Actas I CAPA. Sesion 2. Arqueología Clásica

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ACTAS 24 y 25 NOVIEMBRE

2015

Con la colaboraciรณn de:




Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2016 ISBN: 978-84-608-8580-1 Depósito Legal: Z-757-2016 Impreso por SNOWFALL4POD Diseño y maquetación Ana Durán Boldova

© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)


ACTAS

24 y 25 de noviembre de 2015

Organizadores

Colaboradores


EDITORES

Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente


PRÓLOGO

I-CAPA Hace tiempo que la comunidad de profesionales dedicados a la arqueología demandaba una reunión en la que se pudieran intercambiar opiniones, presentar los últimos proyectos e investigaciones, debatir sobre nuevas tecnologías aplicadas a la investigación del pasado o sobre el futuro de una profesión cada vez más difícil de ejercer y a la que la crisis ha afectado con enorme dureza. La brevedad de este encuentro, celebrado entre los días 24 y 25 de noviembre en el marco del CaixaForum Zaragoza, no ha podido tratar en profundidad gran parte de los temas planteados. Tampoco era nuestra intención cuando lanzamos la propuesta y organizamos las jornadas. No queríamos, ni podíamos, ser tan ambiciosos. Después de décadas sin una reunión de estas características no sabíamos cual sería la respuesta. La gran acogida por parte de profesionales y estudiantes, cuyos resultados se pueden ver en las actas que acompañan estas breves palabras, nos hacen ser optimistas de cara al futuro. La amplitud de los contenidos y el formato generalista del I-CAPA hace que se convierta en el heredero natural del Congreso sobre el Estado actual de la Arqueología en Aragón, celebrado en Zaragoza entre el 12 y 14 de noviembre de 1987, organizado por la Cátedra Galiay de la Institución Fernando el Católico y publicado tres años más tarde. A su vez, como se dice en la introducción de M. Beltrán, deudora en cierto modo del espíritu que auspició la Reunión de arqueólogos excavadores del distrito universitario de Zaragoza, en 1960. Supuso un hito y es quizás el momento que podríamos elegir como punto de partida de las que se sucederán a lo largo de más de medio siglo. Esto no significa, en modo alguno, que no se hayan celebrado citas periódicas y reuniones. En todo este tiempo transcurrido han tenido lugar numerosas jornadas, encuentros, simposios o congresos dedicados a problemas y aspectos parciales, temáticos o cronológicos, que no citaremos de manera exhaustiva pero que han supuesto, cada una en su momento y lugar, una puesta al día y una referencia imprescindible sobre el tema abordado. No podemos dejar de mencionar en el marco de la Prehistoria la Primera reunión de Prehistoria Aragonesa auspiciada desde el Museo de Huesca en 1981 y que ha sido durante décadas obra indispensable para el conocimiento del pasado mas remoto y, todavía en la actualidad, cita obligada para determinados periodos. A ella le siguieron, con temática más restringida y diversa los Congresos organizados en Caspe bajo la dirección de A. Álvarez: Primeros encuentros de Prehistoria Aragonesa: Las industrias líticas del Bajo Aragón y sus relaciones con el Valle del Ebro; I Congreso Internacional de Arte Rupestre o los Segundos encuentros de Prehistoria Aragonesa. La desaparición de la revista Bajo Aragón prehistoria unida al devenir de estas reuniones supuso una gran perdida para la investigación prehistórica no solo el Bajo Aragón si no del Valle del Ebro en general. La culminación de estos trabajos de los años ochenta y noventa del siglo pasado vendría de la mano del Congreso: Aragón/Litoral Mediterráneo: intercambios en la prehistoria, coordinado por P. Utrilla y editado por la Institución Fernando el Católico, acontecimiento único y sin continuidad hasta 2008. En este año P. Utrilla y L. Montes coordinan y editan el coloquio celebrado en Jaca sobre el Mesolítico Geométrico en la Península Ibérica que, como su nombre indica, trasciende ampliamente el marco que estamos tratando, si bien reivindica con varias ponencias la relevancia de las industrias mesolíticas aragonesas y la intensidad de las investigaciones. Excepcionales son los casos de los Coloquios de Arqueología Espacial celebrados en Teruel y los Simposios sobre celtíberos de Daroca. Gracias al tesón, constancia y dedicación de su director F. Burillo se han mantenido hasta


la actualidad. En el caso de los primeros La Revista de Arqueología Espacial alcanzó en 2009 su número 27, mientras que los segundos han celebrado su séptima edición en 2008, en ambos casos con una gran participación e impacto a nivel nacional. El Arte Rupestre, con una gran tradición en la investigación a partir de la obra de A. Beltrán, ha sido objeto de varias reuniones en las que no solo se trataban aspectos exclusivamente científicos si no que se abordaban problemas como la conservación y restauración, divulgación y gestión, o su integración en Parques Culturales. Des tacaremos las primeras Jornadas sobre Parques con Arte Rupestre celebradas en Zaragoza en 1989 y publicadas un año después; el II Encuentro Internacional de Doctorandos y Postdoctorandos: El arte de las sociedades prehistóricas, organizado en Zaragoza en 2011; las Jornadas técnicas para la gestión del arte rupestre, Patrimonio Mundial, celebradas en Alquezar (2011) o los diferentes cursos en Ariño durante 2004, 2008, 2012 y 2016, que junto al ciclo de conferencias organizado con motivo del centenario del descubrimiento de Val del Charco del Agua Amarga (Alcañiz 2013) son un reflejo de la importancia y relevancia que han adquirido las manifestaciones rupestres aragonesas desde que el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica fuera incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998. Zaragoza ha sido sede de numerosas acontecimientos, nacionales e internacionales, relacionados con el mundo clásico. Un buen ejemplo para glosar sus inicios es la celebración del Bimilenario de Zaragoza. Simposio de ciudades augusteas en 1976. Desde entonces y durante los años ochenta se suceden los relacionados con las intervenciones urbanas, en las que Zaragoza se mostrará pionera en la gestión patrimonial. Así en 1983 tuvieron lugar las Primeras Jornadas de Arqueología en las ciudades actuales o la dedicada a la Arqueología de las ciudades modernas superpuestas a las antiguas. Cerrará la década el Coloquio: La casa urbana hispanorromana (1988). En 1992 se organizó el primer congreso dedicado a epigrafía: Roma y las primeras culturas epigráficas del Occidente mediterráneo (s.II a.C.-I d.C.) y años después (1997) el VII Coloquio sobre Lenguas y Culturas Palaeohispánicas, ambas con la colaboración de la Institución Fernando el Católico que es la institución de referencia, que acogió y sigue acogiendo este tipo de iniciativas. La preocupación por los problemas del patrimonio, su gestión y musealización toman protagonismo en los inicios del siglo XXI. Así queda reflejado en las Jornadas de Arqueología en suelo urbano, celebradas en Huesca en 2003 o el que tuvo lugar al año siguiente en Zaragoza: III Congreso Internacional sobre la musealización de yacimientos arqueológicos, y el IX Congreso Internacional de la Association Internationale pour la Peinture Murale Antique (UNED-Calatayud), finalizando el ciclo con El patrimonio arqueológico a debate: su valor cultural y económico, Jornadas también celebradas en Huesca (2007). A nivel nacional debemos destacar, por la consolidada tradición que tuvo la Universidad de Zaragoza y A. Beltrán en la organización de los Congresos Nacionales de Arqueología, los celebrados sucesivamente en TeruelAlbarracín en 1991, Zaragoza 2001 y Huesca 2003, a los que se sumarían en 1997 el II Congreso Nacional de Arqueometría, también organizado por la Universidad de Zaragoza. Como iniciativas singulares debemos tratar Los caminos en la Historia de las Cinco Villas (Ejea de los Caballeros) de 1985; las I Jornadas sobre Íberos


en el Bajo Aragón (2004) o las Primeras jornadas de arqueología medieval en Aragón (Teruel 2006). Buenos ejemplos todos ellos de la importancia que adquieren los Centros de Estudios Locales, dependientes de las Diputaciones, o los propios Institutos de Estudios sin cuyo apoyo no hubiera sido posible la celebración de numerosos acontecimientos culturales. No podemos acabar sin aludir, como ya hiciera M. Beltrán en 1987, a uno de los empeños más duraderos: las reuniones periódicas que desde 1978 organiza el ICE y coordina Agustín Ubieto sobre el Estado actual de los estudios sobre Aragón, que junto a las dedicadas a la Metodología de la investigación científica sobre fuentes aragonesas han contado con interesantes contribuciones en el área de la prehistoria y arqueología redactadas por diferentes autores y que se pueden consultar en las sucesivas publicaciones de las actas. Este breve e incompleto resumen de congresos, jornadas o reuniones de cualquier tipo relacionadas con la arqueología y el patrimonio nos sirve, como anunciábamos al inicio, para reflexionar sobre el sentido e intención de un congreso como el propuesto. La oportunidad, idoneidad y evaluación de los resultados han de estar necesariamente ligados a los objetivos. Por ello, al hilo de lo expuesto, queríamos que este I-CAPA fuera “generalista”, que tuviera cabida la investigación, divulgación y conservación del patrimonio, con un carácter marcadamente local. La falta de publicaciones periódicas que informaran de las actuaciones desarrolladas en el territorio aragonés desde el 2005 y que cubrieron en un primer momento la revista Arqueología Aragonesa con una vigencia desde 1984 a 1994, completada con el resumen de las intervenciones autorizadas en Aragón desde 1995 a 2005 publicadas en un libro con CD, se veía truncada desde éste último año hasta nuestros días. El profesional necesita saber al menos donde y quien esta trabajando en Aragón para orientar su trabajo. Pretendíamos reivindicar con ello la importancia de este tipo de investigación y de estudios. Frente a la moda y casi obligación – la mayoría de las veces nominal - de la aparición del término “internacional” para asegurar un impacto más que dudoso en este tipo de acontecimientos, consideramos más importante la puesta en valor del trabajo cotidiano de una serie de profesionales, cuya labor es necesaria para la integración del conocimiento en la sociedad. Esto en modo alguno supone renunciar al impacto y relevancia de estas investigaciones que estos mismos profesionales pueden presentar – y de hecho se presentan - a nivel nacional o internacional en los foros correspondientes. Deseábamos, igualmente, que fuera abierto: que pudieran participar todos aquellos que tuviesen algo que decir o aportar en estos campos, evidentemente con un criterio selectivo que debería marcar el Comité Científico. Por ello no se establecieron ponencias en las que “nuevamente” se volviesen a realizar “nuevos” estados de la cuestión con “nuevos” investigadores”, que dado la escasa inversión en investigación durante los últimos años no podrían, salvo excepcionales casos, aportar grandes novedades. Por otra parte, esta labor ya había sido acometida, con buenos resultados, en otros formatos como las Crónicas del Aragón Antiguo, I y II (1997 y 2002) coordinadas por M. Beltrán. Que sea periódico y tenga continuidad es un deseo de la organización y de gran parte de los participantes que así nos lo han transmitido. Nace con vocación de celebrarse cada dos años, de manera que las novedades más destacadas puedan ser conocidas y debatidas por la comunidad científica y trasladadas a la sociedad de forma rápida y directa. Esperamos que el éxito de esta primera convocatoria ayude a su consolidación. Zaragoza 5 de mayo de 2016 José Ignacio Lorenzo Lizalde y José María Rodanés Vicente



COMITÉS

Comité Organizador Presidentes Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente

Secretariado Dr. Carlos Sáenz Preciado D. Hugo Chautón Pérez D. Luis Fatás Fernández.

Comité Científico Dra. María Ángeles Magallón Botaya, Dr. Manuel A. Martín-Bueno Dra. Pilar Utrilla Miranda y Dr. Juan Ramón Castillo Suárez

Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Grupo URBS, Grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro, Instituto Universitario de Aragón de Ciencias Medioambientales de la Universidad de Zaragoza, Obra Social “La Caixa”, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.


OrtofotografĂ­a de la Insula II.(Valdeherrea, Zaragoza).


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ARQUEOLOGÍA CLÁSSICA



TÍTULO. AUTOR/AUTORES 20. Los hornos del alfar Ibero Romano de Mas de Moreno (Foz de Calanda, Teruel): Balance de 10 años de investigación. Autor/es: José Antonio Benavente Serrano, Alexis Gorgues, Alexandre Bertaud, Florent Comte, Nicolas Frèrebeau, Charlotte Sacilotto. 21. El Taratrato de Alcañiz (Teruel): últimas investigaciones 2010-2014. Autor/es: Raúl López Romero, José Antonio Benavente Serrano, Eduardo Díez de Pinos, Salvador Melguizo Aísa. 22. Nuevas aportaciones al estudio del poblamiento en la Celtiberia. La ciudadestado de Aratis/Aratikos en Aranda de Moncayo. Autor/es: Gloria Pérez García. 23. Pavimentos y cubetas de yeso en el Palao de Alcañiz (TE): Una propuesta de interpretación. Autor/es: José Antonio Benavente Serrano, Raúl López Romero, Salvador Melguizo Aísa. 24. La ciudad romana de La Caridad (Caminreal, Teruel). Síntesis de 32 años de intervención arquológica. Autor/es: Jaime D. Vicente Redón, Beatriz Ezquerra Lebrón, Mª Pilar Punter Gómez. 25. La ciudad celtíbero-romana de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza). Autor/es: J. Carlos Sáenz Preciado. 26. El Suburbio Occidental de Caesaraugusta: Vertederos y alfares romanos en las calles Casta Alvárez y Las Armas de Zaragoza. Autor/es: Antonio Hernández Pardos, Jesús Gerardo Franco Calvo. 27. Placa Campana de Caesaraugusta importada. Autor/es: Mª Pilar Galve Izquierdo, Mª Pilar Lapuente Mercadal. 28. Primeros hallazgos arqueológicos del teatro Romano de Huesca. Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz, José Luis Cebolla Berlanga. 29. El taller de escultura arquitectónica romana del Municipium Osca (finales del sigloI a.e.-comienzos del siglo I). Autor/es: José Ángel Asensio Esteban. 30. La ciudad romana de “Los Bañales” (Uncastillo, Zaragoza): de ciuitas Augustéa a proyecto arqueológico 2.0. Autor/es: Javier Andreu Pintado. 31. Proyecto de investigación en la ciudad romana de “El Pueyo”(Belchite, Zaragoza), 2012-2015. Autor/es: Pedro Rodríguez Simón, Eduardo Díez de Pinos López. 32. Excavaciones en la muralla de “El Pueyo de Los Bañales” (Uncastillo, Zaragoza). 2012-2014. Autor/es: Ángel A. Jordán Lorenzo. 33. La ciudad Hispano Romana de Labitolosa (La Puebla de Castro, Huesca). Autor/es: Mª Ángeles Magallón Botaya, Pierre Sillières. 34. Bilbilis (Calatayud, Zaragoza): pasado, presente y futuro. Autor/es: Manuel A. Martín-Bueno. 35. El yacimiento de San Miguel III. Castejón de Monegros (Huesca). Autor/es: Eva Mª Giménez Gracia, Francisco Giral Royo. 36. Pavimentos Romanos en Caesaraugusta: Hallazgos y Conservación. Autor/es: Mª Pilar Blecua Roca. 37. Los Criptopórticos del Foro romano de “Los Bañales” (Uncastillo, Zaragoza). Autor/es: Luis Romero Novella. 38. El esclavo refugiado en el altar: una escena de la comedia griega en un entalle del Palomar de Oliete (Teruel). Autor/es: Ignacio Simón Cornago. 39. Contribución al conocimiento de la elaboración del vino en el ámbito celtiberoromano. Dehesa-Cintruénigo III (Tarazona, Zaragoza). Autor/es: Carlos García Benito; José Ángel García Serrano; Julián Pérez Pérez. 40. La presa romana de Muel (Zaragoza). Autor/es: Mª Ángeles Magallón Botaya, Paula Uribe Agudo, Javier Fanlo Loras.

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Pedestal dedicado al emperador Tiberio por Quinto Sempronio Vitulo. Los BaĂąales (Uncastillo, Zaragoza

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Sesión 2. Arqueología Clásica

20. LOS HORNOS DEL ALFAR IBERO ROMANO DE MAS DE MORENO (FOZ CALANDA, TERUEL): BALANCE DE 10 AÑOS DE INVESTIGACIÓN. José Antonio Benavente1, Alexis Gorgues2, Alexandre Bertaud2, Florent Comte2, Nicolas Frèrebeau3, y Charlotte Sacilotto4 1 Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón Universidad de Bordeaux Montaigne-UMR 5607 Ausonius 3 Universidad de Bordeaux Montaigne-UMR 5060 IRAMAT 4 Universidades de Bordeaux Montaigne y Toulouse Jean-Jaurès-UMR 5608 TRACES 2

José Antonio Benavente, jabenavente@hotmail.com Alexis Gorgues, alexis.gorgues@u-bordeaux-montaigne.fr Alexandre Bertaud, alexandre.bertaud@u-bordeaux-montaigne.fr Nicolas Frèrebeau, nicolas.frerebeau@u-bordeaux-montaigne.fr Florent Comte, comte.florent@gmail.com Charlotte Sacilotto, sacilotto.s@gmail.com RESUMEN El taller alfarero de Mas de Moreno (Foz-Calanda, Teruel) fue descubierto en los inicios de los años 80 por Montserrat Martínez (SAET), quien excavó un primer horno situado en las inmediaciones del río Guadalopillo, junto a una antigua edificación en ruinas que da nombre al yacimiento. Desde 2005, un equipo internacional dirigido por Alexis Gorgues y José Antonio Benavente está investigando de manera extensiva este excepcional conjunto. En el alfar de Mas de Moreno, cuya actividad se sitúa entre los años 225 y 30 a.C., se han documentado hasta el momento restos de 10 hornos cerámicos, con un estado de conservación muy variable, que forman parte de un espacio productivo complejo y evolutivo, cuya organización se puede deducir en parte gracias al buen estado de conservación del yacimiento. Las excavaciones han permitido documentar estructuras relacionadas con todas las etapas de la cadena operativa del alfar, desde el machacado de las arcillas hasta la cocción de las cerámicas, aunque no todas ellas pertenecen a los mismos momentos. Entre los hallazgos cerámicos destaca, además, un importante conjunto epigráfico de sumo interés que se asocia a los periodos más tardíos de funcionamiento del taller. PALABRAS CLAVE: Mas de Moreno; Foz Calanda; Bajo Aragón; Cultura ibérica; Alfar; Cerámica; Hornos cerámicos.

ABSTRACT The pottery workshop established in Mas de Moreno (Foz-Calanda, Teruel, Spain) was discovered in the early 80s by Montserrat Martínez (SAET). A very first oven was dug out by her in the surroundings of Guadalopillo river, nearby an antique ruined edification which gives its name to the site. Since 2005, an international team leaded by Alexis Gorgues and José Antonio Benavente is investigating in an extensive way all this exceptional ensemble. Within the Mas de Moreno alfar, whose activity was developed among 225 B.C. and 30 B.C., in a quite variable state of preservation the remains of 10 kilns being part of a complex productive and evolutionary space have been documented so far. Its organization can be deducted in part thanks to the decent conservation state of the whole site. These excavations have made possible the documentation of related structures containing all the stages of the pottery operational chain from the clay smashing to the final cook of the ceramics itself, although not everyone belonging to the same time period. Among the ceramic findings, an important epigraphic ensemble of high interest stands out associated with the workshop latest operational periods. KEYWORDS: Mas de Moreno; Foz Calanda; Iberian culture; Ceramic workshop; Iberian ceramic; Kilns.

1. INTRODUCCIÓN El yacimiento de Mas de Moreno de Foz Calanda (Teruel) fue descubierto y excavado parcialmente en 1981 por un equipo del Museo de Teruel dirigido por Montserrat Martínez. En la breve nota publicada al respecto se menciona la excavación en este lugar de un horno cerámico (horno 1) y de un testar de cerámicas de mediano y pequeño tamaño así como de paredes finas, situados ambos junto a las ruinas de la masada epónima. Se excavó también otro horno de planta rectangular ubicado junto al camino de Foz Calanda, a unos 400 m. al

este del anterior, en la partida de El Olmo (Martínez 1981, 314). Así mismo se menciona el hallazgo de varios sellos e inscripciones ibéricas en cerámicas y la presencia de restos de otros dos hornos y testares en la margen derecha del río Guadalopillo cerca de la masía “La Cerrada”. En 1982-83 se realizaron nuevos trabajos de prospección en la margen derecha de este rio donde se documentaron “al menos 19 hornos en 2 km2, agrupados en tres áreas” lo que confirmaba la presencia de un importante núcleo alfarero cuya cronología se situó entre los siglos I a.C.

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y I d.C. (De Sus y Navarro 1993, 437). En 1987 diversos trabajos agrícolas provocaron la destrucción parcial de varios de estos hornos en la partida de “Mas de Cerrado” (topónimo que habrá que asociar con el anteriormente citado de “La Cerrada”). En 1989, en el transcurso de nuevas prospecciones arqueológicas, se localizó a 1 km al este de los hornos anteriores, en la partida de “Torre del Ciprés”, en la margen izquierda del Guadalopillo, un nuevo enclave alfarero de gran extensión (1 hectárea) con restos de cerámica romana de época imperial que fue objeto de una intervención de urgencia en 1991. Las excavaciones en este lugar sacaron a la luz un pavimento de tegulas y parte de un gran horno cerámico, similar tipológicamente al de El Olmo. Este horno, cuyo abandono se sitúa a mediados del siglo III d.C., conservaba bien su cámara de combustión excavada en el suelo con pilares laterales de adobes para apoyo de la parrilla (De Sus y Navarro 1993, 440). A pesar de la importancia de todos estos hallazgos el estudio de este sector del río Guadalopillo, en el que es indudable una intensa actividad alfarera en los siglos en torno al cambio de era, no volvería a retomarse hasta 2005, cuando un equipo franco-español dirigido por los arqueólogos Alexis Gorgues (Universidad de Burdeos-Montaigne, UBM) y José Antonio Benavente (Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón) inició un nuevo proyecto de investigación en la zona, y más concretamente en el yacimiento de Mas de Moreno, con la finalidad inicial de documentar y contextualizar las estructuras y materiales descubiertos en los años 80 en ese lugar por M. Martínez.

de un importante complejo alfarero cuya cronología era más amplia de la supuesta inicialmente. En el año 2005 se descubrió el horno 2 (Gorgues y Benavente 2007) y en 2006, como consecuencia de los movimientos de tierra realizados por el propietario del terreno en el extremo oeste del yacimiento, que todavía no estaba delimitado en extensión, se descubrieron los hornos 3, 4 y 5. Estos tres hornos, hasta entonces no detectados, sufrieron importantes afecciones producidas por la construcción de una rampa de acceso a la parte inferior de la finca y por la excavación del frente del talud en el que se emplazaban. Así mismo la excavación de una zanja de riego en la cabecera del talud afectó a la parte posterior del horno 2. En 2007 los yacimientos de Mas de Moreno y de El Olmo fueron incluidos en la Ruta Iberos en el Bajo Aragón formando parte, junto con una veintena de yacimientos de época ibérica, de un proyecto de valorización y de investigación del patrimonio y de la cultura ibérica promovido por el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón (Benavente y Fatás 2009).

Figura 2. Los hornos 3, 4 y 5 aparecieron parcialmente seccionados en el frente del talud tras remociones del terreno en 2006.

Figura 1. M. Martínez junto al horno 1 de Mas de Moreno en 2004. Desde 2005 se han realizado anualmente, y de forma ininterrumpida, al menos una campaña de excavación en este yacimiento y se han llevado a cabo paralelamente distintos trabajos encaminados a su protección y conservación. Por razones principalmente relacionadas con el régimen de propiedad y de explotación de las fincas en las que se ubican las estructuras y materiales su estudio y excavación ha ido ampliándose poco a poco a partir del núcleo original del horno 1 (zona 1). Ya en la primera campaña se comprobó que este horno no se encontraba aislado sino que formaba parte

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Ante las importantes afecciones y el evidente interés de los hallazgos hasta entonces realizados en el yacimiento de Mas de Moreno, el Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón realizo las gestiones pertinentes para la adquisición de las dos parcelas donde se emplazaban las estructuras con la finalidad de asegurar su conservación y protección así como la de los numerosos materiales existentes en la zona. Finalmente, en 2009, el yacimiento, en una superficie de unos 6.000 m2, pasó a ser propiedad de dicho Consorcio procediendo a continuación al vallado de toda la parcela. En 2009 pudimos tener acceso por primera vez a los sectores situados en la parte superior (zona 2) e inferior (zona 3) del talud o núcleo original donde se emplaza el horno 1 (zona 1), lo que permitió ampliar notablemente la superficie excavada. En las siguientes campañas se acometió una limpieza mecánica superficial y en extensión de ambas zonas con


Sesión 2. Arqueología Clásica la finalidad de obtener un diagnóstico arqueológico de las mismas; a continuación se realizaron catas exploratorias de menor tamaño y, por último, a partir de 2014, se inició una excavación en extensión que ha proporcionado, sobre todo en la zona 3, novedosos resultados que han influido de forma sustancial en la interpretación que hasta ahora teníamos del taller. El progresivo acceso que hemos tenido en los últimos años a las distintas zonas del yacimiento, así como la lógica propia de una investigación que aún sigue en curso, han dado lugar a que nuestro conocimiento del taller haya ido mejorando en etapas sucesivas. El hecho de encontrarnos en un medio netamente agrícola, en el que las remociones y colmataciones del terreno, tanto de origen natural como antrópico, han sido numerosas y complejas, ha impedido obtener hasta el momento una visión completa y diacrónica de las estructuras que conforman el complejo alfarero. Por estos motivos, y al albur de los nuevos descubrimientos, las interpretaciones del propio equipo de investigación sobre las estructuras de este interesante yacimiento han sufrido continuas modificaciones en el transcurso de los últimos años y, todavía hoy, no es posible descartar nuevos hallazgos que, sin duda, pueden modificar y obligar a revisar una vez más nuestras conclusiones, que siguen teniendo un carácter claramente provisional.

tratamiento de arcilla, utilización de pigmentos, utensilios y herramientas, etc.) a lo que hay que sumar abundantes hallazgos epigráficos, tanto en escritura ibérica como latina, cantidades ingentes de fragmentos cerámicos y algunas figuritas plásticas. Todo ello convierte al yacimiento de Mas de Moreno en uno de los más importantes y prometedores, en cuanto a obtención de información sobre la producción cerámica en época ibero-romana se refiere, de nuestro país. Con este artículo pretendemos ofrecer una visión sintética sobre los hornos hasta ahora documentados así como sobre la evolución del alfar.

2. SITUACION Y EMPLAZAMIENTO El yacimiento de Mas de Moreno se emplaza en la terraza inferior del río Guadalopillo, en su margen izquierda, a apenas 50 metros de su cauce, en una zona de intensa explotación agrícola ubicada a unos 4 kms aguas arriba de la localidad de Foz Calanda (Teruel), a cuyo término municipal pertenece. Las coordenadas geográficas Datum ETRS89, Huso UTM 30 del sitio son las siguientes: X: 726.655; Y: 4.533.255. Cota 523. Toda esta zona, ubicada en la mitad inferior de una ladera de suave pendiente, en dirección norte-sur, ha sido modificada y aterrazada en las últimas décadas para su explotación agrícola. Muchas de las estructuras hasta ahora documentadas se emplazaron en el talud natural del terreno, de apenas 2 metros de altura, situado más cerca del río Guadalopillo. El campo situado bajo este talud, en el que también se han documentado estructuras, ha debido sufrir inundaciones temporales por las crecidas periódicas de dicho río. Como se ha señalado en el apartado anterior, en todo este sector del río Guadalopillo, en apenas dos kilómetros y medio de longitud, se han localizado hasta cuatro agrupaciones de hornos o alfares de época ibérica y romana lo que constituye una concentración totalmente inusual en el panorama de la producción de cerámica de estos momentos en el territorio aragonés. Esta concentración está, sin duda, directamente

Figura 3. Vista cenital del yacimiento de Mas de Moreno tras la campaña de excavaciones de 2015, con indicación de las zonas.

En la actualidad, la excavación del alfar de Mas de Moreno ocupa una superficie aproximada de unos 2.000 m² en la que se han documentado 10 hornos cerámicos de distinta tipología y cronología, algunos de ellos con una conservación excepcional, así como otras estructuras y materiales relacionados con el sistema operativo del taller (áreas de

Fig. 4. Vista del Valle del Guadalopillo desde el Cabezo de la Guardia de Alcorisa. Al fondo, Foz Calanda.

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Figura 5. Ubicación del Cabezo de La Guardia de Alcorisa y de los alfares documentados en el tramo medio del río Guadalopillo. relacionada con dos factores determinantes: por un lado, la presencia en las inmediaciones del sitio de las materias primas necesarias para la elaboración de cerámica (agua, arcillas de buena calidad y combustible para el fuego) y, por otro, la existencia próxima de un núcleo de población de época ibérica y romana del que debieron depender todos estos alfares. En este último caso se trataría con toda probabilidad del Cabezo de La Guardia de Alcorisa, situado sobre un estratégico cerro desde el que se domina visualmente el valle del Guadalopillo, a apenas 2 kilómetros de Mas de Moreno. En el Cabezo de la Guardia y su entorno inmediato se han documentado materiales y estructuras que se sitúan entre el siglo V a.C. y el siglo III d.C. cubriendo, por tanto, el periodo de actividad de todos los alfares hasta ahora descubiertos en su área de influencia. Además de la presencia de una casatorre del ibérico antiguo (Moret 2006, 192), hay que destacar un importante poblado del ibérico pleno y final, parcialmente excavado, en el que apareció el conocido kalathos decorado (Atrián y Martínez 1976) así como restos de una villa romana, también excavada parcialmente, en la que se documentaron termas, restos de canalizaciones o acueductos, enteramientos, etc. (Herrero et al. 1993).

3. LOS HORNOS DE MAS DE MORENO Hasta el momento se han documentado en el alfar de Mas de Moreno un total de 10 hornos cerámicos de morfología, tamaño y estado de conservación muy variables. Estos hornos han recibido una numeración correlativa del 1 al 10

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siguiendo el orden de descubrimiento en el transcurso de las excavaciones que no es coincidente con el de su cronología. Como veremos en el apartado siguiente, nueve de los diez hornos se relacionan con la primera fase del alfar, de tradición ibérica, fechada entre finales del siglo III y mediados del I a.C. Tan solo el horno 2, de dimensiones mucho mayores que el resto, se relaciona con la segunda fase del alfar, a partir de los años 50-40 a.C., asociada a una profunda remodelación del antiguo taller. La desigual conservación de los hornos conlleva que la información extraíble de los mismos sea también distinta. Mientas algunos hornos presentan una conservación que podría considerarse como excepcional, otros apenas se reconocen por su base rubefactada sobre el terreno. Por ejemplo, el horno 3 conserva la cámara de combustión, la parrilla y mantiene en pie casi la mitad de su cámara de cocción; los hornos 1, 2, 4 y 5 conservan completas las cámaras de combustión y parte de las parrillas y los hornos 6 a 10, peor conservados, se identifican por los restos de su base inferior cuya excavación en algunos casos todavía no ha finalizado. El estudio de estos hornos presenta también algunas dificultades de documentación a la hora de registrar datos sobre su configuración interna (sobre todo en las cámaras de cocción) debido a que para acceder a las mismas sería necesario destruir otros elementos conservados, como parrillas, muros laterales de cierre o restos de cámaras de cocción, lo que entraría en contradicción con el criterio general de priorizar la conservación de las estructuras. No obstante, gracias al elevado número de hornos y a la interrelación y distinto grado de conservación de sus


Sesión 2. Arqueología Clásica elementos principales (bocas de alimentación, túneles de acceso, calderas, cámaras de combustión, parrillas, toberas y cámaras de cocción o laboratorios) es posible extraer una valiosa información sobre la producción y la tecnología alfarera de época ibero-romana en el área bajoaragonesa hasta ahora escasamente documentada.

Figura 7. El horno 5 con la boca y foso de alimentación al fondo. Una descripción sucinta de las partes conservadas de estos hornos es la siguiente: Figura 6. Cámara de combustión del horno 1 Los hornos mejor conservados y que mayor información proporcionan en el alfar son los hornos 1 a 5 y pueden englobarse en el tipo tradicional de hornos de doble cámara (de combustión en la parte inferior y de cocción en la parte superior), llama libre y funcionamiento discontinuo, con cámaras de combustión asimilables a los tipos más antiguos B5 y B6, de planta de tendencia circular con murete central divisorio o de apoyo de la parrilla, de la tipología de J. Coll (2000, 201). No obstante, en el caso de Mas de Moreno la planta de estas cámaras tiene tendencia ovalada o elíptica, más que circular. Respecto a la circulación del aire y del calor parecen combinarse los tradicionales hornos de tiro vertical (hornos 2, 3 y 4), cuya salida de gases se realizaría por la parte superior de la estructura, con hornos de mufla, más avanzados tecnológicamente (hornos 1 y 5) en los que los gases salen al exterior sin pasar por el laboratorio y sin que exista contacto directo de éstos con las piezas, cuya cocción, totalmente oxidante, se consigue por inducción del calor (Gorgues y Benavente 2012, 287). El horno 2, que se relaciona con la segunda fase del alfar, a partir del 50-40 a.C., presenta las mismas características formales que los anteriores hornos tradicionales (única boca de alimentación, doble cámara, parrilla perforada y tiro vertical) pero se diferencia de ellos por su gran tamaño.

3.1. Los hornos de tradición ibérica (Fase I) Los hornos de tradición ibérica de la primera fase de actividad del alfar de Mas de Moreno (hornos 1, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 y 10) son de pequeño o mediano tamaño y su mitad inferior fue habitualmente acondicionada en el subsuelo aprovechando el desnivel natural del terreno. Su interior fue reforzado con adobes, enlucidos de barro y morteros de cal de gran dureza.

Las bocas de alimentación y túneles o fosos de acceso a los hornos han desaparecido en su mayor parte conservándose sobre todo en el horno 5 donde aparece un estrecho corredor excavado en el suelo de 2,30 m x 0,80 - 1,20 m de anchura, aproximadamente (Gorgues y Benavente 2012: 287). Estos largos pasillos o corredores de entrada o alimentación son habituales en época ibérica y en hornos tradicionales utilizándose en muchos casos en su primer tramo como hogar o caldera del propio horno ya que allí se controla mucho mejor la combustión y la temperatura, si bien exigen un mayor gasto de combustible (Coll 2000, 200). Este procedimiento de cocción con el fuego “delante” de la cámara, y no “debajo”, no es extraño en los hornos tradicionales de nuestro país siendo considerado una de las dos variantes de hornos con respecto a la posición de la caldera, más habituales en la franja mediterránea (Seseña 1997, 73). Las cámaras de combustión conservadas en Mas de Moreno son de planta elíptica con dimensiones que varían entre 2,40 x 1,40 m (horno 1) y 3 x 1,60 m (horno 3). No disponemos de medidas seguras para la cámara de combustión del horno 5. Habitualmente estas cámaras de fuego están excavadas en el suelo y aparecen divididas por un murete central de adobes sobre el que se apoyaba la parrilla (hornos 1, 2, 3, 4 y 5) conformando dos espacios alargados y estrechos de apenas 50 cms de anchura. Una característica habitual es que estas cámaras suelen tener pendiente ascendente hacia el fondo del horno. Las diferencias de altura existentes entre la entrada de la cámara de combustión y su fondo alcanzan los 70 cms en el horno 3; 40-50 cms en el horno 1, y 30 cms, con respecto al suelo inferior, en el horno 5. Esta pendiente ascendente, tal como señala J. Coll, favorece un mejor rendimiento térmico evitando el calentamiento innecesario de un mayor volumen de aire en las cámaras de combustión que suelen funcionar como reguladores térmicos de la auténtica caldera situada a menudo en propio túnel de alimentación (Coll 2000, 200).

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Figura 8. Praefurnium y cámara de combustión del horno 7. Este mismo sistema se documenta en otros hornos ibéricos como el de Alcalá de Jucar (Coll 1992). Las parrillas son uno de los elementos claves de los hornos pues deben soportar tanto el peso de las cargas a cocer como las dilataciones y temperaturas más elevadas de toda la estructura (Fanlo 2012, 300). Las parrillas pueden estar perforadas con toberas (hornos 2, 3 y 4) o ser totalmente lisas y macizas con conductos oblicuos laterales destinados a difundir el calor hacia la periferia del horno (horno 5 y posiblemente en el 1) o incluso hacia el centro de la parrilla, considerado un punto frio por la presencia de muretes inferiores de adobe (horno 3) en los que se apoya. La presencia de conductos oblicuos laterales (hornos 1 y 5) se asocia con hornos de mufla o de calor por inducción lo que implica un importante avance tecnológico. Las cámaras de cocción o laboratorios son de planta circular (conservadas parcialmente en los hornos 3, 4, y 5) y mantenían unas gruesas paredes de adobes y enlucidos que reducirían notablemente su superficie interior. Los diámetros de los hornos 3, 4 y 5 oscilan entre 3,20 y 3,70 m. lo que implica una superficie en su base de entre 7 y 10 m2. Respecto a su altura, el muro a partir del que arranca la cubierta, en el horno 3 apenas alcanza el metro (Gorgues y Benavente 2012, 285). Estas cámaras pueden situarse por encima del suelo (posiblemente en el horno 1 y con seguridad en el 6), o estar semiexcavadas (hornos 3 y 5). El interior de las cámaras podía estar reforzado con ladrillos refractarios y capas de enlucidos mezclados con material de desecho de otras cocciones. En el interior de los hornos se han detectado restos de las cubiertas de cierre realizadas con una mezcla de fragmentos de materiales de construcción (adobe, ladrillos refractarios, revestimientos) y desechos cerámicos (fragmentos de paredes vitrificadas), todo ello trabado con un mortero de arcilla arenosa bastante fino que podía colocarse en varias capas. No existen datos seguros para conocer el cierre de estas cámaras que podían ser abovedadas o cilíndricas, posiblemente con una abertura central.

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Figura 9. Reproducción en 3D del horno 3 que conserva parte de la cámara de cocción. Según F. Comte. Reformas y reparaciones: En los hornos 1, 3, 5, 7 y posiblemente en el 9, se han observado modificaciones en el interior de las cámaras de combustión mediante el uso de enlucidos y revestimientos de mortero de cal, colocación de tapones y cerramientos en conductos, sobreelevación de la parrilla (en el horno 5), etc. Este último horno, destruido parcialmente en su perímetro norte por una zanja de riego, presenta claramente dos fases de utilización que se detectan a través de una reforma realizada en su interior para rebajar unos 40 cms el suelo de la parrilla que aparece en su segunda fase sin toberas y con un enlucido de arcilla muy liso. El hueco existente fue rellenado de mampuestos y cantos rodados junto con una masa de material de construcción trabado con arcilla y arena que lo taponó y rellenó en su mayor parte. La finalidad de esta reforma se relaciona con la necesidad de mejorar la eficacia térmica del horno reduciendo para ello el volumen de la cámara de combustión y la distancia entre la carga a cocer y la fuente de calor (Gorgues y Benavente 2012, 282). Es evidente que muchas de estas reformas o reparaciones debieron responder a deficiencias estructurales y de funcionamiento de los propios hornos siendo solucionadas de manera empírica a medida que se comprobaban los resultados de las correcciones. Es posible que estas prácticas se realizaran siguiendo un método de aislamiento que influiría en la atmósfera de combustión produciendo modificaciones que podrían estar relacionadas con el tipo de cerámica que se iba a cocer: bien vajilla de mesa o bien tinajas y recipientes de almacenaje. El tamaño de los hornos se va ampliando con el paso tiempo lo que parece estar relacionado tanto con la optimización de su eficacia térmica como con un mayor conocimiento en el uso de las materias primas.


Sesión 2. Arqueología Clásica 3.2. El horno 2 (Fase 2)

Figura 10. Vista frontal de la cámara de combustión del horno 3. Señalaremos por último, en relación con los hornos de Mas de Moreno, la presencia probable de la técnica de mufla que parece confirmarse en los hornos 1 y 5 en los que aparecen conductos o toberas perimetrales y oblicuas que conducirían el calor desde la cámara de combustión a la zona exterior de la cámara de cocción. La finalidad de este procedimiento es el de aislar totalmente la carga a cocer de los gases de combustión, que no pueden atravesar la parrilla ni las paredes del laboratorio, permitiendo de este modo una atmósfera de cocción totalmente oxidante por radiación del calor a través de la parrilla y paredes del laboratorio. Este procedimiento parece ser especialmente útil para fijar las decoraciones pintadas complejas sobre cerámicas previamente cocidas (Sacilotto 2011, 158). De confirmarse esta hipótesis la utilización de esta elaborada técnica de cocción, podría remontarse en el Bajo Aragón a los inicios del siglo III a.C., un siglo y medio antes de su aparición en el mundo romano (Gorgues y Benavente 2012, 289).

El horno 2 se sitúa en la parte superior del talud que se extiende paralelo al cauce del rio Guadalopillo, en el sector Este del yacimiento. Se trata de un horno de doble cámara de gran tamaño (unos 16 m2 en la parrilla), de tiro vertical y una única boca de alimentación. La planta de la cámara de cocción es de tendencia circular, de 4,5 m de diámetro, si bien en altura ha desaparecido por completo. Se conserva parte de la parrilla, la cámara de combustión con su murete longitudinal y parte de su foso o túnel de alimentación cuya excavación completa está todavía pendiente de finalización. La base del horno se construyó excavada en el talud natural del terreno. La parrilla, perforada por numerosas toberas alineadas tanto en la parte interior como en el perímetro de la cámara de cocción, está construida con gruesos adobes y se apoya sobre un murete central y arcos transversales de este mismo material. En una de estas toberas se reutilizó como conducto un cuello de ánfora. La mayor parte de las superficies expuestas al fuego (paredes y toberas) recibieron un revestimiento refractario.

Figura 12. El horno 2, según el escaneado de F. Comte.

Figura 11. Reconstrucción teórica del horno 3 con una carga de vasijas de almacenaje. Según F. Comte.

La destrucción o derrumbe del horno tuvo lugar estando vacío, quizás preparado para una nueva cocción, según se desprende de la presencia de adobes en crudo en la zona norte de la parrilla. Los extremos del horno en la boca de alimentación y en el muro de cierre del fondo de la cámara de combustión fueron destruidos en 2006 por remociones agrícolas del terreno. Este horno, cuya construcción se sitúa a mediados del siglo I a.C. y cuyo periodo de explotación debió ser muy reducido, de apenas una década, se diferencia del resto de hornos del alfar por su gran tamaño y por su producción relacionada con ánforas y vasijas de almacenaje de gran tamaño. La segunda fase del alfar de Mas de Moreno,

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Figura 13. El horno 2 en proceso de excavación. En primer término la zanja de riego que destruyó el fondo de la cámara de combustión. una vez abandonados el resto de hornos, se organiza en torno a este nuevo y gran horno cerámico junto al cual se construyó un edificio o nave de madera y una serie de empalizadas.

4. EVOLUCION DEL ALFAR Al no disponer de una única secuencia estratigráfica que englobe la totalidad de las estructuras arqueológicas, resulta bastante difícil dar una idea precisa y segura de la evolución y serie de actividades hasta ahora documentadas en el alfar de Mas de Moreno. No obstante, en el momento actual de la investigación podemos distinguir dos grandes fases, y no tres, como habíamos supuesto antes (Gorgues 2009, 484). En la primera de ellas, de un siglo y medio de duración, el taller alfarero produce exclusivamente cerámicas de tradición ibérica, y en la segunda, de duración mucho más breve, se añaden a esta producción ánforas, vasijas de almacenaje y vajilla de tradición itálica.

4.1. El taller propiamente ibérico (Fase 1)

Figura 14: Planta del alfar de Mas de Moreno tras las excavaciones de 2015.

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De los diez hornos hasta ahora documentados el más antiguo es el horno 7, cuya actividad ya había comenzado hacia el 200 a.C. El horno 8, muy mal conservado, podría pertenecer a la misma época. Los hornos 1, 3, 4, 5 y 9 se enmarcan en un largo periodo de tiempo que transcurre desde finales del siglo III a.C. hasta mediados del I a.C. Por el momento, podemos asegurar que los hornos 3 y 5 se construyeron al mismo tiempo y poco después el 4. Los hornos 1 y 5 fueron


Sesión 2. Arqueología Clásica

Fig. 15. Planta de los hornos 3, 4 y 5. amortizados hacia el 50 a.C., en el caso del horno 5 después de un largo periodo de utilización con varias remodelaciones. No conocemos la datación del horno 6, ubicado en el extremo este de la zona 2, del que solo se conserva una placa de enlucido quemado. Algunas estructuras anejas, situadas al sur de la zona 3, pertenecen a esta fase. Entre ellas cabe mencionar un foso o canal, de orientación aproximada este-oeste, cuyo fondo fue consolidado con un material muy duro. Este canal debió de jugar una doble función, tanto de delimitación del taller en la zona sur, como de propia estructura hidráulica para transportar agua, y debió de ser amortizado en el mismo momento que el horno 5, según se deduce de la gran similitud de los materiales hallados en sus rellenos respectivos. También al sur de la zona 1 se documenta la presencia de una empalizada de madera con improntas de poste excavadas en el suelo. Esta empalizada tiene la misma orientación que el canal y debe pertenecer probablemente a la misma época. Las improntas de su base recortan el horno 7 por lo que su construcción debió realizarse cuando éste ya se encontraba amortizado y derruido, posiblemente hacia el 50 o 40 a.C. En esta misma fase podría incluirse una balsa de decantación, ubicada al sur de la zona 2, si bien los materiales recuperados en su relleno no permiten confirmarlo con total seguridad.

Es posible que haya pertenecido a un conjunto de estructuras mal conservadas entre las que se encuentra el horno 6. Tampoco podemos confirmar con seguridad la fecha de una estructura de planta de tendencia circular, localizada al nordeste de la zona 3, que se ha interpretado como un área de preparación de arcilla. Esta estructura, cuyo fondo fue pavimentado con gruesos cantos rodados y adobes quemados y cuyas paredes debieron ser de madera, se sitúa por debajo de unos gruesos niveles de arcilla mezclada con pigmentos minerales cuya acumulación finalizó al mismo tiempo que la actividad del taller. No obstante, no es posible determinar por el momento si estos niveles de arcillas están relacionados con el uso original de esta área o si se depositaron después de su abandono.

4.2. El taller con influencias itálicas (Fase 2). Aparentemente, entre el 50 y el 40 a.C. todas las estructuras utilizadas durante la primera fase fueron amortizadas: la empalizada de la zona 1 aparece seccionada por la fosa de acceso de un nuevo horno de planta circular, el horno 2, que presenta un tamaño mucho mayor que los anteriores (16 m2 en la parrilla) con un largo foso de alimentación que desemboca en una doble boca de acceso a la cámara de

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combustión. El horno 5 fue rellenado con un estrato de arcilla muy homogéneo y con desechos provenientes posiblemente de la última cocción llevada a cabo en esta estructura. El horno 1 fue rellenado con materiales procedentes de la actividad del horno 2 (entre ellos fragmentos de ánforas) que se encontraron también en otras dos fosas de este mismo momento que afectaron a los restos de los hornos 5 y 6. Al mismo tiempo, los fosos situados al sur de la zona 3, tal como se ha dicho anteriormente, fueron colmatados con rellenos que contienen un material cerámico muy similar en calidad, tamaño y proporción al encontrado en el estrato de amortización del horno 5.

Con toda probabilidad las improntas de maderos en el suelo que se han documentado al oeste del horno 2 pertenezcan a esta fase. Se trata de cinco alineaciones de huellas rectangulares (hacia el norte hay vestigios de una sexta que podría ser anterior) que aparecen orientadas bien en el eje general del conjunto o bien perpendicularmente a éste. La alineación situada más al norte de las cinco resulta difícil de interpretar ya que su contexto está casi totalmente perdido como consecuencia de las remociones agrícolas.

Figura 18. Improntas en el suelo de un edificio o nave de madera. Fig. 16. Aspecto de uno de los testares del alfar. Esta radical remodelación del taller parece suponer la destrucción de todas las estructuras que lo conformaban anteriormente dando lugar a dos conjuntos y fases diferentes. En esta nueva fase el taller aparece como un amplio espacio diáfano y abierto estructurado en torno al horno 2 que tiene la misma orientación norte/sur que los anteriores.

Fig. 17. Planta del horno 2.

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Las improntas muestran una morfología claramente lineal y por sus dimensiones y características, en algunos casos en disposición longitudinal y en otros transversal, parecen corresponder a distintos elementos constructivos realizados con madera. La segunda alineación desde el norte se relaciona probablemente con una empalizada construida de modo diferente a la de la fase 2. Las tres alineaciones situadas más al sur se han interpretado inicialmente como el anclaje en el suelo de un edificio o nave de madera con un piso sobreelevado que estaría cubierto por un tejado a dos aguas, si bien no habrá que descartar otras posibles interpretaciones (Gorgues y Benavente 2012: 276-277).

Fig. 19. Vista general de horno 2 junto a las improntas en el suelo de un edificio de madera ubicado en la parte superior de la terraza.


Sesión 2. Arqueología Clásica Esta profunda remodelación del taller alfarero parece obedecer a un objetivo obvio: sustituir varios pequeños hornos hasta entonces existentes por uno solo de gran tamaño en torno al cual se estructura todo el espacio productivo. Este cambio está asociado también a evoluciones significativas desde el punto de vista de las producciones cerámicas. El taller, o quizás mejor el conjunto de talleres, de la fase propiamente ibérica, estaba mayoritariamente orientado hacia la producción de vajilla de mesa o de pequeño almacenaje: cuencos, copas, kalathoi, ollas de perfil troncónico con dos asas, etc. Las grandes tinajas de borde reentrante engrosado (del denominado tipo Ilturatin) no llegan nunca a representar más de 5% del número mínimo de piezas, si bien su tamaño hace que su presencia en la actividad alfarera parezca tener una importancia mayor de lo que esa cifra supone. La producción de cerámica de pequeño formato de tradición indígena no desaparece totalmente cuando se remodela el taller, pero parece que la producción a partir de este momento se orienta más hacia la producción de recipientes de almacenaje y de transporte. De hecho, los estratos de ocupación más antiguos excavados en la parte frontal del horno 2 han ofrecido sobre todo fragmentos de tinajas de borde convergente engrosado.

otro lado del Ebro, en las inmediaciones de Fraga (Huesca), donde recientemente se ha hallado la inscripción ortinko en el borde de una vasija de borde reentrante (Salleras, 2013).

5. CONCLUSIONES El alfar de Mas de Moreno de Foz Calanda, cuya cronología se sitúa entre 225/200 y 40-30 a.C. aproximadamente, constituye un claro ejemplo de instalación fabril con un continuo proceso evolutivo y de cambio. Esta constante evolución ha quedado reflejada en el elevado número de hornos hasta ahora documentados en el alfar (un total de 10), así como en la serie de estructuras y áreas de trabajo con ellos asociados (balsa de decantación, canalizaciones, áreas de machacado y almacenamiento de arcillas, empalizadas, edificios o naves de madera, etc). Todas estas estructuras se suceden unas a otras, en poco más de siglo y medio, en un reducido espacio productivo en el que la organización espacial es cambiante debido al propio desarrollo de la actividad y a las necesidades y demandas de cada fase de producción. En los hornos y estructuras de Mas de Moreno se documentan reformas, reparaciones, destrucciones y abandonos definitivos a los que suceden otras nuevas estructuras. Por otra parte, la presencia posible de hornos de mufla (hornos 1 y 5) añade un interés especial a este alfar bajoaragonés al implicar el uso de una tecnología avanzada, de cocción por inducción del calor, que se desarrollaría más tarde en el mundo romano. Si bien en el presente artículo, por razones de espacio, nos hemos centrado sobre todo en los hornos y en la evolución del alfar de Mas de Moreno, hay muchos otros aspectos de interés y novedosa información extraída de este yacimiento que ha sido tratada recientemente en otros trabajos. Entre ellos podemos señalar los estudios de la organización espacial, del trabajo y de la tecnología cerámica (Gorgues y Benavente 2012); el conjunto de inscripciones epigráficas en escritura ibérica o latina (Gorgues 2009); las arcillas y el proceso de manufacturación cerámica (Sacilotto 2011); la aplicación

Figura 20. Recreación teórica de la segunda fase del alfar de Mas de Moreno con la nave de madera y al fondo el horno 2. Según F. Riart. Sobre la importancia de la producción y distribución de las piezas elaboradas en este alfar cabe señalar, por último, que se han encontrado cerámicas con los mismos sellos y rótulos que los hallados en Mas de Moreno (ilturatin, balkei, aiunin, ortinko) no solo en importantes yacimientos del área bajoaragonesa como el cabezo de La Guardia de Alcorisa, el cabezo de Alcalá de Azaila o Tiro de Cañón, Masico de Ponz y El Palao de Alcañiz (Gorgues 2009), sino incluso al

Fig. 21. Los hornos de Mas de Moreno protegidos tras la campaña de excavación anual.

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de nuevas tecnologías en el registro y documentación de estructuras (Frèrebeau 2011) así como otras investigaciones en curso sobre las producciones cerámicas (Gorgues 2013). Toda esta información, en un yacimiento que no está en absoluto agotado y que todavía proporcionará importantes hallazgos, está convirtiendo al alfar de Mas de Moreno en una referencia obligada en el estudio de la producción cerámica ibero-romana en nuestro país. Pero al mismo tiempo que se desarrolla la investigación y aumenta la superficie excavada en este extraordinario yacimiento crecen los problemas de conservación de sus frágiles estructuras que, debido a la falta de medios, se protegen y cubren permanentemente con estructuras precarias de carácter temporal. El enorme valor patrimonial y científico del alfar ibero-romano de Mas de Moreno requiere la instalación de una estructura de cubrición permanente que garantice la conservación y puesta en valor de los hornos y de otras estructuras y facilite, al mismo tiempo, la continuación de los trabajos de excavación e investigación en el yacimiento. Es precisamente este aspecto de protección el que necesita una respuesta más urgente por parte de las entidades con competencias en patrimonio, asegurando así la conservación y transmisión de este inusual y frágil yacimiento a las generaciones venideras.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

21. EL TARATRATO DE ALCAÑIZ (TERUEL): ÚLTIMAS INVESTIGACIONES, 2010-2014. Raúl López Romero1, José Antonio Benavente2, Eduardo Díez de Pinos y Salvador Melguizo2 1

Seminario de Arqueología y Etnología Turolense 2 Taller de Arqueología de Alcañiz

Raúl López Romero, ralopezromero@gmail.com José Antonio Benavente, jabenavente@hotmail.com Eduardo Díez de Pinos, edudiezdepinos@gmail.com Salvador Melguizo, smelguizo@gmail.com

RESUMEN El asentamiento de El Taratrato de Alcañiz (Teruel), excavado en su práctica totalidad durante los años 1924-25 por Vicente Bardavíu y Pierre Paris, ha sido considerado en la historiografía arqueológica del siglo XX como paradigma de poblado de calle central siguiendo un modelo de urbanismo protohistórico característico del Valle del Ebro y el Levante peninsular que contaba con un acceso principal defendido por una sola torre de planta cuadrangular. Sin embargo, los recientes trabajos de recuperación y consolidación de las estructuras exhumadas hace casi un siglo y los resultados de las posteriores excavaciones han confirmado la presencia de un sistema defensivo mucho más complejo que incluye con toda probabilidad otras tres grandes torres en el sector sur (dos de ellas ya excavadas) más un foso que parece conservarse parcialmente en el sector oeste. A estos hallazgos hay que añadir la presencia de espacios de almacenamiento con bancos vasares enlucidos con cal o yeso, así como la confirmación de ocupaciones anteriores y posteriores a las estructuras del poblado del Ibérico Pleno, entre ellas una fase de la Primera Edad del Hierro y la continuación del hábitat en el entorno inmediato de El Taratrato en época romana. PALABRAS CLAVE: Sistemas defensivos; Urbanismo protohistórico; Primera Edad del Hierro; Ibérico Pleno; Alcañiz.

ABSTRACT The settlement of El Taratrato (Alcañiz, Teruel), excavated almost entirely by Vicente Bardavíu and Pierre Paris in the years 1924-25, has been considered, among 20th century archaeological historiography, as paradigm of a central path village following a model of proto-historic urbanism, characteristic of the Ebro Valley and the East of the Iberian peninsula, which had a main entrance defended by just a tower in the shape of a square. However, the recent works of preservation and consolidation of the structures dug out nearly a century ago, as well as the results of the later ones have confirmed the presence of a much more complex defensive system that, in all probability, was formed by other three large towers in the southern area (two of them already excavated), besides a defensive ditch that seems to be partially well conserved in the West area. It must be added to these finds, must be added the presence of some warehousing rooms with small benches plastered with lime or gypsum, and the proof of the previous and later occupations of the Iberian village, including a phase of the Early Iron Age and the continuation of the settlement in the vicinity to El Taratrato in Roman time. KEYWORDS: Defense systems; Proto-historic urbanism; Early Iron age; Iberian culture; Alcañiz.

1. INTRODUCCIÓN En el presente artículo se describen las novedades documentadas en las recientes excavaciones del yacimiento ibérico de El Taratrato (Alcañiz, Teruel). Las campañas arqueológicas fueron posibles gracias a la participación de dos Escuelas Taller, denominadas “Ciudad de Alcañiz I y II”, durante los bienios 2010-2011 y 2013-2014, respectivamente. En ambas escuelas se impartió el módulo formativo “Auxiliares de arqueología” lo que permitió formar un total de 20 alumnos y la consecución de varios trabajos en relación con la puesta en valor del patrimonio

arqueológico alcañizano. El asentamiento ibérico de El Taratrato se extiende sobre la cima de un pequeño cerro localizado en la margen derecha del río Regallo. El lugar fue descubierto por Vicente Bardavíu (Bardavíu, 1926b; Paris y Bardavíu, 1926) y la intervención arqueológica fue dirigida por Pierre Paris y el propio descubridor entre los años 1924-1925, mientras que el trabajo de campo corrió a cargo de Pascual Bardavíu. Los resultados fueron publicados en 1926, aunque ya se presentaron adelantos durante los dos años anteriores (Bardavíu, 1926a; Paris, 1924; Paris, 1925; Paris y Bardavíu, 1926).

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Tras estas tareas el yacimiento quedó abandonado, viéndose sus estructuras muy afectadas por la erosión. En los años 80 del pasado siglo el urbanismo del poblado ibérico fue revisado por F. Burillo (1982), aunque no será hasta la primera década del siglo actual, con la creación del Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón, cuando los restos arqueológicos sean objeto de restauración y puesta en valor (Benavente y Fatás, 2009; Melguizo et al., 2012) y se reinicien las excavaciones arqueológicas (Diez de Pinos, 2012).

Figura 1. Vista aérea de la situación del yacimiento de El Taratrato. La excavación del poblado de El Taratrato sacó a la luz los restos de un poblado que tradicionalmente contaba con una sola fase de ocupación atribuible al Ibérico Pleno, con un total de 47 estancias adosadas y dispuestas en dos alineaciones paralelas cuyas puertas de acceso se encontraban orientadas hacia una calle central. Esta disposición hizo concluir a sus excavadores que la trasera de las viviendas constituía su principal elemento defensivo, al que habría que sumar un

hipotético camino de ronda en el área septentrional (idea posteriormente descartada en Burillo 1982: 48-49) y una única torre (rectangular) en el flanco oriental del poblado. Por otro lado, a la vista de lo entonces publicado, todo parecía indicar que el lugar se encontraba ya totalmente excavado (Fig. 2). No obstante, durante los trabajos de acondicionamiento y restauración de que fue objeto el enclave por su inclusión en la Ruta Iberos en el Bajo Aragón, se descubrió la existencia de áreas que no habían sido afectadas por ninguna actuación y que podían cambiar la concepción que se tenía sobre la morfología del poblado (Melguizo et al., 2012: 155-164). Por ello, este enclave fue elegido como zona de trabajo para la formación de los alumnos del módulo “Auxiliares de Arqueología” de dicha Escuela Taller. Durante la campaña arqueológica de 2010 y 2011 se documentó la existencia de otras dos torres situadas en el flanco sur, más otra muy probable en el sector suroeste del poblado. Estas defensas, unidas a la presencia de un foso en esta misma zona, configuran un elaborado sistema defensivo hasta entonces oculto. A su vez, en el acceso oriental del poblado, se documentaron restos de una habitación de almacenaje y se recuperaron materiales de otra fase anterior (Díez de Pinos, 2012). Las campañas arqueológicas de 2013-14 confirmaron la existencia de una ocupación previa al asentamiento del Ibérico Pleno, así como evidencias de una reocupación del área en la etapa romana, en relación posiblemente con los cercanos enclaves de Corral de la Figuera (Benavente et al., 1991: 51; Melguizo et al., 2010: 839-845), Balsa de Altafuya (Benavente et al., 1991: 51; Melguizo et al., 2010: 855-861) y Corral de Díaz (Benavente et al., 1991: 51; Melguizo et al., 2010: 847-853).

Figura 2. Plano original norte invertido con el resultado de las actuaciones arqueológicas (París y Bardavíu, 1926)

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Sesión 2. Arqueología Clásica 2. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES DE 20102011 En el año 2010, con el inicio de la Escuela Taller “Ciudad de Alcañiz I”, se retomó la excavación de El Taratrato aplicando al yacimiento una metodología acorde a los preceptos estratigráficos. Como acabamos de señalar, las diferentes intervenciones han permitido constatar la existencia de materiales de una fase anterior a la del Ibérico Pleno y, al mismo tiempo, una importante estructuración urbana en este último periodo (Fig. 12). Los principales trabajos de esta primera campaña arqueológica se centraron en tres zonas distintas. La primera tuvo por objeto la reexcavación de la Torre 1, descrita por Paris y Bardavíu como Espacio 1, que se encontraba colmada por el proceso de abandono de las ruinas arqueológicas (Fig. 3). Se sacó a la luz un murete que divide longitudinalmente el interior en dos espacios similares en cuyo suelo se detectaron apoyos de poste de una ocupación anterior (Díez de Pinos, 2012:168).

Figura 4. Habitación de almacenaje. Zona 2

2.1. La Torre 2

Figura 3. Estado de la torre 1 tras su re-excavación y consolidación. Por otro lado, el objetivo de la actuación en el extremo oriental del poblado (Zona 2), donde se observaba de forma superficial una gran cantidad de adobe caído y rubefactado, era localizar los límites de su flanco oriental, si bien lo que apareció fueron los restos de una habitación de almacenaje para productos agrícolas, en la que se conservaban dos bancadas de adobe enlucidas con yeso y con improntas vasares (Melguizo et al., 2012: 156-158; Díez de Pinos, 2012: 170). En el nivel de abandono sobre esas estructuras se encontró un fragmento de una copa Lamboglia 42 A/ Stemless inset lip/ Morel 4271 / Castulo Cup fechada en el siglo IV a.C. (Melguizo et al., 2012: 160). Además, en este espacio se hallaron alineaciones de agujeros de poste practicados en la roca natural que debieron corresponder a la fase anterior de la Primera Edad del Hierro (Fig. 4).

La actuación más importante de esta campaña se realizó en la Zona 3, un área que fue utilizada para el vertido de tierras extraídas durante las excavaciones de principios del siglo XX. La elección de este lugar se debió a dos motivos. El primero, por el hallazgo en ese punto concreto, durante la restauración y consolidación de los restos arqueológicos en el año 2007, de un fragmento de fondo de copa de cerámica ática de figuras rojas (Stemless Cup Morel 4221f 1) fechada en el segundo cuarto del siglo IV a.C. (Melguizo et al. 2012: 159-160). El segundo, por el interés en documentar el cierre del estrecho y alargado Espacio 14 que se interpretaba como una calle perpendicular a la central y que debía comunicar con el exterior del poblado. Tras la excavación, se confirmó su uso como vial, aunque matizándose que realmente se encaminaba hacia el interior de una de las torres (Torre 2) distribuidas a lo largo del perímetro meridional y no hacia esa supuesta puerta. La Torre 2 presenta una planta rectangular con forma de “U” abierta. Fue edificada en su base mediante muros de doble paramento con mampostería de yeso de medio y gran tamaño, en ocasiones regularizada al exterior. Sobre el terreno natural se había practicado previamente una zanja de cimentación. Debió edificarse en altura con adobes, muchos de ellos transformados en ladrillos como consecuencia de su exposición al fuego del incendio que provocó el final de la estructura. El interior de la torre se encontraba subdividido en dos espacios mediante un tabique central. También se

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detectó un hueco en el muro norte de cierre del poblado, al que se adosa la torre, realizado con el fin de instalar un tirante para la colocación de una probable escalera. En la esquina nordeste se encontró una gran acumulación de cantos rodados de río amontonados tal vez para su utilización como proyectiles vinculados al uso de hondas (Romeo y Royo, 2015: 349). Por último, se constató la presencia del enterramiento ritual de un ovicáprido dentro de la torre, depositado junto al acceso desde la calle interior, (Fig. 5). En el transcurso de la excavación se observó que la torre se construyó adosada al muro sur perimetral del poblado existente previamente y levantado en su base con mampuestos de arenisca de tamaño mediano.

Figura 5. Elementos estructurales de la Torre 2.

realizaron con una mezcla de arcilla y yeso con la finalidad de dar mayor consistencia al pavimento (Fig. 7). Los no muy abundantes materiales localizados situarían la construcción de esta torre entre la segunda mitad del siglo V a.C. y la primera mitad de la siguiente centuria: un plato a torno de borde exvasado, varios fragmentos de cerámica bícroma (Melguizo et al., 2012: 161), y una fíbula de pie vuelto pueden encontrar su paralelo en los niveles de inicios del siglo IV a.C. del cercano yacimiento de El Palao (Moret, 2005-2006).

Figura 6. Detalle del potente derrumbe de adobes que cubría los restos estructurales de la Torre 3.

3. CAMPAÑA DE EXCAVACIONES DE 20132014 Con la Escuela Taller “Ciudad de Alcañiz II” la excavación se centró en una tercera torre (Torre 3) también localizada y adosada junto al muro perimetral sur del asentamiento, entre las torres 1 y 2.

3.1. La Torre 3 La Torre 3, al igual que su gemela Torre 2, se encontraba cubierta por la terrera de la excavación de principios del siglo XX. A la edificación también se accedía desde un estrecho callejón (Espacio 7 de P. París y V. Bardavíu) que parte de la calle central. Los primeros trabajos de excavación de la antigua terrera documentaron una gran acumulación de adobes procedente del derrumbe de las plantas superiores de la estructura defensiva (Fig. 6). La base de la edificación presenta similares características, tanto morfológicas como constructivas, a las de la Torre 2, con planta rectangular en “U” abierta (de 7,8 x 4,6 m de lado). La planta inferior se encontraba dividida por un muro medianil, abierto en el extremo norte, junto al muro perimetral del asentamiento. Se localizó así mismo, en la esquina sureste de esta habitación, otra acumulación de cantos y guijarros de río para su uso como proyectiles. Los suelos de este piso inferior se

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Figura 7. Torre 3 tras la conclusión de la excavación.

3.2. Ocupación de la Primera Edad del Hierro Otros datos novedosos para la investigación obtenidos en las recientes excavaciones de El Taratrato se relacionan con la presencia de estructuras anteriores al poblado del Ibérico Pleno. Como consecuencia de actividades de expolio de materiales pétreos para la construcción de los edificios agrícolas del


Sesión 2. Arqueología Clásica entorno, se rompieron parcialmente los muros de la Torre 3, sacando a la luz evidencias de una ocupación anterior a la estructura defensiva. La documentación de esta zona nos obligó a levantar el suelo de la torre para agotar el registro arqueológico y facilitar el estudio de las evidencias situadas por debajo del mismo. Los restos documentados corresponden a una vivienda de planta rectangular que había sido seccionada durante la construcción de la zanja de cimentación del muro este de la torre. La disposición y orientación de estos restos, constituidos por muros de mampuestos irregulares de yeso y cantos de río junto al que se adosa un banco perimetral revestido con yeso fraguado, es diferente al de las habitaciones y estructuras del poblado del Ibérico Pleno y se conservan mejor fuera del límite exterior del mismo (Fig. 8).

3.3. Otras actuaciones Se realizaron otros trabajos tanto en el interior como en el entorno del yacimiento. Entre ellos cabe señalar la excavación del Espacio 14, que como hemos indicado anteriormente se trata de un callejón de acceso a la Torre 2.

Figura 8. Imagen de la Torre 3, donde se puede ver cómo la construcción de esta defensa seccionó los restos de una vivienda anterior al poblado del Ibérico Pleno. Desafortunadamente, los materiales recogidos dentro de la vivienda fueron muy escasos y en muchos casos alterados por la sedimentación del yacimiento, así como por la intrusión de madrigueras. Sin embargo, podemos asociar a este periodo los materiales recuperados en una pequeña cata realizada junto al muro este de la Torre 3, en la que se recuperaron varias piezas de cerámica a mano, algunas bruñidas, destacando entre ellas un fragmento de cerámica excisa, con paralelos en los primeros estadios de la Edad del Hierro (s. VIII-VII a.C.). Con la misma intención de agotar el registro arqueológico se realizó otra cata en el exterior sur de la Torre 3 que permitió documentar nuevos restos. Estos niveles se encontraron bajo el suelo de uso existente en el exterior del poblado ibérico. Tras la ampliación del sondeo se pudo localizar una serie de pequeños pies de poste alineados en dirección suroeste noroeste (Fig. 9). Entre los materiales recuperados predomina la cerámica a mano y la industria lítica, destacando un vaso de cerámica con decoración incisa que presenta una sucesión regular de triángulos rellenos con trazos oblicuos.

Figura 9. Vista general de los niveles de la Primera Edad del Hierro documentados en el exterior de la Torre 3. Su excavación mostró un estrecho nivel sedimentario, con un grosor máximo de 10 cm, compuesto de tierras de color grisáceo y con numerosas intrusiones de carbones que cubría un nivel natural de tierra calcárea que pudo ser utilizada en una etapa anterior a la ocupación ibérica como suelo. Este nivel estaba alterado por un total de 7 hoyos de poste excavados sobre el terreno natural que, a pesar del escaso nivel de material arqueológico recuperado, pueden relacionarse con la ocupación del lugar en la fase de la Primera Edad del Hierro. Sin embargo, la información más relevante que nos ofreció la excavación de este espacio, corresponde con la relación estructural entre el muro de separación de los espacios 13-14 y los del cerco perimetral del asentamiento, al comprobar que los muros de la vivienda (Espacio 13) no se enlazaban con los perimetrales. Este aspecto podría indicar que en este sector del poblado las viviendas se construyeron a posteriori del muro perimetral de cierre del asentamiento ibérico.

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Figura 10. Estructura de combustión localiza al exterior del poblado ibérico. Se muestra durante las distintas fases de excavación. La última intervención destacable de esta campaña se realizó en la denominada Zona 4, ubicada al este de la Torre 3, en el exterior del poblado ibérico, donde se había producido un hundimiento de los perfiles por procesos erosivos naturales. Al terminar los trabajos de limpieza se documentó la existencia de restos extramuros del poblado, entre ellos una estructura de combustión, de planta circular y rehundida, realizada con arcilla y pequeños cantos rodados sobre el suelo de la fase ibérica.

estudios más detallados, estos restos se podrían relacionar con una sencilla, aunque muy eficaz, estructura utilizada para la separación del cobre de otros minerales, como han demostrado diferentes estudios de arqueología experimental aplicados en trabajo de metalurgia del cobre (Rovira, 1999 y 2005).

La estructura de combustión fue construida a partir de la excavación de una cubeta de forma ovalada (de 59 x 44 cm de lado), cuya profundidad máxima era de 7 cm. Ésta oquedad tendría un reborde de unos 6 cm, donde se apoyarían las paredes de la estructura de combustión. Al levantar la caída, en la zona central se halló una acumulación de carbones, cenizas y dos fragmentos de escoria de cobre, y en torno a ésta una pequeña capa de arcilla anaranjada (de 0,5 cm de espesor) que consideramos debía tratarse de la erosión del revestimiento interior de la estructura de combustión. Cubiertos por estos niveles, se documenta una homogénea pequeña capa de tierra marrón oscura (Fig. 10). A falta de

Las excavaciones desarrolladas durante estas dos campañas permitieron la aplicación de una metodología arqueológica contemporánea, siguiendo el sistema de retirada de niveles estratigráficos, así como de un sistema más pormenorizado de registro de las evidencias arqueológicas. Esto nos ha permitido obtener nuevos datos sobre la evolución del yacimiento, posibilitándonos la documentación de nuevas etapas de ocupación que nos pueden ayudar a reconstruir la evolución del poblamiento de la cuenca del río Regallo en las etapas formativas de la cultura ibérica asi como su larga perduración en el tiempo tanto en fases anteriores como posteriores.

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4. FASES DE OCUPACION


Sesión 2. Arqueología Clásica 4.1. Fase 1. Primera Edad del Hierro s. VII - VI a.C.

mayor potencia estratigráfica, nos revelen más datos sobre esta ocupación anterior al poblado ibérico.

La campaña de 2010-2011 ya había documentado este periodo (Diez de Pinos, 2012) y durante la segunda intervención (2013-2014) se han hallado nuevos restos estructurales.

4.2. Fase 2. Ibérico Pleno s. V - IV a.C. Los recientes trabajos han aportado importantes novedades en lo relativo al sistema defensivo y a la presencia de espacios de almacenamiento no detectados en las antiguas excavaciones. En líneas generales, se confirma que las excavaciones de principios del siglo XX no exhumaron en su totalidad el asentamiento ibérico ((Diez de Pinos, 2012; Melguizo et al., 2012: 155-164). Por este motivo, los trabajos realizados durante estas dos últimas campañas han sacado a la luz un complejo sistema defensivo que incluye la presencia de varias torres en el flanco sur, zona más accesible del yacimiento, donde pudo existir además un foso (Diez de Pinos, 2012). Mientras se puede delimitar con bastante precisión el perímetro defensivo del poblado del Ibérico Pleno en sus sectores más accesibles (este, sur y oeste) quedaría por conocer el sector norte, en el que la acusada pendiente natural del terreno y el efecto de la erosión remontante han provocado la desaparición y arrastre de los muros de cierre de las viviendas de esa zona.

Figura 11. Ortofoto del yacimento de El Taratrato tomada durante la campaña de 2010-2011. Así, se localizó parte de una vivienda de planta rectangular, que conservaba fragmentos de un banco adosado enlucido con yeso fraguado. La estancia, que se encontraba extramuros del asentamiento ibérico, no puede considerarse coetánea a ese poblado, ya que parte de ella fue destruida durante la construcción del muro perimetral sur y en la excavación de la trinchera de cimentación para asentar a Torre 3 del Ibérico Pleno. Sin embargo, los materiales arqueológicos recuperados fueron poco representativos, encontrándose alterados por una madriguera. Por este motivo, la adscripción propuesta para esta vivienda se basa sobre todo en la disposición estratigráfica de los restos arqueológicos y en su asociación a los materiales recuperados en otras catas realizadas en esa misma campaña arqueológica. No obstante, es probable que la continuación de las excavaciones, tanto en el exterior como en algunas de las viviendas extramuros del barrio Sur, donde se documenta

Respecto a la cronología, los materiales recuperados son más explícitos a la hora de indicar el final del poblado en un momento avanzado de la primera mitad del siglo IV a.C. Por el contrario, no lo son tanto para las diferentes fases de construcción. Si bien es evidente que las torres fueron levantadas con posterioridad al perímetro meridional de las viviendas, es difícil establecer estrictamente la diferencia temporal. Bajo el espacio 14, callejón de acceso a la Torre 2, no se detectó resto alguno que indique otro tipo de distribución urbana anterior que fuera alterada para establecer el vial, por lo que éste y la torre debieron estar ya planteados desde un principio. Los no muy abundantes materiales recuperados en las cimentaciones de la Torre 3 indicarían que fue levantada entre la segunda mitad del siglo V a.C. y la primera mitad de la siguiente centuria. Consecuentemente, las viviendas interiores debieron establecerse a lo largo del siglo V a.C.

4.3. Ocupación contemporánea

en

época

romana

y

Las últimas investigaciones han confirmado también la ocupación de las inmediaciones de El Taratrato en época imperial romana según se deduce de los hallazgos de cerámicas de esta época efectuados en el yacimiento de Corral de la Figuera (Benavente et al., 1991: 51; Melguizo et al., 2010: 839-845), a apenas 200 metros al sur del poblado ibérico. En ese lugar debió establecerse un asentamiento rural en el que aparece cerámica romana y algunas alineaciones de muros. Su presencia podría explicar el imprevisto hallazgo de varios fragmentos de terra sigillata sobre el pavimento de la Torre 3 lo que indicaría, con toda probabilidad, la

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Figura 12. Plano de las estructuras del El Taratrato donde se indican las zonas de actuación relatadas en este texto.

utilización de las ruinas del poblado ibérico como cantera y lugar de acopio de materiales para las construcciones del cercano establecimiento. Con este mismo periodo, aunque ya en época del Bajo Imperio, podría relacionarse la presencia de una tumba de inhumación, excavada en la campaña de 2010-2011, situada a apenas 30 metros del perímetro sur del poblado ibérico. Construida con lajas de piedra y señalizada en superficie con un amontonamiento de mampuestos, uno de los cuales estaba parcialmente tallado, había sido reutilizada y contenía los restos de varios individuos (al menos tres cráneos). Por último, habrá que mencionar la posible utilización durante la Guerra Civil (1936-1939) de las ruinas del poblado ibérico ya excavado, a juzgar por la presencia de un hueco amplio excavado en el sector suroeste o las acumulaciones de mampuestos en la zona oriental (Burillo, 1982: 47), si bien no se han hallado hasta el momento materiales que lo confirmen (Melguizo et al., 2012: 156). Pero, sin duda, las afecciones más recientes, hasta la recuperación del yacimiento en 2006, tienen que ver con el aprovechamiento de las estructuras exhumadas en las antiguas excavaciones como cantera

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para proveer de material de construcción (adobes, apoyos de poste, sillares…) a las edificaciones rurales modernas o contemporáneas de las inmediaciones.

5. CONCLUSIONES Sin duda, las buenas condiciones naturales y medioambientales que ofrece el lugar en el que se emplaza El Taratrato (un cerro aislado de escasa elevación, próximo al curso de agua de El Regallo, y rodeado de tierras aluviales aptas para el cultivo) pueden explicar esta larga continuidad del poblamiento atestiguado hasta el periodo romano. Esta persistencia no es única en este sector del Bajo Aragón existiendo otros ejemplos en el propio término de Alcañiz como en los yacimientos de El Palao, Alcañiz el Viejo o la Ermita de San Miguel. El asentamiento de El Taratrato constituye un ejemplo de cómo un amplio programa de intervenciones puede dar lugar a la recuperación no solo patrimonial sino también científica de un yacimiento que se encontraba abandonado y supuestamente agotado desde el punto de vista arqueológico.


