La pasión del coleccionismo. Un oficio del futuro

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La pasión del

ColeCCionismo Un oficio del futuro

Seminario sobre Coleccionismo desarrollado a propósito de la exposición 7,300 días en la colección de Juan Manuel Portela Bisonó


El coleccionismo es un espejo que va extrayendo de nuestro interior a un desconocido y dándolo a conocer, volviéndolo visible a través de la exigencia y el rigor que demanda una colección, al tiempo que ensancha los límites de nuestros conocimientos y nos va informando de nuestras preferencias. Luego, esas inevitables reflexiones se adentran en las habitaciones últimas de nuestra sangre.

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La pasión del

Coleccionismo Un oficio del futuro

Seminario sobre Coleccionismo desarrollado a propósito de la exposición 7,300 días en la colección de Juan Manuel Portela Bisonó


Palabras de bienvenida a cargo de María Amalia León de Jorge, directora de la Fundación Eduardo León Jimenes y del Centro León

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Sección I Conferencia magistral

Formar colecciones. Las colecciones Rudman Isaac Rudman 9 Sección II

Mesa redonda

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María Elena Ditrén

Directora del Museo de Arte Moderno 17

Abil Peralta asesor cultural de la Cámara de Diputados de la República Dominicana 21

Mari Pili Bellapart

representante del Museo Bellapart 25

Bingene Armenteros

curadora de la Fundación Diario Libre 29

Delia Blanco

curadora y crítica de arte 32

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Contenido

Sección Iii

Panel sobre colecciones privadas

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Manuel García Arévalo 37 Giovanni Bonarelli 43 Osvaldo Brugal León 47 José Antonio Caro 49 Juan Manuel Portela Bisonó 52 Sección IV

Diálogos 54 Paula Gómez

directora de la Galería ASR Contemporáneo 54

Marianne de Tolentino

directora de la Galería de Bellas Artes 60

Mildred Canahuate

directora de la Galería de Arte Arawak 64

Gamal Michelén presidente de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte

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Danilo de los Santos crítico de arte 69

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Palabras de bienvenida a cargo de María Amalia León de Jorge, directora de la Fundación Eduardo León Jimenes y del Centro León En nombre de la familia León, la Fundación Eduardo León Jimenes, de todo el equipo de trabajo del Centro León y en el mío propio, les damos la más cordial de las bienvenidas a este Seminario sobre Coleccionismo. Quiero expresar mi profunda gratitud por la presencia de los distinguidos panelistas, coleccionistas, críticos de arte, curadores, amigos todos, que se han dado cita hoy en este encuentro, muchos de los cuales se han trasladado desde la ciudad de Santo Domingo. Gracias por ese esfuerzo de venir a compartir vivencias y conocimientos sobre la idea y práctica del coleccionismo. Al momento de inaugurar en abril de 2016 la muestra 7,300 días en la colección de Juan Manuel Portela Bisonó, expresábamos que el coleccionista es, además de un promotor de artistas y curador de su propia colección, un velador temporal de las obras que atesora. Para el Centro León, el coleccionismo es pieza fundamental de su rompecabezas cultural. Organizar los pensamientos en torno a este trabajo es esencial para aprender, apoyarnos, y así emprender mejor los

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caminos culturales que buscamos trillar junto a nuestro pueblo, sembrando en la comunidad el amor a las obras del espíritu y el cuidado de sus autores. Sostén de la inventiva artística, sabemos que el coleccionismo no es solo la remuneración al trabajo de los artistas; es el acompañamiento humano, el respaldo moral a la producción creativa, es el respeto y la apreciación por un trabajo específico. Pero también es la honra a un oficio y a la dignidad que ese oficio, el de los artistas, merece en la sociedad. Además de esta función social, el coleccionismo es una de las acciones humanas con mayor huella educativa durante su realización. Esta concepción propone que todo ser guarda en su interior un caudal de virtudes y posibilidades y que la educación sería la exteriorización de todo ese potencial que llevamos dentro. El educador sería, así, un facilitador que conduce el proceso mediante el cual, quien aprende, exporta al mundo social los tesoros de su humanidad íntima. El coleccionismo es eso mismo: un espejo que va extrayendo de nuestro interior a un desconocido y dándolo a conocer, volviéndolo visible a través de la exigencia y el rigor que demanda una colección, al tiempo que ensancha los límites de nuestros conocimientos y nos va informando de nuestras preferencias. Luego, esas inevitables reflexiones se adentran en las habitaciones últimas de nuestra sangre.

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Este seminario busca conocer mejor la práctica personal e institucional del coleccionismo en nuestro país, sus inspiraciones, sus formas y modalidades de constitución, su impacto en la comunidad artística, así como explorar las mejores vías para que este importante quehacer pueda servir socialmente a la causa cultural de apostar por una mejor nación. En nombre de la familia León, de la Fundación Eduardo León Jimenes y del Centro León, reiteramos nuestra gratitud profunda por este acontecimiento. Gracias de corazón por creer en el arte y en nuestros artistas y aceptar nuestra invitación. Para iniciar este evento, en la primera parte de este seminario contamos con la intervención de un coleccionista de excepción, un hombre cuyas colecciones, frutos de su trabajo y el de su esposa Betty, han sido incluidas desde 1998 por la prestigiosa publicación Art News entre las doscientas colecciones de arte más importantes en el mundo. Isaac Rudman se ha convertido en esa figura del coleccionismo universal a partir de una imponente colección de arte latinoamericano, y en específico de arte caribeño. Lo que inició con una colección numismática latinoamericanista, luego se constituyó en una metódica y rigurosa colección de arte, especialmente de obras cumbres provenientes de México, Cuba y la República Dominicana. Esta obra de obras continúa hoy su desarrollo fabuloso.

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Sostén de la inventiva artística, sabemos que el coleccionismo no es solo la remuneración al trabajo de los artistas; es el acompañamiento humano, el respaldo moral a la producción creativa, es el respeto y la apreciación por un trabajo específico. Pero también es la honra a un oficio y a la dignidad que ese oficio, el de los artistas, merece en la sociedad. 7


Muchos se preguntan si se nace coleccionista. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos atesorado algún objeto, quizás sin ninguna importancia, solo por el hecho de que atrae nuestra curiosidad. Sin embargo, para algunos, el acto de coleccionar despierta una pasión que se convierte en obsesión.

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Sección I Conferencia magistral

Formar

colecciones Las colecciones Rudman

Isaac Rudman

Correspondiendo a la amable invitación de los amigos del Centro León, he aceptado con mucho gusto hablar sobre lo que ha sido mi pasión durante toda la vida: el coleccionismo. A los fines de orientar al coleccionista o al que planea ser coleccionista en el futuro, revisando ciertas obras, encontré en un pequeño folleto titulado The Colector’s Handbook la siguiente información: «Si usted es el coleccionista o planea serlo en el futuro, su primera prioridad debe ser desarrollar una conciencia honesta de hacia dónde piensa evolucionar durante su vida de coleccionista, esto es, en adición a su instintiva predilección». El texto concluye señalando las principales razones que llevan a las personas a coleccionar. Estas son: Conocimiento y aprendizaje. Relajación y reducción del estrés.

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Placer personal, que incluye la apreciación por la belleza y el orgullo de posesión. Interacción social con colegas coleccionistas y otras personas. Reto competitivo. Ganar el reconocimiento de otros coleccionistas y de los no coleccionistas. Altruismo. En ese sentido, muchas de las grandes colecciones al final son donadas a museos o instituciones. Deseo de control. Nostalgia y/o conexión con la historia. Acumulación y diversificación de la riqueza, que proveerán, a largo plazo, un mayor nivel de seguridad y de libertad económica. Todas estas consideraciones deben ser analizadas y comprendidas por los coleccionistas. Entre los coleccionistas experimentados hay un dicho: “Compra primero el libro de referencia y después el objeto”. Es de suma importancia saber qué se compra, no se puede uno llevar porque los colores pegan con los muebles de la sala, ni porque me gusta un detalle. El buen coleccionista tiene que saber dónde gasta su dinero. De joven, en Cuba, traté de incursionar en la filatelia. Luego, por muchos años, el trabajo me mantuvo alejado de las actividades del coleccionismo. Un día, visitando a un amigo, este me mostró un grupo de monedas haitianas antiguas que había adquirido, y en ese instante se reactivó en mí el coleccionista que durante mucho tiempo estuvo dormido. Siempre me ha gustado la historia y la íntima relación que

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esta tiene con la numismática; esta combinación creó en mí una pasión que por más de cuarenta años se ha mantenido inalterable. Muchos se preguntan si se nace coleccionista. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos atesorado algún objeto, quizás sin ninguna importancia, solo por el hecho de que atrae nuestra curiosidad. Sin embargo, para algunos, el acto de coleccionar despierta una pasión que se convierte en obsesión. En Internet encontré algunos ejemplos curiosos: hay una colección de muñecas Barbie compuesta por más de 15,000 piezas; otra de rascadores de espalda, con 665 piezas y poseedora de un récord Guinness; otra de bolsas de mareo, con 6,016 piezas, procedentes de 1,142 líneas aéreas distintas. Otro señor coleccionaba nidos de avispas. Apareció otro que coleccionaba cepillos de dientes, con más de 2,000 cepillos distintos. También uno que coleccionaba muñecos Pokémon, con más de 16,000 de ellos. Y lo que para mí fue el colmo, había uno que coleccionaba pelusas que sacaba de su ombligo y con las cuales ha llegado a llenar cuatro frascos medianos. Como ustedes comprenderán, no hay límite para la imaginación humana. ¿Es el coleccionista un adicto? Esta pregunta se la he planteado a muchos amigos coleccionistas y todos han respondido: Sí, lo es. Para mí, en gran medida, ser un coleccionista es ser un cazador: lo más importante es la próxima presa. Mientras dura la persecución, es increíble el nivel de adrenalina que recorre tu cuerpo, pero una vez que has obtenido el objeto, se pierde la emoción de la búsqueda. Por suerte, pronto aparecerá algún otro artículo que despierte tu pasión. Como les mencioné anteriormente, mi primer gran interés fue la numismática: monedas, billetes, medallas, etc. Posteriormente, me interesé por la filatelia; por objetos precolombinos taínos; condecoraciones dominicanas, haitianas, cubanas, norteamericanas; documentos antiguos; mapas; botellas antiguas de cristal negro; y ni yo sé cuántas cosas más. Hace algunos años mi esposa, que aquí nos acompaña, me dijo: «Tus monedas están guardadas, no las ve nadie, ¿por qué no coleccionamos algo que disfrutemos en común?» Y como obediente esposo, nos iniciamos en el arte, comenzamos a visitar las subastas de arte latinoamericano que dos veces al año se efectuaban en New York; también comenzamos a visitar las galerías, las ferias de arte y lo más importante: los museos. Durante este periplo, hemos tratado de refinar nuestros intereses. Es importante visitar las exposiciones de los artistas que te gusten, ya que así entenderás cómo ellos fueron evolucionando hasta crear un estilo propio que los hace innovadores y que los convierte en artistas exclusivos. Los que saben dicen que para lograr una colección de arte importante hay que tener buen ojo, buen gusto y, por supuesto, los recursos. Nosotros pensamos que a veces es una cuestión de suerte ya que, si hubiéramos tenido un buen ojo, no se nos hubieran escapado obras que hoy tienen un inmenso valor económico, pero que en su momento no nos gustaron.

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Siempre nos hemos guiado por el principio de que, si cometemos un error, sea un error con el cual podamos vivir, ya que la pieza realmente nos gusta, no es una obra aberrante que nunca seríamos capaces de colgar en nuestra casa. Aún recuerdo cuando una señora, galerista de New York, nos invitó a ver una exposición de obras del famoso pintor inglés Francis Bacon. No sé si están familiarizados con su obra, son figuras totalmente distorsionadas. En aquel momento se vendían por doscientos, trescientos mil dólares, mientras que hoy valen sobre los diez millones de dólares. Como verán, con este caso nos llevamos por nuestro gusto y erramos al no comprar algunas de estas obras. Así hay muchas otras anécdotas. Hay una buena cantidad de aspectos del coleccionismo que no se pueden pasar por alto, como, por ejemplo, el mecenazgo, que consiste en apoyar a ciertos artistas. También se puede comprar arte como inversión, y aquí agrego que para nosotros esa no fue nunca la razón de comprar. Sin embargo, si hoy vendiéramos nuestras obras, tendríamos la realidad de que las mismas han sido una inversión fabulosa. Otro aspecto muy importante para el coleccionista es saber dónde comprar y dónde vender. Tiempo atrás, había grandes oportunidades, ya sea comprando en subastas o a dealers de arte. Sin embargo, hoy las comisiones de las casas subastadoras, que cobran al comprador, se han elevado de un 10% a un 25%, dinero que se paga encima del precio final de martillo. Este elevado cargo ha distorsionado el mercado, por lo que las casas subastadoras, para que el precio final al comprador no resulte tan elevado, tratan de que el vendedor acepte un precio inicial de puja muy bajo. Esto es bueno para el comprador, pero muy malo para el vendedor.

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En este momento opino que es mejor comprar en las galerías y también tratar de vender a través de ellas, aunque no te paguen hasta que se venda la obra. Pero siempre se puede negociar directamente los precios sin la rigidez de una subasta. Como norma, las galerías ofrecen un 20% de descuento, y quizás más, todo es negociable en el mundo del arte. Si van a vender obras a través de una subastadora, les tratan de cobrar todo tipo de gastos y comisiones, pero si la obra es especialmente buena y, sobre todo, de un elevado valor, entonces se pueden negociar las condiciones, que van desde no pagar comisión por la venta ni ninguno de los otros gastos que normalmente tratan de aplicarte. Hoy, los medios electrónicos están revolucionando el coleccionismo. Ya no es necesario asistir a las subastas, que puedes ver en tiempo real y tras previa inscripción para participar en ellas desde tu computadora o desde tu celular. Por otra parte, se han creado recursos como eBay, que te permiten acceder a miles de artículos coleccionables y comprarlos inmediatamente o puedes participar con pujas en sus subastas virtuales. Aquí hago un breve paréntesis para contarles una anécdota relacionada con mi esposa Betty. En nuestros viajes, me hacía caminar días enteros por las casas de antigüedades buscando las tacitas de Demitasse que ella coleccionaba. Por suerte, después de andar mucho, aparecían dos o tres que le gustaban, pero cuando descubrí eBay, vi que siempre había hasta 4,000 a la venta, sin ningún esfuerzo, y a todos los precios imaginables. Ese fue mi bautizo en eBay y llegué a comprar más de 400 tazas para doña Betty, hasta que un día me dio un ultimátum: ni una más.

¿Es el coleccionista un adicto? Esta pregunta se la he planteado a muchos amigos coleccionistas y todos han respondido: Sí, lo es. Para mí, en gran medida, ser un coleccionista es ser un cazador: lo más importante es la próxima presa. 13


No obstante, como comprador compulsivo, seguí adquiriendo estas tazas para mis hijas, hasta que estas tampoco quisieron más. Hay que entender que los tiempos cambian, las cosas se hacen más fáciles y, al mismo tiempo, más peligrosas para los compradores, que puede adquirir de una manera descontrolada, como en mi caso, que actualmente tengo 5,165 compras efectuadas en eBay. La razón por la que decidimos coleccionar arte latinoamericano es muy sencilla: en nuestra familia tenemos venezolanos, cubanos, colombianos, panameños, dominicanos y norteamericanos, por lo que era obvio que consideráramos formar una colección latinoamericana, en la cual trataríamos de incluir a los maestros consagrados de los diferentes países y, si fuera posible, conseguir obras de distintas etapas de su vida artística, para así tener una mejor idea de su camino hacia la gloria. Pero el propósito original se ha desvirtuado un poco, ya que hoy por lo menos una tercera parte de la colección está constituida por pintores cubanos de la vanguardia. No todo para el coleccionista es placer. Cuando este se especializa en áreas como la numismática y la filatelia y, en menor medida, en todas las otras variantes del coleccionismo, tiene la responsabilidad de conservar las obras, estudiar, clasificar, y hacer investigación para conservar la historia de la que esos objetos son testigos. En lo personal, mi mayor satisfacción como coleccionista de la historia filatélica y numismática de la República Dominicana ha sido rescatar estos artículos, que se encontraban dispersos por todos los confines del mundo, y regresarlos adonde siempre debieron estar: en nuestro país.

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Para concluir, quiero relatarles una vivencia que marcó mi visión sobre lo que es ser coleccionista. Hace muchos años, durante una visita al British Museum, logré que me llevaran a la bóveda donde (bajo condiciones increíblemente controladas) se conservan las colecciones filatélicas, entre ellas la dominicana. Los sellos parecían como si acabaran de ser impresos. Al preguntar al especialista que nos acompañaba, usando guantes de algodón, sobre el origen de dichos sellos, me contestó que habían sido adquiridos al poco tiempo de haber sido producidos, alrededor de 1875. Le pregunté entonces dónde podía adquirir los materiales que usaban para manipular los sellos y me contestó que habían sido desarrollados por ellos mismos para que no contuvieran ningún producto químico que, con el tiempo, pudiera reaccionar y alterar esos delicados pedazos de papel, y agregó: «Nuestra misión es conservar estos artículos para siempre». Estas palabras me dieron una nueva visión de lo que significaba ser coleccionista. La idea de conservar algo para siempre no es algo en lo que habitualmente pensamos, lo que me llevó a la conclusión de que, en realidad, somos guardianes responsables de la integridad y la preservación para el futuro de estas joyas que hoy atesoramos. Leí hace algún tiempo que un buen discurso es el que tiene el principio y el final muy cerca. Disculpen ustedes que me dejara llevar por la pasión y no lograra ese objetivo. Gracias a mi nieto David Lalo, quien nos acompaña, y quien preparó, a la carrera, la selección de las fotos exhibidas. Que sigamos disfrutando de la pasión de ser coleccionistas.

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¿Cómo hacer una colección? A veces es el deseo de poseer algo único. Una obra de arte en una colección tiene dentro una parte de la vida del autor y también una parte emocional del propietario. Cuando aparece una obra única, hay que aprovechar la oportunidad y adquirirla.

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Sección II Mesa redonda

Reflexiones sobre el

coleccionismo de obras de arte en la República Dominicana

María Elena Ditrén

directora del Museo de Arte Moderno En primer lugar, permítanme agradecer al Centro León por la invitación para ser parte de este panel y felicitar, claro está, esta maravillosa iniciativa, que nos invita a pensar y repensar la situación del coleccionismo en la República Dominicana. En mi caso particular, abordaré sucintamente el tema de la colección del Museo de Arte Moderno, partiendo de la premisa del porqué coleccionar y cómo se va conformando la colección. Con relación al hecho de coleccionar, el académico y escritor francés Maurice Rheims decía que la afición por coleccionar es una suerte de juego pasional. Más allá, podríamos decir que es una suerte de sentimiento, entre necesidad y fascinación, lo que incita al coleccionista a la posesión del objeto amado, como bien decía el señor Rudman, es un proceso cíclico que concluye y reinicia con cada

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adquisición, porque el acto del coleccionar es, en sí mismo, más que la mera acumulación de objetos que incitan la pasión y la fascinación del yo rebelde y creador que el psicoanálisis atribuye a la personalidad del coleccionista. Es esa pulsión vital entre deseos y sentimientos lo que hace al ser humano un coleccionista por naturaleza. Se coleccionan objetos cotidianos, artísticos, simbólicos y patrimoniales; objetos todos plenos de significados que se re-contextualizan y resemantizan en el seno de la propia colección, vistos tradicionalmente como signos de estatus, de identidad, lo que se suma a su función estética, siempre ligada a la imagen y el gusto de la época. El objeto artístico, en su vertiente mercantilista, es también una inversión, cuestión que no está al margen ni desdice de su rasgo fundamental. En este caso particular, se colecciona sobre todo por pasión y, si bien es cierto que existen características comunes, cada colección tiene aspectos distintivos según la personalidad y gusto particular del coleccionista, rasgos que la hacen única y diferente, imagen, autorretrato de su creador. Diferente es el caso del coleccionismo institucional. En el nuestro particular, el coleccionismo estatal, donde la respuesta a ese por qué traspasa las fronteras de lo individual, de la pasión y el gusto particular, para satisfacer cuestiones sociales y necesidades culturales. Entre las mismas se incluye la labor de preservación y puesta en valor del patrimonio artístico de la nación, destacando su importancia como bien cultural

Con relación al hecho de coleccionar, el académico y escritor francés Maurice Rheims decía que la afición por coleccionar es una suerte de juego pasional.

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y como activo patrimonial por ser testimonio de la vida del pueblo, de su capacidad creativa, de la gente y de su historia, así como por su valor económico, que lo convierte en un importante bien común, formado por bienes muebles e inmuebles que hacen parte de la riqueza de la nación. A esta labor de custodio del museo y de las instituciones estatales que han conformado colecciones, se suma la de contribuir al desarrollo, fomento y difusión, así como la promoción del arte y los artistas de la colección. En el caso del Museo de Arte Moderno, constituye la colección oficial más importante de artes visuales en la República Dominicana, con 1,541 obras procedentes en la mayoría de los casos de donaciones, premios de las bienales nacionales y adquisiciones, incluyendo obras fundamentales del arte dominicano. Cronológicamente, la colección del Museo de Arte Moderno se inició a finales del siglo XIX, específicamente con una obra de 1896, y llega hasta nuestros días con los ingresos recientes de la XXVIII Bienal Nacional de Artes Visuales. Algunas de las obras, con datación anterior a la década de los 70, ingresaron a la colección de la Galería de Arte Moderno como una cesión de la Galería de Bellas Artes. El cambio de denominación a partir del 1992, de Galería a Museo de Arte Moderno, incide en la apreciación y el rol de esta institución, ahora con una nueva misión propia de las instituciones museales, como son la adquisición, conservación, exposición, investigación, educación y difusión del patrimonio.

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Lamentablemente, en sentido general, la política cultural del Estado no contempla un programa de adquisiciones que responda a criterios claros, lo que hace prácticamente inexistente la política pública de adquisición de obras de arte para el enriquecimiento del acervo patrimonial del Estado. En el caso del Museo de Arte Moderno, y de los museos en el sentido tradicional del término, pese al debate epistemológico surgido en el ámbito museológico, sobre todo a raíz del surgimiento del museo virtual, el desvanecimiento del objeto material convertido ahora en objeto virtual, la presencia material del objeto de arte sigue teniendo sentido. Es indudable la importancia de la colección como uno de los aspectos fundamentales que cimientan la existencia del museo, lo que cobra sentido a partir del sujeto creador y el destinatario de los objetos materiales que en aquel se conservan. Por todo ello, en el contexto de esta exposición, creo oportuno plantear la urgente necesidad de un cambio de paradigma que permita el desarrollo del coleccionismo particular e institucional a partir de medidas que contribuyan a la dinamización del mercado y al afianzamiento del coleccionismo estatal, siguiendo el ejemplo de muchos países en los cuales las mejores colecciones están en manos del Estado. Esto permite la preservación de la herencia cultural, con el importante valor añadido del prestigio que dichas colecciones proporcionan a los países que las poseen, algo que contribuye además al desarrollo turístico, las industrias culturales y el cuantioso ingreso de divisas hacia el Producto Interno Bruto de dichas naciones. De hecho, el mundo entero valora hoy las colecciones de países como España, Francia, Italia, Inglaterra, Rusia y Estados Unidos, entre otros. A partir de esas colecciones, es posible reconstruir la historia del arte de esos países y parte de la historia del arte universal. Los grandes museos históricos y artísticos del mundo no existirían como tales si reyes, papas, nobles y aristócratas no hubieran sentido ese impulso coleccionista. Con esto deseo destacar la importancia y necesidad en cada momento histórico de personas visionarias cuya sensibilidad les permite apreciar la creación artística y ver más allá del futuro inmediato, con lo que se constituyen en promotores del arte nacional. Cierro, pues, retomando la muestra que nos convoca como excusa perfecta de este evento para felicitar y animar al señor Juan Manuel Portela Bisonó y a todos los coleccionistas que hoy nos acompañan y que generosamente ceden sus obras al Centro León, al Museo de Arte Moderno y a todas las instituciones que suelen organizar exposiciones, con lo cual garantizan que estas cuenten con el disfrute del público. Concluyo con una frase de Jean Baudrillard, en la que se refiere al carácter inacabado de toda colección, al afirmar que la presencia del objeto final significaría la muerte del sujeto pues, al completar su colección, el coleccionista dejaría de ser el hombre vivo y apasionado que es, gracias a algo que es mucho más que una simple afición.

