que hoy es la plaza Biscós y primera línea de casas que rodean en la actualidad la plaza. Por otro lado, sabemos que junto al claustro de la catedral, se levantó otra pequeña iglesia románica, bajo la advocación de san Nicolás, cuya ubicación exacta todavía es desconocida. La documentación medieval cita en alguna ocasión el “fosar de san Nicolás”, por ello es posible la existencia de un pequeño cementerio, con espacio acotado, que pudiera estar en algún punto de la zona en la que hemos trabajado, o en las inmediaciones. A diferencia de la necrópolis de Catedral ya estudiada, en esta población no
Figura 8. Tumba 10. Osteoma parietal.
Figura 9. Tumba 9. Artrosis vértebra lumbar 5.
Figura 7. Tumba 23. Mujer 40 años. Norma frontal.
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Figura 10. Tumba 28. Niño de 4 años. Cribra orbitaria.
Sesión 4 En el momento que estamos de investigación, con los datos que poseemos, no podemos afirmar donde y que extensión tenía el fosar de san Nicolás, ni la extensión total del cementerio Mayor, por lo tanto no podemos afirmar si se trata del fosar de san Nicolás o de la periferia del cementerio Mayor. Sin duda, desde el punto de vista arqueológico, este es el debate más interesante, conocer la extensión y delimitación del cementerio Mayor. En todo caso, estemos ante la periferia del cementerio Mayor o en el interior del fosar de san Nicolás, las tumbas presentan una uniformidad tipológica y cronológica muy interesante, la mayor parte de ellas que podemos datar en los siglos XII-XIII. Por otro lado es muy destacable la concentración de tumbas infantiles. Es un hecho vigente hasta bien entrado el siglo XX en los pequeños cementerios parroquiales de ámbito rural, la reserva de algunos espacios marginales para el enterramiento de infantes.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Figura 11. Tumba 10. Lesión plato tibial.
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Figura 12. Tumba 28. Niño de 4 años. Norma frontal. hemos localizado conchas de peregrino ni otros atributos que permitan identificar a la población con peregrinos, muy al contrario la abundancia de niños y mujeres y la homogeneidad de los caracteres morfológicos nos dirigen más bien a una población autóctona, no muy bien alimentada y con la una patología reseñable en procesos degenerativos debidos a sobreesfuerzos o degeneración artrósica. La salud dentaria también nos conduce a una alimentación de hidratos de carbono y azucares pobre en proteínas y una falta generalizada de higiene.
Justes Floría, J. y J.I. Royo Guillén (2016): Arqueología en el entorno de la catedral: la ocupación hispanovisigoda, y prerrománica, el monasterio de San Pedro, las necrópolis y la muralla altomedieval. In: Enciclopedia del Románico en Aragón. Huesca, Jacetania. Edition: GRAFO, S. A. Chapter: Arqueología en el entorno de la catedral: la ocupación hispanovisigoda, y prerrománica, el monasterio de San Pedro, las necrópolis y la muralla altomedieval. Publisher: Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico. Juste, N. (1992): “Excavaciones en el solar de la calle 7 de febrero de 1883 esquina con la calle Cambras de Jaca (Huesca)”, Arqueología Aragonesa 1990, Gobierno de Aragón, pp. 271-274.
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Juste, N. y M.V. Palacín (1987): “Avance sobre las excavaciones arqueológicas del Campaz, Jaca (Huesca), Bolskan 4. Huesca, pp. 133-145. Lorenzo Lizalde, J. I. y J. A. Paz (1991): Necrópolis altomedieval del Corral de Calvo (Luesia, Zaragoza), pp. 253-257, Arqueología Aragonesa 1986-87. Diputación General de Aragón, Zaragoza. Lorenzo Lizalde, J. I. (1997): Excavación de una tumba románica en la Iglesia de San Fructuoso de Bierge (Huesca). Arqueología Aragonesa 1993. Diputación General de Aragón, Zaragoza. Lorenzo Lizalde, J. I. (2018): La excavación de la necrópolis alto medieval del Cerro de San Miguel, en Lobera de Onsella (Zaragoza). II Congreso de Arqueología y Patrimonio. Ed. Colegio Doc. y Lic. En Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Pp. 371-376, Zaragoza. Mendariz, R.M. y M. R. Mateo (2007): La necrópolis de San Esteban (Beriáin). En: La tierra te sea leve. Arqueología de la muerte en Navarra. Gobierno de Navarra. Mendariz, R. M. y M. R. Mateo (2007): Necrópolis de El Camino del Soto (Etxauri). En: La tierra te sea leve. Arqueología de la muerte en Navarra. Gobierno de Navarra Molist, N y G. Ripoll (2012): Arqueología funeraria al nord-est peninsular (segles VI-XII). Monografias d’Olèrdola 3.1., 3.2.. Museu d’arqueologia de Catalunya Paz Peralta, J. A. y J. I. Lorenzo (1986): Informe sobre las campañas de excavación de 1985 y 1986 realizadas en el Corral de Calvo (Luesia, Zaragoza). pp. 440‑441, Boletín, Museo de Zaragoza, n1 4, Zaragoza. Riu, M. (1988): “Enterramientos infantiles frente a las puertas o en el subsuelo de las viviendas en la España Medieval (siglos X al XIII)”. Pp. 185-200. Sénac, P. (2007): Villes et campagnes de tarraconaise et d’Al-Andalus (VI-XI): La transition. Etudes Medievales Iberiques. Unv. Toulouse-Le Mirail. CNRC. Varón Hernández, F. R. (2016): Arkaia. Urbanización y mejora de infraestructuras del núcleo urbano. ARKEOIKUSKA. Centro de patrimonio cultural vasco. Vives, E. (1990): La población catalana medieval. Origen i evolució. Eumo ed.
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Sesión 4
4.9. EL TORREÓN Y EL DESPOBLADO ANDALUSÍ DE GAÑARUL (AGÓN, ZARAGOZA) THE TOWER AND THE AL-ANDALUS DEVELOPED OF GAÑARUL (AGÓN, SARAGOSSA) Alberto Mayayo Catalán1 y Francisco Javier Ruiz Ruiz1 Arqueólogo profesional
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Autor de contacto / Contact author: Alberto Mayayo Catalán, almaycan@gmail.com
RESUMEN En el año 2016 iniciamos una prospección arqueológica en el entorno de la ermita de Gañarul, en el término municipal de Agón (Zaragoza), con el objetivo de ahondar en el conocimiento de la evolución histórico–arqueológica de este antiguo núcleo de poblamiento. Aunque ya se conocía la probable existencia de un torreón de origen islámico en el lugar, cuyos sillares se encuentran actualmente reutilizados en el muro de un bancal, hasta ese momento se desconocía el emplazamiento exacto tanto del torreón, como del asentamiento asociado. La intervención arqueológica tenía como principales objetivos localizar la ubicación original de la torre y establecer la extensión del poblado y su cronología, acercándonos mediante el registro material recuperado en superficie a la génesis y evolución del mismo tras la conquista cristiana. El yacimiento de Gañarul sigue un patrón típico observado en el valle del río Huecha, aunque es un modelo generalizado en el mundo rural de al-Andalus. Se trata de un asentamiento levantado en un terreno llano y presidido por un torreón rectangular de pequeñas dimensiones, construido con sillares rectangulares de gran módulo, que protegía al pequeño asentamiento de carácter agrícola del tipo alquería fortificada andalusí. En la zona, la mayoría de estas fortificaciones suelen datarse entre el siglo X y principios del XI, si bien es cierto que casi todas ellas se hayan reutilizadas dentro de núcleos urbanos actuales y apenas han sufrido intervenciones arqueológicas, por lo que su datación se basa en criterios tipológicos y de análisis del sistema constructivo. PALABRAS CLAVE: Gañarul; Taifa de Zaragoza; Alquería; Arquitectura defensiva; Arqueología andalusí; Cerámica andalusí.
ABSTRACT In 2016 we started an archaeological survey around a hermitage in Gañarul, in the village of Agón (Zaragoza). Our aim was to acquire deeper knowledge of the historic and archaeological evolution of this old settlement. Even though existence in the area of an Islamic tower was well known because its ashlars were re-purposed in a terrace’s wall, the exact location of the tower and the settlement it belonged to were so far unknown. Our archaeological survey had the main goals of finding the original tower location and establishing the settlement’s placement and chronology, by using materials found on the surface to determine the genesis and evolution of the old settlement after the Christian conquest. The archaeological site follows the typical pattern found in the valley of river Huecha, quite common in rural al- Andalus. It consists on a settlement on a plain, presided by a small rectangular tower. The tower is made of big rectangular ashlars, and its mission was to protect the small agricultural village, like an al-Andalus fortified farmhouse. Similar fortifications in that area are dated between the X and the early XI centuries, but most of them have been re-purposed in the current urban areas, barely suffering archaeological surveys. They are dated based on their typology and on the analysis of the systems used for their construction. KEYWORDS: Gañarul; Taifa Kingdom of Saragossa; Alqueria; Defensive architecture; Al-Andalus archaeology; Al-Andalus pottery.
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Figura 1. Sillares del basamento del torreón andalusí de Gañarul.
