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Leandro A. Sánchez

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LA VOZ DEL JURADO

LA VOZ DEL JURADO

ExPRESIONES Y PRÁCTICAS ARTíSTICAS CONTEMPORÁNEAS

LEANDRO A. SÁNCHEZ

Como si de un ejercicio anecdótico se tratase, profundizar en la trayectoria del Concurso de Arte Eduardo León Jimenes es constatar que la flexibilidad y la innovación han sido una constante. Por eso no resulta extraño que, desde su primera convocatoria en 1964 hasta nuestros días, se haya convertido en uno de los principales certámenes de arte, de iniciativa privada, en América Latina. Y no casualmente, sino por ser un proyecto pujante y vigente, con una clara visión y capacidad de transformarse a la par con la sociedad y, por ende, con las artes visuales dominicanas. En sus más de cinco décadas de existencia y, en consecuencia, desde sus orígenes, este Concurso ha perseguido como fin fundamental el promover la creatividad, los valores culturales de la nación dominicana, sus productores y realidad social, siendo así un reflejo de su momento. Previo a su actual edición, 27 concursos, 196 artistas ganadores y 186 obras en total, resumen grosso modo su impronta, que ha sido vital para la conformación de la Colección Eduardo León Jimenes de Artes Visuales, misma que con el devenir del tiempo ha prestado especial interés a temas y cuestiones contemporáneas, convirtiéndose entonces en un referente bajo la sombrilla de los nuevos lenguajes del arte en la República Dominicana, el Caribe y toda Latinoamérica. Nos encontramos ante una plataforma que, si bien no es única, se alza con el trofeo de la constancia, del esfuerzo, de la innovación y de la resiliencia, especialmente en esta versión 28, que ha sumado innumerables esfuerzos por parte de todos los actores involucrados para su posible materialización, aún en medio de la crisis sanitaria mundial provocada por el CoVID-19. Entonces, el ser una de las bienales de iniciativa privada más antiguas de la región, con más de medio siglo de historia, no ha sido resultado del azar.

actor FUNdaMeNtal

La historia del arte contemporáneo dominicano va ligada muy de cerca al Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, considerando en primera instancia la voluntad de sus creadores de

Sinónimo de ruptura y visionario a nivel local y regional, el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes profundiza desde su génesis en las maneras de ser un ente catalizador de lo nuevo, de lo arriesgado, de lo trascendental en el arte.

iniciar este trayecto en medio de una crisis político-social, ante un panorama desolador: la década de 1960. Sin embargo, este hecho constituye un profundo acto de resistencia. un término asociado hoy día a las prácticas artísticas contemporáneas, como respuesta que debería por auto compromiso guiarnos. Desde entonces y para siempre, esta iniciativa ha ofrecido una cantera de aciertos (y desaciertos, propios de todo proceso de maduración), novedades y un constante deseo de «beber» agua fresca, nutrirse, crecer y florecer. Ahora bien, en adición, ¿qué lo convierte en esencia, en un termómetro de lo actual? Desde el primer momento ha evolucionado en función de las transformaciones y dinámicas del campo del arte. Cabe destacar en este aspecto que, como una manera de responder a las necesidades del sector artístico, en el 2010 su estructura se vio transformada sustancialmente al propiciar la participación de los artistas a través de dosieres que contuvieran propuestas de obras terminadas y proyectos a ejecutar. También al convocar la participación en todos los géneros; dar cabida al seguimiento curatorial de los proyectos seleccionados, y otorgar tres premios igualitarios y distinciones especiales sin tomar en cuenta técnicas y medios. Esto habla de un compromiso que va más allá de lo tradicionalmente conocido en el mundo del arte como salón bienal, al rendir cuentas de su vocación por el presente y futuro del quehacer artístico nacional; al considerar la formación como prioridad y la construcción de significados colectivos, para entonces repensar nuestro país desde el arte y la cultura. A esto sumar, edición tras edición, la abundancia numérica de los participantes seleccionados, en igualdad de condiciones, en un evento pluridisciplinario, no tan sólo en géneros y técnicas, sino, y más importante aún, por la presencia de la mujer como hacedora, resultando imprescindible en la creación del tejido artístico nacional. En definitiva, un guiño a la diversidad donde artistas emergentes y de consolidada trayectoria, juntos redefinen, a partir de sus particulares travesías, el mundo de hoy.