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Abil Peralta

asesor cultural de la Cámara de Diputados de la República Dominicana Ha sido un componente nuevo de la historia del arte dominicano el hecho de que, desde hace ya justamente una década, el Congreso Nacional y, de manera específica, la Cámara de Diputados, haya adoptado la decisión de que se conforme allí una colección de arte. Muchas personas, periodistas, escritores, se me han acercado para plantearme, a modo de interrogación, cuáles fueron las motivaciones que impulsaron el diseño de un protocolo curatorial para que esta colección se hiciese realidad, y mi conclusión ha sido la siguiente: definitivamente, no conocen la historia del Congreso Nacional, porque cuando el arquitecto Guillermo González diseñó el Palacio del Congreso, lo concibió como un emplazamiento arquitectónico cultural y de arte, razón por la cual ya a partir de 1955 observamos que los frisos y relieves del entorno del palacio eran nada más y nada menos que de la autoría del maestro Domingo Liz y modelados por el escultor Antonio Toribio, ambos fallecidos. Pero lo bueno de la Colección Permanente de la Cámara de Diputados es que la misma obedece a mandatos estrictamente legislativos sobre los roles constitucionales del Congreso Nacional, que son: el legislativo, el de fiscalización y el de representación. Dentro del eje de representación, en el año 2007, el presidente de la Cámara de Diputados en aquel momento, Julio César Valentín, luego de una apasionada

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conversación con el amigo Miguel Cocco, tomó la decisión de impulsar el coleccionismo institucional en la República Dominicana. Esa motivación surgió porque, cuando yo me incorporo como asesor de la Cámara de Diputados, encontramos tres grandes telas cubriendo un ascensor que estaba dañado. Para sorpresa nuestra, era la famosa obra Los esclavos, de Fernando Peña Defilló. Resulta que cuando exploré toda la memorabilia que estaba depositada en la Cámara de Diputados, pude advertir que había una gran reserva de obras de arte en todos los géneros y que esa reserva estaba totalmente abandonada. Una de esas reservas es una colección de tres grandes fotografías firmadas como del Taller Aybar, correspondiente a la escuela de Eduardo Rodríguez Urdaneta. Nuestra amiga Mayra Johnson, durante una visita guiada, se sorprendió mucho al encontrarlas. Además de este hallazgo, siempre veíamos unos retratos que estaban a la entrada del salón de la Asamblea Nacional. Consultamos al historiador Euclides Gutiérrez Félix y nos dijo que le parecían personajes de la Guerra de Restauración. En efecto, cuando enviamos los retratos al Archivo General de la Nación, nos confirmaron que eran personajes de dicha gesta histórica, con el importante añadido de que eran de la autoría de George Hausdorf. Con ese arsenal de obras que iban a apareciendo paulatinamente, elaboré el diseño curatorial para articular una colección en la Cámara de Diputados, lo cual ha tenido un gran impacto en la dinámica de la institución. Yo recuerdo que los diputados caminaban por los inmensos pasillos de mármol del Palacio del Congreso con mucha

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prisa, acelerados. Sin embargo, luego que se puso en ejecución el diseño curatorial, el espíritu, el temperamento y hasta el ritmo al caminar de los diputados cambió. A raíz de esos cambios, diseñamos una colección fundamentada en lo temático. Cada uno de los temas de la vida nacional que están presentes en nuestras colecciones permanentes tiene que ver con el ritmo de la Cámara de Diputados y del Congreso Nacional. Por ejemplo, adquirimos una obra impresionante de Daniel Henríquez y la colocamos en un salón que llamaban el Salón de la Muerte porque era donde acudían diversos tipos de ciudadanos a tratar de concertar alguna entrevista, para resolver problemas de orden político o económico. Cuando se encontraban con la obra, digamos sedativa, de Daniel Henríquez, pues bajaban el temperamento. De manera que se fueron adquiriendo muchas obras y, hoy en día, puedo afirmar que tenemos la colección de obras de pintura de formato mural más grande del país. El proceso de adquisición de muchas de esas obras fue resultado de una verdadera cacería internacional, como lo fue la compra de la obra de José García Cordero, que el amigo Lyle O. Reitzel tenía en una exposición itinerante en París. Yo lo convencí de que necesitábamos esa obra, precisamente esa obra, y la obra hoy está en nuestra colección. Pero la colección no podía quedarse sin una obra de Manuel Montilla, o de Alonzo Cueva, residentes en Madrid, por lo que logramos capturarlas en el mercado y adquirirlas. No obstante, hay algunas pequeñas frustraciones por ciertas obras que no están en la colección. Por ejemplo, no tenemos a Gilberto Hernández Ortega, ya

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que todo lo que pasó por nuestras manos eran obras falsas, salvo un momento determinado, cuando el amigo Juan José Mesa nos presentó dos obras magníficas que previamente habían participado en una subasta donde estuvieron Rudman, Fernando Báez y otros coleccionistas. Entonces duramos tres meses en conversación para incorporarlas a la colección permanente, pero es obvio que Mesa encontró una mejor oferta y las vendió. Quiero concluir destacando algo muy importante, y es que todos los estilos y corrientes estéticas que inciden en el devenir de la historia del arte dominicano están representados en la colección. La colección abarca desde principios del siglo XX hasta la más reciente incorporación, que fue el cuerpo contemporáneo, donde se incluye a artistas como Jorge Pineda e Inés Tolentino. Pero no nos hemos detenido ahí, hemos incorporado hace poco un cuerpo de esculturas que incluye una magnífica de Bismark Victoria intervenida por el artista Pascal Meccariello. Por último, puedo declarar públicamente que estamos hablando de la colección pública de arte más visitada en el país, pues la visitan niños, profesores, adolescentes, ancianos de todo el territorio nacional; visitas que son financiadas íntegramente por la Cámara de Diputados. Quiero concluir dedicando mi ponencia a la coleccionista doña Violeta Martínez, recientemente fallecida, fundadora del Museo de la Porcelana.

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Mari Pili Bellapart

representante del Museo Bellapart En el prefacio del libro de Jaime Colson se sostiene que “el coleccionista extrae e imprime significados especiales y da coherencia interna y relativa a rasgos de la cultura material que por esa atención particular pasan a despertar debilidades, gustos, modas y afanes de otro modo inconcebibles”. A veces, una colección empieza sin un propósito definido: en 1961, a raíz de la muerte de Trujillo, perseguían a Dionisio Pichardo y necesitaba dinero para huir del país. Mi padre adquirió dos obras de su autoría, que fueron las dos primeras obras de la colección. Eran unas obras de formato pequeño con tema de religiosidad popular en técnica con recubrimiento de cera. Las adquirió por amistad, pues Dionisio Pichardo fue un gran amigo y se dedicaba también a la venta de obras de arte. Otro motivo es la inversión. Mi padre pensó que sería una buena inversión y se propuso comprar una nueva obra cada mes. Luego se fue entusiasmando y las compras se multiplicaron, al tiempo que avanzaba su conocimiento sobre arte y su amistad con los artistas. A veces los propios artistas venían y le ofrecían sus obras. Un tercer motivo es la contribución al desarrollo del arte. Para nuestra familia, es de gran satisfacción haber puesto un grano de arena en la promoción y difusión del arte, tanto en el país como en el extranjero, con las exposiciones itinerantes de diferentes pintores.

En el prefacio del libro de Jaime Colson se sostiene que “el coleccionista extrae e imprime significados especiales y da coherencia interna y relativa a rasgos de la cultura material que por esa atención particular pasan a despertar debilidades, gustos, modas y afanes de otro modo inconcebibles”. 25


¿Cómo hacer una colección? A veces es el deseo de poseer algo único. Una obra de arte en una colección tiene dentro una parte de la vida del autor y también una parte emocional del propietario. Cuando aparece una obra única, hay que aprovechar la oportunidad y adquirirla. Comprar lo que te gusta: el mundo del arte es algo extraordinario, hay que estar atento para aprovechar las circunstancias y comprar lo que realmente te gusta porque, si no lo haces, perderás la oportunidad de tener esa obra en tu colección, y eso es un reto permanente. Hay que contar con el apoyo de la familia: en los inicios de la colección, mi madre desempeñó un papel muy importante, ella era sobrina de Luis Desangles y tenía una gran sensibilidad hacia el arte; se crio en ese ambiente y compartía la pasión del coleccionismo de arte, tenía gran interés en preservar las obras de su tío, las adquiría y las restauraba para que estas no se perdieran. Ella fue una de las fundadoras del Arte Club, de la Asociación Dominicana de Rehabilitación, y realizaba exposiciones en ese entonces. Para hacer una colección hay que tener un plan de adquisiciones, de acuerdo con las posibilidades económicas de cada quien, y tratar de cumplirlo. Hay que definir un objetivo, iniciar una colección orientada hacia un artista, un estilo, una época; organizar conjuntos de obras de determinados artistas o épocas e ir observando su evolución. Hay que salir a educar el ojo, es importante visitar museos, galerías de arte y compartir con los directores y artistas; escuchar comentarios y aprender

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sobre arte. Yo recuerdo que cuando era pequeña mi papá nos llevaba los fines de semana a comprar historietas (los llamados paquitos) y después nos llevaba a ver las obras de arte. Nos sentábamos a leer mientras él estaba con sus artistas y sus cosas en la Zona Colonial. La Colección Bellapart está orientada al arte dominicano, desde los precursores (como Luis Desangles, Abelardo Rodríguez Urdaneta), los modernos (como Celeste Woss y Gil, Yoryi Morel, Darío Suro), maestros (como Gilberto Hernández Ortega, Clara Ledesma, Silvano Lora y Ada Balcácer). Incluye un conjunto de obras de artistas europeos que fueron muy importantes en la formación de la Escuela Nacional de Bellas Artes en 1942, tales como José Gausachs, George Hausdorf, Manolo Pascual, José Vela Zanetti, entre otros. También posee importantes obras de maestros de la escultura dominicana, como Luis Martínez Richiez, Antonio Prats Ventós, Gaspar Mario Cruz. Son obras realizadas entre el siglo XIX y finales del siglo XX. El Museo Bellapart es una entidad sin fines de lucro, cuyo fin radica en la conservación, estudio, exposición y difusión de la colección de obras de arte que alberga. Fundado en 1999 por el empresario catalán Juan José Bellapart, está dedicado íntegramente al arte dominicano. A la colección, que ha sido reunida desde los años 60 por la familia Bellapart, tienen acceso gratuito los amantes del arte y constituye un inigualable tesoro de obras firmadas por los artistas más destacados del arte nacional. Dotado de una colección de 2,500 obras, el Museo Bellapart ofrece en la sala permanente un recorrido por la historia de la pintura y la escultura dominicanas desde finales del siglo XIX a los años ochenta del siglo XX, estructurada en cuatro ejes cronológicos que incluyen pinturas, esculturas, grabados y dibujos. Sigue un recorrido cronológico estilístico y el visitante puede conocer los movimientos y corrientes más importantes del arte dominicano, desde la pintura académica hasta el formalismo y la nueva figuración de los años ochenta. Una de las principales actividades del Museo Bellapart es la organización de exposiciones que hacen del museo un lugar vivo, con su función de divulgar la historia del arte dominicano. Como primer museo privado de artes visuales dominicanas abierto al público, además de difundir y preservar su colección, ha desarrollado durante sus años de existencia un importante programa de exposiciones destinado a divulgar en el país y en el extranjero la producción artística de figuras capitales del arte nacional, como Luis Desangles, Alejandro Rodríguez Urdaneta, Celeste Woss y Gil, Yoryi Morel, Jaime Colson, Darío Suro, Gilberto Hernández Ortega, Eligio Pichardo, Paul Giudicelli, Clara Ledesma y las obras de los artistas exiliados españoles de la Guerra Civil española, así como artistas europeos.

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El Museo Bellapart posee la más importante colección de obras del destacado maestro de la pintura dominicana Jaime Colson, cuya trascendencia nacional e internacional es avalada por la presentación de sus obras en importantes museos y galerías del mundo. Cuando ya estaba en gestación el proyecto del Museo Bellapart, en 1996, se organizó una exposición antológica de Jaime Colson que desde entonces ha visitado importantes instituciones culturales del mundo. Dentro de los objetivos del Museo Bellapart está llegar a todos los públicos a través de programas didácticos de diversa índole, estructurados en función de los públicos y sus necesidades: ciclos de charlas con artistas y especialistas en arte para satisfacer la demanda de los profesionales de los distintos niveles educativos y ofrecer así un apoyo a los que quieren utilizar nuestras colecciones como recurso educativo; programas de visitas comentadas para el público en general, escolar y universitario; programas de formación artística para profesores; programas de diplomado en apreciación del arte para licenciados en Humanidades; programas de visita-taller para familias, concebida como una actividad de fin de semana para acercar a los niños y sus familiares al mundo del arte.

Muchas veces (ustedes se pueden acordar), comenzaron a coleccionar muy tímidamente: compraron un dibujo o un pequeño cuadro, tal vez se entusiasmaron con caracoles o estampillas, hasta que en un momento vieron una obra y empezó la caza, como dijo el señor Isaac Rudman: la codician, la añoran y la compran. 28


Bingene Armenteros

curadora de la Fundación Diario Libre Voy a empezar con algo muy interesante que dijo Abby Aldrich Rockefeller, quien es conocida como la impulsora del Museo de Arte Moderno de Nueva York y una coleccionista muy habilidosa y de muy buen ojo. Ella dijo: “Yo creo que el arte no solo enriquece la vida espiritual, sino que te hace más sereno, más observador y comprensivo, sin importar en qué época nace ni lo que plasma”. Empiezo con estas palabras porque, sentada en esta mesa, con todas estas grandes colecciones representadas aquí en el Centro León y con esa exposición magnífica de Juan Manuel Portela Bisonó que tenemos ahí arriba, definitivamente, al poder visitarla, estamos nutriendo nuestro espíritu. Esas obras están enriqueciendo a la nación y al público que las visita, pero ese enriquecimiento no siempre empieza cuando uno inicia su colección. Muchas veces (ustedes se pueden acordar), comenzaron a coleccionar muy tímidamente: compraron un dibujo o un pequeño cuadro, tal vez se entusiasmaron con caracoles o estampillas, hasta que en un momento vieron una obra y empezó la caza, como dijo el señor Isaac Rudman: la codician, la añoran y la compran. Ya cuando cruzan esa línea, entonces empieza su verdadera pasión por el coleccionismo, ya ven con otros ojos.

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¿Por qué coleccionamos? Voy a mencionar algunos de los coleccionistas más importantes: Por ejemplo, para Peggy Guggenheim, su razón de ser era coleccionar, porque compraba como si fuese una experiencia religiosa. Igual es el caso de Francesca Von Habsburg, ella colecciona para saciar su curiosidad y para apoyar nuevas comisiones. También tenemos a Uli Sigg, el mayor coleccionista de arte chino contemporáneo, quien lo hace para tener un mejor entendimiento del mundo. Amir Shariat, para entenderse mejor, y porque le gusta la caza. Julia Stoschek, para sentirse más cerca del proceso artístico y, por lo que creo que aprendí del señor Isaac Rudman, parece que colecciona por una pasión, por un reto competitivo. Así que todos tienen su razón para coleccionar. La vida de los coleccionistas es tan interesante y tan importante como la de los artistas. Este es un tema muy largo, que podemos dejar para otra convocatoria. Aquí realmente me invitaron para hablar como curadora y miembro del jurado de la Fundación Diario Libre, que en nuestro país ha tomado una iniciativa muy importante. La fundación tiene como objetivo ir creando una colección de arte y ha iniciado esta colección a través del Premio Diario Libre de Arte Contemporáneo. El premio está enfocado específicamente en artistas de 18 a 38 años, de esta manera ofrece a estos artistas jóvenes, emergentes, una plataforma única donde ellos se pueden exhibir, porque no siempre tienen esa oportunidad. Los premios motivan, promocionan, incitan, reconocen y galardonan a sus participantes, pero este premio en particular tiene algo más: logramos un acercamiento. El proceso inicia con una visita a las escuelas. Fernando Casanova, que es también miembro del jurado, y yo visitamos y motivamos a que los mismos profesores pidan a sus estudiantes y a los artistas jóvenes que participen. Fernando siempre dice a los artistas: Una obra que no es vista, es una obra muerta, y eso es verdad. A veces los artistas son un poco tímidos, están empezando su carrera y no se atreven tal vez a presentar en exposiciones o en premios. Pues nosotros los motivamos y así es que inicia el proceso. Luego, se hace una depuración por Internet y, finalmente, se visitan los talleres de los artistas o ellos, si están muy lejos, nos traen sus obras, imágenes de sus trabajos y su dossier a Arte Berri, donde nosotros los evaluamos y así seleccionamos a los finalistas. Por último, con el montaje, nos reunimos los miembros del jurado y se abre un diálogo muy interesante, pues siempre tenemos opiniones encontradas. A veces no, a veces estamos muy de acuerdo y sabemos inmediatamente que una obra está dentro del lineamiento que nos gusta y que encontramos contemporáneo. Entonces se seleccionan los ganadores: un premio y dos menciones.

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El premio este año fue de 200,000 pesos y las dos menciones de 50,000 pesos para cada artista. Recuerden que son artistas de 18 a 38 años, que tal vez todavía no han vendido su primera obra. Las obras premiadas pasan a formar parte de la colección de la fundación. La obra ganadora del año pasado fue de Franz Caba; Condición postmoderna es un dibujo sobre papel, exquisita obra. Las menciones correspondieron a Indira Hernández, con Born Sick, y a Bryan Hutchinson, un artista de 18 años, que hizo una interpretación del Guernica en su obra Nueva York en Guernica. A muchos de estos artistas el premio les ha ayudado a impulsar su carrera y ya han participado en exposiciones colectivas o han tenido sus individuales. Es importante que a los artistas también los vean personalidades del extranjero y que tengan ese contacto y una visión diferente a la que encuentran aquí, pues esto les abre muchísimas puertas. Esta es una de las muchas razones por las que el premio, la fundación y muchas de las colecciones también hacen el rol de mecenazgo, porque tienen un contacto directo con el artista y le abren nuevas posibilidades. Considero que el premio y la fundación realizan una labor muy especial, pues también brindan al artista una cobertura de prensa que de otro modo sería casi imposible de conseguir: les hacen un video que está en la página de Internet, una entrevista… A nosotros, como público y como coleccionistas, ellos nos están dando también la oportunidad de ver a los artistas jóvenes, de poder adquirir y también empezar nuestra colección por ahí. Por eso es tan importante esta fundación y esta iniciativa.

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Delia Blanco

curadora y crítica de arte En primer lugar, un gran saludo a todos los presentes y un gran agradecimiento de mi parte a la familia León. Estoy muy vinculada desde hace años con Santiago, desde que llegué a dar clases aquí en los años setenta. Es difícil, después de todo lo se ha dicho en términos profesionales y curatoriales sobre el valor del coleccionismo, agregar algo. Sin embargo, hay un elemento muy importante que puedo decir: se ha hecho un gran camino, y de repente, es como si las artes y el sector privado caminaran más que el sector público. Hace más de treinta años había que conocer a las familias que tenían obras, principios o colecciones acabadas, para tener realmente una idea de lo que eran las artes visuales en la República Dominicana. Hoy, el sector privado se mantiene como una exhibición abierta y está demostrando aquí el gran tesoro que es adquirir, acumular, preservar y difundir las artes. Es para mí, por ejemplo, impactante conocer al señor Rudman, de quien siempre me decían de manera muy confidencial: “¡Pero tú no sabes las obras que tiene ese hombre!” Las pocas imágenes que he podido ver proyectadas aquí, en términos visuales, las asumo no solo como crítica de arte, sino también como europea y como investigadora. De repente veo al señor Rudman como un Jheronimus Bosch: tantas cosas eclécticas, diferentes, múltiples. Creo estar viendo una obra del Bosco en todo lo que

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usted nos ha enseñado. Pero lo que sí hay que entender es también que para el crítico y para el investigador, una colección es un espacio de investigación. Por eso, señoras y señores, dueños de estas colecciones, es tan importante que el coleccionismo sea para nosotros una exhibición permanente y abierta. Yo simplemente me voy a referir a dos o a tres anécdotas y voy a ser muy rápida: pude conocer la Colección Bellapart por la incidencia del señor Juan José Bellapart cuando fue a París a enseñar la obra de Jaime Colson, en el marco de una exhibición de la UNESCO. Y luego entré en esa colección y se me reveló toda la contribución de esa unidad republicana, española, que vino al país, y ahí uno aprende muchísimo sobre la relación en luces, movimientos, colores y en el desplazamiento del artista desde el espacio de ejecución o desde su espacio de origen. En la exposición 7,300 días en la colección de Juan Manuel Portela Bisonó tuve dos encuentros muy importantes. Es un poquito impúdico referirme a esto porque Danilo de los Santos está aquí. Vi una obra de Danilo de los Santos de 1969-1970, un homenaje visual a las hermanas Mirabal cuya factura tiene una resonancia tan específica en la evolución de la obra de Danilo, que es, desde la perspectiva de un curador, lo que podríamos llamar una obra razonada. Es para mí una obra que merece una tirada serigráfica en serie, porque hay que verla, revelarla y conocerla. Desde mi perspectiva como francesa y especialista en algunos asuntos del Caribe, me encontré también con André Breton, el fundador del manifiesto surrealista. Quien investiga los asuntos de ética y estética del Caribe arrastra desde hace

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muchos años una bronca muy grande con los caribeños francófonos, que se apoderan del surrealismo y de Bretón, con mis hermanos de Haití y también los cubanos, que se apoderan de Bretón. Entonces ese azul. Ese azul sobre el que André Bretón escribe a Eugenio Granell y le dice: “A través de este azul, he descubierto la isla”; como quien dice: “Óigame, ¡qué favor tan grande me ha hecho!” Yo estuve hace poco en la Conferencia de Estudios Aplicados del Caribe y me fui con esto: Ese Caribe surrealista también se integra en el pensamiento filosófico y visual surrealista desde la perspectiva de Bretón y tenemos que pensar la isla en su conjunto, en los aspectos éticos y estéticos complementarios y diferenciales. La gente se asombró, hasta Ángela Davis se asombró, para que lo sepan. Una colección contiene remansos específicos para los investigadores y para los trabajadores de los lenguajes de las artes y de los mensajes del arte como señalamientos de todos los espacios callados por lo políticamente correcto o lo tapado, y no revelado, por lo necesariamente apartado. Una colección abierta hace que, tal como lo estamos viendo en la Colección Portela, entremos en otra loquera dominicana, y es que lo público en este país lo lleva el sector privado; porque si yo parto de la etimología latina publisis, es decir gente, es decir sociedad, los que están haciendo que hoy el arte llegue a la gente y a la sociedad, es el sector privado. Segunda contradicción.

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Entrar en esta contradicción también nos dice algo muy importante. Por eso le pregunté al señor Isaac Rudman sobre cuándo tendríamos aquí su colección. El señor Juan Manuel Portela Bisonó está mostrando la suya, hay otros coleccionistas que tienen otras obras, yo considero que es tiempo de que, gracias a este sector privado que nos revela sus obras y sus contenidos, lleguemos a un catálogo razonado de las artes del siglo XX y principios del siglo XXI. Quiero señalar también que una colección nunca se termina; estamos en un país donde las colecciones todavía son vivas, no son patrimonios muertos, y me parece muy interesante que esas dinámicas continúen. Me gustó mucho dentro de la Colección Portela la apertura que hay hacia artistas más contemporáneos, como es el caso de Jorge Pineda, así como la confidencialidad artística de Nadal Walcot.