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Sesión 4 1. INTRODUCCIÓN En el año 2016 iniciamos una serie de prospecciones arqueológicas con el objeto de contextualizar cultural e históricamente el despoblado de Gañarul (Fig. 2), situado al sur del término municipal de Agón (Zaragoza), pero a menos de 2 km de distancia del municipio de Magallón, dentro de la Comarca de Borja. Este territorio, conocido como La Huecha, se sitúa en la cuenca del río Huecha, que articula toda la comarca, y está conformada por relieves suaves y por las terrazas fluviales del propio rio. Figura 3. Imagen de la ermita de Santa María de Gañarul en la década de 1970 (http://www.cesbor.blogspot.com. htm). la iglesia de este pequeño poblado agrícola de origen incierto, aunque el investigador L. Zueco (2011: 77-79) había propuesto la presencia de los restos de un torreón de época islámica. A partir del año 1583, la iglesia de Gañarul se convirtió en ermita, uniéndose a la parroquia de Agón, con el consiguiente declive de este núcleo poblacional. No obstante, la zona no terminó de despoblarse como atestiguan las fuentes documentales de los siglos XVIIIXIX, que citan a la pardina de Gañarul, y la existencia de varios edificios de una gran hacienda de producción vitivinícola, que pervivió hasta mediados del siglo XX. Figura 2. Localización del despoblado de Gañarul. Dichas prospecciones se realizaron a petición de la Asociación para la Defensa y Promoción de los Bienes Culturales de Agón y de la Ermita de Gañarul, cuyo interés principal era, en aquel momento, conseguir la rehabilitación de la ermita mudéjar de Gañarul que estaba en un estado de deterioro muy avanzado, y además, profundizar en el conocimiento de la historia del mismo despoblado. Desde el año 2002 este templo está catalogado en la categoría de Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés. La ermita de Santa María de Gañarul (Fig. 3) es un pequeño edificio de planta rectangular de una sola nave dividida en tres tramos, cubiertos mediante bóveda de crucería sencilla, cuya construcción original se fecha en la primera mitad del siglo XIV, sufriendo en siglos posteriores diversas reparaciones y ampliaciones (Borrás, 2008: 32-33; Aguilera, 2019: 276-292). El templo presenta un testero plano orientado al sureste y paramentos de ladrillo, aparejados soga y tizón, que conservan al exterior una sencilla decoración mudéjar con una franja de ladrillos colocados en zig-zag entre frisos de esquinillas. En el año 2018 tuvo una primera fase de rehabilitación, que recuperó la integridad estructural de la ermita1. Hasta el momento era conocido que la ermita mudéjar de Santa María de Gañarul fue hasta finales del siglo XVI
2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA Los objetivos que nos planteamos en las prospecciones arqueológicas fueron, en primer lugar, localizar el emplazamiento original de la posible torre andalusí, cuya localización exacta se desconocía. En segundo lugar, pretendíamos establecer la extensión del asentamiento y determinar el momento post quem en el que surge dicho poblado, así como la evolución del mismo tras la conquista cristiana de la zona. Para el trabajo de campo se utilizó la metodología habitual en toda prospección arqueológica en área de carácter sistemático, es decir, recorridos de varios prospectores colocados en una línea horizontal y separados entre sí por una distancia de 20 a 30 metros. En cuanto a las evidencias arqueológicas localizadas durante la prospección se actuó de dos maneras distintas, pues se llevó a cabo una recogida selectiva de las mismas. Cabe señalar que sólo se recogieron aquellas cerámicas que aportaban datos de indudable interés a la investigación (formas, piezas decoradas, etc). Éstas se apuntaban en una ficha con datos como su geolocalización, datación, tipo de pasta, etc. Por su parte, aquellos otros artefactos que se dejaban en su lugar de aparición, pero eran de origen medieval, se situaban espacialmente por sectores y se apuntaba su filiación, con el objeto de ver la dispersión y la concentración cerámica.
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Figura 4. Yacimiento de Gañarul: en rojo el área de mayor concentración de materiales andalusíes; en verde la posible extensión de la alquería; en azul la ubicación de la torre; y en naranja el muro-bancal de sillares y la ermita. El yacimiento se localiza en un paraje de campos llanos, nivelados en décadas recientes. A raíz de estas remociones del terreno, hoy día, la ermita se encuentra en medio de un caballón que separa en altura dos campos. A unos metros al noroeste de la ermita, parte un muro de aterrazamiento construido con sillares rectangulares de alabastro, colocados para contener la erosión de la finca superior (Fig. 3). Como ya hemos indicado, L. Zueco (2011: 77-79) ha señalado la posibilidad de que estos sillares estén reutilizados y hubieran pertenecido a una torre andalusí. En las últimas décadas el terreno de la parcela ubicada al norte de la torre y de la ermita, ha sufrido una fuerte alteración. Este campo ha sido rebajado de su cota original al menos unos 60-70 cm, dejando el basamento de la ermita y del muro de aterrazamiento parcialmente al descubierto. Por lo cual, los resultados en esta parcela no son en modo alguno concluyentes. Al sur de la torre, la presencia de la finca agrícola moderna ha supuesto, también, una fuerte alteración del terreno, por lo que se observaron muy pocas cerámicas de cronología medieval. Los resultados de la prospección arqueológica indicaron que la mayor concentración de los materiales cerámicos medievales se localiza sobre todo en lado oeste-suroeste del torreón (Fig. 4). Mientras que entre la ermita y la
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ubicación original de torre y en el campo ubicado al norte de la torre, también aparecen algunos materiales cerámicos, pero en menor cantidad y con las dudas que plantea la fuerte modificación del terreno en estas áreas.
3. EL YACIMIENTO DE GAÑARUL (AGÓN) El yacimiento arqueológico de Gañarul, ubicado en la llanura aluvial de la margen derecha de la cuenca media del río Huecha, a escasos 300 metros de su cauce actual, sigue un patrón típico observado en el valle del río Huecha y en otras zonas del mundo rural de al-Andalus. Se trataría de un asentamiento levantado en un terreno llano y presidido por un torreón rectangular de pequeñas dimensiones (bury), construido con sillares rectangulares bien tallados y de grandes dimensiones, que protegía al pequeño asentamiento de carácter agrícola del tipo alquería fortificada andalusí (qarya), para el que proponemos una extensión de aproximadamente 0,5 ha (Fig. 4). A la calidad del territorio de la Huecha para uso agrícola, atestiguada ya desde época romana por la existencia de gran cantidad de villas rurales, se une la impronta hispanoárabe, quienes construyeron un complejo sistema hídrico con azudes de derivación, acequias o canales subterráneos (qanats), cuya finalidad fue la puesta de nuevos terrenos en regadío. Por toda la comarca hallamos
Sesión 4 estructuras de ingeniería hidráulica de origen andalusí, que se han mantenido en uso durante siglos y una notable cantidad de ellas han pervivido hasta nuestros días.
1987). Teniendo la producción de las huertas suburbanas una menor incidencia en el abastecimiento agrícola del territorio andalusí.
El ejemplo más llamativo es el caso de los qanats, un sistema hídrico originario de zonas áridas, donde se capta el agua mediante una red de galerías subterráneos. Los encontramos todavía en la partida de Abarquete o Los Pozos, en la cercana localidad de Bureta, donde se captaba el agua y se conducía hasta el término de Alberite de San Juan. Este foco de regadío dio lugar a una población, hoy desaparecida, llamada Avarquer, cuya parroquia todavía era citada en el siglo XIII.
Aún se puede citar una tercera hipótesis donde ambos sistemas comparten igual importancia en la producción y suministro de recursos agrícolas dentro de al-Andalus. De este modo, la convivencia de grandes áreas de regadío suburbano, fundamentalmente destinado al consumo local de las grandes urbes del momento, se complementaba con la producción de las zonas rurales, alejadas de las ciudades. Éstas últimas, como se aprecia en el valle del Huecha, fueron ocupadas por pequeñas poblaciones y alquerías, que aprovechaban más eficientemente los recursos hídricos naturales, como pequeños cursos fluviales o lagunas endorreicas, mediante una amplia red de estructuras hidráulicas (acequias, canales, qanats,...) (Box, 1992).
Acerca del sistema de organización del territorio en al-Andalus y, concretamente, en referencia al sistema de irrigación intensivo, parte de la historiografía ha desarrollado un discurso en el cual se da el máximo protagonismo en el sistema de producción y aprovisionamiento agrícola al regadío ubicado en torno a los grandes y medianos núcleos de población, donde se constituyeron verdaderos cinturones periurbanos de huertas (Manzano, 1986; Glick, 1988). No obstante, estas teorías han tenido su contrapunto en un discurso claramente contrario, según el cual se cede el protagonismo a una organización del territorio basada en la creación de pequeñas, pero numerosas, manchas de cultivo de regadío en el ámbito rural, vinculadas a pequeños núcleos de población (alquerías y almunias), que a veces no contarían con una verdadera red de irrigación artificial (Bazzana y Guichard, 1981; Bazzana,
4. EL TORREÓN ANDALUSÍ DE GAÑARUL Las estructuras conservadas del torreón consisten por un lado en el citado muro de aterrazamiento, situado junto a la ermita y que sirve de contención del bancal superior, y por otro en los restos de una potente cimentación conservada in situ, que hasta ahora era totalmente desconocida. Como ya se ha señalado, en un momento indeterminado gran parte de los sillares de la torre debieron ser extraídos
Figura 5. Altimetría del muro de aterrazamiento.
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conservados in situ, y, además, su módulo es mayor del que se observa en otros torreones andalusíes de la zona. No obstante, es difícil saber si todos los sillares corresponden a un mismo momento constructivo o quizás hubiera reparaciones y reformas en siglos posteriores que alteraran la fisonomía original de la torre. Pese a todo ello consideramos factible mantener la hipótesis del origen andalusí de la fortificación.
Figura 6. Vista general del muro de aterrazamiento. de su ubicación original y recolocados en un muro de contención de 14,30 metros de longitud con dirección sureste-noroeste. El muro, de factura bastante irregular, presenta hasta cuatro hiladas de sillares rectangulares de alabastro, calzados con cantos rodados y ladrillos (Figs. 5-6). Estos sillares presentan módulos bastante heterogéneos con dimensiones que varían entre los 120 x 55 cm, 100 x 50 cm, 120 x 33 cm, 106 x 30 cm o 96 x 50 cm, mientras que el grosor más habitual es de unos 30 cm. A escasos metros al oeste del bancal hemos localizado la posible cimentación del torreón, con unas dimensiones de aproximadamente 5 m de longitud por 0,90 m de anchura. De esta estructura se conservan tres hiladas de sillares de alabastro colocados a soga y tizón, aunque sin un ritmo evidente, y unidos mediante una fina capa de argamasa (Figs. 1 y 7). Su módulo es variable y similar a los ya reseñados con anterioridad. Junto a esta estructura se localizan numerosos sillares y alguna laja desplazados de su posición original. Según se puede apreciar en la tipología constructiva de otras torres andalusíes del valle del Huecha, los sillares presentan mayoritariamente un rudo o tosco almohadillado (Zueco, 2011). Sin embargo, no apreciamos almohadillado alguno en los sillares de la torre de Gañarul, tanto en los reutilizados como en los
Finalmente, hay que señalar que tras limpiar someramente de rastrojos la cimentación del torreón, junto al extremo este de la misma apareció en superficie el arranque de un pequeño muro de cantos rodados unidos con tierra (1,26 x 0,55 m), que se haya cortado por las labores agrícolas que han rebajado la cota del campo (Fig. 8). Aparentemente podría corresponder al basamento de alguna vivienda de origen medieval.
Figura 8. Muro de cantos rodados junto a la cimentación de la torre.
5. MATERIALES ARQUEOLÓGICOS La prospección intensiva del yacimiento de Gañarul ha permitido documentar la presencia de materiales arqueológicos2, fundamentalmente cerámicos, aunque en muy escaso número debido a la fuerte alteración del terreno, que ha estado sometido a diferentes procesos agrícolas que han alterado profundamente el paisaje. En primer lugar, se han hallado algunos fragmentos de cerámica romana como terra sigillata hispánica (Fig. 9.1), ánforas (Fig. 9.2), dolia (Fig. 9.3) o tegulae, que grosso modo se pueden datar entre los siglos I-III d. C.
Figura 7. Detalle del basamento del torreón andalusí.
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Sin embargo, la mayor parte de los materiales cerámicos nos remiten a dos momentos cronológicos muy concretos. Por una parte, se han documentado las típicas producciones taifales con evidentes paralelos en otros yacimientos andalusíes del valle medio del Ebro, y por otra contamos con piezas claramente datables tras la conquista cristiana, entre los siglos XII/XIII al XV. Estos materiales muebles nos permiten establecer una primera aproximación a la cronología del despoblado de Gañarul,
Sesión 4 cuyo origen, al menos de momento, no se puede llevar más allá de principios del siglo XI, perviviendo durante el resto de la Edad Media.
