ACTAS 24 y 25 NOVIEMBRE
2015
Con la colaboraciรณn de:
Edita Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón Año de publicación: 2016 ISBN: 978-84-608-8580-1 Depósito Legal: Z-757-2016 Impreso por SNOWFALL4POD Diseño y maquetación Ana Durán Boldova
© Autores de los textos Recoge los contenidos presentados a I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés (CAPA)
ACTAS
24 y 25 de noviembre de 2015
Organizadores
Colaboradores
EDITORES
Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
PRÓLOGO
I-CAPA Hace tiempo que la comunidad de profesionales dedicados a la arqueología demandaba una reunión en la que se pudieran intercambiar opiniones, presentar los últimos proyectos e investigaciones, debatir sobre nuevas tecnologías aplicadas a la investigación del pasado o sobre el futuro de una profesión cada vez más difícil de ejercer y a la que la crisis ha afectado con enorme dureza. La brevedad de este encuentro, celebrado entre los días 24 y 25 de noviembre en el marco del CaixaForum Zaragoza, no ha podido tratar en profundidad gran parte de los temas planteados. Tampoco era nuestra intención cuando lanzamos la propuesta y organizamos las jornadas. No queríamos, ni podíamos, ser tan ambiciosos. Después de décadas sin una reunión de estas características no sabíamos cual sería la respuesta. La gran acogida por parte de profesionales y estudiantes, cuyos resultados se pueden ver en las actas que acompañan estas breves palabras, nos hacen ser optimistas de cara al futuro. La amplitud de los contenidos y el formato generalista del I-CAPA hace que se convierta en el heredero natural del Congreso sobre el Estado actual de la Arqueología en Aragón, celebrado en Zaragoza entre el 12 y 14 de noviembre de 1987, organizado por la Cátedra Galiay de la Institución Fernando el Católico y publicado tres años más tarde. A su vez, como se dice en la introducción de M. Beltrán, deudora en cierto modo del espíritu que auspició la Reunión de arqueólogos excavadores del distrito universitario de Zaragoza, en 1960. Supuso un hito y es quizás el momento que podríamos elegir como punto de partida de las que se sucederán a lo largo de más de medio siglo. Esto no significa, en modo alguno, que no se hayan celebrado citas periódicas y reuniones. En todo este tiempo transcurrido han tenido lugar numerosas jornadas, encuentros, simposios o congresos dedicados a problemas y aspectos parciales, temáticos o cronológicos, que no citaremos de manera exhaustiva pero que han supuesto, cada una en su momento y lugar, una puesta al día y una referencia imprescindible sobre el tema abordado. No podemos dejar de mencionar en el marco de la Prehistoria la Primera reunión de Prehistoria Aragonesa auspiciada desde el Museo de Huesca en 1981 y que ha sido durante décadas obra indispensable para el conocimiento del pasado mas remoto y, todavía en la actualidad, cita obligada para determinados periodos. A ella le siguieron, con temática más restringida y diversa los Congresos organizados en Caspe bajo la dirección de A. Álvarez: Primeros encuentros de Prehistoria Aragonesa: Las industrias líticas del Bajo Aragón y sus relaciones con el Valle del Ebro; I Congreso Internacional de Arte Rupestre o los Segundos encuentros de Prehistoria Aragonesa. La desaparición de la revista Bajo Aragón prehistoria unida al devenir de estas reuniones supuso una gran perdida para la investigación prehistórica no solo el Bajo Aragón si no del Valle del Ebro en general. La culminación de estos trabajos de los años ochenta y noventa del siglo pasado vendría de la mano del Congreso: Aragón/Litoral Mediterráneo: intercambios en la prehistoria, coordinado por P. Utrilla y editado por la Institución Fernando el Católico, acontecimiento único y sin continuidad hasta 2008. En este año P. Utrilla y L. Montes coordinan y editan el coloquio celebrado en Jaca sobre el Mesolítico Geométrico en la Península Ibérica que, como su nombre indica, trasciende ampliamente el marco que estamos tratando, si bien reivindica con varias ponencias la relevancia de las industrias mesolíticas aragonesas y la intensidad de las investigaciones. Excepcionales son los casos de los Coloquios de Arqueología Espacial celebrados en Teruel y los Simposios sobre celtíberos de Daroca. Gracias al tesón, constancia y dedicación de su director F. Burillo se han mantenido hasta
la actualidad. En el caso de los primeros La Revista de Arqueología Espacial alcanzó en 2009 su número 27, mientras que los segundos han celebrado su séptima edición en 2008, en ambos casos con una gran participación e impacto a nivel nacional. El Arte Rupestre, con una gran tradición en la investigación a partir de la obra de A. Beltrán, ha sido objeto de varias reuniones en las que no solo se trataban aspectos exclusivamente científicos si no que se abordaban problemas como la conservación y restauración, divulgación y gestión, o su integración en Parques Culturales. Des tacaremos las primeras Jornadas sobre Parques con Arte Rupestre celebradas en Zaragoza en 1989 y publicadas un año después; el II Encuentro Internacional de Doctorandos y Postdoctorandos: El arte de las sociedades prehistóricas, organizado en Zaragoza en 2011; las Jornadas técnicas para la gestión del arte rupestre, Patrimonio Mundial, celebradas en Alquezar (2011) o los diferentes cursos en Ariño durante 2004, 2008, 2012 y 2016, que junto al ciclo de conferencias organizado con motivo del centenario del descubrimiento de Val del Charco del Agua Amarga (Alcañiz 2013) son un reflejo de la importancia y relevancia que han adquirido las manifestaciones rupestres aragonesas desde que el Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica fuera incluido en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998. Zaragoza ha sido sede de numerosas acontecimientos, nacionales e internacionales, relacionados con el mundo clásico. Un buen ejemplo para glosar sus inicios es la celebración del Bimilenario de Zaragoza. Simposio de ciudades augusteas en 1976. Desde entonces y durante los años ochenta se suceden los relacionados con las intervenciones urbanas, en las que Zaragoza se mostrará pionera en la gestión patrimonial. Así en 1983 tuvieron lugar las Primeras Jornadas de Arqueología en las ciudades actuales o la dedicada a la Arqueología de las ciudades modernas superpuestas a las antiguas. Cerrará la década el Coloquio: La casa urbana hispanorromana (1988). En 1992 se organizó el primer congreso dedicado a epigrafía: Roma y las primeras culturas epigráficas del Occidente mediterráneo (s.II a.C.-I d.C.) y años después (1997) el VII Coloquio sobre Lenguas y Culturas Palaeohispánicas, ambas con la colaboración de la Institución Fernando el Católico que es la institución de referencia, que acogió y sigue acogiendo este tipo de iniciativas. La preocupación por los problemas del patrimonio, su gestión y musealización toman protagonismo en los inicios del siglo XXI. Así queda reflejado en las Jornadas de Arqueología en suelo urbano, celebradas en Huesca en 2003 o el que tuvo lugar al año siguiente en Zaragoza: III Congreso Internacional sobre la musealización de yacimientos arqueológicos, y el IX Congreso Internacional de la Association Internationale pour la Peinture Murale Antique (UNED-Calatayud), finalizando el ciclo con El patrimonio arqueológico a debate: su valor cultural y económico, Jornadas también celebradas en Huesca (2007). A nivel nacional debemos destacar, por la consolidada tradición que tuvo la Universidad de Zaragoza y A. Beltrán en la organización de los Congresos Nacionales de Arqueología, los celebrados sucesivamente en TeruelAlbarracín en 1991, Zaragoza 2001 y Huesca 2003, a los que se sumarían en 1997 el II Congreso Nacional de Arqueometría, también organizado por la Universidad de Zaragoza. Como iniciativas singulares debemos tratar Los caminos en la Historia de las Cinco Villas (Ejea de los Caballeros) de 1985; las I Jornadas sobre Íberos
en el Bajo Aragón (2004) o las Primeras jornadas de arqueología medieval en Aragón (Teruel 2006). Buenos ejemplos todos ellos de la importancia que adquieren los Centros de Estudios Locales, dependientes de las Diputaciones, o los propios Institutos de Estudios sin cuyo apoyo no hubiera sido posible la celebración de numerosos acontecimientos culturales. No podemos acabar sin aludir, como ya hiciera M. Beltrán en 1987, a uno de los empeños más duraderos: las reuniones periódicas que desde 1978 organiza el ICE y coordina Agustín Ubieto sobre el Estado actual de los estudios sobre Aragón, que junto a las dedicadas a la Metodología de la investigación científica sobre fuentes aragonesas han contado con interesantes contribuciones en el área de la prehistoria y arqueología redactadas por diferentes autores y que se pueden consultar en las sucesivas publicaciones de las actas. Este breve e incompleto resumen de congresos, jornadas o reuniones de cualquier tipo relacionadas con la arqueología y el patrimonio nos sirve, como anunciábamos al inicio, para reflexionar sobre el sentido e intención de un congreso como el propuesto. La oportunidad, idoneidad y evaluación de los resultados han de estar necesariamente ligados a los objetivos. Por ello, al hilo de lo expuesto, queríamos que este I-CAPA fuera “generalista”, que tuviera cabida la investigación, divulgación y conservación del patrimonio, con un carácter marcadamente local. La falta de publicaciones periódicas que informaran de las actuaciones desarrolladas en el territorio aragonés desde el 2005 y que cubrieron en un primer momento la revista Arqueología Aragonesa con una vigencia desde 1984 a 1994, completada con el resumen de las intervenciones autorizadas en Aragón desde 1995 a 2005 publicadas en un libro con CD, se veía truncada desde éste último año hasta nuestros días. El profesional necesita saber al menos donde y quien esta trabajando en Aragón para orientar su trabajo. Pretendíamos reivindicar con ello la importancia de este tipo de investigación y de estudios. Frente a la moda y casi obligación – la mayoría de las veces nominal - de la aparición del término “internacional” para asegurar un impacto más que dudoso en este tipo de acontecimientos, consideramos más importante la puesta en valor del trabajo cotidiano de una serie de profesionales, cuya labor es necesaria para la integración del conocimiento en la sociedad. Esto en modo alguno supone renunciar al impacto y relevancia de estas investigaciones que estos mismos profesionales pueden presentar – y de hecho se presentan - a nivel nacional o internacional en los foros correspondientes. Deseábamos, igualmente, que fuera abierto: que pudieran participar todos aquellos que tuviesen algo que decir o aportar en estos campos, evidentemente con un criterio selectivo que debería marcar el Comité Científico. Por ello no se establecieron ponencias en las que “nuevamente” se volviesen a realizar “nuevos” estados de la cuestión con “nuevos” investigadores”, que dado la escasa inversión en investigación durante los últimos años no podrían, salvo excepcionales casos, aportar grandes novedades. Por otra parte, esta labor ya había sido acometida, con buenos resultados, en otros formatos como las Crónicas del Aragón Antiguo, I y II (1997 y 2002) coordinadas por M. Beltrán. Que sea periódico y tenga continuidad es un deseo de la organización y de gran parte de los participantes que así nos lo han transmitido. Nace con vocación de celebrarse cada dos años, de manera que las novedades más destacadas puedan ser conocidas y debatidas por la comunidad científica y trasladadas a la sociedad de forma rápida y directa. Esperamos que el éxito de esta primera convocatoria ayude a su consolidación. Zaragoza 5 de mayo de 2016 José Ignacio Lorenzo Lizalde y José María Rodanés Vicente
COMITÉS
Comité Organizador Presidentes Dr. José Ignacio Lorenzo Lizalde Dr. José María Rodanés Vicente
Secretariado Dr. Carlos Sáenz Preciado D. Hugo Chautón Pérez D. Luis Fatás Fernández.
Comité Científico Dra. María Ángeles Magallón Botaya, Dr. Manuel A. Martín-Bueno Dra. Pilar Utrilla Miranda y Dr. Juan Ramón Castillo Suárez
Colaboradores Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Aragón, Grupo URBS, Grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro, Instituto Universitario de Aragón de Ciencias Medioambientales de la Universidad de Zaragoza, Obra Social “La Caixa”, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón.
Vista aĂŠrea de la campaĂąa de 2012. Maqbara medieval de Tauste (Zaragoza).
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ARQUEOLOGÍA MEDIEVAL
TÍTULO. AUTOR/AUTORES 41. Una necrópolis de inhumación, con una trepanación frontal, de cronología tardoantigua en el paraje “Cabezón de Grau” en la localidad de Montoro de Mezquita (Villarluengo, Teruel). Autor/es: José Ignacio Royo Guillén, José Ignacio Lorenzo Lizalde, Luis Fatás Fernández. 42. Estudio arqueológico, antropológico y forense de una tumba islámica de Saraqusta (Zaragoza). Autor/es: M.ª Pilar Galve, Miriam Gracia, Salvador Baena, Jesús Obón. 43. La maqbara medieval de Tauste, primeras investigaciones. Autor/es: Francisco Javier Gutiérrez González, Carlos Laliena Corbera, Miriam Pina Pardos. 44. La evolución urbanística En el entorno de la Iglesia de San Pedro de Teruel. Autor/es: Antonio Hernández Pardos, Jesús G. Franco Calvo. 45. Propuesta de ubicación de Hisn Qadrit en el yacimiento de “La Atalaya” (Cadrete, Zaragoza). Autor/es: Francisco Javier Ruiz Ruiz, Víctor Esteban Martín Maturén. 46. Resultados del control y seguimiento arqueológico de la torre de Conchel (Término minicipal: Monzón). Autor/es: Francisco Javier García Calvo, Alegría Colón Mur. 47. Cerámica andalusí en Saraqusta: Jarras decoradas con cuerda seca en la excavación del Teatro Romano. Autor/es: Aránzazu Mendívil Uceda 48. La definición formal y tecnológica de la cerámica medieval del Castillo de Albarracín. Autor/es: Josefina Pérez-Arantegui, Antonio Hernández Pardos. 49. Estudio de los restos faunísticos del conjunto de silos altomedievales de los Pedregales (Lupiñen-Ortilla, Huesca). Autor/es: Alejandro Sierra Sainz-Aja, Fernando Pérez Lambán, Jesús V. Picazo Millán, José Luis Peña Monné, María Marta Sampietro-Vattuone. 50. Un Hisn en Castro Muñones (Cerro Calvario. La Puebla de Castro, Huesca). Autor/es: José Ángel Asensio Esteban, Mª Ángeles Magallón Botaya.
pp. 415-424
425-432 433-442 443-451 453-462 463-468 469-478 479-486 487-496 497-505
Vista aĂŠrea de vivienda bajomedieval. Iglesia de San Pedro (Teruel).
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
41. UNA NECRÓPOLIS DE INHUMACIÓN, CON UNA TREPANACIÓN FRONTAL, DE CRONOLOGÍA TARDOANTIGUA, EN EL PARAJE “CABEZÓN GRAU” EN LA LOCALIDAD DE MONTORO DE MEZQUITA (VILLARLUENGO, TERUEL). José Ignacio Royo Guillén1, José Ignacio Lorenzo Lizalde1, Luis Fatás Fernández1. 1
Dirección General de Cultura y Patrimonio. GOBIERNO DE ARAGÓN. José Ignacio Royo Guillén, jiroyo@aragon.es José Ignacio Lorenzo Lizalde, jilorenzo@aragon.es
RESUMEN Se presenta la intervención de urgencia en los restos de una pequeña necrópolis de inhumación localizada durante unas obras, en la localidad de Montoro de Mezquita (Villarluengo, Teruel). La actuación ha consistido en la exhumación de tres sepulturas detectadas por las obras de acondicionamiento de un camino rural, que han dado como resultado el descubrimiento de una nueva necrópolis datada por radiocarbono en época tardoantigua, a caballo entre fines del siglo V y los inicios del siglo VI d. C. Los ajuares, compuestos por dos hebillas de cinturón de hierro y bronce de forma semicircular, son representativos de las cronologías aportadas. Por otra parte la aparición de una trepanación en el cráneo de uno de los cuerpos inhumados, nos permite comparar este hallazgo con otros descubrimientos realizados en Aragón, en contextos funerarios hispanovisigodos. PALABRAS CLAVE: Necrópolis; Inhumación; Trepanación; Ritual; Hispanovisigodo.
ABSTRACT This paper records the archaeological excavations yrgently carried out on the funeral remains of a small inhumation necropolis in the course of works made at Montoro de Mezquita(Villarluengo, Teruel). This event has exhumed three graves revealed by the abovementioned rural road works, wich means the discovery of an unknown necropolis whose readiocarbon dating sets it between the end of the 5th century and the beginning of the 6th century A.C. Their burial goods, made up of two belt buckles in the shape of a semicircle, one of iron and the other of bronze, are representative of suggested chronology. On the other hand, the appearance of trepanation on the cranium of one of the buried bodies, allows us to compare this find to other ones found in Aragon within Visigotic funeral contexts. KEYWORDS: Necropolis; Inhumation; Trepanation; Ritual; Visigotic.
1. INTRODUCCIÓN El hallazgo de una serie de restos antropológicos muy cerca de la localidad de Montoro de Mezquita (Término de Villarluengo, Teruel), propició una intervención de urgencia promovida por la Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón y dirigida por los firmantes de este trabajo. El hallazgo de los restos arqueológicos se produjo en el paraje denominado como “Cabezón Grau” a unos 300 metros de la localidad de Montoro de Mezquita, a media ladera de un espolón montañoso que desciende hasta el valle. Los restos se encontraban en la cuneta de una pista realizada hace unos años en dirección al “Mas del Señor” y aparecieron como consecuencia de una intensa tormenta durante el mes de julio de 2011. El descubrimiento de dichos restos lo llevó a cabo un geólogo holandés veraneante en Montoro D. Henko de Stigter, el cual lo puso en conocimiento del
agente de protección de la Naturaleza D. José Luis Lagares quien a finales de agosto de ese mismo año lo comunicó al Servicio de Prevención y Protección del Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón (fig. 1). En todo momento los restos humanos descubiertos por el agua fueron respetados escrupulosamente por el descubridor, el cual recogió en una pequeña torrentera junto a los restos de una inhumación, una punta foliácea de sílex que fue entregada durante la visita de inspección realizada inmediatamente después de la comunicación del hallazgo, realizada por el arqueólogo José Ignacio Royo, el cual emitió un primer informe sobre las circunstancias del hallazgo, realizando a continuación una propuesta de actuación tendente a la documentación de los restos y a su protección. Para proteger los restos se habían colocado unas lajas de piedra que ocultaban el hallazgo a los curiosos e impedían el deterioro de unos restos humanos que podían desaparecer por la erosión de la cuneta de la pista forestal.
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Figura 1. Restos de una inhumación con su descubridor, Henko de Stigter. Según se comunicó durante la visita de inspección, en los alrededores del hallazgo y en el montículo anexo, durante años los viejos del lugar han recogido “Piedras de Rayo”, siendo conocedores de la existencia de restos de época indeterminada. En cuanto a la localización exacta del lugar, se sitúa a unos 300 metros al noreste de la localidad de Montoro de Mezquita, en la fuerte ladera oeste de un afloramiento calizo, a unos 930 metros s. n. m. y en las siguientes coordenadas UTM (ED50), x: 703.591, y: 4.507.661 (fig. 2).
Figura 3. Punta foliácea de cronología prehistórica. Por lo que se refiere al entorno paisajístico de la zona del yacimiento es el típico de esta comarca montañosa del Alto Guadalope, apareciendo dominado por la fuerte ladera del Cabezón Grau, en la actualidad casi totalmente deforestada, aunque todavía conserva alguna mancha del primitivo bosque mediterráneo mixto, con ejemplares sueltos de pino y alguna mancha en la ladera baja de carrascas, con una vegetación xerófila o esteparia dominada por tomillos, aliagas y algún romero. En el fondo del estrecho valle por el que discurre el río Guadalope, todavía se conservan manchas de vegetación de ribera, junto a los pequeños cultivos de huerta tradicional junto al cauce del río (fig. 4).
Figura 2. Localización topográfica de la necrópolis. La apertura de la pista forestal había afectado de forma marginal a un enterramiento de inhumación en principio simple, con el cadáver depositado en posición decúbito supino, según se apreciaba en el corte de la cuneta. Los restos habían aflorado de forma natural debido a la erosión producida durante una fuerte tormenta en el mes de julio de 2011. Dicha tormenta arrastró alguna esquirla de hueso y una punta foliácea de sílex lechoso, cuya cronología puede llevarse al calcolítico o Bronce Antiguo y que pudo ser recuperada (fig. 3).
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Figura 4. Paisaje de la ladera del Cabezón Grau, donde se localiza el yacimiento.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica 2. OBJETIVOS Y METODOLOGÍA Las características del hallazgo, su estado de conservación precario y su ubicación en una cuneta afectada por las lluvias y la erosión, seguían descarnando los niveles que cubrían el enterramiento por lo que se hacía preciso una intervención arqueológica para documentar el yacimiento y recuperar dichos restos. Diversas circunstancias impidieron llevar a cabo dicha intervención en ese mismo año 2011, dejando la misma para el año siguiente.
es habitual, todo el proceso de excavación se documentó exhaustivamente mediante la confección de fichas, planos y fotografía digital (fig. 5).
Teniendo en cuenta dichos antecedentes, desde el Servicio de Prevención y Protección del Patrimonio Cultural se planteó en el verano de 2012 una actuación de urgencia tendente, no sólo a la documentación del nuevo yacimiento, sino también a la recuperación de todos los restos alterados por la erosión y en la medida de lo posible, proceder a la protección del conjunto, ante la proximidad del otoño y la posibilidad, más que segura, de nuevos procesos erosivos causados por la lluvia, en una ladera muy inclinada y totalmente descarnada de vegetación. Con dichos objetivos y con la idea de no plantear una excavación en extensión, sino más bien una intervención arqueológica limitada en el espacio y el tiempo, se planteó una actuación para llevar a cabo durante el mes de septiembre de dicho año, para lo cual se desplazaron al yacimiento los técnicos de la Dirección General de Cultura y Patrimonio J. I. Lorenzo, J. I. Royo y L. Fatás, realizando los trabajos de campo entre los días 24 y 26 de septiembre de 2012. La Dirección General de Cultura y Patrimonio corrió con los gastos técnicos y de material, mientras que la Asociación para el Desarrollo de Montoro de Mezquita, corrió con los gastos de alojamiento y manutención, aportando también diverso material y la colaboración especial de dos de sus miembros, D. José Mª Peralta y D. José L. Lagares que participaron directamente en los trabajos de excavación.
Figura 5. Vista general del área de la excavación de urgencia, con los primeros trabajos de limpieza y delimitación.
3. RESULTADOS DE LA EXCAVACIÓN Como consecuencia de los trabajos realizados en el yacimiento, se documentó una parte reducida de una necrópolis de inhumación, en fosa simple, que por su tipología podría pertenecer a una fase inicial del periodo medieval. La documentación exhaustiva de los restos exhumados y los hallazgos realizados, así como el estudio posterior de los mismos, nos ha permitido aquilatar los datos, aportando un avance de los mismos, dado el interés de éstos para el mejor conocimiento del periodo oscuro que media entre el final del imperio romano y la Alta Edad Media (fig. 6).
La metodología aplicada a los trabajos de campo vino mediatizada por el tipo de intervención y por las dificultades técnicas derivadas del propio lugar de excavación, una ladera muy empinada que hacía necesario el acceso mediante un vehículo todo terreno, además de las limitaciones del área de intervención que debían ser las estrictamente necesarias para recuperar los restos alterados, documentar sus características y proteger el yacimiento de futuras alteraciones. Para situar los hallazgos, se planteó una cuadrícula orientada al norte, siguiendo el eje del camino, tomándose las cotas de los diferentes restos, a partir de un plano 0 generado con un nivel a partir del punto 0 de la cuadrícula. El sistema de excavación se centró en la delimitación de las estructuras funerarias, para a continuación proceder a su excavación necesariamente manual, de los sedimentos que sellaban los restos, compuestos por una tierra arcillosa con gran cantidad de clastos calcáreos de pequeño y mediano tamaño. Una vez delimitados los enterramientos, se procedió a su calco a escala 1:1, lo que facilitaba los trabajos de documentación y permitiría llevar a cabo una detallada planimetría. Como
Figura 6. Localización de la excavación en el Cabezón Grau.
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3.1. Sepultura 1 Por lo que se refiere a la sepultura 1, se localiza en el extremo sur del área de excavación en paralelo al camino y en la cuneta que da al este. La delimitación de la citada sepultura y su excavación completa dio como resultado la documentación de un enterramiento en fosa simple excavado en el suelo, sin ninguna preparación del terreno y sin ningún tipo de señal, lápida o delimitación de la inhumación. La fosa tiene una forma ligeramente ovalada, con una orientación N-S, en la que la cabeza se sitúa en el norte, pero mirando al este. La cavidad excavada en el suelo natural, parece contar con una cabecera ligeramente señalada en el contorno de la fosa.
Uno de los datos más interesantes de esta inhumación, es la presencia de una trepanación circular en la zona del seno frontal derecho, de un individuo masculino y morfología grácil, con una edad circa los 25 años y que presentaba claras evidencias de supervivencia de la operación, al menos durante escasos meses, ya que presentaba el reborde redondeado, sin formación de callo (fig. 9).
Los restos óseos de la citada inhumación simple, se corresponden con el esqueleto, bastante mal conservado, de un individuo de sexo masculino depositado en posición de decúbito lateral izquierdo, con las piernas en paralelo y las manos entrelazadas sobre la parte delantera de la cadera (fig. 7). Como ajuar de este enterramiento, sólo aparece un pequeño clavo de hierro doblado y una hebilla simple de cinturón en bronce, de forma ligeramente semicircular y que apareció en la zona del bajo vientre, con restos de materia orgánica que suponemos pudieron pertenecer a parte del cinturón de cuero (fig. 8). Figura 9. Detalle del cráneo trepanado de la sepultura nº 1.
3.2. Sepultura 2 Localizada a unos tres metros al norte de la anterior, también en paralelo al camino, pero algo más alejada de éste. Como en el caso anterior, nos encontramos con otro enterramiento en fosa simple, de forma ovalada, excavada en el suelo y sin ningún tipo de delimitación, protección o señalización. Presenta como en el caso anterior una orientación N-S, con la cabeza al norte pero mirando al este (fig. 10). Los restos esquelétales, también bastante deteriorados pertenecen a una mujer depositada en posición de decúbito supino con las manos depositadas sobre la pelvis (fig. 11). Este enterramiento no contiene ningún tipo de ajuar. Figura 7. Inhumación de la sepultura nº 1 una vez excavada.
Figura 10. Inhumación de la sepultura nº 2. Figura 8. Hebilla de cinturón de bronce de la sepultura 1.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica 3.4. Las dataciones radiocarbónicas y su contexto histórico. Dadas las dificultades intrínsecas para poder fechar con seguridad los restos excavados, decidimos enviar dos muestras óseas para su análisis radiocarbónico. Las muestras, correspondientes a las sepulturas 1 y 2, fueron enviadas a mediados de octubre de 2014, al laboratorio Beta Analityc Inc. de la Universidad de Miami (EEUU), recibiendo los datos a finales de dicho mes de octubre. Los resultados de las dataciones fueron los siguientes: Figura 11. Detalle de las manos depositadas sobre la pelvis en la sepultura 2.
3.3. Sepultura 3 A unos 10 metros al norte de la sepultura nº 2 y también en paralelo al camino, localizamos los restos muy alterados de otra inhumación en fosa, pero en este caso casi destruida por la erosión y el desplazamiento de la ladera rocosa. Los escasos restos que pudimos constatar nos permitieron documentar un enterramiento similar a los anteriores, pero en este caso con los restos de la osamenta desplazada y muy fracturada y mal conservada, aunque nos permitió identificar una deposición similar a las anteriores y al igual que en las sepulturas nº 1 y 2, con las manos cruzadas sobre la pelvis. El único ajuar que se recuperó es otra hebilla de cinturón localizada sobre la pelvis, esta vez realizada en hierro y de forma claramente semicircular (fig. 12).
Figura 12. Hebilla de cinturón de hierro de la sepultura nº 3.
• Sepultura 1. Hueso humano. Muestra Beta 362049. Calibrada a 2 sigma: 500/530 Cal BP.
• Sepultura 2. Hueso humano. Muestra Beta 362050. Calibrada a 2 sigma: 480/520 Cal BP.
Estos datos vienen a confirmar la cronología relativa que nos había aportado el estudio previo de las hebillas de cinturón, así como el tipo de inhumación y el ritual de deposición. Las dataciones absolutas permiten centrar el yacimiento entre finales del siglo V y el primer tercio del siglo VI d. C. en un momento muy mal conocido del la Antigüedad Tardía y sobre todo en las áreas rurales o marginales como sería el área del Alto Guadalope, teniendo en cuenta la dificultad para las comunicaciones, dada la orografía torturada de esta comarca. Si comparamos estas dataciones con los datos históricos conocidos, podemos situar el contexto histórico de esta pequeña necrópolis en los inicios del periodo hispanovisigodo en la Península Ibérica, momento del que en Aragón contamos con relativamente pocos datos para el ámbito rural y mucho menos dataciones para los contextos funerarios conocidos. Solamente contamos con cuatro dataciones absolutas, correspondientes a otros cuatro contextos funerarios. Dos de ellos se localizan en la provincia de Teruel, relativamente cerca de nuestra necrópolis, en la comarca del Bajo Martín. Nos referimos a la necrópolis hispanovisigoda del Palomar de Oliete, con una datación del 490 d. C. sin calibrar y que es una de las más antiguas de Aragón (Vicente et alii., 1990, 37) y al cementerio de Las Lastras de San José en Albalate del Arzobispo que ha dado unas dataciones calibradas (sep. 1, 635/672 d. C.; sep. 2, 530/598 d. C. y sep. 5, 528/602 d. C.) que fechan la utilización de la necrópolis entre los siglos VI y VII d. C. (Beltrán Martínez et alii., 2004, 18-21), con algunos hallazgos similares a los localizados en Cabezón Grau, como luego veremos. Las otras dataciones absolutas conocidas para algunas necrópolis o hallazgos funerarios hispanovisigodos en territorio aragonés, se localizan en el área pirenaica. El dato más reciente, es un enterramiento de inhumación datado en la 2ª mitad del siglo VI, en las Peñas de Santo Domingo, en la localidad de Longás (Ruiz Ruiz et alii. 2016). No obstante el contexto funerario mejor datado es por el momento el correspondiente a la fase visigoda de la necrópolis de la Plaza de San Pedro el Viejo de Jaca, asociada a broches de cinturón y otros elementos que han sido datados por radiocarbono, con seis fechas calibradas, entre mediados del siglo VI y la segunda mitad del siglo VIII d. C. (Justes y Royo Guillén 2010, 40-41).
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3.5. Los ajuares y sus paralelos. Como es bien sabido, este tipo de necrópolis al menos en Aragón, suelen ser bastante pobres en cuanto a los ajuares. En este caso concreto sólo contamos con los hallazgos de dos hebillas de cinturón, una de bronce aparecida en la sepultura 1 (fig. 13), junto a un clavito o tachuela de hierro para calzado (fig. 14), así como otra hebilla de cinturón de hierro recuperada en la sepultura nº 3 (fig. 12).
Figura 13. Hebilla de cinturón de bronce de la sepultura nº 1.
Oliete (Vicente et alii., op. cit. 1990, 58, 140-141), o en la de la Plaza de San Pedro el Viejo de Jaca (Justes y Royo Guillén, op. cit., 2010, 36-38, figs. 16-17), así como en otros hallazgos de la cuenca del río Martín que pueden fecharse a partir del siglo VI d. C. (Laliena y Ortega 2005, 100-102). No obstante, nuestros ejemplares parecen denotar cierta simplicidad tanto en el grosor de la propia hebilla como en el tipo de aguja, lo que los acerca a otros ejemplares más sencillos, como el documentado en la necrópolis visigoda de Pamplona, también en hierro y de tipología muy simple (Mezquiriz 2004, 48, lam II, 2), o en algunos ejemplos de la necrópolis de Aldaieta (Azkárate 1999). Muy interesante es el clavito o tachuela de calzado aparecido en la sepultura nº 1 (fig. 14) y que corresponde sin duda a lo que se viene denominando como tachuela de sandalia o clavus caligae, y cuyas características morfológicas, pequeño tamaño (2,5 cm.), sección cuadrada y doblada, la asemeja completamente a los ejemplares recuperados en la sepultura 1 de la necrópolis de Las Lastras de San José en Albalate del Arzobispo, fechados en el siglo VI d. C. (Beltrán Martínez et alii., 2004, 18, figs. 4-5). Aunque aparecen de forma muy esporádica en los contextos funerarios tardoantiguos aragoneses, este tipo de piezas se han relacionado como elementos identificadores de las calzas romanas, documentándose en varias necrópolis tardorromanas de la Meseta (Rodríguez Morales et alii. 2012, 156, fig. 6).
3.6. Los datos antropológicos y la trepanación. En definitiva, los escasos datos que hemos podido desentrañar de una actuación de urgencia en una necrópolis rural localizada en el Alto Guadalope, a la vista del primer examen antropológico de una pequeñísima muestra de la población allí enterrada, permiten adelantar algunas cuestiones contrastadas.
