El Tabaco. Historia General en República Dominicana: Botánica, usos y comercio - Vol. 1

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EL TABACO. HISTORIA GENERAL EN REPÚBLICA DOMINICANA

José Chez Checo Mu-Kien Adriana Sang

Botánica, Usos y Comercio Sociedad Taína 1900

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José Chez Checo Mu-Kien Adriana Sang

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Chez Checo, José El tabaco: historia general en República Dominicana / José Chez Checo, Mu-Kien Adriana Sang .– Santo Domingo : Grupo León Jimenes, 2008 3 v. : il 1. Industria del tabaco - República Dominicana 2.Tabaco - Historia - República Dominicana I. Sang, Mu-Kien Adriana II.Título 633.71 C531t CEP / CC-ELJ ©2007 Grupo León Jimenes ISBN 978-9945-422-13-9 ISBN 978-9945-422-12-2 Todos los Derechos Reservados. Registro de Propiedad Intelectual. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o medio sin el permiso escrito del editor, excepto para la inclusión de citas en una reseña o revista. COORDINACIÓN EDITORIAL

Félix Fernández EDICIÓN DE ILUSTRACIONES

José Chez Checo FOTOGRAFÍA

Domingo Batista ÍNDICE ONOMÁSTICO

José Chez Checo DISEÑO Y PRODUCCIÓN

Lourdes Saleme y Asociados IMPRESIÓN

Amigo del Hogar Santo Domingo, República Dominicana 2008 Las imágenes que se reproducen en esta obra son de la exclusiva responsabilidad de su autor.

CUBIERTA

Domingo Batista. Plantación en Jicomé (detalle).


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Contenido

Presentación

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Introducción General

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GENERALIDADES DEL TABACO

1|La genética

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2|La botánica y la química del tabaco

20

3|La Nicotiana tabacum y sus tipos

21

4|El clima apropiado

22

5|El suelo ideal

22

6|Las variedades

29

7|Las variedades más comunes en República Dominicana

31

A.

El tabaco negro

34

B.

El tabaco de capa

38

C.

El tabaco rubio

38

3 4

LOS TAÍNOS DESCUBREN QUE EL TABACO EMBORRACHA

1| Origen de la palabra tabaco

52

2| El cultivo del tabaco

53

3| El uso ritual del tabaco

54

EL SIGLO XVI: EL TABACO CURA CIERTAS DOLENCIAS Y ARRIBA A EUROPA

1| El uso medicinal del tabaco

64

2| El tabaco arriba a Europa

68

3| El tabaco, un cultivo para la exportación

70

4| Medios y vías de transporte

71

EL SIGLO XVII: MONOPOLIO COMERCIAL, CONTRABANDO Y AUGE DEL CULTIVO

8|El proceso productivo

39

1| Monopolio comercial y cultivo del tabaco

73

9|Cómo se determina la calidad

44

2| El reinicio del cultivo del tabaco

80

10|Los principales productos del tabaco

45

3| La expansión del cultivo del tabaco

84

11|Los principales países productores

47

4| El establecimiento del estanco

91

5| El tabaco y la colonia francesa

94

12|Las principales zonas donde se cultiva tabaco en República Dominicana 13|Las zonas donde no puede cultivarse tabaco en República Dominicana

48

6| El paulatino renacer del cultivo del tabaco 48

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La importancia estratégica de Puerto Plata 201

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2| La importancia de Puerto Plata

112

3| El incremento del cultivo del tabaco

113

4| La Factoría de Tabacos

118 129 131

7| La Real Compañía de Comercio de Barcelona

138

9| Exportación de tabaco y prosperidad

Principalidad económica del tabaco 205

H.

I. Alemania, el más grande comprador de tabaco

213

El inicio de la decadencia del tabaco 218

J.

6| Exportación del tabaco a España

8| La liberalización del comercio

El rol de los exportadores 196

G.

1| La calidad del tabaco cubano

5| El tabaco: Su preparación técnica y su transporte

6

F.

EL SIGLO XVIII: EL CIBAO SE ADUEÑA DEL CULTIVO DEL TABACO

3| El tabaco: Del auge a la crisis, 1880-1900

223

La discusión sobre la diversificación agrícola

223

Los cosecheros y el impuesto de importación

226

Bonó y su elogio del tabaco

232

A.

B.

C.

147 151

D. Un problema recurrente: la mala preparación del tabaco 240 E. Los esfuerzos por mejorar el cultivo del tabaco 249

EL SIGLO XIX: ÉPOCA DE ESPLENDOR Y DECLIVE

1| El incremento de la producción y comercialización del tabaco, 1801-1844 La promoción del cultivo del tabaco

157 161

El auge del tabaco durante la Ocupación haitiana 164 B.

El predominio del tabaco en el Cibao

263

El Eco del Pueblo y su campaña en pro del tabaco

265

José Ramón Abad y el cultivo del tabaco (1888)

279

El descenso del precio del tabaco

285

El experimento de las fincas tabaqueras

288

K. Se agudiza el bajo precio del tabaco

299

L. Bonó, su Congreso Extraparlamentario (1895) y su defensa del tabaco

306

La crisis del tabaco

318

G.

A.

2| Se consolida la producción del tabaco, 1844-1879

El establecimiento de haciendas tabaqueras

F.

170

A.

170

B. El tabaco y la consolidación de la Independencia 172

H.

I.

J.

M.

El descenso de la exportación del tabaco

173

Notas bibliográficas

322

D. El peso económico y político del Cibao

175

Fuentes documentales y bibliografía

341

Fuentes de ilustraciones

348

Indice onomástico

352

C.

E. Los tabaqueros y su lucha contra Buenaventura Báez 184


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Presentación

A lo largo de mi vida el tabaco ha tenido para mí una significación especial. Le he dedicado largos años de labor con entrega y entusiasmo, y ha constituido para mí una fuente de inspiración y una herramienta para crecer. Descubrir los secretos y las posibilidades del tabaco, sus mejores prácticas y usos, ha sido un reto continuo y estimulante que ha contribuido a mantenerme abierto a nuevas experiencias, a desarrollar destrezas, a aprender y a compartir ese aprendizaje. Reconocer este producto como un objeto de valor ha constituido una continua motivación para la faena y para el cultivo de relaciones con otras personas, con las que he compartido esa misma pasión. El tabaco es el origen de la tradición de unidad y de trabajo de nuestra familia; la energía que procede del esfuerzo de nuestros antepasados me lleva a interpretarlo como un elemento importante de nuestra identidad. Por todo ello, la publicación de la obra El Tabaco. Historia General en República Dominicana, escrita por los reconocidos historiadores e investigadores doctora Mu-Kien Adriana Sang y licenciado José Chez Checo, en el marco de un acuerdo de colaboración con la Academia Dominicana de la Historia, me llena de profunda satisfacción. Este texto es una monografía de carácter enciclopédico que tiene como protagonista al tabaco, producto cuya dinámica en el tiempo se articula y explica mediante una cuidadosa revisión de la literatura existente sobre el tema, tanto en archivos como en otras fuentes de documentación nacionales e internacionales. Estamos ante un documento elaborado con un criterio académico que, sin perder de vista el tema que le sirve como eje y que trata con seriedad y exhaustividad, se abre a otras áreas del conocimiento con las que se relaciona y complementa.


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Este trabajo constituye un hito en la investigación histórica dominicana por cuanto representa poner en perspectiva la trayectoria de este cultivo, que los españoles encontraron en el Nuevo Mundo, se apropiaron de él y lo incorporaron a sus propios usos y costumbres, llegando a cubrir un espacio importante en los diferentes estratos de la nueva sociedad que paulatinamente se forjaba. La presencia del tabaco en la vida dominicana ha sido muy importante. Incluso, se podría afirmar que en momentos particulares ha sido determinante, como lo ilustran la carga de los andulleros, la participación de los tabaqueros en la guerra restauradora, el rol de los tabaqueros en los procesos políticos de finales del siglo XIX, la incidencia del tabaco en la dinámica económica del país –y especialmente del Cibao–, su desempeño en la vida productiva de una nutrida legión de trabajadores agrícolas e industriales y su relevancia como fuente generadora de moneda dura a través de la exportación. Al repasar las páginas del libro El Tabaco. Historia General en República Dominicana, y la riqueza documental de sus anexos, y al apreciar a través de ellos la cantidad, diversidad y complejidad de las transformaciones que este producto y las actividades que le son conexas han experimentado, pasan por mi mente nombres de muchos hombres y mujeres que a lo largo de los años han dedicado su vida al cultivo, desarrollo y comercialización del tabaco. Unas veces se trata de trabajadores anónimos que dedicaron su vida con mayor o menor éxito, pero siempre llenos de entusiasmo, a esta actividad económica, y en otras ocasiones, de personas ampliamente conocidas, que responden a nombres tan familiares como Luis Carballo, Santiago –Quin– Díaz, los hermanos Eduardo, Enrique y Herminio León Jimenes, por solo mencionar una muestra reducida. Guardar de ellos un recuerdo agradecido es rendirles un tributo sencillo, pero sincero. Quiero concluir estas líneas felicitando a los autores de El Tabaco. Historia General en República Dominicana, licenciado José Chez Checo y doctora Mu-Kien Adriana Sang, por el excelente trabajo que han realizado con tanto esmero y con tanta profesionalidad. Asimismo, quiero significar el orgullo que representa para el Grupo León Jimenes incluir esta obra en la Colección Centenario, con la que esperamos hacer un nuevo aporte a la bibliografía dominicana. Fernando A. León


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Introducción general

«Colón nunca encontró oro en la isla que llamó Juana, salvo tres o cuatro pepitas. Le fue vedado visitar la tierra mítica donde el vil metal crece como el árbol del bien y del mal… Colón, no obstante, había descubierto (y desestimado) el vegetal oro marrón llamado tabac, tabaka: tabaco. No muchos años después del Descubrimiento, riquezas mil nacerían de las hojas del tabaco.Tanto en el Nuevo Mundo como en el Viejo Continente (como en Asia) se gastaron fortunas en comprar tabaco, sólo para verlo convertirse en humo…» GUILLERMO CABRERA INFANTE

La historia del tabaco es verdaderamente atractiva e interesante. El cultivo del tabaco ha tenido una poderosa incidencia en el funcionamiento de la sociedad dominicana. Durante el período aborigen, el tabaco tenía un significado ritual y religioso. A la llegada de los españoles, una vez trasvasada la conquista, durante el proceso de colonización, los españoles se apropiaron del tabaco y lo incorporaron a sus propias costumbres. Proceso cultural de reencuentro, los patrones culturales nacidos de esta simbiosis se reflejaron incluso en uno de sus productos: el andullo. El tabaco caló tanto en los españoles conquistadores y colonizadores, que no solo lo incorporaron a sus pautas de comportamiento en la colonia, sino que lo llevaron hasta Europa. Allí se popularizó tanto que durante mucho tiempo fue su principal mercado. Durante el siglo XVI el tabaco se asociaba más a la cura de dolencias. En los primeros viajes de Colón fue llevado a España, para seguir su ruta por los demás reinos europeos. Poco a poco fue incorporándose en el gusto, la cultura y el comportamiento, tanto de


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amos como de esclavos. Ambos extremos de la pirámide social de la colonia usaban el tabaco como forma de distracción. En el siglo XVII el tabaco fue parte del monopolio comercial que España impuso a sus colonias del nuevo continente.Y ya a partir del siglo XVIII el cultivo del tabaco se incorpora al mercado, principalmente el internacional, convirtiéndose desde entonces en el germen de la actividad campesina dominicana. Del cultivo del tabaco una pequeña parte se quedaba para el consumo interno, destinando el grueso de la producción a la exportación del tabaco en rama. En la primera mitad del siglo XIX el tabaco se convirtió en el principal producto de exportación, destinado al mercado europeo, principalmente el alemán. A partir de los años 70 de ese siglo, fue desplazado al cuarto lugar de los productos agrícolas destinado a la exportación, relegado por el auge incomparable del azúcar, el café y el cacao. Este lugar se mantuvo casi intacto en los primeros 75 años del siglo XX, hasta el momento en que la economía dominicana dejó de ser agroexportadora, para concentrarse básicamente en el renglón servicios. Una modalidad importante que se introdujo en la economía tabaquera en el siglo XIX, y sobre todo a principios de la centuria siguiente, fue la fundación de empresas manufactureras, dedicadas inicialmente a la fabricación de cigarros y luego a los cigarrillos de tabaco negro. El siglo XX fue sin duda el de las grandes transformaciones. El tabaco en el nivel agrícola siguió siendo un producto importante de exportación, sobre todo de tabaco negro en rama, muy demandado por las fábricas de cigarros a nivel internacional. Después de muchos tropiezos, mejoró la calidad de la hoja exportada. A finales de la década del 60, se introdujo en el país el tabaco rubio. La producción comenzó tímidamente, pero con el paso del tiempo desplazó al tabaco negro en el gusto de los consumidores locales. En los 80, el tabaco negro pudo encontrar su nicho en el mercado local e internacional. El país vivió un verdadero «boom» del tabaco negro, creándose en el país grandes empresas dedicadas a la producción de cigarros de alta calidad, dirigidos a exigentes mercados internacionales. Para finales del siglo XX, como podrá verse en el capítulo 2 del volumen 3, el tabaco dejó de tener el gran peso que tenía en la economía del país. Las tierras destinadas al cultivo del tabaco, negro o rubio, fueron disminuyendo con el tiempo; la exportación de tabaco en rama ha continuado, lo mismo que la fabricación de cigarros y cigarrillos. Sin embargo, la economía tabaquera sigue viva y vigente en los albores del siglo XXI. Este trabajo de investigación, titulado inicialmente como «Historia General del Tabaco


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en Santo Domingo» fue auspiciado por las Empresas León Jimenes. Comenzó formalmente el 1º de febrero del 2003, después de un largo proceso de negociación del proyecto de investigación presentado por la Academia Dominicana de la Historia a los altos ejecutivos de esa empresa. A mediados del año 2002 las Empresas León Jimenes aceptaron financiar la investigación. El Contrato entre la Academia Dominicana de la Historia y las Empresas E. León Jimenes fue firmado el 30 de julio del 2002. Razones administrativas retrasaron el inicio de la investigación. Al conocerse la noticia de que se había aprobado la propuesta, la Junta Directiva de la Academia Dominicana de la Historia, después de una profunda ponderación, seleccionó primero a dos investigadores de la institución para que realizaran el trabajo, pero por razones diversas ellos no pudieron aceptar la oferta. Ante la situación, la Junta Directiva decidió entonces nombrar a los historiadores José Chez Checo y Mu-Kien Adriana Sang como los responsables de la investigación. La investigación fue estructurada para que fuese realizada en 18 meses. Contemplaba la elaboración de 4 informes parciales, un borrador y un informe final. La primera fase, que abarcaba el primer año, tenía como propósito principal la recolección de la información. El objetivo básico era ubicar la mayor cantidad de información e iniciar el proceso de fotocopiado del material. La búsqueda se centró en los siguientes fondos: Bibliografía general sobre el tema, búsqueda en Internet sobre las investigaciones recientes sobre tabaco, periódicos, revistas, boletines del Banco Central, Memorias de la Secretaría de Agricultura, publicaciones del Instituto del Tabaco, Memorias de Industria y Comercio, Censos Nacionales, Censos Agropecuarios, Censos Tabaqueros,Anuarios Estadísticos, Gaceta Oficial, Colección de Leyes y Decretos, así como informes y documentos oficiales y privados. Una de las mayores preocupaciones de los investigadores era localizar fuentes originales de los siglos XV, XVI, XVII y XVIII. Se contactó al historiador dominicano Genaro Rodríguez Moral, residente en Sevilla, para que trabajara el Archivo General de Indias de esa ciudad, logrando él conseguir documentos inéditos sobre el tema y que, por supuesto, fueron utilizados en el volumen 1 de este trabajo. Inmediatamente iniciaron el proceso de investigación los investigadores y sus dos asistentes. En la ciudad capital se trabajó en las siguientes bibliotecas: de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Recinto Santo Tomás de Aquino), del Instituto Tecnológico de Santo Domingo, del Museo de Historia y Geografía, de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, del Banco Central, de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y la Biblioteca Nacional. En Santiago se trabajó en la Biblioteca de la


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PUCMM (Recinto principal), en la Alianza Cibaeña, el Instituto Superior de Agricultu-

ra (ISA),Amantes de la Luz,Archivo de las Empresas León Jimenes, Cámara de Comercio y Producción de Santiago y el Instituto del Tabaco (INTABACO). A nivel de archivos se laboró ampliamente el Archivo General de La Nación, el Archivo Histórico de Santiago y el Archivo de la Empresa E. León Jimenes. Se hicieron esfuerzos sobrehumanos para trabajar el Archivo de la Compañía Anónima Tabacalera, pero resultaron inútiles. Los investigadores indagaron por todas partes para ubicar esos archivos. Cuando al fin se pudo dar con el lugar, se visitó a uno de los principales funcionarios del Palacio Nacional en el 2000-2004, que amablemente dio la autorización. Se logró localizar el almacén donde están tirados a su mejor suerte las huellas históricas de la Tabacalera. El lugar se encuentra en la Autopista Duarte. José Chez Checo fue hasta allá. Al entrar lo que encontró fue un verdadero espectáculo de horror. Las decisiones, los contratos, las negociaciones, en fin, parte de la historia de la que fuera la principal empresa de tabaco estaba abandonada, tirada en un almacén. Encima de las cajas se encontraban maquinarias que goteaban aceite sin compasión, dejando la documentación en un estado inservible. Dificultades personales de uno de los investigadores, así como la gran cantidad de información localizada, demoraron la investigación. Pero el resultado fue positivo. Se dividió en tres tomos. El volumen 1 comienza con la sociedad taina, para pasar luego al período colonial (siglos XV, XVI, XVII y XVIII), y culmina con el siglo XIX, un momento muy importante de auge y descenso del tabaco, como se ha apuntado en páginas anteriores. Los volumen 2 y 3 tratan el curso del tabaco a lo largo del siglo XX. En sus páginas se muestra el auge, el desplome, la consolidación del tabaco como uno de los cuatro productos principales de exportación, el surgimiento del tabaco rubio, los problemas surgidos con los impuestos a los cigarrillos y luego el nuevo nicho del tabaco negro, gracias a la demanda internacional de cigarros de calidad. Los investigadores tienen grandes deudas de gratitud con muchas personas. Primeramente sus familias, especialmente sus respectivos compañeros de vida, Esther Abreu de Chez, y Rafael Toribio, porque han sabido acompañarlos en silencio para que pudieran seguir trabajando. Agradecimiento también a E. León Jimenes, en la persona de su Presidente, Don José León, por haber confiado en ellos y por su comprensión cuando se le solicitó más tiempo para concluir. Agradecimiento de corazón a la Academia Dominicana de la Historia por sus gestiones


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para conseguir el financiamiento, especialmente al Dr. Roberto Cassá, pasado Presidente de esa organización, que tuvo la visión estratégica de proponer esta investigación, realizar el proyecto de investigación y presentarlo a la empresa patrocinadora. Al historiador y académico Emilio Cordero Michel nuestra gratitud por su generosidad intelectual al ofrecer datos de interés histórico y ceder de su archivo múltiples ilustraciones que figuran en esta obra. No puede ser terminada esta introducción sin antes agradecer a los colaboradores. Juana Hernández, una joven dinámica y trabajadora que caminó por las bibliotecas buscando material y fotocopiándolo. Juana fue también la responsable de realizar con paciencia oriental, los cuadros estadísticos que se exponen en el anexo. Antonio de Jesús Báez, por su amplio conocimiento de las fuentes documentales, su dedicación y responsabilidad. Julio González por su labor profesional al tomar la mayoría de las ilustraciones de esta obra. Gratitud también a los miembros del Archivo Histórico de Santiago, en la persona de su director y su asistente, Rosa Peralta, que gentilmente proporcionaron invaluables informaciones, que fueron ampliamente utilizadas en la investigación. Don Fernando León fue una fuente viviente. Conocedor como pocos del cultivo del tabaco, él mismo forma parte de la historia del tabaco de Santiago en los últimos 50 años, dedicó parte de su tiempo para ofrecer sus sabios consejos y su sabiduría. Agradecimiento, finalmente, a Félix Fernández, Consultor de Empresas León Jimenes, por su estímulo, así como a los directivos del Centro León por su valiosa colaboración. Ojalá que ejemplos como éstos puedan ser imitados por otras empresas. La historia dominicana tiene todavía muchas aristas que no han sido estudiadas, solo hace falta decisión y un poco de recursos financieros para su estudio. Los historiadores dominicanos están ávidos de encontrar manos amigas que les permitan escudriñar el pasado, interpretarlo, para darlo a conocer a las generaciones futuras. Como se ha dicho siempre, solo conociendo bien el pasado podrá entenderse mejor el presente y, sobre todo, vislumbrar el porvenir. El comprender el pasado es como mirarse en un espejo, que permitirá no repetir los errores y trillar los pasos por mejores caminos. José Chez Checo y Mu-Kien Adriana Sang


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Este Volumen 1 de El Tabaco. Historia General en República Dominicana comprende la evolución del tabaco, desde los aborígenes taínos, que poblaban la isla de Santo Domingo a la llegada de los españoles en 1492, hasta el año 1900 en que finaliza el siglo XIX. No obstante, los autores han decidido presentar un primer capítulo, titulado «Generalidades del tabaco», con la finalidad de que el lector pueda tener una idea general acerca de los aspectos genéticos, botánicos, químicos y medioambientales del tabaco en la República Dominicana así como las fases de su proceso productivo y las áreas geográficas donde se cultiva. El capítulo 2: «Los taínos descubren que el tabaco emborracha», narra los posibles orígenes aborígenes de la palabra tabaco, las modalidades de su cultivo y el uso ceremonial, religioso y medicinal del tabaco por parte de los aborígenes. El capítulo 3: «El siglo XVI: El tabaco cura ciertas dolencias y arriba a Europa», expone el proceso de aculturación entre aborígenes, españoles y africanos; la llegada a Europa por vez primera de tan exótico producto americano, el uso medicinal del tabaco para aliviar o curar ciertas dolencias y la paulatina generalización del consumo en Europa, lo que conllevó que se produjera para la exportación. En el capítulo 4: «El siglo XVII: Monopolio comercial, contrabando y auge del cultivo» se expone el papel desempeñado por el tabaco dentro del monopolio comercial que España impuso a sus colonias americanas, lo cual implicó en sus inicios que se prohibiera su siembra; el levantamiento de dicha prohibición y la autorización de que volviera a cultivarse y que lo producido se enviara a Sevilla; el establecimiento del estanco de tabaco para la Fábrica de dicha ciudad y la consiguiente instalación de factorías; y la concentración de la producción tabaquera en ciudades como Santiago, La Vega y Cotuí.


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El capítulo 5: «El siglo XVIII: El Cibao se adueña del cultivo del tabaco», versa sobre el comercio de tabaco con la colonia francesa de Saint-Domingue; la intensificación del cultivo en la región del Cibao y el renacimiento de la economía de Santo Domingo, gracias a la exportación del tabaco; las rutas interiores del tabaco y la importancia que cobró la ciudad de Puerto Plata como puerto desde donde se exportaba el tabaco producido en Santiago y La Vega; las implicaciones de la entrada de la Compañía de Barcelona en la comercialización de los productos que se exportaban a España; la creación en Santo Domingo de una Factoría de Tabacos, con la consiguiente ampliación del cultivo, aunque a finales del período se redujo a causa de los obstáculos que puso España a la exportación del tabaco. El capítulo 6, y último, titulado «El siglo XIX: Época de esplendor y declive», subdividido en tres apartados, analiza el cese del comercio con España; la vuelta de los cosecheros a la economía de subsistencia con el establecimiento de pequeñas parcelas; la ampliación del papel del tabaco desde la primera década del XIX y la modificación de los flujos hacia el exterior; el establecimiento de comerciantes extranjeros; las nuevas funciones de Puerto Plata y Santiago; la decadencia y desaparición de la esclavitud; la conformación de las relaciones sociales basadas en la propiedad individual y el trabajo libre; el papel del tabaco en la conformación típica de la sociedad cibaeña; el sistema comercial-usurario; los procesos técnicos agrícolas; los procesos de preparación y embalaje; los transportes interiores; las incidencias del tabaco en los procesos políticos después de 1844, especialmente en la llamada Revolución de 1857 contra el presidente Buenaventura Báez y en la Guerra Restauradora de 1863-1865; el preponderante papel que jugó Alemania como receptora cuasi-monopólica del tabaco dominicano; el gran repunte de las exportaciones del producto y el proceso de declive que se experimentó, a partir de 1880, cuando empiezan a producirse en gran escala otros productos como el cacao, el azúcar y el café que, a final de cuentas, sustituyeron al tabaco en los mercados internacionales. Los autores confían en que los lectores, a través de las páginas de esta obra, puedan hacerse una idea cabal de la síntesis histórica –en el período estudiado– del tabaco, producto que ha sido fundamental en la historia y cultura de República Dominicana.


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1| La genética El tabaco pertenece a la especie botánica Nicotiana tabacum, de la familia de las Solanáceas. Los cultivos más primitivos se encontraron en América del Sur, específicamente en Brasil, Colombia, El Salvador y Perú. Su dotación cromosómica está formada por 24 pares de cromosomas. Los científicos afirman que el tabaco es un híbrido natural originado entre dos especies del mismo género: la N. tormentosiformis y la N. sylvestris. Cada una de estas especies tiene 12 pares de cromosomas. El híbrido nacido de estas dos especies sería estéril si no se hubiese producido la duplicación de sus cromosomas como forma de generar una especie viable, cOMo se hizo de forma espontánea en la naturaleza. La Nicotiana tabacum tiene la propiedad de sintetizar nicotina, un alcaloide que al quemarse el tabaco pasa al humo y el fumador al inhalarlo recibe un efecto placentero, que a la larga crea adicción. Existen otras especies derivadas de la Nicotiana que también contienen alcaloides, pero no poseen las propiedades gustativas y fisiológicas de la nicotina.

Planta de tabaco. Dibujo de Nicolás Monades, uno de los primeros que se realizaron de la planta.


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La Nicotiana abarca más de 50 especies, las cuales por su morfología, la distribución geográfica y el número de sus cromosomas se agrupan en tres subgéneros, a saber: Rustica, Tabacum y Petunoides. Estas especies son oriundas de América y Australia. Se afirma que antes de la llegada de los españoles ya existían en el sur, norte y centro de América. La nicotina (C10, H14, N2) es el elemento más conocido y vinculante con el tabaco que como dijimos se encuentra en algunas especies del género Nicotiana. La nicotina es un líquido incoloro, soluble en agua y que hierve a altas temperaturas (247 grados centígrados)

2| La botánica y la química del tabaco En la definición de Jesús de Federico|2|, en una vieja pero útil enciclopedia, se dice que el tabaco es una hierba glutinosa, anual, cubierta en todas sus partes de pelusa muy corta, que presenta las características de las plantas vasculares y dicotiledóneas. En sentido general puede afirmarse que tiene caracteres muy pronunciados: planta herbácea, de tallos gruesos vellosos de aproximadamente 2 metros. Como planta criptógama posee cápsulas biloculares con numerosas semillas muy pequeñas. Se calcula que el grano contiene unas 12,000 semillas. Una planta en buenas condiciones puede producir 20 gramos de semillas. Las características morfológicas y botánicas de las Nicotianas son las siguientes: | Son plantas anuales, de tallos herbáceos o de tallos subleñosos. | Sus hojas son generalmente grandes, aisladas, enteras, onduladas, alternas, lanceoladas y sentadas que casi abrazan el tallo. El color de sus hojas generalmente es verde pálido, aunque varía de acuerdo con las especies. | Sus flores son hermafroditas, de forma tubular, gamopétalas, en panojas o racimos terminales, que varían desde el verde al rojo, pasando por colores amarillentos y anaranjados. Normalmente presentan un pliegue en dirección longitudinal. | Su raíz es pivotante con gran número de raíces secundarias que le dan un aspecto de cabellera. Sin embargo, ofrece poco sostén para la voluminosa parte aérea de la planta. De ahí la importancia de preparar bien el terreno para la siembra del tabaco. | El cáliz es tubuloso, ovoideo o acampanado. | Semillas numerosas, pequeñas, de forma reniforme, con relieves sinuosos. La hoja del tabaco tiene una composición química bastante compleja: azúcares, ácidos orgánicos, hidrocarburos, proteínas, sustancias minerales, entre otras. La característica especial con respecto a las demás especies vegetales es el contenido en nicotina y otros alcaloides.


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3| La Nicotiana tabacum y sus tipos Tal y como se señaló en párrafos anteriores, el tabaco pertenece a la especie Nicotiana tabacum. Existen cuatro tipos básicos que son los que han dado origen a las diversas variedades que conocemos hoy día. Estos tipos son los siguientes: | Tipo Havanensis| (Llamado criollo en toda la región de las Antillas) Planta medianamente alta, de tallo no muy grueso, con una veintena de hojas que nacen horizontalmente. Sus flores son pequeñas con pétalos anchos de color rojo. Sus hojas son de forma elíptica, largas y de color verde suave. Producen un tabaco oscuro cuando son fermentadas convenientemente. De esta subespecie existen tres variedades: a| Havanseed: Esta variedad posee hojas bastante grandes y elípticas, con altas cualidades organolépticas, principalmente en lo que se refiere a elasticidad, ya que permite producir un gran

Hierba Santa Croce. Nicotiana tabacum.

número de hojas para capa. b| Tipo Criollo: Esta variedad produce un tabaco muy oscuro rico en nicotina. Se utiliza para mezclas comerciales, con el propósito de dar mayor sabor y riqueza en nicotina a los tabacos rubios. c| Cubanseed: Produce un tabaco marrón, como de color chocolate.Tiene buen aroma y sabor que le permite producir tabaco de alta calidad. |Tipo Brasiliensis| (Tabaco de olor). Plantas bajitas, con tallo fuerte en su base. Sus hojas son largas y de forma elípticas y lanceoladas. Sus flores son verticales y de color rosa. Posee riqueza media en nicotina, produce un tabaco bastante aromático que sirve


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Planta de tabaco.

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para caja y para elaborar tabaco en hebras y picaduras para cigarrillos. Este tipo representa la variedad Brasil-Bahía. |Tipo Virginica|(Nicotiana tabacum lanceolata). Plantas altas y fuertes de grueso tallo. Sus hojas son de color verde oscuro que, al secarse, se convierten en marrones y son de formas lanceoladas y más anchas en la base. Sus flores son largas con pétalos triangulares y de color rosado o rojo. Representan este tipo las variedades Virginia negro,Virginia claro y la Kentucky. primera produce un tabaco marrón, bastante oscuro, algo aromatizado; mientras la segunda brinda un tabaco rubio, claro, ligeramente aromatizado. La tercera variedad, cultivada mayormente en los Estados Unidos, son plantas muy vigorosas de ciclo corto, que producen un tabaco bastante oscuro, propio para la fabricación de cigarrillo.

Petum, nombre dado al tabaco.


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Además de las tres variedades que mencionamos, existen otras, que han sido denominadas como Spanish,Valencia y Maryland, que dan un tabaco marrón oscuro, bastante aromático, utilizado para la fabricación de cigarrillos bajo forma de tabaco hebrero. La Spanish se obtuvo al cruzarse la Nicotiana tabacum Havanensis y Nicotiana tabacum Virginia Claro. |Tipo Purpurea| Conocida también como Nicotiana tabacum macropila. Son plantas de tallo cilíndrico con hojas que nacen horizontales. Sus hojas son pecioladas, de contorno sinuoso y de color verde amarillento. Sus flores tienen sépalos largos y están dirigidas hacia lo alto. Posee tres variedades que son Sumatra, Filipinas y Java. Estas variedades producen un tabaco de buenas cualidades organolépticas, aromatizadas y de buen sabor. Permiten fabricar cigarros y producir las capas. |Tipo Ambolena| Se obtiene por mutación germinal del Nicotiana tabacum Havanen-

Flor de tabaco.

sis. Sirve para la hibridación de las otras especies y sus variedades con objeto de obtener variedades híbridas, resistentes a la micosis. Los principales componentes químicos del tabaco son los siguientes: |Sustancias nitrogenadas: como las amidas, aminoácidos, proteínas, nitrógeno soluble, nitratos y amonio. |Carbohidratos. |Aceite y resina. |Ácidos orgánicos.


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|Sustancias minerales. |Sustancias pépticas. El humo del tabaco contiene: ácido carbónico y prúsico, carbonato de amoníaco, colidina (un alcaloide que aparece mezclado con otros principios aromáticos), nicotina, óxido de carbono, prusiatos, sustancias colorantes, vapor de agua y otros compuestos que se forman en el momento de arder y cuya constitución depende de la cantidad de vapor de agua que contenga y de las condiciones en que se produce la combustión.

4|El clima apropiado El tabaco es oriundo de las regiones tropicales y subtropicales, por lo que su ambiente más natural es el cálido y húmedo, aunque se ha comprobado también que puede crecer y desarrollarse en países de temperaturas elevadas. Las zonas productoras de tabaco por excelencia están entre los 45 grados de latitud norte y los 30 grados de latitud sur. Vegeta fácilmente y sin dificultad en condiciones óptimas desde los 400 a los 800 m. sobre el nivel del mar. Las temperaturas más adecuadas para el desarrollo del tabaco deben oscilar entre 18 y 28 grados centígrados, aunque soporta altas temperaturas, como en los valles cálidos, a condición de que el grado higroscópico sea alto (unos 80% de humedad relativa). El control de la humedad es básico, pues el tabaco es muy sensible al exceso o la falta de humedad. Según los expertos, es preferible un déficit de agua que la abundancia de ella, ya que propaga las enfermedades. El aire seco y la falta de humedad producen la desecación de las hojas, por lo que es necesario el regadío cuando la pluviometría es inferior a 500 milímetros durante el período vegetativo, ya que el tabaco es susceptible a los cambios de temperaturas. Otro elemento importante es el control del exceso de sol o de sombra. Si las plantas están muy expuestas al sol se producen variaciones en los índices químicos de las hojas. Si, por el contrario, existe poca o ninguna luz se reduce el contenido de nicotina de las hojas.Todo esto evidencia que el tabaco es muy sensible a la acción del ambiente. Por tanto, para la obtención de un tabaco de buena calidad, se requiere el calor óptimo, la humedad suficiente y la luz moderada en intensidad y tiempo.

5|El suelo ideal Muy pocos cultivos son tan sensibles a las condiciones del suelo como es el tabaco. Este cultivo requiere de tierras buenas, ricas, capaces de suministrar una gran cantidad de nutrientes en un corto período de tiempo. Sin embargo, el tabaco es una planta que se adapta a la mayoría de los terrenos, a condición de que no sean exclusivamente húmedos o se-


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Nicotiana tabacum y sus diversas partes.

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Nicotiana rustica.


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cos. El rendimiento en los terrenos arenosos y secos es generalmente bajo. El PH más favorable es de 6.5. Prospera el tabaco en terrenos con P. A. comprendidos entre los 5.5. y 7.5.Tanto el calcio como el potasio aumentan las cualidades químicas y la combustibilidad. Aunque el nitrógeno sea el elemento fundamental para la obtención de un alto rendimiento y para la riqueza en alcaloides, también se necesita un suelo con alto contenido en potasio, fósforo y calcio pues, en caso contrario, se produciría un tabaco amargo y sin aroma. El potasio, por ejemplo, favorece la combustibilidad y el calcio aumenta este factor. Asimismo, es importante que se cuente con buenos drenajes, tanto en la superficie del terreno como en el subsuelo. Se recomienda que los subsuelos permitan que el agua innecesaria o sobrante drene rápidamente. Un buen drenaje favorece la aireación del terreno, posibilitando hojas de alta calidad.

Plantas de tabaco de las especies masculina y femenina Pentum.

Los suelos óptimos son aquellos de textura franca, arenosos y con suficiente cantidad de materia orgánica, pero no en exceso. Los muy arenosos se secan muy rápido y provocan trastornos fisiológicos a las plantas, debido a la falta de humedad. Pero también los suelos muy compactos, por fuerte retención de aguas, disminuyen la calidad de la hoja. Son muchas las condiciones que debe guardar el suelo para obtener una buena cosecha de tabaco: |Las tierras ideales son aquellas que se denominan sueltas, no muy profundas y sobre todo fértiles.


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|La humedad media del suelo óptima es de 15 por 100. |La textura de la tierra tiene influencia notable sobre la calidad de la hoja y el contenido de nicotina; ahora bien, cada variedad tiene sus preferencias. Por ejemplo, para el tipo Virginia son preferibles los suelos sueltos con alta proporción de arena y los Burley prefieren suelos arcillosos. |Es preciso plantar el tabaco en tierras bien trabajadas y con cierta profundidad. |Las tierras porosas y fértiles permiten que las raíces puedan extenderse libremente. Según el tipo de tabaco, los suelos óptimos requeridos son los que detallamos a continuación: |Para producción de cigarrillos: suelos de textura franco / arenosa. |Para producción de capas: suelos franco / limosa profundo, arenoso profundo.

Grabado de tabaco. Planta de tabaco de la variedad Brasiliense.

|Para producción de tripa y capote: suelos de textura / limosa / arcilloso. |Para producción de tabaco para mascar y aspirar: suelos de textura franco /arcillosa / arenosa con bastante cantidad de materias orgánicas.

6|Las variedades De acuerdo al color que tomen las hojas de tabaco después de curado y fermentado, se puede hablar de tabaco claro y tabaco oscuro. En algunos países se clasifican también por el tamaño de las hojas: tabaco de hojas grandes y tabaco de hojas pequeñas. Jesús


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De Federico|3| establece en su capítulo dedicado a las especies y las variedades, una clasificación sui generis e interesante. A saber: |Tabaco corriente: Denominado técnicamente como Linneo Nicotiana tabacum. Es el que constituye la planta típica. Mide de uno a dos metros de altura, a pleno desarrollo. Es una planta ramificada, con tallos de un dedo de grosor y sus flores son de color rosado. Procede de América del Sur. Es de fácil aclimatación. |Tabaco rústico: Su denominación técnica es Nicotiana rústica. En algunos países se conoce popularmente como tabaco menor, hembra menor o silvestre. Tiene el tallo de cinco a doce decímetros y es algo glutinoso, velloso, cilíndrico y bastante duro. Tiene muchas ramas y las hojas que la guarnecen son pequeñas y gruesas, elípticas, obtusas, pecioladas y un poco glutinosas. Sus flores son pequeñas, la mitad de la especie tabaco corriente es de color amarillo pálido y forma racimos terminales, tanto en el tallo como en las ramas. El fruto es más redondeado que la especie anterior. Su calidad es muy inferior, pero a pesar de todo es muy utilizado porque se aclimata fácilmente a cualquier clima. |El tabaco de hoja estrecha: Llamado técnicamente como Nicotiana fructicosa, mejor conocido como tabaco de Virginia. Es un tabaco oriundo de China, de propiedades análogas a la Nicotiana tabacum. El autor establece otras variedades tales como: tabaco glutinoso, que es una planta oriunda del Perú; tabaco menor, especie anual de Chile, de condiciones casi idénticas a la Nicotiana tabacum; el tabaco ondeado (Nicotiana repanda), que es originario de Cuba; el tabaco cuatro valvas (Nicotiana quadrivalvis), originario de Missouri; el tabaco oloroso (Nicotiana suaveolens), que fue importado a Europa en 1800; el tabaco de hojas lineales (Nicotiana lancifolia), especie originaria de América del Sur y que fue importada a Europa en 1823. Además de estas variedades Jesús de Federico agrega otras variedades y especies más, tales como el pequeño tabaco, el tabaco crespo o rizado, el de Buenos Aires, el de China, el de las flores largas, el de Guatemala, el de hojas estrechas, el de hojas largas, el de Cabo, el de Maryland, el de muchas valvas, el enano, el glauco, el ondulado, el persa, etc. Ahora bien, la clasificación más aceptada mundialmente es a partir de la comercialización, en la que se conjugan aspectos agrícolas, industriales y comerciales.Veamos: | Tabacos claros curados en atmósfera artificial: Este tipo tiene un gran contenido de nicotina y alquitranes. Son tabacos de hojas grandes y de color verde claro. En el proceso de curado se transforman en amarillo claro. Se utiliza para el cigarrillo rubio y también para el tabaco de pipa.


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|Tabacos claros curados al aire, tipo Burley: De bajo contenido de nicotina, de hojas grandes y de color verde claro que al fermentarse se tornan amarillentas. Al igual que el anterior, se emplea en la fabricación del tabaco rubio. |Tabacos oscuros curados al aire: Son de hojas grandes, verdes oscuras, que al curarse se tornan color caoba. Se utiliza para los cigarrillos negros, las tripas de cigarro y la mezcla de pipa. |Tabacos aromáticos (orientales): Son plantas pequeñas, de poco contenido de nicotina y muy aromáticos. Se curan al sol y se utilizan básicamente para los cigarrillos rubios y para la mezcla de pipa. |Variedades asiáticas de tabaco claro y oscuro: Se consumen sobre todo en Asia. |Tabaco curado al fuego: Al curar las hojas se tornan oscuras. Se utilizan en la fabricación de cigarros y pipas. Son oriundos de Estados Unidos, principalmente de los estados de Kentucky y Virginia. |Tabacos oscuros curados al aire: Son tabacos de hojas grandes que se emplean por su finura y buenas condiciones para las capas de cigarro.

7|Las variedades más comunes en República Dominicana Las variedades y tipos que existen en el país están formadas por mezclas, hibridaciones y cruzamientos que han dado origen a variedades y tipos hasta cierto punto indefinidos. Esta amplia variedad dificulta la uniformidad y la comercialización del tabaco criollo. La tradición tabaquera dominicana ha adoptado una clasificación simple para la comercialización, dividiendo la variedad de tabaco en dos grandes grupos: el Tabaco de Olor y el Tabaco Criollo. El primero corresponde a aquel tabaco que, sin importar la variedad, se utiliza para capa, sub capas o tripas en la confección de cigarros. El segundo grupo es aquel tabaco negro que tampoco, sin importar la variedad, es utilizado para la fabricación de cigarrillos y cigarros. En muchos casos, se utiliza el tabaco criollo para referirse al producto de inferior calidad, resultado de una mala selección de la planta, ya sea por mancha, excesiva madurez, picadura o mala fermentación. Es importante aclarar que esta clasificación de «criollo» la puede obtener cualquier tabaco que no alcance una calidad superior. A principios del siglo XX la clasificación era bastante peculiar|4|. Denominaban la planta en términos de género. Existía el tabaco macho, que era, según la creencia campesina, «el mejor de todos, de tallo hasta de un metro de altura, ramoso, de flores blanquecinas, verdosas o purpúreas, en forma de embudo, de semillas numerosas contenidas en cápsulas...» Existía lo que denominaban el «tabaco hembra o mexicano», que era de


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hojas redondas.También existía el tabaco de Virginia, el de Brasil, «muy suave y sedoso; especie pequeña que se usa mucho en San Cristóbal.» Una clasificación bastante común y aceptada es la que establece cuatro grandes tipos de tabaco, a saber: a| Tabaco Criollo (amarillo parado).Tabaco de Olor (Chago Díaz) b| Tabaco Rubio y Burley (Virginia y Burley) c| Tabaco Local (Jaguita y Punta de Lanza) d| Tabaco de capa (Broad Leaf. D2 y D3) Por su parte, uno de los más estudiosos contemporáneos del tema del tabaco, Iturbides Zaldívar|5| crea su propia clasificación, agregando un tipo adicional.Veamos: |Negro| De color negro, buen olor. Utilizado en la fabricación de cigarros y cigarrillos Piloto, Chago Díaz, Amarillo Parado, San Vicente, Papayo y Búfalo. |Claro| Color claro.Textura delicada, olor y sabor agradable. Usado como capas en la fa-

Nicotiana tabacum. Probablemente de la variedad «brasiliensis». Hembone de Perú N. tabacum var. brasiliensis. Grabado del tabaco, con la imagen de Cupido.

bricación de cigarro. Connecticut, Sumatra, Habana 92, Corojo, Habana 2000 y Besuki. |Rubio| Color rubio o amarillento, sabor y olor fuerte. Utilizado en la fabricación de cigarrillos. Coker 254, Speight G-28, Sc-66. |Burley| Color claro, olor y sabor fuerte. Utilizado para las ligas de cigarrillos. Ky/49. 11a, 11b. |Turco| Olor y sabor fuerte. Usado también para las ligas de cigarrillos. Esmirna, Caballa, Santiyaca. Las clasificaciones presentan serios problemas. Dice Zaldívar que «los responsables de


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que se originaran estos vocablos, los que permitieron su uso a través de generaciones y los que sin analizarlos y tratar de corregirlos, los utilizan a diario, parece que no se han dado cuenta de que esto es un contrasentido; ya que las variedades que forman ambos grupos son criollas (salvo raras excepciones) y por lo tanto al llamar a un grupo «Criollo» se da a entender que el otro grupo de «Olor» es extranjero, siendo ambos de procedencia nacional. Se empeora más la situación, cuando los grados más inferiores de tabaco de olor, son considerados como tabaco criollo; y en algunos casos, cuando el tabaco criollo produce hojas con condiciones especiales, automáticamente pasa al rancho de tabaco de olor. Es bien cierto que el tabaco de «Olor» posee mucho más aroma que el tabaco «Criollo», pero la característica del aroma no es antagónica o contraria a la palabra criollo.»|6| Este autor considera que la mejor clasificación debía

Terreno listo para el sembrado.

ser el «tabaco de olor» y el «tabaco sin olor», pero lamentablemente su sugerencia aún no ha sido acogida. La clasificación que describimos a continuación es la más utilizada en nuestro país. Utilizamos tres grandes clasificaciones, a saber: tabaco negro, tabaco rubio y variedades para capa.Veamos. a| Tabaco Negro. Se entiende que el tabaco negro es la clase de tabaco cuya producción se destina para las picaduras de cigarrillo negro y para tripa, capote y capa de cigarros. Algunos han clasificado el tabaco negro dominicano en dos grandes grupos:


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tabaco de olor y tabaco criollo. El primero es el que se utiliza como tripas, capotes y capas para los cigarros; mientras que los segundos se destinan para la producción de cigarrillos negros. |El Piloto Cubano: Es una variedad de tabaco negro que se utiliza para capote y tripa de cigarros, aunque también es usado para la liga de cigarros y cigarrillos principalmente por su sabor. La planta no es muy alta, alcanza unos 1.30 metros, con hojas ovaladas, y con un promedio de nicotina de 2.5%. Fue introducida al país en 1963 por Raúl Medina, técnico cubano que trabajó en el INTABACO. Existe la creencia de que esta variedad es autóctona, que la semilla presenta-

da por el Sr. Medina era una variedad criolla procedente de la zona de Piloto, que formaba parte de Pinar del Río, y de ahí, según dice la tradición, viene su nombre.

Características típicas del paisaje y detalles de las condiciones del suelo de la planta correspondientes al tabaco tipo Santiago, variedad «Amarillo parado»

Esta variedad se expandió rápidamente a través de la ejecución de proyectos modelos a un grupo de agricultores, a quienes se les garantizaba desde el suministro de materiales, el crédito supervisado y la asistencia técnica hasta el proceso de comercialización. El experimento fue tan exitoso que ya para 1964 se inició formalmente la comercialización del primer tabaco Piloto Cubano. La primera compañía que comercializó, y aún comercializa, fue la Compañía Panamericana de Tabaco (COPATA). Esta variedad es muy demandada en mercados extranjeros, especialmente en los Estados Unidos.


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|Amarillo Parado: Es la más representativa del tabaco criollo dominicano. La planta puede alcanzar hasta 1.60 metros. Su tallo es grueso y sus hojas son elipsoidales. El promedio de nicotina de esta variedad es de 1.70%. Es usado para la mezcla con otros tabacos en la fabricación de cigarrillos de tabaco negro. Es muy apreciado por los fabricantes por su condición de tabaco neutro. Su producción está destinada a la exportación hacia Europa y África, aunque se utiliza también en la elaboración de tabaco negro para el consumo del mercado local. A pesar de que no se conoce mucho sobre su origen, se sabe que a principios del siglo XX era la más utilizada. Esta variedad fue perfeccionada por Luis Caraballo Romero, un gran conocedor del cultivo del tabaco que ocupó diferentes cargos públicos de mucha importancia. |Quin Díaz: Antes de que apareciera la variedad de Chago Díaz, esta variedad prevaFinca tabacalera de Príamo Genao.

leció como la reina del tabaco de olor.Ya no se siembra. Esta variedad fue el producto de una selección hecha por José Joaquín (Quin) Díaz, un agricultor de Gurabo, que desarrollaba su actividad agrícola en la común de Jacagua. Allí comenzó la siembra de tabaco de olor en un área de 400 tareas, procediendo luego a seleccionar la variedad que lleva su nombre. Fue tal su aporte, que la estación experimental de tabaco del Instituto del Tabaco lleva su nombre. |Chago Díaz: Su creador fue el Sr. Santiago (Chago) Díaz alrededor de 1948. Don Chago era un reconocido agricultor de la sección de Palmar, Municipio de Villa González.Ya para 1925, viviendo entonces en La Delgada, del mismo municipio, su fama como tabaquero era sólida. En un escrito que apareció en el Listín Diario en 1981 se hizo un extenso reportaje, cuando su creador aún estaba vivo, sobre la variedad «Chago Díaz», como oficialmente se le conoce, que tiene orígenes que rayan en lo romántico. Ella es un exponente más de la habilidad natural del campesino cibaeño y de asombroso dominio de la agricultura.|7| En el reportaje se le hizo una entrevista al creador de la variedad. Con hablar pausado, Don Chago, como popularmente se le conoce en la zona, recuerda que el descubrimiento de los primeros vestigios de la variedad que lleva su nombre ocurrió hace más de 31 años. En la entrevista, hizo un recuento de cómo fue que surgió: «Eso fue antes del año cincuenta y se trató de tres matas que nacieron en un conuco pequeño que yo y mis hermanos teníamos cerca de aquí (Villa González)». Durante el encuentro con el periodista, Don Chago explicaba que años antes había surgido la variedad «Quin Díaz», descubierta años antes por un pariente suyo y era la variedad predominante en la zona. Por azar, intentaron cultivar la variedad Quin Díaz, pero las matas


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sembradas nacieron inexplicablemente tres veces más grandes que las demás y con hojas más anchas y hermosas. Al verlas, él y sus hermanos se impresionaron con las nuevas plantas y le pusieron un cuidado extraordinario, dándoles un mejor tratamiento y sometiéndolas a observación continua. Luego hicieron un semillero de esas matas y sembraron siete tareas que automáticamente fueron originando nuevas semillas.Así nació la variedad Chago Díaz. Poco tiempo después obtuvo el primer premio en una feria de tabaco que se celebró en Santiago. A partir de entonces decenas de cosecheros de en una feria la zona comenzaron a sembrar las semillas de Chago Díaz y la variedad fue extendiéndose y perfeccionándose hasta llegar a lo que es hoy: una de las más reconocidas y solicitadas a nivel mundial. Es quizás la variedad más importante del tabaco negro. Es la variedad representativa del tabaco de «Olor». La planta puede llegar hasta 2 metros de altura, con hojas de forma ovalada. Su promedio de nicotina es de aproximadamente 1%. Se utiliza para capote y tripa de cigarros y para picadura de cigarrillos. Otras variedades de tabaco negro, que son sembradas en superficies menores, son las siguientes: Negrito, Modesto, Julio Vásquez, Papayo, Selladito, Carbonell,Tavárez, Amarillo Planchado, San Vicente Mejorado, Corojo y Habana 92. b| El tabaco de capa. Este sistema se originó en Estados Unidos alrededor del año 1900. En República Dominicana el cultivo del tabaco para capa se inició en 1964 con las variedades de San Vicente y Piloto Cubano. Los iniciadores de este experimento fueron Iturbides Zaldívar y el cubano José Emilio Rodríguez. El resultado fue un producto de alta calidad, pero muy costoso. En 1972 se continuó haciendo pruebas e investigaciones.Ya en 1976 se estableció en Bonao la primera producción comercial de tabaco para capa, gracias a un acuerdo entre INTABACO y la Culbro Corportation de Estados Unidos. Existen dos clases de tabaco de capa. La denominada capa clara, que se obtiene del tabaco tipo Connecticut, y la capa oscura que se produce por los tabacos Sumatra y Cameroon. El tabaco para capa se cultiva de forma exclusiva para la envoltura final del cigarro de alta calidad. Deben ser hojas de textura suave, de uniformidad en su color, de finas nervaduras, sin manchas ni roturas. Su cultivo requiere de una atención muy especial, ya que sus hojas se utilizarán para la envolver un artículo que tiene muchas implicaciones al nivel de placer y status. Su uso implica una verdadera labor artesanal de especialistas. c| El tabaco rubio. Las variedades de tabaco rubio, Burley y Virginia, son diferentes por sus características físicas y químicas y por la forma en que se cultivan. Pero están


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asociadas porque ambas se utilizan en la liga que conforma el cigarrillo rubio. Los tabacos de ambas variedades que se cultivan en el país provienen de Estados Unidos. Una de las novedades que introduce el tabaco rubio es el uso del calor para amarillear el tabaco y luego secar la hoja. Algunos datos históricos de este proceso: |Las primeras pruebas se realizaron en Licey al Medio en 1946. |En 1958 se repitieron ensayos en la colonia de Vigía, de la Provincia de Dajabón. |En 1962, luego de creado el INTABACO, se inició un programa de experimentación con el propósito de aclimatarlas al país. |La primera prueba de cigarrillos rubios fue elaborada por la Compañía Anónima Tabacalera (CAT) en 1967. |En 1968 Rafael Grullón y Ariosto Méndez introducen desde Venezuela las variedades Ky 35, Ky 14 y Ky 37, las cuales se adicionan a las variedades Ky 21, Ky 12 y Ky 9. Todas fueron experimentadas en La Canela y en la Estación Experimental de Quinigua. |En 1969 ya se contaba con la suficiente información para iniciar la comercialización. Tipo Burley: Esta variedad es oriunda de los Estados Unidos. Su nombre verdadero es White Burley.Tuvo su origen en una mutación genética del tipo original que se llamaba Little Burley. Debe su nombre al apellido de un plantador de Kentucky que desarrolló semilleros de tabaco en Ohio en 1864. Las primeras informaciones sobre esta variedad en la República Dominicana datan de finales de los años 40, cuando en un campo experimental de Licey al Medio se realizaron algunos ensayos para purificar el tabaco negro y para probar algunas variedades del tabaco Burley. Al finalizar el año 1963, el Intabaco instaló en Villa González la Estación Experimental de Quinigua «Quin Díaz», en la cual se hicieron experimentos con el tabaco Burley. Tipo Virginia: Llamada esta variedad como el tabaco rubio. Es oriunda también de Estados Unidos. La primera información de la utilización de esta variedad data de 1936, cuando el señor Luis Carballo utilizó semillas traídas del Estado de Virginia.

8|El proceso productivo Cultivo. El tabaco es un cultivo de ciclo corto (entre 90 y 105 días), intensivo y sumamente sensible a la época en que se planta, cultiva y cosecha. Si se incluye todo el proceso, desde la germinación, el final de la cosecha y la fase del semillero, el ciclo productivo total es de 25 meses. El tabaco se adapta a una gran variedad de suelos. Sin embargo, los más apropiados pa-


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ra su cultivo son los francoarenosos y francoarcillosos. El tabaco rubio requiere suelos más profundos y drenados que el tabaco negro. El tabaco tiene la ventaja de que puede ser cultivado en climas muy diversos donde no existan heladas temperaturas por más de 120 días. Las temperaturas óptimas para el desarrollo del tabaco están entre 20 y 30 grados centígrados. Se adecua bien a las regiones con pluviometría moderada y bien distribuida a lo largo de su ciclo. a|Época de siembra. En clima tropical, tradicionalmente se ha considerado que los meses ideales para la siembra de tabaco son noviembre y diciembre, ya que da mejores rendimientos y cualidades óptimas y permite el cultivo en secano, aprovechando las lluvias de este período. Sin embargo, cuando en 1980 apareció el moho azul, mu-

Santiago Díaz Nin, Creador de la semilla «Chago Díaz». Hoja y flor de tabaco.

chos agricultores consideraron que la alta pluviometría traía mucha humedad y bajas temperaturas, que constituían factores favorables para el desarrollo de la enfermedad, por lo que adelantaron la siembra a períodos de mayor luminosidad. Esta decisión ha significado un retraso en el crecimiento de las plantas y, por ende, una disminución del rendimiento. En clima templado y en clima tropical de altitud, el período de siembra es la primavera y el verano, épocas que contienen medias de temperatura óptimas para el cultivo del tabaco. En estos casos el semillero debe hacerse en tierras sueltas y es necesario drenarlas


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para evitar el exceso de humedad. Se sugiere hacer canteros para evitar este inconveniente. En terrenos arenosos no es necesario tener este elemento en cuenta. La semilla del tabaco es muy pequeña y su germinación es delicada y complicada. Se recomienda que se germinen en semilleros para obtener plantitas (posturas) aptas para trasplantarlas en pleno campo. Los semilleros deben instalarse en lugares limpios, bien desaguados y cercanos a la fuente de agua, preferiblemente en terrenos nuevos. El transplante es un proceso cuidadoso, ya que la planta joven es muy vulnerable a las variaciones climáticas, a las enfermedades y a los parásitos. Las plantas a transplantar deben tener de 3 a 6 pulgadas, unos 40-50 días después de sembradas. Con el desarrollo de la técnica se ha introducido el uso de agroquímicos en la cosecha del tabaco. Una adecuada fertilización y el uso adecuado de pesticidas tienen efectos positivos en la productividad. Según los especialistas, el nitrógeno (N) es la base para obtener una cosecha cuantitativamente significativa, ya que permite un incremento en nicotina, nitratos y amoníaco en las hojas. Los fertilizantes nitrogenados más corrientes son: el estiércol, entre los orgánicos; y los nitratos y las sales amoniacales, entre los minerales. Otros especialistas recomiendan también los abonos fosforados, ya que aceleran el proceso de maduración. Los abonos potásicos ayudan a mejorar la calidad del tabaco, ya que actúan como catalizadores de la formación de azúcares en las hojas de las plantas. El agua, como sabemos, juega un importante papel en las labores de siembra, ya que ayuda a disolver las sustancias minerales que están en el suelo. El tabaco es exigente en su irrigación, ya que su planta en estado vegetativo contiene aproximadamente un 90% de su peso en agua. Pero el exceso no es bueno. Normalmente en los años húmedos el tabaco produce menos nicotina y disminuye el contenido de nitrógeno. La sequía, por otro lado, hace que las hojas sean más gruesas y de tejido más denso.Todo esto significa que es necesario un aporte adecuado de agua tanto para la duración fisiológica de las hojas como para el rendimiento de la cosecha. Estas dificultades se resuelven con los nuevos y modernos sistemas de goteo, que permiten mejores rendimientos y mayor calidad. Durante el proceso de cultivo se hace necesario poner atención a lo que los técnicos denominan las «labores culturales»: |Desyerbo: eliminación de las hierbas malas para mantener aireado el suelo. |Aporque: arrimo de tierra al tronco de las plantas para permitir la salida de nuevas raíces y favorecer la absorción de alimentos. |Desbotonamiento: eliminación del botón o brote terminal de la plantas antes de que nazcan las flores. Esto ayuda la distribución de la savia elaborada, obteniéndose un mayor desarrollo de la hoja y una mejor calidad.


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|Deshije: eliminación de los hijos o cupones que nacen en las hojas para evitar que éstos consuman la savia. Uno de los grandes retos del cultivo del tabaco es el control de las plagas. Las más comunes son las siguientes: |Moluscos: Las babosas, los caracoles y los limacos son muy destructivos para los semilleros y el tabaco recién plantado. |Alacrán cebollero: Conocido también como grillotalpa. |Gusano gris: Sólo produce daño al tabaco en su etapa de larva, pues roe el cuello de la raíz de las plantas jóvenes. |El gusano de alambre: Sus ataques más frecuentes son en las plantaciones. |El gusano blanco: Es muy dañino para el tabaco al momento del transplante. |Los pulgones del tabaco: Estos insectos son terriblemente destructivos pues chupan la savia de las hojas. |Los piojillos: Son insectos muy pequeños que viven en la cara inferior de la hoja, se asientan alrededor de las venas y le chupan la savia. |La mosca blanca: Infecta fuertemente las plantas. Otro peligro para la cosecha del tabaco son las enfermedades, ya sean estas producidas por hongos, virus o bacterias. La más importante y conocida en el país, por sus efectos destructivos, es el moho azul. Esta enfermedad es producida por el hongo Peronospora tabacina. Las plantas que son atacadas presentan rodales amarillentos, una especie de manchas de aceite en la parte superior de sus hojas y un color gris azulado en la parte inferior. Cuando la enfermedad no es enfrentada a tiempo y se permite su expansión, el ataque se manifiesta en que las manchas se ponen de color marrón y se forman agujeros en sus hojas. La desinfección del terreno es imprescindible. Se recomienda hacerla por el fuego, calentando hasta tres o cuatro pulgadas de profundidad, se completa con la aplicación de sulfato de cobre al 10% y se aplica antes de la nivelación regándose una o dos veces antes de sembrar para hacer filtrar la solución hasta 20 cm de profundidad. No sólo debe desinfectarse el terreno, hojas y raíces, sino también la semilla. El tratamiento que se aplica en un remojo rápido con bicloruro de mercurio al uno por mil y polvo de sal de mercurio caldo bordalés al 2%. De esta forma se evitan las enfermedades criptogánicas y bacterianas. b| Recolección. En la etapa de la recolección, lo necesario para un buen curado de las hojas del tabaco es recolectarlas en su adecuado punto de madurez, esto evidentemente tiene diferentes momentos de acuerdo a la variedad. Por ejemplo, el tabaco ne-


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gro es preferible que se realice el proceso antes de la etapa de la madurez fisiológica, a diferencia del tabaco rubio que se recoge en avanzado estado de madurez para que haya predominio de carbohidratos. Para lograr una buena cosecha, se hace necesario que las hojas recolectadas se coloquen a la sombra para que no pierdan de forma acelerada el agua.Tampoco debe amontonarse en depósitos durante largos períodos, con el propósito de evitar el maltrato o muerte celular prematura. Debe ensartarse de tal forma que los anillos no contengan más de dos hojas.

c| Curado: Después de cosechado el tabaco, es necesario que la hoja sufra una verdadera transformación para que pueda realmente constituirse en materia prima para la industria. Una vez recolectada la hoja del tabaco debe ser curada primero y fermentada después.

Grabados de plantas de tabaco. A la derecha, una variedad de la Nicotiana rustica.

El rancho forma parte integral del proceso de producción del tabaco. Para cualquiera de las variedades del tabaco negro se requieren ranchos con estructura de madera, techos de cana y yagua, en un tamaño que permita sin dificultad secar el tabaco que producen unas 15 tareas. Cuando se habla de curado del tabaco, se hace referencia al proceso de secado. Existen varias modalidades, a saber: |Curado natural: utilizado básicamente para el tabaco negro y el Burley. Se realiza en ranchos que pueden mantenerse cerrados o abiertos, según lo requieran las condicio-


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Reproducción de las plantas de tabaco en invernadero.

nes climatológicas de la zona. No se utiliza calor especial, sólo si es necesario en épocas de mucha humedad y lluvia. |Curado artificial o humeral: especialmente utilizado para el tabaco Virginia y para las hojas que se emplearán en las envolturas de los cigarros. Para este tipo de curado se utilizan locales especiales, dotados de fuente de calor y ventilación, que permitan mantener uniforme la temperatura y la humedad del aire. |Curado al fuego: es una variedad del curado al aire. Cuando el tabaco lleva de tres a cinco días en el rancho, se encienden fogatas, hasta que se logre una temperatura de 25 grados centígrados, hasta que se complete el proceso de amarillamiento. Finalmente, la temperatura se lleva hasta los 50 grados centígrados y se mantiene hasta que las hojas hayan secado totalmente. Durante este proceso, las hojas se impregnan de diferentes sustancias químicas que se les transmiten con el humo, que les dan sabor y aroma peculiares. Se utiliza especialmente para el tabaco de mascar y la mezcla para la pipa.

9|Cómo se determina la calidad Según los entendidos, la estructura morfológica de la hoja y su composición química son las que determinan la calidad del tabaco. Eso se debe a diversos y numerosos factores distintos, como son los puntos de vista del fabricante y del consumidor. Durante el proceso de cosecha la valoración del tabaco se establece por su elasticidad, textura y llenado de la hoja. Sin embargo, para el fumador la determinación de la calidad se hace sobre la base de factores como el aroma, sabor, si arde bien o no, cómo se desprende la ceniza.


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La calidad también se mide según la proporción que se encuentra en el tabaco. Por ejemplo, en los cigarrillos debe estar entre 1.2 y 1.5 por 100. Para los tabacos de pipa el nivel debe llegar a 2.5 por 100. En los cigarros, tanto los fabricantes como los consumidores prefieren una combustión lenta y mantenida. Para que esto sea posible las hojas deben estar dispuestas en capas concéntricas. El aroma, por su parte, que es el olor del humo del tabaco, es percibido por el fumador cuando el tabaco hace combustión. Es uno de los elementos esenciales para determinar la calidad del tabaco. Este aspecto es tan importante que hasta ha nacido la llamada «ciencia del humo», y es tal el progreso en esa materia que hasta se ha creado una «máquina de fumar» que permite analizar la combustión del tabaco y el humo que expide, pudiéndose analizar los componentes químicos del humo. Por otra parte, el gusto es otro factor importante para determinar la calidad. Un elemento indispensable para asegurar un buen gusto es el equilibrio que debe existir entre los hidratos de carbono y las proteínas.

10|Los principales productos del tabaco |Puro. Consiste en una porción variable de hojas secas, llamadas destripa, enrolladas y envueltas en otra hoja llamada capa. Los conquistadores así lo conocieron. |Andullo. Es una hoja o un manojo de hojas para mascar o aspirar por la nariz. |Tabaco torcido. Para mascar o fumar en pipa. |Picadura. Tabaco muy picado para ser fumado en pipa o envuelto en hojas. |Cigarrillo. Polvo fino de tabaco envuelto en papel.

Sistema de riego del tabaco.


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|Rapé. El polvo de tabaco se colocaba en una bandeja y, mediante cañas huecas bifurcadas, en forma de Y griega, se aspiraba por la nariz. Esta práctica ha desaparecido en la actualidad.

11|Los principales países productores Como se ha señalado en capítulos anteriores, el tabaco es oriundo de América. Con la llegada de los españoles y su consecuente exportación a Europa, se abrieron las puertas de esta planta americana hacia el mundo. El tabaco se produce casi en todo el mundo. Desde América (Brasil, Cuba, República Dominicana, México, Estados Unidos, entre otros), llega a Europa (Holanda, Inglaterra, Italia, Croacia, Ucrania...), Asia (China Popular) para extenderse al Medio Oriente (Siria) hasta África (como Egipto y Rodhesia). La versatilidad de la planta se refleja en las variedades que se originan en cada país productor. La explotación del tabaco abarca los cuatro puntos cardinales, en un espacio tan considerablemente grande que una misma semilla de igual especie puede variar mucho en relación con el país que la produce. Ahora bien, aunque la producción tabacalera mundial está en todas partes, más de la mitad de la producción mundial está concentrada en cinco países:

LOS CINCO PRINCIPALES PAÍSES PRODUCTORES DE TABACO Estos cinco países juntos totalizan más del 60% de la población mundial de tabaco. Estados Unidos

Produce más del 80% de la producción de Norte y Centroamérica.

Brasil

Produce cerca del 60% de la producción de América del Sur.

Rusia

Su producción alcanza casi el 30% de la totalidad de Europa.

China Popular Rodhesia

La producción tabacalera de este país asiático representa casi el 40% de todo el continente. Su producción es superior al 33% de toda África.

PRINCIPALES PAÍSES PRODUCTORES DE TABACO TIPO OSCURO China Popular | India | República Dominicana | Indonesia | Brasil | Colombia | Cuba |

Plantación en Jicomé.


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LAS PRINCIPALES NACIONES PRODUCTORAS DE TABACO EN AMÉRICA El Caribe Cuba | República Dominicana | Haití | Jamaica | Trinidad | Tobago | Centroamérica Costa Rica | El Salvador | Guatemala | Honduras | Nicaragua | Panamá | Suramérica Colombia | Argentina | Brasil | Chile | Ecuador | Guyana | Perú | Uruguay | Venezuela Norteamérica Estados Unidos | México

12| Las principales zonas donde se cultiva tabaco en República Dominicana Se ha dividido el país en 4 zonas y 11 subzonas tabacaleras o provincias que son las siSecadero de tabaco.

guientes: |Zonas: Norte, Noroeste, Nordeste, Central. |Sub zonas: Santiago, Espaillat, La Vega, Puerto Plata, Montecristi, Santiago Rodríguez,Valverde, Sánchez Ramírez, María Trinidad Sánchez, San Cristóbal

13|Las zonas donde no se puede cultivar tabaco en República Dominicana. |No se debe sembrar tabaco de ninguna clase en la región sur del país, específicamente en las provincias de Peravia, Azua, San Juan de la Maguana, Barahona, Pedernales, Elías Piña, Bahoruco e Independencia. |No se debe sembrar tabaco de ninguna clase en la región Este, más concretamente en las provincias La Altagracia, San Pedro de Macorís, La Romana y El Seybo. |No es aconsejable sembrar ninguna variedad de tabaco negro en Dajabón. |No debe cultivarse tabaco en ningún terreno irrigado por el Río Yaque del Norte. |En las provincias de Montecristi, Valverde y Santiago Rodríguez se recomienda la siembra de tabaco si se usan otras fuentes de agua que no sea el Río Yaque del Norte. |La variedad Chago Díaz sólo debe cultivarse en Villa González, El Ingenio, Navarrete, La Canela y Jacagua. |La variedad de Piloto Cubano sólo deberá sembrarse en Villa González, El Ingenio, Navarrete, La Canela, Jacagua y Bonao.


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El tabaco, planta originaria americana, constituyó uno de los principales cultivos agrícolas de los aborígenes que poblaban la isla de Santo Domingo a la llegada del almirante Cristóbal Colón. Según cuenta éste, en su Diario, «vio por primera vez en Cuba fumar a los indios una yerba odorífera que llamaban cohiba».|1| Dicha planta, como se vio en el capítulo anterior, era la Nicotiana tabacum, cuyo principio, como afirma el destacado botánico Alain Liogier,|2| se conserva en las hojas una vez que estas se han secado y pasa al humo cuando ellas son encendidas. Eso es lo que produce en el fumador cierto estado de embriaguez o de placer. Aunque el humo debe poseer un gusto agradable, cuando eso no sucede, como el caso de la especie Nicotiana rustica, la misma es rechazada porque el humo que ella produce es muy fuerte y amargo. Eso debió sucederles a nuestros aborígenes que emplearon «las hojas del tabaco, o sea de la Cojoba, en forma semejante a nuestros puros o tabacos torcidos, esto es, envol-

Cristóbal Colón observa una hoja de tabaco en Cuba. Dibujo de José Martínez.


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viendo en una de sus hojas otras secas, i encendiendo el rollo resultante por uno de sus extremos, chupaban o aspiraban por otro, absorbiendo el humo...»|3|

1| Origen de la palabra tabaco Sobre el origen de la palabra tabaco, el erudito dominicano Emilio Tejera considera que la misma es de origen quiché. Dice él: «El análisis filolójico de la palabra tabaco confirma plenamente lo antedicho: las raíces quichés que lo componen son: tah que implica la idea de «fuerza», pues entre otras acepciones tiene la de caudillo i la de acaudillar, i de ella se derivan tahba = confirmar, dar fuerza a lo dicho; tahih = labrar la tierra; tahtic = mui tupido etc; i bak = torcer, retorcer; de modo que tah–bak, o tabaco, quiere decir, «fuertemente retorcido»; es decir, «lío de hojas fuertemente retorcido», como

Figuras de fumadores esculpidas en ruinas mayas.

nuestros ricos chirilaguas, que son los puros que conservan más acentualmente la forma arcaica de los tah-bak de los antiguos quichés».|4| Prosigue diciendo dicho autor que «la misma voz tabaco es de orijen americano i tiene también dos valores: tabaco, llamaban los naturales de las Antillas a «cierto instrumento de madera o caña hecho a manera de Y griega mayúscula, cuyos dos cañones superiores acomodaban los indios a las ventanillas de la nariz, para percibir el humo de la planta llamada cohiba», según Fernádez de Oviedo.|5| También nombraban tabaco a lo que modernamente se llama «puro». Así pues, según Tejera, ambos significados tiene la


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voz sumérica tab, dos i quemar. Uhle ha reunido en una monografía diversas formas de tubos dobles unidos en ángulo unas veces i otras yuxtapuestos, pero el más antiguo de todos, que es encontrado por él en Tihuanaco, es simple, bifurcado en un extremo como los descritos por Fernández de Oviedo. Este mismo americanista cree que la voz tabaco viene de cierta caña llamada en tupí taboca.|6| De ahí que Charlevoix considere un error del Padre Labat, destacado viajero del siglo XVIII, hacer derivar la palabra tabaco de la ciudad de Tabasco.|7| Intentando buscar otros nombres que ha recibido el tabaco, el mismo Charlevoix afirma que «como vino a Francia, al principio, desde Portugal, el nombre brasileño petun, le fue dado, luego, exclusivamente. Se la llamó más tarde la yerba de la Reina, y la nicotina, porque su primer conocimiento nos había venido por M. Nicot, Embajador del Rey Carlos IX en Lisboa, que al regresar a Francia, la presentó a la Reina madre Catalina de Médicis. El Padre de Tertre, que escribía en las islas de América, hace cerca de 80 años, la llama siempre petun, mientras Rochefort, que lo hacía al mismo tiempo en Holanda, jamás le da otro nombre que el de tabaco; y era efectivamente el que le daban los holandeses, que lo habían tomado de los españoles, con quienes hacían entonces gran comercio. Con el transcurso del tiempo, los franceses, establecidos en el vecindario de Santo Domingo, y en la misma isla, se acostumbraron al término español: e insensiblemente ha prevalecido, de modo, que ya el petun ha caído en desuso».|8|

2| El cultivo del tabaco El tabaco no solo fue cultivado en la isla de Santo Domingo sino en las demás Antillas. Roberto Cassá trae a colación|9| la afirmación de Lovén que sugiere la posibilidad de que la planta del tabaco hubiese sido domesticada en la isla y de ahí pasara al continente. Al respecto este autor afirma: «Las antillas mayores parecen tener una posición central relativa en América en el cultivo, producción y uso del tabaco.Ya he citado la leyenda de Roth, por la cual se deduce que una vez los Warraus recibieron tabaco de las Antillas. Es por lo tanto muy evidente que las Antillas fueron una de las regiones desde la cual el tabaco avanzó hasta el noreste de Sudamérica. Pero esa razón, seguramente no ha sido la única fuente original de la planta. Probablemente el tabaco ha venido de más allá del oeste, en tiempos de la Conquista, los Indios en el este de Sudamérica no habrían llevado muy lejos el uso de esta planta».|10| Del cultivo del tabaco por parte de los aborígenes de Santo Domingo se posee no solo la referencia documental de los cronistas de Indias, como Bartolomé de las Casas,


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Gonzalo Fernández de Oviedo y M. Girolamo Benzoni, entre otros, sino la prueba arqueológica. Marcio Veloz Maggiolo, destacado arqueólogo dominicano, y el polinólogo Joaquín Nadal detectaron, gracias a análisis de polen, la especie Nicotiana tabacum en El Martel, «sitio de la cultura taína, posiblemente cercano a la etapa de contacto con la invasión española, circa 1450-92, con plaza para el juego de pelota y zona de tipo kartz o de calizas muy extendida, y hoy casi inaccesible. Se encuentra en la parte oriental extrema de la isla de Santo Domingo, actual provincia de La Altagracia, y en la región Higüey, en donde Las Casas dice que se usaba la Zamia como alimento».|11| Hallazgo semejante encontró Joaquín Nadal, en sus investigaciones modernas en la zona de Juanillo, donde en la actualidad se desarrolla el proyecto turístico de Cap-Cana, en la provincia La Altagracia.|12|

Indígena fumando un túbano.

3| El uso ritual del tabaco Los indios taínos usaban el tabaco enrollando sus hojas secas, en una especie de túbano, que incendiaban por un extremo para fumar o pulverizaban dichas hojas, en forma de rapé, para inhalarlo por las narices. En ese sentido, el cronista Bartolomé de las Casas afirma: «Hallaron estos dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaban a sus pueblos, mujeres y hombres, siempre los hombres con un tizón en las manos, y ciertas hierbas para tomar sus sahumerios, que son unas hiervas secas metidas en una cierta oja, seca también a manera de mosquete


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hecho de papel, de los que hacen los muchachos la pascua del Espíritu Santo, y encendido por la una parte dél, por la otra chupan, o sorben o reciben con el resuello para adentro aquel humo, con el cual se adormecen el cansancio. Estos mosquetes, o como los llamaremos, llaman ellos tabacos...»|13| Por su parte, Fernández de Oviedo consigna que «usaban los indios desta isla entre otros sus vicios uno mui malo, que es tomar unas ahumadas que ellos llaman tabaco, para salir de sentido.Y esto hacían con el humo de cierta hierva que, a los que yo he podido entender, es de calidad del beleño, pero no de aquella hechura o forma, según su vista, porque esta hierva es un tallo o pinpollo como cuatro o cinco palmos o menos, de alto y con unas hojas anchas e gruesas, e blandas e vellosas, y el verdor tira algo a la color de las hojas de la lengua de buey (o flugosa que llaman los hervolarios o médicos)».|14|

Grabado antiguo de indígena fumando. Representación del indio taíno fumando un túbano.

Sobre la forma de inhalar el polvo del tabaco, dicho cronista la describe así: «Los caciques e hombres principales tenían unos palillos huecos, del tamaño de un jeme o menos de la groseza del dedo menor de la mano, y estos cañutos tenían dos cañones respondientes a uno (...) e, todo en una pieza.Y los dos ponían en las ventanas de las narices, e el otro en el humo e hierba que estaba ardiendo o quemándose; y estaban muy lisos e bien labrados.Y quemaban las hojas de aquella hierba arrebujadas o envueltas de la manera que los pajes cortesanos suelen echar sus ahumadas; e tomaban el aliento e humo para sí, una e dos e tres e más veces, cuanto lo podían porfiar, hasta que queda-


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Inhaladores de hueso usados en el rito de la cohoba. Colección Sala de Arte Prehispánico, Fundación García Arévalo.

ban sin sentido grande espacio, tendidos en tierra, beodos, o adormidos de un grave e muy pesado sueño. Los indios que no alcanzaban aquellos palillos, tomaban aquel humo con unos cálamos o cañuelas de carrizos, e a aquel tal instrumento con que toman el humo, o a las cañuelas que es dicho, llaman los indios tabaco, e no a la hierba o sueño que les toma (como pensaban algunos). «Esta hierba tenían los indios por cosa muy presciada, y la criaban en sus huertos e labranzas, para el efecto que es dicho; dándose a entender que este tomar de aquella hierba e zahumerio, no tan solamente les era cosa sana, pero muy sancta cosa.Y así como cae el cacique o principal en tierra, tómanle sus mujeres (que son muchas), y échanle en su cama hamaca, si él se lo mandó antes que cayase; pero si no lo dijo e proveyó primero, no quiere sino que lo dejen estar así, en el suelo, hasta que se le pase aquella embriaguez o adormecimiento. «Yo no puedo pensar qué placer se saca tal acto, si no es la gula del beber, que primero hacen que tomen el humo o tabaco, y algunos beben tanto de cierto vino que ellos hacen, que antes que se zahumen caen borrachos, pero cuando se sienten cargados e hartos, acuden a tal perfume. E muchos también, sin que beban demasiado, toman el tabaco e hacen lo que es dicho, hasta dar de espaldas o de costado en tierra, pero sin vascas, sino como hombre dormido».|15| A esa descripción de Fernández de Oviedo algunos autores han planteado ciertos reparos.Tejera, basándose en A. Stahl, considera que el cronista revela en ese asunto un «lijero sentido crítico». Así dice que «primero da a entender que el acto de embriagarse por medio de la planta del tabaco, o sea lo que hoi se llama fumar, llamaban los indios tabaco, después, que daban este nombre al instrumento con que absorbían el


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humo, i no a la planta. La narración toda se hace sospechosa de pura invención de los que relataron este hecho a Fernández de Oviedo. Por mui estúpidos que se considere a los indios, fácilmente se les alcanzaría que era más sencillo i cómodo absorber el humo por la boca, i no por las fosas nasales; cuya irritable membrana pituitaria apenas toleraría el contacto de los cañutos. No es menos extravagante suponer que los caciques emplearan como distintivo de la alcurnia los cañutos, introduciéndolos en las narices, i los vasallos escojieran la forma más sencilla, fácil i cómoda. Lo más probable es que los indios introdujeran en un extremo del cañuto el tabaco encendido i lo fumaran a manera de boquilla o pipa por el extremo opuesto, chupando por la boca i no por la nariz. La nicotina, o sea el principio activo i alcaloide altamente narcótico del tabaco, pronto demostraba su poder, causando la embriaguez bajo la forma de un sueño o letargo profundo».|16| A esos señalamientos habría que indicar, tal como considera Manuel García Arévalo, que «hasta el presente se desconoce que los indios taínos emplearan pipas para fumar, las cuales sí fueron muy comunes entre otros indios americanos continentales».|17| A ese respecto, en un enjundioso trabajo el arqueólogo Elpidio Ortega afirma que «la pipa es un utensilio para fumar compuesto por lo general de un recipiente donde se coloca el tabaco y un tubo para aspirar el humo, llamado pluma, palote o calimete. La costumbre de fumar es originaria de América y viene relacionada con ceremonias religiosas. Algunos autores describen a los sacerdotes mejicanos como los primeros que usaron la pipa. Han llegado a esta conclusión debido a grabados y Mayas encontrados sobre piedra que muestran a estos sacerdotes fumando tabaco. De esta manera, desde los tiempos prehistóricos hasta nuestra era se ha venido usando la pipa, la que ha teni-

Rito de la cohoba. Dibujo de José Martínez.


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Indígena haciendo fuego.


