Tropo a la Uña 27

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l a t i n t a t e n t a

Casus belli Por Miguel Pickering

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odo comenzó con un manotazo sobre la mesa. La acalorada discusión había venido subiendo de tono entre temerarias acusaciones, en las que se arrebataban la palabra para señalar lo que cada uno consideraba que le correspondía según sus intereses. La crisis sentaba condiciones para adelantar posiciones, la repartición de la herencia vagamente descrita en el testamento, la concesión de los denuncios mineros, la participación accionaria en el corporativo de medios y telecomunicaciones, los dividendos del negocio inmobiliario, la oficina principal con el escritorio de caoba, la dirección del destino manifiesto que cada parte interpretaba a conveniencia asegurando ser la elegida para determinar los porvenires ajenos. El periodo de duelo predisponía un campo propicio para mostrar los filos de sus antagonismos antes disimulados. Muerto el patriarca, no hacía falta guardar las formas. Al contrario, exhibir su animadversión por el otro liberaba la ira que por tantos años sujetaron con práctica malabarista para no desbalancear el precario equilibrio que hasta ahora les regulaba. La discusión pronto pasó de las palabras a los gritos; y, al calor de los reclamos, no tardaron en lanzarse amenazas, cruzaron las líneas rojas, rompieron los códigos, llevaron la situación a un punto de no retorno, llegando al extremo de hacer inviable cualquier intento de mediación de quienes buscaban contenerles. Si no llegaron a los golpes fue porque sus consejeros y la mesa en torno a la cual peleaban obstaculizaron

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Daydream (2021). Técnica: digital. Obra del ilustrador sueco Alexander Jansson.

la desaforada violencia. Aun así, se arrojaron restos de comida y alguna que otra pieza de la vajilla, escaramuzas que hicieron volar por los aires todo atisbo de cordura en preludio de lo que vendría: ¡esto es la guerra!, zanjaron antes de retirarse a preparar el combate. «No queremos comenzar con una definición altisonante y grave de la guerra, sino limitarnos a su esencia, el duelo. La guerra no es más que un duelo en una escala más amplia. Si quisiéramos concebir como una unidad los innumerables duelos residuales que la integran, podríamos representárnosla como dos luchadores, cada uno de los cuales trata de imponer al otro su voluntad por medio de la fuerza física; su propósito siguiente es abatir al adversario e incapacitarlo para que no pueda proseguir con su resistencia. La guerra constituye, por tanto, un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad». Carl von Clausewitz, De la Guerra, 1832 Aún no clareaba el alba cuando su mujer avivaba la lumbre en el fogón para echar unas tortillas al comal y calentar el café. Era una cuestión vital salir al trabajadero bajo la oscuridad de la noche para no ser blanco de los francotiradores, ya que la condición topográfica de sus tierras resultaba en una desventaja ante la posición más elevada de sus rivales; junto con su hijo, el mayor, habían improvisado algunas trincheras en los puntos más críticos de la vereda, pero su mejor parapeto seguía siendo la noche y


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