Figura 14. Tachuela de hierro para calzado de la sepultura nº 1. Los materiales recuperados en los enterramientos de la necrópolis de Cabezón Grau, corresponden a dos elementos relacionados exclusivamente con la vestimenta –las hebillas de cinturón- y el calzado –clavo o tachuela-, ambos muy comunes en los contextos funerarios de época tardoantigua, perdurando en algunos casos durante la Edad Media. En el caso de las hebillas de cinturón, es bastante común su aparición tanto en las necrópolis medievales, como en las hispanovisigodos. Aparecen en la necrópolis del Palomar de
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Nos encontramos ante una pequeña necrópolis de inhumación en fosa simple con tres sepulturas excavadas, de las que la nº 1 y 2 aparecen orientadas en sentido N-S, con enterramientos individuales que se caracterizan por pertenecer a una población joven y grácil de origen mediterráneo, depositada en posición de decúbito supino o lateral. La ubicación de los restos funerarios parece apuntar a una localización en el entorno inmediato a un camino o lugar de paso habitual de cronología antigua. La metodología utilizada para el estudio antropológico de los restos sigue las recomendaciones de la Paleopathology Association, de la Asociación Española de Paleopatología y de la Sociedad Española de Antropología Biológica. Para el cálculo de la edad biológica de los individuos se han utilizado los siguientes parámetros: grado de sinostosis craneal de Vallois (1937) y Olivier (1960), patrón de desgaste dentario de Brabant y Brothwell (1981) y Campillo (2001), y las tablas de erupción dentaria de Schour y Massler (1941). Se ha obtenido también información de los estadios
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica de los centros de osificación y de los cambios degenerativos producidos en el esqueleto (Ubelaker, 1989). Como criterio de validez determinante para la estimación de la edad biológica se han utilizado los estadios en la sínfisis púbica de Suchey y Brooks, McKern y Stewart y Briggs. La determinación del sexo se realizó atendiendo a criterios cualitativos y cuantitativos (Bass, 1987, Ferembach et al. 1979 y Brothwell, 1987) y se han utilizado los valores de discriminación sexual de Olivier (1960), Vallois (1957), Blanch (1978) y Campillo (2001). Para la determinación de la estatura de los individuos se han utilizado las tablas de Manouvier y Trotter y Gleser. La sepultura nº 1 presenta a un individuo jóven de sexo masculino, con metopismo recesivo total y dentición con malposición. La edad de este adulto es de circa 25 años y su talla es de 161 cm. Antropológicamente estamos ante un dolicocráneo, con características de gracilidad. Presenta una trepanación localizada sobre el seno frontal izquierdo, posición que no es frecuente por los riesgos de infección que conlleva. La técnica de ejecución es mixta, de trépano y escalpelo. El resultado es limpio, con el reborde redondeado y sin formación de callo, lo que indica una supervivencia del intervenido de al menos durante algunos meses (fig. 15).
Figura 15. Trepanación del individuo inhumado en sepultura nº 1.
la
En la sepultura nº 2 nos encontramos con una mujer de características antropológicas gráciles y una edad de circa 30 años, también de tradición mediterránea. Los restos esqueletales de la sepultura nº 3, al carecer de cráneo y ante su mal estado de conservación, no han podido ser correctamente determinados. De las alteraciones físicas de los inhumados, destaca por su interés, la trepanación del individuo de la sepultura 1,
realizada con gran destreza técnica y de la que conocemos en el valle medio del Ebro muy pocos ejemplos, destacando por su proximidad cronológica la localizada en la necrópolis visigoda de Cuarte (Lorenzo Lizalde, 2016).
3.7. La necrópolis tardoantigua de Cabezón Grau y su contexto aragonés. La intervención de urgencia en la necrópolis localizada en Montoro de Mezquita, viene a cubrir la carencia de este tipo de hallazgos en el extremo sureste de nuestra Comunidad Autónoma y también supone una aportación al poblamiento rural en un periodo de la historia aragonesa que no se caracteriza por la riqueza de sus noticias. El conocimiento relacionado con el hallazgo de necrópolis o contextos funerarios fechados entre finales del siglo V y el final del siglo VII d. C. adolece de grandes vacíos en la geografía aragonesa, como veremos a continuación. Tres son las áreas donde se concentran los hallazgos hasta el momento: El valle medio del Ebro y las riberas bajas de sus afluentes, los pirineos y la cuenca del río Martín, además de algún que otro hallazgo aislado que por el momento deja muchos espacios sin conocimiento sobre el tema (fig. 16). Algunos trabajos previos de síntesis han dado a conocer la mayor parte de los conjuntos funerarios conocidos de este periodo, pero los datos son fragmentarios y los relativos a ajuares, ritual funerario o antropológicos y de población, distan mucho de ser aceptables. No obstante, daremos un breve repaso por el estado actual del conocimiento sobre el tema con el fin de contextualizar el hallazgo de Montoro de Mezquita con respecto al poblamiento tardoantiguo de la zona y por extensión del territorio aragonés. Ya hemos citado en su momento los yacimientos donde contamos con fechaciones absolutas, todas ellas entre el siglo VI y el VIII d. C., como es el caso de las necrópolis hispanovisigodas de El Palomar de Oliete, Las Lastras de San José en Albalate del Arzobispo, o la Plaza de San Pedro el Viejo de Jaca, además del hallazgo inédito de la Sierra de Santo Domingo en Luesia. A dichas cronologías habría que sumar las dataciones radiocarbónicas conseguidas en la necrópolis occidental de Caesar Augusta, en la calle Predicadores que parecen confirmar las dataciones propuestas (Galve y Lorenzo Lizalde 1994), complementadas con los hallazgos de otra necrópolis hispanovisigoda, todavía inédita, localizada a la entrada de Las Fuentes, una tumba en C/ Predicadores de Zaragoza y otra en la zona del Barrio de Jesús, junto al río Huerva. Es precisamente en la ribera baja del río Huerva, donde se encuentran varias necrópolis hispanovisigodas, de las que conocemos el tipo de enterramientos, con deposiciones en sepulturas de lajas o en cajas de alabastro, como es el caso del Alto de la Barrilla/La Pesquera, Valdespartera (Lorenzo Lizalde, 1991, 2016) o la Plana de Barta, ambas del siglo VI d. C. (Paz Peralta 1997, 207 y 226), a las que hay que sumar
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otra necrópolis inédita en La Tejería de María de Huerva, o ya en el río Jalón la de Las Lomas del Molino de Salillas del Jalón –también inédita- pero con ajuares metálicos excepcionales, así como los hallazgos del río Huecha, entre los que destaca la necrópolis de sarcófagos de alabastro de Los Pozos de Bureta, a las que habría que sumar otras mal conocidas, como la de El Quez, en Alberite de San Juan que algunos autores han propuesto fecharlas a partir del siglo X (Paz Peralta, op. cit., 1997, 200).
Ya en el Bajo Cinca, encontramos nuevamente necrópolis tardoantiguas, alguna como la de la Villa Fortunatus en Fraga, asociada a una basílica cristiana, aunque existen elementos de tipología visigoda, tal y como aparecen en las necrópolis de Secá y Torre de los Frailes en Torrente de Cinca, ambas con sarcófagos y fechadas por sus ajuares en el siglo VI d. C. (Paz Peralta, op. cit. 1997, 201). Pero es en el área turolense del Bajo Aragón y sobre todo en el río Martín, donde en los últimos años se han realizado nuevos
Figura 16. Principales necrópolis tardoantiguas e hispano-visigodas en Aragón.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica descubrimientos de necrópolis excavadas en la roca que, a partir de la excavación de Las Lastras de San José han permitido clasificar este tipo de tumbas entre las propias del mundo tardoantiguo e hispanovisigodo de Aragón, como sería el caso de La Redehuerta de Alcañiz, donde se demuestra un vacío demográfico en estos momentos (Benavente et alii 2006, 109-110). La cuenca del río Martín también ha dado varias necrópolis del mismo tipo, las llamadas “olerdolanas”, como sería el caso de La Pinarosa I-III de Ariño, entre otras señaladas en el mapa adjunto (fig. 16) y que abarcarían una amplia cronología desde el siglo VI al siglo VIII, perdurando hasta bien entrada la Alta Edad Media (Laliena y Ortega 2005, 91-96, fig. 23). La última zona a tratar, la pirenaica, aunque cuenta con bastantes hallazgos de tradición hispanovisigoda, no tiene demasiadas evidencias relacionadas con necrópolis, sean rurales o urbanas, salvo el caso aislado de Sarsa de Surta y muy especialmente el de la necrópolis de la Plaza de San Pedro el Viejo de Jaca, hasta el momento uno de los mejores referentes para estudiar el impacto de los visigodos en el territorio aragonés, como ya hemos puesto de manifiesto en el estudio realizado sobre este conjunto que supone la perpetuación ritual de un espacio funerario romano y su adaptación a los nuevos pobladores de la ciudad pirenaica (Justes y Royo Guillén, op. cit., 2010, 46-48.
4. CONCLUSIONES Los trabajos de urgencia llevados a cabo en el yacimiento del Cabezón Grau, junto a la localidad de Montoro de Mezquita, nos han permitido descubrir una nueva necrópolis de inhumación en fosa simple de cronología tardoantigua, en este caso fechada por radiocarbono entre fines del siglo V y el primer tercio del siglo VI d. C., es decir en los inicios de la expansión visigoda por la Península Ibérica. El tipo de ritual de inhumación utilizado en esta necrópolis y la deposición de los cadáveres en decúbito supino o lateral con las manos sobre la pelvis, nos indica que muy posiblemente los enterrados en esta necrópolis pudieron practicar el credo arriano. Esta herejía surgida del cristianismo y adoptada por los visigodos a finales del siglo IV d. C. en los Balcanes, debió incorporarse a las poblaciones peninsulares con la llegada de los visigodos, manteniéndose durante todo el siglo VI hasta la conversión al catolicismo en el Concilio de Toledo en el año 589 (Beltrán et alii, op. cit., 2004, 28). Por ahora, nada sabemos del lugar del hábitat de estos pobladores posiblemente hispanovisigodos del Cabezón Grau, pero su poblado no pudo estar muy lejos, posiblemente se localizase en el propio casco urbano de la localidad de Montoro que se sitúa a escasos 300 metros de la necrópolis. La disposición de las sepulturas en la ladera y su alineación, parecen entenderse en función de un posible camino o sendero antiguo.
materiales que suelen aparecen en los contextos funerarios aragoneses de finales del siglo V e inicios del siglo VI d. C., aunque en este caso manifiestan una cierta pobreza, posiblemente derivada del carácter rural de la población asentada en la zona y de su propio aislamiento en una zona montañosa. Por lo que se refiere a la trepanación documentada, presenta unas características de técnica quirúrgica muy depurada, demostrada por la supervivencia del individuo intervenido y que permite suponer una pervivencia de conocimientos médicos, heredada del mundo romano. Sólo queda decir que la intervención en el Cabezón Grau de Montoro, nos ha permitido conocer un retazo de nuestra historia más oscura, la que se desarrolló en nuestro territorio entre el siglo V y el VII d. C. y en la que preludiaron los cambios que darían origen al inicio de la Alta Edad Media.
AGRADECIMIENTOS En primer lugar debemos agradecer el apoyo de nuestra Dirección General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón que nos permitió realizar con celeridad el trabajo de campo y posterior estudio de la excavación. También queremos aprovechar la ocasión para mostrar nuestro reconocimiento a la Asociación para el Desarrollo de Montoro de Mezquita, por su decidido apoyo, tanto en infraestructuras como en personal.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
42. ESTUDIO ARQUEOLÓGICO, ANTROPOLÓGICO Y FORENSE DE UNA TUMBA ISLÁMICA DE SARAQUSTA (Zaragoza) M.ª Pilar Galve, Miriam Gracia, Salvador Baena, Jesús Obón Universidad de Zaragoza M.ª Pilar Galve Izquierdo, mpgalve@yahoo.es
RESUMEN En 2008 se excavó un solar municipal en el Centro Histórico de Zaragoza en la c/ San Agustín 25, calle heredera del decumano máximo de época romana, ya extramuros y al este de la ciudad. En esta zona se ubicaba posiblemente el más denso cementerio de rito musulmán (Maqbarah al-Qibla). El trabajo interdisciplinar que aquí presentamos, representado por la Tumba 8, es una muestra del proyecto que está en marcha y que abarca diversos trabajos complementarios: una tesis doctoral de antropología, el estudio forense de los restos humanos y el estudio arqueológico que analizará las características funerarias de más de 170 tumbas. En el caso del estudio antropológico del individuo de la tumba 8, complementario al estudio arqueológico, se ha pretendido analizar sexo, edad y posibles patologías de la persona allí enterrada. PALABRAS CLAVE: Maqbarah al-Qibla; Saraqusta; Tumba islámica; Antropología Forense; Estudio óseo; Paleopatología.
ABSTRACT An archaeological excavation carried out in 2008 in calle San Agustin, in the east of the historical centre of town city of Zaragoza (Spain), showed a new evidence of a large Muslim burial ground in this area. This cemetery became the most important one of the Islamic city of Zaragoza, Saraqusta. This paper presents an interdisciplinary work, represented by the Tomb number 8, which is only a sample of a greater project that is still in course, covering several complementary aspects such as a doctoral thesis in anthropology, the forensic study of human remains and the archaeological study that will analyze the funeral features from over 170 tombs. KEYWORDS: Saraqusta; Islamic burial; Forensic Anthropology; Paleopathology.
El mundo funerario islámico en Zaragoza Sin duda es este uno de los aspectos que mejor conocemos de la etapa musulmana de Zaragoza debido a los numerosos hallazgos producidos desde finales de los ochenta y la década siguiente. Incluso con anterioridad a las intervenciones arqueológicas ya se tenía noticia de uno de los dos grandes cementerios. La ciudad había sido en época romana una ciudad floreciente y la más importante del valle del Ebro. La nueva ciudad islámica, la medina Albaida Saraqusta continuó su floreciente pasado, del que quedaban ya pocas huellas en el momento de la invasión, creciendo en importancia progresivamente hasta convertirse en capital de la Marca Superior de al-Andalus (at-tagr al-a’la). Como ocurría en época romana, los cementerios musulmanes estaban situados a la salida de las ciudades, y con frecuencia recibían la misma denominación que la puerta junto a la que estaban ubicados, y precisamente los dos grandes cementerios de Saraqusta se han descubierto a las puertas de la medina: la maqbarah bab-al-Tuylat al oeste y la maqbarah bab-alQibla al este. El cementerio del que se tenía conocimiento
por las fuentes escritas era este último, la maqbarah bab alQibla (Souto 1991, 60-62; Bramón y Souto 1987) o de la Puerta Oriental (actual Plaza de la Magdalena). Los textos coinciden en afirmar que un soberano de la ciudad pretendió erigir una qubba sobre los sepulcros de dos santones (Tabi’ies) enterrados en el cementerio de la Puerta de AlQibla; no obstante, la aparición de estos dos personajes a una piadosa mujer impidió que esto se llevara a cabo. Los textos de Al-Udri y Al-Hymiari son los más completos al respecto: los sepulcros de Hanas b. Abdallah as-San’ani (+718/719), el fundador de la Mezquita Aljama, y de Ali b. Rabah al-Lajmi (+732), estaban simplemente señalados por unos amontonamientos de piedras y junto a la Puerta de AlQibla. Sin embargo parece improbable que estas dos santas personas incluso estuvieran en Zaragoza, y que la noticia pertenezca a ese mundo de aya’ib , islamización de leyendas, idealización, confusión de noticias, o a atribuciones erróneas (Bramón y Souto, 1987). Pero de este cementerio no solo poseemos documentación escrita sino que han ido surgiendo testimonios casi en cada intervención que se ha acometido en esta zona, aunque su
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estudio sea hasta ahora muy parcial e incompleto (Mostalac y Galve, 1986, 424-429; Álvarez y otros, 1986, 32; Álvarez y Casabona, 1989, 142). Topográficamente, el cementerio de Al-Qibla abarcaría una extensa superficie limitada al este por la muralla romana, al norte por el río Ebro, al oeste por las cercanías de la Huerva y al sur es probable, según los datos arqueológicos actuales, que no superara el trazado de la calle Cantín y Gamboa. Nos inclinamos a pensar en el límite de la calle Doctor Palomar como punto más meridional, con la única excepción del pequeño hallazgo de la c/ Pozo.
un ataúd donde se introdujera al difunto, ya que en ningún caso se ha documentado una base de madera bajo el cadáver. Asimismo no se han podido distinguir suelos de uso de la necrópolis, imposibilitando por consiguiente establecer la existencia de túmulos funerarios visibles si es que los hubo. La necrópolis en su fase de máxima ocupación ocupa toda la extensión de la zona excavada y presenta una potencia máxima de 2,20 metros (cotas máximas de ocupación entre (-) 1,35 y (-) 3,55 metros), llegándose a documentar un máximo de seis superposiciones de enterramientos. Para el tratamiento de los datos se han establecido cinco capas de inhumaciones definidas desde las más profundas en espesores de 50 cm cada una.
Figura 2.La excavación en su fase y niveles iniciales. Figura 1. Ubicación de los hallazgos en Tenerías / San Agustin. En círculo rojo el solar de San Agustín 25 Excavaciones arqueológicas con inhumaciones islámicas indicadas en la Figura 1: 1. Tenerías 3-5. 2. Plaza Rebolería; 3. Alonso V 7-11; 4. Coso 196; 5. Coso 190; 6. Alcober 10-14; 7. Barrioverde 1216; 8. Coso 172; 9. Coso 168-170; 10. San Agustín 5-7; 11. San Agustín 13-15; 12. San Agustín 25; 13. San Agustín 2729; 14. San Agustín 26; 15. Convento de San Agustín; 16. Pozo 3-5.
Las tumbas del solar de c/ San Agustín 25 Se han localizado un total de 172 tumbas, todas ellas inhumaciones que obedecen a distinta tipología de enterramiento. Para las cubiertas se emplea regularmente el adobe, la madera, piedra y tegulae. Las fosas pueden ser simples o estar revestidas de adobe, madera o mamposteria en seco. Se ha podido determinar que el uso de la madera no es el de
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Figura 3. La excavación con varias tumbas descubiertas
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
Figura 4. Planimetría de los enterramientos. En la zona superior a la izquierda la Tumba 8.
El inicio de la ocupación viene dada por las inhumaciones más profundas (T167, 168 y 169), que alcanzan una cota de base entre (-) 3,57 y (-) 3,45 metros. Ocupan el espacio central de la excavación y se encuentran irregularmente repartidas.
La capa entre (-) 2,50 y 2,00 metros ya ocupa todo el espacio de excavación. La densidad de enterramientos por metro cuadrado es representativa de la evolución de la intensidad de la ocupación.
La siguiente capa, entre (-) 3,00 y (-) 2,50, cuenta con 33 individuos que se distribuyen por la mayor parte del solar, quedando sin ocupar el ángulo SW de la excavación -espacio donde se localiza el enterramiento más profundo a (-) 3,55 metros- y con una densidad de ocupación más elevada en el ángulo NE.
El final de la ocupación viene dado por el hallazgo de un conjunto de dirhems de Al- Musta´in I (1038-1046), primer monarca de los Banu Hud, en una de las tumbas, pertenecientes a la ceca de la Taifa de Saraqusta. Hay alguna tumba particularmente interesante por conservar una cubierta muy especial: la Tumba 170.
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Hay que tener en cuenta las abundantes modificaciones sufridas por las tumbas, debido a la continua apertura de nuevas tumbas, que de alguna forma alteraron las inferiores preexistentes y que las numerosas inhumaciones infantiles eran más superficiales que las de los adultos, por lo que habría que incluir cada una en su fase correspondiente.
La Tumba 8
Figura 5.Cubierta de adobes de la Tumba 170. Podemos suponer unas parihuelas de transporte del cadáver o, más bien, que sea un sistema de apertura de hueco en una zona de enterramientos muy densa, en la que las tablas empleadas sirvan para aislar los restos humanos de su entorno inmediato. La densidad de ocupación puede ser el motivo por el que no se hayan podido distinguir señales de circulación de la necrópolis.
Contenía los restos óseos muy completos y en buen estado de un individuo adulto en posición de decúbito lateral derecho, con la cara hacia el sureste. La estructura estaba afectada levemente por un muro moderno (UE 013). Una capa de tierra arcillosa compacta pudo constituir el túmulo, desde la cota (-) 1,66 m, que estaba cortado por la Tumba 25. Bajo esta tierra apareció una estructura de adobes dispuestos en los laterales de la fosa siguiendo el eje longitudinal de la tumba. Las medidas de los adobes eran 18 x 18 x 6 cm, y estaban hechos con una arcilla muy decantada. Al levantarlos se apreció un escalón en el lateral oeste en donde apoyaban los adobes. Sus cotas eran (-) 1,78 a (-) 2,09 m. Debajo de los adobes se conservaban restos de tablones verticales de madera, colocados de forma perimetral, ajustándose a la fosa, y otros tablones transversales y planos a cota (-) 2,05 / (-) 2,16, apoyando sobre el individuo. Los clavos del armazón estaban a cota (-) 2,01 / (-) 2,07 los del ángulo
Figura 6. Perfil estratigráfico de las tumbas con cotas absolutas y relativas. En rojo la Tumba 8
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica noroeste y a (-) 1,99 / (-) 2,10 los del noreste. En esa zona se pudieron medir dos tablones de 6 cm de ancho con 4 cm de separación entre ambos (en este caso no aparecieron clavos de hierro como en otras tumbas). El relleno de la fosa era una tierra arcillosa de color gris oscuro con puntos blancos de yeso, carboncillos y restos de los adobes de la estructura de cubierta. El esqueleto apoyaba directamente sobre la tierra del fondo de la fosa, en la forma ortodoxa islámica, con la pierna derecha algo flexionada. Los huesos de los pies aparecen inconexos. Se apreciaron leves puntos blancos de cal sobre las extremidades superiores del esqueleto, a cota (-) 1,99 / (-) 2,09 m. El fondo de la fosa (-) 2,34 m presentaba forma rectangular, estrecha en planta y profunda, siendo más estrecha en la zona pélvica que en la cabecera y pies. Figura 8. Restos de madera y clavos de hierro del revestimiento de la Tumba 8.
Estudio antropológico forense de la Tumba 8 El estudio del individuo hallado en la tumba nº 8 de la necrópolis oriental se basó en un estudio antropológico (que incluye los patrones morfognósticos de dimorfismo sexual, edad y talla) complementado con un estudio odontológico y paleopatológico.
Estudio antropológico: Sexo y edad. El estudio antropológico se realizó a partir de los diferentes métodos que se usan actualmente en antropología forense. Lo primero que se llevó a cabo fue la determinación del sexo a partir de los perfiles observados en el cráneo. Se aplicó el método de Buikstra & Ubelaker (1994) examinando las características de la cresta nucal, proceso mastoide, borde supraorbital, arco supraorbital y la prominencia del mentón, que dio como resultado unos perfiles morfológicos compatibles con sexo femenino. Tras ello examinamos los perfiles de la pelvis para el reconocimiento del sexo, aplicando también el método Herrmann et al. (1990) en el que se estudia la morfología del innominado, y el método de Buikstra & Ubelaker (1994) en el cual se estudia la expresión del surco periauricular y la expresión de la escotadura ciática. Estos confirmaron que, efectivamente, se trataba de un individuo de sexo femenino.
Figura 7. La Tumba 8 excavada. El material arqueológico del relleno era escaso (UE 095). Cabe destacar un borde de terra sigillata hispánica tardía de la forma Hisp. 83 B (nº 448), cuya producción comienza a finales del siglo IV o inicio del siglo V, una pared de cerámica engobada romana, y varias paredes de cerámica común reductora de cocina de época tardorromana. La cronología la marca una pared de olla (nº 461), que sitúa el nivel ya en época musulmana.
Figura 9 y 10. Perfiles morfognósticos de dimorfismo sexual en cráneo y pelvis
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Respecto a la pelvis, la metamorfosis de la faceta auricular (Meindl & Lovejoy, 1989) se enmarcaría en una fase 1, por lo tanto entre los 20 y 24 años. Observamos que en el momento de su muerte el individuo de la tumba nº8 tendría una edad ósea estimada entre los 16 y los 19 años.
Se pasó entonces a determinar la edad del individuo de la tumba 8. Para ello comenzamos estudiando los puntos de osificación de las epífisis de las extremidades superiores, inferiores, la pelvis, la clavícula y la columna vertebral.
El estudio odontológico de la edad estimó una edad entre los 15 y 16 años, a partir de la morfología dental y especialmente de los últimos molares que tenían los ápices abiertos y las raíces sin terminar de formarse. Los terceros molares aún no habían erupcionado. Este estudio se pudo completar adecuadamente con la utilización de la radiología que permite la valoración de las piezas en el interior del alveolo dental.
Figura 12. Determinación de la edad odontológica
Estudio de talla Figura 11. Estado de la osificación en extremidades, pelvis y columna vertebral. Según el estudio de la metamorfosis del fin esternal de la clavícula (Szilvassy, 1988), el individuo se enmarcaría en una edad aproximada entre los 18 y 20 años. Por otra parte aplicando el método de McKern & Stewart (1985) para el conocimiento de las etapas de fusión en la clavícula de mujeres, se supo que en individuo sería menor de 19 años. Se aplicó también el método de la metamorfosis de la unión esterno costal de las costillas (Iscan et al., 1984-85) que dio como resultado una Fase 1, correspondiente a una edad entre 14 y 15 años. Respecto a las vértebras se aplicó el método de modificación de las vértebras de Albert & Maples (1995). En el caso del individuo de la tumba nº 8 el aro epifisal está fusionado y se puede ver una ligera línea de fusión en la vista lateral, observándose estas características en todos los cuerpos de las vértebras se enmarcaría en una etapa 2, que correspondería entre los 16 y 20 años.
430
A partir de los huesos largos se llevó a cabo un estudio de la talla aproximada del individuo. Como herramienta principal para conocer la talla se usó el software “Ecuantro 1.1®”1. Los métodos utilizados nos proporcionaron los siguientes datos: - Genovés, 1967. Female Femur (m) Female Tibia(m)
159,299 ± 3,816 151,909 ± 3,513
- Trotter, 1970. White Female White Female White Female White Female White Female
Femur(m) Humerus(m) Radius(m) Ulna(m) Fibula(m)
158,581 ± 3,72 158,088 ± 4,45 153,048 ± 4,24 159,386 ± 4,30 161,281 ± 3.57
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica - Sciulli, 1990. Female Female
Femur (m) Tibia (m)
16 year old (t) 16 year old (t) 16 year old (t) 17 year old (t) 17 year old (t) 17 year old (t) 17 year old (t)
151,194 ± 2,61 144,674 ± 3,02
- Angel & Cisneros, 2004. Female Female Female Female Female Female
Femur (m) Humero (m) Radius (m) Ulna (m) Tibia (m) Fibula (m)
156,7224 156,318 148,1482 153,7058 149,418 135,226
- Tibia (m)
Humerus (m) Femur (m)
148,204 ± 2,9
Hallazgos paleopatológicos Tibia (m)
156,5792 ± 3,935
Durante el examen antropológico se llevaron a cabo varios hallazgos patológicos tanto en dientes como en huesos.
142,6288
En los dientes se hallaron signos propios de enfermedad periodontal y bruxismo. En el caso de la lesión periodontal se trata de un absceso con pérdida de hueso desde la línea amelocementaria hasta el reborde óseo alveolar con pérdida de hueso, esto suele venir a causa de una invasión de bacterias orales en la cavidad pulpar.
- Didia el al., 2009. Female
Tibia (m)
- Ross & Konigsberg, 2002. Generic Generic Generic
Humerus (m) Femur (m) Tibia (m)
164,17442 ± 4,03 163,37706 ± 3,3 158,49188 ± 3,39
- Feldesman & Fountain, 1996 White-Asian
Femur (m)
159,8096942 3,259
- Mendoça, 2000 Female Female
Femur (m) Humerus (m)
157,6457 ± 5,96 155,597 ± 7,70
Femur Tibia Humerus Radius Femur Tibia Humerus Radius
155,862 ± 3,1 146,268 ± 3,5 161,238 ± 3,4 151,781 ± 3,5 157,587 ± 3,1 150,052 ± 3,6 161,764 ± 3,8 153,485 ± 3,7
- Ruff, 2010 14 year old (t) 14 year old (t) 14 year old (t) 14 year old (t) 15 year old (t) 15 year old (t) 15 year old (t) 15 year old (t)
155,846 ± 4,15 155,833 ± 3,78
Con todos estos datos proporcionados por los diferentes métodos, el diagnostico aproximado de la talla del individuo se estima en un promedio de 157 ± 4,4 cm de talla.
- Duyar, 2003. General formula
151,476 ± 3,7 162,158 ± 4,2 153,741 ± 4,0 158,378 ± 3,3 152,544 ± 3,8 162,308 ± 4,4 154,855 ± 4,2
- Ross & Maneschi, 2010
- Auerbach & Ruff, 2010. Temperate Female
Tibia Humerus Radius Femur Tibia Humerus Radius
±
Se aprecia tanto en incisivos, caninos como premolares marcas de hipoplasia del esmalte; un defecto de desarrollo que es definido como una alteración estructural del esmalte en forma de estrías horizontales que se aprecian en el esmalte dental. Los factores que potencian la aparición de la hipoplasia suelen ser el estrés generalizado, el estrés metabólico, las deficiencias nutricionales, factores genéticos, así como la ingesta de productos tóxicos, traumas y enfermedades infantiles. Se muestran marcas de bruxismo en los dientes, dado el desgaste que se aprecia sobre todo en los molares. Esto se traduce en que el individuo de la tumba nº 8 deslizaba o frotaba los dientes de atrás hacia adelante uno sobre el otro y apretando en exceso los dientes (rechinar). Es una acción que se da de produce de forma inconsciente..
Figura 13. Enfermedad periodontal y bruxismo
431
Por otra parte en los restos óseos, concretamente en los fémures aparecen marcas de estrés musculo esquelético en forma de craterización en el cuello femoral. En las tibias se encontraron signos correspondientes al síndrome de Osgood Schlatter; este se caracteriza por una osteocondrosis y en otros casos epifisitis de la protuberancia en la parte frontal y superior de la tibia, llamada espina tibial anterior que afecta a niños y adolescentes que están teniendo un crecimiento mientras practican una actividad física intensa con flexión forzada de la rodilla y hipertrofia del cuádriceps. Esta morfolopatología se debe a una sobrecarga repetitiva de esta zona antes de que haya finalizado su crecimiento.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Álvarez, A., Mostalac, A., Aguarod, M.ª C., Galve, M.ª. P. y Escudero, F. (1986). Arqueología urbana en Zaragoza 19841986. Zaragoza. Álvarez, A. y Casabona, J.F. (1991). “Excavación en C/ Alonso V (muralla medieval- Zaragoza)”. Arqueología Aragonesa 1986-1987. Zaragoza, pp. 287-288. Bramón, D. y Souto, J.A., (1987). “Las maravillas de Zaragoza”. Aragón en la Edad Media, VII. Zaragoza, pp.726. Campillo, D., Eulàlia Subirà, M., (2010) “Antropología física para arqueólogos”. Barcelona. Galve, M.ª P., (1991). “Las necrópolis islámicas de Zaragoza” en Zaragoza. Prehistoria y Arqueología. Zaragoza, pp. 45-46. Galve, M.ª P., (1995). “Necrópolis islámica de la Puerta de Toledo (Zaragoza): nuevas excavaciones”, en M. Acién y M.ª P. Torres (eds.). Estudios sobre cementerios islámicos andalusíes. Málaga, pp. 117-136.
Figura 14. Sindrome de Osgood Schlatter El individuo de la tumba nº8 tenía muy desarrolladas las extremidades inferiores, por el contrario las extremidades superiores estaban muy poco desarrolladas. Esto quiere decir que durante gran parte de su vida estuvo realizando un trabajo que le obligaba a realizar un esfuerzo continuado de las extremidades inferiores, concretamente doblar las rodillas de forma repetida y continuada, varias horas al día todos los días. Por ello debería realizar algún trabajo como el de amasar adobes, en lavanderías o en la industria del cuero. Aun con todo, estos, son marcadores de estrés muy elevados para una joven de unos 16 años. Esto nos orienta a pensar que comenzó a realizar actividad física en tareas repetitivas como las expuestas con anterioridad a una temprana edad. En los restos óseos no se contempla una causa de muerte, pero si podemos concluir con que nos encontramos ante un individuo morfológicamente compatible con el sexo femenino que contaba alrededor de 16 años de edad al morir, por lo que no había entrado todavía en la edad adulta, y que gracias a los restos óseos podemos saber que sufrió algún tipo de estrés medioambiental que quedó registrado en su dentadura por la hipoplasia del esmalte y su desgaste dental. Por ultimo tenemos rastros de evidencias óseas que muestran que realizó durante gran parte de su vida una actividad física reiterada con sus extremidades inferiores que denotan haber trabajado en alguna labor artesanal que requiriera un movimiento continuo, como hemos sugerido.
Galve, M.ª P. y Benavente, J.A., (1991). “Las necrópolis islámicas de Zaragoza”, en E. Adiego (ed.). Las necrópolis de Zaragoza. Zaragoza, pp.85-91. Galve, M.ª P. y Benavente, J.A., (1992). “La necrópolis islámica de la Puerta de Toledo de Zaragoza”. III Congreso de Arqueología Medieval Española (Oviedo, 1989). Oviedo, pp.383-390. Isidro, A., Malgosa, A., (2003). “Paleopatología. La enfermedad no escrita”. Barcelona. Hawkey, Diane y Merbs, Charles (1998). “Activity-induced Musculoskeletal Stress Markers (MSM) and Subsistence Strategy Changes among Ancient Hudson Bay Eskimos”. En: International Journal of Osteoarchaeology, No. 5, pp. 324-338. Kennedy, Kenneth (1989). “Skeletal Markers of Occupational Stress”. En: Iscan, Mehmet y Kennedy,K. (eds.). Reconstruction of Life from the Skeleton. Wiley-Liss, Inc, Nueva York, pp. 129-160. Krenzer, U. (2006). “Compendio de métodos antropológico forenses para la reconstrucción del perfil osteo-biológico”. Guatemala. http://www.zivilerfriedensdienst.org/de/ publikation/compendio-de-metodos-antropologicoforenses-para-la-reconstruccion-del-perfil-osteo-biologico Mostalac, A. y Galve, M.ª P., (1986). “Excavaciones en Caesaraugusta (Zaragoza), 1985”. Museo de Zaragoza. Boletín, 5, pp. 424-429.
NOTAS ACLARATORIAS 1
Este software ha sido desarrollado por antropólogos chilenos, y es específico para el procesamiento de datos en Antropología Forense.