Una colección contiene remansos específicos para los investigadores y para los trabajadores de los lenguajes de las artes y de los mensajes del arte como señalamientos de todos los espacios callados por lo políticamente correcto o lo tapado, y no revelado, por lo necesariamente apartado. 35


Los objetos de colección son como nuestros hijos y, por tanto, nunca se les debe hacer ningún daño; más bien cuidarlos y protegerlos, ya que todos tenemos la obligación de conservar la herencia cultural recibida y transmitirla al futuro para disfrute de las nuevas generaciones.

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Sección Iii

Panel sobre

colecciones privadas

Manuel García Arévalo Yo voy a agradecer la gentil invitación del Centro León para participar en este evento, que nos lleva a todos a la reflexión, y además reconocer a los organizadores por la excelencia de los expositores y su esplendidez. Me parece pertinente empezar mi exposición tratando de definir qué es una colección. A mi modo de ver, es una afición de poseer, acumular un determinado tipo de objeto que motiva nuestro interés o curiosidad, ya sea científica, cultural, o recreativa. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define el coleccionismo de manera genérica como la afición a coleccionar objetos o técnicas para ordenarlos debidamente, pero el coleccionismo posee cierta contradicción porque, si bien nos produce felicidad o satisfacción, también produce cierta ansiedad e insatisfacción por el constante deseo de atesorar nuevas piezas, por la sensación de que

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nuestra colección estará siempre incompleta en caso de no seguir adquiriendo ejemplares novedosos. En cierto modo, más vale que sea así porque el seguir conservando la ilusión de aumentarla o mejorarla da continuidad a la práctica, y de eso hablaba Delia Blanco, del carácter inacabado de una colección. El coleccionismo es tan antiguo como el arte. En cierto modo, Noé fue un coleccionista de especies animales, aunque por mandato divino; a los faraones egipcios se les enterraba en las pirámides con sus colecciones de objetos preferidos; los romanos hicieron transportar a Roma grandes botines compuestos por obras de arte admirables, especialmente de Grecia. Ellos, que profesaban un gran interés por la cultura, también fueron grandes coleccionistas. A menudo tenían lugar subastas y abundaban los comerciantes de toda especie. En una de estas ventas, Calígula ordenó al subastador que tomase por oferta los cabeceos de un espectador somnoliento; este se despertó luego y se encontró en posesión de una gran parte de las colecciones reales que le habían sido adjudicadas a precios muy exagerados. El cristianismo medieval fomentó la acumulación de reliquias y manuscritos. En los siglos posteriores, continuó la práctica del coleccionismo por parte de algunos reyes, nobles y artistas, gracias a los cuales se formaron la mayoría de los museos y bibliotecas de que disfrutamos hoy, lo cual demuestra la utilidad social que tiene esta práctica. Formar una colección tiene un carácter instintivo que la mayoría de las veces se presenta desde la niñez con colecciones de soldaditos de plomo, monedas, sellos, deda-

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les, caracoles, mariposas y demás insectos, cajas de fósforos, minerales, tarjetas postales, paquitos, postalitas con imágenes de la fauna y la flora, estrellas del deporte, etc. Ese fue mi caso particular, comencé coleccionando cosas típicas de la niñez y poco a poco me fui perfilando por las antigüedades, en particular por los objetos prehistóricos, que en buena medida han definido mi vocación por la historia y la arqueología. Yo recuerdo cuando comencé con la historia, es decir, a hacer arqueología, como a los 13 o los 14 años. En una ocasión llegué de una excavación y metí los productos de la excavación debajo de mi cama para después limpiarlos; entonces una señora que trabajaba en mi casa vio que había unos huesos indios ahí y salió despavorida por el vecindario. Mi mamá me dijo: “¡Mira, muchacho! ¡Saca esos huesos de ahí que van a creer que estamos haciendo brujería!” Otro asunto que tiene que ver con mi formación profesional. Cuando comencé los debates de las reposiciones de arqueología, me descalificaban por ser coleccionista: “Usted es un coleccionista”. Yo me dije: ¿Qué hay que hacer para dejar de ser un coleccionista? ¡Graduarse de historiador! Entonces me gradué de historiador, ya era licenciado en Historia. En cuanto a formar, además de la colección de arqueología, he logrado una biblioteca de autores dominicanos y sobre la isla de Santo Domingo, así como los demás temas indigenistas, muy representativa; o sea que, además de coleccionista, soy bibliófilo. Para algunos, en la personalidad del coleccionista hay evidentes elementos patológicos, pues es un pasatiempo que en ocasiones genera una adicción muy costosa y difícil de refrenar. La rareza ha seducido siempre a los coleccionistas, cuyo interés por piezas exclusivas ha generado un importante mercado en torno al arte y las antigüedades, como sucede con frecuencia con las monedas de oro e incluso con las tarjetas postales. Hace muchos años conocí en Nueva York a una señora muy importante, que dijo tener unas cartas inéditas de Fray Bartolomé de las Casas, quien junto a Cristóbal Colón, sin lugar a dudas, es una de las figuras cimeras de la historia colonial hispanoamericana. Le ofrecí publicarlas con un estudio introductorio hecho por Fray Vicente Rubio, un historiador dominico que era un excelente lascaciano. La señora me dijo: “¡De ninguna manera!” Entonces yo le dije: “Pero, ¿y de qué le vale tener las cartas de las Casas?” Respondió: “¡Power, power, power!” Ahí se quedó, con su power; nosotros no sabemos lo que dicen las cartas y eso en parte se ha visto en este evento. Se dijo con mucha propiedad lo del orgullo de la posesión; que el hecho de poseer una pieza única genera también un poco de morbo y produce cierta insatisfacción y recelo por parte de los otros coleccionistas.

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Para el experto francés Francis Spark, las colecciones, tal y como se entienden desde hace algunos años, no tienen nada que ver con los gabinetes de curiosidades del siglo XVII, ni con las moradas de artistas del siglo XIX. En una imagen aparece Pablo Picasso rodeado de piezas africanas y de Oceanía. Como ustedes saben, los estudios realizados por los grandes artistas de principios del siglo XX dieron como resultado la creación de corrientes como el cubismo y el fauvismo, entre otras. Estos artistas eran grandes coleccionistas, y para tomar los rasgos primitivos, volver a las raíces primigenias del arte, pues se valían de estas colecciones de piezas primitivas. Sin embargo, los tiempos de las acumulaciones eruditas y de las documentaciones pintorescas han pasado. El ambiente del siglo XX vio aparecer una nueva fórmula que refleja el eclecticismo cultural de nuestra época. El mismo público admira con igual convicción las vidrieras de Shanghai y la cerámica peruana; y el aficionado del arte introduce en su casa esta multiplicidad, esta simultaneidad, en una palabra, esa libertad de gusto única en la historia del arte. Añadan a ese universalismo el culto de la personalidad, tan peculiar del siglo XX, y resultará el retrato del aficionado actual al arte, que ya no reúne una colección, sino que la crea a su imagen y semejanza. Vemos esto con mucha frecuencia: así como hay coleccionistas muy especializados en uno o dos temas, también los hay en sentido general por las antigüedades, y otros que las integran a la decoración de su casa. Eso sucede mucho en Europa, en Estados Unidos, sobre todo en sitios donde el clima es más proclive a conservar los muebles de época. A nosotros, el clima tropical no nos ayuda mucho con los materiales deteriorables. Cuando de coleccionismo se trata, es importante destacar (y este es un tema que no se ha tratado todavía), la falsificación. No he oído que se ha aludido en el día de hoy a las falsificaciones, que en el caso de la República Dominicana son extremadamente abundantes, sobre todo si hablamos de objetos indígenas y de cuadros de artistas reconocidos. Hay falsificaciones tan bien hechas, que solo expertos muy sagaces son capaces de reconocerlas. Por eso, un buen coleccionista requiere cierto nivel de especialización. En un libro de arqueología que acaba de salir en París, se estableció un récord: de miles de piezas taínas que contiene, ni una sola es original. La originalidad no pisó la primera base en ese libro, que está circulando en las librerías de Francia. O sea, yo creo que los arqueólogos, sobre todo los especializados en temas primitivos, tenemos la responsabilidad de hablar claro y no lo estamos haciendo. Aquí hay cantidad de colecciones inundadas de falsificaciones. Le preguntan a uno: Yo quiero que usted me diga si esta pieza es original, y uno por delicadeza dice: ¡Está muy bonita! Luego expresan: ¡No, porque era de mi abuelo! Y yo sé que hace 20 días se

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la habían llevado en venta; o sea, quieren hacer creer una serie de cosas, y eso puede traer una tendencia a degenerar la imagen del taíno. Ahora, si el asunto de la falsificación taína, prehispánica, es grave en Santo Domingo, en Haití es peor. Yo he visto colecciones haitianas donde tampoco ninguna de las piezas ha resultado original. Otro tema que debemos considerar son los despistes de las fechas de tasación. Hoy, cuando las personas ven un objeto que tiene más de cien años (por ejemplo, una moneda de oro), les entra una especie de vértigo y exageran los precios. Recuerdo que una vez estuve en la ciudad de Taxco, en México. Me levanté temprano en la mañana, salí a pasear y me encontré con un niño que llevaba una campanita de cobre y me dijo que la vendía. Le pregunté yo: “¿Cuánto?” ¡Diez dólares! Y yo dije, ¡pobre muchacho, lo voy a engañar! “Bueno, ¡pásame mi cosa!” Y cuando voy, había cientos de campanitas de cobre. A cualquier cazador se le va una buena pieza. Lo mismo sucede con los sables gallitos, sobre todo en el Cibao. Quienes los venden dicen que todos los sables eran de un general, no saben de quién. “No, este sable era de un general”. “Pero, ¿cuál?” “No me acuerdo, pero era de un general de la Restauración”. Y es que, al parecer, los tenientes y los capitanes y los soldados pelearon con las manos peladas. Finalmente, deseo dejar en el ánimo de los presentes que el afán de guardar, de conservar amorosamente, no es signo de apego codicioso a las cosas, ni al valor pecuniario que representan. Antes, más bien, es prueba de respeto por lo que se ha utilizado,

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por lo que forma la historia de nuestras vidas y de las generaciones que nos precedieron. Desde esta perspectiva consideramos la actitud del coleccionista, su amor por los objetos. A través de ellos se siente, también, amor por la vida, lo cual nos lleva a otra importante cuestión relacionada con la ética, como se dice ahora, con la responsabilidad social del coleccionismo, y es lo referente a la conservación de las piezas para evitar que estas se degraden o destruyan. Los objetos de colección son como nuestros hijos y, por tanto, nunca se les debe hacer ningún daño; más bien cuidarlos y protegerlos, ya que todos tenemos la obligación de conservar la herencia cultural recibida y transmitirla al futuro para disfrute de las nuevas generaciones. De tal forma, los coleccionistas tenemos el compromiso moral de preservar o de prever también el futuro de nuestras piezas y asegurar su conservación y seguridad, facilitando que las mismas pasen a un particular responsable o a una institución cultural pública o privada, como es el caso del Centro León, una institución que vele por la preservación de las piezas como si aún estuvieran en nuestras manos. Yo he visto con pena bibliotecas de amigos, profesores brillantes, escritores o historiadores dominicanos que han hecho esfuerzos tremendos por formar sus bibliotecas, y cuando mueren, a los quince días, los libros están en la calle El Conde; o sea, los venden de una manera increíble. Lo mismo sucede también con muchas colecciones. En caso de que no puedan ser vendidas y pasar a coleccionistas cuidadosos, lo mejor sería que se donaran o se vendieran a los museos, tanto públicos como privados, que garanticen su conservación.

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Giovanni Bonarelli Muchas gracias a doña María Amalia León de Jorge, que me invitó a participar en este foro. Cuando me expresó quiénes eran mis compañeros, le dije: Pero, ¿usted no estará equivocada? O sea, ¿usted no quiere que yo hable de la colección de mi papá? Y ella me dijo: Yo quiero que hables de tu colección como joven. Se me ocurrió preparar una presentación sobre mi experiencia coleccionando y cosas que he aprendido, de manera tal que yo pueda, quizás, transmitir como joven aprendizajes que he tenido en los últimos tiempos. Creo que todas las colecciones tienen una historia, y la mía comenzó a mis 17 años. Me fui a estudiar a Estados Unidos y siempre me encantó el arte, desde joven. A los quince años visitaba con mucha frecuencia, al igual que mis padres, la galería de Lyle O. Reitzel. Mi papá es coleccionista y yo siempre estuve rodeado de arte. Finalmente, cuando llegué a Estados Unidos para estudiar, con la mensualidad que mi papá me mandaba, decidí comprar mi primera obra de arte. A esa edad conseguí en una galería en Dallas un pequeño dibujo de Roberto Fabelo, que siempre me encantó. Llamé a la galería y le dije a la galerista que estaba enamorado de ese dibujo y me interesaba adquirirlo. Ella me dijo que le enviara mil quinientos dólares y que tendría el dibujo. Le pregunté que en cuántos pagos y me dijo que instantáneamente. Le referí que yo era un joven coleccionista, que era estudiante y estaba enamorado de la obra. Al final, terminé haciendo pagos de 150 dólares y, luego de

Las colecciones tienen historia; el valor de las obras no se determina por el tamaño; el enfoque es crucial para una colección; las colecciones son vivas; hay que tener paciencia, ser curioso; y el ojo se educa. Espero con estas palabras incentivar a los jóvenes para que coleccionemos. 43


cuatro meses, tenía mi primera obra de Roberto Fabelo, la cual puse en mi dormitorio. Hice un sacrificio: dejé de tener un ingreso, pero así comenzó mi colección. Otro aprendizaje muy interesante que obtuve fue con el pintor José Rincón Mora. Hay una mala idea o percepción de que las obras de arte valen por el tamaño y eso es algo totalmente falso. Rincón me lo enseñó a una temprana edad. Fui a visitarlo, a negociar una obra para mi hermano Guille y otra para mí, y cuando ya estábamos cerrando el negocio, él me dijo los precios de las obras. Le pregunté por qué la mía, siendo más pequeña, costaba más, y me contestó: Porque tú sabes que esa es mejor. Y es que, desde muy temprana edad, siempre traté de educar mi ojo, de forma tal que pudiera saber cuáles son las buenas obras de un artista y tratar de aprender. Porque un artista, al igual que todos nosotros, pasa por épocas muy buenas, así como por épocas que no son tan productivas. Y yo creo que, como coleccionista, siempre he tratado de ubicar las mejores épocas de los artistas que me gustan y tener las obras de esos artistas en sus mejores momentos. Algo que siempre he tratado de practicar es el enfoque. Creo que una colección debe tener un enfoque, un tema, combinado con lo que creo que es más interesante. Yo decidí, desde joven, que quería enfocarme en tener obras de artistas latinoamericanos y no concentrarme solo en artistas de la República Dominicana. A través de estos veinte años, he tratado de orientar mi colección. Aunque tengo muy pocos artistas, poseo, sin embargo, muy buenos ejemplares de ellos, y varias piezas de cada uno. Eso es algo que le da forma a la colección.

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Mucha gente que se enfoca dice: Yo quiero tener un Roberto Matta de muy alta calidad, como el que se observó en la exposición del señor Isaac Rudman. Eso es algo que cuesta mucho dinero. Hoy en día, me pueden corregir, esa obra tendría que ser un Matta de finales de los años veinte o principios de los treinta, donde se ubican las piezas más valiosas de ese artista. Pero también podríamos conseguir un Matta de los años ochenta, que vale mucho menos. Algunas personas, con tal de tener un Matta, adquieren uno de los ochenta. En mi caso, si voy a tener un Matta, quiero que sea una de sus obras más valiosas, de principios del siglo XX. De lo contrario, no lo compro y uso ese dinero para comprarme, por ejemplo, un buen Julio Larraz o un buen Roberto Fabelo y, cuando pueda, dentro de mi medida, pues compro un buen Roberto Matta. Con cada uno de los artistas de mi colección he hecho eso. En el caso de Vic Muniz, a quien conocí cuando estaba estudiando en Washington, yo duré como catorce años para comprar mi primera foto suya. Es decir, no me apresuré, yo sabía que quería una foto en específico y casualmente pude adquirirla, y creo que eso es un mensaje importante; como jóvenes coleccionistas, debemos tener una meta e ir trabajando hacia esta. Algo en lo que también creo y que he practicado es que las colecciones son vivas. Para mí, coleccionar no es acumular cosas, o sea, comprar cuadros y guardarlos. Cuando comencé a coleccionar, con diecisiete años, no tenía los recursos que tengo ahora, aparte de que el gusto mío a los diecisiete es diferente de este a los treinta y

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siete. A través de los años, he ido entrando y sacando piezas de mi colección; piezas que en cierto momento no me gustan y las vendo para comprar otras. Una vez entré en la Galería Marlborough y me empeciné en que quería comprar una obra de Julio Larraz. Me hice amigo de la directora y le pedí un tour por las facilidades y, ya en el almacén, saqué seis Julio Larraz. Luego llamé a cinco amigos míos y así pude lograr una buena oferta. Uno de esos hermanos está aquí. Esta es una obra de Firito, de Robert y una mía, y así pude lograr un buen lote. Acordamos seis pagos por las obras, con la salvedad de que yo sería el último en pagar pero el primero en elegir. A través del tiempo, he ayudado a amigos míos, que ya tienen confianza en mí, a desarrollar y crear sus propias colecciones, y la verdad es que, cuando voy a la casa de mis amigos, me da igual placer verlas, aunque no sean de mi posesión. Algo que he aprendido también es que en el coleccionismo uno no se puede desesperar. Aprendí eso con una obra de José Bedia. Buscando en Internet, veo la obra y que la misma está en la Galería Ramis Barquet. Como conozco a la directora, la llamé y le dije que estaba interesado en esa obra, pero lamentablemente se acababa de vender poco antes de mi llamada. Sin embargo, mantuve la idea de que esa obra debía pertenecerme. A los nueve años de ese suceso, la galerista, ya retirada, me llamó para preguntarme si todavía estaba interesado en aquella obra de Bedia. Ni siquiera le pregunté el precio, solo le dije que me enviara la obra a Miami al otro día. Esa historia nos indica que en el coleccionismo uno no se puede precipitar, siempre hay tiempo. Por otro lado, considero que un coleccionista es alguien rico en curiosidad, no necesariamente en dinero. Hay una mala idea de que coleccionar obras de arte es cosa de personas mayores o adineradas, y yo creo que no es así. Creo que uno puede comenzar como yo comencé, haciendo un sacrificio por algún lado; luego fui coleccionando poco a poco y a lo largo de veinte años he ido acumulando obras. Algo que yo creo, además, es que el ojo se educa desde muy temprana edad. Mi papá siempre coleccionó obras de arte, mi mamá se aseguraba de que en nuestros viajes siempre visitáramos los museos. No es, por tanto, una casualidad que todos en mi familia coleccionen. Aunque soy el más ávido en ese sentido, todos coleccionamos y nos encanta el arte. Nosotros tenemos la responsabilidad de pasar eso a la próxima generación. En mi caso, con mi hijo Giovanni, siempre lo pongo a ver obras de arte. En resumen, las colecciones tienen historia; el valor de las obras no se determina por el tamaño; el enfoque es crucial para una colección; las colecciones son vivas; hay tener paciencia, ser curioso; y el ojo se educa. Espero con estas palabras incentivar a los jóvenes para que coleccionemos.

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Osvaldo Brugal León Quiero agradecer al Centro León y a María Amalia León de Jorge por invitarme a participar en este importante evento sobre coleccionismo. Voy a hablar sobre mi experiencia en la colección de obras; sobre mis motivaciones como coleccionista y sobre algunas obras que forman parte de mi colección. En ese orden de ideas, debo decir que mis inicios como coleccionista aficionado se remontan al año 1985, en que adquirí mis primeras obras. Más adelante, en 1990, conocí a quien hoy es mi esposa, Mercedes Gassó. De visita en su casa, tuve contacto con la colección de su padre, don Juan Gassó, y esa experiencia me hizo percatar de que las obras que yo había adquirido hasta entonces no se acercaban al estándar de una verdadera colección, por lo que me deshice sistemáticamente de muchas de mis primeras adquisiciones y comencé a construir mi propia colección, a comprar verdaderas obras de arte. Luego de mi matrimonio con Mercedes y del nacimiento de nuestra hija, María Gabriela, el coleccionismo se convirtió en una pasión compartida, sobre la cual hemos construido nuestro propio patrimonio artístico. En lo particular, tengo una especial predilección por el artista visual Darío Suro, a quien se considera como uno de los creadores dominicanos más respetados. Suro fue un gran renovador, por lo que vemos en su recorrido artístico la presencia de varios períodos temáticos o estilísticos, que incluyen el período mexicano o de realismo racial, matizado por la influencia de los grandes muralistas que Suro pudo

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conocer durante su estancia en México, como es el caso de Diego Rivera. También está el período de los desnudos; el de las muñecas; el período de los números, caracterizado por la presencia de diversos símbolos en sus obras. Igualmente se destaca la creación de paisajes de La Vega, su provincia natal y su fascinación por la pintura de caballos, de la que hizo una importante serie de 15 piezas. Nos hemos interesado en adquirir obras de la serie de los caballos, de la cual poseemos tres en la actualidad. Pero es importante destacar las dificultades para localizar la totalidad de las piezas que componen esa serie, pues salvo las tres que están en nuestra colección, más una que posee mi suegro, otra que pertenece a doña Amelia Vicini, y una que recién vi en el Museo de Arte Moderno, no puedo precisar dónde se encuentran los restantes caballos de Suro. Además de esa serie del pintor vegano, en nuestra colección poseemos obras suyas de otros períodos de su quehacer artístico, como del ya mencionado período mexicano, el de las muñecas, de los números, y de su producción paisajística. De los artistas inmigrantes, tenemos una colección que incluye a José Vela Zanetti, José Gausachs, Ángel Botello (en su época haitiana) y Eugenio Fernández Granell. De este último tenemos una colección muy interesante. En lo que respecta a la escultura, nuestra colección cuenta con piezas de Domingo Liz, Luichy Martínez Richiez, Alberto Ulloa, Gaspar Mario Cruz, Joaquín Ciprián, Manolo Pascual y Fernando Botero. De los latinoamericanos, tenemos a Roberto Ossaye, Oswaldo Guayasamín, Wifredo Lam, Daniel Torres; también de un pintor cubano muy bueno, René Portocarrero; Amalia Peláez, Lyonel Laurenceau y Bernard Sejourne. Para finalizar, quiero evocar algunos detalles del legado pictórico de Puerto Plata, mi provincia natal. Puerto Plata ha sido la cuna de tres grandes artistas visuales dominicanos, todos ellos formados en la Academia de Pintura San Rafael: Rafael Arzeno, fundador de la academia; Jaime Colson; y Luis Oscar Romero. De ese trío, el menos conocido localmente es Romero. Sin embargo, a mi juicio, se trata sin dudas del mejor artista dominicano. Pocos artistas poseían o poseen una técnica tan compleja como moderna. Luego de formarse en la Academia de Arzeno, Romero partió hacia Nueva York, y en esa ciudad vivió y se desarrolló como artista. Algunas de sus obras han sido adquiridas por importantes coleccionistas europeos y norteamericanos. Romero murió a los 61 años, en esa ciudad donde pasó toda su vida adulta y donde su trascendente obra vio la luz. Yo he tenido el privilegio de conseguir (a través de su familia principalmente) numerosas obras de Romero, las suficientes como para hacer todo un estudio monográfico sobre este excelente y desconocido artista nuestro. Por el momento, se trata de un proyecto pendiente, pero la posibilidad de llevarlo a cabo es, indudablemente, el resultado de esa gran pasión que es el coleccionismo.

