Actas II CAPA. Sesión 2. Arqueología Clásica

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ACTAS 9 y 10

NOVIEMBRE

2017




Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2018 ISBN: 978-84-09-02130-7 Depósito Legal: Z-799-2018 Impreso en España Diseño y maquetación Ana Durán Boldova

© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a II Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)


ACTAS

9 y 10 de noviembre de 2017


EDITORES

Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente


Presentación CAPA II

Presentamos las actas del II Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés ( II CAPA) con la satisfacción de haber cumplido los objetivos propuestos en la primera reunión. Es fundamental para la arqueología aragonesa contar con un foro de debate periódico en el que se presenten las novedades e investigaciones más recientes. Celebrado el 9 y 10 de noviembre de 2017, en el marco incomparable de Caixaforum Zaragoza, reunió a más de 250 participantes que siguieron el desarrollo de 51 comunicaciones y 16 posters, que han quedado plasmados en los 65 artículos que se incluyen en este volumen. Debemos estar agradecidos a los alumnos y alumnas, investigadores e investigadoras que nos han acompañado durante las sesiones. A pesar de las dificultades hemos conseguido trasladar un cierto optimismo y generar una dinámica de participación apoyados por arqueólogos funcionarios o autónomos, empresas, grupos de investigación e instituciones sin los cuales no hubiera sido posible su celebración. Gracias, igualmente, al Director General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, Ignacio Escuín, que presidió el acto de apertura y mostró su apoyo presente y futuro de la institución que representa, a Ignacio Barandiarán que inauguró el congreso con una lección magistral sobre “Falsificaciones en Arqueología”, así como a los presidentes de Mesa: Pilar Utrilla, Miguel Beltrán, Isidro Aguilera y Manuel Martín Bueno que fueron los responsables de canalizar las comunicaciones de las distintas sesiones. Desde estas mismas páginas ya anunciamos la intención de trabajar desde estos momentos en la convocatoria de la tercera reunión (III CAPA) a celebrar a finales de 2019, con ligeras modificaciones en su formato ya que, como anunciamos en la presentación de la primera edición, queremos que sigua siendo “generalista”, abierto a la sociedad, en el que tengan cabida la investigación, divulgación y conservación del patrimonio en todos sus ámbitos pero sin perder sustancialmente ese carácter local que puede servir como elemento de cohesión en momentos complicados para estas disciplinas a las que en mayor o menor medida estamos vinculados. J.I. Lorenzo Lizalde y J.Mª Rodanés Vicente



COMITÉS

Comité Organizador Presidentes Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente

Secretariado Dr. Carlos Sáenz Preciado Dr. Rafael Domingo D. Hugo Chautón Pérez Dr. Luis Fatás Fernández.

Comité Científico Dra. Elena Maestro Zaldívar, Dra. María Ángeles Magallón Botaya, Dr. Manuel A. Martín-Bueno, Dr. Carlos Mazo Pérez, Dra. Lourdes Montes Ramírez, Dr. Jesús Picazo Millán y Dra. Pilar Utrilla Miranda

Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Grupo URBS, Grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro, Instituto Universitario de Aragón de Ciencias Medioambientales de la Universidad de Zaragoza, Obra Social “La Caixa”, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.


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ÍNDICE


Índice

Sesión 1

Prehistoria 1.1. Cueva Hermosa (Calcena). Un nuevo conjunto de arte rupestre Paleolítico en Aragón Autor/es: Manuel Bea Martínez, Carlos Mazo Pérez, Pilar Utrilla Miranda

19-27

1.2. El abrigo de El Esplugón (Molino de Billobas-Sabiñánigo, Huesca). Un ejemplo de la transición Mesolítico/Neolítico en el prepirineo oscense Autor/es: Abel Berdejo Arcéiz, Alberto Obón Zúñiga, Pilar Utrilla Miranda, Rafael Laborda Lorente, Alejandro Sierra Sainz-Aja, Marta Alcolea Gracia, Manuel Bea Martínez y Rafael Domingo Martínez

29-40

1.3. Estructuras de almacenaje prehistóricas en la cueva redil de Coro Trasito (Tella-Sin, Huesca) Autor/es: Ermengol Gassiot Ballbè, Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte, Laura Obea Gómez, Sara Díaz Bonilla, Manuel Quesada Carrasco, Virgínia García Díaz, David Garcia Casas y David Rodríguez Antón

41-48

1.4. Elementos de adorno neolíticos de Coro Trasito (Tella-Sin, Huesca). Campañas de excavación 2011-2017 Autor/es: Javier Rey Lanaspa, Ignacio Clemente Conte, Ermengol Gassiot Ballbè Mónica Oliva Poveda, David Cuenca Solana y María Saña Seguí

49-57

1.5. Novedades en el arte levantino del Bajo Aragón: los abrigos del Corral de las Gascas y el Barranco del Muerto (Alcañiz, Teruel) Autor/es: Manuel Bea Martínez, Paloma Lanau Hernáez, José Antonio Benavente, Jesús Carlos Villanueva, Héctor Arcusa Magallón, José Ignacio Royo y Pilar Utrilla Miranda

59-68

1.6. Mas del Obispo (Alcañiz, Teruel). Un nuevo conjunto de pintura rupestre esquemática en la cuenca del río Guadalope Autor/es: Paloma Lanau Hernáez, Manuel Bea Martínez, José Antonio Benavente, Jesús Carlos Villanueva y José Ignacio Royo

69-77

1.7. Un nuevo enclave con grabados rupestres en las altas cinco villas: la Cueva de Lasque (Orés, Zaragoza) y su documentación fotogramétrica Autor/es: José Ignacio Royo Guillén, Fabiola Gómez Lecumberri y Héctor Arcusa Magallón

79-90

1.8. Mecanismos preventivos en la Conservación y Restauración de pintura rupestre al aire libre. El caso del Abrigo de los Toros del Barranco de las Olivanas (Albarracín, Teruel) Autor/es: Rosa Gasque Rubio, Dra. Mª Antonia Zalbidea Muñoz, Jose Ignacio Royo Guillén y Blanca Latorre Vila

91-101

1.9. Minas de sílex prehistóricas en el valle medio del Ebro. Las explotaciones de La Leandra (La Muela, Zaragoza) Autor/es: Jesús V. Picazo Millán, Fernando Pérez Lambán, Javier Fanlo Loras y Raúl Leorza Álvarez de Arcaya

103-111

1.10. Industrias de foliáceos de Torrecilla de Alcañiz (Bajo Aragón) Autor/es: Tania Catalán Gabarre, Paloma Aranda-Contamina, José Antonio Benavente Serrano y José María Rodanés Vicente

113-126

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1.11. El Collado de la Abeja. Una aldea agrícola en llano del Bronce Medio Autor/es: Fernando Pérez-Lambán, Jesús V. Picazo Millán y Javier Fanlo Loras

127-138

1.12. Las fases de ocupación de El Morredón (Fréscano, Zaragoza) Autor/es: Paloma Aranda-Contamina, José María Rodanés Vicente y José Ignacio Lorenzo Lizalde

139-148

1.13. Arquitectura de las necrópolis de incineración en el Bajo Alcanadre (Huesca) Autor/es: Hugo Chautón Pérez, Gema Földessy Aranda y Gonzalo García Vegas

149-154

1.14. Nuevas aportaciones a la construcción en la Edad del Hierro: La Codera Autor/es: Félix Montón Broto y Sofía Seguí Barrio

155-160

1.15. Urbanismo e intercambio en el Pueyo de Marcuello, vectores para la interpretación de la Edad del Hierro en el Valle Medio del río Gállego Autor/es: José Fabre Murillo

161-169

1.16. La aplicación de la Estadística Bayesiana en la periodización de la Iª Edad del Hierro en el Valle Medio del Ebro Autor/es: José Ignacio Royo Guillén, Iñigo García Martínez de Lagrán y Cristina Tejedor Rodriguez

171-180

1.17. Doce años de arqueología experimental en Caspe. CECBAC 2005-2017 Autor/es: Carlos Mazo Pérez, Javier Fanlo Loras y Marta Alcolea Gracia

181-190

1.18. Arqueología efímera en Aragón. Novedades y metodología para el estudio taxonómico y morfo-tipo-técnológico de objetos de madera y cestería Autor/es: Marta Alcolea Gracia

191-199

Sesión 2

Arqueología Clásica

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2.1. Posible área sacra localizada en la ciudad romano-republicana de La Cabañeta (El Burgo de Ebro, Zaragoza) Autor/es: José Antonio Mínguez Morales y Alberto Mayayo Catalán

203-212

2.2. Aproximación al urbanismo de la ciudad celtibero-­romana de Valdeherrera: prospecciones geofísicas Autor/es: J. Carlos Sáenz Preciado, Roger Sala Bartrolí, Manuel Martín-Bueno Pedro Rodríguez Simón y Helena Ortiz Quintana Escardivo

213-223

2.3. Proyecto arqueológico Bursau-­Borja (Aragón, España). Campaña de excavación 2017 Autor/es: Begoña Serrano Arnáez, Óscar Bonilla Santander, Ángel Santos Horneros, Alicia María Izquierdo, Carlos Valladares Lafuente y Miriam Pérez Aranda

225-231

2.4. Investigaciones arqueológicas durante 2016 y 2017 en el “Cerro del Calvario” de Tabuenca (Aragón, España) Autor/es: Óscar Bonilla Santander, Begoña Serrano Arnáez, Ángel Santos Horneros, Miriam Pérez Aranda, Carlos Valladares Lafuente y Alicia María Izquierdo

233-242

2.5. La casa del Larario de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza) Autor/es: J. Carlos Sáenz Preciado, Manuel Martín-Bueno, Oscar Bonilla Santarder Carmen Guiral Pelegrín, Claudia García Villalba, Lára Iñíguez Berrozpe y Miriam Pérez Aranda

243-253


Índice 2.6. Monumentalización y desarrollo de dos de las ciudades romanas del Prepirineo oscense Autor/es: José Ángel Asensio Esteban y María Ángeles Magallón Botaya

255-268

2.7. Larraz. Una villa periurbana en el entorno de Cabeza Ladrero (Sofuentes/Sos del Rey Católico, Zaragoza) Autor/es: Ángel A. Jordán Lorenzo

269-279

2.8. La villa romana de La Dehesa (Tarazona, Zaragoza) Autor/es: Carlos García Benito, Pilar Diarte Blasco, Romina Luesma González y Julián Pérez Pérez

281-292

2.9. Chicharroya III. Una villa romana en el término municipal de Novallas (Zaragoza) Autor/es: Héctor Arcusa Magallón y David Álvarez Polanco

293-299

2.10. La decoración arquitectónico-decorativa realizada en estuco del patio porticado de la Domus 1 (Insula I) de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza) Autor/es: Carmen Guiral Pelegrín, Lara Íñiguez Berrozpe, Carlos Sáenz Preciado y Manuel Martín-Bueno

301-307

2.11. Soporte para una plataforma nueva de investigación arqueológica sobre vidrio (esqueuomorfos) Autor/es: Juan Á. Paz Peralta y Esperanza Ortiz Palomar

309-318

2.12. Reflexiones sobre un pie escultórico de mármol de la colonia Caesar Augusta Autor/es: Mª Pilar Lapuente Mercadal, Isabel Rodà de Llanza, Eva M. Koppel y Carmen Aguarod Otal

319-324

2.13. Representaciones femeninas ibéricas: préstamos e influencias. (s.III-I a.C). Historia de las investigaciones Autor/es: María Pilar Peña Gimeno

325-336

2.14. Cornelia Surasteium: una mujer ibérica en tiempos del Imperio Romano Autor/es: Ignacio Simón Cornago

337-343

Sesión 3

Arqueología Medieval 3.1. Un nuevo caso de fortificación andalusí en piedra sillar de gran aparejo en el ‘amal de Wasqa: la muralla de Plaza Mayor nº 7 de Bolea (municipio de La Sotonera, Huesca) Autor/es: José Ángel Asensio Esteban

347-357

3.2. Una posible Alquería Andalusí junto al casco urbano de Gelsa (Zaragoza) Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz, Alberto Mayayo Catalán

359-369

3.3. La excavación de la necrópolis altomedieval del Cerro de San Miguel, en Lobera de Onsella (Zaragoza) Autor/es: Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde

371-376

3.4. La Cruceta de Tauste. Primeras investigaciones de un puesto de vigilancia bajomedieval Autor/es: Francisco Javier Gutiérrez González, Mario Lafuente Gómez, Óscar Lanzas Orensanz, Víctor Gil de Muro Eguizábal, Carlos Valladares Lafuente

377-387

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3.5. El castillo medieval de Los Fayos (Aragón, España) Autor/es: Óscar Bonilla Santander Begoña Serrano Arnáez, Carlos Valladares Lafuente, Alicia María Izquierdo, Ángel Santos Horneros, Miriam Pérez Aranda

387-397

3.6. El castillo de Peracense (Teruel) en época medieval a través de los objetos metálicos Autor/es: Antonio Hernández Pardos, José Luis Ona González y Jesús G. Franco Calvo

399-410

3.7. Las Peñetas de Manolo. Un proyecto integral de investigación arqueológica y puesta en valor de un enclave reocupado en la ribera baja del Alcanadre Autor/es: Gonzalo García Vegas, Gema Földessy Aranda, Hugo Chauton Perez, Miguel Ángel Zapater Baselga

411-419

3.8. Antropología física de la necrópolis “Las Peñetas de Manolo” (Sena, Huesca) Autor/es: Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde, Hugo Chauton Perez, Gonzalo García Vegas y Gema Földessy Aranda

421-426

3.9. Investigaciones arqueológicas entorno al Cantar del Mío cid: Alcocer (La Mora Encantada, Ateca) Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz, José Luis Cebolla Berlanga, Francisco J. Martínez García

427-437

3.10. Aportaciones al sistema defensivo de la Ciudadela de Jaca

439-449

Autor/es: Héctor Arcusa Magallón

Sesión 4 Memoria Histórica 4.1. Recuperación de los restos expoliados de un brigadista internacional. Frente de Aragón: Guadalope – Caspe, 1938 Autor/es: Salvador Melguizo Aísa y José Ignacio Lorenzo Lizalde

461-473

4.2. Puesta en valor del conflicto: el caso de las trincheras de Los Pilones de Rubielos de la Cérida (Teruel) Autor/es: Jesús Gerardo Franco Calvo y Antonio Hernández Pardos

475-486

4.3. Un paisaje histórico de la Guerra Civil Española: restos arqueológicos en el frente de Belchite (Zaragoza) Autor/es: Antonio Hernández Pardos y Jesús Gerardo Franco Calvo

487-496

4.4. Nuevas intervenciones arqueológicas sobre fosas comunes de la Guerra Civil Española en Aragón: Paniza y Ricla Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz y Francisco Javier Ortiz Lejarza

497-508

4.5. Arqueología, didactica y manipulación sobre la Guerra Civil Española

509-513

Autor/es: Hugo Chautón Pérez

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Índice

Sesión 5

Patrimonio

5.1. El arte rupestre en Aragón y su gestión entre 1998-­2017: veinte años en la lista del Patrimonio Mundial Autor/es: José Ignacio Royo Guillén y Blanca Latorre Vila, Picazo, J. V. y Martínez Bea, M

517-531

5.2. Plan de actuación en Bienes Culturales en Aragón Autor/es: Raquel Ornat Clemente, Miguel Andrés Pérez Cubero, Maria Luisa Díez García, José Luis Cano Berrade, Esther Escartín Aizpurua y Juan Carlos García Pimienta

532-546

5.3. Actuaciones periciales en defensa de nuestro Patrimonio Arqueológico: el expolio de la Cueva de Chaves Autor/es: José Ignacio Royo Guillén y Francisco Romeo Marugán

547-560

5.4. Agentes de protección del Patrimonio Cultural y Guardas del Gobierno de Aragón Autor/es: Miguel Ángel Zapater Baselga

561-568

5.5. Análisis sobre la difusión social y la accesibilidad del Patrimonio Arqueológico a través de los Parques Culturales de Aragón Autor/es: Hugo Palacín Jordán

569-578

5.6. Sistema de información geográfica en la comarca de Tarazona y el Moncayo: SigMoncayo Autor/es: María Sebastián López, Carlos García Benito, Daniel García Ubalde y Julián Pérez Pérez

579-587

5.7. La conservación invisible de Caesaraugusta. Pervivencia del uso de los espacios en dos mil años de historia Autor/es: Rubén Castélls Vela

589-598

5.8. El Camino de Santiago francés a su paso por Aragón Autor/es: Raquel Ornat Clemente1 y Miguel Díaz Paniagua

599-610

5. 9. La Memoria del Camino (Medelca): un proyecto científico y divulgativo Autor/es: Héctor Arcusa Magallón, Íñigo García Martínez de Lagrán, David Álvarez Polanco, María San Millán Lomas,Cristina Tejedor Rodríguez, Jesús Sesma Sesma, José Ignacio Royo Guillén y Manuel A. Rojo

611-617

5.10. Retos en materia de conservación preventiva de los bienes inmuebles arqueológicos Autor/es: Miriam Pérez Aranda, Ángel Santos Horneros, Begoña Serrano Arnáez, Óscar Bonilla Santander, Carlos Valladares Lafuente y Alicia María Izquierdo

619-627

5.11. Diagnosis del estado de deterioro de la piedra de la Catedral de Huesca Autor/es: María Pilar Lapuente Mercada, José Antonio Cuchí Oterino y Luis Francisco Auqué Sanz

629-639

5.12. Propuesta-­ diagnosis del peritaje en el vidrio y cristal (transferible a las artes decorativas) Autor/es: Esperanza Ortiz Palomar y Juan Á. Paz Peralta

641-652

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Sesión 2. Arqueología Clásica

Sesión 2

Arqueología Clásica

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.1. POSIBLE ÁREA SACRA LOCALIZADA EN LA CIUDAD ROMANORREPUBLICANA DE LA CABAÑETA (EL BURGO DE EBRO, ZARAGOZA) POSSIBLE SACRED AREA IN THE ROMAN-REPUBLICAN TOWN OF LA CABAÑETA (EL BURGO DE EBRO, ZARAGOZA)

José Antonio Mínguez Morales1, Alberto Mayayo Catalán2 Universidad de Valladolid 2 Arqueólogo profesional

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Autor de contacto/Contact author: José Antonio Mínguez Morales, minguez@fyl.uva.es

RESUMEN Planteamos, para la ciudad romanorrepublicana de La Cabañeta (quizá el oppidum de Castra Aelia citado por Tito Livio), la hipótesis de la existencia de un área sacra porticada en cuyo centro se elevaría un templo. La excavación de esta zona fue una intervención de urgencia, realizada como consecuencia de unas extracciones incontroladas de tierra. Debido a ello, los restos se hallaron enormemente destruidos y la estratigrafía muy alterada. Ese espacio porticado, y la construcción que albergaba en su interior, se levantaron en un sector relevante de la ciudad, junto a unos balnea dotados de un circuito doble y de una gran palestra. A continuación de los baños, por su lado este, los primeros elementos que se localizaron tras el muro de la palestra fueron una serie de basas de columna pertenecientes a un pórtico, que albergaría en su interior a un espacio de grandes dimensiones, cuya superficie aproximada sería de más de 750 m2. La mayor parte del lado norte de la porticus había desaparecido hace años por la erosión de la terraza del río Ebro, junto a cuyo borde se ubicaba. Los lados este y sur habrían sido destruidos por la acción del ser humano. En el interior, prácticamente arrasado, de este espacio porticado se descubrieron escasos restos de un edificio. Se trataba de unos pocos sillares que conformarían la base sobre la que se asientan las molduras inferiores de un podio. Aunque los elementos conservados in situ son escasos se encontraron fragmentos de decoración arquitectónica que, además de evidenciar la monumentalidad que el conjunto debió poseer en origen, pueden aportarnos los indicios necesarios para la identificación del edificio con un templo. PALABRAS CLAVE: Castra Aelia; La Cabañeta; Pórtico; Área sacra; Templo.

ABSTRACT Regarding the republican Roman town of La Cabañeta (perhaps the Castra Aelia’s oppidum which Titus Livius referred to), we hypothesize the existence of a porticoed sacred area in whose center there would be a temple. The excavation of this area was done under an emergency intervention precipitated by out-of-control soil extractions. Consequently, the discovered remains were greatly damaged, and their stratigraphy highly altered. The porticoed space and the building that it harbored were erected in a relevant area of the town, next to a double-circuited balnea which had a big palaestra. The first elements discovered at the east side of the baths, behind the palaestra wall, were a series of column bases belonging to an portico, which concealed a big space whose area exceeded 750 m2. Most of the north side of the porticus was missing long ago due to the Ebro river terrace’s erosion, next to which the complex was erected. The east and south sides were destroyed by human action. Inside the virtually devastated interior of this porticoed area, scarce remains of a building were found. They accounted for a few ashlars that formed the base of the lower moldings of a podium. Even though the elements preserved in situ are just a few, fragments of architectural ornamentation were founded, indicating not only the presumable monumentality that the architectural group originally had, but adding the necessary clues to identify the building as a temple. KEY WORDS: Castra Aelia; La Cabañeta; Portico; Sacred area; Temple.

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1. INTRODUCCIÓN Antecedentes Durante el transcurso de la campaña 2008-2009, realizada gracias a una subvención correspondiente al 1 por ciento cultural concedido por el Ministerio de Fomento y con colaboración del Ayuntamiento de El Burgo de Ebro, se pretendía continuar y finalizar la excavación de toda el área de los balnea de la ciudad, cuya primera campaña de excavación data del año 1997. Junto a las estancias del circuito masculino del complejo termal se localizó una palestra destinada a la práctica de ejercicios gimnásticos, este espacio de cerca de 1000 m2 es un gran patio porticado que cierra por el lado este al edificio balneario. Tras excavarlo completamente se localizaron, inmediatamente a continuación por su lado O, una serie de grandes zapatas de alabastro que servirían de apoyo a una sucesión de soportes dispuestos en dirección N-S. Al quedar documentado que no formaban parte de los balnea, el proyecto aprobado por el Ministerio no permitía continuar con la excavación de este sector. Ya desde aquel momento se advirtió que se trataba de otra porticus que cabía interpretar como otro espacio público de la ciudad; a sumar a los otros que, además de los balnea, se han localizado y excavado en el yacimiento: parte del foro y unos horrea/sede de corporación.

Figura 1. Área aproximada destruida.

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La agresión sufrida por el sector: destrucción del área porticada. En el mes de febrero de 2014 se presentó ante la Dirección General de Patrimonio Cultural una denuncia por la extracción ilegal de tierras realizada en la zona de titularidad pública del yacimiento, situada junto al área excavada durante 2008-09. Se vio afectada un área sin excavar de más de 500 m2, correspondiente con la continuación del patio porticado que, como acabamos de decir, había sido localizado durante aquella intervención.

2. OBJETIVOS A simple vista se apreciaba la magnitud de los daños ocasionados, que al parecer habían supuesto la destrucción casi total de la mayor parte de todo ese espacio. Sin embargo, tan solo con una intervención arqueológica se podría valorar en detalle cual era el alcance real de la afección y la entidad de lo conservado. Todo ello en aras de interpretar las características y función urbana de esa porticus, así como asegurar la protección de los restos que pudiesen quedar en su posición original. A pesar del interés de los restos y de tratarse de un yacimiento catalogado como B.I.C., la Dirección General de Patrimonio hizo oídos sordos a nuestras demandas. Afortunadamente el ayuntamiento de El Burgo de Ebro asumió la financiación de los trabajos.


Sesión 2. Arqueología Clásica Lo conservado del área porticada ocupa una superficie aproximada de 525 m2, la subvención municipal no permitía intervenir en toda ella. Por ello, con el objetivo de que los resultados permitiesen extraer unas conclusiones extrapolables al conjunto, se seleccionó una zona de unos 120 m2 en la que parecía que la potencia de nivel arqueológico conservado podía ser mayor.

estuviesen recubiertos por estuco. Su módulo medio es de 50x11x23 cm y en conjunto conforman el resto de un muro del que se conserva una longitud de 1,60 m. Se encuentran, en su base “calzados” con pequeños cantos de alabastro. Por delante de ellos se encontró una placa plana (de 68x44 cm) de mortero de cal con gravilla fina. Parece pertenecer al revestimiento del muro contiguo que ha caído directamente sobre el suelo del área abierta del pórtico, de ahí que haya quedado en una posición totalmente horizontal.

Figura 2. Perímetro total de la excavación arqueológica.

3. METODOLOGÍA Ante la gran alteración sufrida por el terreno, previamente al inicio de la excavación se tuvo que retirar la tierra movida que se concentraba principalmente junto al corte de la terraza fluvial. Tras acondicionar el terreno se interviene en la zona del pórtico y en el centro del espacio. En este último, dada la escasez presupuestaria y con el objeto de rentabilizar la intervención, se trabaja en la zona con mayor nivel conservado y se divide la actuación en dos sectores (oeste y este) contiguos. El oeste de 56 m2 (cuadros 76/80 CA’ y 78/80 D) y el este es un sector de 64 m2 (cuadros 82/88 CA’). Se excavaron de forma independiente. Los sectores quedaron unidos al final.

4. RESULTADOS 4.1. Sector Oeste Bajo la capa superficial o estrato revuelto, e integrada en el nivel de derrumbe, se encuentra una potente caída de tégulas que se extiende por una superficie de unos 18 m2. Aparecen dispuestas, la mayoría de ellas, en plano, dando la sensación de que se trata de un tramo del tejado del pórtico o de la edificación, que como se comentará más adelante hubo en el área abierta, que al caer se ha deslizado hacia adelante y ha quedado en una posición primaria. En los cuadros 78/80 C, inmediatamente por debajo de la acumulación de tégulas, se encontró una alineación compuesta por una sucesión de cinco sillares de alabastro. Están bien escuadrados pero su superficie externa no ha sido alisada, lo que permite pensar que

Figura 3. Vista de los sillares N. Sobre los sillares y a su espalda, penetrando unos 28 cm en la estructura arquitectónica de limo apelmazado de la que son su cara exterior, se sitúa una delgada (de unos 5 mm de grosor) capa de argamasa de cal mezclada con una gravilla muy fina. Es un mortero que serviría de base y aglutinante para asentar otros sillares colocados por encima de estos. Serían una hilada superior de mayor fondo que la conservada, que penetraría en el alma de la estructura que, como acabamos de decir, era de tierra limosa apelmazada. Engatillándose de este modo contribuirían a dar solidez a ese posible relleno interno y por ende a toda la construcción. En los cuadros 78/80 DE apareció una delgada línea horizontal de tierra arcillosa compacta, apelmazada y cuarteada de color marrón oscuro. Asimilamos este nivel a un suelo de tierra localizado entre el zócalo de sillares y las bases del pórtico, que continuarían hacia el O, aunque actualmente están perdidas por el avance de la erosión del cantil de la terraza fluvial.

4.2. Sector Este El único resto arquitectónico intacto encontrado en el sector es un fragmento de murete de sillares ubicado en el cuadro 86 A. Sigue una orientación E-O, a lo largo de 1,31 m, y discurre paralelo al otro resto de muro que acabamos de comentar en el Sector Oeste.

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Figura 4. Alzado de los sillares N. se localiza un cuarto sillar colocado en plano y con la cara superior muy alterada por la pala excavadora que destruyó toda el área; sus medidas son 43x40x20 cm. Parece que se conserva en su posición original, lo que apoyaría la idea planteada al tratar el sector Oeste de que se engatillasen sillares en el interior de la estructura. Estos sillares, al igual que sucedía con la alineación que discurre en paralelo por el sector oeste, tienen tras ellos un paquete de tierra limosa de color marrón amarillento muy claro, dura, compactada y homogénea. Parece una acumulación artificial hecha con limos apelmazados para rellenar el interior de un zócalo o podio, del que tan solo nos han quedado como testigo dos hileras perimetrales de piedra. Lo cierto es que fuera de las hileras de piedra los estratos son más granulosos, sueltos, heterogéneos y contienen restos constructivos y algo de material arqueológico.

Figura 5. Resto de mortero caído junto a los sillares N. Consta de tres delgados sillares de alabastro, bastante bien trabajados y colocados verticalmente, como sucedía en la alineación conservada en el Sector Oeste. A cinco centímetros bajo su remate superior poseen un engrosamiento o «almohadillado» de acabado tosco. Las medidas del mayor de ellos son 35x28x12 cm. Inmediatamente junto a estos sillares, al este de la hilera,

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Figura 6. Vista frontal sillares S.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 7. Alzado Sillares lado S. Los materiales predominantes en todos los niveles son restos del derrumbe de la edificación de época romana: fundamentalmente estucos lisos y moldurados, tégulas, cantos y bloques de alabastro, tanto trabajado en forma de sillares como sin trabajar. El elemento más interesante de este sector se encontró en el cuadro 82 B. Es un sillar, que se conserva incompleto. Restituyendo lo perdido sus medidas serían 47x47 cm de lado por 25 cm de altura. Uno de sus frentes esta tallado en forma de caveto o nacela. Parece ser la moldura superior del podio de un posible templo. En su cara superior hay varios dibujos esgrafiados con incisiones suaves. Se aprecian, entre otros, claramente dos elementos longitudinales apuntados cuya forma recuerda a las hojas de sendas falcatas ibéricas (la fractura de la pieza impide saber con seguridad si era una representación de estas armas o no, ya que no se conserva la zona en la que deberían estar las empuñaduras) y un motivo circular

Figura 9. Vista lateral del sillar con grafitos y moldura en caveto. indeterminado. También figura un grafito onomástico con la inscripción L(ucius) . Rueli(us); así como algunas letras aisladas, entre ellas claramente una A y otras de más difícil lectura, que junto con otros epígrafes del yacimiento estamos actualmente estudiando con el Dr. B. Díaz Ariño.

5. CONCLUSIONES

Figura 8. Grafito L(ucius) · RVEL[ius] y otros esgrafiados sobre sillar con el frente moldurado en caveto.

Como hemos visto, los restos estructurales que se han podido recuperar in situ tras la destrucción del área han sido bastante escasos: seis zapatas de cimentación de las columnas de una porticus y tan solo dos tramos de sillares, de una hilada cada uno, así como el resto de una caída de tégulas procedente del derrumbe del tejado de uno de los lados del pórtico o del edificio que se ubicaba en el centro del patio. A ellos hay que sumar algunos sillares y cornisas desplazados, así como un pequeño resto de un pavimento de tierra conservado in situ, un fragmento

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de cocciopesto y otro de terrazo blanco teselado, ambos movidos de su emplazamiento original y otros, también muy escasos, fragmentos de enlucidos en estuco blanco. Los niveles estratigráficos tampoco han sido de mucha ayuda a la hora de abordar la interpretación del edificio que hubo allí, ni su cronología. Sin embargo, la aparición de una gran cantidad de material constructivo y, sobre todo, la existencia de un pórtico que rodearía a ese elemento arquitectónico, del que solo nos han llegado dos pequeños tramos enfrentados de sillares, nos dan la clave para intuir la funcionalidad del edificio allí existente. También han aparecido numerosos fragmentos de sillares de alabastro, entre ellos destacan una moldura y fragmentos de otras, en forma de caveto invertido, que parecen pertenecer al remate superior, de un podio. En el sector se han encontrado gran cantidad de estucos moldurados, algunos facetados con estrías y aristas pertenecientes a molduras u otros elementos decorativos. También se encuentran revestimientos de pared, algunos de cerca de 15 cm de grosor; están hechos mediante varias capas de mortero superpuestas y son los más gruesos que han aparecido hasta ahora en el yacimiento. No sabemos cuáles eran los elementos arquitectónicos a los que iban asociados, solo podemos comentar que por ejemplo en el caso del templo de hacia finales del siglo II a.C. de la colonia Libertinorum Carteia (San Roque, Cádiz) se ha visto que el podio iba cubierto por una gruesa capa de estuco (Bendala 2009, 351). En conjunto los restos conservados son escasos, pero son indicativos de una cuidada ornamentación con la que se buscaba monumentalizar al conjunto arquitectónico. Del pórtico se conservan hasta este momento seis zapatas de cimentación. Tres de ellas están bien talladas y constan del apoyo encastrado en el suelo y de un plinto circular. Las otras tres zapatas no tienen plinto, son de mayor tamaño y su talla es más tosca e irregular. Se conservan cuatro en el eje NE-SO y dos en el eje NO-SE, quedando intercaladas las que tienen plinto y las que no. De ello hay que deducir que todas lo tendrían, solo que en algunas estaba tallado en la misma pieza de forma monolítica y en otros casos sería una pieza independiente. Siguiendo la alineación NE-SE, se realizó una cata de 2x2 m en el punto (cuadro 66 E›) en el que, por distancia, debía aparecer el siguiente apoyo, pero en su lugar se encontró una concentración de cantos de alabastro. Aunque solo es una hipótesis, creemos que puede tratase de los restos de un apoyo perdido, sólo que muy fragmentado y ligeramente desplazado de su ubicación original. El lado N del pórtico, por erosión del cantil de la terraza, ha desaparecido. Los apoyos de su cierre por el sur tampoco se han encontrado, bien porque la porticus no continuase por esa dirección o porque hubiese desaparecido como consecuencia de los desmontes realizados en el pasado. La separación entre apoyos es de 4,60 m., aunque esta medida puede variar entre unos y otros en unos 10 cm. Respecto al edificio que se encontraba en medio del

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área abierta, la distancia entre los apoyos del lado O del pórtico y la línea de sillares N de la edificación es de unos 11,50 m, y desde los sillares N (cuadro 78/80 C) a los apoyos de ese mismo lado es de 4,80 m. Como acabamos de decir, caso que hubiese existido, desconocemos por donde discurriría el cierre del pórtico por su lado sur. Pero si tomamos como referencia el último de los apoyos completo localizado, el patio tendría hasta la hilada sur de sillares (cuadro 86 A) como mínimo una anchura de unos 4,50 m. Sin embargo, si fuese cierto que los cantos machacados que se localizaron en el cuadro 66 E› corresponden con un último apoyo, en tal caso la distancia se iría hasta los 9,70 m. Las dos líneas de sillares, situadas en el centro del pórtico, tienen un trazado perfectamente paralelo y nos indican que el edificio del que formaban parte alcanzaba una longitud y anchura totales de 8,25x3,84 metros. Prolongando las líneas de sillares del centro del patio se obtiene un edificio de planta rectangular que tiene una superficie de 31,68 m2. La gran destrucción sufrida por el área ha complicado notablemente las cosas. Por ello, no es totalmente seguro que los sillares de la hilera N no continuasen hacia el O. Sin embargo, si es casi seguro que fueron destruidos por movimientos de tierra posteriores (una zanja y una sima que se localizan por su lado E). Mientras que el terreno que se encontraba tanto al E como hacia el O de los sillares de la hilada S había sido completamente destruido por la pala excavadora; de hecho al realizar la excavación se localizó el nivel antiguo intacto a 30 cm por debajo de la base de los sillares. La interpretación que damos a estas dos alineaciones es que se trata de los restos del comienzo de la cara externa del zócalo de cimentación del podio de un edificio rectangular. La estructura de ese podio consiste en un alma de tierra limosa compactada forrada con piedra. Forro construido con una primera capa de sillares verticales clavados en tierra, por encima de los cuales se situarían otros sillares rectangulares de alabastro colocados, en este caso, en plano (además del conservado junto a los sillares del lado S, se ha recuperado en el entorno, movido por la pala, un sillar cuadrado de 60 cm. de lado por 20 cm de grosor). Al margen de estas evidencias, desconocemos cual sería el tipo de aparejo en el que habría sido ejecutado el resto del alzado del podio. La tierra limosa, dura y apelmazada, a la que se denominó nivel «a», se concentra –como acabamos de decir- en el área que queda comprendida entre las dos líneas de sillares y que hemos interpretado como su relleno. Sin embargo, nos encontramos con un problema y es que todo el terreno al S de los sillares está muy rebajado en cota, encontrándonos ya a nivel de los limos finos y compactos del sustrato natural. Sus características son muy similares a las del relleno al que acabamos de aludir. Por ello, es casi imposible definir con exactitud dónde acaba el uno y empieza el otro. Son los sillares del lado sur los que nos muestran como se articulaba el sistema de recubrimiento y sujeción


Sesión 2. Arqueología Clásica de la tierra de relleno del podio, ya que el sillar que encontramos colocado en plano se localiza ligeramente retranqueado hacia el interior del podio, su misión además de darle consistencia serviría para contener el relleno de tierra limosa apelmazada. Junto a esta estructura se localizaron unos bloques rectangulares de alabastro, habían sido movidos por la pala excavadora; se encuentran moldurados en forma de caveto o nacela y tienen un módulo de 40 de largo y 16 de ancho. Podría darse la posibilidad de que estos sillares, con moldura similar pero con distinto módulo, estuviesen colocados sobre las hiladas de sillares conservadas in situ y que, en tal caso, dichas hiladas habría que interpretarlas como parte de la base del podio. Es una hipótesis plausible, sobre todo si tenemos en cuenta las circunstancias concretas en las que fueron encontradas, aunque reconocemos que es difícil argumentarla dados los escasos datos que para ello se han podido reunir tras la destrucción del sector. Intentando sintetizar los datos anteriormente expuestos, con los restos conservados no podemos saber con total exactitud las dimensiones de ese templo o aedes que en origen presidiría el conjunto. Como tampoco se puede calcular con absoluta precisión la superficie de todo el espacio porticado, es decir del área sacra. Sin embargo, podemos especular con el hecho de que si tomamos como referencia los lados conocidos del pórtico y repetimos sus proporciones hacia los lados E y S, nos encontramos que tenemos un témenos de aproximadamente unos 780 m2. Y esto descartando totalmente que los cantos de alabastro localizados en el cuadro 66 E›, a los que nos hemos referido, fuesen la evidencia de otro apoyo que hubiese desaparecido. En cualquier caso, sin duda nos encontramos ante uno de los pocos espacios sagrados de época republicana localizados hasta este momento en la península Ibérica. Todo el espacio, incluido lógicamente el templo, se orienta paralelo al río que discurre, con algo de desviación, en dirección E-O. La entrada al pórtico debió hacerse por el lado este, por el sur, o por ambos, pero no por el oeste ya que por ese flanco limita con el muro de cierre de la palestra de los balnea. Cabe pensar que la fachada principal del templo y su cella, siguiendo las recomendaciones vitrubianas, estaría orientada hacia el lado oeste (Vitrubio, De Arch., IV, 5). El porche del espacio está constituido por una sucesión de soportes de los que se conservan seis de sus zapatas de cimentación. Tres de ellas integran, tallado en el mismo bloque, un plinto circular. Éste es típico de las basas del orden toscano (Vitrubio, De Arch, IV, 7.3), por lo que podría pensarse que las columnas de la porticus pudiesen ser de ese orden. En cualquier caso los soportes se sitúan a intervalos de 4,60 m (medidos entre los plintos conservados), lo que nos ofrece unos intercolumnios de 17 pies itálicos (desviación en m de 0,28). Entre el pórtico y el lado norte del podio del aedes la distancia es también de 4,60 m o 17 pies (desviación en m de 0,28) y respecto al lado oeste del podio de 11,50 m, es decir 42 pies (desviación de 0,19 m).

Figura 10. Basa conservada del pórtico. Volviendo al posible templo, hay que distinguir entre las dimensiones que, sobre la base de los exiguos restos conservados, pueden calcularse a su podio y las que pudo tener el aedes que se elevaba sobre él. Las medidas de la planta del podio son de 8,25 por 3,84 metros, o lo que es lo mismo de 30 por 14 pies itálicos. Respecto a las medidas reales del aedes solo podemos suponerlas, pero, a tenor de lo que suele ser habitual en la época, puede calcularse una proporción teórica de 1/3 para la escalinata frontal, es decir ésta tendría 2,75 metros de tiro, lo que nos dejaría una longitud de 5,5 metros para el templo. En este caso la proporción entre la anchura y largura del mismo es de 1:1,43. Siguiendo esta hipótesis sus medidas serían 5,5 por 3,84 metros, es decir 20 por 30 pies itálicos. Nos encontraríamos ante un pequeño templo cuyas proporciones resultan aceptables para un edificio exento dedicado al culto en época tardorrepublicana. A partir de los argumentos anteriores, proponemos que los restos han de ser interpretados como un área sagrada. Consistente en un recinto porticado en cuyo centro se encontraba un templo, al que por sus dimensiones quizá sería mejor denominar con el diminutivo de sacellum. No sabemos a qué divinidad estaría dedicado. También desconocemos a que modelo arquitectónico pertenecería, pero dada su cronología y a juzgar por otros paralelos, incluidos los geográficamente próximos de Azaila (Cabré 1925; Beltrán 1976, 151-152; Beltrán 1995, 228; Beltrán 2013, 230-236 y 384-385; Ruiz de Arbulo 2009, 279280) y Osca (Asensio 2003), podemos pensar que se trataría de un templo in antis. Son escasos los ejemplos de templos de cronología republicana en la península Ibérica y concretamente para el valle del Ebro éstos se reducen a los dos que acabamos de citar. El templo de Azaila se encuentra en la acrópolis de la ciudad, presidiendo y sacralizando su acceso. Fue excavado por Juan Cabré a principios de los años veinte del siglo pasado, antes de la Guerra Civil española. Dada su ubicación, en un cerro dominante sobre un dilatado entorno geográfico, durante esa contienda bélica fue

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utilizado para asentar en él un nido de ametralladoras, tras lo que quedó seriamente deteriorado. Pero en origen, además de proporcionar en su interior notables restos escultóricos en bronce custodiados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y un altar de pulvinos con molduras en su base y coronación, conservaba parte de la decoración parietal de la cella, en un primer estilo pompeyano imitando en estuco un aparejo pétreo isódomo, y su pavimento en cocciopesto con decoración de lazos, esvásticas y cuadrados realizada con teselas blancas y negras (Beltrán 1976, 151), así como otros restos arquitectónicos que indican que sus columnas eran de orden toscano. Su cronología es en principio similar, o muy parecida, a la del de La Cabañeta, habida cuenta que para Azaila, y al margen de polémicas en las que no es momento de entrar, también se propuso que fue abandonada definitivamente en época Sertoriana (Beltrán 1984 y 1995) o en un momento muy cercano en el tiempo, ya que recientemente se ha fechado “en un periodo situado aproximadamente entre los años 75/74-69/68 a.E.” (Beltrán 2013, 488). Sobre la base las grandes dimensiones del conjunto escultórico que albergaba y sobre todo por la inusual posición del altar en el interior de la estancia, no hace mucho se ha planteado la conveniencia de que el edificio haya que definirlo “mejor como un gran edículo que como un pequeño

templo”, podría ser “considerado como un pequeño heroon al modo helenístico donde un dinasta local, tras su fallecimiento y apoteosis, recibiría reconocimiento y culto públicos por parte de su comunidad” (Ruiz de Arbulo 2009, 280). El de Osca (Asensio 2003) es un sacellum de 7,80 m de longitud por 5,20 m de anchura. Sus medidas se acomodan a un hipotético módulo de 0,52 m próximo al “codo helenístico” de 0,50 m. De él se conservan dos hiladas, en opus quadratum bien escuadrado, de buena parte de su basamento y del muro que separaba el pronaos de la cella. La construcción del aedes oscense se dató en el momento de su excavación en la primera mitad del siglo I a.C. vinculándolo con la presencia de Quinto Sertorio en la ciudad en los años setenta de esa centuria (Juste 1994, 136 y 142-151; Asensio 2003, 120). Sin embargo, tras su estudio en detalle se ha fechado más adelante, hacia mediados/tercer cuarto de ese mismo siglo, relacionando su construcción con la época posterior a la batalla de Ilerda (Asensio 2003, 94 y 118). La proporción entre anchura y largura de este templo es de 1:1,5. Dicha proporción es prácticamente la misma que tiene el templo de La Cabañeta (1:1,43) y se considera que es una relación “muy frecuente en este tipo de edificios religiosos de cella sencilla” como

Figura 11. Reconstrucción hipotética del Área Sacra de la Cabañeta. Azul: Apoyos conservados. Rojo: Apoyos restituidos. Naranja: Posible área del Templo Área. Verde: Espacio total de ocupación Pórtico.

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Sesión 2. Arqueología Clásica indica J.A. Asensio, quien recoge los paralelos del templo A de Pietrabbondante en el Samnio, del templo B de Caravaca de la Cruz (Murcia), e incluso el templete altoimperial del foro de Pollentia, o los templetes in antis augústeos del foro de Ampurias y también una relación de 1:1,5 tiene el templo sobre podium del Molinete de Cartagena (Murcia) (Asensio 2003, 97). El de Huesca, como el de La Cabañeta, estaría elevado sobre un podio, característica que se encuentra en ejemplares de templos in antis peninsulares desde momentos tempranos hasta el altoimperio (Burgholzer 1994, 78). El podio del oscense apoya en una kyma reversa y probablemente tendría una cornisa inversa (kyma recta) en su extremo superior. En el caso de La Cabañeta solo contamos con varios sillares con una moldura muy sencilla, un caveto, que presumiblemente coronaría el remate del podio. Pero como hemos comentado, se conservan molduras similares talladas en sillares de distinto módulo, por ello no sabemos, con certeza, si el podio de La Cabañeta tendría moldura en su base, o solo contaría con una moldura de remate. Normalmente hay molduras en los dos extremos, pero también hay algún caso de podio sin moldura inferior, como ocurre en el templo de Circello de fines del siglo II a.C. (Johannowsky 1991, 78) o en el de Carteia datado a fines del siglo II y que solo contaba con un remate en kyma reversa en su coronamiento (Ruiz de Arbulo 2009, 264). Con las nímias evidencias conservadas no hay forma de calcular la altura del podium del sacellum de La Cabañeta, pero por comparación podemos comentar que estos edificios “presentan en su podio un alzado total de entre 1,60-1,80 m, es decir, unos 6 pies romanos o itálicos, una altura normal para los podios de los templos del Lacio, pero también propia de los edificios itálicos” (Asensio 2003, 107-108), aunque para el de Huesca se propone un alzado de 1,30 m (Asensio 2003, 108 y 113). El desnivel se salvaría, como es habitual en los templos romanos, con una escalinata axial de número impar de peldaños (Vitrubio, De Arch. III, 4). El relleno del podio, como reiteradamente se ha comentado, parece que estaba constituido por tierra prensada, utilizando para ello el limo muy fino y estéril, natural de la terraza del río, quizá se alternase con tongadas de otro material para darle mayor consistencia, pero solo conservamos junto a los sillares de su exterior restos de una capa de argamasa de cal y gravilla colocada en plano, sobre la que probablemente se engatillarían sillares penetrando en el alma del podio, lo que como decimos le daría solidez. Podemos encontrar una cierta similitud con el sacellum oscense; en él el podio estaba rellenado con una mezcla de tierra y grava suelta (Asensio 2003, 108-109) y el templo de Zeus Serapis de Emporion (San Martín de Ampurias, Gerona) parece que solo con tierra (Sanmartí et al. 1990). Evidentemente no conocemos nada del pronaos ni de la cella, aunque puede comentarse que en la zona próxima al podio, en nivel de derrumbe, se encontró un fragmento de cocciopesto con restos de pintura roja en su superficie y otro fragmento de terrazo blanco con decoración bicolor teselada en tonos marrón amarillento claro y rojizo.

Indudablemente pertenecían a dos suelos distintos y son las únicas evidencias de pavimentos duros encontradas en la zona. Pueden pertenecer a la zona noble del aedes, marcando con esas diferencias los dos distintos espacios: el porche del pronaos y la estancia de culto o cella. Es lógico pensar que se usasen pavimentos duros para la casa de la divinidad, como sucede en Azaila y también en Osca donde cella y pronaos parece que contaron con suelos de cocciopesto (Asensio 2003, 109-110). Es un tipo de suelo frecuentemente utilizado tanto en templos hispanorrepublicanos como en modelos itálicos (Asensio 2003, 113). En el propio yacimiento de La Cabañeta la sala dedicada al culto detectada en una corporación de inmigrantes itálicos esta pavimentada con un cocciopesto con inscripción en teselas blancas, alusiva a una obra de acondicionamiento del espacio y a sus comitentes (Ferreruela et al. 2003; Mínguez 2016). El mismo tipo de pavimento, y también con inscripción musiva se encuentra en la loma de las Herrerías (Mazarrón, Murcia). Se trata de un paralelo próximo a la sala cultual de La Cabañeta, tanto en cronología (fines siglo II-siglo I a.C.) como por el contenido de la inscripción (Ramallo 1985, núm. 67; Díaz 2016). El área abierta tendría un suelo de tierra marrón apelmazada, como evidencia el único resto conservado junto a la alineación norte de sillares del podio. Nada conocemos del alzado del templo, pero sería lógico que en sus columnas se utilizase el orden toscano, como parece que se usó en los elementos sustentantes del pórtico si atendemos a esos tres plintos circulares tallados en otras tantas zapatas de cimentación de los soportes. No obstante, hemos de comentar que entre los elementos de estuco exhumados, encontramos algunos que alternan facetas cóncavas con aristas vivas y que parecen adoptar una sección semicircular, por lo que quizá cabría pensar en otro tipo de soportes con fuste estriado. Son fragmentos relativamente gruesos y con su lado interior plano por lo que da la sensación que hayan forrado soportes cilíndricos, quizá de madera, para darles un aspecto final de columnas o semicolumnas estriadas. No estamos seguros de que esta interpretación sea correcta y, aun en el caso de que lo fuese, no sabemos en qué zona del conjunto pudieron usarse; por ello, este comentario no debe ser considerado más que como una mera conjetura. No obstante, tampoco sería extraño el uso de columnas de madera como quizá sucedió en el templete, o quizá mejor edículo, in antis de Azaila según planteó su excavador J. Cabré (Beltrán 1995, 228). Respecto a la ubicación del sacellum de La Cabañeta en el centro de un área porticada, este hecho le da una gran relevancia dentro del entramado urbano. Contamos con un ejemplo bastante parecido en el conjunto del Serapeion de Ampurias, en este caso con dos templos tetrástilos y pavimentados en cocciopesto; se trata de un área rodeada por un pórtico perimetral, que se fechó quizá a mediados del siglo I a.C. (Sanmartí et al. 1990), aunque más recientemente se ha datado la reforma final del santuario “en los inicios del siglo II

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a.C.” (Ruiz de Arbulo 2009, 278). En cuanto al capitolio tardorrepublicano, de fines del siglo II/inicios del siglo I a.C, de Tarraco (Tarragona), este también se instaló en el interior de un área sacra constituida en este caso por un muro perimetral amenizado por pilastras (Ruiz de Arbulo et al. 2006; Ruiz de Arbulo 2009, 272). Por el contrario los otros ejemplos del valle del Ebro, Azaila y Osca, se insertan directamente en el tejido urbano; ciertamente el de Azaila en una ubicación preeminente en un cruce de calles situado en el acceso principal a la parte alta de la ciudad, pero, de todos modos, completamente imbricado en una manzana de casas y rodeado de estancias de tipo secundario (Beltrán 1976, 151). Los materiales recuperados durante la excavación de esta área sacra de La Cabañeta son escasos y poco significativos. Además, la estratigrafía estaba completamente alterada por la desafortunada acción antrópica que arrasó el sector. Por ello, no podemos aportar referencia alguna al momento de construcción del monumento, aunque teniendo en cuenta la cronología del yacimiento cabría situarla después del 133 a.C. y quizá más concretamente a finales del siglo II a.C. o incluso a comienzos del siglo I a.C. Su abandono, al igual que el resto de la ciudad, tendría lugar como consecuencia del conflicto Sertoriano, en la década de los años setenta antes de la Era.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

APROXIMACIÓN AL URBANISMO DE LA CIUDAD CELTIBERO-ROMANA DE VALDEHERRERA: PROSPECCIONES GEOFÍSICAS

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APPROACH TO THE URBANISM IN THE CELTIBERIAN-ROMAN CITY FROM VALDEHERRERA: GEOPHYSICAL PROSPECTIONS J. Carlos Sáenz Preciado1, Roger Sala Bartrolí2, Manuel Martín-Bueno3, Pedro Rodríguez Simón4, Helena Ortiz Quintana Escardivol5 Universidad de Zaragoza SOT Archaeological Prospection 1, 3

2, 4, 5

Autor de contacto/ Contact auhor: Carlos Sáenz Preciado, casaenz@unizar.es

RESUMEN Presentamos en esta comunicación una aproximación al urbanismo de la ciudad celtibero-romana de Valdeherrera. Paralela a las campañas de excavación iniciadas en 2007 se está realizando un estudio geofísico que pretende abarcar la totalidad del yacimiento, que debido a su extensión, 45 ha con el foso incluido, se efectúa en distintas fases. La primera campaña geofísica se desarrolló en 2007, permitió conocer los accesos principales de la ciudad, el trazado del foso sur y amplios sectores de su zona central. La campaña geofísica de 2016, se dividió en dos intervenciones: una mediante georadar en extensión en la Parcela 297, y una prospección magnética en la Parcela 288. Estos trabajos han permitido identificar una zona ocupada con horrea y varias insulae articuladas mediante calles que han posibilitado plantear una distribución espacial de la ciudad, mediante módulos de 1 x 2 actus, quizás el más estandarizado y presente en ciudades de cronologías similares. PALABRAS CLAVE: Valdeherrera; Celtibero-romano; Prospección, Geofísica; Horrea.