Sesión 2. Arqueología Clásica Los trabajos de consolidación de estructuras y las dos campañas de excavaciones realizadas en este lugar en los últimos cinco años han demostrado que aún se puede obtener mucha información y que todavía quedan importantes elementos y fases por documentar y recuperar. Entre los aspectos a considerar habría que desechar, en primer lugar, la idea de El Taratrato como prototipo de poblado de calle central de nueva planta, construido ex novo, con una única ocupación, un solo torreón defendiendo su acceso principal y con escasas alteraciones en su primigenio urbanismo (Burillo, 1982: 59). Los recientes hallazgos evidencian, por el contrario, la presencia de estructuras y materiales pertenecientes a una anterior fase de la Primera Edad del Hierro. Sobre el abandono de esa ocupación se planteó consciente y previamente un plan constructivo, tanto para el conjunto de la planta del nuevo poblado, con la distribución de los espacios de hábitat y las áreas comunes de circulación, como para sus defensas en el Ibérico Pleno. Posteriormente a su destrucción, las ruinas fueron frecuentadas por los habitantes de enclaves cercanos a lo largo de la época romana con el fin de recuperar materiales constructivos o como necrópolis. Entre las novedades de las últimas investigaciones destaca el hallazgo y excavación de dos nuevas torres de planta rectangular en su vertiente meridional a las que posiblemente habrá que añadir una tercera situada al final del Espacio 22 del plano de Paris y Bardavíu que posee las mismas características que los callejones 7 y 14 que dan acceso a los torreones de ese sector. Estas defensas y el poblado muestran evidencias claras de una destrucción por incendio. Otra cuestión es dilucidar si tal hecho tuvo una causa accidental o violenta por un conflicto bélico. Por el momento, ningún indicio apunta hacia la segunda. La presencia de numerosos cantos rodados en ambos torreones (acumulados posiblemente para su uso como proyectiles) puede indicarnos su necesidad durante el Ibérico Pleno para proteger personas y bienes, pero no parece que fueran utilizados en un supuesto combate final. El complejo sistema defensivo de El Taratrato, al que posiblemente se pueda añadir la presencia de un foso en sus vertientes sur y oeste, constituye una nueva variación y mejora de los modelos previos de poblados de calle central fortificados en el Bajo Aragón: Tossal Redó de Calaceite (s. VII-VI a.C.) con dos pequeños torreones defendiendo sus accesos principales; El Cabo de Andorra (s. V a.C.) con un torreón junto al acceso principal y otro dominando la zona más elevada, o San Antonio de Calaceite, en su primera fase (s. V-IV a.C.), con al menos dos torreones en su perímetro occidental y otro probable junto a su acceso (Benavente y Fatás, 2009; Melguizo et al. 2012, 164). La localización de elementos estructurales de épocas anteriores al poblado ibérico, así como de evidencias extramuros del mismo, indican la necesidad de continuar los trabajos de excavación en este yacimiento, no debiendo considerar que el registro arqueológico de El Taratrato se encuentre agotado.

AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer el esfuerzo económico y de colaboración del Ayuntamiento de Alcañiz, INAEM y Consorcio de Patrimonio Ibérico de Aragón para hacer posibles estas actuaciones. Asimismo nuestro agradecimiento a todos los alumnos que participaron en ambas campañas de excavación arqueológica, ya que sin su esfuerzo y labor, no hubiera sido posible llevar a cabo este proyecto.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

22. NUEVAS APORTACIONES AL ESTUDIO DEL POBLAMIENTO EN LA CELTIBERIA. LA CIUDAD-ESTADO DE ARATIS/ARATIKOS EN ARANDA DE MONCAYO. Gloria Pérez García1 1

Arqueóloga. Colegiado nº 11.007 Centro de Estudios Celtibéricos

Gloria Pérez García, segedaparquear@gmail.com

RESUMEN Aratis / aratikos presenta un medio físico estratégico de paso hacia la Meseta y un valle, el Aranda con grandes recursos naturales. La cantidad determinada de número de monedas y restos de naturaleza cerámica, de tradición celtibérica, hallados en el cerro de Castejón, hace que ese sea, casi sin ninguna duda, el emplazamiento de esa ciudad. Ello justifica el número indeterminado de cascos celtibéricos, conocidos como hispano-calcídicos hallados y la dispersión de abundantes materiales metálicos en torno al cerro. Es precisamente la potencialidad minera del entorno y las capacidades de aratis/aratikos para su control y explotación lo que explica no sólo su capitalidad, sino también sus emisiones monetales. Aratikos, como es conocida según su leyenda monetal, muestra una ciudad u oppidum monumental, independiente políticamente, que controla un territorio jalonado de aldeas rurales. Con ello se configura un modelo de “ciudad estado” altamente ruralizada que realiza la explotación de sus recursos naturales. Una economía basada en el aprovechamiento pastoril, agrícola y centrado en explotaciones metalúrgicas. PALABRAS CLAVE: Aratis; Aratikos; Celtiberia; Poblamiento; Ciudad-estado; Aranda de Moncayo.

ABSTRACT “Aratis / aratikos” provides a strategic environment in the way towards the Meseta and a Valley whit great natural resources: the Aranda Valley. The great amount of Celtiberian coins and shards found on the hill of Castejón make it be, almost no doubt, the sitting of that city. It justifies the indeterminate number os Celtiberian helmets, known as Hispanic-Chalcidian helmets, and plenty metal remains found arround that hill. It is just the mining potential of its environment and the capabilities of “aratis / aratikos” to control and exploit it, wich explains, not only it became a capital city, but also its large coinage. Aratikos, as it is known by its coinage, symbolizes a city or monumental oppidum, politically autonomous, which controlled a territory taken up by some rural villages. This model of“city state” was highly rural and ran the exploitation of its natural resources, ruling an economy based on farming, agricultural use and metallurgical works. KEYWORDS: Aratis; Aratikos; Celtiberia; Settlement; City-state; Aranda de Moncayo.

1. INTRODUCCIÓN Durante los años 153-133 a. C., tuvieron lugar las cruentas Guerras Celtibéricas que se convirtieron en una encarnizada lucha de los romanos contra celtíberos y vacceos. En las descripciones de la misma, se señala que las ciudades celtibéricas habían alcanzado en el proceso de consolidación de modelos urbanos y de formas políticas estatales que conducían al establecimiento de pactos y alianzas entre distintas comunidades. De hecho se deduce que el mayor número de hallazgos de pactos de hospitalidad entre ciudades e individuos procedan de la Celtiberia.

En el mundo celtibérico, la ciudad se convierte en el máximo testimonio de la estructura estatal, en el centro jerárquico del poder político y económico desde el cual se articulará el poblamiento del territorio (Burillo 1998: 210). Surge en el marco de una sociedad compleja, con división del trabajo y existencia de excedentes con una categoría y tamaño mayores que los asentamientos de ella dependientes. A partir del celtibérico Tardío, se observa una atomización del hábitat materializada en la aparición de un gran número de castros de pequeñas dimensiones que se articulan en torno a centros de gran tamaño, los oppida, se estabilizan con un proceso sinecista, en los que pervivirá el modelo campesino de relaciones sociales marcadas por las familias extensas.

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comprender las variabilidades existentes. Otra categoría viene definida por la potencialidad económica del territorio, será la explotación de una economía agropecuaria unido a su importante potencial metalogenético, lo que explicará el surgimiento de ciudades. Finalmente, el avance de la conquista romana irá creando una variabilidad territorial que tendrá importancia en la estructura económica y política del territorio, esencial en el proceso de desarrollo urbano. El territorio conquistado pasa a convertirse en propiedad del estado romano. Nuestros objetivos se definen en: -Argumentar la identificación de aratis/aratikos en la actual localidad de Aranda del Moncayo, a través de una serie de criterios de identificación: numismática y evidencias arqueológicas (restos constructivos y materiales).

Figura 1. Fotografía aérea, valle del Aranda. S. Cabello.

-Analizar las dimensiones de la ciudad celtibérica, su monumentalidad y su ubicación.

2.1. Identificación de “Aratikos” La voz aratikos, en la leyenda del contexto monetal parece demostrar que es una variante sin apenas transformaciones que alude al topónimo Aranda; Su toponimia induce a demostrar su origen indoeuropeo, ya que la raíz ar- se traduce por “agua”. Tovar (1946: 16-17) ve en la leyenda de aratikos, una parte un sufijo celta -co y por otra una desinencia del nominativo plural en -os propia de la flexión de las lenguas indoeuropeas. La población, a lo largo del tiempo, ha conservado el topónimo casi sin transformaciones. Por otra parte, la partida, donde se ubica la ciudad se denomina, Castejón, topónimo que alude a castillo o torre. Figura 2. Terga/tergakom en el valle del Isuela. S. Cabello. En este contexto, situamos la ocupación celtibérica, en la Comarca del Aranda. El poblamiento en este periodo se concentra en torno a los valles fluviales, el Aranda y el Isuela llegando a parcelarlos intensamente, controlando las vías de paso naturales y buscando el acceso a las fértiles tierras de fondo de valle y a los pastos de los páramos. Las vegas de estos ríos podían delimitar pequeñas comarcas naturales, las cuales, funcionarían como unidades cerradas que alcanzarían cierta autonomía.

En su término municipal y circundando el cerro donde se ubica este oppidum se localizan numerario de las cecas de aratikos, areikoratikos de nertobis, ekualakos, sekeida, bolskan y baskunes. Destacable es el hallazgo de monedas de nertobis, con emisión hasta las guerras sertorianas.

En esta demarcación natural, surge la ciudad como centro político y administrativo: Aratis/aratikos (Aranda de Moncayo) para la comarca natural del Aranda y Terga/ tergakom para la del Isuela.

2. OBJETIVOS A la hora de valorar la estructura del poblamiento del ámbito celtibérico deberán tenerse en cuenta tres categorías: una corresponde a los oppida, su análisis podrá ayudarnos a

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Figura 3. Aratis/aratikos y su relación con Aranda de Moncayo. S. Cabello.


Sesión 2. Arqueología Clásica 4. RESULTADOS 4.1. El poblamiento La urbanización en la Comarca del Aranda, se concentra en torno a los valles fluviales, el Aranda y el Isuela llegando a parcelarlos intensivamente controlando las vías de comunicación naturales a las tierras productivas de los valles y a los fértiles pastos de montaña. El primer modelo de asentamiento está relacionado con los castros, pequeños poblados fuertemente fortificados, encaramados en el reborde montañoso del Sistema Ibérico, que ocupan lugares estratégicos y con amplio control visual del territorio; de reducidas dimensiones, entre 0,2 Ha y 1 a 2 Ha., con buenas defensas naturales, reforzadas con potentes murallas y excavados fosos. Estos castros podrían albergar una población que oscila entre varias decenas de habitantes y unos pocos centenares, con una organización interna simple de viviendas rectangulares o cuadrangulares adosadas a la muralla, con paredes medianiles comunes, formando pequeñas manzanas que abren a una calle o plaza central.

Figura 4. Oppida celtibéricas. En cuanto a materiales arqueológicos: Se han hallado en superficie un importante lote de cerámica celtibérica (algunas con grafitos) y elementos metálicos, además de cerámicas campanienses. También, resulta muy interesante la referencia del hallazgo de una tesera de hospitalidad en el que figura el nombre de nertobriga o nertobis.

3. METODOLOGÍA En septiembre de 2010 presenté en la Universidad de Zaragoza para la obtención del DEA, el estudio: “Análisis del poblamiento del territorio de la Comarca del Aranda desde la prehistoria reciente a la romanización”, dirigida por el profesor Francisco Burillo Mozota. Después de analizar los patrones de asentamiento en el territorio de la Comarca del Aranda defendí la ocupación y la articulación del territorio en época celtibérica y delimité la ubicación y la capitalidad de Aratikos, en el territorio de Aranda de Moncayo. Desde 2010 estamos realizando varias campañas de prospección sistemática en el término municipal de Aranda de Moncayo para defender la amplia extensión de la ciudad 13 Ha y la presencia de materiales arqueológicos que no sobrepasan el siglo I d.C. Este estudio se inscribe en proyecto I+D: HAR2012-36549, (“Segeda y la Serranía Celtibérica: de la investigación interdisciplinar al desarrollo de un territorio”), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y los fondos FEDER.

El segundo modelo viene paralelo al surgimiento de los oppida localizados en las vegas de los ríos, Aranda e Isuela, podían delimitar pequeñas comarcas naturales, las cuales, funcionarían como unidades cerradas que alcanzarían cierta autonomía. El poblamiento de la Celtiberia discurre pararela al surgimiento de una élite a que los romanos definieron como nobiles y príncipes de carácter militar, pero que tendría como principal base de sus privilegios, el control del territorio y de sus recursos agrícolas y ganaderos (González Román, 1999: 134). El surgimiento de estas ciudades celtibéricas en el siglo IV a.C., inicia un proceso auténticamente urbano indígena, anterior a la influencia de Roma (Burillo, 1997: 200). Durante este periodo, los asentamientos de nueva planta alcanzarán un notable incremento, observándose una tendencia a ocupar zonas de aprovechamiento agrícola. En la Celtiberia aragonesa se constata desde fines del siglo III a.C. la aparición de oppida que actuaban como centros organizativos y políticos de su territorio circundante. Los primeros oppida o ciudades se caracterizan por ser grandes núcleos fortificados cuyo techo se encuentra en torno a las 10 hectáreas donde se concentra acogida o forzosa la población procedente de los pequeños núcleos anteriores (Jimeno, 2005: 119) como ocurre en Segeda, (Mara, zaragoza) que llega a ser el oppidum de mayores dimensiones ya que alcanza 17 ha., con el sinecismo de los titos. La génesis de las ciudades está relacionada con procesos sociales, sinecismo, por concentración de poblados.

4.2. Dimensiones de la ciudad celtibérica Aratis/ aratikos presenta un medio físico estratégico de paso hacia la Meseta y un valle, el Aranda con grandes recursos naturales.

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Aratis/aratikos adscrita a la etnia de los titos, muestra una ciudad de aproximadamente 13 Ha, independiente políticamente, que controla un territorio jalonado de aldeas. Con ello se configura un modelo de “ciudad estado” altamente ruralizada. La ciudad presenta un carácter monumental, tanto en el acceso principal como en el sistema defensivo dotado de fosos, varias líneas de murallas, torres y dos puertas de acceso, una de ellas monumental. Castejón I conformaría el núcleo más primitivo. En la

Figura 5.Ortofoto, sistema defensivo de la ciudad de Aratis/ aratikos

Figura 7.Principales mineralizaciones en el valle del Jalón..

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parte más alta del cerro entre todas las construcciones son destacables dos por su peculiaridad: un silo, que bien pudo tener un uso posterior como nevero, y un castellum de grandes proporciones de planta rectangular de 20,5 x 18,8 m, que se alza a una altura de dos metros, protegido por dos lienzos de muralla. Una que arranca desde este torreón que se extiende y cierra en un torreón de menores proporciones, con orientación SE. Delimitado por un foso que recorre dos de sus flancos. Este complejo defensivo conserva su delimitación externa gracias al segundo lienzo de muralla que se extiende por la ladera E y cierra con un

Figura 6.Asentamientos con categoría de ciudad, s. III a.C


Sesión 2. Arqueología Clásica torreón alineado con el gran torreón de la cima donde se aprecia una puerta de acceso al primitivo núcleo, precedida por un camino que delimita en talud, tal como nos muestra las evidencias arqueológicas. Desde dicho torreón delimita el recinto primitivo, un tramo de muralla que cierra en su extremo SE con otro torreón de sección circular.

celtibéricas más importantes acuñaron moneda, sino por la supuesta procedencia de este yacimiento de un conjunto sin precedentes de piezas arqueológicas entre las que destacan un número indeterminado de cascos celtibéricos, identificados recientemente, como de tipo hispano calcídico, indicador de su independencia y de poder.

Tal como se ha comentado la ciudad creció y se extendió en dirección SE, a lo cual denominamos Castejón II. Los datos sobre la extensión del hábitat se deben a factores externos como la dispersión cerámica o la morfología del relieve. La comprobación estatigráfica de aterrazamientos, donde se ha producido una importante sedimentación ya que se utilizó para usos agrícolas y los restos materiales cerámicos nos aporta datos sobre ampliaciones del núcleo habitado de Aratis/aratikos. La población aprovechó el desnivel con el río Aranda como foso natural y en el flanco contrario que daba al E construyó una muralla de sillares areniscos y calizos de grandes proporciones, que puede todavía percibirse en parte de su recorrido.

Es precisamente la potencialidad minera del entorno y las capacidades de Aratis/aratikos para su control y explotación lo que explica no sólo su capitalidad, sino también sus emisiones monetales. La ciudad debe entenderse como centro de un espacio en el que se realiza la explotación de sus recursos centrado en explotaciones metalúrgicas, agrarias y pastoriles con una importante producción.

De momento no podemos precisar sobre su ordenación urbana, pero se puede señalar que su temprana destrucción en el 153 a. C. no impidió que se consolidara la total ocupación de todo este amplio espacio, hasta su definitiva destrucción en el transcurso de las guerras sertorianas. En la ladera SE del cerro Castejón II asimismo se localiza una necrópolis de cronología tardoimperial romana, la cual, ha sido bastante profanada, quedando tan sólo unas tres pequeñas cistas intactas que justifican el enterramiento. Tabla 1. Fases cronológicas de la ciudad Celtíbero antiguo y pleno Celtíbero tardío Celtíbero pleno Romanización

Castejón I Castejón II Cerro del Castillo Ermita de San Roque

5. CONCLUSIONES Aratis/aratikos es una ciudad bien comunicada, cruce de caminos desde el Jalón a la Meseta. Para explotar sus recursos, posiblemente actuara de mercado o abastecedora del metal para otros centros de la Celtiberia, por la vía Borja que circunda la ciudad. Esta comunidad debió alcanzar la categoría urbana como polis autónoma, según nos confirma sus emisiones monetales. Aratis/aratikos será posteriormente romanizada, aumenta el número de población y para dar cabida amplía el perímetro defensivo. Su importancia territorial en la época se pone de manifiesto no sólo por el hecho de acuñar moneda propia con la leyenda “aratikos” (los de Aratis), ya que únicamente las ciudades

La ciudad explotaría sus recursos mineros: el hierro, cobre y plata localizados al N y S de la población, donde existen tres explotaciones metalúrgicas en su término. La ocupación de la ciudad se podría remontar al siglo VI a.C., basado en la presencia de cerámica urdida con acabado en bruñido, formas carenadas y bordes vueltos y, según los restos aparecidos de cerámica campaniense, mayoritariamente B y la ausencia de materiales como la terra sigillata, indican que pudo estar activa hasta mediados del siglo I antes de nuestra era, con el último nivel de destrucción de la ciudad en las guerras sertorianas. La extensión de la ciudad 13,09 ha mayor que Numancia 7,5 ha y Sagunto 10 h., muestra un triclinio importante entre las ciudades celtibéricas de Numancia y Segeda. Las grandes dimensiones del yacimiento, su monumentalidad y su ubicación permiten concluir que la ciudad ejerció la capitalidad de todo el valle del Aranda durante época celtibérica, organizando y vertebrando la ocupación humana. Este conjunto supone uno de los mejores ejemplos de un modelo de ocupación característico de la cultura celtibérica en Aragón. El numerario de cascos identificados recientemente como hispanos calcídicos que han sido sustraídos de dicha ciudad señala un fenómeno de ritual relacionado con las campañas de Nobilior y con la batalla de la Vulcanalia. En Aratis/aratikos, se han hallado, con gran diferencia sobre las demás, el mayor numerario de la ceca de nertobis, de la segunda serie. La similitud metrológica y características en su cuño entre el numerario de la segunda serie de nertobis y los ases del s. I de aratikos, determina que parecen haber sido trabajados por el mismo artesano. En cuanto a la tesera de hospitalidad, hallada en Aratis/aratikos, donde nombra a la ciudad de Nertobis, muestra el pacto entre estas comunidades, así como las estrechas relaciones y actividades económicas que mantenían los habitantes de estas dos ciudades. El pacto de hospitalidad está demostrando un nivel de intensas relaciones intercomunitarias.

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AGRADECIMIENTOS A todas las instituciones y personas que han apoyado este proyecto. Centro de Estudios Celltibéricos, SAET del Seminario de Arqueología y Etnología turolense, Exmo. Ayuntamiento de Aranda de Moncayo y al ímpetu e interés de su alcaldesa, Charo Cabrera. A los profesores Francisco Burillo Mozota y José Luis Corral Lafuente. A mis incondicionales amigos y compañeros Jesús Angulo, Pedro Morales, Marcos Andaluz, Javier Lorente y Alberto Gonzalo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Burillo Mozota, F. (1982), “La jerarquización del habitat de época ibérica en el valle medio del Ebro. Una aplicación de las modelos locacionales”, IV Jornadas sobre el estado actual de los Estudios sobre Aragón, Zaragoza, pp. 215-228. Burillo Mozota, F. (coord.), (1988),. I Simposio sobre Celtiberos, Institución Fernando el Católico, Zaragoza. Burillo Mozota F., (1997), La Segunda Edad del Hierro, Caesaraugusta, Nº 72, 1997 (Ejemplar dedicado a: Crónica del Aragón Antiguo: de la Prehistoria a la Alta Edad Media (1987-1993)), pp. 217-310 González Román, C., López A., Adroher Auroux A.M., (1999) “El poblamiento iberoromano del río Fardes (Granada)”. Revista d’arqueologia de Ponent, pp. 157-180. Jimeno Martínez, A., (coord) (2005), Celtíberos. Tras la estela de numancia. Catálogo de la exposición, Soria. Pérez García, G., (2013-14), “La ciudad de Aratikos” Kalathos 26-27, Seminario de Arqueología y Etnología turolense, pp.277-297. Sanz Pérez, E., (2003), “La minería de plata en al Celtiberia: Una aproximación”. Cuadernos de Estudios Borjanos XLVI, pp. 15-49. Tovar, A., (1946), Las inscripciones ibéricas y la lengua de los celtíberos. BRAEH Madrid, XXV, pp. 7-45.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

23. PAVIMENTOS Y CUBETAS DE YESO EN EL PALAO DE ALCAÑIZ (TERUEL): UNA PROPUESTA DE INTERPRETACIÓN José Antonio Benavente Serrano1, Raúl López Romero2, Salvador Melguizo Aísa3 Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón Seminario de Arqueología y Etnología Turolenses (SAET) 3 Universidad de Zaragoza, Grupo de investigación PPVE 1

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José Antonio Benavente Serrano, jabenavente@hotmail.com Raúl López Romero, ralopezromero@gmail.com Salvador Melguizo, smelguizo@gmail.com RESUMEN Las excavaciones realizadas en los últimos años en el yacimiento de El Palao de Alcañiz (Teruel) han sacado a la luz nuevos espacios con pavimentos, bancos corridos, balsetas y cubetas construidas con cal o yeso que, con toda probabilidad, deben relacionarse con almacenes o bodegas. Su numerosa presencia, así como sus grandes dimensiones, indican una gran capacidad de almacenamiento que excede, con mucho, las necesidades del consumo doméstico. Estas estructuras, documentadas en El Palao y el Cabezo de Alcalá de Azaila desde principios del siglo XX, son especialmente habituales en la fase íbero-romana y aparecen de forma abundante en la mayor parte de los yacimientos bajoaragoneses de esa época. Los recientes hallazgos han permitido asociar estos almacenes con otras estructuras y espacios dedicados al prensado y elaboración de algún producto agrícola líquido, quizás vino o, más probablemente, aceite, a juzgar por la presencia de pies de prensas característicos de instalaciones oleícolas y por el claro ejemplo de pervivencia etnológica en antiguas bodegas de aceite del Bajo Aragón. PALABRAS CLAVE: Aceite; Almacenes; Cubetas; El Palao; Ibero-romano; Prensas.

ABSTRACT The archaelogical excavations carried out in the last years on the site El Palao de Alcañiz (Alcañiz, Teruel, Spain) have unveiled some new paved areas equipped with some benches, small pools and tanks made of lime or plaster that can be probably related to warehouses. The plentiful presence of them, as well as their spacious dimensions, suggest a great storage capacity which is much higher than the domestic needs. These structures, documented around El Palao and El Cabezo de Alcalá de Azaila since early 20th century, are especially common during the Iberan-Roman time and they seem to appear a lot of them in most Bajo Aragón sites of that time. Some finds in the recent past have allowed us to associate these warehouses to other structures and special areas for the production of one kind of agricultural liquid, maybe wine or more probably olive oil, according to the presence of some press bases, characteristic of the oleic facilities, as well as the clear example its of ethnological survival inside some old cellars for olive oil all around Bajo Aragón. KEYWORDS: Oil; Stores; Tanks; El Palao; Iberian culture; Presses.

1. INTRODUCCIÓN La presencia de espacios o habitaciones dedicados exclusivamente al almacenaje de alimentos o productos agrícolas (tanto sólidos como líquidos) en asentamientos ibéricos del Bajo Aragón está perfectamente documentada desde principios del siglo XX. El arqueólogo Juan Cabré ya describió con precisión este tipo de espacios en sitios como San Antonio de Calaceite (Cabré 1908) o el Cabezo de Alcalá de Azaila (Cabré 1944). Posteriores investigaciones han confirmado que la presencia de estas habitaciones es muy habitual y frecuente en los asentamientos ibero-romanos del Bajo Aragón y Valle Medio del Ebro (Asensio 1995, 371). Como veremos más adelante, las interpretaciones que se han propuesto para este tipo de estructuras han sido muy variadas

y dispares, posiblemente porque también lo pudieron ser sus usos. Pero antes de continuar convendría aclarar y precisar el significado de términos, como el de cubeta o balseta, referidos a estas estructuras. Como cubeta entendemos un contenedor excavado en el suelo para la recogida de líquidos, ubicado en la zona más baja de este tipo de habitaciones, que suele presentar planta cuadrada, rectangular o circular con dimensiones de lado y de profundidad generalmente inferiores a los 60-70 cms. Como balseta entendemos una pequeña depresión acondicionada en el suelo de esas habitaciones, de poca profundidad (menos de 10 cms.) y de mayor extensión que las cubetas pudiendo superar uno o más m2 de superficie. Generalmente, las balsetas desembocan en cubetas. Así, existen habitaciones, que podrían interpretarse

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como simples bodegas o despensas, con bancos vasares corridos pero ninguna cubeta. Otras almacenarían productos líquidos y presentan bancos corridos y una sola cubeta o balseta receptora. Y, finalmente, otras habitaciones, con balsetas asociadas a una o más cubetas, podrían interpretarse como espacios de elaboración o manipulación de productos líquidos y no solo de almacenaje. En todo caso, para una mayor seguridad en los supuestos usos de estos almacenes será necesario disponer de resultados de análisis físicoquímicos y orgánicos que ahora no tenemos. No obstante, y basándonos en los recientes hallazgos efectuados en las excavaciones de El Palao de Alcañiz (Teruel), podemos aportar nueva información y también realizar una nueva propuesta de uso sobre este tipo de estructuras tan controvertidas y abundantes en los asentamientos de época ibero-romana del Bajo Aragón.

2. ANTECEDENTES: HABITACIONES CON BANCOS VASARES DESDE EL BRONCE FINAL AL IBÉRICO PLENO La presencia de pequeños bancos adosados a los muros interiores de las viviendas como apoyo y elevación de vasijas cerámicas y/o recipientes fabricados con otros materiales (piel, madera o fibras vegetales) para almacenamiento de cereales, comestibles o bebidas, está bien documentada en el Bajo Aragón desde el Bronce Final en yacimientos como el Cabezo de Monleón de Caspe (Zaragoza) donde estas estructuras son habituales en buena parte de las viviendas (Beltrán, 1984: 29). Se documentan también bancos vasares en asentamientos de áreas vecinas, como el Cabezo de la Cruz de la Muela (Zaragoza), en su fase II de la Primera Edad del Hierro, fechada en el siglo VII a.C., (Picazo y Rodanés 2009: 283) y en la fase del Ibérico Antiguo, de nuevo en el Bajo Aragón, en la casa-torre de Tossal Montañés de Valdeltormo (de mediados del siglo VI a.C.) en cuya planta baja apareció un banco corrido enlucido de arcilla alisada (Moret et al. 2006: 35). En el poblado del Ibérico Pleno de El Taratrato de Alcañiz, excavado en su práctica totalidad a principios del siglo pasado (París y Bardavíu 1926) y cuya destrucción se sitúa en la segunda mitad del siglo IV a.C., han salido a la luz recientemente interesantes novedades entre las que cabe señalar una habitación (no excavada) en el acceso principal del asentamiento, frente a la Torre 1, que fue utilizada probablemente como almacén, siendo claramente apreciables varios pequeños bancos corridos vasares cuidadosamente enlucidos con cal o yeso en cuya parte superior se conservan hasta una quincena de pequeñas depresiones para el apoyo de vasijas o recipientes de almacenaje. La distribución espacial de estas estructuras de apoyo parece confirmar la presencia en El Taratrato de un espacio dedicado exclusivamente al almacenamiento de alimentos y bebidas en una habitación cuyas dimensiones originales

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Figura 1. Reconstrucción hipotética de la casa-torre de Tossal Montañés de Valdeltormo (Teruel), (S. VI a.C.) con un banco vasar en la planta baja, según P. Moret. desconocemos debido a que el sector oriental y cierre de la misma se ha perdido por efecto de la erosión (Diez de Pinos, 2012: 170, López et al., 2016, en este mismo volumen).

Figura 2. Bancos vasares con pequeñas depresiones para apoyo de vasijas en el Taratrato de Alcañiz ( S. IV A.C.). También en relación con el Bajo Aragón y la fase del Ibérico Pleno hay que mencionar las excavaciones realizadas por Juan Cabré, entre 1902 y 1907, en la parte baja del poblado ibérico de San Antonio de Calaceite (del siglo III a.C.) donde se exhumaron un total de nueve habitaciones o departamentos, dos de los cuales, los denominados Departamentos 1 y 2, presentaban unas estructuras de apoyo de vasijas, plataformas y banquetas corridas construidas con adobes junto a las cuales aparecieron abundantes cerámicas, algunas de ellas importadas. Ambas habitaciones, de unos 25 m2 de superficie cada una, se ubicaban en la planta inferior, a modo de “bodega” y a ellas se accedía mediante una escalera tallada en la roca. En el Departamento 1 Cabré mencionó


Sesión 2. Arqueología Clásica la presencia de una banqueta de adobe “que corría al pie de las cuatro paredes del que llamamos sótano, ejecutada con esmero, revestida y pintada de blanco, viéndose en ella una serie de hoyos hemisféricos para dar asiento a las urnas cinerarias”. En el centro de la habitación se encontró una pilastra de mampostería que fue interpretada como ara y a su alrededor otra banqueta “con diez urnas que sumadas a las anteriores, dan el número de cuarenta en este departamento” (Cabré 1908: 219). En la zona central de esta bodega, junto al pedestal o supuesta ara, aparecieron tres piezas de lujo importadas (una copa de barniz negro, un skyphos y una copa de Campaniense A) cuya cronología abarca dos siglos y medio. Es destacable que en el momento de la destrucción del poblado (hacia el año 200 a.C.) todas estas piezas se encontraban todavía en uso y cuidadosamente guardadas en el sótano de la vivienda (Moret et al. 2006: 162). Junto a ellas aparecieron numerosos restos de vasijas de almacenaje y materiales tan diversos como vasos, platos, embudos, cubetas o bandejas de barro, tapaderas, pesas de telar, fusayolas, piedras de afilar o herramientas (Cabré 1908: 220). Así pues, a juzgar por los materiales encontrados, la función de este espacio debió ser tanto el de almacén de alimentos y bebidas, como lugar de custodia de objetos de alto valor económico y de prestigio social, y de utensilios y herramientas comunes de uso cotidiano puramente domésticos.

quien identifica estos grandes espacios semi subterráneos con “verdaderas bodegas destinadas a almacenar el vino”. Al mismo tiempo, señala su gran capacidad de almacenamiento a partir de un cálculo basado en el número y tamaño de las vasijas que podrían deducirse de los dibujos de Cabré, lo que ofrecería una cifra estimada de unos 2.500 litros por cada uno de los departamentos, una cantidad claramente excedentaria para el uso doméstico (Burillo 2009: 337). No obstante, no existen datos concluyentes para asegurar que en los recipientes cerámicos de las bodegas de San Antonio de Calaceite se almacenase exclusivamente vino ya que fue habitual la utilización de grandes vasijas u otros contenedores para la conservación de distintos alimentos como cereales, salazones, frutos y de bebidas o líquidos como cerveza, aceite o incluso agua (Oliver 2000). Es evidente, en conclusión, que una bodega o una despensa, doméstica o comunitaria, puede guardar o almacenar al mismo tiempo distintos productos alimenticios, tanto sólidos como líquidos. En todo caso, lo que ahora nos interesa constatar es que en el Bajo Aragón, a finales del siglo III a.C., y antes de la llegada de los romanos a este territorio, ya existían en los poblados plenamente ibéricos espacios o estancias con unas características morfológicas especiales entre las que destaca la presencia de pequeños bancos corridos y plataformas vasares (generalmente enlucidas o impermeabilizadas con yeso o cal), destinados a almacenar y conservar alimentos y bebidas en el interior de vasijas y recipientes cerámicos o de otro material. Es de señalar que en estas habitaciones no se detecta la presencia de balsetas o cubetas receptoras de líquidos.

3. CAMBIOS EN EL POBLAMIENTO Y EN EL SISTEMA PRODUCTIVO BAJO DOMINIO ROMANO

Figura 3. Recreación del Departamento 1 de San Antonio de Calaceite, según un dibujo de Juan Cabré, 1908. En el Departamento 2 apareció una gran banqueta de argamasa en el centro de la estancia con “tres series o líneas de urnas, cuyo número, contadas las de las banquetas laterales, también es de cuarenta” (Cabré 1908: 223). Si bien el joven Cabré interpretó erróneamente estas habitaciones como cámaras funerarias y las vasijas de almacenaje halladas en su interior como urnas cinerarias, las investigaciones posteriores han podido confirmar que, en realidad, se trata de espacios dedicados a bodegas o despensas para guardar alimentos, bebidas y utensilios diversos en la zona mejor protegida del poblado del Ibérico Pleno (Burillo 2009: 335). En este sentido, cabe señalar la reciente propuesta de F. Burillo

En el territorio del Bajo Aragón se ha constatado, tras la llegada de los romanos, un proceso de reordenación del territorio que en siglo y medio (desde el año 200 al 50 a.C. aproximadamente) cambió de forma radical la distribución del poblamiento hasta entonces existente (Benavente y Moret 2003: 20). El proceso de abandono paulatino de los pequeños y numerosos asentamientos ibéricos ubicados hasta entonces en lo alto de cerros estratégicos de fácil defensa corrió paralelo al de la fundación de nuevas ciudades, generalmente ubicadas en el llano (La Caridad de Caminreal, La Cabañeta de El Burgo de Ebro, La Corona de Fuentes de Ebro, etc.) como nuevo sistema de control y ordenación del territorio (Beltrán et al. 2000). Sin embargo, existe alguna excepción a este fenómeno generalizado de abandono de antiguos poblados ibéricos. Precisamente, El Palao de Alcañiz, un antiguo asentamiento ocupado desde el siglo VII a.C. y emplazado sobre un estratégico cerro, no solo mantuvo su papel de importante

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núcleo de población sino que su posición relevante quedó claramente reforzada en la política de control y organización del territorio conquistado por los romanos en este sector del Valle del Ebro. Mientras la práctica totalidad de los grandes asentamientos ibéricos del Bajo Aragón son abandonados entre finales del siglo III y mediados del I a.C. (Tiro de Cañón y La Caraza en Alcañiz, La Tallada y Palermo en Caspe, San Antonio de Calaceite, Els Castellans de Cretas-Calaceite, el Cabezo de Alcalá de Azaila, El Mirablanc de Valjunquera, etc.) El Palao de Alcañiz sigue creciendo y su continuo desarrollo queda reflejado en las amplias reformas y modificaciones urbanas que parecen afectar a la mayor parte de la acrópolis según se ha podido constatar en las recientes excavaciones (Melguizo et al., en prensa). De este modo, El Palao de Alcañiz se convierte en la fase íbero-romana en el principal núcleo urbano del extenso territorio del Bajo Aragón (Benavente y Moret 2003: 22).

Figura 4: El Palao de Alcañiz visto desde el norte. Posiblemente, al mismo tiempo que tenía lugar el proceso de reordenación del territorio y concentración de la población en determinados asentamientos y lugares elegidos por los romanos (El Palao de Alcañiz, Torre Quemada de Valdeltormo, El Palomar de Oliete, etc.), debieron desarrollarse importantes cambios en los sistemas de producción con el inicio de una explotación agropecuaria de mayor envergadura y mejor organizada que en la fase anterior del ibérico pleno. Este mismo cambio en el sistema de producción bajo dominio romano en el Bajo Aragón se ha podido constatar recientemente en otra importante y básica actividad económica como es la producción cerámica. En efecto, las excavaciones realizadas en los últimos diez años en el alfar ibérico de Mas de Moreno de Foz Calanda (Teruel) han permitido documentar a mediados del siglo I a.C. el paso, en un mismo taller, de una producción reducida de cerámica de tradición ibérica de formato pequeño y medio y de gran calidad técnica a otra más especializada en vasijas y recipientes de almacenaje de gran formato, cuantitativamente mayor en la producción pero de menor calidad (Gorgues y Benavente, 2007; Benavente et al. 2016, en este mismo volumen).

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4. ALMACENES Y CUBETAS EN EL BAJO ARAGÓN. PROPUESTAS DE USO. El cambio en los modos de producción y la probable especialización en determinados productos agrícolas en la fase ibero-romana parecen quedar bien reflejadas arqueológicamente mediante la presencia de almacenes con estructuras construidas o enlucidas con cal o yeso, en la mayor parte de los asentamientos de esta época en el Bajo Aragón y zonas adyacentes. Destaca, en primer lugar, el Cabezo de Alcalá de Azaila en cuyo sector norte, en la base de la acrópolis, J. Cabré exhumó una “calle de las tiendas” en la que aparecieron alineadas a ambos lados de una vía pavimentada con losas de piedra un total de 17 pequeñas estancias de planta rectangular (aunque su número sería mayor al haberse perdido casi un tercio de las mismas por la erosión). Todas estas habitaciones, que evidentemente no son viviendas, presentaban pavimentos de yeso o cal, bancos corridos vasares perimetrales y pequeñas cubetas o balsetas más o menos amplias para la recepción de líquidos. El propio Cabré las describió como estancias: “destinadas a bodegas, estucadas sus paredes con yeso muy blanco, pavimentos, y todos los bancos corridos que existen por todo el perímetro de ellas y por su parte central, sobre las que se encontraron in situ tinajas alineadas, con un par de medias lunas de yeso contrapuestas junto a su base, un pocillo, a la vez revestido de yeso, para recoger los líquidos en el caso de rotura de alguno de los recipientes” (Cabré 1944:4). M. Beltrán, en su estudio sobre el Cabezo de Alcalá, indica la presencia en el yacimiento de un total de 32 estancias de este tipo (algunas en la acrópolis), muchas de ellas con pavimentos, cubetas y balsetas de yeso que presentan una variada tipología. Aunque reconoce su evidente carácter industrial para contener productos líquidos, finalmente opta por un uso relacionado con la depuración y maduración de arcillas para “las tareas preliminares de los alfareros” (Beltrán 1976: 140).

Figura 5. Vista parcial de los almacenes del barrio comercial del Cabezo de Alcala de Azaila, ca 1940. Foto Archivo J. Cabré


Sesión 2. Arqueología Clásica Otros estudios más recientes han relacionado estas mismas estructuras del Cabezo de Alcalá, con “bodegas utilizadas para la fermentación y almacenamiento de vino” (Burillo 2009: 343). La cronología propuesta para el final del poblado se sitúa entre los años 80-75 a.C. coincidiendo con la guerra sertoriana (Beltrán 1995: 256). En la manzana de viviendas excavadas en el yacimiento de El Palomar de Oliete, cuyo final se relaciona también con las guerras sertorianas, aparecieron varias estancias de planta rectangular que fueron interpretadas como almacenes. Una de ellas, denominada almacén 1, presentaba bancos adosados a su perímetro que habían sido enlucidos con yeso (aunque éste se encontraba muy degradado) y una vasija enterrada en el fondo de la habitación que hacía la función de cubeta receptora de líquidos (Vicente et al. 1990:14). También en el Cabezo de la Bovina de Vinaceite (Teruel), cuyo final se sitúa en la primera mitad del siglo I a.C., posiblemente en relación con el Cabezo de Alcalá de Azaila, se documentaron dos habitaciones, exhumadas por excavadores clandestinos, que estaban pavimentadas con yeso y contenían cubetas o balsetas cuya funcionalidad se asociaba más con “procesos relacionados con las arcillas o los yesos, que con el almacenaje de áridos o productos agrícolas” (De Sus y Pérez, 1984: 277). Así mismo se documentó una habitación con estas mismas características en el yacimiento del Castillejo de La Romana en La Puebla de Híjar (Teruel) cuyo final se relaciona de nuevo con los conflictos sertorianos. En el interior de esta habitación aparecieron dos ánforas Dr.1 y algunas otras cerámicas si bien no se propone una funcionalidad precisa para la estructura (Beltrán, M. 1979: 139). En los sondeos realizados en Las Valles de Samper de Calanda (Teruel), enclave abandonado durante el Ibérico tardío, se detectó parte de un almacén con balsetas y bancos de yeso sobre los que se hallaron depositadas varias tapaderas circulares hechas con el mismo material de grandes vasijas de almacenaje (Melguizo 1997, 400-403). Aún cabe añadir otras propuestas funcionales para este tipo de estancias. En el sector noroeste del yacimiento de Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza) se excavaron 6 habitaciones de planta rectangular escalonadas en ladera, fechadas entre los siglos II – I a.C., en las que aparecieron pavimentos y pequeños bancos corridos perimetrales de yeso que acababan desembocando en cubetas o en grandes vasijas (dolia) enterradas en el suelo. Inicialmente fueron interpretadas como tenerías o estructuras para el tratamiento y curtido de pieles (Díaz, 1994: 386) aunque poco después otros autores las asociaron “con zonas de pisado de uvas y fermentación” de vino (Beltrán, M. 2001: 457). De interés son los datos ofrecidos por Antonio Beltrán sobre las estructuras excavadas en 1968 en el yacimiento alcañizano de Tiro de Cañón, cuya última fase de ocupación se sitúa entre los años 74 y 49 a.C. (Beltrán 1989-90: 132). Este interesante asentamiento se ubica en lo alto de un estratégico y aislado cerro amesetado situado a apenas cinco kilómetros

de El Palao del que, con seguridad, durante su ocupación fue contemporáneo. En la citada campaña de excavaciones se realizaron sondeos en distintos puntos de la acrópolis concluyendo que “existían instalaciones industriales con pocetas circulares o rectangulares poco profundas lo suficientemente importantes para haber sido rodeadas de fortificaciones de bastante entidad”. Estas estructuras indicaban, a juicio de sus excavadores, la presencia de “un centro importante de explotación industrial de derivados de la lana o incluso de la piel “(Beltrán, A. 1989-90: 130). En relación con este mismo yacimiento cabe señalar los recientes hallazgos efectuados en 2014 en la ladera de un pequeño montículo anejo al mismo como consecuencia de unas excavaciones de urgencia cuyos resultados permanecen inéditos. Estas excavaciones, realizadas en una superficie de cerca de 2000 m2, sacaron a luz una serie de habitaciones aterrazadas en ladera, que conformaban una especie de barrio anejo a la acrópolis en el que de nuevo aparecieron las habituales habitaciones con pavimentos y banquetas de yeso asociados a cubetas, balsetas y pequeños depósitos.

Fig.6. Habitaciones del barrio de Tiro de Cañón excavadas en ladera vistas desde el poblado ibero-romano. En el horizonte, a la izquierda, se distingue el cerro amesetado de El Palao. En varias visitas realizadas al yacimiento hemos podido confirmar su indudable relación y similitud con los espacios de almacenaje anteriormente descritos. En este caso, además, y en clara relación con El Palao, se detectan estructuras de prensado en el interior de alguna de estas habitaciones, especialmente en las de la zona superior de la ladera, lo que parece confirmar no solo la existencia de almacenes o depósitos de líquidos sino la elaboración de los mismos en ese lugar.

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5. LOS ALMACENES Y PRENSAS DE EL PALAO 5.1. Habitaciones con pavimentos y cubetas de cal o yeso. La primera mención sobre habitaciones con banquetas pavimentadas de yeso en El Palao aparece en la memoria de excavaciones de V. Bardavíu y R. Thouvenot quienes describen una amplia habitación en la zona noreste del asentamiento de la que destacan su suelo de “cemento blanco duro” formado por una sucesión de seis bandas paralelas en relieve o en hueco que finalmente interpretan, por su posible paralelismo con una habitación de Azaila, con un triclinium (Bardavíu y Thouvenot 1930: 47). Cabe señalar que en esta habitación (4A), cuyas dimensiones son de 8 m de longitud por 3,5 m de anchura, no existen cubetas pero sí, en su parte meridional, más baja, una pequeña plataforma rehundida, a modo de balseta que haría las funciones de recogida de líquidos (Fig. 7).

Todas estas habitaciones se emplazan en un sector (Zona 4) que ha sido objeto de excavaciones en los últimos años. En esta zona se conservan restos de grandes edificios públicos en la parte superior del cerro a los que se accede mediante una escalinata de piedra. En la parte inferior se ubican las habitaciones citadas, el inicio de una calle empedrada y posiblemente una zona porticada que podría tener relación con un posible foro del que solo se habría descubierto su extremo oriental (Melguizo et al. en prensa). Otra de estas estancias pavimentadas con cal o yeso y con bancos vasares apareció en las excavaciones realizadas por F. Marco en los años 80 del siglo pasado. En concreto, en una zona central del extenso oppidum se descubrió una estancia de 4,3 por 2,9 m con un banco corrido perimetral. En el interior de esta habitación se encontraron restos de dos dolia completos, un ánfora, ollas y otros materiales cerámicos y metálicos. En esta ocasión la estancia se interpreta como zona de almacenaje y se relaciona especialmente con hallazgos similares del cercano yacimiento de Tiro de Cañón (Marco 1983: 50) (Fig. 9).

En la parte inferior de ese mismo sector aparecieron tres habitaciones (4B, 4C y 4D) de dimensiones más pequeñas (de 3,6 x 2,3 m las dos primeras), que presentaban el mismo suelo de yeso o cal con una pequeña depresión central que acababa desembocando en pequeñas cubetas que pueden alcanzar los 50 cm de profundidad (Fig. 8). A estas habitaciones se accedía desde una estrecha calle que corría paralela a la ladera del cerro y, según sus excavadores “debían servir a los fieles para hacer sus abluciones antes de entrar en el santuario” que se situaría en la zona más alta de ese sector oriental de la ciudad (Bardavíu y Thouvenot 1930: 41). Junto a ellas, se ubica una tercera habitación (4D) de 3,7 x 2,6 m en cuyo suelo existen dos pequeñas balsetas.

Figura 8. Habitaciones (4B y 4C) con pavimentos de yeso y cubetas en el extremo sureste del yacimiento tras su limpieza en 2010.

Figura 7. Almacén (4A) excavado por Bardavíu y Thouvenot en el sector NE de El Palao tras su limpieza en 2010.

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Figura 9. Aspecto de la habitación excavada por F. Marco en 1980 antes de su consolidación en 2010.


Sesión 2. Arqueología Clásica Así mismo en las excavaciones realizadas en los años 20032005 en la vertiente occidental del cerro de El Palao, en la ladera oeste situada junto a la gran cisterna (Zona 3), se documentó un espacio rectangular, de 10 x 6 m de lado, subdividido en dos habitaciones con pavimentos y banquetas que desembocaban en varias cubetas de yeso a las que se les supuso una función artesanal. En esta ocasión, estas estructuras, fechadas en época altoimperial se acondicionaron en unas habitaciones adosadas a un gran muro construido con sillares de caliza que podría interpretarse como una muralla, con dispositivo en cremallera, republicana (Alfayé et al., 2005; Benavente et al. 2006, Inédito). En la Zona 5, en el sector noroeste de la cima amesetada de El Palao, se ha excavado en los últimos años un área de unos 400 m2 que ha aportado interesante información para el estudio que nos ocupa. En líneas generales, se han identificado en esta zona una serie de estructuras con dos fases de ocupación: una de época republicana que finalizaría en la segunda mitad del siglo I a.C. y otra de época imperial, con la construcción de un edificio de nueva planta cuyo final coincidiría con el abandono de la ciudad en torno al 80 d.C.

Figura 11. Almacén con cubeta en el sector noroeste de El Palao (Zona 5). Por último, en relación con los almacenes o bodegas de El Palao mencionaremos la excavación reciente, en los años 2014 y 2015, de otra estancia situada en plena ladera oriental, en una zona bien orientada y protegida del viento (Zona 6) en la que en el momento de iniciar los trabajos solo se observaba una alineación de mampuestos de arenisca. De nuevo, y de forma totalmente imprevista, apareció una gran habitación de planta rectangular, de 10 x 4,2 m de lado, con los habituales pavimentos, banquetas perimetrales y centrales y cubeta receptora de líquidos de planta cuadrangular, todo ello construido con una gruesa capa de mortero de cal o yeso.

Figura 10. Habitación con pavimento de yeso, banquetas y cubetas en la zona 3. Año 2005. En la primera fase se incluiría, entre otras estructuras, un canal con planta en L excavado en la roca que desemboca en una pequeña balsa también tallada en el suelo natural. Junto a este canal se detectaron al menos dos pequeñas prensas de las que se conservan las improntas talladas en el suelo de su estructura de madera, el apoyo del pie de prensa y la cubeta receptora de líquidos. Ambas fueron amortizadas y cubiertas por el suelo de la segunda fase. La presencia de una moneda bilingüe de Osicerda en el relleno que cubre el abandono de este canal permite atribuir para la segunda fase una fecha post quem años cuarenta a.C. (Amela, 2010: 11). Sobre este canal y restos de al menos dos antiguas prensas se construyó un nuevo edificio, posiblemente de patio central y planta itálica, al que se asocian otras prensas de mayor tamaño que las anteriores y un almacén de planta rectangular, de 7,5 x 2,9 m de lado con el característico pavimento, banqueta corrida perimetral y central y cubeta receptora de cal o yeso de planta ovalada.

Figura 12 Almacén o bodega con cubeta conservada en la ladera oriental de El Palao (Zona 6). Esta habitación conserva una puerta de acceso en su ángulo sureste y muy probablemente tenía una primera planta a la que podría accederse desde la cima de la ladera en la que se apoya. Los muros que delimitan la estancia están construidos con pequeños sillares y mampuestos escuadrados de caliza en sus lados sur y oeste, mientras que el norte estaba cerrado por una gruesa pared de tapial y adobes. Debió existir una calle o vía de acceso a esta dependencia que se ha perdido por la erosión.

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Un importante aspecto a considerar es la capacidad de estos almacenes. En la siguiente tabla se detallan las dimensiones de las dependencias hasta ahora documentadas en El Palao indicando la presencia o no de cubetas o balsetas y los metros lineales de banquetas vasares. Este último dato es de especial interés pues permite una aproximación al número de vasijas de almacenaje que podrían albergar en su interior. Teniendo en cuenta el uso habitual de recipientes como dolia (con unas medidas aproximadas de 85 cm de altura por 60 de anchura y una capacidad de unos 200 litros) podría calcularse la capacidad máxima de estos almacenes. En el caso de grandes habitaciones como la 4A o la 7, con 30 metros lineales de banqueta cada una de ellas, podrían almacenarse hasta medio centenar de dolia cuya capacidad conjunta total podría alcanzar los 10.000 litros. No obstante, un cálculo más prudente equivaldría a considerar en torno a 200 litros (un dolium) por metro lineal, lo que significaría que los citados almacenes podrían contener hasta 6.000 litros de un producto, sin duda, muy apreciado. Incluso reduciendo a la mitad esa cifra (considerando el uso de envases más pequeños como ánforas u otros contenedores) no cabe duda de que se trata de cantidades claramente excedentarias y muy superiores al consumo doméstico o familiar. Ubicación

Medidas habitación

M. lineal banco

Estructuras

Capacidad estimada

Zona 2

3,5 x 3,5

12?

cubetas

2.400

Zona 4 A

8 x 3,5

30

balseta

6.000

Zona 4 B

3,6 x 2,3

5

balseta/ cubeta

1.000

Zona 4 C

3,6 x 2,3

6,5

cubeta

1.300

Zona 4 D

3,7 x 2,6

8

balsetas

1.600

Zona 4 E

4,3 x 2,9

10

-

2.000

Zona 5

7,8 x 3,3

20

cubeta

4.000

Zona 7

10 x 4,2

30

cubeta

6.000

Figura 14. Pie de prensa de la Zona 7. La excavación de esta alargada sala, todavía incompleta, no aporta por el momento datos seguros pero parece muy probable que pudiera acoger una prensa (posiblemente de viga) de la que se conserva el pie citado y quizás el contrapeso en su extremo oeste (pendiente de excavación). El pie de prensa tiene claros paralelos con piezas muy similares halladas en el territorio de la antigua Cartagena cuya función se asocia tanto a producciones vinícolas como oleícolas (Antolinos y Noguera 2011-2012: 187). Pero donde se ha detectado la mayor presencia de prensas en El Palao ha sido en la Zona 5 donde se ha excavado un pequeño complejo industrial, posiblemente una almazara, con dos fases de ocupación, en la que la actividad de prensado continúa tras una importante reforma y ampliación de sus estructuras. Dos de estas prensas, de pequeño tamaño, y posiblemente de torno, asociadas a un canal y a una pequeña balsa excavados en la roca natural, fueron amortizadas antes de la reforma y ampliación del complejo cuya última fase se asocia a una gran vivienda, posiblemente de patio central y planta itálica, cuya excavación no ha finalizado (Fig.13).

Figura13. Tabla con dimensiones, características y capacidad estimada de los almacenes de El Palao.

5.2. Prensas También en los últimos años ha sido posible documentar en El Palao restos o indicios de prensas cuya presencia puede contribuir a discernir la funcionalidad y uso de los numerosos almacenes o bodegas anteriormente descritos. El primer ejemplo de pie de prensa, de planta almendrada, con resalte con canalillo perimetral y pico vertedor, construido sobre un bloque de arenisca de 1,50 m de longitud por 1,15 de anchura y unos 30 de grosor, fue descubierto a principios del siglo XX e interpretado como altar “para recibir líquidos” de un templo ibérico (Bardavíu y Thouvenot 1930: 63). La pieza en cuestión, que permanece in situ, se ubica en una larga sala rectangular de 17,80 de longitud por solo 3 m de anchura situada en la ladera sur junto al camino principal de acceso a la ciudad ibero-romana (Fig. 12).

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Figura 15. Zona 5, en primer término entalladuras y cubeta de prensa junto a canal. Detrás del muro, pie de prensa.


Sesión 2. Arqueología Clásica En el sector occidental del complejo, excavadas sobre la roca natural se conservan también las improntas de al menos otras tres prensas, una de ellas de mayor tamaño que el resto, con tres depósitos interconectados y las bases de cuatro apoyos de madera que podrían asociarse a una prensa de tornillo (Peña 2011-2012: 43) En conjunto, puede afirmarse que buena parte de las estructuras documentadas en la Zona 5, tanto de la fase republicana como de la imperial, parecen estar directamente relacionadas con la elaboración y almacenamiento de algún producto líquido para cuya elaboración es necesaria la utilización de prensas y procesos de decantación.

6. UN PARALELO ETNOLÓGICO PARA LOS ALMACENES IBERO-ROMANOS Recientemente hemos podido visitar y documentar una interesante bodega situada en pleno casco histórico de la localidad de Castellote (Teruel) cuya similitud y paralelismo con los almacenes de El Palao, y de otros asentamientos íbero-romanos del Bajo Aragón, es incuestionable. Esta antigua bodega, excavada en el terreno natural, conserva unos arcos apuntados que podrían datar de finales de la Edad Media o de la Edad Moderna y debió pertenecer a una casa señorial ya desaparecida. Su reciente rehabilitación, dentro de un edificio de construcción más reciente, la ha conservado tal cual se encontraba después de muchos años de abandono. Lo interesante de esta bodega es que está distribuida en dos espacios anejos que presentan distintas características. Uno, de mayor tamaño, es una bodega de vino y mantiene los habituales aperos para su elaboración y conservación (barriles, toneles, prensas de vino, etc.). El otro se dedica exclusivamente al aceite y presenta idénticas características a los almacenes ibero-romanos, es decir, pavimento, banqueta perimetral y depósito receptor (mediante una pequeña vasija enterrada en el suelo) todo ello construido o enlucido con un mortero de cal o yeso (Fig. 14).

Figura 16. Antigua bodega de aceite de Castellote (Teruel). El paralelismo con los almacenes ibero-romanos de El Palao es muy evidente. La bodega tradicional de Castellote conserva las mismas tinajas y recipientes cerámicos y en la misma posición en

que se encontraban en el momento de su rehabilitación. El receptáculo central tiene como función la recogida del aceite derramado en los trasvases o en caso de rotura de las tinajas. Se trata, sin duda, de un clarísimo ejemplo de pervivencia cultural y tecnológica relacionado con una modalidad de almacenamiento y conservación de alimentos, en este caso de aceite, cuyos orígenes parecen poder remontarse, al menos, al siglo I. a.C.

7. LA PRODUCCIÓN DE ACEITE EN EL BAJO ARAGON Y SU ENTORNO EN LA ANTIGÜEDAD. La producción y elaboración de aceite de oliva en pequeñas almazaras está documentada desde el ibérico pleno en yacimientos como El Castellet de Bernabé, La Seña o Solana de Cantos, en Valencia (Pérez 2000: 56) o en el poblado de Les Estinclells (Verdú, Urgell, Tarragona) donde se ha excavado recientemente una almazara ubicada en el interior de un poblado ibérico fortificado del siglo III a.C. (Asensio et al. 2010). Cabe recordar también que en la Ora Marítima de Avieno (v. 505), escrita en el siglo IV d.C. pero basada en un supuesto periplo del silo VI a.C., se menciona la existencia de olivos en una isla en la desembocadura del Ebro y se denomina a este rio como oleum flumen (o rio de aceite) si bien esta interpretación no se considera totalmente segura. En general, el consumo de aceite durante el ibérico pleno en el área bajoaragonesa no está bien documentado y tan solo puede confirmarse por la presencia de ánforas y envases de transporte de procedencia griega o itálica en algunos yacimientos de la zona (Beltrán 1996: 98). Lo que parece seguro es que con la llegada de los romanos esta escasa producción cambiará radicalmente y la península ibérica, sobre todo desde la Bética, se convertirá en apenas un siglo en la principal proveedora de este apreciado producto que sería utilizado para otros muchos usos que el simplemente alimentario (como combustible, en medicina y perfumería, como grasa, conservante, insecticida…) (Brun 2011-2012). En el caso del Bajo Aragón la primera confirmación segura de producción de aceite no tendrá lugar hasta los siglos III – IV d.C. en la villa tardo-romana de La Loma del Regadío de Urrea de Gaén en la que el Museo de Teruel excavó hace unos años una gran almazara aneja a una villa rústica. Esta almazara disponía de un torcularium con cinco prensas de viga, de unos 12 m de longitud cada una de ellas y dispuestas en batería, junto a las cuales se hallaron dos molinos para la molienda de la oliva y dos grandes depósitos (de 10,7 y 5,7 m3, respectivamente). El elevado número de prensas y las dimensiones de la almazara, que ocupaba una nave diáfana de 267 m2, indican una enorme producción solo comparable en este territorio a los siglos de la Edad Moderna y Contemporánea. No obstante, cabe señalar que

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sus excavadores indican la presencia de algunos restos carpológicos de uva, lo que podría indicar la utilización de estas mismas prensas para elaboración de vino (Azuara et al. 2011-2012: 228). En todo caso, la presencia de una almazara con una capacidad de producción de aceite tan elevada conlleva un gran desarrollo del cultivo del olivo en el entorno y una implantación del mismo sensiblemente anterior.

8. CONCLUSIONES La presencia de habitaciones, generalmente de planta rectangular, caracterizadas por presentar pavimentos de cal o yeso con pequeñas banquetas vasares perimetrales y centrales asociadas a cubetas y balsetas receptoras de líquidos, es muy habitual en los asentamientos bajoaragoneses y de zonas próximas en época íbero romana. Este tipo de estructuras están perfectamente representadas y son muy abundantes en asentamientos cuya ocupación finalizó a lo largo del siglo I a.C. (Cabezo de Alcalá de Azaila, La Bovina de Vinaceite, El Castillejo de La Romana de La Puebla de Híjar, El Palomar de Oliete, El Castelillo de Alloza, etc.) y perduran claramente hasta finales del siglo I d.C. en otros asentamientos como El Palao de Alcañiz donde se han hallado numerosas dependencias de este tipo. Los antecedentes de almacenes ibéricos documentados en el Bajo Aragón y la pervivencia de estas estructuras en antiguas bodegas de la zona, confirman que estos espacios se destinaban, con toda probabilidad, al almacenamiento de productos agropecuarios en grandes contenedores y recipientes cerámicos o de otro tipo. Una vez abandonados a lo largo del siglo I a.C. la práctica totalidad de los asentamientos ibero-romanos del Bajo Aragón, el Palao se consolida como principal núcleo urbano de la zona continuando con la tradición de una actividad agropecuaria y económica especializada y viendo reforzado su carácter de centro productor, de almacenamiento y comercialización del amplio territorio de su entorno. Los hallazgos efectuados recientemente en este yacimiento parecen confirmar, más en concreto, la construcción y uso de estas características estancias para el almacenamiento y conservación de algún preciado producto líquido que se obtendría mediante el empleo de prensas y que necesitaba para su elaboración procesos de depuración o decantación en cubetas o balsetas. Para la época que nos ocupa no hay duda de que debe de tratarse o de vino, o de aceite, o de ambos productos. Lamentablemente, no hemos podido realizar hasta el momento análisis físico-químicos de muestras de enlucidos de cubetas y depósitos que podrían confirmar, o no, la presencia de materias grasas en los mismos, lo que ayudaría a resolver en buena medida el dilema que se plantea sobre el producto almacenado. A pesar de ello, algunos significativos hallazgos efectuados en El Palao como la presencia de pies de prensa con claros paralelos en instalaciones oleícolas del levante peninsular en época romana; las improntas de otras

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prensas (de tornillo o de torno) de distinto tamaño junto a uno de estos almacenes (Zona 5) conformando una posible almazara; la confirmación de una producción intensiva de aceite en esta misma zona a partir del siglo III d.C. en la villa de La Loma del Regadío de Urrea de Gaén; la propia tradición del Bajo Aragón que ha tenido durante siglos, y sigue teniendo, en el cultivo del olivo una de sus mayores producciones agrícolas y, por último, la sorprendente pervivencia cultural de idénticas estructuras en antiguas bodegas de aceite (no de vino) de la zona, nos induce a proponer un uso de estas estancias más relacionado con la elaboración y almacenamiento del aceite de oliva que con el vino. Pero, fuera cual fuera el producto agrícola que se elaborara y almacenara a partir del siglo II a.C. de forma predominante en el Bajo Aragón, habría que destacar su elevada producción como se puede deducir de los numerosos almacenes documentados en sitios como el Cabezo de Alcalá de Azaila (con 32 de estas habitaciones), Tiro de Cañón de Alcañiz, en el que parecen abundar de forma predominante o en El Palao, también de Alcañiz, donde algunos de los almacenes documentados podrían contener, en recipientes como dolia, hasta 6.000 litros, o más, superando con creces las necesidades del consumo doméstico e incluso comunitario. En consonancia con esta probable producción excedentaria y su necesaria comercialización habría que considerar la conexión de los asentamientos de la zona del entorno de Alcañiz (Tiro de Cañón, Cabezo del Moro y El Palao) con el curso del Ebro como principal vía de transporte. Nuestra propuesta incide, en este sentido, en la utilización del camino natural del río Regallo, pequeño afluente del Ebro por la derecha que desemboca en Chiprana, donde, por cierto, se documentaron restos de época altoimperial relacionados con establecimientos comerciales (Martín Bueno 1982: 165) y hacia donde se dirigen desde el Valle del Guadalope una espectacular serie de rodadas de carros impresas en paleocanales de arenisca que transcurren al norte de La Estanca y se dirigen al Regallo. Las implicaciones socioeconómicas, comerciales, de transporte y de comunicación que conlleva esta probable e intensa actividad agropecuaria parecen relevantes y abren nuevas vías de investigación para determinar el papel, especialmente desde el punto de vista de la producción y comercialización agrícola, que pudo jugar El Palao y el Bajo Aragón en el proceso de romanización del Valle del Ebro.


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Sesión 2. Arqueología Clásica

24. LA CIUDAD ROMANA DE LA CARIDAD (CAMINREAL, TERUEL). SÍNTESIS DE 32 AÑOS DE INTERVENCIÓN ARQUEOLOGICA Jaime D. Vicente Redón1 Beatriz Ezquerra Lebrón1 M.ª Pilar Punter Gómez1 1

Museo de Teruel

Beatriz Ezquerra Lebrón, bezquerra@dpteruel.es

RESUMEN La Caridad de Caminreal es una ciudad romana tardo-republicana ubicada en la Celtibería oriental, donde el Museo de Teruel lleva a cabo un proyecto de intervención integral, que comprende excavaciones, estudio y análisis de los datos de estructuras constructivas y bienes muebles, trabajos de conservación y restauración, y programas de difusión del patrimonio arqueológico. En la comunicación se efectúa una síntesis de los principales parámetros de la intervención. PALABRAS CLAVE: Romanización; Arquitectura doméstica; Celtiberia; Conservación; Restauración.

ABSTRACT La Caridad (Caminreal,Teruel, Spain) is a Roman Republican settlement located in the Eastern Celtiberian area, where an integral intervention project is being carried out by the Museum of Teruel, including excavations, study and analysis of building structures and material culture, conservation, restoration and some archaeological heritage diffusion programs. This communication presents an overview of the main parameters of this intervention. KEYWORDS: Romanization; Domestic Architecture; Celtiberia; Conservation; Restoration.

1. INTRODUCCIÓN La comunicación que presentamos, pretende exponer las principales características de cada uno de los apartados que conforman el proyecto de intervención integral en la ciudad republicana de La Caridad, resaltando los aspectos más notables de las técnicas utilizadas en la investigación y en la conservación, así como de los recursos comunicativos.

nivelación de una de las fincas que forma parte de La Caridad. La constatación de su importancia propició la realización de algunos sondeos, y posteriormente, la elaboración de un proyecto de intervención que ha sido revisado y precisado a lo largo de los 32 años transcurridos.

El asentamiento de La Caridad fue construido por iniciativa romana a finales del siglo II a. de C., y destruido violentamente poco después, en el curso de las guerras sertorianas, hacia el año 70 a. de C. La ciudad emerge en pleno auge de nuevas fundaciones urbanas promovidas por Roma, concentradas sobre todo en el nordeste peninsular. Es posible que su creación estuviese destinada al asentamiento de veteranos de guerra (auxiliares celtíberos) e indígenas romanizados, desempeñando un papel fundamental en la estructuración del territorio, con funciones de centro administrativo y económico. No conocemos su nombre en la antigüedad, aunque se han propuesto algunos, con mayor o menor acierto. La intervención del museo de Teruel en este yacimiento se planteó inicialmente como de urgencia, provocada por

Figura 1. Recreación idealizada del asentamiento (dibujo F. Riart)

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2. OBJETIVOS Los objetivos específicos del proyecto de La Caridad son coincidentes con los fines propios del museo de Teruel, en cuyos planes de investigación se integra: el conocimiento, la conservación (en sentido amplio, incluyendo la preservación física, la protección legal, el mantenimiento y la restauración), la difusión y la utilización del patrimonio cultural como factor de cohesión y desarrollo territorial. Para conseguir estos objetivos consideramos que resultaba imprescindible: . Conocer el yacimiento de manera lo más completa posible, a través de una investigación rigurosa basada en una excavación meticulosa, el registro y la documentación de todos los datos que puede ofrecer, la descripción y catalogación de los materiales recuperados, la interrelación entre datos estratigráficos, constructivos y los ofrecidos por el amplio conjunto de materiales conservados en el asentamiento (procesos de fabricación, uso y función, cronología, relaciones con otros núcleos, etc.), y una interpretación que permita avanzar en el conocimiento de la sociedad que los creó. . Conservar los bienes muebles y el yacimiento de una manera activa y permanente, incluyendo la protección legal (declaración como Bien de Interés Cultural), la protección física (vallado y protección ambiental), el mantenimiento en buenas condiciones de los restos no desplazados, la consolidación de estructuras constructivas, y la restauración de los objetos recuperados en la excavación. . Realizar intervenciones de restauración dirigidas a la conservación integral del conjunto, facilitando la comprensión de sus características y de la época a la que pertenece, evitando intervenciones irreversibles o excesivas, no basadas en el conocimiento real del yacimiento. . En la difusión y musealización, mantener el protagonismo de los restos originales, evitando la sobreinterpretación imaginativa, la sobrexplicación o la presencia invasiva de carteles y de otros medios de información. La creación del Centro de visitantes de La Caridad, en la cercana estación de ferrocarril, cumple con el papel de interpretar con mayor libertad las características del yacimiento sin afectar a éste. . Implicar a la sociedad del entorno y a las administraciones, acción imprescindible para el desarrollo del proyecto y para que el yacimiento pueda convertirse en factor de desarrollo territorial. En un plano más concreto, centramos nuestros esfuerzos en conocer aspectos de la ciudad tardo-republicana existente en La Caridad que consideramos fundamentales para el conocimiento del desarrollo del proceso de romanización, como su estructura urbana, las características de los pobladores, los cambios culturales y económicos que se

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producen en el proceso, las relaciones entre distintos grupos de población, las características de su sistema económico y el desarrollo tecnológico alcanzado. Las excavaciones se han concentrado desde su inicio en el sector noroeste del núcleo, evitando la tentación de buscar los edificios públicos o la posible arquitectura monumental e insistiendo en el conocimiento de tipos de construcciones diversos, muchos de ellos vinculados a actividades económicas y a modelos de viviendas propias de los grupos sociales no dominantes, habitualmente olvidados por la investigación clásica y que sin embargo constituyen la mayor parte de las edificaciones de la ciudad. Hasta el momento se han descubierto siete insulae, seis calles (tres cardines y tres decumani), y la parte NW de la muralla de la ciudad, con uno de los torreones (Sector I), además de realizar catas en otros puntos del yacimiento para comprobar la existencia y estado de conservación de otras estructuras constructivas. En general, se constata la perfecta planificación urbanística, tanto en la trama urbana (definida por calles perpendiculares que conforman manzanas individualizadas), como en la organización y distribución de los solares o espacios destinados a cada una de las unidades. Torre NW 1

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Insula IV

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Insula VII

Insula I

Figura 2. Distribución de solares en el sector NW. Existen bloques de casas adosadas a las murallas (las que hemos denominado ínsulas perimetrales), formando una línea contínua quizás interrumpida sólo en los posibles accesos a la ciudad. Cada una de las insulas está dividida en varias casas (entre cinco y siete), que responden a esquemas compositivos diferentes, con gran variedad en su estructura, tamaño y número de estancias. Los modelos básicos se reflejan en la fig. 3. En la actualidad, los trabajos se centran en la excavación de la Insula III y en la línea oeste de la muralla, y está previsto realizar sondeos en distintos puntos de la ciudad (entradas, foro y muralla), en función de los resultados que aporte el


Sesión 2. Arqueología Clásica

Unidades de una sola estancia

Unidades de dos

Unidades con corredor lateral

estancias en línea

y estancia principal (hogar) al fondo

Unidades con corredor o patio lateral

Unidades con acceso central

y presencia de estancia triple (hogar)

Y estancia triple (hogar)

Unidades con acceso central, corredor en T y estancia triple (hogar)

Unidades con patio central

Actividades artesanales Almacenamiento Hogar y despensa Actividades domésticas Representación No determinada Residencial Acceso y distribución

Figura 3. Esquemas básicos de las unidades constructivas.

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levantamiento fotogramétrico que está llevando a cabo la empresa Scanner y Patrimonio, con el fin de localizar posibles accesos y espacios públicos.

3. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA La metodología de excavación aplicada en el yacimiento desde el inicio de los trabajos es convencional y suficientemente acreditada. Consiste en la excavación en área abierta, referenciada a la cuadrícula establecida para todo el enclave desde las primeras campañas y definida por la implantación de ejes de coordenadas que dividen la superficie en cuadros de 2 x 2 m, con denominación alfanumérica, que facilitan la correcta ubicación de los restos descubiertos.

Figura 5. Plano general del área excavada (2011)

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Figura 4. Casa de Likine (I-1)


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 6. Estructura de hogar y silos. Casa VII-2

Figura 8. Estructuras metalúrgicas amortizadas.

3.1. Registro arqueológico

aún en la actualidad, y de intrusiones para la extracción de sillares.

3.1.1. Estratigrafía En la totalidad del área excavada hasta este momento los niveles estratigráficos muestran la existencia básicamente de una sola fase de ocupación, con reformas constatadas en algunos sectores que indican una cierta evolución y que cronológicamente coinciden con la datación planteada para el periodo de vigencia del asentamiento.

Esporádicamente, se han identificado algunos estratos correspondientes a niveles de amortización de unidades estructurales del momento de la construcción original, modificadas a lo largo del corto periodo en que la ciudad permanece activa y anteriores a la última fase de ocupación. Finalmente, se detecta un uso residual de la ciudad, ya arruinada, con presencia marginal de algunos objetos datados en el siglo I, y en un momento mucho más avanzado, posiblemente durante la etapa visigoda, la utilización como necrópolis de algunos sectores del yacimiento.

Figura 7. Estratigrafía en el interior del torreón NW. Esta ocupación, cuyo inicio se remonta a un momento impreciso de finales del siglo II a. de C., queda sellada por el nivel de destrucción de la ciudad que acontece en los últimos años de la década de los 70 a. de C. Todo este estrato, con las características propias de un nivel de derrumbe (presencia de adobes, piedras, enlucidos, etc.) que profundiza hasta las cotas de aparición de las superficies de suelo de cronología antigua, queda recogido bajo la denominación de nivel a en la estratigrafía general del yacimiento. Superpuesto a esta acumulación derivada de la destrucción del asentamiento, se detecta un segundo estrato, el denominado nivel r, correspondiente a un potente paquete de tierras que, desde las cotas más superficiales del registro arqueológico, ha sufrido continuas alteraciones como consecuencia de las labores agrícolas que se vienen desarrollando en el yacimiento

Figura 9. Tumba medieval sobre el canal de la calle I.

3.1.2. Sistema de referenciación geográfica La geo-referenciación de los elementos muebles e inmuebles en La Caridad, realizada con una estación total LEICA modelo TCR407, responde a la implantación de un eje de coordenadas relativas (X, Y y Z), de orientación pareja a la cuadrícula alfanumérica. Para contar con un buen número de referencias de este eje de coordenadas se establecieron en su día siete puntos fijos de

247


Figura 11. Insula IV. Conservación de objetos in situ.

Figura 10. Registro de estructuras y objetos. estacionamiento repartidos por el global del área excavada, y emplazados en varias ubicaciones.

3.1.3. Representación planimétrica Conjuntamente a las labores de excavación, un yacimiento de las características de La Caridad precisa de la elaboración simultánea de un aparato gráfico planimétrico, ya no sólo con objeto de documentar los elementos inmuebles descubiertos en cada campaña, sino también para registrar en su contexto espacial preciso el ingente número de elementos muebles, antes de su extracción.

3.2. Registro de materiales La Caridad en un yacimiento idóneo para ilustrar esta época de transición y los fuertes cambios sociales, económicos y culturales por los que atraviesa este sector del interior peninsular durante la implantación política de Roma, y que tienen su reflejo en un registro arqueológico de gran riqueza material, con los conjuntos característicos de este momento: cerámicas de barniz negro, ánforas republicanas, cerámica común y rojo pompeyano, cerámicas de técnica ibérica, ajuares domésticos vinculados a la cocina, importante conjunto de herramientas agropecuarias y artesanales, monedas, elementos de higiene y adorno personal, armamento, elementos relacionados con la construcción, etc.

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La recuperación de los materiales ha sido siempre muy minuciosa en lo relativo a su asignación por niveles, con las coordenadas de profundidad inicial y final (z1 y z2) de los estratos donde se ubican, y su registro por cuadros y ámbitos de procedencia. Para los materiales hallados sobre las superficies de los suelos, sin alteración postdeposicional, y también aquellos que han necesitado un tratamiento previo a su extracción, el procedimiento ha variado relativamente. Se mantiene su adscripción estratigráfica y espacial, donde cuadro y ámbito siguen vigentes, si bien estos datos genéricos de localización se complementan con la geo-referenciación precisa (en coordenadas X, Y y Z) de cada uno de elementos, de acuerdo a los ejes de coordenadas relativas implantado en el área de extensión del yacimiento. El estudio de los objetos y su distribución en todas las viviendas y en sus estancias, es de una enorme importancia para conocer la organización doméstica. Allison (1992) ya advertía, no obstante, que la distribución de artefactos en el contexto doméstico no suele confirmar las expectativas generadas por las fuentes literarias y muestra que no es necesaria una correlación entre el tamaño, diseño y decoración de las estancias, con los artefactos distribuidos en la habitación. Es interesante analizar también las causas de las ausencias de objetos (joyería y adorno, mobiliario, vestidos, comida, ajuar de madera o cestería, etc.). En la investigación clásica, generalmente, prima la interpretación basada en la arquitectura y la decoración sobre la distribución de los objetos, y en éstos, el análisis de los conjuntos específicos, con escasa interrelación entre ellos y las estructuras constructivas. Como constatamos en el estudio de la Casa de Likine, el uso y la importancia de las diferentes áreas de una vivienda puede sufrir frecuentemente cambios o desarrollos distintos de su función original. Se demuestra, además, que es compatible la casa como hogar y como lugar de industria y producción, y también como un espacio que acoge usos sociales y trabajos cotidianos.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Casa I-1 100,00

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Figura 12. Casa I-1. Representación de múltiples actividades Casa I-5 100,00

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Figura 13. Casa I-5. Predominio actividad artesanal (textil). Casa V-2 100,00

75,00

La documentación y el registro riguroso de los elementos muebles detectados in situ son, por lo tanto, completamente necesarios para recopilar el máximo de información existente en estos contextos arqueológicos. Con estos objetivos, en los últimos años hemos contado siempre con un técnico arqueólogo dedicado exclusivamente a los trabajos de representación planimétrica de elementos muebles e inmuebles, cuya labor se ha diversificado entre la realización de las planimetrías de campo de las diferentes áreas de actuación y su posterior digitalización en formato AutoCAD. En total, desde 1984 se han realizado 32 campañas de excavación, dirigidas por Jaime D. Vicente y Beatriz Ezquerra, con la participación de más de 500 estudiantes y un amplio conjunto de arqueólogos, restauradores, topógrafos, dibujantes y otros profesionales. La superficie excavada hasta este momento es de 7.391 m2. Los objetos ya identificados y clasificados, tras los procesos de agrupación y restauración parcial, superan los 4.200. El programa de conservación/restauración ha sido dirigido desde el primer momento por Pilar Punter. La financiación ha sido asumida, de forma no homogénea, por la Diputación de Teruel, el Gobierno de Aragón (Dirección General de Patrimonio Cultural e INAEM), el antiguo INEM, el ayuntamiento de Caminreal y la comarca de Jiloca.