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do diversas formas y se ha construido utilizando una gran variedad de material y su uso no ha sido limitado a ninguna clase social, ya que desde los campesinos más pobres hasta los ricos terratenientes y científicos gustan el fumar una buena pipa con un aromático tabaco».|18| Otros aborígenes que también usaban el tabaco y lo consumían a su manera eran los de las selvas del Orinoco que «saben tan bien como los grandes señores de la Corte de Moctezuma, que el humo del tabaco es un excelente narcótico; ellos lo emplean no sólo para dormir la siesta, sino también para ponerse en un estado de sopor que llaman injenuamente sueño con los ojos abiertos, o sueño de día... El Padre Gili (Lib. III) afirma que los indios del bajo Orinoco no conocían la costumbre de mascar tabaco. Dudo un tanto acerca de la verdad de esta afirmación, porque me han dicho

El behique.

que los Sercucumas del Everato i del Caura, vecinos de los Taparitos blanquecinos, comen tabaco picado i empapado en jugos mui estimulantes, para prepararse al combate».|19| Como se ha visto, el fumar tabaco por parte de los aborígenes era una práctica común. Una de las ocasiones en que se consumía era en los juegos de pelota que además, sumaba la práctica del baile. Al respecto, narra Charlevoix, basándose en Fernández de Oviedo, que el batos, especie de pelota, «era hecho de una composición de resinas de ciertos árboles, que no designa, y de varias yerbas, que se hacían hervir jun-


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tas, y de lo que resultaba una pasta negra, muy semejante a la pez, pero que se adhería a la mano, cuando estaba bien seca. Agrega que esta pelota rebotaba de tal suerte que dejándola solamente caer saltaba mucho más alto que el lugar de donde había partido. El número de jugadores no estaba limitado y a veces llegaba hasta veinte de cada lado. Una línea, que no era permitido salvar, separaba los dos bandos. Había en cada poblado una plaza destinada a este ejercicio, y otra mayor en las afueras, para las partidas más en grande, como cuando una población era desafiada por otra, lo que sucedía a menudo».|20| Las victorias obtenidas, de esa manera, se celebraban «con una danza general, al fin de la cual, nunca faltaba la embriaguez de humo de tabaco. Esta llegaba pronto, porque en primer lugar, no se ponían a fumar sino cuando estaban próximos a caer de cansancio, y luego, la manera de fumar, debía muy pronto dejar aturdida la cabeza más fuerte. Sobre algunas brasas medio encendidas, se extendían hojas de tabaco, no secas por completo: luego se tomaba un tubo ahorquillado en forma de Y cuyo pie se metía en el humo que despedían dichas hojas, mientras los dos brazos entraban en las ventanas de la nariz, por la que se aspiraba aquel humo, que pronto subía al cerebro. Cada cual se quedaba donde la embriaguez le había hecho caer, excepto el Cacique a quien sus mujeres venían a retirar y llevar al lecho. Si durante la borrachera tenían algún sueño, lo tomaban como una advertencia del cielo. Se comprende que estos excesos, siendo como eran, frecuentes, debilitaban mucho el cerebro de estos bárbaros, y alteraban en gran manera su constitución».|21| En otras ocasiones, el tabaco era usado con fines medicinales cuya tarea estaba reservada a los llamados behiques. Afirma Frank Moya Pons que «estos médicos-hechiceros siempre andaban acompañados con sus cemíes, a los cuales les asignaban propiedades curativas. Sus funciones estaban especialmente ligadas al uso del tabaco y la cohoba, que eran inhalados para vomitar y purificarse y entrar en trance en las casas de los enfermos antes de proceder a las curaciones.Todos esos aspectos, mágicos, medicinales, religiosos y rituales estaban íntimamente compenetrados y formaban un complejo orgánico de creencias y prácticas indisolublemente unidas».|22| Una interesante descripción del uso del tabaco por parte de los médicos-hechiceros la ofrece el viajero Benzoni cuando afirma: «En la isla Española y en todas las demás, los médicos locales que querían curar a algún enfermo iban a su morada para darle humo, y cuando estaba bien embriagado consideraban hecha la mayor cura; al volver en sí, él decía mil cosas, que había estado en el consejo de los dioses y había tenido grandes visiones; luego le daban tres o cuatro vueltas; le frotaban con las manos el


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cuerpo y los riñones haciéndoles muchas muecas con la cara e introduciéndole en la boca un hueso y una piedra, cosas que luego guardaban las mujeres como sagradas y buenas para hacer parir. Si un enfermo le pregunta al médico qué hace con él, éste le contesta que muy pronto estará curado; si acaso muere, tiene muchas excusas, mas una es la mejor: era mortal. Un médico que visitase a alguno de ellos sin los acostumbrados ritos y ceremonias, sería castigado gravemente. En todas las provincias adonde he ido, por lo que he podido averiguar, los médicos son los mismos sacerdotes; yo creo que también en los otros países es así. En su lengua los llaman bohitis y dondequiera gozan de grandísima autoridad; pero de costumbre no se cura sino a los principales señores».|23| El uso del tabaco, como aconteció con muchos otros productos y costumbres aborígenes, fue adoptado por el conquistador español, que en un proceso de transculturación aprendió a consumir frutos y alimentos y a realizar cultivos como parte de unos modos de vida que le garantizaran su supervivencia en unas tierras desconocidas.


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EL SIGLO XVI: EL TABACO CURA CIERTAS DOLENCIAS Y ARRIBA A EUROPA


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«El tabaco es el primero y más permanente aporte de la isla Española (Santo Domingo) a la cultura universal». RAFAEL HERRERA CABRAL.

Una de las costumbres de los primeros pobladores de la isla con la que tuvo que lidiar el conquistador español y a la que no estaba habituado, como se ha expuesto en el capítulo anterior, era el hábito de fumar. De ahí que, a principios del siglo XVI, fuera una constante que se denunciaran ciertos hábitos aborígenes como «vicios» ante la incapacidad de entenderlos. En ese sentido, afirma Moya Pons que «además de su nueva afición por el alcohol, una vez se escondían de la mirada de los españoles, los indios volvían a sus cohobas, a su tabaco y a sus juegos, prefiriendo comer sus bascosidades, que los mantenimientos que los españoles les ofrecían».|1| Esa realidad era constatada hacia el 1514 cuando, hablándose de cierta «desidia» de los

Indígena usando aspirador nasal.


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aborígenes, se decía que ellos «ni tenían conucos ni criavan puercos ni fasyan fasyendas syno que todo su pasatiempo hera en holgar y tomar yervas para fazer sus cohobas e que por cabsa quando el rrepartimiento se hizo por Rodrigo de Alburquerque le quitaron los yndios al dicho Pedro Colón e a don Francisco por quel dicho Alonso de Caçeres ya hera difunto e que por las cabsas suso dichas e por otras muchas queste testigo a visto dixo que los dichos yndios ni ninguno de quantos el a visto no tiene por personas capaces para poder beuir por sy ni adquirir ni grangear cossa que a ellos ni a otra persona aprovechase ni sabrian fazer las cosas que fazen los labradores en Castilla por groseros que sean porque avnque vn yndio tenga vna cosa que valga vn castellano la da por vna gujeta».|2| Como es lógico suponer, en el proceso de transculturación que se efectuó en nuestra isla al entrar en contacto el español con el indígena, al principio, y éste con el negro esclavo, después, el cultivo y uso del tabaco fue extendiéndose. Se dice que el tabaco de Santo Domingo, al iniciar su travesía atlántica, primeramente llegó a España|3| y parece ser que quien lo introdujo fue Fray Ramón Pané|4|, el llamado primer etnólogo de América, que aprendiera el dialecto que hablaban los indios macorixes y que legara a la posteridad su famosa «Relación acerca de las antigüedades de los indios», útil obra para comprender en toda su dimensión las costumbres y prácticas religiosas, así como los mitos y el simbolisismo de las manifestaciones artísticas de nuestros aborígenes.

1| El uso medicinal del tabaco En los primeros tiempos en que los españoles se asentaron en la Española, el tabaco fue usado medicinalmente para el alivio o cura de ciertas dolencias. Al respecto Gonzalo Fernández de Oviedo expone que «algunos cristianos ya lo usan, en especial algunos que están tocados del mal de las búas, porque dicen los tales que en aquel tiempo que están así transportados no sienten los dolores de su enfermedad».|5| Aunque, como afirma Antonio Gutiérrez Escudero, es bien cierto que el cronista se apresura a mostrar sus dudas respecto de la efectividad terapéutica de la solanácea, que en su opinión no iría mucho más allá de su exclusiva aplicación como anestésico, ya que consigna que «no parece que es esto otra cosa sino estar muerto en vida el que tal hace, lo cual tengo por peor que el dolor de que se excusan, pues no sanan por eso».|6| Eso mismo aconteció con los negros esclavos, que usaron el tabaco para mitigar la fatiga que les ocasionaba el rudo y agotador trabajo forzado a que estaban sometidos. Refiere el mismo Fernández de Oviedo que «muchos negros de los que están en esta ciu-


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dad [de Santo Domingo] y en la isla toda, han tomado la misma costumbre, y crían en las haciendas y heredamientos de sus amos esta hierba, para lo que es dicho, y toman las mismas ahumadas o tabacos; porque dicen que cuando dejan de trabajar e tomar el tabaco, se les quita el cansancio».|7| Igual observación hace el cronista Benzoni cuando dice que la planta del tabaco era «muy apreciada por los esclavos que los españoles han traído de Etiopía», |8| nombre que se le daba antiguamente en la literatura histórica al África Negra. Lo que sí es importante notar es que los esclavos negros, décadas después cuando se rebelaron ante el duro trabajo a que fueron sometidos, se alzaron en los montes y recibieron el nombre de «cimarrones», usaron para fumar el tabaco pipas que, como afirman José Juan Arrom y Manuel García Arévalo, «en su versión ordinaria o rústica reciben el nombre de

Curando enfermos, según Benzoni.


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cachimbos».|9| Estos autores han reportado el hallazgo en el sitio denominado José Leta, en la parte oriental de la isla de Santo Domingo, de cuatro pipas de barro, decoradas a base de finas incisiones geométricas, semejantes a una pipa encontrada en una caverna al norte de La Habana por investigadores de la Academia de Ciencias de Cuba.|10| Esa costumbre de los esclavos negros de fumar tabaco, que había sido copiada de los esclavos de La Española llevados a Europa, al igual que la costumbre adoptada por los españoles que regresaban, se constituiría en un importante factor para el conocimiento del tabaco en Europa. En ese sentido afirma Fray Tomás Ramón que «los etíopes que han ido de estas partes a las indias han tomado el mismo uso del tabaco y los moros y esclavos que vienen acá en los bajeles lo usan mucho, porque les parece que con esto descansan y duermen y reparan las fuerzas decaídas y ya lo tienen por deleite».|11|

Cubierta de la obra de Benzoni. Carabelas, alrededor de 1594.


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En esa época, afirma Bernardo Vega, «el tabaco fue originalmente tenido como cosa muy vil y baja, cosa de esclavos y de gente de poca consideración, bebedores en tabernas de muelles, vicio de marineros, quienes pertenecían en aquella época a los grupos o estratos sociales más bajos».|12| El fumar, además, fue considerado como una práctica hereje, contraria a la religión. El mismo Fray Tomás Ramón afirmaba que los fumadores o los que tomaban el tabaco en polvo «tenían algo de pacto implícito con el demonio».|13|

Sevilla en el siglo XVI. Jean Nicot.

2| El tabaco arriba a Europa El caso es que el uso del tabaco, desde los primeros tiempos de la colonización de América, fue haciéndose muy común, según explica Tejera, «entre los primeros colo-

nos como entre los navegantes i marinos españoles que trasegaban de un continente a otro. Estos se lo comunicaron a las poblaciones de Cádiz, Sanlúcar i Sevilla con las que estaban en contacto más continuo, i que por lo tanto fueron las primeras de España i aún de Europa que gustasen de una materia desconocida en el antiguo continente. Pero rejía en aquel tiempo en el comercio con los extranjeros un prohibicionismo inexorable con respecto a los productos coloniales, i así se explica cómo hasta el año de 1560 no se introdujo la semilla en Francia a donde fue llevada entonces por Juan Nicot, que se la presentó a la reina Catalina de Médicis al regresar de una em-


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bajada a Portugal. La botánica apellidó desde luego a ese producto vejetal con un nombre etimolójico del que primero lo había traído, el de Nicotiana, pero no aparece ninguna referencia de que se usase fuera de la península en Europa hasta que en 1605 empezaron los turcos a fumar tabaco, probablemente del que cosechasen en las provincias de su imperio con plantas que procedían del continente americano. Bajo el reinado de Amurat IV se prohibió el tabaco, pero su consumo volvió a adoptarse venciendo oposiciones como las que había tenido el café. Al descubrirse el Nuevo Mundo no se limitaban sus naturales a fumar o saborear aquella hoja; les servía para porción de aplicaciones medicinales, i sus sacerdotes i agoreros sabían aspirar su humo por medio de un gran tubo antes de pronosticar el éxito de una guerra, o los efectos de algún acontecimiento».|14|

Baile de aborígenes y uso del tabaco.


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3| El tabaco, un cultivo para la exportación Al ir el tabaco conociéndose más en Europa su cultivo en la Española fue tomando un interés mayor.Ya a mediados del siglo XVI se sembró tabaco en todas partes, aunque como expone Antonio Lluberes «el centro por excelencia para la producción comercial fue la zona comprendida entre La Vega y Santiago. El testimonio más antiguo que poseemos son las respuestas de seis vecinos de la Isla a las preguntas que le sometió el gobernador Gómez de Sandoval cuando investigaba la posibilidad de levantar la Real prohibición de la siembra de tabaco en 1606».|15| Con el crecimiento de la demanda del tabaco en Europa, los comerciantes holandeses, ingleses y franceses devinieron en buenos compradores. Como España, persiguiendo el usufructo exclusivo de los recursos en sus territorios descubiertos y conquistados, mantenía con

Casa de la Contratación de Sevilla, fundada en 1503.

sus colonias un monopolio comercial, desde que en 1503 fue establecida la Casa de la Contratación de Sevilla, «el contrabando comenzó a desarrollarse hasta alcanzar toda la costa atlántica de América. De esta forma, el tabaco se convirtió en un vehículo importante de la penetración de los países noroccidentales de Europa en el territorio colonial español».|16| Pero, además de Holanda, Inglaterra y Francia, el tabaco de Santo Domingo se enviaba, como afirma Lluberes, a «España y Cartagena de Indias como puerto de llegada para enviarlo a las minas de Zaragoza (ciudad en el actual Departamento de Antioquía, Colombia)». Según ese autor, «los canónigos de la Catedral decían que todo el tabaco cultivado aquí se em-


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barcaba para estos Reinos. Los interrogados por el gobernador Gómez de Sandoval también concordaban en afirmar que el tabaco sólo se sacaba para «España y Cartegena y otras partes y muchos mercaderes de Cartagena enviaban a esta dicha ciudad a comprar el dicho tabaco».|17| Esas «otras muchas partes», al parecer, se refieren a otros puertos caribeños.

4| Medios y vías de transporte El tabaco cibaeño que se exportaba a Europa tenía que ser llevado a las costas. El que se enviaba legalmente a España se transportaba a la ciudad de Santo Domingo y el que servía de rescate o contrabando se llevaba a los puertos de la costa norte, sobre todo a Puerto Plata, Montecristi, Bayahá y Yaguana. El medio de transporte usado estaba integrado por las famosas recuas de animales. Ello así porque «las vías de transporte eran trochas que serpenteaban junto a ríos y arroyos y por medio de quebradas, caminos abiertos a golpe de machetes».|18| Estas vías, tan primitivas y accidentadas, permanecieron funcionando en el país hasta bien entrado el siglo XIX y sólo cayeron en desuso cuando se construyeron los ferrocarriles y las modernas carreteras, sobre todo en las primeras décadas del pasado siglo. Antonio Lluberes, basándose en la obra de José Ramón Abad, Reseña General Geográfico-estadística de la República Dominicana (1879), ha planteado, a título de hipótesis, para su posterior comprobación, las siguientes posibles vías de transporte del tabaco: «De Santiago a Puerto Plata había dos caminos, el de Palo Quemado «que es my poco usado por lo difícil y áspero que es su paso por la Cordillera, el otro es el de Altamira que es la ruta comercial, y hasta ahora, la más importante que ha tenido la República, pues por esa vía se ha hecho y aún se hace un importante transporte de frutos y de provisiones. También estaba la que todavía usamos, pero asfaltada, de Santiago a Montecristy que se desliza a través de la cuenca del río Yaque, siempre en su costado norte.Y la que lleva de Moca a Batei pasando las alturas de Jamao y de S. Fco. De Macoris a Matanzas siguiendo la cuenca del río Nigua. Las vías Cibao-Santo Domingo son tres. La de Bonao. En opinión de Abad esta vía parece que fue la primera que se usó para comunicarse de Santo Domingo al Cibao, ya que Colón fundó Bonao en 1494, residió allí algún tiempo, y desde aquí se transitaba a la Buenaventura «cuando esta ciudad fue un importante centro minero», pero al decaer la laboriosidad de las minas también lo hicieron ambos pueblos, y «el camino se fue abandonando». Luego está el camino del Sillón de la Viuda que sustituyó al anterior. Por último, el de las Gallinas. Como se ve, parece lógico que en el siglo XVI se usara el camino de Bonao para el transporte del tabaco».|19|


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1|Monopolio comercial y cultivo del tabaco Este siglo empieza con la problemática del contrabando comercial que llevaban a cabo pobladores de la Española con algunos países enemigos de España. En la ilícita actividad estaba implicado el tabaco. Esa realidad no era exclusiva de Santo Domingo sino que se extendía a toda el área geográfica. Como apunta Michiel Baud, «en el área del Caribe el tabaco fue un elemento crucial en la producción agrícola que se desarrolló al margen de la autoridad del sistema colonial español. El tabaco, fácil de sembrar mediante técnicas aprendidas de la población nativa y de rápida maduración, muy pronto se convirtió en un cultivo favorito, aunque ilegal. Como tal jugó un papel importante en las incursiones de los bucaneros holandeses y franceses en el territorio español».|1| Dicho tabaco tenía gran demanda por los pobladores de la colonia francesa, sobre todo cuando se convertía en rapé o se preparaba en rollos. Pero, España, con tal de mantener

Rescate en el siglo XVI.


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su monopolio comercial y evitar el contrabando, de manera especial en la costa norte, decidió tomar medidas radicales. Aunque voces advirtieron las fuertes consecuencias que se derivarían, «en 1604 la corona española decidió desalojar a los habitantes de la parte noroeste de la Española, lo que se conoce como las despoblaciones, que ocurrieron entre los años de 1605-1606. Bajo la dirección del gobernador Osorio, se quemaron los pueblos y las familias fueron forzadas a trasladarse hacia nuevos asentamientos en las regiones centro y este del país».|2| El 26 de agosto de 1606, mediante una Real Cédula, se prohibió sembrar tabaco en la isla la Española por un período de diez años. El importante texto, donde constan las motivaciones de tal medida, que no eran otras que las de evitar el contrabando y que los pobladores de dedicaran a otras actividades más productivas, dice así: «Presidente y

Contrabandos.

oidores de mi real audiencia de la isla española por cartas de don Luis fajardo mi capitán general de la armada del mar océano y mis gobernadores de la provincia de Cumana y isla Margarita y otras personas de satisfación y celosa de mi servicio se a entendido que a diversas partes y puertos de esas islas de barlovento acuden de ordinario muchos navíos de rebeldes holandeses ingleses y franceses a rescatar tabaco de que hay grande abundancia por ser la principal grangeria que los naturales tienen respecto de la salida que del allan siendo muy estimado y buscado de las dichas naciones sin que aya sido posible que mis gobernadores pongan remedio en ello de que demás del perjuicio


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que resciuen los derechos a mi pertenecientes por la comunicación y contratación que desde algunos de los dichos puertos y partes se tiene al piru con la ropa de rescates y contrabando que los enemigos llevan y la perdida de los mercaderes que destos reynos ban con mercadurias se siguen otros muchos inconvenientes dignos de remedio pues el trato (fo.62) y grangeria del dicho tabaco han tomado y tiene por la principal los naturales pudiendo tener otros demás aprovechamiento cultivando las tierras y sembrando otras semillas y labrando mina de oro de que hay abundancia en aquellas partes y habiéndose visto en mi consejo real de las indias y consultándoseme me ha parecido conveniente prohibir el sembrar tabaco en las dichas islas por tiempo de diez años para que con esto los naturales traten de labrar minas y en otras grangerias de mas utilidad y beneficio para ellos y mis rentas y derechos reales y para que esto se ponga en

Devastaciones de Osorio.


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ejecución en esa isla e acordado dar la presente para vos por la qual os mando que luego que la recibais probeais y deis orden que desde allí en adelante no se siembre tavaco en toda esa dicha ysla española por tiempo de los dichos diez (fo. 62v) años…»|3| Esa medida fue protestada, en lo inmediato, y fundamentalmente, por los miembros del Cabildo de la Catedral, que argumentaban que debía continuarse el cultivo del tabaco por las siguientes razones: «a|Su importancia económica para los vecinos dentro del contexto general de pobreza que allí se daba. Según ellos, para la propia iglesia pues los mayores ingresos de diezmos procedían del gengibre y el tabaco, debido a la decadencia de los ingenios y el ganado. Marquillas de tabaco.

En el informe que acompañaba su carta se dan testimonios de que el arrendamiento del diezmo del tabaco en Santiago, donde predominaba el cultivo, suponía 1.040 anuales.

b| Los beneficios que su producción proporcionaba al fisco. c| Que todo el tabaco dominicano se enviaba a España porque era más flojo que el de Tierra Firme y no lo apetecían los extranjeros. d| Ser el sustento principal de los esclavos de quienes, si les faltaba, se podría tener un alzamiento o mitin».|4| Sobre ese último tema anota Juana Gil Bermejo que «es curioso el alegato sobre la necesidad de usarlo que tenían los negros. A estos efectos, decían los miembros del cabildo catedralicio que lo precisaban por ser de complexión fría y melancólica y andar en


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su mayoría desnudos. El tabaco suplía en los esclavos la falta de comida sirviéndoles de sustento y además de medicina.Tomando el humo por la boca y el polvo por la nariz lograban calor y refocilación».|5| Pero, ¿a qué obedecia la prohibición de la siembra del tabaco? Se debió, como analiza Antonio Lluberes, a la situación crítica en que hallaba la Corona. Explica ese autor que «en España se dieron juntas dos crisis, una económica y otra demográfica, pero a esto habría que añadir una «crisis de imperio». Un imperio que creció en un siglo (de la unión de Castilla y Aragón en 1479 a la anexión de Portugal en 1580) en un siglo se hundió (de la muerte de Felipe II en 1598 a la de Carlos II en 1700). Los Austrias, sucesores de Felipe II, tuvieron como función consolidar y mantener su amplia herencia. Ya se había acabado la pasión del descubrimiento y la conquista. La centralización rígi-

Huida de los negros por causa de la crueldad de los españoles y muerte de alguno de estos.


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da fue un método de control del que se abusó. Es en ese contexto que deben verse las Desvastaciones y la prohibición del cultivo del tabaco en 1606. Esa política afectó sensiblemente la producción del tabaco cibaeño por las siguientes razones: «Primero las Desvastaciones impidieron su comercio ilegal en la costa Norte; un año después se prohibió terminantemente su siembra en las islas y costas del Caribe durante 10 años aduciendo razones de contrabando. Unos dicen que la Real Cédula prohibitiva se cumplió en toda isla, otros que solo en las costas lejanas a los puertos (ciudades) donde se podía rescatar. Lo cierto fue que entre una cosa y otra la producción y el comercio del tabaco se redujo».|7| La producción de tabaco de la época viene consignada en el censo que hizo el gobernador de entonces, según el cual en Santiago había noventa y cinco estancias de casabe, maíz y tabaco. Ese dato figura en el documento que bajo el título «Autos y testimonios tocantes a las cosas del estado de la isla Española, echos por don Antonio de Osorio» (1603) recoge Emilio Rodríguez Demorizi en el Vol. II de su obra Relaciones históricas. Antonio Lluberes, por su parte, afirma que aunque se desconoce la producción tabaquera, «se la puede conjeturar en base al dato de que el cabildo catedralicio arrendaba el diezmo anual de la cosecha de tabaco por unos 1,000 a 1,400 ducados lo cual indica que el valor de la producción total pasaba los 10,000 ducados. Este tabaco no sólo se consumía en el país sino que se llevaba a España, Colombia y se rescataba. Desde esta temprana época el cultivo del tabaco se perfiló como propia del «natural« «pobre« debido a «la facilidad y poco costo que tiene el bituarlo». Pero en estos años el cultivo del tabaco era una actividad económica secundaria en comparación con el oro, los cueros, el jengibre y el azúcar».|8| Esa realidad puede constatarse en el siguiente cuadro de la producción que aporta Juana Gil-Bermejo García para el período 1603-1606:

Género Azúcar – 38.851 arrobas Gengibre – 45.728 quintales Tabaco (1606) – 17.000 libras Cueros – 94.827 unidades Total

Reales de Plata 999.763 1,524.266 22.666 983.042 3.529.737|9|

Ahora bien, esos datos no deben llevar a pensar que aunque la producción de tabaco no fuera mayor que la de otros productos, la misma no tuviera cierta importancia. Para esa época en Europa empezaba a extenderse el hábito de fumar y, lógicamente, la de-

Felipe II.


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Sevilla en el siglo XVI.

manda de tabaco iba en aumento, por lo que esa actividad resultaba atractiva y rentable desde el punto de vista económico. El hecho cierto es que ni las «despoblaciones» de la costa norte ni la prohibición a que se cultivara tabaco, politicas que respondían al monopolio comercial implantado, dieron resultados. De esa manera, aun cuando «las autoridades coloniales trataron de incorporar el sector tabacalero al sistema mercantil español... en La Española el tabaco permaneció como un cultivo de pequeños propietarios independientes quienes resistieron la intervención del Estado...»|10| Esa realidad se arraigó de tal manera en Santo Domingo, que se prolongó durante los siglos posteriores, de manera especial durante la centuria decimonónica.

2|El reinicio del cultivo del tabaco En 1608 las autoridades de la isla de Santo Domingo solicitaron al Rey que se levantara la prohibición de sembrar tabaco. Como respuesta, el Rey, mediante Real Cédula del 2 de agosto del mismo año, instruyó al Capitán General y Presidente de la Real Audiencia D. Diego de Sandoval que informarse si era conveniente o no que persistiera dicha prohibición. Expresaba el monarca español al respecto: »…se me ha hecho relación que es muy grande el daño y menoscabado que se sigue a mi real hacienda y a los particulares de esa isla y rentas de aquella iglesia de la ejecución de la cédula por donde mande prohibir el trato [fo.137] y sementera del tabaco que se siembra y coje por ser esa isla de las mas pobres de las indias y pender la mayor parte del sustento y conservación de los vecinos de ella del trato del dicho tabaco y el sustento principal de los esclavos que tienen para su servicio de quienes se podría temer algún alzamiento o mo-


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tín faltándoles el dicho tabaco suplicándome que atento a ello y teniendo consideración el provecho que resulta a mi real hacienda y bien común de toda esa tierra y no tener ni servirse del dicho trato y sementera ningún inconveniente pues todo lo que se siembra y coje se trae a estos reinos sin tener salida para otra ninguna parte pues por ser flojo y de menos fuerza que el de tierra firme y otras partes nadie lo apetece ni lo busca fuese servido de mandaros que me informase de todo ello y que pareciéndoles conveniente suspender la ejecución de la dicha cédula lo hiciese o como mas fuese mi real voluntad y habiéndose visto en mi consejo real de las indias me ha parecido dar la presente para voz por la cual os mando que después de habeis sido enterados y satisfechos muy bien de las conveniencias o inconveniencias que resultasen de la prohibición del trato y sementera del dicho tabaco en esa isla me informéis de todo con mucha particularidad en la primera ocasión para que visto provea y mande lo que mas convenga a mi servicio…|11| En la tarea de que se derogara la prohibición jugó un papel importante, por las razones arriba expuestas, el Cabildo de Santo Domingo. Así, en 1610 el Deán y el Cabildo enviaron un expediente para que se derogara la Real Orden y se permitiera que los vecinos lo sembraran libremente.|12| El caso es que el 20 de octubre de 1614, el rey Felipe III, mediante Real Cédula, levantaba la prohibición de que se sembrara tabaco y ordenaba, entre otras cosas, que todo el tabaco producido fuera enviado a Sevilla y que se hiciese en las flotas, que no existiera comercio intra-americano y que se evitara el contrabando bajo la amenaza de que en caso contrario los Gobernadores sufrirían severos castigos como sería la pérdida del oficio y bienes. El importante texto, documentalmente rico en la exposición de las motivaciones que

Plantas de otoño, entre ellas el tabaco, según figuran en la obra de Crispijn de Passe, el joven, Hortus Floridus (1914).


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«Felipe III bajo cuyo reinado se promulgaron diversas medidas punitivas para el cultivo y comercio del tabaco, dentro de un clima antitabaquista generalizado en el primer tercio del siglo XVII»


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provocarían el levantamiento de dicha población, empezaba de la siguiente manera: «Por cuanto habiendo entendido que a diversas partes y puertos de las islas de barlovento acudían de ordinario muchos navíos de enemigos de diferentes naciones a rescatar el tabaco que se cojia en ellas sin que los gobernadores pudiesen poner remedio en ello y que eran muy grandes los daños que resultaban de la comunicación que en perjuicio de mi real hacienda y de los mercaderes de estos reinos se tenia desde allí al piru y otras partes con la ropa de rescates y contrabando que llegaban demás de que se seguían de ello otros muchos inconvenientes por cédulas mías del veintiséis de agosto de seiscientos seis mande a los dichos gobernadores diesen orden en que no se sembrase [fo. 206v] el dicho tabaco por tiempo de diez años si ya no hubiese razones que pesasen mas y se opusiesen a ello y que habiéndolas lo sobreseyesen informándome de todo muy particularmente y de la suerte y forma que se podrían excusar los dichos rescates y cultivar y beneficiar la tierra y como quiera que pusieron en ejecución la prohibición de la dicha sementera sino es en algunas partes distantes de los puertos donde les pareció que no tenía inconveniente pues no podían rescatar en cartas que después me han escrito dicen que la principal granjería que tenían los vecinos era esta y que como ha tanto tiempo que no gozan de ella se hallan todos muy pobres y necesitados y que así para conservar las tierras convendría alzar esta prohibición pues con el temor de que no se vuelva a poner andan todos tan ajostados que en ninguna manera lo rresgataran con enemigos como ellos mismos lo han ofrecido fuera de que mi real hacienda será también muy interesada en esto por los muchos derechos que ahora pierde y entonces se le pagaran en las Indias y en España [fo. 207] así de entrada como de salida para otras partes y habiéndose visto en mi consejo de las indias su puesto que asentando el trato y granjería de esta planta para solos mis vasallos y prohibiéndola para los extranjeros y rescatadores obligándolos a que vengan a proveerse de este género a Sevilla se escusaran la dicha prohibición y consultándoseme deseando que los vecinos de aquellas partes y otros mis vasallos no pierdan el mucho fructo y aprovechamiento que sacaran del dicho tabaco y también por el beneficio grande que se seguirá a mi real hacienda…»|13| En consecuencia, terminaba el Rey disponiendo las siguientes medidas: »…he resuelto… que por ahora se alce la dicha prohibición como por la presente la alzo y tengo por bien y mando que sin embargo de ella todos los vecinos y moradores de las dichas islas de barlovento y provincia de Venezuela y demás partes donde la hay desde el día que esta mi cédula se publicare en aquellas partes en adelante puedan sembrar y siembren por ahora libremente el dicho tabaco sin que mis gobernadores de ellas ni otras justicias les pongan en ello impedimento alguno mientras yo no les ordenare y mandare otra cosa


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en contrario pero conviene y es mi voluntad que todo el tabaco que aya de salir y no se [fo. 207v] hubiere de consumir en cada una de las provincias o islas donde se cogiere venga registrado y de derecha descarga a la dicha ciudad de Sevilla como las demás mercaderías y el cuidado de esto encargó a los dichos mis gobernadores para que ordenen que así se haga precisamente procurando que sea en conserva de las flotas para su mayor seguridad y que podría haber algunas personas que cebados de sus intereses contravengan a ello contratando el dicho tabaco por otras partes mando que los tales incurran en pena de la vida y perdimiento de sus bienes como los que me rescatan con enemigos en que desde luego los doy por condenados y de los dichos bienes aplico la mitad para mi hacienda y de lo demás una parte para el juez y la otra para el denunciador lo cual manMercado holandés, 1623.

dó a los dichos gobernadores que inviolablemente lo ejecuten advirtiendo en que se les

pondrá por capitulo de residencia con pena de privación perpetua de oficio si hicieren lo contrario y perdimiento de la mitad de sus bienes aplicados en la forma referida y para que lo contenido en esta mi cédula venga a noticia de todos mando a los dichos mis gobernadores que la publiquen en las partes y lugares donde convenga…»|14|

3|La expansión del cultivo del tabaco Como acontecía frecuentemente en la época colonial una cosa era la prohibición legal y otra, muy distinta, la realidad. El hecho cierto es que el cultivo del tabaco nun-


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ca fue interrumpido, y en el período 1612-1614, según Gil-Bermejo, «se embarcaron para Sevilla 322,757 libras, cifra posiblemente inferior a la total pues no se incluye en ella el registro de todas la embarcaciones que en esos años salieron de Santo Domingo...|15| Añade dicha autora que «Pierre Chaunu, en Seville et l’Atlantique, reseña seis naves más –de las comprobadas con carga de tabaco– llegadas a Sevilla durante esos años y procedentes de Santo Domingo».|16| Aunque ella reconoce que «disponiendo sólo de datos parciales, incluso nulos para algunas fechas, son inseguras las apreciaciones, pero, sin embargo, se puede afirmar el hecho de que el tabaco, durante un corto período de tiempo, tuvo cierta importancia en el conjunto de la agricultura comercial dominicana».|17| No obstante eso, se conocen algunas cifras del volumen de tabaco exportado a España

Portada de la Tabacología, de Johann Neander, publicada en Leiden en 1626.


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Grabado del siglo XVII (1629) simbolizando el ParaĂ­so terrenal.


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posterior al año 1614.Al respecto dicha autora consigna que «los registros de embarque comprobados para 1617 dan la cifra de 57,400 libras de tabaco, 146,782 se enviaron a Sevilla en 1620, unas mil libras menos que en 1639. Para el siguiente año hay referencias de registros con un volumen de 83,366; en 1648 se embarcaron 52,248 libras; los envíos de 1649 y 1650 reflejan un fuerte declive, sólo 16,833 y 10,447 libras respectivamente y esa fue la totalidad».|18| Desde esa época, por las condiciones propias de su cultivo, fue asunto de «gente común», característica que conservaría en el transcurso del tiempo.Al respecto señala Baud que «cuando se desarrolló la producción tabacalera a la sombra del control mercantil español (y a menudo en su contra), su cultivo se convirtió en el preferido de la población española criolla. Fueron los blancos empobrecidos y los negros quienes gradualmente

Grabado de la época Urbano VIII (Maffeo Barberini), Papa, 1623-1644.

integraron el tabaco a su agricultura de subsistencia y comenzaron su comercialización. La Memoria del Cabildo de Santo Domingo, que no estaba de acuerdo con la despoblación de los territorios del norte y del oeste, describía a la población productora de tabaco del Cibao como «gente común»: blancos pobres, mestizos, mulatos y negros. Estos cultivaban tabaco para su uso personal y vendían parte de la producción para cubrir los gastos inevitables que tenían que hacer. Es interesante notar que en el siglo diecisiete varios religiosos importantes exportaban tabaco a España, el cual habían recibido como prebenda. En una economía donde el circulante era muy limitado, un cultivo de fácil


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manejo como el tabaco permitía a la población agraria para cubrir sus obligaciones cívicas y religiosas y sus necesidades básicas».|19| Pero, como es lógico suponer, el tabaco dominicano no estaba solo en el mercado americano. Aparte del cubano, que ya para esta época, por su calidad, era un fuerte competidor, estaba el de Virginia, primera colonia botánica en el Nuevo Mundo. Este último tabaco, al fumarse, dejaba un sabor amargo, áspero y picante. Como era rechazado por los ingleses, acostumbrados al tabaco español, se importaron en 1611 semillas de tabaco español venezolano que sembradas produjeron un tabaco suave y aromático. Así, como consecuencia de estas mejoras, los importadores ingleses aumentaron sus órdenes de compra. En 1617, «seis años después del oportuno acto de Rolfe, Jamestown estaba exportando 20,000 libras de hojas anuales. Esta floreciente industria fortaleció financieramente a la colonia, convirtiéndola en una sólida base británica en el Nuevo Mundo. En el transcurso del tiempo la popularidad de la hoja de Virginia fue tal que reemplazó a la hoja «española« en el mercado inglés y en varios europeos».|20| Pero no todo era color de rosa para el tabaco en Europa, ya que hasta el Papa de entonces lo censuró, aunque también algunos religiosos comenzaron a alabarlo. Emilio Tejera, basándose en Pezuela, dice al respecto: «En 1624 el papa Urbano VIII excomulgó a los que tomasen tabaco en las iglesias; y como no expresó su anatema que lo aspirasen por la boca, se deduce que empezaron a usarse en Italia en polvo primero que a fumarse. El citado Amurat IV, el rey de Persia, y el gran duque de Moscovita prohibieron su uso en sus estados, so pena de cortar las narices a los que quebrantasen el mandato, i hasta la cabeza a los reincidentes en desobedecerles. La reina Isabel de Inglaterra autorizó a los ministros de justicia a confiscar por sí mismos cuantas cajas encontrasen con tabaco en polvo; otra prueba de que también en aquel tiempo empezó a usarse absorbiéndolo por las narices primero que fumándolo. Jacob Stuart, sucesor de aquella soberana, publicó un tratado para demostrar la inutilidad y los inconvenientes del tabaco; i debió cundir bastante ese producto por las regiones de Europa más septentrionales, cuando el rei de Dinamarca, Cristian IV, ordenó a su médico que escribiese un libro para censurar su uso inmoderado. Pero la inconstancia de las opiniones no tardó en promover una reacción favorable que lo favoreciese. Los jesuitas de Polonia lo elojiaron abiertamente en 1628, publicando para celebrarlo, un poema latino titulado Himnus Tabaci».|21| Otra localidad de la región, donde también se producía tabaco para esa época, era la isla de Puerto Rico. En ese sentido, afirma Vila Vilar que «hasta 1627 no se comenzó a plantar tabaco en Puerto Rico en debida forma para la exportación y ese mismo año


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Obra sobre el buen uso de tabaco.


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se vendió la libra a dos reales. Pero desde 1621 se había establecido en la isla el estanco del tabaco y sus ingresos se aplicaban a obras públicas. Se sabe concretamente que don Iñigo de la Mota empleó el dinero procedente de este impuesto en las obras del cerco de la ciudad. En 1646 este estanco producía 8,000 ducados de renta».|22| Ahora bien, la Corona española estaba siempre pendiente del tabaco dominicano. Así, el 16 de enero de 1627, solicita a la Casa de Contratación si conviene que fueran a Santo Domingo «cuatro filibotes por 12,000 quintales de jengibre, 40,000 cueros 300 y más cajas de azúcar, 300,000 libras de tabaco, mucha cantidad de cañafistola, 2,000 qq. de palo de Brasil, para que con esto tenga alivio contra la subida de los fletes que de diez años a esta parte se ha triplicado en su monto a como eran antes».|23| Hacia 1629, el tabaco o petún, como también se le llamaba en ese entonces, constituía ya

Obras sobre el tabaco, siglo XVII.

el principal cultivo agrícola y su consumo aumentaba. Consigna Lepelletier de Saint Remy que ya un derecho fiscal había afectado la importación de ese género, por un considerando en que el rey decía «que desde hace poco tiempo se hacía venir de los países extranjeros cantidad de petún o tabaco, sin pagar ningún derecho de entrada, so pretexto de que no estaba comprendido en las antiguas tarifas y cartelones; lo que hubiera dado lugar a hacer traer gran cantidad de él a su reino, de suerte que sus súbditos, a causa de lo barato lo tomaban a toda hora, con lo que recibían gran perjuicio y alteración en su salud».|24| Por otra parte, para la misma época también cultivaban tabaco los llamados bucaneros


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que ocuparon aquellas regiones del Norte de la isla que habían quedado despobladas cuando las devastaciones del gobernador Osorio. Esos asentamientos conformarían posteriormente la colonia francesa de Saint Domingue. Uno de los sitios preferidos fue la isla de La Tortuga, que alcanzó un gran desarrollo. Así, «continuamente llevaban allí su botín: los bucaneros llevaban a la isla el producto de su caza y de sus excursiones por las costas de Santo Domingo, y entre ellos y los barcos de Europa, sobre todo con los holandeses, se estableció un gran comercio de pieles de vaca y del tabaco, que con éxito cultivaban los campesinos. Los colonos habían establecido una especie de gobierno democrático; cada quien tenía autoridad absoluta en su propiedad: el campesino la tenía sobre sus tierras y el filibustero sobre su barco. En la vida privada, todo se regía conforme a una igualdad perfecta. Esta buena administración atrajo hacia La Tortuga un gran número de colonos de las islas vecinas».|25| Algunas veces eso acarreaba problemas ya que en ocasiones algunos negros, que constituían una mano de obra útil, se iban a La Tortuga. De ahí que el 8 de mayo de 1636 el Gobernador de la Española, Don Alonso de Cerezeda, en carta al Rey manifestaba su preocupación de la siguiente manera: «El mismo Capitán Antonio Méndez se me a ofrecido que irá a la dicha isla de la Tortuga y prenderá y traerá a esta todos los negros que en ella hubiera y los extranjeros que con ellos asisten para la corta del palo y labor del Tabaco con algunas condiciones que con el he asentado cuya copia envió a vuestra majestad y así parte de aquí hoy ocho de mayo, y es sin duda que traerá los dichos negros, pero ningún extranjero Holandés, Francés ni de otra ninguna nación porque le he dado orden que los deje a todos colgados en los más altos Árboles que hallare pues por tantos títulos lo merecen y por ver si puedo acabar de quitarles el cariño que tienen a esta isla con este castigo y con el mayor que tuvieron el año pasado doy cuenta a vuestra majestad porque tengo por hecho este negocio por la facilidad que así tiene y la persona del Capitán Antonio Méndez que lo asegura con tan buen principio como tuvo cuando fue a reconocerle que por todo merece merced de vuestra majestad».|26|

4|El establecimiento del estanco Ante el auge que poco a poco fue adquiriendo el cultivo del tabaco y con un afán puramente fiscalista, en 1634 la Corona española decidió establecer el «estanco», que no era más que un impuesto cuyo origen estuvo en la necesidad de aumentar las rentas. La razón que se adujo para ello fue que el tabaco no era un producto indispensable y que, por tal razón, los contribuyentes no objetarían tal gravamen.Ya existía en España y Cu-


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ba y su aplicación en Santo Domingo produjo unos resultados «por demás provechosos y constituyó uno de los ingresos más sólidos de la Real Hacienda».|27| Pero no todo era color de rosa, pues esa medida, narra Gil-Bermejo, fue protestada por los mercaderes de Sevilla y «tanto la ciudad como el Consulado de los Cargadores a Indias expusieron la serie de inconvenientes que produciría la disposición».|28| Esa autora explica que la idea del estanco «la propuso la Junta de Obras y Bosques con la indicación de fijar tres reales de plata por cada libra de tabaco. Los del Consulado expusieron el perjuicio de reducir a una sola mano (arrendador del estanco) lo que tantas familias intervenían y vivían de ello.También resultaba duro para los cosecheros indianos vender al Rey su tabaco a dos reales libra corriendo por su cuenta el transporte a España. Lo razonable era dejar el libre beneficio y trato a los cosecheros y mercaderes pagando los derechos acostumbrados».|29| El medio para poner a funcionar el sistema del estanco de tabaco, es decir, su comercialización en torno a la fabricación de cigarros de Sevilla fue la instalación de factorías. Así, como considera Lluberes, «progresivamente se fueron instalando factorías en todas las zonas tabaqueras de las colonias españolas. Así las hubo en Cuba, Guatemala, Santa Fe, Nueva España, Perú, Buenos Aires, Luisiana, Manila, Caracas y Santo Domingo».|30| A pesar de eso, la producción de tabaco no disminuyó en Santo Domingo. A mediados del siglo en estudio seguía cultivándose el producto, básicamente en el Cibao como ya era habitual y, como se decía, era «muy bueno que si se beneficiara fuera mejor que el de Barinas. Con todo eso se cojen más de 200,000 mil libras cada año».|31| En Puerto Rico sucedió algo parecido. Al principio, el estanco frenó el cultivo del tabaco, pero, como consigna Vila Vilar, «lo cierto es que a mediados de siglo su producción se había afianzado, y en esta época ya no eran sólo los pequeños agricultores quienes lo sembraban, sino grandes terratenientes como Diego Menéndez de Valdés y Pedro de Sepúlveda, los cuales en 1651 figuran como firmantes en una petición enviada al monarca para que suprimiera el estanco del tabaco por los muchos impuestos que lo gravaban. Estos gravámenes hicieron que su siembra se alternara con la del cacao».|32| Este producto, al parecer, sobrepasaba al tabaco como puede verse en la siguiente relación que trae Ángel López Cantos sobre los productos a exportar hacia 1660:|33| |Cacao: 1,535 arrobas; 104 fanegas; 100 libras; 8 cargas; 6 barriles y 91 zurrones. |Tabaco: 21,804 libras; 258 arrobas; 35 quintales; 128 manojos (sin especificar peso); 2 líos (sin especificar peso).


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|Algodón: 3,000 libras y 5 surrones (sin especificar peso). |Archiote: 222 arrobas y 8 barriles (sin especificar peso). |Cayol: 3,150 libras y 87 fanegas. |Palo campeche: 300 quintales. |Palo brasil: 10 quintales. |Madera de espejuelo «tosca»: 144 unidades. |Añíl: un cajón (sin especificar peso). |Cañafístula: 1.5 quintales. |Matasiete (purgante): 2 arrobas. En el continente sucedía algo parecido. Narra Le Pers que «el olonés declaró que él quería la ciudad de Maracaibo, que está sobre el lago del mismo nombre. Desde enton-

Plantación alemana de tabaco, siglo XVII.

ces esta ciudad pasó a ser una de las más ricas que los españoles tuvieron desde Veracruz hasta el Orinoco. Allí había un gran comercio de tabaco, de cuero, y de cacao que se hacía por el lado del lago y que se terminaba por la costa norte y que se hacía con más de 50 lugares de la tierra».|34| Cuba, por su parte, debido a la calidad de su tabaco y en ocasiones venciendo los obstáculos del monopolio comercial, se convierte en esos años en un gran productor y exportador de tabaco no tan sólo a España «sino a todo su imperio indiano, a México, a Costa Rica y a los países del Pacífico».|35|


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5|El tabaco y la colonia francesa La llamada banda norte de la isla de Santo Domingo, por otra parte, continuaba su tradicional y activo comercio. En 1662 Andrés Núñez de Torra afirmaba que dicha zona estaba «poblada por Extranjeros, y sacan para Francia cargazones de corambe, tavaco y otros géneros».|36| La conquista de esa región, por su prosperidad, era planteada en una Memoria, fechada en Santo Domingo el 20 de septiembre de 1676. Hablando de los provechos que podían ser obtenidos se decía: «En cuanto a la utilidad que de la conservación de esta conquista se puede sacar que jaFumadores holandeses. Amsterdam, 1596.

más le a costado nada al estado, conste en más de un millón que del tabaco, nuestros habitantes pueden contribuir cada año al reino, lo cual faltando se hallara obligado de sacar


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la misma cantidad de los extranjeros, y en otro millón que se podrá sacar del país del norte de que el provecho le vendrá a la Francia. «También se pueden sacar de nuestras Costas los Cueros, el palo de Campeche y otras muchas mercadurias de que se tiene buena salida en la Europa y aun vendría a aumentarse el Comercio del tabaco aumentando la conquista. «Es de observar que cuando se estableció, ahora once años gobernó en la Costa era tan poco el tabaco que se cogía, que apenas alcanzaba para la carga de un navío de mediano porte y que al presente salen cargados todos los años de esta Costa número considerable de navíos aunque hayamos sufrido un largo y peligroso levantamiento que no ha hecho gran daño y hayamos perdido 300 de nuestros mejores habitantes en Puerto Rico cuya pérdida es inestable».|37|

El comercio de Francia con Europa alcanzó un desarrollo tal que ya en 1677 Luis Jaret, quien huyó del Oeste, declaró ante el gobernador Juan de Padilla Guardiola que los franceses tenían «mucho comercio y que el año pasado (de 1676) salieron de esta isla cargados de cueros y tabaco dieciséis naos de Francia grandes, aparte de los barcos de holandeses que se llevaron el resto de los productos».|38| En 1677 la colonia francesa exportó a Francia 20,000 qq., siendo su principal producto,|39| lo cual favoreció grandemente al tabaco dominicano ya que este era comerciado, aunque ilegalmente, con dicha colonia.

Una factoría americana.


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Igualmente, el 1ero. de octubre de 1681 «el señor Joseph de Veytía Linaje, en relación remitida al Consulado de Sevilla, declara que sólo de un puerto poseído por los franceses en la banda norte, que «llaman Sta. Cruz... salen todos los años cargados para Francia mas de 20 navíos de Corambre, tavaco, Achiote (es decir, bija, cuyas semillas se utilizaban para pintura y su fruto para medicina), palo brasilette... cañafistola, y otros generos... y en dicho paraje (el oeste de la isla)... tienen sembrados mas de 200 mil pies de cacao y muchas rosas de tavaco».|40| Para esa época vivían en la banda norte más de 24,000 franceses como se consigna en un Informe que Antonio Lemos, Sebastián Dearria y Antonio Legorburu enviaban el 7 de octubre de 1681 a Su Majestad. En el segundo punto, relativo a las poblaciones que tenían allí los franceses, se expresa «que el año pasado de 1680 pasó el conde de Utrec a las indias a poner en posesión al Gobernador de la Tortuguilla (Puesto por el Cristianísimo Rey de Francia) de la isla de Santo Domingo por la banda del Norte, a quien dieron la obediencia más de 24,000 franceses, cosa que había más de 16 años solicitaba y no lo había podido conseguir y estos están poblados por la banda del Norte desde Montecristi a Cavo de Tiburón, que hay 60 leguas y han hecho puerto en frente de la Tortuguilla que llaman SO Cruz de donde salen todos los años cargados para Francia más de 20...».|41| Ahora bien, esa abundancia en la producción de tabaco de la colonia francesa iba a constituirse en su principal perjuicio, ya que para el mismo año de 1681 se produjo una caída de los precios en Francia, que no pudo absorber tan alto volumen de producción. Esa situación «indujo a muchos cultivadores franceses a buscar otros productos de exportación más rentables y el tabaco rápidamente perdió su posición privilegiada en la colonia francesa, que fue sustituido por el azúcar y el café».|42| Otro factor que influyó en la producción negativa del tabaco fue la presencia de la Compañía del Senegal que, como ejercía un monopolio comercial, «los plantadores estaban obligados a vender su producto a dicha empresa a cambio de precios muy bajos o «muy módicos», como señala Charlevoix. Al ser tan reducidas las ganancias, a partir de 1682 los agricultores acordaron «no producir más de doce andullos de tabaco por cabeza», para de ese modo poder dedicarse a producir artículos más rentables, como azúcar, algodón, añil, cacao y ganado (vacas, ovejas y cabras)».|43| Esa situación era expuesta a Juan Bautista Colbert, Ministro de Hacienda de Luis XIV, por el señor de Pouancy, en carta del 25 de septiembre de 1682. Planteaba, entre otros asuntos, lo siguiente: «Esto se produjo desde que los comerciantes no quisieron cambiar mercancías por tabaco, porque significaban puras pérdidas. Esta situación ha obligado a dichos habitantes a cambiar sus cultivos y arreglarse para hacer so-

Bucanero con pipa.


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lo doce rollos de tabaco como prueba con el propósito de parar la gran cantidad de esta mercancía que por su exceso perdió valor. Los habitantes, Señor, se han apegado a cultivar el índigo, el algodón, un poco de azúcar, cacao y otros han formado hatos, como los españoles, para allí criar vacas, toros, ovejas y cabras. Estas son las principales medidas que los habitantes han tomado en estos momentos, y son las actividades comerciales que están realizando los habitantes».|44| Eso no significó de ninguna manera que las exportaciones de tabaco a Francia se detuvieran, ya que en 1683 Juan Antonio Martínez de Quijano, en Memorial dirigido al Rey de España, expresaba «que no hay año que no vayan a Francia, y otros Reynos Mapa de la Isla de la Tortuga, en el siglo XVII.

(como Italia, Inglaterra y Holanda) mas de sesenta embarcaciones cargadas de mercancías y llevan (en) su retorno (enormes cantidades de)... tavaco, trigo, cevada, lino, vi-


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ñas, maíz y azúcar, cacao y otras semillas (así como también, cueros)... o corambre».|45| Y agregaba Martínez de Quijano que «los franceses no consumían todas las mercancías traídas de Europa; por eso, las sobrantes se introducían o se comercializaban en las demás colonias españolas en América».|46| El hecho cierto es que el monopolio comercial en la colonia de Saint Domingue, impuesto por la Compañía de Senegal, fomentó el disgusto entre los cultivadores franceses del tabaco que cada día crecía más. De esa manera, «en 1684 se produjo en el Oeste un importante movimiento de protesta contra el monopolio en el comercio del tabaco, y los agricultores procedieron a destruir «sus plantaciones de algodón e índigo».|47| Un año después, los hacendados, tratando de buscar solución a dicha problemática,

«propusieron al rey, a través del gobernador Tarin del Cussy, que estaban dispuestos a darle un cuarto de todo el tabaco producido a la corona, si a cambio no se le cobraba flete, y si los tres cuartos restantes de la hoja se podían vender levemente, sin impuestos, «al por mayor o al detalle, dentro y fuera del reino». Al final, los hacendados señalaron que si a su propuesta se le daba el visto bueno, la misma beneficiaría más al rey y ellos quedaban comprometidos «a aumentar el cultivo de añil y la fábrica...».|48| El caso es que al año siguiente, en 1685, la producción de tabaco se había reducido «casi a nada».|49|Esa situación viene reflejada en un documento que consigna la Recopi-

Plantación francesa en el siglo XVIII.


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lación Diplomática que dice: «El país es bello y fértil, atravesado de ríos abundantes en hierbas, en peces y todo tipo de animales… Los habitantes comienzan a llevar caballos, mulos, carne salada a las otras islas… La parte del tabaco se ha reducido a nada… Ofrecen la cuarta parte de toda la cantidad que llegara a Francia y piden permiso para vender las al por mayor y al detalle…».|50|

6|El paulatino renacer del cultivo del tabaco En la parte este de la isla, es decir, la colonia española, se siguió cultivando tabaco que se exportaba a España, aunque en pequeñas proporciones y en el momento en que la renta del estanco general del tabaco había vuelto a la Real Instrucción mediante Real Cédula del rey Carlos II, de fecha 3 de mayo de 1684.

Indígenas del Darién fumando. Molino de tabaco en Sevilla a fines del siglo XVII.

Ese documento «revela que en España se fabricaban cigarros con tabacos de La Habana,Trinidad de la Habana,Trinidad de Guayana, Puerto Rico y Santo Domingo, que todos eran «de una misma calidad, igual temple y bondad», que había suficiente de él en los almacenes de España, que sólo se podían traer de estos sitios («en Castilla no se han de consumir otros tabacos»), y que el tabaco de estos sitios no se podrá negociar sino es con la Real Hacienda».|51| Algo importante que también contiene la anterior Real Instrucción, como consigna Lutgardo García Fuentes, es que «en la norma 5» se previene por el Consejo de Indias a los gobernadores de La Habana, Trinidad de la Habana, Puerto Rico, Trinidad de la


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Guayana y Santo Domingo, que fomentasen la siembra de tabacos; (y) a los cultivadores se les garantizaba que en España no se consumirían otros géneros que los que ellos suministrasen».|52| Para esa época, también, sucedió algo importante con la finalidad de mejorar la calidad de las técnicas de producción del tabaco como fue el hecho de que se planificó que vinieran familias españolas conocedoras del asunto para que adiestraran a los naturales en dicho cultivo. A eso se refiere el gobernador Andrés de Robles cuando, en carta fechada en Santo Domingo el 7 de marzo de 1687, dice al Rey: «El pliego de Don Pedro de Urieta, presidente de la Real Casa de la Contratación de Sevilla recibí de la Real Cédula veintiuno de agosto del año pasado en el navío de las Isla de la Tortuga.

familias en que vuestra majestad se sirve mandar fomente y aliente a los naturales de es-

ta isla a las sementeras de el tabaco amonestándoles cuan del agrado del servicio de vuestra majestad y útil suyo será en cuyo cumplimiento despache luego las ordenes muy apretadas con inserción de la real cédula a los lugares que a parecido son muy a propósito sus tierras para el efecto porque asta ahora solo en la ciudad de Santiago se coge lo limitado para el abasto de esta isla (pero si en los demás lugares se quisiera trabajar se diera mucha cantidad como la tienen los Franceses es su principal fruto en la parte que ocupan. Quedo en alentar y fomentar esta materia cuanto fuere posible para que tenga efecto la Real disposición de vuestra majestad».|53|


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Grabado de finales del siglo XVII, de Beintema Van Peima, con fumadores.


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De nuevo el tabaco se convertía en un producto importante y las principales áreas de cultivo volvieron a ser Santiago, la Vega, Cotui,|54| aunque, como plantea Baud, «en la región fronteriza también se cultivaba tabaco, en parte para satisfacer la demanda local y en parte para exportar a la parte francesa de la isla. Durante este período la producción no era muy alta y apenas satisfacía el consumo interno. En 1687 se informó que el «tabaco no se exportaba y solamente se producía para el consumo de la isla».|55| Carlos Esteban Deive sugiere que la expansión real del cultivo del tabaco durante ese período fue impedida por la escasez de esclavos,|56| «a gran escala», acata Baud, y «hasta que este problema no fue resuelto, el tabaco siguió siendo un cultivo campesino, que se sembraba con otros frutos tales como la yuca, las habichuelas y el maíz».|57| Pero, al parecer, la situación fue mejorando poco a poco, pues en 1691 Francisco Franco de Torquemada en una Memoria indicaba: «Volvió a ocupar luego al punto el Francés la dicha Isla de la Tortuga, continuando desde ella su passaje a la Española a hazer corambre; y después con el cebo de la grangeria, fueron haciendo poco a poco sementeras de tabaco, que con la buena salida que tenia genero en Francia, y el Norte, convidó para su cultura, y beneficio a otros muchos de aquella Nación, los quales fueron creciendo en tanto numero, que de sementeras solas passaron a Estancias, las que formaron, y de Estancias a numerosas Poblaciones, con Governador nombrado por el Rey de Francia, que siempre lo es un gran soldado, y Cavallero: y finalmente oy se hallan los dichos Franceses tan arraygados en la tierra, con haziendas tan pingues de Ganados, Ingenios, y otros frutos, y con un comercio tan grande, no solo con los Puertos de los Extranjeros tienen en aquellas Islas, sino con la Francia, y provincias del Norte, que todos los años cargan en ella setenta, y ochenta Navíos grandes de los frutos referidos».|58| El caso es que, aunque en 1697 se firmó entre España y Francia el tratado de Ryswick, que acarreó cierto ambiente de paz entre las colonias española y francesa y una intensificación del comercio entre ambas, ya a finales del siglo XVII se producía el tabaco para consumo interno y su comercio era casi nulo. Eso constató el oidor Fernando Araujo y Rivera cuando decía, respecto del tabaco, que «se cría con gran fertilidad y de buena calidad, de forma que si hubiera comercio se pudiera cultivar mucho y por falta del él se beneficia solo el que es necesario para el consumo de la tierra».|59| Eso favoreció a la colonia española, ya que, como apunta Baud, al no cultivarse tabaco en la colonia francesa para fines de la centuria, «el Cibao se convirtió en el principal suplidor del tabaco que consumían los habitantes de la colonia francesa. El andullo domi-


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nicano, un tabaco enrollado y presionado, se hizo famoso durante este período y era consumido con avidez en las plantaciones francesas».|60| De ahí puede llegarse a la conclusión de que «la historia del cultivo del tabaco está llena de atrasos y progresos cortos. Los períodos de bonanza y crecimiento se alternaban con años de contracción y crisis comercial».|61|Eso queda confirmado, por otra parte, si se analiza y compara con otras localidades el monto del volumen del tabaco exportado por Santo Domingo en los últimos cinco decenios del siglo XVII y que trae el siguiente cuadro de Lutgardo García Fuentes:|62|

IMPORTACIONES DE TABACO EN ARROBAS SEGÚN LOS PUERTOS DE PROCEDENCIA Decenios

N. España T. Firme

Cuba

Sto. Dgo.

826

248

1.061

60

1.752

749

148

384

56

1650-59 1660-69

P. Rico Barinas 60

Gob.

Total Porcentajes

5.034

12.271

23%

459

553

3.573

6’6%

51

1.553

2.362

4’4%

1670-79

168

1680-89

139

14.327

870

540

2.598

18.474

34’6%

1690-99

180

180

13.884

1.057

859

496

16.656

31%

487

1.214

30.595

3.793

6.951

10.234

53.336

Porcentajes:

0’9%

2’2%

57’3%

7%

2

5.042

62 0’1%

32%

Lo que sí puede afirmarse, con toda razón, es que «el cultivo del tabaco era la base de una dinámica economía regional en el Cibao. Esto tuvo como resultado una infraestructura comercial y eventualmente fomentó una próspera clase mercantil en la región. El mercado y la situación política pueden haber sido erráticos e impredecibles, pero (se) continuó ofreciendo una producción constante de tabaco».|63|


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Los inicios del siglo XVIII de Santo Domingo, en lo concerniente a la producción del tabaco, se caracterizan por las nuevas perspectivas de que la misma podría alcanzar un notable progreso, debido a la existencia de tierras aptas para su cultivo y al desarrollo económico que empezaba a experimentar la colonia francesa de la parte occidental de la isla de Santo Domingo, lo cual la convertiría en un mercado favorable.

1| La calidad del tabaco cubano Para esa época, el territorio americano perteneciente a España donde mejor se producía tabaco era Cuba. Como todavía predominaban las políticas de que el mantenimiento del monopolio comercial era la vía más expedita para la Corona agenciarse recursos, «una de las primeras medidas reformistas adoptadas fue la creación de una factoría y el establecimiento del estanco en Cuba en 1716. Al calor de estos cambios afloró el dinamismo de un buen número de autoridades superiores indianas, deseosas de que las re-

Preparando rollos de tabaco.


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giones bajo su mando constituyeran piezas de gran importancia económica dentro del engranaje del Imperio. Ese fue el caso de Santo Domingo, donde es perceptible una evidente recuperación económica con respecto a épocas pasadas a consecuencia del nuevo sistema que trataba de implantarse en Indias».|1| El establecimiento de esa factoría, que funcionaba en La Habana y tenía sucursales en Santiago, Sancti Spiritus,Trinidad y Bayamo, ocasionó, como señala Luis Navarro García, «el disgusto de los vegueros o cultivadores, de los comerciantes del ramo –a los que suplantaba la factoría, que además sería la que fijase los precios– y de los terratenientes, que en muchos casos eran órdenes religiosas. El mismo año de 1717 se produjo una sublevación de vegueros –gran parte de ellos de origen canario–, que ocupan La Habana y obligan a renunciar al capitán general. Pero la factoría no fue suprimida, y tres años

Cultivando el tabaco, 1702.

después, al decidirse que el pago de las cosechas se haría a plazos, por no llegar a tiempo el dinero que México remitía para ello, nuevamente se producen disturbios en la localidad de Jesús del Monte, donde fue incluso bloqueado el ganado destinado al abasto de carnes de La Habana».|2| Al ser apaciguados los cosecheros, prosigue afirmando el autor antes citado, «el rey autorizó la exportación y venta de todo el tabaco que no absorbiese la factoría, pero a poco (1723) los vegueros trataron de adoptar medidas para evitar el descenso de los precios, para lo cual pretendieron fijar el volumen de las cosechas y exigir además su pago


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en efectivo, pasando además a tomar represalias contra los cultivadores que no acatasen estas determinaciones.Ante la gravedad de los sucesos, el capitán general Guazo Calderón recurrió a la fuerza militar, que causó dos decenas de víctimas, unas producidas en el choque armado y otras en las represalias que siguieron. Hacia 1730, la Corona renunció temporalmente al sistema de la factoría, concediendo la extración de tabacos de Cuba a comerciantes privilegiados, como el marqués de Casa Enrile, y, después de 1740, a la Real Compañía de La Habana».|3| El hecho cierto es que el éxito de la factoría que funcionaba en La Habana y el de otras que «existían en lugares como México, Perú y Caracas, cuyas funciones era proporcionar tabaco a las fábricas de Sevilla, motivó a que se contemplaran las posibilidades tabaqueras del valle del Cibao, y… estimularon a varios gobernadores y a algunos vecinos a contemplar y proponer al Rey la conveniencia de establecer una factoría en Santo Domingo. Este era casi un argumento recurrente cuando se hablaba de proyectos de mejoramiento de la decaída Colonia».|4| No hay que olvidar que, para 1720, la principal actividad económica de la colonia española era la industria azucarera que en ese año «proporcionó 21 millones de libras de azúcar bruto y 1,400,000 de azúcar terré».|5| Pero, para 1730, la mentalidad empezaba a cambiar. Charlevoix, que escribió su afamada obra para esa fecha, ponderaba el tabaco como elemento capaz de poblar las zonas despobladas con estas palabras: «Muchos habitantes no se atreven todavía a hacer sino añil en las montañas, pero algunos han vuelto a plantar cacaoteros, si tienen éxito, esos distritos serán muy pronto los más poblados de la colonia. Solamente el tabaco produciría ese efecto...».|6| Pero fue con la llegada del gobernador Alfonso de Castro, en 1731, que la situación empezó a mejorar para el tabaco. Según Gutiérrez Escudero, fue ese funcionario, que duró en el cargo hasta el año 1734,«–el primero de los gobernadores insulares de la centuria a quien podemos considerar con ‘mentalidad reformista’ y cuyo deseo no era ‘otro que abrir puertas al comercio de esta pobre isla’–, quien desplegó toda una sistemática y continuada campaña encaminada al alcance de grandes objetivos: fuerte incremento de las superficies dedicadas al cultivo del tabaco, abaratamiento del coste del producto, exportación a Europa y establecimiento del estanco. Con reiterados escritos a la Corona en defensa de sus planes, Castro se mostró dispuesto a controlar personalmente la calidad de las hojas de tabaco y a costear de su peculio el importe de las naves precisas para su envío a La Guaira y posterior reexpedición a la metrópoli».|7| Ese renacimiento de la economía dominicana obedeció principalmente a las siguientes


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causas: «nuevas posibilidades de comercialización, la persistencia de la paz en la isla y el sostenimiento del crecimiento demográfico, además de la política mercantilista impulsada por la corona hispana».|8| La calidad del tabaco dominicano, opacada por la del de Cuba, era resaltada por dicho gobernador Alonso de Castro que, en una propuesta de arbitrios, propuso al Rey el 13 de octubre de 1735 lo siguiente: «El segundo arbitrio más proporcionado por ahora de notable alivio a estos vasallos y que los ha de estimular a sus mayores aumentos, consiste en que V.M. mande reconocer la calidad del tabaco (que con ésta remito, y se recoge con abundante rendimiento en esta Isla, y según aseguran diferentes sujetos de la Habana que al presente se hallan en esta Capital a dependencias y tiene haciendas de este fruto), es tan buena y mejor calidad que el de aquella Isla y con la gran excusa de no

Grabado de esclavos negros realizando trabajos agrícolas, entre ellos sembrando plantas de tabaco, en el siglo XVIII.

tener aquí la salida este fruto, no se aplican a sembrarlo ni a beneficiar más que el preciso para su propio consumo, del que se les pierde mucho por su excesivo rendimiento; y es cierto que si por V.M. se dispone el que le carguen embarcaciones que le transporten a la Europa, abundaría excesivamente, respecto de la suma fertilidad de la tierra y su buena disposición para este fruto con especialidad. Sin dificultad se establecerá el estanco, dejando libre el que se gaste en la misma vecindad, pues por falta de compradores está naturalmente estancado: y en estos términos se podrá comprar todo y remitir por cuenta de V.M. Es así que como no hay quien le compre, no se siembra más que


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el que se consume en la Isla, por lo cual no se puede despachar embarcación a este puerto sin prevenir un año antes la venida, y adelantar V.M. treinta o cuarenta mil pesos por el primer año para hacer asiento con los sembradores y para que, teniendo segura la compra, se empeñen con fervor a la siembra de dicho fruto. En esto nunca pude malograrse de V.M., pues caso que no se lograse la idea (que parece infalible) quedará el dinero en Cajas Reales».|9| El mismo Gobernador, acota Emilio Rodríguez Demorizi, después de referir sus juicios sobre la conducción del tabaco, vía Habana o la Guaira, y de que la cosecha del segundo año, por ser mayor, daría pie a providencias particulares sobre embarcaciones, afirmaba: «El primer año no será necesario nombrar factor hasta experimentar el producto de asegurar la planta de este comercio: pero yo me obligo a poner persona de sa-

Plano de la Isla de Cuba con indicación de los principales partidos tabaqueros (siglo XVIII).

tisfacción que con mi intervención y de Oficiales Reales, recoja y ajuste los frutos que con muy pocos costos de V.M., a cuyo ahorro me aplicaré con desvelo, así por manifestar a V.M. mi leal celo, como para beneficiar estos pobres vasallos e Isla. Hállome informado de los mismos sujetos inteligentes de la Havana, que se hallan actualmente aquí, que el valor del tabaco es el mismo que corre en aquella ciudad, de que se sigue que si se sembrara con el esperanzado interés seguro de su saca y venta, abaratará más que en aquella Isla, siendo así que los mismos me aseguran ser de igual calidad y alguno de excesiva, para cuya inspección remito la muestra adjunta».|10|


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2| La importancia de Puerto Plata Argumentación semejante se sostenía, hacia 1737, cuando se hablaba de la nueva fundación de la ciudad de Puerto Plata. Al respecto se afirmaba: «La construcción de la ciudad, como reconocerá V.M. por los autos se hizo sin costo de Vra. Real Hacienda, solo se ha gastado en mantener el primer año las familias que arriban. Esta fundación, Señor, es más que útil, precisa, y para su establecimiento únicamente falta que V.M. disponga alguna saca de Tabaco que aunque no fuera más que el preciso para fabricar el que llaman del Brasil, en que V.M. hoy gasta no poco caudal y todos comúnmente asientan que no hay para ello mejor calidad que este por lo grande, delgado y meloso de la hoja, y no Marquillas de tabaco de principios del siglo XVIII.

servir para ello el de la Habana, era bastante para alentar esta pobre Isla y estimularla mucho a su población más pronta u otro comercio para que sintiendo interés los sembra-


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dores, se animen, pues todos buscan la convivencia y huyen de la pobreza motivo porque se me han desertado muchos isleños a la Habana por las colonias francesas. Esto tengo muy representado y ahora lo repito a V.M. por parecerme muy de mi obligación».|11| Esa importancia de Puerto Plata, como puerto por donde podía exportarse el tabaco producido en Santiago y La Vega, fue resaltada por Juan de Bocanegra, un vecino de la isla Española, en respuestas dadas el 11 de julio de 1747 a un cuestionario que se le hiciera. Refiere Antonio Lluberes que «la segunda idea del documento Bocanegra es una propuesta para el aumento de la producción y comercio del tabaco. Lo primero sería aumentar los cultivos de la zona Sur para que estas ciudades se autoabastecieran. Así se podrían dedicar 3 ó 4 mil arrobas a la exportación a España a beneficio de la Real Hacienda.Y ahora es cuando Bocanegra se convierte en un revolucionario del transporte. Propone que la exportación se haga por Puerto Plata. Calculaba que el costo de empaque y transporte sería de unos 3 reales de plata lo que representa un ahorro de 45 reales (5 pesos y 5 reales) respecto al traslado a la Capital (1 peso = 8 reales de plata). En Puerto Plata sería recogido por una embarcación de la Real Compañía de Comercio de la Habana para llevarlo allí desde donde partiría para España».|12| El desarrollo de la ciudad de Puerto Plata, conjuntamente con el surgimiento de Montecristi en 1751, contribuyó a que se expandieran «los productos de las ciudades del interior más fácilmente y con la ruptura del monopolio portuario de la capital, la producción agrícola del Cibao comenzará a aumentar, aunque no se abandone la actividad ganadera. Sin embargo, el enfrentamiento entre Santo Domingo y Santiago de los Caballeros, convertidas en los dos polos económicos antagónicos de la parte hispana de la isla, no desaparecerá cuando en el Cibao se incremente la producción agrícola. La rivalidad continuará por la mayor fertilidad de los territorios del interior, los diferentes cultivos abordados (azúcar y tabaco, respectivamente), etc».|13|

3|El incremento del cultivo del tabaco Es durante la segunda mitad del siglo XVIII que el cultivo del tabaco se incrementa y, como refiere Sevilla Soler, «irá adquiriendo una cada vez mayor importancia. Alcanzó pronto una producción regular en toda la Vega, siendo los mejores los de los alrededores de la ciudad de Santiago de los Caballeros, y concretamente los de los partidos de Gurabo, Licey, Limonal, Jacagua y Sabana Grande».|14| Ya, para el 26 de enero de 1752, el Capitán General, don Francisco Rubio y Peñaranda, escribía a don Fernando Pisón, Alcalde mayor y Gobernador de las Armas en San-


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tiago, que «comprase cinco cargas (que harán diez tercios) de a doce manojos cada una del superior que llaman de Tienda: otras tantas de a 16 manojos del rescogido, y el mismo número del de tripa con 20 manojos, que todos componen las diez cargas y los treinta tercios que se piden de las distintas clases conocidas en esta Isla, y cuidando Vmd de elegir el más selecto».|15| Al año siguiente, en 1753, el mismo Capitán General y Gobernador de Santo Domingo «solicitaba de la Corte, que puesto que los registros procedentes de la Península tenían que volver a ésta vacíos por la falta de frutos de la isla, y se estaba extendiendo en ella el cultivo del tabaco, que adquiría cada vez mayor importancia, se permitiera a aquellas embarcaciones cargar cuanto pudiesen de este fruto con destino a España. Su propuesta no tuvo éxito, pues las Reales Fábricas de Sevilla se abastecían por aquel en-

Marquillas de tabaco, de mediados del siglo XVIII. Dos grabados sobre el proceso de elaboración del tabaco, publicados por M. Diderot y d’Alembert, París. 1751-1765.

tonces del tabaco de la isla de Cuba, con el que les bastaba para su producción y que, en general, era de mejor calidad que el dominicano».|16| Para esa fecha, 1755, algo novedoso surgió en la comercialización de los productos que se exportaban a España y fue la creación de la Compañía de Barcelona que, como bien lo describe Cassá, «recibió la potestad de controlar el comercio de Santo Domingo, Puerto Rico, Cumaná y otros puntos de la cuenca del Caribe. Como su nombre lo indica, esa compañía tenía por accionistas a comerciantes catalanes interesados en conectar el incipiente desarrollo industrial de su región con la explotación de las colonias.


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Esa compañía inició un factor a Santo Domingo, quien dirigía el almacén en el que se distribuían mercancías manufacturadas y se adquirían bienes primarios producidos en el interior».|17| Uno de los efectos de esa medida fue que hizo ver que ya no era necesario el contrabando, pues dicha compañía «debía dar salida a su producción y la de Santo Domingo».|18| Otro fenómeno que constantemente se produjo fue la corriente migratoria que de las islas canarias empezó a recibir Santo Domingo. El asentamiento de las familias era costeado por el virreinato de México y se calcula que a mediados del siglo habían arribado «más de doscientas familias canarias, cuya instalación resultó mucho más dispendiosa de lo preGrabado de mujeres elaborando el tabaco.

visto, pues sólo se había calculado su manutención por un año, y no el costo de edificación de viviendas, iglesias, etc. Pero gracias a esta política fueron repobladas Azua, Puerto


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Plata, Sabana de la Mar y Santa Bárbara de Samaná. La reinstalación de colonos en la costa norte, abandonada por España en el siglo anterior, culminó con la segunda fundación de Montecristi, declarado en 1756 puerto neutral por diez años, lo que lo convirtió en lugar de regular concurrencia de los corsarios franceses e ingleses, que acudían allí a vender sus presas. Montecristi estaba además en óptimas condiciones para mantener la negociación con la vecina población francesa de Cap François o Guarico».|19| Pero lo que va a ocasionar que el tabaco dominicano, que siempre estuvo a la sombra del cubano, alcanzara un apreciable desarrollo fue el hecho de que en 1762 los ingleses ocuparon la ciudad de La Habana. Ese acontecimiento, consigna Gutiérrez Escudero, provocó «la interrupción del envió del tabaco cubano a Sevilla» como consecuencia de «una crisis en la producción cuya cantidad y, sobre todo, su calidad mermó bastante» y al hecho de que «muchos cosecheros cubanos, a consecuencia de los bajos precios de venta oficial de la hoja, habían abandonado los cultivos tabaqueros»|20| y otros aminoraron las labores relacionadas al cultivo del tabaco. Eso último sucedió porque muchos cosecheros se dedicaron a la caña de azúcar, que era un cultivo más rentable. Como narra Luis Navarro García «tabaco, cueros, ron y cera se escalonan a distancia del azúcar entre sus productos de exportación, que encuentran franca salida, porque el conde de Ricla, para asegurar el suministro de ladrillos para las obras de fortificación y de harina para manutención de los obreros, artículos ambos que proceden de las colonias británicas del continente, autoriza el comercio con éstas. El astillero de La Habana entra de nuevo en actividad y viene a lanzar anualmente al agua, aparte de otras embarcaciones menores, un navío de más de cuarenta cañones y entre ellos varios de más de cien cañones, de los mayores de su tiempo. El intendente procura el crecimiento de las rentas –entre ellas, la nueva factoría de tabacos, restablecida en 1761– y se prosigue la política de poblamiento con la fundación de Pinar del Río, Jaruco y Güines».|21| Aprovechando la ocupación de la Habana por parte de los ingleses, el gobernador de entonces de Santo Domingo, Manuel de Azlor y Urríes (1759-1771), interesado en colocar tabaco dominicano en el mercado compró con dinero de la Real Hacienda y «envió a Cádiz en la balandra «San Carlos» un cargamento de (ese) fruto, con un total de unas 150 arrobas y con el siguiente costo».|22| |3 cargas de tabaco de primera calidad, con un peso de nueve a Pesos Reales cada una, a 32 pesos la carga 96. |11.5 cargas de tabaco de segunda calidad, de ocho a nueve arrobas cada una a 28 pesos la carga 322.


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|3.5 cargas de tercera calidad de 8 arrobas cada una, a 26 pesos la carga 79. |Por la conducción del tabaco al embarcadero 42, 501, 250. Más aún, y previendo lo que podría pasar con el tabaco de La Habana, el mismo Gobernador don Manuel de Azlor, en carta de 6 de febrero de 1763, informó a la Corte que «no sabiendo lo que podía durar la guerra con Inglaterra, y antes de recibir la real orden en que se le comunicaba el cese de las hostilidades, había ordenado la compra de algún tabaco de la isla para remitirlo a España ante la imposibilidad de recibir allí el que debía ser enviado desde Cuba. El gobernador aprovechaba esta siGrabado con maquinarias de mediados del siglo XVIII.

tuación, para solicitar al Rey se permitiese remitir desde Santo Domingo nuevas cargas de este fruto igual que se hacía desde La Habana, enviando la Corona el dinero necesario para su compra y para el fomento de su cultivo, evitando así que un suce-

so parecido al de la toma de La Habana por los ingleses, produjera el cese de las remesas a la Península».|23|

4| La Factoría de Tabacos No solamente Azlor planteaba el envío del tabaco a España sino que propuso que se estableciera una factoría de tabaco en Santo Domingo, no en el sentido de fábrica sino de agencia de compra. Para eso se tomaban en cuenta varios factores. Así, «la buena calidad de las hojas enviadas como muestras y las condiciones internas de las Reales Fá-


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bricas de Tabacos de Sevilla, en concreto los grandes desembolsos que debían hacer para comprar las hojas Virginia y Brasil a ingleses y holandeses, movieron a las autoridades correspondientes a dar una opinión positiva».|24| En tal sentido, el 12 de octubre del año 1763, mediante Real Orden se comunicaba al Gobernador la creación en Santo Domingo de una Factoría de Tabacos «y por otra de igual fecha se mandó al Virrey de México que situara «por ahora» cada año 25,000 pesos. Una instrucción de 19 artículos, de fecha el 11 de octubre de 1763, regulaba el establecimiento de la Factoría y sus atribuciones para remover y acaparar la cuota de tabaco que se asignó a Santo Domingo, tabaco del Cibao, y sobre todo «en la jurisdicción de Santiago y en todas las demás que puedan producir abundantes cosechas de buenos tabacos para el mayor adelantamiento de la construcción de cigarros que se deben labrar en la Reales Fábricas de Sevilla», porque por los experimentos hechos el tabaco de la Española es muy a propósito para cigarros. Fueron nombrados Factor de esta comisión don José Cid de la Paz,Teniente de Factor y Sobrestante mayor de la Fábrica de Cigarros de Sevilla, y Oficial interventor y contador don José Carranza, entonces oficial escribiente de las mismas fábricas sevillanas: el asiento de la Factoría debía estar precisamente en la ciudad de Santo Domingo, donde habría de hacerse almacén: dichos oficiales procurarían que el Gobernador convocase a los alcaldes y justicias de los pueblos para que informaran el monto de las cosechas anuales, tierras de labor, precio a que se había vendido el tabaco, adelantar socorros si convenía con algunos labradores, etc. etc.».|25| Otra de las medidas propuesta fue la que instruía «al virrey de México que remitiese a la isla personas experimentadas que fomentasen las sementeras e instruyesen a los labradores acerca del método más beneficioso para la producción de tabaco y su manipulación».|26| El hecho cierto es que la creación de la Factoría de Tabacos trajo consigo un aumento en la población tabaquera, una ampliación del área de cultivo y un incremento de su producción. A partir de ahí Santiago y La Vega pasaron a ser la zona tabacalera por excelencia, aunque también seguía cultivándose en algunas áreas de la ciudad de Santo Domingo. Una idea de lo extenso del cultivo del tabaco la da la cantidad de partidos o parajes desde las cuales se remitía tabaco a Sevilla. Según documentación de la época de la jurisdicción de Santiago eran, entre otros, los siguientes: Agozuela, Algarrobo, Arroyo Hondo, Baborico (o Babosico), Baitoa, Bonagua, Buenavista, Cacique, Caimito, Canabacoa, Canabaja, Canca, Ciénaga (o Cienega), Charchas (Las Charcas?), Diezmo, Ejido, Embosca-


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da, Estancia Nueva, Gauci (o Gauce), Guayabal, Guazumal (o Guacimal), Gurabo, Guravito, Hato Mayor, Hincha, Jababa, Jacagua, Jimayo, Jobo, Juan López, Jumaico, Lapenda, Latorre, Licey, Limonal, Limones, Madera, Mamey, Matanzas, Marilópez, Mirador, Moca, Palmar, Las Palomas, Papayo, Peladeros, Pontezuela, Puñal, Quinigua, Rincón Largo, Rio Grande, Romero, Sabana Grande, Santa Rosa, Sierra, La Soledad,Torre Villadiego,Viojo y Zarambamba. De la jurisdicción de La Vega se menciona Banagua y de la capital Santo Domingo a Yabacao y Los Llanos.|27| Los habitantes de Santiago y sus alrededores, como refiere Vanessa Vega de Bonnelly, «no cultivaban más que tabaco y un poco de cacao. No poseían mucho ganado. En cambio, Grabado mostrando el enrrollado del tabaco.

tenían buenos platanales. Su principal comercio era el tabaco, que no se cultivaba más que en los hatos y no en la ciudad, donde no se veía un huerto ni siquiera una legum-

bre. Pero esto no se debía a deficiencia del terreno, que era muy bueno».|28| Esa fertilidad de las tierras «hacía muy propia la agricultura, por lo que muchas personas de condición libre, que en otras zonas del país se dedicaban a la producción pecuaria a pequeña o mediana escala, prefirieron en el Cibao dedicarse al cultivo del tabaco.A la larga esto coadyuvó a crear uno de los orígenes de las diferencias regionales entre el Cibao y el Sur del país. La proporción de blancos en la primera zona se mantuvo superior así como la integración de las dos razas en el mestizaje pues al no haber plantaciones la entrada de canarios no era acompañada por la de muchos negros esclavos».|29|


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La Factoría de Tabacos, no obstante, tuvo una vida llena de vicisitudes. En 1765, dos años después de su creación, «la irregularidad caracterizó la llegada de los 25,000 pesos asignados por el gobierno metropolitano, a través del situado procedente de Nueva España, para la puesta en explotación de plantaciones y compra de tabaco a los cosecheros.Y especialmente problemático fue todo lo concerniente al nombramiento de los sujetos que debían asumir los principales puestos ejecutivos de la propia factoría».|30| A ese respecto, afirma Gutiérrez Escudero, que «parece que al igual que sucedió en otros territorios hispanoamericanos, fueron elegidos dos empleados de la Real Fábrica de Sevilla, con cuya experiencia se contaba, para poner en funcionamiento en Santo Domingo toda la infraestructura de esta importante empresa. Eso al menos se hace constar en

Grabado que muestra parte del proceso de elaboración del tabaco.