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José Antonio Caro Gracias al Centro León y a María Amalia León de Jorge, que nos entusiasma y nos hace trabajar un poquito a todos. Yo les quiero decir que nací coleccionista. Yo nací y crecí en la casa de mi padre, un gran coleccionista y, más importante, un mecenas, pues la época en la que desarrolló su trabajo arquitectónico, coincidió con la llegada de un grupo de artistas españoles y del renacer de la pintura dominicana. Él fue un gran comprador de obras y ayudó mucho a las personas a las que veía futuro para que trabajaran obras dentro de los edificios que él hacía. De manera que yo me crie en una casa llena de arte, compartiendo con esas personas que allí iban. Más adelante también tuve la suerte de que una de las aficiones de mi padre era la arqueología. Ahí conocí a Manuel García Arévalo, que era asiduo visitante de nuestra casa. Por otro lado, debo decir que yo compro lo que me gusta. No compro ni para enriquecerme, ni para vender, y en ese sentido, tuve la suerte de encontrarme con una buena persona en el camino, que es mi esposa Rosalía, que comparte esa afición conmigo y me ha ayudado mucho, porque ella tiene mejor ojo que yo. Ella es la que siempre decide qué hacemos y qué no hacemos: si a ella no le gusta, no se compra; si a mí no me gusta, no se compra. A veces me tuerce un brazo y yo compro y luego me doy cuenta de que me ganó de todas maneras porque ella tenía razón, así que tengo esa suerte.

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Ya hemos hablado mucho de arte, de arte pictórico, de escultura y de coleccionismo, por lo que yo les voy a hablar un poquito de sillas. De mis sillas, mis miniaturas y cómo yo me hago de ellas. Las miniaturas las consigo fácilmente. La primera vez fue en un viaje de negocios que hice a Barcelona y fui a ver la zona de Montjuïc, donde estaba la feria de 1929 y la reconstrucción del Pabellón de Barcelona, diseñado por Mies van der Rohe, que fue un hito en la arquitectura moderna. Fue un edificio que rompió todos los esquemas y en especial en la feria, porque fue un edificio totalmente diferente, moderno. En el espacio de tiendas que siempre tienen, encontré dos miniaturas y me llamaron la atención inmediatamente. Compré dos sillas que me permitieron descubrir, luego, el Vitra Museum, que es un museo en Alemania. En Alemania, alrededor de 1920, tuvo lugar la creación de la Escuela de la Bahaus, un grupo de artistas muy importante, que cambió totalmente la arquitectura. Formaron a una gran cantidad de artistas. Allí no se enseñaba una sola rama, se enseñaba todo. Había arquitectos, pintores, escultores, tipógrafos. Ahí se formaron arquitectos de la categoría de Walter Gropius, el director Mies van der Rohe, Moholy Nagy, Piet Mondrian. Al llegar los nazis, todos ellos salieron huyendo de Alemania para Estados Unidos, y fueron los que crearon el movimiento moderno de arquitectura. Gropius fue profesor de la escuela de Harvard; Mies van der Rohe fue a Chicago y de ahí salió esa gran cantidad de arquitectos.

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Esa gente no se concretaban a diseñar el edificio, sino que diseñaban el mobiliario también y muchas de las sillas, como una que Frank Lloyd Wright diseñó para un edificio que se llama Johnson Wax, de la compañía de Johnson. Esa silla era parte del mobiliario, junto a los escritorios, archivos, etc.; todo lo diseñaba Frank Lloyd Wright. Igual lo hicieron Le Corbusier, Mies Van der Rohe y los demás arquitectos de esa etapa. Lo que me llama la atención de esas sillas es la calidad del trabajo que tienen. Son sillas idénticas a las normales, son representaciones de sillas comunes, que se pueden comprar en cualquier sitio. Sin embargo, entre ambos tipos hay una diferencia, que tiene que ver con la escala entre unos y otros, y es que hasta los tornillos fueron hechos a semejanza de lo que son en la realidad. Yo comencé con dos sillas y terminé como con 150 que tengo en la actualidad. Están en mi oficina, las veo todos los días, no dejo que nadie las use. En ese sentido, poseo una famosa silla Charles Eames, la cual tiene una historia bien simpática: Cuando nació mi hijo José Antonio, mi primogénito, mi padre me regaló un dinero y lo primero que hice fue comprar esa silla, que todavía conservo. De modo que esto es una pasión que, como dije, comenzó a desarrollarse luego de descubrir el Vitra Museum. El edificio donde se ubica este museo fue diseñado por Frank O. Gehry. Ellos coleccionan los muebles diseñados por arquitectos y diseñadores famosos de muebles. Los tienen en una exhibición, además de que fabrican muebles de otros diseñadores. Lo de las miniaturas comenzó como un proyecto con el objetivo de recaudar fondos para el museo. Esta iniciativa ha sido emulada por otros museos, como el Museo de Arte Moderno de Nueva York o el Metropolitan, que tienen una tienda donde, en vez de hacerte las copias de los cuadros en lienzo o en papel, hacen sillas iguales a la original. Para terminar, escribí hace unos meses al museo para ver qué de nuevo había salido, porque prácticamente he agotado la colección y, para pesar mío, me dicen que ya les está dando mucho trabajo continuar, porque se les están yendo los artesanos que fabrican las sillas, nadie las quiere hacer y no están saliendo sillas nuevas. Hay otras sillas que consigo en lugares distintos, como una que compré en el Museo de la Pedrera, en Barcelona, y que fue diseñada por Gaudí. También tengo amigos que me regalan sillas pequeñas, en miniatura, cuando se enteran de que las colecciono. Si hay alguno que tiene este tipo de objeto, me lo puede mandar, que con mucho gusto lo recibo y le pongo el crédito.

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Juan Manuel Portela Gracias al Centro León, gracias a María Amalia León de Jorge y a todo su extraordinario equipo de trabajo por este memorable seminario. Para formar una colección desde sus inicios es recomendable sumergirse en el mundo del arte, estudiar la historia del arte universal. En mi caso, profundicé e investigué sobre la historia del arte dominicano. Es necesario compartir criterios que estén en el mundo cultural, asistir a exposiciones y visitar museos, así como también ferias de arte. De esa manera se madura poco a poco, cosa que ayuda para poder elegir obras con un criterio responsable. Es importante hacerse acompañar de asesores, curadores, críticos de arte, galeristas de vasta experiencia y compartir con otros coleccionistas, con la finalidad de concebir una colección con coherencia curatorial. Se debe procurar lo más posible acercamientos con los artistas para entender mejor sus obras y qué persiguen. En el caso de los artistas fallecidos, tener acercamientos con familiares y amigos cercanos del artista, que ellos te pondrán al día. Respecto al acercamiento con los artistas, este puede hacerse de muchas formas: haciéndose amigo de ellos, yendo a su casa, invitándolos, ellos te invitan a ti, y poco a poco tú vas adentrándote en ese mundo, en ese arte que ellos crean. Por ejemplo, el otro día estuvimos en la casa de doña Rosalía y don Tony Caro y allí tuvimos una fabulosa exposición del artista Jorge Pineda. Eso fue increíble y forma parte del compartir con el artista y conocer qué piensa, y conocer qué tiene en su mente, en el mundo de él y cómo él transmite todo eso a través de su arte. Es indispensable trabajar con restauradores profesionales para que, con sus habilidades especiales, intervengan la obra lo menos posible, con la finalidad de preservar su originalidad. Cuando entra una obra a la colección es como si entrara un nuevo miembro de la familia. En la colección que estoy formando, trato de elegir obras emblemáticas de cada uno de los artistas que integran la colección, o sea de las mejores obras que fueron capaces de crear. De esa forma, la siguiente obra que se incluya será capaz de fortalecer el resto de la colección. Uno de los puntos importantes a considerar es no confundir la pasión con la ansiedad. Es recomendable actuar sin apresuramiento a la hora de elegir una obra, con el fin de investigar su procedencia, así como también su originalidad. Busco que sea una obra que me atrape y me guste lo suficiente como para poder convivir con ella.

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Finalmente, pienso que una colección pasa a ser responsable cuando su creador, más que un placer, es capaz de compartirla con los demás. De ahí nace la motivación de exhibir esta muestra en este maravilloso centro cultural, el Centro León. Reitero mi intención de encender una chispa para estimular y promover el coleccionismo de presentes y futuras generaciones en torno a las creaciones de los artistas dominicanos, propósito que incluso conlleva el mensaje o provocación de que sean develadas y difundidas otras colecciones nacionales desconocidas o casi secretas en ámbitos privados. Hay que llamar a la reflexión pues a través de las obras de los artistas realizamos un acercamiento a la cultura, las costumbres o tradiciones de nuestros pueblos. Por eso la acción de coleccionar rescata obras que, de otra forma, estarían destinadas a desaparecer. Por lo tanto, me siento orgulloso de aportar un grano de arena en ese importante tesoro cultural que es el arte dominicano. El arte es amor. Sin el arte el amor no existiría.

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El coleccionista tiene esa pasiรณn, le gusta la obra, probablemente no tiene un conocimiento total de lo que estรก adquiriendo, pero hay algo que le atrae, hay un misterio, un detalle particular que le llama la atenciรณn. Y por eso adquiere la obra.

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Sección IV

Diálogos

Paula Gómez

directora de la Galería ASR Contemporáneo Muchísimas gracias al Centro León por la invitación a este seminario, que ha sido un evento extraordinario, muy enriquecedor para todos; tanto para nosotros, los agentes del arte, como para el resto de los participantes. Se nos han planteado tres preguntas para, de una manera u otra, intentar un diálogo, una reflexión acerca de lo que representamos dentro del arte. Yo entiendo que ha habido una especie de evolución desde que la figura del curador entró al ámbito de las artes visuales y, en ese sentido, voy a invertir el orden de las preguntas que nos han propuesto. Entiendo que es preciso iniciar por: ¿Cuál es el papel del comisario en el ámbito de una colección privada?

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Tengo la experiencia de haber trabajado inicialmente en el Museo de Arte Moderno, hice mis pininos allí en la parte curatorial y de investigación y, de entrada, en la curaduría de una gran exhibición, Dimensiones heroicas, con Sara Hermann. Fue una exposición de enormes dimensiones para nosotros, un equipo pequeño, pero gracias a la colaboración de todos los coleccionistas privados a los cuales tocamos las puertas para visitar sus colecciones pudimos hacer esa labor de selección, de curaduría, que es lo que realmente significa la palabra: escudriñar dentro una gran colección de obras y determinar cuáles se articulaban con el discurso que queríamos presentar al público. Por ahí estamos empezando a definir cuál sería nuestro papel. Es, luego de investigar, poder interpretar, y que esa interpretación, esa visión, llegue a un público mayor para enriquecerlo. Si las exposiciones fueran montadas, a lo mejor, como se hacía hace 50 años, donde el artista hacía su producción y simplemente llegaba al espacio y ponía las obras una al lado de la otra, el sentido se constreñiría a la diversidad de la producción del artista. En cambio, cuando entra el curador a interactuar con el artista y a proponer visiones diferentes, eso va a permitir que haya una mirada diferente evaluando la producción artística. Así pasa con un artista y pasa con una colección también. El coleccionista tiene esa pasión, le gusta la obra, probablemente no tiene un conocimiento total de lo que está adquiriendo, pero hay algo que le atrae, hay un misterio, un detalle particular que le llama la atención. Y por eso adquiere la obra. Sin

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embargo, de la mano de un curador, el coleccionista podrá profundizar en el discurso total que contiene la obra, investigar desde un punto de vista histórico los temas que está tratando ese artista y, de una manera u otra, la colección incluirá diferentes miradas. En ese sentido, tenemos la labor de investigar, de conceptualizar, de documentar y de materializar el proyecto expositivo. Asimismo, la figura del curador dentro de una colección privada da la posibilidad de que el coleccionista acceda a obras, a artistas, a ideologías, a formas que hasta ese momento no conocía porque, de repente, esa no es su profesión. Su profesión puede ser, por ejemplo, manejar una empresa, mientras que el curador le puede traer las obras de diferentes artistas para enriquecer el legado que el coleccionista ya tiene, para complementarlo. Yo digo que los curadores somos todólogos, pues además de acompañar psicológicamente a los artistas y establecer un diálogo desde el punto de vista estético, también tenemos que armar la exposición, conceptualizarla y definir cómo va a ser ese diálogo entre las obras que serán expuestas, en el caso de que sean obras pictóricas, ya que también podemos curar otros tipos de colecciones. Luego viene todo lo que tiene que ver con el trabajo de publicación: la redacción de los textos, etc. En fin, hacer que la exposición sea muchísimo más potable para el público. En el arte contemporáneo, los curadores tenemos una misión mucho más amplia, ya que este contiene lenguajes totalmente diferentes, y debido a que no tenemos un público totalmente educado, necesita que se le proporcionen ciertas claves. De

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igual modo, los curadores tenemos que ver con el personal que va a trabajar dentro de una exposición y hacer todo el trabajo de coordinación. Es decir, para un comisario, la exposición no es solamente un trabajo puntual; es un trabajo muchísimo más global, que va a incorporar diferentes elementos. En cuanto a la interrogante de cómo afectan los contextos a los contenidos de las colecciones, pues es muy importante en ese sentido toda la labor de investigación sobre el contexto en que se gesta o se crea una obra de arte. Hay que especificar cuáles fueron los elementos que se movieron alrededor de esa producción, desde el punto de vista histórico, político, social, cultural y, obviamente, de la biografía del artista. Con esto se complementa y enriquece lo que se va a exponer y, naturalmente, lo que colecciona una persona. El curador necesita una visión y un conocimiento bastante amplios. Tiene que estudiar mucho, no solamente arte, sino también lo que está ocurriendo en la realidad del momento para establecer las diferentes relaciones y conexiones que habrá dentro de las obras en las colecciones. Hay que definir un marco teórico a la hora de armar la colección, determinar los temas que se van a tocar y cuáles son los artistas que representan de una manera u otra esos temas escogidos. Hay que tener ese ojo educado para determinar cuáles son las obras de calidad que estarán dentro de esa exhibición y, en caso de que queramos complementar la colección de un artista, también tener ese ojo para proponer nuevas adquisiciones de obras.

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En el caso del arte contemporáneo, para nosotros es muy importante la visita al estudio, conocer realmente todo lo que envuelve a esta obra que se está creando (o sea, ese acercamiento humano), tener un trato de mucha cercanía con el artista. Luego, resulta importante establecer todos los parámetros que va a cubrir la exhibición de esa colección en específico. Yo entiendo que la curaduría es un subsistema dentro del sistema del arte, donde todo tiene que estar coordinado. El sistema de relaciones que se pretende establecer dentro de ese conjunto articulado no solamente será por similitud de lenguaje o similitud de discurso, sino también tenemos que ver si hay yuxtaposiciones, si se oponen diferentes obras, diferentes discursos, diferentes ideas, diferentes formas, diferentes conceptos dentro de las obras que estamos exhibiendo. Algo muy significativo para nosotros es el trabajo de colaboración entre curadores o el hecho de establecer redes de trabajo. Esto nos permite conocer cuáles son las obras que hay en diferentes colecciones y si podemos sumarlas para crear una exposición todavía muchísimo más rica. Asimismo, entiendo como algo importante la sensibilización de los coleccionistas acerca del carácter filantrópico que puede adquirir su colección, es decir, cómo puede apoyar a artistas para alcanzar becas, que estos se fortalezcan con diferentes estudios, hacer residencias, etc. Es decir, que también se puede ejercer esa labor de mecenazgo tan necesaria en países como el nuestro. En ese sentido, podemos ver que el coleccionismo es una actividad medular. Respecto a la pregunta que nos hacen sobre si se cura una colección, aquí, en el Centro León, tenemos la colección de Juan Manuel Portela Bisonó, la cual es un ejemplo de que, en efecto, las colecciones se curan. Los especialistas que han trabajado en ella, Danilo de los Santos y Sara Hermann, han hecho todo un trabajo de investigación. En uno de los folletos de la colección, podemos apreciar cómo se han ido estableciendo los diferentes ejes sobre los que está sustentada dicha exposición. Esa labor de curaduría nos habla del nivel de profundidad que podemos encontrar dentro de esta colección, así como los diferentes temas que se están abordando y cómo se han agrupado las obras con relación a estos conceptos y estas claves que los curadores han propuesto. En ese sentido, si nosotros contraponemos la idea de esta exposición, tan bien articulada, a un grupo de obras que no tienen ningún tipo de eje, podemos concluir que hay un mayor nivel de enriquecimiento para el público en estas exposiciones curadas que en los casos de exposiciones espontáneas, en las que simplemente se coloca una obra al lado de la otra. Para finalizar, yo entiendo que, fundamentalmente, nuestra labor es interpretar la colección, crear, problematizar y expandir todos los contextos.

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Marianne de Tolentino

directora de la Galería de Bellas Artes En primer lugar, mi agradecimiento al Centro León una vez más, porque el Centro León es, para mí, el paraíso del arte. Es algo único, no solamente en la República Dominicana. Adonde sea que uno vaya, uno recuerda el Centro León, y ustedes saben que soy absolutamente sincera. Quiero hablar sobre la concepción que tengo en general del coleccionismo dominicano y después diré algunas palabras en cuanto a lo que pienso que puede ser un curador en una colección, pero advierto que todo será una aproximación abstracta. Si bien es cierto que en el coleccionismo dominicano existen varios contextos, una vertiente fuerte y establecida, con una práctica de décadas, es la de colecciones que optan por figuras mayores del arte. Sin embargo, no se limitan a algunos creadores magistrales. Pueden apasionarse por uno en particular, por ejemplo, Paul Giudicelli, Eligio Pichardo, Ramón Oviedo, Jaime Colson, en la pintura; o Antonio Prats Ventós, Gaspar Mario Cruz y Luichy Martínez Richiez, en el caso de la escultura. Entonces llegan a conformar colecciones, pequeñas y medianas colecciones dentro de la gran colección. Existe en los coleccionistas un deseo compulsivo o razonado, a veces las dos cosas juntas, de absorber la historia del arte dominicano moderno en etapas sucesivas. Lo

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consideramos, también, una suerte de sueño largo tiempo acariciado y al fin realizado. Hay piezas de colección que refieren a un período más conocido o difundido, no solamente respecto a los dominicanos, sino también a artistas caribeños y latinoamericanos. Tenemos coleccionistas aquí que poseen muy buenas piezas de América Latina y el Caribe, aparte de las dominicanas. Pero las hay también que expresan un gusto y una capacidad de ver especiales en el buen coleccionista, a menudo más sutiles en las obras de particular impacto. Esa sensibilidad, en nuestra opinión, caracteriza el coleccionismo más puro y significativo. El coleccionista dominicano manifiesta sus preferencias, se adhiere, para la adquisición, a ciertos criterios estéticos y suele incluir la representatividad del cuadro o la escultura. Otras obras de arte constituyen una revelación y, posiblemente, una meta o una búsqueda tenaz de parte de quienes la lograron conseguir, o es una oportunidad especial que, de repente, se presenta con algún curador. Globalmente, pues, el arte moderno y los valores en ascenso constituyen el grueso de las colecciones dominicanas, pero la apuesta por el futuro y las tendencias contemporáneas ganan terreno sigilosamente, sobre todo entre los coleccionistas de menor edad, impulsados por galerías igualmente jóvenes y por el mismo contacto con los artistas. La pintura sigue siendo, de lejos, la expresión dominante, aunque la obra sobre papel, incluyendo la fotografía, y aun el video, en años recientes motiva un interés creciente; un movimiento que solo puede alegrarnos

En el coleccionismo institucional ya es diferente, porque en realidad necesita de una curaduría; una curaduría compleja, exigente, realizada por especialistas formados. En ese caso, repito, la curaduría sí es necesaria, porque hay además un acceso público a la obra. 61


y que se corresponde con la tendencia internacional, ya que el coleccionismo tiene que avanzar en el tiempo. Cabe señalar, también, que los precios cada vez más altos de la obra de arte nacional y latinoamericana y la aparición de la especulación, han desplazado socialmente a las colecciones de la clase media y de los intelectuales, que fueron los primeros coleccionistas en Santo Domingo. Parece lejano y romántico el tiempo en que escritores, teatristas y poetas, como el poeta nacional Pedro Mir y también el poeta y dramaturgo Máximo Avilés Blonda, reunían obras plásticas de sus padres, igualmente pobres. Felizmente, observamos una evolución, porque es normal que uno quiera adquirir obras de artistas como Paul Giudicelli o de José Rincón Mora quien, aunque es difícil decir que es el más grande artista que haya tenido la República Dominicana, es al menos uno de los tres o cuatro más grandes. Sin embargo, es necesario tener en cuenta a la gente joven, ya que siempre estamos hablando de gente joven, de ayudar a los creadores jóvenes, pero hay que ver si en la práctica esto se hace. Pienso que los coleccionistas con su buen ojo, su deseo de perfilarse hacia el provenir y de descubrir, pueden jugar un papel esencial en ese apoyo al arte joven dominicano. Me refiero a los artistas menores de 40 años, por ejemplo. El coleccionismo es una suerte de adicción y cuando se trata de coleccionismo personal, la obra está encerrada en el apartamento, en los depósitos, en fin, en el marco íntimo del coleccionista. Por lo que me parece que el coleccionista personal puede prescindir de una curaduría: él se deja guiar por su gusto, por su instinto. A menudo (no sé si lo hay tanto aquí, pero en el exterior hay parejas de coleccionistas que se aconsejan mutuamente) hay familias de coleccionistas; incluso aquí, hemos visto que también entre los coleccionistas dominicanos hay una tendencia familiar y entre los coleccionistas internacionales más conocidos también hay ese componente familiar. Por lo tanto, si es una colección personal, íntima, yo no veo tan necesario el papel de curador. ¿Curador? Bueno, diríamos, más bien, proveedor, diríamos consejero, porque esa palabra de curador es una palabra peligrosa, una palabra que aquí tiende a emplearse mucho. En realidad, la curaduría es una actividad muy compleja que no significa solamente seleccionar, escoger, sino toda una responsabilidad en cuanto a la museografía, en cuanto a escribir los textos. De modo que, en el caso del coleccionismo privado y personal, yo pienso que uno puede hablar de proveedor y uno puede hablar de consejero.

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En el coleccionismo institucional ya es diferente, porque en realidad necesita de una curaduría; una curaduría compleja, exigente, realizada por especialistas formados. En ese caso, repito, la curaduría sí es necesaria, porque hay además un acceso público a la obra. ¿Qué significa acceso público o acceso al público? Significa que la colección debe tener un propósito educativo. En consecuencia, hay que pensar en ese aspecto cuando se seleccionan las obras. A esto se añade el tema de la difusión y la protección del arte dominicano; protección en el sentido de tenerlo, presentarlo, restaurarlo. Esa responsabilidad aumenta todavía más cuando se trata de un museo estatal. La situación, en ese sentido, es grave, porque para que pueda haber una curaduría y un coleccionismo estatales, tiene que haber una responsabilidad frente al pueblo, frente a las personas que van a visitar un museo. Para que esas personas puedan conocer y apreciar su arte, hay que hacer algunas concesiones, incluso en aspectos de curaduría, sobre todo con el arte contemporáneo, para que este pueda ser más accesible. Creo ya haber hablado demasiado. Esos fueron algunos conceptos de una nocuradora de coleccionistas, que solamente ha intervenido en colecciones para preparar una exposición, la de Celeste Woss y Gil, que fue una antológica retrospectiva, pero mi labor consistió en seleccionar en una colección, no intervenir para que los coleccionistas adquieran un nuevo cuadro.

