ACTAS 14 y 15
NOVIEMBRE
2019
Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2020 ISBN: 978-84-09-21258-3
Diseño y maquetación Ana Durán Boldova
© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)
ACTAS
14 y 15 de noviembre de 2019
Organizan:
Colaboran:
COORDINACIÓN/ EDICIÓN
Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
Presentación CAPA III Durante el 14 y 15 de noviembre de 2019 se celebró el III Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés. Como en ediciones anteriores sus sesiones se desarrollaron en el marco incomparable del auditorium de Caixaforum Zaragoza. Las jornadas de mañana y tarde reunieron a más de 250 profesionales, permitiendo la exposición de más de setenta comunicaciones, al mismo tiempo que se podían contemplar las aportaciones en formato poster en el mismo hall de acceso, habilitado como recepción y espacio expositivo. La primera reunión partió de la iniciativa del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Sección de Arqueología, y del Grupo de Investigación Primeros Pobladores del valle del Ebro de la Universidad de Zaragoza, a los que progresivamente, desde sus inicios hasta la actualidad, se le han ido sumando Grupos como Urbs y Argos, así como diferentes organismos como la Institución Fernando el Católico, a través de la Cátedra Galiay, la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón o Caixa Forum quien generosamente nos acoge en sus espacios. Una mención especial queremos dedicar a Aragón Radio, que a lo largo de las dos jornadas de esta tercera edición, realizó la cobertura del congreso, grabando a gran parte de los profesionales que presentaban comunicaciones. Tras dos ediciones, 2015 y 2017, cuyas Actas fueron puntalmente publicadas, el Congreso se ha consolidado. Mantenemos el mismo formato y los criterios esenciales que propusimos en la primera convocatoria. Queríamos crear un foro de debate abierto a toda la comunidad de profesionales que desde diferentes ámbitos se dedican o tienen relación con la Arqueología y el Patrimonio aragonés. También, por supuesto, a todos aquellos que están en periodo de formación o que por diferentes circunstancias ya finalizaron sus estudios y no han podido desempeñar su vida laboral vinculada a estas disciplinas. En definitiva, hemos pretendido que el debate se instale en la sociedad y que se reconozca y valore la actividad de cientos de personas que trabajan en la puesta en valor del patrimonio y el conocimiento que su trabajo genera. En esta tercera edición hemos tratado de abordar la realidad de la arqueología profesional y su actual problemática, las novedades en el campo de la investigación arqueológica, la aplicación de nuevas tecnologías, su plasmación en la didáctica del patrimonio arqueológico, en la musealización y la divulgación de yacimientos. De ahí que las líneas temáticas elegidas trataran de plasmar y englobaran todos estos aspectos. Prehistoria, Arqueología Clásica, Arqueología Medieval, Arqueología Urbana, Memoria Histórica, Patrimonio, Didáctica, Museos y Parques Culturales, fueron los enunciados de las diferentes sesiones.
No podemos finalizar esta breve introducción sin agradecer a todas aquellas personas que han hecho posible su realización. A la nómina de investigadores que impartieron la conferencia que abría el encuentro en anteriores ediciones, Guillermo Fatás e Ignacio Barandiarán, hemos incorporado en esta última cita al profesor Gonzalo Ruiz Zapatero quien de forma magistral disertó sobre el estado actual de la investigación, formación y divulgación en la Arqueología hispana. Además, en el acto de inauguración se contó con la presencia de la Directora General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, Marisancho Menjón Ruiz, el Director del espacio CaixaForum Zaragoza, Ricardo Alfós, junto a los Presidentes del CAPA III. Igualmente queremos agradecer a Miguel Beltrán la posibilidad de poder presentar en el acto de clausura la revista Caesaraugusta, decana en Aragón y especializada en temas de Arqueología, Prehistoria y Patrimonio, que se reinventa y estrena nuevo formato con el fin de seguir siendo un referente en la investigación que se desarrolla en el ámbito del Valle del Ebro.
Gracias a todos. Esperamos que estas Actas que ahora presentamos sean un fiel reflejo de lo expuesto en el pasado mes de noviembre y que sirvan para cumplir gran parte de los objetivos propuestos. J.I. Lorenzo Lizalde y J.Mª Rodanés Vicente
COMITÉS
Comité Organizador Presidencia Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
Secretaría Ana Durán Boldova
Comité José Antonio Andrés Moreno (DGA) Miguel Beltrán Lloris (IFC) Mª Pilar Rivero Gracia (ARGOS) Carlos Sáenz Preciado (PPVE) Hugo Chautón Pérez (CDL Aragón)
Comité Científico Dr. Isidro Aguilera Aragón Dr. Rafael Domingo Martínez Dr. Luis Fatás Fernández Dra. Elena Maestro Zaldívar Dra. María Ángeles Magallón Botaya Dr. Manuel Martín Bueno Dr. Carlos Mazo Pérez Dra. Lourdes Montes Ramirez Dra. Raquel Ornat Clemente Dr. Jesús Picazo Millán Dra. María Sebastián López Dra. Pilar Utrilla Miranda
Organismos Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Departamento de Educación Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón Cátedra Galay del Institución Fernando el Católico Grupo de Investigación PPVE, Universidad de Zaragoza Grupo de Investigación ARGOS, Universidad de Zaragoza
ÍNDICE
1. Prehistoria 1.1. LA CUEVA AGP5 (AGUILÓN, ZARAGOZA): NUEVOS DATOS ACERCA DEL POBLAMIENTO NEANDERTAL AL SUR DEL EBRO
15
1.2. DINÁMICAS DE OCUPACIÓN DE UNA CUEVA REDIL DEL NEOLÍTICO ANTIGUO: HÁBITAT, ÁREAS DE TRABAJO Y ESTABULACIÓN EN CORO TRASITO (TELLA-SIN, SOBRARBE)
25
1.3. ALTO VICO I, AVANCE DE UN NUEVO SITIO NEOLÍTICO EN LAS CINCO VILLAS
39
1.4. PROSPECCIONES ARQUEOLÓGICAS EN LA GUARGUERA (SABIÑÁNIGO, HUESCA). SONDEOS EN LOS ABRIGOS DE SALIELLAS-SAN ÚRBEZ Y EL PASCUALÍN
49
1.5. ARQUEOLOGÍA DE LOS PAISAJES MONUMENTALES EN LOS VALLES OCCIDENTALES (HUESCA). PRIMEROS RESULTADOS Y SUS POSIBILIDADES PARA ENTENDER LA HUMANIZACIÓN DE LA MONTAÑA PIRENAICA
63
1.6. ANÁLISIS DE PIGMENTOS DEL ABRIGO DE CABRAS BLANCAS
73
1.7. NUEVAS PINTURAS RUPESTRES EN EL PARQUE NACIONAL DE ORDESA Y MONTE PERDIDO (FANLO, HUESCA)
83
1.8. NUEVO CONJUNTO DE ARTE ESQUEMÁTICO EN LA FOZ DE SIGÜÉS (ZARAGOZA)
93
1.9. DOCUMENTACIÓN DE GRABADOS RUPESTRES MEDIANTE FOTOGRAMETRÍA DIGITAL -SfM-: ARROYO DEL HORCAJO (ROMANOS, ZARAGOZA) Y BARRANCO CARDOSO (POZONDÓN, TERUEL)
101
1.10. LA OCUPACIÓN DEL LLANO DURANTE LA EDAD DEL BRONCE EN EL CENTRO DE LA DEPRESIÓN DEL EBRO: EL CAMPO DE HOYOS DE LAS LOMAS DEL MOLINO (ÉPILA, ZARAGOZA)
115
1.11. EL CABEZO DE MONLEÓN (CASPE). PROYECTO DE PUESTA EN VALOR DE LAS EXCAVACIONES DE ANTONIO BELTRÁN (1952-1964)
129
1.12. MATERIALES METÁLICOS DEL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO DEL POBLADO DE MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA)
139
1.13. CERÁMICA SIMBÓLICA DURANTE EL BRONCE FINAL Y PRIMERA EDAD DEL HIERRO EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: LAS REPRESENTACIONES DE CIERVO Y AVE EN EL POBLADO DE EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA)
149
1.14. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO Y CELTIBÉRICA
159
1.15. LOS CASTELLAZOS (MEDIANA DE ARAGÓN, ZARAGOZA)
173
1.16. EL YACIMIENTOS DE LA VISPESA (TAMARITE DE LA LITERA, HUESCA). TESTIMONIO DE ROMANIZACIÓN EN TERRITORIO ILERGETE
183
2. Arqueología Clásica 2.1. PISTRINUM DE LA COLONIA VICTRIX IULIA LEPIDA CELSA (VELILLA DE EBRO, ZARAGOZA)
195
2.2. LA DECORACIÓN PICTÓRICA Y EN ESTUCO DE LA DOMUS 1 (INSULA I) DE BILBILIS (CALATAYUD, ZARAGOZA)
207
2.3. TRANSFERENCIA DECORATIVA DE ABALORIOS A RECIPIENTES DE VIDRIO EN ÉPOCA ROMANA: SU ICONOGRAFÍA EN ARAGÓN
217
2.4. EPIGRAFÍA PALEOHISPÁNICA SOBRE CERÁMICA ROMANA ALTOIMPERIAL: LA PRENSA OLEARIA DEL BARRANCO DE JULIA (MEQUINENZA, ZARAGOZA)
229
2.5. UN NUEVO SELLO SOBRE DOLIUM PROCEDENTE DE LA VILLA ROMANA DE VALESCLARAS (ALBERITE DE SAN JUAN, ZARAGOZA)
241
2.6. LA OCUPACIÓN ROMANA DEL VALLE DE MAMILLAS (SOS DEL REY CATÓLICO, ZARAGOZA)
249
2.7. COSMÉTICA Y PIGMENTOS DE ÉPOCA ROMANORREPUBLICANA EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: CARACTERIZACIÓN DE MUESTRAS DE LA CABAÑETA (EL BURGO DE EBRO, ZARAGOZA)
259
2.8. CABEZO DE SAN PEDRO (OLIETE, TERUEL). REANUDACIÓN DE LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS
267
2.9. LAS VILLAE ROMANAS EN ARAGÓN: VALOR ARQUEOLÓGICO Y PATRIMONIO CULTURAL
277
2.10. AVANCE DE UNA NECRÓPOLIS EN CABEZA LADRERO
287
2.11.NUEVOS DATOS SOBRE EL URBANISMO ROMANO DE TVRIASO (TARAZONA)
295
3. Arqueología Urbana 3.1. LA ORNAMENTACIÓN MARMÓREA DE LA NATATIO DE LAS TERMAS CENTRALES DE CAESARAUGUSTA Y SU PROCEDENCIA
303
3.2. LA NECRÓPOLIS ORIENTAL DE CAESARAUGUSTA. ENTERRAMIENTOS Y MAUSOLEO
313
3.3. DOS NUEVAS ESTRUCTURAS RELACIONADAS CON EL AGUA EN OSCA
323
4. Arqueología Medieval 4.1. LA PARROQUIAL DE SANTA MARÍA MAGDALENA DE ZARAGOZA COMO CEMENTERIO INTRAMURO
335
4.2. CABAÑAS DE EBRO, UN NUEVO CASO DE TORRE DEFENSIVA ANDALUSÍ DE SILLAR DE GRAN APAREJO EN EL ‘AMAL DE SARAQUSTA
353
4.3. QANĀT(S) EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE HÍJAR (TERUEL)
363
4.4. LA DOCUMENTACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA SINAGOGA / IGLESIA DE SAN ANTONIO ABAD DE HÍJAR (TERUEL)
375
4.5. ARQUEOLOGÍA EN EL ANTIGUO BARRIO DE SANTIAGO DE ALCAÑIZ (TERUEL)
387
4.6. EL YACIMIENTO DE “EL CASTILLO” DE VILLARROYA DEL CAMPO (ZARAGOZA). FASES MEDIEVALES
399
4.7. INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL CASTILLO DE CADRETE. RECINTO INFERIOR. CAMPAÑA 2019
411
4.8. EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA Y ESTUDIO ANTROPOLÓGICO DE LA NECRÓPOLIS MEDIEVAL EN PLAZA RIPA 4, JACA, HUESCA
421
4.9. EL TORREÓN Y EL DESPOBLADO ANDALUSÍ DE GAÑARUL (AGÓN, ZARAGOZA)
429
4.10. ARQUEOLOGÍA EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LAGUNAS DE CARIÑENA (ZARAGOZA)
441
4.11. RESULTADOS PRELIMINARES DE LA ACTUACIÓN ARQUEOLÓGICA EN LA TORRE DE BESCÓS DE LA GARCIPOLLERA
453
5. Patrimonio 5.1. INVENTARIO DE ARTE RUPESTRE DE ARAGÓN (I. A. R. A.) Y SUS ÚLTIMAS APORTACIONES: UN INSTRUMENTO DE GESTIÓN Y DE INVESTIGACIÓN
463
5.2. PRÁCTICAS FUNERARIAS EN ARAGÓN: I. INVENTARIO DE CAVIDADES SEPULCRALES
477
5.3. EPIGRAFÍA VIRTUAL: EXPERIENCIAS DE EPIGRAFÍA 3D CON EL PATRIMONIO EPIGRÁFICO ROMANO DE ARAGÓN
487
5.4. UN ENFOQUE HERMENÉUTICO - ARQUEOLÓGICO A ORNAMENTA GEMMARUM: LA BODA DE CADMO Y HARMONÍA EN LA MALENA (AZUARA, ZARAGOZA)
499
5.5. EL TEATRO DE CAESARAUGUSTA O LA PROTECCIÓN APARENTE DEL PATRIMONIO
511
5.6. PLAN DE ARQUITECTURA DEFENSIVA EN ARAGÓN
519
5.7. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ALCAÑIZ: LA LONJA Y CASA CONSISTORIAL
529
5.8. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO HISTÓRICO DE ALCAÑIZ: LA MURALLA BAJOMEDIEVAL DEL BARRIO MAZADOR
539
5.9. REVISIÓN Y CORRECCIÓN DE ERRORES SOBRE LA MUERTE DEL DOCTOR D. JUAN FRANCISCO ANDRÉS DE UZTÁRROZ, CRONISTA DEL REINO DE ARAGÓN Y DEL REY FELIPE IV
549
5.10. INVESTIGACIÓN, USO Y DISFRUTE DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO
561
6. Museos, Didáctica y Memoria Histórica 6.1. EL PUEYO DE MARCUELLO, DEL YACIMIENTO A LA VITRINA
567
6.2. GESTIÓN DE UNA EXPOSICIÓN TEMPORAL DE CARÁCTER ARQUEOLÓGICO: “LABITOLOSA, UNA CIUDAD ROMANA EN EL PIRINEO OSCENSE”
579
6.3. EL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE FRÉSCANO
589
6.4. EL CÓMIC COMO RECURSO DIDÁCTICO: EL CASTILLO DE PERACENSE
599
6.5. POTENCIALIDAD DIDÁCTICA DE LAS ARMAS DE ASEDIO EN EL INTERIOR DE RECINTOS FORTIFICADOS: CASTILLO DE PERACENSE
609
6.6. ¿QUÉ BUSCAN LOS MAESTROS Y PROFESORES EN UN MUSEO ARQUEOLÓGICO? ESTUDIO EXPLORATORIO DEL PROGRAMA EDUCATIVO DE LOS MUSEOS DE LA RUTA DE CAESARAUGUSTA
617
6.7. DIDÁCTICA DEL PATRIMONIO EN LA ACADEMIA GENERAL MILITAR DE ZARAGOZA (1927-2018). UNA VISITA GUIADA PARA 2º DE BACHILLERATO
623
6.8. ITINERARIOS DIDÁCTICOS Y PATRIMONIO EN ARAGÓN: MÉTODOS Y TÉCNICAS PARA EL APRENDIZAJE EN CIENCIAS SOCIALES
629
6.9. POSICIONES DEFENSIVAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN LA SIERRA DE ORICHE (PIEDRAHITA, T. M. DE LOSCOS, TERUEL)
637
6.10. MORFOLOGÍA DE UNA EXHUMACIÓN. LA FOSA COMÚN DE CUATRO MUJERES ASESINADAS DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. BISCARRUÉS (2018)
649
SESIÓN 2
Sesión 2
2.1. EL PISTRINUM DE LA COLONIA VICTRIX IULIA LEPIDA CELSA (VELILLA DE EBRO, ZARAGOZA) THE PISTRINUM OF THE COLONIA VICTRIX IULIA LEPIDA CELSA (VELILLA DE EBRO, ZARAGOZA) Miguel Beltrán Lloris Exdirector del Museo de Zaragoza Autor de contacto/Contact author: Miguel Beltrán Lloris
RESUMEN Se trata del primer pistrinum de época altoimperial documentado en Hispania de forma exhaustiva. Se ubica en la ínsula II de la Colonia Victrix Iulia Lepida Celsa, y corresponde a la fase III del yacimiento, que se sitúa entre el año 44 a. C., fecha del establecimiento colonial por M. Aemilius Lepidus y los años 54/60 d. C., de abandono de la ínsula. Se han localizado en el establecimiento comercial, todos los servicios correspondientes al servicio panadero completo, es decir: cámara de molienda, sala de trabajo y modelado de la masa, cámara de cocción, área de almacenamiento y espacio de venta, es decir, todas las operaciones correspondientes al negocio íntegro de una panadería. La planta que observamos en la actualidad corresponde al estado del servicio desde la época de Augusto, hasta su abandono posterior en la de Tiberio. La planta del pistrinum corresponde a un modelo bien conocido en la Campania (Pompeya), en donde se observa una análoga repartición de espacios y sobre todo el tipo de horno encerrado en cámara, cuya tipología reproduce, simplificada, el modelo celsense, testimoniando la difusión de este modelo en Hispania, en donde los antecedentes de molinerías, al itálico modo, se dejan ver desde el final del s. II a. C. en Azaila o el Burgo de Ebro. PALABRAS CLAVE: Época romana; Colonia Lepida Celsa; Panadería.
ABSTRACT This is the first pistrinum of the high imperial era documented in Hispania in an exhaustive way. It is located in the insula II of the Colonia Victrix Iulia Lepida Celsa, and corresponds to phase III of the site, which is between 44 a. C., date of colonial establishment by M. Aemilius Lepidus and the years 54/60 d. C., abandonment of the insula. All the services corresponding to the complete bakery service have been located in the commercial establishment, that is: grinding chamber, Kneading and dough modeling work room, cooking chamber, storage area and sales space, that is, all operations corresponding to the entire bakery business. The plant that we observe today corresponds to the state of the service from the final stage of Augustus, until its definitive abandonment (Tiberius). The pistrinum plant corresponds to a well-known model in Campania (Pompeii), where there is an analogous distribution of spaces and especially the type of oven enclosed in chamber, whose typology reproduces, simplified, the Celsense model, witnessing the diffusion of this model in Hispania, where the history of mills, in the italic way, can be seen from the end of s. II a. C. in Azaila or the Burgo de Ebro. KEYWORDS: Roman era; Colonia Lepida Celsa; Bakery.
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Figura 1. Vista general de las excavaciones de la Colonia Lepida Celsa. FotografĂa: Ayuntamiento de Velilla de Ebro, Zaragoza.
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN1
2. EL PISTRINUM IIIC3
Uno de los descubrimientos de mayor relieve producidos en la Colonia Lepida Celsa, es el de la panadería ubicada en la porción meridional de la ínsula II (Fig.2). Se trata del primer establecimiento urbano completo, de época altoimperial, identificado en la arqueología hispánica y por lo tanto constituye un modelo de gran trascendencia en el conocimiento de esta industria alimentaria en nuestro territorio.
El pistrinum se alza en la zona SE de la ínsula II, colindante por el O con la caupona IIIG.2 y el espacio comercial IIIG.1 y por el N con el almacén IIIC.2 (Fig. 2). La presente instalación se adosa suavemente a la ladera natural que se inicia al sur de la ínsula. Las tres crujías que se suceden, correspondientes a los espacios IIIC.3, 1, IIIC.3, 2 y IIIC.3, 4-6, ocupan los desniveles existentes, con una diferencia de planos de 0,70 m entre las dos primeras y de 0,80 m entre la segunda y la tercera (IIIC.3, 5), salvando así en total una cota de 1,50 m entre la la terraza inferior y la superior, en cuyo ámbito se distribuyeron todos los espacios de este servicio, que mantuvo dos accesos independientes desde la calle II-2 (por los ámbitos IIIC.3, 1 y IIIC.3, 2) (Fig. 3).
La conformación de este espacio se produce en la fase III de la ínsula II (Fig. 3), que corresponde al establecimiento de la Colonia Victrix Iulia Lepida Celsa, en el año 44 a. C. (nivel 2); es en un momento avanzado de esta fase III, en la época de Augusto, anterior a la Era (nivel 3.3), cuando se produce la remodelación de este espacio con su forma final, que ha perdurado hasta su amortización, en la segunda parte del reinado de Tiberio. La panadería permaneció así en pie durante un periodo escaso de años, apenas una treintena, sin que sepamos cual fue la reconversión posterior de dicho espacio por la desaparición moderna de los niveles superiores de dicha porción de la ínsula II.
Una interpretación correcta de los espacios atribuidos a este recinto productivo, pasa por recordar las tareas que se llevaban a cabo en un negocio de panadería, asociadas a los distintos usos identificados y a la propuesta que hemos hecho de cada espacio2: •
venta (IIIC.3, 1).
•
molienda (IIIC.3, 2),
Figura 2. Planta general de la Colonia Victrix Iulia Lepida Celsa. Seg. M. Beltrán.
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Figura 3. Fase III de ocupación de la ínsula II con las diez unidades documentadas. Planimetría: M. Beltrán, A. Lambea y A. Blanco.
• cribado de los granos triturados (cribare) (¿IIIC.3, 3?),
pimienta…), para pasar a continuación al amasado general que solía hacerse a mano, como refiere Catón4.
• añadido de la levadura, rociado de agua (lautitia) y salado,
•
cocción (furnus) (IIIC.3, 5),
Las actividades de esta panadería también dejaron su reflejo en la zona adyacente de la misma (espacio IIIC.3, 7)(Fig. 3,7), en donde se localizó una gran acumulación de cenizas de combustión lenta junto al andador de piedra trazado para dar tránsito a dicha zona elevada entre las calles II-3 y IV-2.
•
almacén de combustible (IIIC.3, 6),
2.1. La planta (Fig. 4)
• amasado (eventualmente en la artesa, alveus) y modelado de la masa en mesa (fingere) (IIIC.3, 4),
Todas estas operaciones están plasmadas en Roma, en la conocida tumba de Eurysaces (Fig. 5)3 en donde la molienda se efectúa con fuerza animal. Tras la recogida de la harina en la meta, dos individuos junto a la misma y sobre una mesa están en actitud de cribarla para darle el tamiz deseado, más o menos fino, según los productos a obtener. Tras esta fase de cernido venía el añadido de la levadura (panis fermentatus). Se practicaba además el rociado con agua y el añadido de la sal, y también este era el momento de añadir cualquier otra sustancia con la que se quisiera dar sabor al pan (aceite, miel, leche, queso,
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Se trata claramente de una panadería con espacio para venta, una de las fórmulas comunes en el mundo romano, según la tipología de Mayeske, que plantea no menos de seis modalidades asociadas al negocio panadero5. Los espacios cuya funcionalidad es indudable, la sala de molienda (IIIC.3, 2) y el horno propiamente dicho (IIIC.3, 5), se identifican sin dudas. Quedan otros ámbitos imprescindibles en el proceso de la panificación, que hemos supuesto a partir del contexto tipológico de estas instalaciones y de sus necesidades, relativas al cribado y añadidos de la pasta (IIIC.3, 3), el amasado
Sesión 2
Figura 4. Fase III. Espacio IIIC.3. 1. Sala de venta; 2. Sala de molienda; 3. Cribado y varia; 4. Sala de amasado; 5. Horno; 6. Almacén. Dibujos: A. Blanco.
a la vivienda del panadero (I, xii, 1, 2), o simplemente espacios destinados únicamente a la producción del pan, según los modelos que ha establecido Mayeske y la puesta al día de Monteix7. En todos ellos se localiza además una serie de habitaciones identificadas ya con el amasado del pan (siempre junto al horno)8, ya con el almacenaje del producto final.
Figura 5. Tumba de M. Vergilius Eurysaces, Porta Maggiore, Roma. Seg. Curtis, R.I., 2001: fig. 28. definitivo (IIIC.3, 4), los ámbitos para el almacenaje del combustible, compuesto de madera ligera y seca que produjera calor y escaso humo (IIIC.3, 6)6 y finalmente, de venta de los productos terminados (IIIC.3, 1). Las plantas de panadería documentadas en Pompeya permiten una aproximación a los espacios de Celsa. En los ejemplos conocidos en la ciudad campana se han identificado panaderías con estancias dedicadas a la venta de pan (VI, vi, 17-21) o bien con otros ámbitos destinados
El esquema de la panadería VI, vi, 17, 18 de Pompeya (Fig. 6)9 presenta una distribución estandarizada en la que se accede en primer lugar, desde la calle a una amplia sala que actúa de recepción y tienda, desde la que se pasa a las cámaras de almacenamiento y molienda; desde esta última se comunica con el horno y la sala de amasado y preparación del pan. Nótese la misma asociación de la cámara de molienda IIIC.3, 2, con el horno IIIC.3, 5 y una estancia a su izquierda, IIIC.3, 4, repitiéndose la fórmula ya comentada en los modelos de Pompeya (además de VI, vi, 17, 18; VII, ii, 6, IX iii, 19-20 -Fig. 7-10 etcétera) y la misma fórmula tripartita se ha mantenido en Hispania, en la única panadería de la que se conoce la planta completa en Emerita Augusta (s. IV d. C.)11.
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2.1.1. Espacio de venta y almacenamiento (IIIC.3,1) El ámbito IIIC.3, 1 (Fig. 4), mantiene en el acceso por la calle II-3, dos espacios enunciados por un tabique transversal, del que solo se conserva su inicio. Éste actúa de recepción desde la calle II-3 y hemos planteado que estuvo destinado a la venta, sin que se advierta en la entrada ninguna disposición especial que ayude a conformar el espacio. El suelo original se encontró enormemente degradado, habiendo desaparecido en su práctica totalidad, salvo unos residuos en la zona anterior cerca de la entrada, quedando al aire el nivel 2 de la fase anterior, observándose de ésta solo los muros perimetrales. Tuvo (desaparecida) una unión lateral, con la sala de molienda (IIIC.3, 2) y con una cámara cuadrada IIIC.3, 3 (cribado). Estuvo provista además de un gran acceso independiente desde la calle (Fig. 13), con amplio umbral de 2,70 m, dividido en dos batientes de más de 1,20 m de anchura, con el alojamiento de uno de los pestillos de sujeción, de sección cuadrangular conservado en la parte central del umbral. Dada la gran capacidad de esta sala, es evidente su funcionamiento, además, como área de reservas, tanto para contenedores de agua, como de harina recién molida hasta su envejecimiento, o bien grano o productos semejantes, como documenta, entre otros, el ejemplo de Emerita Augusta12. 2.1.2. Cámara de molienda IIIC.3, 2 (Fig. 8) Figura 6. Pompeya. Panadería VI, vi, 17, 18. B. Recepción y tienda; C, D. Cámaras de Almacenamiento; E. Molienda; F. Horno; G. Amasado (seg. Mayeske, J.B., 1979, fig. p. 43).
Figura 7. Pompeya. Panadería IX, iii, 19, 20 (seg. Monteix, N., 2010, fig. 68).
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Con acceso directo desde la calle (II-3), esta estancia ha conservado dos bases cilíndricas para sustentación de las metae circulares (a y b). Cerca de la entrada, junto a la pared C y hacia el centro de la sala, entre las dos bases, apareció la parte superior de un árula anepígrafa de arenisca. Estos espacios de culto, en forma de nichos o lararios pintados se hacían patentes en las áreas de trabajo principales (salas de molturación) en los ejemplos pompeyanos.
Figura 8. Bases de sillarejos para las metae de la cámara de molienda IIIC.3, 2. En primer término la base a). Fot. M. Beltrán.
Sesión 2 El suelo fue de arcilla apisonada con una capa de yeso en la superficie. Los diámetros de las bases son respectivamente de 1,23 y 1,07 m, separadas entre si por 1,50 m y 1,00 y 0,80 m de las paredes de la estancia. La primera tiene 0,48 m de altura, conservando una doble hilada de sillarejos sobre asiento de arcilla y la segunda solo conserva una única hilada de mampuestos pétreos, directamente sobre el suelo. Se aparejaron con sillarejos regulares y estuvieron revestidas con manteado de arcilla de 0,06-0,08 m de espesor, recubierto al exterior por un enlucido de yeso, apenas conservado en algunos trechos (meseta a). Ignoramos el tipo de metae o catillus usados, ya que no se han encontrado ejemplares sueltos en el resto del yacimiento. No obstante, las dimensiones de las bases están cerca de las constatadas en Pompeya, según ha estudiado Moritz13, que señala tamaños para estas plataformas de 1,35 m por término medio y distancias mínimas entre los molinos de 1,05 m. Estas dimensiones autorizan a pensar en metae de dimensiones bastante próximas a las pompeyanas (0,75 m de diámetro), sin que ello signifique que fueran del mismo tipo. En cuanto a la base b, de diámetro más reducido (1,07 m), deja pensar en muelas de menores dimensiones, más cercanas del tipo Morgantina14. Este tipo de molinos se ha pensado que fue de tracción humana, aunque no parecen asociados a las panaderías de Pompeya, según ha deducido Peacock, y en donde se usó (aunque no siempre) la fuerza animal15. En todo caso debe anotarse el uso solo de dos molinos, en contraste con las panaderías de Pompeya, que mantienen entre 3 (el 28% de las panaderías) y 4 (63% de las panaderías), e incluso 5 (una única panadería), no contabilizándose ningún ejemplo de dos molinos16. Sin embargo las dos panaderías de Herculano (Ins. Or. II, 1 y II, 5-8), de menores exigencias, solo tuvieron dos molinos. La primera usó, como los de Pompeya, fuerza animal (asnos) a pesar de lo angosto del espacio17; la segunda atribuida a Sextus Patulcius Felix, se identifica con un pistor placentarius, según el instrumental de trabajo localizado, para placentae o tortas especiales scribilita y se ha planteado para los molinos la tracción humana18. Conviene no olvidar la ausencia de un pavimento duro en el entorno de los molinos del pistrinum de Lepida Celsa, como también se comprueba en la molinería IIIE, ubicada en otro punto de la ínsula, con acceso desde la calle IV-2. Es evidente que el tránsito continuo de animales debería haber provocado una evidente erosión en el suelo circundante de los molinos. En ambos casos, molinería IIIE y panadería IIIC.3, no se reforzó el suelo que se remató con las mismas características del resto de la estancia, es decir, tierra pisada recubierta de una capa de yeso fino y endurecido, con algunos parcheos de la misma naturaleza. En dichas circunstancias conviene concluir en el uso de tracción humana (mola manuariae)19 en ambos casos, sistema que se muestra, por ejemplo, en el sarcófago de L. Annius Octavius Valerianus (Fig. 9), en el que dos hombres accionan manualmente un molino de
grano20. Los ejemplos de Lepida Celsa fundamentan una estandarización de este sistema de explotación desde el año 44 a. C. Estas condiciones de trabajo se documentan también en los ejemplos hispánicos de fecha avanzada (s. IV de C.), como en el pistrinum de Mérida21 y el de Freiria (Cascais)22.
Figura 9. Sarcófago de L. Annius Octavius Valerianus. Museo Vaticano (Gregoriano Profano 10536, Turcan, R., 1999: 83). 2.1.3. Cribado (IIIC.3, 3) Los espacios IIIC.3, 3 y 6, que cierran el establecimiento por el Suroeste, pertenecen a la parte peor conservada del pistrinum, debido a las acciones modernas que rebajaron notablemente el terreno (Fig. 4) y que por la práctica ausencia de restos resultan de muy difícil interpretación. Hemos supuesto la función de esta estancia según la cadena indicada en el proceso de trabajo; tras la molturación del grano tenía lugar el cribado de la harina, para lo cual, por proximidad evidente y para no perturbar el trabajo de molienda, estas tareas, que necesitaban de un espacio medio, pudieron llevarse a cabo en el ámbito IIIC.3, 3, al que se accedía desde la cámara de molturación. 2.1.4. Espacio de amasado (IIIC.3, 4) Transcurridas las operaciones del tamizado de la harina, entre otras, esta se moldeaba, con agua, en un espacio concreto. Desde la tipología normalizada en las panaderías pompeyanas, en las que una de las estancias junto al horno se asocia normalmente al amasado (VI, vi, 17-21; I, xii, 1, 2; I, iv, 12; VI, ii, 3; IX, iii, 1223; IX, xii, 624) cabe identificar, en análoga propuesta, la estancia IIIC.3, 4, situada en el lateral oriental del horno, como cuarto de trabajo para el amasado y moldeado del pan sobre estructuras de madera, cuyos soportes de obra no se han conservado. 2.1.5. Horno IIIC.3, 5 (figs. 3, 7) El horno, en su aspecto actual, según la conformación definitiva que adquiere hacía los años 15/10 a. C., se trata de una cámara de planta circular abovedada (figs. 10 y 11), con abertura en la parte inferior, a través de la cual se introducía el carbón vegetal, así como la masa y el producto final, además de las cenizas, que
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eran recogidas a la derecha de la boca del praefurnium en un cenicero cuadrangular, sobre el suelo, compuesto por varias losetas de caliza y adosado al muro medianil de la estancia IIIC.3, 2/5. Un adminículo semejante se localiza, en el horno de la panadería de Freiria (Cascais), así como en los ejemplos pompeyanos (“Casa de los Castos Amantes”, panadería IX, 6, 8, etcétera). La cámara de cocción se inscribe en una estructura cuadrangular de la que se conserva la base aparejada en sillarejos regulares. Tuvo una ancha boca, de 0,68 m, en forma de lengüeta y leve saliente (0,12 cm) hasta el antepecho del mostrador pétreo sobre el que apoyaba la pala en su acceso al interior, que estuvo igualmente revestida de una gruesa capa de arcilla, conservada parcialmente. En todo caso no se registraron en la puerta restos del sistema de cierre, que tuvo que ser metálico, para garantizar una mejor estanqueidad y mantenimiento de la elevada temperatura (200-250º) del recinto, como se comprueba en Pompeya y Herculano25. La base del horno se alza a 0,80 m sobre el plano de la adjunta sala de molienda (IIIC.3, 2), altura que facilitaba el trabajo del pistor26.
Figura 10. Horno en IIIC.3, 5. En primer término el mostrador. Fot. A. Hernández. Esta cámara, revestida al interior por un aislante de arcilla, describe un diámetro interior de 2,54 m (Fig. 11), lo que lo sitúa entre los de mayores dimensiones constatados en Pompeya, en donde solo se han localizado cinco ejemplos de estas dimensiones27. Otro horno de dimensiones análogas, se conserva en la panadería urbana de la Calle Avinyó, de época tardorromana (final s. III d. C.), en Barcino28. Las paredes del modelo de Lepida Celsa, están constituidas a base de adobes en hiladas que, desde su base, se cierran, ascendiendo, hacia el interior, conformando una bóveda globular, cuyo arranque se conserva especialmente en el fondo de la cámara. El cierre de esta bóveda, de 1,50 m de altura aproximada, debió tener un tapón de arcilla y piedras, semejante a los documentados en otros ámbitos29. Los adobes corresponden a un modelo estandarizado de 0,09 de altura por 0,38 m de longitud30 y aproximadamente 0,20 m de anchura en los escasos ejemplares en los que
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se ha podido comprobar. Las longitudes se reducen a un pie más un cuarto, en clara referencia al pie itálico de 0,296, como ya se ha constatado en la ínsula I (“casa de los delfines”) en la primera fase de la misma, en época augustea31 y en otros puntos de la ínsula II. Se han contabilizado en altura (0,70 m máxima) seis hiladas de adobes de grosores análogos, con retranqueos entre hiladas de 0,03 m aproximadamente. El grosor de la pared fue el de la longitud de un adobe, 0,38 m. Como consecuencia del uso de la cámara, todos los adobes se encuentran extraordinariamente endurecidos, siendo su superficie ciertamente compacta. La boca del horno abre directamente sobre la sala de molienda, limitando con el muro de sustentación, medianil, de ambas. El suelo está formado por una gruesa capa de arcilla (entre 1,5-1,8 cm), muy dura, oscurecida por el calor y surcada por marcadas craqueladuras en su superficie por la acción de la alta temperatura y la humedad. Se observan deformaciones por erosión del suelo en la parte anterior y embocadura y sobre todo en la parte central de la cámara por la continua acumulación de brasas.
Figura 11. Horno IIIC.3, 5. Esquema sumario de la cámara de cocción, sección ideal por la parte central de la estructura. Dibujo de A. Blanco sobre datos de la excavación. La estructura del horno de Celsa corresponde a la forma popularizada en Pompeya, en la que la cámara de cocción se encierra en un cuerpo cuadrangular de ladrillos32, cuya misión es la de conservar mejor el calor acumulado33, estando provistas además de otros aditamentos para la mejor evacuación de humos, así como de antecámaras bajo arco en la entrada, formando parte del muro diafragma y conformando zonas de trabajo específicas34, aspectos que no se pueden dilucidar en el ejemplo de Celsa, cuya cámara alcanza aproximadamente 1,50 m y es semejante a otras estructuras conservadas en Pompeya (IX, xii, 6, 7), abovedadas y de cúpula con agujero terminal taponado con piedras y mortero35. En la parte conservada entre la bóveda de adobes y los muros de la estancia que la encierran, se practicó un relleno mediante una compacta masa de arcillas,
Sesión 2 piedrecillas, esquirlas calizas, restos de adobes, yesos y pequeños núcleos de alabastro y sobre todo cenizas de consistencias variadas, depositadas de forma sistemática en toda la periferia conservada desde el comienzo de aparición de la bóveda (Fig. 11). Este relleno tenía como misión la de mantener la estanqueidad y calor de la cámara de cocción, encerrada en el cuerpo de mampostería cuadrangular que la albergaba36. Este tipo de horno (furnus), supone una variante respecto del tipo más simple de cámara exenta, documentado en Herculano o en Roma. En el primer lugar, en la panadería de Sextus Patulcius Felix (Ins. Orientalis, II, 8), de época augustea, se conoce una estructura de alzado semiesférico, de planta circular, con un primer cuerpo de paredes verticales y remate en casquete esférico. Este modelo de Herculano estuvo dotado de una puerta metálica, que se ajustaba herméticamente y sobre la misma, en yeso, dos bajorrelieves representando sendos falos apotropáicos. Junto a la entrada se encontró un recipiente metálico, en esta ocasión para el agua37. El modelo se repite en el famoso monumento funerario de Eurysaces en Roma, (Fig. 5) de cuerpo único, en forma de casquete esférico, apoyado todo sobre un poyo cuadrangular38. 2.1.6. Almacén de combustible (IIIC.3, 6) En cuanto al ámbito IIIC.3, 6 (comunicado con IIIC.3, 3), es tal la degradación de los restos que no resulta posible extraer conclusiones, salvo la propuesta de un espacio para almacenar combustible, dada su vecindad con el horno.
Figura 12. Cabezo de Alcalá de Azaila Molinería D6 (comienzos del s. I a. C.). Fot.: J. Cabré (de Beltrán Lloris, M., 2013, fig. 236). 2.1.7. El agua Faltan, por otra parte, en la estructura general de la panadería las referencias al agua, tanto en forma de conducciones, en el primer piso o aéreas, como de contenedores para acometer las distintas fases de la elaboración del pan. Teniendo en cuenta la potente absorción de agua que requería el grano (8,7 litros por modius, 6,8 k), las provisiones de líquido debieron ser abundantes para garantizar el trabajo y la limpieza, máxime teniendo en cuenta la gran capacidad productiva que parece poseer el pistrinum celsense dotado de un gran horno39.