ABSTRACT In this article we perform an approach to the urban planning in the roman Celtiberian city of Valdeherrera. A geophysical survey is being carried out in parallel with the archaeological campaigns, which started in 2007. This survey has been divided into different phases due to the extension, 45 ha including the fossa. The first geophysical campaign was carried out in 2007 and during this campaign the main access to the city, as well as the south part of the fossa and wide areas of the central site were studied. The geophysical campaign in 2016 was divided into 2 different parts. The first one in the 297 parcel with a ground-penetratating radar, and the second one in the 288 parcel, with a magnetic prospection. This works have revealed an area with horrea and several insulae, what has make it possible to identify a special distribution of the city by 1 x 2 actus units, probably the most common and present in cities of similar period. KEY WORDS: Valdeherrera; Celtiberian; Prospecting work; Geophysical; Horrea.

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1. INTRODUCCIÓN1 La ciudad celtibero-romana de Valdeherrera se sitúa a 6 km al sudeste de Calatayud. La extensión del yacimiento resalta a primera vista por sus destacadas proporciones, actualmente 35 ha conservadas de las aproximadamente 40 ha que debió tener antes de la construcción de la autovía A-2, cuyo trazado destruyó parte de su zona norte. Se ubica en un pequeño promontorio amesetado de 575 m.s.n.m. de media, en el mismo ángulo formado por lo confluencia del río Jiloca con el Jalón, lo que no fue problema para que dominase el territorio desde su privilegiada y estratégica situación, lo que le permite controlar a la perfección todo su entorno geográfico. Los trabajos arqueológicos, iniciados en 2005, han permitido descubrir un asentamiento de gran entidad, cuya importancia reside en su ubicación en pleno corazón de la Celtiberia, al controlar una estratégica vía natural de comunicaciones: la que posibilitaba conectar estos territorios a través del valle del Jiloca con la costa levantina, y a través del río Jalón, y su afluente el Ribota, con el valle del Ebro y la Meseta (fig. 1). Las excavaciones iniciadas en 2007 están delimitando parte del urbanismo de la ciudad que denominamos Valdeherrera II, construida tras la segunda guerra celtibérica al sur de promontorio, momento en el que fue destruida Valdeherrera I situada al norte de dicho promontorio y que hunde sus raíces en el siglo IV a.C., y que, a su vez, fue precedida por un pequeño poblado del bronce final (Sáenz y Martín-Bueno, 2016b: 127-132) (fig. 2). Esta segunda ciudad presenta una planificación ortogonal plenamente itálica, a la que posteriormente nos referiremos, que sería de nuevo destruida, según se desprende de la abundancia de proyectiles de honda y escorpiones aparecidos en superficie, formando parte de colecciones particulares o localizados en excavación,

Figura 2. Disposición de las distintas fases de ocupación Valdeherrera en el promontorio amesetado. durante las guerras sertorianas, según narra Estrabón (3.4.13) al mencionar como en el 74 a.C. combatieron en sus proximidades Metelo y Sertorio. Con posterioridad, se desarrolló un pequeño asentamiento altoimperial, a día de hoy de difícil valoración, que daría lugar a una villa bajoimperial que perduró hasta el siglo V, según hallazgos monetales aparecidos, siendo por el momento prudentes en este aspecto. La última fase del yacimiento se localiza en la Parcela 296, en donde se concentra la excavación arqueológicas que ha permitido localizar una amplia maqbara musulmana fechada en la segunda mitad del siglo IX y que vinculamos con los sucesos derivados del control musulmán del valle medio del Jalón y bajo Perejiles, y la disputa existente entre sus distintas facciones, relacionándolo con la rebelión de los Banu Qasi contra Muhammad I, la repoblación musulmana de la zona y la creación de varios husun (Somed, Daroca, Furtsh, etc.), así como con la llegada, y posterior asentamiento, del clan yemení de los tuyibies fieles a los omeyas (Sáenz y Marín-Bueno, 2013: 166-169).

2. OBJETIVOS

Figura 1. Situación de Valdeherrera en relación con las principales vías naturales de comunicación de la época.

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Paralelo a los trabajos de excavación iniciados en 2007, se han desarrollado varias campañas de prospección geofísica que pretenden abarcar la totalidad de yacimiento. La primera de ellas se produjo entre 2006 y 2008, con el que cubrió el 25% del yacimiento, gracias a la cual fue posible delimitar el yacimiento, establecer su extensión, documentar sus fosos y los posibles restos arquitectónicos


Sesión 2. Arqueología Clásica visibles, y, mediante el estudio del material recuperado en superficie, establecer su secuencia cronológica (MartínBueno et al. 2009; Krausz et al. 2012). La segunda fase se desarrolló en noviembre de 2016 (fig. 3)2. Uno de sus fines, junto al evidente científico al que posteriormente nos referiremos, era el de valorar la existencia de estructuras arquitectónicas, su potencia y posible estado de conservación, en previsión de una futura compra o expropiación por parte de la administración. Por ello se eligieron las Parcelas 288 y 297 colindantes con la Parcela 296 en la que se sitúa actualmente la zona de excavación. La prospección geofísica se dividió en dos intervenciones diferenciadas (fig. 4). La denominada Área 1 se extiende al NO y O de la zona en excavación, corres-pondiendo a la Parcela 288 cultivada con cereal de secano que se exploró mediante prospección magnética, cubriendo 10.330 m² del total de la parcela. En este caso, el grid o malla de lectura se ubicó 5 m alejado del perímetro de la excavación para evitar la potente traza magnética producida por la valla que delimita la parcela y que distorsionaría los resultados. El Área 2 corresponde

a la Parcela 297, actualmente yerma, pero dedicada con anterioridad al cereal de secano, en la que se ha realizada la pros-pección mediante georadar en extensión cubriéndose una superficie de 6.452 m². Hasta el momento, se han delimitado 6 ínsulas incompletas debido a la fisonomía de las parcelas actuales en donde se encuentran que supone que se prolonguen en las colindantes, de ahí el interés en el estudio geofísico realizado que buscaba completar su trazado y dimensiones, ya que la excavación desarrollada en la Parcela 296 había puesto al descubierto una serie de calles que permitían intuir el trazado ortogonal y una planificación acorde a la refundación republicana de la ciudad (Sáenz y Martín-Bueno 2016b: 89-90, fig. 110113). La Ínsula III queda delimitada en su lado norte mediante una calle de 20 pies de anchura, factible para el cruce de dos carros, a los que hay que sumar otros 6 pies de la anchura del margine (acera) opuesto que es porticada, siendo el soporte de los pies que sustentaban los pórticos bloques rectangulares de yeso de 0,60 x 0,60 o 0,75 x 0,45 m equidistantes entre sí 9 pies. La calle occidental presenta la misma anchura de 28 pies sin que dispusiese de pórticos. Estas dimensiones, como veremos con posterioridad, se van a repetir en la totalidad de los viales descubiertos mediante la prospección geofísica realizada. Se ha delimitado el cruce de ambas calles que generaba un espacio central de 50 m2 (fig. 5) enmarcados en sus cuatro esquinas mediante pasos peatonales elevados colocados a la misma altura de la acera, lo que posibilitaba

Figura 3. Desarrollo de los trabajos geofísicos desarrollados en noviembre de 2016.

Figura 4. Ubicación de las dos áreas prospectadas referenciadas junto a la Parcela 296 en donde se desarrolla la excavación.

Figuras 5 y 6. Cruce de calles. Se aprecian los pasos sobreelevados entre margines alguno de los cuales fueron expoliados para elaborar con ellos lajas para el cubrimiento de las tumbas islámicas.

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el paso entre los margines sin pisar la calle mediante grandes sillares de yeso de 1,20 m x 0,45 m, (4 x 1,5 pies) separados entre sí unos 0,60 m (fig. 6), con los extremos redondeados, fruto del desgaste erosivo del paso de los carruajes. Incluso se han conservado las improntas o surcos dejados en el firme por las rodadas de los carros que circulaban por ella. Las calles fueron pavimentadas mediante un compacto firme de guijarros procedentes del triturado del “mallacán” mezclado con cal y arena, lo que le proporcionaba una gran consistencia, apreciándose numerosos parcheados, sin que obstaculizasen su dirección de desagüe E-O que era favorecido por su diseño ligeramente cóncavo que le permitía recoger el agua de la calle y desalojarla rápidamente.

3. METODOLOGÍA La planificación de los trabajos partía del conocimiento del registro arqueológico descubierto que mostraban unas características específicas que condicionan el tipo y calidad de los datos geofísicos que pudieran obtenerse. 1. La localización de los restos que generalmente se localizan a partir de -50/-80 cm. 2. La composición de los restos constructivos descubiertos que presentan zócalos de sillares de yesos de talla regular que en algunos casos conservan restos de alzados en adobe. 3. Amplias trincheras de expolio de zócalos. 4. Pavimentos de opus signinum y de mortero.

3.1. Sistemas utilizados, ajustes y procesados de datos La prospección magnética se realizó mediante el sistema de gradiómetro tipo fluxgate Bartington G-601. Se ha establecido una resolución espacial de 0.25 x 0.5 m, es decir, 8 lecturas por metro cuadrado. El sistema ofrece una sensibilidad de 0.1 nanoTesla y un rango de lectura de +/- 3000 nanoTesla (tabla 1). La prospección georadar se ha realizado con el sistema de georadar IDS RIS HI-MOD, equipado con 5 antenas de 600MHz en lectura simultánea. Los datos se han obtenido con una resolución de 0.02 x 0.20 m, es decir, obteniendo perfiles separados 20 cm entre sí con una lectura cada 2 cm sobre la extensión a explorar (tabla 1). Tabla 1. Parámetros de la adquisición de los datos magnéticos y de georadar. Método

Magnético

Sistema

Bartington Grad601-Dual Grad-01-1000L Fluxgate (separación vertical de 1m) 2

Sensor N.º de sensores Separación entre sensores Data logger Propiedad medida Resolución

5. Calles porticadas con margines y pasos de peatones elevados.

Posicionamiento de los datos

6. Numerosos enterramientos pertenecientes a una maqbara musulmana con una fosa aproximada de 90/100 cm de profundidad y un cubrimiento enlosado que protege lateralmente el túmulo longitudinal.

Extensión explorada

De acuerdo con estas características se planteó la primera prospección con georadar sobre la Parcela 297 situada al sur de la excavación (Área 2) (fig. 4). Teniendo en cuenta las características antes expuestas, cabía esperar una respuesta de bajo contraste entre el sedimento y los restos constructivos, especialmente en el caso de estructuras en adobe y los restos con poca dimensión vertical, por lo que se estableció una resolución espacial alta (0.02 x 0.2 m) para generar un bloque de datos con un nivel de detalle alto. La segunda extensión a explorar se ubicó al norte y noroeste del área de excavación, correspondiendo con la Parcela 288 (Área 1) (fig. 4) con el objetivo de obtener las ubicaciones de posibles estructuras de combustión, referidas por la presencia de abundantes restos de escoria metalúrgica en superficie. Para ello se aplicó una

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prospección magnética mediante el sistema Bartington G-601.

1m DL 601 Gradiente magnético 0.50 x 0.25 m Medidas en intervalo de tiempo fijo con una adquisición de datos a velocidad constante 10.330 m²

Método

Georadar

Sistema Sensor N.º de sensores Separación entre sensores Data logger Propiedad

RIS HI-MOD (IDS) TR600 FW 5

Configuración

Resolución Posicionamiento de datos Extensión explorada

0.20 m Panasonic CF-18 Amplitud (SI) Frecuencia

Ventana tiempo

N.º muestras por traza

600 MHz

60 ns

512

0.02 x 0.20 m Encoder integrado y coordenadas locales 6.452 m²


Sesión 2. Arqueología Clásica Los datos magnéticos se han procesado mediante el programa Geoplot 3.0, para eliminar errores de posición de lecturas (de-stagger) y errores de calibración del aparato (zero-mean line). Después de estas correcciones se realizó un proceso de suavizado de la imagen final, con la aplicación de filtro pasa-bajos (low-pass) y una interpolación para obtener una malla o píxel de 0.25 x 0.25 m. La secuencia de procesado ha incluido:

Tabla 2. Parámetros de procesado de los datos de georadar Método

Magnético

Corrección de la deriva

28 muestras

Ganancia

Manual

Velocidad de propagación

0.10 m/ns

1. Corrección del posicionamiento de los perfiles (de-stagger). 2. Sustracción de la mediana de cada perfil (zero mean line). 3. Un filtro pasa-bajos utilizando el valor medio de los datos en una ventana móvil (lowpass).

Parámetros cortes

4. Una interpolación de los datos con una resolución espacial de 0.2 5 x 0.25 m. El proceso de los datos de georadar ha consistido en la corrección de errores e interferencias de los datos, y su posterior integración en un solo bloque de datos tridimensional. La corrección se ha realizado mediante un filtro de deriva de fase (wobble), un filtro de pasa bandas (band-pass) para eliminar ruidos de frecuencia y, finalmente, otro filtro de background, para eliminar el ruido producido por el sistema. Una vez corregidos, se han integrado en un bloque tridimensional, mediante el programa GPR-Slice. A partir de este bloque, se han generado dos secuencias. La primera se compone de 13 cortes horizontales finos, de 18 cm cada uno, que cubren hasta 1.15 m de profundidad. En el caso de la segunda, se realizaron cortes más gruesos, obteniendo un total de 12 secciones horizontales de 24 cm de grosor, alcanzando 1.53 m de profundidad. Esta segunda secuencia fue la utilizada para la realización de los esquemas de interpretación por profundidades (tabla 2). La secuencia se puede resumir en: 1. La corrección de una deriva específica del sistema (wobble). 2. La compensación de la atenuación de la señal con la profundidad o ganancia. 3. Un filtro de frecuencia pasa-banda (HP 310MHz, LP 850MHz). 4. Un filtro “backgroung” que resta la onda media de cada perfil. 5. La conversión del tiempo de propagación de la señal en profundidad. 6. La producción de cortes representativos de intervalos de profundidad. 7. La resta de la media de cada perfil después del cálculo de los intervalos en profundidad.

Filtros adicionales

Propiedad

Amplitud absoluta

Grosor

Secuencia1 40 muestras – 0.24 m Secuencia 2 32 muestras – 0.18 m

N.º cortes

Secuencia 1 12 cortes Secuencia 2 24 cortes

Prof. min. Prof. máx.

0 1.59 m.

Posición superficie

Muestra 31

NA

3.2. SIG del proyecto: Sistematización e interpretación El sistema SIG del proyecto se ha creado utilizando la aplicación libre Quantum Gis 2.8. Todos los datos utilizados se han basado en el datum ETRS89 30N (EPSG: 25830). La cartografía de base utilizada se ha obtenido de la infraestructura de datos PNOA y del mapa topográfico IGN. Los datos obtenidos en todas las prospecciones se han incorporado al sistema SIG del proyecto para su interpretación en un contexto topo-gráfico y generar la cartografía final con los resultados obtenidos. Para los datos magnéticos obtenidos se ha generado un esquema de interpretación dividiéndolas anomalías magnéticas en extensivas, lineales y focales. Las anomalías extensivas y lineales se han subdividido en anomalías de contraste positivo y negativo. En cuanto a las focales, se han clasificado a su vez en anomalías de valores positivos (silos, cubetas o agujeros de poste), anomalías de valores negativos (generalmente acumulaciones de piedras), dipolos (interpretados como objetos de hierro), y en dipolos orientados en dirección Norte (interpretados como restos de combustión) (tabla 3). Para los datos de georadar obtenidos se han generado dos secuencias de cortes horizontales, correspondientes a grosores de 0.24 m y 0.18 m. A partir de una selección de 12 cortes de la secuencia 1 se ha realizado una interpretación por profundidades, que consiste en la

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Tabla 3. Clasificación de los datos de gradiente magnético.

Los grupos 28, 36 a 38, 42, 43 y 45 se han interpretado como posibles restos de construcciones, que en algunos casos presentan contrastes magnéticos acentuados, por lo que no se puede descartar su relación con el fuego o pequeñas combustiones. El grupo 39 presenta una anomalía lineal de valores negativos de cerca de 14 m de longitud, con un mínimo de 3 anomalías de valores positivos adosadas por el oeste. Se interpreta este grupo como restos de una edificación indeterminada, que hay que vincular con varias estructuras de combustión asociadas, al igual que dos anomalías situadas a 6 m al sur de este grupo, identificadas también como restos de combustión, con las que pudieran estar relacionadas, pudiendo tener el lugar una función artesanal.

Tabla 4. Clasificación de las anomalías de georadar y de síntesis.

creación de esquemas de las anomalías más significativas para cada corte horizontal. Esto permite expresar de manera esquemática la evolución de los diferentes elementos con la profundidad. Se han dividido las anomalías en extensivas y lineales (tabla 4).

4. RESULTADOS Como ya se ha expuesto, el objetivo principal de la prospección en el Área 1 (figs. 7, 8 y 9) consistió en la localización de anomalías de alto contraste correspondientes a posibles hornos o estructuras de combustión, partiendo de la existencia de numerosas escorias nodulares de distintas modulaciones, aparecidas tanto en los niveles superficiales de esta zona, como en los registros de excavación del área colindante, especialmente en la calle norte de la Ínsula III.

Figuras 7 y 8. Mapa magnético del Área 1y esquema de interpretación.

El mapa magnético muestra respuestas claramente diferenciadas en tres tipos: El tercio este del área muestra una señal de bajo contraste, con escasas anomalías lineales o extensivas identificables con restos constructivos. Por el contrario, la mayoría de las anomalías registradas corresponden a grupos de anomalías focales, identificadas como objetos férricos, anomalías de combustión y acumulaciones de materiales de alto contraste magnético.

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Figura 9. Mapa magnético con isolineas.


Sesión 2. Arqueología Clásica En la zona central del Área 1 se aprecia un cambio en la respuesta obtenida, con la detección de anomalías claramente lineales y grupos de anomalías extensivas que configuran una imagen fragmentaria asociada típicamente a restos constructivos. El mayor núcleo de anomalías identificables con restos constructivos se concentra en los grupos 17, 18, 29 a 32 y 35, configurando un conjunto de posibles estructuras con un sistema de orientaciones similar al descrito en las excavaciones realizadas hasta el momento en la Parcela 296, aun así, lo fragmentado de las anomalías lineales y su escaso contraste magnético (-1 a -2 nT) indican que el estado de conservación de los muros sería pobre o discontinuo, mientras que las anomalías de valores positivas atribuidas a espacios interiores, o niveles de circulación, presentan una mayor intensidad. A escasos metros de este conjunto se han detectado los grupos de anomalías 14 y 44 que presentan la peculiaridad de mostrar trayectos claramente lineales, aunque de polaridad positiva que interpretamos como de zanjas de expolio de los zócalos de sillares empleados con posterioridad en las cubiertas de las tumbas islámicas

significativa. Precisamente, al noreste de este grupo se ha localizado nuevas anomalías de alto contraste (grupos 22 a 26), en este caso de carácter focal, que sí que presentan características típicas de termo-alteración que atribuimos a núcleos de combus-tión o incluso hornos.

El tercio Oeste del área presenta características muy diferenciadas ya que se aprecia una anomalía extensiva de valores positivos que discurre de sur a norte (grupo 0), interpretado como una calle a cuyos lados se han determinado conjuntos con contrastes muy acentuados (fig. 9). Los grupos 5 y 6, dispuestos en el tramo más al norte de 0, muestran valores positivos elevados con perímetros de valores negativos, también de contraste acentuado, que hemos interpretado como varios horrea de corredor típicamente urbanos (de 70 x 85 pies, aproximadamente unos 530 m2) situados a ambos lados del cardine principal de la ciudad que parte longitudinalmente la ciudad en dos y con el que se encuentran orientados. No podemos olvidar que este cardine es el que parte desde la Puerta Sur, de la que distan apenas 200 m, lo que facilita su acceso, y el transporte, almacenamiento y distribucióncomercialización de los productos que se almacenarían en ellos.

Los datos obtenidos en el Área 2, en donde se efectuó la prospección mediante georadar, debido a la complejidad de los resultados, así como por el bajo contraste de las estructuras constructivas, hizo necesario una interpretación de mayor detalle, para lo que fue necesario generar una secuencia de cortes horizontales alternativa, con un grosor de 18 cm por corte, frente a la secuencia inicial, realizada en cortes de 24 cm.

Ambas estructuras presentan una fisonomía interna similar, sin que podamos establecer su función concreta, si bien descartamos que alguno de ellos sea un horreum granarium3, ya que su fisonomía es muy distinta, si bien debemos ser prudentes hasta el momento de su excavación. Su interior esta compartimentado mediante espacios-almacén rectangulares paralelos abiertos a un pasillo o corredor central, que repite el esquema que podemos encontrar, por ejemplo, en los horrea de Santa Eulalia (Sisamón, Burgos) (Didierjean et al. 2014: fig. 51-52), así como en Ostia (Rickman, 1971: 38, 54, 58) que son paralelos más directos y con lo que comparte su carácter urbano. El alto contraste de estos dos grupos de edificaciones se interpreta como producto de una posible combustión o incendio de los restos, aunque la falta de una polarización claramente orientada cardinalmente no impide descartar otras explicaciones más complejas, aunque la ausencia de incendios es edificaciones del entorno es bastante

Más al sur de los grupos 5 y 6, a ambos lados de la posible calle (grupo 0), se detectan diversos grupos de anomalías de interés, pero sin una continuidad aparente como la descrita para el tercio central del área explorada. Los grupos 7, 8, 12, 13, 19 y 20 se interpretan como posibles restos de construcciones, que en los casos de los grupos 7, 8 y 20 presentan contrastes acentuados y también indicios de contrastes elevados por la acción del fuego o depósitos de materiales de alto contraste (pavimentos de mortero o de opus signinum cenizas, rubefacción). Los grupos 9, 10, 15 y 16 presentan valores de alto contraste, pero sin una morfología claramente identificable, que induce a interpretarlos como restos de derrumbes de paramentos murarios y restos de una combustión, como en el caso del grupo 15.

A partir del análisis detallado de cada uno de los cortes se ha confeccionado una interpretación por profundidades donde se representan las anomalías detectadas de forma esquemática según un degradado de colores (claro = superficial, oscuro = profundo). Para facilitar la comunicación de la interpretación se ha generado un esquema de síntesis de interpretación que deberá ser confirmado mediante excavación (figs.10 y 11). Los primeros 0.3 m bajo superficie se muestran muy alterados por las labores. A partir de profundidades de 0.4 m se aprecia un cambio de respuesta circunscrito al tercio este del área explorada, mostrando una extensión con anomalías reflectivas difusas delimitadas en torno a 0.5 m de profundad (grupo 69). Este conjunto muestra también anomalías de baja reflectividad de carácter lineal, que configuran un espacio interpretado como restos de un grupo constructivo con escaso grado de conservación asentado sobre un afloramiento geológico natural, lo que ha provocado una mayor destrucción de sus niveles arqueológicos por las labores agrícolas. Las estructuras detectadas dentro del grupo 69 muestran restos de posibles muros (64 a 66) en las mismas cotas donde se detectan posibles zanjas de cimentación o zanjas de expolio (63, 71 y 72) que permiten trazar partes de la estructura constructiva de esta zona. Tal como es posible apreciar en los cortes realizados, las anomalías lineales desaparecen en esta zona por debajo de los 0.7 m, no pudiéndose apreciar posibles

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espacios interiores o pavimentos. A partir de 0.65 m de profundidad se identifica la progresiva aparición de anomalías lineales en el resto de la extensión explorada. El reconocimiento detallado de estas estructuras permite apreciar una coherencia en la orientación de las estructuras y una subdivisión entre construcciones que se han interpretado como restos de calles (grupos 1 a 4) con orientaciones coherentes y una separación, entre ellas, de entre 42 y 44 m. Las calles 1 y 2 muestran anomalías reflectivas a ambos lados del eje que podrían corresponder a laterales para la circulación o algún tipo de aceras. Es interesante remarcar que la posible calle 4 se ve interrumpida por el sur, posiblemente debido a su destrucción por el cultivo.

Aun así, se aprecia en su lateral oeste una posible zanja de drenaje paralela al trayecto de la calle, que a falta de una constatación arqueológica podemos pensar en algún tipo de alcantarillado abierto. Tal como se aprecia en la secuencia de cortes horizontales, el conjunto de restos detectados entre estas calles muestra un contraste discontinuo y una señal ruidosa, concentrada entre 0.65 y 1.2 m bajo superficie. Las distribuciones interiores de estos espacios muestran un sistema de orientaciones coherente con el trazado de las calles, aunque la discontinuidad de la respuesta de los posibles muros no permite una definición exhaustiva de sus plantas que parece que se encuentran muy alteradas.

Figuras 10 y 11. Interpretación georadar por profundidades en el Área 2 y Esquema de síntesis de interpretaciónde la prospección georadar.

Figura 12. Síntesis de interpretación de las Áreas 1 y 2.

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Sesión 2. Arqueología Clásica Estas discontinuidades se interpretan como producto de un estado de conservación bastante desigual de las construcciones, además de la posible presencia de muros realizados en adobe, que ofrecerían un menor contraste que los zócalos de piedra. De manera similar a lo expuesto para el Área 1, no se descarta que parte de esta discontinuidad se deba a la recuperación de materiales constructivos y zanjas de expolio. En los espacios interiores definidos por los muros interpretados se han descrito también anomalías de carácter extensivo, como los grupos 49, 56 o 60, que se interpretan como posibles restos de pavimentos duros, posiblemente de mortero teselado, o no, y de opera signina, y en otros casos (grupos 51 y 57) como posibles niveles de derrumbe y escombro rellenando espacios interiores, algunos de ello procedentes de las techumbres de las estancias, como ya hemos documentado en otras ínsulas en el transcurso de la excavación, por ejemplo: el techo casetonado aparecido en el espacio 3.16 de la Ínsula III correspondiente a un cubiculum de 2.10 x 3,45 m de dimesión, dotado de un pavimento geométrico con decoración de delfines de mortero blanco teselado dispuesto en dos ambientes (Sáenz y Martín-Bueno, 2016: 95; Guiral et al. 2017).

5. CONCLUSIONES De acuerdo con los datos obtenidos en la prospección, se ha definido un conjunto de restos cons-tructivos edificados sobre una superficie inclinada E-O y N-S que corresponde con la orografía y disposición de la zona amesetada en la que se dispone Valdeherrera II. El grupo de construcciones situado al este del área explorada, corresponde con al área de menor potencia estratigráfica, presentando, aparentemente, un peor estado de conservación. Las edificaciones detectadas aparecen articuladas según un grupo de calles orientadas en sentido N-S que se disponen según una periodicidad de entre 42 y 44 m entre ejes, lo que nos ha permitido interpretar las estructuras internas de 4 ínsulas, que hemos añadido a las ya documentadas en excavación. El escaso alzado conservado en las estructuras, generalmente zócalos de 45 o 60 cm de altura, sus características constructivas en relación a los materiales utilizados, las acciones de expolio en fases posteriores y los propios daños producidos por las labores agrícolas han hecho que el estado de conservación no sea óptimo, lo que, unido a las condiciones de contraste del terreno, tengan como resultado una resolución y un grado de lectura medio, lo que se traduce en no poder realizar interpretaciones estructurales detalladas. A pesar de todo lo dicho con anterioridad, la realización de cortes de detalle, así como la corrección y filtrado de los datos posteriores, ha permitido establecer bases muy claras de distribución espacial que han resultado bastante coherentes con las documentadas en el área excavada hasta la fecha.

5.1. La planificación urbana de la ciudad Como se ha expuesto anteriormente, los datos geofísicos obtenidos han permitido identificar con claridad el trazado de 5 tramos de calle (4 en el área 2 y 1 en el área 1) (Fig. 15) cuya prolongación concuerda perfectamente con las calles ya conocidas por la excavación de la Parcela 296. Todas ellas cuentan con una anchura aproximada de 8 m, cuyo módulo concuerda con los datos registrados en la zona de excavación, en donde las tres calles conocidas cuentan con 6 m (20 pies) de anchura, a los que se suman 1,78 m (6 pies) de aceras en el caso del lado norte, y de 8,40 m en el caso de la calle occidental. El establecimiento de este módulo permite extrapolar los datos y prolongar su desarrollo, posibilitando plantear una retícula de 5 calles longitudinales (N-S) y una transversal (E-O) (figs. 13 y 14). La evolución de estas calles puede ponerse en relación, además, en el caso del denominado grupo 0 del Área 1, con los datos registrados en 2007 en la intervención realizada en la denominada Puerta Sur (Parcela 300), cuando fueron identificados los restos de una de las puertas de la ciudad que se encontraba precedida de un complejo sistema de fosos y campos de piedras hincadas (Sáenz y Martín-Bueno, 2015: 7984). La orientación de este acceso es coincidente con la prolongación de esta calle, por lo que podría plantearse su identificación como uno de los cardines principales de la ciudad, cuya documentación es importante, ya que, si responde a la típica planificación urbana itálica, nos debiera conducir al foro de la ciudad. Conocida esta distribución viaria, es posible igualmente extraer conclusiones en relación a la modulación de las insulae. Si bien la calidad de lectura GPR no permite un detalle definitivo en relación a la trama doméstica, si aporta importantes elementos para el establecimiento de referencias relacionadas con el planteamiento urbano de Valdeherrera II. Los tres espacios interiores resultantes del trazado vial conocido, tanto en excavación, como mediante la geofísica, presentan una medida constante aproximada de anchura de 35 m (1 actus) (tomándolo como 35,489 m o 120 pies). Por desgracia, los datos disponibles hasta el momento no permiten delimitar su largura real. No obstante, y aunque las distribuciones espaciales del urbanismo en las ciudades hispanas no son constantes, y parecen variar de manera ostensible de unas ciudades a otras, podemos plantear como hipótesis de trabajo el módulo de 1 x 2 actus, quizás el más estandarizado y presente en ciudades de cronologías similares. Por ejemplo, en Baetulo es de 1 x 1,3 actus, en Iluro de 0,9 x 1,19, o Celsa de 0,7 x 1,32 actus, entre otros. No obstante, no podemos obviar que hay una gran variedad de modelos en las ciudades de republicanas de nueva planta, más cuando se desarrollan en espacios de raigambre indígena, de ahí que se mantengan en algunos casos la idiosincrasia del territorio, que puede dar lugar a numerosas modulaciones.

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Figura 13. Calles documentadas y propuesta de distribución de los viales.

Figura 15. Hipótesis de distribución urbanística de calles e insulae.

Figura 14. Medidas y modulación de insulae en relación a calles conocidas. Extrapolando estos módulos de anchura de calle y de medida de ínsulas al conjunto de las 40 ha del yacimiento (figura 15), el resultado, suponiendo la existencia de un patrón de trazado de urbanismo ortogonal constante, resulta perfectamente coherente en su distribución con los límites del asentamiento, que como vemos, se adapta de manera clara a la zona amesetada del promontorio, con une eje central, que a modo de cardus maximus, estructura el urbanismo de la ciudad.

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La confirmación de esta hipótesis podría aportar datos importantes en cuanto al estudio de la planificación urbana de la ciudad de Valdeherrera. En este sentido, la precisión de los datos registrados y las hipótesis planteadas podrían ser optimizadas con el cruzado de datos con los obtenidos en las prospecciones eléctricas y magnéticas realizadas en 2006-2008 (Krausz et al. 2012; Martín-Bueno et al. 2009) o en los vuelos con sistemas UAV realizados en 2013 (Uribe y Angás, 2015: 63-74), lo que permitiría abordar una visión de conjunto de mayor amplitud espacial que posibilitase contrastar y precisar lo anteriormente expuesto. Lo planteado a partir de datos extraídos de metodologías no invasivas, además, podría ser comprobado físicamente sobre el terreno con la realización de sondeos comprobatorios o excavaciones en extensión.


Sesión 2. Arqueología Clásica REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Arce, J. y B. Goffaux B. (Éd.) (2011): Horrea d’Hispanie et de la Méditerranée romaine, Collection de la Casa de Velázquez n.º 125, Madrid. Didierjean, F., Morillo Cerdán, A. y Petit-Aupert, S. (2014): “Traces de guerres, traces de paix armée: l´appot de quatre campagnes de prospection aérienne dan le nord de l´Espagne“, en M. Milagros (eds): Coloquio Internacional La guerre et ses traces. Conflits et sociétés en Hispanie à l`época de la Conquète romaine (III-I s.av.J.-C.) (Bordeaux, 2010), Burdeos, pp. 149-180. Guiral Pelegrín, V., Íñiguez Berrozpe, L., Martín-Bueno, M. y Sáenz Preciado, C. (2017): “A New Sample of Republican Decoration in the Ebro Valley (Spain): The Valdeherrera Ceiling”, en Stephan Mols y E. M. Moormann (ed.): Context and Meaning, XX International Conference of the Association Internatio-nale pour la Peinture Murale Antique (Athens, 2013), Leuven - Paris - Bristol, CT, pp. 477-482. Krausz, S., V. Mathé, y M. Druez, (2012): “Des prospections géophysiques et pedestres sur l’oppidum celtibère de Valdeherrera (Calatayud, Aragón)”, Aquitania 28, Burdeaux, pp. 33-48. Martín-Bueno, M., J.C. Sáenz Preciado, S. Krausz y V. Mathé (2009): “Prospecciones geofísicas en la Ciudad Celtibérica de Valdeherrera (Calatayud, Zara-goza)”, Saldvie 9, pp. 419- 439. Rickman, G. (1971): Roman granaries and store buildings, Cambridge. Sáenz Preciado, J.C. (2011): “La ciudad celtibérica de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza), en: VIII Encuen-tros de Estudios Bilbilitanos (Calatayud, 2010), Calatayud, pp. 361-378.

-(2015): “Del indigenismo a la municipalización en el valle del Jalón (Aragón, España) en: J. M.ª Álvarez, T. Nogales e I. Rodà (eds): XVIII Congreso Internacional de Arqueología Clásica. Centro y periferia en el Mundo Clásico (Mérida, mayo 2013), Mérida, pp. 431-434. Sáenz Preciado, J. C. y M. Martín-Bueno, (2012): “Valdeherrera: la ocupación del territorio en época celtibérica en el valle medio del Jalón”, Aquitania 28, Burdeaux, pp. 7-32. -(2013): “La necrópolis musulmana de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza) nuevos datos cronológicos sobre la fundación de Calatayud”, Zephyrus 72, Universidad de Salamanca, Salamanca, pp. 153-171. -(2014): “Valdeherrera: la ocupación del territorio en época celtibérica en el valle medio del Jalón”, M. Milagros (eds): Coloquio Internacional La guerre et ses traces. Conflits et sociétés en Hispanie à l`época de la Conquète romaine (III-I s.av.J.-C.) (Bordeaux, 2010), Burdeos, pp. 203-229. -(2016a): “La ciudad celtibero-romana de Valdeherrera (Calatayud – Zaragoza)”, I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés, Zaragoza, pp. 255-256. -(2016b): La ciudad celtíbero-romana de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza), Monografías Arqueológicas 50, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza. Uribe Agudo, P. y J. Angás Pajas (2015): “Los trabajos de documentación topográfica y fotogramétrica: el empleo de sistemas UAV y sistemas terrestres”, en C. Sáenz y M. Martín-Bueno (ed): La ciudad celtíbero-romana de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza), Monografías Arqueológicas 50, Zaragoza, pp. 63-74.

NOTAS ACLARATORIAS 1

El Proyecto Valdeherrera forma parte de las líneas de investigación del Grupo Consolidado de Investigación VRBS, CONSI+ID (Gobierno de Aragón) y del IUCA (Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón), estando incluido dentro del proyecto HAR2013-48456-C31-P.: URBS III: Repertorios ornamentales públicos y privados en el NE de Hispania (MINECO). 2

La campaña geofísica de 2016 fue subvencionada por el Ayuntamiento de Calatayud y la Asociación Bilbilis.

3

Sobre estos aspectos, es aconsejable consultar el trabajo: Arce, J. y Goffaux B. (Éd.) (2011): Horrea d’Hispanie et de la Méditerranée romaine, Collection de la Casa de Velázquez n.º 125, Madrid.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.3. PROYECTO ARQUEOLÓGICO BURSAU-BORJA (ARAGÓN, ESPAÑA). CAMPAÑA DE EXCAVACIÓN 2017 ARCHAEOLOGICAL PROJECT BURSAU-BORJA (ARAGÓN, SPAIN). EXCAVATION CAMPAIGN 2017

Begoña Serrano Arnáez1 y 3, Óscar Bonilla Santander2 y 3, Ángel Santos Horneros3, Alicia María Izquierdo3, Carlos Valladares Lafuente2 y 3, Miriam Pérez Aranda3 Universidad de Granada Universidad de Zaragoza 3 Asociación de Investigadores del Moncayo 1

2

Autor de contacto/Contact author: Begoña Serrano Arnáez, begoserranoarnaez@gmail.com

RESUMEN El yacimiento arqueológico del Cerro del Esquilar constituye la zona más antigua de la ciudad celtibero-romana de Bursau. En los años 1978 y 1979 el Centro de Estudios Borjanos y el Museo de Zaragoza realizaron excavaciones arqueológicas que han estado abandonadas y desprotegidas hasta ahora. Casi cuarenta años a la intemperie habían supuesto la desaparición de los muros de adobe descubiertos, el desplome de los perfiles antiguos y la aparición de nuevos restos que estaban en riesgo inminente de destrucción definitiva. El objetivo prioritario de esta primera campaña de 2017 era detener el deterioro de las estructuras excavadas en los años 70 conservando las que han resistido el paso del tiempo y la erosión para plantear en las próximas intervenciones su musealización. Paralelamente a las actuaciones de restauración y conservación se realizó una excavación arqueológica contigua a la intervención de los años 70. La intervención se desarrolló en un área de 24 metros cuadrados ha permitido documentar tres fases de ocupación: la primera correspondiente a la Edad del Hierro con cerámicas pulidas y realizadas a mano junto con cerámicas celtibéricas a torno. La segunda fase corresponde al siglo II antes de Cristo con presencia de cerámicas importadas desde la península itálica, tanto de servicio de mesa como cerámicas de Barniz Negro y ánforas itálicas para el transporte de vino, junto con un interesante lote de cerámica celtibérica. La tercera fase correspondiente a la última ocupación del Cerro del Esquilar en el siglo I a.C. ha permitido localizar estructuras murarias construidas en piedra. PALABRAS CLAVE: Edad del Hierro; Celtiberia; Roma; Cultura material; Restauración arqueológica.

ABSTRACT The archaeological site of Cerro del Esquilar is the oldest area of the Celtiberian-Roman city of Bursau. Between 1978 and 1979, the Borjanos Studies Center and the Museum of Zaragoza did an archaeological excavation that have been abandoned and unprotected until now. After about forty years of vulnerability, the result was the almost complete disappearance of the adobe walls, the collapse of the old profiles and the appearance of new remains that were in imminent risk of final destruction. The main objective of this first campaign in 2017 was to stop the deterioration of the structures excavated in the 70s, conserving those that have withstood the passage of time and erosion, so as to propose their musealization in the next interventions. Parallel to the restoration and conservation activities an archaeological excavation was carried out next to the intervention of the 70s. The intervention was carried out in an area of 24 square meters and allowed us to document three phases of occupation: the first corresponding to the Iron Age with polished and hand-made ceramics together with celtiberic pottery. The second place corresponds to the second century BC with the presence of pottery imported from the Italic peninsula, both tableware and Black Varnish ceramics and italic amphorae for the transport of wine, together with an interesting lot of Celtiberian ceramics. The third phase corresponding to the last occupation of Cerro del Esquilar in the 1st century BC has allowed locating stone structures built in stone. KEY WORDS: Iron Age; Celtiberia; Rome; Material of culture; Archaeological restoration.works.

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1. INTRODUCCIÓN Junto a la actual ciudad de Borja se sitúan tres elevaciones: Cerro del Esquilar, Cerro de la Corona y Cerro del Castillo. En ellas se encuentra el pasado histórico de la ciudad, estando ocupadas sucesivamente desde la Edad del Hierro hasta la Edad Media (Figura 1).

Durante el mes de octubre de 1978 se iniciaba la primera actividad arqueológica en Borja. Promovida desde la sección de arqueología del Museo Provincial de Zaragoza y bajo la supervisión técnica de M. Beltrán Lloris y bajo la dirección de J. Bona y J.I. Royo; apoyados por el Ayuntamiento de Borja y el Centro de Estudios Borjanos. En esta primera intervención se llevaron a cabo cuatro sondeos estratigráficos: uno en el Cerro del Esquilar (Esq.1) y tres en el Cerro de la Corona (Bor. I, II y III) (Bona et al. 1979: 37). Nos centraremos en la intervención realizada en el Cerro del Esquilar, ya que es en esta zona en la que el Proyecto de Bursau - Borja ha fijado su interés. El sondeo realizado en el Cerro del Esquilar permitió documentar una estructura muraria realizada en piedra con una altura conservada de 2’5 m., esta estructura estaba rellenada por toda una serie de niveles estratigráficos, hasta un total de seis, con presencia abundante de materiales: cerámica, fauna y metal (Bona et al. 1979: 43).

Figura 1. Localización de Bursau.

Figura 2. Planimetría de la excavación de 1978/79 (creación propia a partir de Royo y Aguilera, 1981: fig.3) y fotografías (extraídas del Blog del Centro de Estudios Borjanos).

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Sesión 2. Arqueología Clásica El estudio de los materiales permitió establecer dos fases de ocupación: una datada en la Edad del Hierro y otra en época romano-republicana, con una cultura material cerámica compuesta por cerámica a mano, cerámica celtibérica, cerámica gris, cerámica pintada, paredes finas, barnices negros y ánforas (Bona et al. 1979: 4461). Los interesantes resultados aportados por esta primera campaña, motivaron que en el otoño de 1979 se llevara a cabo una segunda intervención arqueológica en el Cerro del Esquilar, momento en el cual cuando el solar es comprado por el Ayuntamiento de Borja. En la segunda campaña se llevó a cabo una ampliación de la zona intervenida en el año anterior. Durante el proceso de excavación se localizaron dos nuevas estructuras murarias, una correspondiente a la prolongación del muro identificado en la campaña anterior y otro muro que se adosaba a éste formando parte del ángulo de un espacio. Dentro de este espacio se identificaron diversos niveles, el primero correspondía a un nivel de derrumbe de adobes con presencia de restos de madera identificados como viguería. Bajo éste se identificó un segundo nivel conformado por un relleno de piedras que se interpretó como el nivel de preparación para un pavimento y por debajo del mismo aparecieron una serie de pavimentos de yeso. A estos pavimentos se asociaban una serie de estructuras murarias en adobe. Los materiales aparecidos durante la campaña correspondían a distintos niveles de ocupación manteniendo la cronología dada durante la primera campaña (Figura 2) (Royo y Aguilera, 1981). Tras esta campaña no se volvería a intervenir en este yacimiento hasta el verano de 2017 cuando surge el Proyecto Arqueológico Bursau-Borja promovido por parte del Ayuntamiento de Borja y la Concejalía de Cultura.

2. OBJETIVOS Casi cuarenta años han trascurrido desde la primera campaña de actuación arqueológica en el Cerro del Esquilar y durante este periodo el yacimiento ubicado al aire libre ha sufrido una serie de daños motivados por diferentes factores. El principal problema al que se enfrenta es el deterioro producido por los agentes atmosféricos, especialmente el agua de lluvia, que provoca la degradación de los materiales constructivos, sobre todo de los morteros, y la separación de los diferentes estratos que componen las construcciones. No obstante, además del deterioro producido por los agentes meteorológicos, debemos añadir el provocado por la acción humana y la abundante flora y fauna del entorno. El proyecto surge con tres objetivos concretos: dos de ellos relacionados con la investigación científica y un tercero relativo a la formación y divulgación científica, aunque en este artículo nos centraremos en analizar los dos objetivos a nivel de investigación. El primero de ellos refiere a la consolidación y protección de las estructuras

excavadas entre los años 1978 y 1979, ya que al no haber sido protegidas y cubiertas estaban sufriendo grandes deterioros y sin una intervención adecuada podían llegar a desaparecer en un breve periodo de tiempo. Por ello, se pretendió facilitar una puesta en valor futura, necesaria para unas estructuras tan importantes como éstas, como son en particular los grandes muros de mampuesto cuya altura conservada es de las mayores en oppida celtibéricos en estas cronologías. El segundo objetivo fue profundizar en el conocimiento y la investigación de este asentamiento mediante la realización de una nueva intervención arqueológica en el Cerro del Esquilar. Por último, el proyecto trató de fomentar la formación y divulgación científica, buscando con este tercer objetivo buscaba por un lado la formación de los alumnos de grado y máster de historia, conservación o arqueología; y por otro lado dar a conocer la importancia de este asentamiento a la sociedad en general. Todo ello teniendo en cuenta tanto la gran variedad de elementos cerámicos que nos hablan de una cronología muy prolongada en la ocupación del cerro, como la calidad y contundencia de las estructuras exhumadas en los trabajos de los años setenta que deja claro que nos encontramos ante uno de los yacimientos más relevantes patrimonialmente de la zona y sin lugar a dudas, con las adecuadas intervenciones arqueológicas y de conservación podría convertirse en un importante recurso turístico para la ciudad de Borja.

3. METODOLOGÍA Y RESULTADOS Para llevar a cabo los objetivos establecidos en este proyecto, en el aspecto relativo a la conservación y restauración de las estructuras visibles los trabajos se encaminaron a asegurar la pervivencia y conservación de las estructuras, ralentizando el proceso de deterioro en la medida de lo posible. Como se ha recalcado en el apartado anterior, se trata de un yacimiento al aire libre, expuesto a las inclemencias del tiempo desde su excavación y esta situación es la que precisamente hace peligrar su conservación. No podemos luchar contra los agentes atmosféricos, pero sí enfocar nuestra labor para proteger los bienes culturales arqueológicos de estas características de tal forma que se minimicen todo lo posible los efectos negativos sobre éstos. Pero estos trabajos además se enfocan a mejorar la lectura de los paramentos y estructuras para su estudio y disfrute tanto de los especialistas como del público en general. La intervención arqueológica tenía como objetivo delimitar el espacio identificado en las campañas llevadas a cabo entre 1978 y 79 y para ello se planteó la excavación de un nuevo sondeo paralelo al perfil sur de la antigua intervención con un margen de 1 m. de separación para evitar posibles intrusismos de los depósitos vertidos en los antiguos sondeos.

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3.1. Restauración En relación con los criterios que han regido la intervención, debemos destacar los de mínima intervención, discernibilidad o autenticidad y reversibilidad de los tratamientos de conservación y restauración (A.A.V.V, 2002). •

Mínima intervención.

Únicamente se llevaron a cabo labores de conservación y restauración en aquellas situaciones en las que era estrictamente necesario –es decir, cuando la pervivencia de los elementos a proteger peligre– y respetando, siempre y por encima de todo, los materiales originales. •

Discernibilidad de los tratamientos.

Las intervenciones que se realizaron, son legibles tanto para los expertos como para el público no especializado, evitándose los falsos históricos. Todos los trabajos se rigieron por un exhaustivo proceso de documentación tanto gráfica como fotográfica, con el que fueron todos los estadios: antes, durante y después de cada intervención. Esta documentación se ha adjuntado al exhaustivo informe técnico que se redactó una vez concluida la campaña. •

Otro deterioro que también se ha documentado es el vencimiento de los perfiles y de los estratos que se encuentran a mayor altura sobre la zona excavada. Esto ha permitido que parte de los muros estuviera enterrada resistiendo mejor a los agentes meteorológicos. El adobe documentado en los años 70 se encuentra disgregado y formando una capa fina llena de líquenes en la cresta de los muros (Figura 4).

Reversibilidad de los tratamientos.

Siguiendo el primer principio, los tratamientos y los materiales utilizados son fácilmente reversibles, ya que en la mayoría de las intervenciones se emplearon los mismos materiales tradicionales con los que se construyeron estas estructuras. Sólo con carácter excepcional se utilizará el silicato de etilo, sabiendo que no es reversible justificaremos su uso como salvaguarda del patrimonio, que al fin y al cabo es su finalidad. En un principio, se pensaba que el yacimiento presentaba un mejor estado de conservación general, ya que las estructuras son de buena calidad constructiva. Pero una vez eliminada la flora que recubría la zona a tratar, se descubrió el mal estado de conservación de los muros.

Figura 3. Detalle de la pérdida de gran parte del núcleo del MR01.

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Tanto el MR01, como se identificará al muro con una orientación oeste-este, como el MR02, con una orientación sur-norte, habían perdido por completo el mortero y gran parte del núcleo (Figura 3), dejando como única forma de sujeción el propio peso de las piedras. Esto ha provocado un deterioro irreversible en las partes más lejanas al corte, las más expuestas a los agentes. También faltaban algunas de las hiladas documentadas en los años 70 y el recrecimiento de adobe también documentado en dicha excavación.