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Figura 14. Casa V-2. Actividades domésticas y agrícolas. Ind.

Romana

Casa de Likine. Cerámica. Grupos producción

Trad. Indígena

Figura 15. Porcentaje de grupos de producción cerámica.

Figura 17. Selección de algunos objetos representativos.

Monedas. Centros de acuñación

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4. PROGRAMA DE CONSERVACIÓN

50 40 30 20 10 0

Romanas

Púnicas

Bilingües

Ibéricas

Figura 16. Procedencia de las monedas.

Celtibéricas

El programa de conservación es inseparable del conjunto de intervenciones que integran el proyecto global: la excavación arqueológica no puede organizarse al margen de la atención que necesariamente requieren los restos durante y después de su puesta al descubierto. El programa se estructura en dos grandes áreas:

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a partir de 1988, de un equipo de técnicos en conservación de bienes culturales, formado por un número que oscila entre tres y seis miembros, bajo la dirección de P. Punter. Al mismo tiempo se consideró imprescindible la habilitación de un laboratorio en Caminreal, para la aplicación de tratamientos, la manipulación de embalajes, y el almacenamiento provisional previo a su traslado al museo.

Figura 18. Proceso de tratamiento de un caldero de bronce. . En primer lugar, las intervenciones vinculadas al proceso de excavación arqueológica, básicamente relacionadas con la extracción de los objetos. . En segundo lugar, actuaciones planteadas con posterioridad al proceso de excavación: con el tratamiento de los bienes muebles extraídos y de restos arquitectónicos, y la aplicación de medidas de protección del sitio.

4.1. Objetivos Los objetivos de las intervenciones ligadas al proceso de excavación arqueológica son: . Minimizar las consecuencias del impacto que supone para los hallazgos su exhumación, extracción y traslado. . Evitar la pérdida de información fundamental para el registro arqueológico. En cuanto a los objetivos de los tratamientos y medidas posteriores al proceso de excavación, básicamente son: . Contribuir al estudio con la aportación de datos obtenidos a partir de las intervenciones realizadas, especialmente en cuanto a la tecnología de fabricación de los objetos, y de otros aspectos no accesibles inicialmente, debido a los procesos de alteración. . Procurar la conservación de los bienes en su nuevo entorno (salas de museo, almacenes o el propio yacimiento). . Presentar los hallazgos de forma comprensible, como un bien cultural accesible al público.

4.2. Metodología. Las necesidades derivadas del volumen y naturaleza de los ajuares, así como del carácter altamente vulnerable de los restos expuestos a la intemperie, motivaron la incorporación,

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Figura 19. Laboratorio instalado en Caminreal.

Los criterios de intervención se han ajustado a las directrices ampliamente reconocidas en el ámbito profesional: respeto a la esencia cultural y material de los bienes; identificación de añadidos; reversibilidad de las actuaciones realizadas; y compatibilidad entre materiales. Como principio general, se concede un papel esencial a la documentación de todos los aspectos relacionados con el estado de conservación y las intervenciones realizadas.

4.2.1. Intervenciones vinculadas al proceso de excavación arqueológica. En cuanto a las intervenciones vinculadas al proceso de excavación arqueológica, se orientan fundamentalmente a garantizar la integridad de los bienes mediante su extracción controlada (especialmente comprometida en el caso de los objetos metálicos). Dependiendo de la morfología, peso y volumen de los hallazgos se procede a la aplicación de refuerzos más o menos complejos, concebidos en todos lo casos con carácter temporal. El complemento a la tarea anterior es la confección de embalajes, adaptados a las necesidades de las piezas contenidas con el fin de prevenir los riesgos del traslado.

4.2.2. Tratamiento de bienes muebles. Los tratamientos de conservación-restauración de los hallazgos muebles, fundamentalmente cerámicos y metálicos, han sido realizados en el laboratorio habilitado en Caminreal, y en instalaciones del Museo de Teruel. El procedimiento aplicado es el habitual cuando se interviene en bienes culturales, estructurado en las siguientes fases:


Sesión 2. Arqueología Clásica 4.2.3. Tratamiento de restos arquitectónicos. Durante varias campañas se han formado equipos integrados por un técnico en conservación-restauración y dos o más auxiliares dedicados al tratamiento de estructuras arquitectónicas. Su trabajo se ha dirigido a la conservación y restauración de paramentos, pavimentos cementados y canalizaciones. El carácter de estas actuaciones, dirigidas al mantenimiento de las fábricas con mínima intervención, viene condicionado por la permanente exposición de los restos a las extremas condiciones del entorno, que ponen a prueba los tratamientos aplicados y requieren intervenciones reiteradas.

Figura 22. Restauración de restos arquitectónicos. Aspecto anterior y posterior a la intervención

4.2.4. Medidas de protección. Figura 20. Consolidación objetos in situ. . Fase de estudio. Orientada a conocer en profundidad los objetos y, en especial, sus alteraciones. Además de las observaciones realizadas con los medios disponibles en las propias instalaciones, cuando se trata de objetos metálicos con frecuencia se recurre a la realización de exámenes radiológicos. . Fase de diagnóstico y propuesta de tratamiento. La interpretación de los resultados obtenidos del estudio se traduce en una valoración precisa del estado de los objetos, evaluando el alcance de los procesos de alteración y el grado de estabilidad. La evaluación de estos parámetros y la aplicación de los criterios más adecuados desembocan en una propuesta de intervención específica. . Fase de intervención. Una vez completadas las fases anteriores, se ejecutan los tratamientos correspondientes.

Figura 21. Radiografía de punta de lanza de hierro.

Estas medidas corresponden en su mayoría a intervenciones estrictamente de conservación, que actúan en defensa de los restos arquitectónicos frente a distintos agentes de alteración básicamente relacionados con el clima, la colonización vegetal, la explotación del terreno y el tránsito de personas o animales. Las principales medidas son: . Soluciones ligadas a las campañas de excavación, como formas de protección temporal, activas en los periodos entre campañas. . Estructuras semipermanentes instaladas en las estancias con pavimentos cementados, que funcionan de manera combinada con estratificados de protección en contacto directo con el suelo, necesarios durante la mayor parte del año, aunque fácilmente removibles cuando el clima permite las visitas. . Como medidas permanentes, además del vallado del área excavada, hay que incluir actuaciones periódicas dedicadas a la eliminación de la flora, lo que se acompaña de la inspección visual destinada al seguimiento del estado de los restos y la aplicación de las medidas correctoras precisas. . En cuanto a las medidas legales, el yacimiento se declaró BIC en el año 2004, lo que permite el control de las actuaciones en terrenos de propiedad privada. Algunas fincas directamente afectadas por los trabajos de excavación han sido adquiridas por el Gobierno de Aragón. Otras medidas de protección han consistido en el desvío y canalización de los tramos de acequias considerados más perjudiciales para los restos.

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Figura 23. Estructuras semipermanentes destinadas a la protección de pavimentos.

Figura 24. Sala del CICAR.

4.3. Resultados (1988 - 2015). A modo de balance se aportan algunos datos numéricos: Campañas de tratamiento de materiales: 25 Campañas de tratamiento de estructuras: 14 Restauradores contratados: 39 Auxiliares contratados: 23 Estudiantes o voluntarios en prácticas (2002-2010): 69 Objetos restaurados: 1.934 Restos arquitectónicos restaurados: tres pavimentos cementados, así como la totalidad de paramentos de mampostería, en torno a 1.650 metros lineales.

5. PROGRAMA DE DIFUSIÓN En estos años se han publicado informes y memorias sobre los resultados de las excavaciones y elaborado estudios específicos (fundamentalmente sobre la Casa de Likine, el mosaico de opus signinum, el armamento, las inscripciones ibéricas y celtibéricas aparecidas hasta la fecha, o las monedas). Se ha catalogado gran parte de los objetos recuperados, proceso que se efectúa de manera permanente. En el aspecto divulgativo se han realizado exposiciones y visitas guiadas al yacimiento durante las campañas de excavación, además del apoyo y asesoramiento científico para la creación, en 2008, del CICAR, Centro de interpretación de la Cultura romana, en la antigua estación ferroviaria de Caminreal. Finalmente, la información recopilada en el transcurso del proyecto de La Caridad y una parte importante de sus objetos, se ha integrado en el nuevo montaje del museo de Teruel, constituyendo un recurso fundamental en la explicación de las características del poblamiento antiguo de este territorio. Asimismo, es creciente la demanda de préstamos de objetos de La Caridad para su inclusión en exposiciones monográficas.

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Figura 25. Sala dedicada a la romanización. Museo de Teruel.

CONCLUSIONES La conclusión que creemos interesa en este encuentro, dedicado a la relación entre arqueología y patrimonio, puede ser que la consecución de los objetivos de cualquier intervención arqueológica de cierta envergadura, requiere: . la existencia de un equipo estable (en este caso vinculado al Museo de Teruel), que garantice la continuidad del proyecto, con un plan científico claramente definido, sostenible con los previsibles recursos humanos y económicos disponibles, y con determinación y constancia para llevarlo a cabo durante un largo periodo de tiempo. . la profesionalización de los técnicos que participan en el proyecto, tanto arqueólogos como restauradores, dibujantes o auxiliares. . la insistencia en los trabajos de conservación y restauración, como parte esencial de la intervención y sin los cuales se estarían incumpliendo las obligaciones derivadas de la responsabilidad de gestionar el patrimonio heredado.


Sesión 2. Arqueología Clásica . la disponibilidad de recursos económicos suficientes, relacionados con la envergadura del proyecto, y que deben proceder de la colaboración entre administraciones. . la integración de los yacimientos investigados, conservados e interpretados, en el catálogo de recursos turístico/culturales susceptibles de contribuir al desarrollo territorial, mediante la implantación de los sistemas de gestión adecuados.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Allison, P. (1992): “The relationship between walldecoration and room-type in Pompeian houses: a case study of the Casa della Caccia Antica”, en JRA 5, pp. 235-249. Ezquerra, B. (2005): “La ciudad romana de ´La Caridad´ (Caminreal, Teruel)”, en Celtíberos tras la estela de Numancia [Catálogo exposición]. Soria: Diputación de Soria; pp. 205212. ---------- (2007): “La ciudad romana de La Caridad”, en Fragmentos de Historia. 100 años de arqueología en Teruel [Catálogo exposición]. Teruel: Museo de Teruel, pp. 206210.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

25. LA CIUDAD CELTIBERO-ROMANA DE VALDEHERRERA (Calatayud – Zaragoza) J. Carlos Sáenz Preciado1, Manuel A. Martín-Bueno1 1

Universidad de Zaragoza

J. Carlos Sáenz Preciado, casaenz@unizar

RESUMEN Una de las principales novedades de la arqueología aragonesa desarrollada en la Comarca de Calatayud han sido los trabajos realizados en el yacimiento de Valdeherrera. En esta comunicación realizaremos una breve introducción historiográfica sobre el yacimiento, y expondremos los trabajos que se están realizando en los últimos años que han permitido descubrir parte del urbanismo de la ciudad, así como un magbara musulmana fechada en el siglo IX que está aportando importantes datos para el conocimiento del desarrollo islámico de Qal’at Ayyub. Del mismo modo, presentaremos las futuras líneas de investigación y puesta en valor del yacimiento. PALABRAS CLAVE: Calatayud; Valdeherrera; Urbanismo celtibérico; Urbanismo romana; Maqbara.

ABSTRACT One of the main innovations of the Aragonese archaeology developed in the region of Calatayud have been those archaeological works carried out on the site of Valdeherrera. A brief historiographical introduction about the site will be presented here in this paper. Furthermore we will also present the works which have being carried out during the last years, which have made it possible to discover part of the urban planning of the town, as well as the Muslim magbara. This magbara dates back to the 9th century and provides relevant data for the knowledge of the islamic development of Qal’at Ayyub. Finally the forthcoming research lines will also be presented in this paper, with the proposed strategies for the site. KEYWORDS: Calatayud; Valdeherrera; Celtiberian urbanism; Roman urban planning; Magbara.

1. INTRODUCCIÓN Valdeherrera, yacimiento arqueológico declarado B.I.C.1 se sitúa aproximadamente a 4 km al suroeste de Calatayud, en la margen izquierda del río Jiloca próximo a su confluencia con el Jalón, siendo dos de las principales vías naturales de la antigüedad ya que a través de ellas se producía la comunicación entre la meseta, el valle del Ebro y la costa. Por ello el asentamiento se verá favorecido por el cruce de caminos existente en su entorno a partir del que se estructuró todo el territorio, siendo esta una de las principales causas de los acontecimientos bélicos desarrollados en sus proximidades, primero durante las guerras celtibéricas y posteriormente en las civiles romanas (figs. 1 y 2). El yacimiento ocupa un promontorio de escasa altura (575561 m s.n.m.) situado en el mismo ángulo formado por la desembocadura del río Jiloca en el Jalón, desde el que se domina a la perfección el entorno geográfico delimitado por la confluencia de ambos ríos. Presenta una suave pendiente ligeramente descendente N-S que le permitía disponer de una visión privilegiada sobre su entorno al elevarse una

Figura 1. Situación de Valdeherrera en relación con las principales vías naturales de comunicación de la época.

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Figura 2. Vista aérea de Valdeherrera tomada desde el sur. Se aprecia como la construcción de la autovía A-2 destruyó la zona norte del yacimiento (foto F. Didierjean). media de 40/45 m sobre la vega del Jiloca, mientras la zona norte lo es en torno a 20/25 m sobre la del Jalón, de ahí que el promontorio domine claramente ambos valles, especialmente sus ricas vegas, a pesar de lo cual sus lados oeste y sur se encuentran muy poco protegidos, lo que motivó la construcción de un complejo sistema defensivo, dando como resultado final un asentamiento de fácil defensa (fig. 2).

2. OBJETIVOS El Proyecto Valdeherrera nació de la mano de los trabajos realizado en Bilbilis, iniciados en 1971, ante la necesidad de responder a una serie de preguntas surgidas durante el estudio del territorio de valle del Jalón en la antigüedad, principalmente sobre cómo se había producido la evolución y transformación de la sociedad celtibérica ante los nuevos modos, costumbres y comportamientos traídos por Roma, así sobre cómo estos habían sido asimilados por la población y sus élites

3. HISTORIOGRAFÍA La primera mención de Valdeherrera se debe al historiador local Vicente de La Fuente quien en 1880 en su obra Historia

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de la siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud se refiere al yacimiento de la siguiente manera (1880, 83) (fig. 3): “En el término de Val de Herrera se ha hallado, y aun á veces se descubren vestigios de edificios antiguos que los labradores destruyen como obstáculo a sus labores. Hallándose también monedas celtibéricas y romanas: yo poseo dos de plata, cuño de Kelsitan, halladas en aquel paraje, según dijeron las que las trajeron a vender. Esto hace conjeturar, donde solo por conjeturas se procede, que allí estuvo Platea, en el recodo del Jalón al unirse con el Giloca. Quizá algunos montones de escorias y otros indicios, hicieron llamar Val de Herrera, como quien dice ferrerías, al paraje citado. Como estaba en el llano de la vega y Bilbilis en el cerro, por eso, quizá, la llamaron Platea (Plaza o llano)”. Tras su publicación, la vinculación entre Valdeherrera y la Platea citada en los epigramas de Marcial parecía incuestionable: (Ep. IV.55.13: Platea, que resuena por su hierro, rodeada por el Jalón que da temple a sus armas; XII.18.11: Boterdo y Platea, estos nombres tan broncos tienen las tierras celtíberas), siendo la adscripción mantenida por otros historiadores locales, que como en el caso de José María López Landa la realizada desde un punto de vista romántico (1935: 71-74):


Sesión 2. Arqueología Clásica “Platea no había de ser una excepción: fue fundada a la orilla del Jiloca muy cerca de su confluencia con el Jalón, en el término que después fue llamado Cifuentes (cien fuentes) por la abundancia de sus manantiales […] Platea por lo contrario, edificada en espaciosa meseta, muy llana, muy plana, no podía pensar en causar depredaciones o molestias a sus vecinos, harto creía si conseguía que otro s pueblos más poderosos la dejase tranquila […] Y hoy, cuando no quedan ya ni vestigios de viviendas, cuando el arado

Figura 3. Historia de la siempre Augusta y Fidelísima Ciudad de Calatayud de Vicente de La Fuente publicada en Calatayud de 1880. removió hasta los cimientos de las construcciones, el único testigo de la ciudad vieja que aun puede verse a flor de tierra, junto al cauce de una acequia, es una bala de piedra muy labrada que debió de servir de proyectil de una balista romana. Al desaparecer todo, aun ha quedado allí para contarnos que hasta en aquel rincón poético y risueño donde parece que debieron triscar alborozados los genios tutelares de la paz, donde la naturaleza es más llana, más suave y más tranquila, los seres humanos, siempre con asperezas, con aristas en el alma, practicaron la violencia y la matanza”. La ubicación fue mantenida por José Galiay en La dominación romana en Aragón (1946: 67) quién descarta otras ubicaciones realizadas sin fundamento alguno, al igual que Mariano Rubio, quedando afianzada en la erudición local y en el imaginario colectivo, pero sin demasiados argumentos científicos (1952: 35-36): “No lejos de la confluencia del Jalón y el Jiloca, en el término de Cifuentes, existió la localidad romana de Platea, sonora por el hierro de sus fundiciones, según atestigua Marcial en su epigrama dedicado a Lucio. Este importante barrio de Bílbilis, donde nuestro poeta dice cultivaban los bilbilitanos sus

fértiles campos, debió de tener alguna importancia en el arte del comercio, a juzgar por los objetos allí encontrados, algunos de los cuales están en nuestro poder (trozos de mosaico, monedas fenicias y bilbilitanas, pesas romanas de cerámica, etc.” La publicación por parte de Germán López Sampedro en 1968 de la Carta Arqueológica del Término Municipal de Calatayud inicia una nueva fase de los estudios al mencionarla contextualizada junto a otros yacimientos existentes en el municipio y comarca de Calatayud. Tras una serie de descripciones de ubicación, y del paraje que enmarcan el yacimiento, menciona: ”Se han encontrado restos de cerámica, algunas vasijas y ánforas casi enteras, monedas, molinos de mano, escorias de horno de fundición, etc. Sobre el terreno afloran muros de procedencia dudosa, examinados desde la superficie, piedras de yeso de las murallas, y se conoce el emplazamiento exacto de una concavidad subterránea cubierta por dos losas de piedra caliza con un pequeño orificio circular en el centro, cubierto con una esfera caliza. Cuando apareció esta cavidad, hace algo menos de diez años, se notificó a la Comisión de Excavaciones Arqueológicas, que ordenó cerrarlas hasta el momento en que pudiese ser examinada adecuadamente. Se ha supuesto se trata de alguna tumba. Dos vasijas, restos de otras, una moneda acuñada en Bilbilis, abundantes ladrillos rómbicos y otros objetos allí encontrados se hallan depositados en la Colección Arqueológica Bilbilitana”. El trabajo no aporta más información, pero podemos considerarlo como un intento de dar una primera visión del yacimiento y de la arqueología de la Comarca de Calatayud hasta aquellos momentos desconocida y llena de tópicos derivados de la presencia de Bilbilis. Tendremos que esperar hasta los años ochenta para encontrar una bibliografía más específica sobre el yacimiento. Los primeros trabajos se deben a Pilar Galindo (1980: 187) y Joaquín Lostal (1980: 198) que se limitarán a establecer su cronología republicana e imperial, recogiendo muchas de las afirmaciones hechas con anterioridad que posteriormente serán matizadas a partir de trabajos más amplios, como el de Almudena Domínguez (1983: 24-25) que sugirió la posibilidad de localizar en el lugar la ceca de Sekaisa, teoría hoy superada, o la posible existencia de talleres itinerantes que hay que relacionar con las guerras sertorianas (Domínguez y Galindo: 1984, 64). Las primeras precisiones acerca de la extensión de la ciudad se lo debemos a Pilar Galindo y Almudena Domínguez (1985: 585-597) a partir del estudio de materiales superficiales que les permitió establecer una cronología entre el siglo III a.C. y el siglo II o inicios del III d.C. con el auge de la población principalmente entre los siglos II-I a.C. Posteriormente en un segundo trabajo efectúan una serie de matizaciones a partir

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del estudio de varias colecciones numismáticas privadas, que les permite llevar la ocupación de la ciudad hasta finales del siglo IV (Domínguez y Galindo 1984: 63-103). Los trabajos de Francisco Burillo en los años ochenta supusieron un replanteamiento a la hora de ubicar en Valdeherrera la Bilbilis indígena, basándose en la cercanía existente entre ambas (aprox. 11 km), que supuestamente hacía improbable su coexistencia, ya que ello suponía no solo la competencia por los recursos, sino también por la administración y control del territorio (Burillo y Ostalé 1983-84: 288-303). El principal argumento que se expone para tal ubicación era la aplicación de la teoría del lugar central, y la inexistencia de restos celtibéricos significativos en el Cerro Bámbola, siendo esta argumentación mantenida hasta la actualidad en la mayor parte de sus trabajos (Burillo 1988; 2007; etc.), modificándose su adscripción al incluirla dentro del territorio de los belos junto a Nertobriga, Beligiom o Contrebia Belaisca. A estos trabajos hay que añadir una serie de síntesis sobre numismática o sobre la problemática de la ciudad celtibérica y su territorio que no hacen más que incidir sobre estos aspectos, sin entrar en discusión en el nombre u origen-vinculación entre las distintas Bilbilis y los yacimientos conocidos en la zona, simplemente se plantea tal problemática y se inciden en otros aspectos de carácter urbano y las peculiaridades de cada uno de ellos, tal es el caso de los trabajos de José Ángel Asensio (1995: 304-310) y Carlos Caballero (2003: 35-36). Las actuales excavaciones efectuadas en distintos solares del casco antiguo de Calatayud, han supuesto un nuevo punto de inflexión tras el descubrimiento de un oppidum fechado con anterioridad al siglo III a.C. que conviviría con Segeda I. Este asentamiento se desarrolló en torno al Castillo de Doña Martina con una fase de expansión urbana que perdurará

Figura 4. Distribución general de los restos arqueológicos a partir de las prospecciones.

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hasta el siglo II a.C., momento en el que es destruido de forma violenta (Royo y Cebolla 2005: 157-159; Cebolla y Royo 2006: 281-290). Según los autores, tras su destrucción, que es denominado por ellos como Bilbilis I, se trasladará la ciudad a Valdeherrera, denominada Bilbilis II, con vida paralela a la de Segeda II. Paralelo al planteamiento de esta hipótesis, nos encontramos con que en las excavaciones realizadas en Bilbilis se ha producido el hallazgo en los cerros de Bámbola y San Paterno de niveles y estructuras celtibéricas fechadas a comienzos del siglo II a.C. (Martín-Bueno, Sáenz y Uribe 2003: 357360; Martín-Bueno y Sáenz 2004: 474 ss.). Estos descubrimientos nos permite reflexionar sobre la correcta ubicación de la Bilbilis celtibérica de las fuentes. Por todo ello no queda más remedio que hacer un nuevo replanteamiento del problema de la ocupación del territorio en época celtibérica a partir de los restos y contextos arqueológicos, ya que las fuentes escritas poco más pueden aportarnos.

3. METODOLOGÍA El proyecto de investigación se ha desarrollado en varias fases2: entre los años 2005-2009 se trabajó conjuntamente con el Centro Ausonius de la Université Michel de Montaigne Bordeaux 3 con la colaboración del Centre Littoral de Géophysique de La Universidad de La Rochelle, siendo a partir de 2010 coordinado desde la Universidad de Zaragoza por los firmantes de esta comunicación. En un primer momento se efectuaron campañas de prospección

Figuras 5. Ubicación de las prospecciones eléctricas y magnéticas en el parcelario de Valdeherrera.


Sesión 2. Arqueología Clásica pedestre, aéreas y geofísicas, y a partir de 2008 comenzaron las campañas de excavación que se mantienen hasta la actualidad.

3.1. Fase 1 Entre los años 2005-2009 se desarrolló un amplio programa de prospección, que abarcó la totalidad del yacimiento y su entorno. Del mismo modo se efectuaron campañas de estudios geofísicos (2006-2008) que cubrieron el 25% del yacimiento, teniendo previsto su ampliación en un futuro próximo. Gracias a estos trabajos fue posible delimitar el yacimiento, establecer dimensiones, documentar sus fosos, etc. (figs. 4 y 5).

3.2. Fase 2

4.1. La delimitación del yacimiento Fruto de las prospecciones realizadas se pudo delimitar un asentamiento de 45 ha (con foso) que hacen que sea uno de los mayores de la Celtiberia . Durante estas prospecciones se apreció el importante expolio que sufre el yacimiento por el empleo de detectores de metales y la progresiva destrucción de los niveles arqueológicos derivado de las actuales labores agrícolas3. A pesar de la destrucción de la zona norte durante la construcción de la Autovía A-2, es fácil calcular su extensión, aproximadamente 35 ha4 (fig.6). No obstante, hay que matizar que estamos hablando del yacimiento en sí, y no de las distintas ciudades que existieron en el promontorio de

En esta fase se desarrollan las excavaciones centradas en dos parcelas: la primera, P.300 de propiedad municipal, permitió conocer parte del trazado de la muralla y del acceso sur que ya nos era conocido gracias a los estudios geofísicos; la segunda, P.296, donada por la familia Esteban – Sánchez situada en la zona central del promontorio, concentra actualmente los trabajos de excavación. Del mismo modo continúan los trabajos geofísicos y los trabajos de fotogrametría con tratamientos digitales de las imágenes obtenidas, etc.

3.2. Fase 3 Se iniciará en 2016 con el estudio de la puesta en valor del yacimiento y del diseño de un plan director. Del mismo modo se pretende realizar, dentro de las posibilidades económicas y de los presupuestos disponibles, una primera fase de consolidación de las estructuras descubiertas, especialmente los pavimentos de opera signina encontrados, así como alcanzar acuerdos con propietarios para la cesión o adquisición de nuevas parcelas con el fin de realizar una reserva arqueológica.

Figura 6. Zona norte de Valdeherrera antes de la construcción de la autovía a Madrid (en azul). Se ha señalado en rojo el trazado que atribuimos a la muralla y al foso desaparecido.

4. RESULTADOS Las sucesivas campañas arqueológicas realizadas han permitido descubrir un importante asentamiento de aproximadamente 45 ha con varias fases diacrónicas de ocupación, que tiene su periodo de máximo esplendor en los siglos II y I a.C., siendo destruido durante las guerras sertorianas y reocupado de manera marginal en época imperial, ya no como urbe, sino como villa rural hasta finales del siglo V o inicios del siglo VI. La sorpresa vino al descubrirse entre los restos de la ciudad una maqbara musulmana fechada en la segunda mitad del siglo IX, lo que ha supuesto un hito en la investigación de la ocupación islámica del territorio y del origen de Qal’at Ayyub, confirmando lo que las fuentes escritas musulmanas contaban y que apenas había sido valorado.

Figura 7. Trazado occidental de la muralla que apoya directamente sobe los conglomerados naturales rebajados para facilitar su asiento.

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manera diacrónica, ocupando la denominada Valdeherrera II en la zona sur unas 25 ha (sin foso) que la convierten en una de las principales ciudades celtibéricas de la región, con una extensión similar a la de Contrebia Belaiska (20 ha), Tiermes (21 ha) y Ocilis (20 ha). Consta de un recinto amurallado de aproximadamente 3.100 m teóricos adaptados perfectamente a la orografía del terreno, conservándose parte de lienzo exterior en los lados sur y oeste del promontorio (fig. 7). El trazado oriental es el más problemático por la erosión y las transformaciones agrícolas modernas. Otro tanto sucede en su recorrido sur, exceptuando en las inmediaciones de la Puerta Este en donde se apreciaban varios sillares de lo que parecía la puerta, como posteriormente se comprobó en el transcurso de su excavación.

La realización de varios sondeos en 2007 estuvo muy condicionada por la limitación del espacio a excavar, un estrecho bancal agrícola de propiedad municipal de 4 m de anchura. A pesar de las limitaciones se pudo localizar parte del paramento exterior del lienzo de muralla construida mediante grandes bloques de yeso (90/60 x 45/30 cm junto a otros menores de 40 x 20 cm,) con aspecto similar al que presenta la muralla de Segeda, sin que se pudiese delimitar su anchura total al encontrarse su paramento interno dentro de otra parcela (fig. 10). Aun así se pudo apreciar un consistente relleno compuesto de gravas, cantos rodados y fragmentos de sillares y sobras de talla, lo que le confería una gran consistencia, careciendo de banqueta de cimentación al apoyar directamente los sillares sobre los conglomerados naturales que fueron retallados hasta su nivelación horizontal para dar estabilidad a su asentamiento. Desde esta misma hilada el mallacán fue retallado en forma de talud hasta el arranque del primer foso.

Figura 8. Foso occidental y detalle del retallado en los conglomerados naturales. El foso se aprecia perfectamente a través de la fotografía aérea y a simple vista, principalmente en su trazado suroeste y sur, si bien en general está muy colmatado por antiguas labores agrícolas. Su principal alteración se ha producido en el trazado sureste al encontrarse muy transformado por la presencia de una explotación frutícola para la que se efectuaron amplios aterrazamientos. Su anchura es bastante desigual variando entre los 20/22 m en la zona noroeste, 46 m en la zona occidental (fig. 8), ampliándose hasta los 60 m en la zona sur, siendo su longitud original de 1.800 m incluido el trazado desaparecido. Estas dimensiones deben entenderse como la anchura defensiva global de tal manera, que el estudio geofísico realizado en la zona sur nos presenta un doble foso y un posible campo de piedras hincadas, lógico si pensamos que nos encontramos con la zona más expuesta del promontorio y por lo tanto hubo que dotarla de mayor infraestructura defensiva.

Figura 9. Detalle de la hondonada en la que se ubica la puerta sur de la ciudad.

4.2. La excavación de la Puerta Sur Los trabajos geofísicos ubicaron la Puerta Sur de la ciudad en una pequeña hondonada del terreno que desvelaron una serie de estructuras precedidas de un complejo sistema de fosos (Martín-Bueno et al. 2009: 431, fig.10), (fig. 9).

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Figura 10. Primera hilada de la muralla. Se aprecia el talud retallado en el terreno natural.


Sesión 2. Arqueología Clásica 4.3. La excavación del sector central En 2008 se realizaron los primeros sondeos en la Parcela 296, siendo esta la zona en la que actualmente se está trabajando. Con anterioridad, la prospección geofísica habían determinado la presencia de varias estructuras rectangulares con orientación Norte-Sur que presentaban una retícula ortogonal, como se pudo confirmar en el transcurso de la excavación. De la misma manera se identificaron posibles hornos, tal vez fraguas y hogares (Martín-Bueno et al. 2009: 437, fig.17; Krausz et al. 2012: 44-46 fig.12.). Hasta el momento se han podido delimitar 4 ínsulas, con sus correspondientes calles, cuya excavación es incompleta por las limitaciones de la parcela en la que se está trabajando. La Ínsula II se encuentra delimitada en su lado norte por una gran calle de 6 m de anchura (20 pies), a los que hay que sumar 1,78 m (6 pies) de la anchura de la acera opuesta que es porticada, siendo el soporte de los pies que lo soportaban eran bloques rectangulares de yeso de 0,60 x 0,60 ó 0,75 x 0.45 m distantes entre sí 2,70 m (9 pies). La calle occidental presenta la misma anchura de 8,40 m (28 pies) sin que dispusiese de pórticos. La anchura de las otras dos calles no ha podido ser delimitada hasta el momento, si bien se aprecia una clara modulación y cuidado en el diseño y ejecución de los viales. Todas ellas fueron pavimentadas mediante un compacto firme de guijarros procedentes del triturado del “mallacán” vuelto a mezclar con cal y arena, lo que le proporcionaba una gran consistencia5. Se aprecian parcheados, sin que obstaculizasen su dirección de desagüe Este-Oeste que era favorecido por su diseño ligeramente cóncavo que le permitía recoger el agua de la calle y desalojarla rápidamente. En la campaña de 2012 se delimitó el cruce de ambas calles que generaban un espacio central de unos 50 m2. Hay que destacar la presencia de pasos elevados en las cuatro esquinas efectuados mediante grandes sillares de yeso de 1,20 m x 0,45 m (4 x 1,5 pies) separados entre sí aproximadamente 0,60 m. (fig. 11). Están colocados a la misma altura de la acera lo que posibilitaba el acceso entre los margines sin pisar la calle, apreciándose en sus esquinas, como en el firme del vial, el desgaste y las rodadas dejadas por los carros que circulaban sobre ella.

el suelo que se encuentra parcialmente quemado, permite relacionarlo con una fragua, herrería o similar.

Figura 11. Cruce de calles. Se aprecian los paso sobreelevados entre aceras.

Figura 12. Pavimento de opus signinum que decoraba el cubiculum 1 de la Domus 1de la Insula II.

La ínsula cuya excavación está más completa es la II que se distribuye tres domus de planta itálica ricamente decorada con pavimentos de opera signina y de mortero blanco, a los que hay que añadir conjuntos pictóricos pertenecientes al segundo estilo, destacando el que cubría uno de los cubicula de la Domus 1 por su carácter excepcional: un techo decorado con casetones decorados en el centro con rosetas moldeadas fechado en el último cuarto del siglo II a.C., tratándose del ejemplo más antiguo de cuantos se han conservado en la Península (figs. 12 y 13). La ínsula presente en su ángulo noroccidental una zona artesanal, cuya función no ha podido ser concretada, pero la presencia de abundantes escorias y cenizas, así como

Figura 13. Decoración del techo casetonada del cubiculum 2 de la Domus1 de la Insula II.

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Figuras 14 y 15. OrtofotografĂ­a y planimetrĂ­a de la Insula II.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 16. Detalle de la maqbara musulmana. La construcción de estas domus se efectuó mediante zócalos de 30 ó 45 cm de anchura de sillares de yeso bandeado recrecidos con abobe y revestidos mediante manteados de barro encalados o pintados principalmente de manera monocromática. Algunos de los sillares fueron expoliados a finales del siglo IX para elaborar con ellos las cubiertas de las tumbas islámicas. Las ínsulas fueron edificadas a finales del siglo II a.C. Se aprecian numerosas modificaciones estructurales con aperturas y tapiados de puertas y alguna superposición de pavimentos, si bien la presencia de glandes de honda y algunos proyectiles de escorpiones, etc, denotan acontecimientos bélicos que hay que vincular con el conflicto sertoriano, momento en el que la ciudad fue destruida. No obstante, esta zona de la ciudad parece que no sufrió incendios, como se aprecia en otras zonas según se desprende de los potentes niveles de cenizas documentados en algunos cortes naturales del terreno, lo que posibilitó la recuperación de los objetos muebles, prácticamente ausentes en la excavación, más allá de los grandes recipientes de almacenajes difíciles de trasladar.

peninsulares, sin cercados o delimitaciones que la circunden. Bien es cierto, que a falta de una visión global, la zona excavada nos es suficiente para apreciar una organización espacial preestablecida mediante sepulturas alineadas dispuestas en varias calles paralelas de circulación por las que transitan los cortejos funerarios y los visitantes, siendo ésta una tónica bastante habitual como se ha podido apreciar en otras necrópolis de cronología similar como las de Tossal de Manises (Alicante), fase primera de la necrópolis de Roteros de Valencia, Marroquíes Bajos en Jaén, Calatrava la Vieja (Ciudad Real), etc. A pesar de la observancia de los rígidos preceptos coránicos, apreciamos en las tumbas de Valdeherera una cierta flexibilidad, con algunas leves variaciones en su orientación, desviándose ligeramente del tradicional eje

4.4. La maqbara musulmana Tras la finalización de la campaña de 2015 se han localizado hasta el momento 99 tumbas (fig. 16) (Sáenz y MartínBueno 2013). Los enterramientos presentan un esquema sobrio y sencillo según marcan los preceptos religiosos de la doctrina malikí difundida en al-Andalus, siendo simples fosas de unos 40 o 50 cm de anchura abiertas en los niveles de destrucción y abandono de las viviendas de la ciudad sertoriana, perforando en algunos casos pavimentos de las estancias y el firme de la calle. La necrópolis se encuentra perfectamente organizada en un espacio abierto, como en la mayoría de las maqabir

Figura 17. Tumba 31. Se observa como se sitúa bajo la cimentación, a modo de shaq, de uno de los muros perimetralas de la Insula II.

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NO-SE perpendicular al muro de la qibla, con el tradicional desplazamiento que corresponden a las qiblas de al-Andalus, depositándose el cuerpo envuelto en un sudario. (fig. 17). La orientación de las cabeceras se mantiene en un arco bastante homogéneo entre 285º-300º, con algunas excepciones. Esta orientación queda condicionada por la disposición urbana de la ciudad indígena, ya que la mayor parte de las tumbas se disponen de forma paralela a los muros perimetrales de la ínsula (ONO–ESE), y por extensión de la calle, lo que condiciona su orientación determinando su disposición que coincide aproximadamente con la orientación marcada por los preceptos coránicos. Se han podido delimitar básicamente tres tipos de inhumaciones, siempre excavadas en el terreno, en las que se observa un rito unitario. En todas la planta de la fosa es longitudinal con los extremos rectos o levemente curvos y ligeramente ahusadas, con la parte inferior más estrecha para facilitar el encaje del cuerpo. En ocasiones el cuerpo puede aparecer calzado con algunas piedras en la espalda para mantener su posición sobre el lateral derecho para inmovilizarlo, también hemos constado la presencia de estos calzos tras el cráneo para asegurar su correcta orientación (fig. 18):

• Fosa alargada con los extremos redondeados, paredes

• •

rectas, sin enlucido o enfoscado alguno. Se cubre con un pequeño túmulo longitudinal formado por la tierra procedente de la misma excavación de la tumba. Generalmente esta fosa está documentada en los espacios que presenta pavimentos duros. Similar al anterior pero emplea las cimentaciones de los muros a modo de shaq para cubrir el cuerpo. Fosa alargada con los extremos rectos o ligeramente redondeados cubierta por tres o cuatro losas de yeso colocadas sobre el túmulo de tierra dispuestas a un agua protegiendo la parte dorsal del cuerpo enterrado Se trata del tipo más común en Valdeherrera.

Figura 18. Tipología de tumbas de la maqbara.

Las losas de cubrimiento proceden de la partición de los bloques alabastrinos empleados en los zócalos de las viviendas, de ahí que su ausencia en algunas zonas de la ínsula excavada, especialmente en su zona noreste, sea una consecuencia del expolio y reutilización de los sillares para esta función (fig. 19). Posteriormente se cubría la tumba con tierra, quedando visible la cresta de la cubierta. Tras la exhumación de varias tumbas (T.1, 6, 12, 14, 19, 25, 31, 35, 39 y 46) y como era de esperar, carecemos de cualquier tipo de ajuar o material asociado que aportase secuencia cronológica (fig. 19). Por ello se efectuaron análisis de C14 de algunos restos óseos procedentes de las tumbas T.1, T.21 y T.46 que una vez calibrados presentan un horizonte para la maqbara que podemos establecer en la segunda mitad del siglo IX, debido a lo cual, descartado un asentamiento islámico permanente en Valdeherrera o en su entorno más inmediato, vinculamos la necrópolis con Qal’at Ayyub y los sucesos derivados del control musulmán de estas tierras y la disputa existente entre sus

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Figura 19. Detalle del expolio de los muros de la Domus 3.


Sesión 2. Arqueología Clásica distintas facciones, relacionándolo con la rebelión de los Banu Qasi contra Muhammad I, la repoblación musulmana de la zona con la creación de varios husun (Somed, Daroca, Furtsh, etc.) y la llegada, y posterior asentamiento, del clan yemení de los tuyibies fieles a los omeyas (Sáenz y Marín-Bueno 2013: 166169). No obstante, hay que descartar que por su lejanía se trate de uno de los cementerios de Qal’at Ayyub, ya que estos se localizan en el sector periurbano de la ciudad medieval en la denominada Ronda Puente Seco (Cebolla et al. 2009 e.p.) en donde se ha identificado una necrópolis taifal datada entre el siglo XI y el 1120, fecha de la conquista de Calatayud y su territorio por Alfonso I el Batallador.

5. CONCLUSIONES Las nueve campañas arqueológicas realizadas nos presentan un yacimiento con grandes expectativas de cara al futuro tras su musealización y puesta en valor, llamado a convertirse en uno de los principales referentes patrimoniales de la comarca de Calatayud, junto otros yacimientos como Bilbilis o Segeda. Las prospecciones efectuadas nos han permitido conocer sus dimensiones y su secuencia cronológica. En un primer momento nos encontramos al norte del promontorio con un pequeño poblado del bronce final que daría lugar a Valdeherrera I, ciudad destruida en la segunda guerra celtibérica, lo que supuso su traslado al sur del promontorio, en donde se construyó la denominada Valdeherrera II ya con una planificación ortogonal siguiendo los modelos itálicos. Debido a la presencia de cuños monetales de Bolskan, acuñaciones de cecas vasconas y beronas, vinculamos la ciudad con el bando sertoriano, ya que no debemos olvidar, como narra Estrabón (3.4.12-13), que en sus proximidades lucharon Metelo y Sertorio. Será precisamente el conflicto sertoriano el causante de su destrucción y posterior abandono. La presencia de proyectiles de honda y escorpiones así parece refrendarlo. Posteriormente, el promontorio es ocupado en época altoimperial por un pequeño asentamiento rural o villa, hasta el momento de difícil valoración, que se sitúa en su zona sureste, localizándose recientemente al norte otras dependencias agrícolas, lo que nos permite pensar en una nueva ocupación dispersa que se mantendrá hasta finales del siglo V, según se desprende de los hallazgos monetales realizados. La ubicación de un maqbara musulmana fechada en la segunda mitad del siglo IX supone el final de la ocupación del promontorio, siendo Qal’at Ayyub la población que a partir de ahora, ya desaparecida también Bilbilis en época bajoimpeirial, actuaría de centro económico y administrativo de la comarca. No cabe duda que los trabajos en Valdeherrera, así como el descubrimiento de un oppidum en Calatayud, la confirmación de la Bilbilis indígena en el Cerro Bámbola, sin olvidar la proximidad de Segeda, Mundobriga (Munébrega) y Aratikos (Aranda), hace que deba replantearse la ocupación del territorio

en época celtibérica, así como la sostenibilidad de todas estas ciudades que llegaron a convivir en un momento dado. Queda claro que la Bilbilis Italica promovida posteriormente a Municipium Augusta Bilbilis sustituyó a todas ellas como centro neurálgico de la comarca. La estratégica situación de Valdeherrera la convierten en pieza básica para conocer como se desarrolló la transformación del territorio tras la llegada de Roma, su conquista y adaptación a la nueva cultura, siendo los pavimentos descubiertos y las decoraciones pictóricas un claro ejemplo de ello.

AGRADECIMIENTOS No queremos terminar esta comunicación sin agradecer a una serie de instrucciones y personas que están haciendo posible el Proyecto Valdeherrera: En primer lugar a la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón que han subvencionado los trabajos en los últimos años, conjuntamente con la Diputación Provincial de Zaragoza, el Ayuntamiento de Calatayud y la Asociación de Amigos de Bílbilis. A la familia Esteban – Sánchez que donó desinteresadamente la Parcela 296 en la que actualmente se están realizando las excavaciones iniciadas en 2008. Finalmente a todos aquello que han participado en los trabajos de excavación, especialmente en las personas de Jorge Angás, Óscar Bonilla, Enrique García, Claudia García, Cristina Godoy, Lara Iñiguez, Sophie Krausz, Luca Lanteri, Miriam Pérez, Diego Prieto, Ángel Santos, Alberto Sevilla, Paula Uribe, Corrado Vaccarella …

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NOTAS ACLARATORIAS 1

El Proyecto Valdeherrera forma parte de las líneas de investigación del Grupo Consolidado de Investigación VRBS, CONSI+ID (Gobierno de Aragón) y del IUCA (Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón), estando incluido dentro del proyecto HAR2013-48456-C3-1-P.: URBS III: Repertorios ornamentales públicos y privados en el NE de Hispania (MINECO).

2

Lorrio (2005: 67-71, fig.15) establece una comparación entre superficies de las ciudades celtibéricas, siendo la más extensas Segontia Lanka con 60 ha de extensión, Contrebia Carbica con 45 ha y Uxama Aergalea con 30 ha, situándose ya a continuación Valdeherrera II que es ligeramente superior a la Contrebis Belaiska (20 ha) y Segeda II (15 ha).

3 Sobre estos aspectos nos remitimos a nuestro reciente trabajo (2015): La ciudad celtibérico-romana de Valdeherrera (Calatayud, Zaragoza), Monografías arqueológicas 50, ed. Dpto. de Ciencias de la Antigüedad – Universidad de Zaragoza, Zaragoza. Especialmente el capítulo 1: Situación previa a la declaración del yacimiento B.I.C., afecciones al yacimiento. 4

El estudio geofísico ha establecido un eje central que discurre Norte-Sur ligeramente desplazado hacia el oeste. Su lado oriental es paralelo al valle del Jiloca, manteniendo la orientación general del promontorio, a partir del cual se organiza el urbanismo de la ciudad con una cierta planificación ortogonal del espacio, exceptuando en la zona norte en el que las estructuras presentan una orientación Noreste-Suroeste.

5

Sobre el firme de la calle fue habitual encontrar tortas y escorias de hierro, fruto de la limpieza de crisoles. En la fotografía área (fig. 14) observan perfectamente estas tortas, estando señaladas en verde para facilitar el estudio de su dispersión.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

26. EL SUBURBIO OCCIDENTAL DE CAESAR AUGUSTA: VERTEDEROS Y ALFARES ROMANOS EN LAS CALLES CASTA ÁLVAREZ Y LAS ARMAS DE ZARAGOZA Antonio Hernández Pardos y Jesús G. Franco Calvo 1 1

Acrótera-Gestión del Patrimonio

Antonio Hernández Pardos, arqueoantonio@acrotera.net

RESUMEN Este estudio (con financiación de la Dirección General de Patrimonio Cultural) se ha llevado a cabo sobre los resultados de varias intervenciones arqueológicas realizadas en las calles Casta Álvarez y Las Armas de Zaragoza, en el barrio del Gancho. A partir del análisis de los contextos estratigráficos, se ha obtenidco una panorámica del suburbio occidental de Caesar Augusta entre mediados del siglo I e inicios del II d.E. Durante la excavación se localizaron diversas evidencias materiales de las actividades manufactureras realizadas en este sector de la ciudad. Se trata de un testar alfarero –en el que se suceden capas de ceniza, arcillas decantadas y adobes de las paredes de horno- y un horno de planta rectangular, fechados entre el 45 y el 65. A su vez, el conjunto cerámico ha proporcionado muestras de la producción alfarera local: probables ánforas de fondo plano, cerámica común, y sobre todo dos moldes, uno de sigillata decorada y otro de lucerna de volutas. Entre el 65 y 70 se sitúa el final de esta actividad alfarera y la amortización de sus intalaciones, coincidiendo con el período de inestabilidad que vive el valle del Ebro al final del período neroniano. Durante época flavia se continuó usando el sector, aunque de modo marginal, arrojándose basureras domésticas. Los resultados obtenidos permiten renonocer varios aspectos de la vida de la Caesar Augusta altoimperial, en lo que se refiere a su actividad productivo/comercial: -producción alfarera local, con nuevos indicios que apuntan hacia repertorio formal mucho más variado del que hasta ahora se conocía -pautas de consumo, reconocibles en los niveles de basuras domésticas -recogida y tratamiento de los vertidos urbanos, con evidencias de la reutilización de los recipientes de las ánforas PALABRAS CLAVE: Cerámica; Caesar Augusta; Alfares; Moldes; Vertederos; Romano altoimperial.

ABSTRACT This research is based on the results of several archaeological excavations carried out in Zaragoza, in a couple of streets called Casta Álvares and Las Armas. From the analysis of the stratigraphic contexts, it has been obtained a panoramic view of the western suburb of Caesar Augusta, between mid-first and early second centuries A.C. During the diggings, various types of remains of manufacturing activities in this area of the town were found, chiefly a potter´s test and an oven, dated between 45 and 65 A.C. The pottery assemblage has provided new examples of the local pottery production: amphorae and especially two molds, one for decorated sigillata another one for Roman candles. The results allow us to recognize various aspects of life in Caesar Augusta: local pottery production, guidelines of consumption and pickup and treatment of urban waste. KEYWORDS: Pottery; Caesar Augusta; Potteries; Molds; Landfills; Early Roman Empire.

1. INTRODUCCIÓN A pesar de las numerosas intervenciones arqueológicas realizadas en las últimas décadas en Zaragoza, la mayoría de sus resultados permanecen inéditos y son muchos las incógnitas que viene arrastrando la investigación del período romano, especialmente en lo que se refiere a conjuntos cerámicos y elementos no monumentales. Si bien en tiempos recientes se han publicado sendos estudios dedicados a la

red de cloacas y a las murallas, trabajos dignos de mención, esto no debería esconder el estado ágrafo que caracteriza a la arqueología de esta ciudad, situación de pone en evidencia unas potentes carencias en la gestión de la información generada y en su sociabilización. La extrema debilidad de las publicaciones periódicas gestionadas desde las instituciones responsables de la investigación y divulgación del Patrimonio, y la ausencia de políticas comunes entre aquellas apuntalan esta situación.

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2. OBJETIVOS y METODOLOGÍA Los resultados que aquí exponemos forman parte de un estudio del conjunto material de época romana altoimperial recuperado en varias intervenciones arqueológicas realizadas por ACRÓTERA durante 2005-2008 en las calles Casta Álvarez y Las Armas de Zaragoza, en pleno barrio del Gancho (Fig 1).

de ocupación, sin posibilidad de que se conservaran restos arqueológicos más antiguos. Este hecho supone una gran alteración de la estratigrafía arqueológica del yacimiento de Zaragoza como consecuencia, por un lado, del vaciado del terreno para la construcción de las bodegas, y, por otro, de la escasa profundidad relativa a la que aparece el terreno natural en buena parte del sector. A partir de los resultados, en 2007 se llevó a cabo la excavación arqueológica en las áreas positivas de varios de los solares: Casta Álvarez 91 y 103, Las Armas 52, 76, 78 y 80 (Fig. 3), trabajos que se desarrollaron al inicio de la fase constructiva (Hernández y Franco, 2007 a, b y c). El trabajo se realizó de modo manual con apoyo mecánico puntual, y no se localizaron estructuras arqueológicas de entidad. Actualmente, los terrenos del PERI están ocupados por una manzana de viviendas con una plaza interior y por el centro cultural Las Armas.

Figura 1. Ubicación del PERI Las Armas-Casta Álvarez (punto rojo)

2.1. La intervención arqueológica urbana Merece la pena detenerse brevemente en las características y metodología de esta intervención arqueológica. En 2005/2006 se llevaron a cabo los sondeos arqueológicos previos en varios de los solares que formaban parte de la actuación urbanística denominada Plan Especial de Rehabilitación Urbana (P.E.R.I.) Las Armas-Casta Álvarez, promovida por la sociedad municipal Zaragoza Vivienda (Hernández y Franco, 2006). En total fueron 14 pequeñas parcelas pertenecientes a una misma manzana situada entre las calles Casta Álvarez, Las Armas y Sacramento (Fig. 2).

Figura 3. Plano con las áreas positivas arqueológicamente en el PERI

2.2. El estudio posterior Sobre la base de los resultados obtenidos en la intervención arqueológica llevada a cabo en el PERI, y, en especial, en el solar de calle Casta Álvarez 103, se propuso un proyecto de investigación cuyo objetivo es el análisis de la producción cerámica elaborada en Caesaraugusta, y los contextos materiales asociados, durante la segunda mitad del siglo I d.C. (Hernández 2012) Este estudio contó en 2011 con la autorización y financiación de la Dirección General de Patrimonio Cultural, a través del Plan General de investigación del Patrimonio arqueológico.

Figura 2. Plano con los sondeos arqueológicos realizados en el PERI En muchos de estos solares: Casta Álvarez 65, 69, 101, 109, Las Armas 48, 50, 82 y Sacramento 11, el resultado obtenido fue negativo, puesto que únicamente se pudieron localizar niveles de escombro/basura y estructuras en planta sótano de época contemporánea, pertenecientes a las ultimas fases

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La metodología aplicada contó con las siguientes fases: 1º análisis de la estratigrafía, como base para el estudio material; 2º, clasificación, con dibujo y fotografía de las piezas cerámicas, tanto por grupos formales como por conjuntos cerrados, con el objetivo de obtener una caracterización de las diversas producciones cerámicas; 3º, análisis de paralelos estratigráficos e interpretación histórica; 4º, clasificación preliminar de pastas a partir del examen visual mediante fotografía macroscópica y lupa binocular. Ha quedado pendiente finalizar el estudio, al no haberse


Sesión 2. Arqueología Clásica renovado en 2012 la ayuda financiera que recogía el proyecto, el cual contempla el examen mediante microscopio electrónico y el análisis de muestras, tanto petrológico con lámina delgada, como químico por espectrometría de absorción y de rayos X.

concentración de basureros romanos ha sido constatada arqueológicamente en solares de la calle Predicadores (Aguarod en prensa, Aguarod et alii 1997). Dentro de este gran vertedero, uno de los sectores corresponde a un testar o basurero alfarero, hallado bajo el solar de Casta Álvarez nº 103 (Hernández y Franco 2007 a).

3. RESULTADOS Apartir del análisis de los contextos estratigráficos, se ha obtenidco una panorámica del suburbio occidental de Caesar Augusta entre mediados del siglo I e inicios del II d.E. (Fig. 4). Durante la excavación se localizaron diversas evidencias materiales de las actividades manufactureras realizadas en este sector de la ciudad (Hernández y Franco 2007 a, b y c). Se trata de un testar alfarero –en el que se suceden capas de ceniza, arcillas decantadas y adobes de las paredes de hornoy un horno de planta rectangular, en fechados entre el 45 y el 65. A su vez, el conjunto cerámico ha proporcionado muestras de la producción alfarera local: probables ánforas de fondo plano, cerámica común, y sobre todo dos moldes, uno de sigillata decorada y otro de lucerna de volutas. Entre el 65 y 70 se sitúa el final de esta actividad alfarera y la amortización de sus intalaciones, coincidiendo con el período de inestabilidad que vive el valle del Ebro al final del período neroniano. Durante época flavia se continuó usando el sector, aunque de modo marginal, arrojándose basureras domésticas.

Figura 4. Planta con los restos arqueológicos del PERI en época romana altoimperial

3.1. Un gran vertedero urbano Una de las actividades de mayor impacto en las ciudades romanas debieron ser los basureros, para lo cual aprovecharon la orografía del terreno próximo. La depresión natural que se extiende desde la actual calle Casta Álvarez hacia el norte, hacia la antigua vía que ha quedado fosilizada en la actual calle Predicadores, fue aprovechada para arrojar en su interior un gran volumen de basuras, algunas de origen doméstico, artesanal y comercial –contenedores una vez vacíos-. Esta

Figura 5. Sección del vertedero en Casta Álvarez 103 De trata de un extraordinario ejemplo de testar alfarero romano -y casi el único que ha sido publicado en Aragón hasta el momento- puesto que se pudo diferenciar claramente la sucesión de tres tipos de depósitos de tierra: paquetes de abundante ceniza, arcillas muy decantadas y plásticas, así como escombro procedente del derribo de estructuras de adobe sometidas a altas temperaturas (Fig. 5). Asimismo, se da una llamativa alternancia y reiteración de los mismos tipos.

Figura 6. Imágenes de la excavación del vertedero en Casta Álvarez 103 Por ello, estos niveles solamente se pueden originar por una actividad alfarera, la cual genera, de manera continua, una serie de residuos: ceniza por la combustión de la leña que alimenta los hornos, arcilla decantada procedente de los talleres de torneado, y escombro por la apertura de las cámaras de cocción para extraer la vajilla ya cocida. Si además, tenemos en cuenta que todos estos niveles contenían una alta densidad de fragmentos cerámicos, resulta patente que se trata de un testar o vertedero alfarero, donde se arrojaban diversos residuos generados por esta actividad, entre ellos los productos extraídos defectuosos de la cámara de cocción (Fig. 6).

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3.2. Las producciones locales Los diversos depósitos que formaban parte del testar contenían una enorme cantidad de fragmentos cerámicos, de los cuales una buen parte corresponden a recipientes de elaboración local. De este modo, este vertedero constituye un extraordinario repertorio de la alfarería caesaraugustana, que esperamos ver publicado en 2016.

procedentes de Celsa (Velilla de Ebro) (Beltrán et alii 1998), de El Palao (Alcañiz) (Marco 2009) o de otros sectores de Caesar Augusta (Gascón 2009).

Figura 7. Cuellos de ánfora de probable producción local A tenor de los recipientes desechados en el vertedero, el alfar al que daba servicio estuvo dedicado a la producción de una determinada vajilla, destinada al transporte y al servicio de mesa sin cubierta, y ofrecía un reducido repertorio formal. Recientemente hemos dedicado un estudio a esta cuestión (Hernández 2016, en prensa). Sin duda, el grupo mayoritario fue un contendor reservado para el transporte posiblemente de vino, un ánfora de fondo plano del cual se han distinguido dos modelos de diferente tamaño, pero sobre todo distinguibles por el modelado del borde (Fig. 7). En menor proporción, también se elaboraron varias piezas de mesa como jarra de un asa y botella, ambas con borde moldurado. Minoritariamente, se manufacturaron varias formas abiertas, entre ellas un gran cuenco de mesa (Fig. 8). Además de manufacturas locales, estos depósitos también contenían otros productos cerámicos de elaboración foránea, como ánforas vinarias de procedencia tarraconense, cuyo estudio ha permitido precisar la horquilla cronológica de esta estratigrafía, y al cual hemos dedicado un estudio específico (Hernández en prensa). Desde un punto de vista cronológico, este conjunto material se viene a sumar a los escasos contextos coetáneos que han sido publicados,

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Figura 8. Formas de mesa común de probable producción local

3.3. Moldes cerámicos Otras de las evidencias más claras de la producción cerámica lo constituyen los moldes, especialmente pensados para elaborar las piezas decoradas con aplicaciones. En el ámbito del PERI Las Armas/Casta Álvarez, hasta el momento se han identificado dos ejemplares: uno destinado a sigillata y otro lucerna. Estos moldes se encuentran en fase de estudio. Si bien se trata de extraordinarios testimonios de una producción, no hay que olvidar que por su carácter mueble, eran fáciles de transportar, por lo que resulta todavía pronto poder concluir que fueron utilizados por los alfareros locales. Será necesario esperar a futuros estudios En el caso del molde de sigillata, fue recuperado en el solar de Casta Álvarez 103, en un nivel fechado a finales del siglo I. Corresponde al tercio superior del molde destinado a elaborar recipientes de la forma D 37 decorada, del que se conserva una sección del friso superior (Hernández y Franco 2007 a). La decoración está formada por una composición


Sesión 2. Arqueología Clásica metopada en la que se da una sucesión repetitiva de animales, concretamente de dos figuras: un posible zorro o perro y una probable liebre. Éstos quedan separados por una línea vertical suelta como elemento separador entre metopas. A pesar de que solamente se conservan dos figuras completas, se reconoce perfectamente la repetición de los mismos en el mismo friso, incluso en el inferior, sin que exista ninguna moldura horizontal para separar las bandas.

Muy recientemente se han presentado en la Mesa redonda celebrada en Bilbao dos ejemplares, uno dedicado a común y otro a lucernas, descubiertos en la calle San Pablo y Boggiero, respectivamente (Gómez et alii, 2016). En el ámbito del PERI Las Armas/Casta Álvarez, se hallaron los restos de una estructura que se ha interpretado como un probable horno, que se conservaba en la parte trasera del solar de as Armas 76, en las inmediaciones del basurero conservado en Casta Álvarez 91, por lo que estaría situado junto al borde mismo de la depresión usada como vertedero (Hernández y Franco 2007 c). Los restos constructivos corresponden a una doble estructura, formada por una estancia rectangular alargada elaborada con tapial -con unas dimensiones interiores de 2,75 x 1,33 m.- y un pavimento exterior contiguo a aquella, de cantos rodados y barro -de 1,70 x 1,20 m.-. En el momento de la excavación, el interior de la estancia conservaba una acumulación de madera y otros vegetales carbonizados, que probablemente correspondan a la última carga de leña del horno, el cual debió quedar abandonado así.

Figura 9. Molde de sigillata decorada procedente del PERI (Imagen de Cristina Bazán/Acrótera) En el caso del molde lucerna, procede del solar de Casta Álvarez 91, en un nivel datado en a inicios del período flavio (Hernández y Franco 2007 b). Corresponde al disco de una lucerna de volutas, el cual parece estar decorado con una escena con varias figuras, aunque la erosión ha debilitado los punzones.

Figura 11. Probable cámara de combustión de uno horno en el PERI Figura 10. Molde de lucerna procedente del PERI (Imagen de Cristina Bazán/Acrótera)

3.4. Instalaciones alfareras: los hornos El tercer con junto de evidencias corresponde a las propias instalaciones artesanales, de las cuales el elemento más característico y más identificable es el horno. Hasta el momento, tan apenas han trascendido noticias acerca del hallazgo de hornos cerámicos de época romana en Zaragoza.

Esta acumulación vegetal contenía numeroso objetos de vidrio y de hierro, la mayoría de los cuales se conservaban deformados a consecuencia del fuego. No obstante, alguno de ellos se halló en perfecto estado, como es el caso de un ungüentario Isings 8 (Fig. 12). Dentro de los objeto de vidrio, se recuperaron tres ungüentarios completos, cinco piezas alargadas deformadas por efecto del calor/ fuego y trece bloques de calcen o vidrio refundido (Hernández 2008). Fuera de la estancia no se ha localizado ningún fragmento de vidrio, ni evidencia de la elaboración o transformación del vidrio.

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Figura 14. Plano del área urbana y periurbana de Caesar Augusta en época romana altoimperial (Según Aguarod en prensa) Figura 12. Ungüentario de vidrio procedente del PERI A modo de recapitulación, podemos observar que el conjunto arqueológico aquí referido, a pesar de su carácter parcial y fragmentario, constituye un conjunto espacio-temporal, en el que los vertederos se extenderían hacia el norte y los talleres alfareros hacia el sur (Fig. 13).

Desde luego, una gran ciudad romana como Caesar Augusta, estaría dotada de una importante área periurbana (Fig. 14), sometida a continuas modificaciones debido al crecimiento de la urbe, en el que los usos se multiplican, se superponen y se disputan. Este es el caso del suburbio occidental, el cual se extendería a partir de la puerta occidental y al sur de la vía romana que parte hacia el Nordeste peninsular. En este emplazamiento, y a lo largo d el siglo I d. C., se fueron desarrollando diversas actividades poco salubres –tanto desde un punto de vista religioso como higiénico y medioambiental-: vertederos, instalaciones industriales y las áreas funerarias (Fig. 15). Se trata de un panorama verdaderamente dinámico, tal y como dejan patente estratigrafías como las aquí expuestas.

Figura 13. Evidencias de época romana en del PERI

4. CONCLUSIONES Los resultados obtenidos permiten renonocer nuevos aspectos de la vida de la Caesar Augusta altoimperial, en lo que se refiere a su actividad productivo/comercial (Aguarod en prensa): -producción alfarera local, con nuevos indicios que apuntan hacia repertorio formal mucho más variado del que hasta ahora se conocía -pautas de consumo, reconocibles en los niveles de basuras domésticas -recogida y tratamiento de los vertidos urbanos, con evidencias de la reutilización de los recipientes de las ánforas

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Figura 15. Evidencias de la actividad alrarera romana en el barrio del Gancho Finalmente, solo queremos apuntar que intervenciones arqueológicas de carácter urbano como ésta constituyen una adecuada base y ofrecen enormes posibilidades para desarrollar la investigación arqueológica y el análisis histórico, siempre sobre la base del rigor y la documentación estratigráficos. Probablemente uno de los principales retos a los que se enfrenta la arqueología española es conseguir sacar rédito social a las numerosas intervenciones realizadas en los últimos años, y que permanecen inéditas.


Sesión 2. Arqueología Clásica AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer a todo el equipo de arqueología que participó en la excavación arqueológica: Cristian Belsué, David García, Oscar Lanzas, Pilar Salas y muy especialmente Pilar Edo, con los que se logró obtener una excelente documentación, a pesar de las precarias condiciones en las que se desarrolla la arqueología urbana en Aragón. También destacamos la buena acogida que los responsables de la Dirección General de Patrimonio Cultural en 2011 dieron al proyecto de investigación del que surge este trabajo. Por último, agradecemos a los organizadores del I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés celebrado en Zaragoza su exitosa iniciativa.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Aguarod Otal, M. C. (en prensa) “El suburbio alfarero de la Colonia Caesar Augusta y la producción de una sus figlinae: un mortero sellado de Dramont D 2”, en II Congreso Internacional de la SECAH-Ex officina hispana, Braga, abril de 2013. Aguarod Otal, M. C., Lapuente Mercadal, M. P., Mínguez Morales, J. A. y Pérez Arantegui, J. (1997) “Primeros resultados del estudio arqueométrico de un alfar de época romana en Zaragoza”, Caesaraugusta 73, 77-87. M. Beltrán Lloris et alii. (1998) Colonia Victrix Iulia LepidaCelsa (Velilla de Ebro, Zaragoza). III. El instrumentum domesticum de la “Casa de los Delfines”, 2 vols., Zaragoza. Gascón Lascas, P. (2009) “A propósito del estudio de una basurero doméstico romano de época altoimperial en Caesaraugusta: el caso del vertedero de C/Predicadores, 2426”, Salduie 9, 217-228. Gómez Lecumberri, F., Delgado Ceamanos, J. y Royo Guillén, J. I. (2016) “La producción cerámica común en Caesaraugusta durante los siglos I-II a través de los hornos de cerámica y lucernas de las calles Boggiero y San Pablo”, Ex Officina Hispana. Cuadernos de la SECAH, 2. Actas de la Mesa redonda Cerámicas de época romana en el norte de Hispania y en Aquitania: Producción, comercio y consumo entre el Duero y el Garona, Bilbao, octubre de 2014.

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Hernández Pardos, A. 2008: “Los vidrios romanos del PERI C/Las Armas de Zaragoza”, II Jornadas nacionales sobre el vidrio en la España romana, Museo Nacional del vidrio, La Granja de San Ildefonso-mayo de 2007, https://independent. academia.edu/AntonioHernandezPardos (15 de diciembre de 2015). Hernández Pardos, A. (2012) Alfares y mercados. La producción cerámica y su contexto material en Casar Augusta durante la segunda mitad del siglo I d.C. El PERI Las Armas-Casta Álvarez de Zaragoza, inédito.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

27. PLACA CAMPANA DE CAESARAUGUSTA IMPORTADA M.ª Pilar Galve Izquierdo1 y M.ª Pilar Lapuente Mercadal2 1

Ayuntamiento de Zaragoza Universidad de Zaragoza

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M.ª Pilar Galve Izquierdo, mpgalve@yahoo.es M.ª Pilar Lapuente Mercadal, plapuente@unizar.es

RESUMEN Presentamos un fragmento de placa Campana hallado en una excavación del Centro Histórico de Zaragoza (Caesaraugusta). Se trata de la única pieza conocida en Aragón, hecho que no ha de extrañar por la rareza de este tipo de piezas fuera del ámbito itálico. Procede de una intervención en la calle Heroísmo 41, en un solar ubicado en el barrio oriental de la ciudad romana. Representa un personaje masculino barbado vistiendo himatión, con corona de hojas de vid. Se trata de Sileno y formaría parte de un cortejo báquico. Del análisis arqueométrico se desprende que se trata de una pieza importada, probablemente itálica. PALABRAS CLAVE: Placa Campana; Sileno; Caesaraugusta; Siglo I; Análisis petrológico.

ABSTRACT We present a fragment Campanarelief found in an archaeological excavation in the historical town centre of Zaragoza (Caesaraugusta). It is the only piece known in Aragon, a fact that is not surprising because of the rarity of this kind of pieces outside Italy. It comes from a digging at 41 Heroism street, on a site located in the eastern section of the Roman city. It shows a bearded male character wearing himation, with a crown of vine leaves, most likely Silenus . The archaeometric analysis suggests that this could be an imported piece, maybe from Italy. KEYWORDS: Campanarelief; Silenus; Caesaraugusta; First century; Petrological analysis.

1. INTRODUCCIÓN La pieza apareció en 1988 en la excavación municipal de la calle Heroísmo, nº 41, situada en el vicus oriental de Caesaraugusta, donde tantos hallazgos han tenido lugar. Esta zona de la ciudad romana, extramuros del núcleo principal, participaba del urbanismo fundacional, tuvo carácter residencial y estuvo dotado de notables estructuras hidráulicas. Su época floreciente transcurrió durante los dos primeros siglos de vida de la colonia. El comienzo de la ocupación urbana se produjo algo antes de mediados del siglo I. Sus casas parece que pervivieron hasta la mitad o final del siglo III, época en la que se abandonaron, arrastrándose su expolio hasta el siglo V. A la vista de los datos existentes parece comprobarse que desde el siglo III cambia el paisaje de este barrio, cesando la vida urbana y quedando convertido en un despoblado en el que ya solo hubo escombreras, algunos enterramientos e indicios de artesanía. Esto es lo que puede deducirse de los escasos e incompletos datos que tenemos (Galve, 2014)1. Figura 1. Hallazgos de época romana en el barrio oriental (Galve 2014, p.46, fig.3). Situación del solar de c/ Heroísmo 41.

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Figura 2. Placa Campana de Heroísmo 41. (Fot.: M.ª P. Galve)

Figura 3. Placa Campana de Heroísmo 41. (Dibujo: A. Blanco)

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Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 4 y 5. Placa Campana de Heroísmo 41 en perspectiva (Fot. : O. Oteo)

DESCRIPCIÓN Fragmento de lastra de terracota con decoración de relieve a molde, ejecutada con técnica excelente y buen acabado. Conserva restos de pintura roja. La parte posterior tiene huellas de alisado. Pasta muy depurada. Mide 145 mm de altura máxima, 135 mm de anchura máxima, 5-10 mm de grosor en la parte plana y 21 mm de grosor a la altura del hombro. Entre cabeza y cuerpo mide 129 mm, por lo que la figura humana doblaría esta altura, aproximándose a 25 cm. Presenta parte de la figura de un personaje masculino con la cabeza en estricto perfil mirando a la derecha, mientras que el torso aparece algo girado hacia el frente, tendiendo el brazo derecho hacia delante. Se viste con himatión que deja desnudo el hombro y brazo derecho. La representación es de gran detallismo, como puede verse en la cabeza, decorada con corona de hojas de vid; en los rizos del cabello, en la barba, los pliegues de la vestimenta e incluso en la musculación del brazo. Semejante calidad no es usual en estas terracotas arquitectónicas que, por lo general, y fruto de repeticiones de los moldes, presentan una terminación grosera. La calidad de la pieza deriva también de la de su excelente pasta.

EL PERSONAJE Por el aspecto de su rostro podría tratarse de un Sileno viejo. Sin duda pertenece al repertorio de temas mitológicos ejecutado en base a un modelo romano de corriente neoática. En lugar de la piel de pantera anudada al cuello que es característica de los sátiros o del mismo dios Baco, la vestimenta le cubre gran parte del cuerpo. La mano derecha adelantada, parece tendida hacia algo o alguien ausente en el fragmento. De ser Sileno como proponemos, podría llevar el cayado rematado por una piña de pino, símbolo

fálico habitual en las fiestas en honor de Baco. Aunque habitualmente se representa ebrio, no parece ser este el caso. Otra posible representación sería la de un Sileno cabalgando sobre un asno, aunque parece improbable para este ejemplar pues en la parte conservada tendría que aparecer al menos la grupa del animal. Para la caracterización de este personaje parece también apropiado recurrir a los Silenos que aparecen en algunas lastras halladas en Cumas en 1904, de ejecución refinada y tema dionisíaco: se trata de un Sileno de rostro grave y senil que se sujeta con la mano derecha el himatión, dejando al descubierto el resto del cuerpo; ebrio, apoya la mano derecha en un odre de vino y acompaña a Psiche en un caso, mientras que en otra aparece junto a una Ménade (Pellino 2006, p. 63). Otra figura a tener en cuenta es un personaje dionisíaco con himatión y en pie, de perfil, que también podría tratarse de Sileno (Rhoden/Winnefeld 1911, Lám. XCV.3). En definitiva, la atribución resulta complicada, ya que no aparece en los grandes catálogos clásicos en los que abundan diversos tipos de sátiros, vestidos y representados de manera diferente al de Zaragoza (Rhoden y Winnefeld 1911; Borbein 1968; Rausch 1999; Siebert 2011). No obstante, su pertenencia al ciclo del tiaso báquico parece segura. La seriedad del rostro podría deberse a haber formado parte de una escena de iniciación a los misterios de Baco, asociando el vino y el éxtasis, como sugiere A.V. Siebert para explicar la placa Campana nº1336 de la Colección Kestner (2011, p. 59 y fig. 75).

CRONOLOGÍA Su hallazgo tuvo lugar en un contexto de basurero, cuyo material está sin estudiar excepto las monedas que allí

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aparecieron: dos ases ibéricos, uno de ellos de Bilbilis, un semis de Tiberio, un as de Calígula, dos ases de Claudio, un denario forrado de Claudio a nombre de Nerón, un as de Nerón, un dupondio de Vespasiano y un as de Domiciano. Las lastras Campana se datan en época augústea preferentemente. Constituyen un reflejo de las principales corrientes artísticas del clasicismo neoático y fueron introductoras del rico patrimonio figurativo procedente en gran manera del mito griego. Su temática estaba relacionada con la propaganda imperial de su tiempo y su mayor exponente es el templo de Apolo Palatino, erigido entre 36-28 a.C. (Tortorella 1981, p. 63; Strazzulla 1990, p. 252; Zanker 1992). La placa de Caesaraugusta , como la totalidad de hallazgos de estas terracotas, estaba fuera de contexto del pórtico, templo o domus donde estuvo anclada para su contemplación. Son piezas que se desprenderían y romperían con facilidad, yendo a parar a escombreras y basureros. Así la única datación posible es que perteneció a un edificio relevante, desconocido, seguramente próximo a su lugar de hallazgo, de época altoimperial, si no augústea.

SIGNIFICADO DEL HALLAZGO Siendo el área con mayor número de placas Campana el Lacio y la Campania, lugares de donde procedían las coleccionadas por Giampetro Campana (1842: Antiche opere in plastica) y que en la actualidad están presentes en los más importantes museos del mundo, hasta hace solo unos años se tenía la idea de que no se habían exportado a las provincias occidentales. Pero la geografía de los hallazgos se amplió con los descubrimientos en la Galia Narbonense, región que cuenta ahora incluso con cuatro centros productores al menos (Laubenheimer 1997; Mouraret 1988; Mouraret 2000). Es significativo que en una de las publicaciones más recientes como es la de la Colección de lastras Campana Kestner no aparezcan todavía los hallazgos hispánicos (Siebert 2011, p.23), sin duda por su reciente divulgación, y que citamos a continuación. En Hispania los hallazgos conocidos son 14 o 15 placas procedentes de Tarragona y algunos yacimientos costeros próximos. Son placas de fabricación local salvo un único ejemplar cuyo análisis ha determinado un origen lacial (López, Piñol y Revilla 2010 y 2011). La temática representada en estas lastras catalanas pertenece al repertorio mayoritario común debido probablemente al uso de moldes originales. Entre este repertorio no se encuentra la figura de Sileno de Zaragoza. Estos hallazgos costeros, y ahora el de Zaragoza son los únicos conocidos en la Tarraconense, y este último el más occidental y del interior. En la Bética se encontró una placa excepcional en Córdoba, único ejemplar en la Bética, que ostenta restos epigráficos que se han asociado a la deductio de la colonia en 44-43 a.C. (Ventura 2008).

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La placa Campana de Caesaraugusta a pesar de ser un elemento aislado, es portadora de información de la categoría que la Colonia disfrutó en su época más floreciente y viene a sumarse a otros hallazgos que son testimonio del refinamiento que alcanzó.

ANÁLISIS ARQUEOMÉTRICO. CARACTERIZACIÓN PETROGRÁFICA. El análisis petrográfico se basa en el estudio de una lámina delgada mediante un microscopio óptico de luz transmitida. Mediante esta técnica, es posible analizar e identificar los minerales y fragmentos de rocas presentes en un fragmento cerámico, incluidos, si los presenta, fragmentos de restos fósiles. Además, pueden distinguirse otros tipos de inclusiones, plásticas o no, que puede contener una cerámica de forma natural o porque el alfarero las adicionó intencionadamente como desgrasantes para modificar las propiedades mecánicas de la pasta cerámica. Se tomó una pequeña muestra de una esquina de la lastra para su análisis petrográfico, con objeto de conocer si presentaba alguna característica propia (composicional y/o textural) que pudiera relacionarse con los sedimentos arcillosos de su lugar de producción. La existencia de algunas referencias bibliográficas de piezas similares analizadas con la misma metodología y halladas en otros contextos hispanos (López y Piñol, 2008) ayudó a realizar su comparación petrográfica. Sin embargo, no se ha encontrado documentación sobre análisis efectuados a otras piezas que pudieran haber sido útiles para completar este estudio.

1. METODOLOGÍA Con la muestra seccionada en una esquina de la pieza, se realizó una lámina delgada para su posterior estudio bajo el microscopio petrográfico. La lámina y la muestra se signaron con la referencia PG-1 (Figura 6). Para la elaboración de la lámina delgada se precisa una pequeña porción de muestra, con una superficie mínima de 1 cm x 1 cm. Siempre que sea posible, es recomendable utilizar una superficie algo mayor, adaptándose a la medida de los portaobjetos estándar (2 cm x 3 cm). Así, para analizar una muestra cerámica es necesario realizar un corte longitudinal de la pared de la pieza de unos 2-3 cm máximo, por el grosor de la pared. Posteriormente se pule la superficie, se pega a un cristal portaobjetos y se rebaja la muestra hasta un espesor constante en toda la superficie de 30 micras (µm), medida estándar para la que la mayoría de los minerales son transparentes. Una vez cubierta, la lámina estará en condiciones de ser observada al microscopio petrográfico, donde los minerales se identificarán por sus propiedades ópticas al ser atravesados por la luz polarizada plana (nícoles paralelos, NP) y cruzada (con doble polarizador o nícoles cruzados, NC).


Sesión 2. Arqueología Clásica Una vez elaborada la lámina se procedió a la determinación de su color colocando la lámina sobre un folio blanco. Según los parámetros de las Tablas Munsell, se trata de una pasta marrón amarillenta (HUE 10YR 5/6). Para comprobar el carácter carbonatado de la pasta se tiñó con Rojo Alizarina S en una parta de la lámina, comprobando por su tinción roja que es una pasta con el alto contenido en carbonato de composición calcita.