432
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
43. LA MAQBARA MEDIEVAL DE TAUSTE, PRIMERAS INVESTIGACIONES Francisco Javier Gutiérrez González1, Carlos Laliena Corbera2, Miriam Pina Pardos3 Arqueólogo Catedrático de Hª Medieval de la Universidad de Zaragoza 3 Periodista y antropóloga 1
2
Francisco Javier Gutiérrez González, info@arqueoguti.es
RESUMEN El descubrimiento de una necrópolis islámica con una superficie estimada de unas 2 Ha y hasta dos o tres niveles de enterramientos en la localidad zaragozana de Tauste demuestra la existencia de una población en este lugar de la que no se tenía conocimiento a través de las fuentes escritas. Según la densidad de inhumaciones comprobada, hemos estimado que el número mínimo posible de enterramientos en este cementerio asciende a unos 4.500 con una cronología amplia (siglos VIII-XI). Las características principales de las sepulturas cumplen los preceptos habituales de la religión islámica en cuanto a orientación de la faz del individuo hacia la Meca, la ausencia de ajuares y la deposición en fosa. La necrópolis se halla en la salida de la ciudad medieval, a lo largo del camino hacia Zaragoza. Los estudios antropológicos, de paleopatología, de paleodieta, mineralógicos y otros, que resumimos aquí, han desvelado diversas características de la población musulmana. PALABRAS CLAVE: Maqbara; Medieval; Al-Ándalus; Tauste; Arqueología, Antropología.
ABSTRACT The discovery of an Islamic necropolis with an estimated surface area of about 5 acres and with two or three levels of burials at the village of Tauste (Zaragoza) shows the existence of a settlement in that place of which there was no knowledge through written sources according to the tested density of graves, we have estimated that the minimal number of them in this cemetery can amounts to about 4,500 within a wide chronology (between the 8th and 11th centuries). The main characteristics of the graves keep the common precepts of the Islamic religion, like turning the corpse looking at Mecca, no burial goods and its position into a pit. The necropolis is situated at the end of the medieval city, along the road towards Zaragoza. The anthropological studies of paleopathology, paleodiet, mineralogical analysis and others, which we summarize here, have revealed different features of the Muslim population. KEYWORDS: Muslim archaeology; Al-Andalus; Ebro’s Valley; Necropolis; Physical anthropology; Paleodiet.
1. INTRODUCCIÓN La excavación de la necrópolis musulmana de Tauste (Zaragoza) es, ante todo, el resultado del interés y el esfuerzo de la Asociación Cultural “El Patiaz” de esta localidad, que, desde 2010, no ha cejado en su empeño de promover y financiar bajo distintas modalidades las intervenciones realizadas. En un momento como el actual, en el que los presupuestos públicos destinados a la cultura y, en particular, a la investigación arqueológica, se han reducido al mínimo, el mecenazgo de esta asociación debe ser reconocido como un ejemplo extraordinario de aprecio y la sensibilidad por la Historia y el Patrimonio. El artículo que ahora presentamos tiene por objeto integrar los trabajos parciales anteriores en una síntesis que ofrezca una caracterización sólida del conjunto de las cuatro excavaciones efectuadas; una síntesis que inevitablemente es provisional, puesto que el objetivo es proseguir la
excavación y no hay que soslayar la posibilidad de que nuevos hallazgos enriquezcan los que describimos en ella. En este sentido, el descubrimiento de la necrópolis, con una superficie estimada de unas 2 Ha y que cuenta con dos o tres niveles de enterramientos, manifiesta la existencia de una población significativa en esta localidad, cuya importancia tras la conquista no ofrece ninguna duda, pero de la que no existe constancia en las fuentes escritas árabes. A la vista de las dimensiones del cementerio, esta ausencia de menciones constituye una peculiar anomalía, que tampoco es absolutamente extraña en el panorama de la geografía andalusí. En cualquier caso, este descubrimiento contribuye a perfilar el panorama del poblamiento musulmán de este sector de las Cinco Villas, a la expectativa de que nuevos avances permitan situar este núcleo en su justa posición dentro de la ordenación del espacio regional. La densidad de inhumaciones comprobada (unos 0,25/0,30
433
individuos adultos por m2), nos induce a estimar el número mínimo de enterramientos en torno a los 4.500, una cifra elevada que no debe trasladarse automáticamente al volumen demográfico de esta población al distribuirse los restos humanos en una cronología amplia, como veremos. No obstante, se trata de una hipótesis que aboga por la idea de que el Tauste andalusí era un núcleo de una entidad significativa. Las principales características de esta necrópolis fueron adelantadas en una primera publicación de 2011 y se resumen en que cumple las normas religiosas que imponen la sepultura con la faz del individuo orientada hacia La Meca, la ausencia de ajuar y la colocación del cuerpo en una fosa simple. Como es usual, el cementerio se hallaba en el camino de Zaragoza, en el exterior del caserío (Fig. 1). En el futuro, están previstos nuevos estudios de ADN y más dataciones de C-14 para completar los realizados en este sentido. En todo caso, las fechas verificadas sitúan la utilización del cementerio entre los siglos VIII y XI, de manera que la indicación radiocarbónica para la Tumba 2 es una de las más antiguas documentadas, junto con la de la Plaza del Castillo de Pamplona, mientras que la secuencia de ocupación, que llega hasta inicios del siglo XI, confirma la estabilidad de la ocupación local. Desde esta perspectiva, la necrópolis es un referente básico para el análisis del poblamiento de la Marca Superior. Este proyecto une la investigación arqueológica con la promoción del patrimonio cultural de Tauste y tiene como objetivo, además del avance del conocimiento histórico, la potenciación de los valores asociados al desarrollo de la cultura local. Por ello, la divulgación de las actuaciones ha incluido la elaboración de un audiovisual que recoge el desarrollo de la investigación (https://drive.google.com/file/ d/0B6UXYnCuYSz3aDU2QzNBeE40cjg/edit), reconocido como vídeo del mes de mayo de 2014 por la cadena Archaeology Channel, sostenida por una organización norteamericana sin ánimo de lucro y dedicada a la difusión de la arqueología a través de las redes sociales. Del mismo modo, se han emitido reportajes sobre la maqbara taustana en el programa Objetivo de Aragón TV y otros breves en ediciones de noticias. Todo ello, además de la dedicación obtenida por la página web de la Asociación Cultural “El Patiaz”.
Figura 1. Maqbara de Tauste. Localización y perímetro
2. OBJETIVOS En un futuro cercano pretendemos continuar con las campañas de excavación en nuevos solares que completen el conocimiento del ritual y la posibilidad de que haya variaciones en él, que aborden la cronotipología de los enterramientos y permitan una más concreta delimitación en planta de la superficie ocupada por la necrópolis. Asimismo, perseguimos profundizar en el conocimiento de los habitantes andalusíes de Tauste mediante análisis antropológicos clásicos y a través de diversos procedimientos científicos de última generación. En definitiva, aspiramos a aumentar en la medida de lo posible el bagaje histórico local en un periodo caracterizado por la ausencia de otra clase de registro.
434
Figura 2. Planta y sección de la Tumba 39
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica 3. METODOLOGÍA La sistematización tipológica de las sepulturas musulmanas es complicada debido a las diferencias regionales e, incluso, locales. Ello es consecuencia de la utilización para la construcción de las tumbas de los materiales más frecuentes en cada región. A esto se añade la simplicidad tipológica que las caracteriza.
• Individuo en conexión anatómica colocado sobre su •
La ausencia de elementos de ajuar de prestigio dificulta las interpretaciones relativas a la posición dentro de la sociedad del individuo inhumado. Por ello, es necesaria la excavación de áreas importantes y de un número elevado de enterramientos que puedan aportar elementos diferenciales por pequeños que sean. Por ejemplo, el pendiente en simple aro de bronce hallado bajo el cráneo de la Tumba 32. En este contexto, las investigaciones antropológicas se convierten en indispensables para seguir profundizando en el conocimiento del Tauste medieval.
•
•
•
Figura 3. Vista de la zona sur de la campaña de 2013
4. RESULTADOS. ARQUEOLOGÍA Tras las cuatro campañas efectuadas, hemos localizado hasta un total de 44 enterramientos. Las características más importantes y habituales de las necrópolis islámicas se cumplen también aquí y son:
costado derecho, con la cara enfilada hacia el sureste (La Meca). Estructura mínima. Como mucho, cuentan con algo de adobe o arcilla compacta, colocado en el lateral de la fosa y almohadillas de tierra arcillosa compacta o adobe bajo las cabezas. Las bases de las fosas son bastante homogéneas y carecen de cualquier tipo de preparado. La cubierta es un caballón de tierra limosoyesífera blanquecina muy limpia y de granulación muy fina; suele estar perdida, pero se ha detectado en los márgenes de las fosas. La tipología de las cubiertas podría informar sobre la situación socioeconómica del difunto, al igual que la señalización exterior, por lo que será necesario en el futuro incidir en este aspecto de la investigación, cuando lo permita la estratigrafía. La ausencia generalizada de cubiertas ha impedido averiguar si las fosas fueron rellenadas de tierra durante el funeral o si la colmatación fue fruto de un proceso natural al quedar el difunto en hueco, como mandaban los preceptos religiosos: procurar confeccionar sobre el cadáver una especie de cámara hueca con la finalidad de que pueda incorporarse para el interrogatorio-juicio de dos ángeles. En este cementerio de Tauste, desconocemos si el interior de algunas fosas estuvo vacío. Los esqueletos no muestras apenas síntomas de movimientos tras la descarnación, por lo que nos inclinamos a pensar en que se rellenaron con tierra. Además, no hemos apreciado la existencia de ningún otro elemento estructural como tejas, piedras o restos de madera, tan sólo algunos fragmentos de adobe de arcilla compacta. Las fosas están excavadas en el suelo arcilloso vegetal de una potencia de unos 50 cm antes del nivel natural de margas yesíferas y calcáreas del mioceno. En el nivel en el que se excavan las fosas, habitualmente de medio metro de espesor, no se ha detectado ningún elemento arqueológico. Lo más habitual es la excavación de la fosa “en barco”, es decir, ligeramente más profunda la zona de la cadera y más altos los pies y, con más frecuencia, la cabecera. Algo muy común de estas fosas es que tienen su lado oeste cortado en recto, mientras que el lado este se halla algo excavado lateralmente en cueva. De este modo, se les apoya la cadera y coxis en el lado oeste, mientras que los brazos y pecho quedan protegidos por esa pequeña oquedad. Este tipo de paredes laterales cóncavas se convierten en covachas (shaq o ladj) en las tumbas más complejas, como la Tumba 39 cuya sección vemos en la Figura 2 y es el ejemplo más completo del modo de enterramiento de doble fosa con covacha (Figura 4). Es probable que este modelo de conformación de la tumba fuese el utilizado regularmente, aunque es difícil afirmarlo con seguridad al no haberse conservado la parte superior de la mayoría de las sepulturas excavadas hasta el momento. Esta fórmula está ampliamente documentada en otras necrópolis de la Península Ibérica como Marroquíes Bajos (Jaén), Tossal de Manises (Alicante) o en los recientes hallazgos de Valdeherrera
435
•
(Calatayud). La existencia de una alternancia en el terreno natural de capas de margas blandas y piedras yesíferas duras quizá condicionase la posibilidad de realizar una covacha más o menos profunda. El tamaño de estas fosas varía en virtud de las proporciones del difunto. Sin embargo, algunas tumbas se quedaban cortas, como lo indica la excesiva curvatura que presentan los huesos de la columna vertebral, como ocurre en la Tumba 15 de Tauste, o la posición forzada de algunas extremidades. Por otra parte, en un gran porcentaje de enterramientos se observa una holgada distancia entre los pies y el final de la fosa.
su señalización y su rastro, de tal forma que otra tumba pueda ser instalada sobre la anterior, es algo que no podemos determinar con exactitud. Sin embargo, es lógico pensar que no se trataba de un periodo breve, a tenor de las prescripciones rituales islámicas sobre la pureza del entorno.
Figura 4. Tumba 39 desde el Oeste
• El suelo o piso del cementerio no se ha conservado en
toda la zona sondeada, puesto que no hemos detectado ningún cambio entre la tierra en la que se excavan las fosas, en cuya parte superior se apoya directamente el preparado de zahorra y hormigón contemporáneo de la calzada de la avenida J. M. Conget, mientras que la altura de conservación en el interior de los solares es más variable. La cota media de fondo de fosa de inhumación de los individuos adultos se encuentra conservada generalmente entre los 50 y 70 cm, tras las destrucciones contemporáneas.
• La excavación confirma la existencia de dos o tres fases
diferenciadas de enterramiento en la necrópolis. La cota media a la que hallamos las tumbas parece configurar tres capas de enterramientos. A pesar de lo poco definitorio de este tipo de datos, quizá se correspondan con tres fases de utilización del cementerio. Sí hemos comprobado la superposición de unas tumbas sobre otras entre las T.12-18 y las T.24-30. Son precisamente esas interfaces lo que nos asegura que hay, al menos, dos momentos distintos de uso del cementerio. El lapso de tiempo necesario para que una tumba pierda
436
Figura 5. Tumbas 24 y 30
• Hay otro tipo de superposición menos segura que se
observa entre las Tumbas 28 y 31. Las fosas de las Tumbas 28 y 29 se hallaron excavadas en el nivel natural de margas yesíferas de tonalidad verdosa. Sin embargo la Tumba 31, que se encuentra entre la anteriores, se abrió en una tierra arcillosa marrón plástica como la que encontramos rellenando los huecos de las fosas tras la deposición del cadáver. Es posible que esta T.31 sea posterior a las anteriores, que ya hubieran ido perdiendo su rastro, ampliándose la planta de su cubierta por aplastamiento natural. De ese modo, la T.31 se abriría en un, aparentemente, amplio espacio disponible. En
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
•
•
•
•
contra de esta idea parece estar el hecho de que la base de las tres tumbas tenga una cota similar. A favor de esta idea está la distinta orientación de la Tumba 31 (73,25º), respecto al resto de las fosas halladas en el entorno, ya que es la que más tendencia tiene a una orientación EsteOeste dentro de la cata de 2013. Las orientaciones de los enterramientos no difieren mucho en los distintos sectores excavados y pensamos que, para realizar una comprobación estadística, debemos contar con un mayor número de individuos, lo que queda pendiente para futuras intervenciones En cuanto a la densidad de enterramiento, la cercanía de las cuatro catas realizadas permite plantear una hipótesis fiable y deducir una ocupación intensa del espacio en esta zona, especialmente al confirmarse la existencia de varias capas de enterramientos. Para una extensión de la necrópolis de 20.000 m2, argumentada en 2010, es razonable suponer una cifra de sepulturas próxima a los citados 4.500 individuos adultos1. En relación a la organización del espacio funerario, hay que señalar que las tumbas se disponen unas junto a otras sin un orden aparente, aunque lo reducido del espacio excavado quizás haya impedido una mejor apreciación. El espacio sin tumbas documentado al norte del área excavada en 2011 quizá pertenezca a una calle del cementerio. La ausencia de ajuar es un fenómeno general en estos yacimientos funerarios y hace que sea difícil precisar su cronología. La presencia de una tumba datada en el siglo VIII sugiere que hubo elementos convertidos tempranamente o inmigrantes de segunda generación en esta localidad, aunque también es posible que los habitantes todavía no musulmanes adoptasen comportamientos rituales propios de los conquistadores en una etapa de afianzamiento del poder omeya en el valle del Ebro. El cementerio se utilizó al menos hasta principios del siglo XI y fue amortizado posiblemente en el transcurso de la primera mitad del siglo siguiente, una vez que la población musulmana desapareció de la nueva villa feudal, aunque, por ahora, no tenemos indicaciones precisas de este abandono.
Los resultados de las dataciones radiocarbónicas realizadas por el Laboratorio de Geocronología (Instituto de QuímicaFísica Rocasolano) del CSIC en Madrid, figuran en el cuadro adjunto (Programa de calibración: OxCal 3.10, curva INTCAL09, 2 sigma). De estas referencias se deduce un primer enterramiento (Tumba 2) fechado entre la segunda mitad del siglo VII y los tres primeros cuartos del siglo VIII, otro (Tumba 3) fechado en los siglos IX-X, y un tercero (Tumba 1) más centrado en el siglo X. Un fragmento cerámico hallado en el relleno de la Tumba 17 ayuda a completar los resultados de los análisis de C14. Este fragmento de panza de ataifor melado, con goterones de manganeso bajo cubierta, fue producido en el marco de una cronología que abarca desde el siglo X hasta el siglo XII.
Tabla 1. Resultados de las dataciones radiocarbónicas
Refer
CÓD. LAB.
Edad C-14 (años BP)
EDAD CALIBRADA (años cal. AD)
T.1
CSIC-2180
1072 ± 32
890–1020 (95,4%)
T.2
CSIC-2235
1286 ± 31
650–780 (95,4%)
T.3
CSIC-2234
1133 ± 28
860–990 (92,7%)
Figura 6. Resultados de la analítica radiocarbónica
5. RESULTADOS. ANTROPOLOGÍA En cuanto a los estudios antropológicos, se presentaron unos primeros resultados de la investigación en el coloquio “Demografía, paleopatología y desigualdad social” de Vitoria, organizado por la Universidad del País Vasco-EHU en 2014. Bajo el título “Paleopatología y marcadores de estrés en la población islámica medieval de Tauste (Zaragoza)”, el documento explica las patologías desarrolladas por los individuos y establece el tipo de actividad ocupacional de la población, diferenciada por sexos, sobre la base de los marcadores de estrés hallados en los restos óseos. Se ha publicado “Estudio de la paleodieta en la necrópolis islámica medieval de Tauste (Zaragoza) a partir de los isótopos del carbono y nitrógeno” en Macla nº 19, junio ’15, revista de la Sociedad Española de Mineralogía. Los estudios de isótopos estables en restos humanos permiten obtener información directa sobre aspectos de la dieta que de otra forma sólo se pueden deducir mediante evidencias indirectas al estudiar los restos materiales botánicos, de fauna, de industria o de otra índole. La sociedad musulmana medieval de Tauste muestra una alimentación basada en el consumo de plantas C3. Se observan diferencias en la alimentación según el sexo de los individuos.
437
Figura 7. PlanimetrĂa de las campaĂąas realizadas
438
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
439
Figura 8. Vista aérea de la campaña de 2012 Se encuentran en prensa un artículo sobre la paleodieta “Análisis de Elementos traza en esmalte dental y dentina mediante LA-ICP-MS en individuos de la necrópolis islámica medieval de Tauste (Zaragoza)” de I. Guede, L. A. Ortega, A. Alonso-Olazabal, M. Pina, F. J. Gutiérrez. El estado de conservación de los huesos es medio en los individuos adultos, si bien la acidez de la arcillas han afectado notablemente a los esqueletos infantiles, de tal modo que algunos se han encontrado desmaterializados en buena parte.
No existe un patrón fijo en la colocación de las extremidades. Los brazos aparecen tanto al lado del cuerpo como cruzados con las manos sobre la región púbica. El análisis antropológico de los restos ha sido llevado a cabo por Miriam Pina Pardos, directora del Observatorio Antropológico de la Necrópolis Islámica de Tauste, con la colaboración de Leyre Alconchel, Silvia Andrés, Marta San Millán y Vanessa Villalba. El estudio se ha basado fundamentalmente en la determinación de sexo, edad y estatura de los individuos, así como una valoración de los rasgos paleopatológicos y marcadores de estrés óseo. De los 44 enterramientos, se ha podido determinar sexo en 25 esqueletos (15 masculinos y 10 femeninos), mientras que la edad se ha determinado en 39 individuos, existiendo 27 adultos, 5 juveniles y 7 infantiles. Cabe observar la ausencia de datos en la segunda campaña de excavación en 2011, donde se hallaron cuatro tumbas, una de ellas vacía, y tres esqueletos cuya degradación imposibilitó un análisis antropológico, por lo que la muestra se limita a 40 individuos susceptibles de estudio.
Figura 9. Trepanación del esqueleto de la Tumba 11
440
Hallamos variabilidad en cuanto al carácter de los restos, existiendo hombres y mujeres de un amplio abanico de edades. Observamos mortalidad infantil y juvenil, pero también, en contraste, adultos seniles que llegaban hasta los 55-65 años.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica Durante el análisis paleopatológico se han hallado algunas lesiones discretas de gran interés, como una fractura de tibia y peroné y otra de cúbito, ambas consolidadas en vida, en sendos varones adultos (Tumba 1 y Tumba 42). Aunque el hallazgo individual más significativo ha sido una trepanación en un varón de 45 años, exhumado en la Tumba 11 (Figura 8). Se trata de una trepanación realizada por barrenado, posiblemente con fines quirúrgicos, y cuya presencia sorprende dada la época, ya que en la Edad Media este tipo de técnica ya no era tan habitual. El individuo sobrevivió a la trepanación, como demuestra la regeneración cortical y los bordes biselados del agujero. Más allá de los hallazgos individuales, el estudio paleopatológico revela la presencia de varios procesos en la mayoría de los individuos estudiados:
• Patologías orales e hipoplasia dental: Patologías
registradas a través de manifestaciones como caries, acumulación de sarro, retroceso alveolar y huellas de infecciones bucales. La presencia de estas enfermedades es superior al 70 por ciento en los restos exhumados y su incidencia se atribuye a la actividad masticatoria -y tal vez el desgaste debido a la utilización de las piezas dentales como herramientas- y la ausencia de una higiene dental apropiada en la época. Destaca asimismo la aparición de bandas hipoplásicas en el esmalte, tanto en adultos como en subadultos, expresión normalmente asociada a desequilibrios en el crecimiento. Durante el estudio radiográfico de la tumba 28, se estableció una correlación positiva entre la hipoplasia y la presencia de líneas de Harris en las tibias, que se habrían producido en dos episodios inmediatamente previos a la muerte, entre los 12 y los 14 años (de acuerdo con la herramienta desarrollada por Suter et al., 2008, y Papageorgopoulou et al., 2011).
• Artrosis: Es el proceso más destacado, común a todos
los individuos adultos a partir de los 30 años. Se detecta especialmente en cuerpos vertebrales y en articulaciones de cadera y manos. Estos signos aparecen proporcionalmente relacionados con el avance de la edad de los individuos y están comúnmente asociados a marcadores de estrés ocupacional.
• Marcadores de estrés en adultos: Constituyen cambios
operados por el estrés de la actividad física que deja su impronta en los huesos. En el estudio de la población islámica medieval de Tauste, se ha realizado una diferenciación de estos signos de estrés por sexos, en la que destaca fundamentalmente un mayor desarrollo en el miembro superior en varones frente a mujeres. La mayor incidencia se registra en actividades supinadoras del antebrazo. Además, también existe un registro destacado (casi la mitad) con marcada actividad del cuádriceps, y en menor medida de facetas de acuclillamiento. Por su parte, el sexo femenino presenta una alta concentración de marcadores entesopáticos en falanges, lo que indicaría una reiterada actividad
de flexión manual. Esto nos lleva a pensar en una organización del trabajo bien diferenciada por sexos. Las mujeres apenas se desplazarían y el suyo sería un trabajo fundamentalmente manual, mientras que los varones tendrían mayor carga laboral en lo que a la actividad física se refiere, habrían de realizar caminatas y cargar con pesos, además de realizar fuertes y prolongados movimientos de extensión y flexión de los brazos. Una de las claves para definir las actividades ocupacionales de una población es conocer su dieta. A través de ella, se podrían deducir el sistema de obtención de recursos alimentarios y las bases de su organización del trabajo. El estudio de paleodieta que se está realizando en colaboración con la Universidad del País Vasco-EHU ha concluido hasta el momento la presencia de una dieta rica en vegetales del tipo C3, es decir, la mayor parte de cereales y frutas. Se observa además una diferenciación de la alimentación por sexos, con una dieta más rica en proteínas animales para adultos varones en comparación con mujeres y varones jóvenes, de acuerdo con los resultados presentados en noviembre de 2015 en la reunión “Paleodiet meets paleopathology” de Santiago de Compostela. Dicho resultado se corresponde con la diferenciación del trabajo por sexos observada en el análisis antropológico: los varones adultos, al realizar mayor actividad física, requerirían mayor aporte de proteínas. La variabilidad de la dieta también sería indicativa de la estratificación de la población según el status social, de acuerdo con la UPV-EHU. En cuanto a la obtención de recursos, se estima una actividad agrícola basada en la utilización de pequeños regadíos aprovechando el agua del río Arba, así como posibilidades de ganado lanar.
6. LÍNEAS DE INVESTIGACIÓN Las líneas de investigación futuras serán:
• Análisis de la distribución espacial de la maqbara, de
su origen y desarrollo hasta el momento final de uso, asociándola a una zona de poblamiento concreta.
• Está pendiente comprobar el perímetro de la población andalusí y la distancia con la necrópolis.
• Nuevas excavaciones permitirán estudiar la posible
variedad tipológica de la necrópolis y establecer comparaciones con otras tanto de ámbito rural como urbano y comprobar si había diferencias entre ellas.
• Estudio conjunto de las estructuras de enterramiento y de los restos humanos vinculados con ellas, estableciendo las posibles relaciones entre tipologías y caracteres antropológicos determinados (sexo o edad fundamentalmente).
• Realización de un estudio de población para establecer sus características biométricas y patológicas.
441
7. CONCLUSIONES Las intervenciones llevadas a cabo en la maqbara de Tauste sirven para concluir de manera definitiva que en el solar actual de esta localidad hubo una población andalusí, cuyo recorrido temporal, fijado a través de sendos análisis de C-14, arranca al menos de la época de la conquista y concluye en la etapa taifa, cuando se produjo la ocupación cristiana. Las dimensiones de este cementerio sugieren que este núcleo no era pequeño, pero es pronto para llegar a conclusiones firmes. Los resultados del examen antropológico muestran rasgos previsibles, pero no por ello menos necesarios de comprobar: diferenciación de género en relación con el desgaste físico, problemas patológicos clásicos y pautas alimentarias con predominio de una dieta abundante en vegetales y más rica en proteínas animales para varones adultos. Finalmente, las excavaciones han sido patrocinadas por una institución cultural que, además de sus fondos propios, ha utilizado procedimientos novedosos como el crowfunding para sostener esta iniciativa arqueológica. La implicación de la sociedad taustana en esta actividad y la considerable difusión de los hallazgos en las redes sociales y los media aportan un valor añadido que creemos que merece la pena ser destacado.
AGRADECIMIENTOS Es evidente nuestro agradecimiento a todos los integrantes de la Asociación Cultural “El Patiaz” de Tauste, así como al ayuntamiento de la villa.
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NOTAS ACLARATORIAS 1
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442
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
44. LA EVOLUCIÓN URBANÍSTICA EN EL ENTORNO DE LA IGLESIA SAN PEDRO DE TERUEL Antonio Hernández Pardos, Jesús G. Franco Calvo1 1
Acrótera-Gestión del Patrimonio
Antonio Hernández Pardos, arqueoantonio@acrotera.net
RESUMEN La investigación del urbanismo antiguo en los cascos urbanos históricos siempre se ha enfrentado a una excesiva parcelación y sobre todo a la afección provocada por el continuo proceso constructivo. Solamente aquellos casos de grandes viales o terrenos vacíos permiten reconocer una porción del parcelario suficientemente interesante. Éste es el caso del área contigua a la iglesia de San Pedro de Teruel, formada por el patio-jardín, el actual Espacio Amantes y la trasera de la capilla. Documentada entre 2004 y 2014 en diversas intervenciones, constituye un área arqueológica de gran importancia. La escasa afección sufrida durante época moderna y contemporánea ha permitido que se conservara casi intacto un considerable conjunto de estructuras arqueológicas que abarcan desde el siglo XIV al XX. Las evidencias más antiguas corresponden al cementerio de la propia iglesia –situado bajo el mausoleo de los Amantes-, cuya primera fase se vincula con el primitivo templo, y del que hemos recuperado una estela discoidea. A partir del siglo XIV se levantan varias viviendas de grandes dimensiones entre la iglesia y la actual calle B. Esteban, alguna de las cuales quizás perteneció a familia Sánchez Muñoz, la cual financió la construcción del actual claustro situado entre las viviendas y el templo, a partir de 1383. Hacia mediados del siglo XVI, el trazado del nuevo acueducto o traída de aguas a Teruel se levanta bordeando el sur de la iglesia, conservándose en esta área un extraordinario tramo intacto de 30 m, dotado de cubierta abovedada. En paralelo, y sobre las ruinas de las antiguas casas, se instala un taller de vidrio, atestiguado por los cinco pequeños hornos de frita hallados. A partir del siglo XVII, el solar con las antiguas viviendas se destina a cementerio, y el antiguo cementerio se transforma en capilla –futuro mausoleo de los Amantes-, y vivienda con lagar. La arqueología preventiva, vinculada con proyectos de restauración, permite no solo documentar sino analizar la evolución de una porción del tejido urbano de la ciudad de Teruel en su período más exitoso, entre los siglos XIII y XVI, vinculado, además, con alguno de sus protagonistas: el linaje de los Sánchez Muñoz, la parroquia de San Pedro, la Traída de aguas y los Amantes de Teruel. PALABRAS CLAVE: Urbanismo; Bajomedieval; Teruel; Hornos; Acueducto; Moderno.
ABSTRACT The environment of the church of San Pedro de Teruel, documented between 2004 and 2014 thanks to several proceedings, is an archaeological area of great importance in the town of Teruel. The most ancient remains correspond to its own cemetery -located under the Mausoleo de los Amantes-. Where, from the 14th century A. D., several homes have beenn built, perhaps some of them could belong to the Muñoz Sanchez family, who financed the construction of the present church cloister from 1383. Around the middle of the 16th century, the new Aqueduct of Teruel was built. On the ruins of some old houses, a glass workshop is with five small furnaces was installed there. From the 17th century, the old cemetery has became a winery. Preventive archeology, linked with some restoration projects, allows to know the urban development of the town of Teruel in its most successful period: between the 13th and 16th centuries A.D. KEYWORDS: Urbanism; Late Middle Ages; Teruel; Ovens; Aqueduct; Modern.
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1. INTRODUCCIÓN La investigación del urbanismo en los cascos urbanos históricos siempre se ha enfrentado a una excesiva parcelación y, sobre todo, a la afección provocada por el continuo proceso constructivo. Solamente aquellos casos de grandes viales o terrenos vacíos permiten reconocer una porción del parcelario suficientemente interesante, como ha ocurrido recientemente en Zaragoza, con la excavación arqueológica realizada en el Paseo Independencia. En el caso de Teruel, se han realizado intervenciones arqueológicas en grandes superficies como la plaza de San Juan, la plaza de la Judería y los solares de La Nevera y Bajo Los Arcos. Éste también es el caso del área contigua a la iglesia de San Pedro de Teruel, formada por el patio-jardín, el claustro y el actual Espacio Amantes (Fig. 1). Documentada entre 2004 y 2014 en diversas intervenciones, constituye un área arqueológica de gran importancia. La escasa afección sufrida durante época moderna y contemporánea ha permitido que se conservara un considerable conjunto de estructuras arqueológicas que abarcan desde el siglo XIV al XVIII. Con anterioridad, desde el Museo de Teruel se habían realizado varios sondeos en el patio que permitieron reconocer la potencialidad arqueológica del espacio (Escriche, 1991).
Tabla 1. Intervenciones arqueológicas recogidas en este estudio Sondeos en el patio-cementerio de la iglesia
1988
Obras de restauración del Mausoleo de los Amantes y solar anexo
2004
Excavación del patio-cementerio de la iglesia
2006
Obras de restauración del Claustro de la iglesia
2007
Excavación del patio-cementerio de la iglesia, esquina c/ Esteban y c/ Caracol
2013
Obras de acondicionamiento del patio como jardín
2014
La iglesia de San Pedro se encuentra situada en un emplazamiento privilegiado dentro del casco urbano del Teruel bajomedieval, entre el barrio de la judería (en el entorno de la actual plaza homónima) y la plaza del mercado (actual plaza del Torico) (Fig. 2), espacios en los que también hemos llevado a cabo intervenciones arqueológicas con interesantes resultados (Hernández y Arévalo 2004; Hernández y Franco 2007).
Figura 2. La iglesia de San Pedro situada entre la plaza del Torico (a la izquierda) y la plaza de la Judería (a la derecha) Figura 1. Ubicación del entorno de la iglesia de san Pedro de Teruel
2. OBJETIVOS La celebración del CAPA es una oportunidad para revisar los resultados obtenidos y presentar una visión de conjunto, a pesar de que realizarse en varias intervenciones. La aplicación de la metodología estratigráfica, tanto en la documentación como en la propia excavación, facilita incorporar las diversas secuencias.
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3. RESULTADOS Las evidencias más antiguas corresponden al cementerio de la propia iglesia –situado bajo el mausoleo de los Amantes-, cuya primera fase se vincula con el primitivo templo, y del que hemos recuperado una estela discoidea. A partir del siglo XIV se levantan varias viviendas de grandes dimensiones entre la iglesia y la actual calle B. Esteban, alguna de las cuales quizás perteneció a familia Sánchez Muñoz, la cual financió la construcción del actual claustro situado entre las viviendas y el templo, a partir de 1383. Hacia mediados
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica del siglo XVI, el trazado del nuevo acueducto o traída de aguas a Teruel se levanta bordeando el sur de la iglesia, conservándose en esta área un extraordinario tramo intacto de 35 m, dotado de cubierta abovedada. En paralelo, y sobre las ruinas de las antiguas casas, se instala un taller de vidrio, atestiguado por los cinco pequeños hornos de frita hallados. A partir del siglo XVII, el solar con las antiguas viviendas se destina a cementerio, y el antiguo cementerio se transforma en capilla –futuro mausoleo de los Amantes-, y vivienda con lagar.
3.1. Cementerio de la iglesia, siglos XIII-XIV Los restos arqueológicos más antiguos documentados en todo el entorno a la iglesia de San Pedro corresponden a un área funeraria vinculada a la propia iglesia, situada en la superficie ocupada posteriormente por el mausoleo de los Amantes y la antigua escalinata de acceso (Fig. 3) (Franco y Hernández 2004, 2006). Es muy probable que la superficie dedicada a este uso llegara a ser mayor, pero las afecciones posteriores han recortado el terreno hasta la parte conservado.
