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EL CINE ARGENTINO CIERRA UN AÑO DE ÉXITO DE TAQUILLA, PREMIOS Y REPERCUSIÓN INTERNACIONAL INÉDITA, CON UNA NOMINACIÓN AL OSCAR MÁS GALARDONES EN LOS FESTIVALES DE CANNES, VENECIA Y SAN SEBASTIÁN. DOS ESPECIALISTAS ANALIZAN LAS RAZONES DEL FENÓMENO, EL ROL DE LOS NUEVOS PLAYERS DEL NEGOCIO Y LA REINVENCIÓN DEL VÍNCULO CON EL ESPECTADOR. Producción: Cecilia Filas
AXEL KUSCHEVATZKY versus SEBASTIÁN DE CARO
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¿LOS ARGENTINOS SE RECONCILIARON CON EL CINE NACIONAL?
tes. Es en ese año, también, cuando el porcentaje de mercado del cine argentino empieza a crecer sostenidamente. Una de las cosas más interesantes es que las películas masivas son muy diferentes desde entonces, y nunca dejan de reflejar la mirada del director. Hay una franja del cine nacional que llegó a un lugar de madurez muy interesante, y que está siendo muy reconocido. La pregunta es cómo ampliar esa franja.
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¿CAMBIARON LAS HISTORIAS O LA MANERA DE FILMARLAS?
AK: Los contenidos y el tipo de historias que se empezaron a contar influyeron en el crecimiento del cine argentino, porque se volvió a una narrativa de género que se había abandonado durante casi dos décadas. Eso tiene nombres: Juan José Campanella, SDC: Por suerte este último Damián Szifron, Juan Taratuto, Patiempo ha cambiado la relablo Trapero, Daniel Burman, Herción, y muy justo es que así nán Goldfrid, Ariel Winograd. Tiene sea. Una generación de cique ver con un cambio de cabeneastas argentinos, como la za. Gente que dijo: “No sé si a mí que está en actividad, logró lo que me interesa es ir al Festiconvocar audiencias y arriesval de Rotterdam. Quiero hacer gar con proyectos personales. una comedia”. Hubo un período de 10 ó 15 años donde el juego era el recorrido por festivales hasta que, en un momento, Como productor, su nombre está asociado con Thierry Frémaux (NdeR: Dialgunos de los mayores éxitos del cine argentino: rector delegado del FestiEl clan, Truman, La patota, Mi gran noche, Abzurdah, val de Cannes) planteó: Relatos salvajes, El secreto de sus ojos (ganadora del “El cine argentino se Oscar como Mejor Película Extranjera), Papeles en el suicidó”. Hablaba de viento, Las viudas de los jueves, Séptimo, Mi primera que se estaba entrando boda, Tesis sobre un homicidio, Corazón de león, en una ola de confort Metegol, Wakolda y El último Elvis. Desde 2013 festivalera donde, es el director de Telefónica Studios y desde básicamente, teníamos 2009 es jefe de Desarrollo y Producmuchas películas sobre ción de Cine en Telefe. adolescentes neurasténicos por las calles de Palermo.
AK: Las cosas evolucionan y entiendo que no todo fue siempre igual. Hubo modas de no conexión con el público, así como hubo otras épocas en donde lo único que existía era un cine populista. De 2008 para acá hubo un trabajo muy fuerte e intensivo de muchos jugadores del sector –directores, productores, actores, canales de televisión– para cambiar prejuicios y fue sistemática la aparición de películas argentinas convocan-
KUSCHEVATZKY
SDC: Si por contenidos entendemos las historias y narrativas, creo que es imposible hablar de el cine argentino como unidad o estilo. Para eso, se necesitaría un volumen de producción del cual no estamos ni cerca. Es más fácil filmar una ópera prima que una segunda película. Por otro lado, puede haber una película de terror que no vea nadie y otra basada en un caso real que sea un éxito.
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¿CÓMO ES EL ESPECTADOR LOCAL? AK: Los estudios de audiencia que hicimos nos dan que el público que ve cine nacional es, mayoritariamente, mujeres de más de 35 años. Y parte de nuestro trabajo es lograr que quienes están afuera de ese segmento quieran verlo también. Trabajamos muchísimo para que eso pase: buscamos contenidos que apunten a otras audiencias, comunicamos de formas diferentes según la franja de edad; y tratamos de que los filmes generen discusión, es decir, que no estén cerrados sobre sí mismos sino que la gente tome posición después de verlos. El país tiene una cultura cinéfila muy potente y el argentino es muy sofisticado en su consumo. Eso también es interesante, porque moldea el vínculo con las películas. Además, ir al cine es una salida muy elegida porque, de todos los espectáculos públicos –cancha, teatro, recital–, es el más barato. SDC: Si lo supiera, ¡vendería el secreto! Fuimos un público muy cinéfilo y, luego de censuras y economías no muy felices, eso se perdió. Pero desde hace unos años, la cinefilia está volviendo.
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¿EL ROL DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS?
¿QUÉ FALTA PARA QUE SEA UNA INDUSTRIA RENTABLE?
