CELULOIDE DIGITAL - JULIO 2019 - CINE DE LOS 70s

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e trata de un caso en el que la premisa no versa precisamente sobre la venganza pero ésta es medular en la historia de Don Vito Corleone (magnífico Marlon Brando en su representación de una suerte de antihéroe trágico), el respetado y temido jefe de una de las familias más poderosas de la mafia italoamericana en Nueva York y en la guerra entre familias a la que se enfrenta junto con sus cuatro hijos Connie (Talia Shire), el testarudo e impulsivo Sonny (James Caan), el miedoso Fredo (John Cazale) y el veterano de guerra y recién regresado a casa Michael (Al Pacino), el benjamín de la familia que quiere apartarse del mundo criminal para casarse con Kay (Diane Keaton)- al negarse a participar en el negocio de la droga pese a los consejos de su hijo adoptivo y 'consigliere' Tom Hagen (encarnado por Robert Duvall). El Padrino, basada en la novela homónima de Mario Puzo, es la obra maestra de Francis Ford Coppola que dio inicio a la trilogía de la Familia Corleone en el celuloide y representó una bocanada de aire fresco para la rancia industria hollywodense a partir de la reinvención de la figura del gánster en el mundo del cine y de la tomar a la familia como una analogía del mundo del hampa. El cineasta repitió la hazaña y se superó a sí mismo un par de años después con El Padrino II, una secuela/precuela que lo mismo recorre el camino de Michael Corleone (Pacino nuevamente extraordinario) como el heredero al frente de la Familia Corleone a la que busca colocar nuevamente en la cumbre, y la historia del legendario Don Vito Corleone (entonces apellidado Andolini y encarnado por un excelso Robert DeNiro) desde su trágica infancia en Sicilia hasta su consolidación en Estados Unidos como el líder de la Mafia Italoamericana conocido como 'El Padrino'. Superior en todos sentidos a su predecesora, la segunda cinta de la trilogía complementa el díptico perfecto sobre el mundo criminal que, hasta el día de hoy, se mantiene como insuperable.


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ste año se cumplen ya 45 años del estreno de La Naranja Mecánica, la adaptación fílmica a cargo de Stanley Kubrick de la novela homónima de Anthony Burges, la cual forma parte de las novelas de sociedades distópicas como 1984 de George Orwell o Un Mundo Feliz de Aldoux Huxley. La versión fílmica de la novela fue protagonizada por Malcolm McDowell quien encarna a Alex DeLarge (en la novela, el personaje no tiene apellido aunque en alguna ocasión hace referencia a sí mismo como «Alexander, the Large»), un carismático joven sociópata de 17 años que habla Nadsat (un lenguaje juvenil creado por el autor de la novela y basado en palabras en ruso e inglés), gusta de escuchar a Beethoven y que, junto con sus drugos (sus 'amigos' Alex, Pete, Georgie y Dim), gusta reunirse en el bar lácteo Korova a beber leche-plus (leche acompañada de sustancias que aumentan su tendencia violenta) y salir a cometer crímenes ultraviolentos como robos, violaciones. Una noche, Alex es detenido por la policía (sus drugos logran escapar de la escena del crimen donde incluso ha resultado un hombre muerto) y es sentenciado a 14 años en prisión. Ahí es elegido para una nueva terapia experimental de aversión llamada 'Ludovico', la cual consiste en inyectarle sustancias que lo hacen sentirse mal mientras que al mismo tiempo es obligado a ver filmes de violaciones y extrema violencia, acompañadas por su música favorita: la 9ª Sinfonía de Beethoven. Tras ser sometida a ella, Alex

asocia la música del compositor alemán con la violencia y los síntomas que le provocaron las sustancias suministradas en la terapia. Al considerársele totalmente readaptado socialmente, el joven es liberado mucho antes de cumplir con su sentencia pero ahora lo difícil será que Alex se adapte a la sociedad, la cual se encarga de tratarlo como una vez fue tratada por el otrora joven ultraviolento. La violencia de la sociedad (insoportable para Alex gracias a la terapia «Ludovico») lo orilla a tomar la decisión de suicidarse y se lanza desde la ventana de un piso superior, pero logra sobrevivir y despierta en un hospital donde, al parecer, los efectos de la terapia de readaptación han ido desapareciendo. Alex vuelve a ser el mismo que era antes, sólo que ahora con un empleo en el gobierno y muy bien remunerado, ofrecido por el Ministro quien ha ido a disculparse con Alex por los efectos inesperados del tratamiento. La Naranja Mecánica es una película que, a pesar de haber sido prohibida su proyección por más de treinta años en el Reino Unido, logró hacerse de un carácter de culto y ganarse un lugar como una de las mejores películas de la historia del cine, logrando también su nomina-ción como mejor película en los Premios de la Academia. Kubrick, con su estilo inconfundible, logra una de las pocas adaptaciones fílmicas que logran ser igual o superiores a su material fuente original. Una irónica disección sobre la violencia inherente al ser humano y nuestra naturaleza destructiva y autodestructiva.



Con un argumento escrito por Colin Higgins -quien debutó como guionista con esta adaptación para la pantalla grande de uno de sus propios relatos breves- , se trata de una cinta que, aunque sostenida por un negrísimo y mordaz humor, presenta una satírica historia llena de esperanza sobre Harold Chasen (Bud Cort), un chico de buena familia que está obsesionado con la muerto; tanto así que su pasatiempo favorito es probar distintos métodos de suicidio para llamar la atención de su madre (Vivian Pickles). Un día, mientras practica uno de sus hobbies favoritos asistir a funerales y sepelios de desconocidos- coincide con Maude (Ruth Gordon), una anciana austriaca fantasiosa y vitalista que sobrevivió a uno de los campos de concentración durante el régimen Nazi.

Clint Eastwood protagonizó este thriller policiaco sobre Harry Callahan, un duro policía de San Francisco al que sus compañeros le han puesto el sobrenombre de Harry el Sucio por encargarse siempre de los trabajos más desagradables y utilizar peculiares métodos para combatir el crimen; la trama detona cuando un francotirador que se autodenomina como Scorpio, asesina a una mujer desde la azotea de un edificio y promete matar a más personas si el gobierno de la ciudad no le paga la cantidad de $100,000 dólares. Está de más decir quién se encargará del caso, ¿no? Harry el Sucio creó un modelo arquetípico que ha sido imitado hasta el cansancio, incluso en esa misma década, Charles Bronson protagonizó la variante El Vengador Anónimo (Death Wish; 1974), que dio pie a tres secuelas y otras variantes como 10 a la media noche (10 to midnight; 1983). En un experimento más reciente, se presentó la variable femenina con Jodie Foster como protagónica de Valiente (The Brave One; 2007)


Un par de años antes de cambiar el rostro del cine de terror estadounidense con The Exorcist (1973), el cineasta William Friedkin nos obsequió uno de los mejores thrillers policiacos del siglo XX: The French Connection. Protagonizada por los grandes Gene Hackman y Roy Scheider, la cinta escrita por Ernest Tidyman sigue los pasos de James 'Popeye' Doyle y Buddy Russo, un par de detectives que están trabajando encubiertos siguiendo la pista de una red de traficantes de drogas en Nueva York. Sus investigaciones los guían al francés Alain Charnier (Fernando Rey) y a su socio Pierre Nicoli (Marcel Bozzuffi).

El caos y el surrealismo inherentes a la sociedad mexicana se presentan en este entramado de viñetas escrito y dirigido por Luis Alcoriza que tiene como protagonista al dueño de un taller mecánico que, junto con su familia y algunos amigos, acude a presenciar la final de una carrera automovilística.

En la década de los 70s, el creador del universo Star Wars reelaboró y extendió su propia obra universitaria (el cortometraje Electronic Labyrinth THX-1138:4EB) para crear una interesante propuesta visual con base en un argumento de Walter Murch y el mismo Lucas, inspirándose claramente en el mundo ya propuesto en la literatura de Orwell pero con un enfoque un tanto más psicológico sobre el individuo bajo un régimen totalitario. La cinta es protagonizada por el entonces joven Robert Duvall como THX, un sujeto que vive en un mundo subterráneo donde todos los habitantes son creados artificialmente (in Vitro), sus nombres surgen de combinaciones de letras y números, tienen la cabeza rapada, y para mantenerlos bajo control, les son suministrados sedantes a través de distintas drogas. THX, quien se ve envuelto en un triangulo amoroso tras ser seducido por su compañera de cuarto, quien ha estado experimentando al evitar ingerir drogas, se ve obligado a intentar huir de la ciudad subterránea. La cinta es una rebelión contra el sistema, buscando así, que triunfe la individualidad en una la lucha en contra de los paradigmas establecidos.



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finales del año 2016 reapareció un tema que en su momento fue omitido por los medios e ignorado por el público: el legendario cineasta Bernardo Bertolucci confesaba en entrevista concedida en 2013 a La Cinémathèque Française la planeación, junto con Marlon Brando, de la polémica escena de su clásico de cine erótico El Último Tango en París, en la que el personaje interpretado por el famoso actor viola analmente al personaje de la joven actriz Maria Schneider utilizando como único lubricante una barra de mantequilla. Alegando que lo que buscaba eran reacciones verdaderas y no una actuación ante la atrocidad perpetrada, el legendario cineasta confesó sentirse culpable por lo sucedido, pero en lo absoluto arrepentido de la manera en la que lo había filmado. Y es que pese a que la actriz había declarado unos años antes que el sexo había sido una simulación, también señaló que fue hasta unos momentos antes de comenzar a rodar que le informaron cual escena filmarían, sin mencionar para nada que habría mantequilla involucrada. Hasta su muerte a causa de cáncer en 2011, Maria Schneider dijo sentirse acosada por esa humillante escena, un factor decisivo en la detonación de una problemática vida entre adicciones a las drogas, trastornos psicológicos e incluso un intento de suicidio. Sin embargo, sin el afán de minimizar los infames hechos ocurridos en el set de filmación y yendo más allá de la polémica por el abuso de la protagonista, es necesario señalar que El último Tango en París se convirtió en un filme legendario por propios méritos artísticos y cinematográficos. Con un argu-

mento original escrito por Bertolucci, con la colaboración de la gran Agnès Varda como traductora de los diálogos al francés y con la suntuosa puesta en escena que caracteriza su linaje fílmico –inspirada en este particular caso por la obra pictórica del artista británico Francis Bacon–, la película presenta el encuentro azaroso de dos personajes que, luego de un encuentro accidental e intrascendente en un puente del Sena, inician una relación pasional como dos seres anónimos que, en un departamento inhabitado en la Rue Jules Verne, aparentemente encuentran respuesta a su soledad con la disolución de la hipocresía romántica y entregándose al instinto carnal. Paul (Marlon Brando en uno de sus mejores trabajos y que representó en el exorcismo de sus demonios y frustraciones) es un estadounidense cuarentón mitad patán, mitad noble que se encuentra aturdido por un extraño acontecimiento personal; Jeanne (Maria Schneider con una poderosa interpretación que la colocó como una de las promesas del cine mundial), es una veinteañera mimada en busca de un departamento para alejarse de sus padres y vivir por su cuenta. A través de este dúo de personajes solitarios que, sin embargo, detestan la soledad, Bertolucci no sólo plasma una representación del enfrentamiento social y cultural entre la brusquedad y vulgaridad norteamericana y la refinada burguesía europea, sino también un pesimista análisis del amor y de la imposibilidad de sumergirse por completo en él así como en en el cabal y total conocimiento del otro. El Último Tango en París parece señalar que el amor, sin la máscara, deja

de ser amor, y a través de un sofisticado drama psicosexual de eróticos y sórdidos juegos de poder y humillación hace un retrato de las relaciones contemporáneas en las sociedades occidentales que, a falta de comunicación, buscan entenderse a través del sexo puro, pero que, sin embargo, la búsqueda resulta infructuosa al idealizar románticamente la relación que no es más que un intento de acto escapista para no hacerle frente al mundo real. De ahí que el personaje de Brando llore desconsolado en una habitación mientras su amante se masturba sola en la cama, o que –siguiendo con el ejemplo del personaje de Brando– se enfurezca tanto ante una persona que no afronta las consecuencias de sus actos, como ese hombre pusilánime –un reflejo de él mismo y sus miedos– que primero buscó los servicios de una prostituta y luego la abandonó a punto de entrar al hotel. Prohibida por quince años en Italia, la obra maestra de Bertolucci es un tratado sobre la soledad humana en cuyo trágico desenlace –donde se invierten los roles de poder y humillación con un Paul finalmente confesándose viudo de una esposa suicida y emocionalmente vulnerable, mientras que Jeanne, completamente desencantada de su otrora magnético amante, busca incansablemente terminar con la relación para entregarse a una vida tradicional con su prometido Tom (Jean-Pierre Léaud)– se alberga la implacable verdad que destruye el secreto universo que construyeron entre las paredes del departamento parisino: los amantes nunca llegaron a conocerse en realidad.


Luego de la destrucción del imperio inca durante la segunda mitad del siglo XVI, una expedición española liderada por Don Lope de Aguirre (Klaus Kinski) se abre paso en las montañas de Perú con rumbo hacia las selvas amazónicas con el fin de localizar la mítica ubicación de 'El Dorado'. Los detalles de tan peligrosa y codiciosa empresa los iremos conociendo mediante el diario del fraile capellán y cronista Diego Gaspar de Carvajal y a través de las poéticas imágenes capturadas por la lente del cinefotógrafo Thomas Mauch y con la música de la legendaria banda alemana Popul Vuh.