2.2. Parámetros relativos a las inclusiones Se trata de una pasta depurada con escasas inclusiones de grano fino a muy fino, donde se identifican pequeños clastos de cuarzo, fragmentos líticos carbonatados, óxidos de hierro y opacos con tamaños que cubren la secuencia de limo (0.02 mm-0.002 mm). La característica más identificativa es la presencia de microfósiles que pueden alcanzar tamaños del rango arena fina-media (<0.5 mm). La morfología de esta microfauna, con cámaras globulares compuestas y paredes calcíticas que mantienen su estructura es característica de los foraminíferos planctónicos tipo Globogerina. La presencia de estos componentes lleva a determinar que el sedimento arcilloso utilizado pertenece a una secuencia sedimentaria marina de edad Cretácico Superior-Cenozoico.

3. ANÁLISIS PETROGRÁFICO TEXTURAL

Figura 6. Vista de la lámina delgada (izquierda) donde se aprecia la coloración rojiza obtenida tras la tinción de la lámina. En la imagen de la derecha se observa la sección del fragmento cortado después de realizar la lámina delgada.

2. ANÁLISIS PETROGRÁFICO COMPOSICIONAL El análisis composicional se refiere a la determinación de la mineralogía de sus componentes, que en el caso de una cerámica serán matriz e inclusiones.

2.1. Parámetros relativos a la matriz arcillosa Se trata de una matriz arcillo-micácea carbonatada, constituida por minerales de la arcilla y pequeñas inclusiones de calcita homogéneamente distribuidas, así como una gran cantidad de pajuelas de micas blancas, todas ellas orientadas y pequeños grumos de óxidos de hierro (Fig. 7). El carácter orientado de las micas, pone de manifiesto que la pasta utilizada fue una barbotina pseudolíquida capaz de rellenar con facilidad el molde en la elaboración de la terracota. La matriz presenta un comportamiento anisótropo frente a la luz polarizada, potenciado por la birrefringencia de los minerales micáceos y de los carbonatos. Sin embargo la matriz arcillosa muestra un mayor grado de transformación por la cocción sufrida con un comportamiento pseudoisótropo donde destacan los óxidos de hierro rojizos de forma dispersa. La porosidad es escasa, de tipo lineal o intrapartícula asociada a las cámaras huecas de algunos microfósiles identificados como inclusiones.

Por lo que se refiere al análisis textural, la pieza presenta un alto grado de selección de tamaño, donde su homometría solo se ve alterada por la presencia de algún bioclasto de mayor tamaño. Es difícil evaluar el porcentaje de inclusiones, ya que al tratarse de una pasta altamente depurada, la diferencia entre componentes de la matriz y de las inclusiones es compleja.

4. SU PROCEDENCIA Y COMPARACIÓN PETROGRÁFICA CON PIEZAS TERRACOTAS HALLADAS EN TARRACO Se ha podido comparar la muestra en estudio con otras láminas delgadas de Lastras Campanas halladas en Tarraco. En concreto se ha comparado con las descripciones de Àlvarez y Gutiérrez (2008) correspondientes al Anexo 2 de la Monografía de López Vilar y Piñol Masgoret (2008). Igualmente, se ha realizado la comparación visual con las propias láminas delgadas depositadas en el ICAC (Instituto Catalán de Arqueología Clásica), muestras TAR-60145, 46, 47, 48 y 49. Después de las correspondientes observaciones comparativas, se puede concluir que la materia prima utilizada en esta terracota de Caesaraugusta es completamente diferente a las halladas en Tarraco. De éstas últimas, la correspondiente a la muestra TAR-60146 se le atribuyó un origen itálico, del entorno de Roma, del Lacio, por la presencia de fragmentos de rocas volcánicas. Por lo que respecta a las características petrográficas del resto de las muestras a las que se les asigna un carácter posiblemente local, no muestran características comunes con las de la pieza en estudio, por lo que igualmente cabe decir que no fueron producidas en los mismos talleres. Por último, la presencia de microfósiles característicos de facies sedimentarias cenozoicas marinas lleva a determinar que la pieza en estudio es foránea, ya que la Colonia Caearaugusta se encuentra enclavada en terrenos

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Figura 7. Microfotografíasde detalle en condiciones de luz polarizada plana (arriba) y analizada (abajo), donde se observan las pajuelas micáceas orientadas subparalelas entre sí, así como las cámaras calcíticas globulosas de un microforaminífero planctónico.

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Sesión 2. Arqueología Clásica sedimentarios continentales. Estas litofacies marinas son abundantes en otros contextos más alejados tanto de Aquitania, de la Península Itálica, como del Norte de Africa y Mediterráneo oriental, no pudiendo llegar a determinar el punto concreto de la ubicación del taller de su elaboración. Es preciso destacar la alta calidad de la pasta en relación a su homogeneidad composicional y textural, así como a la escasez de porosidad, aspectos que llevan a considerar que la pieza se realizó en un taller especializado en este tipo de piezas. Ello conlleva a proponer como posible hipótesis, una procedencia itálica que podría ser compatible con la presencia de los microforaminíferos descritos.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Esta excavación municipal fue dirigida por Andrés Álvarez y en ella participaron Alfredo Blanco y José Delgado. El fragmento, que permanecía inédito hasta ahora, está en depósito en el Centro de Patrimonio Cultural del Ayuntamiento de Zaragoza. Nº sigla: 88.2.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

28. PRIMEROS HALLAZGOS ARQUEOLÓGICOS DEL TEATRO ROMANO DE HUESCA Francisco Javier Ruiz Ruiz1, José Luis Cebolla Berlanga2 1 2

Arqueólogo profesional Arqueólogo profesional

Francisco Javier Ruiz Ruiz, jrrcadix@hotmail.com

RESUMEN La intervención arqueológica que dirigimos en el año 2006, durante los trabajos de rehabilitación de un edificio en la calle Canellas nº 5 de Huesca, nos permitió documentar las primeras estructuras arqueológicas a nivel de cimentación que hemos atribuido al teatro romano del Municipium Urbs Victrix Osca (Huesca). Estas substructiones nos sitúan frente a un edificio de época romana altoimperial de indudable monumentalidad y cuya estructura guarda total similitud con el sistema constructivo de los edificios romanos dedicados a espectáculos teatrales. Indudablemente su construcción se relaciona con la concesión del rango de municipio de derecho romano (Municipium Urbs Victrix Osca), suceso acaecido en el tercer cuarto del siglo I a.C. Este hecho debió dar inicio a una fase de monumentalización de la ciudad y de remodelación urbana, siendo el teatro un elemento fundamental en este proceso. Aunque pudo ser planificado tempranamente en la etapa augústea, los datos arqueológicos indican que su construcción no debió iniciarse hasta el reinado del emperador Tiberio (14-37 d.C.) y no sería acabado hasta mediados del siglo I d.C., posiblemente durante el reinado de Claudio (41-54 d.C.). PALABRAS CLAVE: Arqueología urbana; Huesca; Municipium Urbs Victrix Osca; Teatro romano; Vivienda romana (domus); Alto Imperio Romano.

ABSTRACT The archaeological excavation we undertook in 2006, during the restoration of a building located in calle Canellas nº 5, in Huesca, allowed us to document the first archaeological features on foundations of that which can be considered as the Roman theatre of the Municipium Urbs Victrix Osca (Huesca). These structures belong to a monumental building from the early Imperial Rome, whose structure the building techniques keeps a grat resemblance to the building techniques used in other theatre and leisure facilities. Its construction has to be undoubtedly related to the new rank got by the town as it became Municipium Urbs Victrix Osca which happened in the third quarter of the 1st Century B.C. It seems this fact starteda new time characterized by filling the town with monument and redesigning its town planning, being the building of the theatre a paramount landmark within this process. Even though the theatre might have been planned considerably early, within the Augustan age, the available archaeological data indicate that its construction unlikely began before the reign of Emperor Tiberius (14-37 A.C.), finishing around the mid-1st Century A.C., probably during the reign of Emperor Claudius (41-54 A.C.). KEYWORDS: Urban archaeology; Huesca; Municipium Urbs Victrix Osca; Roman theatre; Roman housing (domus); Early Roman Empire.

1. INTRODUCCIÓN En Huesca, como en el resto de las ciudades con un antiguo pasado, se han llevado a cabo multitud de excavaciones arqueológicas de urgencia al compás de la gran actividad constructora desarrollada especialmente durante la última década del siglo XX y la primera del XXI. Una de estas obras, los trabajos de rehabilitación efectuados hace ya nueve años en el edificio de la calle Canellas nº 5, nos permitieron documentar las primeras estructuras arqueológicas atribuibles al teatro romano del Municipium Urbs Victrix Osca.

Desgraciadamente, en muchas ocasiones la falta de apoyo por parte de las distintas administraciones y la indiferencia de las tradicionales instituciones académicas ante la llamada Arqueología Urbana o Arqueología de Gestión, impide que se lleven a cabo las oportunas publicaciones y los estudios monográficos de al menos los hallazgos arqueológicos más representativos de estos últimos años y hace que éstos no pasen de ser una mera noticia de prensa, sin apenas repercusión en la comunidad científica y menos entre la ciudadanía.

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En este caso no fue así gracias al apoyo económico prestado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses a través del XXV Concurso de Ayudas de Investigación (2009). De esta manera, pudimos revisar y analizar en profundidad toda la documentación confeccionada durante el proceso de excavación y digitalizar, mediante el programa de dibujo asistido por ordenador AutoCad, la totalidad de la documentación gráfica (planimetrías, secciones, alzados y estratigrafías) elaborada en la fase de campo por la dibujante de arqueología Inmaculada Soriano Perdiguero. Asimismo nos permitió dibujar y fotografiar, según los casos, los materiales arqueológicos más representativos de cada unidad estratigráfica, que ya se hallaban depositados en el Museo de Huesca. En el presente artículo nos centraremos en describir brevemente las unidades estratigráficas vinculadas a las dos fases de ocupación de época romana altoimperial documentadas en la calle Canellas nº 5. Para ampliar estas informaciones remitimos a un artículo mucho más amplio que se incluye en la publicación monográfica dedicada a la Osca romana (Ruiz y Cebolla, en prensa).

en tantos solares urbanos se documentó una densa ocupación del espacio desde la etapa romana hasta la actualidad, pasando por fases de época islámica, bajomedieval cristiana, moderna y contemporánea; aunque en el presente artículo nos centraremos en el período romana. Los trabajos arqueológicos consistieron en dos actuaciones bien diferenciadas tanto en el espacio, como por las distintas labores arqueológicas realizadas en cada uno de ellos. De esta manera se establecieron dos zonas de trabajo (fig. 1).

2.1. Área 1 Se trataba del local situado en la esquina noroeste de la planta baja del edificio, de aproximadamente 107 m2 de superficie. Aquí se proyectaba sanear y eliminar las humedades del suelo, para lo cual fue necesario retirar la solera de hormigón que cubría la estancia y rebajar entre -0.30 / -0.35 m. el terreno. Aunque se trataba de una afección mínima al subsuelo, llevamos a cabo un seguimiento arqueológico de estas obras.

2.2. Área 2 2. TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS EN LA CALLE CANELLAS Nº 5 El proyecto de rehabilitación del inmueble de la calle Canellas nº 5 de Huesca, elaborado por la arquitecta Pilar Sopena, procuraba adecuar la distribución interior del antiguo inmueble para construir siete viviendas y dos locales en los bajos. La planta baja (392 m2) se compone de un zaguán central de entrada a la casa y a ambos lados se sitúan sendos locales con su propio acceso desde la calle. Al sur se ubica un patio interior de 128 m2 de superficie. El suelo de todas estas estancias se hallaba a la misma cota, con excepción del local situado en la esquina nordeste, donde el piso se hallaba -1.36 m. por debajo, adaptándose de esta manera a la pendiente del terreno.

Ocupaba todo el patio interior del inmueble, de unos 128 m2 de superficie. Aquí se realizó una excavación en extensión (112 m2), dejándose sin excavar una banda de seguridad perimetral de 0.50 m. de anchura (fig. 1). En el cuadrante noroeste se llegó hasta la roca natural. En el resto del espacio la excavación alcanzó una cota final de -2.35 m. de profundidad, rebasando el nivel de afección de -2 m., pero no se llegó al nivel natural de salagón, con excepción hecha del Espacio 8. El subsuelo presentaba graves problemas de filtraciones, humedades y encharcamientos, acentuados en ciertas zonas por una fuerte descomposición orgánica.

En el patio se proyectó realizar un semisótano con la intención de colocar el ascensor y los trasteros, además de permitir la ampliación del local situado en la esquina nordeste. Ésta obra representaba una afección al subsuelo, dado que se pretendía rebajar el terreno hasta una cota de -2 m. de profundidad, y por lo tanto resultaba preceptivo, a tenor de la legislación vigente en materia de Patrimonio Cultural Aragonés, la realización de catas arqueológicas. La solicitud de autorización para realizar sondeos arqueológicos, con carácter de urgencia, se cursó ante el inicio de las obras de reforma del edificio que afectaban al subsuelo del patio interior. El día 3 de marzo de 2006 se practicaron tres catas en el patio o Área 2, que dieron resultados positivos, pero sin detectar las estructuras del teatro. La intervención arqueológica se desarrolló entre los días 7 de abril y 3 de mayo del mismo año 2006. Como es habitual

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Figura 1. Planta baja del edificio de la calle Canellas nº 5: sondeos y áreas de actuación.


Sesión 2. Arqueología Clásica 3. FASE I: DOMUS DEL SIGLO I A. C. En el Área 1 se han identificado, directamente bajo el pavimento de hormigón, tres muros de opus quadratum construidos con grandes sillares de arenisca (UU.EE. 1001, 1002 y 1003) situados a la cota de -0.15 m. de profundidad y que delimitan al menos tres habitaciones (Espacios 10, 11 y 12). Todas las estancias han sido documentadas de forma fragmentaria, por lo que desconocemos sus medidas completas y la superficie total que ocupan. Posiblemente estas estructuras corresponden a una domus o vivienda de época romana con orientación noroeste-sudeste (fig. 2). También se ha constatado la existencia de un nivel de abandono, la U.E. 3, de matriz arcillosa de color marrón con abundantes carbones y cantos. Esta unidad aportó un alto porcentaje de huesos de fauna (37%) y numerosos materiales constructivos como fragmentos de sillares, opus caementicium, tegulae, imbrices y una moldura de realizada en piedra de Santa Tecla.

extiende al menos desde el 20 a.C. hasta época de Tiberio (Cantos, 2003: 97-98). Y el vaso de cerámica de paredes finas con engobe de tono rojizo de la forma Mayet XIV, el plato de engobe interno rojo pompeyano de la forma Luni 9 (fig. 3, 9) y las ánforas. Si atendemos a las importaciones itálicas analizadas, podemos establecer como el período más probable para el abandono de la vivienda el situado entre los años 10-20 d.C., es decir, entre el final del reinado de Augusto (29 a.C.-14 d.C.) y el inicio del de Tiberio (14-37 d.C.). Parece lógico pensar que esta estructura fuera amortizada en un momento inmediatamente anterior a la construcción del teatro. Muy posiblemente esta domus fue derribada para despejar los accesos al nuevo edificio teatral.

Figura 2. Área 1. Estructuras romanas de la Fase I. Entre el material cerámico cabe destacar la presencia de importaciones itálicas ampliamente difundidas por el territorio del valle del Ebro en época augústea. Uno de los principales elementos que permite precisar la cronología de este estrato es un lote de terra sigillata itálica, en el cual identificamos tres formas lisas (Ettlinger et al., 1990): dos copas Consp. 22 con decoración a ruedecilla (fig. 3, 1 y 6); un plato Consp. 20 (fig. 3, 2); y un bol Consp. 8 (fig. 3, 3). Además contamos con un fondo estampillado con el nombre CRESTI dentro de una cartela rectangular (fig. 3, 4). Este sello es atribuido al alfarero aretino Cn. Ateius Crestus, cuyas producciones se datan entre el 10 a.C. y el 30 d.C. (Oxé et al., 2000: 204), siendo muy frecuentes en Hispania. Y finalmente citar otro pequeño fragmento de fondo de una forma indeterminada con decoración a ruedecilla (fig. 3, 5). También están presentes las imitaciones de terra sigillata itálica, formas Consp. 8 (fig. 3, 7) y Consp. 33 (fig. 3, 8), grupo cerámico ampliamente difundido por el sur de Francia y nordeste de la Península Ibérica y cuya producción se

Figura 3. Materiales cerámicos de la U.E. 3.

4. FASE II: EL TEATRO ROMANO En el cuadrante noroeste del patio interior del inmueble (Área 2), tras eliminar el pavimento de hormigón, aparecía directamente el nivel natural de arcillas de gran consistencia conocidas como salagón (U.E. 16). Al este de esta zona se desarrolla una terraza inferior de la ladera, bien natural, bien recortada por la acción humana, dónde se sitúan una serie de estructuras romanas conservadas a nivel de cimentación (figs. 4 y 5).

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Figura 4. Planta de las estructuras pertenecientes al teatro romano. Como veremos a continuación, estas substructiones nos sitúan frente a un edificio de época romana de indudable monumentalidad y cuya estructura guarda gran similitud con el sistema constructivo de los teatros y anfiteatros del mundo romano. Fundamentalmente la característica cimentación alveolar perteneciente a la estructura interna de los edificios dedicados a espectáculos, la cual ofrecía una sólida base para el apoyo del graderío donde se aposentaban los espectadores. Esta técnica constructiva de celdas radiales fue ampliamente utilizada en todo el área geográfica ocupada por el Imperio romano.

4.1. Camerae o cámaras radiales En el extremo sur del Área 2 y a partir de una cota superior de -0.10 m. de profundidad, se localizaron dos cámaras radiales (camerae) construidas con muros de opus caementicium, que denominamos como Espacios 6 y 9 (figs. 4 y 5). El Espacio 9 se sitúa en su mayor parte bajo el inmueble colindante, por lo que tan sólo se pudo excavar el Espacio 6 hasta la cota de -2.35 m., sin llegar a vaciar completamente la estancia. Esta camera presenta una planta trapezoidal de 3.10 m. de anchura al norte y 2.45 m. en la zona más estrecha, la situada al sur, y una longitud de 3.15 m., lo que arroja unas dimensiones interiores de 8.30 m2.

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En cuanto a la secuencia constructiva se observa la disposición inicial de los dos muros semicirculares (moeniana) que cierran el Espacio 6 al sur (U.E. 1013) y al norte (U.E. 1015). En éste último muro, del cual se ha descubierto un tramo de 6.75 m. de longitud con una anchura máxima de 1.60 m., se aprecia una clara tendencia semicircular que correspondería con el arranque del anillo de cierre exterior del teatro o maximun moenianum. Entre éstos dos anillos longitudinales (UU.EE. 1013 y 1015) y con posterioridad se construyen perpendicularmente los muros radiales o cunei, situados al este (U.E. 1012) y al oeste (U.E. 1014). Ambos presentan una longitud de 3.15 m. y una anchura de poco más de 1 m. en su parte inferior, que disminuye en alzado hasta los 0.95 m. de grosor en la zona superior. La mayor parte de la obra está erigida mediante tongadas de opus caementicium, apreciándose claramente las huellas de los encofrados de tablas de madera de entre 30 y 35 cm. de anchura colocadas horizontalmente. Los caementa son fragmentos de piedra caliza blanca de tamaño medio y pequeño unidos con un mortero rico en cal, que le otorga una coloración muy blanquecina al opus caementicium.


Sesión 2. Arqueología Clásica Sin embargo, ambos moeniana (UU.EE. 1013 y 1015) ostentan una característica típica de las grandes construcciones públicas romanas, como es la inserción de grandes sillares dentro de la obra de opus caementicium (figs. 5 y 6). Donde mejor se observa este hecho es sobre la U.E. 1015, cuyos sillares de arenisca, colocados a soga en una única hilada, presentan una labra en espiga no muy cuidada y se hallan ligeramente almohadillados con un listel perimetral de 6 cm. de anchura. Esta técnica constructiva puede observarse en el teatro de la Colonia Aelia Augusta Italica (Santiponce, Sevilla), tanto en los muros radiales, como en los semicirculares (Roldán, 1993: 74). Mediante este sistema constructivo de muros semicirculares y radiales se definen unos espacios intermedios o camerae Figura 6. Detalle de las dos cámaras radiales o camerae.

4.2. Crypta o galería anular Al exterior de las cámaras radiales se abre una gran estancia de planta basilical (Espacio 7), que se apoya en una terraza superior del terreno natural o salagón (figs. 4 y 5). Se ha podido documentar una anchura de 6.50 m. en su punto máximo y 6.30 m. de longitud, aunque desconocemos la longitud total de este espacio, pues excede los límites del solar. Presenta dos pilares centrales de planta cuadrangular de 1 m. de lado (UU.EE. 1016 y U.E. 1018), separados por una distancia de 2.30 m. y construidos en opus quadratum con grandes sillares de arenisca colocados en seco, con labra en espiga no demasiado esmerada y ligeramente almohadillados mediante un listel perimetral de 4.5 cm. anchura en la cara superior e inferior (fig. 7).

Figura 5. Área 2. Vista general de las estructuras del teatro romano. que compartimentan el espacio y constituyen la característica cimentación alveolar perteneciente a la estructura interna de un teatro romano. El proceso constructivo termina con el rellenado de las cámaras radiales resultantes, que de esta manera se macizan para emplazar sobre ellas el graderío (cavea). En nuestro caso se trataría de dos de las cámaras pertenecientes al anillo que soportaría la summa cavea. El ejemplo más cercano lo encontramos en el teatro romano de la Colonia Caesar Augusta (Zaragoza) (Escudero y Galve, 2007: 58 y 70), pero esta misma técnica constructiva fue ampliamente utilizada en todo el Imperio.

El Espacio 7 se halla delimitado por un muro de opus quadratum, la U.E. 1017, que conserva dos hiladas en alzado. Este muro presenta una cota superior de -1.16 m. de profundidad y se cimienta directamente sobre el nivel natural de salagón, que aparece retallado a la cota de -2.47 m. Se trata de un muro de aparejo isódomo realizado con grandes sillares de arenisca (entre 1.25x0.50x0.60 m. y 0.88x0.50x0.60 m.) perfectamente escuadrados y colocados en seco y a soga en hiladas horizontales. Los sillares exhiben la característica labra en espiga y se hallan ligeramente almohadillados con un listel perimetral de 4.5 cm. de anchura (fig. 8), lo que se conoce como anathyrosis externa, y engatillados entre sí, lo que se consigue mediante una talla peculiar que deja una franja central sobre elevada apenas un par de centímetros en el eje del muro con la finalidad de poder encajar mejor los sillares superiores. Este espacio correspondería a una galería anular o crypta1 que daría acceso a través de los vomitoria a la summa cavea, por lo cual tendría una importante función en la circulación de los espectadores por el edificio. Un paralelo lo hallamos en la crypta del teatro del Municipium Augusta Bilbilis (Calatayud) (Martín y Núñez, 1993: 125-126).

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El lote cerámico es bastante homogéneo con la presencia de terra sigillata itálica, cerámica de paredes finas, cerámica engobada, de almacenaje y formas comunes oxidantes y reductoras. En principio estas cerámicas apuntan a un horizonte cultural de mediados del siglo I d.C., en concreto al período situado entre los años 41-60 d.C., durante el reinado de Claudio y la primera parte del de Nerón. Sin embargo, las formas engobadas y el vaso de paredes finas Mayet XIV, de cronología augústea, son similares a piezas analizadas en la Fase I (U.E. 3), por lo que proponemos considerar como la fecha más acertada para la datación de estos niveles fundacionales la más baja de esta horquilla, es decir, el reinado de Claudio (41-54 d.C.).

5. EL TEATRO DEL MUNICIPIUM URBS VICTRIX OSCA El teatro se construyó sobre una ladera, en la parte baja del cerro sobre el que se ubicó la Osca iberorromana, aprovechando de esta manera las ventajas constructivas que les ofrecía la topografía del terreno. Esta zona presenta en la actualidad unos 10 m. de desnivel, desde los aproximadamente 465 m. s.n.m. del Coso Bajo, hasta la zona más alta de la calle Desengaño alrededor de los 475 metros de altitud.

Figura 7. Detalle del pilar U.E. 1016.

Figura 8. Detalle del muro de opus quadratum U.E. 1017.

4.3. Cronología Como ya se ha señalado, una vez construidas estas substructiones, los espacios resultantes fueron rellenados y macizados mediante el aporte de tierra de matriz arcillosa de color ocre-marrón con numerosos fragmentos de piedra arenisca, desechos de talla y el denominado como “falso salagón” (UU.EE. 12 y 13). Estos niveles fundacionales se caracterizan por el escaso material arqueológico que han aportado, menos de un centenar de piezas.

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Probablemente se adoptó un sistema de construcción mixto, es decir, la parte central de la cavea o graderío se tallaría de forma escalonada directamente sobre la roca natural de salagón “a la manera griega”. Mientras que ambos extremos de la cavea, ligeramente orientada hacia el sudeste, se sustentarían mediante la construcción de varios muros semicirculares concéntricos unidos entre sí mediante muros radiales formando de esta manera cámaras radiales. Gracias a este sistema alveolar, cimentado con muros de opus caementicium, se salvaría la diferencia de altura existente al menos en el extremo nordeste, como se ha constatado en la excavación de la calle Canellas nº 5. Resulta revelador comprobar como al menos parte del trazado del antiguo edificio teatral quedó fosilizado en la trama urbana que ha llegado hasta la actualidad. Tal y como puede observarse en los planos antiguos de la ciudad de Huesca y en las fotografías aéreas históricas, el teatro ocuparía el interior de la manzana que describen las calles Canellas, Peligros, Desengaño, plaza de la Moneda y Coso Bajo2 (fig. 9). Mediante el estudio del plano catastral, que nos muestra con gran detalle el parcelario de la zona, y la superposición de las estructuras arqueológicas documentadas en la calle Canellas nº 5 y en el solar de la calle Peligros nº 5-73 hemos realizado una aproximación hipotética al trazado del teatro romano de Huesca (Ruiz y Cebolla, en prensa). Lo primero que se observa es la tendencia semicircular y la disposición radial del parcelario (fig. 10). Este hecho resulta más evidente en la esquina nordeste donde se conservan diversos muros maestros y medianiles que delimitan espacios de tendencia más o menos rectangular, que podrían indicar la existencia de


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Figura 9. Evolución de la manzana donde se ubica el teatro romano de Huesca desde el siglo XVIII.

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Figura 10. Propuesta hipotética de restitución del teatro romano de Huesca.

nuevas cámaras radiales al este de las ya descubiertas. Estos muros correspondientes a los actuales inmuebles podrían estar, al menos parcialmente, asentados sobre substructiones relacionadas con la cimentación del teatro.

patios de nuevo con una alineación radial y situados a una cota mucho más baja, similar a la calle Coso Bajo. En el extremo sur no hemos podido encontrar ningún muro en el actual parcelario que apoye esta propuesta.

Las parcelas situadas al oeste de la manzana son alargadas y estrechas, atendiendo a una disposición claramente radial. En los edificios de esta zona se ubican actualmente algunos muros que podrían corresponder con substructiones relacionadas con la cimentación del teatro, como por ejemplo sucede con el muro romano documentado en el solar de la calle Peligros nº 5-7. Éste se encuentra en la circunferencia proyectada por el anillo constituido por uno de los dos muros semicirculares (moeniana) de la cámara radial o Espacio 6.

De acuerdo a la propuesta hipotética que hemos desarrollado, estimamos que el teatro del Municipium Urbs Victrix Osca podría contar con un diámetro máximo de alrededor de los 67 m., alcanzando una cifra total de 80 m. si incluimos el desarrollo de la crypta, en el caso que circunden todo el teatro. Con estas dimensiones podría tener una capacidad cercana a los 3.000 espectadores, según los cálculos determinados para teatros de similares dimensiones como el de la Colonia Aelia Augusta Italica (Rodríguez, 2004: 82-83) o el teatro del Municipium Augusta Bilbilis (Martín y Núñez, 1993: 129).

La zona central de la manzana, donde deberían ubicarse la ima cavea y la orchestra, está formada por una serie de

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Sesión 2. Arqueología Clásica 6. CONCLUSIONES Bolskan (Huesca), fundada posiblemente en el siglo III a.C., e Iltirta (Lérida) constituyeron las principales ciudades de la tribu íbera de los Ilergetes, que controlaba un amplio territorio al norte del río Ebro. La total pacificación del pueblo ilergete, que había opuesto una fuerte resistencia a los nuevos conquistadores romanos, acaeció a inicios del siglo II a.C. Tras la conquista, la ciudad iberorromana de Bolskan debió ir creciendo en importancia, como indican las cuantiosas acuñaciones de monedas de plata y de bronce, que se difunden por casi toda la Península Ibérica desde mediados del siglo II a.C. La Osca romana fue simplemente la continuidad de la ciudad prerromana de Bolskan. Frente a otras ciudades innominadas, las fuentes antiguas citan en repetidas ocasiones a Osca como escenario de dos hechos de relevancia dentro de las diferentes guerras civiles que sacudieron el período final de la República Romana. En primer lugar, Quinto Sertorio la convirtió en centro de sus operaciones en su rebelión frente al dictador Sila, las denominadas Guerras Sertorianas (82-73 a.C.). Posteriormente Osca vuelve a entrar en escena con motivo de la guerra civil entre César y Pompeyo, apoyando al primero durante la célebre campaña de Ilerda (Lérida) del año 49 a.C. El propio César inició en las provincias hispanas un ambicioso proceso de romanización del territorio mediante la fundación de nuevas colonias y municipios, que posteriormente Augusto se encargó de desarrollar. En el año 39 a.C. el general Cn. Domicio Calvino, legado de Octaviano y gobernador de la Hispania Citerior, debió elegir de nuevo Osca como base de operaciones en su campaña militar contra los Cerretanos, que según parece se habían rebelado en el Pirineo Central. En conmemoración de su victoria, Domicio emitió entre los años 39 y 37 a.C. denarios en Osca, donde por primera vez aparece la leyenda latina OSCA en el anverso. La llegada de Sertorio debió repercutir en el inicio de un período floreciente para la ciudad de Osca, como parecen confirmar los numerosos hallazgos arqueológicos datados durante el siglo I a.C. Según parece la ciudad ya responde a un modelo urbanístico plenamente romano, pudiendo identificarse en la zona situada entre la calle Doña Petronila y el solar del Círculo Católico, en la zona sudeste de la ciudad, un conjunto arquitectónico de carácter público y vinculado al Foro Republicano. Quizás en este nuevo contexto histórico plenamente romanizado se podría incluir la domus o vivienda romana perteneciente a la Fase I de Canellas nº 5. No podemos asegurar su fecha de construcción, aunque de acuerdo a los escasos restos de pintura mural hemos aventurado una fecha en torno al año 20 a.C., en un contexto plenamente augústeo. El único dato cierto es que esta casa fue derribada entre los años 10-20 d.C. para llevar a cabo la construcción del teatro de la nueva ciudad.

Sabemos por Plinio (III, 3, 24) que Osca era un municipio de derecho romano, aunque desconocemos la fecha exacta de su concesión (Asensio, 2003: 115-120), que suele situarse entre el 39 a.C. y el comienzo del Principado de Augusto (29 a.C.14 d.C.). Su nueva condición de municipio romano como Municipium Urbs Victrix Osca se traduciría en una importante remodelación urbana que modificaría sustancialmente la anterior morfología del lugar. De esta manera, la ciudad debió dotarse ya en época de Augusto de un conjunto de edificios monumentales. Según nuestra hipótesis4 hacia el cambio de Era se establece, en el cuadrante suroriental de la ciudad, un nuevo centro público de carácter monumental con edificios de funcionalidad civil y comercial característicos de una urbe de su importancia. De este momento contamos con dos conjuntos excepcionales vinculados con el Foro Imperial, además de otros importantes restos en el solar del Círculo Católico (Cebolla et al., 2006). El primero se encuentra en las edificaciones recientemente excavadas por nosotros mismos en el solar de la calle Alfonso de Aragón nº 6-10-plaza Latre. Se trata de las cimentaciones de un gran edificio con patio central y estancias adosadas a los lados, construido con grandes sillares tallados en espiga, colocados en seco y asentados sobre restos constructivos monumentales reutilizados, tal vez pertenecientes al Foro Republicano. Dicho conjunto constructivo, que refleja la pujanza económica de la ciudad imperial, se identifica con un posible mercado público o macellum enmarcado al menos por dos viales, que lo delimitan por el oeste y por el sur. Como parte integrante de este gran conjunto monumental de carácter excepcional, se levanta el teatro localizado en la calle Canellas nº 5, situándose en el entorno inmediato del Foro de la ciudad. Al igual que había ocurrido en la capital del Imperio, Roma, en las principales ciudades hispanas se lleva a cabo un proceso de monumentalización y ornamentación, siendo los teatros junto al resto de edificios de espectáculos una parte fundamental de esta transformación. Aunque el teatro pudo ser planificado tempranamente en la etapa augústea, su construcción no debió iniciarse hasta el reinado del emperador Tiberio (14-37 d.C.), siendo terminado posiblemente con Claudio (41-54 d.C.), según indican los datos arqueológicos. Su erección como elemento de prestigio del nuevo Municipium Urbs Victrix Osca se halla también constatada por la utilización de al menos marmor Phrygium de las canteras orientales de Docimium (Turquía), Giallo antico o marmor Numidicum de la ciudad romana de Simitthus (Túnez) y piedra de Santa Tecla procedente de las canteras de Tarraco (Tarragona)5. Los dos primeros, extraídos en canteras de propiedad imperial, fueron de los mármoles más conocidos y apreciados en Roma desde el siglo I a.C., por lo tanto el teatro de Osca nada tuvo que envidiar por su calidad ornamental a otros teatros del mundo romano.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Al norte de la crypta, en el denominado Espacio 8 (fig. 4), se halló otro muro de opus quadratum (U.E. 1019) que, a la luz de los restos recientemente excavados por la arqueóloga Julia Justes en la placeta contigua, pensamos que se corresponde con el muro lateral sur de la cloaca allí documentada (fig. 10), que provisionalmente ha sido datada poco antes del cambio de Era. Agradecemos a Julia Justes los valiosos datos que nos ha proporcionado sobre esta intervención arqueológica.

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Con anterioridad a su hallazgo en el año 2006, el único estudio sobre la posible ubicación del teatro romano de la antigua Osca se debe a Antonio Naval (1994: 305-306), que lo localizó frente a la iglesia de San Lorenzo, es decir, en la zona sur de la ciudad romana.

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En el solar de la calle Peligros nº 5-7, excavado por José Luis Cebolla en el año 2005, se documentó la existencia de un tramo de muro de época romana con unas dimensiones de 8.04 m. de longitud y 1.15 m. de anchura. Se trata de un muro de opus quadratum realizado con grandes sillares de arenisca dispuestos a soga y tizón, que en un primer momento fue interpretado como parte de la muralla romana de Osca. Posteriormente lo hemos reinterpretado como perteneciente al teatro romano, ya que se encuentra en la circunferencia proyectada por uno de los dos moeniana (Ruiz y Cebolla, en prensa).

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Se basa en los resultados obtenidos en diversas excavaciones y otras actuaciones arqueológicas dirigidas por los autores en Huesca durante la anterior década, fundamentalmente en los solares del Círculo Católico, de la calle Alfonso de Aragón nº 6-10-plaza Latre y de la calle Canellas nº 5.

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En noviembre de 2011 el equipo integrado por María Pilar Lapuente, José Antonio Cuchí y Hernando Royo tomó muestras de los mármoles como parte del estudio que desarrollan sobre la procedencia geológica y la utilización de mármoles y piedras ornamentales en el Alto Aragón en época romana. Agradecemos a todos ellos su trabajo, cuyos resultados serán próximamente publicados (Royo et al., en prensa).

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Sesión 2. Arqueología Clásica

29. EL TALLER DE ESCULTURA ARQUITECTÓNICA ROMANA DEL MUNICIPIUM OSCA (HUESCA), (FINALES DEL SIGLO I A.E.-COMIENZOS DEL SIGLO I) José Ángel Asensio Esteban1 1

Instituto de Estudios Altoaragoneses

José Angel Asensio, joseangelasensio@yahoo.es

RESUMEN El presente trabajo aborda el estudio de conjunto acerca de la decoración arquitectónica romana en piedra en el Municipium Urbs Victrix Osca a partir de los datos bibliográficos y sobre todo del estudio directo de los elementos hallados en las excavaciones recientes. La gran mayoría de estos elementos, pertenecientes con probabilidad a los monumentos públicos la ciudad, han sido localizados en el centro y la mitad sur del casco histórico de Huesca, lo que podría indicar que dichos complejos se ubicarían en esta zona. Todos los hallazgos aquí analizados, que muestran una gran homogeneidad formal y estilística, fueron fabricados en arenisca local y su diseño apunta a una datación de entre los años treinta-veinte del siglo I a.e. y la época tardoaugústea o julio-claudia temprana, de modo que serían obra de talleres provinciales muy expertos, activos en Osca durante esas fechas, que se mantenían bien al corriente de los modelos decorativos metropolitanos. PALABRAS CLAVE: Municipium Osca; Decoración arquitectónica monumental; Augusto-Tiberio; Orden corintio; Orden toscano.

ABSTRACT This paper deals with the study of the stone Roman monumental architectonic decoration in the Municipium Urbs Victrix Osca (Hispania Tarraconensis, current Huesca, Aragón, Spain) using the available data from in the bibliography and, mainly from the direct analysis of the recent archaeological finds of that kind, found in the central most of them belonging probably to the public monuments of the Roman town, which would mean that these monuments would be placed in that area. All the findings here studied display a total formal and stylistic homogeneity, because they were all made of local sandstone and designed according to the typical style of the Roman architecture the Triumviral, Augustan and early Julio-Claudian times, which would also mean that all of them were made by very skilled provincial workshops operating in Osca in that time following strictly the metropolitan decorative models. KEYWORDS: Municipium Osca; Roman monumental architectural decoration; Augustan-Julio-Claudian period; Corinthian order; Tuscan order.

1. INTRODUCCIÓN El presente trabajo aborda el estudio del corpus de elementos arquitectónicos decorativos monumentales romanos documentados hasta la fecha en el casco antiguo de Huesca, a partir de la recopilación de las noticias recogidas en fuentes bibliográficas y sobre todo del análisis directo de los hallazgos llevados a cabo en diversas intervenciones de arqueología preventiva de los últimos años. Este conjunto cuenta hasta el presente con una decena de elementos, de los que los atestiguados sólo en la bibliografía apenas aportan datos acerca de su lugar de aparición. Por otra parte, todos los hallazgos recientes a excepción del templo de Círculo Católico formaban parte de contextos arqueológicos secundarios, lo que dificulta tanto su datación como la identificación de su ubicación primitiva. Como iremos

viendo, este conjunto cuenta con molduras, basas, fustes y capiteles, así como con una basa cilíndrica y parte de un fuste carentes de orden clásico conservados in situ en el palacio de la Diputación Provincial de Huesca (Murillo y Sus, 1987: 40-41).

2. OBJETIVOS El objeto de este análisis, además de un fin en sí mismo dado que supone la primera aproximación de conjunto acerca de la decoración arquitectónica de la ciudad romana de Huesca, permite profundizar en el conocimiento y comprensión de aspectos aún tan desconocidos como el urbanismo y el proceso de monumentalización del centro urbano del Municipium Osca.

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Figura 1. Plano de localización de los elementos arquitectónicos decorativos en piedra en el casco histórico de Huesca: 1.- Conjunto de Desengaño-Peligros (La Pedrera): basa ática-itálica, tambor de fuste liso y capitel corintio normal. 2.- Templo del Círculo Católico: moldura cyma reversa. 3.- Columna de pórfido y capitel toscano (Catedral). 4.- Basa ática-itálica (Siervas de María). 5.- Basa y fuste de columna (Palacio Diputación Provincial). 6.- Fustes estriados (claustro de San Pedro el Viejo y plaza de San Pedro). 7.- Fuste estriado (plaza López Allué). 8.- Sillares moldurados reutilizados (calle Alfonso de Aragón 6-10).

3. CATÁLOGO 3.1. Molduras 3.1.1. La moldura cyma reversa del podio del sacellum in antis del Círculo Católico Las excavaciones llevadas a cabo en los años noventa del siglo XX en el solar del Círculo Católico permitieron descubrir parte del podio de un pequeño sacellum in antis de 7,80 m de longitud por 5,20 m de anchura realizado en opus quadratum de arenisca local integrado en una ínsula enmarcada por tres calles empedradas de la que también formaba parte una domus denominada en la bibliografía “Casa de las Rosetas” (Juste, 1996: 136-163; 2000: 97-100; Asensio, 2003; Uribe, Angás y Serreta, 2012). La segunda hilada del podio del templo, conservada sólo en parte, se decoró con una moldura de doble curvatura cyma reversa cuya superficie externa se pulió cuidadosamente. Dicha moldura, provista de un listel inferior de unos 6 cm de alto por unos 3 cm de resalte que se dejó sin pulir, cuenta con 25 cm de altura por 28 cm de profundidad incluyendo el mencionado listel. El perfil de la misma, elegante y clasicista, con altura y profundidad similares de unos 25 cm cada una, presenta dos golas redondeadas en cuarto de círculo con diámetros muy parecidos como es propio de los modelos originales griegos (Shoe, 1950: 342-343; 1952).

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Figura 2. Detalle de la moldura del podium del templete del Círculo Católico. A falta de datos estratigráficos concluyentes, en función sobre todo del perfil de esta moldura, el sacellum fue datado por sus excavadores en el primer cuarto del siglo I a.e. (Juste, 1995: 57-60; 1996: 142; 2000: 97-98), si bien nosotros preferimos fecharlo en el último tercio de centuria como iremos viendo (Asensio, 2003). Es bien conocido que la cyma reversa, en sus diferentes versiones, aunque típica de la Tardía República en Roma e Italia, sigue siendo profusamente empleada durante el siglo I a.e y todo el Alto Imperio en edificios y pedestales sobre todo de las provincias occidentales (Shoe, 1965: 146; Edlund-Berry, 2000: XXIV). En el caso de la Tarraconense, conocemos molduras del tipo cyma reversa en los basamentos de templos construidos entre mediados del siglo I a.e. y la época de Augusto, como la de base del Serapeion de Emporion (Sanmartí et al., 1990: 127, Abb. 41.3), la de coronamiento del de culto imperial de Barcelona (Gutiérrez, 1991: 101; Garrido, 2011: 304, nº 333) o la inferior del capitolio de Emporiae (Aquilué, 2012: 46). En Lusitania se conservan también ejemplos contemporáneos, como la moldura inferior del podio del templo de culto imperial del foro provincial (Mateos, 2004: fig. 9) y las de base y coronamiento del podio del “templo de Diana” de Augusta Emerita (Álvarez, 1991: 86; Barrera, 2000: 449 y 451, figs. 7 y 9.2; Álvarez y Nogales, 2003: 79-81; 2004: 296-300). En la Bética cuentan con este tipo de perfil las molduras de base y coronamiento de los podios de los templos A y B del foro de Baelo Claudia (Bonneville et al., 2000: 89-107, fig. 28-29), la de base del gran templo augústeo de Astigi (García-Dils, Ordóñez y Rodríguez, 2007: 93-95, fig. 8), la de base del templo de la puerta de Sevilla de Carmona (Márquez, 2001: 252; Schattner, 2005: 87) o la de la proedria del teatro de Itálica (Rodríguez, 2004: 112-113). En Narbonense encontramos también numerosos casos datables a partir de época cesariana-triunviral hasta Augusto, como las molduras de base de los podia de los templos de Vernègues (Agusta-Buladot, Badie y Laharie, 2009; Anderson, 2013: 97-101) y Vienne (Anderson, 2013: 111-117) o las de base del “templo pequeño”, el templo de


Sesión 2. Arqueología Clásica Valetudo, el “Pórtico Dórico” y el arco triunfal o las de base y coronamiento del podio y del tholos del mausoleo de los Julios en Glanum (Bruchet, 1969; Gros, 1981: 149-152, fig. 49; 2001: 412-413, fig. 487; 2008: 114-117; Roth-Congés, 2009; Anderson, 2013: 75-78, 94-97, 224-233). Dentro de la gran variedad de tipos de cyma reversa conocidos en la arquitectura romana, este perfil clasicista de altura y profundidad similares, con listel inferior liso y golas semicirculares de parecidas dimensiones, es en concreto bastante común en las provincias occidentales durante las épocas triunviral y augústea (Shoe, 1965: 156-170), de modo que los paralelos formalmente más cercanos al oscense los encontramos en algunos de los edificios citados, como el Serapeion de Emporion, el “templo pequeño”, el templo de Valetudo, el mausoleo de los Julios de Glanum o la proedria del teatro de Itálica. Por tanto, la cronología del templo oscense podría ser cercana a la de los casos citados, lo que no resultaría contradictorio con los datos estratigráficos y sí perfectamente acorde con el estilo de la terminación de los sillares de opus quadratum de la primera hilada del edificio y con la datación triunviral-protoaugústea de la “Casa de las Rosetas” a juzgar por los programas decorativos de la misma (Asensio, J. Á.: 2003: 94-95, 115).

3.2.1. Basa de Desengaño-Peligros Este ejemplar, conservado en Museo de Huesca, fue localizado en 2013 en las calles Desengaño-Peligros formando parte, junto a un tambor fuste y un capitel corintio normal que trataremos más abajo, de un depósito secundario de spolia (Asensio y Justes, 2014: 25-28). La pieza cuenta con una altura total de unos 60 cm, de los que 19 cm corresponden a la propia basa y unos 40 cm al imoscapo del fuste, que es liso y de unos 45 cm de diámetro. Este elemento formaría parte de una columna adosada, ya que su perfil fue, en un tramo, repicado a azuela en todo su resalte para conseguir una superficie plana vertical que se dejó sin alisar. La basa presenta perfil ático itálico, sin plinto, con toro inferior de unos 8 cm de alto y unos 66 cm de diámetro máximo, escocia muy estrecha de fondo plano de alrededor de 1,5 cm de alto y unos 59 cm de diámetro mínimo enmarcada por dos breves listeles lisos y toro superior de unos 7 cm de altura y unos 64 cm de diámetro máximo. En su cara inferior la pieza presenta un scamillus de 1 cm de altura y 52 cm de diámetro en cuyo centro se labró una mortaja cuadrangular idéntica a otra labrada en el centro de la cara superior del imoscapo.

Figura 3. Detalle de los restos conservados del basamento del templete del Círculo Católico. Esquina noreste.

3.1.2. Molduras de la calle Alfonso de Aragón 6-10. En una intervención llevada a cabo en la calle Alfonso de Aragón nº 6-10 se documentaron varios sillares moldurados provistos de una moldura “idéntica a la del templo del Círculo Católico” reaprovechados en una cimentación altoimperial (Royo et al., 2009: 146), de los que nada más podemos decir dado que los resultados de esta excavación no han sido publicados.

3.2. Basas Por el momento podemos citar al menos tres basas romanas con perfil clásico en este conjunto oscense, una de caliza custodiada en el Museo Diocesano de Huesca de la que desconocemos más detalles (Cuchí et al., 2006-2008: 138) y otras dos de arenisca que hemos podido estudiar directamente y que pasamos a analizar.

Figura 4. Basa de Desengaño-Peligros. Tipológicamente esta basa presenta un perfil típico de la Tardía República y del cambio de era en Roma, Italia y las provincias occidentales, dado que carece de plinto, el toro inferior presenta sólo un ligero mayor desarrollo en altura y diámetro respecto al superior, la escocia es estrecha de fondo recto entre listeles y el imoscapo del fuste aparece integrado. Por tanto, este elemento, del que se conocen numerosos paralelos augústeos en las provincias occidentales (Asensio y Justes, 2014: 27), podría datarse en las décadas finales del siglo I a.e., ya que el plinto se generaliza en las basas áticas de estas regiones del Imperio a finales de época de Augusto y sobre todo durante los primeros Julio-Claudios (Amy y Gros, 1979: 123) y es sólo a partir del cambio de era cuando la escocia va ganando entidad y adquiere su típico perfil parabólico (Escrivà, 2005: 114; Garrido, 2011: 202).

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3.2.2. Basa de la plaza de la Catedral nº 3 (convento de Siervas de María) En una intervención llevada a cabo por Julia Justes entre los años 2005 y 2006 en la plaza de la Catedral nº 3, en el antiguo convento de las Siervas de María, tuvo lugar el hallazgo de otra basa de columna, labrada como la anterior en arenisca local, en un sondeo mecánico que impidió documentar con precisión su contexto arqueológico. La pieza, conservada en el Museo Provincial de Huesca, se encuentra en un estado bastante desigual, ya que fue mutilada para su reutilización como bloque constructivo.

Figura 5. Basa de Siervas de María. La basa en sí contaba con 20,5 cm de altura que se reparten en un toro inferior de 6,5 cm altura y 45 cm diámetro, una escocia intermedia bien desarrollada de 4,5 cm de altura y perfil cóncavo delimitada por dos listeles lisos de 0,5 cm de ancho cada uno y un toro superior, de unos 43 cm de diámetro y 5,5 cm de alto, rematado por un listel liso de 1 cm de altura y un caveto de unos 2 cm de tendencia horizontal a modo de arranque en curvatura cóncava del imoscapo, éste ya desaparecido y de unos 36 cm de diámetro. La cara inferior de la pieza, bien conservada y apenas terminada a puntero, cuenta con una mortaja central de unos 6 cm de lado por otro tanto de profundidad y con un surco de unos 3 mm de grosor que delimita internamente el toro inferior. Las zonas destinadas a ser vistas presentan, en cambio, un cuidadoso alisado y pulido sin restos de estucado externo. Por su perfil y características podemos definir a esta pieza, al igual que la anterior, como una basa ática itálica, en este caso con escocia cóncava bien desarrollada enmarcada por dos listeles, de gran similitud con ejemplares augústeos de la Tarraconense como las del arco de Berà (Dupré, 1994: 158, fig. 65; Escrivà, 2005: 46-47), las de la basílica de Tarraco (Escrivà, 2005: 6162), varias de la basílica forense de Sagunto (Aranegui et al., 1987: 92, lám. 20; Aranegui, 1990: 245; Chiner, 1990: 89-90, lám. VI, B9, B10, B11, B13; Escrivà, 2005: 76-77, A99, A100, A101, A108), una del teatro de Bilbilis conservada en el Museo de Calatayud u otra procedente de Pamplona (Mezquíriz, 1998: 54). En la Bética también varios ejemplares cordobeses presentan características similares (Márquez, 1998: 116-118, fig. 2.1-2).

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En cuanto a su cronología, esta pieza presenta elementos arcaicos típicos de finales de la República, como la ausencia de plinto, los dos toros de altura y diámetro muy similares o la integración del imoscapo, que parte de un caveto de transición, si bien la escocia bien desarrollada de perfil cóncavo es un rasgo de influencia helenística que sólo se generaliza a partir de la época augústea como hemos visto más arriba. Por tanto, a partir de sus características tipológicas parece adecuado asignar a esta pieza oscense, en ausencia de cualquier dato estratigráfico, una cronología augústea o tiberiana sin mayor precisión.

3.3. Fustes A partir de la bibliografía se conoce el hallazgo en Huesca de al menos tres fragmentos de fustes estriados de columna, ya perdidos, que por sus grandes dimensiones, una vara de diámetro (unos 0,77 m), debieron pertenecer a grandes monumentos públicos romanos de la ciudad. Uno de ellos fue localizado en el entorno de la plaza López Allué, otro en el claustro de la iglesia de San Pedro el Viejo y el tercero, idéntico al anterior, en la vecina plaza de San Pedro (Arco, 1911: 108; 1921: 433; Utrilla, 1978: 295; Lostal, 1980: 46). Por último, tenemos también noticia de que a comienzos del siglo XVII existía abandonada en el claustro de la catedral una columna de pórfido blanco con manchas rojas, de diez palmos de altura (algo menos de 2 m), que había contado hasta hacía poco con basa y capitel y que se identificó entonces como de época romana (Labaña, 2009: 69).

3.3.1. El tambor de fuste de Desengaño-Peligros El único elemento de fuste que hemos podido estudiar directamente pertenece al conjunto localizado en DesengañoPeligros. Se trata de un tambor, bastante mutilado, de 74 cm de altura y unos 55-56 cm de diámetro en ambos extremos, cuya superficie, que aparece repicada para facilitar quizá la adhesión de una capa externa de mortero, es lisa y cuenta con cuatro surcos horizontales incisos paralelos separados a intervalos regulares de unos 0,15 m de distancia (1/2 pie romano) que delimitan cinco franjas cuya función podría estar relacionada con el proceso de fabricación de la pieza (Asensio y Justes, 2014: 28-29). Las dos caras horizontales de este tambor presentan además mortajas cuadradas en el centro y anathyrosis perimetral de unos 7,5 u 8 cm de anchura, en una de cuyas caras se grabaron dos marcas aparentemente no epigráficas.


Sesión 2. Arqueología Clásica y 73 cm de diámetro. La pieza, que carece aparentemente de restos de estucado externo, se pulió cuidadosamente en todas sus partes visibles a excepción del ábaco, terminado someramente en sus caras visibles por medio de unas incisiones oblicuas similares a las que se aprecian en el listel inferior de la moldura cyma reversa del Círculo Católico, ya descrita.

Figura 6. Tambor de fuste del conjunto Desengaño-Peligros. Por sus dimensiones, este tambor pudo pertenecer a la misma columna u otra de idénticas proporciones (20 pies de altura total) que la del capitel corintio normal junto al que apareció y que trataremos más abajo.

3.4. Capiteles En el apartado dedicado a los capiteles debemos incluir un ejemplar de orden toscano localizado en el entorno de la catedral y otro corintio normal de gran belleza que formaba parte del conjunto de Desengaño-Peligros.

Aunque con frecuencia resulta complicado distinguir basas y capiteles en el orden toscano, dado que en ocasiones son prácticamente simétricos (Shoe, 1965: 124; Gimeno, 1989: 104; Madrid, 1997-1998: 150; Felipe, 2008: 119-120; Rodríguez, 2004: 451; Escrivá, 2005: 14 y 39; Fernandes, 2008: 234), la identificación de este elemento como capitel obedece a que cuenta con numerosas características propias de los mismos, como la integración del sumoscapo del fuste, la presencia de una faja o cuerpo cuadrado a modo de ábaco en vez de plinto circular como es más propio, aunque no exclusivo, de las basas toscanas (Shoe, 1965: 116), la presencia de un listel liso de unos 5 cm de altura bajo el caveto que podemos denominar “doble sumoscapo” (Fernandes, 2008: 246), el perfil del equino en cuarto de círculo con la intersección en ángulo recto respecto al ábaco, la gran cercanía entre las medidas del diámetro del equino y el lado del ábaco y, por último, la presencia bajo el equino de un caveto muy desarrollado cuya altura supera a la del equino.

3.4.1. Capitel toscano de la catedral En los almacenes del Museo Diocesano de Huesca se conserva un elemento arquitectónico monumental de arenisca que fue hallado, al parecer, en una cata realizada junto a las dependencias del área norte de la catedral. Se trata de una pieza, notablemente deteriorada, identificable como un elemento de orden toscano del que resulta posible restituir tanto el perfil como las medidas y proporciones. Sus grandes dimensiones permiten concluir, además, que procedería de un complejo público que, dada la vinculación del orden toscano con los pórticos abiertos (Gimeno, 1989: 136), bien pudo tratarse de un gran porticado monumental de ubicación desconocida, ya que aunque su hallazgo tuvo lugar en el entorno catedralicio no hay ninguna certidumbre sobre su procedencia primitiva.

Figura 7. Capitel toscano de la catedral de Huesca.

La pieza cuenta con una altura total de 52 cm, que se reparten entre un ábaco/plinto cuadrado y liso de 12 cm de alto y aproximadamente 1 m de lado, un equino de 8 cm de altura y unos 95 cm de diámetro máximo con perfil en cuarto de círculo, como es propio del toscano clásico (Shoe, 1965: 126; Chitham, 1985: 50-51), delimitado en su parte inferior por un breve listel liso de apenas 1 cm de alto que da paso a un amplio caveto cóncavo de unos 10 cm de altura bajo el que se dispuso otro amplio listel liso de 5 cm de alto ligeramente retranqueado respecto al anterior, que da paso a su vez al sumoscapo integrado, también liso y de unos 17 cm de alto

En cuanto a la datación y clasificación de esta pieza, las tipologías de los capiteles de orden toscano realizadas hasta la fecha, centradas fundamentalmente en el análisis del perfil del equino, no aportan conclusiones cronológicas claras. A partir las mismas, este ejemplar oscense puede ser definido como “modelo 4” de Lézine, “modelo BC” de Broise, “modelo IV” de Pensabene o dentro del “modelo 3a” de Gutiérrez (Lézine, 1955: 13; Broise, 1969: 16; Pensabene, 1982: 49-51; Gutiérrez, 1992: 22-26; Madrid, 1997-98: 161 y ss; Fernandes, 2001: 102-103; 2008: 244-248). En este sentido, dado que la datación de esta pieza sólo puede basarse

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en sus características tipológicas y teniendo en cuenta que la cronología de los capiteles toscanos resulta compleja (Shoe, 1968: 126), el oscense presenta gran similitud formal con algunos ejemplares de división tripartita, ábacos lisos, equinos de perfil en cuarto de círculo o en toro, sumoscapo integrado y caveto muy desarrollado datados en época augústea o julio-claudia (Lézine, 1955: 14; Pensabene, 1973: 201; Fernandes, 2008: 243, 248). Aunque en Hispania existen casos de mediados del siglo I a.e. con perfil similar, como los de la plaza porticada del Serapeion de Ampurias (Sanmartí et al., 1990: 122, abb. 41.1; Gimeno, 1989: 112), la mayoría de los paralelos tipológicamente más cercanos al oscense se datan entre el cambio de era y la primera mitad el siglo I, de los que podemos citar en Tarraconense al menos uno de la capital provincial (Gimeno, 1989: 117), el del pórtico del kardo máximo de Ampurias (Gimeno, 1989: 120), el de la villa del Moro de Torredembarra (Gimeno, 1989: 121), dos del foro de Sagunto (Aranegui et al.,1987: 86; Chiner, 1990: 15-16, 77, C1 y C2), numerosos de Cartagena (Madrid, 1997-98: 161-174; Ramallo, 2009: 145-146) y otro de Tarazona datado a finales del siglo I (Gutiérrez, 1992: 19-20, nº 26; Beltrán y Paz, 2004: 47-52). En Lusitania destacan los numerosos procedentes de Ammaia y S. Pedro de Lourosa (Fernandes, 2001; 2008), los del pórtico trasero del teatro de Mérida (Gutiérrez, 1992: 20, nº 35-37) o los del templete flavio del puente de Alcántara (Gutiérrez, 1992: 19-20, nº 16-18, 25, 27; Liz, 1988: 101). Por último, en la Bética encontramos ejemplares muy parecidos en perfil y medidas, aunque con equino en toro, en el pórtico post scaenam del teatro de Itálica (Gutiérrez, 1992: 19, nº 19; Rodríguez, 2004: 450-451; Ahrens, 2005: 50-53, 147-149, 246, taf. 8).

de alzado conservado y 52 cm de diámetro.

Figura 8. Capitel corintio normal de DesengañoPeligros. Detalle del astrágalo integrado y de la ima folia.

Por tanto, en función de los numerosos paralelos citados, este capitel toscano oscense parece apuntar hacia una cronología entre el cambio de era y la época julio-claudia temprana.

3.4.2. Capitel corintio normal de DesengañoPeligros El elemento sin duda más interesante de este conjunto oscense es un capitel corintio normal hallado en 2013 en el conjunto, ya mencionado, de Desengaño-Peligros, cuyo estudio pormenorizadamente hemos realizado en un trabajo reciente (Asensio y Justes, 2014). La pieza, labrada en un solo bloque de arenisca local, contaba con unos 78 cm de alzado total, de los que 70 cm corresponden al propio capitel y el resto al astrágalo y el sumoscapo el fuste. El análisis pormenorizado de sus medidas y proporciones ha demostrado además (Asensio y Justes, 2014) que este capitel fue diseñado siguiendo las normas canónicas del orden corintio de comienzos del Imperio (Wilson Jones, 2000: 143-151). El capitel contaba con un astrágalo integrado de 58-59 cm de diámetro, decorado con lengüetas cóncavas con los bordes convexos de 2,4 cm de anchura cada una bajo las que dispuso un breve listel de 5 mm de altura sobre un caveto liso de 1 cm de alto que remata el sumoscapo del fuste, de entre 1 y 2 cm

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Figura 9. Capitel corintio normal de DesengañoPeligros, con el astrágalo desprendido. Las dos coronas de hojas de acanto ocupan una altura total de 0,38 m, lo que supone algo más de la mitad del alzado del capitel como es usual en los ejemplares augústeos y julioclaudios (Pensabene, 1973: 207; Tardy, 1989: 29). Las hojas, de perfil parabólico alargado, cuentan con siete lóbulos, no solapados entre sí, de cinco o seis digitaciones ligeramente cóncavas terminadas en semicírculo o ligerísima punta. Las zonas de sombra entre los lóbulos, inclinadas, disimétricas y en su mayoría con forma de gota y punta de arpón, remiten


Sesión 2. Arqueología Clásica claramente al estilo tardoaugústeo (Roth-Congés, 1983: 116; Gros, 2002: 159), si bien algunas de ellas presentan una forma de gota de tendencia más alargada con la parte inferior ligeramente aplanada, como es propio de ejemplares augústeos tardíos o de principios de época julio-claudia (Pensabene, 1973: 208; Domingo, 2005: 40-51). Estas coronas, muy naturalistas y de factura sumamente cuidada, tienen paralelos en las Hispanias en capiteles de mármol procedentes de Cartagena, Segobriga, Córdoba o Astigi (Asensio y Justes, 2014: 32-33). Sólo unos pocos capiteles de la provincia labrados en piedras locales, como los de pilastra del arco de Berà, Cara, Ercavica, Barcelona o templo de Vic, y dos de columna de Zaragoza se acercan al estilo de los acantos del capitel oscense, aunque la factura de los mismos resulta mucho menos elegante (Asensio y Justes, 2014: 33). La mayoría de los capiteles corintios normales augústeos y julio-claudios localizados la Tarraconense cuentan, en cambio, con un diseño mucho más arcaico heredero de la tradición del estilo del “Segundo Triunvirato” (Domingo, Garrido y Mar, 2011).

en relieve que surgirían de la parte superior de los cálices. Las hélices, en forma de cinta y típicas de los capiteles corintios augústeos (Pensabene, 1973: 209), cuentan con una anchura de apenas 2,4 cm y se decoran con un surco de sección en uve que en su parte exterior, mientras que las volutas, prácticamente desaparecidas, se tallaron exentas respecto al kálathos.

Los cálices, mal conservados, son muy bellos y naturalistas, con dos hojas de acanto de tres lóbulos de cinco hojitas cóncavas terminadas en semicírculo o ligera punta separadas por medio de profundas zonas de sombra triples de tendencia simétrica. Uno de ellos presenta la zona de sombra en forma de gota con la parte inferior aplanada, mientras que en otro las puntas de arpón se dejaron apenas esbozadas con el lado inferior ligeramente cóncavo.

En lo que respecta a su cronología, que sólo podemos basar en su análisis estilístico, el capitel oscense presenta, como hemos visto, ciertos rasgos arcaizantes propios del estilo del “Segundo Triunvirato” junto con otros elementos tardoaugústeos, como las hojas de acanto que resultan claramente más innovadores, lo que apunta a que pudiera tener una cronología ligeramente posterior al cambio de era (Asensio y Justes, 2014: 41-42).

Los cuatro caulículos conservados, muy esbeltos, rotundos y levemente inclinados al exterior, cuentan con tallos decorados con surcos en espiral que se coronan en una doble moldura convexa. Dos de ellos presentan una factura menos cuidada, con acanaladuras de tendencia vertical, lo que puede obedecer a que serían esculpidos por otra mano o a que serían terminados más sumariamente. El diseño de estos caulículos, que recuerda a los de capiteles medioaugústeos como los del templo de Apolo Sosiano o los del arco de Susa, cuenta en Tarraconense con paralelos directos en los capiteles del arco de Berà (Dupré, 1994: 162).

Por último, respecto a su origen primitivo, su hallazgo junto a los restos del teatro oscense abre la posibilidad de que procediera del mismo, si bien la cronología tiberiana propuesta para su construcción (Royo et al., 2009: 148) pudiera presentar un ligero desfase cronológico respecto a su estilo decorativo.

El kálathos, de unos 60 cm de altura, se decoraba con los tallos centrales de la flor del ábaco y los calicillos, de los que sólo se conserva uno compuesto de dos hojas de perfil, cerradas y lobuladas, provistas de surcos laterales y con tres folículos cóncavos de terminación semicircular que delimitan zonas de sombra simétricas en forma de gota y punta de arpón. Su diseño, aunque propio de los ejemplares augústeos o julio-claudios tempranos en Roma y Lacio (Pensabene, 1973: 209), cuenta con paralelos en capiteles augústeos de la Tarraconense, como los del primer orden de la scaenae frons y uno del pórtico trasero del teatro de Cartagena (Asensio y Justes, 2014: 38). Por su parte, el labio superior del kálathos se talló en resalte y se decoró con un listel liso precediendo a una moldura de 2 cm de grosor con decoración incisa en sogueado. Las enjutas se decoran con una especie de bastoncillos lisos

El ábaco cuenta con una altura total de 7,5 cm, que se reparte en tres niveles de unos 2,5 cm de alzado cada uno: caveto cóncavo y liso, óvolo y listel liso que da paso a una moldura decorada con pares de hojitas apuntadas cóncavas oblicuas unidas en su parte inferior, con una perla o botón en el espacio superior entre las mismas alternándose con una especie de lancetas o dardos verticales, y por último scamillus superior. En el centro del ábaco, el capitel contaría con florones centrales culminando el tallo axial del kálathos, que debieron fabricarse en una pieza aparte y encastrarse posteriormente según da a entender la presencia en una de sus caras de una pequeña mortaja cuadrangular.

4. CONCLUSIONES Aunque la muestra de elementos arquitectónicos que presentamos resulta exigua y carente en su mayoría de un contexto arqueológico claro, todo el conjunto parece mostrar una coherencia estilística, técnica y cronológica muy notables, lo que apunta hacia una datación homogénea, ya que todas las piezas presentan unas medidas y proporciones plenamente clasicistas y poseen un estilo decorativo fechable entre época cesariana-triunviral y fines del periodo augústeo o comienzos del julio-claudio, lo que podría apuntar a que serían obra de uno o varios talleres provinciales que aunque trabajaban en arenisca local estaban perfectamente al corriente de las modas metropolitanas. De todo ello parece deducirse que la monumentalización del municipio oscense habría tenido lugar en las décadas posteriores a su promoción jurídica, que algunos autores creen temprana y datan ya en los años treinta del siglo I a.e. (Roddaz, 1988: 322; Barrandon, 2014). Fruto de este proceso serían el templo in antis del solar del Círculo Católico, localizado en un área sacra inmersa en una ínsula

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con viviendas privadas que no pudo ser parte del foro del municipio, y por supuesto el teatro, ubicado en el área sureste del casco urbano (Royo et al., 2009: 148-150). En relación al complejo forense, aunque no existen pruebas arqueológicas concluyentes, este se viene localizando en la actual plaza de la Catedral en función de diversos hallazgos de finales del siglo XIX (Arco, 1911: 107 y 110; 1921: 439441; Lostal, 1980: 48; Juste, 1996: 75). Sin embargo, a partir de intervenciones recientes, otros autores han propuesto identificar como parte del mismo algunos restos hallados en la calle Alfonso de Aragón 6-10, en la mitad sur del casco antiguo oscense (Royo et al., 2009: 146-148). Por nuestra parte pensamos que la concentración de hallazgos de elementos arquitectónicos decorativos en piedra en esta parte meridional del casco histórico, entre las plazas de los Fueros, Latre, San Pedro el Viejo y López Allué (Figura 1), podría apuntar a que efectivamente el complejo forense del Municipium Osca podría haberse localizado en este entorno, sin perjuicio de que en la cumbre pudieran haber existido, probablemente, otros monumentos públicos importantes.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

30. LA CIUDAD ROMANA DE LOS BAÑALES (UNCASTILLO, ZARAGOZA): DE CIVITAS AUGÚSTEA A PROYECTO ARQUEOLÓGICO 2.0 Javier Andreu Pintado1 Universidad de Navarra Fundación Uncastillo/Los Bañales 1

Javier Andreu Pintado, jandreup@unav.es

RESUMEN Tras siete campañas de excavación arqueológica (2009-2015) y hasta once de prospección territorial (2008-2016) en el entorno de la antigua ciudad romana, Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza) se ha convertido en uno de los yacimientos arqueológicos que más información ha aportado respecto de la presencia romana en el Norte peninsular y, también, respecto de los problemas inherentes al modelo romano de la ciuitas. En el presente trabajo –de síntesis sobre los resultados obtenidos en estos años de investigación y siempre desde una perspectiva netamente histórica– se traza una evolución básica para la historia de la ciudad romana así como se anotan algunas claves del proyecto de gestión y dinamización cultural desarrollado en ella en el marco de las nuevas exigencias de la denominada “Arqueología Pública”. PALABRAS CLAVE: Los Bañales; Ciudades romanas; Alto Imperio; Inscripciones; Evergetismo; Arqueología pública.

ABSTRACT After seven campaigns of archaeological excavation (2009-2015) and even eleven of archaeological and territorial prospectings(2008-2016) in the vicinities of the ancient Roman town, called Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza), it has become one of the most generous archaeological sites which has providing us a lot of good information for a better understanding of the presence of Rome in the North of the Iberian peninsula, and the problems linked to the Roman model of ciuitas. In this paper –a summary of the results obtained during those years of research and, as usual, from an historical point of view– a basical historical evolution of the site is also presented also describing some of the key-values of the management project, very focused on the cultural development and promotion of this site following the standars of the so-called “Common Archaeology”. KEYWORDS: Los Bañales; Roman cities; High Empire; Inscriptions; Evergetism; Common Archaeology.

1. INTRODUCCIÓN En 2008, la Fundación Uncastillo, tras conversaciones con la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón, apostó por la ejecución de un proyecto investigador en la ciudad romana de Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza), uno de los yacimientos casi míticos de la Arqueología aragonesa, el mismo del que F. Escalada, en 1943, antes de que se llevase a cabo trabajo arqueológico alguno en el lugar afirmaba que “parece que se lo ha tragado la tierra”1. Y lo hizo aplicando a aquél un modelo de gestión integral del patrimonio que no sólo pretendía detenerse en la investigación como parte de la recuperación de los restos arqueológicos sino, también, en la conservación del mismo y, sobre todo, en su aprovechamiento pedagógico, cultural y de dinamización como vía para generar impacto en el ecosistema económico local. En estos ocho años de trabajo transcurridos desde entonces, Los Bañales se ha convertido en uno de los yacimientos mejor conocidos del Aragón romano –en materia histórica y arqueológica–, y, también, en uno de los más visitados y

de los más dinámicos haciendo posible la coexistencia en el mismo de la investigación histórica y arqueológica de mayor rigor y del compromiso con la sostenibilidad del patrimonio desde el sentido más estricto del término pero sin descuidar la divulgación a través del aprovechamiento de las herramientas propias de la web social, aspectos todos sobre los que se volverá en la parte final de este trabajo. En el año 2012, en el monográfico que dedicó a Los Bañales la revista Caesaraugusta, órgano de la Cátedra Galiay de la Institución Fernando el Católico, ya nos aventuramos a plantear una secuencia cronológica para la historia de la ciudad romana2 –sobre la que ahora volvemos– que, en líneas generales sigue siendo válida pero a la que, de un modo tan absolutamente grato como inesperado y sorprendente –incluso para nosotros– se han añadido nuevas evidencias materiales que permiten, prácticamente, convertir aquella intuición en un válido modelo histórico y cronológico del que debió ser el habitual proceso temporal de las ciudades antiguas del Ebro Medio. Primero, éstas fueron potenciadas

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por Roma desde la pacificación augústea para convertirse después, con todo lo que eso supuso, en municipia de derecho latino de época flavia. Estos municipia se revelaron más tarde como realidades autónomas difícilmente sostenibles por la incidencia de las transformaciones que, cada vez más atestiguadas en las Hispanias, sabemos que se produjeron en la coyuntura económica global del Imperio a partir de Marco Aurelio y que, en muchos casos, condujeron al abandono de estos centros y a su conversión en despoblados acaso con episodios de reocupación tardoantigua y altomedieval que no llegaron a alcanzar, desde luego, la entidad de la atestiguada para el periodo clásico3 una entidad que, en Los Bañales, se nos está revelando –desde luego– como absolutamente impactante.

2. HISPANIAS PROVINCIAS PACAVI En las Res Gestae diui Augusti, el fundador del Principado, Augusto, presumía de la labor de urbanización que siguió a la de pacificación de muchos territorios de Occidente4. Como es sabido, la política de colonización5 constituyó un corolario importante de esa labor que generó notable impacto en el Valle Medio del Ebro gracias a la instalación en su centro de la colonia Caesar Augusta6. Hoy sabemos que, además, la incidencia de la política augústea en las Hispanias fue mucho mayor de lo que inicialmente se habría pensado7 incluyendo no sólo la instalación de nuevas colonias y la promoción de comunidades al estatuto municipal sino, también, una intensa reorganización territorial y una extensión global del modo de vida romano –la ciuitas– en una labor urbanizadora sin precedentes que explicará, de hecho, el ulterior desarrollo municipal atestiguado en las Hispanias en época flavia también de gran incidencia en el distrito Cesaraugustano8. Desde los trabajos sobre red viaria desarrollados en décadas pasadas9 ya se había evidenciado de qué modo la fundación de Caesar Augusta en el solar de la actual Zaragoza reorganizó radialmente la red de calzadas del Ebro convirtiendo en zona especialmente importante desde el punto de vista estratégico –en tanto que ponía en valor del eje Ebro/Cantábrico– el territorio de las actuales Cinco Villas de Aragón donde se ubica el yacimiento arqueológico de Los Bañales. Miembros del exercitus Hispanicus del momento, soldados de las legiones IV Macedonica, VI Victrix y X Gemina fueron empleados en el trazado de esa nueva vía como algunos miliarios ya nos habían recordado desde hacía tiempo (ERZ 11 y 19 e IRMN, 1). Precisamente una de las grandes sorpresas que la investigación en Los Bañales ha deparado en estos años ha sido la de la constatación –que podía intuirse de manera indirecta no sólo por los aludidos miliarios sino también por una inscripción a Cayo César conservada en el Museo de Zaragoza y procedente del territorio comarcal (HEp5, 916)– de que entre el año 15 a. C. y las tres primeras décadas del siglo I d. C., Los Bañales experimentaron un despegue arquitectónico considerable destinado a convertir esta ciuitas –acaso ya importante en la época republicana por más que, de momento, sólo haya algunos indicios menores para la

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constatación, bajo el foro, de ese poblamiento inicial– en el verdadero reflejo de la grandeza de Roma en mitad de un territorio dotado ahora de una nueva función de articulación territorial y a medio camino entre dos ciudades auténticos monumenta de la acción de Roma en el centro del Valle, Caesar Augusta, fundada por Augusto en el 15/14 a. C., y Pompelo (Pamplona), fundada por Pompeyo en la década de los setenta del siglo I a. C. Para ese momento, y precisamente con una clara orientación al paso de la vía por la parte meridional de la ciudad, Los Bañales ya contaba con un foro de reducidas dimensiones –acorde con el tamaño de la ciudad, de tipo medio y sometido a sucesivas ampliaciones, algunas de clara filiación julioclaudia– que no sólo replicaba la planta con ambulacrum central, porticus duplices al Norte y al Oeste y criptopórticos meridional y oriental –éste último con basílica de dos naves– que está atestiguada en otros foros del mismo periodo sino que, también, incorporaba a él programas decorativos de claro carácter oficial. La inscripción a Lucio César sobre un monumental pedestal ecuestre descubierta en el verano de 2015 –y cuya cronología podría ir desde el año 12 a. C. hasta el año 5 a. C. (Fig. 1)– no sólo ha permitido incluir a Los Bañales en el repertorio de los programas epigráficos augústeos peninsulares10 –que, no se olvide, calaron en ciudades de toda condición jurídica– sino, también, intuir hasta qué punto la presencia del ejército en la zona –acaso a partir de una uexillatio de la legio IIII Macedonica colaborando en dotar a la ciudad de un singular sistema de abastecimiento de agua (Fig. 2) y también evidente en el carácter castrense de algunas variantes de recipientes de vidrio recuperados en las históricas campañas de excavación de A. Beltrán Martínez– pudo actuar como difusora de los nuevos programas políticos y como fuerza integradora de la población local en el modo de vida romano.

Figura 1. Detalle del pedestal a Lucio César


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 2. Recreación infográfica del acueducto de Los Bañales (por P. Serrano) En este sentido –y como extraordinaria fuente de información respecto del perfil de las élites locales de las ciudades que acabarían promocionando al estatuto jurídico municipal en época flavia– el conjunto de inscripciones que, entre los años 31/32 d. C., instalaron en el foro de la ciudad –acaso en su pórtico Norte y conformando un espectacular complejo de tres estatuas ecuestres en batería– el oficial de caballería del ala Tauriana Q. Sempronio Vítulo –tal vez oriundo de la ciudad pero emigrado después a Germania para servir como subpraefectus de la cohors Germanorum– y su liberto Aesopus, y que aparecieron amortizadas sobre los niveles ya de ruina –absolutamente temprana– del criptopórtico oriental de la plaza pública en 2015, ha permitido subrayar de qué modo la colaboración de la elite local con la administración pudo ser una de las señas de identidad de este tipo de ciudades de fuerte presencia militar en el momento de aduentus del nuevo tiempo imperial. Además de con la estatua a Tiberio documentada en el primero de los tres pedestales de esa serie (Fig. 3), Los Bañales sabemos que contaría entonces –acaso desde comienzos de la década anterior– con un programa oficial que incluiría otros retratos julio-claudios –a la manera de lo que sucede en otras ciuitates del distrito Cesaraugustano y, en particular, en la propia Caesar Augusta11– entre ellos uno verosímilmente vinculable a Germánico cuya presencia en las ciudades del Imperio está bien atestiguada, también, gracias a la documentación epigráfica hispana (CIL II2/5, 64 y AE 1983, 51512). Acaso para ese momento, como demuestran los miliarios de la vecina ciudad de los Carenses (Santacara, Navarra13) (CIL II, 4904 y 4905) Los Bañales disfrutaba de un segundo momento de esplendor al convertirse en la última estación viaria antes de que la antigua vía augústea añadiese, al Noroeste de Los Bañales, un ramal que, por el valle del río Aragón, penetraba en el corazón del territorio de los Vascones precisamente desde Cara, convertida al menos a partir de ese momento en milla primera del citado trayecto.