AK: Desde la promulgación de la Ley de Cine para acá, la Argentina ha tenido políticas públicas en relación a la producción audiovisual. Han variado: algunas han sido más acertadas, otras menos; pero desde 1995 se le prestó atención. Y los resultados son estos 20 años de producción sostenida, de generaciones de estudiantes de cine, de reinvención de la relación con los espectadores. En el país, no solo el cine sino el sector audiovisual ha sido una cuestión de discusión pública y de políticas de Estado, incluso entre posiciones muy diferentes. Pero ahora que llegamos a este nivel de evolución, debemos replantearnos cuál es el vínculo del sector privado con la producción audiovisual. Esa es una zona que nos estamos debiendo charlar con seriedad. Hay que entender que la Ley de Cine fue de avanzada, pero ya cumplió 20 años y hubo muchos cambios en la formas de producción y consumo. Si bien hubo grandes esfuerzos del sector y del Incaa para modificar algunos aspectos, hay cuestiones conceptuales a tratar. SDC: Creo que todo parte de una muy buena idea de fomento en varios aspectos pero, en el medio, hay una antigua generación –por suerte, cada vez más minoritaria– de productores de la vieja escuela preocupados por el dinero y no por los resultados. Necesitamos productores jóvenes, con otra visión, para correr la carrera larga.
AK: En cuanto a audiencia, lo ideal sería tener más películas que convoquen más de un millón de espectadores por año. El público está muy atomizado: hay pocos títulos que que concentran muchos espectadores y muchos que atraen poca gente, pero es una constante en el mundo. Lo que cambia la balanza es tener más películas que lleven mucho público y, en una segunda instancia, sí hacer crecer a la franja intermedia, que registra entre 100 mil y 500 mil espectadores. Por suerte, este año eso pasó. En cuanto a la producción, lo que necesitamos es algo que hoy no existe: leyes de beneficio fiscal y de mecenazgo, como tienen un montón de países que incentivan la producción, sin que todo el financiamiento surja de los institutos de cine. En relación al resto de América latina (Colombia, México, Brasil, Uruguay y Chile), donde se están instalando esas políticas, la verdad es que estamos empezando a perder productividad. SDC: Muchas voces diferentes. Y entender que no toda la legitimación pasa por la taquilla. Habría que confiar, dar tiempo, dejar de lado el exitismo y recuperar el amor por las ideas complejas.
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¿POR QUÉ EL MUNDO PREMIA Y COMPRA CINE ARGENTINO? AK: Es mérito de la industria en general, pero básicamente de los directores y guionistas que retomaron una mirada de película masiva pero personal. Y también se lo atribuyo a todos los jugadores del sector que creen en esas películas, las empujan y las apoyan. No es menor el rol que ocupan los canales de televisión porque, para que una película tenga reconocimiento internacional, primero tiene que tener elementos nacionales que la hagan potente: necesitás construirla, que la gente sepa que existe, que la reconozca. Ningún título hace una recorrida internacional solo porque existe. Actualmente, el cine argentino está visto como uno de los más importantes, con mayor potencia y más interesantes del mundo. Entre otras cosas, porque es muy diverso. ¿Cuántos países pueden decir que, en un año, tuvieron una nominación al Oscar, ganaron en Cannes, en San Sebastián y Venecia? No son muchos. Creo que deberíamos tener más conciencia de eso. SDC: Es posible a fuerza de logros industriales, taquilla y premios. Pero dos películas o tres no son “el cine argentino”. Insisto: para eso, se necesita volumen.
DE CARO
Actor, guionista, director, productor y crítico, es un amante del cine. Dirigió la película 20.000 besos y Rosa, un cortometraje que estrenó en el Festival de Cine de Mar del Plata 2015. Es autor del libro Mi método (Vergara) y participó de los ciclos radiales Perros de la calle (Metro) y Gente sexy (Rock & Pop). Actualmente conduce Cinerama (Nacional Rock). Además, es director de la productora Chak Films junto a su socio, Luciano Leyrado.
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¿CUÁNTO IMPACTA LA PIRATERÍA? AK: Es una infracción al derecho de Autor y al derecho de Propiedad, y eso no es muy discutible. Hay gente que habla de la libertad del consumidor frente al contenido, como si los contenidos aparecieran espontáneamente y no porque alguien invierte y dedica tiempo y cabeza para que existan. Ahora, entiendo a quien consume piratería. ¿Cómo no voy a entender a un tipo que quiere ver películas? Soy el primero que lo entiende, pero en el deseo, no en el acto ilegal. Con lo cual, también nos tenemos que plantear qué está fallando en el sistema para que alguien, en vez de ver una película por la vía legal, prefiera verla por la ilegal. Además, la piratería a una película anglosajona no la afecta igual que a una argentina: normalmente, una película nacional tiene, como máximo, un par de territorios donde recuperar su costo; mientras que una internacional puede explotarse en 50 ó 60 países y sus capacidad de recupero es muchísimo mayor. SDC: No es el principal problema para el desarrollo del cine nacional. Siempre sentí que todo empieza en la docencia. No sabemos ver cine. Y las escuelas a veces parecen querer formar críticos y no cineastas.
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¿LA CLAVE DEL ÉXITO DE UNA PELÍCULA? AK: El cuento. No hay buenas películas que surjan de malos guiones. Y hay un desafío extra porque, más allá de la narrativa, vivimos en un universo donde la gente está sobreexpuesta a la oferta de contenidos. Donde mirás, hay películas, series, dibujos animados... ¿Cómo nos diferenciamos? Es una pregunta que nos tenemos que hacer todo el tiempo. Hay muchas herramientas para lograrlo una vez que el cuento está bien porque, sino, tenés un problema endémico que es insuperable. La gente no va a ver una película por una única razón, sino por una combinación de factores: le gustó la propuesta; le llamó la atención el tráiler, los spots en la televisión, el protagonista, la temática; la fecha es buena porque no hay otra película de ese estilo con la que conectaría. SDC: Todo y nada. En el cine ya no hay ninguna fórmula.