Figura 4. Detalle de la pérdida del alzado en adobe del MR 01. El muro MR01 es el que más potencia conserva y fue el primero en intervenirse. Debido a la poca cohesión del mismo, se optó por ir introduciendo mortero nuevo en las zonas ya visibles para restituir el perdido. Esto se realizóantes de empezar a eliminar los sedimentos depositados en la zona excavada con anterioridad, que impedían acceder al muro para poder consolidarlo estructuralmente. La intervención consistió en una limpieza de los depósitos y la reintegración de mortero de cal. La limpieza de los depósitos compuestos por tierras, fauna, flora y plásticos se realizó de forma mecánica con paletines, brochas de pelo de cerda de diferentes grosores y espátulas de escayolista. La reintegración de mortero se realizó en dos partes, una primera con la introducción de rocas de diferentes tamaños con mortero de cal y cemento (2 partes de arena fina, 1 de cal apagada y ½ de cemento blanco) en las zonas más internas y una segunda aplicando una capa de mortero más fina que cubre todas las rocas introducidas y elimina las posibles balsas de agua, dejando una superficie de escorrentía sin zonas de estancamiento. No fue necesario aplicar ningún tipo de


Sesión 2. Arqueología Clásica procedió a la aplicación de un mortero de sacrificio con idéntica composición que el de relleno de las grietas del muro. Se aplicó una capa de unos 5cm de grosor para que sirviera de sacrificio ante los agentes ambientales que han destruido el recrecimiento de adobe y el mortero. Se realizó un acabado fino y se eliminaron las zonas de estancamiento de agua, que son un foco de alteraciones.

Figura 5. Introducción del mortero. distinción del mortero ya que el original se encontraba perdido (Figura 5). Debido a que las rocas que conforman los muros son calizas y a las condiciones medioambientales (altas temperaturas y viento fuerte), se optó por humedecer los paramentos antes de introducir el mortero y después. Esto se lleva a cabo para que el mortero fragüe lentamente y no se agriete por un secado rápido. Este mortero atribuirá al muro de fuerza estructural para poder eliminar los sedimentos sin peligro de que éste se derrumbe (Figura 6). Tras la excavación de las catas necesarias para consolidar los dos muros se realizó la reintegración de mortero de la misma forma descrita anteriormente. Una vez secada la primera capa de mortero se aplicó la segunda capa de acabado final. Las crestas de los muros también fueron intervenidas. En ellas se eliminó la costra de adobes con líquenes y la flora que ha crecido en superficie. Una vez limpias se

Como medidas de conservación preventiva a corto plazo se restituyeron las tierras eliminadas de las catas. Antes de introducir las tierras se colocó un geotextil para proteger la superficie y marcar la zona ya excavada. Debido a que la cresta del MR02 se encuentra en una zona de tránsito también se cubrió con tierra para su mayor protección. De la misma forma que en los sondeos, también se colocó primero un geotextil a modo de separación.

3.2. La excavación La excavación consistió en la realización de un sondeo, para ello previamente se llevó a cabo un acondicionamiento de la zona de actuación retirando la capa vegetal. Tras ello, se planteó un sondeo con unas dimensiones de 6 m en el Norte y el Sur y de 4 m en los lados oeste y este, dividido en unidades de 1 x 1 m asignándoles a todos los metros cuadrados una denominación mediante el empleo de la numeración arábiga y del alfabeto, siguiendo la dirección oeste-este, ajustándola a los limites de la parcela por el lado este y a la orientación del perfil sur del sondeo de 1978/79. Durante el proceso de excavación se llevó a cabo la criba de todo el sedimento extraído en seco. Los trabajos realizados en este sondeo permitieron identificar un total de 65 unidades estratigráficas (en adelante, U.E. o U.Es.): sedimentarias, constructivas y negativas; identificadas con una numeración que iba desde el 1.001 hasta 1.065. Durante el proceso de excavación no se llegó a agotar el potencial arqueológico que esperamos que en la campaña de 2018 se pueda completar. Tras la finalización de la campaña de excavación se procedió a cubrir la zona como venía estipulado en el permiso de excavación concedido por la Diputación General de Aragón. Siguiendo el

Figura 6. Proceso de humedecimiento de los muros.

Figura 7. Colocación del geotextil no tejido.

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criterio de la restauradora del equipo se decidió preparar la zona excavada cubriendo el sector en su totalidad con geotextil no tejido (Figura. 7). Tras proteger los niveles arqueológicos, se rellenó la zona con el sedimento que había sido extraído durante la intervención, dejando completamente restituida la zona. La complejidad estratigráfica que presentaba el sondeo y el espacio disponible para la realización de este artículo nos lleva a centrarnos en las U.Es. que nos aportan mayores datos para reconstruir el proceso histórico de este asentamiento. Tras la retirada de un primer estrato de labores agrícolas en el que se pudoeron documentar las huellas del arado U.E. 1021 (Figura 8), se documentó la U.E.1016 identificada con un derrumbe de adobes. Entre la cultura material documentada destaca la presencia de cerámica y de objetos metálicos identificados con clavos.

Figura 9. Detalle de la consolidación para la extracción de una de las vigas.

Figura 10. Relleno de la fosa.. Figura 8. Detalle de las huellas de arado U.E: 1021. Bajo este derrumbe de adobes nos encontramos que comenzaba a aparecer una nueva estructura muraria de la que se ha conservado el alzado en adobe (U.E. 1031) y las hiladas de piedras (U.E. 1032), con una orientación SurNorte que parece indicar que se trataría de la continuación del muro MR 02 identificado en el sondeo de los años 70. Al oeste del muro apareció la primera viga de madera bien conservada para su extracción. La restauradora del equipo, engasó las vigas con una solución de Paraloid B72 y acetona con el fin de poder conservarlas (Figura 9). Sin embargo, que la viga de madera identificada al oeste aparecía en muy mal estado de conservación. Al sur del muro se documentó una fosa y a ambos lados de la misma se documentaron toda una serie de niveles sedimentarios (U.E. 1034 y U.E. 1035). Se procedió a continuación a la excavación de los rellenos de la fosa documentándose distintas U.Es. Bajo el primer nivel apareció un nuevo nivel conformado por un vertido de adobes y vigas de madera tanto de sección rectangular como circular, un nuevo nivel de derrumbe de adobes (U.E. 1043) y una serie de elementos en madera que se han identificado con vigas tanto de sección rectangular como circular (Figura 10).

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Una vez eliminados los rellenos de la fosa y delimitada ésta en su totalidad, se procedió a la excavación de la U.E. 1034, nivel bajo el cual se pudo documentar todo un conjunto de vigas en estado natural, éstas presentaban tanto secciones rectangulares como circulares y sobre alguna de ellas se conservaban finas planchas de madera (Figura 11). Tras la eliminación de la U.E. 1035 se documentó un nuevo derrumbe de adobes (U.E. 1043).

Figura 11. Detalle de las vigas de madera.


Sesión 2. Arqueología Clásica 5. CONCLUSIONES Tras la finalización de la campaña realizada el verano de 2017 y a falta de agotar estratigráficamente el sondeo realizado podemos ratificar la importancia de este yacimiento para conocer tanto la ocupación de la Edad del Hierro como de época romano-republicana de la actual ciudad de Borja. La excavación arqueológica no ha permitido delimitar el espacio identificado durante los años 70, debido a que el muro localizado durante esta campaña aparece cortado por una fosa. Las excavaciones efectuadas han permitido identificar toda una serie de estructuras constructivas en madera, algo único en la zona, ya que la presencia de este tipo de elementos naturales raras veces se puede atestiguar debido a la fragilidad de la materia. La importancia de continuar con las excavaciones en la ciudad de Bursau radica en la gran información que nos puede aportar sobre el sistema constructivo de los periodos de la Edad del Hierro y el periodo romano-republicano. Los distintos niveles localizados nos permiten aproximarnos, con la debida reserva a falta de finalizar la intervención en una futura campaña en el verano de 2018, al sistema constructivo de un edificio cuya funcionalidad no podemos establecer en la actualidad. Los niveles de derrumbes localizados durante el proceso de excavación nos informan del proceso de abandono que debió sufrir el asentamiento. La altura de la loma localizada al suroeste del sondeo permite vislumbrar en superficie toda una serie de estructuras murarias con un aparejo en adobe, unido a los muros con un aparejo en piedra, y la diferencia de cota entre ambos parece indicar que nos encontraríamos ante una edificación con dos o tres plantas, algo que se

desprende también del análisis de los distintos niveles de derrumbe que con una orientación suroeste-noroeste se han documentado durante el proceso de excavación. El conjunto de vigas de madera, localizadas bajo la U. E. 1034 parecen indicar por el sistema constructivo que presentan que nos encontraríamos ante la división entre dos plantas de una construcción que en la actualidad no podemos precisar la funcionalidad que desempeñaría durante la antigüedad.

AGRADECIMIENTOS La realización de los trabajos arqueológicos y de restauración en el Cerro del Esquilar no sería posible sin la participación, financiación e implicación del Ayuntamiento de Borja y Concejalía de Cultura, promotores de esta iniciativa, por lo que sirvan estas líneas de sincero agradecimiento. Igualmente este proyecto no saldrían adelante sin la participación de los alumnos: Luis Ayán, Leyre Castillero, Enrique Jiménez, David Lacleta, Juan Piñero y Claudia Serrano, a todos ellos nuestro más sincero agradecimiento.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS A.A.V.V. (2002): “Criterios de intervención: teoría y praxis”, en Actas I Congreso GEIIC: Conservación del patrimonio: evolución y nuevas perspectivas, pp. 1-3. Bona, J., J.I. Royo y I. Aguilera, (1979): “Primera campaña de excavación arqueológica en Bursau”, Cuadernos de Estudios Borjanos 3, pp. 35-86 Royo, J.I. y I. Aguilera Aragón (1981): “Avance de la II Campaña de Excavaciones Arqueológicas en Bursau. 1979 (Borja, Zaragoza)”, Cuadernos de Estudios Borjanos, 7-8, pp. 25-74.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.4. INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS DURANTE 2016 Y 2017 EN EL “CERRO DEL CALVARIO” DE TABUENCA (ARAGÓN, ESPAÑA) ARCHAEOLOGICAL RESEARCH DURING 2016 AND 2017 IN THE “CERRO DEL CALVARIO” OF TABUENCA (ARAGÓN, SPAIN)

Óscar Bonilla Santander1 y 3, Begoña Serrano Arnáez2 y 3, Ángel Santos Horneros3, Miriam Pérez Aranda3, Carlos Valladares Lafuente3, Alicia María Izquierdo3 1

Universidad de Zaragoza. Grupo URBS-IUCA 2 Universidad de Granada 3 Asociación de Investigadores del Moncayo

Autor de contacto/Contact author: Óscar Bonilla Santander, oscarbonillasantander@gmail.com

RESUMEN En el presente trabajo se presenta un resumen de las actuaciones arqueológicas desarrolladas en los años 2016 y 2017 en el poblado minero-metalúrgico del Cerro del Calvario de Tabuenca y su territorio. El objetivo del proyecto es conocer la configuración de los paisajes mineros en la Protohistoria y en la Antigüedad y las relaciones sociales de producción y reproducción que se desarrollaron, vinculadas a la explotación de los recursos mineros del territorio compuesto por hierro, cobre, plomo y plata. Los resultados de los dos primeros años del proyecto nos permiten acercarnos a la realidad material del proceso, caracterizado por la presencia de un asentamiento fortificado de menos de una hectárea de extensión que organiza la expotación del territorio entre el último tercio del siglo II a.C. y el primer tercio del siglo I a.C. El territorio se define por la presencia de yacimientos minerales con evidencias de explotación preindustrial y de escoriales compuestos por desechos producto de la transformación del mineral de hierro en metal. Las excavaciones arqueológicas en el poblado han descubierto un conjunto de estructuras domésticas y contextos en los que están presentes las evidencias de reducción de minerales de hierro y su posterior trabajo en la fragua. La cultura material recuperada en el poblado se compone fundamentalmente de cerámicas de producción local, restos de fauna e instrumentos en hierro y bronce. PALABRAS CLAVE: Celtiberia; Romanización; Cultura Material; Minería; Metalurgia; Paisaje.

ABSTRACT This work is a summary of the archaeological activities developed between 2016 and 2017 in the mining-metallurgical settlement of “Cerro del Calvario” de Tabuenca and its territory. The objective of the project is to know the configuration of the mining landscapes in the Protohistory and in the Antiquity and the social relationships of production and reproduction that were developed linked to the exploitation of the mining resources of the territory composed of iron, copper, lead and silver. The results of the first two years of the project allow us to get closer to the material reality of the process, characterized by the presence of a fortified settlement of less than one hectare of extension that organizes the exploitation of the territory between the last third of the second century BC. and the first third of the first century BC. The territory is characterized by the presence of mineral deposits with evidence of pre-industrial exploitation and a set of escoriales composed of waste resulting from the transformation of iron ore into metal. The archaeological excavations in the town have discovered a set of domestic structures in which evidence of reduction of iron minerals and their subsequent work in the forge are present. The material culture recovered in the town is composed mainly of ceramics of local production, faunal remains and elements in iron and bronze. KEY WORDS: Celtiberia; Romanization; Material Culture; Mining, Metallurgy; Landscape.

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1. INTRODUCCIÓN

2. OBJETIVOS

El proyecto de investigación sobre el paisaje minero de Tabuenca se engloba dentro de la investigación de los paisajes mineros en el Sistema Ibérico en la Antigüedad. Los trabajos de investigación comenzaron en el año 2016 gracias a la buena disposición del Ayuntamiento del municipio de Tabuenca que puso a nuestra disposición los medios necesarios para comenzar las intervenciones y autorizó como propietario del terreno la realización de las excavaciones en la parcela en la que se encuentra el yacimiento arqueológico del Cerro del Calvario (figura 1). Sin la implicación del grupo consistorial municipal sería imposible desarrollar los trabajos, por lo que sirva este trabajo de homenaje a su labor de fomento de la actividad científica y la defensa del patrimonio tabuenquino.

Las actuaciones de los dos primeros años del proyecto se han encaminado a valorar la potencialidad científica y patrimonial tanto del Cerro del Calvario como del territorio de Tabuenca. Si bien la tradición minera del territorio en época contemporánea es de sobra conocida tanto en la tradición oral de los habitantes de Tabuenca como en los registros históricos, nuestro interés científico fundamental en la primera fase de este proyecto era valorar la actividad minero-metalúrgica en época protohistórica y durante la Antigüedad.

Las investigaciones desarrolladas durante los años 2016 y 2017 se han encaminado a realizar un reconocimento superficial de una parte del término municipal de Tabuenca para localizar las evidencias de actividad minera en el territorio y la caracterización de las mismas, ya que el municipio tiene una larga tradición minera que remonta sus orígenes en la Protohistoria y las últimas actividades de extracción de mineral de hierro y cobre que se tiene constancia fueron en el siglo XX. Junto con los trabajos de prospección superficial e identificación de las labores mineras, se han realizado excavaciones arqueológicas en el yacimento arqueológico del Cerro del Calvario, un poblado minero-metalúrgico dedicado a la explotación de los óxidos de hierro en época romano repúblicana entre finales del siglo II a.C. y comienzos del siglo I a.C.

Los datos que se conocían hasta el momento indicaban una importante actividad de transformación y extracción de minerales metálicos en época clásica, gracias a los trabajos de Pedro Pablo de Aparicio en los años 60 (De Aparicio, 2003) y de Isidro Aguilera Aragón en los años 90 (Aguilera, 1995) en el territorio de Tabuenca. Junto con el interés científico del proyecto, otro de los objetivos del proyecto es la formación de estudiantes en arqueolología de campo, dado que con la reciente reforma universitaria y la crisis económica en la que estamos sumidos se ha producido una drástica reducción en las oportunidades de formación práctica en campo de los alumnos universitarios de grado y máster interesados en adquirir las competencias necesarias para poder desempeñar una actividad profesional en el campo de la arqueología. Por esto las dos campañas de verano se han organizado como dos cursos prácticos de arqueología con reconocimiento de 2 créditos de formación ECTS para el Grado de Historia de la Universidad de Zaragoza, mérito reconocible para el resto de universidades españolas. En el curso se realizan prácticas de campo de excavación y prospección arqueológica, trabajo de laboratorio y prácticas de conservación preventiva. (Bonilla et al., 2016, Bonilla et al., en prensa)

Figura 1. Fotografía tomada por un dron de la ladera este del Cerro del Calvario (Fotografía Enrique Rojas). Figura 2. Visitas guiadas a la excavación en las jornadas de puertas abiertas en el Cerro del Calvario (Fotografía Eduardo Vela).

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Sesión 2. Arqueología Clásica Junto con los objetivos científicos y formativos se han atendido desde el origen mismo del proyecto los centrados en la difusión de los resultados del proyecto y la implicación de la comunidad local en el desarrollo del mismo. Gracias al Ayuntamiento de Tabuenca y a la Asociación Cultural Villardajos se han organizado conferencias, jornadas de puertas abiertas, visitas a los trabajos de campo y talleres infantiles que han hecho participes a los tabuenquinos de todas las edades. La divulgación de la actividad realizada en el proyecto se ha canalizado a través de las redes sociales mediante la página de Facebook “Excavación arqueológica Cerro del Calvario de Tabuenca” con 1.030 seguidores y el perfil de Instagram “@cerrodelcalvario” con 405 seguidores, prensa escrita y digital, radio y webs especializadas (Bonilla y Serrano, en prensa). En último lugar los objetivos patrimoniales son un eje fundamental y prioritario para nosotros (figuras 2 y 3), con el objetivo de dinamizar tanto culturalmente como turísticamente el municipio se desarrolla un trabajo de catalogación de todos los elementos relacionados con el pasado minero de Tabuenca para realizar en la siguiente fase del proyecto un conjunto de itinerarios relacionados con el paisaje minero desde una visión diacrónica y que tengan como eje central el poblado del Cerro del Calvario.

Una vez que fueron sistematizadas todas las informaciones disponibles provenientes desde los estudios históricoarqueológicos a los geológicos y mineros se planteó la realización de reconocimientos superficiales sin recogida de material arqueológico para localizar los enclaves en los que hubiese evidencias de actividades vinculadas al proceso de extracción y transformación de los minerales metálicos en metal. Fundamentalmente estos lugares son las propias minas con evidencias de extracción de óxidos metálicos y los lugares de reducción de estos minerales, grandes escoriales producto de la reducción de mineral de hierro en bajos hornos. La prospección superficial ha sido hasta el momento selectiva, desempeñada por 4-5 prospectores en paralelo a una distancia entre ellos inferior a 10 metros con el objetivo inicial de georreferenciar mediante GPS de precisión métrica las evidencias de actividades minerometalúrgicas para plantear futuras intervenciones intensivas y en profundidad que permitan determinar su morfología y su cronología con mayor precisión. Se ha trabajado dentro de los límites del término municipal de Tabuenca, en los que se encuentran importantes depósitos de minerales de hierro y cobre. Los trabajos de excavación arqueológica se han desarrollado en el asentamiento Cerro del Calvario entre los años 2016 y 2017, un total de cinco semanas, 2 semanas en agosto de 2016 y 3 semanas en agosto y septiembre de 2017. Se ha intervenido en dos sectores diferenciados del asentamiento, denominados Sector 1 y Sector 2 respectivamente.

Figura 3. Talleres infantiles organizados en colaboración con la Asociación Cultural Villardajos.

El sistema de registro empleado para documentar la labor arqueológica es el Sistema Informático de Registro Arqueológico (en adelante S.I.R.A.), este sistema de registro, gestión y explotación de datos, estuvo afiliado inicialmente al sistema SYSLAT, elaborado por los investigadores del yacimiento arqueológico francés de Lattes (Py y Adroher, 1991: 83-101). Reestructurado por el profesor Andrés María Adroher Auroux (Universidad de Granada), salvando los problemas de idioma y los derivados de la especificidad de su uso en el entorno de los antiguos computadores de sistema Apple, los MacIntosh (Adroher et al. 2004; Adroher, 2010; 2014a; 2014b).

3. METODOLOGÍA

Este sistema de registro se caracteriza por trabajar con una unidad básica e indivisible del registro arqueológico, la unidad estratigráfica, a través de ella se relaciona todos los materiales documentados en la misma.

Paralelamente a la revisión bibliográfica y documental de los trabajos que guardan relación con nuestro objeto de estudio y se llevó a cabo en territorio de Tabuenca o en las zonas cercanas, la realización de encuestas y entrevistas con investigadores que han trabajado sobre el terreno y habitantes de la localidad, en especial pastores y agricultores jubilados han sido fundamentales para la localización de numerosos lugares con interés patrimonial.

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Figura 4. Principales labores mineras conocidas en el entorno del Cerro del Calvario de Tabuenca (Elaboración Óscar Bonilla sobre base del PNOA).

4. RESULTADOS Las dos campañas de excavación y prospección arqueológica en el Cerro del Calvario y en el término municipal de Tabuenca han permitido una aproximación a la realidad material tanto territorial como contextual acerca de la explotación minera, centrada en los óxidos de hierro del entorno entre el último tercio del siglo II a.C. y el primer tercio del siglo I a.C. Este conocimiento se encuentra en la actualidad en un estadio inicial, y el avance de las sucesivas campañas de investigación que esperamos realizar en los próximos años si la financiación lo permite, puede matizar o invalidar parte de las hipótesis planteadas hasta el momento.

transformación de plomo de cronología indeterminada y un repertorio cerámico homogéneo que se corresponde al documentado en los dos sectores excavados. Hasta el momento no hemos podido documentar evidencias materiales cerámicas ni de otro género en superie adscribibles a otras épocas históricas, salvo escasos restos cerámicos de época moderna-contemporánea en los campos roturados circundantes al cerro que parecen corresponder a prácticas de abonado dada la cercanía del Municipio de Tabuenca.

4.1. La prospección superficial Las prospecciones se han desarrollado en las campañas de 2016 y 2017 con el objetivo de realizar un reconocimiento superficial tanto del propio Cerro del Calvario de Tabuenca como de su territorio, ya que a pesar de disponer de referencias acerca de la presencia de enclaves con interés arqueológico, los materiales y resultados de estas investigaciones permanecen en su mayor parte inéditos. La prospección del yacimiento del Cerro del Calvario y su entorno cercano ha permitido documentar en superficie una intensa actividad de transformación de mineral de hierro con escorias correspondientes a todas las fases de la cadena operativa, eviencias de

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Figura 5. Labores mineras en la mina de cobre de Orchí (Fotografía Óscar Bonilla).


Sesión 2. Arqueología Clásica El reconocimento superficial además de centrar los trabajos en el propio Cerro del Calvario y en su entorno cercano han estado dirigidos a documentar las evidencias de actividades minero-metalúrgicas en el término municipal de Tabuenca. Para esta labor han sido fundamentales dos herramientas. En primer lugar la consulta de los trabajos de carácter geológico y minero que recogen evidencias y noticias de diversa índole acerca del tema. En segundo lugar han sido fundamentales las indicaciones aportadas por los vecinos de Tabuenca, agricultores y pastores ya jubilados en la mayoría de ocasiones que conservan en la tradición oral numerosas referencias al pasado minero del territorio. Los vecinos además de conservar la tradición oral son los mayores conocedores del territorio; sus indicaciones y en numerosas ocasiones su buena voluntad, siempre dispuestos a acompañarnos y a mostrarnos su conocimiento del territorio, han permitido la localización de interesantes datos de carácter patrimonial (figura 4). El principal recurso minero del territorio son los óxidos de hierro en forma de goethita, hematites u oligisto que se localizan en forma de filones y bolsadas en el territorio por su estructura geológica. Los lugares estudiados con presencia de óxidos de hierro y evidencia de labores mineras preindustriales son Collado Royo, Almadenes (Figura 6), El Tejar, Fontella, Collado Mediano y el Cabezo de la Mina a los pies del Cerro del Calvario. Estos yacimientos minerales comparten características similares, siendo posible su explotación gracias a su carácter superficial y fácilmente accesible mediante la realización de labores mineras superficiales sin la necesidad de realizar costosas obras de minado y túneles para acceder al mineral. Otro de los recursos minerales del entorno con interés minero en época clásica son los depósitos de plomo argentífero localizados en El Cabezo Canteque (Trasobares) y en Valdeplata (Calcena) explotados en época moderna y contemporánea conservando un interesante patrimonio minero en riesgo de destrucción.

Estos depósitos han sido puestos en relación tradicionalmente con la acuñación de denarios por la ciudad de Turiazu (Tarazona) entre los siglos II y I a.C. En el estado actual de la investigaciones únicamente contamos con pequeñas evidencias de transformación de plomo en una de las laderas del Cerro del Calvario, por lo que es posible que se trabajase con este metal en el poblado y una de las posibles fuentes de sumininistro de este metal sean estos yacimientos minerales situados a menos de 10 kilómetros del poblado, a la espera de la realización de los pertinentes análisis de isótopos de plomo que confirmen o descarten esta posibilidad. Otro de los recursos presentes en el entorno del Cerro del Calvario son los óxidos de cobre en forma de cuprita, malaquita y azurita, fundamentalmente localizados en la Sierra de La Nava, en Collado Mediano y Orchí (Figura 5). Estos depósitos fueron explotados en mayor o menor medida a mediados del siglo XX y en la actualidad se encuentran en estado de abandono. Una de las labores pendientes en estos yacimientos minerales es la caracterización isotópica de los mismos, lo que los pondría en relación o no con los objetos de bronce localizados en el Cerro del Calvario y con la posible actividad minero-metalúrgica con minerales con base de cobre de este asentamiento en época romano-repúblicana.

Figura 7. Cúmulo de restos de fondos de bajos hornos de reducción de hierro localizados en “Fuente del Sastre” (Fotografía Óscar Bonilla).

Figura 6. Labores mineras en la mina de hierro de los Almadenes (Fotografía Óscar Bonilla).

El elemento fundamental que evidencia materialmente la actividad minera son los restos del proceso productivo de transformación de mineral a metal. Mediante el proceso de reducción se genera un número considerable de restos identificables con estas labores, principalmente escorias de bajos hornos pertenecientes a época preindustrial. Junto con las escorias metálicas es habitual la localización de restos de paredes de hornos que por la acción del calor del bajo horno se han cocido, vitríficado o permanecen aderidas a las propias escorias metálicas. La consistencia y la entidad de estos restos permiten identificar los lugares de transformación por la presencia de estos elementos, que si en su conjunto conforman cúmulos de varias toneladas se les denomina escoriales.

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Figura 8. Principales escoriales de hierro en el término municipal de Tabuenca (Elaboración Óscar Bonilla). Estos conjuntos de restos de deshechos de transformación de minerales de hierro están presentes en el territorio tabuenquino. Hasta el momento además del propio asentamiento del Cerro del Calvario y su entorno en el que se localizan toneladas de restos de producción de hierro, han sido identificados varios de estos escoriales. Se han localizado estos cúmulos de escorias de cientos de toneladas en El Tejar, Campillo, la Ermita de los Santos, Hoyo Coles, La Fuente del Sastre, La Fuente de la Calderuela y en Villardajos (Figura 8). Los elementos necesarios para la reducción y el trabajo del mineral de hierro en época preindustrial son fundamentalmente dos: el carbón vegetal y el agua. La relación más aceptada suele estimarse en que se necesitan aproximadamente 100 kilogramos de carbón vegetal para la reduccción de 10 kilogramos de mineral de hierro, con el que dependiendo de la calidad del mismo se pueden obtener en torno a unos 3 kilogramos de hierro. Para la obtención de 100 kilogramos de carbón vegetal son necesarios aproximadamente unos 800 kilogramos de leña de calidad. Estas condiciones hacen que en la actividad minera se opte por transportar el mineral hasta la zona de transformación donde estén disponibles el carbón vegetal y el agua. El territorio de Tabuenca es tremendamente pobre en recursos hídricos debido a la exsistencia de ríos o torrentes permanentes de agua en su territorio. Por ello

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todos los escoriales documentados hasta el momento guardan entre sí un factor común, su localización junto a pequeñas fuentes de agua. En la actualidad estas fuentes de agua siguen activas con pequeños caudales que no permiten el surgimiento de torrentes estables y que se filtran al subsuelo como la Fuente de la Calderuela, o conforman caudales estacionales debido a la sequía como la fuente del propio Cerro del Calvario o la Fuente del Sastre (Figura 7 y 9).

Figura 9. Escorias de bajos hornos reutilizadas en la construcción de bancales en “Fuente del Sastre” (Fotografía Óscar Bonilla).


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 10. Fotografía desde dron en la que se indican los sectores excavados (Fotografía Enrique Rojas).

4.2. La excavación arqueológica en el Cerro del Calvario La excavación arqueológica en el asentamiento del Cerro del Calvario se ha desarrollado en los años 2016 y 2017. La parcela en la que se localiza el asentamiento es de titularidad municipal y hasta hace unos 20 años se utilizaba como zona de pasto para la importante cabaña ganadera de ovicáprido del municipio. La desaparición del pastoreo extensivo y la dedicación en exclusiva de la parcela al culto cristiano que se realiza en la Ermita del Calvario ha llevado consigo la desaparición de cualquier actividad económica en el cerro. La ausencia de roturación de la parte alta del mismo para labores agrícolas ha permitido una conservación excepcional de los niveles arqueológicos inalterados que se localizan a tan solo unos centímetros de profundidad o incluso directamente bajo el manto vegetal. La escasa pluviometría de la zona hace que la vegetación sea de escaso porte, compartiendo el cerro herbáceas y pequeños arbustos. En el momento de planificar las intervenciones en profundidad gracias a las fotografías aéreas y a los reconocimentos superficiales se pudieron identificar numerosas crestas de muros que indicaban la presencia de estructuras enterradas en el subsuelo.

El asentamiento esta rodeado de una muralla que se adapta al cerro construida con zócalo de piedra todavía visible en numerosos puntos. El cerro se alza con respecto al entorno unos 30 metros, por lo que le confiere un aspecto fortificado y defendido por posibles torres en el acceso al asentamiento por la ladera este. La superficie del recinto fortificado es menor de una hectárea y se caracterizaría por un conjunto de viviendas adosadas entre sí compartiendo muros medianeros y aprovechando la muralla como muro trasero de las casas. La arquitectura de las mismas sería con suelos de tierra batida, muros con zócalos de piedra y alzados en adobe y techos de cobertura vegetal ya que no se han localizado tégulas ni ímbrices. A falta de intervenir en la zona central del poblado desconocemos si estaría ocupada por otras construcciones o constituiría un espacio abierto, aunque las alineaciones de piedras en superficie parecen indicar la presencia de edificaciones en la zona central del asentamiento. Las intervenciones se han centrado en dos sectores diferenciados (Figura 10). El Sector 1 ubicado en la zona sur del poblado fue seleccionado por la presencia de indicios de estructuras murarias que podían delimitar varios espacios. El Sector 2 se localiza en la ladera norte del poblado, en la que la geomorfología del cerro indicaba la acumulación de un potente paquete estratigráfico inalterado.

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Figura 11. Fotografía desde dron del Sector 1 (Fotografía Enrique Rojas).

4.2.1. El Sector 1 La zona excavada en este sector es un rectángulo de 7x12 metros, un total de 84 metros cuadrados. La intervención ha posibilitado documentar una serie de estructuras y elementos arqueológicos que permiten identificar la zona excavada, a falta de agotar el potencial estratigráfico con una vivienda tripartita. Esta vivienda estaría adosada a otras dos viviendas que han sido parcialmente excavadas, compartiendo los muros medianeros laterales y apoyándose en la parte trasera en la muralla del poblado. La fachada daría a una calle del poblado y probablemente tendría un tejado a un agua conformado por trama vegetal. Los muros presentan un zócalo en piedra caliza y alzado en adobe, caracterizándose los pavimentos por ser de tierra batida. La compartimentación del espacio se articularía como una primera estancia dedicada a las labores artesanales, una segunda estancia con una placa de hogar (Figura 12) y una tercera estancia empleada como almacén. En cuanto a la cultura material se documentan numerosos individuos asociados a la categoría de cerámica fina de mesa y cerámica común. Se adscriben a la clase denominada como cerámica fina celtibérica y a la clase denominada como cerámica común celtibérica. Entre ellas destacan individuos identificados como vasijas globulares, cuencos y fuentes cuya funcionalidad se asocia

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al servicio de mesa. Así mismo se localizan individuos correspondientes a tinajas con borde reentrante y cuya funcionalidad está destinada al almacenaje. El resto de las muestras se corresponden con formas vinculadas a la cerámica de cocina, principalmente ollas (Serrano y Bonilla, en prensa). Igualmente se han localizado un conjunto de elementos realizados en bronce y un numeroso conjunto de restos óseos de fauna. Junto a esto cabe destacar la presencia de escorias de hierro tanto de horno de sangrado como de pozo de escoria y escorias de fragua.

Figura 12. Placa de hogar y cerámica común celtibérica en el Sector 1 (Fotografía Begoña Serrano).


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 13. Fotografía desde dron del Sector 2 (Fotografía Enrique Rojas).

4.2.2. El Sector 2 La zona intervenida en el Sector 2 corresponde a un área de 6x6 metros en 2016 con una ampliación de 3x5 metros en 2017, lo que hacen un total de 51 metros cuadrados (Figura 13). La excavación ha permitido documentar un conjunto de estructuras de las que no se puede indicar una funcionalidad concreta a falta de agotar la potencia estratigráfica. Las estructuras son similares a las del Sector 1, muros con zócalo de piedra y alzado de adobe, pavimentos de tierra batida y techumbres vegetales con lajas de pizarra. Se ha localizado un espacio abierto que podría corresponder con una de las calles del poblado y que muestra las obras de modificación del cerro para su preparación para la construcción, con una capa de cascajo sobre la roca natural del cerro para permitir el drenaje de la humedad y la lluvia. Entre los espacios identificados únicamente se ha podido delimitar uno en su totalidad, en el que se han localizado un conjunto fragmentado de cerámicas de almacenaje, lo que podría indicar que se trata de un espacio de almacén (Figura 14). En cuanto a la cultura material recuperada es similar a la documentada en el Sector 1. El repertorio cerámico se compone de cuencos con una variada tipología en base al perfil del borde y a la inclinación de la pared; fuentes caracterizadas por presentar un borde vuelto, copas y escudillas. En cuanto a la cerámica de almacenaje hemos identificado tinajas y vasijas de grandes dimensiones constatando ejemplares de borde vuelto, de borde

cefálico y de borde reentrante; así como ejemplares de fondos caracterizados por ser umbilicados. Por otro lado la cerámica de cocina aparece representada por ejemplares adscritos formalmente a ollas y a morteros (Serrano y Bonilla, en prensa). Además se han localizado un conjunto de útiles realizados en hierro y bronce en fase de estudio. Es de destacar la presencia de semillas de cereal carbonizadas y un variado repertorio de restos óseos de fauna. Como en el Sector 1, se documentan restos de escorias de hierro tanto de horno de sangrado como de pozo de escoria y escorias de fragua.

Figura 14. Conjunto de vasijas de almacenaje localizadas en el Sector 2 (Fotografía Carlos Valladares).

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5. CONCLUSIONES Las dos campañas desarrolladas en Tabuenca en los años 2016 y 2017 han permitido recabar datos para la reconstrucción de los paisajes mineros de este territorio situado al sur del Moncayo. Las evidencias documentadas en el territorio permiten acercarnos a la intensa actividad minera y a un volumen de producción desconocido antes de comenzar el proyecto, centrado en la explotación de hierro, con indicios de la explotación de los depósitos de cobre y plomo-plata del entorno. La excavación en el Cerro del Calvario está permitiendo la investigación del espacio de producción y reprodución de la comunidad establecida en el poblado minerometalúrgico. Nos permite acercarnos a una comunidad que combinaría la actividad minera con la explotación agrícola y ganadera del territorio y que desarrollaría una actividad intensiva de transformación del paisaje para procesar el mineral extraído. El control de la producción y la distribución comercial de los metales estaría probablemente en manos de los publicanos dentro de un modelo colonialista implantado por la República de Roma tras el sometimiento militar del territorio y la reconfiguración del mismo para dar respuesta a los intereses de la metrópoli.

AGRADECIMIENTOS La realización de los trabajos arqueológicos en el Cerro del Calvario de Tabuenca y su territorio no sería posible sin la participación e implicación del Ayuntamiento de Tabuenca, por lo que sirvan estas líneas de sincero agradecimiento al consistorio municipal. Así mismo hay que agradecer la colaboración de diferentes organizaciónes en las actividades y en la realización de las excavaciones como la Asociación de Investigadores del Moncayo y la Asociación Cultural Villardajos. En último lugar el proyecto de investigación no habría salido adelante sin la participación y la implicación directa de los más de 40 alumnos de diferentes universidades y titulaciones que participan tanto en el trabajo de campo como en el laboratorio, a todos ellos nuestro sincero agradecimiento.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.5. LA CASA DEL LARARIO DE BILBILIS (Calatayud, Zaragoza) LARARIUM´S HOUSE FROM BILBILIS (Calatayud, Zaragoza)

J. Carlos Sáenz Preciado1, Manuel Martín-Bueno1, Oscar Bonilla Santarder1, Carmen Guiral Pelegrín2, Claudia García Villalba3, Lára Iñíguez1, Miriam Pérez Aranda1 Universidad de Zaragoza Universidad Nacional de Educación a Distancia 3 Restauradora 1

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Autor de contacto/Contact author: Carlos Sáenz Preciado, casaenz@unizar.es

RESUMEN Presentamos en esta comunicación una aproximación al urbanismo de la Casa del Larario situada en la parte central de la ciudad de Bilbilis. La vivienda, edificada en época augustea, presenta dos fases: una primera, que se mantuvo hasta mediados de los años 50/55, y una segunda flavia, en la que se aprecian importantes reformas interiores. Todas las estancias presentan pavimentos de signinun y de mortero blanco, así como conjuntos pictóricos que muestran diversas corrientes pictóricas. La vivienda, en disposición aterrazada, es un ejemplo del complejo urbanismo de la ciudad que tuvo que adaptarse a la peculiar orografía de Bilbilis, al disponerse sus espacios y estancias en distintas alturas. Así, en la zona superior se encuentra la zona noble de la casa, dispuesta en torno a un atrio testudinado en el que se situó un sacrarium, o capilla religiosa, mientras en un nivel inferior se ubicaba un gran torcularium así como varios almacenes y espacios abiertas al cardus Maximus, vinculados a la comercialización del producto. La domus es abandonada a finales del s.II o inicios del s.III, transformándose parcialmente en un recinto artesanal en el que se han documentado caleras y espacios de acopio de elementos marmóreos para ser quedamos que hay que vincular con el momento de crisis y abandono de la ciudad. PALABRAS CLAVE: Valdeherrera; Celtibero-romano; Prospección; Geofísica; Horrea.

ABSTRACT In this article we perform an approach to the urban planning of the House of Larario placed in the central area of Bilbilis. The domus was built in the Augustinian period and shows two phases: the first one was preserved until middle 50/55 AD, and the second flavia where important inner alterations can be seen. There are signinun and white mortar pavements in every room and also several paintings showing different pictorial styles. The domus has a terraced construction, an example of the complex urban design used in Bilbilis due to its orography. In the upper part of the house we can find the noble rooms around a testudinarian atrium in which the sacrarium was located. The torcularium and several storage areas were located in the lower level, as well as open-spaces to the cardus Maximus. The domus was abandoned at the end of the 2nd century, or the beginning of the 3rd, transformed partially into an artisans place. This has to be linked with the period of crisis in which the city was abandoned. KEY WORDS: Valdeherrera; Celtiberian; Prospecting work; Geophysical; Horrea

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1. INTRODUCCIÓN Los trabajos arqueológicos modernos iniciados en Bilbilis en 1971, se centraron principalmente en el descubrimiento, y excavación, de los sectores públicos de la ciudad, principalmente su foro y teatro. De forma paralela se desarrollaron una serie de sondeos puntuales para establecer y valorar el estado de conservación y distribución de los sectores privados de la ciudad (Martín-Bueno, 1991). La reanudación de las excavaciones en 1996, desarrolló como principal línea de investigación, el urbanismo doméstico de la ciudad, lo que está posibilitando descubrir amplios sectores: Barrio de las Termas (Martín-Bueno y Sáenz, 2001-2002; Uribe, 2016: 209228) y el Barrio Central y Barrio del Ninfeo (Sáenz et al. 2004, 2005a, 2005b; 2006; 2008 y 2009; Uribe, 2016: 228-234; etc.) (fig. 1), en donde se han localizado varias domus completas de planta itálica con ricas decoraciones pictóricas, algunas de ellas exhibidas actualmente en el Museo de Calatayud y otras en proceso de restauración, que recogen la totalidad de los estilos pictóricos conocidos, especialmente el segundo y tercero, que son los más extendidos en la ciudad (Guiral y Martín-Bueno, 1986; Guiral e Iñiguez 2011-2012). Leyendo a Marcial podemos imaginarnos el rasgo principal de la arquitectura privada de Bilbilis. Descripciones como “altam Bilbilim” o “pendula quod patriae visere tecta libet”, “municipes Augusta (…) Bilbilis acri monte creat” (Ep. I.49 y 61, IV.55, X.13, 103 y 104, XII.18) nos muestran algunas de las características de su paisaje urbano, configurado mediante terrazas escalonadas de gran envergadura. Las excavaciones realizadas, han permitido delimitar una serie de potentes muros de aterrazamiento, distribuidos a intervalos regulares pero adaptados a las curvas de nivel del terreno, no siempre equidistantes, que permiten establecer una serie de dimensiones para la ubicación de las distintas ínsulas que siempre mantienen los canónicos planteamientos vitrubianos. No podemos asegurar que el desarrollo urbano fuese lineal por una misma terraza, como se aprecia en la zona de las termas, sino más bien mixto, según la configuración del terreno, de ahí que no fuese excepcional una distribución en varias terrazas, con viviendas en niveles, que facilita la implantación urbana y posibilitase el aprovechamiento de la mayor parte del espacio que era bastante limitado, de ahí que por lo que la mayor parte de las viviendas localizadas presenten dos o tres alturas, con accesos por la planta inferior o superior, según la terraza por la que se pretendiese acceder a la casa. Es obvio, que la configuración orográfica de Bilbilis, no era la más adecuada para las casas itálicas con peristilo, por ello, más bien, debemos pensar en domus adaptadas al terreno, con estancias de atrio central, como las ubicadas en la Ínsula I del Barrio Central, sin que descartemos estructuras más complejas, incluso con presencia de

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peristilo, como parecen ser las edificaciones localizadas en C.II que se sitúan por la zona central del yacimiento (Martín-Bueno, 1991: 175-177), que lo fue también de la ciudad. El urbanismo del municipio, tanto el público como el privado, siempre estuvo condicionado por la configuración del terreno, y especialmente, por las estructuras hidráulicas con las que satisfacer sus necesidades. Para ello, se estableció una compleja red de abastecimiento dispuesto mediante numerosas cisternas, de las que hoy en día conocemos 70, adaptadas a las curvas de nivel del terreno, lo que supuso, en algunos casos, la necesidad de ajuste de algunas edificaciones. No nos cabe la menor duda, de la existencia de un diseño previo de la red hidráulica del peculiar urbanismo de la ciudad, en donde los edificios no están donde debieran, como en el caso del foro, ya que primaban otros condicionamientos, aspecto sobre el que actualmente se está trabajando, y que hacen de Bilbilis una ciudad escaparate.

Figura 1. Ubicación de los principales sectores urbanos de Bilbilis.

Figura 2. Ubicación de la casa del larario.


Sesión 2. Arqueología Clásica 2. OBJETIVOS Varios son los objetivos que nos planteamos con la excavación de este edificio (fig. 2), tanto sociales como académicos: 1. Conocer mejor el urbanismo privado de la ciudad de Bilbilis mediante la excavación de uno de los principales edificios ubicados en la zona central de la ciudad, que, gracias a los sondeos efectuados en los años 80, permitió evaluar la gran entidad de sus estructuras, así como de sus revestimientos pictóricos 2. Un estudio global de las decoraciones parietales y musivarias del edificio, algunas en proceso de realización, y otras ya finalizadas. 3. Consolidación in situ, y extracción-restauración de los conjuntos pictóricos para su exhibición en el Museo de Calatayud. 4. Estudio de los procesos artesanales desarrollados en la vivienda vinculados a la elaboración, almacenajes y venta de vino. 5. Estudios de los elementos de cultura material y contextos de aparición. 6. Estudios paleoambientales, taxonómicos, antrológicos, etc.

Figura 3. Situación de la Casa del Larario en relación con los principales edificios y viales de la ciudad. (Fot. AeroAyud).

7. Consolidación y puesta en valor del edificio.

3. LA CASA DEL LARARIO La Casa del Larario se ubica en la zona central del yacimiento, lugar que el Conde de Samitier denominó como el “Campo de los Camafeos” debido al alto número de ellos que aparecían en el transcurso de las labores agrícolas y que le eran entregados por los campesinos con los que engrosaba su colección. Su proximidad al foro, así como al teatro, convierten el lugar en un privilegiado espacio para la edificación de viviendas de alto rango social, acorde a la transformación de la ciudad vinculada a su estatus municipal y a la presencia de contingentes de gentes itálicas llegados en la segunda mitad dl s. I a.C. La domus se construyó sobre una pronunciada ladera desde la que se dominaba tanto la zona central de la ciudad, como el denominado Barranco de los Sillares que transcurría entre los cerros de San Paterno y de Santa Bárbara. Previamente fue necesario adaptar el terreno mediante complicadas obras de aterrazamiento, para lo que fue necesario construir cajones, que a modo de un emparrillado rodeaba el promontorio original, ampliándose de esta manera la zona constructiva al crear una terraza mayor (Fig. 4). Estos cajones fueron rellenados con material muy diversos, principalmente piedras y rocas informes, restos de talla de los sillares que conforman los paramentos, etc., consiguiéndose de esta manera una estructura maciza y muy consisten, sobre la que se edificar la zona residencial de la vivienda, a cuyo pie se desarrolló la zona artesanal y comercial con las que se comunicaba mediante varias escaleras internas.

Figura 4. Emparrillados de cajones macizados con los que se ampliaba la zona constructiva.

3.1. Antecedentes Los trabajos se han desarrollado en tres fases, continuando en proceso la última de ellas que concluirá con la restauración y puesta en valor del edificio: Primera fase. En 1981-1982, se descubrió una serie de estancias y estructuras identificadas entonces como un ninfeo monumental apoyado en una cisterna doble (fig. 5) (Martín-Bueno, 1991: 177 -179). Lo que se pensaba que era un juego de agua de tres pilas semicirculares, una central y otras dos laterales, y la cisterna que les suministraba agua, resultó ser una serie de depósitos

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Figura 5. Estructura interpretada con anterioridad como un ninfeo y planimetría de la estructura (Martín-Bueno, 1991: 178, fig.21).

Figura 6. Vista área de la Casa del Larario (Junio 2016). (Fot. ·3DScanner)

de decantación vinculados con un gran torcularium, descubierto con posterioridad (Fase 2). Segunda fase. La desarrolló la Escuela Taller de Restauración de Aragón entre los años 2005-2008 como parte de un proyecto de formación conjunta entre restauradores y arqueólogos, con un equipo multidisciplinar en el que se trabajó junto a químicos, biólogos, etc. Fruto de estos trabajos fue la recuperación de importantes conjuntos pictóricos, algunos de los cuales se hallaron in situ, que una vez extraídos, y restaurados, se exhiben actualmente en el Museo de Calatayud. Tercera fase. Desde 2009 los trabajos son desarrollados por la Universidad de Zaragoza. Se pretende finalizar la excavación del conjunto, así como su entorno más inmediato (viales) y desarrollar el plan de consolidación y restauración del conjunto.

3.2. El urbanismo de la casa 3.2.1. La zona residencial La Casa del Larario debe su nombre a la aparición de un sacrarium provisto de larario abierto al atrio, decorado con revestimientos pictóricos, algunos todavía in situ, con molduras y apliques figurados, que una vez extraídos, y tras su restauración, se exhibe actualmente en el Museo de Calatayud (Morales y Payueta, 2008; Payueta, 2009; Íñiguez, 2016) (fig. 6). La casa se distribuye en dos planos principales, situándose en la zona superior el espacio residencial edificado durante la en la segunda mitad del s. I a.C. (fig. 7), acorde a la gran reforma urbana y de actividad edilicia que se produjo en la ciudad desde época cesariana e impulsada con Augusto. Presenta la típica planta itálica modificada, o adaptada, a la complicada orografía que presente el terreno. El elemento central es un gran atrio (5 x 7.5 m), identificado como testudinado, ya no hay evidencias de

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Figura 7. Planimetría General de la zona residencial excavada por la ETRA (Plano J. Fabré - ETRA). ningún sistema de evacuación de aguas, lo que indica un espacio cubierto-cerrado (Sáenz y Martín-Bueno, 2010: 826; Uribe, 2014: 232) cuya anchura son 3/5 de su longitud, siguiendo las indicaciones de Vitrubio (Vitr. 6.3.3). En su entorno se organizan el resto de estancias, destacando el tablinum (3,30 x 4,68 m) cuya anchura proporcional es de 2/3 respecto a su amplitud, estando solado con terrazo blanco, salpicado con teselas del mismo color, que se separa del atrio mediante una línea de teselas rojas, estando solado de la misma manera, si bien se encuentra en peor estado de conservación, observándose varios parcheos. Al atrio también se orientaba el triclinium (3,45 x 7,30 m), dos cubicula (2,2


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Figura 8. Decoración in situ y caída con molduras de la pared oriental del atrio. x 3,40), una posible cella ostiaría (2,7 x 3,4 m), si bien no descartamos que sea otro cubiculum, y la culina con almacén y amplio banco de trajo (3,23 x 6,45 m), así como un pasillo de 0,9 m de anchura y 4,68 m de longitud, que dirigía a una escalera que permitía un acceso a la segunda planta de la vivienda.

3.2.2. La decoración pictórica y musivaria La práctica totalidad de las estancias de la zona residencial se encontraban decoradas, documentándose un amplio repertorio compositivo y ornamental que se corresponde con la evolución de la estructura, de manera que las decoraciones están ejecutadas bajo los cánones del II, III y IV estilos (Guiral e Iñiguez, 2011-2012). Del atrio, únicamente quedan restos de la decoración in situ en el muro oriental, conservándose el zócalo y parte de la zona media de la pared. El zócalo se articula en compartimentos negros delimitados en su interior por un filete blanco, bordeados por bandas rojas y rodeados por una banda negra que continúa en la zona superior, actuando de separación entre los paneles medios de fondo rojo (fig. 8).

una comparación directa con el repertorio ornamental de las pinturas de Roma y de la Campania de la última fase del II estilo. El conjunto se data, por lo tanto, en el último cuarto del s. I a.C. En el ángulo sureste de la estancia las pinturas se conservan in situ y en ellas constatamos un repinte: un cambio en el color de las cortinas, acompañado por una menor calidad en la ejecución y la inexistencia de los filetes bicolores en los paneles medios, hecho que indica su realización en un momento posterior, en época flavia, en el que los pintores habían ya olvidado el juego de luces y sombras. El espacio situado al oeste del tablino, es un pasillo que comunicaba con la planta superior mediante una estrecha escalera lígnea, estando las paredes revestidas de blanco, al igual que el techo, recuperado durante la excavación. El último espacio de la zona residencial es el triclinio

La decoración pictórica del tablino se conserva in situ únicamente en el muro oriental, en tanto que en las pinturas de los muros septentrional y occidental aparecen caídas (Fig. 9), y empleadas también como escombro para rellenar las tabernae inferiores. La reconstrucción realizada de la pared pintada nos permite conocer la articulación de la pared, consistente en un zócalo negro, decorado con la imitación de una cortina que cuelga de lazos situados bajo las bandas de separación de los paneles medios. La zona media presenta sucesión de ortostatos verdes, blancos y violáceos encuadrados interiormente por filetes negros y blancos con los que se emular la iluminación, estando separados mediante bandas negras decoradas con tallos vegetales y tirsos muy estilizados. En la zona superior se sitúan compartimentos rectangulares y cuadrados, decorados con elementos vegetales en los que predominan las alternancias entre rosetas y flores de loto. Este conjunto presenta varios elementos que nos permiten aquilatar su datación, el más significativo son los filetes bicolores en la zona media, característicos de las decoraciones del II estilo; los motivos florales que decoran los compartimentos de la zona superior permiten

Figura 9. Desplome de las paredes septentrional y occidental del tablino.