5.1. Cerámicas andalusíes Se ha documentado un interesante perteneciente al conocido repertorio cerámico de época taifal compuesto por formas de cocina (olla y cazuela), de mesa (jarra, redoma, jofaina y ataifor) y de almacenaje (cántaro y tinaja), con distintos acabados: bizcochado, pintado, peinado-inciso o vidriado. Tanto las pastas, como las
formas y los acabados de la cerámica presente en Gañarul guardan gran similitud con producciones constatadas en los alfares andalusíes de Zaragoza (Mostalac, 1990; Délery, 2006) o la cercana madina de Tudela (Bienes, 1987). Destacan las formas vidriadas como el ataifor con vidriado melado y decoración verde bajo vedrío (Fig. 10.1), la jofaina melada (Fig. 10.2) o la redoma con acanaladuras y vidriado verde exterior (Fig. 10.4). También encontramos piezas bizcochadas de cocción oxidante o mixta, como la fuente (Fig. 10.3), u ollas de cocción reductora, además de vajilla de cocina con acabado vidriado al interior (ollas y cazuelas). Y, finalmente, jarras (Figs. 10.5-6) y cántaros oxidantes (Figs. 10.7-9) con línea pintada en manganeso (Fig. 10.6) o con decoración peinada-incisa de ondas y líneas paralelas (Fig. 10.9); además de varias tinajas (Fig. 11). El lote cerámico documentado en el yacimiento de Gañarul puede ser datado en época de la Taifa de Zaragoza, es decir, entre el siglo XI y principios del XII. Tanto las formas, como sus acabados y decoraciones, presentan claros paralelos con la cerámica taifal hallada en numerosos yacimientos rurales de la Marca Superior como Las Sillas de Marcén (Sénac, 2009), Zafranales en Fraga (Montón, 1997a; Montón, 1997b), La Atalaya en Cadrete (Ruiz y Maturén, 2016), La Mora Encantada en Ateca (Ruiz el al., 2018) o Gelsa (Ruiz y Mayayo, 2018).
Figura 9. Formas cerámicas romanas.
Figura 10. Formas cerámicas andalusíes.
Figura 11. Tinajas andalusíes.
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Así como en contextos urbanas del mismo periodo en Tudela (Bienes, 1987), Calatayud (Cebolla et al., 1997), Huesca (Aguilera et al., 1987; Heras, 2019), Barbastro (Royo y Justes, 2009) y la propia Zaragoza (MartínBueno y Sáenz, 1998: 259-270; Gutiérrez, 2006). En el caso de las tinajas, muy abundantes, destacan por su cocción mixta y su pasta grosera (Fig. 11), destacando la presencia de varias piezas con decoración peinada- incisa de ondas, generalmente sobre el borde y el cuello (Fig. 11.5-7). Al ser hallazgos de superficie, sin contexto, a lo que se une la diversidad de bordes y la lenta evolución morfológica de esta forma a lo largo del tiempo, no podemos descartar que alguna de ellas en realidad correspondan a producciones mudéjares posteriores al siglo XII. Así por ejemplo, en Ambel existe un ejemplar, datado en el siglo XIV (Gerrard, 2003: 281), que guarda cierta similitud con la decoración peinada-incisa presente en el labio de las piezas 5 y 6 de la figura 11.
5.2. Cerámicas de los siglos XII-XV Por otra parte, contamos con piezas claramente datables en un momento posterior a la conquista cristiana de la zona a comienzos del siglo XII, cuyo repertorio formal corresponde a las formas habituales del momento (escudilla, jarra, cántaro, olla, lebrillo y, quizás, tinaja) y con acabados bizcochados o vidriados. Existe un pequeño grupo cerámico que puede encuadrarse entre las primeras producciones cristianas de los siglos XII-XIII. A estas centurias podrían corresponder dos fragmentos de escudillas (Figs. 12.1-2) y una jarra (Fig. 12.3), todos ellos de cocción oxidante y con vidriado melado de tono amarillento. Pero sin duda, la forma más característica es la olla globular de cocción mixta con borde exvasado y moldura marcada en el interior (Figs. 12.4-7), que tiene claros paralelos en contextos arqueológicos datados entre la segunda mitad del siglo XII y el siglo XIII en La Almunia de Doña Godina (Royo, 1994: 325 y 328), Calatayud (Cebolla el al., 1997: 178 y 182), Zaragoza (Gutiérrez, 2006: 38 y 240), Gelsa (Ruiz y Mayayo, 2018: 363) y otros puntos del valle medio del Ebro (Ortega, 2002: 118-119). También a este momento podría pertenecer otra posible forma de cocina (Fig. 12.8).
Figura 12. Formas cerámicas de los siglos XII-XIII.
Finalmente, también contamos con las mejor estudiadas producciones datables en época bajomedieval (siglos XIV-XIV), como por ejemplo dos fragmentos de escudillas con decoración de verde-manganeso (Figs. 13.1-2) o con vidriado melado (Fig. 13.3), las tres de cocción oxidante. Igualmente están presentes otras piezas bizcochadas de cocción oxidante o mixta como el cántaro (Fig. 13.4), la olla (Fig. 13.5) y el lebrillo (Figs. 13.6-7).
6. CONCLUSIONES En primer lugar, no es ninguna novedad el hallazgo de restos cerámicos romanos dispersos, que nos remiten a la intensa explotación agrícola del valle del Huecha en
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Figura 13. Formas cerámicas bajomedievales (siglos XIV-XV).
Sesión 4 esta época. El aprovechamiento de esta región se realizó mediante comunidades rurales dispersas o pagus, como indica el denominado bronce de Agón3, y a través de villas agrícolas como la de “Las Contiendas”, situada en las proximidades del despoblado de Gañarul y donde apareció el citado bronce (Aguilera y Beltrán, 1997). Esta zona se encontraba en el límite oeste del territorium Caesaraugustanum, es decir, el término adscrito a la Colonia Caesar Augusta (Zaragoza), con el municipium Cascantum (Cascante) (Beltrán, 2016). Sin embargo, nos vamos a centrar en la ocupación en época medieval. Como ya se ha señalado, la mayor parte de los materiales cerámicos nos permiten establecer una primera aproximación a la cronología del despoblado de Gañarul, a la espera de futuras intervenciones arqueológicas. Los hallazgos andalusíes hay que encuadrarlos claramente en época taifal (1018- 1110), por lo que de momento el origen de Gañarul no puede llevarse más allá de principios del siglo XI, durante el desarrollo de la nueva taifa independiente Saraqusta (Zaragoza). En esta época, el asentamiento de Gañarul corresponde a un pequeño poblado de carácter agrícola levantado sobre un terreno llano y con aproximadamente 0,5 ha de extensión, que estaba presidido por un torreón o bury de planta rectangular, construido con sillares rectangulares de grandes dimensiones. En definitiva, se trataba de una alquería fortificada con torre (qarya), como otras tantas que jalonaban el valle del río Huecha y que son muy habituales en las zonas rurales de al-Andalus. No vamos a entrar aquí en el debate historiográfico sobre el control territorial, los patrones de poblamiento y la organización de las comunidades campesinas en al-Andalus, donde diferentes autores han propuesto diversas categorías para diferenciar los hábitats rurales según una escala jerarquizada. Un ejemplo de ello es Ph. Sénac (1991), quien divide los asentamientos en husûn (fortalezas en altura), aldeas fortificadas, en cuyo caso se encontraría Gañarul, y almunias.
Figura 14. Fortificaciones andalusíes del valle del Huecha; en amarillo las no conservadas (Zueco, 2011).
Las llamadas torres de alquería, que podían contar con un recinto amurallado anejo o albacar, estaban asociadas a hábitats rurales tipo almunia y alquería, que se ubicaban en zonas llanas o poco elevadas cercanas a cursos fluviales y a terrenos de regadío de fuerte aprovechamiento agrícola. Sin duda, el elemento más característico de estos asentamientos es su bury de planta rectangular o cuadrangular, que se hayan construidos con diferentes materiales según el área geográfica (sillería, mampostería, tapial, etc). Mucho se ha discutido si estos torreones responden sólo a cuestiones defensivas de las comunidades campesinas, o también al control de territorio e incluso a funciones administrativas por parte del estado omeya. En el valle del Huecha existe una gran concentración de torres de alquería (Fig. 14). Así encontramos numerosos ejemplos como los de la torre de “El Quez” en Magallón (otro despoblado), la torre de la propia localidad de Agón o las de Maleján, Bureta y Alberite de San Juan. Estas torres se han fechado dentro de un marco cronológico general situado entre el siglo X y principios del XI (Zueco, 2011), aunque su datación se basa más bien en criterios tipológicos y de análisis del sistema constructivo, pues apenas ha habido intervenciones arqueológicas4. En el ámbito de la Marca Superior de al-Andalus localizamos numerosas torres que han sido estudiadas, como la de Mareca en Épila (Cantos y Giménez, 2004), la de Cabañas de Ebro (Asensio, en prensa) o el grupo de fortificaciones de la Hoya de Huesca (Asensio, 2011- 2012). Sin embargo, aún son muy escasos los establecimientos rurales asociados, alquerías y almunias, que han sido excavados, como es el caso del yacimiento de Zafranales en Fraga (Montón, 1997a), Las Sillas de Marcén (Sénac, 2009), Gelsa (Ruiz y Mayayo, 2018) o El Quemao en Sarrión (Villagordo, 2018: 347-351). La zona de La Huecha será conquistada por el rey Alfonso I “el Batallador” (1104-1134) después de la toma de Zaragoza (1118) y Tudela (1119), aunque la capitulación de Borja, centro tradicional de toda la cuenca, se retrasó hasta inicios del mes de febrero de 1122 (Ferrer, 1993). La capitulación de Borja, otorgada por Alfonso I, autorizó la salida de la población hispanomusulmana, pero también el respeto hacia la vida y las propiedades de aquellos que quisieran permanecer en el territorio. Desconocemos cual fue el grado de abandono el territorio del valle del río Huecha por la población andalusí, pero parece ser que hubo una continuidad del poblamiento tras la conquista. La fértil vega del río Huecha permitía una producción agrícola intensiva, que fue notablemente mejorada en la etapa andalusí mediante un complejo sistema de irrigación (azudes, acequias, qanats, etc). Esto supuso numerosos atractivos tanto para el arraigo de la comunidad mudéjar preexistente, como para la repoblación cristiana. El historiador F. S. Rodríguez (2009: 411-412) habla de “un territorio con predominio de población cristiana”, pero con asentamientos donde “los musulmanes superaron a los cristianos o incluso fueron la exclusividad”.
