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José Miguel Font

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Premiación

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LA FUERZA SOCIOPOLíTICA DEL ARTE

JOSÉ MIGUEL FONT

Es innegable la indisociabilidad entre el arte y el hombre. Yuval Noah Harari en su libro Sapiens. De animales a dioses, plantea cómo la capacidad de comunicación del sapiens, basada en la ficción, permite la colaboración a gran escala, y con esta capacidad somete a otras especies. Esta ficción es el poder que nos convierte en dioses (haciendo uso de la acepción de creadores) en sus distintas manifestaciones: religiones, imperios, naciones, etc. Y es precisamente esta capacidad que le lleva a plasmar en cuevas representaciones del mundo real, de modo que el arte ha estado íntimamente relacionado a su desarrollo evolutivo. Esa disociación entre el arte y la humanidad es la que a través de la historia ha servido de evidencia antropológica para el estudio de las civilizaciones. En República Dominicana no ha sido diferente. En las amplias colecciones locales podemos observar cómo éste ha sido un reflejo de nuestro pasado convulso a nivel político, social y económico. Entre mediados del siglo XIX y principios del XX, los temas tratados por los artistas dominicanos aluden a escenas históricas, bodegones y retratos dentro del naturalismo, neoclasicismo y romanticismo. En estos primeros años se resaltan nuestras raíces europeas hasta que, en el primer tercio del siglo XX, con las migraciones producto de las guerras y el nazismo, nuevos actores insertan modernas tendencias y formas, que a la vez se nutren de la cotidianidad dominicana. En mayo del 1930 inicia la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo, el cual centralizaría sobre sí todo el poder político, económico y social que, si bien se institucionaliza el país durante este periodo, todo el accionar dominicano estaba supeditado a la política trujillista. En este período, a modo de «limpieza étnica» y para modificar la apreciación internacional del país y su mandato, a raíz de la matanza de haitianos de 1937, propicia el ingreso al país de exiliados españoles y judíos. Dentro de ellos, prominentes artistas y profesores que se integrarían a la vida cultural dominicana, dejando grandes frutos. Manolo Pascual, José Gausachs, Antonio Prats Ventós, Joseph Fulop, Mounia L. André y José Vela zanetti, George Hausdorf, entre

otros, insertan lenguajes modernos en la plástica nacional. Podemos observar un ejemplo en piezas como Sinfonía del Mar Caribe (1966) de Prats Ventós; Sin título (1958) de Vela zanetti; y Marchantes (1945-1950) de George Hausdorf. La década de los sesenta es marcada por varios acontecimientos: la muerte de Trujillo, la efímera democracia con la elección de Juan Bosch y su posterior derrocamiento a pocos meses crean un ambiente político tortuoso que desencadena en una guerra civil y la segunda invasión armada por parte de los Estados unidos de América. El movimiento artístico dominicano jugó un papel militante, participando activamente en las manifestaciones y propagandas políticas a través de afiches, panfletos, vallas… Entre 1961 y 1966 trascurren un total de ocho gobiernos, lo que propicia una lucha ideológica entre izquierda y derecha en demandas de libertades y justicia social. En las elecciones de 1966 es electo presidente Joaquín Balaguer, permaneciendo en el poder hasta 1978, período marcado por intensas represiones políticas que los artistas de su momento rechazaron a través de lo que en el mundo del arte se conoce como realismo social.

el INIcIo de UN graN caMINo

En medio de este ambiente fuertemente politizado, se convoca al primer Concurso de Arte Eduardo León Jimenes en el 1964, con una marcada intención de visibilizar al artista dominicano en tierras extranjeras, evidenciado en la elección de John Baur, «Associate Director» en ese momento en el Whitney Museum of American Art, como miembro del jurado. Pero el ambiente político y un sector artístico inconforme y temerosos de que se repitieran en el escenario del arte la volatilidad y corrupción del medio local, ocasiona la interrupción del concurso desde 1972 hasta 1981. Durante los 12 años del presidente Balaguer, la frustración y pesimismo se apoderan de la sociedad, evidenciada en una nota de prensa del 27 de enero de 1967, donde el propio