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Mildred Canahuate

directora de la Galería de Arte Arawak Ante la pregunta de si los contextos afectan los contenidos de las colecciones, considero que estos son determinantes en los contenidos porque hay que tomar en cuenta que el arte de ayer no es el arte de hoy, pero también hay que observar otros factores, como son: el estado de ánimo del coleccionista, la situación económica, las prioridades del momento, las personas con quienes se relaciona y también algo más importante, y son las etapas por las que pasa un coleccionista, que yo digo son tres: el inicio, la madurez y el cambio. Me dio mucho gusto escuchar a Giovanni Bonarelli conversando porque ahí uno se entera realmente de cómo un coleccionista que inicia su colección por su cuenta va madurando y va cambiando con el tiempo. Él mismo lo dijo: compró una serie de obras y al final se percató de que esas obras no representaban lo que él quería en su colección y fue saliendo de esas obras. Igualmente lo dijo Osvaldo Brugal, cuando él llegó a la colección de don Juan Gassó, vio que realmente lo que estaba comprando no era coleccionable, eran simplemente obras, cuadros. Yo comencé en la época de los años ochenta, la cual, junto a los noventa, fue una época muy buena. Para nosotros, fue una época de efervescencia en el arte, fue una época extraordinaria porque surgieron las galerías más importantes después de Nader; surgió Deniels, Art Nouveau, y había también una generación nueva, la generación del ochenta, que fue una generación de ruptura. Estos muchachos se encargaron

Con relación a la pregunta sobre si se cura una colección, leí una publicación donde se señala que “una billetera abultada no hace al coleccionista, solo al comprador de arte. Lo que caracteriza a un buen coleccionista no es su capacidad de gasto, sino su compromiso con el arte”. 64


de crear un grupo importantísimo donde se hacían exposiciones permanentes y actividades, había una gran cantidad de exposiciones. Estaba Casa de Bastidas, que muchas veces presentaba tres exposiciones al mismo tiempo. Había una suerte de competencia entre los mismos coleccionistas, que generaba interés entre ellos; estaban muy enfocados en comprar el arte de los maestros, esas obras emblemáticas de José Vela Zanetti, José Gausachs, y se producía cierta competencia. Era un período que uno realmente disfrutaba porque el arte estaba en su mejor momento. Aparte de eso, también había coleccionistas que se interesaban mucho por los muchachos jóvenes que surgían, y menciono el caso de don Jesús Fernando López Gil, que era un visitante asiduo a las exposiciones antes de que se inauguraran. Don Jesús, cada vez que se iba a inaugurar una exposición importante de un artista joven, llamaba a las galerías y previamente seleccionaba las obras que él quería para su colección. Luego vino el llamado boom de las financieras y de los bancos, quienes demostraron un gran interés en convertir en activos la adquisición de las obras de arte. Eso cambió 15 o 20 años después, pues los bancos comenzaron a retirar esas obras de sus espacios, sustituyéndolas por la publicidad de sus productos y servicios. Pero volviendo a esa época, también hay que señalar el surgimiento de un grupo de decoradores, que empezaron a decorar las viviendas; surgió un grupo de fotógrafos que promovían la fotografía, la cual fue sustituyendo a las serigrafías. También surgieron jóvenes empresarios muy interesados en el arte, pero al no tener la suficiente capacidad monetaria para comprar, se decantaron por la fotografía, o

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bien compraban reproducciones. Esto afectó un poco el mercado en ese momento, pero surgieron otras cosas buenas, como fue el inicio de las compras en subastas, las compras de arte online y una serie de ventajas que tienen ahora los coleccionistas, que no necesariamente deben movilizarse hacia los espacios para comprar una buena obra de arte. Con relación a la pregunta sobre si se cura una colección, leí una publicación donde se señala que “una billetera abultada no hace al coleccionista, solo al comprador de arte. Lo que caracteriza a un buen coleccionista no es su capacidad de gasto, sino su compromiso con el arte”. Usted puede tener un curador en su exposición, o en su colección, pero un coleccionista que tenga la experiencia, que tenga ya el ojo y que haya madurado suficientemente, como lo han hecho el señor Juan Manuel Portela Bisonó y muchos de los que están aquí, puede curar su propia exposición. Lo que sí necesita, a lo mejor, es alguna asesoría, como decía Paula Gómez, para que quizás le indique o le recomiende algunos artistas que no están en su colección. Para concluir, lo que quiero es simplemente felicitar al Centro León y a su equipo por este magnífico evento y, al mismo tiempo, felicitar también al señor Juan Manuel Portela Bisonó, por haber cedido al público y a todos nosotros la oportunidad de poder disfrutar de esta hermosa muestra. Gracias al mismo tiempo a todos los coleccionistas, porque a través de ellos y de este coleccionismo serio que han desarrollado, nosotros tenemos la garantía de que nuestro patrimonio artístico será rescatado y cuidado.

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Gamal Michelén

presidente de la Asociación Dominicana de Críticos de Arte Voy a comenzar dando un consejo a los que manejan el poder, los que manejan el Estado: teníamos la esperanza de que si un partido liberal subía al poder, los recursos destinados a la actividad cultural iban a ser notables, pero lamentablemente no ha sido así. Los liberales no han invertido tanto en la cultura como se esperaba. Entonces quiero contar a la gente que maneja el poder una anécdota que cito con mucha frecuencia: Federico de Prusia, cuando le contestó a Maquiavelo, le dijo que las naciones nunca fueron más grandes que cuando sus gobernantes entendieron que hay que apoyar las artes y las ciencias. Nadie recuerda a Grecia por la guerra del Peloponeso; quien va a Grecia, va al Partenón. De igual manera, quien piensa en Luis XIV, no piensa en las cosas que haya hecho o dejado de hacer, sino en que apoyó a Molière y a Versalles; y se recuerda que él contrató a André Lenôtre para hacer un jardín infinito y que hizo la Galería de los Espejos. No importa que Madame Pompadour fuera la amante de Luis XV; ella protegió a Denis Diderot para que hiciera la Enciclopedia. En ese sentido, esos personajes son recordados por sus aportes a la cultura. A propósito de esto último, vale citar el ejemplo de los Médici, que hicieron de Florencia el centro del mundo. Florencia era un entorno pequeño. Sin embargo, alcanzó una impresionante influencia en el mundo occidental. En ese mismo orden, quiero citar algo contemporáneo: yo conocí Bilbao en los ochenta. Era una ciudad poco atractiva, una ciudad industrial. ¿Saben lo que ha puesto a Bilbao en el mapa? Un museo, un hecho cultural que cuando se construyó fue criticado muchísimo. Incluso Jorge de Oteiza, un individuo con tanta visión, dijo que jamás en la vida una escultura suya sería puesta ahí. Al final la introdujo. ¿Saben por qué? Porque ese museo ha puesto a Bilbao en el mapa del mundo. Estoy hablando, claro está, del majestuoso Museo Guggenheim Bilbao, diseñado por el gran arquitecto Frank O. Gehry. Hay que entender que la cultura tiene retorno espiritual y retorno material. Un millón de personas visitan Bilbao cada año y gastan en hoteles y en restaurantes. Entonces, fue algo que valió la pena. Lo digo en el contexto de lo que Delia Blanco mencionaba: el sector privado (y en eso alabamos al Centro León y a muchos más) se ha apoderado de este nicho. Por otro lado, en lo que tiene que ver con el coleccionismo, considero también que coleccionar es una pasión, es una pasión tan real, que ha dado nombre a una patología: el Síndrome de Stendhal, haciendo alusión a este escritor francés, quien refiere haber sentido una conmoción al contemplar El éxtasis de Santa Teresa. Una historia

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parecida a la de Stendhal, ya en el plano ficticio, es la que cuenta la canción A la sombra de un León, que nos habla de un baturro que va a Madrid y se enamora de la estatua Cibeles, y está tan locamente enamorado, que se va al Corte Inglés y ahí roba un anillo para pedir matrimonio a la estatua. Era tan contagiosa su patología que un taxista que pasa al final, jura que vio a La Cibeles llorando cuando se llevaron al hombre. O sea, lo que produce el arte en el ser humano es una pasión. Por eso, cuando paseaba por la colección de Juan Manuel Portela Bisonó, a quien agradecemos muchísimo lo que ha hecho, comprendí que hay dos maneras de hacer una colección, dos formas que podemos asimilar a dos grandes museos: El Louvre y el Prado. El primero surge en la época del enciclopedismo, la época de Jean Le Rond D’Alembert y de Denis Diderot, por lo que, con su vocación enciclopédica y pedagógica, es el mejor museo del mundo. No hay un museo más enciclopédico que el Louvre. El Prado, en cambio, es una pinacoteca pasional. Ambos, sin embargo, son museos formidables. Y con esto, sustento lo que quiero decir a los coleccionistas: señores, coleccionen lo que ustedes quieran. Uno puede hacer una colección centrada en un artista, o en varios artistas, y eso está bien, porque nos gusta lo que nos gusta. Pero si lo que se quiere hacer es una colección equilibrada para exhibirla en un contexto pedagógico y enciclopédico, también es válido.

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Danilo de los Santos crítico de arte

¿Cómo afectan los contextos a los contenidos de las colecciones? Los afectan, de una u otra manera, es decir, los contenidos son afectados sobre todo por el efecto de los cambios. ¿Se cura una colección? La respuesta es indudablemente afirmativa. La curaduría es un concepto nuevo, diferente al de comisario o al de conservador. Este último es el que protege o conserva las obras que están en una institución, mientras que el comisario es la persona que se elige para que lleve una exposición a alguna parte o elija a un grupo de artistas para que concurran como representantes de un país en una bienal. Yo me cuestionaba sobre si realmente podía calificarme como curador, hasta que Mirna Guerrero me hizo ver que, en efecto, tanto ella como yo hemos trabajado en diversas exposiciones precisamente como curadores. He tenido la suerte de haber crecido y desarrollado al lado de muchos artistas, sobre todo militando en el grupo Fiordano, apoyado por gente como Monseñor Roque Adames, don Héctor Incháustegui Cabral, Aída Cartagena Portalatín, el arquitecto José Antonio Caro, María Ugarte, es decir, personas que realmente me encausaron y me abrieron sus colecciones. Recuerdo que una vez se presentó la oportunidad de una beca para estudiar restauración en México, con el patrocinio de la UNESCO. Estuve tentado de ir, pero yo soy

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de los que consulto, así que fui donde Prats Ventós y María Ugarte y les pregunté si yo podía estudiar conservaduría. Me contestaron que no, que tenía que ser una persona más dispuesta, más exquisita, con mayor dominio. Entonces le tocó a Orlando Menicucci, que es uno de los mejores restauradores de este país. Prueba de ello es una obra magistral que se cuelga en el Museo Catedralicio de La Vega. Después de mi crecimiento en el arte, producto de muchos retos que he tenido que encarar, un día me llamó Monseñor Roque Adames, durante el proceso de formulación de la Plaza de la Cultura de Santiago, y me encargó la tarea de organizar cuatro exposiciones sobre los cien años de la pintura en Santiago de los Caballeros, con el apoyo del Grupo León Jimenes y el Banco Popular. A partir de ese reto, se creó la oportunidad de trabajar, posteriormente, con el Centro León, de formar parte del grupo que ideó e hizo posible dicha institución. Por otro lado, la oportunidad de trabajar en un proyecto tan fresco como la exposición de la colección de Juan Manuel Portela Bisonó, fue una experiencia increíble. Se trata de un proyecto provocador, a partir de un experimentado y entusiasta coleccionista a quien había que controlar, porque coleccionar es para él una obsesión. La experiencia de curaduría de la exposición fue un trabajo conjunto de un gran equipo; un equipo muy cohesionado. Es una exposición que rompe las normas expositivas por la novedad, por el montaje, por la sincronía temática y las provocaciones. Es una exposición completa, que me ayudó a convencerme de que tengo algo de curador.

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Pero, independientemente de esas actividades, también soy coleccionista. Tengo, por ejemplo, una colección de 60 fotografías del maestro Domingo Batista, 80 fotografías de Apeco, de Wifredo García, de Jorge Morel, de muchísimos otros fotógrafos; ellos las dejan abandonadas y yo me las apropio. Tengo, además, grabados, lienzos, dibujos, y diversas cosas de cuya existencia a veces me sorprendo. Toda mi casa está repleta de cuadros. Porque el coleccionismo es una pasión, una pasión intensa, incontrolable a veces. Coleccionar es, en ese sentido, una actividad de mucha relevancia, tanto en lo personal como en lo colectivo. En la República Dominicana, la historia del coleccionismo puede ser dividida en tres fases: 1) La fase eclesiástica, ya que las iglesias y los conventos son los primeros museos de esta isla. 2) La fase familiar, ciudadana o privada, que es la más vital. 3) La fase institucional, que es la que tiene que ver con las instituciones oficiales y con las instituciones privadas, como es el caso, por ejemplo, del Museo Bellapart y del Centro León. Es muy significativo que esa dimensión institucional privada incluya a todas las ciudades del país. Me alegró mucho ver que Osvaldo Brugal mostrara una obra de Rafael Arzeno, que realmente es el fundador de la Escuela Puertoplateña. Es una recuperación que incluso uno la puede apreciar en la colección de Juan Manuel Portela Bisonó, algo vital, una obra extraordinaria. En tal sentido, considero que es sumamente importante la existencia de los coleccionistas privados. Nos llena de orgullo que el señor

¡Qué bueno que existan coleccionistas! Coleccionistas mayores y coleccionistas jóvenes y coleccionistas institucionales, porque estos coleccionistas representan la verdad frente a los enemigos del arte dominicano.

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Isaac Rudman sea un ciudadano de este país y esté considerado uno de los grandes coleccionistas, con obras prestadas sobre todo a la exposición de Wifredo Lam que se celebró en el Centro Pompidou y ahora mismo en el Museo Reina Sofía. Pero también hay una cantidad de coleccionistas establecidos, como los Caro, o como los Muñoz, que tienen una colección de esculturas increíble. Tengo un amigo, un personaje extraordinario, que tiene una colección de Ramón Oviedo, de Ada Balcácer, una colección de esculturas. También hay coleccionistas de fotografías, coleccionistas de grabados, etc. ¡Qué bueno que existan coleccionistas! Coleccionistas mayores y coleccionistas jóvenes y coleccionistas institucionales, porque estos coleccionistas representan la verdad frente a los enemigos del arte dominicano. En ese sentido, creo que noso-

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tros tenemos cinco o seis enemigos del arte dominicano: la parentela familiar de los artistas, que muchas veces dificultan el acceso o descubrimiento de sus obras; los decoradores; los medios de comunicación, las revistas sociales, que en muchos casos marginan a los artistas de sus portadas o contenidos; los falsificadores, conjuntamente con aquellas galerías que validan su trabajo; y finalmente, podríamos considerar como enemigo del arte al propio Estado dominicano. Respecto a esto último, quiero citar una frase del famoso galerista Michael Findlay, quien dijo que “los gobiernos tienen que saber que el arte es una necesidad social, no un lujo”. Quiero citar también a Damián Bayón. Él dice que el arte es amor, se siente en carne propia o no se siente. Es una frase lapidaria: usted tiene que sentir el arte como siente el amor, y ya sabemos todos lo que hace el amor.

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Collecting is that: a mirror that keeps extracting from our inner self that unknown, which starts being known and visible through the requirements and rigor that a collection demands from us, widening the limits of our knowledge, making continuous decisions that at the same time inform us of our preferences; And then, those inevitable reflections that penetrate into the last rooms of our blood. 74


The passion of

COLLECTING

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Welcoming words by María Amalia León de Jorge, Director at Eduardo León Jimenes Foundation and Centro León. On behalf of the León family, the Eduardo León Jimenes Foundation, the entire Centro León work team and my own, we welcome you to this Seminar on Collecting. I want to express my deep gratitude to the distinguished panelists, collectors, art critics, curators and friends who have gathered today at this meeting, many of whom have come from the city of Santo Domingo. Thank you for the effort of coming to share experiences and knowledge about the idea and practice of collecting. At the opening of the 7,300 días en la colección de Juan Manuel Portela Bisonó exhibition in April 2016, we expressed that the collector is, in addition to a promoter of artists and curator of his own collection, a temporary viewer of the works he treasures. For Centro León, collecting is a fundamental piece of its cultural puzzle. It is essential to organize the thoughts around it in order to learn and support ourselves on it, and thus undertake in a better way the cultural paths we seek to thresh together with our people, sowing in the community, the love for the works of the spirit and care for their authors. We know that collecting is not only the remuneration for the work of artists and support of artistic inventiveness; it is the human companion, the moral support to the creative production, it is the respect and appreciation for a specific work. But also, it honors a job and the dignity that job, of the artists, deserves in society.

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In addition to this social function, collecting is one of those human actions with greatest educational mark in its realization. This conception, proposes that every being keeps in its interior, a wealth of virtues and possibilities and that education would be the exteriorization of all that potential which we carry inside. The educator would thus be a facilitator who leads the process by which, he who learns, exports to the social world the treasures of his intimate humanity. Collecting is that: a mirror that keeps extracting from our inner self that unknown, which starts being known and visible through the requirements and rigor that a collection demands from us, widening the limits of our knowledge, making continuous decisions that at the same time inform us of our preferences; And then, those inevitable reflections that penetrate into the last rooms of our blood. This seminar seeks to learn more about the personal and institutional practice of collecting in our country, its inspirations, its forms and constitution modalities, its impact on the artistic community, as well as exploring the best ways in which this important job can socially serve the cultural cause of betting on a better nation. On behalf of the León family, the Eduardo León Jimenes Foundation and Centro León, we reiterate our deep gratitude for this event. Thank you, from the heart for believing in art and our artists and accepting our invitation. To start this event, on the first part of this seminar we have the intervention of an exceptional collector, a man, who along with his wife, Betty, has been included since 1998 by the prestigious publication Art News as one of the


200 most important art collections in the world. Isaac Rudman has become that figure of universal collecting, due to an impressive collection of Latin American art, and specifically Caribbean art. What began with a Latin American numismatic collection, then became a methodical and rigorous collection of art, especially masterpieces from Mexico, Cuba and the Dominican Republic. This work of works continues today its fabulous development.

Section I Magisterial Conference To make Collections. The Rudman collections. Conference by Isaac Rudman Responding to the kind invitation of the friends of Centro León, I have accepted with pleasure to talk about what has been my passion throughout my life: collecting. In order to guide the collector or who plans to be a collector in the future, while reviewing certain works, I found in a small booklet titled The Collector’s Handbook the following information: “If you are the collector or plan to be in the future, your first priority must be to develop an honest awareness of where you intend to evolve during your life as a collector, this, in addition to your instinctive predilection.” The text concludes by pointing out the main reasons that lead people to collect. These are: Knowledge and learning. Relaxation and stress reduction. Personal pleasure, which includes appreciation for beauty and pride of possession. Social interaction with colleague collectors and other people. Competitive challenge. To earn recognition from other collectors and non-collectors. Altruism. In that sense, many of the great

collections are, with strong determination, donated to museums or institutions. Desire for control. Nostalgia and / or connection with history. Accumulation and diversification of wealth, which will provide, on the long run, a higher level of security and economic freedom. All these considerations must be analyzed and understood by collectors. Among the experienced collectors there is a saying “first buy the reference book and then the object”. It is very important to know what you buy; you cannot take it because the colors go with the furniture in the living room, or because you like a detail. The good collector must know where he spends his money. When I was young in Cuba, I tried to venture into philately. Then, for many years, work kept me away from the activities of collecting. One day, visiting a friend, he showed me a group of old Haitian coins that he had acquired and at that moment the collector who had been sleeping for a long time reactivated in me. I have always liked history and the intimate relationship it has with numismatics; this combination created a passion in me that for over 40 years has remained unchanged. Many wonder if a collector is born. All of us, at some time in our lives, have treasured some object, perhaps without any importance, just for the fact of attracting our curiosity. However, for some, the act of collecting awakens a passion that becomes an obsession. On the internet I found some curious examples: there is a collection of Barbie dolls composed of more than 15,000 pieces; another of back scrapers, with 665 pieces and holder of the Guinness Record; another of bags of seasickness with 6,016 pieces coming from 1,142 different airlines. Another man collected wasp nests. There was another one who collected toothbrushes with more than 2,000 different brushes. Also one that collected Pokémon dolls, with more than 16,000 of them. And what for me was the last straw, there was one

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who collected lint that came out of his navel and with which he has filled four medium jars. As you will understand, there is no limit to the human imagination. Is the collector an addict? I have asked this question to many collector friends and all have answered: yes, he is. For me, to a large extent, to be a collector is to be a hunter: the most important thing is the next prey. While the persecution lasts, the level of adrenaline that runs through your body is incredible, but once the object is obtained you lose the excitement of the search, but luckily soon another article will appear that awakens your passion. As I mentioned earlier, my first great interest was numismatics: coins, bills, medals, etc. Later, I became interested in philately, pre-Columbian Taino objects, Dominican, Haitian, Cuban, American recognition decorations, old documents, maps, old bottles of black glass and I do not know how many more things. Some years ago my wife, who is here with us, said to me: “your coins are stored, nobody sees them, why don’t we collect something that we enjoy together?” And as an obedient husband, we started in art. We began to visit the auctions of Latin American art that took place twice a year in New York; We also started visiting galleries, art fairs and most importantly: museums. During this journey, we have tried to refine our interests. It is important to visit the exhibitions of the artists you like. This way you will understand how they evolved until creating their own style that makes them innovative and makes them exclusive artists. Those who know, say that to achieve an important collection of art you must have a good eye, good taste and, of course, resources. We think that sometimes it’s a matter of luck because, if we had a good eye, we would not have escaped works that today have immense economic value, but at the time we did not like them. We have always thought that, if we made a mistake, it should have been a mistake we could have live with, since we liked it, and not

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with aberrant works that we would never have been able to hang in our house. I still remember when a lady, gallerist from New York, invited us to see an exhibition of works by the famous English painter Francis Bacon. I do not know if you are familiar with his work. They are totally distorted figures. At that time they were being sold for two hundred, three hundred thousand dollars, while today they are worth over ten million dollars. As you can see, in this case we followed our taste and we erred by not buying some of these works and so there are many other anecdotes. There are many aspects of collecting that cannot be overlooked, such as, for example, patronage, which consists of supporting artists. You can also buy art as an investment and here I add that, for us, that was never the reason to buy. However, if today we sold our works the reality would be that they have been a fabulous investment. Another very important aspect for the collector is knowing where to buy and where to sell. Long ago, there were great opportunities, either buying at auctions or from art dealers. However, today the commissions of auction houses, which charge the buyer, have risen from what was 10% to 25% paid on the final hammer price. This high charge has distorted the market, and auction houses. For this reason, so that the final price to the buyer is not so high, they try to get the seller to accept a very low initial bid price. This is good for the buyer, but very bad for the seller. At this moment I think it is better to buy in the galleries and also try to sell through them, even if they do not pay you until the work is sold, but you can always negotiate prices directly without the rigidity of an auction. As a rule the galleries offer a 20% discount and maybe more. Everything is negotiable in the art world. If you are going to sell works through an auction house, they try to charge all kinds of expenses and commissions, but if the work is especially good and, above all, of high value,


then the conditions can be negotiated, ranging from not paying commission for the sale or any of the other expenses that they normally try to apply. Nowadays, electronic media is revolutionizing collecting. It is no longer necessary to attend auctions, since they can be viewed from your computer or from your cell phone in real time and prior registration to participate in them. On the other hand, other resources have been created like eBay, which allow you to access thousands of collectible items that you can buy immediately or you can participate with bids in their virtual auctions. Here I make a brief parenthesis to tell you an anecdote related to my wife Betty: on our trips, she made me walk for days through antique houses looking for the little cups of Demitasse that she collected. Luckily, after walking a lot, there were two or three that she liked, but when I discovered eBay, I saw that there were always up to 4,000 on sale, without any effort, and at all the imaginable prices. That was my baptism on eBay, getting to buy more than 400 cups for Mrs. Betty, until one day she gave me an ultimatum: not one more. But as a compulsive buyer I kept buying these cups for my daughters, until they did not want more either. You have to understand that times change, things get easier and, at the same time, more dangerous for buyers, that can get out of control, as in my case, in which I currently have 5,165 purchases made on eBay. The reason why we decided to collect Latin American art is very simple: in our family we have Venezuelans, Cubans, Colombians, Panamanians, Dominicans and North Americans, so it was obvious that we considered forming a Latin American collection, in which we would try to include the consecrated masters from different countries and, if possible, get works from different stages of their artistic life, in order to have a better idea of their trajectory towards glory. But the original purpose has been somewhat distorted, since

today, at least, a third of the collection is made up of Cuban avant-garde painters. Not everything is pleasure for the collector. When he specializes in areas such as numismatics and philately and, to a lesser extent, in all other variants of collecting, he has the responsibility to preserve the works, study, classify, and research to preserve the history that those objects are witnesses of. Personally, my greatest satisfaction as a collector of the philatelic and numismatic history of the Dominican Republic, has been to rescue from all corners of the world, these articles that were scattered, and return them to where they should have always been: in our country. To conclude, I want to tell you about an experience that marked my vision of what it is to be a collector. Many years ago, during a visit to the British Museum, I got them to take me to the vault where, under incredibly controlled conditions, philatelic collections, including the Dominican one, are preserved. The stamps seemed as if they had just been printed. When I asked the specialist that accompanied us, using cotton gloves, about the origin of these stamps, he answered that they had been acquired shortly after being produced, around 1875. I asked him where I could buy those materials and he answered that they had been developed by themselves so they would not contain any chemical that, over time, could react and alter these delicate pieces of paper and added: “Our mission is to keep these items forever.� These words gave me a new vision of what being a collector meant. The idea of keeping something forever is not something we usually think about, which led me to the conclusion that, in reality, we are guardians responsible for the integrity and preservation for the future of these jewels that we treasure today. Some time ago, I read that a good speech is the one that has the beginning and the end very close. Sorry I let myself be driven by the passion and not achieve that goal. Thanks to my grandson David Lalo, who accompanies us,

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and who prepared, very quickly, the exhibition of the photos. May we continue to enjoy the passion of being collectors.

