Actas II CAPA. Sesión 1. Prehistoria

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ACTAS 9 y 10

NOVIEMBRE

2017




Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2018 ISBN: 978-84-09-02130-7 Depósito Legal: Z-799-2018 Impreso en España Diseño y maquetación Ana Durán Boldova

© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a II Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)


ACTAS

9 y 10 de noviembre de 2017


EDITORES

Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente


Presentación CAPA II

Presentamos las actas del II Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés ( II CAPA) con la satisfacción de haber cumplido los objetivos propuestos en la primera reunión. Es fundamental para la arqueología aragonesa contar con un foro de debate periódico en el que se presenten las novedades e investigaciones más recientes. Celebrado el 9 y 10 de noviembre de 2017, en el marco incomparable de Caixaforum Zaragoza, reunió a más de 250 participantes que siguieron el desarrollo de 51 comunicaciones y 16 posters, que han quedado plasmados en los 65 artículos que se incluyen en este volumen. Debemos estar agradecidos a los alumnos y alumnas, investigadores e investigadoras que nos han acompañado durante las sesiones. A pesar de las dificultades hemos conseguido trasladar un cierto optimismo y generar una dinámica de participación apoyados por arqueólogos funcionarios o autónomos, empresas, grupos de investigación e instituciones sin los cuales no hubiera sido posible su celebración. Gracias, igualmente, al Director General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, Ignacio Escuín, que presidió el acto de apertura y mostró su apoyo presente y futuro de la institución que representa, a Ignacio Barandiarán que inauguró el congreso con una lección magistral sobre “Falsificaciones en Arqueología”, así como a los presidentes de Mesa: Pilar Utrilla, Miguel Beltrán, Isidro Aguilera y Manuel Martín Bueno que fueron los responsables de canalizar las comunicaciones de las distintas sesiones. Desde estas mismas páginas ya anunciamos la intención de trabajar desde estos momentos en la convocatoria de la tercera reunión (III CAPA) a celebrar a finales de 2019, con ligeras modificaciones en su formato ya que, como anunciamos en la presentación de la primera edición, queremos que sigua siendo “generalista”, abierto a la sociedad, en el que tengan cabida la investigación, divulgación y conservación del patrimonio en todos sus ámbitos pero sin perder sustancialmente ese carácter local que puede servir como elemento de cohesión en momentos complicados para estas disciplinas a las que en mayor o menor medida estamos vinculados. J.I. Lorenzo Lizalde y J.Mª Rodanés Vicente



COMITÉS

Comité Organizador Presidentes Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente

Secretariado Dr. Carlos Sáenz Preciado Dr. Rafael Domingo D. Hugo Chautón Pérez Dr. Luis Fatás Fernández.

Comité Científico Dra. Elena Maestro Zaldívar, Dra. María Ángeles Magallón Botaya, Dr. Manuel A. Martín-Bueno, Dr. Carlos Mazo Pérez, Dra. Lourdes Montes Ramírez, Dr. Jesús Picazo Millán y Dra. Pilar Utrilla Miranda

Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Grupo URBS, Grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro, Instituto Universitario de Aragón de Ciencias Medioambientales de la Universidad de Zaragoza, Obra Social “La Caixa”, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.


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ÍNDICE


Índice

Sesión 1

Prehistoria 1.1. Cueva Hermosa (Calcena). Un nuevo conjunto de arte rupestre Paleolítico en Aragón Autor/es: Manuel Bea Martínez, Carlos Mazo Pérez, Pilar Utrilla Miranda

19-27

1.2. El abrigo de El Esplugón (Molino de Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Un ejemplo de la transición Mesolítico/Neolítico en el prepirineo oscense Autor/es: Abel Berdejo Arcéiz, Alberto Obón Zúñiga, Pilar Utrilla Miranda, Rafael Laborda Lorente, Alejandro Sierra Sainz-Aja, Marta Alcolea Gracia, Manuel Bea Martínez y Rafael Domingo Martínez

29-40

1.3. Estructuras de almacenaje prehistóricas en la cueva redil de Coro Trasito (Tella-Sin, Huesca) Autor/es: Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte, Laura Obea Gómez, Sara Díaz Bonilla, Manuel Quesada Carrasco, Virgínia García Díaz, David Garcia Casas y David Rodríguez Antón

41-48

1.4. Elementos de adorno neolíticos de Coro Trasito (Tella-Sin, Huesca). Campañas de excavación 2011-2017 Autor/es: Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè Mónica Oliva Poveda, David Cuenca Solana y María Saña Seguí

49-57

1.5. Novedades en el arte levantino del Bajo Aragón: los abrigos del Corral de las Gascas y el Barranco del Muerto (Alcañiz, Teruel) Autor/es: Manuel Bea Martínez, Paloma Lanau Hernáez, José Antonio Benavente, Jesús Carlos Villanueva, Héctor Arcusa Magallón, José Ignacio Royo y Pilar Utrilla Miranda

59-68

1.6. Mas del Obispo (Alcañiz, Teruel). Un nuevo conjunto de pintura rupestre esquemática en la cuenca del río Guadalope Autor/es: Paloma Lanau Hernáez, Manuel Bea Martínez, José Antonio Benavente, Jesús Carlos Villanueva y José Ignacio Royo

69-77

1.7. Un nuevo enclave con grabados rupestres en las altas cinco villas: la Cueva de Lasque (Orés, Zaragoza) y su documentación fotogramétrica Autor/es: José Ignacio Royo Guillén, Fabiola Gómez Lecumberri y Héctor Arcusa Magallón

79-90

1.8. Mecanismos preventivos en la Conservación y Restauración de pintura rupestre al aire libre. El caso del Abrigo de los Toros del Barranco de las Olivanas (Albarracín, Teruel) Autor/es: Rosa Gasque Rubio, Dra. Mª Antonia Zalbidea Muñoz, Jose Ignacio Royo Guillén y Blanca Latorre Vila

91-101

1.9. Minas de sílex prehistóricas en el valle medio del Ebro. Las explotaciones de La Leandra (La Muela, Zaragoza) Autor/es: Jesús V. Picazo Millán, Fernando Pérez Lambán, Javier Fanlo Loras y Raúl Leorza Álvarez de Arcaya

103-111

1.10. Industrias de foliáceos de Torrecilla de Alcañiz (Bajo Aragón) Autor/es: Tania Catalán Gabarre, Paloma Aranda-Contamina, José Antonio Benavente Serrano y José María Rodanés Vicente

113-126

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1.11. El Collado de la Abeja. Una aldea agrícola en llano del Bronce Medio Autor/es: Fernando Pérez-Lambán, Jesús V. Picazo Millán y Javier Fanlo Loras

127-138

1.12. Las fases de ocupación de El Morredón (Fréscano, Zaragoza) Autor/es: Paloma Aranda-Contamina, José María Rodanés Vicente y José Ignacio Lorenzo Lizalde

139-148

1.13. Arquitectura de las necrópolis de incineración en el Bajo Alcanadre (Huesca) Autor/es: Hugo Chautón Pérez, Gema Földessy Aranda y Gonzalo García Vegas

149-154

1.14. Nuevas aportaciones a la construcción en la Edad del Hierro: La Codera Autor/es: Félix Montón Broto y Sofía Seguí Barrio

155-160

1.15. Urbanismo e intercambio en el Pueyo de Marcuello, vectores para la interpretación de la Edad del Hierro en el Valle Medio del río Gállego Autor/es: José Fabre Murillo

161-169

1.16. La aplicación de la Estadística Bayesiana en la periodización de la Iª Edad del Hierro en el Valle Medio del Ebro Autor/es: José Ignacio Royo Guillén, Iñigo García Martínez de Lagrán y Cristina Tejedor Rodriguez

171-180

1.17. Doce años de arqueología experimental en Caspe. CECBAC 2005-2017 Autor/es: Carlos Mazo Pérez, Javier Fanlo Loras y Marta Alcolea Gracia

181-190

1.18. Arqueología efímera en Aragón. Novedades y metodología para el estudio taxonómico y morfo-tipo-técnológico de objetos de madera y cestería Autor/es: Marta Alcolea Gracia

191-199

Sesión 2

Arqueología Clásica

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2.1. Posible área sacra localizada en la ciudad romano-republicana de La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) Autor/es: José Antonio Mínguez Morales y Alberto Mayayo Catalán

203-212

2.2. Aproximación al urbanismo de la ciudad celtibero-­romana de Valdeherrera: prospecciones geofísicas Autor/es: J. Carlos Sáenz Preciado, Roger Sala Bartrolí, Manuel Martín-Bueno Pedro Rodríguez Simón y Helena Ortiz Quintana Escardivo

213-223

2.3. Proyecto arqueológico Bursau-­Borja (Aragón, España). Campaña de excavación 2017 Autor/es: Begoña Serrano Arnáez, Óscar Bonilla Santander, Ángel Santos Horneros, Alicia María Izquierdo, Carlos Valladares Lafuente y Miriam Pérez Aranda

225-231

2.4. Investigaciones arqueológicas durante 2016 y 2017 en el “Cerro del Calvario” de Tabuenca (Aragón, España) Autor/es: Óscar Bonilla Santander, Begoña Serrano Arnáez, Ángel Santos Horneros, Miriam Pérez Aranda, Carlos Valladares Lafuente y Alicia María Izquierdo

233-242

2.5. La casa del Larario de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza) Autor/es: J. Carlos Sáenz Preciado, Manuel Martín-Bueno, Oscar Bonilla Santarder Carmen Guiral Pelegrín, Claudia García Villalba, Lára Iñíguez Berrozpe y Miriam Pérez Aranda

243-253


Índice 2.6. Monumentalización y desarrollo de dos de las ciudades romanas del Prepirineo oscense Autor/es: José Ángel Asensio Esteban y María Ángeles Magallón Botaya

255-268

2.7. Larraz. Una villa periurbana en el entorno de Cabeza Ladrero (Sofuentes/Sos del Rey Católico, Zaragoza) Autor/es: Ángel A. Jordán Lorenzo

269-279

2.8. La villa romana de La Dehesa (Tarazona, Zaragoza) Autor/es: Carlos García Benito, Pilar Diarte Blasco, Romina Luesma González y Julián Pérez Pérez

281-292

2.9. Chicharroya III. Una villa romana en el término municipal de Novallas (Zaragoza) Autor/es: Héctor Arcusa Magallón y David Álvarez Polanco

293-299

2.10. La decoración arquitectónico-decorativa realizada en estuco del patio porticado de la Domus 1 (Insula I) de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza) Autor/es: Carmen Guiral Pelegrín, Lara Íñiguez Berrozpe, Carlos Sáenz Preciado y Manuel Martín-Bueno

301-307

2.11. Soporte para una plataforma nueva de investigación arqueológica sobre vidrio (esqueuomorfos) Autor/es: Juan Á. Paz Peralta y Esperanza Ortiz Palomar

309-318

2.12. Reflexiones sobre un pie escultórico de mármol de la colonia Caesar Augusta Autor/es: Mª Pilar Lapuente Mercadal, Isabel Rodà de Llanza, Eva M. Koppel y Carmen Aguarod Otal

319-324

2.13. Representaciones femeninas ibéricas: préstamos e influencias. (s.III-I a.C). Historia de las investigaciones Autor/es: María Pilar Peña Gimeno

325-336

2.14. Cornelia Surasteium: una mujer ibérica en tiempos del Imperio Romano Autor/es: Ignacio Simón Cornago

337-343

Sesión 3

Arqueología Medieval 3.1. Un nuevo caso de fortificación andalusí en piedra sillar de gran aparejo en el ‘amal de Wasqa: la muralla de Plaza Mayor nº 7 de Bolea (municipio de La Sotonera, Huesca) Autor/es: José Ángel Asensio Esteban

347-357

3.2. Una posible Alquería Andalusí junto al casco urbano de Gelsa (Zaragoza) Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz, Alberto Mayayo Catalán

359-369

3.3. La excavación de la necrópolis altomedieval del Cerro de San Miguel, en Lobera de Onsella (Zaragoza) Autor/es: Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde

371-376

3.4. La Cruceta de Tauste. Primeras investigaciones de un puesto de vigilancia bajomedieval Autor/es: Francisco Javier Gutiérrez González, Mario Lafuente Gómez, Óscar Lanzas Orensanz, Víctor Gil de Muro Eguizábal, Carlos Valladares Lafuente

377-387

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3.5. El castillo medieval de Los Fayos (Aragón, España) Autor/es: Óscar Bonilla Santander Begoña Serrano Arnáez, Carlos Valladares Lafuente, Alicia María Izquierdo, Ángel Santos Horneros, Miriam Pérez Aranda

387-397

3.6. El castillo de Peracense (Teruel) en época medieval a través de los objetos metálicos Autor/es: Antonio Hernández Pardos, José Luis Ona González y Jesús G. Franco Calvo

399-410

3.7. Las Peñetas de Manolo. Un proyecto integral de investigación arqueológica y puesta en valor de un enclave reocupado en la ribera baja del Alcanadre Autor/es: Gonzalo García Vegas, Gema Földessy Aranda, Hugo Chauton Perez, Miguel Ángel Zapater Baselga

411-419

3.8. Antropología física de la necrópolis “Las Peñetas de Manolo” (Sena, Huesca) Autor/es: Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde, Hugo Chauton Perez, Gonzalo García Vegas y Gema Földessy Aranda

421-426

3.9. Investigaciones arqueológicas entorno al Cantar del Mío cid: Alcocer (La Mora Encantada, Ateca) Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz, José Luis Cebolla Berlanga, Francisco J. Martínez García

427-437

3.10. Aportaciones al sistema defensivo de la Ciudadela de Jaca

439-449

Autor/es: Héctor Arcusa Magallón

Sesión 4 Memoria Histórica 4.1. Recuperación de los restos expoliados de un brigadista internacional. Frente de Aragón: Guadalope – Caspe, 1938 Autor/es: Salvador Melguizo Aísa y José Ignacio Lorenzo Lizalde

461-473

4.2. Puesta en valor del conflicto: el caso de las trincheras de Los Pilones de Rubielos de la Cérida (Teruel) Autor/es: Jesús Gerardo Franco Calvo y Antonio Hernández Pardos

475-486

4.3. Un paisaje histórico de la Guerra Civil Española: restos arqueológicos en el frente de Belchite (Zaragoza) Autor/es: Antonio Hernández Pardos y Jesús Gerardo Franco Calvo

487-496

4.4. Nuevas intervenciones arqueológicas sobre fosas comunes de la Guerra Civil Española en Aragón: Paniza y Ricla Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz y Francisco Javier Ortiz Lejarza

497-508

4.5. Arqueología, didactica y manipulación sobre la Guerra Civil Española

509-513

Autor/es: Hugo Chautón Pérez

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Índice

Sesión 5

Patrimonio

5.1. El arte rupestre en Aragón y su gestión entre 1998-­2017: veinte años en la lista del Patrimonio Mundial Autor/es: José Ignacio Royo Guillén y Blanca Latorre Vila, Picazo, J. V. y Martínez Bea, M

517-531

5.2. Plan de actuación en Bienes Culturales en Aragón Autor/es: Raquel Ornat Clemente, Miguel Andrés Pérez Cubero, Maria Luisa Díez García, José Luis Cano Berrade, Esther Escartín Aizpurua y Juan Carlos García Pimienta

532-546

5.3. Actuaciones periciales en defensa de nuestro Patrimonio Arqueológico: el expolio de la Cueva de Chaves Autor/es: José Ignacio Royo Guillén y Francisco Romeo Marugán

547-560

5.4. Agentes de protección del Patrimonio Cultural y Guardas del Gobierno de Aragón Autor/es: Miguel Ángel Zapater Baselga

561-568

5.5. Análisis sobre la difusión social y la accesibilidad del Patrimonio Arqueológico a través de los Parques Culturales de Aragón Autor/es: Hugo Palacín Jordán

569-578

5.6. Sistema de información geográfica en la comarca de Tarazona y el Moncayo: SigMoncayo Autor/es: María Sebastián López, Carlos García Benito, Daniel García Ubalde y Julián Pérez Pérez

579-587

5.7. La conservación invisible de Caesaraugusta. Pervivencia del uso de los espacios en dos mil años de historia Autor/es: Rubén Castélls Vela

589-598

5.8. El Camino de Santiago francés a su paso por Aragón Autor/es: Raquel Ornat Clemente1 y Miguel Díaz Paniagua

599-610

5. 9. La Memoria del Camino (Medelca): un proyecto científico y divulgativo Autor/es: Héctor Arcusa Magallón, Íñigo García Martínez de Lagrán, David Álvarez Polanco, María San Millán Lomas,Cristina Tejedor Rodríguez, Jesús Sesma Sesma, José Ignacio Royo Guillén y Manuel A. Rojo

611-617

5.10. Retos en materia de conservación preventiva de los bienes inmuebles arqueológicos Autor/es: Miriam Pérez Aranda, Ángel Santos Horneros, Begoña Serrano Arnáez, Óscar Bonilla Santander, Carlos Valladares Lafuente y Alicia María Izquierdo

619-627

5.11. Diagnosis del estado de deterioro de la piedra de la Catedral de Huesca Autor/es: María Pilar Lapuente Mercada, José Antonio Cuchí Oterino y Luis Francisco Auqué Sanz

629-639

5.12. Propuesta-­ diagnosis del peritaje en el vidrio y cristal (transferible a las artes decorativas) Autor/es: Esperanza Ortiz Palomar y Juan Á. Paz Peralta

641-652

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Sesiรณn 1. Prehistoria

Sesiรณn 1

Prehistoria

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Sesión 1. Prehistoria

1.1. CUEVA HERMOSA (CALCENA). UN NUEVO CONJUNTO DE ARTE RUPESTRE PALEOLÍTICO EN ARAGÓN CUEVA HERMOSA (CALCENA). A NEW PALAEOLITHIC ROCK ART CAVE IN ARAGÓN

Manuel Bea Martínez, Carlos Mazo Pérez, Pilar Utrilla Miranda Área de Prehistoria. Universidad de Zaragoza. Grupo PPVE y IUCA Autor de contacto/Contact author: Manuel Bea Martínez, manubea@unizar.es

RESUMEN Los trabajos previos de estudio y documentación llevados a cabo en Cueva Hermosa (Calcena, Zaragoza) apuntan a que nos encontramos ante la segunda cavidad con manifestaciones rupestres paleolíticas de Aragón. Hasta el momento, se han documentado tres paneles con restos de pintura roja conformados por digitaciones o manchas. Dos de los paneles se localizan en las proximidades de la entrada a la cueva, mientras que el más completo y definitorio se localiza en el interior. El panel 3 cuenta con una serie de alineaciones de puntos que se disponen de forma ordenada, regularmente separados, formando 12-13 columnas con un desarrollo de tendencia rectangular. Esta agrupación, dividida en dos grupos por cuestiones de conservación del soporte, se inscribe dentro de una especie de nicho de grandes dimensiones cuya morfología natural recuerda el perfil de un mamut. Esta temática (nubes de puntos de color rojo) resulta muy abundante en conjuntos rupestres paleolíticos franco-cantábricos (Fuente del Trucho, Altamira, Castillo, Chufín, Marsoulas…), en bastantes ocasiones relacionados con relieves naturales (Pindal, Pestillac, Aldène, Mayenne, Font de Gaume…). Cueva Hermosa apunta nuevas posibilidades interpretativas acerca de la ocupación humana con manifestaciones artísticas durante el Paleolítico en un área periférica, aportando información acerca de los patrones de asentamiento y redes de comunicación de las sociedades paleolíticas entre el Valle Medio del Ebro y La Meseta. PALABRAS CLAVE: Arte Paleolítico; Valle Medio del Ebro; Sierra del Moncayo; Series de puntos.

ABSTRACT Previous study and documentation works carried out in Cueva Hermosa (Calcena, Zaragoza) point to identify this cave as the second Palaeolithic rock art site in Aragón. Until now, it has been documented three decorated panels in red colour composed by dot series or painting remains. Two of those panels are located near the entrance of the cave, while the third one (more completed and defining) is in the inner part. Panel 3 is composed by well-organised dot series, regularly separated, forming 12-13 columns in a rectangular-like shape. This group, divided into two subgroups (maybe because the rock preservation conditions), was drawn in a sort of large niche which morphology reminds a mammoth-like profile. This topic (dot clouds in red colour) is quite abundant on Cantabrian and French Palaeolithic rock art sites (Fuente del Trucho, Altamira, Castillo, Chufin, Marsoulas…), quite well represented in association with natural reliefs (Pindal, Pestillac, Aldène, Mayenne, Font de Gaume…). Cueva Hermosa points out new interpretative possibilities relating to human occupation with rock art manifestations during Palaeolithic period on peripheral areas, providing information about settlement patterns and communications networks of the Palaeolithic societies in the Middle Ebro basin and Meseta. KEY WORDS: Palaeolithic rock art; Ebro basin; Mountain range of Moncayo; Dot series.

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1. INTRODUCIÓN

2. CUEVA HERMOSA

Los yacimientos del Paleolítico Superior al Sur del Valle Medio del Ebro resultan escasos. Así, algunos autores han apuntado que la ocupación humana en el territorio comienza a partir del 17,000 BC (Rodanés, 2001; Utrilla et al., 2010, 2012). Las duras condiciones climáticas durante el Würm III y IV, con frío intenso, debieron determinar el vacío ocupacional referido. Así, en el territorio próximo a la cordillera del Moncayo se ha documentado un escaso número de yacimientos de ocupación, todos ellos magdalenienses: Magdeleniense Inferior: Cueva del Gato, Alejandre y abrigo Vergara (Utrilla y Blasco, 2000; Blasco y Rodanés, 2009); Magdaleniense Superior-Final: Bolichera (Mazo, 2004) o Magdaleniense Final-Aziliense: Peña del Diablo (Utrilla et al., 1999; Utrilla y Domingo, 2003; Utrilla et al., 2006; Aura et al., 2011) (Fig. 1).

Cueva Hermosa aparece ya referida por P. Madoz (1849), contando con alguna breve referencia posterior (Prado, 1864; Martín, 1874; Puig, 1896), siempre en relación con aspectos físicos y geológicos o acerca de la importante colonia de murciélagos que encuentra cobijo en la cavidad. Los trabajos arqueológicos en la zona inmediata han sido relativamente escasos, aunque se deba aludir a los iniciados por T. Andrés y P. Utrilla (1980) o al trabajo de síntesis sobre los yacimientos magdalenienses del Valle del Ebro de Utrilla (2006) en el que se subraya la importancia del Jalón como vía de comunicación con la Meseta durante el Paleolítico Superior. En relación con la posible existencia de arte paleolítico en la zona ya se refirió el grabado de Valdearcos (Tabuenca) (Aguilera y Blasco, 2000), atribución crono-cultural que deberá ser tenida bien en cuenta en relación al conjunto que ahora se presenta.

Los yacimientos paleolíticos en cueva resultan todavía más escasos, de manera que tan sólo se ha podido constatar un arpón magdaleniense y buriles sobre truncadura en Bolichera (Mazo, 2004) así como los restos recuperados del nivel 2 de Cueva del Gato, con interesantes raspadores, buriles, láminas de dorso, útiles compuestos e industria ósea (Utrilla, 2012). Asimismo, merece la pena destacar el fragmento decorado de un colgante en asta y punta biselada simple que, una vez rota, fue reutilizado como colgante (Blasco y Rodanés, 2004).

Desde 2004, C. Mazo ha llevado a cabo excavaciones, sondeos y prospecciones arqueológicas. Entre éstos destaca la excavación de cueva Bolichera (Mazo, 2004) así como la prospección y realización de sondeos en diversas cuevas (Cueva de las Grajas, Cueva del Tío Cornelio, Cueva de los Rincones, Cueva Liendres…). Estos trabajos se entienden como el punto inicial de un amplio proyecto que tiene como objeto el estudio del poblamiento paleolítico en la Sierra del Moncayo.

Figura 1. Yacimientos paleolíticos en la Cuenca del Jalón. 1. Cueva Hermosa; 2. Cueva Bolichera; 3. Cueva del Gato; 4. Abrigo Alejandre; 5. Abrigo Vergara; 6. Peña del Diablo.

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Sesión 1. Prehistoria

Figura 2. Izquierda: Arriba, vista de la entrada. Abajo, planimetría de Cueva Hermosa con indicación de los panales decorados. Derecha: Calcos digitales de los paneles 1 (arriba) y 2 (abajo). Las primeras noticias del arte rupestre de Cueva Hermosa se deben a Pilar Edo, Blanca Echavarría y Cristina Belsué. A través de sus descubridoras la noticia es trasladada a E. Ceamanos quien, a finales de 2009, informa a C. Mazo (al dirigir el proyecto de investigación en la zona) sobre la existencia de las pinturas1. Geográficamente, Cueva Hermosa se localiza en el Noroeste del núcleo de Calcena (Zaragoza), en la margen izquierda del río Isuela, en la vertiente meridional de la Sierra del Moncayo, a unos 950 metros snm. La entrada actual de la cueva se encuentra a unos 3 km de Calcena, siguiendo la carretera hacia Purujosa, abriéndose hacia el Sureste, siendo estrecha y de pequeñas dimensiones con una morfología triangular (Fig. 2). La descripción geomorfológica más reciente de la cueva es la llevada a cabo por Gisbert y Pastor (2009: 98-101). El acceso a la cueva se realiza a través de una corta y baja galería que da paso a una primera galería de dirección noroeste y de amplias dimensiones. Atravesando una sucesión de columnas, denominadas “la Muralla China, con una bella tonalidad ocre, llegaremos a la amplia “Sala de las Arañas”, que con unas dimensiones de 35x13 metros se desarrolla en dirección suroeste-noreste. Tras sortear unos bloques aparecen ante nosotros unas impresionantes formaciones, alguna de ellas de 6

metros de altura, en estado fósil. Un paso de modestas dimensiones al final de ella nos conducirá a una nueva sala (“Sala de los Murciélagos”). Sus dimensiones son también espectaculares 30x13 metros, alcanzando en algún punto los 15 metros de altura, ofreciéndonos una extraordinaria sensación. (…) En el final de esta sala, ahora cubierta de bloques, dicen los lugareños que en tiempos existía un paso por el cual se prolongaba la cueva” (Gisbert y Pastor, 2009: 100-101). En la cueva se han podido recuperar escasos restos arqueológicos, todos en superficie, que se reducen a producciones cerámicas a mano, propias de la Edad del Bronce (cuenco hemiesférico, fragmento cerámico con cordón con digito-ungulaciones) (Millán et al., 1999: 114-115). En 2017 se llevaron a cabo dos tipos de sondeos diferentes en Cueva Hermosa. Por una parte, se realizaron dos sondeos (2x1 m) orientados a conocer la posible ocupación prehistórica de la cavidad. Ambos muestreos se llevaron a cabo en las salas más próximas a la entrada de la cueva, uno de ellos en las cercanías del panel 2 y el otro antes de llegar al 1, junto a la pared. En los dos casos el resultado fue negativo, tan sólo se recuperó una lasca de sílex sin retocar, dos fragmentos de cerámica a mano

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lisa y bruñida y restos de cerámica vidriada, llegando a un nivel de roca a tan sólo 10 cm de profundidad. Para determinar si la capa de roca generalizada obedecía a un proceso de brechificación extensivo o si era la roca madre, se llevaron a cabo hasta 9 sondeos2 (7 en las inmediaciones del sondeo 1) con un taladro con broca de 45 cm de longitud (Fig. 3). Se pretendía determinar el grosor de la capa y considerar abrir catas en ella, ante la posibilidad de que sellaran niveles de ocupación antiguos. La totalidad de los sondeos resultaron negativos, documentándose un grosor de la roca de al menos 28 cm de media, concluyéndose inviable acometer trabajos de excavación intensivos.

2.1. Descripción de los paneles decorados El proyecto de estudio y documentación integral de Cueva Hermosa se muestra todavía en su fase inicial, por lo que los resultados que se aportan en el presente trabajo se entienden como preliminares. Hasta el momento se han podido documentar tres paneles con pigmentos de color rojo en dos zonas diferenciadas, así como restos aislados de trazos negros en el desarrollo de la cavidad y los restos de una posible mano infantil en positivo de tonalidad marrón-negruzca (Fig. 2. “Otros restos”). El primer panel se localiza cerca de la galería de acceso a la cueva, en una zona en la que la luz natural todavía puede ser percibida. El conjunto se localiza en la pared de la izquierda a 160 cm con respecto al suelo actual. Se compone de cuatro

o cinco puntos en color rojo yuxtapuestos, tres de ellos agrupados formando un zig-zag vertical en el que dos de las digitaciones aparecen superpuestas entre sí, mientras que una cuarta formación (de una o dos digitaciones) fue representada a la izquierda de las anteriores, sin conexión directa. Los puntos aparecen concrecionados por una fina capa de calcita semitraslúcida. A unos 5 m del panel 1 se localiza el segundo, compuesto exclusivamente por restos informes de color rojo sobre un pequeño saliente rocoso. El tercer panel (Fig. 4) se emplaza en la zona media de la cavidad, en la denominada “Sala de las Arañas”. El conjunto se ubica en la pared derecha y se puede describir como dos agrupaciones de puntos o digitaciones. Ambos elementos se desarrollan en 142 cm de longitud, estando separados por un vacío de 77 cm que podría explicarse por factores de conservación en este sector de la pared, donde las capas superficiales se han descamado. El primero de los dos conjuntos adopta una morfología cuadrangular, con un patrón bastante ordenado en filas y columnas paralelas (en número de 12-13), contabilizándose un total de 133 puntuaciones. El grupo de puntos de la derecha presenta un peor estado de conservación, afectado tanto por saltados de la pared como por recubrimientos de calcita frescos. Con todo, entre las 43 digitaciones que lo componen se puede observar unas dimensiones de los puntos algo mayores que las referidas para el primer conjunto, además de una distribución de los

Figura 3. Izquierda: Localización de los sondeos arqueológicos Derecha: Sondeos con taladro realizados en las inmediaciones del “Sondeo 1”.

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Sesión 1. Prehistoria

Figura 4. Calco digital del panel 3 de Cueva Hermosa. elementos más ordenada. Así, y teniendo en cuenta que la percepción actual puede estar determinada por la conservación diferencial según zonas, en la parte inferior se aprecia una línea de puntos de tendencia curvilínea, así como una agrupación en disposición circular justo por encima, mientras que la ordenación en filas paralelas sólo parece observarse en la parte superior del grupo. Un aspecto interesante es el relativo a la ubicación del panel 3. Éste se localiza en una sala de grandes dimensiones, diáfana, de morfología circular que permite la concentración de un número importante de individuos frente al conjunto pictórico. Asimismo, éste se enmarca en un nicho natural cuya morfología recuerda al perfil de un mamut (Fig. 5). Algunas estalagmitas formadas en la zona superior del nicho (a unos 4 m de altura) parecen

haber sido rotas por la acción humana, tal vez en relación con la forma referida, tratando de enfatizarla. Se ha destacado que “il n’y a pas de mode de répartition uniforme; notanment pour les signes” (Robert, 2007: 469). Lo exiguo del registro artístico de Cueva Hermosa impide, por el momento, tratar de establecer valoraciones jerárquicas, aunque resulta evidente para el panel 3 una selección espacial preferencial. Así, el espacio decorado parece estar determinado por la sala y el relieve (nicho con forma de mamut), lo que incide en la idea de la “macromorphologie”, es decir, la selección por aspecto monumental, relevante o singular de un espacio o elemento dentro de la cueva (Sauvet y Tosello, 2000; González-Sainz, 2001).

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3. DISCUSIÓN La temática representada en Cueva Hermosa (puntos o digitaciones organizadas) así como la técnica (pintura) no resultan demasiado comunes entre los conjuntos artísticos de la meseta, siendo mucho más habitual en el área Franco-Cantábrica así como en otras zonas del Sur peninsular, éstas más relacionadas con la vertiente mediterránea.

Figura 5. Aspecto del nicho, con morfología natural de mamut, en el que se localiza el panel 3 de Cueva Hermosa. La distribución de los paneles en la cavidad se presenta sencilla, en ningún caso ocupan áreas de difícil acceso o peligrosas, siendo especialmente relevante el panel 3, cuyo contenido se integra en un amplio espacio abierto en relación a un nicho natural con una morfología particular y que preside una amplia sala, sin voluntad de discreción en el planteamiento expositivo. En esta línea, los signos también pueden aparecer ocupando nichos en otros ejemplos paleolíticos, como en Altamira, Pasiega B o Pindal entre otros (Robert, 2014: 112) así como en relación con relieves naturales como en Pestillac, Aldène, Mayenne, Font de Gaume (Robert, 2007). Asimismo, al margen de que las series de puntos aparece como una temática relativamente común, y ampliamente extendida geográfica y cronológicamente (Altamira, Castillo, Pasiega, Pindal, Chufín, Las Aguas, La Garma, Fuente del Trucho, Gargas, Marsoulas,

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Nerja, Malalmuerzo, Cueva Navarro, La Pileta, Cueva de las Estrellas…), también se ha apuntado la existencia de determinados conjuntos con “paneles monotemáticos” (Robert, 2014: 111) y cuevas anicónicas, dedicadas a puntos o digitaciones. Este sería el caso de La Meaza (Alcalde et al., 1911: 50-52), El Porquerizo, La Pica, Los Marranos (Serna et al., 2002), cueva Aurea… Sin contar la posibilidad de datar el conjunto mediante procedimientos absolutos3, tratar de clasificar cronológicamente el arte de Cueva Hermosa resulta una tarea compleja. Este tipo de motivos aparecen desde el Auriñaciense, como se ha constatado para las series de puntos de Fuente del Trucho (Hoffmann et al., 2017) o los discos antiguos de Castillo y Altamira (Pike et al., 2012), y se extiende hasta fases muy recientes de la Prehistoria, sin que falten ejemplos dentro del denominado arte Esquemático. Así, en Aragón, algunos de estos conjuntos con digitaciones en abrigos al aire libre se han clasificado como neolíticos o incluso posteriores: Montderes, Arpán, Engardaixo, Forau del Cocho, Huerto de las Tajadas, El Arquero… Atendiendo a un contexto paleolítico, las series de puntos se pueden asignar a una amplia horquilla temporal, del Auriñaciense al Magdaleniense (Corchón, 1986; GarcíaDiez y Garrido, 2012; Petrognani y Robert, 2009; Utrilla y Bea, 2015; Hoffmann et al., 2017), habiéndose subrayado su notable presencia “au sein du Magdalenien ariégeois” (Robert, 2007: 472). En general, la asignación para las series de puntos depende de su asociación a otros motivos (esencialmente animales) que puedan ser bien clasificados a partir de su estilo. En el caso de que existan diferentes fases estilísticas, las series de puntos se clasifican en base a criterios de proximidad o patrones de superposición. De cualquier modo, para el caso que nos ocupa sólo encontramos dos indicadores cronológicos para su clasificación como Paleolítico: su localización muy al interior de una cueva y los paralelos formales y técnicos bien documentados para conjuntos paleolíticos en numerosas otras cuevas. La proximidad de Cueva Hermosa a otros yacimientos en los que se ha documentado ocupación paleolítica podría contarse como un factor de valoración a tener en cuenta, aunque sin resultar absoluto. Así, acerca del poblamiento paleolítico en el territorio, debemos referirnos a Cueva Bolichera habiéndose recuperado, en un nivel revuelto, 9 buriles sobre truncadura atribuibles a un Magdaleniense Superior (Mazo, 2004) así como un arpón con una única fila de dientes procedente de una colección particular (Utrilla et al., 2010, Fig. 4). En esta línea, se destacan los dos yacimientos de la Peña del Diablo (Cetina), en los estrechos entre Embid y Cihuela, con unas condiciones perfectas como apostadero de caza, enfatizando su localización estratégica la cercanía de aguas termales, y los dos de Peña del Manto (Deza), con niveles magdalenienses de distintas fases.


Sesión 1. Prehistoria 4. CONCLUSIÓN El descubrimiento de Cueva Hermosa parece constituir el segundo conjunto rupestre paleolítico de Aragón, junto a Fuente del Trucho (Utrilla et al., 2013; Utrilla y Bea, 2015), destacando su novedosa localización geográfica, en el camino a la Meseta a través de dos importantes corredores de acceso: el valle del Jalón y el Isuela y su prolongación en el Araviana para alcanzar el valle del Duero. No olvidemos la presencia de aguas termales en la zona de Alhama de Aragón y todo el valle del Henar lo que, sin duda, debió de resultar muy atractivo para los grupos paleolíticos. Este territorio, y en particular el valle del Jalón, se configura como el corredor natural de acceso a la Meseta Sur, enlazando con la Meseta Norte a través de su afluente (el Henar), el cual penetra en la provincia de Soria salvando las hoces de Cihuela y alcanzando la cuenca de Almazán, lugar donde se había documentado la única pieza del Paleolítico Superior, la placa grabada de Villalba (Jimeno et al., 1990). Sin embargo, el arpón magdaleniense de cueva Bolichera (Calcena) apunta la existencia de varias rutas de comunicación con la provincia de Soria, siguiendo los afluentes de la margen izquierda del Jalón. En este caso la cuenca alta del Isuela enlazaría con la correspondiente del río Araviana, a través del paso natural encajado entre las sierras del Tablado y del Moncayo en dirección a otros territorios más estudiados, como País Valenciano. Tal y como se ha destacado en otros trabajos (Utrilla et al., 2006), esta última posible vía de comunicación se confirmaría atendiendo a yacimientos atestiguados en la provincia turolense, como Toros de Cantavieja o abrigo de Ángel (Utrilla et al., 2017). La comunicación con la Meseta Sur, a través de la provincia de Guadalajara, remontaría el valle del Jalón para alcanzar las altas cuencas del Henares (y su pequeño afluente el Sorbe) y del Jarama. Así, atendiendo a un área de influencia relativamente próxima al territorio que nos ocupa, encontramos los grabados paleolíticos de las cuevas de Los Casares y la Hoz (Balbín y Alcolea, 1992) y algo más alejado el conjunto paleolítico superior del alto Sorbe y la cueva del Reno (Alcolea et al., 1997). Junto a ellos, los hallazgos en Jarama II (Adán et al., 1989) y los estudios llevados a cabo en el embalse de Buendía (Cacho y Pérez, 1997), completan el panorama de yacimientos paleolíticos en la zona. Por el Noreste, el valle del Jalón enlaza con la ruta de los ríos Arbas, comunicando con los yacimientos más próximos de la zona de Biel (Peña 14 y Legunova) y otros de Luesia hallados al aire libre (Puymedon-Somatán) (Utrilla et al., 2010 y 2012; Montes et al., 2016). Cueva Hermosa rellena un vacío territorial para el arte Paleolítico, en un territorio que podría definirse como bisagra entre zonas de amplia tradición artística paleolítica: Costa Cantábrica, Meseta y Levante Mediterráneo, contando con el Valle del Ebro y sus

afluentes como principales vías de comunicación. El núcleo magdaleniense del valle del Jalón ocupa, por tanto, una posición central al Norte del Sistema Ibérico respecto a los más meridionales del alto Tajo (Cuenca, Guadalajara), los del Suroeste (Sierra de Guadarrama) y del Sureste (Maestrazgo turolense y castellonense) (Utrilla et al., 2006). Aunque todavía es pronto para poder hablar de un nuevo núcleo de arte paleolítico, nuevas campañas de prospección en la cavidad y en el territorio podrán reforzar la importancia e interés de este nuevo yacimiento.

AGRADECIMIENTOS Proyecto de investigación HAR2014-59042-P (MICINN), Grupo “Primeros Pobladores del Valle del Ebro” (H-07-PPVE, financiado por Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo) e Instituto Universitario de Ciencias Ambientales (IUCA).

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Tras la notificación del descubrimiento a la Dirección General de Patrimonio Cultural, en 2010, J.I. Royo junto a un grupo de espeleólogos del Centro de Espeleología de Aragón y uno de nosotros (M.B.) llevaron a cabo una visita de inspección en la que se pudo constatar la autenticidad de las pinturas. 2

Estos sondeos fueron realizados por Mario Gisbert (Centro de Espeleología de Aragón).

3

El Dr. M. García-Díez, en representación del equipo formado por los Drs. D. L. Hoffmann, A. W. Pike y P. B. Pettitt, visitó la cueva para valorar la posibilidad de datar las costras calcíticas mediante series de U/Th. Tras la inspección previa de los recubrimientos se determinó la no conveniencia de llevar ahora la datación de los mismos por encontrarse activa ña formación de la costra.

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Sesión 1. Prehistoria

EL ABRIGO DE EL ESPLUGÓN (MOLINO DE BILLOBASSABIÑÁNIGO, HUESCA). UN EJEMPLO DE LA TRANSICIÓN MESOLÍTICO/NEOLÍTICO EN EL PREPIRINEO OSCENSE

1.2.

EL ESPLUGÓN SHELTER (MOLINO DE BILLOBASSABIÑÁNGO, HUESCA). A MESOLITHIC-NEOLITHIC TRASITIONAL EXAMPLE IN THE PRE-PYRENEE OF HUESCA Abel Berdejo Arcéiz1, Alberto Obón Zúñiga2, Pilar Utrilla Miranda3, Rafael Laborda Lorente3, Alejandro Sierra Sainz-Aja3, Marta Alcolea Gracia3, Manuel Bea Martínez3, Rafael Domingo Martínez3 Colectivo De la Roca al Metal 2 Investigador independiente 3 Universidad de Zaragoza (Grupo PPVE; IUCA) 1

Autor de contacto/Contact author: Abel Berdejo Arcéiz, berdejoabel@gmail.com

RESUMEN En este artículo presentamos la secuencia mesolítica y neolítica del abrigo de El Esplugón, así como los principales resultados de los diversos estudios realizados después de varias campañas de excavación en los últimos años (antracología, tipología lítica, huellas de uso, cerámica, fauna y arte). El yacimiento presentaba un buen estado de conservación. Esto ha permitido disponer de nuevos datos sobre la ocupación en la parte central del Prepirineo durante la prehistoria. En este sentido, el hallazgo evidencia una excelente posición geoestratégica del corredor del río Guarga, el cual reúne las condiciones necesarias para una posible estabilidad en las ocupaciones. La rica secuencia arqueológica indica una ocupación reiterada entre mediados del VIII mil cal BC y principios del V mil cal BC, la cual comprende desde el Mesolítico Microlaminar hasta el Neolítico Antiguo. En definitiva, se trata de uno de los mejores lugares de hábitat del Prepirineo, después de la cueva de Chaves. PALABRAS CLAVE: Mesolítico Microlaminar; Mesolítico Geométrico; Neolítico Antiguo; Cuenca del Ebro; Prepirineo Oscense; Domesticación; Análisis Funcional; Grabados Mesolíticos; Cantos Pintados.

ABSTRACT Mesolithic and Neolithic sequence of El Esplugón shelter is presented, as well as the main results of the various studies carried out after several archaeological fieldwork campaigns in recent years (Anthracology, lithic typology, use-wear analysis, pottery, fauna and art). This site, which has a good state of preservation, offers new data attending to the occupation in the central part of the Pre-Pyrenees, highlighting the geostrategic position of the Guarga river corridor. The rich archaeological sequence points out a recurrent occupation between the middle of the VIII mil calBC and the beginning of the V mil calBC. To sum up, El Esplugón can be defined as one of the best habitation places in the PrePyrenees from the Microlaminar Mesolithic to the Early Neolithic. KEY WORDS: Microlaminar Mesolithic; Geometric Mesolithic; Ancient Neolithic; Ebro Basin; Pre-Pyrenees; Domestication; Functional Analysis; Mesolithic Rock Engravings; Painted Stones.

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1. INTRODUCCIÓN

2. ESTRATIGRAFÍA

El abrigo de El Esplugón, el más amplio e imponente de los abrigos del Alto Aragón con una ocupación del periodo de transición Mesolítico-Neolítico, se sitúa en el centro del Prepirineo, y más concretamente en el pasillo transversal que supone el valle del Guarga. Es un gran abrigo rocoso orientado al sureste caracterizado por su posición estratégica, su buen estado de conservación y su riqueza arqueológica, con seis niveles que pertenecen a los períodos mesolíticos geométricos y neolíticos (Fig. 1). Seguidamente exponemos una síntesis de los principales resultados de los estudios realizados tras las recientes excavaciones arqueológicas.

Hemos identificado la existencia de seis niveles fértiles (Fig. 2), los cuales, según nuestro criterio, corresponden a cuatro momentos culturales:

A pesar de que la superficie total de las intervenciones solo comprende ocho metros cuadrados, podemos afirmar que El Esplugón es uno de los yacimientos de referencia para comprender el proceso de neolitización en el valle del Ebro. Las primeras excavaciones fueron dirigidas entre 2009 y 2010 por A. Berdejo y A. Obón (Berdejo y Obón, 2016). Después P. Utrilla se unió al equipo de dirección, lo cual ha permitido contar con el apoyo de dos proyectos MINECO para las campañas de 2011, 2012, 2013 (Utrilla et al., 2012 y 2016). Hemos realizado otras cortas intervenciones en 2015 y 2017. Éstas se integran en un contexto más amplio de un estudio territorial sobre el poblamiento prehistórico del valle del Guarga y los cursos superiores de los ríos Isuela, Flumen, Guatizalema y Alcanadre, que tiene lugar desde 2008 (Obón y Berdejo, 2016). Estas últimas investigaciones están coordinadas por el colectivo De la Roca al Metal, con participación de otros investigadores independientes. Los resultados de las prospecciones nos indican que el yacimiento de El Esplugón forma parte de una red de abrigos distribuidos por este territorio, los cuales han sido utilizados tradicionalmente para guardar al ganado (Pallaruelo, 1988). Estos abrigos presentan diferentes procesos de génesis (Rapps y Hills, 1988) y de colmatación, que son particulares de la formación geológica llamada Campodarbe compuesta por areniscas, conglomerados y lutitas de origen continental (Puigdefábregas, 1975).

Figura 1. Situación del abrigo de El Esplugón.

30

Fase I: nivel Calcolítico removido parcialmente y en el cual hemos constatado la presencia de puntas de flecha foliáceas (nivel 1). Fase II: ocupación del Neolítico Antiguo que comprende los niveles 2 y 3 superior. Fase III: ocupación del Mesolítico Geométrico detectada en los niveles 3 inf. (Mesolítico de triángulos) y 4 (Mesolítico de trapecios) en la cual hemos identificado un conjunto lítico muy rico en armaduras geométricas y en microburiles. Fase IV: ocupación mesolítica pobre que se caracteriza por un sedimento muy oscuro que comprende los niveles 5 (negro) y 6 (marrón oscuro). Esta fase permanece todavía sin definir culturalmente ya que el conjunto de piezas con presencia de retoque o tipologizables es poco abundante por el momento. Sin embargo, en principio consideramos que el nivel 5 podría corresponder a un Mesolítico de denticulados y el nivel 6 al Mesolítico Microlaminar, aunque ninguna datación concuerda con este último período. Una serie de dataciones ha sido realizada mediante la técnica del C14-AMS, diez de las cuales han sido tomadas a partir de un solo hueso (cuatro de ellas realizados en el laboratorio de Mannheim con ultrafiltración y otros seis en el Beta-Analytics Laboratory), y otras tres dataciones han sido efectuadas sobre fragmentos de carbón (Pinus nigra) en el laboratorio de la Universidad de Groningen. Según la cronología obtenida atribuimos cuatro dataciones al Neolítico Antiguo, tres pertenecen al Mesolítico de triángulos, tres al Mesolítico de trapecios y tres a un Mesolítico indeterminado. Por lo tanto, se observa una secuencia casi continua y muy rica en industria lítica, salvo un salto cronológico de 450 años entre el nivel Mesolítico (3 inf.) y el Neolítico Antiguo (2 y 3 sup.). No existe ninguna datación entre el 5550 y el 5300 cal BC. Podemos afirmar que casi todas las dataciones son más recientes de lo que cabe esperar, según la industria lítica presente en cada nivel. Por otro lado, a pesar de la existencia de cubetas y bioturbaciones (madrigueras, raíces) que han podido alterar la posición estratigráfica de algunas muestras (indicadas en gris en la Tabla 1), consideramos que la cavidad estuvo al menos habitada en la fecha que indica cada datación, sin importar la posición del fragmento óseo o de carbón en la secuencia (Tab. 1). En cualquier caso, la secuencia crono-cultural del Mesolítico y del Neolítico Antiguo del valle del Ebro se conoce bastante bien y podemos identificar la presencia o la ausencia de determinadas ocupaciones humanas aunque no estén datadas, o sean problemáticas (Alday et


Sesión 1. Prehistoria al., 2017). Por último, no se ha podido determinar una fase de ocupación magdaleniense, a pesar de la presencia de algunos buriles bastante atípicos. Tabla 1. Dataciones de los niveles de El Esplugón. En gris las dataciones que no son coherentes con la posición estratigráfica. Lab.

Z

Nivel

Dates BP

Cal BC2σ

Mat.

Fase

Beta 338509

127

2/3sup

5970±30

49434781

Hueso

Neolítico Antiguo

Hueso

Neolítico Antiguo

Beta 283899

172

4

6120±40

52094953

MAMS 30169

215

6

6166±23

52135047

Hueso

Neolítico Antiguo

MAMS 30168

127

3sup

6282±22

53095220

Hueso

Neolítico Antiguo

Beta 313517

128

3 inf

6730±40

57185564

Hueso

Mesolítico de triángulos

MAMS 30166

117

2

6781±23

57205638

Hueso

Mesolítico de triángulos

Beta 306723

165

3 inf

6950±50

59765731

Hueso

Mesolítico de triángulos

MAMS 30167

175

4

7355±23

63416094

Hueso

Mesolítico de trapecios

GrA59632

182

4

7620±40

65696416

Carbón

Mesolítico de trapecios

GrA59634

229

6

7715±45

66356469

Carbón

¿Mesolítico microlaminar?

Beta 306725

189

5

7860±40

69846597

Hueso

¿Mesolítico denticulados?

GrA59633

199

5

8015±45

70716767

Carbón

¿Mesolítico denticulados?

Beta 306722

218

6

8380±40

75367350

Hueso

¿Mesolítico microlaminar?

En la campaña de 2017 hemos alcanzado la roca madre a en torno a 1 m de profundidad con respecto al último nivel arqueológico. En el paquete estéril aparecen niveles constituidos por gravas y arenas en distintas proporciones. Al menos en la zona donde se ha realizado este sondeo no cabe esperar el hallazgo de ocupaciones paleolíticas. En la figura 3 se ofrece un listado con las dataciones cal BC. Las dataciones que no corresponden con la posición estratigráfica están indicadas en rojo (OxCal v 4.3.2. IntCal13) (Reimer et al., 2013). El estudio antracológico, realizado por M. Alcolea, ha podido determinar el predominio de pino de tipo albar (Pinus tp. sylvestris) en todos los niveles arqueológicos estudiados acompañado en algunos de ellos de otras especies como el roble (Quercus sp. caducifolio) y el enebro/sabina (Juniperus sp.). Es destacable en el nivel 4 de la ocupación el consumo casi exclusivo de leña de pino. (Alcolea, 2016; Utrilla et al., 2016). A techo de este nivel se documenta la presencia de un horizonte estratigráfico compuestos por cantos y plaquetas angulosas de arenisca, materiales que habrían caído de la pared del abrigo, que podría responder a un momento climatológico frío y seco, que correspondería a su datación en el 7355±23 BP (6341-6094 cal BC). Esto podría ponerse en relación con el frío y la aridez que caracterizan el conocido evento climático del 8.2 que provocaría una regresión de los taxones mesófilos presentes en el resto de niveles arqueológicos, principalmente los robles caducifolios. A partir de ese momento, el robledal comenzaría a tomar importancia progresivamente, sugiriendo un cambio en el régimen de precipitación y un aumento de la estacionalidad (Fig. 4).

Figura 2. Perfil estratigráfico del corte Oeste-Este.

31


Tabla 2. Microlitos geométricos clasificados por niveles. Niv. 2 + 3sup

%

Niv 3inf

%

Niv. 4

%

Total

Trapecios

5

15,6

27

26,2

17

28,3

49

Triángulos

13 (9db, 4 ab)

40,6

33

32

6

10

52

Tipos

Segmentos

3 (db)

9,3

2

1,9

1

1,6

6

Microburiles

2

6,2

23

22,3

30

50

55

Puntas dorso alargadas

5

15,6

5

4,8

1

1,6

11

Truncaduras

4

12,5

13

12,6

5

8,3

22

Con una perspectiva tipológica, las piezas líticas más significativas serías las siguientes: En el nivel 1, fase del Calcolítico, aparecen dos piezas de retoque plano y una lámina con huellas de uso (pátina de cereal seco) (Fig. 5).

Figura 3. Dataciones por AMS-C14 de El Esplugón referentes a la curva climática del GRIP.

En los niveles 2 y 3 sup., fase del Neolítico Antiguo, observamos la presencia de tres triángulos de doble bisel con retoque plano con una tipología similar a los descubiertos en la cueva de Aizpea, en concreto en el nivel b datado en 6370±70BP (Cava, 2001: fig. 13.2), y que aparecen también en la vertiente norte de los Pirineos. Sin embargo, este tipo de microlito no está presente en ninguno de los yacimientos del Bajo Aragón (Fig. 6, nº 1-3).

Figura 4. Diagrama antracológico. Nótese el piso de plaquetas del nivel 4 coincidente con la fecha del 8.2.

3. MATERIALES ARQUEOLÓGICOS 3.1. Industria lítica En cuanto a la industria lítica, ya hemos avanzado en otras publicaciones la mayor parte de las piezas más destacadas tipológicamente (Utrilla et al., 2012 y 2016), señalando la importancia de la presencia masiva de geométricos (más de 200 ejemplares) en los niveles del Neolítico Antiguo (2 y 3 sup.) y del Mesolítico Geométrico (3 inf. y 4) (Tab. 2). Los objetos de la campaña del 2017 no han sido todavía incorporados, por lo que el estudio tecnológico está en curso de realización.

Figura 5. Piezas líticas del nivel 1 (Calcolítico).

32

Figura 6. Piezas líticas de los niveles neolíticos (2 y 3 sup.): 1-12 triángulos y segmentos de doble bisel; 13 perforador; 18-22 láminas con pátina lustral; 16 y 17 raspadores; 23 y 24- láminas denticuladas; 14 laminilla de dorso; nº15 y 25 láminas de retoque simple.


Sesión 1. Prehistoria R. Domingo ha constatado la existencia en una lámina de huellas de uso como elemento de hoz (pátina de cereal verde) (Fig. 6, nº 18-22). Aunque es anecdótico, es interesante constatar que la lámina con lustre de cereal seco procede del nivel Calcolítico, mientras que la de lustre de cereal verde proviene del nivel Neolítico. Los primeros cereales domésticos debían de ser segados en estado verde para evitar la caída de granos, lo que no sucede con las variedades más aptas para ser cosechadas maduras (Utrilla et al., 2016), tal y como suponemos que tendría lugar en el Calcolítico. En los niveles 3 inf. y 4, que se pueden atribuir al Mesolítico Geométrico, hay un predominio de los triángulos sobre los trapecios en el nivel 3 inf. (32% frente al 26% respectivamente), y de los trapecios sobre los triángulos en el nivel 4 (28% frente al 10%). Entre los tipos particulares debemos señalar la presencia de retoque inverso en la base en cinco triángulos del nivel 3 inf., hecho que se interpreta habitualmente como una influencia procedente de la vertiente norte de los Pirineos. Este fenómeno ha sido observado en algunos yacimientos prepirenaicos como Aizpea, en el nivel II (Cava, 2001), y Forcas II, en el nivel IV (Utrilla y Mazo, 2014), con una cronología alrededor del 5000 BC. También destacamos la presencia de un pequeño tranchet (Fig. 7, nº 31) y de un triángulo escaleno alargado con un pequeño retoque

Figura 8. Trapecios del nivel 3 inferior. en la base (nº 32), el cual es similar a otros ejemplares de Costalena c3 (Barandiarán y Cava, 1989: fig. 12, nº 43 y 44). En cuanto a los trapecios, los tipos con un lado cóncavo son los más numerosos, sobre todo en el nivel 3 inf. con 17 ejemplares (Fig. 8). En el nivel 4 el conjunto es de 60 geométricos, los cuales corresponden a 17 trapecios (28,3%), 6 triángulos (10%) y 30 microburiles que por lo tanto suponen el 50% del total (Fig. 9). Esta abundancia de microburiles nos permite afirmar que la talla de los geométricos se realizó en el abrigo (Fig. 10). En el nivel aparecen también algunas piezas écaillées.

Figura 7. Triángulos del nivel 3 inferior: 31- pequeño tranchet; 32- segmento alargado de retoque alterno.

Figura 9. Geométricos del nivel 4.

33


Figura 10. Microburiles del nivel 4.

El conjunto de fragmentos cerámicos de los niveles 2 y 3 sup. tiene algunas características similares a los yacimientos del Cinca y el Segre en los que hay una alta presencia de decoración con impresiones de instrumento, tal y como sucede en Olvena (Baldellou y Ramón 1995), La Miranda (Baldellou y Barril 1981), Forcón (Baldellou 1983b), Els Trocs (Rojo et al., 2013), Espluga de la Puyascada (Baldellou 1987) o Cova Colomera (Oms, 2008). Sin embargo, en El Esplugón está ausente la técnica boquique por el momento, mientras que la decoración cardial está presente en un único recipiente. Estas características son similares al conjunto del nivel 1a de la cueva de Chaves, con el que los niveles mencionados de El Esplugón también comparten cronología, industria lítica (presencia de retoque de doble bisel y de taladros de larga punta central), y donde igualmente la presencia de la decoración cardial es menor respecto a la de impresiones con otro tipo de instrumentos (Baldellou 1983a). Lo mismo sucede en el caso del nivel 1n de Rambla de Legunova, donde, pese a los pocos restos cerámicos hallados, aparece la decoración cardial y la de impresión con instrumento en una cronología similar a estos niveles de El Esplugón (Montes et al., 2016). En cuanto a paralelos concretos de los vasos identificados, los motivos decorativos son tan simples y recurrentes que encontramos similitudes en los conjuntos cerámicos de la mayoría de los yacimientos del Cinca y el Segre.

3.2. La cerámica El estudio de los materiales cerámicos ha documentado la presencia de un mínimo de 17 recipientes. Se trata de un conjunto muy fragmentado ya que tan solo uno de dichos fragmentos ha conservado contorno casi completo. Entre las decoraciones aparece la decoración cardial (un recipiente) (Fig. 11, nº 14), la impresión de instrumento (siete), la incisión (uno), la decoración inciso-impresa (uno), la decoración de cordón impreso (cuatro) y la decoración de cordón liso (tres) (Fig.11). Las formas más frecuentes son globulares, aunque también hay recipientes ovoides y cuencos hemisféricos (Fig. 12). Las características tecnológicas que predominan son la cocción oxidante (diez), irregular (cinco) y reductora (dos), mientras que predominan las superficies lisas (once) frente a las superficies pulidas o espatuladas (seis). Al igual que en el resto de yacimientos del Valle del Ebro (Gallart y López, 1988; Gallart y Mata, 1995; Lapuente e Igea, 2014), la combinación de mica y de cuarzo como desgrasante está muy presente. Esto puede ser el resultado de machacar granito para mezclarlo con la arcilla, como parece suceder en el material de Forcas II (Bea, 2014). En las cerámicas de El Esplugón hemos identificado el uso de la combinación de mica y cuarzo en once recipientes, frente a la presencia de cuarzo en cuatro ejemplares o la de calcita en dos.

34

Figura 11. Cerámica de El Esplugón: nº14 decoración cardial. En conclusión, aunque las cerámicas de El Esplugón proceden de niveles diferentes, el grueso de los fragmentos presenta una similitud de base en cuanto a su elaboración (acabados, desgrasantes y cocciones) y a las decoraciones. Éstas se limitan a motivos impresos no muy complejos, con alguna excepción, y también a aplicaciones plásticas que en ocasiones combinan impresiones digitadas o de otros instrumentos sobre el cordón aplicado. El yacimiento también ha ofrecido


Sesión 1. Prehistoria un fragmento de cerámica cardial (vaso14) en su nivel cerámico más antiguo, junto a otras decoraciones a base de cordones digitados e impresiones de instrumento. Estas decoraciones son frecuentes en los conjuntos cerámicos de la península Ibérica. Además, son coherentes con la horquilla de dataciones obtenida entre 6282±22 (53095220 cal BC) y 5970±30 BP (4943-4781 cal BC), que lo sitúa en un segundo momento del Neolítico Antiguo.

Figura 12. Formas lisas de El Esplugón.

3.3. Otros objetos

4. GRABADOS PARIETALES Pese a estos indicios, la actividad artística que podría ser más significativa es la presencia de unos grabados parietales ubicados a la altura de una persona. Se trata de tres figuras geométricas, de las cuales dos (Fig. 14, nº 2 y 3) presentan una línea horizontal y varias líneas verticales, mientras que una tercera (Fig. 14, nº 1) presenta una línea central con otras líneas situadas a cada lado. Indudablemente, nada nos permite afirmar que estos indicios sean realmente grabados prehistóricos, pero sugerimos esta posibilidad por tres motivos: 1) la posición a la altura de una persona de 1,70 m que podría haber realizado los grabados de pie sobre los niveles (4 o 3 inf.); 2) la pátina antigua que recubre las incisiones; y 3) los posibles paralelos mesolíticos de estos grabados geométricos, principalmente en la Cuenca de Parisina (Buno-Bonneveaux, Ségognole, Canches, Villetard, grotte de Saint Agnan, La Géode II de Bulou et autres) (Courty, 1904; Nougier, 1949; Hinout y Angelier, 1968; Hinout, 1998). Otra de las opciones valoradas es entender dichos grabados como alguna forma de contabilidad propia de los pastores locales Una hipótesis sobre interpretación de estos grabados podría corresponder con un esquema de la red hidrográfica del Guarga recibiendo a sus afluentes, al igual que se ha propuesto para un grabado procedente de la cueva de Kesslerloch (Delano-Smitn, 1987).