Figura 3. Pedestal dedicado al emperador Tiberio por Quinto Sempronio Vitulo Aunque, en realidad, como demuestran casos emblemáticos como los de ciuitas Igaeditanorum o Conimbriga en Lusitania o Anticaria y Axati en la Baetica –por citar ciuitates con programas epigráficos o escultóricos de época augústea o julio-claudia que, sin embargo, sabemos sólo se convertirían en municipia en época flavia– no era necesario un estatuto jurídico de privilegio para acoger honras al emperador ni para disfrutar de espacios forenses, todo parece indicar que Los Bañales –como se planteó desde mediados de los ochenta en varias ocasiones en virtud de la posición en el Ravennate de la ciudad de Tarraca, con la que habitualmente se ha venido identificando a este yacimiento14– disfrutaría por entonces del título de ciuitas foederata, exclusivísimo honor –único en la Tarraconense, a juzgar por Plinio15– resultado de un pacto que, acaso suscrito en la época de las guerras sertorianas16, habría convertido a Los Bañales en un escaparate del poder de Roma al tiempo que sus habitantes –los Tarracenses– habrían colaborado con aquélla con el envío de hombres para el ejército –como el propio Vítulo– pero también facilitándole aceite, vino, madera, esparto…, productos que, por distintas evidencias, nos consta debieron formar parte de la próspera economía cívica local.

3. VNIVERSAE HISPANIAE LATIVM TRIBVIT En torno a los años 328/330 d. C. los habitantes del uicus frigio de Orcistus se dirigían por carta al emperador Constantino (CIL III, 352) y le solicitaban su promoción al estatuto municipal argumentando que para entonces, en medio, además, de una situación generalizada de ciudades en crisis, contaban ya no sólo con un decoroso sistema de abastecimiento de agua sino, también, con un forum ornatum statuis ueterum Principum. El decus y los ornamenta no eran, pues, consecuencias de la municipalización sino, en

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muchas ocasiones más bien, razón de la aplicación de ese expediente para promocionar comunidades que ya vivían al modo de Roma. En el caso de Los Bañales sus habitantes no tuvieron que aprovechar lazos políticos de ningún tipo sino que la extensión del ius Latii uniuersae Hispaniae de la que tenemos noticia a partir de Plinio el Viejo17 transformó la ciudad en un municipio quedando sus ciues inscritos en la Quirina tribus como las inscripciones de C. Atilio Genial y L. Atilio Festo en el célebre monumento funerario familiar a las afueras de Sádaba parecen demostrar18. Ya desde los trabajos de A. Beltrán Martínez –que erróneamente, a nuestro juicio, conectó el acueducto de Los Pilarones con las termas de la ciudad fechando ambas obras en este momento de eclosión municipal– el horizonte de desarrollo flavio se percibía claramente en los materiales cerámicos recogidos. La revisión y estudio de aquéllos y el análisis de los que han ido apareciendo en las distintas campañas han confirmado aquella intuición y nos han permitido concluir que, efectivamente, como obras clave de la adecuación de la ciudad a su estrenado estatuto de privilegio deberían citarse no sólo las termas públicas –instaladas, dado su sencillo esquema constructivo, al pie del foro y en un áera que hemos de suponer ya por entonces notablemente urbanizada tal como permiten intuir las prospecciones geofísicas desarrolladas por colegas de las Universidades de Hamburgo y Trier (Fig. 4)– sino, también, la ampliación, con varias scholae de representación19, del foro de la ciudad –especialmente en su lado occidental– y la erección de una monumental estatua thoracata dedicada al emperador Domiciano en conmemoración de la victoria de éste sobre los Chatii en el último lustro de la década de los ochenta del siglo I d. C. (Fig. 5)

Figura 4. Resultado sin postproceso de las prospecciones geofísicas en Los Bañales

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Figura 5. Restitución fotogramétrica de la estatua thoracata de Domiciano (Paleorama S. L.) Precisamente, de nuevo, la documentación epigráfica ha venido en auxilio de este extremo. Así, una detenida valoración contextual de los recintos de auto-representación de la elite –en concreto de las familias Pompeya, Fabia y Porcia– descubiertos entre 2011 y 2012 en el lateral de la plaza ha permitido otorgarles –en uno de los casos, además, con claros indicios arqueológicos– una datación inmediatamente posterior a esa promoción jurídica que, como en tantos otros centros, debió transformar la vida cívica especialmente desde el punto de vista institucional. La apertura a la elite local del acceso a las magistraturas municipales debió despertar el deseo de aquélla de presentarse como dotada de las particularmente bien valoradas uirtutes de la munificentia y de la liberalitas como herramientas para la promoción política a escala local. Así, la elección de la Victoria Augusta como eje del recinto promovido por M. Fabio Novo y Porcia Faventina (Fig. 6) parece encajar bien en una cronología flavia dado el peso que esta dinastía otorgó, desde el aduentus de Vespasiano, a este concepto tan programático20 y, por su parte, la forma absididada y los datos arqueológicos y paleográficos de los propios textos –sin olvidar el modo de relación de la filiación de la donante: Pullatis f(ilia)–, permiten llevar a una época ya trajanea la erección del conjunto dedicado a varias divinidades por los herederos de Pompeya Paulla que cumplirían así la manda testamentaria de aquélla. Acaso el recrecimiento y ampliación de la capacidad de embalse de la presa de Cubalmena (Biota), relacionada con el sistema hidráulico urbano, y la llegada a la ciudad de mármoles y de cerámicas procedentes de los clásicos circuitos de comercio del momento –especialmente de Tricio– deban ponerse en relación con este tercer, y definitivo, momento de desarrollo de la ciudad.


Sesión 2. Arqueología Clásica parte meridional– los versos con que Ausonio describía el aspecto –como deiectae ruinae24– de unas ciudades antaño gloriosas y todas ellas, además, vecinas: Bilbilis, Calagurris o Ilerda. Los trabajos de los últimos años en el foro de la ciudad –el mejor espacio para pulsar la historia institucional del lugar– no han hecho sino ampliar esta impresión a juzgar por los materiales asociados al espectacular nivel de amortización de estatuaria pública con que se ha contactado (Fig. 7) o por los que se localizaron en la última ocupación de la parte baja del criptopórtico oriental de la plaza, inmediatamente anteriores al momento de su progresiva ruina.

Figura 6. Conjunto dedicado a la Victoria Augusta

4. OPPIDIS LABENTIBVS AVXILIVM TVLIT Hace ya algunos años que, a partir de la adecuada puesta en valor de la documentación epigráfica jurídica de la Bética, la investigación llamó la atención de los desajustes e infirmitates –por emplear una expresión atestiguada en la epistula Vespasiani ad Saborenses del año 78 d. C. (CIL II2/5, 871)– evidenciados por algunas ciudades de tamaño pequeño y medio para cumplir las exigencias derivadas de la adquisición de la autonomía local conforme a los contenidos de la ciuitas Romana per honorem que estaban implícitos en el municipio de derecho Latino21, desajustes, además, muy cercanos en el tiempo a las fechas de la promoción municipal. En los últimos años, además, se ha venido subrayando la crítica situación que para la vida urbana se atestigua en muchas ciudades de Occidente a partir del reinado de Marco Aurelio22 y que parece dar razón a la afirmación de la Historia Augusta de la que procede el enunciado de este apartado y que alude al auxilio prestado por aquél emperador a numerosas “ciudades en dificultad”23. Los resultados de los trabajos de excavación llevados a cabo desde 2009 en la parte baja de la ciudad –que debió albergar un gran frente de tabernae y estructuras domésticas nada canónicas– han permitido aquilatar extraordinariamente los avatares cronológicos de una ciudad a la que, con posterioridad a Marco Aurelio–como muy tarde a comienzos del siglo III d. C.– también se le podría aplicar esa representativa expresión de oppidum labens o la de ciuitas intermortua que aparece en la inscripción Constantiniana de Orcistus antes aludida. La reutilización para usos privados de unas indeterminadas estructuras de carácter público, el empleo en esa reorganización urbana de un amplio catálogo de elementos arquitectónicos monumentales llevados allí como spolia, y la fecha de los materiales que marcaban el abandono de todo el espacio en la segunda mitad de la tercera centuria permiten suponer –junto con la práctica total ausencia de sigillatas africanas o tardías en la parte baja de la ciudad– que para los comienzos del siglo IV d. C. serían aplicables a Los Bañales –al menos a su otrora monumental

Figura 7. Nivel de amortización de estatuaria Lógicamente, y aunque el tema ha marcado la investigación desde 2009 –y ha merecido, en 2015, un coloquio monográfico sobre la cuestión cuyas actas no tardarán en ver la luz– no parece que para este languidecer ciudadano haya una explicación ni fácil ni, probablemente, única. Seguramente, la primera argumentación para este declive tan rápido para una ciudad que alcanzó su floruit tras la municipalización flavia deba buscarse en las propias complicaciones que, para comunidades de tamaño medio, debió suponer la asunción del estatuto privilegiado municipal latino. En él, como describen los tratadistas clásicos, las leges municipales y la historiografía reciente25, el equilibrio entre la asunción voluntaria de los honores municipales y el desempeño paralelo de una serie de munera personalia que beneficiaban a la comunidad pudo acarrear, en los momentos de dificultad económica de las oligarquías locales, claros problemas de decuriones tenues et exhausti o, incluso, de curiales adfugati como recuerdan algunas disposiciones de la legislación bajoimperial26. El modelo municipal, basado en la implicación generosa de la elite local y que, como es sabido, descansó en gran medida sobre el comportamiento evergético de las élites debió acusar sobremanera las fluctuaciones económicas experimentadas en el Imperio a partir de finales del siglo II d. C. Además, muy probablemente la intensa fiscalidad de la época aconsejó a muchos de esos antiguos oligarcas abandonar su búsqueda de prestigio en las ciudades y sustituirla por una auto-representación volcada ahora en el campo, en esas fincas rurales que, en Los Bañales, además, por ejemplos como el de La Sinagoga de Sádaba, sabemos que existían ya –como parte de un tupido cinturón periurbano de carácter productivo y rural– desde el siglo I a. C. y que, sin embargo, a partir del siglo III d. C. tendieron a

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concentrarse en unos pocos fundi que, acaso, actuarían como cabeceras territoriales del antiguo ager municipalis. Aun y todo, es posible que al margen de la no-sostenibilidad del modelo propagandístico y “de escaparate” de la ciudad clásica –en muchos casos, en las Hispanias, verdadera “estrella fugaz”27– otros factores de carácter más coyuntural pudieran acelerar el declive urbano que con tanta nitidez se está percibiendo año a año en las excavaciones en el foro de la ciudad. Aunque no faltan posibles razones –la incidencia de la peste antonina o los problemas derivados del impacto medioambiental de una ciudad como ésta en el entorno, por ejemplo– éstas, de momento, no dejan de ser sino modelos explicativos generales que podrían encajar –unos mejor que otros– en la explicación de este retroceso urbano que aunque sorprendente bien parece que resultó bastante más general de lo que aparentemente podría parecer. En cualquier caso, y aunque los detalles concretos del proceso todavía no se conozcan bien, sí parece que la ciudad vivió – pero exclusivamente en su parte alta, en El Pueyo de Los Bañales– un proceso de perduración que, lejos de la dignitas que habría caracterizado la del periodo comprendido entre los siglos I a. C. y III d. C., más parece que deba relacionarse con los estándares procesos de incastellamento propios de la tardoantigüedad28. La información aportada por uno de los sectores intactos de una de las manzanas de viviendas ubicadas en la penúltima terraza del montículo que preside la ciudad permite concluir que éste acogió una población hispano-visigótica que, en el siglo VI, transformó en iglesia el antiguo edificio singular de la cima del cerro –de clara factura romana– y que, incluso, recibiría la influencia islámica en forma de una hermosa escápula, actualmente en estudio, con texto esgrafiado coránico datable en época emiral (Fig. 8). Lamentablemente, la interrupción de las excavaciones en ese punto por problemas de consolidación y en claro ejercicio de una apuesta responsable por la sostenibilidad del patrimonio arqueológico unida al hecho de que esa manzana fuera ya objeto de excavaciones en las épocas de J. Galiay y de A. Beltrán Martínez –que interpretaron sus estructuras y sus materiales como romanos– nos obliga a esperar, de momento, para la obtención de más información sobre este epílogo en la historia del poblamiento –que no de la vida urbana, a nuestro juicio– en Los Bañales de Uncastillo entre el siglo VI y el IX d. C., epílogo que, cuando se retomen los trabajos en el lugar, aun habrá de depararnos, con seguridad, notables sorpresas.

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Figura 8. Escápula con texto coránico descubierta en El Pueyo de Los Bañales

5. LOS BAÑALES 2.0 Notables y sugerentes eran las oportunidades que Los Bañales brindaba, como yacimiento arqueológico, cuando comenzamos a trabajar en él en 2008. Por un lado, se trataba de un enclave que atesoraba la condición arqueológica de “despoblado”. Además, como municipio flavio que pensábamos que era también su estudio nos parecía podía iluminar –para el territorio del Norte Peninsular– cuál fue la problemática urbanística e histórica de este tipo de centros privilegiados de época altimperial poco documentados arqueológicamente para estas latitudes. Su situación prepirenaica, además, lo convertía en escenario apropiado para una investigación triangulada con los vecinos aquitanos –de la Université de Pau y del Institut de Recherche sur l’Architecture Antique– en el marco del común interés por las relaciones entre ambos lados del Pirineo durante la Antigüedad. Y, por último, en él habían trabajado los dos grandes pioneros –el segundo casi visionario y con una escuela de discípulos de auténtico lujo– de la Arqueología en Aragón en la pasada centuria: José Galiay y Antonio Beltrán. Los Bañales era, pues, una oportunidad en sí misma. Oportunidad a la que resultaba difícil sustraerse. Pero junto a estas oportunidades –que constituían y siguen constituyendo los grandes retos históricos e historiográficos que ofrece el lugar, a los que, acaso, se han añadido los que se han repasado en esta breve síntesis histórica– el momento en que comenzamos los trabajos –con la sombra de la tan traída “crisis económica” como escenario coyuntural– y, también, la desconfianza generada en instituciones y gentes de la Comarca de las Cinco Villas –y aun de todo Aragón– sobre el real potencial del lugar una vez que aquél había sido abandonado por A. Beltrán casi a la vez que aparecía en Botorrita la tabula Contrebiensis, añadían tonos de amenaza estructural y de riesgo a la empresa. En este sentido, el hecho de que fuera el único yacimiento romano que, por aquél entonces, no hubiera desarrollado campañas de excavación desde la década de los años setenta hacían recomendable que –para convertir las dos amenazas citadas en verdaderas oportunidades– la gestión del enclave siguiese totalmente de


Sesión 2. Arqueología Clásica cerca los nuevos presupuestos de la denominada “common archaeology” que, en castellano, ha venido a denominarse como Arqueología Pública29. Efectivamente, desde los comienzos, en Los Bañales entendimos que sacar adelante un proyecto que quería desarrollar en el yacimiento una integral gestión del patrimonio arqueológico sólo sería posible con la implicación en él, primero, de la masa social de las Cinco Villas y, después, de las instituciones que a aquélla representaban. Además, el deseado reencuentro de los cincovilleses –y aun de los aragoneses– con una de sus más emblemáticas huellas romanas –reencuentro que se ha producido, sin duda, y de modo especial entre los vecinos del enclave– debía pasar por una clara apuesta por la difusión y por la socialización del patrimonio. Así, durante estos ocho años de trabajo Los Bañales no ha dejado de atender ni una de las visitas guiadas que se le han solicitado, ha promovido, además, otras tantas para dar a comocer el yacimiento al público en general y ha acudido allá donde se nos ha llamado para explicar las claves del proyecto o los hallazgos más recientes. Las Jornadas de Puertas Abiertas con que, desde la primera campaña, se cierran tradicionalmente los trabajos de excavación estival han adquirido ya carácter de evento cultural rebasando, en 2015, el millar de asistentes (Fig. 9). Por su parte, los consistorios de Uncastillo, Layana, Biota y Sádaba apoyan desde hace ya cuatro años las excavaciones estivales y las prospecciones invernales y la Comarca de las Cinco Villas se ha convertido en el gran puntal de sostenbilidad del proyecto descansando sobre Adefo Cinco Villas –el ente de desarrollo comarcal del lugar– la financiación de parte de la explotación pedagógica del lugar habiéndose editado ya tres cuadernillos didácticos para Primaria y Secundaria (Fig. 10). Para ello, y como hemos explicado en publicaciones sobre la gestión y los valores del proyecto a las que remitimos, nos hemos limitado a vivir con pasión lo que hacíamos y a tratar de –aprovechando, además, la herramienta tan extraordinaria que supone la web 2.0, por su carácter social– hacer llegar el yacimiento –y sus valores de formación, juventud y compromiso con el desarrollo cultural y económico a partir de la investigación científica– a todos los rincones del país y a los partners que –como General Eólica Aragonesa o la Fundación ACS– nos han venido apoyando en la financiación de la actividad cultural desplegada en torno al proyecto. En estos años se ha sembrado mucho, sin duda, y el yacimiento ha premiado –con una inimaginada generosidad, totalmente con creces– el hercúleo esfuerzo que se ha hecho. Ya estamos trabajando para que el aprovechamiento de las sinergias institucionales y sociales conseguidas permita dar el salto de calidad en materia de explotación del yacimiento y de gestión cultural del mismo que éste viene, desde luego, a golpe de hallazgos y de noticias, pidiendo a gritos. Ese es, sin duda, junto con la resolución de los interrogantes históricos que aun siguen abiertos, el gran reto de Los Bañales para los próximos diez años. Ojalá seamos capaces de hacerlo posible.

Figura 9. Uno de los grupos de la VII Jornada de Puertas Abiertas en Los Bañales en Julio de 2015

Figura 10. Portada del cuadernillo pedagógico sobre Los Bañales para Secundaria y Bachillerato (Adefo Cinco Villas, Ejea 2015)

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NOTAS ACLARATORIAS * El presente trabajo se inserta en las labores desarrolladas al abrigo del Plan de Investigación que, por encargo de la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón, la Fundación Uncastillo (http://www.fundacionuncastillo.com/) desarrolla en la ciudad romana de Los Bañales ((http://losbanales.es/). De cara a no hacer muy larga la lista bibliográfica final se han incluido en ella sólo algunos títulos imprescindibles y, en particular, aquéllos que no han surgido de la labor investigadora del propio proyecto. Se remite, por tanto, a la web del yacimiento arqueológico de Los Bañales para, en su sección de Publicaciones, obtener para descarga el material bibliográfico de muchos de los materiales que articulan la secuencia histórica aquí presentada (http://www.losbanales.es/publicaciones.html), la mayoría de ellos ya publicados. 1

Escalada 1943, 78. Andreu 2011, 29-49. 3 Un modelo parecido y extraordinariamente bien publicado para nuestro ámbito geográfico lo constituiría el de Labitolosa (La Puebla de Castro, Huesca) (Magallón y Sillières 2013) pero, también, el de la supuesta colonia augústea de Torreparedones (Baena, Córdoba) (Márquez, Morena, Córdoba y Ventura 2014). 4 RG 26. 5 RG 28 además de Cass. Dio 54, 23 y 54, 25. 6 Sobre las circunstancias históricas relativas a su fundación debe verse Beltrán Lloris 1992. 7 Abascal 2006. 8 Andreu 2003. 9 Magallón 1987, 146-151 y Lostal 1992, 269-270. Sobre ese proyecto estratégico puede verse también Moreno 2009. 10 Para estos véase Abascal 1996 y Ramírez Sánchez 2014. 11 García Villalba 2014, 126-128. 12 Sobre este tema véase Sánchez-Ostiz 1999 y González Fernández 2008. 13 Mezquíriz 2006, 148. 14 Rav. Cosm. 4, 13. Aguarod y Lostal 1982, 169 y Peréx 1998. 15 Plin. Nat. 3, 24. 16 Sayas 2005, 38-41. 17 Plin. Nat. 3, 30. 18 Fasolini 2012, 500. 19 Sobre este concepto, véase Goffaux 2010 aunque puede hablarse también de tabernae para ese fin como está atestiguado en el foro de Segobriga (Abascal, Alföldy y Cebrián 2010, 78-79). 20 D’Angeli 1999. 21 D’Ors 1953, 142. 22 Jongmann 2007. 23 SHA. Marc. 23, 4. 2

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Auson. Ep. 21, 58-59. Pereira 2011. 26 Cod. Theod. 12, 18, 1 y 2. 27 Martín-Bueno 1999. 28 Camiz 2013 y antes Barceló y Toubert 1998. 29 Merriman 2004 y Almansa 2013, en cuyo volumen se recoge, en un capítulo, parte de la filosofía del proyecto de Los Bañales. 25

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Sesión 2. Arqueología Clásica

31. PROYECTO DE INVESTIGACIÓN EN LA CIUDAD ROMANA DE EL PUEYO (BELCHITE, ZARAGOZA). 2012-2015. Pedro Rodríguez Simón1, Eduardo Diez de Pinos Lopez1 1

Proyecto de investigación Ciudad Romana de El Pueyo Pedro Rodríguez Simón, prsarqueologia@gmail.com

RESUMEN Entre los años 2012 y 2015 se han desarrollado trabajos de campo en el marco del proyecto de investigación arqueológica en el yacimiento de El Pueyo de Belchite, Zaragoza. Estos trabajos, basados en la aplicación de nuevas herramientas de registro arqueológico, han permitido obtener una importante base de conocimiento científico en relación a la cronología y las características del asentamiento. PALABRAS CLAVE: Arqueología romana; Urbanismo romano; Geofísica; Fotogrametría; El Pueyo; Belchite.

ABSTRACT Between 2012 and 2015 archaeological fieldwork has been made within an archaeological research project on the site of El Pueyo de Belchite, Zaragoza. These work, based on the application of new archaeological documentation tools, have provided an important base of scientific knowledge regarding the chronology and characteristics of the settlement. KEYWORDS: Roman Archaeology; Roman Urbanism; Archaeological Geophysics; Photogrammetry; El Pueyo; Belchite.

1. INTRODUCCIÓN Hasta el año 2012, El Pueyo de Belchite constituía uno de los yacimientos más desconocidos de Aragón. A pesar de contar con estudios y referencias indirectas, apenas se habían realizado análisis específicos o intervenciones directas sobre el terreno1. A raíz de su incoación como Bien de Interés Cultural, en la categoría de Conjunto de Interés Cultural, Zona Arqueológica (Decreto 100/2011 de 26 de abril), y gracias al apoyo del Ayuntamiento de Belchite, un grupo independiente de arqueólogos, conscientes de su potencialidad arqueológica, promovió la redacción y puesta en marcha de un proyecto de investigación sobre el yacimiento.

estratigráfica o la organización urbanística de la ciudad se basaban en hipótesis escasamente contrastadas a nivel material. Es por esto que uno de los objetivos principales del proyecto se centrara en crear una base empírica de conocimiento suficiente para dar respuesta a las muchas preguntas que planteaba el yacimiento. Para cumplir con estos objetivos, se plantearon una serie de estrategias a aplicar, algunas de ellas convencionales, como sondeos, excavaciones en área abierta o prospecciones, y otras, basadas en las denominadas genéricamente “Nuevas

En el marco de este Proyecto, que pretende estudiar de manera integral no solo el propio yacimiento, sino todo su territorio, los trabajos se han desarrollado ininterrumpidamente desde el años 2012 hasta el momento, obteniéndose importantes resultados2 y sirviendo como campo de aplicación para nuevas herramientas de registro arqueológico.

2. OBJETIVOS Si bien algunas líneas generales de interpretación sobre el yacimiento habían sido planteadas con anterioridad, aspectos de importancia como sus límites cronológicos, secuencia

Figura 1. Vista aérea del cabezo de El Pueyo. Al fondo, el pueblo de Belchite.

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Tecnologías”. Dentro de esta categoría se decidió apostar por el abanico de herramientas que la tecnología aplicada al patrimonio puede ofrecer. En esta línea, el proyecto pretende poner en práctica un proceso de sistematización y establecimiento de estrategias para la adquisición, procesamiento e interpretación de la gran variedad de datos que pueden ser obtenidos gracias a la sofisticación tecnológica. De manera paralela a estas líneas de creación de contenido científico y de aplicación de herramientas de registro, se definió la necesidad, por un lado, de garantizar la conservación de los restos documentados mediante trabajos de conservación y restauración, y por otra, de difundir ese conocimiento generado, implicando a la comunidad local e intentando crear las condiciones necesarias para una futura puesta en valor.

(en la forma de estructuras de habitación, vías urbanas y cultura material) han permitido comprobar la existencia de un establecimiento urbano desde finales del siglo II a.C.- inicios del siglo I a.C. Estos elementos adscribibles a un momento de ocupación celtibérico-republicano se han visto completados con dos hallazgos excepcionales: dos inscripciones palaeohispánicas6 en piedra exenta como soporte que refuerzan la hipótesis de la existencia de esa fase inicial.

2.1. Conocimiento de la evolución histórica del yacimiento. La historia de la investigación sobre la ciudad romana de El Pueyo se ha limitado hasta hace pocos años a referencias y estudios indirectos3, centrados esencialmente en dos cuestiones: por un lado, la controversia sobre su identificación como el lugar en donde ubicar la localización de una serie de ciudades citadas en fuentes tanto documentales como epigráficas (diferentes autores4 han propuesto la identificación de El Pueyo con ciudades como Belia, Belgeda o Belikiom), y por otro, el sistema de aprovisionamiento de agua y su posible conexión con la cercana presa de Almonacid de la Cuba5.

Figura 3. Vista panorámica de la zona 3 en proceso de trabajo. 2015. De manera similar, en cuanto al segundo de los aspectos que hasta el inicio del proyecto había recibido atención por parte de la historiografía, no han podido contrastarse algunas de las hipótesis planteadas. Los trabajos de prospección realizados no han hecho posible confirmar materialmente la posible conexión con la presa de Almonacid de la Cuba. En cambio, las excavaciones en área abierta en las zonas 1 y 3 han permitido documentar la existencia de dos elementos vinculados con ese sistema de aprovisionamiento de aguas: dos cisternas de similar configuración (una de ellas de gran tamaño, con doble función como fuente ornamental y construida sobre una gran bóveda de mampostería), cuya existencia permite plantear la posible conservación de otras muchos en la superficie del cerro, contando la ciudad, por lo tanto, con un sistema de acopio de aguas en contextos domésticos.

Figura 2. Inscripción palaeohispánica 1. 2013.

El asentamiento vivió una nueva fase con el inicio de la dinastía julioclaudia. En este momento, coincidente con la construcción de la presa de Almonacid de la Cuba, la ciudad inició su momento de mayor expansión y esplendor, dotándose, como veremos, de un urbanismo ortogonal complejo que incluyó edificios públicos, como unas termas, o los restos conservados en la ladera sureste de un edificio de gran tamaño construido en Opus Caementicium.

En relación a la primera de las cuestiones, por el momento no ha sido posible identificar el nombre de la ciudad ni asociarlo con ninguno de los propuestos, aunque si se ha conseguido fijar la cronología de inicio de la ocupación del yacimiento. Las excavaciones en área abierta y sondeos realizados

Sin embargo, ese esplendor de la ciudad tuvo una duración reducida. En todas las zonas excavadas los niveles de abandono y expolio relacionado han podido ser fechados en la segunda mitad del siglo II d.C. – inicios del siglo III d.C., en un proceso de crisis generalizado similar al contrastado en

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Sesión 2. Arqueología Clásica otras ciudades del valle medio del Ebro7 y de la Tarraconense en general.

2.2. Aplicación de herramientas de registro arqueológico. Como señalábamos, desde el inicio del proyecto se ha hecho una apuesta decidida por la aplicación de un variado repertorio de herramientas para la toma de datos y el registro arqueológico. Esta línea de trabajo viene motivada por dos factores. En primer lugar, lo reducido del presupuesto económico disponible hace imposible acometer la excavación de grandes superficies, por lo que el aprovechamiento del potencial de otros procedimientos para conocer mejor una zona arqueológica extensa como la de El Pueyo resulta imprescindible. Además, el uso de técnicas no invasivas no genera problemas de conservación, permitiendo, a cambio, acceder a un gran volumen de información sin tener que recurrir a una excavación integral.

3. METODOLOGÍA Así pues, considerando el punto de partida con el que se contaba al inicio del proyecto, con un volumen de información relativamente reducido, la aplicación de un flujo de trabajo que incluye el uso de metodologías no invasivas, combinadas con excavación arqueológica, ha permitido obtener en un periodo reducido de tiempo una base de conocimiento amplia que ha facilitado la interpretación de las características de la ciudad. Como se viene comprobando en otros proyectos españoles e internacionales8, el uso de una arqueología no invasiva supone una alternativa y un complemento eficaz para la investigación de zonas extensas y complejas.

Figura 5. Flujo de trabajo aplicado en trabajo de documentación. El conjunto de los datos obtenidos por diferentes medios ha sido sistematizado y organizado a través de entornos SIG.

Figura 4. Uso de RPAS de ala rotatoria para registro fotogramétrico. 2012. De esta manera, junto con el establecimiento de un sistema de registro topográfico completo, se han utilizado mediante medios aéreos RPAS (de ala rotatoria y fija) varios tipos de sensores (fotográficos, térmicos y multiespectrales). A nivel de tierra se ha aplicado de la manera más intensiva posible la prospección geofísica, tanto en GPR como con gradiómetro magnético. En segundo lugar, desde el inicio de los trabajos de campo en 2012, se ha buscado una mejora en la calidad y el tiempo de adquisición de datos en el trascurso de la excavación. Para ello, se ha utilizado sistemáticamente el registro fotogramétrico, apoyado en levantamientos topográficos con estación total.

Este proceso de sistematización incluye y pone en común datos con diferentes orígenes: cartografía y fotografía aérea actual e histórica, fotografía aérea específica a baja altura, información catastral, información topográfica, datos geomáticos (modelos digitales del terreno), levantamientos fotogramétricos, geofísica, información estratigráfica extraída de las fichas de registro de excavación o los datos espaciales en relación a materiales. El resultado final permite realizar fácilmente análisis y consultas sobre las bases de datos unidas a imágenes raster (por ejemplo, ortofotos obtenidas a través de levantamientos fotogramétricos) o vectoriales (como pueden ser las planimetrías de estructuras o niveles, realizadas desde levantamientos topográficos con estación total y vectorización sobre las propias ortofotos). De entre los recursos utilizados, destacamos dos de los que han aportado mejores resultados.

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3.1. Geofísica

3.2. Registro fotogramétrico

La prospección geofísica se ha mostrado como una herramienta especialmente útil para la documentación de elementos en el yacimiento, especialmente en relación a la organización de la trama urbana9. Las características del terreno y la estratigrafía del yacimiento, la mejora experimentada por la tecnología aplicada a los sensores, especialmente en el caso de GPR de alta resolución, y la calidad y experiencia del equipo que ha realizado los trabajos10 ha permitido obtener unos resultados de gran calidad, con la ventaja añadida de una gran rapidez y fiabilidad en la adquisición y análisis de datos.

Con el objetivo de perfeccionar los métodos de registro arqueológico, de forma combinada con la documentación tradicional o los levantamientos topográficos con estación total, tanto el registro estratigráfico como el estructural se han llevado a cabo mediante la aplicación de fotogrametría digital terrestre structure from motion. Así, toda la secuencia estratigráfica, tanto estructural como sedimentaria, queda documentada de manera tridimensional en forma de modelos digitales 3D13, obteniéndose además ortofotos georreferenciadas y modelos digitales de elevaciones para cada una de las unidades excavadas. Sobre esta base, que puede ser relacionada en su secuencia de excavación, pueden extraerse o trazarse plantas o secciones acotadas y georreferenciadas a voluntad. Las tecnologías de registro digital, en constante evolución y por fortuna cada vez más difundidas14, presentan grandes ventajas a nivel de documentación, comprensión, interpretación, visualización y difusión de los resultados, todo ello a bajo coste. El registro 3D aporta además de su precisión, la ventaja de una mayor cercanía con la realidad del elemento documentado, ya que además de representar su volumen, permite incorporar texturas fotorrealistas.

Figura 6. GPR de alta resolución. 2015. Teniendo en cuenta las características del terreno y la información estratigráfica disponible se optó por aplicar, por una parte, el gradiómetro magnético11 de manera extensiva, para obtener una visión de conjunto y confirmar la existencia de una trama urbana. Este sistema, además, aportó información sobre la presencia de estructuras de combustión (hogares, hornos). Por otra parte, sobre el encuadre general obtenido por prospección magnética, se ha utilizado el georadar12 como herramienta para mejorar la calidad de los datos y afinar la precisión en las lecturas. Con este sistema, además de disponer de los trazados de reflejadas con gran detalle (especialmente con la aplicación de GPR de alta resolución), podemos contar con información de profundidades gracias a secuencias de cortes. Los datos aportados por las prospecciones geofísicas han sido además un importante recurso a la hora de planificar las zonas de excavación en área, permitiendo maximizar recursos y esfuerzos. A la vez, gracias a la precisión de las lecturas, las secuencias de cortes GPR han supuesto un apoyo destacado para la interpretación de los resultados de esas excavaciones. Desde 2012 se han prospectado un total de 7900 m2 con georadar y 12000 m2 de magnético del total de 47000 m2 que forman la superficie del cabezo. A esto hay que sumarle otros 7200 m2 de prospecciones magnéticas en tres localizaciones en la parte llana del total de 50 ha que constituyen el entorno de delimitación del BIC.

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Figura 7. Ortofotos de las tres zonas de trabajo excavadas hasta la fecha. 2013-2015. Esta compilación tridimensional de datos no solo permite gestionar un gran volumen de información de manera rápida y eficaz, sino que también constituye una base de gran utilidad para uso como base en anastilosis y reconstrucciones virtuales, que pueden ser usadas tanto como apoyo a la interpretación como elemento didáctico para la difusión de los resultados. Este tipo de reconstrucciones se encuentran actualmente en fase de trabajo y supondrán una alternativa a la puesta en valor material de los restos, evitando problemas y costes de conservación.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 8. Resultado de prospecciones geofísicas en la cima del cerro. Puede apreciarse claramente el trazado urbanístico.

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Figura 9. Ejemplo de derrumbe de pintura. Zona 3. 2015.

4. RESULTADOS 4.1. Urbanismo. Los datos aportados por las prospecciones geofísicas, combinados con las intervenciones materiales sobre el terreno en la forma de sondeos y excavaciones en área abierta, han permitido confirmar la existencia de un urbanismo ortogonal complejo. Hasta el momento, ha sido posible identificar la existencia de un total de 8 calles. Este trazado de calles delimita un conjunto de insulae organizadas per strigas, en un número mínimo de cuatro manzanas, con morfologías diferenciadas. Destaca entre ellas una gran insula con unas medidas aproximadas de 68 x 57 m, lo que equivale a 1,91 actus o 229 pies por 1,60 actus o 192 pies. Este conjunto de grandes dimensiones contrasta frente al módulo más regular que presentan el resto de las insulae detectadas, las cuales mantienen la longitud de 68 m, reduciendo su anchura a 18 m (medio actus o 60 pies). Extrapolando al resto de la superficie del cabezo, estas modulaciones aparecen ordenadas y coherentes, pudiendo plantearse una hipótesis teórica de organización ortogonal en la que, posiblemente alternándose ambas medidas, se cubriría de manera ordenada toda la extensión urbanizable.

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Esta distribución ortogonal, a juzgar por el marcado cambio de orientación que presenta el conjunto de estructuras de opus caementicium de la ladera sureste, cambiaría para la urbanización de las laderas, cuyas estructuras se adaptarían a la orografía del cerro. El planteamiento y construcción de este urbanismo ortogonal debe situarse, como hemos comentado, en una cronología julioclaudia, posiblemente sobre una distribución urbana anterior de época republicana, que ya contaría con una orientación similar. De acuerdo a los elementos de cultura material documentados, esta urbanización podría situarse en época augustea-tiberiana, momento coincidente con la fecha de construcción de la presa de Almonacid de la Cuba, el elemento que jerarquizó y en torno al cual se organizó el ámbito geográfico de este tramo del rio Aguasvivas. Además de esta organización urbanística, tanto los datos geofísicos como el registro material obtenido en la excavación de la zona 2, han permitido documentar la existencia de construcciones monumentales, en la forma de un complejo termal. Durante las campañas de 2013 y 2014 ha sido posible excavar una parte de lo que provisionalmente se ha interpretado como


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 10. Propuesta inicial de anastilosis virtual sobre modelo fotogramétrico, restituyendo los programas decorativos documentados. 2015. zonas de servicio y praefurnia de esas termas. En el marco de potentes muros de opus quadratum, fueron registradas concentraciones de material latericio de tipología variada (clavi coctiles, tegulae mammatae, ladrillos bessalis y, sobre todo, cuneati para realizar concameratio en muros) relacionado con sistemas de conducción de calor en suelo y pared. En relación a la posible existencia de otras estructuras de carácter monumental, en la campaña de 2015 se ha llevado a cabo una prospección geofísica con GPR de alta resolución en el interior de los patios del santuario de Nuestra Señora de El Pueyo con el objetivo de comprobar la existencia de una posible zona pública.

4.2. Urbanismo doméstico. Pintura mural. En el espacio de la insula de mayor tamaño registrada mediante prospecciones geofísicas, se ha excavado además en zona abierta durante las campañas de 2014 y 2015 en la denominada zona 3. En este sector ha podido documentarse la existencia de una gran domus que posiblemente ocupó la totalidad de la manzana en una superficie de más de 2500 m2. La parte excavada hasta la fecha ha permitido confirmar la existencia de un gran peristilo o patio columnado de 12 m de lado, rodeado por un pasillo cuyas anchuras oscilan entre los 2,60 y los 4 m. En torno a este pasillo de distribución han podido excavarse una habitación de representación de 30 m2, conectada con

el pasillo con un espacio de comunicación de 2 x 6 m, otra habitación de 34 m2, solo superficialmente excavada y una gran cisterna-fuente de 29 m2, que alcanza una profundidad mínima en su interior de 3,70 m. Además de la magnitud de la construcción, el elemento de mayor importancia registrado ha sido la excelente conservación y calidad de los programas decorativos que recubrían estos espacios. Ya desde el inicio de los trabajos en 2012 pudo comprobarse la gran riqueza del yacimiento en cuanto a pintura mural, habiéndose documentado en 2013 en la zona 1 conjuntos de paneles de gran calidad. En el caso de la zona 3 el registro es impresionante, ya que los espacios no solo conservan in situ más de un metro de la pintura, sino que los derrumbes, caídos hacia el interior de las habitaciones, han permitido recuperar el total de los fragmentos (algunos de ellos de gran tamaño, con paneles de 2,5 m de lado). La altura total de los muros superarían, por tanto, los 3 m de altura. En estos espacios ha sido posible reconstruir principalmente la composición de la decoración de la habitación de representación y del pasillo que rodea el peristilo. La primera de ellas cuenta con grandes paneles en amarillo como protagonistas, enmarcados por listeles azules. Estos paneles estarían separados por interpaneles en rojo, decorados por candelabros vegetales con detalles realistas de roleos, zarcillos y flores La base tendría bandas verdes y negras, sobre un zócalo rosáceo con moteado en blanco y negro, imitando mármol.

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La parte en conexión con el techo, que también estaría pintado en amarillo, estaba decorada con molduras complejas en yeso. En el caso del pasillo, éste cuenta con un zócalo idéntico al de la habitación, con moteado imitando mármol, seguido por grandes paneles en rojo separados por interpaneles en negro. La parte superior varía, estando formada por un entramado en negro, decorado en los cruces por florones de dos tamaños diferentes, dependiendo de su situación en la retícula. Gracias a la composición y a aspectos como la gama de colores y a detalles de perlados en blanco situados en los ángulos de los interpaneles, el conjunto puede ser datado a inicios del siglo II d.C.

5. CONCLUSIONES A pesar de los escasos apoyos recibidos y de la necesidad de gestionar un yacimiento de entidad con un presupuesto reducido, los primeros años de actividad del Proyecto han aportado importantes resultados. No solo estamos en condiciones de precisar con mayor detalle aspectos como el desarrollo cronológico de la vida del yacimiento, sino que se ha ampliado la base empírica y han podido incorporarse nuevos datos materiales al registro de conocimiento sobre el bien. Además, a nivel metodológico, se ha comprobado, por una parte, la eficacia y las ventajas de la incorporación de los levantamientos fotogramétricos a la rutina del registro de campo de la excavación. Por otra, gracias a las características del sustrato del yacimiento, la prospección geofísica, ha aportado resultados espectaculares, mostrándose como una herramienta tremendamente útil, no solo para la documentación e interpretación extensiva de los restos, sino también como elemento de gestión y planificación de los trabajos. En extensión a los trabajos centrados en el cabezo, se han realizado tanto prospecciones geofísicas como superficiales en toda el área delimitada del BIC. Gracias a esto, por un lado, podemos plantear la hipótesis de que el área urbanizada pudo ser superior a las 11 ha que engloban el cabezo, extendiéndose hasta un máximo que podría alcanzar las 23 ha. Las prospecciones superficiales se han ampliado también a la extensión del territorio del yacimiento, apoyándose en trabajos de fotointerpretación en ortofotos actuales e históricas y datos Lidar. Los resultados, además de incrementar notablemente el catálogo de yacimientos del entorno, han aportado indicios de la existencia de una posible centuriación en el paisaje inmediato de la ciudad de El Pueyo. Aunque esta posibilidad debe de ser objeto de un estudio específico, todavía en proceso de trabajo, su módulo y orientación podría ser semejante a la centuriación

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II propuesta para la Colonia Caesar Augusta15. Esta circunstancia permitiría confirmar la hipótesis de la posible pertenencia de El Pueyo al territorium de Caesar Augusta16, colonia con la que estaría relacionada directamente. La refundación o reestructuración de la ciudad en época julioclaudia necesariamente debe de ser puesta en relación con la construcción de la cercana presa de Almonacid de la Cuba, si bien la naturaleza exacta de esta relación todavía es incierta. Sin embargo, podemos plantear que esta conexión pudo no estar centrada en el suministro de agua de boca y de uso corriente, sino, como ya han planteado algunos autores17, en la creación de un gran espacio de producción con un sistema de irrigación organizado, en el que la ciudad de El Pueyo sería el núcleo urbano en torno al que se jerarquizaría el espacio. Trabajos futuros dentro del proyecto de investigación quizás puedan responder a las muchas hipótesis planteadas en relación al yacimiento.

AGRADECIMIENTOS Los trabajos expuestos no habrían sido posibles sin el apoyo constante del Ayuntamiento de Belchite. Su consistorio no solo ha sido consciente de la riqueza de su patrimonio y de la necesidad de estudiarlo y potenciarlo, sino que se ha destacado desde el inicio como promotor y casi único financiador de los trabajos arqueológicos. Debemos agradecer también a la Diputación de Zaragoza por el apoyo económico en 2013, a la Brigada Logística (Agrupación de Apoyo Logístico nº 41 -AALOG 41- ) por su apoyo material en la campaña de 2013 y a la parroquia de Belchite, por facilitar el uso de las instalaciones del santuario. A la Dra. Lara Iñiguez, por sus consejos en lo relacionado con la pintura mural. A la Universidad de Zaragoza, por dar facilidades y mediar para que alumnos de grado y master hayan podido realizar prácticas de campo en el yacimiento. A esos voluntarios, de Zaragoza y otras muchas universidades, junto a las profesionales de la restauración, debemos dedicar un agradecimiento especial, ya que con su esfuerzo y dedicación ha sido posible llevar adelante las campañas de excavación. Por último, a todos los vecinos de Belchite, que con el interés mostrado por el proyecto, acudiendo a visitar el yacimiento durante los trabajos o asistiendo a las conferencias impartidas, hacen que los esfuerzos dedicados valgan la pena.


Sesión 2. Arqueología Clásica REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Chautón Pérez, H y Peña Gimeno, Mª. P. (2010). “Intervención arqueológica en el yacimiento de Nuestra Señora del Pueyo en Belchite (Zaragoza)”, Saldvie 10, pp. 317-327.

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17

NOTAS ACLARATORIAS 10 Los trabajos de prospección geofísica han sido llevados a cabo por el equipo de SOT Prospecció Arqueológica. http://www.sotprospection.com/. El Pueyo ha sido uno de los ejemplos elegidos para ilustrar la aplicación de métodos geofísicos en patrimonio cultural. Sala, R; Tamba, R. y Garcia, E. (2016). “Application of Geophysical Methods to Cultural Heritage”, Elements, 12, pp. 19-25. 11 Gradiómetro magnético Bartington G-601 Dual, con sensores de 1 m de cobertura, resolución de 0.1nT, rango de +/-3000nT y una resolución espacial interpolada de 0.25X0.25m 12 Georadar IDS Hi-Mod con dos antenas duales de 200+600 MHz o cinco antenas de 600 MHz. El proceso de los datos ha consistido en la aplicación de timeslicing. A partir de los perfiles obtenidos y sus posiciones, se ha generado un bloque de datos 3D que se muestra en formato de cortes horizontales o “cortes de tiempo” a diferentes profundidades. Estas visualizaciones se han analizado individualmente para generar un esquema de interpretación de los elementos detectados. 13

Algunos de los modelos fotogramétricos realizados en el yacimiento pueden consultarse en https://sketchfab.com/prsarqueologia

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Sesión 2. Arqueología Clásica

32. EXCAVACIONES EN LA MURALLA DE EL PUEYO DE LOS BAÑALES (UNCASTILLO, ZGZ). 2012-2014 Ángel A. Jordán Lorenzo1 1

Archivo Epigráfico de Hispania

Ángel A. Jordán Lorenzo, ajorlor@yahoo.es

RESUMEN Se presentan en las siguientes páginas algunos de los resultados de las excavaciones realizadas entre 2012-2014 en El Pueyo (Los Bañales, Uncastillo), que permitieron el hallazgo de un lienzo de muralla datado en época tardoantigua, así como del sistema de anclaje de la puerta de acceso. PALABRAS CLAVE: El Pueyo; Los Bañales; Muralla; Torre; Tardoantigua.

ABSTRACT The aim of this paper is to present some of the results of the archaeologicalexcavations carried out in the site called El Pueyo (Los Bañales, Uncastillo) between 2012-2014. The excavation discovered a part of a city wall, belonging to the last antiquity, and the anchoring system in the access gate, too. KEYWORDS: El Pueyo; Los Bañales; City wall; Tower; Late Antiquity.

1. INTRODUCCIÓN El Pueyo de Los Bañales es una colina de 554 m de altura emplazada en el límite sur del municipio de Uncastillo (Zgz) (coords. UTM 645721, 4683352), en la comarca de las Cinco Villas, a cuyo abrigo se desarrolló una ciudad, la de Los Bañales, durante 1200 años.

Figura 1. Localización de El Pueyo (Los Bañales, Uncastillo).

Desde un punto de vista morfológico, la colina está articulada en tres terrazas. A la primera se accede por un camino enlosado que excavó J. Galiay en 1943 (Galiay 1944, 16-17). Aunque esta terraza está muy colmatada por la erosión de la colina, se sabe que pudo estar delimitada por una estrecha muralla o un muro de aterrazamiento, descubierto en el año 2013 y, además, las estructuras que se perciben adoptaron una disposición radial (Beltrán 1976, 162). Tras ella, la segunda de las terrazas muestra abundantes restos de construcciones de diferente carácter, tanto doméstico como productivo, agrupadas en torno a varios espacios abiertos, de difícil identificación. Por último, la terraza superior conserva unos monumentales restos arquitectónicos en su parte Norte, en la actualidad en objeto de estudio, que tal vez pudieron corresponder a un templo, transformado en época tardoantigua en una iglesia. En este contexto, entre los años 2012-2014 tuvieron lugar cuatro campañas de limpieza y excavación en la segunda y tercera terrazas, dirigidas por el Dr. Ángel A. Jordán, orientadas a comprender la manzana I, un espacio excavado por J. Galiay en la década de los 40 del pasado siglo (Jordán 2013), la articulación de la entrada a la segunda de las terrazas y, por último, el gran edificio que corona la colina de El Pueyo.

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2. OBJETIVOS

3. METODOLOGÍA

Las excavaciones de 2012 en El Pueyo propiciaron el hallazgo de una hilada de sillares de gran tamaño (U.C. 3005) asentados sobre la roca madre y al que se adosaba el muro oriental (U.C. 2500) de A4. Esta estructura, claramente arrasada, fue identificada, con cautela, como los restos de la cimentación de una muralla. Con respecto a ella, J. Galiay ya daba noticia de la existencia de “defensas artificiales (…) inmediatas a la entrada” y de “grandes piedras propias de un cierre amurallado, completado en parte por muros de viviendas que al invadirlo suplían su misión defensiva” (Galiay 1949, 22-23). Sin embargo, con posterioridad se perdió la noción de su existencia, hasta el punto de que no vuelve a surgir en la bibliografía científica (Beltrán 1976, 162-163; Andreu 2009).

Para llevar a cabo estos objetivos se excavó manualmente el espacio seleccionado, alcanzándose el último nivel de habitación cuando fue posible y empleándose como apoyo un sistema de cuadrícula de 2x2 m. Los resultados obtenidos se registraron siguiendo el sistema basado en el análisis de cada una de las unidades estratigráficas simples (UU.EE.) que componen la secuencia estratigráfica general del subsuelo, de acuerdo con los postulados de E. C. Harris (Harris 1991).

Este inesperado hallazgo planteó la limpieza y excavación en el año 2013 de una zona de 15x2 m situada al sur de la manzana I y en la linde Este de la segunda terraza. En este espacio se apreciaba la existencia de una gran acumulación de piedras alineadas longitudinalmente, lo cual permitía intuir que podría tratarse de otro lienzo de una hipotética muralla, quizá mucho mejor conservado. De esta forma, el objetivo de la intervención se centró en la confirmación de la existencia de esta estructura urbanística, así como el conocimiento de su morfología, cronología y relación con esta zona de la segunda terraza de El Pueyo, buscando también su conexión con una hipotética entrada.

Lógicamente, la primera labor que se efectuó fue el desbroce y la retirada del nivel de manto vegetal, compuesto por tierra muy suelta de color marrón oscuro, con profusión de raíces y poco material. Por cuestiones metodológicas se optó por dividir ésta unidad estratigráfica en tres UU.EE. (7, 8 y 9), en función de su emplazamiento al interior (U.E. 7) o exterior (UU.EE. 8 y 9) del sector de la muralla, así como de su disposición al Norte (U.E. 9) o al Sur (U.E. 8) de una construcción que se intuía entre la vegetación antes de la intervención.

3.1. Actuación en el exterior de la muralla La actuación en el exterior de la muralla estuvo encaminada a favorecer el acceso del visitante al exterior de esta estructura, así como a dar una mayor visibilidad a una torre cuadrangular identificada tras la limpieza del manto vegetal. Con esta finalidad y teniendo en cuenta la existencia de tres sillares muy inclinados hacia el exterior, que desaconsejaban una excavación completa de este espacio, se optó por establecer un nivel artificial en cota 250. Así, una vez retirado el manto vegetal se identificaron las UU.EE. 10 (Sur de la torre), 11 (Norte de la torre) y 26 (interior de la torre), compuestas por tierra amarillenta mezclada con muchas piedras irregulares de tamaño medio, sin trazas de restos vegetales y sin material. En nuestra opinión, posiblemente se formaron como consecuencia del derrumbe parcial del lienzo de la muralla. De éstas, se excavaron en parte las UU.EE. 10 y 11, mientras que se optó por no intervenir en U.E. 26, dejándolo para más adelante.

Figura 2. Sector de la muralla antes de su limpieza. Con posterioridad, la necesidad de explicar la presencia de algunas estructuras que iban apareciendo (UU.CC. 2900 y 4900) motivó la ampliación de la zona de excavación en un espacio de 10m. x 10m. Además, la ausencia de un contexto claro en la zona de excavación tras la campaña de 2013, unida a la falta de precisión cronológica aportada por los materiales encontrados en las UU.EE. coetáneas a la muralla, llevó a que en el año 2014 se ampliara la zona de excavación en cuatro metros más hacia el Sur y dos metros más hacia el Este.

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Los trabajos en el exterior se completaron con la realización de un sondeo de 80x100 cms con la finalidad de obtener una estratigrafía completa de este espacio, la resolución de una cuna diagonal existente en uno de los sillares del muro y la identificación del camino original de subida a El Pueyo. Metodológicamente, para evitar errores, a U.E. 10 se le asignó en la zona del sondeo la designación U.E. 18, verificándose que profundizaba 28 cms más hasta la cota 300. El nuevo estrato (U.E. 19) aparecía caracterizado por la presencia de una menor cantidad de piedras de gran tamaño, así como un aumento de la humedad de la tierra, si bien el tono sigue siendo amarillento, posiblemente fruto de la descomposición de la arenisca. En cualquier caso, la ausencia de material recuperado en el sondeo impide realizar una datación de este estrato que identificamos, con las dudas que genera


Sesión 2. Arqueología Clásica la información extraída en exclusiva de un sondeo, con el momento de abandono previo al derrumbe definitivo de la muralla. En cota 314 se produce un nuevo cambio de Unidad Estratigráfica (U.E. 20). En la nueva U.E. se apreciaba que la tierra amarillenta aparecía acompañada por piedra arenisca muy fragmentada combinada con otras de gran tamaño, con trazas de color rojo y pequeños carboncillos, síntoma inequívoco de la acción del fuego. En el fondo de esta U.E. (cota 352,5) aparecieron dos grandes losas sobre el terreno, así como un sillar con una cuna labrada que, unidos a una roza existente en la pared en esta zona, caracterizaban el sistema de anclaje y movimiento de una puerta, como se verá más adelante. En esta U.E. se encontró un silex (inv. nº 13.5.20) que se ha identificado con una piedra de fusil, por lo que es posible que el camino permaneciera en uso hasta un periodo comprendido entre los siglos XVI-XIX, con mayor probabilidad a partir de la popularización de la llave de chispa a partir del siglo XVII (Barandiarán y Maestu 1974). Por último, el levantamiento final de estas losas ha permitido identificar U.E. 21, unidad de tierra amarillenta muy compactada y completamente estéril, que asienta directamente sobre la roca madre. En nuestra opinión, la función de esta U.E. posiblemente sea la de nivelar el suelo sobre el que se asienta U.E. 20, puesto que la roca madre muestra una fuerte pendiente hacia el Este.

La limpieza del manto vegetal ha permitido identificar un relleno de cascote y tierra entre los muros de la estructura (U.E. 16). Además, en la parte sur de la zona de excavación se apreció una gran acumulación de piedras (U.E. 17 y U.C. 3007) que apoyaban sobre otra estructura preexistente. Con la finalidad de obtener información de ésta sobre su morfología y características, se procedió a la realización de un pequeño sondeo previo a su levantamiento.

Figura 4. Sector de la muralla tras su limpieza. A la izquierda, acumulación de piedras contra el lienzo interior de ésta.

Figura 5. Composición del “refuerzo” de la muralla.

Figura 3. Matriz Harris de la excavación en el exterior de la muralla.

3.2. Actuación en el interior de la muralla En un primer momento se planteó la intervención en el interior de la muralla con el objetivo de establecer su delimitación claramente, para lo cual se abrió un espacio de 100 cms. de anchura a lo largo de todo el lienzo. Sin embargo, la necesidad de explicar la presencia de algunas estructuras que iban apareciendo tras la retirada del manto vegetal (UU. CC. 2900 y 4900) enseguida motivó la apertura de la zona de excavación en un espacio de 10m. x 10m.

El sondeo mostró que esta acumulación de piedras estaba compuesta por sillarejo de pequeño tamaño y cascotes irregulares, así como algún pequeño resto constructivo y muy poco material, dispuestos de forma inconexa en sus hiladas superiores, pero guardando una leve alineación en la inferior, y apoyadas contra la muralla. Por esta razón, en nuestra opinión, estas hiladas formaban una suerte de basto refuerzo de esta zona de la muralla, pues se extiende hasta un gran sillar horizontal que sirve de límite Norte. Al Norte de este refuerzo, e igualmente apoyado en la muralla, se ha identificado un estrato (U.E. 14) que posiblemente pueda identificarse con el derrumbe del interior de la muralla. Por desgracia, acaba bruscamente en el límite de la excavación que realizó J. Galiay en 1947. Se caracteriza por la presencia de abundantes piedras de tamaño mediano y pequeño, combinadas con una tierra amarillenta ligeramente esponjosa, que acaba en cota 113,5.

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Figura 7. Plano del sector de la muralla excavado entre 2012-2014

Figura 6. Corte del derrumbe de la muralla junto al final del espacio excavado por J. Galiay. Por último, la complejidad de la estratigrafía encontrada en el centro de la zona de excavación aconsejó dejar un pequeño testigo, que fue levantado con posterioridad, tras la toma de muestras de tierra para polen, antracología y flotación. Tras la campaña de 2013, como se ha dicho con anterioridad, la complejidad de las UU.EE. descubiertas y la falta de precisión cronológica aportada por los materiales encontrados en las UU.EE. coetáneas a la muralla llevó a que en el año 2014 se ampliara la zona de excavación en cuatro metros más hacia el Sur y dos metros más hacia el Este. Por desgracia, conviene advertir que esta ampliación del área de excavación no se ha podido terminar de levantar en su totalidad, pues todavía faltan por descubrir los niveles más tempranos, debido a la decisión de la dirección científica del Plan de Investigación de Los Bañales de suprimir las actuaciones arqueológicas en El Pueyo. En cualquier caso, se pudo identificar una unidad estratigráfica (U.E. 81) directamente relacionada con el periodo de construcción de la muralla y que, como se verá más adelante, permite corroborar su datación en época tardoantigua. Esta U.E. se caracterizaba por estar formada por una tierra marrón muy gruesa y suelta. Además, la zona excavada, se encontraba muy afectada por la superposición de una serie de estructuras rehundidas realizadas con posterioridad, lo cual ha complicado su reconocimiento en algunos sitios y, desde luego, hace necesario ampliar su superficie para poder realizar una interpretación clara de su función. En cualquier caso, se han podido recuperar la suficiente cantidad de material (305 fragmentos óseos y 77 artefactos, así como muestras de tierra y antracológicas) como para poder obtener una datación fiable de esta U.E.

4. RESULTADOS No cabe duda de que la intervención a lo largo de estos tres años (2012-2014) ha permitido descubrir una gran estructura que se identifica, por sus dimensiones y grosor, como una muralla.

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Desde un punto de vista formal, la muralla se construyó por medio de la disposición de un lienzo compuesto por grandes sillares de arenisca sujetos a hueso, en el lado exterior; sillarejo irregular o ligeramente escuadrado sujeto a hueso o incluso con tierra, en el interior; y en el centro, aparentemente, un relleno de tierra y cascotes de piedra, como ocurre en Inestrillas, Caesaraugusta y Emerita Augusta (Fernández y Morillo 1992: 340). Se trata, por lo tanto, de una muralla “de relleno” similar en su concepto a las de Cara, Caesaraugusta o Pompelo y muy frecuentes en época bajoimperial (Fernández y Morillo, 1992: 339-340). Además, estas tres campañas también permitieron descubrir diversos espacios de habitación, cuya explicación excede con creces los límites de esta comunicación.

4.1. Una estructura de doble paramento externo con relleno interior La muralla se ha podido documentar a lo largo de 24,2 metros aunque se encuentra en diferente estado de conservación, como se verá más adelante. De ella pueden destacarse tres elementos: el acceso; la existencia de una torre; y dos lienzos que flanquean a esta torre. Con respecto al primero, la realización de un sondeo de 100x50 cms en el exterior de la muralla ha permitido caracterizar el acceso a ésta. En nuestra opinión, se realizó por medio de una puerta a la que se llegaba por un camino, del que, posiblemente, J. Galiay encontró su inicio a lo largo de quince metros durante las excavaciones de 1943 (Galiay 1944, 16-17). Aunque se desconoce casi por entero el trazado de este camino, la inclinación del terreno y la estructura de la muralla parece indicar que éste quizá pudo ascender de forma perpendicular a la muralla durante una parte del recorrido, para después girar hacia el SE realizando el último tramo en paralelo. Además, al menos en sus últimos metros estaba flanqueado por el lado exterior por otro muro, creando de esta forma una suerte de sistema de acceso acodado, también presente en murallas como la de Baria, Begastri o El Monastil (Vizcaíno 2009: 408), siendo un recurso conocido en la poliorcética imperial del siglo VI d.C. (Vizcaino 2009: 409). De la puerta de acceso se ha podido localizar su sistema de anclaje.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 9. Torre. Figura 8. Sistema de anclaje de la puerta de acceso a la segunda terraza. Éste consta de un sillar de arenisca de forma trapezoidal adosado al lienzo exterior de la muralla, de 45x37 cms, en donde se conserva un orificio circular de 10 cms de diámetro que tuvo la finalidad de encajar un batiente. Éste orificio conecta con el exterior del sillar por medio de una roza de la misma anchura. Un segundo elemento que forma el sistema de sujeción posiblemente sea un una piedra rectangular de arenisca de 54 cms de anchura, dispuesta en vertical delante del quicio, con un rebaje en su parte central, que, quizá, tuvo la finalidad de proteger una madera de refuerzo del portón. Junto a estos elementos estructurales, también pueden mencionarse dos negativos conservados en el muro exterior de la muralla que, gracias al hallazgo de los elementos anteriores, ahora pueden vincularse con la puerta. El primero es una roza vertical en la pared de 88 cms de longitud, que debió de tallarse para permitir el giro de la lama de la puerta. Por último, el segundo se trata de una cuna diagonal rebajada en el primer sillar de entidad de la muralla, que tal vez tuvo la finalidad de encajar una tranca. Como se puede ver, se trata de un sistema de anclaje destinado a la sujeción de una única lama, en este caso la izquierda, por lo que se puede inferir que en el lado opuesto del camino de acceso se encontraría otro similar que serviría para el agarre de la hoja derecha. De esta forma, es posible que se tratara de una puerta de madera, compuesta por dos hojas reforzadas por nervios horizontales de refuerzo, y que se cerraría por medio de una gran tranca que pasaría de lado a lado. Se trata, por lo tanto, de un acceso sencillo, similar como solución a las de otros recintos tardíos (Fernández y Morillo 1992: 342) y alejada de la monumentalidad que caracterizaba a los accesos de las murallas durante el Principado. Sin embargo, a diferencia de otras puertas de acceso, conviene señalar que, por el momento, no se han encontrado torres que lo flanquearan. El segundo elemento caracterizador de la muralla encontrada en El Pueyo es la existencia de una torre. Ésta se construyó en un ángulo que marcaba un cambio de dirección de la muralla, proyectándola claramente hacia el exterior, a 12,8 metros de la entrada. Aunque no se ha excavado su interior, se puede

apreciar claramente que la torre tiene planta cuadrangular, de 276 x 270 cms y se conserva tan sólo su cimentación, compuesta por grandes sillares de arenisca dispuestos a tizón y sujetos a hueso (UU.CC. 6900 y 7000). Ejemplos de torres cuadrangulares se pueden encontrar en Barcino (Fernández y Morillo 1991: 232), Gerunda (Fernández y Morillo 1991: 236), Veleia (Fernández y Morillo 1991: 245), Castulo (Fernández y Morillo 1991: 249), Monte Cildá (Fernández y Morillo 1991: 246) o Uxama (Fernández y Morillo 1991: 252) en la provincia Hispania Citerior, así como Conimbriga y Norba Caesarina en Lusitania o Munigua (Fernández y Morillo 1991: 253) en la Baetica. Además, la limpieza de esta zona permite plantear, con las reservas que la ausencia de excavaciones en el interior de la torre obliga a adoptar, que quizá pudo tratarse de una torre hueca. Por otro lado, conviene apuntar que las medidas de la torre resultan pequeñas si se comparan con las de otros ejemplos conocidos (Fernández y Morillo 1992, 341), pero se asemejan bastante a las de las dos torres cuadrangulares que flanqueaban el Portal de Sobreportes, en la muralla de Gerunda, que tenían una anchura de 3,70 m (Fernández y Morillo 1991: 237). Para finalizar, en relación con la torre posiblemente se halle U.C. 3001, un lienzo de entre 70 y 110 cms de altura y 150 cms de longitud, realizado con grandes sillares horizontales de arenisca dispuestos a hueso. El muro se realizó de forma independiente al resto de la muralla, como muestra la ausencia de una imbricación clara con los lienzos U.C. 2900 y 3002. Por el contrario, esta unión se realizó por medio de tres piedras irregulares de mediano tamaño embutidas de forma anárquica en el espacio existente entre los muros. Por desgracia, la ausencia de mayores excavaciones en la zona impide poder valorar qué implica esta situación, especialmente en su relación con la torre. Por último, el tercer elemento que caracteriza a la muralla son sus lienzos. En concreto, se pueden identificar dos lienzos, emplazados a ambos lados de la torre. Ambos fueron realizados, como se ha dicho con anterioridad, por medio de una estructura de doble paramento externo, con relleno interno.

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El segundo lienzo está alineado en sentido NE-SW y se emplaza al Sur de la torre. Tiene una longitud de 12,8 m y una anchura variable que oscila entre los 210 cms en el inicio de la muralla hasta los 140/145 cms en su parte final y un alzado que oscila entre los 120/130 cms. Este grosor de la muralla es el máximo que se ha podido identificar y es posible que se trate del original de la obra, puesto que en el espacio A4 se pudo localizar un grosor similar (1,84/200 cms).

Figuras 10 y 11. Lienzo de muralla al Norte de la torre (izda) y Sur (dcha). El primero está alineado en sentido NNE-SSW y se emplaza al Norte de la torre. Presenta una longitud de 8,64m por una anchura variable de entre 140 y 115 cms. Por desgracia, sólo se conserva parte de la primera hilada de sillares, aunque ello permite comprobar que para su construcción se asentaron sobre la roca madre. En relación con ello, es precisamente este sistema de cimentación lo que, paradójicamente, ha favorecido la desaparición de la muralla pues el sustrato geológico de El Pueyo muestra una sucesión de capas de arenisca y arcilla, que favorece la fractura de la arenisca, causando el derrumbe de todo aquello que esté asentado sobre ella. Por otro lado, el escaso grosor de la muralla en esta zona se explica por la presencia de los espacios A3 y A4 de la manzana I, cuya construcción implicó la invasión y desmonte del lienzo interior de la muralla, así como de parte del relleno, como se ha podido comprobar en el ángulo SE del espacio A4. En este sitio se ha podido identificar parte del relleno y, quizá, del lienzo exterior originales, que permiten obtener una anchura de entre 184/200 cms. Este fenómeno va a ser frecuente en el tramo de muralla excavado, apreciándose también en los espacios A3 y B6.

Ahora bien, si se tiene en cuenta que el espesor medio de las murallas en esta época oscila entre los 3 y 5 m (Fernández y Morillo, 1992: 339-340), puede considerarse que la muralla de El Pueyo, con una anchura máxima de 2,10 m atestiguada por el momento, era una construcción modesta, aunque muestra una anchura similar, por ejemplo, a la muralla altoimperial de Barcino (Fernández y Morillo 1991: 233), la de Italica, que tiene un grosor de 1,5 m. (Fernández y Morillo 1991: 254) y, especialmente la de Monte Cildá, en cuyo extremo noreste de la muralla se conserva un tramo de muro de 2,20 metros de anchura (Iglesias y Ruiz 2007, 9). Sin embargo, a pesar de ello según la obra De Re Strategica, escrita entorno al siglo VI d.C., una muralla canónica tendría un muro de un grosor medio de 2,30 m. (XII, 1, 4), por lo que se encuadraría dentro de los cánones establecidos.

Figura 13. Lienzo exterior de la muralla. El lienzo exterior muestra una cierta homogeneización en su construcción, estando compuesto por sillares escuadrados de diferentes medidas, dispuestos a hueso, apreciándose una leve caída hacia el exterior en algunos de ellos. Por el contrario, el lienzo interior, está compuesto por las UU.CC. 3002, 3003, 3004, 3005 y 3006, que parecen evidenciar diferentes fases constructivas de éste.

Figura 12. Detalle de la invasión del relleno de la muralla por parte del espacio A4.

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Figura 14. Lienzo interior de la muralla.


Sesión 2. Arqueología Clásica Un primer conjunto de UU.CC. aparecen encuadradas en el tramo que corresponde a la pared interior del espacio B6 de la manzana I. En esta zona la muralla adquiere un grosor de 140 cms y el lienzo conservado tiene unas medidas de 130 cms de altura por 280 cms de anchura. En él existe un sillar de gran tamaño (77 cms de anchura) cimentado sobre la roca madre, así como tres sillares medianos de buena factura emplazados en los extremos, todos ellos situados en la hilada inicial del muro. Sobre ellos se asienta un alzado compuesto por sillarejo irregular dispuesto en hiladas más o menos horizontales, aunque con una cierta tendencia a la inclinación hacia abajo (U.C. 3002).

que fue clausurada en un momento desconocido, aunque tal vez relacionada con la construcción de la existente en el exterior de la muralla.

Figura 16. Alzado del conjunto de UU.CC. correspondientes al Sur de del sector de la muralla, con una posible puerta

Figura 15. Alzado del conjunto de UU.CC. correspondientes al cierre oriental de B6. Por último, en el ángulo superior izquierdo se aprecia lo que parece ser una intervención posterior (U.C. 3003), claramente diferenciada de la U.C. anterior por la presencia de un gran relleno de tierra y pequeños cascotes. Ésta se caracteriza por la presencia de una hilada de sillarejo levemente escuadrado y relativamente alineado, aunque después es sustituido por casquería informe. Para finalizar, un segundo conjunto de UU.CC. aparecen al otro lado del muro U.C. 3200. Se trata de un lienzo de 635 cms de longitud y una altura de 120/130 cms, que corresponde a un tramo de muralla que tiene un grosor que oscila entre los 210 cms en su inicio, hasta los 140 cms. En este espacio se aprecian diferentes paramentos, como se verá a continuación.

Sin duda, la presencia de una segunda puerta de acceso al interior de la terraza constituye una sorpresa, pero son varios los elementos que abalan esta hipótesis, pues la existencia de una puerta de acceso y la calle de paso que conllevaría permite explicar de forma satisfactoria muchos de los problemas, tanto estructurales como de relación estratigráfica que planteaba la excavación. Así, la existencia de una puerta en este espacio explica el sorprendente pequeño tamaño del espacio B7, descubierto durante la campaña de 2013 y que presenta su cierre por el sur alineado con el margen izquierdo de la supuesta puerta. Del mismo modo, la existencia de una calle de entrada en esta zona y, especialmente, la nivelación para su construcción que implicó crear una pendiente que conectara con la roca madre presente a una altura superior más hacia el oeste (cota 196), permite explicar la ausencia de niveles de suelo para el estrato julio-claudio (U.E. 39) e incluso posteriores, mientras que la secuencia cronológica se muestra mucho más completa en el interior del espacio B7.

Un primer tipo de paramento (U.C. 3004) está caracterizado por el uso de grandes sillares cuadrangulares de arenisca emplazados en la hilada inferior (cinco, con unas medidas de 62x62 cms; 60x86 cms; 52x75 cms; 54x43 cms; y 40x74 cms). En este caso, al contrario que en los lienzos anteriores, no se dispusieron directamente sobre la roca madre, sino que amortizaron estructuras preexistentes, como son los lienzos UU.CC. 3200 y 5200. Además, la construcción de este sector de la muralla también implicó el corte de U.E. 39, un basurero datado en época julio-claudia, pero del que no se ha podido localizar su suelo. La disposición de estos grandes sillares, situados en ambos extremos de este segmento y dejando una luz entre ellos de 263 cms, invita a considerar la existencia de una gran puerta

Figura 17. Plano de las estructuras coetáneas al momento de construcción de la muralla.

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Por otro lado, la presencia de esta calle también explica la existencia de U.C. 4200, un lienzo de 40 cms de espesor adosado a U.C. 3200 del que se carecía de cualquier tipo de interpretación. Ahora, bajo este prisma puede considerarse, con las precauciones que los escasos restos conservados generan, que esta hilera podría corresponder a los restos de una hipotética acera. Ahora bien, puesto que los 40 cms conservados son insuficientes para el paso de una persona, puede inferirse que, al menos, debió de estar formada como mínimo por dos hiladas de sillares, posiblemente destruidas en su mayor parte por la acción del arado. Esto proporcionaría una anchura mínima de 80 cms. a esta construcción. En relación con ello, una proyección de esta misma acera al otro lado de la calle, en paralelo al lienzo U.C. 5200, permite obtener una anchura de paso de 272 cms, similar a la luz de la puerta.

de la zona de actuación. En el primer tramo de la muralla, correspondiente al emplazamiento de la puerta original de la estructura, el arquitecto se encontró con la existencia de un espacio anterior, de características desconocidas que, además, había supuesto el rebajamiento de la roca madre desde la cota 196, donde aparece en la mayor parte del terreno, a cota 300. La solución que se planteó fue la de buscar la roca madre para cimentar el lienzo exterior, compuesto por sillares de gran envergadura, mientras que en el interior se cimentó a cota 280, lo cual supuso que no se alcanzó la roca madre. Después se realizó una nivelación de la estructura preexistente a cota 220, buscando obtener una inclinación de un 8,5%, que facilitara el tránsito por la calle.

Para finalizar, es posible que U.E. 38, un estrato formado por tierra de color amarillento muy dura y compactada presente en los cuadros A3/C3 y A4/C4 pueda estar relacionada con esta calle. Un último aspecto a considerar es la relación de anteroposterioridad entre ambos accesos, que parece clara. Las diferentes cotas de profundidad que existen entre ambos que muestran que, paradójicamente, el camino de acceso más tardío se encuentra en una cota inferior (352,5) a la presumible cota de uso de la calle (ca. 232) que penetró a través de la muralla, y la tardía amortización del camino hallado en el sondeo del exterior de la muralla, permiten inferir que no sólo fue imposible la coexistencia entre ambos accesos, sino también que el tapiado en el lienzo de la muralla fue anterior. Retomando el estudio arquitectónico del lienzo interior de la muralla en este tramo, la puerta de entrada de acceso a la segunda terraza de El Pueyo fue clausurada por U.C. 3005, un nivel compuesto por sillarejo irregular de pequeño tamaño y dispuesto de forma levemente alineada. Por último, por encima del basamento formado por grandes sillares se aprecia un segundo paramento, consistente en hiladas regulares de sillarejo tallado en arenisca (U.C. 3006), que recorre toda la longitud de este segmento de muralla en cinco hiladas más o menos horizontales. Estos aparecen levemente escuadrados en su lado izquierdo, coincidente con el espacio ocupado por B7, y de forma menos alineada en su lado derecho.

4.2. La cimentación de la muralla La muralla identificada en El Pueyo no se construyó de nueva planta en un espacio sin urbanizar. Por el contrario, se eligió para su levantamiento una zona de la ciudad cuya ocupación continuada se produjo desde los siglos IV-III a.C. Además, el arquitecto tuvo que enfrentarse al fuerte desnivel que tiene la roca madre, puesto que en apenas 6 metros se pasa de cota 196 a cota 394. Las soluciones que se adoptaron fueron variadas, y dependió

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Figura 18. Alzado y cimentación de la parte sur del sector de muralla excavado. El conocimiento de esta pendiente permite plantear, a modo de hipótesis, que el acceso a la terraza en el exterior de la muralla podría situarse a cota 232, a no ser que estuviera en un nivel inferior y se solucionara con una escalera, de la cual no se ha encontrado evidencia. Así, dado el fuerte buzamiento que sufre la ladera de El Pueyo a apenas dos metros de la salida de la muralla, puede plantearse, con la cautela que obliga a adoptar la ausencia de más intervenciones que solventen este punto, que el trazado de esta calle iría en paralelo al exterior de la muralla en dirección Norte. En el caso del tramo de la muralla coincidente con el espacio B6, la solución que se adoptó fue distinta. En esta zona la roca madre se sitúa a cota 225 que, prácticamente, coincide con la que se toma para la disposición de la calle. Quizá por esta razón se optó por realizar una nivelación de la roca madre, que supuso un importante rebaje, para después encajar en ellos los sillares de cimentación de la muralla. Para finalizar, el último tramo en el que se han podido ver las soluciones constructivas que se adoptaron para la cimentación de la muralla corresponde a los espacios A3 y A4, en donde parece que sólo se niveló la roca madre de forma muy leve.


Sesión 2. Arqueología Clásica 4.3. Cronología de los restos encontrados Un último aspecto a tratar sobre la muralla es el de su cronología. A la hora de analizar ésta se han tomado en consideración los datos procedentes de las UU.EE. relacionadas con la muralla y la morfología que adopta el sistema constructivo. Con respecto al primer aspecto, sólo hay una U.E. (U.E. 81), excavada en 2014, correspondiente al nivel de ocupación de la zona en el momento de construcción de la muralla, como así indican las cotas tomadas y la secuencia estratigráfica de esa zona y cuyo material, por lo tanto, facilita su datación. Así, a pesar de la dificultad de datar las cerámicas por la ausencia de fósiles directores, la presencia de un fragmento de cerámica de borde ahumado que imita la cerámica africana (inv. nº 14.5.B6.104), así como la existencia de una ollita con decoración a base de ondas incisas (inv. nº 14.5.C6.16) permiten apuntar una cronología del siglo IV para esta U.E. (Martinez Salcedo 1004, 232-233 y 237; Bermejo 2011, 348), quizá en su primera mitad, pues coexisten con cerámica de época romana como sigillata de Tricio (inv. nº 14.5.C6.15). Junto a esta U.E. conviene señalar la existencia de otras como la 3, 4, 28, 37 y 38 que guardan una relación de posterioridad con la muralla, por lo que en algún caso facilitan dataciones ante quem , como ocurre con las UU.EE. 3 y 4 datadas en la segunda mitad del siglo VIII d.C. A esta cronología de la primera mitad del siglo IV d.C. que facilita la U.E. 81 no se opone la morfología de la muralla, cuyo planteamiento con doble muro exterior y relleno es muy habitual en época bajoimperial, como se ha dicho con anterioridad. Así, la construcción de la muralla quizá se enmarca dentro de un fenómeno de amurallamiento que, en la Península Ibérica, arranca aproximadamente a partir del 260 d.C. y se extiende hasta finales del siglo IV d.C. (Fernández y Morillo 1992: 344). Por otro lado, la proyección de la torre hacia el exterior también corrobora esta impresión (Fernández y Morillo 1992: 340), puesto que su uso se generalizó desde el siglo IV (Paz 2015: 28). En relación con ello, conviene apuntar que la presencia de torres huecas emplazadas al exterior se encuentran, por ejemplo, en construcciones tan distantes cronológicamente como el palacio de Diocleciano en Split levantado entre 305-310 d.C. o el recinto de Constantinopla, edificado por Teodosio II hacia el 412/413-440 d.C. (Paz 2015: 50-51). De esta forma, siempre a modo de hipótesis y con la cautela que exige la excavación parcial de esta estructura, quizá sea plausible pensar en una cronología de primera mitad del siglo IV d.C. para la construcción de esta obra, momento en el que parecen coincidir todas las secuencias diacrónicas obtenidas. Por otro lado, conviene apuntar que hacia el siglo VI d.C. se produce la invasión de la calle en el interior de la segunda terraza por parte de una estructura de suelo rehundido (U.E. 74 y U.C. 6630) datada, por tipología, en este momento, pues

fue el periodo en el que fueron más comunes este tipo de espacios (Tejerizo 2014). Sin duda, esta actuación debió de implicar la amortización de la calle y, en consecuencia, el cerramiento de la puerta. De esta forma, posiblemente fue en este marco temporal, siglo VI d.C., cuando la muralla sufrió su principal transformación, cerrándose el acceso original y creando uno nuevo. Estas transformaciones posiblemente se relacionen con un impulso por parte del reino visigodo para la fortificación y mantenimiento de las ciudades centrado entre los siglos VI y VII d.C., como se atestigua en Bergidum, Tejeda o Bernardos (Gutiérrez 2014, 201). Por último, se desconoce la fecha de realización del refuerzo del primer tramo de la muralla, aunque su disposición sobre U.E. 27, datada en el siglo VII d.C., permite obtener una fecha post quem para esta estructura.