Figura 13. El pistrinum de la Colonia Lepida Celsa. Vista general desde el Norte. Fotografía: M. Beltrán.
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2.2. El contexto del pistrinum de Celsa En todo caso el pistrinum de Celsa documenta, de forma clara, este tipo de establecimientos integrales, de tradición claramente itálica, de los que hasta la fecha solo teníamos informaciones ciertamente parciales. Cabe resaltar en primer lugar, las grandes dimensiones de este negocio de molinería, panadería y venta asociada, ya que las tres crujías que abarca IIIC.3, 1 (venta, 45,12 m2), IIIC.3, 2-3 (molturación y cribado, 43,20 m2) y IIIC.3, 4-6 (amasado, horneado, almacén, 30,10 m2), suman 118,42 m2, que rebasan con mucho las dimensiones de los escasos negocios panaderos identificados con seguridad hasta la fecha en Hispania, y conocidos en planta completa, como los ejemplos del s. IV d. C. de Freiria (65 m2), rural, o el urbano de Mérida (63,7 m2) 40. El proceso de panificación en el valle del Ebro, caminó parejo al resto de señales identitarias de la romanidad temprana. En primer lugar debe mencionarse la molinería del Cabezo de Alcalá de Azaila (fines del s. II-inicios s. I a. C.) (Fig. 12), en donde únicamente se ha localizado la cámara de molienda junto a varios espacios menores relacionados con la preparación de las harinas y un pequeño almacén en “L” con poyos corridos de yeso para sustentar vasijas que no se han conservado41. En el mismo horizonte cronológico interesan los vestigios de la Cabañeta del Burgo de Ebro (final de. S. II-inicio del s. I a. C.)42 , en donde se ha localizado una zona de molienda de cereal, de la que se conservaba el apoyo de una mola frumentaria y varios fragmentos del catillus bitroncocónico en piedra volcánica, además de los restos de un posible cajón de madera para almacenar la harina. En Celsa, en la misma ínsula II cabe citar, además, la molinería IIIE que tratamos en detalle en otro lugar43. Un último hallazgo, todavía inédito, y cuyo uso no ha sido postulado todavía, se ha registrado en los Bañales de Uncastillo, del que se conoce, aislada, la base de la cámara de cocción, análoga a la celsense, encerrada también en un cuerpo cuadrado de sillería44. Que este modelo se perpetua en las ciudades hispánicas, se comprueba en época adrianea en Itálica, en la “Casa del Planetario”, con dos hornos circulares con acceso
también desde la calle y un tercero, posiblemente panadero en la “Casa de los Pájaros”, igualmente inscrito en un cuerpo cuadrangular y con acceso exclusivo desde el exterior llegando hasta época tardía, según el horno de la casa de la Calle Avinyò de Barcino (con molino de tipo pompeyano y tracción animal)45, o el de Freiria (s. IV d. C.), en el ager de Olissipo, que concentra en un solo habitáculo principal (95 m2) todas las fases del trabajo46. Finalmente el ejemplo, de Emerita Augusta (fin s. IV d. C.) (Fig. 14), cuya planta (cuadrangular, 63,7 m2) conocemos en su totalidad, aunque falta una descripción detallada del complejo. Situado en la c/Almendralejo, 41, se accedía desde el cardo por entrada de 1,50 m, directamente a una antesala para los molinos, de los que se conserva una basa circular (0,80 m diámetro) de ripios y ladrillos, comunicada con dos espacios; el primero, al N, albergando el horno en adobe encastrado en una estructura cuadrangular como en Celsa, pero provisto además, de una breve entrada a modo de praefurnium, como hemos observado en los ejemplos pompeyanos. Junto al horno, al Sur el segundo espacio, cuadrangular, sin definir. En otra estancia, aislada del horno, en su parte posterior, al E, se localizó otra sala, en la que se ubicaron hasta diez dolia dispuestas junto a los muros, relacionadas con el almacenaje de productos, como el grano o (en el caso de su relación con el pistrinum) para conservar también el agua usada en los distintos procesos. No se ha conservado una unión directa de este espacio con el complejo de la panadería47, pero no cabe desechar la relación de ambas estructuras de almacenaje con el servicio de la panadería.
3. CONCLUSIONES Se resume la trayectoria vital y características de la panadería IIIC.3 de Lepida Celsa, construida en la fase III del yacimiento que corresponde al establecimiento de la Colonia Victrix Iulia Lepida Celsa (44 a. C.). Se han identificado en el establecimiento todos los servicios relacionados con una panadería, desde la transformación del grano, hasta la cocción y venta del producto final, en lo que constituye un ejemplo único en Hispania, para dicho horizonte cronológico. La parte más significativa de la panadería, el horno, fue reformada por completo en
Figura 14. Pistrinum de Emerita Augusta, C/Almendralejo, 41, Heras Mora, F.J., Olmedo Gragera, A.B., Pérez Maestro, C., 2017: fig.17.
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Sesión 2 la época de Augusto antes de la Era (circa 10 a. C. hasta el cambio de Era), siendo amortizada, en la segunda parte del reinado de Tiberio, desconociéndose el uso final al que fue destinado el espacio del antiguo pistrinum tras su amortización. La ínsula II en su conjunto no rebasó el reinado de Nerón según el nivel general de abandono constatado.
AGRADECIMIENTO Las presentes excavaciones fueron financiadas por la Dirección General de Patrimonio Artístico, Archivos y Museos del Ministerio de Cultura entre los años 19821984 y por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón, en la campaña de conservación acometida en el año 2002. Vaya nuestro agradecimiento a los miembros del equipo excavador aglutinados por el Museo de Zaragoza, bajo la dirección del firmante de estas líneas: Antonio Mostalac Carrillo, Carmelo Lasa Gracia, Isidro Aguilera Aragón, José Antonio Lasheras Corruchaga, Jesús Ángel Pérez Casas, José Manuel Etayo Borrajo, José María Viladés Castillo, María de los Ángeles Hernández Prieto, María del Carmen Aguarod Otal, María Elisa Palomar Llorente, Juan Ángel Paz Peralta, María Esperanza Ortiz Palomar, María Luisa de Sus Giménez y a los miembros de la empresa Acrótera, Antonio Hernández Pardos y Jesús. G. Franco.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _Hemos dado a conocer algunas generalidades sobre este espacio en Beltrán Lloris, M., 1985: 74; 1991: 58-59. Las presentes líneas son un avance que desarrollamos en detalle en el trabajo sobre la arquitectura de la ínsula II (Beltrán Lloris, M., Mostalac Carrillo, A., et alii, prensa: cap. V, 6. 2 _ Curtis, R.I., 2001: 361 ss. 3 _ Lamer, H., 1915: fig. 145; Curtis, R. I., 2001: fig. 28; Pompeya ofrece el mejor repertorio de panaderías (Moritz, L. A., 1958), además de Mayeske, B., J., 1979. 4 _ Cato, rr, 74. 5 _ Mayeske, B.J., 1972: 43. 6 _ Como refiere Plinio NH XIX, 3,3. 7 _ Mayeske, B. J., 1979: 43 ss.; Monteix, N., 2015. 8 _ Pompeya Reg. VII, ins. IV, 29; reg. IX, ins. III, 10-12; reg. VI, ins. XI, 9. 9 _ Mayeske, B. J., 1979: fig. p. 43; Stefani, G., 2005 a: 139. 10 _ Monteix, N., 2010: fig. 68, p. 281; Monteix, N., Aho, S., et alii, 2011: fig. 96. 11 _ Salido, J., Bustamante, M., 2019: fig. 22. 12 _ Como también sugieren Heras Mora, M F. J., Olmedo Gragera, A. B., Pérez Maestro, C., 2017: 724. 13 _ Moritz, A.,1958: 75. 14 _ White, D.,1963: 199 ss. 15 _ Peacock, D.P.S., 1989: 210, tipo 3a. 16 _ Bakker, J. T., 1999:11. 17 _ Maiuri, A., 1958: 451 y fig. 401. 18 _ Maiuri, A., 1958: 456 y fig. 405. 19 _ Apul. Met., 7, 15, 3-5; 9, 10, 5-9 y 14, 5. 20 _ Turcan, R., 1999: 83 y nota 209. Museos Vaticanos, Gregoriano Profano 10536. 21 _ Salido, J., Bustamante, M., 2014: 38. Se supone la existencia de una sola mola. 22 _ Bustamante, M., Cardoso, G., 2019: 166. 23 _ Mayeske, B. J., 1972: 43 ss. 24 _ Varone, A., 1989: 232. 25 _ Maiuri, A., 1958: 453, puerta de hierro conservada en el horno de Ins. Or. II, 1; también Monteix, N., 2010: 156; hasta la fecha no se conocen cierres metálicos en los ejemplos hispanos, Salido, J., Bustamante, M., 2014: 45, 48. 26 _ El suelo de la cámara de cocción del horno de Emerita Augusta, se situaba, tan solo a 0,60 m de altura. Heras Mora, M F. J., Olmedo Gragera, A. B., Pérez Maestro, C., 2017: 724. 27 _ Monteix, N, 2013: 19. 28 _ Huertas, J., Peña, Y., Miro, C., 2017: 240. 29 _ Por ejemplo en el horno de Pompeya IX, 12, 6-7 (Varone, A., 1989: 233, fig. 11). 30 _ Las medidas de los ejemplares que se ha podido registrar mantienen longitudes de 0,38 y en un caso 0,44 m. de longitud. 31 _ Beltrán Lloris, M., et alii, 1984: 59, 159, fase IIIA. 32 _ Y como en el ejemplo adrianeo de Itálica (“Casa de los Pájaros”), Bustamante, M., 2014: fig. 6. 33 _ Mayeske, B.J., 1972: 23 ss. Id., 1979: 41 ss. 34 _ Sirve de modelo de esta forma de albañilería compleja la panadería de la ínsula I.XII.1-2, Mayeske, B. J., 1988: 149 ss. 35 _ Varone, A., 1989: 233. La cámara mide 1,43 de altura interna. 36 _ Se practicó inicialmente un sondeo para comprobar el grosor de la estructura abovedada del horno, comprobando el carácter del muro y el tipo de relleno y su composición y procediendo después nuevamente a su sellado con las mismas tierras. La periferia de la cámara fue posteriormente vuelta a excavar en los trabajos de consolidación y mejora del año 2002. 37 _ Maiuri, A., 1958: 456 ss.; Deiss, J. J., 1985: 125. 38 _ Herz, P., 1988: 40, 78-79 etc.; Curtis, R. I., 2001: fig. 28, relieves de la cara Norte, p. 366 ss. 39 _ Moritz, L. A., 1958: 195 ss. 40 _ Salido, J., Bustamante, M., 2014: fig. 22; Bustamante, M., Cardoso, G., 2019: 167. 41 _ Beltrán Lloris, M., 2013: 283 ss. figs. 236-238. 42 _ Mínguez Morales, J. A., Ferreruela, A., 2012: 258. No describe el tipo de catillus ni se dan las dimensiones del asiento de la mola. 43 _ Beltrán Lloris, M., et alii, prensa. 44 _ Sólo se ha dado a conocer una nota periodística, con ilustración del hallazgo en la parte baja del foro de la ciudad, García, M., 2016: 46. 45 _ Corresponde al tipo 451d, variante XXIX de Longepierre, y fue importado de las canteras de Orvieto (Etruria). Huertas, J., Peña, Y., Miró, C., 2017: 240, 244. 46 _ Bustamante, M., Cardoso, G., 2019: p. 167, figs. 3, 6 y 7. Los autores ofrecen 65 m2 para el conjunto de la estructura (p. 167), pero la planta, según la escala gráfica (fig. 3), mide 95 m2, excluido el cuerpo menor, cuadrangular, adosado a la estructura por el O, que no se describe. 47 _ Heras Mora, M F. J., Olmedo Gragera, A. B., Pérez Maestro, C., 2017: 722, complejo del sector SO, fig. 14.
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Sesión 2
2.2. LA DECORACIÓN PICTÓRICA Y EN ESTUCO DE LA DOMUS 1 (INSULA I) DE BILBILIS (CALATAYUD, ZARAGOZA) THE PICTORIC AND STUCCO DECORATION OF THE DOMUS 1 (INSULA I) OF BILBILIS (CALATAYUD, ZARAGOZA) Lara Íñiguez Berrozpe1, Carmen Guiral Pelegrín2, Carlos Sáenz Preciado3, Manuel Martín-Bueno3 Escuela de Turismo Universitaria de Zaragoza (ETUZ) Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) 3 Universidad de Zaragoza 1
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Autor de contacto/Contact author: Lara Íñiguez Berrozpe, laraib@unizar.es
RESUMEN Presentamos los resultados del estudio de los materiales decorativos hallados en la Domus 1 (Insula I) del yacimiento de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza), erigida a mediados del siglo I a.C. y cuyo ocaso tuvo lugar en torno al 50 d.C. Los podemos dividir en dos grupos: conjuntos pictóricos y elementos elaborados en estuco. La orografía característica del yacimiento y la propia casa construida en pendiente -que a pesar de ello no renuncia a contar con una planta itálica típica-, provocaron que muchos de los fragmentos analizados no se exhumaran en su lugar de origen (a excepción del tablinum, hallado in situ y expuesto actualmente en el Museo de Calatayud); por tanto el trabajo exigió un arduo proceso de clasificación y diferenciación. Se han catalogado y estudiado un total veinte conjuntos pictóricos correspondientes a decoraciones, mediante la técnica del fresco, de techos y paredes de las estancias situadas en las tres plantas que compusieron la vivienda. De todos ellos se han podido identificar los que concretamente decoraban cada uno de los ambientes de la planta noble. En cuanto a los elementos realizados en estuco, cabe destacar seis columnas de sección poligonal procedentes de un posible oecus corintio o exedra, cuatro columnas de sección circular provenientes del patio porticado, y otros dos capiteles que quizás marcaron la entrada a una de las habitaciones. PALABRAS CLAVE: Domus; Cornisa; Pintura; Estuco; Decoración.
ABSTRACT We present study of the decorative materials found in Domus 1 (Insula I) of Bilbilis (Calatayud, Zaragoza), built in the middle of the 1st century BC, whose end took place around 50 A.D. We can divide these materials in two groups: pictorial and stucco elements. The characteristic orography of the site and the house itself built on a slope - which nevertheless does not renounce having a typical italic plant -, caused that many of the fragments analyzed were not exhumed in their place of origin (except for the tablinum, found in situ and currently exhibited at the Calatayud Museum); therefore the work required an arduous process of classification and differentiation. A total of twenty pictorial to decorations have been cataloged and studied of ceilings and walls. These correspond to the rooms located on the three floors that made up the house. From all of them they have been able to identify those that specifically decorated each of the environments of the noble floor. As for the elements made in stucco, it is worth highlighting six columns of polygonal section from a possible Corinthian or Exedra oecus, four columns of circular section from the porticoed patio, and two other capitals that perhaps marked the entrance to one of the rooms. KEYWORDS: Domus; Cornice; Painting; Stucco; Decoration.
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Figura 1. Conjunto 12 correspondiente a la decoración del triclinium (Foto L. Íñiguez).
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Sesión 2 1. LA DOMUS 112
2. METODOLOGÍA Y OBJETIVOS
La domus 1, erigida en la segunda mitad del siglo I a.C., está situada en el extremo meridional de la denominada Insula I, manzana de viviendas compuesta por tres casas, asentada en la misma terraza de las termas y construida en pendiente. Compartió el muro medianil con la domus 2 y estuvo delimitada por tres calles. Se estructuró en tres plantas, de las cuales la inferior correspondió a un frente de tabernas (tabernas 10-13), la segunda a la zona residencial noble, y la tercera, que aunque no se ha conservado, seguramente estuvo ocupada por las habitaciones secundarias de la morada. A la planta principal se accedía directamente a través de una escalera lateral que conectaba con la calle. En cuanto a su distribución interna, contó con un reducido vestibulum (1) que daba paso al patio porticado (2) alrededor del cual se organizaron el resto de habitaciones. De estas se han identificado con seguridad la cella ostiaria (3), el triclinium (5), un cubiculum (6), el tablinum (4) y el balneum (9). Este último espacio fue introducido en la reforma que sufrió la vivienda en época augústea y que conllevó la reducción y el cerramiento del citado tablinum contiguo. La estancia 7 todavía se encuentra en fase de estudio pues los recientes análisis efectuados sobre sus posibles restos pictóricos y de estuco junto con el hecho de que se trate de una habitación abierta al patio, hacen que se planteen diversas hipótesis acerca de su interpretación, barajándose la posibilidad de que fuera una exedra o incluso un oecus corintio (Fig. 2).
Para explicar la exhumación del material decorativo de la casa objeto de estudio hay que tener en cuenta la particularidad -ya señalada- de las construcciones bilbilitanas, siempre en pendiente, lo cual ocasionó tres tipos de situaciones: elementos hallados en el mismo ambiente al cual pertenecían; piezas desplazadas desde estancias superiores hasta habitaciones de plantas inferiores; y fragmentos cuyo origen ni siquiera estaba en la Domus 1 sino en otras estructuras arquitectónicas ubicadas en zonas más elevadas del yacimiento.
Posiblemente por cuestiones estructurales, el ocaso de la vivienda tuvo lugar hacia mediados del siglo I d.C., si bien el frente comercial continuó en activo hasta el siglo III d.C. (Martín-Bueno y Sáenz, 2001-2002; MartínBueno et al., 2007: 205-223; Uribe, 2004; Uribe, 2015: 210-215).
3.1. El patio porticado (2)
Una vez en el laboratorio, los fragmentos recogidos fueron clasificados, pudiendo distinguir diecinueve conjuntos pictóricos, cincuenta y dos tipos de cornisas, dos tipos de capiteles y dos tipos de fustes. Ante esta ingente cantidad de material, los objetivos que nos planteamos fueron dos fundamentalmente: descubrir qué tipo de cornisa/s3 y qué conjunto pictórico decoraba cada habitación de la domus, y verificar si los fragmentos pictóricos y en estuco apoyaban la cronología propuesta para esta estructura doméstica.
3. RESULTADOS Tras dos años de estudio de laboratorio, estamos en disposición de presentar los conjuntos pictóricos así como los elementos en estuco, encargados de decorar cada habitación.
Se trata de una estancia que documenta las dos fases de la casa pues ya con la observación del pavimento podemos comprobar que estuvo solada con piedras de río de pequeño tamaño, que se debieron disponer en la segunda fase, ya que estas cubrían una parte de los plintos de alabastro sobre los que apoyaban las columnas de estuco. De entre todos los elementos arquitectónico-decorativos4 hallados en las excavaciones del patio porticado, con seguridad pertenecen a su ornamentación las cornisas tipo 1 y 2 del patio. Los argumentos que nos permiten enunciar tal afirmación son el gran número de fragmentos hallados de ambos tipos, y sus propias características. Efectivamente, ambas presentan el denominado como “pico de loro” en la parte superior, una particularidad presente en las molduras bilbilitanas de la primera mitad del siglo I d.C., no así en las de la segunda mitad (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 462) Sin duda también formaron parte de este ambiente las columnas tipo 1 de sección circular, pues se corresponden perfectamente con los cuatro plintos hallados in situ, también de sección circular, sobre los que apoyaron.
Figura 2. Planta de la Domus 1 (Insula I) (Uribe, 2015).
Respecto a la decoración pictórica, hasta hace poco tiempo (Guiral e Íñiguez, 2011-2012: 287), se pensaba que el patio porticado estaba decorado únicamente en blanco. Ahora, y sobre todo tras el estudio de algunos fragmentos de las cornisas descritas en el apartado anterior
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que conservaban una sección de la pared, sabemos que parte de sus muros se pintaron en rojo, al menos en la zona correspondiente al entablamento ubicado sobre las columnas centrales.
3.2. Cubiculum (6) La interpretación de esta estancia como un dormitorio está plenamente avalada por su decoración pictórica y en estuco que, paradójicamente, parecen completamente banales, lo mismo que ocurre con su pavimento elaborado a base de un simple mortero negro. En este caso, es necesario que comentemos de forma combinada las decoraciones pictóricas y en estuco. La pared del cubiculum sí estuvo completamente pintada de blanco a juzgar por los restos exhumados in situ; sólo se vio rota esta monotonía cromática por una semicolumna adosada (Fig. 3), pintada en color burdeos y flanqueada por dos filetes en rojo cinabrio. Este elemento realizado en estuco se dispuso a 2/3 de la entrada a la habitación lo cual nos lleva a corroborar que se encargaba de marcar el paso de la zona de tránsito a la zona destinada al lecho. Cabe apuntar, además, que esta diferenciación es muy característica de los triclinia y cubicula de época tardorrepublicana y altoimperial (Guiral y Mostalac, 1993). Dicho fenómeno se reprodujo también en el techo -hallado en estado fragmentario sobre el pavimentoel cual se articuló en dos zonas, una abovedada y una plana, separadas una de otra por un arco. La parte plana estuvo ornamentada con un rosetón central en el que, tras su reconstrucción (conjunto 13) (Fig. 4), hemos podido observar que está formado por dos círculos concéntricos y un botón de color rojo cinabrio del que nacen cuatro pequeñas hojas cordiformes verdes y cuatro grandes tallos.
Figura 4. Restitución del rosetón (conjunto 13) que decoró la zona plana del techo del cubiculum (foto y dibujo L. Íñiguez).
Este elemento decorativo nos llevó a pensar en un primer momento que debíamos adscribir la decoración de este cubiculum a la segunda mitad del siglo I a.C. -primera fase de la casa- (Guiral e Íñiguez, 2011-2012: 287), pero la escasa pericia del taller que lo llevó a cabo -en comparación con las decoraciones de época tardorrepublicana efectuadas por los artesanos que trabajaron en la vecina casa del Ninfeo/Larario, sobre las que volveremos luego- junto con el estudio de la moldura que decoró el citado arco de la cubierta, hace que hayamos desechado tal hipótesis. Efectivamente, esta cornisa (tipo 31) (Fig. 5), presenta el conocido pico de loro en la zona superior y una ranura en la parte inferior, características ambas de la primera mitad del siglo I d.C. y con paralelos muy similares en el mismo yacimiento, por ejemplo, en la Casa de la Cisterna (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 226, Fig. 173)
3.3. Triclinium (5)
Figura 3. Semicolumna adosada a la pared del cubiculum (foto Archivo Excavación de Bilbilis).
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El triclinium de la Domus 1 compartió el muro oriental con el cubiculum (6). A diferencia de este, estuvo pavimentado con un mortero blanco aunque curiosamente, el techo (conjunto 15) -y quizás el muro a excepción de una pequeña placa con presencia de un motivo vegetal hallada en estado fragmentario sobre el suelo (conjunto 12) (Fig. 1)- estuvo pintado completamente en negro, como ocurre con su homólogo de la Casa del Ninfeo/Larario posiblemente de la misma cronología (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 364-372), y tal y como recomendaba Vitrubio para los triclinios invernales (De Arch. VII 4, 4). Según el autor, la elección de este color tenía un fin práctico que era el de evitar que las paredes
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Figura 5. Cornisa tipo 31 que decoró el arco que marcaba el paso de la parte plana a la abovedada del techo de cubiculum (foto y dibujo L. Iñiguez).
evidenciaran la suciedad a la que eran propensas en este tipo de habitaciones.
Figura 6. Cornisa tipo 36 que decoró el triclinium (foto y dibujo L. Iñiguez).
La moldura que se halló en mayor proporción fue la tipo 36 (Fig. 6), que cuenta con dos particularidades importantes: presenta pico de loro en la parte superior, lo cual nos incita a fecharla en la primera mitad del siglo I d.C.; y restos de pintura negra tanto en la zona de techo como en la zona del muro desarrollada por encima de ella, hecho que indica, por un lado que perteneció a una estancia con parte de su estructura pintada en negro como nuestro triclinio, y por otro, que posiblemente esta estancia tuvo otra cornisa además de esta, situada rematando el campo negro que aquí observamos.
3.4. Balneum (8) Tal y como hemos señalado más arriba, se trata de una habitación creada durante la reforma de la domus en el cambio de Era. Contó con un firme realizado con mortero de color verde-grisáceo. Sobre él, un bocel de media caña recorrió la totalidad de la estancia, cuya esquina se perforó para ubicar el desagüe. Sus paredes, halladas in situ (Fig. 7), estuvieron completamente revestidas de blanco aunque es cierto que se observa una acción de repinte continuada.
Figura 7. Balneum hallado en la Domus 1(foto Archivo Excavación de Bilbilis). Durante el proceso de excavación, fueron hallados una gran cantidad de fragmentos de cornisa tipo 23 (Fig. 8), muchos de los cuales conservaban parte de la pared pintada de blanco. Como característica reseñable al observar el perfil tan sólo podemos señalar un tímido
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pico de loro en la zona superior, lo que hace que debamos encuadrarla en la primera mitad del siglo I d.C., cronología adecuada para esta estancia. Por otro lado, llama poderosamente la atención que algunas de las piezas estudiadas están repintadas -como ocurría en las paredes- pero otras están claramente ennegrecidas. Todo ello hay que ponerlo en relación con la acción del humo del praefurnium e hipocaustum existentes.
Figura 10. Cornisa tipo 40 que decoró la cella ostiaria (foto y dibujo L. Iñiguez).
3.6. Oecus corintio/ exedra (7) Figura 8. Cornisa tipo 23 que decoró el balneum (foto y dibujo L. Iñiguez).
3.5. Cella Ostiaria (2) Estuvo pavimentada con una simple lechada de cal sobre la roca retallada. El único fragmento pictórico exhumado nos remite a una decoración banal en la que una banda blanca separa un campo verde y otro morado (conjunto 16) (Fig. 9). Interesante es, sin embargo, el reverso, en el que se observan las improntas en positivo de un repiqueteado, lo que apunta a que esta decoración se dispuso sobre otra anterior, “reforma” que quizás se produjo en el mismo momento de la introducción del balneum (8) en la casa.
H.7 también fue interpretada en un primer momento como un cubiculum pero la conclusión obtenida en base al estudio de los fragmentos decorativos y en estuco hallados de forma dispersa entre las tabernas T.13 y T 12 -que con total seguridad decoraron un ambiente de representación solemne- sumado al hecho de que no se documentó en el momento de la excavación el muro de separación entre la estancia y el patio porticado, ha servido para establecer la hipótesis de que en realidad estamos ante una exedra o un oecus corintio. Los elementos ornamentales a los que nos referimos, hallados en las tabernas, posiblemente fueron arrancados de H. 7 y arrojados al nivel inferior, quizás por los individuos que habitaron entre las ruinas de Bilbilis cuando esta ya había sido abandonada5; una acción que sin duda tuvo como fin buscar y aprovechar el material constructivo de la casa. Concretamente, pensamos que a esta estancia correspondería el magnífico conjunto de II estilo (conjunto 5) (Fig. 11) con presencia de velaria en el zócalo realizado por el mismo taller, de gran destreza, que ornamentó, con similar esquema decorativo e iguales ornamentos, el tablinum de la vecina casa del Ninfeo/ Larario del que hemos hablado anteriormente (Guiral et al., en prensa a).
Figura 9. Placa pictórica (conjunto 16) hallada en la cella ostiaria. Se observa en el reverso las improntas del piqueteado (foto L. Íñiguez). Podemos observar las mismas características descritas en las habitaciones anteriores en el tipo de moldura que se presenta en mayor proporción (tipo 40) en esta estancia (Fig. 10). Así pues, volvemos a observar el pico de loro en el tercio superior que nos remite nuevamente a la primera mitad del siglo I d.C.
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Figura 11. Restitución del conjunto 5 con presencia de velaria en el zócalo (foto L. Íñiguez).
Sesión 2 También relacionamos con este conjunto y por lo tanto con la estancia que nos ocupa, dos cornisas (tipo 4 y 14) con una larga banda horizontal y listel saliente – ambas características propias de las molduras republicanas en el valle del Ebro6- y los fragmentos de seis columnas de fuste poligonal elaboradas en estuco (Fig. 13) (Guiral et al., en prensa a).
trabaja en Bilbilis en los primeros años del siglo I d.C., y que también se documenta, por ejemplo, en el panel hallado in situ entre la estancia 1 y 10 de la Domus 3, en el que no sólo utilizan los mismos pigmentos económicos sino que llegan a pintar un candelabro al revés. En lo que respecta al techo (conjunto 2), la escasez de fragmentos recuperados ha impedido adscribirlos a una u otra fase del tablinum, si bien es cierto que presentan pigmentos diferentes y más costosos, como son el rojo cinabrio y el azul egipcio, lo que nos incitaría a pensar que factiblemente, como ocurre con el pavimento, formaran parte de un conjunto de época republicana. Sin embargo, alguno de los colores que presenta sí los observamos en las cornisas, todas ellas pertenecientes al cambio de Era, como vamos a ver a continuación.
Figura 12. Cornisas tipo 4 y 14 que posiblemente decoraron H. 7 (foto y dibujo L. Iñiguez).
Figura 14. Pavimento y decoración pictórica del tablinum (Museo de Caltayud).
Efectivamente, las molduras halladas corresponden todas ellas a la segunda fase de la casa ya que presentan el “pico de loro en el tercio superior”. En este caso, cuatro son las que se adscriben a esta estancia (tipo 26, 26 bis, 27 y 27 bis) (Fig. 15). Figura 13. Fragmento de la columna tipo 2 (capitel) de sección poligonal (foto L. Ayán y dibujo J.C. Alemán).
3.7. Tablinum (4) El tablinum fue la estancia que más acusó la introducción del balneum. Su pavimento de opus signinum, perteneciente a la primera fase de la casa, tuvo que ser mutilado al sufrir la estancia un retranqueo en su parte oeste. Las paredes de esta habitación, sin embargo, sí fueron remodeladas con un III estilo sobrio, basado en una simple sucesión de paneles de rojo elaborado a partir del óxido de hierro, separados por bandas verdes de interpaneles amarillos sin decoración. En el conjunto pictórico se identifica fácilmente el taller de escasa pericia técnica que
Parece plausible pensar que en esta estancia existe en su cubierta dos niveles. El superior está limitado por dos cornisas muy similares entre sí (tipo 26 y 26 bis). Es la cornisa tipo 26 la que nos indica cómo se haría la transición entre un nivel y otro de la cubierta, a través de un plano vertical pintado en rojo que finalizaría en ángulo recto y con una doble cornisa (tipo 27 bis) encargada de iniciar el “techo inferior”, cuya decoración sabemos que presenta, por el momento, una banda azul, un doble trazo negro y marrón y un campo amarillo, colores similares a algunos de los aparecidos en el techo descrito anteriormente (conjunto 2). Finalmente, este nivel inferior de la cubierta realizaría su conexión con la pared de la estancia a través de la cornisa tipo 27, la cual, además presenta un perfil muy similar al tipo 27 bis.
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de artesanos encargado de pintar paredes y techos, y la similitud en cuanto al perfil de las cornisas, pues entre otras características, todas presentan el denominado como pico de loro en la parte superior.
Figura 15. Esquema de cómo se dispondrían las cornisas teniendo en cuenta la existencia de un desnivel en el techo del tablinum: a) tipo 26 bis; b) tipo 26; c) tipo 27 bis; d) tipo 27 (foto y dibujo L. Iñiguez).
3.8. Tabernae (4) Al estar situadas en el nivel inferior de la terraza, se hallaron en el frente de tabernas (10-13) casi todos los tipos de cornisas documentados en la Domus 1 – si bien en menor proporción que en sus respectivas habitaciones de origen-, además de varios fragmentos pictóricos. A ellas pertenecerían los fragmentos que remiten a simples decoraciones basadas en una sucesión de paneles amarillos encuadrados por filetes rojos y separados por interpaneles del mismo color (conjuntos 3 y 4).
4. CONCLUSIONES Los elementos decorativos de revestimiento y pavimentación han ayudado a confirmar las hipótesis sobre la cronología de la Domus 1. Los restos ornamentales más antiguos correspondientes a la fase republicana de la vivienda decoraron casi con total seguridad la posible exedra u oecus corintio. El hecho de conservar una decoración antigua, solemne -como ocurre en la Casa del Ninfeo/Larario- incita a hipotetizar que esta era la habitación de mayor representación dentro de la casa, tesis avalada por la certeza de que era la primera estancia que se veía al entrar en la domus. Cabe destacar, por otra parte, la calidad del conjunto pictórico, y las molduras republicanas cuyo perfil no se aleja de lo observado en otros yacimientos en el valle medio del Ebro durante el mismo periodo. A esta fase también pertenecería el opus signinum del tablinum y los plintos de alabastro del patio porticado. En los primeros años del siglo I d.C., se redecoraron el resto de las habitaciones de la casa, tanto las molduras, como el aparato pictórico, reforma que vino motivada por la introducción del balneum en la parte oeste (García-Entero, 2005: 274-278). Este fenómeno, se pudo documentar, además, por el análisis del aparejo de los muros, ya que los correspondientes con la remodelación carecían de zócalo previo, asentándose directamente sobre el pavimento y sin la característica zanja de cimentación (Martín-Bueno et al., 2007: 224, nota 10). De esta fase cabe subrayar la escasa destreza del taller
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Resta hablar de la pintura mural romana -integrando en ella a los elementos elaborados en estuco- como instrumento al servicio tanto de los habitantes que ocuparon la casa como de los investigadores que acometen su estudio: en primer lugar, fue utilizada como elemento jerarquizador de estancias, ya que hemos visto que las decoraciones más ricas y solemnes corresponden a las estancias de representación (H. 7) y las más banales a las de menor consideración (tabernae); en segundo lugar, desde un punto de vista actual, cornisas y fragmentos pictóricos pueden y deben ser tenidos en cuenta y por tanto utilizados como restos arqueológicos que aportan cronología
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS García-Entero, V. (2005): Los balnea domésticos – ámbito rural y urbano- en la Hispania Romana, Anejos de Archivo español de arqueología 37, Madrid. Guiral, C. e Íñiguez, L. (2011-2012): “Alta et versicolor Bilbilis”, Salduie, nº 11-12, pp. 275-298. Guiral, C. y M. Martín-Bueno (1996): Bilbilis. Decoración pictórica y estucos ornamentales. Institución Fernando El Católico, Zaragoza. Guiral, C., Iñiguez, L., Sáenz, C. y Martín-Bueno, M. (en prensa a): “Un atelier de peintres d’époque tardorépublicaine à Bilbilis”, Pictor, nº 8. Guiral, C., Iñiguez, L., Sáenz, C. y Martín-Bueno, M. (en prensa b): “Le décor en stuc de la Domus 1 (Insula I) de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza)”, Pictor, nº 9. Martín-Bueno, M. y C. Sáenz (2001-2002): “La Insula I de Bilbilis”, Salduie, nº2, pp. 127-158. Martín-Bueno, M., Reklaityte, Sáenz, C. y Uribe, P. (2007): “Baños y Letrinas en el mundo romano: el caso del balneum de la Domus 1 en el Barrio de las Termas de Bilbilis”, Zephyrus, nº 60, pp. 221-239. Uribe, P. (2004): “Arquitectura doméstica en Bilbilis, la Domus 1”. En Salduie, nº4, pp. 191-220. Uribe, P. (2015): La arquitectura doméstica urbana en el valle medio del Ebro (siglos II a.C.-III p.C.). Ausonius, Bordeaux.
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NOTAS ACLARATORIAS 1 _ Este trabajo se integra en el proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad: Tectoria et pigmenta. Estudio analítico y arqueológico de los pigmentos y morteros de las pinturas del cuadrante NE de Hispania (S.II a.C.- S. VI d.C.) (HAR2017-84732-P), I.P. C. Guiral.
2 _ Este artículo se inscribe dentro de las líneas de investigación del grupo PPA (Prehistoria y Patrimonio Arqueológico. H.14-17R. Gobierno
de Aragón - Universidad de Zaragoza), así como del IUCA (Instituto Universitarios de Ciencias Ambientales de Aragón) y el IPH (Instituto Universitario de Investigación en Patrimonio y Humanidades), ambos de la Universidad de Zaragoza.
3 _ Para un estudio detallado de las características técnicas y estilísticas de cada una de las cornisas que vamos a presentar, véase Guiral et al., en prensa b.
4 _ Las cornisas y columnas halladas en el patio porticado fueron ya presentadas en el II Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés, celebrado el 9 y 10 de noviembre de 2017 y publicado en 2018, pp. 301-307
5 _ El hallazgo de un muerto, datado en el siglo VI d.C., que portaba clavos en la mano, testimonia que los materiales constructivos de las casas abandonadas estaban siendo objeto de reciclaje (Martín-Bueno y Sáenz, 2001-2002: 140).
6 _ En el IV Congreso de la AIPMA celebrado en los días 9-13 de septiembre en Nápoles y Herculano, C. Guiral, L. Íñiguez, F. Lobera y A. Mostalac, han presentado un estudio global sobre las características de las cornisas republicanas en el valle del Ebro.
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2.3. TRANSFERENCIA DECORATIVA DE ABALORIOS A RECIPIENTES DE VIDRIO EN ÉPOCA ROMANA: SU ICONOGRAFÍA EN ARAGÓN DECORATIVE TRANSFER OF GLASS BEADS TO RECIPIENTS OF THE ROMAN PERIOD: THEIR ICONOGRAPHY IN ARAGÓN 1
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Esperanza Ortiz Palomar y Juan Á. Paz Peralta Arqueóloga Museo de Zaragoza, conservador y arqueólogo 1
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Autor de contacto/Contact author: Esperanza Ortiz Palomar, esperanzaypaz@telefonica.net
RESUMEN En este artículo realizamos una aproximación a las transferencias decorativas desde abalorios de vidrio a vajilla de mesa de vidrio. Algunas artesanías compartieron el concepto de magia y este fue el nexo para ciertos diseños. Analizamos tres ornamentaciones: costillas, ojos y caras. Las antiguas prácticas mágicas fueron sistemas compartidos de símbolos y significados y juegan un papel importante para comprender la cultura material. Se ha utilizado un enfoque comparativo para interpretar el sentido de los artefactos. La expansión militar de Roma por el Mediterráneo condujo a un desarrollo socioeconómico. La política de conquistas fue determinante en la acogida y desarrollo de apotropes; concepto explorado por Alvar Nuño. Finalmente, las estratigrafías arqueológicas, como las de Celsa y Caesar Augusta, las fuentes escritas antiguas y el estudio integral de los artefactos precisan el momento de máximo apogeo entre los años 30-circa 68. PALABRAS CLAVE: Adormidera; Ojos; Medusa; Magia; Transculturación.
ABSTRACT In this article we perform an approach to the decorative transfers from glass beads to glass tableware. Some handicrafts shared the concept of magic and this was the link for certain designs. We analyze three ornamentations: ribs, eyes and faces. The ancient magical practices were shared systems of symbols and meanings, and they play an important role to understand the material culture. A comparative approach have been used to interpret the meaning of the artifacts. The military expansion of Rome through the Mediterranean drove socio-economic development. The policy of conquests was decisive in the reception and development of apotropes; this concept has been explored by Alvar Nuño. Finally, the archaeological stratigraphies, like Celsa and Caesar Augusta, the ancient written sources and the integral study of the artifacts determine the moment they reached the maximum apogee between the years 30-circa 68. KEYWORDS: Poppy; Eyes; Medusa; Magic; Transculturation.
Este trabajo constituye una extensión del proyecto de investigación FIVILA del Ministerio de Economía y Competitividad: (HAR2015-64142-P) (MINECO/ FEDER, UE). Investigador principal: Miguel Cisneros Cunchillos (Universidad de Cantabria).