En esta libérrima adaptación de la obra con música de John Kander y letras de Fred Ebb inspirada a su vez en la novela Goodbye to Berlin (1939) de Christopher Isherwood-, el Maestro de Ceremonias (Joel Grey) del Kit Kat Club y la cantante y bailarina principal del lugar Sally Bowles (Liza Minelli) pretenden hacer olvidar mediante el humor, la música y el baile la penosa situación de Berlín durante el asenso del partido Nazi. Sobresaliente por su sensacional diseño de arte, las fantásticas coreografías, pero sobre todo, por las soberbias interpretaciones de la enorme Liza Minelli (ganadora del Oscar por este rol), la historia se centra en el romance que surge entre Sally y Bryan Roberts (Michael York), un estudiante de filosofía de Cambridge, dentro de este lugar nocturno que funciona como una suerte de refugio ante la dura realidad.

Con base en la novela más famosa del escritor polaco Stanislaw Lem, el realizador soviético Andréi Tarkovski dio forma a una verdadera lección de cine a través del relato de un científico que es enviado a la estación espacial de un planeta remoto cubierto de agua con la misión de investigar la misteriosa muerte de un médico. Solaris es un inquietante thriller psicológico que destaca por su magistral uso del color, la luz y el uso de los espacios como elementos simbólicos que reflejan la desequilibrada situación del protagonista que cree ver a su esposa fallecida.


A partir de la novela de James Dickey –quien se encarga dr adaptar su propio relato al lenguaje fílmico– el talentoso John Boorman erige un thriller de supervivencia que sigue los pasos de un grupo de cuatro amigos que deciden alejarse de sus problemas cotidianos familiares y laborales para pasar un fin de semana en los Montes Apalaches; su plan –ir río abajo en canoa y atravesar una zona boscosa que pronto quedará bajo el agua por la construcción de una presa– parece marchar sobre ruedas, pero su encuentro con unos lugareños transforma los días en una amarga e interminable pesadilla.

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os actores Linda Lovelace y Harry Reems se convirtieron en los reyes del cine porno al protagonizar el quinto largometraje de Gerard Damiano, quien a su vez se colocó como el más propositivo director pornográfico al convertir su producto en la película para adultos más exitosa de la historia. Filmada en tan sólo seis días y con 34 mil dólares de presupuesto –se dice que cuando los años 80 tocaron a la puerta la película ya había recaudado poco más de cien millones alrededor del mundo–, Deep Throat es la historia de una mujer que acude al doctor para pedir ayuda sobre su problema de anorgasmia; sin embargo, se descubre que la mujer tiene el clítoris ubicado en la garganta, por lo que la única manera de alcanzar el clímax es mediante una felación. "Deep throat" representó la irrupción del porno hardcore en los cines de todo Estados Unidos, y junto con Behind the green door (1973), de Jim y Artie Mitchell, sentó las bases de la industria del entretenimiento para adultos tal como se conoce hoy día. Sus protagonistas, los ya mencionados Linda Lovelace y Harry Reems, dieron la espalda al entretenimiento para adultos; ella declaró que varias veces su esposo y manager Chuck Traynor la obligó a realizar escenas a punta de pistola, mientras que él se retiró del negocio destruido por el alcoholismo. Ambos se convirtieron al cristianismo muchos años antes de morir, ella en un accidente automovilístico en 2002 a los 53 años de edad, y él de cáncer a los 65 años en 2013



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n el año 1972, Joseph Leo Mankiewicz dirigió su última película. Como gran narrador de historias, se había guardado lo mejor para el final. No es que quiera quitar mérito a su (maravillosa) 'Eva al desnudo' (catalogada por el American Film Institute como la 16º mejor película de la historia y ostentadora del record, junto a 'Titanic', de mayor número de nominaciones a los Óscar con 14), pero 'La huella' se ha ganado un rinconcito en mi corazón como una de las películas más entretenidas que jamás habré visto. Las 2 horas y 28 minutos que dura esta adaptación de la obra teatral homónima de Anthony Shaffer transcurren en un suspiro. Cuanto menos cuente sobre la trama mejor, es preferible que el lector descubra los secretos del filme por él mismo. Así pues me limitaré a señalar que la película cuenta la historia del encuentro entre Andrew Wyke (Laurence Oliver), un escritor de novelas policiacas obsesionado con los juegos, y Milo Tindle (Michael Caine), joven propietario de una peluquería y amante de la esposa de Wyke. Wyke, conocedor de la relación entre su esposa y Tindle, decide invitar a su rival a su excéntrica mansión para ofrecerle un estudiado plan con el objetivo de resolver sus diferencias beneficiándose mutuamente. Dos personajes y una localización. Dos monstruos de la interpretación y una mansión llena de juegos y sorpresas. Nada más. Ni falta que hace. La película nos propone un juego del que no podremos escapar. ¿Dónde están los límites de ese juego? Eso es algo que tendremos que descubrir por nosotros mismos. Posiblemente haya quien piense: “¡Bua! ¿Dos personajes en una misma casa durante dos horas

y pico? ¡Qué aburrimiento!”. Pero tranquilo, esto no es 'Gerry': aquí ocurren cosas. Y muchas. El guión (también escrito por Anthony Shaffer, autor de la obra original) está repleto de unos diálogos súper ágiles, que nos conducen por una trama llena de giros inesperados. Algunos de los diálogos parecen sacados del propio Groucho Marx: “¡Es el sexo! ¡El sexo es el juego! El matrimonio es el castigo”. Hay hueco (y mucho) para la ironía, principalmente representada por Andrew Wyke: “No tiene que disculparse conmigo. Aquí somos liberales, no tengo prejuicios contra los católicos. Ni siquiera contra los ex-católicos. De hecho, muchos de mis mejores amigos son ex-católicos”. Tanto Michael Caine como Laurence Oli-ver recibieron una más que merecida nominación al Óscar tras un duelo portentoso que debería ser de obligado visionado en las escuelas de interpretación. ¿Qué fue lo que les separó de la preciada estatuilla? Muy sencillo: el señor Marlon Brando en el papel de Don Vito Corleone. Y ya se sabe que con la mafia italiana es mejor no meterse… En resumen, 'La huella' supone una obra maestra del entretenimiento con un Joseph Mankiewicz que está portentoso en la dirección. Dirigiendo su última película con 63 años, es capaz de sumergir al espectador en un mundo de juegos en el que quedará atrapado hasta el último minuto. Una película recomendable al 100% cuyo primer visionado les dejará con la boca abierta (yo mismo me hago responsable si no es así). ¿Qué dicen? ¿Les apetece jugar?


El personaje de Robert Crumb creado en el lisérgico cómic Fritz the Cat dio el salto al cine bajo la dirección del realizador Ralph Bakshi en una cinta animada en la que, al igual que en los cómics, hace una filosa crítica a la hipócrita y doble social de finales de los años 60 y principio de los 70, a través de la historia de un gato pervertido y decadente -pero irresistiblemente carismático- en pos del amor en un sórdido ambiente neoyorquino donde se convive cotidianamente con la violencia, las drogas y el sexo. Con altas dosis de violencia y sexo explícito, y con temas inusuales en el cine animado como las drogas, la prostitución, el racismo, la rebeldía y el idealismo juvenil, Fritz the cat sacudió al mundo de la animación -ya dominado por Disney evidentemente- y se convirtió en todo un clásico de culto en el cine underground, dando pie a una secuela, aunque sin Bakshi como realizador.

La reconocida drag queen Divine, vive bajo el nombre de Babs Johnson junto con su hijo y su obesa madre en una caravana, y recientemente ha sido nombrada como "la persona más inmunda del planeta" por una publicación local. Esto despierta la envidia y los celos del matrimonio Marble, quienes están dispuestos a hacer todo con tal de superar a Divine. Esta oda al mal gusto, la suciedad y la depravación en la que podemos "apreciar" escenas de canibalismo y hasta zoofilia, convirtió a Divine en todo un ícono de la cultura trans en el mundo entero.


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el amor al odio...', -perdón-, 'De la cordura a la locura hay un solo paso'; exactamente, así como lo leen. ¿Alguna vez se han imaginado cuan delgada es la línea de la locura y cordura? Pues a veces parece más delgada de lo que se puede imaginar; como dijera el mismo Joker '...sólo hace falta un empujón'; resulta curioso que el gran maestro Bergman ya se había tomado la molestia de representar dichos problemas. Tres hermanas y una doncella; María y Karin han regresado a la mansión familiar para velar por la salud de su hermana Agnes (quien sufre debido al cáncer). Mañana a mañana vemos como las hermanas rolan turnos para cuidar de Agnes, ambas auxiliadas por la siempre callada y fiel Anna, la doncella que ha cuidado de Agnes desde que cayó en cama. Agnes logra tener fuerzas para manifestar su agradecimiento hacia sus hermanas, escribiendo en su bien cuidado diario, o bien de propia voz. Pero con la repentina muerte de Agnes, toda la 'armonía' fraternal se rompe y comienza una cascada de odio y remordimientos por parte de las hermanas hacía su familia, sus respectivos esposos, hacía Anna y hacia la propia Agnes. Existen varios tramas familiares que cumplen con la descripción de 'familia disfuncional', lo sé, hay muchos, pero todos se ven empequeñecidos con la mano

maestra de Ingmar Bergman, quien una vez más logra plasmar en la pantalla una historia sencilla, pero cuyo trasfondo es más complejo de lo que las hermosas imágenes de Cries and Whispers nos retratan. Un penetrante color rojo termina por cegarnos ante tales situaciones, que tal vez cuya magnitud no alcanzamos a comprender. ¿Cordura o locura? Yo siempre he creído que todos guardamos un poco de cada una dentro de nuestras 'incomprendidas' mentes; pero a veces solo hace falta un suceso inesperado y sacamos a relucir nuestros más profundos y siniestros sentires hacia nuestros allegados. El odio, el rencor, la envidia, la desesperación, etc.; todo se puede apreciar en esta joya del maestro sueco, donde por medio de diálogos penetrantes y acuchillados, vamos desentrañando en las mentes de nuestras protagonistas, quienes en mi opinión son excelentemente interpretadas (Ingrid Thulin fenomenal y Liv Ullman como siempre, resulta un deleite ver su profesionalismo); la cinematografía, el montaje y sobretodo el 'silencio' son los elementos característicos del director que terminan por completar esta gran película. Rojo por doquier, espero que no sea la sangre que queremos ver derramada. Obra Maestra.


La adaptación del libro homónimo del novelista y cuentista parisino Stefan Wul -que es una alegoría sobre la ocupación soviética de la República Checa- corrió a cargo de su coterráneo René Laloux y representó para este su primer largometraje animado tras haber realizado tres cortometrajes previos. La historia de El Planeta Salvaje -todo un clásico de la historia del cine y no únicamente del cine animado o de ciencia ficción- ocurre en Ygam, un lejano planeta habita-do por los 'Draags', gigantescos seres azules que, a pesar de su avanzado desarrollo tecnológico y espiritual, han ido domesticando como mascotas a los 'Oms', seres humanos que están al borde de la extinción... esto hasta que uno de ellos logra escapar.

Durante la última noche del verano del '62, un grupo adolescente de Modesto, California que está a punto de enfrentarse a la incertidumbre del futuro laboral y/o universitario, sale a beber, pasear, escuchar rock, jugar bolos, ligar... y lo que pueda darse. Estamos ante un honesto y nostálgico retrato de la juventud estadounidense a manos del cineasta que, cuatro años después, cambiaría el rostro del cine de ciencia ficción con la que quizá sea la más exitosa saga del cine de entretenimiento.


En una pequeña localidad de Castilla durante la postguerra, Isabel y Ana, dos pequeñas hermanas de ocho y seis años de edad, ven el filme El Doctor Frankenstein, causando tal impresión a la más pequeña, que no deja de hacer preguntas sobre la criatura que, según su hermana mayor, se encuentra con vida y oculto muy cerca del pueblo.

Inspirado por sus propias memorias de la infancia, el director italiano nos obsequió una nostálgica, satírica, sincera y so-bre todo auténtica oda a la vida, a la imaginación y a la me-moria a través de una colección de viñetas que dan forma a una crónica de la cotidianidad en una pequeña viña al norte de Italia durante la década de los 30 durante el fascismo.

El tercer largometraje de Scorsese vuelve a utilizar la religión y la búsqueda de la redención, y también vuelve a utilizar el barrio 'La Pequeña Italia' de Nueva York como escenario para su historia. Allí, Charlie Cappa vive entre la aparente estabilidad del 'negocio' de su tío (un mafioso de poca monta, sin dinero ni poder alguno) y el caótico mundo de su amigo Johnny Boy. Otra vez, siguiendo la tradición de sus filmes, los personajes se ven atrapados en una espiral que los arrastra a un mundo del cual no hay escapatoria. En Calles Peligrosas, Harvey Keitel se reencuentra con Scorsese, ahora para dar vida a Charlie Cappa, y Robert De Niro trabaja por primera vez con el neoyorquino, marcando el origen de una larga serie de colaboraciones y el nacimiento del primer personaje de culto creado por la mancuerna Scorsese-De Niro: Jhonny Boy, al cual se le unirían años después Jake LaMotta, Max Candy, y por supuesto, el legendario Travis Bickle.