Como es habitual en los cementerios urbanos históricos, se da una llamativa superposición de enterramientos, lo que indica que el terreno con el que se contaba era reducido. A pesar de la acumulación de tumbas, se pudieron diferenciar cuatro fases, en la cual la más antigua corresponde a inhumaciones en simples fosas (Fig. 4). Desde el punto de visto cronológico, hay que destacar que la etapa más antigua de este cementerio, es anterior al actual edificio de la iglesia, cuya construcción se sitúa entre finales del siglo XIII y el primer cuarto del XIV. Por ello, se puede vincular este primer cementerio con la primitiva parroquia. Si bien ninguno de los enterramientos localizados conservaba cubierta ni túmulo, contamos con un magnífico ejemplar de estela discoidea, pieza recuperada descontextualizada en el claustro de la iglesia durante los trabajos de restauración realizados en 2007. Las características de la estela y sus gravados –una cruz tapada y las llaves de San Pedro- permiten fecharla hacia los siglos XII-XIII (Fig. 5) (Hernández y Franco 2007). En todo caso, esta estela constituye un extraordinario testimonio material de la primera etapa en la vida de la ciudad de Teruel, creada ex novo a partir de 1170.
Figura 3. Enterramientos bajomedievales localizados en el interior del Mausoleo de los Amantes.
Figura 4. Planta multifase con los enterramientos bajomedievales localizados en el área del Mausoleo de los Amantes.
Figura 5. Estela discoidea de San Pedro de Teruel.
445 445
3.2. Gran vivienda, siglos XIV-XV Mientras que el espacio situado a los pies de la iglesia se destina a cementerio, la franja de terreno que se extiende hacia el sur, entre el templo y la actual calle B. Esteban, es ocupada durante siglo y medio por edificaciones de carácter privado, puestas al descubierto durante la excavación realizada en 2006 y 2013 (Hernández y Franco, 2006, 2011, 2013). Se trata de dos edificaciones de planta rectangular alargada que probablemente formarían parte de una misma vivienda de grandes dimensiones, que alcanzaría una superficie en solar de 330 m2 aproximadamente. Con una planta cuadrada, subdividida en crujías longitudinales, se pudieron localizar un total de 10 estancias, que en algunos casos se han podido identificar como el pasillo de acceso, el establo, el zaguán, una gran sala o almacén, la bodega y el lagar de vino (Fig. 6).
Figura 7. Vista aérea de la vivienda desde el sur está realizada con tabiques de yeso, rematados por vigas de madera del que se conserva perfectamente su impronta. Esta vivienda también contaba, en la planta baja, con dos grandes espacios de trabajo y almacenamiento, situados en la parte trasera de la finca (Fig. 8). En el primer caso, la estancia 2 cuenta con una serie de estructuras de fábrica como depósitos, puntos de decantación y estructuras de transporte. Todos estos elementos constructivos indican que la estancia sirvió para la elaboración de alguna bebida,
Figura 6. Planta arqueológica de la vivienda bajomedieval La técnica constructiva utilizada en todos estos espacios es similar: argamasa de yeso con mampuestos. Las fábricas más antiguas están construidas mediante mampostería irregular con argamasa de yeso, que son sustituidas por potentes lienzos en tapial de yeso encofrado. El substrato rocoso, formado por estratos de grava y arcilla, se encuentra recortado en todo el sector, adaptado a la disposición en terrazas de los edificios. Las técnicas constructivas documentadas en la vivienda –muros de yeso y mampuesto, pavimentos de yeso y tierra pisada, arcos fajones en los muros de la bodega, etc.son utilizadas a lo largo de toda la Baja Edad Media en la ciudad de Teruel, sin que puedan aportar mayor concreción cronológica. En paralelo al pasillo de entrada, y en su lado izquierdo se sitúa de las caballerizas (Fig. 7). El muro occidental está recorrido por una gran bancada adosada y ocupada por diversos compartimentos, identificada con un pesebre de grandes dimensiones, que cuenta en su mitad norte con seis comederos individuales, mientras que su mitad sur está ocupada por un solo comedero. La subdivisión interna
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Figura 8. Vista aérea de la vivienda desde el norte
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica probablemente vino. A este respecto, debemos recordar que durante los siglos XIV y XV se llevó a cabo una gran expansión del cultivo de la vid en la vega turolense, lo que se tuvo que traducir en un aumento de las instalaciones de lagares y bodegas en el casco urbano. En el segundo caso, el espacio 1 sirvió como bodega. Se trata de un espacio de carácter subterráneo, situándose el nivel de suelo de la estancia a 4 m de profundidad, aproximadamente. De la cubierta no se ha conservado ningún resto constructivo de la misma. Cada uno de sus cuatro muros perimetrales presenta dos arcos fajones de medio punto, llegando a constituir en algún caso verdaderos nichos, debido a su profundidad que alcanzan al haberse excavado el substrato rocoso. Con este sistema constructivo se consigue aumentar la superficie útil, no sólo por el espacio ganado dentro del arco-bóveda, sino al permitir abrir nichos u oquedades en cada arco. Durante la intervención arqueológica vinculada con el acondicionamiento del patio como jardín, llevada a cabo en 2014, se ha producido el hallazgo de un gran espacio contiguo a la gran vivienda por su lado oeste. Corresponde a una estancia de planta rectangular de 40 m2 de superficie delimitada por potentes medianeras. La falta de accesos hacia la gran vivienda hace pensar que formaría parte de otra unidad urbanística. Gracias a los voluminosos niveles de escombro que tapaban las ruinas y al marcado desnivel del terreno, estas estructuras arqueológicas bajomedievales han conservado un alzado de hasta 3 m de altura (Fig. 9).
Si bien los restos constructivos no aportan referencias cronológicas ajustadas, en cambio es el material mueble recuperado en la excavación el que permite determinar el período de uso de la vivienda, el cual parece iniciarse durante la primera mitad del siglo XIV. El límite superior está formado por el proceso de destrucción y amortización de las viviendas. Las producciones cerámicas más tardías recuperadas en los niveles de escombro se fechan en la segunda mitad del siglo XV.
3.3. Claustro de la iglesia, finales del siglo XIV En el caso de la construcción del claustro de la iglesia de San Pedro, es la documentación escrita la que permite situar perfectamente su construcción. Así, es en el último tercio del siglo XIV cuando se lleva cabo su edificación por encargo y financiación del acaudalado caballero turolense Francisco Sánchez Muñoz, según se desprende del testamento otorgado y fechado el 21 de abril de 1383 (Muñoz 2000). Según el documento, Francisco Muñoz –perteneciente a uno de los mas poderosos linajes de la caballería turolensedejaba encargado fundar una capellanía en la iglesia de San Pedro con capilla familiar para poder enterrar hasta cinco generaciones más en el altar mayor de aquella. Además, se comprometía a financiar un nuevo retablo para el altar mayor de este templo. Por otro lado, manda construir un claustro para poder acceder directamente desde su casa hasta la iglesia, asumiendo la entrega de 100 almodines de aljez o yeso, así como 4.000 solidos jaqueses en cuatro anualidades, para sufragar los gastos de dicha obra. El resultado de este contrato testamentario parece corresponder al claustro gótico-mudéjar, ejemplo único en la arquitectura aragonesa, y que fue restaurado en 2007 (Fig. 10).
Figura 10. Vista del pórtico del claustro
Figura 9. Alzado del espacio contiguo a la gran vivienda
Originalmente, el suelo del claustro estuvo situado a una mayor cota que en la actualidad, y estaba dotado de un aljibe situado en la parte central del patio, del cual tan solo se conservan los restos constructivos del pavimento y cimentación de los muros (Fig. 11) (Hernández y Franco, 2007). Se trata de una construcción de planta cuadrada de 9 m2 de superficie interior, elaborada mediante encofrado de
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vivienda hubiera pertenecido al caballero Muñoz, al igual que el terreno para levantar el claustro. Según recoge el contrato testamentario, desde las casas de aquél se accedería directamente al claustro, y desde aquí a la iglesia.
3.4. La traída de aguas de Teruel, siglo XVI
Figura 11. Restos documentados del aljibe del claustro. calicanto y una cara interior de ladrillo. Contaba también con un pavimento enladrillado dispuesto en espiga. Durante la reforma del claustro llevada a cabo a inicios del siglo XX, se procedió a rebajar en 1 m. la cota de su suelo, lo que supuso la demolición de la mayor parte de la fábrica del antiguo aljibe. Por un lado, la excavación arqueológica ha permitido reconocer que las viviendas y el claustro responden al mismo esquema urbanístico, con parcelas bien definidas. A lo largo de un siglo, convivieron ambas edificaciones. Por el otro, el testamento aludido plantea la posibilidad de que la gran
Figura 12. Exterior de la mina del Acueducto de Teruel conservado en el patio de san Pedro de Teruel
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A lo largo del siglo XVI, la ciudad de Teruel va a ser testigo de la construcción de una nueva infraestructura pública, un acueducto destinado a asegurar su abastecimiento de agua desde el manantial de la Piedra del Macho, situado en sus cercanías. Encargado el proyecto de la obra al ingeniero francés Pierre Vedel, los trabajos se iniciaron en 1537 y alcanzaron la muralla en 1558. Sin embargo, hasta 1583 parece que no se puso en servicio en su totalidad, según se recoge en la descripción de la obra, la visita a las fuentes, arcas, secretos y primores de la fábrica de la fuente (Navarro 1951) Según el documento, el acueducto a traviesa la abadía de San Pedro, que se situaría contigua al campanario de la iglesia, es decir, sobre el cementerio bajomedieval al que hemos aludido antes. Y lo hace a través de una mina, término que alude a una galería con cubierta por la que se puede circular con facilidad. Después continúa cruzando el fosal de San Pedro y atravesando la calle. Las diversas intervenciones arqueológicas realizadas permitieron descubrir una potente canalización dotada de cubierta de enorme envergadura (Fig. 12), y que muy
Figura 13. Interior del arbellón del Acueducto de Teruel
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica probablemente corresponde a esta infraestructura (Hernández y Franco, 2006, 2007, 2011). En 2006 se descubrió un primer tramo situado en el extremo meridional del patio, ampliándose el trazado en 2007 a otro subtramo que recorre la trasera de la capilla del claustro, y finalmente en 2014 se ha limpiado su interior. El primer tramo recorre un terreno situado en la trasera del claustro, y ha perdido buena parte de la cubierta. Una vez recorrido la trasera del claustro, la estructura hace un giro con orientación NO/SE hasta la calle B. Esteban. Este segundo tramo está en perfecto estado de conservación. La longitud conservada total es de 35 m, siendo posible recorrer todo su interior sin interrupción. La estructura está formada por una galería con paredes de mampostería y bóveda de medio cañón encofrada (Fig. 13). El suelo interior está formado por una capa de argamasa de cal, debajo del cual aparece una solera de argamasa de cal, arena y piedra atravesada por una conducción formada por arcaduces cerámicos, el canal de agua propiamente dicho. A tenor de los restos arqueológicos descubiertos, y de las referencias documentales recogidas, es muy probable que la canalización corresponda con un tramo del acueducto de Teruel Los terrenos contiguos al claustro de la iglesia, que hasta finales del siglo XV habían sido ocupados por viviendas, ahora se van a destinar a otros usos, como el funerario, lo que facilitaría la construcción del acueducto. Esta circunstancia debió exigir levantar un arbellón para facilitar los trabajos de mantenimiento, a diferencia de los tramos de canal que recorren las calles, cuyo cuidado sería más sencillo. Una vez levantada la galería del acueducto, se procedió a arrojar un gran volumen de escombros y tierra hasta cubrirla por completo.
3.5. Hornos de vidrio, siglos XVI-XVII Sobre los escombros de las casas bajomedievales contiguas al claustro de la iglesia de San Pedro, a partir del siglo XVI se desarrolla una instalación artesanal, reconocible a partir de los restos de varios hornos hallados durante las excavaciones arqueológicas realizadas en el patio (Hernández y Franco, 2006, 2011, 2013). De las cinco pequeñas estructuras de cocción, tres se levantaron sobre el antiguo espacio 2 o lagar de vino de la gran vivienda (Fig. 14). Todos los casos muestran las mismas características: hornos de planta circular y sección semiesférica, con una sola cámara. Están construidos en adobe y barro, y su diámetro no supera 1 m. No presentan boca de alimentación, aunque sus paredes están perforadas por cinco o seis orificios a nivel de suelo, destinados a la oxigenación interior para facilitar la combustión. Ejemplares idénticos han sido hallados en Italia e identificados como hornos de elaboración de vidrio, guardando estas estructuras arqueológicas gran similitud con los gravados del siglo XVI que aluden a la artesanía vidriera (Stifianni 1999).
Figura 14. Restos de hornos de vidrio conservados en el patio de san Pedro de Teruel
3.6. Lagar de vino, siglos XVII-XVIII La construcción del trazado del Acueducto durante la segunda mitad del siglo XVI pone en evidencia la importante transformación urbanística que fue llevada a cabo en los terrenos contiguos a la parroquia de San Pedro, los cuales cambiaron radicalmente su uso. Así, los solares antes ocupados por viviendas fueron destinados a uso funerario, acogiendo el nuevo cementerio parroquial, probablemente porque el primitivo ya no disponía de superficie libre. En cambio, el cementerio bajomedieval fue abandonado y amortizado por la Abadía de San Pedro, según se recoge de las fuentes escritas, ámbito al que hay que vincular la una capilla con estancias anejas, que posteriormente acabaría acogiendo a las momias de Los Amantes. Una franja terreno contigua al propio Mausoleo -ocupado actualmente por el Espacio Amantes, albergó durante los siglos XVII y XVIII un lagar, instalación artesanal destinada a la elaboración de vino (Franco y Hernández 2004, 2006). Si bien la mayor parte de los alzados de las estructuras habían desaparecido, se conservaban en buen estado de conservación dos elementos situados a cota bajo suelo y que resultan fundamentales en este tipo de instalaciones: la pila del lagar y el apoyo de la piedra de viga.
Figura 15. Restos del depósito de vino
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La pila o depósito para el vino está formado por un espacio de planta rectangular de 12 m2 compartimentado en dos estancias interconectadas, y dotadas de pequeñas pocetas para la decantación de líquidos (Fig. 15). Construido mediante argamasa de yeso, estuvo dotado de una cubierta abovedada. El prensado de la uva se realizaría mediante el sistema de viga, de cuyo complejo montaje solamente se ha conservado el hueco para ubicar la piedra lagar o de la viga, que hace de contrapeso a la viga, la cual quedaba unida por un pasador al husillo o tornillo de madera (Fig. 16). El husillo está atravesado por el andador o palo largo que lo hace girar y poner en funcionamiento toda la prensa.
5. CONCLUSIONES No podía faltar en un congreso dedicado al patrimonio cultural aragonés la presencia de la ciudad Teruel, teniendo en cuenta las numerosas intervenciones que se han llevado a cabo durante los últimos años. Además, una ciudad que vive tan pendiente de dos elementos patrimoniales de época medieval, como el arte mudéjar y el sepulcro de los Amantes, encuentra en la iglesia de san Pedro la confluencia de ambos. A la vista de los resultados arqueológicos obtenidos durante estos años en el entorno de la iglesia de San Pedro, resulta sencillo comprobar el extraordinario interés que tienen los restos hallados. A pesar de las deficiencias que vienen caracterizando la arqueología urbana en Aragón, en algunas ocasiones las condiciones materiales y personales en que se ejercen permiten obtener una documentación técnica rigurosa y unos resultados magníficos. El análisis de esta cultura material puede aportar un mejor conocimiento de la realidad histórica a la que pertenecen estos restos, gracias a los cuales podemos acercarnos a la vida cotidiana turolense durante el medioevo y posteriormente.
AGRADECIMIENTOS
Figura 16. Restos del hueco para la piedra lagar Durante el siglo XVIII se llevan a cabo diversas obras en todo el entorno de la iglesia, entre las que sobresale la construcción de varias capillas anexas al templo, y que se levantan en los terrenos contiguos. Así, al oeste del claustro se va a edificar la capilla de la Virgen Inmaculada, y otra contigua, que con el tiempo acabará albergando el actual mausoleo de Los Amantes. Al sur del claustro, se edifica otra capilla, donde estuvieron expuestos durante un tiempo los celebérrimos esqueletos, mientras que en los andadores del claustro se excavan varias criptas subterráneas de carácter funerarias. A partir del siglo XIX, el lagar será sustituido por una vivienda, que acabará enmarcando la capilla que alberga a Los Amantes, y el nuevo cementerio parroquial situado en el patio se cerrará y acabará siendo arrasado en fechas desconocidas.
Queremos agradecer a la Fundación Amantes de Teruel, y en particular a su gerente, Rosa López Juderías, por haber confiado en nosotros para dirigir las intervenciones arqueológicas desarrolladas a lo largo de estos años en todo el entorno de la iglesia de San Pedro de Teruel, así como al arquitecto José María Sanz Zaragoza, director facultativo de las obras de recuperación de estos espacios. También queremos reconocer (A.H.P.) a Julián Ortega Ortega sus sugerencias bibliográficas, especialmente en el apartado de los hornos de vidrio. Por último, agradecemos a los organizadores de este I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés su exitosa iniciativa y buen desarrollo.
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Tecniche,
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
45. PROPUESTA DE UBICACIÓN DEL HISN DE QADRIT EN EL YACIMIENTO DE LA ATALAYA (CADRETE, ZARAGOZA) Francisco Javier Ruiz Ruiz1, Víctor E. M. Maturén2 1 2
Arqueóloga profesional Arqueólogo profesional
Francisco Javier Ruiz Ruiz, jrrcadix@hotmail.com
RESUMEN El califa Abdarrahman III partió en mayo del año 935 desde Córdoba contra el señor tuyibí de Saraqusta (Zaragoza), Muhammad b. Hasim, poniendo sitio a la ciudad. Según narran las fuentes históricas, Abdarrahman III levantó un gran campamento fortificado frente a Zaragoza, en un lugar llamado al-Jazira, y construyó diversas fortificaciones para hostigar a los rebeldes zaragozanos y completar el cerco militar, entre ellas la fortaleza de Mr.yt / Marnit. Juan Antonio Souto identificó este topónimo como Qadrit, por lo que desde ese momento el hisn de Qadrit se ha ubicado en el conocido castillo de Cadrete. Sin embargo, apenas a 600 metros de distancia al nordeste del castillo de Cadrete, se halla un importante yacimiento de cronología islámica, La Atalaya, que ocupa aproximadamente 2.25 hectáreas y que hasta el momento ha pasado desapercibido para la historiografía. El enclave arqueológico responde a un asentamiento fortificado, que parece fundarse hacia mediados del siglo X y que será abandonado en el momento de la conquista de cristiana Saraqusta en el año 1118 o muy poco tiempo después. PALABRAS CLAVE: Arqueología andalusí; Cerámica andalusí; Castellología; Hisn de Qadrit; Califato Omeya de Córdoba; Taifa de Zaragoza.
ABSTRACT The Caliph Abd-ar-Rahman III left Cordoba in May 935 in order to fight Muhammad b. Hasim, the tuyibi lord of Saraqusta (Zaragoza) and besiaged it. According to the historiographical sources, Abd-ar-Rahman set up a large fortified camp opposite Zaragoza, in a place called al-Jazira and, to harass the Saraqusti rebels and complete the military siege, he also built several fortifications, amongst them, the Mr.yt / Marnit fortification. Juan Antonio Souto identified the name of the previously mentioned place as Qadrit, thus scholars, since that moment, have located the Qadrit hisn on the same place where the renowned Castle of Cadrete lies today. However, just about 600 meters northeastwards from the Castle of Cadrete, another important Islamic archeological site, named La Atalaya, lies too. This settlement covers over 9 acres and has remained unnoticed to the historiographical research up to now. This archeological site corresponds to a fortified settlement, apparently founded around the middle of the 10th Century, and definitely abandoned when, or soon after the Christians conquered Saraqusta. KEYWORDS: Al-Andalus archaeology; Al-Andalus pottery; Castellology; Qadrit hisn; Umayyad Caliphate of Cordoba; Taifa Kingdom of Saragossa.
1. INTRODUCCIÓN Durante los meses de noviembre y diciembre del año 2002 realizamos una prospección arqueológica del yacimiento de La Atalaya (Cadrete, Zaragoza), que era inédito y no figuraba en la Carta Arqueológica de Aragón (Burillo, 1992). La prospección nos permitió documentar diversos restos estructurales visibles en la cima del cerro y constatar la abundante presencia de materiales arqueológicos, fundamentalmente cerámicos, en la cima, la ladera nordeste y, sobre todo, en la ladera sudeste. También pudimos
comprobar como parte del yacimiento había sido destruido por obras de aterrazamiento con maquinaria pesada. En el presente artículo nos centraremos en describir los resultados de esta intervención arqueológica. También esbozaremos las hipótesis con las que trabajamos en el estudio de este importante yacimiento andalusí, proponiendo la ubicación en el mismo del hisn de Qadrit. Todo este estudio, comenzado en el año 2002, se ha realizado sin ningún tipo de financiación o apoyo económico por parte de las distintas administraciones o de las tradicionales instituciones académicas1.
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2. CONTEXTO HISTÓRICO En el marco de sus campañas militares para controlar sus amplios dominios peninsulares, el califa Abdarrahman III partió en mayo del año 935 desde Córdoba contra el señor tuyibí de Saraqusta (Zaragoza), Muhammad b. Hasim. Tras tomar diversas plazas de la Marca Superior, puso sitio a Saraqusta, que se defendió dentro de sus sólidas murallas hasta que fue finalmente tomada tras una nueva campaña militar en el año 937 (Souto, 1989). Según narran los cronistas Ibn Hayyan y Al-Udri, Abdarrahman III levantó un gran campamento fortificado frente a Zaragoza, en un lugar llamado al-Jazira, y construyó diversas fortificaciones para hostigar a los rebeldes zaragozanos y completar el cerco militar, entre ellas la fortaleza de Mr.yt o Marnit, según la grafía que aparece en el texto de uno u otro cronista. El califa estuvo en Mr.yt / Marnit entre los días 9-12 de octubre del año 935, inspeccionando las tropas y allí dejó al caíd Ahmad b. Ishaq al-Qurasi con la mitad de su ejército para que continuara el asedio de Saraqusta. El 15 de octubre pasó nuevamente Abdarrahman III por la fortaleza, antes de iniciar su viaje de vuelta a Córdoba. Ibn Hayyan (988-1076) se refiere a esta fortaleza de Mr.yt como un hisn (Souto, 1992: 126), es decir, no sólo un simple castillo defensivo, pues este término hace referencia a una institución de carácter jurisdiccional con funciones militares, administrativas y tributarias que suele ejercerse desde una fortificación asociada a una población de cierta entidad y que de esta manera controla el territorio circundante (Azuar, 1984: 41). El arabista Juan Antonio Souto (1984: 13-16), mediante una corrección de la grafía Mr.yt / Marnit, identificó este topónimo como Qadrit y por lo tanto con Cadrete. Desde ese momento el hisn de Qadrit se ha ubicado en el conocido castillo de Cadrete, recientemente restaurado y que desde su promontorio domina la actual población de Cadrete. En este sentido, ya anteriormente Cristóbal Guitart (1976: 72) había señalado, al referirse al castillo de Cadrete, que “es difícil averiguar si es anterior o posterior a la reconquista, por causa de la continuidad de las técnicas constructivas, pero su aspecto y espíritu es musulmán”.
Cadret está documentado por primera vez en el año 1135 y la primera mención de las fuentes cristianas al castillo de Cadrete data de 1213, cuando el rey Pedro II saldó sus deudas con Pedro de Navascués cediéndole la villa y castillo (Giménez, 2015: 27-29). En 1287 el rey Alfonso III donó la villa y el castillo de Cadrete a Juan Zapata, comenzando un siglo de señorío de la familia Zapata. A finales del siglo XIV el cercano monasterio de Santa María de Santa Fe se hizo con el señorío de Cadrete y con su castillo (Giménez, 2015: 32-43).
3. EL YACIMIENTO DE LA ATALAYA (CADRETE) La localidad de Cadrete se halla situada a una decena de kilómetros al suroeste de Zaragoza y se asienta al pie del escarpe rocoso en la margen derecha del río Huerva. En este tramo el valle del Huerva presenta un fuerte escarpe de entre 80 y 100 metros de altura en su margen derecha, que cuenta con una densa red de barrancos, y pendientes mucho más suaves en la margen izquierda con amplias vales o valles de fondo plano. El yacimiento arqueológico de La Atalaya se ubica a unos 400 metros al nordeste de Cadrete (fig. 1), concretamente en las coordenadas UTM 30 ETRS89: X 0670585; Y 4602796.
Figura 1. Plano de ubicación del yacimiento de La Atalaya.
Indudablemente debido a su proximidad geográfica a Saraqusta (Zaragoza), capital de la nueva taifa independiente desde el año 1018, el hisn de Qadrit reforzará su valor estratégico en el siglo XI, al formar parte del sistema defensivo de la misma, controlando la entrada sur a la madina por el valle del Huerva. Por ello tuvo que ser conquistado durante el cerco puesto a Saraqusta por Alfonso I el Batallador o inmediatamente después de la capitulación de la ciudad en diciembre del año 1118. A pesar de la llegada de algunos nuevos pobladores cristianos, el valle del Huerva siguió siendo habitado mayoritariamente por moriscos, hasta su expulsión en 1610. El topónimo
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Figura 2. Vista aérea y delimitación del yacimiento de La Atalaya.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
Durante la prospección arqueológica, pudimos determinar que el yacimiento tiene extensión ligeramente superior a 2.25 hectáreas, según el área de dispersión de materiales arqueológicos (fig. 2). El cerro se encuentra bastante erosionado, lo que ha motivado el afloramiento de cuantioso material arqueológico, sobre todo en las laderas, y de diversas estructuras arqueológicas en la cima. También pudimos comprobar como con anterioridad al año 2002 parte del yacimiento, el extremo sudoeste de la cresta, había sido destruido por obras de aterrazamiento (fig. 2). El enclave arqueológico responde a un asentamiento fortificado cuyo castillo ocupó la plataforma amesetada (92 x 20 metros) situada en la parte superior del cerro, de aproximadamente 1800 m2 de extensión, donde se documentaron varios restos estructurales pertenecientes al recinto fortificado (fig. 3). Muy probablemente el caserío debió extenderse por la ladera sudeste, donde se recogió el 77 % del material arqueológico, y por la zona sudoeste, hoy destruida. Esta población podría haber ocupado aproximadamente 1 ha del total del yacimiento. Como ya se ha señalado, durante la intervención arqueológica se documentaron diversos restos estructurales en la cima del cerro, todos ellos edificados en tapial con idénticas características constructivas. Se trata de un tapial de yeso elaborado mediante la técnica del encofrado (fig. 4), que utiliza fragmentos y bloques de piedra de yeso en su masa interior, mientras que al exterior se observa un enlucido más fino.
Figura 3. Planta del castillo del yacimiento de La Atalaya.
Figura 4. Detalle de un muro de tapial.
El yacimiento se localiza sobre un cerro de 389 metros de altura, que se sitúa sobre el escarpe de la margen derecha del río Huerva, formado por sedimentos yesíferos y margas. El montículo presenta pendientes muy acusadas, especialmente en la ladera noroeste orientada hacia la llanura de inundación del río Huerva, y al este queda delimitado por una típica val de fondo plano, que desemboca en el barranco de las Almunias.
Hasta el momento hemos podido identificar dos torres defensivos pertenecientes al recinto fortificado y una serie de depósitos de grano. Como es natural muchos de los elementos estructurales se han documentado de manera muy fragmentaria, por lo que no podrán ser interpretados correctamente hasta que se lleve a cabo una excavación arqueológica.
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En el extremo sudoeste se conservan los restos, muy erosionados, del basamento macizo de una torre de planta ligeramente rectangular y de considerables dimensiones (8 x 7.5 m), que fue construida en tapial con piedras de yeso (figs. 3 y 5).
anchura y donde son visibles nuevos elementos defensivos, fundamentalmente una estructura cuadrangular de 2.30 m de lado que podría corresponder a una torre hueca (fig. 3). Como veremos a continuación, la cerámica recogida en superficie nos permite establecer una primera aproximación a la cronología del asentamiento, que parece fundarse al menos hacia mediados del siglo X, alcanzando su momento de mayor esplendor en el siglo XI, período en el cual reforzará su valor estratégico al formar parte de la línea de defensa de Saraqusta, la capital de la taifa. El momento de abandono puede fecharse en el año 1118, durante el asedio a Saraqusta por Alfonso I el Batallador o, en todo caso, muy poco tiempo después.
4. MATERIALES ARQUEOLÓGICOS DEL YACIMIENTO DE LA ATALAYA
Figura 5. Vista de la torre desde la zona destruida del yacimiento. A los pies de esta torre se localizan una serie de depósitos de grano con unas dimensiones de 1 x 1.25 m y construidos con suelos y paredes revocados con una fina argamasa de yeso (fig. 6). Estos depósitos conforman una estructura de mayor entidad, correspondiente a un granero de 11 metros de longitud por al menos 3.75 m de anchura (fig. 3), el cual sólo se conserva parcialmente2. En el extremo nordeste del cerro se sitúa una plataforma de aproximadamente 20 metros de longitud por 11 de
La prospección intensiva del yacimiento permitió documentar una gran presencia de materiales arqueológicos, fundamentalmente cerámicos (95 %), en la cima y en las laderas sudeste y nordeste del enclave. Esta abundancia se manifiesta en la cantidad total de evidencias arqueológicas recuperadas (739), pese a llevarse a cabo una recogida selectiva de las mismas. La cerámica constituye un conjunto homogéneo donde se han documentado diversas formas típicamente andalusíes de cocina (olla, cazuela y tapadera), de mesa (jarra, jarrito, redoma y ataifor), almacenaje (cántaro y tinaja) y otras como el candil de pellizco, un molde de alfarería, un tambor (darbuka) y las tejas curvas. Además se ha recogido algún fragmento indeterminado de hierro y de escoria de fundición. Tanto las pastas, como las formas y los acabados de la cerámica presente en La Atalaya guardan una gran similitud con las producciones constatadas en los alfares andalusíes de la cercana Zaragoza (Mostalac, 1990; Délery, 2006). Este lote cerámico del La Atalaya puede ser datado entre la segunda mitad del siglo X y principios del XII, contando con numerosos paralelos en diversos yacimientos andalusíes de la Marca Superior. Destaca el hallazgo de un fragmento de molde cerámico (fig. 7, 1), cuya morfología indica que pudo emplearse en la fabricación de la mitad inferior de jarras decoradas con bandas geométricas. También se ha recuperado un pequeño fragmento cerámico mal cocido, que podría corresponder a un desecho de alfar.
Figura 6. Detalle de los depósitos de grano.
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Cabe resaltar un pequeño fragmento de jarra o redoma reductora con vidriado de color verde y decoración posiblemente vegetal realizada a molde (fig. 7, 2). Dos fragmentos de similares características, aunque atribuidos a un candil, se han documentado en la fortaleza andalusí del Cerro Calvario (La Puebla de Castro, Huesca) y han sido fechados por semejanza con producciones de talleres
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica orientales datadas entre los siglos VIII-IX (Asensio y Magallón, 2011: 107). En nuestro caso, no creemos que sea una pieza anterior a época califal (siglo X).
Aunque escasas, hay otras piezas que podrían datarse en la segunda mitad del siglo X o en la etapa de transición califaltaifal, es decir entre finales del siglo X y principios del XI. Por ejemplo una jarra globular oxidante con decoración pintada en color rojo (fig. 10, 9) o un fragmento de ataifor muy deteriorado que pudo estar decorado en verde y manganeso (fig. 12, 1). El problema estriba en que técnicas decorativas como el verde-manganeso o la cuerda seca aparecen en época califal, pero su período de mayor desarrollo acaece en época taifal, especialmente durante el siglo XI. Como ya se ha señalado, lo mismo ocurre con los fragmentos de paredes de jarras decoradas con cuerda seca parcial (fig. 8), donde son identificables algunos motivos decorativos como los dientes de león (fig. 8, 1 y 3) o una banda de retícula (fig. 8, 4). Se trata de cerámicas probablemente producidas en los alfares andalusíes de Zaragoza (Délery, 2006) y de una amplia cronología situada entre el último cuarto del siglo X y finales del siglo XI.
Figura 7. Molde cerámico y jarra o redoma decorada a molde.
Sin embargo, el grueso de los hallazgos corresponde claramente a época taifal (siglo XI-1118). Este es el caso de la vajilla de cocina con acabado vidriado al interior, representada en el yacimiento por las ollas (fig. 9, 1-4 y 7) y las cazuelas (fig. 9, 5-6). Estas piezas presentan un vidriado interno en color melado, melado-verdoso o verde y, a veces, con goterones al exterior. Igualmente una clara cronología taifal presentan las jarras oxidantes decoradas con líneas horizontales pintadas en manganeso (fig. 10, 1-4 y 10), con claros paralelos en
Figura 8. Fragmentos de cuerda seca parcial.
Figura 9. Cerámica de cocina con vidriado interno.
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yacimientos andalusíes de la Marca Superior como Las Sillas de Marcén (Sénac, 2009: 77), Huesca (Aguilera et al., 1987: 107), Calatayud (Cebolla et al., 1997: 132) y Zaragoza (Gutiérrez, 2006: 198-199). A esta misma forma pertenece un fragmento de fondo plano (fig. 10, 8). Hay otros ejemplares vidriados, como una jarrita con vedrío de color verdoso (fig. 10, 5), una gran jarra con vidriado melado (fig. 10, 6) y un fragmento de fondo plano de jarra o redoma con vidriado verde-azulado al exterior y melado al interior (fig. 10, 7). También hemos hallado un fragmento de jarra oxidante con filtro y decoración de líneas horizontales pintadas en manganeso (fig. 10, 11). Producciones similares se han documentado en los alfares andalusíes de Zaragoza, aunque suelen estar decoradas con cuerda seca parcial (Délery, 2006: 258). Finalmente, también se ha recuperado un pequeño fragmento de jarra o redoma con vidriado estannífero y decoración de reflejo dorado (fig. 10, 12), que viene a engrosar la aún escasa nómina de piezas de esta cerámica de lujo en la Marca Superior.
Figura 10. Jarras (1-11) y jarra de reflejo dorado (12).