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Figura 1. Fotocomposiciรณn. Izquierda: pintura mural del Municipium Augusta Bilbilis, cubiculum de la Insula I, domus 2, detalle (foto: M. Arcusa, cubierta de la revista Kausis, 4). Derecha, arriba: detalle de plato de vidrio mosaico; The Art Institute of Chicago. Centro arriba: abalorio oculado de Afganistรกn (subasta Beadparadise). Abajo: detalles de fragmentos de vidrios de la Colonia Celsa; Museo de Zaragoza: inv. 47575, fig. 14u (gotas en relieve), inv. 47574, fig. 14p y fig. 15, 5 (oculado) y centro, inv. 60865, fig. 14i (oculado); fotos: J. Garrido.
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN
3. OBJETIVOS
Artesanías del fuego, como el vidrio, intimaron con la magia. Se conocen rituales y ceremonias en torno al trabajo y sus instalaciones desde Mesopotamia (Pólux, Onomasticon, VII, 108), (166-176 d.C.). La fabricación de cuentas fue uno de los primeros intentos de producción de objetos y desempeñaron un papel polivalente. Tres iconografías distintas centran nuestra atención y comparten la creencia de ser amuletos mágicos, materiales no procedentes de la naturaleza sino de la transformación humana, cargados de potencia (una divinidad, un miembro -ojo-, un gesto -cuernos-, etcétera).
1) Reconocimiento iconográfico de motivos que trascienden lo ornamental. 2) Razón de ser de los diseños, contextos espaciales y escenarios sociales. 3) Secuencias cronológicas extraídas de la interacción entre perfiles y decoraciones presentes.
Los amuletos y su relación con las prácticas terapéuticas se fundamentan en que se les atribuía la virtud de alejar el mal o propiciar el bien. La superstición popular adoptó medios sanadores de uso común, trabajando la técnica de «trasplante» o magia empática en torno a personas, objetos, animales, plantas, piedras, constelaciones, con la idea de portar en sí mismos la fuerza, devolver el equilibrio y la activación energética. Los abalorios supuestamente, cargados del poder de la planta, la imagen, etcétera actuarían al estar en contacto con ellos. Se solía apuntalar su eficacia con rituales, fórmulas mágicas, inscripciones o representaciones iconográficas, etcétera. La creencia en una capacidad mágico/religiosa hizo que el salto a otro medio, como la vajilla de mesa, reafirmase su arraigo social, ayudando a comprender algunos aspectos cognitivos a los que nos debemos aproximar por los restos físicos, los contextos, las fuentes escritas y los rituales. Dos funciones, tan diferenciadas, como son el adorno personal y los contenedores mantuvieron transferencias decorativas, en direcciones recíprocas, consecutivas o coetáneas, para las categorías de abalorios y vajilla de mesa.
2. METODOLOGÍA El uso de objetos, fórmulas y ritos contra el mal de ojo en época antigua manifiesta localismos (Alvar Nuño, 2010: 65), creando sinergias con adopciones y adaptaciones por los contactos existentes entre los distintos pueblos y producto de una transculturalidad que facilitan el desarrollo de variantes del mismo fenómeno y expresión artística. El Imperio Romano absorbió gran parte de esas influencias y ejerció de crisol. A esta línea de investigación, proyectada por Alvar Nuño, se han querido sumar las aportaciones presentadas y desarrolladas aquí en lo relativo al vidrio. Detrás de estas decoraciones, encontramos modalidades y variantes de similes de ágata («ágata de ojo», Kozminsky, 1922: 112) humanos y de animales, principalmente. El método arqueológico, de nuevo, requiere de un tratamiento poliédrico, confluyendo aspectos multifactoriales.
4. RESULTADOS 4.1. Abalorios versus contenedores Se han analizado tres modelos iconográficos en vidrio originados en adornos personales, correspondiendo a los abalorios, y que hemos reconocido en recipientes de vajilla de mesa: a) Abalorios agallonados / Vajillas de costillas. b) Abalorios oculados / Vajillas oculadas. c) Abalorios con caras y diseños hipnóticos / Vajillas con caras y tramas hipnóticas. En el mundo antiguo los diseños ornamentales, frecuentemente, fueron mucho más que un recurso estético, trascendiendo lo meramente ornamental, al alinearse con prácticas mágicas. El arte se reconoce como expresión gráfica de las ideas (A. Beltrán), que a su vez lo pueden ser psicológicas, ontológicas o trascendentales. La necesidad de crear una red de protección ante hechos incontrolados por el ser humano ha venido despertando la exigencia de abandonarse a fórmulas, ritos, objetos, etcétera de carácter preventivo o propiciatorio. 4.1.1. Representaciones de pericarpios de adormidera: La abstracción del principio activo al amuleto profiláctico. La adormidera (Papaver somniferum) estuvo rodeada, en origen, por un halo de fuerte contenido mágico; en el plano sagrado. Su capacidad analgésica, antiespasmódica, hipnótica, narcótica y sedante, fueron conocidas y utilizadas desde hace milenios. Los chamanes recurrían a ella para acceder a un estadio mental oculto, intangible. Contiene diferentes alcaloides, varios utilizados con usos medicinales. El opio es una de las sustancias principales que proporciona, estando entre las drogas analgésicas más antiguas conocidas. Los griegos sabían obtener el diacodio, el meconio y el opio. Las representaciones del mundo antiguo son un testimonio de gran valor, documentando la utilización y ambiente social de la adormidera. La planta se asocia con figuras de rango superior y sagrado. Deméter estaba presente en el mundo micénico. Un anillo con una diosa flanqueada por cápsulas de adormidera se ha vinculado a la divinidad eleusina y el origen de Deméter se lleva al mundo minoico. Las excavaciones en Gazi (Creta), dieron una estatuilla que portaba una diadema en la cabeza con tres cápsulas de adormidera con incisiones. La diosa minoica de la adormidera está en éxtasis por la combustión de cápsulas y se encontró en una habitación
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preparada a este fin. En Cnosos, el santuario de Deméter está próximo a uno subminoico cuyo culto pudo ser el sucesor del de la Diosa Madre. Se ha postulado la utilización de alucinógenos en los misterios eleusinos. A Ceres-Deméter se le representa en la estatuaria grecorromana con cereales y adormidera en la mano; uno de los símbolos de la diosa, según Teócrito (Idilio 7.157). La mitología alude a su indicación para conciliar el sueño o en rituales de deificación. Además de la función religiosa serviría como alimento y fármaco, su uso hedonista hasta provocar la adicción, aunque conocido, no estaba muy extendido (Celso, De Medicina, 5. 25. 3; Plinio, NH. 20. 198-203). En el Corpus Hippocraticum, algunas referencias al opio sugieren su prescripción frecuente entre las comadronas, y menos usual entre los médicos, pudiendo indicar una conexión entre la maternidad y la vinculación de la adormidera con Ceres, diosa de la fecundidad. La analogía entre las propiedades narcóticas de la planta y la muerte (sueño indefinido, descanso eterno) creó una conexión con los ritos de tránsito, en relación a la muerte, nacimiento, adolescencia, matrimonio. Otras representaciones conocidas son: el Genio con cabezas de adormidera en un bajorrelieve del siglo IX a.C.; un friso del palacio del rey Sargón II de Korsabad, cuyos sacerdotes llevando en sus manos mandrágora y adormidera; el busto de la Dama de Elche con dos collares que reproducen las cabezas de adormidera (Fig. 2), desconociéndose su material. En los análisis iconográficos principalmente, se ha prestado atención a los colgantes -bulas portaamuletos y anforillas- descuidando el estudio de los abalorios; este adorno se repite en el busto de la Dama de Baza; o en cerámica, con «recolección de granadas», reconociéndose a menudo cierta confusión entre las granadas y las cápsulas de adormidera. El origen asiático de la planta, conocida desde época prehistórica, explicaría el mayor predominio de abalorios en el área oriental y su localización occidental gracias a la difusión comercial en la antigüedad. La utilización del opio data desde la Alta Edad del Bronce de Grecia y Chipre, aunque en contextos religiosos no específicamente médicos. Hay restos de cultivos en Pompeya. Se adquiría a precios asequible y era habitual. En el Edicto de Precios de Diocleciano (301 d.C.), el valor del modio castrense de adormidera fue 150 denarios, y 100 el de las lentejas. Dioscórides especifica en Materia Medica que algunas variedades eran cultivadas en huertos y con sus semillas, sin propiedades narcóticas, se hacía un pan beneficioso para la salud. Por los materiales arqueológicos disponibles las poblaciones ibéricas del SE. utilizaron varias especies de plantas, hasta entonces desconocidas en la península ibérica, procedentes del Mediterráneo Oriental o de Próximo oriente. Los antecedentes formales llevan a Egipto y, en épocas orientalizantes de la cultura etrusca, en Cartago y Tharros (Cerdeña) en torno al siglo VI a.C. La dispersión espacial en España de las cuentas
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Figura 2. Escultura del busto funerario de la Dama de Elche (detalle); Museo Arqueológico Nacional, Madrid, nº 1971/10/1. La Dama de Elche (16079490769).jpg; fot. A. M. Felicísimo. prerromanas muestra una presencia mayor en la mitad sur, destacando el de Trayamar (Málaga), del 650 a. C. Los objetos materiales lo que reproducen son los pericarpios, el exterior del fruto que cubre las semillas, copiadas en distintos soportes (Fig. 3): fayenza, vidrio, cerámica, bronce y oro, fundamentalmente. Los de fayenza son los más relevantes. El color es azul, mayoritariamente, o verdoso. Se colgaban del cuello en
Figura 3. 1. Papaver somniferum. 2. Oro; Vani (Georgia), tumba 22; The Georgian National Museum, nº 31-2006:13. 3. Lapislázuli; Ur; The British Museum, nº 1897,0401.791. 4. Vidrio; Irlanda; The British Museum, nº 1871,1210.121. 5. Fayenza; Necrópolis de Belchite (Zaragoza), época de Tiberio/Claudio. Museo de Zaragoza, nº 50838; fot. J. Garrido.
Sesión 2 forma de collares o colgantes, aislados o combinados, con un trasfondo apotropaico, lejos de ser una decoración producto del azar. Varias clasificaciones o catálogos los incluyen con algunas variantes. Los repertorios de abalorios de vidrio de origen púnico recogen muchas cuentas «(a)gallonadas». Otras denominaciones son: melón, forma de loto, estriadas / acanaladas, forma de estrella. El número de estrías ha sido considerado un criterio cronológico, incrementándose su número con el tiempo. En época romana normalmente tienen un mayor número de «costillas». En algunos casos se representan las marcas horizontales para el «sangrado» de la semilla del que se extrae el principio activo (Fig. 4).
Figura 4. Abalorio de vidrio; altura: 1,2 cm; The Corning Museum of Glass, nº 17.194.707.
La falta de geometrismo, la disposición siempre horizontal, las líneas de color blanco, son algunos rasgos que remiten a la copia o traslación de un elemento del mundo vegetal a un objeto destinado a ser un talismán. La mayor parte proceden de contextos funerarios. Cuentas de adormidera en tumbas visigodas, indican su gran perduración (Fig. 5).
La traslación decorativa a los recipientes se encuentra en las formas Isings 3a (escudilla) y 3b (cuenco) con costillas ejecutadas mediante presionado moldeado (Isings, 1957) (Fig. 6). El reservorio nervado para las semillas estaría, conceptualmente, próximo a la forma de veneras o conchas y de los escudos agallonados utilizados por las legiones, incrementando el refuerzo y protección (Ortiz Palomar y Paz Peralta, 2009: 204-205, fig. 17).
Figura 6. Vidrio; Isings 3b; altura: 6,1 cm; The Corning Museum of Glass, nº 79.1.275. La modalidad de gallones en relieve, combinada, de 1 o 2 líneas de vidrio blanco horizontales, simulando los cortes transversales realizados a los pericarpios, son vistas, igualmente, en recipientes de costillas Isings 17 (Fig. 7).
Figura 7. Vidrio; Isings 17; Tiberio-Nerón; altura: 6,2 cm; The Corning Museum of Glass, nº 58.1.35. Figura 5. Abalorios de vidrio de época visigoda, siglo VI, algunos agallonados. Fuentes de Aquillán (Ibieca, Huesca) y Secá (Torrente de Cinca, Huesca); (Escribano Paño y Fatás Cabeza, 2001: 176, fig. 151); Museo de Huesca; fot. A. Ferrer.
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4.1.2. Representaciones de «ojos»: La devolución de la mirada contra el aojo La cuenta ocular, dispositivo apotropaico para alejar o desviar el aojo, fue de las primeras en aparecer en vidrio y va ligada a la historia de los abalorios en este material (Ruano Ruiz, 1996: 40-42). Se originó en Mesopotamia y Egipto. El mayor despliegue de puntos, circunferencias y sus combinaciones se cataloga entre los abalorios fenicio-púnicos (Fig. 8).
Figura 9. Fíbula de bronce con caballo y jinete. Detalle del troquel oculado en ojo y cuarto delantero. (Jimeno et al., 2004: fot. cubierta de A. Plaza).
con amuletos sobre sus torsos, muñecas o tobillos, entre los que había abalorios de vidrio azul y amarillo del tipo fenicio o púnico decorados con «ojos» y en forma de cabezas de hombre barbadas, además de conchas marinas (a menudo cauri), monedas perforadas y dientes de animales. Figura 8. Tipología de abalorios oculados (Eisen, 1916, lám. 1). En otras artesanías, de la cultura ibérica y celtibérica decoraciones idénticas se describen e interpretan como símbolos astrales, soles radiados, lunas pudiendo tener otra relectura en relación con lo que aquí se trata. En la fíbula del jinete (necrópolis de Numancia, tumba 32), la representación del ojo del caballo se repite, idénticamente, en los cuartos delanteros y traseros, ratificando análisis iconológicos aquí comentados (Fig. 9). Esta decoración es muy frecuente en todas las fíbulas de caballo que se conocen (Jimeno et al., 2004: 186-187, 210, fig. 125l). El uso de cuentas de vidrio con fines rituales fue un aspecto clave en su producción. Se utilizaron en ceremonias y como objetos ritualizados. El color, patrón, uso, o colocación en los enterramientos, remiten a su naturaleza espiritual o ritual. En el espacio funerario, son significativos los hallazgos de tumbas proto helenísticas en Apollonia Pontica de niños entre 6 meses y 15 años que portaban cuerdas
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Otras tumbas, de época romana, han mantenido las mismas formas y, en algunos casos, se apunta a una perduración especialmente en la Campania y más al sur en la península itálica donde la influencia griega fue temprana y pujante (Faraone, 2018: 58). Cool lleva la posible influencia decorativa de abalorios a recipientes soplados y «marvered» (Cool, 2016: 41). Su rápida asimilación filtró algunos patrones que se prolongaron más allá de época antigua, con una amplia difusión espacio temporal y un fuerte arraigo cultural. Su dinámica implantación ha seguido vigente hasta hoy, como en algunos países del área mediterránea (Turquía y Grecia), con un predominio de los ojos de vidrio azules, amuleto característico llamado nazar. La abundante bibliografía sobre las interpretaciones ornamentales (Maxfield, 1981: 91-97) no apunta la que consideramos que subyace en muchos diseños: el «ojo» afín, artísticamente, a los representados en exvotos de bronce, siglos I-II d.C., focalizado en el diseño de la pupila y el iris; en doble conexión hacia las creencias religiosas y pararreligiosas de época antigua (Fig. 10).
Sesión 2
Figura 10. Ex votos. 1 y 2: Bronce; santuario d’ Apollon Moritasgus (d’Alesia, Côte d’Or); Musée municipal d’Alise-Sainte-Reine; (Bailly, 1994: 70-74, 112-114, cat. 89, esp. 111 y 1115); (fot. J.-L. Mathieu). 3. Plomo; Pouillé (Loir-et-Cher); Musée de Thésée-la-Romaine (nº 985.5.1 (fot. Musée de Thésée-la-Romaine).
Figura 12. Tubo de khöl. Irán; aqueménida (siglos V-IV a.C.). Sotheby’s Londres; col. Benzian, 7,VII 1994. Fot. Sotheby’s (Slitine, 2005: 44).
Figura 11. Assur (al-Charquāṭ, Irak; Staatliche Museen zu Berlin (Sternini, 1995: 14, 17, fig. 8).
Figura. 13. Antikythera; altura: 48 cm. National Archaeological Museum, Athens (Avronidaki, 2012: 140141, nº. 104).
Ni se alude a esa transición lógica a los contenedores, soporte de protección y activación de apotropes. Verificamos que se dio un salto a la vajilla, mediando una transición lógica y ordenada. El testigo más remoto procede de Assur, del siglo XIII a.C., una forma básica -cuenco con pie- (Fig. 11). Esporádicamente, en recipientes pre-romanos se registran cinco líneas de ojos profilácticos, curiosamente para aplicaciones oculares (Fig. 12) (Slitine, 2005: 44). Los muy representativos, del pecio de Antikythera (75-50 a.C.), vajilla de lujo de vidrio, tenían como destino Roma (Fig. 13), y enlazan, cronológicamente, con un total de 4 recipientes referenciados, de Magdalensberg, datados entre fines de Augusto y el 45/50 (Czurda - Ruth, 1998: nº 419. Czurda - Ruth, 2004: 265, nº 23, lám. 1, Isings 2).
Se consolidan en niveles de hasta Claudio-Nerón, como en un triclinium de Pompeya, entre el 29-79 d.C. (Cool, 2016: 121, nº 170, fig. 5.4.170) y en la Colonia Celsa aquí con 2 fragmentos de la forma Isings 5, época de Claudio/Nerón (Fig. 15, 5). Los hallazgos aragoneses de este tipo de vidrios ofrecen una muestra amplia de diseños y una secuencia estratigráfica segura (para Celsa: Paz Peralta, 1998: 494497) (Fig. 14); encontrándose mayoritariamente inéditos en su estudio. Se detectan, por primera vez, en época de Tiberio en Celsa (Fig. 14i). La tímida presencia inicial progresa hasta alcanzar el cenit de la decoración oculada en recipientes de vidrio entre fines de Tiberio y Nerón: 30-circa 68 (Fig. 14). La ausencia de estas decoraciones en los niveles de destrucción de Pompeya y Herculano,
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Figura 14. Selección de hallazgos realizados en las Colonias Celsa y Caesar Augusta. Tiberio-Nerón (a-u)-Trajano (v) Detalles de distintos diseños que se comportan como ojos profilácticos (círculos, circunferencias, puntos, espirales, gotas con protuberancias vítreas) simples o combinados y en distintos colores. Museo de Zaragoza. Fotos: J. Garrido. del año 79, indica esta cronología final. A inicios del siglo II se encuentran algunos escasos ejemplos, como reminiscencia, con cañas de mayor tamaño, como el ejemplo de Caesar Augusta (Ortiz Palomar y Paz Peralta, 2009: 201-204, fig. 16) (Fig. 14v). Se trabaja, especialmente, en el análisis de la interacción decorativa con los perfiles para su precisión cronológica. Funcionalmente se adscriben a vajilla de mesa para presentar y consumir alimentos. En época Julio-Claudia observamos unos perfiles centinela, por ser los primeros en los que hacen aparición los ojos esquemáticos, que se corresponden con las formas Isings 1, 2 y 5 (Isings, 1957), cubriendo las funciones de beber y comer (Fig. 15). Los dos últimos, definidos por su pared doble convexa, complementándose como cuenco, para salsas y plato para consumo individual, presentes en contextos de luxus al que sirven. Una tipología decorativa exhaustiva es la sistematizada a partir de la colección Gorga (Petrianni, 2003: 21-24 y 97-99, tablas I-III). Vajilla para beber y comer con decoración de «ojos» y ocelos, fue usada en el triclinium, al que se asocian también otros elementos dirigidos contra el aojo, mayoritariamente documentados en la península itálica.
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Esa estancia solía protegerse con imágenes apotropaicas en mosaicos, pinturas u otros objetos muebles, filacterias o rituales, fenómeno exhaustivamente analizado por Alvar Nuño (2010). El entorno de recepción y agasajo era especialmente vulnerable a la envidia por parte de los comensales invitados que podían presenciar el estatus superior del anfitrión o de los sirvientes ante bienes inaccesibles (Alvar Nuño, 2010: 254). Los objetos actuarían en la protección personal y del hogar. Quienes manipulaban los alimentos estaban sometidos a ciertas ordenanzas para evitar que la comida se afectara por el aojo u otra amenaza maléfica (Deonna y Renard, 1961: 27 y 59-60, sobre el «horror vacui» decorativo). Los recipientes frenarían las potenciales malas influencias activándose como apotropes y se pueden erigir directa o indirectamente como un marcador de lujo, dado que las filacterias mediaron en la defensa moral entre la ostentación y la envidia en cualquier parcela vital. La mirada constituye el foco de atención de algunos autores clásicos. Plutarco explica este mecanismo de influjo (Quaest. conu. 681). Juvenal (Sat., I, 69-72; VI, 610661), circa 60-129 d.C., describe la decadencia moral de la élite y en sus sátiras narra envenenamientos por beneficio personal entre las clases altas.
Sesión 2
Figura 15. 1 y 2. Prototipos. Servicio de mesa en vidrio. Isings 2 y 5. Cuenco, altura: 3,8 cm. Plato, altura: 2,2 cm (Según: Grose, 1989: núms. 513 y 442). 3. Cuenco. Indiana University Art Museum, Bloomington, nº 76.35.71. 4. Plato, Isings 5 (Grose, 1989: núm. 442, diám. 15,4 cm. 5. Fragmento plato (borde y pared, 4 x 3,7 cm), Isings 5, Colonia Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), época de Nerón; Museo de Zaragoza, nº 47574; fot. J. Garrido. Destacar, otro ambiente habitacional en el que puede reconocerse el uso de motivos oculados: los cubicula. Bilbilis (Insula I, domus 2, habitación 24) es un ejemplo muy ilustrativo de ello, además de mostrar claramente, aunque en otro plano, la noción anteriormente comentada de intercalar «ojos» entre otras simulaciones de piedras ornamentales y/o gemas. Interesa el panel decorado con motivos oculados (Fig. 1) rodeado de otros que recrean distintos tipos de piedras incluyendo el ágata (Fig. 16). Nuestra interpretación vendría a completar y especificar la descripción de otros autores sobre estas pinturas murales datadas entre los años 50-30 a.C. (Guiral Pelegrín y Íñiguez Berrozpe, 2011-2012: 290, fig. 9c).
recipientes, y proporcionando el cromatismo buscado de la mirada (Fig. 17). La iconografía, amplia y diversa, de las insignias reunidas en la Notitia Dignitatum (Ortiz Palomar y Paz Peralta, 2009: figs. 2, 3, 4, 11 y 14) incluye círculos o circunferencias concéntricas, a veces radiadas, que tendrían un trasfondo «defensor» añadido. El ejército fue un importante consumidor y difusor de apotropes.
Los cubicula se comportaron, como espacios asociados con una variedad de actividades. Un punto de encuentro poroso, híbrido y abierto (Anguissola, 2010: 67), lo que se vendría conociendo como heterotopía de los espacios. Otros lugares yuxtapuestos, aparentemente no compatibles, o contraespacios (Foucault, 2008). En este sentido, dicha sobreexposición de los cubicula hizo que se protegieran, como otras estancias del hogar, a pesar de quedar en un menor plano de actividad a terceros. El diseño ha dejado rastro, igualmente, en el ámbito militar, a través de emblemas, broches, bulla, ornamentaciones en cerámicas, metal u otros materiales. Objetos personales para portar en la indumentaria militar realizados en metal incluyen vidrio, remitiendo a los diseños de los
Figura 16. Cubiculum, Municipium Augusta Bilbilis (Calatayud, Zaragoza). Detalle de la pintura mural, a la izquierda en el centro el panel con «ojos», ver detalle en figura 1 (Andino Pol y Deu i Ferrer, 2004: 35).
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es un círculo perfecto que puede resolverse mediante puntos con gotas de vidrio o con un golpe de cincel sobre metal, especialmente bronce o plata, o hueso, y en otras ocasiones por repujado, dejándolo en relieve, más frecuente sobre oro y plata. La repetición visual de los elementos se impuso para amplificar un supuesto efecto mágico frente al elemento único. El color desempeñó un valor añadido incidiendo en el objetivo de estas decoraciones. Los ojos de color azul, rojo o amarillo fueron prevalentes y tuvieron aplicaciones específicas (Vázquez Hoys, 2007: 145 y 149). La importancia de detectar este diseño decorativo nos ha llevado a otras consideraciones sobre esqueuomorfos (Cisneros, Ortiz y Paz, prensa). Tabla 1. Clasificación para los abalorios oculados atendiendo a tres parámetros complementarios DISEÑO Figura 17. Búho. Bronce y esmaltes. Lavegaard, Bornholm, Escandinavia. Siglos I-III d.C. National Museum Dinamarca (https://sciencenordic.com/archa eology-cultural.history-denmark/ancient-romanartifact-found-on-danish-island/1416970), fot. J. Lee. La ejecución técnica se realizó, como era de forma habitual, por presionado moldeado en moldes formadores partiendo de secciones cortadas desde barras pre conformadas de vidrio y se adscribe al grupo mosaico, pero los vidrios interpretados mayoritariamente como «millefiori» («mil flores»), denominación muy difundida, sería una modalidad de los «oculados» por lo que habría que replantear su integración en dicho grupo. De la simple cuenta estratificada egipcia, en la que se usan capas de vidrio para formar la imagen de un ojo, hasta las famosas cuentas de la cara romana, así como los bastones de mosaico creados por los vidrieros islámicos para crear motivos de ojo únicos, todo se consideró protector. Sin embargo, la simpleza del diseño de puntos permitía un vertido de gotas de vidrio fundido que no requería de procedimientos más allá de permitir dejarlas en relieve o aplastarlas e integrarlas en la base de vidrio, de otro color, mediante rodamientos en estado dúctil por la superficie de trabajo.
COMPOSICIÓN
SIMIL
Circunferencia o círculo Circunferencia o círculo concéntrico Circunferencia o círculo con punto central Motivo Circunferencia único, repetido o concéntrica, combinado con punto intercalado central Circunferencia con otras decoraciones y puntos alrededor (falsas flores) Puntos en formación de circunferencia
Piedra: «Ágatas de ojo» Lumaquelas Alabastros etcétera Animal: Pavo real, ocelos «Ojos de perdiz» Ojos de búho etcétera Ojo humano
Espiral (es) Cuadrados
Simples o compuestos
Visión en mosaico
Algunos recipientes de vidrio intercalan o camuflan «ojos» entre las recreaciones de piedras ornamentales y/o preciosas, como el cuenco decorado con «ojos» intercalados entre segmentos de vidrios que simulan gemas, de la Hobart and Edward Small Moore Memorial Collection (nº 1955.6.20) (Fig. 18); en una composición comparable a la obra pictórica de Bilbilis, comentada anteriormente. En cualquier vertiente artística, el objetivo fue enfatizar la pupila al concentrar mayor actividad emisora del aojo. Distintivo y con una función icónica del lenguaje, sinécdoque. Su asimilación cognitiva lleva a interpretar un ojo. El trazo para unos es esquemático, sin embargo,
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Figura 18. Yale University Art Gallery; altura: 7,8 cm. Foto: Yale University Art Gallery. https://artgallery.yale. edu/collections/objects/52009.
Sesión 2 4.1.3. Representaciones de caras
5. CONCLUSIONES
Los primeros abalorios romanos con caras son diversos en formas, combinaciones cromáticas y bastones de vidrio. Estudios de cuentas faciales muy diferentes encontradas en Nubia apuntan a que se produjeron bastones de Gorgona básicos, incorporados a abalorios diferentes con variantes de Medusa (Liu et al., 2017). Estos figuran entre los pocos ornamentos con imágenes humanas de la antigüedad. La capacidad de ejecutar imágenes complejas con bastones debió de ser un arte protegido. No se conocen talleres. Se especula que los artesanos altamente cualificados en el Egipto tolemaicoromano los produjeron con una cara básica, que pudieron intercambiar con fabricantes de cuentas de vidrio. Se distribuyen ampliamente en Europa y Oriente Medio, y se consideraron como bienes de lujo en la antigüedad, con su valor protector añadido para disuadir al mal de ojo.
Los tres modelos decorativos de abalorios tienen su origen en Mesopotamia y poseen un simbolismo apotropaico. En todos ellos se producen préstamos iconográficos que se trasladan a recipientes, fundamentalmente, para vajillas de mesa.
Figura 19. Caras y tramas hipnóticas en vidrio. 1. plato, diámetro 16 cm; colección particular; Stilini, 2005: 53. 2. Cuenco Isings 2; The Corning Museum of Glass, nº 54.1.154. 3 y 4. Abalorios: The Metropolitan Museum of Art, nº 52.11.16 y The Corning Museum of Glass, nº 66.1.45. Su influencia parte del mito en el que las Gorgonas (Medusa, Esteno y Euríale) con el pelo de serpientes petrificaban con la mirada al intentar mirarlas. Los abalorios con caras muestran un rostro similar a Medusa, la única de las tres hermanas Gorgonas que fue mortal, circa 100 a.C a 100 d.C. En lugar de pelo negro, portan serpientes estilizadas como barras horizontales alrededor del perímetro de la cara y pasó de representar a un ser monstruoso, con rasgos animales destinado a infundir el horror, al rostro femenino bello a partir de poca helenística y en todo el mundo romano (Aguirre Castro, 1998; 22-31); una mujer hermosa, con cabello largo y negro, cuello, collar y busto (Liu et al., 2017).
El vidrio dio soporte material a imágenes profilácticas sumándose a otras evidencias vinculadas con el mal de ojo, El espectro de acción de abalorios y recipientes actuaba en la protección del individuo, habiendo otro tipo de manufacturas para los espacios doméstico, público, de los negocios, etcétera. Hubo una gran dispersión para este tipo de objetos, lo que ahonda en su universalización, compatible con localismos y aculturaciones. Se reconoce una polivalencia iconográfica. No estando la envidia asociada únicamente al ámbito económico. La evidencia material vinculada con el mal de ojo en el periodo romano tuvo una relación directa con el auge económico y la expansión de Roma por el Mediterráneo con una concentración significativa entre fines del siglo I a.C.-II d.C. (Alvar Nuño, 2010: 270) y alcanzando su floruit en el siglo I d.C. En la esfera de lo mágico/religioso de este periodo, el vidrio proporcionó no solo soporte material para plasmar imágenes profilácticas sino que supuso una extensión de determinas piedras, especialmente preciosas, compartiendo sus propiedades innatas, al considerarse una piedra hecha por el hombre con componentes de naturaleza mineral y, por consiguiente, actuando de forma semejante. La amplia gama de materiales que reproducen los mismos temas obedece al principio similia similibus, terapéutica transferencial fundamentada en la curación de lo semejante por lo semejante, establecida por la medicina griega. Los abalorios, además del adorno se convirtieron en significantes visuales esenciales del poder, la riqueza y las diferentes etapas del ciclo vital y ese protagonismo tendría una fuerte influencia sobre otras manufacturas como los recipientes.
AGRADECIMIENTOS A Miguel Beltrán Lloris, por la cesión de los materiales y la información estratigráfica sobre Celsa y Caesar Augusta.
En los recipientes, como en mosaicos, aparecen en el espacio central del que parten figuras radiales o dibujos con patrones hipnóticos (100 a.C-100 d.C.) (Fig. 19).
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Sesión 2
2.4. EPIGRAFÍA PALEOHISPÁNICA SOBRE CERÁMICA ROMANA ALTOIMPERIAL: LA PRENSA OLEARIA DEL BARRANCO DE JULIA (MEQUINENZA, ZARAGOZA) PALEOHISPANIC EPIGRAPHY ON HIGH-IMPERIAL ROMAN CERAMICS: THE OIL PRESS OF BARRANCO DE JULIA (MEQUINENZA, ZARAGOZA) José Ignacio Royo Guillén1, Ignacio Simón Cornago2, Coline Ruiz Darasse3, Fabiola Gómez Lecumberri4 y José Carbonell Vidallet4 1
Dirección General de Patrimonio Cultural. Gobierno de Aragón 2 Università degli studi di Roma Tor Vergata 3 Centre National de la Recherche Scientifique 4 Arqueólogos profesionales
Autor de contacto/Contact author: José Ignacio Royo Guillén, jiroyo@aragon.es
RESUMEN La construcción de embalses en Aragón ha inundado o destruido un número muy importante de yacimientos arqueológicos. Prueba de ello son los ejemplos de Caspe o Mequinenza. En el año 1980, en el embalse de Ribarroja, el desaparecido Grupo Arqueológico de Mequinenza, descubrió un asentamiento rural en la desembocadura del Barranco de Julia con el Ebro. Gracias a la sensibilidad de D. José Carbonell Vidallet, pudimos estudiar un pequeño conjunto de materiales recuperados en superficie y que debido a su interés presentamos en esta ocasión. Entre el material objeto de este trabajo, depositado en el Museo de Zaragoza, destaca la presencia de la cerámica romana, compuesta por algún fragmento de cerámica de barniz negro o Campaniense, junto a un grupo de fragmentos de T.S.H y un denario de Bolskan. De este conjunto hay que resaltar la presencia de un hombro de ánfora y un borde de Sigillata Hispánica, ambos con sendas muestras de epigrafía ibérica. Su presencia nos permite plantear la perduración del uso de una lengua paleohispánica, en un horizonte avanzado altoimperial que podemos situar entre finales del siglo I y los inicios del II de la Era. El contexto arqueológico de dicho hallazgo, en un asentamiento rural de carácter industrial vinculado a una prensa olearia, nos permite poner en relación este yacimiento con otros similares que jalonaron el valle del Ebro, durante el Alto Imperio, permitiendo la explotación y comercio del aceite y del vino que se producía en la región. PALABRAS CLAVE: Sentamiento rural; Prensa olearia; Alto imperio; Grafitos paleohispánicos; Terra sigillata hispánica; Romanización.
ABSTRACT The construction of reservoirs in Aragon has flooded or destroyed a very important number of archaeological sites. Proofs of this are the examples of Caspe or Mequinenza. In 1980, in the Ribarroja reservoir, the disappeared Archaeological Group of Mequinenza discovered a rural settlement at the mouth of the Julia´s ravine with the Ebro. Thanks to the sensitivity of Mr. José Carbonell Vidallet, we were able to study a small group of materials recovered on the surface and that due to their interest we present on this occasion. Among the material object of this work, deposited in the Museum of Zaragoza, stands out the presence of roman ceramics, composed of some fragment of Campanian ceramics, together with a group of fragments of T.S.H and a Bolskan denarius. There are two Iberian graffiti scratched on an amphora shoulder and a border of Hispanic Sigillata ware, both with different samples of Iberian epigraphy. Its presence allows us to propose the endurance of the use of a Paleo-Hispanic language, in an advanced high-imperial period that we can place between the end of the first century and the beginning of the Second Era. The archaeological context of this finding, in a rural settlement of an industrial nature linked to an oil press, allows us to connect this site with similar ones that dotted the Ebro Valley, during the High Empire, allowing the oil and wine exploitation and trade in the region. KEYWORDS: Rural settlement; Oil press; High empire; Paleohispanic graphites; Terra sigillata hispanic; Romanization.
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Figura 1. Grafito inciso ante cocturam con abreviatura latina F L [Flaccus?]. Bco de Julia (Mequinenza, Zaragoza. Foto J. Carbonell).
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN Es sobradamente conocido el impacto que la construcción de grandes embalses provoca en el medio ambiente y en nuestro caso sobre el patrimonio arqueológico. El caso de Aragón es especialmente sangrante, porque solamente en algunos casos, se ha podido documentar la pérdida de yacimientos, tanto por inundación, como por otro tipo de obras subsidiarias. A los casos bien conocidos del embalse de Yesa (Lasheras: 1986; Royo Guillén: 1997) hay que sumar el efecto negativo que la construcción de las presas de Mequinenza y de Ribarroja en los años 60 del pasado siglo, provocaron en las riberas de los ríos Segre y Ebro a su paso por el término municipal de Mequinenza, inundando una serie de yacimientos arqueológicos de época romana y posiblemente también abrigos con arte rupestre (Gómez Lecumberri y Royo Guillén: 1991, 29, fig. 1). En la actualidad, ha desaparecido la práctica totalidad de las villas romanas que jalonaban las riberas de estos ríos, quedando solamente como muestra de su presencia, la vía romana que atraviesa el territorio de Mequinenza, desde los llanos de Cardiel hasta enlazar con el Bajo Aragón a través de la vía del Matarraña (Fig. 1). En este trabajo, además de señalar la pérdida de una parte de nuestro patrimonio arqueológico, pretendemos presentar un yacimiento inédito, afectado por el embalse de Ribarroja, y dar a conocer lo escaso de su cultura material recuperada, entre la que destaca la presencia de dos grafitos en lengua paleohispánica, incisos sobre fragmentos de cerámica romana altoimperial. Su estudio lo hemos realizado a partir del conocimiento del contexto material en el que se recuperaron ambas piezas, entregadas por D. José Carbonell Vidallet, durante los trabajos de prospección realizados por J. I. Royo y F. Gómez Lecumberri en el término de Mequinenza y ya depositadas en el Museo de Zaragoza.
2. EL YACIMIENTO DEL BARRANCO DE JULIA A raíz de unas reparaciones en la presa de Ribarroja el año 1979, se produjo una bajada significativa del nivel del embalse, lo cual permitió ver una gran extensión de terreno inundado bajo sus aguas. Esta circunstancia, permitió a D. Antonio Vidallet Ibarz, vecino de Mequinenza, el descubrimiento en el paraje conocido como Barranco de Julia de restos de estructuras de un yacimiento arqueológico desconocido hasta ese momento. Las prospecciones llevadas a cabo por los componentes del desaparecido Grupo Arqueológico de Mequinenza G.A.M., permitieron encontrar fragmentos de Terra Sigillata Hispánica, de barniz negro y de cerámica común romana, lo que unido a los restos de muros, permitía suponer la presencia de un asentamiento rural romano altoimperial con tradición indígena. Con el inicio y posterior desarrollo de nuestras investigaciones en la confluencia del Segre con el Ebro, realizadas entre 1983 y 1999 (Royo y Gómez 2004) con el apoyo del Museo de Zaragoza, pudimos conocer la mayor parte de los datos conseguidos por dicho grupo de aficionados que durante años habían ido recogiendo materiales y yacimientos por todo el término municipal de Mequinenza. Uno de ellos, José Carbonell, habitual colaborador nuestro, depositó en el Museo de Zaragoza una serie de materiales cerámicos procedentes de los hallazgos realizados en este lugar, además de aportarnos documentación fotográfica y otros datos que han resultado imprescindibles para la elaboración de este trabajo. Los restos arqueológicos, en la actualidad prácticamente arrasados por la acción de las aguas del embalse de Ribarroja, se localizan en el término municipal de
Figura 1. Izquierda: La vía romana hacia el Bajo Aragón a su paso por Mequinenza y los escasos restos romanos asociados a ella. Derecha: Localización del asentamiento rural altoimperial del Barranco de Julia.
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Mequinenza, en la partida del Barranco de Julia, justo en la desembocadura de dicho barranco con el río Ebro en su margen izquierda, junto al poblado y necrópolis de Los Castellets (Fig. 1). Se encuentran a unos 3,5 km. de la localidad zaragozana, muy cerca de la desembocadura del río Segre con el Ebro, en una zona en la que el cauce se ensancha considerablemente. Su localización exacta
según las coordenadas UTM y datum ETRS89, huso 31, son: x= 277.851; y= 4.582.261, con una cota sobre el nivel del mar de 85 m.
2. 1. Las estructuras inmuebles y su funcionalidad La dispersión de los restos estructurales de este conjunto permiten suponer una estructura marcadamente rectangular de unos 40x10 m., en la que parecen identificarse al menos dos grandes estancias alargadas con gruesos muros con cimentación de doble hilera de piedras que en el momento de su afloramiento, conservaban unos 40 cm. de altura. La situada más al este aparece más arrasada. En cuanto a la estancia oeste, además de una mejor conservación, presentada diversos elementos que nos han permitido identificar la funcionalidad de este asentamiento con una prensa olearia o Torcularium, como veremos a continuación (Fig. 2).