Con esta cinta el director logra ganar más mi admira-ción hacia su trabajo, si ya me había conquistado con su The Thin Red Line hace muchos años, hace poco ocurrió lo mismo con Days of Heaven y The Tree of Life; pero no había tenido oportunidad de ver la opera prima de este gran director. Aterrizando la historia en el sur de E.U., un 'cuento de hadas' da inicio al ver a la joven Holly ensayando con su bastón y un perdido Kit interesado por saber quién es esta chica; al transcurrir la narrativa vamos encontrando una historia llena de amor e inseguridades naturales en la vida de todo joven tiene durante su juventud. Con unas extraordinarias actuaciones de unos desconocidos Martin Sheen y Sissy Spacek, ambos demostraron sus dotes actorales con un profesionalismo, todo esto a sus cortas edades. Los detalles técnicos siempre han bien acompañado a Malick, desde el bien usado 'voz en off', hasta la fotografía y la banda sonora, incluyendo el soundtrack utilizado, todo logra un deleite visual y sonoro que termina de enamorarnos de la historia. Malick muestra sus primeros dotes de director y lo hace de maravilla. Altamente recomendable para todos aquellos que simplemente quieren ver una historia de 'amor' (si lo quieren ver desde ese punto de vista).


Cuando John Lennon vio El Topo (1970), quedó fascinado con la propuesta místico-psicológica de Alejandro Jodorowsky; tanto así que convenció a Allen Klein -representante del cuarteto de Liverpool- de producir La Montaña Sa-grada, cinta que sigue los pasos de un grupo de siete seres superiores liderados por un maestro -encarnado por Jodo-rowsky ¿quién más?- que pretenden alejarse del mundo material y emprender la búsqueda del lugar mítico que bautiza al filme y donde residen los siete dioses a los que desean desplazar para obtener así la inmortalidad. Aunque la cinta se estrenó con éxito en varios festivales -entre ellos, Cannes-, la cinta tuvo un estreno limitado en ciudades como San Francisco y Nueva York para luego ser retenida por Klein debido a una enemistad con Jodorowsky, obligando al cineasta a distribuir él mismo su cinta de forma clandestina y con copias de muy mala calidad.

La novela de William Peter Blatty -inspirada a por un caso verdadero ocurrido en Washington a finales de la década de los 40s- fue llevada a la pantalla grande y se convirtió en la película de terror más popular en la historia del cine. En ella se relata la historia de la pequeña niña Regan, su posesión satánica y los intentos de los sacerdotes Merrin y Karras por librarla de las garras de un mortal demonio llamado Pazuzu. Rodeada de curiosidades, accidentes y misteriosas muertes durante la producción, la película se convirtió en un clásico de culto al centrarse en personajes, contextos y entornos con los que el público se pudo identificar directamente: una niña común, una madre divorciada, un sacerdote con sentimiento de culpa por abandonar a su madre en un hospicio, otro sacerdote con un tortuoso pasado religioso, una casa común en una calle sin ninguna particularidad. La amenaza que los acecha también se vuelve casi palpable.


El nazismo y las parafilias sexuales se dan cinta en la célebre y polémica película de la cineasta italiana. El drama eróticopsicológico Portero de noche es una melancólica y oscura pieza de arte fílmico que presenta a un antiguo oficial nazi (encarnado por Dirk Bogarde) que, doce años después de haber culminado la guerra, decide reanudar la relación sadomasoquista que sostenía con Lucia (la siempre estupenda Charlotte Ramoling), una de sus prisioneras a la que gustaba torturar. Un clásico de culto del cine mundial y del subgénero 'nazisploitation' que involucra nazis y crímenes sexuales.


Nick (encarnado por Peter Falk) es un hombre que tiene la responsabilidad de cuidar a Mabel (la siempre magnífica Gena Rowlands), su mujer que sufre de inestabilidad emocional, y pese a su comportamiento errático, él incansablemente busca sostener el ambiente de normalidad frente a sus hijos, pero cuando ellos comienzan a ser afectados por el padecimiento de Mabel, Nick se ve obligado a tomar una decisión que lo cambiará todo para siempre.

Situada en los años 30, la película de Roman Polanski se centra en el detective J.J. Gittes (inmejorable Jack Nicholson), quien recibe la visita de Evelyn Mulwray, esposa del jefe del Servicio de Aguas de la ciudad de Los Ángeles, pues sospecha que su marido Hollis Mulwray le es infiel. Paralelamente a este caso, el detective privado descubre que los agricultores acusan a Hollis de corrupción ante su negativa a la petición de construir un pantano con el que se mitigarían los efectos de la sequía que padecen. Una revelación de Evelyn y la filtración del escándalo a la prensa ponen a Gittes en una red engaños, corrupción y asesinato. Chinatown posee un sólido y redondo guión que homenajea al cine negro con personajes bizarros interpretados con maestría por Jack Nicholson y Faye Dunaway, y una precisa dirección de Polanski.

Inspirado por los representantes del Shock Rock y el Glam –David Bowie, KISS, Alice Cooper, entre otros...– Brian De Palma dio forma a su personalísima visión de El Fantasma de la Ópera mezclando elementos del horror gótico con el expresionismo alemán y la espectacularidad teatral del rock setentero. Considerado como un título de culto, El Fantasma del Paraíso narra la historia de Winslow (William Finley) un brillante compositor al que Swan (Paul Williams) le roba su cantata original para inaugurar con ella su teatro Paradise; pero además, Winslow sufre un terrible accidente que lo deja con el rostro horriblemente desfigurado. Entonces, enfundado en un traje negro y con una máscara que oculta su trágico rostro, Winslow sigue a Swan para asegurarse que Phoenix (Jessica Harper), su gran amor, sea la única que interprete su obra original.


Mucho antes de que existiera toda la línea de películas Scary Movie, también hubo quien apostó por hacer homenaje al cine de terror. Ese fue Mel Brooks, quien junto con Gene Wilder, armaron una película que hoy día es todo un clásico del género, hablo de Young Frankesntein. Inspirada en la original Frankenstein de 1931, Brooks y Wilder logran adaptar una historia llena de drama y remordimiento, a otra historia totalmente diferente llena de comedia y momentos disparatados. Encabezada por el mismo Wilder, quien encarna a un descendiente del mismisimo Dr. Frankenstein, y cuyos genes traicioneros lo llevan a pasar una temporada en el laboratorio de su pariente. Con una banda sonora entrañable y hoy clásica, una ambientación estupenda (reconociendo la labor del diseño de

producción), un guión eficaz (que incluso hace alusión a una de las frases más famosas del cine: 'It's Alive!'), y lleno de chifladuras, además tiene un reparto que termina de colocar esta película en un género distinto, una comedia coral. Hay que aplaudir la fidelidad que tuvieron al adaptarla y respetar los momentos clave, como la niña, el ciego y el fuego como partícipes de la historia. Una de las primeras parodias del terror, muy bien hecha y que logra sacarle una sonrisa hasta al más difícil; su director después nos traería otras parodias, por ejemplo, donde hace referencia a las películas de suspenso de Hitchcock. Mientras tanto gocen de este clásico, que sé les divertirá... para mi es una de mis favoritas indispensables.


Una chica llamada Sally, en compañia de unos amigos, emprenden un viaja por carretera para avisitar la tumba de su abuelo ya que le han informado que parece ser que fue profanada. En el camino se quedan sin combustible y buscan ayuda, pero se encuentran con una rara familia y un asesino aterrador, Leatherface, el cual persigue a los jóvenes atacándolos con una sierra eléctrica, además de poseer un macabro gusto por lapidar a sus víctimas y usar su piel. Basado en la historia real de uno de los más sonados asesinos seriales de la historia de los Estados Unidos, este filme, junto con Halloween, es otro pionero del género slasher.

Alejado del mundo criminal que envolvió sus primeros filmes, Scorsese se traslada a los terrenos enteramente dramáticos para narrar la historia de Alice Hyatt, una mujer que tras quedar viuda (su marido, repartidor, muere en un accidente de tráfico) decide marcharse junto con Tommy (su hijo rebelde y malhablado de tan sólo once años), para dejar atrás su mediocre vida y probar suerte intentando hacer su sueño realidad: cantar. Alicia ya no vive aquí, nominada al premio de la Academia en el rubro de Mejor Guión Original, bien hubiera podido ser un capítulo más de algún drama televisivo, pero gracias a la astucia y talento de Scorsese se transformó en una emocionante e intensa historia sobre los avatares de la vida, aunque justo es mencionar que también se debió a la estupenda actuación de la gran Ellen Burstyn como la protagonista Alice, quien resultó ser el alma de la cinta y que fue reconocida con el Oscar como Mejor Actriz por este trabajo.


Estructurada de peculiar manera para aludir al lugar de castigo eterno en la magna obra de Dante Alighieri, el cineasta italiano traslada a la pantalla grande la obra del Marqués de Sade pero inyectando su particular visión y ambientándola en la década de los 40s, específicamente en la Italia fascista de Mussolini. Pasolini toma como punto de partida su estadía durante su juventud en la República de Saló y carga a la película con metáforas y simbolismos sobre la barbarie del ejército italiano que atestiguó en ese lugar. En este contexto creativo y teniendo una lujosa mansión como casi única locación, el director presenta a cuatro hombres que disponen a su antojo de un grupo de prisioneros de ambos sexos, quienes no pueden transgredir ninguna regla que impongan sus amos so pena de muerte. Pasolini, tras haber ofrecido su Trilogía de la Vida -conformada por El Decamerón, Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches-, planeaba entonces entregar su Trilogía de la Muerte, y Saló o los 120 días de Sodoma sería la primera de ellas; lamentablemente, el director fue brutalmente asesinado antes de poder presenciar el estreno de la cinta. Su alto contenido explícito de humillación y violencia sexual puso a prueba los límites morales de la época, llegando a ser prohibida en muchos países.


Luego de presenciar el asesinato de su padre a manos del amante de su madre, el pequeño Tommy queda ciego, sordo y mudo a consecuencia del terrible trauma. Con el paso de los años, y ya como joven adulto, su condición le lleva a convertirse en el campeón mundial de pinball y mesías de las masas. Haciendo mancuerna con la banda The Who, el iconoclasta Ken Russell lleva a la pantalla grande esta operarock que supone una dura crítica a las iglesias y cultos basados en lo material y a la sociedad por las atrocidades cometidas en contra de los niños, como el maltrato y el abuso sexual. A más de cuatro décadas de su estreno, esta pieza psicodélica-metafísica sigue vigenge en su propuesta de desbloquear nuestras puertas de la percepción como camino a la autosanación tanto física como espiritual.

Una violenta tormenta y la descompostura de su auto sorprende a una joven pareja al regreso de una boda, por lo que se ven obligados a refugiarse en un extraño castillo donde conocen al doctor Frank-N-Furter, una suerte de Dr. Frankenstein travestido que los arrastra hacia una vorágine de libertades moralinas al tiempo que prepara su más grande creación: Rocky. Este provocativo y transgresor clásico de culto es una divertida y extravagante oda a la liberación sexual; con el debut del sensacional Tim Curry como el excéntrico científico -y luego célebre por sus papeles de Pennywise en It (1990) y del mismísimo Señor de las Tinieblas en Legend (1985)-, la película invita a la extirpación de represiones de todo tipo y a la liberación total de los instintos. Una demencial genialidad que cada año gana más adeptos.


La adaptación de la novela de Ken Kesey sigue los pasos de Randle McMurphy (un magnífico Jack Nicholson), un hombre caracterizado por su libre espíritu que lo lleva siempre a contracorriente; pero cuando es condenado por asalto, es recluido en un centro psiquiátrico en donde gobierna la inquebrantable disciplina de la enfermera Ratched (enorme Louise Fletcher). La desafiante personalidad de Randle va propiciando el desorden en la institución hasta el punto de que la suerte de cada paciente del pabellón termina por estar en juego.

Basada en la novela de Christopher Frank -adaptada para el cine por él mismo-, "Lo importante es amar" sigue a Servais Mont (Fabio Testi), un fotógrafo freelance que trabaja sacando fotos comprometedoras para algunos gangsters, se cuela en el rodaje de una película pornográfica para tomar unas fotografías instantáneas de la actriz Nadine Chevalier (Romy Schneider); pero ella se percata de su presencia y le pide que no lo haga alegando ser una actriz seria y que hace eso por necesidad. A pesar de que Nadine está casada con el coleccionista de fotografías de cine Jacques Chevalier (Jacques Dutronc), Servais no consigue olvidarla, por lo que decide pedir dinero prestado a la mafia para financiar de manera secreta una obra de teatro que podría ser el espaldarazo a la carrera de Nadine.


A partir del guion firmado por José Revueltas y José Agustín –a partir de un relato breve de Revueltas surgido de sus propias experiencias en prisión-, el claustrofóbico, depresivo y sórdido drama carcelario de Cazals nos coloca en las entrañas de la prisión de Lecumberri donde tres presos drogadictos planean que la madre de uno de ellos introduzca droga a las instalaciones. El plan funciona a la perfección, pero durante su celebración son sorprendidos y encerrados en la celda de castigo conocida como 'el apando'; una serie de sangrientas trifulcas se ven desatadas a partir de las protestas por la situación de estos tres presos.

La cinta con la que el cineasta Steven Spielberg cambió el rostro del cine veraniego llevó a la gran pantalla la historia de la novela firmada por Peter Bentchley -quien también participó en la escritura del guion-. Jaws nos coloca en un pequeño pueblo costero estadounidense donde un enorme escualo perpetra varios ataques a los bañistas; pero a pesar de los sucesos, el alcalde se niega a cerrar las playas por miedo a la afectación del negocio turístico de la zona. Cuando un ataque mortal del tiburón hace que el terror se apoderé de la comunidad y la vida de unos jóvenes se encuentre en peligro, un oceanógrafo, un veterano cazador de tiburones y el jefe de la policía unen sus fuerzas para atrapar al tiburón. La partitura de John Williams es de antología.