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pavimentado con un terrazo blanco. Se conoce la decoración del muro oriental que, en un primer momento, estuvo enlucido en blanco aplicado sobre el adobe, sobre el que, en un momento posterior, se dispuso una nueva capa pictórica, cuya estructura se resuelve en un rodapié negro con salpicaduras blancas y marrones, un zócalo negro dividido en compartimentos por medio de filetes blancos y la zona media, articulada en paneles con trazos de encuadramiento blanco y separados por candelabros tipo tirso de colores azul, rojo y blanco; en la zona superior un filete rojo da paso a un estrecho friso, también negro, sobre el que se sitúa la cornisa. La monocromía negra de la estancia se acentuaba todavía más con la utilización del mismo color en el techo, según se desprende del hallazgo de algunos fragmentos negros, cuya pertenencia a la cubierta parece fuera de dudas, a tenor de las improntas de las cañas en el re verso. La elección de la monocromía para pintar una estancia es, sin lugar a dudas, un hecho consciente; el análisis de la funcionalidad de las estancias pintadas de negro, coincide con los triclinios, hecho que confirmar a Vitrubio que aconsejaba su uso en los triclinios invernales ya que son muy propensos a la suciedad (Vitr. 7.4.4) (Guiral e Iñiguez, 2011-2012: 284).

que presenta un doble acceso: uno interior desde la culina que se encontró tapiado, y otro exterior mediante una escalera por la que se accedería directamente desde la calle. Esta zona presenta una importante transformación en época flavia que alteró de manera ostensiblemente la planta original del espacio privado de la casa, según se desprende de la aparición de un as de Vitelio acuñado en Tarraco (RIC. I. 42) bajo un potente muro que cruzaba las estancias transversalmente y subdividiendo los espacios preexistentes, eliminando algunos muros de la fase primera convirtiéndose a finales del s. II en un gran basurero, momento que parece señalar el final cronológico de la casa o por lo menos de estas estancias, una de las cuales pasa a convertirse en un pequeño patio porticado, con la colocación de grandes basas que sustentarán los pórticos junto a una de las cuales se localizó el enterramiento infantil de un nonato (fig. 13)3, mientras el segundo espacio continuó siendo, de manera parcial, un almacén con un pequeño aljibe de 450 litros de capacidad, para la recogida de líquidos surgidos de la ruptura accidental de los recipientes de almacenaje albergados (fig. 14).

3.2.3. El sacrarium Desde el atrio se accedería al sacrarium, o pequeña capilla para culto doméstico, que ha sido recientemente estudiado por la Dra. Lara Iñiguez (2016) fechándolo en la segunda mitad del s.I d.C., acorde a las reformas que se producen en la vivienda en época flavia. El espacio, cuyas dimensiones solo posibilita el culto individualizado, presenta al final de la habitación un altar escalonado con tres repisas en las que se depositaron las divinidades (lares y penates), árulas y ofrendas, sobre el que apoyaría un larario tipo aedicula. El discurso decorativo diferencia claramente dos zonas: las paredes y por otro el frente, estando la habitación rematada mediante cornisas decoradas con apliques figurados de divinidades masculinas, cuya mirada se dirige claramente hacia abajo observando el desarrollo del culto. Los elementos de estuco recuperados permiten reconstruir una aedicula, con dos columnas rematadas por capiteles corintios, policromados que apoyaba el entablamento que sostenía el tímpano, cuyos ángulos estuvieron adornados con apliques policromados, de los que se ha recuperado el torso de una figura infantil. Como afirma Iñiguez I (2016: 113): “el sacrarium de la Casa del Larario de Bilbilis supone un unicum que refleja aquí el origen itálico de talleres y comitentes, utilizando los primeros técnicas y cartones compositivos plenamente itálicos para reflejar la religiosidad doméstica absolutamente romana de los segundos, que decidieron mostrar orgullosos su devoción en algún momento de la segunda mitad del siglo I d. C.” La zona residencial se completa con una zona de servicio

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Figura 10. Sacrarium en el momento previo a su arranque.

Figura 11. Trabajos de consolidación y extracción de las pinturas que decoraban el sacrarium (Fot. ETRA)


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Figura 12. Dibujos y restitución de los principales apliques y molduras que decoraban el sacrarium y la aedicula (Iñiguez 2016: figs, 8 a 10).

Figura 13. Zona de servicio. Se aprecian las modificaciones realizadas en la segunda mitad del s.I.

Figura 14. Zona de almacenes. Se aprecia la transformación sufrida en la segunda fase, con la eliminación de los muros medianiles y el tapiado del acceso secundario de la vivienda.

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3.2.4. La zona artesanal En un plano inferior se sitúa la zona artesanal, dotada de un gran torcularium para la elaboración de vivo, del que se han conservado los soportes de las prensas y restos de lagares, así como espacios de almacenamiento y varias tabernae para su comercialización directa en la ciudad. Sus dimensiones son: 10,45 m de longitud, 4,17 m de anchura y de 2,45 m de altura máxima, según se desprende de las improntas de la viguería de sustentación de la planta superior (fig. 15). El espacio estuvo dotado de dos prensas de viga, conservándose completos los anclajes de la cabeza del preaelum en el muro oriental, y restos de las improntas dejadas por los anclajes de los contrapesos (Peña, 2010: 40-64). El espacio presenta también un pequeño aljibelagus para cerca de 420 litros de capacidad al que se dirigen canalillos de recogida. En el momento de la excavación el espacio presentaba fuertes transformaciones fruto de la ocupación en época tardía, pero de difícil datación por la ausencia de contextos. El nivel superior del espacio estaba formado por un gran relleno de material que había sido arrojado, a modo de basurero, conformado por vajillas de sigillata hispánica, principalmente cuencos H.37, lucernas Dress. 9, 10 y Loeschcke X, decoradas con máscaras, temas eróticos, representaciones de Océano, etc., así como abundante presencia de hueso trabajado, principalmente acus crinalis, acus o agujas de coser y varios stilos, a los que hay que añadir vidrio y restos de fauna, destacando la abundante presencia de bivalvos. La cronología del material es muy homogénea, primera mitad del s.II, acorde con la de otros basureros localizados en la zona. El resto de la estancia estaba ocupada por dos caídas de pinturas (fig. 16): una de ellas la podemos atribuir a la decoración del tablinum, posiblemente del muro occidenyal, que estilísticamente queda integrado dentro del III estilo de candelabros (15 a.C.- 50 d.C.) La

Figura 15. Torcularium. Se observa los anclajes de los praela en la pared oriental.

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Figura 16. Rellenos artificiales aparecidos en el torcularium pertenecientes a conjuntos pictóricos del tablinum y atrium de la casa. localización de este conjunto en los rellenos del espacio H.20 nos lleva a pensar que nos encontramos con un movimiento intencionado de la pintura para rellenar, nivelar y regularizar el terreno en época muy posterior. Por ello hay que considerar este conjunto pictórico más un escombro de relleno que una caída4. Las características permiten fecharlos en los momentos finales del III estilo, entre los años 35-45 d.C. La recomposición está todavía en fase de realización, pero podemos avanzar la existencia de arquitecturas muy ligeras en la zona media, posiblemente un edículo central que encierra escenas figuradas; este edículo estaba flanqueado por una articulación de paneles e interpaneles decorado, uno de ellos, con una cariátide que coronaba una columna. Documentamos también la existencia de otros paneles en los que se reconocen guirnaldas vegetales de las que penden rostros femeninos, muy esquemáticos, posiblemente representaciones de oscilla (Guiral e Iñiguez, 2011-2012: 284). En otro plano inferior se sitúa un frente de 6 tabernae, de las que se han conservado las importas de las vigas que sustentaban los altillos y segundos pisos, si bien no hemos podemos determinar su actividad originaria, más allá de la secundaría, que en la mayoría de los casos fue la de servir de basureros. No obstante, al encontrarse abiertas al cardo máximo de la ciudad, del que se han


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Figura 17. Margine del cardo máximo al que se abría el frente comercial de la casa. conservado las margines enlosadas (fig. 17), indica que debieron ejercer un papel importante en el comercio de la ciudad, más cuando se encuentran próximas al foro.

3.2.5. La zona de almacenes Ya hemos mencionado la existencia de una serie de almacenes vinculados con la zona residencial de la domus, pero hay que destacar un nuevo conjunto de espacios, situados en la zona sur de la casa que responden a sótanos-bodegas empleados para el almacenaje de dolias y ánforas. Si bien hasta el momento hemos excavado dos de ellos de grandes dimensiones, es previsible la existencia de otros dos, a los que se accedería mediante escaleras internas desde la planta superior ocupada por la zona privada de la casa. Uno de estos almacenes (Almacén II), en el que actualmente se está trabajando, una vez perdida su función original, fue empleado como un enorme vertedero que ocupaba toda su extensión, en el que se ha recuperado, junto a lucernas y vajillas de sigillata del s. II, numerosos objetos de huesos trabajado, especialmente stilos, vidrio (fragmentos de ungüentarios, copas y jarras), un gran lote de ánforas Dress. 2-4, 7 y Haltern

Figura 18. Zona sur de la casa. Se aprecian la zona de almacenes y el acceso secundario de la casa (3DScanner. Agosto de 2016).

Figura 19. Almacén- bodega ubicado al sur de la casa. Los puntos negros señalan perforaciones en el pavimento para acoger las vigas de madera que sustentaban el techo. También se aprecia un pequeño aljibe con capacidad para 900 litros. 70, principalmente, que conforman un pequeño testaccio, al estar todas fragmentadas de manera intencionada, colocadas y amontonadas para ocupar el mínimo espacio posible. Vinculado a estos almacenes se ha localizado una pequeña cisterna que no descartamos que su función fuese la de servir de apoyo a las labores de almacenamiento de estas estancias, aspecto sobre el que estamos trabajando actualmente, al estar todavía en proceso de excavación.

4. CRONOLOGÍA La domus fue construida en el último cuarto del s. I a.C. Sin bien no se han documento estructuras anteriores, se recuperaron en sus rellenos de cimentación elementos cerámicos y acuñaciones de la ceca indígena local, que proporcionan un datación de la primera mitad del s.I a.C. para la ocupación del espacio previo a la construcción de la vivienda, la cual sufrió varias modificaciones menores a lo largo del s.I e inicios del s.II, destacando la decoración, y posiblemente construcción, del larario que le da nombre en época flavia. Las reformas estructurales de la casa en época altoimperial, fueron más aparentes que reales, ya que apenas modificaron la planta del edificio. Aunque la casa, desde el punto de vista arquitectónico apenas varió, no sucedió así con las decoraciones que han permitido establecer varias fases, la primera de ellas vinculada con la construcción de la domus, y que situamos en las últimas décadas del s.I. a.C. a la que pertenecerían las pinturas del tablino. A comienzos del s. I, se decora una estancia situada en el piso superior que hallamos destruida por la construcción de las estancias anexas a las piletas de decantación, antiguo ninfeo, que fue edificado en estos momentos, entre los años 35-45 d.C., cuyos fragmentos se encuentran colmatando el torcularium. Finalmente se construye el sacrarium en época flavia, momento en el que también se repintan algunas de las

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estancias menores, restaurándose el lado sureste del tablino, imitando la decoración del II estilo tardío ya existente. Finalmente se pinta la estancia hallada al norte de las piletas, con esquemas ya clásicos del IV estilo. El abandono de la casa se produjo a inicios del s.III, si no ya a finales del siglo anterior, momento al que pertenecerían los numerosos basureros y vertederos documentados en distintos espacios de ella. Será en estos momentos cuando se realice una serie de transformaciones que modificaron ostensiblemente el aspecto original de la casa; se rellenan espacios abandonados ya en ruinas, buscando una cierta homogeneidad y regularización de la zona, instalándose una calera y estancias de almacenamiento, acopio y de trabajo que hay que vincular con ella. Hay que señalar que la calera conservaba parte de su caga, principalmente elementos marmóreos procedentes del foro y el teatro, como plaqueados, restos escultóricos y epigráficos, capiteles del sacellun teatral, y estructuras tardías caleras (García y Sáenz, 2015).

5. CONCLUSIONES La Casa del Ninfeo, situada en la zona central del yacimiento, es un referente de la edilicia privada de la ciudad. No podemos obviar que a sus pies discurría el cardo máximo que unía las termas, el foro y las barriadas orientales de la ciudad, lo que remarca y refuerza su privilegiada ubicación. Tras doce años de campañas arqueológicas, dos más si añadimos los sondeos previos realizados, nos encontramos a punto de concluir los trabajos. Únicamente queda por delimitar una serie de aspectos vinculados con su zona sur y sureste en el que se encuentran los almacenes y un posible acceso secundario, así como el decumano que delimitaría la casa. Parte importante de este trabajo, y que continuará en los próximos años, más allá de la finalización de la excavación, será el estudio de los repertorios decorativos de la domus, que no podemos olvidar, refleja todas las fases decorativas del yacimiento (con excepción del siglo II), convirtiéndose, de esta forma, en la síntesis de los talleres de pintores itinerantes al municipium, que corresponden con las distintas fases edilicias constatadas, tanto en esta casa con en la ciudad. Por ello, el proyecto Pictor se esté centrado en el estudio de sus repertorios decorativos para conocer como se produjo la implantación y adaptación de los estilos pictóricos romanos en provincias. Finalmente, debemos mencionar, que en la próxima adjudicación por parte del Ministerio de Educación, Deporte y Cultura (Instituto de Patrimonio Cultural de España) de la redacción del Plan Director del Yacimiento Arqueológico de Bílbilis, la Casa de Larario tendrá un gran protagonismo, al ser una pieza fundamental en la dinamización y puesta en valor del yacimiento.

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Sesión 2. Arqueología Clásica de Restauración de Aragón (Campaña 2006)”, Salduie 6, pp. 411-425. Sáenz, J.C., O. García, C. Godoy, N. Guinda, F. Lasarte y M.P. Salas (2008): “La Casa del Ninfeo: trabajo arqueológico de la Escuela Taller de Restauración II en Bilbilis (Calatayud-Zaragoza). Campaña 2007”, Kausis 5, pp. 31-39. -(2009): “Trabajos arqueológicos realizados por la Escuela Taller de Restauración de Aragón II en el yacimiento de Bilbilis (Calatayud-Zaragoza). Campaña 2008”, Kausis 6, pp. 48-60.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

El Proyecto Bilbilis forma parte de las líneas de investigación del Grupo Consolidado de Investigación VRBS, CONSI+ID (Gobierno de Aragón) y del IUCA (Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón), estando incluido dentro del proyecto (MINECO I+D+i HAR201348456-C3-1-P.:) URBS III: Repertorios ornamentales públicos y privados en el NE de Hispania (MINECO). 2

Para este estudio contamos con el proyecto PICTOR dirigido por las doctoras Carmen Guiral (UNED) y Lara Iñiguez (UNIZAR): La decoración parietal en el cuadrante NE de Hispania: pinturas y estucos (siglo II a.C.- siglo VI d.C.) (MINECO I+D+i HAR2013-48456-C3-2-P) y Tectoria et pigmenta. Estudio analítico y arqueológico de los pigmentos y morteros de las pinturas del cuadrante NE de Hispania (S.IIa.C. – VI d.C.) (MINECO I+D+i HAR2017-84732-P). 3

Hay que mencionar que los restos aparecieron sin conexión anatómica, rellenando el hueco abierto en el pavimento para la colocación de uno de los soportes de piedra del pie que sustentaría el pórtico. Posiblemente en el momento de la realización de la perforación se encontró el enterramiento, que fue de nuevo recolocado en el hueco que quedaba y vuelto a tapar. 4

Se trata de un fenómeno ampliamente constatado en el transcurso de las excavaciones. Mediante el aporte de escombro procedente del hundimiento o abandono de los edificios antiguos, se rellenaban sótanos, bodegas, etc., desplazándolo desde las terrazas superiores a las inferiores. De esta manera se ampliaba y regularizaba la zona y se creaban bancales agrícolas. Estas acciones supusieron una importante alteración estratigráfica al dispersarse los elementos pertenecientes, por ejemplo. a un mismo conjunto pictórico, como henos documentado, en varias ocasiones, en el Barrio de las Termas.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.6.

MONUMENTALIZACIÓN Y DESARROLLO DE DOS DE LAS CIUDADES ROMANAS DEL PREPIRINEO OSCENSE MONUMENTALIZATION AND DEVELOPMENT IN THE ROMAN CITIES OF THE SPANISH FOOT SLOPE OF THE PYRENEES IN THE REGION OF HUESCA (ARAGON, SPAIN)

José Ángel Asensio Esteban1 y María Ángeles Magallón Botaya2 Instituto de Estudios Altoaragoneses Departamento de Ciencias de la Antigüedad, Universidad de Zaragoza 1

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Autor de contacto/Contact author: María Ángeles Magallón Botaya, amagallo@unizar.es

RESUMEN El presente trabajo pretende abordar un estudio comparado acerca de los procesos de monumentalización y desarrollo arquitectónico y urbanístico, entre los siglos I a.e. y III de le Era, en los dos centros urbanos principales de los antiguos municipia de Osca y Labitolosa, sin duda las mejor conocidas en la región del Altoaragón, en la ladera meridional de los Pirineos al norte de la provincia Citerior Tarraconense. El objetivo de este análisis comparado es poder extraer conclusiones para, ulteriormente, poder reconstruir este proceso en la generalidad de los asentamientos ciudadanos peor conocidos de la zona, como, entre otros, los de Jaca (Iacca) o Monte Cillas de Coscojuela de Fantova (Barbotum), cuyas trayectorias vitales serían similares a los dos primeros a juzgar por los vestigios conocidos hasta le fecha. PALABRAS CLAVE: Monumentalización; Arquitectura y urbanismo romanos; Alto imperio; Hispania Tarraconense.

ABSTRACT This paper faces a comparative study of the two processes of monumentalization and public architectonic development between the 1st century BC and the 3rd century AD in the urban centers of the municipia of Osca and Labitolosa, no doubt the best known in the region of Altoaragón (north of Aragon) in the south foot-slope of the Pyrenees in the Roman province Citerior Tarraconensis. The goal of this work is to obtain conclusions in order to, eventually, try to reconstruct this kind of processes in the other urban settlements of the region, among others, Jaca (Iacca) and Monte Cillas de Conscojuela de Fantova (Barbotum), whose trajectories would be basically, according to the archaeological remains, quite similar to the ones of the two first cases. KEY WORDS: Monumentalization; Roman architecture and urbanism; High Roman Empire; Hispania Tarraconensis.

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Figura. 1. Princincipales núcleos urbanos y mansiones varias en el prepirineo oscense. Siglos I y II.

1. INTRODUCCIÓN La ruta entre Tarraco y Oiasso (Str. 3,4,10) a la que sumamos las vías De Italia in Hispanias (It. Ant., 387,4395,4) y la Ab Asturica Terracone (It. Ant. 448, 2-452, 5) atraviesan el estratégico espacio situado en la vertiente meridional del Pirineo para acceder desde el mediterráneo al norte de la península ibérica. Igualmente contamos con la vía A Caesarea Augusta Benharno (It. Ant. 452, 6-453, 3) que relaciona el centro del Valle del Ebro con el sur de Aquitania. Los habitantes del amplio territorio situado en los somontanos meridionales del Pirineo y la Hoya de Huesca reciben y absorben las influencias romanas de todo tipo que, desde antiguo, llegan por las vías de comunicación que discurren por un territorio conquistado e integrado en el mundo romano desde comienzos del siglo II a.e. Estas influencias se manifiestan también en la urbanización y monumentalización de las ciudades romanas de la zona, en las que observamos como adoptan técnicas y materiales de construcción al mismo tiempo que en otros lugares preferentemente más romanizados. Hay que considerar que el análisis del fenómeno urbano en zonas, aparentemente marginales o alejadas de los focos más relevantes o más estudiados y conocidos, nos proporcionan aportaciones relevantes para conocer el proceso de ocupación, organización y explotación del territorio característico del mundo romano.

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2. LAS CIUDADES ROMANAS CONOCIDAS EN LA PROVINCIA DE HUESCA En el amplio territorio de los somontanos, hoy administrativamente asignados a la actual provincia de Huesca, se localizan los principales núcleos habitados de época romana conocidos a través de las fuentes documentales, epigráficas y arqueológicas. Trabajos como los realizados, entre otros, por: Domínguez, et al. 1985; Aguilera, et al. 1987; Domínguez, 1990; Asensio, 1995; Magallón y Navarro, 1999; Juste, 2000; Galve, et al. 2005; Navarro y Magallón, 2010; Asensio y Justes, 2014 y Asensio, 2016, ofrecen información sobre estas ciudades. Sin embargo, el conocimiento de estos vestigios es muy irregular, únicamente el Municipium Victrix Osca (Huesca) y el Municipium Flavio Labitolosano (Cerro Calvario. La Puebla de Castro) y en cierta medida Iacca (Jaca) cuentan con excavaciones sistemáticas, continuadas y publicadas que permiten conocer sus vestigios, reflexionar sobre su desarrollo y, en este caso, interesarnos por el proceso de su monumentalización. De las restantes ciudades o núcleos conocidos por las fuentes o la epigrafía como: Iacca, Barbotum, Boletum, Terranto, Calagurris Fibularia, Gallica Flavia, apenas tenemos noticias de excavaciones arqueológicas e informaciones que, por el momento, no permiten realizar afirmaciones tajantes, limitándonos a establecer de un modo general una periodización y catalogación básica


Sesión 2. Arqueología Clásica sobre las mismas. Respecto a otros asentamientos de menor entidad como las mansiones de las rutas romanas: Mendiculeia, Tolous, Caum, Pertusa, Bourtina, Foro Gallorum, Ebellinum, los datos son en algunos casos inseguros y su localización se halla en fase de revisión y análisis.

Figura 2. Las mansiones conocidas entre Ilerda y Osca, citadas en las vías del Itinerario de Antonino. De Italia in Hispanias (It. Ant., 387,4-395,4) y Ab Asturica Terracone (It. Ant. 448, 2-452, 5).

3. BOLSKAN / MUNICIPIUM VICTRIX OSCA 3.1 Una ciudad indígena y romana en un emplazamiento privilegiado todavía poco conocida arqueológicamente La primera gran excavación urbana llevada a cabo en el solar de la diputación el año 19871, supuso un hito en la arqueología de la ciudad. El desarrollo urbano producido en la ciudades en el último cuarto del siglo XX ha propiciado el aumento de excavaciones arqueológicas urbanas, dentro del marco legislativo de protección del patrimonio. De este modo podemos contar con una serie de importante documentación arqueológica que está permitiendo descubrir el pasado de la ciudad. Desde entonces se han ido sucediendo con algunas interrupciones excavaciones en algunos de los solares situados en el casco histórico hasta llegar al momento actual en el que se pueden establecer con cierta seguridad las fases de la monumentalización de la ciudad. La superposición del hábitat en el solar oscense desde el mundo prerromano a la actualidad nos ha privado de grandes testimonios arquitectónicos de las distintas épocas de la ciudad. El proceso de reutilización y perduración de elementos urbanos de prestigio a lo largo de la historia nos permite conocer, por ejemplo, que el oppidum de Osca tendría en origen una estructura cerrada, aunque no podemos precisar de momento cuál fue exactamente el perímetro de este recinto defensivo.

Figura 3. Denario de Bolskan. Museo de Huesca. Inventario. 01099 (Domínguez y Aguilera, 2014: 92).

Figura. 4. Área de dispersión de los hallazgos romanos en el casco urbano de Huesca (Justes y Calvo, 2013:157).

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Sin embargo, los límites del casco urbano de la ciudad romana que se venían identificado con los de la ciudad medieval encerrada por el recinto amurallado andalusí, se prolongan considerablemente hacia el sur gracias a los hallazgos de estructuras como las del Palacio de la Diputación Provincial y la calle Perena, etc como se puede apreciar en la figura 4.

Figura 7. Calle pavimentada. Círculo Católico.

3.1.1. Las fases en la monumentalización del Municipium Victrix Osca Figura. 5. Muralla de Huesca, ronda de Montearagón, postigo de la Barbacana, 1976 (Foto, Fernando Alvira Lizano: http://www.patrimoniodehuesca. es/?s=muralla+huesca).

Figura. 6. Muralla romana de Osca; cajones tras la muralla andalusí (Lafragüeta, 2008). Del mismo modo, los diversos tramos de vías urbanas documentados hasta la actualidad en el casco antiguo de Huesca reflejan en su estructura constructiva, una gran homogenidad, dado que cuentan con una pavimentación de lajas de caliza lacustre procedente de las canteras de Almudévar, flanqueado por aceras o margines laterales (Círculo Católico; plaza Universidad; Dormer) (Juste, 1994; 2000; Royo, Cebolla, Justes y Lafragüeta, 2009). Respecto a su estructura urbanística, aunque muy fragmentaria, la misma parece dibujar un esquema geomórfico no ortogonal adaptado a los notables desniveles topográficos en el que no se percibe, de momento, la existencia de ejes viarios rectores y que nada tiene que ver con el viario actual, heredero del de la ciudad medieval.

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Tradicionalmente se ha pensado en la incidencia que la presencia de Sertorio (Plut.,Sert, 14,1,185) pudo tener en el enclave urbano, pero en la actualidad se tiende a pensar que, pese a la relevancia del general romano en la historia de la ciudad, la huella del proceso de monumentalización y desarrollo urbanístico se aprecia mejor a partir del último tercio del siglo I a.C. Las excavaciones arqueológicas no muestran indicios de destrucción violenta en la ciudad. La batalla de Ilerda, y la presencia de Gneo Domicio Calvino (39-37 a.C.), que parece haber operado desde Osca en la campaña contra los cerretanos2 que le valió el triunfo (36 a.C.), pudo tener incidencia en la valorización de la ciudad en el contexto del VME. Es evidente que la ciudad cobra nueva dimensión por su participación en el bando cesariano3 que tiene su reflejo en la denominación de la ciudad: Municipium Victrix Osca, como se constata en las leyendas monetales (Domínguez y Aguilera 2014: 101). Más tarde la promoción jurídica que revela el texto de Plinio puede tener su manifiesto en los vestigios del sacellum y en las estructuras domésticas como la “Casa de las Rosetas” y también en el desarrollo de programas edilicios acordes con la nueva situación, que necesitara y empleará materiales constructivos, como es el opus quadratum en arenisca local, aprovechando las abundantes canteras del entorno (Cuchí et al., 2005; Cuchí et al., 2006-08). Estas actividades reflejan la voluntad de las élites locales de adaptar la estructura urbanística de su ciudad a las nuevas necesidades impuestas por la organización sociopolítica surgida tras la conversión de la comunidad en municipio de derecho romano. Aunque es evidente que una cosa es la promoción jurídica, que es un hecho concreto en el tiempo, y otra la monumentalización, que supone un proceso largo y gradual de varias generaciones, con frecuencia lleno de altibajos, que depende de las circunstancias sociopolíticas, del estado de las finanzas públicas y de la voluntad de los evérgetas locales y foráneos. (Asensio y Justes, 2016:629).


Sesión 2. Arqueología Clásica x 10 codos helenísticos de 0,52 m) esta realizado en opus quadratum. La segunda hilada conservada se decoró con una moldura de doble curvatura cyma reversa cuyo perfil de altura y profundidad similares (unos 25 cm cada una) resulta común en las provincias occidentales durante las épocas triunviral y augústea. La cronología que se deduce del estudio tipológico de la moldura del pódium y de las técnicas constructivas, permiten aproximar la cronología del templo oscense en los años treinta del siglo I a.e. a comienzos de época augústea (Asensio, J. Á.: 2003: 9495, 115).

Figura. 9. Sacellum del Círculo Católico, con su moldura cyma reversa en el pódium (J. Á. Asensio).

3.1.1.2. La monumentalización de época augustea y tiberiana

Figura. 8. Denario de Domicio Calvino acuñado en Osca. Museo Arqueológico Nacional. Inventario. 1993/67/12204. (http://ceres.mcu.es). (Domínguez y Aguilera, 2014: 97).

3.1.1.1. La primera monumentalización: Finales del siglo I a.C. El principado Destacamos que el sacellum hallado en las excavaciones del Círculo Católico es, por el momento, el resto más significativo y pone de manifiesto la temprana monumentalización y adopción de elementos arquitectónicos comunes a otras provincias romanas. (Asensio, 2003, 97-123. Se ubica en una ínsula enmarcada por tres calles empedradas de la que también formaba parte una domus denominada “Casa de las Rosetas” (Juste, 1996: 136-163; 2000: 97-100; Asensio, 2003; Uribe, Angás y Serreta, 2012). Parte del podio del templo de 7,80 m de longitud por 5,20 m de anchura (15

La conversión en municipio de derecho romano, tal como indica Plinio (Plin. NH III 24: ), pudo suponer un gran impulso a la ciudad, como se ha comprobado en las importantes excavaciones urbanas. En ellas se han localizado dos grandes zonas monumentales (Royo et al., 2008, 148), edificadas en parte sobre los restos de un “posible” foro republicano. En una de ellas se conserva un conjunto interpretado como un posible mercado público (Cebolla et al., 2006, 148). La segunda área monumental estaba situada en el entorno de la actual catedral, la parte más alta de la ciudad, en la que se cree estaba situado el foro. Allí, en 1884, bajo el claustro de la Catedral, zona en la que se piensa se hallaba el foro se halló un fragmento de una gran estatua de bronce (Lostal, 1980. Domínguez et al., 1984, 217), sin duda colocada sobre un pedestal, decorando un espacio público. Asociados a estas construcciones, en la zona noreste de la ciudad se erige el teatro4 (Cebolla et al., 2006, 84-86) fechado en época tiberiana y que conserva elementos decorativos como capiteles corintios. constituye uno de los elementos más notables del proceso de monumentalización e integración de la ciudad en las estructuras político administrativas del imperio romano. Su datación en época tiberiana a partir de los datos estratigráficos (Ruiz y Cebolla, 2014), así nos lo confirma. Localizado en el área sureste de la ciudad romana, a partir del análisis del parcelario urbano y del hallazgo en unos sondeos de estructuras de sillares y caementicium compatibles con este tipo de edificios.

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Figura 10. Reconstrucción hipotética del teatro de Osca (Ruiz y Cebolla, 2016. 290).

Figura 12. Capitel corintio-normal (augústeo tardíotiberiano) de Desengaño-Peligros, procedente quizá de la escena del teatro. Hay que destacar que en este progresivo proceso de monumentalización no se aprecia por el momento una marmorización. Los elementos arquitectónicos en piedra se fabrican en arenisca, a pesar de que se documenta la llegada a la ciudad de importantes cantidades de mármoles procedentes de las sobre todo de canteras de la cara norte de los Pirineos aunque también de la cantera itálica de Carrara (Royo, Cuchí, Alagón, Lapuente y Brilli, 2016).

3.1.1.3. Unas elites activas en el proceso de monumentalización

Figura 11. Teatro romano de Huesca (SIGPAC) visible en el parcelario de la ciudad (Sobre la conservación del teatro en el parcelario urbano. Cfr. Ruíz y Cebolla, 2016, 289). Estructuralmente se trata de un teatro in montibus, sobre ladera. Se trata de un teatro de tamaño medio que pudo tener un diámetro máximo de unos 67 m, alcanzando una cifra total de 80 m si incluimos la cripta, por lo que se ha calculado que podría haber alcanzado una capacidad de unos 3000 espectadores (Ruiz y Cebolla, 2014: 261)

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Pese a que Osca no se conservan muchos vestigios de grandes domus decoradas con elementos de prestigio, los hallados hasta el momento demuestran el proceso de integración de sus habitantes y la importancia de los mismos en el proceso del desarrollo urbanístico de la ciudad romana. Como hemos visto la vivienda más conocida es la denominada “Casa de Las Rosetas”, hallada en el solar del antiguo Círculo Católico (Juste, 1994 y Royo et al., 2008). Fechada, por el opus signinum de su estancia en época cesariana y con al menos tres fases constructivas documentadas (Uribe, 2015: 351) es un claro ejemplo del proceso de embellecimiento y transformaciones funcionales que tiene la vivienda y que, en este caso, pudo contar con un espacio dedicado al culto privado. (Uribe, 2015:151).


Sesión 2. Arqueología Clásica Tenemos la fortuna de conocer el nombre e incluso ciertos detalles de la biografía de algunos de los habitantes de las ciudades romanas del norte del Ebro, principalmente de Osca y Labitolosa y también de otras como Boletum o Barbotum, gracias a los datos presentes en las inscripciones latinas, en las monedas y en menor medida en los grafitos sobre cerámica.

En el caso del Municipium Osca, sabemos que Marcus Marius Nepos ostentó el flaminado o sacerdocio local y el duunvirato o magistratura anual suprema en el municipio, que también alcanzaron los individuos mencionados en las acuñaciones oscenses de entre las épocas de Augusto y Calígula: M. Quinctius y Q. Aelius, Sparsus y Caecilianus, Compostus y Marullus, Quietus y Peregrinus, M. Aelius Maxumus y Q. Aelius Proculus, Hospes y Florus, G. Tarracina y P. Priscus (Curchin, 1990, 216-217). A estos sumaremos los seviros augustales oscenses Lucius Cornelius Phoebus y Lucius Sergius Quintilius (CIL II, 3002) (Fig. 14). Estas elites ponen su riqueza al servicio de su representación social y por consiguiente al de la ciudad.

3.1.1.4. Economía y territorio

Figura 13. Pavimento “Casa de las Rosetas”. En Labitolosa destaca Marco Clodio Flacco, que sin duda ejerció de evergeta en su localidad, como demuestran los pedestales dedicados por sus conciudadanos y sobre todo por el mismo al pagar la estatua del Genio que presidía la Curia. La denominación de L. Aemilius Attaeso permite afirmar que se trataba de un ciudadano romano de origen indígena que habitaba una zona donde la influencia romana era antigua y estable, pero donde perduraban aún en la primera mitad del siglo II antropónimos indígenas como Attaeso.

Figura 14. Inscripción de los seviros augustales oscenses a la Victoria Augusta. (CIL II, 3002). Victoriae Aug(ustae) / L(ucius) Cornelius Phoebus / L(ucius) Sergius Quintillus / seviri Aug(ustalis) / d(e) s(ua) p(ecunia) f(aciendum) c(uravit) .

El análisis de los materiales empleados nos ayudan a conocer mejor las actividades. En este sentido el sistema constructivo por antonomasia de la ciudad romana es el opus quadratum en arenisca local, que aprovecha las abundantes canteras del entorno (Cuchí et al., 2005; Cuchí et al., 2006-08) utilizado tanto en la arquitectura privada (domus de Desengaño-Peligros y DesengañoPetronila) como en la pública (muralla, templo Círculo Católico). Las gentes oscense además muestran los deseos de ornamentar la ciudad con el uso de algunos materiales de procedencia externa como las piedras de mármol y otras como las de Santa Tecla que están siendo objeto de estudio. (Lapuente, P. et al. 2015; Royo et al. 2016). Aunque sabemos poco de la economía de la ciudad oscense, sin duda los materiales cerámicos descubiertos en las excavaciones y en los vestigios asociados a producciones alfareras (Justes y Calvo, 2013) no hacen sino confirmar que la ciudad participaba en los circuitos comerciales y económicos derivados del comercio y producción cerámicas. Los habitantes de Osca, adoptan en su vida cotidiana las novedades del momento. (Mínguez, J.A. 2016). Del mismo modo, el conocimiento del territorio es un factor relevante para conocer la capacidad económica de las gentes. Desconocemos las dimensiones concretas del ager o territorium oscense, a partir del análisis de la red urbana romana de la región podemos suponer que este limitaría con el de las ciudades vecinas de Iacca por el norte, Barbotum y quizá Labitolosa por el este, así como Bourtina (¿) y Caesaraugusta por el sur, así como con el de otras ciudades de ubicación no segura como Calagurris Fibularia. Las investigaciones de Ariño (Ariño, 1990: 92-135), demostraron que en este territorio oscense existieron al menos tres centuriaciones con módulo clásico de 20 actus cuyo origen, sincrónico o no, se ha relacionado con la época posterior a la guerra de Sertorio. Es posible que en este caso pudieran tener que ver, con un proceso de regularización y explotación del territorio, así como con cuestiones fiscales, en relación a la fundación del nuevo municipio Osca. A partir de estas centuriaciones, de época imprecisa, podemos considerar que el territorio oscense había adoptado una apariencia

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Figura. 15. Vaso de paredes finas fabricado en Calagurris (La Rioja) hallado en Huesca. Dibujo: J.A. Mínguez, 2016. Foto: Museo de Huesca. plenamente romana, aunque sería con la generalización del modelo villa cuando este proceso alcanzara su culminación a lo largo del siglo I. Carecemos de estudios de conjunto acerca del poblamiento rural romano oscense, lo que impiden obtener una idea, siquiera somera, acerca de la evolución del mismo se conocen varios asentamientos rurales en el territorio atribuido al Municipium Osca, como son: La Corona de Bolea, La Magantina, Bajo Cuesta de Apiés, Alerre, Ortilla, Argavieso, Quinzano, etc. y numerosos topónimos relacionables con fundi y los repartos de tierras romanos como Cuarte, Tierz, Estrecho Quinto

Figura 16. Centuriaciones I y II de Osca (Ariño, 1990).

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y Siétamo (Ubieto, A. 1976: 147-174; Domínguez, 1990:55; Ariño,1990:108-111). Todo ello nos indica que la excelente comunicación con el mundo romanos proporcionada por su ubicación en la red viaria romana oficial sumada a la riqueza de su entorno físico, hacen de Osca una de las ciudades más relevantes y ricas del VME.

4. LABITOLOSA5 4. 1. El territorio El amplio territorio atribuido al Municipium Labitolosanum, se centra en los valles del Cinca Ésera e Isábena y en las sierras prepirenaicas y los somontanos de las mismas. Las prospecciones de L. Chasseigne (Chaseigne, 2001, Chaseigne et al. 2013) han demostrado que el paisaje plenamente romano y el poblamiento rural de tipo villa sólo se conforman en época imperial plena, a partir del siglo I avanzado y ya claramente en el siglo II, en relación con la consolidación del oppidum del cerro Calvario como cabeza de una ciuitas con categoría de municipium. También podemos conocer el amplio espacio de explotación agrícola controlado por la ciudad que le proporcionaba la serie de recursos económicos, basados en la agricultura y ganadería. Lo que garantiza a sus habitantes, junto con las tradicionales actividades alfareras y comerciales, un adecuado nivel económico que se truncará en la crisis del siglo III con el consiguiente abandono de la ciudad. A las condiciones económicas derivadas de su situación en un valle fluvial, uniremos la enorme influencia de todo tipo que procede de las personas, ideas, comercio, etc. que transitaban por


Sesión 2. Arqueología Clásica una de las arterias más importantes del mundo romano, como era la ruta Tarraco-IIerda-Osca-Caesaraugusta, (Magallón, 1987) que discurría a unos escasos 50 km. al sur de Labitolosa.

En el caso de Labitolosa, la ocupación de época imperial hizo desaparecer buena parte de los niveles arqueológicos correspondientes a la primera ocupación del lugar. Únicamente, determinados restos constructivos y cerámicos encontrados en el yacimiento permiten afirmar que existió un pequeño establecimiento indígena en la zona superior del Cerro Calvario desde finales del siglo II a.C.

4.2.1. La primera gran remodelación y monumentalización urbana: los edificios del Forum y las Termas I. A mediados del siglo I asistimos al comienzo propiamente dicho de la monumentalización de la ciudad, con la construcción de aterrazamientos para organizar su urbanismo adaptándolo al relieve.

Figura. 17. Situación de Labitolosa entre las ciudades de Aeso y Barbotum. Obsérvese la orientación de los valles fluviales. En cada uno de ellos, prácticamente se ubica una ciudad romana.

4.2. La monumentalización de Labitolosa El ejemplo de Labitolosa ha sido muy relevante para el análisis de las ciudades ubicadas en este territorio ya que apenas teníamos noticias de las mismas, no figuraban en las fuentes literarias romanas, incluso no se mencionaban en el famoso texto de Plinio (N.H. III,3,24) que describe las ciudades del Conventus Caesaraugustanus, al que sin duda pertenecían. Como ya hemos indicado en otras ocasiones (Magallón y Sillières, eds. 2013, Magallón et al. 2016, 291-313) Nuestro conocimiento se limitaba a las excavaciones realizadas en Barbotum a comienzos del siglo XX por R. Del Arco, a las menciones epigráficas de Labitolosa (CIL II, 3008 = 5837) Boletum (CIl II, 5843, 5845) y Barbotum (CIL II, 5847, Navarro et al. 2000, 247) y a los estudios derivados del análisis de la documentación tardorromana y visigoda como el testamento y donación del diácono y obispo Vicente, en la que se menciona los nombres de antiguas circunscripciones: terra barbotana, terra labeclosana, terra boletana, terra terrantonensis, identificadas con las ciudades implantadas en la zona, sin que se supiera nada concreto de su morfología y urbanismo.

Los edificios excavados, fechados en ese momento, responden a dos actividades vinculadas a la vida de las gentes romanas: las político administrativas –Forumy las higiénicas –Termas I-. La ciudad dispone de un foro con sus dependencias administrativas y otros edificios, presumiblemente, ubicados en algunas de las estructuras de época augústea que se hallan bajo la curia y cuyas dimensiones y disposición concuerdan con estas funciones. Los restos de estas construcciones, datadas a mediados del siglo I d.C. nos permiten conocer el foro antes de la remodelación que se lleva a cabo en época Flavia. Tres son los edificios identificados como parte de las estructuras del Forum: la Curia –de cronología flaviay parte de dos construcciones que se ha denominado Gran Edificio y Edificio Este –fechados entre el 5060 d.C.- correspondientes a esta primera fase y que se inscriben en un programa edilicio de gran envergadura, dotándolo de un aspecto más monumental, acorde con las necesidades de la nueva ciudad peregrina y del deseo de sus elites de presentar su ciudad integrada en el mundo romano. En estos primeros grandes conjuntos monumentales, propios del modo de vida romano, se documenta además el uso generalizado de las unidades del medida de origen itálico, el pie y sus divisores (muros de opus quadratum con hiladas generalmente de entre 1,5 o 2 pies de altura y anchura y en la plaza del foro, trazada a partir del actus; muros del Gran Edificio del foro, de 1,5 pies de anchura), así como las técnicas constructivas, los modelos ornamentales y los nuevos esquemas y planos propios de la arquitectura romana. En esta fase inicial se aprecian recursos técnicos empleados en ciertos bloques de opus quadratum, como las cajas talladas para disponer las concamerationes en los zócalos de sillares de las Termas I, muestran una notable habilidad técnica en los canteros que participaron en la construcción de este edificio público, así como una inventiva nada desdeñable. Destacamos la presencia de elementos de terracota para las techumbres, tegulae e imbrices, en los restos de algunas viviendas como una

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pintado imitando el mármol en los muros y en el intradós de las bóvedas y una concha marina situada sobre el baño frío.

Figura 18. Edificios del Forum de Labitolosa. Figura 19. Termas I. Construcción inicial y modificación. situada en el camino de la Reguera. Entre los años 50 a 60 d.C, se lleva acabo una intensa actividad edilicia que se extiende a otras zonas de la ciudad. La construcción de las Termas I constituye una respuesta excepcional a las necesidades ciudadanas, es indispensable dotar a la ciudad de los edificios destinados a la higiene y relaciones sociales. Un edificio de dimensiones modestas que ocupa una superficie total de 530 m2 con sus terrazas y ábsides y mide 33,30 de longitud en sentido este-oeste por 13 de anchura. A lo largo del tiempo de utilización se ha podido constatar una serie de transformaciones y modificaciones que permiten realizar un aproximación a su evolución arquitectónica (Fig. 19). El afán de monumentalizar los edificios también lo observamos en la adopción de nuevas técnicas, en particular en los tres edificios públicos de esta época, se emplean en los muros el opus quadratum y el opus caementicium y en los suelos se pavimentó con opus signinum o el opus spicatum. El afán innovador se aprecia en la dotación de las más recientes técnicas de calefacción de las salas cálidas y del agua en las piscinas, con conductos para el aire caliente y la caldera tipo testudo alvei. Destacamos los recursos técnicos empleados, como las cajas talladas para disponer las concamerationes en los zócalos de sillares de las Termas I, que muestran una notable habilidad técnica en los canteros que participaron en la construcción de este edificio público, así como una inventiva nada desdeñable. Las fábricas de arcilla cocida, opus testaceum, comienzan en esta época a usarse de manera masiva en los hypocausta y las concamerationes (en forma de placas, ladrillos, suspensurae y carretes) de las Termas I, así como en las reparaciones de los zócalos de sillares del edificio. También en las cubiertas del complejo termal se emplean profusamente elementos de barro cocido como tegulae, imbrices y antefijas fabricadas a molde y decoradas con relieves. Por el contrario, las decoraciones interiores son sencillas placados de mármol sobre sus suelos y paredes. Estuco

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4.2.2. La segunda fase de monumentalización (Flavios antoninos. La Curia-Templum Ordinis, las Termas II y la nueva arquitectura doméstica. A partir de las últimas décadas de esta primera centuria cuando la ciudad experimenta una radical transformación urbanística y arquitectónica que afecta tanto a los complejos públicos como a las viviendas y que hemos de relacionar con la conversión de la comunidad en municipio latino, como nos indica la inscripción dedicada al Genius municipi Labitolosani. Consecuencia de este estatuto municipal, se inicia una nueva etapa de monumentalización en esa misma época, representada por dos construcciones, la Curia y las Termas II, así como la edificación de la Domus 1. Al igual que sucede en el hábitat precedente, la trama urbana de la ciudad carecería de unos límites precisos debido a la inexistencia de recinto amurallado. El foro mantendría la misma disposición original, con ejes de orientación noroeste-sureste y suroeste-noreste, mientras que los dos edificios termales estarían organizados por una calle de gran anchura y dirección norte-sur bastante exacta que pudo ser uno de los ejes viarios principales de la ciudad. Dos son los edificios que ponen de manifiesto el proceso de monumentalización a finales del siglo I en Labitolosa: La Curia y las Termas I. La curia de Labitolosa es el edificio más representativo del municipium Labitolosanum. Es además uno de los mejores exponentes de este tipo de construcciones en el mundo romano. Según se deduce de los datos estratigráficos, la curia fue construida a finales del siglo I p.C. en el lugar en que se hallaba una edificación augústea que fue desmantelada para la ocasión. Sin duda, las élites urbanas realizan un edificio representativo y necesario


Sesión 2. Arqueología Clásica a la vida publica y política acorde con el nuevo estatus municipal de la ciudad. De forma rectangular, mide 19,67 m de longitud en sentido norte/sur y 11,10 m de anchura en sentido este/oeste; ocupa por lo tanto una superficie de 216 m2. Su espacio interior mide 15,60 m por 9,60 m y ocupa una superficie de 149,76 m2. Está conformado por dos estancias: el vestíbulo, que prácticamente ha desaparecido, y el aula, en la que se encuentra la extraordinaria galería de zócalos y los pedestales de las estatuas con restos epigráficos que representa la gran singularidad del mismo. La decoración tanto interior como exterior de la Curia era muy austera, en su interior, se recurrió a pinturas que imitaban el mármol, el sistema compositivo más simple de cuantos existen en la pintura romana. Si la decoración pictórica era simple, no puede decirse lo mismo de la escultórica. El interior del edificio fue paulatinamente ornamentado con estatuas y bustos apoyados sobre pedestales dispuestos junto a los muros norte y laterales. Se conservan los restos de veinticinco bases. Las particularidades morfológicas de los pedestales y el análisis de inscripciones conservadas permiten identificar al menos cinco iniciativas diversas en la erección del conjunto escultórico y epigráfico de la curia: los notables de la ciudad erigieron estatuas en su interior desde la construcción del edificio y, probablemente, durante todo el siglo II, sobre todo en su primera mitad.

Las Termas I edificadas ente los años 50-60, convivieron más de un siglo con las Termas II, edificadas, como la curia, a partir del año 80-90. La construcción de las Termas II coincide con el momento en el que las élites urbanas inician un proceso de auto-representación manifestada en la nueva curia y en sus inscripciones. Desgraciadamente, la ausencia de documentos epigráficos nos ayuda a identificar al posible evergeta y las motivaciones que llevaron a edificar unos nuevos baños públicos. De este monumento solo resta su parte central, en la que se ubican las dos salas calientes con su hipocaustum, el praefurnium y el frigidarium. La zona norte y el oeste del edificio prácticamente han desaparecido, al igual que su fachada occidental.

Como novedad en la edificación encontramos en el sistema de construcción de la Curia, especialmente en su muro norte, interesantes soluciones arquitectónicas que denotan el esfuerzo técnico realizado y el interés y la importancia que manifiestan los labitolosanos en la edificación de sus monumentos.

Figura 21. Ladrillos dovelas empleados en las Termas II. Fincker et al. 2013, Fig. 25c, p. 271.

Figura 20. Bóvedas de eje vertical en la pared norte de la Curia de Labitolosa.

Los vestigios conservados no destacan por su ornamentación, sin embargo hallamos en el mismo elementos constructivos muy interesantes. Los aspectos más novedosos se hallan en el sistema empleado en la calefacción de las bóvedas, concretamente en los conductos de aire caliente situados en las bóvedas para evitar la condensación. Los llamados “dovelas-ladrillos” hallados en Labitolosa, constituyen un ejemplo único de cómo las termas de Hispania pudieron dotarse a finales del siglo I de este sistema de calefacción. (Fincker et al, 2013, 295). A esta novedad podemos añadir la existencia de una caldera de bronce para el agua –milliarium- en el praefurnium. Otro descubrimiento importante ha sido el del combustible utilizado en el praefurnium: restos de carbón vegetal fueron hallados en la boca del horno. El empleo de dicha fuente de energía implica un alto poder calorífico en un bajo volumen de materia combustible,

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lo que permitiría un ahorro considerable en el transporte y facilitaría su almacenamiento. El análisis de los restos leñosos parecen indicar que el carbón vegetal procedía de encinas cuyos bosques se conservan todavía en los alrededores del yacimiento arqueológico. Es en el conocimiento y temprano empleo de los avances técnicos o de las novedades arquitectónicas, donde podemos encontrar el reflejo del esfuerzo llevado a cabo por sus habitantes en monumentalizar la ciudad.

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Figura 22. Domus I. Reconstrucción y restos.

5. CONCLUSIONES Es evidente que las promociones políticas y la vida de las ciudades favorecen el desarrollo urbanístico. Los casos del Municipium Victrix Osca y Labitolosa ponen de manifiesto que estas ciudades consiguen un aspecto monumental acorde con sus necesidades y situación jurídica. En ambas, la constatación arqueológica de una monumentalización rápida y de gran calidad es importante ya que se basa en datos arqueológicos obtenidos a través de excavaciones arqueológicas fiables y recientes. Los trabajos de arqueología urbana en Huesca, pese a las dificultades y problemas derivados de sus características, han sido modélicos para ofrecer a la investigación la vida e historia de una de las ciudades romanas más relevantes del VME. En el caso de Labitolosa, la posibilidad de excavar de un modo continuado a lo largo de veinticinco años permite conocer el desarrollo de una pequeña ciudad Citerior que no fue privilegiada hasta época Flavia.