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el punto octavo de las instrucciones dictadas en 1763, donde se especifica que el factor «por su antigua práctica en las Reales Fábricas se halla instruido de la perfecta construcción de cigarros y conocimiento de la hoja más aparente para asegurar la perfección de ellos y su mejor consumo con agrado de los aficionados». Pero tanto el factor (José Cid de la Paz, teniente de fiel y sobrestante mayor en la fábrica sevillana) como el interventor-contador (José de Carranza, oficial escribiente de la Contaduría General de la misGrabado sobre el proceso de elaboración del tabaco publicado por M. Diderot y d’Alembert, París. 1751-1765.

ma institución) en un principio elegidos no pudieron desplazarse a la isla a causa de un pleito en la capital hispalense».|31| El caso es que, a partir de la creación de la factoría de tabacos, empezaron a sentirse nuevos aires favorables al incremento de su cultivo. En ese sentido, «los efectos de la economía de Saint-Domingue y la liberalización del comercio español a partir de 1765 es-


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timularon nuevas inversiones y provocaron un moderado optimismo en los círculos empresariales criollos».|32| No obstante esa realidad, «la corona española no tenía la intención de emancipar sus colonias. La nueva legislación estaba destinada a aumentar la producción agrícola en sus posesiones americanas y a aumentar sus ingresos fiscales. Esto condujo a un aumento de la intervención estatal y a una nueva tendencia hacia el control peninsular. El estado español más que nunca dirigía el desarrollo de sus posesiones americanas. La producción y el mercadeo del tabaco fueron de los primeros sectores en atraer la atención de las autoridades en el contexto de este nuevo intento».|33| Pero todavía en 1765, el gobernador Manuel de Azlor no había recibido las instrucciones ni las órdenes para poner en ejecución la factoría «y así daba cuenta al Consejo, con

fecha de 7 de enero de 1768, de hallarse en posesión de los 50,000 pesos que le habían sido remitidos desde Méjico, y que esperaba otros 25,000 con el siguiente situado, pero que se encontraba sin instrucciones sobre su empleo y sin factores u otras personas que se encargasen de la compra. Al mismo tiempo, proponía que se ocupara de este asunto el entonces guarda almacén de la plaza, don Andrés de Lecanda».|34| Todavía en 1768 no habían sido nombrados los funcionarios de la factoría de Santo Domingo, ya que en Sevilla se hacían gestiones para conseguirlos. En ese sentido, narra Gutiérrez Escudero que «para el primero de los empleos fue propuesto ahora como fac-

Grabado de utensilios usados en la producción del tabaco.


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tor Pedro de la Concepción Álvarez, quien de 1753 a 1760 había fungido en la Real Fábrica hispalense como oficial 1ª de la Intervención del Fielato principal y desde 1760 a 1767 había sido el responsable máximo de la misma. De él se dice que «este mozo tiene las circunstancias de la práctica que ha adquirido para el conocimiento de los materiales y construcción de cigarros y sus respectivas producciones, según los experimentos que ha presenciado» y que su experiencia en «Contaduría, Cuenta y Razón», incluso podría obviar la presencia de un contador».|35| Un asunto a resolver era el relativo a los sueldos. Así, tal como había sucedido en otras ocasiones, «se solicitó que los sueldos asignados al factor (treinta mil reales) y al contador (doce mil reales) de la factoría de Santo Domingo se equiparasen con las retribuciones establecidas para los mismos empleos en La Habana. Aparte de que con ello se

Grabado sobre la comercialización del tabaco, a mediados del siglo XVIII. Representación de la máquina de ocho piedras o molinos para molturar tabaco en las Reales Fábricas de Sevilla proyectada por Juan Sardinero. Año 1769. Funcionaron sólo dos por corto tiempo.


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estimulaba a los individuos en el desempeño de su labor, se añadía como razón principal para esta igualdad de salarios que «la isla de Santo Domingo es la Galicia de las Indias, y que todos los géneros, y aún muchos comestibles, están por precios crecidísimos, que es imposible subvenir a los gastos con los limitados sueldos que se asignaron... pues aunque sean de plata se verán precisados a contraer empeños para mantenerse con la regular decencia que pide el carácter de los empleos y confianza, mayormente cuando se verán precisados a practicar viajes a lo interior de la isla para tomar conocimiento del país y parajes en que convenga poner mayor aplicación a los cultivos.También es digno de reflexión la precisión que tienen de tratar y conferenciar con el gobernador, audiencia y otros ministros, para que se presenten con la modesta decencia que corresponde al ser comisionados del rey».|36|

Secadero de tabaco empleado entre Córdoba y Orizaba, México, 1768.

Era tal la importancia que la Corona daba al tabaco de Santo Domingo que ella llegó a considerar que «nunca estaría la Factoría servida con la formalidad correspondiente si le faltase un contador que intervenga en todo, y que por este medio se inviertan los caudales en su legítimo destino, sin razón de duda ni desconfianza».|37| Para la consolidación de la Factoría se sugirieron varias medidas. Una de ellas, y a imagen de los franceses e ingleses, fue que se favoreciera «la entrada de esclavos negros, cuyo exiguo número en las posesiones hispanas se debía a que su precio se veía incrementado por «el gravamen de un derecho excesivo, del que será conveniente


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exonerarles a todos los que con religioso o autorizado documento hagan constar están empleados en las siembras y cultivos de los tabacos y rompen tierras para aumentar las cosecha».|38| Por otra parte, «se aconsejó que los cosecheros de Santo Domingo quedaran exentos de determinados impuestos, cargas o gravámenes por espacio de diez o más años, justo ‘hasta que tomen todo su incremento las cosechas, cuyo ejemplar empezaron a disfrutar los pobladores de Sierra Morena’. De igual modo se indicó la conveniencia de desarrollar también la siembra de tabaco en Puerto Rico, con la esperanza de obtener una hoja que si bien «no aventaja a la de Santo Domingo para la construcción de cigarros es igual en calidad y circunstancias».|39| No solo eso, sino que llegó a plantearse la conveniencia de que el tabaco de las tres An-

Marquilla de tabaco, de mediados del siglo XVIII.


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tillas hispanas, Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo, llegaran a abastecer a la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla de todo el tabaco que ella necesitase. Así, no sería «necesaria la hoja de Caracas, de la que solo se podrá usar en una necesidad urgente para misturarla con los tabacos de las tres islas, según lo pida la necesidad y el gusto de los que lo han de fumar. Este tabaco es demasiadamente suave y su gusto es un poco amargo, por cuyas dos circunstancias lo apetecen los holandeses, en los que está arraigado el vicio de no separar la pipa de boca.Y como no les molesta la fortaleza, aman mejor esta clase de tabacos que el de otros parajes, y ordinariamente se proveen de él por la vía de Curaçao y es el que corre con el nombre de Barinas, de que en Cádiz se han hecho varios descaminos dirigidos a estas fábricas (de Sevilla)».|40| Ahora bien, creyentes de que la Fábrica de Sevilla demandaría el producto, un grupo de hispano-dominicanos empezó a sembrar tabaco por todas partes. Considera Gutiérrez Escudero que en principio ese fue el efecto buscado, según puede deducirse del examen de la documentación que consideraba «indispensable que habilitados los cultivos y cebados los cosecheros en el interés que les resulta, aumenten las siembras y que a su imitación se congreguen otros muchos, cuya abundancia, que deberá esperarse, facilitará la mayor equidad en los precios. Lástima que después no se respondiera adecuadamente a tantas expectativas suscitadas».|41| El 22 de agosto del año 1768, por Real Orden se instruye al gobernador Azlor que «de los 50,000 pesos que había recibido, gastase de 25 a 30 en la compra de tabaco de las mejores calidades remitiéndolos cuanto antes a Cádiz, con una nota en la que se indicasen los lugares de que procedía. Debía informar además de los costos detallados de los envíos, y de las siembras que pudieran hacerse en la isla».|42| Como al gobernador se le instruía que dicha compra fuese hecha por peritos, éste «hubo de recurrir, según se le mandaba, al establecimiento de un primer Factor de Tabacos, para hacer la compra con dos empleados subalternos en Santiago, y un segundo Factor en Santo Domingo para recibirlo, con otros dos empleados, y por sendos decretos de 2 de enero de 1770 nombró por primer Factor a don Andrés de Lecanda, Guardalmacén, y por segundo a don José de laVega,Teniente de Caballería de Milicias arregladas, para la Capital, y a don Francisco Antonio Velilla de Torres, por primer Factor en Santiago de los Caballeros».|43| En 1770 ya la producción de tabaco era considerable. A ese respecto se sabe por un informe del gobernador Azlor al Rey, del 28 de junio, que «la siembra de tabaco se hacía casi exclusivamente en Santiago de los Caballeros, donde 247 vecinos se ocupaban de las labores ayudados por 202 esclavos. Al cabo de un año de trabajo, se recogían unas diez mil arrobas, que se empleaban para el consumo interno o se comercializaba en


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otros puertos hispanoamericanos. Esta última práctica será ahora prohibida con objeto de aumentar la producción y los envíos hacia la Península».|44| Aunque esas siembras se llevaban a cabo en Santiago y eran extensivas también a La Vega, «había otros terrenos muy apropiados para este cultivo, y su producción podría incrementarse considerablemente, de contar con la mano de obra suficiente para ello».|45|

5| El tabaco: Su preparación técnica y su transporte Algo muy importante sucedía por primera vez y era que «se ponía cierta atención a la calidad de las hojas de tabaco y los cosecheros comenzaron a utilizar una clasificación rudimentaria del tabaco. El cultivo se convirtió en un importante rubro de exportación destinado al mercado español».|46| En ese momento a los cosecheros de tabaco se les presentaron, como bien describe Antonio Lluberes, dos problemas: «el primero era de orden técnico, los tabaqueros, aunque cultivaban muy buenas hojas, no sabían procesarlas y sucedía que unas veces llegaban a Sevilla muy húmedas, casi podridas, y otras veces demasiado secas. El segundo problema era de transporte. El tabaco debía ser transportado desde la ciudad de Santiago, asiento de la Factoría en el valle del Cibao, a la ciudad de Santo Domingo, por vía terrestre, en recuas. Más de 200 kilómetros a través de los puertos que permitía la cordillera central de la Isla. Era un trabajo duro y caro y distraía mucha mano de obra tabaquera. En cuanto al precio, baste decir que una arroba de tabaco de primera calidad que costaba 22 reales de plata debía pagar 6 reales y 4 maravedíes de transporte».|47| El primer problema, aunque se afrontó de diferentes maneras, nunca tuvo solución y las deficiencias técnicas se hicieron unas constante, que todavía perduraba en el siglo XIX. El asunto del transporte iba a ocasionar un grave problema, ya que el costo de transporte era muy elevado. A ese respecto sigue narrando Lluberes que «no sería extrema la situación si todo terminara aquí. Una vez el tabaco en la ciudad de Santo Domingo, debía ser transportado a Cádiz y de aquí a Sevilla. Nos fijaremos sólo en el viaje Santo Domingo-Cádiz. El pago de este flete marítimo era otro renglón que aumentaba mucho el precio final ya que debía pagar 7 reales y 17 maravedíes por arroba. Como se ve, hay un notable problema de costos de transportes. La diferencia del precio de transporte entre Santiago-ciudad de Santo Domingo respecto a aquél de Santo Domingo-Cádiz era 1 real y 13 maravedíes a pesar de la notable diferencia de distancia».|48| Una explicación, dada por dicho autor, plantea que «la razón del alto costo del transporte Santo Domingo-Cádiz era simple. La colonia no tenía una actividad económica fuerte que garantizara un movimiento de tráfico marítimo permanente entre


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ella y España. Los transportes contratados eran casi fletes completos. Se complicaba la situación cuando no se preveía el flete de regreso seguro. El transporte oficial, es decir, la Flota, desde hacía años había excluido a Santo Domingo de su ruta. No se podía contar con ella, como de hecho no se contó. Entonces, el recurso único era el transporte privado».|49| Ante esa situación el Gobernador y los funcionarios de la Factoría trataron de buscar una solución al problema. En ese sentido, «la primera medida que se pensó fue la de acercar las siembras a la ciudad de Santo Domingo y así evitar el viaje. Pero, aunque se hicieron experimentos, los resultados no fueron favorables, ya que la tierra y la población campeDiversas formas de secar el tabaco.

sina tabaquera eran cibaeñas. Los alrededores de la Capital no dieron buen tabaco».|50| Otra idea fue «cambiar la vía terrestre por la fluvial-marítima para hacer el viaje San-

tiago-ciudad de Santo Domingo», lo que se llevó a cabo en 1774 como se verá más adelante».|51| El caso es que, vencidos los obstáculos, empezó a enviarse tabaco a España.A ese respecto expone Sevilla Soler que «el gobernador entonces escogió tabaco de las mejores calidades, y los envió en 1770 a Cádiz en el navío «San Antonio», alias el «Culiacán». Constaba este cargamento de 3,757 arrobas de tabaco en rama, y 15 barriles con 307 arrobas y 18 libras, en 172.788 cigarrillos labrados. Así pues, el peso total era de 4,064 arrobas, 18 libras, y su coste de 315,068 reales, 6 maravedíes, distribuidos en la forma siguiente.|52|


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Para la compra del tabaco Por los salarios y los gastos de las personas empleadas en ello Por los fletes del tabaco Por su traslado de Cádiz a Sevilla Total

Reales 117,082

Maravedíes 30

142,701 53,337 1.94 315,068

14 _ 6 (sic)

De esa manera, «cada libra de tabaco había venido a costar a la Real Hacienda por término medio, independiente de su calidad, unos 3 reales y 19 maravedíes de vellón».|53|

6| Exportación del tabaco a España Además de España, el tabaco de Santo Domingo se exportaba a la colonia francesa donde era muy apetecido. A ese respecto narra Moreau de Saint-Mery: «El tabaco, planta natural de la isla, se encuentra por todas partes.Valverde observa que la anchura de sus hojas excede a la de todos los tabacos de América; que su calidad, generalmente buena, en casi todos los sitios, iguala muchas veces la del tabaco de Cuba o de La Habana; que es tan estimado como éste en las fábricas de Sevilla y que a veces lo prefieren, cuando desean emplearlo en cigarros. Este tabaco adquiere mejor calidad convertido en rapé, y cuando se prepara en rollos o en andullos es muy buscado por los franceses, porque mezclado con otros tabacos, les comunica su calidad por el vigor de su savia».|54| Pero era a la península ibérica adonde iba la mayor cantidad de tabaco producido en la colonia de Santo Domingo. En mayo de 1771 «llegó a Cádiz un nuevo cargamento de tabaco procedente de Santo Domingo, en el paquebote «San Esteban». Había sido recogido en los partidos de Licey, Limonal, Gurabo, Guazimal, Guayabal, Sabana Grande, Hato Mayor, Canca, Quinigua, Moca, Jacagua, Exido y Papayo, todos ellos en los alrededores de Santiago. Su peso total era de 37,452 libras, 17,653 de ellas del conocido en Santo Domingo con el nombre de Tienda o de primera calidad, y 19,799 del Rescogido o de segunda calidad».|55| Tan pronto ese tabaco llegó a Sevilla fue objeto de reconocimiento.Tal como lo consigna la autora antes citada, basándose en el dictamen de los prácticos de las Reales fabricas de esa ciudad, los de calidad T. (tienda) eran los mejores de la hoja limpia y sana, con «buen olor, fuerza, y gusto para los consumidores». Respecto a los de calidad R. (rescogido), los de Licey, Limonal, Quinigua, Guayabal, Sabana Grande, Jacagua y Gurabo eran malos, los procedentes de los otros seis partidos señalados eran mejores aunque «les falta más cuidado en que fermenten sus ojas».|56|


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Sobre la calidad del tabaco de Santo Domingo narra Rodríguez Demorizi que el superintendente Vicente Carrasco, el 22 de mayo del mismo año 1771, escribía a su jefe, el marqués de la Corona, lo siguiente: «Como estos peritos declaran cuanto se puede apetecer sobre la bondad de la hoja de esta isla, y que podrá adquirir si se le diera el beneficio de que carece a imitación del de la Habana con el melazo, ahogado y prensa, no tengo yo que añadir». En octubre de ese mismo año se produjo una nueva exportación con muy buenos augurios. Así, «llegó a Cadiz desde Santo Domingo el bergantín «San Antonio», con una nueva carga de tabaco. En esta ocasión aparecían ya tres calidades:T (tienda), R (rescogido), y L (libra). Procedía este tabaco de los mismos lugares que el cargamento anteGrabado de 1796.

rior, y su peso era de 67,186 libras distribuidas en la siguiente forma:|58|


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|De calidad T: 8,569 libras. |De calidad R: 31,109 libras. |De calidad L: 27,508 libras. Sobre ese envío «los prácticos de las reales fábricas informaron que los tabacos marcados como de tienda eran de muy buena calidad y bien tratados, pudiendo igualarse con los de La Habana. Los de Recogido, aunque peores, estaban en el grado de madurez que debían, mientras que los de libra eran bastante peores, conteniendo hojas bastante dañadas por haber estado las matas «más cerca de la tierra».|59| Pero una de las cosas más importantes señaladas era que las dos primeras calidades del tabaco de Santo Domingo, es decir, las marcadas Tienda y Rescogido ya poseían una «mejor calidad que los de Virginia para la elaboración de cigarros».|60|

Etiquetas de mediados y finales del siglo XVIII.


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Eso ocasionó un gran regocijo y conllevó a que el 23 de noviembre del mismo año se ordenara al gobernador de Santo Domingo que fomentase el cultivo de tabaco con la finalidad de que pudiese llegar a sustituir al de Virginia.A ese respecto, afirma Gutiérrez Escudero que «la comparación con las condiciones de explotación y en especial con el tabaco de la colonia británica –en este caso, siempre favorable por supuesto al tabaco hispanoamericano– es también proverbial durante toda la centuria.Así, por ejemplo, en el momento en que se estaba procediendo a la constitución de la factoría de Santo Domingo se aboga porque se le concedieran las mayores facilidades con vistas a su rápida consolidación».|61| El fundamento de esas medidas, según consigna un informe, estaba en la siguiente argumentación: «no es posible que en los principios de un establecimiento se logren los precios de los tabacos iguales a los que se pagan por los de la Vir-

Etiqueta tabaquera.


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ginia, cuando las cosechas de aquellas colonias están habilitadas y en su mayor perfección y aumento los cultivos. Si ahora o en dos años no se consigue igual equidad, debe reputarse por equivalente el aumento de 36% que produce la hoja de Santo Domingo en labor de cigarros, y en la mejor calidad de ella, y también en que se distingue de la de Virginia antes y después de convertida en cigarros, que no es poca ventaja para conocer y castigar a los introductores de ella, bien que saboreados los aficionados con la dulzura, y calidad de la primera hoja, desde luego aborrecerán la segunda».|62| Ya para el 24 de diciembre del año siguiente, 1772, el gobernador de Santo Domingo José Solano y Bote informaba a la Corona que «había tomado las medidas oportunas para el incremento de las siembras, consiguiendo que aumentasen respecto a las del año anterior, de modo que en aquel momento tenía almacenadas 12,000 arrobas para remitir a las fábricas de Sevilla, pensando que el año siguiente la carga podía ascender a 18,000 arrobas.»|63| Surgió, entonces, un problema: el tope de los precios a que por el sistema de estanco se compraba el tabaco. En ese sentido, los cosecheros de Santiago solicitaron a la Corte, con el apoyo del Gobernador, que «se igualasen los precios de los diferentes tipos de tabaco con los que pagaban por similares que se compraban en Cuba.Al mismo tiempo, pidieron que se les facilitasen los medios para conseguir negros esclavos con destino a las labores de este cultivo, pagados por la real Hacienda, a la que ellos retribuirían con tabaco».|64| Dicha solicitud fue firmada, entre otros, por «Isidro de Guzmán, Juan Rodríguez Álvarez, Juan Núñez, José Fernández, Bernardo Fernz, Francisco Aracena, Juan de Abreu, Antonio Abreu, José Delgado González, Juan Gerardino de Guzmán, Pedro Salcedo, José Reinoso, Juan Alejo Rodríguez, Manuel Rodríguez, Juan Antonio Méndez, Gregorio de Ortega, Juan Colón, Manuel y Domingo Álvarez, Juan Calderón, Francisco Muñoz del Monte y Carlos de Rojas.|65| Ante esa solicitud, los peritos de Sevilla, después de examinar el tabaco dominicano que había sido exportado en los últimos años, dictaron el 17 de marzo de 1773 el siguiente informe: «Nos ha parecido que de los 195 tercios de hojas de aquella isla que últimamente se recibieron en estas fábricas y reconocimos, los de superior calidad pueden estimarse equivalentes a la hoja regular del partido de Santiago de Govea de la isla de La Habana, los de mediana calidad a la hoja del partido de Cuba; largo y los de endeble a la hoja del partido de Bayamo largo».|66| Favorable también fue la opinión del Fiel de la fábrica de Sevilla que afirmaba, refiriéndose implícitamente a las causas que habían determinado el desarrollo económico de esta isla de Santo Domingo, que ella «ha dado los primeros tabacos que vinie-


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ron a España, y por haber tomado incremento el comercio de La Habana, pasó a decadencia el de ésta, por estar a trasmano y que las flotas ya no hacen arribo, ni refresco en ella, y sí en la de Puerto Rico, pero continuando el que vengan las remesas, como las dos anteriores, y dándoles a sus tabacos los beneficios que van en las prevenciones podrá desde luego servir para una y otra materia, así en la construcción de cigarros como en el polvo, respecto de venir manojos de hoja madura, anchas, de buen olor y suficiente cuerpo, con la fragancia que tienen los de los mejores partidos de la otra isla [Cuba]. Y, en fin, de una hoja se han hecho 40 cigarros, cosa no vista [nunca]».|67| Así, el 23 de abril de 1773, el Consejo de Indias comunicaba «al gobernador de Santo Domingo, que el Rey autorizaba la subida de cuatro reales de plata en cada arroba de tabaco de las tres clases, que hasta entonces se pagaban a 18, 16 y 12 reales respectivamente, con tal de que el tabaco de Tienda o calidad T que se enviase fuera de la mejor calidad, para que pudiera equipararse en realidad al cubano».|68| Al garantizárseles a los cosecheros un buen precio por el tabaco, su producción empezó a crecer y a demandar mano de obra. En ese sentido, como afirma Baud, «la producción promedio era de 10,000 arrobas. La producción debe haber sido considerablemente mayor. Primeramente, la isla tenía su propio consumo de tabaco que era especialmente alto entre la población esclava. Segundo, mucho tabaco se exportaba a la colonia francesa de Saint Domingue y a las islas vecinas. Por ejemplo, en 1773-4, se importaron 150 esclavos de Cuba y Puerto Rico y se les pagó con tabaco el equivalente a 33,000 pesos. El tabaco dominicano también se consumía en las Indias Occidentales Británicas, como fue el caso de Jamaica».|69| Así continuó el auge tabaquero como se desprende de las cifras exportadas, ya que «en 1773 el tabaco escogido para las Reales Fábricas ascendió a 3,131 quintales, y en 1774 a unos 6,000».|70| Ese aumento de la producción «fue tan significativo y el transporte a caballo tan largo y costoso que el 24 de septiembre de 1774 el gobernador Solano y Bote mandó un oficio al Rey pidiéndole que se dragara el Río Yuna, el cual se hizo navegable doce leguas para la exportación, a los estancos de Sevilla, de los tabacos de Santiago, La Vega y Cotuy. Ya, desde los años de la Colonia, la zona tabaquera comprendida entre Santiago y Cotuy pasando por La Vega».|71| El mismo gobernador Solano y Bote argumentaba al Rey que la referida cosecha «no era posible traerla a lomo a este puerto (de la Capital), porque aún la de estos dos años antecedentes, no han podido traerse, si no es con mucho daño de los pueblos, distrayéndose para ello hombres y caballerías de los ejercicios productivos de la agricultura y crianza,


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pasé a reconocer el río Yuna y el Camú, que pasando por la ciudad de la Vega, cinco leguas de Santiago, entra en aquél, y hallé que se podrían hacer navegables de champanes y grandes canoas desde San Rafael de Angelina, cuatro leguas debajo de la Vega, hasta el Golfete, que llaman en la Bahía de Samaná, y que el camino que hay desde San Rafael hasta Santiago se podría allanar para ruedas sin excesivo costo» y ello sin gasto a Real Hacienda, sino de Santiago, la Vega y el Cotuí por el inmediato beneficio que recibían, «exonerándoles, como pedían, el gravamen de la conducción de tabacos a lomo».|72| Las bondades del río Yuna las describía Sánchez Valverde cuando decía que era «el más rápido y caudaloso».|73| Al principio, el gobernador Solano y Bote contempló la posibilidad de solucionar el problema del transporte por la vía de Puerto Plata o Monte Cristy. Pero, como narra Lluberes,«descartó uno y otro aduciendo que ‘Puerto Plata es el más inmediato a Santiago, pero el camino es de serranía muy agria y el puerto no es seguro de los vientos, aún para los bageles menores, de menos dificultad sería hacer esta conducción por Montecristy, porque desde Santiago, a aquel puerto es el camino llano, y fácil de hacer carretero, pero es dupla la distancia’ que la que hay entre Santiago y Angelina, y mientras el viaje Boca de Yuna-Santo Domingo se hace en ‘tres días y medio, lo más y sin riesgo alguno, y el de Montecristi y es de quince días a lo menos y con riesgo bastante, porque no hay en las costas septentrionales un puerto donde abrigarse de un norte de bageles...Además y principalmente el terreno de Santiago a Montecristy es esterilísimo para frutos’ en cambio la ruta del Yuna ‘es la más fértil, y considerable de toda la Isla’ y de esta forma podrán los agricultores sacar los frutos y los empeñará su conveniencia a cultivarla».|74| Autorizado a hacer la obra en el río Yuna, el Gobernador echó manos a la obra para superar las dificultades en el transporte del tabaco a la capital.Así, «con la colaboración de los campesinos cibaeños... dispuso se acondicionaran para ser navegados, por champanes… los ríos Camú y Yuna, el primero afluente del segundo. Ambos corren desde la Cordillera Central, pasando por la parte este del valle del Cibao, y van a desembocar en la bahía de Samaná, en el nord-este de la isla. Además, construyó un almacén a orillas del río Camú para depositar los tabacos que se esperaban ser transportados.A este puerto le llamó San Rafael de Angelina. Por último, allanó el camino que va desde Santiago hasta el almacén».|75| Ese almacén, que recibió por nombre «Real Almacén de Tabacos», fue de los pocos edificios utilitarios construidos para la época y estaba ubicado al norte de Cotuí. Fue abandonado, como revela el erudito historiador de la arquitectura colonial de Santo Domingo Erwin Walter Palm, después de 1795.|76|


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Realizado el trabajo de hacer navegables los ríos Camú y Yuna, el camino ya estaba expedito. Así, «el tabaco cultivado en el valle del Cibao se compraba en Santiago. De aquí se trasladaría por vía terrestre a San Rafael de Angelina. Allí se embarcaría en los champanes y haría el viaje fluvial Camú-Yuna hasta desembocar en la bahía de Samaná donde esperaría una embarcación mayor para llevarlo a la ciudad de Santo Domingo».|77|

7| La Real Compañía de Comercio de Barcelona La labor de transportación del tabaco sería realizada por la Real Compañía de Comercio de Barcelona (R.C.C.B), que jugó un importante rol. «Fundada el 4 de mayo de 1756, narra Lluberes, para hacer el comercio entre España y Puerto Rico, Margarita y Santo Domingo, de una vez inició sus actividades comerciales. Por ejemplo, desde la fecha de su fundación hasta 1765, había enviado 10 embarcaciones a estas islas. En Santo Domingo, la Compañía hizo negocios propios, otros a servicio de la Corona, y de particulares. En concreto, se dedicó a la compra de productos agrícolas y cueros. Pero debemos reconocer que fue en pequeñas proporciones. Entre otras cosas también hacía funciones de correo y prestaba servicios oficiales al gobierno de la Colonia. Además, había hecho algunos transportes de tabaco de la ciudad de Santo Domingo a Cádiz».|78| Un problema encontró el gobernador Solano, en su afán de fomentar la producción tabaquera en el Cibao, y fue la forma en que los cultivadores debían proveerse sus artículos diarios y no tener que dedicarse «al comercio clandestino con sus vecinos franceses. Para paliar el absentismo agrícola que provocaba el contrabando y para que los campesinos se dedicaran a las faenas del campo el gobernador Solano solicitó a Narciso Subirás y Barra, ‘apoderado principal’ de la R.C.C.B en Santo Domingo, que se ‘plantase una factoría (tienda de comestibles, aperos de labranza, etc.) en aquella ciudad (Santiago), que la proveyese de los géneros y frutos necesarios, si posible fuese, a los mismos precios a que los vende en esta (ciudad de Santo Domingo)».|79| La idea fue acogida con entusiasmo por Subirás, que empezó a implementarla «movido por los ‘deseos de secundar tan rectas intenciones y cumplir con el estatuto de la Real Compañía que se dirige al mismo fin’, pero reconocía ‘los inconvenientes que amenazaba una plantación de esta naturaleza, y las contradicciones que podían acarrearse’. Se hicieron reconocimientos geográficos en busca de un camino ciudad de Santo Domingo-Santiago más cómodo, se compraron mulas para el transporte. La idea se iba materializando... Del texto se puede deducir que una de estas tiendas funcionaba en la


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ciudad de Santo Domingo y que la solicitada para Santiago se comenzó a poner en práctica. El hecho de que el gobernador Solano haya firmado otro contrato con la R.C.C. B. induce a pensar que la tienda de Santiago funcionó aunque ningún otro tipo de información lo garantice».|80| Concomitantemente al establecimiento de la tienda en Santiago «surgió la propuesta para el transporte del tabaco. El gobernador Solano propuso a Subirás que la Real Compañía de Comercio de Barcelona se encargara del transporte del tabaco por la vía terrestre-fluvial-marítima que se había habilitado y se quería comenzar a usar. Subirás aceptó la propuesta e inmediatamente se dispuso a actuar. Alquiló tres canoas y construyó dos, y contrató la tripulación. Transportó 398 cargas (1 carga = 8 arrobas) de tabaco hasta la bahía de Samaná. Allí lo esperaba un comisionado de la com-

Etiqueta de mediados y finales del siglo XVIII.


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pañía con una embarcación alquilada para hacer el transporte a la ciudad de Santo Domingo».|81| Subirás argumentó que gastaba más que lo que percibía por concepto de fletes, pero que él estaba dispuesto a continuar en el negocio. En tal sentido, él razonaba así al Gobernador:«Para poder conseguirlo con más seguridad, ‘se hace preciso que la Real Compañía añada todavía más gastos a los que ha sufrido hasta ahora mandando construir dos almacenes y otros’ Para evitar aprovechamientos de terceros que no habían hecho inversiones, solicitaba ‘por un número determinado de años el transporte de dichos tabacos por cuenta de S.M., desde Santiago a la Capital, pagándole por cada carga el mismo precio que se ha pagado hasta ahora’. Es decir, pedía celebrar un contrato. A la vez, suplicaba, que en atención a los méritos ganados por la R.C.C.B. en esta empresa, se la recompensara utilizando sus embarcaciones en su regreso a España, para transportar el tabaco, siempre que no se perjudicaran los intereses de S.M.También, argüía que la R.C.C.B podría animarse y remitir los envíos con más frecuencia, lo cual beneficiaría más al real erario y a los mismos habitantes del Cibao, pues un comercio más regular ayudaría a disminuir los precios de las mercancías y podrían venderse allí al mismo precio que en la Capital».|82| El Gobernador aceptó la propuesta de la Real Compañía de Comercio de Barcelona y «el 14 de mayo de 1774 escribía a Subirás, ante todo, reconociendo los méritos de su Compañía y manifestando su permanente deseo de ayudarla. Le concedía la ‘privativa transportación’ de los tabacos desde Santiago a la ciudad de Santo Domingo por el río Yuna por espacio de tres años. Dejaba claro su deseo de que se mantuviera la libertad de tráfico por el río. Se le pagaría lo mismo que se pagaba por el transporte terrestre. La Compañía habría de correr con los gastos de averías y riesgos, desde que se hacía cargo del tabaco en Santiago hasta que lo entregaba en la ciudad de Santo Domingo. Además, debía transportarlo tan pronto como le fuesen entregados por la oficina de Santiago debido a que el tiempo de la recolección es a la vez el más adecuado para la navegación hacia España. Estos serían los términos del contrato. Por último, le prometía que tendría presente las embarcaciones de la Compañía para el transporte a España siempre y cuando no se perjudicase el comercio general y los intereses de la Real Hacienda los cuales él también debe proteger».|83| Recibida la carta, Subirás contestó al Gobernador, el 20 de mayo, agradeciendo los reconocimientos y ofertas, aunque le hacía algunas precisiones. Como refiere Lluberes «la primera precisión era que la Compañía se comprometía a transportar el tabaco en la fechas pedidas, siempre que el río fuese navegable para dicho tráfico. Subirás


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parecía prever lluvias retrasadas durante el período ciclónico (normalmente de septiembre a octubre), o anticipadas del período de lluvias (que debe comenzar en mayo) y sus efectos, sobre un río que arrastra mucha tierra aluvional y tiende a desbordarse. Además a no hacerse responsable de reacondicionar el río si éste obstruyese el paso de los champanes».|84| Otra precisión era que «la rapidez del transporte dependía de la solicitud de la oficina de Santiago en entregarles las cargas. También pedía que ‘las justicias de Santiago, La Vega, Cotuy, Samaná y Sabana de la Mar ‘den, al factor que tuviese la Real Compañía en aquel establecimiento, a sus dependientes, guarda-almacenes, y conductores, los auxilios que necesitaren de caballerías, peones y comestibles por su justo precio, arreglando uno y otro no a la precisión del tiempo, sino a lo regular y moderado’. Solicitaba que una vez llegados los tabacos a la ciudad de Santo Domingo, sean recibidos lo más pronto posible, y que a los 8 días recibidos se les diga las averías sufridas, por el tabaco durante el viaje, se le haga el descuento y se le paguen los fletes en plata fuerte de nuevo cuño».|85| El caso es que, el 22 de mayo, Subirás aceptó y firmó el decreto que le presentó Joseph Castro Palomino.|86| Eso lo informaba, el 26 de septiembre de 1774, el Gobernador a Julián de Arriaga y añadía una cosa nueva: Hacía notar que«pasados los tres años se rebajará mucho (el costo del transporte) por la Compañía que ha hecho el asiento, o por particulares, vencidos los costos de la novedad».|87| A esta carta se le contestó al año siguiente con un acuse de recibo|88| y refiere Lluberes que «del texto no se puede deducir que el contrato haya sido aprobado por Corona, sin embargo, sabemos que lo acordado se puso en práctica, y además, por otros medios, se puede afirmar su real aprobación».|89| Tres años duró el contrato con la R.C.C.B. Durante ese período se hicieron seis envíos de tabaco a España.|90|

Fecha

Cantidad

Embarcación

Mayo 1774

8,814@ y 17 lbs.

Paquebot s. Esteban, y Sta. María de Socos

Joseph Barreras

Nov. 1774

4,682@ y 18 lbs.

Saetía Espíritu Santo

Joseph Buten

Oct. 1775

8,592@

Paquebot N. Sra. del Pilar

Antonio Jutzo

Ene. 1776

4,547@ y 3 lbs.

Bergantín S. Joaquín y Sta. Ana.

Martín Sopeña

Jun. 1776

5@ y 5 lbs.

Ag. 1776

6,172@

En total

32,813@ y 18 lbs.

Saetía N. Sra. del Carmen

Capitán


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En cuanto a ingresos se refiere «por esas 32,813 @ y 18 lbs. la R.C.C.B. ganaría unos 55,856 pesos, 1 real y 17 maravedíes: 25,093 pesos y 16 maravedíes por el transporte terrestre-fluvial-marítimo de Santiago a la ciudad de Santo Domingo, y 30,763 pesos y 1 real por el viaje a Cádiz. Si recordamos que los ingresos de la Factoría eran de 25 mil pesos anuales, es decir, 75 mil pesos en tres años, la R.C.C.B. se ganó más de la mitad de las entradas generales del ramo de tabaco».|91| Volviendo un poco atrás, al 1774, hay que consignar que las perspectivas de la producción del tabaco eran muy halagüeñas estimándose que en ese año alcanzaría las 24,000 arrobas. Pero, como refiere Sevilla Soler, «la alegría iba a durar poco, ya que concretamente el Panorama de Samaná, en el siglo XIX.

16 de septiembre, el Consejo de Indias remitió al gobernador de Santo Domingo una real orden, en la que se le prevenía que los prácticos de las Reales Fábricas habían estimado


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en unas 12,000 arrobas aproximadamente, la cantidad de tabaco de aquella isla que se necesitaba en ellas para la fabricación de cigarros, y que éstas debían ser recogidas en el partido de Licey, de donde procedía el de mejor calidad. Se aconsejaba al gobernador, por tanto, procurase se redujesen las siembras a los lugares donde se cosechaban los mejores, y que esta reducción se hiciera de modo que no fuese ‘sensible’ a los labradores, que con el tiempo podrían dedicar sus tierras a otros cultivos. Para pagar la cosecha de aquel año, se ordenó al virrey Méjico que remitiera a Santo Domingo el dinero necesario. Pero en lo sucesivo la compra debía limitarse a esas 12,000 arrobas poco más o menos».|92| Esa medida, como es lógico, ocasionó que «muchas sementeras fueran abandonadas para ceñirse a estas exigencias y evitar la pérdida del producto, pués en principio no prosperó una petición de comerciar libremente el tabaco con otros puntos indianos».|93| Hubo «sensibles pérdidas entre las pequeños propietarios, ruinas y quiebras».|94| La razón de esa disposición, explica Baud, fue una sobreproducción en España y «demuestra claramente las contradicciones de la política imperial que trató de aumentar la producción y los ingresos fiscales sin estar preparada para brindar libertad absoluta a los productores de las colonias».|95| Esa política, en palabras de Sevilla Soler, que no era más que «la concepción mercantilista de la economía, en la que lo que importaba era el beneficio exclusivo de la Metrópoli, cortará el desarrollo de una nueva fuente de riqueza de Santo Domingo. La economía de las colonias se encontraba al servicio de la Península. Mientras las manufacturas nacionales necesitasen materias primas, había que fomentar su producción en las colonias y evitar su importación del extranjero; pero en el momento en que sus necesidades estuviesen cubiertas tenían que reducirla.Y esto es lo que ocurrió en Santo Domingo con el tabaco. La real orden citada significó que los agricultores vieran desperdiciadas sus cosechas sin mercado para ellas, con la consiguiente ruina para muchos. Las Reales Fábricas se abastecían esencialmente del tabaco cubano, cuya producción acaparó por completo desde 1718 hasta principios del siglo XIX, recurriendo sólo al dominicano para cubrir la diferencia entre los suministros de Cuba y las necesidades de su ritmo normal de fabricación».|96| El gobernador Solano y Bote no se quedó de brazos cruzados y en carta del 24 de diciembre de 1774 informaba a la Corte «lo desacertado que era que se redujesen las siembras y solicitaba que el tabaco dominicano pudiera ser exportado ‘sea para las reales fábricas de Sevilla u otros estancos de estos reynos’, por ser el medio más eficaz de levantar la desastrosa economía insular».|97| Poco importaba, como dice esa autora, «al gobierno central la economía de Santo Domin-


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go a no ser en función de la Metrópoli, y la respuesta a Don José Solano ratificaba la decisión anterior, de no dar salida a más de 12,000 arrobas del tabaco cultivado en la isla».|98| No obstante esa situación, los envíos regulares a España durante el período 1771-1776 alcanzaron|99| un volumen de 52,864 arrobas y 15 libras de las tres calidades antes referidas, distribuidas en la siguiente forma:

Tabaco de T.

Tabaco de R.

Tabaco de L.

Años

arrobas

libras

arrobas

libras

arrobas

libras

1771

1.805

19’5

2.479

10’5

1.100

8

1772

690

11

1.817

8’5

759

3

1773

2.505

18

5.085

9

3.812

0

1774

1.123

17

4.469

20

7.903

13

1775

1.040

0

3.216

0

4.336

0

1776

712

0

5.199

3

4.808

0

Total:

7.877

15’5

22.268

1

22.718

24

Simultáneamente con la reducción del cultivo persistía un problema técnico y era el que con los años se haría habitual, los defectos en las remesas. Así, en 1775 los inspectores indicaban «que en lo general viene esta remesa más endeble y con más falta de beneficio en los manojos que en las anteriores, pues se encuentran en la mayor parte áridos, por carecer del beneficio de la miel, necesario a su conservación y aumento de sustancia, debiendo tener esta el cuerpo suficiente para que la demasiada humedad no corrompa la hoja o le preste mal olor, sin que por esto se diga que es expresado beneficio de la miel (aún teniendo el cuerpo que debe) sea excesivo, porque también este le sería dañoso, sino el suficiente, según pudiere tolerar cada clase, para enmendar el defecto que se nota... los 124 tercios de buena calidad se encontraron sus manojos con más beneficios que los demás, aunque no el suficiente ni igual al de los de otras remesas anteriores... y los 756 tercios restantes declarados de calidad endeble es en unos por la absoluta falta de beneficio, en otros porque además de esta falta fue acogida la hoja antes de sazón, o que por defectos de cultivo o infuria (sic) de los temporales quedó enferma, desustanciada».|100| Aunque se argumentaba que la hoja era para la elaboración de cigarros, seguirían las anomalías y, al año siguiente, se volvería a especificar que «en lo general, aunque la hoja es buena, continúa con la falta de beneficio advertida en otros reconocimientos de esta naturaleza por falta de miel precisa con proporción a la resistencia de la hoja en unos manojos, y por no tener en otros la miel el cuerpo correspondiente, por cuya cau-


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sa se ha cocido la hoja con la demasiada humedad en los manojos cargados de jugo y otros, y casi generalmente ha contraído el olor a la misma humedad con que fueron empaquetados, perdiendo el natural de la hoja, sobre cuyo asunto hablamos con bastante prolijidad en el anterior reconocimiento de igual naturaleza».|101| El año 1777 trajo la desaparición del escenario insular de la Compañía de Barcelona, ya que, vencido el contrato con ella, «los documentos dan a entender que Narciso Subirás y Barra, apoderado general de la Compañía de Santo Domingo, se separó de ésta y se dedicó a comerciar por su cuenta. Entre los negocios que tuvo, uno fue el del transporte del tabaco desde Santiago a la ciudad de Santo Domingo y de aquí a Cádiz. El 22 de junio de 1777, el gobernador Solano firmó un contrato con él por cinco años, es decir, hasta julio de 1782. Pero, cuando dicho contrato corría en un segundo año, la guerra con Inglaterra, en concreto el control que ejercía la Armada inglesa en aguas atlánticas, impidió que se continuara, visto que se había firmado sólo para tiempos de paz. Bajo esta presión –los tabacos no podían embarcarse para España– el nuevo gobernador, Isidro de Peralta y Rojas, celebró un contrato con Antonio de Rojas, vecino de Santo Domingo y único comerciante de carrera de España en la Colonia, para mientras durase la guerra».|102| Durante los dos años que duró el contrato con Subirás se hicieron los siguientes dos envíos:Tuvo una ganancia de 36,242 pesos 2 reales y 32 maravedíes.|103|

Fecha

Embarcación

Capitán

Marzo 1778

Cantidad 9,600 @

Paquebot S. Juan Baptista

Feliz Puiz

Mayo 1779

11,692 @

Fragata Jesús, María y José

Martín de Etchegarray

En total

21,292 @

La Real Compañía de Comercio de Barcelona había tenido una situación favorable en la Colonia, pues «su cédula funcional le daba el privilegio del comercio en estas islas. A nivel de viajes trasatlánticos sólo tenía un competidor,Antonio de Rojas quien para eso, no estaba a la altura de los medios que poseía la Compañía, pues que sepamos sólo poseía un bergatín. Por delante, tenía una Colonia empobrecida, pero con posibilidades productivas: madera, cueros, tabacos. Productos estos que explotaba el ‘natural’ (así llamaban al criollo dedicado a las labores agrícolas) desde hacía años y cuyo adelantamiento no requería grandes gastos como no fuesen los de compra y transporte. Si, además de estos, se hacían inversiones iniciales, se podría haber obtenido azúcar, café, añil...».|104| No obstante esa realidad, dicha Compañía «no dejó de ser ‘la pequeña Compañía de ca-


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talanes’ vista desde el monto de sus operaciones. Además, se redujo a ser una compañía de servicios que no activó la producción del sector agrario y mucho menos la industrial. Se puede decir que se redujo a ser comercial como lo establecía su cédula funcional. Su situación interna, esto es, la separación de Subirás, y la guerra con Inglaterra limitaron sus acciones tanto en el tiempo cuanto en las proporciones. Lo limitaron para ella y para la vida de la Colonia pues las esperanzas que ponía el gobernador Solano en las reducciones de los costes de transporte tanto por la vía Camú-Yuna como los del viaje a España se vieron frustradas hasta tal punto que la primera se tuvo que abandonar y retornar a la ruta terrestre».|104| El caso es que «la presencia de la Compañía de Barcelona generó conflictos, puesto que sus funcionarios presionaban para que se demorara el comercio fronterizo y, en contrapartida, mantenían cotizaciones ridículas para los bienes del país y precios exorbitantes para las mercancías españolas, hasta tres veces superiores a los vigentes con anterioridad. Los funcionarios catalanes fueron objeto del odio de la generalidad de los habitantes del país. Se les hizo imposible, por consiguiente, lograr la implantación de un monopolio comercial efectivo, por lo que el monto de los intercambios que controló la compañía monopólica fue reducido y las ganancias poco significativas. Afloraron diferendos con las autoridades locales, a consecuencia de los cuales la Corona limitó los privilegios de la empresa».|106| Ese mismo año de 1777 «un tal don Miguel Calvo envió una instancia a la Corte, en la que manifestaba que al ser factor del ramo de tabacos y al mismo tiempo guarda almacén de la plaza de Santo Domingo, no podía atender el fomento de este fruto, por lo que las cosechas eran cada vez más bajas. El Consejo de Indias pidió informe al gobernador sobre este asunto, quien rápidamente aprovechó la ocasión para manifestar su creencia de que el incremento de este cultivo era el único medio de levantar a la isla de la miseria en que se encontraba. Desmentía rotundamente las afirmaciones de don Miguel Calvo, ya que la decadencia en la producción de tabaco se debía desde luego, a la real orden de 16 de septiembre de 1774 que mandaba reducirla, insistiendo de nuevo en que se permitiera, al menos la extracción del que no podía ser comprado por parte de la Corona para las Reales Fábricas».|107| En ese mismo tenor «se manifestaba el cura rector de Santiago de los Caballeros, en una representación que hizo a la corte, solicitando la compra por parte del Rey de todo el tabaco que la isla podía producir. En esta ocasión, las súplicas de los dominicanos fueron por fin escuchadas, merced al cambio de las ideas sobre el comercio producido en estos años, y que culminó con la promulgación del Reglamento del Libre Comercio en 1778».|108|


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8| La liberalización del comercio Con esa nueva legislación, de nuevo se producía una coyuntura favorable para el tabaco de Santo Domingo.Aparte del cambio de mentalidad, la metrópoli necesitaba el producto, pues «el consumo de tabaco era cada vez mayor en España y la producción acaparada por entonces por las Reales Fábricas se mostraba insuficiente. Con motivo de ello, el 17 de noviembre de 1778 se envió una real orden al gobernador de Santo Domingo, en aquellos años don Isidro de Peralta y Rojas, previniéndole que facilitase las siembras para poder surtir convenientemente a aquellas con las 12,000 arrobas estipuladas, ya que la decadencia en que había caído aquel fruto hizo disminuir los envíos. Se autorizaba asimismo a los labradores, en virtud del Reglamento del Comercio Libre del mismo año, a exponer los tabacos sobrantes a la colonia francesa de la isla, tomando a cambio de él dinero o esclavos».|109|

Esa medida fue de gran importancia para Santo Domingo, pues se legalizaba el comercio.Aunque, como afirma Lluberes, no se conoce «de la ampliación del mercado al amparo de la Real Cédula que libera el comercio. Para el tabaco dominicano, abrir un nuevo mercado no era cosa fácil.Ya hemos visto de lo reducido de su producción a pesar de la solicitud del aumento de los envíos, además tenía que competir con otros tabacos de superior calidad como el cubano, el brasileño, etc. Del comercio con Haití no sabemos si aumentó, pero se puede concebir un incremento ya que era un mercado viejo, conocido».|110|

Grabado francés de la Plaza de Armas de Santiago a principios del siglo XIX.


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El hecho cierto es que el tabaco era de nuevo solicitado por España. Así, «el gobernador envió en 1780 la cosecha de 1778, unas 11,692 arrobas. Pero manifestaba don Isidro de Peralta no poder remitir una cantidad mayor, ya que sólo contaba para su compra 25,000 pesos anuales, que por otra parte hacía tiempo que no llegaban de Méjico».|111| Sin embargo, expone Sevilla Soler que «no se trataba sólo de problemas de dinero. Era difícil entonces un incremento de esta producción, y los cargamentos con destino a la Península escaseaban cada vez más, de modo que en julio de 1785 el consejo de Indias apremiaba al gobernador, para que sin la menor dilación y en la primera ocasión que se presentase, enviara la mayor cantidad de tabaco que pudiera recoger, continuando a partir de entonces las remisiones acostumbradas. A ello respondió el gobernador expidiendo 211,700 libras. Pero al mismo tiempo afirmaba que la siguiente remesa no podría alcanzar el peso que se le pidió por la decadencia en que se encontraba aquel fruto, con motivo de la reducción obligada de sus siembras y de las sequías».|112| Ya en 1780 se notaba la diferencia. La ciudad de Santo Domingo poseía un nuevo semblante, exhibiendo cierto bienestar, y «el fomento de los cultivos de tabaco en los territorios del interior y una intensa actividad en las plantaciones de cacao, entre otras ocupaciones lucrativas, habrían devuelto a la parte oriental de la isla, tanto para los españoles como para los extranjeros, parte del valor del que antaño había gozado».|113| Ese año, también,Antonio de Rojas, que había firmado en 1777 un contrato con el entonces gobernador Solano, realizó su primer embarque el 20 de mayo que «era de un tabaco que se hallaba retenido en el puerto de Santo Domingo a causa de la guerra. Concedemos que llegó allí vía Yuna. Su traslado a Sevilla se hizo por lo que el gobernador Peralta llamó «vía extraña».|114| ¿Cuál fue esa vía? Responde Lluberes que «todo parece indicar que fue a través de los holandeses de Curazao. Las razones existentes son, primero, que en la carta no. 152 citada se dice: ‘Los comerciantes de Curazao de quien (sic) pensaba valerse’, y segundo, que cuando los holandeses entran en guerra contra Inglaterra el gobernador Peralta y Antonio de Rojas tienen que celebrar un segundo contrato, según consta en carta no. 217 del gobernador Peralta a José de Gálvez, del 21 de agosto de 1781. Los dos restantes envíos (oct. de 1781 y enero de 1783) los hizo vía el Guarico. Primera vez que el tabaco dominicano pasa por Haití para ir a España. El traslado Guarico-España se hacía bajo bandera portuguesa (Portugal ha sido un tradicional aliado de Inglaterra)».|115|

«Mujer-tabaco» Grabado de Martín Engelbrecht, (1684-1756).


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9| Exportación de tabaco y prosperidad La situación próspera que experimentaba el tabaco fue destacada por Antonio Sánchez Valverde, hacia 1785, cuando escribió su célebre obra Idea del valor de la isla Española. Resaltando la calidad de la tierra del Cibao para producir tabaco, la abundancia de la producción y su calidad decía: «El tabaco es tan natural que nace por si en todas partes y alrededor de las mismas casas. Su hoja es más frondosa que en ninguna parte de la América. Su calidad generalmente buena en todo los sitios y en muchos tan superior como el de la Isla de Cuba o Habana, de que se han hecho pruebas últimamente en las Fábricas de Sevilla y se ha preferido para los Cigarros al de la misma Habana. Para el Son o Rapé es el más excelente y los Andullos o Garrotes de nuestras cosechas son muy apreciados de los franceses para este efecto. Hasta ahora poco, sólo se sembraba en los partidos de Santiago y la Vega lo que bastaba para el consumo de la Isla y para llevar por alto a las Colonias vecinas. Después que S.M. ha dado fomento a este ramo, tomando porción de él, se han animado algunos a su cultivo. Este tomará por consiguiente tanto incremento, quanto vaya dándose de salida al Cosechero; y a proporción se mejorará también el beneficio.|116| Como era natural, los cosecheros más prósperos eran los de Santiago, La Vega y Cotuí. Prosigue exponiendo Sánchez Valverde que «después que S.M (que Dios guarde) ha puesto allí una administración y toma algún número de quintales en rama, se han animado más los Vecinos de Santiago, la Vega y Cotuy a su cultivo, han mejorado la calidad, no están sus Pueblos tan miserables; y si se observan otras reglas y otra economía en la compra y conducciones, ganarían más los Cultivadores y saldría a mejor precio para el Real Erario. Las reglas económicas de que hablo pueden hacerse demostrables; pero no son de mi propósito».|117| Uno de los vecinos más notables de Santiago era la familia Espaillat. Consigna Emilio Rodríguez Demorizi que «en efecto, por aquella época se fundaron importantes estancias como la de Espaillat. En la sección de Los Melados, (hoy provincia de Santiago) estaba la finca de Monseiur Espaillat, «fundador de la preclara familia de ese nombre en el país, como lo dice justamente el periódico El Constitucional (Santiago, 6 de marzo 1901). Esa hacienda era una de las de más nombradía en el Cibao. La casa abrazaba una superficie de 1500 metros cuadrados y la rodeaba un muro de piedras y ladrillos de altura bastante regular. El arroyo «Los Cedros», cuyas márgenes fueron fortificadas con dos lienzos de pared, corría por medio de la posesión.Tenía Capilla, taller de carpintería, herrería, hornos de cal, tejar, fábrica de índigo (añil), alambique, trapiche, enfermería, depósitos para el azúcar y el tabaco, algodón. Una negrada de 500 cabezas componía el personal de la finca».|118| Aunque hay que consignar, como lo señala Antonio Lluberes, que Sánchez Valverde «no

«Hombre-tabaco». Grabado de Martín Engelbrecht. 1684-1756.


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incluye la Factoría de tabaco entre las causas del restablecimiento de la Isla y ni menciona la labor de la Compañía de Barcelona».|119| Sí, en cambio, es fulminante en su crítica a la ausencia de iniciativa oficial: «...ninguno que tenga quarenta o cincuenta años ignora en Santo Domingo, y sobre todo el otro evidentísimo, de que el Real Erario no ha hecho más esfuerzos considerables que continuar la remesa del situado, de que hablamos antes, ni enviado más población que algunas familias miserables de las Islas Canarias».|120| El 22 de julio de 1786 sucedió algo que, en principio, favorecería a Santo Domingo. Fue el hecho de que el rey Carlos III «decidió ampliar la fábrica de cigarros de Sevilla para la producción del rapé prohibiendo la entrada del rapé extranjero y disponiendo que la factoría de Santo Domingo enviase 60,000 libras de tabaco en hoja para tal fin sin que se perjudicase lo que se enviaba para los cigarros. Otro tanto se le adjudicó a Luisiana. La factoría de México sería la encargada de financiar la compra de este tabaco. El gobernador Manuel González primero envió unas muestras y en mayo del mismo año remitió 6,070 libras de tabaco en andullos de 1ra. y 2da. calidad ‘tanto por no haberse podido acopiar ninguna hoja ... como por estar aquellos adaptados para dicho fin’. Que sepamos las Reales Cajas de México no enviaron un solo real para la compra de dicho tabaco, ni se hizo otro envío».|121| No obstante, en el período 1771-1791, habían sido enviados muchos cargamentos a la Península, sobre todo, «tabaco de hoja en rama», ya que era de mucho interés para Sevilla que el mismo llegara así, y no en forma de cigarros, pues su función era elaborarlos y la manufactura criolla no era muy buena.|122| Hablando de la forma en que debían ser enviados dichos cargamentos expone Gutiérrez Escudero que «en cada una de las remesas debía especificarse el número de tercios y libras de producto que se remitían, los partidos, masías o jurisdicciones de procedencia, navío en que se embarcaban y el nombre de los capitanes y maestros a quienes se confiaba la carga. La documentación recoge también el envío de ‘tabaco de hoja en rama’ en fardos o cajones numerados y señalados con letras según tres calidades distintas: la ‘primera calidad, nombrado Tienda, con premio marcados TP y de la misma calidad sin premio, marcados T’, la ‘segunda calidad, nombrado Rescogido, con un premio marcados RP y de la misma calidad sin premio marcados R’, la ‘tercera calidad, nombrado Libras, con premio marcados LP y de la misma calidad, sin premio, marcados L».|123| La Factoría de Tabacos funcionó durante 26 años, contando desde su primer envío en 1770 hasta la última remesa en 1796. Durante ese período, según Lluberes, «en 23 envíos remitió a España 124,429 arrobas y 6 libras de tabaco en rama. Una media de exportación de 5,410 arrobas anuales. Resultados moderados. Casi envió por año y la me-


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dia por debajo de la mitad de las 12 mil arrobas anuales de exportación que le fijaron en 1774.Además, la Factoría no pudo ampliar el área de producción de tabaco a las zonas circundantes a la Capital como se pensó, ni mucho menos iniciar una industria manufacturera tabaquera. Ella se redujo a la exportación de hoja de tabaco en rama cibaeño».|124| Además, uno de los problemas que siempre tuvo que enfrentar el tabaco fue la calidad de su preparación como producto de exportación. En cambio, otros autores al hablar del volumen de exportación del tabaco para el período antes referido, difieren un poco en las cifras. Sevilla Soler, por ejemplo, afirma: «Con todo ello, y como ya hemos señalado, al iniciarse estas peticiones en 1778, el gobernador de Santo Domingo envió para las Reales Fábricas de Sevilla 1,508 arrobas de tabaco de tienda, 4,372 de rescogido, y 7,872 de libra».|125| Y prosigue afirmando que «de nuevo cesaron estos cargamentos en 1779, reanudándose en 1780 ante las apremiantes órdenes recibidas. Pero desde entonces hasta la cesión de toda la isla a la República Francesa en 1795, y concretamente hasta 1796, ambos inclusive, fueron embarcadas en Santo Domingo con destino a Cádiz un total de 99,679 arrobas solamente, es decir unas 5,864 anuales, cesando por completo las remesas de este fruto a partir de ese año».|126| Esas discrepancias en las cifras son naturales, por lo que con gran acierto Gutiérrez Escudero considera que «quizás nuevas investigaciones nos permitan en un futuro cercano precisar mucho más exactamente cual fue el volumen real de tabaco remitido desde la isla a la metrópoli y su clasificación por calidades».|127| Con el último envío de tabaco a España vía La Habana, de 1,008 tercios con 939 quintales y 89 libras que se hallaban detenidas en Santo Domingo, que realizara el gobernador Joaquín García el 12 de mayo de 1796, se llega, como expone Antonio Lluberes, al fin de la historia del tabaco del Santo Domingo Colonial (la España Boba será otra cosa).|128| En ese lapso, sobre todo en las últimas décadas, la Factoría de Tabacos, no obstante su carácter monopólico, jugó un importante papel, ya que «a pesar de sus limitadas realizaciones la Factoría favoreció aspectos muy importantes de la economía tabaquera. La garantía de un mercado pequeño, pero seguro, ayudó a afianzar un cultivo de larga tradición ya que se mejoró la calidad de la hoja y se superaron las técnicas de clasificación de la hoja, tratamiento, enseronamiento.Además, se extendió el área cibaeña de producción hasta las inmediaciones de Cotuy. Creció la población tabaquera y, consecuencia lógica de la anterior fue un aumento de la producción del tabaco».|129| Sin embargo, refiere Cassá que, no obstante los incentivos que otorgó la Corona española para la aparición y conformación de los cosecheros de tabaco del Cibao, como sector económico social, «sus dimensiones no fueron muy importantes en el siglo XVIII,


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sino que prepararon las condiciones para la verdadera expansión del modelo en el momento en que se produjo la decadencia de la ganadería a inicios del siglo XIX. Durante todo el siglo XVIII la zona cibaeña, sobre todo en su sector noroeste, fue básicamente un centro de producción ganadera, excluyéndose sólo algunas zonas muy fértiles del valle bastante reducidas todavía donde el tabaco pasó a ser la actividad principal».|130| Ahora bien, durante los últimos años del siglo XVIII, con el advenimiento de la política económica basada en el libre cambio y nuevos mercados, la situación del tabaco empezó a cambiar como reflejan importantes relatos de viajeros, sobre todo franceses, que por la época visitaron a Santo Domingo. Hablando del comercio refiere Mr. Pedron, en una Memoria escrita en 1800, que «el precio (del tabaco) varía más o menos según la demanda o silencio de los comerciantes».|131| «Asimismo, por primera vez, se comenzó a exportar a través de los puertos de Monte Cristy y Puerto Plata con destino a San Thomas, Puerto Rico, Ave de Gracia, Curazao, Martinica, Estados Unidos, España, Francia y Alemania».|132| Una de las realidades más notables que se destaca es la confirmación de que el cultivo y comercio del tabaco estaba extendido en toda la región del Cibao y que dicha actividad era realizada por miles de pequeños cultivadores.|133| Al respecto, expone Dorvo Soulastre:«La parte más interesante es la llanura de La Vega Real, tan justamente famosa por su extensión y por la fertilidad de su suelo. Ella admitiría toda clase de cultivos, pero más particularmente el de la caña de azúcar, del cacao y del tabaco. Lo que hemos notado de la belleza de los árboles y del espesor de los bosques, así como de los débiles ensayos de cultivos que ya se han intentado y particularmente los afortunados trabajos del Santo Cerro y de Puñal, de los que se encontrará un esbozo en el itinerario, no permiten dudar del buen éxito de los establecimientos que se formen allí, toda esta parte comprende propiamente desde el Cotuí hasta Santiago».|134| Hablando de los alrededores de La Vega, atravesando el Camú, se menciona que «hay en ese bosque un cercado donde se cultiva el tabaco así como en la finca Galgorni que está próxima».|135| Sobre la calidad del tabaco refiere C. Lyonnet que es generalmente buena y que «iguala a veces la del tabaco de La Habana. Los franceses han preferido siempre el que se preparan andullos al de los Estados Unidos. Es, pues, este cultivo, el que deben preferir los criollos en su industria».|136| Sobre la preparación de esos andullos y el comercio, expresa el ya citado Mr. Pedron que se hacen «de 4 libras próximamente, apretados y cubiertos de yagua, se lleva a Montecristi y a Santo Domingo por cargas de caballo, de 180 lbs de peso (la libra de 14 on-


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zas). También se prepara mucho en hojas amarradas por manojos del mismo peso que el andullo, y destinadas a fabricar cigarros: La clase inferior no se vende en los puertos de mar, sino a 12 pesos la carga, el ordinario a 16 es el mejor, hasta 20. Este precio varía de más a menos según la demanda o el silencio de los comerciantes. Los habitantes que no tienen animales para cargar su tabaco, pagan 8 pesos por carga, precio ordinario (más bien menos que más)».|137| Finalmente, refiere Antonio Chanlatte en comunicación al Gobierno Francés que «Santiago producirá anualmente unos 20,000 pesos en tabaco en hoja».|138| Esas eran las perspectivas a finales del siglo XVIII. La próxima centuria, sin dudas, fue una época donde el tabaco alcanzó un mayor desarrollo.

«Planos y perspectivas de dos morteros» de la obra de Juan Sardinero.


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1|El incremento de la producción y comercialización del tabaco, 1801-1844 El siglo XIX dominicano, en lo que al tabaco se refiere, empieza muy marcado por los acontecimientos que tenían por escenario la parte oeste de La Española, y la realidad de que unos años antes, mediante el Tratado de Basilea en 1795, la colonia española, que ocupaba la parte oriental de Santo Domingo, había pasado a manos de Francia quedando bajo su gobierno toda la isla. Además, sucesos políticos de envergadura, como la revuelta de los esclavos, acontecían en aquel territorio. A juicio de Antonio Lluberes, tales acontecimientos «solo se pueden comparar con las devastaciones en su aspecto transformador de la vida nacional a todos los niveles. El tabaco perdió su principal comprador, la fábrica de cigarros de Sevilla. Su otro comprador, la colonia francesa, comenzaba un período de agitaciones internas que lógicamente reduciría su compra de tabaco».|1|

Palma conmemorativa de la liberación de los esclavos, 1822.


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Esas transformaciones, que se llevarían a cabo a lo largo de la primera mitad de dicha centuria, ha sido considerada como dual por Michiel Baud. Afirma este autor que, «por un lado, podemos ver un proceso de salida del mercado debido a la inestabilidad extrema que producían las guerras intermitentes. Los cosecheros dominicanos volvieron a su agricultura de subsistencia. Por otro lado, continuó la tendencia hacia la producción a pequeña escala destinada a los mercados, la cual tuvo sus orígenes en el período colonial y fue la base para nuevas relaciones en el mercado mundial… Mientras muchos de los productores ricos emigraron a otras islas españolas, los pequeños cosecheros mantuvieron y lograron continuar con su agricultura. Inicialmente, el tabaco del Cibao solamente podía ser vendido internamente. Aunque la exportación de tabaco hacia Haití no podía suplir la pérdida del mercado español, la exportación de andullos hacia allá ofrecía amplias oportunidades a los cosecheros».|2| Ese autor refiere, basándose en Pedron, un viajero francés que visitó la isla en el año de 1800 y de quien se hacía mención en el capítulo anterior, que «la producción de tabaco en la región de Santiago-La Vega se había convertido en el dominio exclusivo de los pequeños parceleros y que los cosecheros campesinos producían tanto tabaco que su valor alcanzaba la cifra de un millón y medio de pesos».|3| Esa estructura agraria tuvo profundas repercusiones sociales, ya que la misma «permitiría el cultivo intensivo del tabaco destinado a un mercado mundial y el nacimiento de una clase de pequeños burgueses rurales y de una burguesía mercantil urbana que exportaba la cosecha de dicha hoja e importaba los artículos de uso y consumo que requerían sus pobladores».|4| Durante los primeros años del siglo XIX las diferentes invasiones de Haití a Santo Domingo crearon ciertas dificultades. Así, en 1801con Toussaint Loverture «la libertad de los esclavos, aunque afectó más la crianza de ganado que al cultivo del tabaco, mermó la producción global. Los planes de Toussaint para establecer el sistema de grandes plantaciones se vinieron abajo con la llegada de las tropas napoleónicas. Los franceses (18021809) también hicieron sus esfuerzos de desarrollo económico, pero en lo que a tabaco se refiere no fueron tan eficaces como con la madera. Una de las causas que más incidió en su no desarrollo fue la invasión de Dessalines de 1805 la cual afectó vitalmente el área tabacalera cibaeña».|5| A la escasa población y a su miseria se atribuía el poco desarrollo que tenía la agricultura. D. Santiago Moreno, basándose en la obra Voyages... que en 1807 había publicado en París M.C.C. Robin, refería que «la agricultura, que es la única fuente de riqueza del país, está reducida a muy poco. El tabaco es el que se cultiva más, pero nunca en la progresión que pudiera. No deja de haber quien atribuya esta falta a la escasa población,


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pero hay para ello causas sobradamente poderosas, como son la holgazanería, la incuria y la ninguna afición al trabajo que parece hereda al nacer el dominicano, o que es en ellos una enfermedad endémica. Las palabras haragán y vagabundo, son apodos que se dan entre sí con frecuencia, y a fe que están bien aplicados».|6| Lógicamente que en esa afirmación hay mucho de prejuicio etnocentrista, lo que le resta validez. Otro problema que subsistía para la época, heredado de antaño, ya se había hecho recurrente: la calidad del tabaco. De esa manera, con el objetivo de restablecer la agricultura de la Española, se planteaba la conveniencia de «mejorar su tabaco con la semilla y método de Cuba para que (llegara) a igualarlo como lo ha manifestado la experiencia, con lo cual (tendría) otro fruto nuevo y siempre apreciable».|7| No obstante,William Walton, que publicara en 1810 la importante obra Estado actual de

Grabado que simboliza la abolición de la esclavitud, 1822.


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las colonias españolas, refiere otra opinión cuando afirma: «Consideran su propio tabaco igual al de Cuba, su cultivo está mayormente limitado a los distritos de La Vega y Santiago. El tabaco, que antes se cosechaba en todas las posesiones españolas de ultramar, así como el que llegaba a sus puertos procedente de Europa, era traído por cuenta de la corona, la cual está investida del privilegio único de su manufactura y venta. Para este fin, se designaban comisarios encargados de su cosecha, quienes compraban las mismas a los precios por ellos determinados, de acuerdo con su apreciación personal, procedimiento que daba lugar a abusos que desalentaban al sembrador. Como se ha cambiado este sistema, es posible que llegue a ser uno de los muchos cultivos a los cuales se dedique la debida atención».|8| Otros cultivos con los cuales coexistía el tabaco eran el café, la cera, cueros y carnes y las

Plantación tabaquera cubana, según un grabado del siglo XIX.


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maderas, sobre todo la caoba. Respecto a este último, considera Cassá, que «el tabaco contaba no solamente con una superioridad natural frente a la caoba, sino también con la protección de las autoridades públicas, puesto que tanto haitianos como dominicanos entendían que el resultado del esfuerzo productivo generaba mayores beneficios al país; de cualquier forma, estas ideas tuvieron poca influencia sobre el proceso económico puesto que los cortes siguieron siendo de mucha importancia y, a pesar del dinamismo del cultivo del tabaco, el campesinado de todo el país, incluso el del Cibao, seguía basando su reproducción económica en una economía de autosubsistencia...».|9|

A|La promoción del cultivo del tabaco En el segundo decenio del siglo que se analiza hubo intención de la Corona en promover el cultivo del tabaco. En ese sentido, el 6 de julio de 1811 el Consejo de Regencia, desde Cádiz, escribía al Gobernador de Santo Domingo lo siguiente: «Habiendo tenido siempre estimación en la Península por los cigarros fabricados con hoja del tabaco cosechado en esa Isla, y deseando el Consejo de Regencia fomentar en ella un fruto tan productivo de la agricultura e industria nacional de esos países y proporcionar a sus habitantes todas aquellas ventajas de que es susceptible la fertilidad de su terreno, ha resuelto en nombre del Rey Nuestro señor Don Fernando VII que Nuestra Señoría tome las más eficaces providencias para que del tabaco que

se cultiva en la parte española, se elaboren cigarros puros y rapé, remitiendo para prueba muestras no solo de estas dos clases, sino también de la hoja, y que al efecto se valga Vuestra Señoría de alguno de los sujetos inteligentes emigrados que hayan vuelto a la Isla, y en caso de no haberlo cual se requiere para un objeto tan interesante, lo pida al Intendente de la Habana, encargándole al mismo tiempo remita a Vuestra Señoría las semillas que necesite de las clases de tabaco que se cultivan en los mejores parajes de aquella Isla, satisfaciendo estos gastos de cuenta de la Real Hacienda».|10| El 4 de diciembre del mismo año José Nuñez de Cáceres respondía al Secretario de Hacienda que daría a dicha orden, tal como era costumbre decir, «su puntual cumplimiento como igualmente lo demás que expresa». El 26 de junio de 1813 el gobernador Carlos Urrutia envió las muestras pedidas vía Puerto Rico: 3 fardos de tabaco con un peso de 60, 62 y 55 lbs., los dos primeros en hojas y el tercero en andullo, y un cajoncito con tres botellas de rapé. El análisis de este tabaco dio resultados muy positivos. El informe decía que «el tabaco en hoja es de superior calidad e igualmente el andullo su elaboración para rapé, y el que contienen las tres botellas también


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Tabacalera, Sevilla.


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de muy buena calidad en su clase».|11| Aunque de nada eso valió, pues «cuando ese informe llegó al Consejo de Regencia ya era tarde, las Cortes Ordinarias habían decretado el desestanco y lo único que pudieron proponer fue que se diera «al público una noticia auténtica para que en vista de las ventajas que proporciona se animen especuladores de ambos hemisferios a hacer un comercio que ofrece conocidos beneficios».|12| Téngase presente que eran los tiempos en que España, ocupada en resolver variados conflictos que tenía en su territorio y los que resultaban del proceso independentista de sus antiguos territorios americanos, desatendió su colonia de Santo Domingo, época que la historiografía dominicana ha bautizado como el período de la «España Boba». De ahí que no sorprenda que, el 30 de julio de 1813, el gobernador Urrutia escribiera al Secretario de Estado del despacho de la Gobernación de Ultramar «solicitando que ni en España ni en Venezuela se ponga impedimento a la entrada de 50,000 pesos de tabaco (en Caracas) y 100.00 pesos (en España) para con su producto dar algún socorro a las cajas reales de Santo Domingo».|13| Esa situación de impotencia de España de poder ocuparse de su colonia conllevó que el tabaco dominicano tuviera «otras rutas y otras formas de mercadeo. En los años de 1814-16 se exportaron a Saint Thomas por el puerto de Santo Domingo algunos cargamentos de tabaco cibaeño. Sin embargo, lo más importante de estos años fue el inicio de la exportación, en especial de tabaco, por Puerto Plata».|14| Eso acarrearía el establecimiento en dicha ciudad de importantes establecimientos extranjeros, que se constituirían en importantes eslabones de la cadena de comercialización del tabaco. Además, el hecho de que el cultivo del tabaco se basara, como se ha expuesto, en la pequeña propiedad agraria le dio cierto carácter autónomo. Aunque, como bien expone Baud, eso «no implicaba aislamiento. A pesar de su relativo apartamiento dentro de la economía colonial española, los cosecheros de tabaco en el Cibao crearon sus propias relaciones con los españoles y con el mercado mundial. La organización particular del cultivo tabacalero y especialmente su combinación con cultivos alimenticios, imprimieron un carácter especial a estas relaciones de mercado. La supervivencia de los campesinos productores de tabaco dependía, sobre todo, de su agricultura de subsistencia. Ella les permitía mantener una gran dosis de independencia vis-a-vis el sector mercantil y continuar con la producción de tabaco aun en tiempos en que los términos comerciales eran relativamente desfavorables».|15| Ese fenómeno, como considera Cassá, que acontecía hacia 1820 y había provocado que el Cibao se tornara más próspero que el Sur, «evidencia de la superioridad técnica del tabaco y de un comportamiento más abierto hacia el mercado de esa porción del cam-


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pesinado, seguramente por razones culturales, más demandante de géneros importados. Tal paradigma de comportamiento fue ampliándose durante las primeras décadas del siglo XIX, primero a través de la expansión de ese producto, que fue cubriendo un mayor número de comarcas, tanto al oeste como el este de Santiago, luego de la caoba y, por último, de la aparición de nuevos rubros agrícolas exportables».|16|

B|El auge del tabaco durante la Ocupación haitiana Uno de los períodos en que el cultivo del tabaco alcanzó un apreciable crecimiento es el comprendido entre los años 1822 y 1844, conocido en la historiografía dominicana como la ocupación o dominación haitiana. Jean Pierre Boyer, el gobernante haitiano que ocupó la parte este o española de la isla de Santo Domingo, dictó una serie de medidas de corte social, pero que tuvieron una gran repercusión en la economía, entre las que sobresalen la liberación de los esclavos y la promulgación del llamado Código Rural, que conllevaba la expropiación de las tierras. En el Cibao, por sus características peculiares, eso repercutió de manera diferente al resto del país. Recuérdese que allí fue formándose con los años un amplio sector de pequeños cosecheros. Al respecto considera Lluberes que «cuando Boyer expropió las tierras y las repartió entre los antiguos esclavos y la economía del país sufrió un fuerte colapso, el Cibao siguió cultivando tabaco y la exportación «nunca bajó de cincuenta mil quintales». Eso se debió a que «allí nunca hubo tantos esclavos como en el sur de la antigua Colonia: el trabajo libre producía las ventajas que le son inherentes, y por lo tanto, cuando Boyer abolió la esclavitud, ya los hombres de la raza africana, los cuales no eran muchos, habían adquirido los hábitos y el estímulo de quienes saben que trabajan para su propio provecho».|17| Al principio no fue fácil, para quienes no la tenían, recibir tierra. Como acertadamente plantea Moya Pons, «el problema, pues, radicaba en la determinación de la propiedad de la tierra en la parte oriental y como tal cosa no podía hacerse de inmediato sin violentar la clase de los propietarios que era, por su origen español, contraria al régimen haitiano, los libertos tuvieron que esperar algún tiempo antes de recibir las tierras prometidas, y todavía el día 15 de junio Boyer seguía prometiéndoles en una proclama que haría valer sus derechos de adquirir en propiedad, a título de donación nacional, la porción de tierras del Estado que sembraran de café, cacao, caña de azúcar, algodón, tabaco y frutos menores».|18| Otro problema que surgió y que tuvo que enfrentar Boyer fue el relacionado con la resistencia de los campesinos a cambiar los cultivos que, dependiendo de las regiones ve-


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nían haciendo desde hacía años y que comercializaban ventajosamente, por otros nuevos. Así, aconteció que «para sorpresa de Boyer y los demás comandantes militares, no sólo el Arzobispo se negaba a colaborar, sino también los mismos campesinos del Cibao y del Sur que no le encontraban sentido a las órdenes de cultivar cacao, caña de azúcar, y algodón y preferían dedicarse a las actividades que desde hacía décadas habían probado ser provechosas porque sus productos sí tenían un mercado extranjero asegurado: el corte de caoba en el Sur, la siembra de tabaco en el Cibao y la crianza y montería de ganado en gran parte de las tierras del Este».|19| En lo que respecta al Cibao no hay que olvidar que allí la economía había posibilitado la organización de «una sociedad distinta de las dos restantes regiones del país. Lo distintivo de la sociedad cibaeña cultivadora de tabaco no fue tanto su propia organización

Gonzalo Bilbao: La fábrica de Sevilla a la hora de la comida.

interna. Lo sobresaliente fue la conciencia de grupo regional que desarrollaron apoyándose en lo distinta que era su estructura económica (propiedad-producción-comercio) con respecto al Sur y al Este del país».|20| Varias fueron las medidas tomadas por Boyer con la finalidad de fomentar la agricultura y buscar nuevos mercados. En ese sentido, Baud expone que las directrices del gobernante haitiano a los comandantes militares eran muy claras cuando les decía: «Es de interés nacional, así como de nuestros hermanos que acaban de recibir su libertad, el que sean obligados a trabajar cultivando sus tierras, de lo cual depende su supervi-


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vencia». Boyer enfatizaba que no solo debían cultivarse productos comestibles sino también productos para los mercados tales como café o tabaco. En el mes de abril de 1830, el gobierno haitiano anunció que compraría todo el tabaco producido a «precio razonable».|21| Esta disposición, según José Gabriel García, «fue causa de grandes abusos por parte de los empleados haitianos, que siendo comerciantes en su mayor número, y si ellos no sus mujeres, se aprovecharon de ella para arrebatar a los labradores, a los ínfimos precios, el tabaco que cultivaban a costa de muchos afanes y desvelos, pues convertidos los más de los campesinos en soldados, había algunos que, debían salir de su casa desde el viernes, a fin de poder estar el sábado en la tarde en sus cuarteles…».|22| Para esos años el cultivo del tabaco, ahora con las buenas perspectivas de venderlo en el extranjero, alcanzó un buen repunte. Eso hizo que, atraídos por tales circunstancias, Taller de habanos, Sevilla, 1813.

se produjeran migraciones hacia el Cibao. Así, «muchas personas emigraron desde el Sur hacia el Cibao, atraídos por las oportunidades económicas que ofrecía y deseosos de ganar la independencia económica. Es probable que este flujo de inmigrantes fomentara el segundo aumento de la producción de tabaco cibaeña, el cual tuvo lugar entre 1830 y 1850. Aunque la producción campesina continuó produciendo la mayor parte del tabaco dominicano, muchos grandes terratenientes y campesinos ricos también comenzaron a cultivar tabaco con la intención de vender su producto a los comerciantes extranjeros».|23| A ese respecto, John Candler afirmaba: «El tabaco es un artículo de creciente cultivo y está reclamando la más firme atención de los propietarios y del gobierno. Este producto es cultivado principalmente en el noreste de la isla, en tierras particularmente adaptadas para ello, en la vecindad de Santiago. Un considerable número de angloamericanos se han establecido en esta región y están involucrados en su manufactura: la hoja de tabaco y los cigarros son actualmente las únicas provisiones de él (del tabaco) para los mercados extranjeros, sin embargo el General Inginac ha publicado recientemente un folleto sobre el tema en el cual recomienda fuertemente un tercer artículo listo para masticar, el cual, piensa él, puede convertirse en un producto exportable a un área más amplia».|24| Esa situación acarreó algo que iba a durar a lo largo de toda la centuria y un poco más allá: la compra del tabaco por las ciudades alemanas de Bremen y Hamburgo. Como bien analiza Baud «estos acontecimientos internos coincidieron con el reinicio del comercio europeo tras el término de las guerras napoleónicas. Los barcos mercantes alemanes comenzaron a llegar regularmente a los puertos de la costa norte. Las ciudades


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tabacaleras de Bremen y Hamburgo se convirtieron en compradores regulares de tabaco dominicano. La demanda creciente en Europa por el tabaco y el establecimiento de relaciones comerciales estables con las ciudades alemanas continuaron estimulando la expansión de la producción tabacalera».|25| El hecho cierto es que durante los primeros decenios del siglo XIX la economía tabaquera experimentó un apreciable crecimiento, debido a la conjunción de varios factores, que muy bien resume Lluberes cuando afirma: «En primer lugar, a la política haitiana de liberación de esclavos, repartición de tierras y fomento de la agricultura que, aunque no del todo exitosa, seguramente integró más vecinos al cultivo de tabaco. En segundo lugar, a la liberación del comercio que permitió conseguir nuevos mercados con mejores precios.Y en tercer lugar, el vacío económico de la época (que) fue llenado por los cortes de madera y por el cultivo del tabaco».|26| Lógicamente, como suele suceder, las cifras de los volúmenes de exportación de esos años varían según las fuentes y los autores. Baud considera que «en la década de 1820, las exportaciones de tabaco oscilaron entre aproximadamente 400,000 y 7000,000 libras».|27| Roberto Cassá, en cambio, plantea que en los años 20 se exportaron los respectivos quintales de tabaco.|28|

Año

Cantidad

Año

Cantidad

1822

5,889

1826

6,003

1823

3,657

1827

8,530

1824

7,186

1828

5,279

1825

6925

1829

5,212

Roberto Marte, a su vez, trae las siguientes cantidades de libras de tabaco exportadas en el período 1822-1826:|29|

Año

Cantidad (En Libras)

1822

411.876

1823

272.739

1824

381.773

1825

274.905

1826

102.535


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Antonio Lluberes aporta el dato de que en 1822 se exportó la cantidad de 279,000 cigarros mientras que en 1823, 395,000; en 1824, 175,000 y en 1826, 179,000»|30| para un promedio de 256,500 cigarros. Randolph Keim, en su importante obra Santo Domingo, Pinceladas y Apuntes de un Viaje, publicada igualmente en 1870, afirma que en 1824 se exportaron 503,325 libras de tabaco.|31| En el decenio del 30 del siglo XIX las exportaciones de tabaco comenzaron a aumentar «alcanzando unos 20,000 quintales, o aproximadamente un millón de libras en 1832», debido a que «los líderes haitianos, conscientes de la necesidad de obtener divisas, promovieron activamente las exportaciones. La alta indemnización que los franceses les habían obligado a aceptar hicieron que las autoridades haitianas estimularan los cultivos de venta rápida».|32| Durante ese período, según datos que aporta Cassá,|33| se exportaron las siguientes cantidades de tabaco expresadas en quintales:

Año 1830 1831 1832 1833 1834

Cantidad 5,227 7,709 7,834 10,090 8,670

Año 1835 1836 1837 1838 1839

Cantidad 20,866 12,237 8,905 9,950 21,027

Ahora bien, fue en los años 40 del referido siglo cuando el volumen del tabaco exportado alcanzó un crecimiento sorprendente.Así, de las 97,600 libras exportadas en 1820, y de las 788,436 libras, en 1832, se pasó a la extraordinaria cifra de 3, 219.690 libras en 1841.|34| Narra Lluberes que Haití solo en el año 1841 exportó la misma cantidad de tabaco que envió la factoría a las fábricas de Sevilla y Cádiz durante 25 años y expresa que «la explicación más coherente es que ese aumento de la exportación consistía en la suma de la producción cibaeña. Esta intuición es confirmada por un artículo del periódico haitiano Le Manifeste del 20 de octubre de 1844 que dice: «Es de conocimiento público que de 5 a 600,000 libras de tabaco exportadas cada año bajo el régimen español, la producción ascendió a 3,000,000 de libras».|35| Dos causas pudieron incidir en el aumento de la producción cibaeña, según dicho autor: «Primero los efectos positivos del Código Rural que se basaba en el incremento de la producción agrícola para poder pagar los 150 millones de francos adeudados a Francia, y segundo una razón que no afecta a la producción, pero sí a la concentración de


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la exportación tras el control haitiano, la ley del 20 de marzo de 1823 que prohibía todo el comercio entre Haití y las demás islas antillanas».|36|

2|Se consolida la producción del tabaco, 1844-1879 A|El predominio del tabaco en el Cibao Cuando se proclama la independencia de Haití de la antigua colonia española, en 1844, y surge la República Dominicana, la economía del país no sufrió cambios notables. La diferenciación en la producción económica era clara, pues mientras el Sur tenía como base fundamental la explotación de extensos bosques de caoba, por parte de pocos dueños, el Cibao, en cambio, cultivaba el tabaco por múltiples productores. En ese sentido, Frank Moya Pons afirma que «la explotación del tabaco se realizaba en empresas familiares que explotaban pequeños lotes, pero muchas pequeñas cantidades de tabaco sumaban una gran producción cada año. En el Cibao casi todo mundo trabajaba por sí y para sí, aunque en última instancia dependiera de los financiadores de la producción tabacalera que eran los grandes comerciantes exportadores de los compradores de tabaco de Saint Thomas, Hamburgo y Bremen».|37| En la economía maderera del Sur no existía una agricultura, pues prácticamente la actividad productiva se basaba en la recolección de la caoba, cuando llegaba la temporada de hacerlo, en cambio en el Cibao sí existía una agricultura nacida en siglos anteriores. Esa agricultura «mantenía ocupada a toda su población en la producción cíclica del tabaco poniendo en marcha la totalidad de las energías de la región. El tabaco era una industria multiplicadora del trabajo y del ingreso y, por tanto, democratizante en sus efectos sociales. No sólo trabajaban en la producción del tabaco los campesinos que sembraban, sino también las mujeres que lo recogían y preparaban, los hombres que lo enseronaban y lo empaquetaban, los dueños de recuas que lo transportaban a los pueblos y luego al puerto de embarque. En los talleres había gente que trabajaba en la fermentación y empaque hasta que era estibado en los buques en que se exportaba».|38| Todo ese proceso «ponía en movimiento una enorme masa de agricultores con sus familias, de recueros, peones, fabricantes de sogas, fabricantes de serones, empacadores, andulleros, cigarreros, comerciantes, negociantes, prestamistas y corredores de la comercialización de la cosecha. También daba lugar a un dinámico ciclo económico al poner en circulación una gran masa de numerario que estimulaba la importación y venta de mercancías para satisfacer la demanda de una población numerosa que gana-


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ba dinero regularmente y consumía toda clase de artículos. Por eso el Cibao era una región activa, emprendedora y laboriosa, según narran los viajeros y cronistas que anduvieron por sus provincias a mediados del siglo pasado».|39| Ahora bién, el predominio del tabaco en el Cibao no significaba que no existieran, como afirma Harry Hoetink, otros «sistemas de producción». Para él «la identidad cultural del Cibao era, viéndolo así, un mosaico, una amalgama de los estilos de vida coexistentes, modelados por las peculiaridades agrícolas específicas, y que se cruzaban en los centros urbanos con influencias del resto del país o del extranjero».|40| El fenómeno que se produce en esa época, al decir de ese autor, «es que desde la independencia las´fronteras internas` del Cibao desaparecen paulatinamente, que el cultivo organizado del tabaco en pequeña escala se expande, partiendo de un núcleo

Plaza del mercado, Calle del Comercio, Santo Domingo, 1871.