Estamos frente a uno de los clásicos imprescindibles del cine de asaltos bancarios. Inspirada en hechos reales y protagonizada por un entonces magistral Al Pacino, Tarde de Perros versa sobre el atraco que un grupo de delincuentes llevan a cabo para conquistar sus sueños de fácil riqueza y para que uno de ellos pueda pagarle a su novia su cirugía de reasignación sexual. Sin embargo, Lumet propone una atinada sátira sobre la fama y el espectáculo cuando el asalto pasa a segundo plano y el suceso se convierte en un circo mediático.

Comedia erótica centrada en Germán 'Bron-co' Torres (Jorge Rivero), un ex boxeador que ha perdido su licencia y ahora trabaja como 'sacaborrachos' en 'El Pirulí', un ca-baret donde se enamora de Carmen (Sasha Montenegro), una de las ficheras del lugar. Ahí también se hace amigo del padrote Mar-garito Fuensanta 'El Vaselinas', quien pide ayuda al otrora pugilista para que lo ayude con un problema con un grupo de gangsters con los que tiene una fuerte deuda luego haber perdido una fuerte apuesta que no puede pagar.


B

asada en la novela autobiográfica ficticia The Luck of Barry Lyndon del británico William Makepeace Thackeray –publicada originalmente en 1844 en once episodios dentro de Fraser's Magazine y luego reeditados en la década posterior bajo el nombre The Memoirs of Barry Lyndon–, la película nos traslada a la mitad del siglo XVIII para narrarnos el ascenso y caída de Redmond Barry, un campesino irlandés tan obsesionado con formar parte de la nobleza británica y ganarse su reconocimiento, que comienza a echar mano de cuanta artimaña esté a su disposición con el fin de ir escalando socialmente. En Barry Lyndon acompañamos a este advenedizo personaje desde su juvenil romance con su prima, su obligado exilio a causa de un amañado duelo, su enlistamiento en el ejército británico durante la Guerra de los Siete Años, su deserción, su captura por el ejército prusiano, hasta que finalmente logra establecerse entre la nobleza al casarse con la viuda baronesa Lady Lyndon, tan sólo para comenzar su decadencia que lo guiará hacia la ruina económica y moral. Como parte de su obsesión perfeccionista, y con la ambiciosa idea de recrear lo más posible el ambiente de mediados de siglo XVIII, el maestro

decidió registrar las imágenes sólo con la iluminación que existía en la época, es decir, sólo con la utilización de la luz natural durante el día, y la luz de la luna y velas durante las noches. Para ello, además de utilizar velas especiales de tres pabilos que producían una llama triple, y por lo tanto, una iluminación más intensa –aunque se consumían más rápido y producían mucho más calor–, Kubrick echó mano de tres lentes especiales Zeiss f0.7 que originalmente fueron diseñados para la fotografía espacial de la NASA y que, por su enorme tamaño e incompatibilidad con las cámaras comunes, tuvieron que ser adaptados a las cámaras Mitchell BNC por parte de la empresa Cinema Products Inc. El resultado de la filmación con esta arriesgada iluminación derivó en escenas con una considerable pérdida de profundidad de campo, pero lejos de ser un defecto, este ilusionismo óptico fue la manera en la que el realizador logró crear una atmósfera particular con la que recrea un ambiente pictórico. El siempre audaz movimiento de cámara que caracteriza la obra fílmica del realizador, aquí se ausenta para dar paso a tomas estáticas que crean una atmósfera envolvente que nos sumerge en la sensación de estar inmersos en un fresco en movimiento. Las

imágenes simulan ser pinturas clásicas que son acompañadas con la Sarabanda de Händel de una manera casi omnipresente gracias a las distintas versiones adaptadas por el gran Leonard Rosenman –ganador de un Oscar por este trabajo–, por las composiciones Tin Whistles de Sean O'Riads, y otras piezas clásicas de Mozart, Schubert, Paisiello y Vivaldi, creando así una pieza artística de sobrecogedora ensoñación. Pero más allá de las ambiciones y pretensiones formales, esta cadenciosa obra maestra es un estudio psicológico sobre la ambición y el poder, además de una pieza que, con la elegancia que caracteriza a Kubrick, acentúa la fatalidad que persigue al protagonista desde su nacimiento hasta su muerte. Logrando que el mismísimo Ryan O'Neal actuara –un gran reto que luego fue superado cuando hizo lo propio con Tom Cruise en Eyes Wide Shut (1998)–, el visionario genio neoyorquino deconstruye la figura de Redmond Barry, quien deja atrás su idealista, ingenuo y romántico espíritu juvenil para convertirse en un arribista cínico y egoísta cuya ambición sin escrúpulos lo llevarían finalmente hacia el repudio social y la soledad en la que estaría sumergido hasta el final de sus días.


Ganadora de tres premios Ariel –Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actor–, esta aclamada cinta del maestro Hermosillo en la que explora el universo femenino relata un apasionado romance protagonizado por Berenice Bejarano (Martha Navarro), una joven con un misterioso pasado –se sospecha que asesinó a su esposo– que vive con su frágil madrina Doña Josefina (Emma Roldán) en una tranquila ciudad provinciana de México y bajo una perpetua reclusión en su casa que sólo abandonan para ir a misa los domingos por la mañana. Cuando el médico de su madrina muere y ésta le pide asistir al velorio, Berenice conoce a su atractivo hijo, el también doctor Rodrigo Robles (Pedro Armendáriz Jr.) que provocará en su vida una profunda, radical e insólita transformación al quedar enamorada.

Tomás Pérez Turrent se inspiró en los hechos sucedidos en septiembre de 1968 para escribir el guion de la cinta que estudia la fragilidad social a través del seguimiento de cinco jóvenes trabajadores de la Universidad Autónoma de Puebla que buscan subir al volcán 'La Malinche'; el mal tiempo los hace desistir en su empresa y se ven obligados a refugiarse en un pueblo cercano, San Miguel Canoa, donde el párroco de la iglesia incita a la paranoia religiosa y los acusa de radicales comunistas con trágicos resultados.


Jeanne Dielman (Delphine Seyrig) es una joven y solitaria ama de casa que, tras enviudar, se ocupa rutinariamente de las labores domésticas en su departamento mientras su hijo adolescente Sylvain (Jan Decorte) se encuentra en el colegio, y por las tardes ejerce la prostitución de manera ocasional. Catalogada por The New York Times como "la primera obra maestra de lo femenino en la historia del cine", la cineasta belga desarrolla con esta simple premisa una tesis de casi doscientos minutos de viñetas con aletargados planos fijos de extremo minimalismo pero con una gran carga alegórica que nos permite indagar sobre el estado psicológico de una mujer que, aunque es libre e independiente, se enfrenta a la ansiedad provocada por la soledad, el vacío y el duro proceso de transformación de su hijo en hombre... lo que sea que eso signifique. Se trata de un esencial alegato feminista sobre el papel de la mujer en la sociedad contemporánea que puede englobarse en una sola frase (o confesión) de la protagonista a su hijo cuando éste le pregunta sobre su padre: "No sabía si quería casarme, pero era lo que la gente hacía".

En esta adaptación de la novela escrita por Walter Tevis, el polifacético David Bowie da vida a un alienígena que llega a nuestro planeta con la misión de conseguir agua para su agonizante planeta. Debido a su superioridad -en todo sentido- con respecto a la raza humana, le es posible escalar social y financieramente con gran facilidad bajo la identidad de Thomas Jerome Newton, fundando una compañía de alta tecnología que le permita conseguir el capital necesario para construir una nave con la que pueda regresar a su planeta; sin embargo, el amor de una chica y la codicia humana son aspectos en los que no había reparado y que interferirán en su camino. Además de ser una obra cinematográfica visualmente preciosista y evocadora, es una de las más memorables participaciones en cine del cantante británico y una de las más personales para Bowie, ya que mientras daba vida a este ser forastero intergaláctico, los sentimientos de este personaje se empataban con los propios al sentirse un extraño en Estados Unidos, territorio considerablemente atrasado de la vanguardia musical británica, lo cual lo llevó a una profunda depresión.


L

a primera novela publicada de Stephen King fue también la primera en recibir un tratamiento cinematográfico. Lanzada en 1974, Carrie ya había alcanzado el millón de copias vendidas en tan sólo un año, por lo que el productor Paul Monash se apresuró a conseguir los derechos para levantar el proyecto con United Artist y la dirección del gran Brian De Palma. La historia sigue a la protagonista epónima (encarnada por Sissy Spacek), una adolescente tímida, reprimida y acomplejada por la severa educación hogareña de su madre ultraconservadora y fanática religiosa (Piper Laurie). Sus inseguridades y miedos se vuelven aún mayores cuando se descubre poseedora de habilidades telequinésicas, sobre las cuales comienza a investigar en la biblioteca y a dominarlas con solitarias prácticas. Y como gota que colma el vaso, el acoso juvenil de sus crueles compañeras prepratorianas alcanza niveles extremos cuando la hacen víctima de un descarnado bullying con un baño de sangre de cerdo en plena coronación del baile de graduación, despertando en ella una imbatible furia y sed de venganza. El guionista Lawrence D. Cohen –quien años más tarde se adaptaría la novela It, también de Stephen King, para la pantalla chica con una mítica miniserie de los años 90 con Tim Curry como aterrador antagonista– fue el encargado de dar el tratamiento fílmico al relato con numerosas diferencias, al-

gunas de ellas intrascendentes como el cambio de nombre de los personajes o su apariencia física, pero en otros casos los cambios resultaron ser sustanciales, como por ejemplo el destino del padre de la protagonista y su repercusión en la personalidad de su madre; sin embargo, el cambio más significativo fue el de su controversial desenlace. Admirador declarado de Hitchcock –y siendo considerado por muchos como su heredero–, De Palma se acerca a los recursos estilísticos del maestro del suspenso en su propia obra cinematográfica pero siempre con su impronta personal que la llena de autenticidad y que lo consagran como un verdadero «auteur» propositivo y audaz. Carrie no es la excepción; se trata de una propuesta artística de impecable factura, visualmente sobresaliente con fascinantes imágenes logradas gracias al virtuosismo de De Palma y que con el acompañamiento del fascinante score de aire religioso compuesto por el italiano Pino Donaggio crearon las atmósferas opresivas y malsanas que el relato requería. La inquietante escena climática en el baile de graduación con el audaz uso de la pantalla dividida es una de las más emblemáticas en la historia del cine de horror. Pero más allá del virtuosismo técnico, Carrie destaca al lograr extraer la esencia del relato de King: su sanguinolenta metáfora del paso a la adolescencia y de la liberación femenina del

yugo moral retrógrada impuesto por la fe. La crueldad juvenil y la angustia adolescente propuesta por la tinta de King se materializó en celuloide bajo la encarnación de la fenomenal Sissy Spacek con una interpretación tan sensible, potente y perturbadora a la vez que se convirtió en uno de los personajes femeninos más destacados dentro del género. Su mirada psicótica bañada en sangre es ya imborrable de nuestras retinas. La película se convirtió en un éxito de taquilla –recaudando 15 millones de dólares en los Estados Unidos contando con un presupuesto de apenas 1.8 millones– y además de colocar bajo los reflectores a Sissy Spacek –quien recibió una nominación al Oscar como Mejor Actriz al lado de Piper Laurie como Mejor Actriz de Reparto–, inauguró la extensa y exitosa carrera de King en el mundo del celuloide. Carrie ha tenido una secuela –que en realidad era una cínica reelaboración de la premisa original pero con la media hermana de Carrie como protagonista– y dos adaptaciones fílmicas más, una para la televisión en 2002 con Angela Bettis como la chica marginal telequinética, y una última en 2013 con Chloë Grace Moretz y Julianne Moore bajo la dirección de Kimberly Pierce; sobra decir que ambas resultaron muy desafortunadas y quedaron muy lejos del nivel de la versión de De Palma, un filme imprescindible en la historia del cine.



La obra maestra de Scorsese es una ácida y mordaz crítica a la sociedad estadounidense y a las secuelas psicológicas de la guerra en los veteranos de Vietnam. La trama sigue a Travis Bickle (con un trabajo encomiable de Robert DeNiro) quien, tras su regreso de la guerra, intenta ganarse la vida como taxista nocturno en medio de la decadencia social de la ciudad de Nueva York, pero las cicatrices de su experiencia bélica en Asia lo han transformado en un ser oscuro obsesionado con la violencia y la pornografía. Taxi Driver se convirtió en toda una película de culto, una obra icónica del Siglo XX que, a pesar de ser ninguneada por el Oscar, se llevó la Palma de Oro en Cannes y lanzó al estrellato a la entonces jovensísima Jodie Foster, quien recibió una nominación a los premios de la Academia como Mejor Actriz de Reparto.


Basada en una historia real ocurrida en la década de los '30, esta controversial película de culto narra la pasional relación que nace entre Sada Abe (Matsuda), una ex prostituta ahora empleada de un hotel, y Kichizo Ishida, el esposo de la ama del hotel. El affaire deviene arrolladoramente en obsesivas experiencias sexuales que se vuelven lo más importante en la vida de ambos, llegando incluso a perder la noción de las barreras entre el dolor y el placer. Sexual y violentamente explícita, la película es un tratado sobre los juegos de poder a través de la sexualidad, así como una tesis sobre las facciones mórbidas del erotismo oriental, lo cual la ha llevado a sufrir el veto de proyección en varios países y la censura en otros tantos en donde se han eliminado las secuencias más 'perturbadoras' para poder mantenerla dentro de la categoría de 'solo para adultos'.