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Figura 23. Foto aérea y plano de Hueca con indicación de la superficie que pudo tener la ciudad romana y las zonas alfareras detectadas (Justes y Calvo, 2013:157). Posible máxima extensión de la Osca altoimperial. Con línea negra, el trazado de la muralla medieval. 1) Alfar romano en la calle Pedro Sopena; 2) colegio San Viator; 3) El Fosalé.

NOTAS ACLARATORIAS 1 2

Aguilera et al. 1987. Sobre Domitio Calvino, cfr. Los trabajos de Rivero, 2002; Amela, 2013 y Domínguez y Aguilera 2014.

Julio César (B. C. i, 60, 1) Nota cfr. Página 289 del trabajo de Ruiz y Cebolla 2016, en la que se ofrece una serie de fotografías en el trabajo publicado en el vol. del primer Capa. 2015, por Ruiz y Cebolla se pone de manifiesto la fosilización de los restos arquitectónicos del teatro en el parcelario de la ciudad. 5 Debido a la precariedad económica y a la falta de subvenciones por parte de la administración los trabajos arqueológicos en Labitolosa se hallan paralizados. Esperamos que en próximos años se puedan finalizar algunos trabajos y completar la protección del patrimonio. 3 4

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.7. LARRAZ. UNA VILLA PERIURBANA EN EL ENTORNO DE CABEZA LADRERO (SOFUENTES/SOS DEL REY CATÓLICO, ZARAGOZA) LARRAZ. UNA VILLA PERIURBANA EN EL ENTORNO DE CABEZA LADRERO (SOFUENTES/SOS DEL REY CATÓLICO, ZARAGOZA)

Ángel A. Jordán Lorenzo Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero Autor de contacto/Contact author: Ángel Antonio Jordán Lorenzo, ajordan@cabezaladrero.es

RESUMEN El Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero lleva desarrollándose desde su aprobación en el año 2016 con el objetivo de estudiar el yacimiento arqueológico de Cabeza Ladrero (Sofuentes/Sos del Rey Católico) y su entorno. En este contexto entre los años 2016 y 2017 se han realizado prospecciones intensivas en el barranco de Valdeoscura, situado al oriente de la ciudad de Cabeza Ladrero e identificado como el principal recurso hídrico de la zona. Gracias a estas campañas se han identificado seis asentamientos de diverso tipo pero con una común cronología romana, entre los que destaca por su cronología, cantidad y calidad de material el de Larraz, que queremos presentar en esta comunicación. La identificación de este sitio confirma la fuerte tradición oral existente en el pueblo de Sofuentes en relación al hallazgo de diversos materiales arquitectónicos en la primera mitad del siglo XX en las parcelas donde se sitúa este enclave y que fueron trasladados a caseríos vecinos. Estos datos, junto al estudio de colecciones privadas de materiales y de los propios resultados de las prospecciones permiten poder plantear la posibilidad de que se trate de un asentamiento tipo “villa” que estaría situado en las inmediaciones de Cabeza Ladrero. Además uno de sus propietarios tal vez haya podido ser identificado en un epitafio erróneamente atribuido a la ciudad de Cabeza Ladrero pero que ahora, gracias a los testimonios locales, puede ser centrado en este asentamiento. PALABRAS CLAVE: Cabeza Ladrero; Larraz; Prospecciones; Villa; Altus.

ABSTRACT The archaeological Project from Cabeza Ladrero has been developing since the approval on 2016 with the goal of studying the archaeological deposit of Cabeza Ladrero (Sofuentes/Sos del Rey Católico) and his environment. In this context between the years 2016 and 2017 there has been intensive prospections on the ravine of Valdeoscura, located on the oriental part of the city Cabeza Ladrero and identified as the main hydric source of the area. Thanks to this campaings, six different settlements has been identified, but with a common Roman chronology, remarked by his quality and quantity of material the Larraz one, wich we want to present with this article. The identification of this deposit confirms the strong oral tradition existing on the village of Sofuentes related to the finding of various architectural materials on the first half of the XX century in places where this construction is located and wich were transported to neighbour locations. This data, together with privet collections research of materials and with the results of the prospections allow us to think about the possibility of being a settlement called “Villa”, wich would be located near to Cabeza Ladrero and whose one of its first owners may have been identified on an epitaph wrongly linked to the city of Cabeza Ladrero, but now, thanks to local testimony, it may be linked to this settlement. KEY WORDS: Cabeza Ladrero; Larraz; Archaeological Prospection; Villa; Altus.

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1. INTRODUCIÓN Cabeza Ladrero es un yacimiento arqueológico emplazado al Sur del término municipal de Sos del Rey Católico (Zaragoza) y muy cerca de la localidad de Sofuentes, en el prepirineo aragonés (fig. 1). Para su ubicación se eligió un sitio estratégico formado por un conjunto de tres colinas que se levantan en el centro de un pequeño valle de 440 Ha. justo en la desembocadura del arroyo de Vallacuey con el barranco de Valdeoscura. Se trata, por lo tanto, de un entorno idóneo para la disposición de un asentamiento humano por cuanto que combina una fuente continua de agua con suelos ricos en nutrientes aptos para su explotación.

metros entre prospectores, dependiendo del tamaño de la parcela y de la aparición o no de material. El material que se iba encontrando en el campo se ha georeferenciado utilizando para ello los propios dispositivos gps con que cuentan los actuales teléfonos móviles y que proporcionan un margen de error de entre 3 y 4 metros, algo aceptable para la geolocalización de material en superficie. Del mismo modo, a cada pieza encontrada se le ha realizado una ficha sobre el terreno empleándose para ello la aplicación ODK Collect (fig. 2). Esta ficha tiene el propósito de obtener una descripción sencilla y rápida del artefacto englobándolo dentro de grandes categorías clasificatorias. De esta forma, frente a la realización de una identificación exhaustiva de una pieza de cerámica sobre el terreno, hasta el punto de llegar a reconocer su forma (i. e. fragmento de terra sigillata forma Drag. 29), algo muy complicado de realizar en el propio campo y cuya información real es escasa por tratarse de material depositado en un contexto secundario, se ha primado su caracterización más genérica (i. e. cerámica/TSH/mesa/roma). Las piezas que podían aportar más información han sido fotografiadas en el campo y estas imágenes revisadas con posterioridad.

Figura 1. El yacimiento de Cabeza Ladrero, al NW de la provincia de Zaragoza. En este entorno desde el año 2016 se está desarrollando el Proyecto Arqueológico de Cabeza Ladrero con el objetivo de conocer tanto el yacimiento como su presumible área de influencia (Jordán 2010, Jordán ep). Es, precisamente, el conocimiento de este último punto el que ha motivado la realización de dos campañas de prospecciones arqueológicas en 2016 y 2017 que han abarcado la totalidad del barranco de Valdeoscura, desde su cabecera hasta su desembocadura en el Canal de las Bardenas. La realización de los trabajos de prospección se ha hecho siguiendo los ejemplos de F. Burillo en Segeda (Burillo et al. 2005), V. Mayoral en La Serena (Mayoral et al. 2009) o, en otro contexto geográfico, Gomes de Mello en Sítio Bianco (Gomes de Mello 2001). Para ello se ha planteado como unidad principal de prospección la parcela, definida cartográficamente en los mapas catastrales y en la fotografía aérea y en el terreno por los límites de los ribazos y lindes de los campos. Sin duda se trata de una subdivisión irregular, pero que en otros ejemplos, como los citados, se ha mostrado plenamente operativa (Burillo et al. 2005: 171; Mayoral et al. 2009: 12). En ellas se ha establecido un intervalo de entre 3 y 5

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Figura 2. Esquema del formulario empleado a través de la aplicación ODK..

Por último los datos obtenidos han sido procesados por medio de los programas Filemaker y QGIS, de tal forma que aquellos puntos que proporcionaban un margen de error superior a 4 metros y los que se comprobaban que se habían salido de la parcela de prospección eran eliminados. De esta forma se han prospectado 11 km2 y se han creado 19461 puntos (fig. 3) permitiendo la identificación por medio de su concentración de 17 sitios arqueológicos de diferentes cronologías (14 romanos/tardoantiguos y 3 modernos) (Menchelli 2008; García Sánchez 2013: 17).


Sesión 2. Arqueología Clásica prospecciones intensivas realizadas permiten apreciar la existencia de una clara ruptura en la dispersión de material en campo a partir de los 700 m de distancia desde el presumible centro del núcleo urbano (fig. 4) que permite establecer un espacio en el que se desarrolló tanto el oppidum como su área periurbana.

Figura 3. Zona de prospección y puntos referenciados. Estos resultados permiten intuir la intensidad de ocupación que, posiblemente, tuvo la zona rural más cercana a la ciudad en época antigua, algo acorde a las pautas de ocupación del territorio, como se ha podido comprobar en otros contextos (Amores 2001: 462; Gutiérrez y Orfila 2013-14; Gutiérerz-Rodríguez et al. 2017).

2. EL ÁREA PERIURBANA DE CABEZA LADRERO Uno de los problemas en los que se ha centrado la arqueología del paisaje en los últimos decenios es en la caracterización de las zonas periurbanas de las ciudades. Este es un espacio difuso, de transición entre el mundo estrictamente urbano y el rural que surge, conviene subrayar, de la moderna historiografía (Fernández Vega 1993; Fernández Vega 1994; Amores 2001; GutiérrezRodríguez 2013). En efecto, la cultura romana no tuvo un concepto claro de espacio periurbano de tal forma que si bien establecía una complementariedad entre ciudad y campo, hasta el punto de que bajo la noción de ciuitas se incluía tanto el oppidum como el territorium y desde el propio mundo legislativo se diferenciaba radicalmente ambos contextos geográficos, no se produce este hecho para la noción de “espacio periurbano”. Por esta razón, ¿cómo definir un concepto para una época en la que no se tenía consciencia de él? Para ello, paradójicamente, ha sido necesario crear nuevos conceptos dualistas como los de centro/periferia o intramuros/extramuros (Amores 2001: 448) que vinieran a eliminar la brusca ruptura entre campo/ciudad. Del mismo modo, esta nueva noción ha venido acompañada por la asignación de una serie de funciones no exentas de problemas (Fernández Vega 1993: 153, nota 4; completadas en Amores 2001: 448), pues aunque se puedan encontrar estas funcionalidades, su mero hallazgo no debe ser un elemento para caracterizar el espacio como tal. Así, en definidas cuentas, al final todo se reduce a calificar como “área periurbana” el espacio colindante a lo que se interpreta como oppidum (Gutiérrez-Rodríguez et al. 2017: 108). En el caso concreto de la ciudad de Cabeza Ladrero, la georeferenciación del material en superficie durante las

Figura 4. Distribución de material en el espacio más cercano a Cabeza Ladrero (E=1:12000). Ahora bien, dentro de este contexto es muy complicado plantear donde empieza y acaba cada cosa, pues todavía no es posible delimitar de forma clara el núcleo urbano. Por esta razón se ha partido de unos planteamientos conservadores en los que sólo se reconocen como elementos periurbanos aquellos que están más alejados del principal espacio de concentración de materiales al que incluso, por prudencia, por el momento nos resistimos a establecer una limitatio clara. De esta forma, siempre con cautela, tomando en cuenta posibles arrastres quizá sea posible plantear la existencia de al menos seis sitios de mayor concentración de artefactos (García Sánchez 2013: 17) que bien podrían considerarse periurbanos (fig. 5).

Figura 5. Sitios de especial concentración de material (E=1:12000). 1: Larraz; 2: Olivar de los Frailes; 3: Sasico de los Frailes; 4: Fajas Tete; 5: Vallos Altos I; 6: Vallos Altos II.

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De entre todos ellos, como se aprecia en la fig. 6, destaca de forma especial el sitio de Larraz, objeto de atención en estas páginas, tanto por la cantidad de artefactos inventariados como por la superficie que ocupan.

Figura 8. Lugar, según testimonio de vecinos, de aparición en la zona de varias tinajas (1); un epitafio y material constructivo (2) y varios sillares (3). E=1:2000. Figura 6. Relación de superficie/artefactos entre los sitios emplazados en la probable área periurbana de Cabeza Ladrero. 1: Larraz; 2: Olivar de los Frailes; 3: Sasico de los Frailes; 4: Fajas Tete; 5: Vallos Altos I; 6: Vallos Altos II.

3. EL SITIO DE LARRAZ El sitio de Larraz se localiza al NE de la actual localidad de Sofuentes y ocupa tres parcelas (14:37, 14:39 y 15:533) dedicadas al cultivo de secano situadas a ambos lados del actual camino de la Mora Baja. En origen estas parcelas formaban parte de una pequeña colina de 546m de altitud que lindaba al Este con el barranco de Valdeoscura (fig. 7) y sobre cuya ladera Oeste aparecen dispersos los materiales, mirando a la ciudad de Cabeza Ladrero.

Figura 7. Perfil topográfico del sitio de Larraz.

3.1. Antecedentes Ya desde el inicio del Proyecto diversos vecinos de Sofuentes llamaron la atención sobre varios hallazgos producidos en esta zona. En concreto se trataba de una gran tinaja, diverso material constructivo y epigráfico llevado a una pardina vecina y restos de carácter constructivo dispersos por los ribazos de campos (fig. 8). Uno de los descubrimientos que más ha impactado entre la población de Sofuentes se produjo en la parcela 14:39, donde se encontró en los años 50 una gran tinaja que ha pasado rápidamente a formar parte de la mitología del sitio.

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Efectivamente, el paso del tiempo y la transmisión oral ha provocado que en el colectivo se entrelacen tractores, caídas, cavernas y tesoros para formar una simpática historia cuyo origen descansa en el hallazgo de un conjunto de 2-3 dolia presumiblemente in situ, de los que se pudo rescatar uno prácticamente entero que en la actualidad se conserva en un domicilio particular y que pudimos estudiar en octubre de 2016 (figs. 9-10). Se trata, como se puede apreciar, de una tinaja de gran tamaño conservada completa, de 109 cms de altura x 88 cms de diámetro máximo y una boca de 34,5 cms de diámetro. El cuerpo tiene forma globular, con el borde levantado y ligeramente engrosado y base plana. Sobre el hombro se le adosaron tres asas dobles aplicadas con digitalizaciones. Conserva una fractura cuadrangular que recorre desde la boca hasta el hombro producida en el momento de su extracción y que fue reparada con posterioridad. La pieza corresponde a un dolium posiblemente de la forma Aguarod 241 (Beltrán 1990: 260, 18.1.1.3), un tipo muy general datado entre los siglos I-IV d.C. y cuyos paralelos más cercanos se pueden encontrar en Arellano o Pompelo (Beltrán 1990: 260; Mezquíriz 2003: 92). Junto a estas noticias, otros testimonios informaron del hallazgo y posterior traslado a la pardina de la Mora Baja de diverso material de carácter constructivo que fue hallado en la cima de la colina (parcela 15:533), con el que se construyó un merendero (Lostal 1980: 82). En concreto los materiales aludidos se refieren a un pedestal cuadrangular de pequeño tamaño, con el pie y el coronamiento muy desarrollados, que tiene unas medidas de 60,5x61x59 cms. (fig. 11); un fragmento de columna de arenisca que muestra marcas de arado, posiblemente fruto de su extracción, con unas dimensiones de (40) x 34 cms de diámetro, tres sillares rectangulares con unas dimensiones de 135x36x38; 97x33x34 y 138x33x36 cms, y dos posibles dinteles de piedra arenisca con unas dimensiones de 172x30x28 y 185x34x26 cms. A ello, además, se le suma una estela de arenisca también reutilizada como asiento de dicho merendero cuyo origen


Sesión 2. Arqueología Clásica 8. Capital cuadrada. Interpunción: triángulo y vírgula. El texto no presenta dudas en su transcripción: Altus / D[u]sanharis (filius) / h(ic) · s(itus) · e(st) y alude a un individuo del que se tiene constancia en un segundo epitafio localizado al pie de Cabeza Ladrero (ERZ 40; AE 1977, 481; HEp 5, 931; Lostal 1980: 82; Beltrán 1986: 65-66; Beltrán 1997: 313; Jordán et al. 2010: nº 1; HEpoL 6628) (fig. 12).

Figura 12. Epitafio de Altus.

Figuras 9 y 10. Dolium recuperado en Larraz. se situaba en el “campo del Cerro” (Lostal 1980: 82) y que en realidad procede de esta misma parcela (fig. 12). La pieza corresponde a un bloque de arenisca local que presenta en su parte central una acanaladura moderna, probablemente de arado, que lo divide en dos, afectando a parte del texto. Conserva en su parte superior dos pequeños rebajes originales destinados al encaje de sendas grapas. Medidas: 104 x 59 x 36 cms. Letras: 13-

Por último, diferentes vecinos llamaron la atención sobre material de carácter constructivo arrumbado en el ribazo de los campos procedente de esta zona. En concreto se han podido identificar dos dinteles de arenisca de 205x45x36 cms y 180x37x35 cms respectivamente y tres sillares también de arenisca muy erosionados y fracturados de (116)x90x36 cms, 145x75x20 cms y 71,5x(50)x24 cms respectivamente. De estos últimos, el primero muestra un rebaje en uno de sus lados, posiblemente con la finalidad de acomodar otro encima.

3.2. Un vistazo a través de las ortofotos Como se puede apreciar, todos estos antecedentes presuponían la existencia en la zona de un sitio de características desconocidas pero de indudable potencial. En este sentido, la revisión del terreno a través del LIDAR y de diferentes vuelos ha permitido la identificación de diferentes sombras que, quizá, podrían corresponder a estructuras enterradas.

Figura 11. Pedestal de pequeño tamaño.

La mayor parte de ellas se aprecian en el vuelo americano de 1956 (fig. 13). De de esta forma, la primera se emplaza en la parcela 15:533, lugar donde apareció la estela de Altus y el material constructivo reutilizado en la Mora Baja. Se trata de una forma rectangular de unas medidas aproximadas de 50x22 metros. No hemos vuelto a localizar esa estructura en ninguna ortofoto moderna, pero conviene resaltar que esa misma zona aparece mucho más clareada en las ortofotos de 2005 y 2008.

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La segunda aparece en la parcela 14:37, no habiéndose localizado en ningún otro vuelo. En ella puede apreciarse una sombra circular de unos 33 m de diámetro insertada en lo que parecen ser dos líneas rectas que confluyen formando un ángulo de 90º.

3.3. La prospección de Larraz: aspectos generales La prospección del sitio de Larraz se realizó entre los días 28 de Octubre y 1, 2, 3 y 9 de Noviembre de 2016, realizando transeptos de 5 m de separación entre ellos, lo cual permitió el inventario de 1141 artefactos de diferentes épocas y usos, que fueron geolocalizados empleando la aplicación ODK (fig. 15).

Figura 13. Sombras, quizá posibles estructuras, identificadas en el vuelo americano de 1956. Figura 15. Artefactos geolocalizados en Larraz (E=1:3000). Por último en la tercera parcela se aprecia en la ortofoto correspondiente al vuelo de 2005 una forma en L cuyo extremo más largo tendría entorno a los 200 m de longitud y el más corto 180 m. (fig. 14). Los lados más cortos de la L vuelven a apreciarse en la ortofoto de 2008. Curiosamente no figura en el vuelo americano de 1956, si bien en éste vuelo se pueden apreciar varias estructuras cuadrangulares alineadas de unos 20 metros de lado, aunque no descartamos que estén relacionadas de alguna forma con el cultivo de vides allí presente.

Figura 14. Sombra identificada en la ortofoto de 2005.

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La distribución de artefactos obtenida permite destacar tres impresiones en las que nos centraremos a continuación. Primero, la extraordinaria concentración de material obtenida tanto en la parcela 14:37 como en la parte sudoriental de la parcela 14:39. Segundo, en contraposición, el escaso arrastre de material producido en la parcela 14:39. Tercero, y por último, la poca densidad de artefactos localizada en las zonas donde los testimonios vecinales situaban los lugares de hallazgo de las piezas. En total, como se ha comentado con anterioridad, se han inventariado 1141 artefactos que tienden a concentrarse de forma especial en tres puntos (figs. 15 y 16). El principal foco de localización procede de la parcela 14:37, de donde proceden 918. Por otro lado, en la parte sudoriental de la parcela 14:39 se han inventariado 168.

Figura 16. Concentración de artefactos geolocalizados en Larraz.


Sesión 2. Arqueología Clásica Con respecto a ellos, dado que la parcela 14:39 se encuentra en un nivel inferior, podría pensarse que se tratan de materiales arrastrados desde la parcela 14:37. Sin descartar completamente esta posibilidad, la noticia del hallazgo de los dolia por parte de los vecinos en esta parcela invita a considerar que gran parte de este conjunto no sería fruto del arrastre. Por último, en la parcela 15:533 se han identificado 55 artefactos, que se representan claramente individualizados a la derecha de la fig. 17. Esta cantidad sin duda es muy inferior a las restantes, pero nuevamente los testimonios vecinales invitan a tenerla en cuenta. Así, de esta forma la unión de todos estos elementos quizá permita establecer, con cautela, un perímetro de distribución de material que abarca 4,87 Ha (fig. 17) en donde, como se puede apreciar en la fig. 17, quizá se pueden apreciar al menos dos focos de origen.

Figura 17. Perímetro aproximado de principal aparición de artefactos en Larraz (E=1:2000).

Por otro lado, un segundo aspecto que llama la atención es que en contraposición a la densidad de artefactos encontrada en estas parcelas en las cercanías se ha inventariado una escasa cantidad de material de arrastre. Efectivamente, constituye una gran preocupación en el análisis de los resultados de las prospecciones arqueológicas el arrastre que haya sufrido el material, hasta el punto que en ocasiones se ha preferido prescindir de la interpretación espacial de los resultados obtenidos (Gomes de Mello Araujo 2001-02: 9). En este sentido, la georeferenciación de los materiales inventariados en el sitio de Larraz permite plantear, con prudencia, la existencia de un escaso arrastre horizontal de material. Esto se muestra especialmente claro en el caso de la parcela 14:36, situada al sur del sitio de Larraz y a una menor altura donde, en contraposición a la cantidad de artefactos inventariada en la parcela 14:37, sólo se identificaron una veintena de piezas. Del mismo modo, en la parcela 14:39, lugar de aparición de las tinajas, no se aprecia una gran dispersión de material de forma homogénea en toda su superficie, como sería esperable. Por el contrario, de 273 artefactos identificados, 228 (83,5%) se concentran en el ángulo Sur de la parcela.

Un último punto a comentar es la escasa cantidad de material aparecido en los emplazamientos donde diferentes vecinos de Sofuentes nos han indicado que recogieron elementos del sitio. En nuestra opinión esto puede ser causado por la propia acción vecinal pues, siempre según los propios vecinos, el movimiento de tierras que causó la extracción tanto de la tinaja como de las piezas constructivas y de la inscripción fue considerable.

3.4. La prospección de Larraz: aspectos particulares Centrando la atención en el material identificado, conviene apuntar que al menos 16 artefactos se pueden datar en época moderna. Se trata de fragmentos de loza y cerámica vidriada, así como un fragmento de ladrillo y un pequeño trozo de arado, que no se emplearán en este estudio. Dada la pequeña cantidad de material, es posible que su origen no se relacione con un vertido de escombro en la parcela, sino con prácticas de abonado del campo. El resto de artefactos inventariados se dividen entre materiales de probable uso constructivo (179), fragmentos de cerámica (942) y cuatro fragmentos de otras tipologías (dos fragmentos de escoria de hierro, una fusayola y un fragmento de coticula). Centrando la atención en los materiales de probable uso constructivo, además de los sillares comentados con anterioridad se han podido inventariar 179 fragmentos de arcilla identificados en su mayor parte como restos de tegulae, ladrillos de cronología indefinida, tejas e incluso enlucido de paredes. Más interesante, en este contexto funcional, es la aparición de un pequeño fragmento de losa de arenisca, otro fragmento de mármol y de concreto que, en ocasiones, aparece pegado a losas de piedra natural. Todos estos elementos, unidos a los sillares identificados en los ribazos de las parcelas, invitan a considerar, con prudencia, la existencia de una o varias construcciones en esta zona. En este sentido, el material menor tiende a localizarse en las parcelas 14:37 y 14:39, lugar en donde tal vez podría apuntarse una probable localización para estas estructuras. A modo de hipótesis, estas edificaciones, a tenor de lo conservado y atendiendo a paralelos en otras zonas como Arellano o Liédena, quizá podrían estar realizadas con sillares de gran tamaño en los muros exteriores, manteniendo los interiores con sillarejo enlucido y un recubrimiento del suelo o de las paredes realizado con losas de piedra natural (tanto pizarra como arenisca y mármol). Por último, la presencia de algunos restos de tegulae podrían estar informando sobre su cubrimiento. En cualquier caso, conviene insistir en el hecho de que se trata de una hipótesis realizada en función de material identificado en superficie. Sólo la excavación de la zona podrá confirmar o refutar esta impresión. Junto a estos elementos de carácter constructivo, la mayor parte del material identificado corresponde a fragmentos cerámicos (942), teniendo un mayor peso los centrados

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en la función de almacenaje (fig. 18), como suele ser habitual en los sitios prospectados de cronología romana.

Figura 18. Distribución porcentual de los restos cerámicos identificados en Larraz.

Figura 19. Fragmento cerámico con decoración a peine de probable cronología tardía.

Estos fragmentos se distribuyen por las tres parcelas seleccionadas aunque no de forma similar. Así, resulta interesante comprobar que en la parcela superior (15:533), donde se encontró el epitafio de Altus, hay una presencia exclusiva de cerámica destinada al almacenaje de productos. En relación con ello, sin descartar que la ausencia de cerámica de mesa sea consecuencia del azar en la recolección de datos, cabe destacar que la proporción de cerámica de mesa también es muy pequeña en la presumible zona de desarrollo de la necrópolis de la ciudad de Cabeza Ladrero. Por el contrario, volviendo al sitio de Larraz la cerámica de mesa se emplaza de forma preferente en la parcela 15:37 siendo su peso muy escaso también en la parcela inferior (14:39), en donde se vuelve a incrementar la presencia de cerámica de almacenaje. La mayor parte de la cerámica de almacenaje encontrada corresponde a modelos típicos realizados con pasta gruesa y desgrasantes gruesos de cuarzo y mica. Además, también se han podido identificar cocciones tipo sándwich, normalmente con alma gris oscura (de los cuales se han inventariado 64 fragmentos de dolia de cronología romana) y otro tipo de piezas que muestran un baño de engobe exterior de tonos grisáceos o violáceos. Atendiendo a los bordes identificados y a la dolia conservada, quizá sea posible pensar que muchos de ellos corresponderían a grandes tinajas de almacenamiento.

Figura 20. Fragmento de borde.

Con respecto a la cerámica de mesa, se han identificado 83 fragmentos de cerámica común de cocción oxidante que, en general, tienden a reproducir modelos comunes en la zona, conservando muy poca decoración. Entre ella destacan algunos fragmentos con decoración a peine de probable cronología tardía (fig. 19). Junto a ella también se han identificado 22 fragmentos de cerámica engobada, normalmente realizadas con engobes de tono marrón oscuro entre los que cabe destacar un fragmento de borde muy erosionado correspondiente a producciones de botellas y jarras también identificadas

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Figura 21. Fragmento de TSH con grafito.


Sesión 2. Arqueología Clásica en Los Bañales (Uncastillo) y Ejea de los Caballeros (Bienes y Marín 2013: 12 y 17; Lasaosa 2013: 329-330) (fig. 20). Por último, destaca la presencia de 147 fragmentos de terra sigillata hispánica, de los cuales 19 han podido identificarse como terra sigillata hispánica tardía. En general conviene destacar el alto grado de fragmentación de la terra sigillata, lo cual ha dificultado la identificación de formas. En cualquier caso, se han podido constatar la presencia de algunos de los tipos más comunes como la Drag. 15/17 y la 37. Además, resalta la presencia de dos grafitos en sendos fragmentos. El primero, más extenso, contiene la secuencia [---]+OR[--] mientras que el segundo apenas ha conservado los restos de la letra T (figs. 21 y 22).

Figura 23. Fragmento de coticula.

Figura 22. Fragmento de TSH con grafito.

Figura 24. Fusayola.

Por otro lado, junto a la presencia de terra sigillata hispánica también se ha encontrado terra sigillata hispánica tardía (19 fragmentos), todos ellos correspondientes a restos muy pequeños con la típicas decoraciones de las producciones tardías.

5. CONCLUSIONES

Para finalizar, entre el resto del material encontrado en la zona de Larraz llamamos la atención sobre un pequeño fragmento de coticula de mármol conservado en la actualidad en una colección privada (fig. 23). Se trata de un pequeño fragmento que tiene unas medidas máximas de 5,5x5,1 cms y 0,8 cms de espesor correspondiente a parte de un borde que aparece trabajado en forma de bisel, similar a la coticula encontrada en la villa de El Bodegón (Uncastillo) (Andreu 2012-13: 190191). El uso de este objeto es claramente doméstico, siendo destinado para la fabricación cremas, ungüentos y cosméticos (Andreu 2012-13: 189; Andreu 2014: 1773). Por último, cabe destacar la identificación de una pequeña fusayola de barro cocido destinada a su uso en un huso (fig. 24).

La prospección arqueológica es un método de obtención de información habitualmente puesto en entredicho por el carácter no conclusivo de sus resultados. Pese a ello, en nuestra opinión, constituye un interesante medio que puede proporcionar información de carácter material y diacrónico sobre un espacio sin necesidad de intervenir en él. Lógicamente los resultados que se obtienen son muy parciales y ello necesariamente obliga a ser muy cautos con la interpretación del material encontrado. Sin embargo no se puede caer en un neopositivismo radical que paralice el avance de la investigación en base al relativismo de la información obtenida. En nuestra opinión, siempre ceñidos al ámbito de la prospección, si nos alejamos del objeto como ente individual y nos centramos en el conjunto de artefactos, trascendiendo de esta forma su singularidad, es posible obtener información válida sobre un entorno concreto. Ahora bien, ¿qué tipo de información? El propio carácter descontextualizado del objeto necesariamente obliga al investigador a ceñirse a la generalidad, alejándose de la obtención de datos particulares, salvo excepciones.

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En el caso del sitio de Larraz, su comparación con otros emplazamientos situados en las cercanías de la ciudad de Cabeza Ladrero permite interpretarlo como un sitio de gran extensión. En relación con ello, el gran espacio de dispersión de material, la gran cantidad de artefactos encontrados, la presencia de sillares, restos de mármol y de un epitafio permiten plantear, con cautela, que se pueda identificar como una villa (Prevosti 1984: 167; López Medina 2008: 114-115; Bermond et al. 2013: 93). Por otro lado, la dispersión de material en el campo, unido a los testimonios de hallazgos de los vecinos de Sofuentes permite considerar la posibilidad de que existieran al menos tres estructuras en la zona. La principal quizá pudo emplazarse en la parcela 14:37, en cuyos ribazos se ha encontrado la mayor parte de material constructivo noble y en donde también se ha encontrado la mayor parte de la cerámica de mesa y de artefactos relacionados con la vida cotidiana. Por otro lado, el hallazgo de una gran tinaja de almacenaje y la presencia de material constructivo y de múltiples fragmentos de cerámica de almacenamiento invita a considerar la idea de una segunda construcción destinada al almacenamiento en la parcela inferior (14:39). Por último, las noticias de los vecinos de Sofuentes sobre el hallazgo de un epitafio en la parcela superior (15:533) permite plantear, con cautela pues no se sabe si la presencia del epitafio fue fruto de una reutilización o si, por el contrario, apareció in situ, la existencia de una posible necrópolis asociada a los edificios anteriores. Su cercanía a la parte habitacional (entorno a los 100 m) no constituye un impedimento pues se ha constatado en otros sitios como, por ejemplo, la villa y mausoleo de La Sinagoga (García y Bellido 1963: 166). La existencia de este epitafio, además, permite realizar una pequeña incursión en el ámbito de la singularidad, pues proporciona, excepcionalmente, el nombre de uno de los habitantes de este sitio: Altus. La cronología de esta inscripción, posiblemente centrada en la segunda mitad del siglo I d.C., se encuadra en la cronología que desprenden los materiales encontrados en campo. Éstos permiten plantear una vida de este sitio centrada en el Principado y con una perduración en época tardoantigua. Se trata, para finalizar, de un conjunto de elementos recogidos en campo que permiten obtener una primera aproximación de carácter diacrónico y espacial a un espacio que quizá pueda identificarse con una villa. Por desgracia con los datos que tenemos en la actualidad no creemos que sea posible ir más allá en la interpretación de este sitio. Estos son los límites que percibimos en un método que nos muestran dónde está la puerta, pero que sólo con una excavación arqueológica podremos cruzar. In memoriam Quino Latorre.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.8. LA VILLA ROMANA DE LA DEHESA (TARAZONA, ZARAGOZA) THE ROMAN VILLAE OF DEHESA (TARAZONA, ZARAGOZA)

Carlos García Benito1, Pilar Diarte-Blasco2, Romina Luesma González3, Julián Pérez Pérez1 Centro de Estudios Turiasonenses 2 Universidad de Alcalá 3 Arqueóloga

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Autor de contacto/Contact author: Carlos García Benito, carlosgarciabenito@gmail.com

RESUMEN El Centro de Estudios Turiasonenses (CET), a través de su plan de investigaciones arqueológicas, ha llevado a cabo en los últimos años una intervención arqueológica en la conocida como ‘villa de la Dehesa’, ubicada a pocos kilómetros de la antigua Tvriaso, que ha comprendido, entre otras actividades, una serie de sondeos que fueron precedidos y acompañados de una prospección arqueológica en su territorio y otra geofísica –con georradar y magnetómetro– sobre la propia villa. Una vez ya mostrados los resultados y conclusiones de la investigación geofísica en otros foros arqueológicos, con este nuevo trabajo pretendemos dar a conocer los resultados arqueológicos de los sondeos realizados, tanto a nivel estructural, como a nivel de los materiales arqueológicos recuperados. Además, se realizará un repaso en las investigaciones de este lugar y se trazarán las líneas de trabajo para el futuro, que esperamos permitan poner en valor este importante yacimiento arqueológico. PALABRAS CLAVE: La Dehesa; Tarazona; Moncayo; Arqueología Romana; Prospección; Sondeos.

ABSTRACT The Centro de Estudios Turiasonenses (CET), through its archaeological research plan, has carried out in the last years an archaeological intervention in what is known as ‘Villa de la Dehesa’, a few kilometres from the old Tvriaso, which has including, among other activities, a series of archaeological surveys that were preceded and accompanied by an archaeological prospection in its territory and another geophysical – with a georadar and magnetometer – on the villae itself. Once the results and conclusions of geophysical research have been shown in other archaeological forums, with this new paper we intend to inform about the archaeological results, both structurally and at the level of the recovered archaeological materials. In addition, a review of the investigations of this site will be made and the lines of work for the future will be drawn, which we hope will allow to put in value this important archaeological site. KEY WORDS: La Dehesa; Tarazona; Moncayo; Roman Archaeology; Prospection; Surveys.

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1. INTRODUCCIÓN

2.2. Historia de las Investigaciones

Las villas son probablemente uno de los elementos más representativos del mundo romano, convirtiéndose en uno de los factores de análisis fundamental de este periodo, ya que jugaron un gran papel en el fenómeno de ruralización acaecido desde el periodo republicano hasta la época tardoantigua, además de que no fueron únicamente unidades de explotación agrícola, sino que en muchos casos llegaron a ser auténticos espacios de recreo, diversión y descanso. Es por esto que las villae son uno de los componentes más importantes que podemos detectar arqueológicamente para identificar los medios de producción y explotación agrícola, además de los modos de vida del pasado romano.

Debido a la intervención clandestina mencionada y a la gran cantidad de restos que existían en su superficie, fechados en ese momento entre los siglos I-II d.C., en 1979 se realizó una recogida de materiales por parte del CET y el Museo de Zaragoza, junto con una pequeña excavación1 dirigida por José Luis Corral. Esta intervención hizo una cata extrayendo un nivel arqueológico con muy poco material, quizás de abandono, y dejando a la luz la esquina de una estructura de habitación. De todo este trabajo se dio cuenta brevemente en el libro El Moncayo. Diez años de investigación arqueológica (Bona López et al., 1989: 117-118). Posteriormente, durante los años 80, tenemos conocimiento de que el CET continuó realizando actividades de prospección arqueológica en la zona, pero ya no sabemos a ciencia cierta si implicó o no a este yacimiento y en qué medida lo hizo (CET, 1964-1993).

2. EL YACIMIENTO El yacimiento de La Dehesa (Tarazona, Zaragoza) es una de las primeras villas halladas para la investigación arqueológica del mundo rural de Tvriaso (Fig. 1). Fue descubierto en 1979 por parte del Centro de Estudios Turiasonenses (CET) debido a una intervención clandestina efectuada en una fecha anterior que dejó a la luz numerosos restos de cronología romana, aparte del que ya existía en su superficie resultado de la erosión.

Previamente al texto mencionado, y a raíz del seminario impartido por Carlos Sanz Núñez (Instituto Geográfico Nacional) en 1982, se publicó un artículo dentro de la revista Tvriaso en el que se explicaba la aplicación del magnetómetro de protones en este yacimiento sin dar mucho detalle de los resultados específicos de La Dehesa al tener un carácter principalmente metodológico (Sanz Núñez, 1983). Además, gracias al catálogo de la Exposición permanente de Arqueología Arqueología del Moncayo2 se cuenta con información detallada de varias de las piezas recogidas por esta institución en los trabajos arqueológicos comentados (García Serrano, 2003: 122-123, 150-151). De la misma forma, una pieza singular de cerámica procedente de este yacimiento ha sido objeto de una breve publicación (Bonilla Santander y Serrano Arnáez, 2010).

Figura 1. Vista del yacimiento y su entorno.

2.1. Entorno Se sitúa en las estribaciones del valle del Queiles, al oeste del mismo, a 10 kilómetros al norte de Tarazona –Tvriaso–, en el topónimo del mismo nombre, y a 7 kilómetros al sur de Cascante –Cascantum–, sobre una pequeña loma no cultivada y varios campos de cultivo anexos, todos ellos de secano (Fig. 1 y 3). Además, está muy próximo al curso de la acequia Magallón Grande. Su localización está vinculada a la ruta natural que comunicaría la Meseta con el Valle del Ebro. Su entorno se encuentra jalonado por asentamientos con una cronología que abarca desde el s. II a.C. hasta el s. V d.C. (García Benito et al., 2016; García Serrano y Pérez Pérez, 2011, 2015), formando parte de un conjunto de emplazamientos con un horizonte cultural similar que configurarían un núcleo habitacional cuya entidad deberemos determinar.

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Finalmente, contamos con dos trabajos de este equipo que, de nuevo, desde una visión metodológica en cuanto a la geofísica, propone como ejemplo de estudio este enclave arqueológico (Pueyo Anchuela et al., 2012-2013, 2016).

3. MATERIALES DE LA COLECCIÓN DEL CET Durante las diferentes intervenciones llevadas a cabo en el yacimiento de La Dehesa previas a 2012 por parte del CET, se ha recuperado un elevado número de materiales arqueológicos (Fig. 2) que, como no es de extrañar, en su mayoría son restos cerámicos (Bona López et al., 1989; García Serrano, 2003). También son de relevancia los restos metálicos de hierro y plomo, y son inexistentes los restos de hueso, tanto trabajado como no. Sin embargo, a pesar de este hecho, muchos de estos restos arqueológicos están pendientes de estudio. Por este motivo se ha revisado esta colección para tener una visión global de su contenido, utilizando como método de trabajo la observación macroscópica de los mismos.


Sesión 2. Arqueología Clásica En este fondo nos encontramos ante un amplio repertorio cerámico (Fig. 2), en el que se pueden observar materiales que denotan la importancia propia del enclave, situado entre Tvriaso y Cascantum, jugando así un papel importante en relación con las comunicaciones y las actividades comerciales entre el Valle del Ebro y la Meseta. Disponemos de diferentes fragmentos de terra sigillata itálica y terra sigillata gálica, así como terra sigillata hispánica procedente de Uxama Argaela (El Burgo de Osma, Soria) y sobretodo materiales de terra sigillata hispánica provenientes de los talleres de Tricio y o de alguno de sus alfares satélites (Romero Carnicero, 2015). Además, contamos con varios fragmentos de piezas con sello, siendo la mayoría cartelas rectangulares incompletas, y sólo en dos casos se conservan enteras. El primero se corresponde al ya analizado sello MCR sobre una pieza de terra sigillata gálica (Bona López et al., 1989; Romero Carnicero et al., 2016; Sáenz Preciado, 2000). Los estudios sobre este alfarero de producciones precoces han revelado un número significativo de ejemplares en el Valle del Duero, y más cercano a nuestro territorio, los que aparecieron en Bilbilis. También en este yacimiento se encontró una olla de cerámica reductora reutilizada como urna de incineración la cuál empleaba como tapadera media cantimplora de cerámica engobada procedente del alfar de Tvriaso que imita a la forma H.13 (Sáenz Preciado, 2016), de esta manera se evidencian las rutas y los intercambios comerciales de ambos enclaves. El segundo, sobre cartela rectangular de unos 30x3 mm en la que se inscribe SCRIBONI, que haría referencia a un alfarero relacionado con el alfar de Tricio –donde también se halló una estela funeraria con este gentilicio– (Simón Cornago, 2016). El repertorio de cerámicas engobadas es bastante extenso desde las típicas jarras, o piezas similares, de engobes anaranjados-rojizos a los cuencos lisos o decorados, en su mayor parte incisa burilada, de engobe marrón que se localizaron en el testar de la calle Caracol de Tarazona (Aguarod Otal, 1984, 1985; Amaré Tafalla, 1984; Amaré Tafalla et al., 1984). Completando la vajilla de mesa contamos con ejemplos de cerámica de paredes finas, en general, de pastas muy depuradas, con diferentes tonalidades de engobe y decoración de barbotina con elementos como tallos, medias lunas, hojas de agua, etc. En concreto tenemos ejemplos de vasos de cuerpo bitroncocónico y variantes de la forma Mayet III (Mínguez Morales, 1991). En cuanto a cerámica pintada hay fragmentos de pastas claras, depuradas y pintura marrón oscuro-negro. Uno de los restos conservados parece pertenecer a una forma de jarro, quizás alguna variante del modelo 7 de Abascal, con un dibujo formado por motivos geométricos y trazos verticales paralelos (Abascal Palazón, 1986, 2008; Blanco García, 2015). Entre los varios fragmentos de lucerna de los que se tiene constancia la más identificable es un parte del

disco y arranque de la piquera de una lucerna de volutas, previsiblemente de una forma Dressel 9B (Celis i Betriu, 2005). El material cerámico de cocina y almacenaje está muy bien representado con diferentes modelos de ollas de cerámica reductora, por ejemplo, tipo Celsa 79.1 y 79.2, recipientes con trípode y tapaderas, así como ejemplos de imitación de la denominada cerámica de cocina africana –mayoritariamente de los ss. II-III d.C.–. Dentro de este repertorio, entre las formas de cazuela de fondo estriado, encontramos un fragmento atribuible a la forma Lamboglia 10A –ss. I-V d.C.–. Para la presentación de alimentos se registran fuentes o platos de engobe rojo interno pompeyano de los que contamos también con imitaciones. Los morteros también cuentan con un número importante de ejemplares, la mayoría correspondientes al modelo Dramont 2, generalmente de su fase 4, en los que algunos muestran sencillos grafitos en los bordes en forma de numerales o letras aisladas (Aguarod Otal, 1991). Es relevante el número de tapes de ánfora con el que contamos, pero los restos anfóricos determinables no son tan abundantes. Contamos con algunos fragmentos de pivotes, asas y de bordes, de los que podemos deducir formas como la Dressel 1A, 1B y 2/4. Entre los elementos constructivos hemos hallado un ladrillo del que se conserva parte de un sello rectangular, marca de alfarero, en el que se puede leer [...]AMTS (la S de trazo muy sinuoso) y del que todavía no tenemos determinado el origen. La producción latericia se ha relacionado con la fabricación de cerámica común, ánforas, morteros, etc. (Aguarod Otal, 1991; Roldán Gómez, 2008) por lo que quizás el sello podría ofrecer información de los centros productores –figlinae, oficinae– o de la propiedad de la producción. También es interesante el grafito encontrado sobre una tegula quemada, que consta de un damero de cuadros de unos 2 cm aproximadamente que podría corresponder a un tablero de juego. Y relacionada con el ocio estaría la ficha de juego realizada con la base de una cerámica engobada. Finalmente, el repertorio cerámico lo cierra un pondus, forma que escasea en esta colección. La variedad de objetos recogidos pasa también por objetos metálicos, de los que el más representativo es una pequeña placa ornamental de bronce de 40x30 mm en la que se conservan los 5 remaches que son piezas separadas en el aplique (Fig. 2). El grupo de vidrios es poco representativo en cuanto a número (Fig. 2). Los bordes y fondos son los hallazgos más abundantes y en su mayor parte indeterminados, pero referente a la decoración contamos con algunos fragmentos de panza con aplicaciones de hilo en relieve (Sánchez de Prado, 1984). El gusto estilístico de las edificaciones se encuentra igualmente representado, tanto por decoraciones en piedras ornamentales y pavimentos como por revestimientos pictóricos (Fig. 2). Entre las piedras

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ornamentales contamos con un fragmento marmóreo indeterminado, posiblemente de Pavonazzetto, conocido como mármol synnadico, originario de las canteras imperiales situadas en Iscehisar (Afyon, Turquía)3, y como pavimentos de opus sectile hallamos algunos fragmentos de mármol giallo antico (marmor numidicum) procedente de canteras de Chemtou (Túnez), también de propiedad imperial. En los restos pictóricos se identifica la utilización de rojo cinabrio, verde creta viridis y blanco obtenido seguramente de la cal (Abad Casal, 1982: 402404; Augusti, 1967: 51-52; García Entero, 2014; Padilla Monge, 2000). Finalmente, también podemos conocer parte de los gustos culinarios, por ejemplo, con los restos malacológicos recogidos que corresponden a ejemplares de Ostrea edulis y de Stramonita Haemastoma, conocida por otros usos como su utilización en talleres de explotación de púrpura, pero no aplicable en este caso.

Figura 2. Materiales de la colección del CET.

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4. ACTUACIÓN ARQUEOLÓGICA DE 2012 4.1. Prospección Geofísica La prospección geofísica se ejecutó a través de una progresión de distintas fases con diferente tipo de análisis: magnetometría de la zona de estudio, medida de susceptibilidades magnéticas de los materiales aflorantes y estructuras arqueológicas, campaña piloto de prospección electromagnética de frecuencia variable y georradar con equipos de 100, 250 y 500 MHz. Sus resultados permitieron identificar la presencia de estructuras de distinto orden en el subsuelo –que ratificaba la tesis vista en superficie sobre la existencia de un complejo rural romano de importancia para la investigación del desarrollo del Ager Tvriasonense– y, de este modo, formar una guía de intervención posterior.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 3. Situación del yacimiento, resultado de las prospecciones y localización de los sondeos. Al contar este primer trabajo con un sesgo principalmente metodológico, se actuó en tres puntos concretos, como veremos a continuación, para comprobar y corroborar varias hipótesis sobre este tema (Pueyo Anchuela et al., 2012-2013, 2016).

4.2. Prospección Arqueológica Aunque el yacimiento ya estaba identificado, no había habido intervenciones sistemáticas en la zona. De esta forma, se prospectó tanto la zona catalogada como yacimiento, así como todo su entorno más próximo, apoyándonos en el extenso trabajo previo realizado durante varios años por diferentes miembros del CET. El resultado de todo este trabajo ha sido la definición mucho más concreta de sus límites totales, configurados por una parcela central, sin cultivar hoy día, y fragmentos de otras fincas de labor a su alrededor, todas ellas con producción agrícola hasta la fecha (Fig. 3). En referencia a los restos cerámicos aparecidos durante las prospecciones (Fig. 4), contamos con numerosos ejemplos de terra sigillata y cerámica engobada. Respecto a los restos de terra sigillata, en su mayoría se trata de terra sigillata hispánica, tanto en sus formas lisas como decoradas, y los ejemplos más numerosos se atribuyen a las formas 37 (en sus dos variantes), 29 y en menor medida 30 y 36. También en este conjunto se han analizado varios fragmentos de una producción en la que las predominan las pastas porosas y bastante compactas de un color rojizo claro, junto con un engobe de color marrón con flameado negro bastante homogéneo, adherente y

semibrillante, identificándose formas H.29 y H.15/17, ambas incluidas entre las formas clásicas del repertorio hispano, y en concreto la segunda de ellas perduró hasta época tardía con algunas variaciones. Excepto el flameado del engobe, tanto interno como externo, ni las pastas ni las formas cuentan con defectos de fabricación, por lo que, a la espera de poder realizar los análisis de pastas necesarios, no se descarta que pertenezcan a una producción con defectos de cocción relacionada con los talleres locales cercanos a esta zona. También contamos con algunos fragmentos de terra sigillata hispánica tardía de pastas claras y engobe anaranjado, fechables hacia el s. IV d. C., posiblemente fragmentos de Ritterling 8 con decoración de ruedecilla (Paz Peralta, 1991, 2008). En cuanto a las producciones engobadas recogidas durante la prospección, estas muestran una amplia tipología y características técnicas, sin embargo, las más representativas podrían ser los fragmentos pasta naranja y engobe mate marrón pertenecientes a una serie de cuencos relacionados con los restos atribuidos al testar que apareció en la calle Caracol de Tarazona (Aguarod Otal, 1984; Amaré Tafalla, 1984). Así, dentro del repertorio de engobadas lisas, contamos con cuencos pequeños de la forma II caracterizados por un borde formado por un baquetón ligeramente inclinado al interior y con una acanaladura exterior bajo el mismo; de la misma manera también entre las formas decoradas se constatan varios fragmentos de cuencos con decoración incisa burilada ampliamente documentados en el mismo testar.

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Tanto en las producciones cerámicas engobadas como en terra sigillata se han documentado diferentes tipos de grafitos postcocción que se pueden agrupar en figurativos, menos numerosos, pero que pueden tener la misma función de marca de propiedad que los nominales, y en epigráficos que pueden referirse a ejemplos nominales, textos amplios o letras aisladas. En el grupo de terra sigillata en nuestro caso todos están realizados en terra sigillata hispánica, al exterior, bajo el labio de una forma 37a, donde se puede apreciar una cabeza de pez con detalle del ojo o los restos de una posible A en sendas piezas. De esta misma manera encontramos grafitos en cerámicas engobadas que representan trazos decorativos como aspas, trazos oblicuos paralelos individuales o también algunos formando parte de hojas de palma. En otros casos también se conservan elementos epigráficos como en una pieza con una parte de un texto representado por V y R formando un nexo que es posible se correspondan con un nombre personal, como lo atribuyen en Segobriga en el caso del grafito que apareció sobre un dolium (Abascal Palazón y Cebrián Fernández, 2007). El grupo de cerámicas de paredes finas apenas cuenta con unos pocos fragmentos difíciles de clasificar, aunque tanto en la descripción de las pastas y engobes como en la decoración característica de hojas lanceoladas u hojas de agua que se señalaron en parte de las producciones aparecidas en el testar citado, quizás podríamos identificar uno de los restos recogidos con un vaso globular de borde exvasado que podría incluirse en la forma Mayet XLV que suele adscribirse a la primera mitad del s. I d.C. (Amaré Tafalla, 1984; Mínguez Morales, 1991).