mandatario expresa: «Lo que se desea ofrecer al país, mediante una invitación de todas las fuerzas vivas de la República para que se comprometan en una vasta obra de reconstrucción nacional, no es la atrayente perspectiva de una etapa de riqueza y de prosperidad, sino una consigna de lucha para vencer el pesimismo»…1 Palabras anecdóticas, ya que su ascenso al poder mediante unas elecciones calificadas de fraudulentas y el accionar de grupos paramilitares son parte de los factores del derrotero y la desesperanza del momento. Al observar piezas como la de Paul Giudicelli, Brujo disfrazado de pájaro (1964); Almuerzo de obreros (1964), de Leopoldo Pérez; Estudio de niño con juguete (1964), de José Cestero; Vendedora de peces (1967), de Elsa Núñez, o Espantajo (1969), de Ramón oviedo, y contrastarlas con obras como la de Cándido Bidó, La visita de los pájaros (1981); Ícaro (1983) de Amable Sterling, o Desde la tierra al tiempo I (1987), de Genaro Phillips, surge la interrogante: ¿estarían reflejando esta realidad? En este ambiente de represión muchos artistas toman asilo voluntario en el extranjero. Y en este punto vale destacar la nota de prensa de El Nacional, a raíz del asesinato de orlando Martínez: «... Recién la semana pasada orlando había publicado un artículo en el que recomendaba al presidente Joaquín Balaguer que abandonara el puesto si no podía hacerse respetar por sus subalternos. La publicación aludía al frustrado retorno del pintor Silvano Lora, dirigente del Partido Comunista Dominicano».2 Esto alude a una activa participación política de los artistas nacionales en esa época, lo que impulsa un nuevo arte y el uso de nuevos medios. En palabras de la historiadora y curadora de arte, Sara Hermann: «La gráfica toma auge y adquiere reconocimiento. Si estuvo vinculada por su fácil reproducibilidad y fuerza formal a los movimientos sociales nacionales de la década de los sesenta, adquiere en manos de artistas como Frank Almánzar, Silvano Lora, Ramón oviedo, Rosa Tavárez, Asdrúbal Domínguez y Carlos Sangiovanni una nueva presencia en el campo de las artes nacionales. Es aquí donde mucha de la producción cultural se verá vinculada a temarios sociales e identitarios, y ese esfuerzo por contar con medios alternos y discursos más pertinentes va también moldeando un imaginario de nación diferente al visto en producciones artísticas de la primera mitad del siglo XX».3 Con la elección en 1978 de Antonio Guzmán Fernández como presidente de la República se respiran nuevos aires. Artistas que habían permanecido en el exilio retornan al país trayendo una nueva visión. Su gobierno se caracteriza por la despolitización de las Fuerzas Armadas y la Policía que, como habíamos indicado, en los doce años de Balaguer fueron convertidas en fuerzas de represión. Sin embargo, con el paso del ciclón David en el 1979 y la destrucción de las zonas urbanas y rurales, el país acarrea consigo una crisis económica que tendrá su impacto en una poblada, en abril de 1984, que allana el retorno al poder de Joaquín Balaguer. Esta etapa se caracteriza por una oleada masiva de migraciones, se fortalece el turismo y se consolida el mercado del arte, como expresan Jeannette Miller y María ugarte: «Las tenencias se polarizan, unos tienen más y otros menos, lo que estimula a que el incipiente

1. Adriano Miguel Tejada. 100 Años de Historia. 1999. Pág. 141 2. Adriano Miguel Tejada. 100 Años de Historia. 1999. Pág. 157 3. Sara Hermann. «El arte tiene un presente». Trenzando una historia en curso: Arte dominicano contemporáneo en el contexto del Caribe. 2014. Pág.78 193

movimiento migratorio hacia Estados unidos por parte de las clases populares y campesinos se incremente. Por otro lado, la entrada de braceros haitianos se multiplica como producto de la situación política y económica de ese país: todos estos factores aportan modificaciones a la realidad cultural de República Dominicana. La década del 80 se distingue por la consolidación de un fuerte mercado de arte. Tamaño, técnica, tema, son los factores que suben o bajan el precio de las obras. La pintura se dispara sobre las demás disciplinas».4 Y en relación con estas situaciones, aparecerán más adelante piezas como la de Raúl Recio, Ella (2000); de Genaro Reyes (Cayuco), Indocumentados (2000); y Como sardinas en lata (1998), de José Sejo, entre otras. Se trata de un período significativo para el arte en República Dominicana. El Concurso de Arte Eduardo León Jimenes se activa, se inaugura la Escuela de Diseño de Altos de Chavón en La Romana y abre sus puertas el Centro de Arte Nouveau en Santo Domingo. En un momento en que las preferencias en las galerías establecidas eran las obras comercializables, el Centro de Arte Nouveau y el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes surgen como una opción donde el artista podía expresarse fuera de los cánones tradicionales. Como una muestra de la diversidad de materiales y la exploración de nuevos medios de expresión tenemos a Carlos Santos con su obra Concreción (1987); El fantasma del monumento (1986), de Johnny Bonelly; El oficiante de misterios (1990), de Tony Capellán y Retrato de un desconocido (1990), de Jorge Pineda. En 1996, se rompe el dominio político de Joaquín Balaguer. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) controlará el gobierno con una breve pausa entre 2000 y 2004 con el Partido Revolucionario Dominicano (PRD); en este contexto se va produciendo un deterioro de las instituciones gubernamentales que causará, entre otros, la posposición de la Bienal Nacional de Artes Visuales del 2018, cuyas obras ya habían sido recibidas. En febrero del 2020, producto de unas fallidas elecciones municipales en medio de un ambiente de constantes denuncias de fraudes gubernamentales y una atroz impunidad, el pueblo y, entre este, la clase artística, se manifiesta en protestas masivas en la Plaza de la Bandera frente a la Junta Central Electoral. Todo esto ante una fuerte amenaza de pandemia por el CoVID-19, que semanas más tarde provocará el cierre total del país, cuando la clase artística jugará un papel importante mediante actividades y exposiciones virtuales.