Incomprendida y repudiada propuesta alegórica sobre la intolerancia y la xenofobia de la que es capaz el ser humano. El maestro Roman Polanski protagoniza la cinta dando vida a Trelkovsky, un hombre con un sombrío pasado que vive en un departamento parisino donde la anterior inquilina, una joven mujer, se arrojó por el balcón. La obsesión del hombre se ve alimenta-da y exacerbada por la presencia de las pertenencias de la mujer que continúan en el departamento y que están llevando a nuestro protagonista al borde del delirio y la locura.


S

i de algo podemos estar seguros es que gracias al cine hemos sido testigos de una incontable cantidad de entrañables historias llenas de superación y motivación en donde cada uno de estos personajes se esfuerzan por un destino (oh futuro) mejor que en el que se encuentran. No es muy diferente a lo que nosotros intentamos hacer con nuestras vidas cada día. Dentro de nosotros siempre existirá el indomable deseo de mejorar lo que somos y utilizar las habilidades que poseemos para cumplir nuestros sueños. Desperdiciar el talento es peor que no tenerlo. Eso es precisamente lo que Rocky nos ha enseñado todos estos años. Ganadora al premio Oscar a mejor película en 1976, sorprendió a muchos e incluso actualmente una minoría aun duda en que la cinta escrita y protagonizada por Sylvester Stallone merecía tan preciado e importante galardón. Pero si de algo podemos estar seguros y nadie puede negar es que el filme en cuestión mantiene un corazón y sentimiento absoluto en cada fotograma de la cinta al conmovernos con la historia del boxeador que es y que no es. Alguien con talento nato que des-

perdicia sus habilidades en pobres exhibiciones mientras que en lo que respecta a su vida personal, Rocky Balboa es solo un perdedor de los muchos que rondan por las frías calles de Filadelfia. Pero de eso se trata precisamente el sueño americano, no importa quien seas, todos podemos triunfar en la tierra de las oportunidades (y del dinero). Estos elementos finamente mezclados dieron como resultado un enorme éxito sin precedentes al recaudar cerca de 225 millones de dólares en todo el mundo. Sin olvidar que a este éxito le siguieron seis secuelas (Rocky II, Rocky III, Rocky IV, Rocky V y Rocky Balboa) más la reciente Creed: Corazón de Campeón, el primer ‘spin-off’ de la saga transcurriendo cuarenta años desde la historia de la primera película al mostrarnos una nueva faceta de Rocky: La de entrenador. Pero no solo debe entrenar a un joven novato, la inexperta nueva estrella es el hijo de su enemigo y posterior mejor amigo, Apollo Creed. La presente cinta gozo de notable éxito y le permitió a Stallone llegar a las grandes ligas nuevamente y llevarse a casa el Globo de Oro a mejor actor secundario y ser nominado a los premios Oscar bajo la misma categoría

aunque solo gano la primera. Pero más allá de los premios, las nominaciones y el legado cinematográfico que dejo habría que dar un vistazo al pasado y reflexionar que fue lo que hizo posible esta cita y bajo qué términos se creó para convertirse en un clásico deportivo instantáneo. Las viejas leyendas de Hollywood hablan acerca de como un joven Stallone escribió el guion de Rocky en apenas tres días en un barato cuarto de hotel al haberse inspirado en la batalla sin precedentes entre Muhammad Ali y Chuck Wepner. La idea base de un joven boxeador que no tiene nada más que su suerte, nadie cree en él y que debe enfrentarse a todos y a el mismo para sobresalir de la pobre vida que le toco vivir tocaron íntimamente a Stallone para crear a su personaje, alguien que con todo esto en contra puede llegar hasta lo más alto. Bajo la oportunidad única de enfrentarse por el título mundial concedida por su rival Apollo Creed, Rocky deberá entrenarse solo y en el proceso hacerle creer a todos los que lo rodean de que puede y debe ganar el combate.


A lo largo de la cinta Rocky se hace de aliados importante que antes no creían en su talento, tal es el caso del viejo Mickey, una leyenda del boxeo e increíble entrenador quien cree que Rocky tiene todo para ser un boxeador de alto nivel si se dedicara por completo en cuerpo y en alma al boxeo y no solo esporádicamente para mantenerse en forma y así participar en enfrentamientos baratos para ganar dinero extra a su sueldo base como “mensajero”. Adrianna Pennino, personaje vital en la vida del Semental Italiano al ser el primer y único amor de Rocky quien gracias a ella logra encontrar la fuerza y disciplina faltante para consolidar su entrenamiento y futura carrera. Y por supuesto no podía faltar la motivación de todo buen héroe, siendo también su único amigo cercano con quien mantiene una relación amistosa/envidia. Paulie Pennino (hermano de su novia) aquella persona que lo motiva enérgicamente aprovechándose de la situación en todo momento. A todo esto se le debe sumar el peso neto sin pulir de su eterno rival y posterior amigo, Apollo Creed, quien con sus enfrentamientos previos, fama y confianza absoluta era un digno y poderoso rival para Rocky. Todos estos personajes pasarían a ser pilares fundamentales en las siguientes cintas de la saga al mantener un elenco sólido y unido como nunca antes se había visto. Al final todo eso se condenso en un guion que se tituló inicialmente como La Calle del Paraíso y que Sylvester Stallone presentó a los productores Irwin Winkler y Robert Chartoff. Al concluir la versión final del guión, esta tuvo un par de cambios notables, ya que el original escrito por Stallone era altamente triste con un toque más oscuro. El final que se quedó impregnado en la memoria colectiva de todos nosotros, siendo la imagen de Rocky congelada, mostrando vitalidad y alegría a pesar de que perdió el combate fue la modificación más notable que hubo debido a que en el original se mostraba a un Rocky decepcionado por el mundo interno del Boxeo para retirarse después de esa amarga experiencia y no regresar jamás. Estas modificaciones vinieron a otro par de cambios, siendo el principal el hecho de que ambos productores nos veían con buenos ojos que Sylvester

Stallone protagonizara la película. Pero al ser el guión en su totalidad de Stallone, éste se negó y amenazó con irse a otra productora si no le daban el papel principal. Los productores cedieron al no querer perder el potencial fílmico que podían dejar ir. Con el éxito que llegó después no sólo Stallone siguió protagonizando las demás cintas del héroe del boxeo sí no que también se hizo cargo de la dirección mostrando el talento que tenía Sylvester Stallone detrás de la lente. El resto, amigos míos, el resto es historia. Posteriormente logro quedar enlistada en varias de las listas más importantes del American Film Institute, organización que reúne los mejores 100 elementos del cine en cuestión de escenas, directores, actores música, géneros… El legado de Rocky quedó resguardado para siempre al quedar en la posición 4 de películas emotivas, en el lugar 80 de ‘frases históricas’ gracias a “¡Yo, Adrianna!”. Y para finalizar, en el puesto número 7 en la lista de ‘100 Héroes’, siendo Rocky Balboa un personaje memorable. Pocas películas pueden presumir el tener una saga tan larga y que aun en nuestros días puedan mantenerse vigentes en el gusto de las nuevas audiencias. Pero como si se tratara de una profecía el éxito estaba más que asegurado con las críticas y reconocimientos que se hizo acreedora cuando se estrenó por primera vez un 5 de mayo de 1977 en las salas de cine mexicanas. Y la conmoción que había generado en las audiencias no era poca, el prestigioso crítico de cine Roger Ebert del Chicago Sun-Times concedió a Rocky cuatro de cuatro estrellas, la máxima calificación que podía darle a una película mientras que Phil Villarreal del Arizona Daily Star elogió la interpretación de Stallone diciendo que "Stallone se adueña de la película con su aspecto adormilado, su pesimismo y su carácter indomable". Y sobre todo hay que ser honestos en lo que se refiere a una buena película, una película que a sus próximo cuarenta aniversario se encuentra vigente y sin un ápice de tiempo extra en ella. Un clásico que al igual que los viejos vinos, solo se hace más deleitable cada vez que se regresa a él. Un sueño de esfuerzo es con lo que

podemos quedarnos cada uno de nosotros al terminar de ver cualquiera de las cintas que corresponden a la saga Rocky pero sobre todo debemos reconocer que nos motiva y llena de pasión para realizar aquellas tareas que por x motivo solo postergamos sin cesar. Ya lo he dicho, el cine nos ha dado historias magnificas y cada uno de nosotros cuando estemos por romper u olvidar una meta importante habría que recordar la escena de entrenamiento de Rocky Balboa, quien con determinación y motivación corre por las frías calles siendo observado únicamente por el amanecer de un nuevo día mientras que como todo un campeón sube escalón por escalón la interminable fila para llegar y saltar en la cima del triunfo. Un lugar al que todos esperamos llegar, solo hace falta entrenar.


Bob Woodward (encarnado por Robert Redford) y Carl Bernstein (interpretado por Dustin Hoffman), son dos jóvenes periodistas del periódico The Washington Post que comienzan una investigación rutinaria sobre un aparentemente simple allanamiento del cuartel general del Partido Demócrata en la capital de Estados Unidos; sin embargo, lo que amos descubren será tan sólo la punta de un iceberg que se conocería con el tiempo como el infame caso Watergate, un escándalo mediático y político que obligó a Richard Nixon a renunciar a su cargo como presidente.

La novela Los Albañiles de Vicente Leñero es adaptada para la gran pantalla por el mismo autor junto a Luis Carrión y Jorge Fons; éste último también se encarga de la dirección de un relato dividido entre el thriller -una de las tramas gira en torno a la resolución de un asesinato a partir de varias versiones y puntos de vista de los personajes implicados en el suceso- y el drama social -el filme propone una suerte de etnografía de las clases obreras, exponiendo las ilusiones y los abusos que padecen los migrantes que buscan una vida mejor en las grandes ciudades.


El bebé de Kathy y Robert nació muerto. Para evitar que su esposa sufriera, adopta a otro niño recién nacido para sustituirlo por el fallecido. El niño al que llaman Damien, crece de lo más normal hasta que al cumplir 5 años comienzan a sucederse una serie de eventos escalofriantes. Un sacerdote se pone en contacto con Robert y Kathy para hacerles saber que ha descubierto que su hijo es ni más ni menos que el Anticristo encarnado, por lo que bebe ser asesinado. La Profecía destaca por su inolvidable banda sonora ganadora del Oscar y sus espeluznantes escenas sobrenaturales. Se dice que es una película maldita por la muerte de varias personas en las familias de aquellos que colaboraron en la película.


H

ace muchos años, en una época cinematográfica cada vez más lejana, un hombre luchó contra todo pronóstico y logró materializar su sueño de crear una personal saga espacial; de paso y sin esperarlo, cambió la historia del cine. Ese hombre, George Walton Lucas Jr., comenzó a desarrollar el argumento de La Guerra de las Galaxias (Star Wars) a comienzos de la década de los 70s inspirándose en los seriales cinematográficos de acción y ciencia ficción como Flash Gordon (1936) y las historietas pulp. Pero en el Hollywood de aquel entonces sólo una persona creyó en esa peculiar idea espacial de Lucas que el resto consideraba destinada a fracasar: Steven Spielberg. La fe del director de Tiburón (Jaws, 1975) en el proyecto de Lucas permitió la realización de la primera cinta, aunque para ello se tuvo que dividir el argumento inicial en tres partes ya que su borrador incluía todos los sucesos que ocurren en los episodios que ahora conocemos como Una nueva esperanza (IV), El imperio contraataca (V) y El retorno del Jedi (VI). La Guerra de las Galaxias: Una Nueva Esperanza (Star Wars: A New Hope, 1977) inesperadamente se convirtió en un éxito arrollador a pesar de ser una historia que se coloca muy lejos de la originalidad. A la saga podemos describirla como un pastiche de diversas culturas y filosofías pero con una personalidad propia; en ella podemos encontrar desde la filosofía del budismo zen hasta el íntegro honor de los guerreros samuráis, los ejércitos nazis de la Segunda Guerra Mundial, pasando también por la leyenda del Rey Arturo, las damiselas en desgracia, el ascenso del héroe, los duelos

de pistoleros en el Viejo Oeste, e incluso podemos encontrar el melodrama más sentimentaloide y cursi –la revelación "Luke, yo soy tu padre" es digna de telenovela mexicana con todo y el lloriqueo de Luke. Pero el encanto de este amasijo radicaba en que trasladaba las leyendas e historias literarias por todos conocidas a un universo lejano y exótico por medio de una propuesta con situaciones frescas y actuaciones desparpajadas con las que se buscaba el entretenimiento puro. Además, su otra gran virtud fue haberse hecho con un reducido presupuesto que obligó en su momento a recurrir a la inventiva artesanal y tecnológica para la creación de los mundos de fantasía que proponía su visionario creador y que eran imposibles de realizar de manera digital como comúnmente se hace ahora. Maquetas, maquillaje prostético, botargas y el uso de cámaras sincronizadas por computadora le dieron ese toque artesanal y orgánico pero a la vez moderno. La saga Star Wars marcó un parte aguas en la manera de hacer y ver cine en Hollywood, y junto con la ya Tiburón (Jaws, 1975) de Steven Spielberg, marcó el nacimiento de los blockbusters. A pesar de los múltiples defectos de esta épica espacial, la saga marcó un antes y después en la historia del cine al crear un nuevo parangón en la escala del realismo fantástico a través de los entonces novedosos efectos especiales, y trascendió la pantalla del cine como un simple espectáculo convirtiéndose en una suerte de religión y un negocio mercadológico hiperrentable donde el villano Darth Vader obtuvo la inmortalidad como icono de la cultura pop.