Entre los adornos, hemos encontrado algunos ejemplares perforados de Columbellae rusticae en los niveles del Mesolítico Geométrico. En lo relativo a las manifestaciones artísticas, el yacimiento de El Esplugón ha proporcionado algunos cantos pintados en rojo que proceden de los niveles neolíticos (2 y 3 sup.). En la figura 13 reproducimos dos, modificados mediante la aplicación D-Stretch del programa informático de tratamiento de imágenes Image J. El canto de la derecha, hallado justo en el límite entre el nivel 3 inferior (Mesolítico) y 3 superior (Neolítico) parece representar una cabra a la carrera, pero no es del todo claro. La observación mediante la lupa binocular y los análisis en el microscopio de barrido electrónico, ambos en curso de realización, van a tratar de confirmarlo (Fig. 13).

Figura 13. Cantos pintados en rojo.

Figura 14. Arriba: Trazo de los grabados de El Esplugón. Abajo: Esquema hipotético sobre la posible situación de los autores de los grabados en relación con la estratigrafía.

35


Por otra parte, en la Península Ibérica existen paralelos de decoración geométrica en el arte mueble del Mesolítico, como por ejemplo, las plaquetas de la Cueva de la Cocina, o en el Alto Aragón, la plaqueta de Forcas II, datada en 7240±40BP en un nivel perteneciente al Mesolítico Geométrico con tipos líticos ultra-pirenaicos (Utrilla, 2014; Utrilla y Domingo, 2014: fig. 14). En Francia, les plaquetas con decoración que más se aproximarían son las del abrigo de Murat o de Rochedane (Couraud, 1985; D’Errico, 1994; David et al., 1998) (Fig. 15).

en los niveles mesolíticos. Los ovicápridos domésticos han sido detectados en el nivel 2, mientras que Bos y Sus no han podido ser claramente identificados como animales domésticos. Esto es debido a la dificultad de distinguir entre las variedades salvajes y domésticas en estas especies. Debemos indicar, además, el hallazgo de dos grandes defensas de jabalí en posición vertical en el nivel 4, las cuales han sido datadas en 7355±23BP (6341-6094 cal BC). Los perfiles de mortalidad de las diferentes especies indican la existencia de un mayor interés por la caza de animales más jóvenes en los períodos neolíticos, mientras que en los niveles mesolíticos hay una preferencia por animales adultos (Tab. 3). Esto puede ser interpretado como un menor interés del mantenimiento de la manada durante el Neolítico, probablemente debido a la presencia de animales domésticos, un hecho que está bien documentado para este período (Vigne y Helmer, 2007). Hemos podido determinar una ocupación de la cavidad de primavera hasta el otoño en el período Neolítico. Tabla 3. Perfiles de mortalidad de cada especie. Neonatal

Infantil

Juvenil

1

1

3

1

Sus sp

1

1

Capra pyrenaica

1

1

Bos sp

1

Capreolus capreolus

Niv 2

5. LA FAUNA El estudio de la fauna ha sido realizado sobre un conjunto de 938 fragmentos, de los cuales 325 han sido identificados anatómica y tafonómicamente, a partir de un número total de 3883 restos. Se aprecian algunas diferencias entre el número de restos identificados en los niveles mesolíticos y neolíticos, algo que podría deberse a una fracturación más intensa de los huesos en el período Mesolítico. Este estudio ha documentado la abundancia de las especies salvajes de ambiente boscoso, principalmente jabalí, corzo y ciervo. En relación a la variabilidad de las especies, hemos podido determinar que el corzo es la especie que predomina en los niveles neolíticos. Por el contrario, el ciervo y el rebeco son más abundantes

36

Rupicapra rupicapra Ovis/ Capra

Figura 15. Posibles paralelos de los grabados. Arriba: Fotografía de detalle del motivo 3 de El Esplugón. Abajo: Grabados sobre plaquetas mesolíticas: 1. Forcas (según P. Utrilla); 2-3. Abri Murat (según F. D´Errico); 4-5. La Cocina (según J. Fortea).

1 1

1

2 1

Capreolus capreolus

2

Capra pyrenaica

1

2 1 1

Bos sp Rupicapra rupicapra

1

1

1

Cervus elaphus

Niv 3 inf

Adulto

Cervus elaphus

Sus sp

Niv 3 sup

Subadulto

1

Sus sp

1

Capreolus capreolus

1

Capra pyrenaica

1

Bos sp

1

Rupicapra rupicapra

1

Cervus elaphus

1


Sesión 1. Prehistoria 6. CONCLUSIONES

Sobre la gestión de los animales cazados, se observa una mayor fracturación en los niveles mesolíticos frente a los neolíticos, lo que puede deberse a un mayor interés por la obtención de la medula ósea durante el Mesolítico. En cuanto a la variabilidad esquelética, el ciervo no presenta las extremidades distales. Al contrario, Sus, Capreolus y ovicápridos han sido hallados completos, lo que puede deberse al transporte diferencial del ciervo (Tab. 4).

Finalmente, el yacimiento de El Esplugón es significativo por seis motivos principales: 1. La existencia de una secuencia completa de la transición del Mesolítico al Neolítico: Mesolítico de trapecios (nivel 4), Mesolítico de triángulos (nivel 3 inf.), Neolítico Antiguo (niveles 3 sup. y 2) y Calcolítico (nivel

Tabla 4. Especies por niveles. 2

3 sup

3inf

2

3 sup

3inf

2

3 sup

3inf

2

3 sup

3inf

NR

NR

NR

%NR

%NR

%NR

%NMI

%NMI

%NMI

%Biomasa

% Biomasa

% Biomasa

ESPECIES

Ovis/capra

18

9,42

Capra hircus

3

1,57

DOMÉSTICOS

21

10,99

Capreolus capreolus

83

29

5

43,46

35,80

11,63

15,38

10,71

12,5

13,54

7,09

4,02

Capra pirenaica

7

5

1

3,66

6,17

2,33

5,13

3,57

12,5

6,77

4,73

8,05

Cervus elaphus

14

20

9

7,33

24,69

20,93

2,56

3,57

12,5

16,92

15,75

26,82

Rupicapra rupicapra

1

2

2

0,52

2,47

4,65

2,56

7,14

12,5

2,2

3,62

4,56

Lagomorfos

9

1

1

4,71

1,23

2,33

2,56

3,57

12,5

0,07

0,06

0,13

Cérvidos

2

3

1,05

3,70

0,00

SALVAJES

116

60

18

60,73

74,07

41,86

28,21

28,57

62,5

39,5

31,25

Bos sp

6

4

6

3,14

4,94

13,95

2,56

7,14

12,5

29,62

47,25

46,93

Sus sp

22

11

13

11,52

13,58

30,23

5,13

10,71

12,5

20,31

21,42

21,45

Caprinos

26

6

6

13,61

7,41

13,95

DOMÉSTICO/ SALVAJE

54

21

25

28,27

25,93

58,14

7,69

17,86

25

49,92

68,67

Felis silvestris

3

12,5

0,08

Vulpes vulpes

10,26

10,49

10,26

1

2,56

1

3,57

Lynx sp

1

Carnívoro ND

2

CARNÍVOROS

6

Testudo sp

1

Avifauna

1

1

OTRAS ESPECIES

2

1

M. grande

13

9

7

M. mediano

257

41

89

M. pequeño

5

2

TOTAL

474

218

2,56

1

0,11

1

140

191

81

43

0,08

2,56

3,57

12,5

0,08

0,08

39

28

8

590,9

634,9

417,9

37


1). Los niveles 5 y 6 podrían pertenecer al Epipaleolítico de denticulados y/o al Epipaleolítico Microlaminar. 2. La riqueza de la industria lítica en sus niveles mesolíticos con la aparición de alrededor de 200 geométricos en una superficie excavada reducida (8m2). La tipología muestra algunos aspectos comunes en los yacimientos prepirenaicos de Aizpea, Esplugón y Forcas, con triángulos de retoque plano en el Neolítico, además de una presencia de tipos ultrapirenaicos en el Mesolítico Geométrico tardío. También es común la ausencia de triángulos de tipo Cocina. 3. Este hallazgo viene a llenar, junto con el abrigo de Espantalobos, un espacio vacío en el conocimiento de estos períodos en el Alto Aragón, entre el yacimiento de Forcas II situado más al este y los yacimientos más occidentales de la zona de Biel (Peña 14 y Rambla de Legunova). 4. Este yacimiento ha proporcionado algunos indicios de arte mueble (cantos pintados en rojo en los niveles neolíticos) pero también de un posible arte parietal (grabados de motivos geométricos, quizá de los niveles mesolíticos). 5. Hemos confirmado la presencia de especies domésticas (ovicápridos y tal vez suidos y bóvidos) e indicios de actividad agrícola (láminas con pátina de cereal en los niveles neolíticos). 6. El consumo de leña de pino predomina a lo largo de toda la secuencia. No obstante, el retroceso de los taxones mesófilos (principalmente Quercus sp. caducifolio) en el nivel 4 coincidiendo con la presencia de plaquetas angulosas y la datación en el 7355±23 BP podrían estar en relación con el frío y la aridez que caracterizan al 8.2 event en esta región

AGRADECIMIENTOS El equipo de investigación está conformado por autores de diferentes ámbitos. Participa A. Berdejo perteneciente al colectivo De la Roca al Metal, y también A. Obón arqueólogo profesional en Francia. El resto de autores pertenecen al Grupo de investigación “Primeros Pobladores del Valle del Ebro” (PPVE) del Gobierno de Aragón y al Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza. Las intervenciones en El Esplugón han sido financiadas principalmente por el proyecto de investigación “Transiciones climáticas y adaptaciones sociales” (MINECO (HAR2014-59042-P) y, en menor medida, mediante la autofinanciación.

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Sesión 1. Prehistoria

1.3. ESTRUCTURAS DE ALMACENAJE PREHISTÓRICAS EN LA CUEVA REDIL DE CORO TRASITO (TELLA-SIN, HUESCA) PREHISTORIC STRUCTURES OF STORAGE IN CORO TRASITO FOLD CAVE (TELLA-SIN, HUESCA)

Ermengol Gassiot Ballbè1, Javier Rey Lanaspa2, Ignacio Clemente Conte3, Laura Obea Gómez1, Sara Díaz Bonilla1, Manuel Quesada Carrasco1, Virgínia García Díaz4, David Garcia Casas1, David Rodríguez Antón1 Departamento de Prehistoria. Universidad Autonoma de Barcelona. Grup d’Arqueologia d’Alta Muntanya (GAAM) 2 Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragon (DGA) 3 Arqueología de las Dinámicas Sociales. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Institución Milá y Fontanals (IMF) GAAM 4 Arqueóloga independiente 1

Autor de contacto/Contact author: Ermengol Gassiot Ballbè, ermengol.gassiot@uab.cat

RESUMEN Las excavaciones en extensión de un sector de la cueva de Coro Trasito están sacando a la luz ocupaciones de época neolítica (VI y V milenio calANE) y de la Edad del Bronce (mediados del II milenio calANE). En ellas, y especialmente en las primeras, el asentamiento humano se llevó a cabo en el marco del uso de la cavidad como redil, tal y como hace evidente la sucesión de capas de “fumier” que conforman la secuencia estratigráfica. Sin embargo, la presencia de fosas en las diferentes fases de ocupación muestra, también, que junto a la estabulación de ganado en el lugar también se llevaron a cabo prácticas de almacenamiento a la vez que, seguramente, se introdujeron elementos para diferenciar espacios. En este trabajo se presenta este aspecto de las ocupaciones prehistóricas documentadas hasta la fecha en Coro Trasito. Se describen las principales características morfológicas de estas estructuras, se detallan los elementos diferenciales de las fosas de la Edad del Bronce y del neolítico y se aportan elementos para inferir su funcionalidad y comprender su distribución espacial dentro de la cavidad. Así mismo se detallan otros elementos constructivos que, posiblemente, completaron la estructuración del espacio. PALABRAS CLAVE: Neolítico; Edad del Bronce; Cueva redil; Almacenaje; Excavación en extensión; Pirineo.

ABSTRACT Extended diggings in cave’s area are showing occupations from Neolithic (VI and V Millennium calBC) and Bronze Age (middle of II Millennium calBC). About that, especially in the former, human settlement has to do with their use like a fold cave. We could see this fact in the “fumier” layers. Nevertheless, the presence of storage silos shows the presence of storage activities on the different phases of occupation, cattle stabling and distinction of cave space. We will present the prehistorical occupations in Coro Trasito at the moment. We will show morphological attributes of structures, distinctive features of Neolithic and bronze age silos too. We would like to understand their functionality and spatial distribution, and we will characterize other spatial features. KEY WORDS: Neolithic; Bronze Age; Fold Cave; Storage; Open area excavation; Pyrenees.

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1. INTRODUCCIÓN A lo largo de los últimos años la investigación arqueológica en zonas de montaña peninsular ha experimentado un notable desarrollo. En el Pirineo los avances han sido notables, con un marcado incremento de los programas de investigación en las zonas altas en ambas vertientes de la cordillera, como certifican diversas publicaciones (Gassiot 2016, Gassiot et al. 2016, Laborda et al. 2017, Palet et al. 2012, Rendu et al. 2016, entre muchas otras). Estos estudios han permitido sacar a relucir extensas secuencias arqueológicas de ocupación de zonas de media y alta montaña, rellenando así un vacío previo de información.

en primera instancia por el Grupo de Espeleología de Badalona (Canela 2006). En 2011 J. Rey realizó un par de sondeos arqueológicos que fueron el preludio de trabajos de excavación ininterrumpidos desde el año 2013.

Este incremento de datos arqueológicos ha conllevado también la documentación de nuevos yacimientos arqueológicos de la primera mitad del Neolítico en espacios de montaña. En el tramo central de la cordillera, destacan en los últimos años el registro y estudio de la Cova del Sardo de Boí, en la Ribagorza catalana (Gassiot et al. 2014), Els Trocs, en el valle de Benasque (Rojo et al. 2013), Cueva Lóbrica, en el valle de Añisclo (Rey et al. 2014) y la cueva de Coro Trasito, en la montaña de Tella (Clemente et al. 2014 y 2016). El estudio detallado de estos yacimientos, junto con otros de cronologías similares en otras zonas de la cordillera y del Prepirineo está ajustando de forma muy significativa la visión que desde la arqueología se dispone de la difusión de las prácticas ganaderas y agrícolas en áreas de montaña durante la prehistoria. Por un lado, el desarrollo de secuencias cronológicas facilita una mejor perspectiva sobre los procesos de poblamiento durante la primera mitad del Holoceno del Pirineo axial, tanto de los fondos de valle como de las zonas subalpinas y alpinas (Gassiot et al. 2017). Por el otro, la excavación en extensión de estos nuevos yacimientos, con la aplicación de nuevas técnicas de registro, recuperación y análisis de los materiales, permite caracterizar las prácticas de los primeros grupos que desarrollaron prácticas agropecuarias en la cordillera. En este sentido, la excavación en extensión de la cueva de Coro Trasito está proporcionando una valiosa información sobre las actividades de los grupos que la usaron en diversos momentos de la prehistoria, además de datos sobre prácticas ganaderas y agrícolas, manufactura y uso de instrumentos de trabajo de diversa índole, etc. En ella se ha constatado la existencia de numerosas estructuras de acondicionamiento del espacio. Además de varios agujeros de poste, los trabajos de excavación han permitido documentar diversas fosas excavadas en el sedimento que, aparentemente, sirvieron como lugares de almacenaje. Este trabajo introduce una breve descripción de las mismas. La cueva de Coro Trasito se localiza en el término de Tella-Sin, a 1548 m. de altitud y forma parte del sistema cárstico de la Cueva del Oso de Tella (Rey et al. en este volumen, Clemente et al. 2014 y 2016). Fue documentada

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Figura 1. Situación de la cueva de Coro Trasito, marcada en rojo. En el mapa superior se indican otras cavidades en la zona y las curvas de nivel marcan cada 100 m. La imagen inferior muestra el modelado 3D del relieve.

2. OBJETIVOS El presente trabajo pretende mostrar, de forma sintética, las estructuras excavadas en el sedimento de fumier documentadas hasta la fecha por los trabajos llevados a cabo en la cueva de Coro Trasito. Excepto en los sondeos de los años 2011 y 2013, su identificación y registro se ha llevado a cabo durante el desarrollo de excavaciones en extensión. Ello ha permitido en general definir, además de sus respectivas secciones, sus plantas y sus ubicaciones dentro del área de la cueva en proceso de excavación. Las cuevas rediles, usadas como lugares de estabulación y pernoctación del ganado, son un fenómeno recurrente en la historia reciente de la cuenca mediterránea. A través de la arqueología se constata también su existencia en época prehistórica y, de hecho, son diversos los yacimientos de época neolítica en cueva que en algún momento de la secuencia de ocupación contienen indicios evidentes de haber albergado ganado. La estabulación de un rebaño genera una particularidad en la secuencia sedimentaria. Por una parte, introduce una nueva fuente de aporte de materiales que sedimentan en un determinado lugar. Por lo general, su ratio de


Sesión 1. Prehistoria sedimentación acostumbra a ser muy superior a la que existiría en el mismo lugar en ausencia de la presencia recurrente de ganado. En la medida en que esta presencia pueda tener una base estacional, y por lo tanto discontinua, o moverse dentro del mismo espacio de la cueva, puede generar en un plazo relativamente rápido de tiempo una secuencia de paquetes estratigráficos claramente discernibles. Por otra parte, las características químicas del estiércol introducen nuevas variables en lo que refiere a la conservación de materiales en la matriz sedimentaria. Todo ello hace de la arqueología en este tipo de contextos, denominados fumier en la literatura de influencia francesa, un espacio idóneo para la implementación de técnicas geoarqueológicas. La peculiaridad del sedimento de los fumier no debe, sin embargo, hacernos olvidar otros aspectos de interés en el estudio de contextos que, en algún momento, pudieron albergar ganado. Uno de ellos remite directamente al propio uso del espacio. Hay numerosos ejemplos etnográficos en el Pirineo de una cierta coexistencia de los espacios de hábitat humanos y los lugares de estabulación de ganado (Violant 1949). En el caso de las cuevas rediles, la presencia de materiales de desecho en los contextos de fumier es indicativa de, como mínimo, la proximidad de áreas dedicadas a otro tipo de actividades, en muchos casos corresponde a lo que calificamos como domésticas. El caso de Coro Trasito es paradigmático en este sentido. La gran mayoría de las estructuras documentadas están excavadas en un sedimento de fumier, procedente de la acumulación de grandes cantidades de excrementos animales. Sin embargo, la distribución de estas mismas estructuras no parece seraleatoria pero si recurrente al menos en pequeños espacios de tiempo. Y refleja la realización de determinadas actividades en el área de corral que van más allá del encierro de animales. Este trabajo pretende, también de forma rápida, apuntar las aportaciones a la comprensión de este tipo de contextos que suponen su excavación en extensión.

3. METODOS Y MATERIALES 3.1. Excavación y secuencia estratigráfica de Coro Trasito A la luz de los sondeos efectuados en 2011 y 2013, en 2014 se inició la excavación de un área de 49 m2 del total de los 510 m2 que cubre la actual cornisa de la cueva. La cuadrícula se situó en un tramo central de la misma, apartada del amontonamiento de grandes fragmentos de techo que en la parte exterior de la cavidad define actualmente un área elevada y muy pedregosa. Concretamente, se emplaza adosada a la pared oriental, opuesta a la apertura de la cavidad y donde una apertura angosta de pocos centímetros parece definir la continuidad hacia un espacio más interior todavía no explorado.

Figura 2. Planta del interior de la cueva de Coro Trasito. El área delimitada en rojo marca la cuadrícula de la excavación. El rectángulo verde indica el sondeo núm. 2 del año 2011, ampliado posteriormente en 2013 (Clemente et al. 2014). El norte se sitúa en el lado izquierdo de la imagen. La excavación de la cuadrícula definida en 2014 se llevó a cabo en extensión y siguiendo una estrategia estratigráfica, que implicó exhumar el sedimento a partir de las discontinuidades en los diferentes depósitos. De esta forma, se eliminó la cubierta de excrementos de ganado contemporáneo y un nivel de cascajo y sedimento fino estéril. Por debajo, se constató la presencia de fenómenos erosivos que conllevaron la pérdida, en al menos dos episodios distintos, de parte de los depósitos de época prehistórica. En consecuencia, en las campañas sucesivas los trabajos se han focalizado en los remanentes sedimentarios conservados en la franja oriental de la cuadrícula y en su sector sur. A medida que se ha ido profundizando en la excavación, su superficie se ha ido ampliando hacia el oeste y el norte. A fecha de hoy la secuencia cronológica conocida para el yacimiento proviene de la información obtenida en el sondeo núm. 2, combinada con la excavación en extensión. De esta forma, y a la espera de nuevas dataciones, se mantienen las cuatro fases prehistóricas mencionadas ya en Clemente et al. (2016). La más reciente se adscribe a la Edad del Bronce y ha sido fechada entre el 1400-1200 calANE. Se localiza únicamente en la franja oriental de la ampliación del sondeo 2 y de la cuadrícula de 2014. En ella empiezan a aparecer los primeros indicios de un sedimento procedente de la meteorización de estiércol. Recubre depósitos erosionados de época neolítica, con los que contacta directamente.

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lo que podría haber sido su boca, la parte superior de la estructura excavada en el suelo. En otros casos, se ha constatado el arrasamiento de su parte superior, ya fuera por los procesos erosivos arriba mencionados o por la construcción de otras estructuras de forma solapada. Con todo, a lo largo de la excavación se ha separado el contenido de las diferentes estructuras y se ha flotado entre la mitad y el 100% del sedimento.

4. RESULTADOS

Figura 3. Muestra de la excavación resiguiendo las discontinuidades sedimentarias que definen los diferentes estratos de fumier. La fase neolítica más reciente se localiza únicamente en el interior de la cavidad, en las franjas este y sur de la cuadrícula. La excavación actual se está centrando en la exhumación de sus depósitos superiores que, en su base, tienen continuidad con los estratos neolíticos del sondeo, fechados entre el 4800-4585 calANE. Estratigráficamente se configura por la superposición de paquetes de sedimento de fumier que se distinguen de forma clara por la presencia de delgadas capas de matriz de grano muy fino de color negro. Por debajo, en el sondeo, siguiendo una dinámica sedimentaria similar en 2011 y 2013 se identificó una secuencia de casi 1 m. de espesor más de capas similares. Las discontinuidades en la densidad y tipo de materiales permitieron definir de forma preliminar dos fases neolíticas precedentes, fechadas mediante diversas dataciones AMS entre 50004800 y 5300-5000 calANE respectivamente (Díaz et al. en prensa, Clemente el al. 2016).

3.2. La documentación y excavación de fosas y agujeros de poste Aunque en el sondeo 2 se identificaron diversas estructuras verticales tanto en algunos momentos de la excavación como en algunos perfiles, la gran mayoría de fosas y agujeros de poste localizados proceden de las fases de la Edad del Bronce y la más reciente del Neolítico. Éstas últimas se han localizado en planta. Durante la excavación en extensión, todas las fosas y agujeros de poste documentados se han identificado en planta. Generalmente su presencia se ha detectado a partir de cambios en la matriz del sedimento, tanto en su menor compactación como por su color. Por norma, los rellenos y su textura siempre presentan una coloración marrón oscura uniforme. Este aspecto contrasta con la sedimentación bandeada del fumier que recortan, hecho que facilita su delimitación. De esta forma se ha podido individualizar las diferentes estructuras, registrar su emplazamiento y cota. Esto ha permitido que, en bastantes ocasiones, se pudiera describir

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La excavación de los sedimentos conservados de la Edad del Bronce, así como de los pertenecientes a los momentos más recientes de las ocupaciones neolíticas, ha permitido identificar diversas estructuras excavadas en el sedimento. Este hecho contrasta, en cambio, con una ausencia general de indicios de áreas de actividad y otras estructuras como, por ejemplo, hogares. La única salvedad es un área de combustión asociada a un molino y de donde se obtuvo una de las dos dataciones de la Edad del Bronce que ha proporcionado en el yacimiento (Clemente et al. 2016). En todos los casos, estas estructuras proceden de la franja más oriental de la excavación y se disponen en las cercanías de la actual pared interior de la cueva; una delimitación que, como ya se ha mencionado, presenta como mínimo una pequeña oquedad hacia una cavidad más profunda. En términos generales consisten en dos tipos de estructuras. Unas presentan unas dimensiones reducidas en planta, con bocas de forma tendente a circular de unos pocos centímetros de diámetros. Sus secciones son más bien paralelas y en general bastante verticales. Por norma, durante la excavación se han asimilado a agujeros de poste. Las otras presentan dimensiones mayores y, consideradas en su conjunto, son mucho más diversas.

4.1. Estructuras de almacenaje de la Edad del Bronce (1400-1200 calANE) En los niveles de la segunda mitad del II Milenio calANE se han identificado los dos tipos de estructuras mencionados. Las de menor extensión, asimiladas por norma general a agujeros de poste, se disponen a lo largo de toda el área donde se han identificado sedimentos de esta época (fig. 4). Aunque sus dimensiones son variables, entre 12/14 cm y 25 cm. de diámetro, según los criterios mencionados anteriormente se vinculan a agujeros de poste. La diferencia de las medidas seguramente se deba al sistema empleado para clavar el poste en el sedimento. Las que tienen dimensiones más reducidas en planta, presentan una forma circular más regular y en algunos casos aparecieron vacías de sedimento y tapadas por un pequeño guijarro. En su base se podía llegar a apreciar el negativo de un palo apuntado, como si hubiera sido clavado mediante presión. En cambio, los agujeros de mayores dimensiones parecían haber sido excavados en


Sesión 1. Prehistoria

Figura 4. Planta del área de la excavación. A la izquierda, estructuras verticales documentadas en la fase del II Milenio calANE. A la derecha, estructuras documentadas en los últimos estratos neolíticos, previsiblemente no posteriores a mediados del V Milenio calANE. El norte se sitúa a la izquierda de la imagen. En azul se marcan las estructuras de almacenamiento y en marrón oscuro los agujeros de poste. el suelo antes de fijar en ellos el poste que, en algunas ocasiones, quizás se terminó de asegurar mediante cuñas de piedra. De entre los de menor dimensiones destacan cuatro de ellos con una disposición en planta siguiendo un arco que, posteriormente pero siempre dentro de la misma fase, fue recortado por una fosa. Las fosas de mayores dimensiones se localizaban, en cambio, concentradas en la parte norte del sector donde se conservaban sedimentos de este período. Una de ellas aparece aislada cortada por el perfil este de la cuadrícula. Las otras tres se encuentran en el extremo nordeste y una de ellas presenta continuidad por debajo del perfil norte en este tramo.

Figura 5. Sección de la fosa recortada en el perfil este. Las líneas de puntos la señalan. Se aprecia cómo recorta una estructura precedente que se conserva en la parte derecha de la imagen. A la izquierda, los niveles de fumier en los que fueron excavadas las estructuras.

En ambos casos estas estructuras comparten algunas características. Tienen unas plantas irregulares, cuyo “diámetro” máximo ronda los 80 cm. de largo. Su profundidad se sitúa en torno a los 40 cm. Tanto en la fosa aislada como en las otras, se observan procesos de remodelación, en el sentido de recortes de una estructura sobre otras previamente excavadas. La coincidencia de emplazamientos, la relativa homogeneidad de los rellenos (que en esta fase, y a diferencia de la neolítica, contienen abundantes clastos) así como la ausencia de niveles de fumier en los recortes indica que estas remodelaciones se llevaron a cabo en lapsos temporales muy breves, seguramente inmediatos a las amortizaciones de las estructuras precedentes. Las capacidades de estas estructuras son complicadas de establecer. En primer lugar, las constantes remodelaciones permiten definir únicamente con precisión los límites de las más recientes. En segundo, algunas de estas mismas fosas actualmente se recortan en la sección de la excavación. Con todo, las proyecciones efectuadas apuntan unas capacidades que pueden oscilar entre los 140 y 200 litros. Otra característica compartida en las dos fosas conservadas sin reutilizaciones posteriores es el hallazgo en ellas de fragmentos articulados de esqueletos de ovicápridos subadultos (Clemente et al. 2016). Este hecho plantea que quizás la finalidad de estas estructuras era el almacenaje de este tipo de alimento, algo que por otra parte es habitual en otros yacimientos del nordeste peninsular de esta cronología (Prats 2017).

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Figura 6. Detalle del fragmento de esqueleto articulado de ovicáprido procedente del silo 2B22.

Figura 7. Imagen de las fosas excavadas en el extremo sureste de la cuadrícula.

4.2. Estructuras de almacenaje neolíticas (V Mileno calANE)

Donde se conservan, aparecen bastante agrupadas y en la actualidad se definen dos concentraciones. Una se emplaza en el vértice sureste de la excavación sobre un eje de poco más de 1 m. y cubriendo un área de 0,6 m2 (figura 7). La otra, a 1 m. de distancia, cubre un área y eje similar a la anterior (figura 8). Destaca que en ambos casos la construcción de las fosas excavadas en el suelo fue secuenciada, puesto que se observan recortes entre ellas. Fuera de estas agrupaciones se han encontrado también algunas estructuras algo más aisladas.

La excavación de los niveles neolíticos también ha proporcionado diversas estructuras negativas en el sedimento. Todas ellas se concentran en la franja oriental de la cuadrícula de excavación mientras que, en la parte sur, donde también se han exhumado estratos de esta cronología, no se ha identificado ninguna. En esta zona, al descender el nivel del suelo producto de la remoción de los sedimentos superiores, se aprecia una apertura angosta hacia un espacio interior de la cueva. Este hecho hace de la zona un punto fresco por la salida, en verano, de aire frio de la parte más profunda de la cavidad. También aquí se distinguen las dos clases de estructuras, agujeros de poste y fosas de almacenamiento. Los 13 agujeros de poste documentados son de reducidas dimensiones, presentan plantas circulares bastante regulares y diámetros que escasamente superan los 10 cm y, en diversas ocasiones, se sitúan entre los 6-8 cm. En ocasiones por su reducido tamaño ha sido difícil durante la excavación completar su vaciado, tarea que en algunos casos únicamente se ha podido resolver mediante el aspirado del sedimento. Sus profundidades en algún caso pueden llegar a los 15 o 20 cm. Su disposición no presenta un orden aparente y es posible que algunos agujeros hayan sido eliminados por la posterior excavación de alguna de las fosas. Con todo, es posible identificar una alineación recta de 4 agujeros paralela a la pared interior de la cueva en el tramo central de la cuadrícula. En el extremo sureste se observa otra posible alineación, en forma de arco, de 3 agujeros que podría estar interrumpida por una fosa de mayores dimensiones. Las fosas documentadas en esta fase hasta la actualidad son 13. Aparecen principalmente dispuestas en la mitad sur de la franja más cercana a la actual pared interior de la cueva. Es posible que este fenómeno se deba a la presencia de las estructuras de la Edad del Bronce, que pueda estar enmascarando otras de época neolítica.

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Las plantas de estas fosas son principalmente circulares u ovaladas. Las más pequeñas tienen diámetros de unos 30 cm. Los de la mayoría rondan los 40 cm. mientras los de las mayores dimensiones en planta rondan los 50 cm. Una de ellas, ovalada, presenta un diámetro mayor de unos 80 cm. Por norma, pues, se trata de fosas relativamente pequeñas. De hecho, sus capacidades oscilan entre los 20 y 40 l. En un caso puntual podría haber rondado los 70 u 80 l. En sección, las fosas son diversas (figura 9). Algunas tienen perfiles globulares mientras que en otros casos son rectos, ya sean oblicuos o verticales. Las bases tienden a ser cóncavas y, en algún caso, planas. De algunas fosas

Figura 8. Imagen de la segunda concentración de fosas.


Sesión 1. Prehistoria es también necesario prestar atención a los procesos de acumulación de estos depósitos, que son el resultado directo de las formas de ocupación humana (con sus rebaños) del espacio con un determinado abanico de las actividades.

Figura 9. Secciones de algunos silos de época neolítica.

únicamente se ha conservado la mitad inferior, producto de la erosión de los niveles superiores del fumier neolítico antes de las ocupaciones del II Milenio calANE. En algunas, en cambio, se ha podido documentar su boca que, a veces, presentaba una pequeña muesca o cornisa que podría haber servido para sujetar una tapa. Lajas planas encontradas en el fondo de alguna fosa podrían corresponder a este elemento de cierre. A diferencia de las fosas de la Edad de bronce, en las neolíticas los rellenos tienen muy pocos clastos y presentan un sedimento uniforme de textura fina y coloración marrón oscura. Por norma general, las estructuras se encuentran vacías de materiales arqueológicos. En ningún caso se ha apreciado una estratificación interna de estos rellenos, hecho que induce a pensar que los procesos de amortización y colmatación de las fosas fueron rápidos, quizás intencionales, una vez se había vaciado su contenido. La flotación del sedimento de estos rellenos tampoco está aportando apenas restos carpológicos. Los fragmentos de semilla recuperados básicamente consisten en cáscaras de avellana quemadas, un material habitual en los estratos de esta fase de ocupación de la cueva.

5. CONCLUSIONES Los datos presentados en el presente trabajo son preliminares en diversos sentidos. La excavación de la última fase neolítica de Coro Trasito está todavía en curso y pueden incrementarse el número de estructuras documentadas. El estudio de los materiales, tanto contenidos por las fosas y agujeros descritos como del conjunto de las ocupaciones en los que se insertan se halla en una fase bastante inicial. Finalmente, es necesaria una contextualización de las evidencias expuestas con las derivadas de otros yacimientos de cronologías similares del Pirineo y Prepirineo. Esta tarea sobrepasa la disposición de espacio para este artículo. Sin embargo, algunas conclusiones pueden avanzarse ya. La formación y la sedimentación de las cuevas rediles es una temática relevante en la arqueología mediterránea. Por una parte, la caracterización micromofológica y química de los depósitos y sus dinámicas de formación abren interesantes perspectivas de estudio. Por la otra,

Esto último repercute en la propia estratigrafía en la medida en que el desplazamiento de la estabulación del ganado por diferentes zonas del interior de la cornisa genera discontinuidades y asimetrías en una estratigrafía compleja. Complementariamente, la realización de actividades a la par de los lugares de establo pudo generar la necesidad de delimitar espacios o de construir estructuras con fines específicos, ya fueran postes para definir barreras o sustentar algún objeto o construcción, o agujeros/fosas para generar contenedores. En sí mismas, las fosas de almacenamiento en Coro Trasito introducen también diversos elementos a considerar en el futuro. En primer lugar, su elevado número indica que, como mínimo, en este yacimiento y en las fases documentadas fue un elemento relevante en el asentamiento humano. En segundo lugar, la recurrencia de los lugares donde se construyeron y su constante remodelación muestran una cierta continuidad de los usos de este espacio a lo largo del tiempo. Finalmente, la presencia de estructuras de almacenamiento introduce la necesidad de revisar la creencia común de que lugares como Coro Trasito, en áreas de montaña, necesariamente reflejan ocupaciones de corta duración de índole estacional, estivales, de grupos móviles.

AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido posible gracias a las aportaciones del Geoparque de Sobrarbe - Comarca de Sobrarbe, en parte dentro del proyecto financiado por el Ministerio de Educación y Cultura “Proyecto de estudio y difusión del pastoralismo en el bien Pirineos Monte Perdido Patrimonio Mundial”, así como el proyecto “Modelización de los espacios prehistóricos de montaña. Un SIG del patrimonio arqueológico y los territorios pastoriles” (HAR2015-66780-P MINECO-FEDER). Agradecemos también las ayudas recibidas de: Centro de Estudios de Sobrarbe, Ayuntamiento de Tella-Sin y Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.

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Sesión 1. Prehistoria

1.4. ELEMENTOS DE ADORNO NEOLÍTICOS DE CORO TRASITO (TELLASIN, HUESCA). CAMPAÑAS DE EXCAVACIÓN 2011-2017 NEOLITHIC PERSONAL ORNAMENTS OF CORO TRASITO (TELLASIN, HUESCA). ARQUEOLOGICAL EXCAVATION 2011-2017

Javier Rey Lanaspa1, Ignacio Clemente Conte2, Ermengol Gassiot Ballbè 3, Mónica Oliva Poveda4, David Cuenca Solana5, María Saña Seguí 3 Dpto. de Educación, Cultura y Deporte de la Diputación General de Aragón Institución Milá y Fontanals del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) 3 Departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona 4 Arqueóloga 5 Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), Universidad de Cantabria 1

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Autor de contacto/Contact author: Javier Rey Lanaspa, jreyla@aragon.es

RESUMEN La cueva de Coro Trasito se ubica en un paraje de alta montaña de la zona central del Pirineo aragonés. Los resultados de las excavaciones que se vienen realizando desde el año 2011 han permitido documentar, hasta el momento, dos períodos de ocupación de la misma, el más reciente durante la Edad del Bronce y el más antiguo correspondiente al momento inicial del Neolítico. Hasta hace pocos años se creía que, debido al rigor climático de estos parajes de montaña, su ocupación en la prehistoria era poco probable. Sin embargo, ahora podemos decir que la cueva de Coro Trasito es un ejemplo más de los numerosos lugares que se están investigando en zonas de alta montaña. En el presente estudio queremos dar a conocer una serie de elementos de adorno que han ido apareciendo a lo largo de las campañas de excavación realizadas en la cueva y que damos a conocer de forma individual porque son unos objetos de extraordinaria importancia, que representan algo más que una función ornamental, son objetos alóctonos traídos desde las costas del levante peninsular. Su presencia demuestra que durante el Neolítico antiguo existían relaciones entre los grupos humanos que vivían a grandes distancias. PALABRAS CLAVE: Neolítico antiguo; Elementos de adorno; Alta montaña; Pastoralismo; Relaciones socio-económicas.

ABSTRACT Coro Trasito cave is located in a high mountain area in the central area of ​​the Aragonese Pyrenees. The results of the excavations that have been carried out since 2011 have allowed us to document, until now, two moments of occupation of the same, the most recent during the Bronze Age and the oldest corresponding to the initial Neolithic moment. Until a few years ago it was believed that it was not possible for man to live in such high places due to the hard climate of these places. However, we can now say that Coro Trasito cave is one more example of the many places that are being investigated in high mountain areas. In the present study we want to present a series of personal ornaments that have been appearing throughout the excavation campaigns carried out in the cave and that we make known individually because they are objects of extraordinary importance because represent something more than its ornamental function, they are foreign objects brought from the coasts of the peninsular east that show that during the old Neolithic there were relations between human groups that lived at great distances. KEY WORDS: Ancient Neolithic; Personal ornaments; High mountains; Pastoralism; Socio- economic relationships.

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1. INTRODUCCIÓN La cueva de Coro Trasito se encuentra en el término municipal de Tella-Sin, cerca de los límites del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y a escasos metros de la conocida y visitable Cueva de los Osos. Su boca se abre en un farallón calizo que se ubica al norte del núcleo urbano. Este farallón se encuentra al pie de la Sierra de las Tucas, cuyas alturas máximas son los picos de Mallo Gran (2161), Peña Altura (2289), Pico y Pala de Montinier (2317). Entre estos picos y la cueva hay una zona de pastos de muy buena calidad que permiten el pastoreo del ganado durante el periodo estival. Por debajo de la boca de la cueva, hay laderas aptas para el cultivo y aun todavía hoy puede verse la huella de aterrazamientos muy antiguos. La boca se abre a una altura de 1548 s.n.m. y corresponde con la parte externa de un sistema kárstico en el que hay una surgencia de agua que discurre por el Barranco de Coro Trasito hasta desaguar en río Yaga. Tiene dos partes bien diferenciadas, la zona de la boca donde hay un abrigo de grandes dimensiones, que es donde se encuentra el yacimiento arqueológico, y la galería que se prolonga más de un kilómetro a la que se accede desde este abrigo Por esta galería discurre un rio subterráneo que lleva agua permanentemente. La cueva fue descubierta, desde el punto de vista arqueológico, en 1970 por el Grupo de Espeleología de Badalona (1986) (Canela, 2006) quienes encontraron algunos restos cerámicos en la galería interior y algunos fragmentos de molinos barquiformes de granito en la zona del abrigo exterior. En el año 2011 realizamos dos sondeos arqueológicos para poder valorar la importancia del yacimiento, el potencial estratigráfico, así como su cronología (Clemente et al. 2016) y desde el año 2013 hasta la actualidad se están realizando campañas de excavación todos los años. A lo largo de todas las campañas de excavación se han podido documentar dos períodos de ocupación de la cueva durante la prehistoria. El más antiguo corresponde con las fases iniciales del Neolítico, fechadas entre el 5300 y 4600 calANE. El segundo se sitúa en un momento avanzado del Bronce medio (alrededor del 1400-1200 calANE).

y estabulación de los animales. La segunda zona se localiza en un pequeño abrigo a escasos metros del anterior y corresponde con una zona de enterramientos. Los elementos de adorno personal han aparecido en las dos zonas y forman un conjunto que, aunque no es muy numeroso, es relativamente diverso. Hasta este momento han aparecido seis conchas de Glycymeris algunas con perforación y otras no, dos cuentas discoides, un diente perforado y un fragmento de brazalete de mármol. El valor ornamental o estético de este tipo de piezas, que supone una conciencia de la belleza, no es original del Neolítico, sino que ya se conoce desde el Paleolítico. Además de las funciones propiamente estéticas se les atribuyen funciones sociales, religiosas, económicas etc. En el presente trabajo también veremos cómo algunos objetos han sido también utilizados como herramientas de trabajo.

3. ADORNOS SOBRE CONCHA 3.1. Conchas marinas en Coro Trasito De las seis conchas marinas que han aparecido, todas ellas pertenecen al género Glycymeris. De este bivalvo existen numerosas especies, siendo las que suelen aparecer con más frecuencia en los yacimientos prehistóricos la Glycymeris glycymeris1 y la Glycymeris violascens2. Estas dos especies a menudo se confunden no solo por su gran parecido, sino porque en muchas ocasiones al estar manipuladas antrópicamente, sus características se ven alteradas. Del conjunto, tres están perforadas, dos por acción humana y una por un litófago, mientras que el resto carecen de perforaciones. En cuanto al tamaño todas ellas son ejemplares muy pequeños, no alcanzando en ningún caso los dos centímetros de longitud máxima. Las perforaciones antrópicas para su utilización como colgantes han sido realizadas por abrasión contra un instrumento lítico pasivo tal y como se aprecia en las figuras 2 y 3. Sin embargo, además de las perforaciones, que nos confirman que han sido utilizadas como colgantes, el análisis a través de la lupa estereoscópica del microscopio metalográfico, nos ha permitido conocer que algunas

2. OBJETIVOS El objetivo del presente trabajo es dar a conocer algunos hallazgos que forman parte del adorno personal y que nos permiten profundizar en el conocimiento de las sociedades del Neolítico antiguo en el Pirineo. Durante la campaña de 2017 la excavación se ha dividido en dos zonas, una que se ubica en el abrigo propiamente dicho, en la que llevamos trabajando desde el año 2011 y que corresponde con un espacio de habitación

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Figura 1. Glycymeris glycymeris y Glycymeris violascens.


Sesión 1. Prehistoria de ellas han sido usadas como instrumentos durante el proceso de la manufactura de la cerámica (alisar superficies, unir labios o asas a la cerámica etc.) como ocurre en la concha de Glycymeris glycymeris que aparece en la figura 2. Con estos datos sabemos que pueden tener una doble funcionalidad, pueden ser consideradas como útiles a la vez de adornos, permitiendo la perforación una sujeción para que no se perdieran durante su transporte o periodos de no utilización como instrumento.

natural por litófago (fig. 4). En este caso nos encontramos con una concha que pudo ser recogida porque ya tenía esta perforación natural para ser utilizada como colgante y, como la concha de la figura 2, presenta huellas de uso para el trabajo de la cerámica. Además de las conchas perforadas, en Coro Trasito se han recuperado otras tres conchas sin perforación. De ellas, dos muestran huellas de uso como instrumento de trabajo y la tercera no se ha podido ver que presente ningún tipo de huella. Una de las que se ha utilizado como útil aparece reproducida en la figura 5 donde se aprecia que tiene huellas de deformación del borde distal y huellas de uso atribuibles al trabajo de cerámica.

Figura 2. Concha de Glycymeris glycymeris con perforación antrópica y huellas de uso.

Figura 4. Concha de Glycymeris violascens con perforación por litófago y huellas de uso.

3.2. Elementos decorativos conchas marinas en yacimientos arqueológicos prehistóricos peninsulares Figura 3. Detalle de las conchas en la que se aprecia la abrasión de la perforación y la conservación de los dientes de la concha que indican su no uso como instrumento. No todas las conchas han sido utilizadas como útiles de trabajo. En el caso de la que aparece en la figura 3, recuperada en el fondo de una fosa, tiene una perforación en el umbo que, tal y como se puede ver en la imagen de detalle, ha sido perforada artificialmente por simple abrasión. En esta concha no existen huellas de haber sido utilizada como instrumento trabajo y, tal y como se ve en la imagen. Únicamente presenta huellas de uso como colgante. En la foto al microscopio muestra un brillo graso y pulido semejante al de contacto con piel que puede ser debido al roce con vestimentas o de sobarla con la mano. La tercera concha perforada corresponde con un ejemplar de Glycymeris violascens que tiene una perforación

Como antecedentes a las conchas de Coro Trasito hay que remontarse al Paleolítico medio. Las conchas perforadas de Glycymeris representan los primeros ejemplos de adornos personales y han aparecido en niveles musterienses del yacimiento murciano de la cueva de los Aviones (Zilhão et al., 2010). Posteriormente, en el Paleolítico Superior, se encuentran algunos adornos-colgantes realizados con conchas de Glycymeris, en contextos de época Solutrense en el levante peninsular, como la cueva del Parpallo (Soler, 2015), y en la cornisa cantábrica en yacimientos como Aitzbitarte IV, Cueto de la Mina o Ermittia (AlvarezFernandez, 2006). En el final del Paleolítico, durante el magdaleniense, las conchas de Glycymeris aparecen de nuevo en algunos yacimientos de la cornisa cantábrica de forma predominante sobre otros bivalvos (Cueva Morín, El Rascaño, Tito Bustillo, Hornos de la Peña). En el valle del Ebro solamente se conoce un ejemplar en el nivel magdaleniense de Chaves (2b), con una perforación que puede ser natural y posiblemente utilizada con posterioridad como colgante (Álvarez-Fernández, 2006).

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la mayoría de los yacimientos del Altoaragón. No serán las únicas especies puesto que en otros yacimientos aparecen colgantes elaborados con conchas de Columbella rustica (Chaves, Cueva del Moro de Olvena) y otras especies que son menos frecuentes.

Figura 5. Concha de Glycymeris sin perforación con huellas de uso.

Durante el Mesolítico dejan de aparecer en la cornisa cantábrica y en el valle del Ebro. Tan solo se conoce un ejemplar de Glycymeris sp. con perforación en el umbo en el yacimiento Abrigo de Ángel 2 en Ladruñan (Teruel) (Utrilla, Domingo, 2001-2002), que apareció en la base del nivel 2b, correspondiente al Epipaleolítico macrolítico. En los diferentes periodos del Mesolítico se realizan colgantes de forma generalizada con especies como la Columbella Rustica, que es un gasterópodo que vive en las costas del Mediterráneo. En la margen izquierda del Ebro en Aragón tenemos ejemplares de Columbella Rustica en los yacimientos del El Esplugon donde aparecieron dos ejemplares (Utrilla, et al., 2016), Espantalobos con otros dos ejemplares (Montes, 2015), Legunova 1 y Peña 14 (Utrilla et al., 2008) y Forcas II (Álvarez-Fernandez, 2014). Bastante más alejados de la costa mediterránea han aparecido algunos ejemplares en yacimientos navarros y vascos como Zatoya, Fuente Hoz, Padre Areso o en los niveles del Epipaleolítico geométrico de Aizpea (Barandiaran, 1992). En la margen derecha del Ebro, en la cabaña epipaleolítica al aire libre en el Cabezo de la Cruz de La Muela aparecieron dos ejemplares, y también son frecuentes en yacimientos más cercanos a la costa como en Botiquería, Costalena, Pontet, Baños de Ariño y Abrigo de Ángel 1 (Rodanes, Picazo, 2013). En Cataluña también son escasas las conchas de Glycymeris durante el Mesolítico siendo, como en otras zonas, más abundantes las de Columbella rustica. A pesar de esto, existen algunos yacimientos en los que se encuentra representada, tal es el caso de de La Font del Ros (Berga, Barcelona) donde apareció una concha de Glycymeris violascencens, o Balma del Gai (Moia), Font Voltada (Sareral), Clot de l’Hospital (Roquetes), Cova del Guineu (Font-Rubí) y Balma de la Griera (Calafell) donde aparecieron Glycymeris sp. (Estrada et alii, 2010). Si en el Epipaleolítico las conchas de Glycymeris no aparecen en los yacimientos del entorno de Coro Trasito, es en el Neolítico antiguo cuando empiezan a aparecer en

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La Cueva del Moro de Olvena, que se encuentra cerca de Coro Trasito, es el yacimiento donde más ejemplares de estos colgantes-adornos se han encontrado. En total han aparecido 12 ejemplares, 2 como colgantes con perforación en el umbo o ápice, realizado mediante rotación del exterior al interior y 10 fragmentos sin perforaciones (alguno completo o casi); en general son de pequeño tamaño y están algo rodadas (Alday, 1995). Conocemos también un ejemplar en la Cueva de la Miranda (Baldellou y Barril, 1981-1982) y los de la Cueva de Chaves y Espluga de la Puyascada (una de Cardium edule y otra muy desgastada pero posiblemente pertenezca al mismo género) (Baldellou, 1987), que según los análisis a través del microscopio han demostrado que también se utilizaron como instrumentos. También han aparecido en la cueva de Els Trocs pero no se han podido analizar por cuestión de conservación de esos materiales. También en contextos del Neolítico, cerca de la costa catalana, han aparecido en yacimientos con cerámica cardial, como la Draga o en niveles postcardiales como Can Tintorer. El lugar de aparición es diverso, tanto en silos de almacenaje como en contextos funerarios (Can Roqueta II, Els Mallols o San Pau del Camp en Barcelona) (Oliva, 2012).

4. OTROS ADORNOS 4.1. Cuentas discoidales En Coro Trasito, hasta este momento, han aparecido dos cuentas discoidales que han sido fabricadas, una en piedra y la otra sobre concha. La cuenta que aparece en la figura 6 ha sido fabricada sobre una piedra negra que probablemente pueda tratarse de lignito o grafito, igual que otras muchas de esta cronología en el noreste peninsular. La perforación, como se puede observar en la imagen, se ha realizado con un instrumento rotativo (perforador) desde las dos caras. También se observa en la imagen que la superficie de la roca se agrieta y descompone pero se conserva en muy buen estado, igual que el resto de los materiales en Coro Trasito. Cuentas semejantes se han encontrado también en Segudet en Andorra (Yáñez et al., 2002) y en los niveles del Neolítico de La Font del Ros (Berga). La segunda cuenta (fig. 7) ha sido realizada utilizando como materia prima una concha que podría ser de Cardium3. La superficie se encuentra muy transformada porque ha sido pulimentada y la perforación es bifacial. En este caso se reflejan también pequeños levantamientos (parte inferior de perforación en foto izquierda). En la perforación redondeada presenta un brillo por uso


Sesión 1. Prehistoria

Figura 6. Cuenta discoidal fabricada en piedra.

como colgante. En los laterales también hay brillos y micropulidos que pueden ser también debidos al uso como colgante o al prolongado roce de las superficies con las manos. Las cuentas realizadas sobre concha son las típicas de los colgantes neolíticos. Según Alday (1995), la recolección y recorte de conchas para la fabricación de cuentas discoidales ha sido muy habitual en la zona catalana y en el Languedoc, y de hecho constituye una materia prima mayoritaria para este tipo de adorno dentro de un marco cronológico desde el Neolítico Inicial a la Edad del Bronce. En Coro Trasito, hasta este momento, no han aparecido conchas de Cardium y por lo tanto no sabemos si esta cuenta se fabricó en la cueva o se trajo de otro lugar. Existen numerosos paralelos para este tipo de materiales de adorno realizados sobre concha en yacimientos próximos a Coro Trasito. El mayor número de cuentas discoidales sobre concha han aparecido es la cueva del Moro de Olvena con más de un centenar (Alday, 1995), también ha aparecido una en el abrigo de Huerto Raso (Montes, 2005), cueva de Chaves (Baldellou, Utrilla, 1990), dos en la Espluga de la Puyascada (Baldellou, 1987), otras dos en El Torrollon (Rey, Ramón, 1992), y una también sobre cardium en el yacimiento de Riols I (Royo-Gómez, 1992).

4.2. Diente perforado En Coro Trasito contamos también con ejemplo de colgante fabricado con un diente perforado que apareció en una estructura negativa. Por ahora no está identificada la especie a la que pertenece y sus medidas son de 22,12 x 6,9 x 4,5 mm. La perforación es de 2,5 mm. Ha sido practicada con un instrumento duro por rotación desde ambas caras y se halla muy erosionada y brillante.

Figura 7. Concha discoidal realizada sobre concha.

En la zona alta de la perforación se ven brillos que deben ser consecuencia de su uso como colgante y conserva algún residuo de fibra vegetal, que o bien es de origen tafonómico o está relacionado con el cordaje. Los dientes perforados para su uso como colgantes se conocen desde el Paleolítico superior. En esta época la materia prima empleada de forma predominante son los caninos atróficos de ciervo (son caninos que no rompen la encía). También se utilizan los incisivos de ciervo, caballo, cabra, visón, zorro, lobo lince etc. La técnica más utilizada para su perforación es la incisión profunda, en una o dos caras del diente. Una vez realizadas las incisiones, la perforación se realiza por rotación en las dos caras dejando una huella casi siempre circular. Durante el Mesolítico solamente se conocen algunos ejemplos de colgantes sobre canidos atrofiados de ciervo en Los Canes, Kanpanoste o Aizpea (Álvarez-Fernández, 2006). En el Neolítico antiguo, ciñéndonos al territorio oscense, hay numerosos ejemplos de dientes perforados para su uso como colgantes. En la Cueva del Moro de Olvena hay 8 caninos atrofiados de ciervo, perforados cerca de la raíz, de aspecto geminado y engrosamiento proximal cerca de la raíz. En el nivel Ib de Chaves tenemos un ejemplo de canino posiblemente de oso, de 7,6 cm. de longitud y con una perforación realizada por las dos caras, para ser utilizado como colgante (Baldellou, Utrilla, 1994a). En el año

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1991 y dentro de la cubeta 7B/9B, perteneciente al nivel cardial Ib, apareció entre otros elementos de adorno un colgante sobre un canino de zorro perforado (Baldellou, Utrilla, 1994b) y diversos colmillos de cánido perforados (Baldellou, Rodanes, 1989). Por último, en la Espluga de la Puyascada y perteneciente a un momento más avanzado del Neolítico, entre los objetos de adorno personal hay 3 colgantes alargados, uno de ellos sacado de una pieza dentaria y dos sobre concha. (Baldellou, 1987).

4.3. Brazalete de mármol Durante la campaña de 2017, en sector B de la excavación, ha aparecido un fragmento de brazalete fabricado en mármol blanco, que tiene forma plana y los extremos ligeramente redondeados (sección ovalada) (figura 8). Sus medidas son 4 cm de ancho y 0,8 cm de grosor. Este tipo de adornos son bien conocidos durante el Neolítico y las materias primas más frecuentes que se han utilizado para su fabricación son el mármol y la pizarra. Hasta este momento no conocemos estudios petrológicos de canteras y brazaletes para intentar establecer los lugares de procedencia. Sin embargo, el proceso se fabricación se ha podido documentar a través del hallazgo de un taller de fabricación de brazaletes que ha aparecido en la cueva de los Mármoles (Priego de Córdoba), donde se han encontrado numerosos ejemplares de brazaletes en diferentes estados de fabricación (Martínez-Sevilla, 2010). Este tipo de brazaletes se pueden clasificar tipológicamente a partir de la anchura de su sección. Por las dimensiones el que ha sido encontrado en Coro Trasito corresponde con los anchos (Martínez-Sevilla, 2016). Desconocemos su procedencia, pero por las características tipológicas de la pieza consideramos que debe tener relación con la costa levantina peninsular. La distribución de los hallazgos de brazaletes de piedra en la Península Ibérica durante el Neolítico, realizado recientemente por Francisco Martínez Sevilla (2016), permite comprobar que los hallazgos se concentran en dos grupos culturales correspondientes al Neolítico antiguo, uno en el sureste y otro en el levante peninsular. Para este autor suponen un indicador cronocultural de las primeras comunidades del Neolítico en la Península Ibérica. Las dataciones absolutas y las secuencias estratigráficas estudiadas por él sitúan que dichos brazaletes comenzarían con el surgimiento del Neolítico, su consolidación y máximo apogeo se da en el Neolítico Antiguo, y desaparecieron durante el Neolítico Reciente. También hay que tener en cuenta que existe otra zona nuclear en el sur de Francia donde también aparecen brazaletes realizados en piedra. Estos yacimientos que también pertenecen al Neolítico antiguo se concentran cerca de la costa en la zona del Golfo de León (Courtin, Gutherz, 1976).

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Figura 8. Fragmento de brazalete de mármol hallado en Coro Trasito. Las fotografías de arriba están realizadas con lupas que muestran estrías debidas al pulimento del mármol en la zona interna del brazalete. La imagen de la izquierda está realizada a 30 aumentos y derecha a 72 aumentos.

Fuera de estas áreas nucleares del Neolítico ubicadas cerca de la costa mediterránea, se conocen algunos ejemplos en el interior peninsular, donde se produce una neolitización más temprana y un desarrollo cultural más destacado en los primeros momentos de la agricultura y la ganadería. En todo el noreste peninsular estos brazaletes son muy escasos llegando a tener el hallazgo de estas piezas un carácter excepcional. En Aragón, hasta este momento, los hallazgos de brazaletes de piedra se han producido en el yacimiento al aire libre de El Torrollón, en Usón, donde aparecieron 2 fragmentos de un brazalete en caliza cristalina marmórea de sección rectangular y cerrado interno semicircular, y otros dos fragmentos pertenecientes a otro brazalete realizado en una roca corneana, que tiene una sección rectangular (Rey, Ramón, 1992). También en el yacimiento de Valmayor XI cerca de Mequinenza (Rojo et al., 2015) han aparecido tres fragmentos, alguno de ellos con perforaciones que permitirían su sujeción a la muñeca. Cabría citar también la aparición en los niveles neolíticos de la cueva de Chaves el hallazgo de una anilla, que por sus dimensiones (diámetro exterior 46 mm.) no puede considerarse un brazalete, pero al estar fabricada en mármol, sí que podría relacionarse con este tipo de hallazgos (Baldellou et al., 1989). Estos adornos, junto con los que han aparecido en los yacimientos catalanes de la Draga, Cova del Vidre y La Valldany (Oliva, 2012) completan el catálogo de los hallazgos más septentrionales de la Península Ibérica.


Sesión 1. Prehistoria 5. CONCLUSIONES En el presente trabajo damos a conocer una serie de elementos de adorno personal que han aparecido en las excavaciones de la cueva de Coro Trasito. El conjunto, por el momento, no es muy numeroso como en otros yacimientos, pero sí bastante heterogéneo. En la cueva de Coro Trasito vivió una comunidad dedicada a ganadería y a la agricultura como medio de vida, que está ubicada en un lugar de alta montaña y rodeada de lugares con pastos abundantes para el ganado y aptos para la agricultura. Las gentes que vivieron en la cueva, hace algo más se siete mil años, no se encontraban aisladas de las corrientes culturales o comerciales del momento y mantuvieron relaciones que actualmente no somos capaces de conocer, que les hicieron poseedores de bienes y objetos útiles y de prestigio que no estaban en su entorno. Las materias primas utilizadas para su fabricación son diversas: concha, hueso y mármol y todas ellas tienen una característica común: proceden de zonas muy lejanas al lugar de ubicación de la cueva y se pueden relacionar con las costas del levante peninsular. Las conchas Glycymeris viven en las aguas del Mediterráneo y, en el caso del brazalete, observamos como las áreas donde más hallazgos se han producido, nos llevan a las mismas latitudes. Respecto al colgante realizado sobre un diente la determinación de la especie a la que pertenece permitirá establecer algunas conclusiones sobre su procedencia. Como se ha visto a lo largo del trabajo, estos objetos han tenido, en algunos casos, un doble uso. El análisis con el microscopio nos ha permitido conocer como algunas de estas conchas con perforaciones han sido utilizadas para el trabajo de la cerámica. Este dato nos permite saber que, además de las funciones que tradicionalmente se les atribuyen de adornos, como elementos de prestigio, con funciones sociales, religiosas, económicas etc., se utilizarían para el desarrollo del trabajo cotidiano.

AGRADECIMIENTOS Desde aquí queremos agradecer a todas las instituciones que con sus aportes técnicos y económicos hacen que las excavaciones puedan llevarse a cabo: Ministerio de Cultura, Comarca del Sobrarbe, Centro de Estudios del Sobrarbe y Ayuntamiento de Tella y Sin. Así mismo, queremos reconocer la dedicación de todos los investigadores/as que forman del equipo de trabajo y que con sus investigaciones contribuyen a profundizar en el conocimiento de las excavaciones. Por último, dar las gracias a todas aquellas personas que participan desinteresadamente en los trabajos excavación, alumnos de la Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad de Zaragoza y a todas las personas que participan a través del Programa Excava con Geoparque de la Comarca del Sobrarbe.

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Sesión 1. Prehistoria NOTAS ACLARATORIAS 1

Glycymeris glycymeris pertenece a la familia Glycymeridae. Se trata de una concha de forma redonda con estriaciones concéntricas y radiales y tiene un color al exterior marrón o pardo irregulares. Aparece tanto en el mediterráneo como en el atlántico en lugares arenosos y poco profundos. 2

Glycymeris violascens pertenece a la familia: Glyymeridae. A menudo se confunde con la anterior porque es muy parecida en la forma pero no en el color, que en este caso es gris y con líneas radiales finas y separadas entre sí. Aparece solamente en las costas del Mediterráneo. 3

Cardium sp./Cerastoderma glaucum es un molusco bivalvo con una concha con costillas o nervios planos y concéntricos con tonos marrones claros y ocres. Se encuentra en zonas arenosas tanto del mediterráneo como del atlántico.

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Sesión 1. Prehistoria

NOVEDADES EN EL ARTE LEVANTINO DEL BAJO ARAGÓN: LOS ABRIGOS DEL CORRAL DE LAS GASCAS Y BARRANCO DEL MUERTO (ALCAÑIZ, TERUEL)

1.5.