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Otra pieza muy representativa de la fase taifal (siglo XI1118) son los ataifores con vidriado melado y decoración bajo vedrío en color verde (fig. 11, 1) o en manganeso (fig. 11, 2-7), que cuenta con numerosos paralelos en diversos yacimientos de la Marca Superior como Las Sillas de Marcén (Sénac, 2009: 76-77), Barbastro (Royo y Justes, 2009: 95), Huesca (Aguilera et al., 1987: 97-103), Tudela (Bienes, 1987: 126) Calatayud (Cebolla et al., 1997: 136) o la propia Zaragoza (Gutiérrez, 2006: 150). El momento final del yacimiento de La Atalaya está marcado por la presencia de ataifores con vidriado estannífero (fig. 12, 2-4) y ataifores con vedrío de color verde al interior y melado al exterior (fig. 12, 5-8). En este último caso encontramos paralelos muy cercanos en Calatayud, fechados a principios del siglo XII y a veces con decoración estampillada (Cebolla et al., 1997: 133-134). Calatayud fue otra gran madina de la Marca Superior que recordemos fue conquistada por Alfonso I el Batallador en el año 1120, es decir, muy poco después de la capitulación de Saraqusta (1118). En definitiva, el material cerámico documentado en el yacimiento de La Atalaya puede ser datado entre la segunda mitad del siglo X y principios del XII, no observándose cerámicas fechadas con posterioridad a este momento, si bien aún son muy escasas las cerámicas atribuibles a esa primera etapa califal.
Figura 11. Ataifores con vidriado melado y decoración bajo vedrío.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica 2014; Giménez, 2015), basándose en varios puntos que a continuación analizaremos. En primer lugar realiza un estudio de los distintos tipos de tapial que son observables en las fábricas del castillo de Cadrete, del cual extrae una serie de conclusiones y propone una cronología de la fortaleza, aunque reconoce que “nos encontramos con unos materiales y unas técnicas de construcción poco estudiadas y cuyas dataciones son difíciles de corroborar” (Giménez, 2003: 38-45). Propone la existencia ya en el siglo X de un pequeño recinto fortificado, del que apenas quedarían restos por las posteriores reformas bajomedievales, a excepción de la torre primitiva de planta cuadrada con tres pisos y sótano. Ésta se conservó al quedar embutida dentro de una nueva torre que fue recrecida en una altura más (fig. 13), probablemente en el siglo XIV, momento a partir del cual data los distintos recintos defensivos, coincidiendo con el señorío del linaje de los Zapata. La antigua torre “andalusí” era visible, debido a los derrumbes producidos, antes de las obras de restauración del castillo (2011-2013).
Figura 12. Ataifor decorado en verde y manganeso (1) y ataifores con vidriado estannífero (2-4) y verde al interior (5-8).
Pese a su meritoria labor, conviene matizar sus conclusiones cronológicas, pues el tapial es una técnica constructiva tradicional que se ha mantenido sin grandes cambios durante siglos, máxime teniendo en cuenta que el valle del Huerva fue habitado mayoritariamente por moriscos hasta su expulsión en 1610 y siendo el material utilizado para su construcción el único posible en la zona.
5. EL CASTILLO DE CADRETE El castillo de Cadrete se ubica a 380 metros de altitud sobre un promontorio que domina la actual población de Cadrete. Las recientes excavaciones arqueológicas (Loscos e Ibáñez, 2015) han permitido completar su planta, alargada y de tendencia más o menos rectangular, y ampliar el conocimiento sobre esta fortaleza. Se estructura en un recinto superior, que posee una gran torre cerca de su extremo sudeste, un recinto intermedio y otro inferior, al pie del cual se situaría la población rodeada por una muralla exterior. Como ya se ha reseñado, desde que Juan Antonio Souto (1984: 13-16) identificó el topónimo Mr.yt / Marnit como Qadrit, el hisn de Qadrit se ha ubicado en el castillo de Cadrete, entre otras razones por su digamos “aspecto musulmán” (Guitart, 1976: 72), el cual se lo otorga fundamentalmente su técnica constructiva en tapial. Desde ese momento, los distintos investigadores que han tratado el castillo de Cadrete han continuado la misma línea argumental3. El primero en dedicar un estudio monográfico a este castillo fue el investigador en castellología Héctor Giménez (2003), que reforzó la adscripción andalusí del castillo de Cadrete, como luego ha defendido en otras obras (Giménez,
Figura 13. La torre del castillo de Cadrete antes de su restauración.
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Además este tipo de estudios de técnicas constructivas realizados de visu y tan habituales en la castellología, deberían ser complementados con otra serie de disciplinas, por ejemplo la arqueometría, pues como afirma Antonio Malpica (2003: 55): “las cronologías suelen ser muy difusas, porque se quieren establecer a partir de comparaciones y extrapolaciones muchas veces imposibles de realizar”. En segundo lugar, señala la existencia de unas interesantes yeserías que decoran la tercera planta de la torre original. En lo alto de cada pared se situaba un friso rectangular de lacería formado por dos cabos que se entrecruzan en nudos romboidales (fig. 14), que fecha por diferentes paralelos entre los siglos XI-XIII4. También plantea la posibilidad de que esta planta correspondiese a un oratorio, si efectivamente las yeserías tuviesen cronología andalusí (Giménez, 2003: 53, 58-60 y 64). Sin embargo, desde finales del siglo XII en el arte protonazarí del sur y sudeste peninsular encontramos ejemplos similares de lacerías con nudos romboidales, aunque formando parte de yeserías mucho más complejas. Por ejemplo en el yacimiento de Siyasa (Cieza, Murcia) datado en época almohade, entre el último cuarto del siglo XII y el primero del XIII (Navarro y Jiménez, 1995a: 31-32), o en los fragmentos de zócalos pintados en rojo con motivos geométricos de lazos del Castillejo de Monteagudo (Murcia), datados en el tercer cuarto del siglo XII (Navarro y Jiménez, 1995b: 92-94). Ya en el siglo XIII aparece este elemento en el arte mudéjar castellano, concretamente en los zócalos pintados con motivos figurativos enmarcados por lacerías de la torre de Hércules (Segovia), que se fecha a comienzos del siglo XIII (Pérez, 1995: 309 y 312). También contamos con ejemplos más cercanos en el mudéjar aragonés de la segunda mitad del siglo XIII, como los alfarjes del monasterio del Santo Sepulcro de Zaragoza (fundado como monasterio femenino en 1276), la Colegiata del Santo Sepulcro de Calatayud (Sanmiguel, 2007: 131) o la iglesia de Santa María de Maluenda (Alegre, 2009: 380 y 392-393). Y ya en el siglo XIV se data el alfarje del palacio de Villahermosa de Huesca (Borrás, 2010: 66).
Todo ello nos induce a pensar que las yeserías que decoran la tercera planta de la torre del castillo de Cadrete son una obra mudéjar, no anterior al siglo XIII según los ejemplos señalados. También resalta otros elementos como la impronta de un elemento metálico sobre el tapial del sótano existente bajo la primera planta de la torre, del que señala paralelos andalusíes de los siglos X-XI (Giménez, 2003: 44), y la presencia de un fragmento de cerámica de cuerda seca parcial del siglo XII (Giménez, 2003: 61). Finalmente señala, aunque sin nombrar el topónimo, la existencia del yacimiento de La Atalaya, que identifica como una alquería fortificada con una torre y un foso (Giménez, 2003: 71), lo cual luego ha defendido en otras publicaciones sobre el sistema defensivo del valle bajo del Huerva, pero afirmando erróneamente que “la cerámica encontrada es islámica del siglo XII” (Giménez, 2014: 9). Las novedades más recientes con respecto al castillo de Cadrete se deben a las excavaciones arqueológicas realizadas durante las obras de restauración del castillo entre los años 2011-2013, que fueron dirigidas por los arqueólogos Rosa Loscos y Javier Ibáñez (2015). La interpretación que ofrecen continúa la tradicional línea argumental que ya hemos expuesto. Se mantiene la existencia de un primitivo castillo con su torre en el siglo X, que ocuparía al menos el recinto superior, sin descartar que también se extendiera por el recinto intermedio (Loscos e Ibáñez, 2015: 191). A esta fase andalusí atribuyen diversos elementos estructurales (algunos muros, balsetas y canalillos excavados en la roca) documentados en distintos puntos del recinto superior y señalan la presencia de algunas cerámicas de cronología andalusí, aunque fuera de su contexto original (Loscos e Ibáñez, 2015: 192). La restauración ha permitido completar la decoración de la tercera planta de la torre, pero sin aportar nuevas certezas cronológicas. La acanaladura central de las lacerías estaba pintada en rojo y a media altura se situaban diversos motivos geométricos grabados y también pintados en rojo. Se trata de almenas escalonadas, sobre las cuales podría haber círculos, un elemento decorativo muy utilizado tanto en edificios andalusíes como mudéjares (Loscos e Ibáñez, 2015: 171173). También se señala le existencia de varios grafitos de distintas épocas sobre el tapial del sótano de la torre, destacando “el de un animal cuyos rasgos concuerdan con algunas representaciones andalusíes de leones” (Loscos e Ibáñez, 2015: 169), que ya fue dibujado por Héctor Giménez (2003: 62). En muchas ocasiones, los grafitos resultan muy difíciles de datar con precisión, pues suelen ser representaciones con una amplia cronología.
Figura 14. Yeserías de la torre del castillo de Cadrete (según Giménez, 2003: 54).
460
Sin embargo, la mayor parte de las estructuras documentadas son datadas en el siglo XIV, correspondiendo a las reformas llevadas a cabo en la etapa del señorío de los Zapata. Bien
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica es cierto que, como dicen los propios arqueólogos, la intervención arqueológica “se centró fundamentalmente en contextos de abandono” del castillo bajomedieval de los Zapata (Loscos e Ibáñez, 2015: 195).
6. CONCLUSIONES Y PROPUESTA DE UBICACIÓN DEL HISN DE QADRIT EN EL YACIMIENTO DE LA ATALAYA Apenas a 600 metros de distancia al nordeste del castillo de Cadrete, se haya un importante yacimiento de cronología islámica, La Atalaya, que hasta el momento ha pasado desapercibido para la historiografía (fig. 1). Se ha documentado la existencia de un hábitat andalusí, que incluye una fortaleza ubicada en la cima del cabezo, en torno a la cual se desarrolla un núcleo habitado de cierta entidad, que podría ocupar aproximadamente una hectárea de extensión. Según la cerámica recogida en superficie, dicho asentamiento parece fundarse al menos hacia mediados del siglo X, alcanzando su etapa de mayor esplendor en la centuria siguiente, cuando verá reforzado su valor estratégico al formar parte de la línea de defensa de Saraqusta, la capital de la taifa. El momento de abandono puede fecharse tras la conquista de Saraqusta en el año 1118 o muy poco tiempo después. La Atalaya presenta una posición muy estratégica que permite el contacto visual directo con Saraqusta (Zaragoza), lo que no ocurre en el caso del castillo de Cadrete. Desde la torre del castillo, el punto más alto de la fortificación, no hay visión directa de Zaragoza. Aunque no es determinante, si resulta extraño que una fortaleza como el hisn de Qadrit, erigido por el califa Abdarrahman III para el asedio a Saraqusta en el año 935, no tenga visión directa de esta ciudad. Para solventar este problema se ha propuesto la existencia de una atalaya intermedia en la orilla izquierda del Huerva, concretamente en Valdespartera, en las ruinas de la ermita de Santa Bárbara5 Giménez, 2014: 7 y 9).
finalidades y cronología, máxime cuando otro hisn como el de al-Mariyya (María de Huerva) se halla a poco más de 4 kilómetros de distancia aguas abajo del Huerva. Según nuestra hipótesis, el hisn de Qadrit mandado construir en el año 935 por Abdarrahman III, podría estar ubicado en el yacimiento de La Atalaya. De ser así, el castillo de Cadrete sería una construcción posterior al año 1118, que se correspondería con el castillo señorial de Cadrete. Todo lo cual implicaría un traslado y un reasentamiento de la población morisca tras la conquista de Saraqusta por Alfonso I el Batallador (1118), desde La Atalaya a un lugar donde ya previamente había un hábitat andalusí, como han demostrado las excavaciones arqueológicas realizadas por Rosa Loscos y Javier Ibáñez en el castillo de Cadrete. Somos conscientes que aún habrá que tratar de confirmar esta hipótesis de trabajo con nuevas investigaciones y sobre todo con excavaciones arqueológicas en el yacimiento de La Atalaya, lo cual no resulta posible por el momento.
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Sin embargo, se obvia que La Atalaya si dispone de esta visión directa de la gran madina de Saraqusta. Y además, desde su posición en altura en la orilla derecha del Huerva, domina toda la orilla izquierda, que recordemos posee un relieve mucho más suave, desde Zaragoza aproximadamente hasta la altura de Muel.
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Como se ha analizado, creemos que hasta el momento no hay evidencias suficientes e incontestables que prueben la existencia del actual castillo de Cadrete ya en época andalusí. Tan sólo se constata la existencia de un asentamiento con esa cronología, del que se desconocen aún muchos aspectos y del cual quedan muy pocos restos por las distintas reformas realizadas en el castillo.
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NOTAS ACLARATORIAS 1
Las láminas de cerámicas que acompañan a este artículo han sido realizados por la dibujante de arqueología Inmaculada Soriano Perdiguero.
2
La estructura se ubica junto al talud rocoso y en grave peligro de total destrucción, a causa de los desprendimientos de fragmentos de roca de gran tamaño. En excavaciones urbanas de Calatayud se han documentado depósitos semejantes por José Luis Cebolla y uno de los firmantes del artículo.
3
Un buen ejemplo de ello es la utilización del castillo de Cadrete, por parte de Carlos Laliena y Julián Ortega (2010: 164-167), como ejemplo para describir la morfología de un hisn del valle del Ebro.
4
En su propia obra indica: “en opinión de Bernabé Cabañero la tosquedad e irregularidad de las cenefas y nudos de las yeserías del castillo de Cadrete indican una época tardía, seguramente posterior al S. XII” (Giménez, 2003: 60).
5
Efectivamente, en la sacristía de esta ermita, erigida a finales del siglo XVII sobre un cerro de 342 metros de altitud, se observan unos restos muy alterados que podrían pertenecer al basamento macizo de una atalaya realizada en tapial y de planta rectangular (aproximadamente 7.50 x 4.20 metros) y una posible saetera cegada en el muro este. Sin embargo resulta muy difícil establecer una cronología con tan exiguos restos, además en la zona no son visibles cerámicas de cronología andalusí y la tipología de la saetera recuerda más a modelos bajomedievales.
462
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
46. RESULTADOS DEL CONTROL Y SEGUIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE LA TORRE DE CONCHEL (TÉRMINO MUNICIPAL: MONZÓN) Francisco J. García Calvo1, Alegría Colón Mur2 1
Arqueólogo número colegiado 9755 Arquitecta número colegiada 2802
2
Francisco J. García Calvo, franciscojaviergarcia63@gmail.com
RESUMEN La torre de Conchel que se ubica en el término municipal de Monzón, provincia de Huesca, acaba de ser objeto de una primera fase de obras de consolidación y saneamiento promovidas por el ayuntamiento de Monzón. De acuerdo al proyecto redactado y dirigido por la arquitecta Alegría Colón Mur. Esta construcción está incluida dentro de la relación de castillos considerados Bien de Interés Cultural en virtud de lo dispuesto en la disposición adicional segunda de la ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés. Este listado fue publicado en el boletín oficial de Aragón del día 22 de mayo de 2006. En la mencionada disposición legal también se contempla que [en] aquellos castillos que, aun habiendo perdido un número notable de elementos constructivos, precisan de una intervención arqueológica para su estudio e investigación. Tal es la situación de estos restos, motivo por el cual, se solicitó el concurso de este arqueólogo y se tramitó el correspondiente permiso de seguimiento y control arqueológico que fue concedido con el número de expediente 195/2015 el 9 de octubre de 2015. PALABRAS CLAVE: Arqueología medieval.
ABSTRACT The tower of Conchel, located in Monzón (Huesca), has just been the object of the first phase of consolidation and cleaning works promoted by the town council of Monzon. According to the project written and managed by architect Alegría Colón Mur. This tower is included in the list of castles considered as Goods of Cultural Interest under the provisions of the second additional provision of Law 3/1999, on March 10, about the Aragonese Cultural Heritage. This list was published in the official gazette of Aragon on May 22, 2006. It is also envisaged in the aforementioned provision of law that even [in] those castles [in] which a significant number of construction elements have been lost, an archaeological excavation is also required for their study and research. Such is the situation of these remains, and this is why this archaeologist and the archaeological permission were applied and awarded for its monitoring and control, as recorded with the file number 195/2015 on October 9, 2015. KEYWORDS: Medieval Archaeology.
1. INTRODUCCIÓN A 274 metros sobre el nivel del mar y junto a la carretera local HU-861 de Caspe a Selgua, se levanta la localidad de Conchel. Su ubicación es estratégica. Al poniente se divisan los extensos llanos de Lax, La Cardosa, Odina y otros interrumpidos por las sierras y muelas de Terreu y Odina. Al levante discurre el caudaloso río Cinca, dejando en su orilla derecha una estrecha faja de aluvión. Al septentrión los llanos de Selgua, difuminándose los Somontanos barbastrenses Y los Pirineos. Al sur discurre el barranco de la La Clamor y extensos llanos de tierra de saso.
La torre está situada en la calle Cantera número 10 de la localidad. Realizando la aproximación a la torre de Conchel desde el río, esta se presenta sobre un montículo natural que dificulta su acceso, situándose próximo al territorio de cultivo al que organiza y, relacionándose a su vez, con otros próximos con los que comparte la custodia del río Cinca. Todos extremos han sido corroborados mediante la realización de un estudio del control visual, con una resolución de 1:10.000, curvas de nivel cada metro y proporcionando a la torre una altura de unos 18 metros. Obteniendo un control del territorio de la actual comarca del Cinca Medio cercano al 90 % .
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2. OBJETIVOS La primera fase del acondicionamiento va a comenzar desde su base, por lo que una vez se hayan tomado las medidas preventivas respecto a los elementos que parecen más inestables dentro del conjunto, como puedan ser los de coronación, se procederá a su saneamiento y consolidación, como punto de partida a posteriores intervenciones en el conjunto de la misma. A continuación las actuaciones fundamentales a realizar en la base de la torre han sido por
en la base. Si esta mediada la trasladamos al arranque propiamente del muro obtenemos 9,20 metros de lado mayor y 5,10 metros de lado menor. Esto hace pensar en una superficie útil de habitáculo de unos 22-24 metros cuadrados. La altura de la misma podemos aproximarla por la media de la medida de las piezas de sillería en unos 18 metros.
Figura 2. Restos de la torre en la actualidad.
Figura 1. Panorámica desde Conchel. Castillo de Monzón al fondo. una parte la de eliminar, o al menos intentar, controlar la humedad de la cara sur del muro norte en su parte inferior. Para ello se realizará un drenaje próximo a la base de los muros afectados de manera que la humedad que pueda recogerse se canalice de manera adecuada y así los muros se vayan secando de manera natural. Y por otra, la conservación y consolidación, propiamente dicha del estado actual de la misma. Para llevarla a cabo no se reconstruirán ni se completarán las faltas de sillares, salvo en caso de necesidad estructural. Se pretende así que la intervención propuesta respete en todo momento la materia construida y la riqueza de su carácter sin interferir, en actuaciones posteriores.
El espesor de los muros oscila entre 1,10 metros en la pared Sur y 0,80 metros en la Este; esto medido en el arranque de los mismos ya que el plinto utilizado como base tiene forma troncopiramidal y alcanza en la parte inferior una anchura de 2,50 metros. La separación del talud con el resto de la torre se realiza mediante una moldura. Está construida con buena sillería y en los muros presenta algunas aspilleras. En su interior y paralelo a uno de sus lados menores conserva un aljibe rectangular que se cubría con una bóveda de cañón rebajada de la que quedan los arranques.
En resumen, sanear humedades existentes en la base y consolidar las fábricas existentes. Así como evitar, siempre que sea posible, la sustitución o restitución de sillares, será el punto de partida de esta primera fase.
2.1. Descripción del estado actual de la torre de Conchel. En la actualidad encontramos una torre destruida en su mitad, faltando la pared Sur y la mayor parte de la pared Este. Esto se reproduce igualmente en la pérdida de la correspondiente base. Por sus restos distinguimos una planta rectangular de unos 12,20 metros de lado mayor y 8,00 metros de lado menor
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Figura 3. Aljibe antes de la limpieza. La primera planta se apeó sobre bóveda de ladrillo que surge de una roza en la pared. Probablemente no sea original, ya que existe una pilastra pegada al lado Norte que parece formar parte del primitivo apeo del forjado horizontal. Posee dos troneras circulares y una convencional de sección rectangular. Al Oeste, hay otro hueco circular. La segunda planta pudo acoger la puerta de entrada al Este, en alto,
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica percibiéndose el corte de un hueco de 1,20 metros de luz. La tercera planta posee tres aspilleras, dos al Norte y una al Oeste, rectangulares. Es de señalar el estado de abandono en el que se encontraba, antes del inicio de las obras, esta torre. Tanto en lo que se refiere al entorno como la construcción propiamente dicha. De seguir así, significará que el progresivo deterioro de ambos, concluirá a medio-largo plazo, con la posterior desaparición de la misma. Como consecuencia del tiempo transcurrido sin ningún tipo de mantenimiento, en estado de abandono, unido a la dureza de los agentes ambientales. Oscilando desde unas temperaturas extremas a fuertes heladas, alternando en otras épocas del año con fuerte insolación y proceso acelerado de evaporación, unido al agua de lluvia y humedad, expone a los materiales y estructuras a sucesivos procesos de hidratación y deshidratación con sus correspondientes alteraciones. Debiendo de añadir, además que la mencionada actuación de los agentes meteorológicos, conlleva el consiguiente peligro que supone para los visitantes actuales, la aproximación a la misma, ya que algunas piezas de coronación se encontraban en situación inestable
3. METODOLOGÍA 3.1. Excavación de zanja. La aplicación de esta técnica comienza por la excavación de una zanja a lo largo del muro a drenar. Se realizará por bataches y servirá a la vez para la investigación de la cimentación histórica ya que se realizara hasta alcanzar o superar dicha cota. Será supervisada en todo momento por un arqueólogo y además de la base afectará también, de manera superficial (20cms.) a la base del aljibe.
3.3. Tratamiento de humedades. Terminada la zanja, se procederá a apisonar bien su fondo y, sobre las tierras de base así compactadas, se colocará una tubería porosa de drenaje de manera que pueda conducir las aguas recogidas hasta la red de saneamiento si es posible y si no, se decidirá su conducción hacia un área de vertido y absorción suficientemente alejada del muro saneado. Este proceso de protección y captación se completará para no afectar a la conservación de la base de la Torre, volviendo a rellenar la zanja excavada, pero aportando material de relleno que deje huecos y que, además, los deje intercomunicados unos con otros. Esto será posible por la utilización de gravas seleccionadas, convenientemente lavadas, las cuales se dispondrán ordenadamente de abajo a arriba en sucesivas tongadas con partículas de diámetros decrecientes (piedra de morro, grava, piñoncillo, arena de río).
4. RESULTADOS DEL SEGUIMIENTO Y CONTROL ARQUEOLÓGICO. 4.1. Resultado 1 El proceso de limpieza del aljibe reveló una capa de escombros que presentaba un espesor de 0,50 metros en el extremo norte, alcanzando los 0,93 metros para descender hasta los 0,38 metros en el extremo Sur. La excavación de este relleno proporcionó algunos restos de cerámica común, además de fragmentos de platos decorados a base de barniz blanco estannífero con decoración azul cobalto. Estos presentan motivos típicos de las producciones de Muel propios de mediados del siglo XVII.
Se tendrá especial cuidado en la estabilidad de las zonas de cimentación que puedan quedar descubiertas de manera que no se produzca ni su debilitamiento ni su descalce. Esta excavación concluirá con la limpieza de las fábricas destapadas, eliminando los restos de tierra mediante un cepillo de alambres.
3.2. Consolidación de cimientos. Aprovechando la excavación anterior, se procederá a consolidar aquellas zonas de cimientos antiguos en los que la fábrica de mampostería se haya visto afectada por la persistente humedad y que puedan ocasionar riesgo de desestabilización estructural. Se utilizarán para esto mampuestos irregulares (de manera similar al resto de aparejo) y ripios para acuñados o mermas de pequeña dimensión.
Figura 4. Restos de cerámica recuperada del aljibe.
4.2. Resultado 2 A continuación se procedió a limpiar el cuadro interior de la torre de Conchel. Cuando se rebajó unos 0,38 metros se
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Pues bien consecuencia de las labores descritas es la aparición de una serie de sillares, en paralelo, dispuestos a soga. De grandes proporciones. Dado que presentan longitudes cercanas a 1 metro por 0,42-0,45 metros de anchura por un espesor de 0,25-0,30 metros. Estos sillares se localizan a una profundidad que oscila entre 0,55 y 0,65 metros, con respecto a la cota de ras del suelo. Presentándose éstos asociados, en cotas entre 0,70 y 0,80 metros, con algunos fragmentos de cerámica, de pasta grisnegruzca, propia de la época musulmana.
4.4. Resultado 4
Figura 5. Detalle de la primera hilada de sillares en contacto con la solera de cal y canto. dio con una solera a base de cal y canto. De unos 0,40-0,42 metros de espesor. Sobre este nivel se puede apreciar como asientan las primeras hiladas de sillares de la mitad oriental del mencionado cuadro.
4.3. Resultado 3
Por último durante el completado de las tareas de limpieza en la esquina Sur-Oriental pone de manifiesto que los restos aparecidos forman parte de una estructura más amplia que se extiende tanto hacia el Este como hacia el Sur. No se pudo precisar cuánto, tanto por traspasar los límites acotados por la cerca de madera como por exceder a los objetivos establecidos por el presente proyecto de consolidación. Conviene hacer constar que todo el área se haya protegida tanto por pertenecer al entorno de un B.I.C como por estar en el área definida por el P.G.O.U de Monzón como jardín arqueológico.
Continuando con el proceso de desescombro por el lateral Sur del cuadro interior de la torre de Conchel. Próximo al perfil delimitado por una cerca de madera. En ésta zona, es dónde se rebajó más el terreno, hasta alcanzar 1 metro de profundidad. La razón que motivó esta variación sobre el proyecto, es que el punto de desagüe de la red de drenaje, acordado conjuntamente con la dirección de la obra, es la esquina SurOccidental al ser este el punto de cota más bajo con respecto a las demás cotas del área de trabajo.
Figura 7. Detalle de las hiladas de sillares aparecidos en el lateral Sur-Oriental del área acotada por la cerca de madera.
Figura 6. Detalle de la primera hilada de sillares aparecidos en el lateral Sur de la torre.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
Figura 8. Detalle de la cara interior del muro Norte. En la parte inferior la primera hilada de sillares que pueden ser asociados con los aparecidos en el lateral Sur de la torre.
Figura 9. Croquis de situación de los nuevos restos sobre planimetría de Alegría Colón Mur.
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5. CONCLUSIONES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Tras los trabajos de seguimiento y control arqueológico que ha desarrollado entre el 8 de octubre y el 5 de noviembre de 2015 en la Torre de Conchel se puede confirmar que:
Cardús, J. (1959) Castillos del Altoaragón. Huesca
Primero existen todavía restos de una construcción islámica. Sobre las cuales se puede apreciar la continuación de una serie de hiladas fruto de una reutilización posterior a la conquista por parte de los cristianos. Que como bien es conocido es datado por un documento de la época de Pedro I de Aragón, en 1098, donde es mencionado de forma expresa. Quién poco después puso como tenentes del mismo a García Jiménez de Grostán y Berenguer Gombaldo de Capella.
Castillón Cortada, F. (1975) Conchel de Cinca. Monzón
Segundo que el uso de esta construcción no debió de prolongarse en el tiempo. No más allá del siglo XII o principios del XIII. Tercero cuando se vuelve a ocupar el sitio, durante la primera mitad del siglo XVI, lo hace sobre una estructura sin uso alguno. Cuarto esta nueva torre militar pervive como mínimo hasta mediados del siglo XVII. Momento en que parte del edificio se derrumba. Quinto del estado ruinoso, y la no reedificación de la torre, da idea el hecho de que a principios del siglo XVIII la iglesia de la localidad conoce una profunda remodelación y ampliación, según consta en un pequeño panel explicativo. Tampoco creemos que sea casual que la calle dónde se localiza la torre se denomine de “La cantera”. Máxime cuando se observa que las ausencias de los sillares que se detectan en las esquinas lo son por extracción.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
47. CERÁMICA ANDALUSÍ EN SARAQUSTA: JARRAS DECORADAS CON CUERDA SECA EN LA EXCAVACIÓN DEL TEATRO ROMANO Aránzazu Mendívil Uceda1 1
Universidad de Zaragoza
Aránzazu Mendívil Uceda, aranzazumendivil@gmail.com
RESUMEN La excavación del solar del teatro romano de Caesaraugusta recuperó gran cantidad de material cerámico de época islámica que está siendo estudiado por la autora. Para esta comunicación presentamos un conjunto de jarras decoradas con la técnica de cuerda seca. Zaragoza, la capital taifa más al norte de la península, tiene extraordinarios restos arqueológicos andalusíes que merecen una digna puesta en valor. Acercar la investigación arqueológica a la sociedad es uno de los objetivos de nuestro trabajo y para ello, la cerámica resulta un excelente material para adentrarnos en la Saraqusta del milenio pasado. PALABRAS CLAVE: Saraqusta; Cerámica islámica; Andalusí; Cuerda seca.
ABSTRACT In the archaeological excavation of the Roman theatre of Caesaraugusta, a large quantity of Islamic pottery has been found which is being studied by the author of this paper, who presents a set of jars decorated by the ‘cuerda seca’ (dry line) technique. Zaragoza, the most Northern taifa kingdoms of Al-Andalus, has some extraordinary Islamic archeological remains which deserve a worthy value. One of our main aims is to bring rhe archaeological reserach closer to the society, and, for this purpose, pottery is an excellent and useful resource to get into the former Islamic town of Zaragoza of one thousand years ago. KEYWORDS: Saraqusṭa (Saragossa –Spain), Islamic pottery; Decoration technique ‘cuerda seca’ (dry line).
1. INTRODUCCIÓN La ciudad de Zaragoza consiguió en los años setenta del siglo pasado evitar la pérdida de uno de los espacios arqueológicos más relevantes de la ciudad, el teatro romano. Una excavación que, además de dejar a la luz los restos de época romana, proporcionó una enorme cantidad de fragmentos cerámicos de otras épocas, entre ellas la andalusí. Los siglos X, XI y principios del XII están siendo estudiados a través de su cerámica en una tesis doctoral, parte de esas investigaciones las presentamos en este I Congreso de Arqueología y Patrimonio Aragonés. Se trata de un conjunto especialmente numeroso de piezas decoradas con la técnica de cuerda seca, una de las más características de contextos medievales islámicos.
1.1. La excavación En 1972 el teatro romano de Caesaraugusta fue descubierto y rescatado de la piqueta por el profesor don Antonio Beltrán Martínez quien realizó con el Departamento de Arqueología de la Universidad de Zaragoza catas y una primera campaña de excavación. Tras una década de interrupción, en 1984 la
Figura 1. Teatro romano de Zaragoza durante las excavaciones, 5 de mayo de 1972. Foto: Gerardo Sancho Ramo. AMZ, nº signatura: 59189. Diputación General de Aragón retoma los trabajos bajo la dirección de Miguel Beltrán Lloris con el equipo del Museo de Zaragoza. La puesta en valor del edificio romano, que se contemplaba en el Plan Integral del Casco Histórico y la construcción del actual edificio del museo, hizo que en el año 1998 el Ayuntamiento de Zaragoza bajo la dirección de los
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arqueólogos Francisco Escudero Escudero y Mª Pilar Galve Izquierdo, iniciara la última y definitiva campaña hasta el año 2002. El yacimiento ocupa una superficie aproximada de 5.800 m2 que corresponde básicamente con la planta del teatro romano. Para la excavación se utilizó un sistema doble, por un lado una clásica cuadrícula de 1x1m. y por otro una adaptación del Sistema Harris desarrollada por F. Escudero. La cuadrícula está orientada según los ejes del teatro siguiendo la línea recta de la orchestra. Para el sistema de cotas de fijó un punto 0 en un canal de desagüe de época romana localizado en el lado oeste de la excavación. Del punto 0 hacia arriba se indica la cota en negativo y por debajo del 0 en positivo.
1.2. El depósito de materiales El solar del teatro romano, fuera de uso desde el siglo III, es ocupado a partir del siglo X por algunas casas de las que apenas se han conservado estructuras y la gran cantidad de pozos que son objeto de estudio. El conjunto de piezas aquí presentadas procede de un gran depósito de forma rectangular 8 x 6 m con una profundidad de 2 m, que da un volumen de casi 100 m3 de tierra y cerámica del que dio noticia Mª Pilar Galve (2010:167) en las I Jornadas de Arqueología Medieval en Aragón donde describe este hallazgo:
(…) se trata probablemente de una zona de balsa, o estanque, formada por depósitos tendentes a la horizontalidad, de tierras pardas cenicientas, lentejones de limos, arenas y muchísima cerámica (Área 45-49). El fondo estaba constituido por la plataforma escénica del edificio teatral romano. En la Figura 2 presentamos el plano de localización de los pozos que se encuentran en proceso de estudio (color rosa) y el depósito de materiales cerámicos (color azul) de donde procede el conjunto de piezas decoradas con la técnica de cuerda seca.
2. OBJETIVOS El estudio de los materiales arqueológicos cerámicos permite una aproximación objetiva a la sociedad que los utilizó en su momento y contexto, la dificultad estriba en su correcta interpretación. Para ello en primer lugar explicaremos brevemente en qué consiste la técnica decorativa utilizada que denominamos cuerda seca. A continuación presentaremos el conjunto de piezas encontradas adscribiéndolas al grupo cerámico correspondiente y contabilizando las unidades diferenciadas. En segundo lugar presentaremos los diferentes
Figura 2. Plano con cuadrícula de la excavación del teatro romano de Caesaraugusta.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica motivos decorativos utilizados intentando encontrar paralelos en otras piezas saraqustíes o del resto de la península. Todo ello con el propósito final de sacar a la luz estos materiales que han permanecido “re-enterrados” en los almacenes del Ayuntamiento casi quince años.
3. METODOLOGÍA El estudio de materiales ha consistido en la localización y pegado de los fragmentos para a continuación proceder a su dibujo y fotografía1. Las piezas se incluyen en el catálogo que estamos preparando con los restos cerámicos de los pozos de cronología islámica.