Un depresivo chico llamado Henry Spencer (encarnado por Jack Nance) descubre ser el padre de un bebé prematuro con abominables deformaciones, por lo que tiene que llevarse a Mary y su extraño bebé a vivir con él. El bebé no para de llorar y lleva a la pareja al borde de la locura. Ella termina por abandonarlos poco después. El cineasta de culto David Lynch fungió como director, guionista, productor, editor, diseñador de arte y especialista en efectos especiales en este su inquietante debut en el que ya quedan expuestas todas sus obsesiones con la deformación de la realidad que constituyen su marcado e inconfundible estilo que juega constantemente a desafiar la lógica convencional de la narrativa fílmica utilizando constantemente secuencias oníricas y juegos de realidades desquiciadas impregnadas de una oscura atmósfera pesadillesca.


C

on este diálogo extraído de la obra Doctor Fausto, del dramaturgo Christopher Marlowe, el maestro Arturo Ripstein nos introduce de lleno al infierno cotidiano de un México doloroso y sórdido: en un pequeño y decadente pueblo de la provincia mexicana llamado El Olivo –las locaciones son en realidad en Querétaro– sobreviven en un pequeño prostíbulo la Manuela (Roberto Cobo), un travesti entrado en años, y la Japonesita (Ana Martin), su joven hija prostituta y fruto de un desliz de la Manuela con la Japonesa (Lucha Villa), quien regenteaba el negocio antes de su muerte. Don Alejo (Fernando Soler) es un viejo cacique que es prácticamente dueño de todo el pueblo –y de sus habitantes–, y entre sus planes está comprar el prostíbulo y vender todo el territorio a un consorcio inmobiliario. Pero el regreso de Pancho (Gonzalo Vega), un joven camionero que en su momento fue protegido y ahijado de don Alejo y que ahora se ha convertido en su despreciado deudor, desata las tensiones sexuales de un triángulo amoroso con la Manuela y la Japonesita. He aquí el que –quizá– sea el primer acercamiento comprometido y serio a la homosexualidad en la historia del cine nacional. Basada en la novela del célebre escritor chileno José Donoso, la adaptación para la gran pantalla corrió a cargo del dramaturgo Manuel Puig, pero después se rehusó a que su nombre apareciera en los créditos del filme, un tanto temeroso por la forma en que Ripstein abordaría la homosexualidad en pantalla, fue así que Ripstein y José Emilio Pacheco se encargaron del nuevo tratamiento del guion de la entonces transgresora cinta que nos sumerge en un ambiente de violencia contenida y de relaciones de poder económico-sexual. En este retrato de la idiosincracia nacional, Ripstein utiliza a la figura de Pancho para explorar y exponer el machismo, ese miedo a la aceptación de las pulsiones homosexuales del que emerge la homofobia y la mi-

soginia; sin embargo, este personaje se nos muestra con una mayor complejidad más allá de su fuerte y genuino deseo por la Manuela mediante su historia pasada con don Alejo. Y es que Pancho también carga con un pasado de miseria y humillaciones por parte del cacique hacia él y hacia su padre –también ex empleado de don Alejo–; de esas experiencias podemos comprender que sus traumas infantiles, sus rencores personales, sus frustraciones económicas y su represión sexual exploten violentamente cuando las intenta diluir en alcohol. Como es habitual en el trabajo del maestro Ripstein, el melodrama deviene en sórdida tragedia; estamos ante un cine que se niega a dar concesiones, un cine que nace desde las visceras desafiando a las buenas conciencias y a su hipócrita doble moral, y también a todos aquellos que desprecian ver a su país mísero, grotesco y gobernado por la corrupción y la impunidad. El impecable desempeño histriónico de todo el reparto brilla aún más gracias a su puesta en escena sostenida en una serie de planos fijos que exaltan no sólo la cotidianidad, sino también la sordidez, pero que a diferencia de otras filmografías, ésta representa aquí su principal cualidad estética. El siempre magnífico Roberto Cobo deslumbra como nunca antes con su interpretación de la Manuela –obtuvo el premio Ariel como mejor actor– y se consagra con la secuencia del ya legendario vestido rojo –no podía ser de otro color, igual que el camión de Pancho– y del baile de seducción que detona la tragedia en el último acto. El Lugar sin Límites es una obra sublime que obtuvo el Ariel de Oro como mejor película del año, mientras que Arturo Ripstein recibió en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián el Premio Especial del Jurado, un merecidísimo reconocimiento para el creador de uno de los títulos imprescindibles de la historia del cine nacional.



Considerada por muchos como la obra maestra del cineasta neoyorquino, la cinta acude al metalenguaje y sigue los pasos del neurótico cuarentón Alvy Singer (Allen, desde luego), quien además de trabajar como comediante en bares nocturnos, reflexiona sobre sus experiencias amorosas -particularmente la que sostuvo con la Annie del título (la extraordinaria Diane Keaton)- llegando a una dolorosa conclusión: sus obsesiones y manías han sido causantes de derrumbar sus relaciones sentimentales.


Suzy Bannion es una estudiante de ballet estadounidense que ingresa a una prestigiosa academia de danza. Curiosamente, cuando ella llega a la escuela, es encontrado el cuerpo sin vida de otra estudiante, Pat. Antes de morir, la joven comentó que había descubierto un terrible secreto con respecto a la escuela, y a raíz de eso comienzan a suscitarse eventos extraños y más muertes, Suzy entonces debe resolver cual es la causa de esos sucesos. El particular modo visual para el terror de Dario Argento llamó la atención del mundo por lo moderno, estilizado y colorido de sus escenas sangrientas; una obra de culto imprescindible de un director legendario.

La vida del común y corriente Roy Neary (Richard Dreyfuss) se ve trastocada tras un breve encuentro alienígena, lo cual lo convierte con un obsesivo paranoico con el tema OVNI, y pese a que comienza a distanciarse de su familia, encuentra una clase de refugio/apoyo en una mujer que también ha sido testigo de los misteriosos objetos voladores. Mientras tanto, un grupo de científicos de todo el mundo comienzan a investigar el fenómeno y planean hacer contacto con los visitantes intergalácticos. Con esta historia Steven Spielberg seguía revolucionando el cine comercial hollywoodense; se trata de una atípica película sci-fi en la que si bien hay extraterrestres en la historia, está más enfocada en la paranoia y la neurosis que se gesta en el ser humano tras un evento de esta naturaleza.



E

l primer superhéroe en tener su gran película en Hollywood no podía ser otro que Superman. Su salto al cine se dio bajo la batuta del talentoso cineasta Richard Donner, quien dos años antes ya había impactado con su película La Profecía (The Omen), y luego se aventuró en el relato de los orígenes del héroe más grande de todos los tiempos, creando la película 'definitiva' de Superman. El filme, producido para celebrar el 40 aniversario del nacimiento del héroe en los cómics, contó con un gran presupuesto y el papel del kryptoniano recayó en el joven Christopher Reeve, quien con tan sólo 24 años dio vida al héroe al lado de Margot Kidder como Lois Lane, Gene Hackman como Lex Luthor y Marlon Brando como Jor-El en una breve aparición por la que cobró 4mdd para trabajar durante tres semanas de filmación. La historia de esta primera cinta abarca desde la destrucción de Kryptón hasta que Kal-El se convierte en el Hombre de Acero y protector de Metropolis; por supuesto que esto incluye su llegada a la Tierra, su crianza en Smallville, la muerte de su padre adoptivo, el descubrimiento de su naturaleza alienígena -vía los cristales kryptonianos-, el viaje al Polo Norte, la creación de la Fortaleza de la Soledad, su llegada al Diario El Planeta como el atolondrado periodista Clark Kent y sus primeras apariciones como el superhéroe que lucha por la verdad, la justicia y el modo de vida americano; claro sin olvidar su interés amoroso por Lois Lane y el comienzo de su eterna rivalidad con Lex Luthor. El entonces desconocido Christopher Reeve realizó un prodigioso retrato del protagonista; Reeve supo cómo trabajar con las dos facetas del personaje: el apocado reportero Clark Kent, y por supuesto, el heroico Superman. Su interpretación representa, hasta nuestros días, la pauta que deben seguir los superhéroes en el mundo del cine. Con un memorable tema principal compuesto por John Williams y una gran producción respaldada por un sólido guión en el que participó ni más ni menos que Mario Puzo, Superman se convirtió al instante en un clásico del cine de superhéroes que se instauró como el parangón para todas las películas de este ahora sobreexplotado subgénero que deben explorar el origen de su héroe.

Potente drama bélico con el que Michael Cimino propone una profunda reflexión sobre cómo la guerra estadounidense en Vietnam impactó y revolvió las vidas de las personas en una zona industrial de Pennsylvania, lugar donde trabajan los tres amigos protagonistas de la cinta que sigue sus pasos en las horas previas antes de despedirse para partir, como voluntarios, a luchar en la guerra de Vietnam, una experiencia que les cambiará la vida de formas permanentes e inimaginables.

Basado en la autobiografía de Billy Hayes y con un guion firmado por el mismísimo Oliver Stone, el cineasta Alan Parker da forma a un potente drama carcelario sobre el sonado caso del joven estadounidense (encarnado en celuloide por el gran Brad Davis) que fue arrestado en el aeropuerto de Estambul cuando pretendía subir a un avión con varios paquetes de marihuana. Considerado esto un crimen grave en Turquía, Billy es condenado a cuatro años en prisión donde sufrirá los tratos brutales e inhumanos propios del sistema carcelarios.



A

los seis años de edad, Michel Myers asesina a su hermana mayor con un cuchillo de cocina durante la noche de Halloween de 1963 en la ciudad ficticia de Haddonfield, en Illinois. Quince años más tarde, el ahora veinteañero psicópata (interpretado ya por Nick Castle) escapa durante la víspera de noche de brujas del hospital psiquiátrico donde fue recluido y regresa a su pueblo natal para continuar con la serie de asesinatos y obsesionándose con la adolescente Laurie Strod (Jamie Lee Curtis) mientras el Dr. Sam Loomis (Donald Pleasence), su médico psiquiatra, le sigue la pista con la ayuda del escéptico sherif local. Esta es la premisa de Halloween escrita por John Carpenter y su entonces pareja Debrah Hill. La película, que fue filmada en tan sólo 21 días y con un presupuesto que apenas alcanzaba los $325 mil dólares, originalmente fue concebida como la historia de un asesino de niñeras –de hecho su nombre era The Babysitter Murders–, pero finalmente se transformó en la ya conocida historia del asesino y su regreso a casa. Fue una visita a un hospital psiquiátrico durante su periodo universitario lo que inspiró a Carpenter en la creación de Michael Myers, rompiendo con ello los paradigmas de los villanos en el cine de terror. Su falta de trasfondo psicológico –por lo menos en esta primera cinta original no se humaniza al asesino ni se intenta escudriñar en su psique para descubrir sus mórbidas motivaciones– y la corporalmente sobria interpretación por parte del ahora legendario Nick Castle, elevaron al personaje a un nivel enigmático, mítico y de culto. Michael Myers representó al mal en su máxima expresión, tal como lo expresa claramente el personaje del Dr. Loomis: “Me dijeron que no quedaba nada detrás de esos ojos; ni razón, ni conciencia, ni el más rudimentario entendimiento de la vida o de la muerte, del bien o el mal”. Halloween catapultó a la fama a la debutante Jamie Lee Curtis, convirtiéndola además en la «scream queen» por antonomasia del cine de terror; además, es necesario señalar que es hija de la legendaria Janet Leigh, actriz hollywoodense recordada por ser la protagonista de Psicosis (1960), el más célebre film de Alfred Hitchcock en donde el maestro del suspenso rompió paradigmas al asesinar a su protagonista justo a la mitad del metraje, ceder su lugar estelar al legendario villano Norman Bates –interpretado por Anthony Perkins– y sembrar la semilla del subgénero «slasher» que precisamente Carpenter consolidó

con Halloween, estableciendo formalmente sus características más sobresalientes: un antagonista psicópata –la mayoría de las veces enmascarado, un aspecto heredado del subgénero europeo «giallo»– que persigue a sus víctimas provocando en el camino una generosa lluvia de sangre y un festín de vísceras, como en el caso de su predecesora Black Christmas (1974), o de las herederas Friday the 13th (1980) y A nightmare on Elm Street (1984). Filmada en sólo 21 días y con un presupuesto de apenas $325 mil dólares, el director tuvo que echar mano de toda su habilidad para crear una obra de culto con tan limitados recursos. Carpenter, quien tenía nociones de composición gracias a la educación musical recibida de su padre Howard Ralph Carpenter, quien fue profesor de música, fue quien compuso la música para la cinta; se trata de un score minimalista que con unas sencillas secuencias de notas construye un tema central por demás tenebroso, y una serie de temas incidentales que erizan la piel y acompañan a la perfección la ya escabrosa experiencia de la matanza de Myers. Otro de los aspectos más reconocidos de la saga fue la mítica máscara que cubre la verdadera cara del antagonista, la cual en realidad muestra el rostro de William Shatner en su papel del Capitán Kirk del famoso show televisivo Viaje a las Estrellas (Star Trek) y que fue adquirida en una tienda por la módica suma de $1.98 dólares para después ser cubierta de pintura blanca común. Pese a que Carpenter niega haberlo hecho de manera consciente o intencional, la película posee un discurso moralino bastante arcaico si tomamos en cuenta que la producción de la cinta se llevó a cabo en plena revolución sexual. Y es que el film condena a muerte a todos aquellos personajes que practican libremente su sexualidad y/o consumen alcohol y tabaco; mientras que el personaje con el comportamiento más conservador –por supuesto Laurie (Lee Curtis)–, es recompensado al convertirse en la «final girl» que, evidentemente, es la única sobreviviente de la tragedia. Pese a este polémico y muy cuestionable discurso, Halloween es indudablemente el filme independiente más emblemático e influyente del cine de horror estadounidense que a finales de la prodigiosa década de los 70 marcó a una generación de cineastas interesados en el género y estableció las bases para los mecanismos del cine de terror estadounidense que, desde entonces, serían replicados en serie con menor o mayor éxito por la industria fílmica.