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Así pues, Gañarul pasó a formar parte del reino de Aragón y sus tierras entraron en la órbita del dominio feudal, aunque muy probablemente debió mantener su población musulmana (mudéjares), como ocurrió en otros muchos lugares de La Huecha, junto a la llegada de nuevos colonos cristianos. Así, la primera noticia documental sobre Gañarul data del siglo XII, concretamente del año 1166 (Aguilera, 2019: 261). En el año 1243 su propietario, Sancho de Antillón, pleitea con la cercana villa de Magallón por cuestiones de límites territoriales entre ambas poblaciones (Frago, 1980a; Frago, 1980b: 108). La pervivencia de Gañarul durante todo el resto de la Edad Media, es decir, entre los siglos XII al XV, queda reflejada en el registro material que hemos documentado durante la prospección arqueológica. Probablemente a inicios del siglo XVI, la entonces iglesia de Santa María de Gañarul debió ser ampliada con la construcción de un tercer tramo hacia el sureste, donde actualmente se ubica la cabecera del templo (Pérez, 2018: 16), quizás por el aumento de fieles motivado por la forzada conversión de la población mudéjar aragonesa en el año 1525. Sin embargo, Santa María de Gañarul se convirtió en el año 1583 en ermita dependiente de la iglesia parroquial de Agón (Aguilera, 2019: 265), claro indicio del declive de este poblado agrícola a inicios de la Edad Moderna, quizás en relación con la continua persecución de la población morisca, que finalmente será expulsada de Aragón en el año 1610.
A la Asociación para la Defensa y Promoción de los Bienes Culturales de Agón y de la Ermita de Gañarul.
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En un momento indeterminado que podría datarse entre los siglos XVII-XIX, gran parte de los sillares de la torre, una vez perdida toda utilidad defensiva, fueron desmontados de su ubicación original y reutilizados en el muro-bancal situado junto a la ermita.
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En definitiva, el yacimiento arqueológico de Gañarul puede presentar una secuencia arqueológica muy atractiva. Mediante el registro cerámico que hemos documentado queda demostrada la continuidad de poblamiento desde al menos la época taifal (siglo XI) y durante todo el resto de la Edad Media (siglos XII-XV). Gañarul podría aportar una valiosa información arqueológica sobre el periodo de tránsito de la época andalusí a la cristiana feudal, aunque la falta de una excavación en extensión no nos permite ser concluyentes en muchos aspectos.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _ Esta intervención arqueológica ha permitido documentar la existencia de una vivienda adosada a los pies de la ermita, que debió servir como casa del ermitaño, probablemente durante los siglos XIX y principios del XX, y restos del antiguo muro de cierre sureste del edificio, lo que ha permitido establecer la existencia de una ampliación en el siglo XVI, momento en el que se ha fechado la construcción del tercer tramo de la nave, el situado en su extremo sureste. Agradecer esta información facilitada por Mari Cruz Pérez Omeñaca (2018), arqueóloga responsable del seguimiento y control arqueológico del proyecto de restauración de la ermita de Santa María de Gañarul. 2 _ Las láminas de cerámicas que acompañan a este artículo han sido realizados por la dibujante de arqueología Inmaculada Soriano Perdiguero, al igual que la altimetría del muro de aterrazamiento. 3 _Hay que recordar que el Bronce de Agón, datado en época del emperador Adriano (117-138 d.C.), fue encontrado de forma casual en marzo de 1993 en las inmediaciones de la pardina de Gañarul, concretamente en la villa romana de “Las Contiendas” (Aguilera y Beltrán, 1997). Esta inscripción jurídica describe la regulación del uso de las aguas de riego de un canal llamado rivus Hiberiensis entre tres comunidades rurales de la zona, dos de ellas pertenecientes a la Colonia Caesar Augusta, pagus Gallorum (Gallur) y pagus Segardinensis (de ubicación desconocida entre Gallur y Mallén). Y la tercera, pagus Belsinonensis (Mallén), dependiente del municipio de Cascantum (Beltrán, 2006). 4 _Las fortificaciones andalusíes de la zona, tanto las correspondientes a husûn como a asentamientos rurales tipo alquería o almunia, han sido estudiadas por diversos autores. Véase: Corral, 1979; Gutiérrez, 2005; Teixeira, 2005; Cabañero et al., 2006; Zueco, 2011. La torre de Alberite de San Juan es la única excavada en toda la comarca, habiendo sido datada por sus excavadores entre finales del siglo X-principios del XI (Casabona y Delgado, 1997: 306).
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Sesión 4
4.10. ARQUEOLOGÍA EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LAGUNAS DE CARIÑENA (ZARAGOZA) ARCHAEOLOGY IN THE SANCTUARY OF THE VIRGIN OF LAGUNAS IN CARIÑENA (ZARAGOZA) Antonio Hernández Pardos Acrótera Gestión del Patrimonio Autor de contacto / Contact author: Antonio Hernández Pardos, arqueoantonio@acrotera.net
RESUMEN En 2019 se ha llevado a cabo una intervención arqueológica en el presbiterio del santuario de la Virgen de Lagunas en Cariñena (Zaragoza), motivada por unas obras que se habían comenzado a ejecutar. El actual edificio fue levantado en el siglo XVII en el emplazamiento de la antigua aldea bajomedieval de Lagunas, que quedó despoblada a finales del siglo XIV. La estratigrafía documentada en la presente actuación permite conocer mejor la evolución histórica del edificio desde el siglo XV hasta el XX, sobre todo un área funeraria inédita formada mayoritariamente por enterramientos infantiles. El estudio antropológico se ha completado con la consulta del Archivo Parroquial, que ha permitido confirmar que el santuario de Lagunas sirvió como espacio funerario durante la primera mitad del siglo XIX para personas vinculadas directamente con el mismo. PALABRAS CLAVE: Enterramientos; Archivo parroquial; Lápida funeraria; Siglo XIX; Estudio antropológico.
ABSTRACT In 2019 an archaeological intervention was carried out in the presbytery of the sanctuary of the Virgin of Lagunas in Cariñena (Zaragoza), motivated by some works that had begun to be executed. The current building was built in the seventeenth century at the site of the ancient medieval village of Lagunas, which was depopulated at the end of the fourteenth century. The stratigraphy documented in this action allows us to better understand the historical evolution of the building from the 15th to the 20th century, especially an unprecedented funerary area formed mainly by children’s burials. The anthropological study has been completed with the consultation of the Parish Archive, which has confirmed that the sanctuary of Lagunas served as a funerary space during the first half of the nineteenth century for people directly related to it. KEYWORDS: Tombs; Ecclesiastical archive; Funeral tombstone; 19th century; Anthropological study.
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Figura 1. Lรกpida funeraria conservada en el santuario de Lagunas.
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Sesión 4 de la iglesia precedente. Al exterior de este espacio se reconoce el substrato natural, formado por gravas con matriz arcillosa, en el cual se excavó una fosa en la que se levantó la cimentación descubierta. La cota del substrato rocoso es de -8 cm. en el exterior del espacio, y -55 en su interior.
Figura 3. Restos constructivos de la Fase I.
Figura 2. Emplazamiento del santuario de Lagunas sobre mapa topográfico y ortofoto.
1. INTRODUCCIÓN La celebración del III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (III CAPA) en noviembre de 2019 es una ocasión propicia para presentar una sencilla intervención arqueológica de urgencia realizada en el santuario de la Virgen de Lagunas en Cariñena (Zaragoza) situado a 7 Km. al N de la localidad, y en las proximidades a las poblaciones de Alfamén y Longares. El Ayuntamiento de Cariñena ha promovido unas obras de saneamiento en el interior de la iglesia. Este santuario está formado por un conjunto de edificios construidos en el siglo XVII en torno a una gran plaza cuadrada. Sobresale el edificio de la iglesia, de estilo barroco con decoración interior a base de esgrafiados de gran interés iconográfico.
2. ESTRATRIGRAFIA A continuación se describe la estratigrafía arqueológica documentada.
2.1. Fase I, siglo XV Los restos arqueológicos más antiguos corresponden a un espacio constructivo de planta cuadrada, que coincide grosso modo con el presbiterio. Dicho espacio queda amortizado por un relleno en la Fase II. Se han localizado tres muros de calicanto elaborados mediante encofrado, de 52 cm. de anchura. Corresponde con la cimentación
Figura 4. Restos constructivos de la Fase I.
2.2. Fase II, siglo XVII La iglesia previa es demolida, a excepción de su cimentación, y se construye la nueva fábrica de la iglesia, con un presbiterio ligeramente de mayores dimensiones que el precedente. La cimentación va paralela a la previa. Para amortizar la cimentación del edificio precedente, se arroja un potente nivel de tierra con escombro, que ha aportado fragmentos cerámicos, tanto de vajilla como de baldosas. De la primera, sobresalen varios fragmentos de plato con ala con decoración pintada en verde/azul de motivos vegetales, propios de las producciones de Muel de inicios del siglo XVII. De la segunda, hay fragmentos de baldosas en arista, mixtas pintadas en verde/blanco, que suelen ser utilizados en las mismas composiciones; así como varios ejemplares pintados en verde/morado formando flores punteadas. Todo este material cerámico se puede fechar en la primera mitad del siglo XVII, y permite situar cronológicamente la construcción de
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la nueva iglesia, al menos de su presbiterio, que es el espacio que primero se construía.
Figura 5. Cerámica de la Fase II.
2.3. Fase III, siglo XIX En el nivel de escombro, formado en la Fase II, que sirve de base al suelo de la iglesia, se excavaron varias fosas funerarias, correspondientes a 9 enterramientos en ataúd, 2 en simple fosa, y restos esqueléticos revueltos de dos individuos más (enterramientos 12 y 13). -Tumba 5, infantil, en ataúd de 90 x 30 x 25. El esqueleto conservaba restos textiles en estado pulverizado en la parte superior, a modo de chaqueta, y un sudario que envolvía todo el cuerpo, que además estaba atado con cintas a la altura de las pantorrillas, vientre y cuello, con lazos decorativos en los nudos. Los bordes del sudario estaban decorados con pequeñas borlas circulares.
Figura 7. Tumbas 8 y 9 (superior e inferior, respectivamente) -Tumba 8, infantil, en ataúd 80 x 30 x 17. El cuerpo conserva restos textiles, una toquilla que cubría cabeza y hombros, decorado con puntillas sujetas mediante alfileres. El cuerpo estaba atado con cintas a la altura de las pantorrillas y cintura, y los dedos de las manos estaban envueltos en tela, todo con lazos decorativos en los nudos de las ataduras. La cabeza fue apoyada sobre un montón de hierbas y espigas a modo de almohada, y sobre las pantorrillas se colocó un ramillete de flores. Conserva el calzado, unos botines de cuero.
Figura 8:.Vista general del presbiterio. Figura 6. Tumba 5.
-Tumba 9. Ataúd de 90 x 30 x 15
-Tumba 6, adulto, en ataúd de 170 x 60 x 35.
-Enterramientos 10 y 11, neonatos, sin ataúd, esqueleto envuelto en un sudario
-Tumba 7, doble infantil de corta edad, en ataúd 60 x 35. Se trata de un doble enterramiento, con restos textiles muy deteriorados. Los cuerpos están situados en paralelo, y envueltos en sudarios atados con cintas a la altura de las pantorrillas, cadera y cuello. Los dedos de las manos estaban envueltos en tela, con lazadas decorando los nudos en pantorrillas, cadera, manos, cuello, y también en la frente.
