LA HUELLA CATALANA EN EL CARIBE / LA PETJADA CATALANA AL CARIB
Wifredo GarcÃa PECULIARES OBSESIONES
SANTIAGO DE LOS CABALLEROS, FEBRERO 2009 / BARCELONA, ENERO 2010
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AUTORRETRATO. s/f Gelatina de plata sobre papel. 18 x 12.2 cm. Cedida en préstamo por Margarita García de Vargas
Wifredo o la encarnación de la fotografía RAFAEL EMILIO YUNÉN / Director General Centro León Desde sus orígenes, el Centro León se concibió como una institución dialogante, como un órgano cultural que, a través del trabajo de investigación, gestión y promoción, asimila, interpreta, propone e intercambia significados con la comunidad en la cual se encuentra inserto: del barrio a la ciudad, de la ciudad al país, del país al Caribe, de la región caribeña al resto del planeta y viceversa. Esto no solo plantea un reto a la perspicacia y la capacidad de asombro del gestor, también implica asimilar la cultura del presente como algo que se hace todos los días y a los seres humanos como cotidianos creadores culturales. En este sentido, la exposición Wifredo García: Peculiares obsesiones ha resultado una enriquecedora experiencia de trabajo para el Centro León. Es así por varias razones. La primera de estas radica en el hecho de haber sido una muestra pensada, preparada y realizada a partir del archivo de Wifredo García, que hace cerca de cinco años sus descendientes decidieron entregar a nuestra institución en calidad de préstamo a largo plazo renovable. Contar con la complicidad y el entusiasmo de sus hijos Wifredo, Margarita y Rosa resultó imprescindible para llevar a cabo todo un programa cultural del cual
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INTERIOR EN MANABAO. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 34.2 x 26.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
esta exposición forma parte. El proyecto que ahora se expone nos ocupó casi dos años y exigió desde el principio una meticulosa labor de investigación, cuyo primer resultado apreciable fue la puesta en valor de ese archivo, que desde septiembre de 2008 está siendo consultado en nuestra Mediateca por investigadores, artistas, profesores, estudiantes y público interesado. De algún modo, podríamos afirmar que a partir de ese momento Wifredo García, el artista, entró en una nueva etapa de su vida creadora, al llegar a sus destinatarios naturales. El trabajo de investigación permitió, además, ir reconociendo las diferentes facetas que constituyen el perfil de ese creador, lo que se puso de manifiesto en 2008 con el programa “Año Wifredo García”, en conmemoración de su fallecimiento hace dos décadas. Diversas tertulias y un seminario con especialistas y discípulos de García examinaron su trayectoria como artista, organizador de grupos fotográficos, coleccionista y maestro. Toda esa labor de búsqueda y debate desembocó en la curaduría y diseño museográfico del equipo del Centro León que hizo posible Wifredo García: Peculiares obsesiones. Pero, por si todo esto fuera poco, la exposición encontró una nueva resonancia al estar inscrita dentro del programa La Huella Catalana en el Caribe. Nacido en Cataluña y emigrado hacia la República Dominicana a los once años de edad, Wifredo García se presenta en esta muestra no solo como el relevante fotógrafo que fue, sino también como un caso muy especial de creador que plantea ángulos inquietantes y retadores a la hora de estudiar la identidad, uno de los tres ejes temáticos fundamentales del Centro León. Trabajar con la Casa Amèrica Catalunya, el Institut Ramon Llull y un grupo importante de instituciones caribeñas en la concepción, organización y desarrollo de La Huella Catalana en el Caribe ha sido, es y será una experiencia importante para nuestra institución. Del mismo modo, nos sentimos orgullosos de que la apertura de Wifredo García: Peculiares obsesiones en febrero de 2009 y en el Centro León sea, al mismo tiempo, la inauguración del programa La Huella Catalana en el Caribe. Este sentimiento se hace aún mayor al constatar que la muestra también será parte de la inauguración de ese programa en Barcelona durante el mes de enero de 2010. Veintidós años después de su muerte, Wifredo García regresará a su tierra natal como lo que fue: un extraordinario fotógrafo dominicano. Haber ayudado a que esto fuera posible constituye un toque de satisfacción único para el Centro León y, sin dudas, para las instituciones catalanas que nos han acompañado en esta empresa. La muestra que aquí se presenta nos propone un encuentro esencial con Wifredo García ya que, a partir de ahora, será un artista mucho más conocido dentro y fuera de la cultura dominicana. Estas “peculiares obsesiones” recogen sus temas clave y sus búsquedas más fructíferas. En los diferentes ámbitos de esta exposición (y en este catálogo que la refleja perfectamente) el espectador acucioso se podrá confrontar con el experimentador avezado y agudo, el paisajista sensible y certero, el retratista apasionado y revelador, el fotógrafo de asuntos sociales preocupado y solidario; en fin, con el hombre que usó la fotografía como un medio para encontrarse y no solo terminó descubriéndonos a todos, sino que también acabó convirtiéndose en la encarnación del acto fotográfico sobre la tierra.