UN esPacIo de INtercaMbIo

Más allá de un evento que aparece en escena cada dos años, mucho más que obras que dialogan entre sí frente a una temática, el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes se ha trazado como norte propiciar un diálogo artístico donde entren en juego miradas y territorialidades

distintas, en convergencia y también en desobediencia a las normas, a lo estipulado como viable, a lo establecido. Se ha caracterizado por ser una oportunidad de cuestionamiento que, a pesar del histórico abandono de políticas culturales que consume a la República Dominicana, se hace espacio y llega para quedarse. Lo interesante de esta plataforma es que dicho diálogo se da mediante la creación, al recibir no solo obras terminadas sino también proyectos que, si resultan seleccionados, son acompañados de un proceso curatorial hasta completarse. Y en este ínterin surgen innumerables intercambios de ideas que nutren tanto a la institución como a los artistas y públicos. Para esto se organizan diálogos abiertos donde los artistas dan cuenta de sus procesos creativos, a modo de análisis interno de su factura, propio del programa de formación intrínseco que trae consigo este certamen, lo que repercute positivamente en otros creadores y asistentes en general. De ahí su incidencia en los procesos de creación del arte dominicano. Con el paso de los años, esta experiencia va solidificando la posibilidad de otra mirada respecto a la manera de entender el mundo; es justamente allí donde radica su valía como espacio temporal, geográfico y estético que invita a la reflexión, considerando conceptos atingentes a nuestra contemporaneidad. Gracias a la labor de los artistas, jurados y curadores participantes se ha propiciado la evolución de los lenguajes artísticos en la actualidad dominicana, quienes no han dejado de luchar –tratando de resistir– contra una única posibilidad de definición, de encasillamiento dentro de unos parámetros predeterminados. El Concurso ha sido un contenedor de ideas revolucionarias, avasallantes, inconcebibles en su momento, pero que el paso del tiempo le ha dado la razón.

radIo de accIÓN

A partir de su edición número 26, el Concurso amplía su zona de impacto incluyendo las dimensiones Curaduría, Crítica e Investigación, Móvil y Caribe. Cuatro eslabones a través de los que reafirma su compromiso con las prácticas contemporáneas más actuales. Las mismas surgen con objetivos distintos, hilvanados a un fin común: el de potencializar su huella. ¿Cómo lo ha hecho? Habilitando un programa para promover la investigación de

las artes visuales en el país; apoyando, como parte del concurso, la formación de curadores emergentes y, por último, trasladando el arte a espacios públicos de la ciudad de Santiago de los Caballeros, cuna del Centro León, espacio de exhibición que acoge la muestra desde el 2003.

legado INdeleble

Históricamente se ha afirmado que, sin los movimientos de resistencia civil hacia ciertas problemáticas sociales, la sociedad no hubiese conquistado cambios significativos a nivel mundial. Y en torno al arte pudiese compartirse esta misma hipótesis, sobre todo porque, al entenderse como una actividad que implica múltiples novedades, la colectividad no siempre se encuentra en las condiciones idóneas para asumir lo que trae consigo. No obstante, esto no ha sido un impedimento para que el Concurso de Arte Eduardo León Jimenes dé consciente apertura a propuestas tildadas de «adelantadas» a su época, transformándose así en un espacio donde tiene cabida lo plural, lo participativo, lo colectivo; trayendo consigo, de la mano de los artistas, nuevas formas que conectan con lo foráneo desde otras latitudes, enriqueciendo así la vida cultural nacional. Esto a su vez da testimonio de que el certamen no ha dado la espalda a la realidad actual, ha mutado en formas y contenidos, al punto de convertirse en un punto de apoyo y referencia indisoluble del arte dominicano en el panorama internacional, mediante las distintas propuestas de gran carga simbólica y originalidad. Además, en este aspecto cabe destacar que, de una u otra forma, la Colección Eduardo León Jimenes de Artes Visuales es un reflejo diaspórico, al dar cabida a artistas dominicanos residentes en el extranjero, quienes con sus experiencias de vida nutren sustancialmente cada puesta en escena y sirven al mismo tiempo para tender puentes, como trampolín para disolver barreras geográficas, históricas y sociales. A través de géneros tradicionales como la pintura, el dibujo, la escultura y la fotografía, y de otros más actuales como el performance, el videoarte y las instalaciones, el acervo contemporáneo compilado por este Concurso ejemplifica, sin discusión alguna, el alcance y las implicaciones del arte contemporáneo dominicano.