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2.4.Fase IV Finalmente aparece el pavimento actual, en el que se combinan dos tipos de baldosas cuadradas: unas de color barro de carácter industrial, y otras pintadas preindustriales. El pavimento se apoya sobre una capa de cemento, y, a su vez, sobre una capa de tierra con corpúsculos de yeso.
Sesión 4 El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 132 mm. -Enterramiento 3 Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 4 años (según la tabla de Uberlaker). El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 170 mm. -Tumba 4
Figura 9. Baldosa.
Por el grado de erupción de las piezas dentarias, sin salir los dientes de leche, se estima que era neonato (según la tabla de Uberlaker). El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 92 mm.
Dentro de las pintadas, la mayoría muestra la misma decoración en azul y amarillo, con la que se obtiene una composición repetitiva en la que se alternan círculos con flores y círculos vacíos. Este mismo modelo de baldosa –elaborado en Muel hacia mediados del siglo XIX- también se conserva en el camarín del santuario (Fig. 10). En esta estancia se puede observar la composición decorativa que se obtiene con este tipo de baldosa, alternando flores de ocho y doce pétalos. Por ello se deduce que en el pavimento del presbiterio se han reutilizado baldosas decoradas más antiguas, quizás procedentes de un pavimento previo.
Figura 10. Pavimento en el camarín del santuario. En alguna de las esquinas, y cubriendo las zapatas de cimentación, se conserva una capa de mortero de yeso con la impronta de baldosas, que indica la existencia de un pavimento del que proceden las baldosas decoradas recolocadas en la fase siguiente.
3. ESTUDIO ANTROPOLÓGICO A continuación indicamos los datos extraídos del estudio antropológico de los restos esqueléticos recuperados durante la intervención arqueológica. -Enterramiento 1 Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 2 años (según la tabla de Uberlaker).
Figura 11. Tumbas 5. -Tumba 5 El cuerpo estaba inhumado en posición decúbito supino, con los brazos cruzados y las manos sobre la tripa. Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 2 años (según la tabla de Uberlaker). -Tumba 6 Por el grado de erupción de las piezas dentarias (según la tabla de Uberlaker), y por la ausencia de sinostosis en las suturas craneales (según la tabla de Dérobert y Fully), se estima una edad de 15/20 años. Los caracteres sexuales
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(inio y apófisis mastoidea), escotadura ciática, y sacro excavado e hipobasal son favorables a sexo mujer. El fémur –con hipófisis- tiene un longitud máxima de 400 mm, que puede corresponder a una altura total de 153 cm. (según Trotter y Gleser). -Tumba 7 Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad neonatal (según la tabla de Uberlaker). El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 65 y 70 mm para el esqueleto derecho e izquierdo, respectivamente.
Enterramiento 10 Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 1/3 meses (según la tabla de Uberlaker). El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 84 mm. Enterramiento 11 Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 3 meses (según la tabla de Uberlaker). El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 84 mm. Enterramiento 12, descontextualizado Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 15/20 años (según la tabla de Uberlaker). Los caracteres sexuales (inio y apófisis mastoidea) son favorables al sexo hombre.
Figura 12. Tumba 7.
-Tumba 8 El cuerpo estaba inhumado en posición decúbito supino, con los brazos cruzados y las manos sobre la tripa. Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 18 meses (según la tabla de Uberlaker). El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 122 mm. Tumba 9 Por el grado de erupción de las piezas dentarias, se estima una edad de 3 años (según la tabla de Uberlaker). El fémur –sin hipófisis- tiene una longitud máxima de 140 mm.
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Figura 13. Tumbas 8. -Enterramiento 13, descontextualizado La mandíbula no conservaba ningún diente, y los orificios de los molares se encontraban osificados, lo que nos indica una edad avanzada y malos hábitos alimenticios/ higiénicos. Los caracteres sexuales como la escotadura ciática son favorables al sexo mujer. El húmero –con hipófisis- tiene un longitud máxima de 290 mm, que puede corresponder a una altura total de 155 cm. (según Trotter y Gleser).
Sesión 4 situada dentro de una orla rodeada de temas vegetales pintada en azul, morado y amarillo (Fig. 15). En el libro de defunciones consta la siguiente inscripción: “Adulto. Mariano Ibañez, Santuario de Lagunas.
Figura 14. Tumba 6.
En doce de Febrero de mil Ochocientos veinte y ocho, murio en la Virgen de Lagunas el Santero Mariano Ybañez, natural de Cariñena de sesenta años poco mas o menos, marido de Zoma Rodrigo: recivio los Sagrados Sacramentos de Penitencia, Viatico y Extrema Uncion que le fueron administrados por el Regente, y el mismo dia por la tarde fue sepultado en la Yglesia del referido Santuario: deja tres hijos, dos casados y uno sin acomodar. Y para que de ello conste lo certifico y firmo. José Herrera Cura”
4. OTROS ENTERRAMIENTOS
-1849, 30 de marzo.
En la nave principal del santuario y junto al presbiterio, se conservan varias lapidas funerarias de cerámica pintada colocadas en el suelo, y las cuales posiblemente se encuentran desplazadas de su ubicación original. Parecen corresponder a enterramientos realizados en el interior de la iglesia, de los que hemos confirmado su inscripción en los Quinqui Libris del Archivo Parroquial de Cariñena.
La inscripción dice “AQUÍ YACE MARIANO SANZ Y ESCARTIN SANTERO DE NUESTRA SEÑORA DE LAGUNAS MURIO 30 DE MARZO DE 1849 R.I.P., decorada con una calavera y dos huesos funerarios rodeados de dos cipreses en vede y morado, y toda la baldosa con una cenefa pintada en azul (Fig. 16, derecha). En el libro de defunciones consta la siguiente inscripción:
-1828, 12 de febrero.
En la Villa de Cariñena a los treinta dias del mes de Marzo del año mil ochocientos cuarenta y nuebe: murió Mariano Antonio Sanz natural de este Pueblo, soltero
La inscripción, que se conserva incompleta, dice “... de Lagunas, murio a 12 de Febrero del Año 1828.”, y está
“Adulto. Mariano Antonio Sanz Soltero Hospital
Figura 15. Lápida funeraria conservada en el santuario de Lagunas.
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hijo de Pascual y Alberta Escartin, de edad de sesenta y un años, tres meses y diez y nuebe dias: no recibió los Sagrados Sacramentos por no dar lugar al accidente y al dia siguiente fue sepultado en el Santuario de Nª Sª de Lagunas como habitante en esta Hermita, con entierro de limosna ita est. Julian Vera Cura” -1857, 19 de marzo. La inscripción dice “Aquí Yace BITORIANA AZNAR MURIO A LA EDAD DE 4 MESES EL 19 DE MARZO DEL AÑO 1857” (Fig. 16 izquierda. En el libro de defunciones consta la siguiente inscripción: “Parbula Victoriana Aznar En la Villa de Cariñena a los diez dias del mes de Marzo del año mil ochocientos cincuenta y siete: murió Victoriana Aznar de edad de cuatro meses y un dia, hija de Francisco Aznar y Rudesinda Tello conyuges mis parroquianos y al dia siguiente fue sepultada en el Campo Santo ita est // valga cuatro Julian Vela Cura” -1859, 5 de abril. La inscripción dice “AQUÍ YACE DN. DOMINGO RIVO CAPELLAN DEL SANTUARIO DE LAGUNAS. MURIO EL 5 DE ABRIL DE 1859. SE DESEA RUEGUEN POR SU ALMA. Pater Noster”, con una calavera funeraria cubierta con un bonete sacerdotal, y toda la baldosa con una cenefa pintada en azul (Fig. 1).
En el libro de defunciones consta la siguiente inscripción: “Adulto. Monseñor Domingo Ribo En la Villa de Cariñena a los cuatro dias del mes de Abril del año mil ochocientos cinquieta y nuebe: murió Mossen Domingo Benigno Ribo natural de este Pueblo y Beneficiado de esta Yglesia, hijo de Pedro Pablo Ribo y Francisca de Paula Villalba de edad de cinquenta y siete años, un mes y beinte dias: recibió los sacramentos de Penitencia, Sagrado Viativo, y Extrema Uncion, y al dia siguiente fue sepultado en el Santuario de Nuestra Señora de Lagunas sita en el termino de esta Villa por hallarse Capellan de dicho Santuario Julian Vera Cura” Los registros parroquiales incluyen como lugar de enterramiento de Cariñena para la primera mitad del siglo XIX los siguientes lugares: el fosal, el fosal del Hospital, el convento de Santa Catalina, el fosal del Capitulo eclesiástico y Lagunas. Sin embargo, es interesante resaltar que, del santuario de Lagunas como espacio funerario, solamente hemos encontrado las referencias anteriormente citadas y que conservan su lápida en el propio santuario, fechadas en la primera mitad del siglo XIX. Tres de estos casos pertenecen a personas vinculadas directamente con el Santuario, bien como santeros o capellán, los cuales murieron habiendo superado los 50 años. El último ejemplo corresponde a una niña lactante que, según el registro parroquial, fue enterrada en el cementerio, aunque su lápida se conserva en el santuario.
Figura 16. Lápida funeraria conservada en el santuario de Lagunas.
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Sesión 4 5. LOS RESTOS ANTROPOLÓGICOS Una vez extraídos los enterramientos, los esqueletos fueron depositados temporalmente en la sacristía del santuario para su adecuado secado. Posteriormente, se realizó el estudiado antropológico y fueron embolsados de manera individualizada, con su sigla. Finalmente, fueron colocados dentro de un nuevo ataúd, el cual ha sido enterrado de nuevo en el presbiterio, en un nicho situado bajo el nuevo pavimento. De este modo, todos los restos humanos hallados el presbiterio del santuario de Lagunas han vuelto a ser inhumados allí.
Figura 17. Reinhumación de los restos humanos localizados en el mismo presbiterio de Lagunas.
6. INTERPRETACIÓN Según E. Moliner (1980), el actual templo sustituye a una ermita del siglo XV, época en la que se fecha la imagen de la Virgen de Lagunas situada en el camarín del altar mayor. Fue levantaba en una granja o pardina de Lagunas, lugar de pastos, perteneciente al Monasterio cisterciense de Santa Fe, para lo cual varios monjes vivían al cuidado del caserío, con unos corrales para el ganado lanar. A su vez, esta pardina y su ermita son el resultado del despoblamiento de una aldea que existió en los siglos XII-XIV, en las inmediaciones de unas lagunas. La documentación archivística permite conocer algunas noticias dispersas relativas al núcleo de población de Lagunas desde el último tercio del siglo XII hasta finales del siglo XV (CONTEL 1963-1965).