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alrededor de Santiago (como, más tarde en el siglo, los productos comerciales como el café y el cacao también mostrarán un proceso de expansión), teniendo como resultado que la ganadería menor y mayor se desplaza a áreas menos densamente pobladas».|41|

Puerto Plata

204

Monte Cristi

218

218

Neiba

951

470

18

1,241

61

41

Santo Domingo

821

Samaná

192

19

355

271

34

567

174

21

137

11

454

273

Baní

390

279

72 39

13

418 13

47

114

El Seybo

37 963

28 59

8

12

179

24 137 39

San Cristóbal

770

622

Los Llanos

368

310

48

10

Bayaguana

388

310

68

10

57

272 557

141

Las Matas

994

806

188

Bánica

144

90

54

Total

34

33 414

10,181 6,522

112

34

698

604

124

12

San Juan

Moca

18

6

Monte Plata

Sabana la Mar

Cortes de maderas

Hatos

Cocotales

Cacaotales

Conucos de víveres y algodón

Algodonales

Café tabaco y víveres Labranzas de Tabaco

Café y víveres

Cafetales

Labranzas de café y cañas

36

204

Las Caobas

Cañaverales con conucos

1,083 1,047

Dajabón

Azua

Cañaverales

Trapiches

Conucos, fundos y labranzas

Total

Común

CUADRO DE LA PRODUCCIÓN (1836)

18

1

59

428

395

6

178

228

80

110

259

148

963

13

34 12 1,1146 49

B|El tabaco y la consolidación de la Independencia Dado el peso que tenía el tabaco en el Cibao, no resultaba extraño que de una población cercana a la ciudad de Santiago fueron originarios los protagonistas de uno de los hechos históricos relevantes para la salvaguarda de la independencia de la República como fue la llamada Batalla de Santiago, escenificada el 30 de marzo de 1844, en la cual tuvieron una notable participación los llamados «andulleros», que eran agricultores de la región de Sabana Iglesia que, como indica su nombre, vivían de la fabricación de andullos de tabaco.


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Como se sabe, en esa batalla las tropas dominicanas enfrentaron a las tropas haitianas, que eran tres veces más numerosas que ellas. En los momentos que los haitianos utilizaban para cargar sus fusiles e intentaban penetrar en la ciudad de Santiago por las márgenes de río Yaque, los soldados dominicanos que formaban una compañía de un batallón que hacía de avanzada y estaba comandada por Fernando Valerio los atacaron e hirieron y mataron a muchos de ellos. Ese ataque ha pasado a ser conocido en la historia dominicana como «la carga de los andulleros».|42| Para 1844 en el país no existía un ejército profesional sino que, como sucedió con los andulleros de Sabana Iglesia, hubo necesidad de improvisar uno que pudiese hacerle frente a las amenazas de invasiones de los haitianos. Eso ocasionó que «los comerciantes dejaran de importar y la exportación se paralizó debido a que la guerra le sacó todos los brazos a la agricultura y a la explotación de maderas. Del tabaco se exportaron en 1844 solamente 30,000 quintales por un valor de $46,000 pesos fuertes. Fue necesario que los comerciantes se dieran cuenta de que por el momento la independencia dominicana se había consolidado bajo el liderazgo del Presidente Santana, para que la actividad económica empezara a recuperarse poco a poco».|43| Aunque, por otra parte, considera Fernando Pérez Memén que fue la pequeña burguesía liberal cosechera de tabaco «la que se interesó en remover los obstáculos que presentaba la agricultura y en que disfrutara de los mayores estímulos. Desde los primeros tiempos de la República exhibió una conducta fuertemente positiva a fin de dinamizar la producción agraria. Favoreció la creación, por parte del Gobierno, del Consejo de Agricultura, y la fundación, por los individuos más representativos del Cibao, de la Sociedad Patriótica de Fomento. La primera institución no llegó a establecerse, porque los tribunos la consideraron inútil« y porque «la promesa de hacer progresar la agricultura, que decía Santana, en una expresión más propia de un liberal identificado con la Fisiocracia que la de conservador hatero, de que era fuente inagotable de prosperidad y manantial principal de riquezas para el Estado, no pasó de ser una expresión demagógica».|44|

C|El descenso de la exportación del tabaco Por esas razones y a causa de otros factores hubo un bajo volumen en la exportación del tabaco en los años posteriores a la proclamación de la independencia. Al respecto afirma Moya Pons que «entre 1845 y 1846 se exportaron 34.000 quintales de tabaco, pero al año siguiente, eso es, entre 1846 y 1847, se exportaron solamente 28,000 quintales debido nuevamente a la tremenda sequía que azotó todo el país en 1846. Este fue


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un año de crisis económica tal como constató (Nixon) Porter a su llegada al país y como llegó también a apreciarlo (Robert) Schomburgk atribuyéndolo en parte a las desmedidas emisiones monetarias que llegaron a ascender a la suma de $2,700,000 pesos, lo que produjo una crisis económica proporcional de tal magnitud que en diciembre de 1847 se consideró que el doblón se cotizaba por solamente $210 pesos. Esas emisiones produjeron un tremendo impacto en el comercio nacional, sobre todo entre los comerciantes detallistas, pues éstos compraban y pagaban cuando la moneda estaba en un precio alto, y vendían a crédito cobrando meses más tarde cuando el dinero había perdido hasta el 50 o/o de su valor anterior. A juicio de Schomburgk, ésta era una de las causas principales que impedían una mayor inversión de capitales en el comercio dominicano. Con todo,Teodoro Stanley Henekén, un empresario inglés residente en San-

Fábrica de tabacos de Sevilla, 1813.


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tiago, dijo que algunos se arriesgaban y construían nuevos edificios en el Cibao, donde el tabaco mantenía su mercado asegurado».|45| La mayor parte del tabaco exportado en esa época, siguiendo la realidad de que la producción económica dominicana estaba especializada por regiones, se hizo a través de Puerto Plata que, al igual que Santo Domingo, era el de mayor importancia.

D|El peso económico y político del Cibao El Cibao tenía, en ese entonces, un mayor peso económico y político que las demás regiones del país. Así lo percibía el cónsul francés Saint-Denis que en 1846 escribía al Ministro de Relaciones Exteriores expresando lo siguiente: «Felizmente en el Cibao, la próxima cosecha de tabaco da las mejores esperanzas según se asegura. La orden de poner las tropas en reserva, de lo cual hablé a su Excelencia recientemente, ha sido cancelada suficientemente a tiempo para que los trabajos de cultivo no sufrieran en absoluto con esa suspensión momentánea. Si las previsiones de los cultivadores de tabaco se realizan, las provincias del Norte de la República tendrán ganancias seguras que entregar al comercio extranjero y, por consiguiente, los medios de procurarse el pan. Pero el futuro no es tan sonriente para nosotros, habitantes del Sur que no podemos darle más que madera de caoba, cada día más rara y más cara por falta de brazos disponibles y de una explotación bien llevada. Así, vivimos al día esperando una mejor suerte».|46| Parece ser que la situación mejoró un poco porque de las 2,845,399 libras de tabaco en rama que se exportaron por las cuatro aduanas del país, Santo Domingo, Azua, Samaná y Puerto Plata, durante el año económico de 1846 a 1847, como antes se ha afirmado, se pasó a exportar 4,897,479 libras en el año económico de 1847 a 1848.|47| En el año 1849 continuaba la situación de guerra que tenía el país con Haití, no obstante el deseo y advertencia del entonces presidente Buenaventura Baéz, que en un comunicado del 16 de noviembre decía a los haitianos: «Nosotros podíamos vivir pacíficamente cada uno de sus frontesa trocando, con recíproco beneficio, nuestros ganados y tabaco por vuestro café. Del mismo modo podíamos navegar tranquilamente y sin temor alguno por mares tan hermosos que nos diera la divina providencia: los que os gobiernan no han querido dejarnos gozar de estas ventajas y han preferido la guerra. Pues bien que los males de la guerra recaigan sobre su cabeza y sobre vosotros que no sabéis obligarlos a hacer la paz».|48| En ese mismo año se reporta que el comercio británico con la República Dominicana había aumentado mucho, debido al establecimiento de un Consulado. Lógicamente, «los


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artículos de exportación en la parte Sur (eran) caoba, mora y guayacán, y en la parte del Norte, el tabaco (era) lo que principalmente se exportaba».|49| La realidad de que el Cibao constituía la zona esencialmente tabacalera del país era indudable. En ese sentido,Víctor Place que escribió el 8 de enero de 1849 una Memoria sobre la producción del tabaco, decía que «el tabaco se cultiva en muchas provincias de la isla de Santo Domingo, principalmente en la del Cibao», y señalaba que en este último es «donde la producción es realmente abundante para exportarla».|50| Ahora bien, como afirma Moreno, aunque el tabaco «tiene en ese período y desde tiempos atrás un carácter decididamente de producción para ser comercializada en el mercado, sin embargo, los procedimientos y técnicas agrícolas y los medios de producción utilizados en su cultivo y cosecha, revelan el carácter de atraso y rudimentarismo que lo envuelven, ubicándola dentro de la pequeña producción agrícola de carácter mercantil».|51| Todo eso lo describe dicho autor cuando, basándose en la Memoria escrita por Place, afirma que «la tierra no recibe ninguna preparación, ningún tipo de abono a no ser la ceniza de los árboles que se quemen en el lugar para deshacerse de ellos y las hojas caducas que cubren la tierra desde hace siglos; esta tierra sólo se usa para una cosecha o dos a lo sumo. Los instrumentos de producción se limitan a la pala y el machete que se utilizan en remover superficialmente el terreno. Las siembras se hacen al vuelo desde uno de los ángulos del terreno y para la recogida hacen lo que llaman una junta de vecinos. En estas condiciones pues el clima lo hace todo: si la estación no es favorable el tabaco es inferior, si no es que se ha perdido antes de la cosecha».|52| No obstante, otros autores, entre ellos Michiel Baud, sostienen que «las técnicas de producción experimentaron cierta mejoría y la calidad del tabaco dominicano era ampliamente elogiada. En este período, el tabaco dominicano era utilizado con frecuencia para la envoltura de los cigarros cubanos y un diplomático francés que investigaba el sector tabacalero dominicano en 1849 escribió: «La Capa de Santo Domingo es más rica y agradable a la vista que cualquier otra y ofrece una elasticidad perfecta y una buena resistencia».|53| El caso cierto es que el movimiento económico del Cibao giraba en torno a las épocas de cosecha del tabaco. Como certeramente expone Cassá, «cuando entraba mucho dinero, se saldaban las deudas y se iniciaba un nuevo ciclo de compromisos y de importación de mercancías europeas y norteamericanas. La coexistencia de los tipos de monedas, una en oro o plata (fuerte) y la otra de papel moneda nacional, era un elemento muy importante en estos mecanismos de ciclos y de explotación comercial del campesinado porque cuando entraba la moneda en oro desde el exterior, la moneda nacional


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subía su cotización y era el momento en que los campesinos saldaban las deudas con los comerciantes, las cuales eran contraídas casi siempre en moneda nacional en época en que su cotización era más baja».|54| Eso pudo suceder, pues desde principios del siglo XIX se había venido produciendo un cambio en la forma en que el campesino producía el dinero. En ese sentido, considera un autor que «en la primera parte del siglo diecinueve, la venta de pieles de cerdo, de carne de puerco salada y de manteca, le proporcionaba al agricultor el dinero que necesitaba para comprar los artículos del hogar y personales que no podían producirse en la granja. Después de mediados de siglo, un incremento acelerado en el índice de crecimiento de la población aumentó la presión sobre la tierra, lo que a su vez produjo un descenso en las actividades de caza de cerdos. El tabaco se convirtió entonces en la prin-

Domingo Echavarría, 1845. Caricatura «General Haitiano en marcha». General Fernando Valerio.

cipal fuente de dinero para el agricultor. Con este cambio del cultivo del tabaco como importante medio de adquisición de dinero, el labriego emergió como un verdadero agricultor dedicado a actividades que le proporcionaban su subsistencia y además, secundariamente, le darían una renta. Los animales de la granja asumieron entonces funciones predominantemente domésticas».|55| Los centros de grandes producciones en la región del Cibao, como venía aconteciendo desde la época de la colonia, eran las provincias de Santigo y La Vega que se habían convertido en símbolos de desarrollo económico. En ese sentido, el español Mariano To-


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rrente escribió que dichas provincias eran «mucho más laboriosas que las provincias del sur», agregando que la región exportaba 80,000 quintales de tabaco en 1851.|56| La mayoría de ese tabaco se exportaba a Alemania, pues como ya se ha consignado anteriormente, «a mediados del siglo XIX fue creciendo la participación de los puertos alemanes Hamburgo y Bremen en la compra del tabaco dominicano. Esta situación generó que los comerciantes exportadores de Puerto Plata tuviesen que estar íntimamente relacionados con las casas compradoras de Alemania, vínculos que llegaron al establecimiento de sucursales de las casas alemanas».|57| Esa realidad fue constatada por Sir Robert Shomburgk, Cónsul de Inglaterra en Santo Domingo, pues cuando él visitó Puerto Plata, el 30 de mayo de 1851, en un viaje de estudio describió dicha ciudad de la manera siguiente: «Contiene cerca de trescientas casas y dos mil habitantes. Su comercio es muy considerable, principalmente en tabaco, y un número de comerciantes extranjeros están establecidos allí. La mayor parte del tabaco que se exporta, es cultivado en los llanos de los ríos Yuna y Yaque, que corren por la parte Sur de una cadena de montañas que atraviesa el país desde Montecristi a Samaná. Estos productos se transportan por encima de esta cadena de montañas, por bestias de cargas, con tan grandes gastos, que el flete del lugar de cultivo a Puerto Plata, algunas veces se iguala al valor del tabaco. Se está, por tanto, agitando el transferir el Comercio a Monte Cristi, cuyo transporte se puede hacer de Santiago por carretas a flete más módico aunque la distancia sea más».|58| En los años 1852 y 1853 la situación no fue muy halagüeña para los productores de tabaco, pues a pesar de que hubo abundantes cosechas y el volumen exportado fue superior a años anteriores, los precios en el mercado europeo decrecieron y, por lo tanto, los ingresos fueron menores. Ahora bien, en ese fenómeno no solo influyó la situación expuesta sino, como afirma Moya Pons, «la mala calidad de las cosechas de 1852 y 1853, siendo esta última la peor de las dos. Según Schomburgk, para 1854 se esperaban precios más bajos para el tabaco cibaeño: Cual que fuera la cantidad o calidad de la cosecha de 1854, por ella se pagará menos que por la del año pasado y los productores agrícolas que han sido los mayores consumidores de artículos y provisiones extranjeras, tendrán que reducir considerablemente sus gastos domésticos».|59| Así, según dicho viajero, se esperaba una disminución de las importaciones en 1853 en comparación con las del año anterior. Eso lo explicaba diciendo que «durante el año se realizaron cuantiosas operaciones comerciales porque se pudieron obtener créditos con muchas facilidades en Saint Thomas, donde los importadores adquieren las mercancías que introducen al país y, por ello, en 1852 se importaron más mercancías de las que po-


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dían ser consumidas en el mercado interno. Los comerciantes al por mayor de Saint Thomas recibieron una dura lección por la facilidad con que vendieron a crédito a cualquier pequeño importador o pulpero dominicano y en el futuro solamente venderán a crédito a los compradores que ofrezcan buenas garantías».|60| Esa situación también fue constatada por M. Lavastida, a la sazón Ministro de Hacienda, Comercio y Fomento, que informaba al presidente Santana lo siguiente: «Se observará, sin duda, y ante todo, la disminución de los derechos de importación cobrados el año vencido comparativamente a los de 1852, resultando una diferencia de dos millones y medio. Proviene ésta de que las importaciones del Cibao han sido muy limitadas en razón de que el tabaco, que es el principal ramo de industria en aquellas provincias, ha decaído por causa de los acontecimientos de Europa».|61| En el men-

Jean Pierre Boyer.


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saje del Presidente al Congreso Nacional, Santana explicitó las memorias de su Ministro de Hacienda: «Las pocas entradas del Fisco Nacional se deben a que las importaciones y exportaciones de la zona tabaquera han disminuido por la desvalorización del tabaco y el estancamiento de su comercio».|62| En 1855 subsistía el problema de que muchos cosecheros de tabaco tenían que abandonar sus tareas para ocuparse de la defensa del país. En ese sentido, el 11 de diciembre, en un oficio al Gobernador de la Vega se le decía. «Lamentable es Señor Gobernador una movilización general de tropas en las Provincias del Cibao en los actuales momentos en que se necesita la presencia de cada individuo para la siembra del tabaco, peLa Vega, en la segunda mitad del siglo XIX.

ro no es posible dejar de tomar las medidas de defensa cuando se tocan esos mismos intereses, la vida, el honor, las familias».|63|


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Aunque, por otra parte, era una costumbre que muchos agricultores fueran exonerados del servicio militar.A eso se refería la Gaceta de Gobierno cuando, al publicar los nombres de los exonerados de la provincia de La Vega –que en esa época comprendía las Comunes de Moca, Macorís y Cotuí– ponderaba lo siguiente: «Es de esperar que la decidida protección del Gobierno, reanime ese ramo de la prosperidad pública, y que en breve los productos de nuestro país estén en más razonable proporción con la feracidad de nuestras tierras. En este último caso veremos repetirse la benéfica medida empleada con los agricultores del Cibao».|64| Asimismo, al comentar la relación de los santiagueros que habían «obtenido esa gracia», el mismo medio informativo expresaba: «Lo hacemos aquí, y tenemos además el placer de insertar también el estado de los brillantes resultados del trabajo de aquellos laboriosos cultivadores. Por él se verá que ha sido bien merecido el privilegio acordado por el Gobierno a esos habitantes; y en vista del floreciente estado en que la agricultura ha puesto a aquellas provincias, es de esperar que el digno ejemplo encuentre muchos imitadores; sin lo cual inútiles y estériles serán los deseos de que la Patria sea próspera y feliz en el porvenir».|65| Los años 1855 y 1856 fueron buenos para el tabaco cibaeño, pues debido a la guerra europea crecieron los volúmenes de exportación. Schomburgk, en el ya citado informe, anotaba: «El alza de precios que ha tenido el tabaco debido a la guerra también ha hecho sentir sus efectos en el Cibao y el déficit que tuvieron las exportaciones realizadas por el Puerto de Santo Domingo fue compensado, en gran medida, por el crecido valor de las exportaciones de tabaco producido por las provincias del Norte».|66| En 1955 Santo Domingo exportó, 49,024 libras con un valor de £1,513|67| mientras que por Puerto Plata se exportó la cantidad de 5,515, 800 libras por un valor de £132,379.|68| Esa última cifra de 55,000 quintales, comparada con la de 30,000 quintales que se exportaron en 1844, da una idea del desarrollo de la producción tabaquera durante el período de la llamada Primera República.|69| Ese aumento en la exportación trajo como consecuencia que «nuevas tierras fueron incorporadas a la producción, nuevos mercados se abrieron, y nuevas generaciones encontraron su actividad principal en el cultivo del tabaco. Esto dio como resultado la ampliación en número del sector pequeño burgués tabaquero, el aumento de su importancia económica y política, y paralelamente el crecimiento del poder económico y político del sector burgués comerciante cibaeño, el cual compraba tabaco a los cosecheros para venderlo a los extranjeros exportadores residentes en Puerto Plata, representantes de grandes firmas europeas».|70| Eso lo constataba un periódico de la época cuando escribía: «Los Cibaeños... forman


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la porción más importante de la República, por su riqueza territorial, por su industriosa actividad, por sus adelantos materiales, por sus ideas progresistas...».|71| A lo que añade Baud que «el tabaco era el eje de un sector agrícola que dependía en una posición más o menos autónoma de los cosecheros campesinos y de un mercado europeo regular. La región norteña de Santiago-La Vega se convirtió en el centro de una pequeña economía».|72| Como no existían vías expeditas de comunicación, el Cibao era una región que comercialmente casi no tenía relación con Santo Domingo. Así, «para los cibaeños, Puerto Plata quedaba más cerca de Europa y de los Estados Unidos de América que Ciudad y bahía de Puerto Plata, en el siglo XIX.

Santo Domingo. Para el transporte del tabaco en serones de Santiago a Puerto Plata, afirma se utilizaban «recuas», formadas por cantidades de mulos y caballos».|73| Se-


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gún afirma Mariano Torrente se tomaban dos días para recorrer las 16 millas de Santiago a Puerto Plata. Esos caminos, además de estar de ordinario en malas condiciones, que empeoraban en épocas de lluvia, cobraban un peaje. Era una costumbre existente en todo el país, y su cobro estaba a cargo de los municipios. En Puerto Plata, por ejemplo, «se cobraban 4 centavos de peso fuerte por cada animal cargado de productos de exportación; 2 centavos de peso fuerte por cada serón de tabaco; 5 centavos por entrada de una vaca, y además, se debía pagar por embarcar caoba».|74| El repunte que experimentó la producción tabaquera en esos años se debió, además de la causa antes señalada, a que existía cierta conciencia de la importancia de la agricultura. En ese sentido, la Gaceta Oficial, en un artículo del 2 de diciembre del año 1856, exponía: «Generalmente se ha considerado la Agricultura como la fuente más inagotable de riqueza pública: por eso creemos que está demás detenernos en probar lo que ha sancionado la experiencia de todos los tiempos: aconsejamos su práctica a todos los ciudadanos porque ella trae consigo inmensas ventajas y proporciona grandes beneficios a la sociedad».|75| Y continuaba dicho periódico diciendo lo siguiente: «Todas las empresas encuentran en su principio grandes dificultades, y acaso es la de la Agricultura la que más necesita la constancia del hombre: cualquier individuo que piense formar una plantación y empiece por considerar los grandes obstáculos que tiene que vencer antes de poner el terreno en buen estado de cultivo, el tiempo que toman las plantas para crecer y dar frutos, la variedad caprichosa de nuestras estaciones y las variaciones de tiempo, se detendrá ante la empresa considerándola superior a las fuerzas humanas; ¡tanta es la pequeñez del hombre!.- Pero si mientras piensa de este modo, pasa á la hacienda del vecino y observa que se cosechan á la vez del tabaco, arros ó maiz, el riquísimo producto de los cañaverales, mientras que los cafetales ó cacaotales sembrados tres ó cuatro años antes empiezan á pagar las fatigas del labrador, entonces el hombre conoce que está llamado á vencer obstáculos y empeña toda la fuerza de su constancia para adquirir igual propiedad por tan lícitos medios».|76| A eso había que añadir, prosigue exponiendo la Gaceta Oficial, «la estimación pública de que necesariamente gozan estos buenos ciudadanos y la protección que está dispuesto a dar el gobierno a sus empresas, tendremos un nuevo estímulo que es el que opera en otros países ese manifiesto amor al trabajo que se ve desarrollado, y esto cuando hay que agregar a las fatigas del labrador la dificultad de proporcionarse un pedazo de terreno».|77|


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Moca.

Además, debido al estado de atraso que exigía que todo proviniera del gobierno y a que no eran suficientes las reflexiones, «era preciso agregar la acción enérgica de una policía rural bien organizada que obligue a dar los primeros pasos en la senda del bien y reprima con energía el ocio tan generalizado en nuestros campos».|78| El llegar a ser propietario de la tierra que trabajaba hacía al agricultor un mejor ciudadano y en ese aspecto era más útil a la sociedad. Así, «el hombre robustecido y doctrinado con la práctica de la virtud no solo es menos accesible al mal, sino que no le tolera jamas; adquiere el conocimiento de sus derechos á fuerza de cumplir con sus deberes, y no permite que se le robe una parte de su libertad después que pasados largos días de trabajo solo necesita para ser feliz ese don precioso del cielo. Haya honradez y laboriosos habitantes, generalicen su imperio las artes, y practíquese la libertad bien entendida, y no habrá mejor barrera contra las invasiones del poder».|79| Con esos estímulos y debido al hecho de que los soldados habían vuelto a laborar en el campo se produjo, como ya se ha expresado, un aumento en la producción y exportación tabaqueras.Así, en 1856, de enero a septiembre, se exportaron 2,021,528 libras de tabaco y 98,000 cigarros por Puerto Plata más 2,590 libras por Santo Doming.|80| Esta última cantidad parece ser que provenía del Sur del país, ya que el tabaco cibaeño, como se ha expuesto más arriba, se exportaba por Puerto Plata.|81|

E| Los tabaqueros y su lucha contra Buenaventura Báez En octubre de ese año 1856 asciende de nuevo al poder Buenaventura Báez, cuya política financiera golpearía fuertemente a los cosecheros de tabaco del Cibao y provocaría, consecuentemente, la famosa Revolución del 7 de julio de 1857.Veamos.


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Para esa época existía un aumento de la producción tabaquera, lo que presagiaba que el comercio iba a activarse. Pero el valor del peso dominicano estaba muy por debajo del peso fuerte español y del dólar norteamericano. A ese respecto dice José Gabriel García: «Cuando Báez ingresó al Poder en 1856 circulaba el peso fuerte en la República a razón de 68 unidades o, lo que es lo mismo, valía la onza a $1,100 nacionales, pero, como no había mucha abundancia de papel moneda, el oro acuñado bajó de tal manera, en vísperas de la cosecha de tabaco, que las transacciones llegaron a celebrarse a cincuenta por uno. Como era consiguiente, los exportadores del Cibao comenzaron a introducir plata y oro en tan grandes cantidades, que el comercio en general optaba por el pago de sus derechos en esas especies de preferencia a la moneda nacional».|82| Según ese autor, considerado el padre de la historiografía dominicana, «un gobierno menos apasionado, o más previsivo en materias económicas, habría aprovechado tan fácil coyuntura para recoger de una vez el papel moneda en circulación, con utilidad y ventajas para los tenedores y el fisco. Pero se hizo todo lo contrario: dejándose llevar los mandatarios por el deseo de arrebatar al comercio cibaeño, que suponía hostil, las utilidades que reportaba anualmente de las transacciones de cambio que hacía con el de las plazas del sud, para proporcionárselos a los amigos de la situación, y a los contrarios a ella que le convenía atraerse, cogieron por mal camino sin reparar en sus muchos peligros».|83| Báez, entonces, se inventó el pretexto de que había que recoger los billetes deteriorados y que la falta de numerario podía ocasionar ciertos perjuicios a los agricultores. El 13 de abril de 1857, él planteó su propuesta al Senado Consultor de la manera siguiente: «La fluctuación de nuestra moneda nacional llama seriamente la atención del Go-

Plaza y vieja iglesia de Cotuí.


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bierno. Constituye ya un nuevo período de graves perjuicios, más para el laborioso agricultor que para todos los otros industriales el siguiente fenómeno que se advierte en la época de nuestras cosechas: la oscilación irregular de todos los precios, repentina alza del valor del papel moneda, y su consiguiente depreciación. No es fácil explicarlo. Para la compra del tabaco, especialmente si la cosecha es abundante, hay grande concurrencia de capitales extranjeros; de antemano principia el cambio de oro por papel, que desde luego escasea y sube el precio; el comercio conserva el nominal en todos sus géneros, y eso produce alteración continua de los valores efectivos. El agricultor recibe luego el precio de sus productos según el estado de cambio, porque todo el papel está en manos de los capitalistas, y luego, vuelve este papel a la circulación, cae extraordinariamente su valor, y lo emplea cuando ya vale poco; y el comercio entonces más previsivo ha alterado sus precios. Resulta de aquí una verdadera traslación del caudal, en que pierde siempre el productor».|84| El 15 de abril el Senado Consultor concedió a Báez las facultades solicitadas, emitiendo posteriormente el Gobierno dos millones de papeletas para sustituir los billetes deteriorados y cuatro millones para aumentar el volumen de la moneda nacional en circulación. Considera García que Báez acudió a «razones especiosas», ya que «no era verdad que faltara numerario para las transacciones, pues como queda demostrado, éste había venido de fuera atraído por el aliciente de la cosecha, y el oro y la plata alternaban ya en el Cibao con el poco papel moneda que quedaba en circulación. El aumento repentino de esta especie funesta y perjudicial vino a destruir el equilibrio mercantil, porque la desconfianza alejó por de pronto el metálico de todos los mercados y echó a rodar el papel moneda por la resbaladiza pendiente del desmérito».|85| Esa situación fue catastrófica para el país, llegando al infinito, «pues ampliada y extendida discrecionalmente por el Senado Consultor, el 2 de Mayo de 1857, la facultad de emitir papel moneda acordada antes al Gobierno, éste en vez de cuatro hizo confeccionar diez y ocho millones de billetes, que repartidos para su venta entre diferentes comisiones encargadas de ofrecerlos al público al precio fijo de 1,100 unidades por una onza, acabaron de precipitar la bancarrota, pues se vieron inundades del funesto agente todos los mercados, con grave perjuicio del gremio agricultor, que era al que se fingía proteger al impedir el estanco periódico con que traficaban los agiotistas porque habiendo principiado a vender por papel su cosecha de tabaco, cuando el cambio estaba a cincuenta por uno, vino a deshacerse de ese papel cuando ya circulaba a 68, experimentando la pérdida consiguiente a la fluctuación del ruinoso agiotaje, que por otra


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parte fue productivo para los partidarios del gobierno, beneficiados en el reparto que se hizo y que la opinión publica calificó de bautismo».|86| Cuatro objetivos, todos nefastos, perseguía Báez con dicha operación: «primero, el deseo de hostilizar el comercio cibaeño, que hasta entonces no le había sido afecto; segundo, el deseo de proteger a sus allegados políticos, presentándoles la ocasión de comerciar con las rentas públicas; tercero, la necesidad de reunir en oro la suma que había sido el proyecto de dar al presidente en compensación de los perjuicios inferidos a sus propiedades, y cuatro, tener en las cajas nacionales fondos de oro bastantes para hacer frente a la revolución que todo el mundo vaticinaba».|87| El 25 de mayo fue creada una Comisión Oficial para que visitara, fundamentalmente, las provincias de La Vega y Santiago, a practicar la operación de cambio. Dicha Comisión, integrada por el general Antonio Abad Alfau, el coronel Pedro Valverde y Lora y el ciudadano Damián Báez, nada pudo hacer, ya que los cosecheros intuían que irían a la ruina y «lo que se deseaba era hacer ingresar en las arcas nacionales la mayor cantidad posible de oro, arrebatándosela al público en cambio de las millonadas de papel moneda con curso forzoso y sin garantía ninguna con que la reemplazaban en la circulación».|88| Analizando lo sucedido con el plan de Báez hoy día se plantea certeramente Antonio Lluberes dos interrogantes: »¿A quienes se les cambiarían esos diez y ocho millones de papeletas, a los comerciantes o a los campesinos? ¿A dónde fueron a parar las onzas de oro o los pesos fuertes cambiados? El campesino cibaeño no tendría tal cantidad de oro o pesos fuertes ahorrados para cambiar 18 millones de papeletas, ni creo que tendría interés de cambiar sus onzas pues en este momento iba a vender tabaco, no a comprar. Por lo tanto, gran parte de éstas fueron cambiadas por los comerciantes, pero ¿qué interés tendrían los comerciantes en dar moneda fuerte por papeleta?».|89| Las razones ocultas de tan nefasto plan serían descubiertas por los opositores de Báez que serían, en última instancia, los afectados. En una hoja suelta, titulada «Santo Domingo y la opinión». Firmada por un grupo de dominicanos el 7 de julio de 1857, se denunciaba la maniobra de Baéz como inoportuna, ya que en esos momentos «el crédito público iba restableciéndose con motivo del acrecentamiento y la alza de precios de los productos del Cibao, de los azúcares de esta Provincia y la de Azua, y de los adelantos de la industria pecuaria que se notaban ya en la provincia del Seibo. Nunca gobierno alguno ha conspirado con más torpeza contra los intereses de la Nación. Cuando la agricultura, el comercio y la industria efectuaron sus transacciones día por día a razón de $720 nacionales la onza, y día por día, a proporción que el papel adquiría más valor se observa que la fluctuación del oro era mayor y que las operacio-


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nes comerciales más animadas dan lugar a que el erario público aumentara sus ingresos, pues tanto las importaciones como las exportaciones debían por consiguiente ser más considerables, el Señor Báez, faltando a la buena fe que debe guardar todo Gobierno, en sus operaciones, negocia por bajo cuerda varias sumas a $800, mucho después de haber suscrito una disposición que mantenía en reserva, y por la cual se fijaba el cambio a razón de $1,100. Este fue un golpe terrible para los intereses generales del país. La diferencia de $720 a $1,100 daba por resultado a la fortuna particular una pérdida montante en un 45 por ciento».|90| De ahí que, como consigna Ramón Marrero Aristy, «el tabaco y el dinero de oro y plata habían ido a parar a manos del Presidente y de su grupo, en razón de que los milloCosta norte de Puerto Plata.

nes de papeletas impresos sin control fueron repartidos entre el Mandatario y sus ami-


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gos, beneficiándose del despojo incluso de los cónsules de España, Inglaterra y Francia, quienes adquirieron fácilmente fuertes cantidades de ese dinero. En esta forma, el peso nacional que antes se cotizaba entre 60 y 70 por uno, se desplomó en una precipitada desvaloración que subió rápidamente hasta 3,000 y 4,000 por peso fuerte. La ruina de los cosecheros y de los comerciantes particulares en el Cibao, quedó consumada, y la desesperación alcanzó a todos los habitantes de la región tabacalera».|91| Ante la burla y el engaño de Báez, los cibaeños no tardaron en reaccionar y declararon la revolución desconociendo su gobierno. En el llamado «Manifiesto de los pueblos del Cibao y de las causas que los han impulsado a reasumir sus derechos», firmado en Santiago el 8 de julio de 1857, se exponían entre otros agravios que «los habitantes de las provincias del Cibao, en el transcurso de catorce años, habían dado pruebas de sumisión soportando una serie de administraciones tiránicas y rapaces que habían caído sobre la república y la habían despojado de cuanto podía formar la dicha de la nación, sin que ellos hubieran pedido cuenta; que las constituciones de 1844 y 1854 no habían sido más que los báculos del despotismo y de la rapiña, porque el artículo 210 en la primera, y el inciso 22 del artículo 35 en la segunda, habían sido el origen del luto y llanto de innumerables familias; que los gobiernos habían violado la libertad individual, poniendo presos y juzgando arbitrariamente a los ciudadanos; que habían ahogado la libertad de imprenta y se habían apoderado de la nación pidiendo facultades omnímodas, y para obtenerlas habían imaginado conspiraciones; que habían puesto el terror en los pueblos y disuelto la representación nacional con manejos insidiosos; que la presente administración había hecho más todavía, pues que no contenta con hacer lo que las otras, quitaba al pueblo el fruto de su sudor, porque en plena tranquilidad pública, mientras el aumento del trabajo del pueblo hacía rebosar las arcas nacionales de oro y plata, mientras disminuidos los gastos públicos, no por disposiciones del gobierno, sino por circunstancias imprevistas, le dejaban la bella actitud de emplear los sobrantes en cosas útiles, había dado en emitir más papel moneda, y no sólo en emitirlo, sino que no satisfecha con sustraer por ese medio e indirectamente, parte de la riqueza pública, había sustraído directamente, y en gran cantidad, el resto del haber del pueblo; que éste deploraba la falta de buenos caminos y la de una defensa organizada contra el imperio de Haití, al cual había vencido siempre con su patriotismo; que además la administración había olvidado todo lo que hacía la felicidad pública y se había convertido en un animal dañino, a quien toda la nación debía combatir; que guiada por el despotismo había sumido a la nación en la ignorancia, privándola de escuelas y colegios; y que temerosa de la naciente riqueza de una provincia, la había


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empobrecido cuando debió emplear sus conatos en presentarla como modelo a los demás, a fin de que todas fueran ricas».|92| El 1ero. de octubre, instalado ya el gobierno revolucionario cibaeño, Báez, en un Mensaje a los dominicanos, de manera taimada trató de explicar su plan sobre el papel moneda diciendo: «El papel moneda que por desgracia circula en el país desde la dominación haitiana, después de muchas oscilaciones, estaba fijado por el Gobierno a razón de 1,100 pesos nacionales por una onza de oro, y en el comercio fluctuaba de 1,100 a 1,200 pesos. Los importadores calcularon sobre esta base para fijar sus precios y como la ley permite al importar elegir la moneda en que deben pagar los derechos, los más se comLa famosa papeleta de Báez de diez pesos.

prometieron a hacerlo en papel, con la esperanza de ganar la diferencia. Coincidieron sus plazos con época de la cosecha, en la cual sube algo el valor del papel, fenómeno perió-

dico que siempre producía una ventaja para el comercio y una pérdida para el agricultor. Siendo esta vez abundantisíma la cosecha de tabaco y altísimo su precio, el comercio para prepararse a las compras, o quizás con el ánimo de lucrar en el cambio, recogió el papel, y en pocos días la onza bajó 800 pesos nacionales y había bajado aún más. «Tuvo entonces el comercio la pretensión de que se recibiera en pago de los derechos oro en vez de papel y que el fisco perdiese en el cambio. Acostumbrados a la arbitrariedad de los gobernantes, que especulaban con la cosa pública, vieron como una hostilidad que la nueva Administración que no aceptaba la proposición, y quizás ni agra-


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decieron que durante la alza de papel no se le compeliese al pago, único medio decoroso con que podía favorecerle. «La escasez de papel llegó a tal punto que se deseaba ya una medida de Gobierno. El comercio mismo estaba por una emisión de papel, fuera que muchos carecieron de este medio para hacer sus compras, o bien que los mismo tenedores de la moneda calcularan que podían hacerse del papel y sostener el precio en provecho propio. «Fijos los ojos en el pueblo lamentaba el Gobierno aquella situación porque vendida la cosecha, al volver todo el papel al torrente de circulación había de buscar su nivel bajando a 1,200 pesos por onza, que era el valor que le habían dado las necesidades normales de moneda en el mercado. La pérdida iba a ser para los agricultores, especialmente los del Cibao, cuyos moradores son casi todos labradores de tabaco.

«En este conflicto creyó el Gobierno que emitiendo papel para sostener el precio fijado en 1,100 pesos por onza y retirando de circulación toda la suma emitida en el momento en que empezase a bajar del precio fijado se salvaría la agricultura. «Pero como por precaución el Gobierno mandó a las provincias del Cibao oro y papel para sostener el pensamiento salvador, los logreros se evitaron y en su despecho juntaron sus esfuerzos a los revoltosos... «Fueron pérfidos con el pueblo hasta en la oportunidad que escogieron para realizar sus planes combinados de antemano. Luego que convirtieron todo el papel que te-

La famosa papeleta de Báez de veinte pesos.


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nían en tabaco, cuando había pasado todo a las manos de los inocentes labradores, hicieron estallar la revolución que había de destruir los caudales que daban valor a aquella moneda. He aquí la revolución que viene a presentar como obra espontánea de los pueblos».|93| Recuérdese que los comerciantes salían perjudicados de las maniobras de Báez, pues «con la excusa de que en el Cibao escaseaban papeletas que facilitaron la compra del tabaco, argumentando ayudar a los bajos pequeños burgueses campesinos para que no fuesen víctimas de las maniobras de los comerciantes, Báez emitió unos 18 a 20 millones de pesos en papeletas, y envió comisiones gubernamentales al Cibao a comprar el La famosa papeleta de Báez de sesenta pesos.

tabaco. El hecho de que funcionarios del gobierno compraran directamente el mencionado producto agrícola a la baja pequeña burguesía campesina, afectaba directamente

las ganancias de los comerciantes, recibiendo Baéz y sus socios moneda fuerte venida del exterior, lo que les permitía enriquecerse.Además, como las papeletas no tenían respaldo metálico, al apoderarse el gobierno del tabaco dando en cambio papel moneda sin más garantía que las rentas del Estado, la alta burguesía cibaeña se rebeló contra el gobierno, y lucharon por constituirse un gobierno nacional».|94| Ahora bien, ¿qué significó esa revolución de un año para los cosecheros de tabaco? Según Emilio Cordero Michel, el significado fue dual dependiendo del sector social, pues los comerciantes perseguían un objetivo y los pequeños cosecheros otro. Ese fe-


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nómeno dicho autor lo explica afirmando que «la importancia que al Cibao dio el tabaco lo hizo ganar terreno sobre las demás regiones porque del producido con las exportaciones de la hoja se constituía el grueso de los ingresos fiscales: casi el único sostén del Estado. Con la riqueza productiva de su suelo y con su estructura agraria de pequeños propietarios coexistiendo junto a grandes propietarios, el Cibao empezó a exigir su tajada en la dirección política del país y en botín económico que tanto contribuyó a crear. La Revolución de 1857 fue prueba evidente de ello. Ahora bien, ¿lucharon los cibaeños contra Baéz solamente por las emisiones del papel moneda sin fondos y por las escandalosas maniobras fraudulentas de este gobernante? A mi parecer, la verdadera causa no se encuentra allí ya que los objetivos de los tabaqueros de 1857 pudieron haber sido estos dos: PRIMERO: Los comerciantes querían un mayor poder político en los asuntos de la República y mejores dividendos en el saqueo de las entradas aduaneras; SEGUNDO: La pequeña burguesía agraria quería un mayor desarrollo de las facilidades económicas para la producción de tabaco: comunicaciones, construcciones, instituciones bancarias, burocracia, etc. En otras palabras: que se invirtiera más en el Cibao y se despilfarrara menos en la burocracia y latifundistas del Sureste».|95| Y confirmando los planteamientos de Cordero Michel, afirma Baud que «exceptuando muchas otras cosas, la revolución fue una lucha de los intereses tabacaleros del Cibao contra los hateros del Sur. La revolución comprobó la importancia que tenía para la economía regional la inyección financiera anual que producía el tabaco y también el desastre económico que podía ocasionar cualquier obstáculo en la comercialización del tabaco».|96| En esa lucha de economías regionales el Gobierno Provisional, instalado en Santiago, «se apresuró a llamar al general Santana para la dirección de las operaciones militares».|97| ¡Grave error! porque «el antiguo presidente era de la misma madera que Báez».|98| Fue una especie de contrarrevolución, como afirma Lluberes.|99| Ese fenómeno ya lo había advertido la Gaceta Oficial, pues 20 días después del estallido revolucionario, comentando el «Manifiesto de los pueblos del Cibao» y defendiendo veladamente las medidas de Báez, escribió lo siguiente: «Aunque desde el principio juzgamos el alzamiento de Santiago injustificable bajo todos puntos, no por eso dejamos de creer que les faltarían cargos que imputar a la Administración del Sr. Báez, aunque para ello tuvieran que calificar de criminales las acciones más laudables e inocentes. Más la aparición de su Manifiesto ha venido a confirmar que lo injusto de la causa no les permitió ni aun ese recurso y que lejos de jus-


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tificarse confiesan en él su culpabilidad, puesto que acriminan la conducta del hombre a quien pretenden ensalzar. «Así es que de todos los cargos que se hallan en el Manifiesto uno solo es el que podía atribuírsele a la Administración actual; pero es tan injusto y hecho con tan mala fe, que solo pudo dictarlo la parcialidad y la ambición; este cargo consiste en los billetes de caja emitidos últimamente según lo decretó el Senado Consultor. «Mas nadie ignora que la intención del Gobierno al emitir dichos billetes, fue la de facilitar al Comercio el medio de cubrir sus compromisos con los agricultores de tabaco; no creyendo jamás que una medida tan laudable pudieran convertirla en cargo aquellos hombres mismos a quienes mas favorecía. «Además, preciso es volverlo a repetir: la escasez de papel moneda que había en la Pro-

Buenaventura Báez, en 1871.


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vincia de Santiago, hizo que se convirtiera inmediatamente en dinero fuerte la cantidad de billetes remitida por el Gobierno. Mas de cuarenta mil pesos quedaron depositados en aquella Administración, como la mejor garantía de la palabra que había empeñado con la Nación S.E. el Presidente de la República, cuando ofreció al Senado la amortización de esos mismos billetes en todo el transcurso del mes de Enero próximo. «Pues bien; esa suma de fuertes provocó la ambición de algunos hombres y ha sido una de las causas de la insurrección».|100| El hecho real, en términos de resultados, que dicha revolución «cuyo programa fue obra de un grupo de idealistas que no llegaron a la masa del pueblo», como considera Lluberes,|101| no resolvió el problema creado por Báez, pues tanto él como el gobierno revolucionario «realizaron nuevas emisiones de papel moneda que animaron completamente el país y produjeron la bancarrota del Estado».|102| Los años inmediatamente posteriores a la revolución fueron, como analiza Moya Pons, «un período de profunda crisis económica», ya que «todo el producto de un año de trabajo del país había sido robado por Baéz y sus secuaces y ahora había que comenzar de nuevo. La situación se había agravado con las demandas de los cónsules de Francia, Inglaterra y España, que reclamaban una reducción de la tasa de cambio de los pesos nacionales que ellos y sus conciudadanos habían adquirido antes y durante la Revolución».|103| Una de las salidas que proponían algunos sectores para salir de la crisis era que se intensificara el fomento de la agricultura y se diversificaran los productos de exportación. En tal sentido, la Gaceta Oficial, en una serie de artículos publicados en noviembre de 1858 sugería la explotación intensiva de la caña de azúcar, por ser nuestro país el que poseía las tierras más idóneas para su cultivo en toda América y la del tabaco por ser el «dominicano de exquisita calidad« y «el extraordinario desarrollo de su hoja», la del algodón, el añil, el té negro «exactamente igual al de China», la quina y otros que cultivados, «en grande escala llevarán la República hasta la última región de la opulencia».|104| Pero uno de los obstáculos a vencer que todavía persistía en la agricultura era la ausencia de tecnología. Cassá, en un amplio análisis de ese fenómeno, ha afirmado: «Las condiciones productivas del campesinado eran sumamente rudimentarias, no conociendo el arado y trabajando con escasos instrumentos de hierro. La tierra no se sometía a ningún procedimiento de restitución de sus componentes, sino que se abandonaba tras un número de años de cultivo, ocupándose posteriormente un nuevo terreno mediante la técnica de la roza. Este procedimiento era viable porque la baja densidad de población del país y la ausencia virtual de una clase dominante agraria hacían que la presión sobre la tierra fuera nula; ni siquiera el sistema de los terrenos comuneros tenía un desa-


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rrollo tan importante como en la zona Sur, por lo que era más fácil para el pequeño campesino establecerse como pleno propietario de la tierra.Además, en el proceso productivo del tabaco estaba ausente cualquier forma significativa de coerción extraeconómica o de métodos feudales de explotación, a diferencia del Sur donde sí eran advertibles en torno al hato y a los cortes de madera».|105| Esa realidad, aplicada a la técnica del tabaco, la describe dicho autor de la siguiente manera: «El mismo primitivismo se producía en la preparación de la hoja, un proceso de mucha importancia porque de él depende en una medida apreciable la calidad del producto final, que es el factor básico en la definición del precio. Las labores de fermentación, secado, selección y limpieza de la hoja se hacían de manera muy deficiente y sobre todo acelerada, porque el sistema comercial-usurario incentivaba a los campesinos a entregar rápido la hoja para evitar el pago de los altos intereses sobre los avances en dinero y mercancías; el mismo comportamiento tenían los comerciantes pequeños respecto a los almacenistas, y estos últimos respecto a los exportadores. En el aspecto de la preparación de la hoja todos se pusieron de acuerdo en preferir cantidad a calidad, lo cual hacía que las entradas por concepto de la exportación del producto fueran mucho más bajas de lo debido y que, en este sentido, el sector más perjudicado fuera el de los productores».|106|

F|El rol de los exportadores Para esa época, los exportadores desempeñaban un rol muy importante en la cadena comercial. Esa realidad, como es natural, fue advertida por el geólogo norteamericano que vivió en el país W. S. Courtney, cuando en 1860, en un informe titulado Los campos de oro de Santo Domingo, expresaba: «El tabaco es ahora uno de los principales productos de exportación. No obstante, poco de este producto llega a este mercado. Gran cantidad de este producto lo cultivan los residentes en la parte española de la Isla, especialmente en las cercanías de Santiago y de Macorís, en el Valle de La Vega Real. De allí lo transportan en bultos o serones a loma de mulo hasta Puerto Plata y se embarcan en naves alemanas para Holanda y los Estados Germánicos.También se cultiva un poco en las cercanías de la ciudad de Santo Domingo y en los alrededores de la Bahía de Samaná. Pero el cultivo y el comercio con este artículo, comparado con lo que sería si estos fértiles llanos y las ricas sabanas estuvieran pobladas por gente emprendedora y laboriosa, representa apenas una gota de agua en un cubo. En el territorio dominicano hay regiones donde se puede cosechar tabaco igual al de las mejores clases de La Habana, y debido a la maravillosa fecundidad del terreno hasta con mucho menos trabajo».|107| Ya antes, en 1858, se había expresado casi lo mismo. En un documento titulado Cues-


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tión de Santo Domingo se decía: «El tabaco es otro de los ramos que pudieran cultivarse y esportarse (sic) dejando una incalculable utilidad, como acontece por toda la banda occidental y muy particularmente en la provincia del Cibao, cuyas vegas fertiliza el caudaloso rio Yuna, pasando hoy de doscientos mil serones (cuatrocientos mil tercios poco más o menos) los que se exportan para Alemania por el activo puerto de Puerto Plata. Fuera de esta jurisdicción se dá espontáneamente, siendo notable por su esquisita (sic) calidad y el extraordinario desarrollo de su hoja: en tiempos en que España aprovechaba una parte de los productos de la isla –las fábricas de Sevilla daban una decidida preferencia á su tabaco sobre el de la Habana; y si en su tratamiento se emplearan los grandes adelantos que aquí se han obtenido últimamente, es incuestionable que se esportaría mucho más y que muchos más serían también los que se consagraran á esta industria con presencia de los buenos resultados».|108| A los exportadores estaban unidos, por lazos de dependencia, los pequeños campesinos del Cibao, realidad que no sucedía con los del Sur. Ese fenómeno acontecía, según analiza Cassá, porque «los pequeños campesinos cibaeños especializados en el cultivo del tabaco constituyeron un grupo pequeño burgués agrario de características mucho más definidas que en el Sur, porque no estaban vinculados, en relaciones de dependencia, con la gran propiedad pecuaria de origen colonial y porque sus vínculos con el mercado los establecían en el proceso productivo controlado por ellos mismos, aparte de que el nivel de vida era mucho más elevado. También estaban sometidos a una cadena comercial que partía de los exportadores de Puerto Plata; a través de intermediarios, los campesinos recibían avances en condiciones usurarias, con lo que comprometían la cosecha al proveedor de dinero y mercancías a un precio definido favorable a dicho usurero. El monto de operaciones mercantiles que realizaban los productores directos era mucho más acentuado que en el Sur por lo cual una abundante red comercial cubría a las zonas llanas del Cibao».|109| Muchos de esos comerciantes importadores-exportadores, por su poder económico y social, llegaron a constituir, según Lluberes, una burguesía comercial cuyo comportamiento político exhibido por esos años no era tan inocente y puede decirse que estaba orientado a «aumentar sus ganancias». Prueba de ello «es el ejemplo de David Coén y Báez, José M. Glas sosteniendo la tropa restauradora a cambio de tabaco, los comerciantes de Puerto Plata respaldando económicamente la política de Luperón, los comerciantes extranjeros de Santo Domingo pidiéndole respaldo militar a sus cónsules contra las medidas económicas de Santana en 1858 para imponer el cambio de moneda según sus intereses...».|110| El hecho cierto es que, como afirma Harry Hoetink, aunque el número de casas ex-


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portadoras extranjeras empezó a reducirse hacia el 1850, todavía hacia el 1860 «había 16 firmas exportadores en Puerto Plata, de las cuales 14 estaban probablemente en manos extranjeras».|111| Los alemanes, como antes se ha dicho, jugaban un papel tan destacado en el comercio del tabaco que, prácticamente, lo controlaban. El cónsul español Mariano Álvarez afirmaba en una Memoria, escrita el 20 de abril de 1860, que «crece el tabaco como hierba y de tan buena calidad que sin el cuidado y esmerado cultivo que recibe en Cuba puede casi competir con aquel y es muy superior al que se recoge en los Estados de Kentucky y Virginia. Comerciantes de Hamburgo, Bremen y otros puntos de Alemania lo compran, y elaboran cigarros que venden como habanos por un precio ínfimo.También se exporta para Puerto Rico, San Thomas y Curacao. La cosecha del Cibao se eleva poco más a menos un año con otro de sesenta a ochenta mil quintales y su valor puede calcularse de seiscientos cincuenta a setecientos mil pesos fuertes sin comprender el que se confecciona para el consumo interior, ni los andullos o garrotes propios para el rapé y que tal vez es el de la mejor calidad que existe».|112| Para el mismo año, Antonio Peláez Campomanes, Brigadier Jefe de E.M. del Ejército de la Isla de Cuba, en Informe a Francisco Serrano, Capitán General del Ejército e Isla de Cuba, al enfatizar el hecho de que la agricultura del país se concentraba en el cultivo del tabaco, afirma que «a excepción de unos sesenta mil quintales de tabaco que se recolecta en las provincias de Santiago y Concepción y una corta cantidad de café de superior calidad en las del Sur, que se exporta para el extranjero, no se cultiva ningún otro producto a pesar de la facilidad que se obtendrían todos con la mayor abundancia».|113| Esa preeminencia del Cibao en la producción era resaltada por el coronel Mariano Álvarez cuando afirmaba que «la parte más industriosa es el Norte, llamado generalmente el Cibao, donde el principal artículo de comercio es el tabaco, de excelente calidad...»|114| y que, por tanto, se denomina la «Provincia más productora de la República« siendo «la importancia de su exportación desproporcionadamente superior a la que tienen las demás provincias« y goza su comercio «de más crédito que la Provincia del Sur en los mercados extranjeros».|115| Esas circunstancias llevaron al cónsul Álvarez a considerar que se había despertado en los habitantes del Cibao la idea de «Separación« y el deseo de constituirse bajo un sistema federal y que las mismas habían establecido «la diferencia entre el dominicano y el cibaeño».|116|


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Aunque Hoetink juzga esas consideraciones de Álvarez un tanto exageradas y advierte que «a la vez es bueno reflexionar, que la organización cultural y social producida por «el tabaco« no es idéntica a la identidad total del Cibao. En esta cultura total siguieron existiendo formas de conducta y maneras de pensar, instituciones y organizaciones relacionadas con otros medios de producción. Pienso en las tradiciones sociales y culturales de los rancheros, que vivían aislados en las montañas del interior de la caza de cerdos cimarrones; pienso también en la ganadería, inclusive, la del ganado mayor, que siguió dominando por largo tiempo en grandes sectores del Cibao».|117| ¿A qué precios se vendía el tabaco por esos años? Las informaciones varían. Mientras Álvarez, en su Memoria antes citada, habla de que el país había recibido unos 650 a 700

mil pesos fuertes por unos 80,000 quintales, Cassá es de opinión de que fueron 550,000 pesos fuertes calculando el quintal de tabaco a un precio que fluctuaba entre 7 y 11 pesos.|118| Marte, por su parte, trae un documento que refiere que el precio promedio en el mercado europeo durante el año 1860 del quintal de tabaco en manojos era de 16 pesos.|119| Y Ramón Guzmán, en carta que escribe desde Moca a Tomás Bobadilla y Briones, el 6 de marzo de 1860, le expresa que «las lluvias siguen muy favorables para el nuevo Cosecho de Tabaco y será muy probable que tengamos un cosechito regular aunque nos consideramos que los precios de los tabacos serán muy elevados este

Grabados de fumadores, en Cuba.


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año, las papeletas son muy escasas por ahora pero el cambio por oro se sostiene de $300 a 320 por un peso fuerte, pero una vez que haiga (sic) tabacos secos nadie pagará más de 250 por uno».|120| Para la época de la Anexión a España, en 1861, la situación del tabaco seguía igual. Adriano López Morillo, en su importante obra Memorias sobre la Segunda Reincorporación de Santo Domingo a España, expone «que el comercio de exportación que la República sostenía cuando llegamos a la Isla era escaso. Constituía su principal y más rico artículo el tabaco, que lo llevaban los alemanes; a éste seguía en importancia el caFábrica de Tabacos de Sevilla. (Constantino Meunier)

fé y las maderas, sobre todo las tintóreas, como el campeche; también exportaba, aunque en pequeña escala, cacao, algodón, pita, cueros, concha de carey, miel de abejas, aguardiente de caña y alguna resina extraída del pepino. Hacían la exportación por va-


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rios puertos, siendo los más principales el de la Capital y Puerto Plata, cuya Aduana llegó a recaudar 400,000 pesos fuertes».|121|

G|La importancia estratégica de Puerto Plata La importancia de Puerto Plata como receptora y puerto de embarque del tabaco producido en el Cibao era resaltada por todos los viajeros de la época. D. Santiago Moreno, que escribiera en 1861 un informe titulado Idea General de la Parte Española de la Isla, hace la siguiente descripción: «La población de Puerto Plata de 4,000 a 5,000 habitantes está formada por la reunión de establecimientos comerciantes, casi en totalidad extranjeros. Su principal negocio consiste en el almacenaje de tabacos comprados en todo el Cibao, lo que se verifica por medio de sucursales en Santiago, Moca y otros puntos. Estas, adelantando a los propietarios dinero o efectos, cobran en frutos cuando llega la cosecha el total adelantando y los réditos que nunca son pequeños; siendo de notar que la variación de precio en el papel moneda, hasta hoy en circulación, es otra de las fuentes de su especulación, por estar a su arbitrio aquellas variaciones, que como es consiguiente siempre redundan en provecho exclusivo para esa clase. Las referidas sucursales efectúan los acopios en Santiago, como primer depósito y de allí son trasladados a Puerto Plata donde se verifica el segundo almacenaje para la exportación».|122| La cosecha de ese tabaco, producido en las grandes llanuras de Cotuí y de la Vega y exportado principalmente para Alemania, por el año 1862 era calculada en 125,000 quintales por J.Warren Fabens, viajero que estuvo en el país y consideraba que su cultivo podía aumentarse mucho más y dejar mayores beneficios, «puesto que abundan en Santo Domingo terrenos vírgenes a propósito para la siembra, mientras es bien sabido que el terreno de las mejores vegas de Cuba está muy esquilmado. A mi regreso a Santo Domingo por la vía de La Habana, ahora dos años, llevaba conmigo por casualidad algunas hojas de tabaco cogido en el almacén de un comerciante del pueblo de La Vega. Las enseñé a un tratante en tabaco de Nueva York, que volvía de comprar ese género en la isla de Cuba. Las examinó y probó, quemándolas y observando el olor y el calor de sus cenizas; y me manifestó que un tabaco de aquella calidad valdría en Nueva York un peso y cuarenta centavos libra (28 rs. vn); creyó que era tabaco de Cuba, y se sorprendió cuando le dije de dónde lo había conseguido. No presumo se coseche anualmente en Santo Domingo una gran cantidad de esa clase de tabaco; pero tampoco hallo ninguna razón para que no pudiera cultivarse allí mejor tabaco que el de Cuba».|123|


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Aunque para eso, como consta en las instrucciones dadas al teniente general Felipe Riviero, el 5 de septiembre de 1862, por el Gobierno de Santo Domingo eran «necesarios muchos brazos, porque estos naturales están sumidos en la apatía más deplorable que se puede imaginar. La inmigración de colonos en la isla es el único medio conocido para conseguirlo, y no cabe duda alguna que los procedentes de la Península serían lo más a propósito si perteneciesen a la clase de labradores acostumbrados a las fatigas del campo, porque tanto por su religión como por su idioma y costumbres, se ligarán mejor con los naturales de la isla, evitando de este modo el aislamiento y división consiguiente que cualesquiera otra raza traería consigo. Para llevar a cabo este sistema, es de indispensable necesidad que el Gobierno elija al evitarlos una

«Grabado newyorkino de la década de 1860. A la derecha, rótulos de Regalías y Londres, indentificadores de vitolas habaneros, que aparecen en las cajas de habanos importados».

estación más a propósito que la que ha llegado en la última expedición, la cual hizo su viaje desde la Península, a la vez que las fuerzas de la guarnición, en lo más riguroso del verano, dando de este modo lugar a una mortandad tan grande que tenía aterrados a todos los naturales. Esta medida, Excmo. Señor, origina a la vez otras de orden secundario como la de proporcionarles un pequeño capital para proveerse de útiles y herramientas necesarias al cultivo, así como de alimento, vestido y habitación, mientras que el producto de su trabajo no dé lo bastante para cubrir estas primeras necesidades de la vida».|124|


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Muchos de los trabajadores que necesitaba el cultivo del tabaco se utilizarían también en los trabajos artesanales que requería la exportación del producto. El periódico El Porvenir (17 de junio de 1880) reproducía de un Diccionario de Comercio y Navegación, publicado en 1861 por Guillaumin, los siguientes datos: «El tabaco para la exportación se embala en serones de un quintal de 100 libras francesas antiguas. El quintal se compone, en general, de 16 a 20 manojos para el tabaco de primera calidad, del que se cuenta que dará de 18 a 20,000 envolturas de cigarros; un buen obrero puede retirar hasta 25,000 del tabaco fino. La cantidad media de exportación anual es de 40 a 50,000 serones, de los que más de la mitad son de primera calidad. Las exportaciones comienzan en junio y terminan en diciembre; los últimos cargamentos se hacen generalmente hacia finales de enero».|125|

«En la caricatura, publicada por la prensa norteamericana a mediados del siglo XIX, el autor satirizaba el uso universal del tabaco y recogía la variedad de fumar en boga».

En el volumen que contenía cada serón se sacaba el «8% de defectuoso, según el uso admitido por el comercio de Puerto Plata y Europa, sin contar una medida de 12 a 16% de disminución que resulta del desecamiento del tabaco desde su salida del campo hasta el momento de la entrega. Los tabacos de segunda calidad se pagan de 8 a 16 pesos el quintal, y deben soportar los mismos gastos de transporte, embalaje, etc., llevando el precio a una medida de 14 a 18 pesos».|126| De ahí que fue una costumbre «poner 105 libras netas en los serones. El comercio de Puerto Plata los recibe por su peso bruto, deduciéndoles el 80%. La misma tasa


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se saca en Hamburgo, aunque es necesario tener en cuenta que en el viaje el tabaco se seca y que súbitamente a su llegada a Europa ha disminuido en un 16%».|127| Por eso, en general, los gastos fijos por serón para la exportación de tabaco eran los siguientes: |128|

En US$ Precio de compra del tabaco, según los años, de 16 a 18 y á

20.00

El serón cuesta

0.40

Los lazos e hilos

0.20

El empaque

0.12

El transporte a Puerto Plata

1.50

Gastos de muelle

0.04

Acarreo y embarque

0.06

Derecho actual de salida

0.50

Flete para Europa, por serón Total por serón bruto de 20

1.5 24.32

H|Principalidad económica del tabaco A mediados del siglo XIX y sobre todo a partir de 1865, cuando termina la guerra Restauradora de la República, –en la cual tuvieron una importante participación los cosecheros de tabaco del Cibao, en su mayoría pequeños propietarios–|129|, el tabaco se afianzó como la principal actividad económica del país. No se olvide que «los comerciantes de la zona y los exportadores de tabaco… fueron capaces de suministrar dinero para la guerra de la Restauración contra España»,|130| ya que hacia 1862, el gobierno de la Anexión había tomado algunas medidas que afectaban sus intereses cuando quiso establecer un monopolio del tabaco en favor de los intereses metropolitanos«|131|. Esa situación, como plantea Cordero Michel, «provocó un enorme disgusto en la mayoría de los sectores sociales« y echaba por la borda «las promesas de dicho gobierno de desarrollar económicamente el país y promover el bienestar de la empobrecida población».|132| El hecho de que los pequeños campesinos constituyeran un movimiento popular y tomaran las armas contra España en nombre de la nación, no es de extrañar, pues el tabaco tenía ya una continuidad, sobre todo desde principios del siglo XIX, en su proceso de cultivo, producción y exportación. Esa incontrovertible realidad fue la que constató Pedro Francisco Bonó al considerar que el tabaco en el Cibao tenía más de cien años que se cultivaba de manera sistemática lo que había ocasionado


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que se fomentaran relaciones sociales y comerciales así como mercados bien establecidos.|133| Además, como lo reconocía en el año anterior Ramón González Tablas, Capitán de Infantería y Oficial del ejército español que estuvo en Santo Domingo en el período de la Anexión a España, «el tabaco, de tan excelente calidad, que ha disfrutado por largo tiempo su preferencia al mejor de la Vuelta de Debajo de Cuba, se reproduce con tal facilidad y abundancia, que ha llegado a ser en el país planta silvestre. Por muchos años del siglo pasado ha surtido a la fábrica de Sevilla. En la actualidad es el primer producto que tiene la isla, y con su exportación principalmente se surten los naturales de cuantos efectos del exterior necesitan».|134| También debió contribuir a conformar esa realidad la medida que tomó el Gobierno Provisorio, el 16 de junio de 1864, alzando el monopolio del tabaco y estableciendo una factoría en Santiago, cuyas motivaciones eran expuestas así: «Considerando: que aunque los motivos que tuvo el Gobierno para decretar la compra exclusiva, por su cuenta, de todo el tabaco de estas provincias, la lentitud de la operación lo hacen casi nula. «Considerando: que siendo el tabaco el único fruto que hay en el país, que por su cantidad y precio puede cubrir sus necesidades de los particulares, tan múltiples sobre todo en estos momentos en que el enemigo ha asolado e incendiado los centros de depósito. «Considerando: que al dejar al particular el libre uso de su propiedad, para que la venda á permute según á sus intereses convenga, es deber del Gobierno sacar de esta propiedad de un derecho en armonía con las exigencias de la situación, conciliando de este modo las necesidades de los particulares con la seguridad y conservación del Estado. «Considerando: que las circunstancias excepcionales en que se encuentra el país hace que el impuesto sea diferente á todos los hasta hoy planteados en la República, tanto en la forma como en el fondo».|135| En consecuencia, mediante Decreto se disponía lo siguiente: «Art. 1 Queda alzado el monopolio del tabaco, pudiendo desde ahora todo el particular comprarlo, venderlo, dejarlo ó sacarlo fuera del país como mejor le convenga. «Art. 2 Se establece una factoría en esta ciudad capital en el lugar que, por reglamento se designará. Sus atribuciones serán: 1ro. Recibir las declaraciones de los que soliciten licencia para llevar tabaco al extranjero. 2do. Anotar el número de cargas que se le declaren, en un registro al efecto, con designación de la persona dueña del tabaco, nombre y domicilio del recuero que las conduzca.


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3ro. Librar al interesado, luego de recibida su declaración, un pase á la Comisión de lo Interior con igual especificación, para ésta otorgar el pasaporte. «Art. 3 Ninguna recua podrá conducir frutos á las fronteras ó litoral sin un pasaporte firmado por la Comisión del Interior, debidamente registrado y sellado. Los infractores, por primera vez, serán detenidos en cualquier lugar que se encuentren por las autoridades del tránsito, á quienes esta atribución se encomienda; y no los dejarán pasar hasta haber cumplido esta formalidad; por segunda vez perderá su flete el recuero á provecho de la caja pública; y por tercera, éste y el amo del fruto perderán á provecho de la misma caja, el uno la recua y el otro el fruto. «Art. 4 El gobierno nombrará agentes especiales en todos los puntos por donde sea posible la salida de los frutos. Estos agentes están obligados: 1ro. A llevar un registro en que

Valle de la Vega Real, visto desde la colina del Santo Cerro.

anoten la cantidad de frutos llegados al punto donde obren: 2do. El nombre del amo de los referidos frutos, el nombre del recuero, la fecha, el número de pasaporte y el número de quintales de tabaco ó cera: 3ro. Percibir en naturaleza de tabaco, cera, cueros y andullos llegados, un quince por cierto previa verificación, examen y peso. «Art. 5 La importación general de telas, quincallas y todo otro objeto de manufactura sextranjeras queda libre de derechos».|136| El hecho cierto es que la actividad tabaquera, desde el punto de vista social y económico, tenía un asombroso efecto multiplicador, pues en ella estaba implicada la parti-


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cipación de una enorme cantidad de agricultores con sus familiares, recueros, peones, fabricantes de soga y serones, empacadores, andulleros, cigarreros, comerciantes, negociantes, prestamistas y corredores de la comercialización de la cosecha. Eso devino en el Cibao, en «un ciclo económico dinámico en el cual participaban muchas personas que demandaban una gran circulación de dinero, a tal grado que el sureño presidente José María Cabral decretó en 1865 la emisión de una moneda especial, hecha de cobre, para ser usada únicamente en el norte, y que podía cambiarse a razón de 80 por un peso».|137| Eso acontecía, sobre todo, para la época de la recolección y comercialización del tabaco. En ese sentido, Jaime Domínguez, analizando el período de 1866-1872, que se caracterizó por el auge que alcanzó el producto y el consecuente papel político que el mismo desempeñó, afirma: «Había un aumento de circulante a causa de la importación de monedas por parte de las casas comerciales para la compra del tabaco. Las sumas, traídas principalmente en los meses de junio y julio, variaban anualmente según las noticias que se tuvieran de las cantidades y calidades de las hojas cosechadas, y de los precios a los cuales se estuviesen vendiendo en el exterior».|138| Además, en todo el proceso del cultivo y preparación del tabaco los tabaqueros necesitaban dinero, que corrientemente era facilitado por los comerciantes, los prestamistas y los cosecheros de la comercialización del producto. Dicho proceso era el siguiente: «Desde septiembre hasta marzo los comerciantes poderosos prestaban dinero a muchos pequeños y medianos cosecheros, quienes utilizaban los préstamos para compras de semillas, instrumentos agrícolas, ropa, medicina y otros gastos. «Desde abril hasta finales de agosto se recogían las hojas que habían sobrevivido a las sequías, a las lluvias torrenciales y a las plagas de gusanos. Estas hojas eran llevadas a los ranchos para que secaran mediante un proceso de fermentación natural. Las recolectadas en abril debían esperar hasta julio cuando terminaba su proceso de fermentación. Luego eran empacadas o enseronadas para fines de venta al comerciante».|139| Durante ese período, no obstante quejarse el Ministro de Hacienda Pablo Pujol de que «las cosechas de tabaco del Cibao se resienten de la falta de quien vigile su cultivo, ya haciendo que sus siembras sean de las calidades que requiera la exportación, ya que las clases en sus embases sean fieles y verídicas, como lo ecsije (sic) la buena fe entre el comercio|140|, las exportaciones de tabaco aumentaron. Al aumentar los ingresos, de unos 400,000 pesos en 1867 a más de un millón en 1870, los comerciantes se sintieron muy complacidos y decidieron apoyar al gobierno de


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Baéz. Como lo exponía el excongresista Ramón García, en carta a don José Gabriel García, el 15 de octubre de 1868, «el Cibao todo tranquilo; aunque hay muchos descontentos nadie se arriesgará, y el Comercio sigue su marcha regular, pues aunque existe una gran miseria, sin embargo salen de esta plaza muchos cargamentos de mercancías para Puerto Plata, y eso hará firme a la confianza pública; todo depende porque los comerciantes ven la importancia de los caudillos, y el comercio lo que quiere es ganar, así que hoy veo difícil una revolución por el Cibao».|141| Esa tranquilidad que experimentaba el Cibao se conseguía porque «el control militar de la región norteña por las fuerzas gubernamentales, en las que figuraban caciques de la talla de Benito Monción y Federico de José García, evitó que se combatiera en los campos cibaeños, lo que permitió que los hombres de la región se dedicaran al cultivo de su fruto principal».|142| Para esos años se va a producir un fenómeno interesante en el cultivo del tabaco y es el alto nivel de productividad que se alcanza, lo cual es fruto, según Moreno, de «la profundización del carácter mercantil de esta producción, efecto a su vez, no solo de una mayor especialización de su productor, sino también de la articulación con el dinero, momento éste en que ya el dinero ha pasado a ser una condición económica previa para que se realice esta producción».|143| Sin embargo, aunque eso último suceda, al productor «no le independiza de modo total de la pequeña producción agrícola colateral para el autoconsumo, en la medida que la presencia del prestamista-intermediario-usurero le impide obtener un excedente productivo que le permita en lo más mínimo acumular capital, y por tanto romper con todas las barreras de la economía natural».|144| De ahí que «el tabaquero comprendía que los beneficios que producía a través del cultivo de la hoja, eran apropiados por el comercio urbano, por medio de los préstamos con altas tasas de intereses, de la compra a muy bajos precios de la cosecha, y de la venta a elevados precios de los productos artesanales urbanos y de los pocos artículos importados que podía adquirir el campesino».|145| Por eso, al mismo tiempo que se daba esa realidad persistían rasgos de primitivismo en el cultivo del tabaco como lo constataba W. M. Gabb, geólogo norteamericano que vino a examinar el potencial geológico del país, al expresar el 15 de enero de 1871 que «la agricultura en esta isla está en su estado más primitivo y las pequeñas cantidades de tabaco y café que hoy se exportan, podrían aumentarse mil veces, más. El arado, que tan necesario es a la agricultura civilizada, es aquí deshonrado, y la prontitud con que el pueblo rinde sus productos, es realmente uno de los más serios inconvenientes para el regreso».|146|


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Percepción similar tuvo Randolph Keim, viajero norteamericano que estuvo en el país y que publicara en 1870 su obra Santo Domingo, Pinceladas y Apuntes de un Viaje. Narra Keim que «según informes, el modo de sembrar tabaco era decididamente primitivo. Era sólo necesario cavar un hoyo y tirarle unas cuantas semillas. A su debido tiempo y «Anuncio comercial de mediados del siglo XIX». «Litografía cubana del siglo XIX, usada para decorar las cajas de tabacos de más alta calidad destinadas a la exportación».

desyerbando con cuidado para suprimir la cizaña, nacía una plantita saludable y excelente y en unos cuantos meses estaba lista para el mercado».|147| Ese viajero mostrando una gran agudeza, ofrece importantes trazos sobre el cultivo del tabaco y las condiciones socioeconómicas contrastantes entre un peón y un rico comerciante. Respecto al cultivo, afirmaba que «una plantación media de tabaco no tenía un área mayor de seis acres. La parcelita, pues no daba la apariencia de ser más que eso, esta-

ba cercada con una empalizada o una cerca de estacas, hecha clavando en tierra estacas fuertes y entretejidas verticalmente con listones entre ellas y asegurando estos listones con bejucos».|148| A los pobres peones los describe afirmando que «su condición se eleva sólo unos cuantos pasos por encima del bruto con el que están asociados... Cada peón usaba un par de pantalones y sombrero de paja y unos pocos tenían camisa. Las mujeres usaban una especie de camisón, de material basto, que se extendía un poco bajo las rodillas. Los muchachos y muchachas jóvenes iban enteramente desnudos... Entré al bohío, y muy puntual y pomposa-


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mente fui presentando a la pareja, ya inválida por la vejez que vivía allí.Todo tenía aspecto de la mayor pobreza. El viejo, en estado de semi-desnudez, estaba echado sobre un rudo banco de madera en un pasillo descubierto. La mujer, su esposa, estaba preparando para acostarse. La tierra pelada formaba el piso... con mi silla de montar y hamaca usadas como almohadas dormí en el suelo... Lo que más frecuentemente ví comer fue el plátano».|149| La casa de un rico comerciante era un mundo aparte. Tomando como ejemplo a José M. Glas, rico exportador de tabaco que vivía en Santiago, y era amigo del Gobierno, narra que «a las ocho, en la mañana del 27 de julio de 1869… el caballero no se había levantado de la cama, pero su lugar había sido generosamente ocupado por el Señor Rodríguez…. Al mediodía hizo su aparición mi anfitrión... me invitó a desayunar. La rústica y frugal comida que yo había tenido durante el viaje había amolado mi apeti-

«Los puros habaneros de más alta calidad eran exportados en cajas exornadas por vistosas litrografías que acreditaban, como en este caso, los habanos producidos en Cuba, en hoja del Vueltabajo».