5. CONCLUSIONES El descubrimiento de esta muralla en El Pueyo permite insertar a Los Bañales en la órbita de la evolución urbanística normal que se aprecia en otras ciuitates del entorno, como puede ser Cara o Caesaraugusta. En este sentido, su existencia permite inferir el dinamismo de la sociedad local en este momento cronológico (resultan interesantes las consideraciones al respecto de Bravo 2013), posiblemente primera mitad del siglo IV d.C., así como el mantenimiento de un organismo de control que fuera capaz de coordinar una obra de esta envergadura, posiblemente el ordo decurionum, cuyo mantenimiento en época bajoimperial está más que demostrado al menos hasta los siglos V-VI d.C. (Curchin 2014). Aunque cuatro siglos de convivencia de la muralla con la población de Los Bañales provocó su progresiva modificación, es posible apuntar que la muralla diseñada en un primer momento tuvo una anchura de unos dos metros, así como, al menos, un acceso emplazado de forma frontal, al que puede que se llegara recorriendo una calle que iba en paralelo a ésta. Su estrechez y la disposición del acceso original, invita a pensar que la muralla no fue concebida con un uso defensivo. Por el contrario, posiblemente pueda considerarse como una construcción de prestigio, orientada a engrandecer la notoriedad de la ciudad (Arce 1982, 73-80; Teja 2002, 12; Fernández y Morillo 2002; Adam 2007). Signo, además, del poco valor defensivo que los habitantes concedieron en su inicio a la muralla fue la progresiva invasión de su interior por los diferentes espacios habitacionales que, necesariamente, repercutía en su debilitamiento. Fue, posiblemente, a partir del siglo VI d.C. cuando la función de esta construcción empezó a cambiar. La remodelación de esta zona de la muralla, que implicó la modificación del sistema de acceso, supuso el abandono de la entrada frontal en beneficio de una ruta acodada, mostrando una orientación hacia un concepto más estrictamente militar y defensivo, aunque no seamos capaces de interpretar las motivaciones

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que condujeron a este cambio dentro del mismo concepto militar (Gutiérrez 2014: 195). Esta transformación culminó en los siglos VII-VIII d.C. con la realización de un vasto refuerzo en la zona de la entrada de la muralla y antigua puerta, que permitió ampliar su grosor hasta los 320 cms. En cualquier caso, ambas intervenciones se pueden relacionar con el impulso que el reino visigodo concedió entre mediados del siglo VI e inicios del siglo VIII al amurallamiento de los recintos urbanos en los territorios conflictivos. Se trata, para finalizar, de una interesante estructura que permite realizar un primer acercamiento a la evolución de una ciudad, la de Los Bañales, en época tardoantigua. Así, si bien la dilatada habitación del lugar, ininterrumpidamente hasta el siglo IX d.C., muestra per se signos de estabilidad, la concepción y realización de una obra de este tipo ahonda en el conocimiento del dinamismo de unas elites y de una sociedad que se encuentra en un fascinante momento de transición, pero plena de vitalidad.

AGRADECIMIENTOS Quisiera expresar mi agradecimiento a todos los voluntarios que, durante tres años, han colaborado en las labores de limpieza y excavación de esta monumental infraestructura urbana: Iosu Barragán, Alejandro Caramés, Fernando Casado, Diana Etxarri, Mar Fernández, Sergio Galindo, Nerea González, Joaquín y Quino Latorre, Mar Lerín, Mari Carmen López, Aránzazu Mendívil, Agustín y Acher Monllor, Javier Muruzábal, Vega Orozco, Ander Ortega, Carlos Pérez, Jorge Torrero, Pedro Ultra y Rafa Varón. Igualmente, quisiera agradecer a Diana Vega e Ignacio Lorenzo la ayuda e impulso dados para realizar este trabajo.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

33. LA CIUDAD HISPANO ROMANA DE LABITOLOSA (LA PUEBLA DE CASTRO. HUESCA) Mª Ángeles Magallón Botaya1 y Pierre Sillières2 1

Universidad de Zaragoza /Grupo URBS / IUCA 2 Institut Ausonius. Bordeaux

Mª Ángeles Magallón Botaya, amagallo@unizar.es

RESUMEN Labitolosa es una de las ciudades romanas, junto con Barbotum, Boletum, Terranto, Osca y Iacca, ubicada en la vertiente meridional del Pirineo oscense. Su función era la de controlar y romanizar este importante espacio, cuyos habitantes formaron parte del mundo romano desde los primeros tiempos de su presencia en Hispania. Los vestigios se han conservado junto a la localidad de La Puebla de Castro, en el lugar llamado Cerro Calvario. En el mismo se han llevado a cabo investigaciones arqueológicas desde 1991. Estos trabajos han descubierto las importantes ruinas de la ciudad romana en la que se construyeron los edificios propios de un municipio romano. Los restos del Foro con el singular edificio de la Curia, los dos edificios termales y los vestigios de sus viviendas nos muestran el grado de romanización que alcanzaron y su integración en las formas y costumbres de vida romanas. PALABRAS CLAVE: Labitolosa; Municipio romano; Termas; Curia, Epigrafía.

ABSTRACT The town of Labitolosa, with the towns of Barbotum, Boletum, Osca and Jaca, is situated in the southern slope of the part of the Spanish Pyrenees that belongs to the province of Huesca. Its assignment was to control and Romanize this large and important territory where this town was located, whose population were part of the Roman world since the earliest days of the Roman presence in Hispania. The Roman legacy has been preserved close to the present village of La Puebla de Castro, in a place called Cerro Calvario, where archaeological campaigns have been carried out yearly since 1991. It has revealed some important ruins as well as the common building of any typical Roman town. KEYWORDS: Labitolosa; Roman Municipality; Roman Baths; Curia; Epigraphy.

1. INTRODUCCIÓN Como consecuencia de las relaciones establecidas entre el entre el área de Arqueología de la Universidad de Zaragoza y el Centre Pierre Paris –hoy Institut Ausonius- de la Université Michel Montaigne de Bordeaux, se iniciaron en el año 1991 los trabajos arqueológicos en el yacimiento de Cerro Calvario, situado en La Puebla de Castro (Huesca). Estas investigaciones, materializadas en proyectos de investigación y acciones integradas, subvencionados por el Gobierno de Aragón, el Ministerio de Educación y Ciencia, MINECO, el Grupo URBS, el Instituto de Estudios Altoaragoneses, el ministerio francés de Asuntos Exteriores y el Institut Ausonius, marcan un hito en el conocimiento de la arqueología y la historia de los Pirineos, ya que las mismas han permitido profundizar en el estudio de la romanización de la zona central de la vertiente meridional de esta cadena montañosa.

Incluso podemos afirmar que la cooperación transpirenaica que se estableció entre la Universidad de Zaragoza y el Institut Ausonius de Bordeaux es un modelo de colaboración internacional por los resultados obtenidos.

Figura 1. Mapa de situación.

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En el año 2013, como culminación de los trabajos realizados se ha publicado una Monografía que recoge los principales resultados de las investigaciones realizadas en la ciudad de Labitolosa desde 1991 y que proporciona, junto con las diferentes publicaciones que se han realizado y que se continúan efectuando, una completa información de la vida de una pequeña ciudad romana situada en el somontano oscense.

2. LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA. 2.1. El equipo de investigación. Como es habitual en la investigación de este tipo de yacimienntos se ha conformado un equipo de trabajo compuesto por especialistas de diversos campos de los que destacamos a: Christian Rico, José Ángel Asensio Esteban, Milagros Navarro Caballero, Elena Maestro Zaldívar, Carmen Guiral Pelegrín, Michel Paselac, Jean Pierre Bost, Ludovic Chaseigne, Carlos Saénz Preciado, Enriqe Vallespín y Pascal Vipard. A los mismos es necesario sumar la Drª Myriam Fincker y su equipo del CNRS, que ha coordinado los levantamientos topográficos desde el año 1991 al 2003 y al Dr. Jorge Ángas que ha continuado esta labor desde 2004 hasta la actualidad.

2.2. Los resultados de la excavación. Gracias a las excavaciones y prospecciones realizadas podemos conocer la historia de una ciudad romana completamente desconocida en las fuentes literarias antiguas. Las investigaciones realizadas entre 1991 y 2015 son muy importantes y nos permiten conocer la extensión de la ciudad, determinar la cronología de la misma, analizar los vestigios de su entorno y estudiar el poblamiento y extensión de su territorium. La ciudad abarcaba una superficie de aproximadamente 12 ha. La documentación obtenida a lo largo de la investigación nos ofrece información acerca de las construcciones urbanas y el plan del conjunto de la aglomeración y sobre todo, gracias a las inscripciones halladas en la curia de la vida de las gentes que la habitaron. Su historia no fue muy larga, podemos decir que se funda a mediados del siglo I a.C. y ya a comienzos del siglo III fue abandonada. Pese a ello el recuerdo de la ciudad y su territorio administrativo se mantiene en el siglo VI, según se desprende de la mención de la Terra Labeclosana, en los documentos de donación y testamento del Diácono y Obispo Vicente. Siglos mas tarde, sus restos fueron reutilizados en la construcción de un hisn andalusí en la cima del Cerro Calvario y más tarde, tras la conquista de Graus en 1083, de

Figura 2. Foto aérea de la ciudad con los vestigios mas relevantes conservados. 1) Curia. 2) Foro. 3) Termas I. 4) Termas II. 5) Domus. 6) Necrópolis. 7) Hisn. 8) Casas. 9) Fortaleza medieval. (Foto área Caty Petit y F. Didierjean)

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Sesión 2. Arqueología Clásica una fortaleza cristiana. Esta continuidad confirma el interés estratégico del asentamiento en la margen derecha del río Ésera, dominando un amplio y fértil territorio, apto para la ganadería y la agricultura. Las primeras prospecciones e investigaciones condujeron al estudio de los grandes edificios públicos, mientras que de las zonas destinadas a ubicar otras estructuras urbanas, como las viviendas o la necrópolis, apenas tenemos información, fundamentalmente debido al proceso de expolio de los monumentos y transformación del terreno en bancales agrícolas llevado a cabo especialmente a partir del siglo XVIII.

3. HISTORIA Y EVOLUCION DE LABITOLOSA: UNA CIUDAD HISPANO ROMANA EN EL PIRINEO OSCENSE. 3.1. La ciudad indígena. Los primeros vestigios del asentamiento indígena, que sin duda existió en el Cerro Calvario, prácticamente han

desaparecido debido a la erosión y la continua ocupación de este sector debido a su valor estratégico. Teniendo en cuenta la cronología de los restos hallados en la terraza en la que se ubicó el foro de la ciudad, podemos decir que el hábitat indígena únicamente debió ocupar la parte superior de la vertiente meridional del oppidum y sus vestigios se deben hallar bajo las terrazas agrícolas actuales. Los escasos fragmentos de cerámica campaniense e ibérica hallados en la zona así lo confirman. (Asensio et al. 2013: 69-98).

3.2. Una ciudad de época augustea. Los vestigios de época augustea aparecen dispersos bajo los edificios excavados, lo que permite asegurar que Labitolosa se desarrolló rápidamente en este momento, debido probablemente a su ascenso como ciudad cabeza de un territorio tras la reorganización administrativa de Hispania realizada por Augusto. Sus habitantes, los Tolosani, la convierten en el centro administrativo y político de su comunidad peregrina. Ello implica que la ciudad deba disponer de un foro con sus dependencias administrativas, probablemente ubicadas en algunas de las estructuras de época augustea que se hallan bajo la curia y cuyas dimensiones y disposición concuerdan con estas funciones.

Figura 3. Cronología y fases de la monumentalización de Labitolosa.

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3.3. La ciudad peregrina: los comienzos de la monumentalización. A mediados del siglo I, se lleva a cabo una gran remodelación que se pone de manifiesto en las nuevas edificaciones del foro como son: el Gran Edificio y de su anexo el Edificio Este y el gran complejo termal, que denominamos como Termas I. Sin duda, y aunque no hayamos podido identificar su funcionalidad, estos dos edificios del forum revelan probablemente que la ciudad se había dotado de los órganos administrativos y políticos romanos, lo que unido al edificio augusteo, parcialmente excavado bajo la curia, constituye para esta pequeña ciudad peregrina del piedemonte pirenaico un gran paso hacia su romanización. Los Labitolosani atestiguan con estas edificaciones el deseo, al menos de sus élites, de vivir a la romana ya que los responsables de la construcción y los usuarios de esos edificios estaban abiertos a la cultura y a las técnicas y novedades arquitectónicas, como por ejemplo las bóvedas, o el empleo de las más recientes innovaciones en la calefacción de las termas como la testudo alvei o de los conductos para el aire caliente. Por otra parte, estas infraestructuras evidencian sin duda alguna, los importantes gastos que fueron realizados probablemente por algunos de los notables más poderosos y ricos de la ciudad que, como en otras partes, tuvieron en la tierra la parte esencial de sus recursos.

3.4. El municipio latino. La inscripción dedicada al Genius Municipi Labitulosani, descubierta en la curia, atestigua la ascensión al estatuto municipal de derecho latino de esta pequeña ciudad pirenaica, este hecho además, determina el periodo de máximo esplendor de la ciudad entre el final del siglo I y la primera mitad del II. Dos edificios marcan la continuidad del proceso de monumentalización: la Curia y unas nuevas termas.

las que sus bóvedas se dotaron con conductos para el aire caliente. La utilización de esta técnica, puesta a punto poco tiempo antes de la construcción de las Termas II, parece indicar que los constructores del edificio conocían las novedades en materia de edificación termal, o al menos el arquitecto era capaz de aplicarlas en el nuevo edificio. Suponemos que faltan otros edificios públicos, religiosos y administrativos, pero nada podemos decir de los mismos. Únicamente se conservan los edificios de la zona norte del foro, ya que debido a la erosión y las transformaciones agrícolas han desaparecido los vestigios de las construcciones que ocupaban los restantes lados de la plaza, y que se ubicaban probablemente en una gran explanada artificial.

3.5. El final y abandono de la ciudad. Según deducimos de las investigaciones arqueológicas, hacia el año 200. Labitolosa, al igual que sucede en otras ciudades romanas, aparece abandonada. Los análisis de la estratigrafía, la ausencia de documentos epigráficos, numismáticos y materiales cerámicos así lo evidencian. El abandono detectado tiene como término ante quem las monedas de Marco Aurelio halladas en la Curia y Termas I, hay que constatar que no hay evidencias ni signos de violencia, incluso se ha observado un proceso de recuperación de materiales metálicos y de construcción en todo el yacimiento, lo que evidencia un proceso de abandono en la ciudad. Sin embargo, en el entorno de Labitolosa hay otros municipios que perduran, como es el caso de Barbotum (Monte Cillas. Coscojuela de Fantova) que conserva restos de una necrópolis cristiana del siglo V y además, en el territorium de la ciudad y en el entorno del valle del Cinca, se detectan explotaciones agrícolas de cronología tardía situadas a poca distancia de la ciudad antigua, según se desprende de las prospecciones realizadas por el equipo labitolosano (Chaissegne, 2013, 31-68). Tras su abandono la memoria de la ciudad permanece durante varios siglos como nos evidencian las menciones de la carta de donación del diácono y obispo Vicente al monasterio de

Sin duda la curia, edificada en el emplazamiento de la construcción augústea próxima al Gran edificio y conservada hasta entonces. fue construida hacia el año 80, es decir poco después de la concesión del derecho latino a toda Hispania en el 73-74. Representa este monumento, el templum ordinis, símbolo del poder municipal otorgado a la ciudad y ejercido por los notables que formaban el ordo decurionum, y como tales aparecen en los pedestales epigráficos que adornaban su interior. El segundo edificio termal –Termas II- fue construido en este momento, más exactamente, sin duda alguna, algunos años después de la curia. Frente a la relevancia de las Termas I, presenta por el contrario una serie de mejoras técnicas, especialmente en lo que concierne a las salas calientes, en

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Figura 4. El Hisn con los depósitos de agua y los vestigios de la muralla de cierre.


Sesión 2. Arqueología Clásica Asán, al que dona en el año 576 entre sus bienes, algunos situados en la Terra Labeclosana y las acuñaciones visigodas procedentes de esta zona. A partir del siglo IX se constata la reocupación de una nueva población sobre la zona superior del Cerro Calvario. Los vestigios de un asentamiento andalusí reforzado en el siglo X con la construcción de un hisn (ver este volumen el trabajo correspondiente al Cerro Calvario firmado por J.A. Asensio y A. Magallón) califal y más tarde con una fortaleza cristiana en el Cerro Calvario, evidencian el valor estratégico del lugar en el que se asentó la ciudad romana.

norte sur y 11,10 m de anchura en sentido este oeste, ocupa por lo tanto una superficie de 216 m2. Su espacio interior mide 15,60 m por 9,60 m y ocupa una superficie de 149,76 m2. Está conformado por dos estancias separadas por un muro. Se trata de un vestíbulo que prácticamente ha desaparecido y el aula, en la que se encuentra la galería de zócalos y los pedestales de las estatuas con restos epigráficos. Definido como templum ordinis et Templum Genii municipii Labitulosani, estaba presidido por la dedicatoria al Genio municipal realizada por el evergeta M. Clodio Flacco, albergó diferentes tareas relacionadas con la administración de la ciudad, en las que podían estar implicados los personajes representados en las estatuas que lo decoraban. En el interior del edificio pudieron reunirse los aproximadamente sesenta decuriones que tendría la ciudad. Esta curia fue edificada en el espacio que ocupaba un edificio de época augústea en el último cuarto del siglo I, sin duda como consecuencia de las medidas político administrativas que tienen lugar en los años 73-74 para integrar en el imperio a las comunidades indígenas y facilitar la promoción de la elites locales llevadas a cabo por Vespasiano. Una treintena de años más tarde, la erección de una estatua, en el eje central del edificio, dedicada al Genio del municipium Labitolosanum, realizada por Marco Clodio Flaco (Fincker et alii, 2013), atestigua las modificaciones decorativas de la sala que, paulatinamente, se fue llenando de estatuas e inscripciones dedicadas a los notables, e incluso, probablemente, a los

Figura 5. Pedestal dedicado al Genio del Municipio Labitulosani.

4. LOS CIVES LABITOLOSANI. 4.1. La Curia y los descubrimientos de soportes epigráficos. De este municipio han llegado hasta nosotros los nombres de una decena de sus habitantes grabados en los pedestales descubiertos en la curia, inscripciones que conforman un destacado corpus epigráfico y constituyen un caso excepcional para una pequeña ciudad hispana, a la vez por el número de personajes mencionados y por la cronología muy concreta del conjunto. El descubrimiento de la curia, un edificio muy bien conservado con su galería de inscripciones situadas en su interior ha permitido conocer y estudiar un monumento representativo de la vida publica y política acorde con el nuevo estatus municipal de la ciudad y que se corresponde con las transformaciones que tienen lugar en muchos municipios hispano tras las medidas de Vespasiano. De forma rectangular mide 19,67 m de longitud en sentido

Figura 6. Calco de la inscrpción CIL II 3008=5837 hallada en Labitolosa y conservada en el Museo de Zaragoza.

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miembros de la casa imperial y otros personajes ilustres. La serie de veinticinco pedestales hallada en el interior del aula nos indica que la misma contó con un número importante de inscripciones y dedicatorias honoríficas. El final del edificio se puede situar en los últimos años del siglo II o comienzo del III, al igual que hemos observado en el funcionamiento de las Termas I y otros monumentos de la ciudad. Destacamos el variado conjunto de soportes epigráficos en los que se mencionan a los notables locales. Pero además rodeando tres de sus paredes se encuentran veintiún zócalos intactos e in situ en el interior de la curia, más la huella dejada en el pavimento de otros dos. Su disposición es casi simétrica con relación al eje de la sala, que pasa por el centro del pedestal principal, el que sustentaba la estatua del Genio del Municipio. En la pared norte se ubican nueve, cuatro a

cada uno de los lados de la mencionada dedicatoria al Genio, y ocho, incluyendo los desaparecidos, se ubicaron en los lados este y oeste del aula. A estos añadiremos dos grandes estructuras de arenisca de forma rectangular que flanquean la puerta de la estancia principal de la curia, ocupando totalmente sus ángulos suroeste y sudeste. Su estudio permitió conocer que ambos habían sido construidos en dos fases y al mismo tiempo dar a conocer la presencia de dos zócalos ecuestres y varios fragmentos de molduras y restos arquitectónicos. Este hallazgo de zócalos ecuestres induce a pensar que el programa iconográfico de la decoración interior de la curia pretendía erigir, en un primer momento, estatuas a caballo a ambos lados del acceso al aula o en la plaza forense.

Figura 8: Planta de la Curia y los zócalos, netos con inscripciones y pedestales enlucidos con placas adosadas halladas en su interior.

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Sesión 2. Arqueología Clásica Completan la tipología de los soportes epigráficos labitolosanos tres pedestales compuestos por bloques de arenisca superpuestos, que se encuentran in situ adosados a la pared septentrional de la curia. Estaban situados a ambos lados de la estatua del Genio del municipio: uno a su derecha (nº 10 del plano) y dos a su izquierda (nº 16 y 17). Corresponden a un tipo de pedestal que hemos denominado enlucido con placas adosadas. En este caso, es precisamente su descubrimiento en una excavación arqueológica lo que aumenta su interés científico

4.2. Unos habitantes muy romanizados: evolución de la técnicas constructivas empleadas en Labitolosa. Las excavaciones nos permiten apreciar la evolución de las técnicas de construcción empleadas a lo largo del tiempo en los diferentes tipos de edificios y, además, constatar un hecho que demuestra el grado de romanización alcanzado por los labitolosanos: a finales del siglo I d.C. en Labitolosa no se aprecia ningún desfase tecnológico entre sus edificios y otros similares en el resto del mundo romano. A comienzos del siglo I, la construcción es enteramente de tradición ibérica, los edificios augusteos, especialmente las casas, no presentan mortero de cal: todos han sido construidos con sillarejos mal tallados ligados con tierra y sus suelos son de tierra batida, los alzados probablemente estaban realizados con adobes. Medio siglo más tarde, es decir a mediados del siglo I, se adoptan nuevas técnicas, en particular en los tres edificios públicos de esta época que se han excavado: el Gran edificio, el Edificio Este y las Termas I. En los muros se emplean el opus quadratum y el opus caementicium y en los suelos se empleó el opus signinum o el opus spicatum. Sin embargo las cimentaciones, sobre las que se apoyaban los bloques de gran aparejo, están formados por un simple conglomerado de piedra y de tierra cuidadosamente trabada pero desprovista de mortero.

Figura 9. Detalle del hypocaustum de las Termas I.

Figura 7. Marca de Ladrillo. Q.C.C Tolo

En cuanto a las decoraciones interiores, parcialmente conservadas en las Termas I, son enteramente romanas, placados de mármol sobre sus suelos y paredes. Estuco pintado imitando el mármol en los muros y en el intradós de las bóvedas y en la concha marina situada sobre el baño frío. Incluso las Termas I fueron dotadas de las más recientes técnicas de calefacción de las salas cálidas y del agua en las piscinas, con conductos para el aire caliente y la caldera tipo testudo alvei.

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Todavía medio siglo más tarde, la evolución se completa con el abandono de las cimentaciones de tierra y piedra y el uso generalizado del opus camenticium y opus signinum en la curia y las Termas II. Los arquitectos de Labitolosa emplearon también los procedimientos más modernos como la calefacción en las bóvedas de las termas y conocían técnicas raramente observadas en otros lugares, como el caso de las bóvedas interiores en el eje vertical incorporadas en el macizo del muro norte de la curia.

Figura 12. Ventana de vidrio hallada en las Termas II de Labitolosa.

5. LAS VIVIENDAS DE LOS LABITOLOSANOS. Figura 10. Termas II-. Bóvedas con conductos de aire caliente para evitar la condensación (M. Fincker)

El descubrimiento de los grandes edificios públicos, enmascara los escasos hallazgos correspondientes a los vestigios domésticos. A excepción de una domus, perteneciente a un miembro de las élites ya que contaba con un baño privado con hypocaustum, tenía además dos pisos y un hortus, apenas conocemos otras viviendas. Se han excavado parte de las casas augusteas situadas en la zona suroeste del foro, viviendas amortizadas para la construcción de la Curia. Trabajos agrícolas modernos, realizados aproximadamente en 1970, han destruido gran parte de la zona sureste del yacimiento, por lo que han desaparecido los posibles vestigios de las viviendas allí situadas. Los restos excavados bajo el Camino de Barasona, únicos testimonios de esta

Figura 11. Detalle del hypocaustum del tepidarium y los conductos tallados en los muros de las Termas I.

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Figura 13. Domus. Vista de su praefurnium.


Sesión 2. Arqueología Clásica zona, nos muestran unas casas decoradas con pinturas, con pavimentos de tierra y un pequeño patio. La excavación evidencia una ciudad abandonada, con una recuperación de materiales, por lo que los vestigios asociados a la cultura material son escasos. No obstante el estudio de las cerámicas nos permiten apreciar la aculturación de los Labitolosani y su perfecta integración en la vida económica y social del imperio romano. Por otra parte, no se ha realizado ninguna investigación, salvo prospecciones mediante teledetección, en la necrópolis localizada en el noroeste de la ciudad. (Fig 1.). De este modo, el carácter de la documentación obtenida a lo largo de la investigación nos ofrece información acerca de las construcciones urbanas y el plan del conjunto de la aglomeración, pero resulta insuficiente para conocer a la población de la ciudad.

6. EL TERRITORIUM DE LABITOLOSA.

ofrecen una ciudad de tamaño medio, que tiene alrededor de 40 km de este a oeste y de 50 de norte a sur, es decir una superficie en torno a los 2000 km2. Este territorio, situado entre los de Iltirta (Lérida) y Bolskan (Huesca), forma parte del gran conjunto del territorio ilergeta y su principal aglomeración urbana fue durante mucho tiempo Tolous. Este importante oppidum, situado en el Cerro de La Alegría (Mónzón, Huesca), controla el bajo valle del Cinca y la llanura de La Litera, que como se ha podido apreciar en los trabajos sobre el terreno constituyen una de las zonas más densamente pobladas e importantes durante las épocas ibérica e ibero romana en el Valle Medio del Ebro. Las prospecciones llevadas a cabo sobre el terreno revelan que las principales transformaciones y la puesta en valor del territorio de Labitolosa, fueron realizadas a lo largo de la primera mitad del siglo I d.C. con la implantación del modelo romano de la explotación del suelo representado por la villa.

7. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS : Monografías. Magallón Botaya, M.A y Sillières, P (2013). Eds. Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33. Bordeaux.

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Figura 14. Limites aproximados del Territorium labitolosano. Tras el examen de los datos relativos a las ciudades vecinas como Ilerda, Osca, Barbotum, Boletum y Aeso, los límites muy aproximados que proponemos para Labitolosa nos

Fincker, M., Guiral, C., Magallón, M. Navarro, M., Rico, Ch. y Sillières, P. (2013) “La curia del municipium Labitolosanum (La Puebla de Castro. Huesca)”. Soler, B, Mateos, P. Noguera, J.M. y Ruíz, J. eds. Congreso Internacional Las sedes de los ordines decurionum en Hispania. Análisis arquitectónico y modelos tipológicos. Anejos de Arch. Esp. Arq. iLXVII, 2013, 257-284 Fincker, M, Guiral, C, Magallón, Mª A. y Sillières, P. (2013) “La première phase de monumentalisaion urbaine: Les

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Thermes I” Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières Eds.: Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33, 129-212. Fincker, M, Guiral, C, Magallón, Mª A. Navarro, M. y Sillières, P. (2013) “La seconde phase de monumentalisaion urbaine: La Curie” Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières Eds: Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33, 213-252 . Fincker, M, Magallón, Mª A. Rico, Ch. y Sillières, P. (2013) “La seconde phase de monumentalisaion urbaine: Les Thermes II” Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières Eds.: Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33, 253-297. Fincker, M, Guiral, C, , Magallón, Mª A. Rico, C y Sillières, P. (2013) “ Une domus de la fin du Ier Siècle” Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières Eds. Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33, 297333. Lignereux, Y. Massendari, J., Obermaier, H. y Schwabe, E. (2013). “Restes fauistiques de Labitolosa”. Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières

Eds.: Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33, 438-444. Magallón Botaya, M.A. y Rico, C. (2013) “La première phase de monumentalisaion urbaine: Les édifices de la pertie nord du fórum” Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières Eds. Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33,99-128. Navarro Caballero, M. y Magallón Botaya. Mª A. (2013) “Epigrafía y Sociedad de Labitolosa” Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières Eds. Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33, 334-419. Magallón, M.A. y Navarro Caballero, M. (2010): “Las ciudades romanas en la zona central y occidental del Pirineo meridional veinte años después”, Ab Aquitania in Hispaniam. Mélanges d’histoire et d’archéologie offerts à Pierre Sillières, Pallas, 82, 223-253. Saenz Preciado, C. (2013) “La cerámica engobada de imitación de sigillata hispánica:¿una producción labitolosana?. Labitolosa: Une cité romaine de l´Hispanie Citerieure., Magallón y Sillières Eds. Institut Ausonius. Col. Mémoires vol. 33, 420-437.

Vasija encontrada en el yacimiento de Labitolosa.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

34. BILBILIS: pasado, presente y futuro Manuel A. Martín-Bueno1 1

Universidad de Zaragoza

Manuel A. Martín-Bueno, mmartin@unizar.es

RESUMEN Se ha cumplido medio siglo desde que se iniciaron los trabajos arqueológicos en el Bilbilis. Una ciudad celtibérica promovida a municipio por Augusto quién la convirtió, tras una amplia transformación urbana, en la capital de su territorio. Pasados 50 años, reflexionamos en esta aportación sobre los trabajos pasados, los presentes que se están realizando, así como sobre las intenciones cara al futuro, de uno de los principales elementos patrimoniales de Aragón. PALABRAS CLAVE: Calatayud; Bilbilis; municipium; urbanismo romano.

ABSTRACT Half a century has passed since the archaeological work at Bilbilis began. Bilbilis, a Celtiberian town promoted to municipality by Augustus, who transformed it into the capital of his territory, after a wide urban transformation. 50 years after the beginning of the excavations we make here an approach to the last works, to the present ones still developing, as well as to the intentions for the future of one of the main assets in Aragon. KEYWORDS: Calatayud; Bilbilis; Municipium; Roman urbanism.

1. INTRODUCCIÓN* La celebración del I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA), ha sido una ocasión óptima para dar un repaso a la actualidad de la actividad arqueológica en la Comunidad Autónoma de Aragón de los últimos años. Afortunadamente los ponentes, comunicantes y autores de posters, acudieron a la cita cumpliendo con largueza los fines de la convocatoria realizada por iniciativa del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón y por la Universidad de Zaragoza a través de los grupos de investigación concernidos directamente, URBS y Primeros Pobladores, ambos del Departamento de Ciencias de la Antigüedad, de las áreas de Arqueología y Prehistoria respectivamente. Entre los trabajos de encargo se enmarcan aquellos que como el presente sobre Bilbilis (Calatayud, Zaragoza), requieren por su singularidad e importancia un tratamiento de mayor recorrido en el tiempo como es el caso de un * La presente comunicación se inscribe dentro de las líneas de investigación del Grupo Consolidado de Investigación URBS, CONAI+D (Gobierno de Aragón), del IUCA (Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón) así como del programa HAR2013-48456-C31-P.: URBS III: Repertorios ornamentales públicos y privados en el NE de Hispania (MINECO).

yacimiento arqueológico que en el año 2016 cumplirá medio siglo de actividad continuada bajo una misma dirección. Esta circunstancia le convierte sin duda en un hito importante para recordar y con ello a todos quienes pasaron por sus campañas de excavaciones y trabajos de investigación, ya innumerables, agradeciendo su dedicación y esfuerzo. Éste por regla general se ha visto recompensado de una u otra manera en muchos casos, aunque solo sea por haber contribuido a la formación del personal investigador universitario.

2. EL PASADO Como es lógico en este caso, en el que se trata de un yacimiento cuyo solar nunca fue olvidado, el recorrido es largo. Bilbilis ciudad celtibérica del valle medio del Jalón, contempló como a su solar llegaron contingentes apreciables de itálicos que acompañaron las campañas militares en las dos guerras celtibéricas y en la guerra sertoriana luego, para terminar con el enfrentamiento de cesarianos y pompeyanos en la zona vecina, ya a mediados del siglo I a.e. La transformación en municipio de ciudadanos romanos por Augusto, según cuenta Plinio (NH. III.3.24), es el

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momento más relevante de su pasado ya que penetra por la puerta grande en la historia peninsular con las ciudades que simbolizan la transformación urbana de Hispania a tenor de los cambios políticos y económicos que se producen y que la benefician. La decadencia del flamante municipio romano se produce con relativa rapidez ya que fueron más los deseos que las realidades y la explotación económica no fue acorde con las inversiones realizadas y con la necesidad de seguir efectuando considerables dispendios para mantener las infraestructuras. Entre estas, fundamentalmente las de tipo hidráulico, red de cisternas y un acueducto sin terminar de construir, cuando aquellas resultaron insuficientes, así como los edificios públicos, teatro incluido. Por supuesto también el complejo recinto amurallado cuya orografía hacía muy dificultoso su mantenimiento. El traslado de la ciudad cuyo abandono nunca fue completo al quedar una población residual y marginal, se produce ya a finales del siglo II y se acelera en el III y siguientes, distribuyéndose la población en las propiedades rurales y en el asentamiento que se construiría en la actual Calatayud, que ya había sido sede de poblaciones antiguas.

Figura 1. Reconstrucción hipotética de Bilbilis (Jean-Claude Golvín y M. Martín-Bueno) Bilbilis se pensaba por la ausencia de otros restos, que había sido absorbida por la urbe caesaraugustana por deducción muy simplificada que hoy debemos reconsiderar. Una fuente tardía del siglo IV d.e., en la correspondencia de los años 390-394 entre Avsonio que habitaba en Burdeos (Ep. X, 223-4 y Ep. XXIX, 56-59) y Paulino de Nola, se cuenta de la despoblación general del territorio hispano aludiendo a Bilbilis y a Turiaso entre otras que han perdido mucha población, resaltando en el mismo documento que Tarraco y Caesaraugusta todavía mantenían el tipo y concentraban la actividad. Esta fuente, de toda confianza por otra parte, no nos dice con precisión que Bilbilis (se supone que el existente municipio)

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sea un lugar desértico, pero sí puede interpretarse que el emplazamiento del Cerro de Bámbola por el contrario lo estuviera, pero no así en la cada vez más viable transductio que pudo producirse al descender al llano del antiguo y prestigioso emplazamiento, de aquel urbanismo julio-claudio que alguna vez calificamos por éste y otros ejemplos hispanos como “estrella fugaz” (Martín-Bueno 1999; Martín-Bueno y Sáenz 2004). Bilbilis, muta una vez más pero no desaparece, se dispersa tal vez pero sigue manteniendo, todavía no sabemos muy bien cómo, ese carácter que trasciende hasta la actualidad de manera indisoluble de ciudad con vocación de centro comarcal por sus especiales características, que con claridad meridiana supieron valorar los administradores romanos desde el siglo I a.e. en que la Bilbilis Italica debió ya ser ciudad de derecho latino como antecedente al estatus municipal. Las fuentes arqueológicas tanto de época visigoda como islámica y cristiana definen una Edad Media para la zona de gran relevancia, que no es objeto de este comentario breve pero que no conviene perder de vista. El Renacimiento y siglos inmediatos marcarán con una serie de nombres propios esa presencia ciudadana como algo que ha continuado en el tiempo con alteraciones de ubicación, fundaciones y refundaciones, adaptaciones de población, de lenguas culturas y religiones hasta llegar, siempre sin olvidar su pasado desde la época fundacional y a su ciudadano más conocido, el poeta Marco Valerio Marcial, hasta el siglo XIX y XX en que se recupera de un olvido áureo en el que había quedado sumido ese otrora orgulloso municipio romano. No procede detenerse en la pléyade de eruditos, historiadores, clérigos estudiosos de su pasado y otros ilustres personajes que se ocuparon, con más voluntad que acierto en algunos casos, del pasado y glorias de la ciudad, pero lo que sorprende es la insistencia en recuperar un pasado que no se había perdido del todo, adornándolo con toda suerte de calificativos de tal manera que se acentuase con esa voluntad laudatoria la escasez de restos relevantes de ese pasado que se habían conservado, si comparamos esta ciudad en su trasunto romano con otras similares en Hispania. Hoy a la luz de medio siglo de intervenciones arqueológicas de nuestra mano en Bilbilis, podemos afirmar sin demasiadas dudas que la ciudad del Jalón era llave indiscutible de comunicaciones en los dos ejes fundamentales que controlaba y que sigue haciéndolo: el del Cantábrico al Mediterráneo, por rutas que ya existían cuando los romanos las normalizaron y el otro eje el de la Vía 34 del Itinerario de Antonino, que comunicaba el Valle del Ebro por el Jalón, pasando por Bilbilis y siguiendo hacia el Henares a Complutum y de allí a Emerita Augusta y prolongaciones. Pocas localidades hispanas disponen de una posición tan privilegiada como esa que sin duda la ciudad a lo largo de los siglos ha sabido conservar y acrecentar en momentos singulares y concretos, como cuando en el siglo XIX, durante unos meses, llegó a ser de manera efímera capital de una nueva provincia. Hoy,


Sesión 2. Arqueología Clásica con menos pretensiones, mantiene su aurea mediocritas intentando sobrevivir a unos tiempos que distan mucho en su concepción de parecerse a lo que previnieron sus fundadores hace muchos siglos. En el siglo XX el renacer de Bilbilis, el personalísimo paisaje del Cerro de Bámbola, atrajo el interés de nuevos eruditos entre los que los locales comenzaron a adquirir un cierto protagonismo más activo. Dos momentos marcan a nuestro juicio esa inflexión y son; por un lado los trabajos que la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades encargase a su académico D. Narciso Sentenach y Cabañas, que en 1917 intervino en una corta campaña de excavaciones en Bilbilis, tanto en el templo del foro, como en el teatro que se vislumbraban tenuemente pese a los numerosos expolios sufridos secularmente. En estos lugares y en dos semanas, practicó sondeos, todavía algunos visibles en los años sesenta, con los que redactó un breve opúsculo publicado en las Memorias de la Junta, en el que da cuenta de sus actividades con fotografías y dibujos de los escasos materiales que fueron depositados en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid en cuyos almacenes reposan (Sentenach 1918).

al contrario de lo que practicó en Belmonte (Segeda) en terrenos de su propiedad donde exhumó algunas habitaciones pavimentadas con opus signinum y de las que sin duda proceden los vasos celtibéricos que quedaron plasmados en las fotos antes aludidas (fig. 2) Sí que se le puede atribuir a él la denominación de “campo de los camafeos” para el espacio posterior al foro y el teatro, razón por la que durante algún tiempo se consideró pudiera haber allí un espacio público, cosa nada inverosímil ya que en el muro exterior norte del conjunto forense se ubicaron tabernae con talleres que produjeron entre otras cosas productos de hueso y eboraria, placas de vidrio para ventana y otras artesanías. Tal vez entre ellas algún artista que trabajase la talla de precisión, es decir la glíptica. Pero esto último es más deseo que realidad pensando en la denominación del estudioso conde.

El segundo actor que consideramos de importancia fue sin duda Carlos Ram de Víu, Conde de Samitier, que desde la atalaya de sus propiedades en la zona, tanto en Belmonte de Calatayud como en otros lugares y siguiendo la estela de predecesores, reunió vestigios y materiales arqueológicos de Bilbilis y otros lugares, como anteriormente lo hicieron jesuitas y mercedarios. Hizo su propio acopio de ajuares y restos materiales que reunió en su palacio bilbilitano (Longinos 1922)1. Esta colección llegó a los años sesenta del siglo XX seriamente disminuida, ya que habían desaparecido las piezas principales sin que se conozca su paradero en particiones sucesorias (fig. 2). Finalmente una cantidad muy escasa fue a parar al Museo de Zaragoza donde sigue en parte y el resto se integró en el de Calatayud, su destino natural, junto con la parte residual que había permanecido en dicha localidad.

Figura 2. Fotografía de la colección arqueológica (desaparecida) de Carlos Ram de Viu, Conde de Samitier publicada por Longinos Navas (1922, 346-349)

Entre las piezas desaparecidas en aquellos trasiegos y particiones es de destacar un retrato de Druso (fig. 3) y la parte superior de una cabeza marmórea, ambos seguramente en marmor lunense, cabeza que pudo pertenecer por su tamaño y peinado a uno de los dos nietos de Augusto, seguramente Lucio, el menor de ellos, con lo que de Bilbilis procedería, una vez más un repertorio escultórico familiar que albergaría el teatro ciudadano tanto en la scaenae frons como en el sacellum in summa cavea, junto a Livia, Agripina tal vez, Tiberio, Claudio y el propio Augusto que presidía casi con toda seguridad la valva regia del teatro (Cancela y Martín-Bueno 2008). También procederían de la Colección Samitier algunas piezas menores de cerámica o glíptica que posteriormente pasaron a manos de particulares. No está atestiguado que el Conde de Samitier realizara excavaciones en Bilbilis, pero si rebuscas continuadas y encargo a los lugareños para que le proveyesen de materiales,

Figura. 3. Cabeza de Druso (desaparecida) que formaba parte de la Colección Samitier

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Hay que llegar a los años treinta para encontrar nuevas investigaciones en el solar bilbilitano, esta vez de la mano de dos alemanes, el profesor de la Universidad de Erlangen, Adolf Schulten, que acompañado por el jubilado general Lammerer, del Servicio de Cartografía Imperial de Prusia, recorrieron el solar bilbilitano, en sus excursiones alrededor de Numancia, su objetivo prioritario, para documentar, estudiar emplazamientos, levantar algunos planos que son por el momento ilocalizables, recoger materiales de superficie, monedas entre ellos porque debían abundar. Reconocieron el terreno y aprovecharon para hacer someros estudios antropológicos de los habitantes de Huérmeda, el barrio pedáneo de Calatayud a los pies de Bámbola, de cuya fisonomía deja constancia en su obrita publicada en 1934: Bilbilis, la patria de Marcial, corto ensayo casi costumbrista en el que entre alusiones al recio vino y embutidos y a las características fisonómicas de los habitantes de la zona a los que previamente habían tomado medidas antropométricas. Imaginamos que para comprobar su pureza racial, dada la época en que se contextualiza, dato que hemos confirmado por algún huermedino aún vivo que lo conoció. Las rebuscas de Schulten muy repetidas dada la escasez de informaciones al respecto y el hecho de que fuera alemán y de fama reconocida, aunque de teorías muy discutidas dado que abarcó demasiado, no pasan de ser anecdóticas para Bilbilis. No dijo nada que no se supiera ya desde Narciso Sentenach, pero sirvió para acrecentar y difundir el conocimiento del lugar, ya incentivado desde el siglo XIX gracias a Vicente de la Fuente (1880) y su Historia de la siempre Augusta y Fidelísima Ciudad de Calatayud.. Seguramente, sin la presencia del reputado Schulten, no le hubieran prestado mayor atención ni el médico y arqueólogo aficionado aragonés José Galiay (1946), ni Mariano Rubio Vergara maestro bilbilitano (1956) o José María López Landa de igual profesión (1934 y 1947), ni Miguel Dolç que publicó un artículo a medio camino entre la arqueología y la erudición (1954), para concluir con su excelente tesis doctoral sobre Marcial.

3. DEL PASADO AL PRESENTE, UN LARGO RECORRIDO DE MEDIO SIGLO El pasado reciente, siempre con perspectiva histórica, arranca una tarde a comienzos de junio de 1965 con una visita de varios estudiantes de Filosofía y Letras de Zaragoza, Concepción Blasco Bosqued, Guillermo Fatás Cabeza y Manuel Martín-Bueno, a quienes llevó en su utilitario el Prof. Antonio Beltrán Martínez aprovechando su viaje para examinar de Reválida de 4º en el entonces Instituto Miguel Primo de Rivera (hoy Leonardo de Chabacier). Ha quedado para los anales personales nuestros el recuerdo de aquella frase, bajo un sol de justicia recién comidos: “Por aquel camino se va a Bilbilis, cruzáis la vía del tren (por el paso inferior del trazado Soria-Calatayud), dejáis a la izquierda el cementerio, seguís un poco más adelante y a

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la izquierda lo tenéis”, nos dijo. Dicho y hecho, pero nadie nos previno que en aquel momento caía un sol de justicia, no había ni una modesta sombra, los yesos reverberaban y producían más sensación de calor hasta llegar al mismo Cerro de Bámbola que se presentaba imponente, oscuro y duro. Desde luego duro y pelado. Un lugareño, Isabelino, que pocos años más tarde trabajó para nosotros mucho tiempo sonrió con sorna y dijo: “Hala chavales ahí lo tenéis, tirad para arriba” y se quedó tan ancho. Lo sensato hubiera sido darse media vuelta y en paz. Aragón es prolijo en yacimientos arqueológicos, pero aquello tenía para uno de nosotros algo de reto aunque no lo sabía y continuamos, vaya si lo hicimos. Pasado el tiempo nuestro errático recorrido arriba y abajo, saltando de terraza en terraza sin distinguir lo que eran muros antiguos de los modernos de los agricultores, es para figurar en cualquier modelo de no comportamiento en el monte, pero tuvo la virtud de que encontramos materiales, cerámicas de barniz rojo brillante que nos animaron bastante. Recuerdo que el flechazo se produjo cuando topé con un fragmento triangular de no más de 3 cm. de lado mayor con una figura en relieve de un arquero arrodillado. Luego supe enseguida, porque para eso estaban los manuales y los repertorios, que era una Drag. 37, pero lo importante era que la cultura romana penetró a través de los dedos tan profundamente que todavía continúa allí. De regreso a contar lo hallado al Prof. Beltrán, a referirnos, cada cual con su propia personalidad, incipiente pero personalidad, ya que la que luego ha sido prehistoriadora y maestra de prehistoriadotes actuales, Concha encontró un fragmento de sílex mientras Guillermo andaba ya aludiendo a Estrabón y a Plinio y yo sacaba ufano la bolsa con los restos encontrados en la anárquica prospección. Luego recordé que era el único que había guardado algo, tal vez porque mi militancia en los Boy Scouts me había acostumbrado a examinar con detenimiento el terreno y tomar muestras o porque los otros dos compañeros no querían llevar peso en un gesto de inteligencia, vayan Vds. a saber. Ese mismo año, en el verano de cuarto de carrera comencé a buscar información sobre Bilbilis, eruditos, historiadores, cronicones, fuentes clásicas, cartografía... y hasta ahora, en que medio sigo después seguimos en la brecha esperando que salga el sol que ilumine a las administraciones competentes para que recuperen algo de cordura para con el solar de Marco Valerio Marcial, que seguro los ha maldecido desde el inframundo con sus más virulentos epigramas por la incuria y abandono a que han condenado a su ciudad natal. Los trabajos previos duraron unos años, hasta 1970 en que la redacción y presentación de la tesis de licenciatura sobre Bilbilis constituyó el primer ensayo recopilatorio de documentación de archivo, cartografía, bibliografía y los materiales que se habían ido recuperando por diversos caminos con los que se habían constituido algunas pequeñas colecciones que por lo general habían ido a parar a manos sensibles. Entre estas hay que mencionar la del farmacéutico José María Domínguez en cuya rebotica se conservaron


Sesión 2. Arqueología Clásica durante algunos años hasta que fueron entregados al Museo de Calatayud a poco de su creación (Martín-Bueno y Redondo 1979). Lo mismo ocurrió con aquellos que constituyeron en cierto modo el germen de aquel, los que formaban la denominada Colección Arqueológica reconocida por el Ministerio de Educación y Ciencia, del Centro de Estudios Bilbilitanos. Otros como los del industrial de panadería Julio Sampedro fueron requeridos oficialmente desde el museo recién creado e integrado en el mismo2. Un protagonista fundamental para que el proyecto Bilbilis saliese adelante fue el Comisario General de Excavaciones el Prof. Martín Almagro Basch, turolense de nacimiento y vocación, que desde el primer momento nos apoyó decididamente y fue factor determinante en el proceso en los primeros años, tanto a través de la concesión de los permisos necesarios, como en el proceso de adquisición para el Estado de la totalidad del yacimiento, que estaba declarado Monumento Nacional desde los años treinta. También debemos al Prof. Almagro las gestiones necesarias para facilitar la creación del Museo de Calatayud (BOE n.º 308 de 25 de diciembre de 1972), primer museo aragonés además de los tres museos provinciales, que lo fue por la Dirección General de Bellas Artes, entonces bajo el Dr. Gral. D. Florentino Pérez Embid, quién en 1973 firmó nuestro nombramiento como director ratificando así el acuerdo municipal. Inicialmente y por seguridad cautelar el Museo de Calatayud se creó con dependencia teórica del Museo de Zaragoza a través de su presencia en el patronato ad hoc, aunque nunca se ejerció dicha tutela desde el momento en que desde Calatayud se asumió la responsabilidad de sacarlo adelante desde el Ayuntamiento como Museo Municipal, categoría legal que ostenta, en la actualidad transferido y formando parte de la Red de Museos de Aragón. Las excavaciones en Bilbilis en la nueva etapa comenzaron tras esos años de prospecciones sistemáticas y recopilación documental y material en 1971 con una aportación económica de 25.000 pts, equivalentes a 160,00 € que puso a disposición el alcalde de Calatayud D. Salvador Ibarra y algunos útiles de trabajo como picos, palas, una o dos carretillas y poco más. Al año siguiente la aportación ministerial fue de 100.000,00 pts., es decir 641,00 € que se mantuvieron e incrementaron lentamente, mientras que el Ayuntamiento de Calatayud suspendió su aportación económica y no se recuperó hasta el cambio de siglo, siendo Dr. Gral. del Gobierno de Aragón D. Domingo Buesa que formalizó un convenio con el Ayuntamiento de Calatayud, luego mantenido por inercia, por el que ambas instituciones se comprometían a una aportación económica sostenida y facilitó medios para sacar adelante en un prodigio de arquitectura económicoadministrativa el Centro de Investigación Marco Valerio Marcial en Huérmeda en las transformadas escuelas cedidas años antes por el Ministerio de Educación y Ciencia. Una Escuela taller municipal hizo el resto como buenamente se pudo, pero eso es ya casi historia reciente del siglo XXI. Aquello duró el tiempo de la legislatura ya que el siguiente responsable autonómico, volvió a someternos al ostracismo económico, aunque se apresuró a participar en la

inauguración del mencionado Centro de Investigación junto al alcalde D. Fernando Martín Minguijón. Por su parte la aportación municipal se ha mantenido con diversos altibajos presupuestarios, hasta el presente en que seguimos bajo mínimos. Volviendo a las excavaciones podemos establecer una secuencia de periodización que facilita la comprensión del Proyecto Bilbilis desde los inicios con competencias centralizadas en Madrid hasta ahora en que desde 1985 se gestiona desde el Gobierno de Aragón. Los primeros años se dedicaron, dada la magnitud del yacimiento, cercano a las 30 Ha. y a la difícil orografía que presentaba, a la determinación de las secuencias cronológicas potenciales así como a precisar las posibilidades de documentación arqueológica que se presumía de extrema dificultad como así fue. A ello habría que unir también como objetivo prioritario, la delimitación estricta de su perímetro y de los elementos complementarios como necrópolis, canteras, obras de infraestructura viaria, etc.

Figuras 3 y 4. Primeras excavaciones realizadas en 1972 en el foro bilbilitano (fotos MMB)

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Las primeras excavaciones se llevaron a cabo en la elevación de Santa Bárbara (figs. 3 y 4), espacio central en el que teníamos noticias de las intervenciones de Sentenach en 1917 aunque no había dejado prueba documental de ello y ni siquiera una descripción adecuada de los trabajos3. Se decidió realizar unos sondeos longitudinales en la explanada orientada al Sur y al año siguiente, en 1972, también otros transversales de gran longitud, influenciados por los que poco antes se habían practicado por los Dres. Schlunk y Hauschild del D.A.I. de Madrid en Munigua (Sevilla) que tan buenos resultados les habían dado y que nosotros conocíamos de primera mano. Previamente, como es natural se estableció, como si de un rito fundacional se tratase, el Punto Cero del yacimiento, que todavía mantiene su singularidad pese a que años más tarde se trazó la poligonal correspondiente insertando la topografía bilbilitana en el sistema general y oficial de Aragón. Aquellos primeros cortes es lo que en los diarios de excavaciones de entonces figura como S.T. (Sector Templo), permitieron establecer la existencia de la plaza del foro, su pavimento de losas calizas perfectamente orientadas N-S así como la terraza lateral oriental, con su estructura dividida en dos por apoyos centrales y su pavimentación en morteros blancos parcialmente conservados. También el inicio de la escalinata de acceso al templo desde la plaza y la gran cisterna de fachada que sostiene el complejo forense por el Sur (Martín-Bueno 1987). Se pasó seguidamente a practicar un sondeo de cuatro metros de fondo por cuatro de frente en la ladera de Bámbola, sobre cota dominante en la ladera del teatro, que se denominó BC-1 (Bámbola Corte 1). En este espacio coincidimos milagrosamente por ambos lados con los muros de una estancia que luego fue la substrucción de una habitación superior, pero los materiales fueron muy elocuentes con cerámicas aretinas e itálicas predominando sobre el resto en niveles homogéneos, junto a algún hallazgo monetario, lucernas, vidrios y algún fragmento de pintura. Desde 1972 continuamos con los cortes del foro, descartando ya desde ese momento que pudiera estar en otro lugar como había pensado algún erudito por la alusión al “campo de los camafeos” del Conde de Samitier. Se procedió a continuar en campañas de un mes, siempre con escasos medios económicos, con una cantidad de trabajadores que oscilaron de los tres iniciales a media docena que permanecieron con nosotros durante largos años incrementados por otros, y con un núcleo de estudiantes que se fueron licenciando, llegando nuevos, que hoy forman parte de lo más granado de la arqueología, la prehistoria y la historia antigua española y de fuera de nuestras fronteras. Los trabajos afectaron a diversos puntos del vasto yacimiento, a veces con la incomprensión inicial de los colaboradores dado que los traslados de un punto a otro fueron frecuentes, para establecer la verdadera radiografía de la situación y las posibilidades arqueológicas y patrimoniales de Bilbilis. Así se sucedieron sondeos en BC II (Bámbola Corte II) (fig.

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Figura 5. Primeros sondeos realizados en las termas (fotos MMB) 5) luego Termas de Bilbilis y posteriormente Barrio de las Termas, localizadas bajo más de cuatro metros de duros sedimentos estériles, a excepción de unos pocos materiales. Relevancia especial tuvieron los trabajos en la cima del Cerro de Bámbola en la que buscábamos evidencias de un primitivo asentamiento indígena, que se nos antojaba improbable por lo elevado de su cota, pero que nos facilitó sin embargo evidencias de instalaciones artesanales de época romana, hacia el cambio de era, con piletas, rebancos y suelos de mortero blanco. También las trazas de un baluarte o recinto militar que todavía espera ser excavado. En la muralla norte, en lo más alto se practicó un corte en la misma y la excavación de media torre cuadrada de la muralla. Nos facilitó un hallazgo sorprendente en forma de enterramientos rituales de dos individuos, uno de ellos en deposición secundaria, acompañados de huesos de una fuína, córvidos y cerámicas de tipo celtibérico pintadas (Martín-Bueno 1975c y 1982) Consideramos y así fueron publicados que se trata de cuerpos depositados allí con fines propiciatorios dado el lugar, las características del enterramiento y los elementos de acompañamiento. Ha habido opiniones divergentes con poca justificación, pero nosotros mantenemos, transcurrido el tiempo y hechas las reflexiones y revisiones pertinentes, la tesis inicial que


Sesión 2. Arqueología Clásica los años cincuenta, en blanco y negro y de extraordinaria calidad. Luego pudimos contar, siempre a partir de trabajos realizados con finalidades distintas a las patrimoniales, con los fotogramas de los vuelos realizados para diversos ministerios españoles llevados a cabo por Obras Públicas, cuyas imágenes en color no superaban en calidad el conocido como “vuelo de los americanos”, pero que sin duda suponían un progreso indudable por ser a escala más apropiada para nuestros fines. Las posibilidades de contar con la ayuda del Ministerio del Aire (en denominación de entonces) y del Aeroclub de Zaragoza, nos permitió realizar personalmente algunas fotografías aéreas con cámaras convencionales de Bilbilis y su territorio, lo que también supuso un avance notable en el conocimiento del solar bilbilitano.

Figura 6. Larario decorado con una representación de IsisFortuna. En la imagen la prof.ª Teresa Andrés tomando las primeras medidas del reciente hallazgo (foto MMB) hoy por hoy no puede rebatirse permitiendo apoyar la construcción, al menos de parte del recinto murado cerca de mediados del siglo I a.e. Durante estos primeros años (Martín-Bueno, 1975a) también se trabajó en CH C-1 (Construcción hidráulica tipo CH-C1) hoy Barrio del Ninfeo; BC III (Bámbola Corte III) sobre la ladera de las termas con algunas construcciones poco relevantes mediados del s.I. d.e. Siguieron otros sondeos en SP I (San Paterno I) y luego ampliados con otros sondeos denominado: II, III, SPP, SPF, SPM, este última en la muralla sur y niveles exteriores cesarianos, una entrada a una casa todavía sin excavar (SPF) de la que se descubrieron las fauces y un excepcional larario con una pintura representando a Isis-Fortuna (fig. 6), el basamento de un templo con capiteles de orden jónico de época tardo cesariana (SPP) y otros conjuntos como SP III en el que recuperaron vigas de madera que permitieron realizar algunos de los primeros análisis dendrocronológicos en España. En paralelo a las tareas de determinación de las zonas más adecuadas para comenzar luego una excavación en extensión con vistas a delimitar y estudiar los conjuntos principales de la ciudad, barrios o zonas urbanas relevantes como las monumentales, foro y teatro fundamentalmente, se realizó una revisión topográfica detallada con los medios existentes en el momento con el apoyo inestimable de las fotografías aéreas, partiendo del vuelo de la USAF de los EEUU de

Bilbilis fue testigo del nacimiento de los primeros estudios petrológicos y de análisis de morteros y otros materiales de construcción de época romana ya que desde inicios de los setenta pusimos en marcha un proyecto, convertido dos décadas después en un Plan Nacional de Estudios Petrográficos con financiación del Ministerio de Cultura en 1984. Los primeros ensayos tuvieron como objetivo analizar las argamasas de las cisternas de Bilbilis y los análisis se realizaron con el Departamento de Suelos y Edafología del Instituto del CSIC en Aula Dei (Zaragoza), en aquel momento a cargo del Dr. Francisco Alberto con el que publicamos el primer estudio que se conoce sobre el tema en el I Congreso de Metodología de las Ciencias Históricas celebrado en Santiago de Compostela en 1973 (Martín-Bueno y Alberto 1974). A partir de ese momento otros siguieron la senda y hoy la arqueometría debe mucho a estos trabajos en los que investigadores de humanidades e investigadores de campos de las denominadas ciencias duras trabajaron codo con codo para abrir caminos hoy muy transitados. Previamente se había realizado el primer estudio topográfico y planimétrico de las cisternas bilbilitanas que componen el complejo sistema de abastecimiento de aguas a la ciudad augustea publicado en Hispania Antiqva 5 (Martín-Bueno 1975d). A mediados de los años setenta comenzaron algunas campañas de excavaciones en extensión para dar forma a aquella zona tan degradada de Santa Bárbara y definir, como así se hizo, la estructura del complejo forense que fue luego objeto de una tesis doctoral a cargo del Dr. José Luis Jiménez Salvador, hoy catedrático de la Universidad de Valencia. Las excavaciones propiciaron la posibilidad de trabajar con la presencia de algún joven arquitecto que veía posibilidades en esto de la arqueología, como el Sr. Ricardo Usón, luego arquitecto municipal de Zaragoza, que nos realizó los primeros ensayos de reconstrucción volumétrica del foro de Bilbilis en los años setenta, incluida una proyección cónica que entonces era algo francamente inusual por lo novedoso aplicado a este campo. No olvidemos que la informática daba sus primeros balbuceos y por supuesto no existían los programas que hoy hacen nuestras delicias como Autocad y lo que vino después. Tras el foro, el teatro tomó forma en sucesivas campañas, nunca lo suficiente importantes para dejarlo expedito, por

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Figura 7. Vista general del conjunto monumental constituido por el foro y el teatro de la ciudad. republicana5. Las termas bilbilitanas situadas en la ladera sur de Bámbola, fueron objeto de excavación intensiva a partir de los años ochenta, para finalizar los trabajos iniciados en la década anterior (fig. 9). Corresponden a unas pequeñas termas provinciales, acorde a una ciudad sin excesos de disponibilidad de agua, a cuyo alrededor se habían configurando un barrio y una zona comercial en el frente de las viviendas de hasta tres plantas que se acomodaron en aquella ladera a lo largo de una calle abierta al resto de la ciudad. La instalación tuvo dos fases como instalación balnearia, siendo las primitivas termas levantadas en las primeras décadas del siglo I d.e. amortizadas a mediados de siglo Figura 8. Reconstrucción virtual de frente escénico teatral (L. Lanteri y C. Vacarella)

Figura.9. Termas. Cubierta de protección realizada en los años 80

falta de recursos económicos (fig 7), pero pudimos en dos fases en los setenta ochenta y a finales de los noventa e inicios de esta centuria, llevarlo a la imagen que tiene ahora en la que ya queda poco por decir tras la tesis doctoral del Dr. Julio Núñez de la Universidad del País Vasco (Vitoria) de los años ochenta y los trabajos posteriores (MartínBueno, Nuñez y Sáenz 2006; Martín-Bueno y Sáenz 2010) que culminaron con la aparición de importantes elementos escultóricos como la cabeza de Augusto que presidía el frente escénico (fig. 8). (Martín-Bueno, Sáenz y Godoy 2013)4, sin olvidar la documentación de estructuras previas de la ciudad

y ampliadas el número de estancias y las dimensiones de las existentes. Se abastecían por tres cisternas ubicadas en su entorno en cota suficiente como para que el agua alimentase las instalaciones por gravedad. La anterior sala calefactada se convierte ahora en apodyterium y desarrolla un nuevo frigidarium anulando el viejo praefurnium. Se añade un tepidarum construye un amplio caldarium con su praefurnium, que calienta directamente la gran bañera revestida de mosaicos y dotada de un curioso sistema para facilitar la inercia térmica y conservar el calor mediante una masa de escoria de hierro bajo esta bañera. Se conserva

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Sesión 2. Arqueología Clásica también el apoyo y ubicación del depósito de bronce para el agua caliente que desapareció cuando las termas perdieron su función. Los pavimentos teselados fueron destruidos durante el pillaje para recuperar las suspensurae de las distintas estancias, conservándose únicamente unos fragmentos que decoraban la estancia del labrum que seguramente es la actual pila bautismal de la iglesia parroquial de San Gil en Huérmeda. Estas termas en su segunda fase, se disfrutan entre los siglos I-II d.e. y con algunas modificaciones, raras son las instalaciones termales que no las sufren, disponía de un complejo de evacuación de aguas residuales, que limpiaban unas letrinas, un acceso separado para los servidores de las instalaciones y para los clientes y algunas otras estancias de función menos definida. A finales de la segunda centuria o inicios de la tercera, una remodelación importante acaece finalizando su función y convirtiendo los espacios en estancias sencillas, y poco a poco abandonadas y privadas de sus materiales aprovechables. Se accede por nuevas aberturas y se limpian de posibles restos de ajuar con excepción de las canalizaciones en las que se recuperaron aquellas piezas que permiten determinar su mejor periodo de uso durante el siglo I d.e. coincidente con las decoraciones pictóricas del IV estilo, acordes en parte con las de las casas colindantes, según los estudios que culminaron en la tesis doctoral de C. Guiral Pelegrín (1996) y mucho más recientemente en la recientemente defendida de Lara Íñiguez que estudia los conjuntos bilbilitanos con atención a los procedentes del Barrio de las Termas, apoyada en los estudios de las viviendas bilbilitanas que había sido objeto de la tesis doctoral de Paula Uribe Agudo en 2009. El Barrio de las Termas, citado con anterioridad, fue objeto de excavaciones a partir de los años noventa en que se delimitaron y excavaron las viviendas de una gran insula compuesta de tres domus de dos pisos con estancias ricamente decoradas (fig. 10) y un frente comercial en el que destaca una caupona (Martín-Bueno y Sáenz 2001-2002). Las reconstrucciones virtuales permiten también precisar el funcionamiento de grandes casas de atrio central, es decir de tradición itálica que tienen una vida especialmente activa a

Fig.10. Detalle de uno de los conjuntos pictóricos que decoraban una de las estancias de la Domus 3 del Barrio de las Termas.

partir del momento de la municipalización augustea de la ciudad decayendo luego ya desde época de Nerón, a final de la dinastía en que se atestigua el cierre de una de las viviendas que no vuelve a ocuparse6. Destaca en la primera de las domus, la denominada Domus del balneum precisamente, la existencia de un “cuarto de baño” completo, con su bañera calefactada con hipocaustum, como el resto de la estancia y una letrina, en un pequeño reservado, separada por un muro de las vistas exteriores de la estancia. (fig. 11). El pavimento de mosaico de opus signinum y las paredes pintadas reflejan el estatus del propietario, máxime cuanto que esta vivienda es la más próxima a las termas, separada tan sólo por una estrecha calle empinada (MartínBueno, Reklaityte, Sáenz y Uribe 2007). Los actuales trabajos arqueológicos se están desarrollando en la zona central de la ciudad que se articula en torno a varias construcciones hidráulicas. Desde las primeras décadas de intervención en el yacimiento se disponía de resultados de excavación., tal es el caso de C.H. C-1 vinculada al Barrio del Ninfeo, Otra de estas cisternas (C.H.C-2), también intervenida con anterioridad y publicada, presentaba adosados tres alvéolos identificados entonces de manera erróneamente como un ninfeo, de ahí el nombre de esta barrio, y que hoy interpretamos como depósitos de un gran torcularium descubierto años después. Las excavaciones realizadas años más tarde para articular todo este nuevo barrio se llevaron a cabo en dos fases y ahora continuamos en una tercera. La primera de ellas en la parte superior delimitó un gran edificio público indeterminado en fase de excavación (¿ macellum ?) con estancias destinadas a almacenaje, una prensa de uva con su receptáculo y algún recipiente anfórico, además de un elemento singular del urbanismo de Bilbilis: un umbilicus. Se trata de un bloque de piedra de yeso con una perforación cuadrada en el centro, perfectamente nivelado y calzado, en cuya superficie se conservan las marcas de rozamiento dejadas por el instrumental topográfico al girar para tomar las medidas y orientaciones de los edificios que se estaban planificando, siendo un hito de referencia del trazado urbano del municipio bilbilitano, como se ha podido comprobar detalladamente.

Fig. 11. Balneum de la Domus 1 del Barrio de las Termas

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4. FUTURO Como es lógico no está escrito pero sí que pueden atisbarse algunos indicios que por desgracia son poco halagüeños para el patrimonio arqueológico aragonés y por extensión al resto del patrimonio. Desde el momento en que se transfirieron las competencias en la materia al Gobierno de Aragón, la cultura en general y el patrimonio en particular, con especial atención al patrimonio arqueológico, no han contado con una política a medio y largo plazo en ningún momento. Ni siquiera se ha podido apreciar una intención clara en este sentido. Han transcurrido ya muchos años desde 1985, treinta para ser más precisos y se puede afirmar que las etapas iniciales de toma de contacto con una realidad administrativa y de gestión nueva, aunque se transfirieron competencias, proyectos y planes encarrilados, así como financiación para ellos, junto con parte de los funcionarios que los gestionaban. Sin embargo, da la impresión con cada nueva legislatura que estamos comenzando de cero lo que es peligroso para el patrimonio e insatisfactorio para las personas e instituciones que tienen que trabajar con él, investigando, actuando, conservando, etc.

Figura 12. Sacrarium abierto al atrio de la donus, actualmente se exhibe en el Museo de Calatayud

La segunda fase de excavación de la zona central se ha concentrado en la denominada Domus del Sacrarium en donde durante los años 2004-2009 debido a la necesidad y conveniencia de utilizar las estructuras emergentes como recurso didáctico y de prácticas trabajó la Escuela Taller de Restauración de Aragón promovida por el INAEM y el Gobierno de Aragón, la no continuación en ediciones posteriores y el cierre de la Escuela impidió la finalización de toda la manzana que se ha continuado con escasísimos medios, debido a la reciente crisis económica en los últimos años(fig. 12). En la actualidad se continúa en el frente oeste de la insula que entre otros resultados, han permitido documentar la presencia de caleras con abundantes restos marmóreos en su interior (escultóricos, revestimientos y plaqueados), con piezas procedentes del teatro que nos hablan de la crisis en la que se encuentra la ciudad en el siglo III (Villalba y Sáenz 2015) y un frente de viviendas y tabernas con una calle porticada cuyos trabajos deben proseguir hasta su finalización. Atrás ha quedado alguna estancia con potentes rellenos que por el momento no se pueden excavar por falta de medios, así como la necesaria restauración de los conjuntos pictóricos exhumados.

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Unas pocas iniciativas culturales y patrimoniales, por regla general anárquicamente establecidas con criterios de oportunidad y ocurrencia muchas veces dudosos, se han entremezclado a lo largo del tiempo transcurrido, algunas veces se han abandonado sin apenas comenzar o se han sustituido por otros que lejos de resolver los problemas los han acuciado. Los sempiternos problemas con un patrimonio añoso, deteriorado y muy abundante, público o gestionado por instituciones de titularidad pública o privada, como la Iglesia de obediencia vaticana, han recibido atención, a veces cuantiosa pero mal programada, peor proyectada, con recursos siempre insuficientes que tampoco se han seguido en su aplicación para verificar su eficacia. En lo arqueológico, Bilbilis es un ejemplo muy notable dado su largo recorrido desde que hace medio siglo comenzaron las investigaciones, no ha contado hasta el año 2004 con un Plan Director que diagnosticase la realidad y propusiese medidas y actuaciones para un periodo superior a cinco años, como así fue, sin que transcurrido el tiempo límite, el 2010 se haya cumplido ni la décima parte de lo programado. El lugar tuvo actuaciones de conservación por parte de los antiguos gestores, el Ministerio de Cultura que afectaron a la cubierta de las termas que realizada a finales de los años setenta no ha vuelto a revisarse ni a invertir la más mínima cantidad en su conservación como sería necesario. El foro contó con un proyecto ministerial realizado antes del año 1985, ya en democracia, que debía ser continuado luego por la administración autonómica que no lo hizo, junto con la extensión de la actuación de consolidación al resto de sus estructuras y al teatro, que actualmente presenta una situación de deterioro más que notable. Hace tres legislaturas se procedió finalmente al encargo de un proyecto ambicioso de tratamiento del terreno y las estructuras


Sesión 2. Arqueología Clásica para adecuarlas a la visita con alguna consolidación de poca monta, que afectaban de manera clara a lo que debería ser una segunda fase de una primera, de consolidación integral de las estructuras exhumadas y de restauración parcial de ellas. La cantidad presupuestada de 2.000.000,00 € con cargo al 1% Cultural, preveía la financiación del Ministerio de Fomento por parte del Estado del 50% del mismo y el otro 50% por parte del Gobierno de Aragón. El proyecto se realizó sin la intervención directa de los responsables de las investigaciones sobre el yacimiento salvo cuando ya estaba en su fase final y sin posibilidad de modificación, lo que evidentemente significó que se planificasen intervenciones de tipo superficial, caminos, señalización, establecimiento de rutas de visita, incluso para discapacitados, intervenciones sobre la flora local con reintegración de plantaciones arbóreas para las que no se previó como iban a regarse hasta que arraigasen, lo mismo que iluminación de una serie de puntos para que se pudiera visibilizar desde lejos mediante acumuladores de paneles solares. Como vemos el proyecto, impecable desde el punto de vista de un estudio de arquitectura prestigioso como el que lo diseñó, era totalmente impracticable en este yacimiento arqueológico y su manutención hubiera resultado imposible o muy onerosa. Puede reseñarse que la obra preveía la construcción de un nuevo Centro de Visitantes (ya existe uno inaugurado en los años noventa y actualmente cerrado) dentro del yacimiento pero ubicado sobre las terreras de la excavación lo que iba a imposibilitar su ejecución como era lógico. Cabía la posibilidad, remota posibilidad de intervenir en modificaciones en la fase de ejecución, siempre cuestionables, pero era una inversión que la localidad no estaba dispuesta a perder y se defendió hasta que se esfumó cuando se debía adjudicar la obra, ya publicada la convocatoria en el B.O.A. Todavía seguimos, dos legislaturas más tarde sin conocer los pormenores de aquella terrible irregularidad administrativa y política que privó a la ciudad de Bilbilis de unas actuaciones importantes, con una inversión cuantiosa, aunque no eran las que se necesitaba.

5. CONCLUSIONES Bilbilis en la actualidad es un lugar muy conocido desde el punto de vista científico, pero absolutamente impropio para ser visitado tal y como en la actualidad exigen las más elementales normas de seguridad y de utilidad cultural para su aprovechamiento educativo y turístico. Ello va en detrimento de la economía y promoción de la Comarca de Calatayud, que se ve privada de uno de sus principales recursos culturales. En los últimos meses del 2015 se ha obtenido financiación para sustituir unos añejos y deteriorados carteles indicativos que serán instalados próximamente, pero es una actuación de compromiso mientras se esperan esas necesarias inversiones en consolidación, prioritario, en restauración de algunos monumentos para hacerlos comprensibles como el foro el teatro, los barrios de las termas y del ninfeo así como algún tramo de la muralla y algunas de las cisternas del abastecimiento de agua a la ciudad.

La gran potencialidad arqueológica y patrimonial, demostrada durante decenios merece de una vez una atención decidida, un estudio definitivo de necesidades y una puesta en marcha de un programa de actuaciones que den la necesaria relevancia, como es de justicia a uno de los yacimientos arqueológicos de Aragón en los que más esfuerzos científicos se ha invertido durante medio siglo para evitar que nuevamente quede olvidado e irrecuperable como nos arriesgamos a contemplar si no se toman las medidas correctoras oportunas. El futuro está por escribir pero hay que darse prisa, mucha prisa con cada día que pasa.

AGRADECIMIENTOS Son muchas las personas a las que deberíamos agradecer su esfuerzo sin el cual Bilbilis no sería hoy lo que es. Desde la primera campaña de excavaciones en 1971, hasta la actualidad, podemos contabilizar por miles los estudiantes y arqueólogos que han excavado en la ciudad. Pero no podemos olvidar a dos personas, en las que personificamos tantos agradecimientos debidos, M.ª Teresa Amaré Tafalla y Jesús Liz Guiral, Maite y Jesús, nunca ausentes, siempre presentes en cada piedra y cerámica bilbilitana.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Esta colección de objetos, de los que había un considerable lote de piezas procedentes de Belmonte de Gracián, cuyo destino se desconoce, fueron por fortuna fotografiadas en unas imágenes que conservaba el Instituto de Enseñanza Media de Calatayud, hoy IES Leonardo de Chabacier, de las que logramos hacer copias en los años sesenta ya que aquellas colgadas en sus pasillos se perdieron en alguna remodelación sin dejar rastro.

2

Destaca una figurilla en plomo de Harpócrates que se exhibe en la colección permanente (Martín-Bueno 1975b: 165-174. Hay que mencionar que el despojado coleccionista guardó otra figura en muy mal estado, que seguramente ha desaparecido, junto con un par de monedas.

3

Curiosamente el médico José Galiay Sarañana desde Zaragoza había publicado unas noticias al respecto en su obra La Dominación Romana en Aragón en 1946 describiendo lo que a su parecer fueron aquellas actuaciones, adornadas con una prosa florida que entorpecía en parte la realidad. Sin embargo precisaba algunos aspectos útiles para nosotros.

4

Una excelente reconstrucción virtual realizada en primer lugar por el equipo de las excavaciones a cargo de los Drs. Luca Lanteri y Corrado Vacarella y proseguida luego por un proyecto entre el Grupo URBS y el Grupo GIGA de Ingeniería Informática (Profs. M.Martín-Bueno y F. J. Serón), ambos de la Universidad de Zaragoza, han dejado ya la visión definitiva del monumento a falta de algunos elementos complementarios y de detalle.

5

La posibilidad de establecer la presencia de construcciones que precedieron la construcción del teatro en el siglo I.a.e., bajo el proscenium, así como niveles estratigráficos en algunas zonas de las cimentaciones del lado oeste, avalan una fase de ocupación romana de la Bilbilis poblada por gentes itálicas, sin duda la Bilbilis Italica que reflejan las monedas emitidas en ese momento.

6

Bajo las estructuras de estas viviendas se pudieron documentar y conservar muros de unas viviendas anteriores, datables en el siglo II-I a.e. que seguramente son parte de la Bilbilis celtibérica por los tipos constructivos y contextos cerámicos asociados (Martín-Bueno, Sáenz y Uribe 2003: 357-360; Martín-Bueno y Sáenz 2004: 474 ss.).