La nave Nostromo está a punto de volver a la Tierra, pero se detienen forzosamente en un planeta desierto en el que, inesperadamente, uno de los siete tripulantes es atacado por una bestia de forma arácnido que engendra en él una futura gran amenaza para la tripulación; pero es la doctora Ripley (Sigourney Weaver) quien le hará frente a este maligno ente. En una época donde los personajes femeninos no eran trascendentales en el cine de género, la llegada de Ripley nos mostró que una mujer puede ser tan "badass" y letal como cualquier hombre sin perder su feminidad. La forma de retratar a las criaturas alienígenas también cambió después de esta cinta de Ridley Scott; atrás quedaron los extraterrestres de cuerpo esbelto y cabeza grande, Alien: el octavo pasajero transita entre la ciencia-ficción y el cine terror, nos presenta una de las criaturas aterradoras que se volvió un referente inmediato en ambos géneros. Es imposible olvidar varias escenas legendarias e impactantes que ya son parte de nuestras cinéfilas pesadillas... ¿o acaso nadie se ha imaginado que le está sucediendo lo mismo que al pobre Kane al sentir fuerte malestar en su vientre?


En la recta final de la década de los setenta, el director ruso realizó un tratado sobre la necesidad y la fuerza de la fe a través de la historia de dos hombres que, guiados y protegidos por un experimentado 'stalker', se adentran en 'La Zona', un lugar prohibido donde varios años atrás se estrelló un meteorito y donde, se dice, se encuentra una habitación en la que las leyes del espacio y la física no son tan estrictas y que es capaz de hacer realidad el más profundo deseo de quien se aventure a cruzar su umbral. Con esta obra maestra de gran carga alegórica, la inquietante Stalker desentraña los más profundos y primitivos deseos que, en ocasiones, el mismo ser humano desconoce.


E

n el último año de la década de los '70 se estrenó una película australiana adelantada a su tiempo que dio pie a una potente trilogía que cambió para siempre la cara del cine australiano y la del subgénero de ciencia ficción apocalíptica: Mad Max (1979). El responsable de esta violenta y transgresora empresa fue el director George Miller, creador del personaje que se volvió legendario en el celuloide y lanzó a la fama a un jovensísimo y desconocido Mel Gibson, quien encarnó al policía idealista e incorruptible de la Australia apocalíptica donde la ley es prácticamente inexistente y se vive bajo el yugo de las pandillas de criminales motociclistas. La trama del Mad Max se dispara con una frenética persecución en la que Max Rockatansky, un policía vigilante de una autopista y el más audaz al volante, busca dar alcance a Nightrider (Vincent Gil), el líder de un grupo de vándalos que, en su intento de huída, se vuelca a toda velocidad con trágicos resultados. Los miembros de su pandilla, ahora liderados por Toecutter (Hugh Keays-Byrne), buscan vengarse del policía y descargan toda su ira inmolando a su mejor amigo, el también policía Jim Goose (Steve Bisley), y arrollando a su mujer Jessie y a su pequeño hijo en una solitaria carretera mientras vacacionaban. Ante el dolor por las pérdidas, Max pierde la razón y emprende su vengativo viaje acechando y cazando a los criminales a bordo de su intervenida patrulla Interceptor V8 de Ford.

Producida con un bajísimo presupuesto -tan sólo $650,000 USD-, la película cuenta con tratamiento visual de cine de serie B, retrata un mundo hostil y decadente al borde del colapso nuclear en donde la ley está a punto de ser sólo un recuerdo, y donde las pandillas criminales son libres de cazar como si de parvadas de aves de rapiña se tratasen... incluso también graznan y aletean cuando acechan a su presa, como en la escena afuera de la apartada nevería o en esa fatídica secuencia en la carretera donde Jessie, con el bebé en los brazos, es arrollada. Los paisajes áridos de esta Australia agreste son guardados por un penetrante olor a combustible quemado que está presente durante toda esta propuesta de ciencia ficción apocalíptica con toques de Western en la que la propia humanidad es responsable de su inminente aniquilación. Pese a su elemental plot -una simple historia de venganza-, Miller ofrece un guión narrativamente eficaz, frenético y violento -tomando en cuenta la época en la que fue realizada-, y ofrece un viaje al infierno personal del protagonista que se transforma radicalmente de impecable idealista a violento y vengativo antihéroe, un personaje que marcó una pauta en la creación de héroes atormentados en las próximas generaciones del cine de acción.


Ted Kramer (Dustin Hoffman) es un exitoso y dedicado ejecutivo de publicidad, dedicación que ha dado como fruto un importante ascenso en su trabajo. Pero llegando a casa se encuentra con la noticia de que su mujer Joanna (Meryl Streep), que atraviesa una fuerte crisis existencial, está por abandonarlo a él y a su pequeño hijo. A Ted no le queda otro remedio que hacer el trabajo de padre y madre a la vez, dividiendo su tiempo entre el trabajo y la crianza del pequeño Billy (Justin Henry). Meses después Joanna vuelve reclamando la custodia de Billy, situación que Ted por supuesto no permitirá, iniciándose así una batalla legal por la tutoría y el amor de su hijo.

El eterno neurótico cineasta neoyorquino utiliza la monocromática fotografía de Gordon Williams para escribir con imágenes elegantes y hermosas su carta de amor a su ciudad a través de la historia de Isaac Davis (encarnado por Allen), un hombre que quiere ser novelista y que se encuentra en plena crisis de la mediana edad con un empleo odioso -como guionista de televisión-, que tiene a una aspirante a actriz como novia -de 17 años, detalle menor- a la que no ama, y a una ex-esposa -lesbiana, otro detalle menor- a la que le gustaría ahorcar. La oportunidad de comenzar una nueva vida se presenta cuando conoce a Mary, la amante de su mejor amigo.

Vicente Leñero y el propio Arturo Ripstein adaptan al cine la novela de Luis Spota centrada en el ex delincuente Javier Lira, alias 'El Tarzán' (encarnado por un fantástico Pedro Armendáriz, quien intenta rehabilitarse consiguiendo trabajo en un banco como cobrador; pero sus intentos de apartarse del mundo criminal se ven truncados al toparse con un policía extorsionador conocido como el 'Burro' Prieto.



Ambientada en el cénit de la Guerra de Vietnam, la cinta nos presenta al Capitán Willard, quien es enviado por el Coronel Lucas para encargarse de una misión oficialmente inexistente: encontrar y eliminar al Coronel Walter Kurtz, un renegado ex boina verde que ha perdido la razón y ha armado un ejército propio que ha cruzado la frontera hacia Camboya donde se deja adorar por los nativos de la tribu Montagnard. Pero mientras viaja río arriba para cumplir con su misión, Willars se encuentra cada vez más fascinado con el impresionante curriculum de Kurtz y comienza a comprender un poco más a ese hombre que debe asesinar. Tomando como inspiración la novela Heart of Darkness, de Joseph Conrad, Coppola -junto con John Milius- la adaptan para la gran pantalla y se apoya en las potentes actuaciones -en las que sobresale el fenomenal Marlon Brando como Kurtz- y en la fotografía de Vittorio Storaro para lograr una de las mejores disecciones de la salvaje y brutal naturaleza humana y uno de los mejores retratos de los horrores que se viven en el infierno de la guerra.

Ganadora de la Palma de Oro y de cuatro premios de la Academia -dirección de arte, diseño de vestuario, mejor edición y mejor banda sonora-, esta imprescindible cinta musical semiautobiográfica nos presenta a Joe Gideon, el alter ego de Bob Fosse encarnado por Roy Shceider como un implacable coreógrafo y director de teatro mientras prepara el montaje de su próxima producción en Broadway. Se trata de un retrato sin concesiones del sórdido mundo de los excesos y los sacrificios personales que suceden tras bambalinas de los espectáculos musicales; la banda sonora de Ralph Burns y la cámara de Giuseppe Rotunno nos acompañan en esta gran puesta en escena cargada de simbolismos y con el ritmo de vida vertiginoso, sarcástico y melancólico de este obsesivo creador artístico obsesionado con la idea de entregarse por completo sobre el escenario... aunque la vida se vaya en ello.

En este gran clásico de los Monthy Python, Brian nace en un pesebre de Belén el mismo día que Jesucristo, pero tras una serie de eventos desafortunados le hacen llevar una vida paralela a la del auténtico Hijo de Dios. Brian vive su muy personal calvario en la Galilea a manos de su madre, de una feminista revolucionaria, y del mismísimo Poncio Pilatos.





U

na película que desde el propio título genera grandes expectativas. Pero antes de verla, y como sugerencia, te invito a buscar en tu plataforma de Netflix, Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy para que puedas conocer todas las atrocidades y vivencias retorcidas de este personaje, así como el miedo que generó durante la década de los años setenta en Estados Unidos. Un detallado documental dirigido por el mismo Joe Berlinger. ¿Alguien puede ser extremadamente cruel, malvado, perverso, pero a la vez ser carismático, manipulador y seductor? La respuesta no es tan difícil de encontrar y este largometraje describe todo esto y algunas características más en Ted Bundy. Joe Berlinger te permitirá conocer la historia de este vil asesino pero desde el punto de vista femenino de Elizabeth Kloepfer (Lily Collins), quien encontró a su príncipe encantado que se convertía en una bestia desalmada y encarnaba atroces muertes cada noche. Cabe mencionar que esta cinta está basada principalmente en el libro El príncipe fantasma: mi vida con Ted Bundy que recoleta los recuerdos de Liz Kloepfer, la mujer que alguna vez fue una joven e inocente chica que quería llegar al altar vestida de blanco a lado de su querido Ted. Si eres la clase de espectador que esperaba un platillo sangriento en la cinta, lamento decepcionarte, ya que las atrocidades y delitos de Ted Bundy, están en segundo plano, el director fue muy cuidadoso en no mostrar explícitamente detalles de los crueles asesinatos durante el transcurso del filme, algo por lo que muchos espectadores consideran que la película es “abu-

rrida, inconsistente o sobrevalorada” por no estar presente ese morbo vestido de sangre que se especulaba meses atrás por parte de la audiencia, pero por otro lado nos ofrece una perspectiva distinta de una historia que sacudió a la unión americana en los 70´s. Esta película era el escenario perfecto para de la carrera de Zac Efron ya que el papel de Ted Bundy le permite demostrar que no es solamente un chico Disney sino que tiene el talento de convertirse en personajes mucho más complejos, y aunque no tuvo la oportunidad de personificar lo cruel, malvado y vil de este asesino serial, si logró envolver con su carisma las escenas en las que se encontraban los diversos medios de comunicación durante los juicios en su contra. Sé que más de una mujer se sentirá identificada con la actuación de la grandiosa Lily Collins, ya que muestra un retrato de todas las mujeres confundidas, atormentadas y cegadas por el amor hacia un hombre que no resulta ser el príncipe encantado sino tu destrucción tanto física como emocionalmente, ¿alguna vez te has enamorado tanto de un hombre que te olvidas de ti? ¿te suena familiar? Extremadamente Cruel, Malvado y Perverso, es un filme imperfectamente perfecto, ya que por un lado no logró retratar a ese Ted Bundy, perverso, violento y asesino que todos conocemos y queríamos volver a ver, sin embargo, Zac junto al director logró mostrar el lado “humano” de este monstruo con la dosis perfecta de carisma que portaba dicho Bundy. ¡Bravo Efron por romantizar la perversidad! Y tú, cómo Liz Kloepfer ¿has vestido a una bestia de príncipe encantado?