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to... ahora tenía yo considerable interés en demoler un bistec y una cuota de pan y plátano, frutos, mojados con una cantidad abundante de fino Claret».|150| Ahora bien, si rasgos de primitivismo había en la agricultura los mismos también existían en el mercado. Describriendo uno de los días típicos del mismo en la ciudad de Santo Domingo, expresa Keim que las canoas llegaban diariamente cargadas de frutas tropicales. Así, «cada canoa estaba manejada por un hombre y una mujer, dos hombres, o un hombre y un muchacho, pero siempre en pares. Los botes iban cargados hasta los bordes del agua con una diversidad de frutas tropicales, vegetales, tubérculos y hojas verComo se lía un cigarro.

des de tallos de maíz para alimentar caballos, y tabaco, azúcar, café y algodón en pequeñas cantidades. La mayoría de los botes que observé estaban principalmente cargados de

Humedeciendo el tabaco.

bananas y plátanos, el alimento principal del país».|151|

El hecho cierto es que, no obstante esas manifestaciones de atraso, de 1868 a 1874, época que se conoce como la Dictadura de los Seis años de Báez, la producción del tabaco se elevó considerablemente. Según consta en la Memoria de Hacienda y Comercio, publicada el 30 de octubre de 1873, en los primeros cinco años de ese período la exportación fue como sigue: «En 1868: 83,070 quintales; en 1869: 88,094; en 1870: 98,541; en 1871: 161,386; en 1872: 111,533, y en 1873: 10, 441, 860 libras».|152| El año 1873, que sería de crisis en la producción del tabaco, recibió la visita de Samuel


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Hazard, uno de los viajeros más importantes que pasaron por el país, que en su obra Santo Domingo. Su pasado y su Presente legó importantes descripciones acerca de la economía y de la cultura de la época. En cuanto a la preparación del tabaco, al visitar una casa de la región norte, dice él que en dicho lugar tuvo «la oportunidad de estudiar su manera primitiva de preparar el tabaco para el mercado y para su consumo; es del tipo más simple y cuando se seca se extiende para ser después aplicado en canastadas, sin atender al color, perfección o calidad de las hojas, que se apilan indiscutiblemente en las esteras».|153| En su largo recorrido por el país Hazard narra que percibía que se acercaba a una ciudad importante, en este caso Santiago, porque veía muchas recuas en el camino. Como antes se ha visto, ése era el sistema de transporte interno usado en la época y los responsables eran llamados recueros. Ellos, según el viajero cronista, «son una clase especial que se dedica al transporte de mercancías entre Puerto Plata y Santiago. Son gente ruda y de malos modales, y se dice que muchos están sanísimos, pero pasan una vida frugal y difícil y son, sin excepción, honestos y dignos de confianza. En Puerto Plata, los mercaderes me contaron que no les importaba nada llamar a uno de estos hombres que pasara ante la puerta, y dándole un fajo de billetes, decirle: «Dale esto a Fulano en Santiago». «Escriba la dirección», sería la respuesta, y el dinero nunca deja de llegar íntegro».|154|

I|Alemania, el más grande comprador de tabaco El proceso cotidiano era llevar el tabaco a la ciudad de Santiago.Ahí se almacenaba, para ser enviado luego a Puerto Plata, donde se embarcaba al puerto de Hamburgo, Alemania. A ese respecto consigna Hazard: «Por aquella carretera creo que pasarían aquel día al menos doscientos caballos y mulas cargados con dos balas o pacas de tabaco de unas ciento veinticinco libras cada una; era el principio de la recolección de tabaco, por lo que nos dijeron que ésta sería una imagen cotidiana».|155| He ahí que una de las realidades en la comercialización del tabaco que más le sorprendió a Hazard fuera el carácter monopólico que tenía Alemania, lo cual ocasionaba grandes trastornos en el cultivo del producto. En un diálogo con un tabaquero, al preguntarle por qué una persona inteligente como él no cultivaba tabaco de mejor calidad, recibió la siguiente respuesta: »¿Para qué? Bueno o malo da lo mismo, los comerciantes pagan igual precio por él; además, no hay mercado donde acudir como no sea Hamburgo, y como el tabaco dominicano tiene mala reputación no hay manera de conseguir mejores precios para el mismo. Si pudiéramos acudir a otros mercados donde se


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consideraran las distintas calidades pagando mejor las clases finas, sin duda se beneficiarían los cultivadores y mejorarían las calidades».|156| Esa situación, no obstante los ciertos beneficios que aportaba, acarreaba, por otra parte, inconvenientes y pérdidas a los cosecheros y provocaba que las relaciones comerciales fueran ocasionalmente poco armoniosas. Y justamente, «el comercio domínico-alemán del tabaco comenzó a dar señales de crisis en 1873 cuando diez y ocho casas comerciales de Hamburgo y Altona importadoras de tabaco dominicano escribieron una carta pública a los productores y comerciantes de tabaco en la República Dominicana protestando por los fraudes que se estaban cometiendo y haciendo algunas recomendaciones».|157| Aunque un poco larga, por su riqueConduciendo los «tercios».

za documental como dice Lluberes, es importante el contenido de la carta que dice así:


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«Los que suscriben, negociantes en Tabaco en esta ciudad y en la Altona se hallan precisados muy a pesar suyo a presentar las observaciones que a continuación se expresan a las casas exportadoras de tabaco de Santo Domingo, suplicándose ponerlas en conocimiento de sus consignatarios para su mutuo gobierno. «Ha cesado del todo la conformidad entre la clasificación de tabacos y su calidad efectiva haciendo desaparecer cualquier seguridad en el cálculo la clasificación de las partidas hechas a veces con mucha ligereza, a veces con mala fe. Por esta razón, pedimos de los cosecheros o a la persona encargada de clasificar, hagan esta operación concienzudamente señalando con exactitud la clase de cada serón. «Sentimos que el contenido de muchos serones lo hemos hallado tan variado de calidad que casi debemos suponer haya habido manejos fraudulentos. Hemos visto serones marcados con las marcas más acreditadas (Superior y FF) que contenían la clase más inferior, ni siquiera puestos en manojos, llenos aún de piedras y de pedazos de yaguas. Reclamamos, pues, de los cosecheros llenen sus serones con escrupulosidad y con manojos de una misma clase. «Es altamente perjudicial el que en un solo serón vengan mezclados manojos hechos y tabaco ensartado, no estando acostumbrados a este último sino en cuanto a la marca soza. Deseamos saber precisamente cual de estos dos modos se haya empleado para cada serón y según ello fijaremos los precios que pagarse pueda, pidiendo a los interesados que el contenido del serón se componga, bien sea de manojos o de sartas y no de ambos, mas, que los serones conteniendo tabaco en sartas sean marcados por una señal cualquiera figurando como tal en las facturas de embarques respectivas. «Dando por cierto que el aumento de derechos proyectado sobre tabaco se lleve a cabo y no queriendo los consumidores pagar derechos fuertes sobre las ramitas o troncos que muchas veces han dejado de cortarse, exijimos que no se nos mande sino tabaco limpio, tal como se hace con aquel destinado a Inglaterra, Suecia, Rusia y otros países, en los que la introducción del producto que nos ocupa está igualmente gravado con fuertes derechos. «Al conformarse los vegueros en reconocer como justas y racionales las observaciones citadas (lo que debían hacer guiados por su propio interés) se convencerán que la escrupulosidad del enseronamiento y clasificación redundarán únicamente en su beneficio, máxime cuando podrán pagarse precios más altos por las partidas de aquellos consignatarios que hayan seguido muestras indicaciones; protestando en contra, que al continuar el método observando últimamente, no nos conviene abrir tan sólo unos cuantos serones en calidad de muestra como hecho hasta ahora, y menos todavía comprar cargamentos por llegar sin garantía de calidad.


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«Sucediendo así, la existencia de tabacos de Santo Domingo puede fácilmente aglomerarse de tal modo, que causaría perjuicios inmensos a los dueños. Circunstancia que nos limitamos a indicar simplemente dejando a las casas introductoras la tarea de señalarlos en estenso a sus corresponsales. Hamburgo, enero 1 de 1873».|158| Esa situación, unida a los gravámenes proteccionistas que experimentaba la comercialización en los Estados Unidos y a la competencia internacional, sobre todo a la proveniente del tabaco estadounidense, causó una fuerte caída del precio del tabaco dominicano en el mercado alemán.|159| Ese fenómeno ya venía sucediendo, pues el año anterior, en una noticia bajo el nombre «Cosecha de Tabaco», el periódico puertoplateño El Porvenir decía que «según todos los informes del interior, parece será muy reducida, pero si se juzga por lo que se dijo el año pasado, en igual sentido, y produjo más de 90,000 serones, nos anima la esperanza que ahora obtendremos el mismo resultado. En cuanto á precios en Europa, opinamos que no serán tan buenos como los cotizados hasta hoy, atendiendo que los E.U. enviaron 300,000 quintales de «seadleaf» que es el que nos hace la concurrencia».|160| El caso es que, al descender los precios, muchos cosecheros culparon al gobierno de Báez, por la negativa de éste, en 1871, de comprar «a un precio determinado toda la producción del fruto» argumentando que para ello había necesidad de crear una administración especial con sus agentes, tanto en el interior como en el extranjero, que ocasionaría grandes gastos».|161| Eso provocó que muchos productores, no obstante haber sido el tabaco una fuente de riqueza, «disgustados por el monopolio gubernamental que arrendaba a traficantes privados este valioso comercio, dedicaron su atención a otros productos».|162| Pero, además, acarreó que a finales de noviembre del año 1873 una alianza de sectores económicos cibaeños y baecistas descontentos se insurreccionara, lo que obligó a renunciar al presidente Báez en enero de 1874, adviniendo al poder Ignacio María González. Ese año fue un período de estabilidad política, ya que pudo mantenerse el ritmo de las exportaciones habiéndose enviado al extranjero 154, 937 serones y pacas de tabaco.|163| Eso sucedía no obstante estar las vías de comunicación en situación desastrosa como el 31 de marzo de ese año lo denunciaba aquel comerciante de la ciudad de Santiago descrito por Hazard, José Ma. Glas, que en carta a Carlos Nouel, Encargado de la Cartera de Hacienda y Comercio expresaba: «Estas provincias vienen hace años aumen-


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tando poco a poco sus productos, los cuales, como Ud. sabe, hay muchas dificultades para transportarlos al litoral; los medios de transporte vienen hace años disminuyendo poco a poco, en razón de no haber potreros, de destruirse mucho con el excesivo trabajo y revoluciones, y más que nada con la gran exportación que se hace por Haití de caballos robados. Esta circunstancia hace que cada año quede un poco de tabaco que se junta con la cosecha del siguiente, amén de que tenemos 1/4 parte de los brazos productores ocupados en recuas. Este año quedarán por mandar todavía al litoral 15,000 serones / 73, y ya está enseronado el cosecho / 74.Tres o cuatro amigos de ésta, de acuerdo con el Ayuntamiento, estamos distribuyendo semillas de algodón, e inclinando nuestros agricultores a la siembra de este fruto, sin descuidar la del tabaco, cuya cosecha promete este año ser más abundante que otros. Ahora bien, si con la co-

Viajero fumando en una hamaca.


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secha de tabaco regular apenas basta para conducir al litoral nuestras recuas, claro es que no podrán hacerlo siendo abundante que menos añadiéndole algunas miles de pacas. Estas son las reflexiones que me hacen algunos opositores de este último cultivo que queremos ensayar».|164| Además, a mediados de abril, el Gobierno colocó un impuesto adicional de 25 centavos al quintal al tabaco que se exportaba por buques de vapor al considerar que «la exportación de tabaco en los vapores, dedicados á este tráfico, priva al fisco de una gran parte de los derechos que percibiría de los buques de vela que necesariamente habían de emplearse en ese comercio».|165|

J|El inicio de la decadencia del tabaco El período 1875-1879 fue, como lo ha caracterizado Jaime Domínguez, «una época transitoria de decadencia del tabaco y de crecimiento de la industria azucarera».|166| Ese desequilibrio económico se reflejó en una gran inestabilidad política, como lo explica ese autor, cuando afirma: «Luego del derrocamiento de González en febrero de 1876 hubo una proliferación de insurrecciones, que solamente se detendrían con el advenimiento al poder de (Gregorio) Luperón a partir de diciembre de 1879. En ese lapso eran tan frecuentes las rebeliones que los cónsules tenían que adquirir una nueva bandera de su país casi cada año, pues en tiempos de combates callejeros entre tropas gubernamentales e insurrectos debían dejarla ondear día y noche durante meses, con la finalidad de que fuesen respetados los consulados».|167| Cada vez que descendían los precios del tabaco se producía un ambiente propio para las insurrecciones. En ese sentido, en septiembre de 1875 el gobernador de Santiago, general José Desiderio Valverde, escribía al Ministro de lo Interior lo siguiente: «Reina grande agitación y tristeza entre los agricultores y el comercio, a consecuencia de las fatales noticias que diariamente empeoran sobre el infimísimo precio de este año en Europa, demostrándose que probablemente se sufrirán grandes pérdidas y desagradables trastornos».|168| A la baja en la producción del tabaco, debido a causas políticas, se unía el problema recurrente de las deficiencias en su cultivo y preparación como venía aconteciendo desde años atrás. Eso fue constatado por la Comisión de Investigación norteamericana que visitara el país en 1871, explorando la posible anexión del país a los Estados Unidos, cuando afirmaba: «El país está en todas partes bien adaptado para el cultivo del tabaco. Casi todos los predios de cultivo contienen lo suficiente para el uso de la familia y proveen el artículo principal de la exportación. Parece no haber ra-


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zones para que no se produzca un tabaco de igual calidad al de Cuba, si es que se pueden aplicar la misma habilidad e industria en el cultivo. Pero en la actualidad faltan esas dos condiciones. El tabaco se cultiva descuidadamente, se cura de manera imperfecta, se embala toscamente en cerones (sic) hechos de hojas de palmera y se transporta al través de las montañas a lomo de burros hasta la costa, donde se vende a seis centavos la libra a comerciantes extranjeros y es exportado principalmente a Alemania».|169| En el cuadro siguiente,|170| que publicaba El Porvenir, se consignan las cantidades de tabaco exportadas por esos años hacia Alemania, que como ya se ha expuesto, ejercía un comercio monopólico.

IMPORTACIÓN TABACO DOMINICANO POR HAMBURGO, 1864-1872 Años

(En tercios de ca. 100 libras)

1864

8,961

1865

9,030

1866

13,692

1867

59,133

1868

53,993

1869

84,537

1870

45,639

1871

94,836

1872

102,244

Para el año 1871, el mismo periódico trae el dato de que, aparte de lo consignado para Hamburgo, se exportaba a Bremen la cantidad de 74,000, sumando ambas partidas la cantidad de 168,863. Ese comercio monopólico que estableció Alemania, como antes se ha mencionado, tuvo su origen en el hecho de que «las ciudades anseáticas de Hamburgo y Bremen habían iniciado su comercio en el Caribe desde el s. XVIII a través de casas filiales en Saint Thomas. Así pues, cuando las luchas independentistas ausentaron el comercio con las metrópolis coloniales los alemanes estaban ya asentados y experimentados para sustituirlos. En el caso concreto del tabaco, se añadió que en la mayoría de los países europeos el tabaco era un monopolio de Estado, estaba estancado, y sólo en Alemania permanecía como comercio libre. Además las metrópolis satisfacían sus necesidades de tabaco en sus colonias ya de América o de Asia».|171|


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Esa situación monopólica acarreaba enormes perjuicios a los comerciantes, por lo que El Porvenir (20 de abril de 1872) exponía lo siguiente: «Los derechos exorbitantes que pesan sobre este artículo han dado la muerte á una industria, que hasta ántes de la guerra producía importantes beneficios á las casas de comercio hispano-americanas y brasileñas, las cuales, al menos con Gibara (Cuba) y Puerto Plata (Santo Domingo) han cesado por completo en sus relaciones mercantiles sobre dicha producción. Si fueran más moderados los derechos, New York y otros puertos inmediatos seguirían recibiendo los cargamentos de tabaco que en otro tiempo recibían; los productos de la aduaUn aspecto de la ciudad de Santiago a mediados del siglo XIX.

na aumentarían y los vapores de Spofford en Puerto Plata y de las diversas líneas de la Habana tendrían provechosa y continua ocupación; mientras que ahora, si los derechos no llegan á modificarse, estamos en tal situación, que en un tiempo no lejano las líneas


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directas de Bremen y de Hamburgo arrebatarán á New York, Baltimore y Filadelfia el tabaco de tránsito que reciben dichos puertos para Europa. Es un absurdo suponer que se favorece los intereses de los productores de tabaco de los Estados Unidos, excluyendo el de Santo Domingo, Puerto Rico,Varinas, Ginebra y Ambalema; un absurdo que se prueba con el exceso de la producción indígena, la cual se ha desarrollado tanto que, si se exceptúa la hoja que cría Connecticut, «esta industria por lo mismo que es tan abundante« está muerta entre nosotros. Sus precios son sumamente bajos, y en esto escuentran una nueva ventaja Hamburgo y Bremen, que dentro de poco podrán comprar casi de balde». La preocupación por la baja producción del tabaco y, consecuentemente, el descenso en el volumen exportado obedecía a que los comerciantes podían importar menos mercancías. Eso siempre fue una inquietud, para poner un ejemplo, de los comerciantes estadounidenses. Antes, en 1871, el presidente Grant quería que el país se convirtiera en un gran consumidor de los productos agrícolas y manufactureros de su país. Expresaba que «el precio barato a que sus ciudadanos podrán proveerse de comida, utensilios y maquinarias, hará necesario que las islas contiguas tengan las mismas ventajas, para poder competir en la producción de azúcar, café, tabaco y demás frutos tropicales, etc. Esto nos abrirá un mercado aun más para nuestros productos. La producción de estos artículos por nuestro propio abastecimiento, disminuirá de más de $100.000.00 nuestras importaciones anuales, además de aumentar considerablemente nuestras exportaciones».|172| Y, el 15 de octubre de 1877, el agente comercial estadounidense en Samaná, Benjamin F. Clark, en un informe a sus superiores en Washington expresaba: «Los negocios en todas las ramas han estado muy flojos, durante todo el pasado año. Las causas principales siguen siendo: 1ro. Los constantes movimientos revolucionarios, los cuales desde enero de 1876 han perturbado el país, y los cuales ciertamente tienden a operar contra la extensión del comercio en cualquier dirección de la parte de nuestros comerciantes. 2do. La pequeña cosecha del último año elevándose a más o menos 60,000 serones, de los cuales una cantidad excesivamente pequeña de 7,500 serones fue embarcada por este puerto. Esto junto con la causa número 1 han hecho que los comerciantes del interior limiten sus importaciones a los artículos estrictamente necesarios».|173| El hecho cierto es que para 1879 la producción del tabaco fue afectada por dos factores concurrentes: el plan de diversificación agrícola y un impuesto a la importación que puso Alemania.


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El problema de la conveniencia de la diversificación agrícola había sido planteado años atrás. Recuérdese que más arriba se ha mencionado el algodón, y para esa época se hablaba de la caña de azúcar, del cacao y del café. Pero con relación al tabaco se procuró mejorar la calidad de su cultivo para lo cual se importaron semillas de Cuba y se trató de copiar los métodos de cultivo allí empleados. En esa línea y, al parecer, tratando de emular a Cuba, se publicaba en la Gaceta de Santo Domingo, a finales de 1877, una serie de artículos sobre el tabaco en esa isla antillana donde se exponían, entre otros aspectos, la descripción de la planta, las diferentes calidades del tabaco que se producía, los tipos de tierras que eran aptas para el cultivo y los semilleros. Ahora bien, el golpe fuerte lo recibió el tabaco cuando el canciller alemán Otto Von Bismarck, implementando una política proteccionista, «elevó los derechos de importación de tres pesos fuertes a diez pesos con cincuenta centavos por cada serón».|174| Según El Porvenir, principal periódico de Puerto Plata, la razón de dicha medida era la necesidad de dinero para que el Emperador de Alemania mantuviera un numeroso ejército.|175| En ese sentido, el 11 de julio de ese mismo año 1879, la casa Feddsen Willent y Cía. de Saint Thomas enviaba a sus corresponsales en el Cibao la siguiente circular: «...Tenemos hoy el gústo de participar a nuestros amigos interesados que el día 8 del presente mes de julio la Cámara representativa del Imperio Alemán ha aprobado la ley fijando los derechos de importación sobre tabaco en rama a 85 d.m. pr. kilo o sea $10.50 por 100 libras contra el impuesto anterior de 24 d.m. pr. kilo o sea $3 pr. 100 libras... La ley rige desde el día ocho del presente...».|176| Grande fue el pánico y el desaliento que la noticia del alza de los derechos de importación causó entre los cosecheros de tabaco. Eso quedaba expuesto en la patética exposición del Secretario de Hacienda y Comercio al Presidente de República, cuando el 26 de agosto, entre otros asuntos, «lamentaba la situación económica de las provincias del Norte y sus distritos donde todo se complicaba, cundiendo la miseria y muriendo el comercio a los rudos golpes de las calamidades conocidas; el tabaco, producción importante de aquellas ricas comarca, nada arroja en la balanza de las operaciones comerciales, y de este modo el puerto que da entrada a todas las importaciones del Cibao, se veía desamparado, sin que un buque visitara las playas de Puerto Plata. No fue vuestro Gobierno, como no podía serlo, indiferente a esta situación, que desde luego conocido el peligro, y observó que era necesario acudir a salvar la suerte de esa parte, la más rica de la República, amenazaba a concluir con la reacción económica de Alemania...»|177|


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Ese era, pues, el panorama existente hacia finales de 1879. Lógicamente eso tenía sus repercusiones en el país no solo desde el punto de vista económico y social sino también político. El Gobierno tomaría sus medidas. A partir de ahí empezaría un nuevo ciclo para el tabaco, en el cual, si bien su cultivo y comercialización experimentaron cierta mejoría, tuvieron que afrontar, al mismo tiempo, la competencia de nuevos productos agrícolas, principalmente el azúcar, que se vieron beneficiados por coyunturas favorables en los mercados internacionales.

3|El tabaco: del gran auge a la crisis, 1880-1900 Como se ha afirmado más arriba, el año 1879 fue demoledor para la economía tabaquera, debido a que Alemania había elevado el derecho de importación de tres pesos fuertes a diez pesos con cincuenta centavos por cada serón. Varias medidas fueron tomadas por los cosecheros de tabaco para enfrentar la situación. Una de ellas fue procurar «el mejoramiento cualitativo de la producción y el acondicionamiento de la hoja y, a través de una política de diversificación de los cultivos que había ya sido iniciada por el primer gobierno de González, 1874-1876, mediante una política de fomento del café, del cacao y de la caña esencialmente».|178|

A|La discusión sobre la diversificación agrícola Sobre esos últimos planteamientos, Pedro Francisco Bonó, con la clarividencia y agudeza que le caracterizaron, había hecho algunas observaciones que es conveniente analizar para comprender toda la problemática tabaquera de los últimos veinte años del siglo XIX. En un ensayo, titulado «Estudios» (1876), el destacado intelectual dominicano hablaba de las «ideas convenientes del día y su influencia sobre la producción». En la introducción de su trabajo, al hablar de que la idea dominante de la época era la sustitución del cultivo del tabaco, expresa: «Cada período de la vida de un pueblo señala el curso de una idea dominante, y la que entre nosotros domina a cada crisis comercial (nosotros estamos en perpetua crisis porque somos muy pobres) es la de aniquilar la siembra y producción del tabaco, porque este fruto, por su mala preparación, por los difíciles transportes y por las malas condiciones en que está nuestro comercio, sólo obtiene en contadas ocasiones ventas felices. Una vez se insistió en sustituirlo con el algodón y hoy es con el café».|179| En relación con la idea de que el cultivo del café sustituyera al del tabaco, Bonó recordaba, como más arriba se ha consignado, que «con el tabaco, en el cual el Cibao tiene cien años de práctica continua y ordenada, relaciones comerciales antiguas y


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solidarias, mercados conocidos y trillados», y que «no había podido entrar con ventaja en la competencia abierta a productos semejantes de otros países». Ante esa realidad se preguntaba: »¿qué esperanzas tendrá con el café? Si con el tabaco, producto semestral, desde que lo siembra nuestro agricultor necesita avances, y el que no los recibe no puede aguardar a que se seque bien para venderlo, a fin de cubrir necesidades imprescindibles, ¿cómo vivirá con el café, al que tiene que esperar tres o cuatro años para la primera cosecha y luego un año entero para las sucesivas, sin contar las escasas o nulas, y la muerte del cafeto por causa de terreno impropio o cambios atmosféricos como en la isla de la Reunión ha sucedido? Pero supongamos que ha Alrededores de Santiago, transporte de tabaco.

vencido todas esas dificultades o que no tuvo que vencerlas, y que al fin cosecha, seca, monda y enfardela un quintal de café, que transporta al mar al mismo costo de


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uno de tabaco y tan sucio, tan podrido e inferior como éste lo expone en el mercado, ¿qué precio obtendrá compitiendo con cafés bien secos, limpios y aromáticos?».|180| El cultivo del tabaco tenía sobre el café, según Bonó, cuatro ventajas: ya existía una cultura, ocupaba mucha mano de obra en la producción de objetos accesorios como los serones, no necesitaba grandes espacios y porque «era preciso vivir». Esas razones las exponía Bonó con las siguientes palabras. «Ahora, comparando la practicabilidad de uno y otro cultivo, dado nuestro capital, nuestro grado de civilización y nuestras continuas revueltas, creo que lo mejor será predicar antes de todo el cultivo de tabaco. Primero: porque nos ahorra una educación previa de muchos años adquirida ya en él y que se traducirá en una ausencia o disminución de potencia productiva; segundo: porque el café dejaría con los brazos cruzados a una porción de productores de materias accesorias, tales como los fabricantes de serones, de sogas de empacar… etc. que comprenden comunes enteras; tercero: porque el café supone agricultura en grande, mucho espacio y terrenos labrados y nuestra agricultura es muy pequeña; y cuarto y último: porque es preciso vivir antes que todo, y nada suple esta riqueza como lo estamos palpando y vamos a probar».|181| A pesar de que contra el tabaco se había hecho desde hacía años «un trabajo de zapa», Bonó expone un conjunto de motivaciones para que se rehabilitara su cultivo no obstante todos los percances y vicisitudes que había experimentado. Dice él: «Cuánto mejor no será rehabilitar al tabaco, amado como se merece todo aquello que nos hace ricos y felices; cuánto mejor no sería probar nuestro amor con un cultivo más esmerado, indicando que las tierras areniscas son mejores que las gredosas para sembrarlo; que necesita un tiempo determinado en las trojas para afinarlo; que hay semillas que dan hojas mejores, más grandes y sedosas que otras; que bien sembrado y bien preparado el agricultor verá con él recompensados sus afanes. No importa que uno o más comerciantes, por haber calculado la cantidad de recuas disponibles en relación a las cargas, de un momento dado, paguen altos fletes y pierdan sus economías en las diferencias que resulten; no importa que otros, arrastrados por una fiebre de especular, con más impremeditación den a los cosecheros todo el avance que de otros han recibido, recojan nada más que un 50 por ciento y entreguen esta colecta en manos de aquellos que le dieron el avance para verse luego arruinados. Esas pérdidas o catástrofes particulares no pueden constituir una calamidad pública como sucedió en los años de 1857 y 1858 en que el agricultor se encontró rico al lado de un Gobierno y comercio arruinados. Pero si a las circunstancias difíci-


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les en que hoy se mueve el tabaco, se le agrega la acción contraria del Gobierno y el desprestigio en la opinión producida por la predicación de las clases ilustradas, el tabaco debe caer y ha caído».|182| Finalmente, exponiendo su parecer sobre el cultivo del café, Bonó afirmaba: «Consecuentemente, pues, con la idea de rehabilitar al tabaco en la opinión, quiero, en dos palabras, decir lo que pienso sobre la siembra y cultivo del café. En mi concepto la producción de café no es trabajo activo, es trabajo de ahorro. Los ratos que otras faenas más perentorias dejan a nuestro agricultor los emplea en sembrar en sus platanales algunas carreras de café, como una economía del consumo de familia, y si fuera más instruído para hacerlo siempre en tierras apropiadas, sembrándole en oportunidad algunas guamas esparcidas, cuando el platanal muriera y levantara otro con iguales precauciones, tendría más café del que necesita, y arrojando este sobrante al mercado, vendría a tener el país una nueva potencia industrial añadida a la del tabaco. Con todo, bueno es tener presente las leyes que rigen el trabajo de ahorro, para no esperarlo mientras no haya paz; de este modo no resultará la confusión que producimos en el producto de esfuerzo actual representado por el tabaco y el producto de esfuerzos anteriores acumulados, representado por el café».|183|

B|Los cosecheros y el impuesto de importación Los cosecheros de tabaco entraron en crisis cuando los dueños de almacenes decidieron aumentar el impuesto de importación a finales de los años setenta. Ante esa situación y debido a la importancia social y al papel que desempeñaban los cultivadores de tabaco como base política, una de las medidas implementadas, además de los planes de mejorar las técnicas del cultivo del tabaco, fue la adopción de una política proteccionista de parte de los gobiernos de entonces que respondían a las orientaciones políticas del llamado Partido Azul. Aunque esos gobiernos tuvieron que enfrentar una realidad dual, porque, a pesar de que el tabaco estaba en crisis, no podían desatender la industria azucarera que ya «empezaba a mostrarse como la solución a la problemática agrícola nacional. Empujados por estas dos fuerzas aparecen una serie de leyes de protección, fomento y regulación de la producción agrícola tabaquera, cañera, cafetalera, etc».|184| En ese tenor el Ministro de lo Interior, Policía y Agricultura de la época, mediante circular a los Gobernadores de los Departamentos del Cibao, hacía sobre la agricultura la siguiente exhortación: «El Gobierno de que formo parte está plenamente convencido de que es la agricul-


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tura el elemento principal que dará vida y esplendor á la República. Por eso es que él se afana tanto por franquear todos los caminos á la industria agrícola, contribuyendo á su fomento con decretos y disposiciones ad-hoc, con el estímulo á los habitantes rurales, con la propaganda de nuestra riqueza territorial, con el llamamiento de inmigraciones laboriosas y honradas, con todos los medios posibles y dignos de tan noble objeto. «Es necesario, Ciudadano Gobernador, que Ud. secunde vigorosamente la acción del Gobierno para protejer y alentar á los agricultores, víctimas muchas veces de las ardides de la especulación».|185| En relación con la especulación puesta a circular de que el precio del tabaco seguiría descendiendo, lo que conllevaba desaliento a los cosecheros, la Circular expresaba:

Anuncios periodísticos.

«Ansioso el Gobierno de ver recompensadas las fatigas de los agricultores, se ocupa con solicitud en estudiar y examinar el movimiento de nuestros frutos en los mercados extranjeros; las causas que puedan contribuir a su alza ó depreciación y todo lo que á ellos atañe. Pues bien, Ciudadano Gobernador, ha llegado á noticias del Gobierno que muchos comerciantes cunden el desaliento entre los labradores del Cibao asegurándoles que el tabaco estará en baja en Europa y que casi nada valdrá aquí. «¿Y cómo no desanimarse el honrado y laborioso agricultor al considerar frustradas sus esperanzas, con motivo de tan fatal noticia y de la espantosa sequía que reina? Empero,


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no hay razón para el desaliento. La sequía reina, es cierto, y ni el Gobierno ni nadie puede evitarla. Pero en cambio, es falsa de toda falsedad la noticia que se ha hecho circular respecto del precio del tabaco. Este artículo se venderá a precios elevadísimos, tal vez fabulosos. En Cuba y Puerto Rico casi no habrá cosecha este año, y esto es la causa principal del valor espléndido que obtendrá nuestro tabaco».|186| Y haciendo un llamado a poner en alerta a los agricultores respecto a las especulaciones de los comerciantes, finalizó el Ministro diciendo: «Por tanto, Ciudadano Gobernador, inmediatamente reciba Ud. esta circular, reúna a todos los Inspectores y labradores principales y explíqueles Ud. cuanto le dejo dicho. Dígales Ud. que es falsa y de mala ley la propaganda con que se quiere desalentar al agricultor; que, aun continuando la sequía, nada perderá aquel, porque el alto tipo que obtenga el tabaco compensará con ventajas el perjuicio que ella pueda ocasionar; que, en fin, permanezcan alerta contra los artificios de que se valen algunos comerciantes para comprar en muy bajo precio los frutos que con tantos desvelos ha hecho producir el agricultor».|187| Como el asunto de los precios era clave para que los cosecheros de tabaco no se desanimaran, el mismo periódico El Porvenir, por su parte, los ilustraba sobre la situación de los mercados europeos y los exhortaba a que mantuvieran la calidad del producto con estas palabras: «Hombres del campo, venimos a cumplir la promesa que os hemos hecho de teneros al corriente de los precios que alcancen vuestros frutos en el extranjero. «I vamos a contraernos hoy al principal de estos frutos, el TABACO, ese «padre de la patria», como muy bien se ha dicho, que representa el mayor elemento de riqueza para vosotros, los que vivis en los hermosos y feraces valles del Yuna y del Yaque. «Sabed, pues, que vuestro tabaco superior está obteniendo precios muy subidos en Europa. «Tenemos noticias de seis pacas que embarcó a fines de Enero una casa de comercio de esta plaza, de tabaco criollo superior de dos y tres S. y que obtuvieron de 45 á 50 pesos, una con otra. «Esto es debido á que todas las manillas estaban muy bien colocadas y abiertas unas sobre otras, las hojas todas de igual tamaño y calidad. «El comerciante que las compró pagó como cuarenta pesos por cada una y ha realizado un beneficio de diez pesos por paca. «Está claro, pues, que si vosotros os esmeráis en la preparación, cultivo y escogida de vuestra cosecha, fácilmente alcanzareis iguales beneficios con la flor de vuestro tabaco.


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«Pero la condición indispensables es que sea de buena calidad. «Mas os rendirán hoy seis pacas buenas que sesenta pacas malas. «Porque vuestro tabaco es de tan buena calidad como el de Cuba, pero nunca ha valido tanto, por ser su preparación inferior hasta ahora».|188| Haciendo una exposición de las ventajas que podría tener el tabaco dominicano respecto al de Cuba y Puerto Rico, continuaba expresado El Porvenir: «Os repetimos, pues que vuestro tabaco alcanza muy buenos precios en Europa este año. «Pero las casas que lo reciben escriben á las de aquí que no embarquen sino tabaco superior, el que sirve para capas, porque el de segunda no tiene demanda. «Y la causa de esta buena venta es que en Cuba y Puerto Rico la cosecha ha sido casi nula este año, por efecto de la misma sequía que ha hecho mermar la nuestra. «Y siendo seco al tabaco que aquellas dos Antillas han enviado á Europa, el nuestro bueno, que nosotros mandemos, tendrá más valor, porque el consumo de esta hoja está hoy muy generalizado y, en vez de disminuir, aumenta. «Y ha sido más abundante y mejor en proporción nuestra cosecha que la de Cuba y Puerto Rico, aunque la seca ha sido igual para todos, porque nuestros terrenos casi vírgenes son más frescos, más húmedos y no están agotados como aquellos».|189| Finalmente, dicho periódico planteaba algo muy en boga en esos años, como antes se ha expuesto, es decir, la conveniencia de la diversificación agrícola. Así decía: «El mal de otros es un bien para nosotros. «A esto se exponen los pueblos que no tienen sino una especie de cultura. «Los pueblos previsores, los verdaderamente agrícolas, no cifran todo su bienestar en el cultivo de una sola planta, porque puede suceder que el tiempo no le sea propicio, y entonces quedan arruinados. «Para evitar este inconveniente se cultivan diferentes frutos, de modo que uno solo pueda compensar la pérdida de los otros. «Por ejemplo, si con vuestro tabaco hubiérais sembrado algodón ó cacao, de seguro hubierais recogido estos en los lugares en que aquel no se ha dado, porque si el tiempo seco ha perjudicado al tabaco, habría favorecido al algodón, y si el exceso de agua lo hubiera aflojado y lavado demasiado, como en el último año, habría aprovechado al cacao. «Que esto os sirva de lección para otros años!». Al parecer algunas medidas adoptadas empezaron a dar sus frutos en lo inmediato a juzgar por lo que el Ministro de Relaciones Exteriores, el 8 de octubre de 1880, en comunicación al Presidente del Congreso le decía en relación con el tabaco: «Las fluctuaciones del precio de él en los mercados extranjeros han hecho necesario, indispensable, que


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la industria venga a mejorarlo, y no podrán negar los Señores Representantes que el tabaco que hoy se prepara para la exportación aventaja en mucho por la condición que se le da a la tosca hoja que antes se embarcaba para ir a obtener vil precio, resultando de esta mejora, como no se escapará a vuestro claro juicio, la consecuencia natural de la disminución del artículo, puesto que para exportarlo se reduce a la clase principal de él, desechando aquella que solo sirve para desmejorarlo y recargarlo de gastos».|190| Pero, como era habitual, cada vez que se necesitaban recursos para los gastos de los gobiernos, entre ellos el pago de los empleados públicos, se acudía a la práctica de poner impuestos a los productos de exportación. Así, en octubre de ese año, en las motivaciones de un Decreto del Congreso Nacional, que modificaba el arancel de exportación, se planteaba lo siguiente: «Que las rentas de la nación no alcanzan á cubrir los gastos públicos, causando un déficit de sueldos y compromisos eventuales que aumentan anualmente la deuda nacional. «Que es indispensable crear los recursos necesarios para evitar el desconcierto económico que produce aquel estado de cosas. «Que no existiendo en la República el sistema de impuestos directos, el único medio de arbitrar recursos para cubrir el presupuesto, y preparar la amortización de la deuda, es aumentar el tipo de los impuestos indirectos que se cobran en las aduanas».|191| En consecuencia, al quintal del tabaco en hojas se le puso un impuesto de $75, lo mismo que al café, y al cacao, saliendo favorecido en dicho Decreto el azúcar, ya que se especificaba que «las haciendas de caña con ingenios de vapor pagarán solamente, por el producto de la primera zafra, la mitad de los derechos de exportación establecidos».|192| Esa tendencia de favorecer el azúcar sobre otros productos iba perfilándose de manera acentuada. Esa medida del Congreso, en el fondo, seguía reflejando los intereses económicos de las diferentes regiones del país. De ahí que Gregorio Luperón, cuyo gran apoyo político estaba en el Cibao, se quejaba de esa situación cuando expresaba: «Al café y al cacao, que pagaban cincuenta centavos por quintal, se les impuso sesenta y cinco centavos, y el tabaco, que es el principal producto y el verdadero libertador del país, y que pagaba cincuenta centavos por quintal, pagó veinte y cinco centavos más. Aquellos legisladores que habían aumentado los derechos de importación, disminuyendo los de la exportación, no tuvieron en cuenta que los elementos rurales, que son en la República Dominicana los más y los más pudientes, no pagaban al Estado ninguna contribución directa, ni por sus haciendas, ni por sus productos, ni por sus crías de toda clase


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de ganaderías, ni por sus bestias de carga ni de paseo, mientras los urbanos, por lo general no tienen ninguna industria, como no sea la de ser empleado, ya de casa de comercio o de Gobierno. No había equidad en el reparto de los impuestos».|193| Otros, como el diputado Miranda, de Azua, abogaban por el azúcar, aunque como reseña El Eco del Pueblo en esa batalla del momento no tuvieran éxito. Cuenta dicho periódico con cierta ironía: «Oh! Si el diputado Miranda se hubiese elevado a tanta altura en la cuestión del periodismo, como lo hizo en la defensa de los intereses del pueblo al tratarse del asunto vital de los derechos arancelarios al azúcar i al tabaco, de seguro que hoy nuestro semanario no llenaría sus columnas sino repitiendo el nombre del diputado por Azua! «El adalid de la industria azucarera ha sucumbido, pero cubierto de gloria, dejando su

Una vega cubana de tabaco, según un grabado del siglo XIX.


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recuerdo en los fastos parlamentarios I con la esperanza de justificar mañana cuanto dijo en pro de esta industria naciente que encierra el porvenir de este suelo!. «El diputado Miranda no fue parcial ni injusto: se quiso redimir el tabaco del impuesto que decretó el Gobierno provisional, i estuvo con los diputados que lo pidieron. Pero ¡cuál será el asombro del país al saber que, mientras el tabaco está libre del onerosísimo gravamen el azúcar continua recargado! La industria antigua sobreponiéndose a la industria nueva: la que ya está aclimatada, recibiendo más garantías, más impulso, que la que hoi necesita tener abierto más camino, ser ayudada por andadores para no caer al menor tropiezo! El caudaloso río Yuna que desemboca en la Bahía de Samaná.

«No sabemos qué pasó en esos instantes por el cerebro de la mayoría de los diputados. De allí salió una tarifa imperfecta; pues lo que correspondía era, o rebajar el derecho a todos los artículos, o nivelarlos como estaban por el Gobierno provisorio».|194|

C|Bonó y su elogio del tabaco Con toda esa problemática de fondo, en 1881, Pedro F. Bonó publica su acucioso y revelador ensayo Apuntes sobre las clases trabajadoras dominicanas, donde él hace lo que puede considerarse la más grande, lúcida y ardorosa exaltación del tabaco, en toda la segunda mitad del siglo XIX, y sus implicaciones sociales y económicas en la sociedad dominicana de entonces. Lo primero, según Bonó, que hay que considerar en la producción del tabaco es el capital, que paga la mano de obra, su origen y la forma de distribución. Hablando del fun-


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cionamiento y sus complejidades él afirmaba: «Habido el avance en Saint Thomas, Inglaterra, Alemania u otra parte, cada comerciante al pormenor, por sí o por corredores y sucursales se establece cerca de los agricultores a hacer un servicio parecido al que refiere Courcelle-Seneuil de los Bancos escoceses. Da dinero, lencería, quincallería u otros valores al labrador, mediante un agio consentido y éste aplica este dinero y demás objetos a sus necesidades personales y a las de sus cultivos con más o menos juicio, más o menos fortuna. Es difícil enumerar las ventajas de estos avances, la soltura que dan a los trabajos de todo género y el desahogo en que mantienen a la población en general. Como tiene por base la libertad del cambio apareja todos sus provechos y sus desastres.Todo prestamista personal y semanalmente ve la garantía de su deudor y extiende el préstamo hasta el último término del valor de la cosa. Es lástima, empero, que la forma no tenga la regularidad esencial a esta operación y que los hábitos sean tan deplorables sobre las precauciones más elementales en los contratos de crédito. Ninguno de los contratantes toma seguridades para evitar o castigar la mala fe recíproca, no hay títulos hipotecarios ni quirografarios, todo se reduce a cuentas corrientes al descubierto, muy mal llevadas por el comerciante que ni siquiera doble ni copia da al agricultor. Esta falta de seguridades mutuas pone la operación avance al tabaco en la categoría de los préstamos a la gruesa, hacen por lo común muy subido el interés de los valores avanzados, hace muy temerario al agricultor y lo inclina a gastos locos que al fin son su ruina y la del pequeño comercio. Las dictaduras militares que con raras intermitencias han sido las dueñas del país, han introducido un remedio digno de su sistema y es: que sobre el simple dicho del comerciante, el labrador es reconocido deudor de cualquier suma y si no la paga va a la cárcel sin otra averiguación. A mi parecer puesto que las leyes civiles y comerciales tan excelentes como las que poseemos no han podido entonar la operación avances sobre tabaco, quédale al Gobierno el remedio empírico de Estampillas, y al comercio el más racional de un Banco de préstamos».|195| Ese financiamiento, con todos sus defectos, ayudaba al mejoramiento del cultivo y a las industrias conexas. Exhibiendo un conocimiento de la economía que muy pocos contemporáneos suyos poseían, Bonó decía sobre el capital: «Él es el gran motor que pone en movimiento a la pequeña agricultura, y él es quien ha interesado a la clase más ilustrada que hoy preside a su apartado, selección y enfardelaje. «Hasta ahora en general, el mismo cosechero tenía que hacer las clases y en ello aportaba: ignorancia, codicia torpe, y los malos métodos de cooperación de toda la agricultura infante. Una serie continua de Juntas gratuitas y por lo mismo holgazanas, retozonas, inhábiles y famélicas, devoraban en dos o tres días la comida de meses enteros de la familia del


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cosechero, y daban un tabaco mal apartado, peor enmanojado, muy húmedo, muy sucio, fraudulento en fin que llegaba a Europa desacreditándose a sí mismo. Hoy esto se va corrigiendo a grandes pasos por el concurso directo de los que más han sufrido sus desastrosas consecuencias, y se va operando silenciosamente una decisión de trabajo, que es una prueba más de la exactitud de la fórmulas económicas en los cambios libres».|196| Describiendo las técnicas de preparación del tabaco así como la gran cantidad de mano de obra que se emplea, expresaba Bonó en su tiempo que «el comerciante veterano hoy compra el tabaco en tongadas y el cosechero envuelto en yaguas así lo lleva a su almacén. Llegado allí bajo su inspección inmediata, jornaleros urbanos, casi todas mujeres, proceden a las clasificaciones como en taller presional regulado. Esta nueva Anuncios periodísticos

combinación va produciendo efectos sorprendentes de alcances provechosos no espe-

rados. Está empleando grupos antes ociosos por falta de demanda de trabajo apropiado a sus aptitudes y que se ofrecen por salarios baratos; ha ensanchado el tiempo del agricultor que lo aprovecha en otros trabajos, emplea mano de obra más obediente, más inteligente, inspección severa de personas conocedoras de los gustos o exigencia del consumidor europeo, de los desperdicios de la taras, de los de embalaje, de las fermentaciones o curas que la rama necesita después de las de troje ordinaria, de los falsos gastos, de la susceptibilidad de la hoja, etc. Bajo esta inspección y dirección, las manos o haces se amarran con una de sus hojas, no se mojan, se dividen en clases más pu-


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ras, más acabadas, y por último requieren presiones más poderosas que las de la palanca de horqueta del enseronador, que va introduciendo prensas verticales de gran comodidad y aseo».|197| Ahora bien, el mejoramiento de las técnicas de preparación del tabaco conllevaría, según Bonó, a obtener mejores precios en los mercados internacionales. Al respecto dice él: «Es de creer que a medida que vaya generalizándose este procedimiento y reciba las mejoras de que es susceptible, el tabaco del Cibao por un simple perfeccionamiento de método taller adquirirá en los mercados de venta la alta estima que en tiempo tuvo y si no alcanzare su antiguo precio por la poderosa concurrencia de productos similares de otros países más adelantados, a lo menos no desmejorará de las preciosas cualidades naturales con que le adorna el suelo de sus vegas».|198| Para lograr todo eso, hacía falta que los gobiernos ofrecieran su apoyo y estímulo a la producción, sobre todo por lo que Bonó denomina el carácter «democrático« del tabaco que al estar en la misma base de la sociedad, especialmente la cibaeña, es llamado por él «Padre de la Patria».Al respecto afirma él: «La acción del gobierno en este progreso ha sido contraproducente y sólo podrá gloriarse del mal aconsejado patriotismo que las dictó pero no de su previsión y acierto. Hoy puede aconsejársele que no turbe como sus prodecesores a los gremios laboriosos; que dé más protecciones, pues todas las que otorgue son ataques directos al tabaco y a las demás industrias del país. Que deje a todos los cultivos grandes y chicos en igualdad de condiciones, pues todos son útiles y afanosos: pero que en caso de abrirles un concurso, ninguno tiene más ejecutorias que el tabaco. El ha sido, es y será el verdadero Padre de la Patria para aquellos que lo observan en sus afectos económicos, civiles y políticos. El es la base de nuestra infantil democracia por el equilibrio en que mantienen a las fortunas de los individuos, y de ahí viene siendo el obstáculo más serio de las oligarquías posibles; fue y es el más firme apoyo de nuestra autonomía y él es por fin quien mantiene en gran parte el comercio interior de la República por cambios que realiza con las industrias que promueve y necesita».|199| A continuación pasa Bonó a enumerar y describir las numerosas industrias que promueve el tabaco como él las llama: «el trabajo fecundo y silencioso del Cibao». Respecto a la primera, es decir, a los tejidos de guano, refiere Bonó, que «comunes enteras, están ocupadas en ellos, y en recolectores de las pencas y tejedores, hay miles de hombres, mujeres y muchachos ocupados. Árganas, enjalmas, macutos, escobas, zurrones o capachos, bias o alforjas y sobre todo serones son los productos. En las solas veladas de cuatro semanas, que a la lumbre de un hacho de cuaba toda la familia del bohío se agrupa, son muchas las empleitas que se tejen o se cosen y el valor de estos objetos


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que pueden asimilarse en cierto modo a la industria doméstica de telas caseras y medias en Europa, constituyen un capital no pequeño en las familias cibaeñas que ahorra al país el gasto de equivalencia extranjera».|200| A la industria de guano sigue la industria textil, rudimentaria, pero útil. «Por ella, expone Bonó, tenemos todas las cuerdas que la sociedad necesita sobre todo las empleadas en enfardelar, unir, apretar y transportar las cargas. Cinchas, sobrecargas, ataarrias (sic) o gruperas, lazos, bozales, jáquimas, maneas, sueltas, hilos de enseronar, hamacas, cordeles o sogas de andullos, de pozo, unideras, se fabrican a toneladas, los más por ciegos, por septuagenarios que en tan fácil y útil trabajo no necesitan de la vista ni de mayores fuerzas. Prueba notable de la aplicación ingeniosa que la laboriosidad cibaeña da a todas sus fuerzas». En todo ese proceso juega un papel importante la palma a quien Bonó da, prácticamente, una connotación «procera» diciendo: «Los hermosos palmares de esta región del país herméticamente cercados, permiten al propietario recoger toda la renta con desahogo y en todo su primor: limpia, sana, madura. La yagua, cartón natural impenetrable, es el segundo envoltorio del tabaco, su recolección pone en actividad muchos brazos y su acarreo a las poblaciones a innumerables recuas de burros y otras bestias impropias a viajes largos y penosos, que en esto encuentran acertada aplicación».|201| Como se ha referido anteriormente, una de las formas de vender el tabaco era convertido en andullos. Para Bonó más que cultivar un tipo especial de tabaco, el cosechero era el que debía decidir, dependiendo de las respectivas demandas del comercio exterior y del comercio interior. Refiere que «el tabaco que se destina a andullos, piensan muchos que debiera ser cultivado en ciertas comarcas que son las que, cualquiera especie que sea la semilla, dan tabaco apropiado al gusto general, pero como mis opiniones en las rectificaciones de la industria son radicales, lo digo sólo de paso y como un parecer que hoy no tiene peso ni valor, puesto que el mismo labrador fabricante es quien hace el negocio directamente con el consumidor y por tanto es quien mejor conoce el gusto y afición de sus marchantes. Los chascos frecuentes le han hecho esmerarse a tal punto, que según es de minuciosa la cura seca en el comercio exterior, así es la cura negra para el comercio interior».|202| Un notable progreso habían alcanzado los fabricantes de andullos y de cigarros del Cibao. En el comercio interior, refiere Bonó, «los andullos alcanzan a una quinta parte por lo menos del peso de la rama exportada a todas las Provincias del Este las provee el Cibao de este artículo y parte de las del Sur después de apartar el de su consumo propio. Al departamento Norte de Haití también provee el Cibao. Un ejército de capeadones,


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empañadores, ripiadores y prensadores está por muchos días ganando salarios correspondientes a su esmero y dilegencia. Los cigarros por otro lado emplean un sinnúmero de habitantes de los pueblos y ciudades, que en ello tienen cifrados el porvenir propio y el de su familia. Su progreso lo demuestran sus productos, no se hacen ya los toscos túbanos de pega y de perilla, se hacen Londres, panetelas, regalías tan acabadas como las de La Habana, y los cigarrillos de Santo Domingo y Santiago han sustituido con gallardía a los de La Honradez y otras fábricas de renombre».|203| Acerca de fábricas cigarreras de la época relata Arturo Bueno que «la primera cigarrería establecida en Santiago de los Caballeros, por el año 1880, la fundó el señor José Lima. Más tarde el señor don Juan Julia sorprendió al público con un tipo de cigarro que por su sabor especial y por ser fabricado en papel le llamaban «Niños envueltos».A don Juan le siguieron don Simeón Mencía y don José Tolentino: el primero con sus cigarros marca «La Matilde», y el segundo con sus cigarros marca «Anacaona». A estos dos fabricantes les siguieron don Antonio Ureña, don Ildefonso Chicón (Fonso), don Llillía Marmolejos, don Juan Bautista Chincón y don Manuel de Peña.Todavía no se pensaba en la fábrica La Habanera, ni tampoco en la gran fábrica La Aurora».|204| Otra fábrica de Santiago, al parecer importante, era «La Garantía». En un importante reportaje se revelaban los siguientes detalles sobre la misma: «La fábrica de cigarros y cigarrillos La Garantía ha tenido que buscar un local espacioso por la estencion (sic) que va tomando dicho establecimiento que, según nos han asegurado, sus dueños quieren darle el mayor ensanche posible. «El inteligente director de la fábrica, Señor Aguayo, nos ha probado ya que nuestro tabaco puede competir con el de La Habana y para el efecto solo requiere conocedores que sepan separar las diferentes clases de tabaco que desgraciadamente nuestros agricultores mezclan en la siembra ó no cosechan en sazón. «El apartar es un trabajo muy prolijo y penoso que requiere perfecto conocimiento del ramo, para destinar á cada clase de cigarros el tabaco que debe llevar, para saber así distinguir los fuertes, entre fuertes, flojos etc., desechar el tabaco amargo (que tiene otro empleo y al cual debe extraérsele la nicotina) pero de todos estos elementos dispone «La Garantía« junto con un capital suficiente para poder tener constantemente depósito de tabaco en rama y elaborado».|205| Hablando de los trabajadores y su nivel de cualificación en la elaboración del producto, terminaba diciendo el citado periódico: «Del buen éxito de la fábrica «La Garantía» depende quizás un porvenir para el Cibao,


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que necesita probar que su tabaco puede competir con el mejor del mundo. Una vez convencido el extranjero de su excelente calidad, pagará indudablemente mucho mayor precio al ínfimo que conseguimos hoy por nuestra hoja. De manera que estamos todos, (agricultores, comerciante, obreros, etc.) muy interesados en que logre su objeto la fábrica «La Garantía« que se propone enviar muestras y consignaciones al extranjero. «Un elemento nos escasea aun, y es buenos oficiales. Nuestros cigarreros son por hábiles y desperdician mucho tabaco, pero estos defectos ceden pronto bajo una inteligente dirección y buena paga. «Ya «La Garantía» cuenta con algunos maestros que, en poco tiempo, han progresado mucho. «Padres de familia! Empeñaos en colocar vuestros hijos en un taller bien organizado, como el de «La Garantía» para que aprendan un oficio decente y lucrativo. «Oficiales cigarreros! Aprovechad la ocasión de trabajar bajo la dirección de hombres que os enseñen á adelantar, para que mas tarde vosotros dirijais fábrica igual. –J.»|206| Pero, volviendo a Bonó, considerado por muchos autores como el primer gran sociólogo dominicano, hay que consignar que una de las realidades que más le llamaba la atención era el avance de las clases trabajadoras, que se hallaban inbuidas de lo que se ha denominado la ideología del progreso, muy característica de finales del siglo XIX. Al respecto decía: «El taller de la industria del tabaco va adquiriendo perfeccionamientos que muestran a las claras lo que las clases trabajadoras progresan, los que las observan sienten aliento y confianza para el porvenir, porque si bien es verdad que aún carecen de las fuerzas modernas que tantos prodigios obran, el mejor medio de adquirirlos es el que ellas emplean, sin contar que la historia económica presenta pueblos que los suplen por otras combinaciones.Así el suizo y el chino igualan al inglés y americano sin vapor ni maquinaria. Debemos pues tener confianza en los que trabajan para salvar el país y esperar que los que lo dirigen mostrarán más cordura que hasta aquí en quitar los obstáculos que embarazan el progreso de este trabajo».|207| Otro de los elementos importantes en la industria tabaquera lo constituía el transporte del producto, de las fábricas o industrias donde se elaboraban a los puertos donde se embarcaba para el exterior, que se hacía, como se ha visto más arriba, a través del sistema de recuas. Eso, como es evidente, contribuyó a que se fomentara la cría de bestias de carga en diferentes localidades del país.|208| Por todo lo antes expuesto, Bonó concluía sus planteamientos diciendo que «el tabaco hoy día para el Cibao directamente y para la República indirectamente, es el cultivo que debe favorecerse más en vista de su contacto beneficioso con todas las industrias criollas».|209| Esas recomendaciones estaban basadas en los efectos y atenciones del tabaco que eran:


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«Activar la división del trabajo por medio de una demanda permanente de variados servicios ofrecidos por las clases laboriosas. Aquí pide obreros, allá serones, acullá caballos, en todas partes subsistencias para alimentar el numeroso personal que tiene a la obra. Su misión es dar salida a todos los productos de una sociedad infante y con esto todas las facilidades de la vida a los que la componen. El no necesita de franquicia y protecciones autoritarias, libre ha vivido y prosperado y libre prosperará bajo la dirección de los pequeños propietarios, surgidos de las leyes francesas en vigor que hace tiempo vienen parcelando las herencias y las tierras del Cibao. Empero, es de necesidad manifestar, que ya que presta tantos y tan señalados servicios, debe de algún modo ser recompensado aun cuando sea más que con la mira de que los preste cada día mayores.Y puesto que la iniciativa individual va mejorando el producto, va realizando una división de trabajo

Pedro Francisco Bonó. Portada de la segunda edición de la obra de Bonó.

más disciplinado, más correcta, más fecunda; el Gobierno, por su parte, que es quien retira la más pingüe renta de este trabajo, no puede, no debe quedarse como hasta aquí, hecho un hogazán gastando esta renta e imaginando medios empíricos o reprobados como los privilegios que siempre quitan algo a otras industrias para regalarse desatinadamente; o franquicias parciales que desquician el equilibrio del trabajo, pero bien por medios racionales reconocidos en el tiempo y en el espacio como los más eficaces, más radicalmente útiles a la producción de las riquezas y entre los cuales el primero de todos es: Buenos caminos».|210|


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Para esa época la exportación de tabaco experimentó una cierta mejoría.Así, de 21,893 bultos de tabaco que salieron en 1880 por Puerto Plata|211| en 1881 la cantidad aumentó a 32,638 bultos.|212|

D|Un problema recurrente: la mala preparación del tabaco En el año 1882 el tabaco dominicano volvió a experimentar un retroceso a causa de una realidad que venía de lejos: la mala preparación de la hoja. Así, «se enviaron a Alemania hojas que por falta de fermentación fueron embarcadas con humedad, y llegaron podridas a sus puertos de destino. Estas hojas eran las recolectadas en abril, las que por su baja calidad eran llamadas «barresuelos». Desgraciadamente, por estos primeros embarques era que los hamburgueses y bremenses fijaban los precios de todas las otras. En 1883 el gobierno dominicano impuso mayores derechos de exportación al tabaco exportado de abril a junio, con el fin de presionar a que se embarcara la hoja solamente cuando ya estuviese fermentada, y de esta manera evitar que se enseronara verde, o seca al sol o al humo, ya que así no llegaba fermentada».|213| La situación del año 1882 fue vivida por Gregorio Luperón, que encontrándose en Europa para la época escribía al periódico El Porvenir, de Puerto Plata, lo siguiente: «Hace más de diez años el gobierno de Austria resolvió no comprar más el tabaco de Santo Domingo, cansado de encontrar en los serones más de la mitad de las hojas podridas, que hoy compra al Brasil y a una provincia holandesa de Sumatra la cantidad que antes compraba al tabaco de Santo Domingo».|214| El asunto alcanzó una gravedad tal que el periódico El Eco del Pueblo, gran defensor del tabaco, hizo una dramática advertencia con las siguientes palabras: «Funestas son las últimas noticias que han llegado aquí de los mercados alemanes. Hay depreciación de la hoja, debido al resultado que han dado los primeros envíos, ha habido mucho descuido en la preparación de los bultos… por de pronto y si no hay una reacción favorable, quedan vagando sin trabajo y expuestos a los horrores del hambre más de cincuenta mil personas que aquí viven de esa industria; y ojalá de algún modo se ayude en algo por el Gobierno…»|215| Lógicamente una realidad tan preocupante no podía ser ajena a Pedro F. Bonó, que tanta atención prestaba al tabaco. De esa manera, el 8 de agosto de ese año 1882, él escribió en San Francisco de Macorís un artículo titulado «Una indicación», con acuciosos y reveladores detalles que sintetizan, en cierta manera, la problemática tabaquera del momento. Coincidiendo con El Eco del Pueblo exponía Bonó: «La baja de los precios de nuestro tabaco en los mercados de venta tiene embargada la


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atención del Cibao y de toda la república. Un gran abatimiento se nota en todos los semblantes, la miseria se cierne sobre ciudades, pueblos y aldeas, y el campo mustio y sombrío ve con angustia todos sus afanes perdidos mientras el país entero, absorto ante este gran conflicto económico, da por perdida la fortuna pública y prevé serios peligros para nuestra vida de nación. «El momento es solemne, intereses cuantiosos están en juego, los más caros que puede tener el hombre, la suerte de millares de familias está pendiente de un hilo, no por un año ni dos pero por muchos años, la patria reclama el concurso de todos sus hijos para encontrar el camino que le haga salvar una crisis que ataca profunda y radicalmente su gran riqueza, y yo, uno de tantos, debo venir en su ayuda con lo que pueda.Vengo, pues, como siempre, a prestarle mis débiles consuelos cuando está afligida, lo mismo que he procurado contenerla en límites razonables, cuando bajo el vértigo de esperanzas locas, la veo lanzarse en caminos que a mi parecer son de perdición».|216| Haciendo acopio de la historia y de la ciencia, Bonó indicaba a sus conciudadanos lo que él creía era el camino a seguir y los remedios a la situación imperante. Argumentaba él: «Hasta ayer el tabaco cibaeño, por una combinación nueva tal vez, estaba rehabilitándose poco a poco en los mercados de venta, de su sostenido y justificado descrédito de cuatro lustros. No averiguaremos por ahora las causas y concausas de tan largo descrédito, pues tal averiguación nos llevaría más lejos de lo que el caso presente ha manester, pero es bueno hacer notar como dato indispensable, que el Cibao está organizado de aquella manera bien conocida en que el individuo tiene una gran responsabilidad de todos los actos de la vida, y todo grupo de hombres que escoge este régimen, tiene que ser muy competente y circunspecto. El Cibao probó su competencia y circunspección, cuando bajo el peso de los desastres de su negligencia y abandono, buscó y halló en sí mismo los elementos necesarios para remediar sus males económicos. Al labrador que sembraba, cosechaba y afinaba la hoja de tabaco, el comercio ya agonizante sólo dejó el cuidado de sembrarlo y cosecharlo, y a su especial profesión de hacer transporte y vender el fruto donde era más solicitado, agregó la de afinador. Aunque no perfecta del todo esta división más juiciosa del trabajo, hizo renacer la confianza en la calidad del tabaco, pero al mismo tiempo cargó mayor suma de responsabilidad moral al comercio, que hoy día es quien debe responder de todas las faltas. Así ha sucedido por desgracia, y el comercio es quien por de pronto ha recibido la primera herida. Con eso y todo, el comercio durante dos o tres años hizo su deber y el Cibao empezó a cobrar bríos».|217| Bonó era consciente de que la razón básica de la caída del precio del tabaco en el extran-


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jero estribaba en las deficientes técnicas de su preparación.A ese respecto afirma: «Pero en la vida de los pueblos como en la de los individuos sucede a veces que los tiempos embriagan y engendran descuidos. El tabaco empezaba a venderse bien por el esmero y buena fe que se ponía en su afinación y empaque; ya se principiaban a recoger los sazonados frutos del trabajo paciente y concienzado, cuando he aquí que el vértigo del triunfo se apodera de los espíritus. La cosecha del año corriente se anuncia monstruosa y se hacen con esta esperanza compromisos en consecuencia; hay sequía, se retarda la vegetación, los plazos se cumplen, los cálculos se empollan, urge el tiempo y se olvida toda prudencia. Se apea verde aún de los ranchos, no se le da la troje necesaria, no se esperan o se aprecian los fermentos o calenturas secundarias, se descuidan y confunden las clases, se compran caballos en lejanas provincias porque los que hay no bastan a la codicia que despierta el

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alza de fletes, suben éstos de repente más y más, y en tropel se hacían serones y pacas en plena fermentación en los vapores que salen de Puerto Plata para Europa, donde llega el tabaco ya podrido o completamente desmejorado. Entonces baja espantosa, un año entero del trabajo de ciento cincuenta mil almas totalmente comprometido y lo que es aún más grave, más desconsolador y tétrico, las esperanzas de trabajo futuro hondamente frustradas, y un siglo de aprendizaje, de tradición, de métodos, hábitos y costumbres, es decir, toda la sociedad en el duro trance de anularse o tomar otras formas».|218| Bonó alienta a los cultivadores de tabaco a no caer en el abatimiento y en la desespe-


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ranza. Les dice que la semilla, el clima y el mercado son los mismos. Que lo único que ha variado es «la afinación de la hoja y la buena fe de su empaque».Y les advierte: «Con este conocimiento del terreno sobre que se obra y recapitulando las fuerzas en disponibilidad, hay que observar que la mitad de la cosecha está aún en los campos, que esta mitad es tanto como la totalidad de la cosecha del año pasado, y si la calidad no fuere superior, hay que presumir que este remanente es la flor de la cosecha por los más hábiles agricultores. «En vista de esto hay que hacer un grande esfuerzo y si todavía no ha llegado la hora de especializar más la afinación de la hoja, entregándola a un grupo a quien no soliciten compromisos como el comercio, que éste haga estudios sobre la hoja de este año y de su resistencia a fermentaciones más o menos prolongadas; ya se obre con el

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tabaco de la seca; ya con el de lluvias, probar la susceptibilidad de la hoja a entrar en putrefacción bajo tal o cual grado de humedad, grande honradez en el empaque o enseronado, que las hojas del fondo hasta la boca sean tan perfectamente iguales como se pueda en tamaño, calidad, color, tersura; nada de cuerpos extraños ni inútiles para aumentar el peso, y que la marca o letra indicadora de la calidad no mienta a lo que promete. En una palabra, en esta ocasión ha de haber un trabajo sostenido, esmerado y aún más serio que el de estos dos años pasados, puesto que se trata de la recaída de un convaleciente y toda recaída en estas condiciones es muy peligrosa».|219|


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Exhortando a recuperar los mercados y a trabajar con tesón, Bonó recomienda: «Esto debe hacerse y pronto, como hace todo pueblo en situación semejante, y el Cibao lo hará como a intermitencias otras veces lo ha hecho bajo la presión de iguales apuros, pues no ignora, que la vida de las sociedades es una lucha, y que en el concurso de la oferta todo descuido lo aprovecha el que pone más esmero y cuidado que los demás. Hamburgo y Bremen son mercados ricos, donde se ofrecen cantidades enormes de productos iguales a los nuestros de países que tienen esclavos, buenos caminos y una organización y asiento definitivos. Pruebe el Cibao sin estas ventajas, una vez más, que el trabajo libre es igual si no superior a todos los trabajos y combinaciones de autoridad: pruébelo como lo probó ayer, empleando sus facultades, su religión y sus fuerzas en proporción de su libertad y responsabilidad y pronto volveremos a recoger los ópimos frutos que son su necesario resultado».|220| Y reiterando que el problema estaba en la preparación y empaque del tabaco, Bonó exhortaba a que «no se confíe en medidas empíricas, en actos del Gobierno que ni son prudentes ni provechosos, que no se caiga en el error de acusarlo, porque miembros de nuestro propio cuerpo sufren toda nuestra angustia y miseria; la energía individual iba combatiendo con buen suceso tradiciones pésimas, un descuido las ha hecho renacer y por él y no por otro hemos sido derrotados dejando el campo cubierto de cadáveres. Llorémoslos, compadezcamos al arruinado comercio, pero que él mismo semejante a la lanza de Aquiles cure el mal que hizo, y junto con todos los gremios, se empeñe en afinar y empacar bien el tabaco, que el fin de estos trabajos y afanes es la reconstrucción de su perdida fortuna y la salvación del país».|221| Finalmente, Bonó trasmite a los cultivadores un mensaje de confianza al decirles: «Y no se diga que faltan compradores, pués la riqueza está producida, pronta a entregar al consumidor, sólo falta la confianza y es preciso hacerla renacer. »Ánimo pués, cibaeños, con fe a la obra y puesto el corazón en Dios, esperemos sin tribulación la recompensa de nuestro trabajo honrado».|222| Pero, no solo era Bonó el preocupado. Los periódicos de la época enfocaban el problema como sucedió con El Eco del Pueblo, que en su artículo «Apuntes para los Agricultores del Cibao», hablando de las regiones que experimentaban un retroceso, decía: «Hace tres años el gremio comercial de Santiago era embellecido por veinticinco establecimientos de comercio que hoy, cerrados, forman un tristísimo contraste con lo que fueron ayer. «¿Cuáles son las causas de tan lamentable retroceso? «Son dos, solamente dos. En primer lugar, las vergonzosas revoluciones que desde la


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Restauración se han venido sucediendo sin interrupción y que –á pesar de todo lo que se diga– no han hecho más que corrompernos y encaminarnos por el sendero de la esclavitud… En segundo lugar –y á pesar también de que parezca esta aserción extravagante– el descuido de nuestros agricultores en el cultivo de esa planta que, bien acondicionada, hubiera pedido conquistar para el Cibao, de un modo incontestable, riquezas y esplendor.|223| Abundando en esos cursos, sobre todo en la deficiente preparación de la hoja, dicho periódico proseguía exponiendo: «Esto es muy fácil de probar. Nuestras revoluciones, con excepciones muy raras, no han tenido por móvil el progreso y la libertad, en cuyos casos son redentoras, son grandes. Lejos de eso, háselas visto capitaneadas casi siempre por hombres llenos de

Grabado cubano.


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vergonzosas pasiones, entre las que han descollado la venganza, que degrada, y la ambición que empequeñece. «Y en cuanto al tabaco concierne, sujeto su cultivo á procedimientos sin los cuales, como sabemos todos, se inutiliza para el porvenir y se le priva de obtener bello color, olor agradable y deleitoso sabor, cualidades indispensables á su excelencia y cuidándose absolutamente nuestros perezosos vegueros de tan preciosas condiciones, tenemos que el comercio invierte su capital en un fruto que se descompone antes de cruzar el Atlántico, y que no sirve sino para proclamar nuestro descrédito en los mercados alemanes. De aquí la ruina individual, que en análogas circunstancias trae la ruina general, la ruina de todo el pueblo».|224| Anuncio de «La Anacaona».

Exponiendo una de las causas fundamentales, que era que los comerciantes, en su des-


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medido afán de lucro, compraban a los agricultores un tabaco no bien cuidado, proseguía exponiendo El Eco del Pueblo en la edición antes citada: »¿Por qué nuestros agricultores continúan ese sistema fatal? Porque nuestros comerciantes lo desean; porque ellos compran el tabaco lejos de despreciarlo en las condiciones que se lo presentan, ignorando sin duda que es una responsabilidad que pesa sobre los que causan su miseria, la miseria de su familia y la miseria de la sociedad. Si ellos, abandonando la perniciosa costumbre de hacerse una competencia ruin; si administrando sus graves intereses de un modo menos ligero, se hubieran constituido en sociedad y nombrado agentes que presidieran, por decirlo así, á la siembra y cosecha de ese fruto, ni los establecimientos que permanecen hoy cerrados lo estuvieran, ni estuvieran en vía de cerrarse los que están abiertos, ni fueran presa estas comarcas de la espantosa miseria que las mata». Eudoro de los Campos, autor del artículo que se comenta, exponía un remedio para solucionar las deficiencias en el cultivo del tabaco. Pero, antes, exponía las llamadas instrucciones de Mellado, al parecer un autor muy en boga en esa época, para que su propuesta se diferenciara de ellas. Exponía él: «Afortunadamente hay remedio todavía y con más cuidado en su cultivo puede nuestra hermosa y rica hoja presentarse en los mercados europeos conquistando, reformada y excelente, riqueza y nombre para nuestra patria. «El remedio a que aludimos, hoy por hoy, es en extremo sencillo, y vamos a permitirnos apuntarlo compendiado. Seremos breves: no queremos ni fatigar la imajinación del agricultor –á quien nos dirijimos– con profusión de preceptos, ni exponernos á no ser leídos por ellos, atendiendo á la extensión de nuestro artículo. Nada diremos sobre las instrucciones de Mellado que nos dice: «Los terrenos ó vegas que se dediquen al cultivo del tabaco deben prepararse de antemano de un modo especial antes de confiarles la planta. Necesitan, en primer lugar, una labor de arado, bastante honda: á esta labor se llama romper el terreno.Veinte días después, poco mas ó ménos, se echa en la tierra estiércol, cuidando de hacerlo con igualdad. Acto continuo se da otra labor al arado. «Cruzada la tierra, ó sea arada por segunda vez, déjesen descansar otros tantos días, al cabo de ellos dásele otra labor, hasta que ya se vean las plantas del semillero en estado de trasplantarse. «Para proceder á esta operación, remójese bien la tierra de antemano, y luego, según la clase de tabaco que sea, cuídese de colocar las plantas a conveniente distancia unas de otras».|225|


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Finalmente, haciendo acopio de la experiencia de varios años de muchos cultivadores de tabaco, concluye el autor con sus recomendaciones tanto a cultivadores como a comerciantes expresando: «Nada diremos sobre ellas, que por lo demás son muy extensas, y nos limitaremos a anotar las que nos han proporcionado personas autorizadas por largos años de práctica. «Consisten tales instrucciones, en regar el 30 de octubre la semilla y trasplantarla del 15 al 30 de diciembre; en que de mata á mata haya una vara castellana; en no desbotonar el tabaco sino cuando esté a una vara de altura, á mas aun si es muy hermoso; en que no se deje bayonetas. «Por lo que respecta al comerciante, le haremos notar tan solo dos cosas esenciales. Son, que debe confiar solo al agricultor el aparte, y que el tabaco no se embarque hasta el 1º de agosto en adelante, por no tener hasta esa fecha el tiempo suficiente para la fermentación. «Hé ahí en sencillísimo compendio las condiciones de nuestro esplendor, tan descuidada en todo tiempo por aquellos que han podido darlo á nuestros pueblos, cubriendo sus nombres de brillantísima aureola».|226| El día anterior a la publicación de ese artículo en El Eco de la Opinión, el periódico El Porvenir, de Puerto Plata, había salido en defensa del tabaco dominicano respecto al cubano. En su editorial «Tabaco de Santo Domingo» decía: «Con el epígrafe que encabezamos las presentes líneas, reinserta El Avisador Comercial de la Habana correspondiente al 17 del mes de noviembre último, nuestro editorial del 21 de Octubre, honor que agradeceremos al colega: pero como en la reinserción hemos encontrado la siguiente nota de la redacción que dice: «Es realmente risible la manía de algunos países vecinos en querer que el tabaco que producen sea igual al mejor de Cuba, á pesar del veredicto de la opinión pública en los países consumidores« le responderemos, que si él estuviera en antecedentes y supiera lo que sabemos nosotros, no consideraría risible nuestro aserto, pués mucho tabaco de Santo Domingo viene elaborándose con marcas de las mejores fábricas de Cuba y fumándose como de las mejores hojas cubanas, que nos prueban que lo que le falta á la nuestra es cultivo y condición como lo tiene y se le da en la referida isla, donde –justo es decirlo– se han ocupado de ella con mucho interés, cuidado y esmero».|227| Y, reconociendo las diferencias en el cultivo, termina expresando el editorial: «Desengáñese el estimable colega, y crea que en nuestro país –á pesar de no querer convenir por allá en ello–, hay vegas y terrenos, si no mejores, tan buenos para el cultivo del tabaco como los hay en Cuba. Lo que nos falta, como ya lo hemos dicho en


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repetidas ocasiones es, que nos ocupemos científicamente de su siembra, su recolección y condición. «En fumar como en deber se coje al más perito en la materia, y como sucede en todas las cosas de la humana naturaleza, hay que de la opinión pública en los países consumidores, –que nada es más cierto que el axioma aquel de cría fama y échate a dormir. «Antes de terminar, permítanos el colega habanero que le observemos, que siempre que nos hemos ocupado de la cuestión tabaco, jamás hemos llegado más que á querer probar, que lo podemos tener tan excelente o bueno como el de Cuba, nunca mejor, por tanto no hay que calificar de manía lo que se puede evidenciar».|228| Como más arriba se ha expuesto, uno de los mayores responsables de la baja calidad de la hoja de tabaco eran los comerciantes, que respondían al mercado alemán que prefería la cantidad, lo que impulsaba a los cosecheros a aumentar la producción, pues dicha hoja la utilizaban para elaborar sus cigarros. Así se completaba el círculo de fraudes, ya que «los compradores por su parte manipulaban las balanzas en las cuales pesaban el tabaco a los campesinos.Y los campesinos y los mismos comerciantes adulteraban el peso del tabaco mojándolo e introduciéndole piedras, tierra y pedazos de yagua a los serones, y mezclando las variedades. Por último, todos aceleraban el proceso de recolección, tratamiento y embarque para obtener rápidamente los beneficios».|229|

E|Los esfuerzos por mejorar el cultivo del tabaco Ante el panorama arriba descrito dos de las salidas que se propusieron fue mejorar el cultivo, para lo cual se crearon sociedades como la llamada «El Progreso», en diciembre de 1882, que contrató «tabaqueros cubanos para que enseñaran a los campesinos mejores técnicas del cultivo de la hoja y de su preparación, y creó una finca modelo», y se trató de «encontrar otros mercados, no solamente para obtener mejores precios, sino también para despojar al baecismo del fuerte apoyo que le daban los campesinos del Cibao».|230| En 1882, aunque se exportó una cantidad mayor de tabaco que en otros períodos, dada la demanda del mercado alemán, los beneficios fueron menores, ya que al no ser el producto de buena calidad su precio descendió y al hecho de que, Brasil tuvo una gran cosecha de la hoja de igual calidad que la dominicana, y aumentó la producción de Alemania.|231| La cantidad de tabaco exportado, en ese año, por las aduanas de Santo Domingo, Puerto Plata, Samaná y Azua fue de 81,377 quintales|232|, aunque otras fuentes aportan cifras diferentes como la de 119,000 quintales |233| y la de 48,028 bultos.|234|


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Como una forma de que mejoraran las condiciones del cultivo del tabaco, a todo lo largo del 1883 el periódico El Eco del Pueblo sostuvo una sistemática campaña proponiendo soluciones a la crisis. Un primer trabajo, publicado en dos entregas y titulado «Lo de mayor importancia», expone la crisis que en el año anterior había experimentado el tabaco de Vuelta-Abajo, Cuba, debido a los efectos destructores de un huracán en el mes de octubre, lo que posiblemente se convertiría en una favorable circunstancia para que el tabaco dominicano aumentara su precio en los mercados. Plantación cubana con esclavos negros durante el siglo XIX.

Pero, como ya era habitual, al transcribir un artículo firmado por A. M. Alamo, recibido en esos días del extranjero, el mayor énfasis lo ponía en las técnicas del cultivos, que era una de las grandes deficiencias que venía arrastrándose en el país. Recuérdese que


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una de las soluciones que se planteaban en ese tiempo era que se copiara la experiencia de Cuba. Al referirse a la siembra, el artículo decía: «Verdad es que hasta ahora ninguna rama ha podido competir con la privilegiada de la Vuelta-Abajo, ni aun en la misma isla, pero también es cierto que la falta de ella podría suplirse con algunas que le fueren similares, si se hace con esmero el cultivo, se le da un apropiado beneficio y se distribuye en las pacas bien escojido y clasificado, conforme al uso establecido en este negocio, hasta contentar las exigencias del comercio y de los consumidores. «Escojida con acierto la tierra; preparada convenientemente; hechos los almácigos con previsión, plantadas las matas en tiempo oportuno, prodigándole eficaz cuidado; cojida en sazón la cosecha, y practicando el beneficio conforme á las sencillas reglas que han

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sancionado una larga experiencia, se está seguro de obtener un excelente producto, salvo las contingencias de una mala estación».|235| Lo primero que tenía que hacer un cultivador de tabaco esa «acariciarlo».Transcribiendo la siguiente experiencia cubana exponía el articulista: «El señor don Miguel Rodríguez Ferrer en su famosa obra sobre «El Tabaco Habano», refiere que un día cierto veguero anciano á la puerta de su choza, al preguntarle si eran muy fuertes las labores que el cultivo del tabaco exigía, le contestó: «Señor quien más chiquea al tabaco, ese es quien mejor lo cultiva». Concepto expresivo, añade el autor, y con el que nos quiso dar á entender que si esta planta no exigía, las operaciones fuertes de la caña de azúcar y las complicadas del café, reclamaba las mecánicas del tiempo, la aplicación y la paciencia. Usó la voz provincial chiquear por halagar, acariciar, mimar, pasar la mano, &».|236| Una de las tareas primordiales que había que hacer, se planteaba por otro lado, era cambiar los hábitos rurales. Al respecto se afirmaba: «Sucede, por desgracia, entre nosotros, que los labradores se fían en bondad de la tierra, en lo benigno de las estaciones, y casi abandonan a sí mismos los campos, sin emplear la previsión, el cuidado perseverante y la paciencia, que solo muestran para soportar el mal éxito de sus empresas, como entregados á la fatalidad. –Es necesario comenzar por la reforma de los hábitos rurales en que predominan la negligencia, la apatía mas incalificable, y seguir procurando obtener los conocimientos indispensables para practicar bien y á tiempo las operaciones, sin lo cual ninguna empresa puede dar buenos resultados. «La inteligencia, el capital y el trabajo, son los tres factores imprescindibles para la producción en cualquier empresa, y serán más seguros en sus resultados si los elementos naturales ayudan al hombre laborioso».|237| A continuación, a partir de la experiencia de cosecheros, se exponían los fundamentos de los sistemas de cultivo. Con relación a las plantaciones del tabaco se refieren los meses del año en que deben hacerse y al cuidado que hay que tener con los insectos con estas palabras: «Lo principal y lo más difícil en el cultivo del tabaco es sin duda el buen éxito de las diferentes épocas en que se hacen sus plantaciones. Procédese á la primera en los últimos días de julio; á la segunda en agosto; á la tercera, en septiembre; á la cuarta en noviembre. Esta última no se ha sino en el caso de que hubieren faltado las precedentes. La semilla ó grana de la primera está ya á propósito para ser trasplantada en septiembre, aunque es muy raro su éxito favorable á la falta de lluvias. La segunda se hace por el mes de octubre y las dos restantes para noviembre, diciembre, enero y febrero; después de este tiempo no se debe plantar mas, pues el tabaco se debilita siempre por las muchas lluvias de abril y mayo, so-


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bre todo, por la gran cantidad de insectos y gusanos, llamados primaveras que se crían en esta época. La dificultad de las plantaciones se explica fácilmente al considerar la cualidad de la grana (especie de semilla, n. de a.) y lo delicado de esta planta en su nacimiento, ya quemándola el más templado calor, ya pudriéndola una humedad excesiva. Se hace preciso, pues, que el veguero tenga la precaución de resguardar el espacio de la tierra que se destina para semillero, plantándose algunas matas de maíz cada piés cuadrados ó menos, un mes ántes; pero si apercibe que las plantas se reblandecen por la gran abundancia de lluvia, debe arrancar inmediatamente una ó mas hileras de este maíz según lo juzgue conveniente; y desde el momento en que la planta haya llegado a tener la circunferencia de una onza española, ó, lo que es lo mismo, sus cuatro hojas, ya puede limpiar y descubrir enteramente el terreno, operación, que acelerando de una manera inconce-

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bible el desenvolvimiento de la planta se la puede transplantar tan pronto como se la juzgue capaz de resistir al ardor del sol. La vega debe alinearse de Norte á Sur, para que los tabacos en su crecimiento puedan garantizarse mútuamente con su sombra. Cuando estas plantas están bien arraigadas y empiezan a echar sus hojas, se debe cuidar mucho de librarlas de los numerosos insectos que pululan sobre ellas para devorarlas, siendo los principales los gusanos blancos, que se hacen una envoltura con la hoja para comerla; los gusanos ardientes, que nacen en el corazón mismo de la planta y la queman, la oruga cogollera, que nace igualmente en las hojas tiernas de que se alimentan, el cachazudo, que es otro que se forma en la tierra, sube á la planta durante la noche y corta enteramente las hojas y hasta el tronco cuando este es tierno; y la primavera, enorme oruga llamada así, porque no aparece en gran cantidad, sino en abril y mayo, y que destruye en 24 ho-

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ras el pié mas completo de tabaco en su mejor parte. Por consiguiente hasta que el tabaco ha cesado de crecer, el veguero no puede ocuparse de otra cosa que de libertar á esta planta de tan diversos enemigos».|238| Luego, viene el proceso de cortar las hojas y someterlas al proceso de fermentación. Eso es relatado de la siguiente manera: «Después de descogollar á la altura de rodilla, que es la regla de estos vegueros; pero yo, no he puesto ninguna en mi finca, no sirviéndome de ley para esta importante operación, mas que el mayor ó menor vigor que puede tener la planta.A estas operaciones sigue el limpiar la planta de retoños, lo que se practica cuatro ó cin-


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co veces ántes de madurar las hojas, anunciándose este estado de sazón por unas erupciones amarillentas, mas á menos según la estación y el tiempo. En este caso se cortan, se llevan á las casas de tabaco, hechas á propósito con techo a paja, donde se las cuelga unas al lado de otras, ni muy cerca, á fin de que no se pudran con la fermentación, ni muy separadas, para que no se sequen muy presto con la acción del aire, pasando por esta paulatina desecación de verde á amarillas, y después encarnadas. En seguida es muy bueno ponerlas en prensa, lo que se ejecuta del modo siguiente: Reúnese el tabaco en gruesos en paquetes y en un lugar hecho a propósito, se ponen unos encima de otros, se cubren perfectamente para resguardo del aire y se cargan con un gran peso. La fermentación viene entonces, y el tabaco adquiere por esta operación su calidad, su color y su peso».|239| El proceso de fermentación continúa, según narra el periódico, ya que el tabaco colocado como antes se ha expuesto, «se le deja en prensa mas ó menos tiempo, según la temperatura, pues si es húmeda bastan tres días y algunas veces dos solamente; si es seca, puede continuar en ella cinco ó seis hasta ocho días. Después de cualquiera de estos términos, se levanta la prensa, se hace la elección de las hojas ó la separación de las capas y el deshecho. Practicado esto, reúnense las hojas en pequeños paquetes llamados cabezas, estos se reducen á manojos para la operación de estirar ó dilatar las hojas, y estos manojos se reúnen en un lugar cerrado herméticamente y sobre todo bien seco, hasta que se ponen en tercios, que es una especie de caja hecha con la yagua y corteza del tronco superior de la planta. Cada tercio contiene un número irregular de manojos por depender estos de la extensión y peso de las hojas». Una advertencia hace al proceso de disecación cuando observa que si durante el mismo «se nota que su fermentación es ocasionada por la humedad (cosa que solo enseña al veguero la experiencia) preciso es al punto poner remedio á ello encendiendo fuego en las casas y haciendo sobre todo mucho humo. Luego que sobrevienen tiempos lluviosos se debe al punto preparar el tabaco; de otra suerte se echa á perder en muy pocos días, pues cuanta goma encierra y cuanto más sensible es á la acción atmosférica, tanto mas pronto se enmohece ó pudre no sirviendo ya para nada.También cuando se coge el tabaco, preciso es evitar que el aire libre y sobre todo el viento no lo orée demasiado, pues en tal caso lo diseca muy pronto, se hace quebradizo é impide la flexibilidad que adquiere en la prensa. De dos á tres meses es el tiempo que pasa el tabaco en vega contando el día en que se planta hasta aquel en que se corta. Se necesitan por lo tanto, de 40 á 50 días para la completa disecación y de 120 á 140 desde su plantación hasta el de su preparación completa».|240| Esas eran las recomendaciones dadas a los cosecheros de tabaco, extraídas de la expe-


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riencia cubana. Meses más tarde, el mismo periódico El Eco del Pueblo, recordando la triste experiencia de las exportaciones de tabaco a Alemania durante el año 1882, en un artículo titulado «El Tabaco» trasmitía los consejos que daban varios individuos del gremio comercial de Hamburgo diciendo: «Si quieres que vuestro tabaco no caiga en el demérito que sufrió el primero que vino á Alemania de la cosecha del año pasado, procurad por todos los medios posibles que los embarques de este año 1883, no se hagan sino por los meses de julio y agosto, pues así habrá tiempo para que esta hoja haga la fermentación necesaria en los almacenes donde se deposita ántes de ser empacado y enseronado. –Está en vuestra conveniencia esta medida, porque así sacareis mayores ventajas en la venta del fruto y el país ganará el crédito que sobre ese comercio ha venido perdiendo en estos últimos años; vuestro tabaco es siempre acojido, porque su calidad es condición de la excelencia del clima y si alguna competencia sufre con los tabacos del Brasil y otras plazas productoras, no es por virtud de la hoja, sino por la cantidad. –Dad valor á la riqueza que la naturaleza á puesto a vuestro servicio».|241| Exhortando el periódico a tener presente el fondo de verdad que dichas advertencias contenían, en relación con la exportación del tabaco, exponía lo siguiente: «Hablan muy alto en su favor; el percance sufrido á mediado del año último. «Tuvimos una gran cosecha y tal vez por precipitación inconsiderada en la preparación del tabaco nuevo y su embarque inmediato, dejamos de utilizarnos de los grandes rendimientos que nos hubiera proporcionado esa cosecha á haber procedido con mayor cautela y previsión en el acopio del fruto que forma nuestra principal riqueza, y cuya alza ó baja de precio, influye por consiguiente, en nuestra escases ó acomodamiento regular. «Conocido por todos cuanto dejamos dicho; que de algunos sirva tan cara experiencia, aprovechando sus lecciones en cuanto se refiera á la cosecha del tabaco que ya tenemos á nuestras puertas, y está en vías de comienzo. «La disposición que se nota en el comercio que en esta plaza especula en el consabido fruto, á no comprar este si no está en las condiciones apetecidas, es un signo que da motivo para esperar un mejor resultado en la venta: pues que si la ventaja de que ella sea mas alzada en este año, estriba en el mayor cuidado que se ponga en la manipulación, etc. no faltará por cierto tal diligencia, por aquello de que: nadie se busca el mal por sí mismo cuando estuvo en sus manos evitarlo. –Verdad es también que los consejos de la experiencia de nada han servido y sirve á determinados compradores; pero como es de principio que las excepciones no forman las reglas, al cabo y en fuerzas de las circunstancias, esos mismos sujetos vendrán á juicio y se rendirán á la evidencia de los hechos».|242| Un motivo, al que daba especial importancia en el origen del atraso en que se encon-


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traba la producción de tabaco, era la ausencia de caminos al litoral norte del país, donde se embarca el producto por ser comerciado en el exterior. A ese respecto concluía El Eco del Pueblo: «Hoy por hoy, dada la precisa necesidad que tenemos del tabaco, no obstante haber sido cosechado regularmente; la poca demanda del artículo traía ese resultado; pero, existe sin embargo, otro motivo mas que suficiente, á quien es necesario ver como el verdadero origen de nuestro atraso actual y de su prolongamiento, si no nos empeñamos en el remedio. –Es aquel motivo, la completa y absoluta carencia de caminos al litoral, que á la condición de ser cómodos, fáciles y baratos, reúnan la de poder dar salida por ellos á los multiplicados y espontáneos productos naturales de que están sembrados nuestros bosques, y á los que se producirían por nuestra industria.