NOVELTIES ON LEVANTINE ROCK ART IN BAJO ARAGÓN: CORRAL DE LAS GASCAS AND BARRANCO DEL MUERTO SHELTERS (ALCAÑIZ, TERUEL) Manuel Bea Martínez 1, Paloma Lanau Hernáez1, José Antonio Benavente 2, Jesús Carlos Villanueva 2, Héctor Arcusa Magallón3, José Ignacio Royo 4, Pilar Utrilla Miranda1 1

Área de Prehistoria. Universidad de Zaragoza. Grupo PPVE y IUCA 2 Taller de Arqueología de Alcañiz 3 Arqueólogo profesional 4 Dirección General de Cultura y Patrimonio. Gobierno de Aragón

Autor de contacto/Contact author: Manuel Bea Martínez, manubea@unizar.es

RESUMEN Los trabajos de prospección arqueológica llevados a cabo por miembros del Taller de Arqueología de Alcañiz propiciaron el descubrimiento, en 2016, de tres conjuntos rupestres postpaleolíticos, dos de ellos atribuibles al arte Levantino: Corral de las Gascas y Barranco del Muerto. Ambos abrigos se localizan en la margen derecha de la Val de Redormos o Val de Maella, con tan sólo 2,5 km de separación entre ellos. El Corral de las Gascas se localiza, además, en las cercanías de un meandro del Guadalope, en el inicio del barranco. Este conjunto cuenta con 13 motivos: dos zoomorfos (un ciervo joven y otro de grandes dimensiones) y, al menos, cuatro antropomorfos en diferentes actitudes. En el abrigo del Barranco del Muerto tan sólo se constata una única representación levantina de arquero, de muy buena factura aunque poco visible en la actualidad. Este motivo, de grandes dimensiones (60 cm de altura), se inserta en el contexto recientemente definido como “macrolevantino”. Temática y estilísticamente ambos conjuntos se integran en el núcleo levantino del Bajo Aragón-Maestrazgo, contando con perfectos paralelos en conjuntos clásicos como Val del Charco del Agua Amarga, Roca dels Moros, Els Gascons, Cova Remigia y otros más recientes, como Cuevetas de Poyuelo o Las Monteses. PALABRAS CLAVE: Arte Levantino; Bajo Aragón; Documentación; Estilo; Macrolevantino; Territorialidad.

ABSTRACT Archaeological survey carried out by the members of Taller de Arqueología de Alcañiz brought out, in 2016, the discovery of three new post-Palaeolithic rock art shelters, two of them defined as Levantine: Corral de las Gascas and Barranco del Muerto. Both sites are located on the right side of the Val de Redormos or Val de Maella, at 2,5 km of distance between them. Corral de las Gascas shelter is located close to a meander of the river Guadalope, at the beginning of the ravine. On this site, it has been documented up to 13 motifs: two zoomorphs (a young deer, and another adult large deer) and, at least, four anthropomorphs in different attitudes. It was documented just one human motif in Barranco del Muerto. It corresponds with a large archer (60 cm high), part of it quite difficult to be seen. Because of its large dimensions, the motif can be defined as “macrolevantine”. According to the topic and style both rock art shelters are perfectly integrated on the Levantine nucleus of Bajo Aragón-Maestrazgo, having good parallels in near sites as Val del Charco del Agua Amarga, Roca dels Moros, Els Gascons, Cova Remigia and some new others, as Cuevetas de Poyuelo and Las Monteses. KEY WORDS: Levantine Rock Art; Bajo Aragón; Documentation; Style; Macrolevantine; Territoriality.

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1. INTRODUCCIÓN El extraordinario conjunto levantino de Val del Charco del Agua Amarga fue descubierto en 1913 (Cabré, 1915; Royo y Benavente, 1999; Beltrán, 2002; Bea, 2013). Tuvieron que pasar más de 100 años para que se constatara la existencia de otras manifestaciones levantinas en el municipio de Alcañiz, a pesar de que el conjunto de Cuevetas de Poyuelo se localiza en las proximidades (Utrilla et al., 2014). En 2016, en el marco de las prospecciones arqueológicas que desarrolla el Taller de Arqueología de Alcañiz, dos de sus miembros (J.A. Benavente y J.C. Villanueva) descubrieron los abrigos de Corral de las Gascas y Barranco del Muerto. El referido proyecto tiene como objetivo la catalogación de cualquier tipo de marca, signo o evidencias (pintadas y grabadas) en abrigos rupestres. Hasta el momento, cientos de restos arqueológicos han sido registrados, contemplando también grabados modernos, estructuras etnográficas, restos líticos y cerámicos, etc. A lo largo del año 2017, se procedió a la delimitación y declaración del entorno de protección de estos abrigos como Bien de Interés Cultural, así como trabajos de protección (cerramiento) y adecuación de accesos y difusión de los conjuntos rupestres, financiados por la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón y por la Comarca del Bajo Aragón-Alcañiz.

resolución para su posterior tratamiento mediante diferente software de retoque fotográfico y DStretch©. Con el material referido se ha procedido tanto a la confección de modelos digitales del soporte (mediante fotogrametría) como a la elaboración de calcos digitales. Gracias al tratamiento digital de las imágenes mediante DStretch© y a la observación y manipulación de las imágenes por separado, por parte de varios miembros del equipo de trabajo, se han podido completar determinados detalles de algunas de las representaciones así como interpretar algunos restos de pintura como elementos figurativos. Tal ha sido el caso de la cabeza de grandes dimensiones de ciervo del Corral de las Gascas, así como los motivos del sector superior derecho del mismo abrigo.

2.2. Descripción de los conjuntos Los dos conjuntos levantinos se localizan en el mismo barranco, separados 2500 m de distancia, en la misma vertiente pero con diferente orientación: Corral de las Gascas hacia el Oeste y Barranco del Muerto hacia el Este (Fig. 1).

2. LOS CONJUNTOS RUPESTRES Los conjuntos levantinos se localizan en la vertiente derecha de un largo y amplio valle (Val de Redormos o Val de Maella), tributario del río Guadalope en su margen derecha. Es un camino de comunicación entre las cuencas del Guadalope y Matarraña. Geomorfológicamente se caracteriza por la presencia de plataformas estructurales con afloramientos de arenisca entre niveles de arcilla, dentro de desarrollos de base lisos y materiales finos. La erosión de los niveles arcillosos con bloques de piedra produce la rotura y desplazamiento de éstos, deslizándose por las laderas. Todos los conjuntos rupestres levantinos de la zona se localizan en este tipo de bloques o abrigos de arenisca o en paleocanales, en los que la erosión forma también taffonis o concavidades verticales. La humedad se concentra en la zona baja del valle, generando zonas inundadas de carácter temporal. Los nuevos abrigos se localizan a unos 20 m por encima del fondo del valle, en la zona media-baja de las laderas, cercanos a antiguos pozos o cursos de agua permanentes (como el Corral de las Gascas, en las proximidades de un cerrado meandro del Guadalope).

2.1. Metodología El proceso de documentación de los conjuntos rupestres ha sido el habitual empleado en nuestro equipo de investigación. Se ha empleado fotografía de alta

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Figura 1. Localización de los conjuntos de Corral de las Gascas y Barranco del Muerto en relación con los conjuntos levantinos del curso alto del Guadalope.


Sesión 1. Prehistoria Esta circunstancia se presenta como relevante ya que podría remarcar la direccionalidad en el desplazamiento a lo largo de la vía de comunicación que supone la Val de Redormos. En función de la dirección tomada en la ruta se puede apuntar a la posibilidad de una bidireccionalidad (de entrada o salida del valle) de manera que los abrigos decorados (con orientaciones contrapuestas) ofrecerían una información diferenciada según el sentido de la marcha. Así, para los desplazamientos en dirección Este-Oeste sería más fácil ver –durante la marcha- el abrigo de Corral de las Gascas pero no el de Barranco del Muerto (a menos que se dirigiera, ex professo, la mirada hacia atrás) mientras que, por el contrario, resultaría sencillo contemplar el gran arquero de Barranco del Muerto si el desplazamiento es Oeste-Este, resultando perfectamente posible no reparar en la existencia del de Corral de las Gascas, incluso pasando a su lado (si no se mira hacia atrás).

2.2.1. Corral de las Gascas El panel decorado se abre en un bloque de medianas dimensiones a mitad de ladera, en las cercanías de un meandro cerrado del Guadalope. Las pinturas se localizan en el interior de una concavidad de 100x80 cm, contabilizándose hasta 13 motivos figurativos en diferente estado de conservación (Fig. 2).

El motivo central es el de un cérvido de 19 cm de longitud, orientado a la derecha, color rojo oscuro y en un buen estado de conservación (Fig. 3). Fue representado en un estilo muy naturalista, con detalles anatómicos (orejas, hocico, corvejones, cola). Sus correctas proporciones y estilización de cuello y patas otorgan al motivo un aspecto armonioso y elegante. Su actitud es esencialmente estática, en posición de parada, con el cuello enhiesto, quizá en posición de alerta. Por encima de la cabeza se aprecian los restos de dos trazos lineales muy finos que no llegan a contactar con la cabeza del animal pero que podrían llegar a interpretarse como el arranque de dos astas. De ser así, la representación debería identificarse con la figura de un vareto, macho joven de entre uno y dos años que presenta sólo el desarrollo de las astas en forma de finas varas, sin ramificaciones o candiles. A la derecha del zoomorfo se aprecian una serie de restos de color anaranjado, absolutamente desvaídos. Sólo con el tratamiento digital de la imagen ha sido posible realizar una lectura cerrada del motivo, observándose la cabeza de un ciervo macho de grandes dimensiones. Su mal estado de conservación nos impide saber si la cabeza fue el único elemento realizado o si el resto del motivo, que se desarrollaría fuera de la cavidad propiamente dicha, se ha perdido indefectiblemente. En todo caso, sus grandes dimensiones lo entroncarían con el ciervo (motivo 90) de Val del Charco del Agua Amarga, si bien estilísticamente encontraría buenos paralelos en los de Plano del Pulido y

Figura 2. Calco general del Corral de las Gascas.

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en los motivos 88 y 89 también de Val del Charco (Bea, 2013). No hemos podido observar superposición entre el motivo 2 (ciervo) y el 3 (arquero). Alrededor de las figuras animales se documentan, al menos, cuatro representaciones humanas. Dos de ellas, en la mitad derecha, se identifican como arqueros pintados en actitud de marcha y orientados a la izquierda. El soporte sobre el que fueron realizados se encuentra muy arenizado, lo que dificulta su correcto visionado. Con todo, es posible apreciar su disposición activa, en marcha con piernas en ángulo abierto y cuerpo inclinado hacia delante. En la parte superior izquierda del panel se localiza un interesante conjunto de motivos, en lo que podríamos definir como una escena costumbrista. El motivo 7 se orienta hacia la derecha, con los brazos flexionados y

recogidos en el regazo, en actitud calmada, sentado, con una pierna extendida y la otra cruzada sobre la primera. A su izquierda aparece un palimpsesto, cuya lectura se hace más compleja por el mal estado de conservación global de los motivos. En cualquier caso, se aprecian restos de, al menos, dos figuras humanas, una de ellas orientada a la izquierda y sentada, con una disposición de piernas análoga a la descrita anteriormente aunque con el brazo izquierdo levantado. Cercano a la extremidad, aunque sin llegar a contactar, se aprecia un conjunto, apenas perceptible a simple vista, compuesto por una especie de elemento de morfología discoide alargado y con los extremos apuntados, una posible parrilla (realizada con trazos lineales muy finos) y restos de color. Su correcta identificación y lectura es harto compleja aunque, en conjunto con la actitud del antropomorfo, la proximidad del abrigo al río Guadalope y la morfología de los motivos pudiera relacionarse, de forma hipotética, con la pesca. Elementos similares los encontramos en la parte inferior izquierda del panel: uno de morfología discoide, aunque en este caso con el interior sin rellenar; y otro para el que no podemos ofrecer una descripción morfológica con ningún elemento que pudiera servirnos de referencia, pero que se podría definir como un elemento lineal de desarrollo diagonal y terminado en su extremo superior en forma de roseta. En la parte izquierda se observa un trazo fino de morfología curva que se inicia en la zona superior del anterior y termina en la inferior, justo en la intersección de un trazo perpendicular que corta al primero. Sin poder determinar de forma concluyente su identificación, tal vez podríamos ver en estos elementos algún tipo de trampa o dispositivo de compleja definición. El estilo de las figuraciones humanas, dentro del arquetipo estilizado, encuentra perfectos paralelismos en conjuntos próximos: Val del Charco del Agua Amarga, Cuevetas de Poyuelo, Els Secans o Roca dels Moros. Sin embargo, atendiendo tanto a aspectos estilísticos como de composición escénica y actitud de los motivos, los paralelos más cercanos los encontramos en conjuntos de Castellón, en el motivo 55 de Cova Remigia V (Porcar et al., 1935) e incluso más alejados, como en Las Monteses (Jalance, Valencia). En estos conjuntos encontramos representaciones humanas sentadas, prácticamente idénticas, y en el caso de Las Monteses incluso uno de los motivos aparece asociado a un elemento de morfología discoide, en este caso interpretado como algún tipo de alimento (Poveda, 2001), instrumento musical (“ocarina”) (Aparicio, 1990), hacha/azuela o incluso cantimplora (Domingo et al., 2013).

Figura 3. Fotografía y calco del cérvido de Corral de las Gascas.

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En la zona superior derecha del panel se aprecian unos elementos de tonalidad roja (motivo 14) que parecen estar por debajo de una fina capa calcítica (quizá oxalatos de calcio). Esta capa superpuesta parece ser la superficie sobre la que se realizarían el resto de motivos pictóricos. Sin embargo, no hemos podido concluir, por el momento y hasta obtener resultados derivados de analíticas concretas, si los restos referidos son restos de pintura o exudaciones naturales.


Sesión 1. Prehistoria 2.2.2. Barranco del Muerto Este conjunto se localiza en un bloque de arenisca desgajado de una formación en alto y desplazado de su lugar original, localizándose a mitad de ladera de un pequeño barranco, prácticamente emplazado en el desarrollo del de Val de Redormos. En el extremo derecho del panel decorado se sitúa un arquero de grandes dimensiones (60 cm de altura), orientado a la izquierda y realizado en color rojo oscuro (Fig. 4). Su estado de conservación es excepcional, si bien la mitad superior del motivo apenas si resulta perceptible a simple vista debido al ennegrecimiento de la superficie. El arquero fue representado en actitud dinámica, con la pierna flexionada, cuerpo inclinado hacia adelante y con los rasgos morfológicos típicos de las representaciones levantinas estilizadas o incluso tipo Civil: piernas con representación del volumen, con un pie pequeño, el gemelo muy destacado, muslo volumétrico pero de desarrollo alargado (desproporcionado en su longitud en comparación a la pantorrilla), cuerpo de morfología triangular invertida, aunque algo rígido. Los brazos se desarrollan a ambos lados del cuerpo, el de la izquierda ligeramente flexionado porta un fino arco de doble curvatura, mientras que el de la derecha, también flexionado hacia el cuerpo, parece llevar un elemento lineal muy fino que se desarrolla hacia delante y que podríamos interpretar como una flecha. En ambos brazos, especialmente el de la izquierda, se aprecia un tratamiento volumétrico diferencial que permite individualizar diferentes partes: antebrazo, codo y brazo. Sin embargo, es en la cabeza donde se subraya más la calidad técnica en su confección. Se destacan los hombros del arquero de la melena piriforme mediante una finísima línea no pintada de apenas 1 mm. La melena aparece recogida hacia adentro, en la parte interior, de manera que se configura un cuello vertical y fino que destaca la propia cabeza y le dota de mayor ligereza. Un claro paralelo a esta representación lo volvemos a encontrar en Cova Remigia, en el motivo 45 (Porcar et al., 1935: 32). Este arquero presenta unas dimensiones muy similares, con una disposición global de la representación prácticamente idéntica: cuello destacado y fino, cuerpo inclinado hacia delante, piernas flexionadas con volumen muscular, gemelo marcado y pie desproporcionadamente pequeño, portando en las manos un fino arco de doble curvatura. Aunque el ejemplar que nos ocupa presenta una mayor rigidez en el desarrollo del cuerpo, las similitudes resultan evidentes.

Figura 4. Fotografía y calco del arquero de Barranco del Muerto.

En el panel se aprecian, además, otros restos de pintura, de color rojo oscuro e informes en la zona izquierda del mismo, así como otros de tonalidad grisácea o negruzca en la mitad-derecha. De entre éstos es posible identificar un pequeño arquero filiforme en actitud dinámica orientado a la izquierda sin aparente relación escénica con el gran arquero. Asimismo, se aprecia un elemento de desarrollo

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de poder aludir a fases diferenciadas, su localización y orientación parecen establecer un uso complementario, bidireccional en la misma vía de comunicación (Val de Redormos) o, al menos, el uso de las mismas rutas por grupos levantinos a lo largo del tiempo (a partir de las diferentes fases estilísticas que se documentan). Topográficamente, su localización se circunscribe en un sentido amplio a un territorio levantino perfectamente interconectado. Como se ha apuntado con anterioridad (Bea, 2012b) un yacimiento principal (Val del Charco del Agua Amarga) determinaría un área más o menos extensa mientras que otros conjuntos menores (o “satélite”) se distribuirían en el territorio manteniendo unas distancias espaciales equidistantes. Val del Charco, como conjunto preeminente, no sólo jerarquiza el territorio sino que aglutina temas y tipos que aparecen individualizados en otros conjuntos menores. Así, además de los arqueros de grandes dimensiones (motivos 21 y el referido como macrolevantino) aparecen igualmente representados en Val del Charco otros tipos igualmente levantinos pero más estilizados, en la línea de los documentados en Corral de las Gascas pero también en Cuevetas de Poyuelo (Utrilla et al., 2014), Roca dels Moros, Els Gascons (Bea et al., 2009) o Els Secans (Vallespí, 1952).

Figura 5. 1. Detalle de la cabeza del arquero de grandes dimensiones (imagen tratada con DStretch©); 2. Pequeño arquero filiforme de tonalidad negruzca (imagen tratada con DStretch©); 3. Calco del arquero filiforme. lineal, con cierto engrosamiento en el extremo superior derecho, y disposición diagonal, que podría interpretarse como una flecha clavada en el talón del gran arquero. Este elemento, todavía por concretar, podría establecer la existencia de una fase acumulativa en la que se hiere a la figura previa, como también se documenta en los de El Cerrao (Obón) (Andreu et al. 1982) o Arqueros Negros (Albalate del Arzobispo) (Beltrán, 2005).

3. DISCUSIÓN 3.1. Distribución geográfica y temática Ciertamente es posible establecer diferencias temáticas y estilísticas entre los dos conjuntos levantinos analizados, pero igualmente resulta evidente que ambos abrigos forman parte del ciclo Levantino clásico. Así, y a pesar

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Resulta evidente, en cualquier caso, que los tipos estilizados, en la zona del Bajo Aragón-Matarraña, resultan más numerosos y su distribución geográfica más amplia en comparación con los cestosomáticos de grandes dimensiones. La explicación para esta descompensación, en un territorio eminentemente levantino, se podría encontrar en factores cronológicos (diferencia de fases) o quizá meramente a aspectos funcionales de cada abrigo. Con todo, parece evidenciarse una posible interconexión directa entre ambos estilos, compartiendo un espacio físico (panel) o geográfico (abrigos) en los que ambos tipos se combinarían de forma complementaria y no excluyente. Centrándonos en la temática animal podemos aseverar la preponderancia del cérvido en la zona baja del Guadalope. Con la excepción del toro (motivo 30) de Val del Charco, todas las figuraciones zoomorfas de grandes dimensiones del Bajo Aragón-Matarraña se corresponden con ciervos: Plano del Pulido, Els Gascons, Roca dels Moros, Els Figuerals. En esta línea destaca el componente masculino, pues con la posible excepción de una cierva (de peor factura que el resto del conjunto) en Plano del Pulido (Eiroa, 1983, 1984-1985), el resto de representaciones se corresponden con ciervos machos adultos, con grandes astas de numerosas puntas. En Corral de las Gascas la cabeza de cérvido de grandes dimensiones, aunque escasamente visible, encuentra perfecto acomodo en este grupo. La morfología de la boca así como la disposición de las ramas y de las luchaderas acercan más a esta figura al ejemplar central de Plano del Pulido y a los motivos 88 y 89 de Val del Charco (Bea, 2013) que al resto de cérvidos de la zona (Bea, 2012c; Bea y Angás, 2017).


Sesión 1. Prehistoria El análisis estilístico pormenorizado sobre estas figuraciones nos permitirá, muy posiblemente, establecer fases decorativas, también para las representaciones zoomorfas, de forma similar a lo ya constatado para las humanas. Un elemento novedoso aportado por el nuevo conjunto descubierto, y en relación a las figuraciones de cérvidos, es el de la plasmación de un macho joven o “vareto”, de entre uno y dos años, que presenta dos finísimos trazos a modo de “varas”. Sin el tratamiento digital de la imagen, que permitió constatar la existencia de los restos referidos, el motivo podría haber sido perfectamente definido como una cierva. Estas figuraciones no resultan demasiado abundantes, pudiendo encontrar un macho joven (motivo 30) en la escena de caza de Cova dels Cavalls (Villaverde et al., 2002), igualmente con plasmación de astas sin ramificaciones; o la referencia expresa a un vareto (aunque con dos ramificaciones) en el sector A de Litonares L1 (Ayuso et al., 2017: 39). Con todo, el contexto en el que aparece ese macho joven difiere sustancialmente del observado para Corral de las Gascas. En general, las representaciones de cérvidos se centran en grandes machos adultos y, en menor medida, ciervas y cervatos (Viñas y Saucedo, 2000: 62). Sin embargo, el caso que nos ocupa constituye la primera vez en que hemos podido documentar la figura de un macho joven como motivo central del abrigo. Desde un punto de vista simbólico, se ha propuesto que las representaciones de cérvidos machos, al renovar anualmente su cornamenta, podrían tener el valor simbólico de la renovación cíclica, renacimiento, fecundidad (Viñas y Saucedo, 2000: 62). Sin embargo, resulta difícil constatar la representación de machos con la cornamenta caída o en crecimiento incipiente (sólo documentado en los cérvidos rojos de Prado de las Olivanas). Parece pues que el simbolismo, la fuerza de la imagen, se fundamenta en las astas de grandes dimensiones, desarrolladas, es decir, se enfatiza la máxima dificultad en el cobro de las presas (edad, dimensiones, cantidad de carne…).

como los referidos no se ha podido definir ningún otro susceptible de ser reconocible. En Corral de las Gascas encontramos algunos elementos perfectamente integrados en el discurso global del panel que de haber aparecido aislados no podrían, siquiera, haber sido adscritos al arte levantino. Esto se debe a que el investigador actual no es capaz de reconocer un elemento concreto en estas figuras, lo cual no significa que no lo fuera para los artistas levantinos. No sólo es una cuestión relacionada con el significado simbólico de un elemento sino de su reconocimiento a través de la literalidad gráfica que expresa. En todo caso, algunos de esos motivos (aunque afectados por la erosión) presentan trazos y formas definidos y acabados, lo que nos hace pensar en su individualidad. En esta línea quizá podríamos ver en alguno de ellos una posible trampa, quizá de lazo (motivo 5), o algún tipo de red (motivo 11), tal vez en relación con la proximidad del conjunto al río. La representación de elementos susceptibles de ser interpretados como trampas son escasos en el arte levantino, aunque se han citado lazos aislados para los abrigos del Ciervo de Dos Aguas, abrigo III del Torcal de las Bojadillas, VIII del Cingle de la Mola Remigia (Dams, 1984: 234) Sin embargo, estamos lejos de poder ofrecer una lectura que no sea puramente conjetural e hipotética para ellos. Hallazgos futuros, en contextos mejor definidos de acuerdo a parámetros interpretativos actuales, podrán arrojar luz acerca de estos motivos.

3.3. Composición escénica

El conjunto de Corral de las Gascas presenta además una serie de elementos que, a pesar de su difícil interpretación, deben considerarse como novedad. Nos referimos a los motivos 5, 6, 9, 10 y 11 (otros elementos, como los 12, 13 y 14, resultan simples manchas o trazos absolutamente informes y sin posibilidad de definición alguna).

A partir de los elementos conservados, tan sólo en el caso de Corral de las Gascas se podría entender la configuración de algún tipo de composición escénica. Con todo, y aunque las representaciones presentan una tonalidad homogénea (con excepción del motivo 2), no es posible concluir que todas ellas participen en una única actividad. La actitud estática del ciervo 1 podría entenderse como una posición de alerta, de manera que los arqueros (motivos 3 y 4) en movimiento podrían realizar una maniobra envolvente, alrededor del ciervo, preparando una emboscada. En esta línea, el antropomorfo sentado (motivo 7) se podría entender como un oteador. Sin embargo, la falta de aparente cohesión de todos los motivos, en el desarrollo de una única escena que seamos capaces de identificar en la actualidad, invita también a considerar el panel como conjunto escénico formado por la simple adición de motivos, sin existencia contrastada de superposiciones entre figuras.

La panoplia del antropomorfo levantino (más allá de aspectos ornamentales o de vestido) está bien definida, habiéndose apuntado diferentes armas: arco (de diferentes tipologías), flechas, hondas, bumeranes… así como bolsas o mochilas, carcaj, varas o bastones (quizá arcos sin cordar), cuerdas o escalas. Pero más allá de elementos

En este sentido, no hemos podido determinar la existencia de superposición alguna entre la cabeza del ciervo de grandes dimensiones (motivo 2) y el arquero (motivo 3), por lo que no es posible establecer una secuencia decorativa relativa que aporte información sobre tonalidad, temática y dimensiones de las figuras.

3.2. Nuevas temáticas

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Este mismo sistema de disposición se reproduce en la cuenca del Matarraña, para los abrigos de Els Secans y Caídas del Salbime, este último algo más interior, pero de igual manera en la parte inicial de un barranco que podríamos definir de “conexión” entre las cuencas fluviales con territorios interiores. Así, esta tipología de conjuntos (en el inicio de barrancos tributarios de cuencas fluviales) parecen ir vertebrando un territorio a modo de paneles indicadores (ya tengan carácter simbólico, de marcador territorial, etc.) cada uno de ellos con características temáticas concretas (de los citados ninguno reproduce la misma temática aunque comparten aspectos estilísticos) que quizá hicieran referencia a aspectos sociales o simbólicos o aportaran información sobre el contexto geográfico de cada uno. Estos descubrimientos evidencian que no existen grandes espacios vacíos sin arte rupestre, sino falta de trabajos de prospección en áreas extensas. Trabajos de prospección como los llevados a cabo por el Taller de Arqueología de Alcañiz irán completando un mapa de distribución de las manifestaciones gráficas de estilo levantino que, a buen seguro, cubrirá un territorio mucho más extenso del actualmente conocido. Junto a lo anterior, los conjuntos analizados aportan interesantes y novedosos aspectos para el estudio del arte levantino en el Bajo Aragón. Por un lado, parece confirmarse la posible existencia de una fase de grandes figuras humanas con caracteres estilísticos propios de fases levantinas clásicas (cestosomático), que se podría definir como macrolevantino. Por otro lado, el conjunto de Corral de las Gascas proporciona nuevas temáticas, al menos para el arte levantino aragonés, como son las figuraciones humanas sentadas con piernas cruzadas, el ciervo macho joven como elemento central del dispositivo decorativo o los elementos no plenamente identificados que podrían formar parte de algún dispositivo de trampas. Figura 6. Detalle de los motivos 9, 10, 11 y 12 de Corral de las Gascas: 1. Fotografía original; 2. Imagen tratada con DStretch©; 3. Calco digital de los motivos.

4. CONCLUSIONES Un aspecto interesante es el de la localización de los conjuntos, ambos en el mismo valle y vertiente del mismo, a una misma cota y relativamente próximos entre sí. Sin duda, la Val de Redormos se debe entender como una vía de comunicación de primer orden entre la cuenca del Guadalope y el desarrollo interior hacia el Este, hacia la cuenca del Matarraña. La ubicación concreta del abrigo del Corral de las Gascas nos ofrece nuevas ideas y posibilidades de análisis en relación al conjunto de Cuevetas de Poyuelo. Este abrigo se emplaza en las proximidades del río Mezquín y en el inicio de un valle, con una disposición prácticamente análoga a la del Corral de las Gascas.

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La interconexión referida entre Corral de las Gascas y Barranco del Muerto (entendida como complementariedad en la direccionalidad de su tránsito) parece reforzarse al encontrar los paralelos más claros para las figuraciones de ambos conjuntos en el abrigo de Cova Remigia, donde comparten panel los motivos 45 y 55. Encontramos pues un evidente vínculo cultural (temático y estilístico) entre ambos territorios, consolidando el valor de un territorio levantino unitario. El hallazgo y estudio de estos conjuntos nos permite apuntar nuevas hipótesis interpretativas tanto desde una perspectiva estilístico-temática (enfatizando la idea de una etapa o área con motivos de grandes dimensiones o macrolevantino) como territorial, poniendo énfasis en el uso bidireccional de determinados valles como espacios de comunicación entre cuencas o entre áreas de proximidad fluvial e interior.


Sesión 1. Prehistoria AGRADECIMIENTOS Proyecto de investigación HAR2014-59042-P (MICINN), Grupo “Primeros Pobladores del Valle del Ebro” (H-07PPVE, financiado por Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo) e Instituto Universitario de Ciencias Ambientales (IUCA). Paloma Lanau es investigadora FPI (C042/2014).

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Sesión 1. Prehistoria

1.6. MAS DEL OBISPO (ALCAÑIZ, TERUEL). UN NUEVO CONJUNTO DE PINTURA RUPESTRE ESQUEMÁTICA EN LA CUENCA DEL RÍO GUADALOPE MAS DEL OBISPO (ALCAÑIZ, TERUEL). A NEW SITE WITH SCHEMATIC ROCK PAINTINGS IN THE GUADALOPE RIVER BASIN

Paloma Lanau Hernáez1, Manuel Bea Martínez1, José Antonio Benavente2, Jesús Carlos Villanueva2, José Ignacio Royo3 1

Área de Prehistoria. Universidad de Zaragoza. Grupo PPVE y IUCA 2 Taller de Arqueología de Alcañiz 3 Dirección General de Cultura y Patrimonio. Gobierno de Aragón

Autor de contacto/Contact author: Paloma Lanau Hernáez, planau@unizar.es

RESUMEN Con este trabajo pretendemos dar a conocer el conjunto con pintura rupestre de Mas del Obispo (Alcañiz, Teruel), localizado como fruto de las prospecciones llevadas a cabo por miembros del Taller de Arqueología de Alcañiz, así como contextualizarlo dentro de las manifestaciones de arte rupestre del Bajo Aragón. Junto a representaciones que se inscriben por su morfología en el ciclo esquemático, al que se asigna una cronología genérica entre el Neolítico y la Edad del Bronce, encontramos múltiples trazos y manchas de pigmento no figurativos para los cuales resulta complicado proponer una adscripción cronocultural. Entre los motivos de tipo esquemático se han identificado un bilobulado, varias figuras ramiformes y un grupo de representaciones pectiniformes. La disposición de estas últimas y la identificación en algunos casos del detalle de la cornamenta permiten proponer la interpretación de los pectiniformes como zoomorfos e incluso sugerir que pueda tratarse de una escena de pastoreo. El descubrimiento del conjunto se suma a otros realizados en el entorno próximo, como el abrigo de El Viñero (Torrecilla de Alcañiz), que vienen a enriquecer la nómina de yacimientos con pintura exclusivamente esquemática en el Bajo Aragón. Las pinturas de Mas del Obispo corresponden al más puro esquematismo, en contraste con la tendencia seminaturalista que caracteriza frecuentemente al arte esquemático de esta área. El Bajo Guadalope ocupa un lugar central entre los núcleos del río Martín al oeste, el Matarraña al este y el grupo de Mequinenza en la parte septentrional. El hallazgo de las pinturas se inscribe en el contexto del descubrimiento dentro del mismo valle de otros dos abrigos decorados, en este caso con pinturas levantinas. Los tres conjuntos se sitúan junto a una importante vía de comunicación, que conecta el río Guadalope con el Matarraña. PALABRAS CLAVE: Arte Esquemático; Bilobulado; Ramiforme; Pectiniforme; Pastoreo; Bajo Aragón.

ABSTRACT This work aims to present the site with rock paintings of Mas del Obispo (Alcañiz, Teruel), found as a result of the prospection work carried out by the Taller de Arqueología de Alcañiz. We will try to contextualize the paintings within the frame of the prehistoric rock art from the Bajo Aragón region. Due to their morphology, some of the depicted motifs can be ascribed to the Schematic Art cycle, a style which is considered to develop in an indeterminate period between Neolithic and Bronze Age. In addition, the shelter contains several non-figurative traces and pigment spots, whose chrono-cultural ascription is difficult to establish. The schematic motifs include a bilobate motif, several branch-like figures and a group of pectiniform depictions. We consider these pectiniform motifs as zoomorph representations, taking into account the organization of the figures and the identification of the horns in some cases. We suggest that it could be even a shepherding scene. The discovery of the site adds to other painted shelters in the surroundings, such as El Viñero (Torrecilla de Alcañiz). The motifs depicted in Mas del Obispo correspond to a schematic style, in contrast to the semi-naturalistic tendency which is characteristic of the Schematic Art in this area. The lower Guadalope is located between the groups of Río Martín to the West, Río Matarraña to the East and Mequinenza to the North. In the same valley where Mas del Obispo is placed, there were found two other painted shelters, with Levantine Art figures. The valley is an important and traditional path that connects the basins of the Guadalope and the Matarraña rivers. KEY WORDS: Schematic Rock Art; Bilobate; Ramiform motif; Pectiniform motif; Shepherding; Bajo Aragón region.

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1. INTRODUCCIÓN

3. DESCRIPCIÓN DEL CONJUNTO

En el contexto de las prospecciones impulsadas desde el Taller de Arqueología de Alcañiz se produjo el hallazgo por parte de dos de sus miembros, José Antonio Benavente y Jesús Carlos Villanueva, de varios enclaves con arte rupestre. Entre ellos se cuenta el covacho con pintura esquemática de Mas del Obispo, además de otros dos abrigos con manifestaciones de arte Levantino, cuyo estudio se presenta también en este congreso.

El yacimiento de Mas del Obispo se sitúa en un bloque de arenisca que aflora en un ensanchamiento del valle abierto en la margen izquierda de la Val de Redormos. La oquedad no es visible desde el camino, sino únicamente desde los pies del propio bloque rocoso, ubicado sobre el fondo del valle. Las pinturas se distribuyen prácticamente por toda la superficie interior del covacho, pero no se

El yacimiento que nos ocupa se ubica en el término municipal de Alcañiz, en la Val de Redormos -también conocida como Val de Maella-, la cual confluye en el río Guadalope por su margen derecha. Se trata de una importante vía de comunicación entre el río Guadalope y el Matarraña, actualmente recorrida por un camino rural que conecta las poblaciones de Alcañiz y Valdealgorfa. El paisaje circundante se presenta hoy en día cubierto de campos de cultivo, favorecidos por un relieve suave. Mas del Obispo es un abrigo o pequeño covacho que se abre en un afloramiento de areniscas y cuya boca se orienta hacia el noroeste. A pesar de que la oquedad alcanza casi los cinco metros de profundidad total, presenta un suelo con una fuerte inclinación donde no hay depósito sedimentario. El hallazgo del yacimiento se suma al realizado en los últimos años en la partida de El Viñero, en el término de Torrecilla de Alcañiz y junto al río Mezquín, otro de los afluentes del Guadalope por su margen derecha (Royo y Latorre, 2014; Royo, 2016). En el momento de su descubrimiento, desde la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón se procedió a su declaración como Bien de Interés Cultural, incluyéndose su entorno de protección legal. A continuación, según un Proyecto de J. L. Cano, se realizó el cerramiento, que ha sido concluido en el verano de 2017 junto con el correspondiente acceso. A finales de dicho año, se procedió a la colocación de paneles indicativos e informativos del abrigo, por parte de la comarca de Alcañiz.

2. METODOLOGÍA La metodología aplicada para el estudio de la estación ha sido la habitual para la documentación de arte rupestre en los últimos años. En primer lugar se realizó el registro fotográfico de las pinturas, empleando trípode, disparador automático y la escala de color SpyderCheckr©. Posteriormente se procedió al tratamiento digital de la imagen mediante el software DStretch para ImageJ. Dicho software se ha revelado de gran utilidad para el estudio del yacimiento, dado que algunas de las pinturas eran apenas visibles en la observación directa. Finalmente, mediante el programa Adobe Photoshop CS6 se elaboraron los calcos digitales de los motivos pintados.

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Figura 1. Localización de los conjuntos con pintura esquemática de Mas del Obispo y El Viñero, en el bajo Guadalope.


Sesión 1. Prehistoria

Figura 2. Vista general del afloramiento rocoso donde se ubica Mas del Obispo y detalle del covacho. encuentran en la pared más expuesta, donde si las hubo quizá se encuentren perdidas debido a la acción de los agentes atmosféricos. La cavidad, con una morfología a modo de embudo, apenas alcanza los cinco metros de profundidad máxima y presenta un suelo inclinado e irregular que imposibilita una estancia prolongada dentro del mismo. En el conjunto hemos discriminado tres tipos de evidencias artísticas: en primer lugar, las figuras que se adscriben al ciclo de pintura Esquemática. Por otra parte, la serie de trazos, en su mayoría no figurativos, realizados con algún material de apariencia plástica, probablemente arcilla, a falta de análisis específicos. Su buen estado de conservación nos induce a pensar que han sido realizados en una cronología relativamente reciente. Finalmente, en Mas del Obispo encontramos también multitud de grabados finos, sin que se hayan constatado motivos figurativos, a la espera de un estudio en profundidad de los mismos. En cuanto a los motivos pintados, hemos distinguido a efectos prácticos de nuestro estudio cinco paneles diferentes, basándonos en la topografía del covacho y las agrupaciones de motivos.

3.1. Panel I El panel I se sitúa en la pared este del abrigo y ocupa una superficie recta y vertical. Comprende nueve figuras pintadas en un pigmento naranja muy desvaído y muy embebido en el soporte rocoso, tanto que muchas de ellas –especialmente las situadas en la parte superior-, son difíciles de apreciar a simple vista. En la mitad superior se pintaron tres motivos de tipo ramiforme (Figura 4, motivos 2, 3 y 5), formados por un eje vertical al que se superponen varios trazos curvados

hacia abajo. Este tipo se ha interpretado habitualmente como una representación antropomorfa, aunque en ocasiones se consideran motivos vegetales (Acosta, 1968: 124 y ss.). La falta de detalle nos impide inclinarnos por una u otra interpretación. El motivo 1, situado a la izquierda de este grupo y formado por varios trazos a modo de sección de círculo superpuestos y dispuestos en oblicuo, podría responder también a este tema, aunque en este caso sin el vástago central. En el extremo superior derecho se sitúa un motivo antropomorfo integrado por un eje vertical al que se superpone un trazo circular figurando las extremidades superiores y un trazo curvado hacia abajo representando las inferiores, a modo de bilobulado (Figura 4, motivo 4). Finalmente, en la parte baja de la mitad superior nace un trazo horizontal que se prolonga hacia la parte izquierda del panel, en dirección a la boca de la cavidad (Figura 4, motivo 6). En la mitad inferior del panel I se distinguen otros tres motivos de tipo ramiforme, dos de ellos en posición vertical (Figuras 4, motivos 8 y 9) y con los brazos orientados hacia abajo, y un tercero (Figura 4, motivo 7) en posición horizontal, con los brazos rectos. Completan el panel tres series verticales de puntos –la central de mayor altura que las laterales-, situadas bajo el ramiforme horizontal y a la izquierda de los verticales; y un trazo informe (Figura 4, motivo 11).

3.2. Panel II Se extiende a lo largo de dos oquedades contiguas dentro del covacho, de morfología circular. Es en este sector donde aparecen los trazos grabados. Sería necesario un análisis minucioso para determinar si los grabados están por encima de la pintura o viceversa.

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Figura 3. Topografía del covacho de Mas del Obispo e indicación de la situación de los paneles sobre su planta.

El panel II comprende un conjunto de trazos realizados con un pigmento arcilloso y de color marrón oscuro y naranja. Entre ellos no se ha podido distinguir ningún motivo figurativo, salvo un posible ramiforme, muy perdido y apenas visible, en la parte superior derecha del grupo (Figura 4, motivo 15). Bajo la figura 12 hemos agrupado varios trazos lineales que recorren el panel en sentido horizontal, ocupando las dos oquedades del mismo. Dichos trazos presentan una tonalidad naranja oscuro. Sobre ellos y en la parte izquierda del panel se pintaron dos trazos lineales verticales y paralelos entre sí, con un pigmento de color beige (Figura 4, motivo 13). Finalmente, por encima de estos trazos se aprecia una serie de manchas informes, que aparecen repartidas por todo el panel, formando agrupaciones en su parte izquierda (Figura 4, motivo 14), en el extremo derecho (Figura 4, motivo 17) y en la zona inferior (Figura 4, motivo 18). En la parte superior derecha del panel hemos distinguido una figura que podría interpretarse como un motivo ramiforme, si bien se encuentra muy incompleto (Figura 4, motivo 15). En la parte inferior, dos trazos ondulados y horizontales, paralelos entre sí, forman el que inventariamos como motivo 16, también incompleto.

3.3. Panel III Situado en la pared oeste, el panel III comprende dos tipos de evidencias gráficas. La parte superior del mismo presenta tres motivos realizados con un pigmento arcilloso, en muy buen estado de conservación. Se trata de un pequeño trazo de forma cóncava (Figura 6, motivo 19), una figura en forma de ángulo, con el extremo apuntado hacia arriba, acompañado de un corto trazo en su parte superior derecha (Figura 6, motivo 20) y un último motivo, más complejo, formado por un eje central vertical al que se superponen seis trazos horizontales de

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diferentes longitudes (Figura 6, motivo 21). Esta última figura responde al tipo ramiforme del arte Esquemático típico, si bien consideramos que los tres motivos del grupo han sido realizados en una visita relativamente reciente al abrigo. La parte inferior del panel III muestra un grupo muy interesante, a pesar de que el mal estado de conservación de la pintura dificulta enormemente su identificación. Se trata de cuatro series de pectiniformes horizontales, distribuidas verticalmente en una ligera concavidad del soporte rocoso (Figura 6, motivos 22 a 29). A menudo este tipo de motivos son considerados como zoomorfos, interpretación que en este caso parece reforzada por la figuración de pequeños trazos a modo de cornamenta en algunos casos (Figura 6, motivo 25). De ser cierta esta hipótesis, cabe pensar que la composición presentaría cierto carácter escénico, siendo tal vez la representación de una manada o rebaño, punto este que no podemos precisar dada la ausencia de otros elementos que permitan ajustar la interpretación.

3.4. Panel IV El último de los paneles diferenciados se encuentra también en la pared oeste, en una zona más cercana a la boca del covacho. Buena parte de las evidencias son simples trazos informes, que hemos agrupado bajo el número 30 y que se reparten por la pared y parte del techo de la oquedad. Únicamente se corresponden con motivos determinables el motivo 31 (un cruciforme) y el 32. Este último está compuesto por una línea recta a la que se superponen cortos trazos perpendiculares, junto a otro motivo semejante, en disposición perpendicular con respecto al primero. El grupo responde al tipo ramiforme del arte Esquemático y recuerda a las representaciones de las astas de los cérvidos características de este ciclo artístico.


Sesión 1. Prehistoria

Figura 4. 1 y 2: Imágenes de detalle de las zonas superior (1) e inferior (2) del panel I ( imágenes tratadas con ImageJ Dstretch y calcos con indicación de la numeración de las figuras). 3: Vista parcial del Panel II. Calco superpuesto sobre imagen del fondo y calco con indicación de la numeración de las figuras.

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Figura 5. Detalle del motivo Mas del Obispo II.15, de tipo ramiforme.

4. DISCUSIÓN Mas del Obispo pasa a engrosar la nómina de abrigos con pintura Esquemática en la cuenca del Guadalope, la cual no ha parado de crecer en los últimos años, si bien todavía predomina ampliamente el arte Levantino. En el bajo Guadalope las únicas muestras de arte Esquemático conocidas son algunas figuras del abrigo cercano de Val del Charco del Agua Amarga, el abrigo de Cuesta de Pel (Beltrán, 2002: 60) y el conjunto de El Viñero, que fue dado a conocer precisamente en el I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (Royo, 2016: 139, fig. 20). Remontando el curso del Guadalope nos encontramos con los conjuntos de Las Rozas I (Bea y Utrilla, 2014: 187) y el horizonte esquemático del abrigo de El Arquero (Bea, 2012a: 59) y de Arenal de Fonseca (Royo, 2005: 78), todos ellos en el Maestrazgo. Igual que ocurre en el caso de El Viñero y Cuevetas de Poyuelo, que se ubican a poca distancia del curso del río Mezquín (Bea y Utrilla, 2014: 179), y de Val del Charco del Agua Amarga y Cuesta de Pel, en la Val de Jerique, Mas del Obispo comparte el espacio del valle en que se ubica con dos conjuntos con pintura levantina, Barranco del Muerto y Corral de las Gascas, cuyo estudio se presenta en este congreso. Sin embargo, se aprecian algunas diferencias en cuanto a la disposición espacial de los conjuntos levantinos y el esquemático.

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Así, es un covacho que no puede verse desde el camino, permaneciendo sus pinturas ocultas desde él. Esto nos invita a descartar que pudiera tratarse de algún tipo de marcador territorial. Por otra parte, Mas del Obispo se ubica en la margen izquierda del valle, a diferencia de los abrigos levantinos, situados en la margen derecha. En Mas del Obispo identificamos tipos que responden a temas característicos del arte Esquemático típico. Los ramiformes son un motivo habitual en paneles con pintura Esquemática y cuentan con una amplia distribución geográfica. Frecuentemente son interpretados como representaciones antropomorfas, si bien en el caso que nos ocupa no hay ningún elemento que nos permita confirmar esta identificación. En el yacimiento estudiado se presentan en distintas morfologías: en disposición horizontal, como el motivo 7, encontramos ejemplos en Castillo de Taibona, en Nerpio, Albacete (Alonso y Grimal, 1996, vol. I: Dibujo 54); verticales y con los trazos horizontales orientados hacia abajo los encontramos en el núcleo vecino del río Martín, en la Cueva de la Eudoviges y Los Chaparros (Beltrán y Royo, 2005: fig. 125 y fig. 32), así como en otros más alejados de nuestra área de estudio, como los de Antona III, en el término catalán de Artesa de Segre (Alonso y Grimal, 1986, vol. I, fasc. 5: 15) o El Mirador en el Monte Valonsadero, Soria (Gómez Barrera, 2001: 60). Finalmente, el agrupamiento de varios


Sesión 1. Prehistoria ramiformes, como en el caso de Mas del Obispo, también se reconoce en yacimientos como Bonete del Cura, en Ciudad Rodrigo, Salamanca (Bécares et al., 1979: 144) y en Ingenieros II, en Nerpio, Albacete (Alonso y Grimal, 1996, vol. I: Dibujo 175). La figura 4, antropomorfo de tipo bilobulado con las extremidades inferiores abiertas por abajo, es muy semejante al que encontramos en Barranc del Infern IV, en la Marina Alta, Alicante (Torregrosa, 1999, t. 2, Conjunto IV. Abrigo III. Panel 1) y también al de Vall de la Coma, en Les Garrigues, Lérida, donde presenta un tercer lóbulo (Castells i Camp, 1990, vol. I, fasc. 11: 6). El grupo de pectiniformes, que consideramos podrían ser representaciones zoomorfas, tampoco constituye un tema excepcional. Encontramos agrupaciones de pectiniformes en Antona III (Alonso y Grimal, 1986, vol. I, fasc. 5: 15) y en Las Clochas, donde aparecen asociados a motivos antropomorfos en “phi” (Martínez Valle y Guillem, 2006). Los grupos de cuadrúpedos son también frecuentes, como el de Gallinero II, en el núcleo del Río Vero, Huesca (Beltrán, 1972). En Hoz de Vicente, Minglanilla, Cuenca, aparecen agrupados tras un motivo antropomorfo (Martínez Perelló y Díaz Andreu, 1992), mientras que se asocian a motivos ramiformes en El Mirador, Monte Valonsadero, Soria (Gómez Barrera, 2001: 136) y en Barfaluy III, núcleo del Río Vero, Huesca (Baldellou et al., 1986: 80). El grupo de El Mirador fue interpretado por Gómez Barrera, siguiendo a Ortego, como un rebaño marchando hacia la derecha. La combinación de zoomorfos es una de las más habituales dentro del arte Esquemático, y algunos autores han defendido su interpretación como rebaño o manada, en función de la determinación de la especie (Alonso y Grimal, 1996, vol. II: 253). Los trazos elaborados con un pigmento arcilloso presentan un muy buen estado de conservación y son en su mayoría manchas informes, todo lo cual nos hace pensar que se trata de evidencias relativamente recientes. No obstante, una de las figuras realizadas con este material sí responde a uno de los tipos del Esquemático típico. Se trata del motivo 21, que se corresponde con el tipo ramiforme de los definidos por Acosta (1968: 124 y ss.). Cabe señalar la hipótesis de que se realizasen repintados de motivos ya existentes con anterioridad, tal y como se ha documentado en algunos conjuntos del Monte Valonsadero, en Soria (Gómez Barrera, 2001). En cualquier caso, lo apuntamos como mera posibilidad, ya que en Mas del Obispo no se han observado superposiciones de este tipo. Por otro lado, en algunos conjuntos esquemáticos de la Provenza (Hameau, 1989: 104) se ha constatado el empleo sistemático de pigmentos de tipo arcilloso para realizar pinturas consideradas como pertenecientes al ciclo Esquemático. En nuestro caso concreto, nos inclinamos a pensar que no se trata de representaciones contemporáneas al resto de motivos del covacho, sino que corresponden a cronologías más recientes, al igual que se ha apuntado para el Racó del Sopero en Beceite (Bea, 2012b: 73-74).

5. CONCLUSIONES En Mas del Obispo se aprecian varias fases decorativas correspondientes a distintas frecuentaciones del covacho cuya cronología no estamos en condiciones de precisar. Dejando a un lado los grabados, pendientes de un estudio en profundidad, restan las grafías pintadas. Entre ellas, hemos distinguido un grupo de representaciones realizadas con pigmento que oscila entre el naranja y el rojo oscuro, muy embebido en el soporte rocoso, que responde al arte Esquemático típico. Un segundo grupo incluye los trazos pintados con un pigmento de tipo arcilloso, en su mayoría no figurativos y que se reparten por buena parte de la superficie de la oquedad. El excepcional estado de conservación del pigmento nos induce a pensar que se trata de decoraciones realizadas en frecuentaciones del covacho en cronología reciente. No obstante, no se han detectado superposiciones que puedan confirmar que unas evidencias están por encima de las otras. El componente escénico podría proponerse para las figuras del panel I, donde varios ramiformes aparecen agrupados junto a un motivo antropomorfo, si bien ningún otro elemento nos permite aventurar la naturaleza de la escena. También el panel III Inferior nos sugiere una representación de carácter narrativo. Si es cierta nuestra interpretación del grupo como un conjunto de zoomorfos, estaríamos ante la figuración de una manada o rebaño, si bien la falta de detalles y la mala conservación de las grafías nos impiden reconocer la especie representada, que permitiría ir más lejos en la lectura del panel. Igual que Cuevetas de Poyuelo y El Viñero junto al Mezquín y Val del Charco y Cuesta de Pel en la Val de Jerique, en la Val de Redormos aparecen abrigos con arte levantino y esquemático. El fenómeno de la coexistencia de abrigos con pintura levantina y esquemática en el mismo valle parece poner de relieve la ocupación simbólica de este territorio, aunque la función de marcador territorial que se propone para los conjuntos levantinos no está tan clara en el caso de las pinturas esquemáticas de Mas del Obispo. El hallazgo en los últimos años de los abrigos de El Viñero y ahora Mas del Obispo contribuye a matizar el aparente vacío de manifestaciones esquemáticas en la cuenca baja del Guadalope, rodeado por áreas con presencia de manifestaciones artísticas esquemáticas como son el núcleo de Mequinenza al norte (Royo Guillén, op. cit., 2016: 137, fig. 1), el Matarraña al este y el Río Martín al oeste.

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Figura 6. 1. Zona superior del Panel III. Calco sobre fotografía; 2. Zona inferior del Panel III. Fotografía, imagen tratada con DStretch y calco con indicación de la numeración de las figuras.; 3. Panel IV. Figura 32.

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Sesión 1. Prehistoria AGRADECIMIENTOS Proyecto de investigación HAR2014-59042-P (MICINN), Grupo “Primeros Pobladores del Valle del Ebro” (H-07PPVE, financiado por Gobierno de Aragón y Fondo Social Europeo) e Instituto Universitario de Ciencias Ambientales (IUCA). Paloma Lanau es investigadora FPI (C042/2014). El proyecto de cerramiento de este abrigo ha sido redactado y dirigido por J. L. Cano, siendo financiado por la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón. La señalética y los paneles informativos han corrido a cargo de la Comarca del Bajo Aragón-Alcañiz.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Acosta, P. (1968): La pintura rupestre esquemática en España. Salamanca. Universidad de Salamanca.

Beltrán, A. (2002): Las pinturas rupestres de Val del Charco del Agua Amarga de Alcañiz. Zaragoza. Prames. Beltrán, A. y Royo, J. (2005): Corpus de arte rupestre del Parque Cultural del Río Martín. Ariño (Teruel). Asociación Parque Cultural del Río Martín. Castells i Camp, J. (1990): Inventari del Patrimoni Arqueològic de Catalunya. Corpus de pinturas rupestres. Volum I. La conca del Segre. Barcelona. Diputació de Lleida. Generalitat de Catalunya. Departament de Cultura. Gómez Barrera, J. A. (2001): Ensayos sobre el significado y la interpretación de las pinturas rupestres de Valonsadero. Soria. Diputación Provincial de Soria. Hameau, P. (1989): Les peintures postglaciaires en Provence: inventaire, étude chronologique, stylistique et iconographique. París. Maison des Sciences de l’Homme.

Alonso, A. y Grimal, A. (1996): El arte rupestre prehistórico de la cuenca del río Taibilla (Albacete y Murcia): nuevos planteamientos para el estudio del arte levantino. Barcelona.

Martínez Valle, R. y Guillem Calatayud, P. M. (2006): Un alto en el camino: los abrigos pintados del Barranco de Las Clochas, Gestalgar, Valencia. Gestalgar (Valencia). Ayuntamiento de Gestalgar.

Baldellou, V., Painaud, A., Calvo, Mª. J., Ayuso, P. (1986-1989): “Las pinturas esquemáticas de la partida de Barfaluy (Lecina-Bárcabo. Huesca). Empúries. Nº 4850: 64-83.

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Bea, M. (2012a): “Nuevas perspectivas de análisis para el arte levantino del Maestrazgo. Los abrigos del Arquero y del Torico (Castellote, Teruel). Zephyrvs. LXX: 49-67.

Royo Guillén, J.I. (2016): “Sobre la distribución territorial de la pintura rupestre esquemática en Aragón: algunas novedades”. En Actas del I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés. Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón. Zaragoza, pp. 131-142.

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Sesión 1. Prehistoria

UN NUEVO ENCLAVE CON GRABADOS RUPESTRES EN LAS ALTAS CINCO VILLAS: LA CUEVA DE LASQUE (ORÉS, ZARAGOZA) Y SU DOCUMENTACIÓN FOTOGRAMÉTRICA

1.7.

A NEW SITE WITH ROCK ENGRAVINGS IN HIGHS CINCO VILLAS: THE LASQUE CAVE (ORÉS, ZARAGOZA) AND ITS PHOTOGRAMMETRIC DOCUMENTATION José Ignacio Royo Guillén1, Fabiola Gómez Lecumberri2, Héctor Arcusa Magallón3 1

Dirección General de Cultura y Patrimonio. GOBIERNO DE ARAGÓN 2 Arqueóloga profesional 3 Arqueólogo profesional

Autor de contacto/Contact author: José Ignacio Royo Guillén, jiroyo@aragon.es

RESUMEN Entre los santuarios rupestres de Aragón, uno de los más interesantes se encuentra en la localidad de Orés, muy cerca del prepirineo de Zaragoza. Descubierto a finales de los años 90, hasta la fecha ha permanecido inédito, aunque se trata de un yacimiento cuyas representaciones grabadas aportan importantes novedades en la iconografía del arte rupestre de época protohistórica en el valle del Ebro. La degradación de su soporte rocoso y el consiguiente deterioro de sus paneles grabados, ha supuesto un auténtico reto para la documentación de estos grabados y sus técnicas de ejecuciòn. En la actualidad se conservan cinco paneles grabados, que correspondían a un conjunto que desgraciadamente ha destruido en gran medida la erosión del soporte rocoso. La metodología de documentación de este enclave ha evolucionado en estos últimos 15 años, desde los calcos directos sobre láminas plásticas y los realizados por frotage, a los calcos indirectos a partir de fotografía. Así se han apreciado diversas técnicas de grabado, como los realizados por picado, abrasion o incision. Entre las representaciones aparecen cazoletas, surcos, motivos geométricos, armas, junto a inscripcions paleohispánicas y posibles embarcaciones. La reciente documentación fotogramétrica de este yacimiento, nos ha permitido acelerar el proceso de calco, consiguiendo mayor precision y el estudio de este conjunto de época protohistórica y su posible contexto arqueológico. PALABRAS CLAVE: Grabados rupestres; Protohistoria; Armamento; Documentación fotogramétrica; Inscripciones paleohispánicas; Embarcaciones.

ABSTRACT Among the rock sanctuarys of Aragon, one of the most interesting is located in the town of Orés, very close to the prePyrenees of Zaragoza. Discovered at the end of the 90s, to date it has remained unpublished, although it is a site whose recorded representations represent important novelties in the iconography of the protohistoric rock art of the Ebro valley. The degradation of its rocky support and the deterioration of their engraved panels has been a real challenge for the documentation of their engravings and their execution techniques. At present five engraved panels located in the outer part of this shelter, corresponding to a group that unfortunately has destroyed the erosion of the rocky support. The documentation methodology of this site has evolved in the last 15 years, from the direct tracings on plastic sheets and those made by frotage, to the indirect tracings from photography. This has documented various engraving techniques, such as those made by chopping, abrasion or incision. Among the existing representations, bowls, grooves, geometric motifs, weapons, along with paleohispanic inscriptions and possible boats appear. The recent photogrammetric documentation of this site has allowed us to accelerate the process of tracing, achieving greater precision, which has allowed us to study this set of protohistoric epoch and its possible archaeological context. KEY WORDS: Rock engravings; Protohistory; Armament; Photogrammetric documentation; Paleohispanic inscriptions; Boats.

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1. INTRODUCCIÓN Entre el grupo de pequeños santuarios rupestres al aire libre de cronología postpaleolítica que se han documentado en Aragón (Royo Guillén: 2009), uno de los menos conocidos se encuentra en las Altas Cinco Villas zaragozanas, en la localidad de Orés, muy cerca ya del prepirineo (Royo Guillén: 2015, 114, fig. 18). Descubierto a finales de los años 90 por el vecino de esta población D. Tomás Cortés, agente de protección de la naturaleza, hasta la fecha ha permanecido casi inédito, aunque se trata de un conjunto cuyos motivos grabados representaron en su momento, toda una novedad en el repertorio iconográfico de las representaciones parietales de época prehistórica y protohistórica en territorio aragonés (Royo Guillén, op cit.: 2009, fig. 14; op. cit.: 2015, 104, fig. 4) (fig. 1).

Figura 2. La cueva de Lasque y su entorno arqueológico (Según Cabello: 2007, modificado por Royo 2017).

Figura 1. La cueva de Lasque con respecto a los principales conjuntos rupestres protohistóricos del valle del Ebro. La Cueva de Lasque es un abrigo que se encuentra a unos 3 km. al Suroeste de la población de Orés, en la confluencia de un pequeño barranco afluente al de Valdefano, por lo que controla visualmente una de las vías naturales de la zona que desemboca a poca distancia de la estación rupestre en el río Orés, junto a la ermita de Yerzol, en cuyos alrededores se han localizado varios yacimientos arqueológicos, desde la Edad del Bronce hasta época ibérica (Cabello: 2007, 32) (fig. 2).

El entorno vegetal de la zona sufrió en el verano de 2015 un terrible incendio forestal que arrasó la mayor parte de la parte sur del término municipal de Orés, aunque afortunadamente ni el fuego ni las altísimas temperaturas alcanzadas por el incendio afectaron la integridad de este abrigo ni de sus grabados rupestres. Dos años después del incendio, es alentador comprobar como poco a poco la vegetación se va recuperando y se han detenido los fuertes procesos erosivos generados por el mismo (fig. 3).

El covacho se abre en un espolón o afloramiento de areniscas oligocenas asentadas sobre un estrato de margas arcillosas, orientado hacia el Noroeste y formado por el diaclasado de la roca y el posterior desprendimiento de grandes bloques, lo que sumado a una intensa erosión alveolar, ha conformado un abrigo alargado y profundo, con una buena protección en la que se localizan hasta cinco paneles grabados repartidos en otras tantas rocas desprendidas del techo o de las paredes. El entorno de este enclave rupestre se concreta en una serie de grandes vales o barrancos de fondo plano, con aprovechamiento agrícola y laderas pobladas con una densa cobertura vegetal, correspondiente a un bosque mixto de tipo mediterráneo algo degradado.

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Figura 3. La cueva de Lasque en septiembre de 2017, donde puede verse parte de la vegetación en proceso de recuperación.