Figura 3. Contrapeso de prensa olearia del Bco. Julia.
Figura 4. Lacus de la prensa olearia del Bco. Julia.
Figura 2. Sala oeste donde se encontraban el contrapeso y los lacus de la prensa olearia. En primer lugar, se localiza una piedra de arenisca con forma de prisma rectangular y un metro de longitud que presenta una hendidura longitudinal con dos entalladuras o encajes laterales (Fig. 3) que permiten clasificarla como un contrapeso paralelepípedo utilizado para accionar una prensa de cabrestante o de torno (Peña Cervantes: 2010, Fig. 5), con ejemplos similares en el yacimiento romano del Secà del Coló, en Corbins (Lleida) o en La Morlaca, en La Rioja (Pascual y Moreno: 1980, 209). El contrapeso puede clasificarse como tipo 11 de Brun (Brun: 1986, 121). Muy cerca del contrapeso y en la misma estancia, encontramos la cimentación de dos pequeños depósitos realizados con mortero hidráulico, a modo de balsas de decantación o lacus, ambos de forma cuadrangular y con unas dimensiones similares, de 1,5 m2 (Fig. 4).
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Nada sabemos del resto del asentamiento, ni si contó con una pars urbana, ya que, o han desaparecido o no se han localizado. No obstante, queda clara la funcionalidad de las estancias que se han podido observar y que corresponden sin duda alguna a un Torcularium de época romana, con una prensa dedicada a la producción de aceite o vino, ya que los restos conservados no permiten mayores precisiones. Más adelante insistiremos en el tema y veremos los posibles paralelos de este tipo de asentamientos artesanales en la cuenca del Ebro.
2. 2. Los materiales muebles y su cronología A pesar del arrasamiento generalizado del yacimiento, se han podido recuperar un pequeño conjunto de materiales arqueológicos que hemos podido analizar. Entre los mismos podemos destacar los siguientes: • Entre las piezas de cronología más antigua destaca un denario ibérico que presenta en su anverso una figura varonil barbada mirando a la derecha, en la parte posterior de la figura, el signo ibérico ON. En su reverso, jinete con lanza y debajo de su exergo, la leyenda en alfabeto ibérico BOLSKAN, identificada con Osca (Huesca). Se trata de una ceca de larga
Sesión 2 Flauius. En ocasiones también se emplea en los sellos sobre cerámica como apócope de figlina, pero no como palabra aislada, sino como parte de textos más amplios (figs. 1 y 7).
perduración que puede aparecer en contextos tardíos tardo republicanos, pudiendo llegar hasta el cambio de Era. • En el mismo contexto también se recuperaron varios fragmentos de cerámica ibérica e itálica, uno de ellos un borde de Kalathos con una banda pintada en rojo de dientes de lobo y parte de una pátera de Campaniense B, forma Lam. 5 ó 5/7 (Fig. 5).
Figura 7. Pivotes o pies, asas y borde de ánforas altoimperiales (Fotos: J. Carbonell).
Figura 5. Materiales de la primera fase de ocupación del Bco. Julia: denario de Bolskan, borde de Kalathos y pátera de Campaniense B.
•
Fragmentos de cerámica común, básicamente bordes y paredes de ollas y cazuelas de pastas grises, junto a varios pondera que indican la presencia de algún telar que bien pudo ser de uso doméstico (Fig. 8).
El grueso del material recuperado y que hemos podido analizar, se corresponde con el ajuar cerámico propio de un asentamiento rural altoimperial, entre el que podemos destacar los siguientes elementos: •
Diversos fragmentos de pared y fondos de TSH con decoración a molde de círculos concéntricos con palmetas y animales inscritos, alguno de los cuales presentan sello en cartucho OF MEMI, todos ellos fechables entre la segunda mitad del siglo Figura 8. Varios pondera del Bco. de Julia (Fotos: J. Carbonell).
Figura 6. Fragmentos de TSH altoimperial del Bco. Julia (Fotos: J. Carbonell). I y la primera mitad del siglo II de la Era (Fig. 6). •
Varios fragmentos de pivotes, asas y algún borde de ánforas que pueden corresponder a la forma Dressel 2-4. Uno de los pies presenta grafito inciso ante cocturam con la abreviatura latina F L que se suele identificar con el antropónimo Flaccus o
Teniendo en cuenta la cronología relativa de los materiales recuperados en este asentamiento romano y ante la total ausencia de elementos más tardíos, consideramos que los restos analizados sitúan el periodo de utilización de la prensa, entre finales del siglo I a. C., hasta fines del siglo I de la Era, pudiendo perdurar hasta la primera mitad del siglo II, al no existir evidencias de ocupación posterior del yacimiento.
3. LOS GRAFITOS PALEOHISPANICOS Y SU CONTEXTO Entre el material cerámico recuperado en este yacimiento, destaca por su interés, la aparición de dos grafitos en lengua paleohispánica sobre soportes cerámicos de cronología altoimperial. Pasaremos a su descripción pormenorizada.
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3. 1. Grafito nº 1 El primero de los esgrafiados es un grafito post cocturam inciso sobre el hombro de un ánfora, posiblemente perteneciente a la forma Dressel 2-4 y producción tarraconense (Berni: 2015). El texto está incompleto en su extremo derecho. Según la clasificación paleográfica de MLH III-1, 246-247, los alógrafos empleados (de entre 2 y 3,5 cm. de altura) son: bi1, l1, a1, ku3 y o1, que se preserva de forma parcial; la paleografía de este epígrafe no es especialmente significativa desde el punto de vista cronológico. La lectura, en principio, no ofrece problemas, aunque la variante empleada para notar el silabograma ku también se atestigua como alógrafo de ŕ (ŕ1), característico de los siglos II y I a. C. (Rodríguez Ramos 2004, 130). Lamentablemente no se aprecia el punto interior que aseguraría la lectura bilakuo[---], pero los paralelos disponibles nos hacen inclinarnos por esta lectio, ya que la opción de bilaŕo[---] carece de ellos (figs. 9-10).
Dentro del corpus ibérico el texto encuentra su mejor paralelo en el conocido bilake de los sellos “bilingües” sobre mortaria del valle medio del Ebro recuperados en La Caridad y en Fuentes de Ebro (K.5.4). Desde la edición del ejemplar de Caminreal, bilake se ha considerado por la mayor parte de autores como la iberización del antropónimo latino Flaccus, que es la resolución más aceptada para la abreviatura Fl de la estampilla latina (Fig. 11), abreviatura que aparece sobre un pivote de ánfora del Bco. de Julia (Fig. 1).
Figura 11. Mortaria con la inscripción bilake de La Caridad de Caminreal (Fotografía: I. Simón, Museo Provincial de Teruel).
Figura 9. Detalle del grafito sobre hombro de ánfora del Bco. de Julia (Fotografía: J. I. Royo)
La equivalencia ya fue planteada por sus editores, (Vicente et alii: 1993, 764-765). No obstante, plantea problemas fonéticos, especialmente si se compara con el balake de K.1.3, que también parece la adaptación –en este caso al celtibérico− de Flaccus. Correa, sin embargo, señala que “el ibérico, como desconoce la sílaba abierta, tampoco la tiene en inicial, escribiendo el NP latino Flaccus como bilake, en vez del esperado balake (así en celtibérico)” (Correa: 2004, 53). No obstante, véase el ejemplo que ofrece babiŕki, posible transcripción del nombre latino Fabricius, documentado en Vielle-Toulouse (Vidal y Magnol: 1983, 11-12). Por su parte, Estarán (2012, 81), considera que el diferente timbre vocálico entre Flaccus y bilake es consecuencia del modo de anotar una sílaba trabada en ibérico (de emplearse el sistema que atestigua babiŕki/Fabricius el resultado hubiera sido balke), para lo que aduce el caso de kaśtilo (A.97) / Castlosaic (H.6.1). Efectivamente, es muy posible que en la citada leyenda monetal el silabograma ti represente únicamente el sonido oclusivo, lo que se apoya en la redundancia vocálica ti-i que parece documentarse en la ceca de Obulco, como A.100.13: otatiiś, aunque existen para ella otras propuestas de lectura (Correa: 1983). En cualquier caso, este peculiar uso en ti se documenta en inscripciones en signario meridional. En contra de la citada equivalencia se han posicionado N. Moncunill y J. Velaza (2011), que proponen clasificar bilake como un nombre personal ibérico: bi(ŕ)-lake, compuestos por los formantes biŕ (MLH III-1, 219) y lake, posible variante de lakeŕ (MLH III-1, 227-228.
Figura 10. Dibujo del fragmento de ánfora con grafito ibérico bilakuo[---]del Bco. de Julia (Dibujo: J. I. Royo).
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El mismo término también se documenta en un esgrafiado sobre cerámica Campaniense B de Mataró (Zamora: 2006-07, 266, lám. 3.3; HEp 15, n.º 69; Ferrer et alii: 2011, 32) (Fig. 12). El inicio bil-, por su parte,
Sesión 2 está bien atestiguado en la lengua ibérica, especialmente en el formante onomástico bilos (MLH III-1, 218-219). Por último, también pudiera compararse con la forma abilakus, de lectura muy insegura, atestiguada en uno de los grafitos rupestres de Cogull (D.8.1). Independientemente de la interpretación de bilake, conviene reseñar que en el grafito de Mequinenza (bilakuo[---]), después de la oclusiva, no hay una vocal e sino u, seguida de o. Tampoco es seguro que el término continuase sobre la parte no conservada del ánfora, aunque debe reseñarse igualmente que el diptongo uo en ibérico es excepcional (A. Quintanilla: 1998, 188), por lo que es factible presuponer una cesura en este punto.
3. 2. Grafito nº 2 El segundo es un esgrafiado post cocturam en la pared exterior de un fragmento de borde y pared de TSH forma Drag. 29, concretamente bajo el labio. Se conservan cuatro signos de escritura de entre 0,7 y 1 cm. de altura, aunque el texto pudiera estar incompleto, ya que el cuarto grafema está grabado junto a la línea de rotura de la cerámica (figs. 13-14). Según la clasificación paleográfica de MLH III-1, 246-247, los alógrafos empleados son: l2, o3, ku2 y u3. Deben reseñarse dos particularidades: la forma de l es singular, pues el segundo trazo no nace, como es habitual, del extremo superior del vástago vertical; y el alógrafo empleado para ku, ya que –como también sucedía en el esgrafiado anterior− carece de punto interior, por lo que no puede excluirse una lectura del signo como ŕ8.
Figura 12. Grafito ibérico (bilake) sobre Campaniense B, procedente de Mataró (Fotografía: I. Simón, Museo de Mataró)
Al margen de los ejemplos que proporcionan algunos brevísimos grafitos (B.1.4, C.1.15, C.1.19 y E.1.452; además de B.1.62, de lectura incierta), contamos con dos únicos testimonios del citado diptongo: +tuoriś, que se atestigua en uno de los plomos de Pech Maho (Solier: 1979, n.º 1; Untermann: 2014, PM1); y un segundo ejemplo que aparece en una secuencia oscura: [---]steŕsituoitesnarar (F.20.3). El testimonio que proporciona el texto grabado sobre la jarra de La Joncosa (alikiritekuosube[---]), debe eliminarse si aceptamos la nueva edición del epígrafe realizada por Ferrer (2006). En cualquier caso, la primera editora de la inscripción proponía la segmentación: alikirite-ku osube[---] (Panosa: 2002, 344-345).
Figura 13. Detalle del fragmento de TSH, Drag. 29 con grafito ibérico del Bco. de Julia (Fotografía: J. I. Royo).
El lugar del hallazgo y el uso del signario levantino inducen a clasificar este texto como ibérico, aunque no se puede excluir por completo la posibilidad de que, como se ha propuesto para bilake, estemos ante la adaptación de un antropónimo latino. Figura 14. Dibujo del fragmento de TSH con grafito ibérico lokuu del Bco. de Julia (Dibujo: J. I. Royo).
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Son, por tanto, dos las posibles lecciones: lokuu o loŕu; la primera de ellas implica un uso redundante de las vocales, lo que es infrecuente en la epigrafía ibérica, aunque sí se conoce un grupo de textos redundantes en la Celtiberia (MLH IV, 380). Ni la secuencia loku ni loŕu encuentran paralelos en el corpus ibérico, aunque se conoce un formante onomástico lor, atestiguado en dos ocasiones (MLH III-1: 228). Esta circunstancia induce a explorar posibles paralelos en lenguas celtas, a partir de las cuales Holder (196162, 279) reconstruye locu-s (lacus). En la onomástica de Hispania, se documenta por dos veces Logei (ambas en dativo), posiblemente variante de louk-, ampliamente atestiguada como inicio en la antroponimia (Vallejo 2005, 330-332). Sin embargo, estos paralelos tampoco son concluyentes.
3. 3. Los grafitos ibéricos del Barranco de Julia y su contexto en el valle del Ebro No son muchos ni suficientemente precisos los criterios disponibles para fijar la cronología de las inscripciones paleohispánicas. Dentro de este panorama los textos grabados sobre cerámica cuentan con una ventaja significativa, pues la tipología –especialmente en el caso de la vajilla y los contenedores de importación− ofrece dataciones, concretamente fechas post quem, más precisas que las disponibles para epígrafes grabados sobre otro tipo de soportes como la piedra o el plomo. En los dos ejemplos que nos ocupan, las circunstancias son especialmente favorables, ya que la clasificación tipológica de ambos fragmentos cerámicos arroja unas horquillas cronológicas ajustadas y, además, la datación del yacimiento de procedencia ofrece un elemento de juicio y control para fijar la fecha de estos textos que pueden situarse entre mediados y finales del siglo I de la Era.
Su datación las convierte en dos de las inscripciones paleohispánicas más tardías, pues son escasísimos los esgrafiados que aparecen sobre terra sigillata u otras producciones cerámicas de época imperial (en torno a una quincena), frente a la abundancia de grafitos ibéricos y celtibéricos que se documentan sobre la vajilla de barniz negro (campaniense) (Fig. 15). Los citados testimonios de cronología avanzada, además, son en un buen número de casos poco significativos y su clasificación como paleohispánicos es cuestionable para una parte de ellos, ya sea por su brevedad, por conservarse incompletos y/o por los problemas de interpretación que plantean (Simón: 2013). En este contexto, los ejemplares aquí editados adquieren una notable relevancia, ya que la clasificación como paleohispánico del primer esgrafiado es incuestionable. Tampoco cuestionamos la del segundo de ellos, pero si es interesante señalar que comparte varios rasgos con algunos de los supuestos o posibles epígrafes paleohispánicos documentados sobre terra sigillata: la falta de una interpretación definitiva, la brevedad y, por último y especialmente, lo poco connotado de los alógrafos que utiliza (generalmente las variantes más sencillas o formas peculiares), que genera dudas en torno a su lectura y, en algunos casos abre incluso, la posibilidad de clasificarlos como textos latinos. Dejando a un lado estos problemas, es indiscutible el interés de estos dos ejemplares para estudiar la desaparición de las escrituras y lenguas paleohispánicas del registro escrito. Si ceñimos la mirada al territorio circundante, hay que señalar que en el valle medio del Ebro la introducción del signario ibérico se produce a finales del siglo III a. C. y que existe un importante número de testimonios de su uso en los siglos II y I a. C. Esta zona coincide de forma casi íntegra con la región E y parte de la D de los Monumenta (MLH III-1, mapa 1) (Ruiz Darasse y Simón: 2011, 35). Sin embargo, en la última centuria antes del cambio de la Era, se hacen patentes los primeros testimonios del
Figura 15. Grafitos paleohispanicos sobre cerámica Campaniense (izquierda) y sobre TSH (derecha) (Según Moret: 2002 y autores).
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Sesión 2 cambio lingüístico que representa la latinización. En primer lugar se deben citar las acuñaciones bilingües de las cecas de usekerte/OSI (A.26) y kelse/CELSA (A.21) y los sellos ibéricos y latinos que aparecen sobre mortaria que copian prototipos campanos, cuyo centro productor debe ubicarse en la zona del Bajo Aragón (Aguarod: 1991, 123-129). En segundo, hay que subrayar la gran desproporción, ya comentada, entre el elevado número de grafitos sobre cerámica Campaniense, documentados en un buen número de yacimientos de la región (Gorgues et allí: 2003, Fig. 2.), entre los que destaca el excepcional conjunto de Azaila (con más de 250 ejemplares, E.1.19-E.1.286), frente a los escasísimos ejemplares sobre terra sigillata. De hecho, de estos últimos sólo se conocen dos casos, ambos procedentes del Masico de Ponz (Alcañiz) y publicados por Gasca y Fletcher (1989-90, n.º 6), de los que se desconoce su paradero actual, de los que los editores no ofrecen una clasificación tipológica precisa –más allá de indicar que están grabados sobre sigillatas− y que comparten varias de las características comentadas para este tipo de testimonios: brevedad, fragmentario estado de conservación y problemas de lectura (Fig. 16). Así, del primero de ellos apenas se preserva un signo íntegro (con la forma del silabograma ti) y un segundo conservado de forma muy parcial, además no es seguro que estén dispuestos en una misma línea de escritura. El segundo esgrafiado, aunque más amplio, se conserva igualmente incompleto y son varias las lecturas posibles: balti[---] o bakati[---], que carecen de paralelos exactos dentro del corpus ibérico (Ruiz Darasse y Simón: 2011, 352). El comienzo del Principado parece representar el final del uso escrito de los signarios y lenguas paleohispánicas –con la excepción del lusitano− (Gorrochategui y Vallejo: 2010). En ámbito ibérico, el desarrollo de la cultura epigráfica imperial que se inicia en el reinado de Augusto (Alföldy: 1991) y que en la región que nos ocupa encuentra su mejor representación en la colonia de Celsa (Beltrán: 1993, 243-245), conlleva la sustitución de las lenguas y escrituras vernáculas por el latín (Beltrán: 1995, 181), salvo algunos ejemplos excepcionales y
Figura 15. Grafitos paleohispánicos sobre Cerámica Campaniense (minúsculas) y sobre Terra Sigillata Hispánica (mayúsculas) (Mapa: I. Simón).
aislados como los que se presentan en este trabajo y que, en todos o la mayor parte de los casos, responden a usos privados de la escritura. Ello no significa, evidentemente, que también cayese en desuso el ibérico a nivel oral, pero este es un aspecto sobre el que los datos disponibles no permiten realizar ningún tipo de precisión (Beltrán: 2004), más allá del valor que se quiera otorgar a la pervivencia de nombres personales ibéricos en las inscripciones del primer periodo del Principado. Los ejemplos más próximos a Mequinenza proceden de Alcañiz, Almatret y Albesa, aunque este último resulta controvertido; también se pueden señalar, si bien están más alejados, los documentados en el prepirineo oscense y leridano: Obarra, Florejacs e Isona (Moncunill: 2010, 116-117). En el primero de ellos, sobre una placa que se puede datar en época augustea o julio-claudia (CIL II, 5840) (Orduña y Velaza 2011), aparecen mencionados dos personajes, padres del promotor del epígrafe, con cognomina ibéricos: Aurelio Tannepaeseri y Asterdumari (ambos en dativo) (MLH III-1, 211, 213). La inscripción de Florejacs (IRC II, n.º 83), en la que un individuo que porta tria nomina, presenta igualmente como cognomen un antropónimo ibérico: Lucius Iunius Laubeles, lectura preferible a Iaurbeles (MLH III-1, 222; Moncunill: 2010, 96). Un caso particular es el testimonio recuperado en Isona (IRC V, n.º 11), pues no se trata de un epígrafe lapídeo sino de un esgrafiado sobre cerámica. Concretamente aparece grabado post cocturam sobre un vaso de terra sigillata itálica, cuya cronología no puede ser posterior a época Flavia: Fuluius Abiner. La clasificación de este cognomen como ibérico se apoya en la inscripción, citada ya varias veces (K.5.4), del sello ibérico sobre mortaria de Caminreal y Fuentes de Ebro: bilakeaiunatin / en · abiner, en cuya edición, por contra, se clasificaba como un apelativo del léxico común (posible correlato del s(eruus) de la estampilla latina) y no como un NP (Vicente et alii: 1993, 764-765). En contra de su clasificación como NP se manifiestan Luján (2009, 706) y Faria (2012, 88-89), que cuestiona la lectura del grafito de Isona. Más próximos geográficamente son los testimonios de Alcañiz, Almatret y Albesa. El primero de ellos es una estela (E.R.Ter., n.º 5) a datar en el siglo I d. E.; en la inscripción se recoge un carmen epigraphicum y el nombre de la finada: Cornelia L(ucii) f(ilia) Sirasteiun, cuyo cognomen es ibérico (Simón: 2018). El segundo ejemplo lo ofrece la inscripción rupestre de Almatret (IRC II, n.º 12), de lectura conflictiva y de interpretación incierta, pero en la que no se puede excluir la posibilidad de que se consigne un idiónimo ibérico. El tercero es un grafito sobre cerámica recuperada en el Tossal de Cal de Montblanc (Albesa), que se data en el primer tercio del siglo II d. C. y en el que aparece el antropónimo ibérico Cacuorti (Revilla y Velaza: 2019). Esta pequeña serie de antropónimos ibéricos supone el último atisbo de la lengua ibérica en la epigrafía de
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Figura 17. Distribución de los principales restos de Torcularia en el valle del Ebro y afluentes cercanos. (Mapa: J. I. Royo y J. Carbonell).
época imperial, pues en los corpora de inscripciones de la región del siglo II de la Era y posteriores no hay rastro de ella. No sucede así, como es bien sabido, con la onomástica de la zona indoeuropea de Hispania. Por su parte, en Labitolosa se documenta en inscripciones del siglo II varios cognomina indígenas (Neilla y Attaeso (Sillières et alii: 1995), aunque de adscripción lingüística incierta (Gorrochategui: 1995, 229-230). Antes de concluir debemos reiterar la importancia de estos dos grafitos debida a su cronología avanzada, puesto que representan un testimonio de la pervivencia de la epigrafía paleohispánica en un momento en el que se hallaba en un claro retroceso frente al latín.
4. EL TORCULARIUM DEL BARRANCO DE JULIA Y SUS PARALELOS EN EL VALLE DEL EBRO El yacimiento romano del Barranco de Julia en Mequinenza, es representativo de una serie de asentamientos rurales con una clara función de producción artesanal o industrial, vinculada a la producción de aceite y vino del valle del Ebro y que jalonan sus riberas desde La Rioja hasta su desembocadura en el mar Mediterráneo. No es este lugar adecuado para hacer un profuso listado de los yacimientos rurales y urbanos en los que de forma más o menos exhaustiva, se ha documentado la presencia de estructuras vinculadas a la existencia de un Torcularium o prensa olearia o vinaria (Mezquiriz: 1995; Prevosti: 2011-2012; Peña Cervantes, op. cit.: 2010, I,
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Fig. 22). No obstante, hemos incluido en un mapa del valle del Ebro, los principales yacimientos urbanos o rurales que estuvieron directamente relacionados con la producción de vino o aceite y donde se han documentado elementos estructurales vinculados a posibles Turcularia (Fig. 17). De los incluidos en el mapa referido, posiblemente el asentamiento rural que conserva una prensa con toda la estructura inmueble para la producción de vino y aceite, sea la villa romana de La Loma del Regadío en Urrea de Gaén (Teruel), junto al río Martín, casi un centro industrial, gracias a sus cinco prensas y grandes depósitos capaces de abastecer a unas 1.500 personas al año (Azuara y Villargordo: 2007, 19-25). Es más que posible que muchos de los asentamientos romanos rurales de cronología altoimperial, contarán con una o varias prensas olearias o vinarias, con el fin de aprovechar la rica producción de vino y aceite de la región y también para dar salida a dicha producción a través de una vía de comunicación rápida y segura: el cauce del río Ebro. La falta de excavaciones en muchas villas romanas de la pars rustica y el desconocimiento de la producción real de muchos de estos establecimientos, hace realmente difícil su identificación segura (Peña Cervantes, op. cit.: 2010, 65-66). En este contexto, los datos aportados por la prensa del Barranco de Julia, vienen a completar el posible recorrido por el Ebro de una gran parte de la producción de aceite y vino en la Hispania altoimperial.
Sesión 2 5. CONCLUSIONES En definitiva, este nuevo yacimiento es común a los establecimientos romanos del siglo I de la Era, dedicados a la producción y comercialización de aceite y vino en el valle del Ebro. Las evidencias arqueológicas aportadas por el Barranco de Julia, permiten constatar la presencia en dicho yacimiento de una prensa o Torcularium, posiblemente dedicada a la producción de aceite o vino. Lo conocido de este conjunto no permite por el momento suponer la presencia de una villa de recreo en su entorno, aunque no dudamos de la presencia de un área de habitación más o menos doméstica, a juzgar por el material cerámico analizado. La cronología de este asentamiento parece situarse a partir de finales del siglo I a.C. o inicios de la primera centuria de la Era, perdurando a lo largo de la misma hasta finales de dicho siglo o inicios del II, sin que se hayan encontrado evidencias de ocupaciones posteriores. Por último, señalar que la presencia de los dos grafitos en lengua ibérica sobre fragmentos cerámicos romanos altoimperiales, demuestra la pervivencia del uso y conocimiento de una lengua paleohispánica en un momento muy avanzado del proceso de romanización y de la asimilación por parte de la población indígena del latín que para las fechas analizadas, ya está plenamente consolidado en el valle del Ebro.
AGRADECIMIENTOS Los trabajos relacionados con el estudio de este yacimiento y sus materiales, se enmarcan en el proyecto de estudio de la evolución del poblamiento en la confluencia del Segre con el Ebro (Término municipal de Mequinenza) realizado entre 1983 y 1999 con el apoyo del Museo de Zaragoza y dirigido por J. I. Royo y F. Gómez, siendo financiado por el Gobierno de Aragón. El estudio de los grafitos ibéricos se debe a I. Simón y C. Ruiz, dentro de los proyectos Hesperia: Lenguas, Epigrafía y Onomástica Paleohispánica (FFI201563981-C3-1-P y FFI2015-63981-C3-2-P, MINECO/ FEDER y Marie Sklodowska-Curie Grant agreement Nº 794476, European Union´s Horizon 2020. J. Carbonell ha colaborado en el estudio del yacimiento y sus materiales, junto a F. Gómez y J. I. Royo, aportando la totalidad de sus restos, así como la documentación gráfica pertinente para su descripción y correcta catalogación.
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Sesión 2
2.5. UN NUEVO SELLO SOBRE DOLIUM PROCEDENTE DE LA VILLA ROMANA DE VALESCLARAS (ALBERITE DE SAN JUAN, ZARAGOZA)) A NEW STAMP ON DOLIUM FROM THE ROMAN VILLA OF VALESCLARAS (ALBERITE DE SAN JUAN, ZARAGOZA) Isidro Aguilera Aragón1, Borja Díaz Ariño2 1 Museo de Zaragoza Universidad de Zaragoza
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Autor de contacto/Contact author: Isidro Aguilera Aragón,
RESUMEN Se presenta un sello estampado sobre un dolium procedente de una villa romana situada en el centro del valle del Ebro y cuya cronología está entre finales del siglo I y todo el II. El sello muestra el cognomen Labeo, en genitivo, que puede interpretarse como el propietario de la finca y del producto contenido en la tinaja: vino, aceite o cereal. PALABRAS CLAVE: Labeo; Sello sobre dolium; Explotación rural romana; Dominus.
ABSTRACT This paper examines a stamp on a dolium found on a Roman villa located in the middle Ebro valley. It is dated between the end of the Ist and the entire IInd centuries. The stamp shows the cognomen Labeo, in genitive, maybe the owner of the farm and the products contained in the recipient: wine, oil or cereal. KEYWORDS: Labeo; Stamp on dolium; Roman farm; Dominus.
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Figura 1. Hรกbitat rural romano en el valle del Huecha.
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN El sello sobre dolium que aquí se presenta es un hallazgo casual que procede de la partida llamada Valesclaras que se encuentra al sur del casco urbano de Magallón (Zaragoza), muy próximo al cementerio de la localidad, aunque ya dentro del término municipal de Alberite de san Juan, en la vega del río Huecha.
2. EL POBLAMIENTO RURAL DEL VALLE DEL HUECHA EN ÉPOCA ROMANA El valle del Huecha presenta una alta densidad de hallazgos de pequeños establecimientos rurales romanos que ocupan toda la cronología imperial, y aún la superan, hasta llegar a la etapa andalusí.1 En la actualidad hemos registrado hasta 111 lugares que entran dentro de esta categoría y que se suelen identificar de forma automática como villae, si bien es posible que detrás de los hallazgos superficiales se oculten realidades distintas a las de una explotación agropecuaria (Fig. 1). Sirva como ejemplo el caso de Moncín, donde las excavaciones evidenciaron que la ocupación romana respondió a una cantera y a una factoría para la fabricación de cal.2 Este modo de aprovechamiento agrícola a partir de pequeñas granjas diseminadas por la campiña, comienza a finales del siglo I a.n.e. donde encontramos unos pocos (12) asentamientos en llano con cerámica de técnica
celtibérica, casi exclusivamente doliae, en algún caso con algún fragmento de TSI de primera época y ánforas Dressel 1, pero siempre con ausencia producciones de barniz negro que en plena etapa republicana llegaban a la zona de forma habitual. La eclosión se produce a partir de mediados del siglo I, o eso es al menos lo que nos hace creer la presencia de TSH, pues encontramos estas cerámicas diagnósticas en 88 casos (Fig. 2). La mayoría de estas villae (63) se desocupan a finales del siglo II o, como muy tarde, a principios del III, no obstante 20 de ellas prosiguen su actividad con más o menos intensidad hasta el siglo V. En la IV centuria se detecta la fundación de nuevos hábitats rurales que se prolongan al menos hasta el siglo V, e incluso más allá. Con esta cronología hemos catalogado 16 puntos. Las zonas que ocupan la villae en la geografía local son preferentemente el valle medio y bajo del Huecha, si bien en este último tramo, desde el núcleo de Fréscano hasta el cauce del Ebro, los hallazgos son muy escasos debido a las intensas modificaciones del paisaje provocadas por los regadíos del canal Imperial de Aragón y, sobre todo, del canal de Lodosa. El valle medio-alto las localizaciones de este tipo de yacimientos son muy pocas. Desde Ambel hacia el sur comienzan a escasear, el territorio es más abrupto con peores condiciones para la agricultura, si bien no falta población romana que genera incluso instalaciones industriales, como el obrador de tegulae localizado en la Umbría del Tejar (Litago), o militares
Figura 2. Cronología de los asentamientos rurales del Huecha.
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Figura 3. Vista de las excavaciones de la villa de Valesclaras, 1988. Fot. J.I. Royo. como se ha interpretado el asentamiento de Maderuela (Vera de Moncayo), en las faldas del Moncayo. En su gran mayoría la villae ocupan la zona interior y el entorno inmediato del regadío tradicional derivado de los diversos sistemas que funcionan hoy en día en el valle del Huecha. Algo más abundantes se muestran los hallazgos en los márgenes de las tierras de regadío ocasional o de orillada, seguramente porque albergan cultivos que permiten una mejor visualización del suelo. Especialmente llamativa por su densidad es la ocupación de las inmediaciones de la ciudad de Bursao y del núcleo de Caravi. Tampoco faltan establecimientos excéntricos situados en puntos muy alejadas de las áreas irrigables, como Mojón Blanco (Magallón), el Villaré (Borja) o el Cabezo del Aire (Ainzón). Además de la TSH y cerámicas comunes oxidantes y reductoras, los materiales omnipresentes son los fragmentos de dolia que ponen en evidencia el acopio de productos agrícolas generados y elaborados en las mismas explotaciones y que se almacenan de cara a su comercialización en los núcleos urbanos más o menos próximos. Tal vez Caesar Augusta, ubicada aguas abajo del Ebro, fuera uno de los destinos preferentes. En este listado de pequeños establecimientos rurales hay que incluir el yacimiento de Valesclaras. En ese lugar se localiza una villa rústica de época altoimperial que fue parcialmente excavada en el año 1988, con motivo
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de la construcción de la variante de la carretera N-122 a su paso por Magallón (Fig. 3). Los resultados de esta intervención no han sido todavía publicados, ni hemos encontrado el informe correspondiente en el archivo de la administración autonómica ni los resultados materiales obtenidos han sido entregados al Museo de Zaragoza. En la escombrera de la excavación se han recuperado algunos objetos arqueológicos de interés, entre los se encuentran el sello sobre dolium que aquí se da a conocer, así como otros dos interesantes esgrafiados latinos realizados post-cocción sobre piezas de TSH que proorcionan una cronología de finales del s. I y el II. Actualmente el material se conserva en la sede de la Asociación de la Amigos de la Cultura de Magallón.3
3. LA PIEZA Se trata de un fragmento de cerámica de almacenaje (Fig. 4). Su pequeño tamaño impide saber en qué parte de la tinaja estuvo ubicado. La pasta es oxidante en ambas caras y en el interior, es compacta y dura, posee desgrasante blanquecino grueso (sílice o calcita) y otro, de menor calibre, de naturaleza micácea y tiene diminutas vacuolas. Su aspecto general y las dimensiones del grosor de la pared son similares a la mayoría de los cientos de fragmentos de dolia registrados en la mayoría de los yacimientos romanos de la comarca. Mide (8,6) x (9) cm y tiene 2 cm de grosor.
Sesión 2
Figura 4. Fragmento de dolium procedente de Valesclaras (dibujo M. C. Sopena).
4. EL SELLO En el exterior presenta un sello rectangular impreso antes de la cocción de la pieza (Fig. 5). El sello mide (5) cm de anchura y 2,9 de altura. Las primeras letras conservadas corresponden al final de un nomen, por lo que la laguna podría ser de longitud equivalente al texto conservado, si suponemos que en el sello incluía, además del nomen, la abreviatura del praenomen. Las letras, en relieve, son de buena factura, con refuerzos en sus extremos y complejas ligaduras. Miden: 2-1,5 cm. El aspecto general de la pieza permite fecharla de manera aproximada en la segunda mitad del siglo I d.n.e. Texto:
Figura 5. Detalle del sello sobre dolium procedente de Valesclaras.
[---]‘li’ · ‘Labe’o‘ni’s
Nexos: LI, LABE y NI.
El sello recoge una fórmula onomástica en genitivo, de la que se han conservado exclusivamente las dos letras finales de su nomen y su cognomen. El estado de conservación fragmentario del nomen impide por el momento precisar la identidad del individuo y establecer sus hipotéticas conexiones familiares. Labeo es un cognomen de ciertas resonancias aristocráticas que está poco documentado en la Península Ibérica.4 En el valle
medio del Ebro sólo está atestiguado en los dos miliarios republicanos erigidos a finales del siglo II a.n.e. por el procónsul Q. Fabius Labeo en las inmediaciones de Lérida y de Torrente de Cinca (Zaragoza).5 Las grandes tinajas de almacenaje estaban destinadas al almacenamiento de áridos o líquidos.6 En este caso, dada su procedencia, lo más probable es que se trate de una producción local destinada a los momentos finales de la cadena de elaboración del vino: fermentación y acopio en la cella vinaria. En Hispania los sellos latinos sobre dolia son relativamente poco frecuentes y rara vez se repiten los nombres en ellos mencionados.7 En el territorio del actual Aragón se conoce exclusivamente un sello sobre dolium procedente de Bilbilis (Calatayud)8 y otro, publicado recientemente, que procede de Cabezo Molina (Tauste),9 ambos muy fragmentarios, así como un punzón de alfarero realizado en alabastro destinado a sellar este tipo de tinajas, que fue recuperado en Celsa (Velilla de Ebro).10 Las evidencias son algo más numerosas en las vecinas provincias de La Rioja y Navarra. Se han encontrado dolia sellados en Vareia (Logroño),11 San Martín (Manjarrés),12 así como en la llamada ‘Villa de las Musas’ de Arellano13 y en otra villa rústica ubicada en las proximidades del municipio de Cascantum (Cascante).14 La mayor parte de ellos son de forma rectangular y tienen unas medidas y aspecto parecidos al ejemplar recuperado en Valesclaras (Fig. 3). La identidad de las personas recogidas en estos sellos plantea todavía algunas interrogantes. En los grandes alfares italianos, que producían enormes cantidades de material de construcción, así como mortaria y cerámicas de almacenaje, en ocasiones de considerables dimensiones, y en los que la práctica del sellado resultaba relativamente sistemática, lo habitual es que los sellos hagan referencia a los propietarios o gestores de la figlina.15 Sin embargo, en un contexto provincial y
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periférico como el que nos ocupa, en el que la demanda de estos productos era mucho más limitada, no puede descartarse que las estampillas pudieran tener una relación más directa con los propietarios de las explotaciones
agrícolas donde fueron recuperados.16 En el caso de Valesclaras, nuestra hipótesis es que Labeón podría haber sido, quizás, el dominus de la propia explotación agrícola, en cuyos alfares pudo haberse elaborado la tinaja.
Tab. 1. Estampillas sobre dolium procedentes del valle Medio del Ebro (provincias de Zaragoza, La Rioja y Navarra). Todas las piezas pueden fecharse entre los siglos I y II d.n.e. Medidas en cm. nº
procedencia
letrero
forma
medidas
referencia
1
Bilbilis
[---]o
rectangular
2,1 x (3)
Luezas 1998: nº 8
2
Celsa
L(ucii) · Lici(nii) · At(tici)
rectangular
2 x 4,3
Luezas 1998: nº 9
3
Valesclaras
[---]‘li’ · ‘Labe’o‘ni’s
rectangular
2,9 x (5)
4
Vareia
· Porci ·/ Seg‘ie’nsis / · B‘ir’ri(i) ·
redondo
ø 5,6
Luezas 1998: nº 10
5
Vareia
Pom‘pe’(i) · Colisi
rectangular
2 x 6,8
Luezas 1998: nº 11
6
Manjarrés
Firmo(nis) · ‘Ma’ri/ni · Tritiensis
rectangular
3,3 x 10,2
Luezas 1998: nº 12
7
Arellano
Biricco
rectangular
2,6 x 8,1
Luezas 1998: nº 13
8
Arellano
[---] ‘Val’(erii?) · ‘Ap’r(onii?)
rectangular
2,6 x (5,5)
Luezas 1998: nº 14
9
Arellano
L(ucii) · Ṿ[al(erii) ---]
rectangular
2,6 x (2)
Mezquíriz 2003: 94
10
Arellano
L(ucii) · ‘Val’(erii) · Cr(---)
rectangular
2,6 x 10
Mezquíriz 2003: 94
11
Cascantum
L(ucii) G[ra]ṇi(i)
lúnula
ø 5,8
Gómara et al. 2018
12
Cabezo Molina
M · Co[---]
rectangular
1,5 x (3,3)
Andreu 2018
Figura 6. Estampillas sobre dolium procedentes del valle Medio del Ebro (provincias de Zaragoza, La Rioja y Navarra). 1: Bilbilis (dibujo R. A. Luezas); 2: Celsa (dibujo M. Beltrán); 3. Valesclaras (dibujo M. C. Sopena); 4. Vareia (dibujo E. Solovera); 5: Vareia (dibujo U. Espinosa); 6: Manjarrés (dibujo E. Solovera); 7-10: Arellano (dibujos M. A. Mezquiriz); 11: Cascantum (dibujo M. Gomara et al.); 12: Cabezo Molina (dibujo I. Delage).
246
Sesión 2 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Abascal, J. M. (1994): Los nombres personales en las inscripciones latinas de Hispania, Murcia.
Harrison, R. J., Moreno, G. y Legge A. J. (1994): Moncín: un poblado de la Edad del Bronce (Borja, Zaragoza), Zaragoza. Kajanto, I. (1965): The Latin Cognomina, Helsinki.