Section II Round Table: Reflections on the collection of works of art in Dominican Republic María Elena Ditrén, director at the Museum of Modern Art First of all, let me thank Centro León for the invitation to be part of this panel and congratulate, of course, this wonderful initiative that invites us to think and rethink the situation of collecting in the Dominican Republic. In my particular case, I will briefly address the theme of the collection of the Museum of Modern Art; starting from the premise of why to collect and how the collection is being made. Regarding the fact of collecting, the French academic and writer Maurice Rheims said that the taste of collecting is like a game played with utter passion. Further, we could say that it is a kind of feeling between necessity and fascination that encourages the collector to possess the beloved object, as Mr. Rudman said, in a cyclical process that concludes and restarts with each acquisition, because the act of collecting itself is more than mere accumulation from that rebellious and creative self that characterizes, according to psychoanalysis, the personality of the collector. And collect, in a figurative sense, objects that incite his passion and fascination. It is this vital drive between desires and feelings that makes the human being a collector by nature. Everyday objects, artistic, symbolic and patrimonial items are collected; objects full of meanings that are de and recontextualized and re-semantized within the collection itself, traditionally seen as a sign of status,

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identity, added to its aesthetic function linked to the image and taste of the time. The artistic object in its mercantilist aspect is also an investment, which is neither on the sideline nor does it disdain from its fundamental trait. In the particular case, a person collects mainly by passion and, although it is true that there are common characteristics, each collection has distinctive aspects according to the personality and particular taste of each collector, traits that make it unique and different, image and self-portrait of its creator. The case of institutional collecting is different. In our own, state collecting, in which the answer to that ‘why’ goes beyond the borders of the individual, passion and particular taste, to respond to social issues and cultural needs. Among them is the work of preservation and value enhancement of the artistic heritage of the nation, highlighting its importance as a cultural asset and as a heritage asset for being a testimony of the people’s lives, their creative capacity, the people and their history, as well as its economic value, which makes it an important common good, making all movable and immovable property part of the wealth of the nation. To this work as custodian of the museum and of the state institutions that have made up collections, is added that of contributing in the development, promotion and diffusion, as well as the promotion of the art and the artists of the collection. In the case of the Museum of Modern Art, composed of 1,541 works, it constitutes the most important official collection of visual arts of the Dominican Republic. Most of them come from donations, prizes from national biennials and acquisitions, with fundamental works that are icons of Dominican art. Chronologically, the collection of the Museum of Modern Art began in the late nineteenth century specifically with a work of 1896 and comes to this day with the recent revenue of the 28th National Biennial of Visual Arts. Some of these works, from before the 70s, entered


the collection of Museo de Arte Moderno as a cession of the Fine Arts Gallery. The change of name in 1992 from Gallery to Museum of Modern Art affects the appreciation and role of this institution, now with a new mission proper of museum institutions, such as acquisition, conservation, exhibition, research, education and dissemination of heritage. Unfortunately, in a general sense, the State’s cultural policy does not contemplate a procurement program that meets clear criteria, being the public policy of acquiring works of art that allows the enrichment of the patrimonial heritage of the State, practically non-existent. In the case of the Museum of Modern Art, and of museums in the traditional sense of the term, despite the epistemological debate that arose in the museological field, especially as a result of the emergence of the virtual museum and in the context of this new reality, the fading from the material object now turned into a virtual object, the material presence of the object of art continues to make sense. The importance of the collection is undoubtedly one of the fundamental aspects that underlie the very existence of the museum, making sense from the subject creator or addressee of the material objects that are conserved in it. Therefore, in the context of this exhibition, I think it appropriate to raise the urgent need for a change of paradigm that allows the development of private and institutional collecting with measures that contribute to a market dynamism and the consolidation of state collecting, following the example of many countries in which the best collections are in the hands of the State. This allows the preservation of the cultural heritage, with the important added value of the prestige that these collections provide to the countries that own them, contributing in addition to the tourism and cultural industry development as well as the large income of foreign currency contributed to the gross domestic product of those nations.

In fact, the entire world today values the collections of countries such as Spain, France, Italy, England, Russia and the United States among others and, from these collections, it is possible today to reconstruct their history of art and part of the history of universal art. The great historical and artistic museums of the world would not exist as such if kings, popes, nobles and aristocrats would not have felt that collector’s impulse. With this, I want to highlight the importance and need in each historical moment of visionary people, whose sensitivity allows them to appreciate artistic creation and see beyond the immediate future, constituting themselves as promoters of national art. I therefore finish, retaking the sample that convenes us as the perfect excuse to congratulate and encourage Mr. Juan Manuel Portela Bisonó and all the collectors who are with us today and who generously cede their works for the enjoyment of the public to Centro León, to the Museum of Modern Art and to all the institutions that usually organize exhibitions. I conclude with a phrase by Jean Baudrillard, in which he refers to the unfinished character of every collection, by stating that the presence of the final object would mean the death of the subject because, upon completing his collection, the collector would cease to be the living and passionate man he is, thanks to something that is much more than just a hobby. Abil Peralta, Cultural Advisor to the Chamber of Deputies of the Dominican Republic It has been a new component of the history of Dominican art, the fact that, just a decade ago, the National Congress and, specifically, the Chamber of Deputies, opted for the decision of forming an art collection. Many people, journalists, writers, have approached me to ask what the motivations were that led to the curatorial design or the

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design of a curatorial protocol for this collection to become a reality and my conclusion has been as follows: They definitely do not know the history of the National Congress, because when the architect Guillermo González, designer of what is historically known as the Palace of the National Congress and the entire exhibition center, or Centro de los Héroes today, designed the Palace of Congress, it was conceived as an architectural and cultural site for art, which is why, from 1955 onwards, we observed that the friezes and reliefs of the Palace surroundings are the authorship of the master Domingo Liz and modeled by the sculptor Antonio Toribio, both deceased. But the good thing about the Permanent Collection of the Chamber of Deputies is that it obeys strictly legislative mandates on the constitutional roles of the National Congress that are: the legislative, the oversight and the representation. Within the axis of representation, in 2007, the president of the Chamber of Deputies at the moment, Julio César Valentín, after a passionate conversation with his friend Miguel Cocco, made the decision of promoting institutional collecting in Dominican Republic. That motivation arose because, when I joined as an advisor to the Chamber of Deputies, in one of the elevator areas we found three large pieces of fabric covering an elevator that was damaged. To our surprise, it was the famous work Los Esclavos, by Fernando Peña Defilló. It turns out that when I explored all the memorabilia there, in the Chamber of Deputies, I was able to see that there was a great reserve of works of art from all genres, which were totally abandoned. One of these reserves is a collection of three large photographs signed from the Aybar Workshop, corresponding to the school of Eduardo Rodríguez Urdaneta. Our friend Mayra Johnson, during a guided tour was very surprised to find them. In addition to this discovery, we always saw some portraits that

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were at the entrance to the hall of the National Assembly. We consulted the historian Euclides Gutiérrez Félix and he told us that they looked like characters from the Restauración war. In fact, when we sent the portraits to the General Archive of the Nation, they confirmed that they were characters of that historical deed with the important addition that they were the authorship of George Hausdorf. With that arsenal of works that were gradually appearing, I developed the curatorial design to articulate a collection for the Chamber of Deputies, which has had a great impact on the dynamics of the institution. I remember that the deputies walked through the immense marble halls of the Palace of Congress in a hurry, accelerated. However, after the curatorial design was put into effect, the spirit, the temperament and even the pace of the deputies’ movement changed. As a result of these changes, we designed a collection based on the thematic. Each of the themes of national life that are present in our permanent collections, have to do with the rhythm of the Chamber of Deputies and the National Congress. For example, we acquired an impressive work by Daniel Henríquez, and we placed it in a room that was called the Hall of Death because it was where different types of citizens came to try to arrange interviews to solve political or economic problems. When they came across the work, say sedative, of Daniel Henríquez, their temper calmed. So many works were acquired and, nowadays, I can affirm that we have the largest collection of mural painting works in the country. The process of acquiring many of these works was the result of a real international hunt, as was the purchase of the work by José García Cordero, which the friend Lyle O. Reitzel had in an itinerant exhibition in Paris. I invited him to know that we needed that work, precisely that work. And the work is now in our collection. But the collection could not remain without a


work by Manuel Montilla, or Alonzo Cueva, residents of Madrid, for what we managed to capture in the market and acquire them. However, there are some small frustrations, for some works that are not in the collection. For example, we do not have Gilberto Hernández Ortega, since everything that passed through our hands were forgeries, except for a certain moment when the friend Juan José Mesa presented us with two magnificent works that had previously been in an auction, where Rudman was. So were Fernando Báez and other collectors. Then we spent three months in conversations to incorporate it into the permanent collection, but obviously he found a better offer and sold it. There was also another one on paper and he also sold it. I want to conclude by highlighting something very important. All styles and aesthetic currents that influence the evolution of Dominican art history are represented in the collection. The collection covers from the beginning of the 20th century until the most recent incorporation, which was the contemporary section, that includes artists such as Jorge Pineda and Inés Tolentino. But we have not stopped there, since we have recently incorporated a section of sculptures, including a magnificent Bismark Victoria, intervened by the artist Pascal Meccariello. Finally, I can publicly declare that it is the most visited public art collection in the country since children, teachers, adolescents, and elderly people from all over the national territory visit it. This is entirely financed by the Chamber of Deputies. I would like to conclude by dedicating my presentation to the collector Violeta Martínez, recently deceased, founder of the Porcelain Museum.

Mari Pili Bellapart, representative of the Bellapart Museum In the preface to Jaime Colson’s book, it is argued that “the collector extracts and prints special meanings and gives internal and relative coherence to features of the material culture that through that particular attention arouse weaknesses, tastes, fashions and worries otherwise inconceivable”. Sometimes, a collection begins without a definite purpose: in 1961, following the death of Trujillo they persecuted Dionisio Pichardo and he needed money to flee the country. My father acquired two works of his authorship, which were the first two works in the collection. They were small format works with a theme of popular religiosity in an Encaustic technique. He acquired them out of friendship, since Dionisio Pichardo was a great friend and also sold works of art. Another reason is investment. My father thought it would be a good investment and he decided to buy a new art work every month. He was enthusiastic and the purchases multiplied, while advancing his knowledge in art and his friendship with artists. Sometimes the artists themselves came and offered him their own works. A third reason is the contribution to the development of art. For our family, it is very satisfying to have contributed in the promotion and dissemination of art, both at home and abroad, with the traveling exhibitions of different painters. How to make a collection? Sometimes it is the desire to own something unique. A work of art in a collection has a part of the author’s life inside and also an emotional part of the owner. When a unique work appears, we must seize the opportunity and acquire it. Buy what you like: the art world is something extraordinary, you have to be aware so you can take advantage of the circumstances and buy what you really like because if you do not, you will lose the opportunity of having that work in your

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collection and that is a permanent challenge. We must have the support of the family: at the beginning phase of the collection, my mother played a very important role. She was the niece of Luis Desangles and had a great sensitivity towards art; she grew up in that environment, shared the passion of art collecting and had great interest in preserving her uncle’s works, acquiring them and restoring them so that they would not be lost in time. She was one of the founders of the Art Club of the Dominican Rehabilitation Association, and held exhibitions at the time. To make a collection, you must make a plan of acquisitions, according to your economic possibilities and try to fulfill it. You have to define an objective, start a collection oriented towards an artist, a style, an era, organize sets of works by certain artists or periods and watch their evolution. You have to go out and educate the eye, it is important to visit museums, art galleries and share with directors and artists, listen to comments and learn about art. I remember when I was a child that my dad took us on weekends to buy comics and then he took us to see the works of art. We sat down to read while he was with his artists and his things, in the colonial zone. The Bellapart Collection is oriented towards Dominican art, from precursors such as Luis Desangles, Abelardo Rodríguez Urdaneta; modernists such as Celeste Woss and Gil, Yoryi Morel, Darío Suro to masters like Gilberto Hernandez Ortega, Clara Ledesma, Silvano Lora, Ada Balcácer. It includes a set of works by European artists who were very important in the formation of the National School of Fine Arts in 1942 such as José Gausachs, George Hausdorf, Manolo Pascual, José Vela Zanetti, among others. It also has important works of masters of Dominican sculpture like Luis Martinez Richiez, Antonio Prats Ventós, Gaspar Mario Cruz, with works made between the nineteenth century and the end of the twentieth century. The Bellapart Museum is a non-profit organi-

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zation whose purpose is the conservation, study, exhibition and dissemination of the collection of works of art that it holds. Founded in 1999 by the Catalan businessman Juan José Bellapart, it is entirely dedicated to Dominican art. The collection, which has been assembled since the 60s by the Bellapart family, offers free access to art lovers and is an unparalleled treasure of works of the most outstanding national artists. The Bellapart Museum consists of a collection of 2,500 works and in the permanent room offers a journey through the history of Dominican painting and sculpture from the late nineteenth century to the 80s of the twentieth century, structured in four chronological axes including paintings, sculptures, prints and drawings. It follows a stylistic chronological journey and visitors can learn about the most important movements and currents of Dominican art, starting with academic painting up to formalism and the new figuration of the 80s. One of the main activities of the Bellapart Museum is the organization of exhibitions that make the museum a living place and fulfill its function as a disseminator of the history of Dominican art, as the first private museum of visual arts in the Dominican Republic, opened to the public. In addition to disseminating and preserving its collection, it has developed, during its years of existence, an important program of exhibitions destined to divulge in the country and abroad the artistic production of important Dominican art figures such as Luis Desangles, Alejandro Rodríguez Urdaneta, Celeste Woss y Gil, Yoryi Morel, Jaime Colson, Darío Suro, Gilberto Hernández Ortega, Eligio Pichardo, Paul Giudicelli, Clara Ledesma and the works of Spanish exiled artists of the Spanish Civil War and other European artists. The Bellapart Museum has the most important collection of works of the outstanding master of Dominican painting Jaime Colson. Its transcendence is of national and interna-


tional stature endorsed by the presentation of his works in important museums and galleries over the world. When the project of the Bellapart Museum was already on its beginnings in 1996 an anthological exhibition of Jaime Colson was organized, which has visited important cultural institutions of the world since then. Among the objectives of the Bellapart Museum is to reach all audiences through their educational programs of various kinds, structured according to the publics and their needs: talks with artists specialized in art to meet the demand of professionals of different educational levels and thus offer support to those who want to use their collections as an educational resource; programs of guided visits for the general public, school and university public; artistic training programs for teachers, diploma programs in appreciation of art for graduates in Humanities; visit-workshop programs for families conceived as a weekend activity to bring children into the art world accompanied by their families. Bingene Armenteros, curator of Diario Libre Foundation I’m going to start with something very interesting said by Abby Aldrich Rockefeller who is known as the promoter of the Museum of Modern Art in New York and a very skilled collector with a very good eye. She said: “I believe that art not only enriches the spiritual life, but it makes you more serene, more observant and understanding no matter what time it is born or what it embodies”. I begin with these words because, sitting here at this table, with all these great collections represented here at Centro León and with that magnificent exhibition that we have up there of Juan Manuel Portela Bisonó, definitely, we as a public, by being able to visit it, we are enriching our spirit. These works are enriching the nation and the public that visits it, but that

enrichment does not always begin when you start your collection. Many times, -you can remember-, you began to collect very timidly: you bought a drawing or a small painting, maybe you got excited about seashells or stamps until that moment, when you see a work of art and the hunting begins, as Mr. Isaac Rudman said, you greed it, you yearn it and buy it. When you cross that line, then your true passion for collecting starts, you see with different eyes. Why do we collect? I will mention some of the most important collectors: For example, Peggy Guggenheim, her raison d’être was to collect, because she bought as if it were a religious experience. No different is the case of Francesca Von Habsburg, she collects to satisfy her curiosity and to support new commissions. We also have Uli Sigg, he is the greatest collector of contemporary Chinese art, who does it to have a better understanding of the world. Amir Shariat, to understand himself better, and because he likes hunting. Julia Stoschek, to feel closer to the artistic process and, from what I think I learned from Mr. Isaac Rudman, I believe that he collects because of a passion, a competitive challenge, so everyone has their reason to collect. The life of collectors is as interesting and as important as that of artists. This is a very long topic that we can leave for another moment. Here I was really invited to speak as curator and member of the jury of the Diario Libre Foundation, which in our country has taken a very important initiative. The foundation aims to create an art collection and has started this collection through the Diario Libre Contemporary Art Prize. The award is specifically focused on artists from 18 to 38 years old, in this way they offer these young, emerging artists a unique platform where they can be exhibited, because they do not always have that opportunity. The prizes motivate, promote, encourage, recognize and reward their participants, but this particular award has something beyond: we

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have an approach. The process starts with a visit to the schools. Fernando Casanova, who is also a member of the jury, and I, we visit and encourage the teachers to ask their students and young artists to participate, because we are interested. Fernando always tells the artists: a work that is not seen, it is a dead work and that is true. Sometimes they are a little shy and starting their career and do not dare, perhaps, to present their works in exhibitions or awards, so we motivate them and that is how the process begins. Then, a depuration is done on the internet and, finally, the artists’ workshops are visited or, if they are far away, they bring us their works, images of their works, their dossier to Arte Berri, where we evaluate them and we select the finalists. Finally, with the assembly, the jury meets and open a dialogue that is very interesting, because we always have conflicting opinions. Sometimes we are very in agreement and we know immediately that a certain work is within the alignment that we like and that we consider contemporary and then the winners are selected: one prize and two mentions. This year, the prize was 200,000 pesos and two mentions of 50,000 pesos for each artist. Remember that they are artists from 18 to 30 years old who maybe still have not sold their first work and those works become part of the collection of the foundation. Last year’s winning work is by Franz Caba; Condición Postmoderna is a drawing on paper, exquisite work. The mentions corresponded to Indira Hernández, with hes work Born Sick, and to Bryan Hutchinson, an 18 years old artist, who made an interpretation of Guernica, with his work Nueva York en Guernica. Many of these artists have been helped by the award to boost their career and have already participated in collective or have had their individual exhibitions. It is important that relevant foreign persons see these artists and that they have that contact and a different vision of what is here. Several doors open for them. This is one of the many reasons why the

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award, the foundation and many of the collections also play the role of patronage, because they have direct contact with the artist and open many doors to them and the public in general. I believe that the award and the foundation carry out a very special work, since in addition to opening new doors for artists, they provide press coverage that is almost impossible to achieve: they make a video that is on the website, an interview. They will be there, and that is documented and to us, as public and as collectors, they are also giving us the opportunity to see young artists, whose works we can acquire and also start our collection out there. We can start, perhaps, with some artists of higher recognition and higher prices, and that is why this foundation and this initiative is so important. Delia Blanco, curator and art critic First of all, a big greeting to all those present and a big thank you to the León family, because I have been very involved with Santiago for many years, since I started teaching here in the seventies. It is difficult, after everything that has been said in professional and curatorial terms about the valuation of collecting, to be able to add something. However, something very important that I can say is that a great path that has been made, and suddenly it is as if the arts, and especially the private sector, walked more than the public sector. More than 30 years ago you had to know the families that had works of art, beginner or finished collections in order to really have an idea of what the visual arts are in Dominican Republic. Today, the private sector remains as an open exhibition and is demonstrating here everything which that great treasury of acquiring, accumulating, preserving and disseminating the arts is. For me, for example, it is unthinkable today to meet and see Mr. Rudman for the first time, whom I was always told in a very confidential


way “you have no idea of the works that man has”. I have no longer been able to see here the few images in visual terms as an art critic, but as a European and a researcher. This, for those who study and analyze a society like the Dominican, where the most intrinsic truths of their culture and history are in the imagination, is essential to reach this knowledge of Dominican art, thanks to that extraordinary binomial of the private sector, from a psychoanalytical point of view, as Jacques Lacan said. When we talk about the private sector, we also talk about privacy. So the owner of private art not only gives us what he dreams, but also what he feels, and we have to feel both the strength of what is private and that part of his privacy, in that sense, for us - for me personally -, the gesture is double, triple. Suddenly I see Mr. Rudman as a Jheronimus Bosch: so many things, eclectic, different, multiple. I think I’m seeing a work of Bosco in everything you have taught us. But what must be understood is also that for the critic and for the researcher, a collection is a research space. Therefore, ladies and gentlemen, owners of these collections, it is so important that collecting be for us a permanent and open exhibition. For them I am simply going to refer to two or three anecdotes and I will be very quick: The Bellapart Collection, I got to know it because of Mr. Juan José Bellapart, when he went to Paris to show the work of Jaime Colson, in a UNESCO exhibition. And when I entered that collection all the contribution of that republican, Spanish unit that came to the country and was revealed to me. There one learns a lot about the relationship in lights, movements, colors and in the movement of the artist from the space of execution or his space of origin. Here, in the exhibition 7,300 days in the collection of Juan Manuel Portela Bisonó, I had two very important encounters. It is a bit indelicate to refer to this because he is here, Danilo de los Santos. I saw a work by Danilo de los

Santos from 1969-1970 that is a visual tribute to the Mirabal sisters, but that work has such a specific resonance in the evolution of Danilo’s art, which is, from the perspective of a curator, what we might call a reasoned work. For me, it deserves a serigraphic series, because it is a work that must be seen, must be revealed and must be known. From my French perspective and being specialized in some Caribbean affairs, I also saw André Breton, the founder of the Surrealist manifesto, which for those who investigate the issues of ethics and aesthetics of the Caribbean, has dragged for many years a big conflict with the French-speaking Caribbean people who take surrealism and Breton, with my brothers in Haiti who take over Breton and the Cubans too. Then that blue. That blue which André Bretón writes to Eugenio Granell about and says “through this blue, I have discovered the island”, as if to say: hey, what a great favor you have done me. I was now at the Caribbean Conference of Applied Studies and I left with this: that Surrealist Caribbean is also integrated into the philosophical and visual thinking of Surrealist thought from Breton’s perspective and we have to think about the island as a whole, in the complementary and differential ethical and aesthetic aspects. The people were amazed, even Angela Davis was amazed, let me tell you. Then, a collection contains specific backwaters for researchers and workers of the languages of the arts and of the messages of art as signs of all the spaces silenced by the politically correct or the covered, and not revealed, so necessarily separated. An open collection means that, as we are seeing in the Portela Collection, we enter into another Dominican crazyness and it’s that what is public in this country is led by the private sector; because if I start from the Latin etymology publisis, that is to say people, that is to say society. The ones that are making it reach people and society today, are the private sector, the second contradiction.