Sesión 1. Prehistoria 2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA Desde el primer contacto con este yacimiento, en el año 2002, comprobamos que se trataba de un conjunto con representaciones grabadas hasta ese momento desconocidas en Aragón, por lo que nos propusimos realizar una documentación exhaustiva del nuevo yacimiento, con el objeto de darlo a conocer lo antes posible a la comunidad científica. Pero también fuimos conscientes que el tipo de soporte y la propia factura de los motivos grabados y su estado de conservación podía convertir la documentación de este nuevo enclave en un autentico problema de metodología. Hay que tener en cuenta que en esos momentos, todavía no se había ni generalizado ni desarrollado la fotografía digital, ni mucho menos otros sistemas de documentación. Por esos motivos, la realización de una documentación completa del covacho y sus paneles grabados se ha demorado casi quince años, hasta disponer de herramientas que nos han permitido contrastar los diferentes métodos de calco probados hasta ahora. La utilización de nuevas técnicas de fotografía y calcos indirectos, así como la constatación de la presencia de un posible yacimiento de ocupación en el propio abrigo, nos ha permitido completar el estudio y contextualizar mejor este nuevo ocnjunto de grabados al aire libre.

3. DESCRICIÓN DEL ABRIGO Y SUS GRABADOS La cueva de Lasque es un gran abrigo abierto hacia el noroeste en un gran afloramiento de areniscas oligocenas que se localiza en la margen izquierda de una pequeña barranquera subsidiaria del Barrranco de Valdefano, casi en la confluencia entre ambos. El desprendimiento de grandes bloques pétreos y la intensa erosión alveolar, han conformado una oquedad de más de veinte metros de boca y casi nueve metros de profundidad máxima, que se eleva casi cinco metros sobre el terreno arcilloso de la ladera. A pesar de los grandes bloques desprendidos del techo y caidos sobre el suelo arenoso del abrigo, éste conserva en su interior alturas máximas de casi tres metros entre el suelo y el techo del abrigo. El anidamiento de algunos animales en la base del mismo provocó en 2009 el afloramiento de unos pocos materiales arqueológicos que describiremos más adelante (fig. 4). Los paneles grabados, se localizan en los bloques desprendidos, sobre superficies con pátina encostrada y en algunos casos de aspecto vitrificado y composición muy similar a algunos soportes de los abrigos de la Masada de Ligros en Albarracín. Dichas pátinas parecen ser el resultado de fenómenos periglaciares, en ambientes climáticos muy secos y fríos. La erosión posterior ha afectado a las rocas grabadas de dos maneras muy diferentes; por un lado, provocando fracturas que han fragmentado rocas separando grabados y por otro, la erosión alveolar ha desprendido fragmentos más o menos importantes de la referida costra.

Figura 4. Detalle de la boca de la cueva de Lasque. En un círculo rojo, la zona de afloramiento de material arqueológico. Esto ha supuesto en varios sectores la pérdida de una parte importante de las representaciones grabadas. La orientación al noroeste del abrigo favorece su degradación mediante fenómenos de alveolización y taffonización de sus paredes, techo y rocas grabadas, presentando superficies muy pulverulentas (Royo Guillén y Andrés, op. cit.: 2000, 35-37, fig. 15). En la actualidad se conservan cinco paneles grabados que se reparten por la parte más externa del abrigo, orientándose algunas de las losas grabadas hacia el oeste, siendo iluminadas directamente por el sol del atardecer en el solsticio de invierno (fig. 5).

3 .1. Tipología y técnicas de ejecución de los grabados de la Cueva de Lasque. Una de las particularidades de este abrigo reside en sus representaciones parietales grabadas, entre las que hemos señalado hasta cuatro técnicas diferentes de ejecución de los motivos grabados grabados que pueden condicionar la tipología y el resultado final de dichas reresentaciones (Royo Guillén y Andrés, op. cit.: 2000, 30-31): a). Grabados fusiformes. Son motivos grabados mediante abrasión del soporte con un instrumento de mayor dureza que la roca y de punta roma, lo que dará un perfil en U abierta. En este caso son motivos lineales con los estremos ahusados. Son los mayoritarios y ocupan la totalidad de los paneles decorados. Todos los motivos representados son de estilo esquemático y de carácter lineal (fig. 6). b). Grabados filiformes. Son motivos realizados mediante incisión con un instrumento lítico o metálico muy aguado que deja un perfil en V. Suelen ser muy finos y se degradan con facilidad, sobre todo en soportes de arenisca. Ocupan casi todos los paneles y también son de estilo esquemático, representando motivos lineales, simbólicos o retículas geométricas (fig. 7). c). Grabados de surco ancho. Al igual que en el caso

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Figura 5. Planimetría y secciones de la Cueva de Lasque, con indicación de las losas grabadas y de la zona de afloramiento de material arqueológico (Corte E-E´, flecha roja).

Figura 7. Detalle del panel nº 5 con varias cazoletas realizados por picado junto a grabados filiformes. Figura 6. Grabados fusiformes del panel 3-4 de la Cueva de Lasque. anterior, se trata de incisiones, pero con instrumentos de punta roma que dejan una sección en U. Sólo se han detectado algunos motivos de estilo figurativo presentes en los paneles 2 y 3-4 (fig. 8). d). Grabados picados. Este tipo de grabados se realizan mediante persusión con objetos pétreos o de metal sobre el soporte rocoso. Dicha percusión puede ser directa o indirecta, pudiendo ser más o menos profundo el motivo grabado y con los contornos más o menos definidos. En la cueva de Lasque no se encuentran en todos los paneles. Donde mejor se ha documentado esta técnica es en el panel nº 5, sobre todo en forma de cazoletas o microcazoletas, aunque también aparecen estos motivos en otros paneles (fig. 7).

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Figura 8. Detalle de una punta de flecha o jabalina grabada por incisión de punta roma superpuesta a un grabado fusiforme.


Sesión 1. Prehistoria Toda la tipología de grabados y de técnicas empleadas en su ejección se reparten indistintamente por los paneles decorados, mezclándose tipos y técnicas y en varios casos incluso con superposiciones claramente constatadas lo que permite identificar una estratigrafía en este yacimiento y por lo tanto una cronología relativa de las representaciones.

3.2. Las técnicas de tradicionales empleadas.

documentación

Las especiales condiciones de conservación de este yacimiento y las características de sus paneles grabados han condicionado desde el momento de su descubrimiento el sistema de documentación de los mismos, lo que ha motivado el uso de dos métodos complementarios: el calco directo sobre láminas de plástico de polivinilo y el calco por frotage con carboncillo sobre papel (fig. 9).

Figura 10. Detalle del ángulo inferior izquierdo del panel 4B y propuesta de calco provisional (Royo: 2009).

Figura 9. Calco del panel 4B por frotage (Royo y Gómez: 2005). Ambos sistemas han sido complementados con el uso de la fotografía convencional en los primeros años y a partir del año 2009 con el uso de la fotografía digital con diferentes tipos de luz. En una primera fase, esta metodología ha permitido documentar algunos paneles que por su ubicación, mala iluminación y mala conservación de los grabados, no hacían factible el empleo de calcos directos. La combinación de todos estos métodos nos ha permitido realizar alguna restitución de los paneles grabados que ya ha sido dada a conocer (Royo Guillén, op. cit.: 2009, fig. 14), pudiéndose constatar algunas superposiciones del mayor interés (fig. 10).

3. 3. El uso de la fotogrametría digital como método para la documentación de grabados rupestres: El caso de la Cueva de Lasque. Aunque en los últimos años el uso de las nuevas tecnologías digitales, sobre todo en lo referido al Scanner 3D y a la fotogrametría se ha venido aplicando cada vez con más asiduidad para la documentación del arte rupestre y así minimizar su deterioro (Loendorf: 2001; Bertilsson:

2015), por el momento no son muy abundantes los trabajos centrados en la aplicación de estos métodos para la toma de datos y reproducción de yacimientos con grabados rupestres en la Península Ibérica (Pires et alii 2009; Pires et alii 2014; Carrero et alii 2016; Cortón et alii: 2011; López-Menchero et alii: 2017; Vazquez et alii 2017; Vilas-Estevez et alii: 2016). Para la documentación fotogramétrica se llevo a cabo un escaneado individualizado de cada uno de los paneles, salvo en el caso de los paneles 3 y 4, que se escanearon de forma conjunta. De cada uno de los paneles se tomaron en torno a 100 fotografías, tanto de conjunto como de detalle, que permitieron, mediante el software Photoscan de Agisoft, extraer los modelos 3D de las rocas grabadas. Una vez obtenido el modelo tridimensional, éste se postprocesó en Blender, un potente software gratuito de diseño 3D. Es en este software donde se le dio al modelo 3D de los grabados el tratamiento para sacar los calcos digitales mediante dos sistemas sencillos, pero a la vez funcionales: renderizados con distintos tipos de luz artificial generada directamente en el software, y resaltando el relieve de la geometría mediante el uso del Pointiness. Los resultados de dichos renderizados se exportaron mediante capas a Inkscape, un editor gráfico libre y gratuito en el que se elaboraron los calcos definitivos (fig. 11).

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hayan podido identificar figuras o representaciones concretas. También se han documentado varias cazoletas y microcazoletas, así como algunos trazos filiformes y un pequeño surco realizado por picado (fig. 12). Panel nº 2. Se encuentra sobre la superficie horizontal de otro bloque desprendido, junto al anterior y en una zona del abrigo cuya cornisa protege sólo una parte del panel grabado. Al contrario que con el panel nº 1, en este caso la pátina superficial ha desaparecido por lo que la erosión ha desgastado el soporte haciendo desaparecer gran parte de los grabados o bien dejándolos menos visibles. Entre los pocos motivos documentados, destacan los grabados filiformes en forma de haces de líneas o algunos grabados incisos de surco ancho con representación de puntas de flecha o lanza (fig.13).

Figura 11. Uso del pointiness en Blender. Detalle de los paneles 3-4.

3. 4. Descripción de los paneles grabados. Los paneles grabados 1, 2, y 5 se encuentran en rocas de superficie prácticamente horizontal, mientras que los paneles 3 y 4 corresponden a una sola plancha rocosa grabada anteriormente a su fractura, por lo que en estos momentos sólo puede reconstruirse la composición completa a través de los calcos realizados. A tenor de la reciente documentación fotogramétrica realizada, estos son los paneles que han podido ser estudiados en esta estación: Panel nº 1. Localizado en la parte más alta del abrigo, en su extremo Este. Los motivos grabados, casi todos fusiformes, se han realizado sobre una superficie rugosa y horizontal, pero con una densa pátina vitrificada. En este panel sólo aparecen haces de líneas paralelas y otros trazos convergentes, sin que hasta la fecha se

Figura 12. Documentación fotogramétrica del Panel 1.

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Figura 13. Detalle de los grabados del panel 2.

Panel nº 3 y nº 4. En un primer momento ambos paneles formaron parte de una laja desprendida del techo de superficies muy patinadas sobre la cual se grabó un único panel con un buen número de representaciones fusiformes. Posteriormente, los procesos erosivos partieron la citada laja, provocando también importantes desprendimientos del soporte, lo que ha afectado a la lectura de los motivos grabados. De cara a una interpretación más objetiva, y dado el mal estado de conservación de estos dos paneles, el nº 4 se ha subdividido en dos sectores: A y B. De los dos paneles, el nº 3 es el más pequeño y conserva unas cuantas figuras realizadas en grabados fusiformes, así como alguna cazoleta picada. Entre los motivos fusiformes destaca la figura de una posible embarcación de quilla recta, vela triangular y timón, junto a alguna línea, otra figura en forma de flecha y alguna cazoleta (fig. 14). Por lo que respecta al panel nº 4, en su sector A que es el extremo que coincide con el panel 3, contiene la posible popa de la anterior embarcación, así como otra de mayor tamaño y similar tipología, incompleta pero con una posible línea de remos configurados por varios trazos fusiformes oblicuos y paralelos bajo la quilla. Además de esta figura, aparecen otros motivos realizados


Sesión 1. Prehistoria a base de surcos fusiformes rectilíneos que configuran representaciones de líneas o puntas de flecha o alabardas, complementadas con varias cazoletas y microcazoletas (fig. 14). En cuanto al sector B del panel nº 4, presenta unas representaciones de gran interés, ya que es uno de los paneles donde se aprecian una serie de superposiciones en los motivos grabados que nos ha permitido establecer la secuencia cronoestratigráfica de esta estación rupestre.

Figura 14. Extremo noreste de los paneles 3-4.

En un espacio muy reducido (las dimensiones totales del panel 4 son de 2 x 1 m.) se acumulan un buen número de motivos realizados tanto por picado como mediante surcos fusiformes, así como por grabados incisos filiformes y otros de surco ancho. Pero lo más interesante es una pequeña área de panel que se localiza en el ángulo noroeste de la laja rocosa, donde aparecen unos cuantos motivos fusiformes sobre los que hemos detectado varias superposiciones (fig. 15). En éstas se aprecian tanto figuras de puntas de lanza o flecha realizadas por incisión de surco ancho, como varios motivos realizados por incisión filiforme, entre los que se han podido identificar al menos, una pequeña inscripción en caracteres ibéricos, así como una retícula en zig-zag y otros motivos abstractos entre los que destaca un antropomorfo de tipo cruciforme (fig. 15). Panel nº 5. Localizado en el extremo oeste del covacho y junto a su actual zona de acceso, también es el de mayor tamaño y el que contiene mayor número de representaciones grabadas. A pesar de que la erosión le ha hecho perder parte de la pátina superficial original, no hay graves desprendimientos de lajas y los grabados se ven con relativa nitidez. Los motivos se distribuyen en la superficie horizontal de una gran roca desprendida del techo, pero sólo se conservan en la zona protegida por la visera del abrigo. Como en el panel anterior, en éste también se aprecian todas las técnicas de grabado utilizadas en este yacimiento.

Figura 15. Sector B del panel 4. Figura 16. Detalle de los grabados del panel 5.

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Es en este panel donde los grabados picados son más abundantes, en este caso representados exclusivamente por las cazoletas en varios tamaños, aisladas o agrupadas y en algunos casos claramente asociadas a los grabados fusiformes, los cuales cuentan con el mismo tipo de representaciones ya descritas en los paneles nº 3 y 4, aunque en este caso también hemos descubierto una pentalfa y una retícula filiformes. Respecto a los grabados filiformes, son los únicos que tienen tendencia a líneas curvas y en alguna ocasión parecen estar superpuestos a los motivos fusiformes (fig. 16).

3. 5. Los restos arqueológicos de la Cueva de Lasque y su cronología. Aunque en las primeras visitas al abrigo no recuperamos ninguna evidencia arqueológica, lo cierto es que en la base del covacho, justo al pie de las losas grabadas, parece abrirse una oquedad totalmente colmatada por sedimentos. La aparición de alguna madriguera ha provocado la extracción del interior de las tierras que colmatan el abrigo inferior, lo que nos permitió recoger escasos, pero significativos restos arqueológicos que permiten constatar la existencia en este lugar de una ocupación con al menos dos momentos cronológicos (fig. 17). Destacaremos la presencia de dos lascas de sílex que no permiten mayores precisiones (fig. 17, 1). Los fragmentos de cerámica, por sus pastas y acabados pueden adscribirse a un Hierro I genérico, teniendo en cuenta que uno de los fragmentos presenta un surco acanalado (fig. 17, 2). La última pieza corresponde a una lucerna romana incompleta de disco, sin decoración y con acabado engobado que por su tipología puede incluirse entre las producciones del siglo I de la Era (fig. 17, 3).

4. PARALELOS Y CRONOLOGÍA DEL CONJUNTO RUPESTRE A la espera de un estudio exhaustivo de este yacimiento, podemos adelantar algunas consideraciones sobre el mismo y sobre sus grabados rupestres: a). Nos encontramos ante el primer conjunto aragonés donde tuvimos oportunidad de constatar la presencia de grabados de tipología “fusiforme” o “naviforme” en un contexto claramente prehistórico o protohistórico. Con posterioridad, pudimos estudiar el santuario de Arroyo del Horcajo en Romanos, donde aparecen este tipo de grabados en varios de los paneles documentados (Royo Guillén: 2008-2010, 86, figs. 27-28). También constatamos su presencia en la cueva de las Cazoletas de Monreal de Ariza pero aquí fechado en época medieval (Royo Guillén y Gómez: 2005-2006, 310, fig. 9). Aunque poco comunes en el valle medio del Ebro, son más abundantes en otras áreas peninsulares, en especial en la cornisa cantábrica (Díaz: 1993, 29-40), País Vasco, Pirineos Occidentales (Lérida y Andorra) (Diez-Coronel: 1986-87; Abelanet: 2003; Canturri: 2003), además del mediterráneo en Valencia y Alicante (Aparicio: 1986; Hernández: 1995, 27-29). También aparecen en la comarca de las Hurdes (Sevillano, op. cit.: 1991), en otros puntos de Extremadura, como en la comarca de La Serena (Collado Giraldo y García: 2007, 406) y en Portugal (Coimbra: 2013). Respecto a la cronología de estos grabados, aunque en algunos contextos han sido datados en cronología paleolítica (Aparicio, op, cit.; 1986), pueden llegar a época histórica (Royo Guillén y Gómez, op. cit.: 2005-2006). No obstante, en los casos donde aparecen junto a representaciones de armas, suelen fecharse entre la Edad del Bronce y los momentos finales de la Edad del Hierro, como ocurre en varios yacimientos de Las Hurdes o del Pirineo, donde también aparecen asociados a inscripciones en lengua ibérica o latina (Sevillano, op. cit.: 1991, 61-74, fig. 30; Campmajo: 2008, 384). b). Hasta la fecha este abrigo es el único con grabados de las Cinco Villas aragonesas, junto al conjunto del Corral de Lafita en Sos del Rey Católico, cuyos motivos cuentan con elementos icnográficos que podrían fecharlos en épocas relativamente tardías o incluso alto medievales, remarcando su clara relación con el mundo pastoril de la zona (Royo Guillén y Gómez: 1997, 44).

Figura 17. El yacimiento debajo de la cueva de Lasque, 1.- sílex tallado. 2.- Cerámica del Hierro I. 3.- Lucerna de disco romana.

c). En la Cueva de Lasque nos encontramos con cinco paneles grabados en los que coexisten distintas técnicas de grabado, como el picado, la incisión (filiforme, grabado ancho) y la abrasión (fusiforme), siendo coetáneas las representaciones picadas y las fusiformes y estando superpuestas a ambas las filiformes y las incisas de surco ancho. d). Analizando su temática, los motivos representados se limitan a unos pocos modelos que se repiten con regularidad en casi todos los paneles, como las armas (lanzas, flechas o venablos), los haces de líneas paralelas

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Sesión 1. Prehistoria

Figura 18. Motivos representados en la cueva de Lasque en relación a la iconografía del arte rupestre del Hierro en el valle medio del Ebro. ó convergentes (aspas), las retículas geométricas, una pentalfa y las cazoletas (aisladas, agrupadas y siempre asociadas a los fusiformes) que varios autores han vinculado con ritos de agua (Beltrán: 1998; Beltrán et alii: 2002). Además, entre los grabados filiformes nos encontramos con inscripciones epigráficas, motivos en zig-zag, haces de líneas y otros motivos geométricos o de tipo cruciforme. Todos estos elementos son característicos del arte rupestre de la Edad del Hierro de la Península Ibérica (Royo Guillén: 2009, fig. 1) y muy especialmente del valle del Ebro, donde contamos con una iconografía bien documentada (Royo Guillén: 2015, 104. Fig. 4) (fig. 18). También son muy abundantes en otros contextos europeos, como el arco alpino y sobre todo Valcamónica en Italia (Fossati: 2000). e). Entre la iconografía documentada, debemos remarcar las representaciones de posibles embarcaciones de los paneles 3-4. Aunque los motivos son claramente esquemáticos, los elementos grafiados son suficientes para emparentar dichas embarcaciones con otras repartidas por la geografía peninsular y que se vienen fechando a lo largo de la Edad del Hierro (Ruiz-Galvez: 2005). Así se ha visto en otros ejemplos localizados en Extremadura, en Molino Manzanez o en la Zepa de la Serena (Collado Giraldo, op. cit.: 2006, 453, fig. 14; Collado Giraldo y García, op. cit.: 2007, 287, lam. XLI). También aparecen representaciones de barcos en la pintura rupestre, como en el abrigo de Laja Alta en Cádiz (Royo Guillén, op. cit.: 2009, fig. 20), o incluso en la cerámica ibérica de la zona mediterránea, donde pueden aparecer tanto pintadas como grabadas. f). Es destacable asimismo la abundancia de armas representadas, cuya tipología remite a modelos que se desarrollan entre el Bronce Final y la Edad del Hierro, con paralelos exactos en las lanzas representadas en la roca I del Arroyo del Horcajo (Royo Guillén, op. cit.: 2008-2010, 83, fig. 24). El contexto arqueológico de los

alrededores de la Cueva de Lasque y del territorio del municipio de Orés, indica la presencia de yacimientos que pueden relacionarse con un poblamiento protohistórico (Cabello, op. cit.: 2007), confirmado con el hallazgo de restos arqueológicos fechables en el Hierro I en la propia base de la cueva de Lasque, algo similar a lo que hemos constatado en otros conjuntos grabados, como los del Puntal del Tío Garrillas II en la sierra de Albarracín (Royo Guillén: 2004, 147). g). En este abrigo existen asociaciones iconográficas que solamente en el Arroyo del Horcajo I hemos podido comprobar. Así, junto a las representaciones de armamento, aparecen las retículas geométricas, las pentalfas y los grabados filiformes junto a las inscripciones epigráficas (Royo Guillén, op. cit.: 20082010, 84-85). Este tipo de asociaciones entre grabados filiformes y fusiformes, también aparecen en algunos grabados leridanos (Díez-Coronel, op. cit: 1986-87) o de la Cerdaña, donde además dichas asociaciones se localizan junto a inscripciones ibéricas de los siglos III a. C., que han sido relacionadas con importantes vías de comunicación o de comercio (Campmajo, op. cit.: 2008). También en los grabados de Las Hurdes aparecen este tipo de asociaciones, perdurando hasta la plena romanización (Sevillano, op. cit.: 1991, 177-199, figs. 28 y 30). Del mismo modo, en el Molino Manzánez, nos encontramos asociaciones similares, junto a inscripciones paleohispánicas y latinas, en este caso con todos los grabados realizados con técnica incisa filiforme (Collado Giraldo, op. cit.: 2006, 449-467, figs. 16 y 40). h). Tanto el tipo de abrigo, su orientación, como sus representaciones grabadas y la acumulación de motivos en un espacio reducido, permiten plantearnos una funcionalidad para este conjunto que tendría mucho que ver con la sacralización del paisaje y el control de un paso estratégico (Bco. de Valdefano) hacia las llanadas de Ejea de los Caballeros. Pero también puede plantearse

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una interpretación de este covacho como un pequeño santuario o Locra Sacra Libera, ligado a determinadas prácticas mágico-religiosas relacionadas con el Sol y en especial con el solsticio de invierno, como demostraría la orientación de varios de los paneles grabados al sol poniente durante el final del otoño y comienzos del invierno. La presencia de la ermita de Yerzol en los alrededores de esta estación rupestre, vendría a reforzar la sacralidad de este territorio y su perpetuación a través de los rituales cristianos durante épocas históricas, como viene siendo habitual en otros muchos santuarios rupestres peninsulares de cronología protohistórica (Benito y Grande, op. cit.: 2000, 29). i). A tenor de lo dicho hasta ahora, resulta evidente la cronología protohistórica de los grabados de la Cueva de Lasque, así como su acentuada funcionalidad ritual, mágica o religiosa, acrecentada si cabe por la ausencia total de escenas o representaciones figurativas, salvo en el caso de algunas armas. También debe plantearse la posibilidad de encontrarnos ante un “marcador territorial” junto a una vía de comunicación o de paso que de forma simbólica subrayaría una determinada identidad étnica o tribal. Hay que insistir en este punto, dado el carácter evidentemente simbólico de la mayor parte de las representaciones grabadas en este abrigo, resaltado con las grafías detectadas en el panel 4B y que pondrían en relación este conjunto rupestre con otros de similares características localizados en los Pirineos y en otras regiones de la Península Ibérica (Pérez Ballester: 1992; De Hoz: 1995; Royo Guillén, op. cit.: 1999, 224227; 2004, 130-134).

5. CONCLUSIONES Por lo que se refiere a la cronología de este conjunto rupestre, tras el estudio de las superficies grabadas, hemos detectado una interesante secuencia estratigráfica que conviene detallar, como es el caso del panel 4 y más concretamente de su sector B (fig. 15). Dicho panel cuenta con al menos tres fases de ejecución: una fase I con grabados fusiformes rectilíneos, una fase II, con motivos incisos de surco ancho y contorno curvo y una fase III con los filiformes incisos. Por el momento, no podemos precisar si las fases II y III son coetáneas o sucesivas en el tiempo, ya que no hemos detectado superposiciones entre ambas, pero teniendo en cuenta su técnica de ejecución, su tipología y su temática, no parece que ambas fases deban simultanearse. Como consecuencia de este hecho, puede plantearse con cierta seguridad que los diferentes paneles decorados de la Cueva de Lasque fueron realizados de forma acumulativa, en el tiempo y en el espacio. De este modo, proponemos la siguiente periodización de este yacimiento: - Fase I. Grabados fusiformes rectilíneos asociados a cazoletas y microcazoletas picadas. A esta fase corresponderían los motivos de esta tipología representados en los paneles 3, 4 y 5. A tenor de los paralelos técnicos e iconográficos citados y del contexto

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arqueológico comprobado, esta fase podría situarse entre el Bronce Final y el inicio de la Edad del Hierro. - Fase II. Grabados incisos de surco ancho y contorno curvo. Aparecen en el panel 2, en el 4B y en el 5; parecen representar en todos los casos puntas de flecha o lanza. Su cronología podría situarse entre el Hierro I Antiguo y el Hierro I Medio. - Fase III. Grabados incisos filiformes. Aparecen en todos los paneles, pero especialmente en el panel 4B y en el 5 y se superponen a los grabados de las fases I y II, por lo que su cronología debe situarse en el Hierro I Tardío, pudiendo llegar hasta momentos avanzados del Hierro II (siglos III-II a. C.). - Fase IV. Grabados filiformes incisos y de tendencia fusiforme rectilíneos y sin representación de motivos. Proceden en su totalidad del panel 1 y al no relacionarse con el resto de las manifestaciones grabadas de este abrigo, no tenemos una certeza sobre su ubicación crono-estratigráfica, pudiendo ser coetáneos de la fase III o bien posteriores a ella, incluso al final de la Edad del Hierro o posteriores, si hacemos caso a la presencia de material romano altoimperial en el yacimiento y a la representación de un motivo alfabetiforme latino (E). Para concluir diremos que la Cueva de Lasque representaría un buen ejemplo de la presencia de pequeños santuarios rupestres protohistóricos, similares a la Cueva de las Cazoletas, pero posiblemente con una funcionalidad distinta, aunque desde luego manteniendo su carácter simbólico o mágico-religioso, en un contexto cronológico y cultural ambientado en un área de fuerte tradición céltica y que por lo tanto permite plantear la utilización de este tipo de santuarios al aire libre como una parte más del proceso de sacralización del territorio, muy propio de las sociedades célticas hispanas (Marco y Royo Guillén: 2012).

AGRADECIMIENTOS Los trabajos relacionados con este yacimiento se han realizado como complemento del inventario y documentación de este tipo de enclaves, promovido desde la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón. Deseamos asimismo agradecer la colaboración prestada por D. Tomás Cortés, A.P.N. de Orés, quien se ha preocupado a lo largo de estos años de facilitar al máximo nuestro trabajo.

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Sesión 1. Prehistoria

MECANISMOS PREVENTIVOS EN LA CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE PINTURA RUPESTRE AL AIRE LIBRE. EL CASO DEL ABRIGO DE LOS TOROS DEL BARRANCO DE LAS OLIVANAS (ALBARRACÍN, TERUEL)

1.8.

PREVENTIVE MECHANISMS IN THE CONSERVATION AND RESTORATION TASKS IN OUTDOORS ROCK ART PAINTINGS. THE CASE OF THE TOROS DEL BARRANCO DE LAS OLIVANAS SMALL CAVE ( ALBARRACÍN, TERUEL)

Rosa Gasque Rubio1, Dra. Mª Antonia Zalbidea Muñoz1, Jose I. Royo Guillén2, Blanca Latorre Vila2 Universitat Politècnica de València (UPV) Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón 1

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Autor de contacto/Contact author: Rosa Gasque Rubio, rosagasquerubio@gmail.com

RESUMEN Albarracín y su entorno protegido es un enclave de la provincia de Teruel con manifestaciones rupestres de gran relevancia, siendo un referente en el estudio del Arte Rupestre Levantino. En este contexto se encuentra el Abrigo de los Toros del Barranco de las Olivanas, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1998 y Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural en 2002. Sin embargo, estas distinciones no resuelven la problemática de su conservación y restauración; problemática que ha sido objeto de estudio desde el siglo XX. La intervención teórica y poco invasiva son las principales conclusiones de estos estudios a los que se hace referencia, sentando así las bases para desarrollar una metodología de conservación preventiva que permite minimizar y controlar la degradación natural del arte rupestre mediante pautas de actuación objetivas y extrapolables. El proceso de conservación preventiva realizado en el Abrigo de las Olivanas ha consistido en el registro fotográfico con luz visible y microscopio óptico de luz visible y ultravioleta, el estudio químico con microanálisis del soporte, el examen colorimétrico de la película pictórica y, finalmente, el seguimiento termo-higrométrico y de sus condiciones microclimáticas. En caso de intervenir, se propone llevar a cabo un proceso curativo, basado en la consolidación y fijación del soporte rocoso. Este estudio tiene como objetivo anticiparse a los daños venideros, planificar una correcta gestión de la conservación de las pinturas rupestres y ampliar sus posibilidades de estudio y difusión a través de mecanismos preventivos, que se presentan como una metodología que, prolongada en el tiempo, permite un control elevado del bien cultural. PALABRAS CLAVE: Pintura rupestre; Conservación preventiva; Intervención curativa; Gestión cultural.

ABSTRACT Albarracín, located in Teruel, and its singular environment, is a reference in the study of the Levantine Rock Art. The Toros del Barranco de las Olivanas small cave was declared as World Heritage in 1998 and Bien de Interés Cultural in 2002. However, these mentions don’t solve the problem about its conservation. According to the studies that have been done during the 20th century, it’s concluded that rock art conservation must be based in theoric and less invasive methods, focused in preventive mechanisms. The natural deterioration for the material condition of the rock art is unavoidable, but it can be minimized and controlled with preventive mechanisms, that allow to settle objective and prolonged rules in a specific place. The preventive conservation suggested in this study has been carried out through the record with camera and microscope pictures, the chemical study of the support, the colorimetry study of the paintings, and the monitoring of its climatic conditions. The conservative intervention would be based in consolidation and fixation processes of the rock art support. The main objective of this process is to anticipate for future damages, to plan a correct management of the painting’s conservation and to expand the possibilities of its study and social difussion with preventive mechanisms; a method that, prolonged in time, allows an elevated control of the asset. KEY WORDS: Rock art; Preventive conservation; Conservative operations; Cultural affairs.

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1. INTRODUCCIÓN La pintura rupestre se describe como una manifestación artística desarrollada, principalmente, en época prehistórica, con elementos de fácil alcance: un soporte rocoso y una película pictórica a base de sustancias naturales. Hoy en día está considerada un bien de extrema fragilidad que constituye un legado universal para el ser humano a nivel antropológico, social y cultural. El abrigo de los Toros del Barranco de las Olivanas se encuentra en el término municipal de Albarracín (Teruel), inmerso en el entorno protegido de los pinares del rodeno. Se descubrió en 1926, pero no fue hasta el año 2002 cuando se incluyó en el ámbito legal del Parque Cultural de Albarracín (BOA, nº.37 de 10 de marzo de 2002).

u hongos); y la acción antrópica, considerada la más agresiva y destructiva (San Nicolás del Toro, 2012; Barreda, 2016). Esta problemática de conservación justifica, guía y permite planificar las actuaciones que se están realizando actualmente. El trabajo multidisciplinar que se realiza en los abrigos del Parque Cultural de Albarracín, aún sin contar (hasta la fecha) con la disciplina de la Conservación y Restauración, está aplicando herramientas que permiten un control preventivo. Estas actuaciones se basan en procesos de estudio y gestión, la consolidación del soporte rocoso y el trabajo por la concienciación social, que favorece el respeto hacia el entorno y las manifestaciones rupestres (Angás et al, 2015; Sebastián et al, 2010; Alloza, Royo y Latorre, 2015; Royo et al, 2013).

La cronología de ocupación del abrigo es neolítica (entre el 6.000 y el 4.000 a.C.) (Lecumberri y Royo, 1998; Royo Guillén, 2017), datos que permiten catalogar la mayoría de las más de cuarenta pinturas rupestres que contiene como expresiones de estilo levantino, cuyo esplendor se alcanzó posiblemente entre el 7.000 y el 5.000 a.C. (Bea y Angás, 2015; Royo Guillén, o. cit., 2017). Predomina el tono rojo en la película pictórica, aunque se han documentado figuras de color negro y blanco (más información en Baldellou y Alloza, 2012), el estilo pictórico es figurativo y naturalista y, el abrigo tiene poca profundidad. Todo ello son características que permiten realizar esta contextualización cronológica (investigaciones iniciadas por Piñón y Saura en 1982, continuadas por Beltrán, 1986; Alloza et al, 2008; Bea, 2008). Desde el punto de vista de la Conservación y Restauración, la localización aislada del abrigo, debido a la orografía del entorno, es determinante para justificar su relativo buen estado de conservación. Sin embargo, la problemática es más compleja, pudiendo analizar factores de deterioro intrínsecos, y extrínsecos (naturales y antrópicos según Sastre y Rodríguez, 2010; Beltrán 1988; y Alloza et al, 2012). Los principales agentes de deterioro intrínsecos observados son: el carácter inmueble del abrigo, que lo aboca a experimentar toda variación que se produzca en el entorno; la técnica de ejecución pictórica, de aplicación “en seco”, sin un estrato de preparación y con aglutinantes naturales, fácilmente dados a la degradación; y las características del soporte, una roca arenisca, muy susceptible de experimentar variaciones volumétricas por agentes erosivos del medio que, en muchas ocasiones, producen pérdidas de película pictórica (Lucas, 1977; Benito, Machado y Sancho, 1991-1992). A todo ello se suman los agentes de deterioro extrínsecos, que son principalmente: el factor climático y ambiental, de difícil control por el emplazamiento al aire libre del abrigo (Giesen et al 2014); la acción de animales (en forma de deyecciones, arañazos, frotamientos) y vegetales (por medio de raíces, proliferación de líquenes

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Figura 1. Agresión antrópica en una figura antropomorfa del abrigo de las Olivanas. Con todo ello, tomando como referencia estas actuaciones y las conclusiones de los principales teóricos del siglo XX, se ha elaborado la premisa teórica a partir de la cual desarrollar una metodología de conservación preventiva en las Olivanas: la mejor conservación es la correcta gestión de los agentes de deterioro. Esta gestión, compleja por la localización al aire libre del abrigo, se propone que se fundamente en el seguimiento del estado de conservación del bien cultural a partir de procesos de estudio, análisis y gestión. Con esta metodología se puede elaborar un método de actuación extrapolable a cualquier manifestación de arte rupestre al aire libre, siempre teniendo presente que cada abrigo presentará una casuística concreta. En este proceso, desde la disciplina de la Conservación y Restauración, se realiza la catalogación del bien cultural, el análisis de su estado de conservación por medio del registro fotográfico y de diferentes datos relacionados con el abrigo (como datos termo-higrométricos o colorimétricos), la consideración de la intervención


Sesión 1. Prehistoria curativa como mecanismo preventivo ante pérdidas matéricas y el análisis crítico de la gestión del bien cultural.

2. OBJETIVOS El objetivo principal del proyecto es estudiar y llevar a cabo procesos de conservación preventiva que permitan ser extrapolables a cualquier manifestación de arte rupestre al aire libre. Como objetivos secundarios se señalan: 1) Realizar un estudio del abrigo basado en un proceso de conservación preventiva por medio de la documentación, el análisis visual y el registro de datos climáticos, ambientales, colorimétricos y de análisis del estado de conservación del soporte y de las pinturas. 2) Comprender el valor sociocultural, histórico y científico del arte rupestre en la provincia de Teruel. De esta forma se puede abordar un análisis de los principales problemas de conservación y restauración del arte rupestre al aire libre, teniendo como punto central del estudio el ámbito del Parque Cultural de Albarracín. 3) Aportar una metodología de control preventivo extrapolable que permita la elaboración de un Plan Integral de Conservación Preventiva en el Parque Cultural de Albarracín, sirviendo de precedente en la inclusión de la disciplina de la Conservación y Restauración en el estudio y gestión del arte rupestre.

3. METODOLOGÍA La combinación de una metodología teórica y empírica ha permitido obtener un estudio planificado y objetivo. La metodología teórica empleada ha consistido en una búsqueda bibliográfica y la realización de visitas museográficas. Todo ello ha permitido elaborar las bases teóricas con las que se ha aplicado la metodología práctica que, sin la tramitación de diferentes documentos técnicos y la coordinación con la Comisión Provincial de Patrimonio Cultural de Teruel, del Gobierno de Aragón, no habría sido factible. En las visitas realizadas al abrigo de forma periódica se ha realizado el análisis y estudio del mismo por medio del registro fotográfico con luz visible, aplicando unos cánones de calidad y rigor, como son el ajuste de blancos con la carta de gris neutro (Lastolite®), el equilibrio cromático con la escala de color (Opcard® 203) y el registro de las figuras con referencias de tamaño empleando un escalímetro arqueológico. Para completar los datos del abrigo, este registro fotográfico se ha complementado con la toma de medidas (largo, alto y profundo) con un distanciómetro láser (Holex®), teniendo la precaución de no incidir en ninguna pintura. El estudio de los agentes de degradación y de las condiciones en las que se encuentra el bien cultural se ha realizado a partir del registro de múltiples datos de

forma periódica, cuya continuidad en el tiempo, otorgaría un control notable del abrigo. Con la instalación de dos DataLogger (LOG32TH®), uno en el exterior del abrigo y otro en el interior, se ha podido observar las condiciones climáticas en relación a los valores de Humedad Relativa (HR), Temperatura (Tª) y Punto de Rocío (PR). Su seguimiento, mediante la descarga sistemática de los datos en un ordenador portátil, ha permitido realizar un estudio y análisis de las condiciones microclimáticas del abrigo. Estos datos termohigrométricos se han complementado con el registro de la temperatura de la superficie del soporte con un termómetro digital de superficie (Tescoma®) y un termómetro láser (Testo® 830-T1), así como el registro de los valores ambientales con un termohigrómetro portátil (Testo® 610). En todas las visitas se ha realizado también el registro de los niveles de incidencia lumínica en el panel de las pinturas rupestres con el luxómetro portátil (SM700 Milwaukee®). El análisis del estado de conservación del abrigo y sus pinturas se ha llevado a cabo con un estudio del registro fotográfico realizado con microscopio óptico USB portátil de luz visible (U500x Digital Microscope Rohs®) y un microscopio óptico USB portátil de luz ultravioleta e infrarroja (Dino-Lite® special light solutions). El estudio del soporte se ha realizado a partir de la recogida de tres muestras petrográficas, externas al abrigo pero de características similares al soporte rocoso, y de otros elementos presentes en el cerramiento del abrigo (cemento y yeso) con bisturí y tubos Eppendorf. Su análisis químico y estudio visual se ha realizado con Microscopio Óptico Estereoscópico (LEICA®) y con Microscopio Electrónico de Barrido y Microanálisis de rayos X (SEM-EDX, de la marca HITACHI®, herramienta del Servei Central de Suport a la Investigaciò Experimental –SCSIE- de la Universitat de València). Este estudio se ha complementado con un test higroscópico desarrollado por el Istituto per la Conservazione e la Valorizzazione dei Beni Culturali-Consiglio Nazionale delle Riserche (ICVBC-CNR), de Florencia. Esta prueba, regulada con la norma UNI 11432:2011, permite establecer los valores de absorción y regulación de líquidos del soporte. También se ha realizado el estudio colorimétrico de cuatro figuras representativas. Para poder repetir la medición en el futuro de los mismos puntos en los que se ha realizado en este estudio, lo que permitiría obtener una valoración objetiva de la evolución de la película pictórica, se imprimió el calco de cada figura en un acetato a tamaño natural y se perforó en cuatro puntos para colocar el sensor del colorímetro (X-Rite®)1. El procesado de los resultados se ha realizado según el sistema de coordenadas CIELab*, obtenidas a través del software i1Profiler®. Otros procesos realizados en relación al abrigo que permiten ampliar su estudio y conocimiento han sido

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la creación de mapas geográficos en la plataforma GOOGLE® Maps y la elaboración de diagramas técnicos con el software de tratamiento de imagen PhotoShop® CS6 y CorelDraw® XS5. En el diagrama de datos se reflejan las características técnicas de las pinturas, mientras que en el diagrama de daños, se muestran los problemas de conservación del abrigo. Finalmente, como parte del proceso de concienciación social, se llevó a cabo una actividad didáctica de tipo teórico-práctico en el Instituto de Educación Secundaria Segundo de Chomón (Teruel).

4. RESULTADOS 4.1. Estudio y catalogación del abrigo y las pinturas rupestres La ficha de catalogación elaborada en este proyecto permite obtener datos fundamentales por medio del análisis visual, permitiendo conocer de forma completa, ordenada y sistemática las características y el estado de conservación del bien cultural. Las pinturas del abrigo de las Olivanas presentan un estilo predominantemente levantino. De las más de 40 figuras registradas en 1943 por Benítez Mellado, actualmente solo se pueden observar cómodamente 18 como resultado de la degradación que han experimentado en el último siglo. Representan escenas de caza y pastoreo con tonalidades de rojo, negro y blanco. A pesar de considerarse obra cumbre del arte rupestre levantino del Parque Cultural de Albarracín, junto con el abrigo de los Toros del Navazo (Albarracín), el estado de conservación general es regular. Presenta una inestabilidad estructural pautada por grietas, fracturas, abolsamientos y deplacados, y un debilitamiento estructural general como resultado de la erosión natural de la roca y la influencia negativa del cerramiento. Esta inestabilidad afecta al soporte de las pinturas, cuya naturaleza arenisca, granulosa, le ofrece una resistencia muy baja a los agentes erosivos del medio (especialmente el viento y la lluvia) y a las agresiones mecánicas de origen antrópico. Además, no mejora la situación la técnica pictórica empleada (Domingo et al, 2013). La película pictórica presenta importantes pérdidas, fruto de agresiones mecánicas, del desgaste natural y de una importante capa de suciedad depositada. La conjunción de estos factores con la presencia de sales solubles y materia orgánica produce un estado de ocultación general y deterioro estructural que precipita su degradación (figuras 2 y 3). Finalmente, el entorno, controlado por ser Paisaje Protegido, no presenta focos de contaminación próximos al abrigo, aunque hay que señalar que, debido a la densidad de árboles en las inmediaciones al bien cultural, el riesgo de incendio es muy elevado.

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Teniendo en cuenta estos datos, se hace patente la necesidad de realizar un control continuo de la estabilidad del abrigo mediante un seguimiento periódico de las grietas y fracturas del soporte rocoso. También es aconsejable abordar un proceso de limpieza en las pinturas que, a pesar de ser una intervención directa, permitiría recuperar y subsanar el conjunto pictórico a nivel físico-químico. Respecto a la gestión del bien cultural y del entorno, se recomienda realizar una limpieza periódica del monte y modificar el cerramiento, un sistema desfasado cronológicamente y que, por su morfología cataliza el desarrollo de sales solubles en el abrigo (Montes, 2012).

4.2. Análisis del estado de conservación Este punto, enfocado desde una perspectiva preventiva, se fundamenta en el registro, estudio y seguimiento de múltiples datos acerca de los principales parámetros de degradación. Los datos recogidos en este proyecto deberían ser el punto de inicio de un seguimiento prolongado en el tiempo, con el que se obtendrían conclusiones objetivas y un control notable del abrigo.

4.2.1. Registro fotográfico y proceso de documentación El registro fotográfico es un método de fácil alcance y extrapolable a cualquier caso de estudio. Con él no solo se recoge información objetiva, sino que también permite valorar la evolución del soporte y las pinturas en el tiempo mediante la comprobación visual. Los resultados de este proceso han sido: el registro fotográfico de todas las pinturas, la elaboración del primer diagrama de datos y de daños del abrigo (figura 4) y el registro de sustancias presentes en las pinturas, como concreciones de cera, eflorescencias salinas y marcas de grafito, fruto de procesos de estudio llevados a cabo entre el siglo XIX y XX (figuras 2 y 3).

4.2.2. Registro ambientales

de

datos

climáticos

y

Conocer las condiciones termohigrométricas en las que se encuentra el abrigo y observar su evolución en el tiempo permite establecer parámetros de seguridad que garanticen cierta estabilidad climática (Alloza et al, 2016). Sin embargo, por el emplazamiento al aire libre del abrigo, cumplir con estos parámetros es una tarea imposible, ya que el bien cultural experimentará siempre las variaciones climáticas que se den en el entorno. Por ello, este registro obtiene un gran valor preventivo, pues es la labor de control, estudio y seguimiento la que garantizará una correcta conservación del abrigo. Los resultados obtenidos muestran una clara correspondencia entre los valores registrados en el exterior y en el interior del abrigo (+0’2% de HR, -0’2ºC de Tª y 0ºC de PR), lo que indica una correcta


Sesión 1. Prehistoria autorregulación termohigrométrica del abrigo respecto al clima, garantizando así una mayor estabilidad estructural. Esta correcta adaptación del soporte rocoso queda corroborada al comparar los datos de los DataLogger con los registrados de forma periódica en la superficie rocosa, pues los valores son muy similares, sin variaciones significativas (Alloza et al, op. cit, 2016).

Figura 2. Izda.: concreción de resina en el soporte de las pinturas (UVA, MO. USB, 57x); dcha.: marcas de grafito en figura de cérvido (IR, MO. USB, 57x).

Figura 3. Izda.: eflorescencias salinas en el soporte (MO. USB, 57x); dcha.: características ópticas de la película pictórica (MO. USB, 57x).

Sin embargo, es preocupante el estrés térmico diario, aunque nunca llega a ser shock térmico (Alloza et al, op. cit, 2016), al que está sometido el bien cultural y las anomalías climáticas que se están registrando últimamente por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Estas condiciones catalizan la degradación natural del soporte por medio de problemas estructurales serios, como las grietas y fracturas ya nombradas. La degradación lumínica también debe ser controlada, ya que el tipo de luz que recibe el abrigo (natural, sin posibilidad de modificación) es la más dañina para la conservación de bienes culturales (Vaillant, Valentín y Domenech, 2003). Es determinante conocer el tiempo, la intensidad y el impacto lumínico en las pinturas para valorar su degradación. En las Olivanas, la luz incide de forma directa en horario vespertino (especialmente a partir de las 13h), filtrada por la masa forestal próxima al abrigo. Pero estos factores no hacen inmune a la película pictórica de experimentar procesos de decoloración y

Figura 4. Diagrama del estado de conservación.

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Figura 5. Registro del DataLogger exterior.

calentamiento, que producen modificaciones físicoquímicas en el aglutinante y los pigmentos (Vaillant, Valentín y Domenech, 2003). También es determinante la localización, morfología y orientación del abrigo. En este aspecto se observa una inversión de la zona con mayor insolación a lo largo de la jornada. El movimiento de rotación terrestre, junto con la orientación suroeste del abrigo, hacen que, durante la mañana, sea la zona derecha inferior del panel la que registra mayores niveles lumínicos, mientras que, por la tarde, es la zona izquierda superior. Finalmente, se han analizado los niveles de contaminación, observando que un punto potencial de contaminación es el sistema de cerramiento y los materiales industriales empleados en el mismo (cemento, yeso y metal) que, por procesos de oxidación y disgregación catalizan nuevas patologías en el abrigo. Por otra parte, hay que valorar la interacción del abrigo con el entorno. El polvo en suspensión, el particulado de disgregación de la roca o la actividad biológica de insectos, mamíferos y aves son la contaminación natural del medio natural en el que está sumergido. La ausencia de vibraciones potencialmente peligrosas en las proximidades al abrigo es la ausencia de otro tipo de contaminación que podría poner en peligro la estabilidad estructural del mismo.

4.2.3. Estudio colorimétrico Este estudio, continuado en el tiempo, permite controlar los cambios cromáticos que experimenta la película pictórica. Los datos obtenidos a través del X-Rite® EyeOne Defined, se han analizado con el sistema CIELab*, que establece coordenadas entre valores de luminosidad (L*), afinidad al rojo (a*) y afinidad al verde (b*). Los resultados obtenidos muestran que la luminosidad en las cuatro figuras analizadas es media, elevándose este

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Figura 6. Estudio de la película pictórica. Izda: empleo del colorímetro; dcha: empleo de Microscopio USB.

valor si la película pictórica es de color blanco. Todas las figuras tienen una orientación cromática de tonalidad rojiza con matices amarillentos que, probablemente, se deba a una contaminación cromática del sílice que contiene la roca del soporte (figura 7).

4.3. La conservación mecanismo preventivo

curativa

como

La conservación curativa es una disciplina similar a la conservación preventiva que, por metodologías diferentes, tienen el objetivo común de velar por la estabilidad y pervivencia del bien cultural a largo plazo (Vaillant, Valentín y Domenech, 2003). En el caso de la conservación curativa, esta labor se pretende lograr por medio de procesos de consolidación y fijación del soporte, evitando o reduciendo así el riesgo de pérdida.

4.3.1. Estudio visual y químico del soporte rocoso y de otros elementos presentes en el abrigo Atendiendo a los resultados obtenidos con el análisis realizado a través del Microscopio Óptico Estereoscópico, la roca del abrigo se define como roca sedimentaria, arenisca, perteneciente al grupo de las arenitas (de 0,063 a 2mm). Está compuesta por arena muy fina (de 0,063 a 0,125mm), con un orden de los granos moderadamente ordenado y un hábito de grano generalmente redondo con una distribución homogénea. Presenta zonas de foliación, fruto de los estratos sedimentados, pero a nivel microscópico se observa una composición turricular, posiblemente debida a la deposición sedimentaria por decantación (Kröner et al, 2010). Estos datos morfológicos se complementan con el microanálisis realizado en el SEM-EDX (Gasque Rubio, R., 2017), que permite clasificar la roca como arenita feldespática (arcosa) de tipo arcillosa, característica


Sesión 1. Prehistoria de las formaciones Buntsandstein del Sistema Ibérico peninsular (Benito, Machado y Sancho, 1991-1992). Se caracteriza por tener menos de 15% de matriz y un esqueleto compuesto mayoritariamente de cuarzo (óxido de silicio), feldespatos potásicos, micas (óxidos de aluminio, hierro, calcio y magnesio, principalmente), Vaterita (carbonato cálcico) y Turmalina (sodio, boro, magnesio y hierro, principalmente) (Jarbour, Márquez y Guerra, 2009). Todo ello se refleja en los resultados del microanálisis, en los que se ha reflejado que los principales componentes de la roca son sílice, sulfato, potasio, calcio, hierro y magnesio.

Estos datos corroboran los resultados obtenidos en los abrigos de Ceja de Piezarrodilla y Prado del Navazo (Alloza, Royo y Latorre, 2016). Sin embargo, estas características óptimas para la conservación del abrigo suponen un problema en los tratamientos de adhesión, consolidación y fijación, en los que es fundamental que el producto penetre en profundidad para proporcionar unos resultados más estables.

En cuanto a los elementos analizados (cemento y yeso), presentes en el cerramiento del abrigo, tanto a nivel visual con el microscopio como a nivel químico con el microanálisis, se hace patente el problema de disgregación del material por el alto contenido de árido (sílice) en comparación con el contenido de sustancias aglomerantes de composición carbonática.

Figura 8. Desarrollo el test higroscópico.

4.4. Análisis de las herramientas de gestión del bien cultural

Figura 7. Microanálisis del soporte.

La gestión del abrigo, al igual que las labores de conservación preventiva, tiene una continuidad temporal, lo que implica una adaptación dinámica que atienda a los cambios continuos que se dan en la interacción del ser humano con el entorno y el bien cultural (Rubio, 2008; Martínez y Rodrigo, 2012). Son tres los agentes que intervienen de forma directa en la correcta gestión del abrigo de las Olivanas:

Para planificar correctamente las labores de consolidación y fijación es determinante conocer las características higroscópicas del soporte, pues su capacidad de absorción y de regulación de líquidos son determinantes para determinar los materiales y la metodología de trabajo (Barreda, 2016).

1) La figura legal del Parque Cultural debe guiarse por la gestión de los bienes culturales que guarda y del entorno a través de la sostenibilidad, el respeto y su adecuación espacio-temporal con herramientas actuales, como las nuevas tecnologías (Martínez y Angás, 2015). Los senderos, aparcamientos, paneles informativos, centros de interpretación o la realización de actividades lúdicas con centros educativos son medidas que se llevan a cabo desde el Parque Cultural de Albarracín.

Los resultados obtenidos en la prueba realizada muestran que la absorción del soporte es prácticamente nula (0,1g, 0,3g y 1,1g) y el tiempo de absorción total del líquido es de tres minutos, lo que indica que la regulación de la humedad es prácticamente inmediata. Estas características evitan que el líquido penetre en profundidad en la roca con tiempos cortos de humectación (no superiores a 3 minutos según lo testado). De esta forma se evita la solubilización de partículas cristalinas a nivel interno, previniendo la generación y proliferación de criptoeflorescencias salinas, que pondrían en riesgo la estabilidad estructural del soporte.

2) El abrigo cuenta con el respaldo legal por haber sido declarado Bien de Interés Cultural, Patrimonio de la Humanidad y estar incluido en el Parque Cultural. Esta seguridad institucional debe conjugarse con otros elementos que aseguren una correcta gestión, como es el aislamiento natural del emplazamiento del abrigo, que lo guarda de la masificación turística, y las medidas de protección, como el sistema de cerramiento, los paneles informativos y la señalización para acceder al mismo. Se recomienda la instalación de dispositivos detectores de humo, sin irrigación de ningún tipo, por el elevado riesgo de incendio ya señalado.

4.3.2. Estudio higroscópico del soporte

97


3) Finalmente, hay que trabajar la gestión del turismo cultural y encontrar un equilibrio entre la difusión del arte rupestre y la prevención de las agresiones que pudieran producirse por esta actividad humana (Pedersen, 2005). La educación y concienciación social a través de los centros de interpretación es la principal herramienta preventiva que puede garantizar una correcta gestión en este aspecto (Rey, 2012).

Humanidad; un reconocimiento que ha supuesto cambios en la forma de vida, no siempre bien entendidos, de las comunidades del entorno con manifestaciones rupestres. Este Plan incluiría la disciplina de la Conservación y Restauración de Bienes Culturales en el ámbito de estudio del arte rupestre. La propuesta realizada pone de manifiesto que el estudio del arte rupestre requiere conocimientos básicos de diferentes áreas. Por ello, se considera que la inclusión de esta disciplina en el campo del arte rupestre facilitaría las tareas de estudio y ampliaría el ámbito de actuación en cuanto a la valoración y conservación, siempre con intervenciones guiadas por el rigor científico, el personal profesional y capacitado para ello y un reglamento que enmarcara las actuaciones que se realizaran. 2) La metodología preventiva llevada a cabo en las Olivanas se sustenta en pruebas ya experimentadas en otros abrigos de Aragón y en pruebas novedosas en el ámbito del arte rupestre (Alloza et al, 2016). La novedad de esta propuesta reside en la creación de un método que permite el estudio, control y gestión sistemática, objetiva y crítica de los abrigos con arte rupestre al aire libre.

Figura 9. Actividad desarrollada en el Instituto de Educación Secundaria Segundo de Chomón (Teruel).

5. CONCLUSIONES Este proyecto ha puesto de manifiesto la necesidad de considerar los mecanismos preventivos para garantizar una correcta conservación de todo el conjunto de arte rupestre al aire libre. Las principales conclusiones a las que se ha llegado son: 1) La realización de este estudio del abrigo basado en un proceso de conservación preventiva por medio de la documentación, el análisis visual y el registro de datos climáticos, ambientales, colorimétricos y de análisis del estado de conservación del soporte y de las pinturas, denota la necesidad de redactar un Plan Integral de Conservación Preventiva en el Parque Cultural de Albarracín. Además, sería recomendable extender esta medida a todos los emplazamientos con arte rupestre de la Comunidad Autónoma de Aragón. Este Plan Integral debería encauzar la revalorización del arte rupestre por medio de herramientas que aseguren el correcto mantenimiento, difusión y prevención y, al mismo tiempo, servir como ámbito legal en el que poder ampliar el estudio del arte rupestre. Sería necesario consensuar un documento que recogiera la legislación, gestión y reconocimiento que supone la distinción del arte rupestre como Bien de Interés Cultural y Patrimonio de la

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Tiene resultados muy positivos, ya que permite lograr el control de los agentes de degradación, aspecto muy complejo por el emplazamiento al aire libre del abrigo. También pone de relieve la intervención curativa por medio de procesos de consolidación, sin el temor a intervenir de forma directa en un bien cultural extremadamente frágil. Esta intervención debe contar siempre con la certeza de que el producto y la metodología a emplear no suponen un riesgo a corto o a largo plazo ni para el abrigo ni para el entorno en el que se encuentra. Esta metodología debe ser un método periódico y prolongado en el tiempo para obtener datos fiables y objetivos que permitan lograr un control elevado del abrigo. Por ello, se propone que la información obtenida en este proyecto se tome como punto de inicio de este seguimiento continuado y extrapolable. Este estudio abre nuevas vías de investigación, basadas en un análisis profundo del soporte rocoso que permita realizar pruebas con diferentes materiales consolidantes, la modificación del sistema de cerramiento y la ampliación del proyecto en todos los abrigos del Parque Cultural de Albarracín. De esta forma, se proyecta una intervención en el abrigo que supondría su estabilización físico-química y mecánica. Sin que sirva como propuesta de restauración, ya que son necesarias más pruebas acerca de los materiales del abrigo, se plantean tres tipos de actuaciones: -La primera actuación es la limpieza del particulado superficial con pinceles de cerda suave y esponjas naturales. Este proceso tiene el objetivo de eliminar de la superficie pictórica la capa de suciedad superficial que la oculta parcialmente, retirando en este punto partículas cristalinas que pueden solubilizarse, comprometiendo la integridad de la película pictórica. De esta forma, se logra


Sesión 1. Prehistoria una mayor estabilidad físico-química, asegurando en cierto modo, la pervivencia de las pinturas, previniendo la solubilización y recristalizaciones de parte del particulado o productos en suspensión, que junto con el agua, constituyen uno de los agentes de deterioro más agresivos para los materiales pétreos (Fort, 2007). -Con este proceso de limpieza es muy probable que se observen problemas de consolidación de la película pictórica, tales como microcraqueladuras o escamas. Para ello, se propone el estudio y análisis de nanosilicatos de etilo (TEOS), aplicados por inyección o por impregnación. El silicato de etilo es un consolidante capaz de penetrar en profundidad y lograr un buen nivel de consolidación. Por ello, las nanosílices pueden considerarse una alternativa válida para regenerar la cohesión perdida. La acción consolidativa de este tipo de productos es diferente respecto a los materiales orgánicos, con los que la adhesión de partículas sueltas se produce a través de la acción del aglutinante. Sin embargo, en los productos de matriz silícea, la acción consolidativa se produce por un efecto “cementante”, solidificando el particulado cristalizado. -Finalmente, para la consolidación de fracturas, grietas y abolsamientos del soporte, se propone el estudio y análisis de la interacción de morteros a base de cal grasa y puzolana o morteros de cal Crualys® NHL2, con la estructura rocosa del abrigo. En este sentido se deberán comprobar los morteros de matriz compatible con la roca arenisca y valorar los resultados de los ensayos realizados en morteros de cal y puzolanas, agregando nanopartículas de sílice con el fin de poder valorar los cambios que se produzcan en la capilaridad del soporte (Stefanidou, 2010). La intención de las nuevas líneas de investigación propuestas pretenden determinar qué materiales y qué metodologías son las más apropiadas para el caso de estudio del abrigo de los Toros del Barranco de las Olivanas.

AGRADECIMIENTOS Este proyecto no habría sido posible sin la colaboración y la coordinación de diferentes instituciones y profesionales en la materia del arte rupestre. La colaboración incondicional de Clara Villalba (Arquitecta Provincial de Conservación de Monumentos y Sitios de Teruel) ha permitido acceder al abrigo y estudiarlo in situ. El acceso al abrigo no habría sido posible sin Hilario Dalda (Agente de Protección de Patrimonio Cultural), cuya disponibilidad desinteresada ha facilitado el estudio del bien. La información y el material científico proporcionado por Dr. Manuel Bea ha sido fundamental para el desarrollo de la prueba de colorimetría. Los servicios de estudio y análisis que proporciona el SCSIE de la Universitat de València, y el Departamento de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de la UPV han sido determinantes para poder llevar a cabo este proyecto. Finalmente, agradecemos a la profesora

Mª Jesús Pérez Hernández, del Instituto de Educación Secundaria Segundo de Chomón (Teruel) la oportunidad de realizar la actividad didáctica relacionada con este estudio.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Los calcos con los que se ha realizado la prueba de colorimetría son aportación del Dr. Manuel Bea.

