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LA VOZ DEL JURADO

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José Miguel Font

José Miguel Font

28 CONCURSO DE ARTE EDUARDO LEóN JIMENES

CoNVERSAMoS CoN LoS MIEMBRoS DEL JuRADo EN ESTA 28 EDICIóN DEL CoNCuRSo, quIENES NoS CoMPARTEN SuS IMPRESIoNES RESPECTo A ESTE CERTAMEN Y Su IMPRoNTA, A PRoPóSITo DE quE ESTE 2021 ARRIBA A SuS 57 AñoS DE INSTITuCIóN.

1. Respecto a la heterogeneidad de temas y géneros, ¿cómo valoran las obras concursantes?

Sara Hermann (SH): Cualquier valoración que se haga de este Concurso, de sus participantes y discursos tiene que pasar por el tamiz de lo que significó este año en todos los aspectos de nuestras vidas. Es de recalcar cómo los proyectos seleccionados, dentro de su amplitud y diversidad, casi todos confluyeron en la autobiografía. Así, planteamientos generales que quizás pudieran en primera instancia abordar lo pedagógico, la exclusión o la movilidad terminan siendo contundentes, pero al mismo tiempo vociferan desde lo personal y visceral.

Gerardo Mosquera (GM): una de las cuestiones que más me impactó al revisar los proyectos sometidos al Concurso fue, no solamente la heterogeneidad de temas y géneros, sino de poéticas y técnicas. Si la República Dominicana es un país con sólo 10,6 millones de habitantes, es de pensar que su escena artística sea compacta. Aunque probablemente todos los participantes en ella se conocen entre sí, sorprende esta diversidad, que habla de una escena abierta, bien informada, rica en la diversidad de sus derroteros.

Gabriela Rangel (GR): Son trabajos que, en general, toman el pulso de preocupaciones más amplias del mundo internacional del arte contemporáneo, sin dejar de tener una raigambre con la cultura popular local y el campo artístico de República Dominicana.

Raquel Paiewonsky (RP): Considero que los artistas seleccionados abordan, desde distintos lugares, asuntos relevantes a nuestras historias personales, sociales, históricas y políticas, convergiendo en algunos ejes temáticos, pero con planteamientos muy diversos que permiten que nos acerquemos a cada experiencia de forma única. Muchos artistas han presentado propuestas multidisciplinarias ubicándose en una búsqueda de sentido que va más allá

de las categorías o medios preestablecidos como es común en este tipo de eventos.

2. ¿Qué impacto o trascendencia entienden pueden tener las mismas en la historia de arte contemporáneo dominicano?

SH: Es difícil hablar sin la distancia histórica necesaria para abundar en su posible impacto. una cosa que sí puedo asegurar es que el proceso de conceptualización, de desarrollo y producción de éstas van a marcar la producción de los artistas y curadores que trabajaron con ellos.

GM: No me gusta ser un babalao del arte, es decir, un adivinador, pues resulta muy difícil serlo en un terreno tan dinámico y complejo como el del arte y, en general, la cultura. Pero sí puedo decir que los proyectos seleccionados producirán obras de impacto.

RP: Cuando los artistas, a través de sus prácticas, presentan planteamientos potentes, sinceros, con un trabajo de investigación, con sensibilidad y con la capacidad de transformar algo en nosotros, creo que tienen la posibilidad de trascender. La plataforma de este Concurso facilita que estos procesos sean más visibles.

GR: Lamentablemente no puedo evaluarlo porque no soy una experta en la historia del arte de República Dominicana. Pero hay trabajos muy valiosos que lo serían en cualquier contexto.

3. ¿Cuáles bondades trae consigo el hecho de un mismo jurado de selección y ganadores?

SH: Más que bondades, este hecho trae consigo coherencia. Permite seguirles la pista a los artistas, al desarrollo de sus ideas, las vías que han elegido para lo mismo y el propio proceso de trabajo como una suma de resultados. Desde que se planteó la modificación de las bases del Concurso para la inclusión de proyectos y de un programa de acompañamiento curatorial se hizo pensando en ese tipo de resultados. La relación del artista con la institución, los curadores y jurados pasa de ser puntual a convertirse en algo más horizontal y duradero.

GM: Permite una mayor familiarización con los proyectos y sus procesos, lo que brinda un mayor conocimiento de los mismos a la hora de seleccionar a los ganadores.