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Getting into this contradiction also tells us something very important. That’s why I asked Mr. Isaac Rudman about when we would have his collection here. Mr. Juan Manuel Portela Bisonó is showing his own. There are other collectors who have other works. I believe it is time that, thanks to this private sector that reveals its works and its contents, we arrive at a reasoned catalog of the arts of the twentieth century and early twenty-first century. I also want to point out that a collection never ends, that we are in a country where the collections are still alive, they are not dead heritage, and that I find it very interesting that these dynamics are followed and continue and that, I liked very much within the Portela Collection the opening that there is for contemporary artists as is the case of Jorge Pineda, as well as the artistic confidentiality of Nadal Walcot.

Section III Panel on private collections Manuel García Arévalo I am grateful for the kind invitation of Centro León to participate in this event, which brings us all to reflection and, in addition, to recognize the organizers, the excellence of the exhibitors and the splendor. It seems pertinent to start my presentation by trying to define what a collection is. In my view, it is a hobby to possess, accumulate a certain type of object that motivates our interest or curiosity, whether scientific, cultural, or recreational. The Dictionary of the Royal Academy of the Spanish Language defines collecting in a generic way as the hobby to collect objects or techniques to order them properly. But collecting enters into a certain contradiction because, although it is true that it produces happiness or satisfaction, it also produces certain anxiety and dissatisfaction with the constant desire to hoard new pieces, feeling the sensa-

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tion that our collection will always be incomplete if we do not continue acquiring novel specimens and, in a way, it is better that it be so because maintaining the illusion of increasing or improving it, encourages, gives continuity to the practice and that’s what Delia Blanco was talking about, the unfinished character of a collection. Collecting is as old as art. In a way, Noah was a collector of animal species, though by divine command; the Egyptian pharaohs were buried in the pyramids with their collections of favorite objects; the Romans transported to Rome large amounts of admirable works of art, mostly from Greece. They, who professed a great interest in culture, were also great collectors. Often auctions took place and traders of all kinds abounded. In one of these sales, Caligula ordered the auctioneer to take the nodding produced by the drowsiness of a spectator as an offer; he awoke later and found himself with a considerable part of the royal collections that had been awarded to him at very exaggerated prices. Medieval Christianity fostered the accumulation of relics and manuscripts. In subsequent centuries, the practice of collecting went on by some kings, nobles and artists, thanks to which, most of the museums and libraries we enjoy were formed, which demonstrates the social utility of this practice. To form a collection requires an instinctive character that most of the time is presented from childhood with collections of lead soldiers, coins, stamps, thimbles, seashells, butterflies and other insects, match boxes, minerals, postcards, comics, postcards with images of fauna and flora or sports stars. That was my particular case. I started collecting typical things from childhood and little by little shaped up for antiquities, in particular for prehistoric objects, which have largely defined my vocation for history and archeology. I remember when I started with history, to do archeology, like at the age of 13 or 14. On one occasion I came from an excavation and put


the excavation products under my bed so I would later clean them. Then a lady who worked in my house saw that there were some Indian bones there and she left terrified through the neighborhood and my mother told me: Look, boy! Get those bones out of there! People are going to think we’re doing witchcraft! Something else that has to do with my professional training is that when I started the debates of the archeology reruns, I was disqualified for being a collector: “you are a collector”. I said: what is there to do to stop being a collector? Graduate as a historian! Then I graduated as a historian, I am already a graduate in history. In addition to forming an archeology collection, I have achieved a very representative library of Dominican authors and of the island of Santo Domingo and other indigenous issues. So, as well as a collector, I am a bibliophile. For some, in the personality of the collector there are obvious pathological elements, because it is a hobby that, sometimes, generates an addiction that can become very expensive and difficult to restrain. Rarity has always seduced collectors; whose interest in exclusive pieces has generated an important market around art and antiquities, as often happens with gold coins and even postcards. Many years ago I met a very important lady in New York, who told me that she had some unpublished letters by Fray Bartolomé de las Casas, who together with Christopher Columbus are undoubtedly the two most outstanding figures of Hispanic-American colonial history. I offered to publish them with an introductory study by Fray Vicente Rubio, a Dominican historian who was an expert on de las Casas and the lady told me: No way! Then I said: But what is it for you to have the letters from de las Casas? She answered: Power, power, power! There she stayed, with her power; we do not know what the letters say and that has been seen in part in this event. It was said with great propriety about the pride

of possession that the fact of owning a unique piece also generates a bit of morbidity, and in that aspect, produces some satisfaction and distrust from other collectors. For the French expert, Francis Spark, the collections as they have been understood for some years, have nothing to do with the cabinets of curiosities of the seventeenth century, nor with the dwellings of artists of the nineteenth century. Pablo Picasso appears in an image surrounded by African and Oceanian pieces. As you know, the studies carried out by the great artists of the early twentieth century resulted in the creation of currents such as Cubism, Fauvism, among others. These artists were great collectors, and to be able to take the primitive traits, to return to the original roots of art, they used these collections of primitive pieces. However, the times of erudite accumulations and picturesque documentations are gone. The atmosphere of the 20th century has seen the appearance of a new formula that reflects the cultural eclecticism of our time. The same public admires with equal conviction the stained glass windows of Shanghai, the Peruvian ceramics; and the art amateur introduces to his house this multiplicity, this simultaneity, in a word, that unique freedom of taste in the history of art, added to that universalism, the cult to personality, so peculiar of the twentieth century. That will result in the portrait of the current art amateur, who no longer gathers a collection but creates it around his image and likeness. We see this very often: that just as there are very specialized collectors in one or two themes, there are also some in a general sense for antiques and others that integrate them into the decoration of their homes. This happens a lot in Europe, in the United States, especially in places where the climate is more prone to preserve period furniture. To us, the tropical weather does not help much with material that can deteriorate. When it comes to collecting, it is important to highlight - and

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this is a topic that has not yet been addressed - forgery. I have not heard that has been alluded to today, which in the case of the Dominican Republic are extremely abundant, especially if we talk about indigenous objects and paintings of recognized artists. There are forgeries so well made that only very clever experts would be able to recognize them. Therefore, a good collector requires a certain level of specialization. In an archeology book that has just been published in Paris, a record was determined: from thousands of Taino pieces it contains, not one is original. The originality did not step on the first base and that book is circulating in the bookstores of France, so I believe that archaeologists, especially primitives, have the responsibility to speak clearly - which we are not doing. Here there are many collections flooded with forgeries. They ask you: I want you to tell me if this piece is original, and out of delicacy you say: It’s very pretty! Then they express: No, because it was my grandfather’s! And I know that 20 days ago they had taken it to sell, so they want to believe a series of things and that may bring a tendency, in some way, to degenerate the image of the Taino and if the pre-hispanic Taino forgery issue is serious in Santo Domingo, it is worse in Haiti. I have seen Haitian collections where none of the pieces have turned out to be original. Another issue to consider is the distraction around the appraisal dates. There are people who, when they see an object that is more than one hundred years old (for example, a gold coin), get a kind of vertigo and exaggerate the prices. I remember once when I was in the city of Taxco, in Mexico. I got up early in the morning; I went for a walk and met a boy with a copper bell and he told me he was selling it to me and I asked How much? Ten dollars! And I said, poor boy, I’m going to cheat him! Well, pass me my thing! When I went on, there were hundreds of copper bells. Then, speaking of the hunter, any hunter can leave a good piece. The same goes for the “gallito” sabers, that

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happens a lot here in the Cibao region, for the people who sell them, the saber salesmen, they all belonged to a general, they do not know which general. No, this saber belonged to a general! But which one? I do not remember, but it belonged to a General of the Restoration war. And, apparently, the lieutenants and the captains and the soldiers fought with their bare hands. Finally, I wish to leave in the minds of those present that the desire to keep, to preserve lovingly, is not a sign of greedy attachment to things, nor of the pecuniary value they represent. Rather than that, it is proof of respect for what has been used, so it forms the history of our lives or of the generations that preceded us. From this perspective we consider the attitude of the collector to feel love for objects. Through them you also feel love for life, which leads to another important issue related to ethics, as it is now said, with the social responsibility of collecting and it is what’s related to the conservation of the pieces avoiding their degradation or destruction. I have seen, with pain, libraries of my friends, brilliant professors, writers or Dominican historians who have made tremendous efforts to make them, and when they die, after fifteen days, the books are on El Conde Street. They sell in an incredible way and the same thing happens with many collections that in case they cannot be sold and passed on to collectors who are careful to preserve them, it would be best if they were donated or sold to both public and private museums that guarantee their conservation. Giovanni Bonarelli Special thanks to Mrs. María Amalia León de Jorge, who invited me to participate in this forum. When she told me who my colleagues were, I asked her, Are you sure? I mean, you do not want me to talk about my dad’s collection? And she tells me: I want you to talk about your collection as a young person. It occurred to


me to prepare a presentation about my experience collecting and things that I have learned, in such a way that I can, perhaps, transmit as a young person, the learning I have acquired. I believe that all collections have a history, and mine began at age 17. I went to study in the United States and I always loved art, since I was very young. At the age of fifteen I visited the gallery of Lyle O. Reitzel very often, as my parents did. My dad is a collector and I was always surrounded by art. Finally, when I went to study in the United States, with the monthly payment that my father sent me, I decided to buy my first work of art. At that age I got, from a gallery in Dallas, a small drawing by Roberto Fabelo, which I always loved. I called the gallery and told the gallerist that I was in love with that drawing and was interested in acquiring it. She told me to send her fifteen hundred dollars and that I would have the drawing. I asked her how many payments and she told me instantly. I told her that I was a young collector, that I was a student and was in love with the work. Finally, I ended up making payments of 150 dollars and after four months I had my first work by Roberto Fabelo, which I put in my bedroom. I made a sacrifice: I stopped having an income, but that’s how my collection began. Another very interesting learning that I got was with the painter José Rincón Mora. There is a bad idea or perception that works of art are worth the size which is totally false. Rincón taught it to me at an early age. I went to visit him to negotiate a work for my brother Guille and another one for me, and when we were closing the deal he told me the prices of the works. I asked him why mine, being smaller, cost more and he answered: because you know that one is better. It is that, from an early age, I always tried to educate my eye, in such a way that I could know what the good works of an artist are and try to learn. Because an artist, like all of us, goes through very good times, as well as times that are not so productive. And I believe that

as a collector I have always tried to locate, within the artists whom I like, the best periods of time and try to have the works of the ones from that time. Something that I have always tried to practice is focus. I believe that a collection must be focused on something, must have a theme, combined with what I think, that less is more interesting. I decided, from a young age, that I wanted to focus on having works by Latin American artists and not just from the Dominican Republic. Through these 20 years, I have tried to guide my collection. Although I have very few artists, I have, nevertheless, very good works, and from each one of them I have several pieces. I think that is something that shapes the collection. I think that many people who focus say: I want to have a Roberto Matta, of very high quality, like the one that was in the exhibition of Mr. Isaac Rudman. That is something that costs a lot of money. Nowadays, -they can correct me-, that work would have to be a Matta from the late twenties or early thirties, where the most valuable works of that artist are located. But we could also get a Matta from the eighties, which is worth much less than those mentioned. However, some people, in order to have a Matta, acquire one of the eighties. In my case, if I’m going to have a Matta, I want it to be one of his most valuable works, from the beginning of the 20th century. Otherwise, I do not buy it, and I use that money to buy, for example, a good Julio Larraz or a good Roberto Fabelo and, when I can, within my possibilities I find the opportunity, I buy a good Roberto Matta. With each of the artists in my collection I have done that. In the case of Vic Muniz, whom I met while studying in Washington, I waited about fourteen years to buy my first photo of that artist. So, I did not hurry, I knew that I wanted a specific photo and I was able to acquire it. I think that is a message that we, as young collectors, must have a goal and work towards it. Something I also believe in and practice is that

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collections are alive. For me, collecting is not accumulating things, buying paintings and saving them. When I started collecting at the age of 17, I did not have the resources that I have now, apart from the fact that my taste at 17 was different from now at 37. So, over the years, I have been entering and taking out pieces from my collection; pieces that at a certain moment I do not like and I sell them to buy another one. In a more specific case, one time I entered the Marlborough Gallery and I was stubborn on buying a work by Julio Larraz. I became friends with the director and asked for a tour through the facilities and, already in the warehouse, I took out six Julio Larraz. Then I called five friends of mine and so I was able to make a good offer. Among them, one of my brothers is here, a work belongs to Firito, one to Robert and one to me, and I was able to achieve a good lot. We agreed six payments for the works, with the condition that I would be the last to pay but the first to choose. Over time, I have helped my friends, who already trust me, develop and create their own collections, and the truth is that when I go to their houses it gives me equal pleasure to see them, even if they are not my possession. Something I have also learned about collecting is that one can not despair. I learned that with a work by José Bedia. Searching the internet, I saw the work and that it is in the Ramis Barquet Gallery. Since I know the director, I called her and told her that I was interested in that work, but unfortunately it had just been sold shortly before my call. However, I kept the idea that this work should belong to me. After nine years of that event, the gallerist, already retired, called me, asking me if I was still interested in that work by Bedia. I did not even ask her the price, I just told her to send the work to Miami the next day. That story tells us that in collecting one cannot be precipitated, there is always time. On the other hand, I believe that a collector is someone rich in curiosity, not necessarily in money. There is a bad idea that collecting

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works of art is something that belongs to elderly or wealthy people and I think that is not the case. I think one can start as I started, making a sacrifice somewhere; then I was collecting little by little and over twenty years I have been accumulating works. Something that I believe, also, is that the eye is educated from an early age. My dad always collected works of art, my mom made sure that on our trips, we always visited the museums. It is not, therefore, a coincidence that everyone in my family collects. Although I am the most avid in that sense, we all collect and love art. We have the responsibility to pass that on to the next generation. In my case, with my son Giovanni, I always take him to see works of art. In summary, collections have a history; the value of the works is not determined by the size; its focus is crucial for a collection, the collections are alive; you must have patience, be curious, and the eye must be educated. I hope with these words to encourage young people to collect. Osvaldo Brugal León I want to thank Centro León and María Amalia de Jorge for inviting me to participate in this important event about collecting. I will talk about my experience in the collection of art works; about my motivations as a collector and about some works that are part of my collection. In that order of ideas, I must say that my beginnings as an amateur collector go back to 1985, the year in which I acquired my first works. Later, in 1990 I met Mercedes Gassó, who is my wife today. Visiting her house, I had contact with the collection of her father, Don Juan Gassó and that experience made me realize that the works that I had acquired until then did not come close to the standard of a true collection, so I systematically undid many from my first acquisitions and started to build my own collection, to buy real works of art. After my


marriage with Mercedes and the birth of our daughter, María Gabriela, collecting became a shared passion, on which we have built our own artistic heritage. I have in particular a special predilection for the visual artist Darío Suro, who is considered one of the most respected Dominican artists. Suro was a great renovator, so we see in his artistic journey the presence of several thematic or stylistic periods, including the Mexican period or racial realism, tinged by the influence of the great muralists that Suro was able meet during his stay in Mexico, as is the case of Diego Rivera. There is also the period of nudes; the one with the dolls; the period of numbers, characterized by the presence of various symbols in his works. The creation of landscapes of La Vega, his native province and his fascination for horse paintings, of which he made an important series of 15 pieces, are also highlighted. We have been interested in acquiring works from the horse series, of which we currently own three. But it is important to highlight the difficulties in locating all the works that make up that series, except for the three that are in our collection, plus one that my father-in-law owns, another that belongs to Mrs. Amelia Vicini and one that I was only able to see in the Museum of Modern Art, I cannot pinpoint where the rest of Suro’s horses are. In addition to that series of the vegan painter, we have works by him from other periods of his artistic work in our collection, as well as from the mentioned Mexican periods; the one with the dolls; of the numbers and his landscape production. From the immigrant artists, we have a collection that includes José Vela Zanetti, José Gausachs, Ángel Botello in his Haitian era, Eugenio Fernández Granell. From this last one we have a very interesting collection. With regard to sculpture, our collection features pieces by Domingo Liz, Luichy Martínez Richiez, Alberto Ulloa, Gaspar Mario Cruz, Joaquín Ciprián, Manolo Pascual and

Fernando Botero. From the Latin Americans we have Roberto Ossaye, Oswaldo Guayasamín, Wilfredo Lam, Daniel Torres; also from a very good Cuban painter, René Portocarrero; Amalia Peláez, Lyonel Laurenceau and Bernard Sejourne. Finally, I want to evoke some details of the pictorial legacy of Puerto Plata, my native province. Puerto Plata has been the birthplace of three great Dominican visual artists, all trained at the San Rafael Painting Academy: Rafael Arzeno, founder of the academy, Jaime Colson and Luis Oscar Romero. Of that triad the least locally known is Romero. However, in my opinion, he is undoubtedly the best Dominican artist. Few artists owned or own their technique as complex as modern. After being formed at Arzeno’s Academy, Romero left to New York and there he lived and grew as an artist. Some of his works have been acquired by important European and North American collectors. Romero died at age 61, in that city where he spent his entire adult life and where his transcendent work saw the light. I have had the privilege of getting -through his family mainly- numerous works by Romero, enough to do a monographic study on this excellent and unknown artist of ours. For the moment, it is a pending project, but the possibility of carrying it out is, undoubtedly, the result of that great passion that is collecting. José Antonio Caro Thanks to Centro León, to María Amalia León de Jorge, who enthuses us by making us all work a little bit. I want to tell you that I was born a collector. I was born and raised in a house where my father was a great collector and, more importantly, a patron, since when he had the opportunity to develop his architectural work, coincided with the arrival of a group of Spanish artists of the revival of Dominican painting. He was a great buyer of works and when he saw people he believed

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had a good future, he helped them a lot by letting them make art works in the buildings he made. So I grew up in a house full of art, sharing with those people who visited us. I was also lucky that one of my father’s hobbies was archeology. There I met Manuel García Arévalo, who was a regular visitor at our house. On the other hand, I must say that I buy what I like. I do not buy to get rich, nor to sell, and in that sense, I had the good fortune of meeting a good person on the road who is my wife Rosalia, who shares that hobby with me and who has helped me a lot, because she has a better eye than I do. She is the one who always decides what we do and what we don’t: if she doesn’t like it, she doesn’t buy; If I don’t like it, it is not bought. Sometimes she twists my arm and I buy and then I realize that she won anyway, because she was right, so I am that lucky. We have already talked a lot about art, pictorial art, sculpture and collecting works of art, so I am going to tell you a little about chairs. About my chairs, my miniatures and how I make them. I get the miniatures easily. The first time was on a business trip I made to Barcelona where I went to see in the area of Montjuïc, the 1929 Fair and the reconstruction of the Barcelona Pavilion, designed by Mies van der Rohe, which was a milestone in modern architecture. It was a building that broke all the schemes and especially at the fair, because it was a totally different, modern building. In the area they have for stores, I found two miniatures and they caught my attention immediately. I bought two chairs, which allowed me to discover, then, the Vitra Museum in Germany. In Germany, around 1920, the creation of the School of the Bahaus took place, which was a very important group of artists who made a total change in architecture. They formed a large number of artists. It was a school where they didn’t teach just one branch, they taught everything. There were architects, painters, sculptors, typographers. Architects from the category of Walter Gropius, the director Mies

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van der Rohe, Moholy Nagy and Piet Mondrian were formed there. When the Nazis arrived, they all flee from Germany to the United States, and they are the ones who create the modern architecture movement. Gropius was a professor at Harvard University; Mies van der Rohe went to Chicago and that’s where a lot of architects came from. That type of people did not design only the building, they also designed the furniture and many of these chairs like one that Frank Lloyd Wright designed for a building called Johnson Wax, from Johnson’s company. That chair was part of what was used in the furniture with all the desks, archives; everything was designed by Frank Lloyd Wright. The same was done by Le Corbusier, Mies Van der Rohe and the other architects of that time. What strikes me about those chairs is the quality of the work they have. They are identical to normal chairs, they are representations of existing chairs, which can be bought anywhere. However, between both types there is a difference, which has to do with the scale between them, and even the screws are made to resemble what they are in reality. I started with two chairs and ended up with 150 I have today. I have them in my office, I see them every day, I don’t let anyone use them. In that sense, I have a famous Charles Eames chair, which has a very nice story: when my first son José Antonio, was born, my father gave me some money and the first thing I did was I bought that chair and still keep it. So this is a passion, which, as I said, began to develop after discovering the Vitra Museum. The building where this museum is located was designed by Frank O. Gehry. They collect furniture designed by famous architects and furniture designers and have them on display, in addition to making furniture from other designers. The miniatures began as a project to raise funds for the museum. This initiative has been emulated by other museums such as the Museum of Modern Art in New York or the Metropolitan, which have a store where


instead of making copies of the paintings on canvas or paper, they make chairs, the same as the originals. To unfortunately finish, a few months ago I wrote to the museum to see what was new, because I have practically exhausted the collection and, to my regret, they tell me that their elaboration is getting each time more difficult, because the artisans who make them are leaving, nobody wants to do the work and they are not making new chairs anymore. I have almost exhausted all of them. I have others that I get in other places, like one that I bought at the Museum of La Pedrera, in Barcelona, and was designed by Gaudí. I also have friends who when they know that I collect them, give me small chairs, in miniature. If there is one that you have, you can send it to me. I will gladly receive it and give you credit. Juan Manuel Portela Thanks to Centro León, thanks to María Amalia León de Jorge and all her extraordinary team for this memorable seminar. To form a collection from its beginnings it is advisable to immerse yourself in the world of art, study the history of universal art. In my case, I deepened and investigated the history of Dominican art. It is necessary to share criteria in the cultural world, to attend exhibitions and visit museums as well as art fairs. This way you mature little by little, which helps choose works with a responsible criteria. It is important to be accompanied by advisors, curators, art critics, gallerists of vast experience and to share with other collectors, in order to conceive a collection with curatorial coherence. You should try as much as possible, to approach artists for a better understanding of their works and what they pursue. In the case of deceased artists, have close contact with relatives and close friends of the artist. They will update you. Regarding the approach with artists, it can be done in many ways: making friends with them,

visiting their homes, inviting them, being invited by them, and little by little you go deeper into that world, into that art they create. For example, the other day we were at Mrs. Rosalía and Mr. Tony Caro’s house and there we had a fabulous exhibition of Jorge Pineda. It was incredible and is part of sharing with the artist and knowing what he thinks, and knowing what he has in his mind, in his world and how he transmits all that through his art. It is essential to work with professional restorers so that, with their special abilities, they intervene the work as little as possible, in order to preserve its originality. When a work enters the collection it is as if a new member of the family enters. In the collection that I am making, I try to choose emblematic works from each of the artists, the best works they were able to create. This way, the next work included will be able to strengthen the rest of the collection. One of the important points to consider is not to confuse passion with anxiety. It is advisable to act without haste when choosing a work, in order to investigate its origin, as well as its authenticity. I am looking for a work that catches me and I like it enough to be able to live with it. Finally, I think that a collection becomes responsible when its creator, rather than having it only as a pleasure, is able to share it with others. Hence the motivation to show this exhibition in this wonderful cultural center, Centro León. I reiterate my intention to ignite a spark to stimulate and promote the collection, of present and future generations, of the creations of Dominican artists, a purpose which even carries the message or provocation that other unknown or almost secret national collections are unveiled and disseminated in private areas. It is necessary to reflect on the fact that through the works of the artists there is an approach to the culture, the customs or traditions of our towns. That is why the action of collecting rescues works that, otherwise,

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would be destined to disappear. Therefore, I am proud to contribute a grain of sand to this important cultural treasure as Dominican art is. Art is love. Without art, love would not exist.