3.1. La técnica de cuerda seca La expresión cuerda seca es el nombre con el que se designa una técnica decorativa que se aplica sobre los objetos cerámicos ya cocidos o simplemente oreados para luego proceder a su cocción definitiva. Esta técnica procedente de Oriente llega a Alandalús2 vía Ifriqiya o el Magreb a final de la época emiral y principio de la califal (Déléry, 2006). El nombre cuerda seca aparece en el Libro de cargo y Data de 1558 de la catedral de Sevilla en el que se enumera
un encargo de azulejos realizados con esa técnica. Este documento fue publicado en 1903 por el erudito sevillano J. Gestoso Pérez dando pie a que arqueólogos y ceramistas utilicen este término. La técnica consiste en trazar el perfil externo de un motivo decorativo con una mezcla de manganeso y algún tipo de grasa animal o vegetal, después el espacio interior se rellena con vidriados de diferentes colores y opacidades en suspensión acuosa. Es precisamente el componente graso de la línea exterior lo que frena el relleno. Una vez cocida la pieza, el perfil negro queda sin brillo y en un plano inferior al vidriado. Existen dos modalidades de esta técnica: cuerda seca total cuando toda la superficie está cubierta con vidriado y cuerda seca parcial cuando se dejan espacios vacíos sin vidriar. Esta última técnica es conocida también como verdugón. La investigadora Josefina Pérez Arantegui del Departamento de Química Analítica de la Universidad de Zaragoza ha realizado varios análisis de piezas decoradas en cuerda seca procedentes de los hornos musulmanes del barrio de San Pablo puntualizando varios aspectos de esta técnica. Los análisis realizados a los perfiles externos indican una alta concentración de óxidos de manganeso mezclado con hierro, calcio, silicio, aluminio, potasio y en ocasiones plomo. Así mismo el componente graso (aceite, cera) que tradicionalmente se decía que acompañaba al manganeso no aparece en los análisis ya que es probable que se haya quemado durante la cocción. Por otro lado, el elevado nivel de reacción entre el vidriado y la pasta hace suponer que las piezas no estaban cocidas antes de aplicar la decoración (Pérez Arantegui, 1999, 2003).
4. RESULTADOS 4.1. El conjunto La excepcionalidad de este depósito radica en la elevada proporción de fragmentos decorados en cuerda seca respecto del resto de pozos del teatro romano. En concreto son sesenta piezas de las que lamentablemente solo cuatro conservan completo su perfil. Todas las piezas están realizadas a torno en pasta de color blanquecino rosáceo con algunos restos de caliche. El grosor de las paredes oscila entre 2,5 y 5 mm. La cocción es oxidante a temperaturas que rondarán los 870 ºC por el tono que adquiere la línea de manganeso.
Figura 3. Unión cuello-cuerpo con moldura escalonada.
Las formas más repetidas son los cuellos de jarras y jarritas con una incisión a la altura del arranque del asa y que se distinguen por una moldura escalonada en la unión del cuello con el cuerpo. Encontramos paralelos con esta característica en algunas jarritas murcianas del siglo X y en Zaragoza apenas dos piezas, una de ellas en la excavación de la calle Cinco de Marzo, 8 de cronología califal (Gutiérrez 2006 a)
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y la otra que se encuentra expuesta en el Museo del teatro de Caesaraugusta (nº de registro 171). Otro ejemplar que dispone de esta moldura escalonada procede del Castillo de Albarracín con cronología XI-XII (Ortega 2007, pieza 217). De entre los treinta y cinco cuellos conservados nueve llevaban filtro. La especialista en cuerda seca andalusí Claire Déléry (2006) indica que los filtros abombados en pequeñas jarras con decoración de cuerda seca son típicos de época califal en algunas áreas como Ceuta y Valencia. También son frecuentes en Toledo y Vascos (Toledo). Estos filtros fijos podían ser utilizados para hacer infusiones o para aromatizar con hierbas y agua caliente, aunque sin duda evitar que los insectos llegasen al líquido era también un objetivo fundamental. Han aparecido también varios cuerpos de piezas destinadas al servicio de líquidos. Uno de ellos decorado con cuerda seca total cuyo motivo decorativo recuerda a piezas ya de época almohade de Cieza o Lorca (Navarro 1986, nº catálogo 269) de finales del siglo XII y principios del XIII. (Figura 4).
Figura 5. Jarrita de dos asas con apéndice de botón y decoración epigráfica, fondo plano discoidal. Nº sigla prov. 98.3 - 49.404 - CAJA 79_A
Figura 4. Cuerpo de jarra con decoración de cuerda seca total. Nº sigla prov. 98.3 - 45.404 - UBR 405_A. En el conjunto se han localizado también dos fragmentos de ataifor decorados en cuerda seca total con motivo de cordón de la eternidad uno de ellos y el otro es probable que tuviera alguna representación zoomorfa aunque el tamaño del fragmento no permite su identificación. No son infrecuentes este tipo de piezas en Zaragoza, en la excavación de los hornos de San Pablo 95-103 aparecieron al menos seis ejemplares y cuatro de ellos con motivo de gacela. Uno de estos ejemplares podemos contemplarlo en la discreta sala de exposición junto al Pórtico norte de la Aljafería aunque en la cartela explicativa solo está adscrito a un “alfar zaragozano”3. Figura 6. Cuellos de jarritas con la unión al cuerpo con moldura escalonada.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
Figura 9. Fragmento de ataifor. Nº de sigla provisional: 98.3 - 49.402 - CAJA 28_A.
Figura 7. Jarrita con filtro y asas con apéndice de botón. Nª sigla: 98.3 - 2/FH - 214.302.
Una pieza a destacar de nuestro conjunto es el fragmento de candil de piquera con reflector y decorado en cuerda seca parcial (Figuras 10 y 11). Otros ejemplares similares han aparecido también en Málaga en C/Granada con C/Escanio (Suarez, 2001). Otro candil con reflector se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz (nº inventario 11652) y en Almería (Muñoz 1986). También han aparecido algunos ejemplares en cerámica que recuerdan a candiles metálicos en Granada (Toro 1990) en contextos funerarios. Según indica el autor citado, durante siete noches después del entierro los familiares realizan lecturas del Corán junto a la tumba en favor del difunto:
Figura 8. Ataifores decorados en cuerda seca total.
Figura 10. Candil de piquera con detalles angulares en la conexión con la piquera y reflector triangular. Número provisional de sigla: 98.3 - 49.404 - CAJA 4_A.
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Figura 11. Foto candil de piquera. Número provisional de sigla: 98.3 - 49.404 - CAJA 4_A. Después de enterrado leerán por su alma el Alcorán, si hay quien lo lea, porque aquella es la mejor limosna voluntaria que se puede hacer por él en el mundo para descanso de su alma en la fosa.4
4.2. Motivos decorativos El muestrario de motivos decorativos es amplio y frecuentemente compartido con otras zonas de Alandalús. Generalmente se distribuyen en bandas, una o dos en el cuello y varias en el cuerpo. Estas bandas pueden estar dispuestas en posición horizontal o vertical y se interrumpen en la zona de las asas. Los motivos, ya utilizados en la cerámica verde y negra, que con mayor o menor fortuna describimos en los catálogos de piezas, contenían en su momento diversos significados y objetivos. Por un lado los de carácter profiláctico para conservar la salud y prevenir enfermedades sin olvidar las fórmulas apotropaicas para alejar el mal. También fueron vehículo de propaganda para legitimar la identidad de su propietario o promotor.
Figura 12. Cuello de jarra con motivo decorativo de cordón superior de corazones incrustados en reserva, palmetas en la parte inferior y motivos en espiga. Nº serie provisional: 98.3 – 45.404 – UBR 713_A. o Madrid (Retuerce 1998, tomo 2, nº 140). En Zaragoza aparece en una pieza de cronología califal (Gutiérrez, 2006 a: 382, nº inventario: 04.153.4765). El cordón de la eternidad con dos o tres cabos y en reserva o no es un motivo recurrente desde finales del siglo X y principios del XI. Aparece con mucha frecuencia en piezas de Zaragoza, como las de los hornos de San Pablo o la del Paseo de la Independencia en contexto de abandono del arrabal Ṣinhāŷa (Gutiérrez, 2006 b, nº inventario: 02.4.23711). También en piezas de Albarracín (Ortega 2007, Piezas 216, 219).
Claire Déléry opina que los motivos utilizados en cuerda seca durante la época de las taifas se encuadran dentro de lo que ella llama “une nouvelle grammaire ornementale”. El mundo simbólico es complejo y responde a numerosas realidades. Una de sus características es la simultaneidad de valores (Cirlot, 1997), por lo que cualquier enumeración va a resultar incompleta forzosamente. Veamos algunos motivos decorativos de nuestro conjunto. Las palmetas esquemáticas ya se conocen en Susa (Irán) desde el siglo IX y también en piezas de Madinat al-Zahra
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Figura 13. Borde de un ataifor con motivo decorativo de cordón de la eternidad. Nº serie provisional: 98.3 - 49.402 - CAJA 30_A.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica Es muy frecuente en las decoraciones de nuestro conjunto (Figura 14) el motivo conocido como ataurique, arabesco o acanto, que imita el ritmo y crecimiento de las plantas en un intento de representación de los Jardines del Paraíso (Sutton 2007). En Zaragoza aparece con frecuencia, por ejemplo en una jarrita de la calle Martín Carrillo con cronología de finales del siglo XI y principios del XII (Álvarez, 1991:43). De la misma cronología es la pieza 223 del Castillo de Albarracín donde también aparece este motivo decorativo (Ortega, 2007).
Figura 14. Cuerpo de jarra con varios motivos decorativos: atauriques y epigrafía. Nº serie provisional: 98.3 - 49.404 - UBR 60_A. Otro motivo habitual por tierras peninsulares son las formas almendradas dispuestas de manera intercalada o todas en la misma dirección. Encontramos ejemplares con cronologías del siglo XII en Murcia, Alicante, Valencia (Navarro, 1986, nº catálogo: 273). En Zaragoza el motivo no es tan frecuente (Figura 15).
Figura 15. Cuello y hombro de jarrita. La banda inferior del cuello tiene almendras en reserva con la punta hacia abajo. Nº serie provisional: 98.3 – 49.402 – CAJA 49_A.
Las hojas bivalvas como “V” invertidas con una gota de vidriado en su interior (Figura 18, banda en el hombro), los círculos concéntricos (Figura 18 banda central del cuerpo) y las ondas con gota vidriada (Figura 16) son motivos que se repiten con mucha frecuencia en las piezas de Zaragoza.
Figura 16. Cuello con banda a base de ondas con gotas de vidriado. Nº serie provisional: 98.3 - 49.402 - CAJA 50_A. La epigrafía constituye un conjunto de motivos especialmente interesantes por lo que su significado real puede aportar. Es muy frecuente el término al-mulk (la sura 67 del Corán hace alusión al poder, al imperio, al dominio de Dios). Ya aparecía en la cerámica verde y negra de Madinat al-Zahra lo que para muchos investigadores era expresión de poder y legitimidad del califato Omeya de Córdoba. En Zaragoza es un tema recurrente en la cuerda seca. Se han encontrado ejemplares en la excavación de la Seo de Zaragoza (Gutiérrez, 2015, nº sigla 93.115.9599), en el Paseo de la Independencia (Gutiérrez 2006 b, nº sigla: 02.4.15699 y 02.4.25973) o en el Castillo de Albarracín (Ortega 2007, pieza 216). También muy frecuente es la expresión baraka que significa gracia, suerte o bendición y que actúa como símbolo de protección. Sin embargo pese a que la epigrafía pudiera considerarse un motivo decorativo más fácil de interpretar también surgen importantes dudas. Por ejemplo en la Figura 14 apreciamos en la banda inferior del cuerpo unos motivos epigráficos o pseudo-epigráficos, en este caso tenemos varias interpretaciones. Por un lado podría ser una expresión abreviada de li-sāhibihi (li-sā) que significa para su poseedor, mientras que para otros investigadores como Guillermo Rosselló, este motivo representa el lema al-mulk “encadenado y muy adulterado pues ha perdido elementos tales como la kâf final de modo que se produce la integración de lâm con la palabra siguiente” (Rosselló, 2000:33). Algunos ejemplares de Zaragoza de los hornos de San Pablo 95-103, muestran este motivo (Escudero 2002:59).
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Figura 17. Cuerpo con varias bandas decoradas mezclando epigrafía y motivos geométricos como el rombo. La banda inferior repite la fórmula al-mulk. Nº serie provisional: 98.3 - 45.404 – UBR 404_C.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica AGRADECIMIENTOS Desde aquí quiero agradecer a los arqueólogos responsables de la última y definitiva fase de excavación del teatro romano, Francisco Escudero y Mª Pilar Galve su inestimable ayuda para mis investigaciones. Así mismo agradecer al Servicio de Patrimonio e Historia Cultural del Ayuntamiento de Zaragoza las facilidades que han puesto para el estudio de los materiales guardados en sus almacenes. Agradecimiento sincero para mi tutora de tesis la doctora en arqueología Dña. Angelines Magallón Botaya por su apoyo constante.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Álvarez, A., (1991) “La cerámica” en Zaragoza, Prehistoria y Arqueología. Ayuntamiento de Zaragoza, Gerencia de urbanismo. Figura 18. Jarra globular con varias bandas verticales en el cuello con cordón de eternidad, en el cuerpo una primera banda de hojas bivalvas hacia abajo, círculos concéntricos en melado y reserva y atauriques en la banda inferior del cuerpo. Nº de sigla provisional 98.3 - 49.404 - UBR 169_A.
Casassas, X., (2014) La muerte y el más allá según el Islam. Antología de textos literarios, jurídicos y religiosos islamoespañoles de mudéjares y moriscos sobre la muerte y el más allá, Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, Almería.
5. CONCLUSIONES
Corriente, F. y Áli Makki, M., (2001) Crónica de los emires Alhakam I y Abdarrahmán II entre los años 796 y 847 (Almuqtabis II, 1) / Ibn Hayyan, Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos, p. 17n.
La técnica decorativa conocida como cuerda seca, cuyos primeros restos en territorio peninsular datan de mediados del siglo X, aparece registrada de manera muy destacada en este depósito de la excavación del Teatro romano de Caesaraugusta. Técnica utilizada para decorar las paredes de piezas destinadas fundamentalmente al consumo y servicio de mesa de líquidos (un 95%). El resto de fragmentos corresponden con dos ataifores y un candil de piquera. El hecho de que esta técnica decorativa solo necesitara un proceso de cocción (más económico) permitiría que estas piezas fueran adquiridas por un amplio sector de la población y no solo por las familias más adineradas. Los motivos y las formas de las piezas cerámicas las adscriben a una cronología califal de finales del siglo X y principios del XI y taifa hasta principios del XII. Con la excepción de una pieza que recuerda a las aparecidas en el levante andalusí con cronología almohade de la que no sabemos si vino de fuera o alfareros, ya mudéjares en Zaragoza, hicieron copia de esos motivos. Se van a realizar análisis químicos a una muestra de estas piezas que esperamos aporten solución a algunas respuestas.
Cirlot, J. E., (1997) Diccionario de Símbolos, Labor, Barcelona.
Déléry, C., (2006) Dynamiques économiques, sociales et culturelles d’al-Andalus à partir d’une étude de la céramique de cuerda seca (seconde moitié du Xe siècle-première moitié du XIIIe siècle. Tésis doctoral inédita. Escudero, F., (2002) “Apuntes sobre la alfarería musulmana de Sarakusta” en Comercio y sociedad en Zaragoza. Una historia visual. Edita Ecos, Zaragoza. Galve, Mª P., (2010) “El espacio urbano en la Zaragoza islámica: balance y algunas novedades” en Ortega, J. M. y Escriche, C. (eds.) Actas de las I Jornadas de Arqueología Medieval en Aragón. Balances y novedades. Teruel 15-17 junio de 2006, Instituto de estudios Turolenses, pp.157-204. Gutiérrez, F.J., (2006 a) “La excavación arqueológica del N.º 8 de la calle Cinco de Marzo (patio de la Diputación Provincial de Zaragoza). Primera fase” en SALDVIE N.º 6, Universidad de Zaragoza, disponible en: http://salduie. unizar.es/sites/default/files/Saldvie_6%28Gutierrez%29.pdf [Accesado el 28 de diciembre de 2015]. Gutiérrez, F.J., (2006 b) La excavación arqueológica del paseo de la Independencia de Zaragoza. Febrero-mayo de 2002, Grupo Entorno.
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NOTAS ACLARATORIAS 1
Todos los dibujos y fotografías están realizados por la autora del artículo.
2 Queremos indicar aquí que para referirnos al territorio peninsular bajo el control musulmán optamos por utilizar la denominación Alandalús sugerida por el arabista Federico Corriente, en lugar del arraigado al-Ándalus: “En el caso de Alandalús, cuya castellanización parece inevitable, preferimos sugerir exactamente la pronunciación que daban al país sus nativos, más conforme también con la prosodia castellana, en lugar de la acentuación esdrújula, que nunca se usó en el Occidente islámico, ni responde sino a una imitación de una de varias pronunciaciones tradicionales del árabe clásico en Oriente”. (Corriente y Áli Makki, 2001) 3
Desde aquí queremos aprovechar para reivindicar la creación de un espacio expositivo dedicado a los cuatrocientos años de cultura andalusí de nuestra ciudad. Consideramos que tal periodo de nuestra historia no dispone a día de hoy de una suficiente puesta en valor que destaque y explique de manera global la importancia que tuvo nuestra ciudad en la frontera norte de Alandalús. La enorme cantidad de materiales recogidos en las diversas actuaciones arqueológicas realizadas en nuestra ciudad permitirían una interesante aproximación a la vida saraqustí de los siglos VIII al XII.
4 Texto anónimo mudéjar o morisco contenido en el manuscrito Ms.J-3, ff.88r-90r. de la Biblioteca Tomás Navarro del CSIC de Madrid. Fórmulas religiosas que los musulmanes españoles escribieron, copiaron y utilizaron hasta su expulsión a principios del siglo XVII (Casassas, 2014:86).
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
48. LA DEFINICIÓN FORMAL Y TECNOLÓGICA DE LA CERÁMICA MEDIEVAL DEL CASTILLO DE ALBARRACÍN Josefina Pérez-Arantegui1, Antonio Hernández Pardos2 1
IUCA. Universidad de Zaragoza Acrótera-Gestión del Patrimonio
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Antonio Hernández Pardos, arqueoantonio@acrotera.net
RESUMEN En los últimos años, la incorporación de los estudios químicos a la cerámica medieval del Aragón meridional, procedentes de contextos arqueológicos de la provincia de Teruel, constituye una de las más consolidadas perspectivas de análisis arqueométrico de la cerámica medieval peninsular. Está permitiendo profundizar en los procesos productivos y en la propia identificación de los recipientes elaborados por centros alfareros de Zaragoza, Albarracín, Teruel y Muel. A estos se ha sumado recientemente el conjunto procedente del castillo de Albarracín, como centro consumidor, al que llegaban manufacturas de diversa procedencia. El interés del conjunto cerámico procedente del castillo de Albarracín recuperado en 2004/2006 proviene de su secuencia estratigráfica, soporte que permite reconstruir una periodización fiable, y, de ahí, conocer la evolución de los repertorios cerámicos y su implicación en su estructura social. Esta investigación (con financiación de la Dirección General de Patrimonio Cultural) se centra en el repertorio cerámico de los siglo XII y XIII, uno de los mejor representados y peor reconocidos, al mismo tiempo que más interesantes al ser exponentes de la sustitución de estructura social andalusí por la feudal. Teniendo en cuenta criterios tecnológicos como la pasta, el modelado y el acabado de las superficies, se diferenciaron un total de seis grupos cerámicos, de los que se obtuvo su composición química mediante espectroscopia óptica de emisión con plasma de acoplamiento inductivo-ICP (Inductively Coupled Plasma). La incorporación de análisis arqueométricos al estudio morfológico ha permitido proponer varios probables centros productores para las cerámicas consumidas en el castillo durante este período. PALABRAS CLAVE: Cerámica; Albarracín; Centros alfareros; Andalusí; Feudal.
ABSTRACT In recent years, the incorporation of chemical studies to the medieval pottery from Southern Aragon is one of the most established prospects of the archaeometric analysis of the Spanish Medieval pottery. This research focuses on the ceramic repertoire from the castle of Albarracín during the 12th and 13th century, one of the best represented and most interesting but worst recognized. Given technological criteria, have been identified six ceramic groups, of which the chemical composition was obtained by optical emission spectroscopy with Inductively Coupled Plasma-ICP. These archaeometric studies have allowed to propose several possible production centres for the pottery consumed in the castle during this period. KEYWORDS: Pottery; Albarracín; Production; Andalusi period; Feudal.
1. INTRODUCCIÓN A lo largo de las últimas décadas, la arqueología medieval hispana se ha venido centrando con especial interés y voluntad investigadora en la producción cerámica, estudiándose los centros alfareros, tanto desde el punto de vista de su tecnología –hornos– como de sus manufacturas. La incorporación de los estudios químicos a esta labor ha supuesto un destacado avance. Esta última perspectiva ha tenido su especial desarrollo en el Aragón meridional,
en determinadas producciones andalusíes y feudales. Las manufacturas de la Zaragoza andalusí, de Teruel y de Muel han sido objeto de diversos análisis, especialmente centrados en la vajilla vidriada y decorada. A estos casos se han incorporado recientemente el conjunto procedente del castillo de Albarracín (Fig. 1), como centro consumidor, al que llegaban manufacturas de diversa procedencia.
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3. METODOLOGÍA
Figura 1. Vista aérea de Albarracín y su castillo (Fotografía cedida por Antonio Almagro Gorbea)
2. OBJETIVOS El interés del conjunto cerámico procedente del castillo de Albarracín recuperado en 2004/2006 proviene de su secuencia estratigráfica, soporte que permite reconstruir una periodización fiable, y, de ahí, conocer la evolución de los repertorios cerámicos y su implicación en su estructura social. Los restos arqueológicos descubiertos hasta el momento en esta fortaleza indican que se trata de un enclave privilegiado, en el que se conjugan los usos fortificado y residencial de prestigio (Fig. 2). Su configuración urbanística principal parece situarse en el siglo XI, período en el que los Banu Razin ejercieron como emires de la taifa (Hernández en prensa; Hernández y Franco, 2010; Ortega 2006). La presente investigación1 se centra en el repertorio cerámico de los siglos XII y XIII, uno de los períodos mejor representados en este yacimiento, pero muy mal conocido, al mismo tiempo del mayor interés para conocer la sustitución de la estructura social andalusí por la feudal (Hernández, 2008, 2010).
Figura 2. El castillo de Albarracín hacia fines del siglo XI (Base topográfica de Antonio Almagro Gorbea)
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Teniendo en cuenta criterios tecnológicos como la pasta, el modelado y el acabado de las superficies, se diferenciaron un total de seis grupos cerámicos, de los que se obtuvo su composición química mediante espectroscopia óptica de emisión con plasma de acoplamiento inductivo-ICP (Inductively Coupled Plasma) (Tabla 1). Se midieron elementos mayoritarios, minoritarios y algunas trazas (aluminio, bario, calcio, estroncio, hierro, magnesio, manganeso, potasio, sodio y titanio), a partir de las disoluciones obtenidas por tratamiento ácido de las muestras (Tabla 2). Posteriormente, los datos analíticos se sometieron a un tratamiento estadístico de agrupación (Cluster Analysis).
4. RESULTADOS La incorporación de análisis arqueométricos al estudio morfológico y tecnológico ha permitido, en primer lugar, identificar grupos cerámicos a partir de sus coincidencias, incorporando los resultados estadísticos que proporciona el análisis químico. Y, en segundo lugar, se han propuesto varios centros productores para las cerámicas consumidas en el castillo durante este período, aunque esta identificación entre forma/ aspecto/ composición química es provisional, a la espera de más analíticas. Pasamos a continuación a presentar los diversos grupos cerámicos identificados2. Tabla 1. Relación de muestras analizadas Muestra
Pieza
Procedencia
Fig.
D1
cantimplora
Albarracín?
3
D2
olla
Albarracín?
3
D3
Olla
Albarracín?
3, 4
D4
Olla
Albarracín?
3
D5
Olla
Albarracín?
3
F2
Olla
Albarracín?
3
E1
Olla
Levante?
6
E2
Olla
Levante?
5
A1
Redoma
Levante?
8
A2
Ataifor
Levante?
7
A3
Ataifor
Levante?
7
A4
Redoma
Levante?
8
A5
Ataifor
Levante?
7
A6
Ataifor
Levante?
7
G3
Redoma
Levante?
8
G4
Ataifor
Levante?
7
F1
Jarrito
Zaragoza?
9
F3
Olla
Zaragoza?
9
F4
Olla
Zaragoza?
9
F5
Olla
Zaragoza?
9
C4
taza
Teruel?
10
B2
Ataifor
Teruel?
11
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica 4.1. Producción local de cocina y almacenaje durante el siglo XII A pesar de no haberse localizado todavía ninguna alfarería en el territorio de la taifa, la homogeneidad y repetición de los repertorios cerámicos indican la existencia de una producción local, seguramente ubicada en la misma capital del emirato, y destinada sobre todo al abastecimiento de la demanda urbana, y palatina en especial. Este grupo cerámico muestra una pasta no calcárea, con valores entre 0’5 y 4’5 % de CaO, con pequeñas variaciones, y está formado por las muestras D1, D2, D3, D4 y D5, cuya composición química puede reconocerse en la Tabla 2. Todas las pastas muestran un aspecto muy compacto y duro con abundante desgrasante granítico de tamaño fino y calcáreo de pequeño tamaño. Las piezas están elaboradas mediante cocción mixta, con núcleos grises y superficies de tono ocreanaranjado.
Figura 4. Olla de probable procedencia local, muestra D3 de contextos fechados a lo largo del siglo XII. Recientemente hemos dedicado un estudio específico (Hernández, 2015; Hernández y Pérez-Arantegui, en prensa).
4.2. Producción levantina de cocina, 2º mitad del siglo XII e inicios del XIII En segundo lugar, se ha distinguido un tipo de pasta no calcárea, con valores inferiores a 4% de CaO, al que pertenecen todas las muestras seleccionadas en el grupo E. Forman un grupo cerámico muy homogéneo, cuya composición química puede reconocerse en la Tabla 2. Las pastas muestran un aspecto grueso, con abundante desgrasante granítico grueso y chamota, y están elaboradas en cocción mixta con núcleo gris claro y superficies anaranjado-rosáceas. Con las pasta tipo E se elaboraron recipientes exclusivamente de cocina dotados de un perfil característico con cuello alto cilíndrico ligeramente abierto rematado por borde grueso en cinta al exterior, cuello remarcado por gruesas acanaladuras, superficie raspada en pared y asa triangular (Fig. 5).
Figura 3. Ollas y cantimplora de probable producción local La analítica indica una gran semejanza en las muestras D3, D4 y D5, pasta con la que se elaboró un mismo modelo de olla dotado de un cuello corto (Fig. 4). La muestra D1 procede de una cantimplora muy característica, con una superficie de tono ocre y decoración excisa, aspectos idénticos a un gran jarro. En el caso de la muestra D2 –que se aleja un poco del resto del grupo–, utilizada en un ejemplar de similar morfología a los anteriores, es significativa la semejanza en su composición química con otra muestra procedente de Albarracín y perteneciente a una pieza pintada para el servicio de líquidos. Ambos recipientes, elaborados con pastas nada calcáreas –valores entre 0’5 y 0’7% de CaO–. Con este tipo de pasta se elaboraron, al menos, recipientes culinarios como ollas, pero también otros destinados al almacenamiento y servicio de líquidos como jarros y cantimploras (Fig. 3). Todas estas piezas cerámicas proceden
Figura 5. Olla de probable procedencia valenciana, muestra E2 (Fotografía de Cristina Bazán/Acrótera)
481
Junto a este recipiente de gran tamaño, también se elaboró otro de menores dimensiones y con la superficie más modelada, que presenta una simple decoración pintada (Fig. 6). En este caso, se corresponde con la muestra E1, cuya composición química muestra una ligera desviación respecto al resto, que quizás pueda relacionarse con un tratamiento diferenciado de cada pasta. Las coincidencias formales, tecnológicas y analísticas permiten identificar una misma producción de recipientes culinarios, cuyo centro productor probablemente se ubicaba en el área urbana de la Valencia almohade, donde se han localizado piezas idénticas tanto en contextos de consumo como en un alfar (Hernández, 2015). Todas estas piezas cerámicas proceden de contextos fechados entre el último tercio del siglo XII y el primero de la centuria siguiente Recientemente hemos dedicado un estudio específico (PérezArantegui y Hernández, en prensa).
Figura 7. Ataifores de probable procedencia levantina de mesa y con cubiertas vidriadas monocromas. Por un lado, encontramos ataifores de gran tamaño de perfil quebrado, en unos casos con carena redondeada y labio recto, y en otros con carena angulosa y labio en pico (Fig. 7). Como únicos elementos decorativos se han utilizado técnicas de modelado, como por ejemplo una espiral excisa situada en el fondo, y estampillas en forma de flor. Dentro de este grupo es reseñable el caso particular de las muestras A1, A4 y A3, con unos valores de CaO muy destacables –26’5, 23’6 y 21’7% respectivamente– que permiten diferenciarlos del resto. Las dos primeras piezas corresponden a una redoma de pie macizo y esmaltadas en blanco (Fig. 8). El último recipiente corresponde a un ataifor en turquesa, decorado con una espiral. Por otro lado, también se han hallado ejemplares de redoma, recipiente cerrado, de perfil piriforme y cuello corto.
Figura 6. Olla de probable procedencia levantina, muestra E1
4.3. Producción levantina esmaltada, 2ª mitad del XII e inicios XIII En tercer lugar, se ha distinguido un tipo de pasta muy calcárea, por encima del 10% CaO, a la que pertenece la totalidad de las muestras seleccionadas del grupo A, y las muestras del G3 y G4. Tienen en común el tipo de pasta, muy depurada, sin desgrasante perceptible, en algún caso con desgrasante muy fino brillante. Con esta pasta se elaboraron recipientes destinados al servicio
482
Todos estos recipientes cerámicos guardan una enorme semejanza formal y técnica con la vajilla utilizada en el Levante durante época almohade, en cuyos centros alfareros –como Denia y Valencia– se utilizaron estas mismas cubiertas vidriadas y acabados decorativos. Aunque es temprano para confirmarlo, es probable que las piezas halladas en Albarracín procedan de alguno de aquellos alfares levantinos. Recientemente hemos dedicado un estudio específico (PérezArantegui y Hernández, en prensa).
Figura 8. Redomas de probable procedencia levantina
4.4. Producción ¿zaragozana? en la 1ª mitad siglo XIII Figura 8. Redomas de probable procedencia levantina
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica De los recipientes sin cubierta, se han reconocido varias formas de pequeño tamaño como jarro, jarrito, cuenco, alfabia o altamía y taza, estas dos últimas con ejemplares localizados en el castillo de Albarracín (forma taza, Fig. 10). En el caso de las piezas con cubierta vidriada, en todos ellos se trata de recipientes abiertos como plato y fuente de perfil quebrado, en unos casos con carena redondeada y fino labio (Fig. 11) y en otros con carena angulosa moldurada y labio en pico (Fig. 12). Algunas piezas están decoradas con espirales excisas en el fondo.
Figura 9. Ollas y jarrita de probable procedencia zaragozana En cuarto lugar, los materiales cerámicos del castillo de Albarracín han proporcionado otro grupo cerámico muy homogéneo y definido. Las muestras F1, F3, F4 y F5 pertenecen a una pasta no calcárea, con valores entre 0’5 y 1% de CaO. La pasta cerámica muestra una textura arenosa con desgrasante muy fino y ha sido cocida en atmósfera mixta, que le aporta un tono rojizo a la superficie de las piezas. Ha sido utilizada en el repertorio de cocina, en unas características ollas de cuello cilíndrico y borde moldurado y escotadura en el hombro. Aunque el modelado final del borde/labio es diferente en cada uno de los cuatro ejemplares analizados, los aspectos tecnológicos y analíticos permiten asegurar que se trata de una misma producción. Si bien no existen paralelos claros, las similitudes con las ollas de labio oblicuo que se elaboraron en Zaragoza a partir del siglo XIII permiten plantear esta procedencia como hipótesis de trabajo, que esperamos asegurar en un futuro.
4.5. Producción turolense en la 2ª mitad siglo XIII En quinto lugar, a partir del análisis químico, se ha podido definir claramente un grupo cerámico bastante homogéneo, caracterizado por una pasta poco calcárea, con valores entre 6 y 9% de CaO. Está formado por las muestras B1, B2, B3, C5 y C6, cuya composición química puede reconocerse en la Tabla 2. Dentro de este grupo de pasta poco calcárea, la muestra B3 posee un nivel de CaO del 10’8%, por encima de la media, por lo que hay que tomar con cautela que forme parte del grupo definido. Además de las piezas procedentes del castillo de Albarracín, en este grupo de muestras se incluyeron recipientes procedentes de la fase I de plaza de la Judería, y que tenían unos rasgos formales y tecnológicos similares (Hernández 2014). Es significativo que con el mismo tipo de pasta se elaboró un repertorio de recipientes bastante variado, en el que se encuentran piezas sin vidriar del servicio de mesa, pero también vajilla de mesa barnizada de tono melado. Recientemente hemos dedicado a este grupo cerámico un estudio específico (Hernández y PérezArantegui en prensa).
Figura 10. Tazas de probable procedencia turolense, muestra C4 (Fotografía de Cristina Bazán/Acrótera)
Desde un punto de vista formal, se reconoce una filiación almohade, especialmente en los platos carenados, aunque al mismo tiempo los rasgos tecnológicos y el acabado decorativo son claramente distintos (Hernández 2014). Estos aspectos permiten reconocer una clara adaptación de determinados modelos previos de la vajilla almohade levantina de la primera mitad del siglo XIII, sometidos a una simplificación formal y decorativa nada casual por parte de los alfareros que la elaboraron.