Aguilera, I. (1995): “El poblamiento celtibérico del área del Moncayo”, F. Burillo (ed.): III Simposio sobre celtíberos. El poblamiento celtibérico. Zaragoza, 213233.
Luezas, R. A. (1998): “Sellos de alfarero sobre dolia en la Península Ibérica”, Caesaraugusta 74, 207-233.
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Pallecchi, S. (2002): I mortaria di produzione centroitalica, Roma.
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Mezquíriz, M. A. (2003): La villa romana de Arellano, Pamplona.
Salido, J. (2017): “Los dolia en Hispania: caracterización, funcionalidad y tipología”, C. Fernández, A. Morillo y M. Zarzalejos (eds.), Manual de cerámica romana III. Cerámicas romanas de época altoimperial: cerámica común de mesa, cocina y almacenaje. Imitaciones hispanas de series romanas, Otras producciones, Alcalá de Henares, 237-309. Simón, I. (2013): Los soportes de la epigrafía paleohispánica. Inscripciones sobre piedra, bronce y cerámica, Zaragoza. Simón, I. (2018a): “La origo en sellos de alfarero del convento cesaraugustano”, Emerita 86.2, 349-364. Simón, I. (2018b): “Alfareros indígenas de la Hispania Citerior. Un catálogo de sellos con antropónimos vernáculos”, Gerión 36.1, 163-184
Gómara, M., Andreu, J., Serrano, B., Santos, A., Bonilla, O. y Pérez, M. (2018): “Un sello inédito sobre dolium del municipium Cascantum (Cascante, Navarra)”, Saguntum 50, 203-217.
NOTAS ACLARATORIAS 1 _Aguilera 1995; Aguilera y Blasco 2004. 2 _Harrison, Moreno y Legge 1994: 92-93. 3 _Aguilera y Díaz e.p. 4 _ Kajanto 1965: 238; Abascal 1994: 394. 5 _ CIL XVII/1, 1, 113 y 117. 6 _ Cf. Beltrán 1990: 260-262; Salido 2017. 7 _ Cf. Salido 2017: 281-296, con bibliografía anterior. Para las estampillas sobre cerámicas de almacenaje con letreros paleohispánicos: Simón 2013: 541-676. 8 _ Luezas 1998: 211-212. 9 _Andreu 2018: 191-193. 10 _Luezas 1998: 212. 11 _ Luezas 1998: 212-213 Simón 2018a: 350-351; id. 2018b: 169. 12 _Luezas 1998: 213-214; Simón 2018a: 350-352. 13 _ Luezas 1998: 214-215; Mezquíriz 2003: 94 y 103, Simón 2018b: 168. 14 _ Gómara et al. 2018: 206-207. 15 _Cf. Bruun 2005. 16 _Cf. Pallecchi 2002: 272-273.
247
248
Sesión 2
2.6. LA OCUPACIÓN ROMANA DEL VALLE DE MAMILLAS (SOS DEL REY CATÓLICO, ZARAGOZA) THE ROMAN OCCUPATION OF THE VALLEY OF MAMILLAS (SOS DEL REY CATÓLICO, ZARAGOZA) Ángel A. Jordán Proyecto Arqueológico Cabeza Ladrero Autor de contacto/Contact author: Ángel A. Jordán, ajordan@cabezaladrero.es
RESUMEN Presentamos en esta comunicación los resultados que la IV Campaña de Prospecciones en el entorno de la ciudad de Cabeza Ladrero ha deparado para la parte norte del valle de Mamillas y cabecera del barranco de Galbarra (Sos del Rey Católico, Zaragoza). La georeferenciación de artefactos ha permitido extraer nuevos datos sobre la conocida villa de Villavetre y también descubrir varios complejos productivos que se desarrollaron durante el Principado poniendo en explotación los recursos de una zona colindante con la civitas de Cabeza Ladrero. PALABRAS CLAVE: Cabeza Ladrero; Prospección; Roma, Mamillas; Vico; Villavetre; Granja; Villa.
ABSTRACT We present the results of the IV Archaeological Survey in this communication that toke place in the northern part of the Mamillas valley and headwaters of the Galbarra ravine (Sos del Rey Católico, Zaragoza). The georeferencing of artifacts has allowed us to extract new data on the well-known villa of Villavetre and also has allowed us to discover several productive complexes that were developed in the valley during the Principate exploiting the resources of an adjacent area to the civitas of Cabeza Ladrero. KEYWORDS: Cabeza Ladrero; Survey; Rome; Mamillas; Vico; Villavetre; Farm; Villa.
249
Figura 1. DistribuciĂłn de artefactos y sitios de cronologĂa romana en el valle de Mamillas.
250
Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN Un yacimiento arqueológico no está aislado de su entorno, por el contrario constituye el centro de una red que lo liga con otros, mayores o menores, que surgen fruto de la percepción y control del espacio geográfico realizada por una comunidad. Esta colectividad comprende de una forma determinada su paisaje circundante e interacciona en función de esta visión (i.e. Anschuetz et al., 2001: 160-161), siendo normalmente los diferentes yacimientos y hallazgos offsite los vestigios que quedan de esta articulación. Conscientes de esta comunión entre la comunidad y su entorno, desde el año 2016 se viene realizando en el contexto del Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero la prospección sistemática intensiva de todo el territorio presumiblemente vinculado a la desconocida ciudad de Cabeza Ladrero. Se trata de un área de unos 370 km2 definida como zona de trabajo de la que, por el momento, se han prospectado 56 km2. En este contexto entre los años 2018 y 2019 se efectuó la prospección arqueológica intensiva de la parte superior y central del valle de Mamillas (Sos del Rey Católico, Zaragoza) con el objetivo de conocer la ocupación romana de este espacio geográfico colindante a la ciudad de Cabeza Ladrero, cuyos resultados presentamos en estas páginas.
2. EL VALLE DE MAMILLAS El valle de Mamillas se sitúa al Sur de la Sierra de Sos y al oriente de la ciudad de Cabeza Ladrero, desarrollándose en sentido N-S. Geológicamente está compuesto por terrenos datados en el stampiense, formados por una alternancia de arcillas y limos con capas espaciadas de arenisca. Las areniscas tienen el tamaño de grano variable, si bien son muy calcáreas en su composición, lo cual favorece su erosión. Además en el norte de la zona se aprecian también conglomerados poligénicos del Chatiense-Aquitaniense, formados por cantos de caliza y de arenisca de un tamaño medio de alrededor de los 4-5 cms (Solé, 1977; Cabello, 2007: 17-18). Con estas pautas orográficas de base, el barranco de Mamillas surge a 800m de altura y durante los primeros 4km transcurre muy encajonado entre el cordel de Mamillas y el interfluvio con la Val de Locacho, apreciándose a ambos lados una serie de terrazas de cultivos y de repoblación, todo lo cual provoca que el paisaje haya sido fuertemente modificado por la intervención humana. A 4 km de su inicio, a la altura de la pardina de Mamillas, la Val de Mamillas se abre y se junta por el oeste con el barranco de la Fonteta que discurría en paralelo al occidente del Cordel de Mamillas. En este momento se crea una zona llana de sustrato arcilloso de entre 600/700 m de anchura flanqueada por la Cresta de Serún al Oeste
Figura 2. Mapa de pendientes de la zona prospectada (en rojo: pendientes superiores a un 15%).
y un interfluvio con la Val de Vico al Este que muestra unas laderas muy escarpadas. Por último, a 6 km de su inicio la Val de Mamillas se junta con la Val de Vico, un pequeño valle cerrado de 2800m de longitud que se desarrolla en dirección NESW y muestra una orografía similar con laderas muy escarpadas. Esta peculiar orografía combinada con un sustrato geológico de arenisca que presenta planos muy acentuados provoca la creación de grandes torrenteras que han horadado el suelo formando pequeños cañones. Además los planos tan inclinados, con pendientes superiores al 15% (Fig. 2), presentes en la mayor parte de las lindes del valle impiden el propio asentamiento humano por lo que la erosión, aun cuando pueda resultar extrema, no afecta al reconocimiento de superficie y es posible que los aportes sedimentarios, convenientemente canalizados por las frecuentes torrenteras, quizá no supongan un hándicap a la hora de reconocer sitios de ocupación.
3. METODOLOGÍA Con la finalidad de definir el panorama ocupacional se realizó la prospección intensiva de un espacio, el valle de Mamillas, del que ya constaba la existencia de varias actuaciones anteriores, que depararon pocos resultados y en ocasiones contradictorios. Así dejando a un lado la intensa labor que el padre Escalada realizó a principios de la década de los 40 y el padre Recondo entre los años 6080, más cercana a la labor anticuaria decimonónica que a la investigación científica, destacan las prospecciones llevadas a cabo en 1974 por M. C. Aguarod y J. Lostal tratando de localizar la calzada romana a su paso por este valle (Lostal, 1980: 78-81; Aguarod y Lostal, 1982: 174 nota 32 y 34). Con posterioridad J. M. Viladés y M. E. Palomar realizaron entre 1988 y 1992 la prospección arqueológica del término de Sos del Rey Católico en el contexto de un Proyecto sobre poblamiento y
251
castellología medieval en las Altas Cinco Villas, si bien no señalan ningún asentamiento en esta zona (Viladés y Palomar, 1997). En 2007 J. F. Casabona y P. de la Fuente volvieron a prospectar este espacio como parte de la realización del Plan General de Ordenación Urbana de Sos del Rey Católico, confirmando la presencia del sitio de Villavetre, del que sólo se tenían vagas noticias (Lostal, 1980: 82). Por último, en 2009 fue vuelto a prospectar por J. J. Bienes durante la realización del proyecto de estudio de la calzada romana, dirigido por I. Moreno, que desde Caesaraugusta cruzaba las Cinco Villas en dirección al sur de Francia (Moreno, 2009: 50-51).
por georeferenciar los artefactos utilizando para ello los propios dispositivos GPS con que cuentan los actuales teléfonos móviles. Estos proporcionan un margen de error de entre 3 y 4 metros, algo aceptable para la geolocalización de material en superficie teniendo en cuenta las condiciones de movilidad de los artefactos. Además este margen no difiere demasiado de los aparatos GPS convencionales cuyo margen de error suele oscilar entre los 2-3 metros. En cualquier caso diferentes pruebas realizadas sobre puntos concretos han mostrado que el error derivado en la localización de éstos no suele exceder el metro.
Sin duda la realización de tantas prospecciones arqueológicas con intereses, criterios, resultados y protagonistas tan distintos aconsejaban volver a realizar la prospección de la zona, de tal forma que los datos obtenidos fueran homogéneos a lo largo de toda la vida del Proyecto y permitieran su comparación (vid. algunos problemas al respecto en Terrenato, 2004: 38).
Por otro lado a cada pieza encontrada se le ha realizado una ficha sobre el terreno por medio de la aplicación ODK Collect (Jordán, 2018: 270). Esta aplicación permite el trabajo simultáneo de varios prospectores y después, al recopilar todos los datos en un único fichero, facilita la creación de una única capa que engloba todos los puntos simplificando su gestión.
Para llevarla a cabo se planteó la parcela como unidad principal de prospección, definida cartográficamente en los mapas catastrales y, sobre el terreno, por los límites de los ribazos y lindes de los campos. Sin duda se trata de una subdivisión irregular pero que en otros casos se ha mostrado plenamente operativa (i. e. Ariño y Rodríguez, 1997: 231-232). En ellas se estableció un intervalo de 5 metros entre prospectores, lo cual garantizó una cobertura intensiva del terreno.
Por último, conviene apuntar que la datación del artefacto se ha dado siguiendo las características intrínsecas de la propia pieza, sin atender al contexto en el que aparecía.
Así, se recorrieron todas las parcelas excepto aquellas que estaban valladas o cuya visibilidad se consideró nula al estimarse que se podía ver menos del 40% del suelo y que quedaron debidamente registradas (Fig. 3).
Figura 3. Área de prospección. En rojo parcelas sin visibilidad. De esta forma se obtuvo una superficie sin visibilidad de 13 Ha, que representaba el 0,6% del área prospectada, que debe sumarse a la destruida por las repoblaciones, aspecto éste que afecta a toda la zona Norte de la superficie de prospección. Con la finalidad de recopilar información de forma efectiva y ágil, a la par que se respetaba la integridad del yacimiento, en vez de recoger material se ha optado
252
En el caso de los artefactos de cronología romana, objeto de atención en estas páginas, el principal fósil director empleado es el de la terra sigillata, para cuya identificación se han seguido las obras de M. Beltrán (1990), M. Roca (2005a y 2005b), M. V. Romero y P. Ruiz (2005) y Sáenz (2007). De esta forma, para las producciones itálicas (TSI) se ha planteado una cronología genérica de entre la segunda mitad del siglo I a.C. y la primera mitad del siglo I d.C.; para la terra sigillata Gálica (TSG) una cronología centrada en el siglo I d.C.; y para la terra sigillata Hispánica (TSH) se ha optado por aplicar una cronología amplia de entre mediados del siglo I d.C y siglo III d.C. Además de la terra sigillata otros fósiles directores empleados para datar en época romana son las producciones campanienses (Beltrán, 1990; Vivar, 2005; Principal, 2005; González López, 2005), datadas entre los siglos II-I a.C.; la cerámica engobada (Unzu, 1979), cuyo periodo de mayor difusión se plantea para los siglos I-II d.C., y, en menor medida y con prudencia, las producciones de dolia (Beltrán, 1990; Pereira y Morais 2015), estas últimas, dado su gran fragmentación, identificadas sobre el terreno de forma preferente por la presencia de pastas tipo sándwich de cocción mixta de tonos anaranjados con el alma gris y grandes desgrasantes de cuarcita, para las que se aplican una datación genérica de entre los siglos I-VI d.C con excepción de una variedad que adopta tonos violáceos en su pasta y que nos ha aparecido en excavaciones en contextos del siglo I d.C. Para datar en época tardía se han tomado como referencia la presencia de cerámica africana de cocina, especialmente el tipo Ostia I, 261, datado entre finales del siglo II d.C. y principios del siglo V d.C. (Tortorella, 1981) y la presencia de terra sigillata hispánica tardía
Sesión 2 (TSHT), cuyas producciones figuran entre finales del siglo IV d.C. y el siglo VI d.C. (Paz, 1991). Conviene reconocer que este sistema genera un alto porcentaje de artefactos sin fechar (vid. al respecto las reflexiones en Terrenato y Ammerman, 1996: 93-95 y esp. tabla 2), pero a cambio permite, en nuestra opinión, la identificación de sitios en el terreno de forma más precisa por medio de la densidad de aparición de materiales (i. e. Terrenato, 2004: 42). Además las piezas que podían aportar más información han sido fotografiadas en el campo y estas imágenes revisadas con posterioridad, permitiendo en ocasiones la identificación de formas concretas. Por último los datos obtenidos han sido procesados con posterioridad por medio de los programas Filemaker y QGIS, de tal forma que aquellos puntos que proporcionaban un margen de error superior a 4 metros y los que se comprobaba que se habían salido de la parcela de prospección eran eliminados.
Figura 4. Densidades de concentración de artefactos de cronología romana en la zona de prospección.
partir de la interpolación Kernel empleando un radio reducido de 20m, lo cual, a priori, permitiría identificar variaciones de detalle.
El resultado final ha sido la creación de una nube de puntos que representan la distribución de 10184 artefactos de diferente tipo y cronología en superficie, que permiten su estudio de acuerdo a una amplia variedad de filtros. 2793 de estos artefactos tienen cronología romana (Fig. 1), siendo empleados para la determinación de sitios arqueológicos de esta época.
Gracias a ello se han podido identificar hasta ocho sitios con cronología romana (Figs. 1 y 4; Tabla 1): Mamillas II, Villavetre, Zarollera, Vico II, Vico I, Vico V, Vico VI y Vico VII. Como se verá a continuación, uno de ellos está caracterizado como una villa (Villavetre) con un posible recinto funerario cercano (Zarollera), dos posiblemente correspondan a centros productivos medianos (Mamillas II y Vico II) y los restantes quizá puedan identificarse como pequeñas granjas.
4. RESULTADOS Teniendo estos datos en cuenta y siguiendo otros ejemplos (i. e. Grau y Segura, 2016: 71), para identificar posibles sitios de ocupación se realizó un mapa de densidades a
Tabla 1. Porcentajes de aparición de los principales tipos cerámicos en los sitios identificados Nombre
Superficie (Ha)
Almacenaje
Común mesa
Campaniense
TSG/TSI
TSH
TSHT
Engobada
Contemporánea
Villavetre
6.9
71
16
0.1
0.1
9
0.2
1.8
1,8
Zarollera
0.94
59
14.5
-
-
11.5
-
-
15
Mamillas II
1.2
80
13.5
-
-
2
-
0.5
4
Vico I
0.72
71
10
-
-
11
-
3
5
Vico II
2.16
78
6
-
0.2
13
1.3
0.7
0.8
Vico V
0.27
80
13
-
-
5.5
0.5
-
1
Vico VI
0.15
68
5
-
-
17
-
3
7
Vico VII
0.52
40.5
29.5
-
-
13
4.5
5.5
7
253
4.1. Villavetre Situado en el carasol del valle, constituye un sitio conocido desde hace tiempo (Lostal, 1980: 82; Aguarod y Lostal, 1982: 174; Casabona y de la Fuente, 2007: 220-223; Moreno et al., 2009, 54) e identificado como una villa de la que proceden restos tan interesantes como un taurobolio (Uranga, 1929: 416; Lostal, 1980: 82), sarcófagos y basas, estos últimos en la actualidad desaparecidos. En él se han podido inventariar 2863 artefactos de diferente tipo (Tabla 1) cuya distribución en el terreno permite intuir la existencia de, al menos, tres acumulaciones de diferente entidad que debieron tener distinto carácter (Fig. 5) y que han sido denominadas como Villavetre I, Villavetre II y Villavetre III.
Por último en Villavetre III se han inventariado 187 artefactos, una cantidad mucho menor pero que, al estar separado por un barranco de Villavetre II, es posible desvincularlo de un arrastre de éste. En este sentido, se han identificado varias tejas y una proporción bastante alta de cerámica de mesa (65%), lo cual invita a considerarlo como un sitio habitacional de pequeña entidad. Cronológicamente la presencia de terra sigillata permite intuir un origen a mediados o ya en la segunda mitad del siglo I d.C., perdurando hasta la Alta Edad Media.
4.2. Zarollera A apenas 300m al suroeste de la villa de Villavetre se emplaza el sitio de Zarollera, cuyo material cubre una superficie de 9460 m2 (Tabla 1). Aunque, a priori, los artefactos inventariados parecen indicar la existencia de un enclave de pequeño tamaño, quizá una granja, conviene apuntar que en esta parcela se encontró a finales del siglo XX un pequeño fragmento de una placa de mármol blanco rota por todos sus lados de (6,5) x (6) x 2,5 cms que conserva los restos de una inscripción con letras capitales cuadradas grabadas a doble bisel de (2,7) cms de altura (Fig. 6). El texto, muy fragmentado, puede leerse como: - - - - - / [- - -]IS[- - - / - - - a]n(norum) I[- - - / - - -]++[- -] / - - - - -
Figura 5. Mapa de densidad de aparición de material romano en Villavetre. La mayor cantidad de artefactos se ha encontrado en Villavetre I (2204), situado más cerca del barranco, lo que permite intuir que se trataría del principal sitio de ocupación. En este sentido sobre el terreno se ha encontrado en esta zona varias teselas de color blanco y negro que indican la existencia de, al menos, un mosaico, que debe de estar destruido, así como algunos sillares de gran tamaño. Todo ello invita a considerar, con prudencia, que quizá en esta zona pudo estar emplazado el núcleo residencial de la villa. Cronológicamente la presencia de cerámica campaniense y TSG invita a considerar un inicio hacia finales de la República e inicios de Principado, perdurando al menos hasta época tardía, como mostraría la aparición de TSHT. Por otro lado en Villavetre II se han inventariado 462 artefactos. En esta zona se tiene noticia de la existencia de grandes cimentaciones de hormigón que fueron eliminadas cuando se puso en cultivo la parcela. Por desgracia al tratarse de material procedente de prospección no puede precisarse si se trató de un lugar de almacenaje próximo al núcleo residencial o si se trató de un lugar habitacional. En cualquier caso, a tenor de los materiales encontrados en superficie puede plantearse que su cronología de origen es ligeramente posterior a Villavetre I, posiblemente centrada a mediados del siglo I d.C. y perdurando hasta época tardía.
254
En lín. 2 el trazo vertical con que termina el primer carácter aconseja identificarlo como una N en vez de una V. Del mismo modo la separación existente entre éste y el segundo carácter, mucho mayor que el existente en lín. 1, invita a pensar que se trata de una división entre dos palabras, la primera terminada en N, lo cual indica que esta abreviada, y la segunda empezada por I. En este sentido la abreviación más frecuente en la epigrafía hispana terminada en N corresponde a la expresión an(norum) o ann(orum) frecuente en la epigrafía funeraria. De aceptarse esta hipótesis entonces la siguiente secuencia remitiría a la edad del fallecido, interpretándose la I como un numeral. Por último en lín 3 se aprecian los restos de dos trazos. El primero es curvo y quizá corresponde a una
Figura 6. Fragmento de inscripción procedente de Zarollera. © I. Barragán.
Sesión 2 B ó P. El segundo, también curvo aunque con orientación distinta, puede tratarse de una O ó C. La presencia de esta inscripción junto a su cercanía a la villa de Villavetre invita a considerar este enclave, con prudencia, como un posible conjunto funerario vinculado a la villa.
4.3. Mamillas II En la confluencia entre la Val de Mamillas con la Val de Pintanés y situado al carasol del primero, se encuentra el sitio de Mamillas II, con una superficie de extensión de material de 1,9 Ha. Como se aprecia en la Tabla 1, el gran peso que tiene la cerámica de almacenaje con respecto a las demás tipologías, unido a la poca presencia de terra sigillata hispánica invita a considerar este sitio como un centro productivo de cierta entidad. En relación con ello cabe destacar que en las inmediaciones de esta parcela se ha querido poner el origen del epitafio de Astino (Salvo y Salvo, 2013; cf. CIL II 2980; IRMN 64; ERZ 46; Jordán et al., 2010: 204-205), lo cual quizá indicaría una cierta independencia de Villavetre, pese a encontrarse relativamente cerca. Cronológicamente los primeros testimonios recuperados remiten al Principado, pues no se han encontrado fragmentos datados con anterioridad. Por otra parte, la presencia de cerámica altomedieval permite llevar su ocupación al menos hasta los siglos X-XI, época en la que se debió abandonar.
4.4. Vico II Apoyado en el interfluvio entre la Val de Mamillas y la Val de Vico y controlando el nacimiento del barranco de Galbarra se encuentra el sitio de Vico II. Se trata de un sitio de 2.16 Ha de dispersión de material en el que se han inventariado 610 artefactos, en su mayor parte cerámica de almacenaje (78%) (Tabla 1). En general, el material encontrado en superficie permite plantear, con cautela, que Vico II puede ser un centro productivo de mediano tamaño. Desde un punto de vista cronológico, la presencia de TSG y fragmentos de dolia de tonos violáceos invitan a considerar una cronología de inicio en la primera mitad del siglo I d.C. En este sentido el hallazgo en la zona de un pequeño as de bronce del emperador Claudio por un particular y conservado en el Almacén de Arqueología del Gobierno de Navarra, parece corroborar esta cronología inicial. Posiblemente Vico II alcanzaría su momento de mayor apogeo durante el Principado, perdurando hasta época tardía, como muestra la presencia de TSHT.
4.5. Un interesante conjunto de yacimientos entorno a la Pardina de Vico Para finalizar se reúne en este apartado un conjunto de cuatro sitios, Vico I, Vico V, Vico VI y Vico VII, situados
en el entorno de la actual Pardina de Vico. Todos ellos guardan en común su pequeño tamaño, pues apenas llegan a la media hectárea de dispersión de material, y la homogénea separación entre ellos, que oscila entre los 153 y 160m, una distancia extremadamente rara, de la que sólo se ha podido encontrar un paralelo en el conjunto de Baños de la Reina (Calpe, Murcia) que ha sido interpretado como un vicus (Abascal et al., 2008), explicación que resulta imposible en este caso dada la cercanía con la ciudad de Cabeza Ladrero. Cronológicamente todos ellos parecen arrancar entorno a mediados del siglo I d.C., aunque en Vico VI se ha identificado algún fragmento de dolia de tonos violáceos que podría remitir a la primera mitad. Pese a este posible origen similar, el material inventariado muestra que Vico I y Vico VI no llegaron más allá del siglo III d.C., mientras que la presencia de TSHT en Vico V y Vico VII permite establecer su final en época tardía. En este sentido el hallazgo de una moneda de bronce del emperador Caro en Vico VII y conservada en Sofuentes en una colección particular, parece refrendar la ocupación de este espacio en época tardía. Por otro lado, el análisis del material inventariado muestra algunas interesantes características. Así, sorprende el poco peso de la cerámica de almacenaje y de la cerámica común oxidante de mesa (CCO) en Vico I, contrastando con unos altos valores de presencia de la TSH. Este pequeño peso de la cerámica de almacenaje también se aprecia en Vico VII, donde apenas supone un 40.5%, aunque en esta ocasión la presencia de CCO es mucho mayor (si bien no puede descartarse una contaminación del material producido por la cercana presencia de la Pardina de Vico). Por otro lado llama la atención el escaso peso de la CCO en Vico VI, especialmente si se compara con la presencia de TSH, cuyo peso es el mayor de todos los sitios estudiados. Por último Vico V muestra un peso muy pequeño de TSH, en contraste con la mayor presencia de cerámica de almacenaje. Todas estas diferencias permiten extraer la impresión de que, a pesar de su pequeño tamaño y de su homogénea distribución, se trata de sitios con funcionalidades distintas, aunque desconocidas. En este sentido, a modo de hipótesis no se puede descartar que se traten de granjas individuales con su propio terreno que, habida cuenta de la dispersión del material, podría encajar con el modelo 1b de Hayes (1991: 84).
4.6. La explotación del valle de Mamillas en época romana La presencia de esas granjas de pequeño tamaño en las cercanías de la Pardina de Vico permite centrar la atención en la explotación que se pudo realizar de esta zona en época romana. En general el hallazgo de material de cronología romana offsite (vid. Foley, 1981: 166; Gallant, 1986: 409 sobre la importancia del registro offsite, e igualmente algunas
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críticas en Fentress, 2000: 44) parece mostrar que la ocupación del valle no llegó a su parte alta, sino que quedó concentrada en el tramo central de éste, más llano y amplio (Fig. 7). El registro inventariado muestra una ocupación claramente diferente del territorio. Así, es posible que la margen derecha de la Val de Pintanés, único espacio en la zona derecha del barranco con tierras fértiles no inundables, estuviera controlada por Villavetre. En este sentido, la presencia de material romano en la zona más amplia de la Val de Pintanés quizá podría indicar la puesta en explotación de este espacio. Por otro lado a partir del nacimiento del barranco de Galbarra la planicie tiende a estrecharse en la margen derecha de éste, surgiendo en la margen izquierda una multitud de pequeños asentamientos de pequeño tamaño que pudieron estar vinculados a pequeños propietarios. Estos espacios (Vico I, Vico V, Vico VI y Vico VII), quizá pequeñas granjas, tal vez debieron poner en explotación el espacio inmediatamente circundante situado en la margen izquierda del barranco de Mamillas (que a partir de esta zona es llamado de Galbarra), y que en el caso de Vico VII la dispersión de material offsite invita a considerar un control efectivo de toda la Val de Vico. Quizá la excepción a esta tendencia es el emplazamiento de Vico II, un centro productivo de mediano tamaño, que, por razones desconocidas, bien pudo prosperar más que los restantes. Completa el panorama el sitio mediano de Sofuentes II, claramente un centro productivo emplazado al sur del Cordel de Mamillas, cuya área de control no debió de ser excesivamente grande, dada la cercanía con Villavetre y la ausencia de tierras llanas no inundables, como puede apuntar el registro offsite. Ahora bien, tampoco se puede descartar que estuviera orientado hacia actividades productivas distintas de las propias de la agricultura, como la ganadería, que no tienen por qué dejar necesariamente restos.
5. CONCLUSIONES La prospección de la parte alta y media del valle de Mamillas muestra una zona intensamente ocupada y explotada en época romana, al menos desde el cambio de era. A modo de hipótesis, esta ocupación quizá pueda estar caracterizada por una multiplicidad de propietarios y explotaciones que oscilan entre el gran propietario, marcado por la presencia de la villa de Villavetre y su probable recinto funerario de Zarollera; el mediano (Vico II, Mamillas II) y, por último, el pequeño propietario, que pudo desarrollar una serie de pequeñas granjas. Por el momento se desconoce el tipo de producción que se desarrollaría en el valle, aunque la dispersión offsite de artefactos de cronología romana invita a plantear como hipótesis de trabajo que tanto la val de Vico, quizá dependiente del sitio de Vico VII, como la val de Pintanés, tal vez relacionada con Villavetre, y la margen derecha del barranco de Galbarra pudieron ser cultivados. Lógicamente esta interpretación no excluye otras alternativas, como el desarrollo de la ganadería o la explotación de otros recursos económicos que tal vez explicaran mejor la presencia de Mamillas II. Por desgracia la prospección arqueológica no permite ir mucho más allá. Ahora es el turno de la excavación, que con los nuevos datos que podría arrojar seguramente permitiría completar mucho mejor este fascinante panorama.
AGRADECIMIENTOS La realización de este trabajo no hubiera tenido lugar sin la ayuda de Sara González, Iosu Barragán, Nerea Gómez, Alberto Jauregui, Lourdes Leoz, Lartaun Pérez, Mari Carmen López y Pedro Gómez, quienes participaron en la prospección intensiva del territorio, así como de los vecinos de Sofuentes y Mamillas, quienes facilitaron abundantes datos sobre la historia reciente de este espacio y de los ayuntamientos de Sos del Rey Católico y Sofuentes.
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NOTAS ACLARATORIAS El presente trabajo se integra en las actividades del Plan de Investigación que se viene llevando a cabo en el yacimiento arqueológico de Cabeza Ladrero (Sofuentes, Zaragoza) (http://www.cabezaladrero.es) con aprobación del Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón, exp. no 156/16/2017.
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Sesión 2
2.7. COSMÉTICA Y PIGMENTOS DE ÉPOCA ROMANORREPUBLICANA EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO: CARACTERIZACIÓN DE MUESTRAS DE LA CABAÑETA (EL BURGO DE EBRO, ZARAGOZA) COSMETICS AND PIGMENTS FROM THE ROMAN REPUBLICAN ERA IN THE MIDDLE EBRO VALLEY: CHARACTERIZATION OF SAMPLES FROM LA CABAÑETA (EL BURGO DE EBRO, ZARAGOZA) José Antonio Mínguez Morales1 y Josefina Pérez Arantegui2 1 Universidad de Valladolid Instituto Universitario de investigación en Ciencias Ambientales (IUCA), Universidad de Zaragoza
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Autor de contacto/Contact author: Josefina Pérez Arantegui, jparante@unizar.es
RESUMEN En el yacimiento de La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) se hallan los restos de un asentamiento romano de unas 20 ha, que pudo albergar la ciudad de Castra Aelia desde finales del s. II a. e. c. hasta los 70 a. e. c. De las áreas excavadas destaca la Sede de una Corporación de inmigrantes itálicos, que corresponde a unos horrea (edificios para almacenar mercancías), una serie de estancias rectangulares que se abren a una calle que sale al foro. Su nivel de abandono concuerda con el del yacimiento. Es un potente estrato con abundantes cenizas, debido a un incendio, y allí se integra numeroso material arqueológico, incluidos los elementos objeto de este estudio. Sobre la acera se encontraron dos lotes de productos de uso cosmético y pigmentos, que posiblemente estarían almacenados allí para comerciar con ellos: un conjunto de alabastrones (posiblemente hasta siete ungüentarios) y un grupo de más de 250 bolitas de azul egipcio. Dado su carácter excepcional, tanto el posible contenido de los alabastrones como el conjunto de azul egipcio se estudiaron con diferentes técnicas analíticas para profundizar en su naturaleza y procedencia. La calidad y cantidad de ambos elementos hablan del alto poder económico de estos comerciantes ubicados en La Cabañeta. También evidencian la relevancia del asentamiento y de su papel como centro redistribuidor por el valle medio del Ebro de productos de prestigio, importados posiblemente desde Italia y procedentes incluso de áreas muy alejadas. PALABRAS CLAVE: Alabastrones; Azul egipcio; Cosméticos; Comercio; Romanorrepublicano; Análisis.
ABSTRACT In the archaeological site of La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) are the remains of a 20-hectare Roman settlement, where the town of Castra Aelia could be situated between the end of the 2nd Century BC and the 70s BC. One of the most noticeable excavated areas is the Office of an Italic-immigrants Corporation: a series of rectangular houses (horrea or buildings to store goods), opened to a street coming out on the Forum. The abandonment level of this area is the same as that of the site. This excavated level is a large layer with abundant ashes, because of a fire, and there were found copious archaeological materials, including the elements studied in the present research. Two batches of products, used as cosmetics and pigments, were found on the street pavement, probably stored there to be sold. They were a set of unguentaria made of alabaster (possibly seven objects) and a group of more than 250 small balls of Egyptian blue. Due to their exceptional characteristics, the possible contents of the alabaster vessels and the Egyptian blue pigment were studied using several analytical techniques, in order to better understand their nature and provenance. The quality and quantity of both products talk about the high economic power of these businessmen located in La Cabañeta. In addition, the results highlighted the relevance of this archaeological site and its role as distribution center of valuable products in the middle Ebro valley, possibly imported from Italy and manufactured even in further areas. KEYWORDS: Alabaster unguentaria; Egyptian blue; Cosmetics; Trade; Roman republican; Analysis.
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Figura 1. Situación geográfica del yacimiento de La Cabañeta, área excavada junto al foro y lugar de los hallazgos arqueológicos mostrando ambos conjuntos (las formas marcadas con un asterisco corresponden a los alabastrones muestreados para el análisis de su contenido).
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN El yacimiento de La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) es una ciudad que fue fundada, por iniciativa romana, hacia el último tercio del siglo II a. e. c. y que quizá puede ser identificada con el oppidvm Castra Aelia (Ferreruela y Mínguez, 2006) citado por Tito Livio (Per. 91, 3). Se encuentra en el valle medio del río Ebro (Fig. 1), área nodular de una gran zona geográfica de la Hispania Citerior. El valle supone una excelente vía de penetración hacia el interior peninsular, máxime si tenemos en cuenta que el río Ebro en la Antigüedad era navegable hasta Vareia (Mínguez, 2008) en las proximidades de la actual ciudad de Logroño (La Rioja), según recoge Plinio (Naturalis Historia, III, 21). El asentamiento fue abandonado tras un saqueo e incendio generalizado, que tuvo lugar en la década de los años 70 a. e. c. como consecuencia de la guerra Sertoriana. La ciudad, de veinte hectáreas de extensión, cuenta con unas potentes defensas, de las que se conserva parte del foso de unos treinta metros de anchura. Hasta el momento se han excavado varios edificios y áreas de la ciudad (Mínguez y Ferreruela, 2012). En primer lugar, se exhumaron unos balnea que cuentan con doble circuito y palestra. Junto a ellos se localiza una posible área sagrada que contaría con un pequeño templo, situado en el centro de un área porticada. También se ha intervenido en el foro de la ciudad y en la Sede de una Corporación (Fig. 1) que se sitúa inmediatamente junto a él, en una bocacalle que sale al área forense. De las áreas excavadas destacamos precisamente esta Sede de Corporación (Mínguez, 2016). Arquitectónica y funcionalmente se trata de unos horrea, es decir, unos edificios para almacenar mercancías (Fig. 1). Además, según nos indica una inscripción realizada con teselas incrustadas en un pavimento de opus signinum, era la Sede de una Corporación de inmigrantes itálicos, que estaban dedicados al comercio dada las características del edificio (Ferreruela et al., 2003). Se trata de una sucesión de estancias rectangulares, algunas de ellas comunicadas entre sí, que se abren por su lado norte a una calle que, como acabamos de decir, desemboca en el foro. La calzada y el lado norte de la calle se encuentran muy arrasados por los cultivos agrícolas, pero, por el contrario, se conservó bien la acera situada delante de los horrea. El nivel de abandono, tanto del edificio como de la acera, concuerda plenamente con el general del yacimiento. Es un potente estrato con abundantes cenizas, que evidencian que tuvo lugar un gran incendio en el momento final la ciudad. En él se integra abundante material arqueológico, entre el que se incluyen los elementos que son objeto de este estudio. En efecto, sobre la superficie de la acera (Fig. 1) se encontraron dos lotes de productos de uso cosmético y que también podrían utilizarse como pigmentos, que posiblemente estarían almacenados en los horrea para comerciar con ellos y que debieron perderse en el fragor del saqueo. Se trata de un conjunto de alabastrones (Fig.
1, 1) y de un grupo, muy numeroso, de bolitas de azul egipcio (Fig. 1, 2). La calidad y cantidad de ambos elementos nos habla del alto poder económico de estos comerciantes instalados en La Cabañeta. También evidencian la importancia del asentamiento y de su papel como centro redistribuidor por el valle medio del Ebro de productos de prestigio, importados posiblemente desde Italia y procedentes en algunos casos de áreas muy alejadas.
2. UNGÜENTARIOS EN ALABASTRO En primer lugar, encontramos evidencias de hasta seis ungüentarios fabricados en alabastro (Fig. 1), a los que se suman algunos pequeños fragmentos que podrían pertenecer a un séptimo ejemplar (Mínguez, en prensa). Por último, hay otros dos fragmentos que, por el tipo de piedra, talla, etc., pueden asociarse sin dificultad a uno de los recipientes anteriores (concretamente podrían pertenecer indistintamente a dos de ellos) mejor que pensar que formasen parte de otro u otros individuos distintos. Todos ellos se encontraron sobre la acera, esparcidos entre los cuadros 38/40 G (Fig. 1). Los seis (Fig. 1) pueden clasificarse, siguiendo las características establecidas por F. Colivicchi (1997 y 2001:251-252) al estudiar los ejemplares de la necrópolis de Tarento, dentro de la Clase II, correspondiente a los vasos en alabastro calcáreo, y perteneciendo siempre a la forma Colivicchi 1. De ellos, tres serían del tipo 1.3 (incluso con alguna variante en uno de ellos no publicada por el citado investigador), uno del tipo 1.4 (variante 1.4.2), otro del tipo 1.5 y el último del tipo 1.7 (variante 1.7.2). Las características de la piedra y su cuidada elaboración (paredes sumamente delgadas y excelente pulimento externo) concuerdan plenamente con los rasgos descritos para los ejemplares tarentinos (Colivicchi, 1997:238; Colivicchi 2001: 277). La forma 1 parece que tiene una gran influencia de modelos metálicos, especialmente por el anillo saliente que se encuentra en el cuello. El alabastro, como material para conservar perfumes y ungüentos, se consideraba idóneo (Plinio, N.H. XIII, 19), ya que facilitaba que el contenido se mantuviese a una temperatura más baja que la ambiente y con ello, por tanto, que se conservase mejor. Debían constituir productos extremadamente caros, tanto por la calidad del recipiente como, sobre todo, del perfume que contenían, pues no debe olvidarse que, a pesar de su calidad y belleza, no eran sino meros contenedores. Prueba de ese alto precio es la sumamente escasa presencia de ungüentarios de alabastro en yacimientos grecorromanos de la península Ibérica, donde solo se conocen tres ejemplares (Almagro, 1953:127, 173-174, 325-326) en las necrópolis griegas de Ampurias (San Martí d’Empuries, Girona), de cronología algo anterior a la de los recipientes de La Cabañeta, y un pequeño fragmento localizado en las excavaciones urbanas de Astorga (León) (Cisneros et al., 2013), este último de fecha posterior.