En lo adelante, el camino a recorrer no es fácil descifrarlo, como todo en la vida. Pero considerando que, mediante las convocatorias de participación, en años recientes queda evidenciada la necesidad de nuevas maneras de hacer arte, lejos de los cánones establecidos, es casi seguro que este certamen seguirá creciendo, adicionando nuevos elementos, discursos, temáticas y simbologías, permitiéndonos otras miradas como lo ha hecho desde 1964, cuando se inauguró por vez primera este mítico punto de encuentro, por iniciativa de don Eduardo León Asensio. Los años de vida del Concurso han transcurrido vertiginosamente, si pensamos que se han dado allí múltiples y simultáneas historias del desarrollo de la dupla artista-público. Sería demasiado ambicioso glosar sus momentos cumbre, porque entonces, el tiempo de cincuenta y siete años, resulta un sumario muy extenso. Bástenos recordar que primerísimas figuras de nuestra historia del arte, especialmente de la cosecha contemporánea, han honrado su historial con sus participaciones. La edición 28 del Concurso apuesta una vez más al cambio, a la regeneración de ideas a través de vivencias propias de los artistas, jóvenes en su mayoría y quienes, pensando también en los posibles espectadores, han trabajado tenaz y profundamente tópicos personales, pero que nos unen sutil o vorazmente como colectivo, a través de un conjunto muy heterogéneo de prácticas reformadoras de ideas, dando tanta o más importancia al trabajo intelectual y al capital social como al objeto artístico. Planteamientos de una oportuna carga sociológica que reafirman las relaciones de poder que giran en torno al binomio artesociedad.

sobre el aHora Y sU FUtUro

Tres actores del sistema institución-arte, vislumbran a futuro el trayecto del Concurso, partiendo de su realidad actual. «La flexibilidad y capacidad de adaptación del Concurso de Arte Eduardo León Jimenes son características que han hecho que la estructura del mismo dialogue fluida e inteligentemente junto a la redefinición constante con que el arte narra el tiempo en que éste se realiza. un diálogo que es un reto, tanto para los artistas que lo asumen, como para el resto de los estamentos de nuestra comunidad. un diálogo que seduce al espectador a sentir, por ende, a pensar el mundo desde otras perspectivas. un lugar donde caminamos por el borde del horizonte».

Jorge Pineda, artista visual

«En 2010, los organizadores del Concurso de Arte Eduardo León Jimenes decidían evolucionar y responder a las cambiantes dinámicas que el panorama del arte contemporáneo estaba experimentando en la República Dominicana. Para aquella vigésimo tercera edición del certamen, el curador Gabriel Pérez Barreiro, el artista Jorge Pineda y yo fuimos invitados para ser testigos y hacedores de cambios sustanciales en el formato del concurso. Aquello parece tan lejano y a la vez incierto. La actual crisis del CoVID-19 ha provocado

una nueva necesidad de reflexionar sobre nuestros ámbitos profesionales. La propuesta de aquel momento fue un parteaguas, pero en función del futuro que se avecina, es momento de revisar nuevamente nuestros cometidos, premisas y prácticas. Forma y fondo. una de las respuestas a muchos de nuestros temores ha sido la migración hacia las plataformas virtuales. Pero creo que el momento amerita algo más que una mera adaptación a las opciones tecnológicas. Si no logramos reflexionar de manera crítica sobre el verdadero meollo de esta crisis ecológica y de salubridad que hemos provocado como sociedad global, y el impacto que tendrá en nuestros contextos, nos será imposible decidir qué nuevos trayectos recorrer. Veo con verdadero escepticismo limitarnos a aceptar, sin cuestionar, la bandera de la nueva normalidad. Considero que lo verdaderamente importante para este proyecto es plantearse, una vez más, su transformación. Fluir para trascenderse a sí mismo. Antes que preocuparse por la permanencia de un galardón, tomarse muy en serio la tarea de pensar las acciones que un proyecto de estas características tendrá sobre los dilemas de la situación límite a la que nos enfrentamos en este momento como sociedad».

Rosina Cazali, crítica y curadora independiente

«Al Concurso de Arte Eduardo León Jimenes lo definen, entre otras cualidades, el compromiso con el arte dominicano, el profesionalismo, la sistematicidad y la capacidad de renovación. En este sentido, nos atrevemos a decir que esos atributos a lo largo de más de cinco décadas se han convertido en su marca identitaria. La capacidad de renovación del Concurso es clave en los momentos actuales que vive la humanidad. Las nuevas condiciones que impone el distanciamiento social son un reto para la interacción del gran público con el evento de las artes visuales contemporáneas de mayor prestigio del país. Al respecto estamos convencidos de que esta condición, lejos de ser un obstáculo, impulsará nuevas posibilidades y experiencias de encuentro de las audiencias con el arte; una suerte de mediación entre la realidad virtual y la realidad física que facilite la conexión con el público que cada dos años espera esta cita».

Paula Gómez Jorge, historiadora del arte y curadora independiente

Los años de vida del Concurso han transcurrido vertiginosamente, si pensamos que se han dado allí múltiples y simultáneas historias del desarrollo de la dupla artista-público.

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