Revista Tropo a la Uña N. 26

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d e v e z e n c u e n t o

Un día interminable Por Carlos González Gualito

D

espués de inhalar en demasía, frunció el ceño, cerró los párpados fuertemente para después sacudir la cabeza, girándola en un no repetitivo y violento, y sentir lo que le hacía revivir, haciendo latir más rápido su corazón. Estaba amaneciendo, y la cocaína ardía en sus conductos nasales, secándole la garganta, reduciendo el efecto del whiskey, recorriendo su cuerpo, energizando, sacándolo del somnoliento letargo etílico que le nublaba los pensamientos y la visión. Ahora todo era claro. Sus dilatadas pupilas observaban a su esposa y a su hermano compartir una risa y mirada cómplice que iba más allá de un lazo familiar. Ramsey pudo comprenderlo todo, y en su cabeza quedaba fija la imagen de las dos personas a las que más amaba, tiradas en el suelo en medio de un charco rojo y espeso. En el aire Johnny Cash soltaba sus arpegios y lamentos interpretando la canción “Hurt”. La música se reproducía mientras los estimulantes y estupefacientes eran para Ramsey instrumentos chamánicos de videncia que le permitían interpretar la letra de la canción confirmando sus sospechas de hacía algunas semanas atrás.

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Delirio. Imagen tomada del Rincón de la psicología (rinconpsicologia.com)

Ahora ya era incapaz de reconocer a la Deborah de la que se había enamorado. Su esposa ahora era otra persona —“beneath the stains of time the feelings dissapear, you are someone else I am still right here”—; la traición era imperdonable y no podía sentir por ella sólo más que odio, pero la traición era doble ya que ella lo traicionaba con Leroy, su hermano menor y socio en los asuntos del rancho. Leroy también había sido su compañero de andanzas, y además de ser hermanos presumían ser mejores amigos, pero no importaban ya ni el amor ni la sangre. Ahora con la misma sangre él les cobraría el precio de haberlo traicionado, sin importar convertirse en el asesino de su propia esposa y hermano. “What have I become my sweetest friend? Everyone I know goes away in the end”. Desde la barra los miró con odio, pero ellos ni siquiera se inmutaron, también bebían y estaban tan enfrascados en su conversación que no ponían atención a Ramsey, que vaciaba otra vez su vaso de un gran trago. Se sirvió más hielo, tomó la botella vacía e intentó servirse infructuosamente, lo que originó la sorna de Deborah. También Leroy encontró graciosa la escena y soltó una risa burlona. Los ojos de Ramsey se encendieron, pero contuvo el enojo y dio media vuelta para alcanzar otra botella del estante.


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