Se trata de un asentamiento campesino de origen previo a la expansión aragonesa al sur del Ebro, puesto que es citado, primero como almunia, y después como granja. La referencia más antigua es de 1178, cuando Oria de Enteza, viuda del conde Ramón de Pallars, donó almuniam de Lacunis al monasterio cisterciense de Santa María de Juncerías –situado en las proximidades de Zuera- para sufragar la memoria de su difunto marido y de su hijo. En paralelo, Alfonso II también entregó a dicho cenobio la parte del dominio que poseía de esta población, de modo que el monasterio cisterciense se hacía con el control completo de la aldea. Este mismo año, el obispo de Zaragoza Pedro Torroja eximió el pago de diezmos y primicias al monasterio de Juncerías por la explotación de sus tierras, y específicamente a las iglesias que se levantasen en los términos de Lagunas y Aylés, aldeas de repoblación situadas ambas en las proximidades de Cariñena. Estos documentos demuestran que el asentamiento estaba en un estado inicial de desarrollo, para cuyo desarrollo tanto el rey como el obispo otorgaban medidas de estimulo fiscal para asegurar su repoblación. Sin embargo, el traslado definitivo del cenobio de Juncerías hasta Rueda de Ebro supuso la modificación de los intereses señoriales del monasterio, que se trasladaron hacia el Ebro medio. Por ello, en 1235, el monasterio de Rueda entregó Lagunas al rey Jaime I a cambio de otros bienes en Pina de Ebro que habían estado en manos de dos caballeros, Pelegrín de Atrosillo y Lope Ortiz. Sin embargo, los monjes mantuvieron un vínculo socioeconómico con la población, al reservarse las iglesias, con las décimas, primicias y rentas, puesto que la documentación eclesiástica alude a la iglesia de los monjes. Estos derechos del monasterio cisterciense sobre la iglesia de Lagunas es la base jurídica a partir de la cual el monasterio de Santa Fe reclamó la propiedad de la iglesia de Lagunas a inicios del siglo XVIII, en un pleito judicial con el concejo de Cariñena. Tiempo después, en 1252, este monarca dio al caballero Peregrín de Atrosillo las aldeas de Ailés, Jaulín y Lagunas, todas pequeños núcleos de población ubicados en el entorno del curso bajo del Huerva, como compensación por la pérdida de Pina. El vinculo con esta familia se consolida en 1289 cuando Alfonso III vendió Lagunas a Lope Ferrench de Atrosillo. A lo largo del siglo XIII, el núcleo de población se iría consolidando, lo que comenzaría a provocar conflictos territoriales con los lugares vecinos de Cariñena, Longares y Alfamen, que acabó en manos judiciales en 1279. Los vecinos de Cariñena fueron incrementando su expectativa de ampliar su término hacia Lagunas, consiguiendo el apoyo del rey. En 1293, Jaime II concedió durante seis años la primicia de Cariñena a la Comunidad de aldeas de Daroca para que pudieran comprar la aldea de Lagunas a Sancho de Orta. Detrás de esta operación se encontraba la política expansiva de la villa de Cariñena, y los proyectos de colonización agraria puestos en marcha por la propia Comunidad de aldeas, en los extremos norte y sur de su extenso señorío.
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Tras esta compra, la Comunidad de aldeas promovió un plan de repoblación que incluía actuar tanto en Peracense y Almohaja, como en Lagunas, otra localidad del extremo septentrional del señorío concejil, tal y como queda recogido en la carta de población otorgada en 1316. Así, se procedió a “repartir quiñones, mojonar encara poner en fruto o en estado los lugares de Piedraselz, Almojara y de Lagunas y los terminos de aquellos y de cadaun lugar de aquellos segun que a vos bien visto sera” (Iranzo y Ortega 2011). Este plan contempló la instalación de 40 familias mediante la concesión de viviendas y de lotes de tierra, con 25 familias instaladas previamente y 26 de nueva procedencia. Sin embargo, este ensayo de repoblación no prosperó, puesto que en el monedaje de la Comunidad de 1373 ya no se nombra, y en 1387 solo mantenía 4 fuegos, posiblemente de carácter ya marginal. En el monedaje de 1414 ya ha desaparecido y no vuelve a ser citada Lagunas en los sucesivos recuentos fiscales y demográficos del Reino. La peste, los efectos de la
Figura 18. Planta arqueológica
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Guerra de los Pedros sobre las aldeas sin posibilidades defensivas y las exigencias fiscales de la Comunidad de aldeas de Daroca sobre Lagunas debieron ahogar a su población, la cual acabó trasladándose a las localidades próximas, como atestigua la fuerte presencia del apellido Lagunas en la población de Cariñena durante el siglo XV-XVI. A continuación analizamos los restos arqueológicos hallados en el presbiterio en su contexto histórico. Las evidencias más antiguas, asociados en la Fase I, pertenecen al edificio de la iglesia que precedió al actual, probablemente construido en el siglo XV, tras quedar despoblada la aldea. De este antiguo templo, se ha documentado un espacio de planta cuadrada sobre el que se levanta el actual presbiterio. Únicamente se han conservado la cimentación, la cual apoya sobre el substrato rocoso de gravas. En el siglo XVII se levantó la actual iglesia de Lagunas, aunque sus obra se extendieron hasta inicios el siglo
Sesión 4 XVIII, como el camarín de la Virgen –situado detrás del altar mayor-, construido en 1702 según E. Moliner. Corresponde a la Fase II de la excavación, y se caracteriza por la construcción de un nuevo presbiterio y altar de mayor profundidad que el templo precedente. Se reconoce la fábrica de la cimentación, elaborada mediante calicanto o argamasa de cal, grava y cantos rodados. Los rellenos situados bajo el suelo, y coetáneos al proceso de construcción de la iglesia, han aportado un reducido pero interesante conjunto cerámico, formado por vajilla pintada elaborada en Muel y fechada en el siglo XVII. El Santuario de la Virgen de Lagunas vivió en el siglo XIX, como muchas ermitas, una revitalización en su uso, debido a los cambios experimentados en las costumbres y dinámicas religiosas, con un desarrollo de cofradías y de romerías a esos templos no urbanos. Esta nueva demanda trajo consigo la construcción de hospederías y la instalación de familias dedicadas al mantenimiento de los templos y de sus huéspedes, los santeros. A nivel material, estas actividades tienen su reflejo funerario, mediante enterramientos en el interior de las iglesias, como se puede comprobar en la nave central, donde se conservan cuatro lápidas fechadas en la primera mitad del siglo XIX y pertenecientes a personas y familias vinculadas directamente con el santuario. En el caso de los enterramientos exhumados en el presbiterio, pertenecientes a la Fase III, el tipo de ataúdes y los restos de vestimenta permiten fecharlos durante la primera mitad del siglo XIX, sin que se pueda concretar más su cronología e identidad. Ataúdes similares han sido hallados en la iglesia vieja de Quinto de Ebro. En todo caso, estas inhumaciones serían anteriores a 1860, cuando se obligó en España al enterramiento en cementerios exteriores a las localidades, y podrían relacionarse con las familias de santeros que durante varias décadas residieron en el santuario. También resulta interesante recordar el desastroso impacto que la epidemia de cólera morbo asiático tuvo en Cariñena durante el verano de 1885, puesto que entre el 1 de junio y el 31 de agosto hubo 333 defunciones, 89 varones y 151 mujeres adultos, 41 varones y 52 mujeres infantiles. Debido a los estragos, se realizó una procesión ex proceso con el Santo Cristo desde la capilla de Santiago hasta el Santuario de Lagunas. Teniendo en cuenta la cronología tardía –posterior a 1860- y el carácter epidémico de las muertes, se puede descartar que los enterramientos hallados en el presbiterio estén relacionados con esta peste. Sabemos por E. Moliner que las baldosas del altar mayor se colocaron en 1867, lo que seguramente indica que a partir de esa fecha ya no hubo más enterramientos.
sin que las obras hayan afectado negativamente al Patrimonio Cultural. Los restos humanos descubiertos, inhumados durante la primera mitad del siglo XIX, han vuelto a ser enterrados en el mismo emplazamiento. La consulta del Archivo Parroquial ha permitido confirmar que el santuario de Lagunas sirvió como espacio funerario durante la primera mitad del siglo XIX, aunque solamente para personas vinculadas directamente con el mismo. En suma, a pesar de tratarse de una actuación de urgencia sobre una pequeña área de intervención, los resultados han superado con creces el planteamiento inicial, permitiendo conocer mucho mejor la historia del santuario de Lagunas.
AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer al Ayuntamiento de Cariñena, en especial al alcalde Sergio Ortiz y a los integrantes de la cuadrilla de obras, su amabilidad y disposición a la hora de abordar una intervención arqueológica no prevista. También agradecemos las facilidades dadas por el párroco de Cariñena para la consulta del Archivo Parroquial.
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7. CONCLUSIONES Durante la supervisión arqueológica realizada en el presbiterio del santuario de la Virgen de Lagunas se ha documentado un interesante estratigrafía de los siglos XV/XX, y recuperado el material mueble de interés,
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4.11. RESULTADOS PRELIMINARES DE LA ACTUACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA TORRE DE BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA PRELIMINARY RESULTS OF THE ARCHAEOLOGICAL INTERVENTION IN TORRE DE BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA Jesús Miguel Collazos García, Celia Corbatón Martínez, Daniel Luño Tola, Julián Ángel Ramos Bonilla, Jorge Sánchez Solano y Fernando Varas Cruzado Asociación Cultural Bosnerau. Arqueología y Patrimonio Autor de contacto / Contact author: Julián Ángel Ramos Bonilla, asociacionbosnerau@gmail.com
RESUMEN Entre los días 26 de agosto y 7 de septiembre de 2019 se llevó a cabo la I Campaña de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de la Torre de Bescós de la Garcipollera, ubicado en el entorno de Selva de Villanúa - Valle de la Garcipollera. Este enclave se encuentra en la cima del monte El Puzo, sobre el barranco de Vadiello, entre los términos municipales de Villanúa y Jaca. Fue dado a conocer por Adolfo Castán en el año 2004. En su publicación, «Torres y Castillos del Alto Aragón», mencionaba la existencia de un foso, los restos de una cerca perimetral de piedra seca y la base de una torre de planta rectangular. Además, destacaba el hallazgo de varias piezas de armamento y escorias de hierro. Tras las labores de excavación se descubrió que la supuesta torre se corresponde en realidad con la iglesia de un asentamiento fortificado altomedieval. Se trata de un edificio de nave única, cabecera recta y altar adosado, y unas dimensiones de cuatro metros de ancho por nueve metros de largo, con acceso escalonado y banco interior corrido adosado a los muros. Durante la campaña también se abrió un sondeo en una zona cercana a la cerca perimetral del asentamiento, revelando la existencia de un muro de doble hilada irregular, que proporcionó elementos materiales tales como cerámicas, escorias de hierro y restos del proceso de fundición de este metal. PALABRAS CLAVE: Poblamiento Rural; Asentamiento Fortificado; Antigüedad Tardía; Alta Edad Media; Jacetania.