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«Tal estado no ha pasado desapercibido á los hombres de ayer ni a los de hoy; pero es preciso confesar que los medios que se han empleado en uno y otro tiempo, para darnos siquiera un buen camino en la dirección indicada, no han correspondido a la verdadera necesidad que nos aqueja; pues dichas vías dada su situación por intrincadas montañas; siempre ofrecerán los mismos inconvenientes; y los recursos que de por sí puedan adquirirse no serán suficientes a cubrir los enormes gastos que exijiría, no diremos la construcción de un camino ferreo, lo cual es algo sério, sino ni siquiera se podría alcanzar una mala carretera, que es cuanto es dable esperar, conocida la topografía


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de los que nos unen a Puerto Plata, punto el más próximo del valle interior del Cibao en su parte central. «Se entiende que, si los primeros pobladores de estos lugares, para no estar incomunicados con el litoral, y no atendiendo mas que á tan apremiante necesidad, no pararon mientes en abrir un camino por entre las montañas que por el Norte no separan del mar; no dejarían de tener presente que conforme la situación topográfica del valle que corre de Samana á Montecristi, era por unos de estos lados por donde con el tiempo, ya creciente la población y establecido comercio, explotada la agricultura y corriente las demas fuentes de trabajo, debían sus moradores, acrecentados sus intereses, dirijir sus miradas, aprovechando lo que la naturaleza por sí sola había hecho, sin que en nada interviniera el arte humano. «A la vista, pues, de todos está la gran llanura, cuyos límites extremos bañan cariñosa-

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mente, el Yuna por el Este y el Yaque por el Oeste; ella nos convida y nos habla muy alto, para que nos libertemos de la prisiones que retrasan nuestra prosperidad, viviendo pobres en medio de las riquezas que la mano de Dios puso a nuestro alcance».|243| Una de las medidas dictadas por el Gobierno, en el mes de julio, fue el establecimiento de fechas fijas para la exportación del tabaco a fin de evitar que su cosecha y tratamiento se hicieran de manera apresurada. El Decreto Núm. 2148 del Congreso Nacional, del 2 de julio, establecía en sus considerandos:


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«1. Que el estado de decadencia en que se encuentran el comercio y la agricultura en las laboriosas comarcas del Cibao, exigen que el Congreso Nacional dicte una medida que de algún modo contribuya á levantarlos de tan fatal postración. «2. Que no obstante la modicidad del derecho vigente sobre el tabaco en rama, con motivo de la depreciación que sufre en los mercados de su destino, apenas puede ese artículo soportar dicho impuesto; y «3. Que se reconoce como una de las causas del exiguo precio en que se cotiza todo nuestro tabaco en los mercados de su destino, la festinación con que se acostumbra embarcar el primer tabaco de la cosecha; cuya fermentación perjudica al de la clase buena que llega posteriormente, lo cual ha influido en el demérito de su calidad y condición».|244|

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Y establecía que «cada quintal de tabaco en rama que, desde el próximo año de 1884, se embarque por los puertos de Samaná, Puerto Plata y Monte Cristy, pagará cincuenta centavos de derecho de exportación».|245| Se exceptuaba el que se embarcaba en los meses de marzo, abril, mayo y junio, que pagaría un peso y cincuenta centavos. Esa actitud del Congreso era bien ponderada por el periódico El Eco del Pueblo, que consideraba que con dicha medida «no se ha desoído la voz de una comarca que en otros tiempos, merced á su laboriosidad constante, logró con el cultivo del fruto que en ellas se cosecha en gran escala, ser el primer centro del movimiento comer-


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cial en la república, reunión de capitales nacionales y extranjeros; resultando por ende de este trafico, una entrada regular en nuestras aduanas, y cuyas rentas, fueron por mucho tiempo el fondo principal que daba para cubrir los gastos de la nación, en su casi totalidad».|246| En cuanto al decreto de marras, el periódico estimaba que tendía: «A obligar indirectamente á los especuladores en ese ramo, no embarcar tabaco antes del tiempo reconocido suficiente para que el fruto haya hecho su fermentación amen de estar bien seco, y no sea él causa de nueva ruina á estas comarcas; y a los cultivadores, compelerlos asimismo, a ser más cuidadosos en la recolecta de la hoja y pueda obtener ella un precio no tan bajo como el que ha tenido en estos últimos dos años. «Siempre creímos –y lo venimos apuntando hace más de un año– que la intervención oficial se hacía indispensable, para conseguir una completa regeneración en la cosecha del tabaco; y como la ley que se ha dado difiere muy poco del medio que proponíamos nos felicitamos de haber concurrido con nuestro humilde continjente á despejar del futuro los errores, con q. una mal entendida especulación comercial, había despretijiado (sic) el unico fruto por ahora, fuente del nuestro bienestar».|247| A finales del año 1883 el mismo periódico El Eco del Pueblo proseguía su campaña de que era posible una regeneración del cultivo del tabaco no obstante los percances experimentados. En un trabajo, titulado «Velemos por el porvenir», refiriéndose al principal elemento de la vida agrícola de las comunidades exponía: «Es el tabaco ese elemento; es él quien nos sirve de punto de mira en estos breves renglones; fruto especial, y cultivo generalizado en el Cibao y que ahora y siempre, será el redentor de nuestras necesidades. «Luchar porque este fruto alcance el mérito necesario, nos parece un deber, del cual no debemos apartarnos un instante; sobre todo conociendo que nuestro tabaco, no es de los menos apreciados en Europa, ya por su olor, ya por su sabor, no obstante el descuido con que hemos venido preparándolo desde que en esta parte del país se principió á cosechar; circunstancias que si se estudiaran con calma, tendrían su origen en el poco celo que nuestros gobiernos hasta ayer desplegaban a favar de la agricultura; dejando que obrara la iniciativa particular, mientras a ellos les absorbían toda su atención, una política bastarda y efímera, pues que, no cuidando de aquel ramo, que en escencia constituye la verdadera riqueza de las naciones, y es causa de que el Estado recoja abundantes provechos, se veían forzados á transigir con exigencias de mala ley, y de todo punto perjudiciales al pueblo y al crédito de la dirección pública.


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«Los rudos golpes que el comercio, la industria y los demás ramos del trabajo en estas comarcas, han experimentado en estos últimos años, ha puesto de sobre aviso á esos gremios, y el espíritu de iniciativa regeneradora en la siembra del tabaco y su acopio, se ha dejado sentir de un modo que promete no serán infecundos para el porvenir esos esfuerzos».|248| Para ello se argumentaba la calidad del tabaco dominicano, que permitía que el país pudiese competir con otros países de mayor población. Al respecto se exponía que «poco importa que la siembra del tabaco se esté propagando en muchos países de América donde antes no se cultivaba; no nos debe asustar las grandes cantidades que de esos puntos se puedan despachar á los mercados del fruto, dada la mayor suma de elementos con que cuentan, como el número de su población; eso nada viene á ser; pues que en cambio la hoja de Santo Domingo goza de un privilegio excepcional –si no tan acabado como el de Cuba– á lo menos es la que asegunda á ésta, en color, olor y sabor; merced sin duda a las condiciones climatolójicas de nuestra tierra, semejante á la de la antilla hermana».|249| De ahí que había que poner todos los esfuerzos posibles y superar algunos obstáculos como eran los gastos de acarreo del producto. En ese sentido, concluía el periódico refiriendo que «de todos modos, y como por mucho tiempo no podemos entregarnos á otro genero de cultivo, pues que cual que fuese este, no daría lo suficiente á soportar los gastos de acarreo por los endemoniados caminos que por desgracia tenemos hacia el mar, y que cual Sísifo, jamás calmarán ellos, por su condición, la sed que nos devora de poder ensanchar nuestra esfera de acción agrícola; rigor es que no desmayemos en proseguir la reorganización de la siembra aludida poniendo en juego cuantos medios estén á nuestros alcances, venciendo los obstáculos y resabios que el tiempo haya generalizado entre la parte de nuestros pobladores, entregados á las faenas agrícolas».|250| Sobre la cosecha de tabaco de ese año y su posterior venta en el mercado, ya a mediados de ese año, El Eco del Pueblo hacía la advertencia de que en relación con su preparación se aprendiera de la experiencia del año 1882. El importante medio informativo recordaba lo que ya antes había escrito: «Tuvimos una gran cosecha; y tal vez por precipitación inconsiderada en la preparación del tabaco nuevo y su embarque inmediato, dejamos de utilizarnos de los grandes rendimientos que nos hubiera proporcionado esa cosecha, á haber procedido con mayor cautela y previsión en el acopio del fruto que forma nuestra principal riqueza y cuya alza ó baja de precio, influye por consiguiente en nuestros escaceses ó acomodamiento regular… La disposición que se nota en el comercio que en esta plaza especula en el consabido fruto, á no comprar este si no está en las condiciones


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apetecidas, es un signo que da motivo para esperar un mejor resultado en la venta; pues que si la ventaja de que ella sea más alzada en este año, estriba en el mayor cuidado que se ponga en la manipulación, etc., no faltará por cierto tal diligencia, por aquello de que nadie se busca el mal por sí mismo, cuando estuvo en sus manos evitarlo…»|251| Acerca de la posibilidad de que una casa comercial de Puerto Plata hubiese embarcado tabaco en mal estado, el referido periódico terminaba lamentándose y advirtiendo lo siguiente: «Si con respecto al citado gremio local, nos complacemos hoy en confirmar lo dicho, no podemos menos que, conforme se nos ha dicho, lamentar la falta de esa disposición por parte de algunos otros especuladores fuera de aquí. –Dícese, pues, que una casa de comercio de Puerto Plata embarcó para Europa cien serones de tabaco nuevo en mal estado, provinentes de las costas de aquel Distrito; si el hecho es cierto, como se asegura, ya podemos ir previendo lo que podrá suceder; si no lo es, cuídese la parte sana del comercio por contrarestar la malevolencia de los que, con mala entendida especulación, hacen aparecer en los mercados extraños un poco de tabaco malo para que los allá, por esa muestra, le pongan el exequatur al tabaco que de la cosecha del presente año se despache de aquí. «Evitemos que por salir de un apuro presente, no nos sea doblemente fatal el porvenir. «¡Comprendamos nuestros verdaderos intereses!».|252| La cantidad de tabaco exportado en ese año 1883 fue similar a la del 1882, |253| aunque en la Memoria del Ministro de Hacienda y Comercio, presentada al Presidente de la Republica, cuando se refiere a los rubros agrícolas, específicamente al tabaco y al cacao, se consigna que en el primero «hemos tenido en 1883 un aumento de 46,106 1/2 quintales sobre 1882 y en cacao 1,630 quintales. En los demás artículos hay diferencias en más y en ménos, algunas notables pero que no influyen tanto en nuestro porvenir económico como aquellos de que he hecho mención. El aumento de producción del tabaco y del cacao y las esperanzas que se tienen ya de que la cosecha del primero será este año grande y de buena calidad, son síntomas característicos de que el país es constante en el trabajo y que sabe aprovechar las lecciones de la experiencia, y los beneficios de la paz».|254| Es posible que esa diferencia se haya debido, como señalaba El Eco del Pueblo, a que «motivado á los bajos precios que la hoja obtuvo en la cosecha del 82, muchos de los cosecheros reservaron sus partidas á fin de ver si lograban venderlas mejor avanzando el año, y cuando ya hubiese salido la mayor cantidad; pero vencido el tiempo nada se obtuvo; y hé aquí como el fruto del citado año, vino á ser vendido á prin-


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cipio del 83, figurado en la salida, como producto de la cosecha que á él correspondía. Por lo dicho se establece que la cantidad de tabaco producido de uno y otro año en poco se diferencia».|255|

F|El establecimiento de haciendas tabaqueras Una de las medidas propuestas en esa época para salir de la crisis que experimentó el tabaco fue el establecimiento de haciendas donde se mejorasen las técnicas de su siembra y colección, a fin de obtener un producto que pudiese alcanzar buenos precios en los mercados internacionales. Tal fue el caso de la Estación Modelo, de Santiago, de cuya experiencia trajo El Eco del Pueblo un importante reportaje en el año 1884. Con gran alborozo señalaba el periódico, refiriéndose a las técnicas del cultivo, que «los ensayos hechos en la Estancia Modelo fundada en esta jurisdicción para el perfeccionamiento de la siembra del tabaco y su recolecta, han dado resultado inesperados. –Sin preparación del terreno, y solo sí con esquisito cuidado en las dos condiciones predichas, háse obtenido una hoja preciosa de buen olor y cuyo valor ha alcanzado el doble del tabaco sembrado en otras condiciones. –Diez pesos, dicen los peritos, vale el tabaco de primera de la Estancia Modelo, y comparado con el otro que solo alcanza cinco pesos, es un augurio de que el año próximo, ya se observarán por muchos las reglas seguidas en la Modelo. –La posición de los Ranchos y días y hora de la recolección, entran por mucho en la conservación y buen olor del tabaco. –Bien es verdad que para obtener ese magnífico resultado ha sido necesario algunos desembolsos que no podía fácilmente hacer la generalidad de nuestros sembradores; mas acomodando cada cual su capital con la extensión de sus trabajos, es factible se haga numerosa la buena recolección del tabaco en el próximo año».|256| En relación con los precios se exponía que «comparadas las ventas del año pasado con las de este, resulta muy bien reparado el presente año, en que si es cierto que el tabaco no ha dejado de sufrir baja, ésta no ha sido tan enorme como lo fue en el pasado año, al extremo de que llegaron a venderse en la plaza tabacos á doce reales el quintal. En el presente se ha sembrado mucho de olor, resultado infalible de la depreciación que el tabaco común obtuvo en la cosecha pasada; de aquí que una gran parte de la hoja ha sido comprada para el consumo interior, destinándose el otro, solo para la exportación, y el cual afortunadamente, fue cosechado en buenas condiciones, evitándose las pérdidas que por su mala preparación sufriera el comercio en la referida siembra de 1883».|257| La comercialización del tabaco todavía tenía sus problemas, y eso ocasionaba que los cosecheros no se sintieran estimulados a producir un buen producto. Esa situación la expo-


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nía el medio informativo cuando consideraba que «las condiciones en que se halla gran parte del comercio que en otro tiempo compraba el tabaco, y lo cual solo es ahora negocio para seis ó más casas de esta plaza; el mal estado de los caminos al litoral y la baja forzosa de la hoja por lo reducido de los concurrentes como queda dicha, han sido causa para que el cosechero, á sabiendas de que poco se le ofrecería por el fruto de su trabajo, haya negligenciado muy mucho la siembra y preparación de la hoja ántes de traerla al mercado. –También ha faltado como garantía de venta la poca iniciativa de los Cuerpos Municipales que han debido supervigilar por algún medio las ventas del fruto en los respectivos lugares. –No siempre da el campesino con un honrado especulador del fruto que no tenga á merito explotarle en el peso; suele recientemente, y es lo mas común, verse expoliado limpiamente con un sobre cargo de libras que es hasta bochornoso referir…»|258|

Anuncios periodísticos de «La Primada de las Indias».

Y, enfatizando la importancia del tabaco en el Cibao, concluye el reportaje con la siguiente exhortación: «Hoy por hoy, las necesidades se imponen y fuerza ser que todos trabajemos por levantar, valiéndonos de medios razonables y elementos al caso, del único fruto que ha sido, es y será la general ocupación de los habitantes del Cibao. –Pensar de otro modo en dar vida a esa masa que languidece por falta de trabajo, es soñar con un imposible…»|259| Esa situación narrada por El Eco del Pueblo la constató, también, el gran educador puertorriqueño residente en el país Eugenio María de Hostos, pues en unos artícu-


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los analizando «la crisis agrícola« del momento decía: «En verdad que la producción, principalmente localizada en el Cibao, estaba reducida a un solo artículo, el tabaco, y no es menos verdad que, a consecuencia de los torpes abusos del comercio de especulación, de la falta de escrúpulo en la materia prima, y a causa de la unidad de mercado, la producción del tabaco estaba sujeta a frecuentes oscilaciones y peligrosas crisis».|260| No obstante esa situación, la exportación de tabaco para el año 1884 se mantuvo en un nivel similar al del año anterior como consta en los siguientes datos que aporta Álvarez Leal.|261|

EXPORTACIONES DE TABACO POR ADUANAS 1880-1884 (en qq) Aduana Santo Domingo Puerto Plata

1880

1881

1882

1883

1884

37

480

246

8

771

Total

34,334

59,452

74,807

123,165

105,139

395,897

Samaná

1,256

1,408

4,781

5,220

2,665

15,330

Monte Cristy

1,211

728

1,540

1,817

5,296

36,838

62,068

81,374

127,385

109,629

San Pedro de Macorís Azua Total

417,294

El año 1885 empezaba con las perspectivas de que el precio del tabaco aumentaría un poco, debido a que la cosecha había sufrido una reducción.

G|El Eco del Pueblo y su campaña en pro del tabaco El Eco del Pueblo, periódico santiaguense que siempre mantuvo en sus páginas una entusiasta y permanente cobertura a la problemática del tabaco, publicó en el mes de abril de 1885 un artículo titulado «El tabaco y algo más». Acerca de la producción del año y de la labor de los intermediarios afirmaba: «Desde cerca de tres semanas atrás, háse principado en esta población el tráfico del tabaco. Entran á la ciudad multitud de bultos, y como fatalmente la cosecha es este año se ha reducido á la mitad de los que se esperaba fuese, á no haber faltado las lluvias en los días del resiembro, dispútase la compra por los especuladores. Esta circunstancia hace presumir que el precio de la hoja subirá un poco, ya que siendo ese el único fruto que en mayor cantidad el comercio tiene por acá… para ofrecer en cambio de sus importacio-


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nes, es claro que cada cual procure alcanzar por su diligencia las mayores ventajas y esta competencia no puede ménos que aprovechar al cosechero».|262| Al parecer, dos de los graves problemas que conformaban los cosecheros eran el excesivo peso de las cargas y el estado desastroso de los caminos, de los cuales se quejaba el articulista expresando: «Y ahora que ocasión nos dan esos apuntes, nos preguntamos el por qué de esa indiferencia habida por los ciudadanos mas influyentes de Puerto Plata y Santiago, respecto á mejorar la única arteria de vida, que alimenta ese puerto y las provincias interiores.Verdaderamente no lo comprendemos, por lo muy natural de que nadie renuncia á aquello que le proporcione los medios de satisfacer las necesidades ordinarias, y verificar el aumento del capital que es la aspiración también innata y lógica en el que se ocupan del Anuncio periodístico.

comercio; como asimismo halaga á los que de ese cambio reciben iguales medios».|263|

La mayor culpa de esa situación, según el periódico, era de los Diputados del Congreso, aunque no quedaban excluidos los diversos gobiernos que había tenido el país, ya que «no hay una cita siquiera de que algunos de ellos, ayer como hoy, presentara á la discusión de la Asamblea un proyecto de mejora de esa vía; acopiando materiales al caso y recogiendo en propio terreno los informes necesarios para argumentar y rebatir las opiniones que pudieran presentar en contrario á la idea, como suele suceder en todo cuerpo colegiado. Nada de eso; se ha seguido en la rutina de plegarse en todo á la voluntad de los gobiernos, quienes comúnmente preocupados en la política y en armo-


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nizar los elementos que le pueden ser contrarios, apenas si tienen tiempo de ilustrarse, no creemos de asuntos como esos que requieren estudio previo aún de aquellos que mas próximo les están y de menos importancia».|264| Y manifestando su esperanza de que la situación mejoraría por la cosecha obtenida, el periódico concluía halagado «por los pensamientos externados al comienzo de estas líneas, ya que esas ventajas algún desahogo traen á la estrecha situación económica que hoy por hoy siéntase pesar sobre todos los gremios sociales. No es mucho lo que se espera, hasta dejar colmadas todas las aspiraciones; pero es á lo ménos un alivio, y esto hay que bendecirlo cuando viene á salvarnos siquiera de momento. Si los legisladores oyen la voz publica, bien pueden ir recuperando la confianza perdida, buscando un medio económico puesto en acción que lleve a la resurrección á las fuerzas vivas y laboriosas

del país que por falta de estímulo y ayuda –siquiera sea indirecta– se aminoran más y más cada día. Querer es poder; quiérase y séase prudente. Nada es malo cuando hay tino en la exposición, y claridad en el conjunto.Tiempo habrá de ir al grano en esta tabla de salvación que nos queda».|265| Ese buen ambiente que reinaba en el sentido de que la cosecha de ese año iba a ser buena, ya que había desaparecido la sequía que azotó al país desde el mes de diciembre del año 1882, era expuesto por El Eco del Pueblo, en el mes de mayo. Recalcando, una vez más, la importancia del tabaco y sus ventajas sobre otros cultivos,

Anuncio periodístico.


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dicho periódico decía: «Este Cibao, impresionable como todos los centros de trabajo, no tiene hoy otro ideal, otro móvil que el aprovechar el buen tiempo que ya se presenta de poder obtener de la póxima cosecha de tabaco, de ese fruto objeto principal de comercio en estas regiones, los mayores rendimientos posibles, recolectando y preparando convenientemente la preciosa hoja que no requiere de nuestros sembradores más que un poco cuidado; y no exije esos cuantiosos capitales que hay que afrontar en la esplotación de las otras industrias que se le asimilan».|266| El optimismo era contagiante. Recalcando lo beneficioso que era el tabaco para todos los grupos sociales, dicho periódico reiteraba a fines de mayo lo siguiente: «La risueña perspectiva que se ofrece á estas comarcas con motivo de la próxima cosecha de tabaco, es por demás halagadora. «Trátase nada ménos del fruto de producción que pone en movimiento provechoso á todos los grupos sociales, desde el sembrador de la hoja hasta el importador, encontrándose en esa escala las clases que por su ningún capital, tienen á manos –en más de ocho meses– el sustento diario, á la vez que las economías que les permiten llenar las demás necesidades comunes á la vida. «Puede decirse que el tiempo del tabaco es aquí la bendita edad de oro en que, según las leyendas, todo era contento y felicidad. De aquí que auguremos para lo venidero motivo ménos de inquietud en las masas».|267| Parece ser que las técnicas del cultivo del tabaco habían mejorado porque se auguraba una buena cosecha. En ese sentido expresaba el periódico: «Refiriéndonos á la condición, cualidad y otras circunstancias características del tabaco próximo, personas competentes en este asunto por su larga experiencia en el conocimiento y manejo de la hoja, nos han asegurado, á más de lo que nosotros estamos viendo, que merced á las lluvias que a tiempo vinieron, la dicha cosecha del presente año, si no supera en cantidad á las memorables de los años 1856 y 1857, se le igualará; presentándose, según las observaciones y conocimientos apuntados, ser de muy buena calidad, porque ha habido especial cuidado en propagar la buena semilla».|268| Aunque, al parecer, siempre los intermediarios obtenían mayores ventajas. Quejándose de que a pesar de los avances alcanzados en la siembra y recolección del tabaco, los beneficios para los cosecheros no iban a ser mayores, ya que se pagaría lo mismo por el tabaco bueno que por el malo, se expresaba: «También hubo la fortuna de no ser abundantes en este año, los gusanos roedores que en lo mejor del verde, como dicen nuestros agricultores, se echan sobre el tabaco y lo destruyen completamente, resultando con todo esto, que el fruto en ese estado, picada la hoja, baja su precio á tres tercios ménos


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del valor que alcanza siendo bueno.Además, no pocos de nuestros sembradores van ganando en la práctica de la siembra y cosecho, no obstante ver estos con pena, que el fruto así recojido se les paga igual de otros que no tienen esa condición. Esto es seguramente obra de la corrupción en el tráfico, pues si se distinguiera lo bueno de lo malo, no viéramos esas pérdidas frecuentes que resultan en las ventas por allá en Alemania; aunque también se sabe que en esas pérdidas entran muy mucho los manejos de los grandes negociadores á merced de quienes se hallan los que, con poco capital, se ocupan por acá de ese tráfico».|269| Finalmente, concluía el periódico diciendo: «Baste por hoy repetir, que con el feliz aspecto que presenta la próxima cosecha de tabaco en el Cibao, este se rescarcirá de sus apuros pasados; pudiendo todos los gremios alcanzar lo que les es debido en estos casos. –Si á este lisonjero cuadro, se nos oponen las sombras tenebrosas de la política, con motivo de las elecciones futuras para la Presidencia, hay que esperar, que á los encontrados intereses políticos en pugna en este asunto, se sobrepongan los generales del país, cuya garantía más manifiesta y positiva se basa en la tranquilidad pública».|270| El caso es que, en ese año 1885, aumentaron ligeramente las exportaciones. Según el periódico El Porvenir, por la Aduana Marítima de Puerto Plata se exportaron 10,493,524 libras de tabaco en rama|271| mientras que Álvarez Leal aporta el dato de 112,523 quintales.|272| El optimismo del año 1885 persistía en el año siguiente, debido a las perspectivas de una buena cosecha. En febrero de 1886 El Eco del Pueblo consignaba que: «La continuación del buen tiempo hace reinar en estas comarcas la animación más satisfactoria. «Se encuentran nuestros campos halagados por la perspectiva de una gran cosecha de tabaco, pues que ya se hizo, sin echar de ménos las lluvias, el resiembro de la hoja, y esta se encuentra prendida en estado de crecimiento. «A lo dicho se agrega… la existencia de muchos frutos de general consumo para la clase ménos acomodada, que algo sufrió con los efectos de la pasada seca. «Si no es muy completo este lisonjero cuadro, por cuanto el dinero escasea, la penuria de otros días no se hace sentir con la enormidad de costumbre».|273| Pero una de las grandes aprehensiones que tenían los cosecheros de tabaco era la política, ya que temían que los preparativos electorales del momento afectaran la perspectiva de la buena cosecha. Por esa razón, El Eco del Pueblo, en su pequeño artículo titulado «Otra vez el tabaco« volvía en el mes de marzo sobre el tema expresando: «Ni la seria atención que se merece la situación política que se desarrolla al calor de los


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preparativos eleccionarios, ni ningún otro público, será bastante para olvidarnos de dedicar siempre algunas frases en nuestra hoja sobre la risueña perspectiva que se ofrece al Cibao primero, y a la República, que por poco que en ella se aproveche, es preferible a una situación de violencias, luchas, que es el carácter constante de nuestras revueltas, y lo han sido y son en todas partes. «Está, pues, en el interés de todos trabajar porque el espíritu público siga en el nivel en que actualmente está, es decir, reafirmar las esperanzas creadas con la varias empresas que por doquier se mueven y ayudar con voluntad y conciencia los nobles y desinteresados propósitos del gobierno actual y de los hombres influyentes en la República, por dejar sentada en alto puesto su nombre, á fuerza de sembrar el bien en las masas y ganar así el agradecimiento general».|274| Ahora bien, fue en el mes de mayo que dicho periódico publicó dos artículos titulados «La cosecha de 1886». Por su extraordinaria riqueza documental se exponen sus contenidos, que describen con gran elocuencia todos los pormenores de la industria tabaquera de la época y lo que, en términos económicos y sociales, ella significaba para el país. La primera razón que expone el periódico, para prestar atención al tabaco, es su significado para el Cibao y las comunidades aledañas. Empieza el periódico exponiendo lo siguiente: «No nos cansaremos de hacer mención en los momentos actuales, del fruto que forma, á la par de los azucareros que en la parte Este y Sur de la República, se elaboran, el principal artículo que da vida á todo el Cibao, y por consiguiente, el que en primer término es causa del movimiento de las aduanas del Norte de República. «Esa circunstancia, por lo que toca al bienestar directo de estas comarcas, e influye indirectamente en los negocios generales del país, por el cambio que se establece con el exterior, no puede sernos indiferente, y deberá figurar por aquellos motivos, con mayor preferencia en las columnas de nuestro semanario».|275| Uno de los hechos que se resaltaban era el cambio notable que se experimentaba en las operaciones comerciales, «así como en los demás ramos de la industria que son similares en el movimiento general de los negocios; y á las brumas que ayer apénas permitían distinguir horizontes risueños en la vida económica de las grandes masas; á esa verdad que acobarda á los espíritus apocados, ha sucedido, hermosa perspectiva, y la realización de hechos que hacen volver del estupor y el desaliento á esa parte que en el común de los pueblos, todo lo juzga por el presente; esa parte que no analiza ningún hecho, y por tanto, no puede ir con sus deducciones más allá de los que en ese presente vé».|276|


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Varios motivos concurrían para esperar que la cosecha del año 1886 sería más ventajosa que la del año anterior. Uno de ellos, muy especial, era «el de que el tabaco de la presente cosecha se ha desarrollado en condiciones muy favorables, pues que las lluvias, elemento indispensable para su crecimiento, etc. vinieron muy á tiempo. –Otro tanto debe notarse en cuanto a la calidad del tabaco; es bueno porque para ello se propagó escojida semilla y se han venido popularizando instrucciones al respecto de la siembra excojitación, etc. de la hoja».|277| Otro aspecto, en el cual ya se había conseguido cierta mejoría, era el de la clasificación del tabaco que se realizaba en los almacenes. De esa manera, narra el periódico que «se clasifican los tabacos dividiéndolos en el apartado en diferentes clases, que se denominan:

Anuncio de «La Hidalguía».

muy superior, primera regular y segunda, dividida esta en otras dos clases. Luego se deriva de aquí variedad en los precios que alcanza el tabaco conforme a esa división».|218| Los precios corrientes para las respectivas clases de tabaco, del productor al comerciante, eran los siguientes: «Primera, de la cual se extrae el superior y primera regular en almacén, es de $5,50. á $4,50; «Segunda, que también se divide como se dijo arriba, alcanza el quintal de $2,50 á $2.Por todas estas numeraciones que demuestran mejores tipos que los obtenidos en pasa-


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dos años, es fácil deducir que no deja de ofrecer alto interés de desenvolvimiento económico que por este agente principal de nuestra regional agricultura, se está operando por estos lados y seguirá con rumbo feliz como en pasadas épocas. Eso ocasionaba que las principales casas comerciales de la localidad, es decir, Santiago, «apenas tienen metálico con que atender á la compra de el tabaco, y esto, colocando como colocan en las compras los artículos, de general consumo de que se provee el cosechero», por lo cual «ya se han pedido al exterior grandes sumas de dinero sonante y no bajará de medio millón la plata que entre en circulación en solo una parte de estas comarcas».|279| Eso era motivo de preocupación, ya que el costo del acarreo del tabaco «exijiría un desembolso de mas ó menos cuantía que el anterior, si se atiende que el precio del acarreo subirá; ya por la competencia debida á la gran cantidad del fruto; ya por el reducido número de acémilas á que hemos llegado, debido sin duda al pésimo camino de Santiago á Puerto Plata. Son estos cálculos para tiempos ordinarios, q. otra cosa sería si los próximos meses se presentan lluviosos, como es común en estas regiones (mayo, junio, julio, etc.)».|280| Una de las causas que había encarecido los costos de transporte había sido la derogación por parte del Congreso de la disposición que fijaba «en ciento y pico de libras, el peso que debía llevar cada bulto de tabaco para ser conducido al litoral», lo cual «había matado muchos capitales empleados en la compra de bestias para la industria del acarreo».|281| El segundo artículo sobre la cosecha de 1886 fue publicado quince días después del primero. Una de las realidades reiteradas era el efecto económico multiplicador que tenía el tabaco en la vida de las comunidades de la región. Enfatizando que para eso se requería una buena cosecha, refería el artículo: «Debido á que la siembra del tabaco en la parte interior del Cibao es el único artículo exportable q. en mayor cantidad, le es dado procurarse el comercio para ofrecerlo al cambio de los efectos de general consumo que del exterior aporta; y como ese fruto, por el mismo órden, promete mayores rendimientos en ménos tiempo de afanes al agricultor; la buena cosecha de esa hoja, lleva por consiguiente, la vida y la animación al mas apartado rincón de nuestros campos, cuyos moradores se proveen con su venta, de todo cuanto necesitan para el consumo de la vida, amen de las economías que tienen lugar de hacer para el aumento del propio capital. «Poseyendo el que más ó el que ménos su porción de terreno, y lo cual implica reparto del capital en las clases rurales, no puede menos que ejercer gran influencia en los ánimos, la buena ó mala recolección del tabaco; un gran interés también en los que habitan las poblaciones, que entregados unos al comercio y otros á diversas industrias, mantienen ese equilibrio desahogado, tan necesario á todos los gremios que forman la comunidad».|282|


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No obstante, reiteraba el periódico la necesidad de que se arreglaran las vías de transporte, lo cual convenía a los gobiernos pués, al exportar más, mayores serían sus ingresos aduanales. Evocando lo que años atrás dijera Bonó de que el tabaco debía ser considerando el «padre de la patria», continuaba manifestando el periódico: «A no ser por las dificultades de los caminos, de cuyo mejoramiento caso omiso han hecho los gobiernos, como si eso no fuera la esencial atención en un país que no posee ni aún una sola vía carretera: si no fuera asimismo por esa indiferencia criminal en la protección bien entendida de nuestra agricultura, industria etc., las regiones del Cibao, conocido como es el hábito al trabajo de sus moradores, y lo cual es aquí lo que se exige como timbre de virtud, esas regiones por la variedad de artículos y frutos de su labor que permutaría con la industria extranjera, aumentaría muy mucho los inmensos proven-

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tos que siempre ha ofrecido al Erario Nacional. –Ya el tabaco se le llamó un día padre de la patria, pues que en los mejores años de la primera república y en la mitad de la época restauradora, fue él el primer factor en nuestras aduanas, y por ende, causa de los muchos recursos que dedicábamos á la guerra de independencia y al sostenimiento del Estado mas tarde».|283| Manifestando su esperanza en la buena cosecha, el periódico no dejaba de advertir que se siguieran los lineamientos técnicos aconsejados. Por ello exponía: «La cosecha del año 1886 debió ser espléndida como va siendo, porque no tan solo sirve para dejar sentado en mejor pié económico estos lugares, sino que también para que todos nos resarciéramos de los descalabros y privaciones de un pasado mal año. «Por otra parte, verdad es que los resultados de ese movimiento industrial podrían

Anuncio de «Las Tres Antillas».

llegar á producir dobles ventajas, si en el cultivo, procedimiento y otras manipulaciones del tabaco, se observaran las reglas y métodos que aconsejan la ciencia agrónoma».|284| Pero no sólo era eso. Hacían falta capitales para financiar la cosecha y la comercialización del tabaco, por lo que el periódico manifestaba que «si bien conocemos esta falta debemos confesar que mientras que esta industria no esté confiada á regulares capitales, seguirá la rutina de siempre, inspirada por la necesidad que como dicen, carece de ley: ella obliga á los mas de los cultivadores pobres, y que no tienen otros medios de vi-


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da, á pasar por alto esas reglas, y procurarse con el precio del fruto los artículos primordiales para el sostén de sus familias siquiera temporalmente. «Todo esto es lamentable, pero como ello es obra de los tiempos, éste necesariamente será distinto mañana, y permitirá se llenen todas las condiciones indispensables en el ramo que nos ocupa».|285| Sobre la posible competencia que pudiese tener el tabaco dominicano, confiando en nuestra tierra y clima, finalizaba el articulista manifestando lo siguiente: «Quisiéramos hacer algunas referencias á la competencia tan temida del tabaco sembrado hoy día en algunos países que antes no lo cultivaban; pero como nosotros creemos, que si bien el buen método seguido en esos países de capitales vale algo, en cuanto a los cuidados en la recolección, no así en lo que se refiera á la condición de nuestra tierra y clima, que por especialidad natural solo el suelo de Cuba le compite en producir la aromática hoja que como dice el cantor de la Zona Tórrida, solaza el fastidio al ocio inerte».|286| Dando seguimiento a la cosecha de ese año, a finales de mayo, el periódico El Eco del Pueblo advertía con elocuentes palabras lo pernicioso que resultaría a los cosecheros si ellos, llevándose de rumores que echaban a correr los políticos sobre posibles trastornos futuros en el país, vendía prematuramente la producción del tabaco: «Resulta que prevenidos los ánimos con las múltiples propagandas que los ociosos echan a correr respecto á trastornos futuros –á lo cual no damos asentamiento por mil razones–, el habitante cosechero viene desde hace algunas semanas y á toda prisa, despachándose a cualquier precio del fruto que tantos sudores y fatigas le han costado; y si es verdad que el comercio lo compra, limita ésta, prevenido con la desconfianza que mueve á los primeros; y así, vemos cuantos perjuicios directos le vienen al pueblo trabajador con el mal entendido derecho eleccionario. El comercio y la industria van en el mismo camino…»|287| Todo eso venía al caso, pues en esa época donde el período presidencial duraba dos años frecuentemente se celebraban elecciones que, al parecer, trastornaban a toda la sociedad, especialmente el ritmo de la producción económica. En un ataque a esa situación política, al parecer como sucedió con otras realidades, copiada de países de desarrollo diferente y que no respondían a lo que necesitaba el país, el periódico externaba su queja expresando: «Eso y más, son los resultados positivos de nuestras instituciones, q. no estando acomodadas á nuestra manera de ser y solo si copiadas de otros pueblos, que tanto difieren de nosotros en recursos intelectuales, morales y económicos, producen mas males que bienes, pues que siempre dará resultados contraproducentes, todo ensayo político que se desvíe de la experiencia y la observación, base de la verdadera ciencia de gobierno. –Reflexionen sobre estos hechos los que


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van al campo de la política, fiados solos en hermosas teorías y sin aunarlas con las lecciones del pasado.|288| Al parecer no se siguieron los consejos técnicos predicados, ya que en términos de resultados la cosecha no se diferenció notablemente de la del año anterior y las grandes expectativas no se cumplieron. Así, en ese año 1886, por la Aduana de Puerto Plata el país exportó la cantidad de 10,172,052 libras de tabaco en rama|289| alrededor de 101,720 quintales, aunque Álvarez Leal habla de 114,621 quintales.|290| A mediados del año 1887, un importante debate se suscitó en torno al recurrente problema del avanzado o no sistema de cultivar el tabaco, entre los periódicos El Eco del Pueblo, de Santiago, y El Porvenir, de Puerto Plata. Este último periódico, en un artículo de Junio Brito titulado «Lo del día», tal vez

Calle de Puerto Plata, 1871.

exagerando un poco y no considerando el peso del mercado europeo, atribuía la baja en el precio a lo que él llamaba la rutina: «Las noticias de la baja en el precio del tabaco ha ocupado, como era natural, la atención de la prensa cibaeña, se ha escrito con más o menos acierto sobre tan importante asunto, se han emitido juicios erróneos, apreciaciones á veces luminosas y expuéstose pareceres buenos y malos, según el temperamento de cada cual. Desgraciadamente todo esto, y mucho mas que se escribiera, es un latín perdido para nuestros vegueros porque no influirá de ningún modo en el cultivo ni en la condición del tabaco, hay algo superior á ese generoso


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empeño y que para liza la acción de la voluntad mas decidida, nos referimos á la rutina…».|291| Para dicho periódico la rutina casi se había convertido en una cultura y ella impedía que se aplicaran métodos más eficientes. En tono irónico expresaba: «¡Oh santa Rutina! cuan grata eres á los entendimientos perezosos, cuanto te aman los que se titulan prácticos, como te adoran los ignorantes, que de ruinas estás acumulando sobre la patria y cuánto te odia mi corazón! «Sí señor, la rutina no quiere convenir en que la agricultura es una ciencia, que es preciso cursar para poder sacar provecho de la aplicación de los descubrimientos modernos, pues que del arte es que depende el progreso del poder productivo de un país, y no de otra circunstancia. «Pretender que el tabaco se ha de cosechar de este ó de aquel modo porque así se viene practicando desde que el Diablo era cabo, es un argumento poco conveniente y que tiene la inconveniencia de mantener en pié un sistema desacreditado por la experiencia y que ha relegado á este país al último peldaño en la escala de los muchos que cultivan hoy la aromática hoja».|292| Dicho periódico consideraba que la República Dominicana podía ocupar un segundo puesto en la producción de tabaco, después de Cuba, y hasta igualarla. Para ello le faltaban dos cosas: «Primero: Discutir en el ánimo de nuestros cultivadores la propensión á considerar el casi primitivo arte industrial que poséen como si fuese el mas perfecto posible. Lo hemos dicho en otra ocasión y en otro periódico, estas son ilusiones que la prensa está en el deber de combatir, haciéndole comprender á los interesados que su arte es defectuoso y difiere mucho del que se ejercita en países mas adelantados en el cultivo del tabaco. «Segundo: Hacerles entender, que de dos países colocados bajo todos los de más respectos en condiciones iguales, desplegará mas facultad productiva aquel en que el arte aplicado a la materia se halle mas avanzado».|293| El tradicional problema dominicano estribaba en el deficiente sistema del cultivo y preparación de la hoja. Eso quedó de manifiesto cuando, a manera de prueba, se sembró semilla de tabaco dominicano bajo las técnicas de cultivo cubano para que se viera lo perjudicial que a veces resultaban las costumbres en la producción con el argumento siguiente: «Hay quien presuma de que la semilla que aquí se riega no es la mejor. Aparte de la indicación que hace el Gobernador de Santiago, recomendando la semilla del tabaco amarillo parado y la del amarillo punta de lanza, sabemos que el cubano Señor Walls se dirijió en tiempos pasados á Don Pancho Coll pidiéndole


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semillas del tabaco dominicano para un ensayo, enviándole en cambio de la lejítima de la Vuelta Abajo… Don Pancho se apresuró á dejar satisfechos los deseos del Señor Walls, y el año pasado recibió cartas de este último en que le asegura que el resultado ha sido brillantísimo. –¿En qué consistiría ello?– En que la semilla dominicana fue sembrada, trasplantada, cuidada, cultivada, cosechada la hoja, preparada, secada, curada, arreglada, apartada y despachada por el sistema cubano, es decir, según todas las reglas del arte».|294| El Eco del Pueblo se quejaba de que se echaba la culpa de la baja del precio del tabaco a los sembradores, pero El Porvenir replicó enrostrándole a aquél su admisión de que la culpa no era de los comerciantes, al decir que «tal vez con más esmero en la preparación de la hoja, menos participación en los envíos, se habría evitado su baja y las tristes consecuencias que esta traerá consigo».|295| No obstante, El Porvenir denunciaba que los comerciantes no estaban jugando su papel, como debieran, en mejorar la producción del tabaco con estas palabras: «En efecto, el comerciante es el que debiera influir en el cosechero para obligarlo á mejorar su fruto, y después de comprárselo, aun le corresponde apartarlo… y prepararlo convenientemente… de enviarlo al mercado extranjero. Desgraciadamente, el comerciante de nuestros días no tiene lugar, le falta tiempo para esas cosas, la cuestión para él no consiste en la oferta del fruto sino en la aptitud que este le proporciona de poder girar. Poco importa que el tabaco sea bueno ó malo, el negocio es girar. Se puede girar? Bueno pues, de lo dicho no hay nada. No se puede girar? El cosechero tiene la culpa ¡Ah, mundo! ¡Ah, mundo! «En otros tiempos el comercio era el auxiliar de la agricultura, la asistía, le franqueaba los medios, la aconsejaba, la correjia en cierto modo; en nuestros días se ha convertido á otra religión. El agiotaje es la llaga de esta época, es el gusano que corroe esta sociedad y la está amenazando de un peligro serio y cercano; pero el egoismo no ve, está ciego, no raciocina, tiene la razon ofuscada por la codicia de la ganancia».|296| Aunque el articulista plateaba la consecuencia de que se pidiera la reducción a cincuenta centavos del derecho de exportación para el tabaco embarcado por buques de vela, concluía aseverando que toda la solución del problema estaba en «el mejor cultivo y preparación del tabaco». Por su parte, los cosecheros eran conscientes de que debían mejorar la producción y comercialización del tabaco, pues los compradores alemanes habían amenazado con no adquirirlo si no se mejoraba su calidad. Así, los cosecheros y comerciantes, el 24 de julio de 1887, hicieron una petición que «fue presentada por el comisionado especial del gobierno en la provincia de Santiago, general Sebastián Emilio Valverde, a nombre del


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Ayuntamiento de Santiago y con el acuerdo de los comerciantes de esa provincia. En ella se planteó que se estableciera un depósito central en dicha común donde se clasificaría la hoja según su calidad».|297| Varias prohibiciones fueron planteadas, entre ellas: a|«Sembrar las peores semillas; b|«Descogollar el arbusto y arrancarle las hojas para venderlas, pues causa una degeneración rapidísima en el fruto y pérdida de aroma y fortaleza; c|«Venderlo en las plazas cibaeñas antes del 1ro. de mayo y embarcarlo antes demediados de julio».|298| Otras propuestas fueron «de que se dejase hacer al tabaco entrojado su completa fermentación; que se multase a los agricultores que llevasen al mercado tabaco que no esté bien apartado, descabezado y de las clases de semillas que se fijen para las siembras y al comerciante que lo comprase en esas condiciones’ y que se regulara la actividaded de los mercaderes que iban a los campos« así como el que «se debe nombrar en la capital de cada provincia tabaquera un Inspector Agronómico, cuya misión será la de fomentar, todo lo más posible, el desenvolvimiento de la agricultura, bien aclimatando productos ricos de otros países en el nuestro, ameritando aquellos nacionales propios para la exportación como industria de alguna valía».|299| Al parecer alguna medida iba a tomar el Ejecutivo sobre el cultivo del tabaco porque el 21 de septiembre del año 1887, el Congreso Nacional al considerar «que no puede resolver nada respecto del proyecto de decreto sobre cultivo y manipulación del tabaco, que le ha sido sometido por el Ejecutivo, mientras no tenga á la vista los datos que para tal medida le son necesarios; y que «el Congreso Nacional en la sesión del 16 del presente mes, resolvió aplazar la discusión del asunto de referencia hasta que se obtengan los datos antedichos« y decidió «votar la suma de quinientos pesos fuertes para los gastos indispensables que ocasione la comisión encargada de estudiar este asunto en las Provincias del Cibao é informar detalladamente sobre él».|300| Ese año 1887, no obstante todas las dificultades existentes, la exportación de tabaco aumentó notablemente respecto al año anterior. Según la Memoria de Hacienda y Comercio, se exportó la cantidad de 175,636 quintales.|301|

H|José Ramón Abad y el cultivo del tabaco (1888) En 1888 José Ramón Abad, destacado periodista y geógrafo español, redicado en Puerto Rico, publicó su ya clásica obra La República Dominicana. Reseña General, Geográfica y Estadística, destinada a la Exposición Universal de París de 1889, en la cual se recoge en una elocuente síntesis toda la problemática del tabaco para la época. La primera característica que Abad destaca de Santo Domingo es su ubicación geográ-


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fica, que por sus condiciones de clima, suelo y cielo posee «esa atmósfera húmeda y esa temperatura cálida, en la que la hoja del tabaco atempera las esencias, que sus raíces extraen del suelo, y que únicamente pueden encontrarse en las cuencas de los ríos que cruzan las grandes islas tropicales, cuando estas se hallan atravesadas, en su sentido longitudinal, por altas montañas. Este es un privilegio de las islas de Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico en las Antillas; del archipiélago filipino, con excepción de Mindanao, y de las islas de Java y Sumatra, en la Malasia».|302| Otro elemento que debía ser tomado en consideración, según dicho autor, era lo que él llamaba «el secreto de la naturaleza». Refiere él, comparando el tabaco con otros cultivos, que «en ese producto, de la tierra hay un factor que ejerce una influencia directa y siempre constante, y este factor, que en vano trata de dominar el arte del hombre, es el secreto de la naturaleza, encerrado en los elementos componentes del suelo y en sus complicadas combinaciones con los agentes exteriores. Las Vegas de Vuelta Abajo encierran un tesoro de fragancia propia, que se esparce en la hoja de tabacos, como los viñedos de Borgoña ó de Jerez lo tienen para derramarlo en sus inimitables, riquísimos vinos. El saber del hombre, lo único que ha podido hacer hasta ahora, es aceptar el hecho de esta potencia ó facultad intima y desconocida, que se contiene en ciertos determinados lugares, y su arte, que consiste en aprovecharla sin destruirla, debe limitarse á observar la forma exterior de aquellos sitios y á estudiar los componentes del suelo, para hacer su trabajo con las ventajas que le ofrezcan la mayor similitud alcanzada».|303| Para la República Dominicana recomendaba que se tomara en cuenta la experiencia de Cuba. Por eso consideraba que «las condiciones topográficas las encontramos aquí fácilmente, y las posiciones también abundan en las vegas y sobrevegas de los ríos secundarios, y aún, en las riberas de los de primer órden, á algunas leguas de su desembocadura en el mar. Respecto á la composición del suelo debemos procurar que se asemeje, todo lo más posible, á la que tienen aquellas tierras ya probadas y bien conocidas del Occidente de la isla de Cuba».|304| Sobre los componentes minerales requeridos exponía que «en todas estas combinaciones del suelo vemos que las materias predominantes son la sílice y el humus y que no faltan nunca los óxidos metálicos de hierro y de alúmina; en cambio, faltan las sales calcáreas ó aparecen en cantidades mínimas; solo en un caso, entre todos los análisis hechos por Pelletier, que son muchos más de los que hemos reproducido, vemos figurar el elemento calcáreo en una proporción de 35%, con otro tanto de arena, y las convenientes proporciones de alúmina y óxido de hierro. Esa tierra es la que lleva nombre de


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Capellanías, y por su composición debe tener color oscuro, mientras que las otras deben tenerlo achocolatado, y más o menos rojizo; todas, al tacto, ofrecerán la suavidad de las tierras arenosas, finas, con mucho mantillo».|305| De ahí que para producir un buen tabaco, aromático y suave, se requiera que «el suelo sea arenoso y bien cargado de materias orgánicas vegetales en descomposición; que la cal, aunque no es un elemento necesario, puede existir, pero que son indispensables los óxidos de alúmina y de hierro. Que las anchas llanuras, barridas por los vientos y caldeadas por el sol, no son favorables á la condensación de los vapores húmedos y tibios, que se forman en los valles mas angostos y menos bajos de los ríos secundarios. Que el esceso de estos vapores, su frialdad y la ausencia de días claros, bien alumbrados, durante un período no interrumpido de tres á cuatro meses, tampoco convienen al propósi-

Fábrica «La Victoria», Cuba.

to que se busca: los valles altos de la cordillera darán tabaco aromático, sí, pero más fuerte de lo que conviene para fumar».|306| Abad consideraba que, además de los tipos de suelo, había que usar buenas técnicas de cultivo a fin de obtener un producto de calidad. Resaltaba el hecho de que era más rentable la calidad a la cantidad cuando afirmaba: «Al examinar la influencia que los mercados exteriores ejercen sobre nuestra producción, hemos apreciado las causas que contribuyen a dar al cultivo del tabaco, en nuestro suelo, una extensión considerable, siendo, á la vez, un obstáculo, para que este adquiera las bue-


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nas cualidades de que es susceptible, y sin las cuales no es posible que su precio aumente. «De esta última circunstancia, es decir, de lo selecto del tabaco, y no de la cantidad cosechada en un área determinada, dependen los beneficios que nuestro productor puede esperar de su cultivo, pues, para obtener grandes masas de la hoja inferior, ahí están los países del Norte, que son a un mismo tiempo, productores y consumidores. «A ellos les es dado conseguir cosechas abultadas, esto lo resuelve una fuerte proporción de abonos, añadida a la tierra, y de semilla empleada en la sementera. Cierto que lo que así cosechan es una especie de heno amargo, que se fuma, pero cosechan mucho».|307| De lo selecto del tabaco dependía que su precio fuera elevado ó no en los mercados internacionales y que su demanda aumentara, sobre todo para ser mezclado con las hojas de otros países que no eran de clase primera. Para eso, la hoja debía ser «aromática y suave« que solo se obtenía en suelos con características muy definidas como más arriba se ha expresado. Para la obtención de un buen tabaco el primer paso a dar era la selección de la semilla, pues las buenas cualidades de la planta estaban en su germen porque ella «lleva, en sí, los principios de una vitalidad propia, peculiar, que nos permitiremos llamar personal y de raza. Por eso vemos la rapidez con que degenera ó se pierde la semilla de la Habana, cuando se lleva á un lugar en que no existen los elementos completos, que la singularidad de su organismo requiere, para desenvolverse con perfección».|308| Aunque era bueno experimentar con semillas de tabaco ya probado como el cubano, Abad consideraba que no debían abandonarse las variedades usadas en el país desde hacía mucho tiempo. Así, consideraba lo siguiente: «Nosotros poseemos algunos tipos indígenas, y además el de la Habana, más o menos degenerado. Entre los primeros tenemos una o dos variedades aromáticas, de la hoja pequeña, relativamente, pero fino, fragante; la selección de esta semilla, el cultivo en tierras adecuadas, y el secado y la fermentación bien realizados, pueden hacer, de él, un tabaco de mérito especial. «Así lo presumimos; y por eso aconsejamos que no se abandone el cultivo de esa variedad, sino que se siembre separada de toda otra semilla, y se cultive con el mayor esmero en las labores; es un lecho comprobado que mayor seguridad hay de mejorar las especies vivas por la selección que por la importación de los generadores. Esto no quiere decir que no ensayemos las semillas acreditadas de otros lugares, y que procuremos hacerlo en las condiciones más semejantes de suelo y atmósfera, porque solo así, al adaptarse, conservarán sus buenas cualidades primitivas».|309| Abad reconocía lo que muchos otros autores ya habían afirmado, entre ellos Pedro F.


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Bonó, y era el carácter familiar del cultivo del tabaco basado en la pequeña propiedad agrícola.Así, decía que «mucha importancia tiene para la agricultura dominicana la producción del tabaco, porque, más que ninguna planta industrial, es, este, un cultivo de familia, en que hallan empleo el anciano débil y el mancebo robusto, las mujeres y los niños, en el campo y en la casa, y hasta las aves domésticas que persiguen las orugas, mariposas y gusanos. Es un cultivo propio para crear un núcleo de pequeños propietarios agrícolas, que sirvan de base poderosa á la riqueza pública, siempre que sirvan, también, de elemento eficaz, para sostener las facilidades de la existencia, por la multiplicidad de los productos alimenticios de que esas labranzas deben abundar».|310| Tomando eso en consideración, juzgaba conveniente que «el cultivo del tabaco, para ser provechoso, debe sujetarse á una alternativa bien calculada, en que pueden entrar los cereales de primavera y algunas raíces anuales, con grados de leguminosas, porque estas atraen menos gusanos que las gramíneas. En las tierras que le son propias, puede ocupar esta hoja un lugar preferente en la rotación, pero que no sea el tabaco el cultivo único, ni la esperanza única del agricultor, porque siendo, más que ninguna otra planta industrial, propio de la labor en pequeño, puede servir de base á un número de labranzas».|311| En cuanto al precio del tabaco dominicano Abad estimaba que los comerciantes de Hamburgo lo mantenían bajo, lo que ocasionaba que los cosecheros no se preocuparan por mejorar su calidad y sí hicieran énfasis en obtener cantidad. Saliendo en defensa de los productores cibaeños argumentaba Abad que el comercio de Hamburgo «ha hallado en nuestra hoja una clase de mucho rendimiento para sus manipulaciones, siempre que se mantenga en los precios bajos á que ha sabido limitarlo. Esta influencia del mercado de Hamburgo ha sido decisiva y fatal á nuestra hoja, que no ha tenido estímulo para mejorar en calidad, porque los compradores de aquí, procediendo como agentes de las casas alemanas, cifraban todo su empeño en obtener cantidad y peso de hoja, y los cultivadores para responder á sus compromisos, escojían para sus siembras tumbas recientes de montes y tierras negras y gruesas. Así se lograban fuertes cantidades, pero sin asinar (sic) las clases, y como por otra parte, el límite fijado á los precios era, y es, sumamente bajo, los trabajos más entretenidos y más delicados de la preparación de la hoja se hacían y se hacen, rápidamente, de cualquier modo, sin realizar las fermentaciones convenientes para no perder peso, y muchas veces, agregando artificialmente alguna humedad al tabaco que, después de entregado y empacado, desarrolla una fermentación tardía, que lo perjudica cuando no lo destruye enteramente».|312| De esa manera, la producción del tabaco dominicano sufría un retraso, ya que «en vez


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de ir mejorando nuestro tabaco, como lo han hecho en Cuba y en Puerto Rico, lo hemos ido desacreditando, hasta aceptar la idea absurda de que es una buena y hermosa hoja; pero impropia para producir un buen torcido. No creemos que las casas de Hamburgo, que se ocupan de ese negocio, se encuentran mal con esa manera de pensar nuestro; pero, es lo cierto, que el comercio local, gana poco, cuando no pierde en los envíos, y que nuestros cultivadores de tabaco, lo siembran no porque logren beneficios, sino porque es un medio de hacerse de algunos reales con anticipación. Los únicos cultivadores que aquí ganan algo con el tabaco, son los que venden al consumo local, bien porque lo hilan en anduyos (sic) ó porque, habiendo logrado mejorar algo su calidad, la industria interior lo emplea en picadura ó torcido».|313| De ahí que Abad consideraba, como planteaban algunos partidarios de la diversifica-

Marquilla cubana de tabaco.

ción, que el mercado de Hamburgo no convenía al país y que, siguiendo el ejemplo de Puerto Rico, que reservaba el mejor tabaco que producía para su mercado local, se favoreciera «la industria local de torcido y picadura, hasta que, bien elaborado el tabaco, no pida otro el consumo interior, y pueda, como el de Puerto Rico, ir con sus propias marcas al gran mercado aquilatador de Londres. Las ramas que no se elaboren aquí, mejoradas en su calidad, podrán ir á los Estados Unidos, directamente, porque allí hay un inmenso consumo sostenido por la enorme extensión que ha tomado su industria tabaquera en estos últimos años».|314|


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Recomendando que se ampliaran los mercados compradores de nuestro tabaco, decía Abad que el norteamericano era «un buen mercado para nuestra rama, desde el momento en que, cultivado y preparado el tabaco en solicitud de calidad y precio, no de cantidad y peso, pueda competir con las clases corrientes de Filipinas, de Java y de Sumatra, que si no son tan estimadas como las de la Habana, logran precios muy remuneradores, no solo en los mercados americanos, sino también en los de Francia y Holanda».|315|

I|El descenso del precio del tabaco Muchas fueron las medidas que se siguieron o tomaron para evitar el bajo precio en que se cotizaba el tabaco dominicano, debido, como ya era tradicional en el país, a «la festinación con que se acostumbra embarcar el primero que se cosecha, cuya fermentación

Anuncios periodísticos.

perjudica al de la clase buena que llega posteriormente, lo cual ha influido sensiblemente en el demérito de su calidad y condición».|316| Una de ellas fue el Decreto No. 2637 del Congreso Nacional, dado por el Presidente de la República el 23 de mayo del año 1888, mediante el cual «cada quintal de tabaco en rama que desde el corriente año y en lo sucesivo se embarque por los puertos de Samaná, Sánchez, Puerto Plata, Monte Cristy y cualquier otro puerto de la República, en los meses de Marzo, Abril, Mayo y Junio, pagará un peso cincuenta centavos fuertes, por el concepto de derechos de exportación. En los demás me-


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ses del año seguirá pagando setenta y cinco centavos el quintal, conforme al arancel vigente».|317| Otra medida, sugerida por la Comisión de Hacienda del Congreso el 14 de abril de ese año, abogaba por la creación de gravámenes sobre artículos que se cosecharan en el país con estas palabras: «…es preciso que el Congreso se empeñe en favorecer la industria nacional, sin desatender la producción agrícola, que también exige el que se le quite la competencia poderosa que le hacen los productos extranjeros, así es que vuestra comisión no vacila en sugerir la idea de dictar una disposición que grave con un recargo de derechos ciertos artículos de industria fabril y agrícola que se importan en el país, y que éste produce y puede producir».|318| El problema estribaba en que, si se tomaban medidas excesivamente proteccionistas, los cosecheros no tendrían competencia y no se sentirían compelidos a mejorar el cultivo del tabaco. Para conseguir tal objetivo hubiera sido suficiente dictar una resolución que procurara: «imponer un elevado derecho de importación a los productos foráneos, para que solamente pudiesen ser comprados por los ricos, y de esta forma tratar de reservar a los artículos criollos el mercado que constituían los fumadores de pequeños y medianos ingresos», y que la misma estuviera acompañada «de la advertencia de que ese elevado gravamen aduanal solamente sería mantenido durante un determinado número de años, plazo en el que los nacionales deberían introducir grandes reformas en sus labores agrícolas e industriales, o resignarse a desaparecer en un futuro próximo a causa de la competencia de los artículos foráneos cuando dicho impuesto fuese abolido».|319| También, se sugería disminuir un poco las ganancias de los comerciantes intermediarios, que compraban el producto en los campos y eran llamados «especuladores», en detrimento de los consignatarios y almacenistas. Por tal razón, El Eco del Pueblo, en su edición del 15 de abril de 1888, consignaba: «De estos motivos, refiriéndonos a las compras del fruto en las plazas, existe el muy poderoso de exigir los grandes negociantes a los especuladores que lo adquieren con créditos locales, que se le dé el bulto preparado a la exportación, al mismo precio que ellos, por su parte, lo compran en sus almacenes. Esta circunstancia da lugar a que algunos de esos compradores locales hagan figurar las más de las veces tabaco de mala calidad como de superior en aquellos bultos que llevan las marcas como de los mejores. Con un poco de justicia de parte de los más poderosos, es decir, dejándole un beneficio de cuarenta centavos por serón, se evitarían las supercherías a que nos contraemos, y no siempre sufriremos las consecuencias del engaño cuando ese tabaco llegue a Alemania, y se vea que las marcas no corresponden al contenido del serón».|320| El hecho cierto es que la cantidad exportada de tabaco en ese año descendió conside-


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rablemente en relación a la del año 1887. Así, según la Memoria de Hacienda y Comercio, se exportaron 118,173 quintales del producto.|321| En 1889 el panorama del tabaco no se presentaba halagüeño. Los cosecheros se debatían entre los problemas ancestrales de las deficiencias en el cultivo, y eran víctimas, en cierto sentido, del papel de los llamados especuladores y de las influencias o imposiciones del mercado alemán. El Boletín del Comercio, en el mes de enero de ese año, reproducía un artículo titulado «La cosecha de tabaco», ya publicado anteriormente en El Porvenir de Puerto Plata, donde advertía las desfavorables circunstancias de los bajos precios con estas palabras: «Mal aspecto viene presentando la próxima cosecha de tabaco, para los que se dedican al cultivo de esa valiosa hoja, pues, á consecuencia de los bajos precios á que se ha vendido en el presente

Anuncio comercial cubano de mediados del siglo XIX.


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año, los especuladores están muy desanimados, y se muestran pocos dispuestos á efectuar operaciones de comprar en el año entrante, según se susurra en el comercio».|322| Ante esa situación, dicho periódico abogaba porque los cosecheros echaran mano a una solución que dependía de ellos, y era la preparación y cosecha de un tabaco en buenas condiciones. exponiendo: «Si como es probable, que se limiten las compras del artículo, por la causa que dejamos enumerada; muy conveniente sería que teniéndose en cuenta esta poderosa circunstancia, fueran nuestros cosecheros haciéndose cargo de la cosa, que procuren anteponerse al mal que les amenaza y que está en sus manos evitar, si se proponen y quieren evitarlo. «El medio que tienen para ello no es de difícil ejecución, pues solo consiste en hacer un esfuerzo y proponerse los cultivadores a preparar y cosechar la aromática hoja en buenas condiciones, de manera que el especulador tenga confianza en la buena clase del fruto y vea en él no un objeto seguro de ruina, sino de beneficio y utilidad».|323| El mercado alemán también tenía su influencia, sobre todo, en la fijación de los precios. Ante la perspectiva de una cosecha menos numerosa que en años anteriores, pero de mejor calidad, el referido periódico planteaba, en el mes de mayo, lo siguiente: «Estamos ya al comienzo de la recolecta del tabaco. El fruto en este año no es muy numeroso, pero según afirmaciones de personas competentes en la materia, es superior en calidad á todos los otros cosechados desde hace veinte años á la fecha. «El precio de la 1ra. es de siete á ocho; y la segunda de tres á cuatro. «Ahora falta que los Señores alemanes no hagan de las suyas, fijándole tipo á su gusto á nuestro tabaco, que como de gente apurada, no se les puede hacer la ley. ¿Hasta cuando estaremos á merced de tantos especuladores que nos roban uno de nuestros mejores artículos de exportación?».|324|

J|El experimento de las fincas tabaqueras El año 1889 fue un período en que se hicieron varios experimentos con la finalidad de mejorar la siembra y cultivo del tabaco. El modelo escogido fue el de establecer grandes plantaciones, con la traída de técnicos extranjeros especialistas para producir tabaco en gran escala. Uno de ellos fue el de Máximo Gómez, dominicano eminente que había tenido en Cuba una participación destacadísima en la llamada Guerra de los Diez Años (18681878). Gómez «había visto cosechar tabaco de excelente calidad en Cuba (y) se asoció en 1889 con el empresario Juan Isidro Jimenes para la creación de una finca en la que se emplearían agricultores cubanos con gran experiencia en el ramo que se en-


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contraban exiliados en Jamaica. Estos agricultores, unos treinta en total, vinieron con sus respectivas familias».|325| El experimento de Gómez, establecido en la sección de Guayacanes, Montecristi, fue llamado «La Reforma». Fracasó, como afirma Domínguez, «debido a la acción combinada de la naturaleza y los hombres. Hubo una fuerte sequía que estuvo acompañada de una plaga de gusanos, hechos que desmoralizaron a los cubanos. Pero, por otra parte, el héroe independentista se quejó, en una carta enviada a El Porvenir, de la conducta de los cosecheros« «que hacían exigencias sin derechos y expresaban quejas sin razón».|326| Otro experimento fue el de los banqueros neerlandeses Eugen Bunge, M. W. Westendorp y un apellido Grosking, al parecer ligados a los famosos empréstitos de la Westendorp, que «firmaron un contrato con el comerciante establecido en Santiago, Manuel de Jesús Mercado, para fundar una finca, la que sería dirigida por el experto cosechero holandés W. C.Van Der Veen, quien trataría de cultivar semillas traídas de Sumatra y Java. Para los citados fines se erigió una finca en Palmar, sección de la común de Santiago, la que fue denominada «La Camelia».|327| Uno de los aspectos originales del experimento era que los dos mil quintales de tabaco que producirían se exportarían no a Hamburgo, como había sido la tradición, sino a Amsterdam, porque «la venta en dicho puerto tenía la ventaja de que en Holanda solamente se pagaba catorce centavos de peso fuerte por cada quintal de tabaco importado, mucho menos que en Alemania, donde se tenía que pagar diez pesos fuertes».|328| «La Camelia», que «empleaba más de doscientos peones, y pagaba semanalmente por concepto de salarios más de mil pesos», fracasó porque «las semillas de Sumatra y Java que sembraron, se dañaron con la sequía, o fueron devoradas por la plaga de gusanos. Este fracaso fue suficiente para que se le pusiera fin al ensayo holandés, que se hacía con el fin de estudiar la rentabilidad o no de las inversiones en el sector tabaquero».|329| El experimento que tuvo cierto éxito fue el del Barón de Farensbasck, «un polaco que tuvo que exiliarse en Francia, por haber formado parte del gobierno revolucionario de su país que opuso resistencia militar al ejército ruso.También participó del lado galo en la batalla de Sedán, siendo uno de los miles que cayeron prisioneros de los prusianos. En 1888 vino al país como representante de la Westendorp & Ca. en las negociaciones que tenían lugar con el gobierno dominicano para ultimar los detalles del primer empréstito».|330| La concesión al Barón de Farensbasck le fue otorgada mediante Resolución del Consejo de Secretarios de Estado, encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, el 23 de febrero del año 1889.


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El objetivo del proyecto, que luego serviría de modelo para otras concesiones, era «mejorar el cultivo y la preparación del tabaco en la República y para otorgar la concesión se tomaban en cuenta las realidades del momento que venían expresadas en los «Considerandos« que decían así: «Considerando: que la agricultura es la base principal de la riqueza de este país y que es obligación imperiosa del Estado velar y cooperar á que los elementos de la producción se desarrollen activamente para su mejoramiento; «Considerando: que el Tesoro Público sobrecargado de atenciones perentorias é ineludibles, no puede impulsar directamente el progreso agrícola, creando con fondos del Estado granjas modelos donde prácticamente se demuestren y enseñen los procedimientos perfeccionados, que son los que elevan el valor de los frutos; Considerando: que el tabaco es uno de los ramos más importantes de nuestra producción agrícola, y que está evidenciado que la manera actual de cultivarlo y acondicionarlo, es la causa de su depreciación en los mercados extranjeros».|331| Las condiciones para el establecimiento de las fincas modelos eran las siguientes: «1° El señor Barón de Farensbasck se obliga á establecer en diferentes puntos de la República cuatro ó más fincas ó granjas modelos, dedicadas principalmente al cultivo y mejoramiento del tabaco, introduciendo al efecto nuevas semillas. «2° Donde el Estado posea terrenos que le sirvan al concesionario para ubicar esas fincas, tendrá el derecho de ocuparlos gratuitamente y adquirir la propiedad conforme á las leyes del país. «3° Dedicadas estas fincas principalmente a difundir las buenas prácticas y arte de sembrar y preparar el tabaco, una de sus primeras obligaciones será enseñar á los agricultores y alentarlos por todos los medios á su alcance, a practicarlas».|332| Los beneficios económicos que del Estado recibiría Farensbasck venían consignados en los dispositivos partes 4° y 5° que rezaban así: «4° El Estado abonará al concesionario setenta y cinco centavos por cada quintal de tabaco que produzca en las fincas modelos y exporte para el extranjero, cuya cantidad recibirá directamente de las Cajas de Recaudación de la República, las cuales, una vez aprobada por el Congreso Nacional la presente concesión, quedan autorizadas para cumplir esta condición. «5° Si como consecuencia de los esfuerzos hechos por el concesionario, el promedio del precio del tabaco cosechado en la República alcanzare al tipo de quince pesos quintal, el Gobierno impondrá un derecho adicional de veinte y cinco centavos sobre cada quintal de tabaco que se exporte, y este recargo será á beneficio del concesionario,


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quien lo percibirá directamente de las Cajas de Recaudación por el término de veinte y cinco años á contar desde el día que principie á efectuarse el cobro. «Queda entendido y convenido que desde que se cobre este derecho de veinte y cinco centavos por cada quintal de tabaco que se exporte, cesará de abonarse la prima de setenta y cinco centavos de que se hace mérito en el artículo precedente».|333| Lo estipulado en el punto 5° fue motivo de controversia, ya que posteriormente Farensbasck solicitó que el cálculo del promedio de los quince pesos se hiciese no en base a todo el tabaco exportado sino a la mitad. En torno a esa polémica, Jaime Domínguez hace el siguiente análisis: «Varios de los miembros del Congreso estaban renuentes a modificar la cláusula de la concesión concerniente a ese punto, pero el presidente Heureaux hizo presión, a través de mensajes y discursos y cartas enviadas por sus Ministros a los congresistas, para que complacieran a Farensbasck. «¿Por qué esa presión? Parece ser que el principal motivo del Presidente no era de tipo económico, los bajos precios de la hoja en el mercado alemán, sino de tipo financiero: complacer al Barón, quien estaba muy relacionado en los medios capitalistas europeos y, por tanto, era una persona importante al momento del Ejecutivo pedir otros empréstitos a los financieros del viejo continente».|334| La presión sobre los diputados no solo era del Presidente sino también de la prensa, ya que «el periódico El Orden argumentó que los consignatarios alemanes ganaban dos pesos oro por cada quintal importado. Como el país exportaba un promedio de 150,000 quintales anualmente, ellos obtenían ganancias anuales por un monto de 300,000 pesos. En los 30 años que debió durar la concesión a Farensbasck se beneficiarían los importadores bremenses y hamburgueses con la cifra de doce millones, mientras que el concesionario de origen polaco solamente ganaría en ese mismo período de tiempo: 0.25 x 150,000 x 30 = $1,125,000. Es decir, la octava parte de los que percibirían los importadores alemanes».|335| Ante las repetidas sugerencias emanadas del Poder Ejecutivo, el Legislativo se vio obligado finalmente a aceptar la modificación propuesta por Farensbasck. Sobre las fincas y la importación de maquinarias, que ayudarían a mejorar la tecnología existente, se estipulaba lo siguiente: «6° El concesionario queda autorizado para establecer fábricas en todo el territorio de la República, y elaborar en ellas tabaco por medio de maquinarias, instrumentos ó aparatos perfeccionados, sin estar obligado á pagar otros impuestos, más que los insignificantes que hoy existen como derechos locales; disfrutará además, durante el término de


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esta concesión, de las franquicias que se otorgan á los agricultores é industriales, para la introducción de las maquinarias y aparatos que destine á estas fábricas. «7° Si en el término de un año, á contar del día de la aprobación de la presente concesión por el Congreso Nacional, no se hallase establecida una por lo menos de las fincas modelos, y el concesionario necesitase de una prórroga para realizar esta condición, el Gobierno por la presente se la otorga previo un depósito de cinco mil pesos, efectuado en la Caja General de Recaudación, cuya suma quedará a beneficio del Tesorero público, si en el término de otro año no se hubiere establecido la primera finca modelo».|336| Finalmente, en dicha concesión quedaban establecidas la supervisión que podía hacer Anuncios periodísticos.

el Gobierno y las condiciones en que aquella podía ser traspasada, ya que sus puntos 8° y 9° establecían que:

«8° El Gobierno tiene el derecho de inspección en las fincas modelos, para adquirir la certeza de que las condiciones de la presente concesión, serán puntualmente cumplidas, y el concesionario se obliga á mostrar sus libros de contabilidad, cuando lo solicite el inspector o inspectores que se nombren, tanto para comprobar las operaciones generales, como las particulares de cada finca. «9° El concesionario podrá ceder ó traspasar la presente concesión, en todo ó en parte, á cualquier persona, compañía ó empresa, nacional ó extranjera, con las mismas franquicias, cargos, derechos y acciones que de ella se derivan.


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«Sin embargo, esa cesión, transferencia ó traspaso, no podrá hacerse bajo ningún concepto, á ninguna Nación, Estado ó Gobierno extranjero, so pena de nulidad del traspaso y pérdida de la concesión. Como era usual en documentos contractuales de la época en el punto 10° se establecía que «las dificultades ó controversias que puedan originarse con motivo de esta concesión, se someterán á juicio de arbitro». Ahora bien, los esfuerzos que se hicieron en ese año en la creación de las fincas modelos «La Reforma», «La Camelia« y las del Barón de Farensbasck al parecer fueron los más oportunos y eficaces que se realizaron para mejorar y promover el cultivo del tabaco. Como bien analiza Jaime Domínguez, las razones para ello había que buscarlas en los siguientes hechos: «La gran necesidad que el país tenía de ello, no solamente a causa de los bajos precios de la hoja sino también debido a la creciente importación de tabaco, cigarros y cigarrillos provenientes de Cuba y Puerto Rico principalmente y de mucho mejor calidad que los nuestros. «Esta creciente importación estaba produciendo una crisis económico-social, pues solamente una tercera parte de la producción nacional del fruto destinada al mercado interno se estaba vendiendo y a muy bajos precios. Además, las fábricas nativas de cigarros y cigarrillos estaban encaminándose hacia la ruina, por la competencia de los mencionados artículos importados. «Eso significa la quiebra de miles de cosecheros y el despido de centenares de obreros de las fábricas.Ya se habían reducido los salarios hasta en un cincuenta por ciento para los que permanecían empleados».|337| El caso es que el problema económico-social fue planteado al Congreso y, así, en mayo del 1889 «cincuenta operarios y fabricantes de cigarros y cigarrillos de la capital solicitaron a dicho organismo decretar las mismas restricciones, los mismos derechos y las mismas prohibiciones aduaneras que existen en la isla de Cuba contra la importación del tabaco extranjero elaborado o al natural».|338| El asunto en debate era determinar qué era lo más conveniente, si prohibir los productos cubanos y puertorriqueños o si sólo bastaba con ponerles impuestos a su importación. Ambas medidas tenían ventajas y desventajas: «La prohibición absoluta de importar cigarros, cigarrillos y tabaco de superior calidad, en caso de adoptarse, incentivaría el contrabando de los mismos. Recargar su traída al país con derechos aduanales significaba que el tabaquero y el industrial criollo tenían que seguir enfrentando el reto de la competencia extranjera y, por tanto, el riesgo de la quiebra.