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Doble página anterior: ROPA TENDIDA EN EL SUR DE FRANCIA. s/f Cibachrome. 20.7 x 30.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García DETALLE DE UN DIABLO COJUELO EN SANTIAGO. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Construir país en el Caribe ANTONI TRAVERIA / Director General Casa Amèrica Catalunya La Fundación Casa Amèrica Catalunya trabaja para tender puentes y reforzar los vínculos que unen a América Latina y el Caribe con Catalunya. Con estos mismos planteamientos y objetivos nacía en la ciudad de Barcelona en 1911 esta entidad, próxima ya a su centenario, con el nombre originario de Casa de América de Barcelona. Nuestra Fundación entiende la cultura como una de las herramientas más eficaces para conocer y acercar las realidades de uno y otro lado del Atlántico. Mediante una oferta que, entre otros, incluye exposiciones, jornadas, espacios literarios y musicales, debates o ciclos documentales y cinematográficos, Casa Amèrica Catalunya apuesta por ser un complemento de cooperación cultural americanista con otras instituciones y un puente de acción exterior en el co-desarrollo de los países del ámbito iberoamericano. En una Catalunya del siglo XXI con una importante presencia de ciudadanos y ciudadanas de los distintos países de la comunidad iberoamericana de naciones, nuestra institución practica hoy una acción abierta a la participación, al diálogo intercultural y a la integración, reconociendo siempre los orígenes de las personas.
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MONTAÑA Y NUBES. c. 1983 Impresión cromogénica sobre papel. 49 x 39 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Casa Amèrica Catalunya se embarcó en la aventura transatlántica de La Huella Catalana en el Caribe, de la mano del Centro León y conjuntamente con el Institut Ramon Llull, hace ya dos años, plenamente conscientes de la importancia y oportunidad de trabajar juntos en un programa cultural de esta envergadura. Armado desde la complicidad de tres instituciones distintas, La Huella Catalana en el Caribe busca evocar y sobre todo aprender de un pasado colectivo común: el legado que los catalanes dejaron en el área caribeña, reabriendo así una etapa de la historia emigrante catalana que tuvo mucho más calado que el conocido hasta hoy. Más allá del ampliamente difundido y reconocido ámbito económico (enmarcado en la expresión “fer les amériques”, cuya traducción literal sería “hacer las américas”), la influencia catalana abarcó muchos más aspectos, desde el político hasta el arquitectónico, pasando por el artístico, social y académico. La inauguración de la exposición fotográfica Wifredo García: Peculiares obsesiones es la primera acción de este programa catalán-caribeño, que tiene su punto de arranque en República Dominicana, recorre con otras acciones Puerto Rico y Cuba, para concluir en tierras catalanas. La historia del catalán Wifredo García Domenech pertenece al Caribe. Y lo más destacable es que, como en tantos otros casos de ciudadanos y ciudadanas de origen catalán, Wifredo pertenece a la historia del Caribe incluso antes de su nacimiento. Su abuelo y su madre, ambos catalanes, formaron parte del tejido social, cultural y laboral de República Dominicana, país que dejaron atrás en 1930 para regresar a Catalunya. Wifredo García Domenech nació así barcelonés, pero a los 11 años regresó a una tierra familiar que él todavía no conocía. En República Dominicana creció y se formó; y desde entonces fue parte indiscutible de este país caribeño. Wifredo García es por tanto tan catalán como dominicano, y simboliza a tantas mujeres y hombres que construyeron futuro desde su origen, alejándose del Mediterráneo y adoptando el azul del Caribe como propio. A principios de 2010, Wifredo García: Peculiares obsesiones viajará a Barcelona. El artista dominicano, el fotógrafo catalán, estará de vuelta en casa. Y será la primera vez que exponga su obra en Barcelona, su ciudad natal. Con él, arrastrará una memoria colectiva catalana-caribeña que este programa cultural pretende destacar: la de aquellos catalanes que decidieron construir país más allá del suyo propio y que hicieron del Caribe su identidad.
