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NAOMI PREIZLER
“ES DIFÍCIL GUSTARLE A TODOS” l interior del BSM Art Buiding, una vieja fábrica de tanques de oxígeno emplazada en Once, con sus paredes intervenidas, sus grafitis, el constante movimiento de gente y un cuidadosamente diseñado aspecto general de edificio en ruinas, es un marcado contraste con el glamour afectado de las pasarelas neoyorquinas o parisinas que Naomi Preizler pisaba hace poco tiempo. Hoy, instalada en su taller de arte, rodeada de ilustraciones de estilo japonés pintadas en blanco y negro sobre el revoque de la sala, no reniega de esos días aunque afirma –sin simulacro de duda– que el modelaje “no es protagonista” de su vida. A sus cortos 25 años, esta rubia de 1,78 metro y ojos verdes alterna sus horas entre sus dibujos, su música y su marca de carteras. Tu mamá es tu socia en tu emprendimiento de bolsos, lanzado hace un año. ¿Dirías que era más fácil lidiar con Karl Lagerfeld? Es difícil: tenés que encontrar el equilibrio justo entre cuándo sos madre-hija y cuándo sos socia. Pero tenemos los mismos genes: somos muy trabajadoras, muy entusiastas y eso hizo que el proyecto haya crecido tan rápido y funcione. Pero bueno, como siempre, es difícil con las sociedades entre familiares, amigos o lo que fuera. Diseñamos y elegimos los materiales juntas. Después, ella (Silvia Aizersztein) se encarga de la producción, la moldería, los cortes, la costura y toda la parte técnica. Mi mamá es muy manual, por eso empecé con ella la marca de carteras: siempre tuvo esa habilidad. Yo me encargo de las pinturas –stencils que me armé–, la prensa, las fotos, el diseño gráfico, todo lo que es externo al taller. Tratamos de no estar tanto juntas (ríe). Hace pocas semanas presentaron la colección Naturaleza en la sección especial Cáspsulas de Puro Diseño. ¿De qué manera se diferencia Naomi by Silvia en un mercado tan competitivo? Tenemos pocos modelos de carteras pero mucha variedad. Hay hombres que nos compran, por ejemplo, la paper bag, que es más chiquitita y la pueden llevar en la moto o en su bolso. La verdad es que no tenemos un comprador definido, pero es una marca para quien valora el diseño, lo hecho a mano, el cuero, el material y el objeto-arte, digamos. No es para quien quiere lo que tienen todas, porque no es algo que tengan todas. También somos muy selectivas con relación a dónde vendemos: no tenemos la ambición de estar en un shopping. La carrera de las modelos suele ser tan rutilante como corta. ¿Volverte emprendedora es una inversión a largo plazo? Había vuelto a Buenos Aires y tenía la necesidad
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> CLASE
ES
UNA DE LAS POCAS MODELOS
ARGENTINAS QUE LOGRÓ TRASCENDER LAS PASARELAS NACIONALES PARA DESFILAR EN LAS PRINCIPALES CAPITALES DE LA MODA Y PARA BRANDS COMO
FUE
TAPA DE
GIVENCHY
VOGUE
Y
Y
CHANEL.
HARPER’S BAZAAR,
PUBLICACIONES EN LAS QUE IMPRIMIÓ SU NOMBRE TAMBIÉN COMO ILUSTRADORA.
AHORA,
SE ENFOCA EN SUS
PROYECTOS PERSONALES: SU COLECCIÓN DE CARTERAS, LA MÚSICA Y EL DIBUJO, SU ETERNA COMPAÑÍA EN EL BACKSTAGE DE LOS RUNWAYS.
Txt: Cecilia Filas
económica de tener una seguridad, un sostén, una estructura. Lo que nunca tuve como modelo y como artista, tampoco. Entonces, esto me ordenó mucho, me sirve de cable a tierra. La carrera de modelo es muy inestable y la economía la tenés que manejar muy bien: hay meses en que trabajás mucho y otros en que tenés que acomodarte... Es difícil. Con 25 años, ¿el modelaje ya fue? No es algo que sea protagonista. Si me llaman, puede ser, pero no es algo en lo que me enfoque: “Bueno, voy a estar muy flaca, muy entrenada”. No es algo que me entusiasme en este momento. Ya obtuve lo que quise: hice un montón de cosas, viajé mucho, trabajé para diseñadores importantes. Fue una etapa con la que estoy muy contenta. Obviamente, siempre hay cosas que una puede hacer mejor o quedan pendientes, pero creo que estoy satisfecha. ¿Subirte a una pasarela fue un medio para un fin? Sí. A mí, en realidad, siempre me gustó el arte. Nunca pensé en ser modelo: de chica quería ser actriz o artista. Pero con la carrera de modelo viene la posibilidad de viajar, de conocer gente y de armar un puente para lo próximo. Como no fui a la universidad, en algún punto fueron años durante los cuales tuve una formación de vida distinta, contacto con distintas culturas y gané mi plata también (ríe). Ahora puedo dedicarme a mi negocio y al arte porque tengo un sostén económico ya armado.
