Revista Tropo a la Uña N. 26

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Historia y lecturas sobre la pandemia Por Miguel Pickering Luego de realizar un recorrido por la presencia de las pandemias que han asolado al planeta a lo largo de su historia, nuestro colaborador Miguel Pickering se plantea las preguntas que aún siguen sorprendiendo a gran parte de los analistas: ¿cómo es que las epidemias nos siguen tomando por sorpresa? ¿Cómo es que no evitamos que se extendiera el contagio en la amplitud de nuestras comorbilidades, genética y carencias inmunológicas? ¿De dónde habrá salido este bicho? ¿Evolución o conspiración? Y ante la imposibilidad de dar repuestas a cabalidad, solo queda en la humanidad la sensación de fatalismo y terror: una diminuta y desconocida entidad infecciosa ha causado el colapso de las sociedades supuestamente más desarrolladas, interrumpiendo cadenas productivas y afectando gravemente la economía mundial.

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lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo, las epidemias han dejado marca en la historia de las culturas. Desde tiempos bíblicos se mencionan la lepra, causada por el bacilo Mycobacterium leprae, y otras pestes. Por ejemplo, el Antiguo Testamento habla de nueve plagas que iniciaron con la irrupción de «ríos de sangre», tal vez a causa de la eutrofización de las aguas por las descargas contaminantes de materia orgánica que ocasionaron la proliferación de dinoflagelados, los cuales son organismos eucariontes protistas planctónicos con plastos fotosintéticos que producen beta-carotenos y ciertas xantofilas que le dan a las aguas un hemático color. A esta calamidad, según el relato del Éxodo, le siguió una explosión demográfica de batracios, seguramente explicada por la alteración que causó la marea roja en los ecosistemas riparios del río Nilo, lo que llevó a una ca-

tástrofe por la mala gestión de los desechos de tanta rana que mataron, haciendo que «se corrompiera la tierra», y pues de aquellos polvos se suscitó entre los egipcios una terrible pediculosis (infestación de ectoparásitos ftirápteros mejor conocidos como piojos). La falta de higiene propició el nicho ecológico idóneo para que se hicieran enjambre los insectos nocivos ocasionando la «peste del ganado», siendo aquella zoonosis muy probablemente la que produciría luego «furúnculos que resultarán en úlceras en los hombres», refiriéndose quizá a una epidemia causada por el protozoo hemoparásito Trypanosoma brucei que ocasiona la enfermedad llamada «nagana» en reservorios animales, mientras que en las personas provoca la «enfermedad del sueño», cuyo vector es Glossina spp., la mosca tse-tse. Después de todo aquello ocurrieron también fenómenos hidrometeorológicos extremos con una tremenda granizada que acabó con el hato ganadero, los recursos forestales y las «cosechas de lino y de cebada», sobreviniendo una consecuente plaga de ortópteros (Anacridium aegyptium) que «se comieron

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