Figura 4. Material arqueológico recogido en la prospección.

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En el caso de las lucernas, sólo hemos constatado un ejemplar posiblemente asociado al tipo lucerna de volutas que conserva parte de las molduras que forman la orla, el arranque de voluta y el orificio de aireación. Quizás podría atribuirse a una Dressel 9B al que normalmente se le atribuye una cronología a la primera mitad del s. I d.C. (Celis i Betriu, 2005). Entre la cerámica común, tanto de cocina como de almacenaje, el fragmento más relevante sería el borde de mortero vuelto al exterior y curvo de pasta naranja muy clara e incrustación de piedrecitas en el interior, que se podría identificar con una posible forma Dramont 2, variante 4, que se suele atribuir a época antoniniana. En referencia a las cerámicas de transporte se han hallado pocos fragmentos que se puedan atribuir con certeza a formas anfóricas concretas, aunque es posible que contemos con algunos ejemplos de lo que podría ser un ánfora vinaria del tipo Dressel 2-4. Y finalmente entre los restos de los materiales de construcción latericios, se han registrado en su mayoría fragmentos de ímbrices y tégulas, siendo casi inexistentes los fragmentos de ladrillos identificables. Citar que contamos con un fragmento plano de tegula con decoración “a peine” en su cara exterior y en su cara interior se observan las típicas digitalizaciones en diferentes direcciones, para mejorar su adhesión en la cubierta. La recopilación de materiales (Fig. 4) se completa con varios fragmentos de vidrio indeterminados, algunos elementos ornamentales del ámbito constructivo


Sesión 2. Arqueología Clásica como fragmentos pictóricos y teselas y, finalmente, un elemento relacionado con la vida cotidiana, una ficha de juego pétrea.

4.3. Sondeos Arqueológicos Los emplazamientos seleccionados para excavar se determinaron gracias a los resultados obtenidos en la campaña de prospección geofísica comentada. Así, se plantearon cinco sondeos arqueológicos, pero, finalmente, sólo se ejecutaron tres, los denominados como C, D y E (Figs. 3 y 5) (Pueyo Anchuela et al., 2016). El sondeo C (Figs. 3 y 5) fue el que menos resultado arqueológico proporcionó, debido a la escasez de material aparecido en él, a la fragilidad y parquedad de sus estructuras, y a que no se pudo finalizar por completo (Fig. 4). Entre sus restos materiales, aparecidos exclusivamente en su primer nivel (UE001), contamos únicamente con material de construcción romano, tegulae e imbrices, a parte de algunos restos de carbón. Y en cuanto a restos estructurales, se encontró un enlucido de mortero apoyado en una línea de tegulae con una dirección O-E y 1’80 cm de largo, y un muro de mampostería con piedras de pequeño y medio tamaño que forma un ángulo de 90º con la anterior, en dirección N-S y 1’80 cm de longitud, que estaba recubierto de mortero solamente en sus últimos 20 cm hacia el norte. No nos atrevemos a establecer un uso de estas UCs, ni denominarlas como estructura de ningún tipo debido a su precariedad, sin poder precisar más en este momento. También se hallaron bolsadas de mortero machacado en su lado oeste y de adobe disgregado en su límite suroeste, todo dentro de la UE008. El sondeo D (Figs. 3 y 5) fue el que mejores resultados proporcionó, tanto en cuanto a materiales arqueológicos, en cantidad –49 piezas– y calidad –terra sigillata hispánica, moneda, vidrio, placa de plomo, etc.– dentro de varios niveles arqueológicos (destacando las UE003, UE006 y UE007); como en cuanto a sus componentes estructurales, ya que conserva una estructura rectangular con unas medidas parciales de 2’1 m de lado por 40 cm de altura y de un posible carácter hidráulico. Ésta se compone de un muro de conglomerado (hallándose tres de sus cuatro lados), revestido de mortero adosado al muro tanto al interior como al exterior –a modo de sándwich–, pavimento y zócalo situado en la unión entre el muro y el pavimento citado. Al exterior de este resto mueble, en su lado oeste, posiblemente veamos el inicio de otra estructura parecida, ya que encontramos parte de otro pavimento de iguales características que el encontrado en el interior, pero que, debido a las medidas del sondeo, no podemos aventurarnos más sobre este aspecto que quedará por desvelar en una futura intervención arqueológica. También se encontraron restos de mortero disgregado proveniente de la estructura nombrada. El sondeo E (Figs. 3 y 5) también proporcionó muy buenos resultados, tanto en cuanto a materiales arqueológicos, en cantidad –43 piezas– y calidad – terra sigillata hispánica,

material constructivo, cerámica engobada, fragmentos de hierro, etc.–, como en cuanto a componentes estructurales, ya que conserva una segunda estructura de las mismas características que la del sondeo D. Cuenta con unas medidas de algo más de 2 m de largo descubierto por 40 cm de alto y una orientación O-E. Se compone, igual que la anterior, de un muro de conglomerado (hallándose tres de sus cuatro lados), revestido de mortero adosado al muro tanto al interior como al exterior –a modo de sándwich–, pavimento y zócalo situado en la unión entre el muro y el pavimento mencionado. Los materiales encontrados durante la realización de los sondeos, en general, en lo que respecta al material cerámico analizado, no aporta una información específica que ayude a identificar los restos constructivos hallados (Fig. 6). Apenas se han encontrado fragmentos de terra sigillata, y entre los hallados predominan los fragmentos de terra sigillata hispánica lisa, donde se podría identificar un fragmento de H.7 y algunos correspondientes a la forma H.8. En este tipo cerámico, sobre la pared de una posible H.10, encontramos la parte final de un grafito compuesto por las letras [...] US y precediéndolas un poco separados unos trazos indeterminados que podrían atribuirse a un nombre personal en la forma declinada. Parte de los restos de terra sigillata hispánica decorada se podrían asociar, por sus características de pastas y engobes, a la producción tritiense de motivos circulares que se generalizó en el s. II d.C. También contamos con algunos restos de Ritterling 8B, similares a los que se dataron en Tvriaso entorno a finales del s. III d.C. Y posibles restos de alguna producción tardía identificada con la forma 37 tardía (Beltrán Lloris y Paz Peralta, 2004; Paz Peralta, 1991, 2008). El fragmento de lucerna hallado durante los sondeos es parte de una manufactura de pasta marrón muy clara y con engobe marrón, de la que conservamos un segmento de orla ancha decorada con hileras de perlitas inclinada hacia el exterior y separa del disco con una moldura de transición. La forma correspondería al grupo que se ha denominado lucernas derivadas de disco, a las que algunos autores les atribuyen una amplia cronología desde la segunda mitad del s. I d.C. hasta principios del s. IV d.C., más concretamente en nuestro caso, podría tratarse del modelo tardío asociado a la forma Dressel 30 a la que se le atribuye una cronología entorno a los siglos III-IV d.C. (Morillo Cerdán, 2015). En general, las cerámicas engobadas encontradas durante la realización de los sondeos sufren una mala conservación del engobe y en su mayoría son fragmentos indeterminados. Entre los escasos restos identificables podemos observar un fragmento de borde atribuible a una forma Unzu 17. La cerámica común de cocina y almacenaje en su mayoría está formada por elementos que conforman los cuerpos de los recipientes por lo que son de difícil adscripción formal, pero contamos con fragmentos de un supuesto

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Figura 5. Sondeos C, D, y E: momento final de su excavaciĂłn y planimetrĂ­a.

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Sesión 2. Arqueología Clásica ejemplo de olla en cerámica de cocción reductora que, por sus características formales en el borde, podría adscribirse al modelo Celsa 82.2. (Aguarod Otal, 1991; Beltrán Lloris, 1998).

una hendidura intencionada en la esquina opuesta que podrían ser marcas para la extracción de fragmentos de esta pieza. De ambos desconocemos su utilidad (Cochet y Pernot, 2000).

Los restos de materiales constructivos son bastante numerosos, tanto fragmentos de ímbrices como de tégulas, pero no contamos con ningún ejemplar completo. En el conjunto de tégulas halladas encontramos tanto rebordes de sección redondeada (s. I-V d.C. aproximadamente) como de sección cuadrada (s. I-III d.C.), por lo que no son de gran ayuda para fechar los restos constructivos localizados (Fig. 6).

Por último, reseñar la aparición de una moneda (Fig. 6) apoyada justo sobre el pavimento de la estructura hidráulica hallada en el sondeo D. Se trata de un As de Graccurris con una cabeza de águila como contramarca legionaria en anverso, colocada sobre el cuello del emperador Tiberio4. La mayoría de las monedas aparecidas con esta contramarca fueron acuñadas en los talleres de Cascantum, Tvriaso, Calagurris y Gracurris, realizada por los campamentos legionarios sobre las cecas que abastecían a gran parte del ejército del NO. Estos ejemplares se datan entre el 14-37 d.C. durante el reinado de Tiberio, de hecho, parece ser que la ceca calagurritana comenzó a acuñar moneda en el 14 d.C. (Blázquez Cerrato, 1999; Gómez Barreiro, 2003; Herreras Belled, 1985; Ripollès, 2010).

Entre los materiales no cerámicos (Fig. 6) contamos con una importante cantidad de vidrios, sobretodo una serie de fragmentos planos con una función indeterminada y algún borde exvasado de unos 40 mm de radio aproximadamente que recuerda a los vasos cilíndricos típicos ente los ss. I-IV d.C. (Alonso Cereza, 2010; Sánchez de Prado, 1984). También es relevante la cantidad de metales hallados (Fig. 6). Por un lado, hemos constatado varios fragmentos de hierro. Algunos formarían partes de clavos o útiles similares y, en concreto, disponemos de dos ejemplos de cerraduras, una circular con orifico central y otra rectangular. Por otro lado, se recogieron fragmentos de plomo. Uno de ellos se asemeja al fondo umbilicado de un recipiente de forma indeterminada. Las otras dos piezas de plomo son bastante significativas a nivel formal: un fragmento rectangular de 80x70x7 mm y otro triangular de 26x21x3 mm perfectamente escuadrado que cuentan con todos sus lados biselados. La placa rectangular tendría un corte por la parte posterior en una de sus esquinas y

5. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS DE FUTURO Desde el punto de vista arqueológico, los resultados han sido satisfactorios, pero a la vez sorprendentes en algunos puntos. Tanto en las intervenciones de los 80, como en la de 2012, se constata que en superficie existe mucho más material arqueológico y de carácter más variado que el hallado dentro de los niveles arqueológicos excavados. Estos nos ofrecen un marco temporal de ocupación entre los ss. I-IV d.C. aproximadamente, siendo lo mejor constatado la época altoimperial. Estructuralmente,

Figura 6. Material arqueológico recogido en los sondeos.

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añadimos a lo ya conocido en superficie (restos estructurales de adobes, pavimentos en su extremo septentrional, sillares de varias dimensiones, etc.), dos estructuras de carácter hidráulico de las que no podemos definir más su funcionalidad en el momento en el que nos encontramos.

Abascal Palazón, J.M. y R. Cebrián Fernández (2007): “Grafitos cerámicos de Segobriga (1997-2006)” en Lucentum XXVI, pp. 127-171.

En el futuro próximo, para continuar con su estudio y difusión, deberemos realizar los siguientes trabajos:

Aguarod Otal, C. (1985): “Avance al estudio de un posible alfar romano en Tarazona IV. La cerámica común” en Turiaso VI, pp. 19-64.

- Continuar el estudio de los materiales arqueológicos que se encuentran en la colección arqueológica del CET. - Continuar la excavación en extensión del yacimiento. - Determinar la funcionalidad de las estructuras halladas. - Realizar análisis arqueométricos de los materiales cerámicos con el objetivo de determinar las relaciones socioeconómicas del yacimiento. - Trabajos de topografía-fotogrametría, restauración y conservación de los restos y, finalmente, labores de anastilosis, reconstrucción y recreación virtual. - Difusión y divulgación del proyecto, tanto para el público especializado como el general.

AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer, en primer lugar, la disponibilidad del Centro de Estudios Turiasonenses para acoger y apoyar esta investigación, tanto de manera científica, como de manera económica, ya que sin su ayuda sería imposible realizar nada en este sentido. Y en segundo lugar nos gustaría agradecer la ayuda recibida por parte de Rafael Laborda Llorente, Hugo Palacín Jordán y Lucía Gómez Serra en las tareas de campo, así como del grupo de investigación Geotransfer en la parte geofísica de esta investigación.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Abad Casal, L. (1982): “Algunas consideraciones sobre los colores romanos y su empleo en la pintura” en Homenaje a Sáenz de Buruaga. Badajoz, Institución Cultural Pedro de Valencia, pp. 397-406. Abascal Palazón, J.M. (1986): La cerámica pintada romana de tradición indígena en la Península Ibérica. Centros de Producción, comercio y tipología. Madrid, Universidad de Alicante. Abascal Palazón, J.M. (2008): “Las cerámicas ‘tipo Clunia’ y otras producciones pintadas hispanorromanas” en D. Bernal y A. Ribera (eds.) Cerámicas hispanorromanas. Un estado de la cuestión. Cádiz, Universidad de Cádiz, pp. 429-443.

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Aguarod Otal, C. (1984): “Avance al estudio de un posible alfar romano en Tarazona II. Las cerámicas engobadas, no decoradas” en Turiaso V, pp. 27-106.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Realmente en este yacimiento se excavó sólo durante tres días ya que esta actuación se efectuó conjuntamente con la excavación y extracción de la tumba romana del término de Cabezolleros, pero como se carecía de financiación no se volvió a excavar (CET, 1964-1993; José Luis Corral, com. pers.). 2

http://www.ceturiasonenses.org/museo.php [08/01/2017].

3

Mientras que desde Synnada era desde donde se centralizaba y exportaba la producción. Los ss. III-IV d.C. son los de mayor actividad y exportaciones. Gracias al Edicto de Precios promulgado por Diocleciano se ha conocido que este mármol frigio fue considerado el más caro de la época. 4

ANVERSO: Cabeza laureada de Tiberio a derecha. No se lee correctamente la leyenda: TI CAESAR DIVI AVG F AVGVSTVS. REVERSO: Toro mitrado a derecha. No se lee correctamente la leyenda: MVNICIP GRACCVRRIS.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.9. CHICHARROYA III. UNA VILLA ROMANA EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE NOVALLAS (ZARAGOZA) CHICHARROYA III. A ROMAN VILLA IN NOVALLAS (ZARAGOZA)

Héctor Arcusa Magallón1, David Álvarez Polanco2 2

1 Arqueólogo profesional ARCADIA-FUNGE Universidad de Valladolid

Autor de contacto/ Contatc author: Héctor Arcusa Magallón, hectorarcusa@gmail.com

RESUMEN Durante agosto de 2017 se realizó una campaña de excavación en el yacimiento de Chicharroya III, entre los días 1 y 20. El objetivo era evaluar el potencial del yacimiento y contextualizar el hallazgo del Bronce de Novallas. Los resultados de dicha intervención han sido prometedores. En la parte alta del cabezo se han localizado unas estructuras de producción que arrancarían en época altoimperial y tendrían una perduración hasta época tardorromana, muy probablemente mediados del S. IV. En esta campaña se localizó la pars fructuaria, al menos una parte, de la villa. Las evidencias indican que se trataría de una villa destinada a la producción de vino. Hasta la fecha se han localizado parte del lacus o lagar, en el que se recogería el mosto tras el prensado de la uva. Junto a esta estructura se localizó la cella vinaria o almacén. La comunicación entre ambas estructuras se realizaba mediante una tubería de plomo de unos 12 cm de diámetro. La bodega no ha podido ser definida en ninguna de sus dimensiones. Hasta la fecha se han excavado unos ocho metros de longitud del muro oriental, que tiene una altura conservada de poco más de un metro. También han aparecido dos apoyos para los pilares que soportarían el cerramiento superior de la bodega y que constituiría el suelo de la primera planta del edificio. Sobre el suelo de la bodega se han localizado las grandes dolia de almacenaje, que tendrían una capacidad media de 300 litros de vino. PALABRAS CLAVE: Villa romana; Novallas; Bodega de vino; Chicharroya.

ABSTRACT During August 2017, an excavation campaign was carried out at the Chicharroya III site between days 1 and 20. The objective was to evaluate the potential of the site and contextualize the find of Novallas Bronze. The results of this intervention have been promising. In the upper part of the hill, production structures have been located that would start in the high imperial period and have a period of survival until late Roman times, most likely in the middle of the 4th century. In this campaign the pars fructuaria of the villa, at least a part, was located. The evidences indicate that it would be a villa destined to the wine production. To date they have located part of the lacus or winery, which would collect the grape juice after pressing the grapes. Next to this structure the cella vinaria or warehouse was located. The communication between both structures was carried out by means of a lead pipe of about 12 cm in diameter. The winery could not be defined in any of its dimensions. To date, some eight meters of length have been excavated from the eastern wall, which has a conserved height of just over one meter. Two supports have also appeared for the pillars that would support the upper enclosure of the warehouse and that would constitute the floor of the first floor of the building. On the floor of the warehouse several storage dolia, which would have an average capacity of 300 liters of wine, have been located. KEY WORDS: Roman villa; Novallas; Warehouse; Chicharroya.

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1. INTRODUCCIÓN El yacimiento de Chicharroya III se localiza en el término municipal de Novallas (Fig.1), a unos 3 km al oeste del núcleo urbano en el barranco del mismo nombre. Los restos se ubican sobre una pequeña loma entre almendros y olivos que en la actualidad se encuentra sin explotar agrícolamente. Las primeras noticias sobre su existencia se deben a los trabajos del Centro de Estudios Turiasonenses (García y Pérez, 2011). El siguiente hito en la historia del yacimiento lo constituirá la salida a la luz de un bronce escrito, conocido desde entonces como Bronce de Novallas (Fig. 2). El origen, se debe a un hallazgo casual de un vecino de Tudela (Beltrán et alii, 2013). Constituye uno de los textos escritos más interesantes, a la altura de los bronces de Botorrita. Es un documento escrito en lengua celtibérica con alfabeto latino datado en el siglo I a.C. y, desgraciadamente, inclompleto. Además de esta peculiaridad, muestra una adaptación de uno de los caracteres para escribir algún fonema que no existe en latín pero sí en la lengua paleohispánica.

2. OBJETIVOS En 2017 comenzó su marcha el proyecto PVBLICVS: Recuperando la historia de Novallas. El nombre hace referencia a una de las palabras que aparecen en el citado Bronce de Novallas. Este proyecto, que cuenta con el apoyo del Exmo. Ayuntamiento de Novallas, el Museo de las Lenguas y Escrituras Antiguas de Novallas y la Asociación de Amigos del Museo Comarcal, pretende, poco a poco, seguir ahondando en el rico patrimonio arqueológico de Novallas. En este primer año de andadura la intervención arqueológica se ha centrado en el yacimiento de Chicharroya III, puesto que se perseguían una serie de objetivos claros:

Figura 1. Localización del yacimiento de Chicharroya III

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En primer lugar, la documentación arqueológica del yacimiento en una serie de puntos que permitieran una evaluación inicial del potencial arqueológico del enclave y su estado de conservación. En segundo lugar, conseguir la contextualización arqueológica del Bronce de Novallas. Pese a ser un documento escrito de gran valor científico, su hallazgo casual ha impedido que conozcamos el contexto real de la pieza. En tercer lugar, aprovechar y enlazar la importancia internacional de un hallazgo puntual para dar difusión al proyecto, consiguiendo atraer a un público mayor no sólo al objeto de este proyecto sino a toda la oferta cultural y patrimonial de Novallas y su comarca. En cuarto lugar, dotar al pueblo de Novallas de un punto arqueológico de interés, conservado muy cerca de una vía romana, que enlace con su proyecto de Museo de las Lenguas y Escrituras Antiguas, ampliando el conocimiento sobre la época mejor representada en su Patrimonio arqueológico.

3. RESULTADOS Durante los últimos días de julio y prácticamente el mes de agosto completo, se llevaron a cabo una serie de trabajos de campo que nos permitieron llevar a cabo los objetivos antes citados.

3.1. Prospección electromagnética Chicharroya III es un yacimiento que se había prospectado superficialmente en varias ocasiones, desde los trabajos del Centro de Estudios Turiasonenses hasta para los recientes trabajos relacionados con el PGOU del municipio. En todas estas prospecciones los resultados descritos son similares: abundancia de tégulas e imbrices y cerámica de almacén. También se apreciaban sillares trabajados y restos de un posible muro en el corte de la ladera por su lado norte (García y Pérez, 2011).

Figura 2. Bronce de Novallas.


Sesión 2. Arqueología Clásica uno de sus lados y una anchura aproximada de unos 10 metros. En la parte baja del cabezo, en el lado sureste, también se detectaron unas estructuras murarias junto a una gran estructura de combustión de unos 5 metros de diámetro. Estos datos previos nos permitieron establecer los puntos de intervención de la excavación arqueológica.

3.2. La excavación arqueológica

Figura 3. Realización de la prospección magnética por técnicos de SOT prospecció arqueològica.

Dada la poca información que se podía extraer de estos resultados, se decidió, antes de comenzar la campaña de excavación, realizar una prospección electromagnética que nos pudiera dar una imagen aproximada del yacimiento. Estos trabajos se realizaron con la empresa SOT prospecció arqueològica y consistieron en una prospección magnética (Fig.3) mediante Sistema Bartington G601 dual con 2 sensores con una abertura entre ellos de 1m en una superficie de unos 6.800 m2. La prospección magnética permite una cobertura rápida de baja resolución (0.25 x 0.5m o 8 lecturas/m2) con lo que se identifican las zonas con posibles alteraciones en el subsuelo. De esta manera, se consigue ver la delimitación del asentamiento, la detección de la distribución espacial de sus estructuras y la confirmación de la existencia de estructuras de combustión.

Con los resultados de la prospección magnética, planteamos realizar unas intervenciones arqueológicas en dos puntos que nos aseguraban resultados, uno en la parte alta del cabezo y otra en la zona baja, al sureste (Fig. 5). La metodología de trabajo fue la de excavación en área, usando el método de registro Harris apoyado por Estación Total y uso de fotogrametría digital.

3.2.1. La zona 1 La zona 1 se localiza en la parte alta del cabezo de Chicharroya III, en una zona donde la prospección magnética había detectado la presencia de varios muros. Fruto del proceso de excavación se exhumaron una serie de estructuras que se pueden adscribir a la pars fructuaria de una villa romana, concretamente relacionadas con el proceso de producción de vino.

Los resultados de la prospección fueron muy positivos, constatándose una serie de estructuras en la parte alta del cabezo, en su parte occidental y septentrional (Fig. 4). En el plano de interpretación de los resultados parece verse una gran L con una longitud de unos 30 metros en cada

La primera de las estructuras localizadas es un lacus o lagar. Tiene una anchura de 1,7 metros y una longitud, hasta el momento de 2,3 metros. Las paredes están construidas mediante canto rodado trabado con argamasa de cal y de unos 30 cm de anchura. Se conserva una altura máxima de unos 40 cm, aunque está muy afectado por los trabajos de roturación llevados a cabo hace unos 40 años mediante un bulldozer de desmonte. Tanto la parte interior del lagar como el suelo está recubierto por una capa de opus signinum muy rugoso. Para asegurar la estanqueidad del espacio, se construyó una media caña también con opus signinum.

Figura 4. Esquema síntesis de interpretación de la prospección magnética.

Figura 5. Localización de las zonas de excavación.

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Figura 6. Relleno de tegulas e ímbrices del lagar. La función de este espacio sería la de recoger el mosto de la uva tras su prensado en el torcularium, que se localizaría cerca y del que desconocemos su ubicación. En el lagar se produciría una primera fermentación del mosto durante aproximadamente una semana, tras la cual, pasaría a su almacenamiento para su fermentación definitiva en la bodega (Mezquíriz, 2004). En un momento indeterminado, en el que ya no era de utilidad, el espacio del lagar se rellenó completamente usando tegulae e imbrices. El mosto recogido en el lagar se canalizaba hasta la cella vinaria mediante una tubería de plomo que se pudo recuperar. Además, bajo la embocadura en la zona del lagar, se localizó una plancha de plomo (Fig. 7). La cella vinaria es una gran estancia donde el mosto, procedente del lacus, se almacenaba en grandes tinajas para su fermentación, y por lo tanto, en su conversión en vino. En el caso de Chicharroya III se han excavado hasta la fecha un total de 35 m2 de bodega en extensión, aunque únicamente 20 m2 se han excavado completamente hasta el nivel del suelo original, un suelo de tierra apisonada. También se han localizado dos de los apoyos centrales que sostendrían la cubierta de la bodega, que a su vez serviría de suelo a una primera planta. Esta primera planta sería un espacio de habitación decorado con pintura mural, de la que se han localizado algunos restos en el relleno de la bodega, fruto del colapso del edificio.

Figura 8. Planta fotogramétrica de la Zona 1. El muro de la bodega (Fig. 9) conserva una altura de 1,1 m. Su construcción presenta un esquema interesante, si bien tiene algunos paralelos en villas similares como la de Pie Cordero III en Cascante. Su factura se asemejaría a un opus africanum, en el que tenemos unos sillares bien trabajados a modo de pilares y un relleno entre ellos de sillarejo. También se puede ver un cambio de formato en la piedra utilizada. En las primeras hiladas encontramos piedras de mayor formato, mientras que, a partir de los 50 o 60 cm., se utiliza piedra de formato más pequeño y se utilizan restos cerámicos, tanto de dolia como de teja, a modo de ripios.También se ha podido constatar la reutilización de algunas piedras del muro, cuya funcionalidad y origen se desconoce. El almacenamiento del vino para su fermentación se realizaba en grandes tinajas (dolia). En Chicharroya tenemos ejemplos completos pero no reconstruidos. Sin embargo contamos con paralelos como los de Arellano, Villafranca o Liédena y este tipo de recipientes tienen una capacidad media de entre 250 y 300 litros.

3.2.2. Zona 2 La segunda zona de excavación es de la que menos datos disponemos, dado que se ha quedado inconcluso el proceso de excavación. Por los escasos datos recogidos durante la excavación, se podría estar ante una zona

Figura 7. Tubería de plomo que comunica el lagar con la cella vinaria.

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Figura 9. Alzado del muro de la cella vinaria.


Sesión 2. Arqueología Clásica 4. PARALELOS En el Valle Medio del Ebro encontramos numerosos hallazgos relacionados con la producción de vino y/o aceite, aunque desgraciadamente, en su gran mayoría aparecen descontextualizados o son parciales (Peña, 2011-12). Es en el territorio de la actual Navarra donde encontramos los paralelos más completos, y mejor estudiados, de complejos destinados a la producción vinaria. Se trata de las villas de Las Musas (Arellano), San Esteban (Falces), Los Villares (Falces), la villa de Liédena y la instalación vinícola de Funes.

Figura 10. Planta fotogramétrica de la Zona 2. de residencia. La mayoría de los materiales cerámicos recuperados son de vajilla de mesa, con cerámica engobada, sigillata, paredes finas y cerámica común oxidante. Además, en esta zona se han hallado múltiples fragmentos con grafitti parciales. Este dato es interesante, ya que se podría interpretar como un marcado de la vajilla personal de cada uno de los trabajadores de la villa. Se han localizado tres espacios sin terminar de delimitar en su totalidad, dos en planta (espacios 1 y 2) y otro en el perfil (espacio 3). El perfil del espacio 3, que coincide con el abancalamiento de la finca, ofrece al menos una potencia de unos 80 cm de altura en el que se puede apreciar una superposición de estructuras. Otro dato de interés en esta zona es la posible relación del espacio 3 con el 2 mediante un canal cerámico que atraviesa el muro de separación que existe entre ambos.

Figura 11. Vista del corte estratigráfico del espacio 3 coincidente con el límite de finca.

Como se documentan en estos ejemplos (Fig.12), la cella vinaria se caracteriza por ser espacios rectangulares, generalmente soterrados, divididos en naves longitudinales. Estas características encajan perfectamente con lo que hemos podido atestiguar en el yacimiento de Chicharroya III. Si bien desconocemos todas sus dimensiones, reinterpretando los datos obtenidos mediante la prospección magnética, podemos aproximar las medidas de este espacio, en torno a los 30 metros de longitud y aproximadamente unos 9 metros de anchura, dividido en tres naves longitudinales. De confirmarse en el futuro estas medidas, estaríamos hablando de una superficie para el espacio de fermentación de más de 250 m2. En el municipio de Cascante, a pocos kilómetros de donde se localiza el yacimiento de Chicharroya III, encontramos la villa de Piecordero I (Gómara, 2016), en proceso de excavación. Si bien, no se ha excavado todavía la cella vinaria, sí disponemos de su planta, así como sus características constructivas, evidentes en el acceso a la misma. Al igual que en el caso de la cella vinaria de Chicharroya, en el caso de Piecordero I (Fig.13), los muros se elevan mediante el uso de pilares de sillares bien trabajados

Figura 12. Planta de las instalaciones productivas documentadas en el Valle Medio del Ebro (Peña, 201112, 150).

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Con todos estos datos elaboramos un primer diseño en 3D (Fig.14) del aspecto de esta zona del yacimiento, conscientes de que el mismo, variará con el devenir de próximas campañas.

Figura 13. Estructuras productivas de Piecordero I. En la parte superior se puede apreciar el sistema constructivo de la cella vinaria (Gómara, 2016, 17).

entre los cuales se completa mediante un muro de mampostería. En el caso navarro, los pilares se alinean con los apoyos centrales de la bodega, mientras que en el caso de Chicharroya esto no ocurre, al menos en la parte excavada hasta la fecha.

5. CONCLUSIONES Los primeros trabajos arqueológicos en el yacimiento de Chicharroya III de Novallas han sacado a la luz los restos de una villa romana, cuya cronología se remontaría a la segunda mitad del siglo I d. C. o comienzos del siglo II, y cuyo final, según apuntan algunos materiales, estaría en época bajoimperial sin que hasta el momento podamos precisar mejor estas fechas. Las estructuras exhumadas, tanto cronológicamente como morfológicamente, se ajustan a los modelos conocidos en el Valle Medio del Ebro, principalmente en el territorio navarro, y en el interior peninsular. Este tipo de villas se caracterizan por el uso de recipientes cerámicos para la vinificación del mosto, generalmente en estructuras cubiertas, organizadas en naves longitudinales (Peña, 2014, 232). Además, este tipo de construcciones permiten levantar una segunda planta, como ocurre en el caso que nos ocupa. Con los datos de que disponemos, podemos hacer una primera aproximación al aspecto que pudo tener la pars fructuaria de Chicharroya III. La planta de abajo, semienterrada, la conformaría la cella vinaria, con las grandes dolia para el almacenamiento del vino. El espacio estaría dividido por tres grandes naves, de las que hasta la fecha hemos encontrado dos apoyos intermedios. La cubierta, constituiría el suelo de una segunda planta, que conocemos gracias a la aparición de algunos elementos como restos de opus signinum que formarían parte del suelo, y restos de pintura mural, alguna con motivos figurados, que no parece compatible con su uso en el interior del espacio de la cella vinaria.

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Figura 14. Modelo 3D de cómo pudo ser la estructura de la cella vinaria de Chicharroya III. Autor Héctor Arcusa.


Sesión 2. Arqueología Clásica AGRADECIMIENTOS

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

En este apartado queremos hacer constar nuestro absoluto agradecimiento a toda una serie de personas e instituciones que con su empeño personal han contribuido a que el proyecto PVBLICVS haya echado a andar.

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En primer lugar, al Excmo. Ayuntamiento de Novallas, y en particular a Jesús Fernández, su alcalde, por su implicación personal en este proyecto. A Silvia Pérez, restauradora del equipo y directora del Museo de las Lenguas y Escrituras Antiguas, por las horas de dedicación. A la Asociación de Amigos del Museo Comarcal, que ha gestionado las ayudas que han hecho posible los trabajos arqueológicos. A Ángel Pasamar, de Tradhenor, a Julio Royo, de Construcciones Royo Vázquez y Juan Luis Alegría, que nos ayudaron con herramienta y maquinaria. A la familia Soria Baigorri en su sentido amplio, dueños de las fincas en las que se localiza el yacimiento, que no sólo nos dieron su permiso para realizar los trabajos arqueológicos, sino que nos ayudaron como voluntarios en más de una ocasión. También queremos agradecer al equipo de voluntarios que nos acompañó durante el mes de agosto en la aventura arqueológica: Begoña, Jesús Mari, Jesús, Marcos y Chema. Y por último, pero no menos importante, a toda la gente que nos ha dado muestras de apoyo e interés tanto en persona como a través de nuestra página de Facebook (https://www. facebook.com/Pvblicvs/).

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Figura 15. Equipo y voluntarios de Chicharroya III 2017.

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300


Sesión 2. Arqueología Clásica

LA DECORACIÓN ARQUITECTÓNICO-DECORATIVA REALIZADA EN ESTUCO DEL PATIO PORTICADO DE LA DOMUS 1 (INSULA I) DE BILBILIS (CALATAYUD, ZARAGOZA)

2.10.

THE ARCHITECTURAL-DECORATIVE DECORATION MADE IN THE STUCCO OF THE COURTYARD OF THE DOMUS 1 (INSULA I) OF BILBILIS (CALATAYUD, ZARAGOZA) Carmen Guiral Pelegrín1, Lara Íñiguez Berrozpe2, Carlos Sáenz Preciado3, Manuel Martín-Bueno3 Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) 2 Escuela de Turismo Universitaria de Zaragoza (ETUZ) 3 Universidad de Zaragoza

1

Autor de contacto/Contact author: Lara Íñiguez Berrozpe, laraib@unizar.es

RESUMEN Presentamos los resultados de la investigación realizada durante el verano de 2017 en el yacimiento de Bilbilis (Calatayud, Zaragoza). A partir del estudio de los restos de estuco – pertenecientes a cornisas y columnas fundamentalmenteexhumados en su gran mayoría en las campañas de 2000-2001, se ha podido establecer una serie de hipótesis acerca de la decoración, realizada con este material, del atrio de la Domus I (Inslula I) ubicada en el Barrio de las Termas. Esta presentación tiene varios objetivos: continuar con el estudio de la decoración pictórica y estucada de la citada vivienda para, entre otras cosas, seguir concretando su cronología; y reivindicar el papel del estuco como objeto arqueológico -con una metodología propia- de vital importancia para comprender diversos aspectos de la sociedad romana que hizo uso de él para configurar la ornamentación de sus edificios, tanto públicos como privados. PALABRAS CLAVE: Domus; Cornisa; Estuco; Columna; Patio; Decoración.

ABSTRACT We present the results of the laboratory research carried out during the summer of 2017 at the Bilbilis deposit (Calatayud, Zaragoza). From the study of the remains of stucco - belonging to cornices and columns fundamentally exhumed mostly y in the campaigns of 2000-2001, it has been possible to establish a series of hypotheses about the decoration, made with this material, of the courtyard of the Domus I (Inslula I) located in the neighborhood known as Barrio de las Termas. This presentation has several objectives: to continue with the study of the pictorial decoration and in stucco of the aforementioned house to, among other things, continue to specify its chronology; and to claim the role of stucco as an archaeological object -with its own methodology- of vital importance to understand various aspects of Roman society that made use of it to configure the ornamentation of its buildings, both public and private. KEY WORDS: Domus; Cornice; Stucco; Column; Patio; Decoration.

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1. LA DOMUS 11

2. EL PATIO PORTICADO

La domus 1, erigida en la segunda mitad del siglo I a.C., está situada en el extremo meridional de la denominada Insula I, manzana de viviendas compuesta por tres casas, asentada en la misma terraza de las termas. Compartió el muro medianil con la domus 2 y estuvo delimitada por tres calles. Se estructuró en tres plantas, de las cuales la inferior correspondió a un frente de tabernas (tabernas 1013), la segunda a la zona residencial noble, y la tercera, que aunque no se ha conservado, seguramente estuvo ocupada por las habitaciones secundarias de la morada. A la planta principal se accedía directamente a través de una escalera lateral que conectaba con la calle. En cuanto a su distribución interna, contó con un reducido vestibulum (1) que daba paso al patio porticado (2) alrededor del cual se organizaron el resto de habitaciones. De estas se han identificado con seguridad la cella ostiaria (3), el triclinium (5), un cubiculum (6), el tablinum (4) y el balneum (9). Este último espacio fue introducido en la reforma que sufrió la vivienda en época augústea y que conllevó la reducción y el cerramiento del citado tablinum contiguo. La estancia 7 todavía se encuentra en fase de estudio pues los recientes análisis efectuados sobre sus posibles restos pictóricos y de estuco junto con el hecho de que se trate de una habitación abierta al patio, hacen que se planteen diversas hipótesis acerca de su interpretación, barajándose la posibilidad de que fuera una exedra o incluso un oecus corintio (fig. 1).

El patio de forma cuadrangular (7,17 x 8 m) estuvo solado por un empedrado de cantos de río –opus barbaricumaunque con seguridad existió un pavimento primitivo ya que este empedrado, sobre el que se realizaron distintas reparaciones, quedó por encima de los plintos de alabastro de las cuatro columnas documentadas. No se ha localizado el impluvium, por lo que es más correcto denominar a la estancia como patio porticado o columnado, tal y como propone P. Uribe (Uribe, 2015: 71 y 213).

Posiblemente por cuestiones estructurales, el ocaso de la vivienda tuvo lugar hacia mediados del siglo I d.C., si bien el frente comercial continuó en activo hasta el siglo III d.C. (Martín-Bueno y Sáenz, 2001-2002; MartínBueno et al., 2007: 205-223; Uribe, 2004; Uribe, 2015: 210-215).

3. LA DECORACIÓN ESTUCADA DEL PATIO Hay que tener presente que, al asentarse esta vivienda sobre una terraza, los materiales cayeron en pendiente lo que unido a las grandes remociones de tierra que sufrió el yacimiento en siglos posteriores, fundamentalmente por las labores agrícolas, hace que en la actualidad muchos de los restos no sean originarios de las habitaciones donde son exhumados. Por otro lado, en el trascurso de la excavación del patio, se pudo constatar que en la parte de esta estancia más cercana a las tabernas no se encontraron restos de la decoración estucada y que estos se hallaron en las tabernas. El hallazgo de un muerto datado en el siglo VI es el testimonio claro de las labores de recuperación de materiales que tuvo lugar en estos edificios una vez abandonados (Martín-Bueno y Sáenz, 2001-2002: 140). Durante las excavaciones realizadas en los años 19992001 se hallaron diversos restos pictóricos. En primer lugar, en el muro norte del patio se encontró in situ una placa de enlucido blanco que parece indicar que este fue el color elegido para pintar sus paredes. Más interesante resulta sin duda el material arquitectónicodecorativo realizado en estuco; se han podido identificar restos correspondientes a cinco tipos de cornisas y a los capiteles y fustes de las cuatro columnas del patio, de las que hasta el momento sólo conocíamos los plintos sobre los que apoyaron2.

3.1. Cornisas 3.1.1. Cornisa 1 Se trata de uno de los tipos de cornisas con mayor número de fragmentos hallados, por lo que suponemos que sería la cornisa dispuesta en la zona superior de las paredes del patio (fig. 2).

Figura 1. Planta de la domus 1 (Insula I) (Uribe, 2015, fig. 84).

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La técnica de realización de la cornisa es la siguiente: el muro o, al menos la zona superior de éste, se recubrió con un cañizo, cuyas cañas se disponen de forma horizontal y que también son el soporte del enlucido del techo que, a tenor de los restos conservados, debió ser blanco; para asegurar la sujeción de la cornisa a la pared se incrustaron en el mortero cuñas de madera (fig. 3) y, seguidamente,


Sesión 2. Arqueología Clásica se enlució el techo y la pared con una capa de argamasa, en la que se esbozó someramente el perfil de la cornisa; finalmente sobre una capa de estuco se deslizó la terraja con la que se moldeó el contorno definitivo. El perfil está configurado por distintas molduras3: cuarto de bocel, filete, pico de cuervo, gola, filete, listel vertical, faja horizontal, filete, talón, listel y faja vertical; la zona correspondiente al inicio de la pared estaba pintada de color rojo por lo que podríamos deducir que los muros del patio no estuvieron enlucidos totalmente de blanco, como hemos señalado en líneas anteriores, sino que pudieron tener una banda roja en la zona superior. Dentro de la clasificación de las cornisas de Bilbilis podríamos incluir esta cornisa en el segundo grupo de las fechadas en el siglo I d.C., cuya característica fundamental sería la presencia de una moldura en forma de faja horizontal en la mitad que genera un fuerte voladizo y del denominado “pico de cuervo” en la zona superior (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 459-462, fig. 228). La presencia de esta faja horizontal se constata en cornisas de la Colonia Victrix Iulia Lepida Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza), asociadas a pinturas de época de Tiberio4.

3.1.2. Cornisa 2

Figura 2. Fotografía y perfil de la cornisa 1 (foto y dibujo de C. Guiral, L. Íñiguez y J.C. Alemán).

Figura 3. Reverso de la cornisa 1 donde se aprecian las improntas de cañas y de la cuñas de madera (foto de C. Guiral y L. Íñiguez).

Se trata del otro gran grupo de cornisas halladas en el atrio. La técnica de realización es similar a la utilizada en la cornisa 1: un cañizo, con las cañas dispuestas en sentido vertical (fig. 4), cubre la pared y sobre él se aplica una capa de mortero que también reviste el techo, pintado de blanco; con objeto de crear el saliente de la cornisa se añade otra capa de mortero en forma de cuña en la que se esboza ligeramente el perfil, que queda definido tras la aplicación de una terraja sobre una capa de estuco. La sucesión de molduras que componen el perfil es la siguiente (fig. 5): cuarto de bocel, pico de cuervo, gola, filete, faja vertical y talón; esta cornisa se integra en el tercer grupo, más heterogéneo tipológicamente, de las fechadas también en la primera mitad del siglo I d.C., cuya característica esencial es la existencia de la moldura denominada pico de cuervo (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 462, fig. 229).

Figura 4. Reverso de la cornisa 2 donde se aprecian las improntas de cañas dispuestas en sentido vertical (foto de C. Guiral y L. Íñiguez).

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Figura 5. Fotografía y perfil de la cornisa 2 (foto y dibujo de C. Guiral, L. Íñiguez y J.C. Alemán).

3.1.3. Cornisa 3 Se observa en este tipo de cornisa –de la que sólo hemos documentado dos fragmentos- un sistema de sujeción a base de cañas en la zona del techo, conservado en parte y que es la impronta del cañizo con el que se construye el techo. La sujeción de la cornisa a la pared se realiza por medio de cuñas de madera; tras la capa de mortero que reviste el muro, se ha dispuesto otra en forma de cuña, y tras ella el estuco sobre el que se ha deslizado la terraja para elaborar el perfil. Este consiste en un pico de cuervo, gola, filete, pico de cuervo, gola y dos filetes (fig. 6). También esta tipología pertenecería al tercer grupo de las cornisas fechadas en la primera mitad del siglo I d.C. (Guiral y Martín Bueno 1996: 462, fig. 229). Debido a que contamos con pocos fragmentos de este tipo, pensamos que la cornisa no fue originaria de la habitación donde se halló.

3.1.4. Cornisa 4 Se trata de una cornisa que forma ángulo recto y que debió decorar una estructura arquitectónica, posiblemente un entablamento relacionado con un nicho. La estructura fue creada o simplemente revestida con cañas, sobre las que se dispone una gruesa capa de mortero; sobre ella una fina capa de estuco en la que se moldea el perfil; en la zona superior esta capa está pintada de color anaranjado (posiblemente rojo de plomo ya detectado en otras pinturas de Bilbilis) y en la zona inferior se pinta de color blanco. El perfil consta de bocel, talón y baquetón (fig.

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Figura 6. Fotografía y perfil de la cornisa 3 (foto y dibujo de C. Guiral, L. Íñiguez y J.C. Alemán).

7). Existe en esta pequeña cornisa un elemento que define su cronología: el pequeño baquetón situado en la zona inferior que aparece en otros ejemplares bilbilitanos en la segunda mitad del s. I d.C. y que se integran en el primer grupo de la citada cronología (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 462, fig. 231). Tan sólo se halló un fragmento por lo que quizás cabe pensar, como en el caso anterior, que su procedencia no sea el patio porticado.

3.1.5. Cornisa 5 Cornisa –de la que han llegado hasta nosotros dos fragmentos- en la que no se conserva el sistema de sujeción a la pared dado que falta el mortero que revestía el muro; sobre esta capa se dispuso otra en forma de cuña aplicada para crear el saliente y finalmente el estuco sobre el que se moldea el perfil. Los motivos decorativos se han realizado utilizando dos técnicas distintas: las ovas mediante un molde, en tanto que los dentículos se han ejecutado tallando el estuco. El perfil se compone por un cuarto de bocel decorado con ovas y flechas, dos filetes y un friso en el que se han tallado los dentículos, de forma trapezoidal y con una nervadura excisa en el centro.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 7. Fotografía y perfil de la cornisa 4 (foto y dibujo de C. Guiral, L. Íñiguez y J.C. Alemán). El perfil de esta cornisa no se reconoce en ninguno de los grupos identificados hasta el momento, pero sí la decoración de ovas y de dentículos (fig. 8) (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 466-472). Las cornisas decoradas de Bilbilis se fechan en la segunda mitad del s. I d.C., teniendo en cuenta los perfiles y algunos motivos decorativos propios de esta época; sin embargo no podemos olvidar que los dentículos aparecen en la Colonia Celsa en época de Tiberio (Mostalac y Beltrán, 1994: fig. 229). Por lo tanto y dado que no podemos incluir el perfil en los grupos individualizados, consideramos que es más apropiado datar la cornisa en el siglo I d.C.

3.2. Columnas Varios restos nos permiten reconstruir los fustes y capiteles de las cuatro columnas documentadas que constituyeron el pórtico de la zona central del patio. Como hemos apuntado más arriba, apoyaron sobre

Figura 8. Fotografía y perfil de la cornisa 5 (foto y dibujo de C. Guiral, L. Íñiguez y J.C. Alemán).

plintos, conservados in situ, pero no han llegado hasta nosotros las basas, en el caso de que existieran. Tras el análisis realizado, podemos concluir que el diámetro de las columnas fue de 25,3 cm.

3.2.1. Fustes Varios fragmentos han permitido constatar que los fustes eran de sección circular. En el reverso se constata la impronta de cuerdas dispuestas en espiral que permiten verificar que el poste era de madera y que las cuerdas servían para crear una superficie irregular que permitiese la correcta adhesión del mortero, hecho ya constatado en otros fustes hallados en diversos edificios de la ciudad. El enlucido está formado por tres capas de mortero de idéntica composición y un revestimiento final de estuco blanco, cuya superficie ha llegado hasta nosotros muy rugosa y deteriorada.

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3.2.2. Capiteles Los cuatro capiteles documentados son iguales. Se pudo recomponer casi completamente uno de ellos, formado por un equino cuadrado de 37-38 cm de lado y un ábaco circular, cuyo perfil se define por las siguientes molduras: cuarto de bocel, filete, gola, faja vertical, filete y el sumoscapo que da paso al fuste. En el interior del capitel se han constatado las improntas de cañas, lo que indica que el alma estuvo construida con este material, con el que se crea la estructura del capitel que, posteriormente se reviste con mortero y se enluce con el estuco que constituye la parte visible. Por lo tanto, las columnas se realizaron con una estructura de madera y cañas que, revestida de mortero y estuco adquirió una solidez suficiente para sostener el entablamento del que se constata la impronta de las vigas de madera, de 28 cm de anchura, en el reverso de uno de los fragmentos del capitel (fig. 9). Este capitel tiene un paralelo muy claro en los ejemplares hallados en la zona noreste del templo, donde se halló una acumulación de materiales de construcción, entre los que figuraban cornisas y columnas con capiteles que presentan un perfil muy similar, fuste facetado e idéntica técnica de construcción (Guiral y Martín-Bueno, 1996: 47-49). En relación a la cronología, consideramos plausible que pertenecieran a alguna estancia del recinto religioso y, por lo tanto, pueden fecharse en época augusteo-tiberiana, de manera que tienen una relación evidente, desde el punto de vista cronológico, con las procedentes de esta domus.

4. CONCLUSIONES De entre todos los elementos arquitectónico-decorativos hallados en las excavaciones del patio columnado, con seguridad pertenecen a su ornamentación las columnas y las cornisas 1 y 2, dado el gran número de fragmentos hallados y la cronología que, a tenor de las comparaciones realizadas con otras cornisas del municipium, se fechan en época agusteo-tiberiana, cronología que también conferimos a los capiteles, por sus estrechas similitudes con los hallados en el templo. Ambos elementos corresponderían a la reforma efectuada en la domus, con el objetivo de insertar el balneum. De las cornisas 3, 4 y 5 se conservan muy pocos fragmentos, hecho que nos plantea muchas dudas sobre la posible pertenencia a la casa y consideramos que pueden ser materiales residuales procedentes de la destrucción de edificios situados en la terraza superior. La cornisa 3 se fecha en la primera mitad del s. I d.C., la 4 en la segunda mitad y sobre la número 5 solamente podemos afirmar que pertenece al siglo I d.C., sin poder establecer mayores precisiones por las razones ya aducidas en líneas anteriores. El estudio de las cornisas halladas en esta casa nos permite comprobar la diversidad decorativa que permite el uso

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Figura 9. Fotografía y dibujo del capitel hallado en el patio porticado (foto L. Ayán; dibujo J. C. Alemán).

del estuco ya que no se ha constatado ninguna estancia decorada el mismo tipo de cornisa, ni tampoco se repiten los perfiles de los capiteles, lo que indica que las terrajas de madera o cerámica, no eran nunca reutilizadas. Al margen de estas conclusiones de carácter particular relativas a los restos objeto de estudio en esta aportación, queremos insistir en que el yacimiento bilbilitano es un referente para el estudio de los materiales arquitectónicodecorativos realizados en estuco y su cantidad y calidad permiten comprobar la importancia de este material en la decoración de los edificios privados y públicos.


Sesión 2. Arqueología Clásica REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Guiral, C. y M. Martín-Bueno (1996): Bilbilis. Decoración pictórica y estucos ornamentales. Institución Fernando El Católico, Zaragoza. Martín-Bueno, M. y C. Sáenz (2001-2002): “La Insula I de Bilbilis”. En Salduie, nº2, pp. 127-158. Martín-Bueno, M., J. Lope, C. Sáenz y P. Uribe (2007): “La domus 2 del barrio de las termas de Bilbilis: la decoración de II estilo pompeyano”. En Villas, maisons, sanctuaires et tombeaux: découvertes et relectures récentes, Actas del coloquio del Musée Gallo-Romain Saint-Romain-en-Gal, Vienne, 8-10 février 2007 (B. Perrier ed.). Quasar, Roma, pp.235-271.