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Respecto a su origen, la tipología y las características petrológicas (alabastro calcáreo con suaves veteados conformando líneas paralelas en determinadas zonas de la pared) permiten atribuirlos a las manufacturas egipcias, donde se encuentran afloramientos de alabastro de esas características (Colivicchi 2001: 281-282). Incluso, en la zona de Menfis fueron hallados desechos de fabricación de bordes de ungüentarios, con disco anular en la zona superior del cuello, pertenecientes a la forma 1 (Colivicchi, 1997:246). Egipto era además un productor de perfumes de primera calidad durante la Antigüedad. Fuera de la península Ibérica, queremos destacar el hallazgo de un paralelo, un ungüentario en alabastro del tipo 1.2, en la tumba intacta de una mujer en la necrópolis de La Paccianese en Chiusi (Toscana, Italia) (Martelli, 2008). En ella se encontró una caja de tocador (scrinium) cerrada donde apareció este ejemplar datado en el último cuarto del siglo II a. e. c., que conservaba su contenido prácticamente íntegro, lo que permitió analizar su composición y determinar la naturaleza de los productos que contenía (Colombini et al., 2009). El preparado era de naturaleza exclusivamente orgánica y estaba formado por una mezcla de sustancias de origen lipídico (de un aceite vegetal – posiblemente aceite de moringa –) y de resinas (una pinácea y otra anacardiácea – de mástique o almáciga –). El árbol de la moringa crecía en Egipto y Sudán, pero no se encontraba en Italia, y el uso de su aceite como componente base en perfumes y cosméticos era conocido ya en la Antigüedad (Forbes, 1965a). Por tanto, continente y contenido del objeto etrusco parecen tener un origen egipcio. A pesar de que el conjunto de alabastrones de La Cabañeta apareció fragmentado y sin cerrar y se desconoce la naturaleza de los tapes que tuvieron estos recipientes, se consideró la posibilidad de analizar los potenciales restos del contenido de los mismos para conocer algo más sobre estos productos cosméticos o sobre su comercio. Para ello, se tomaron muestras de dos de ellos (Fig. 1). Como ya se ha dicho ambos pertenecen a la forma 1, el primero a la variante 1.4.2 y el segundo al tipo 1.5. La cronología de la variante 1.4.2 se ha situado desde un momento coetáneo a la variante 1.4.1, que se ha encontrado en contextos de la primera mitad del siglo I a. e. c. o ligeramente más antiguos y la segunda mitad del siglo I a. e. c. (Colivicchi, 1997:220-222). Del tipo 1.5 solo se conoce un ejemplar, localizado en un contexto de la primera mitad del siglo I a. e. c. (Colivicchi, 1997:222). El análisis de los posibles restos orgánicos se llevó a cabo mediante cromatografía de gases acoplada a un espectrómetro de masas, previa preparación y derivatización de las muestras, siguiendo el método descrito por Colombini et al. (2009). El resultado mostraba la presencia de restos de ácidos orgánicos de cadena lineal larga (ácidos palmítico, oleico, mirístico y esteárico, entre otros), abriendo la posibilidad del uso de aceites (quizás vegetales), pero sin poderse verificar su origen y ni, por tanto, la naturaleza exacta del contenido. También se hallaron trazas de ácido dehidroabiético,
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que podría estar relacionado con la presencia de resina de pino, pero sin confirmarse. Hay que tener en cuenta además que los objetos se excavaron en una zona de incendio y que, por tanto, el contenido de los mismos se vería sometido a altas temperatura (evaporación y combustión de los compuestos orgánicos). Estos resultados no permiten concluir la composición del producto cosmético, pero demuestran no alejarse de los obtenidos para otros ungüentarios con perfumes, como el ejemplar etrusco.
3. AZUL EGIPCIO El segundo conjunto estudiado queda constituido por 256 bolitas de pigmento del tipo conocido como “azul egipcio”. Se encontraron sobre la superficie de la acera (Fig. 1), dispersas entre los cuadros 34-36G, con también algunos ejemplares en los cuadros 28 E, 32G y 48 J’, y la mayoría tiene un tamaño entre 1 y 2 cm. El peso medio de cada bolita está entre los 2,5 y 2,8 g y, si descontamos algunas que son pequeños fragmentos y una que es anormalmente grande (5,71 g, seguramente resultado de 2 bolitas pegadas), el valor promedio de las 248 restantes es de 2,62 g (±0,84 g) (Fig. 2). Si tomamos como base la libra griega de 327,40 g, vemos que el peso de cada bolita queda próximo a los dos escrúpulos (2,27 g) y, como el peso total de las 256 es de 666 g, este resulta exceder solo ligeramente (11,2 g) las dos libras de peso. El estudio estadístico de los pesos de estas bolitas de azul egipcio resulta interesante no solo por el hecho de mostrar estas similitudes con las unidades de medida de la época, sino también por observarse que sus pesos representan una sola distribución de frecuencias, casi gaussiana (Fig. 2), lo que demuestra la intención al fabricarlas de que todas ellas fueran similares y de que se estaba utilizando una única manera de darles forma. El hallazgo de este conjunto resulta muy interesante por su cronología temprana para el interior de la península Ibérica, pero sobre todo por su importante volumen. En este sentido hay que considerar que, si bien se han encontrado bolas de azul egipcio en diversos asentamientos peninsulares, generalmente su número se reduce a uno o muy pocos ejemplares. Esto no hace sino evidenciar el alto precio que alcanzaban en el mercado, como nos confirma tiempo después el Edicto de Maximum, que ya a comienzos del siglo IV de la Era fija el precio de 80 a 150 denarios la libra de azul egipcio. Respecto al hallazgo del significativo lote de La Cabañeta, cabe pensar que este estaría almacenado en uno o varios saquitos que quizás se romperían o perderían durante el pillaje de la ciudad. Parece que este era el sistema habitual de almacenaje del azul egipcio para su transporte en cantidades importantes y que luego sería vendido a granel, según parece mostrar su hallazgo en algunos pecios como el de Planier III (Tchernia, 1968-1970), donde se encontraron bolitas en la bodega del navío, sin ninguna evidencia de que hubiesen sido almacenadas en ningún otro tipo de recipiente, por ejemplo, cerámico.
Sesión 2
Frecuencia
en el mismo pasaje también nos narra su proceso de elaboración. La denominación “azul Vestoriano”: “caervlevm Vestorianvm” o “cyaninvm Vestorianvm” se mantuvo durante todo el periodo romano como signo de calidad, para denominar al mejor pigmento azul frente a otras variedades de composición distinta. Se ha constatado también su manufactura a partir del siglo I e. c. en Liternum y Cuma (Italia) (Caputo y Cavassa 2009; Cavassa et al., 2010), gracias al hallazgo de crisoles para su fabricación. Por Plinio el Viejo (Nat. Hist., XXXVI, 194) sabemos que también se produjo en España y que en el entorno de Cuma (Italia), concretamente en depósitos del cercano río Volturno, se encontraba arena de la mejor calidad, ingrediente esencial en la fabricación del caervlevm.
Peso (g)
Figura 2. Distribución de frecuencias (número de bolitas de azul egipcio) de los distintos pesos de las mismas.
Otro tanto sucede en el pecio de San Ferreol en la costa de Cartagena (Murcia), donde se encontraron bolas de azul egipcio entre la estiba de la cerámica campaniense, este barco parece que procedía de Italia y que se hundió a principios del siglo I a. e. c. (Mas García, 1985:250251; Beltrán et al., 2007:775), por lo tanto, en una fecha próxima a la de la destrucción de La Cabañeta. En ocasiones sí que se han encontrado restos de azul egipcio en recipientes cerámicos, pero en esos casos éstos habían sido utilizados para mezclar o diluir el pigmento para usarlo después, no para transportarlo, y otro tanto sucede en el caso de su hallazgo, en un contexto termal, en una concha de ostra que debió servir como paleta cosmética y no como un modo de transporte para el producto (Barbet et al., 1997:45-46, 52). Este tipo de pigmento sintético (basado en un silicato doble de cobre y calcio, la cuprorivaita: CaCuSi4O10) fue creado en Egipto durante el Imperio Antiguo (IV dinastía) (Forbes, 1965b:224-225), perdurando su utilización durante toda la Antigüedad grecolatina. Servía para diversos usos, que incluyen desde la fabricación de objetos a la decoración de algunos recipientes cerámicos (Jerez, 2009) o a su empleo para la escritura, etc., pero especialmente se utilizaba como pigmento tanto para maquillaje como para la pintura mural. Llamado caervlevm (es decir: azul o azulete) en época romana, es conocido actualmente como “azul egipcio”, “azul de Alejandría”, “azul Pompeyano”, “azul Vestoriano” y “azul de Puzzoles”. Las dos últimas denominaciones hacen referencia a un tal Vesturivs, hombre de negocios que introdujo su fabricación en Italia y al lugar en el que lo hizo, Puzzoles, según nos transmite Vitrubio (De Architectura, VII, 11,1), quien
También en el caso de este segundo conjunto de La Cabañeta se aprovechó el hecho de la gran cantidad de bolitas de azul egipcio y la existencia de pequeños fragmentos que se habían desprendido de ellas para realizar la caracterización del material y conocer su composición y estructura. El método elegido para el análisis fue la microscopía electrónica de barrido, junto con la espectrometría de rayos X. El fragmento en sección se estudió sin pulir y pulido. Se obtuvieron así imágenes de electrones secundarios y retrodispersados y también la composición química de las distintas fases observadas. Además, se utilizó la difracción de electrones retrodispersados (Electron Backscattering Diffraction, EBSD) para definir las distintas fases cristalinas y para estudiar su distribución dentro de la estructura del material (Pérez-Arantegui y Larrea, 2015). Conocer la composición y la forma de producción del azul egipcio ha sido siempre de gran interés para los investigadores (Fontenay, 1874; Jope y Huse, 1940). A pesar de que su color azul se debe a la presencia de los cristales de cuprorivaita, el azul egipcio es un material con varios componentes, ya que se produce calentando a 950-1000°C una mezcla de cuarzo (generalmente a partir de arena), cal, un compuesto de cobre y un fundente alcalino, lo que forma una masa vítrea o frita (en gran parte amorfa y no cristalizada) que se usa como pigmento (Hatton, 2008). De ahí que, según el origen de las materias primas y del proceso de producción que se siga, el azul egipcio no presente siempre la misma composición global ni igual microestructura (Pagès-Camagna et al., 1999; Bianchetti et al., 2000; Hatton, 2008; Hatton et al., 2008). Las observaciones obtenidas en microscopía electrónica demostraron en nuestro caso que efectivamente el azul egipcio presentaba una microestructura muy porosa y heterogénea, con varias fases químicamente diferentes (Fig. 3). Podían encontrarse aún restos de óxido de silicio (posiblemente del cuarzo sin reaccionar, Qz), junto con dos fases mayoritarias: una cristalina (cuya composición encaja con la de la cuprorivaita, Cu) y otra amorfa y vítrea (Gl, su composición aparece en la Tabla 1). En dicha tabla vemos que esta última se trata de una fase con altos porcentajes de óxido de silicio y de cobre, pero
263
también con un alto contenido en sodio (Na), lo que lleva a pensar en el uso del natrón como fundente alcalino, seguramente presente en la arena que se utilizaba en la preparación. Esta fase vítrea es vital para mantener una estructura conectada entre los cristales de cuprorivaita y los otros granos incluidos en la microestructura. Los experimentos llevados a cabo por EBSD demostraron que la fase de cuprorivaita era la mayoritaria, pero que aparecían también otras tres fases cristalinas: cuarzo, tridimita (ambos óxidos de silicio) y wollastonita (silicato de calcio), debidas a las materias primas usadas y al proceso de fabricación del azul egipcio.
Figura 3. Imagen obtenida con electrones retrodispersados (5 keV) en la sección pulida del azul egipcio (escala: 20 micras).
Es precisamente en la composición de la fase vítrea donde podemos encontrar las mayores diferencias analíticas según el origen de las materias primas, por ello se han incluido en la Tabla 1 los intervalos de las composiciones de tres grupos de azul egipcio de origen y cronología diferentes (Hatton, 2008). Puede verse que el grupo producido en la Italia del periodo romano muestra mayores porcentajes de aluminio (Al) y de potasio (K), circunstancia que no encontramos en la composición del conjunto de azul egipcio de La Cabañeta. Esta diferencia se atestigua también en los análisis realizados en vasijas y crisoles con restos de la preparación de azul egipcio encontrados en Liternum y Cuma (Italia), cerca de Puzzoles (Lazzarini y Verità, 2015; Grifa et al., 2016). Ambos trabajos demuestran la utilización en la preparación del pigmento de arenas, probablemente procedentes del río Volturno, ricas en feldespatos potásicos (de ahí las proporciones más altas de aluminio y potasio). Hay que tener en cuenta además que se trata de producciones posteriores, del siglo I e. c. Por tanto, con los datos que se tienen hasta el momento para comparar y a la vista de los análisis, el origen más probable para la fabricación del lote de azul egipcio encontrado en La Cabañeta sigue siendo Egipto. De hecho, en el periodo en el que se incluiría la vida del yacimiento se conocen producciones de este pigmento en Menfis (Petrie, 1909; Nicholson, 2003; Hatton et al., 2008), aunque la composición obtenida se acerca más a la clásica del Nuevo Imperio egipcio, con mayor cantidad de sodio y poco aluminio, potasio y hierro (lo que hace pensar en el uso de natrón y de arenas muy blancas y sin feldespatos potásicos).
Tabla 1. Composición química (en % en peso, media y desviación estándar, s) de las dos fases mayoritarias presentes en la muestra de azul egipcio (cuprorivaita y fase vítrea). Las tres composiciones mostradas de referencia son tomadas de Hatton (2008), de los periodos del Nuevo Imperio (N. I.) en Egipto, ptolemaico (Menfis) y de la Italia romana. Cuprorivaita
s
Egipto (N. I.)
Menfis
Italia romana
10,4
0,6
2 – 10
3–7
6–8
MgO
0,86
0,11
0,2 – 1,5
0,2 – 0,8
0,5 – 1
Al2O3
1,76
0,50
0,4 – 5
1,2 – 3,6
6–9
68,7 1,03
0,7 0,10
52 – 70
50 – 62
64 – 72
0,86
0,07
0,6 – 3
0,4 – 1,8
2–5
SiO2 Cl
66,3
s
0,4
K2O CaO FeO
14,2
0,1
2,86 1,84
0,29 0,40
3 – 30 0,5 – 3
1,6 – 8 4–8
1,3 – 2,4 2,2 – 2,7
CuO Na2O/K2O
19,5
0,4
11,2 12,2
1,0 1,4
6 – 25 0,7 – 19
7 – 10 2,6 – 10
5 – 10 1,2 – 3,7
12,4
1,9
4 - 32
9 - 23
7 - 11
Na2O/MgO
264
Fase vítrea [referencias]
media
(%) Na2O
media
Fase vítrea
Sesión 2 El azul egipcio encontrado en La Cabañeta sería el resultado de una preparación basada en arena (con natrón), cal y un compuesto de cobre (quizás, como dicen algunas fuentes, sacado de restos de bronce u otra aleación de cobre ya que se observaron algunas trazas de estaño en el estudio por microscopía electrónica). Los ingredientes, mezclados en forma de un polvo muy fino y humedecidos con agua para formar una pasta, se modelarían con la mano en forma de bolitas y se dejarían secar, para cocerse después dentro de un reciente cerámico en un horno a temperaturas controladas, entre 950° (o algo menos) y unos 1000°C, según cuenta Vitrubio (De Architectura, VII, 11,1). Esta descripción queda además apoyada por dos de los hechos observados en el lote de azul egipcio de La Cabañeta: la estandarización en la distribución de pesos de las bolitas (Fig. 2) y, por tanto, en la forma de modelarlas y en que en varios casos aparecían dos o más bolitas adheridas entre sí (fruto del proceso de cocción dentro de la vasija).
4. CONCLUSIONES El estudio y análisis de estos dos conjuntos de materiales encontrados en el yacimiento arqueológico de La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) han demostrado que la cronología de los mismos concuerda con que la desaparición del yacimiento fuese durante la Guerra Sertoriana, en los años 70 a. e. c. Es evidente también la presencia en esta ciudad romanorrepublicana de materiales importados de gran valor, tanto por su calidad (del alabastro, los posibles perfumes y del azul egipcio) como por su número (al menos 6 o 7 unguentaria y más de 250 bolitas de pigmento). Todos los datos obtenidos llevan hacia un origen egipcio de ambos lotes, de donde se tiene conocimiento que hubo manufactura de estos productos, sobre todo en la zona de Menfis. Los comerciantes instalados en La Cabañeta tendrían, por tanto, un alto poder económico y de negocios y seguramente mantenían conexiones itálicas, por su origen, y también con otros centros más alejados (como Egipto), de los que importaban productos ya fuera directamente o a través de Italia. De nuevo, se pone también de manifiesto la importancia del asentamiento y de su papel consumidor y distribuidor de productos en el valle medio del Ebro.
AGRADECIMIENTOS Los análisis presentados en este trabajo se financiaron con cargo al proyecto CTQ2011-24882 (Ministerio de Ciencia e Innovación). Parte de la investigación se realizó en el Servicio General de Apoyo a la Investigación-SAI, Universidad de Zaragoza (FESEM-EDS y EBSD). J. Pérez Arantegui quiere agradecer también al grupo de investigación de M. P. Colombini (Universidad de Pisa, Italia) por darle la oportunidad de llevar a cabo allí los análisis de contenidos orgánicos. Andrea Gil colaboró en el pesaje de las bolitas de azul egipcio.
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Sesión 2
2.8. CABEZO DE SAN PEDRO (OLIETE, TERUEL). REANUDACIÓN DE LOS TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS CABEZO DE SAN PEDRO (OLIETE, TERUEL). RESUMPTION OF THE ARCHAEOLOGICAL WORKS Sara Azuara Galve y Beatriz Ezquerra Lebrón Museo de Teruel Autor de contacto/Contact author: Sara Azuara Galve, sarazuaragalve@yahoo.es
RESUMEN A comienzos de la década de los 80 del siglo pasado, desde el Museo de Teruel se desarrollaron dos campañas de excavación en un yacimiento que, aunque bien conocido con anterioridad (como así se desprende de las abundantes referencias bibliográficas sobre el mismo), no había sido todavía objeto de intervenciones científicas: el Cabezo de San Pedro. En ese momento se precisaron la datación y morfología de su fortificación, así como una primera caracterización del asentamiento y aunque había intención de continuidad, diversas circunstancias propiciaron que los trabajos se interrumpieran en el tiempo. Estos se retoman en 2017 con la redacción de un Plan Director, gracias al apoyo y promoción del Parque Cultural del Río Martín y de la Diputación Provincial de Teruel a través del Museo de Teruel, de acuerdo al cual se definen y planifican las actuaciones necesarias para un mejor conocimiento del yacimiento así como su puesta en valor. Con esta comunicación queremos mostrar los resultados preliminares obtenidos durante las primeras actuaciones arqueológicas desarrolladas en base a dicho Plan en 2018 y 2019. Éstas han permitido ahondar en el estudio del poblado situado intramuros así como localizar otros ámbitos de enorme interés para el análisis de todo el conjunto. Uno de esos ámbitos lo constituye una zona de marcado carácter industrial, que incluye un horno de cerámica de grandes dimensiones; otro, se corresponde con una necrópolis de incineración en la que se han detectado más de una decena de túmulos que en algún caso presentan un excepcional estado de conservación. PALABRAS CLAVE: Cabezo de San Pedro; Fortificación; Horno; Necrópolis
ABSTRACT At the beginning of the 80’s of the last century, from the Teruel Museum two excavation campaigns were carried out in a field that, although well known before (as it is clear from the abundant bibliographic references on it), there was no still been the subject of scientific interventions: the Cabezo de San Pedro. At that time the dating and morphology of its fortification were required, as well as a first characterization of the settlement and although there was an intention of continuity, various circumstances led to the work being interrupted in time. These are resumed in 2017 with the drafting of a Master Plan, thanks to the support and promotion of the Cultural Park of the Martín River and the Provincial Council of Teruel through the Teruel Museum, according to which the necessary actions are defined and planned for a better knowledge of the site as well as its enhancement. With this communication we want to show the preliminary results obtained during the first archaeological performances developed based on said Plan in 2018 and 2019. These have allowed us to delve into the study of the intramural settlement as well as locate other areas of great interest for the analysis of the entire set. One of these areas is an area of marked industrial character, which includes a large ceramic oven; another, corresponds to an incineration necropolis in which more than a dozen burial mounds have been detected that in some cases have an exceptional state of conservation. KEYWORDS: Cabezo de San Pedro; Fortification; Oven; Necropolis
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Figura 1. FotografĂa aĂŠrea del recinto fortificado (Scanner Patrimonio e Industria S. L.).
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN Esta comunicación trata sobre la reanudación de los trabajos en el yacimiento de Cabezo de San Pedro en 2018 y 2019. El enclave, asentado sobre una plataforma caliza, se ubica en el término municipal de Oliete (comarca de AndorraSierra de Arcos, Teruel), al NE del núcleo actual de población, muy próximo a la Sima de San Pedro y aguas abajo del río Martín. Es un punto estratégico desde el que se domina un amplio sector y que presenta excelentes defensas naturales quedando limitado en los lados S, E y W por barrancos y paredes rocosas que alcanzan los 100 m de desnivel con respecto al río. Ocupa una superficie de unas 6,5 ha, con dos zonas bien definidas: un recinto sólidamente fortificado localizado en el extremo meridional, de 7.400 m2 aproximadamente y en el que se han documentado estructuras de habitación (aunque su distribución interna todavía no es bien conocida); y otra extramuros, más amplia, que se extiende por el resto de la zona superior del cerro. La superficie estimada en este caso es de unas 5,7 ha y está ocupada por un elevado número de construcciones, en gran parte relacionadas con actividades artesanales, y por una necrópolis tumular (Fig. 2). Las primeras noticias sobre el yacimiento se remontan a finales del siglo XIX, con motivo de una excursión a la entonces denominada Sima de Santo de los Griegos;
Gomis (1880, 211-215) describe su visita a las “ruinas de un castillo” cuyo propietario le informa que, según el arzobispo de Zaragoza, aquellas ruinas eran fenicias; cita también dos enormes torres casi circulares, de paredes hechas con piedras calizas “llenas de ammonites” de diferentes tamaños. Años después, en 1883, en el Boletín de la Real Academia de la Historia se refiere el hallazgo, en el Torreón de las Brujas o Venta de San Pedro, de inscripciones ibéricas en estampillas de cerámica, y se describe el sitio como “lugar fortificado, como lo demuestran los enormes pedruscos que forman la cerca de un arruinado castillo de estructura ciclópica”. Emilio Burgues (1883, 210) fue el autor del descubrimiento y proponía seguir con excavaciones en aquel terreno de su propiedad, sitio que no dudaba en clasificar como edetano. En el siglo XX las referencias son ya más numerosas. En 1918 Bardaviú sitúa el enclave en el “Partido de Híjar”. A mediados de siglo los miembros del Circulo Hades de Espeleología y Arqueología visitan el Torretón de los Moros, recogen cerámica y una pieza de bronce y constatan la existencia de un yacimiento ibérico al encontrar también un antiguo camino rodado y una necrópolis asociada al poblado (Vallespí, 1954, 5). Eduardo Ripoll (1955, 117-137) publicaba su visita al Cabezo de San Pedro, presentado como “el gran poblado de la Sima de San Pedro” debido a su proximidad, y muestra su interés en estudiarlo con posterioridad. Años después, Fernando Orensanz hace una descripción pormenorizada del yacimiento: “una defensa militar que consta de una muralla que limita un recinto… dentro del recinto hay dos torreones arruinados, de piedra sin argamasa ninguna”. También ubica al N de la fortificación el “primitivo poblado” y aunque advierte de que se desconoce la antigüedad del recinto amurallado, reconoce la dispersión de fragmentos de cerámica ibérica y enumera otros objetos hallados y reconstruidos en ese momento: una fusayola, varios pondera, cerámica decorada con trazos geométricos y vegetales, pequeñas tazas de características muy similares a las halladas en Oliete (se entiende que en el yacimiento de El Palomar) o Azaila, un kalathos y fragmentos de tinajas y otros con decoración incisa (Orensanz, 1975-1976, 175-186).
Figura 2. Superficie declarada Conjunto de Interés Cultural, Zona Arqueológica, con el área del recinto fortificado sombreada (ortofotografía de Scanner Patrimonio e Industria S. L.).
Los trabajos de investigación arqueológica de manera científica se iniciaron en 1981, bajo la dirección de Jaime Vicente, del Museo de Teruel, prolongándose durante dos campañas. Se llevó a cabo la limpieza y estudio de las estructuras defensivas (integradas por un foso; dos líneas de muralla: una exterior dotada de una defensa avanzada, una poterna en el punto de inflexión de la muralla y otro acceso de mayor tamaño, y una segunda línea interior de muralla; así como 2 torreones defensivos, denominados A y B), reflejadas en el primer levantamiento topográfico que se hizo del conjunto. También se realizó un sondeo en el interior del torreón A, que permitió constatar el carácter ibérico de la ocupación del mismo y su datación en torno al s. II a. de C. (Fig. 3).
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2. ACTUACIONES ARQUEOLÓGICAS 2.1. III Campaña En base a dicho Plan, en julio de 2018 se lleva a cabo la III campaña de actuaciones arqueológicas, con financiación del Parque Cultural, el Ayuntamiento de Oliete y la Diputación Provincial de Teruel, a través del Museo de Teruel. Durante este periodo se emprenden trabajos de prospección y delimitación, de excavación y de acondicionamiento, instalando además diversas medidas de seguridad.
Figura 3. Cata realizada en el torreón A. En 1983 se efectuó el desescombro y consolidación de algunas de las estructuras defensivas, como en algunos tramos de la muralla exterior y en el torreón B. Los resultados de estos trabajos se recopilaron en 1985 en el estudio más completo que se ha hecho hasta la fecha, publicado por J. Vicente. Posteriormente, el enclave ha sido mencionado por P. Moret (1996) y F. Romeo (2002), aportando diferentes teorías sobre la cronología e influencia de las fortificaciones. La consolidación del torreón A se llevó a cabo entre finales de 1997 e inicios de 1998, respetando el carácter del monumento y concediendo prioridad a la conservación frente a la restauración, logrando que las actuaciones tuviesen una repercusión mínima en el aspecto de la obra. En las últimas décadas, desde el Museo de Teruel se ejecutan periódicamente trabajos de mantenimiento en el enclave y el Parque Cultural del Río Martín se ha encargado del acondicionamiento de accesos y senderos, así como de la instalación de paneles informativos. En 2007 el Cabezo de San Pedro se integró en la Ruta de los Iberos del Bajo Aragón, incorporando elementos informativos y de señalización, con un diseño común a todos los yacimientos de la ruta. A pesar de constituir uno de los asentamientos más relevantes de la cultura ibérica en nuestra comunidad autónoma, el estudio del Cabezo contaba con enormes carencias en lo relativo a la investigación, la conservación o su puesta en valor; la actividad se resumía en un mantenimiento anual con dos limpiezas generales de la cobertura vegetal y las visitas, libres o guiadas, a los restos visibles, que suponen una mínima parte del conjunto del yacimiento. En 2017 el Ayuntamiento de Oliete, a través del Parque Cultural del Río Martín, promueve la elaboración de un Plan Director que integra la revisión, el diagnóstico del estado de conservación y de conocimiento del asentamiento, y la planificación de las actuaciones necesarias para su mejor conocimiento y para la puesta en valor del Cabezo de San Pedro.
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2.1.1. Prospección y delimitación: prospección intensiva y sistemática del terreno, con recorridos equidistantes a intervalos de 5 m, realizada por 3 prospectores, que ha permitido resolver y reforzar algunos aspectos: - Concluir que los límites de la actual zona de protección del yacimiento coinciden con los del enclave, encontrando restos arqueológicos en todo el perímetro marcado, así como en el resto de la superficie. - Se han hallado diversos puntos de interés que determinaron la ubicación de los sondeos arqueológicos en profundidad acometidos en los trabajos. - Localización de la necrópolis citada en las fuentes documentales (Vallespí, 1954) y cuya ubicación exacta desconocíamos. Todos los vestigios detectados se han situado en plano, un total de 48 puntos con coordenadas absolutas, registrando además los datos más significativos (número de hallazgo, tipo de elemento de que se trata y coordenada de referencia). Sobre los restos materiales, reseñar que no se han recogido como muestra, a excepción de pequeños elementos de bronce hallados junto a algunos túmulos y cuya conservación peligraba. Los trabajos de delimitación consistieron en remarcar el perímetro con la instalación de una serie de postes o hitos con cartelería, que sirven para señalizar las lindes y que recogen unas indicaciones básicas para el buen desarrollo de las visitas al yacimiento. Para su montaje fue necesaria la ejecución de pequeños hoyos de 20-30 cm de profundidad ya que los hitos van asentados en el terreno mediante zapata de hormigón. Todas las perforaciones se realizaron de manera manual y supervisadas por un técnico arqueólogo, documentándolas de manera minuciosa con georreferenciación en plano y descripción de los resultados. Los hitos están elaborados a partir de postes cilíndricos de madera tratada, en los que se sustentan carteles de aluminio en los que se ha impreso un diseño gráfico con el que se deja patente la prohibición de recoger material arqueológico o paleontológico, así como el uso de detectores de metales, sin el correspondiente permiso
Sesión 2 de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón. El poste situado en la entrada a la zona de protección del yacimiento tiene unas dimensiones mayores porque incluye información adicional (recomendaciones como extremar la precaución por el peligro de caídas, desprendimientos y que los niños vayan siempre acompañados).
cual estarían recrecidas con adobes y revocadas con un manteado de barro. En la habitación se documentaron dos grandes basas de piedra, junto a los muros E y W, donde se alojaban los postes de madera que sustentarían la techumbre, y cuya impronta ha permanecido en el revoque de barro de los muros (Fig. 4).
2.1.2. La excavación arqueológica La metodología aplicada ha consistido en la delimitación inicial de los sectores a excavar, referenciados a una cuadrícula establecida para todo el yacimiento. Esta cuadrícula está definida por la implantación de un eje de coordenadas relativas denominado según una combinación alfanumérica, que divide la superficie en cuadros de 2 x 2 m y que facilitan la correcta ubicación de los vestigios descubiertos. El registro arqueológico. Se ha realizado un registro de las unidades estratigráficas (UUEE) dando un número correlativo tanto a los niveles/depósitos como a las estructuras constructivas, ya sean negativas o positivas, reservando las 5 primeras centenas para cada uno de los sectores a excavar, de manera que la secuencia resulte más clara y ordenada. La recuperación de los materiales ha sido minuciosa en lo relativo a su asignación por niveles, con la z1 y z2 de las UUEE a las que se asocian y cuadros de procedencia. En los casos de materiales menos fragmentados y de mayor entidad, además de lo mencionado, se han georreferenciado con coordenadas UTM. 2.1.3. Resultados Se llevaron a cabo 5 sondeos manuales en diversos puntos del asentamiento, de dimensiones variadas (en función del interés de los hallazgos aparecidos durante la prospección y el propio desarrollo de los trabajos) y distribuidos tanto al interior como al exterior del aparato defensivo. También se vació con medios mecánicos parte del nivel de colmatación que media entre las dos líneas de muralla.
Figura 4. Cierre W, basa y revoque.
Una vez excavado el espacio se realizó una cata en el suelo hasta alcanzar el terreno natural, para comprobar la existencia, o no, de unidades de uso anterior y cuyo resultado fue la identificación de varios niveles de relleno, así como 2 de suelo/uso previos, el primero, y más antiguo, elaborado con losas de piedra (Fig. 5).
Los mejores resultados fueron los obtenidos en la Cata 1, localizada en el interior de la zona amurallada, y en la Cata 2, donde se identificó un horno de cerámica ibérica (dos de los sondeos fueron negativos, y el tercero de escaso interés). Cata 1 (2 x 4 m; cuadros 106 K y L). En este sondeo, en el que se ha profundizado hasta alcanzar el terreno natural, se han registrado un total de 21 UUEE correspondientes a diversos depósitos y estructuras que definen parte de un espacio habitacional que, en principio, parece de carácter doméstico y en cuyo análisis inicial se han podido identificar hasta tres niveles de ocupación y uso consecutivo del lugar. La estancia se encontraba colmatada por piedras y adobes procedentes del abandono y derrumbe de las estructuras de cierre; éstas se fabricaron a partir de un zócalo de piedra de aproximadamente 1,20 m de alto, a partir del
Figura 5. Cata en el suelo de arcilla compactado.
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Aunque todavía no se ha podido precisar la cronología de cada una de las fases, dado el escaso material aparecido, parece que la datación global de este sector del asentamiento se extiende desde el s. III al I a. de C.
apenas se conserva la parte más baja, correspondiente a la cimentación y primera hilada, estando además los niveles de uso y suelo muy alterados, sin poder concretar la naturaleza de dicho espacio.
Tras la realización y documentación global del sondeo, se procedió a su protección y cubrimiento para favorecer la preservación de los restos, empleando bovedillas de poliespán, una capa de geotextil y colmatación total de la cata con la misma tierra que se había extraído de su interior.
Tras la realización y documentación global del sondeo, se procedió a su protección y cubrimiento empleando una capa de geotextil para cubrir los muros y colmatar la cata con la misma tierra que se había extraído de su interior (Fig. 7).
La Cata 2 se ubica en la zona extramuros, en un sector donde se conserva la mayor altura fuera del área fortificada y donde se detectó durante las prospecciones una gran acumulación circular de piedras junto a la que aparecían multitud de fragmentos de cerámica. En este caso se efectuó un sondeo en forma de L, con unas dimensiones de 5 m de largo x 1 m de ancho (cuadros 192-196/CC-CE). Su ejecución se planteó abarcando la estructura desde el centro, proyectando una cata a modo de trinchera hacia el N, y prolongando otra hacia el W, unidas ambas en el punto central. Aunque no se pudo concluir la excavación del sondeo, dado lo complejo de las unidades que aparecieron, los resultados fueron positivos, constatando que se trataba de un horno de producción cerámica de enormes proporciones (Fig. 6). Tras la realización y documentación global de la cata, se procedió a su protección y cubrimiento para favorecer la preservación de los restos, empleando planchas de poliespán, una capa de geotextil y colmatación total de la cata con la tierra extraída. La Cata 3, de 6 x 2 m (cuadros 162-164 CT), se localiza también al exterior del área fortificada del yacimiento. Los trabajos se iniciaron con la excavación de un sondeo de 2 x 2 m que posteriormente, tras los resultados obtenidos, fue ampliado 4 m en dirección N. Se identificó un muro, al que estaban asociados dos más: uno que confluye en su esquina SE, y otro, que converge con este último al E, y cierra el espacio al N. De estas estructuras
Figura 7. Estado final de la cata. Espacio entre murallas. Con ayuda de una pala mecánica se vació la zona que media entre las dos líneas de muralla, que estaba completamente colmatada por piedras de mediano y gran tamaño procedentes del progresivo deterioro de las estructuras más próximas, así como de los trabajos de limpieza de dichas estructuras desarrollados en la campaña de 1983. Se excavó una gran extensión, tanto en superficie como en profundidad. Era fundamental la retirada de los elementos pétreos que entorpecían el paso, o que, como en algunos sectores, impedía ver la conexión entre estructuras. No obstante, no se extrajo por completo ni tampoco se alcanzó la unidad sobre la que apoya dicha acumulación, quedando pendiente para futuros trabajos averiguar cómo se estructura el sector intermurallas (por ejemplo, verificar la existencia, o no, de un segundo foso). 2.1.4. Mejora en la seguridad de los visitantes Uno de los principales objetivos en esta campaña era el de asegurar que el recorrido que realiza el visitante no entraña peligro. Esto es importante sobre todo en el caso del área del poblado intramuros, en el extremo más meridional del yacimiento, limitado por un cortado con 100 m de desnivel.
Figura 6. Proceso de excavación; vista desde W.
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Para solventar este problema, se ha instalado un barandado de seguridad en la zona más extrema y próxima al cortado, un total de 58 m, así como señales de prohibido el paso en el tramo más peligroso donde el firme es muy inestable.
Sesión 2 2.2. IV Campaña De acuerdo con las pautas establecidas en el Plan Director, en julio de 2019 se desarrollan nuevas actuaciones, financiadas por las mismas instituciones que el año anterior. Las intervenciones se focalizan en la excavación de dos zonas ubicadas fuera del área fortificada y determinadas por los resultados obtenidos en 2018. Los objetivos fundamentales han sido ahondar en el conocimiento de la actividad productiva con la excavación del horno de cerámica y acometer los primeros trabajos de excavación en la necrópolis. 2.2.1. Horno de cerámica (Figs. 8 y 9) En este sector se ha trabajado en una superficie de 100 m2, con un total de 25 cuadros (188-196/CA-CE).
- El arranque de la bóveda que cubría la parrilla, conformando la cámara de cocción, y - La parrilla o superficie donde se colocaban las piezas para su cocción, de 4,20 m de diámetro. Aunque parcialmente perdida en algunas zonas por intrusiones modernas, conserva superficie suficiente como para determinar su planta circular y que fue fabricada con adobes; es clara la disposición de varias de las toberas por las que circulaba el calor, así como el arranque de la bóveda, que se alzaría en altura configurando la cámara de cocción. Dicha cámara y otros elementos elevados no se han conservado, sin embargo es muy probable que se localice la caldera en profundidad en próximas campañas (Fig. 10).
La excavación quedó inacabada, pero se pudo constatar que se trata de un horno de tiro vertical y doble cámara, en el que se ha documentado: - El muro perimetral, formado por una pared de mampostería y un potente relleno interno elaborado a partir de piedras y arcillas fuertemente compactadas, que delimitan un diámetro global de 8 m.
Figura 10. Estado final de la parrilla, desde W. El tamaño del horno posibilitó la elaboración de grandes piezas de almacenaje (dolia tipo Ilduratin), junto a otras más pequeñas empleadas en el servicio de mesa (jarras, vasos, cuencos, etc.), intercaladas entre los huecos que dejaban al cargar el horno. Además, sus enormes dimensiones parecen evidenciar que la producción debió de tener carácter industrial, sobrepasando seguramente el abastecimiento local. Con el fin de conservar los restos para proseguir con la excavación en futuras campañas, se protegió provisionalmente el horno mediante un estratificado (Figs. 11 y 12) compuesto por: - malla de rafia en contacto con los restos constructivos - manta de geotextil - lámina de polietileno - arena embolsada en sacos de polietileno, introducidos a su vez en sacos de rafia, dispuestos a lo largo de todo el perímetro de contención, rellenando también los desniveles Figuras 8 y 9. Arriba, inicio de excavación. Abajo, estado final del horno. Vista desde SE.
- capa final de arena, ocultando los estratos anteriores
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Figura 13. Túmulos 1 (a la derecha de la imagen) y 2.
m en dirección N-S y entre 1,60-1,70 m en dirección E-W (éstas últimas pueden variar, ya que no concluyó la excavación del corte W, pendiente para la próxima campaña). El túmulo está configurado por un perímetro de grandes losas de piedra, destacando por su tamaño las centrales de cada lateral, y un relleno de diferente naturaleza (piedras de distinto tamaño, guijarros y cantos, mezclados con tierra de textura suelta). Apenas apareció material cerámico pero si pequeños fragmentos óseos calcinados, todo ello alterado en época reciente. Por el momento desconocemos si el enterramiento se efectuó sin urna cineraria, o si ésta desapareció fruto del saqueo constatado. Figuras 11 y 12. Protección del horno.