ABSTRACT Between August 26 and September 7, 2019, the I Campaign of archaeological excavations was carried out at the site of Torre de Bescós de la Garcipollera, located in the surroundings of Selva de Villanúa - Garcipollera Valley. This enclave is located on the top of Mount El Puzo, on Vadiello Gorge, between the townships of Villanúa and Jaca. It was released by Adolfo Castán in 2004. In, “Torres y Castillos del Alto Aragón” he mentioned the existence of a pit, the remains of a dry stone perimeter fence and the base of a rectangular tower. In addition, it highlighted the finding of several pieces of armament and iron slags. After the field work, it was discovered that the supposed tower actually corresponds to the church of a fortified medieval settlement. It is a drawer floor structure, with terraced altar, and dimensions of four meters wide by nine meters long, with stepped access and internal bench attached to the walls. During the campaign, a field survey was also opened in an area near the perimeter fence of the settlement, revealing the existence of an irregular double-row wall, which provided material elements such as ceramics, iron slags and remains of the foundry process of this metal. KEYWORDS: Rural Settlement; Fortified Settlement; Late Antiquity; Early Middle Ages; Jacetania.
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Figura 1. Vista ortogonal de la iglesia parcialmente excavada.
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Sesión 4 1. INTRODUCCIÓN El yacimiento arqueológico de La Torre de Bescós de la Garcipollera se ubica sobre una plataforma en la cima del monte El Puzo, a 1.358 metros sobre el nivel del mar (30S 705206,10 4724609,43 UTM). Este lugar marca la divisoria de los barrancos de Aglera y Vadiello, que conectan con los valles de Cenarbe y Garcipollera respectivamente. Dada la condición orográfica del entorno, el yacimiento comparte los términos municipales tanto de Villanúa como de Jaca (Huesca). En la actualidad el acceso en vehículo es únicamente posible mediante las pistas de uso restringido forestal.
Figura 2. Plano de ubicación del yacimiento de La Torre de Bescós de la Garcipollera. La I Campaña de Excavaciones en el yacimiento de La Torre de Bescós se realizó entre las fechas 26 de agosto y 7 de septiembre de 2019 por parte del equipo de arqueólogos de la Asociación Cultural Bosnerau. Arqueología y Patrimonio y gracias a la financiación del Excmo. Ayuntamiento de Jaca y la colaboración material del Museo de Huesca. Esta intervención constituye la primera fase de un proyecto de investigación mucho más ambicioso que tiene como objetivo realizar un estudio sobre la evolución del poblamiento altoaragonés en el ámbito rural durante la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media (Siglo V – X). La iniciativa surge como respuesta a la inexistencia casi total de publicaciones que aborden el asunto, lo cual es resultado a su vez de la ausencia de la actividad arqueológica sistemática en este territorio, sobre todo en este contexto cronológico. En consecuencia, se planteó un proyecto con la intención de llevar a cabo un estudio morfológico de los asentamientos, así como la relación con los recursos naturales del entorno, prestando especial atención a sus comunicaciones, las consecuencias de los movimientos de población documentados en esta región montañosa y la evolución de los mismos a lo largo del marco cronológico establecido.
1.1. Marco natural El yacimiento arqueológico pertenece al entorno natural de Garcipollera-Selva de Villanúa, clasificado
como Lugar de Interés Comunitario (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Durante la segunda mitad del siglo XX este espacio fue objeto de una intensa reforestación que pretendía poner fin a la colmatación del embalse de Yesa. En consecuencia, el paisaje cambió por completo. Los terrenos fueron adquiridos por Patrimonio Forestal y los habitantes de los valles de Cenarbe y Garcipollera abandonaron sus lugares de residencia (Tarazona, 2019). En la actualidad sólo permanecen habitados los núcleos de Villanovilla y Bescós de la Garcipollera, donde se encuentra un Centro de Experimentación Ganadera del Gobierno de Aragón. Por lo que respecta al ecosistema, el bosque autóctono de roble (Quercus robur) y haya (Fagus sylvatica) fue desplazado a favor de pino laricio (Pinus nigra) procedente de la antigua Yugoslavia. Mientras, también se introdujeron nuevas especies de fauna, como el ciervo rojo (Cervus elaphus), en detrimento de otras como el corzo común (Capreolus capreolus) para crear en primer lugar un Coto Nacional de Caza y más tarde una Reserva Nacional de Caza. A este respecto, también cabe mencionar la importancia de este lugar para el estudio de la ornitología. Destaca la presencia de una importante colonia de quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) en el valle, especie autóctona en peligro de extinción. Estas intervenciones afectaron particularmente al yacimiento, el cual vio alterada profunda e irremediablemente su fisionomia al realizarse obras de aterrazamiento en su mitad sureste. Por el contrario, la sección noroeste aparentemente no sufrió alteraciones importantes durante este proceso. En cuanto a la geología de este espacio, ésta tiene su origen en la formación del relieve pirenaico. En base a esto, en el entorno se pueden encontrar algunos puntos de caliza. No obstante, destaca la presencia de flysch, principalmente en el borde norte, constituido por una alternancia de capas de areniscas y margas o arcillas, margas azuladas y conglomerados.
1.2. Estado de la cuestión El yacimiento arqueológico fue redescubierto por el investigador Adolfo Castán Sarasa a mediados de los años 90, como parte de sus esfuerzos por culminar el Inventario de Castillos Oscenses, encargado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA). No obstante, la primera referencia al yacimiento no será publicada hasta el año 2004 en su obra “Torres y castillos del Alto Aragón”, planteada para transmitir dicho inventario. Sin duda, el abandono de los valles de Cenarbe y Garcipollera a partir de los años 50 del siglo XX contribuyó al olvido de este espacio. No obstante, y en base a las fotografías aéreas de mediados del siglo pasado, aún antes de las obras de reforestación, la antropización del lugar debía de resultar evidente para los habitantes de la zona. De igual modo tuvo que serlo para Pascual Madoz en el siglo XIX quien en su “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Aragón”, sobre la
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Figura 3. Evolución física del yacimiento de La Torre de Bescós de la Garcipollera en la segunda mitad del siglo XX. A la izquierda antes de la reforestación. A la derecha después de la reforestación. descripción de Bescós de la Garcipollera, indica que: “A distancia de media legua también del pueblo por la parte norte, se ven los restos de un castillote morisco” (Madoz, 1845-1850: 107). Ya fuera por la transmisión de los lugareños o por las características morfológicas y de ubicación del yacimiento lo cierto es que Madoz le atribuye un carácter defensivo. Asimismo, la toponimia de las inmediaciones también señala en esta dirección. A medio camino entre la embocadura del barranco de Vadiello y El Puzo se encuentra la localización de “Trescastiello”, un topónimo, no obstante, habitual. Generalmente suele interpretarse como desvirtuación del étimo Trans Castellum. La identificación del prefijo toponímico Trans con el numeral Tres- encuentra abundantes paralelos en el Pirineo Aragonés (Rizos, 2005: 449). De este modo, en el año 2004 Adolfo Castán integraba el yacimiento en la red de fortificaciones altoaragonesas. Lo describía como una cima amesetada en un interfluvio protegida por una cerca perimetral, una pequeña torre de planta rectangular de 9’90 x 4’20 metros con una anchura de muros que no superaba los 0’65 metros, e importantes declives del terreno al norte y este de la estructura. Así mismo, también sugería la existencia de un asentamiento en la parte suroeste del yacimiento, el
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cual interpretaba que habría sido arrasado al realizar terrazas para la repoblación forestal. Esta teoría la apoya en el descubrimiento de un sugerente lote de materiales entre los que se encuentran: Escoria de fundición y clavos de hierro similares a los sobrarbenses, una gran punta de venablo - hierro - de 47 cm de longitud, con pedúnculo tubular de grueso calibre para enmangar y varilla maciza de sección circular modificada por continuas irregularidades; su aspecto es semejante al que ofrecen las puntas de flecha detectadas en el Sobrarbe. Un fragmento de punta de flecha (?) es de hoja más ancha, y sorprendentes son las piezas para adorno personal: aguja de hierro con cabeza e intercalaciones de bronce [...], colgante de bronce [...], y trozos de fíbulas de hierro y bronce. (Castán, 2004: 138) Sobre esta descripción de los materiales cabe mencionar algunas puntualizaciones. La pieza más significativa del lote la constituye el mencionado “venablo”, el cual, en base a sus características, creemos más adecuado considerarlo un arma de tipo pilum o angón. De igual
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.Figura 5. Restos de la supuesta “torre” antes de la intervención arqueológica. Figura 4. Materiales más representativos recuperados por Adolfo Castán. modo, la punta de flecha de hoja ancha, dadas sus dimensiones, optamos por considerarla una punta de lanza. Finalmente, el “colgante” de bronce posee ciertos paralelos con remaches de cuero y botones de ropa descubiertos en algunas necrópolis de la Península, por lo que creemos más adecuado interpretarlo de esta manera (Arias y Balmaseda, 2015: 191). No obstante, y pese a estas diferencias de interpretación, Adolfo Castán, acostumbrado a identificar las tipologías materiales en los yacimientos medievales del Alto Aragón, asumió que este lote no se correspondía con los contextos históricos habituales, esto es, a partir del siglo X. En este sentido, relacionó el hallazgo con una moneda del rey visigodo Suintila (621– 631) recuperada no muy lejos de allí, en las inmediaciones del pueblo, ahora deshabitado, de Cenarbe (Castán, 2004: 138). En este punto resulta necesario volver sobre la obra de Pascual Madoz, quien en la misma entrada de su “Diccionario” sobre Bescós de la Garcipollera indica que: A un cuarto de legua del lugar, se encuentra una casa derruida a cuyos alrededores salen en el cultivo que de las tierras se hace, sepulturas cuadradas de piedra, con abundancia de huesos humanos lo que hace referir que en tiempos muy remotos hubo cementerio y casas, pues también se han encontrado monedas con el busto de emperadores romanos y dineros jaqueses. (Madoz, 1845-1850: 107) Esta descripción hace referencia a la Pardina de San Clemente, antiguo monasterio homónimo levantado en tiempos de Sancho III el Mayor, siendo propiedad de los monjes de San Juan de la Peña hasta su compra por parte de los vecinos del pueblo. No obstante, la mención de “monedas con bustos de emperadores romanos” sugiere un poblamiento mucho más antiguo de la zona.
2. OBJETIVOS Una vez reconocidas las condiciones del yacimiento se establecieron los siguientes objetivos a cumplir durante la campaña de excavación: • Comprobar el estado de la conservación en el que se encuentra el yacimiento arqueológico. • Definir la existencia de espacios de actividad humana mediante análisis estadísticos. • Obtener una datación cronológica que permita contextualizar el yacimiento arqueológico. • Justificar la ubicación del yacimiento arqueológico en relación con su entorno más próximo. • Analizar la evolución del medio natural en relación con el yacimiento arqueológico. • Documentar las estructuras conservadas actualmente y todas sus posibles fases constructivas. • Poner en valor la relevancia del yacimiento arqueológico como elemento del patrimonio. • Fomentar el desarrollo de la investigación arqueológica en el medio rural de la comarca.