L

as películas deportivas nos han acostumbrado a la fórmula del héroe que empieza desde cero hasta convertirse en una leyenda. Siempre abordando la perseverancia del protagonista para alcanzar sus objetivos, creando historias que puedan ser inspiradoras para la audiencia. Diamantino rompe todos los esquemas establecidos dentro del cine deportivo para contarnos una historia que no le teme a lo absurdo de su relato y a la inmensa creatividad de sus realizadores convirtiéndola en una experiencia única que solo podría ser posible gracias al cine. La cinta nos introduce a un personaje con el que inevitablemente estamos familiarizados: una superestrella del futbol portugués, que ocasionalmente modela ropa interior, con el coeficiente intelectual de un niño pequeño (cualquier parecido con cierto ex-jugador del Real Madrid es pura coincidencia). Para Diamantino, su padre y el fútbol son lo más importante de su vida. Diamantino explota su talento en la cancha gracias a las visiones de cachorritos gigantes que lo persiguen en un campo lleno de nubes, convirtiéndolo en el futbolista más impresionante del mundo. Tras un paseo en su yate personal, descubre la existencia de los migrantes y no puede quitarse la idea de su limitada mente. En el transcurso, una pareja de espías lesbianas lo investigan por ser un posible involucrado en una serie de transacciones millonarias en Panamá. Diamantino se enfrenta al reto más grande de su carrera durante la final del mundial de futbol cuando al fallar el penal que le daría el

triunfo a Portugal, su padre muere a causa de un infarto fulminante. Diamantino se convierte en la burla de toda la nación y los memes sobre su error inundan el internet. Durante su duelo, encuentra una solución que lo ayudará a superar su pérdida, y decide anunciarlo públicamente en un programa matutino muy popular: Ha decidido adoptar a un refugiado para seguir el ejemplo de su padre y ser una mejor persona. Para aprovechar su investigación, una de las espías se hace pasar por un refugiado mozambiqueño que se ganará el corazón de nuestro ingenuo protagonista. Una película que a pesar de la rareza de su relato se convierte en una experiencia muy satisfactoria por el encanto desbordable de Carloto Cotta, que interpreta de manera espectacular a Diamantino, entregando una de las actuaciones más memorables del 2018. Aunque Diamantino es un personaje para la posteridad, las verdaderas robaescenas de la película son Anabela y Margarida Moreira que interpretan a las gemelas malignas que solo se aprovechan de la fortuna de su hermano. No es una sorpresa que la cinta fuera galardonada como Mejor Película dentro de la Semana de la Crítica en Cannes, ya que es una experiencia inolvidable para el espectador y que funciona como una crowdpleaser si la audiencia se lo permite. No podemos esperar a ver cuál será la siguiente aventura de Daniel Schmidt y Gabriel Abrantes, ya que con Diamantino se ganaron toda nuestra confianza para el futuro.



E

n el cine hay muchas creencias, mitos y tabúes sobre ciertas temáticas, explico esto ya que es el punto que quiero resaltar de este filme, pues rompe el “mito” de las películas con temática homosexual. Es verdad que un gran número de ellas tiene alto contenido sexual, pero no podemos etiquetar a todas como sólo eso. Hoy quiero volver solito es una historia sobre la amistad, el despertar al amor, a sus emociones y la aceptación de algo socialmente complejo: reconocerse homosexual. Esta película, según comenta su director Daniel Ribeiro, "surgió de la pregunta: ¿De dónde viene nuestro deseo? ¿Viene de adentro o del exterior? Así que cuando tomas a un personaje gay que no ha visto nunca a un hombre, nunca ha visto a una mujer... ¿Cómo es qué ese deseo surge dentro de él? " Bajo esa premisa, y tratando de contestar estas preguntas, nace una historia poco común en características específicas, pero común en lo general y verán porqué: nos habla de lo básico del sentir humano, del nacimiento de una gran amistad, que poco a poco, y con la convivencia continua, se va convirtiendo en un fuerte sentimiento de amor. Así es la historia de Leo (Gilherme Lobo), un chico invidente que transita los días en su rutina diaria acompañado de su mejor amiga Giovana (Tess Amo-

rim), quien pasa por él para ir a la escuela e igualmente lo regresa a casa, lo defiende ante burlas, agresiones o bromas de mal gusto de los compañeros de clases, quienes la mayoría de las veces son impertinentes y no piensan en los comentarios hirientes hacia su persona. Leo es un chico listo, divertido y muy consciente de su desventaja frente a los demás, pero la acepta y la vive, sus padres lo sobreprotegen pues como todos los padres no quieren que él sufra, pero él quiere explorar y aventurarse no importando su limitación. Para esto aparece un compañero nuevo en la clase, Gabriel (Fabio Audi), con quien forman un trío amistoso, pero éste da un giro cuando Leo se da cuenta que Gabriel ha cambiado completamente su vida, como lo hace en la vida real el amor, desde el cambio de rutina hasta la forma de actuar, entre ellos nace un gran cariño, una gran amistad que muy pronto se convierte en una fuerte conexión. La película tiene una narrativa muy sencilla, unos diálogos ocurrentes, divertidos, no se centra en la tragedia, si no en el sentir, el despertar de un adolescente que quiere vivir y se descube con sentimientos de amor hacia una persona de su mismo sexo. Una película que puede y debe disfrutar toda la familia.




Por Anton


nio Ruiz | @FinbarFlynnXY

U

bicada en un futuro cercano, la ópera prima del director Duncan Jones (quien como dato curioso cabe señalar que es hijo ni más ni menos que de David Bowie) sigue a Sam Bell, un astronauta que ha vivido aislado durante tres años en una excavación en la Base Minera Sarang para la compañía Lunar Industries Ltd en la cara oculta de la Luna; pero cuando su contrato está a punto de expirar, y tan sólo unas semanas lo separan de su regreso a la Tierra -así como de su reencuentro con su mujer Tess y su hija Eve-, el navegante comienza a padecer el deterioro de su salud (dolores de cabeza, alucinaciones, etc.) y descubre un oscuro secreto que no será nada fácil de asimilar pues le atañe completamente. La trama podría parecer sencilla, pero conforme avanza la historia, ésta se va transformando en un claustrofóbico, retorcido y emocionante relato. Una cinta hipnótica que en sus limitantes económicos (apenas $5 millones de dólares de presupuesto) encontró posiblemente la mayor de sus virtudes: centrarse en la credibilidad de la historia evitando grandilocuencias técnicas y enfocándose en la historia y su protagonista (un estupendo Sam Rockwell); lo de Moon es ciencia ficción a la vieja escuela, un excitante y sorprendente thriller psicológico.



H

acía tiempo que no escuchábamos la palabra "naco" en el cine. El término clasista está en vías de desuso gracias a la suma de voces que claman por una sociedad más igualitaria y sensible. Si el efecto se traslada o no hasta nuestra dinámica cotidiana es asunto del examen moral de cada quien, el arte por su parte cumple con lanzar la provocación, colocarnos el espejo y ajustar la luz, y esto es lo que Alejandra Márquez Abella hace en su su película, la cual hace más que lanzar una crítica o una burla a las élites: las disecciona. El planteamiento lo hemos visto antes: familia burguesa de las Lomas de Chapultepec, pedante y desconectada, con una personalidad dictada por el estatus y las apariencias. El castillo de naipes comienza a derrumbarse cuando los negocios van mal. La burguesía exhibe su miseria oculta. ¿Alguien dijo Nosotros Los Nobles? Afortunadamente, el riesgo de ser una burla más a los ricos para complacer al gran público, o el de ser otro melodrama inofensivo de carácter neo-telenovelesco, quedan cancelados gracias a la incisiva mirada de este drama hacia la condición privilegiada, que trasciende el escarnio personalista y pone los ojos en el sistema mismo. La trama gira en torno a Sofía (Ilse Salas), una socialité en los años ochentas enajenada con el perfumado ambiente de los clubes, las tiendas exclusivas y las fiestas a la europea. Ella sueña con la realeza española, compra su ropa en Nueva York y desprecia a la nueva-rica morena y "naca" que pretende entrar a su círculo. Sus amigas, son más bien competidoras, presumidas pasivo-agresivas que no dudan en pisar sobre el defecto ajeno para elevar

su virtud social. Todas mujeres cuyo oficio es el ornato, piezas de lucimiento sin valor ni responsabilidad por sí mismas. "Niñas", como se les suele llamar condescendientemente, pues no tienen que pensar, decidir o trabajar. "Bien", porque son de buena familia, porque su chequera, sus gustos y accesos VIP dan cuenta de un fiel apego al manual de etiqueta. Son el estereotipo aspiracional que el wannabismo mexicano ha construído para separar las castas. Pero Sofía tiene un secreto, fantasea íntimamente con Julio Iglesias, un affaire platónico que de confesarlo la volvería la comidilla pública: es de mal gusto admirar cantantes. Basada en las memorias de Soledad Loaeza, la cinta no viene a revelar nada que no sepamos sobre esa élite que con las crisis económicas como telón de fondo, seguía destapando champagne y comiendo caviar. Sin embargo, cuando se decide introducir el factor de la gran devaluación del '82 precedida por la nacionalización de la banca por José López Portillo, se revela la condición humana tras el clasismo. Los ricos también lloran, pero ¿por qué lloran, en el fondo? Las actuaciones logran algo más que credibilidad. Salas demuestra control y conexión perfecta con su personaje, sin dejar de expresar —quizá hasta la reiteración— los condicionamientos de época, contexto y género, en un trabajo de guión más fidedigno que creativo, pero innegablemente divertido. A esto se suman los referentes populares; Jacobo Zabludovsky tiene la verdad mientras Rebeca de Alba tiene la clase. La Maldita Primavera ameniza y la ropa marca FILA distingue. Todos elementos que pueden ser de horror o nostalgia, pero igualmente resultan

simpáticos, aunque poco sutiles. A la par está el vestuario de las actrices, el cual conforma un ente propio; refleja la época, el estatus y personalidad de cada personaje. Aquellas hombreras que hoy resultan ridículas y absurdas, antes daban personalidad y figura. Los rosetones y los holanes que las artistas lucían, tenían antes el carácter populachero que toda respetuosa de la elegancia europea despreciaba, aunque hoy sean vintage. Cinematográficamente, el vestuario es el ingrediente que aporta estética y brillo a una cinta que aunque se defiende suficientemente en ambientación, no puede presumir de una gran producción. Accesible y disfrutable, Las Niñas Bien es también importante para la conversación actual. Al igual que otras películas mexicanas del 2018, intenta mirar al pasado para comprender el presente, un presente confuso y de destino incierto, al cual, si queremos usar como punto de partida, primero hay que evaluar. Y así como algunos ensayos analizan el machismo para estudiar las inseguridades en los propios hombres, esta tragedia de tintes cómicos pone luz en los mecanismos de estratificación social para mirar hacia ese frágil orgullo disfrazado de superioridad. Márquez Abella y su elenco casi enteramente femenino han logrado delinear una parte de la identidad mexicana: la clasista y aspiracional, esa que aunque ha dejado de decir naco (algunos la han cambiado por 'chairo'), sigue ahí en nuestro historial, para algunos, tan horrible como unas puntiagudas hombreras; para otros, tan entrañable como una canción de Marisela.



E

l escritor y director Lee Cronin llamó la atención con su cortometraje Ghost Train (2013) y con su ópera prima, The Hole in the Ground, ha venido causando ruido desde su presentación en la sección Midnight de la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Sundance, siendo incluso considerada por muchos como la Hereditary (2018) de este año; y aunque no alcanza el nivel del primer largometraje de Ari Aster, resulta una muy sólida propuesta que brinda una bocanada de aire fresco al saturado mercado del género del horror. El bosque maldito, como se ha distribuido en México, se centra en Sarah O'Neill (Seána Kerslake), una madre recién separada de su esposo que, junto con su pequeño hijo Chris (James Quinn Markey) se ha mudado a una apartada cabaña en la Irlanda rural junto a un espeso bosque; mientras intentan reconstruir sus vidas desde cero en la remota localidad, madre e hijo descubren un gigantesco agujero en medio del bosque y ella conoce la historia de Noreen Brady (Kati Outinen), una anciana que perdió la razón varios años atrás cuando tuvo un violento episodio que terminó con la mujer asesinando al que ella aseguraba era el suplantador de su pequeño hijo. Durante una noche Chris aparentemente desaparece sin dejar rastro, pero cuando Sarah no tarda en encontrarlo sano y salvo en casa, todo parece haber sido producto del estrés postraumático por el que está atravesando Sarah y que ha comprometido su salud mental, siendo diagnosticada y medicada para combatir la ansiedad y el insomnio. Poco a poco, Sarah comienza a notar que Chris presenta ligeros pero muy evidentes cambios en su comportamiento habitual, llevándola a pensar que el niño que duerme en su casa no es el verdadero Chris. Si bien The Hole in the ground no es una cinta que descubra el hilo negro, sí sobresale por jugar de forma ingeniosa con la ambigüedad y tomarla precisamente como su principal virtud: la foto-

grafía de Tom Comerford –ojo a los juegos visuales con los vacíos y los reflejos– y las tétricas partituras de Stephen McKeon consiguen un ambiente malsano que potencia las situaciones inquietantes propuestas por el guion coescrito por el mismo Cronin junto a Stephen Shields y que retoma el recurso de colocar a los niños como el elemento siniestro del relato –The Exorcist (1973) es quizá el ejemplo más obvio–, negándose rotundamente a recurrir a los 'jumpscares' tan utilizados en el cine de terror actual y apostando, en cambio, por la construcción minuciosa de un misterio y un astuto manejo del suspenso que añade además elementos de una posible locura y un delirio psicológico postraumático. ¿Realmente Chris ha sido suplantado o se trata sólo de una alucinación de Sarah producto del trauma propiciado por su reciente separación? Con ecos de recientes títulos de culto como Goodnight Mommy (2014) –donde era la madre de los hermanos protagonistas la que quizá era una impostora– y The Babadook (2014) –donde el inquebrantable amor de una madre viuda es la principal arma para defender a su hijo de la amenaza sobrenatural que lo acecha–, la película también se ve estrechamente relacionada con los misteriosos submundos alternativos como los de la cinta animada Coraline (2009) y del serial Stranger Things (2016-), y con criaturas como las antagonistas del filme The Descent (2005). Y es que aunque la premisa está lejos de ser original, y pese a no ofrecer nada nuevo al género, tanto el buen desempeño histriónico de la pareja de actores protagónicos como la autenticidad que Lee consigue impregnarle al relato –incluyendo la astucia con la que aborda el miedo inherente de los padres ante la partida de un hijo y la apuesta por un final marcado por la vaguedad ante la eterna presencia de la incertidumbre– la convierten en una de las propuestas más sobresalientes del cine de horror europeo en lo que va del año.



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