GR: Me parece que da continuidad a la discusión que genera el haber recortado un universo de obras y de artistas muy amplio, además de asegurar un seguimiento exhaustivo a procesos individuales que se presentaron en una fase de elaboración casi germinal.

RP: La idea de competencia en el arte es algo en sí muy complejo, ya que el arte no es solo un resultado hecho a puertas cerradas. En un contexto como el de este Concurso, trabajar con un equipo curatorial que pueda dar seguimiento desde el inicio hasta el desarrollo de los proyectos y que pueda generar un diálogo en torno a la producción de la obra es un proceso mucho más rico, que facilita un aprendizaje, unos resultados y una relación más horizontal.

4. El 2020 ha sido un año transformador, retador, lleno de sorpresas... ¿Igual su experiencia con los artistas, el concurso y todo el proceso que conlleva?

SH: Definitivamente este año 2020 ha planteado otros ritmos, otros tiempos y otras concordancias. Hemos tenido que, sin dejar de trabajar, plantearnos vías diferentes para establecer diálogos y realizar las labores. Ha sido fundamental el apoyo de los artistas en todo momento, ha sido una labor dialógica fundamentalmente.

GM: El jurado realizó todo su trabajo telemáticamente debido a la pandemia, algo que, en mi caso, hacía por primera vez. La labor fue facilitada por la excelente preparación efectuada por el Centro León, que nos permitió revisar y discutir los proyectos a entera satisfacción. Fue una experiencia positiva. Creo que una de las lecciones que nos dejará esta tragedia por la que atravesamos es que se ha exagerado la importancia de la comunicación cara a cara. Hay muchas actividades que podemos realizar a distancia gracias a los medios digitales, lo que ahorra tiempo, recursos y contribuye a la ecología del planeta. Por supuesto, hay actividades donde el cara a cara resulta imprescindible.

GR: El debate sobre la selección fue muy especial porque se llevó a cabo por zoom (era la primera vez que usaba esta aplicación), y las reuniones entre los miembros no fue presencial como se suponía debía serlo. Esto ocurrió justamente cuando la pandemia nos forzó a

quedarnos en nuestras casas, en países y contextos diversos. Estas condiciones de trabajo tan particulares, yo diría que históricas en sí mismas, llevaron la discusión a reflexiones moduladas por la pandemia. Fueron reuniones memorables.

RP: Ha sido un año muy especial a pesar de todo lo que sabemos ha implicado el tema del aislamiento. Siento que este tiempo nos ha dado la posibilidad de reflexionar sobre nuestro planeta, sobre nuestro sistema socioeconómico y sobre el espacio privado. Esta edición del Concurso la hemos vivido en medio de todas estas cuestiones filosóficas y a través de una plataforma virtual. Nos hemos visto obligados a conectar de otras formas, a ser creativos laboralmente y también a replantearnos la cultura y la producción de sentido desde nuestra insularidad. Creo que podrían venir grandes transformaciones en el arte de nuestra región a partir de esta experiencia.

5. Dada su permanencia y trascendencia, ¿cuáles aportes consideran vitales para la región de parte del Concurso de Arte Eduardo León Jimenes?

RP: Históricamente, nuestra región ha contado con muy pocas plataformas de apoyo para la creación y visibilidad del arte. Contar con un proyecto como este Concurso ha permitido, a través de los años, no solo organizar nuestra historia, sino garantizar que las nuevas generaciones tengan un escenario íntegro que les permita adentrarse en sus propias prácticas y vincularlas a la comunidad. Creo que esta institución ha creado un precedente para los nuevos proyectos de desarrollo cultural y artístico que vemos generarse actualmente en el Caribe.

SH: El Concurso de Arte Eduardo León Jimenes se ha convertido históricamente en el principal apoyo privado a las artes visuales en la República Dominicana. La incidencia de este certamen en la carrera y proyección de los artistas que participaron en sus convocatorias durante esos años es contundente. El Concurso, y la colección que se desprende de este, va a ser una especie de termómetro de las circunstancias sociales, políticas y económicas del país, así como de los derroteros que toma su producción artística.