2.2.2. Necrópolis El objetivo fundamental era abordar la excavación de alguno de los túmulos que se detectaron en prospección para poder establecer una primera caracterización de este sector. Los trabajos comenzaron con la limpieza superficial de la zona retirando la vegetación de aproximadamente 130 m2 (cuadros 52-66/AZ-BI), con el fin de definir las estructuras e identificando con claridad quince túmulos. La excavación se inicia en la zona oriental, junto a unas losas de piedra dispuestas de manera cuadrangular que resultaron ser del primer túmulo; junto a él, en dirección E, se localizó el segundo (Fig. 13). Ambas estructuras tienen dimensiones similares y una ejecución análoga (los dos se disponen tras rebajar el terreno natural, reservando el nivel inmediatamente superior para fijar las piedras), aunque la morfología es diferente. -Túmulo 2 (UE502). Estructura tumular de forma más o menos ovalada (Fig. 13), con unas dimensiones de 2-2,10
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- A una distancia de 1 m hacia el E, se localizó el Túmulo 1 (UE503), de planta cuadrangular y que presentaba un buen estado de conservación (Fig. 14). Las dimensiones son de 2 m en dirección E-W y 1,90-2 m en dirección N-S. Está elaborado con piedras de mediano tamaño que delimitan el perímetro de la estructura y rellenan también su interior. La urna funeraria hallada, y los tres vasos que la acompañaban (posiblemente relacionados con ofrendas), fueron depositados previamente, encajándolos en el hueco central, para luego terminar de rellenar el túmulo con piedras (Fig. 15). Para la extracción del ajuar fue precisa la intervención del equipo de restauración del museo, que procedió a su estabilización y consolidación previas. El conjunto cerámico está pendiente de excavación en el laboratorio del museo, así como del estudio y análisis de las muestras que se obtengan. En la protección de los túmulos se utilizó un estratificado similar al del horno (Figs. 16 y 17). En ambos casos, la combinación de materiales tiende a minimizar los fenómenos de condensación, así como a prevenir que el geotextil, como estrato más sensible a la humedad, llegue a adherirse a las estructuras. La valoración básica del grado de efectividad de los medios de protección instalados frente a las amenazas más relevantes sería:
Sesión 2
Figuras 14 y 15. Arriba, túmulo 1. Abajo, urna cineraria y vasos de ofrendas, desde S.
- Viento y precipitaciones: protección alta - Oscilación térmica: protección media - Tránsito de personas y animales: protección media / alta. La cuestión más interesante derivada de la excavación en la necrópolis es que, a falta de un estudio exhaustivo, la cronología de los túmulos se sitúa en torno al s. V a. de C. Este hecho indica que, con toda probabilidad, hay una ocupación anterior en el Cabezo que habrá que determinar en próximos trabajos. 2.2.3. Zona intermurallas Tras la eliminación de buena parte del nivel procedente de la limpieza de las estructuras de la fortificación, así como de su progresiva degradación, en este sector se realiza un estudio y análisis centrado en las características de la segunda línea de muralla y su relación con el torreón A. En los años 80 del siglo pasado, ya se observó cómo éste último quedaba adosado a la muralla. Sin embargo no se llega a establecer una secuencia cronológica precisa para
Figuras 16 y 17. Protección de los túmulos.
ambas estructuras y su relación con la línea de muralla exterior. Con los trabajos de estas dos últimas campañas se ha constatado de manera evidente la superposición de estructuras. Eso, sumado a la diferente fábrica de cada una de ellas, obliga a plantear nuevos sondeos que permitan establecer la datación de cada uno de estos elementos del aparato defensivo (Figs. 18 y 19).
3. CONCLUSIONES El objetivo principal de la reanudación de los trabajos en el Cabezo de San Pedro es ahondar en el estudio del poblamiento ibérico en nuestra comunidad, pero también es acercar al ciudadano a su patrimonio histórico. Para ello es necesario: - Investigar sobre el mismo, contando con un equipo estable vinculado al Museo de Teruel, que garantice, como en otros yacimientos gestionados desde esta institución, la continuidad del proyecto.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bardaviu Ponz, V., (1918): Estaciones prehistóricas y poblados desiertos recientemente descubiertos en varias localidades de la provincia de Teruel, Zaragoza, pp. 3638. Burgues, E., (1883): “Noticias”, Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo III, Madrid, p. 210. Gomis, C., (1880): “Una excursió al avench de Sant Pere dels Grechs (Oliete, Teruel)” en Butlletí de l´Associació d´Excursions Catalana 3, n.º 23, Barcelona, pp. 211-215. Moret, P., (1996): Les fortifications ibériques. De la fin de l´âge du bronze à la conquête romaine, Collection de la Casa de Velásquez 56, Madrid. Orensanz, F., (1975-1976): “Aportación al despoblado de San Pedro (Oliete, Teruel)”, en Caesaraugusta, 39-40, Zaragoza, pp. 175-186. Ripoll, E., (1955): “Noticias de despoblados del NE de la provincia de Teruel”, en Teruel, 13, Teruel, pp. 117-137. Romeo Marugán, F., (2002): “Las fortificaciones ibéricas del valle medio del Ebro y el problema de los influjos mediterráneos”, La guerra en el mundo ibérico y celtibérico (ss. VI-II a. de C.), Collection de la Casa de Velásquez 78, Madrid, pp. 153-188. Vallespí, E., (1954): “Prospecciones en el río Martín”, Proa, n.º 27, Zaragoza, p. 5.
Figuras 18 y 19. Estado final de la limpieza.
- Trabajar en su óptima conservación y protección, y dotarlo de las medidas de seguridad y accesibilidad necesarias. - Disponer de recursos económicos suficientes para poder implementar todas las fases de actuación plasmadas en el Plan director del yacimiento, y que, necesariamente, deben proceder de la colaboración entre administraciones.
AGRADECIMIENTOS Agradecemos a Rosa María Loscos Pastor su colaboración en 2018 para la localización de la necrópolis.
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Vicente, J., Escriche, C. y Punter, M. P. (1985): “Las construcciones defensivas del Poblado ibérico del Cabezo de San Pedro (Oliete, Teruel), Boletín del Museo de Zaragoza, n.º 4, Zaragoza, pp. 63-94.
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2.9. LAS VILLAE ROMANAS EN ARAGÓN: VALOR ARQUEOLÓGICO Y PATRIMONIO CULTURAL ROMAN VILLAE IN ARAGÓN: ARCHAEOLOGICAL VALUE AND CULTURAL HERITAGE Celia Corbatón Martínez Programa de Doctorado en Ciencias de la Antigüedad Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Zaragoza Autor de contacto / Contact author: Celia Corbatón Martínez, 706655@unizar.es
RESUMEN El presente trabajo es fruto del póster presentado en el III Congreso de Arqueología y Patrimonio de Aragón (CAPA), celebrado los días 14 y 15 de noviembre de 2019. Hasta la fecha, tan solo 9 de las 85 villae romanas contabilizadas en Aragón han sido objeto de una intervención arqueológica. Y, entre todas ellas, solo tres han sido musealizadas: Villa Fortunatus (Fraga, Huesca), La Malena (Azuara, Zaragoza) y La Loma del Regadío (Urrea de Gaén, Teruel). En la mayoría de los casos, la zona en la que se ha investigado e intervenido arqueológicamente es la de la pars urbana. Es decir, aquella en la que residía el possessor del fundus en el que ésta se ubicaba y, por tanto, donde se pueden encontrar los vestigios de la demostración de luxuria de la familia. Sin embargo, sí ha habido algunos casos en los que se ha investigado la pars rustica, aquella en la que se encontraban los espacios a través de los que se explotaba la propiedad agropecuaria, como los torcularia. Además, debemos tener en cuenta que las villae del Valle Medio del Ebro tienen una peculiaridad, y es que en varias ocasiones están asociadas a monumentos funerarios en los que pasan a morar los restos de aquellos que en vida habitaron la vivienda. Pretendemos arrojar luz sobre el estado de las investigaciones de estos vestigios en Aragón, y reclamar la necesidad de profundizar en su conocimiento a través de las excavaciones y su puesta en valor. PALABRAS CLAVE: Villas; Roma; Arqueología rural; Aragón; Investigación.
ABSTRACT This work is the result of a poster exhibited in the III Congreso de Arqueología y Patrimonio de Aragón (CAPA), held on the days 14th and 15th of november 2019. Up to now, only 9 of the 85 roman villae taken into account in Aragón have been object of an archaeological intervention. Also, among them, only three have been musealized: Villa Fortuantus (Fraga, Huesca), La Malena (Azuara, Zaragoza) and La Loma del Regadío (Urrea de Gaén, Teruel). In most of the cases, the zone where archaeological investigations and interventions have been done is the pars urbana. This was the part where the possessor of the fundus where the villa was located used to reside, so it is where we can find the remains of the luxuria demonstration of the family. However, there are some cases where the pars rustica has been studied, where were the spaces through which the countryside property was exploited, like the torcularia. In addition, we have to keep in mind that the villae in medium Ebro valley have a special feature, which is that in sometimes they are associated to funerary monuments where are deposited the remains of those who used to inhabit the house. We expect to shed light on the actual condition of the researches about those remains in Aragón, and demand the need of going in depth in their knowledge through excavations and their put in value. KEYWORDS: Villae; Rome; Countryside archaeology; Aragón; Research.
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Figura 1. Plano de la Villa Fortunatus de Fraga (Serra, 1943: 12).
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN El interés por esta temática se justifica en que previamente la mayoría de las investigaciones habían privilegiado como temas elementos relacionados con la vida urbana en la Antigüedad, pero en los últimos años se ha demostrado que los asentamientos en el ámbito rural eran mucho más complejos y variados de lo que se había pensado: villae, vici, pagi, cauponae, castelli, etc. Desde los comienzos de los trabajos sobre arqueología romana se ha registrado la existencia de numerosas villas en Aragón, pero muy pocas fueron excavadas de forma sistemática y se estudiaron en profundidad. Esto ha hecho que sea realmente difícil un análisis actualizado en esta zona y la distinción de los vestigios que realmente corresponden a villas de aquellos que se catalogaron como tal por error y que hoy en día podemos distinguir como una tipología diferente de ocupación rural o hábitat. Además, en los casos en los que sí se han excavado de forma metódica los yacimientos de este tipo, el interés se ha centrado casi siempre en la pars urbana, donde se encuentran los elementos de representación y demostración de la riqueza del possessor, dejando de lado la zona de producción sin la que no puede entenderse el conjunto de una villa. Por tanto, cabe realizar una revisión de las investigaciones y trabajos de campo que se han realizado hasta la fecha, pero también de los vestigios y de su estado actual.
2. OBJETIVOS Debido a la necesidad de arrojar luz acerca de los restos en forma de villa romana que se encuentran en la comunidad autónoma de Aragón, se han planteado los siguientes objetivos: • Analizar la historia de las investigaciones sobre villae en la comunidad autónoma de Aragón y determinar cuáles han sido objeto de una intervención arqueológica y cuándo. • Destacar este tipo de propiedades como explotaciones agropecuarias, fuente de la riqueza de sus propietarios, pero también como foco de atracción de la población y elemento ordenador del territorio circundante.
realizado un proceso de síntesis para extraer los datos que nos podían aportar. También hemos tenido en cuenta las fuentes arqueológicas o primarias, completando la información a través de la visita directa a algunos de los monumentos y villas. Asimismo, hemos tenido la oportunidad de revisar algunos de los materiales hallados en algunas de estas villas romanas, concretamente algunos de los que se encuentran depositados en el Museo de Huesca, lo que nos ha permitido hacernos una idea de los restos que podrían encontrarse en el transcurso de una excavación. Finalmente, hemos volcado los datos recabados en una serie de tablas y gráficas que nos han permitido llegar a algunas conclusiones, al mismo tiempo que nos ha hecho plantearnos más preguntas a las que esperamos dar respuesta en un futuro próximo.
4. RESULTADOS 4.1. Historia de las investigaciones Por el momento, el número de villas en las que se ha efectuado una intervención arqueológica en Aragón sigue siendo muy inferior a las que se han descubierto. Por lo general, la zona en la que se ha investigado e intervenido arqueológicamente es la pars urbana, en la que residía el possessor del fundus. El panorama que se nos presenta a través del análisis de los distintos vestigios descubiertos hasta la fecha de villas romanas es realmente desolador. Debemos tener en cuenta que la mayoría fueron descubiertas hace décadas y muy pocas de ellas han sido sometidas a excavaciones, sondeos o prospecciones. A continuación, presentamos una gráfica en la que se han agrupado los descubrimientos de villas que hemos podido recopilar en una serie de franjas cronológicas. Los periodos o franjas cronológicas escogidos se justifican en que muy pocas fueron descubiertas antes del siglo XX o de pocos descubrimientos se ha conservado la noticia. Tan sólo han sido tres, ubicados en la provincia de Huesca: Ermita de Nuestra Señora del Socorro (Chalamera), la Noguera (Estada) y Villa Fortunatus (Fraga).
• Analizar qué vestigios materiales pueden encontrarse en una villa romana tomando como referencia Villa Fortunatus. • Estudiar el estado de la musealización y puesta en valor de las villas en Aragón para resaltar su importancia y concienciar a la población.
3. METODOLOGÍA La metodología escogida para cumplir con los objetivos que hemos marcado se basa, en primer lugar, en la recopilación de la información existente a través de las fuentes secundarias o escritas. Una vez reunidas, hemos
Figura 2. Descubrimientos de villas en Aragón.
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Además, la Guerra Civil española marca una gran división en los trabajos arqueológicos y en los descubrimientos, por lo que un periodo escogido es el previo al enfrentamiento bélico. De esta etapa destacan, por ejemplo, la Ermita de Ntra. Sra. Del Socorro (Chalamera, Huesca) o Rienda (Artieda, Zaragoza). Después, se ha añadido el periodo entre la finalización del conflicto en 1939 y 1978, por ser una fecha límite al cambio cualitativo y cuantitativo de los trabajos arqueológicos que suponen los años 80 del siglo XX. Destacan villas como la de Torre Novales (Albalate de Cinca, Huesca), La Sinagoga (Sádaba, Zaragoza) o La Loma del Regadío (Urrea de Gaén, Teruel). Es por eso que el siguiente periodo comprendido será entre 1978 y el año 2000, pues a partir de esta fecha muy pocas villae nuevas han sido descubiertas y, sobre todo, excavadas. De esta franja cronológica cabe mencionar (entre las múltiples posibilidades) la de Bajo Cuesta (Apiés, Huesca) y La Malena (Azuara, Zaragoza). Finalmente, es reseñable que en el último periodo (a partir del año 2000) no se ha podido constatar ningún nuevo descubrimiento. Debemos tener en cuenta que, en muchos casos, desconocemos la fecha exacta de su descubrimiento y si realmente se trata de una villa, por lo que no han podido tenerse en cuenta todos los casos de posible explotación agropecuaria de esta tipología como sí se tendrán en cuenta en la Gráfica 2. En varias ocasiones hemos debido recurrir a la primera referencia de un yacimiento como villa que hemos podido encontrar, desconociendo la fecha exacta de su primer descubrimiento, ya que en muchos casos la noticia fue transmitida de forma oral hasta que quedó registrada por escrito. Hemos recopilado todos los posibles casos de villae en Aragón, y hemos contabilizado por provincia un total de 5 en Teruel, 39 en Zaragoza y 38 en Huesca. Sin embargo, en tan sólo 2, 4 y 3 respectivamente se han llevado a cabo labores rigurosas y sistemáticas de excavación o prospección arqueológica. Debemos tener en cuenta que estos yacimientos quedan pendientes de una revisión más actualizada, pues es posible que, en muchos casos, nos encontremos ante un enclave rural de época romana pero de distinta tipología (vicus, pagus, caupona, etc.).
Figura 3. Intervenciones arqueológicas en las villas de Aragón.
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Como podemos observar a partir de ambas gráficas, hay un desequilibrio enorme entre la cantidad de villas descubiertas y el número de las que han sido sometidas a una intervención arqueológica sistemática. Si bien en la bibliografía más antigua acerca de estos enclaves se denomina prospección a esta sencilla visita al lugar, hoy en día consideramos como tal procedimientos muy distintos. Es por eso que muchos de los casos más antiguos de “prospección” que consistían sencillamente en personarse en un lugar para observar qué restos se hallan en el mismo no han sido tenidos en cuenta. Esto acentúa todavía más, si cabe, la necesidad de una revisión de los materiales y de los lugares catalogados como villa. Asimismo, es posible que algunas zonas de Aragón se hayan visto más favorecidas en cuanto al interés de los investigadores, ya que resulta difícil de creer que en la provincia de Teruel tan sólo se hayan registrado 5 casos. Esta sensación se acentúa si tenemos en cuenta los trabajos en los últimos años en La Loma del Regadío, donde se ha descubierto una gran villa con un imponente complejo de prensado. Esta es otra razón que nos conduce a recalcar la necesidad de una revisión de los descubrimientos y de los materiales relacionados con el hábitat rural en época romana en Aragón.
4.2. Explotación agropecuaria y principales focos de producción Los dos productos más comunes en las grandes explotaciones agropecuarias son el aceite y el vino. En lo que respecta al proceso de elaboración del vino en la Antigüedad, debemos tener en cuenta que surge como resultado del proceso natural de fermentación al oxidarse el azúcar de la uva. Tras la recolección de la fruta, se procede al pisado o prensado, y el zumo resultante “reacciona al contacto con el oxígeno transformando los azúcares en alcohol y generando una bebida de naturaleza alcohólica” (Peña, 2010: 29-30). Sin embargo, el caldo seguirá sujeto a transformaciones químicas, y para evitar el contacto con las bacterias acéticas que degraden el azúcar hasta extinguirlo y conviertan el vino en vinagre, se añadían una serie de aditamentos como el yeso o la puzolana, que aumentaban la acidez y disminuían la actividad de las levaduras que degradan el azúcar, o la miel, que incrementaba los azúcares con el mismo fin y derivó en la creación del vino dulce conocido como mulsum (Peña, 2010: 32). Para este proceso de transformación en una bebida alcohólica, se requerirá no sólo de las estructuras de torcularia para el prensado del fruto sino también de una cella vinaria de almacenaje con espacio para las grandes dolia de almacén. En cuanto al aceite de oliva, a diferencia del vino, “se obtiene simplemente del prensado de la aceituna, tras la decantación del agua contenida en este fruto, sin que en este caso se produzca una reacción química que modifique su naturaleza inicial” (Peña, 2010: 34). Como vemos, en ocasiones se requería de una molienda previa
Sesión 2 de la aceituna, pues dependiendo del momento del año en el que se recoja se generará un tipo de aceite u otro, orientado hacia una función distinta. Por tanto, será habitual el hallazgo de estructuras de molienda previa al prensado. Por otro lado, cabe hablar de la alfarería en las villae, otro factor de producción en la pars rustica. En unas ocasiones se trata del simple autoabastecimiento de cerámica básica para el día a día de este enclave, pero en otras está dirigida a la exportación y venta de recipientes cerámicos a núcleos urbanos o poblaciones cercanas. Este fenómeno último es bastante común en los alfares de terra sigillata de la Península Ibérica. Sin embargo, en pocos casos se han conservado los hornos de las villas y mucho menos junto a la vivienda de los propietarios del fundus, como en Villarroya de la Sierra (Zaragoza). El tipo de producción de un alfar dependía, además de su situación geográfica, del tipo de arcillas de las que pudiera abastecerse para producir una cerámica de mayor o menor calidad. Un alfar en estos casos seguía un sistema similar al del resto de alfares que podemos encontrar en época romana. Sin embargo, la vinculación de un alfar a una villa no es una cuestión banal, pues supone un importante foco de comercio y de atracción de población circundante que podría determinar en gran medida la forma de vida de sus habitantes. Algunas de ellas estaban especializadas en productos de gran calidad como la terra sigillata, dirigida a un público más reducido y de un mayor nivel socio-económico que la mayoría de la población. En cuanto a la mano de obra, la explotación agropecuaria de una villa debía contar con una serie de trabajadores y/o esclavos que viviesen permanentemente en ella al servicio del dueño del fundus. Debemos tener en cuenta aquí que la villa es autosuficiente, es decir, en la propiedad se producen todas las fases del proceso de explotación: labrar, sembrar, recogida del producto agrícola, producción artesanal de los contenedores cerámicos, almacenaje, etc. Por lo que encontraremos las infraestructuras y trabajadores necesarios para ello. El vilicus dirige la propiedad en ausencia del patrono, o incluso en presencia de éste por su prolongada experiencia en esta materia, y coordina las labores de los esclavos y trabajadores con ayuda de una serie de colaboradores como el epistates o el praefectus entre otros (Carandini, 1985: 111). Sin embargo, procesos como la vendimia, un acontecimiento social de primer orden, implican una importante demanda de mano de obra en un periodo muy concreto del año, al final del verano, lo que lleva a una “reestructuración de las fuerzas de trabajo durante estas fechas” (Peña, 2010: 30). Por tanto, también debemos tener en cuenta que, aunque hay una serie de trabajadores que permanecen permanentemente en la villa, hay otros estacionales que acuden en momentos concretos del año en los que se necesita mayor número de mano de obra, como por ejemplo la recogida de la vid y el vareo de la aceituna.
Además, cabe distinguir entre trabajadores libres y esclavos, siendo estos últimos propiedad del patrono. Dentro de éstos, también distinguiremos aquellos que son simple mano de obra de los que tienen algunas habilidades especiales del gusto de su patrono. Carandini (1985: 111) nos habla de manodopera libera (“mano de obra libre”): colonos como familias libres que no tenían medios propios para su subsistencia por lo que vendían su fuerza de trabajo a cambio de alimento, trabajadores estacionales que eran personas libres que se trasladaban de zona estacionalmente buscando trabajo en función de la época del año a cambio de un pequeño estipendio y por último mercaderes que se dedican a la venta de los productos de la villa en nombre del patrono en los mercados cercanos obteniendo cierto margen de beneficio. Finalmente, cabe decir que Catón es el autor clásico que más información nos proporciona acerca de la forma de vida de los esclavos y trabajadores de la hacienda, pues en su Tratado de Agricultura pretende mostrar a otros patronos y personas de clase alta cómo deben gestionar su hacienda para conseguir el mayor rendimiento y beneficio posibles. Regula tanto la tipología y cantidad de alimento (4 modios de trigo en invierno y 4 modios y medio en verano a los que se ocupen del laboreo por ejemplo) como de bebida (vino sobre todo) que se les proporcionaba según la estación del año, así como la ropa y otros elementos que debían darles los propietarios para su sustento.
4.3. Vestigios materiales en las villas romanas aragonesas En primer lugar, cabe hablar aquí de la riqueza, lujo y ostentación de las clases altas romanas en estas propiedades. En este caso, se relacionan con la expresión del estatus social, las creencias religiosas, la forma de pensar y los intereses de los propietarios por medio de las decoraciones musivas, estatuas, elementos pictóricos y otros vestigios materiales hallados a través de las excavaciones arqueológicas en la vivienda del propietario. Debemos destacar una peculiaridad propia del Valle Medio del Ebro en época romana, que es la de que varias villas, en las que debieron residir personajes reseñables y de elevado poder, tienen asociados monumentos funerarios que seguramente pertenecerían a los mismos propietarios del fundus que habitaron la pars urbana. En primer lugar, debemos considerar los dos casos que hay en Sádaba (Zaragoza), La Sinagoga (con una villa 100 m más al norte) y el célebre Mausoleo de los Atilios (con una villa 300 m al noroeste). La primera tenía planta cruciforme orientada según los puntos cardinales, un testero plano al norte, brazos laterales terminados en semicírculo y testero plano al sur (Lostal, 1980: 74-76). Por otro lado, de la segunda se ha conservado en pie una fachada, quizás la principal, que daba a la vía que unía Caesaraugusta y Pompaelo (Cancela, 2001: 106-108).
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Consta de tres inscripciones relacionadas con personajes fallecidos de la familia Atilia, recogidas en CIL II2 2973. Otro monumento funerario asociado a una explotación agropecuaria es el de Chiprana, insertado hoy en la Ermita de la Consolación, del que se han conservado tan sólo dos arcos y medio (todos de medio punto). Habría, en total, 5 de esos arcos ciegos, enmarcados por pilastras, pudiendo adivinarse la envergadura total del edificio. Se hallaron dos inscripciones, de las que sólo ha prevalecido una, dedicada a una niña de 30 días llamada Fabia Pabia Seuera (Cancela, 2001: 107-108). También deben tenerse en cuenta el Mausoleo de Miralpeix (Caspe, Teruel) y el de Fabara (Zaragoza) dedicado a Lucio Emilio Lupo, que también podrían estar asociados a villas cercanas (Lostal, 1980: 165; 175). Por otro lado, hay más elementos que deberían tenerse en cuenta como objetos de uso habitual por parte de los distintos habitantes, como agujas de pelo o de coser, pondera, molinos de rueda o de mano y demás utensilios relacionados ya no sólo con la pars urbana, sino con la producción y la explotación de una propiedad agropecuaria de este calibre. En el presente trabajo hemos tomado como referencia la Villa Fortunatus (Fraga) para analizar de forma general el conjunto de su cultura material, pues se trata de un caso ejemplarizante dentro de Aragón para poder conocer más de cerca los vestigios materiales que pueden hallarse en una villa romana.
Otro mosaico figurado destacado es el de Eros y Psiqué, que se encuentran en el panel central, rodeado de motivos geométricos. En el panel central se representan dos figuras, una masculina y femenina, en posición frontal y parcialmente afectadas por una rotura. Ella levanta el brazo derecho, tomando su manto con los dedos, y extiende el izquierdo por encima de los hombros de Eros. Presenta ornatos similares a Venus. La figura masculina flexiona ligeramente las piernas hacia la derecha y levanta la mano izquierda, con un cestillo con flores rojas, extendiendo la derecha por detrás de la espalda de Psiqué (Fernández-Galiano, 1987: 93). Por otro lado, cabe destacar la escasez de esculturas o fragmentos de las mismas encontrados en las distintas villas excavadas en Aragón. No debemos cometer el error de pensar que no hubiese esculturas que decorasen las viviendas y los espacios de representación de éstas de los grandes señores que habitaban esta zona geográfica. El principal factor que podemos considerar como causa de su desaparición es la falta de afloramientos naturales de piedra de gran calidad más allá de la caliza. Casi toda la piedra dedicada a la escultura era importada. Es por eso
En cuanto a los pavimentos musivos conservados, sus motivos decorativos reflejan la vida e identidad de sus propietarios, no sólo para éstos sino sobre todo hacia los visitantes de sus villas en las salas nobles. En las galerías alrededor del peristilo de Villa Fortunatus encontramos mosaicos geométricos en su mayoría, pero destaca uno compuesto por 11 emblemata (aunque debieron ser 12 originalmente) de animales con motivos vegetales que representan cada uno de los meses del año a modo de calendario, con una escena representativa del mismo. También destaca el mosaico del triclinio de la villa, con 5,85 x 4,70 metros. La composición está formada por animales y diferentes motivos figurados (canarios, liebres, cráteras, etc.) y vegetales. Resulta igualmente impresionante el mosaico de Venus y Eros, en otra de las estancias nobles de la villa. Los protagonistas se encuentran enmarcados por motivos de geométricos y vegetales, en un panel central. Aparecen una figura femenina desnuda en posición frontal, identificada como Venus, y una masculina identificada como Eros. Ella tiene la pierna izquierda girada hacia el lado contrario y apoya su brazo izquierdo, con un brazalete, sobre un pedestal cuadrado. En su mano izquierda porta un abanico vegetal, y lleva un collar o pectoral con teselas vidriadas además de pendientes y diadema de perlas. Eros presenta un cuerpo desnudo, pero sólo lleva brazaletes como adornos. Su posición es frontal, aunque un poco inclinado hacia la izquierda. Mantiene la mano izquierda levantada (FernándezGaliano, 1987).
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Figura 2. Estatua de Eros cabalgando un delfín. Fotografía: Museo de Huesca (NIG: 08189).
Sesión 2 que, en numerosas ocasiones, ha desaparecido la piedra de calidad como el mármol o similares de estos yacimientos, reutilizada en otras construcciones o quemada en hornos para la fabricación de cal. Es por eso que los elementos de decoración que se han conservado son muy escasos, siendo especialmente escasos los pétreos. Volviendo a Villa Fortunatus, F. Tuset encontró en los años 80 una estatua de mármol blanco masculina identificada como una representación del dios Apolo. Asimismo, se halló una pequeña escultura de Eros cabalgando un delfín, que seguramente procediera de la zona del estanque del peristilo de la villa. Ambas se conservan en el Museo de Huesca. Sin embargo, hemos podido recoger la noticia del hallazgo de una pequeña estatua de bronce de Venus, que por desgracia se encuentra en paradero desconocido. En cuanto a los vestigios cerámicos, el estudio arqueométrico de unos materiales puede proporcionar abundantes datos acerca de las formas de explotación y producción y de los habitantes de una villa romana. En este caso se recogieron, en el transcurso de las excavaciones, abundantes fragmentos de terra sigillata hispánica y de cerámica común. Queda pendiente un estudio detallado de las formas de TSH que se han ido depositado en el Museo de Huesca en el transcurso de las distintas intervenciones arqueológicas en la villa de Fortunatus ya que, debido a la inmensa cantidad de materiales depositados, requieren de una publicación propia. No debemos olvidar los objetos de uso cotidiano que estaban presentes en la vida de los habitantes de forma cotidiana y que se derivaban de la vida en el medio rural. En este caso destacan las lucernas para la iluminación, la cerámica común y de cocina, las piedras de molino de rueda, los molinos manuales y, sobre todo, un pasarriendas decorado con dos cabezas de cisne. Finalmente, para profundizar en el conocimiento de los habitantes de una villa cabe tener en cuenta las fuentes epigráficas asociadas a estos asentamientos rurales. Nos proporcionan información acerca de la identidad de la familia propietaria, pero en ocasiones también de aquellos que les sirvieron como los libertos. En el conjunto musivo del triclinio de Fortunatus se encuentra la inscripción que da nombre a esta villa, elaborada con teselas ocre sobre fondo blanco, y dividida en dos partes (Fortv-natvs) por un crismón con las letras griegas alpha (α) y omega (ω). Esto denota la identidad cristiana del nuevo propietario, que bien sería de una nueva familia distinta a la original o habría cambiado sus creencias paganas por las cristianas. Se ha interpretado como el nombre del propietario por varias razones, entre ellas la posición preeminente que ocupa en una de las principales estancias nobles y la expresión consciente de la identidad cristiana del personaje mencionado (Gómez, 2002, p.41). Esta inscripción musivaria es comparable a otros del Valle Medio del Ebro en los que el propietario ha querido expresar su identidad mandando colocar su nombre en el pavimento de una de las salas principales de su lujosa vivienda, como en el de Dvlcitivs en la villa de Soto de Ramalete de Tudela. También en esta famosa villa del
Figura 3. Cuenco de TSH. Fotografía: F. Alvira, Museo de Huesca (NIG: 07801).
Figura 4. Lucerna. Fotografía: F. Alvira, Museo de Huesca (NIG: 07806).
Figura 5. Pasarriendas. Fotografía: F. Alvira, Museo de Huesca (NIG: 04096).
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Bajo Cinca o se hallaron varias inscripciones en soporte pétreo. Dos de ellas eran de contenido funerario, halladas por J. Salarrullana en 1894, hoy desaparecidas. Sí se han conservado una inscripción muy fragmentaria (Lostal, 1980, p.98) y otras dos inscripciones funerarias, datadas en el siglo II d.C. por el tipo de letra empelada (Année Epigraphique, 1977, 485 y 486).
4.4. Estado de la musealización y puesta en valor Actualmente, tan sólo tres villas romanas se encuentran musealizadas o en vías de estarlo en el territorio de la comunidad autónoma de Aragón, y cada una se encuentra en una de las tres provincias que lo integran. La primera, Villa Fortunatus, se encuentra en Fraga (Huesca). Fue construida en el siglo II d.C. y habitada hasta el siglo IV, siendo zona de paso entre las dos importantes urbes de Tarraco y Caesaraugusta. Fue descubierta en los años 20 y las primeras excavaciones que se llevaron a cabo estuvieron a cargo de J. de C. Serra Ráfols, entre 1926 y 1936 (Maestro et al., 1992, p.163). Las siguientes intervenciones, de la mano del mismo, se produjeron en mayo de 1942. A raíz de éstos, publicó en la revista Ampurias un artículo (Serra, 1943) donde se detallaba cómo se encontraba la villa en el momento de su llegada, qué trabajos se realizaron y los diversos resultados. Ráfols nos cuenta que un notario llegó a un acuerdo con el propietario de la finca, según el cual pagando cierta cantidad de dinero obtendría el permiso para excavarla, así como la propiedad de todos los objetos y bienes arqueológicos que allí encontrara. Como consecuencia, estos se han perdido. Queda excavada, por tanto, una importante porción de la pars urbana, es decir, la parte noble o de hábitat de su propietario: un gran patio que identifica como un peristilo por sus dimensiones, las cámaras organizadas alrededor de éste (más o menos ricamente decoradas con mosaicos), un gran atrio, el tablinum, numerosos sarcófagos con losas que los cubrían, etc. En 1998 el Gobierno de Aragón financió una serie de trabajos para la adecuación del yacimiento a las visitas, mientras que entre 2000 y 2001 se decidió retirar el mosaico de la habitación 13 para el saneamiento del subsuelo y la excavación de la zona. Posteriormente, en 2012 la Diputación General de Aragón invirtió 1,2 millones en la protección de sus ruinas mediante una cubierta arquitectónica. Asimismo, se añadió un centro de interpretación y de recepción de los visitantes. Finalmente, en 2014 se incluyó esta villa, junto con La Loma del Regadío, en el proyecto de la “Red de Villas romanas de Hispania”, en colaboración con otros yacimientos de Navarra, Murcia, Andalucía, Asturias y Castilla y León. Por otro lado, en cuanto a La Malena, fue construida en el siglo III y habitada durante todo el siglo IV d.C. Se descubrió en 1986, publicándose posteriormente los hallazgos en un artículo (Royo, 1992: 148-161). Ese mismo año fue declarada Bien de Interés Cultural (Royo,
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2010), y se convocó un concurso de proyectos para la excavación de la villa. Más tarde, a partir de 1994, tomó el relevo J.I. Royo Guillén, bajo la coordinación de la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón (De Sus, Pérez y Royo, 1997). Las intervenciones arqueológicas finalizaron en el año 2000, cuando se realizaron labores de restauración y conservación. Los mosaicos fueron estudiados en profundidad por D. Fernández-Galiano (FernándezGaliano, 1987). La villa ha sufrido un abandono casi total desde entonces, a excepción de la implicación de los vecinos y voluntarios. No obstante, en 2016 nació la Propuesta de Memoria Valorada, por encargo de la Dirección General de Cultura y Patrimonio. Su principal objetivo era, además de su consolidación y limpieza, su protección mediante una estructura aérea. En la primavera de 2016 se realizaron las tareas de limpieza, mientras que en septiembre se llevó a cabo una prospección, contratando a dos profesionales y con el trabajo de 16 vecinos voluntarios. Por otro lado, en 2018 se aprobaba por fin un anteproyecto financiado por el Departamento de Cultura y Turismo del Gobierno de Aragón y la DGA, consistente en la construcción de una estructura que cubriera la zona excavada y cerrara los laterales. El proyecto obtuvo unas cifras elevadas de subvención para construir la cubierta arquitectónica y para la restauración y recuperación de los mosaicos. Queda hablar sobre La Loma del Regadío, construida probablemente en el siglo I d.C. y habitada hasta el V. Su etapa de mayor esplendor fue entre finales del siglo III e inicios del IV, cuando se realizó una remodelación con el objetivo de dotarla de un gran potencial productivo oleícola y vitivinícola (Azuara, Villargordo y Pérez, 20112012: 219). Los trabajos arqueológicos comenzaron en los años 50 del siglo pasado, hallándose restos de cerámica romana y una serie de fragmentos musivos. No obstante, esta intervención podría considerarse una sencilla prospección para constatar que allí se encontraran restos de ocupación de época romana. Entre 1959 y 1960 será cuando P. Atrián la excave parcialmente (Atrián et al., 1980, p.231). Ya entonces se descubrieron dos mosaicos que cubrían dos habitaciones distintas, comunicadas entre sí por una puerta. Se decidió trasladarlos al Museo Provincial de Teruel, lo que permitió salvarlos del deterioro por causas ambientales. P. Atrián volvió a intervenir en 1960, descubriéndose el peristilo de la villa, de gran lujo y dimensiones, con decoraciones pictóricas y musivas. Después, La Loma del Regadío fue incluida en el Plan de Investigación del Museo de Teruel, con la intención de llevar a cabo una serie de campañas de excavación, conservación y restauración con regularidad. Se han llevado a cabo quince de éstas en total (1997-2011), dirigidas por Jaime Vicente y Beatriz Ezquerra Lebrón primero. En 2005, la dirección sería tomada por Sara Azuara, Beatriz Ezquerra y Carolina Villagordo (Azuara, Villargordo y Pérez, 2011-2012). Estas tres arqueólogas serían las que llevarían a cabo un profundo análisis
Sesión 2 del impresionante complejo de prensado de la villa en la pars rustica de ésta, destacando su magnitud. Los restos arqueológicos descubiertos en la villa de La Loma del Regadío fueron cubiertos entre 2007 y 2009 con una techumbre. Las inversiones posteriores (2010 y 2011) se han destinado sobre todo a la reparación de la infraestructura. Además, como ya hemos mencionado, en 2014 fue incluida en el proyecto de la “Red de Villas romanas de Hispania”, que pretendía destacar la importancia de estos yacimientos, difundir su existencia y atraer a los posibles visitantes hacia éstos.
5. CONCLUSIONES Las villae constituyen un elemento ordenador del territorio y de atracción de la población circundante, pues suponen una fuente de trabajo remunerado para los campesinos de la zona en ciertos momentos concretos del año, cuando el propietario debe abastecerse de mayor mano de obra para trabajos puntuales como el vareo de los olivos para la recogida de la aceituna, la producción de aceite, la recogida de la vid y el pisado de la uva, la recogida de la cosecha, etc. Además, en una explotación agropecuaria de esta tipología deben tenerse en cuenta los elementos de la cultura material como indicadores de las distintas clases socioeconómicas y diversas formas de vida de sus habitantes. Asimismo, cabe destacar la escasez escultórica en el Valle Medio del Ebro en general y en Aragón en particular, que contrasta en gran medida con el lujo de los espacios hallados. Resulta lógico pensar que habría muchos más elementos escultóricos que decorasen las casas y los espacios de representación de los grandes señores que habitaban esta zona geográfica. El principal factor que podemos considerar como causa de su desaparición es la falta de afloramientos naturales de piedra de gran calidad más allá de la caliza. Es por eso que, en numerosas ocasiones, ha desaparecido la piedra de calidad como el mármol o similares de estos yacimientos, reutilizada en otras construcciones o fundida en hornos para la fabricación de cal. De este modo, los elementos de decoración que se han conservado son muy escasos, especialmente los de tipo pétreo. Por otro lado, debemos tener en cuenta que se trata de espacios complejos en los que se combina la producción agropecuaria con la vivienda, sobre todo en los principales casos estudiados. Esto, unido a la escasez de investigaciones, supone un reto para determinar las verdaderas dimensiones de este tipo de espacios en nuestra comunidad autónoma, pues hasta la fecha se han visto más favorecidas por el interés científico aquellas en las que se puede encontrar la expresión de la luxuria de los propietarios en la vivienda, y no tanto aquellas que servían como fuente de la riqueza por sí misma. Finalmente, cabe decir que esta escasez de investigaciones se une a la poca musealización de los yacimientos en forma de villa romana y las exiguas iniciativas de puesta en valor de éstos. Consideramos de gran relevancia
a nivel científico la investigación de estas villas a lo largo del Valle Medio del Ebro, pues creemos que pueden aportar datos muy interesantes social, política y arqueológicamente. Conocemos muy poco sobre aquellos que las habitaron y, en muchos casos, quizás no lleguemos a poder rescatar del pasado a sus protagonistas ya que los vestigios se encuentran en un estado de abandono que los hace peligrar. Aprovechamos estas líneas para reclamar tanto su relevancia a nivel científico, como su calidad a nivel cultural y social para la población.