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Sesión 1. Prehistoria

1.9. MINAS DE SÍLEX PREHISTÓRICAS EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO LAS EXPLOTACIONES DE LA LEANDRA (LA MUELA, ZARAGOZA) PREHISTORIC FLINT MINES IN THE MIDDLE EBRO VALLEY MINING SITES AT LA LEANDRA (LA MUELA, ZARAGOZA)

Jesús V. Picazo Millán 1, Fernando Pérez Lambán 2, Javier Fanlo Loras 3, Raúl Leorza Álvarez de Arcaya3 1

Dpto. de Ciencias de la Antigüedad/Grupo PPVE, Universidad de Zaragoza 2 Grupo de Investigación en Prehistoria, Universidad del País Vasco 3 Investigador independiente

Autor de contacto/Contact author: Jesús V. Picazo Millán, jpicazo@unizar.es

RESUMEN En la margen derecha del Ebro, entre los ríos Jalón y Huerva, se conocen importantes explotaciones de sílex de los siglos XVIII y XIX relacionadas con la producción masiva de piedras de fusil. El carácter generalizado de tales explotaciones es indicio de la calidad del sílex de ese ámbito, llamado de “Botorrita”, que se encuentra interestratificado en los paquetes de calizas blancas que coronan las plataformas estructurales miocenas seccionadas por ambos ríos. A pesar de su reconocimiento en diversos establecimientos mesolíticos y neolíticos del valle del Ebro, no se tenía constancia de ningún punto concreto de aprovisionamiento, proyectándose la idea de un aprovechamiento oportunista, más bien ocasional, basado en la recolección de nódulos o porciones de los mismos, desprendidos de los escarpes y, frecuentemente, incorporados en depósitos tipo glacis que se extienden a los pies de las plataformas. Sin embargo, los hallazgos realizados en la partida de La Leandra apuntan también a explotaciones de sílex sistemáticas basadas en la excavación de pozos y, tal vez, galerías. En 2016 y 2017 hemos realizado prospecciones intensivas que han permitido el hallazgo de artefactos relacionados con tales actividades mineras como mazas de cuarcita y arenisca, percutores alargados o esféricos del mismo material o de sílex y núcleos pseudoprismáticos junto con restos de talla con pátinas blanquecinas. Todos esos elementos se encuentran ampliamente distribuidos por la zona en una extensión mínima de unas 30 ha y tienden a concentrarse en torno a lo que parecen antiguas escombreras formadas por la acumulación de cascajo y bloques calcáreos. PALABRAS CLAVE: Valle del Ebro; Prehistoria; Neolítico; Minas de sílex; Mazas; Percutores.

ABSTRACT In the right side of the Ebro valley, important exploitations of flint outcrops for the massive production of rifle stones took place during the eighteenth and nineteenth centuries. The intensive character of such exploitations is indicative of the quality of this flint, called “Botorrita”, which is interspersed among the upper white Miocene limestone deposits in the structural platforms sectioned by the Huerva and Jalón rivers. Despite its recognition in various Mesolithic and Neolithic establishments in the Ebro valley, there was no record of any concrete catchment site. Therefore, it was thought that the acquisition of flint was opportunistic, rather occasional, based on the collection of nodules, or portions of them, detached from the limestone escarpments and, frequently, incorporated in glacis deposits at the foot of the platforms. However, the recent findings in La Leandra point out to a systematic flint catchment based on the digging of wells and, perhaps, galleries. In 2016 and 2017 we have carried out intensive surveys that produced the discovery of artefacts related to this mining activity such as quartzite and sandstone mallets, elongated or spherical hammerstones in flint, quartzite or sandstone, pseudoprismatic flint cores and flint debris with whitish patina. All these elements are widely distributed in the area in a minimum extension of about 30 ha and tend to be concentrated around what looks like ancient slagheaps formed by calcareous gravel and blocks. KEY WORDS: Ebro valley; Prehistory; Neolithic; Flint mines; Mallets; Hammerstones.

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1. INTRODUCCIÓN Los estudios sobre materias primas líticas han experimentado un notable desarrollo en los últimos veinticinco años, constituyendo una línea de investigación en auge en el campo de la Prehistoria peninsular (Carrión et al 1998; Martínez, Morgado y Afonso 2006, Mangado 2006…). En el caso del valle del Ebro y entorno, se han llevado a cabo diversos estudios monográficos (Terradas 1996, Tarriño 2001, Mangado 2002, 2005, Sánchez 2015, Roy 2016…) y las publicaciones más recientes de yacimientos paleolíticos, mesolíticos y neolíticos aragoneses no han dejado de prestar atención a estas cuestiones, incorporando de forma sistemática capítulos dedicados a abordar los estudios de materias primas silíceas en relación con los sistemas de aprovisionamiento de las sociedades prehistóricas (cfr. Leorza 2004, Sánchez y Mangado 2013, Sánchez de la Torre 2014...). Buena parte de esos trabajos y otros similares tratan de reconocer y clasificar los diversos tipos de sílex presentes en los contextos arqueológicos y, a partir de ahí, identificar zonas o lugares de aprovisionamiento potencial, lo que, en ocasiones, ha llevado a la realización de búsquedas más o menos sistemáticas en aquellas formaciones geológicas susceptibles de contener tales mineralizaciones (cfr. Leorza 2013). Sin embargo, lo que resulta más problemático es identificar los lugares concretos de explotación, que en algún momento han servido para proveer de forma más o menos regular a diversas comunidades prehistóricas. En este sentido el número de yacimientos en los que se constata actividad minera destinada a la extracción de nódulos sílex para su posterior transformación sigue siendo bastante reducido, tanto a nivel europeo como peninsular, y, salvo excepciones, probablemente restringido a un horizonte cronológico fundamentalmente neolítico (cfr. Tarriño 2001, 12), periodo al que se vinculan alguno de los principales centros de explotación documentados en la Península, caso de las minas de la Sierra de Araico

Figura 1. Mapa general de situación.

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(Tarriño et al. 2011) o la fase II de Casa Montero (Consuegra, Gallego y Castañeda 2004). Por estos motivos, nos parece necesario dar a conocer los restos arqueológicos que configuran el yacimiento de La Leandra, una extensa partida en la que se han identificado herramientas y desechos relacionados con la extracción y desbastado del sílex, junto con anomalías en el paisaje que apuntan a la existencia de trabajos extractivos en profundidad. En el presente artículo damos cuenta de los resultados de las primeras jornadas de prospección realizadas durante los años 2016 y 2017, que han estado dirigidas a delimitar las zonas de explotación e identificar los puntos concretos en los que parece que se han podido realizar actividades mineras, presentando de forma sumaria algunos de los restos materiales más relevantes.

2. METODOLOGÍA De acuerdo con esos objetivos se ha desarrollado una metodología de actuación bastante sencilla basada en una prospección de superficie altamente intensiva y el análisis de imágenes aéreas obtenidas de diferentes plataformas. Normalmente hemos conformado grupos de 5-6 personas distribuidas a intervalos de 10 m en el momento de partida, desarrollando recorridos más o menos paralelos que son registrados mediante GPS. Se ha trabajo por unidades “naturales” reconocibles en el paisaje, aprovechando los lindes de campos, caminos o, en su caso, ámbitos morfoestructurales. Hasta la fecha se ha inspeccionado una superficie de 6,3 ha. En el transcurso de esos recorridos se ha ido señalando y registrando cualquier anomalía en el relieve. Asimismo, ante la gran abundancia de sílex, se ha optado por marcar con GPS la posición todas aquellas piezas que presentaran pátinas, rasgo que puede ser un indicio de cierta antigüedad y que, en principio, permite su discriminación respecto al abundantísimo sílex “fresco” de las explotaciones contemporáneas. El objetivo es generar nubes de puntos que puedan indicar los potenciales lugares de talla y, en


Sesión 1. Prehistoria

Figura 2. Zona principal de las explotaciones antiguas destacada en rojo. Los surcos punteados corresponden a las trincheras, pozos y escombreras de los siglos XVIII y XIX. MDT generado a partir de datos LIDAR (IGN). su caso, extracción. Igualmente se ha marcado la posición de rocas ajenas al contexto geológico de la zona, como areniscas o cuarcitas, por cuanto que su presencia es de origen antrópico y su uso habitual en explotaciones de sílex (Fig. 3). De todos esos restos registrados, solamente se han recogido aquellas piezas más relevantes, por su significado o buena conservación, caso de mazas, percutores, núcleos, etc. Todos esos elementos se han integrado en un sistema de información geográfica para analizar su distribución y asociación potencial con otros rasgos superficiales. Como complemento de la prospección sobre el terreno se han estudiado las imágenes áreas de la serie PNOA del Instituto Geográfico Nacional y las de la plataforma Google Earth, con excelente resolución para esta zona. Igualmente se ha generado un modelo digital del terreno (MDT) a partir de datos LIDAR suministrados por el IGN1. Estos MDT, a pesar de que la resolución no es la óptima para este tipo de trabajos, resultan muy útiles no solo para reconocer las explotaciones contemporáneas, bastante evidentes, sino también las más antiguas, pues permiten variar la orientación de la fuente de luz y con ello mejorar la percepción de anomalías sutiles.

Figura 3. Distribución de restos líticos potencialmente prehistóricos.

El área de trabajo presenta algunos condicionantes a tener en cuenta. Estamos en un entorno con escasa cobertura vegetal y, por tanto, con una alta visibilidad del suelo, pero también hay que destacar dos problemas. Por un lado, las transformaciones derivadas de la actividad agrícola que, si bien no resultan catastróficas pues, aparentemente, no han alcanzado el núcleo de las explotaciones, sí han afectado a los entornos

En relación con todo ello, otro factor problemático es la cantidad de sílex extraído y procesado para la preparación de las referidas piedras de fusil. Su dispersión es muy amplia, incluso en algunos sectores llega a generar un manto continuo de desechos que tapiza el suelo, contituyendo un “ruido” constante durante los trabajos de prospección, circunstancia que dificulta enormemente el reconocimiento de restos antiguos.

inmediatos pudiendo haber destruido ciertos vestigios y contribuyendo a la dispersión de los restos. Por otro, las explotaciones de sílex de los siglos XVIII y XIX para la producción masiva de piedras de fusil. El trabajo sistemático de minería (trincheras, pozos, escombreras) y talla que se constata por toda la zona ha generado unos restos espectaculares que conviene estudiar y proteger, pero a la vez han destruido y, en el mejor de los casos, ocultado, las explotaciones antiguas.

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Las prospecciones que venimos realizando en las campañas de 2016 y 2017, revelan que los restos se encuentran ampliamente distribuidos por una zona con extensión mínima de 30 ha. El núcleo principal, por lo que hemos visto hasta el momento, se identifica en torno a las coordenadas 653979 - 4609705 (Huso 30, ETRS89), entre las curvas de nivel 465-470 m. s.n.m., conformando un rectángulo de unas 6 ha en la margen derecha del Barranco de Opiñén, con trayectoria más o menos paralela al mismo (Fig. 4 y 5).

Figura 4. Vista del sector de La Leandra desde el sur. Tanto las explotaciones antiguas como las modernas se concentran en la franja central.

Figura 5. Imagen área (Google Earth) de la franja sinuosa sin cultivar. Se observan los pozos y escombreras de los siglos XVIII y XIX y, por debajo o en sus inmediaciones, formas grisáceas con tendencia circular correspondientes a las explotaciones antiguas.

3. EL YACIMIENTO A unos 5,5 km al NO de la localidad zaragozana de La Muela, en torno a la confluencia de los barrancos de Almazarro y Opiñén, existen explotaciones relacionadas con la extracción y transformación de sílex para la producción de piedras de fusil. Esas actividades se desarrollaron en los siglos XVIII y XIX y han dejado una significativa huella en el paisaje en forma de pozos, galerías y enormes escombreras de bloques y cantos de caliza, junto con los desechos de talla del sílex (Bea et al. 2010, 251). En este sector, en las partidas de La Leandra y El Cerro, bajo esos restos o en sus inmediaciones, también se identifican sutiles anomalías en el relieve, asociadas a concentraciones de materiales como mazas de minero o piezas de sílex con pátinas blancas que indican la existencia de explotaciones antiguas, previsiblemente prehistóricas.

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Corresponde a una franja de terreno que recorre la parte baja de la ladera, coincidiendo con los resaltes calcáreos miocenos de la formación San Caprasio. Presentan un modelado sinuoso en superficie y, en profundidad, incorporan niveles con nódulos silíceos estratificados dentro de bancos de calizas con textura de wackestone a packstone (IGTE 1998, 20), relativamente blandas. Junto a ellos se han formado una serie de rellanos y ligeras depresiones circulares, asociadas a lo que parecen antiguas escombreras formadas por la acumulación de cascajo y bloques calcáreos, conformando modelados con frente semicircular (Fig. 5 y 6). Tales depresiones y acumulaciones están mimetizadas en el paisaje, pero todavía son perceptibles y denotan la existencia de pozos para la extracción de los nódulos de sílex de los niveles más profundos y su procesado, al menos parcial, en las inmediaciones. De hecho, en su entorno suele encontrarse abundantes restos de sílex con pátina blanca, mazas y otros artefactos relacionados con la extracción y transformación del sílex. La excavación de fosas y pozos verticales parece que es uno de los procedimientos habituales para acceder a los niveles con nódulos de sílex. En algunos de los complejos mineros conocidos estas excavaciones no llegan a profundizar demasiado, caso de Mesnil-SaintLoup, donde no alcanzan los 3 m de profundidad, con una media que ronda los 90 cm. (Hauzer et al. 2010, 61). Sin embargo, no parece que supusiera demasiados problemas perforar hasta 9 o 10 m. cuando es necesario, como se documenta en alguno de los pozos de Casa Montero, bien es cierto que con diámetros reducidos de apenas 1,50 m, que se amplían en el fondo o laterales para aprovechar las vetas de sílex (Capote et al. 2006, 46). La presencia de depresiones más o menos circulares en la parte baja de la ladera apunta en esa dirección, sin embargo los diámetros de las mismas, entre 14 y 21 m, podrían indicar excavaciones de mayor amplitud, si no en profundidad, sí en anchura, en la línea de lo observado mediante técnicas de prospección de subsuelo (GPR) en la mina 612 del complejo polaco de Krzemionki. Como se ha apuntado, estas depresiones circulares están delimitadas por acumulaciones de derrubios, fundamentalmente cantos y bloques, junto con algunas porciones gruesas de sílex, que adquieren la forma de escombreras, un tipo de morfología similar a la documentada en la referida mina polaca (Welc et al. 2016, fig. 4C). Al lado de las depresiones circulares y ladera abajo, también se reconocen rellanos con formas semicirculares


Sesión 1. Prehistoria sin córtex. Se disponen en niveles horizontales dentro de los paquetes calcáreos (Fig. 7 superior). No hemos podido documentar ningún perfil completo para identificar el número de capas con silicificaciones, pero por lo observado en otros lugares próximos de la misma formación, suele ser habitual la existencia de varios niveles con sílex, no todos aprovechables. En el sector de La Leandra hemos visto sílex dispersos (fig. 7 centro), ligados a las explotaciones para piedras de fusil, de coloraciones grises oscuras o negruzcas en niveles superiores asociados a calizas tableadas de espesores apenas decimétricos, pero los más abundantes se encuentran en niveles más profundos, con coloraciones que van del gris al melado y que se encuentran en bancos de calizas de espesor decimétrico o cercano al metro. Entre las piezas patinadas que, en principio, relacionamos con las explotaciones antiguas, predominan estos últimos sílex grises, son más raros los melados y no se reconocen los grises más oscuros o negros.

Figura 6. Detalle de las depresiones (círculos rojos) y formas semicirculares (anaranjado) del sector central. Abajo perfil topográfico transversal que muestra los rellanos y depósitos detríticos producto de la extracción y acumulación de cantos y escombros ladera abajo.

y el mismo tipo de depósito (Fig. 6). Estas morfologías presentan cierta analogía con las secuencias de escombreras de las explotaciones de la Sierra de Araico en el Condado de Treviño, algunas de las cuales presentan forma de “media luna” y llegan a encadenarse de forma sucesiva configurando una especie de guirnalda. Parece que tal morfología es el resultado de zanjas que van siguiendo los niveles geológicos silicificados (Tarriño et al. 2011, 41; Tarriño et al. 2014, 137). En el caso de La Leandra, habrá que determinar si esos sutiles modelados reconocidos ladera abajo (Fig. 6), responden a una etapa inicial de las explotaciones aprovechando y siguiendo los paquetes calcáreos que aflorarían y que en su parte superior también incorporan niveles silíceos.

4. EL SÍLEX 4.1. La materia prima El sílex de La Leandra y entorno se presenta en forma de nódulos con tendencia esférica u oval, prácticamente

Figura 7. Sílex de La Leandra: nódulos estratificados dentro de las calizas (foto E. Monesma), lascas de diversas coloraciones y microfotografía a partir de lámina delgada (nicoles cruzados x40xpl).

107


Figura 8. Núcleos de sílex. A la izquierda con negativos laminares. Centro y derecha núcleos con cretas preparadas.

Figura 9. Mazas sobre cantos rodados de cuarcita y arenisca con escotaduras y/o acanaladura central. Más allá de estos detalles, en líneas generales todos los materiales geológicos estudiados en la zona de La Muela son sílex bioclásticos, vinculados a ambientes de formación lacustre-palustre. Destacan por un grano muy fino (<10μ), micro o criptocuarzo y, como se apuntaba, el córtex aparece de forma parcial o directamente carecen del mismo. Pueden presentar anillos de Liesegang, así como gran concentración de materia orgánica e impurezas carbonatadas. En lámina delgada se identifican charáceas y valvas de ostrácodos (Fig. 7 inferior).

núcleos con crestas, proceso inicial para desarrollar una talla laminar (Fig. 8). En cualquier caso, hasta la fecha, no se han encontrado buenas láminas lo que puede apuntar a que en este lugar no se realizaba la talla completa, en todo caso la preparación de núcleos.

4.2. Productos /desechos líticos

Es la herramienta que mejor identifica la actividad extractiva, pues se trata de un tipo de artefacto generalizado en contextos mineros prehistóricos, ya sea para la obtención de sílex o minerales de cobre.

Realmente no se han encontrado piezas tipológicas claras que permitan una clasificación precisa y un diagnóstico cronológico o cultural aproximado. Sí proliferan elementos relacionados con la talla y el procesado del sílex: lascas de diversos tamaños y formas, algún recorte de núcleo y los propios núcleos que adquieren formas y dimensiones muy variables. Predominan los de tipo poliédrico un tanto irregulares, dirigidos a la obtención de lascas, pero también se identifica algún núcleo del que se han obtenido láminas anchas y se han recuperado dos

108

5. ARTEFACTOS DE EXTRACCIÓN Y PROCESADO 5.1. Mazas

Se han encontrado completas, porciones grandes o fragmentos por toda la zona objeto de estudio, si bien tienden a concentrase en el centro del área, en torno a las coordenadas referidas más arriba (Fig. 9). Para su elaboración, se han empleado gruesos cantos rodados de cuarcita o arenisca, un tipo de materiales ajenos a la litología de la zona, seguramente procedentes


Sesión 1. Prehistoria

Figura 10. Percutores sobre cantos rodados de cuarcita y arenisca y sobre núcleo de sílex.

de las terrazas altas del río Jalón que se encuentran a una distancia entre 9 y 15 km. Son piezas de dimensiones considerables. Las dos completas tienen 29 y 26 cm de longitud, con pesos que pueden llegar a alcanzar los 10 kg. Para facilitar el enmangue algunas presentan un surco acanalado central de unos 2-3 cm de anchura, realizado mediante repiqueteado; otras tienen simples escotaduras laterales talladas o repiqueteadas. En sus extremos, si se conservan, se reconoce cierto grado de esquirlamiento y, además, se observan desprendimientos de lascas de cierta amplitud. Aunque no podemos descartar que sean consecuencia del uso, en bastantes casos parecen más bien el resultado de una talla intencional, unifacial o bifacial, para conseguir un frente biselado más penetrante, pudiendo hablar incluso de picos (cfr. Delgado, Escanilla y Risch 2014, 26). En cualquier caso, debieron emplearse para romper la roca caliza en la que se hallan incrustados los nódulos de sílex.

5.2. Percutores o bujardas Llamamos así a las piezas de tendencia oval, con alturas alrededor de los 8-9 cm, diámetros máximos entre 6 y 8 cm y pesos del orden de los 300-500 gr. Presentan en su contorno un denso esquirlamiento producido por el uso, especialmente intenso en sus extremos. Se fabrican tanto en sílex (nódulos o núcleos reaprovechados), como a partir de cantos rodados de cuarcita y arenisca (Fig. 10). Se han recuperado varias de ellas completas, así como porciones, en las zonas donde hay mayor concentración de restos de talla. Por ello, suponemos que se utilizaron para el procesado del sílex y probablemente también para la preparación de las mazas.

6. CONCLUSIONES El conjunto de restos descritos conviene con una explotación relativamente concentrada y sistemática para la obtención de nódulos de sílex y la talla, al menos parcial, en el propio lugar. Esa estrategia dista de la simple recolección superficial de materiales en depósitos secundarios o primarios e incluso de laboreos someros que se limitan a arrancar los bloques de sílex superficiales (minería de superficie), procedimiento que no originaría indicios mineros importantes que hayan podido pervivir hasta la actualidad (Tarriño 2011, 11). Más bien estamos ante actividades extractivas ligadas a una minería subterránea, una actividad especializada dirigida a la obtención de un recurso concreto (Mangado 2006, 88; Carrión et al. 1998). Sin entrar a discutir la mayor o menor especialización que requiere este tipo de trabajo, lo cierto es que los restos de La Leandra y alrededores van más allá de un simple aprovechamiento oportunista u ocasional y nos hablan de una producción con cierto grado de planificación y dedicación. Por estas razones, la minería subterránea, salvo excepciones, se vincula a contextos productores, a partir del Neolítico (Mangado 2006, 88; Tarriño 2011, 12…), y en esa línea apuntan las dataciones de algunos de los conjuntos más relevantes documentados a nivel europeo y peninsular. Es el caso de las explotaciones similares del condado de Treviño (Tarriño et al. 2014, 143), con dos dataciones que las sitúan en el 5º milenio, en pleno Neolítico, o las más antiguas de Casa Montero, con una utilización relativamente corta pero intensa fijada hacia el 5300-5200 cal BC (Díaz del Río y Consuegra 2011, 226). En el caso de La Leandra, por el momento, no es posible determinar una cronología aproximada pues no hemos

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encontrado elementos que nos permitan realizar un diagnóstico preciso. Por otra parte, el llamado sílex de “Botorrita”, en el que habría que incluir estas variedades, está documentado en yacimientos paleolíticos y mesolíticos bien datados y relativamente próximos, como la Cueva del Gato (Leorza et al. 2015), 22 km al oeste en el Jalón, o la cabaña del Cabezo de la Cruz (Leorza 2013, 71), 16 km al sur, junto al río Huerva. La amplia dispersión de este tipo de sílex podría justificar la utilización de recursos más cercanos que los de La Leandra, aunque tampoco podemos descartar que se aprovecharan los de este lugar. Por lo que concierne al contexto inmediato, hemos identificado una serie de puntos de interés arqueológico que denotan ocupaciones de cierta duración o, al menos, trasiego de gentes en diferentes momentos. Es el caso del yacimiento de la Edad del Bronce de Opiñén, situado sobre un cerro elevado desde el que se controlan directamente las explotaciones, y conjuntos cerámicos menores de similar cronología, distribuidos por el entorno. Sin embargo, en estos asentamientos, como viene ocurriendo para las ocupaciones de la Edad del Bronce, el sílex, a pesar de su abundancia, apenas se utiliza, más bien lo encontramos de forma residual, lo que no parece concordar con la entidad de las explotaciones. Más significativo es un cuenco con decoración cardial localizado en La Ambrolla (La Muela) (Bea et al. 2010, 240), dentro del ámbito de las explotaciones y apenas a 2,7 km al SO del núcleo central. El vaso cerámico, con inclusiones de tipo granítico ajenas al contexto local (Bea et al. 2015, 382), parece corresponder a un hallazgo aislado que debería vincularse con la presencia de gentes neolíticas que se desplazan a estas zonas para su aprovisionamiento lítico. La cronología del vaso, Neolítico Antiguo, conviene con el momento principal que se viene atribuyendo a este tipo explotaciones. Quedan muchas cuestiones por resolver, pero con esta contribución preliminar queremos presentar un conjunto singular, que se une al reducido elenco de lugares en los que se han podido documentar trabajos de minería prehistóricos para la producción de sílex.

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AGRADECIMIENTOS

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110

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Sesión 1. Prehistoria Leorza, R., A. Tarriño, J.M. Rodanés, F. Blasco, M.F. Duarte y P. Aranda-Contamina (2015): “Las materias primas líticas de la Cueva del Gato (Épila, Zaragoza)” en I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (Zaragoza, 24-25 de noviembre), póster. Mangado, J. (2002): La caracterización y el aprovisionamiento de los recursos abióticos en la Prehistoria de Cataluña: Las materias primas silíceas del Paleolítico Superior Final y el Epipaleolítico. Tesis Doctoral Inédita. Universidad de Barcelona. Mangado, J. (2005): La caracterización y el aprovisionamiento de los recursos abióticos en la Prehistoria de Cataluña: las materias primas silíceas del Paleolítico Superior Final y el Epipaleolítico. BAR International Series 1420, Oxford. Mangado, J. (2006): “El aprovisionamiento en materias primas líticas: Hacia una caracterización paleocultural de los comportamientos paleoeconómicos” en Trabajos de Prehistoria, 63.2, 79-91. Martínez, G., A. Morgado y J.A. Afonso (coords.) (2006): Sociedades prehistóricas, recursos abióticos y territorio. Actas de la III Reunión de trabajo sobre aprovisionamiento de recursos abióticos en la Prehistoria. Fundación Ibn alJatib de Estudios de Cooperación Cultural, Granada. Pérez-Lambán, F., J. Fanlo Loras, y J.V. Picazo Millán (2010): “El poblamiento antiguo en el valle del río Huerva. Resultados de las campañas de prospección de 2007-2009” en Salduie, 10, 285-315. Roy Sunyer, M. (2016): Materias primas líticas y su explotación durante la Prehistoria en el Prepirineo Oriental (NE de la Península Ibérica). Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona. Sánchez de la Torre, M. (2014): “La industria lítica del Abrigo de las Forcas I (niv. 15 y 16). Primera aproximación arqueopetrológica” en P. Utrilla y C. Mazo La Peña de las Forcas (Graus, Huesca). Un asentamiento estratégico en la confluencia del Ésera y el Isábena. Monografías Arqueológicas / Prehistoria 46, Universidad de Zaragoza, pp. 105-112. Sánchez de la Torre, M. (2015): Las sociedades cazadorasrecolectoras del Paleolítico superior final pirenaico:

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Datos altimétricos LIDAR distribuidos por el Instituto Geográfico Nacional (http://www.ign.es/ign/main/index.do). Las nubes de puntos que los componen han sido obtenidas mediante vuelos con sensor LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging) con una densidad de 0,5 puntos/m2 y clasificados de manera automática. A partir de los puntos correspondientes al terreno, hemos generado MDTs con una resolución de celda de 1 m mediante la herramienta LAS Dataset to Raster de ArcGIS de ESRI. Esta tecnología, al ser capaz de reproducir la superficie del terreno eliminando otros factores como la vegetación, y en combinación con SIG se está revelando de notable interés para el estudio de paisajes históricos (Crutchley 2015) y prehistóricos, con excelentes aplicaciones para la documentación de explotaciones mineras prehistóricas, como las de sílex de Treviño (Tarriño et al. 2011), o el complejo minero-metalúrgico de la Edad del Bronce de Mitterberg (Stöllner 2014, 152), donde se documenta una sistema de explotación basado en zanjas y pozos, similar al que estamos estudiando.

111


112


Sesión 1. Prehistoria

1.10. INDUSTRIAS DE FOLIÁCEOS DE TORRECILLA DE ALCAÑIZ (BAJO ARAGÓN) LEAF-SHAPED ARROWHEAD INDUSTRY OF TORRECILLA DE ALCAÑIZ (BAJO ARAGÓN)

Tania Catalán Gabarre1, Paloma Aranda-Contamina2, José Antonio Benavente Serrano3, José María Rodanés Vicente2 Arqueóloga Área de Prehistoria. Dpto. Ciencias de la Antigüedad. Universidad de Zaragoza 3 Taller de Arqueología de Alcañiz 1

2

Autor de contacto/Contact author: Paloma Aranda-Contamina, paranda@unizar.es

RESUMEN Se estudia un conjunto de 166 piezas líticas, en su totalidad “armaduras de puntas de flecha”. La colección, adquirida por el Taller de Arqueología de Alcañiz, fue reunida por Adolfo García. Procede de sucesivas recogidas superficiales durante más de 20 años en el término de Torrecilla de Alcañiz, en el Bajo Aragón turolense. PALABRAS CLAVE: Prehistoria Bajo Aragón; Industrias de Foliáceos; Neolítico Final; Calcolítico.

ABSTRACT In the present research, an assemblage of 166 lithic tools has been analyzed, being interpreted as arrowheads. The assemblage was collected by Adolfo García and afterwards it was acquired by Taller de Arqueología of Alcañiz (Bajo Aragón, Spain). Its origin is in successive surface collections carried out during more than 20 years in the area of Torrecilla de Alcañiz, a village situated in the Bajo Aragón region. KEY WORDS: Prehistory Bajo Aragón; Leaf-shaped arrowhead industry; Late Neolithic; Chalcolithic.

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Figura 1. Mapa de situación.

1. INTRODUCCIÓN El término municipal de Torrecilla de Alcañiz, donde se han recogido la totalidad de las piezas que conforman la colección, ocupa una superficie de 26,8 kilómetros cuadrados en el Bajo Aragón turolense. El territorio aparece vertebrado por el río Mezquín, tributario del Guadalope en su margen derecha. Los suaves relieves alomados formados por conglomerados de areniscas y arcillas terciarias sirven de base a un paisaje típico de bosque mediterráneo, con pinos, sabinas, enebros y plantas arbustivas, como romero o tomillo, junto a cultivos de almendros y olivos (Fig.1).

2. LA INDUSTRIA DE FOLIÁCEOS

Figura 2. Distribución de efectivos según retoque.

Se trata de un conjunto de 166 efectivos muy homogéneo debido, esencialmente, a la recogida selectiva de las piezas. Se trata de puntas de flecha realizadas en su totalidad mediante retoque plano, tanto parcial (48%) como total (48%), con escasez de restos de córtex (Fig.2). Predominan las formas brevilíneas (70%), frente a las intermedias (23%) y longilíneas (7%) (Fig.3). Las secciones predominantes son abombadas (53%), frente a las convexas (32%) y las aplanadas (15%) (Fig.4). Su tamaño es igualmente homogéneo, con longitudes habituales entre 2 y 5 cm, con escasos ejemplares (10%) que superan estas dimensiones. Su anchura, igualmente, se concentra entre 1 y 3 cm (Fig.5). Los diseños más frecuentes según la clasificación de Bagolini (1970) corresponden a tipos de pedúnculo y aletas u hombreras, foliformes y contornos geométricos

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Figura 3. Porcentaje de formas.


Sesión 1. Prehistoria mayoritariamente romboidales (F1A, F1B y F3A-B). En el caso de la tipología de Juan Cabanilles (2008), coincidirían con los tipos PF1 a PF23 y PF24 a 41, similares grosso modo a las propuestas por el autor italiano (Tabla 1 y fig. 6-15). Diferenciamos estas dos grandes categorías por dos motivos esenciales: el carácter de indicador cronológico que van a representar estas y la dificultad que comporta la atribución a un tipo o subtipo concreto. Aunque pueda parecer un contrasentido, la minuciosidad de la tipología puede ir, en algunos casos, en detrimento de la objetividad. Las siluetas de las piezas no se adaptan de manera precisa a los contornos geométricos puros. Existen tendencias, evidentemente, pero estas son más subjetivas a la hora de abordar su clasificación y difícilmente autores distintos coincidirán totalmente en la asignación de tipos. Aun así, la evolución plasmada en el yacimiento de referencia de La Ereta (Juan Cabanilles 2008: 250-251) coincide a grandes rasgos con lo que observamos en la colección de estudio y reproduce una dinámica constatada en otros ámbitos como el Valle del Ebro (Cava 1986).

Figura 4. Distribución de secciones.

3. DISCUSIÓN Partiendo de los pioneros estudios del siglo pasado sobre las industrias líticas del Bajo Aragón de Bardaviu (1923), de los clásicos y precedentes de los actuales de Vallespí (1959), el antecedente inmediato de este estudio se remonta a 1992, cuando J.A. Benavente (1992: 569-588) reúne una serie de materiales procedentes de diferentes yacimientos bajoaragoneses, algunos ya estudiados por diferentes autores. Destacan lugares como la Empeltada de Valderrobles, el Cortado de Baselga (Álvarez y Utrilla 1983; Utrilla 1975) o Los Ramos de Chiprana que servirá de base para proponer el inicio de un tipo de piezas caracterizadas y datadas en el fondo de cabaña excavado en el citado término (Álvarez y Cebolla 1985). Otros como las Torrazas de Alcañiz, Gallipont (La Fresneda), La Val del Moro en Torrecilla o la Plana de la Romerosa en Castelserás serán incluidos en el trabajo de síntesis (Benavente 1992: 570-71). Se proponen tres fases consecutivas tomando como referencia algunos de los yacimientos anteriormente mencionados y las dinámicas de comarcas cercanas (Vilaseca 1953 y 1973). La fase A coincidiría con la Empeltada, la B con Los Ramos y la C con Cortado de Baselga. En términos generales se plantea una evolución tipológico-estilística que se inicia con los tipos foliformes mas toscos y de mayores dimensiones y culmina con los de pedúnculo y aletas, propuesta que mantendremos a lo largo de este trabajo. La presencia de diferentes tipos de puntas de flecha es muy significativa en contextos funerarios, especialmente en cuevas y abrigos, contemplándose la posibilidad en muchos casos de que gran parte de ellas no formaran parte del ajuar, sino que fueran la causa de la muerte, por ello aparecen incrustadas en los propios esqueletos (Vegas et al. 1992).

Figura 5. Medidas: longitud y anchura.

En el Valle del Ebro existe cierta unanimidad en dotar de mayor antigüedad a las de silueta foliforme frente a las de pedúnculo y aletas como parece sugerir la distribución de efectivos en los niveles b2 y b1 de la cueva de Abauntz en Navarra (Utrilla 1982; Rodanés 1999). El proceso se puede hacer extensivo y presentar comportamientos similares en Peña Larga de Cripán (Fernández Eraso 1988), La Peña de Marañón (Cava y Beguiristain 1992) o Pico Ramos en Vizcaya (Gorrochategui et al. 1995: 110). Esta misma tendencia se aprecia en la sepultura colectiva alavesa de San Juan ante Portam Latinan donde se

115


Figura 6. Tabla de distribución de los tipos según las tipologías de Bagolini y Juan Cabanilles. encontraron 58 puntas de flecha de retoque plano bifacial de dimensiones y tipología variada: foliformes, pedunculadas o con aletas incipientes, estando ausentes las de pedúnculo y aletas desarrolladas. Algunas de ellas se encontraron clavadas en huesos humanos, alojadas en el interior de los propios cadáveres. La cronología media de los enterramientos, una vez descartadas una serie de dataciones excesivamente antiguas, se sitúa entre 3330 y 3042 cal ANE (Vegas et al. 1999: 442 y 443). En un estudio de los años noventa sobre cavidades sepulcrales en el Valle Medio del Ebro se inventariaban los diferentes efectivos atendiendo a su morfología. Por lo que respecta al entorno inmediato que estudiamos, se documentaban foliformes en Venta del Griso, Olivar de Macipe e Hipólito; exclusivamente de pedúnculo y aletas, con una cronología, quizá más reciente, en El Subidor y coincidiendo ambos tipos en Coscojar, Canyaret de Pallisetes y San Antonio de Calaceite (Rodanés 1999: 195). En esta misma línea la excavación parcial de una serie de cuevas sepulcrales en el mismo término municipal del que proceden los hallazgos que estudiamos (Cortada 1 y 2, Balsa Nueva y Rodigacho) aportan información relevante, ya que en alguna de estas cavidades, en especial Cortada 1, donde aparecieron ocho puntas foliformes, y Cortada 2, con un tipo de pedúnculo y aletas, pueden servir de referencia ya que contamos con dataciones absolutas en Balsa Nueva (GrN-16461. 3960±35 BP) y Cortada 2 (GrN-16460. 3865±35 BP), al

116

igual que en otro yacimiento, ya citado, más alejado, pero igualmente interesante, como es el fondo de cabaña de Los Ramos en Chiprana (GrN-12672. 5050±60 BP) con piezas foliformes, más toscas, comparables, igualmente, con algunos tipos de Torrecilla de Alcañiz, en especial con los de mayor tamaño.

4. CONCLUSIONES Con estos datos parece coherente proponer un marco temporal para estas industrias inventariadas en el término de Torrecilla de Alcañiz - con la evolución tipológica anteriormente señalada y coincidente en distintos territorios- entre 3853 y 2348 cal med ANE, tomando como límite superior la cabaña de Chiprana y el inferior los abrigos alcañizanos. En términos culturales propondríamos un inicio en los momentos finales del Neolítico extendiéndose su producción a lo largo de todo el Calcolítico, coincidiendo en algún momento con las numerosas manifestaciones rupestres que cada vez con mayor frecuencia aparecen en la zona. A falta de determinar los lugares de hábitat, estas tres manifestaciones: industrias de foliáceos, aparecidos habitualmente en contextos superficiales, abrigos con enterramientos múltiples, junto a otros con manifestaciones pictóricas con mayor o menor grado de esquematismo, serían los exponentes de un intenso poblamiento de estos territorios bajoaragoneses durante más de mil quinientos años entre el cuarto y tercer milenio cal ANE.

Figu


Sesión 1. Prehistoria Tabla 1. Clasificación tipológica según Bagolini (1970) y Juan Cabanilles (2008).

Tipología según Bagolini (1970)

Tipología según Juan Cabanilles (2008)

Sin tipo

12

7,55%

Sin tipo

9

5,49%

F1A

15

9,43%

PF1

18

10,98%

F1A, F1B

30

18,87%

PF13

1

0,61%

F1B

9

5,66%

PF18

2

1,22%

F1C

7

4,40%

PF2

15

9,15%

F1C, F3A, F3B

1

0,63%

PF21

2

1,22%

F1C, F3B

7

4,40%

PF22

4

2,44%

F1D, F3B

1

0,63%

PF23

1

0,61%

F2A

1

0,63%

PF24

7

4,27%

F2A, F2B

4

2,52%

PF25

15

9,15%

F2B

9

5,66%

PF26

2

1,22%

F2B, F3B

3

1,89%

PF29

3

1,83%

F2C

8

5,03%

PF3

1

0,61%

F2C, F3A

1

0,63%

PF30

6

3,66%

F3A

17

10,69%

PF31

4

2,44%

F3A, F1C

1

0,63%

PF33

3

1,83%

F3A, F3B

8

5,03%

PF35

1

0,61%

F3B

19

11,95%

PF36

1

0,61%

F3B, F1C

1

0,63%

PF38

3

1,83%

F4A

1

0,63%

PF40

6

3,66%

F5D

1

0,63%

PF41

1

0,61%

F6A

1

0,63%

PF42

4

2,44%

F7B

1

0,63%

PF45

3

1,83%

F7C

1

0,63%

PF47

16

9,76%

PF5

5

3,05%

PF6

3

1,83%

PF7

20

12,20%

PF8

8

4,88%

159

164

AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido realizado gracias a un contrato predoctoral financiado por Diputación General de Aragón (cofinanciado con Fondo Social Europeo) y al proyecto ‘HAR2015-65620-P: Paisaje y Sociedad: el valle medio del Ebro entre el 6000 y el 500 cal ANE’ (MINECO/ FEDER).

ura 6. Tabla de distribución de los tipos según las tipologías de Bagolini y Juan Cabanilles

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Figura 7. Puntas foliformes y romboidales.

118

Vilaseca, S. (1953): Las industrias de sílex tarraconenses. Madrid. Vilaseca, S. (1973): Reus y su entorno en la Prehistoria. Reus.


Sesiรณn 1. Prehistoria

Figura 8. Puntas foliformes y romboidales.

119


Figura 9. Puntas foliformes y romboidales.

120


Sesiรณn 1. Prehistoria

Figura 10. Puntas foliformes y romboidales.

121


Figura 11. Puntas foliformes y romboidales.

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Sesiรณn 1. Prehistoria

Figura 12. Puntas foliformes y romboidales.

123


Figura 13. Puntas de pedĂşnculo y pedĂşnculo y aletas.

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Sesión 1. Prehistoria

Figura 14. Puntas de pedúnculo y pedúnculo y aletas.

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Figura 15. Puntas de pedĂşnculo y pedĂşnculo y aletas.

126


Sesión 1. Prehistoria

1.11. EL COLLADO DE LA ABEJA UNA ALDEA AGRÍCOLA EN LLANO DEL BRONCE MEDIO COLLADO DE LA ABEJA A FARMERS VILLAGE FROM THE BRONZE AGE

Fernando Pérez-Lambán1, Jesús V. Picazo Millán2, Javier Fanlo Loras3 Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Dpto. Geografía, Prehistoria y Arqueología 2 Universidad de Zaragoza. Dpto. Ciencias de la Antigüedad 3 Investigador independiente

1

Autor de contacto/Contact author: Fernando Pérez-Lambán, fperezlamban@gmail.com

RESUMEN Durante el Bronce Medio (1700-1400 a.C.) las comunidades agrícolas del valle del Ebro ocupan densamente el sector central de la Depresión. Proliferan asentamientos emplazados en los interfluvios de la cuenca, sobre las tierras tradicionalmente dedicadas al cultivo de secano. Precisamente su ubicación conlleva problemas de conservación y les confiere escasa visibilidad en el registro arqueológico. El continuo laboreo de las superficies ocupadas por estos yacimientos prehistóricos, especialmente desde la mecanización del campo, ha afectado severamente a la preservación de sus estructuras y estratigrafía. Por otra parte, son difícilmente identificables en superficie, siendo sólo evidenciados por una dispersión más o menos densa de cerámicas a mano. Por lo tanto, estos yacimientos no son tan bien conocidos como podría pensarse. Incluso cuando se han excavado, generalmente aparecen como “campos de silos” (los silos excavados, como estructuras negativas, escapan parcialmente al alcance del arado) y, ocasionalmente, se describe algún fondo de cabaña aislado. El caso del Collado de la Abeja ofrece una buena oportunidad para estudiar el conjunto de estructuras que forman un yacimiento en llano del Bronce Medio. Aunque igualmente afectado por la erosión y las labores agrícolas, la excavación del yacimiento ha revelado hasta la fecha los restos de al menos 5 cabañas y 13 silos, lo que nos ofrece una visión de conjunto de la forma pre-urbana de una de estas aldeas. Las cabañas son el elemento más novedoso del yacimiento. Se trata de estructuras exentas rectangulares o formadas por módulos rectangulares parcialmente excavadas en el suelo. Por otro lado, el repertorio de materiales muebles informa de una gran variedad de actividades realizadas en el asentamiento, lo que induce a pensar que es una comunidad potencialmente autosuficiente, sin menoscabo de los probables contactos que tendría con otras aldeas próximas y quizás relaciones de dependencia con yacimientos mayores y posiciones prominentes. PALABRAS CLAVE: Valle del Ebro; Bronce Medio; Aldea; Cabañas; Silos; Sociedades agrarias.

ABSTRACT During the Middle Bronze Age (1700-1400 BC), there was a dense distribution of farmer communities in the Central Ebro Basin. Dwellings were placed in the rainfed lands between the main tributaries of the Ebro river. Continuous cultivation and ploughing in these areas creates important conservation issues for this archaeological sites. Normally, they are only evidenced in the field by scattered pottery fragments, without visible structural remains. As a result of these issues, these sites are not sufficiently studied. Moreover, the few of them excavated, frequently are named “fields of storage pits”, as these negative structures are the only ones that survive the continuous ploughing. Collado de la Abeja is an important case study of the assemblage of structures of a farmer village from the Bronze Age. Besides the abovementioned conservation issues, we have documented 13 storage pits and 5 huts. These structures offer an insight of the pre-urban configuration of one of these villages. Huts are the most original finds in Collado de la Abeja. They are isolated rectangular structures, partially excavated in the terrain. On the other hand, the assemblage of artefacts informs of a variety of human activities, as is the case of self-sufficient communities. However, there are a number of coetaneous sites that most probably would have had rapports with Collado de la Abeja. KEY WORDS: Ebro valley; Middle Bronze Age; Village; Huts; Storage pits; Farmer societies.

127


1. INTRODUCCIÓN El Collado de la Abeja está situado entre los términos municipales de Muel y Alfamén, en las coordenadas UTM Huso 30T x: 652512; y: 4594107; z: 550 (European Datum 1950). Ocupa la zona de contacto entre un pequeño cerro y el campo de cultivo de secano que se extiende a sus pies. Corresponde a una ocupación del Bronce Medio, siendo especialmente interesante por el tipo de ubicación en llano, lo que contrasta con otros yacimientos del Bronce de la zona que se alojan en relieves de altura. Desde el año 2009, cuando se realizó la primera campaña de excavaciones, este yacimiento se ha revelado como una fuente de información fundamental para la comprensión del sistema de ocupación y explotación del valle medio del Ebro en la Edad del Bronce (Figura 1). Los yacimientos del segundo milenio antes de nuestra era están ubicados en los interfluvios de los principales afluentes del Ebro, como son el Huerva y el Jalón (sólo hacia el final del periodo, en el Bronce Final y Hierro I los asentamientos están claramente vinculados al terreno aluvial). En cuanto a las posiciones de los yacimientos (Figura 2), parece que hay un cambio de ubicación entre el Bronce

Antiguo –yacimientos preferiblemente en altura– y el Bronce Medio –yacimientos en alto y en llano (Burillo 1980; Burillo y Picazo 1997; Pérez-Lambán 2011; PérezLambán et al. 2011; Picazo 2005).

2. OBJETIVOS El principal objetivo de las actuaciones arqueológicas en el Collado de la Abeja es conocer y caracterizar los asentamientos en llano del Bronce Medio en el sector central de la Depresión del Ebro. En otros contextos geográficos próximos, como es el caso de Lleida (Agustí et al. 1997), los yacimientos en llano de este periodo están mejor conocidos y englobados en la categoría descriptiva de “campos de silos”, pues generalmente en excavación se manifiestan como dispersiones irregulares de hoyos y cubetas, muchas de las cuales parecen corresponder a silos amortizados. Esta visión de los yacimientos en llano del Bronce Medio como campos de silos está fuertemente condicionada por la escasa visibilidad de estos emplazamientos y por la destrucción severa de la estratigrafía provocada por el laboreo agrícola de las tierras de secano, especialmente desde la mecanización del campo. El arado en profundidad destruye la estratigrafía y desdibuja los límites, mientras

Figura 1. Mapa de localización del Colado de la Abeja (número 1) y de los principales yacimientos de la Edad del Bronce en La Huerva.

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Sesión 1. Prehistoria que la desprotección del suelo por la falta de vegetación durante buena parte del año facilita la erosión. Así pues, es difícil que estos yacimientos conserven estructuras positivas, por lo que son conocidos, principalmente por sus estructuras negativas: hoyos, cubetas, silos. Teniendo en cuenta esta problemática, se establecieron otros objetivos más concretos: - Precisar la cronología del yacimiento para poder establecer su relación con otros establecimientos. - Estimar su extensión y límites definidos si los tuviera. - Identificar estructuras positivas. - Obtener indicadores económicos y ecológicos para precisar las funciones del yacimiento.

3. METODOLOGÍA En el año 2009 se realizó la primera campaña de sondeos arqueológicos con la intención de comprobar la existencia de estructuras conservadas relacionadas con la dispersión de materiales observada en superficie. Para ello se realizaron 11 sondeos de 1 m2 en la parte media y superior del campo a lo largo de dos ejes, coincidiendo con las zonas de mayor concentración de material en superficie (Figura 3). Sólo uno de ellos dio resultados claramente positivos (restos de una cabaña), por lo que fue ampliado abarcando 9 m2. La experiencia de 2009 demostró que el yacimiento conservaba parcialmente restos estructurales y que la estrategia inicial de sondeos resultaba poco eficaz. Por ello, en 2010 se planteó un nuevo procedimiento: la eliminación mecánica, con traílla, de la tierra superficial removida por el arado hasta una profundidad aproximada

Figura 2. Esquema de ubicaciones de los yacimientos del Bronce y Bronce Final-Hierro I.

Figura 3. Mapa general del yacimiento con las zonas de actuación y las principales estructuras documentadas. de 30-40 cm, en una superficie 850 m2 (Figura 3). Esto permitió identificar una serie de manchas cenicientas que fueron objeto de excavación ese mismo año y en 2011, revelando restos de otras dos cabañas y varios silos. Además, se pudo observar que toda el área excavada estaba ocupada por una serie de estructuras dispersas sin organización aparente. Con la intención de establecer los límites de la ocupación y la distribución de los restos inmuebles se optó por una prospección geofísica de susceptibilidad magnética, realizada por Helmut Becker en 2015 (Figura 4). En 2017 se ha acometido una última campaña dirigida a la comprobación de los resultados de la prospección geofísica y completar la muestra de estructuras. De nuevo recurrimos a la eliminación mecánica del horizonte de arado mediante pala excavadora. Así, se ha completado la visión del yacimiento con nuevos silos y cabañas y con una perspectiva más amplia de la distribución de estas estructuras. La excavación se realizó en área abierta (excepto en los sondeos iniciales de 2009), y el registro estratigráfico se llevó mediante el sistema Harris, con fichas descriptivas de cada unidad. Todo el sedimento extraído fue cribado con tamices de 5 mm de ancho de malla. Así mismo, se recogieron muestras de tierra de las unidades estratigráficas de interés para análisis carpológicos y antracológicos. Los materiales cerámicos, muestras y otros restos se recogieron por unidades de cuadrícula y unidades estratigráficas. La documentación espacial se basó en una cuadrícula de cuadros de m2. El control de profundidades se realizó mediante un nivel óptico. Por último, se realizó un levantamiento topográfico del yacimiento con un GPS con corrección de posicionamiento en tiempo real, que también sirvió

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abajo hay una capa superficial de tierra suelta donde arraiga el cultivo, una algo más compacta fruto de las labores anuales de arado y finalmente la más compacta sólo afectada por labores de profundidad realizadas años atrás (según nos informó Rafael Aliaga, hijo del propietario del campo). Este nivel revuelto está formado por arcillas y limos con alguna grava y cantos, y contiene material mueble arqueológico desplazado de su contexto primario. Por debajo del nivel revuelto quedan restos de la acumulación coluvial o de cono (B) formada por materiales procedentes del propio cerro que dan lugar a una matriz limo-arcillosa con gravas y cantos. Este nivel apoya en el sustrato litológico mioceno (C) formado por arcillas, limos y areniscas blandas. Los contextos arqueológicos apoyan o cortan tanto el sustrato mioceno (C) como la unidad coluvial o de cono (B).

4.2. Estructuras Figura 4. Resultado de la exploración geofísica magnética de 2015.

para la toma de perímetros de las estructuras y puntos de control en campo para la georreferenciación de planimetrías y fotografías cenitales.

4. RESULTADOS 4.1. Descripción del yacimiento y estratigrafía general El yacimiento del Collado de la Abeja se ubica en lado septentrional del collado epónimo, un campo de cultivo en la falda sureste de un cerro alomado de 572 m de altitud. La ladera por este lado es cóncava, pero el campo bajo ella, donde se ubica el yacimiento, es convexa a modo de cono. El cerro está formado por materiales detríticos miocenos: arcillas y limos, con intercalaciones de areniscas blandas y conglomerados (posibles paleocanales) y calizas a techo. Sobre el cono hay una dispersión de materiales arqueológicos – fundamentalmente cerámicos– que ocupa unas 0,8 ha. Este material, aunque fragmentado y movilizado por las labores agrícolas, no presentaba un grado significativo de rodamiento. Esto, unido a la presencia de manchas cenicientas y carbonosas, era indicativo de un escaso desplazamiento respecto a los contextos primarios, conservados o no bajo la suela de labor. La estratigrafía general del yacimiento es relativamente sencilla. Hay un primer nivel (A) de tierra removida por el arado hasta una profundidad de unos 35 cm, aunque en algunas zonas los surcos mecánicos más profundos y la suela de labor superan los 50 cm de profundidad. Dentro de esta capa, pueden distinguirse tres unidades con compacidad creciente en profundidad. De arriba

130

4.2.1. Cabañas Hasta la fecha se han identificado cinco fondos de cabaña (Figuras 5 y 6) en estados de conservación en general deficientes debido a las labores agrícolas. Sin embargo, el conjunto es significativo y aporta información relevante sobre la forma y sistemas de construcción. Lamentablemente, sus dimensiones resultan desconocidas pues sus límites son difusos o se han perdido casi íntegramente. No obstante, se conservan restos parciales y en el proceso de excavación se identifican inicialmente por la naturaleza del sedimento y la estratigrafía del interior de la cabaña que contrasta con la de zonas adyacentes. Estas estructuras están aisladas unas de otras y fueron levantadas recortando el terreno para lograr una superficie horizontal. Por ello, el lado de las cabañas que se encuentra ladera arriba, más próximo al cerro, queda algo más profundo y suele ser la parte conservada, eso sí, apenas 20-30 cm. En las cabañas 1, 3 y 4 este contacto entre el terreno natural exterior y el fondo de la cabaña es rectilíneo y viene marcado por una fina línea de enlucido de barro. Además, en las cabañas 3 y 4 estos límites netos enlucidos forman ángulos de unos 90º, indicando que estas cabañas tenían formas rectangulares. Las paredes probablemente se levantaron mediante manteado de barro enlucido en su cara interna, restos que encontramos en las unidades sedimentarias que rellenan el interior. Es posible que esos manteados se apoyaran en algún tipo de entramado vegetal, como parece documentarse en la cabaña 2, en la que junto a los manteados caídos aparecieron cuatro troncos carbonizados de 15-30 cm de longitud y unos 5 cm de diámetro. Los elementos de sustentación principales eran postes de madera, cuyos agujeros han sido identificados en las cabañas 2 y 3. Los suelos también están hechos de barro con la superficie enlucida, parcialmente conservada en las cabañas 2, 3 y 4. Finalmente, las cubetas completan los elementos estructurales de las cabañas del Collado de la Abeja. En su mayor parte tienen una función desconocida, pero


Sesión 1. Prehistoria en las cabañas 2 y 5 parecen claramente haber servido de hogares por la rubefacción de la arcilla y, en el caso del hogar de la cabaña 5, por estar rellena de cenizas y carbones. De las 5 cabañas del Collado de la Abeja, la número 4, excavada en 2017, es la mejor conservada (Figura 6). Gracias a ella es posible plantear que estas cabañas tuvieran cierta complejidad, articulando diferentes módulos a partir de un murete central a modo de resalte, paralelo a los lados largos de la estructura. El sector mejor conservado es el que se sitúa en el SW, hacia el cerro. Se trata de un espacio rectangular del que se conservan tres límites con unas dimensiones mínima de 4 m de longitud y 1,45 m de anchura. Dos de sus límites están excavados en el terreno y conservan más de 5 m de enlucido de barro (Figura 7). El límite del otro lado largo es un murete de unos 8-10 cm de anchura y una longitud conservada de 1,9 m, formado por una hilada de piedras calizas locales toscamente escuadradas. El cuarto límite está totalmente perdido. Todo el espacio así delimitado estaba cubierto por una capa de sedimento ceniciento

con algunos carbones y pobre en material arqueológico. Bajo este sedimento, puntualmente en dos zonas se conservaba restos de la superficie enlucida del suelo, mientras que, en el resto del espacio, esta superficie ha desaparecido dando lugar a una unidad estratigráfica bioturbada que presenta una mezcla del barro del suelo y el sedimento ceniciento superior. Al otro lado del murete de piedra hay otros espacios peor delimitados, en los que están ausentes los rellenos cenicientos y, sin embargo, contienen relativa abundancia de material cerámico, muy afectado por las labores agrícolas evidenciadas por las líneas de arado que alcanzaban la cota de las cerámicas. Al SE de este espacio hay una depresión casi circular, rellena de piedras, mientras que, al NW hay un espacio parcialmente delimitado por el recorte del terreno con enlucido de barro, relleno de sedimento ceniciento y con abundantes restos cerámicas. La interrupción de este sedimento y de la dispersión de materiales hacia el NW parece indicar un límite difuso de este espacio, lamentablemente sin línea de enlucido conservada.

Figura 5. Planta de la cabaña 2, excavada en 2010-2011.

131


La conservación de estos silos es aceptable, pese a que su parte superior ha sido cortada en todos los casos por las labores agrícolas y muchos de ellos presentan alteraciones por madrigueras. Pese a ello, es posible hacerse una idea bastante precisa de su forma y dimensiones, además de recuperar unos conjuntos materiales de cierto interés. Los perfiles dominantes son cilíndricos o acampanados, si bien hay una considerable variedad formal. Respecto a sus dimensiones, sólo tenemos seguridad del diámetro máximo en la parte inferior del silo, pues las alturas y diámetros de boca han desaparecido en todos los casos, como se ha indicado. Ese diámetro máximo, siempre ubicado unos centímetros por encima del fondo del silo, oscila entre los 85 y los 170 cm, con valores agrupados preferiblemente en torno a los 85-90 cm y 120-130 cm, como si se tratase de dos módulos volumétricos.

Figura 6. Vista oblicua de la cabaña 4, excavada en 2017, con indicación de sus principales elementos constructivos.

Los rellenos son heterogéneos. Algunos contienen depósitos muy uniformes de sedimento ceniciento que incorporan algunos carbones, fragmentos inconexos de cerámica y huesos de fauna consumida (a falta del estudio taxonómico completo, parece que el conjunto está formado principalmente por ovejas-cabras y muy minoritariamente por suidos, sin poder determinar de

Figura 7. Detalle del enlucido de barro en la cabaña 4.

4.2.2. Silos En total se han excavado trece estructuras negativas que genéricamente se denominan silos (Figura 8), aunque, como es habitual, no se documentan en su función primaria, sino amortizados y rellenos de material de desecho (Agustí et al. 1997, 172). Son estructuras aisladas, sin relación aparente unas con otras y con una distribución irregular por el yacimiento. Sólo una de ellas guarda relación con la cabaña 2.

132

Figura 8. Planta y secciones del silo 11, excavado en 2011.


Sesión 1. Prehistoria momento si domésticos o salvajes). Otros presentan rellenos más irregulares que comprenden varias capas alternado niveles finos cenicientos y otros más terrosos incluso con restos constructivos (manteados de barro). Como elementos excepcionales, entre los rellenos se ha recuperado una punta de cobre de pedúnculo y aletas y un elemento de hoz denticulado en sílex.

4.3. Materiales 4.3.1. Cerámicas A partir de los fragmentos cerámicos provenientes de los contextos definidos (cabañas y silos) se han identificado unas 50 piezas, muchas de las cuales con perfiles casi completos (Figura 9). El resto de fragmentos recuperados guardan gran afinidad con los tipos representados por esta serie de piezas. Para la descripción de los tipos, seguimos la clasificación formal propuesta por Picazo (1993). Forma 1: cuencos abiertos Pueden presentar perfiles semiesféricos o troncocónicos. En el primer caso, si se trata de piezas pequeñas, la base es redondeada, pero en las grandes tiende a aplanarse. En el caso de los troncocónicos, las bases son preferentemente planas y hay una tendencia al exvasamiento del borde que resulta en un perfil sinuoso, impropio de la forma 1 (Picazo 1993, 46), aunque la forma general sigue siendo la de un cuenco. Estas piezas están carentes de decoración, salvo por un fragmento que tiene impresiones de espátula en el borde. Los elementos de sujeción son igualmente escasos y cuando están presentes son lengüetas o pezones simples en el borde o bajo el mismo. El tratamiento superficial es bruñido y las pastas son compactas y depuradas, con desgrasantes de tamaño medio-fino. Forma 2: cuencos cerrados Presentan más homogeneidad formal que los abiertos. Son formas derivadas de una esfera, más o menos aplanada, con perfil compuesto, con el diámetro de la boca inferior al máximo. Según los fragmentos conservados, carecen de decoración o elementos de sujeción, aunque quizás llevasen un aplique como los de la forma 1. Sus acabados son alisados, espatulados o rugosos y las pastas algo menos depuradas. Forma 3: vasijas de perfil sinuoso Dentro de esta forma general de contenedores de perfil sinuoso, en El Collado de la Abeja se distinguen claramente dos grupos fundamentales: vasijas medias y grandes con perfil acampanado y estructura abierta y vasijas pequeñas con perfil fusiforme y estructura abierta con tendencia a cerrarse. Las vasijas acampanadas están representadas por ejemplares casi completos aparecidos en las dos cabañas y piezas más fragmentadas de los silos. Se trata de piezas medianas y grandes con tendencia vertical (pueden llegar a medir cerca de 50 cm de altura) con perfil suavemente sinuoso y abierto.

El cuerpo inferior está formado por un tronco de cono invertido, con paredes muy rectas. Los hombros están muy atenuados, casi desaparecidos, y el cuello es largo con borde exvasado, por lo que el diámetro de la boca supera al de la panza. Las vasijas fusiformes también se conocen por las piezas de las cabañas y los silos. Son similares a las anteriores en la atenuación de la inflexión del hombro, pero su perfil es más vertical de modo que el cuerpo se torna fusiforme y el diámetro de la boca y la panza son casi coincidentes; son piezas cerradas con tendencia abierta o viceversa según los casos. Frente a esta afinidad de dichas formas, se observa una gran variabilidad en decoraciones, acabados y aplicaciones. Hay una gran tinaja con cordón digitado entre el cuello y el hombro, parcialmente cubierto por el acabado de aplicación rugosa e impresiones verticales de espátula o cuchillo oblicuas al borde. Sin embargo, otra vasija grande acampanada está bruñida y no presenta decoración, pero sí dos asas de sección circular horizontales y enfrentadas, fijadas a la pared por el procedimiento de remache. Otros ejemplares también presentan cordones digitados o lisos en ocasiones formando motivos geométricos (chevrons, arboriformes, zigzags) y/o grandes pezones individuales o series de apliques más pequeños. Además, pueden tener todos los tipos de acabado, incluidos los rugosos o rascados. Las pastas de estas piezas grandes acampanadas son compactas con abundancia de desgrasantes de tamaño medio. Sin embargo, en las piezas fusiformes, las pastas son menos compactas y tienen gran cantidad de desgrasantes medio-gruesos y muy angulosos. Forma 4: vasos carenados Los vasos de la forma 4 de El Collado de la Abeja son piezas que tienen la carena en posición tendente a media o baja y la estructura invariablemente abierta, con el diámetro máximo en la boca. Su cuerpo inferior adopta la forma o bien de casquete esférico o bien de tronco de cono invertido, mientras que por encima de la carena la pared es cóncava y el borde claramente exvasado. Dentro de esta forma general y muy homogénea se ha diferenciado tres grupos en función de su tamaño. Así se denomina vaso carenado pequeño a los que tienen diámetros máximos alrededor de 14 cm, vasos carenados medianos a los de 20-30 cm y finalmente vasos carenados grandes con diámetro de boca superior a 40 cm. Estas piezas tienen la superficie bruñida pero no presentan ningún tipo de decoración o elemento de sujeción en los fragmentos conservados. Los acabados son bruñidos y las pastas compactas y depuradas, con desgrasantes de tamaño medio-fino. Otras formas Incluimos en este apartado un fragmento de crisol. Se trata de un cuenco de casquete esférico con borde redondeado y digitado. El grosor de la pared es mayor hacia la parte basal de la pieza. La pasta es muy deleznable, probablemente está mal cocida y tiene abundantes desgrasantes gruesos e improntas vegetales.