Figura 11. Ataifor de probable procedencia turolense, muestra B2 (Fotografía de Cristina Bazán/Acrótera) El análisis comparativo de la composición química ha permitido reconocer una enorme similitud química con la pasta poco calcárea utilizada en la cerámica decorada turolense de los siglos XIV-XV, con unos valores de 7% en
483
CaO y 1,5% en MgO (Tabla 3) (Pérez-Arantegui 2010). Este resultado demuestra la semejanza que existe entre el grupo cerámico identificado en el castillo de Albarracín y en la plaza de la Judería –a partir de mediados del siglo XIII– y los recipientes decorados “clásicos” en verde/morado de elaboración turolense, de los siglos XIV y XV. En cambio, en la vajilla pintada en azul cobalto se observa la utilización de una pasta diferente, más calcárea, que le proporciona un tono amarillento (Pérez-Arantegui et alii, 2009). Estas cerámicas, recuperadas tanto en el castillo de Albarracín como en la plaza de la Judería de Teruel, proceden de contextos datados a partir de mediados del siglo XIII. De este modo, la producción de los alfares turolenses se desarrollaría, al menos, desde este momento, confirmándose la existencia de una primera etapa productiva previa a la aparición de la vajilla esmaltada y decorada (Pérez-Arantegui, 2002; Pérez-Arantegui et alii, 2007). La principal diferencia tecnológica radica en el uso exclusivo durante esa etapa inicial de barnices transparentes, que dotan a las piezas de tonos melados o verdosos dependiendo del tono de la arcilla tras la cocción.
élite social durante el período postaifal y colonización feudal, a caballo entre el valle medio del Ebro, el Sistema Ibérico y el Levante. A pesar de los cambios políticos y sociales que experimentó Albarracín y su territorio desde inicios del siglo XII hasta inicios del siglo XIV, el emplazamiento de la antigua alcazaba de los Banu Razin continuó siendo un centro de poder. Esta situación socioeconómica tiene su particular reflejo material, como hemos visto a lo largo de las páginas anteriores.
AGRADECIMIENTOS Nuestro agradecimiento (A.H.P.) para los técnicos y responsables del Servicio de Investigación de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón en 2007/2008, por su apoyo al proyecto de investigación de los repertorios cerámicos del castillo de Albarracín, y también a la profesora J. Pérez-Arantegui por incorporar estos análisis a su labor investigadora.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS -HERNÁNDEZ PARDOS, A. (2008) Una sociedad en (trans)formación. Estudio de los repertorios cerámicos andalusíes del Castillo de Albarracín 2007, inédito. -HERNÁNDEZ PARDOS, A. (2010) Una sociedad en (trans)formación. Estudio de los repertorios cerámicos bajomedievales del Castillo de Albarracín y Plaza de la Judería de Teruel, 2008-2009, inédito. -HERNÁNDEZ PARDOS, A. (2014) “La cerámica feudal entre mediados de los siglos XIII y XIV, según el repertorio de la plaza de la Judería de Teruel”, Arqueología y Territorio medieval, 21. Figura 12. Ataifor de probable procedencia turolense (Fotografías de Cristina Bazán/Acrótera y del Museo de Albarracín)
5. CONCLUSIONES Los resultados que estamos obteniendo con el estudio de los repertorios cerámicos del castillo de Albarracín sobrepasan las perspectivas iniciales que se albergaban allá por enero de 2004, cuando se retomó la excavación arqueológica de salvamento que se llevó a cabo en esta fortaleza. La variedad tanto de productos, como de contextos cronológico-culturales –no hay que olvidar el carácter estratificado del yacimiento– tiene su reflejo en la propuesta presentada en este trabajo, en la que se han reconocido determinadas producciones cerámicas, con la probable identificación de su procedencia. En todo caso, este repertorio cerámico debe entenderse dentro de la dinámica inherente al contexto social y urbanístico del que procede: un enclave urbano privilegiado que acoge a la
484
-HERNÁNDEZ PARDOS, A. (2015) “La cerámica culinaria andalusí del castillo de Albarracín (Teruel)”, Debates de Arqueología Medieval, 5, pp. 11-42. -HERNÁNDEZ PARDOS, A. (en prensa): “La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín, la campaña de 2004”, Salduie, Revista de Prehistoria y Arqueología. -HERNÁNDEZ PARDOS, A. y FRANCO CALVO, J. G. (2010) “Albarracín medieval: arqueología urbana en los últimos años”, I Jornadas de Arqueología Medieval en Aragón. Balances y novedades, Teruel-2006, (Ed. J. Ortega, C. Escriche), Teruel, pp. 357-402. -HERNÁNDEZ PARDOS, A. y PÉREZ-ARANTEGUI, J. (en prensa) “Caracterización arqueométrica de la producción cerámica turolense a partir de mediados del siglo XIII”, XVII Congreso Asociación de Ceramología “En torno a la cerámica medieval”, Ojós (Murcia), noviembre 2014.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica -ORTEGA ORTEGA, J. (2006) Anatomía del esplendor. Fondos de la sala de Historia Medieval del Museo de Albarracín, Albarracín. -PÉREZ ARANTEGUI, J. (2002) “Características tecnológicas de los esmaltes en la cerámica de Teruel: los primeros esmaltes”,…Operis terre turolii. La cerámica bajomedieval en Teruel, Teruel, pp. 207-210. -PEREZ-ARANTEGUI, J. (2008) Cerámicas medievales del Castillo de Albarracín. Caracterización química de distintos grupos de pastas cerámicas, inédito. -PÉREZ-ARANTEGUI, J. (2010) “La cerámica medieval y moderna de Teruel: aspectos tecnológicos”. I Jornadas de Arqueología Medieval en Aragón. Balances y novedades (Ed. J. Ortega, C. Escriche), Teruel, pp. 403-413.
y XIII”, XI Congresso Ibérico de Arqueometría, Evora, 1416 de octubre, 2015. -PÉREZ-ARANTEGUI, J., ORTEGA, J. y ESCRICHE, C. (2007) “La tecnología de la cerámica mudéjar entre los siglos XIV y XVI: las producciones esmaltadas de las zonas de Teruel y Zaragoza”, Avances en Arqueometría, 2005 (Eds. J. Molera, J. Farjas, P. Roura, T. Pradell), Girona, pp. 89-96. -PÉREZ-ARANTEGUI, J., ORTEGA, J. M., ESCRICHE, C. (2009) “The Hispano-Moresque tin-glazed ceramics produced in Teruel (Spain): a technology between two historical periods, 13th-16th c. AD”, From mine to microscope. Advances in the study of ancient technology (Eds. A. J. Shortland, I. C. Freestone, Th. Rehren), Oxford, pp. 61-68.
-PÉREZ-ARANTEGUI, J. y HERNÁNDEZ PARDOS, A. (en prensa) “Caracterización arqueométrica de la cerámica del castillo de Albarracín en la transición entre los siglos XII Tabla 2. Composición química de las muestras analizadas, expresada en % en peso de los óxidos de los elementos, excepto bario y estroncio en µg/g Muestra
Na2O
MgO
Al2O3
K2O
CaO
TiO2
MnO
Fe2O3
Ba
Sr
D1
0'349
6'07
20'0
6'30
4'50
0'886
0'0476
5'43
439
726
D2
0'195
1'03
7'56
3'64
0'56
0'348
0'0118
1'71
434
174
D3
0'266
4'15
19'4
5'99
3'31
0'947
0'0519
7'52
610
1060
D4
0'245
4'21
16'1
5'85
2'21
0'744
0'0383
6'66
569
641
D5
0'361
4'30
19'8
6'17
1'96
0'927
0'0388
7'65
536
763
F2
0'272
2'29
19'7
4'04
3'91
0'630
0'0579
6'97
389
175
E1
0'297
2'85
15'0
5'01
1'93
0'618
0'0274
4'43
625
602
E2
0'210
1'66
16'4
4'52
0'84
0'692
0'0236
4'40
394
284
A1
0'315
1'92
12'5
3'54
26'6
0'581
0'0479
4'45
334
422
A2
0'706
2'71
14'5
3'09
14'6
0'737
0'0475
5'08
402
269
A3
0'431
2'76
13'5
3'70
21'7
0'632
0'0681
4'81
378
420
A4
0'427
1'97
12'1
3'09
23'6
0'601
0'0469
4'08
358
372
A5
0'474
2'21
14'4
3'94
15'9
0'682
0'0516
4'93
424
291
A6
0'571
2'26
14'2
3'59
15'5
0'718
0'0555
4'71
413
459
G3
0'740
3'16
14'7
3'82
17'0
0'622
0'0691
4'73
452
572
G4
0'771
2'56
15'1
3'35
16'2
0'742
0'0523
5'36
425
308
F1
0'213
1'66
16'3
4'28
9'28
0'532
0'0376
4'79
443
470
F3
0'207
1'75
11'9
4'21
0'72
0'523
0'0506
4'02
606
72
F4
0'210
0'89
12'3
2'82
0'57
0'532
0'0430
4'82
508
124
F5
0'154
0'89
12'0
2'71
0'63
0'540
0'0438
4'46
582
97
C4
0'209
1'57
17'1
4'71
9'30
0'596
0'0425
5'19
498
366
B2
0'284
2'05
14'2
4'19
4'88
0'701
0'0298
4'58
386
192
B1
0'482
2'66
16'3
4'39
7'79
0'765
0'0376
5'65
416
213
B3
0'957
2'18
15'7
3'53
10'8
0'753
0'0306
4'63
384
210
B4
0'193
1'37
14'5
4'04
7'09
0'478
0'0297
3'77
437
468
B5
0'209
1'52
16'9
4'34
5'90
0'536
0'0352
5'16
538
459
B6
0'155
1'28
10'5
3'72
5'68
0'314
0'0223
2'77
442
368
C1
0'216
1'46
16'5
4'46
4'93
0'527
0'0306
4'53
450
391
C2
0'211
1'58
17'4
4'46
7'20
0'585
0'0363
5'10
494
392
485
C3
0'301
1'71
15'5
4'43
6'09
0'477
0'0365
3'77
503
453
C5
0'329
2'07
18'5
4'86
6'81
0'598
0'0437
5'58
481
255
C6
0'206
1'84
17'4
4'71
8'09
0'583
0'0410
5'38
495
396
C7
0'149
1'49
10'0
4'22
1'05
0'358
0'0334
3'02
538
69
E3
0'218
1'37
13'3
4'01
0'73
0'598
0'0130
3'36
426
200
E4
0'190
1'46
14'2
3'80
2'40
0'585
0'0180
3'64
357
270
E5
0'219
1'69
17'8
4'43
1'46
0'732
0'0272
5'14
415
269
G1
0'428
5'73
17'7
5'14
7'60
0'728
0'0620
5'74
669
435
G2
0'976
4'18
16'1
2'78
15'6
0'691
0'1706
5'62
635
994
G5
0'407
4'18
15'0
4'55
19'9
0'632
0'0704
4'71
540
401
Tabla 3. Composición química de las pastas cerámicas utilizadas en la vajilla esmaltada en verde/morado y en azul elaboradas en Teruel
Teruel en verde/morado ss. XIV-XV s Teruel en azul cobalto ss. XV y ss. s
Na2O
MgO
Al2O3
K2O
CaO
TiO2
MnO
Fe2O3
Ba
Sr
0,204
1,49
15,7
3,60
7,44
0,525
0,0276
4,69
433
131
0,068
0,13
1,4
0,22
1,00
0,041
0,0092
0,50
42
37
0,445
1,58
16,3
2,72
15,5
0,639
0,0361
5,29
405
365
0,130
0,27
2,3
0,50
2,5
0,082
0,0124
0,86
58
141
NOTAS ACLARATORIAS 1
Este estudio ha contado con financiación del Plan General de Investigación en Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón en 2007/2008, y del proyecto de investigación PM081/2006 del Departamento de Ciencia, Tecnología y Universidad del Gobierno de Aragón.
2
Salvo que se indique lo contrario, las figuras han sido elaboradas por Antonio Hernández Pardos/ACRÓTERA
486
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
49. ESTUDIO DE LOS RESTOS FAUNÍSTICOS DE LOS SILOS ALTOMEDIEVALES DE LOS PEDREGALES (LUPIÑEN-ORTILLA, HUESCA) Alejandro Sierra Sainz-Aja1,2, Fernando Pérez Lambán1,2, Jesús V. Picazo Millán1,2, José Luis Peña Monné2,3, María Marta Sampietro-Vattuone4. Dpto. de Ciencias de la Antigüedad-Prehistoria, Universidad de Zaragoza 2 IUCA 3 Dpto. de Geografía y Ordenación del Territorio, Universidad de Zaragoza 4 Laboratorio de Geoarqueología, Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Tucumán-CONICET, Argentina. 1
Alejandro Sierra Sainz-Aja, asierrasainzaja@hotmail.com. RESUMEN Los estudios arqueozoológicos y tafonómicos de yacimientos altomedievales son escasos en la Península Ibérica. A pesar de la existencia de fuentes escritas, este tipo de estudios son necesarios para reconstruir las formas de vida de las sociedades rurales. En este trabajo se presenta el análisis faunístico de los restos excavados en el yacimiento de Los Pedregales (Lupiñén-Ortilla, Huesca), un conjunto de silos altomedievales. El objetivo fundamental ha sido obtener información acerca de la gestión de recursos faunísticos explotados en la cercanía de los silos y conocer la historia tafonómica de los mismos. Los resultados han mostrado el predominio de los animales domésticos, con la destacable ausencia del cerdo, y el proceso de rellenado de los silos. PALABRAS CLAVE: Arqueozoología; Tafonomía; Alta Edad Media; Silos.
ABSTRACT The archaeozoological and taphonomical studies about the Early Middle Ages silos are scarce in the Iberian Peninsula. In spite of the existence of some written sources, these studies are necessary to reconstruct the means and ways of life of those rural societies. This paper presents the faunistical analyses of Los Pedregales (Lupiñén-Ortilla, Huesca): a set of Early Middle Ages silos. The main goal was to obtain some information about the resource management in the environs of the silos and to know the taphonomic history of them. The results have shown the predominance of domestic animals over wild ones, highlighting the lack of pigs and the process of filling the silos. KEYWORDS: Archaeozoology; Taphonomy; Early Middle Ages; Silos.
1. INTRODUCCIÓN Los estudios arqueozoológicos y tafonómicos son escasos para el periodo medieval. Las fuentes escritas han dominado los análisis históricos a pesar de su escasez en algunos momentos del mismo. Sin embargo, Torres (1988) y GarcíaGarcía (2012) han mostrado que este tipo de estudios pueden aportar mucha información sobre los modos de vida de las sociedades rurales medievales. A finales de los años 80, Torres defendió la aplicación de los estudios arqueofaunísticos a estas sociedades. El autor sostenía que “el análisis de los restos faunísticos procedentes de yacimientos arqueológicos puede proporcionar informaciones precisas imposibles de obtener por otros medios” (p. 137). Estos estudios informan sobre las estrategias de productivas o cinegéticas. Desde la redacción de ese artículo, la disciplina arqueozoológica ha progresado y ha incorporado nuevos métodos, pero la cantidad de estudios sobre el periodo sigue siendo escasa. García-García (2012) destaca la falta de interés por este tipo
de estudios y trata de mostrar algunas de las posibilidades de la disciplina, como, por ejemplo, el conocimiento de las técnicas pastoriles, como la trashumancia, o como defiende García-García, con mucha cautela, el conocimiento del grado de islamización de una zona (por la existencia o no de cerdo en el registro). En Aragón, los estudios arqueozoológicos para época medieval son muy escasos. Tan solo encontramos los trabajos de Moreno-García para la zona de Albarracín, en los que estudia la gestión ganadera al final del periodo islámico y durante los reinos cristianos, con especial interés en la trashumancia (Moreno-García 2004). Por esa razón, consideramos que el estudio del yacimiento de Los Pedregales aportará información valiosa para el conocimiento de estas sociedades en esta comunidad. Los Pedregales se sitúa entre los municipios de Lupiñén y Ortilla, a unos 500 metros al sur del río Sotón (Fig. 1a). La zona está muy afectada por la erosión en forma de cárcavas
487
y por actividades antrópicas (remoción de tierra y vertido de basuras). Es en la zona acarcavada donde se ha identificado el material arqueológico en superficie y en los cortes dejados por la erosión. Además, se encontraron un conjunto de más de cincuenta acumulaciones de piedras calizas con formas pseudotumulares muy afectadas por la erosión (Fig. 1b), algunas de las cuales, al excavarlas, resultaron ser silos de época altomedieval. En la zona se han encontrado materiales desde el periodo romano hasta la Edad Moderna. La cronología de la principal fase de ocupación preservada en el yacimiento, determinada a partir de la cerámica y de dos dataciones radiocarbónicas de carbones del interior de los silos, se sitúa hacia la segunda mitad del siglo VI d.C. e inicios del VIII d.C. (Tabla 1) (Picazo et al. en prensa). Tabla 1. Fechas radiocarbónicas de los silos Estructura GrA-60640 1520 ± 30 BP 522 ± 53 calAD 1 Estructura GrA-60642 1300 ± 30 BP 712 ± 39 calAD 2
2. OBJETIVOS Entre los materiales del interior de los silos se encontró un reducido conjunto faunístico. Estos restos van a ser analizados en este trabajo con dos principales objetivos: • Caracterizar alguna de las estrategias ganaderas de las sociedades altomedievales en la Hoya de Huesca. Aunque la muestra es pequeña, esperamos poder realizar alguna inferencia sobre ellas. • Conocer las posibles alteraciones que ha podido sufrir el depósito, con la intención de observar las modificaciones que han podido afectar a los huesos.
3. METODOLOGÍA La Arqueozoología se ve caracterizada por su interdisciplinariedad, ya que recoge conocimientos de campos tan diversos como la biología, la paleontología, la etnozoología, la arqueología, etc. Esto hace que sea una disciplina muy rica y que nos puede aportar mucha información sobre la historia humana, pero también, hace que los arqueozoologos deban tener unos amplios conocimientos de estas disciplinas. Sus objetivos son “conocer y evaluar el impacto que éstas [relaciones entre seres humanos y animales] tuvieron en los propios animales, las comunidades humanas y el medio ambiente” (Moreno-García 2013: 346). En este estudio se han utilizado métodos arqueozoológicos, clásicos en este tipo de análisis, y métodos tafonómicos, que se incorporaron más recientemente a la disciplina, pero que están en boga. La identificación anatómica y taxonómica es una de las partes principales de cualquier estudio arqueofaunístico.
488
Figura 1: a) Situación del yacimiento b) Planta del yacimiento. En el presente trabajo se han utilizado un conjunto de atlas anatómicos: Schmid (1972), Pales & García (1981), Barone (1976); y la pequeña colección osteológica del Departamento de Ciencias de la Antigüedad de la Universidad de Zaragoza. Dentro de algunos géneros, como los ovicaprinos, resulta complicado poder diferenciar entre especies. Para su distinción se han usado los trabajos de Halstead et al. (2002) y de Payne (1985). Los restos no identificados taxonómicamente han sido agrupados en tres grupos según su talla: Mamíferos pequeños (conejos, liebres y pequeños carnívoros), Mamíferos medios (ovicaprinos) y Mamíferos grandes (bovinos). Se ha calculado la edad teniendo en cuenta la fusión de las epífisis y la erupción y el desgaste dental.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica Para ello se han utilizado los criterios de Silver (1969) y de Payne (1973). Como grupos de edad se han utilizado cuatro para los Bos (Infantil: desde el nacimiento hasta los 8-10 meses; Juvenil: desde 8-10 m hasta los 3 años; Subadulto: entre los 3-4 años; Adulto: entre 4-9 años) y otros cuatro para los ovicaprinos (Infantil: desde el nacimiento hasta los 4-5 meses; Juvenil: desde 4-5 m hasta los 2 años; Subadulto: entre los 2 y los 3-3,5 años; Adulto: entre 3-3,5 años y los 8). Uno de los aspectos más importantes de un estudio arqueozoológico es la cuantificación, ya que nos muestra la importancia de las diferentes especies en la economía de un grupo. Existen una serie de unidades de análisis usadas para cuantificar los restos que se poseen. La primera de ellas es el NISP, el número de especímenes (hueso, diente o fragmento del mismo) identificados. La segunda unidad es el NME, que se define como el número mínimo de elementos (unidad completa de un hueso o un diente) anatómicos completos. Por último, encontramos el NMI, que es el mínimo número de individuos de cada taxón. Consiste en calcular el número de individuos de cada especie teniendo en cuenta los elementos aparecidos en un yacimiento, la lateralidad, el tamaño, el sexo y la edad de los mismos (Lyman 2008). El NISP y el NMI se complementan bien, por lo que lo mejor es usarlos ambos, para evitar posibles problemas si se usan de forma independiente (Klein & Uribe 1984). Además, se han tomado las medidas osteométricas de todos aquellos huesos en los que ha sido posible. Para ello, se han utilizado los criterios de von den Driesch (1976). La tafonomía nos permite conocer las alteraciones que han podido sufrir los huesos, tanto por acción antrópica como por parte de otros agentes como los animales o el propio medio donde quedan depositados los huesos. Cada tipo de marca tiene su bibliografía específica. Para las marcas de corte, se han tenido en cuenta los trabajos de Cáceres (2002), que definen cuatro tipos de marcas de corte: las incisiones, los raspados, los aserrados y los tajos. Binford (1981) definió, según la posición de las marcas de corte, la actividad carnicera realizada. Según él, la actividad carnicera seguía casi siempre una secuencia: skinning (desollado), dismemberment (desmembración) filleting (descarnado) y marrow consumption (consumo medular). Para las fracturas se ha utilizado el trabajo de Vila y Mahieu (1991), en el que se establece el método de clasificar las fracturas según su ángulo (oblicuo, recto o mixto), su perfil (curvado, transversal o ambos) y su borde (irregular o suave). Siguiendo a estos autores también se ha medido la circunferencia de la caña y la longitud del resto. Con toda esta información, se espera poder saber quién o qué ha intervenido sobre el registro y cómo lo ha modificado. Para este estudio se han usado los criterios dados por Stiner et al. (1995), en los que se distinguen seis estadios, desde no quemado hasta totalmente quemado (desde marrón hasta blanco pasando por negro y gris). Además de los humanos, algunos carnívoros también actúan sobre los conjuntos, acumulándolos o modificándolos. Según
Binford (1981), se pueden reconocer cuatro tipos básicos de marcas de dientes: punctures, pits, scores y furrows. Para la situación de estas marcas se han utilizado los criterios establecidos por Andrews y Fernández-Jalvo (1997), que separan ocho tipos según su posición en el hueso. Otras modificaciones también han sido localizadas en los huesos, como es el caso del weathering, o meteorización, que es un proceso de desecación en el que intervienen procesos fisicoquímicos que producen agrietamiento, exfoliación, deshidratación, desintegración y descomposición. Behrensmeyer (1978) fue la primera en definir los tipos de meteorización en 6 etapas, pero para este trabajo se ha simplificado método dividiendo este tipo de alteración en inexistente, poco o mucho. Además, se han analizado otras marcas sobre los huesos, como las disoluciones, las concreciones, las raíces, etc. (Fisher 1995).
4. RESULTADOS Se estudian 5 estructuras (1, 2, 3, 5 y 9), con un total de 205 restos, de los cuales, 121 pertenecen a un solo individuo de la estructura 9. Por esta razón, para evitar el ruido que pueda producir, este último silo será analizado independientemente. La muestra es pequeña, lo que dificulta el reconocer los patrones de explotación y gestión de los recursos ganaderos, pero nos permitirá realizar alguna inferencia. Comenzaremos el estudio dando los datos conjuntos y después pasaremos a explicar cada estructura. Tomaremos los silos 1, 2, 3 y 5 en conjunto, teniendo en cuenta la cercanía temporal de los mismos, con el objetivo de ampliar la muestra a analizar. Como vemos en la Tabla 1, los ovicaprinos dominan con 15 restos. Se han podido identificar dos restos de Capra hircus. Le siguen los bovinos con 6 restos. Con el NMI, la diferencia entre ambas especies es menor, los ovicaprinos tienen cinco individuos y los bovinos cuatro (Tabla 2). Si tenemos en cuenta la diferencia de tamaño de cada especie, parece que los animales de tamaño medio, como los ovicaprinos, pueden tener mayor importancia, como muestra el NISP. Resulta llamativa la ausencia de cerdo entre todos los restos, lo que puede corresponderse con aspectos culturales o con la escasez de la muestra. Las aves tienen representación con dos individuos, aunque no conocemos la especie a la que pertenecen los restos. También tenemos un resto de conejo, un ejemplar de galápago leproso y dos restos de molusco. La edad de la muerte (Tabla 3) de estos individuos muestra un predominio de los individuos adultos, tanto en los ovicaprinos como en los bovinos. Este perfil indica su uso para la obtención de los productos secundarios (Payne 1973), como son la explotación de la fuerza de trabajo, la leche y de la lana. Desde el punto de vista tafonómico, encontramos gran variedad de marcas en los huesos. En esta sección serán explicadas las alteraciones de origen antrópico y animal,
489
Tabla 2. NISP, NME y NMI de las estructuras. Especie
Estructura 1 NISP NME NMI
Bos taurus Ovicaprino Capra hircus Oryctolagus cuniculus Mamífero Pequeño Mamífero Medio Mamífero Grande
2 1
2 1
1 1
Estructura 2 NISP NME NMI Mamíferos 6
5
1 1 11 2
4 3
1
Estructura 3 NISP NME NMI 3
3
2
2
2
1
3
1
Estructura 5 NISP NME NMI
1
1 6
1 6
1 2
2
2
1
1 9 1
Otras especies Mauremys leprosa Ave Helix aspersa Molusco
1
1
1
1 2
1 1
1 1
3
Tabla 3. Edad de la muerte en las estructuras. EST/ ESPECIE
Bos taurus
Ovicaprino
Capra hircus
JUV
JUV
JUV
1 2 3 5
AD
AD
1
AD
1 1
2 1
1 1
1
Tabla 4. Marcas de corte. Especie
Elemento
Estructura
Tipo de marca
Tarea
Mamífero Grande
Cráneo
2
Incisiones
Indeterminada
Mamífero Medio
Costilla
3
Incisiones
Descarnación
Bos taurus
Astrágalo
5
Incisiones
Desmembración
Tabla 5. Huesos fracturados en fresco. Especie
Elemento
Estructura
Longitud
Percusión
Mamífero Medio
Radio
2
<1/4 del total
Punto de impacto
Mamífero Medio
Metacarpo
2
<1/4 del total
Bos taurus
Astrágalo
5
Incisiones
Desmembración
Tabla 6. Marcas de carnívoros. Especie
Elemento
Estructura
Mordedura
Tipo
Ovicaprino
Radio
2
Mordisqueo/Pitting
En fractura transversal
Ovicaprino
Metatarso
2
490
Agente Zorro/Perro
Mordisqueo intensivo/ Depresiones en diáfisis Zorro/Perro Furrowing
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica Tabla 7. Huesos con termoalteraciones. Especie
Estructura
Color
Estado de cremación
Indeterminado Indeterminado Indeterminado
3 2 2
Gris-Blanco Gris Marrón
Completo Entero <1/4
mientras que el resto de alteraciones lo serán en cada una de las estructuras con su respectiva interpretación. Entre todos los restos encontramos tan solo tres marcas de corte (Tabla 4) que nos informan de que los humanos han intervenido sobre los huesos para realizar diferentes tareas de carnicería (Figs. 9 y 10). En cuanto a huesos fracturados en fresco (Tabla 5), tan solo se han encontrado tres, de las que no se ha podido conocer el agente. También aparecen dos huesos con marcas de carnívoros, ambos pertenecen a la Estructura 2 y ambos parecen pertenecer a animales de tamaño parecido a un perro o un zorro (Tabla 6). Por un lado, tenemos un radio de ovicaprino con marcas de mordisqueo en ambos extremos de las diáfisis con una depresión seguramente provocada por la presión de los dientes, y por otro, tenemos un metacarpo de ovicaprino con mordisqueo intensivo en los extremos de las diáfisis. En ambos huesos han desaparecido las epífisis, lo que es un comportamiento típico de los carnívoros (Fig. 10). Por último, las marcas de termoalteraciones (Tabla 7) son muy escasas, pero parecen estar relacionadas con la actividad humana.
4.1 Estructura 1 Se trata de una acumulación de piedras con planta circular, siendo excavada tan solo la mitad del mismo. Entre un total de 12 restos se encuentran un total de dos restos de Bos taurus, representado por un fragmento de humero y otro de metatarso. Además, los ovicaprinos están representados con un incisivo. Los restos que han sido identificados por talla son cuatro de mamífero medio y tres de mamífero grande. Por otro lado, se encuentran un individuo de Helix aspersa, caracol común, que seguramente no haya llegado allí por intervención humana, y otros restos de molusco que no han sido identificados. Por último, encontramos un caparazón de Mauremys leprosa, llamado comúnmente galápago leproso (Fig. 2). Esta especie se distribuye en el suroeste de Europa y en el noroeste de África. En la Península Ibérica es una de las regiones donde la podemos encontrar en mayor número. Busca zonas templadas, pudiendo mantenerse activa durante el invierno en los años poco rigurosos climáticamente. El hábitat preferencial son charcas y arroyos de aguas remansadas y con vegetación de ribera, aunque también ocupa masas despobladas de vegetación (da Silva 2002). Esta especie ha sido registrada arqueológicamente en yacimientos catalanes y castellano-leoneses en diferentes periodos tanto prehistóricos como históricos (Alarcos et al. 2010; Fèlix et al. 2006). La muestra es poco representativa, así que no se puede realizar interpretaciones de tipo económico.
Figura 2. Ejemplar de Mauremys leprosa Tafonómicamente, los restos resultan más interesantes (Fig. 3)1. Casi la mitad de los restos están afectados por la meteorización (weathering), lo que indica que han estado un largo tiempo a la intemperie. Esto, junto a la existencia de fracturas en seco en los huesos encontrados al fondo del silo, parece indicar que él mismo fue rellenado con restos que antes había estado expuestos (un basurero quizá) o en varias fases a lo largo del tiempo. Las fracturas en seco y la meteorización muestran que los restos no fueron enterrados en el momento de ser consumidos. Medidas Metatarso Bd
Bos taurus 4,6 cm
Figura 3. Otras alteraciones tafonómicas de la Estructura 1.
491
4.2 Estructura 2 Base de un silo con forma circular. Tiene unas dimensiones de unos 130 cm de diámetro. Se han encontrado un total de 26 restos, entre los que destacan cinco de ovicaprino, uno de conejo, varios de mamífero medio, seguramente correspondientes también a ovicaprino, y dos de mamífero grande. La escasez de restos hace que la muestra sea poco representativa para establecer cualquier tipo de conclusión económica. Tafonómicamente, esta segunda estructura también resulta interesante, sobre todo por la gran cantidad de marcas de origen biológico que se encuentran. Por un lado, tenemos una marca de corte, por otro lado huesos fracturados en fresco y mordeduras de un animal como un zorro o un perro. Estas marcas, junto a las fracturas de algunos huesos en seco y las termoalteraciones, hacen volver plantear que no fueron depositados directamente en el silo, sino que estuvieron previamente en superficie. Además, casi un tercio de los huesos han sufrido una alteración que se ha definido como pulido, que parece estar producida por contacto con limos. Esta alteración parece producirse dentro del propio silo, porque no aparece ningún otro con estas marcas.
Tafonómicamente, encontramos marcas antrópicas correspondientes a tareas de descarnado en una costilla (Binford 1981). Como alteraciones no antrópicas, algunos huesos tienen marcas de haber estado a la intemperie y, sobre todo, un tercio de ellos se han visto afectados por ácidos, lo que parece provocado por raíces. Este agente se detectó durante la excavación, ya que había procesos de bioturbación. Por último, al contrario que en las otras dos estructuras, aquí no se ha detectado claramente que los restos estuvieran expuestos previamente, ya que sólo un pequeño porcentaje sufrió meteorización y muchos de los huesos aparecen completos. Medidas Astrágalo Dm GLm GLl Bd Dl Mandíbula 3 5 7 8 9 12 13 15a 15b 15c
Bos taurus 32 mm 55 mm 59 mm 37 mm 32 mm
Astrágalo
Capra hircus 41 mm 112 mm 70 mm 47 mm 21 mm 65 mm 61 mm 30 mm 18 mm 12 mm
Mandíbula
Dm GLm GLl Bd Dl
Bos taurus 32 mm 54 mm 59 mm 36 mm 32 mm
3 5 6 7 8 9 12 13 14 15a 15b
Capra hircus 41 mm 114 mm 129 mm 70 mm 47 mm 21 mm 65 mm 61 mm 73 mm 28 mm 20 mm
15c
12 mm
Figura 4. Otras alteraciones tafonómicas de la Estructura 2.
4.3 Estructura 3 Silo cortado por una barranquera en el que se observa una capa de cenizas entre sendos estratos arcillosos. Se ha recuperado un total de 27 restos entre los cuales encontramos tres de Bos taurus, dos de ellos son astrágalos correspondientes al mismo lado. Además, dos restos de Capra hircus, dos mandíbulas de un individuo adulto que han sido identificadas según los criterios de Halstead et al. (2002), y tres de ave de la que no ha podido identificarse la especie. Por último, varios restos de mamífero medio, la mayoría de cráneo, y de mamífero grande.