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Sesión 2. Arqueología Clásica

35. EL YACIMIENTO IBÉRICO DE SAN MIGUEL III, CASTEJÓN DE MONEGROS (HUESCA) Eva María Giménez Gracia1 y Francisco Giral Royo2 1

Universidad de Zaragoza y 2Universidad de Lleida

Eva María Giménez Gracia, emgimenez@gmail.com

RESUMEN El yacimiento de San Miguel III fue descubierto durante el mes de octubre de 2006, resultado de una campaña de prospecciones en el TM de Castejón de Monegros, en el marco de un proyecto de investigación financiado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses y dedicado a la evolución del poblamiento antiguo a orillas del río Alcanadre. Durante los trabajos de prospección se encontraron en la partida de San Miguel, a los pies del Cerro del mismo nombre, una serie de alineaciones de muros que formaban varias estancias rectangulares bien definidas. Estos hallazgos motivaron una campaña de excavaciones arqueológicas en 2013 con el fin de arrojar luz sobre los restos ya localizados durante la prospección. Las estructuras sobre las que se excavó se corresponden a una o dos unidades de habitación, formadas por estancias regulares identificadas y otros dos ámbitos que parecen quedar intuidos por sendos ángulos poco visibles. Los muros están realizados en piedra local y en la mayoría de los casos sin tallar. Cabe destacar que, pese a inicialmente en el proyecto de excavación se pretendía actuar exclusivamente en las alineaciones detectadas, se determinó a consecuencia del pésimo estado de conservación de las estructuras por la erosión y los efectos de escorrentías, recuperar la mayor extensión posible del yacimiento. Debido a este mal estado de conservación se pudo apreciar que la potencia estratigráfica conservada en la zona no era mayor de 50 cm y que los muros hallados se asentaban directamente sobre el sustrato geológico. En el proceso de excavación se localizaron pocos fragmentos cerámicos pero durante los trabajos de prospección se recuperó un abundante número de ellos que ofrecen fechas que abarcarían el siglo II y parte del I antes del cambio de Era. Nos encontramos, por tanto, ante un yacimiento de los que la tradición venía considerando íbero – romano, con predominio de las formas cerámicas autóctonas pero con una considerable presencia de importaciones mediterráneas como las ánforas y cerámicas de mesa Campanienses. Esta presencia demuestra que el yacimiento se encontraba ya inscrito en las nuevas corrientes comerciales establecidas con la presencia romana en esta parte de la actual provincia de Huesca. Por la extensión del yacimiento (aproximadamente 1 ha) y por las características constructivas se puede considerar a San Miguel III como el núcleo central del poblamiento en los siglos II y I a. C a orillas del Alcanadre. Un núcleo que habría aglutinado la población de asentamientos anteriores dispersos y abandonados con la llegada romana. PALABRAS CLAVE: Yacimiento; Ibérico; Monegros; Excavación; Extensión; Cerámica.

ABSTRACT The site of San Miguel III was discovered in October 2006 as result of a campaign of archaeological prospecting at Castejon de Monegros (Huesca), in the framework of a research project funded by the Instituto de Estudios Altoaragoneses and dedicated to the evolution of ancient settlement on the banks of the river Alcanadre. During the prospecting, in the area of San Miguel, at the foot of the hill of the same name, it was found a series of alignments of walls that formed several well-defined rectangular rooms. These finds prompted a campaign of archaeological excavations in 2013 in order to shed light on the remains located during the prospecting. The structures which were excavated correspond to one or two habitation units, formed by ordinary rooms and identified two other areas that can be tried and guessed by two inconspicuous corners. The walls are made of local stone and, in most cases, they are not carving. It must be emphasized that, although the initial project only tended to dig the detected alignments, because of its bad conservation by erosion and the landslide effects, it was chosen to recover the largest expanse of the site. Due to its bad state of conservation, it was able to test its stratigraphy is not more than 50 cms. deep, and the walls found are placed directly on the geological substratum. Few shards were found in the excavation but a lot were during the prospecting, whose chronology covers the 2nd century and a part of tge 1st one B.C. Therefore, it is a site traditionally considered as Iberian Roman, whit the predominance of native pottery but with an importat

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presence presence of Mediterranean imports such Roman amphoras and campanien pottery. This presence demonstrates that the site was already envolved in the new trade currents established with the Roman presence in this part of the present province of Huesca. The expanse of the site (about 2,5 acres) and its building features allow consider San Miguel III as the core of the settlement on the banks of the Alcanadre river in the 2nd and 1st centuries B.C. A core that would have drawn together the population scattered and abandoned afther the arrivals of the early Romans. KEYWORDS: Settlement; Iberian; Monegros, Archaeological digging; Extension; Pottery. ;

1. INTRODUCCIÓN

2. OBJETIVOS

El yacimiento de San Miguel III fue descubierto por Francisco Giral Royo en el mes de octubre de 2006 durante una campaña de prospecciones arqueológicas en el Término Municipal de Castejón de Monegros, como parte de un proyecto de investigación financiado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses y dedicado a la evolución del poblamiento antiguo a orillas del río Alcanadre. Fruto de esta intervención se localizaron una serie de nuevos yacimientos arqueológicos con cronologías comprendidas entre la Edad del Bronce y la época romana imperial, entre los que se encontraba el yacimiento objeto de este artículo.

El objetico prioritario de la intervención arqueológica fue la excavación de una serie de estancias muy afectadas por la erosión y que presentaban un pésimo estado de conservación. La actuación llevada a cabo tuvo como objetivo final la salvaguarda de una serie de estructuras que, como se puede observar en las imágenes, debido al avanzado estado de erosión de las mismas.

En colaboración con el Excmo. Ayuntamiento de Castejón de Monegros y con el respaldo científico de los departamentos de Historia Antigua de la Universidad de Barcelona (UB) y la Universidad de Lleida se llevó a cabo una campaña de excavaciones entre los días 10 y 15 de diciembre de 2012. El yacimiento objeto de esta intervención se encuentra ubicado en el Término Municipal de Castejón de Monegros, en la partida de monte conocida como San Miguel cerca del cauce del río Alcanadre a los pies del Cerro de San Miguel y a escasos metros de la ermita que da nombre a la partida. La parcela donde se ubica el yacimiento de San Miguel III es de titularidad municipal y corresponde a pastos, no habiéndose roturado nunca para labores agrícolas. Está situada en el Monte de Jubierre, monte de utilidad pública, cuya gestión es competencia del Gobierno de Aragón, por lo que la actuación arqueológica contó con la autorización de la Administración competente.

Figura 2. Restos en superficie

Otro de los objetivos de esta primera campaña de excavación era la delimitación de nuevas estructuras con el fin de preparar la futura intervención arqueológica a desarrollar en años subsiguientes. Para ello nuestra actuación se reduciría a la limpieza de los muros visibles y a la retirada de la vegetación existente y la cubierta de tierra vegetal con el fin de dejar al descubierto una serie de estructuras con suficiente entidad como para poder excavar en sucesivas campañas. Dar visibilidad a este yacimiento e integrarlo en el patrimonio común de la Comarca de Monegros, partiendo de la difusión científica del mismo es también uno de los objetivos fundamentales del proyecto. Figura 1. Vista aérea del yacimiento.

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Sesión 2. Arqueología Clásica 3. METODOLOGÍA Durante los días 10 a 15 del mes de Diciembre de 2012 se llevó a cabo la primera intervención sobre el yacimiento. El equipo de esta primera actuación arqueológica estuvo formado por tres arqueólogos, todos ellos con amplia experiencia en intervenciones arqueológicas de todo tipo, dirigidos por Francisco Giral Royo.

resultó totalmente estéril arqueológicamente. Finalizada esta labor se acabaron de apreciar las alineaciones murarías ya visibles en superficie. Una vez limpias y bien delimitadas se procedió a la excavación de los diferentes niveles identificados.

El método de intervención arqueológica seguido se basó en la metodología Harris, interviniendo por niveles naturales y antrópicos de forma que se pueda establecer el proceso de uso del yacimiento a lo largo de toda su historia. Todas las unidades estratigráficas identificadas han sido adecuadamente registradas mediante un sistema de fichas en las que se han plasmado sus características formales así como su posición dentro de la secuencia estratigráfica del yacimiento. Así mismo, también se han realizado levantamientos planimétricos de detalle, a escala, de cada uno de los cortes y en su caso de los niveles arqueológicos alcanzados. Se ha asegurado, también, la obtención de una exhaustiva documentación fotográfica del proceso de intervención y de todos aquellos elementos de interés que lo han precisado. En cuanto a la profundidad en la que aparecen los restos, se tomó una cota 0 en una roca cercana a la excavación, relacionando todas las medidas tomadas con respecto a esa cota, pudiendo obtener así una topografía fidedigna del yacimiento con alturas en centímetros sobre el nivel del mar mediante sencillas conversiones realizadas durante el levantamiento topográfico del yacimiento. Como ya hemos comentado, la intervención arqueológica se ha articulado a partir de dos zonas de actuación, elegidas previamente por la importancia de los restos constructivos visibles en superficie.

3.1. El sector Norte Mediante la prospección superficial previa se había documentado en este sector una serie de alineaciones de muros que formaban claramente estancias rectangulares bien definidas. Debido a su mal estado de conservación se pudo apreciar que la potencia estratigráfica conservada en la zona no era superior a los 50 cm y se supuso (hecho éste que se constató durante el proceso de excavación), que los diferentes muros se asentaban directamente sobre el sustrato geológico. Se delimitó una cuadrícula o zona de intervención de 9x17 m con el fin de acometer la excavación del grupo de estructuras que se hallaban más cercanas entre ellas, resultando finalmente, una misma unidad de habitación. En primer lugar se retiró la vegetación y la capa de tierra vegetal que cubría los restos (UE 000), de espesor variable, en algunos puntos contaba con hasta 30 cm de potencia y

Figura 3. Sector Norte. Alineación de muros

3.1.1. Sector Norte. Estancia 1. Situada al W del sector, el ámbito queda definido por el ángulo recto de dos muros de 3,20 m el orientado al N – S y de 2,60 m el E – W. Ambos muros tenían un grosor de 50 cm. Bajo el nivel de tierra vegetal identificamos un primer nivel (UE 002) de color marrón y textura suelta que correspondía a un nivel de tierras de arrastre, pues una vez retirado en su totalidad no propició ningún tipo de material arqueológico. Hay que apuntar ya, que a excepción de la UE 002 no identificamos ningún nivel con restos claramente antrópicos, siendo todos fruto de procesos erosivos. La UE 002 cubría dos elementos constructivos singulares, formados por diferentes UE. En el ángulo formado por los muros M2 y M3 identificamos una estructura adosada compuesta por una serie de piedras formando un cuarto de círculo en el interior del cual aparecía otro nivel formado por piedras de menor tamaño. En la misma estancia y adosada al muro M3 se aprecia una estructura de características similares, con la diferencia de que en este caso no se trata de un cuarto de círculo sino de un semicírculo. La falta de cualquier tipo de material asociado hace difícil definir su funcionalidad, el hecho de que no apareciera ningún resto de combustión nos lleva a considerar estas estructuras con algún tipo de estructuras destinadas al apoyo de grandes contenedores. En las inmediaciones de este sector aparecen, esparcidos por los efectos del agua, infinidad de

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La secuencia estratigráfica de esta estancia es sencilla pues responde a los procesos erosivos. Se componía de un nivel o estrato (UE002) que cubría los diferentes muros así como las dos estructuras adosadas. Bajo éste aparecía el sustrato de margas geológicas sobre el que se asentaron los diferentes muros adaptando su profundidad a la topografía del mismo mediante diversas hiladas o practicando recortes en el nivel natural para facilitar el asentamiento de las piedras.

3.1.2. Sector Norte. Estancias 2 y 3. Enfrentadas a la estancia 1 se documentaron dos estancias más, comunicadas entre sí por un acceso.

Figura 4. Estructura semicircular adosada a muros M2 y M3. fragmentos de escorias metálicas, por lo que las estancias excavadas bien podrían corresponderse con un área de trabajo. Un paralelo a estas estructuras podría considerarse el documentado en la estancia 7 del yacimiento de Torre Cremada, en la localidad turolense de Valdeltormo. En la esquina sureste de esta habitación se identificó una estructura formada por cinco piedras irregulares dispuestas en cuarto de círculo de funcionalidad indefinida, relacionada quizá por los directores de la excavación con una posible área de trabajo o almacenamiento. Bajo la UE 002 y adosada a la UE 003 de la estructura E1 y al muro M1 apareció una acumulación de tierra y sedimento muy compacto probablemente relacionable con material constructivo empleado en la construcción de la estancia o más probablemente con la funcionalidad de la estructura E1.

Figura 5. Estancia E1.

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El paso de una torrentera de agua entre la estancia 1 y las dos nuevas habitaciones localizadas nos impide considerarlas como parte de una misma unidad de vivienda, si bien la simetría que muestran podría así indicarlo. La misma erosión y, tal como sucede en la estancia 1, nos imposibilitan también aproximarnos a sus dimensiones reales. Lo que sí que queda claro es que esta unidad habitacional contaba con una sala de mayor tamaño (Estancia 2) en la que se abría un acceso de 1,30 m de ancho hacia otra sala menor, de forma rectangular y con una superficie aproximada de 6 m² (Estancia 3). Estratigráficamente, la secuencia es igual de simple que la observada en la estancia 1, pues documentamos el nivel 202, equivalente al 002 anterior, y correspondiente a aportaciones de tierra de arrastre con escasos materiales arqueológicos. Bajo este nivel apareció directamente la roca natural, sobre la que, como ocurría en el lado anterior, se armaron los diferentes muros de las habitaciones. Finalizada la excavación de la UE 202 en la totalidad de la estancia 2, se decidió no continuar la retirada del mismo nivel en la habitación continua. Así, de este modo, y como puede apreciarse en la imagen 6, no acometimos la excavación

Figura 6. Estancias 2 y 3.


Sesión 2. Arqueología Clásica de la estancia 3 con la idea de llevarla a cabo una próxima campaña. Precisamente en la estancia 3 y sobre este nivel documentamos restos de combustión y rubefacción del suelo.

3.2. El sector Norte En este sector se pretendía delimitar muros a fin de preparar nuevos ámbitos de excavación para la próxima campaña. Para ello se procedió a delimitar un muro apreciable en superficie y de dimensiones considerables, si bien los resultados no fueron satisfactorios. Comprobada la no continuidad de la estructura, se decidió acabar de limpiarlo, documentarlo y proceder a taparlo con geotextil. Hay que advertir que el nivel asociado a esta estructura y que correspondería con el interior de la estancia contenía algún material arqueológico, por lo que esperamos que mediante su futura excavación nos permita delimitar algo más esta habitación.

4. RESULTADOS. Como consecuencia de llevar a cabo nuestra intervención en una de las zonas con menor conservación del yacimiento, hemos visto condicionada la documentación de materiales asociados. Así, escasamente recuperamos una docena de fragmentos cerámicos a lo largo de los trabajos de excavación, la gran mayoría descontextualizados o dentro de niveles naturales. Por ello, nos remitiremos al estudio de la cerámica documentada en el yacimiento durante las prospecciones previas. Los fragmentos pertenecientes a cerámica de cocina nos permiten intuir el repertorio formal, compuesto por ollas de perfil en “S”, ollas con el borde engrosado, redondeado, exvasado y ollas globulares. Entre éstas, contamos con un pequeño fragmento de borde de labio engrosado, redondeado y caído al exterior, similar al tipo 26a identificado por Burillo en los yacimientos del valle medio del Ebro. Su cronología parece establecerse desde el s. V a. C. (BURILLO 1982: 222). Contamos con dos bordes de kalathoi, pertenecientes a sendas piezas, una de cuerpo cilíndrico y la otra a uno troncocónico. Pellicer situaba estas piezas en el valle del Ebro en torno al 200 a.C. perdurando hasta el 50 aC. (PELLICER 1962: 59). En Azaila se documentan en el s. II a.C., y se generalizan en el I aC. (BELTRÁN 1976: 228) y en la vecina provincia de Lleida parece ser que aparecieron a finales del s. III aC. y alcanzaron su máxima difusión a lo largo de los siglos II y I a.C. Su cronología es, pues, amplia, identificándose con el s. III aC. y perdurando hasta el s. I aC. La cerámica de almacén documentada corresponde con piezas de gran tamaño y con presencia de asas geminadas, en número de dos, tres o cuatro. Cronológicamente, estas piezas apenas tienen validez, debido a la larga perduración de sus formas. Contamos también con un borde de ánfora ibérica que presenta unas características, borde redondeado y engrosamiento

de poca altura en la parte superior, que la identifican como perteneciente al grupo de ánforas ibéricas más representado en el área mediterránea y de mayor espectro cronológico, abarcando todo el periodo de desarrollo de la cultura ibérica (ALLEPUZ 2001:145). Entre todo el material recuperado, encontramos cinco fragmentos que presentan restos de decoración pintada, dos con motivos circulares y tres lineales. La decoración de líneas y bandas es el elemento decorativo más abundante de la cerámica ibérica y también el más antiguo, iniciándose a mediados del s. V a. C. y en uso hasta época imperial. Se localiza decorando paredes y parte superior de los bordes. Cuando se utiliza en pared puede haber varias bandas o líneas paralelas, caso que nos ocupa por aparecer así en nuestros fragmentos. Se consideran bandas, cuando el grosor de estas sea igual o mayor a 1 cm., y de líneas cuando esta sea menor a 5 cm. La utilización de estas depende del tamaño de la pieza (CALVO 1985). Por lo que respecta a los motivos circulares, pertenecen a los primeros momentos de producción junto a líneas y bandas, es decir desde mediados del s. V a. C. y también perdurando hasta época imperial. Es un motivo muy extendido por todo el área ibérica y celtibérica. Los motivos de círculos concéntricos se acostumbran a considerar como típicos del Ibérico Pleno, igual que las porciones de círculos concéntricos, a caballo entre los horizontes Pleno y Tardío (ss. III-II aC) por ejemplo en el Tossal de les Tenalles de Sidamon, en Margalef o en Olriols (GARCÉS 2000; JUNYENT 1972). Los semicírculos concéntricos fueron un motivo pictórico profusamente utilizado durante los s. II y I aC., documentándose por ejemplo en el solar de la Diputación de Huesca, en la Vispesa o en Olriols, siendo un tema especialmente profuso sobre kalathoi. M. Beltrán lo documenta en Azaila (BELTRÁN 1976: 264- 265) y también en San Antonio de Calaceite, Castelillo de Alloza y Tiro del Cañon (PERALES et al. 1984: fig. 15-16) y combinado con otros motivos como las aguas en Castillejo la Romana (BELTRÁN 1979: 59). Por lo que respecta al material de importación, dentro de los adscritos a la campaniense A, todos los fragmentos identificables con formas determinan producciones asociadas a la fase media datada entre el 190 y el 100 aC. (MOREL 1981: 102; AQUILUE et al. 1998: 400). Concretamente se trata de las formas Lamboglia 6, Lamboglia 31 y Lamboglia 36. Por lo que respecta a la variente B, documentamos un fragmento de Lamboglia 8, así como la forma Lamboglia 2 y 36 entre las B-oides, que nos llevan ya a momentos iniciales del s. I aC. (AQUILUE et al. 1998: 405). Aparece también entre el lote cerámico un fragmento de pasta gris, sin tratarse de una producción de la denominada campaniense C, quizá habría que relacionarla con las producciones locales o regionales de la denominada por Morel “B de pasta gris” y de la que se identifican talleres por ejemplo en Azaila (BELTRÁN 1979: 149). Finalmente y como último elemento de importación, documentamos un fragmento muy deteriorado de borde

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de un ánfora Dresel 1A. Evolución de los envases grecoitálicos, fue un ánfora cuya cronología comprendió todo el siglo II aC. (COMAS, SOLÀ 1985: 62) perdurando hasta mediados del I aC. (PEACOCK, WILLIAMS 1986: 87). Todos estos restos cerámicos nos ofrecen unas fechas que abarcaría el siglo II a.C. y los inicios del I a.C. Pudiendo por tanto, considerar a nuestro yacimiento como uno más dentro del periodo Ibérico Final.

5. CONCLUSIONES Las estructuras sobre las que se actuó, los diversos restos de muros visibles a lo largo de toda la plataforma donde se asienta el yacimiento así como la alta densidad de fragmentos cerámicos dan una idea aproximada de la extensión del mismo, superando fácilmente la hectárea. Si bien, sumando las zonas arrasadas por la erosión y por las labores agrícolas efectuadas en el límite este del asentamiento, la extensión total de San Miguel III podría estar rondando las dos hectáreas. Los restos excavados corresponden a una o dos unidades de habitación, formadas por tres estancias rectangulares identificadas y dos ámbitos más que parecen quedar intuidos por sendos ángulos poco visibles. Las diversas estancias están construidas con piedra local en la mayoría de los casos sin tallar, aunque se aprecia el trabajo en la colocación de las mismas. El resultado es la obtención de unos muros perfectamente alineados y con unos grosores ciertamente importantes. Solamente el muro M5, correspondiente al cierre este de la estancia 3 muestra una fábrica distinta, menos elaborada y con un grosor menor. Nos encontramos ante un yacimiento de los que la tradición venía considerando íbero – romanos, con un predominio de las formas cerámicas autóctonas pero con presencia considerable de importaciones mediterráneas, como las ánforas y cerámicas de mesa de la Campania. Esta presencia, demuestra como el yacimiento se encontraba inscrito ya en las nuevas corrientes comerciales establecidas con la presencia romana. Por la extensión del yacimiento que puede adivinarse mediante la prospección superficial y por la entidad de los restos documentados podemos considerar a San Miguel III quizá como el núcleo central del poblamiento de los siglos II y I a.C. a las orillas del Alcanadre. Un núcleo que habría agrupado la población de los asentamientos anteriores dispersos y abandonados con la llegada romana. Ante esto, no podemos dejar de recordar que Rodrigo Pita Mercé situaba a orillas del Alcanadre, concretamente en Albalatillo, la ciudad ilergete nombrada por Ptolomeo de Orkia (Ptol. II, 6, 68) apoyándose en la correspondencia con el topónimo Albalatillo, indicador de ruina antigua en árabe (SANCHO ROCHER 1981: 107). El abundante número de yacimientos ibéricos conocidos confirma la existencia de una abundante población en el valle del Ebro, concentrada especialmente en las fértiles cuencas de los valles medios de sus ríos (BELTRÁN 1997: 43) y que en nuestra zona estarían representados por el Isuela,

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el Guatizalema y, sin duda el de mayor importancia, el Alcanadre. Las características técnicas de las construcciones sobre las que hemos actuado son habituales en otros yacimientos ibéricos aragoneses, así se corresponden grosso modo con las detalladas por Burillo para los yacimientos del valle medio del Ebro, muros construidos con piedras de pequeñas dimensiones que carecen de un cuidadoso desbastado, asentados en hilera doble paralela y rellenando el espacio intermedio de tierra y piedras más pequeñas (BURILLO 1980: 175-176). En contraposición a los otros yacimientos ibéricos próximos, en los que sus nombres nos revelan sus características topográficas como el Tozal de la Mora o las Atalayas en clara alusión a su emplazamiento en alto, el yacimiento de San Miguel III se correspondería con un nuevo tipo de asentamiento, aquel que se viene considerando como derivado de la presencia romana, claro ejemplo del abandono del hábitat en alto por parte del indígena para pasar a asentarse en el terreno llano. Los asentamientos en llano eran ajenos al concepto indígena de hábitat, tanto por la idea de necesidad de defensa como por el desaprovechamiento de terrenos que se podían destinar al cultivo. Como se observa en otros lugares, desde finales del s. III se produce un progresivo abandono de aquellos asentamientos ibéricos de menor entidad, situados en altura y alejados de las nuevas vías de comunicación. Aparecen ahora otros asentamientos aglutinadores de la población dispersa hasta el momento. La ubicación en llano está más acorde con la nueva idea romana de emplazamiento abierto (BELTRÁN et al. 2000: 66). Es fácilmente apreciable que el lugar donde se emplaza nuestro nuevo yacimiento nada tiene que ver con la estrategia. En llano y a espaldas de un alto cerro, cualquier acción ofensiva mínimamente organizada contra él habría sido imposible de repeler. La pared del cerro a un lado jugaría un importante papel, bien actuando como barrera para una posible huída rápida de los habitantes o bien siendo un aliado del atacante si se usaba como plataforma para la acción punitiva. I. Garcés en su magnífica tesis doctoral sobre la baja cultura ibérica, sobre 207 yacimientos ibéricos daba un 13.52% de asentamientos localizados en llano, coincidiendo con los fechables en entre los s. II y I aC. (GARCÉS 1990: 715). Del mismo modo, también advertía como yacimientos levantinos, como El Puig de la Misericordia y la Punta de Orleil, ilustraban el cambio de hábitat hacia el llano en el s. I aC. manteniendo una continuidad de las formas cerámicas del periodo anterior a la llegada romana. La localización del yacimiento de San Miguel dota a las orillas del Alcanadre de un nuevo tipo de asentamiento ibérico inédito en la zona hasta el momento, el emplazamiento en llano. Aún y esta novedad, si apreciamos en él una pervivencia de elementos anteriores a la llegada de la iberización como cerámicas a mano, con clara filiación al Hierro I y de una arquitectura basada en piedra y barro.


Sesión 2. Arqueología Clásica AGRADECIMIENTOS

Comas, M. (1985): Baetulo, les àmfores. Badalona.

Las labores de excavación realizadas en el yacimiento de San Miguel III se realizaron gracias al esfuerzo personal de los arqueólogos implicados en el proyecto. Queremos agradecer en este momento el apoyo mostrado por el Ilustrísimo Ayuntamiento de Castejón de Monegros, a todos aquellos que colaboraron económicamente en el proyecto, a Dña. Elena Maestro Zaldívar por su consejo y apoyo científico, a D. Félix Montón, por su aval científico y su colaboración.

Garcés, I. (2000): “Les ceràmiques ibèriques pintades tardanes i romanes de tradició indígena a les valls del Segre i Cinca”, en Revista d´Arqueologia de Ponent, 10, Lleida, 11-64.

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Calvo, M.J. (1985): El yacimiento de Olriols (San Esteban de Litera, Huesca). Estudio de la cultura material, Memoria de Licenciatura Inédita.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

36. PAVIMENTOS ROMANOS EN CAESARAUGUSTA María Pilar Blecua Roca1 1

Universidad de Zaragoza

Mª Pilar Blecua Roca, mpblecua21@gmail.com

RESUMEN Para elaborar un análisis completo de los pavimentos pertenecientes a la colonia romana Caesaraugusta, conservados y/o conocidos, es necesario partir de un estudio exhaustivo de la bibliografía concerniente a la materia. Obras en las que se recogen las investigaciones y catalogación de los mosaicos conocidos, abarcando los hallados desde finales del siglo XIX hasta el momento. Además debemos estudiar las intervenciones arqueológicas desarrolladas tanto por el Museo Provincial de Zaragoza, como por el Servicio Municipal de Arqueología, así como las llevadas a cabo por empresas privadas de arqueología. Trabajos en los que la conservación y restauración de los restos pavimentales juegan un importante papel en lo relativo a la preservación del patrimonio arqueológico. En este artículo trataremos la metodología llevada a cabo a la hora de recopilar información referente a los pavimentos que nos conciernen y las posibilidades de estudio que estos brindan. PALABRAS CLAVE: Corpus; Mosaico; Pavimento; Opus tessellatum; Opus signinum; Arqueología urbana.

ABSTRACT Before developing an updated catalogue of the pavements from the Roman Colony of Caesaraugusta (even those that are missing but we have some information), it is necessary to study the literature closely related, that includes both the researches about mosaics found and the catalogues of them from the nineteeth century to the present. In addition, we have to analyse the data, not only from archaeological excavations carried out by private companies but by both public institutions Museo Provincial de Zaragoza and Servicio Municipal de Arqueología, that have made an absolutelly essential activity, not only preserving but restoring the archaeological heritage. Finally, this article is also on the essential methodology used in order to collect information about pavements to study. KEYWORDS: Corpus; Mosaic; Pavement; Opus tessellatum; Opus singninum; Urban archaeology.

1. INTRODUCCIÓN La motivación que nos impulsó a realizar esta investigación la encontramos en la necesidad de elaborar un proyecto que dé a conocer y salvaguardar una parte del patrimonio histórico arqueológico de Aragón. Pese al avance de los trabajos arqueológicos y las numerosas excavaciones realizadas en esta comunidad autónoma desde la década de los 80, no contamos con un análisis exhaustivo y completo de los pavimentos y mosaicos romanos de esta zona, dado que en algunas ocasiones no se ha llevado a cabo un estudio posterior a los hallazgos una vez terminada las campañas de excavación. En este artículo trataremos de exponer de manera cronológica todos los hallazgos pavimentales musivos de opus tessellatum y opus signinum producidos en Zaragoza desde finales del siglo XIX hasta día de hoy, estudiados a través de las fuentes. Dentro de este estudio resaltaremos

condiciones de los mismos, tales como su contexto original, ubicación y lugar de conservación.

2. OBJETIVOS El objetivo general que pretende alcanzar este proyecto es el estudio de los pavimentos romanos en el valle del Ebro y en especial los hallados en la colonia de Caesaraugusta. Para lo cual es necesario realizar un catálogo exhaustivo de los mosaicos y pavimentos existentes, un Corpus materializado en una base de datos. Así pues, se requiere de un total conocimiento de todos los fragmentos de pavimento encontrados en la ciudad, ya sea a través de excavaciones o hallazgos fortuitos. Por otra parte, al desarrollo de la investigación contribuirán los estudios multidisciplinares, pues el análisis de los mosaicos va más allá de las tareas clasificatorias. El conocimiento de las fases constructivas, tanto de ámbito privado como

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público, será de utilidad a la hora de contextualizar e indagar en los vestigios y la evolución de los pavimentos musivos a lo largo de los siglos. Observando el reflejo de los cambios sociales en los esquemas de los mismos podremos ampliar nuestros conocimientos aportando nuevas perspectivas en relación al estudio de la arquitectura romana. Al mismo tiempo, se realizará un análisis socioeconómico, religioso, icnográfico y urbanístico.

3. METODOLOGÍA En primer lugar, debemos recopilar la mayor cantidad de información posible sobre los pavimentos romanos hallados dentro del ámbito urbano de Zaragoza. Estos datos serán organizados a través de una ficha técnica en la que se analizan los siguientes apartados: ubicación; contexto urbanístico, histórico y de las estructuras arquitectónicas en el que se hallaron los restos del pavimento; tipo de pavimento y descripción del mismo; análisis tipológico, artístico y cronológico.

alberga en el Museo Arqueológico Nacional. Años después, en 1918, aparecería un mosaico circular geométrico en el nº 10 de la calle Don Jaime I, casa Auria, con motivo de unas obras realizadas en el sótano de dicha vivienda. Se conserva en el Museo Provincial de Zaragoza (Archivo Museo Provincial Zaragoza, Legajo 511/1919).

3.2. El inicio de los trabajos de investigación (1940-1980) Tras la Guerra Civil comienzan a desarrollarse estudios relacionados con mosaicos en la zona del valle Medio del Ebro, puesto que, entre otros motivos, los cambios urbanísticos en los cascos históricos de las ciudades propiciaran la aparición de nuevos restos.

Para completar este estudio, próximamente, nos serviremos de sistemas informáticos utilizados en el ámbito de la arqueología: AutoCAD, para crear una cartografía referenciada, y FileMaker, gracias al cual podemos elaborar una base de datos bastante detallada y realizar un cotejo de la información. Para llevar a cabo la primera fase de nuestra investigación es necesario revisar la bibliografía y documentación pertinente. Gracias a ello hemos conseguido organizar de manera cronológica los hallazgos relativos a mosaicos.

3.1. Primeros hallazgos (finales del siglo XIX – inicios del XX) Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX comenzarán los descubrimientos fortuitos de pavimentos musivos a causa del cambio y crecimiento urbano. La incipiente preocupación por el patrimonio en aquel momento, fenómeno instigado por ciertas instituciones como la Real Academia de la Historia, provocó la difusión y conservación de los hallazgos. En Zaragoza, las primeras noticias oficiales se dan en 1880, cuando se descubre en el nº 3 de la calle Zuda un mosaico con dos emblemas: uno con Venus y otro con Eros y Pan; actualmente solo se conserva el segundo en el Museo Provincial de Zaragoza (Lop Otín, P. 2015, pp. 48-49). Décadas después, en 1907, fue descubierto un mosaico en la denominada, por aquel entonces, “Huerta de Santa Engracia”, a causa de las obras llevadas a cabo para la construcción de los pabellones de la exposición Hispano-francesa de 1908 (Aguarod Otal, C., 1977). A ellos, se les sumaría el hallazgo en 1912 del mosaico denominado “Triunfo de Baco”, que iría acompañado de otro con decoración geométrica, en la céntrica calle Coso, en el número 15, propiedad de los Señores de Ena (Mélida y Alinari, 1914), este pavimento se

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Figura 1. “Mosaico de Eros y Pan”. Imagen de José Garrido Lapeña (Museo Provincial Zaragoza) En el caso de Zaragoza, jugó un papel muy importante el Plan de Reforma Interior de Zaragoza presentado en 1939, un proyecto impulsado por el Ayuntamiento de la ciudad cuyo objetivo era organizar y modernizar la misma. Dentro de este proyecto se inscribía la creación de “la avenida del Pilar”, una gran plaza resultante de la unión de otras más pequeñas. En lo que a nosotros concierne, el cierre por el lado oeste de dicha plaza vendría dado por el área comprendida por los restos de la Muralla Romana, el Torreón de la Zuda y la Iglesia de San Juan de los Panetes. Por consiguiente, se llevaron a cabo importantes obras en esta zona occidental: se acondicionó el solar resultante del derribo del convento hospitalario y las construcciones adosadas a la muralla romana y al torreón de la Zuda fueron derruidas para posterior mente llevar a cabo la restauración de sendos monumentos (Lop Otín, 2015). Sería en esta área donde saldrían a la luz restos de pavimentos teselados destacables.


Sesión 2. Arqueología Clásica Durante los trabajos realizados en el solar del convento en el año 1944 salió a la luz un mosaico, que posteriormente sería conocido como “Mosaico de Orfeo”. A su derecha se halló una faja de mosaico bícromo de unas dimensiones de 2’16 x 1’1 m, con una decoración geométrica, que actualmente se conserva en el Museo Provincial de Zaragoza. Conforme iban avanzando las obras, al pié de ambos pavimentos, se encontró otro mosaico, más rico que los anteriores en decoración, aunque encontrado en pésimas condiciones, pues se hallaba mutilado en gran parte por pozos negros de épocas más modernas. El primer fragmento que apareció no fue posible levantarlo por su mal estado; contenía un medallón con forma octogonal de un metro cuadrado, más o menos, en cuyo interior se representaba una cabeza de sátiro. Un poco más apartado de este, apareció otro fragmento alargado de mayores dimensiones en el que aparecía un medallón circular que contenía lo que lo que se identificó en su momento una cabeza de Medusa, pues se encontró muy deteriorado. Nos es desconocida su ubicación actual (Galiay, 1946, pp. 152-160). Tenemos constancia de que otros tres pavimentos fueron hallados en el área de San Juan de los Panetes entre los años 1940 y 1944, momento en el que ingresan en el Museo Provincial de Zaragoza, donde se conservan actualmente (nº inventario: 07631, 07634, 07590, 07629). A inicios de la década de los años cuarenta, en el número 5 de la calle Don Jaime I, se halló un fragmento musivo de grandes proporciones con una decoración geométrica muy rica, el cual continuaba en la vivienda contigua1. Fue regalado por el propietario cuando lo arrancó para consolidarlo por el Servicio de Investigaciones arqueológicas de la Diputación Provincial de Barcelona, a expensas de su dueño (Almagro Basch, 1941). A día de hoy desconocemos su paradero. Será en este momento cuando se publique una de las primeras síntesis de arqueología en Aragón de la mano de José Galiay (1946). Gracias a publicaciones de estas características, impulsadas por la aparición de restos romanos en varios puntos de la ciudad, y a los documentos recogidos en los archivos del Museo Provincial de Zaragoza hemos podido recopilar información sobre restos musivos de los que se conservaban escasas evidencias materiales o se desconoce su contexto original. En la obra de J. Galiay se da la noticia de un mosaico geométrico polícromo encontrado en la calle Viejos de Zaragoza al abrir los cimientos de una casa (p. 149). Este es el único testimonio que nos informa de este hallazgo pues, como se indica en el documento, fue arrancado al abrir los cimientos de una casa. En la misma publicación también se atestigua la aparición de un mosaico en el convento de Santo Domingo (Casa de Amparo) de la calle Predicadores y que posteriormente fue donado por el Ayuntamiento al Museo Provincial de Zaragoza. A través de la información aportada por los archivos del mismo, podemos documentar que este pavimento, del que se conservan dos fragmentos, ya formaba parte de la colección del Museo en 1929 (nº inventario: 07586, 07587).

Figura 2. “Mosaico de Orfeo” Imagen de José Garrido Lapeña (Museo Provincial Zaragoza) Por otra parte también tenemos noticias del hallazgo de dos fragmentos de mosaico pertenecientes al mismo pavimento con decoración geométrica polícroma en los sótanos del número 3 de la calle Alfonso I, ubicación del antiguo Banco Central. Fue hallado en torno a los años 40 en fecha desconocida con motivo de ciertas obras de reforma realizadas en dicho solar. Permanecería en el local citado hasta que, posteriormente, se depositase en el Museo Provincial de Zaragoza desde el 20 de marzo de 1993 hasta el 23 de enero de 1998 (nº inventario: 45656).

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3.3. Los años dorados de la investigación arqueológica (1980-2005)

Figura 3. Mosaico c/ Predicadores, convento Sto. Domingo. Imagen de José Garrido Lapeña (Museo Provincial Zaragoza) Posteriormente, en septiembre de 1965, con motivo de la realización de obras en el número 20 de la calle Santa Isabel, se halló parte de un mosaico en blanco y negro, con decoración geométrica, a 1’70 m bajo el nivel de calle. La parte extraída por el Seminario de Arqueología de la Universidad de Zaragoza cuenta con unas dimensiones de 1’15 x 0’7 m (Blasco Bosqued, C. 1965). Actualmente se conserva en el Museo Provincial de Zaragoza. A partir de 1975 el Museo de Zaragoza planificará una serie de excavaciones arqueológicas en el casco urbano de la ciudad. Se actuaba durante las paralizaciones de las obras en los solares y escasamente se llevaba un control de las acciones en los mismos. La primera actuación tuvo lugar en el Paseo Echegaray y Caballero, en los años 1975 y 1976, donde se descubrieron, durante las obras de pavimentación y saneamiento de servicios, restos de gran interés arqueológico. Entre ellos destacamos un suelo de opus signinum blanco (Beltrán LLoris, 1982, pp. 52-53). Al año siguiente, 1977, en el transcurso de unas obras en el solar perteneciente a los números 24-26 de la calle Don Jaime I, fueron hallados los restos de un mosaico teselado en blanco y negro, del que solo se conservaba una pequeña cenefa en negro (Beltrán LLoris, 1982, p. 15).

A partir de 1980, gracias al desarrollo en la investigación arqueológica, por la que se introducirán novedades en el estudio musivo, y la puesta en valor del opus signinum, comienzan a publicarse importantes síntesis que nos permiten conocer la realidad de los mosaicos del antiguo territorio del Conventus Caesaraugustano. Obras en las que se lleva a cabo una investigación y/o catalogación de los mosaicos conocidos hasta el momento, constituyendo un punto de partida importante para nuestro trabajo. Entre estas publicaciones destacan las de Dimas FernándezGaliano (1987), en la que lleva a cabo una catalogación de todos los mosaicos hallados en dicho Conventus, y José Antonio Lasheras Corruchaga (1984), con sus trabajos de investigación en relación a los opus signinum. A todo ello debemos añadir las intervenciones arqueológicas en ámbito urbano, realizadas tanto por el Museo Arqueológico, como por la Sección Municipal de Arqueología, así como los trabajos realizados por las empresas privadas de arqueología. En los años 1980-1981 se creó un convenio a través del cual se realizarían trabajos por el Servicio Municipal de Excavaciones Arqueológicas y el Museo Provincial de Zaragoza de manera conjunta. Tenemos constancia de estos trabajos a través de las publicaciones realizadas por M. Beltrán Lloris: La Arqueología de Zaragoza: Últimas investigaciones (1982) y “La arqueología urbana en Zaragoza”, en la publicación Arqueología de las ciudades modernas superpuestas a las antiguas (1985). En el discurso de estos trabajos se expone el hallazgo de pavimentos musivos de gran relevancia. A partir de 1984 las intervenciones realizadas por las empresas de arqueología dentro del casco urbano de Zaragoza serán recogidas en la compilación de volúmenes con título Arqueología Aragonesa, publicados por la DGA, con periodicidad anual. Gracias a lo cual hemos podido acceder a las noticias de hallazgos de pavimentos de toda índole no mencionados en otras fuentes o que no cuentan con una publicación propia. Por otra parte, las excavaciones realizadas por los arqueólogos la Sección Municipal de Arqueología contaran con sus propias publicaciones, donde también hemos podido recoger información sobre hallazgos relacionados con pavimentos musivos. Sin embargo, encontramos pavimentos sobre los que no se han publicado nada tras su descubrimiento y solamente podemos acceder a ellos a través de la consulta en los archivos de diferentes entidades.

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Sesión 2. Arqueología Clásica Tabla 1. Pavimentos de época romana hallados en Zaragoza (1980-2005). Ubicación c/ Torre Nueva, 4-6.

Año 1980

c/ Don Juan de Aragón, 21. c/ Méndez Núñez - c/ José Pellicer Ossau c/ Don Jaime I, 28.

1981 1981 1981

c/ San Juan y San Pedro c/ Santiago, 14-20. c/ Don Juan de Aragón, 9.

1982 1987 1988

c/ Murallas romanas. c/ Fuenclara, 2

1989 1989

c/ Torrellas, 1.

1989

c/ Sepulcro, 1-15. c/ Universidad angular a c/ Palafox. c/ Don Jaime angular a c/ San Jorge. c/ Don Jaime I, 5. c/ Predicadores, 20-22.

1989 1989

c/ José Pardo Sastrón, 7, angular a c/ Verónica. C/ Temple angular a Plaza Justicia. Plaza Santa Cruz, 13-15. c/ La Torre, 1-5, angular a c/ Noria. c/Murallas angular a c/ Danzas (U.A-1) Patio del Instituto de Bachillerato (Mixto 4).

1991

Dir. excavación Tipo de pavimento M. Beltrán (Museo Zaragoza) Pavimento de opus tessellatum un emblema policromo con una crátera con dos pájaros orlado por una faja con dibujos geométricos bícromas M. Beltrán (Museo Zaragoza) Opus signinum. M. Beltrán (Museo Zaragoza) Opus signinum como pavimento de un tepidarium (termas privadas) M. Beltrán (Museo Zaragoza) Opus signinum blanco con decoración de teselas de color azul oscuro Ayuntamiento de Zaragoza Mosaico parietal polícromo. P. Galve Opus tessellatum bícromo. M. Beltrán y A. Mostalac Opus signinum rojo con teselas dibujando motivos decorativos. F. Escudero Domus con nueve estancias pavimentadas2 J. F.Casabona y J. Delgado Opus tessellatum con emblema en el que figura Ceamanos un amorcillo. I. Aguilera Opus signinum rojo decorado con retícula de rombos en teselas blancas J. F. Casabona Opus signinum rojo. M. L. de Sus Giménez Opus tessellatum con decoración geométrica en blanco y negro. J. F. Casabona Opus tessellatum polícromo con decoración geométrica C. Aguarod Opus tessellatum con representación figurada P. Galve Fragmentos pertenecientes a un opus tessellatum polícromos J. F. Casabona Opus tessellatum con decoración geométrica

1991

J. F. Casabona

1991 1992

M. L. de Sus Giménez J. Viladés Castillo

1992

J. L. Cebolla y A. Blanco

1993/94

A. Álvarez y A. Mostalac.

1990 1990 1990

Palacio de los Armijo (c/ 1993/94 Don Juan, 7). c/ Gavín, 8-10, angular con c/ 1994 José Palafox, 17-21.

J. M. Viladés J. L. Cebolla y C. Novellón

Opus tessellatum policromo decorado con motivos geométricos Opus tessellatum bícromo en blanco y negro Domus pavimentada en dos de sus estancias por un opus signinum y un opus tessellatum bícromo, respectivamente. Opus tessellatum polícromo con decoración geométrica. Mosaico de teselas vidriadas y dos pavimentos de opus signinum, uno decorado con teselas oscuras dibujando motivos cruciformes. Fragmentos de opus signinum rojo. Opus signinum blanco con decoración geométrica cruciforme realizada con teselas grises formando motivos lineales. Fragmentos de un pavimento de opus tessellatum con representaciones de figuras marinas. Dos fragmentos de pavimentos teselados.

c/ Damian Forment, 3.

1996

P. Galve y F. Escudero

c/ Coso, 37 – Plaza España.

1999

C/ Añón, 21-23, angular a c/ Latorre, 10.

2001

J. Casabona, M. L. de Sus Gimenez y J. A. Pérez Casas J. Delgado Ceamanos y M. L. Pavimento de opus tessellatum y opus signinum de Sus Gimenez (triclinio).

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c/ Jussepe Martínez, 9-13, y c/ San Braulio, nº 15. c/ Alfonso I.

2001

J. L. Cebolla

2001

P. Galve

2002 2002

c/ Mosen Pedro Dosset. c/ Aben Aire, 22-28, angular a c/ Escobar s/n. c/ San Agustín, 5-7, angular a c/ Alcober, nº 8. c/ San Jorge, 26.

2003

P. Galve J. Delgado Ceamanos y B. del Real Izquierdo J. Delgado Ceamanos

2004

J. L. Cebolla y G. Gimeno

c/ Cinco de Marzo, 8.

2004/05

F. Gutierrez

Cinco fragmentos pertenecientes a pavimentos de opus tessellatum. Pavimentos de opus tessellatum policromo con ricas decoraciones y un fragmento de opus signinum Laudas musivas Opus signinum decorado con un reticulado romboidal. Domus pavimentada en tres de sus estancias, dos en opus tessellatum y una con opus signinum. Cenefa lateral de un mosaico realizada en teselas negras. Opus tessellatum en blanco y negro.

Figura 4. c/ Don Juan de Aragón, 9. Imagen cedida por la Sección Municipal de Arqueología

4. RESULTADOS Las dificultades que encontramos a la hora de analizar los primeros mosaicos que salieron a la luz radican en los elementales conocimientos científicos dentro del ámbito de la investigación arqueológica y la escasa conciencia patrimonial tenidos en la época. Las circunstancias en las que solían encontrarse eran poco propicias para llevar a cabo un estudio de los restos, pues se hallaban con motivo de remociones de suelos realizadas durante obras, tanto en ámbito público como privado, en las que el arqueólogo/ investigador tenía poco margen de movimiento y su trabajo quedaba reducido al levantamiento del mosaico, en la medida de lo posible. Además, por aquel entonces, primaba el hallazgo de los restos muebles, del objeto, relegando a un segundo plano el análisis estratigráfico y contextual. El hecho de la aparición de un mosaico dentro del ámbito privado podía provocar la desvinculación del mismo del mundo de la investigación y la divulgación, pues en algunos casos, terminaban en poder del dueño del solar en el que eran hallados, pasando a formar parte de colecciones privadas.

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Figura 5. Acuarela de Montañés y Pescador. Imagen cedida por José Garrido Lapeña (Museo Provincial de Zaragoza). Como hemos señalado anteriormente, las primeras noticias oficiales sobre el descubrimiento de un pavimento teselado en Zaragoza se dan en noviembre de 1880, a través de un informe realizado por la Subcomisión de la Comisión de Monumentos de Históricos y Artísticos de Zaragoza, cuya función fue la de estudiar el expediente de conservación/


Sesión 2. Arqueología Clásica derribo del torreón de la Zuda por aquel entonces3. Fueron enviados al lugar del hallazgo, c/ Zuda nº 3, dos miembros de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis: Bernardino Montañés y Mariano Pescador, quienes realizaron una copia en acuarela del mosaico. Este era de grandes dimensiones, pues al parecer continuaba en los sótanos pertenecientes a la casa colindante del lugar en el que se halló fortuitamente, y, según muestra la acuarela depositada en el Museo Provincial de Zaragoza, se componía de dos escenas yuxtapuestas: una superior con representación de una Venus y otra inferior con Eros y Pan. Se extrajeron por su propietario unos trozos de una de las fajas que lo orlaban, de los cuales uno se colocó como pavimento en el patio de una de las casas de la Plaza del Pilar, y otro en el Museo Provincial de Zaragoza. Mientras la parte de pavimento que contenía el tema de la Venus quedó en su lugar por corresponder al solar de la casa inmediata. El emblema que contenía la representación de Eros y Pan llegó al Museo de Zaragoza fragmentado, ya que se extrajo por procedimientos primitivos del lugar de origen donde estuvo durante varios años tras su hallazgo, por lo que tuvo que llevarse a cabo una restauración de los restos. Otras publicaciones de inicio del siglo XX nos informan del hallazgo en de un pavimento teselado en el subsuelo de una vivienda, perteneciente a los Señores de Ena, situado la calle Coso número 15 (Desengaño, 4), en donde estaban realizando unas obras sin constar la profundidad a la que fue hallado el mosaico. Las noticias vienen publicadas de la mano de José Montserbat (1912) y José Ramón Mélida y Alinari (1914); ambos autores realizan una somera descripción e interpretación iconográfica del emblema figurado; sin embargo Mélida y Aliari describe de manera detallada los hallazgos encontrados en dicha dirección pero sin contextualizarlos. Según la información aportada, fue hallado un emblema en el que se representa una escena relacionada con el tema del “Triunfo de Baco”, el cual apareció orlado por una faja geométrica, y próximo a ello una serie de medallones que encerraban bustos alegóricos, algunos interpretados como las estaciones del año.

Figura 6. “Triunfo de Baco” Museo Arqueológico Nacional – nº inv. 38309 BIS

Las noticias sobre el devenir del pavimento serían escritas posteriormente por Galiay (1946), al aparecer el mosaico permaneció durante muchos años in situ, sin embargo, en la década de los cuarenta, fue arrancado en fragmentos y consolidado, puesto que las condiciones del local en donde se albergaba ponían en peligro la integridad del pavimento (la parte derecha del conjunto se encuentra mutilada). Actualmente se conserva en el Museo Arqueológico Nacional, mientras que el Museo Provincial de Zaragoza alberga el fragmento inferior de la composición geométrica. Alguna de las figuras alegóricas las conservaba Don Mariano Pano en su casa, contigua a la del Señor Ena. Otras partes del conjunto quedaron en poder de una casa comercial de Barcelona y en la colección privada de los señores Pérez Baherla de Zaragoza, el resto fue destruido (Beltran Martinez, 1976b, pp. 253).

Figura 7. Medallón pavimento Coso, 15. Imagen obtenida de Galiay (1946) p.38, lám. XIX En el caso del “Mosaico de Orfeo” tenemos constancia de referencias hechas al respecto con anterioridad a su hallazgo y posterior extracción, pues posiblemente sería el mismo del que se dio noticia años antes, en torno a 1880, la cual quedó reflejada en el Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, por la que se expone que al excavar un pozo en el patio del edificio de San Juan de los Panetes un albañil dio testimonio de haber perforado un mosaico4. Tanto este pavimento, como el surgido muy próximo a él, con decoración geométrica en blanco y negro, fueron levantados bajo la supervisión del Ayuntamiento de Zaragoza y donado posteriormente al Museo Provincial de Zaragoza, donde se conservan actualmente. No corrieron la misma suerte los medallones encontrados un poco más alejados, de los que solamente tenemos constancia gracias a la obra de Galiay, pues no llegaron a rescatarse del suelo dado su deterioro.

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De igual modo sucede con el mosaico hallado en el sótano de la casa nº 5 de la c/ Don Jaime I, pues solamente tenemos constancia de su existencia gracias a la publicación de Almagro Basch (1941) donde desarrolla una breve descripción del pavimento. A día de hoy desconocemos su paradero ya que quedo en poder del propietario del local. Lo mismo sucede con el pavimento hallado en la c/Viejos (Galiay, 1946, p. 149). Como se evidencia, la mayoría de las noticias publicadas sobre este tipo de hallazgos están relacionadas estudio del arte, es por ello que durante de las primeras décadas del siglo XX se centraba la atención en los restos más bellos y llamativos, es decir, los pavimentos teselados con representaciones figuradas y decoraciones atractivas, dejando fuera de juicio otros pavimentos con decoraciones más simples, como es el caso de los opus signinum, que de igual modo podrían haber aportado gran información dentro del ámbito de la investigación. Por lo tanto, la dificultad de obtener información en relación al contexto en los que se hallaban es considerable, pues en la mayoría de los casos los datos transmitidos son muy escasos, e incluso inexistentes, como es el caso de los pavimentos albergados en el Museo Provincial de Zaragoza, de los que solamente se sabe que fueron hallados en las inmediaciones del área de San Juan de los Panetes. A mediados de siglo, el método y las nuevas tecnologías se irán abriendo paso dentro del mundo de la investigación arqueológica. La mera recolección de objetos, cuya finalidad era acabar engrosando las colecciones de arte, será sustituida por el estudio detallado de los restos hallados en su conjunto dentro de un contexto arqueológico. Así pues, los pavimentos hallados a partir de entonces saldrán a la luz mediante la realización de excavaciones arqueológicas. Sin embargo, también encontramos debilidades en lo relativo a la investigación de aquellos pavimentos encontrados a partir de los años 50. Ello radica en la escasez de información aportada tanto por las publicaciones, como por los informes de excavación hallados en los diversos fondos documentales. En algunos casos apenas se expone una mera mención del pavimento hallado, careciendo de información crucial como puede ser el contexto, la descripción o imagen del mismo que nos pueda ayudar a sacar conclusiones. Este es el caso de los informes publicados sobre las excavaciones realizadas en las últimas décadas, donde los datos sobre la actividad desarrollada durante la excavación son bastante escuetos. Este factor podría estar causado por las excavaciones realizadas dentro del ámbito de la arqueología urbana, la cual siempre ha planteado graves problemas. Durante la década de los 80 hasta inicios del 2000 la cantidad de excavaciones urbanas era ingente y, en su gran mayoría, practicadas con urgencia debido al constante y ferviente crecimiento urbano de aquellas décadas, lo que provocaba que los trabajos se realizasen de forma apresurada y sin un plan científico de actuación previo. Con muy poco espacio

370

de tiempo entre las intervenciones, en muchos casos, las posibilidades de llevar a cabo una investigación posterior por parte de los arqueólogos debía ser muy escasas e, incluso, imposibles, limitándose simplemente a elaborar un informe poco detallado con los resultados de los trabajos realizados. No obstante, aun siendo escuetos, estos datos nos sirven de gran ayuda dentro de nuestra investigación a la hora de ir engrosando nuestro catálogo.

5. CONCLUSIONES El objetivo de este artículo es mostrar la evolución a lo largo del tiempo de la investigación de los pavimentos musivos pertenecientes a la colonia romana Caesaraugusta. Para ello ha sido necesaria la recopilación de información pertinente recogida en de fuentes bibliográficas y fondos documentales y materiales. Asi pues, los trabajos de conservación, restauración y divulgación precedentes son cruciales para el desarrollo de esta investigación. Como podemos comprobar en el gráfico, los resultados son prolíferos. Los hallazgos son numerosos, sobre todo a partir de la década de los 70 donde se ve un repunte en los descubrimientos tanto de opus tessellatum como de opus signinum.

18 16 14 12 10 8 6 4 2 0

Op. tessellatum figurado Op. tessellatum geometrico bícromo Op. tessellatum geométrico polícromo 1880- 1940- 19801940 1980 2005

Op. signinum

Sin embargo, los vacíos documentales siguen siendo muchos, pues hay muchos pavimentos que se han ido perdiendo por el camino, no todos han conseguido terminar en un museo o contar con una publicación que lo ponga en valor, pues existen muchos que a día de hoy, tras los trabajos de excavación, han quedado relegados a formar parte de los fondos de los almacenes junto con otros materiales que tampoco han podido ser estudiados. Por lo tanto, a través del trabajo de investigación que nos encontramos realizado, intentaremos revertir esta pérdida/ vacío de datos para poder completar nuestro estudio y poner en valor una parte del patrimonio arqueológico y cultura aragonés.


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Figura 8. Levantamiento del pavimento c/Universidad Imagen cedida por la Sección Municipal de Arqueología.

AGRADECIMIENTOS La evolución de esta investigación está siendo posible gracias a la información y ayuda recibida. Por una parte, el personal del Servicio de Arqueología del Ayuntamiento, en especial Pilar Galve y Francisco Escudero. Por otra, el Museo Provincial de Zaragoza, destacando la disposición de Mª Jesús Dueñas, además de la documentación aportada por parte los arqueólogos que en su día trabajaron en diversas excavaciones urbanas de Zaragoza, como es el caso de Carmen Aguarod. Y por último, y no por ello menos importante, a la catedrática Mª Ángeles Magallón, por su continuo apoyo y ayuda.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Posteriormente, en 1990, una excavación arqueológica realizada en el nº 7 de dicha calle se sacaría a la luz un conjunto de pavimentos musivos.

2

mosaico geométrico bícromo (E1), opus signinum con decoración con teselas blancas (E2), mosaico tricolor (E3), superposición de mosaicos visibles a través de un corte (E4), mosaico con decoración de peltas (E6), estancia con dos tapices yuxtapuestos decorados con motivos florales y representaciones figuradas respectivamente (E7), opus signinum con retícula de rombos (E9). Escudero F. (2014), pp. 123-132.

3

Archivo de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis (A. R. A. B. A. S. F.), legajo 6-69-3, ff. 27v 28r. Lop Otín, P., (2015) pp. 48.

4

A. R. A. B. A. S. F., legajo 5-69-3, ff. 27v 28r. Lop Otín, P., (2015) pp. 91.

372


Sesión 2. Arqueología Clásica

37. LOS CRIPTOPÓRTICOS DEL FORO ROMANO DE “LOS BAÑALES” (UNCASTILLO, ZARAGOZA) Luis Romero Novella1 1

Universidad de Navarra

lromero@alumni.unav.es

RESUMEN Se analiza la presencia de dos criptopórticos en el foro romano de Los Bañales (Uncastillo, Zrg) –de reciente excavación- y cuya función era salvar la diferencia de cota existente en los lados este y sur del foro y que dotan de mayor monumentalidad al conjunto, a medio camino entre la zona de hábitat prerromano en el cerro Cerro de El Pueyo y la zona de expansión de la ciudad romana hacia el llano. Se estudiará al detalle su estructura interna, fases, técnicas constructivas y soluciones interpretativas para el piso superior. Además se pondrá en relación estas dos subestructuras con los modelos formales establecidos por E. M. Luschin y se comparará con otros criptopórticos forenses hispanos –que se estudiarán muy brevemente- y de otras regiones del imperio para tratar de establecer semejanzas y pautas constructivas comunes. PALABRAS CLAVE: Criptopórtico; Forum; Los Bañales; Basílica; Arquitectura romana.

ABSTRACT This paper will analyze the presence of two cryptoporticus at the forum of the Roman town of Los Bañales (Uncastillo, Zaragoza). Both of them have been recently excavated and their function was to create a monumental platform by balancing the different levels presented by the orography between the pre-Roman “Cerro del Pueyo” and the expanse of the city in the Roman time. Their inside structures will be studied in detail, as well as their phases, building techniques and interpretative solutions of the buildings erected on the top of both cryptoporticus. In addition, both structures will be related to the models established by E. M. Luschin and compared with other cryptoporticus at other fora either from the Roman province of Hispania or from the rest of the Roman Empire. KEYWORDS: Cryptoporticus; Forum; Los Bañales; Basilica; Roman Architecture.

1. INTRODUCCIÓN La ciudad romana de Los Bañales –municipium de nombre desconocido perteneciente al conuentus Caesaraugustanusestá ubicada en la comarca de las Cinco Villas, en el término municipal de Uncastillo. Del conjunto arqueológico (Andreu, 2012a y 2012b) destacan las termas, el acueducto, el sector doméstico-artesanal y su foro. Este último conjunto (Andreu et al. 2014, Romero, en prensa: 195-200 y Romero, 2015: 219-239), se localiza a medio camino entre el Cerro del Pueyo -origen del poblamiento prerromano de la ciudad- y la expansión hacia el llano de la ciuitas en época altoimperial (Romero, 2014: 165). El foro (Fig. 1) ha sido objeto de varias campañas de excavación en los últimos años (2012-2015), que han ido descubierto sus diferentes recintos articulados en torno a una plaza rodeada por una porticus duplex, a la que se abren unos recintos de representación (Jordán y Andreu, 2013:

127-130) -entre los que destacan los dedicados a la Victoria Augusta (Jordán y Andreu, 2014: 247-259) y otro dedicado a distintas divinidades por disposición testamentaria de Pompeia Paulla (Jordán, 2012: 75-92)- y dos monumentales criptopórticos cerrando sus lados este y sur con importantes diferencias de cota que obligaron el empleo de este tipo de estructura. Este modelo arquitectónico es ampliamente conocido en otros lugares del Imperio y presenta abundantes paralelos hispanos en los fora de Bilbilis (Jiménez, 1986: 633 y Martín-Bueno, 1987: 105 y 109), Ercauica (Osuna, 1997: 182, Lorrio, 2001: 108 y Rubio, 2004: 222), Valeria (Fuentes, 1997: 115 y Fuentes y Montoro, 2011: 253), Segobriga (Abascal, Almagro Gorbea y Cebrián, 2007: 390391), Aeminium (Carvalho, 1998: 184-203 y Alarcão et al., 2009: 38-47), Conimbriga (Alarcão y Etienne, 1977: 9396), Uxama (García Merino, 1987a: 82-86 y García Merino, 1987b: 147-151) o Emporiae (Sanmartí-Greco, 1987: 55-60, Ruiz de Arbulo, 1992: 11-37 y Mar y Ruiz de Arbulo, 1993:

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282-285 y 294-303). La ubicación del foro de la ciudad en este lugar y el empleo de este tipo de arquitectura es para realzar la monumentalidad del conjunto, convirtiéndolo en un hito fundamental de la topografía urbana de la ciudad.

y cubierta en madera o el uso de bóvedas. Se tratará de ver también la posible función de ambos criptopórticos, tanto en el nivel de subestructura como a nivel de plaza. Para ello se verá también la posible relación con la función desempeñada en la planta baja y alta de otros foros hispanos.

3. EL CRIPTOPÓRTICO SUR

Figura 2. Vista general del criptopórtico sur (Foto: L. Romero). El criptopórtico sur presenta dos fases principales de utilización, uno perteneciente a la fase forense y otra de amortización en la que sus estructuras son reutilizadas para fines diferentes a su función pública como parte del conjunto forense de la ciudad. Figura 1. Planta del foro de Los Bañales: 1. Porticus duplex, 2. Plaza, 3. Recinto de la Victoria Augusta, 4. Recinto de Pompeia Paulla, 5. Recinto 3, 6. Recinto 4, 7. Criptopórtico sur y 8. Criptopórtico este (Plano: L. Romero a partir de J. Bienes).

3.1. Fase de uso foro altoimperial

2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA Se trata de analizar los criptopórticos forenses de la ciudad romana de Los Bañales y ponerlos en relación con otros criptopórticos forenses hispanos. Para ello estudiaremos los dos criptopórticos de la ciudad romana de Los Bañales en función de su planta y estructura para poder establecer relaciones con otros conjuntos hispanos. Se analizará de forma exhaustiva las dimensiones, técnica constructiva y distintas unidades estratigráficas de su excavación para poder ver las diferentes fases de ocupación de ambos conjuntos. Se realiza un vaciado bibliográfico de todos los conjuntos forenses hispanos para localizar aquellos en los que se emplea este tipo de estructura, para poder compararlos y establecer semejanzas y diferencias con los dos criptopórticos de Los Bañales. A su vez se analizará si los dos criptopórticos se ajustan a alguno de los modelos tipológicos establecidos por E. M. Luschin (Luschin, 2002: 31-47). Asimismo se va a ver también las diferencias estructurales internas por lo que se analizará en detalle el tipo de cubierta empleado en cada caso diferenciando entre el uso de machones centrales

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Figura 3. Vista del doble sistema de contrafuertes y machones del criptopórtico sur (Foto: L. Romero). El lado sur del foro presenta un monumental criptopórtico (Fig. 2) construido con grandes sillares de arenisca local en opus quadratum. La superficie excavada del mismo presenta unas dimensiones interiores de 15,49 m. de largo por 8,75 m. de ancho, quedando un sector de su longitud aún por excavar. Presenta una planta con machones centrales rectangulares (Fig. 3) –de tamaño casi regular de 1,10 x 0,45 m.-, soportada probablemente con una estructura de madera con vigas en la parte superior. Los machones rectangulares no son muy


Sesión 2. Arqueología Clásica habituales en los criptopórticos debido a la estructura del piso superior y en Hispania el mejor paralelo es el criptopórtico de Valeria, pero exclusivamente en la zona llamada de prolongación del ninfeo (Montoro, 2007: 236). La estructura está además reforzada por potentes contrafuertes en forma de pequeña torre –con dimensiones también regulares de 1,87 x 44 m.-, muy similares a los documentados en el foro de Ercauica (Osuna, 1997: 182, Lorrio, 2001: 108 y Rubio, 2004: 222), pero en la parte interior de la subestructura para poder contener el peso tanto del cierre de la plaza en este sector, como de la estructura presente en el piso superior. El ritmo de los machones varía, ya que no están todos a la misma distancia, la máxima se da en el primer machón –si vamos de oeste a este- dónde presenta una longitud de 5,26 m. En el lado sur, hay varias entradas que permitían el acceso a la subestructura, cuya función desconocemos aunque pudo ser comercial. Más complejo es la posible conexión con el piso superior que daría a la plaza, ya que no ha sido documentado hasta el momento ningún tramo de escaleras, lo que nos hace pensar que ambas plantas pudieron no estar conectadas al cumplir funciones independientes. De este piso superior nada ha quedado, ya que se ha perdido por completo y se encontraría muy probablemente a nivel de la cota de la plaza o algo más elevado como ocurre en los pórticos norte y oeste. La función que pudo desempeñar el piso superior nos es desconocido –debido al completo arrasamiento de las estructuras- sin embargo, por la planta del piso inferior podemos plantear dos posibles hipótesis. La primera de ellas ubicaría en esta planta superior una porticus duplex, como la presente en los lados norte y oeste. Esta hipótesis se encuentra con el problema de que las basas del piso superior serían más grandes que los machones de apoyo de las mismas, lo que haría que la estructura tuviera graves problemas de estabilidad. La segunda hipótesis -en base a la estructura desigual de las distancias entre machonesubicaría en este sector del foro y abiertos directamente a la plaza diversas estancias que podríamos interpretar como pertenecientes a los diversos edificios de gobierno y administración de las ciudad, como la curia, tabularium y sala de votaciones, que no se han localizado en ninguno de los otros sectores del foro. Entendemos que esta segunda hipótesis es más verosímil que la primera y explicaría la desigual configuración de la subestructura del criptopórtico.

3.2. Fase de amortización La subestructura del criptopórtico quedo compartimentada en estancias más reducidas, muy probablemente entre finales del s. II d.C. y principios del s. III d.C. (Andreu, 2014: 253261 y Andreu et al., 2014: 185-193). Estas reutilizaciones del foro están realizadas mediante muros de fábrica muy tosca que compartimentan las dimensiones del criptopórtico en estancias más reducidas. Para ello aprovechan los sectores donde se alinean machones centrales y contrafuertes para tener que realizar menor esfuerzo edilicio y de material (Fig. 4).

Figura 4. Compartimentaciones de la fase de amortización del criptopórtico sur. En color fase forense y en blanco y negro fase de amortización (Foto: L. Romero). En cuanto a los accesos al criptopórtico, estos también se compartimentan como el espacio interior de la subestructura, tapiando con idénticos muros de fábrica tosca, los antiguos accesos al recinto que se disponían uniformes a lo largo de toda la fachada. En algunos sectores del mismo se reutiliza material arquitectónico del foro altoimperial, como una acrótera partida y embutida en uno de los muros (Fig. 5), similar a otras dos documentadas en la excavación del foro (Andreu, 2012a: 46, Romero, en prensa: 200 y Romero, 2015: 229). Es difícil establecer cuál pudo ser el uso de estas estancias, pero parece que pudieron ser habitacionales y comerciales. Lo que sí está más claro en algunos de los sectores es la presencia de un horno productivo –a una cota superior al nivel de suelo del criptopórtico- aún en proceso de estudio y documentación.

Figura 5. Muro de la fase de amortización con reutilización de acrotera (Foto: L. Romero). Aunque no relacionado con dicho horno, en parte de este criptopórtico se amortiza material marmóreo del programa escultórico del foro (Fig. 6), que parece asociarse a un momento de reutilización del aparato escultórico como materia prima para la obtención de cal. Se han recuperado numerosos fragmentos en mármol blanco de grano fino – algunos de ellos procedentes del sector más puro de las cantera de Carrara (Romero et al., 2014: 212-216)- que han permitido reconstruir varias esculturas entre las que destacan dos thoracati, al menos dos togados y al menos tres retratos de príncipes julio-claudios. De los thoracatos, destaca uno de ellos que se puede identificar como una representación del emperador Domiciano (Romero et al., 2014: 197-216). De los togados -aún en proceso de estudio- se ha podido reconstruir dos pies completos con la caída de la toga y hay abundantísimos fragmentos de pliegues no encajables entre

375


sí. Ninguno de los tres retratos de príncipes julio-claudios se conserva completo, de ellos destaca el fragmento derecho de una representación que podemos identificar como perteneciente Germánico tipo Béziers (Andreu et al., 2015a: 58-63 y Andreu et al., 2015b: 42-43). Otro de los retratos pudo representar a Druso Minor (Andreu et al., 2015a: 5863 y Andreu et al., 2015b: 43-44) y el tercero es imposible de plantear ninguna hipótesis de identificación debido a su fragmentariedad (Andreu et al., 2015a: 58-63 y Andreu et al., 2015b: 43-45). Además de los anteriormente descritos hay otros numerosos fragmentos pertenecientes a otro tipo de representaciones femeninas, desnudas e indeterminadas que nos dan una idea de la multitud de representaciones escultóricas que decoraban el conjunto forense de Los Bañales.

4.1. Fase de uso foro altoimperial El criptopórtico este presenta unas dimensiones de 7,50 x 26,22 m. (Fig. 9) e idéntica estructura de machones centrales que el criptopórtico sur, pero a diferencia de este, los machones son cuadrangulares de 58 x 58 m. en los cinco más al norte y de 70 x 70 m. en el último más al sur. La estructura ocupa todo el lateral este del foro, ocupando la anchura del pórtico norte, la de la plaza y parte de la anchura de la zona sur del foro, ocupada por el criptopórtico sur y que no llega en longitud hasta la zona sur del criptopórtico este. La menor altura en este sector hace que no sean necesarios los contrafuertes de refuerzo documentados en el sector sur. Otra diferencia constructiva es que este sector se encuentra construido sobre la roca madre, que en algunos sectores tuvo que ser cortada para encajar los bloques de arenisca en opus quadratum, colocados a hueso.

Figura 6. Nivel de amortización del programa escultórico del foro (Foto: L. Romero).

4. EL CRIPTOPÓRTICO ESTE El criptopórtico este (Fig. 7) -al igual que ocurre en el sur- presenta dos fases principales de utilización, uno perteneciente a la fase forense y otra de amortización en el que es reutilizado para fines diferentes a su función pública como parte del conjunto forense de la ciudad. Figura 8. Vista general del criptopórtico este.

Figura 7. Vista general del criptopórtico este.

376

En el lado corto norte, hay documentada la impronta para una pilastra 1,49 x 0,41 m. (Fig. 8) que puede corresponderse a un capitel de pilastra documentado en la excavación del sector y aún en proceso de estudio. De dicha pilastra se conserva la basa de apoyo -que presenta unas dimensiones de 0,46 x 0,70 m.- y está realizada en piedra caliza estucada, como ha quedado demostrado en otras piezas de decoración arquitectónica localizadas en la excavación del edificio1. Esta decoración arquitectónica incluye capiteles, apoyos de basa, basas, fustes de columna y capiteles en arenisca local, estucados en color ocre. La planta junto con la decoración y el análisis de la planimetría del foro nos hace plantear que el piso superior del criptopórtico este albergó la basílica jurídica de dos naves2. Aunque no es lo habitual encontrar basílicas que no tengan la estructura canónica de tres naves hay bastantes paralelos en dos naves como los casos hispanos de la primera basílica de Valeria (Fuentes, 1997: 116) y Ercauica


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 9. Planta del criptopórtico este (L. Romero) (Lorrio, 2001: 109), posiblemente la de Bilbilis (MartínBueno, 1987: 109 y Martín-Bueno, 1990: 233), y probablemente el edificio que se alzaba sobre el criptopórtico de Santa Criz (Romero, en prensa: 205-206) y Arcobriga (Aguilera y Beltrán, 1987: 65 y Romero, en prensa: 200-202), En otras provincias del Imperio, presentan planta semejante de dos naves las basílicas de Iulium Carnicum (Zuglio, Italia) (Balty, 1991: 135-136 y Mainardis, 2006: 269) o la primera basílica de Glanum (Saint-Rémy-de-Provence, Francia) (Roth, 1987: 192-196).

Figura 10. Vista general del criptopórtico este. El acceso al criptopórtico (Fig. 10) se realiza mediante una escalera, de la que sólo nos ha quedado el último peldaño –con unas dimensiones de 1,32 x 0,53 m.- y la impronta del resto de estructura. La anchura de la puerta de acceso a la escalera tiene una anchura de 1,08 m., por lo que su pequeño tamaño descarta la posibilidad de un uso comercial y/o almacenamiento del piso inferior. Cuál pudo ser su función es un tema complejo, debido a los pocos datos concluyentes que nos ha dado la excavación de la zona. Sin embargo, en función de las interpretaciones dadas en otros lugares a los sótanos de las basílicas podemos proponer que pudo albergar

funciones de archivo o cárcel (Mateos y Pizzo, 2014: 190) que si encajarían en la estructura de pequeño acceso presente en la subestructura del criptopórtico. Sin embargo, la posibilidad de situar un tabularium en un sótano es compleja debido a los problemas de humedad a los que se verían expuestos los documentos (Rodríguez Neila, 2005: 86).

4.2. Fase de amortización El criptopórtico debió de perder su función como tal entre finales del s. II d.C. y principios del s. III d.C. según se deduce del material recuperado en el nivel de amortización del mismo (Andreu et al., 2014: 185-193) y de otros sectores de la ciudad, como el área doméstico-artesanal (Andreu, 2014: 253-261), dónde en esta cronología se reutiliza material arquitectónico muy probablemente procedente del foro. Al igual que en el criptopórtico sur, se dan compartimentaciones que afectan al sector del machón nº 5 (Fig. 11), mediante un muro de sillares de caliza de peor calidad y trabajo que los de la fase altoimperial. Difícil de establecer es la posible función que tuvieron estas estancias una vez que el foro perdió su función pública, ya que no han aparecido datos que nos ayuden a plantearla . En un fase posterior -anteriormente comentada- en la que se localizaron numerosos elementos de decoración arquitectónica, se encontraron también cuatro pedestales ecuestres dedicados a Lucio César (Andreu, en prensa), Tiberio y dos a Sempronio Vitulo -un subpraefectus cohortis- (Andreu, 2015: 296-302) y que estarían situados muy probablemente en el cercano pórtico norte, ya que la estructura del piso superior -con sistema de vigas de madera- es incapaz de asumir el peso de este tipo de monumentos sin machones específicos. La presencia de este importante nivel es una segunda fase de la amortización de las estructuras del foro en la cual deja de estar habitado este sector de la ciudad y toda la zona queda colapsada por el material del piso superior de la propia basílica y del programa epigráfico del cercano pórtico norte.

377


Tabla 1. Los criptopórticos forenses hispanos

Figura 11. Muro de la fase de amortización del foro que compartimenta el criptopórtico este. Tenemos documentadas por tanto tres fases de utilización, la primera de uso para fines distintos al propio foro en el que se compartimentan estancias, el segundo de amortización de esa fase con un nivel de cenizas y el tercero de colapso de la basílica donde se mezclan elementos arquitectónicos del edificio con inscripciones del cercano pórtico norte.

6. LOS CRIPTOPÓRTICOS FORENSES HISPANOS: TIPOLOGÍA Y ESTRUCTURA Los criptopórticos forenses de Los Bañales no es una excepción en la arquitectura forense hispana, ya que son numerosos los conjuntos (Tabla 1) que presentan este tipo de arquitectura en su foro . Son hasta 21 conjuntos hispanos hay en los que se da la presencia de este tipo de arquitectura. Según la tipología establecida por E. M. Luschin (Luschin, 2002: 31-47) encontramos dos tipos de criptopórticos en los foros hispanos, del tipo en terrazas como una substrucción y del tipo cryptoporticus triplex. Los dos criptopórticos de Los Bañales se ajustan al modelo de criptopórtico en terrazas como una substrucción. Como podemos ver en la tabla (Tabla 1), este es el tipo más común en Hispania, dándose sobre todo en los foros del interior Peninsular, dónde los problemas topográficos de ubicación de muchas de las ciudades son manifiestos. Destacan los paralelos próximos geográficamente de los foros de Bilbilis (Jiménez, 1986: 633 y Martín-Bueno, 1987: 105 y 109), Ercauica (Osuna, 1997: 182, Lorrio, 2001: 108 y Rubio, 2004: 222), Segobriga (Abascal, Almagro Gorbea y Cebrián, 2007: 390-391), Valeria (Fuentes, 1997: 115 y Fuentes y Montoro, 2011: 253) o Santa Criz (Romero, en prensa: 205-206). En todos los casos comentados la ubicación del foro responde a un programa monumental encaminado a realzar la monumentalidad del conjunto y dotarlo de una esceanografía que convierte al foro en el hito topográfico por excelencia de la ciudad al ser el elemento más visible y destacado en el ambiente urbano.

378

Ciudad

Tipo

Aeminium

Cryptoporticus triplex

Asturica Augusta

Cryptoporticus triplex

Bilbilis

En terrazas como una substrucción

Complutum

Forma especial

Conimbriga

Cryptoporticus triplex

Contributa Iulia

En terrazas como una substrucción

Corduba

Cryptoporticus triplex

Emerita Augusta

Cryptoporticus triplex

Emporiae

Cryptoporticus triplex

Ercauica

En terrazas como una substrucción

Evora

Cryptoporticus triplex

Los Bañales

En terrazas como una substrucción

Monturque

En terrazas como una substrucción

Santa Criz

En terrazas como una substrucción

Segobriga

En terrazas como una substrucción

Sexi

En terrazas como una substrucción

Tarraco (colonial)

En terrazas como una substrucción

Tarraco (provincial)

Cryptoporticus triplex

Termes

En terrazas como una substrucción

Torreparedones

En terrazas como una substrucción

Uxama

En terrazas como una substrucción

Valeria

En terrazas como una substrucción

Dentro de este modelo E. M. Luschin diferencia entre dos tipos: si la presencia de la terraza se da en un lado o en dos (Luschin, 2002: 31-47). En el caso de Los Bañales como hemos podido ver con los dos criptopórticos se da en dos lados, en el este y en el sur. Algo similar ocurre en los foros de Bilbilis (Jiménez, 1986: 633 y Martín-Bueno, 1987: 105 y 109), Ercauica (Osuna, 1997: 182, Lorrio, 2001: 108 y Rubio, 2004: 222), Sexi (Sánchez López, 2012: 86-87), Termes (Martínez Caballero, 2010: 224) y Valeria (Fuentes, 1997: 115 y Fuentes y Montoro, 2011: 253), dónde se da en varios lados. En estos ejemplos los condicionantes topográficos obligan a utilizar subestructura en dos laterales del cerro o colina donde se asienta el recinto forense y que obliga a realizar estas importantes obras. En todos los casos el foro pudo ubicarse en un terreno más favorable pero carente de la teatralidad que le daba la posición en un punto elevado y visible desde todos los puntos de la ciudad. Se están creando una escenografía muy concreta que nace ya en la Península Itálica con conjuntos forenses ubicados en puntos topográficos no muy favorables y que utilizarían terrazas colmatadas, como ocurre en los foros de Praeneste (Palestrina, Italia), Tusculum (Frascati, Italia) y Alba Fucens (Avezzano, Italia), que evolucionan hacia terrazas con el espacio interior hueco y destinado a diferentes usos. Este sería el ejemplo del criptopórtico de la reforma del foro de Tibur (Tívoli, Italia), datado en el s. I a.C. (Etxebarria, 2008: 79-82).