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«Pero la traída de esos productos desde el extranjero tenía la ventaja de que obligaba al cosechero y al fabricante de cigarros y de cigarrillos a mejorar la calidad. «Era obvio que no podían en un corto tiempo lograr el grado de perfeccionamiento alcanzado sobre todo por sus colegas cubanos.Y mientras trataran de hacerlo en el ínterin quebrarían, por no poder soportar la competencia».|339| Aun cuando se adoptaron ciertas medidas proteccionistas y se intentó mejorar el cultivo del tabaco, al parecer las medidas tomadas no alcanzaron los objetivos propuestos. Así, en el año 1889 hubo un descenso brusco en el volumen de exportación del tabaco. Según el informe del señor H. Thomasset, dirigido al Ministerio de Fomento y Obras Públicas, en ese año se exportaron 52,415 quintales en rama de tabaco, debido «a la excepcional estación de las lluvias que perjudicaron la cosecha».|340| En el año 1890 la experiencia de las fincas modelos fue ampliada a varias localidades del país. En una Resolución del Presidente de la República, del 6 de junio de 1890, se dedicaba la suma de treinta mil pesos para el establecimiento de fincas modelos para el cultivo del tabaco y el algodón en la Provincia de Azua y en el Distrito de Barahona. Resaltando el éxito del experimento que había empezado en el año anterior se esgrimían las siguientes razones: «Considerando: que los resultados obtenidos por el concesionario de la Empresa para el establecimiento de fincas modelos en la Común de San Cristóbal para el cultivo del tabaco, han demostrado evidentemente la gran eficacia de este medio para mejorar y promover el cultivo de esta planta que es, sin duda, la que constituye el producto principal de nuestra agricultura; «Considerando: que es deber de la Administración pública estimular el aumento de producción que es la verdadera base de la riqueza de los Estados; «Considerando: que por tan fáciles medios como los que se han puesto en práctica por el concesionario de las fincas modelos se puede llegar á un grado de perfección tal que permita á la industria tabaquera del país sostener una competencia ventajosa con la de otros países».|341| Esas medidas gubernamentales, así como la concesión otorgada a una compañía holandesa, eran ponderadas por el señor Thomasset, que consideraba «favorecían mucho el cultivo del tabaco». Hablando de las fincas modelo por el cultivo y preparación del tabaco decía Thomasset: «Dos fincas de ese género han sido establecidas cerca de Santiago, en el Cibao, la una; y la otra en San Cristóbal, provincia de Santo Domingo: últimamente hemos vis-


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to un lote de 225 quintales listos para enviar á Holanda, por vía de Curazao: tanto la calidad de este tabaco, como su preparación, no dejaban nada que desear según opiniones competentes. Esta Compañía holandesa ha emprendido concientemente sus tareas y no omite medios para lograr su objeto: ha hecho venir semillas de varios puntos conocidos por la buena calidad que exportan de este producto, y con el fin de hacer ensayos comparativos. Los directores de estas fincas proceden de Puerto Rico y Sumatra; el personal de empleados son extranjeros que conocen perfectamente el cultivo de esa planta; así es que con elementos tan adecuados y con terrenos y clima propios á este objeto, no podemos menos que augurarle a esa empresa un próspero éxito».|342| Al ponderar el éxito de las fincas instaladas en Azua y Barahona continuaba exponiendo el Señor Thomasset lo siguiente: «Los resultados obtenidos durante el primer año en es-

tas fincas han sido tan sorprendentes, que el gobierno se ha decidido á crear dos fincas de igual carácter en Azua y Barahona, comprendiéndose en ellas, además del tabaco, el cultivo de algodón. Este es el medio más eficaz para llegar prácticamente al engrandecimiento de la agricultura nacional, y, si á esta circunstancia se agrega la facilidad de introducir en Holanda el producto dominicano, así acondicionado, el efecto inmediato de semejantes medidas será el alza del producto á un precio proporcional á su calidad. Así pues, las notables mejoras que ha de experimentar el cultivo del tabaco en el país, con la creación de estas fincas modelo, será extraordinario; supuesto que los buenos efectos que

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de ella se deriven, no han de redundar en provecho exclusivo de uno ú otro producto, sino serán favorables á la agricultura en general, porque el trabajo de la tierra conlleva un gran número de nociones aplicables á toda clase de cultivo. Por otra parte, esos establecimientos promoverán una corriente de inmigración lenta pero segura de trabajadores inteligentes, que, al llegar al país encontrarán seguramente empleo y retribución».|343| Finalmente, en lo concerniente a la extensión de tierras dedicadas al cultivo del tabaco expresa Thomasset que «estimando aproximadamente la cantidad del terreno dedicado hoy al cultivo del tabaco, y adoptando para este cálculo la cifra superior de las exportaciones, comprendida también la cantidad que se consume en el país, podemos asegurar que no baja de 6.000 hectáreas».|344| Sobre las exportaciones del tabaco durante el año 1890 y otros aspectos de la industria tabaquera, como era su comercio, ofrecía importantes datos el Barón H.Van Kichtofen, Secretario del Consulado General Dominicano en Hamburgo, en comunicación del 1° de enero de 1891. Acerca del comercio de Alemania con la República Dominicana dicho funcionario ofrecía las siguientes consideraciones: «Está concentrado por la mayor parte en esta ciudad de Hamburgo, tanto por la exportación de artículos alemanes como por la importación de los productos dominicanos. «La línea regular de vapores para los puertos dominicanos es la alemana saliendo de ésta dos veces al mes. El vapor que sale el 18 de cada mes con destino a los puertos de Puerto Plata, Sánchez y Montecristi, toca á los puertos de Grimsby y de Havre, y el vapor que sale el 22 de cada mes con destino á Santo Domingo, Capital, toca al Havre para llevar carga también de estos distritos».|345| Sobre la exportación de los productos dominicanos durante el año 1890 expresa que la misma «ofrece cada día un aumento satisfactorio, debido á las leyes alemanas que no han declarado privilejio alguno en perjuicio de ningún producto colonial. A causa de que los gobiernos de Francia, Italia, Inglaterra y Australia han introducido el monopolio de tabaco, lo que equivale á una prohibición de importación de tabaco de Santo Domingo, casi toda la cosecha en el año pasado se ha dirijido a Hamburgo, y gracias a la calidad regular, ha podido colocarse a precios satisfactorios».|346| «Contrario a lo que afirmaba Thomasset, el Barón H.Van Kichtofen consideraba que «el ensayo con el mercado holandes no ha tenido resultado, y las partidas importantes han sido reembarcadas á esta para su colocación».|347| En el año de 1890, según él, fueron importados el resto de la cosecha de 1889, unos 17,000 serones y paca, y de la cosecha de 1890 unos 72,000 serones y pacas. El Secretario de Estado de Hacienda y Co-


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mercio, en Memoria presentada al ciudadano Presidente de la República, hablaba de 7,106,658 libras de tabaco en rama.|348| Al año siguiente, 1891, esa cantidad fue aumentada al parecer fruto de la labor de las fincas modelos que ya se encontraban en plena producción. Según el Secretario de Estado en los Despachos de Hacienda y Comercio, en su Memoria al Presidente de la República, ese año se exportaron por todos los puertos habilitados de la República la cantidad de 7,624,648 libras de tabaco. En otro orden de ideas, desde Hamburgo, en comunicación del 1ero. de enero de 1892, se consignaba que en el año anterior se había experimentado una fluctuación de los precios, que obedecía, entre otras, a las siguientes razones: «En el principio del año 1891 llegaban todavía los restos de las cosechas de 1890, los que fueron realizados á los precios de 40-50. Desde el mes de Junio recibimos los tabacos de la nueva cosecha cuya hoja encontró buena aceptación, pero á precios algo bajos á causa de la depreciación del comercio del tabaco en general, y á consecuencia de las grandes existencias almacenadas del tabaco del Brasil de más de 60,000 pacas. «Como pronto se manifestaba que la hoja por su finura se inclinaba mucho á podrirse principalmente en las clase A y F los precios retrocedieron todavía más. Con la coyuntura favorable para los tabacos del Brasil en Octubre se animaron también los negocios en nuestra hoja y produjeron un lijero incremento en los precios».|349| Algo relevante que se consignaba eran los precios de las diferentes marcas de tabaco, según su procedencia, y que todavía persistían las llamadas «taras« en los serones, pués el informe afirmaba que: «Los precios pagados eran muy variados según marcas y surtido. Los tabacos de la costa y de los Hatos lograron 20-33, los de Santiago 30-45, los de Moca 34-45 y los de Samaná y Macorís 37-48 por F. Las partidas finas alcanzaron hasta 72. «La importación sumaba en 1891, a 92,000 pacas y serones. «Los serones de tabaco de algunos distritos de Samaná y de Moca han tenido una tara muy pesada y los compradores últimamente rehusaron aceptar las partidas con la tara convenida de 6 kilos por cada serón. Los vendedores estaban obligados a consentir el reconocimiento de la tara verdadera que algunas veces alcanza á 11 kilos por serón. Se debe recomendar a los cargadores el mayor cuidado en el embalaje».|350| En el año 1892 ya existían en el país cinco cigarrerías que empleaban en la elaboración de sus productos el tabaco que se cultivaba en diferentes localidades del país. Ese fenómeno, muy importante para la época, revela que el tabaco ya no solo se comercializaba en rama sino que se vendía elaborado, aunque fuese de forma artesanal.


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Así, el periódico El Teléfono, de Santo Domingo, traía la noticia de que la cigarrería «El Paquete» de esa misma ciudad usaba un tabaco cultivado en el Cibao, San Cristóbal y Cojobal,|351| y consigna Lluberes que «en la misma zona norte el área se extendió de Cotuy a Guayubín incluyendo a Puerto Plata, y en el Sur se cultivó en Higüey, Los Llanos y San Cristóbal».|352| En ese año se llevó a cabo en Santiago de los Caballeros la primer huelga obrera. Aconteció en la fábrica de cigarros y cigarrillos a mano La Matilde, propiedad de don Simeón Mencía. Según cuenta Román Franco Fondeur esa fábrica contaba con no menos de ciento cincuenta tabaqueros y unos cien cigarrilleros, además de los peones y otros empleados. Daba empleo a un número admirable de obreros en una urbe ubicada en medio de una región agropecuaria. Santiago contaría para entonces alre-

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dedor de nueve mil habitantes (el censo de 1898 marcó nueve mil trescientos noventa y ocho). «A iniciativas de Victoriano Rodríguez se fueron a la huelga más de cien empleados de La Matilde: pidiendo aumento de sueldo».|353| Ese movimiento huelgario terminó cuando el Gobernador Civil y Militar de la provincia santiaguera, el general Perico Pepín, ordenó que la Policía Militar apresara a los huelguistas.

K|Se agudiza el bajo precio del tabaco Durante el año 1893 el comercio de tabaco con Alemania todavía seguía muy activo. En un informe, fechado en Hamburgo el 1ero. de enero de 1894 y firmado por Kuck, el Consulado General describía el movimiento comercial de aquel año afirmando que «en el principio del año 1893 la demanda para el de Santo Domingo estaba muy floja y los arribos de los restos de la cosecha 92 fueron almacenados en su mayor parte a causa de que el tabaco de Brasil de la nueva cosecha arrebataba toda la atención de los especuladores y fabricantes por su calidad muy adecuada para el consumo de Alemania. Una viva demanda se la manifestaba para esta hoja y se han hecho transacciones de cantidad 119,000 pacas aunque a precios bajos, comparados con los de los años anteriores. Las primeras partidas de la cosecha 1893 llegaron de Puerto Plata y Santiago á fines de Mayo y encontraron buen acogida, pero a precios poco satisfactorios, á 43 por FF, 33 por F. y 23 por A.»|354| El descenso de los precios se debía a varias causas: la calidad de la hoja, la poca cotización del tabaco brasileño y a que Alemania quería poner un impuesto al tabaco fabricado. Esa dramática situación era descrita de la siguiente manera: «Su calidad se mostraba servible, pero no muy hojosa. «Los tipos de tabaco han sido influidos durante toda la estación por los precios bajos, pagados por el tabaco de Brasil. «A esta situación poco satisfactoria se agregó otra circunstancia más al principio de Septiembre cuando el Gobierno alemán propuso un proyecto de nuevos derechos adicionales sobre el tabaco fabricado, lo que naturalmente ha alarmado mucho a todos los consumidores del tabaco, es decir a toda la Alemania. «Desde luego las transacciones se hicieron más dificultosas y los tenedores eran forzados a desistir de sus pretenciones á causa de reserva de los compradores y las partidas sólo podían colocarse á precios más bajos de 36 por FF. 26 por F. 16 por A.177 «La oposición grande que encontraba esta ley proyectada produjo que el Congreso Nacional no ha dado todavía su aprobación.


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«En mejor demanda estaban las clases superiores, las cuales lograron precios hasta 70. «Los restos de la cosecha 1892 sólo han podido colocarse a precios muy bajos de 1520 por F a fines del año y al principio del año 1894».|355| La cantidad total importada en el año 1893 fue de 166,000 bultos, desglosados de la siguiente manera: 28,500 bultos correspondientes a la cosecha del 1892 y 137,500 bultos a la del 1893. Restaban «a último de diciembre una existencia en primera mano de 7000 bultos».|356| «Por otra parte, el Consulado General de la República Dominicana en Amberes mostraba su preocupación por la situación que se daba en 1893 cuando consideraba que «en general, el comercio de Tabacos ha dejado mucho que desear durante el año que acaba de espirar. Las transacciones ha sido mucho menos importantes que las de los años anteriores, esto sin embargo no demuestra que nuestro mercado estuviera en un período Anuncio de «La Flor Habanera».

de decadencia ó por lo menos en vía de perder de su importancia. Es preciso antes atribuir esta disminución á un conjunto de circunstancias perjudiciales que pesan sobre el comercio en general y nada prueba, pues que no podrémos reconquistar en 1894 el terreno perdido anteriormente».|357| Sin embargo, para esa época, lo que acontecía era que el tabaco ya estaba recibiendo la fuerte competencia de otros productos como el cacao y el café. Para que se vea, en términos comparativos, lo que había sucedido en los últimos 25 años es muy ilustrativo lo que refiere Cross Beras cuando expone que «en 1868 el tabaco representaba el 88 por ciento de las exportaciones dominicanas, expresadas en quintales. En esos tiempos, el cacao representaba menos del uno por ciento y el café un escaso cuatro por ciento. El azúcar comprendía algo más del ocho por ciento de las exportaciones, en términos de peso.Ya para el año de 1893, la exportación de tabaco se había casi duplicado, aumentando de 83,701 quintales en 1868 a 164,208 quintales en 1893. Durante esos 25 años, las exportaciones de café aumentaron casi ocho veces y el cacao, más del cien por ciento. En resumen, hasta 1893 el tabaco permaneció siendo el principal cultivo de exportación, pero el cacao y el café se hacían constantemente más competitivos».|358| En el año 1894 se hicieron esfuerzos para mejorar la calidad del tabaco dominicano, sobre todo porque el país dejaba de percibir miles de pesos en su comercio exportador. Una de las medidas contempladas fue «la creación de Sociedades Agrícolas en todo el país para luchar por la mejor calidad y acondicionamiento de los productos agrícolas de exportación».|359| Entre ellos figuraba, lógicamente, el tabaco. En ese año el Congreso Nacional aprobó el importante Decreto Núm. 3415 relativo a


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la siembra, cultivo y exportación del tabaco con la finalidad de buscar soluciones a problemas ya ancestrales. Exponiendo la importancia de la agricultura, la conveniencia de que se mejorara el cultivo del tabaco y la obligación del Gobierno en dictar medidas que propiciaran el progreso del país el referido Decreto exponía en sus Considerandos: «Que la base principal de nuestra riqueza pública la constituyen los productos del suelo; y que la escasez y mala preparación de los mismos son la causa conocida de que esa riqueza no se desarrolle y acreciente cual conviene al interés general; «Que la industria agrícola es el factor principal de esta producción; y que la imperfección y descuido con que aquella se practica es el único motivo por el cual algunos de Anuncio periodístico.

nuestros frutos de exportación, entre ellos el tabaco, cacao y café, no adquirirán el mé-


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rito, ni obtendrán el valor á que pudieran llegar si no se preparan con más cuidado y con mejor inteligencia. «Que el Gobierno tiene el deber de velar porque los intereses del comercio y de la agricultura prosperen hermanados, de lo cual dependen el progreso de aquellas industrias y por lo tanto, el progreso de la Nación».|360| Acerca de la siembra, en el Art. 1° se establecía que «en cada cabecera de Provincia ó Distrito productor de tabaco, los Ayuntamientos harán sembrar cada año la cantidad necesaria de dicha planta con el exclusivo objeto de coger semillas en suficiente cantidad para distribuirlas gratis entre los cultivadores de la hoja. «Estas siembras habrán de hacerse de una sola clase de tabaco, del que, á juicio de los Ayuntamientos, se crea más conveniente».|361| Para los cosecheros era obligatorio someterse a esa regla, ya que, de lo contrario, según estipulaba el Art. 2°, el cultivador que no quisiese someterse á la siembra de las semillas que distribuya cada Ayuntamiento, no podrá vender para la exportación sus productos bajo pena de comiso. «Los productos declarados en comiso será quemados en presencia de un miembro del Ayuntamiento, del Alcalde Constitucional y del Comisario de Policía».|362| Semejantes disposiciones debían aplicarse a los cosecheros cuyo producto debía estar bien acondicionado. En tal sentido, «el cosechero para vender su tabaco deberá ponerlo en perfecta condición enteramente fermentado, sin humedad, enmanillado y atada cada manilla con hojas del mismo tabaco. «El tabaco para la exportación que se venda sin estas condiciones, será comisado, bien sea en manos del agricultor, ó en los almacenes del comercio en que se hallare, para sufrir la pena que trae el párrafo único del artículo 2°».|363| En la comercialización del tabaco se estipulaba que un quintal equivalía a cien libras francesas netas y según el artículo 5° quedaba «terminantemente prohibida la exportación del tabaco nuevo antes del 1ero. de Junio del año en que ha sido cosechado« mientras que el Art. 6˚ «establecía que el comerciante ó comisionista que comprare tabaco, cacao ó café, fuera de las reglas establecidas por los artículos 2°, 3°, 4°, y 5°, sufrirá una multa de cien á quinientos pesos por primera vez, y en caso de reincidencia, de quinientos á mil, que ingresará en la Caja Comunal».|364| Algo novedoso que establecía el Decreto, a manera de estímulo, era la premiación a los cosecheros que se hubiesen destacado en el cultivo y en la preparación de la hoja, pués se determinaba que «cada año, al terminar la cosecha, los Ayuntamientos, por mediación de la autoridad competente, convocarán á los agricultores que se hayan distinguido en


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el cultivo y preparación de la hoja, para premiarlos en un concurso público que al efecto se celebrará en cada punto, para discernirles, ya una medalla ó cualquiera gratificación pecuniaria, como estímulo á la continuación de las reformas y siembras de la hoja que se establecen».|365| Un funcionario importante que debía tener cada Ayuntamiento era el almotacén, que era el encargado de «establecer balanza y medida en lugares céntricos que regulen el peso y medida en las transacciones comerciales». Dicho funcionario, también, formaba parte de una Comisión de tres personas cuya función «era comprobar los casos dudosos y examinar los productos que se destinan á la exportación, a fin de que sean cumplidas en todas sus partes las prescripciones del presente decreto, que deberá ser enviaAnuncio periodístico.

do al Poder Ejecutivo para los fines constitucionales».|366|


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Ahora bien, tales medidas, lamentablemente, no surtieron el efecto deseado porque la calidad del tabaco no experimentó mejoría alguna.Varias causas contribuyeron a eso. Una de ellas era la falta de organismos que visitaran y asesoraran a los cosecheros. Refiere Domínguez que: «Esta carencia venía a dar parcialmente la razón a quienes acusaban al gobierno de no ocuparse activamente de proteger la agricultura. «¿Por qué no se contrataron agrónomos espacialmente extranjeros, ya que si había criollos debían ser muy pocos? Posiblemente porque el principal interés del Presidente era mantenerse en el Poder y, por tanto, los fondos públicos eran gastados mayoritariamente en asuntos militares. «Las quejas sobre la falta de protección a la agricultura provenían esencialmente de El Porvenir, cuyos directores estaban al corriente de las más recientes innovaciones hechas en el sector agrícola en los países industrializados».|367| Pero, el descuido de la agricultura por parte del Gobierno era de forma parcial, ya que el mismo «se ocupó de construir obras de infraestructura, tal como la vía ferrocarrilera Puerto Plata-Santiago, fincas modelos de cacao y tabaco, y adoptó otras medidas tendentes a facilitar el fomento de la agricultura».|368| La enseñanza y asesoramiento técnico eran muy deficientes, ya que: «No había organismos de investigación agronómica que realizaran estudios de suelos y otros, y luego señalaran al campesino las mejores semillas y métodos de cultivo. «Conexo a ese problema estaba el de la falta de información y de difusión entre los agricultores de los progresos realizados en el campo agronómico en general. «El bajo nivel cultural de los cultivadores, las escasas vías de comunicación existentes, los pocos medios de información que había, dificultaban grandemente cualquier labor de enseñanza técnica que se intentara».|369| Otra causa que contribuía a que los precios del tabaco se mantuvieran bajos era la práctica de la «venta a la flor», que era denunciada por el general José D. Pichardo, Gobernador de la Provincia de Santo Domingo, como una de las causas que incidían negativamente en la calidad y cantidad de las cosechas».|370| En tal sentido, dicho funcionario expresaba que «la venta a la flor, es decir antes de que se terminara la cosecha, les quitaba a los agricultores el deseo de trabajar a causa de la poca cantidad de dinero que recibían de manos del comerciante comprador. Por tanto, al dejar de ser propietario de la cosecha descuidaban su labor, con lo que se perjudicaban tanto la calidad como la cantidad de los frutos a ser recolectados en un futuro próximo. El gobernador hizo observar que tanto el agricultor como el comer-


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ciante resultaban perdedores en dicha operación. El primero, por recibir poco dinero por su labor, y el segundo, por los perjuicios que le ocasionaba el descuido del primero en la cosecha del fruto luego que este último dejaba de ser su propietario».|371|

L|Bonó, su Congreso Extraparlamentario (1895) y su defensa del tabaco En el año 1895 se producía un acontecimiento importante y fue la publicación por parte de Pedro F. Bonó de su famoso ensayo titulado Congreso Extraparlamentario en el cual aparecen, en una admirable síntesis, muchas de las ideas que él había planteado desde los años 1857 y 1858 cuando tuvo participación en la Constituyente de Moca. En ese celebre ensayo de Bonó, al decir de Federico Henríquez y Carvajal, hablaba «la voz de la razón y de la experiencia». En un suelto éste expresaba en la revista Letras y Ciencias que: «Don P. F. Bonó, el anciano prócer restaurador a quien debe el país consejos y enseñanzas de índole agrícola y económica, está publicando una serie de actos de un supuesto Congreso Extraparlamentario, muy bien intencionado, que se recomiendan a gobernantes y gobernados por la abundancia de verdades que contienen. Es la voz de la razón, la voz de la experiencia».|372| Como es lógico advertir, una de las ideas esenciales del ensayo de Bonó era «su persistente defensa del tabaco», en la que se manifestaba toda la problemática de su cultivo y comercialización en esa época. Por su concisión y acuciosidad vale la pena detenerse en los detalles brillantemente expuestos por Bonó. En la sesión del día tercero, celebrada el 2 de julio, Bonó, que puede inferirse «hablaba« a través del Diputado B, de Santiago, planteaba el significado que tuvo el tabaco en el Cibao como fuente de riqueza. Decía él: «Retrogrademos un poco, rememoremos a grandes rasgos lo que era no hace mucho el trabajo cibaeño. La base en que estaba sustentado, el resorte principal que lo movía, era el cultivo del tabaco. Este poderoso resorte ponía en movimiento todas las capas sociales, todas las fuerzas activas de la sociedad, por medio de engranajes fáciles y suaves, resultado feliz de un trabajo esencialmente nacional, y digo nacional, porque no era, no es ni será dable, a un grupo tan desprovisto de capital y ciencia geopónica como el nuestro, imaginar un cultivo de menos espera para la cosecha, que necesite menos máquinas y conocimientos de agronomía; que dé rendimientos más pingües relación guardada con el capital y tiempo en ellos empleados, que haga más libre al pequeño propietario, que le dé más energía y previsión».|373| Una de las grandes ventajas del cultivo del tabaco eran las múltiples organizaciones que propiciaba en toda la sociedad y que permitía realizar otros cultivos después de la co-


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secha.Así, «el tabaco daba ocupación fructuosa a los sembradores y extractores de nuestros textiles y a los fabricantes de todas las cuerdas en uso: hilos de enseronar, cinchas, lazos, maniotas; a los recolectores de los guanos y canas y a los que con ellos fabricaban; serones, álganas y enjalmas; a los ganaderos, a los arrieros, a los potreros y dehesas; a la población flotante de los pueblos y ciudades empleados en separar, descabezar, enmanillar, enseronar, entretejer, empacar, estibar. El cultivo del tabaco, fruto de cuatro meses de vida, dejaba a los conucos limpios y habilitados por ocho meses, para la siembra y cosecha de frutos menores, que bajo la continua fertilidad estival de la zona que habitamos, no dejó ni pudo dejar con escasez las subsistencias. El mismo conuco que en cuatro meses dio el vestido del año con hartas sobras, en los ocho meses restantes dio la comida, barata, abundante, a saciedad. Cruzó sequías, huracanes, bajas de precio,

Anuncio de San Pedro de Macorís.

revoluciones; pero la índole del cultivo no dejó nunca caer a la población en el marasmo, en el pauperismo de hoy; no la dejó caer porque la misma naturaleza del cultivo no podía dejarla caer».|374| Pero no todo fue gloria. Bonó recriminaba la malicia con que muchos sectores ligados al comercio del tabaco se comportaron frente a los compradores alemanes, lo cual ocasionó que el mismo se fuera a pique, afirmando lo siguiente: «Pero cambió la opinión y buscó y encontró instrumentos suficientes para confundir y aniquilar al tabaco.Así sucedió a nuestros primeros padres; habitaban el Edén y en lugar de gozarlo inocente-


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mente, oyeron a la serpiente que los hizo arrojar de él. Los selectores, empacadores, enseronadores y exportadores de tabaco abusaron de la paciencia de nuestros marchantes a los alemanes, y éstos al fin cansados de nuestra malicia, se negaron a reconocerle al tabaco cibaeño las sobresalientes cualidades que la naturaleza, ayudada del esmero, le había dado. Bastó esto para que un clamoreo general e intransigente cayera sobre el tabaco; leyes y disposiciones atentatorias contra el derecho de propiedad sin excusa legítima; leyes y disposiciones draconianas se dictaron contra ésta nuestra malhadada y única riqueza exportable; el que lo compraba lo anatematizó; el que lo sembraba, despavorido se escondió y ni a nombrarlo siquiera se atrevió; fue la abominación de las abominaciones.Vade retro».|375| Bonó abogaba por un mejoramiento del cultivo y expresaba, en forma irónica, que si no se quería hacer el esfuerzo «se sembrara cacao», producto que en esos tiempos se prestaban como su competidor. Decía él: «No fue lo que pasó y está pasando, señores. Entonces se dijeron: no nos ocupemos más de este ruinoso negocio. Aunque sabemos perfectamente que si lo cosechamos en sazón, le creamos y entrojamos según la buena práctica y buenas tradiciones de nuestros famosos cosecheros, de los cuales bastantes viven aún y nos servirán de modelos y maestros; si formamos clases regulares, uniformes, siempre las mismas, en aroma, en color, en sedosidad, sanas, limpias y conformes; si cada capa del serón corresponde desde las primeras a las últimas a lo que al descubrirlas prometieron; en una palabra, si no procuramos engañar a nadie y al comercio internacional menos que a ningún otro, pues posee todos los mercados de la tierra; tal vez mantendremos los precios viejos, a pesar de la lucha que habrá que sostener con otras comarcas. Pero aunque todo esto muchos lo sabemos y todos lo presentimos, no produzcamos más tabaco, y sembremos cacao que vale mucho más».|376| Haciendo un recuento de lo que hicieron muchos agricultores, al abandonar el tabaco y sembrar sus terrenos de cacao, rememoraba Bonó: «Sembremos cacao, se dijeron, y no sembremos más que cacao y desde luego, todas las mejores tierras, las mejor situadas fueron ocupadas por cacaotales. Se talaron platanales, se derribaron palmares y cocales, se arrancaron de cuajo cañaverales y yucales; todas las fuerzas activas de la sociedad concurrieron a la obra: prensa, comercio, gobierno; no hubo más que un santo y contraseña: sembremos cacao, y no hubo más que un cultivo: el cacao. Pero este cultivo no era universal ni tradicional en el Cibao, y además del vicio radical y antieconómico que lo hace reprobable, es decir, el de haberlo hecho exclusivo de una vasta región, tenía dificultades insuperables que de momento no podía vencer la impaciencia cibaeña apretada por la miseria».|377|


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Uno de los reproches que hacía Bonó a lo que había sucedido era el alto costo del cultivo del cacao. Refería él que «el cacao es fruto que requiere capital en cualquier escala que se siembre. Después de talado y tumbado el monte, quemadas las rosas, hechas las cercas y puestos de fijo los plantíos, operaciones en que se gasta tiempo y dinero, hay que esperar cuatro y cinco años para los primeros proventos. No bastan las yucas y plátanos concomitantes para dar los avances como los da el tabaco».|378| Y reiterando las ventajas de uno y otro cultivo, Bonó arribaba a una de sus más brillantes conclusiones cuando conceptualiza al cacao como «elitista» y al tabaco como «popular» con estas palabras: «El cultivo, cosecha y venta del cacao es exclusivo. El estanciero nuestro y tres o cuatro peones más ocupados en la recolección, desgrane, fermento y asoleo bastan al cacao; mientras que en el tabaco son todos los trabajadores en acción, todos ganando, todos produciendo y consumiendo víveres nacionales y por tanto vivificando a la sociedad. Si fuese dable calificar a ambos productos diría que el cacao es oligarca y que el tabaco es demócrata».|379| Bonó vuelve a insistir en una de las ideas que ya antes había planteado, es decir, el próspero movimiento comercial que producía en el país el cultivo del tabaco y «los útiles y ventajosos avances a que da lugar en todas sus delegaciones». Sostenía él: «Sabido es que el capital circulante no se aventura por lo común en entradas tardías, por seguridades que preste la persona o la cosa. Esto está probado con los Bancos, que sólo aceptan valores seguros cobrables a plazos cortos y fijos, y los avances sobre el tabaco son como efectos a cobrar a noventa días, puesto que sólo se hacen cuando el tabaco está plateando en los conucos; aspecto que lo hace deseable, pues da un movimiento de crédito activo en todo el comercio entregado a este género de especulación, hace más movibles a las mercancías y quincallería de las tiendas, presta socorros más oportunos al labrador, da más actividad al trabajo que lo que puede hacer al cacao con sus cuatro años de espera que arruinan al prestamista y al deudor, como está sucediendo entre nosotros con la desaparición completa del pequeño comercio y con la inercia del labrador a quien estos avances daban tanta actividad».|380| Uno de los aspectos cardinales del problema era el precio a que se vendía el tabaco. En la sesión del cuarto día, preguntado Bonó por el Diputado de Samaná si conocía a qué precio dicho producto se compraba en Europa, él respondió diciendo que eso dependía de la marca empleada, ya fuera S, F o A, que indicaban la calidad del tabaco. El Diputado explicaba, entonces, que se denominaba «surtido, una partida de tabaco en que entra un treinta por ciento de tabaco marca S. que es el superior, y el resto F. y A. Ahora bien, el precio a que se vende el surtido es el promedio del valor de la cosecha


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y esto es lo que hay que considerar, puesto que de un pie de tabaco no deben aprovecharse únicamente sus tres o cuatro hojas terminales».|381| A ese planteamiento replicó Bonó preguntando: »¿Y por qué no, tratándose de un fruto de exportación completamente desacreditado por las mezclas de las otras hojas, o mejor dicho por el fraude?».|382| Al Diputado no le agradó que Bonó usara la palabra fraude y salió en defensa de «la reconocida honradez de nuestro gremio comercial, único encargado hoy de dar las necesarias y últimas manipulaciones al tabaco, el que lo entroja, enmanilla, empaca, clasifica y embarca». Anuncio de «Quisqueya».

A ese planteamiento Bonó, «un intelectual de los pobres« como certeramente lo ha catalogado el historiador dominicano Raymundo González,|383| replicó: «Pero señor, cuan-


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do el encargado de esas manipulaciones era el agricultor nunca llegó a desacreditarse de este modo el tabaco, sufrió, es verdad, algunas bajas, como sucede a todos los productores, pero después que el comercio se apoderó de él al descolgarse de los ranchos o caneyes, cada día más desacreditado en Alemania por la mala fe del embarcador…».|384| Ante la insistencia de varios Diputados de que Bonó se retractara por haber atribuido «mala fe y fraude al comercio», Bonó reiteró su planteamiento con estos argumentos: «En nombre de la mayoría del comercio que en mi país es honrado; en nombre de los agricultores, en nombre de los desnudos y hambrientos por esta causa, hago constar que la ignorancia y su secuela, la mala fe y el fraude, que presiden en las trojes y calenturas, en los apartados y clasificación, en la super hechicería de poner hojas superior en las camas de arriba e inferiores en las de abajo del serón, es lo que ha traído al tabaco a este extremo de depreciación».|385| En la sesión del día quinto y ante la pregunta del Diputado de por qué planteaba Bonó que «el mejor remedio para rehabilitar el precio de nuestro tabaco, que sólo se cosecharan o a lo menos que solo se exportaran, las hojas de tabaco propias para capas,» éste expuso lo siguiente: «Muéveme a proponer el embarque de las hojas de capa, lo inveterado del mal en mezclar las calidades y méritos intrínsecos de cada hoja. El comercio y país sufrieron mucho cuando el encargado del enmanillado y enmanojado era el agricultor, el comercio y el país sufren más intensamente después que el comercio se ha encargado exclusivamente de todas las operaciones, desde las trojes hasta la venta; unos y otros por tanto son insuficientes, inservibles para su cometido, a pesar de ser movidos por el resorte más poderoso que tiene el hombre, es decir, su interés personal. En mi proposición quito a unos y a otros toda ocasión de pecar como en único remedio posible».|386| A ese planteamiento de Bonó, el Diputado planteaba la conveniencia de que se aprovechara los tres tipos de hojas con estas palabras: «Sería un atentado contra el libre uso del fruto del trabajo, una crueldad inútil y con resultados ni siquiera felices. Uno de los ideales en que la industria del hombre aplica más atención es el aprovechar hasta los desperdicios de los valores creados, y esto es lo que da tanta superioridad a la industria moderna sobre la antigua. Después que una mata de tabaco ha producido diez o más hojas es muy doloroso para el cosechero, muy antieconómico para el país, utilizar solamente tres o cuatro y arrojar al basurero las restantes. El tabaco de segunda tiene un valor, el de tercera lo mismo. La primera sirve para capas, la segunda para capotes o empuños, la tercera para tripas del cigarro. No es posible por tanto dejar incompleto el material del producto a que en último resultado concurren las tres calidades».|387|


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A continuación del Diputado, Bonó interviene y enfatiza la conveniencia de que se prohibiera la exportación de un producto podrido argumentando: «No se atentará contra la propiedad de nadie sólo a título de salvación pública, impidiendo que se exponga un producto sofisticado o podrido. El municipio por causa de salubridad e higiene no manda botar las provisiones dañadas y podridas y ¿quién se ocupa del dolor del detentor o detentores de ellos? ¿Quién los compadece? El Gobierno en vista del pudor y la moral no prohíbe la circulación de objetos obscenos: ¿habrá que compadecer a los libertinos? No prohíbe con severas penas la fábrica de monedas falsas en vista de la perturbación de los valores. ¿Por qué, pues, cuando está interesada la moral, la buena fe, el crédito y hasta la existencia del país, no se prohíbe la exportación de un fruto que poAnuncios periodísticos.

ne en peligro cosas tan importantes como aquellas?».

En ese momento interviene en el debate el Diputado por Azua que dice haberse formado su convicción de lo desacreditado que estaba el tabaco en Hamburgo, pues hacía poco tiempo había viajado a esa ciudad. Apoyando los planteamientos de Bonó refería el Diputado: «En este viaje que habrá un mes realicé para mis negocios, solicité informes sobre los productos generales de mi país y supe por boca de muchos comerciantes, que la calidad del tabaco tal como la da la naturaleza en el Cibao, era aceptada como buena por los fabricantes y consumidores de Alemania; pero que habían perdido enteramente la confianza sobre la calidad que correspondía por su marca al bulto que


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compraban. Que estos en generalidad mentían a la marca indicadora y las más de las veces les habían causado pérdidas grandes. Que por tanto, habían resuelto, clasificar las mezclas en un punto fijo de inferioridad a los demás tabacos americanos; ya de Cuba, Ambalema, etc., cuyas calidades siempre uniformes y regulares, le daban punto fijo para sus cálculos. Que el consumo del tabaco crecía a la par de la producción general, y que la baja de hoja cibaeña era solo debida a la causa indicada. Me agregaron, que aunque los medios de producción y trasporte de aquellos países productores habían hecho bajar y harían bajar aún más con el tiempo el valor de la hoja, siempre la superioridad de precios correspondería; al que, produciendo por la tierra y por el clima un tabaco de aroma suave y grato, no muy fuerte ni muy flojo como el nuestro, emplease el cuidado y el trabajo necesario para darle las condiciones adaptables al gusto reinante».|388|

Finalmente, tocó el turno de concluir los debates donde la conclusión fue hacer una exhortación a «buscar soluciones más conformes con la justicia y la equidad».|389| Sólo dos reacciones, en lo inmediato, hubo al escrito de Bonó. Una de ellas fue la del Sr. Luis M. Castillo que, comentando lo perjudicial que había sido el monopolio comercial alemán, expresaba: «El tabaco siempre ha sido una espada amenazadora suspendida sobre el comercio del Cibao.Y esto se explica. Este fruto que no tiene más aceptación que en las plazas de Alemania, ha sido siempre sometido a los monopolios de esos mismos mercados de donde se desprende que nunca los sembradores, ni exportadores, po-

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dían confiar en las cotizaciones, porque, un artículo que sólo goce de aceptación en una sola plaza, está expuesto a sufrir bajas incalculables, lo que demuestra una amenaza sobre el capital y hasta sobre los sembradores del fruto».|390| El Sr. Castillo, partidario de que no sólo se cultivara tabaco sino que se hiciera más énfasis en el cacao y en el café, argumentaba: «El cosecho del tabaco dura solamente cuatro meses y el país se sostendría el resto del año, sumido como antes, en un estado de raquitismo, sin poder efectuar transacciones; mientras que el cacao y el café son frutos aceptables universalmente. La indiferencia con que ven los agricultores al tabaco, está justificada. Las exigencias de los alemanes, como únicos compradores, no puede ser correspondida por este país que comienza ahora a ocuparse de agricultura. Sea dicho de una vez: el exclusivismo nunca ofrece ventajas, y el mercado alemán es la balanza donde se pesa el tabaco dominicano».|391| Aun cuando Castillo pedía tiempo para que el cacao empezara a dar sus frutos y se sentaran las bases de lo que él preconizaba como un porvenir halagüeño, él expresaba que no le declaraba la guerra al tabaco y que era «de parecer de que se siembre porque estamos plenamente convencidos de que todos los ramos de la agricultura son necesarios para el espancionamiento del progreso de todos los pueblos. Lo que sí sostenemos es que, mientras el Cibao vincule sus esperanzas de provenir en este fruto, mientras los agricultores se entreguen de lleno a este cultivo, flotará sobre el comercio cibaeño la letal sombra de la amenaza».|392| Finalmente, propugnando por lo que, al parecer, era la opinión de muchos y lo que estaba indicando la realidad abogaba por la diversificación agrícola con estas palabras: «Ya lo hemos dicho. Siémbrese tabaco, pero siémbrese más cacao, más café, y véase


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el tabaco no como fruto de principal importancia, ni de primera necesidad para el desarrollo del comercio, sino como una pequeña arteria que contribuya al sostenimiento de los agricultores que laboran en pequeña escala. Este es nuestro criterio en cuanto a este fruto, y no vacilamos en creer que es éste el medio de ir preparando el país a fin de limitar el cosecho de este fruto, si es posible, al radio del territorio».|393| Por su parte, Manuel María Castillo, a la vez que reconocía en Bonó «su madurez de reflexiones y sus nobles sentimientos», consideraba que éste había exagerado la defensa del tabaco y había caído en el exclusivismo que quería considerar. Argumentando que los cultivos únicos «traen una excesiva oferta de lo producido, y por corolario su depreciación« consideraba, con cierto dramatismo, que eso fue lo que sucedió con el tabaco exclamando: «Ahora ¿no es esto en realidad lo ocurrido con el tabaco, mientras para los campesinos no hubo otro cultivo? ¡Treinta mil más vegueros cosechando tabaco y nada más que tabaco, treinta mil y más corredores proponiendo tabaco y siempre tabaco, y un reducido comercio comprando a precios leoninos!». «¡Oh, horror! Treinta mil y tantos laboriosos agricultores al final de cosecha abrumados de deudas, desalentados y perezosos blasfemando contra su suerte…! El comercio a su vez pesando ese único producto en la tiránica balanza de los alemanes, contra mar y viento de ruinosas calamidades…! Y estas calamitosas bajas del único fruto exportable como asoladora corriente socavando crédito y relaciones, y todo convirtiéndose en el vestigio espantoso de la miseria…!».|394| Abogando por la diversificación agrícola concluía su escrito afirmando:

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«No aceptemos exclusivismo: pensemos en la variedad de la labores agrícolas, conviene más el cultivo de diversos frutos, y esperemos…!». «Siémbrese tabaco mucho y de buena semilla, cultívese con esmero cacao, café, caña, cocos, etc., y resonará por todos los ámbitos de la República el himno triunfal del trabajo, mientras nuevos y vastos horizontes se ofrecerán al comercio e industrias de la patria. Nuestro porvenir se habrá consolidado…!».|395| Al año siguiente de su amplia exposición en el llamado «Congreso Extraparlamentario», es decir, en 1896, Bonó no desmayaba y volvía a la carga con sus planteamientos defensores del cultivo del tabaco. En una hoja suelta, titulada «Exposición de los vegueros del Cibao», llamaba la atención sobre el descenso de los precios de los productos contrarios al tabaco. Refería Bonó que «el azúcar, el café, el cacao y el campeche han bajado en sus precios, unos de un modo muy sensible, otros de una manera ruinosa; la riqueza del país por este solo hecho se ha reducido de mitad y la vida corriente sufre turbación, que ni el presupuesto del Gobierno, ni el del individuo podrá llenarse y cumplirse como hasta hoy. Habrá grandes descubiertos en uno y en otro que serán otros tantos dolores para la sociedad».|396| Aduciendo que el precio de todo producto subía o bajaba cíclicamente en los mercados, Bonó acudía a la experiencia acumulada que tenía el país en el cultivo del tabaco y que «baje o suba el tabaco, siempre nuestra hoja será por el clima de nuestras vegas de una calidad excepcional y que el que la prueba siempre le hallará el buen gusto y la flojedad distinguida que tiene el clarete bordelés y de ahí viene que tenemos confianza en nuestro Cibao como el francés en el Gironda».|397| Bonó, no obstante, llamaba la atención acerca del alza que súbitamente había experimentado el tabaco afirmando que «esta alza sin embargo suscita un nuevo peligro, cuyos desastres, al precaverlos, queremos evitar presentándoos la presente. La pasada cosecha de tabaco, por sequías, otras causas conocidas y sobre todo por el desaliento de su prolongada baja y de la predicación deprimente fue muy escasa; la mitad cuando más del promedio de una década. Los precios de súbito han alzado y el desvanecimiento e imprevisión que les entra a todos aquellos a quienes les cae una grande e inesperada fortuna, obra sobre nosotros en su forma acostumbrada. El alza que ha tenido este año el tabaco ha hecho aprovechar hasta los últimos brotes, retoños e hijuelos, que son amargos y ásperos, en una palabra, malos, muy malos. Ha habido precipitación en los últimos embarques y por tanto descuidos, y esas cosas unidas a los inveterados malos hábitos antiguos, volverán a desprestigiar a nuestra hoja y volveremos a las andadas, afligidos, empobrecidos y desahuciados».|398|


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Ante esa repentina prosperidad, aunque transitoria, Bonó se mostraba cauto y recomendaba «poner mano a la obra, no descuidándonos en lo que a nosotros incumbe, que es, a la buena elección de la tierra, limpieza del conuco, buena semilla, breve desbotone y deshije, cogida en tiempo sereno, y en buena sazón de la hoja, exposición y forma adecuada de los ranchos, distancias convenientes de las andadas, resguardo de los fuertes y solanos vientos y rayos directos del sol, por cortinas de capadura y barresuelo; primera troje y su permanente vigilancia en las fuertes precauciones que una dilatada tradición empleada en dicho trabajo por nuestros antepasados nos trasmitió prácticamente desde niños».|399| Finalmente, y esperando que las expectativas de los participantes del llamado «Congreso Extraparlamentario» se cumplieran, exhortaba Bonó «a todos los gremios que al trabajo

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del tabaco concurren, para que el alza de precios de este año se mantenga siempre a la misma altura si no más, y no decaiga por nuestra vigilancia y diligencia en mantener a la misma altura las excelentes cualidades de nuestra hoja. Si esto sucede, los miembros del Congreso extra, en los apartados rincones de sus hogares, recogidas ya las abundantes primicias actuales de su predicación, podrán entregarse al justo júbilo que siente todo hombre que hace el bien por hacer el bien, mientras que nosotros, recogiendo la amplia cosecha actual de bienes materiales por ella y nuestro trabajo producidos, sentiremos como ya sentimos ese bien apreciable de almas nobles llamado agradecimiento».|400|


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Todos esos postulados de Pedro F. Bonó, bien intencionados por demás, no fueron tomados en cuenta porque, como bien analiza Raymundo González, no tenían validez «a la luz de nuestra realidad»|401| y, porque, como sostiene Cross Beras, fracasó el intento de Bonó de hacer del tabaco «el cultivo nacional».|402| Otros vientos, en términos de producción económica, soplaban en el país.

M|La crisis del tabaco El último lustro del siglo XIX fue la época en que, debido a la situación de los mercados internacionales y a las alianzas de grupos nacionales,|403| repuntaron los cultivos del azúcar, cacao y café y el tabaco, en consecuencia, entró en una crisis casi total. No valieron que fueran abolidos o reducidos los impuestos de exportación del tabaco ni que se tomaran otras medidas para mejorar su cultivo. La rentabilidad de los cultivos del azúcar, café y cacao forzó a que muchos tabaqueros abandonaran su tradicional ocupación económica.También influyó en eso el fortalecimiento de un nuevo mercado para los productos agrícolas dominicanos, los Estados Unidos.|404| Se llegó a pensar, incluso, que, a consecuencia de la guerra de Independencia de Cuba (1895-1898), el tabaco dominicano podría ocupar el lugar que tenía el tabaco cubano en el mercado norteamericano. Pero, como bien analiza Antonio Lluberes, ese deseo fue una ilusión pasajera, pues «la ocupación americana en Cuba y Puerto Rico tras la Guerra Hispanoamericana significó la introducción de intereses capitalistas en la economías tabaqueras de estos países. Se mejoraron las variedades de las hojas y las condiciones del cultivo, aumentó la producción, pero sobre todo las respectivas economías tabaqueras se vincularon aún más al mercado americano».|405| En el caso dominicano, la situación del tabaco no podía ser más desastrosa. El descenso del mismo se ve cuando se comparan los volúmenes de exportación, durante los últimos años del siglo XIX, del azúcar, café, caco y tabaco en el siguiente cuadro de las exportaciones salidas por Puerto Plata:|406|

(En libras) Año

Café

Azúcar

Cacao

Tabaco

255,297

40,597,770

973,027

11,462.000

1889

906,342

39,720.400

1,319.097

4,679.700

1892

1,105.527

56,501.700

2,146.047

14,675.696

1899

1,962.100

101,926.100

5,236.100

7,997.000

1886


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El hecho cierto fue que, como señalan José del Castillo y Walter Cordero, ya en 1900 el cacao había reemplazado al tabaco como segundo principal cultivo en las exportaciones nacionales.|407| Con ese panorama concluye una fase de la economía tabaquera dominicana en que, ella fue «predominante cultivadora, procesadora y exportadora de tabaco en hoja« para dar paso, en los inicios del siglo XX «al desarrollo de su fase industrial« que fue «iniciado por la multiplicación de pequeñas manufacturas cigarreras que poblaron las áreas tabaqueras y las urbanas no tabaqueras. Un segundo paso fue el crecimiento de las mismas o la fundación de nuevas mayores. Finalmente se introdujo la máquina de vapor para la fabricación primero de cigarrillos y luego de cigarros».|408| El desarrollo de todo ese proceso, concretizado a lo largo del siglo XX, es tratado en el segundo volumen de esta obra.


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Finca de tabaco de Chepe Díaz, Jicomé.

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Notas bibliográficas

Capítulo 1 Generalidades del tabaco 1Para

mayor información véanse: Arango, José Manuel et al. «La Canción Ebria». Polémica, Revista Universidad de Antioquia, No. 252, abril-junio 1998. Medellín, Colombia. Movimiento para el Desarrollo Agropecuario Nacional (MAN), «Tabaco. Diagnóstico», Santo Domingo, junio de 1985. Grullón, Rafael. El tabaco dominicano. Apuntes para su historia, Santiago, Instituto del Tabaco, Trabajo del divulgación técnica. s.f. Ver, además, artículos en el periódico La Información, Santiago, junio de 2002 y 17 de octubre de 2004. Jiménez, Ramón. Tabaco. Nicotiana tabacaum L. Solanáceas, en el ABC de la agricultura dominicana, Santo Domingo, Ediciones Helvetas, 2001. «Tabaco», en Revista Agro. Año 6, No. 49, 1977. «Tabaco». Enciclopedia Agropecuaria Dominicana, Tomo 3, Ediciones HOJAZA, Santo Domingo 2002. «Tabaco». Enciclopedia Hispánica, Volumen 13,Teotihuacán, México.

«Tabaco». Enciclopedia Dominicana, Tomo VII, Santo Domingo, 1997, cuarta edición, pág. 54-75. «Tabaco». Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana, Tomo LVIII, Espasa-Calpe, S. A., Madrid, 1958, p. 1299 y ss. Echavarría y Díaz, Félix Ramón. Fitotecnia I, La Vega, Instituto Agronómico Salesiano, s.f. Becan, Etienne. El tabaco. Su preparación, su venta, Santo Domingo, Departamento de Agricultura, 1929. Llanos, Manuel. El Tabaco. Manual Técnico para el cultivo curado, Madrid, Mundi-prensa, 1981.

Negro: De color negro, buen olor. Utilizado en la fabricación de cigarros y cigarrillos Piloto, Chago Díaz, Amarillo Parado, San Vicente, Papayo y Búfalo Claro: Color claro. Textura delicada, olor y sabor agradable. Usado como capas en la fabricación de cigarro. Connecticut, Sumatra, Habana 92, Corojo, Habana 2000 y Besuki. Rubio: Color rubio o amarillento, sabor y olor fuerte. Utilizado en la fabricación de cigarrillos.Coker 254, Speight G-28, Sc-66.

2De

Burley: Color claro, olor y sabor fuerte. Utilizado para las ligas de cigarrillos. Ky/49. 11 a, 11b .

3Revista

Turco: Olor y sabor fuerte. Usado también para las ligas de cigarrillos. Esmirna, Caballa, Santiyaca.

Federico, Jesús. El Tabaco, Pequeña Enciclopedia Práctica, Madrid, Ediciones Ibérica, 1973. de Agricultura. Agosto de 1909, Año V, No. 5.

5Ibídem, p. 8.

4Por

6«Recuerdan

ejemplo, uno de los más estudiosos del tema del tabaco, Iturbides Zaldívar Luna, en su obra Producción y comercialización de tabaco negro en la República Dominicana, Santiago, Universidad Católica Madre y Maestra, 1979, crea su propia clasificación, agregando un tipo adicional.A saber:

Orígenes Tabaco Chago Díaz», Listín Diario, 21 de junio de 1981.


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Capítulo 2 Los taínos descubren que el tabaco emborracha

10Lovén,

1Tejera,

11Veloz

Emilio. Indigenismos, tomo II, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1997, p. 1173 y 1179.Ver, además, a Marcio Veloz Maggiolo. Arqueología Prehistórica de Santo Domingo, Mc Graw-Hill For Eastern Publishers(s) Ltd., Singapore, s. f., 57. 2Lioger, Alain

Henri. Diccionario Botánico de Nombres Vulgares de La Española, Jardín Botánico «Dr. Rafael M. Moscoso» y Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo, 1974, p. 721.

3Tejera,

Emilio, ob. cit., p. 1181.Ver, además, a Manuel Llanos Company. «Tabaco. El humo que conquistó el mundo», p. 72. Copia cortesía de José A. León.

Sven. Origins of the Tainan Culture, West Indies, Goteborg, 1935, p. 386.

Maggiolo, Marcio y Nadal, Joaquín. «La Zamia su identificación prehistórica». Investigación para el Desarrollo, Revista semestral de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, Año 2, número 1, octubre 1995, p. 180.Ver, además, el artículo de Veloz Maggiolo «Polen de Zamia en la Historia Antigua de las Antillas», en Antropología Portátil, Banco Central de la Republica Dominicana, Santo Domingo, 2001, p. 113119. Nadal, Joaquín. «Análisis palinológico del yacimiento de Martel», Boletín del Museo del Hombre Dominicano, Núm. 27, Santo Domingo, 1999, p. 62. 12Nadal, Joaquín. «Análisis

5Ibídem.

polinológico de Juanillo-Cap Cana».Trabajo inédito. Los autores agradecen a Joaquín Nadal su gentileza de facilitar, en el mes de diciembre del año 2003, copia de su informe.

6Ibídem.

13Historia

4Ibídem, p. 1174.

Otras interpretaciones en Augusto Malaret. Diccionario de Americanismos. San Juan, Puerto Rico, 1931, 2da. edición, p. 471; Francisco J. Santamaría. Diccionario general de americanismos, Tomo III, Gobierno del Estado de Tabasco, México, 1988, 2da. ed., p. 109-110; Diccionario de autoridades, edición facsímil, Editorial Gredos, Madrid, 1990, p. 201-202, y Fernando Ortiz. Glosario de afronegrismos, Editorial de Ciencias Sociales, la Habana, 1991, p. 419-420. 7Charlevoix,

Pierre François Xavier de. Historia de la Isla Española o de Santo Domingo. Tomo I, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1977, p. 34. En texto Charlevoix. 8Ibídem. 9Cassá, Roberto. Los

taínos de La Española, Universidad Autónoma de Santo Domingo, Santo Domingo, 1975, p. 53.

de las Indias. Tomo I, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1987, p. 230-231. 14Fernández

de Oviedo, Gonzalo. Historia General y Natural de las Indias. Tomo I, Biblioteca de Autores Españoles. Madrid, 1959. 116. 15Ibídem, p. 116-117.Al

respecto ver el interesante artículo «Entre Vino y Humo, Jumo», de Marcio Veloz Maggiolo. En Sobre Cultura dominicana… y otras culturas, Editora Alfa y Omega, 1977, p. 91-92. 16Tejera,

Emilio, ob. cit., p. 1186. También el tabaco era usado, como narra Luis Joseph Peguero basándose en el cronista Antonio de Herrera, «para divertir el hombre en las guerras y ha haser humaso con que ahuyentaran los mosquitos, que eran intolerables…». En Historia de la Conquista de la Isla Española de Santo Domingo trasumptada el año de 1762, tomo primero, Museo de las Casas

Reales, Santo Domingo, 1975, p. 104. 17

El arte taíno de la República Dominicana, Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo, 1978.

18«Estudio

tipológico de diferentes pipas de los siglos XVII al XX,», Boletín del Museo del Hombre Dominicano, Núm. 2, Santo Domingo, 1972, p. 45, 48. Sobre el uso del tabaco por los aztecas ver referencia en José del Castillo. «Cigarro Gourmet», revista Rumbo, del 10 al 16 de diciembre de 1997, p. 66. 19Tejera,

Emilio, ob. cit. p. 1184-

1185. 20Charlevoix, ob. cit., p. 33. 21Ibídem, p. 33-34. 22La

Sociedad Taína, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, 1973, p. 20. Sobre el behique, ver en Esteban Mira Caballos. Las Antillas Mayores 1492-1550 (Ensayos y documentos), Venuert. Iberoamericana, 2000, el capítulo «La medicina indígena en La Española y comercialización (1492-1550)», especialmente las páginas 203-209. 23Benzoni, M. Girolamo.

La Historia del Nuevo Mundo. Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1992, p. 98. Amplias referencias sobre el tabaco en la valiosa y documentada obra de Carlos Esteban Deive. Antología de la Flora y Fauna de Santo Domingo en Cronistas y Viajeros (siglos XV-XIX), Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 2002.Ver, además, para fines comparativos, El Tabaco en Nueva España (discurso por Guillermo Céspedes del Castillo en la Real Academia de la Historia), Madrid, 1992. Especialmente el Capítulo I: «Los usos del tabaco hasta fines del siglo XVII».


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Notas bibliográficas|324|

Capítulo 3 El siglo XVI: El tabaco cura ciertas dolencias y arriba a Europa. 1Moya

Pons, Frank. La Española en el Siglo XVI. 1493-1520. Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, 1973, 2da. ed., p. 220.Ver, además, el capítulo «Tabaco y Cohiba» (p. 2134) en Antonio Nuñez Jiménez. El libro del tabaco, Ediciones Pulsar, México, 1994. 2Rodríguez

Demorizi, Emilio. Los Dominicos y las Encomiendas de Indios de la Isla Española. Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 1971, p. 280.

3Lluberes,Antonio. «Tabaco

y Catalanes en Santo Domingo durante el siglo XVIII», Eme-Eme, Núm. 28, enero/febrero 1971, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 13. 4Tejera,

Apolinar «Reparos Críticos», Boletín del Archivo General de la Nación, Año XI, Vol. XI, Núm. 58, Ciudad Trujillo, 1948, p. 324. 5Ob.

cit. p. 116. Véase la Primera Parte de la obra España en la Historia del Tabaco, de José Pérez Vidal, Madrid, 1959, p. 3-70. Múltiples usos del tabaco en Nicolás Monardes. Herbolaria de Indias, edición preparada por Ernesto Denot y Nora Satanowsky, Instituto Mexicano del Seguro social, Mexico, 1990. El título de la edición original es «Primera y segunda y tercera partes de la Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras indias occidentales», Sevilla, 1574. Copia cortesía de la arquitecta Virginia Flores Sasso. 6Ibídem. En

Gutiérrez Escudero,Antonio. «El tabaco en Santo Domingo y su exportación en Sevilla (época colonial)». En Vila Vilar, Enriqueta y Kuethe, Allan J. (Eds). Relaciones de Poder y Comercio Colonial. Nuevas perspectivas, Sevilla, 1999, p. 118.

7Fernández

de Oviedo, ob. cit. p. 117.

8Ob. cit. p. 96. 9Arrom, José

Juan, y García Arévalo, Manuel. Cimarrón. Fundación García Arévalo, Santo Domingo, 1986, p. 50. 11Citado

por Vega, Bernardo. «Tabaco e historia». Eme-Eme. Núm. 57, noviembre/diciembre 1981, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 6-7.

ción y la Navegación entre España y las Indias, Universidad de Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Fundación El Monte, Sevilla, 2004, p. 511-539. 19Ibídem, p. 6. Al

respecto, véase los artículos de Frank Moya Pons publicados en la revista Rumbo: «Las recuas», 15 al 21 de febrero de 1995, y «Caminos de herradura», 4 al 10 de junio de 1997.

12Ibídem.

Capítulo 4 El siglo XVII: monopolio 14Tejera, Emilio, ob. cit., p. 1176comercial, contrabando y 1177. Ver, además, Colección Lugo. auge del cultivo. 13Ibídem.

Jean Batiste Le Pers. «Histoire Civile, Morale et Naturelle de L'Isle de St. Domingue», Boletín del Archivo General de Nación, Núm. 60, enero/mayo 1949, Ciudad Trujillo, p. 43; «El Tabaco. Etimología, Sinonimia e Historia», periódico El Porvenir, abril de 1893, y Carlos Mendoza. La Leyenda de las Plantas, Barcelona, s/f; Albert Michels. «El Cultivo del Tabaco», Revista de Agricultura y Comercio, Santo Domingo, mayo de 1935, p.1778 y ss. 15Archivo

General de Indias (En lo adelante AGI). Santo Domingo 94, ramo III. En Lluberes Navarro, Antonio «Las Rutas del Tabaco Dominicano», Eme-Eme, Núm. 21, noviembre-diciembre 1975, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 4. 16Baud, Michiel. «El

surgimiento de un campesinado criollo: la producción tabacalera en la Española, 1500-1870», Revista Ecos, Año 4 (1996), Núm. 5, Instituto de Historia, UASD, Santo Domingo, p. 15. Ver, además, a Antonio Gutiérrez Escudero. «La Casa de la Contratación y el comercio de La Española: azúcar, tabaco y otros productos exportables». En Antonio Acosta Rodríguez, Adolfo González Rodríguez y Enriqueta Vila Vilar (Coordinadores). La Casa de la Contrata-

1Baud,

Michiel, ob. cit., p. 10.Ver al respecto a Frank Moya Pons. «Del Tabaco y los Corsarios», revista Rumbo, Santo Domingo, 9 al 15 de noviembre de 1994, p.4 2Ibídem,

P. 17. Recuérdese que de ese proceso surgieron las poblaciones de Bayaguana y Monte Plata, producto la primera del traslado de Bayajá y La Yaguana, y la segunda de Montecristi y Puerto Plata. Para entender ese proceso, veáse la documentada obra de Carlos Esteban Deive. Tangomangos. Contrabando y Piratería en Santo Domingo (15221606), Fundación Cultural Dominicana, 1996. 3AGI. Audiencia

de Santo Domingo, 869, libros G. 5. En Incháustequi, J. Marino. Reales Cédulas y Correspondencia de Gobernadores, Tomo III, Madrid, 1958, p. 836-837. 4En

La Española :Anotaciones Históricas (1600-1650). Escuela de Estudios Hispanoamericanos, Sevilla, 1983, p 70-71. Ver además Utrera, Fray Cipriano de. Noticias Históricas, Vol. II, Fundación Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, 1978, p. 50.

5Gil-Bermejo

García, Juana, ob. cit.,

p. 71. 6Lluberes,Antonio. «Las

rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 7.


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7

Ibídem.

8Lluberes, Antonio.

«La crisis del tabaco cibaeño, 1879-1930» En Tabaco, Azúcar y Minería, Banco Antillano y Museo Nacional de Historia y Geografía, Santo Domingo 1984, p. 7. 9Ob. cit., p. 112. 10Baud, Michiel, ob. cit., p. 10-11. 11En

Incháustegui, J. Marino, ob. cit., tomo II, p 910-911.

12Colección

Lugo. Boletín del Archivo General de la Nación, Núm. 38-39, año VIII, Ciudad Trujillo, enero/abril 1945, p. 72. 13AGI. Audiencia

de Santo Domingo, Legajo No. 869, libro G.6. En Incháustegui, J. Marino, ob. cit., tomo IV, p. 1083-1085 14Ibídem. 15A.G.I.,

Contratación, 2.443. En Gil-Bermejo García, Juana, ob. cit., p. 71-72. 16Ibídem, p. 72. 17Ibídem. 18A.G.I.,

Contratación, 2.446 al 2.450. En Gil Bermejo, Juana, ob. cit., p. 72-73. 19

Baud, Michiel, ob. cit., p. 16-17.

20«Más

de un siglo de Phillip Morris. Breve historia de nuestros asociados. El Leoncito, Núm. 59-60, Santo Domingo, 1980, p. 9. 21Tejera, Emilio, ob. cit., p. 1177.Ver,

además, «La Odisea del Tabaco», periódico La Información, Santiago, jueves 16 de noviembre de 1939. 22Vila

Vilar, Enriqueta. Historia de Puerto Rico (1600-1650), Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1974, p. 21.

23Utrera,

Fray Cipriano de. Noticias Históricas de Santo Domingo, Vol. 111, Fundación Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, 1979, p. 74.

24Santo

Domingo. Estudio y Solución Nueva de la Cuestión Haitiana, Tomo I, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1978, p. 13-14. 25Rodríguez

Demorizi, Emilio. La Marina de Guerra Dominicana 18441861, Academia Militar Batalla de la Américas, C.T., 1958, p. 373. Abundantes datos sobre la isla de La Tortuga pueden verse en los Documentos de la llamada Colección Lugo, publicados en varios números del Boletín del Archivo General de la Nación. 26A.G.I. Santo

Domingo 55, ramo I. Copia cortesía de Genaro Rodríguez Morel. 27Arcilia

Farías, Eduardo. Reformas Económicas del Siglo XVIII en Nueva España, México, 1974, p. 113-138. Sobre esa temática ver la obra de Francisco Comín Comín y Pablo Martín Aceña. Tabacalera y el Estanco del Tabaco en España, 1636-1998, Fundación Tabacalera, Madrid, 1999, 2da. edición, de manera especial, el primer capítulo titulado «Los antecedentes de la CAT: Origen y Evolución del Estanco del Tabaco (1636-1887), p. 51-99. Más recientemente ha sido editada la documentada obra La creación del Estanco del Tabaco en España de José Manuel Rodríguez Gordillo, Fundación Altadis, Ediciones del Umbral, 2002. 28A.G.I.

Indiferente General, 758. Consulta del Consejo de Indias, 5 de septiembre de 1634. En Gil Bermejo García, Juana, ob. cit., p. 72. 29Gil-Bermejo

García, ob. cit., p. 72.

30Lluberes,

Antonio, «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 11.

31Alcocer,

Luis Jerónimo. «Relación de la Isla Española» (1650). En Rodríguez Demorizi, Emilio. Relaciones Históricas de Santo Domingo, Vol. I, Ciudad Trujillo, 1942, p. 204.

32Vila Vilar, ob. cit. p. 21. 33López

Cantos, Ángel. «El tráfico comercial entre Andalucía y Puerto Rico. Siglo XVII». En Andalucía y América en el siglo XVII. Actas de las III jornadas de Andalucía y América, Sevilla, 1985, p. 352-53. 34Le

Pers, Jean Baptiste. Histoire Civile…, ob. cit. En Colección Lugo, Boletín del Archivo General de la Nación, Año XII, Núm. 61, Ciudad Trujillo, abril/junio 1949, p. 189. Traducción libre del francés de Mu-Kien Sang. 35Ortiz, Fernando. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Editorial Ariel, Barcelona, 1973, p. 339. Ver, además, a Rivero Muñiz, José. Tabaco. Su historia en Cuba, tomo I, Instituto de Historia, La Habana, 1964, p. 2127, Le Riverend, Julio. Historia económica de Cuba, Instituto del Libro, la Habana 1967, capítulo XVI: «la economía tabacalera», p. 141-147; García Gallo, Gaspar Jorge. Biografía del Tabaco Cubano, Universidad Central de las Villas, Habana, 1959; Manuel Llanos Company. «Evolución de las técnicas para el Cultivo del Tabaco en las Colonias Hispanoamericanas». En Anuario de Estudios Americanos, XL, Escuela de Estudios Hispanoamericanos de Sevilla, 1983, p. 472-496; Antonio Núñez Jiménez. Marquillas Cigarreras Cubanas, Ediciones Tabapress, 1989, p.19 y ss; Reynaldo González. El Bello Habano. Biografía intima del tabaco. Ikusager ediciones, 1998. En esta obra, al decir de su prologuista, Manuel Vásquez Montalbán, «con erudición y espíritu burlón Reynaldo González ha convertido la memoria histórica y la información en literatura», Ramiro Guerra Sánchez. Manual de Historia de Cuba, (Económica, Social y Política), 1964, 2da. edición, p. 124, y ss y Gaspar J. García Galló y Wilfredo Corrrea García. Biografía del Tabaco Habano, Editorial José Martí, la Habana, 2000, 3ra. ed.


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36«Relación

sumaria del estado presente en que se halla la isla Española y la ciudad de Santo Domingo». En Rodríguez Demorizi, Emilio. Relaciones Geográficas de Santo Domingo, Vol. I., Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo, 1970, p. 67. 37A.G.I. Santo

Domingo 65. Cortesía de Genaro Rodríguez Morel. 38Peña Pérez, Frank. Cien años de miseria en Santo Domingo, 16001700, UNAPEC, Santo Domingo, 1985, p. 121. 39Lluberes,

Antonio, «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 8.

40Peña

Pérez, Frank, ob. cit. , p. 122-

123. 41A.G.I. Santo

Domingo 65. Cortesía de Genaro Rodríguez Morel. 42Baud, Michiel, ob. cit., p. 19. 43Peña

Pérez, Frank, ob. cit., p. 115.

44Recopilación

diplomática relativa a las colonias francesa y española de la isla de Santo Domingo (1640- 1701). Colección Trujillo, 1944, p. 106-107. Traducción libre del francés de Mukien Sang. 45

Peña Pérez, Frank, ob. cit., p. 123.

46Ibídem. 47

Hazard, Samuel. Santo Domingo, su pasado y su presente, (1873). Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1974, p. 86.Ver el desplome de la producción del tabaco en la banda sur de la colonia francesa en el ensayo de Alberto Perdomo Cisneros y Gisela Ramírez de Perdomo. «La Descubierta. Frontera y Mercado». En Clío, No. 173, enero-junio de 2007,Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, p. 251. 48Peña

Pérez, Frank, ob. cit., p. 123-

124. 49Moya

Pons, Frank. Historia Colonial de Santo Domingo, Universidad

Católica Madre y Maestra, Santiago, 1974, p. 192. 50Ob. cit., p. 121. Traducción libre del francés de Mu-Kien Sang. 51A.G.I.

Indiferente General 1748. En Lluberes, Antonio, «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 8.

52El

comercio español en América, 1650-1700. Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1980, p. 361. 53A.G.I.

Santo Domingo 65, Ramo I. Cortesía de Genaro Rodríguez Morel. 54Rodríguez

Demorizi, Emilio. Samaná, Pasado y Porvenir, Archivo General de la Nación, C.T., 1945, p. 84. 55

Baud, Michiel, ob. cit., p. 21-22.

56Deive,

Carlos Esteban. La esclavitud del negro en Santo Domingo, Tomo I, Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo, 1980, p. 137. 57Baud, Michiel, ob. cit. p. 22. 58«Representación»

(1691). En Rodríguez Demorizi, Emilio. Relaciones Históricas de Santo Domingo, Vol. I., 1942, p. 80-81. 59«Descripción

de la isla Española o de Santo Domingo» (1699) En Rodríguez Demorizi, Relaciones Históricas, Vol. I, 1942, p. 302. 60

Baud, Michiel, ob. cit., p. 22.

61Ibídem, p. 38. 62Ob. cit., p. 369. 63Baud, Michiel, ob. cit., p. 38.

Capítulo 5 El siglo XVIII: El Cibao se adueña del cultivo del tabaco. 1Gutiérrez

Escudero, Antonio. «El tabaco en Santo Domingo y su exportación a Sevilla (época colonial)», ob. cit., p.122. Este historiador español contemporáneo, como en una

ocasión lo hiciera Antonio Lluberes, ha prestado en sus escritos -como se verá esta obra- especial atención al cultivo del tabaco en Santo Domingo durante el siglo XVIII aportando valiosísimas informaciones sobre el mismo. 2Hispanoamérica

en el siglo XVIII, Sevilla, 1975, p. 94-95. 3Ibídem. 4Lluberes,Antonio. «Tabaco

y catalanes en Santo Domingo durante el siglo XVIII», Eme-Eme, Núm. 28, enero/febrero 1997, Universidad Católica Madre y Maestra, p. 14. 5Deive,

Carlos Esteban. Los refugiados franceses en Santo Domingo (17891801). Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo, 1984, p. 26. 6Charlevoix,

Pierre François Xavier de, ob cit., p. 394. 7Gutiérrez

Escudero, Antonio. «El tabaco en Santo Domingo…», ob. cit., p. 123. 8Cassá,

Roberto. Historia Social y Económica de Santo Domingo. Tomo I, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, 1977, p. 145.

9AGI. Santo

Domingo 262. Nota de Emilio Rodríguez Demorizi en la edición anotada de Sánchez Valverde, Antonio. Idea del Valor de la Isla Española, Editora Montalvo, Ciudad Trujillo, 1947, p. 65-66. 10Ibídem. 11En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Nueva fundación de Puerto Plata. (22 de julio de 1736). Sociedad Dominicana de Geografía, S. D., 1975, p. 28. 12«Preguntas

que se han hecho a D. Juan de Bocanegra, vecino de la Isla Española, por los Directores Generales de la Renta del Tabaco y respuestas de Bocanegra, 11 de julio 1747». En Rodríguez Demorizi, Emilio. Relaciones históricas de Santo


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Domingo,Vol. IV.Archivo General de la Nación, Ciudad Trujillo, 1957. Citado por Lluberes, Antonio, «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 10-11. 13Gutiérrez

Escudero, Antonio. «Diferencias entre agricultores y ganaderos en Santo Domingo: siglo XVIII». En Europa e Iberoamérica cinco siglos de intercambios. Vol. II. IX Congreso Internacional de Historia de América, Asociación de Historiadores Latinoamericanos Europeos (AHILA), Junta de Andalucía, Sevilla, 1992, p. 274. 14Sevilla

Soler, María Rosario. Santo Domingo, Tierra de Frontera (17501800). Escuela de Estudios HispanoAmericanos de Sevilla, 1980, p. 110.

15AGI.

Indiferente General 155. En edición de Sánchez Valverde, Antonio, ob. cit., p. 66. 16AGI.

Santo Domingo, 1.010. En Sevilla Soler, María Rosario, ob. cit., p. 105. 17Cassá,

Roberto. Historia Social y Económica de Santo Domingo. Tomo I, Santo Domingo, edición corregida, 2003, p. 245. 18Navarro 19

García, Luis, ob. cit., p. 201.

Ibídem, p. 93-94.

20Gutiérrez Escudero, Antonio. «Tabaco y desarrollo económico en Santo Domingo (Siglo XVIII)». Separata del Anuario de Estudios Hispanoamericanos, tomo LVIII, 2, 2001, Escuela de Estudios Hispano Americanos de Sevilla, p. 715 y 716. 21Ob. cit., p. 199. 22AGI.

Indiferente General, 1,745. En Sevilla Soler, ob. cit., p. 105. 23Ibídem, p. 106. 24Lluberes,

Antonio, ob cit., p.14. Sobre la institución sevillana véanse las documentadas y hermosamente ilustradas obras de José Manuel Rodríguez Gordillo: La Difusión del Ta-

baco en España. Diez Estudios, Universidad de Sevilla y Fundación Altadis, 2002, e Historia de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, Universidad de Sevilla y Fundación FocusAbengoa, Sevilla, 2005. 25Nota

de Emilio Rodríguez Demorizi. En Sánchez Valverde, Antonio, ob. cit., p. 66-67. 26Gutiérrez

Escudero, Antonio. «El tabaco en Santo Domingo y su exportación a Sevilla (época colonial)», ob. cit., p. 124.

27Ibídem,

p. 133. Esa situación fue constatada por Daniel Lescallier en su «Nociones sobre los principales lugares de la Colonia española por un ingeniero francés que la visitó en 1764». En Emilio Rodríguez Demorizi Viajeros de Francia en Santo Domingo, Sociedad Dominicana Geografía, Santo Domingo, 1979, p. 10-11. 28«Algunos

datos importantes sobre la historia de Santiago», Eme-Eme, Núm. 70, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, 1984, p. 100. 29Cassá, Roberto, ob. cit., p. 153. 30AGI.

Indiferente General, 1.745. En Gutiérrez Escudero, Antonio. «El tabaco en Santo Domingo y su exportación a Sevilla (época colonial), ob. cit., p. 125. 31Gutiérrez

Escudero, Antonio, ibí-

dem. 32Baud, Michiel, ob. cit., p. 24. 33Ibídem, p. 25. 34Sevilla

Soler, María Rosario, ob. cit., p. 106. 35Gutiérrez

Escudero Antonio, ob. cit., p. 125-126. 36Informe

de José de Losada, Sevilla 24 de abril de 1768.AGI. Santo Domingo, 1.055. Los autores agradecen al historiador e investigador dominicano Genaro Rodríguez Morel, residente en Sevilla, España, el envío de

una copia de ese importante y extenso legajo, que contiene abundantes datos sobre el tabaco especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII. Dicha documentación ha sido ampliamente utilizada como fuente primaria por los historiadores que han trabajado el tema y que aparecen citados en ese capítulo. 37Ibídem. 38Gutiérrez

Escudero, Antonio, ob.

cit., p. 128. 39Ibídem. 40Informe

de José de Losada citado. AGI. Santo Domingo, 1055. 41Gutiérrez

Escudero, Antonio, ob.

cit., p. 131. 42AGI.

Indiferente General. 1.745. En Sevilla Soler, ob. cit., p. 107. 43

Nota de Emilio Rodríguez Demorizi en edición anotada de Sánchez Valverde,Antonio, ob. cit., p. 67.

44En

Gutiérrez Escudero, Antonio, ob. cit., p. 125. 45Sevilla

Soler, ob. cit., p. 108.

46Baud, Michiel, ob

cit., p. 26.

47Lluberes, Antonio, «Tabaco

y catalanes en Santo Domingo durante el siglo XVIII», ob. cit., p. 14-15. 48Ibídem, p. 15. 49Ibídem. 50

Ibídem.

51Ibídem. 52Sevilla

Soler, ob. cit., p. 107.

53Ibídem, p. 108. 54Moreau

de Saint-Méry, M.L. Descripción de la Parte Española de Santo Domingo (1796). Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1976, p. 97. El Valverde se refiere a Antonio Sánchez Valverde, autor de la afamada obra Idea del valor de la Isla Española, cuya primera edición se hizo en 1785.


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55Sevilla

Soler, ob. cit., p. 108.

56Ibídem 58Sevilla

108-109. Soler, ob. cit., p. 109.

59Ibídem.

72AGI. Santo Domingo, 1.55. Nota de Fray Cipriano de Utrera en Sánchez Valverde, ob. cit., p. 48. Champán era una embarcación de fondo liso. 73Sánchez Valverde, ob. cit., p. 47.

60Ibídem. 61Gutiérrez

74Lluberes,

Antonio. «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 13.

Escudero, Antonio. «El tabaco en Santo Domingo y su exportación a Sevilla (época colonial), ob. cit., p. 127.

lanes…», ob. cit., p. 15-16.

62Informe

76Palm. Erwin Walter.

de José Losada ya citado. AGI. Santo Domingo 1.055. 63Sevilla Soler, ob. cit., p. 110. Sobre la

labor de ese Gobernador, véase el artículo de Raymundo González: «Gobernador Solano y Bote fue proclive a la expansión del comercio de tabaco con España», Suplemento de El Caribe, Santo Domingo, 10 de agosto de 1996, p. 4. 64Ibídem, p. 110-111. 65AGI. Santo 66

Domingo, 1055.

Ibídem.

67Gutiérrez 68Sevilla

Escudero, ob. cit., p. 130.

Soler, ob. cit., p. 111.....

69Baud,

Michiel, ob. cit., ob. cit., p. 26. Ese fenómeno de comprar esclavos por tabaco, también aconteció en Santo Domingo.Veáse el caso que sucedió en Dajabón, hacia 1779 y 1780 en Manuel Vicente Hernández González. Expansión fundacional y desarrollo en el norte dominicano (1680-1795). El Cibao y la Bahía de Samaná, Archivo General de la Nación y Academia Dominicana de la Habana, Santo Domingo, 2007, p. 99. 70En

Lluberes, Antonio. «La economía del tabaco en el Cibao la segunda mitad del siglo XIX», Eme-Eme, Vol. I, Núm. 4 enero/febrero 1973, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 39. 71Ibídem.

75Lluberes, Antonio. «Tabaco

y cata-

Los Monumentos Coloniales Arquitectónicos de La Española, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 2002, p. 141. 77Lluberes

Antonio. «Tabaco y catalanes…», ob. cit., p. 16. «El nombre de Rafael de Angelina fue puesto en honor de la esposa del Gobernador. Al respecto véanse a Mario Concepción. La Concepción de la Vega. Reseña histórica, Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo, 1981, p.81, y a Manuel Vicente Hernández González, ob. cit., p. 174. 78Ibídem. 79Ibídem, p. 17. 80Ibídem. 81Ibídem. 82Ibídem. 83Avería,

según consigna el Diccionario de Autoridadess (Editorial Gredos-, tomo I, 1990, p. 500) era «el daño que padecían las mercaderías que se transportaban por mar, cansado de los accidentes de navegación, y del menoscabo que suele haber en la confusión de cargar…». 84Ibídem, p. 18-19.

89Lluberes, Antonio, «Tabaco y catalanes…»; ob. cit, p. 19-20. 90AGI.

Santo Domingo 1.055. Cartas varias. En Lluberes, Antonio, ibídem, p. 20. 91Lluberes, Antonio, ibídem. 92Sevilla

Soler, ob cit., p. 112.

93Gutiérrez

Escudero, Antonio. Población y Economía en Santo Domingo 1700-1746, ob. cit., p. 112. 94Gutiérrez

Escudero, Antonio «Diferencias entre agricultores y ganaderos…», ob. cit., p. 269. 95Baud, Michiel, ob. cit., p. 27. 96Ob. cit., p. 112-113. 97Ibídem, p. 113. 98

Ibídem.

99Ibídem, p. 114. 100Gutiérrez

Escudero, Antonio, «El Tabaco en Santo Domingo…», ob. cit., p. 134. Tercio, según describe Núñez Jiménez, es el «cuadrado y sólido paquete forrado de yagua en que se trasladan las hojas de tabaco desde la escogida al despalillo, o hacia las fábricas, o al extranjero cuando es tabaco en rama».Veáse el capítulo X (p. 63-65) de su obra El Libro del Tabaco, ya citada anteriormente. 101Ibídem.

Cuentas sobre el tabaco, desde 1766 al 1773, figuran en un documento del Archivo General de Indias, Sevilla (Santo Domingo 1054. Contaduría General de Indias) transcrito por el investigador e historiador Raymundo González a quien agradecemos habernos cedido una copia.

102Lluberes, Antonio.

85Ibídem, p. 19.

«Tabaco y catalanes…», ob. cit., p. 20.

86Ibídem.

103Ibídem, p. 23.

87Ibídem.

104Ibídem.

88El

105Ibídem, p. 23-24.

Pardo, 8 de enero de 1755.AGI. Santo Domingo 1.055.


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106Cassá,

Roberto. Historia Social y Económica de Santo Domingo, ob. cit., p. 245. 107Ob. cit., p. 114-115. 108Ibídem, p. 115. 109Ibídem. 110Lluberes,

Antonio. «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 1516. 111Sevilla

Soler, ob. cit., p. 115-166.

112Ibídem, p. 116 113Gutiérrez

Escudero, Antonio. «El tabaco en Santo Domingo y su exportación a Sevilla (época colonial)», ob. cit., p.122.

114Lluberes,Antonio. «Las rutas del ta-

baco dominicano», ob. cit., p. 13-14. 115Ibídem, p. 14. 116Ob. cit., p. 63-65. 117Ibídem,

p. 185. Sobre el cultivo del tabaco en La Vega, véase a Mario Concepción, obra citada, p. 82.

118Nota

en Sánchez Valverde, Antonio, ob. cit., p. 186. Francisco Espaillat fue factor de tabacos en Santiago.Antes lo había sido Francisco Velilla, que murió en 1789 como consta en Fray Cipriano de Utrera. Noticias históricas de Santo Domingo, Vol. V. Fundación Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, p. 319-320. En la «Carta de Naturaleza» otorgada por el Rey Don Carlos III a Don Francisco Espaillat, el 17 de agosto de 1787, se expresa, entre otras cosas, lo siguiente: «Que el honor, y notoria estimación con que el nominado Espaillat, radicado de tan antiguo tiempo, se manejaba en todos asuntos, avía merecido el concepto de aquel Gobierno, para emplearle en calidad no solo de Juez de Comisos, sino en la factoría de Tabaco de Santiago, para comprar y acopiar los que anualmente se remitían a estos Reynos de mi cuenta, en cuyo manejo avía suplido en ocasiones, por no aver llegado los situados de su

caudal para compra de ellos, como también en el tiempo de la guerra, en consorcio de su padre político Dn. Francisco Velilla a aquellas cajas por vía de préstamos nueve mil ciento y veinte pesos, manifestando en todo su celo, y amor a mi Real Servicio, en cuya atención concluyó la nominada Audiencia, que con arreglo a lo prevenido en la citada Ley treinta y una avía determinado informarme que notoria, y públicamente concurrían con exorbitancia en el insinuado Dn. Francisco Espaillat, todos los requisitos y cualidades prevenidas en las Leyes, de treinta años de residencia, de legítimos matrimonios, y más valor en raíces, que el que piden éstas, y que ojalá se lograsen algunos en aquella Ysla, que poblasen sus desiertos, con el amor, y eficacia a la Nación Española, que Espaillat, empleando en ella toda su industria, y caudales con el mayor celo, y mérito, a fin de que me dignase concederle la Carta de Naturaleza de estos Reynos que solicitaba, para poder obtener cualquiera empleo honorífico de Justicia, Guerra, o Hacienda;Visto lo referido en mi consejo de Cámara de la Indias, con lo expuesto por mi Fiscal, he venido en concederle Carta de Naturaleza para que libremente pueda residir en mis Dominios de Indias. Por tanto quiere, y es mi voluntad, que el nominado Dn. Francisco Espaillat se le tenga, y repute desde ahora en adelanto por natural de estos mis Reynos, y que como tal goce de todas las honras, gracias, mercedes, Franquezas, libertades, exenciones, preeminencias, inmunidades, y prerrogativas que gozan, pueden, y deben gozar los naturales de ellos, y de los de la Indias. (Boletín del Archivo General de la Nación. Año XVI. Vol. XVI No. 76, C.T., 1953, p. 103).Véase, también, a Del Monte y Tejeda, Antonio. Historia de Santo Domingo. Vol. 3, Santo Domingo, 1890, p. 90; Augusto Espaillat. «Apuntes sobre la vida de Ulises F. Espaillat». En Emilio Rodríguez Demorizi. Papeles de Es-

paillat (Para la historia de las ideas políticas en Santo Domingo), Biblioteca Espaillat, Vol III, Santo Domingo, 1963, p. 473, y Pedro Ramón Espaillat Cabral. «Orígenes de la familia Espaillat, (Para la historia de las ideas políticas en Santo Domingo, Biblioteca Espaillat,Vol. III, Santo Domingo, 1963, p. 473; y Pedro Ramón Espaillat Cabral. «Orígenes de la familia Espaillat», Cabral. Eme-Eme, Vol. V. No. 26, septiembre/octubre 1976, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 53-63. 119Lluberes, Antonio. «Tabacos

y ca-

talanes…», ob. cit., p. 21 y 22. 120Sánchez Valverde, ob. cit., p. 132. 121Lluberes, Antonio. «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 15 122Ibídem,

p. 14. La exportación del tabaco en rama fue, en sentido general, una constante hasta los años finales del siglo XIX cuando surgieron los talleres e industrias para la fabricación de cigarros. 123Gutiérrez

Escudero, Antonio. «El tabaco en Santo Domingo y su exportación a Sevilla (época colonial)», ob. cit., p. 131-132.