133


Figura 9. Selección de piezas del Collado de la Abeja. Tecnología cerámica

4.3.2. Lítico

El conjunto de cerámicas no muestra rasgos de modelado reseñables, excepto por el modo de fijación de las asas de sección circular por remache. Esto se debe con casi total seguridad a la necesidad de una sujeción duradera capaz de soportar el trasiego de recipientes grandes, pesados y llenos de contenido.

Aproximadamente 1/3 de los restos líticos recuperados son de sílex. Los restantes representan diversas rocas: arenisca, caliza, cuarcita y esquisto o pizarra metamórfica. El sílex y la caliza son abundantes en toda la zona, vinculados a las mesas de formación evaporítica miocena que son el relieve principal del entorno (La Muela, La Plana, Peña Enroque…). Las areniscas blandas también se encuentran entre el propio sustrato litológico local. Otras areniscas (del Buntsandstein) y calizas (mesozoicas y paleozoicas), así como las cuarcitas y el esquisto de módulo centimétrico pueden proceder de los conglomerados (paleocanales) locales, mientras que las de módulo decimétrico provienen probablemente de las cercanas terrazas del río Jalón.

Las peculiaridades tecnológicas de El Collado de la Abeja residen más en las pastas utilizadas. Según la caracterización petrográfica realizada por Jesús Igea y Pilar Lapuente del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza a partir de siete piezas, se evidencia el uso de materias primas locales, presencia de desgrasantes en general abundante, con proporciones de arcilla e inclusiones que oscilan entre 83/17 y 55/45. Esas inclusiones están compuestas mayoritariamente por chamotas y fragmentos de rocas lutíticas, seguidas a gran distancia por los cuarzos. Respecto a este esquema general se distinguen dos muestras que tienen mayor proporción que las demás de fragmentos de rocas cuarcíticas, areníticas y sobre todo metamórficas (ausentes en el resto) en detrimento de las chamotas y/o lutitas (aunque siguen dominando). Estos dos fragmentos provienen de muestras de la forma 3, de una de las grandes vasijas acampanadas y de una de las pequeñas fusiformes. Sin embargo, se analizó otra vasija fusiforme que no contiene fragmentos de roca metamórfica y tiene una menor proporción de inclusiones que las dos anteriores. En todo caso, estas tres piezas son las que tienen las inclusiones más grandes. La fracción general más abundante en todas las piezas muestreadas es la de arena gruesa, que representa siempre más de la mitad de las inclusiones. Por lo demás son todas piezas muy porosas, debido a grietas de contracción, vacuolas de desgasificación y porosidad móldica. Esta porosidad no guarda relación con las formas ni los acabados de los vasos.

134

En lo que respecta a los objetos de sílex, la mayor parte se corresponden a restos de talla (chunks, esquirlas y lascas y láminas de primer, segundo y tercer orden sin retoque) y núcleos reutilizados como machacadores. Quizás algunas de éstas sean “piezas fortuitas”, cuyo filo cortante pudiera ser utilizado conforme salió del núcleo (Harrison et al. 1994, 174). El resto son tres puntas foliáceas con retoque cubriente (de una sólo se conserva un fragmento distal), láminas y raspadores. Elementos de hoz o cuchillos sobre láminas de sección trapezoidal Se trata de cinco fragmentos de lámina de sección trapezoidal (dos mesiales y dos proximales). Presentan retoque escaleriforme y abrupto, ligeramente denticulado, en alguno de sus lados, y pátina de cereal. Aunque se trata de fragmentos de láminas, sus dimensiones son notables; una de ellas casi alcanza los 10 cm de longitud. Proceden de hallazgos superficiales y de ambas cabañas. Algunas de estas láminas podrían parecen propias del Calcolítico y podrían estar reutilizadas en el Bronce Medio. De


Sesión 1. Prehistoria una forma general ovalada con una cara desgastada por la fricción de la volandera. Uno de ellos, sobre cuarcita, presenta además un muñón distal. Algunas piezas consideradas molinos no tienen la cara desgastada cóncava, quizás por la dureza del material, por poco uso o por tener una función diferente (Agustí et al. 1997, 172). Hacha o azuela

Figura 10. Elemento de hoz denticulado en sílex tabular. hecho, algunos retoques son posteriores a la pátina de cereal que presentan. Además, este año se recuperó en el interior de un silo un elemento de hoz denticulado sobre sílex tabular (Figura 10). Raspadores Se trata de dos piezas recuperadas en superficie. El primero es un raspador doble sobre lámina (4,4 cm de longitud) con retoque abrupto en todo el perímetro (frentes de raspador en extremos proximal y distal; lados retocados) y un posible denticulado en el lado derecho. El frente de raspador proximal es más ancho y presenta una curva disimétrica con el lado izquierdo más desgastado (propio de uso por diestros). Presenta signos de abrasión realizados por uso sobre material blando (llegan a afectar al interior). Hay restos de coloración ocre u óxido. El frente de raspador distal, más pequeño, tiene una curvatura más simétrica y presenta igualmente huellas de desgaste por material blando claramente asociadas a coloración ocre u óxido. Sin que pueda asegurarse, puede sugerirse el raspado de piel húmeda, que es un material blando frecuentemente asociado al ocre. El segundo raspador está tallado sobre lasca con retoque abrupto escaleriforme y una zona de posible denticulado. Muestra rastros de uso especialmente visibles en la zona denticulada; huellas de desgaste en los vértices del filo. También presenta rastros tecnológicos; huellas de estrías paralelas producidas por el impacto de percutor duro en el momento de la talla del retoque. Molinos Los fragmentos de molino son los elementos líticos más abundantes. Están elaborados preferentemente en cuarcita, aunque también los hay de arenisca. Se trata de molinos de vaivén o barquiformes y por tanto tienen

Conserva la mitad proximal con talón apuntado de sección ovalada. Elaborada en esquisto mosqueado. Toda la superficie original está piqueteada, pero no se excluye la posibilidad de que el extremo distal perdido estuviera pulimentado formando un frente activo. Se ha señalado que el talón de algunos útiles pulimentados presenta un acabado piqueteado para facilitar su enmangue. Igualmente se ha sugerido que el frente pulimentado de estos instrumentos puede relacionarse no ya con actividades de corte (hachas) o excavación (azuelas), sino de arado (rejas) (Agustí et al. 1997; Baudouin 1913; Delibes 1974). Moldes Por último, hay que mencionar dos moldes de fundición labrados en caliza y arenisca. El primero de ellos conserva una cuarta parte del negativo de un hacha plana o escoplo; lamentablemente el fragmento sólo muestra la mitad longitudinal del extremo proximal, de modo que no se puede conocer ni su anchura, ni su longitud ni la forma de su parte activa. La superficie superior del molde es completamente plana, adecuada para soportar una tapa a modo de molde falso bivalvo. El resto del molde tiene perfil convexo facetado por las huellas de talla. El segundo aún presenta un estado más precario; tan sólo conserva parte del lateral del negativo de un útil de sección rectangular. Todas sus aristas están muy redondeadas por la pérdida de granos por erosión.

4.3.3. Metales Aunque minoritarios, es importante señalar la presencia de algunos objetos metálicos. En primer lugar, cabe mencionar una punta de cobre de pedúnculo y aletas (Figura 11), recuperada en el interior de un silo relleno de ceniza con escasos fragmentos de cerámica y hueso. Por otro lado, tenemos una serie de elementos relacionados con el proceso metalúrgico; al crisol y moldes antes mencionados, hay que añadir fragmentos de escoria de barro fundido con probable presencia de restos de cobre/ bronce localizados tanto en cabañas como en silos.

4.4. Cronología Contamos con tres dataciones radiocarbónicas por AMS para establecer la cronología del yacimiento (Tabla 1). Una de ellas (GrA-45043) se determinó sobre fragmentos de carbón del nivel de ocupación de la cabaña 1 pudiendo pertenecer a los materiales de construcción de la estructura o a madera más efímera de un hogar o algún objeto de

135


1986). En este sentido son significativos los vasos de las formas 3 y 4 en los que se acusa una clara tendencia a la apertura de las bocas, lo que es una característica propia del Bronce Medio (Picazo 1993, 108). Otros cambios en la producción cerámica respecto a épocas anteriores son la generalización de las asas de sección circular fijadas por el procedimiento de remaches y menos claramente la rarificación de las improntas basales de cestería (Rovira i Port 2006). Los acabados alisados, bruñidos y rugosos, así como las decoraciones plásticas y por impresión digital o de instrumento, no difieren sustancialmente de las de la etapa inmediatamente anterior; si acaso se acusa una mayor generalización de los cordones múltiples y de los cordones lisos.

Figura 11. Punta de cobre de pedúnculo y aletas. uso. Su resultado fue una fecha entorno al 1600 ± 50 cal BC. Las otras dos se efectuaron sobre huesos encontrados en dos de los silos amortizados como basureros. Al ser dataciones realizadas en material de vida corta y en contextos cerrados, dan aproximadamente la fecha de abandono de esas estructuras (no necesariamente del poblado). Los dos huesos de silos diferentes dieron fechas casi sincrónicas: 1560 ± 40 y 1560 ± 50 cal BC. Esta notable coincidencia para elementos terminales puede indicar que nos encontramos ante un final sincrónico para todo el conjunto, descartando de momento la posibilidad de estratificaciones horizontales y, por tanto, una utilización secuencial del campo de silos.

5. CONCLUSIONES Este yacimiento del Bronce Medio corresponde a un asentamiento agrario en llano relacionado con la explotación de un entorno especialmente apto para los cultivos de cereal en secano. Esta actividad justificaría la existencia de los silos y la abundancia de fragmentos cerámicos correspondientes a grandes tinajas de almacenaje. Este tipo de yacimiento apenas es conocido en Aragón, pero cada vez hay más testimonios en el valle medio del Ebro, caso de Minferri en Lleida (Agustí et al. 1997), Siete Cabezos en Magallón (Harrison et al. 1990) o Balsa la Tamariz en Tauste (Rey y Royo 1992). Los elementos de hoz, los molinos y los machacadores de sílex son otras evidencias de la actividad agrícola.

Hay evidencias de reformas y arreglos en las estructuras (varias capas de encalado sucesivas y agujeros de poste yuxtapuestos), pero no parece que haya varias fases de ocupación. Tanto las fechas radiocarbónicas como el conjunto de materiales aluden a una ocupación durante el Bronce Medio. Hay una sintonía significativa ente los repertorios de El Collado de la Abeja y los conjuntos del Sistema Ibérico (Picazo 1993), especialmente con el yacimiento de la Hoya Quemada (Burillo y Picazo

Otras actividades económicas también quedan documentadas en el registro arqueológico de El Collado de la Abeja. La ganadería estaba dedicada a los ovicápridos; los suidos son excepcionales y quizás resultantes de la caza. La actividad metalúrgica también está presente en el yacimiento a través de los crisoles, las escorias, los moldes. El comercio está atestiguado por la circulación y

Tabla 1. Dataciones de 14C obtenidas en el Collado de la Abeja.

Ref. Laboratorio

Contexto

Material

Edad BP

Mediana BC

GrA-45043

Cabaña

Carbón

3320 ± 30

1600 ± 50

cal

1 sigma cal BC

2 sigma cal BC

(68% prob.)

(95% prob.)

1633-1601 (35,1%) 1592-1532 (64,9%) 1608-1570 (51,5%)

GrA-52444

Silo

Hueso

3280 ± 30

1560 ± 40

1561-1546 (17,3%) 1541-1518 (31,2%) 1608-1570 (44,3%)

GrA-52445

Silo

Hueso

3275 ± 35

1560 ± 50

1561-1546 (14,8%) 1541-1505 (40,9%)

136

1683-1523 (100%)

1630-1494 (99%) 1472-1464 (1%)

1633-1488 (95%) 1483-1454 (5%)


Sesión 1. Prehistoria reutilización del metal, la procedencia foránea de la roca de los moldes y, quizás, los útiles sobre lámina. La organización del asentamiento parece articularse a partir de la existencia de cabañas aisladas dispuestas de forma aleatoria entre las que se encontrarían los silos. No se ha encontrado el límite del asentamiento, por lo que desconocemos su extensión, así como la posible existencia de estructuras limitantes o defensivas. La propia ubicación de este tipo de yacimientos en zonas de labor dificulta la conservación y estudio de las cabañas. En este sentido, el Collado de la Abeja es un caso afortunado que ofrece una visión muy completa de estas estructuras. Es reseñable que la técnica constructiva documentada y la propia forma de las cabañas es muy similar a la de las estructuras de la Hoya Quemada (Burillo y Picazo 1986). Ambos yacimientos presentan modelos de cabaña rectangulares, construidos en barro y madera, con enlucidos y suelos bien formados e incluso coinciden en la presencia de muretes bajos o resaltes longitudinales que delimitan espacios en el interior de las estructuras. La diferencia fundamental entre ambos es que Hoya Quemada es un poblado en altura, sobre un cerro escarpado, y dotado de estructuras defensivas, lo que impone un patrón urbano concentrado, con las casas yuxtapuestas, motivado por la menor disponibilidad de espacio. Por todo ello el Collado de la Abeja constituye un nuevo referente para este tipo de emplazamientos, escasos y mal conocidos en la margen derecha del Ebro, aunque tal vez fueron un modelo relativamente generalizado y complementario o alternativo a los típicos poblados en altura, sistema de asentamiento que perdura en el Bronce Medio.

AGRADECIMIENTOS La excavación del yacimiento del Collado de la Abeja se integra dentro de la línea de investigación de evolución del poblamiento y el paisaje de La Huerva, que forma parte de los proyectos HAR2012-36967 “Dinámica de la ocupación prehistórica del Valle Medio del Ebro durante el Holoceno superior” y HAR2015-65620-P “Paisaje y Sociedad: el valle medio del Ebro entre el 6000 y el 500 cal ANE” (MINECO/FEDER) y del Grupo de Investigación Consolidado H07 “Primeros Pobladores del Valle del Ebro”. Las campañas de excavación de 2009, 2010 y 2011 fueron financiadas por la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón. Queremos agradecer a Rafael Aliaga su actitud positiva y generosa al permitir y facilitar las labores de investigación en campo durante las campañas desarrolladas entre 2009 y 2017.

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Sesión 1. Prehistoria

1.12. LAS FASES DE OCUPACIÓN DE EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA) OCCUPATION PHASES OF EL MORREDÓN (FRÉSCANO, ZARAGOZA)

Paloma Aranda-Contamina1, José María Rodanés Vicente1, José Ignacio Lorenzo Lizalde2 Área de Prehistoria. Dpto. Ciencias de la Antigüedad. Universidad de Zaragoza 2 Arqueólogo

1

Autor de contacto/ Contac author: Paloma Aranda-Contamina, paranda@unizar.es

RESUMEN El yacimiento de El Morredón, situado en el municipio de Fréscano (Zaragoza), ha sido objeto de distintos estudios desde su descubrimiento en los años 70, siendo excavado en la última década. En este trabajo presentamos las fases y estructuras de ocupación de las áreas excavadas en las campañas realizadas entre 2002 y 2004. Como resultado del estudio de los informes de excavación y del material arqueológico, mayoritariamente cerámico, se ha detectado la existencia de dos fases de ocupación bien definidas, por los materiales y las estructuras asociadas, corroboradas por las dataciones radiocarbónicas, correspondientes al Bronce Final y a la Primera Edad del Hierro. Al mismo tiempo, planteamos la hipótesis de la existencia de una fase anterior detectada estratigráficamente, sin estructuras y con escasos materiales asociados, pero finalmente confirmada por dataciones. En definitiva, la dinámica ocupacional de El Morredón comenzaría posiblemente en el Bronce Tardío, consolidándose su ocupación durante el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro, extendiéndose, por tanto, durante más de 500 años. PALABRAS CLAVE: Bronce Tardío; Bronce Final; Primera Edad del Hierro; Campos de Urnas; Valle del Huecha.

ABSTRACT The archaeological site El Morredón, situated in Fréscano (Zaragoza), has been analyzed by different researcher since its discovery in the seventies, although it was not excavated until the last decade. In this paper, we present the phases and structures identified in the areas of the only archaeological digging from 2002 to 2004. As a result of studying digging reports and archaeological materials, mainly pottery, it has been detected two welldefined occupation phases corresponding to the Late Bronze Age and Early Iron Age. These phases have been corroborated by radiocarbon dates of different archaeological units. Another archaeological phase has been identified in the stratigraphy and confirmed by radiocarbon dates, in spite of this phase is not well defined due to the lack of structures and materials. In conclusion, the occupation phases of El Morredón started possibly in the period called ‘Bronce Tardío’. The occupation continued during Late Bronze Age and it was consolidated and spread along the hill in the Early Iron Age. The occupation period lasted more than 500 years from XII to VI centuries B. C. KEY WORDS: ‘Bronce Tardío’; Late Bronze Age; Early Iron Age; Urnfield Culture; Huecha Valley.

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1. INTRODUCCIÓN

2.1. Fase I: Bronce Tardío

El yacimiento de El Morredón, situado en la localidad de Fréscano (Zaragoza) (UTM 30T 627671 4638899) (fig.1), se localiza en un cerro amesetado de grandes dimensiones a 3 km al oeste del río Huecha. Las circunstancias de su descubrimiento y de las primeras investigaciones han sido ampliamente tratadas con anterioridad por distintos investigadores (Royo, 2005; Aranda-Contamina et al., 2016).

La fase I del Bronce Tardío sólo ha sido documentada en los cuadros C’5 y C’6 del área nordeste. La limitada superficie excavada imposibilita conocer la entidad de esta ocupación y sus posibles estructuras asociadas, e incluso su adscripción cultural.

Entre los años 2002 y 2004 se llevaron a cabo las tres únicas campañas de excavación desarrolladas en el yacimiento, dirigidas por la empresa Arqueología y Restauración S. L. Las labores arqueológicas se realizaron en dos áreas del yacimiento, alcanzando la zona intervenida 600m2 aproximadamente. Durante la primera campaña, desarrollada durante los meses de octubre de 2002 a marzo de 2003, se intervino en la ladera sudoeste, donde se documentaron tres estructuras de planta rectangular adosadas (Aranda-Contamina et al., 2016). En la zona nordeste del cabezo se documentaron materiales y restos de adobes, carbones y cenizas sobre la roca madre, así como recortes a modo de agujeros de poste y pequeños depósitos. La segunda campaña se llevó a cabo durante los meses de julio de 2003 a enero de 2004. Los trabajos se centraron en la zona nordeste en un área pseudorectangular de 280 m2, donde no fue posible localizar estructuras habitacionales bien definidas como en la primera campaña. La última campaña se desarrolló durante los meses de julio de 2004 a octubre del mismo año en dos áreas. Una de 56 m2 en la zona nordeste del cabezo, continuando la cuadrícula establecida en la segunda campaña, y otra en la ladera sudoeste continuando la hilada de estructuras documentadas durante la primera campaña (fig. 2). También se realizaron una serie de catas y sondeos fuera de la cuadrícula para delimitar el yacimiento hacia el nordeste y al este del cabezo.

A esta fase corresponden dos niveles arqueológicos de preparación bajo el pavimento del Bronce Final (UE 1012), que constituyen un relleno de nivelación a partir de un nivel de ocupación con abundancia de fauna y fragmentos de cerámica lisa y bruñida (UUEE 1020 y 1023). No está extendida por toda la cuadrícula, ya que en algunas zonas aparece la roca natural directamente bajo el pavimento UE 1012 (fig. 3 y 4). El material cerámico es escaso, poco cohesionado, muy fragmentado, y en algunas zonas revuelto. Hay cerámica de almacenaje (gruesas paredes con cordones digitados) y de mesa, con perfiles carenados, acabados pulidos y alisados, cuellos rectos y exvasados. La datación de estos niveles se realizó sobre una muestra de fauna procedente de la UE 1023, datada entre 1257 y 1051 cal BC (95%) y entre 1212 y 1117 cal BC (68%), lo que nos sitúa cronológicamente en el Bronce Tardío (tabla 1).

2. FASES DE OCUPACIÓN Tres fases de ocupación han sido identificadas y caracterizadas a partir del estudio de los informes de la excavación (Navarro, 2005), de los resultados preliminares del análisis de los materiales arqueológicos y de la realización de cinco dataciones radiocarbónicas procedentes de distintas unidades estratigráficas de las dos áreas excavadas.

Figura 1. Mapa de situación de los yacimientos del Bronce Final y la Primera Edad del Hierro del término municipal de Fréscano: 1. El Morredón;2. El Solano; 3. La Cruz; 4. San Gil; 5. Burrén y Burrena.

Figura 2. Áreas excavadas en las campañas de 2002, 2003 y 2004.

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Sesión 1. Prehistoria

Figura 3. Planimetría área nordeste.

2.2. Fase II: Bronce Final La fase II correspondiente al Bronce Final sólo se ha documentado en el área nordeste (fig. 3 y 4). Debido al alto grado de erosión, la potencia estratigráfica es reducida, aflorando prácticamente en superficie en los cuadros A’, donde la fase III de la Primera Edad del Hierro aparece en superficie. Los cuadros B’, C’ y D’ conservan más potencia sedimentaria al estar situados hacia la ladera, lo que ha facilitado una mejor conservación. Por otra parte, el arrasamiento y aterrazamiento de los niveles más antiguos para la construcción de las siguientes fases también contribuye a la pobreza estructural. En casi toda la cuadrícula excavada a este nivel se encuentra extendido el pavimento UE 1012, aunque las estructuras asociadas son pobres y es difícil definir el espacio. Se conservan dos muros asociados (UUCC 2008 y 2009), dos estructuras de combustión (UUEE 1013 y 1015) y cinco agujeros de poste (UUEE 1014, 1018, 1019, 1025 y 1026). Posiblemente los muros estén delimitando un espacio interior que contaría con una cubierta sostenida por los postes alineados de forma perpendicular a los muros y con dos estructuras de combustión. La UE 1015 es un hogar circular realizado en adobe con piedras en su perímetro, mientras la UE 1013 es una estructura de combustión de piedras hincadas de funcionalidad desconocida y quizás adosada a un muro

Figura 4. Matriz estratigráfica simplificada del área nordeste. hoy desaparecido (fig.5). Estructuras similares, pero en mejor estado de conservación, han sido interpretadas como hornos u hogares en otros yacimientos, como el hogar ritual de la vivienda H.87-19 del nivel PIIIb del Alto de la Cruz (Maluquer et al., 1990: 27-31) o el

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horno de la vivienda H-2 de Genó (Maya et al., 1998: 27-29). Sobre el pavimento UE 1012, encontramos un nivel de ocupación generalizado (UE 1011) y, en espacios concretos, niveles de relleno y nivelación de la fase siguiente, realizados a partir de la ocupación del Bronce Final (UUEE 1021 y 1022). La acumulación de cerámica de almacenaje en la UE 1021 en el cuadro D’6 nos indica la posible existencia de un espacio dedicado al almacenamiento. El material arqueológico de la fase II está dominado por la cerámica. Ésta se caracteriza por la presencia de perfiles bitroncocónicos con cuellos exvasados que presentan distintos tipos de decoración, destacando los acanalados y los motivos excisos o incisos. Encontramos paralelos de estos motivos en yacimientos de todo el valle medio y alto Ebro, en el que destacan por su gran similitud, cercanía e importancia, el nivel PIIIb del Alto de la Cruz de Cortes (Maluquer et al., 1990: 49-125).

Figura 5. Estructuras de combustión UUEE 1013 y 1015 pertenecientes a la fase II (Navarro, 2005).

Las dataciones radiocarbónicas se realizaron sobre muestras de fauna procedentes de las UUEE 1006 y 1012. La datación de la UE 1012 arroja una fecha entre 1110 y 900 cal BC (95%) y 1020 y 922 cal BC (68%), y la UE 1006 entre 1042 y 846 cal BC (95%) y 996 y 914 cal BC (68%) (tabla 1). Por tanto, la horquilla temporal de esta fase sería el siglo XI y X cal BC.

2.3. Fase III: Primera Edad del Hierro La fase de ocupación más reciente del poblado pertenece a la Primera Edad del Hierro y estaría más extendida que las anteriores, ya que ha sido detectada en las dos áreas de excavación, tanto en la ladera sudoeste (fig. 9 y 10) como en el área nordeste (fig. 3 y 4). A esta fase III pertenecen los niveles superiores de la cuadrícula del área nordeste, desde las unidades superficiales (UUEE 1000 y 1001), el último nivel de ocupación (UE 1002) hasta los pavimentos que se extienden por casi toda la cuadrícula (UUEE 1003, 1006 y 1008), probablemente como resultado de diferentes remodelaciones de la misma ocupación. Como estructuras asociadas a estos pavimentos se identificaron una serie de muros (UUCC 2001-2007) y una estructura de combustión con relleno de piedras, posiblemente un hogar u horno (UE 1007) (fig. 6), que podrían definir el espacio interno de una estructura de habitación comprendida C’3 y 4 y D’ 3 y 4, aunque el grado de arrasamiento no permite definir la misma. Se localizaron otros hogares, realizados en adobe con un perímetro de piedras (UUEE 1024 y 1009), que podrían pertenecer a otras estructuras de habitación. Más controvertida es la interpretación de dos estructuras de combustión circulares realizadas con un perímetro de piedras hincadas y situadas próximas entre sí (UUEE 1016 y 1017) (fig. 7). Para su comprensión se ha recurrido a examinar otros yacimientos similares mejor conservados. En las Eretas de Berbinzana hay dos hornos de tapial situados uno al lado del otro en una estructura

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Figura 6. Estructura de combustión UE 1007 perteneciente a la fase III (Navarro, 2005)

Figura 7. Estructuras de combustión UUEE 1016 y 1017 pertenecientes a la fase III (Navarro, 2005) anexa a la muralla, junto a una cubeta de hogar y vasares de piedra, interpretados en conjunto como un obrador de panificación o un horno suprafamiliar para la elaboración de pan (Armendáriz, 1998: 34). Por otra parte, en el PIIIb del Alto de la Cruz de Cortes, en el ámbito H.83-1 se localizaron dos estructuras de combustión próximas y una abundante presencia de material carpológico, identificándose como un espacio de estibado de productos agrícolas (Maluquer et al., 1990: 21-22). Es posible que en El Morredón nos encontremos ante una zona de uso comunitario sin poder especificar actualmente


Sesiรณn 1. Prehistoria

Figura 8. Material cerรกmico representativo de las fases II y III de El Morredรณn.

143


cuál sería su función. Espacios similares de posible uso comunitario se identifican en el Alto de la Cruz, como el ámbito H.88/21 del PIIIb, que, aunque no dispone de una superficie constructiva a la que inscribirse, por las estructuras y materiales asociados - un horno ovalado de doble cámara, dos cubetas, tres molinos barquiformes y varias vasijas de almacenaje -, es considerado una zona de transformación, elaboración y almacén de cereal adosada a la fila de viviendas (Maluquer et al., 1990: 3235; Munilla et al., 1993). Respecto a la interpretación de las estructuras de combustión, éstas son consideradas hogares u hornos en los distintos yacimientos según el contexto arqueológico. No es extraño la identificación de hornos en ámbitos domésticos en otros poblados, como en El Castillar de Mendavia (Castiella, 1985: 125), El Alto de la Cruz (Maluquer et al., 1990), el caso ya comentado de las Eretas (Armendáriz, 1998), así como aguas abajo del Ebro, en los poblados de la Primera Edad del Hierro del Cabezo de la Cruz de La Muela (Picazo y Rodanés, 2009) o en el poblado del Bronce Final de Genó, donde aparecen tanto realizados en piedra como en barro (Maya et al., 1998). En este caso, debido a la mala conservación y a la ausencia de otros indicios en el contexto arqueológico, no es posible decantarse por una u otra opción en la mayoría de los casos. A esta fase III pertenecen también los pavimentos localizados en la ampliación de la cuadrícula en la última campaña (UUEE 1025 y 1029), con muros (UUCC 2014 y 2015) y agujeros de poste (UUCC 2019-2024) asociados. La disposición de los muros y la aglomeración de postes señalan la existencia de una estructura que no es posible delimitar. Sobre estos pavimentos se encuentra un nivel de derrumbe (UE 1002) y los niveles superficiales (UUEE 1000 y 1001) (fig. 4). Por tanto, se localiza en toda el área nordeste un nivel de ocupación de la Primera Edad del Hierro sobre al menos dos pavimentos superpuestos. Es posible advertir la existencia de distintas estructuras, pero no su disposición o forma. A pesar de la escasez de muros que compartimenten este espacio, la existencia de agujeros de poste y estructuras de combustión señalan la existencia de espacios habitacionales, posiblemente con la misma disposición de las encontradas en la ladera sudoeste. Como para la fase del Bronce Final, la interpretación de la funcionalidad de este espacio en el poblado es complicada. Las estructuras de la ladera sudoeste, ya estudiadas y publicadas de forma exhaustiva (Aranda-Contamina et al., 2016), presentan la disposición y forma habitual de las estructuras de habitación en la Primera Edad del Hierro en el Valle del Ebro, por lo que deducimos que su uso sería aquél, a pesar de la ausencia o escasez de elementos domésticos típicos como hogares o bancos corridos que posiblemente se explique por la fuerte erosión que ha supuesto incluso la desaparición de la cabecera de las mismas (fig. 9). Se disponen de forma escalonada, unas junto a otras, orientadas perpendicularmente al eje

144

longitudinal del cerro. La estructura 1, y probablemente la 3, se encontraba dividida por un muro de adobe, hecho habitual y contrastado en otros poblados, como en el cercano Alto de la Cruz de Cortes de Navarra (Maluquer et al., 1990), el Cabezo de la Cruz de la Muela, las Eretas de Berbinzana, el Castillar de Mendavia (Castiella, 1985) o El Sorbán en Calahorra (Gónzalez y Pascual, 1984). Menos frecuente, pero no excepcional1, es la excavación de la parte posterior de las estructuras 1 y 2 en la roca natural del cerro. Entre ellas, en muro medianero con zócalos de piedra caliza y levantamiento en adobe o tapial separaría las estancias. En estos espacios encontramos una única fase de ocupación, la fase III de la Primera Edad de Hierro. En todas ellas se identificaron pavimentos de tierra batida apisonada sobre la roca natural del cerro bajo los niveles de ocupación. Clausurando la secuencia estratigráfica, se disponen niveles de incendio y derrumbe de los muros de adobe (fig. 10). El estudio de los materiales arqueológicos permitió situar crono-culturalmente la fase III en la Primera Edad del Hierro, fundamentalmente por comparación tipológica de la cerámica. El material cerámico de esta fase está dominado por vasos lisos y pulidos con cuellos cilíndricos, tanto en el grupo de cerámica de mesa como en la de almacenaje, platos troncocónicos y otros elementos auxiliares como morillos o soportes (fig.8). Encontramos paralelos tipológicos muy similares en los niveles del PIIb del Alto de la Cruz de Cortes de Navarra (Maluquer et al., 1990), en las fases de la Primera Edad del Hierro del Cabezo de la Cruz de La Muela en Zaragoza (Picazo y Rodanés, 2009), así como en otros yacimientos del alto Ebro como Las Eretas de Berbinzana, Sorbán en Calahorra o el Castillo de Henayo en Alegría, Álava. La datación radiocarbónica de la fase III se ha realizado a partir de un carbón de la especie Pinus Halepensis en la estructura tres de la ladera sudoeste (UE 1010). Nos proporciona una fecha entre 770-524 cal BC (95%), probablemente entre 756-544 cal BC (68%) (tabla 1). No se ha realizado ninguna datación de esta fase en el área nordeste ante la ausencia de material fiable susceptible de datar. Tabla 1. Dataciones radiocarbónicas de El Morredón. Las dataciones se han calibrado con el programa OxCal v.4.3.2 (Reimer et al. 2013) con la curva de calibración IntCal13. Sigla

Material

Contexto

Fecha BP

68%

95%

cal med BC

D-AMS 021823

Hueso

Revuelto

2955±23

1211-1127

1259-1058

1167

D-AMS 021821

Hueso

1023

2946±29

1212-1117

1257-1051

1156

D-AMS 021820

Hueso

1012

2826±37

1020-922

1110-900

980

D-AMS 021822

Hueso

1006

2799±33

996-914

1042-846

952

D-AMS 021824

Carbón

1010

2484±22

756-544

770-524

636


Sesión 1. Prehistoria

Figura 9. Planimetría área sudoeste.

4. DISCUSIÓN Con los datos obtenidos, proponemos que el inicio de la ocupación de El Morredón comenzaría en el área nordeste del cabezo, probablemente en el siglo XII cal BC, sin poder precisar el alcance del asentamiento en esta primera fase. Durante los siglos XI y X cal BC se desarrollaría la ocupación del Bronce Final limitada todavía a la zona nordeste, extendiéndose el poblamiento por el cabezo mediante el aterrazamiento de su ladera ya en la Primera Edad del Hierro, entre los siglos VIII y VI cal BC (fig. 11). No es posible con los datos que disponemos definir si la ocupación entre estos períodos sería continua. Son numerosos los yacimientos en el valle del Huecha que presentan una secuencia de ocupación durante el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro similar a la de El Morredón, especialmente en el valle bajo (Aguilera y Royo, 1978; Aguilera, 1995: 216). Sin embargo, sólo cuatro poblados han sido excavados: La Corona-Esquilar de Borja (Royo y Aguilera, 1981), El Convento de Mallén (Royo et al., 1991; Royo et al., 1991), el Alto de la Cruz (Maluquer, 1954 y 1958; Maluquer et al., 1990) y El Morredón. Esto se traduce en una escasa muestra de estratigrafías con las que comparar y en una casi total ausencia de dataciones absolutas, con la excepción de las realizadas en los años 90 en el Alto de la Cruz (Munilla et al., 1994/1996).

Figura 10. Matriz estratigráfica simplificada del área sudoeste.

Figura 11. Gráfico con las curvas de calibración de las dataciones de las distintas fases de ocupación realizadas con el programa OxCal v. 4.3.2, según la curva artmósferica IntCal13 (Reimer et al., 2013).

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Más complicada es la interpretación de la fase I, perteneciente al Bronce Tardío. Probablemente estamos ante un momento de ocupación con estructuras de hábitat realizadas con materiales perecederos y, por tanto, difíciles de identificar en el registro arqueológico. Esto, junto a la transformación del poblamiento en el Bronce Final que supone la proliferación de poblados considerados tradicionalmente fundaciones exnovo, ha influido negativamente en la detección de niveles de ocupación anteriores. Son escasos los yacimientos en el medio y alto Ebro en los que se han identificado secuencias de ocupación similares. Partelapeña de El Redal, yacimiento con una amplia secuencia de ocupación hasta la Segunda Edad del Hierro, presenta un nivel inferior (nivel I) datado en el Bronce Tardío con posiblemente un muro de tendencia circular junto a un hogar (Álvarez y Pérez Arrondo, 1987). También en el poblado del Alto de la Cruz de Cortes las últimas investigaciones proponen su fundación sobre una aldea anterior heredera de los Campos de Hoyos, formada por fondos de cabañas circulares y cuadrangulares construidos con materiales perecederos, y fechable entre los siglos XI y IX a. C. (PVI, PV y PIV) (García, 1994: 96; Arméndariz, 2008: 152). En el valle del Huecha, el poblamiento durante la Edad del Bronce se concentra en la cercana Muela de Borja, cuya ocupación se abandona tras el Bronce Tardío de tipo Cogotas I para pasar a ocupar zonas de más baja altitud en el valle, donde ya encontramos yacimientos propios de la cultura de Campos de Urnas (Aguilera, 1995). Posiblemente, estemos ante las reminiscencias de la cultura de tipo Cogotas I anterior a la llegada de las influencias de la cultura de Campos de Urnas al valle del Huecha, momento poco definido hasta el momento por las dificultades que cualquier período de transición conlleva. Dentro de este proceso de transformación del poblamiento, en el inicio de la ocupación de las vegas bajas de los ríos antes de la llegada de la influencia de los Campos de Urnas, se enmarcaría la fase I de El Morredón, quizás también junto a El Solano de Fréscano (Royo, 2005) o el Cabecico Aguilera de Agón (Aguilera, 1981). Un proceso similar se constata en el vecino territorio navarro, en las Bardenas Reales y en el interfluvio del río Arga y Ega, donde durante el Bronce Medio Evolucionado o Tardío se registra una disminución del número de asentamientos en las Bardenas Reales a la par de un progresivo aumento de los mismos en cerros de mediana altitud en los terrenos más próximos al Ebro o de sus afluentes, proceso que culmina en el Bronce Final (Armendáriz, 2008: 142). Las fases de ocupación II y III, del Bronce Final y de la Primera Edad del Hierro, ya habían sido intuidas a partir de materiales superficiales anteriormente (Royo, 2005), especialmente la del Primera Edad del Hierro por la abundancia y riqueza de los materiales que afloran en la superficie del yacimiento. La cultura material, como ya se ha comentado, tiene paralelos prácticamente idénticos en los niveles PIIIA y B y PIIA y B del Alto de la Cruz

146

de Cortes de Navarra (Maluquer et al., 1990) y en los poblados del Bronce Final y Primera Edad del Hierro del Cabezo de la Cruz de La Muela en Zaragoza (Picazo y Rodanés, 2009). A pesar de las similitudes de la cultura material, las dataciones radiocarbónicas de El Morredón envejecen gran parte de los esquemas cronológicos de esta área, en su mayor parte sustentados en cronologías relativas. La datación de la fase II en el siglo X cal BC adelanta la llegada de los primeros elementos de Campos de Urnas al valle del Huecha. El nivel equivalente del Alto de la Cruz, el nivel PIIIb, se sitúa entre 770-700 a. C. (Munilla et al., 1994/1996), mientras para I. Aguilera (1995) se situaría entre 700-600 a. C. J. I. Royo (2005: 156) propone el comienzo del período en el valle del Huecha entre el 700 y el 600 a. C. También es ligeramente más tardía que la fase I del Cabezo de la Cruz de La Muela, con un inicio c. 910 cal BC y un final c. 826 cal BC (Picazo y Rodanés, 2009: 247). Cronologías más similares encontramos en otros ámbitos, tanto en el Segre-Cinca, con el poblado de Genó (Maya et al., 1998), como en el Bajo Aragón, con los poblados de Palermo II, el Cabezo de Monleón y Záforas (Álvarez, 1992-1993). En los esquemas tradicionales, se enmarcaría en el Bronce final IIIb o Campos de Urnas Recientes, un horizonte ampliamente extendido por el valle medio del Ebro. La datación de la fase III, a pesar de presentar un intervalo de calibración bastante amplio posiblemente consecuencia de la ‘catástrofe del Hierro’, cuadra con lo propuesto por otros autores, como J. I. Royo (2005: 92), que sitúa este nivel en el siglo VI a. C. Las dataciones del Alto de la Cruz de Cortes sitúan el nivel equivalente, el PIIB, en torno a 650-550 a. C (Munilla et al. 1994/1996), mientras para I. Aguilera (1995: 218) este nivel estaría entre el 600-500 a. C. J. I Royo (2005: 157) sitúa la plena Primera Edad del Hierro en el valle del Huecha durante todo el siglo VI a. C. Es el momento de esplendor de numerosos poblados en el valle, como los de Fréscano, La Cruz, San Gil, Burrén y Burrena, El Quez de Alberite de San Juan y La Corona-Esquilar de Borja. Fuera del valle del Huecha, esta fase encaja en las fechas radiocarbónicas del segundo poblado de la Edad del Hierro (fase III) del Cabezo de la Cruz, con una cronología entre el 660-590 cal BC (Picazo y Rodanés, 2009: 453). En el valle medio y alto del Ebro, son numerosos los yacimientos de cronologías similares, entre otros, Las Eretas de Berbinzana en Navarra, La Hoya en Álava o el nivel IV de Partelapeña en La Rioja. Esta fase III de El Morredón se enmarcaría en los esquemas tradicionales dentro de los Campos de Urnas del Hierro. Los niveles más recientes de la Primera Edad del Hierro indican un incendio generalizado que supondría el final de la ocupación. Este fenómeno se da en otros yacimientos del Valle de la Huecha, como en el PIIb del Alto de la Cruz de Cortes, la Corona-Esquilar de Borja, el Quez de Alberite o El Convento de Mallén. Este fenómeno de destrucciones atestiguado desde


Sesión 1. Prehistoria Navarra hasta el Bajo Aragón está en relación con la crisis generalizada en la Península Ibérica que supone la transformación político-social entre el final de la Primera Edad del Hierro y el proceso de iberización que da inicio al Ibérico Antiguo (Burillo, 1989-1990), que supone un cambio en numerosas esferas, entre ellas, el poblamiento. En el valle del Huecha esta transformación supone un cambio drástico en el poblamiento que culmina con su concentración en tres ciudades, Belsinon, Caravis y Bursau, y otros diecisite yacimientos secundarios (Aguilera, 1995).

Burillo, F. (1989-1990) “La crisis del Ibérico Antiguo y su incidencia sobre los Campos de Urnas Finales del Bajo Aragón”. Kalathos 9-10, Teruel, pp. 95-124.

AGRADECIMIENTOS

González Blanco, A. y H. Pascual González (1984): El yacimiento de Sorbán y la Primera Edad del Hierro en Calahorra y La Rioja. Amigos de la Historia de Calahorra, Calahorra.

Este trabajo ha sido realizado gracias a un contrato predoctoral financiado por Diputación General de Aragón (cofinanciado con Fondo Social Europeo), al proyecto ‘HAR2015-65620-P: Paisaje y Sociedad: el valle medio del Ebro entre el 6000 y el 500 cal ANE (MINECO/ FEDER)’, y al Museo Provincial de Zaragoza, donde se ha realizado el estudio de los materiales arqueológicos.

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147


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NOTAS ACLARATORIAS 1

Se puede rastrear en poblados del Bajo Aragón y del Alto Ebro, en principio con cronologías ligeramente posteriores, como en Azkir-Iruña (Trespuentes, Álava), Castros de Lastra (Álava) o en La Hoya (Laguardia, Álava) con la excepción del pequeño poblado de Leguín (Echauri, Navarra), que podría ser contemporáneo del que estudiamos (Llanos et al., 2009).

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Sesión 1. Prehistoria

1.13. ARQUITECTURA DE LAS NECRÓPOLIS DE INCINERACIÓN EN EL BAJO ALCANADRE (HUESCA) ARCHITECTURE OF THE NECROPOLIS OF INCINERATION IN THE LOW ALCANADRE (HUESCA)

Hugo Chautón Pérez1, Gema Földessy Aranda2, Gonzalo García Vegas 3 Arqueólogo. Universidad de Zaragoza Arqueóloga y planificadora/gestora cultural 3 Arqueólogo y virtualizador del patrimonio 1

2

Autor de contacto/Contact author: Hugo Chautón Pérez, hchauton@gmail.com

RESUMEN El cambio de ritual funerario con la aparición y generalización de las necrópolis de incineración y los motivos acanalados en la cerámica, han servido tradicionalmente para definir la denominada cultura de los Campos de Urnas, un horizonte arqueológico que aún mantiene muchas lagunas por resolver. El territorio que comprende el cauce final del rio Alcanadre supone nuestro ámbito de estudio, un territorio que se ha mantenido estancado en cuanto a las investigaciones desde que estas se iniciaron hace casi un siglo. PALABRAS CLAVE: Necrópolis de incineración; Cultura de Campos de Urnas; Edad de Bronce; Edad de Hierro; Arquitectura funeraria.

ABSTRACT The change of funerary ritual with the advent and generalization of the necropolis of incineration and the ribbed motifs in pottery, have traditionally served to define the so-called Urnfield Culture, an archaeological horizon that still maintains many loopholes to be resolved. The territory comprising the final course of the river Alcanadre is our field of study, a territory that has remained stagnant in terms of investigations since they began almost a century ago. KEY WORDS: Cremation necropolis; Urnfield Culture; Bronze Age; Iron Age; Funerary architecture.

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1. INTRODUCCIÓN Desde que hace un siglo se iniciaran las investigaciones sobre el tránsito entre el final de la Edad de Bronce y el inicio de la de Hierro en el nordeste peninsular, los avances han seguido una evolución desigual en las diferentes áreas donde se documentan los indicios de este fenómeno, que tradicionalmente definimos como Cultura de los Campos de Urnas. Las teorías que planteaban la llegada de los grupos a finales de la Edad de Bronce en forma de oleadas invasoras, procedentes de Centroeuropa y asociadas al mundo celta, predominaron durante buena parte del siglo pasado. A medida que se fueron desarrollando los diferentes trabajos y estudios de campo y conociendo mejor algunos de los conjuntos funerarios, fue cogiendo fuerza la tesis que reclamaba la relevancia de la influencia indígena en la configuración final de esta cultura en la Península. El resultado final y mayormente aceptado hoy en día, corresponde a un modelo de asimilación de costumbres foráneas, consecuencia de la llegada de estos grupos, que se establecen en las tierras del nordeste peninsular siguiendo los cauces fluviales y desarrollando un sistema colonizador lento y sistemático. Una estructura permeable que permitiría la interacción con el sustrato local. Pocas evidencias nos permiten definir este supuesto más allá de la teoría, y tal vez en el área que nos ocupa se dé una de las evidencias más representativas, tal y como mostraremos en los siguientes apartados. Las profundas diferencias que se detectan entre los grupos ponen en cuestión los intentos de homogeneización sociocultural sobre ellos realizados. La incineración en los rituales funerarios, junto a los motivos acanalados, parecen ser el principal, y único, elemento común de estas gentes que, partiendo de un supuesto origen en el conocido como Grupo Sassenay o Rin-Suiza-Francia Oriental (RSFO), que se expande por el nordeste de la península a finales de la Edad de Bronce, llegaría por el Valle del Ebro hasta el Sistema Ibérico influyendo en gran

Figura 1. Área de estudio.

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medida sobre los grupos del ámbito céltico en los siglos posteriores, ya en la Edad de Hierro. Esta propuesta se ha mantenido tradicionalmente a lo largo de décadas, con interesantes y profundos debates sobre cuestiones fundamentales acerca del modelo de expansión, que como hemos citado ha ido evolucionando desde interpretaciones invasionistas (ALMAGRO BASH, 1942. P. 2) hacia un reconocimiento de la clara influencia autóctona, mucho menos rupturista y con evidente continuidad respecto a las fases anteriores del Bronce Medio e Inicial. Se evidencia la continuidad de los rituales ya existenetes, como en el caso de la necrópolis de los los Castellets II en Mequinenza, no lejana de nuestro área de estudio, que integra en un mismo espacio funerario inhumaciones e incineraciones (ROYO 1994, P. 96). Se incluyen en el debate planteamientos aparentemente contrastados que, contrariamente a lo expuesto, ubican geográficamente el origen cronológico de la cultura celta en fechas mucho más remotas de las propuestas generalmente, y geográficamente en las costas atlánticas de la península ibérica, Francia y Gran Bretaña. La enorme divergencia entre planteamientos nos da una idea del abanico interpretativo que aun se mantiene en torno a este controvertido periodo. Los grupos en los que se suele estructurar los Campos de Urnas de la Península Ibérica son, además del CincaSegre donde se incluye nuestro área de estudio, la costa catalana, el Ampurdán, el interior catalán, el Bajo Aragón, la cuenca alta y media del Ebro y el Norte de la Comunidad Valenciana.

2. LA TRANSICIÓN DEL BRONCE FINAL A LA EDAD DE HIERRO EN EL ÁREA DEL BAJO ALCANADRE El territorio objeto de estudio se ubica en el sector central de la Cuenca del Ebro. Acoge el tramo final de la cuenca del rio Alcanadre, desde su paso por Sariñena hasta la desembocadura en Ballobar.


Sesión 1. Prehistoria Contamos con estudios arqueológicos en la zona desde hace ya casi un siglo. Conjuntos tan relevantes como Las Valletas de Sena, Presiñena, el Puntal, el Carnelario o San Pedro el Viejo, son conocidos desde hace décadas gracias en gran parte a los trabajos de Gudel y Bardaviú. La llamativa densidad de yacimientos protohistóricos en un área tan específica, evidencia la peculiaridad del territorio. A pesar de contar con unos prometedores inicios, los resultados obtenidos hasta la fecha no han sido demasiado reseñables. La ausencia de excavaciones realizadas con metodología científica caracteriza a la arqueología de la zona. La evidente carencia de registros estratigráficos supone, aun hoy en día, un verdadero lastre para poder establecer unas líneas básicas que nos permitan definir con un mínimo de garantías periodos tan controvertidos como el nos ocupa. Varias razones han provocado finalmente este desolador panorama que nos encontramos al iniciar nuestros trabajos. Por un lado la carencia de documentación precisa referente a aquellos conjuntos más relevantes, estudiados y excavados hace casi cien años con una metodología que hoy en día sin duda cuestionaríamos. De aquellos trabajos apenas contamos con descripciones revelantes. Inexistente cualquier rastro de planimetrías, inventarios e incluso registro fotográfico de las excavaciones que, para complicar aún más el asunto, se caracterizaban por un agresivo sistema consistente en clavar el pico hasta llegar a la roca, deteniéndose únicamente al aparecer restos estructurales bien definidos, o algún hallazgo relevante según criterios particulares, en muchos casos atendiendo a su estética. Esta carencia en cuanto a las referencias nos obliga necesariamente a contar con material inédito para iniciar los trabajos, como quedó de manifiesto tras la campaña de excavación realizada sobre el representativo y conocido conjunto de Las Valletas, en Sena (CHAUTÓN 2016. P. 95-101).

3. RESUMEN DE LAS EXCAVACIONES EN LA NECRÓPOLIS DE LOS SABINALES (2016 – 2017) La necrópolis de incineración de los Sabinales se ubica en la pedanía de Pallaruelo de Monegros, al sur de la localidad en dirección a Castejón de Monegros. Se sitúa en un cerro de escasa altura y fácil acceso, similar a las decenas de colinas que lo rodean y conforman la orografía de este espacio entra las sierras de Pallaruelo y Presiñena. Hemos calculado una superficie aproximada de 300 m2 para la superficie de la necrópolis. Un espacio reducido, acorde con el resto de conjuntos que hemos documentado. La necrópolis de El Cuartico II, en Villanueva de Sigena, que también estudiamos en 2016, mantenía una planta cuadrangular perfectamente delimitada por lajas de piedra dispuestas verticalmente, que no superaba los 200 m2.

Figura 2. Cista funeraria. Vista en planta.

Durante 2016 iniciamos los trabajos de excavación en los Sabinales. En aquella campaña nos dedicamos a tratar de caracterizar el conjunto, que se encontraba arqueológicamente inédito, en cuanto a su cronología y adscripción cultural, además de definir su delimitación física. Para ello realizamos seis sondeos en la superficie del cerro donde aparecía mayor concentración de cerámica.(CHAUTÓN 2017). En la campaña realizada durante el verano de 2017 se mantienen los objetivos de alcanzar una definición precisa de los límites y lograr un mejor conocimiento de sus características. Manteniendo cierta continuidad con los trabajos ya iniciados, en esta ocasión ampliamos el sondeo 7, abriendo en planta una superficie de 4 X 4 M. En este espacio habíamos localizado una cista funeraria de planta rectangular, fabricada por adobes y en su superficie interior lajas de caliza dispuestas en vertical, alcanzando unas dimensiones de 40 x 60 centímetros en su perímetro interior, con una profundidad máxima de 37 centímetros. La cista aparece completamente vacía (FIG. 2) . Los principales avances alcanzados se refieren a la interpretación sobre la propia arquitectura del cementerio. La aparición de un fragmento de una moldura de barro con decoración cubierta por un ladrillo de adobe, evidencia

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Figura 3. Planta ortográfica del sondeo 7, excavado durante la campaña 2017. Distribución de las urnas. el empleo de estos materiales en la construcción de las estructuras funerarias, esencialmente barro y lajas de piedra. La mala calidad de los ladrillos de barro ha provocado su descomposición progresiva por la erosión y el paso del tiempo, formando un estrato compuesto por la tierra suelta de los adobes mezclada con la acumulada a lo largo de siglos de abandono. Cubierto por éste se encuentran los restos de lajas de piedra, desmoronados tras perder la sujeción estructural de los ladrillos, junto con los restos de carbones, cenizas y las urnas fragmentadas pero conservadas en su ubicación inicial. En algunos casos se han mantenido las piedras en posición primaria permitiendo constatar la disposición de su trazado. Nos encontramos ante un proceso de destrucción natural, causado por la degradación de los elementos empleados en la construcción de las estructuras que componen la necrópolis. Este mismo proceso lo documentamos en la campaña de excavación llevada a cabo en 2016 sobre la necrópolis del Cuartico II, en Villanueva de Sigena.

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Los restos materiales identificados, se corresponden con pequeñas urnas y una fuente empleada como tapadera de alguno de los recipientes. Aparecen muy enteros aunque fragmentados (Fig. 3). Además hemos recuperado seis molinos de mano fabricados en piedra. Las decoraciones nos muestran una gran diversidad de motivos acanalados, generalmente efectuados con punzón de punta roma. Grecas y líneas geométricas se repiten abarcando siempre el espacio superior de la pieza, por encima de la carena. El otro motivo representado en Sabinales se corresponde con los clásicos motivos de cordones, siempre junto al borde de la pieza. Se repiten las urnas de perfiles bitroncocónicos con la carena baja y el borde exvasado, en ocasiones provistos de asa. Fondos planos, en un caso con una perforación circular en el centro de la base (Fig. 4). Los motivos decorativos de tendencia geométrica se asocian generalmente a las fases más antiguas de los Campos de Urnas, sin embargo estudios e investigaciones recientes ponen en cuestión tales adscripciones (MONTÓN 2017., P. 53).


Sesión 1. Prehistoria pequeñas explotaciones de carácter agropecuario. Los materiales que aparecen en superficie se corresponden con recipientes de almacén y cocina. La distancia entre Sabinales II y la Portellada con respecto a la necrópolis de Sabinales no supera el kilómetro. A falta de mayores indicios por ahora, es posible intuir una evidencia de modelo de ocupación del territorio peculiar, por medio de granjas de colonos que podrían compartir espacios comunes, tales como las necrópolis.

Figura 4. Urna con perforación en la base.

Figura 5. Moldura con motivos decorativos.

Uno de los hallazgos más notables de la campaña ha sido la localización de un fragmento de manteado de barro, que presenta parte de una cenefa con decoración de líneas en zigzag delimitada por un cordón horizontal (Fig. 5). Presenta sección escalonada para adaptarse al ladrillo de adobe bajo el que fue encontrada Precisamente gracias a la protección de este elemento se ha conservado parcialmente.

En el mismo cerro donde se encuentra el cementerio visigodo de Sena (Huesca), el conjunto denominado las Peñetas de Manolo, las espectaculares tumbas visigodas de lajas de piedra arrasaron en el momento de su instalación los restos de otro conjunto funerario anterior, asimilado de acuerdo a la adscripción tipológica de la cerámica aparecida, al mismo periodo de Campos de Urnas. Son muchas las incógnitas que aún nos quedan por resolver respecto al poblamiento de la zona en el controvertido paso del Bronce Final al Hierro. Las necrópolis y las granjas asociadas son sin duda un indicio importante. Pendiente queda el estudio completo de estos conjuntos y, sobretodo, la posibilidad de llevar a cabo analíticas que nos permitan contar con fechas de referencia sobre las que comenzar a reconstruir nuestro particular rompecabezas. En cualquier caso, se evidencia en la región la dicotomia entre el modelo poblacional de asentamientos de notable envergadura, bien estructurados urbanísticamente en recintos amurallados, como podrían representar los conocidos de Las Valletas o la Codera, y por otra parte los pequeños establecimientos, fabricados con materiales precarios y de escasa envergadura, posiblemente con funcionalidad agropecuaria. Este modelo se repite en otras regiones como la costa catalana (LÓPEZ CACHERO, 2008. P.144).

4. NUEVOS HALLAZGOS DE ASENTAMIENTOS. SABINALES II, LA PORTELLADA Y PEÑETAS DE MANOLO Complementariamente a los trabajos de excavación, hemos localizado en el entorno de la necrópolis dos nuevos asentamientos, aún en estudio en el momento de redactar estas líneas. Se trata de los denominados Sabinales II y la Portellada, ubicados en el término municipal de Pallaruelo de Monegros y en las proximidades de la necrópolis descrita de los Sabinales (Fig. 6). En cuanto a los asentamientos, mantienen unas dimensiones muy reducidas, que posiblemente nos indican una funcionalidad específica correspondiente a

Figura 6. Ubicación de los nuevos yacimientos localizados en el T.M. de Pallaruelo de Monegros. 1 Necrópolis de Sabinales. 2 Sabinales II. 3 La Portellada.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Almagro Basch, M. (1942): “Los campos de urnas en Francia”. Archivo Español de Arqueología 15, n.º 48, 1942, 260-263 Almagro Gorbea, M. (1977): “El Pic dels Corbs, de Sagunto, y los Campos de Urnas del NE. de la Península Ibérica”. Saguntum 12, 1977, pp. 89-141 Bardaviú, V.; (1922): “Excavaciones en Sena (Huesca)”. Mj.S.E.A. 47, Madrid, pp. 5-15 Cunliffe, B.W. (2001): Facing the Ocean. The Atlantic and its peoples, 8000 BC to AD 1500. (Oxford: Oxford University Press). Figura 7. Restos correspondientes a la necrópolis de incineración de Sena.

Cunliffe, B.W. (2008): “Europe between the Oceans. Themes and variations: 9000 BC- AD 1000”. New Haven & London: Yale University Press.

5. ARQUEOLOGÍA PARTICIPATIVA EN LOS MONEGROS

Cunliffe, B.W. (2010): “Celtic from the West. Alternative perspectives from archaeology, genetics and literature”. Oxford: Oxbow Books.

Los proyectos arqueológicos que desde hace un lustro venimos desarrollando en los Monegros cuentan en todo caso con un elevado grado de implicación social. La participación del entorno ciudadano en los trabajos que realizamos resulta imprescindible para alcanzar los objetivos que planteamos. Bajo la coordinación de la Asociación Cultural de Investigación Arqueológica de Monegros (ACIAM) y con la colaboración de las corporaciones locales de Castelflorite (Campañas de excavación del yacimiento el Castillo, entre 2013 y 2016), Sena (excavación del poblado de Las Valletas en 2015 y en la necrópolis visigoda de Peñetas de Manolo iniciadas en 2016 y en curso actualmente), Pallaruelo de Monegros y Sariñena (campañas en los Sabinales, iniciadas en 2016), además del constante apoyo estructural de la Comarca de los Monegros, se solventan la falta de apoyo económico e interés institucional que tanto nosotros como otros tantos colegas que trabajan en proyectos de características similares, sufrimos por parte de la administración central. El enorme esfuerzo desempeñado de manera altruista por todos y cada uno de aquellos que generosamente derrochan su tiempo y dinero (incluyendo al equipo técnico encargado de la coordinación y sin olvidarnos de todos los monegrinos ajenos a la arqueología que no dudan en acudir a arrimar el hombro y acompañarnos cada día) en participar de la experiencia de descubrir y compartir estos olvidados pedazos de la historia, se ve recompensado por la respuesta social que incondicionalmente recibimos en cada uno de los núcleos citados, por la satisfacción de saber que hemos recuperado algunos conjuntos que, por su fragilidad y escasa consistencia sin duda se encontraban condenados a desaparecer bajo el arado o por la propia erosión natural y sobretodo por la posibilidad de compartir algunos renglones del libro de la historia monegrina con la ciudadanía, al fin y al cabo sus verdaderos propietarios.

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Chautón Pérez, H. (2016): “El bronce final y la I Edad de Hierro en el área del Bajo Alcanadre. Nuevas aportaciones sobre el conjunto de las Valletas de Sena (Huesca).” ACTAS I CONGRESO DE ARQUEOLOGÍA Y PATRIMONIO ARAGONÉS, pp. 95-101. Chautón Pérez, H. (2017): “El Bronce Final y la Primera Edad de Hierro en el Bajo Alcanadre. Dos nuevas necrópolis de Campos de Urnas.” López Cachero, (2008): “Necrópolis de incineración y arquitectura funeraria en el noreste de la Península Ibérica durante el Bronce Final y la Primera Edad del Hierro”, p. 144. Royo, J.I. (1994-96): “Ritual funerario y cultura material en las necrópolis tumulares de los castellets de Mequinenza (Zaragoza): una aportación al estudio del Bronce Final/Hierro I en el NE peninsular.” Actas de la Taula Rodona: models d’ocupació, transformació i explotació del territori entre el 1600 i el 500 ane. a la Catalunya meridional i zones limítrofes de la Depressió de l’Ebre, pp. 93-108.


Sesión 1. Prehistoria

1.14. NUEVAS APORTACIONES A LA CONSTRUCCIÓN EN LA EDAD DEL HIERRO: LA CODERA NEW CONTRIBUTIONS TO THE CONSTRUCTION OF IRON AGE: LA CODERA

Félix Montón Broto1, Sofía Seguí Barrio2 Universidad Nacional de Educación a Distancia 2 Doctoranda Universidad de Zaragoza

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Autor de contacto/Contact author: Félix Montón Broto, fjmmonton@gmail.com RESUMEN El poblado de La Codera forma parte del Conjunto Arqueológico del mismo nombre y del que ya se han publicado varias referencias (I CAPA, www.lacodera.es). Datado en el s.VI a.C., a lo largo de 21 campañas ha proporcionado numerosos materiales y una importantísima información sobre la I Edad del Hierro en la zona oriental de la provincia de Huesca. Presentamos ahora algunos datos sobre las técnicas de construcción utilizadas por sus habitantes. Hasta el momento hemos documentado trabajos de adaptación del terreno para el levantamiento de estructuras, nivelación de suelos, construcción de infraestructuras, presencia de estructuras domésticas, aparejos diversos, utilización de diferentes materiales y uso de revestimientos. La aparición de un fragmento de moldura correspondiente a un revestimiento mural en la última campaña de julio de 2017 y la anastilosis de un muro de piedra caído proporcionan un valioso testimonio que contribuye al conocimiento de las técnicas constructivas utilizadas en la I Edad del Hierro. PALABRAS CLAVE: Arqueología; Cinca Medio; Edad del Hierro; Hábitat; Construcción.