HOGUERA DE LAS VANIDADES Londres, 2008. Aunque la joven Preizler compartía
departamento con cinco colegas, la flamante sensación de independencia era más poderosa. Llenó su placard con la ropa más vintage y trash que encontró y salió a recorrer la capital inglesa: “Estar sola en una ciudad donde no conocés a nadie te da eso de ir y lanzarte. Era todo nuevo y estaba muy entusiasmada porque tenía un montón de objetivos. ‘Vas a conocer a todo el mundo porque sos nueva’, me decían”. Pero fue momentáneo. “Después de muchos golpes” descubrió que la inestabilidad es una regla en el modelaje. “Lo malo es que ibas a un casting y te decían que estabas en opción para un trabajo, pero lo que no sabías es que también había otras 20 chicas en la misma. Creía que ya firmaba. Hasta que aprendí que eso no significa nada”. ¿Cuál fue tu experiencia con las top brands para las que trabajaste? Mi primer desfile en París fue para Maison Margiela. Después hice la pasarela de Givenchy para la cual me platinaron el pelo y a partir de ahí empecé a trabajar bastante. Luego me fui a Nueva York, y ahí trabajé para Alexander Wang, Marc Jacobs, Chanel, la revista Vogue... Los desfiles siempre son como una vidriera, una puerta de entrada. Si conseguís un buen desfile, tenés una exclusiva o lo abrís, después todos te quieren conocer, y eso significa que vas a tener una buena temporada de campañas y de editoriales, porque en los desfiles aparecen las chicas nuevas. ¿Cuál es el lado oscuro de la alta moda? Los diseñadores están muy preocupados y nerviosos por su colección: como está todo el mundo esperando pendiente, a último momento piran y sacan cosas. Pero eso también significa que están sacando a una chica y su oportunidad de salir al mercado. Eso es duro porque, en un punto, sos un objeto, pero también sabés que haciendo eso vas a ganar mucha plata. En el momento estás esperando tener el gran salto. Pero a veces, minutos antes de salir, te sacan. En tu canción I’m a model describís, sin maquillaje, lo que implica modelar... Sí, el tema hace un juego entre caminar entre ojos y caminar entre hielo... En un punto es horrible, porque te sentís mirada todo el tiempo. Caminás por Nueva York y tu agente te dice: “Usá siempre tacos, tenés que estar divina, espléndida, porque Nueva York es un gran casting”, lo cual es verdad. Pero es difícil tener que tratar de gustarle a todos. Sabía que si iba a un casting de Marc Jacobs y me ponía un vestido re loco a él le iba a encantar, mientras que hay otros diseñadores para los que tenés que vestirte lo más sobria posible porque no pueden visualizar su ropa en una persona que tiene tanta información. Eso es algo que me costó: dejar de ser yo para enca-
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CARA BONITA
Ph: Antonio Pinta
Además de las carteras y los dibujos, Preizler incursionó en la música. “Hace poco más de un año conocí a Julián Aznar, que es mi productor musical y compañero de banda. Con él hicimos el primer sencillo, I’m a model. Vi en la música un medio un poco más amplio que el dibujo para expresarme. Necesitaba llevar lo que dibujaba en papel a algo más performático. El arte es muy solitario, pero la música es un lenguaje universal”.
jar y ser igual a todas, vestida con skinny jeans, campera de cuero y musculosa negra. Es un compromiso 24x7, porque cuando no estás trabajando tenés que estar preparada para que te miren igual. Me contaron historias tremendas. Porque el cliente paga mucho por alguien que haga que su ropa luzca cara y elegante; entonces, les gusta ver
que la modelo que están contratando luzca costosa por sí misma. Lo que no saben es que una vive con otras 10 minas y hace fila para ir al baño y viaja en subte o en colectivo. ¡No es glamoroso! Por ejemplo, un día de mucho calor, venís de hacer 10 o 15 castings pero tenés que llegar al último impecable, siempre peinada, perfecta. Es mucha presión. Todas tienen problemas de espalda. En mi caso, tuve mu-
chos problemas de cintura y tendinitis por caminar tanto con los tacos y cargar siempre el portfolio a todas partes. Para mí era un alivio venir acá, estar desaliñada y producir algo que no sea mi cuerpo. Decís que el contenido de tus obras de arte viene de la moda. ¿Cómo combinás esos dos mundos? Mi obra es muy autobiográfica. Comencé a dibujar mucho cuando estaba afuera: entre horas muertas de desfiles y castings empecé a retratar a las modelos, a tener algunas sensaciones y lecturas o visiones y lo expresaba con dibujos, hasta que terminó siendo el tema de mi obra. Al principio, estaba muy sola y en París. Capaz era muy chica y había cosas duras de la profesión; entonces, iba a museos, a galerías y veía obras. Eso me conectaba con otras cosas que me hacían muy bien y empecé a dibujar. Era como que todas las cosas que veía y no me gustaban las expresaba en los dibujos, como una catarsis. ¿Cómo es pasar de ser una modelo cotizada a una artista debutante? Como mi medio más natural es el dibujo, que es lo que hice desde chica, lo que me sale bien, no soy “una modelo que se pone a hacer arte”. Tengo un montón de background y también es interesante el tema que tengo para contar. Claro que es algo un poco más oscuro: capaz hay muchos artistas que se metieron en ese mundo y han hecho obras a partir de las modelos pero de una manera muy fría y superficial, porque están por fuera y no tienen ni idea de lo que hay dentro. Eso es lo atractivo en mí. Tuve bastante apoyo para seguir haciendo y contando esto sin esconder de dónde vengo. Pero sí, obviamente, tenía mis miedos y me han dicho un montón de cosas. Pero, igual, la gente siempre opina. ¿Entonces ya te sentís validada? A mí ya no me importa nada (ríe a carcajadas).◆ CLASE
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