124Lluberes, Antonio.

«Tabaco y catalanes en Santo Domingo durante el siglo XVIII», ob. cit., p. 22 125AGI.

Santo Domingo 945 y 1.055. En Sevilla Soler, ob. cit., p. 116.

126AGI.

Santo Domingo 947, 954, 955, 959, 1.055 y 2.677. En Sevilla Soler, ibídem. 127El

tabaco en Santo Domingo y su exportación a Sevilla (época colonial), ob. cit., p. 135. 128«Las

rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 16-17.

129Lluberes, Antonio.

«Tabaco y catalanes…» ob. cit., p. 22.Ver, además, a Cassá, Roberto, ob. cit., p. 246. Sobre las labores artesanales, fabricación de utensilios, compra de tejidos


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y profesionales especializadas vinculadas al proceso tabaquero, véase a Antonio Gutiérrez Escudero. «Tabaco y Desarrollo Económico en Santo Domingo (siglo XVIII)», ob. cit., p. 721 y ss. 130Ob. cit., p. 150. 131«Memoria

descriptiva de la parte española de Santo Domingo que contiene algunas ideas y pensamientos sobre diferentes materias». En Rodríguez Demorizi, Emilio. La Era de Francia en Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, C.T., 1955, p. 171.

el polvillo en la nariz sirviendo así de estornutatorio» (p. 130-131) Al andullo se le llamaba, en 1747, «tabaco de cuerda» (Nota de Emilio Rodríguez Demorizi en la misma obra, p. 171). Véase, además, a José Manuel Rodríguez Gordillo. Diccionario Histórico del Tabaco, Madrid, 1993, p. 29. 137Ob. cit., p. 171. 138«Al

Gobierno Francés y a todos los amigos de la Soberanía Nacional y del Orden» (9 de junio de 1800). En La Era de Francia en Santo Domingo, ob. cit., p. 219.

132Lluberes,

Antonio. «La crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 9.

Capítulo 6 El siglo XIX: Época 133Pedrón, ob. cit., p. 171. Ver, adede esplendor y declive

minicana de la Historia, C.T, 1955, p. 167. 8Primera edición, 1810. Reedición de

la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1976, p. 88. 9Cassá,

Roberto. Historia Social y Económica de la República Dominicana, tomo II, Santo Domingo, 1998, XIV ed., p. 18. 10AGI. Santo

Domingo 1.055. Algo parecido planteaba, en el 1812, D. José Francisco de Heredia y Mieses en su «Informe presentado al Muy Ilustrísimo Ayuntamiento de Santo Domingo, Capital de la Isla Española». En Rodríguez Demorizi, Emilio. Invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822, Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 1955, p. 167.

más, a Lluberes,Antonio. «La economía del tabaco en el Cibao», ob. cit., p. 41 y 42.

1«Las

134

2Ob., cit., p. 29.

Santo Domingo 1.055. En Lluberes, Antonio, ob. cit., p. 18.

3Ibídem, p. 29-30.

12 AGI. Santo

«Viaje por tierra de Santo Domingo, Capital de la Parte Española de Santo Domingo, al Cabo Francés, Capital de la Parte francesa de la misma isla» (1809). En La Era de Francia en Santo Domingo, ob. cit., p. 55.

135Ibídem, p. 83. 136«Estadística

de la parte española de Santo Domingo» (1800). En La Era de Francia en Santo Domingo, ob. cit., p.130. Sobre el andullo refiere Cayetano Armando Rodríguez, en nota que figura en dicha obra, que el mismo «se prepara con hojas de tabaco torcidas como una cuerda de la que se forman los rollos que se usan para fumar en pipas o cachimbos. Hoy en la República Dominicana se prepara al andullo en largos rollos de hojas de tabaco torcidas y envueltas las hojas de tabaco en la yagua se amarran bien con sogas muy apretadas, hasta que el tabaco se convierta en una pasta durísima que es lo que masca o fuma. Pulverizada esta parte forma lo que se llama rapé, que se usa introduciendo

rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 17.

4Cordero

11AGI.

Domingo 1.055. Carta del Consejo de Regencia del Reino al Intendente de Cádiz. Madrid, 26 de abril de 1814. En Lluberes, Antonio, ob. cit., p. 18.

Michel, Emilio. «Comentarios al trabajo: Datos sobre la economía dominicana durante la primera República». En Mejía Ricart, Tirso (Editor). La sociedad dominicana durante la Primera República, 18441861. (Curso Monográfico), Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1977, p. 41.

Santo Domingo 1.042. En Utrera, Fray Cipriano de Noticias históricas de Santo Domingo, Vol. VI, Fundación Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, 1983, p. 196.

5Lluberes, Antonio, «las

14El

rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 17. 6Moreno, Santiago. «Idea

General de la Parte Española de la Isla, 1861». En Rodríguez Demorizi, Emilio. Relaciones Geográficas de Santo Domingo, Vol. II, Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo, 1977, p. 60. 7«Informe

presentado al Muy Ilustrísimo Ayuntamiento de Santo Domingo, capital de la Isla Española, en 1812, por D. José Francisco de Heredia y Mieses». En Rodríguez Demorizi, Emilio. Invasiones haitianas de 1801, 1805 y 1822, Academia Do-

13AGI.

Dominicano, periódico literario y moral, Santo Domingo, 22 de septiembre de 1846, No. 22. Sobre la importancia de Puerto Plata en el siglo XIX, véase al respecto el artículo de José María Padilla «Historia urbana comparativa en el Caribe Hispano: las ciudades de Ponce y Puerto Plata». En Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, año 4, número 7, enero-junio 2003, p. 4468. Importantes datos figuran, también, en las «Noticias de lo que presenció el Dr. Francisco Morillo, escritas por el mismo», que cubren el período 1809 a 1821. En Antonio del Monte y Tejada. Historia de San-


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to Domingo, tomo III, C. T., 1953, tercera edición, p. 326-330, y Neici M. Zeller. «Puerto Plata en el siglo XIX», Revista Eme Eme, Vol. V. Núm. 28, UCMM, enero-febrero de 1977, p. 27-51. 15Baud, Michiel, ob. cit., p. 39. 16Cassá,

Roberto. Historia Social y Económica de la República Dominicana, Tomo I, edición de 2003, p. 330. Sobre esa problemática véase a Manfred Wilkens. «Dotación de capital de la sociedad rural dominicana en el siglo XIX. Parte I». En revista Ciencia y Sociedad, Vol. XXVII, No. 1, enero-mayo 2002, INTEC, Santo Domingo, p. 7-73. 17

Lluberes, Antonio. «La economía del tabaco en el Cibao durante la segunda mitad del siglo XIX», EmeEme, Vol I, Núm. 4, enero/febrero 1973, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 42. 18Moya

Pons, Frank. La Dominación Haitiana, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, 1978, p. 46-47. 19Ibídem, p. 60.

25Baud, Michiel, ob. cit., p. 31-32. 26Lluberes,

Antonio. «La crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 8.Ver, además, a Mejía Ricart, Tirso (Editor), ob. cit., p. 42, y Gutiérrez Escudero, Antonio. Población y economía en Santo Domingo, 1700-1746, ob. cit., p. 112.

27Baud, Michiel, ob. cit., p. 30. 28Cassá

38Ibídem, p. 12.

Roberto. Historia Social…, Tomo II, ob. cit., p. 19. 29Obra

citada, p. 72. Tomado de «Account and Papers relating to Hayti, México», p. 163-164. Otras cifras diferentes en p. 81. 30«El

tabaco dominicano: de la manufactura al monopolio industrial», Eme-Eme, Vol. VI, Núm. 35, marzo/abril 1978, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 4. 31Edición

de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1978, p. 251. 32Baud, Michiel, p. 30. 33Cassá, Roberto, ob. cit., p. 72. 34Moya

21Baud, Michiel, ob. cit., p. 31. 22Compendio

35En

de la Historia de Santo Domingo, Tomo I, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1979, 5ta. edición, p. 482. 23Baud, Michiel, ob. cit., p. 33. Ver, además, a Marte, Roberto (Editor). Estadísticas y documentos históricos sobre Santo Domingo (1805-1890), Museo Nacional de Historia y Geografía, Santo Domingo, 1984, p. 20-21. 24Brief

Notices of Hayti: with its conditions, resources, and prospects. London, 1842, p. 106, 107.Traducción del inglés de Víctor Ávila Suero.

37Moya

Pons, Frank. «Acerca de las luchas constitucionales dominicanas en el siglo XIX». Eme, Eme. Núm. 30, mayo-junio 1977, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 11.

Pons, Frank. La dominación haitiana, ob. cit., p. 193. Veáse, además, su artículo, «Maderas y tabaco durante la dominación haitiana», revista Rumbo, Santo Domingo, del 23 al 29 de octubre de 1996, p-8.

20Lluberes, Antonio. «La economía del tabaco en el Cibao…», ob. cit., p. 43.

dominicano (I)», revista Ciencia y Sociedad, Vol. XXV, No. 2, abril-junio 2000, INTEC, Santo Domingo, p. 164-183.

Lluberes Antonio, «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 19.Vease, también, la Correspondencia del Cónsul de Francia en Santo Domingo, 1844-1846, tomo I, Edición y Notas de Emilio Rodríguez Demorizi. Traducción de Mu-Kien Sang, Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional, Santo Domingo, 1996, p. 202.

36Lluberes,

Antonio. «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 19. Sobre el período anterior a la Independencia Dominicana de 1844, véase a Manfred Wilkens. «Hacia una teoría de la revolución: El caso

39Ibídem. Se

refiere Moya Pons al si-

glo XIX. 40«El

Cibao 1844-1900: Su Aportación a la Formación Social de la República», Eme Eme, Vol. VIII, Núm. 48, mayo/junio 1980, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 7. 41Ibídem. 42Sobre

el andullo, véase la nota 136 del capítulo anterior. Acerca de los aspectos militares de la referida batalla y el papel de Fernando Valerio y las tropas que él comandaba, integradas por «andulleros», véase la obra de Emilio Rodríguez Demorizi. Guerra-Domínico-Haitiana, 1957, p. 8794. En las páginas 88 y 89 de la misma aparece una extensa relación bibliográfica sobre el tema a la fecha de su edición. Pueden ser consultadas, además, las siguientes obras y artículos: Documentos para la historia de la República Dominicana (Vol. III) de Emilio Rodríguez Demorizi, 1959, p. 442-446, Crítica Histórica de Leónidas García Lluberes, 1964, p. 261 y 306-310; «Un episodio de la batalla del 30 de marzo: El Sargento Mayor Andrés Pichardo» por Juan F. Infante Viñas, Clío, Academia Dominicana de la Historia, Núm. 122, enero/abril 1965, p. 26-29; Controversia Histórica. Polémica de Santana. Prefacio y notas de Vetilio Alfau Durán, 1968, p. 47-51, Duarte y otros temas de Alcides García Lluberes, 1971, p. 475 y 476; Emilio Rodríguez Demorizi Hojas de Servicios del Ejército Dominicano


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Notas bibliográficas|332|

1844-1865. Vol. I (1968) y Vol. II (1976), Santo Domingo. «Consideraciones sobre la batalla de Santiago del 30 de marzo de 1844 y la participación del general Valerio y la de los andulleros» de Orlando H. Pichardo, Eme Eme, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, Núm, 74, septiembre/octubre 1984, p. 75-83; Calendas Históricas y Militares Dominicanas, de Radamés Hungría Morel, Volumen I, Museo Nacional de Historia y Geografía, 1985, p. 81-88; «Fernando Valerio: Semblanza de un Héroe Popular» de Carlos Dobal, Eme Eme, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, Núm. 82, enero/abril 1989, p. 115122, Semblanzas de los Adalides Militares de la Independencia, de José Miguel Soto Jiménez, Santo Domingo, 1994, p. 65-70, y «Guerra y Política en 1844: La Batalla del 30 de Marzo en el Contexto Histórico de la Independencia» de Frank Moya Pons, Eme-Eme, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, Núm. 41, marzo-abril 1979, p. 3-18, y Edwin Espinal Hernández. «Dilucidaciones Histórico-Genealógicas sobre Fernando Valerio». En De mi quehacer genealógico, Círculo del Libro, Santo Domingo, 2003, p. 103-110. 43Moya

Pons, Frank. «Datos sobre la economía dominicana durante la Primera República». En Tirso Mejía -Ricart (Editor). La Sociedad Dominicana durante la Primera República 1844-1861, ob. cit., p. 30. 44El

Pensamiento Dominicano en la Primera República, 1844-1861, Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo, 1993, p. 258-259. 45Ibídem,

p. 30-31.Véase, también, a Lluberes, Antonio. «La economía del tabaco en el Cibao…», ob. cit. , p. 40. Sobre la exportación de tabaco por Puerto Plata, en 1845, véase El Dominicano, periódico literario y moral, Núm. 14, Santo Domingo, 28 de

marzo de 1846. Sobre ese año, véase la Correspondencia del Cónsul de Francia…, ob. cit.Tomo I, p. 288, y tomo II(1846-1850), p. 16 y 20. 46Véase,

Lluberes, Antonio. «La crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 8-9. 47Marte, Roberto

(Editor). Estadísticas y Documentos…, ob. cit., p. 153. sobre el año 1848 véase la Correspondencia del Cónsul de Francia…ob. cit. Tomo II, p. 121, 130 y 168-169 donde se habla de las técnicas del cultivo del tabaco, su venta y su exportación por Puerto Plata. Sobre el impuesto al tabaco en 1847-1848 ver el «Mensaje del General Santana al Congreso Nacional». En Colección del Centenario de la República, Congreso Nacional, Vol.V. P. 103. 48En

Rodríguez Demorizi, Emilio. La Marina de Guerra Dominicana 1844-1861, Academia Militar de Las Carreras, C.T., 1958, p. 91. 49Ibídem, p. 285. 50Véase

una traducción al español del folleto original francés, que lleva por subtítulo: «Sobre el cultivo, la cosecha y la venta de tabacos en Santo Domingo», en Jackeline Boin y José Serrulle Ramia. El Proceso de Desarrollo del Capitalismo en la República Dominicana (1844-1930), Tomo I (El proceso de Transformación de la Economía Dominicana, 1844-1875), Ediciones Gramil, Santo Domingo, p. 1979, p. 186-199.Ver, además, punto II del capítulo I, «La rama comercial del tabaco», p. 48-60.

54Cassá, Roberto. Historia Social y Económica..., tomo II, XIV ed., 1998, p. 23-24. 55Antonini,

Gustavo A. «Evolución de la agricultura tradicional en Santo Domingo», Eme Eme, Núm. 9, noviembre/diciembre 1973, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p: 108. 56Baud, Michiel, ob. cit., p. 33. 57Cassá, Roberto, ob. cit., p. 23. 58En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Noticias de Puerto Plata, Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo, 1975, p. 125. Para datos biográficos de Schomburgk, sus trabajos sobre el país y una traducción del trabajo, anotado, donde figura la mención de Puerto Plata y la producción del tabaco para la época, ver: Emilio Cordero Michel. «Reseña de un viaje al Cibao del Cónsul británico Schomburgk (1851)». En Asuntos dominicanos en Archivos Ingleses. Bernardo Vega y Emilio Cordero Michel (Editores). Fundación Cultural Dominicana, Santo Domingo, 1993, p. 13-53. 59Moya

Pons, Frank, «Datos sobre la economía dominicana...», ob. cit., p. 40.

60Ibídem. 61Se

refiere a la guerra de Crimea. En Lluberes,Antonio. «La economía del tabaco en el Cibao…»,ob. cit. p. 52, 53. 62Ibídem.

Moreno, Guillermo. «De la Propiedad Comunera a la Propiedad Privada Moderna, 1844-1924 II», Eme Eme, Universidad Católica Madre y Maestra, Núm. 51, noviembre/diciembre, 1980, p. 66.

Según ley, del 8 de junio de 1853, el derecho de exportación del quintal del tabaco en hojas fue aumentado, ya que por la ley del 7 de julio de 1847 se consideraba insignificante (Colección de Leyes, Decretos y Resoluciones…, 1853, p. 489).

52Ibídem.

63Despradel

51En

53Ob. cit., p. 33-34. Capa

la hoja de tabaco.

se llamaba a

y Batista, Guido. «Aporte de La Vega a la obra de nuestra independencia», Boletín del Archivo General de la Nación, Año XII, Núm. 61, abril/junio 1949, C.T., p. 133.


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64Núm. 89, 16 65Núm. 92, 6

octubre de 1855.

de noviembre de 1855.

66En

Moya Pons, Frank. «Datos sobre la economía dominicana...» ob. cit. , p. 37.

67

Marte, Roberto (Editor), ob. cit., p. 92. 68

Domínguez, Jaime. «La Economía Dominicana durante la Primera República». En Mejía Ricart, Tirso, (Editor) ob. cit., p. 93. Según consta en ese trabajo, la £ tenía un valor de cuatro pesos fuertes españoles con 80 centavos de pesos.

69

Moya Pons, Frank. «Datos sobre la economía dominicana...», ob. cit., p. 37. Datos sobre la cosecha del tabaco en Moca, durante el año 1855, pueden verse en un documento del Ayuntamiento de Moca, libro número 32. Copia cortesía de Emilio Cordero Michel.

70

Domínguez, Jaime. «La Economía Dominicana durante la Primera República». En Mejía Ricart,Tirso, (Editor), ob. cit. p. 93. 71En

Baud, Michiel, ob. cit., p. 33.

72Ibídem. 73Domínguez,

Jaime. «La Economía Dominicana durante la Primera República» En Mejía Ricart, Tirso,(Editor), ob. cit., p. 93-94. El serón era una especie de bulto en el cual se transportaba el tabaco. Era confeccionado artesanalmente con hojas de guano. 74Ibídem, p. 94. 75Número

146.

76Ibídem. 77Ibídem. 78Ibídem. 79

Ibídem. Oficial, Núm. 131 y 143 del 19 de agosto y 11 de noviembre de 1856 respectivamente. En Lluberes, 80Gaceta

Antonio. «Las rutas del tabaco dominicano», ob.cit. p. 20. 81Lluberes, Antonio, ibídem, p. 20 82Compendio

de la Historia de Santo Domingo, Vol. II, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1979, 5ta. edición, p. 283. 83Ibídem. 84Herrera,

César A. Las Finanzas en la República Dominicana, tomo I, Impresora Dominicana, C.T., 1955, p. 35-36. 85Ibídem, p. 224. 86Ibídem.

Sobre las emisiones de billetes, véase a Miguel Estrella e Isaac Rudman. El Papel Moneda Dominicana. Tomo I: 1782-1912, Banco Popular, Santo Domingo, 2003, p. 76-80 87Ibídem. 88Bosquejo histórico del descubrimiento y conquista de la isla de Santo Domingo, tomo II, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1976, p. 335. 89Lluberes,

Antonio. «La revolución de julio de 1857», Eme Eme, Núm. 8, septiembre/octubre 1973, Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, p. 23-24 90En

93Ibídem, p. 404-405. 94Domínguez,

Jaime. «La Economía Dominicana durante la Primera República». En Mejía Ricart, tirso, La Sociedad Dominicana… ob. cit., p. 91

95Cordero

Michel, Emilio. «Comentarios al trabajo: Datos para economía dominicana durante la Primera República de Frank Moya Pons. En Mejía Ricart, Tirso (Editor). La Sociedad Dominicana.., ob. cit., p.44 Sobre el aspecto político de la revuelta, ver a Mu-Kien A. Sang. Buenaventura Báez. El Caudillo del sur. (1844-1878), Instituto Tecnológico de Santo Domingo, 1991, p. 62 y 63. 96Baud, Michiel, ob. cit., p. 36. 97De la Rosa,Antonio. Las Finanzas de

Santo Domingo y el Control Americano, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1987, p. 26. 98Guerrero

Cano, María Magdalena. «La Política Económica Dominicana de 1851 a 1857. Antecedentes de la Revolución», Anales de la Universidad de Cádiz. V-VI. Universidad de Cádiz 1988-1989, p. 38. 99Lluberes,

Antonio. «La economía del tabaco del Cibao...», ob. cit., p. 49.

Rodríguez Demorizi, Emilio. Documentos para la historia de la República Dominicana, Vol. I, C.T., 1944, p. 412.

de julio de 1857. El hombre al que se pretendía ensalzar era Pedro Santana.

91La

revolución de julio de 1857», ob. cit., p. 36.

República Dominicana, Vol. I, C.T., 1957, p. 410. 92En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Documentos para la Historia de la República Dominicana, Vol. I, ob. cit., p. 365-368.Ver, además, a Juan Bosch. Obras Completas. Tomo VI: textos histórico-sociales, Santo Domingo, 1991, p. 178 y ss., y Fernando Ferrán. Tabaco y Sociedad. La organización del Poder en el Ecomercado de Tabaco Dominicano, Fondo para el Avance de las Ciencias Sociales, Santo Domingo, 1976, p. 48

100Núm. 180, 27

101Lluberes, Antonio. «La

102Moya

Pons, Frank. «Datos sobre la Economía Dominicana durante la Primera República», ob. cit., p. 3435. Sobre el tema de la Revolución del Cibao del año 1857, véase a Manfred Wilkens. «Hacia una teoría de revolución: el caso dominicano (II)», revista Ciencia y Sociedad, Vol. XXV, No. 4, octubre-diciembre 2000, Santo Domingo, p. 430-444. 103Ibídem, p. 35.


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Notas bibliográficas|334|

104En Pérez Memén, Fernando, ob. cit., p. 258. 105Historia

Social y Económica de la República Dominicana», tomo II, Santo Domingo, XIV edición, 1998, p. 22. El cultivo de roza, herencia de los aborígenes que habitaban la isla antes de la llegada de Cristóbal Colón, se fundamentaba en la tala y quema de árboles. 106

Ibídem.

107En Rodríguez Demorizi, Emilio. «Riqueza Mineral y Agrícola de Santo Domingo, Santo Domingo, 1965, p.133. 108En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Documentos para la Historia de la República Dominicana,Volumen II, Santiago, 1946, p. 249-250. 109Cassá, Roberto. «Historia

Social...», ob. cit., XIV ed., 1998, p. 22. 110Lluberes, Antonio.

«La economía del tabaco en el Cibao…», ob. cit., p.46. 111Hoetink,

H. «El Cibao 18441900: Su Aportación a la Formación Social de la República», ob. cit., p.14. 112En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Antecedentes de la Anexión a España, Academia Dominicana de la Historia, C.T., 1955, p. 97. 1138

de noviembre de 1860. En Rodríguez Demorizi, ibídem, p. 106107. 114Ob. cit., p. 88. 115

«Carta del Cónsul español en Santo Domingo, Mariano Álvarez, a la primera Secretaría de Estado de España sobre el estado político y partidos de las provincias más notables de esta República, Santo Domingo, 18 de septiembre de 1860». En Archivo General de la Nación, Colección Herrera, «Negociaciones para la anexión», Vol. I p. 16-20, 2da. parte.

116Ibídem.

Véase, también, a Cross Beras, Julio. Sociedad y Desarrollo en República Dominicana, 1844-1899, Instituto Tecnológico de Santo Domingo, Santo Domingo, 1984. p. 88.

abril de 1862. Santo Domingo, Imprenta de García Hermanos, 1862. En Rodríguez Demorizi. Riqueza Mineral y Agrícola de Santo Domingo, ob. cit., p. 191.

117Ob.

124En

118Ob. cit., p. 21.

125Dictionaire Universel du Commerce et de la Navigation. Deuxieme editión, Libraire de Guillaumin et Ce. París, 1863. En Marte, Roberto (Editor), ob. cit., p. 193.

119Fuente: PRO, F.O. 23/41. En

126Ibídem, p. 194.

cit., p 5. El «especulador» compraba y vendía mercancías, actividad que estaba autorizada por una patente. Como puede verse, el término no tenía en esa época la connotación peyorativa que hoy pudiese tener el término.

Marte, Roberto (Editor), ob. cit., p.103.

120En

Lugo Lovatón, Ramón. «Tomas Bobadilla Briones», Cuarta Parte (1849-1862), Boletín del Archivo General de la Nación, Año XIV, Núm. 68, enero/marzo, C.T., 1951, p. 52-53. 121Tomo

I, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, S.D., 1983, p. 60-61. 122En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Relaciones Geográficas de Santo Domingo, Vol. II. Sociedad Dominicana de Geografía, Santo Domingo, 1977, p. 76-77. Sobre la importancia de Puerto Plata y otras localidades como La Vega, Moca y Santiago en el consumo del tabaco de la epóca, véase a Manfred Wilkens, «Dotación de capital de la sociedad rural dominicana en el siglo XIX. Segunda parte», revista Ciencia y Sociedad, Vol XXVII, No. 2, abril-junio 2002, Santo Domingo, p. 143-193. Algunas veces existían problemas para trasladar el tabaco a Puerto Plata como consta en el documento «Samaná, Puerto franco, 1862» (Archivo Histórico Nacional, Sección Ultramar. Santo Domingo. Hacienda. Legajo 35277) que reproduce Emilio Rodríguez Demorizi en Samaná, Pasado y Porvenir, ob. cit., p. 361. 123Datos

sobre Santo Domingo. Discurso leído a la Sociedad Dominicana de Geografía Estadística de Nueva York en

Rodríguez Demorizi, Emilio. Antecedentes de la anexión a España, ob. cit., p. 294-295.

127Ibídem, p.193. 128El

Porvenir, 17 de julio de 1880.

129Bosch,

Juan. La Guerra de la Restauración, Santo Domingo, 1996, p. 63. Sobre la importación del tabaco antes y después de Guerra Restauradora, véase a Manfred Wilkens, ob. cit., II, p. 445-464. 130Ferrán,

Fernando. Tabaco y Sociedad (La Organización del Poder en el Ecomercado de Tabaco Dominicano) ob. cit, p. 42 131Moya

Pons, Frank. Historia Dominicana, Caribe Grolier, 1977, p. 336. Ver, además, a Manuel García Arévalo. «Presentación» a la obra de Eduardo González Calleja y Antonio Fontecha Pedraza. Una Cuestión de Honor. La polémica sobre la Anexión de Santo Domingo vista desde España (18611865), Fundación García Arévalo, Santo Domingo, 2005, p. XVI. 132Cordero

Michel, Emilio. «Características de la Guerra Restauradora, 1863-1865». Clío, Núm. 164, Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 2003, p. 44. No puede ser descartado, como elemento cohesionador , lo que plantea Pedro L. San Miguel aun como hipótesis de la existencia de «indicios de que los meros rumores del restablecimiento de la esclavitud en Santo Domingo provocaron la moviliza-


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|335|Notas bibliográficas

ción de los sectores negros y mulatos en contra del régimen español». Ver su obra El Pasado Relegado, Ediciones Librería la Trinitaria, FLACSO y Universidad de Puerto Rico, Santo Domingo, 1999, p. 131 y 157,

147Edición de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1978, p.127.

133En

150Ibídem, p. 125

Rodríguez Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, Academia Dominicana de la Historia Santo Domingo, 1964, p.164 134Historia

de la Dominación y Última Guerra de España en Santo Domingo (1864). Edición de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1974, p. 27-28.

135Colección

de Leyes, Decretos y Resoluciones emanados de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la República Dominicana. 1864, Tomo Cuarto, Publicaciones ONAP, 1983, p. 290-291. 136Ibídem, p. 291 137Cross Beras, Julio, ob. cit., p. 8889. 138En

Notas Económicas y Políticas Dominicanas de julio 1865 a julio 1886, tomo II, Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1984, p.133. 139Ibídem. 140«Memoria

correspondiente al año 1866». El Monitor, Año 3. Núm. 88, 11 de mayo de 1867, Santo Domingo. 141Archivo

General de la Nación. Epistolario de Carlos Nouel. En Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 142-143. 142Domínguez,

Jaime, ob. cit., p.

141. 143Moreno, Guillermo, ob. cit. p. 67 144Ibídem, p. 67-

68.

145Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 140. 146En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Riqueza Mineral y Agrícola de Santo Domingo, ob. cit. p. 305.

148Ibídem, p. 127. 149Ibídem, p. 110, 113.

151Ibídem, p. 12. 152«Memoria

firmada por el Ministro de Hacienda general Ricardo Curiel y proclamada en la Gaceta Oficial». En Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 141 y Mu Kien Sang. Ulises Heureaux, Biografía de un Dictador, Instituto Tecnológico de Santo Domingo, 1987, p. 227. Para comprender los últimos treinta años del siglo XIX, véase la documentada obra de Michiel Baud. Los cosecheros de tabaco. La transformación social de la sociedad cibaeña, 1870-1930, Centro de Estudios Urbanos y Regionales, Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, Santiago, 1996, p. 1742. 153Hazard,

Samuel. Santo Domingo. Su Pasado y Su Presente (1873). Edición de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1974, p. 363. En 1871 ese autor había escrito la obra Cuba With Pen and Pencil donde dedica varios capítulos a la producción tabaquera cubana. Copias cortesía de Emilio Cordero Michel, quien posee un ejemplar original en su biblioteca. 154Ibídem, p. 388. 155Ibídem, p. 185. Datos

sobre el volumen de importación del tabaco de Hamburgo y Bremen durante los años 1837-1868 y del precio promedio del producto (1836-1900) en el puerto de Hamburgo, en Manfred Wilkens, ob. cit., II, p. 465 (Anexos I y II). 156Ibídem, p. 344-345. 157Lluberes,Antonio. «la

crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 11.

158Ibídem, p. 11-12. 159Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 145.

160Puerto

Plata, 9 de marzo de

1872. 161Boletín

Oficial, 27 de enero de 1872. En Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 143

162Hazard, Samuel, ob. cit., p. 92. 163Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 144. 164Archivo

General de la Nación Epistolario de Carlos Nouel. En Domínguez Jaime, ob., cit., p. 134. 165Colección

de Leyes, Decretos y Resoluciones emanados de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la Republica Dominicana, 1874, tomo VI, Publicaciones ONAP, 1983, p. 60. 166Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 144.

Para una mayor comprensión de ese fenómeno, sobre todo a partir de 1870, véase el punto 2: «El tabaco en la economía de la ciudad» del capítulo II (La Estructura Económica) de la obra de Edwin Espinal Hernández. Historia Social de Santiago de los Caballeros 1863-1900, Fundación Manuel de Jesús Portes, Inc., Santo Domingo, 2005, p. 142-158; y el ensayo «Una introducción y una conclusión general del estudio sobre la agricultura en República dominicana de 1875 a 1925» de Nelson Ramón Carreño Rodríguez, revista EME EME, No. 62, septiembre/octubre 1982, UCMM, Santiago, p. 1922. Un trabajo más amplio de este autor es el capítulo V: «El Tabaco» de su obra Historia Económica Dominicana. (Nuevos Enfoques y Nuevos Problemas) Agricultura y crecimiento económico. Siglos XIX y XX, Universidad Tecnológica de Santiago, 1989, p. 163189. 167Ibídem, p. 144-145. 168Archivo General de la Nación. Interior y Policía No. 26. En Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 132-133.


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Notas bibliográficas|336|

169Informe

de la Comisión de Investigación de los E.U.A. en Santo Domingo en 1871. Academia Dominicana de la Historia, C.T., 1960, p. 80. 170«El

Comercio de tabaco en Hamburgo». El Porvenir, 20 de abril de 1872. 171Lluberes,

Antonio. «La crisis del tabaco cibaeño…» ob. cit., p. 10-11. 172Rodríguez

Demorizi, Emilio. Proyecto de Incorporación de Santo Domingo a Norte América. Apuntes y documentos; C,T, 1964, p. 13.

ción, el jueves 9 de marzo de 2006, Biblioteca Nacional, de la obra Lilí el sanguinario machetero dominicano de Juan Vicente Flores, editada por el Archivo General de la Nación en ese año. 179Bonó, Pedro F.«Estudios», El Aman-

te de la Luz, Santiago, No. 8, 6 de julio de 1876. En Rodríguez Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 163.

196Ibídem, p. 197-198.

180Ibídem, p. 164. 181Ibídem, p. 164-165.

173Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 137.

182Ibídem, p. 164-166.

174Ibídem, p. 146.

183Ibídem, p. 166.

17526

184Lluberes, Antonio.

de abril de 1879. En Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 146. 176Lluberes,Antonio. «la

crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 12-13.

177

Gaceta de Santo Domingo, 2 de septiembre de 1879. En Domínguez, Jaime, ob. cit., p. 147.

178Domínguez

Jaime de Jesús. La Dictadura de Ulises Heureaux, Universidad Autónoma de Santo Domingo, Santo Domingo, 1986, p. 83. Sobre el fomento agrícola véase los artículos: «Fomento de la agricultura» por M. de J. de Peña y Reynoso (22 de mayo de 1876), en Emilio Rodríguez Demorizi. Papeles de Espaillat, ob. cit., p. 183 y ss., y «El Comisionado Especial de Agricultura de la Provincia de La Vega» de Pedro F. Bonó (Gaceta Oficiall. S. D., No. 126., 16 de junio de 1876), en Emilio Rodríguez Demorizi. Papeles de Pedro F. Bonó, ob.cit., p. 154-155. Emilio cordero Michiel destaca las medidas tomadas en el gobierno de Meriño (1880-1882) para mejorar la producción tabaquera cibaeña como fueron «la introducción de semillas cubanas de tabaco de olor, variedad desconocida en el país; (y) el inicio de la aplicación de la técnica de curación del tabaco en ranchos cerrados que aquí no se practicaba».Véase su presenta-

(Se refiere al siglo XIX, n. de a.), nuestras relaciones bancarias eran casi de modo único con Saint Thomas. La mención de Courcelle-Seneuil revela que Bonó tenía a la mano las más acreditadas obras de la materia que exponía, entre ellas, seguramente, del autor citado elTraité Theorique et practique des operationes de Banque, y el conocido Tratado teórico y práctico de Economía Política. París, 1879». (p.196).

197Ibídem, p. 198. 198Ibídem. 199Ibídem,

186Ibídem.

p. 198-199. Esa idea era muy compartida por los liberales de la época. Gregorio Luperón, en el tomo III de sus Notas Autobiográficas, llegó a expresar que «el tabaco es el principal producto y el verdadero libertador del país». Ver a José Chez Checo (Compilador). Ideario de Luperón (1839-1897), Ediciones Taller, Santo Domingo, 1989, p. 77.

187Ibídem.

200Ibídem.

188El

201Ibídem, p. 200.

«La economía del tabaco en el Cibao…», ob. cit., p. 19. 185No. 483, Puerto

Plata, 5 de mayo de 1880. En El Porvenir, 8 de mayo de 1880.

Porvenir. «Boletín de los agricultores», 8 de mayo de 1880. 189Ibídem.

202Ibídem. 203Ibídem.

190Archivo

General de la Nación. Documentos del Congreso, 1888. En Domínguez, Jaime. Notas Económicas y Políticas…, ob. cit., p. 149.

204En Santiago, quien te vió y quien te ve.

de Leyes, Decretos y Resoluciones…1880, Publicaciones ONAP, Santo Domingo, 1983, p. 696-697.

Tomo II, s.f. Sobre la participación de cubanos en la industria del tabaco, véase el artículo de Edwin Espinal Hernández: «Cubanos en el Santiago del Siglo XIX», en su obra De mi quehacer genealógico, ob. cit., p. 380.

191Ibídem, p. 697

205Periódico

191Colección

y 698.

193Luperón, Gregorio. Notas Autobio-

gráficas y Apuntes Históricos, tomo III, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1974, p. 57. 1948

de octubre de 1880.

195En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 195-197. Al respecto de lo dicho por Bonó, Rodríguez Demorizi acota que «muy avanzado el pasado siglo

La Voz de Santiago. 13 de febrero de 1881.

206Ibídem. 207Rodríguez

Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 2002001. 208Ibídem,

p. 204. Respecto al sistema de recuas, Rodríguez Demorizi, en nota que figura en los Papeles de Pedro F. Bonó, afirma en la pág. 204: «Asombra la actividad de las recuas


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|337|Notas bibliográficas

que a diario salían de entre las ruinas de Santiago para las rutas de Puerto Plata, de Montecristi, de La Vega, Bonao, San José de las Matas. Unas pasaban por Constanza hasta Hato Mayor; y hasta Samaná, por entre lomas y ciénagas.Y de todo se llevaba minuciosa cuenta en la perfecta organización de las recuas y del suministro de monturas para generales y soldados. Como se alaba al lobo de mar debería alabarse al héroe de los caminos, más sufrido, más abnegado, más olvidado. (Del tema no ha dejado de escribirse. Véase Cuestión de recuas, por Verax, en El Orden, Santiago, núm. 50, julio 18 de 1875; Remitidos: acerca de anomalías en el gremio de los recueros, en El Orden, Santiago, núm. 50 julio 18 de 1875; Indicaciones a los recueros, en el mismo periódico, núms. 20-21, diciembre 20-27, de 1874; El Comercio y los arrieros, en El Eco del Pueblo, Santiago, Nos. 191-192, enero 10 y 17, de 1886; y nuestra obra Enciclopedia dominicana del caballo, S. D., 1955). 209Ibídem, p. 205. 210Ibídem, p. 205-206. 211El Eco del Pueblo, 20 de mayo de 1883. Cassá, basándose en Álvarez Leal, La República Dominicana, trae la cifra de 42,045 quintales, mientras la Gaceta Oficial (Suplemento al Núm. 357, 18 de abril de 1881) habla de 3,754,102 libras, es decir, unos 37,541 quintales. 212El

Eco del Pueblo, 27 de mayo de 1883. Bonó, en su artículo arriba citado, habla de 100,000 quintales (p. 205), mientras Antonio Lluberes reporta la cantidad de 62,068 quintales de 112 lbs (Ver «La crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 17). 213Domínguez,

215En Lluberes,Antonio. «La crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 13. 216Publicado

en El Eco del Pueblo, No. 19, 13 de agosto de 1882. en Rodríguez Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 268. 217Ibídem, p. 268-269. 218Ibídem, p. 269. 219Ibídem, p.270. 220Ibídem, p. 270-271. 221Ibídem, p. 271. 222Ibídem. 223Edición

224Ibídem. 225Ibídem. 226Ibídem.

de diciembre de 1882.

228Ibídem. 229Lluberes, Antonio. «La crisis del tabaco cibaeño…», ob. cit., p. 14 230Domínguez, Jaime. Notas

económicas y políticas…», ob. cit., p. 148.

231Ibídem, p.150. 232

Gaceta Oficial, Núm. 461. 21 de abril de 1883. 233Cassá, Roberto. Historia Social y Económica…, tomo II, 1998, XIX edición, p. 20. 234El

Eco del Pueblo, 17 de junio de Eco del Pueblo, 21 de enero de

1883.

246El Eco del Pueblo, 15 de julio de 1883. 247Ibídem. 24818

de noviembre de 1883.

249Ibídem.

251«La

nueva cosecha», 20 de mayo de 1883. 252Ibídem. Para esa época, año 1882, también se planteó la necesidad de la búsqueda del mercado norteamericano para los productos agrícolas, entre ellos el tabaco. Llegó a sugerirse que el Gobierno firmara un tratado de reciprocidad comercial con los Estados Unidos de Norte América. Veáse el «Mensaje del Presidente de la República al Congreso Nacional en 1883», Imprenta de García Hermanos, Santo Domingo, 1883. Datos cortesía de Emilio Cordero Michel. 253«Memoria

de Justicia, Fomento e Instrucción Publica», 1884. En Gaceta Oficial No. 508, 20 de abril de 1884. 254Gaceta Oficial, 17 de mayo de 1884.

25624

de mayo de 1884.

de agosto de 1884.

258Ibídem.

237Ibídem.

Jaime «Notas económicas y políticas…», ob. cit., p.149.

238Ibídem.

214Luperón, Gregorio. Notas

1883.

autobiográficas…, tomo III, ob. cit., p. 136.

245Ibídem.

257Ibídem.

236Ibídem.

239El

244Colección de Leyes, Decretos y Resoluciones…, 1883. ONAP, Santo Domingo, 1983, p. 488.

255Núm. 101, 9

1883. 235El

243Ibídem.

25Ibídem.

del 3 de diciembre de

1882.

2272

242Ibídem.

259Ibídem. 260«Falsa

Eco del Pueblo, 28 de enero de

240Ibídem. 241Edición

del 6 de mayo de 1883.

alarma. Crisis agrícola», El Eco de la Opinión, S.D., noviembre de 1884. En Rodríguez Demorizi, Emilio. Hostos en Santo Domingo, Vol. I, C.T., 1939, p.161.


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Notas bibliográficas|338|

263Ibídem.

da que consigna, anota lo siguiente: «Por consecuencia de los últimos acontecimientos que paralizaron los negocios, la importación y más la exportación sufrieron los efectos de la paralización estando hasta ahora mucho tabaco y otros frutos almacenados pendientes de embarque».

264Ibídem.

290En

261La

République Dominicaine.Territoire, climat, agriculture, commerce, inmigration et annuaire statistique. Paris, 1888. En Sang, Mu-Kien A. Ulises Heureaux, Biografía de un Dictador, ob. cit. 26212

de abril de 1885.

265Ibídem. 26615

de mayo de 1885.

267El

Eco del Pueblo, 28 de mayo de

Sang, Mu-Kien A., ob.cit., p.

233. 291El

Porvenir, 23 de Julio de 1887.

292Ibídem. 293Ibídem.

268Ibídem.

294Ibídem.

269Ibídem.

295Ibídem.

270Ibídem.

296Ibídem.

27113

297Domíguez,

272En

Sang, Mu-Kien A., ob. cit., p. 233. Para Álvarez Leal 1 quintal = 100 libras.

Jaime de Jesús. La Dictadura de Ulises Heureaux, ob. cit., p. 87. 298Ibídem.

273de

febrero de 1886.

299Ibídem.

27425

de marzo de 1886.

300Colección

2752

de mayo de 1886.

276Ibídem.

de Leyes, Decretos y Resoluciones…1887, Publicaciones ONAP, 1983, 196. 301En

Archivo General de la Na-

277Ibídem.

ción.

278Ibídem.

302Edición de la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1993, p. 352.

279Ibídem. 280Ibídem. 281Ibídem. 28216

de mayo de 1886.

283Ibídem. 284Ibídem. 285Ibídem. 286

Ibídem.

287El

Eco del Pueblo, 24 de mayo de

1886. 288Ibídem. 289El Porvenir, 15 de enero de 1887. La

cosecha de ese año fue buena, pues ese periódico, además de la cifra exporta-

314Ibídem, p. 323. 315Ibídem. 316Colección

de Leyes, Decretos y Resoluciones… 1888. Publicaciones ONAP, 1983, p. 343. 317Ibídem. 318

1885.

de febrero de 1886

313Ibídem, p. 322.

303Ibídem, p. 353. 304Ibídem. 305Ibídem, p. 355-356. 306Ibídem, p. 356. 307Ibídem, p. 352. 308Ibídem, p. 356. 309Ibídem, p. 357. 310Ibídem, p. 357-358. 311Ibídem, p. 358. 312Ibídem, p. 321-322.Ver, además, a Lluberes, Antonio. «El tabaco dominicano…», ob. cit., p.4.

Domínguez, Jaime. La Dictadura de Ulises Heureaux, ob. cit., p. 89-90. 319Ibídem, p. 90. 320En

Domínguez, Jaime. Notas Económicas y Políticas…, ob. cit., p. 138. Sobre el significado de «especulador» véase la sección b de este capítulo. 321En Archivo General de la Nación. 32219

de enero de 1889.

323Ibídem. 32410

de mayo de 1889.

325Domínguez, Jaime. La Dictadura de Ulises Heureaux, ob. cit., p. 87. Acerca de la experiencia de Máximo Gómez como cultivador de tabaco véase a: Emilio Rodríguez Demorizi. Papeles dominicanos de Máximo Gómez (1954), Fundación Rodríguez Demorizi, Santo Domingo, 1985, p. 346-347 ; Rafael Darío Herrera R. Montecristi. Entre campeches y bananos, Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, 2006, p.110; Francisco Pérez Guzmán. «Máximo Gómez en Diagonal », estudio introductorio de Máximo Gomez. Vida y Escritos, Fundación Corripio, Santo Domingo, 2005, p. 37. Pérez Guzmán, historiador cubano muy querido en nuestro país por la calidad de su obra historiográfica y su seriedad y que falleciera el 21 de mayo de 2006, nos remitió el 17 de julio de 2005 una carta con los siguientes datos que se le solicitara: «El general cubano Serafin Sánchez, natural de la región de Sancti Espíritus donde se cosechaba tabaco, le escribió a Máximo Gómez, desde La


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Vega, República Dominicana, el 30 de enero de 1889, lo siguiente: «Pedrito me anuncia carta de V. que aún no he recibido; las deseo porque espero, que en ella me diga V. algo sobre su empresa, que yo anhelo buena para V. y los demás que en ella tomen parte; recuerde que para tabaco no debe V. desviarse de la importante zona de Guayacanes…» (Achivo Nacional de Cuba. Fondo Máximo Gómez, legajo 1, No. 57). «El historiador Luis F del Moral, en su libro Serafín Sánchez. Un carácter al servicio de Cuba, Ediciones Verde Olivo, ciudad de La Habana, 2001, en la página 152 publicó una carta de Serafín Sánchez a Barnet, cubano y hombre de confianza de Máximo Gómez. En una de sus partes, le expresa: «El viejo, acreditado por esta casa -le dice-, trabaja con dinero de la misma en asuntos de tabaco a unas quince leguas de esta población. Allí está con el viejo Alfonso, ayudándole en el cultivo del tabaco. Él piensa traer dentro de dos meses algunas familias cubanas de Jamaica para desarrollar este cultivo allí, en Guayacanes, donde está principiando sus trabajos. Es un lugar magnifico para el tabaco.Yo he estado con él como quince días…» «También este autor publicó otra carta de Serafín Sánchez que escribió desde Guayacanes a José Dolores Poyo, cubano emigrado en Cayo Hueso, Estados Unidos de América. En la mencionada carta le recomendó la adquisición del tabaco cosechado por el General Máximo Gómez en La Reforma. «En otra parte le dice que esa idea de Gómez de fomentar una gran finca tabacalera divida en colonias o vegas, al estilo de Cuba que ya empieza a repartir entre hábiles cultivadores cubanos. Le puntualiza que Gómez desea que la mayor parte de sus asociados o colonos sean cubanos por el alto grado de especialidad que tienen en el cultivo del tabaco. (Esta información aparece en el mismo libro y en la misma página, ya citada)». Por otra parte, en su Diario de Campaña, Máximo Gómez ofrece múltiples

informaciones sobre el tabaco en República Dominicana.

345Gaceta

326Ibídem.

346Ibídem.

327Ibídem,

347Ibídem.

p. 87 y 88. Sobre el empréstito de la Westendorp, véase la obra de César Herrera Las Finanzas en la República Dominicana ya citada. 328Ibídem, p. 88. 329Ibídem. 330Ibídem. 331Colección

de Leyes, Decretos y Resoluciones…1889. Publicaciones ONAP, 1983. p. 16. 332Ibídem. 333Ibídem. 334La

Dictadura de Ulises Heureaux, ob. cit., p. 88. 335Edición

del 22 de junio de 189. en Domínguez, Jaime, La Dictadura de Ulises Heureaux, ob. Cit., p. 88. 336Colección

de Leyes, Decretos y Resoluciones… 1889, ob. cit., p. 17. 337Domínguez,

Jaime. La Dictadura de Ulises Heureaux, ob. cit., p. 89.

338Ibídem. 339Ibídem. 340Gaceta

Oficial, Núm. 857, 24 de enero de 1891.

341Núm.

2902. Colección de Leyes, Decretos y Resoluciones… 1890. Ediciones ONAP, 1983 p. 449. 342Gaceta

Oficial, Núm. 857, 24 de enero de 1891.

343Ibídem.Véase,

además a Jacqueline Boin y José Serrulle Ramia. El Proceso de Desarrollo del Capitalismo en la República Dominicana (1844-1930) tomo II: El Desarrollo del Capitalismo en la Agricultura (1875-1930), Ediciones Gramil, Santo Domingo, 1981, p. 46. 344Ibídem.

Oficial, Núm. 956, 17 de diciembre de 1892.

348Gaceta

Oficial, Núm. 874, 23 de mayo de 1891.

349Gaceta Oficial, Núm 955, 10 de diciembre de 1892. 350Ibídem. En

el año 1891 hubo un descenso de la exportación del tabaco a Estados Unidos, pues de 22,953 toneladas métricas en 1889 bajó a 16,528 en aquel año, debido a la firma del Tratado Comercial con dicho país, que exoneraba la introducción de azúcar, café, cacao, etc. Datos cortesía de Emilio Cordero Michel. 35112 de abril de 1892. En Lluberes, Antonio. «Las rutas del tabaco dominicano», ob. cit., p. 4. 352Lluberes, Antonio. Ibídem. 353«Minicosas». Periódico La Información, Santiago, 3 de agosto de 1987. 354Gaceta

Oficial, Núm. 1045, 1ro. de septiembre de 1884. 355Ibídem. 356Ibídem. 357Gaceta Oficial, Núm. 1048, 22 de septiembre de 1894. Ante la caída del precio del tabaco Lilís, para evitar que las empresas tabaqueras del Cibao fueran a la quiebra, decidió liberar al producto de los derechos de exportación de manera transitoria. Esa medida fue elevada a Decreto, con el parecer de las Secretarios de Estado, como consta en la p. 11 y 12 del «Mensaje presentado al Congreso Nacional por el ciudadano Gral. Ulises Heureaux en la legislatura de 1895», Imprenta Cuna de América, Santo Domingo, 1895. Datos cortesía de Emilio Cordero Michel. 358Cross

Beras, Julio. Sociedad y Desarrollo…, ob. cit., p. 216.


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Notas bibliográficas|340|

359Domínguez, Jaime. La Dictadura de Ulises Heureaux, ob. cit., p. 90. 360Colección

de Leyes, Decretos y Resoluciones… 1894. Publicaciones ONAP, 1983, p. 281. 361Ibídem, p. 281-282. 362Ibídem, p. 282.

ca fina y sutil de la mala administración y de la corrupción implantada en aquellos días, crítica capaz de haber llevado a otro que no hubiera sido Bonó, a la Torre del Homenaje, pues en esos tiempos la expresión del pensamiento era castigada como en tiempos de la Inquisición...» 373Rodríguez

394Patria,

San Francisco de Macorís, No. 9, 19 de octubre de 1895. En Rodríguez Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 405 395Ibídem, p. 405-406. 396En

Rodríguez Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 408.

363

Ibídem.

Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 360.

364

Ibídem.

374Ibídem, p. 360-361.

398Ibídem, p. 410.

375Ibídem, p. 361.

399Ibídem, p. 410-411.

376Ibídem, p. 361-362.

400Ibídem, p. 411.

377Ibídem, p. 362.

401Ob. cit. p. 483.

378Ibídem. p. 362-363.

402Cross

379Ibídem, p. 363.

403Ibídem,

365Ibídem. Al

respecto, véase lo realizado en Santiago para mejorar la siembra, el cultivo y la exportación del tabaco en el Boletín Municipal, 22 de mayo de 1894: en Edwin Espinal Hernández y Julio González Hernández. José Batlle Filbá. Del Maresme catalán al Cibao dominicano, Instituto Dominicano de Genealogía, Santo Domingo 2009, p. 65-66. 366Ibídem, p. 283. 367Domínguez, Jaime. La dictadura de Ulises Heureaux, ob. cit., p. 90 368Ibídem, p. 91. 369Ibídem. 370Ibídem, p. 92. 371Ibídem. 372Edición

del 14 de julio de 1895. En Rodríguez Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 352. Una nota de Rodríguez Demorizi dice respecto a ese «Congreso» lo siguiente: «En su Resumen de la Historia de Santo Domingo (La Vega, 1922, Libro 3, p. 207), dice el historiador don Ubaldo Gómez Moya: El 7 de julio de 1895, el restaurador don Pedro F. Bonó dio principio a la publicación de una Revista intitulada Congreso Extra-Parlamentario. Este Congreso, que solamente existió en la fecunda imaginación del gran patriota, hizo célebre La Mata del Borrego de la Sabana de San Diego, en San Francisco de Macorís, donde se suponía haberse reunido. Las deliberaciones del Congreso imaginario eran una críti-

380Ibídem, p. 364. 381Ibídem, p. 369. 382Ibídem, p. 370. 383Ver

su ensayo «Bonó, un crítico del liberalismo dominicano en el siglo XIX. (Apuntes para la biografía de un intelectual de los pobres)». Ciencia y Sociedad,Vol. X, Número 4. octubre-diciembre 1985, INTEC, Santo Domingo, p. 472-489. 384Rodríguez

Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 370. 385Ibídem. 386Rodríguez

Demorizi, Emilio. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 371372. 387Ibídem, p. 372. 388Ibídem, p. 373. 389Ibídem, p.376. 390Patria, San

Francisco de Macorís, Nos. 8-9, octubre 6 y 19 de 1895. En Rodríguez Demorizi. Papeles de Pedro F. Bonó, ob. cit., p. 400-4001. 391Ibídem, p. 401. 392Ibídem, p. 401-402. 393Ibídem, p. 402.

397Ibídem, p. 409.

Beras, Julio, ob. cit., p. 215.

p. 198. Vease, también, a Pedro L. San Miguel. Los campesinos del Cibao. Economía de mercado y transformación agraria en la República Dominicana, 1880-1960, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, San Juan, 1997, p. 41-43. 404Lluberes, Antonio. «La economía del tabaco en el Cibao…», ob. cit., p.55.Ver, además a Humberto García Muñíz. «La plantación que no se repite: las historias azucareras de la República Dominicana y Puerto Rico, 1870-1930». Ponencia presentada en el seminario. «El azúcar, antes y después de Colón», Academia Dominicana de la Historia, Santo Domingo, julio de 2006. 405Lluberes,

Antonio. «La crisis del tabaco cibaeño…, ob. cit., p. 16. 406En

Domínguez, Jaime. La Dictadura de Ulises Heureaux, ob., cit., p. 84. 407

Del Castillo, José y Cordero,Walter. La economía dominicana durante el primer cuarto del siglo XX, Fundación García Arévalo, Santo Domingo, 1979. p.28. 408Lluberes, Antonio. «El tabaco dominicano…», ob. cit., p. 3.


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Fuentes de ilustraciones

Página 19 Antonio Núñez Jiménez. El libro del tabaco. Ediciones Pulsar, México, 1994. Página 21 Izquierda: Tobacco.Its history Ilustrated by Books, Manuscripts and Engravings in the Library of George Arents J. (Together with and Introductory Essay, a Glosary and Bibliographic Notes by Jerome E. Books). New York The Rosenbach Company, 1937. En lo adelante: Tobacco. Its history… Procedencia: Mediateca del Centro León, Santiago. Derecha: José Manuel Rodríguez Gordillo. La Creación del Estanco de Tabaco en España. Fundación Alttadis, Sevilla, 2002, página 16. En lo adelante: La Creación… Procedencia: Biblioteca particular.

Páginas 26-29, 32 y 33 Tobacco. Iits history… Página 34 Procedencia: INTABACO. Página 35 Zonificación y exportación del Tabaco Negro en la República Dominicana, INTABACO, Santiago, 1978. Página 38 Foto: Domingo Batista. Página 40 Izquierda: Proedencia: Archivo General de la Nación. Derecha: Procedencia: Manuel de L'Etudiant. Página 43 Tobacco. Its history… Páginas 44 y 45 Procedencia: INTABACO.

Página 22 Manuel de L'Etudiant en Pharmacie. Aide Memoire de Botanique Pharmaceutique. Biblioteca de Omar Maloon. En lo adelante: Manuel de L'Etudiant..

Página 51 El Libro del Tabaco, página 15. Procedencia: Biblioteca particular.

Página 23 Tobacco. Iits history…

Página 52 Tobacco. Its history…

Página 24 Manuel de L'Etudiant…

Página 54 Colección Fundación García Arévalo.

Páginas 46 y 49 Fotos: Domingo Batista.

Página 55 Izquierda: P. Pena y M. L’Obel. Stirpium adeversaria nova. Londres, 1570-71. En Tobacco. Its history… Derecha: Colección Fundación García Arévalo. Página 56 Colección: Sala de Arte Prehispánico, Fundación García Arévalo. Página 57 El Libro del Tabaco, página 17. Procedencia: Biblioteca particular. Páginas 58 y 59 Colección Fundación García Arévalo. Página 63 Museo de Altos de Chavón, La Romana, República Dominicana. Página 65 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Página 66 En Tobacco. Its history… Página 67 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Página 68 Izquierda: Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Derecha: En Tobacco. Its history.


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Página 69 Procedencia: Biblioteca de Roberto Cassá. Páginas 70, 73-75 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Miel. Página 76 Antonio Núñez Jiménez. Marquillas cigarreras cubanas, Sociedad Estatal del Quinto Centenario y Tabacalera, S.A., 1989. Procedencia: Biblioteca particular. Página 77 Theodore de Bry. América (15901634). Procedencia: Biblioteca de Roberto Cassá. Página 78 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Página 80 La Financiación de la Carrera de Indias (1492-1824), Fundación El Monte, Sevilla, 1992. Procedencia: Biblioteca particular. Páginas 81 y 82 Antonio Núñez Jiménez. Marquillas cigarreras cubanas. Página 84 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel.

Página 100 Lionel Wafer. Viajes… al Istmo del Darién. Cuatro viajes entre Indios, 1681. En Ciencia y Técnica entre Viejo y Nuevo Mundo. Siglos XVXVIII, Lunwerg Editores, S.A., Mayo 1992, p. 191. Procedencia: Biblioteca particular. Página 101 José Manuel Rodríguez Gordillo. La Difusión de Tabaco en España. Diez Estudios, Universidad de Sevilla y Fundación Altadis, Sevilla, 2002. En lo adelante: La Difusión… Procedencia: Biblioteca particular. Página 102 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Páginas 103, 107 y 108 Tobacco. Its history… Página 110 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Página 111 La Difusión…, p. 279. Páginas 112, 114-123 Tobacco. Its history… Página 124 La Difusión.., p. 209.

Página 85 Procedencia: Biblioteca particular.

Página 125 Tobacco. Its history...

Páginas 86 y 87 Procedencia. Tobacco. Its history…

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Página 127 Tobacco. Iits history… Página 130 La Difusión… Páginas 132-134 y 139 Tobacco. Its history… Página 142 Leslie's, 11 de marzo de 1871. En Emilio Rodríguez Demorizi. Lugares y Monumentos Históricos de Santo Domingo, Sociedad Dominicana de

Geografía, Santo Domingo, 1980, p. 27. En lo adelante: Lugares y Monumentos... Página 147 Colección: María Emilia Thomén de Pimentel. En Edwin Espinal Hernández. Historia Social de Santiago de los Caballeros, 1863-1900, Fundación Manuel de Jesús Tavares Portes, Santo Domingo, 2005, p. 83. Páginas 148 y 150 Tobacco. Its history… Página 155 José Manuel Rodríguez Gordillo. Historia de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005, p. 92. Página 157 Roberto Cassá. Historia Social y Económica de la República Dominicana, tomo I, Santo Domingo, 2003, p. 318. Página 159 Susanne Everett. The Slaves. New York, G.P. Putman's Sors, 1978 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Página 160 Antonio Núñez Jiménez. Marquillas cigarreras cubanas… Páginas 162, 165 y 167 José Pérez Vidal. España en la Historia del Tabaco, ob. cit. Página 171 Emilio Rodríguez Demorizi. Lugares y Monumentos…, p. 23. Página 172 Cuadro de la producción de 1836, según datos aportados por José Gabriel García en su Historia de Santo Domingo. Elaborado por Emilio Cordero Michel a quien agradecemos haberlo facilitado para esta obra. Página 174 José Pérez Vidal. España en la Historia del Tabaco, ob. cit.


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Fuentes de ilustraciones|350|

Página 177 Izquierda: Emilio Rodríguez Demorizi. Caricatura y Dibujo en Santo Domingo, 1977. Derecha: Album General… 15041933 Procedencia: Archivo Histórico de Santiago. Página 179 Dante Bellagarde. La Nación Haitiana, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, Santo Domingo, 1984. Páginas 180, 182, 184, 185 y 188 Samuel Hazard, Santo Domingo, Pasado y Presente (1871). Páginas 190-192 Miguel Estrella e Isaac Rudman. El Papel Moneda Dominicano. Tomo I. 1782-1912. Banco Popular Dominicano, Santo Domingo, 2003, p. 81 y 82. Página 194 Procedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Página 199 José Pérez Vidal. España en la Historia del Tabaco, ob. cit. Página 200 José Pérez Vidal. España en la Historia del Tabaco, ob. cit. Páginas 202 y 203 Leví Marrero. Cuba: Economía y Sociedad… Vol. 11. Procedencia: Biblioteca de Manuel García Arévalo Página 204 Foto: Biblioteca de Emilio Cordero Michel. Página 207 Samuel Hazard. Santo Domingo… Páginas 210 y 211 Leví Marrero. Cuba, Economía y Sociedad… Vol. 11 y 12 Página 212 Izquierda: Samuel Hazard. Cuba, Pluma y Lápiz. Tomo I. Procedencia Biblioteca de Emilio Cordero Michel.

Página 214 Ibídem, tomo II, p. 163. Páginas 217, 220 y 224 Samuel Hazard. Santo Domingo… 1871. Página 227 Izquierda: Boletín Oficial 31 de diciembre de 1870. Derecha: Gaceta Oficial de Santo Domingo. 25 de junio de 1877. Procedencia de ambas: Biblioteca PUCMM, Santiago.

Páginas 250, 251 y 253 Antonio Núñez Jiménez, Marquillas cigarreras cubanas. Procedencia: Biblioteca particular. Páginas 254, 257-259 Antonio Núñez Jiménez. El Libro del Tabaco… Página 264 Periódico La Industria, 1 y 31 de agosto de 1883. Procedencia: Biblioteca PUCMM, Santiago.

Página 231 Leví Marrero, Cuba, Economía y Sociedad…, ob. cit.

Página 266 El Eco de la Opinión, 4 de enero de 1884. Procedencia: Biblioteca PUCMM, Santiago.

Página 232 Revista Cuna de América, Núm.15, 20 de octubre de 1913. Procedencia: Biblioteca Nacional.

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Página 238 Izquierda superior: Gaceta de Santo Domingo, 12 de octubre de 1878. Procedencia: Biblioteca PUCMM, Santiago. Izquierda inferior: Semanario La Voz de Santiago, Núm.7, 9 de marzo de 1880. Procedencia: Archivo Histórico de Santiago. Derecha: Semanario La Voz de Santiago, año I, número 36, 26 de noviembre de 1880. Procedencia: Archivo Histórico de Santiago.

Página 271 El Eco de la Opinión, 3 de enero de 1885. Procedencia. Biblioteca PUCMM, Santiago.

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Página 276 Samuel Hazard. Santo Domingo… (1871).

Páginas 242 y 243 Antonio Núñez Jiménez. Marquillas Cigarreras Cubanas… Procedencia: Biblioteca particular.

Página 281 Samuel Hazard. Cuba, Pluma y Lápiz, tomo I, página 16.Precedencia: Biblioteca de Emilio Cordero Michel.

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Página 284 Antonio Núñez Jiménez. El Libro del Tabaco… Página 285 Ambas: El Eco de la Opinión, 12 de julio de 1887. Procedencia Biblioteca PUCMM, Santiago.


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Página 287 Leví Marrero, Cuba, Economía y Sociedad... Vol. 11 Página 292 Izquierda: Boletín del Comercio, 28 de marzo de 1889. Derecha: Boletín del Comercio, 17 de marzo de 1889. Procedencia de ambas: Archivo General de la Nación. Página 295 Izquierda: Boletín del Comercio. 11 de abril de 1889. Derecha: Boletín del Comercio, 18 de febrero de 1889. Procedencia de ambas: Archivo General de la Nación. Página 298 Boletín del Comercio, 6 de mayo de 1809. Procedencia: Archivo General de la Nación. Página 301 El Día, año I, Núm. 175, 30 de enero de 1892. Procedencia: Sociedad Amantes de la Luz. Página 302 El Día, año I, Núm. 179, 4 de febrero de 1892. Procedencia: Sociedad Amantes de la Luz. Página 304 La Prensa, año II, Núm. 323, 10 de noviembre de 1893. Procedencia: Sociedad Amantes de la Luz. Página 307 El Cable, periódico independiente de San Pedro de Macorís, 4 de febrero de 1893. Cortesía de Fermín Álvarez. Página 310 La Prensa, año III, Núm. 686, 19 de febrero de 1895. Procedencia: Sociedad Amantes de la Luz. Página 312 Superior: La Bandera Libre, 19 de octubre de 1899. Inferior: La Bandera Libre, 21 de febrero de 1900. Procedencia de ambas: Biblioteca de la PUCMM, Santiago.

Página 313 La Prensa, año IV, Núm. 1165, 28 de septiembre de 1896. Procedencia: Sociedad Amantes de la Luz. Página 314 La Prensa, año V, Núm. 1387, 8 de julio de 1897. Procedencia: Sociedad Amantes de la Luz. Página 315 Izquierda: El Eco de la Opinión, 23 de octubre de 1897. Derecha: El Nuevo Régimen, 4 de octubre de 1899. Procedencia de ambas: Biblioteca PUCMM de Santiago. Página 317 Izquierda superior: La Bandera Libre, 3 de marzo de 1900. Derecha superior: El Eco de la Opinión, 31 de octubre de 1891. Inferior: La Bandera Libre, 24 de marzo de 1900. Procedencia de las tres: Biblioteca PUCMM, Santiago. Páginas 319 La Bandera Libre, 19 de octubre de 1899. Procedencia: Biblioteca PUCMM, Santiago. Página 320-321 Foto: Domingo Batista


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Índice onomástico

A

B

C

Abad Alfau, Antonio 187 Abad, José Ramón 6, 71, 279, 281285, 341 Abreu, Antonio 135 Abreu, Juan de 135 Abreu de Chez, Esther 14 Acosta Rodríguez, Antonio 324, 341 Aguayo 237 Álamo, A. M. 250 Alcocer, Luis Jerónimo 325, 341 Alejo Rodríguez, Juan 135 Alfau Durán,Vetilio 331, 341 Alfonso 339 Álvarez, Domingo 135 Álvarez, Fermín 351 Álvarez, Manuel 135 Álvarez, Mariano 198, 199, 334 Álvarez Leal 265, 276, 337, 338 Amurat IV 69, 88 Antonini, Gustavo A. 332, 341 Aquiles 244 Aracena, Francisco 135 Arango, José Manuel 322, 341 Araujo y Rivera, Fernando 104 Arcilia Farías, Eduardo 325, 341 Arriaga, Julián de 141 Arrom, José Juan 65, 324, 341 Ávila Suero,Víctor 331 Azlor y Urries, Manuel de 117, 118, 123, 128

Báez, Antonio de Jesús 15 Báez, Buenaventura 6, 17, 175, 184, 186-188, 190, 192-195, 209, 212, 216 Báez, Damián 187 Barberini, Maffeo 87 Barnet 339 Barreras, Joseph 141 Batlle Filbá, José 340 Baud, Michiel 73, 87, 104, 136, 143, 158, 165, 166, 176, 193, 324328, 331, 332, 333, 335, 341 Batista, Domingo 348, 351 Becan, Ettiene 322, 341 Bellagarde, Dante 350 Benzoni, M. Girolamo 54, 60, 65, 66, 323, 341 Bobadilla y Briones,Tomás 199, 334, 345 Bocanegra, Juan de 113, 326 Boin, Jackeline 332, 339, 341 Bonó, Pedro Francisco 6, 205, 223, 225, 226, 232, 235, 236, 238-242, 244, 273, 306-312, 315-318, 336, 337, 340 Bosh, Juan 333, 334, 341 Boyer, Juan Pierre 164-166, 179 Bueno, Arturo 342 Bunge, Eugen 289 Buten, Joseph 141

Cabral, José María 208 Cabrera Infante, Guillermo 11, 342 Cáceres, Alonso de 64 Calderón, Juan 135 Calvo, Miguel 146 Candler, John 166, 342 Carballo Romero, Luis 9,36, 39 Carlos II 77, 100 Carlos III 152, 329 Carlos IX 53 Carranza, José 119, 122 Carrasco,Vicente 132 Carreño Rodríguez, Nelson Ramón 335, 342 Casa Enrile (Marqués de) 109 Cassá, Roberto 15, 53, 114, 153, 161, 163, 168, 176, 195, 197, 323, 326, 327, 329-332, 334, 337, 342, 349 Castillo, José del 319 Castillo, Luis M. 313, 314 Castillo, Manuel María 315 Castro Palomino, Joseph 141 Cereceda, Alonso de 91 Céspedes del Castillo, Guillermo 323, 342 Chanlatte, Antonio 155 Charlevoix, Pierre Francois Xavier 53, 59, 97, 109, 323, 326, 342 Chaunu, Pierre 85 Chez Checo, José 8, 9, 13-15, 336, 342


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Chicón, Idelfonso (Fonso) 237 Chincón, Juan Bautista 237 Cid de la Paz, José 119, 122 Clark, Benjamin F. 221 Coén y Báez, David 197 Colbert, Juan Bautista 97 Coll, Pancho 277, 278 Colón, Cristóbal 11, 51, 71 Colón, Juan 135 Colón, Pedro 64 Comin Comin, Francisco 325, 342 Concepción Álvarez, Pedro de la 125 Concepción, Mario 328, 329, 342 Cordero Michel, Emilio 15, 192, 193, 205, 330, 332-335, 337, 339, 342, 347-350 Cordero,Walter 319, 340, 342 Correa García,Wilfredo 325, 343 Courtney,W. S. 196 Cristian IV 88 Cross Beras, Julio 300, 334, 335, 340, 342 D D'Alembert 114, 122 De Alburquerque, Rafael 64 De Castro, Alfonso 109, 110 De Federico, Jesús 322, 342 De Heredia y Mieses, José Francisco 330 De la Rosa, Antonio 333, 342 De los Campos, Eudoro 247 De Peña, Manuel 237 De Peña y Reynoso, M. de J. 336 Dearria, Sebastián 97 Deive, Carlos Estevan 104, 323, 324, 326, 342 De Bry,Theodore 349 De la Mota, Iñigo 90 De Moya, Casimiro N. 345 Del Castillo, José 323, 340, 342 Del Monte y Tejeda, Antonio 329, 330, 342 Del Moral, Luis F. 339 Delgado González, José 135 Denot, Ernesto 324, 345 Despradel y Batista, Guido 332, 342 Dessalines 158 Díaz, Chepe 319 Díaz, José Joaquín (Quin) 36

Díaz, Santiago (Quin) 9 Díaz Nin, Santiago (Chago) 32, 36, 38, 40, 322 Diderot, M. 114, 122 Dobal, Carlos 342 Domínguez, Jaime 208, 218, 289, 291, 293, 305, 333, 335-340, 343 Dorvo Soulastre 154 E Echevarría, Domingo 177 Echevarría y Díaz, Félix Ramón 322, 343 Engelbrecht, Martín 149, 151 Espaillat (Familia) 151 Espaillat (Monsieur) 151 Espaillat, Augusto 329 Espaillat, Francisco 329 Espaillat, Ulises F. 329 Espaillat Cabral, Pedro Ramón 329, 343 Espinal Hernández, Edwin 332, 335, 336, 340, 343 Estrella, Miguel 333, 343, 350 Etchegarray, Martin de 145 Everett, Susanne 349 F Fabens, J.Warren 201 Fajardo, Luis 74 Farensbasck (Baron) 289-291 Federico, Jesús de 20, 29, 30 Felipe II 77, 78 Felipe III 81, 82 Fernández, Félix 15 Fernández, José 135 Fernández de Oviedo, Gonzalo 5257, 59, 64, 323, 343 Fernando VII 161 Fernz, Bernardo 135 Ferrán, Fernando 333, 334, 343 Flores, Juan Vicente 336, 342 Flores Sasso,Virginia 324 Fontecha Pedraza, Antonio 334, 343 Francisco (Don) 64 Franco de Torquemada, Francisco 104 Franco Fondeur, Román 298

G Gabb,W. M. 209 Gálvez, José de 149 García, Federico de José 209 García, Joaquín 153 García, José Gabriel 166, 185, 186, 209, 343, 349 García, Ramón 209 García Arévalo, Manuel 57, 65, 324, 334, 341, 343 García Fuentes, Lutgardo 100, 105, 343 García Gallo, Gaspar Jorge 325, 343 García Lluberes, Alcides 331, 343 García Lluberes, Leonidas 331, 343 García Muñiz, Humberto 340, 343 Gerardino de Guzmán, Juan 135 Gil Bermejo García, Juana 76, 79, 85, 92, 324, 325, 343 Gili (Padre) 59 Glas, José M. 197, 211, 216 Gómez Moya, Ubaldo 340 Gómez, Máximo 288, 289, 338, 339, 346 Gómez de Sandoval 70, 71 González, Ignacio María 216, 218, 223 González, Julio 15 González, Manuel 152 González, Raymundo 310, 318, 328, 343 González, Reynaldo 325, 343 González Calleja, Eduardo 334, 343 González Hernández, Julio 340, 343 González Rodríguez, Adolfo 324 González Tablas, Ramón 206, 343 Grant 221 Grosking 289 Grullón, Rafael 39, 322, 343 Guazo Calderón (General) 109 Guerra Sanchez, Ramiro 325, 343 Guerrero Cano, María Magdalena 333, 344 Guillaumin 203 Gutiérrez Escudero, Antonio 64, 109, 117, 121, 123, 134, 153, 324, 326-329, 344 Guzmán, Isidro de 135 Guzmán, Ramón 199


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H Hazard, Samuel 213, 216, 326, 335, 344, 349, 350 Henríquez y Carvajal, Federico 306 Hernández, Juana 15 Hernández González, Manuel Vicente 328, 344 Herrera, César A. 333, 339, 344 Herrera Cabral, Rafael 63 Herrera R., Rafael Darío 338, 344 Heureaux, Ulises 339, 345 Hoetink, Harry 171, 197, 199, 334, 344 Hostos, Eugenio María de 264, 338 Hungría Morel, Radhamés 332, 344 I Incháustegui, J. Marino 324, 325, 344 Infante Viñas, Juan E. 331, 344 Inginac (General) 166 Isabel I 204 J Jaret, Luis 95 Jiménez, Juan Isidro 288 Jiménez, Ramón 322, 344 Juana 11 Julia, Juan 237 Jutzo, Antonio 141 K Keim, Randolph 169, 210, 212, 344 Kuck 299 Kuethe, Allan J. 324, 344 L L'Obel, M. 348 Labat (Padre) 53 Las Casas, Bartolomé de 53, 54, 344 Lavastida, M. 179 Le Pers, Jean Batiste 93, 324, 325, 344 Le Riverend, Julio 325, 344 Lecanda, Andrés de 123, 128 Legorburu, Antonio 97 Lemos, Antonio 97

León, Fernando A. 9, 15 León, José 14, 323 León Jimenes, Eduardo 9 León Jimenes, Enrique 9 León Jimenes, Herminio 9 Lescallier, Daniel 327 Lima, José 237 Linneo 30 Liogier, Alain Henri 51, 323, 344 Llanos, Manuel 322, 344 Llanos Company, Manuel 325, 344 Lluberes, Antonio 70, 77, 79, 92, 113, 129, 137, 138, 140, 141, 147, 149, 151, 153, 157, 169, 187, 193, 214, 318, 324-340, 344 López Cantos, Ángel 92, 325, 345 López Morillo, Adriano 200, 345 Losada, José de 327, 328 Lovén, Sven 53, 323, 345 Loverture,Toussaint 158 Lugo Lovatón, Ramón 334, 345 Luis XIV 97 Luperón, Gregorio 218, 230, 240, 336, 337, 345 Lyonnet, C. 154 M Malaret, Augusto 323, 345 Maloon, Omar 348 Marmolejos, Llillia 237 Marrero, Leví 350, 35 Marrero Aristy, Ramón 188, 345 Marte, Roberto 168, 199, 332, 333, 334, 345 Martin Aceña, Pablo 325, 342 Martínez, José 51, 57 Martínez de Quijano, Juan Antonio 98, 99 Medicís, Catalina de 53, 68 Medina, Raúl 35 Mejia Ricart,Tirso 330-333, 342, 343, 345 Mellado 247 Mencía, Simeón 237, 298 Méndez, Antonio 91 Méndez, Ariosto 39 Méndez, Juan Antonio 135 Mendoza, Carlos 324, 345 Menéndez de Valdez, Diego 92 Meriño 336 Meunier, Constantino 200 Michels, Albert 324

Mira Caballos, Esteban 323, 345 Miranda (Diputado) 231, 232 Moctezuma 59 Monades, Nicolás 19, 345 Monción, Benito 209 Moreau de Saint Mery, M. L. 131, 327, 345 Moreno, Guillermo 209, 332, 335, 345 Moreno, Santiago 158, 201, 330, 345 Morillo, Francisco 330 Moscoso, Rafael M. 323 Moya Pons, Frank 60, 63, 164, 170, 173, 178, 324, 326, 331-334, 342, 345 Muñoz del Monte, Francisco 135 N Nadal, Joaquín 54, 323, 345, 347 Navarro García, Luis 108, 117, 327, 345 Neander, Johann 85 Nicor, M. 53 Nicot, Juan 68 Nouel, Carlos 216, 335 Núñez, Juan 135 Núñez de Cáceres, José 161 Núñez de Torra, Andrés 94 Núñez Jiménez, Antonio 324, 325, 328, 345, 348-350 O Ortega, Elpidio 57, 345 Ortega, Gregorio de 135 Ortiz, Fernando 323, 325, 345 Osorio, Antonio de 74, 75, 79, 91 P Padilla, José María 330, 346 Padilla Guardiola, Juan de 95 Palm, Erwin Walter 137, 328, 346 Pané, Ramón (Fray) 64 Passe, Crispijn de 81 Pedrito 339 Pedron 154, 158, 330 Peguero, Luis Joseph 323, 346 Peláez Campomanes, Antonio 198 Pelletier 280 Peña P. 348


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|355|Indice onomástico

Peña Pérez, Frank 326 Peralta, Rosa 15 Peralta y Rojas, Isidro 145, 147, 149 Perdomo Cisneros, Alberto 326, 346 Pérez Guzmán, Francisco 338, 346 Pérez Memen, Fernando 173, 334, 346 Pérez Vidal, José 324, 346, 349, 350 Pezuela 88 Pichardo, Andrés 331 Pichardo, José D. 305 Pichardo, Orlando H. 332, 346 Pison, Fernando 113 Place,Víctor 176 Porter, Nixon 174 Pouancy 97 Poyo, José Dolores 339 Puiz, Féliz 145 Pujol, Pablo 208 R Ramírez de Perdomo, Gisela 326, 346 Ramón, Fray Tomás 66, 68 Reinoso, José 135 Rivero Muñiz, José 325, 346 Riviero, Felipe 202 Robin, M. C. C. 158 Robles, Andrés de 102 Rochefort 53 Rodríguez, Cayetano Armando 330 Rodríguez, José Emilio 38 Rodríguez,Victoriano 299 Rodríguez. Manuel 135 Rodríguez Álvarez, Juan 135 Rodríguez Demorizi, Emilio 79, 111, 132, 151, 324-327, 329-338, 340, 346, 349, 350 Rodríguez Ferrer, Miguel 252 Rodríguez Gordillo, José Manuel 325, 327, 328, 347-349 Rodríguez Morel, Genaro 13, 325327 Rojas, Antonio de 145, 149 Rojas, Carlos de 135 Rolfe 88 Roth 53 Rubio y Peñaranda, Francisco 113 Rudman, Isaac 333, 343, 350

S

V

Saint Remy, Lepellier de 90, 347 Salcedo, Pedro 135 San Miguel, Pedro L. 334, 340, 347 Sánchez Valverde, Antonio 131, 137, 151, 326, 327, 329, 347 Sánchez, Serafín 339 Sandoval, Diego de 80 Sang, Mu-Kien Adriana 8, 9, 13, 15, 325, 326, 331, 333, 335, 338, 347 Santamaría, Francisco J. 347 Sardinero, Juan 124, 155 Satanowsky, Nora 324, 345 Sepúlveda, Pedro de 92 Serrano, Francisco 198 Serulle Ramia, José 332, 339, 341 Sevilla Soler, María Rosario 113, 130, 142, 143, 149, 153, 327-329, 347 Shomburgk, Robert, 174, 178, 181, 332 Solano y Bote, José 135-139, 143146, 149, 343 Sopeña, Martín 141 Soto Jiménez, José Miguel 332, 347 Soulastre, Dorvo 154 Stahl, A. 56 Subirás y Barra, Narciso 138-140, 145

Valerio, Fernando 173, 177, 332, 346 Valverde, José Desiderio 218 Valverde, Pedro 187 Van Kichtofen, H. (Barón) 296 Van Peima, Beitema 103 Vásquez Montalbán, Manuel 325 Vega, Bernardo 68, 324, 332, 347 Vega, Juan de la 128 Vega de Bonnelly,Vanessa 120, 347 Velilla de Torres, Francisco Antonio 128, 329 Veloz Maggiolo, Marcio 54, 322, 347 Verax 337 Veytia Linaje, Joseph de 97 Vila Vilar, Enriqueta 88, 92, 324, 325, 344, 347 Von Bismarck, Otto 222 W Wafer, Lionel 349 Walls 277, 27 Walton,William 159, 347 Westendorp, M.W. 289 Wilkens, Manfred 331, 333-335, 347

T Tarin del Cussy 99 Tejera, Apolinar 324, 347 Tejera, Emilio 52, 56, 68, 88, 323325, 347 Tertre, Padre de 53 Thomasset, H. 294-296 Thomén de Pimentel, María Emilia 349 Tolentino, José 237 Toribio, Rafael 14 Torrente, Mariano 178, 183 U Urbano VIII 87, 88 Ureña, Antonio 237 Urieta, Pedro de (Don) 102 Urrutia, Carlos 161, 163 Utrec (Conde de) 97 Utrera, Fray Cipriano de 324, 325, 328-330, 347

Z Zaldívar Luna, Iturbides 32, 38, 322, 347 Zeller, Neici M. 331, 347


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