Mostalac, A. y M. Beltrán (1994): Colonia Victrix Iulia Lepida-Celsa II, Estratigrafía, pinturas y cornisas. Museo de Zaragoza, Zaragoza. Uribe, P. (2004): “Arquitectura doméstica en Bilbilis, la domus 1”. En Salduie, nº4, pp. 191-220. Uribe, P. (2015): La arquitectura doméstica urbana en el valle medio del Ebro (siglos II a.C.-III p.C.). Ausonius, Bordeaux.

NOTAS ACLARATORIAS 1

Este trabajo se integra en los proyectos del Ministerio de Economía y Competitividad, URBS: “Repertorios ornamentales públicos y privados en el NE de Hispania” (HAR2013-48456-C3-1-P.), I.P. M. Martín-Bueno y “La decoración parietal en el cuadrante NE de Hispania: pinturas y estucos (siglo II a. C.–siglo VI d. C.)” (HAR2013-48456-C3-2-P), I.P. C. Guiral Pelegrín. 2

Agradecemos a José Carlos Alemán y a Luis Ayán la colaboración en los trabajos llevados a cabo durante el mes de julio de 2017.

3

La descripción se realiza desde la parte superior a la inferior.

4

Agradecemos al Dr. A. Mostalac la información.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.11. SOPORTE PARA UNA PLATAFORMA NUEVA DE INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA SOBRE VIDRIO (ESQUEUOMORFOS)* SUPPORT FOR A NEW ARCHAEOLOGICAL RESEARCH PLATFORM ON GLASS (SKEUOMORPHS)*

Juan Á. Paz Peralta1, Esperanza Ortiz Palomar2 1

Museo de Zaragoza, conservador y arqueólogo 2 Arqueóloga y perito judicial

Autor de contacto/Contact author: Juan Á. Paz Peralta, japaz@aragon.es

RESUMEN Se presenta el proyecto de investigación titulado: Ficta Vitro Lapis: las imitaciones de piedras en vidrio en la Hispania romana, financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España). El estudio arqueológico es llevado a cabo por un equipo interdisciplinar. Se centra la atención en los contenidos, objetivos y metodología utilizada para su consecución. El propósito del proyecto es identificar y analizar la relación entre piedras y vidrios como parte de un fenómeno más amplio de simulación. Este artículo está dentro de la línea de investigación del esqueuomorfismo, particularmente en piezas de vidrio que simulan piedras ornamentales y preciosas. Las correspondencias entre un objeto de vidrio y su modelo en piedra puede ser total o parcial. Contamos con la evidencia de la interacción del cruce artesanal y la especialización en época romana. La relevancia de esta convergencia de artesanías y su contribución al campo de la arqueología es incuestionable. Estas identificaciones pueden trazarse en vidrios del periodo Julio-Claudio, básicamente, aunque no exclusivamente. Las Coloniae Celsa y Caesar Augusta aportan una amplia gama de objetos de vidrio monocromo y mosaico. Algunos fueron utilizados como recipientes, recubrimientos parietales y adornos personales. Los resultados preliminares de un cronograma reflejan la tendencia de las principales clases de simulaciones pétreas en vidrios y su distribución a lo largo de época romana. El estudio holístico trabajado se define como un enfoque inclusivo de la arqueología que comprende las múltiples facetas de un artefacto. PALABRAS CLAVE: Holístico; Metodología; Simulación; Estructural; Ornamental; Piedras.

ABSTRACT This paper presents the research project titled: Ficta Vitro Lapis: Glass imitations of stones in Roman Hispania, funded by the Ministry Economy, Industry and Competitiveness of the Government of Spain). An interdisciplinary research group performs the archaeological study. Attention is focused upon the contents, objectives, methodology used for the purposes. The purpose of the project is the relationship between glass and stones as part of a broader phenomenon of emulation. This paper falls within the line of research of the skeuomorphism, particularly in glass pieces, which emulate ornamental and precious stones. Correspondences between a glass object and its model in stone can be total or partial. We have evidence of cross-craft interaction and craft specialization in the Roman period. The relevance of this convergence of crafts and its contribution to the field of archaeology is unquestionable. These identifications can be traced in glasses of the Julio-Claudian period, fundamentally although not exclusively. The Coloniae Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza) and Caesar Augusta yield a wide range of items of monochromatic and mosaic glass. Some were used as vessels, wall coverings and personal ornaments. The preliminary results of a chronogram reflect the tendency of the main classes of simulations in glasses and their distribution throughout the Roman period. The holistic study worked, is an inclusive approach to archaeology comprising the many facets of an artefact. KEY WORDS: Holistic; Methodology; Simulation; Structural; Ornamental; Stones.

* Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación del Ministerio de Economía y Competitividad: (HAR2015-64142-P) (MINECO / FEDER, UE).

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1. INTRODUCCIÓN La presentación de esta plataforma de investigación tiene como finalidad, esencialmente, describir el contenido y mostrar los instrumentos a su servicio, de forma sumaria. Por ello, ciñéndonos a la maqueta de la publicación, el apartado de metodología constituye el fondo del artículo. Tras varias publicaciones (Cisneros, Ortiz y Paz, 2004; 2013; 2014a; 2014b) se está realizando un proyecto cuyo enunciado es Ficta Vitro Lapis: las imitaciones de piedras en vidrio en la Hispania romana (Cisneros, 2017). Se ha concedido y financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad (Secretaría de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación; Dirección General de Investigación Científica y Técnica), referencia: (HAR2015-64142-P) (MINECO / FEDER, UE), a la Universidad de Cantabria, Facultad de Filosofía y Letras, bajo la dirección del profesor Miguel Cisneros. Corresponde a la Convocatoria 2015 - Proyectos I+D - Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia. Subprograma Estatal de Generación de Conocimiento. El periodo de realización comprende desde el 1 de enero de 2016 al 31 de diciembre de 2018. La plantilla está jerarquizada en: Investigador principal, equipo investigador, equipo de trabajo (doctores), equipo de trabajo (no doctores) e investigadores externos. Las partes implicadas directamente, con su correspondiente personal técnico, son: Universidad de Cantabria; Universidad de Zaragoza; LAMA, Università IAUV di Venezia; Université di Bourdeaux Montaigne; Sapienza Università di Roma; y distintos centros museísticos: Museo de Zaragoza, Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, Museu d’Història de Barcelona y la Unidad de Museos del Ayuntamiento de Zaragoza. Además de otras colaboraciones, entre las que destaca la del Museo Arqueológico Nacional.

2. OBJETIVOS Las identificaciones acreditadas para símiles pétreos de vidrios esqueuomorfos constituyen la primera búsqueda y son un gran avance. Sin embargo, importa con igual intensidad todo lo que trasciende al artefacto, lo que hay dentro y alrededor del mismo. Algunas de las facetas que muestra el tema central y que generan distintos campos del conocimiento se recogen en la Tabla 1. Este tipo de manufacturas nos han introducido en el lujo social, siendo la respuesta dada por las artesanías a una demanda que necesitó aunar esfuerzos para satisfacer retos y cumplir objetivos. Detrás de su razón de ser operan diversas causas aisladas o combinadas.

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Tabla 1. Objetivos de la investigación.

CLASIFICACIÓN (Vidrios Esqueuomorfos)

DESARROLLOS DE CONOCIMIENTO

IDENTIFICACIONES SIMILES ...

PIEDRAS: ornamentales preciosas minerales y sustancias afines

UBICACIONES

Espacio Tiempo

CATALOGACIONES

Tipología (perfiles) Decoración Colores Funciones

APLICACIONES

Uso Utilidad

DESARROLLOS

Iconografía Clientela Gustos Modas Precio / Estima

MARCADORES

Patrones estratigráficos Aplicaciones a otros materiales

EJECUCIONES

Técnicas Tecnologías Interrelaciones artesanales Composiciones

MOVIMIENTOS

Producción Mercado Comercio Difusión Rutas Distribución

FRECUENCIAS

Estadísticas

SIGNIFICADOS

Etimología Hermenéutica

CAUSAS CONSECUENCIAS

Razón de ser del fenómeno Influencias Proyecciones

3. METODOLOGÍA 3.1. Formulación Esta investigación arqueológica nace en torno a los esqueuomorfos en vidrio, rastreando as materias y procesos inorgánicos y orgánicos vinculados a la naturaleza. Una biomímesis artística, en otros tipos de materiales, sugiere que en el medio natural hay numerosos y variados modelos en los que inspirarse y los artesanos los aplicaron y desarrollaron en sus creaciones. Hemos diferenciado, dentro de este ámbito, cuatro grandes categorías entre los objetos de vidrio que se comercializan en época romana y, siendo independientes, no han de verse aisladas para ciertas consideraciones (Tabla 2). El proyecto se inicia con la especializada en varias clases de piedras.


Sesión 2. Arqueología Clásica Tabla 2. Biomímesis artística en vidrio y ejemplos del Museo de Zaragoza. Colonia Celsa. Procedencia estratigráfica: época de Nerón (54-68 d.C.) (Fots. J. Garrido)

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Dicha categoría trata sobre la simulación de piedras preciosas, ornamentales, minerales y sustancias afines en vidrio romano, creando ESQUEUOMORFOS. Se ha rehusado la denominación piedras semipreciosas al responder a un concepto moderno o anacrónico. Alusiones esporádicas y generales en la bibliografía hacen que el estudio tenga vocación de inédito. El fenómeno que lo define, fue fijado por la escuela de Oxford en 1891 (Vickers, 1999), pero en el campo del vidrio estaba todo por rastrear. La bibliografía científica recoge únicamente alusiones generales y no siempre correctamente adjudicadas. Las simulaciones de distintos materiales y materias en otros, se manifiestan transformando los elementos estructurales, esenciales, constituyentes de la naturaleza química y física del original, en diseños decorativos, secundarios, accesorios u ornamentales en el segundo, como una metáfora visual. Paralelamente, otros productos están determinados por su pertenencia a una serie terminológica que oscila entre lo verdadero y lo falso, con un abanico de voces intermedias (inspiración, copia, imitación, unicum, falso, etc.) entre las que figura el esqueuomorfo; algunas tienen significados bien diferenciados y otras ligeros matices distintivos (Ortiz Palomar, 2003). Este valor conceptual, suele obviarse en los estudios catalográficos, quedando a mitad de camino entre el valor cuantitativo (arqueométrico) y cualitativo (tipológico) de los objetos. Los hallazgos de vidrio más antiguos documentados datan del s. XXIII a.C. (Sternini, 1995: 11). Son lingotes de color azul que sirvieron para la fabricación de elementos ornamentales, reemplazando a lapislázuli y turquesa tan demandados. Estos ornamentos, y a partir del siglo XVI a.C. ungüentarios, realizados mediante la técnica de núcleo de arena, constituyen el primer eslabón del lujo en vidrio que también lo es de los esqueuomorfos. Desde ese momento, asistimos a un desarrollo ininterrumpido de dicha práctica.

3.2. Ejecución El procedimiento parte de la localización, selección, y triaje de materiales pétreos y vidrios, con características determinadas, susceptibles de ser incluidos. A los problemas de partida, sobre emplazamientos y permisos, o cesiones de hallazgos para su estudio, se suman los de la ubicación, inaccesibilidad, disponibilidad o deficiencias de registro de determinados fondos, y, en ocasiones, las dificultades propias de restos procedentes de depósitos antiguos que arrastran un comprometido estado de conservación y lagunas informativas de diverso tipo. A estos condicionamientos, hay que añadir los de índole humana, quedando expuesta la necesidad de contar con suficientes técnicos en un estudio de estas características y en el que están implicados materiales de especialidades significativamente restringidas o condicionadas. El trabajo de laboratorio ha de acometerse, en varios casos, desde el inicio y concluye en el dibujo técnico

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arqueológico, preceptivo no solo por razones metodológicas sino por la necesidad de fijar morfología y tipología, mayoritariamente en los vidrios, al disponer habitual y únicamente de fragmentos muy reducidos. Este material presenta peculiaridades y mayor dificultad añadida que otros soportes, lo que exige y condiciona contar con un conocimiento previo sobre vidrio arqueológico para, principalmente: detectar asimetrías, ejecutar orientaciones sin líneas de torno, hacer barridos rasantes y con diferentes luces sobre decoraciones esmeriladas o grabadas superficialmente y aislar rallados por otras causas, distinguir elementos aplicados de las alteraciones por acción de los agentes atmosféricos y discriminar cambios cromáticos debidos a estos últimos. El tratamiento de los artefactos se realiza en red con una base de datos catalográfica abierta y particularizada para este estudio. La integran dos tablas complementarias, con un formato desdoblado pero continuo para las entradas de piedras y vidrios (Tabla 3). Una principal y específica reúne los contenidos relacionados con las identificaciones de símiles pétreos. La otra, secundaria, congrega el registro de cada pieza. El objetivo es aislar toda la información accesoria en la caracterización de los esqueuomorfos y visualizar los tipos, variantes y elementos reconocidos, sin interferencias subordinadas. La tabla base nace con el fin de sistematizar una categoría decorativa de vidrios. Permite desarrollar conclusiones sobre el conocimiento, conexionándose con las de la tabla anexa que sintetiza datos museográficos y/o arqueológicos esenciales de los artefactos. El sistema trata informaciones homogéneas y deja valuar diversas variables, aislando o combinando factores y permitiendo búsquedas. Tabla 3. Base de trabajo: constantes evaluadas TABLA BASE PIEDRAS - VIDRIOS

TABLA ANEXA PIEDRAS - VIDRIOS

Localizador

Localizador

Conjunto

Inventario

Grupo

Procedencia

Clase

Localización

Color

Ambiente

Cualidad

Forma

Referencia Fuentes Literarias

Función

Dibujo

Técnica de fabricación

Fotografía

Técnica decorativa Taller Descripción Dimensiones Análisis (referencia) Cronología Observaciones Bibliografía


Sesión 2. Arqueología Clásica La tipología resultante aporta, por primera vez, una caracterización y designación técnica de estas clases decorativas con los grupos y conjuntos a los que pertenecen; desglosando variantes y modalidades relacionadas. Metodológicamente, es una contribución inédita a las clasificaciones ornamentales del vidrio romano. En el plano de los recursos humanos, un estudio de estas características solo es posible con la participación de distintos investigadores y especialidades que discurren sincrónicas y cruzadas. La notoriedad, variedad de hallazgos y funciones ha generado intereses recíprocos de conocimiento en distintas disciplinas. Para la identificación de símiles pétreos encontramos varias vías de apariencias, siendo DISEÑO y COLOR las esenciales y el resto recursos potenciadores. El color se estima por la suma de tres medidas (Tabla 4): TONO (matiz o tinta) propiedad cromática determinada por la longitud de onda de la luz reflejada a partir de un objeto o transmitida a través de él, lo que normalmente entendemos por color; SATURACIÓN (croma), la intensidad definida por su distancia respecto al gris; y el VALOR (brillo o claridad) que diferencia los claros de los oscuros, independientemente de su tono y saturación en una escala que tiene como límites el blanco (100%) y el negro (0%): de este último haríamos dependientes las calidades de: transparente, translúcido y opaco. Tabla 4. Ecuación de los fundamentos del Color. COLOR = tono + saturación + valor Hemos utilizado la Carta de Color Caran d’Ache, con el fin de reducir la subjetividad en la descripción de los colores y utilizar un lenguaje común y definido a través de un código. Los criterios tenidos en cuenta, en su elección, responden a que ofrece: amplio espectro, a la vez que concreción; identificación y referencias precisas; condición estandarizada y universal; consulta accesible en formato tabla y compartida a través del medio digital; difusión multilingüe; y aceptación previa, ya introducida, en bibliografía de vidrios.

2. Color. Se dan modelos en vidrios monocromos y bicromos / policromos. Constituye uno de los dos elementos básicos en el reconocimiento de un esqueuomorfo, en combinación con el diseño. En el conjunto de los monocromos es la pauta única y directa habilitada para la asociación con la piedra. Vidrios monocromos con colores idénticos pueden ser similes a piedras ornamentales y preciosas, siendo las variaciones de pulido y acabado las que se convierten en determinantes para su asignación. 3. Texturas. Se recrean trazos, profundidad de talla, biselado y pulido propios de los trabajos en piedra. 4. Forma (fig. 1). Las semejanzas son producto de una mediación artesanal o, sin intervención alguna, por existir una morfología natural definida.

Figura 1. Vidrio verde esmeralda translúcido trabajado simulando el color y la cristalización hexagonal natural de la esmeralda (0,50 cm). Turiaso (Tarazona, Zaragoza), circa 284. (Fot. J. Garrido). 5. Disposición (fig. 2). Hay elementos, como las máscaras ornamentales ubicadas en los apoyos de las asas (Cisneros, Ortiz y Paz, 2014b: 1402, fig. 3) cuyos recipientes son contrapuntos de un original; formas homónimas en materiales diferentes.

Relación de apariencias: 1. Diseño. Hay un despliegue amplio de modelos tomando por referentes la gran variedad de piedras y afines. Una estructura piramidal ad hoc articula tres grandes conjuntos: incoloros, monocromos y bicromos / policromos, los dos últimos a su vez divididos en grupos y estos en clases: fase que pone nombre a los similes. Los modelos en vidrio que se distinguen como esqueuomorfos son tratados como similes a diferentes piedras o materias para no incurrir en imprecisiones semánticas o crear confusión con otras categorías

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Figura 2. 1. Vidrio de color natural y soporte científico (altura total 26 cm). Colonia Celsa, circa 60-65 d.C. Museo de Zaragoza (Fot. J. Garrido). 2. Jarra de alabastro. Necrópolis Vaticana (Roma), mausoleo E o de T. Aurelio Tyranno, circa 130-161 (Fot. M. Andreozzi).

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La mera coincidencia entre perfiles de distintos materiales no crea esqueuomorfos. Sin embargo, la máscara, aisladamente, podría ser un esqueuomorfo; como la de vidrio blanco opaco de El Palao (Alcañiz, Teruel), presumiblemente similis a piedra preciosa, habiéndose trabajado cabezas de medusas y bacantes (fig. 3).

8. Técnica y tecnología (fig. 5). Solo un mismo artesano de piedras y vidrios podría ejecutar obras idénticas en talla lineal y esquemática, creación de volúmenes, burilado y ahuecado de entalles, esmerilado por abrasión, esculpido, cincelado con técnica camafeo y pulido.

Figura 3. Vidrio blanco opaco (2,57 x 2,20 x 1,22 cm). El Palao (Alcañiz, Teruel), circa 50-65. (Fot. J. Á. Paz). 6. Dimensiones y proporciones. El vidrio carecía del condicionamiento de tamaño de las piedras, especialmente preciosas. El adorno personal se sometía a las dimensiones de las gemas resultando más creíble o fraudulento. 7. Función. Hay traslaciones funcionales directas como en la cubrición de vanos, conviviendo vidrio de ventana con lapis specularis, desde fines del siglo I hasta el IV (fig. 4) y sustancias alternativas, anteriores, translúcidas y transparentes (Ortiz Palomar, 2001: 349-353, figs. 113-118). El mismo traspaso lineal sucede en estatuas con ojos de piedra usando mármol y obsidiana negra o lapislázuli, con sus equivalentes en vidrio.

Figura 5. Vidrio camafeo, azul y blanco opaco (3,5 x 2,7 cm), con el Milagro de las bodas de Caná. Basílica des Cap des Port (Fornells, Menorca), circa 550-625 (De Palol, 1982: 391, fig. 21 y lám. XLIV).

En el taller del gemmarius Pinarius Cerialis, en Pompeya, se encontraron gemas junto a vidrios finalizados y a medio trabajar, entre otros materiales (D´Ambrosio y De Carolis (a cura), 1997: 24-25). El hallazgo ratifica las interrelaciones observadas entre artesanías. Una confluencia plena, a veces, persigue una falsificación coetánea.

3.3. Proyección Se definen los perímetros del proyecto y su despliegue en diferentes ámbitos científicos y de trabajo, la inclusión de todas las aplicaciones funcionales y la cabida a cualquier procedencia de los materiales.

3.3.1. Disciplinas

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Figura 4. 1. Fragmento de Lapis Specularis con luz proyectada (5,7 x 3,3 x 0,85 cm); Caesar Augusta, Museo de Zaragoza (Fot. J. Garrido). 2. Fragmento de vidrio de ventana (4 x 3 x 0,2/0,3 cm); Los Bañales (Uncastillo), Museo de Zaragoza (Fot. J.Á. Paz).

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Las posibilidades y derivadas del fenómeno esqueuomorfo son amplísimas, abriendo un campo sin explorar, de gran importancia en diversas áreas de trabajo (Tabla 5). Existe una retroalimentación de contenidos para las especialidades involucradas, siendo emisoras necesarias por lo que aportan y, a la vez, receptoras por los contendidos repercutidos en todas ellas, imprescindibles en un estudio holístico como el que se programa. Se observa una relación equitativa en glíptica, propiedades mágicas, funciones y referencias literarias, entre otras, que se busca trasladar a las áreas de trabajo compartidas.


Sesión 2. Arqueología Clásica Tabla 5. Áreas implicadas y abanico de dominios VIDRIOS ESQUEUOMORFOS

ARQUEOLOGÍA

Vidrios Piedras ornamentales (Cestería) (Cerámica) (Metal) Arqueometría

HISTORIA DEL ARTE

Artes Decorativas

GEOLOGÍA

Mineralogía Gemología Paleontología

MUSEOS

Museología Museografía Restauración

FILOLOGÍA CLÁSICA

Etimología Hermenéutica

HISTORIA ANTIGUA

Política Sociedad Economía Cultura Religión-magia, etc.

PERITAJE, TASACIONES

Expertización en el Mercado de Antigüedades Valoración de Bienes Culturales con distintos fines Peritaje judicial

3.3.2. Categorías funcionales Se actúa sin límites morfológicos, ampliando el espectro de objetos a considerar, especialistas implicados e informaciones generadas. No se han marcado las restricciones de algunas tesis arqueológicas, cuyo grado de especialización y visiones demasiado focalizadas y microscópicas suelen distorsionar un escenario o panorama global. Los grandes grupos funcionales utilizados están en sintonía con el listado simplificado de la base de datos por razones de manejabilidad (Tabla 6) (un desglose pormenorizado en Paz Peralta y Ortiz Palomar, 2004: 139-142). Tabla 6. Grandes grupos funcionales documentados FUNCIONES ESQUEUOMORFOS RECIPIENTES

Mesa Cosmética

Parietal ARQUITECTURA

Pavimentos Iluminación: lámparas y ventanas

ADORNOS

Personal Decoraciones muebles (interiores)

VARIA

Juego Accesorios

PREMANUFACTURAS

Lingotes (vidrio en bruto)

3.3.3. Nichos materiales Es un proyecto inclusivo iniciado con los yacimientos de Celsa (Paz Peralta, 1998: 494-498, figs. 328-329) y Caesar Augusta, sumándose otros aragoneses y Augusta Emérita, Asturica Augusta, Barcino y colecciones del Museo Arqueológico Nacional, hasta el momento. Museos, colecciones privadas, documentación gráfica impresa son depósitos potenciales de piezas. El planteamiento y metodología utilizados permiten nuevas incorporaciones, potenciando el efecto multiplicador de la información recabada, consolidando conclusiones y completando datos en distintas parcelas del conocimiento.

4. RESULTADOS Los objetivos del proyecto presentados por su director, Miguel Cisneros, son coincidentes con una parte de los resultados materializados. Las exploraciones satisfactorias previas sobre algunas imitaciones de piedras en vidrios favoreció la adhesión de investigadores, la interacción entre agentes científicos complementarios y la colaboración entre comunidades autónomas, además de liderar una vía de investigación a nivel nacional y con otros grupos extranjeros, buscando la globalización en el intercambio de conocimientos, logros y aplicaciones teóricas de carácter transversal. Se está dando un paso para vertebrar y cohesionar en España a los especialistas en vidrio antiguo cuyos trabajos, aportados de forma independiente y sin que a penas trasciendan en foros internacionales específicos, pueden aprovechar la formación de un grupo de investigación y abandonar el espacio en blanco con el que suele representarse a la Península Ibérica. Por un compromiso de sostenibilidad se ponen en valor los fondos museísticos, volviendo a recuperar determinados objetos arqueológicos para convenir nuevas lecturas. Los materiales estudiados proceden de distintas entradas lo que justifica: seguir avanzando en la investigación arqueología de campo, metódica y programada; demostrar la necesaria aplicación de una labor intensiva pero exhaustiva en las excavaciones de urgencia; o revalorizar las colecciones antiguas. El proyecto a partir del trabajo de laboratorio no es posible sin instrumentos de financiación; siendo precisa una visión compartida y equitativa de recursos destinados para arqueología de campo y de laboratorio como lo es la interdependencia entre ambas fases. Promover y administrar los recursos humanos para el desempeño de actividades investigadoras desde múltiples centros resulta necesario: universidades, museos, servicios de arqueología y colegios profesionales facilitando la cooperación y colaboración de doctores y potenciando capacidades y sinergias. Se aplican una metodología arqueológica y protocolos estrictos en la manipulación de los objetos arqueológicos,

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dibujo técnico-arqueológico, definición del color objetivable mediante el uso de tablas acreditadas, fichas catalográficas acoplables al programa DOMUS, creación de una base de datos específica y adaptada a los requisitos que exige el estudio combinado y comparado de piedrasvidrios-textos antiguos-resultados analíticos. Unos planteamientos innovadores y rompedores permiten abrir nuevas líneas de exploración y avances en la frontera del conocimiento histórico-arqueológico con contribuciones a la Ciencias de la Antigüedad, enfatizando la historia de la Tecnología de las piedras y los vidrios. La actividad arqueológica está sometida a incorporaciones y revisiones constantes incitando a su proyección, desafíos de futuro y superación. El valor de unas conclusiones sobre datos históricos, en su sentido más amplio, recae en el protagonismo de los objetos arqueológicos muebles, y no en aspectos arquitectónicos ni monumentales de la arqueología. Informaciones que no podrían obtenerse a través de los restos inmuebles. La coordinación establecida promueve articular mecanismos de planificación y eficiencia de búsquedasresultados. Se persigue el equilibrio entre el impulso hacia campos de desarrollo nuevos en la frontera del conocimiento actual de las piedras y los vidrios, a la vez que se consolidan tecnologías y herramientas aplicadas a la arqueometría, informática, metodología, etc. La arqueología se verá favorecida por la investigación aplicada y la innovación reorientadas, eliminando posibles barreras previas. La estrategia de equipo se dirige a abrir contenidos y conclusiones compartiendo informaciones y mediante su difusión para resolver retos españoles, sobre este proyecto, que coinciden con los internacionales, fomentando la movilidad de ideas y personas en foros especializados internacionales. Se trabaja por divulgar los avances obtenidos en niveles flexibles al estado cultural de la sociedad. La arqueología forma parte de la educación, estimula valores como el espíritu crítico o el trabajo en equipo, y crea información contrastada para la transmisión del conocimiento de la Historia, contribuyendo a la comprensión de cuestiones vigentes. El fenómeno de las simulaciones, en sentido genérico, con un amplio espectro de categorías entre lo verdadero y lo falso, se ha mantenido y evolucionado en todas las culturas. La Arqueología es modelo de globalización científica al ser susceptible de estudio cualquier materia, en cualquier período y por toda la geografía. El tema se ha presentado en reuniones especializadas: Jornadas sobre Vidrio en la España Romana (Real Fábrica de Cristales de La Granja. Fundación Centro Nacional del Vidrio); revistas extranjeras: Madrider Mitteilungen y Journal Roman of Archaeology; Congreso Internacional de Arqueología de Mérida (2013), V Congreso Internacional de Historia de la Arqueología. Arqueología de los Museos: 150 Años de la creación del Museo Arqueológico Nacional (2017).

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5. CONCLUSIONES La suma de estudios especializados, monográficos o llevados a cabo desde distintas disciplinas con algún denominador común, no es equivalente al tratamiento del tema como un Todo o estudio holístico, procedimiento óptimo en la investigación. El proceso simultáneo e interconectado de datos es la vía para una percepción histórica tridimensional. La especialización artesanal y las interacciones de artesanos son, tecnológicamente, los aspectos más relevantes. Los lingotes se comercializaron desde talleres primarios hacia otros secundarios que conformaron productos con vidrios prefabricados con sofisticados y depurados procesos, transmitidos por restringidas recetas. La morfología y pureza de los ejemplos mostrados determina que corresponden a esquirlas de un lingote para fabricar objetos (fig. 6). Una de las aportaciones principales es situar por primera vez algunas producciones, reubicar y reafirmar otras como marcadores estratigráficos. Un avance de las

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Figura 6. Fragmentos de esquirlas de lingotes. 1. Vidrio opaco naranja, rojo y amarillo similis a marmor Numidicum (Cisneros, Ortiz y Paz, 2014a: 282-283, fig. 2 c.-e.) (3 x 2,1 cm y 11,924 gr), Museo Romano de Astorga (León). 2. Vidrio translúcido verde (2,3 x 2 cm y 13,296 gr), Turiaso (Tarazona, Zaragoza), circa 284 d.C., Museo de Zaragoza. (Fot. J. Garrido). investigaciones, como conclusiones, se recoge en la propuesta de cronograma, provisional (Tabla 7) con la tendencia de las principales clases de simulaciones pétreas en vidrios y su distribución en época romana. Los vidrios similes a alabastros constituyen la única clase que se documenta, ininterrumpidamente, no solo durante el periodo romano sino desde el origen de la producción de recipientes en esta artesanía. Se constata en distintas técnicas de fabricación: núcleo de arena, conformado a molde, soplado dentro de molde y libre, aplicándose los hilos en caliente, arrollados y dejados aplastados o con relieve. Los alabastros pueden presentar


Sesión 2. Arqueología Clásica diferentes patrones en su estructura y se transfieren como ornamentos con líneas paralelas, festones, ondas, etc. Podría considerarse el ejemplo piloto del fenómeno esqueuomorfo para piedras y vidrios. Su proyección fue extensa y hubo manufacturas con colores dispares que constituyen otras categorías (inspiraciones, etc.) indicando la fuerte influencia de la piedra. Esto puede obedecer a la intensa utilización de los alabastros, en origen, especialmente desde el periodo tardío egipcio (Cisneros, Ortiz y Paz, e. p.). Las producciones incoloras, de largo recorrido, derivan de la tradición helenística. Varían en su calidad: depuración de agentes contaminantes, pureza y transparencia o decolorante utilizado en determinados momentos (manganeso y antimonio); y decoraciones talladas desplegadas como en el cristal de roca. Lo más significativo en el vidrio negro es la dualidad funcional entre el Alto y Bajo imperio de los productos; con recipientes y fichas de juego, mayoritariamente en época julio-claudia, y con adorno personal, especialmente, desde el siglo IV. Los similes a ágatas constituyen un grupo destacado consolidado desde época de Augusto. La política de concentración de artesanías en Italia e innovaciones técnicas con un mejor control del fundido y sofisticación en la creación de cañas marcaron el camino a estos tipos decorativos (Fleming, 1999: 22-23). Las referencias en

las fuentes antiguas son relevantes. El vidrio, al igual que sucede con los similes a alabastros, presenta variedades artísticas relacionadas con las modalidades naturales. El vidrio similis a piedra preciosa más singular por escaso, efectista y complejidad tecnológica concierne al dicroico. Aparece en los límites del Imperio, entre Constantino I y Teodosio I (324-395), con la revitalización económica y reactivación del lujo social en los ámbitos de poder y altas esferas sociales. Supuso el mayor exponente del lujo en vidrio romano. Su probable correspondencia con alguna piedra preciosa con cualidades dicroicas es verosímil (Cisneros, Ortiz y Paz, e. p.). En el cronograma, se incluyen otros esqueuomorfos coetáneos con algunos de piedras o que les preceden inmediatamente en el caso de los vidrios de reticella (malla o red) (Paz Peralta, 1998: 496) similes a tejidos vegetales utilizados en cestería. Los vidrios con ocelos remiten a ciertos animales (pavos reales, mariposas o algunas especies de peces y reptiles); son manchas con apariencia de ojos desarrolladas en un proceso de mimetismo. Los artesanos también trasladaron los colores y disposición del arco iris a la bóveda de cuencos, adecuado a la forma y volumen del soporte (Paz Peralta, 2011: 250-251, fig. 146). Todos estos ejemplos, al igual que las piedras, resultan ser modelos procedentes de la naturaleza, constituyendo para los vidrieros una fuente de inspiración muy destacada para sus ornamentaciones (Tabla 2). Los hemos considerado para contextualizar las

Tabla 7. Cronograma preliminar. Principales grupos de vidrios esqueuomorfos y su distribución en época romana.

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creaciones vidrieras del periodo romano, principalmente en recipientes, observando que las simulaciones de piedras no fueron una moda aislada y se integrarían en un macroconjunto de esqueuomorfos. Se trabaja en la razón de ser del fenómeno, detectándose casuísticas diferenciadas y no siendo solo la económica (Cisneros, Ortiz y Paz, 2013: 293). El propósito es la generación de conocimiento.

AGRADECIMIENTOS A Miguel Beltrán LLoris, director científico de las investigaciones de la Colonia Celsa, y José A. Benavente Serrano, presidente del Taller de Arqueología de Alcañiz (Teruel), a ambos por la cesión y facilidades en la consulta de los materiales.

D’Ambrosio, A. y E. De Carolis (a cura) (1997): I monili dall’area vesubiana. Roma, L’Erma di Bretschneider. De Palol, P. (1982): «La basílica des Cap des Port, de Fornells, Menorca» en P. de Palol (dir.), II Reunió d’Arqueologia Paleocristiana Hispànica (Montserrat, 2-5 novembre 1978), Barcelona, Institut d’Arqueologia i Prehistoria, pp. 353-404.

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Paz Peralta, J.Á. (1998): «8.11. El vidrio» en M. Beltrán Lloris et al., Colonia Victrix Iulia Lepida-Celsa (Velilla de Ebro, Zaragoza): el instrumentum domesticum de la «Casa de los Delfines», Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2 tomos, pp. 493-561 y 877-880.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.12. REFLEXIONES SOBRE UN PIE ESCULTÓRICO DE MÁRMOL DE LA COLONIA CAESAR AUGUSTA REFLECTIONS ON A MARBLE SCULPTURAL FOOT FROM THE CAESAR AUGUSTA COLONY

Mª Pilar Lapuente Mercadal 1,2, Isabel Rodà de Llanza 2,3, Eva M. Koppel 3, Carmen Aguarod Otal 4 1 Universidad de Zaragoza Instituto Catalán de Arqueología Clásica, Tarragona 3 Universidad Autónoma de Barcelona 4 Ayuntamiento de Zaragoza

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Autor de contacto/ Contact auhor: Mª Pilar Lapuente Mercadal, plapuent@unizar.es

RESUMEN Se realiza un análisis estilístico y arqueométrico de un fragmento escultórico hallado en las excavaciones de las Termas públicas de la Colonia Caesar Augusta. La pieza tallada en un único bloque de mármol blanco corresponde a parte del pie derecho de una escultura de gran tamaño apoyado, en su parte delantera hasta el empeine, en una base de aproximadamente 16 x 33 x 14 cm. El pie, desnudo, con los dos primeros dedos que miden poco más de 7 cm desde el punto de arranque, permite suponer una estatua de tamaño superior al natural de aproximadamente 2,05 m. La parte conservada del pie se apoya en su totalidad sobre la base, quedando ligeramente levantado el dedo meñique, indicando que la estatua podría descansar su peso en la pierna derecha. La pieza conservada en el Museo de las Termas Públicas de Caesaugusta (número de referencia 82.16.88) fue muestreada sacando una pequeña esquirla con objeto de proceder a su análisis petrográfico, de catodoluminiscencia y de isótopos estables de C y O. Los resultados analíticos avalan, sin duda, su procedencia griega en las canteras de mármol del Monte Pentélico de Atenas. La calidad del material empleado junto con la perfección del trabajo escultórico, un pie desnudo con las uñas y cutículas perfectamente indicadas, permiten reflexionar sobre las diversas propuestas que podrían encajar para esta estatua ideal. PALABRAS CLAVE: Escultura; Mármol; Caesar Augusta; Termas públicas; Arqueometría; Monte Pentélico.

ABSTRACT An archaeometric and stylistic analysis of a sculptural fragment, found in the excavations of the public baths of the Caesar Augusta Colony, is carried out. The piece carved from a single block of white marble corresponds to part of the right foot of a sculpture of oversize supported, at the front until the instep, by a base of about 16 x 33 x 14 cm. The foot, nude, with the first two toes that are little more than 7 cm from the starting point, allows to suppose a statue larger than the natural of approximately 2.05 m. The remaining part of the foot rests entirely on the base, leaving a slightly raised toe, indicating that the statue could rest his weight on the right leg. The piece preserved in the Museum of the public Baths in Caesaraugusta (number 82.16.88) was sampled by removing a small chip in order to proceed to their petrographic analysis, cathodoluminescence and stable isotopes of C and O. Analytical results undoubtedly guarantee its Greek origin in the marble quarries of the Pentelic Mount in Athens. The quality of the material used along with the perfection of the sculptural work, a bare foot with toenails and cuticles perfectly suitable, allow us to reflect on the various proposals that could fit for this ideal statue. KEY WORDS: Sculpture; Marble; Caesar Augusta; Public Baths; Archaeometry; Pentelic Mount.

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1. INTRODUCCIÓN En la zona central de la Colonia Caesar Augusta se alzaba el edificio termal descubierto durante las campañas de excavación realizadas en los años 1982 y 1990, en la calle San Juan y San Pedro de Zaragoza. En dichas campañas, al amparo del Convenio establecido entre el Ministerio de Cultura y el Ayuntamiento de Zaragoza, bajo la dirección científico-administrativa del director del Museo de Zaragoza, D. Miguel Beltrán, y la dirección técnica de Dª Carmen Aguarod, se documentó una natatio porticada, correspondiente a la tercera y última fase del complejo termal, construida en época de los flavios. La piscina conserva uno de sus ábsides, detrás de los cuales se ubicaron dos basamentos de piedra, destinados probablemente a servir de apoyo a sendas esculturas que decorarían la estancia (Figura 1).

El contexto de la pieza corresponde al denominado nivel b que contiene terra sigillata africana C y D, terra sigillata hispánica tardía y DSP o terra sigillata gálica tardía, que señalan el abandono definitivo de las estructuras termales romanas durante los siglos IV y V (Aguarod y Alonso, 2016).

2. OBJETIVOS Esta contribución pretende aportar algunas reflexiones acerca de las diversas propuestas que se desprenden del estudio estilístico de la pieza, acompañado al mismo tiempo de información sobre el origen geológico del material marmóreo. Esta aproximación requiere de un estudio arqueométrico comparativo de la propia muestra y de los mármoles de canteras usadas en la antigüedad, aplicando distintas técnicas analíticas complementarias entre sí (Lapuente, 2014). El estudio analítico habitual aplicado paso a paso, como se ha explicado en otras aportaciones, nos ha ayudado a identificar una gran cantidad de mármoles de los recuperados no solo en los registros arqueológicos romanos del Convento Caesaraugustano (Lapuente et al, 2016; Nogales et al, 2017) sino también de otros emblemáticos hispanos (Lapuente et al, 2014).

3. METODOLOGÍA Para llevar a cabo este estudio se diferencia primeramente la parte analítica para pasar después al estudio minucioso de los detalles estilísticos que componen la pieza escultórica. Figura 1. Plano de la natatio de las termas (según C. Aguarod). En el transcurso de la excavación de 1982 se halló el fragmento escultórico de mármol que aquí se estudia: una base y un pie desnudo de una escultura de gran tamaño (Figura 2) que se conserva actualmente en el Museo de las Termas públicas de CaesarAugusta (núm. de referencia 82.16.88).

Figura 2. Pieza estudiada (núm. referencia 82.16.88). (P. Lapuente).

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3.1. Metodología analítica A partir de una pequeña esquirla de mármol, tomada con cincel y martillo, de una zona poco visible de la pieza escultórica (Figura 3), se procedió a realizar su estudio analítico habitual. La muestra se sigló como MZ-1. Según se explicó en Lapuente et al, (2016), la experiencia adquirida tras el estudio de determinación de la cantera de origen del mármol usado en innumerables piezas arqueológicas romanas nos lleva a proponer una metodología a desarrollar en distintas fases, para aproximarnos mejor a su identificación. Así el protocolo analítico seguido requiere por una parte, de la existencia de una extensa litoteca de referencia de mármoles blancos de canteras antiguas y, por otra, de una amplia base de datos analítica contrastada, donde además de la petrografía, basada en el estudio por Microsopía óptica (MO), se apliquen técnicas complementarias, como la catodoluminiscencia (CL) y se determinen las relaciones isotópicas de C y O. Una vez inspeccionada la muestra macroscópicamente, observando con la ayuda de una fuente de luz complementaria, cualquier heterogeneidad presente, sea composicional o de tamaño de grano, así como otros aspectos texturales se procedió a su estudio petrográfico completo con descripción de una lámina delgada de


Sesión 2. Arqueología Clásica 3.2. Análisis estilístico La observación de los rasgos estilísticos de la pieza, medidas relativas y disposición espacial de sus componentes así como otros aspectos de detalle sobre el trabajo escultórico aportan claves para identificar la obra como producto de determinados talleres artísticos, como se precisa en el apartado 4.2.

4. RESULTADOS 4.1. Resultados analíticos

Figura 3. Localización de la zona muestreada. (P. Lapuente).

La observación macroscópica de la piedra puso de manifiesto que se trata de un mármol blanco de grano fino que presenta algunas vetas de micas blancas tipo moscovita, marcando una clara foliación (Figura 4).

30 mm de espesor para su observación mediante MO. Se usó el microscopio modelo OLYMPUS AX-70, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza. Se prestó una especial atención a la composición mineralógica, textura, tamaño máximo de grano MGS (Maximum Grain Size) y forma del límite entre granos BGS (Boundary Grain Shape). En la misma lamina delgada se estudió el comportamiento luminiscente de la muestra al ser bombardeada por un chorro de electrones, en cámara al vacío. La CL aprovecha la capacidad luminiscente que presentan los carbonatos, en función de la concentración de algunos elementos traza presentes en la red cristalina como son Mn2+ o Fe2+. Se usó el equipo de CL del Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC) de Tarragona. Se trata del dispositivo CL8200 Mk5-1, acoplado a un microscopio petrográfico NIKON Eclipse 50iPOL que permite la observación de la muestra y caracterizar su color, intensidad y distribución de la emisión de fotones. La energía aplicada es de 15–20 kv, operando entre 250– 300 ma, un vacío de aproximadamente 10-2 torr. El fenómeno se registra fotográficamente en diferentes zonas de la lámina para asegurar la representatividad de las imágenes y para su posterior comparación con las catodomicrofacies típicas de los mármoles de cantera. Las fotografías se tomaron automáticamente (a 29mm, de longitud focal, f/4.6 de apertura, 1s de exposición iso200) con una cámara NIKON COOLPIX5400 acoplada al microscopio mediante un adaptador NIKON COOLPIX MDC Lens. La abundancia relativa de los isótopos de 13C y 18O fue determinada con un espectrómetro de masas FINIGAN MAT 252, del Dipartimento di Scienze della Terra dell’Università “La Sapienza” (Roma). Los resultados se expresan en términos de la desviación d 13C y d 18O en ‰, relativo al estándar de referencia internacional PDB (Pee Dee Belemnites).

Figura 4. Presencia de micas blancas. (P. Lapuente).

Las características petrográficas analizadas bajo el MO se recogen en la Tabla 1 y se muestra una imagen en la Figura 5. Tabla 1. Características petrográficas Material

Mármol

Minerales

Calcita (95%) Dolomita (3%) Moscovita (2%) Fino MGS < 2mm

Tamaño grano Maximum Grain Size (MGS) Textura

Forma límite granos Grain Boundary Shape (GBS) Fábrica (visu)

Granoblástica Ligeramente heteroblástica Curva Suturada Foliada

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Tabla 3. Valores isotópicos d 13C ‰ (PDB) d 18O ‰ (PDB)

2,70 - 4,90

Figura 5. Imagen petrográfica en condiciones de luz polarizada y analizada (nícoles cruzados). (P. Lapuente)

Figura 7. Proyección de los datos isotópicos de C y O en el diagrama isotópico para mármoles de grano fino clásicos e hispanos. La conjunción de resultados lleva a identificar, sin duda, que el mármol utilizado tiene su origen en el Monte Pentélico de Atenas (Grecia), poniendo de manifiesto la elección de un mármol de calidad estatuaria, altamente apreciado en la Antigüedad.

4.2. Apreciaciones estilísticas Figura 6. Imagen de CL correspondiente a la figura 5. La distribución irregular, heterogénea y parcheada de la intensidad ayuda a la identificación del tipo de mármol utilizado. (P. Lapuente). Las características del comportamiento luminiscente se muestran en la Tabla 2 y en la Figura 6.

A partir de la observación y medidas de la pieza puede decirse que corresponde a parte del pie derecho de una escultura de gran tamaño. El ancho de pie mide 17 cm, y se encuentra apoyado en la base hasta el empeine. Sus dimensiones permiten suponer una estatua de tamaño superior al natural de aproximadamente 2,05 m. Por la parte delantera y el lateral derecho conserva las marcas del cincel dentado con que se alisó la superficie (Figura 8).

Tabla 2. Características de Catodoluminiscencia

CL - Intensidad

Variable

CL - Distribución

Heterogénea parcheada

CL - Color

Rojo Naranja - rojizo

Los valores de isótopos estables analizados se recogen en la Tabla 3 y se proyectan en los campos isotópicos de los mármoles blancos de grano fino en la Figura 7.

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Figura 8. Imagen del frente de la pieza. (P. Lapuente).


Sesión 2. Arqueología Clásica 5. CONCLUSIONES La calidad técnica del mármol griego utilizado, procedente del Monte Pentélico de Atenas, uno de los de mayor prestigio en época clásica y en particular en el mundo romano, junto con el trabajo escultórico realizado, nos llevan a proponer una serie de reflexiones a cerca de la posible identidad del elemento escultórico.

Figura 9. Imagen de la parte posterior de la pieza. (P. Lapuente). La pieza fue tallada en un único bloque de mármol blanco de dimensiones máximas de la base: 16 cm x 33 cm x 14 cm. Se encuentra rota por detrás y su lateral izquierdo (Figura 9). Posiblemente fue recortada la base para su reutilización como bloque. Por la parte inferior, se observa el trabajo de devastado mediante punzón. El pie es de gran tamaño y de tipo anatómicamente conocido como griego. Los dos primeros dedos miden poco más de 7 cm desde el punto de arranque. Es significativo que el pie se apoya sobre la base, quedando ligeramente levantado el dedo meñique, indicando que la estatua podría descansar su peso en la pierna derecha. La parte izquierda del dedo gordo está rota en sentido longitudinal. El segundo dedo presenta pequeños desperfectos en la punta (Figura 10). El trabajo escultórico es de gran calidad. Las uñas y cutículas están perfectamente indicadas. Las mejor conservadas son las de los dedos tercero y cuarto. Entre los dedos se observa el trabajo del trépano en los puntos de separación, especialmente entre el dedo gordo y el segundo; entre los demás dedos, hay sólo pequeños orificios circulares.

No cabe duda de que representaría a una estatua ideal de más de 2 m de altura. Probablemente pudo estar colocada en el entorno de la natatio o en el frigidarium de las termas públicas. Podemos preguntarnos ¿a quién podría representar? La respuesta, obviamente permanece abierta, sin embargo, se puede apuntar que, aunque los repertorios escultóricos que decoran habitualmente las termas públicas son variados (Koppel, 2004), frecuentemente representan imágenes mitológicas y de dioses. Quizá podría ser un atleta o, por qué no, una escultura de “Doríforo”, cuyas copias de mayor tamaño superan los dos metros, a semejanza del hallado en las termas marítimas gaditanas de Baelo Claudia, pieza que se dio a conocer en el Congreso Internacional de Arqueología Clásica celebrado en Mérida en 2013 (Rodà et al, 2014; Bernal et al, 2016). Por otra parte, tampoco se puede descartar que pudiera representar al divus Augustus en desnudez heroica o semidesnuda, máxime teniendo en cuenta su tamaño, la calidad del mármol y el excelente trabajo escultórico realizado.

AGRADECIMIENTOS Agradecemos a la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el permiso concedido para realizar el estudio. Así mismo al Director del Museo de Zaragoza y al personal responsable de la conservación del material arqueológico que facilitaron el proceso de muestreo. Este trabajo se enmarca en los objetivos del proyecto I+D+i HAR2015-65379-P (MINECO/FEDER), formando parte del Grupo de Investigación Consolidado GMG E-95 reconocido por el Gobierno de Aragón.

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Bernal, D., J.A. Expósito, J.J. Díaz, A. Muñoz, (eds.) (2016): Las termas marítimas y el Doríforo de Baelo Claudia, Cádiz.

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Koppel, E.M. (2004): “La decoración escultórica de las termas en Hispania”, en Nogales, T. y Gonçalves, L. J. (coord.) Actas de la IV Reunión sobre Escultura Romana en Hispania, Lisboa, 7, 8 y 9 de febrero de 2002, Madrid, pp. 339-366. Lapuente, P. (2014): “Archaeometry on stones. Multimethod approach to investigate stone provenance. Studied cases from Roman Hispanic marmora”, Archeometriai Mühely, XI./3, pp. 149-158. Lapuente, P., T. Nogales-Basarrate, H. Royo, M. Brilli (2014): “White marble sculptures from the National Museum of Roman Art (Mérida, Spain): Sources of local and imported marbles”. European Journal of Mineralogy, 26 - 2, pp. 333 – 354. Lapuente Mercadal, M.P., H. Royo Plumed, M. Brilli, J.A. Cuchí Oterino (2016): “Mármoles escultóricos romanos del Patrimonio de Aragón. Nuevas aportaciones

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arqueométricas”, en Lorenzo Lizalde J.I., Rodanés Vicente J.M. (eds.) Actas del I Congreso de Arqueología y Patrimonio de Aragón. 64. Sesión 4. Arqueometría y nuevas tecnologías, pp. 539-548. Nogales, T., P. Lapuente, I. Rodà (2017): “Dos nuevos retratos de Caesar Augusta (Zaragoza)”, Actes XIV Colloque International sur l’Art Provincial Romain. June 2015, Dijon, France. Iconographie du quotidien dans l’art provincial romain: Modèles régionaux, 44e suppl. à la Revue Archéologique de l´Est, p. 261-270. Rodà, I., A. Arévalo, D. Bernal, J.A. Expósito (2014): “Una copia del Doríforo en las Termas marítimas de Baelo Claudia”, en Álvarez, J.M., Nogales, T., Rodà I. (eds.) ACTAS XVIII CIAC: Centro y periferia en el mundo clásico / Centre and periphery in the ancient world. S. 11. Las producciones artísticas y artesanales en el mundo clásico. Talleres. Artistic and artisanal productions in the classical world. Workshops. Mérida, pp. 1303-1308.