3. METODOLOGÍA Durante las dos semanas que duró el trabajo de campo se realizaron labores tanto de prospección como de excavación. Teniendo en cuenta los materiales que recuperó Castán, la condición física del espacio y el hecho de ser una primera campaña, se consideró adecuado acometer una prospección intensiva electromagnética mediante detector de metales, con el objeto de reconocer el terreno, localizar posibles materiales arqueológicos en la sección alterada del yacimiento y documentar densidades
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de elementos metálicos que pudieran corroborar una producción metalúrgica local. De este modo el yacimiento fue dividido en transectos para facilitar los trabajos, tanto en la plataforma como en las laderas del monte, los cuales fueron prospectados en pasadas de bandas de 3 metros de ancho. Los positivos del detector únicamente fueron comprobados en las zonas alteradas del yacimiento, registrando el resto mediante un GPS de precisión submétrica y reservando los datos para futuras intervenciones. La excavación, por su parte, fue planteada mediante sondeos en áreas acumulativas, los cuales podían ser ampliados dependiendo de los resultados obtenidos. Estos tuvieron carácter extensivo, con la intención de agotar toda la potencia arqueológica para obtener una secuencia completa de ocupación. Si bien en origen la intención era abrir tres sondeos, las condiciones meteorológicas y las dificultades típicas del trabajo de campo obligaron a limitarlo a dos. Por un lado, el Sondeo 1000, ubicado en la estructura que Castán relacionara con una posible torre. Por otro lado, el Sondeo 3000, abierto en una zona más o menos limpia de vegetación en las proximidades de la cerca exterior, donde se esperaba poder localizar alguna posible estructura adosada. Se trató de un sondeo de 4 x 2 metros que, como veremos más adelante, tuvo que ser ampliado 1 metro más, materializándose en un espacio de 5 x 2 metros.
gráfica. En este sentido, se realizaron vuelos de dron por lo que pudieron obtenerse fotografías ortográficas. De igual modo, se recurrió a la fotogrametría para obtener detalladas planimetrías de los sondeos.
4. RESULTADOS En términos generales, la prospección del yacimiento no aportó resultados significativos. Se pudo comprobar la práctica ausencia de materiales en superficie y, de igual modo, no se consiguió identificar positivos del detector de metales en las áreas alteradas. Sin embargo, esta actividad sirvió para documentar con precisión la morfología del yacimiento. Éste ocupa una plataforma regular que conforma la cima del monte El Puzo, aproximadamente 100 x 30 metros con eje noreste-suroeste. Entre la cota más elevada, el suroeste de la plataforma, y la más baja, el noreste, existe un desnivel aproximado de 12 metros. Las conexiones visuales de este enclave hacia el sur se encuentran principalmente limitadas por la embocadura del barranco de Vadiello. Sin embargo, por el norte es posible contemplar el valle de Cenarbe en toda su extensión, incluso el pueblo de Aratorés y una sección importante del valle del Aragón. Esta cima amesetada conserva restos de una cerca perimetral en su lado noroeste y un foso que protegería el lado noreste. En este extremo se ubica la estructura que Castán considerara como una supuesta torre. No obstante, las labores de excavación tanto en este espacio como en el otro Sondeo aportaron importantes datos que han obligado a reformular la interpretación del lugar.
4.1. El Sondeo 1000 En el Sondeo 1000, una vez liberada la estructura de la densa vegetación de boj, se acometió la excavación de la fase de derrumbe (UE 1001), consistente en grandes sillarejos en los niveles superiores y más pequeños en los inferiores. Se pudo comprobar una potencia aproximada de un metro y aportó escasos materiales, aunque muy diversos: fragmentos cerámicos (a torno, manufacturados o a torno lento, vidriados), elementos de vidrio, restos óseos de fauna, carbones y piedra de toba. Igualmente, destaca la gran cantidad de fragmentos de mortero recuperados entre los cuales se pudieron identificar dos tipos: de construcción y revestimiento. Figura 6. Localización de los sondeos. Necesariamente, y de acuerdo a estos planteamientos, previamente se realizó el desbroce de las áreas a trabajar, ocupado de masa arbustiva, principalmente de boj común (Buxus serpemvires) en el Sondeo 1000. Finalmente, el registro arqueológico se cumplimentó mediante la realización de un diario de campo, fichas de Unidad Estratigráfica (en adelante UE) y documentación
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De entre los materiales obtenidos en esta UE destaca una forma de cerámica manufacturada o de torno lento. Se trata de un borde exvasado de cocción reductora con desgrasante basto. Presenta decoración ungulada en el labio, similar a un estriado. Por las marcas de contacto con altas temperaturas se ha considerado como perteneciente a una olla de cocina. No obstante, lo más significativo del Sondeo acabó por aportarlo la estructura en sí. Lo que en un principio se había tomado como una estructura de carácter defensivo acabó por revelarse como una iglesia.
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Figura 7. Borde de cerámica reductora decorado con ungulaciones. Conforme el nivel de la unidad de derrumbe fue disminuyendo se consiguió identificar nuevos restos estructurales. Así, en la parte oeste del edificio se localizó el acceso, consistente en un vano de 0’80 metros y cuatro escalones descendentes hacia el interior (UEs 1004 y 1005), salvando cada uno un desnivel aproximado de 0’10 metros. De igual modo, se pudieron identificar bancos corridos a lo largo de los muros (UEs 1006 y 1007) y un pavimento irregular de losetas de pequeñas y medianas dimensiones (UE 1010). Por el contrario, en el muro este se localizó un altar adosado de 1’33 x 1’10 metros de planta (UE 1008). Al descender de cota resultó evidente que los muros del edificio (UE 1002) se encontraban vencidos hacia fuera, apoyados en el derrumbe exterior (UE 1003). En los últimos días de la campaña se decidió excavar una pequeña cata de 1 x 1 metros adosada al acceso de la iglesia, en donde se identificó un estrato compacto y heterogéneo que se interpretó como un preparado de suelo muy alterado que soportaría losetas de piedra (UE 1009). Por cuestiones de tiempo únicamente resultó posible excavar en su totalidad 1/4 de la estructura, quedando el resto pendiente para futuras campañas. No obstante, las principales características del edificio resultan evidentes. Se trata de un edificio de nave única, con unas dimensiones de 9 x 4 metros, testero plano y altar adosado y, más allá de los restos de mortero y piedra de toba, no se han podido identificar elementos de ornamentación arquitectónica.
4.2. El Sondeo 3000 Como se ha mencionado anteriormente, el Sondeo 3000 ocupaba en origen unas dimensiones de 4 x 2 metros. Una vez retirada la capa vegetal (UE 3001), el nivel inferior aportó los primeros materiales arqueológicos, cerámicas reductoras manufacturadas en mal estado de conservación, un fragmento de cerámica de cocción mixta con desgrasante muy depurado y escorias de hierro, además de abundantes restos óseos de fauna (UE 3002). Asimismo, se identificó un estrato estéril por debajo de éste (UE 3006). A medida que la UE 3002 fue siendo excavada, en el perfil suroeste del sondeo fue descubierta una acumulación de
Figura 8. Planimetría del Sondeo 1000.
Figura 9. Planimetría del Sondeo 3000.
piedras que condicionó la ampliación de un metro para tratar de justificarla. Finalmente, se consiguió identificar como el derrumbe (UE 3008) de un muro de sillarejo de doble hilada de cierta curvatura (UE 3003). En esta ampliación del sondeo se comprobó una estratigrafía más diversa (UEs 3004, 3005 y 3006), además de un nivel caracterizado por la acumulación de carbones (UE 3007). En conjunto aportaron materiales muy similares a los de la UE 3002.
5. CONCLUSIONES Si bien los trabajos en el Sondeo 1000 todavía no han finalizado, y se espera continuarlos en futuras campañas, los resultados son reveladores. Por su caracterización y ubicación, en la cota más baja de la plataforma, se trata de una iglesia prerrománica, probablemente anterior al año 1000. Desafortunadamente, los materiales recuperados por el momento no han permitido datarla con mayor precisión. Dado su estado de conservación con respecto al resto del yacimiento resulta probable que fuera conservada y mantenida como ermita rural por los habitantes de la zona hasta época más o menos moderna. Si bien, resulta destacable que Madoz, quien elabora su “Diccionario” entre los años 1845 y 1850, no la menciona entre las ermitas del entorno.
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Por lo que respecta al Sondeo 3000 todo apunta a que se ha conseguido localizar un espacio de trabajo. Los abundantes restos de producción metalúrgica, principalmente escorias de hierro, los restos óseos de fauna y la cerámica recuperada lo confirman. El muro localizado se ha interpretado como la delimitación de lo que probablemente resulte un corral o similar. En este sentido, en el Alto Aragón existen varios ejemplos de hábitats altomedievales en los que se aprovecha la cerca perimetral del poblado para adosar en ella tanto viviendas como corrales, generalmente reconocidos como de tipo “muro”. Un caso muy claro y próximo se encuentra en el despoblado de Aspirilla (Establés, 1991: 30), en el término de Espuéndolas (Jaca). Por el momento el conjunto de materiales recuperados, especialmente los cerámicos, resultan demasiado escasos y fragmentados para teorizar al respecto. Por este motivo se ha decidido posponer el análisis tipo-cronológico a completar el lote en futuras campañas. No obstante, se pueden identificar dos grupos cerámicos diferentes. Por un lado, el conjunto mayoritario, compuesto de cerámicas manufacturadas o de torno lento, de cocción reductora y con desgrasante muy basto. Por otro lado, cerámicas de cocción mixta, de pastas muy depuradas. Ambas tipologías constituyen una novedad ya que no se corresponden ni con la cerámica de pasta clara documentada en la mayoría de yacimientos altoaragoneses contextualizados en torno al año 1000 (Castán, 1988: 40) ni con las cerámicas a torno de pasta gris típicas del norte peninsular y referenciadas en el Alto Aragón (Galtier y Paz, 1987: 63). Este conjunto de datos, en conjunción con la caracterización física del enclave, su morfología y el lote de materiales recuperados por Castán resultan suficientes para considerar el yacimiento de La Torre de Bescós de la Garcipollera como un hábitat altomedieval, con toda seguridad anterior al año 1000, en el que hubo un esfuerzo por su fortificación y defensa. Con esta interpretación se abre una nueva vía de investigación que ya ha comenzado a documentarse para tratar de justificar este enclave en el paisaje, probablemente estrechamente relacionado con el control de los pasos de alta montaña del entorno. Asimismo, en futuras campañas se espera poder recopilar más datos que permitan concretar la cronología del espacio con mayor precisión. Igualmente, se espera poder aplicar las medidas de protección y restauración necesarias para frenar el deterioro del yacimiento, del cual ha desaparecido irremediablemente la mitad sureste y en el resto se conservan las estructuras de manera irregular.
AGRADECIMIENTOS La I Campaña de excavaciones arqueológicas en la Torre de Bescós de la Garcipollera ha sido posible gracias a la participación económica del Excmo. Ayuntamiento de Jaca y a la colaboración material del Museo Provincial de Huesca. Nuestro más sincero agradecimiento a estas instituciones, así como a Adolfo Castán, José Manuel Clúa, Cristian Cabeza, Ana Corral y Julia Justes.
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