Section IV Dialogues Paula Gómez, Director at Galería ASR Contemporáneo Thank you very much to Centro León for the invitation to this seminar that has been an extraordinary event, very enriching for everyone, both for us as agents of art and for all participants of this encounter. We have been asked three questions to, in one way or another, try to create a dialogue, a reflection on the figure we represent in art. I understand that there has been a kind of evolution since the figure of the curator enters the field of visual arts and, in that sense, I’m going to reverse the order of the questions that have been proposed to us. I understand it is necessary to start by What is the role of the curator in the field of a private collection? I have the experience of working initially at the Museum of Modern Art, I took my first steps there in the curatorial and research part and, initially, in a curatorship, with Sara Hermann, for a great exhibition, Dimensiones Heroicas, and it was truly so. It was an exhibition of enormous dimensions for us, a small team, and thanks to the collaboration of all the private collectors whose doors we knocked to visit their collections, we were able to do this work of selection, of curatorship, which is what the word really means; to scrutinize within that great collection of works, which of them would articulate to that discourse that we wanted to present to the public with this exhibition. So, we are starting to define what our role is. It

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is, after investigating, to be able to interpret so this interpretation, with that vision, reaches a larger audience to enrich it. If the exhibitions were settled as it was done 50 years ago, where the artist made his production and simply came to the space and put the works side by side, they would really have the sense of diversity of the artist’s production. On the other hand, when the curator enters to interact with the artist and propose different views, it will allow a different vision within that artistic production and in the specific case with an artist, from the point of view of a collection as well. The collector has that passion, he likes the work, probably doesn’t have full knowledge of what he is acquiring, but there is something that attracts him, there is a mystery, something particular that totally catches his attention and, therefore, he acquires that work. However, with a curator, he will be able to deepen the total discourse of the work, investigate from a historical point of view, investigate the issues that this artist was dealing with and, in one way or another, his collection will have different looks. In this sense, we have the task of investigating, conceptualizing, documenting and materializing the exhibition project. Also, the figure of the curator within a private collection gives the possibility of the collector to access works, artists, ideologies, forms that until that moment he does not know because that is not his profession. His profession can be, for example, running a company, while the curator can bring the works of different artists and talk to enrich that legacy that he already has and complement it. I say that curators are experts in plenty of areas, because in addition to accompanying the artists psychologically and establishing a dialogue, from the aesthetic point of view, we also have to put together the exhibition, conceptualize it and define what this dialogue will be like among the works that will be exposed, in the case of pictorial works, since we can also


cure other types of collections. Then comes everything that has to do with the publication work, the writing of the texts. It is our job to make the exhibition of easier consumption for the public. In contemporary art, curators have a much broader mission, since it contains totally different languages, and since we do not have a fully educated public, it needs to be provided. In the same way, the curators have to do with the staff that will work in an exhibition and do all the coordination work. That is to say, for a curator, the exhibition is really not only doing a specific work; It is a much more global work, which will incorporate different elements. As for the question of how contexts affect the contents of collections, all the work of research on the context in which a work of art is created, is precisely very important. It is very important to specify what the elements that occurred around that production were, from the historical, political, social, cultural environment and, obviously, the biography of the artist. This complements and enriches what is going to be exhibited and, naturally, what a person will collect. The curator must have a fairly broad vision and knowledge. You need to study a lot, not only art, but also about what is happening in our current reality, in order to establish the differences between relationships and connections that are going to exist within the works that are in the collections. We must define a theoretical framework when assembling the collection, determining the topics that will be addressed and who the artists are, which are representing in one way or another those topics that we want to choose. We must have that educated eye to be able to determine which quality works are going to be inside that exhibition and, in case we want to complement the collection of an artist, also have that eye to be able to propose the acquistion of new works by different artists. In the case of contemporary art, for us it is very important to visit the studio, to really know

everything that surrounds this work that is being created, that human approach, to have a close relationship with the artist. Then, it is important to establish all the parameters that will cover the exhibition of that specific collection. I understand that curatorship is a subsystem within the art system, where everything has to be coordinated. That system of relations that is intended to be established within this articulated set will not only be due to language or discourse similarity, but also we have to see if there are juxtapositions. If, within the works that we are exhibiting, different works, discourses, ideas or forms are opposed. Something very significant for us is the work of collaboration between different curators or the fact of establishing networks of work. This allows us to know which works that are in different collections can be added in order to create a much more enriched exhibition. Also, I understand as something important the awareness of collectors with the philanthropic character that can be printed on their collection, that is, how they can support artists for scholarships, so that they can be strengthened with different studies or make residencies. That is, you can also practice the patronage that is so necessary in countries like ours. In that sense we can see that collecting is a modular activity. Regarding the question that they ask us concerning whether a collection is curated, here, in Centro Leรณn, we have the collection of Juan Manuel Portela Bisonรณ, which is an example that, in effect, collections are curated. The specialists who have worked on it, Danilo de los Santos and Sara Hermann, have done a lot of research work. In one of the brochures of the collection, we can see how the different axes on which the exhibition is based have been established. This curatorial work speaks about the depth that we can find within this collection, as well as the different topics that are being addressed and how the works have been

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grouped together in relation to these concepts, these entries, these keys that they have proposed. In this sense, if we counterpose the idea of this exhibition, so well articulated, to a group of works that do not have any type of axis, we can conclude that there is a greater level of enrichment for the public in these curated exhibitions than in the cases of spontaneous expositions, in which works are simply placed one next to the other. To finish, I understand that, fundamentally, our work is to interpret the collection, create, problematize and expand all those contexts. Marianne de Tolentino, Director at Galería de Bellas Artes First of all, my thanks to Centro León once again, because Centro León is, for me, the paradise of art. It is something unique, not only in Dominican Republic. Wherever one goes, one remembers Centro León, and you know that I am absolutely sincere. I want to talk about the general conception I have about Dominican collecting and then I will say a few words about what I think a curator can be in a collection, but everything will be an abstract conception. While it is true that in Dominican collecting there are several contexts, a strong and established side, with a practice of decades, is that of collections of major figures of art. However, they are not limited to some masterful creators. They can be passionate about one in particular, for example, Paul Giudicelli, Eligio Pichardo, Ramón Oviedo, Jaime Colson, in Dominican painting, or Antonio Prats Ventós, Gaspar Mario Cruz and Luichy Martínez Richiez, in the case of sculpture. Then they come to form small and medium collections within the great collection. Collectors have a compulsive or reasoned desire, sometimes both together, to absorb the history of modern Dominican art in successive stages. We consider it, too, a kind of long cherished dream which finally has come true.

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There are collection pieces that refer to a more known or spread period, not only regarding Dominicans, but also to Caribbean and Latin American artists. We have collectors here who have very good pieces from Latin America and the Caribbean, besides the Dominican. But there are also those who express a taste and capacity to see, special in the good collector, often more subtle in the works of particular impact. That sensitivity, in our opinion, characterizes the purest and most significant collecting. Dominican collector manifests his preferences, adheres, for the acquisition, to certain aesthetic criteria and usually includes the representativeness of the painting or sculpture. Other works of art constitute a revelation and, possibly, a goal or a tenacious search from those who managed to obtain it or a special opportunity that suddenly appears with a curator. Globally, modern art and rising values constitute the bulk of the Dominican collections, but the bet on the future and contemporary trends are gaining ground stealthily, especially among younger collectors, driven by similarly young galleries and by the contact with the artists. Painting remains, by far, as the dominant expression, although the work on paper, including photography, and even video, has motivated in recent years a growing interest; a movement that can only rejoice and corresponds to the international movement, since collecting has to move forward in time. It should be also noted that the increasingly high prices of national and Latin American artwork and the appearance of speculation have socially displaced the collections of the middle class and the intellectuals who were the first collectors in Santo Domingo. The time in which writers, playwrights and poets, like the national poet Pedro Mir and also the poet and playwright Máximo Avilés Blonda, gathered works of their parents, equally poor in the plastic creation, seems distant and romantic.


Fortunately, we observe an evolution, because it is absolutely normal that one wants to acquire works by artists such as Paul Giudicelli or José Rincón Mora, who although it is difficult to say that he is the greatest artist the Dominican Republic has had, is, at least, one of the three or four greatest. However, it is necessary to consider young people, since we are always talking about them, about helping young creators but we must see if it is really done. I think that collectors with their good eye, their desire to shape themselves towards the future and the desire to discover, can play an essential role with their support for young Dominican art. I refer to artists under 40, for example. Collecting is sort of an addiction and when it is personal collecting, the work is enclosed in the apartment, in the warehouses, in the intimate setting of the collector. So it seems to me that the personal collector can do without a curator: he lets himself be guided by his taste, by his instinct. I do not know if it happens here, but abroad there are collectors’ couples who advise each other. There are families of collectors; here, we have seen that among Dominican collectors there is also a family trend and among the most well-known international collectors there is also that family component. Therefore, if it is a personal, intimate collection, I do not see the role of a curator as necessary. Curator? Well, we would rather say provider, counselor, because that word, curator, is dangerous, a dangerous word that tends to be used a lot here. Actually, curatorship is a very complex activity that does not involve only selecting, choosing, but full responsibility in terms of museography, of writing the texts. So, in the case of private and personal collecting, I think that one can speak of a provider or a counselor. It is different in institutional collecting, because you really need a curatorship; a complex, demanding curatorship carried out by trained specialists. In that case, I repeat, the curatorship is necessary, because there is also

a public access. What does public access or access to the public mean? It means that the collection must have an educational purpose. Consequently, you have to think about that aspect when you select the works. To this is added the issue of the diffusion and protection of Dominican art; protection in the sense of having it, presenting it, restoring it. That responsibility increases even more when it is a state museum. The situation, in that sense, is serious, because for there to be a state curatorship and collecting, there must be a responsibility with the people, with the ones that are going to visit a museum. In order for these people to know and appreciate their art, some concessions have to be made, even in curatorship aspects, especially with contemporary art, so that it can be more accessible. I think I’ve talked too much already. These were some concepts of a non-curator of collectors, who has only intervened collections to prepare an exhibition, for example, in the exhibition of Celeste Woss and Gil, which was an ontological retrospective. But my job was to select from a collection, not to intervene so that they acquire a new picture. Mildred Canahuate, Director at Arawak Art Gallery When asked if contexts affect the contents of collections, I consider that contexts are determinant in the contents because you have to consider that yesterday’s art is not today’s art. But other factors must also be taken into account such as: the mood of the collector, the economic situation, the priorities of the moment, the people with whom he interacts at the moment and also something more important, the stages a collector goes through, which I say are three: the beginning, the maturity and the change. I was delighted to hear Giovanni Bonarelli talking because there one really finds out how a collector, who starts his collection on his own, matures and changes over time, because

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he said it himself: he bought a series of works and in the end he realized these works really did not represent what he wanted in his collection and he started getting rid of and giving away a series of works he had. Osvaldo Brugal likewise said, when he arrived at Don Juan Gassó’s collection, he saw that what he was buying up to that moment was not really collectable, they were simply works, paintings. I started in the 80s, which, along with the 90s, was a very good time. For us, it was a time of effervescence in art. It was an extraordinary time because all the most important galleries, after Nader, emerged. There was Deniels, Art Nouveau, and there was also a new generation, the generation of 80, which was a generation of breaking off. These people created a very important group where a number of permanent exhibitions and activities were held. There was Casa de Bastidas, which often had three exhibitions at the same time. There was a kind of competition among the collectors themselves, which generated interest in each other; they were very focused on buying the art of the masters, those emblematic works of José Vela Zanetti, José Gausachs, and some competition among them was generated. One really enjoyed that period because art was at its best. Apart from that, there were also some collectors who were very interested in these young boys who emerged, and I mention the case of Don Jesús Fernando López Gil, who was a regular visitor to the exhibitions before they opened. Every time an important exhibition of a young artist was going to inaugurate, Don Jesús called the galleries and previously selected the works he wanted for his collection. Then the so-called boom of financial institutions and banks came. They showed great interest in converting the acquisition of works of art into assets. That changed 15 or 20 years later, as banks began to remove those works from their spaces, replacing them with advertising of their products and services. But going back to that time, we must also point out the

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emergence of a group of decorators, who began to decorate houses; A group of photographers began to promote photography, which were replacing serigraphies. There were also young entrepreneurs who were very interested in art, but did not have enough money to buy, so they opted for photography or they bought reproductions. This affected the market a little at that time but other good things emerged, such as the beginning of purchases in auctions, online art purchases and a series of advantages that collectors now have that do not necessarily require them to move to the places in order to buy a good work of art. Regarding the question of whether a collection is curated, I read a publication stating that “a bulky wallet does not make the collector, it only makes the art buyer. What characterizes a good collector is not his ability to spend, but his commitment to art.” You can have a curator in your exhibition or collection, but a collector who has the experience, who already has the eye and who has matured enough as Mr. Juan Manuel Portela Bisonó has done, such as many of those who are here, is able to curate his own exhibition. What he does need, perhaps, is some advice as Paula Gómez said, that may indicate or recommend some artists that are not in his collection. To conclude, I want to simply congratulate Centro León and its team for this magnificent event, this magnificent seminar and, at the same time, congratulate Juan Manuel Portela Bisonó, for giving the public and all of us the opportunity to enjoy this beautiful exhibition. Thanks at the same time, to all collectors, because through them and the serious collecting they have developed, they have guaranteed that our artistic heritage will be rescued and taken care of.


Gamal Michelén, President of the Dominican Association of Art Critics I will start by giving advice to those who handle power, who manage the State: we had the hope that if a liberal party came to power, the resources allocated to cultural activity would be remarkable, but unfortunately it has not been like that. Liberals have not invested as much in culture as one expected. So I want to tell the people who run the State, a text that I quote very often: When Frederick the Great answers Machiavelli, he tells him the nations were never bigger than when their rulers understood arts and sciences needed support. No one remembers Greece because of the Peloponnesian War; he who goes to Greece, goes to the Parthenon. Similarly, those who think of Louis XIV, do not think of the things he did or did not do, but that he supported Molière, and Versailles; and remember that he hired André Lenôtre to make an infinite garden and that he made the gallery of mirrors. It does not matter that Madame Pompadour was the mistress of Louis XV; she protected Denis Diderot so he would make the Encyclopédie. In that sense, those characters are remembered for their contributions to culture. With regard to the latter, it is worth mentioning the example of the Medici, who made Florence the center of the world. Florence was a small environment which however achieved an impressive influence in the western world. In that same order, I want to quote something contemporary: I visited Bilbao in the 80s. It was an unattractive city, an industrial city. Do you know what has put Bilbao on the map? A museum, a cultural fact that was criticized a lot when it was built. Even Jorge de Oteiza, an individual with such a vision, said he would never put a sculpture of his there. In the end he put it. Do you know why? Because that museum has put Bilbao on the world map. I’m talking, of course, about

the majestic Guggenheim Bilbao Museum, designed by the great architect Frank O. Gehry. We must understand that culture has spiritual and material return. One million people visit Bilbao every year, and spend money in hotels and restaurants. So, it’s about something which was worth doing. I say this in the context of what Delia Blanco mentioned about the fact that the private sector - and in that we praise Centro León and many more as well has seized that niche. On the other hand, in what has to do with collecting, I also believe that it is a passion, it is such a real passion, that it has named a pathology: the Stendhal Syndrome, alluding to this French writer, who reports having felt a commotion when contemplating the Ecstasy of Saint Teresa. A story similar to that of Stendhal, on the fictional plane, is the one that tells the song A la Sombra de un León, which tells us about a peasant from Aragón, Spain, who goes to Madrid and falls in love with the Cibeles Statue, and is so madly in love that goes to Corte Inglés and steals a ring to ask the statue to marry him. His pathology was so contagious that the taxi driver who passed by at the end swears he saw Cibeles crying when they took the man away. So, what art produces in the human being is a passion. That is why, when we walked through the collection of Juan Manuel Portela Bisonó, whose work we greatly appreciate, I understood that there are two ways of making a collection, which we can assimilate into two great museums: The Louvre and the Prado. The first arises at the time of encyclopaedism, the era of Jean Le Rond D’Alembert and Denis Diderot, so, in its encyclopedic and pedagogical vocation, it is the best museum in the world. There is no museum more encyclopaedic than the Louvre. The Prado, on the other hand, is a passionate gallery. Both, however, are formidable museums. And with this, I support what I want to say to collectors: collect what you want. One can

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decide to make a collection centered on an artist, or on several artists, and that’s fine, because we like what we like. But if what you want to make is a balanced collection, to exhibit in a pedagogical and encyclopedic context, it is also valid. Danilo de los Santos, art critic How do contexts affect the contents of collections? They affect them in one way or another. The contents are affected mainly by the effect of the changes. Is a collection curated? The answer is undoubtedly affirmative. Curatorship is a new concept, different from that of commissioner or conservator. The latter is the one that protects or preserves the works that are in an institution, while the commissioner is the person who is chosen to take an exhibition somewhere or choose a group of artists to attend as representatives of a country in a biennial. I questioned myself about whether I could really qualify as a curator, until Mirna Guerrero made me see that, in effect, both she and I have worked in different exhibitions precisely as curators. I have been fortunate to have grown and developed alongside many artists, especially being part of the Fiordano group, supported by people like Monsignor Roque Adames, Mr. Héctor Incháustegui Cabral, Aída Cartagena Portalatín and the architect José Antonio Caro, María Ugarte. These people really guided and opened their collections to me. I remember the opportunity of a scholarship to study restoration in Mexico was once presented, with the patronage of UNESCO. I was tempted to go, but I am one of those who consult, so I went to Prats Ventós and María Ugarte and asked if I could study conservatorship. They answered no, and said I had to be a more willing person, more exquisite, with greater control. Then the opportunity was for Orlando Menicucci, who is one of the best of

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that field in this country. Proof of this is a masterpiece that hangs in the Cathedral Museum of La Vega. After my growth in art, result of many challenges that I had to face, one day Monsignor Roque Adames called me, in the process of formulating the Plaza de la Cultura in Santiago, and he entrusted me with the task of organizing four exhibitions on 100 years of painting in Santiago de los Caballeros, with the support of Grupo León Jimenes and Banco Popular. From that challenge, there was later the opportunity of working at Centro León as part of the group that devised and made this institution possible. On the other hand, the opportunity to work on a project as fresh as the exhibition of the Juan Manuel Portela Bisonó collection was an incredible experience. It is a provocative project, an experienced and enthusiastic collector, who had to be controlled, because collecting, for him, is an obsession, through which we got to know each other. The experience of curating the exhibition was the joint work of a great work team; a very cohesive team. It is an exhibition that breaks the expository norms due to the novelty, the assembly, the thematic synchrony and the provocations. It is a complete exhibition, which helped me convince myself that I have something of a curator. But regardless of those activities, I am also a collector. I have, for example, a collection of 60 photographs of the master Domingo Batista, 80 photographs of Apeco, of Wifredo García, of Jorge Morel, of many other photographers who left them abandoned and I appropriated them. I also have engravings, canvases, drawings, and various things, the existence of which I sometimes find surprising. My whole house is full of paintings. Because collecting is a passion, an intense passion, sometimes uncontrollable. Collecting is, in that sense, a highly relevant activity, both personally and collectively. In Dominican Republic, the history of collecting can be divided into three phases: 1) The ecclesiastical phase, since churches and con-


vents are the first museums of this island; b) The family, citizen or private phase, which is the most vital, and 3) The institutional phase, which is what has to do with official and private institutions, as is the case, for example, of the Bellapart Museum and Centro León. It is very significant that this private institutional dimension is part of every city in the country. I was very happy to see Osvaldo Brugal show a work by Rafael Arzeno, who is really the founder of Puerto Plata school. It is a recovery that one can even appreciate in the collection of Juan Manuel Portela Bisonó, something vital, an extraordinary work. In this regard, I think that private collectors are very important. We are proud that Mr. Isaac Rudman is a citizen of this country and is considered one of the greatest collectors, with works specially lent to the exhibition of Wilfredo Lam that was held at the Pompidou Center and right now in the Reina Sofía Museum. But there are also a number of established collectors, such as the Caro, or like the Muñoz, who have an incredible collection of sculptures. I have a friend, an extraordinary character, who has a collection of sculptures by Ramón Oviedo, by Ada Balcácer. There are also collectors of photographs, of engravings. It’s so good that there are collectors! Older and young collectors and institutional collectors, because they represent the truth in front of the enemies of Dominican art. In that sense, I believe we have five or six enemies of Dominican art: the artists’ families, which often make it difficult to access or discover their works; the decorators; the media, social magazines, which in many cases marginalize artists from their covers or contents; the forgers, along with those galleries that validate their work; and finally, we could consider the Dominican State itself as an enemy of art. In this regard, I want to quote a phrase from the famous art dealer and gallery director Michael Findlay, who said “governments have to know that art is a social necessity, not a luxury”. I would also like to quote Damián Bayón. He

says that art is love, it is felt in the flesh or not felt at all. It is a lapidary phrase: you have to feel art as you feel love, and we already know all that love does.

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FUNDADORES María Rosa León A. Eduardo A. León A. Fernando A. León A. Carmen M. León de Corrie C. Guillermo León A. Clara León de Brugal José A. León A. Fundación Eduardo León Jimenes CONSEJO DIRECTIVO FUNDACIÓN EDUARDO LEÓN JIMENES, INC. José León Asensio Presidente Isabel León de Bisonó Primer Vicepresidente Fernando Arturo León Herbert Segundo Vicepresidente Franklin León Herbert Tesorero Osvaldo A. Brugal León Secretario Alfonso Aguayo León Vocal Silvia Corrie León Vocal María Amalia León de Jorge Vocal

CENTRO LEÓN María Amalia León de Jorge Directora de la Fundación Eduardo León Jimenes y del Centro León María Luisa Asilis de Matos Gerente Ejecutiva Luis Felipe Rodríguez Gerente de Programas Culturales María Belissa Ramírez de Zaiek Gerente de Comunicaciones y Mercadeo

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La pasión del coleccionismo: un oficio del futuro. Seminario sobre Coleccionismo desarrollado a propósito de la exposición 7,300 días en la colección de Juan Manuel Portela Bisonó PRODUCCIÓN Centro León EDICIÓN Aurelio Polanco Marte COORDINACIÓN Ana Azcona y Daniela Cruz Gil CORRECCIÓN José M. Fernández Pequeño TRADUCCIÓN AL INGLÉS Leslie Polanco para ENCOM Language School FOTOGRAFÍA Dahiana J. Vásquez y Karina Meléndez DISEÑO Y PRODUCCIÓN Lourdes Saleme y Asociados IMPRESIÓN Editora Amigo del Hogar www.centroleon.org.do León de Jorge, María Amalia La pasión del coleccionismo : Un oficio del futuro / María Amalia León de Jorge ; colaboración: Isaac Rudman – Santiago de los Caballeros : Centro Cultural Eduardo León Jimenes, 2018. – 104 p. : il 1. Arte – Coleccionistas y colecciones - República Dominicana. 2. Coleccionistas y colecciones - República Dominicana. I. Título 790.132 097 293 (SCDD 21) L579p ISBN: 978-9945-9097-2-2



CENTRO CULTURAL EDUARDO LEÓN JIMENES APARTADO POSTAL 799 AV. 27 DE FEBRERO NO.146, VILLA PROGRESO SANTIAGO DE LOS CABALLEROS REPÚBLICA DOMINICANA TEL. 809.582.2315 FAX. 809.724.7644

centroleon@centroleon.org.do www.centroleon.org.do


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