ABSTRACT The settlement of La Codera has been named after an archaeological assemblage about which there are many publications (I CAPA, www.lacodera.es). It has been dated in the 6th century BC providing a lot of materials and a very important information about the Early Iron Age in the east of Huesca’s region, throughout 21 digging campaings. Now, we introduce some pieces of information about the construction techniques that La Codera’s inhabitants have utilised. Hitherto, we have kept adjustment works records in order to build structures, level out grounds, construction of infrastructures, presence of domestic structures, various bonds, utilization of different materials and wall facing use. The finding of a frame fragment corresponding to a wall covering in July 2017 campaign and the reconstruction of a stone wall provide us with a valuable contribution to the knowledge of the Early Iron Age’s structural techniques. KEY WORDS: Archaeology; Cinca Medio; Iron Age; Environment; Construction.

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1. INTRODUCCIÓN El yacimiento de La Codera (Alcolea de Cinca, Huesca) se enmarca dentro de un conjunto arqueológico cuya cronología situamos desde la Edad del Bronce a época Ibérica. El poblado, que tiene dos necrópolis asociadas, pertenece a la Edad del Hierro (finales del siglo VII y comienzos del siglo V a. C.) y se lleva investigando desde 1997.

cm y aparentemente pudo formar parte de un rincón. La superficie opuesta a la parte decorada no presenta trazas de haberse aplicado sobre un elemento leñoso y sí de haber estado en contacto con una superficie pétrea previamente alisada. No es posible determinar su posición, horizontal o vertical, ni saber si formaba parte de un revestimiento de muros o de algún elemento doméstico. Tampoco podemos afirmar si se encontraba en el interior o el exterior de la vivienda.

Figura 1. Situación de las zonas intervenidas. La Codera se sitúa en un saliente de las terrazas de la margen derecha del río Cinca, en un espolón de base caliza muy afectado por la erosión. Su extensión aproximada es de unos 3500 m2, con una longitud de unos 105 m por 30 m de ancho. El poblado está cerrado por una muralla de unos 40 m de largo provista de una torre cuadrada en el centro y dos torres semicirculares en los extremos. Las habitaciones se disponen a ambos lados de una calle principal (Calle Longitudinal) y otra paralela a la muralla (Calle Transversal). Consta de 36 espacios de habitación, lo que permite suponer una población de unos 120-150 habitantes.

2. NUEVAS APORTACIONES 2.1. Moldura Durante los trabajos de excavación del pasado verano se extrajo un fragmento de material arcilloso con decoración, aparentemente una moldura. El hallazgo se produjo en la Calle Longitudinal, entre los espacios E14 y E13. En esta parte del poblado las habitaciones se distribuyen a ambos lados de la Calle L. La moldura es un fragmento de tierra arcillosa con desengrasante vegetal que mide 14.4 cm x 15 cm x 9.4

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Figura 2. Aparición de la moldura en la calle L. La elaboración se hizo aplicando el barro directamente sobre las superficies a cubrir, alisando cuidadosamente la cara externa y modelando los motivos decorativos con una espátula o herramienta similar. La decoración se compone de tres elementos superpuestos: en primer lugar un resalte de borde rectilíneo, a continuación un plano de borde sinuoso y sobre éste otro de borde formado por escamas o semicírculos. El resultado es una composición en la que predominan las líneas curvas, circunstancia poco


Sesión 1. Prehistoria

Figura 3. Parte de moldura arquitectónica.

frecuente en las decoraciones conocidas en ambientes de los periodos del Bronce Final y I Edad del Hierro. Efectivamente los motivos decorativos conocidos en esta época están formados casi exclusivamente por líneas rectas, paralelas, ángulos, triángulos, líneas quebradas y cuadrados, tanto en las decoraciones cerámicas como en los rarísimos casos conocidos de decoración mural. Habida cuenta de que la decoración habitual procede de tradiciones locales que se remontan mucho tiempo atrás, el patrón recuperado en La Codera debería tener su modelo en aportaciones foráneas, aunque de momento no podamos proponer ninguna concreta. Sin embargo es muy tentador relacionarla con modelos mediterráneos, clásicos o ibéricos. En cualquier caso creemos que su singularidad aumenta su valor y abre el camino a interesantes planteamientos. Para evitar una posible fractura por golpes o caída, se decidió consolidar y proteger la pieza para garantizar su integridad durante su manipulación y traslado. Se realizó una preconsolidación con adhesivo acrílico y un engasado de superficie mediante gasas hidrófilas.

se calcularon unos 40 cm de largo. Dos de los adobes conservan improntas de ramas o palos que reforzarían la construcción. Los adobes hallados en su posición original presentaban en su cara interna un revestimiento compuesto por una marga grisácea que impermeabiliza y que constituye un enlucido interior. Asociados a estos restos, aparecieron a ambos lados del derrumbe sendos agujeros de poste calzados con pequeñas piedras, en el eje longitudinal de la habitación. Si buscamos paralelos, encontramos en Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà) elementos estructurales de una edificación de finales del s. VII a.C. o comienzos del s. VI a.C. Fueron hallados más de un centenar de fragmentos de revestimiento de barro endurecido al sol, procedentes del muro de una vivienda, algunos de los cuales conservan motivos decorativos de formas geométricas sencillas. Los restos y las improntas dejadas por la madera y la leña en muchos fragmentos de barro nos hablan de un tipo de construcción sólida y bien estructurada.

De igual manera se actuó con unos fragmentos de revestimiento aparecidos en el mismo corte. Los fragmentos de barro endurecido son de considerable tamaño, en un aparente buen estado de conservación. No obstante, para su extracción se llevó a cabo un engasado que asegurara que no se produjeran roturas durante el levantamiento.

La decoración conservada en Mas Gusó se puede reconstruir bastante bien, pese a que los fragmentos recuperados proponen diferentes alternativas. En general, se compone de líneas rectas que tendrían forma rectangular o cuadrada en cuyo interior se distinguen diferentes motivos con triángulos, puntos, rombos y pequeños círculos. En algunos casos se perciben además huellas impresas formando ángulos y mostrando a veces líneas horizontales, posiblemente, revestimientos de vigas de sección circular o cuadrada.

Estableciendo relación con otros revestimientos hallados en el yacimiento, cabe mencionar el nivel de adobes del espacio E2, localizados en la campaña 2007. Este derrumbe de adobes mezclados con restos de revestimiento de color rojizo, formó parte de una estructura de poca altura. No se conserva ningún adobe completo, por lo que sólo fue posible obtener dos de sus dimensiones: 9 cm de altura y 17 cm de anchura, y

A raíz del hallazgo de la moldura es casi obligatorio cuestionarnos sobre la funcionalidad de la decoración en el ámbito arquitectónico del Valle del Ebro del siglo VI a.C. ¿Por qué se decora una vivienda? ¿Interior, o exteriormente? ¿Qué sabemos de la arquitectura doméstica en estos siglos? En todo caso, resulta evidente que la presencia de decoración implica un cierto nivel de especialización en el trabajo.

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Las hipótesis que nos planteamos con el fragmento localizado en La Codera son varias. Posiblemente se trate de una moldura aplicada como revestimiento mural, o como acabado o reborde que recubriría elementos de equipamiento (pared, ventana, jamba). Su forma hace pensar en una pieza diseñada para ser colocada verticalmente, tal vez en esquina. La parte trasera tiene un aspecto liso y sin marcas, suponemos por tanto que apoyó en piedra. Respecto a su decoración, no hemos encontrado por el momento paralelos en la I Edad del Hierro. El relieve realizado posiblemente con una punta roma, traza una onda que se repite y que difiere bastante de las formas rectilíneas que encontramos en este periodo en excavaciones como Mas Gusó o San Cristóbal de Mazaleón, donde también se hallaron restos de decoración en barro. Futuras investigaciones sobre el uso de la tierra en la construcción y vida cotidiana en la protohistoria permitirán esclarecer la función y contexto de piezas como la que aquí presentamos.

2.2. Muro La reconstrucción de un muro por anastilosis se llevó a cabo en el espacio E9, donde se conservaba una parte del muro sur de la habitación caído hacia el norte y cuyos elementos conservaban su posición original, pero

Figura 4. Muro caído en E9 (julio 2009).

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situados horizontalmente. Esta zona del yacimiento se encontraba parcialmente exhumada tras los trabajos del año 2009. La circunstancia de conservar el derrumbe de una estructura pétrea de considerable tamaño en su posición original dio la posibilidad de recuperar la verticalidad de un muro de mediana altura de acuerdo con los datos obtenidos en la excavación. Con este fin, el equipo de restauración llevó a cabo la compleja tarea de comprobar medidas de encaje y colocar nuevos elementos pétreos en lugares requeridos; de numerar los mampuestos del muro caído para después retirarlos de manera ordenada y paulatina, comprobando que no hubiese restos de revestimiento bajo el mismo; además de la reubicación de los mampuestos y recrecido de los paramentos adyacentes con el objeto de dotar de una mayor estabilidad a la estructura. Se conservó la impronta de los mampuestos como testigo, decisión que, como muestran las imágenes, fue de gran utilidad para verificar la posición de los elementos en el muro. Se conservan 8 hiladas de las cuales la primera, correspondiente a la base del muro, se conserva en pie en su totalidad, y prácticamente igual sucede con la segunda hilada. Encontramos el mampuesto nº 1 en la tercera hilada. La última se compone de mampuestos de menor tamaño, que por su morfología y disposición, parecen conformar un remate del zócalo de piedra, sobre


Sesión 1. Prehistoria el que asentaría el adobe o tapial. Se percibe una clara diferencia entre la cara del muro en contacto con el suelo, mejor conservada, y la cara expuesta a la superficie, con evidentes muestras de desgaste. El resultado fue una reconstrucción íntegra que restituye el aspecto original del muro, un ejemplo de pared de la I Edad del Hierro con todas sus hiladas completas, valioso testimonio que contribuye al conocimiento de las técnicas constructivas utilizadas por los pobladores de La Codera.

3. CONCLUSIONES A modo de conclusión podemos afirmar que aunque se ha excavado una buena parte del poblado, son muchos los datos y matices que todavía proporcionarán los trabajos arqueológicos futuros. Sin duda se producirán sorpresas como la aparición de la moldura este verano. Un elemento material de difícil conservación que a pesar de su rareza ha llegado hasta nosotros tras 21 campañas de excavación. Otro dato importante es la reconstrucción del muro de E9 que permite tener la visión fiel del zócalo de piedra de casi metro y medio de altura y la totalidad de ocho hiladas de distinto tamaño que lo conforman originalmente. A pesar de las escaseces presupuestarias estos resultados animan a continuar la labor conscientes de que en años sucesivos mejoraremos nuestro conocimiento de la primera Edad del Hierro especialmente en aspectos poco

Figura 5. Muro caído en E9 (cara sur).

conocidos como el urbanismo y las técnicas constructivas. Igualmente estos datos obtenidos también facilitan los trabajos de consolidación y futura musealización del yacimiento con vistas a su rentabilidad social.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Asensio, J. Á. (1995): “Arquitectura de tierra y madera en la protohistoria del Valle Medio del Ebro y su relación con la del Mediterráneo”, en Caesaraugusta, 71, pp. 2357. Belarte Franco, M.C. (2000): “Sobre el uso del barro en la protohistoria del Bajo Aragón: estudio de materiales conservados en el Museu d’Arqueologia de CatalunyaBarcelona”, en Kalathos, 18-19, pp. 65-93, Teruel. Casas, J. y V. Soler (2012): “Elements decoratius d’un edifici de la primera edat del ferro a Mas Gusó (Bellcaire d’Empordà)”, en Revista d’Arqueologia de Ponent, 22, pp. 119-142, Universidad de Lérida. Deamos, M. B., y T. Chapa Brunet (2010): La Edad del Hierro. Síntesis, Madrid. Eiroa, J.J., J.A. Bachiller Gil, L. Castro Pérez y J. Lomba Maurandi (1999): Nociones de tecnología y tipología en Prehistoria, Ariel Historia, Barcelona. Eiroa, J. J., La Prehistoria (1996): La Edad de los metales. Akal, Madrid.

Figura 6. Muro caído en E9 (cara norte).

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Fatás Fernández, L. y S. Catalán Garzarán (2005): “La construcción con tierra en la protohistoria del Bajo Aragón: el caso de San Cristóbal de Mazaleón” en Salduie, 5, pp. 131-141, Zaragoza. Montón Broto, F.J. (2008): “El poblado de La Codera: aproximación al urbanismo de la I Edad del Hierro” en Huesca, en Espacio, Tiempo y Forma, 16-17, pp. 373390, Madrid. Montón Broto, F.J. (2017): “La Codera 2017. Informe”, [inédito]. Rodríguez Antón, D. (2017): “Informe de restauración. La Codera” [inédito].

Figura 7. Muro reconstruido en E9.

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Ruiz Zapatero, G., A. Lorrio Alvarado y M. Martín Hernández (1986): “Casas redondas y rectangulares de la Edad del Hierro: aproximación a un análisis comparativo del espacio doméstico”, en Arqueología espacial, 9, pp 79-102, Teruel. Seguí Barrio, S. (2017): “Las investigaciones en La Codera: 1997-2016”, en II Jornadas Doctorales en Ciencias de la Antigüedad, pp. 9-23, Zaragoza. Vela Cossío, F. (2005): “Materiales, técnicas y sistemas de construcción en la arquitectura celtibérica de la Primera Edad del Hierro”, en Actas del IV Congreso Nacional de Historia de la construcción: Cádiz 27-29 de enero de 2005, pp. 1050-1064, Cádiz. www.lacodera.es


Sesión 1. Prehistoria

URBANISMO E INTERCAMBIO EN EL PUEYO DE MARCUELLO, VECTORES PARA LA INTERPRETACIÓN DE LA EDAD DEL HIERRO EN EL VALLE MEDIO DEL RÍO GÁLLEGO

1.15.

URBANISM AND EXCHANGE IN “EL PUEYO DE MARCUELLO”, VECTORS FOR THE INTERPRETATION OF THE IRON AGE IN THE MIDDLE VALLEY OF THE GÁLLEGO RIVER José Fabre Murillo Dirección General de Cultura y Patrimonio. Gobierno de Aragón Autor de contacto/ Contac author: José Fabre Murillo jfabre@aragon.es, fabremurillo@gmail.com

RESUMEN Tratamos en esta comunicación los avances y resultados preliminares de los trabajos realizados durante 2016 y 2017 en el yacimiento de la Edad del Hierro denominado El Pueyo de Marcuello. Estas campañas han confirmado algunas de las sospechas que teníamos sobre la complejidad del urbanismo con la aparición de más calles pavimentadas y elementos que predefinen la estructura urbana. Además se han desarrollado acciones para determinar la amplitud real del yacimiento. Las estructuras y la cultura material localizada han permitido establecer que existe una amplitud del asentamiento de la Edad del Hierro (2450 - 2350 ANE) que se extiende por la ladera Sureste y también la ladera Sur afectando a distintas curvas de nivel. A su vez se va a destacar la abundancia de items de prestigio, tal y como se venía conociendo, con una singular conexión con las culturas del Mediterráneo Central y Occidental. PALABRAS CLAVE: Edad del Hierro; Asentamiento; Importación; Intercambio; Mar Mediterráneo; Valle del Río Gállego.

ABSTRACT In this communication we discuss the progress and preliminary results of the work carried out during 2016 and 2017 in the Iron Age site called El Pueyo de Marcuello. These campaigns have confirmed some of the suspicions we had about the complexity of urban planning with the appearance of more stone-paved streets and elements that predefine the urban structure. In addition, actions have been developed to determine the actual amplitude of the archaeological site. The structures and items localized have allowed to establish that there is an extension of the settlement of the Iron Age (2450 - 2350 ANE) that extends along the southeast slope and also the southern slope affecting different level curves. Highlight the abundance of prestigious items, as it was seen knowing, with a remarkable connection with the cultures of the Central and Western Mediterranean. KEY WORDS: Iron Age; Settlement; Importing; Exchange; Mediterranean Sea; River Gállego Valley.

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1. INTRODUCCIÓN Si bien en la primera edición del Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés intentamos dar luz pública a los primeros resultados que el yacimiento del Pueyo de Marcuello nos estaba revelando, sírvanos esta segunda convocatoria del CAPA para poner de manifiesto los avances que en la gestión del proyecto, por un lado, y la interpretación de este enclave, por otro, han supuesto las campañas de 2016 y 2017 (Fabre, 2016). En primer lugar, recordaremos la ubicación del yacimiento. Lo entramos localizado en el término municipal de Loarre, en las cercanías de la pedanía de Linás de Marcuello. Visualmente destacado en un promontorio (744 msnm) desgajado de la sierra de Loarre que le queda al Norte. Precisamente la acción de los potentes barrancos que de esta última se derivan ha generado su orografía actual; lentamente modelada por el complejo de barrancos que conforman el Barranco de Siscoya que lo abrazan por Este y Oeste para derivar sus aguas hacia el río Gállego unos 7 kilómetros al suroeste.

y monte bajo oscense si no fuera por la extraordinaria cantidad de bloques de piedra que les caían a la mano a sus sucesivos roturadores. Tal es así que entre las referencias cartográficas al lugar se encuentra también la de Pueblo Viejo, unido esto a lo antedicho, podemos especular con que la continua aparición de restos de cultura material harían creer a los habitantes de la zona que en aquel paraje dedicado entonces, y hoy, a la agricultura había habido algún tipo de asentamiento humano. Estaban en lo cierto. A este último topónimo se suma uno que hemos conocido también por tradición oral, y cuya sola mención nos inquieta: Calahorra1. A la breve, hasta ahora, Historia de las investigaciones del lugar dimos cierta cabida en nuestra intervención en la edición anterior de este mismo foro (Fabre, 2016:112113) por lo que no nos extenderemos más en esta ocasión.

Figura 2. Sondeo mecánico previo al inicio del proyecto de investigación por parte del Museo de Huesca en el actualmente denominado Sector Sureste.

Figura 1. Vista desde el sur de la Serranía de Loarre. En el centro de la imagen. ligeramente hacia la derecha, El Pueyo de Marcuello, en el fondo el Castillo de Marcuello y a la izquierda los Mallos de Riglos y el valle del río Gállego. (Fotografía aérea: I. Lafragüeta, 2016). Su posición destacada en las faldas de la serranía, pero también la abundancia de piedra caliza que presenta, han hecho del Pueyo de Marcuello lugar de referencia como hábitat en distintas etapas pre e históricas. Así mismo ha sido lugar habitual de acopio de material de construcción para las poblaciones circundantes en épocas carentes de poblamiento. El topónimo de cantera de Marcuello nos ha sido trasladado por las gentes del lugar, así como otros como El Cerrao que refiere un cerramiento con bloques de piedra, sospechamos que previamente trabados por los habitantes remotos del lugar, de varias de las tablas de labor agrícola a modo de tapia en época moderna. Hubiera sido sorprendente este cercado pétreo con los modelos de explotación agrícola tradicionales del llano

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Desde el inicio de los trabajos por parte del equipo del Museo de Huesca se cuentan ya seis campañas de trabajo de campo consecutivas. De las dos últimas - 2016 y 2017 - vamos a dar cuenta en dos puntos consecutivos: (i) Estructura del proyecto de investigación y gestión del yacimiento y (ii) Resultados e interpretación arqueológica.

2. ESTRUCTURA DEL PROYECTO DE INVESTIGACIÓN Y GESTIÓN DEL YACIMIENTO El Museo de Huesca es la institución promotora del proyecto de investigación “Poblamiento y contactos culturales en el curso medio del río Gállego durante el I Milenio a E.” Tal y como dictamina el International Council of Museums de forma reiterada en sus estatutos, una de las labores principales de un museo es la investigación. Tanto como centro de atención de investigadores que trabajan sobre sus colecciones y acciones museológicas; así como un centro activo de investigación por medios propios en aquellas disciplinas cuya misión museológica confiera2. Así mismo, y tomando como imperativo


Sesión 1. Prehistoria deontológico otro de los preceptos de ICOM, un segundo pilar de este proyecto es la Educación, en una doble vertiente: formativa especializada y educativa para la ciudadanía en general. Es por ello que desde la primera campaña de excavaciones se puso en marcha un programa de prácticas reconocidas por la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón para estudiantes y graduados de estudios de Arqueología con una gran acogida. Sirva de muestra que en las dos últimas campañas de las que damos cuenta en esta comunicación, es decir, entre 2016 y 2017, son más de medio centenar los estudiantes en prácticas que hemos tenido trabajando tanto en el yacimiento como en el laboratorio arqueológico con procedencias que suman una docena de universidades españolas.

Figura 3. Cartel de convocatoria para estudiantes y distintas imágenes de grupo de trabajo. Por otro lado, la labor de concienciación, información y difusión de las labores realizadas en el yacimiento han sido continuas. A través de charlas en el territorio o en las capitales, pero también con la ya asentada Jornada de Puertas Abiertas son varios los centenares de ciudadanos que están conociendo de primera mano los resultados preliminares de nuestra acción en el campo.

3. RESULTADOS E INTERPRETACIÓN ARQUEOLÓGICA 3.1. Delimitación espacial del yacimiento prospección intensiva y sondeos mecánicos La prospección intensiva realizada en la campaña de 2017, unida a la red de sondeos mecánicos en todo el perímetro del yacimiento hasta ahora conocido nos ha permitido establecer una delimitación realista del potencial yacimiento. Por un lado, como se puede apreciar en el mapa de densidades de material arqueológico, es más que evidente que el solar del yacimiento presenta manifestaciones antrópicas en toda su superficie y perímetro con mayor o menor intensidad.

Figuras 4 y 5. Imágenes de la Jornada de Puertas Abiertas de 2017. Arriba el Alcalde de Loarre, la Directora del Servicio Provincial de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón y el Director del Proyecto. Abajo, arqueólogos trabajando en los Espacios 1, 2 y 4 del sector sureste durante la misma Jornada. De las cuales, podemos destacar los siguientes ámbitos: 1. Sector Sureste. Conocido desde el principio del proyecto y en el que se concentra un mayor número de manifestaciones de cultura material. Cronoculturalmente asimilable a la transición del primer Hierro al segundo. Abunda la cerámica a mano, clara presencia de cerámica a torno y abundante escoria de hierro en superficie. 2. Sector Sur. En clara continuación del anterior y cotas similares cuenta con la aparición de estructuras y restos en superficie bien contrastados, en la misma línea que el sector Sureste. 3. Sector Norte. Con abundante material en superficie, y también algunas estructuras. Predomina la cerámica a torno de cocción oxidante. La cerámica a mano es escasa. Podría tratarse de una fase de época ibérica y/o republicana romana sin elementos claramente definitorios hasta el momento.

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Figuras 6 y 6 bis. Mapa de densidades de materiales arqueológicos en superficie [con y sin fotografía aérea] según prospección intensiva en campaña 2017.

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Sesión 1. Prehistoria 4. Cima del cerro. Al igual que el anterior cuenta con abundantísimo material de cerámica a torno de cocción oxidante, desde aquí se desparrama claramente por las laderas del cerro. No se aprecian estructuras claras a simple vista, aunque sí se dan algunos indicios. 5. Ladera Suroeste. En una curva de nivel similar a la de la aparición de los restos del sector sureste conocemos por los sondeos realizados por Francisco Pérez Guil en 2010 que aparecía material arqueológico variado en abundancia (cerámica a mano, a torno y material constructivo), a cierta profundidad con relación a la superficie actual. Los sondeos realizados por este equipo no han podido atestiguarlos en los puntos seleccionados. Ello sin menoscabo de dar por bueno los positivos arqueológicos documentados por el colega citado. 6. Ladera y tierras de labor del Noreste. Al igual que en el caso anterior referimos aquí los resultados aportados por Pérez Guil en 2010, que da como positivos varios sondeos en estas parcelas con abundante material romano republicano y altoimperial. Nuestro equipo no obtuvo permiso del propietario por lo que no podemos constatarlo como hubiera sido de nuestro agrado, pero de nuevo, sin menoscabo de dar por buenos los resultados aportados por el colega citado.

7. Cerro Sur. A escasos 200 metros al suroeste del cerro de Marcuello se alza otro de menor porte en el que la prospección ha revelado importantes cantidades de materiales cerámicos, tanto a torno, piedra pulida, lascas de sílex y material constructivo que denotan actividad antrópica.

3.2. Excavación en área abierta Sector Sureste. Tras las campañas de 2016 y 2017 hemos constatado que las intuiciones que se manifestaban hasta el momento eran bastante acertadas. Estructuralmente podemos hablar de una confirmación en el planteamiento de un urbanismo prediseñado en el que existe un entramado de espacios públicos pavimentados - viales - que dan cabida a distintas construcciones cuyo carácter público o privado todavía deberemos determinar. De forma clara se constata que el muro que sujetaba al cerro para dar cabida a las distintas construcciones del asentamiento del Hierro, conocido como muro UE006 (E) continúa en un vector noreste - suroeste, adaptándose al terreno con un retranqueo, dando forma

Figura 7. Planimetría del Sector Sureste con los muros de edificación en color marrón y las pavimentaciones de los viales en magenta.

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a la estructura posterior de un segundo edificio, hasta ahora denominada como Espacio 4 y que ya conocemos en al menos tres de sus muros sustentantes. La técnica constructiva se constata a base de zócalo de mampuestos de piedra recrecidos en adobe o tapial (no conservado in situ, pero sí en los niveles de desplome). Las cubiertas, al igual que en el Edificio 1, a través de disposición de vigas de madera (más que probablemente de pino albar) y entramado vegetal ¿tratado? dada la abundancia de carbones. Son destacables en este caso la aparición de elementos de cultura material mueble reutilizados en la construcción de los muros. Es el caso de una muela de molino circular - salvando anacronismos tipo meta - que encontramos desplomada y que fue reutilizada en la construcción del muro UE006(E) o UE013(E). Durante la campaña de 2017 no se han agotado los niveles de caída de esta estancia, por lo que continuaremos su excavación en la próxima campaña.

Figura 8. Molino circular reutilizado en construcción de muros del Espacio 4. Pieza en estudio en el Museo de Huesca.

En cuanto a la Edificio 1 hemos acabado de conocer como cerraban dicha construcción con respecto a las calles conocidas (E2 y E5) que definitivamente constatamos como tales. La aparición del muro meridional UE024(E) nos permite conocer mejor el funcionamiento de este espacio con el resto de construcciones del sector. La campaña 2016 se cerró con la sugerencia de un nuevo espacio en el Edificio 1, que dimos en denominar E6. Finalizada su excavación en 2017, creemos que pueda suponer un mismo espacio que E1, pero con un importante salto de cota, es decir, con un escalón dentro del mismo espacio. Destacar en este espacio la aparición de otro molino, en este caso barquiforme, reutilizado en la construcción del muro UE009(E). Como era de esperar, tratándose del Espacio 1-6, el aporte material ha sido de alta consideración. Aunque tras su detenido estudio y de forma más detallada daremos luz pública a los materiales que han aparecido en la zona meridional de la estancia no podemos por menos que referenciar, en orden de aparición, los enseres del nivel UE003, conocido como el de incendio y abandono de la estancia (Fabre, 2016): una cuenta de collar realizada en pasta vítrea de clara inspiración púnica y que presenta caracteres muy similares a los hallados en abundantes yacimientos del litoral mediterráneo y que es atribuible a la esfera de influencia de los talleres ebusitanos (Gómez Bellard, 1984:48 y Fernández Gómez 1983, 97-99). El año 2017 también dio resultados de interés, en ese mismo nivel UE003, como el conjunto aparecido muy cerca del muro meridional de la estancia -UE024(E)compuesto por un pequeño mortero de granito pulido, cuya mano se encontraba a escasos centímetros también fabricada en piedra pulida. El pequeño mortero, cuya escasa cavidad para majar nos lleva a interpretar que su uso pudo estar vinculado más a la elaboración de elementos de farmacopea o perfumería que al de consumo

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Figura 9. Cuenta de collar de pasta vítrea. Pieza en estudio en el Museo de Huesca. NIG 12091.

Figura 10. Mortero de granito con su mano. Pieza en estudio en el Museo de Huesca.


Sesión 1. Prehistoria alimenticio. Su peso es contundente, ronda los 4 Kg. y bajo su densa forma localizamos un pequeño recipiente cerámico de alzada esbelta y que se asemeja a un pequeño cubilete o copa modelada a mano, probablemente de carácter ceremonial dada su escasa capacidad. A ello hemos de añadir, satisfactoriamente, un tercer molde de orfebrería, que añadido a los dos conocidos desde la primera campaña hacen de este espacio un lugar de almacenaje de elementos de prestigio de los propietarios del edificio o algún estamento de la comunidad que allí habitó.

Figura 13. Agujero de expolio tras su localización y desbroce.

Figura 11. Copa ceremonial. Pieza en estudio en Museo de Huesca. Sector Sur.

Figura 14. Foto final de la excavación de la cata en el sector Sur. 2017.

Figura 12. Planimetría del sector Sur con los bancales modernos en color amarillo y los muros del asentamiento de la Edad del Hierro en marrón. Durante la campaña del año 2016 y gracias a las informaciones proporcionadas por algunos vecinos de Linás de Marcuello supimos de una acción de expolio llevada a cabo a mediados del siglo XX en la zona sur del yacimiento. Por la descripción facilitada, designamos una anómala hondonada en la zona sur del cerro, que pese a su abundante vegetación nos transmitía posibilidades

Figura 15. Vaso con decoración aplicada a base de cordón inciso y pastillas. Pieza en estudio en el Museo de Huesca.

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de que allí hubiera habido acciones de “buscadores de tesoros”. Nos planteamos como objetivo para 2017 tratarlo con metodología arqueológica para averiguar qué había llevado a los antiguos habitantes de la zona a perforar el subsuelo en esta zona. Afortunadamente la localización de la zanja de expolio, verificada en persona posteriormente por el vecino de Linás de Marcuello3, nos ha permitido localizar una serie de estructuras muy arrasadas, concretamente dos muros paralelos UE1007(E) y UE1008(E), que por factura,con mampuesto de piedra similar al sector sureste, y por cultura material asociada en niveles de desplome e incendio (UE1006) en el que aparece cerámica a mano decorada con cordones y pastillas aplicadas creemos que forma parte del asentamiento del Hierro. Precisamente el nivel de incendio asociado presenta una cantidad ingente de restos óseos de fauna, actualmente en estudio, pero de los que ya podemos adelantar la clara presencia de bóvido. A la determinación de especies habremos de ser capaces de añadir si se tratan de elementos anatómicos para su consumo o, por contra, estamos ante un espacio de estabulación de dichos especímenes. Sector Norte.

Figura 16. Planimetría del Sector Norte. Durante una inspección ocular en 2016, durante el proceso de fotografiado aéreo detectamos una alineación de cuatro elementos pétreos de buen tamaño (50 x 40 cm) en la zona norte del yacimiento, en una pequeña plana situada en una curva de nivel intermedia entre el arranque del cerro y su coronación (723 m snm). Tras su documentación, intervenimos durante la campaña de 2017 mediante una excavación en área abierta. Esta parcela se encuentra fuera de la partida catastral en manos públicas y por lo tanto la actuación fue autorizada por su actual propietario. Se ha detectado al menos una estructura muraria de porte importante que continuaba dichos bloques detectados en superficie -UE500(E)- que contaría simplemente con una hilada

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Figura 17. Fotografía final tras intervención en la cata del Sector Norte. actualmente. En el extremo norte de la misma aparece una acumulación de elementos pétreos -UE508(E)-que de forma poco certera podemos interpretar como un muro perpendicular al anteriormente descrito y un posible pavimento -UE504(E)- que pudo estar realizado a base de tierra batida apisonada, pero que cuya conservación adolece, como el muro, de una importante acción erosiva al hallarse en medio de una vaguada muy activa. El material asociado a las estructuras en distintas bolsadas UE501-505-506-507 y sobre todo UE509 ha sido escaso y poco determinante, pero abunda el material a torno y de cocina, en detrimento de la cerámica a mano tan abundante en los otros sectores. Es posible, aunque es pronto para asegurarlo, de que se trate de una estructura posterior a la fase que hasta ahora hemos trabajado y que esté más cerca del posible poblamiento de la corona del cerro (época ibérica ?) o del establecimiento romano republicano que pudo ubicarse en esta zona norte del cerro a la luz de los materiales aportados por Pérez Guil en 20104 y que se encuentran depositados en el Museo de Huesca.

4. CONCLUSIONES En plena fase de procesado de los datos obtenidos durante la campaña de 2017, una de las más fecundas de las seis realizadas hasta el momento, podemos adelantar algunas conclusiones: El urbanismo del asentamiento del Pueyo de Marcuello en lo tocante a la fase principal de estudio, es decir, la transición entre las comúnmente denominadas Primera y Segunda Edad de Hierro se confirma prediseñado y complejo. La amplitud ya empezamos a atestiguarla de forma clara en la ladera sur, ladera sureste, y, al menos, en dos curvas de nivel bien diferenciadas. La estructuración del mismo, muy visible en el sector sureste, se ve de forma clara en el acomodo que toman las construcciones - al menos el Edificio 1 y Edificio 2 - en un solar preconfigurado a base de muros postreros y calles pavimentadas.


Sesión 1. Prehistoria La cultura material que se ha recuperado en el nivel de incendio-abandono del Edificio 1, sigue aportando nuevos argumentos para tratar al Espacio 1 como una estancia de almacenaje de items de prestigio cuya variedad tipológica, tecnológica, geográfica y funcional no deja de sorprendernos. Su estudio pormenorizado, conjugado con una contextualización cronológica adecuada, nos ha de confirmar o desmentir si referir a este asentamiento como una estación comercial entre el litoral mediterráneo y el interior, es descabellado o no. El respaldo institucional logrado hasta la fecha por parte de Gobierno de Aragón y Ayuntamiento de Loarre, así como la implicación de los agentes locales en el conocimiento, defensa y difusión del yacimiento son las claves para que exista un clima de trabajo adecuado. Sin él sería harto complicado que este equipo técnico pueda trabajar con el tiempo y dedicación necesaria para leer con certeza toda la información que este yacimiento ha demostrado es capaz de ofrecernos. A partir de ahí, transformar esa información en conocimiento en solo responsabilidad nuestra.

AGRADECIMIENTOS

comprendido la importancia de la colaboración con un proyecto de estas características. Desinteresadamente ha facilitado el acceso a sus fincas e incluso nos ha trasladado información de los avatares desarrollados en aquellos parajes tiempo ha. Por último a las instituciones, Gobierno de Aragón, tanto al Departamento de Educación, Cultura y Deporte como al de Desarrollo Rural y Sostenibilidad. También a la corporación locales de Loarre y a la Comarca de la Hoya de Huesca que tan empática y responsablemente nos atienden en sus debidas competencias, que no por ser obligatorias, deben dejar de ser agradecidas. Así lo hacemos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Fabre Murillo, J. (2016): “Hábitat e intercambios en el valle medio del río Gállego. Primeras aproximaciones al estudio del asentamiento protohistórico del Pueyo de Marcuello (Loarre, Huesca)”. En J.I. Lorenzo y J.M. Rodanés (Eds.) Actas del I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés, Zaragoza, 24 y 25 de Noviembre de 2015. Zaragoza.

Como director del proyecto no puedo más que agradecer al personal del Museo de Huesca, menguado en número, pero superdotado en energía y pasión por descubrir, su implicación e impulso. Siempre con una especial mención a nuestra restauradora, María José Arbués.

Fernández Gómez, J. H. (1983): Guía del Puig del Molins. Ministerio de Cultura. Madrid.

A los universitarios de toda España que se han desplazado a trabajar y aprender con nosotros; capital humano refrescante y siempre dispuesto, muchas gracias también.

Marco Simón, F., G. Sopeña Genzor y F. Pina Polo (Coords.) (2014): Aragón Antiguo: fuentes para su estudio. Prensas Universitarias de Zaragoza. Zaragoza.

A Don Ricardo Dieste Gállego, vecino de Linás de Marcuello, propietario de algunas de las fincas colindantes al yacimiento, que pese a su edad ha

Pina Polo, F. (2006): “Calagurris contra Roma: de Acidino a Sertorio”. Kalakorikos, 11, 2006. Calahorra. pp. 117 - 129.

Gómez Bellard, C. (1984): La necrópolis del Puig des Molins. Ministerio de Cultura. Madrid.

NOTAS ACLARATORIAS 1

La alargada sombra de adscripción de la Calagurris Fibularensis referida por Plinio (Plinio III 4, 24) pretende manifestarse y pese a la presencia de abundante material romano en el yacimiento, no abordaremos ese asunto, de momento. Para mayor conocimiento de esta problemática véase, por ejemplo, Marco, Sopeña y Pina (2014: 655) y Pina Polo (2006: 126-129). 2

Estatutos del ICOM aprobados en la 22ª Asamblea general en Viena (Austria) el 24 de agosto de 2007.

3

Transmitir desde aquí mi agradecimiento a Ricardo Dieste Gállego antiguo propietario de las fincas en las que se enclava la mayor parte del asentamiento y que desinteresadamente nos trasladó esa información que relacionaba a sus antepasados con esta acción de expolio. Según su versión, esta acción no les proporcionó enseres de interés. 4

F. Pérez Guil y J. Justes Floría - Expediente de actuación arqueológica autorizada por el Gobierno de Aragón 210/04/09/2010b.

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Sesión 1. Prehistoria

1.16. LA APLICACIÓN DE LA ESTADÍSTICA BAYESIANA EN LA PERIODIZACIÓN DE LA Iª EDAD DEL HIERRO EN EL VALLE MEDIO DEL EBRO THE APPLICATION OF THE BAYESIAN STATISTICS IN THE PERIODIZATION OF THE FIRST IRON AGE IN THE MIDDLE EBRO BASIN

José Ignacio Royo Guillén1, Iñigo García Martínez de Lagrán2, Cristina Tejedor Rodriguez3 Dirección General de Cultura y Patrimonio. GOBIERNO DE ARAGÓN 2 Universidad del País Vasco, UPV-EHU 3 Arcadia-Funge (Universidad Valladolid)

1

Autor de contacto/Contact author: José Ignacio Royo Guillén, jiroyo@aragon.es

RESUMEN La utilización de la estadística bayesiana en el análisis de las dataciones radiocarbónicas, no es una novedad en los estudios de la Prehistoria Reciente del Sureste ni tampoco en la costa mediterránea peninsular. Sin embargo es un método que hasta la fecha no se ha aplicado a la periodización de la Edad del Hierro en el valle del Ebro. En este trabajo queremos abordar, en un intento de síntesis preliminar, la aplicación de la estadística bayesiana en las dataciones radiocarbónicas del valle medio del Ebro, intentando ajustar la periodización basada en los análisis de tipologías metálicas o cerámicas, en los materiales de importación y sobre todo, en las estratigrafías bien contextualizadas. La utilización de algunas herramientas disponibles, como OxCal 4.3, (Herramienta Phases), y su análisis con los datos conocidos, nos han permitido establecer algunas conclusiones preliminares: la utilidad del método si las dataciones y su contexto son adecuadas. No obstante, y a pesar de los problemas de este periodo y su datación radiocarbónica -irregularidades de la curva de calibración a lo largo de la Edad del Hierro-, consideramos necesario este tipo de análisis, cuando contemos con un número suficientemente amplio y bien contextualizado de dataciones de C14. PALABRAS CLAVE: Valle medio del Ebro; Edad del Hierro; Dataciones radiocarbónicas; Periodización; Análisis bayesiano; Contexto arqueológico.

ABSTRACT The use of Bayesian statistics in the analysis of radiocarbon dating is not a novelty in the studies of the Recent Prehistory of the Southeast as to the peninsular Mediterranean coast. However, it is a method that to date has not been applied to the periodization of the Iron Age in the Ebro valley. In this work we want to address, in an attempt to preliminary synthesis, the application of Bayesian statistics in radiocarbon dating of the middle valley of the Ebro, trying to adjust the periodization based on the analysis of metal or ceramic typologies, on the import materials and, above all, on the well-contextualized stratigraphies. The use of some available tools, such as OxCal 4.3, (Phases tool), and its analysis with the known data, have allowed us to establish some preliminary conclusions: the usefulness of the method if the dates and their context are adequate. However, and despite the problems of this period and its radiocarbon dating (irregularities of the calibration curve throughout the Iron Age), we consider this type of analysis necessary, when we have a sufficiently large and well-contextualized number of C14 dates. KEY WORDS: Middle Ebro valley; Iron Age; Radiocarbon dating; Periodization; Bayesian analysis; Archaeological context.

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1. INTRODUCCIÓN A pesar de los múltiples trabajos sobre la Protohistoria del noreste peninsular, el valle medio del Ebro sigue adoleciendo de un número suficiente de yacimientos con buenas secuencias estratigráficas que abarquen la Edad del Hierro, de estudios tipológicos de sus materiales y sobre todo, de dataciones radiocarbónicas que apoyen o confirmen las cronologías hasta este momento propuestas. La utilización de la estadística bayesiana en el análisis de las dataciones radiocarbónicas es común en la investigación arqueológica del mundo anglosajón (Bayliss y Bronk Ramsey: 2004; Bronk Ramsey: 2009). Desde los inicios del siglo XXI, también se utiliza en algunos estudios de la Prehistoria Peninsular del Sureste, de la Meseta oriental y de la costa mediterránea (Lull et alii: 2010; Jover et alii: 2014; Jover et alii: 2016). También en los últimos años se han inicido los primeros estudios de este tipo en áreas del noreste penínsular -Cataluña- y el sector más oriental de la cuenca del Ebro (Barceló et alii: 2015; Capuzzo y Barceló: 2015). Precisamente del área catalana contamos con un reciente trabajo donde se analiza el paso del ritual inhumador al incinerador, utilizando una metodología muy similar a la que proponemos en este trabajo, es decir, utilizando la estadística bayesiana, pero con unos límites geográficos del estudio que sólo llegan hasta los ríos CincaAlcanadre-Segre y el Bajo Ebro (Capuzzo y Lopéz

Cachero: 2016, fig. 2). En Portugal se han realizado recientemente algunos estudios con aplicación de la estadística bayesiana a los inicios de la Edad del Hierro, en su periodo orientalizante, con muy buenos resultados (Monge y Margerida: 2016). Sin embargo es un método que hasta la fecha no se había utilizado en la periodización de la Edad del Hierro en el valle medio del Ebro, salvo en un trabajo previo mucho más reducido (GarcíaMartínez de Lagrán et alii: prensa). Con la aplicación del análisis bayesiano a las dataciones radiocarbónicas de la cuenca media del Ebro, hemos intentado ajustar dichas dataciones a la periodización basada en los análisis de tipologías metálicas y cerámicas, los materiales de importación y sobre todo en las escasas estratigrafías existentes (Figura 1). Los yacimientos analizados se concentran en el valle medio del Ebro. Geográficamente, esta área se viene identificando con las actuales provincias de Zaragoza, la mitad sur de Huesca y la mitad norte de Teruel y Navarra. Todas las necrópolis y poblados analizados en este trabajo se encuadran en el Grupo de los Campos de Urnas de esta zona (Ruiz Zapatero: 1985, 535-662; Royo: 1990, 123-124). Sus límites cronológicos se han establecido entre los Campos de Urnas del Hierro o Bronce Final III B y los Campos de Urnas Finales o Tardíos, también denominados como transición del Ibérico Antiguo al Pleno (Burillo: 1989-90, 111-115, 564-565; Ruiz Zapatero, op. cit.: 1985, 47-53; Almagro Gorbea: 1977,

Figura 1. Delimitación del Grupo I de necrópolis y poblados del Hierro I del valle medio del Ebro (según Royo:2017).

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Sesión 1. Prehistoria cuadro I; Maya: 1990, 306-308; Royo, op. cit.: 1990, 124-125; 1994, 118; 1994-96, 94 y 96-98; 2000, 41-43). Este periodo ha pasado a denominarse como Primera Edad del Hierro o Hierro I, según las nuevas tendencias en la historiografía especializada que se han desarrollado a partir de finales del siglo XX y en los primeros años del XXI (Graells: 2008; Fatás y Graells: 2010, 74-80). La falta sistemática de contextos estratigráficos bien documentados y de dataciones radiocarbónicas para este periodo en el valle medio del Ebro, ha sido la causa de que durante toda la segunda mitad del siglo XX, las periodizaciones entre el Bronce Final y el inicio de la IIª Edad del Hierro, se hayan basado casi exclusivamente en los datos aportados por la estratigrafía del Alto de la Cruz de Cortes de Navarra y en las tipologías cerámicas y metálicas aportadas por las necrópolis del sur de Francia y Cataluña (Mohen: 1976a y 1976b; Almagro Basch: 1952; Almagro Gorbea: 1973; Almagro Gorbea: 1977; Maluquer: 1945-46; Palol: 1958). El estudio de nuevos yacimientos repartidos por el valle del Ebro, a partir de finales del siglo XX, así como la revisión de los materiales y contextos de necrópolis ya excavadas, a un lado y otro de los Pirineos, ha permitido mejorar el estudio de estos contextos gracias a la presencia de determinados elementos de cultura material procedentes del mediterráneo. Especialmente relevantes han sido las piezas metálicas o las cerámicas de procedencia europea o mediterránea con cronologías bien definidas (Maluquer: 1987; Pellicer: 1982). Esto ha permitido ajustar las dataciones propuestas en su momento y adaptarlas a las cronologías que actualmente son aceptadas para el Golfo de León y el área oriental y central del valle del Ebro (Adroit: 2014; Constantin: 2014; Constantin y Bilbao: 2013; Graells: 2013 y 2014; López Cachero: 2007; Neumaier: 2006; Royo: 2000 y 2005). En la actualidad existe un consenso generalizado al proponer una periodización de la Primera Edad del Hierro o Hierro I basada en tres fases y que podría aplicarse a la mayor parte del sur de Francia y a gran parte del valle del Ebro (Graells, op. cit.: 2014; Constantin, op. cit.: 2014): Hierro I Antiguo (800-750/650 a. C.), Hierro I Medio (650/550 a. C.) y Hierro I Tardío (550/450 a. C.). En los próximos años deberían obtenerse una cantidad apreciable de dataciones radiocarbónicas de eventos de vida corta y comprobar si esta periodización se adapta a dichas dataciones para resolver el problema de la curva de calibración que generalmente se ha denominado “Meseta de Hallstatt” o “Catastrofe del Hierro” (Picazo y Rodanes, op. cit.: 2009, 76-79; Monge y Margarida, op. cit.: 2016, 236, fig. 1). En este sentido, el conjunto de dataciones de algunos poblados con una prolongada secuencia de ocupación, como el Cabezo de la Cruz de La Muela (Picazo y Rodanés: 2009, 78-79), o de algunas necrópolis como las del río Jalón (Pérez: 1990, 117-118) o el Corral de Mola (Royo: 2017), así como el estudio de determinados conjuntos materiales de algunas necrópolis navarras como El Castillo de Castejón (Faro: 2015; 2017) han

venido a paliar en parte estas carencias, aportando unas fechas que sin duda ayudan a clarificar el problema. Sin embargo el conjunto de dataciones radiocarbónicas presenta una serie de problemas y hándicaps a la hora de su análisis y de su valoración histórica y cronológica que pasaremos a enumerar a continuación.

2. LOS DATOS DISPONIBLES La recuperación, ordenación y contextualización de la totalidad de dataciones existentes en los poblados y necrópolis del Hierro I del valle medio del Ebro, ha sido el punto inicial a partir del cual hemos desarrollado este estudio. En la tabla 1 se recogen las dataciones disponibles en la actualidad para el territorio y el periodo estudiados, ordenadas según la periodización de la Edad del Hierro vigente en la actualidad. Este conjunto de dataciones presenta algunos problemas que dificultan el propio resultado del análisis bayesiano: 1. El número de dataciones es todavía muy reducido, tanto en número de muestras como de yacimientos y presenta claras descompensaciones entre las diferentes fases, lo que hace más difícil su valoración estadística. Entre los poblados, solamente podemos utilizar las dataciones del Cabezo de la Cruz de La Muela y del Alto de la Cruz de Cortes, La mayor parte de las necrópolis no cueta con dataciones, salvo Cabezo Ballesteros, Corral de Mola o La Codera. 2. Existen muy pocas dataciones sobre muestras de vida corta (8/45) y básicamente corresponden a un solo yacimiento: el Cabezo de la Cruz de La Muela. 3. En 20 de estas dataciones la desviación estándar ± es igual o superior a 50 años (en dos casos superior a 100 años) lo que provoca lapsos cronológicos calibrados muy amplios. 4. Muchos de los contextos de procedencia de las muestras no están bien definidos, ya que se trata de excavaciones antiguas, mal identificadas y documentadas estratigráficamente. 5. Otro problema a considerar es la dispersión de laboratorios de análisis de las muestras de C14 y las diferencias de datación entre ellos, problema que en los últimos años comienza a valorarse y a tenerse en cuenta en determinados contextos estratigráficos.

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Tabla 1. Dataciones utilizadas en el análisis procedente de poblados y necrópolis del Hierro I del valle medio del Ebro

YACIMIENTO

CONTEXTO

MUESTRA

B.P

REF.

BIBLIO.

HIERRO I ANTIGUO Los Castellets II

Túmulo 2 a - Enterramiento Hueso

2755±30

GrN. 14084

Royo: 1994-96, 98

Cabezo La Cruz

Poblado II - Construcción

Carbón

2610±20

GrN. 29138

Picazo;Rodanés: 2009, 77

Cabezo La Cruz

Poblado II - Construcción

Carbón

2680±20

GrN. 29139

Picazo;Rodanés: 2009, 77

Cabezo La Cruz

Poblado II - Construcción

Carbón

2610±20

GrN. 29140

Picazo;Rodanés: 2009, 77

Cabezo La Cruz

Poblado II - Construcción

Carbón

2620±20

GrN. 29141

Picazo;Rodanés: 2009, 77

La Codera HIERRO I MEDIO

Túmulo 6 - Cremación

Hueso

2610±40

GrN. 26966

Montón: 2002, 119

Cabezo Ballesteros

Túmulo 85/3 - Cremación

Carbón

2560±30

GrN. 13444

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo 85/4 - Cremación

Carbón

2480±40

GrN. 13445

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo 85/5 - Cremación

Carbón

2510±35

GrN. 13446

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2500±30

GrN. 14352

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2530±30

GrN. 14356

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Los Castellazos

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2565±150

GrN. 16317

Maestro: 2005, 144

Los Castellets II

Túmulo 30 - Incineración

Carbón

2530±90

GrN. 17276

Royo: 1994-96, 98

Los Castellets II

Túmulo 32 - Incineración

Carbón

2560±70

GrN. 17274

Royo: 1994-96, 98

Cabezo La Cruz

Poblado II - Destrucción

Cebada carbonizada

2590±20

GrN. 29142

Picazo;Rodanés: 2009, 78-79

Cabezo La Cruz

Poblado II - Destrucción

Estiércol

2530±40

GrN. 29143

Picazo;Rodanés: 2009, 78-79

Cabezo La Cruz

Poblado II - Destrucción

Estiércol

2500±60

GrN. 29144

Picazo;Rodanés: 2009, 78-79

Cabezo La Cruz

Poblado II - Destrucción

Carbones

2520±25

GrN. 29863

Picazo;Rodanés: 2009, 78-79

Cabezo La Cruz

Poblado III - Destrucción

Cebada carbonizada

2540±20

GrN. 29145

Picazo;Rodanés: 2009, 78-79

Cabezo La Cruz

Poblado III - Destrucción

Mijo carbonizado

2510±30

GrN. 29146

Picazo;Rodanés: 2009, 78-79

Cabezo La Cruz

Poblado IV - Destrucción

Carbón

2515±20

GrN. 29149

Picazo;Rodanés: 2009, 78-79

Zaragoza. Gavín-sepulcro

Poblado - Destrucción

Carbón

2550±50

GrN. 12410

Aguilera et alii: 1984, 108

Zaragoza. Gavín-sepulcro

Poblado - Destrucción

Carbón

2580±50

GrN. 12411

Aguilera et alii: 1984, 108

La Codera

Poblado M1 - Abandono

Carbón

2570±60

GrN. 26053

Montón: 2002, 144

La Codera

Túmulo 13 - Cremación

Carbón

2475±35

GrN. 26134

Montón: 2002, 144

San Jorge (Plou-Teruel.)

Poblado - Abandono

Carbón

2400±190

Ly. 3745

Lorenzo:1991, 158

San Jorge (plou-te.)

Poblado - Abandono

Carbón

2420±60

GIF. 7539

Lorenzo:1991, 158

San Jorge (plou-te.)

Poblado - Abandono

Carbón

2400±65

Ly. 4385

Lorenzo:1991, 158

Loma de los Brunos

Poblado - Abandono

Carbón

2440±50

CSIC. 599

Eiroa;Bachiller: 1985, 169-170

Loma de los Brunos

Poblado - Abandono

Carbón

2450±50

CSIC. 600

Eiroa;Bachiller: 1985, 169-170

Corral de Mola

Túmulo 1 - Cremación

Carbón

2440±30

GrN. 13341

Royo:1990, 124

Corral de Mola

Túmulo 5 - Cremación

Carbón

2360±60

GrN. 13342

Royo:1990, 124

Cabezo Ballesteros

Túmulo 10 b’ - Cremación

Carbón

2390±50

CSIC. 607

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo 6 44a’ - Cremación Carbón

2410±50

CSIC. 608

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo 18 - Cremación

Carbón

2490±30

GrN. 13343

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2475±35

GrN. 14353

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2480±35

GrN. 14354

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Cabezo Ballesteros

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2470±25

GrN. 14355

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Barranco de La Peña

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2380±50

GrN. 14358

Pérez-Casas: 1990, 115

Barranco de La Peña

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2440±50

GrN. 14359

Pérez-Casas: 1990, 115

Castillo Miranda

Poblado - Destrucción

Carbón

2440±80

CSIC. 169

Beltrán:1976, 97

Cabezo La Cruz

Poblado III - Destrucción

Vid carbonizada

2470±30

GrN. 29147

Picazo;Rodanés: 2009, 79

Cabezo La Cruz

Poblado III - Destrucción

Carbón

2470±30

GrN. 29148

Picazo;Rodanés: 2009, 79

Cabezo Ballesteros

Túmulo 23 - Cremación

Carbón

2330±50

GrN. 13447

Pérez-Casas: 1990, 117-118

Barranco de La Peña

Túmulo s.r. - Cremación

Carbón

2305±50

GrN. 14357

Pérez-Casas: 1990, 115

HIERRO I TARDÍO

174


Sesión 1. Prehistoria Tabla 2. Datos de las modelizaciones Phases y Phases con límites cronológicos. La columna A muestra el cálculo sobre el porcentaje de relación (Agreement) entre la calibración estándar y la calibración modelizada de cada fecha en función de la herramienta o análisis estadístico utilizado. Si esta relación o concordancia no supera el 60% se considera que esa datación no formaría parte de esa fase definida en función de todas las demás fechas y/o de los límites cronológicos apriorísticos definidos. Por ejemplo, Los Castellets II - Túmulo 2 no es válida en ninguno de los dos modelos porque su concordancia es el 38.5% en Phase y del 0% cuando introducimos los límites cronológicos a priori. Fecha bp Calibración estándar cal AC

HIERRO I ANTIGUO: 800/750 - 650 a. C. Boundary Inicio Los Castellets II-Túmulo 2 2755±30 Cabezo La Cruz-Poblado 2610±20 Cabezo La Cruz-Poblado 2680±20 Cabezo La Cruz-Poblado 2610±20 Cabezo La Cruz-Poblado 2620±20 La Codera-Túmulo 6 2610±40 Boundary Fin HIERRO I MEDIO: 650 - 550 a. C. Boundary Inicio Cabezo Ballesteros-Túmulo 85/3 2560±30 Cabezo Ballesteros -Túmulo 85/4 2480±40 Cabezo Ballesteros -Túmulo 85/5 2510±35 Cabezo Ballesteros -Túmulo s.r. 2500±30 Cabezo Ballesteros -Túmulo s.r. 2530±30 Los Castellazos-Túmulo s.r. 2565±150 Los Castellets II -Túmulo 30 2530±90 Los Castellets II -Túmulo 32 2560±70 Cabezo La Cruz-Poblado 2590±20 Cabezo La Cruz-Poblado 2530±40 Cabezo La Cruz-Poblado 2500±60 Cabezo La Cruz-Poblado 2520±25 Cabezo La Cruz-Poblado 2540±20 Cabezo La Cruz-Poblado 2510±30 Cabezo La Cruz-Poblado 2515±20 Zaragoza. Gavín-Sepulcro-Poblado 2550±50 Zaragoza. Gavín-Sepulcro-Poblado 2580±50 La Codera-Poblado m1 2570±60 Boundary Fin HIERRO I TARDÍO: 550 - 450 a. C. Boundary Inicio La Codera -Túmulo 13 2475±35 San Jorge (Plou-te.)-Poblado 2400±190 San Jorge (Plou-te.)-Poblado 2420±60 San Jorge (Plou-te.)-Poblado 2400±65 Loma de Los Brunos-Poblado 2440±50 Loma de Los Brunos-Poblado 2450±50 Corral de Mola-Túmulo 1 2440±30 Corral de Mola-Túmulo 5 2360±60 Cabezo Ballesteros-Túmulo 10 b’ 2390±50 Cabezo Ballesteros-Túmulo 6 44a’ 2410±50 Cabezo Ballesteros -Túmulo 18 2490±30 Cabezo Ballesteros -Túmulo s.r. 2475±35 Cabezo Ballesteros -Túmulo s.r. 2480±35 Cabezo Ballesteros -Túmulo s.r. 2470±25 Barranco de La Peña-Túmulo s.r. 2380±50 Barranco de La Peña -Túmulo s.r. 2440±50 Castillo Miranda-Poblado 2440±80 Cabezo La Cruz-Poblado 2470±30 Cabezo La Cruz-Poblado 2470±30 Boundary Fin

Modelización Phase cal AC

923-844 806-793 837-807 806-793 807-796 816-776

978-827 814-783 895-802 814-783 818-789 894-590

849-812 839-808 806-796 826-806 806-796 809-797 812-794 801-786

801-599 758-541 773-552 767-552 791-571 839-433 799-541 806-549 802-787 792-556 776-541 781-567 793-598 772-556 773-570 800-556 813-591 809-556

805-553 775-430 794-524 788-537 797-543 1082-361 820-408 835-430 806-772 800-540 794-430 792-544 796-556 791-540 786-547 811-520 836-541 840-490

754-540 792-259 736-405 732-399 744-411 748-428 732-430 702-377 701-398 728-404 761-546 754-540 757-541 751-538 537-397 744-411 748-410 753-538 753-538

771-431 929-390 757-399 762-388 757-406 760-410 751-408 753-235 751-386 754-397 781-511 771-431 775-431 767-434 751-377 757-406 778-399 768-431 768-431

A

Modelización Phase con límites cronológicos cal AC Índices 1σ

A

882-804 863-802 38.5 813-790 99.3 841-801 115 813-790 99.3 817-791 99.3 831-787 129.2 806-777

802-801 805-799 805-798 805-799 805-798 805-798 805-798 805-796

802-799 805-795 805-795 805-795 805-795 805-795 805-795 805-793

0.0 133.9 4.8 133.9 135.9 182.6

789-773 782-766 778-761 780-762 778-761 780-764 781-763 781-763 781-764 782-769 781-763 781-762 779-762 781-765 779-762 778-762 781-764 781-766 781-765 772-755

796-768 790-758 786-751 787-753 786-751 788-756 790-753 789-753 790-754 791-765 788-755 788-753 787-754 788-759 787-752 786-752 789-755 791-756 790-755 779-742

134.6 64.9 105.2 81.1 150.6 139.8 130.2 157.4 30.2 143.8 104.2 125.8 155.6 101 108.6 160.1 147.2 162.8

615-599 607-596 609-594 609-595 609-595 608-595 609-595 609-595 609-595 606-596 608-595 609-595 608-595 607-596 609-595 608-595 608-595 608-595 608-595 604-590

638-595 627-587 628-582 628-583 628-583 627-585 628-583 628-583 628-583 615-590 627-584 628-583 627-585 626-587 628-583 627-586 627-584 627-585 627-584 611-568

34.7 108.2 127.6 122.7 114.3 131.3 125.9 121.9 0.1 122.2 122.1 124.2 48.5 127.2 125.8 111.3 65.7 103.8

754-544 741-524 740-522 739-525 738-526 739-525 739-524 737-530 737-527 737-527 737-528 742-536 741-524 741-523 740-525 736-526 739-525 740-522 740-525 740-524 731-502

764-521 751-491 751-475 750-469 750-465 750-474 750-478 749-471 749-458 749-459 750-465 752-507 751-490 751-492 750-492 748-461 750-474 751-476 750-490 750-490 736-419

107.1 127.2 104.1 97.2 112.2 115 113 65.6 72.8 90.7 79.6 107.1 100.3 111.6 64.1 112.2 110.7 112.9 112.9

551-530 546-519 545-519 545-519 545-519 545-519 545-519 545-520 545-519 545-519 545-519 546-520 546-519 546-519 546-520 544-519 545-519 545-519 546-520 546-520 542-507

554-519 551-499 551-497 551-497 551-497 551-497 551-497 550-498 550-496 550-496 550-497 551-501 551-499 551-499 551-501 550-496 551-497 551-497 551-499 551-499 546-475

86.1 130.1 116.6 112.9 119.9 117.3 127.3 84.8 93.2 109.1 48.4 86.1 76.3 84.6 84.4 119.9 114.3 91.3 91.3

175


3. LOS ANÁLISIS ESTADÍSTICOS Y SUS RESULTADOS Hemos realizado tres tipos de análisis distintos con el objetivo de comparar sus resultados y valorar su potencial interpretativo (Tabla 2). En primer lugar, presentamos las calibraciones estándar de las dataciones, a continuación hemos utilizado la herramienta Phase del programa OxCal 4.3 (https://c14.arch.ox.ac.uk), y, por último, hemos repetido el análisis con esta herramienta pero incluyendo unos límites cronológicos apriorísticos en cada una de las fases. La primera cuestión que confirman estos datos son los problemas con la curva de calibración que ya hemos mencionado. Las propias calibraciones estándar recogidas en la tabla 2 muestran grandes diferencias entre sus lapsos calibrados en función de su lugar en la curva (Tabla 2). Como evidencia la Figura 1 este fenómeno afecta sobre todo al Hierro I Tardío cuyas dataciones se calibran en una gran “Meseta de Hallstatt” lo que provoca lapsos temporales muy amplios.