AGRADECIMIENTOS Mi más sincero agradecimiento a A. Magallón Botaya, por su constante ayuda y su valiosa tutela en los últimos tres años de iniciación a la investigación. También a A. Armillas y al Museo de Huesca, por haber tenido siempre las puertas abiertas para los jóvenes investigadores. Su colaboración y predisposición han resultado de gran valor en la revisión de los materiales. También a mis padres, por el esfuerzo y sacrificio que han supuesto todas y cada una de mis oportunidades.
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Sesión 2
2.10. AVANCE DE UNA NECRÓPOLIS EN CABEZA LADRERO ADVANCE OF A NECROPOLIS IN CABEZA LADRERO
Iosu Barragán Cidriain y Nerea Soto Úriz Proyecto Arqueológico Cabeza Ladrero Autor de contacto / Contact author: Iosu Barragán Cidriain, barraganiosu@gmail.com
RESUMEN Se exponen los resultados de un sondeo realizado en la ciudad de Cabeza Ladrero, situada cerca de Sofuentes (Sos del Rey Católico, Zaragoza). En el transcurso de este sondeo se encontraron dos depósitos de cenizas y dos inhumaciones que nos hablan del pasado funerario del yacimiento. Ambos depósitos son coetáneos y se han podido datar entre los siglos I y II d.C. Por otro lado se ha documentado también una tumba de lajas datada en época tardía, en torno al siglo V d.C. El cuerpo del individuo, encontrado en conexión anatómica, había sido depositado en una fosa simple excavada en la tierra, posiblemente fue cubierto con un sudario, tierra y con una cobertura de lajas a modo de tejado a dos aguas. El estudio antropológico indica que el difunto era un hombre robusto y fornido, entre 40 y 59 años de edad y con marcadores de estrés en la columna y caderas. Los resultados del sondeo nos hablan de una necrópolis que, junto a la ciudad de Cabeza Ladrero, tuvieron una larga perduración en el tiempo. PALABRAS CLAVE: Necrópolis; Tardoantigüedad; Arqueología; Cabeza Ladrero; Fíbula.
ABSTRACT The results of a survey carried out in the city of Cabeza Ladrero, located near Sofuentes (Sos del Rey Católico, Zaragoza) are presented in this article. In the course of this survey, two ash deposits and two burials were found demonstrating the funerary past of this archaelogical site. Both deposits are contemporaneous and have been dated between the 1st and 2nd centuries A.D. Furthermore, a slab tomb has been dated to around the 5th century A.D. The individual’s body found in anatomical connection was deposited in a simple pit excavated in the ground, presumably buried with a shroud and covered with soil and a gabled slab-like roof. The anthropological study performed on the subject indicated that the individual was a robust, stocky man, at an age between 40 and 59 years old, who shows stress markers on the spine and hips. The results of the poll shows a necropolis that, in conjunction with the city of Cabeza Ladrero, endured over time. KEYWORDS: Necropolis; Late antiquity; Archaeology; Cabeza Ladrero; Fibula.
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Figura 1. Detalle del Individuo 1 y depรณsito UE 206.
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN En el marco del Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero se han desarrollado sucesivas campañas de excavación desde el año 2017. Durante el transcurso de la II Campaña de Excavaciones se produjo el hallazgo de una necrópolis vinculada a la ciudad de Cabeza Ladrero. El yacimiento se encuentra en un cerro de 563 metros de altitud y en su entorno, ubicado en la Comarca de Cinco Villas, muy cerca del pueblo de Sofuentes (Sos del Rey Católico, Zaragoza). Este promontorio se localiza en un pequeño valle de unas 440 Ha de superficie surcado por diferentes barrancos y manantiales que facilitan la ocupación humana del lugar.
Esta campaña estaba destinada a localizar la supuesta necrópolis de la ciudad, así como a definir la ocupación existente en el cerro de Cabeza Ladrero y comprobar el origen de los materiales encontrados en el entorno de la base de la colina.
3. METODOLOGÍA Se realizaron cinco sondeos en todo el perímetro y cumbre del cerro destinados a documentar la secuencia estratigráfica allí existente. El registro estratigráfico se ha llevado a cabo siguiendo los postulados clásicos de horizontalidad original, continuidad original y superposición estratigráfica de E. Harris (Harris. 1991). La excavación se realizó mediante métodos manuales y herramienta de pequeña entidad (picos, palas, paletines, cuchillos, palillos, medias lunas, paletas, pinceles, etc…) Siempre con la sospecha de poder localizar restos antropológicos y adaptando la actuación, herramientas e intensidad de su uso a dicha posibilidad.
Figura 1. Localización de Cabeza Ladrero. Mediante las campañas de prospección que se han llevado a cabo en la zona desde el año 2016 se ha ido definiendo y concretando el uso del espacio en torno a Cabeza Ladrero (i. e. Jordán, 2018; Jordán y Lartaun e.p.; Jordán, e.p. en este mismo volumen). Una de las teorías propuestas fue el uso de la zona al oeste del cerro como espacio funerario de la ciudad, guiándonos por los abundantes restos epigráficos hallados en la zona y las excavaciones realizadas en los campos situados en la base por J. J. Bienes en 2009 (Jordán et. al. 2010). Para confirmar o desmentir esta teoría, así como el uso del propio cerro y la procedencia de los materiales encontrados en superficie a su pie, se planteó la realización de cinco sondeos distribuidos por todo el cerro. En esta comunicación se desarrollan los resultados del Sondeo 2.
2. OBJETIVOS En primer lugar se llevó a cabo una prospección intensiva de la zona realizada en la I Campaña de Prospecciones (2016) que nos confirmaba el uso de la zona en época romana dada la gran cantidad de restos de cultura material hallados. Por otro lado esta campaña de prospecciones dejaba un vacío de información en toda la superficie y el límite sur del cerro de Cabeza Ladrero. Con el fin doble de completar esa información y comprobar qué podíamos encontrarnos frente a la necrópolis del lugar, se planteó una II Campaña de Excavaciones realizada en 2017.
Para el tratamiento y estudio de los restos antropológicos que pudieran aparecer se contaba con la colaboración de la Doctora en Antropología Física Natasa Sarkic, de la Universidad Autónoma de Madrid que realizaría los estudios antropológicos pertinentes así como dictaría las directrices y guías para el tratamiento de los restos antropológicos exhumados. La documentación escrita ha consistido en la realización de un diario de excavación así como de Fichas de Unidad Estratigráfica al constatar la presencia de nuevas Unidades Estratigráficas (UUEE) o Fichas de Unidades Constructivas (UUCC), si se trataban de elementos estructurales. Los restos de cultura material extraídos han sido debidamente documentados, limpiados, siglados y entregados a las autoridades competentes. El registro fotográfico se ha realizado mediante cámara digital en formato JPEG destinado a dos fines principales: En primer lugar poder documentar los hallazgos realizados (estructuras, UUEE, cultura material etc.), colocando un elemento que permita escalar la fotografía (jalón, escala…) y que permita la correcta identificación del hallazgo así como los detalles de los mismos. El segundo de los objetivos fue la toma de datos para la realización de levantamientos fotogramétricos 3D destinados a una mejor documentación y estudio de los sondeos. Estos sondeos a su vez fueron geolocalizados mediante un GPS RTK. Tras la excavación se procedió a tapar el sondeo con la tierra extraída de éste, logrando con ello conservar de la forma más idónea los elementos estructurales encontrados. Durante todo el proceso se dio especial importancia y valor a la correcta conservación de los restos exhumados. En este sentido, la naturaleza investigadora de la intervención permite excavar pausadamente y
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sin agobios, recopilando el mayor número de datos e información posible.
4. RESULTADOS El sondeo que nos ocupa se denominó “Sondeo 2” y su excavación comenzó el 15 de Septiembre de 2018. Deparó la documentación de nueve UUEE, una estructura muraria, dos inhumaciones, y dos cremaciones. La estratigrafía no llegó a agotarse pues, como se ha indicado en el apartado de metodología, primaba la conservación y seguridad de los restos arqueológicos así que debido a las inclemencias del tiempo se tuvo que clausurar la excavación.
totalidad. Una vez excavado se confirmó su forma circular, de 70 x 62 cm. y una profundidad de 18 cm. Aportó varios fragmentos de hierro (inv. nº 18.202.2.5), esquirlas óseas muy quemadas (inv. nº 18.202.2.4) y una fíbula de bronce Aucissa, en su tipo Iturissa (inv. nº 18.202.2.6, vid. Peréx y Unzu, 1997, 60 – 61 y Erice, 1995.). Estos elementos hablan de una posible incineración que se podría datar entre la primera mitad del S. I d.C. y el II d.C. Por otro lado la ausencia de rubefacción en los límites de la cubeta (UC 203) permite pensar, con prudencia, que este lugar se trataría del depósito funerario y no de la zona de cremación.
La tierra de la que se compone el cerro de Cabeza Ladrero está definida por una extraordinaria homogeneidad en su composición y color, lo cual dificulta enormemente la identificación de cambios estratigráficos. Pese a ello se pudo documentar una secuencia estratigráfica relativamente sencilla: Desde la cota superficial 541.95, hasta la cota final de excavación 540.85 se documentaron nueve Unidades Estratigráficas. Las tres primeras (UE 201, UE 202 y UE 203) eran niveles prácticamente estériles, correspondientes al manto vegetal y, posiblemente, la puesta en cultivo de la terraza durante los.ss. XVIII-XIX y su perduración hasta 2004. En este punto, a cota 541.25 se localizó el límite de un muro (UC 201) que venía marcando un estrato (UE 204) que se identificó en la forma de la aparición de unos pequeños carboncillos en la composición de la tierra y que marcaba un claro buzamiento hacia el noroeste. Por desgracia las dimensiones del sondeo y la ausencia de material impedían otorgarle una funcionalidad y/o cronología determinadas, aunque en medio de él se apreciaba la aparición de una serie de lajas de arenisca (UC 202) orientadas en sentido N-S dispuestas en diagonal y apoyadas unas contra otras que, como se verá más adelante, correspondían a la cubierta de una inhumación. Bajo este nivel, y manteniendo el mismo buzamiento, la búsqueda del perímetro y fosa de la inhumación permitió la identificación de dos manchas oscuras: una pequeña (UE 205), en el límite este del sondeo, y una de mayor tamaño más cercana al muro exhumado al oeste (UE 206), aunque en una cota inferior, que se encontraba limitada entre el citado muro y la estructura elaborada mediante lajas de piedra dispuestas a modo de tejadillo de 188 cm de longitud y 62.5 de anchura (UC 202), orientada en dirección noreste – suroeste, e identificada con una tumba. Dada la ausencia de elementos claros de anteroposterioridad se decidió excavar el depósito de cenizas de menor tamaño (UE 205) pretendiendo poder localizar algún elemento cronológico que permitiese vertebrar los hallazgos. Este depósito, de forma circular, se encontraba en el límite del sondeo por lo que éste se amplió 1 m2 hacia el este para poder intervenir en su
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Figura 2. Fíbula Iturissa. Tras su excavación se pudo establecer una primera secuenciación cronológica de las UUEE encontradas en esta cota. Por tipología, la tumba debía ser el elemento más reciente del conjunto, así que se procedió a su excavación. Dado lo reducido del sondeo (2 x 2 metros), este se debió ampliar hacia el norte para poder intervenir en la tumba en su totalidad. Una vez ampliado 1 x 2 metros, el sondeo alcanzaría su máxima extensión, 7 m2. Con esta amplitud se pudo medir la cobertura de lajas (UC 202) en su totalidad, alcanzando los 188 cm. Al realizar esta ampliación, además, se pudo comprobar cómo la inhumación cortaba el depósito que aun no había sido excavado (UE 206), corroborando la relación de anteroposterioridad que se
Sesión 2
Figura 3. Amplitud máxima del sondeo con estructuras. había deducido tras la excavación de la UE 205. Por otro lado se pudo apreciar como la tumba había sufrido en uno de los extremos el impacto de una gran piedra de forma trapezoidal, que se diferenciaba en gran medida de las lajas que componían la sepultura. El levantamiento de la cobertura de lajas (UC 202) mostró que el golpe había afectado a los restos humanos, pues en este punto la cabeza estaba prácticamente en contacto con las lajas, mientras que en el resto de la inhumación existía un paquete de tierra que mantenía un margen de separación (UE 207). Ello ocasionó la fragmentación del cráneo y la alteración de la volumetría original de la tumba. La excavación de la UE 207, que contenía al Individuo 1, permitió documentar una inhumación dispuesta en decúbito supino extendido con las manos cruzadas sobre
la pelvis. Éste ha podido identificarse como un varón con una altura estimada entre 181.35 y 182.74 cm, con una edad en el momento de su muerte comprendida entre 40 y 59 años y unos marcadores de estrés ocupacional genéricos en todo el cuerpo pero especialmente acentuados en la zona de los hombros y glúteos, así como los nódulos de Schmorl en la espalda, indicando que estas eran las zonas de mayor uso y carga durante la vida del individuo 1. Las patologías detectadas en los restos óseos no han sido de especial relevancia (parálisis espástica en el peor de los casos) no pudiéndose definir la causa de la muerte y definiéndose su salud general como buena (Sarkic, 2018). El individuo, orientado con la cabeza hacia el norte, carecía de ajuar a excepción de una tachuela localizada en su humero derecho (inv. nº 18.202.2.19) y el hallazgo de 158 clavi caligarii que componían el calzado con el
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Figura 5. Individuo 1.
Figura 6. Clavi Caligarii.
Figura 4. Tumba previa a la excavación que fue inhumado (inv. nº 18.202.2.21). La degradación del metal ha unido varios de estos clavos, permitiendo deducir que se alternaba su disposición entre grandes y pequeños y que en algún momento de su vida útil requirieron una reparación o mejora añadiendo otros clavi, mediante fundición en plomo.
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Tras el levantamiento del Individuo 1 se pudo apreciar que para su tumba apenas se perfiló una fosa simple (UC 205) de 170 x 44.6 cm así como el corte que la fosa realizó sobre el segundo depósito de cenizas (UE 206). Una vez realizado el levantamiento, se podía excavar el segundo depósito (UE 206), el cual no aportó fósiles directores. Sin embargo al igual que la anterior (UE 204) contenía fragmentos pequeños de huesos quemados (inv. nº 18.202.2.7-10), clavos (inv. nº 18.202.2.12-17) y tachuelas (inv. nº 18.202.2.18). Sin embargo, y en contraste con la anterior incineración (UE 205), en este
Sesión 2 caso la cubeta estaba rubefactada, habiéndose alterado químicamente los límites del sondeo, casi cociéndolo, lo que nos pone sobre la pista de que pudiera ser el lugar de la cremación del individuo (ustrinum). De ser así, los clavos y tachuelas localizados quizá podrían pertenecer a una capsa, es decir, una caja o contenedor de madera que acompañase al difunto (Cebrián 2017). Una vez excavados y documentados los hallazgos se continuó con el objetivo del sondeo: agotar la estratigrafía. El siguiente nivel (UE 208) era un nivel de arcillas de 18 cm. prácticamente estéril que se superponía a una segunda inhumación. Esta se encontraba en un estado extraordinario de conservación, con parte de la madera del ataúd y los clavos engarzados en ella. Sin embargo el individuo no estaba en posición anatómica. Esto sumado a las inclemencias del tiempo y la buena conservación de los restos aconsejaron no seguir con la excavación pues la integridad de los restos podía estar en peligro, por lo que se procedió a cerrar el sondeo y dejar esta segunda inhumación para próximas intervenciones.
al s. II d.C. Ahora bien, para precisar más su cronología conviene tener en cuenta una serie de elementos. En primer lugar la orientación con la cabeza al norte y los pies al sur, parece alejarnos de una cultura funeraria de corte cristiano o musulmán, donde priman las orientaciones al este o a ciudades santas, pero que, por otro lado resulta común en enterramientos tardoantiguos de los siglos IV – V d.C. (Eger, 2006). En segundo lugar atendiendo al tipo de cobertura se aprecia que se trata de una cobertura de tejadillo, un elemento común en las necrópolis de inhumación tardorromanas, así como la inexistencia de ajuares, elementos ambos que se pueden ver en las necrópolis de Las Vinuesas en Loja, Granada, (Castellano y Sánchez, 1991), la necrópolis de Valderrubio, Granada. (Mendoza et alii, 1981), o en Emerita Augusta (Bejarano, 1996), todas tardorromanas (siglos III d.C. – VI d.C.). En tercer lugar conviene apuntar que el uso de la piedra en las coberturas parece ser algo más tardío, de corte visigótico como en las sepulturas de las necrópolis de El almendral, Ventas de Zafarraya, Granada, (Toro et alii, 1987) y la necrópolis de Las Vinuesas (Loja, Granada) (Alonso, J. y Castellano, M, 1991), datadas entre los siglos VI d.C. y VIII d.C.), mientras que, al contrario, las necrópolis tardoantiguas mantienen el nexo común de emplear la cerámica, tegula, o ladrillos en sus coberturas, aunque el cambio entre una tradición y otra no es drástico (Román Punzón, 2009, 123), produciéndose de forma paulatina. Estos datos podrían ser indicios de que nos encontramos en un momento cercano a dicha transición. En cuarto lugar, atendiendo al tipo de fosa, caracterizada como fosa simple, su uso es generalizado por su simpleza y comodidad, aunque parece adquirir protagonismo desde el s. IV d.C. hasta el VI d.C. (Bejarano, 1996).
Figura 7. Restos del cráneo del Individuo 2.
5. CONCLUSIONES Los datos extraídos del Sondeo 2 de la II Campaña de excavaciones en Cabeza Ladrero son numerosos y su análisis debe ser minucioso y preciso. En un primer lugar tenemos sendos depósitos de ceniza sobre un mismo suelo que parecen ser contemporáneos entre sí, y que se han datado gracias al hallazgo de una fíbula Iturissa, que viene a completar el nutrido corpus de estas fíbulas, notorias en los elementos de decoración o ajuar doméstico en metal de Hispania Citerior. Aportan una cronología bastante cerrada, datándose entre la segunda mitad del S. I d.C. y la primera mitad del S. II d.C. La tipología de la tumba nos aleja de este horizonte altoimperial, retrotrayendo la tumba a un momento tardío. Esto ya viene indicado por el corte que la tumba ejerce sobre la UE 206, excavada en segundo lugar, que localizaría la sepultura, al menos en un momento posterior
Por último debe mencionarse un elemento que ayuda enormemente a datar el individuo 1, y es la presencia de los clavi caligarii, que definían su calzado. Un total de 158 clavi, realizados en hierro. El uso de este calzado no estaba restringido al estamento militar sino que era común a la población, y recomendado para agricultores, carreteros, muleros, mineros etc. (Rodríguez Morales, et al. 2012, 149), profesiones que casan perfectamente con el estrés ocupacional que denota el Individuo 1. El uso de ese calzado, está ampliamente documentado y su cronología bien definida: se han localizado en contextos funerarios de los ss. IV – V d.C. (Rodríguez Morales, J., et al. 2012, 156), como en la necrópolis de la Dehesa del Pontón de la Oliva, Madrid, donde aparecen individuos calzados y en la necrópolis tardorromana de la c/Gerona nº 4 de Móstoles, en la que dos de las tumbas también conservaban clavi (Galindo y Sánchez, 2005, 75). Sumados todos los elementos: una tipología funeraria propia de la tardoantigüedad, los materiales pétreos constructivos de la sepultura, la orientación Norte - Sur y el calzado del Individuo 1, es posible plantear, con
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prudencia, una cronología tardía para este enterramiento en torno al S. V d.C. En el contexto inmediato a Cabeza Ladrero se puede mencionar otra necrópolis de cronología similar, la de Longás (ss. V-VII d.C.), aunque las tumbas difieren en tipología, (Ruiz Ruiz et alii, 2016). Por último quedaría mencionar el hallazgo de una segunda inhumación cuya excavación aun está pendiente. Este individuo se localizó en un estrato que no ha sido excavado y no se ha podido fechar, pero que se ubica por debajo de las dos incineraciones, por lo que a priori debe corresponder a una datación anterior a los ss. I – II d.C. De esta forma, para concluir, la excavación del Sondeo 2 ha permitido avanzar de forma notoria en el conocimiento de la ciudad de Cabeza Ladrero, confirmando el emplazamiento de una de las necrópolis que desarrolló este enclave. Además ha facilitado una primera visión diacrónica de este espacio, empleado como zona funeraria al menos durante 400 años (desde los siglos I-II d.C. hasta el siglo V d.C.), que muestra, por el momento, tres fases de ocupación marcadas por formas de enterramiento distintas (inhumaciones e incineraciones). La más temprana conocida hasta el momento remite a una inhumación parcialmente excavada y con una cronología desconocida, pero anterior a los siglos I-II d.C. Tras ella se aprecia un importante paquete de arcillas (¿quizá fruto de un abandono o tal vez de la destrucción de un edificio formado por adobes?) sobre la que se dispone la necrópolis altoimperial. Esta está caracterizada, por el momento, por el empleo de la incineración como sistema único de enterramiento. Para finalizar la última fase de ocupación, quizá coincidente con el final de la ciudad de Cabeza Ladrero, está datada en torno al siglo V d.C. y es posible que amortice los elementos vinculados a la necrópolis altoimperial. Son todos elementos interesantísimos que nos esbozan un primer panorama de la ocupación y uso de este espacio, así como de la evolución diacrónica de la ciudad a él asociado. Sin embargo no podemos olvidar que procede de un sondeo de apenas 7m2, por lo que es de esperar que futuras actuaciones en la zona permitan completar mucho más este panorama.
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Sesión 2
2.11. NUEVOS DATOS SOBRE EL URBANISMO ROMANO DE TVRIASO (TARAZONA) NEW DATA ABOUT THE ROMAN URBANISM OF TVRIASO (TARAZONA)
Mª Cruz Pérez Omeñaca Arqueológa profesional Autor de contacto / Contact author: Mª Cruz Pérez Omeñaca, cruzome@gmail.com
RESUMEN En el transcurso de unas obras de renovación de redes y de reurbanización en Tarazona, en la zona norte de la plaza de la Seo, han sido localizados y excavados los restos parciales de arquitectura doméstica. Este urbanismo se iniciaría en los primeros años de la era. Estos restos de viviendas estaban formados por muros de mampostería, con alturas conservadas de hasta 1,20 m. Fueron amortizados a finales del s. III para la construcción de un edificio de carácter público, del que se ha localizado parte de uno de sus muros. Los materiales que señalan la amortización de esos espacios, han aportado abundantes restos cerámicos de época altoimperial, de la que destacan un “sigillum” y una pieza con “grafitti”, ambas en TSH, además de piezas de cerámica engobada y de paredes finas, comunes… Es de destacar también la recuperación de 3 monedas bastante deterioradas y de una espátula en hueso. Estos restos hay que ponerlos en valor en relación con las cercanas excavaciones de la Seo y del Palacio de Eguarás, que muestran una urbanización de tipo domestico temprana e importante en la zona, con una gran reforma e instalación de edificaciones de carácter público ya en los siglos II-III. La falta de materiales bajoimperiales hace pensar en un abandono del edificio y de la zona a finales del s. III, lugar que quedaría como una gran explanada prácticamente hasta la época moderna. PALABRAS CLAVE: Arqueología Urbana; Roma; Cultura Material; Tvriaso.
ABSTRACT In the course of renovation and redevelopment works in Tarazona, at the northern part of the Plaza de la Seo, partial remains of domestic architecture have been located and excavated. This urbanism would begin in the first years of the era. These remains of houses were formed by masonry walls, with preserved heights of up to 1.20 m. They were amortized towards the end of the 3rd century for the construction of a public building, where one part of its walls has been located. The materials that indicate the amortization of these spaces, have contributed abundant ceramic remains from the high imperial era, where a “sigillum” and a piece with “grafitti” stand out, both in TSH, in addition to pieces of potted pottery and thin walls, common ... It is also worth noting the recovery of 3 rather deteriorated coins and a bone spatula. These remains must be valued in relation to the nearby excavations of the Seo and the Palace of Eguarás, which show an early and important domestic development in the area, with a large renovation and installation of public buildings already in the 2nd-3rd centuries. The lack of low-imperial materials suggests an abandonment of the building and the area at the end of the 3rd century, place that would remain as a great terrace practically until modern times. KEYWORDS: Urban Archaeology; Rome; Material Culture; Tvriaso.
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Figura 1. Vista general de la excavaciรณn.
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Sesión 2 1. INTRODUCCIÓN Los hallazgos urbanísticos y materiales objeto de esta investigación son el resultado del seguimiento arqueológico realizado en las obras de renovación de redes y reurbanización del sector norte de la Plaza de la Seo de Tarazona. Estas obras forman parte de la transformación y modernización de la ciudad en el entorno de la Catedral, ya restaurada, y en el paseo que enmarca las dos orillas del río Queiles. La plaza en la que se ha realizado el seguimiento se sitúa entre la calle Francisco Martínez Soria al sur y el paseo del Queiles con la calle Virgen del Río al norte. Los restos arqueológicos se localizaron en la esquina SE de la plaza, en la parte más cercana a la Seo y junto a la calle Francisco Martínez Soria. Esta zona de la ciudad de Tarazona situada en la orilla derecha del Queiles, se ubica en la que había sido considerado tradicionalmente extramuros de la ciudad medieval y de lo que, siguiendo estas mismas teorías, se creía que eran zonas exteriores de la ciudad romana imperial, centrando el núcleo histórico de la ciudad en la zona alta. Ya en el año 1980 fueron localizados restos una estructura de madera de época romana y estratos con huesos de animales y cenizas que situaban el momento de destrucción y abandono de dichas estructuras de viviendas en el s. III d.C. Estas obras se realizaron en el edificio conocido como “Casa de la Vicaría” y fueron brevemente explicadas por Javier Bona. Posteriormente, en diferentes intervenciones arqueológicas realizadas tanto en el interior como en el entorno de la catedral por J. F. Casabona, han sido recuperados importantes elementos constructivos y de cultura material siendo de gran importancia los de época bajoimperial romana y visigoda. Por último, entre los años 2000 y 2002 hubo importantes hallazgos del período romano en el interior del patio del Palacio de Eguarás, excavados por J. J. Bienes, entre los que destacan restos de viviendas altoimperiales y de un edificio público posterior de uso desconocido, además de una necrópolis tardorromana. Toda esta información aportada por la arqueología ha puesto de relieve la importancia urbanística que tuvo esta zona en los momentos de máximo esplendor de la ciudad romana de Tvriaso. Ya en la publicación del año 2017 del Centro de Estudios Turiasonenses, titulado “Arqueología y Poblamiento en el valle del Queiles”, se realiza un estado de la cuestión de todos los hallazgos arqueológicos localizados hasta ese momento en Tarazona, siendo situada ya la ciudad romana imperial en ambos lados del río Queiles.
2. OBJETIVOS Los objetivos que se planteaban al realizar esta intervención arqueológica consistían, como en todos los seguimientos de obra, en la documentación de todas las evidencias de interés arqueológico que pudieran
surgir a lo largo de dichas obras. Estos trabajos de documentación, a pesar de ser parciales e incompletos, son esenciales para el conocimiento de la evolución histórica de nuestros pueblos y ciudades, además facilitar una mayor comprensión de las formas de vida de sus pobladores. La zona en la que se ha realizado la intervención arqueológica, al estar cerca del curso del rio Queiles, no parecía que fuera a aportar grandes datos de interés arqueológico que sirvieran para un mayor conocimiento de la evolución histórica de la ciudad. Aquí se suponía que se encontrarían grandes niveles de depósitos del río y zonas de vacío urbanístico. La parte más cercana a la catedral sí que era susceptible de albergar restos arqueológicos, como así ha sido. En cumplimiento de la ley aragonesa de patrimonio, se realizó seguimiento por parte del arqueólogo en todos los movimientos de tierra realizados en la obra. La mayor parte de dichos movimientos de tierra consistieron en la renovación de las redes de abastecimiento de agua y la apertura de una nueva zanja para la red de saneamiento. Todos esos seguimientos, sean positivos o negativos en cuanto a hallazgos arqueológicos, siempre son interesantes, pues nos aportan información esencial para conocer la ocupación urbana del territorio y su evolución.
3. METODOLOGÍA La intervención arqueológica realizada se ha adaptado a las características y evolución propias de la obra, con dos fases de trabajo de campo diferenciadas. Por una parte se realizó el seguimiento propio de la obra, que comenzó el día 8 de mayo de 2019, tras el levantamiento del pavimento de la plaza. Esto había eliminado entre 20 y 30 cm. de toda el área a trabajar, y a partir de allí se comenzaron las zanjas. Se iniciaron los trabajos en la zona norte, junto al río, en la acometida de saneamiento nueva. La apertura de las zanjas se realizaba con pala excavadora. Las dimensiones de la zanja de saneamiento eran de aproximadamente 1,50 m. de profundidad y 1,30 m. de anchura siguiendo el surco de la antigua zanja de acometida de agua, mucho más superficial y pequeña que ésta nueva. Se continuó el seguimiento en esa zona norte, con la localización de las tuberías del gas, electricidad y comunicaciones. También aquí se eliminaron los contenedores subterráneos que había con anterioridad. Todos estos seguimientos dieron resultados negativos en cuanto a hallazgos arqueológicos. En el extremo SE de la obra, junto a la calle Francisco Martínez Soria, bajo un pavimento de guijarros del s. XVIII que se localizó a 1,60 m. de profundidad, se localizó y excavó un estrato de depósito arcilloso, con abundantes cenizas, en el que se recuperaron fragmentos de cerámica romana. En este extremo se bajó hasta una profundidad de 3 m. Asimismo se continuó la zanja para saneamiento que venía desde el norte hacia esta esquina SE. Junto a la actual puerta del edificio de Correos, comenzó a aparecer
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en el fondo de la zanja material cerámico romano y unas piedras unidas con mortero de cal, que resultaron ser parte de un muro de época romana. Cuando se procedió a su limpieza, se pudo comprobar que sobre este muro se apoyaba lo que parecían ser restos de un pavimento. Para una mejor documentación e identificación de los restos hallados, en la zona del pavimento se amplió la zanja aproximadamente 1,5 m. más de anchura, durante unos 3,5 m. de longitud. A lo largo del trazado de la zanja, y donde habían aparecido los restos de estructuras, se encontraban los troncos cortados y las raíces de 3 árboles que no habían podido ser eliminados por completo. Los árboles se eliminarán al final de la intervención, apareciendo en casi todas las fotos de las estructuras constructivas. Se procedió a la unión de las dos partes de la zanja que ya había abiertas: la zanja que venía desde el norte hacia el sur en la que se había localizado el muro romano con el pavimento, y la parte de zanja que comenzaba junto a la esquina SE, donde se había llegado a un estrato con cenizas y cerámica romanas. El día 15 de mayo se personó el técnico de Patrimonio de la DGA para realizar un informe de los restos localizados, recibiéndose posteriormente una Resolución del director del Servicio de Prevención y Protección del Patrimonio Cultural de la DGA, en la que se indicaba la necesidad de la excavación completa en área abierta de los restos localizados hasta entonces. A partir de ese momento se comenzó la segunda fase de la intervención arqueológica, que consistió en la excavación manual y documentación exhaustiva sobre el terreno de los restos localizados previamente en el seguimiento de la apertura de las zanjas, hasta llegar al nivel geológico en aquellos lugares en los que las circunstancias de la obra y del terreno lo permitieran. El día 20 de mayo se limpió y documentó el pavimento medieval (UE 5) para su posterior excavación. Tomando como cota 0 la usada para la obra, sobre una arqueta al otro lado de la carretera, el pavimento medieval había aparecido a una cota de 2,50 m. de profundidad. El preparado del pavimento, realizado con gravilla, se apoyaba directamente sobre el gran muro romano (UE 9) que ya teníamos delimitado. Bajo el pavimento medieval se comenzaron a documentar niveles de depósito con escombros y materiales del período romano (UE 15). Todo lo excavado parecía pertenecer al período romano altoimperial. Los muros de las viviendas aparecieron a una cota aproximada de 3 m. y la cota final de excavación variaba aproximadamente entre 3,70 y 4,30 m. La excavación y limpieza de la zona se prolongó hasta el día 6 de junio. El día 7 de junio se realizaron los últimos dibujos y fotografías de las unidades estratigráficas, además de las fichas de unidad y resto de datos a documentar. Los restos urbanísticos se situaron con una estación total, así como las cotas de la excavación.
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Figura 2. Corte estratigráfico de la excavación. El día 10 de junio se procedió a la protección de los restos de estructuras con geotextil, y al desmontaje manual de las piedras del muro que tenían que quitarse para la continuación de la obra y la colocación de la tubería de saneamiento. Después se eliminaron con la pala excavadora los restos de los 3 árboles que aún se encontraban en el solar. El seguimiento del desmontaje y eliminación de árboles no ha proporcionado materiales arqueológicos de interés, salvo algunos fragmentos de tejas.
4. RESULTADOS La excavación de esta zanja de desagüe ha proporcionado importante información sobre la evolución urbana de la ciudad de Turiaso. Por un lado, los restos más antiguos que hemos recuperado en esta intervención están formados por restos parciales de estructuras, probablemente muros de viviendas, que se apoyaban directamente en unas arcillas muy compactas que conforman el terreno natural y que han sido utilizadas como suelo de las viviendas. Los muros de estas edificaciones muestran orientación N-S y E-W, que parece ser la articulación urbana de la zona, Posiblemente el entramado urbano estaría orientado según las calles principales, con orientación N-S y E-W. Aún no se ha podido documentar ningún vestigio de vía en la ciudad de Tvriaso, pero es de suponer que seguirán la orientación canónica de cardo y decumano, al menos en las zonas tan llanas como las que nos encontramos aquí. En total se han podido documentar en la excavación 5 muros de edificaciones de carácter habitacional (UE 8, 12, 13, 14 y 25), que enmarcaban 6 espacios de forma cuadrangular, cuya excavación se ha realizado de forma individualizada. Estos espacios o estancias han sido denominados con letras desde la “a” hasta la “e”, comenzando desde el espacio sur hacia el norte. La estratigrafía nos muestra una pequeña reforma interior en una de las viviendas aún en periodo altoimperial, con la elevación del suelo y la compartimentación del espacio, tras la construcción del muro UE 7.
Sesión 2 Estas viviendas fueron amortizadas en el s. III y en ellas se han recuperado la mayor parte de elementos muebles recuperados, casi todos restos de vajilla de mesa.
Figura 3. Planimetría con las estructuras romanas.
Todos esos niveles de destrucción de las viviendas (UE 6 y 15), servirán para nivelar el suelo de gravas del edificio público del que sólo hemos localizado un gran muro con orientación SE-NW y con una longitud de 14 m. El muro del edificio público (UE 9) tenía una anchura de 1,20 m. y una altura máxima conservada de 0,70 m. Estaba realizado con mampostería concertada, con piedras unidas con mortero de cal, con una hilada de cimentación con más anchura que el resto del muro y un contrafuerte en la zona norte de la excavación. El suelo del edificio (UE 11) estaba realizado con gravas unidas con tierra y dejaba entrever las piedras de la parte superior de los muros anteriores amortizados. La construcción de este edificio destruye el barrio de viviendas que había en este lugar y modifica incluso la orientación del edificio. El edificio público al que pertenecía este muro y el pavimento asociado a él tenía un uso desconocido por ahora. En la excavación no se han recuperado elementos muebles del período bajoimperial romano ni del visigodo. El pavimento que se apoyaba en este muro que se había localizado y excavado previamente, fue datado en el s. XII.
Figura 4. Muros de viviendas amortizados por edificio público.
Figura 5. Detalle de uno de los muros.
Todos los muros de las viviendas habían sido construídos con cantos y mampuesto unidos con arcilla y se apoyaban en el estrato de arcilla muy compacta que formaba el nivel geológico. Este estrato, posiblemente aplanado para ello, formaba el suelo de las viviendas.
Parece que esta zona sería aterrazada y usada como espacio abierto, entre la catedral y el río, desde el período medieval hasta la actualidad, formando una gran explanada. Algunos de los restos materiales recogidos en la excavación correspondían a los niveles de construcción de las viviendas, fechado hacia mitades del s. I d.C, aunque la mayor parte pertenecían a los niveles de relleno tras la destrucción y abandono de las viviendas altoimperiales. Todos los restos muebles localizados y recuperados han sido estudiados y presentados recientemente en la publicación de la revista Turiaso nº XXIV. Entre ellos destaca la vajilla de mesa, con jarras y vasos de paredes finas, piezas engobadas, cuencos y vasos de TSH y abundante cerámica común de mesa. También han sido estudiados algunos fragmentos de cerámica de cocina, de transporte y almacenaje y algunos elementos especiales como fragmentos de lucernas o un “pondus”. Entre los elementos metálicos destacan 3 monedas de bronce, siendo la única legible un antoniniano de Aureliano, una plaquita de bronce, clavos y abundantes escorias de hierro. Es de destacar una espátula realizada en hueso. Entre las piezas de TSH destaca una de ellas con un “sigillum” incompleto que parece pertenecer a Macrinvs. El sello aparece en una cartela rectangular con extremos redondeados y está incompleto, pudiendo leerse ..AC. RIN. También se ha recuperado un cuenco de forma Drag. 37 con decoración de circulitos y espirales, con un “graffiti” en su base.
Posteriormente las viviendas fueron desmontadas en parte y rellenadas sus estancias con los escombros.
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5. CONCLUSIONES
Figura 6. Espátula de hueso.
Las intervenciones arqueológicas realizadas en la margen derecha del río Queiles están proporcionando en los últimos años importante información acerca de la evolución urbana de la ciudad de Turiaso. Los restos arqueológicos localizados se remontan al período altoimperial romano y permiten reconstruir el devenir histórico de la ciudad. También estas intervenciones nos están dando la posibilidad de recuperar interesantes elementos de cultura material en niveles arqueológicos documentados. Todo ello nos permite la reconstrucción de la sociedad y las formas de vida de los habitantes de estos parajes, con un mayor conocimiento de las actividades artesanales, sus objetos comunes, los elementos de lujo, cómo cocinaban, se alimentaban…. La unión de todos los datos inconexos que están siendo documentados en las diferentes actuaciones arqueológicas a lo largo de los últimos años será lo que permita esta reconstrucción y un mayor conocimiento histórico de la ciudad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Bienes Calvo, J. J. y Gómez Villahermosa, S. (2000): “Excavación arqueológica realizada en el patio y jardines del Palacio de Eguarás. Tarazona (Zaragoza)”, TVRIASO XV, pp. 213-227. Bona López, I. J. (1989): “Casa de la Vicaría (Tarazona)”, EL MONCAYO, Diez años de investigación arqueológica. Prólogo de una labor de futuro, Tarazona, CET, p. 86. Figura 7. TSH con sigillum.
Casabona Sebastián, J. F. (2017): “Excavaciones en la catedral. Una nueva visión de la antigüedad tardía de Tarazona”, Arqueología y Poblamiento en el Valle del Queiles, Centro de Estudios Turiasonenses, p. 171-189. García Benito, C., García Serrano, J. A. y Pérez Pérez, J (coords.), (2017): Arqueología y Poblamiento en el Valle del Queiles, Centro de Estudios Turiasonenses, Pérez Omeñaca, Mª C. (2018-19): “Materiales romanos procedentes de la excavación del sector Norte de la plaza de la Seo de Tarazona”, TVRIASO XXIV, pp. 273-287.
Figura 8. TSH con graffiti.
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