caMINos INexPlorados

Durante los inicios del nuevo milenio, el mercado del arte aún enfatizaba en temas muy comerciales. Sobre esto Alexis Márquez y Víctor Martínez comentan: «La huida de los temas estéticamente agradables y comercializables que caracterizó el fin de siglo continuará durante la primera década. Es el despertar del

arte conceptual dentro del Concurso. La multisensorialidad y la polisemia de obras encuentran refugio. Los materiales sustituyen a los colores, las texturas acompañan al simbolismo y los títulos son un elemento paradójico de fuerte carga semántica que abre el diálogo instantáneo con el público».5 El Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, en la búsqueda constante de ser la plataforma de expresión, necesidades y cuestionamientos del arte dominicano en su versión XVIII, en el año 2000, se abre a nuevas expresiones como el grabado, la fotografía, cerámica e instalación. La segunda década del 2000 estará marcada por un auge del consumismo y la masificación de los medios digitales, entre estos las redes sociales. Son muchos los autores que comparan este período con el libro 1984 de George orwell, donde describe un mundo bajo un gobierno totalitario que todo lo tiene controlado a través de unos instrumentos que él llama telepantallas; es tal el control de la población que existe un ministerio encargado de manipular y alterar las noticias y los hechos históricos llamado el Ministerio de la Verdad. Al leer sus páginas pareciera estar describiendo los smartphones; el ministerio serían las fake news que a diario nos llegan o los minutos de odio que el gobierno totalitario de orwell le permite a la población como forma de escape o catarsis. En nuestro símil serían los post que hacemos por Twitter o Facebook. A pesar de que el artista de hoy está mejor informado de las corrientes universales y más conectado, cierto es que nuestras vidas están expuestas, por lo que el arte de hoy explora lo íntimo/biográfico o lo universal, nuevos materiales, nuevas temáticas referentes a aspectos no solucionados en nuestra sociedad como los problemas raciales, el machismo/masculinidad y todo lo que de esto se desprende. Como dioses creadores de nuestras realidades, el artista dominicano se enfrenta a grandes retos en un entorno local cada vez más informado, más universal.

Bibliografía

HARARI, Yuval Noah. Sapiens. De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad. Editorial Debate. España 2014.

HERMANN, Sara. “El arte tiene un presente”. Trenzando una historia en curso. Arte dominicano contemporáneo en el contexto del Caribe. Amigo del Hogar, Centro León. República Dominicana. 2014. TEJEDA. Adriano Miguel. 100 Años de Historia. Editora Hoy, C. x A. República Dominicana. 1999. MÁRquEz, Alexis Brunilda - MARTÍNEz, Víctor. “Crónica y reflejo del arte dominicano 1964-2016”. Catálogo de obras Concurso de Arte Eduardo León Jimenes. 2019.

Catálogo de Obras, Concurso de Arte Eduardo León Jimenes. Edición 26. 2016. Catálogo de Obras, Concurso de Arte Eduardo León Jimenes. Edición 27. 2019. oRWELL, George. 1984. Debolsillo, 009 edición. 2013. MILLER, Jeannette - uGARTE, María. 1844-2000 ARTE DOMINICANO. Pintura, dibujo, gráfica y mural. Colección Cultural Codetel. Volumen IV. República Dominicana. 2001. DE LoS SANToS, Danilo. Arte e Historia en la colección de artes visuales del Banco Popular Dominicano. Banco Popular. República Dominicana. 2013.

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