Sesión 2. Arqueología Clásica

2.13. REPRESENTACIONES FEMENINAS IBÉRICAS: PRÉSTAMOS E INFLUENCIAS. (SS.III-I A.C). HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES FEMALE IBERIAN IMAGES: LENDING AND INFLUENCES (S. III-I A.C.) HISTORY OF RESEARCH

Maria Pilar Peña Gimeno1 Universidad de Zaragoza

1

Autor de contacto/Contact author: Maria Pilar Peña Gimeno, mpilargimeno@hotmail.com

RESUMEN Desde que en 1860 se descubren las primeras esculturas en el Cerro de los Santos, hasta la actualidad la orientación y metodología de la investigación ha recorrido un largo y desigual camino. La historia de las investigaciones de la cultura ibérica se desarrolla en periodos divididos tanto en cronología como en orientación. Los diferentes soportes en los que se representa, escultura en piedra, en bronce o cerámicas constatan una diferente evolución. Los primeros descubrimientos tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XIX momento en el que la Arqueología comienza su andadura como disciplina académica y, junto con la Prehistoria, define sus principios metodológicos como ciencia. Los museos estaban formando sus depósitos y las piezas halladas suscitaban todavía interés como pieza de coleccionismo, propio de las fases arqueológicas iniciales. Con el desarrollo de las primeras campañas arqueológicas oficiales surgen también los primeros análisis de las piezas considerándolas un elemento integrado en el desarrollo económico, social, político y religioso del mundo ibérico. Es necesario revisar la historiografía para estudiar el cambio producido en las formas de acometer el estudio de las manifestaciones artísticas ibéricas desde el siglo pasado, cuando se buscaban paralelismos externos mediterráneos como responsables de los cambios que se van produciendo en dichas manifestaciones. El estudio de la imagen femenina en la cultura ibérica no se contemplará en su justa dimensión hasta la década de los 90 del siglo pasado, cuando los estudios multidisciplinarios de género abarcan todas las fases de estudio e investigación de las producciones artísticas del territorio ibérico. PALABRAS CLAVE: Representaciones femeninas ibéricas; Historia investigación.

ABSTRACT Since 1860, when the first sculptures were discovered in Cerro de los Santos, to the present day, research methodology and approaches have travelled a long and uneven path. The history of research into Iberian culture has developed in distinct periods with distinct approaches over the course of time. The different mediums, be they stone or bronze sculpture or pottery, demonstrate differences in evolution. The first discoveries took place during the second half of the 19thcentury, when Archaeology began its journey as an academic. Museums were establishing their collections and the pieces found still aroused interest as collectible items. In parallel with the development of the first official archaeological campaigns, the first analyses of the pieces occurred, in which they were considered an integral part of the socio-economic, political and religious development of the Iberian world. It is necessary to review the historiography in order to analyse the changes in the approach to the study of Iberian art since the last century, when external Mediterranean parallels were sought in order to find explanations for the changes that took place in this art. The study of the female image in Iberian culture was not to be considered at the scale it deserves until the 1990s, when multidisciplinary gender studies began to cover all areas of the study and research of Iberian art. KEY WORDS: Female Iberian culture; History research.

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1. OBJETIVOS El objetivo de este trabajo se centra en el análisis de la evolución de la historiografía a través de las investigaciones y publicaciones sobre el arte ibérico y el tratamiento que recibieron las obras por parte de la comunidad científica, tomando como marco de referencia el período Ibérico Tardío (s. III-I a.C.) y como eje central de estudio la imagen femenina ibérica.

2. METODOLOGÍA El trabajo consiste en la recopilación de los principales estudios de investigación y publicaciones acontecidos desde la aparición de las primeras piezas de arte ibérico, en el siglo XIX, hasta los trabajos más recientes, centrando el estudio en las representaciones ibéricas femeninas plasmadas en tres diferentes soportes: escultura en piedra, escultura en bronce y pintura vascular.

3. HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES Desde que en 1860 se descubren las primeras esculturas en el Cerro de los Santos hasta la actualidad, la orientación y metodología de la investigación ha recorrido un largo y desigual camino. La historia de las investigaciones de la cultura ibérica se desarrolla en períodos divididos tanto en cronología como en orientación. Los diferentes soportes en los que se representa, escultura en piedra, en bronce o cerámicas constatan una diferente evolución. Los primeros descubrimientos tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XIX momento en el que la Arqueología comienza su andadura como disciplina académica y, junto con la Prehistoria, define sus principios metodológicos como ciencia. Los museos estaban formando sus depósitos y las piezas halladas suscitaban todavía interés como pieza de coleccionismo, propio de las fases arqueológicas iniciales. Con el desarrollo de las primeras campañas arqueológicas oficiales surgen también los primeros análisis de las piezas considerándolas un elemento integrado en el desarrollo económico, social, político y religioso del mundo ibérico. Es necesario revisar la historiografía para estudiar el cambio producido en las formas de acometer el estudio de las manifestaciones artísticas ibéricas desde el siglo pasado, cuando se buscaban paralelismos externos mediterráneos como responsables de los cambios que se van produciendo en dichas manifestaciones. Definir a estas producciones como ibéricas, y sobretodo darles el valor de constituir una forma de expresión de una verdadera cultura llevó todavía más tiempo. El estudio de la imagen femenina en la cultura ibérica no se contemplará en su justa dimensión hasta la década de los 90 del siglo pasado, cuando los estudios multidisciplinarios de género abarcan todas las fases de estudio e investigación de las producciones artísticas del territorio ibérico.

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Fig. 1 Dama mitrada. Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Nº inventario 3513 Procedencia: Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete).

3.1. Los estudios de la escultura en piedra En las últimas décadas del siglo XIX se descubre el conjunto escultórico del Cerro de los Santos, que junto con los del Llano de la Consolación, la bicha de Bazalote y las esfinges de Agost y Redovan suponen un punto de inflexión en las investigación arqueológica y el de partida para la creación del cuerpo teórico de la gran escultura en piedra de los íberos, y por lo tanto, de su cultura. En ese momento surgen autores y publicaciones que con el afán de colecciones propia todavía de las primeras fases arqueológicas, aúnan esfuerzos para descubrir y analizar la cultura material hallada en territorio ibérico, como los trabajos de M. Cazurro y J. Pijoan en el Institut


Sesión 2. Arqueología Clásica d’Estudis catalans, los aragones A. y P. Gascón de Gotor en el Boletín de Historia y Geografía del Bajo Aragón. Los primeros investigadores franceses comienzan su actividad en yacimientos del Levante, Sudeste y Andalucía para acometer el estudio del arte ibero, destacando autores como Gran-Aymerich, P. Rouillard, E. Hübner o J.R. Mélida. L. Heuzey publica la primera crónica arqueológica hispánica en 1891, donde contempla clara influencia oriental y greco fenicia en las estatuas ibéricas. Esencial es la labor de Pierre. Paris cuyo descubrimiento de la Dama de Elche y su posterior compra para su exposición en la sala de Arte Ibérico del Museo del Louvre, así como su contribución en 1909 al proyecto de l’Ecole des Hautes Études Hispaniques, precedente de la Casa de Velázquez. En el tránsito del siglo XIX al XX cobra más vigor el método comparativo, afianzado por el hallazgo de nuevas esculturas que ampliaban el repertorio. R. Carpenter edita en 1925 “The greeks in Spain”, donde determina que las influencias griegas se produjeron en dos momentos, el primero termina a finales del siglo VI y penetraría hacia

las tierras del interior. El segundo, limitado a las costas de Levante, se prolonga hasta 350 a.C. A partir de esta fecha, los contactos más esporádicos dejarían a los indígenas con su propia iniciativa, provocando un estancamiento que les impediría seguir la evolución del arte griego. Esta visión influirá notablemente en el investigador Bosch-Gimpera que se reflejará en los artículos, publicados en 1928 “Las relaciones entre el arte ibérico y el griego” y en 1929 “Estado de investigación de la cultura ibérica”. Durante los años 30, y a pesar de las dificultades de la guerra Civil, continúan las publicaciones. Entre los años 40 y 70 del siglo pasado se desarrolló el método comparativo, y los intentos de establecer cronologías e influjos. A. García Bellido será uno de los que cobren más relevancia. Entre sus obras, (unas 25) la que marcará un hito es “La Dama de Elche y el conjunto de piezas arqueológicas reingresadas en España” publicada en 1941. Se realizan excavaciones en la Alcudia y en el Cigarralejo cuyos estudios intentan crear nuevas perspectivas para comprender el arte ibérico en general y la escultura en particular. En la década de los 70 ya se analiza la plástica desde un punto de vista sociológico, destacando autores como M Tarradell, o E. Llobregat. En la década de los 70 aparecen importantes hallazgos: - 1970 Pozo Moro (Cinchilla, Albacete) - 1971 Dama de Baza (Granada) - 1972 Corral de Saus (Valencia) - 1975 más de 1500 fragmentos en Porcuna (Jaén) Estos descubrimientos abren interrogantes, nuevas perspectivas y enfoques. Destacan publicaciones sobre los hallazgos de Corral de Saus (Plá Ballester,1975) , o sobre Cerrillo Blanco en Porcuna (González Navarrete, 1980) o la ambiciosa perspectiva sobre la escultura zoomorfa (Chapa, 1985). En las últimas décadas surgen trabajos específicos sobre la figura humana en piedra realizados a finales del periodo ibérico y durante el periodo republicano en Hispania, entre los que destaca la completa obra sobre La escultura humana de piedra en el mundo ibérico (Ruano, 1987). Continúan los trabajos de investigación sobre la escultura humana, como los de Chapa (2003)“El tiempo y el espacio en la escultura ibérica: un análisis iconográfico” y Noguera (2003), con la obra “La escultura hispanorromana en piedra de época republicana”, donde estudia la adaptación de las sociedades ibéricas a los modelos romanos.

Figura 2. Oferente del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Nº de inventario 7625. Procedente del Cerro de los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete).

Otros trabajos se encuentran más centrados en la figura femenina, como los de Oria “Imágenes de feminidad en la religión hispanorromana: las diosas”(2011), “Dioses y ciudad en la Bética romana. Las estatuas de diosas en los espacios públicos de las ciudades ibérica” (2000).

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L. Baena continúa en esa línea de investigación en su obra “Funcionalidad de las esculturas femeninas vestidas de Hispania” (2001) o la síntesis de P. Rodríguez (1996) y la de I. López (2001) sobre los conjuntos de Cerro de los Santos y Osuna.

3.2. Escultura en bronce El elevado número de bronces ibéricos en la Península Ibérica guarda cierta relación con la riqueza de metales, pero tal vez también con el gusto particular de los íberos por las ofrendas de objetos metálicos que deriva de ello. Son exvotos de tamaño reducido, entre 8 y 11 cm. procedentes de santuarios rupestres de Sierra Morena, Despeñaperros y Castellar. El resto del conjunto corresponde al espacio ibero comprendido entre el Mediterráneo, el Guadiana y el Ebro. Lo primero que sorprende al arqueólogo sobre las figuras de exvotos de bronce, es la concentración de la mayoría de las colecciones se sitúa en España. Se pueden hallar magníficas colecciones, públicas y privadas, de terracotas, bronces griegos o romanos en Francia, Inglaterra, Alemania.. lejos de sus lugares de origen, pero los bronces ibéricos son difíciles de encontrar fuera de España, a excepción de los museos de El Louvre y el de Saint-Germain. La principal razón se encuentra en que no fueron consideradas obras clásicas, sino producto de culturas bárbaras o arcaicas y no suscitaron interés en el público científico hasta el descubrimiento de la Dama de Elche. Los bronces ibéricos tuvieron que esperar un tiempo más para ser apreciados por el público. Los exvotos ibéricos aparecen por vez primera en el libro de R.P. Miguel Pérez Pastor, Disertación sobre el dios Endovelico, publicado en Madrid en 1760. Estos bronces provenían de Castellar de Santisteban. Más precisas son las observaciones de Juan Lozano, que cita los bronces encontrados en Murcia en su obra Bastetania y Contestania del Reyno de Murcia, de 1794. Aparecen muy bien descritos y dibujados en su historia antigua y moderna de Jumilla, Murcia, 1800 y a la que P. Paris se referirá un siglo más tarde. Algunas alusiones más bien vagas, aparecen en el “Sumario de las antigüedades romanas que hay en España”, de Céan Bermúdez, escrito en 1832. El primer investigador extranjero interesado en los bronces es probablemente E. Hübner que los menciona en 1862 en su obra Die antiken Bildwerke in Madrid. Unos años más tarde los señalará en su “Arqueología de España” (1888), resaltando el interés capital de un estudio general de los ídolos indígenas, aunque todavía no aparece la denominación de ibéricos. Será ya en la obra monumental de P. Paris (en su segundo tomo comprende un gran capítulo sobre las figuras de bronce, p. 153 a 240), poco después del descubrimiento de la Dama de Elche donde se aportará al arte ibérico una gran celebridad.

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Todos estos trabajos tuvieron el mérito de definir la personalidad de este arte, y de situarlo en la Edad de Hierro, en los últimos siglos de la España independiente, antes de la conquista romana. Un tercer período en la investigación se abre hacia 1915 con las excavaciones oficiales en los santuarios de Despeñaperros y de Castellar de Santisteban por L. Calvo y J. Cabré, fructuosas campañas que aportaron al Museo Arqueológico Nacional de Madrid la mayor parte de las piezas que se encuentran en la actualidad. Más tarde, aparecieron las de La Luz, con la dirección de C. de Mergelina (que entregó las piezas al MAN) y una posterior de Bosch-Gimpera , cuyos hallazgos se encuentran en el museo de Barcelona. En los primeros estudios publicados, la datación se plantea como una de las principales cuestiones (Lantier, 1917), proponiéndose en ese momento una clara influencia etrusca en las piezas encontradas en los santuarios ibéricos. La publicación de Lantier sobre los exvotos hallados en Castellar de Santisteban fue prologada por P. Paris, quien consideraba estas producciones “las más acabadas, como las más rudimentarias, son absolutamente disformes, desmañadas, al menos, y feas….En realidad, ¿no era el herreno mismo quien en su fragua tenía el taller de clavos y el taller y tienda de exvotos?”. La carga peyorativa del criterio de este erudito debió pesar en la investigación, obligando a los estudiosos a iniciar sus estudios con una justificación que reivindicara la valía de estos objetos y la singularidad del arte ibérico. Tuvieron que transcurrir muchas décadas hasta que estos esenciales elementos de la religiosidad ibérica dejaran de ser estudiados bajo el prisma de las culturas clásicas, para convertirse en elementos claves de la ideología ibérica, así como abandonar la dicotomía entre un arte mayor (estatuas en piedra) y un arte menor, el de terracotas y estatuillas de bronce y desterrar el concepto de un arte aristocrático y de un arte popular. A partir de estas excavaciones surgen los grandes estudios de síntesis, destacando de el A. García Bellido, “Historia de España, 1,3, pp. 443-74” y en “Ars Hispaniae, 1 p. 219-22.”. La continuidad de excavaciones sigue nutriendo de ejemplares no sólo a las grandes colecciones públicas de Madrid, de Saint. Germain, de Barcelona, sino de otros museos provinciales españoles, aunque desafortunadamente las campañas clandestinas también continúan proporcionan evasión de nuevos elementos hacia las colecciones privadas. En los años 50 del siglo XX continúan las publicaciones de piezas aisladas (Kukhan, 1954; Aragoneses, 1959), también de museos extranjeros, como el Británico (Blanco Freijeiro, 1949) o de pequeñas colecciones privadas. Asimismo, en este momento los exvotos de bronce se introducen en los libros de historia general. La polémica sobre su origen y su denominación como ‘ibéricos’ aún estaba en el debate (Camón Aznar, 1954).


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 3. Exvoto. Museo Arqueológico Nacional. Madrid. Nº inventario 28663 Procedente de Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén).

Figura 4. Exvoto. Museo Arqueológico de Madrid. Nº inventario 33122. Procedente de: Santuario de la Luz. (Verdolay. Murcia).

A finales de la década de los años 60 se produjo un cambio trascendental en el estudio de los bronces ibéricos con los trabajos de Gérard Nicolini, autor considerado como un referente de los análisis en materia de toréutica ibérica (Nicolini, 1966; 1967; 1968; 1969; 1973; 1976; 1976-8; 1977; 1983; 1987; 1995; 1997 a; 1997b). Este investigador introdujo nuevas líneas de investigación centradas en el origen de estas piezas, estudios sobre metalurgia, los primeros avances en reconocer la importancia del gesto en los exvotos y el estudio del santuario de Los altos del sotillo (Nicolini et al., 2004).

En su segunda obra monográfica (Nicolini, 1977) pondrá la clave de la clasificación en la cronología y el estudio estilístico de las piezas en el marco del mediterráneo y que tiene su reflejo en la inclusión de los exvotos en las obras generales de historia de España (Gómez-Tabanera 1967) o de historia del Arte Ibérico (Tarradel, 1968).

Su obra monográfica de 1969 “Les Bronzes Figurés des Sanctuaires Ibériques” se considera el estudio clave para el análisis de estas piezas. Introduce por primera vez los análisis metalúrgicos de las obras, el análisis de las pátinas y el estudio técnico de las fases de elaboración. Realiza clasificaciones que interrelacionan el gesto y sus atributos. Sus interpretaciones sentaron las bases para futuros trabajos sobre la importancia del estudio de los exvotos para realizar lecturas de tipo religioso y social.

Almagro Bash elabora una síntesis y revisión del origen de los exvotos considerándolos como expresión común en todo el mediterráneo, alguno de ellos con clara influencia oriental por contacto con las colonias peninsulares desestimando la influencia griega como la originaria del arte ibérico.

La problemática del origen y desarrollo de la broncística continuará en este década, como se refleja en dos trabajos de Nicolini (1976, 1976-8) donde aborda el origen de la toreútica ibérica y la presencia de influencias de raíces oriental griega y jonia en los exvotos de Jaén.

En los 80 se continúan con los trabajos centrados en colecciones (Almagro- Gorbea, 1985; Ruiz Bremón, 1989; Lillo, 1982; Caballero, 1987) y en piezas aisladas

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(Mendoza, 1986), así como con analíticas y técnicas aplicadas al estudio de los bronces, de su composición, etc. (Madroñero de la Cal, 1983-4). Además, estos materiales aparecen en algunos manuales de divulgación (Connolly, 1981). En la década de los 90 hay que destacar los estudios realizados por Lourdes Prados (1988; 1992), donde aborda aspectos relacionados con el estudio de los ritos de paso y con el análisis de los exvotos anatómicos (Prados, 1991; 1997b), centrados en la configuración imagen de la sociedad ibérica a través de estos materiales (Prados, 1996; 1997a). Muestra un enfoque más interpretativo desde el punto de vista ritual y social. Destaca su obra Exvotos ibéricos de bronce del Museo Arqueológico Nacional donde, Prados (1992) realiza una revisión del trabajo de Álvarez-Ossorio con nuevos aportes en las técnicas de fabricación y una relectura que se ha constituido en un referente en el estudio de los exvotos de bronce. Gran relevancia en el estudio adquieren los aspectos relacionados con las técnicas de fabricación, aspectos que seguirán siendo estudiados, con la aplicación de nuevas técnicas de análisis metalúrgicos (Prados, 1988b; Gómez Ramos y Rovira, 1997; Rovira, 1999; Nicolini y Parrisot, 1998). Sin duda, los exvotos, en este momento, ocupan un lugar reservado en todos los trabajos sobre iconografía ibérica, en su asunción incuestionable como materiales de gran valor (Olmos et al. 1992; 1996; 1999; Olmos y Rouillard (eds.), 1997; Aranegui (coord.), 1998). Se llevan a cabo propuestas metodológicas en relación a la gestualidad de estas figurillas en bronce (Jordán et alii, 1995), a la vez que se publican nuevas contribuciones a catálogos de exvotos conocidos como los del santuario de La Luz (Lillo, 1991-2; Ruiz Bremón, 1991) o antiguas colecciones (García y Bellido, 1993), así como algunas piezas inéditas (palomar, 1994). El nuevo enfoque metodológico de la denominada ‘Arqueología del Género’, en su corriente iconográfica, permite distintas aproximaciones al estudio de estas piezas. Desde esta perspectiva, queremos descubrir en el material arqueológico seleccionado los comportamientos, actividades y atributos que la sociedad ibérica consideraba como apropiados para identificar a las mujeres y como estos roles se han reproducido en el imaginario colectivo, desde el circunscrito al ámbito doméstico y familiar, al que se ciñe a la esfera religiosa. Esta línea de trabajo tiene uno de sus primeros referentes en los trabajos de de la Bandera (1977/1978) sobre el atuendo ibérico femenino, a los que siguen toda una serie de trabajos de investigación (Palmero, 1984; Izquierdo, 1998- 1999; Prados e Izquierdo, 2002-2003; Izquierdo, 2004; Rísquez y Hornos, 2005; Izquierdo, 2005; Izquierdo, 2007; Rueda, 2007a; Rueda, 2007b; Rueda, 2008a; rueda et al., 2008, Pilar Fernández Uriel 1998, o los de I. Izquierdo 2004).

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El análisis gestual en la definición de prácticas rituales reflejadas en estos materiales sigue siendo una vía de estudio aún poco explorada y, sin duda, con muchas posibilidades, en la que se han desarrollado algunos ensayos, con propuestas de interpretación novedosas (Izquierdo, 2004; Rueda, 2008a). También se está planteando nuevos estudios centrados en el análisis de la divinidad representada en estos bronces (Olmos, 20002001) y en las posibilidades que brindan para la lectura de la sociedad ibérica previa a la romanización (Rueda, 2009: 250). En estos últimos años se ha llevado a cabo la labor de publicar obras colectivas en un intento de aunar las diversas colecciones repartidas en la geografía. (Moreno, 2006; Munilla et al., 2010; Rovira y Casanovas, 2010; Martín y García, 2010; Rueda, 2012; Graells y Manzaneda, 2012).

3.3. Los estudios de la cerámica Ibérica Desde sus inicios los estudios de cerámica ibérica han estado marcados por la búsqueda de unos modelos mediterráneos generalmente helenizantes bajo cuyos influjos se ha querido situar el origen y desarrollo de sus motivos figurativos y formales. Las primeras investigaciones comienzan con los primeros descubrimientos de producciones artísticas pertenecientes a estas poblaciones, escultura y cerámica, como los hallazgos de las esculturas del Cerro de Los Santos (Montealegre del Castillo, Albacete) en 1860 y de la Dama de Elche (La Alcudia, Alicante) en 1897, así como el Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel) entre 1885 y 1890. El principal objetivo de la investigación será buscar el origen y datar estas obras, proponiéndose unas comparaciones estilísticas con producciones mediterráneas. Tras los recientes descubrimientos realizados en Micenas, autores como G. Perrot y Ch. Chipiez, en 1894 denominan a estas producciones micénicas, otros autores como J.R. Melida la denominan celtibérica, aunque serán los hermanos Gascón de Gotor quienes denominan ibéricos a los materiales del Cabezo de Alcalá. P. Paris, en 1904 califica de ibero-micénica en su obra sobre antigüedades españolas prerromanas titulado “Essai sur l’Art et l’Industrie de l’Espagne Primitive”. En 1906 E. Albertini excava en La Alcudia de Elche, donde aparecen numerosos fragmentos con representaciones humanas y establece una datación anterior a la romanización. En los años siguientes surgen nuevas obras: en 1907 G. Vasseur cambia la denominación a ibérica pseudomicénica, y L. Siret, ese mismo año, propone una datación de 500 a.C. y de influencia griega y púnica. Completará este periodo de investigación la aportación de E. Cazurro y M. Gandía de su excavación en Ampurias donde fecha las producciones en el siglo IV a.C.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 5. Lebeta dama del abanico. Tossal San Miguel Liria (Valencia). En 1915 comienza otra etapa en la investigación. P. Bosch-Gimpera publica su tesis “El problema de la cerámica ibérica”. Por primera vez se aborda de forma sistemática el problema de la cronología. Establece dos etapas, la primera del siglo VI al IV a.C. con producciones decoradas con motivos geométricos, flores y humanos y la segunda, entre los siglos III y I a.C. fuertemente influenciada por la cerámica griega con figuras rojas. Reconoce la existencia de zonas diferentes en la Península: la zona del Sudeste, Andalucía, Valle del Ebro y la región Castellana. Los trabajos posteriores a éste se encuentran impregnados de sus teorías, sobretodo en las influencias griegas y púnicas, en la cronología y en los grupos regionales. Entre 1915 y 1940 aumentan las excavaciones en yacimientos ibéricos, como el Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel) excavado por J. Cabré en 1926, el Castellar de Oliva por L. Colominas, D. Fletcher en la comarca de Casinos (Valencia).En 1935 A. Ramos Folqués comienza a excavar en La Alcudia de Elche, al mismo tiempo que C. Visedo excava la Serreta de Alcoy, así como El Tossal de Manises y la Albufereta por el Padre Belda y continuados por F. Figueras y J. Lafuente. A partir de 1940 surgen controversias acerca de las dataciones y el origen de estas producciones artísticas. J. Martínez Santaolalla niega el carácter autóctono de la cultura ibérica en su tesis de 1945 .Comienzan a celebrarse los Congresos Arqueológicos del sudeste Español, donde algunos autores propugnan una cronología muy alta (A. del Castillos) mientras que otros las clasifican de provincial romanas (García y Bellido). La postura de D. Fletcher aboga por dividir la producción en dos etapas, la primera del siglo IV a principios del III a.C. y la segunda desde finales del III hasta la romanización. En 1950 la propuesta de D. Fletcher es respaldada por las investigaciones de N. Lamboglia de cerámica ibérica hallada fuera de la península que confirmar bajas dataciones para las decoraciones de tipo Elche-Archena.

Figura 6. Enocoe con diosa alada. La Alcudia (Elche, Alicante). En la década 1950-1960 estas opiniones se afianzan con nuevos estudios quedando resumidas en el Corpus Vasorum de San Miguel de Liria (I. Ballester, D. Fletcher y otros). A partir de ese momento continúa la investigación sobre cerámica ibérica centrando el interés en el estudio de las formas cerámicas y el establecimiento de tipologías, labor iniciada por M. Tarradell en 1966 y continuada por C. Aranegui 1971, M. Beltran 1976, C. Bonet 1981, Broncano 1985, Lillo,1981, , Nordstrom 1969, M. Pellicer 1962 Y 1968 y M. Tarradell 1984. Surgen otros trabajos dedicados al estudio de la decoración vegetal, (C. Aranegui 1974; A. Beltrán 1976 ; C.Aranegui y otros 1993). Encontramos estudios sobre cerámica ibérica decorada con figura humana en la que se tiende a la interpretación de algunas de las escenas pintadas, relacionándolas con la religión ibérica intentando analizarlas desde la influencia y ascendencia de religiones orientales, griegas o púnicas como los estudios sobre los hallazgos en Albacete, Murcia y Almería (M. Eiroa 1986; R. Olmos 1985, 1987). En 1989 E. Maestro publica “La cerámica ibérica decorada con figura humana” obra de referencia para este presente trabajo. Unos años más tarde se publica el estudio “La cerámica con decoración figurada y vegetal del Tossal de San Miquel (Lliria, Valencia): una nueva propuesta metodológica”. 1993 (Aranegui, Bonet, Marti, Mata y Pérez, 1993).

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4. CONCLUSIONES El estudio de las imágenes ibéricas representadas en piedra y en pintura vascular se configuró durante décadas como una búsqueda de paralelos estilísticos con el arte mediterráneo, en una clara predisposición a considerarlas una copia o más bien una influencia del arte que recorría todo el Mediterráneo. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, en las investigaciones se comenzó a considerar el arte ibérico un arte genuino, realizado por la población autóctona que aún siendo permeable a las tenencias artísticas que llegaban a sus costas supieron transformar y adaptar esos modelos al sentir de la comunidad ibérica, configurando un arte que reflejaba la admiración por las nuevas iconografías pero también reflejaba el apego a las propias, buscando en el pasado su reafirmación como pueblo antiguo.

Figura 7. Exvoto. Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Nº inventario 2867. Procedente de Collado de los Jardines (Santa Elena, Jaén). Centrados en la decoración con imagen femenina en la cerámica ibérica, encontramos numerosos estudios como los realizados por R. Olmos “El estudio de los rostros femeninos frontales y la figura de la maternidad en las cerámicas” de (Olmos, 1992, 2000), o sobre la iconografía del rostro frontal en la cerámica ibérica (Tiemblo, 1999). I. Izquierdo aporta información sobre “Los grupos de edad y género en cerámicas de San Miguel de Liria” (2005), o “La representación de imágenes de mujeres en la sociedad ibérica” (2008,2013). T. Tortosa publica varios trabajos: “Los estilos y grupos pictóricos de la cerámica ibérica figurada de la Contestania” (2006), “¿Mujer/Divinidad? Lo femenino en la iconografía ibérica de época helenística” (2007), “La presencia o invisibilidad de divinidades en santuarios ibéricos” (2014), “Los espacios femeninos en la iconografía ibérica y su relación con algunos rituales” (2015). Destacan otros trabajos centrados en el estudio de la figura femenina en el mundo ibérico como los de la autora E. Maestro: “Damas ibéricas en una aristocracia guerrera” (2010), “Escenas y protagonistas de la cerámica ibérica, (2013-2014) y “Visibilidad e invisibilidad de la mujer en la cerámica ibérica (2015).

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En la toréutica ibérica, la evolución de su historiografía fue algo más accidentada. La apreciación por parte de eruditos de la época de estas piezas como arte burdo, primitivo y carente de estilo propio supuso un lastre para posteriores estudios y cuya influencia alcanzó los estudios sobre estos materiales hasta bien avanzado el siglo XX. A partir de la publicación de Alvarez-Ossorio y sobretodo de los estudios de G. Nicolini la toréutica ibérica alcanzó el valor que le correspondía, configurándose como un elemento clave para comprender aspectos de la sociedad que los elaboró y recuperando de forma definitiva su merecida categoría de obra de arte. La Historia de las investigaciones de la cultura ibérica no concluye aquí. Los estudios sobre el arte ibérico continúan, esperando descubrir a la sociedad que nos reflejó en sus producciones todas sus creencias.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

2.14. CORNELIA SIRASTEIVN: UNA MUJER IBÉRICA EN TIEMPOS DEL IMPERIO ROMANO1 CORNELIA SIRASTEIVN: AN IBERIAN WOMAN IN TIMES OF THE ROMAN EMPIRE

Ignacio Simón Cornago Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Autor de contacto/Contact author: Ignacio Simón Cornago, isimoncornago@gmail.com

RESUMEN El objetivo de este artículo es revisar la lectura de una estela latina de Alcañiz que recoge el epitafio de una mujer. La autopsia ha permitido determinar la correcta lectura de su nombre: Sirasteiun, un antropónimo ibérico. Este monumento, además, es un elocuente ejemplo del proceso de latinización. PALABRAS CLAVE: Estela; Lengua ibérica; Bajo Aragón; Latinización.

ABSTRACT The aim of this paper is to examine the reading of a stela from Alcañiz, epitaph of a woman. The autopsy has shown the correct reading of the personal name: Sirasteiun, an Iberian anthroponym. This monument also constitutes an eloquent example of the process of Latinization. KEY WORDS: Stela; Iberian Language; Bajo Aragón; Latinization.

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1. INTRODUCCIÓN Este trabajo forma parte de un proyecto para recopilar todos los antropónimos ibéricos que se documentan en inscripciones latinas. Una de ellas es la estela recuperada en Alcañiz y sobre la que versa este artículo, de la que hemos podido realizar autopsia y despejar las dudas sobre la lectura del nombre de la finada: Cornelia Sirasteiun, que tiene un cognomen ibérico. El epitafio de esta mujer, además, reúne una serie de elementos que lo convierten en un ejemplo elocuente del proceso de romanización y latinización de la región.

2. LA ESTELA DE CORNELIA SIRASTEIVN La estela de Cornelia Sirasteiun tiene cabecera semicircular y está labrada en arenisca local (Fig. 1). Fue descubierta en Alcañiz (Teruel), sin que se conozcan los pormenores del hallazgo y rescatada por el taller de Arqueología de esta localidad, donde ahora se conserva. Se preserva incompleta en su extremo inferior, aún así la altura alcanza los 89 cm, mientras que la anchura es de 62 cm y el grosor de 23 cm. En el frontón tiene inciso un círculo y bajo él se sitúa un campo epigráfico rebajado y de formato rectangular que recoge el epitafio, mientras que el carmen epigraphicum, del que se conservan once líneas, se expande por la parte inferior del monumento. Una fractura atraviesa diagonalmente la superficie de la cara frontal y compromete en algunos puntos la lectura, afectando al nombre de la finada. El modelo de estela con cabecera semicircular y campo epigráfico rectangular y rebajado encuentra su paralelo más cercano en Guissona (Lérida), donde se recuperó un ejemplar muy similar, aunque más estilizado y con inscripción ibérica, que se data en el siglo I a. C. (Simón 2013: P29). En la epigrafía romana del valle medio del Ebro este tipo de monumento no es muy común.2 Los paralelos formales más próximos son las estelas de cabecera semicircular recuperadas en Celsa y Caesaraugusta (ERZ, n.º 58; HEp 1, n.º 649; F. Beltrán 1995: 165, figs. 7 y 8). La última de ellas pertenece a un esclavo (Hyacintius Surae horrearius h.s.e.), mientras que solo una de las primeras está completa, en ella se lee: Cornelia mulieris l. Bucca h.s.e. ann. XXVII Memius Cladus contubernalis. No son exactamente iguales que nuestro ejemplar, pues aunque comparten la cabecera semicircular tienen un elemento que las singulariza: un listel que recorre todo el perímetro de la cara frontal. La estela de Alcañiz fue editada por M. Navarro en su corpus de inscripciones de la provincia de Teruel. Su lectura es: Cọṛnẹḷia · L(ucii) · f(ilia) / Siṛ[a]steiun · / hic · ṣita · est (E.R.Ter.: n.º 5 = HEp 6, n.º 908, F. Beltrán 2002: n.º 17; Hernández 2001: 280, lee Siṛạsteiun). Hemos podido realizar la autopsia de la pieza y hemos comprobado que, a pesar de la fractura mencionada, que ha hecho que varios signos estén parcialmente perdidos, se puede reconocer con seguridad el nombre de la difunta como Cornelia L. f. Sirasteiun. El punto más

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Figura 1. Estela de Cornelia Sirasteiun (Taller de Arqueología de Alcañiz, fotografía: I. Simón). conflictivo de lectura estriba en el tercer y cuarto signos del cognomen, pero los extremos que se conservan de los trazos de estas letras permiten determinar sin dudas que se tratan de R (se preservan los finales del asta recta y de la inclinada) y A (se conserva el vértice superior y el extremo del segundo trazo, fig. 2). La difunta porta un gentilicio romano y expresa su filiación mediante el praenomen paterno, pero es evidente que su cognomen no es latino y, por tanto, presumiblemente debe ser ibérico. Sin embargo, diferentes investigadores han discutido tal interpretación, pues J. Rodríguez Ramos (2007: 97) no considera probada dicha clasificación lingüística e incluso M. C. González y M. Ramírez (2011: 257) y J. De Hoz (2013: 44) lo catalogan como un nombre familiar celtibérico. Pero presenta un final impropio para un nombre familiar (-eiun frente al típico -kum) y no hay paralelos para el supuesto nombre personal del que derivaría mediante el sufijo -ko-, que tampoco aparece. Por tanto, lo más plausible es clasificar Sirasteiun como un antropónimo ibérico, pues aunque su segmentación no es diáfana, los diferentes segmentos encuentran paralelos en otros antropónimos de esta misma lengua y, además, tiene un final en -n característicamente ibérico. Lo que conocemos de la historia lingüística de la región, en la que están bien documentadas las inscripciones ibéricas en los siglos II y I a. C., apunta igualmente en dicha dirección.


Sesión 2. Arqueología Clásica también conforma un lenguaje estrechamente asociado al poder, aún cuando en las inscripciones funerarias podamos encontrar esclavos y, especialmente, libertos.4 Es muy posible, por tanto, que Cornelia perteneciese a una familia notable, que gozaba de una condición jurídica privilegiada a juzgar por su fórmula onomástica.

Figura 2. Detalle del epitafio de Cornelia (fotografía y dibujo I. Simón). La editora propuso reconocer tres elementos: sir, aste(r) o esto/esta y aiun. El primero y el último están documentados como formantes onomásticos ibéricos (MLH III-1: § 7. n.º 105 y 6), mientras que el segundo es probablemente una variante de aster (MLH III-1: § 7. n.º 17). Si el análisis es correcto llama la atención la pérdida de la vibrante y de a en la conjunción del segundo y tercer formantes: sir-aste(r)-(a)iun.3 Por su parte, Cornelius es un gentilicio romano muy común en Hispania (Abascal 1994: 116-125; Andreu 2008: 132), entre los testimonios de este nomen, debe destacarse, por proximidad geográfica, un osicerdense: L. Cornelius C. f. Romanus, documentado en un pedestal de Tarragona (CIL II 4267) y que fue flamen y duouir en su ciudad de origen y también duouir en la capital de la provincia. La fórmula onomástica de Cornelia (gentilicio romano + filiación mediante praenomen paterno + cognomen ibérico) es compartida por otras mujeres que aparecen en inscripciones del primer siglo del Principado: Titiniae P. f. Bastogaunini (dat.) (Tarrasa, CIL II 6144), Pompeia M. f. Bileseton (Cehegín, CIL II 3537), Annia L. f. Bilosoton (Espeluy, AE 1998, 743), Lucretia L. f. Sergieton (Arjonilla, CIL II2/7 91) y Cornelia L. f. Sillibori (dat.) (Mancha Real, CIL II2/7 5). No se indica en la inscripción nada sobre la condición jurídica y social de la difunta, aunque su fórmula onomástica permite saber que se trata de una persona libre y el uso de un gentilicio romano –así como el modo de indicar la filiación– permite suponer que gozase de alguna condición jurídica privilegiada, bien fuese la ciudadanía romana o el derecho latino. El recurso a una inscripción en piedra no es suficiente para determinar que se trata de un miembro de la elite social, pues las estelas coetáneas que hemos comentado de Caesaraugusta y Celsa pertenecen a un esclavo y a una liberta respectivamente, sin embargo, en el caso de la cultura ibérica el uso de monumentos funerarios realizados en piedra e inscritos sí parece exclusivo de las elites (Simón 2013). La cultura epigráfica romana

El formulario del epitafio es muy sencillo, solo recoge el nombre de la difunta en nominativo y la fórmula hic sita est, algo que permite fechar el epígrafe en el siglo I d. C., probablemente en su primera mitad, tanto por el nombre ibérico como por la paleografía, que presenta algunos rasgos arcaizantes, como la forma de M o la P abierta. Tras el epitafio, con letras de menor tamaño y ubicado bajo el espacio rebajado, se ha grabado un carmen: sodalis · amor · rapuisti · / me · nunc · ṣụmus · una / dum · uixsimus · ṣ[e]ṃper con-/[c]ordes nunc · ṣụmus · certe · pares / [tr]ẹs · et · uiginti · annos · aetas · / ụṭ · ṇostra · teneret · / [---] · fui · sempeṛ / [--- p] ṛaeṛipụ[it s]ubito / [---]r · / [---]ac / [---]e / [-----]. Según ̣ la traducción de R. Hernández (2001): “compañero, amor mío, me has arrastrado contigo: ahora estamos juntos. Mientras vivimos, fuimos siempre concordes; ahora somos ciertamente iguales. Para que nuestra vida en común durase veintitrés años, [---] me comporté siempre [---] se <te> llevó antes de repente [---]”. Este autor identifica una composición cuya estructura se asemeja a la de un epigrama de dísticos elegíacos. La difunta habla con su marido (sodalis amor), fallecido antes que ella, y el texto recoge varios tópicos característicos de la poesía funeraria, como los años que vivieron juntos y el rencuentro tras la muerte. El recurso a este carmen es muy significativo, pues refleja una familiaridad de la finada no solo con la lengua latina sino también con su cultura, algo que sorprende por la cronología relativamente temprana de la inscripción y por el origen ibérico de Cornelia. De hecho, los únicos ejemplares de carmina epigraphica que se conocen de cronología anterior –siglos II y I a. C.– provienen de Carthago Noua, uno de los puertos más importantes del Mediterráneo occidental y una ciudad con una gran presencia de inmigrantes itálicos (ELRH: C31, 34 y 42; Pena 2002).5

3. LAS ESTELAS IBÉRICAS DEL BAJO ARAGÓN El monumento procede del valle del Guadalope, rico en arqueología ibérica y en el que destaca el yacimiento del Palao, ya que por sus dimensiones se le puede otorgar rango politano, pervive en época imperial y se ha propuesto identificar con la ciudad ibérica de Osicerda (Asensio 1995: 264-271; Benavente, Marco y Moret 2003: 241-243), que acuñó moneda con leyendas en lengua ibérica y latina (OSI/usekerte) y que fue promocionada a municipio latino, tal como señala Plinio (NH III 4,24) –Latinorum ueterum– y atestiguan sus acuñaciones en época de Tiberio: MVN OSICERDA (DCPH II: 399). Sin embargo, dicha reducción no es unánimemente aceptada y F. Beltrán (2004: 75-80), a

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partir de una inscripción latina de la Puebla de Híjar ([in] colis · Osicer[densibus], AE 1996, 904 = HEp 7, 967), defiende ubicarla en el entorno de esta otra localidad turolense. Hay elementos, especialmente el cognomen, que permiten vincular a la finada con la cultura ibérica y, por tanto, comparar su monumento funerario con el conjunto de las llamadas estelas del Bajo Aragón, que cronológicamente son inmediatamente anteriores. Este grupo de estelas es el más importante –se conocen más de treinta ejemplares– en los últimos siglos de la Edad del Hierro peninsular. Fueron reconocidas como un grupo con entidad propia por J. Cabré (1915-20), quien señaló como rasgos definitorios su iconografía, en la que son omnipresentes las lanzas, y su distribución geográfica, pues provienen de yacimientos en los valles del Matarraña, Guadalope, Regallo y Martín. Este autor fechó el conjunto en el Ibérico Final (siglos II y I a. C.) y las catalogó como monumentos funerarios, aunque no se conocen necrópolis de época iberorromana en la región, razón por la cual se ha especulado que pudieran haber tenido otra funcionalidad –que estuviesen ubicadas en los asentamientos o que fuesen hitos terminales (Burillo 1991: 577-578; Galán 1994)–, aunque creemos que la funeraria sigue siendo la función más plausible (Simón 2013: 50-51). Formalmente se caracterizan por ser piezas de cabecera recta y también por una serie de motivos –figurativos y geométricos– recurrentes, entre los que destacan las puntas de lanza, cuya simbología se ha explicado a partir de un pasaje de Aristóteles (Política VII 2-5, 1324b; Schulten 1912) sobre los iberos, en el que señala que clavaban tantas lanzas en torno a la tumba como enemigos hubiese matado el difunto. Uno de los conjuntos más importantes de este tipo de estelas procede del Palao (Alcañiz), donde se han recuperado seis ejemplares (Marco 1976, 1980; fig. 3). Se caracterizan por estar realizadas en caliza local y por su gran formato, con anchuras y grosores que alcanzan los 70 y 23/34 cm, respectivamente, superiores a los de otros monumentos bajoaragoneses. Es común que el perímetro de la cara frontal esté delimitado por una orla decorada con meandros y líneas curvilíneas, detalle este último que es igualmente propio de las piezas del Palao, pues en las estelas de otros yacimientos las orlas perimetrales están recorridas por espigas o líneas en zigzag. El espacio central, por su parte, se divide en varios cuarteles. También es otro elemento característico de las estelas de este yacimiento que las lanzas se representen completas, punta y hasta (Marco 1976: 80-81; fig. 3.2). Solo en algunos ejemplares aparece la representación de un jinete, destacando a este respecto la más conocida de las estelas del Palao, en la que aparece con un enemigo derrotado a sus pies, devorado por aves y un cánido, además de una mano amputada que, como ha señalado S. Alfayé (2004: 68-74), deben interpretarse como la representación de las vejaciones infringidas al enemigo (fig. 3.1a-b).

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Figura. 3. Estelas ibéricas del Bajo Aragón recuperadas en El Palao (Taller de Arqueología de Alcañiz; fotografía: I. Simón, dibujos Marco 1976). Según F. Quesada (1994: 363-366) las lanzas representadas en las estelas –mayoritariamente sin asta– serían la petrificación de la costumbre mencionada por Aristóteles, que pudiera estar atestiguada por algunas tumbas ibéricas en las que se han recuperado regatones pero no las correspondientes moharras, pues habrían sido hincadas sobre la tumba tras haber perdido el astil de madera en la pira funeraria. F. Marco (1984: 89-91) señala, por su parte, la función psicopompa del caballo y el carácter funerario de la iconografía, en la que se exalta la uirtus y plausiblemente se pretende representar la heroización del difunto (Marco 1980; 1984: 89-91; 2007).


Sesión 2. Arqueología Clásica Solo tres ejemplares tienen inscripciones ibéricas: un pequeño fragmento inscrito y el singular “pilar-estela” del Acampador (Caspe, MLH: E.10.1) y la estela de Cretas (MLH: E.10.1). Especialmente interesante es el último ejemplo, que responde a uno de los dos modelos compositivos que se emplean en estas estelas, en el que el perímetro esta ornado con bandas y el centro ocupado con un gran círculo, que en ocasiones acoge una rosa hexapétala; el resto del espacio está ocupado por puntas de lanza. F. Arasa e I. Izquierdo (1998: 86) estiman que los círculos serían representaciones de discos-coraza, por su similitud con la estela antropomorfa de Nogueruelas (Simón 2013: P56) como por estar siempre unidos a la orla perimetral por sendas bandas a modo de correa. La inscripción de la mencionada estela de Cretas se emplaza en un pequeño espacio entre las moharras y la decoración perimetral, carece de un campo epigráfico propiamente dicho, lo que permite suponer que es un añadido a un diseño exclusivamente iconográfico (Beltrán 1995: 178).

4. LATINIZACIÓN Y ROMANIZACIÓN DEL BAJO ARAGÓN La estela de Cornelia ofrece uno de los últimos vestigios de la lengua ibérica en la comarca. En la región se documenta un importante número de inscripciones ibéricas que se datan casi en su totalidad en los siglos II y I a. C., es decir, son coetáneas o posteriores a la conquista romana.6 En dicho periodo casi no se documentan inscripciones latinas y solo en el siglo I a. C. se datan algunos ejemplares en ambas lenguas: las monedas de Osicerda (OSI/usekerte) y los morteros de producción local con sellos en latín e ibérico (MLH IV: K.5.4). La fundación de la colonia romana Victrix Iulia Lepida en los años cuarenta de dicha centuria hubo de suponer un avance significativo en la latinización de la región. Finalmente, el reinado de Augusto conlleva la desaparición de las inscripciones ibéricas.7 Frente a la abundancia de esgrafiados ibéricos sobre cerámica campaniense, el mejor ejemplo es Azaila (MLH III: E.1), con dos centenares de ellos, casi no se documentan grafitos sobre terra sigillata, excepto un par de ejemplos del Masico de Ponz, en Alcañiz (Gasca y Fletcher 198990: n.º 6 y 26). En lo que respecta a las cecas, en los siglos II y I a. C. están activos los talleres llamados sedetanos, identificados por L. Villaronga (2004: 185189) como un grupo con personalidad propia, ya que comparten iconografía: cabeza varonil imberbe rodeada de tres delfines y jinete con palma. Son kelse (A.21), iltukoite (A.20), saltuie (A.24), lakine (A.22), seteisken (A.25) y otobeśken (A.23), la mayoría sin identificación geográfica precisa. Sin embargo, a mediados del siglo I a. C. solo se documentan las series bilingües de CEL/ kelse y OSI/usekerte, la primera de las cuales pasa a emitir solo en latín tras convertirse en la colonia romana de Victrix Iulia y, por su parte, la citada usekerte (A.26) acuña ases durante el reinado de Tiberio con rótulo exclusivamente latino, que indica su nueva condición de municipio: MVN OSIC (DCPH II: 399-400).

La desaparición de las inscripciones ibéricas es casi paralela a la de la antroponimia, pues son muy pocos los individuos en epígrafes latinos de época imperial que conservan la onomástica ibérica, apenas poco más de medio centenar de ejemplos, que se datan casi sin excepción en el siglo I d. C. (Albertos 1982).

5. CONCLUSIONES Esta estela es uno de los pocos epígrafes romanos hallados en el Bajo Aragón, aunque hay varios elementos que lo relacionan con la cultura y tradición ibéricas, especialmente el cognomen de la finada. Otros, sin embargo, revelan los profundos cambios que supone la romanización, en un momento (siglo I d. C.) en el que dicho proceso está muy avanzado. El lugar de hallazgo, la cronología (siglo I d. C.), el tipo de soporte y, especialmente, el cognomen ibérico de la difunta permiten relacionar esta estela con la cultura ibérica. Por contra, otros elementos atestiguan el avance imparable y el predominio de las formas romanas: el uso de la lengua latina, la fórmula onomástica de la mujer y el carmen que acompaña al epitafio. En el periodo inmediatamente anterior son características de la región las denominadas estelas del Bajo Aragón, sin embargo, en este conjunto las cabeceras son rectas y predomina la iconografía, en la que las imágenes son de carácter guerrero: lanzas, jinetes y enemigos derrotados. La estela de Cornelia, sin embargo, tiene cabecera semicircular y casi toda la superficie está ocupada por la inscripción, solo en la parte superior hay inciso un círculo que es el único elemento decorativo y, finalmente, si las estelas ibéricas bajoaragonesas parecen ser los monumentos funerarios de varones guerreros (a juzgar por su iconografía), aquélla es el de una mujer en el que se transmite –a través del carmen– una distinta sensibilidad ante la muerte. El análisis de este tipo de monumentos no puede reducirse exclusivamente a la disección de los elementos que podemos clasificar como romanos y aquellos que son ibéricos. La interpretación no puede constreñirse a una clasificación étnico-cultural, adjudicando a cada elemento una etiqueta –romano o ibérico– que, obviamente, no son monolíticas, pues los rasgos que definían la cultura ibérica en el periodo anterior se están desvaneciendo y, por su parte, lo romano que se impone es la formulación imperial de la romanitas, mucho más homogénea que la de la etapa anterior. Deben tenerse presentes, por tanto, otras variables, tal y como acabamos de ver con el ejemplo de la estela alcañizana, como el género y la condición social y jurídica.

AGRADECIMIENTOS Agradecemos a J. A. Benavente que nos facilitase el estudio de la estela, conservada en el Taller de Arqueología de Alcañiz.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Este artículo forma parte del proyecto de investigación: Hesperia: Lenguas, Epigrafía y Onomástica Paleohispánica (FFI2015-63981-C3-1-P, MINECO/FEDER). 2

Sobre la epigrafía de la región, véase Beltrán (1995, 2003).

3

Faria (1997: 110; 2004: 309; 2015: 136-137), que defiende su clasificación como ibérico, reconoce un formante iun.

4

Sobre la cultura epigráfica romana, véase Beltrán (2011). En lo que respecta a la participación de los esclavos y especialmente de los libertos en la cultura epigráfica, en buena parte como emulación de las elites: Mouristen (2005) y Sastre (2002). 5

Solo se conoce otra inscripción latina con un carmen en la que se identifica un posible nombre ibérico: un epígrafe recuperado en Requena (Corell 2008: n.º 179). 6

Sobre la epigrafía ibérica en el Bajo Aragón, véase MLH III: E, Beltrán (1995), Ruiz y Simón (2014). En El Palao solo se han recuperado unos breves grafitos sobre cerámica: Gasca y Fletcher (1989-1990: n.º 25), Rey (2003: 206, Fig. 4.2). 7

Simón (2013a); sobre la latinización de Hispania, véase Beltrán (2004).

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