Sesión 2. Arqueología Clásica Tabla 2. Diferentes tipos de criptopórticos en terrazas como una substrucción Ciudad

Subtipo

Bilbilis

Varios

Contributa Iulia

Un lado

Ercauica

Varios

Los Bañales

Varios

Monturque

Un lado

Santa Criz

Un lado

Segobriga

Un lado

Sexi

Varios

Tarraco (colonial)

Un lado

Termes

Varios

Torreparedones

Un lado

Uxama

Un lado

Valeria

Varios

El empleo de criptopórticos en los foros se da a lo ancho y largo del Imperio en numerosas provincias, dónde los conjuntos forenses que utilizan criptopórticos en su esquema son muy abundantes. Destacan los criptopórticos de algunos foros itálicos como los de Augusta Praetoria (Aosta, Italia) (Carducci, 1973: 117-129 y Cortelazzo y Framarin, 2006) o Herdonia (Ordona, Italia) (Mertens, 1973: 187-205). En la Galia, el empleo de criptopórticos en los foros está muy difundido encontrando numerosos conjuntos con este tipo de solución arquitectónica. Destacan los casos de los criptopórticos forenses de Arelate (Arles, Francia) (Amy, 1973: 275-291 y Gros, 1987: 339-363), Durocortorum (Reims, Francia) (Frézouls, 1973: 293-313 o Bagacum Nerviorum (Bavay, Francia) (Will, 1973: 325-342).

7. CONCLUSIONES En conclusión, podemos decir que estamos antes dos criptopórticos muy monumentales y en la línea de otros foros hispanos, que emplean este tipo de arquitectura debido a la complicada topografía sobre la que se asientan muchas ciudades hispanas. En ambos conjuntos se ha detectado una fase constructiva vinculable a su uso como parte del conjunto forense de la ciudad, otra vinculable a su reutilización para usos distintos a los públicos y una última fase de colapso de las estructuras donde se documentan diferentes elementos de decoración arquitectónica e importantes piezas epigráficas. No se ha podido establecer en ninguno de los casos la función que esta subestructura pudo desempeñar en la fase forense debido a la exigüidad del material documentado de esta fase. La función de la fase de reutilización tampoco ha podido ser establecida, aunque se ha documentado un horno asociado a este periodo de uso del criptopórtico sur y al parecer no vinculable a la amortización del programa escultórico del foro, sin que podamos descartar tampoco su uso habitacional. El material recuperado de la fase de colapso ha sido muy abundante en ambos criptopórticos, dónde destaca el material

arquitectónico y epigráfico documentado en el criptopórtico este, que permite reconstruir el alzado del edificio superior, muy probablemente la basílica jurídica. Más compleja es la posible función del criptopórtico sur debido a la estructura interna con machones rectangulares que nos hacen no pensar en espacios porticados sino estancias que pudieron albergar alguno de los edificios públicos que no tenemos hasta ahora localizados como la curia o el tabularium. Ambos recintos se encuadran dentro de la tipología de E. M. Luschin en el modelo de criptopórtico del tipo en terrazas como una substrucción, muy frecuente en los foros hispanos y con numerosos ejemplos en otras provincias. Este modelo se usa en conjuntos construidos en laderas que requieren de este tipo de solución y que en el caso de Los Bañales afecta a más de un lateral del foro, al igual que ocurre en otros muchos conjuntos hispanos como en Bilbilis, Ercauica, Sexi, Termes y Valeria. La zona elegida para la ubicación del foro -a medio camino entre el desarrollo prerromano en el Cerro del Pueyo y la expansión de la ciudad romana hacia el llano- obligó a utilizar este tipo de arquitectura que dotó al foro de gran monumentalidad, desde un lugar que dominaba la topografía de la ciudad romana y era muy visible desde el poblamiento en terrazas del Cerro del Pueyo. Esta arquitectura no es sino el reflejo del desarrollo de los ensayos con terrazas colmatadas, en época medio republicana, en foros de la Península Itálica como Praeneste (Palestrina, Italia), Tusculum (Frascati, Italia) y Alba Fucens (Avezzano, Italia) y cuyo primer ejemplo de estructura con el espacio interior hueco es el criptopórtico del foro de Tibur (Tívoli, Italia). De aquí el modelo se difunde a diferentes foros del Imperio, con especial incidencia en las provincias occidentales, con gran difusión en Italia, Galia e Hispania. Los recientemente descubiertos criptopórticos de Los Bañales no vienen sino a completar un rico corpus de criptopórticos forenses y nos sirve para ver como Roma emplea soluciones anteriormente ensayadas en conjuntos de la Península Itálica, aplicándolas de forma diferente en cada conjunto ya que las técnicas constructivas, soluciones de cubiertas y métodos de conexión interna de cada criptopórtico son diferentes. Esto hace que cada conjunto sea único, viéndose la adaptabilidad de la arquitectura romana a los diferentes condionantes topográficos de cada lugar.

AGRADECIMIENTOS Agradezco a J. Andreu el darme la oportunidad de estudiar y publicar el estudio del foro romano de Los Bañales, parte de mi tesis doctoral en curso sobre los foros de la Hispania Citerior Tarraconensis. Doy las gracias a A. Duclos por la laboriosa ayuda prestada en la toma de medidas de ambos criptopórticos.

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NOTAS ACLARATORIAS 1

Todos los elementos arquitectónicos han aparecido en la U.E. 1262, unidad de relleno, amortización y colmatación de la mayor parte del criptopórtico. Esta unidad finaliza sobre una potente capa de limos arenosos producidos por embalsamiento de agua.

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El estudio de la decoración arquitectónica y de su interpretación como basílica jurídica del foro de Los Bañales va a ser abordado en un artículo de próxima publicación que incluirá la restitución arquitectónica del alzado de la planta superior, el análisis y adscripción cronológica de estas piezas y el estudio de la planta del edificio como basílica con estudio detallado de paralelos hispanos y de otras regiones del Imperio.

3 Sobre el suelo del criptopórtico se ha identificado la U.E. 1263 consistente en un nivel de relleno en el que han aparecido una gran cantidad de material de bronce y abundante ceniza. 4 El estudio global de los criptopórticos hispanos será objeto de una publicación independiente que ya ha sido presentada en el I Encuentro de Jóvenes Investigadores en Arqueología Clásica: Roma Aeterna celebrada en la Universidad de Navarra (Pamplona) del 22 al 24 de Octubre de 2015 y que será publicada en próximo número de la revista Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

38. EL ESCLAVO REFUGIADO EN EL ALTAR: UNA ESCENA DE LA COMEDIA GRIEGA EN UN ENTALLE DEL PALOMAR DE OLIETE (TERUEL) Ignacio Simón Cornago1 1

Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Ignacio Simón Cornago, isimoncornago@gmail.com

RESUMEN Se editan tres pesas de telar del yacimiento del Palomar de Oliete (Teruel), sobre las que está impreso un mismo entalle. En él se representa una escena típica de la comedia griega: un esclavo refugiado en un altar. PALABRAS CLAVE: Pesas de telar; Época iberorromana; Gema; Comedia griega.

ABSTRACT This paper presents three loom weights from El Palomar (Oliete, Teruel). The three of them have a gem imprint representing a classical scene of the Greek comedy: a slave who has taken refuge on an altar. KEYWORDS: Loom weights; Ibero-Roman period; Gem; Greek comedy.

1. INTRODUCCIÓN El objetivo de este trabajo es dar a conocer la impronta de un entalle impresa sobre tres pesas de telar procedentes del Palomar de Oliete (Teruel) y conservadas en el Museo de Teruel (N.º Inv.: 9446, 9439 y 660). Este yacimiento se ubica en el valle del río Martín y ocupa una superficie de 0,8 hectáreas, en la que se ha excavado una manzana compuesta por once casas y cuatro almacenes. Presenta una ocupación que se inicia en el siglo -III y parece concluir como consecuencia de las guerras sertorianas (Vicente 2007). En primer lugar vamos a describir las tres pesas de telar, para en un segundo apartado centrarnos en la gema. Las tres piezas son inéditas, salvo una de ellas (n.º 1) que apareció en el catálogo de la exposición En Oliete hace dos mil años (Vicente, Ezquerra y Escriche 1990: n.º 31), donde la imagen de la impronta se describe como “un anciano sentado”. Aquí proponemos que se trata de una iconografía perfectamente clásica, ya que representa una escena típica de la comedia griega: un actor con máscara de esclavo sentado sobre un altar.

2. LAS PESAS DE TELAR N.º 1. N.º Inv. 9446. Es una pesa de telar troncopiramidal, tipo 1.1 en la tipología de G. Fatás (1967: 206) y 4 en la de Z. Castro (1985: 233). Es la forma característica del periodo iberorromano, aunque se conozca con anterioridad (Fatás 1967: 205; Castro 1985: 232). La base mide 6,8 x 4,5 cm;

la cara superior 4 x 2,9 cm; y la altura alcanza los 7 cm. Pesa 251,2 gr y la atraviesa un orificio circular de 1,1 cm de diámetro. Está realizada con la misma cerámica oxidante de color amarillo blanquecino con la que se han fabricado las otras dos piezas; utilizan un desgrasante mineral que puede alcanzar un tamaño notable, de hasta 0,5 cm como se puede apreciar en el tercero de los ejemplares. En esta primera pesa el entalle está impreso cinco veces sobre su cara superior: cada una de las marcas se sitúa en una de las esquinas y la quinta se ubica en el centro. N.º 2. N.º Inv. 9439. Pesa de telar troncopiramidal, tipo 1.1 en la tipología de G. Fatás (1967: 206) y 4 en la de Z. Castro (1985: 233). La base mide 6,6 x 4,8 cm; la cara superior 4 x 2,8 cm; y la altura alcanza los 7,5 cm. Pesa 274,5 gr y la atraviesa un orificio circular de 1,1 cm de diámetro. Está realizada con cerámica oxidante. La forma y las medidas son muy similares a las de la pieza anterior y, como aquélla, tiene impreso cinco veces el mismo entalle en su cara superior. La tercera pesa es de mayor módulo y también difiere de las anteriores en el número y disposición de las improntas. N.º 3. N.º Inv. 660. Pesa de telar troncopiramidal, tipo 1.1 en la tipología de G. Fatás (1967: 206) y 4 en la de Z. Castro (1985: 233). La base mide 7,2 x 4,2 cm; la cara superior 4,5 x 3,1 cm; y la altura alcanza los 8,2 cm. Pesa 315,9 gr y la atraviesa un orificio circular de 1,1 cm de diámetro. Se ha realizado, como las anteriores, con cerámica oxidante. Es de mayor tamaño que las dos primeras piezas y también

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Figura 1. Dibujo de las tres pesas de telar con improntas de entalle del Palomar (dibujos de V. M. Lozano). se diferencia de ellas por la disposición de las improntas. En este caso sólo hay una en la cara superior de la pesa, ubicada en su centro; en cambio, en una de las caras laterales se ha impreso un total de cinco veces, dispuestas en dos líneas verticales de tres y dos improntas respectivamente (Fig. 1). Las improntas que presentan estas piezas no son un hecho excepcional, pues sobre las pesas de telar se documenta una amplia gama de marcas, grafitos y sellos (Ferrandini 1987; Rutschmann 1988), también en los conjuntos del valle medio del Ebro (Simón 2008: 263-264). Entre ellas se encuentran las impresiones realizadas con entalles, de las que hay ejemplos en otras regiones del ámbito ibérico (Pinta 1993: fig. 5, n.º 21-24; Lillo 1981: 274, n.º 19) y también en buena parte de los yacimientos del valle medio del Ebro durante los siglos -II y -I (fig. 2): Castillo de Miranda (Juslibol; Fatás 1972: n.º 148), Cabezo de Alcalá (Azaila; Cabré 1944: 101, Lám. 62.9-10, Beltrán 1976: 248, 2013: 242), El Palao (Alcañiz; Benavente et al. 1989: 143, fig. 85.5), el Alto Chacón (Teruel; Atrián 1976: 35, lám. 28), La Guardia (Alcorisa; Martínez 1973, fig. 5.10, Simón 2012) y el propio Palomar (Oliete)1, del que ya se conocían dos ejemplares con la huella de un entalle en el que se representa una mosca (Beltrán 1958: 31, fig. 27). Algunas pesas solo lucen una impronta, pero otras, como las que nos ocupan, tienen varias y suelen ubicarse en la cara superior, del mismo modo que los círculos radiados que también se documentan impresos sobre este tipo de objetos (Castro 1985: 248, figs. 23-24). Los anillos con gemas engastadas parecen difundirse en esta región en el último periodo de la cultura ibérica (siglos -II y -I , fig. 2).2 Son pocos los ejemplares que se conservan: Lérida (Pérez Almoguera 1998); El Castelillo de Alloza (Beltrán 1996: Fig. 106); Alto Chacón (Atrián y Untermann 1982: 56); y Caminreal (Escriche y Ezquerra 2007: 337), aunque contamos con la documentación indirecta que ofrecen las citadas improntas sobre pesas de telar. Su iconografía, como en el caso del entalle del Palomar que nos ocupa, es claramente clásica, incluso con paralelos exactos en la glíptica de época helenística, lo que permite deducir que,

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con toda probabilidad, son importaciones mediterráneas. No hay datos sobre una producción local de este tipo de objetos, sólo la inscripción ibérica que porta una gema de La Guardia de Alcorisa (Teruel; Simón 2012) permite defender esta posibilidad. Parece lógico achacar su difusión a la influencia romana, de hecho dos estatuas de factura clásica encontradas en la región, como la del varón recuperado en Azaila (Cabré 1925: 307, fig. 9; Beltrán 1976: 156, lám. 5) y la llamada dama de Fuentes (Beltrán 1957: 99-100, fig. 19), portan anillos con chatón o engastados, es decir, susceptibles de emplearse como sello. Su presencia y su difusión no es un hecho exclusivamente estético, pues su uso como anuli signatorii está ampliamente atestiguado en el mundo antiguo, empleándose como firma en los documentos y para marcar la propiedad.3 La costumbre de realizar improntas con gemas está documentada en otros ámbitos del mundo antiguo y no sólo sobre pesas de telar, sino también sobre otros objetos cerámicos (Henig 1978: 19; Rutschmann 1988: 50, G1-G96; Boardman 2001: 243-235; Morizio 1990: 318-320), aunque en el valle del Ebro parecen casi exclusivas de este tipo de instrumentos.4 Las interpretaciones que se ha dado a estas marcas han sido diversas: ornamental (Davidson 1952: 153), regalos nupciales en el caso concreto de las pesas de telar (Minganzzini 1974: 204), o fruto del azar, como puro entretenimiento por parte de los ceramistas (Henig 1978: 19). Sin embargo, tampoco es imposible que puedan utilizarse con el mismo fin que los sellos de alfarero que se documentan sobre este tipo de objetos.5 C. Alfaro (1997: 209; también Morizio 1990: 318-320) defiende esta última interpretación para los diferentes tipos de marcas, incluidas las impresiones de entalles, que aparecen sobre las pesas de telar. Un indicio a favor de esta hipótesis es el hecho de que, en el caso de Azaila, las nueve pesas con improntas con “sello de Apolo” procedan de tres puntos distintos del yacimiento (Beltrán 2013: 303-304).


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 2. Mapa con los yacimientos del valle medio del Ebro de los que proceden entalles e improntas de entalles sobre pesas de telar

3. EL ENTALLE Las improntas que aparecen en las tres pesas de telar están realizadas con el mismo entalle, que debía estar engastado como se deduce de la doble línea que las delimita. La pieza era ovalada, con 1,2 cm y 0,95 cm de longitud y anchura máximas. El motivo grabado en el entalle es un personaje sedente que porta una máscara teatral. No se aprecian bien los detalles, pero sí dos de las características más representativas de las máscaras serviles de la comedia: el pelo abultado, conocido como speira, y la boca abierta en forma de bocina (“trumpetmouth”). Sin embargo, no es posible determinar cuál es de los siete personajes serviles que diferencia Pólux (IV, 148-149): τὰ δὲ δούλων πρόσωπα κωμικὰ πάππος, ἡγεμὼν θεράπων, κάτω τριχίας, θεράπων οὖλος, θεράπων Μαίσων, θεράτων Τέττιζ, ἡγεμὼν ἐπίσειστος (edición de Bethe 1900; cf. Webster 1995: 26-34). El actor aparece sentado sobre un objeto cúbico, del que sólo se representan dos detalles: dos listones en su extremo superior e inferior, que sobresalen por los lados. El motivo se documenta desde el siglo -IV en estatuillas de terracota y metal (Bieber 1961: figs. 196198, 411-413, 556-558, Webster 1995: 1AT5, 2TT2, 4BS1, 4EL1 y 4XB8a; Fig. 3), entre las que destaca por su calidad el quemaperfumes de bronce conservado en el museo estadounidense de Wadsworth Atheneum (Hartford; Oliver

1993). Como es habitual en este tipo de representaciones también en nuestra gema el personaje tiene las piernas cruzadas y la barbilla apoyada en una de las manos, en actitud pensativa. Sin embargo, es imposible discernir en las improntas del Palomar qué tipo de atuendo porta.

Figura 3. Terracota helenística de Tanagra, Grecia (Webster 1995: 1AT5).

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Las máscaras y las escenas de teatro fueron ampliamente empleadas como motivo iconográfico sobre diferentes soportes y también en la glíptica, en la que parecen especialmente comunes en época helenística (Furtwängler 1965: 287-288). Un paralelo exacto para nuestro entalle lo ofrece una gema itálica conservada en el museo de historia del arte de Viena y datada en el siglo -II (Zwierlein-Diehl 1979: n.º 765; Fig. 4); muy similar es también una pieza realizada con pasta de vidrio, fechada en el siglo -III y procedente de Atenas (Brandt 1968: n.º 514). En las cretulae de Delos se documenta un importantísimo número de improntas con iconografía teatral, que demuestran su éxito en los siglos -II y -I. Entre ellas se encuentra la escena del esclavo sentado sobre un altar que, de hecho, es el tipo favorito, pues del estudio de las improntas puede deducirse que para realizarlas se emplearon hasta 49 entalles diferentes con este mismo motivo (Boussac 1997).

clásica, en concreto dos moldes con forma de rostros humanos (Beltrán 1958: 31, figs. 14 y 15; Vicente, Ezquerra y Escriche 1990: n.º 86 y 88). Pero esta explicación no es válida para una cerámica pintada de clara factura ibérica, sobre la que, sin embargo, aparece otra representación frontal de estilo helenístico (Beltrán 1958: 31; Kukahn 1962: 82-83, fig. 20). No es sencillo determinar los medios por los que los motivos y el estilo clásicos arribaron a Iberia, R. Olmos (1986: 217) llamó la anteción a este respecto del papel que pudieron desempeñar las monedas en la difusión de las imágenes y de determinados tipos iconográficos. El entalle aquí estudiado pone de manifiesto como la glípica fue otro medio por el que los íberos pudieron conocer la imaginería mediterránea.

AGRADECIMIENTOS Agradecemos a Beatriz Ezquerra y Carmen Escriche (Museo de Teruel) que nos hayan permitido estudiar estas piezas, así como su colaboración y ayuda. El trabajo se incluye en el proyecto: Estudios Lingüísticos y Epigráficos sobre Lenguas Paleohispánicas: contextos culturales y lingüísticos (ELELP II), FFI2012-36069-03.

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Figura 4. Entalle de Viena (Zwierlein-Diehl 1979: n.º 765) y una de las improntas del Palomar (fotografía I. Simón) Se trata de una costumbre por la cual, los esclavos que temían un castigo, buscaban refugio en un templo y, posteriormente, el perdón a través de un mediador. Al derecho de asilo (ἀσυλία, Caillemer 1969: 507-508) se alude en Terencio (El Atormentado, 975), y la escena del esclavo que se refugia en un ara se representa en diferentes comedias clásicas, posiblemente aparece ya en la Perinthia, una obra de Menandro conservada fragmentariamente (Gomme y Sandbach 1998: 535). Con seguridad se representa en la Mostellaria (1095 y ss.) de Plauto, comedia en la que Tranión trata de impedir que los esclavos de Simón se refugien en el altar que aparece en escena.

4. CONCLUSIONES La funcionalidad de este tipo de improntas, especialmente frecuentes sobre pesas de telar, es aún incierta, aunque se han planteado diferentes explicaciones como ya hemos enumerado. Para concluir sólo queremos realizar una observación sobre la iconografía, pues sorprende hallar una imágen tan clásica en un yacimiento cuya cultura material y epigrafía son claramente ibéricas. Puede aducirse que, con toda probabilidad, se trata de una importación, como pudieran serlo otros objetos de este yacimiento de estética igualmente

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NOTAS ACLARATORIAS 1

También entre los materiales recuperados en una de las campañas de excavación en Botorrita parece describirse una pieza de este tipo (Beltrán 1982: 325).

En el interior peninsular se conoce un pequeño grupo de anillos de chatón con representaciones ecuestres (Almagro-Gorbea, Cano y Ortega 1999), un ejemplar de este tipo procede de Borja (Aguilera y Blasco 2002).

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3 Plantzos (1999: 18-22) recoge la bibliografía fundamental. Su uso para marcar la propiedad sobre distintos tipos de objetos aparece bien reflejado en varios autores clásicos (Hor. Ep. 2.2.134; Plin. NH 33.26; Juv. 14.131-132).

En Contrebia Leucada se conocen varios ejemplares sobre tinajas tipo ilduratin, pero aún están inéditos (Taracena 1942, 26). En Sant Martí de Maldà (Lérida), se han publicado recientemente varias improntas sobre ánforas (Garcés y Torres 2011). 4

En un sentido similar Antolini y Marengo (2012: 156-157). El catálogo de las estampillas inscritas –ibéricas y celtibéricas– sobre pesas de telar en Simón (2013: EP).

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Sesión 2. Arqueología Clásica

39. CONTRIBUCIÓN AL CONOCIMIENTO DE LA ELABORACIÓN DEL VINO EN EL ÁMBITO CELTIBERO-ROMANO. DEHESA-CINTRUÉNIGO III (TARAZONA, ZARAGOZA). Carlos García Benito1, José Ángel García Serrano1 y Julián Pérez Pérez1 1

Centro de Estudios Turiasonenses

Carlos García Benito, carlosgarciabenito@gmail.com

RESUMEN No son muchos más los ejemplos con los que contamos para documentar la elaboración de vino en la Celtiberia. El yacimiento Dehesa Cintruénigo III nos ofrece la oportunidad de conocer mejor este proceso. Contamos con un lagar completo: el lacus, el apoyo para la prensa y la cella vinaria. Gracias a ello hemos podido establecer la secuencia completa del proceso de pisado y prensado de las uvas, documentando por primera vez, en este horizonte cultural, la existencia de un “trullo”; sistema que se ha mantenido en uso hasta nuestros días en algunos lugares. Su cronología se ubica entre la segunda mitad del s. II a.C. y el primer cuarto del s. I a.C. Los resultados arrojan un balance muy positivo dado que se han documentado tres actividades económicas poco usuales como son la pesca fluvial, el reciclaje del plomo, así como la elaboración de vino, actividad que constituye el centro de nuestra comunicación. Nuestra contribución aporta la evidencia, quizás la más antigua hasta ahora, de un lagar del tipo “trullo”, además de la prensa y del espacio de almacenaje. PALABRAS CLAVE: Trullo; Lagar; Torcularium; Prensa; Celtíberos; Turiaso.

ABSTRACT There are not many more examples to document the wine production in the Celtiberia. The site called Dehesa Cintruénigo III offers the opportunity to learn something about this process. We can count on a complete winery: the lacus, the support for the press and the vinaria cella. As a result, we have been able to establish the complete sequence of the process of treading and pressing the grapes, which documents, for first time in this cultural horizon, the existence of a “trullo”: a system used in in some places up to now. Its chronology is between the second half of the 2nd centuy B.C. and the first quarter of the 1st one B.C. The results show a positive balance since it has been documented three unusual economic activities such as the river fishing, the recycling of lead and the wine production, activity that is the focus of this paper. Our contribution provides evidence, perhaps the oldest so far, of a winery type “trullo” in addition to the press and storage space. KEYWORDS: Trullo; Winery; Torcularium; Press; Celtiberians; Turiaso.

1. INTRODUCCIÓN Los estudios relativos a la producción y consumo del vino han vivido un auge importante en los últimos 20 años, desde que en 1995 se desarrollara en Jerez de La Frontera el I Simposio de Arqueología del Vino (Celestino, 1995). Muestra de ello es la extensa bibliografía que ha ido naciendo a la par de las investigaciones arqueológicas (Martínez y Beltrán, 2005). Sin embargo la mayor parte de los nuevos hallazgos se circunscriben a la órbita romana, sobre todo a partir del imperio y los estudios son mucho más abundantes en lo que se refiere al comercio y consumo del vino, ya desde época fenicia, que a su producción. En territorio galo, los pueblos indígenas ya producían vino desde al menos el s. V a.C. (Brun, 2013:171-172). Hoy en día no existen dudas sobre el consumo

y fabricación del vino entre los pueblos ibéricos (Celestino y Blánquez, 2007), ni tampoco entre los pueblos prerromanos del interior, siendo, hasta ahora, el s. II a.C. el momento de las primeras pruebas de producción en el noreste de la Península Ibérica1. Este momento coincide con el conocido testimonio de Segeda (Burillo, 2010a), donde también se advierte la existencia de un lagar. A todo ello, debemos unir las evidencias de Pintia estudiadas a partir de los análisis químicos en diversas cerámicas halladas en contexto funerario (Sanz et al., 2010:599-601 y 607). Sin embargo los ejemplos pudieron haber sido mucho más numerosos ya que no podemos olvidar lo que Yolanda Peña (2010:40) ha llamado la producción silenciosa en referencia a las producciones para el autoconsumo cuya huella arqueológica es muy débil por carecer de infraestructuras complejas.

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El yacimiento Dehesa Cintruénigo III (Tarazona, Zaragoza) plantea dos particularidades2: se trata de un lugar fechado en la segunda mitad del s. II a.C., por lo tanto nos sitúa en una fase temprana, dentro ya de un horizonte cultural celtiberoromano, en la que no hay muchos ejemplos de estructuras ligadas a la producción del vino. Y, además, nos ofrece la evidencia de un singular sistema de elaboración que no había sido constatado hasta ahora en una etapa tan antigua. Por otra parte, el hecho de que existiera una prensa implica la voluntad de una comercialización, más allá del autoconsumo, necesaria para rentabilizar la inversión inherente a su construcción (Peña, 2010:40). Este lugar se encuentra ubicado entre Turiazu-Turiaso y Kaiskata-Cascantum, casi equidistante de ambas a unos 7 km. Su situación está vinculada a una ruta natural que comunica la Meseta con el Valle del Ebro3. Su entorno se encuentra jalonado de asentamientos con una cronología que abarca desde el s. II a.C. hasta el s. V d.C. (García y Pérez, 2011). Además, este yacimiento forma parte de un conjunto de emplazamientos con un horizonte cultural similar, s. II a.C., que, distantes entre sí menos de 500 m, formarían un núcleo habitacional cuya entidad habrá que determinar.

divisoria de aguas hacia el río Alhama. Se trata pues de un paisaje jalonado de pequeños cabezos y barrancos que en la actualidad presenta un uso agrícola y pecuario de carácter extensivo. Los vestigios arqueológicos aparecen en la base de una pequeña loma no cultivada muy castigada por la erosión, al abrigo del cierzo. En la actualidad se encuentra cortado por un ramal de la Acequia de Magallón y por un camino. Como consecuencia de una reciente limpieza de esta acequia, efectuada por procedimientos mecánicos, se destruyó una parte del yacimiento y este fue el motivo para solicitar el permiso de excavación con el objetivo de valorar el alcance de los restos aflorados e implementar su preservación (Figura 1).

2. OBJETIVOS El objetivo principal en el momento en el que se planteó la excavación era valorar la entidad del yacimiento ante la agresión sufrida por las obras realizadas en la acequia y de este modo implementar las medidas necesarias para su protección. Sin embargo, una vez superados los primeros días de excavación, comenzamos a tomar conciencia de la importancia del descubrimiento, dada la escasez de estructuras ligadas a la producción de vino en el ámbito celtibérico en una fecha tan temprana. Máxime cuando en el mismo yacimiento se han constatado otras actividades económicas poco estudiadas como son la pesca y el reciclaje del plomo (García y Pérez, 2015).

3. METODOLOGÍA La metodología aplicada fue la propia de este tipo de procedimientos arqueológicos con el objetivo de documentar científicamente el patrimonio arqueológico aparecido. La excavación se realizó de modo manual, en área abierta, hasta completar una superficie en forma de L de 4 m. de ancho por 3,7 m. de largo en su lado corto y 6,2 m. en su lado largo, con control estratigráfico mediante el sistema Harris, recuperación controlada y registro de los restos muebles, y documentación fotográfica oblicuo-vertical y planimétrica de todo el proceso de excavación. Posteriormente, se realizó el trabajo de laboratorio en las dependencias del Centro de Estudios Turiasonenses. Finalmente, se ha hecho un análisis de conjunto de los datos obtenidos extrayendo los resultados y conclusiones que presentamos en estas líneas. Figura 1. Estado previo del yacimiento. Su contexto geográfico viene determinado por tres entidades relevantes: La sierra del Moncayo a unos 14 km al sureste, el río Queiles, que sirve de marco para la ciudad de TuriazuTuriaso, a unos 6,3 km al este y el río Ebro, en el que desemboca el Queiles, a unos 16 km al norte. El área corresponde por lo tanto a las estribaciones del valle del Queiles, al oeste del mismo, en el punto en que la pendiente orográfica comienza a ser notable hasta alcanzar el Alto de la Muga que marca la

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4. RESULTADOS Como consecuencia de los trabajos de limpieza y ensanche de la acequia anexa al yacimiento, afloraron una serie de materiales arqueológicos entre los que destacan un conjunto de 112 pesas de plomo pertenecientes a una red de pesca, restos de fundición de plomo, algunas cerámicas y una moneda celtibérica de bronce en un estado de conservación muy deficiente lo que no nos ha impedido identificarla como


Sesión 2. Arqueología Clásica una unidad de sekobiribez, con una cronología que nos lleva a finales del siglo II a. C.4 A raíz de ello se planteó la excavación del yacimiento que, hasta la fecha, nos ha proporcionado una estancia rectangular de 2,8 m. de ancho y una longitud todavía por determinar – espacio 3–, otra parcial de 40 cm. de ancho conservado y una longitud por determinar –espacio 2–, y unas escaleras de paso entre el espacio 3 y el 1, hoy prácticamente perdido (Figura 4). La orientación de los muros longitudinales es surestenoroeste, de manera que el flanco mayor de la instalación descubierta está orientada al norte, hecho muy oportuno para el control de la temperatura y la ventilación dentro del proceso de vinificación. En el muro sur se ha localizado un escalón, definido por un peldaño tallado en la roca y otro en un sillar, que da acceso a una estancia en una cota a 50 cm. más baja que la anterior, para cuya construcción tuvieron que rebajar en parte la roca natural sobre la que se asienta (Figura 2).

Figura 3. a. Cerámicas y vigas carbonizadas halladas en el espacio 3. b. Huella impresa de cañas sobre arcilla.

Figura 2. Escalones en el espacio 1-muro sur. Llama la atención que solamente en este tramo se han utilizado sillares, en lo que debió de ser el paso de comunicación entre las dos salas. La construcción de la acequia y del camino que guía su recorrido, debieron destruir toda esta parte del complejo, cuya extensión nos es imposible de establecer. Este tipo de desniveles son muy frecuentes en los torcularia dado que se aprovecha el escarpe para ubicar la zona de accionamiento del praelum, labor que resulta más eficaz cuando la cota está por debajo de la estancia en que se sitúa la lingua praeli, ya que el desnivel facilita el trabajo de los operarios. El suelo está formado por una capa de tierra que regulariza las hendiduras de la roca base para formar una superficie estable sobre la que se apoyaban las vasijas de almacenaje (Figura 3a).

La cubierta estaba formada por una serie de vigas de madera de pequeño módulo (Figura 3a) que a buen seguro sostenían una techumbre vegetal. Las paredes cuentan con una base de mampostería, que es lo que se ha conservado. No se han encontrado restos de adobe ni muros derruidos por lo que pensamos que, en el caso de las exteriores, debieron de estar construidas a base de tapial. En cambio, la pared interior que separa el espacio del lagar de la zona inferior, contando también con una base de mampostería que ha sido reforzada en la zona colindante al lacus, estaría formada por un entramado de cañas recubiertas de arcilla, bien evidenciado a partir de la huella impresa en algunos fragmentos que hemos localizado (Figura 3b). Esta construcción fue destruida por un incendio tal y como se desprende de los restos de las vigas calcinadas (Figura 3a), si bien desconocemos por el momento si fue un incendio fortuito, quizás consecuencia de la propia actividad, o intencionado, en el curso de las operaciones militares que se desarrollaron en esta zona5. En relación con esto, contamos con un dato revelador dado el hecho de que dentro del lacus no se han encontrado restos de maderas quemadas y la

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presencia de carbones es muy escasa lo que nos induce a plantear la posibilidad de que se encontrara lleno de líquido en el momento del incendio, de manera que los restos vegetales y las maderas ardientes se apagaron al caer en su interior descomponiéndose después sin dejar rastro.

En este mismo ámbito hay que situar una jarra trilobulada o enócoe que apareció en el fondo del lacus. Como es conocido este tipo de recipiente forma parte de la vajilla de servicio, siendo especialmente indicada para el agua o el vino (Burillo et al., 2008:178).

4.1. La cerámica

En cuanto a los recipientes de almacenaje les dedicamos un espacio un poco más abajo (véase Cella vinaria).

No es este el lugar para un estudio exhaustivo de la cerámica del yacimiento ya que pensamos que esa tarea debe esperar a finalizar la excavación del mismo. Por ello nos vamos a ocupar principalmente de aquellas piezas que pueden tener relación directa con el mundo del vino6. La mayor parte de los fragmentos recogidos corresponden a cerámica indígena, incluyendo vajilla de servicio, de mesa y de almacenaje. También se ha localizado un fragmento de cerámica de importación de barniz negro, así como un par de fragmentos de ánforas que, por su pasta, tienen apariencia itálica, aunque debido a su escaso tamaño no es posible definir formas concretas. En lo tocante a la cerámica de barniz negro, se trata de un fragmento de pared cercana al que podría pertenecer a una pátera o fuente. Se trataría de una producción de campaniense A facies tardía. Su datación general se establece a partir de la segunda mitad del siglo II a.C. Esta pieza, por el tipo de pasta, es similar a la que fue descrita en el yacimiento de Cañada Madre (García et al., 2007:224). En directa relación con el consumo del vino encontramos un vaso crateriforme en cerámica celtibérica. Consideramos que es una pieza foránea ya que este tipo no ha sido descrito hasta ahora en los alfares de La Oruña que son la referencia para las producciones indígenas de esta zona, no obstante, los últimos trabajos llevados a cabo en este yacimiento, en contexto habitacional, han aportado algunos ejemplos fragmentarios en los sondeos 2 y 10 (Cebolla et al., 2013:47 y 51), con una cronología del s. II a.C. Una forma similar ha sido descrita en Segeda con una cronología anterior al año 153 a.C. (Cano et al., 2002:178-179), si bien en nuestro ejemplar no apreciamos el engobe blanco que parece caracterizar la producción segedense. Francisco Burillo (2010b:339) lo considera una muestra de la influencia helenística en la ciudad, dado que esta forma imita las cerámicas de importación de barniz negro vinculadas al consumo del vino mezclado con agua. Dentro de lo que sería la vajilla de servicio tenemos una cerámica celtibérica gris que coincide con la forma VIII, vaso de perfil en “S”, definido por Juan Francisco Blanco (2001:44). La cronología que se maneja para este tipo de cerámica se sitúa a partir de la segunda mitad del s. II a.C. en La Mesa de Miranda (Chamartín) y hacia el año 130/125 a.C. en Coca.

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4.2. El lacus Se trata de un depósito de base rectangular y sección ligeramente trapezoidal, cuyas dimensiones son 207 cm. por 80 cm. en la parte superior y 170 cm. por 70 cm. en el fondo con una profundidad de 110 cm., muy similares por cierto al ejemplo de Segeda (Burillo, 2010a:144). Está excavado directamente en la roca natural y recubierto de yeso (Figura 4). El fondo presenta una suave inclinación oeste-este que culmina en su esquina noreste con una pequeña poza de unos 10 cm. de profundidad y 30-35 cm. de diámetro, necesaria para el vaciado completo del mismo. El reborde exterior ha sido reforzado formando una suerte de bocel convexo de 45-50 cm. de ancho en el lado norte; este refuerzo se justifica por ser este lado el que es accesible desde la zona de almacenaje y se utilizaría para extraer el líquido por medio de recipientes con asa, ya fueran de madera o de cerámica como la sítula hallada en el yacimiento (García y Pérez, 2015:48). Los lados sur y este están protegidos directamente por la base del muro al que está anexo. En el centro del lado sur, a nivel de superficie, presenta una embocadura, modelada sobre el recubrimiento de yeso, que tiene su continuidad a través de una canaleta, sin ningún tipo de revestimiento, que vierte hacia el interior del lacus. Dicha estructura atraviesa perpendicularmente el muro de mampostería para comunicar con el espacio 1. Conjeturamos que pudo alojar una cañería, ya fuera de plomo o de madera, que se puede justificar quizás como un medio para aportar agua al lacus para su limpieza una vez terminada la vendimia y ¿por qué no? para su uso como depósito de agua entre campañas. Lo más llamativo de este lagar, que lo convierte en un caso único del que no hemos encontrado parangón hasta ahora para esta cronología, es que en el tercio superior del extremo oeste presenta dos apoyos a cada lado, dispuestos de forma simétrica, tienen como media 15 cm. de ancho, 10 cm. de alto y penetran 10 cm. en las paredes del depósito. Estos apoyos fueron fabricados a la vez que el lacus, dado que el recubrimiento de yeso se mantiene sin solución de continuidad en ellos. Aventuramos que debajo de la capa de yeso encontraremos los entalles equivalentes trabajados en la propia roca sobre la que se asientan las paredes. La explicación de estos elementos la encontramos en la etnografía y la arqueología industrial (Martínez y Pérez,


Sesión 2. Arqueología Clásica 2010:7), que nos remite a los trullos, en uso hasta principios del s. XX, que se definen por la colocación sobre el lagar de una estructura de madera a base de listones, sobre la que se vertían las uvas y sobre la que se realizaba el pisado de las mismas, haciendo de calcatorium (Peña, 2010:31 y 67). De esta manera el mosto resultante iba cayendo por las rendijas de esta estructura al lagar a la par que los raspones y hollejos quedaban arriba para su posterior vertido en la prensa donde se optimizaría la extracción del mosto.

4.3. La prensa No resulta fácil detectar la presencia de prensas para uva o aceite en la antigüedad dado que estaban construidas principalmente de madera y esta no se ha conservado. Los indicios más frecuentes son los contrapesos en piedra ligados a las prensas de torno, que se constatan en el s. IV a.C. en Grecia si bien su expansión por el mediterráneo es lenta y no se documentan en Hispania hasta época altoimperial (Peña, 2010:45). Mientras que las de tornillo ya aparecen en la Bética en época Flavia (Peña, 2011:42). Sin embargo, para los ejemplares más antiguos, como es el caso que presentamos, resulta fundamental el pie de prensa con el apoyo del area. Dado que en nuestro caso no hemos encontrado el contrapeso, ni la huella de los stipites y que la cronología es incompatible con las prensas de tornillo, debemos suponer que se trataba de una prensa de viga manual. En cuanto al pie de prensa, se trata de una estructura construida sobre un statumen de mampostería y cerámica, recubierto con yeso de manera solidaria con el lagar con el que formaba una misma estructura (Figura 4)7. Su forma comprende tres cuartos de círculo unido mediante una lengua ancha con el lacus. Sus dimensiones son 62 cm. de diámetro mínimo y 82 cm. de diámetro máximo. Desconocemos si el area pudo ser de madera o de piedra, ya que en el primer caso se habría descompuesto y en el segundo pudo ser reaprovechada en otro lugar dado que se trataba de un elemento apreciado en el mundo antiguo. En cualquier caso, las dimensiones del apoyo son compatibles con un area tallada de una sola pieza, independientemente de cuál fuera el material. Nos inclinamos a conjeturar que pudo tener una cubeta de madera a base de listones, sujetos por bridas de cuerda, entre los cuales quedaba un espacio suficiente para que pudiera salir el líquido. Al estilo de las conocidas actualmente como prensas de jaula. La presión del praelum se ejercería a través del orbis con la ayuda de tacos de madera de distintos calibres, al modo en que se sigue haciendo a escala doméstica en la actualidad. En ella se verterían los escobajos y hollejos después de una primera extracción en el trullo, para rentabilizar al máximo la producción. La otra alternativa sería el uso de fiscinae entre

las que se intercalaría el vinaceum, sin embargo nos parece que este sistema, muy válido para la producción de aceite dada la consistencia de la pasta que queda tras la moltura de las aceitunas, resulta menos eficaz cuando se trata del fruto de la vid. Hemos dudado sobre la orientación del praelum, esto es sobre el extremo en el que realizaría la palanca. Sin embargo, algunos indicios que desgranamos a continuación nos llevan a pensar que la viga estaba anclada a la pared norte y la fuerza se ejercía sobre el extremo sur, en la estancia ubicada en una cota más baja.8 Se trataría pues de una prensa heroniana (Herón de Alejandría, Mechanica III, 2, 13-21). Nuestros argumentos parten del principio de que las dimensiones del espacio 3 (2 m. desde el apoyo del área) no resultan suficientes para que la palanca resulte eficaz, dado la proximidad del punto de apoyo. En cambio, en el extremo contrario, habría espacio suficiente para un praelum de al menos 7 u 8 m de largo, longitud que garantiza una mayor eficacia. Además en el espacio 3 hemos encontrado las vasijas de almacenaje repartidas por toda la estancia (Figura 3a), hecho éste que sería incompatible con la presencia de personas trabajando con elementos de fuerza. En cambio si pensamos en una viga anclada a la pared, cuyo movimiento quedaría limitado a un mínimo desplazamiento vertical, todo resulta más viable. Por otro lado, como ya se ha dicho más arriba, suele ser frecuente que el extremo sobre el que se ejerce la fuerza se encuentre en una cota más baja, ya que de esa manera se gana espacio para el movimiento vertical de la viga y se puede optimizar el momento dinámico con la incorporación de un contrapeso colgante, que pudo consistir en un saco de cuero, una espuerta o un simple cajón de madera en el que se iban colocando piedras. En relación con este hecho, planteamos la hipótesis de que un pequeño amontonamiento de piedras de entre 10 y 40 kg., localizado junto al pie de prensa y que no tiene función definida ni forman parte de ninguna estructura, pudiera explicarse desde su uso como de contrapeso. Aunque quizás tan sólo se trate de un derrumbe o un arrastre de la erosión.

4.4. La cella vinaria Hemos utilizado esta denominación sobre todo en lo que se refiere a su aspecto funcional dado que hasta el momento, en la parte excavada, la ubicación de las vasijas de almacenaje comparte el espacio con la instalación de la prensa (Figura 3a). Además hemos encontrado una de estas tinajas en la habitación situada al otro lado del muro sur, espacio 2, pegada a este, donde además se observan restos de otra, en el corte artificial de la acequia, en una zona que todavía no ha sido excavada (Figura 4). Hasta el momento hemos contabilizado 4 tinajas de borde reentrante (tipo ilduratin) más una quinta en el espacio 2 y

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otra más que es visible en el corte en la zona que todavía no se ha excavado. No nos vamos a detener mucho en ellas ya que son bien conocidos a partir de los alfares del poblado celtibérico de La Oruña (Vera de Moncayo-Trasmoz) (Bona et al., 1983; Bienes y García, 1995a; Villahermosa y Saiz, 2007) y su difusión es muy frecuente tanto en los niveles celtibéricos de Turiazu-Turiaso, como en los yacimientos del entorno (Bienes y García, 1995b; García, 2004). De momento desconocemos las dimensiones finales del espacio 3, pero todo apunta a la presencia de más vasijas que podrían aparecer cuando se amplíe la excavación.

Figura 4. Vista general de la excavación.

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La sensación es que la falta de espacio, quizás por sobreocupación, condujo a la instalación de las vasijas allá donde había sitio, conviviendo con la prensa tanto en la estancia alta como en la más baja. Por esta razón no podemos arriesgar una estimación en cuanto a la producción del torcularium, si bien la capacidad del lacus es conocida, su uso podía ser recurrente en una misma campaña por lo que la estimación no es definitoria.


Sesión 2. Arqueología Clásica 5. CONCLUSIONES Una vez descritos todos los elementos localizados en la excavación vamos a reconstruir hipotéticamente, a modo de conclusión, el proceso de elaboración del vino en DehesaCintruénigo III (Figura 5). Aunque no se han hallado zanjas de plantación, cuya presencia, frecuente en Francia (Maune, 2003:320-321), ya ha sido probada en la Península Ibérica (Martínez y Pérez, 2010:5) el sentido común nos induce a pensar que los viñedos de los que se nutrió el enclave estarían muy próximos

al mismo. De hecho, las tierras de cultivo circundantes son muy apropiadas para la vid y actualmente existen plantaciones visibles desde el yacimiento. Por lo tanto el transporte, realizado con ayuda de caballerías o bueyes, no debió de ser complicado. Los contenedores empleados para recolectar la uva estarían hechos de materia vegetal a modo de cestos o comportas, ya sea esparto, mimbres o cañas, presentes en la zona. El contenido de los recipientes sería vertido sobre el suelo de madera, o calcatorium, enclavado en el lacus gracias a los apoyos laterales descubiertos. Aquí tendría lugar la primera extracción del mosto a través del pisado de la uva, para el que pudo instalarse en las vigas

Figura 5. a. Recreación del lagar. Fases del proceso de vinificación: b. Pisado de la uva en un “trullo” y prensado con una presa de viga manual. c. Fermentado, trasegado y almacenamiento del vino. Dibujos: Lucía Gómez Serra.

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de la techumbre algún elemento de sujeción que ayudara a mantener el equilibrio a las personas que realizaban la pisa, quizás una simple cuerda. El mosto resultante caería directamente al lacus a través de las rendijas de los listones, ya limpio de hollejos y raspones9. Cuando la acumulación de estos fuera tal que el proceso de pisado se tornara ineficaz, con ayuda de una horca de madera se trasladarían al cofre de la prensa, cuya area vertía directamente sobre el lacus, para extraer el máximo rendimiento del producto. Para ello se utilizaría una prensa de viga manual, anclada sobre la pared norte y accionada en el extremo del praelum directamente por los operarios que utilizarían su propia fuerza y peso para ejercer la palanca, si bien es posible que además emplearan un sistema de contrapeso a base cantos rodados de buen tamaño, hasta 40 kilos, que irían introduciendo a conveniencia en un saco de cuero, en una espuerta o en un cajón de madera situado en el extremo del praelum (Figura 5b). Una vez concluido este proceso, que se repetiría cuantas veces fuera necesario, el mosto resultante comenzaría una primera fermentación, fermentación tumultuosa, en el propio lagar durante algunos días para luego ser trasegado manualmente a las tinajas de borde reentrante donde se produciría una segunda fermentación y su almacenamiento10 (Figura 5c). La techumbre vegetal, la orientación norte donde el cierzo es más potente y la pared de cañas con barro, permitirían mantener una buena ventilación para evitar la acción nociva del dióxido de carbono amén de garantizar una refrigeración natural.

AGRADECIMIENTOS Nuestro más efusivo agradecimiento a Lucía Gómez Serra, autora de las ilustraciones. También debemos agradecer la ayuda del Centro de Estudios Turiasonenses que financió la excavación y prestó su apoyo científico.

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NOTAS ACLARATORIAS 1 Los testimonios más antiguos para el norte de la Península Ibérica los encontramos en el noreste en el s. II a.C., mientras que en el Ebro Medio, hasta ahora, los ejemplos más antiguos eran los de Navarra de época altoimperial (Peña, 2010:161 y 168 respectivamente). Por otra parte contamos con las llamadas balsetas de yeso, presentes en lugares como Azaila o Contrebia Belaisca, cuya función ha sido interpretada de diferentes formas si bien hoy se tiende a pensar que se trataba de estructuras ligadas al proceso de producción de vino (Burillo, 2009:343). 2

Conservamos el nombre que aparece en el informe correspondiente a la campaña de prospecciones llevadas a cabo por el Centro de Estudios Turiasonenses el año 2012, Expediente 135/2012: Prospección arqueológica y actualización e informatización de yacimientos de Grisel, Litago, Novallas, Tarazona y Trasmoz (Zaragoza). Dirigida por Mª Cruz Pérez Omeñaca.

3 Se trata de un trazado secundario que comunica la ruta sobre la que se creará la vía Ab Asturica per Cantabriam Caesaraugustam con Cascantum donde enlazaría con la vía De Italia a Hispania, en dirección hacia Graccurris y Calagurris (Moreno, 2009:75-76). Somos conscientes de que la creación de esta vía es muy posterior a la cronología que proponemos para el yacimiento; sin embargo estamos persuadidos de que, como otras muchas veces, esta vía aprovecha una ruta preexistente de cronología muy anterior nacida del tránsito natural de personas y animales. Resulta significativo que la cartografía antigua haya conservado el trazado cabañero de lo que se denomina cordel de Agreda a Cascante; así consta en el mapa denominado “Término Municipal de Tarazona (zona 3ª), provincia de Zaragoza, escala 1:25000, dirección general del instituto geográfico” fechado en 1924. A este respecto debemos mencionar la relación que se ha establecido entre las rutas nacidas de los desplazamientos ganaderos con la comunicación entre los asentamientos prerromanos. Concretamente los vacceos (Sierra y San Miguel, 1995:389-398). 4

Estos materiales ya han sido estudiados en un trabajo previo (García y Pérez, 2015).

5

La cronología de este yacimiento nos sitúa entre el último tercio del s. II a.C. y la época sertoriana, cuya destructiva presencia en la zona es bien conocida gracias a las fuentes. De manera que su destrucción podría estar ligada a cualquiera de los avatares que se derivan de la presencia romana en el lugar. Hasta el momento no podemos precisar más, pero esperamos que las próximas campañas de excavación nos permitan despejar estas incógnitas.

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Estos materiales ya los estudiamos en un trabajo anterior (García y Pérez, 2015).

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Una estructura idéntica, salvando la distancia cronológica, la encontramos en el yacimiento Los Palacios en Villanueva del Pardillo (Madrid) (Major et al., 2013:349, Fig. 9).

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Yolanda Peña (2010:77 y 79) señala las ventajas de esta disposición en dos alturas.

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En este sentido, Yolanda Peña (2010:32) señala la diferente concepción de los vinos antiguos con respecto a los actuales, de manera que la vinificación se produciría con un caldo limpio de hollejos frente al sistema actual utilizado para la fabricación de vino tinto. 10

Recordemos que había muchos problemas para la conservación del vino en la antigüedad y aunque con el tiempo se diseñaron distintas estrategias en esta época todavía no se habían consolidado por lo que debemos deducir que el vino se consumía joven. No parece que la cantidad que pudo ser producida en DehesaCintruénigo III fuera para autoconsumo por lo que debió de comercializarse en el entorno cercano en ciudades como Turiazu (Tarazona), Kaiskata (Cascante) o Graccurris (Alfaro), aprovechando la excelente ubicación del enclave.

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Sesión 2. Arqueología Clásica

40. LA PRESA ROMANA DE MUEL (Zaragoza) Paula Uribe Agudo1, Ángeles Magallón Botaya2, Javier Fanlo Loras2 1

Contratada Posdoctoral Torres Quevedo MINECO. Universidad de Salamanca / GRUPO URBS/ IUCA 2 Universidad de Zaragoza / Grupo URBS/ IUCA Ángeles Magallón Botaya, amagallo@unizar.es

RESUMEN La Presa Romana de Muel (Zaragoza), es uno de los monumentos hidráulicos romanos más relevantes de Hispania. Su buen estado de conservación se debe a la colmatación de su vaso ya en la antigüedad, perdiendo su funcionalidad aproximadamente en torno a los siglos III-IV de la era. Aunque conocida desde antiguo no ha sido objeto de un estudio en profundidad hasta el año 2009, fecha en la que se comenzaron los trabajos arqueológicos bajo la dirección de investigadores de la Universidad de Zaragoza y la financiación del Gobierno de Aragón y MINECO del Gobierno de España. PALABRAS CLAVE: Presa romana; Cantera romana; Caesaraugusta; Marcas de cantero.

ABSTRACT The dam and reservoir at Muel is one of the most relevant hydraulic Roman monuments in the Iberian Peninsula. The dam has survived practically in its entirety thanks to an become muddy since antiquity. The silt of the duct protected the inside wall from erosion, avoiding the extraction of masonry stones for their reuse in later periods, which is exactly what happened with the outer face of the wall –further down the river- or even at the crown of the dam. The dam was set up during the reign of Emperor, and approximately by the 3rd century, it was already buried. Excepted the interest shown by several geologists and other specialists in Roman engineering, the great dam at Muel remained virtually unpublished until the research of the University of Zaragoza in 2009 financed by the Regional Government of Aragon and MINECO by the Government of Spain. KEYWORDS: Roman dam; Roman quarry; Caesaraugusta; Stonecutter marks.

1. INTRODUCCIÓN La presa de Muel (Zaragoza) es una gran obra de ingeniería hidráulica realizada sobre el río Huerva, un pequeño afluente del Ebro de su margen derecha. Concretamente se halla en la localidad zaragozana de Muel, en las inmediaciones de su casco urbano, en una zona de muy fácil acceso ya que sobre la misma se construyó en 1780 una ermita que lleva el sugestivo nombre de Nuestra Srª de la Fuente. Teniendo en cuenta la geomorfología del Valle Medio del Ebro, este enclave es uno de los escasos lugares en los que se puede construir una presa destinada a almacenar agua. En este caso, su proximidad a Caesaraugusta la vincula al abastecimiento y las necesidades de la colonia y a su amplio territorio agrícola. Por otra parte, junto a la gran infraestructura hidráulica se han encontrado los restos de la cantera de la que se extrajo la piedra empleada en la construcción de la misma.

El monumento muy bien conservado fue declarado por el Decreto de 221/2012, de 25 de septiembre, del Gobierno de Aragón, Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento. (BOA nº 195 de 5 de Octubre de 2012). Siguiendo el espíritu de este encuentro sobre el Patrimonio Arqueológico de Aragón, en el que se dan a conocer los vestigios y las investigaciones realizadas en los últimos años, presentamos los resultados de la investigación efectuadas por un equipo de la Universidad de Zaragoza y otros investigadores.

2. LA INVESTIGACIÓN ARQUEOLÓGICA. Los trabajos llevados a cabo, hasta el momento presente, en la Presa de Muel se han podido realizar gracias a la subvención destinada a un Proyecto de restauración promovido en 2009 por la Consejería de Educación Cultura y Deporte

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2.1. La campaña de 2009. Excavaciones en el coronamiento de la presa. Con objeto de conocer de un modo fidedigno las características técnicas, dimensiones, estado de conservación, etc. de la presa se comenzaron las excavaciones en el mes de junio del año 2009, prolongándose hasta el mes de octubre del mismo año. Para los trabajos de campo se conformó un equipo de arqueólogos integrado por Profesores y Colaboradores del Grupo URBS y del Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza: Dr. Manuel Bea, Dr. Rafael Domingo Martínez, Lcdo. Javier Fanlo Loras, dirigidos por la Drª Paula Uribe Agudo. En esta campaña del 2009, se realizaron trabajos de limpieza y excavación del coronamiento de la presa.

Figura 1. Vaso colmatado de la presa (foto Sig-Pac) del Gobierno de Aragón, en el que como es preceptivo se realizaron excavaciones arqueológicas en la misma. Al mismo tiempo dos proyectos1 coordinados por la Universidad de Zaragoza y también financiados por el Gobierno de Aragón y el Ministerio de Ciencia y Tecnología han permitido investigar y estudiar el monumento romano. Sin duda, esta posibilidad de iniciar y continuar conjuntamente la realización de los trabajos arqueológicos en la Presa Romana de Muel, ha abierto nuevas perspectivas y proporciona nueva información sobre el mundo hidráulico en el Valle Medio del Ebro.

Figura 2. Vista general de la presa de Muel.

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Estos trabajos permitieron conocer con exactitud la anchura de la presa que ahora sabemos que tiene entre 8 y 10 m dependiendo del lugar. Igualmente facilitaron y posibilitaron analizar y determinar la técnica de construcción de la misma, que consiste en sillares dispuestos a soga y tizón unidos con mortero, ripio y en seco. Los trabajos arqueológicos en su coronamiento han permitido observar el proceso de expolio de al menos dos o tres hiladas para realizar una plataforma adecuada sobre la que se construye la Ermita que se asienta directamente sobre dicho coronamiento. Sin duda, en la construcción de la ermita se debieron emplear sillares extraídos directamente de la presa romana, tal y como se puede deducir por el tipo de piedra empleado en su construcción y por las marcas que se encuentran cara vista en algunas de las piedras utilizadas en el sillarejo de sus muros. Por otra parte, la sistemática y minuciosa excavación en el lado este, la zona de unión entre el muro de la presa y el terreno natural en el que se apoya, permite analizar sus peculiaridades y proceso de construcción.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 3. Coronamiento de la presa antes de su excavación. Figura 5. Sondeo 1, con las marcas epigráficas en las hiladas inferiores. de colmatación y obtener una serie de datos realmente únicos y de un interés extraordinario. En el denominado “Sondeo 1”, situado en el extremo oriental de la presa, se ha podido llegar hasta la capa freática observándose el perfecto estado de conservación de la cara interior del muro de la presa.

Figura 4. Campaña 2009. Vista general “Sondeo 2”.

2.2. Campaña de 2009. Los sondeos en el vaso colmatado de la presa. La excavación y limpieza del coronamiento de la presa propició la realización de dos sondeos en el vaso colmatado, su objetivo inicial de conocer el estado de conservación y peculiaridades constructivas se ha visto superado por lo espectacular de los resultados obtenidos. Realmente son muy interesantes científicamente ya que han permitido, con la colaboración de diferentes especialistas en palinología, estratigrafía geológica, geomorfología, determinar el proceso

Además en las hiladas inferiores se han encontrado marcas de cantero, LVII’, que se interpretaron en un principio como marcas de colocación y que en la actualidad ya no tenemos dudas de que se trata de las marcas que se realizaban en el proceso de extracción en la cantera (Navarro et al. 2014). Para completar el conocimiento del proceso de colmatación y analizar la extensión de una necrópolis medieval que se halló en la parte superior del vaso aterrado, se realizó un segundo sondeo, (Sondeo 2) situado a una decena de metros al este de la ermita. El sondeo 2, de cinco metros de anchura se apoya, como el anterior, en la pared de la presa alcanzando una profundidad de 9,44 metros, hasta que la surgencia de la capa freática impidió continuar los trabajos se han documentado 15 hiladas de sillares.

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Al igual que sucedía en el sondeo 1, los sillares de esta zona del muro presentan las marcas de cantero, dispuestas aleatoriamente (Navarro et alii, 2014: 573-598)

2.3. La excavación de la necrópolis islámica y cristiana. Junto a la presa, en el espacio creado por la colmatación de su vaso situado en las proximidades de la Ermita de Nuestra Señora de la Fuente y hoy ocupado por un pequeño espacio público ajardinado, se ha localizado una necrópolis de dimensiones considerables que fue utilizada a lo largo de varios siglos. Figura 6. Detalle de la marca de cantero. LVI P(UBLICO) La información obtenida ha sido muy relevante, no sólo por permitir analizar los aspectos constructivos del muro de la presa que presenta un perfecto estado de conservación, sino también por la información que nos han ofrecido las conclusiones a las que han llegado otros especialistas que han realizado los estudios de la geomorfología, la sedimentología, la estratigrafía geológica, las dataciones de C14 y la palinología que se han podido efectuar.

Figura 7. Sondeo 2. Excavación de la necrópolis.

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Se han excavado total o parcialmente unas 74 tumbas, tanto de sexo femenino como masculino, correspondientes a varios momentos de la ocupación, aunque su número exacto lo sabremos después de finalizar el estudio antropológico y paleopatológico. (Reklaityte et al 2013: 615-625). Se ha podido determinar que todo este espacio fue empleado por los habitantes de la zona como necrópolis, mucho antes de la construcción de la ermita que se fecha en el 1780. El estudio de los pequeños materiales cerámicos que se han


Sesión 2. Arqueología Clásica encontrado asociados a las tumbas, permiten establecer una cronología aproximada, llevando las fechas de la necrópolis entre los siglos XV al XVII. Igualmente, la datación por carbono 14, realizado por Beta Analytic Radiocarbon Dating Laboratory sobre muestras óseas pertenecientes a dos individuos: un fragmento de tibia procedente de la tumba 4, de rito cristiano, y un fragmento del húmero de la tumba 78 de rito islámico, permite situar la necrópolis de Muel en una horquilla de tiempo bastante amplia: finales del siglo XV – primera mitad del siglo XVII. Esta última fecha podría indicar que el cementerio dejó de ser utilizado después de la expulsión de los moriscos. La necrópolis era un espacio compartido—mudéjares y posteriormente moriscos— que siguieron dando sepultura a sus allegados según las prescripciones coránicas. La información arqueológica en este caso nos ayuda a corroborar la continuidad de las arraigadas costumbres de los moriscos aragoneses de las zonas rurales, tras su conversión forzosa. No obstante, resulta innegable que parte de los habitantes de Muel enterrados en la necrópolis eran cristianos, posiblemente en su mayoría cristianos nuevos, que adoptan el rito de enterramiento acorde a sus nuevas creencias. En consecuencia, no puede determinarse con seguridad si los enterrados en Muel según el rito cristiano eran cristianos viejos, cristianos nuevos o criptomusulmanes que se habían alejado de las tradiciones islámicas ortodoxas. (Reklaityte y García, 2015: 246-257).

2.4. Los sondeos realizados en al año 2010. En el año 2010 se realizaron tres sondeos en la base de la presa en su cara exterior, aguas abajo de la misma. La disposición actual del monumento en un paraje natural junto con la existencia de una zona ajardinada permite, una vez que se ha limpiado la vegetación, la observación y el análisis directo y cómodo de su proceso y técnica de construcción. Los sondeos han permitido apreciar que, previamente a la realización del monumento, se llevo a cabo el retallado y escalonamiento de la roca. En los lugares en los que la roca natural presenta irregularidades se ha procedido a su nivelación mediante la disposición de una capa de mortero mezclado con ripio regular la superficie sobre la que se coloca el sillar. En otros puntos se disponen las hiladas de sillares directamente sobre la roca natural. Igualmente el estudio de este lado de la presa permite apreciar el proceso de expolio al que fue sometido el monumento a lo largo del tiempo. El lado exterior de la presa, al no estar protegido por el aterramiento del embalse, como sucede aguas arriba, presenta claramente la huella de la extracción de los sillares para su reutilización en otras épocas históricas. La falta en algunas zonas de hasta tres o cuatro hiladas de sillares permite observar la técnica de construcción y el sistema empleado para la impermeabilización de la presa

Figura 8. Escalonamiento previo en la roca natural antes de colocar los sillares.

Figura 9. Detalle de la disposición de los sillares en el interior de la presa.

3. DESCRIPCIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE LA PRESA. Construida en época augustea (Uribe et al. 2010: 333-345. Navarro, et al 2014: 573-598) la presa quedó prácticamente fuera de servicio a finales del siglo III d.C. debido a que los aportes de los aluviones del río Huerva colmataron el embalse en un lapso de tiempo relativamente breve. Su construcción debe relacionarse con la realización de la serie de infraestructuras necesarias para la organización de la colonia Caesaraugustana. Gracias al análisis arqueológico de sus vestigios y los trabajos de fotogrametría, reconstrucción y planimetría, llevados a cabo por Scanner 3D, sus dimensiones han podido determinarse con exactitud. El temprano aterramiento del embalse romano debido a la gran aportación de sedimentos ha protegido la pared interior de la presa, las excavaciones realizadas en el año 2009 en la misma han permitido conocer el aspecto de la presa prácticamente tal y como la construyeron los romanos. (Figs. 5 y 14)

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La presa se apoya en los paramentos rocosos naturales, situados en el este y oeste de la misma, siendo más elevados en la zona este y desconocidos en el lado oeste, al estar el final de la presa bajo la carretera actual. La presa se apoya en los muros naturales de los cantiles, que van descendiendo suavemente hasta llegar a su altura máxima en el punto en el que con seguridad discurría el cauce el rio2. Se trata de una presa de gravedad sin escalones. El talud con el que fue diseñada alcanza una pendiente de 0,95 m en los 8 m de alzado documentados. Mide 10,35 de altura máxima y 7/8 m de anchura en el coronamiento y 11,54 en su zona inferior de anchura. Respecto a su longitud, aunque sea el dato más difícil de calcular al hallarse el final del lado occidental de la misma bajo las construcciones modernas se estima que pudo alcanzar los 100 m de longitud. Estamos ante un gran paramento de opus quadratum de piezas de caliza blanca. Este sistema constructivo se caracteriza por utilizar sillares paralepipédicos de talla cuidada, colocados normalmente en seco en hiladas horizontales isódomas o pseudoisódomas. (Uribe et al. 2010, 2011, 2013)

Figura 10. Detalle de la inserción de las hiladas en la roca natural.

Figura 12. Detalle del interior de la presa

Figura 11. Huellas del expolio en la zona exterior.

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Figura 13. Detalle del coronamiento con los restos de opus caementicium y mortero uniendo los sillares.


Sesión 2. Arqueología Clásica

Figura 14. Muro interior de la presa, tal y como aparece en el sondeo del vaso aterrado. Marcas epigráficas conservadas en la zona no erosionada y su situación.

MUESTRA

MATERIAL

FECHA

CRONOLOGÍA

Muestra MC 1

carbones

1920 +/- 40 1950 +/- 40

40 a. C. 130 d.C.

Muestra MC 3

carbones

2010 +/- 40 1990 +/- 40

60 a.C. 80 d.C.

Cuadro: muestras y dataciones en C14. En la actualidad se han podido documentar hasta quince hiladas de sillares realizados en opus quadratum, dispuestos a soga y tizón Los bloques estuvieron realizados con almohadillado alisado más o menos prominente y listel perimetral, también denominado anathyrosis externa. El alisado del almohadillado se consiguió bien mediante la utilización de la labra en espiga-con cincel o con puntero- o bien a través de una terminación denominada “en punteado” que consistía en el simple devastado de las superficies dejando las improntas del puntero marcadas en la piedra. Para garantizar la impermeabilidad de esta singular

construcción su parte interior maciza se realizó con una masa compacta formada por sillares unidos a hueso o a seco, e incluso en algunos lugares rellenado las irregularidades con ripio y mortero (Figs. 11 y 12). En el coronamiento se ha constatado también la utilización opus caementicium de buena calidad como aglutinante para hacer más compacta e impermeable la presa. Para aumentar su impermeabilización y evitar el deterioro producido por los movimientos del agua del embalse, se ha detectado que los restos del material de construcción

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Figura 15. Foto aérea de la cantera de Muel en línea roja delimitado la zona en la que se localizan las huellas de extracción de la piedra. Delimitación cantera: Fanlo, Ferreruela y Picazo).Vestigios de la cantera Antigua de Muel. Obsérvese la huella de la extracción moderna paralizada por la normativa vigente de la extracciones mineras. formaba un talud en la zona inferior de la presa. Al estudiar las Unidades estratigráficas del “Sondeo 2” realizado en el embalse colmatado, se detectó esta anomalía estratigráfica que contribuye de un modo muy sencillo a proteger y evitar la erosión de la pared de la presa. El módulo de los sillares varía dependiendo de donde fueron ubicados. Los bloques de las primeras hiladas poseen siempre una altura más pequeña que los sillares de las últimas. Esta precaución se esgrimió con el fin de aligerar las cargas que un muro de tan considerables dimensiones debía tener. De este modo, entre la primera y la quinta hilada la altura de los sillares oscila entre 0,52 y los 0,56 m. Los bloques de altura superior se encuentran ubicados entre la sexta y siguientes hiladas oscilando entre los 0,55 y 0,60 m. En cuanto a su anchura, los sillares dispuestos a tizón, poseen una anchura entre los 0,46 y los 0,86 m. Sin embargo, los bloques situados a soga alcanzan una anchura entre los 1,5 m. hasta 2,1 m. La anchura del listel perimetral oscila entre los 24 cm y 45 cm. Por lo tanto, podemos afirmar que la modulación de los sillares estuvo basada en el pie romano de 0,296 m, rondando su altura entre un pie y medio y 2 pies (bipedales) y siendo su anchura, para los dispuestos a soga,

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entre un pie y medio y tres pies y para los de tizón entre los 5 y 7 pies. La datación de la misma se fundamenta en las técnicas de construcción, en los materiales arqueológicos y en las dataciones por C14 que se han podido realizar. En el cuadro superior se presentan las muestras que han servido para establecer la cronología de la presa. Es evidente formaban parte de las infraestructuras que se realizaron para organizar el territorio que controlaba Caesaraugusta.

4. LA CANTERA ROMANA DE MUEL. Descubierta mientras se realizaba en 2010 el Plan General de Ordenación Urbana de la localidad zaragozana de Muel por J. Picazo, J. Fanlo y J.A. Ferreruela, esta cantera es uno de los escasos ejemplos que se conservan en Hispania asociados directamente a la construcción de una gran obra pública. El análisis de las canteras y zonas de extracción de piedra destinada a la construcción de los grandes monumentos nos muestra que el abastecimiento de piedra se lleva a cabo, bien en las canteras de extracción continuada, bien en


Sesión 2. Arqueología Clásica lugares en los que solo se realiza una extracción puntual y que por consiguiente no deben considerarse como canteras propiamente dichas. La impresionante obra hidráulica de Muel precisó de un volumen considerable de material de construcción, hecho que obliga a plantearse la búsqueda de la piedra apropiada, teniendo en cuenta además que la misma no debe estar muy alejada de la obra en la que se emplea.

(Uribe et al. 2010: 335-343), análisis posteriores nos conducen a interpretarlas como marcas relacionadas con la numeración del lugar de extracción en la cantera. Es evidente que cada cantera presenta un inventario y referencias locales no preestablecidas, con elementos abreviados utilizados por los responsables de la misma.

La explotación de la piedra descubierta en Muel, tenía como objetivo fundamental el proporcionar material para construir la gran presa romana. En otras canteras, correspondientes a piedras decorativas o extracciones destinadas a monumentos arquitectónicamente más complejos, se debían diversificar su producción para la realización de los materiales empleados en la construcción como pueden ser las columnas, placas, bloques de diversas formas y tamaños, según las características del lugar al que iban destinados.

Figura 17. Modelo 3D de la zona investigada en la cantera. En Muel hay un símbolo paleográfico que se repite continuamente y del que se encuentran diversos paralelos. Se trata de la letra L, que bien pudiera, de hecho pensamos que es, la abreviatura de l(oco) (Navarro et al. 2014:573-598), del lugar donde se extrajo el bloque. Esta interpretación de l(oco) en ablativo de origen concuerda perfectamente con los textos de Muel, en los que la L al inicio de cada marca es una constante seguida de un numeral. Figura 16. Sillar en fase de extracción. En la cantera Muel, creemos, que solo se extrajo piedra para la presa romana. Piedra natural sin el valor añadido de la belleza y la rareza de algunas piedras destinadas a realizar elementos decorativos, cuyo estudio se ha potenciado y ha avanzado considerablemente en los últimas décadas gracias a los desarrollos de la Arqueometría. Los trabajos de limpieza y documentación gráfica llevados a cabo en la cantera permiten corroborar la. cronología de la misma. Los vestigios de restos de extracción y la presencia de algunos de los bloques in situ con las huellas de trabajo perfectamente conservadas avalan su antigüedad.

5. LAS MARCAS DE CANTERO. Gracias al detallado estudio que se ha realizado se han descubierto marcas epigráficas en algunos de los sillares empleados en la construcción de la presa, dato que aporta interesantes novedades acerca del proceso de su construcción. Interpretadas en un primer momento como marcas correspondientes a las legiones fundadoras de Caesaraugusta

Figura 18. marca LX. Situación original y calco. En el caso de Muel, a las marcas aparecidas en los sondeos realizados aguas arriba de la presa hay que añadir el importante número de marcas descubiertas tras el proceso de limpieza que realizó el Gobierno de Aragón en el año 2012 en el muro exterior –aguas abajo-. Las marcas representaban indicaciones referidas al inventario de los bloques tras su extracción, destinadas al control o pago del trabajo realizado por el equipo del emplazamiento, igualmente el detallado análisis de su ubicación en el muro permite intuir el orden de extracción y las fases de la construcción del monumento. A la espera de realizar estudios más concretos, basados en la documentación

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gráfica que hemos obtenido, podemos avanzar que se puede determinar la secuencia de la colocación de los sillares ya que se puede apreciar el orden que se siguió en la extracción de los sillares en la cantera y su posterior colocación en la presa. Las marcas se hallan en las diferentes caras de los sillares, permaneciendo algunas ocultas y colocadas invertidas, evidenciando esta disposición de las marcas en el muro, que no había intencionalidad en que las mismas fueran vistas. Las marcas epigráficas de Muel constituyen un ejemplo significativo de las huellas paleográficas del proceso constructivo de una gran obra de ingeniera. (Navarro et al. 2014: 573-598)-. Además de las marcas epigráficas con numerales hemos descubierto diversas marcas que sin duda debe relacionarse con el proceso de construcción.

6. A MODO DE CONCLUSIÓN. La presa de Muel es uno de los ejemplos más notables de las infraestructuras hidráulicas romanas de Hispania. A la relevancia que le proporciona su categoría como monumento arqueológico, su excelente conservación y su imponente aspecto, debemos unir el significado que tiene para comprender el proceso de organización y explotación del territorio de Caesaraugusta. Mención especial merece el conjunto de marcas epigráficas, del que nunca conoceremos su número, al estar situadas en lugares inaccesibles e invisibles dentro del muro de la presa, pero que constituyen un unicum por su variedad y datos que ofrecen para el estudio y conocimiento de la explotación de las canteras y de la construcción de la presa. Igualmente debemos considerar que el trabajo en equipo desarrollado con la colaboración de diferentes especialistas en palinología, estratigrafía geológica, geomorfología,

Figura 20. Marcas epigráficas halladas en el Sondeo 2, lado interior de la presa permite determinar el proceso de colmatación y obtener una serie de datos realmente únicos y de un interés extraordinario. Para finalizar hay que considerar que el conjunto de presa, embalse y cantera romanos de Muel conforman un conjunto único en Hispania que permitirá desarrollar planes de conservación y difusión de nuestro patrimonio arqueológico por lo que es muy necesario acometer una obra de restauración que redundará en el conocimiento y protección del mismo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS. Ferreruela, A; Picazo, J y Fanlo, J. (2010): Estudio arqueológico realizado para el plan de ordenamiento urbano de Muel. Memoria depositada en el Gobierno de Aragón. Zaragoza. Navarro, M; Magallón, Mª A. Uribe, P.; Bea, M; Domingo, R y Fanlo, J. (2014) “La presa romana de Muel (Zaragoza): ¿una obra militar?” La Guerre et ses traces. Conflits et sociétés en Hispanie á l’époque de la conquête romaine (IIIeIe siècle av. J.-C.). Navarro, M y Caidou, F. eds. Bordeaux, 2014, 573-598. Reklaityte, I; Fanlo, J.; Bea, M; Uribe, P.; Magallón, Mª A.; Domingo, R; y Pérez-Lambán, F. (2014): “La necrópolis de Muel (Zaragoza); ¿una maqbara morisca o un camposanto cristiano? La coexistencia de dos creencias religiosas según los datos arqueológicos.” Actas del XII Simposio Internacional de Mudejarismo. Teruel 2013, 615-625. Reklaityte I, y García, E. (2015): “La necrópolis mudéjarmorisca de Muel (Zaragoza): el reflejo de dos ritos funerarios en la España moderna.” Actas do II Congresso Internacional sobre Arqueologia de Transiçao: O mundo funerario. Evora 2013, CHAIA, 2015, 246-257.

Figura 19. Proceso de limpieza del muro exterior de la presa en 2011.

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Uribe, P.; Magallón, A.; Fanlo, J.; Bea, M.; Domingo, R.; Reklaityte, I.; y F. Pérez-Lambán. (2010). “La presa romana


Sesión 2. Arqueología Clásica de Muel”. Aquam perducedam curavit. Captación, uso y administración del agua en las ciudades de la Bética y el occidente romano. J.l. Lagóstena, J.L. Cañizar & L. Pons. Eds . Cádiz 2010, 333-345.

Uribe, P.; Magallón, A.; Fanlo, J. y Angás, J. (2013) “Le Barrage de Muel (Saragosse, Espagne)” Regards croises d’Orient et d´occident: les barrages dans l´Antiquité tardive. Collection Orient & Méditerranée vol. 14, 197-228

Uribe, P.; Angás, J.; Magallón, A. y Miranda, J.V. (2012). “Documentación, valorización y difusión del patrimonio hidráulico romano en el Valle medio del Ebro“ Virtual Archaeology Review, 3 nº 6, 98-112

Uribe, P; Magallón, Mª A.; Navarro, M.; Fanlo, J.; Bea, M.; Domingo, R. Angás,J. (2015) “Le barrage de Muel (Zaragoza, España): une étude interdisciplinaire”. Aquae Ductus. Actualité de la recherche en France et en Espagne. Actes du Colloque International de Toulouse. L. Borau et A. Borlenghi eds. Aquitania Supp. 33. Bordeaux 2015, 327-331

NOTAS ACLARATORIAS Gobierno de Aragón: PI004/08 “Presas romanas en Aragón: Análisis de la construcción, procesos de sedimentación y determinación cronológica de la presa romana de Muel y de la presas del Aguasvivas” y MINECO. HAR2011-24390/Hist. Hidráulica romana en el Valle del Ebro II. Las presas romanas de Muel (Zaragoza), Pared de los Moros (Muniesa. Teruel) y de la Ermita del Pilar (Monforte de Moyuela. Teruel) y HAR 2015-64017-P (MINECO/FEDER).

1

El cauce del río Huerva hoy no discurre por su cauce antiguo sino que fue desviado en fecha indeterminada por el cauce actual, claramente artificial en la el tramo cercano a la antigua presa.

2

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