492
Figura 5. Otras alteraciones tafonómicas de la Estructura 3.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica 4.4 Estructura 5 Acumulación de tierras ligeramente cenicientas en el lateral derecho de la barranquera. Se cuantifican un total de 19 restos, seis de los cuales pertenecen a ovicaprino. Además, hay uno de Bos taurus y otros dos de ave no identificada taxonómicamente. Encontramos una marca de origen antrópico en un astrágalo de Bos taurus, que indica tareas de desmembrado (Binford 1981). Junto a estas marcas, muchos de los huesos se han visto afectados por meteorización, pero parece que esto se produjo porque los huesos fueron encontrados en superficie (0500), quizá por acción de la erosión. Así que, no podemos saber si los huesos fueron depositados directamente después de ser consumidos o si fue al revés, como si se ha observado en otras estructuras del conjunto. Medidas Astrágalo GLm GLl Bd Dl
Bos taurus 55 mm 60 mm 39 mm 34 mm
decir, un individuo juvenil. Una parte importante de estos huesos aparecen afectados por ácidos, sobre todo en el lado derecho, el que quedo más cerca de la superficie. Debido a esta circunstancia, estas modificaciones parecen ocasionadas por las raíces. Esta misma razón explica la existencia de marcas parciales de meteorización en algunos de los huesos. Se concluye que este individuo fue enterrado completo cerca de la superficie, y que la erosión ha actuado sobre él, provocando que se conserve de forma parcial. Junto con este individuo han aparecido otros huesos de Bos taurus y de ovicaprino, todos ellos en superficie. De Bos taurus se ha documentado un carpal intermedio derecho, que por tamaño se descarta que pertenezca al otro individuo encontrado. De ovicaprino se encuentran varios restos, como un radio derecho con la ulna fusionada, un axis y un maxilar izquierdo con dientes muy afectados por el meteorización, que impiden tener más información. Sólo podemos decir que corresponden con al menos un individuo adulto. El hallazgo de estos restos en superficie ha hecho que no se hayan incluido con los del resto de estructuras en la correspondiente tabla.
Figura 7. Bos taurus durante la excavación.
Figura 6. Otras alteraciones tafonómicas de la Estructura 5.
4.5 Estructura 9 Densa acumulación de piedras con aspecto de cono truncado. Tan solo fue desmontada la parte superior de piedras, donde apareció la parte delantera de un bovino juvenil, sobre el relleno del silo, por lo que creemos que fue depositado en el interior y descubierto por acción de la erosión. De este Bos taurus se conservan las extremidades anteriores, las escapulas, algunas vertebras torácicas, gran parte de las costillas y el esternón (Figs. 7 y 8). La edad de este individuo es de entre 12 y 18 meses según Silver (1969), es
Figura 8. Representación anatómica del ejemplar de Bos taurus.
493
5. CONCLUSIONES A pesar de la escasez de la muestra, que nos ha limitado a la hora de interpretar el registro, el estudio arqueozoológico y tafonómico de los restos faunísticos de Los Pedregales nos ha permitido realizar algunas inferencias sobre la gestión ganadera de las sociedades rurales en época altomedieval. El análisis arqueozoológico ha mostrado que son los ovicaprinos los que dominan, seguidos por el ganado bovino. También resulta destacable la ausencia de ganado porcino y de animales salvajes. La falta de estas especies puede deberse al, ya mencionado, tamaño de la muestra, pero no descartamos que se deba a motivos culturales o socioeconómicos. Si buscamos yacimientos para comparar en la Península Ibérica, encontramos los estudios de VigilEscalera et al. (2014) para la Meseta sur y de Sirignano et al. (2014) en la zona alavesa, donde vemos como la escasez de animales salvajes es común en este periodo. En cuanto al ganado porcino, en el norte de la península, el cerdo aparece representado de forma desigual en los yacimientos estudiados (Grau-Sologestoa 2009; Sirignano et al. 2014). En la Meseta sur, encontramos en unos porcentajes muy pequeños de esta especie (4%) (Vigil-Escalera et al. 2014). Su escasez ya fue tratada por Morales (1992), que consideró que los datos arqueozoológicos contradecían a las fuentes escritas. Parece que la Alta Edad Media se caracteriza por una escasez del cerdo en los yacimientos. Diferentes autores han buscado una explicación. Morales (1992) lo relacionó con el clima y la disponibilidad de áreas adecuadas. Grau-Sologestoa (2009) considera que a pesar de que se produjo un posible cambio climático, fueron causas socioeconómicas lo que llevaron a este cambio, reduciendo la cantidad de cerdo consumido. Interesante resulta la idea que plantean Sirignano et al. (2014), que observan que el porcentaje de cerdos es mayor en yacimientos en los que se ha detectado un mayor estatus social o marcadas diferencias sociales internas, lo que podría estar relacionado con la sobrerrepresentación de esta especie en las fuentes de la época. Así pues, tenemos dos posibles explicaciones para la escasez de cerdo en muchos yacimientos de la época, una debida a cambios medioambientales y otra a cambios socioeconómicos. Debido a la escasez de la muestra de yacimientos, y del nuestro propio, no nos decantamos por ninguna de las dos hipótesis. La edad de la muerte indica una explotación de los productos secundarios (Payne 1973). La carne no era el único producto que se buscaba obtener, sino interesaban otros como la leche, la lana o la fuerza de trabajo. Este tipo de estrategia también ha sido observada en otros yacimientos de la época (Sirignano et al. 2014). En este punto, vuelve a resultar llamativa la ausencia de cerdo, del que tan solo puede obtenerse su carne. Grau-Sologestoa (2009) observa para la zona alavesa una reducción del consumo de carne en este periodo, siendo los productos secundarios el objetivo de la explotación. Este fenómeno podría producirse también en este yacimiento, aunque resulta difícil de constatar.
494
Por otra parte, la Estructura 9 ha sido interpretada como el depósito de un individuo completo en el silo, seguramente debido a que no fuera acto para el consumo. La erosión del yacimiento ha llevado descubrir este individuo. El análisis tafonómico aporta más información sobre el sitio y sobre las modificaciones que sufrieron los restos. Las marcas de actividad humana sobre los huesos, tanto de corte como de fractura, muestran que estos fueron utilizados para el consumo, aunque la escasez de la muestra nos impida conocer estrategias de carnicería. Los restos también fueron alterados por los carnívoros, como indica la presencia de marcas de dientes de los mismos. Estas marcas no son abundantes, pero sí suficientes para documentar la intervención de estos animales. Por último, otras alteraciones como la meteorización, las marcas de raíces o ácidos revelan algunos procesos postdeposicionales que ha podido sufrir la muestra. Todas estas alteraciones tafonómicas nos permiten plantear una hipótesis sobre la formación de los rellenos algunos de los silos. La presencia de fracturas en seco, que muestran que los huesos fueron alterados después de haberse secado, junto al alto grado de restos con meteorización, que indican que los huesos han estado a la intemperie, y la presencia de marcas de carnívoros nos llevan a pensar que los huesos no fueron depositados desde un primer momento en el interior del silo, sino que estuvieron expuestos un tiempo, probablemente en un basurero. Posteriormente, los silos fueron rellenados con el contenido de ese posible basurero, quedando los huesos incorporados al paquete sedimentario del silo. Este proceso de rellenado ha sido reconocido en silos de otros épocas, como es el caso del yacimiento ibérico de Saus (Colominas y Saña 2012), donde se detectó el mismo proceso que denominan como “un conjunto secundario vinculado a actividades de limpieza y mantenimiento de los espacios” (p. 290). Esta hipótesis nos llevaría a pensar en la cercanía del asentamiento, al que pertenecería un muro que también fue excavado (Picazo et al. en prensa). Para concluir, podemos decir que nos encontramos ante un asentamiento rural de época altomedieval en las cercanías de la ciudad de Huesca con una economía mixta, en la que el ganado ovicaprino jugaría un importante papel, seguido por el bovino, mientras que la caza y el cerdo no serían relevantes. La explotación de los animales domésticos estaría orientada al consumo de los productos secundarios, reduciéndose el consumo de carne como se ha comentado para la zona alavesa.
Figura 9. Costilla de Mamífero medio con marcas de corte (Estructura 3).
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica Vanguard cave (gibraltar y Abric Romani (Capellades, Barcelona). Tesis doctoral. Colominas, L. & Saña, M. (2012). Dinámica de formación y variabilidad de los conjuntos de restos de fauna recuperados en los silos del yacimiento de Saus. En: Casas, J. & Soler, V. (eds.) El asentamiento rural ibérico de Saus (Girona). Un ejemplo de explotación agrícola en el territorio de Emporio. BAR International Series 2390, 277-291.
Figura 10. Izq.: Astrágalo de Bos taurus con marcas de corte (Estructura 5). Centro: Radio de ovicaprino con marcas de carnívoros. Dcha.: Metatarso de ovicaprino con marcas de carnívoros.
AGRADECIMIENTOS Queremos agradecer a Fernanda Blasco por su buena predisposición ante las consultas realizadas. Trabajo realizado dentro del proyecto HAR2012-36967 “Dinámica de la ocupación prehistórica del valle medio del Ebro durante el Holoceno superior, del Ministerio de Economía y Competitividad”.
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NOTAS ACLARATORIAS 1
Los porcentajes de las alteraciones suman más del 100% porque en algunos huesos hay más de una.
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Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
50. UN HISN EN CASTRO MUÑONES (CERRO CALVARIO, LA PUEBLA DE CASTRO, HUESCA) José Ángel Asensio Esteban1, Mª. Ángeles Magallón Botaya2 Instituto de Estudios Altoaragoneses Universidad de Zaragoza; Grupo URBS 1
2
José Ángel Asensio Esteban, joseangelasensio@yahoo.es
RESUMEN El presente trabajo supone un breve estado de la cuestión acerca de las investigaciones llevadas a cabo entre 2003 y 2015 en el yacimiento altomedieval del cerro Calvario (La Puebla de Castro, Huesca), en donde sobre los vestigios de la ciudad romana de Labitolosa se asentó entre los siglos VIII y XII un habitat castral andalusí que en época califal fue sustituído por una gran fortaleza tipo hisn, posiblemente por iniciativa de la autoridad cordobesa, la cual contaba con un amplio recinto que abarcaba la totalidad de la cumbre de la colina y con un pequeño alcázar de planta regular dividida en tres niveles y construido con tapial de tierra sobre zócalos de mampostería. A partir de los datos de las fuentes escritas árabes y latinas hemos podido realizar una identificación razonable de estos restos con Qasr Muns-Castro Munniones, fortaleza tomada por las tropas del rey de Aragón en 1081 que pasa a ser honor real al menos hasta 1132. PALABRAS CLAVE: Hisn; Qasr Muns-Castro Muñones; Marca Superior de al-Andalus; Arqueología altomedieval; Baja Ribagorza.
ABSTRACT This paper tries to be a brief account about the archaeological research carried out in the archaeological site of Cerro Calvario (La Puebla de Castro, Huesca, Aragón, Spain) between 2003 and 2015, where above the remains of the Roman city of Labitolosa was established in the Upper Middle Age, between the 8th and 12th centuries, an andalusi habitat which during the Umayyad Caliphate of Cordoba, in 10th century, was substituted for a big stronghold of hisn type, following possibly the Caliphal will. This fortress featured a large defensive enclosure which totally surrounded the top of the hill and a tiny “alcázar” of regular ground plan divided in three levels and built with earthen cob walls on irregular stone basements. This medieval human settlement and fortress have been identified with Qasr Muns-Castro Munniones, recorded in the Arabic and Latin Middle Ages written texts, conquered by the Christian armies of the king of Aragon and probably abandoned before the middle of the 12th century. KEYWORDS: Hisn; Qasr Muns-Castro Munniones; Upper March of al-Andalus; Medieval Archaeology; Baja Ribagorza (Aragón, Spain).
1. INTRODUCCIÓN En el verano de 2003 tiene lugar el comienzo de los trabajos de campo en lo que denominamos “Sector 12” del yacimiento de Labitolosa (Sillières y Magallón, 2013), en la cumbre y laderas del cerro Calvario (La Puebla de Castro, Huesca), donde desde hacía décadas se conocía la existencia de restos medievales. En 2015, después de once campañas de excavación, por desgracia interrumpidas desde 2013 debido a falta de financiación pública, y tras la publicación de varias memorias de excavación (Magallón et al., 2004; 2007; Asensio et al., 2005; 2006), de diversos artículos acerca de aspectos parciales (Asensio et al.: 2008; 2010) y de una monografía (Asensio y Magallón: 2011), podemos concluir que los hallazgos documentados en el Calvario presentan un interés extraordinario, por cuanto vienen a dar algo de luz acerca un periodo tan oscuro como la Alta Edad Media (siglos VIII-XII) en la comarca altoaragonesa de la Ribagorza.
Dicho periodo, básicamente la época andalusí, se corresponde con los cuatro siglos en los que esta región prepirenaica se halla bajo dominio, más o menos teórico, del Estado cordobés, si bien en la práctica hasta bien entrado el siglo X este control es meramente nominal, dado que son diversos linajes militares autóctonos muladíes, como los Banu Qasi, Banu Sabrit o Banu al-Tawil, los que dominan de facto estas regiones del límite norte de la denominada Marca Superior o Marca Extrema de al-Andalus. Los datos presentes en la documentación arábiga y latina nos han permitido, por otra parte, identificar estos restos medievales del Calvario con el topónimo Muns-Muñones1, claramente de origen romance, que creemos relacionado con el antropónimo Monnio/ Munnio, muy frecuente en la Alta Edad Media hispana cristiana y cuya relación con la familia de los Mummios, presente en la epigrafía labitolosana, sugirió Iglesias Costa hace años (Iglesias, 2001: 36).
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2. OBJETIVOS Este trabajo pretende ser un breve estado de la cuestión de los conocimientos generados por las campañas de prospección y excavación en el cerro Calvario tras el periodo de reflexión de dos años producido por la interrupción de las mismas en 2013, así como una introducción de los hallazgos de las dos últimas, de 2012 y 2013, centradas en el estudio de algunos aspectos del recinto exterior o albacar, como la puerta norte del mismo y los entalles inmediatos al alcázar que alojarían las viviendas del castro emiral.
3. RESULTADOS Las investigaciones en el cerro Calvario han permitido distinguir básicamente cinco periodos, sobre los que vamos a centrarnos sólo en los tres altomedievales: a).- Ocupación romana (mediados del siglo I a.e. hasta el tercer cuarto del I), correspondiente al sector alto de la ciudad de Labitolosa, que queda abandonado precozmente, trasladándose esta parte del tejido urbano a zonas más bajas. b).- Poblado o castro altomedieval, (siglos ¿VIII?-X). Tras al menos cinco siglos desde el abandono del centro urbano romano, en un momento poco definido que podemos fijar probablemente en el siglo VIII, se ubica en la cumbre del cerro Calvario un poblado fortificado en altura compuesto por viviendas muy sencillas asentadas sobre entalles practicados en la cantera de roca caliza, de las que nos han llegado, sobre todo, restos cerámicos correspondientes a vajillas grises muy sencillas de tradición hispano-visigoda que se repiten sin apenas variación hasta el siglo X. Este asentamiento creemos que puede identificarse con el qasr Muns citado por varios autores árabes con grafías diversas. c).- Conjunto fortificado califal, construido según creemos a partir de la iniciativa del Estado Califal cordobés en el siglo X avanzado. La mayor parte de los restos arqueológicos localizados y estudiados en el cerro Calvario corresponden a este momento. Este conjunto defensivo, erigido de nueva planta con materiales reaprovechados extraídos de las ruinas de la ciudad romana, presentaba una gran entidad y contaba con todos los elementos formales propios de los centros fortificados o husun (singular hisn), que son cabeza de un pequeño distrito perteneciente en este caso a la Marca Superior de al-Andalus. La elección del Calvario como lugar de asentamiento de un hisn estatal califal resulta fácilmente entendible por razones de diversa índole, tales como el valor simbólico del lugar como antiguo solar de una ciudad ya desierta y sobre todo por el dominio visual que se ejerce desde la cumbre del cerro de toda la llanura de Barasona y del interfluvio Cinca-Ésera, así como el control de las vías de comunicación que discurrían por la zona poniendo en contacto desde antiguo los valles de los citados ríos y los somontanos con los valles del Pirineo. d).- Castillo bajo dominio feudal (Munniones). Las fuentes documentales nos informan de que la caída en manos cristianas de la región del interfluvio Cinca-Ésera tuvo lugar
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entre 1081-1083 durante el reinado de Sancho Ramírez, por entonces rey de aragoneses y pamploneses. En este momento, concretamente en primavera de 1081 (DERRVE nº 4; CDSR nº 55), hemos de suponer que el conjunto fortificado del cerro Calvario y su término, que en los documentos latinos es denominado castro Munniones o Monniones, serían confiados tras su conquista a alguno de los barores del rey, si bien la arqueología ha demostrado que se no llevaron a cabo en el castillo reformas de importancia durante este momento y sí que su abandono fue temprano, lo que entra en consonancia con las noticias de la documentación cristiana, que citan Munniones en los años posteriores tan sólo en dos ocasiones (CA nº 308, año 1116; CDSV nº 161, año 1132), desapareciendo, que sepamos, para siempre de las fuentes escritas, lo que parece indicar su temprana pérdida de importancia y posiblemente su abandono. e).- Expolio de materiales constructivos. Tras el abandono de la fortaleza comenzaría su deterioro y el expolio de sus materiales constructivos, que tendría su momento culminante, creemos, en el siglo XVIII con la transformación generalizada del paisaje agrícola del entorno del cerro Calvario en bancales agrícolas cuyos muros de contención se levantaron con piedras procedentes tanto de la ciudad romana como de la fortaleza altomedieval. Este expolio de materiales, en lo que respecta al conjunto fortificado, fue prácticamente total en algunos puntos.
Fig. 1. Vista general del cerro Calvario desde el este (Foto F. Didierjean).
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica fragmentos de vajillas de mesa. Destaca un ejemplar vidriado de muy buena calidad identificable como un candil fabricado a molde con decoración en relieve y vedrío verde oscuro bien cubriente, con paralelos en producciones orientales del siglo IX de las que se han identificado últimamente numerosos casos en los niveles emirales de Córdoba (Salinas, 2013).
Fig. 2. Levantamiento 3D de la cumbre del cerro Calvario (3Dscanner).
De estos ajuares y de las noticias de las fuentes escritas se concluye que los habitantes de estos castros, campesinos andalusíes fronterizos de cultura muy refractaria a las innovaciones procedentes de los entornos urbanos plenamente islamizados y arabizados de las medinas de Huesca, Barbastro o Lérida, debieron conservar en general sus costumbres ancestrales, con frecuencia la religión cristiana, la antroponimia prearábiga y una economía tradicional, como demuestran tanto los hallazgos arqueológicos como la documentación en el caso de los vecinos castros de Aguinaliu y Juseu aún a finales del siglo X (Abadal, 1955: Diplomatari, 427, nº 270).
3.1.- El castro fortificado Centrándonos en el objeto fundamental del presente trabajo, hay que decir que los restos conservados correspondientes al castro o poblado fortificado en altura asentado en la cumbre del cerro Calvario se encuentran profundamente desdibujados, debido a que en el siglo X se asentó sobre los mismos el complejo fortificado tipo hisn del que hablaremos más abajo. Se trata de algunos fragmentos de muros y cimentaciones muy sencillos de mampostería rejuntada con barro, asentados sobre banquetas y entalladuras practicadas sistemáticamente en toda la cumbre y laderas noroeste y este-sureste del Calvario, investigadas intensamente en la campaña de 2012. Estas entalladuras, muy similares a las documentadas en otros castros vecinos contemporáneos como los de Graus, Lumbierre, Juseu o Estada, servirían para alojar viviendas muy sencillas de modestas dimensiones construidas con materiales pobres, en consonancia con la simpleza y uniformidad de los ajuares cerámicos localizados en excavación tanto en el Calvario como en prospección en dichos poblados del entorno.
Fig. 3. Entalles en la roca, zona central al borde de la cresta norte del cerro Calvario.
La cultura material de esta primera fase se ha documentado en los niveles anteriores a la construcción de la fortaleza, en las zanjas de cimentación de la misma y sobre todo en las unidades estratigráficas formadas a partir de la descomposición de sus muros de tierra de tapial, que contenían gran cantidad de fragmentos cerámicos utilizados como árido en la mezcla, de lo que se deduce que la arcilla fue obtenida del propio cerro. En estos ajuares emirales y califales tempranos se aprecia un predominio abrumador de las producciones locales de cocción reductora, con formas globulares cerradas tipo olla/marmita, fabricadas a torno lento, con fondos convexos, cuellos muy cortos y labios redondeados, con presencia de algunos pitorros o picos vertedores y con escasas decoraciones incisas. Se han documentado algunos ejemplares oxidantes y escasos
Fig. 4. Fragmentos de candil vidriado emiral del cerro Calvario (Foto F. Alvira) (Asensio y Magallón, 2011: 111).
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notables desniveles, verticales en algunos puntos, avivados artificialmente allí donde se consideró necesario. Dicha muralla del albacar, que se cimentó sobre la cantera rocosa cuidadosamente trabajada, constaba de un basamento o zócalo de 1 m anchura hecho de mampostería rejuntada con mortero de yeso, del que sólo se conservan dos o tres hiladas en un breve tramo de la cara norte, que se crecería con un alzado de arcilla encofrada. El interior de este extenso recinto seguramente no contó, desde la construcción del conjunto, con un hábitat permanente, sino que se utilizaría como refugio de las poblaciones y de los ganados de las comunidades campesinas vecinas o bien como área de acantonamiento de tropas, sin que ambas funciones sean excluyentes. Otros elementos reseñables del albacar son un gran acceso acodado tallado en la roca, localizado en el centro de la cresta de la cara noroeste del cerro, que fue excavado en la campaña de 2013 y del que han desaparecido en su integridad los muros aéreos, y dos fosos de perfil en uve casi idénticos de unos 5 m de amplitud máxima, uno a cada extremo de recinto, tallados en la cresta rocosa. Fig. 5. Vajillas emirales del cerro Calvario (Dibujo F. J. Gutiérrez).
3.2.- El conjunto fortificado tipo hisn La mayor parte de los vestigios arqueológicos localizados y estudiados en las excavaciones en el cerro Calvario pertenecen a un gran complejo fortificado cuya construcción, a juzga por su planta, patrones de medida, técnicas constructivas y cultura mueble asociada, tendría lugar en el siglo X avanzado por iniciativa, creemos, del Estado Califal cordobés, en el contexto del sometimiento de la Marca Superior a la obediencia respecto a Córdoba por parte de las tropas del primer califa andalusí, Abd al-Rahmán III. Todo el conjunto, que se erigió sincrónicamente fruto del mismo proyecto, sin que se aprecien reformas de importancia, ocupaba un total de unos 3000 m² de superficie y fue minuciosamente diseñado en el plano antes de su construcción sobre el accidentado terreno de la cumbre y la meseta superior del cerro Calvario. Los dos elementos principales que formaban parte del mismo eran, por una parte, un pequeño alcázar erigido en el extremo suroeste del cerro, que a pesar de sus reducidas dimensiones constituía el componente principal del complejo desde el punto de vista simbólico y arquitectónico, y un gran recinto o albacar que encerraba unos 2500 m² de superficie y ocupaba la mayor parte de la meseta superior del Calvario. Este gran recinto se protegía por una muralla perimetral asentada en los bordes de la meseta y la cresta rocosa superiores, aprovechando unas buenas condiciones defensivas naturales por la existencia de
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Figura 6. Levantamiento 3D de la puerta norte del albacar del cerro Calvario (3Dscanner).
Figura 7. Foso 1 del cerro Calvario, en el sur de la cresta norte.
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica No obstante, es el pequeño alcázar del extremo suroeste el que ha venido constituyendo el objeto principal de nuestras investigaciones, dado que además de ser el elemento principal de conjunto era éste el único lugar en donde se podían realizar excavaciones en profundidad debido a la conservación de potentes unidades estratigráficas de derrumbe.
Figura 8. Fotografía cenital en gran angular del alcázar del Calvario desde la esquina norte del mismo (3Dscanner). Este alcázar presenta un recinto de planta trapezoidal rigurosamente regular, cuya adaptación a los potentes desniveles naturales de hasta 10 m de diferencia de cota resultó notablemente compleja. Este pequeño recinto, que contaba con una superficie total de unos 300 m², medía unos 12 m de longitud en el lado noreste sobre la cresta rocosa superior, mientras que la muralla sureste de la parte inferior, paralela a la anterior, llegaba a los 17,50 m sin contar la anchura de un refuerzo o zarpa que se le adosaba por el exterior, alcanzando con ésta los 20,70 m. Los otros dos lados, que no son paralelos, presentaban una longitud muy similar de unos 17 m, que superaría ligeramente los 18 m con el citado refuerzo externo. Esta regularidad en planta, de momento sin paralelos conocidos en la zona2, se explica bien si consideramos este conjunto como una fortificación de naturaleza estatal similar a otras fortalezas contemporáneas, como la alcazaba de El Castillón de Bobastro (Martínez, 1997a: 143-145; 1997b: 38), localizadas en áreas mucho más meridionales de al-Andalus, fruto de la iniciativa del Estado califal y construidas tras la sumisión de las regiones donde se ubican a la autoridad cordobesa. Internamente, el alcázar del Calvario se organizó modularmente en tres niveles o terrazas escalonadas de funciones y dimensiones diversas, de modo que, sin contar el grosor de los muros, el inferior alcanzaba una amplitud de unos 3,55 m, el intermedio de entre 2,80 y 4,50 m y el superior de unos 5 m. Este nivel alto, apoyado en la cresta superior de caliza tuvo, además de la defensiva, una función claramente residencial, dado que contó con un hogar-chimenea tallado en la roca y dispuso de al menos dos estancias, una de las cuales se cubrió con un forjado de madera apoyado en un arco del que sólo se conservan los apoyos. En este nivel superior destaca además la presencia de una escalera de mortero de yeso muy bien conservada que ponía en comunicación dos alturas dentro del mismo.
Figura 9. Croquis de la planta del alcázar del Calvario (E. N. Vallespín Domínguez).
Figura 10. Levantamiento 3D del alcázar del Calvario. Vista cenital (3Dscanner).
Figura 11. Levantamiento 3D del alcázar del Calvario. Vista frontal (3Dscanner).
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El nivel intermedio, de gran complejidad, albergaba la puerta del alcázar, muy sencilla, de acceso directo y abierta en la cara suroeste del mismo, que daba paso a una especie de patio interior cerrado por el este con un muro de compartimentación interna que separaba dicho ámbito respecto a otro espacio oriental ocupado por tres aljibes de planta básicamente cuadrangular. Por último, el nivel inferior contó con otro de estos aljibes alojado en la esquina oriental del conjunto. El complejo hidráulico del alcázar, compuesto por cuatro aljibes escalonados fabricados con mortero de yeso y con una capacidad teórica total máxima de unos 20 m³ (20.000 litros), se abastecería de las aguas pluviales recogidas en la cresta superior del Calvario por medio de una serie de canalillos tallados en la roca. Estos aljibes de mortero de yeso tienen paralelos en el vecino castillo de Castro, en otros del leridano de Sant Llorenç de Mongai y en algunos de cronología califal-taifa de la ciudad de Huesca (Juste, 1996: 164, fig. 37).
con barro cuyos materiales fueron, a juzgar por su aspecto, obtenidos en su mayoría de las ruinas de la ciudad romana, si bien los desaparecidos muros aéreos se levantaron con tapial de tierra mezclada con yeso y áridos como grava y fragmentos cerámicos. Otros elementos de conjunto, como los cuatro aljibes del complejo hidráulico y la escalera del piso superior, se fabricaron con mortero de yeso utilizando también encofrados de madera. El análisis de las medidas de los restos del alcázar nos ha permitido apreciar la existencia en el mismo de un módulo de 0,70 m que parece relacionado con el denominado “codo menor” oficial de época califal denominado ma’muni, de 0’47 m, dado que aquél equivaldría aproximadamente a 1,5 codos. La originalidad arquitectónica de este conjunto defensivo, sobre todo en lo referente a la regularidad de su planta y a las técnicas y materiales constructivos, resulta manifiesta en el contexto de la poliorcética andalusí de la Marca Superior, ya que las fortificaciones contemporáneas de la zona prepirenaica, seguramente erigidas por iniciativa de los linajes militarizados muladíes que señorean la región, son mayoritariamente de planta irregular y se construyen total o parcialmente con sillares regulares de gran aparejo (Asensio, 2011).
Figura 12. Aljibe 1, en el nivel superior del alcázar del cerro Calvario. Figura 14. Hebilla de bronce de cerro Calvario (Foto F. Alvira), (Asensio y Magallón, 2011: 112).
Figura 13. Detalle de la escalera de mortero del nivel superior del alcázar del Calvario. En lo que respecta a las técnicas constructivas, la mayor parte de los vestigios conservados del alcázar consiste en zócalos o basamentos de mampostería y sillarejo rejuntados
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Figura 15. Fragmento de ataifor con vidrado melado de cerro Calvario (Foto F. J. Gutiérrez).
Sesión Sesión3.2.Arqueología ArqueologíaMedieval Clásica
Figura 18. Fragmentos cerámicos decorados con cuerda seca parcial del cerro Calvario (Foto F. Alvira) (Asensio y Magallón, 2011: 110).
Figura 16. Cerámicas posteriores a la construcción del complejo califal de cerro Calvario (Dibujo F. J. Gutiérrez).
Los vestigios muebles asociados a los niveles de ocupación del alcázar, aunque no muestran radicales diferencias respecto a los de la etapa precedente de época emiral, ya que siguen predominando abrumadoramente las ollas grises aunque ahora con bordes y tamaños mucho más variados, sí permiten apreciar la presencia de producciones propias de los siglos X y XI procedentes de entornos urbanos, tales como vajillas oxidantes y vidriadas de mesa (ataifores y redomas) o algunos ejemplares decorados con la técnica de cuerda seca parcial. Esta escasa permeabilidad de los ajuares cerámicos propiamente islámicos entre los pobladores tanto del asentamiento castral como del conjunto fortificado del Calvario en las épocas califal y taifa resulta plenamente coherente con las noticias de las fuentes escritas y los datos de la toponimia y la antroponimia, que apuntan a que en esta zona rural y extrema de la Marca Superior la arabización y la islamización fueron superficiales incluso a la altura de la segunda mitad del siglo XI en el contexto de la conquista cristiana (Asensio y Magallón, 2011: 134-139). En cuanto a los hallazgos de objetos metálicos, muy escasos, destaca una pequeña hebilla de bronce decorada con una palmeta, de la que se conoce un ejemplar bastante similar procedente del yacimiento leridano de Solibernat (Rovira y Casasnovas, 2006: 160, fig. 8.4 y 16), y algunos ejemplos mal conservados de puntas y regatones de hierro similares a los hallados en otros yacimientos contemporáneos del norte de la Marca Superior como el citado de Solibernat (Rovira y Casasnovas, 2006) o el de Zafranales en Fraga (Montón, 1997).
Figura 17. Cerámicas posteriores a la construcción del complejo califal de cerro Calvario (Dibujo F. J. Gutiérrez).
Respecto a los hallazgos monetales, poco numerosos, resulta relevante el hecho de que todos ellos pertenecen a acuñaciones ibéricas y romanas en bronce, en general con un altísimo nivel desgaste que apunta hacia un largo periodo de circulación que hace pensar a su vez en que estarían en uso durante muchos siglos hasta la Alta Edad Media.
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4. CONCLUSIONES Como conclusión a este breve trabajo nos gustaría destacar en primer término que los conocimientos generados por las campañas de excavación en el cerro Calvario han supuesto un antes y un después tanto para el conocimiento del periodo altomedieval en esta zona del interfluvio Cinca-Ésera (Tomás, 2013: 24) como para el conjunto del extremo norte de la Marca Superior, donde apenas se habían llevado a cabo intervenciones arqueológicas de importancia y con la suficiente continuidad centradas en la época andalusí. A partir de estos trabajos hemos podido documentar la existencia de un asentamiento castral altomedieval en la cumbre del cerro Calvario, en donde se constata la gran sencillez de la arquitectura y de los ajuares propios de los asentamientos campesinos andalusíes de la zona en la época emiral. Sobre los restos de este hábitat se ha documentado la existencia de un amplio asentamiento fortificado, con la complejidad típica de los husun andalusíes, que contaba con un amplio recinto o albacar y un reducto o alcázar construido con tapial de tierra sobre zócalo de mampostería reutilizada,
de planta trapezoidal regular modular de la que de momento no conocemos paralelos en la región, provisto de diversas infraestructuras como un complejo sistema de captación y almacenamiento de agua, que sólo se entiende en un contexto de dominio por parte de un aparato estatal como el cordobés. La cultura material de este periodo califal-taifa, dentro de la simpleza de la de los asentamientos rurales andalusíes, es mucho más variada y rica que en la fase anterior, dado que se percibe la presencia de producciones cerámicas de mesa procedentes de las medinas de Barbastro y Lérida muy probablemente. Este asentamiento de carácter eminentemente militar, que identificamos como el qasr o hisn Muns-Castro Munniones de las fuentes escritas árabes y latinas, regía una pequeña demarcación territorial de la Frontera Extrema, dependiente posiblemente de la medina de Barbastro, que tras diversos avatares durante la segunda mitad del siglo XI cayó en manos de las tropas del rey Sancho Ramírez en 1081 gracias a la ayuda de varios de sus habitantes (Asensio y Magallón, 2011: 139-140; DERRVE, nº 4; CDSR, nº 55), de manera que a partir de entonces se convierte en tenencia real durante algunas décadas hasta su definitivo abandono quizá a mediados del siglo XII.
Figura 19.Vista general las las ruinas del alcázar del Calvario desde el este durante la campaña de excavaciones de 2011.
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NOTAS ACLARATORIAS 1
Al-Udri: 150-151, 182: Qasr Muns, Hisn Muns (Granja, 1967: 509-510, 525). Al-Razí, XI: Maqueonos, Maquionos (Catalán y Andrés, 1975: 46-47). Yaqut, IV, 674: Mayunis (‘Abd al-Karim, 1977: 88). Castro de Munniones (CDSR nº 40, año 1076, falsificación), castro Munniones (CDSV nº 72, año 1079, falsificación), castro Munnionis (CDSV nº 73, año 1081, falsificación), castro Muniones (DERRVE nº 4; CDSR nº 55, año 1081), castrum, quod vocatur Monnionis (Salarrullana, 1907: nº XXXVIII, año 1089, falsificación), castrum quod vocatur Monnionis (CDSR nº 115, año 1090, falsificación), quod vocatur Monnionis (Salarrullana, 1907: nº XLI, año 1090, falsificación), castro Muniones (CA nº 308, año 1116), castro Moniones (CDSV nº 161, año 1132). 2
Aunque las vecinas y contemporáneas fortalezas de Graus y Olvena pudieron ser parecidas en cuanto a sus plantas y técnicas constructivas, a juzgar por los restos en superficie, similares a los del cerro Calvario antes de las excavaciones. También los restos de la fortaleza de Buil, en Sobrarbe, tienen un aspecto similar.
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