GM: En América Latina tenemos muy buen perfume, pero éste carece de fijador. Los concursos, bienales, publicaciones periódicas, incluso las instituciones, suelen tener vida breve. El solo hecho de la permanencia del Concurso de Arte Eduardo León Jimenes es ya un logro. También su seriedad y profesionalismo. El Concurso ha instalado un espacio de primera importancia para el apoyo y difusión del arte dominicano, que, y esto es muy importante, ha sabido evolucionar de acuerdo con la propia evolución y requerimientos del arte y la curaduría contemporáneos. Es un paradigma para el continente y un ejemplo de patrocinio del arte que el sector privado de los países con poco apoyo estatal a la cultura debería seguir.

GR: Este concurso es un modelo de seriedad, compromiso y de apoyo al contexto local. Creo, y espero no equivocarme, que este empeño seguirá dando frutos. Desde la entrada en cuarentena, el cierre de fronteras, la suspensión de vuelos y la implementación de medidas de estricto distanciamiento social, la discusión del campo del arte se ha volcado hacia el regreso de lo local, modelo que este premio ha sustanciado en el tiempo.

sobre los JUrados

Gabriela Rangel. Es directora artística del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). De 2004 a 2019 fue directora de Artes Visuales y curadora en jefe en Americas Society en Nueva York. Tiene una maestría en Estudios Curatoriales por Bard College, Annandale-on-Hudson, Nueva York; una maestría en Medios y Estudios de la Comunicación por la universidad Católica Andrés Bello en Caracas; estudios de Cine de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, Cuba. Trabajó en la Fundación Cinemateca Nacional y el Museo Alejandro otero en Caracas, y el Museum of Fine Arts de Houston. Ha curado y co-curado numerosas exposiciones de arte moderno y contemporáneo que incluyen a Marta Minujín, Carlos Cruz-Diez, Gordon Matta-Clark, Arturo Herrera, Paula Trope y Alejandro Xul Solar. Ha colaborado en revistas especializadas como Art in America, Parkett y Art Nexus y ha editado y escrito para publicaciones de arte que incluyen Abraham Cruzvillegas, Empty Lot (Tate, 2015), Marta Minujín: Minucodes (Americas Society, 2015), Javier Téllez/Vasco Araujo, Larger than Life (Fundação Calouste Gulbenkian, 2012), Arturo Herrera (Trasnocho Arte, 2009), A Principality of its Own (Americas Society-Harvard university Press, 2006), entre otros.

Gerardo Mosquera. Curador, crítico, historiador de arte y escritor independiente, con sede en La Habana, Madrid y el mundo. Asesor de la Rijksakademie van Beeldende kunsten en Ámsterdam y de otros centros internacionales de arte. Es profesor del Máster de Comisariado de la universidad de Navarra y del Máster de Fotografía de PhotoEspaña, Madrid. Fue cofundador de la Bienal de La Habana (1984-1989), curador del New Museum of Contemporary Art, Nueva York (1995-2007) y director artístico de PhotoEspaña, Madrid (2011-2013). Ha curado numerosas bienales y exposiciones internacionales, las más recientes: 21ª Bienal de Arte Paiz, Guatemala 2018; 3ª Today’s Documents 2016, Beijing, y 4ª Trienal Poli/Gráfica de San Juan 2015. Trabajó igualmente en la Trienal de la Imagen de Guangzhou, inaugurada en marzo de 2021, y escribe una novela. Autor y editor de numerosos textos y libros sobre arte contemporáneo y teoría del arte, publicados en distintos países e idiomas. Su último libro, Arte desde América Latina (y otros pulsos globales), acaba de publicarse bajo el sello Ediciones Cátedra, Madrid. Es miembro del consejo asesor de varias revistas internacionales. Ha impartido conferencias en los cinco continentes. Recibió la Beca Guggenheim, Nueva York, en 1990.

Raquel Paiewonsky. Artista dominicana, quien desarrolla su obra a través de la pintura, instalación, fotografía y video principalmente. Ha exhibido su trabajo ampliamente en exposiciones y bienales en Estados unidos, Europa, Asia, Latinoamérica y el Caribe. Entre ellas se destaca su participación en la 53 edición de la Bienal de Venecia en el 2009 y la 55 edición en el 2013 junto al colectivo quintapata. Ha sido invitada a las VIII, IX y XXI Bienales de La Habana, Cuba; a la X Bienal de Cuenca, Ecuador; la III Bienal del Fin del Mundo en ushuaia, Argentina y la Bienal de Jamaica en el 2017. En 2015 recibió el apoyo de Davidoff Art Initiative para una residencia artística en el kunstlerhaus Bethanien en Berlín. En

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