Figura 2. Tramo de la curva de calibración perteneciente al Hierro I con las dataciones más antiguas y más recientes de cada una de las tres fases definidas: en rojo Antiguo, en negro Medio y en Azul Tardío.

Tabla 3. Definición de los límites cronológicos apriorísticos. Principales referencias bibliográficas: Hierro I Antiguo: Almagro Gorbea: 1977 y 1986; Pellicer: 1982.Ruiz Zapatero: 1985.Fernandez Castro: 1988.Collis: 1989.Castro: 1994.Mederos: 1997.López Cachero: 2007. Hierro I Medio: VVAA: 1988. Cousquer et alii: 1999. Graells: 2008, 2014. Picazo y Rodanés: 2009 Royo Guillén: 2000 y 2005 Royo Guillén y Romeo: 2015.Constantin: 2014Graells y Marzoli : 2016 Graells y Lorrio: 2017. Hierro I Tardío: Heródoto: Historias 1. 166. Maluquer: 1987. Ruiz y Molinos: 1993. Lorrio: García i Rubert et alii: 2008. Belarte et alii: 2012. Contextualización histórica

Características arqueológicas

HIERRO I ANTIGUO: 800/750 - 650 a. C.

• Hallstatt B-C en Centroeuropa. • Campos de Urnas del Hierro en el valle del Ebro. • Cultura Tartésica en el sur de la Península Ibérica. • Primeras influencias mediterráneas en el valle del Ebro.

• Inicio poblados de calle central y presencia de murallas. Viviendas de planta rectangular. • Necrópolis tumulares de incineración. Ajuares funerarios muy pobres. • Cerámica con decoración acanalada. • Metalurgia del Bronce: Depósitos en el Noreste. • Armas como elemento de prestigio. Espadas de antenas con hoja de hierro. • Primeras fíbulas de doble resorte. • Broches cinturón de tipo centroeuropeo

HIERRO I MEDIO: 650 - 550 a. C.

• Hallstatt C-D en Centroeuropa. • Apogeo de los príncipes Celtas y del comercio etrusco con Europa central y occidental. • Establecimiento de las primeras colonias griegas en la costa catalana de la Península Ibérica: Rosas, Ampurias. • Fuerte influencia del comercio greco-etrusco en el área mediterránea y valle del Ebro.

• Poblados con urbanismo de calle central y fuertes defensas. Casas rectangulares. • Generalización de grandes necrópolis tumulares de incineración en el valle del Ebro. Ajuares metálicos sin armas y presencia de Hierro. •Ajuar cerámico muy abundante. Predominio de la cerámica lisa sobre la decorada (incisa/excisa). • Fíbulas de doble resorte • Broche cinturón de 1 garfio (tipo Fleury) • Brazaletes abiertos y torques de tampones. •Presencia escasa de oro y plata. • Orfebrería para las élites: Soporte de bronce de Calaceite, El Cabo de Andorra o La Torraza de Valtierra.

HIERRO I TARDÍO: 550 - 450 a. C. • Batalla de Alalia (hacia 537 a. c.). • Cultura de La Tène en Francia y fuerte relación con el valle medio del Ebro. • Fin del predominio griego en España y fuerte influencia fenicia en las costas mediterráneas. • Fin de Tartessos. • Inicio del Ibérico Antiguo en el valle del Ebro. • Expansión de la cultura celtibérica.

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•Destrucción generalizada de poblados en todo el valle del Ebro. Algunos se vuelven a reocupar. • Generalización de la metalurgia del Hierro. • Necrópolis tumulares de incineración con ajuares ricos y diversificados: Presencia indistinta de bronce y hierro. • Presencia de armas en las necrópolis: lanzas, espadas o escudos. • Aparición de las primeras producciones cerámicas a torno.


Sesión 1. Prehistoria En el análisis estadístico de Phases se calcula el lapso cronológico de principio y de final de cada una de las fases en función de las dataciones disponibles sin otra información adicional o apriorística y sin que necesariamente exista un orden claro en la secuencia de dataciones. En este caso el programa da preeminencia al peso estadístico de la mayoría de las dataciones por lo que los extremos de inicio y de fin tienden a “juntarse”. En cambio, cuando se introduce información cronológica apriorística de otras fuentes, el programa escoge el periodo de la calibración estándar comprendido dentro de esos límites establecidos. Esta es la causa de que las calibraciones modelizadas tengan unos valores tan reducidos, sobre todo si los comparamos con las primeras columnas de phases, especialmente, en el Hierro I tardío. En nuestro caso estos límites serían 800-650 a. C. para el periodo antiguo, 650-550 a. C. para el Medio y 550450 a. C. para el Tardío, valores establecidos a partir de la tipología metálica, de la presencia de cerámicas u otros materiales de origen mediterráneo, de secuencias estratigráficas contrastadas y de fuentes históricas escritas, como se resume en la tabla 3. La aplicación de estos límites apriorísticos en un conjunto de dataciones radiocarbónicas supone el análisis bayesiano mas estricto de todos los realizados. Lo que acabamos de comentar se observa de manera especial en la fase del Hierro I Tardío. En la Figura 3 se puede ver cómo el cálculo bayesiano reduce ostensiblemente el lapso temporal de la calibración modelizada con información cronológica apriorística (gris oscuro) respecto a la calibración estándar (gris claro). La principal conclusión es que casi todas las fechas disponibles serían válidas para este periodo (excepto el túmulo 18 de Cabezo Ballesteros que está en rojo con un Agreement del 48.4, Tabla 1). Sin embargo debemos ser cautelosos con estos resultados. Si observamos la parte baja de la figura vemos cómo la calibración estándar de casi todas las fechas casi rondan el 800 BC por lo que si incluyéramos todas estas dataciones dentro del Hierro I medio, incluso, dentro del Antiguo, podrían ser aceptadas como válidas. Este dato arroja una conclusión muy clara y fundamental: para realizar este tipo de análisis es esencial tener una información arqueológica detallada y muy bien contextualizada desde un punto de vista estratigráfico y de dataciones absolutas, porque si no podríamos estar manipulando la información cronológica, aunque sea de manera inconsciente.

Figura 3. Resultados del análisis de Phases con límites cronológicos apriorísticos del Hierro I Tardío.

4. CONCLUSIONES

de las dataciones, como los amplios lapsos calibrados provocados por la curva de calibración. Este problema hace que en algunos casos, este tipo de análisis no sean plenamente aceptados por algunos miembros de la comunidad científica, poniéndose en duda su eficacia. Todo lo expuesto hasta ahora nos muestra la necesidad urgente de ampliar el número de dataciones, de definir correctamente los contextos de las que son obtenidas y de ampliar el repertorio sobre muestras de vida corta, más precisas y determinantes, tal y como nos han presentado algunos trabajos de reciente aparición (Monge y Margarida, op. cit.: 2016, 237).

La principal conclusión que podemos extraer de este trabajo es la enorme utilidad interpretativa de los análisis bayesianos para estudiar los conjuntos de dataciones radiocarbónicas, especialmente cuando contamos con otras fuentes de información temporal que reducen los límites cronológicos de las fases definidas. Sin embargo, y como ya hemos comentado anteriormente, es preciso contar con una información arqueológica e histórica muy detallada para superar ciertos problemas

Además, del resultado de nuestro análisis, se podría destacar que el análisis bayesiano del Hierro I en el valle medio del Ebro tiende a envejecer los límites tanto iniciales como finales propuestos por la cronología relativa (Tabla 2), lo cual es un dato que deberá tenerse en cuenta de cara a la interpretación histórica de las evidencias y una hipótesis de partida de futuras investigaciones cronométricas en el momento en que haya más dataciones disponibles para este tipo de contextos.

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AGRADECIMIENTOS Jose Ignacio Royo Guillén ha estudiado la necrópolis del Corral de Mola (Uncastillo, Zaragoza) y la consiguiente revisión de sus dataciones radiocarbónicas, a partir del cual se ha desarrollado este trabajo. Iñigo GarcíaMartínez de Lagrán, es miembro de los equipos de investigación IT622-13, Grupo de Investigación en Prehistoria, U.P.V./E.H.U, Sistema Vasco de Investigación (España) y del Grupo PRBM-Préhistoire récente du basin méditerranéen, TRACES (UMR 5608), C. N. R. S. (Francia). Así mismo, Cristina Tejedor Rodriguez es investigadora postdoctoral, Programa Juan de la Cierva-Formación. Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT), CSIC, Santiago de Compostela/Arcadia y miembro del Instituto de Promoción Cultural, Fundación General de la Universidad de Valladolid (FUNGE).

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Sesión 1. Prehistoria

1.17. DOCE AÑOS DE ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL EN CASPE. CECBAC 2005-2017 TWELVE YEARS OF EXPERIMENTAL ARCHAEOLOGY IN CASPE. CECBAC 2005-2017 Carlos Mazo Pérez 1,2, Javier Fanlo Loras2, Marta Alcolea Gracia1,2 Área de Prehistoria. Universidad de Zaragoza. IUCA 2 Grupo PPVE

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Autor de contacto: Carlos Mazo Pérez, cmazo@unizar.es

RESUMEN El Curso de Arqueología Experimental de Caspe (AExC), o del Bajo Aragón-Caspe, es una iniciativa puesta en marcha por el Centro de Estudios Comarcales del Bajoaragón-Caspe (CECBAC) en el año 2005. Desde entonces y hasta la actualidad se han llevado a cabo 13 ediciones en las que han participado más de 400 alumnos, y que hacen de él el curso más antiguo y más longevo de nuestro país. Con una filosofía que asume que “hacer real lo que se intenta aprender es la forma más eficaz de aprendizaje”, el objetivo a lo largo de estos años ha sido transmitir al alumnado conocimientos y generarle experiencias, a través de actividades plenamente participativas, que les permitan desarrollar capacidades y habilidades en una amplio abanico de procesos técnicos de la prehistoria y del mundo antiguo. PALABRAS CLAVE: Arqueología Experimental; Caspe; CECBAC; Procesos técnicos prehistóricos.

ABSTRACT The Course of Experimental Archaeology of Caspe(ExAC), or Bajo Aragón-Caspe, is an initiative started up in 2005 by the Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragón-Caspe (CECBAC). Until now 13 editions of the course with the participation of more than 400 students have been carried out. That make it the oldest and long-lived course of Spain. The objective is and has been transmit to the students knowledge and generate experiences through fully participative activities. In agreement of a philosophy that assumes that “making real what you try to learn is the most effective way of learning”, that allow them to develop skills and abilities in a wide range of technical processes of Prehistoy and Antiquity. KEY WORDS: Experimental Archaeology; Caspe; CECBAC; Prehistoric technical processes.

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1. INTRODUCCIÓN AExC es el acrónimo del curso de Arqueología Experimental del Bajo Aragón-Caspe. Este curso es una iniciativa desarrollada, puesta en marcha y mantenida por el Centro de Estudios Comarcales del Bajo AragónCaspe. El CECBAC, que es como se conoce dicha institución desde el año 2001, es uno de los seis Centros de Estudios Locales Asociados que fueron promovidos en diferentes momentos del pasado siglo por la Institución Fernando el Católico (órgano de cultura de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de la cual son dependientes. La finalidad de estos centros es la de irradiar y descentralizar la acción cultural de la Diputación Provincial de Zaragoza, y entre sus objetivos figura la divulgación científica del pasado. A mediados del año 2004 el entonces presidente del CECBAC, S. Melguizo, nos planteó a uno de nosotros la tarea de diseñar y valorar la viabilidad y posibilidades de organización de una actividad, preferentemente de carácter periódico, que volviera a vincular a la entidad cultural con la Arqueología, una disciplina con la que había estado comprometida tiempo atrás, muy especialmente en la década de 1980, cuando el Centro todavía se llamaba Grupo Cultural Caspolino.

2. EL GRUPO CULTURAL CASPOLINO, EL CECBAC Y LA ARQUEOLOGÍA. Cincuenta años antes de ese 2004, el 15 de agosto de 1954, en un acto oficial celebrado en la ciudad de Caspe y presidido por el Gobernador Civil de Zaragoza, J.M. Pardo de Santayana, se declaraba existente el Grupo Cultural Caspolino, institución local dependiente de la Diputación Provincial de Zaragoza (CECBA 2005; Vallespí 2010). No sabemos si antes de esa fecha el Grupo Cultural había dedicado su apoyo directo a alguna de las campañas de excavación que a partir de 1952 se habían iniciado en El Vado (renombrado más tarde como Cabezo de Monleón) por el entonces Comisario Provincial de Excavaciones, A. Beltrán. Por lo tanto consideramos que el inicio de esa relación se establece en el año 1957, cuando ya hay testimonio de que el Grupo da soporte a esas tareas arqueológicas (Beltrán 2003). En ese periodo nacerían dos secciones de estudio: “Arqueología, Arte, Filología y Literatura” y “Geografía, Folklore y Estudios Económico-Sociales”. El 24 de mayo de ese mismo año se incluía entre los miembros de esa asociación al por entonces joven licenciado en Filosofía y Letras M. Pellicer y se respaldaba (con el apoyo también del Consistorio) su actuación entre el 3 y 5 julio en el yacimiento de Zaforas (CECBA 2005; Pellicer 1959). Dos décadas después, en 1979, nació la revista Cuadernos de Estudios Caspolinos, en la que se recogerán algunas notas y comentarios sobre los hallazgos que a lo largo de los años y hasta el presente se irían produciendo. Será el

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caso de las estelas ibéricas del Portal de Milans (Pellicer y Martín Bueno 1983), del yacimiento de la Loma de los Brunos (Eiroa 1980), de las pinturas rupestres del abrigo de Plano del Pulido (Eiroa 1983; Melguizo 2005), de los grabados rupestres de Las Peñetas, en Nonaspe (Álvarez y Cebolla 1985) o de las prospecciones en Maella (Blanco 1988), por citar sólo algunos. En 1982, coincidiendo con la incorporación de A. Álvarez como responsable del área de Arqueología, la revista hasta entonces por él editada, Bajo Aragón, Prehistoria, pasa a formar parte de las publicaciones del Grupo Cultural a partir de su cuarta entrega. En sus páginas se editaron en 1985 los Primeros Encuentros sobre Prehistoria Aragonesa celebrados los días 11 y 12 de mayo de 1984, bajo el epígrafe Las industrias líticas del Bajo Aragón, y sus relaciones con el Valle del Ebro. Al año siguiente (1985) tendrían lugar los segundos encuentros, esta vez centrados en El Bronce Final y la Primera Edad del Hierro en el sector oriental de la Península. El calado de estas actividades tuvo su máximo exponente durante el I Congreso Internacional de Arte Rupestre, celebrado con notable éxito en Caspe en noviembre de ese mismo año y publicado en 1988 en los números VII y VIII de la revista. Un último número de ella, el XI (1995-1996), recogería los resultados del Primer Seminario de Arte Rupestre celebrado en 1988. En esa década y en el ámbito de las publicaciones monográficas destaca la edición, como número especial de los Cuadernos de Estudios, de la Carta Arqueológica de Caspe (Eiroa, Álvarez y Bachiller 1983). En ella se revisarían y actualizarían las descripciones sobre los lugares ya dados a conocer por P. Bosch y principalmente por M. Pellicer, además de añadir algunos otros inéditos. En 1986, y coincidiendo con los Segundos Encuentros de Prehistoria Aragonesa, se edita dentro de la serie Empelte su segundo número, dedicado a Los yacimientos arqueológicos de Caspe y su entorno de la mano de A. Álvarez. Ese mismo año, formando parte de un libro dedicado a Fabara, se incluía la reedición de uno de los primeros (y agotados) trabajos de E. Vallespí: Anotaciones al mausoleo romano en Fabara, Zaragoza, obra aparecida en 1954 y que sintetizaba los conocimientos de quien tuvo como interés casi vital la conservación y difusión de este monumento, su abuelo L. Pérez Temprado. Esa dinámica década de los 80 vería también el apoyo desde el Grupo a nuevas actividades de campo. Entre los veranos de 1980 y 1982, J.J. Eiroa y un equipo de estudiantes e investigadores focalizaban sus esfuerzos sobre el poblado y necrópolis tumular de La Loma de los Brunos, descubiertos veintidós años atrás por M. Pellicer. En 1983, y muy próximas al anterior enclave, Eiroa realizaría el hallazgo de las pinturas levantinas del abrigo del Plano del Pulido. Acto seguido el Grupo Cultural financiaría el cerramiento de las pinturas y se publicaría una primera nota sobre ellas en los Cuadernos de Estudios. Entre 1984 y 1987 A. Álvarez y A. Bachiller retomaron las excavaciones en Palermo III-IV. Este


Sesión 1. Prehistoria yacimiento había sido ya parcialmente intervenido por L. Pérez Temprado y su hijo L. Pérez Fortea durante la década de los años veinte y posteriormente sistematizado por M. Pellicer. Hasta inicios de los 90 las actividades continuarían sin interrupción con el apoyo del Grupo en el Cabezo de Monleón (1985), Zaforas (1987), Corraliza de Rayes (1987) y Plano del Pulido (1990). Los primeros años de la década siguiente vieron la drástica reducción de todos estos empeños, como reflejo de la recesión económica en todo el país. A pesar de ello el Grupo Cultural amparó campañas de prospección en los términos de Caspe y Chiprana, centradas sobre todo en los márgenes del cauce del Ebro, dirigidas por J.L. Cebolla, A.C. Diago y S. Melguizo entre 1995 y 1997, y tres pequeñas campañas de excavación arqueológica en el enclave de La Tallada IV entre 1997 y 1999, también bajo la dirección de S. Melguizo. Casi coincidiendo con el cambio de siglo, y de milenio, el Grupo Cultural Caspolino cambió de nombre, pasando a llamarse Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragón-Caspe a partir de 2001. En el año 2004 el Centro apoyó económicamente la edición del libro de M. Pellicer Panorama histórico-arqueológico de Caspe en el Bajo Aragón, y lo mismo hizo en 2005 con la monografía de S. Melguizo, Iberos en el bajo Regallo. Entre el 21 y 22 de octubre de 2005 tuvieron lugar en Caspe las II Jornadas «La investigación arqueológica en el Bajo Aragón» Encuentro-Homenaje a los Profesores Manuel Pellicer y Enrique Vallespí, en las que el Centro brindó un destacado apoyo junto con la Ruta Iberos Bajo Aragón.

3. EL CURSO DE ARQUEOLOGÍA EXPERIMENTAL (AExC) La propuesta elegida por la dirección del Centro a finales de ese año 2004 fue la de un curso de Arqueología Experimental, cuya primera edición se celebró al año siguiente, entre los días 19 y 22 de septiembre de 2005. Desde entonces se han celebrado 13 ediciones, una por año, consecutivas, lo cual convierte al AExC en la iniciativa de este tipo más antigua y más longeva de nuestro país, siendo también desde entonces la actividad arqueológica principal del CECBAC, mantenida por los sucesivos equipos que en estos años han accedido a la dirección del Centro: Salvador Melguizo, Carmen Ferrer y Domingo Albiac (Fig. 1). La llamada Arqueología Experimental ha recibido desde hace ya unos años una notable atención, tanto desde el ámbito profesional como también desde el profano. Como suele ocurrir cuando se produce un rápido aumento de popularidad, pueden surgir malentendidos (Jeffery 2004). Aunque no es este el momento ni el lugar para debatir sobre alguno de los numerosos aspectos que son objeto de interpretación dispar en el campo de la Arqueología

Experimental (como la naturaleza de sus experimentos, si su carácter es meramente evaluativo o no, o incluso sobre si es apropiado el término, por mencionar algunos), sí cabe apuntar que bajo esa denominación se está dando cabida a otro tipo de manifestaciones que tal vez deberían tener una consideración diferente. En el estricto ámbito de la investigación histórica, la Arqueología Experimental persigue generar y demostrar hipótesis arqueológicas recurriendo para ello a protocolos experimentales repetibles. A través de los experimentos, que nos permiten la observación de la realidad dinámica, y de su contrastación, los arqueólogos y arqueólogas pueden alcanzar respuestas no ambiguas en el marco de sus investigaciones y una mejor comprensión de algunos aspectos del pasado (las más de las veces sobre técnicas productivas y procesos tecnológicos, pero no sólo) y así comprobar o descartar conjeturas o hipótesis expresadas sobre la simple base de los datos arqueológicos. En esa observación de la realidad dinámica coincide con la Etnoarqueología, de la que se diferencia porque la Arqueología Experimental efectúa experimentos Tabla 1. Datos del curso. Evento Curso de Arqueología Experimental del Bajo Aragón-Caspe (AExC) Organiza Centro de Estudios Comarcales del Bajo Aragón-Caspe (CECBAC) (Institución “Fernando el Católico”) Número de ediciones / lugar de celebración 13 / Caspe Edificio de los Padres Franciscanos (hasta 2013) Residencia de Estudiantes “Florencio Repollés” (desde 2014) Año de inicio / última edición 2005 / 2017 Alumnado asistente: media /máximo / mínimo 33 / 46 / 24 Ediciones previstas Actualmente hasta el año 2021 Dirección Carlos Mazo (desde el inicio) Javier Fanlo (desde 2012) Secretaría David Garcés (hasta 2010) Mercedes Montañés (desde 2011)

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limitados, con un número reducido de variables y factores, en tanto que la segunda actúa en el interior de un sistema cultural vivo, más complejo (Francovich y Manacorda 2001). En el I Congreso Español de Arqueología Experimental (Santander 2005) ya se expresó ese carácter multiforme, dando cabida bajo ese paraguas a diferentes manifestaciones que necesariamente también cumplen diferentes propósitos, “en la investigación, la docencia, la puesta en valor del patrimonio y la difusión del conocimiento histórico”. Pero es evidente que algunas de esas actividades, en términos filosóficos y en términos de investigación, no son experimentos, y que el apelativo «Arqueología Experimental» está (cada vez más) estrechamente asociado en las mentes de las personas con grupos de recreación, educación al aire libre y otras demostraciones de la vida pasada y la tecnología (Outram 2008).

Figura 1. Arriba el cartel anunciador del primer curso AExC en el año 2005. Abajo el cartel correspondiente a la última edición celebrada, la del año 2017.

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Para A. Outram quizás sea desafortunado que la Arqueología Experimental (como una herramienta de investigación), las experiencias y demostraciones (como útiles educativos y de presentación) y las representaciones o re-creaciones (como actividades recreativas) tengan unos límites tan borrosos para muchos (Baena y Terradas 2005; Morgado y Baena 2011). Parte de ese prolífico uso del término, incluso dentro de la propia Arqueología, podría deberse a que la palabra “experimental” está estrechamente relacionada con la ciencia y como tal da un sentido de autoridad a las actividades asociadas con ella (Jeffery 2004). Pero, por poner un ejemplo, las reconstrucciones virtuales de yacimientos, una de las últimas facetas de la informática y de las TIC aplicadas a la Arqueología, no es, en nuestra opinión, Arqueología Experimental. Consideramos que es, antes que nada, Arqueomática, y, si se quiere, una versión virtual de la arqueología experiencial. Por supuesto que las demostraciones, las reconstrucciones virtuales incluso en el propio yacimiento a través de aplicaciones para dispositivos móviles (apps) (Castanyer 2017), o las experiencias de primera mano tienen un alto valor y un innegable beneficio pedagógico, y son una forma excelente de trasladar la investigación arqueológica al público de una forma más presentable (Outram 2008). Pero no se ponen a prueba hipótesis, no se controlan (o no se hace de forma rigurosa) variables, no se cuantifican; de manera que consideramos bien oportuna la diferencia entre arqueología experimental y arqueología experiencial, evitando así una innegable asimilación entre los medios y los fines (Terradas y Clemente 2005). El elemento crítico que separa los proyectos experimentales de los experienciales es que los primeros contienen hipótesis bien definidas, que han de ser testeadas y aceptadas o falsadas a través de razonamientos y de procedimientos claramente definidos (Jeffery 2004). Curiosamente, según nuestros propios criterios de lo que es la Arqueología Experimental, en el AExC no se cumplen estrictamente todos los requerimientos para


Sesión 1. Prehistoria

Figura 2. Distribución de las temáticas tratadas en el total de ediciones del curso. A la derecha dos participantes aplicados al proceso de reducción de mineral de cobre por soplado (Berdejo y Obón 2016). Tabla 2. Distribución de las temáticas tratadas en el curso sobre el total de 489 horas. Temática

% sobre el total de horas/ % sobre el parcial

Cerámica

38.6

A mano A torno y clásica Técnicas de Cocción

42.0 42.0 16.0

Industria lítica

34.3

Tallada Pulimentada

95.0 5.0

Metalurgia Cobre Hierro Plata Bronce Madera y asta Madera Asta

6.8 23.8 23.8 9.0 43.2 4.9 33.0 66.0

Curtido y Textil

4.3

Piel Textil y tintes Teoría y método Gastronomía Otras

37.0 63.0 1.9 1.4 7.5

considerarlo tal, pero es evidente que dentro de ese continuo de formas que vemos que puede adquirir la disciplina, el curso se encuentra mucho más cerca de una Arqueología Experimental explícitamente científica que de la reproducción imitativa de meros procesos técnicos. Y no cumple estrictamente estos requerimientos porque nuestro objetivo, como curso que es, es decir, como conjunto de acciones que conforman la enseñanza de una materia, tiene una finalidad formativa. La filosofía del mismo podría haber sido dictada por E. Dale, el conocido pedagogo estadounidense famoso por su triángulo de la experiencia: “hacer real lo que se intenta aprender es la forma más eficaz de aprendizaje”. Nuestro objetivo, siempre con esa filosofía de fondo, es que el alumnado adquiera conocimientos, y se dote de experiencias que le permitan desarrollar capacidades y habilidades a través de actividades prácticas plenamente participativas. Porque es evidente que el desarrollo de un experimento necesita también de la adquisición de un grado de competencia. Las actividades desarrolladas en estos años, de carácter replicativo y relacionadas con procesos de carácter técnico (Fig. 2 y tabla 2), son siempre de corto alcance, y son actividades realistas hasta donde importa. Es decir, que si en alguna parte del proceso se utilizan materiales que no resultan pertinentes por anacrónicos, no comprometen la parte analizada del mismo. No importa si se cuece o no, o como se cuece una cerámica si lo que queremos analizar son los sistemas de decoración impresa y la importancia del estado de la pasta, por ejemplo.

185


De entre los procesos técnicos tratados los relativos a las tecnologías cerámica y lítica suponen el 73% del total de las horas impartidas en las 13 ediciones, con un reparto entre ellas muy parejo. En ambas la temática ha sido muy amplia. En cerámica se han tratado de forma específica, y a veces monográfica, desde la preparación de las pastas y la adecuación de las mismas a las diferentes producciones y temperaturas de cocción, hasta las propias cocciones, pasando por las técnicas de fabricación a mano, a torno, y los diferentes tipos de decoración y acabado. Algunos años ha habido derivaciones a aspectos más concretos como la utilización del molde, las claves de las producciones griegas y etruscas, las transformaciones de las cerámicas en los incendios o el uso de arcillas decantadas. En torno a 30 horas (el 16% del tiempo dedicado a la tecnología cerámica, y el 6% del total) se han destinado a la cocción. Se han utilizado diferentes sistemas aplicados a los diferentes tipos de producciones. Siendo los hornos elementos costosos en su construcción la mayoría de las veces se ha recurrido a soluciones que como ya hemos dicho anteriormente no comprometen el resultado. Se ha cocido en hoguera a cielo abierto con leña y también en pozo con leña y carbón; en horno de llama directa (con cámaras de cocción y de combustión separadas por parrilla) con manteado de barro y en el caso de cocciones ibéricas, donde la capacidad del horno debe ser mayor, se ha utilizado el horno de papel, en el que se pueden alcanzar los 950 grados. Se ha cocido también con manta de fibra de vidrio en diferentes experiencias de cocción etrusca, de cerámica griega, de ibérica pintada y de terra sigillata.

Figura 3. Algunas cifras del AExC.

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A la tecnología lítica también se le ha dedicado mucha atención, empezando por los principios físicos y mecánicos del trabajo de rocas duras silíceas, las materias primas y las herramientas de lascado y retoque, y continuando con las reducciones de cantos y bifaces, las producciones de lascas, la técnica levallois, las producciones laminares por percusión o presión y también la obtención grandes láminas por palanca, o el tratamiento térmico del sílex. Una parcela más pequeña, solo el 5% del tiempo total destinado a la tecnología lítica, ha tenido que ver con las producciones de artefactos por pulimento sobre rocas metamórficas, incluyendo aquí también los sistemas de fijación y modalidades de uso. Por detrás de estas temáticas y con una dedicación similar entre ellas se han tratado: los procesos técnicos dirigidos a las producciones metálicas de plata y bronce y a la reducción de mineral de cobre y de hierro; a transformación y utilización de materiales orgánicos duros, fundamentalmente asta aunque también madera y hueso; y, por último, al curtido de pieles y la producción textil, incluyendo procesos de urdimbre y lizado, la utilización de los mordientes y los colorantes en los tintes, y el uso del telar vertical. Bajo la denominación genérica de “otras” se incluyen algunas demostraciones, que no por ello pierden su carácter participativo, sobre la producción autónoma del fuego, las técnicas de pintura en el arte prehistórico, o la utilización del propulsor y el arco. Pero también incluimos aquí otras cadenas operativas que también se han tratado, como las relacionadas con los útiles, técnicas y procesos de perforación de materiales duros, o los sistemas de fijación y enmangue de útiles compuestos,


Sesión 1. Prehistoria

Figura 4. Hendedor (F. Cuartero 2017); cerámica cardial (J. Fanlo 2006); biberón villanoviano (C. Calandrini 2011); hacha de Bronce (M. Boada y A. Palomo 2014); perforación con taladro de sílex y volante de inercia (A. Palomo 2016); tintado de textiles (M.N. Vacher 2009).

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o la propia producción de algunos de los elementos de fijación (como cordajes o brea de abedul).

casi todos, requieren una mayor atención, y además más inmediata, que la tecnología lítica, por ejemplo.

También, en menor medida, ha habido ponencias que nos han aproximado a aspectos teóricos y métodológicos de la Arqueología Experimental.

A lo largo de las 489 horas que suman las 13 ediciones se ha consumido una importante cantidad de material. Se estima en casi 2500 kg el sílex utilizado y en 700 la arcilla. La mayor parte del sílex empleado, con diferencia, procede básicamente del valle medio del Ebro, pero también se ha trabajado con sílex del flysch de Barrika, de la sierra de Urbasa, de Bergerac o del Grand Pressigny. Otras procedencias, que también las hay, son más anecdóticas y han tenido más bien un carácter evaluador. También se ha trabajado una notable cantidad de obsidiana.

A lo largo de las 13 ediciones (Fig.3) han intervenido un total de 28 ponentes (Mikel Aguirre, Javier Baena, José A. Benavente, Abel Berdejo, Marc Boada, Francisco Burillo, Cesare Calandrini, Felipe Cuartero, Javier Fanlo, Carmen Gutiérrez, Oriol López, José A. García Munúa, Fernando Malo, Juan A. Marín de Espinosa, Carlos Mazo, Antonio Morgado, Alberto Obón, Antoni Palomo, Jacques Pelegrin, Raquel Piqué, María Luisa Ramos, Rita Rolli, Rafel Rosillo, Daniel Ruiz, Josep Sabatés, Alfonso Soro, Marie Nöelle Vacher y Montserrat Vicente) que proceden en su mayoría de universidades españolas (como las de Zaragoza, Autónoma de Madrid, Autónoma de Barcelona, Cantabria, Murcia, Granada o la UNED), pero también de algunas empresas (como Arqueolitic, Sílex y Arqueología y Difusión del Patrimonio o Taller Textil de Triste), o de museos y centros de investigación tanto nacionales como extranjeros (como el de Altamira, el Museo de Arqueología de Cataluña o el CNRS). Han sido 433 los alumnos y alumnas, entre los que no solo hay, aunque sean mayoría, universitarios y licenciados, procedentes de 14 comunidades autónomas, y también algunos del extranjero. La necesaria personalización de la enseñanza y la asistencia que debe prestar el profesorado durante la realización de las actividades del curso nos ha persuadido en dos ocasiones de la conveniencia de reducir el cupo de matrícula. En el año 2009 bajamos de 45 a 35 alumnos y volvimos a bajar nuevamente en 2014 hasta los 20 o 25, dependiendo de la necesidad de atención que requiere el alumnado en función de las temáticas. Algunos aspectos de la tecnología cerámica,

Igualmente notable es el volumen de información en forma de fotografías, videos y audios que se han recogido a lo largo de estos años como forma de documentar rigurosamente el desarrollo de los cursos, incluyendo buena parte de las ponencias y demostraciones de los participantes. Al margen de aquellos realizados por terceros y que están fuera de nuestro control, se cuenta con más de 16.000 fotografías y se han grabado más de 110 horas de video (al principio en formato analógico y luego más tarde ya en digital) y más de 80 de audio (Fig. 4). De entre las redes sociales generalistas u horizontales, aquellas que no están expresamente dirigidas a un tipo específico de usuario, AExC está presente en Facebook desde hace algo más de 5 años como Arqueología Experimental Caspe, y en el momento de redactar estas líneas cuenta con más de 5300 seguidores, lo que la sitúa en la posición cabecera entre las páginas españolas de este tipo (junto con el Laboratorio de Arqueología Experimental de la UAM y Arqueolitic). En esa página, que fundamentalmente sirve de vehículo para proporcionar información sobre los cursos (programas

Figura 5. Curso de Arqueología Experimental (AExC), año 2016. Un grupo de alumnos y alumnas de un centro de enseñanza de Caspe asisten, acompañados por sus profesoras, atentos a las explicaciones de Daniel Ruiz en una demostración especialmente preparada para ellos.

188


Sesión 1. Prehistoria anuales, fechas de matrícula y de impartición, y también de los resultados), también se ofrece ocasionalmente información sobre aportaciones de investigadores a congresos o publicaciones. Para terminar, mencionar que, en el año 2015 se puso en marcha una experiencia que, tras valorarse de forma positiva, ha significado que en las dos últimas ediciones el curso se haya abierto de forma desinteresada a los centros de enseñanza primaria y secundaria de Caspe (Fig. 5). Con un contenido específicamente diseñado y adaptado a sus diferentes edades (entre los 6 y los 16 años), y en un formato de 50 minutos, se ofrece a esos grupos de estudiantes un recorrido por algunos de los procesos que suelen producir más fascinación y que resultan más cautivadores. Seguramente para muchos de esos más de 700 chicos y chicas, que en estos dos últimos años nos han visitado acompañados de sus docentes, ha sido la oportunidad para aproximarse por primera vez a nuestro pasado.

4. CONCLUSIONES La Arqueología Experimental es una disciplina claramente emergente desde hace décadas. No es un fin, sino un medio para obtener respuestas no ambiguas en el marco de una investigación histórica. La a veces asimilación de medio y fin, o el “sentido de autoridad” que proporciona el término experimental, o una mera estrategia de marketing (Masriera y Palomo 2009) ha conducido a una generalización del término, que casi ha perdido su valor como descriptor, y a la consideración, también a veces, de que la mera reproducción de una actividad es en sí misma experimentación, diluyendo o borrando así los límites entre experiencial y experimental (tal vez también por el hecho de que la competencia experiencial es obligada en el buen desarrollo de un protocolo experimental). Esas actividades experienciales son en todo caso un extraordinario vehículo para hacer más cercana y accesible la práctica y el conocimiento arqueológicos, dirigidas a un público más amplio con fines de divulgación, de concienciación del patrimonio o aún de mero entretenimiento. Pero también son una extraordinaria herramienta didáctica. Y en ese ámbito se inscribe el AExC, que bajo la filosofía de que hacer real lo que se intenta aprender es la forma más eficaz de aprendizaje ha cumplido ya 13 ediciones con más de 400 alumnos y casi una treintena de ponentes.

AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer al CECBAC la puesta en marcha de esta iniciativa y su mantenimiento a lo largo de todos estos años, y también a la Institución “Fernando el Católico”, de la Excma. Diputación Provincial de Zaragoza. Por supuesto a todos los alumnos que se han acercado hasta Caspe en estas 13 ediciones, algunos reiteradamente, muestra de que no han quedado defraudados, sin cuyo

interés nada hubiera sido posible. Y también gracias a todos los ponentes, todos compañeros y algunos amigos, por su profesionalidad y dedicación. Por último, agradecemos al CDL y a los editores del presente volumen la invitación a participar en él.

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Sesión 1. Prehistoria

ARQUEOLOGÍA EFÍMERA EN ARAGÓN. NOVEDADES Y METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO TAXONÓMICO Y MORFO-TIPO-TÉCNOLÓGICO DE OBJETOS DE MADERA Y CESTERÍA

1.18.

EPHEMERAL ARCHAEOLOGY IN ARAGÓN. NOVELTYS AND METODOLOGY FOR TAXONOMIC AND MORPHO-TIPOTECHNOLOGICAL STUDIES OF WOODEN OBJECTS AND BASKETRY Marta Alcolea Gracia Departamento de Ciencias de la Antigüedad. Universidad de Zaragoza. Grupo PPVE. IUCA Autor de contacto/Contact author: Marta Alcolea Gracia, malcolea@unizar.es

RESUMEN La aparición de objetos manufacturados a partir de materias primas vegetales en yacimientos arqueológicos constituye un hallazgo excepcional. Aunque estos constituirían una materia prima fundamental para la economía de las sociedades pasadas, nuestro conocimiento acerca de su uso se ve limitado por los problemas de conservación que los convierten en materiales prácticamente invisibles en el registro arqueológico. En la Península Ibérica, las evidencias de su consumo se reducen a contadas excepciones en las que se dan unas condiciones excepcionales de conservación, como por ejemplo la extrema sequedad que se puede dar en determinados contextos como las cuevas o abrigos del sector central del valle del Ebro. Este territorio se está revelando en los últimos años en un marco privilegiado para la Arqueología “de lo efímero” o Arqueología efímera. En este trabajo presentamos una propuesta metodológica para el estudio de este tipo de materiales apoyándonos, a modo de ejemplos de aplicación, en los estudios que estamos llevando a cabo, algunos de ellos todavía inéditos, sobre una serie de objetos de madera y cestería de la Edad del Bronce y Antigüedad Tardía procedentes de los yacimientos aragoneses de la Cueva del Moro de Alins del Monte (Huesca), Tragaluz Norte (Huesca) y la Cueva del Búho de Ibdes (Zaragoza). PALABRAS CLAVE: Edad del Bronce; Antigüedad Tardía; Pirineo; Metodología arqueológica; Arqueobotánica.

ABSTRACT The findings of objects manufactured in vegetable raw materials in archaeological sites are exceptional situations. Although forest resources would constitute a basic raw material for the economy of past societies, our knowledge about their use is limited by their conservation problems that make them practically invisible in the archaeological record. In the Iberian Peninsula, the evidence of its consumption is reduced to a few exceptions in contexts with exceptional conditions of preservation, such as extreme dryness that can occur in certain caves or shelters in the central Ebro basin. This territory is revealing in recent years as a privileged frame for the Archeology “of ephemeral materials” or Ephemeral Archeology. In this work we present a methodological proposal for the study of this type of materials supporting, as examples of application, in the studies that we are carrying out, some of them still unpublished, on a series of wooden objects and basketry of the Bronze Age and Late Antiquity from the three archaeological sites in Aragón (NE Spain): Cueva del Moro de Alins del Monte (Huesca), Tragaluz Norte (Huesca) and Cueva del Búho de Ibdes (Zaragoza). KEY WORDS: Bronze Age; Late Antiquity; Pyrenees; Archaeological methodology; Archaeobotany.

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1. INTRODUCCIÓN En el valle medio del Ebro algunas cuevas y oquedades pirenaicas e ibéricas, lugares a veces casi inaccesibles e inexplorados, se están revelando en los últimos años como contenedores de hallazgos excepcionales, los hallazgos orgánicos, llevándonos a desarrollar una suerte de arqueología “de lo efímero”. Enfrentarnos a este tipo de materiales supone sin duda un enorme reto para nosotros como profesionales de la arqueología. Se trata de materiales arqueológicos manufacturados a partir de materias primas que nos resultan ajenas y que presentan tipos para los que apenas encontramos paralelos arqueológicos y los paralelos etnográficos nos resultan muchas veces tan cercanos que incluso a desconfiamos de su antigüedad, dando por hecho que se trata de materiales modernos. El creciente número de descubrimientos de este tipo supone una oportunidad sin precedentes para examinar el papel que jugaron los materiales botánicos para las sociedades prehistóricas e históricas que han poblado el valle. En este trabajo vamos a centrarnos en algunos objetos confeccionados a partir de materias primas vegetales leñosas, es decir, de madera. Nuestro objetivo es definir las pautas de un protocolo metodológico apropiado para el estudio de este tipo de hallazgos y darles presencia en este II Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés. Para ello utilizaremos como ejemplo el trabajo que estamos desarrollando en tres conjuntos arqueológicos aragoneses que se encuentran en proceso de estudio y publicación por parte del Grupo Primeros Pobladores del Valle del Ebro y la Universidad de Zaragoza. Estos

yacimientos son la Cueva del Moro (Alins del Monte, Huesca) (Rodanés, 2017), Tragaluz Norte (Alquézar, Huesca) (Domingo et al., e.p.) y la Cueva del Búho (Ibdes, Zaragoza) (Pérez Lambán et al., 2016) (Figura 1). Se trata de una serie de conjuntos arqueológicos con cronologías de la Edad del Bronce y la Antigüedad Tardía que se asocian a enterramiento u ocultaciones en lugares poco accesibles en los que la conservación de la materia orgánica se produce en contextos de extrema sequedad. Dentro de estos conjuntos destaca la conservación de madera no carbonizada, tanto fragmentos informes como objetos manufacturados fácilmente reconocibles. Aparecen asociados en todos los casos a otros elementos orgánicos, algunos de ellos confeccionados a partir de fibras vegetales para la confección de cestos o tejidos, en los que no profundizaremos en este trabajo.

2. HACIA UNA ARQUEOLOGÍA DE “LO EFÍMERO” 2.1. La importancia de la madera y otros recursos vegetales leñosos para las sociedades humanas Parece casi obligado comenzar este trabajo haciendo una reflexión acerca de la importancia de la madera como recurso económico para las sociedades humanas a lo largo de la Historia y de nuestro conocimiento de ella a partir del registro arqueológico. Las plantas son un elemento fundamental para la subsistencia humana y han sido utilizadas a lo largo de

Figura 1. Localización de los yacimientos aragoneses con conservación de materia orgánica a los que se hace referencia en este trabajo.

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Sesión 1. Prehistoria la Historia de la humanidad para una gran diversidad de fines que se pueden agrupar en tres grandes categorías funcionales: la alimentación, la producción de energía y la elaboración de bienes muebles y elementos constructivos. Los recursos vegetales cubrirían una amplia gama de necesidades cotidianas, mucho mayor que otros elementos de la cultura material como el sílex o la cerámica de forma que parece complicado comprender las formas de organización social y económica de estas sociedades sin prestar atención a este tipo de recursos. En concreto la madera, que es la parte de las plantas que aquí nos ocupa, probablemente sería una de las materias primas más utilizadas por las sociedades humanas del pasado a pesar de las escasas evidencias que se conservan en el registro arqueológico si la comparamos con otras materias primas. La madera ha sido utilizada como leña para el fuego, imprescindible para cocinar, ahumar alimentos para su conservación, iluminarse, calentarse, ahuyentar a las fieras e insectos, ahumar pieles, tratar térmicamente materias primas líticas como el sílex, cocer la cerámica u otras producciones artesanales, etc. (Chabal, 2001; Asouti y Austin, 2005; Thèry-Parisot et al., 2010; Picornell et al., 2011; Henry y Thèry-Parisot, 2014). La madera ha sido también utilizada como materia prima para la fabricación de todo tipo de objetos cotidianos, exclusivamente confeccionados con este material o en combinación con otras materias primas, como el hueso o el sílex, relacionados con la caza como lanzas, arcos o los fustes de las armaduras geométricas, para el trabajo agrícola como los magos de las hoces, para el trabajo forestal como los mangos de las hachas y azuelas, para la fabricación de recipientes fabricados en madera tallada o con elementos leñosos flexibles entrelazados, y otros objetos domésticos como cucharas, fusayolas, etc. (Oeggl, 2009; Di Lernia et al., 2012; Berihuete y Lozovskaya, 2014; López Bultó, 2015; Piqué et al., 2015; e.p.). La madera ha sido además el principal elemento constructivo, utilizada en la construcción de cabañas o empalizadas para retener el ganado, los troncos de los árboles producen fustes largos y rectos para ser usados como postes o vigas, las ramas y ramitas para la confección de techumbres o mezcladas con barro para recrecer las paredes (Fairweather y Ralston, 1993; Asouti, 1995; 2003; Grabner et al., 2007; Tegel et al., 2012; López Bultó, 2015). En el éxito de la madera como recurso económico para las sociedades humanas a lo largo de la Historia confluyen una serie de elementos (López Bultó, 2015): • Es un recurso abundante. Está presente en la naturaleza de forma más o menos abundante en todos los territorios y ambientes, desde desérticos hasta árticos. • Es un recurso accesible. No precisa de un conocimiento tecnológico complejo para su adquisición ni para su transformación. • Es un recurso versátil. Presenta un amplio abanico

de cualidades físicas como materia prima que dependen en gran medida de la especie de la que procede, la parte de la planta (tronco, rama, raíz, corteza) o su estado fenológico. • Es un recurso duradero. Se trata de una materia prima relativamente duradera a escala humana, aunque no lo sea a escala arqueológica. Interesante trabajos desde el punto de vista de la etnografía y etnoarqueología revelan que los bienes fabricados en madera u otras fibras vegetales leñosas serían más abundantes que los fabricados con cualquier otro material. Las evidencias etnográficas ponen de manifiesto que las materias primas perecederas constituirían la mayor parte de la cultura material por ejemplo en el caso de las sociedades de carácter cazador-recolector (Damas, 1984; Helm, 1981). Así mismo, los conjuntos arqueológicos recuperados en cuevas secas (Taylor, 1966), medios saturados de agua (Nadel, 1994; Croes, 1997) o en permafrost (Collins, 1937), ponen de manifiesto que en unas condiciones de igual preservación, los artefactos fabricados en materia vegetal superan con creces los fabricados en otros materiales, como la piedra o la arcilla, alcanzándose el 90 o 95% de la cultura material. Sin embargo, en el registro arqueológico habitualmente el 100% de la cultura material recuperada está fabricado sobre materias primas duraderas. De esta forma, lo que para nosotros constituye hoy en día la cultura material de una determinada sociedad del pasado, correspondería en realidad a poco más del 5 o 10 % de los recursos totales utilizados (Clarke, 1968; Purdy, 1988; Soffer et al., 2001). Esta inversión de las cifras se deriva de una serie de factores entre los que destaca el sesgo de la preservación, como veremos a continuación.

2.2. Problemas de conservación de la materia orgánica vegetal en el registro arqueológico en la Península Ibérica Aunque los recursos vegetales constituirían sin duda una materia prima fundamental para la economía de las sociedades prehistóricas nuestro conocimiento acerca de su uso se ve enormemente limitado por los problemas de conservación derivados de su naturaleza biológica, que provoca su degradación en condiciones ambientales normales, convirtiéndolos en materiales prácticamente invisibles en el registro arqueológico (Figura 2). La materia orgánica sólo sobrevive en el registro arqueológico en determinadas condiciones, donde hongos, insectos y bacterias no pueden destruirla (Zapata, 2001; Badal, 2006): • Por desecación o congelación en medios en condiciones de humedad o aridez extremas y estables. • Por saturación de agua en medios anaeróbicos producidos por ambientes húmedos o por la

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inmersión de los restos en agua, lo que reduce el oxígeno y la acción de los microorganismos. • Por mineralización cuando algunos tejidos vegetales son sustituidos por materia mineral conservando su morfología original. • Por contacto con determinados elementos como la sal o el metal, condicionantes que inhiben la acción de los agentes fúngicos responsables de su degradación. • Por carbonización, es decir, mediante su combustión incompleta que transforma un elemento orgánico (la madera) en inorgánico (el carbón vegetal). La carbonización es la forma de preservación más frecuente y la única forma de conservación de restos botánicos en muchos yacimientos europeos, lo que supone un sesgo de datos, ya que únicamente permite preservar el material que ha entrado en contacto con el fuego. El fuego puede afectar de forma accidental a estructuras constructivas, principalmente postes y vigas,

que son a veces frecuentes por ejemplo en niveles de incendio de poblados, o a objetos manufacturados que también de forma accidental han entrado en contacto con el fuego. Sin embargo, un uso específico de la madera, su uso como combustible doméstico o artesanal, implica necesariamente su contacto directo con el fuego, provocando que el uso de la madera como leña para el fuego sea el mejor conocido de todos los usos posibles. En medios secos de latitudes templadas, como la Península Ibérica, las evidencias del consumo de recursos vegetales como materia prima se reducen a contadas excepciones en las que se dan unas condiciones excepcionales de conservación. Estas condiciones pasan por la extrema sequedad que se puede dar en determinados contextos como las cuevas, acentuada en un ambiente semiárido como el sector central del valle del Ebro, convirtiendo a este territorio en un marco privilegiado para la conservación elementos confeccionados a partir de materias primas perecederas. Los hallazgos de objetos de madera fresca trabajada y cestería procedentes de contextos arqueológicos en la

Figura 2. Esquema de las principales formas en las que la madera pasa a formar parte del registro arqueológico. Redibujado a partir de Scott, 2010.

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Sesión 1. Prehistoria Península Ibérica son muy escasos y, además, muchas veces van acompañados de dudas en cuanto a su factura humana. Los hallazgos más antiguos proceden de Torralba (Soria), donde se encontraron un conjunto de objetos de madera trabajada de adscripción achelense entre los que destaca una punta de lanza (Biberson, 1964), y de distintos momentos de la ocupación musteriense del Abric Romaní (Capellades, Barcelona) (Allué, 2002). A partir del Holoceno las evidencias son más claras. Para el Neolítico peninsular contamos únicamente con dos ejemplos que son además paradigmáticos: el depósito funerario de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol) (Alfaro Giner, 1980; Cacho Quesada et al., 1996) donde aparecen más de una decena de cestos, esteras y sandalias, todos ellos confeccionados con esparto (Stipa tenacissima) y el poblado lacustre de La Draga (Banyoles, Girona) donde destaca la cantidad y variedad de materiales debido a su procedencia de un contexto habitacional (Bosch et al., 2006; López Bultó, 2015). Con la aparición de las sociedades complejas, entre el III y I milenio a.C. podemos hablar de un aumento de los hallazgos aunque se caracterizan por el predominio de determinado tipo de artefactos y la pobreza específica documentada (Buxó y Piqué, 2008) debido a su procedencia mayoritariamente de contextos funerarios en los que aparecen formando parte de ajuares o del acondicionamiento de las propias estructuras funerarias. Destacan Covas des Pas (Picornell, 2012), Càrritx y Mussol (Llull et al., 1999), Cueva Sagrada (Ayala, 1987), Castellón Alto (Molina et al., 2003), Los Blanquizares de Lebor (Eiroa, 1987) o las tumbas argáricas (Font de Tarradel 1970; Castro Cruel, 1988). Los ejemplos del mundo romano son también escasos aunque tal vez más elocuentes en cuanto a los tipos y especies documentadoas. Destacan Tossal de les Basses (Carrión y Rosser, 2010), Bastida de les Alcusses (VivesFerrándiz, 2015), el balneario romano de Aqvae Flaviae (Vaz et al., 2016) o los pozos romanos de los contextos urbanos de Iesso, Baetulo y la calle Foneria (Piqué et al., 2016).

3. UNA PROPUESTA METODOLÓGICA En este trabajo presentamos una propuesta metodológica para el estudio de este tipo de materiales apoyándonos, a modo de ejemplos de aplicación, en los mencionados estudios que hemos llevado a cabo recientemente o están aún en proceso.

3.1. La datación radiocarbónica Como venimos diciendo, dada la naturaleza orgánica, y por lo tanto perecedera, de los recursos vegetales, los bienes manufacturados a partir de ellos son apenas conocidos en el registro arqueológico. Desconocemos los procesos de obtención, producción y uso de los bienes manufacturados cuya investigación arqueológica aparece siempre infrarrepresentada. El escaso número

de hallazgos no nos permite establecer una evolución tipológica de estos productos tal como si podemos hacer con objetos manufacturados en otros materiales como la cerámica, el sílex o el metal. Además, tanto las materias primas utilizadas en cuanto a especies como las técnicas artesanales de trabajo de la madera y las fibras vegetales apenas han variado entre la Prehistoria y el siglo XX. Todo esto supone una enorme limitación para nosotros de forma que es muy difícil aventurar la cronología de estos objetos así como su adscripción funcional y cultural. No obstante, estos elementos presentan una ventaja fundamental frente a otros ítems arqueológicos más habituales en el registro, y es que su naturaleza orgánica permite su datación radiocarbónica directa, de forma que pueden ser fácilmente fechados de forma inequívoca y son enormemente útiles para la datación de determinados conjuntos arqueológicos, por ejemplo, los asociados a contextos funerarios o de ocultación aparecidos en cuevas. El principal problema al que nos enfrentamos a la hora de tomar las muestras para su datación radiocarbónica es el elevado valor museográfico que por lo general presentan estos elementos. Las muestras deben tomarse siempre sobre partes poco visibles o sobre roturas ya existentes con el objetivo de no comprometer la integridad física de los objetos. Al tratarse de madera es importante que este proceso de selección de las muestras para su datación se desarrolle en paralelo al estudio morfo-tipotecnológico, que constituye el siguiente paso de nuestra propuesta metodológica, de forma que seleccionemos las partes de la madera más aptas para ser datadas, esto es, ramas de pequeño calibre o los anillos exteriores de los troncos grandes con el objetivo de minimizar al máximo la posible incidencia del llamado efecto “madera vieja”.

3.2. Estudio morfo-tipo-tecnológico El estudio morfo-tipo-tecnológico consiste en un análisis macroscópico con el que perseguimos una descripción estandarizada de las piezas en todas sus dimensiones formales. Es recomendable utilizar una serie de fichas que nos permitan establecer previamente y con precisión las categorías que consideramos importantes en nuestro análisis. La descripción morfológica del objeto es básica y debe obtener información morfométrica de la misma forma que es habitual para todo tipo de materiales arqueológicos: anchura, altura, grosor, peso, perímetro, diámetro, sección, etc. (Figura 3). La descripción tipológica, o funcional, comienza por determinar si se trata de un material constructivo (p.e. tabla, viga, poste), un artefacto u objeto reconocible (p.e. mango, peine, arco, plato) o un fragmento indeterminado, que en este caso puede estar trabajo o no. En ocasiones ocurre que no somos capaces de aventurar la funcionalidad del objeto ni podemos adscribirlo a ningún tipo conocido en la actualidad ni mediante la etnografía. En estos

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3.3. Estudio taxonómico

Figura 3. Toma de medidas morfométricas del peine de boj (Buxus sempervirens) de la Cueva del Moro (Alins del Monte, Huesca) según Rodanés y Alcolea (2017). casos, aunque se trate de objetos manufacturados vemos enormemente dificultada su clasificación. La descripción técnica o tecnológica nos permite determinar la forma en la que los objetos han sido manufacturados, esto es, la tecnología empleada en su proceso de producción. Por un lado, obtendremos información acerca del soporte. Aspectos como la curvatura de los anillos de crecimiento, el grosor de estos o el número en el que aparecen, la presencia de nudos, de corteza o médula, nos ayudarán a determinar que partes de las plantas han sido utilizadas: tronco, rama, raíz, etc. (Figura 4). Por otro lado, obtendremos información acerca del estadio de la cadena operativa en la que se encuentran los objetos, es decir, si se trata de piezas acabadas o preformas, si se trata de elementos simples o compuestos (pensados para encajar entre sí), el acabado de las superficies, así como el tipo de extracción de la pieza trabajada del soporte original y la identificación de las huellas laborales producidas por el proceso de manufactura.

Figura 4. Tipos frecuentes de extracción de la pieza trabajada del soporte original según Martín Seijo (2012).

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El estudio taxonómico es el estudio de la materia prima. La madera de las distintas especies vegetales disponibles en un determinado territorio tiene unas propiedades concretas que la convierten en una materia prima más o menos adecuada para determinados fines. Por ejemplo, en el caso de la madera de construcción se buscará siempre seleccionar especies de porte arbóreo, que produzcan troncos largos y rectos, mientras que las especies de porte arbustivo o aquellas que producen troncos nudosos no serán aptas para este uso. De la misma forma que algunas especies son seleccionadas por sus propiedades combustibles otras lo son para la fabricación de determinados objetos en función de otras propiedades como su dureza, flexibilidad, facilidad para ser trabajada, etc. Conocer la especie de la que procede la madera a partir de la cual se han confeccionado los objetos es un aspecto importante de su estudio. En este caso es necesario un análisis microscópico de la anatomía de la madera, lo que permite la determinación botánica de las plantas de las que procede. En ocasiones excepcionales se podría llegar a la identificación de la madera sobre el propio objeto. No obstante, para que esto sea posible deben converger una serie de circunstancias, como que el tamaño del objeto permita colocarlo en el microscopio y que la forma en que el objeto está trabajado deje al descubierto alguno o varios de los planos anatómicos que permiten la identificación de la madera, lo que no suele ser habitual. Por ello, lo más frecuente es la necesidad de extraer muestras para la identificación de la madera. De la misma forma que ocurría con las muestras para la datación radiocarbónica, lo deseable es tomar estas siempre sobre partes poco visibles o sobre roturas ya existentes. Esto mismo desaconseja la utilización de micrótomos en objetos singulares, ya que aunque las láminas que se obtienen son mucho más finas y regulares, lo que es ideal para su observación microscópica mediante luz transmitida, no van a permitir respetar la integridad del objeto. En cambio, la extracción manual, aunque produce láminas más gruesas e irregulares (semidelgadas), permite un mayor control en este aspecto, minimizando al máximo la agresión sobre el objeto y garantizando su integridad. En este sentido es recomendable combinar ambas extracciones, de forma que una misma muestra pueda satisfacer ambos objetivos. Como vemos, lo ideal es que se realice un estudio integral combinando los 3 pasos descritos de forma simultánea. En cualquier caso, la extracción de muestras para la determinación botánica es un proceso sencillo. En nuestro caso hemos optado la observación directa mediante microscopía de luz incidente en aquellos fragmentos que así lo han permitido. Sin embargo, en la mayoría de los casos hemos recurrido a la extracción manual de láminas semidelgadas con un objeto cortante, una cuchilla, en el sentido de los planos anatómicos de la madera que han permitido la observación de las estructuras celulares:


Sesión 1. Prehistoria

Figura 5. Extracción de una muestra del arco romano de Tragaluz Norte para su determinación botánica en el Museo Provincial de Huesca. Fotos R. Domingo. plano transveral, plano longitudinal radial y plano longitudinal tangencial. Las láminas o virutas obtenidas se han preparado colocándolas sobre un portaobjetos, con ayuda de unas pinzas y un pincel, previamente imbuidas en una solución de agua y glicerina (Figura 5). Para la observación se ha utilizado, además del microscopio portátil como apoyo en la extracción, un microscopio óptico metalográfico con doble iluminación, transmitida y reflejada Leica DM2700M, que a través de diferentes oculares permite una magnificación de

entre x100 y x1000 aumentos, propiedad del Grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro. Las imágenes que acompañan este texto han sido tomadas mediante el software Image Builder XYZ de Leica Application Suite (LAS) con cámara digital Leica MC190 HD acoplada a este microscopio (Figura 6). La determinación taxonómica se ha apoyado en la comparación de los elementos observados con diferentes atlas especializados en la anatomía de la madera (Schweingruber, 1990; García Esteban et al., 2003) y muestras de maderas actuales.

Figura 6. Imágenes microscópicas de diferentes elementos anatómicos de la madera para su identificación botánica. A. Fragmento de caña (Arundo/Phragmites). Tragaluz Norte. B. Arco infantil de avellano (Corylus avellana). Tragaluz Norte. C. Plato polípodo de pino (Pinus tp. syvestris). Cueva del Moro. D. Fragmento de cuenco de roble (Quercus sp. caducifolio). Cueva del Moro. E. Fragmento de cestería de mimbre (Salix sp). Cueva del Moro. F. Plato polípodo de pino (Pinus tp. sylvestris). Cueva del Moro.

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AGRADECIMIENTOS La autora agradece a Rafael Domingo, Fernando Pérez Lambán, Rafael Laborda, Lourdes Montes, Jesús Picazo y José M. Rodanés la cesión de los materiales arqueológicos para su estudio. La autora agradece al personal del Museo Provincial de Huesca su disponibilidad y comprensión a la hora de facilitar el trabajo de extracción de las muestras para su estudio. La autora agradece la colaboración del Servicio General de Apoyo a la Investigación de la Universidad de Zaragoza. La financiación del estudio procede de los proyectos de investigación ‘Transiciones climáticas y adaptaciones sociales en la Prehistoria de la Cuenca del Ebro’ (HAR2014-59042-P) y ‘Paisaje y Sociedad: el valle medio del Ebro entre el 6000 y el 500 cal ANE’ (HAR2015-65620-P) financiados por el ‘Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia’ del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO/FEDER) y del Grupo de Investigación Consolidado Primeros Pobladores del Valle del Ebro (H07) cofinanciado por el Gobierno de Aragón y el Fondo Social Europeo. Por último, la autora agradece al CDL y a los editores del presente volumen, José I. Lorenzo y José M. Rodanés, la invitación a participar en él.

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