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Doble página anterior: RECIÉN CASADOS DE ARENOSO DISPONIÉNDOSE A SUBIR AL VEHÍCULO NUPCIAL. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García PESCADOR DE BAYAHÍBE. 1983 Gelatina de plata sobre papel. 40.5 x 30.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
El descubrimiento de un maestro JOSEP BARGALLÓ / Director Institut Ramon Llull Antes del programa La Huella Catalana en el Caribe, coorganizado con Casa Amèrica Catalunya y el Centro León de Santiago, en República Dominicana, el nombre de Wifredo García me era totalmente desconocido, como lo es para la mayoría de los habitantes de tierras de habla catalana. A partir de ahora, en cambio, con la exposición Wifredo García: Peculiares obsesiones, primero en la República Dominicana y posteriormente en Barcelona, el nombre de este gran fotógrafo seguro que formará parte de aquel imaginario colectivo que pone de manifiesto la histórica relación entre catalanes y caribeños. Es bien sabido que las olas migratorias forman parte de nuestra historia. En algunas ocasiones, por necesidades económicas, como durante el siglo XIX; en otras, por motivos de persecución política, como en el siglo XX por el desmoronamiento que supuso la Guerra Civil Española, sobre todo durante los años duros de la posguerra y el franquismo. Tanto el Caribe como América Latina han demostrado su generosidad al acogernos cuando nuestro entorno nos era adverso.
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De todos modos, algunas veces, más allá de los tópicos, que podríamos sintetizar con la figura del “indiano”, esta huella catalana es desconocida, ya sea porque la memoria popular caribeña ha olvidado sus orígenes o porque las últimas generaciones de la nuestra la desconocen. Wifredo García es uno de los olvidados. Ha sido un placer descubrir este gran maestro de la fotografía. Imágenes que, como europeo, entronco directamente con la tradición del realismo objetivo, pero que al mismo tiempo me descubren una mirada impulsiva, una forma de hacer que es, en palabras de su autor, “simplemente dominicana”. Naturaleza en estado puro, paisaje humano desde el detalle, con una técnica excepcional y un dominio del medio, tanto en blanco y negro como en color. Pero no solo maestro en su arte, sino también persona de vocación didáctica, que enseñó y transmitió a las jóvenes generaciones su visión y la de otros maestros anteriores de la fotografía dominicana. Tejió de este modo un imaginario colectivo y pasó a formar parte de la identidad y la historia del país donde llegó cuando tenía once años. Desde la agitación del asociacionismo fotográfico, compartida con otros fotógrafos y con todos aquellos que quisieron implicarse, se comprometió día a día para construir, dignificar y transformar este arte. Y lo más curioso. Él no quería ser fotógrafo, sino escritor. Llegó a la imagen con toda su pasión literaria, con la intención de construir una sintaxis de la fotografía porque creía que “el contenido es la forma”. Superaba, por lo tanto, al simple profesional para ser aquello que él quería que fuera un fotógrafo: “poeta de la imagen”. Su obra muestra con creces que lo consiguió.
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MUÑECA TRAÍDA DE NUEVA YORK. 1982 Cibachrome. 30.2 x 19.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Doble página anterior: SAN PEDRO DE MACORÍS. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García JUVENTUD REVOLUCIONARIA EN LA ISABELA. c. 1979-80 Cibachrome. 35 X 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Wifredo García: Peculiares obsesiones SARA HERMANN / Asesora de Artes Visuales Centro León KARENIA GUILLARÓN / Coordinadora de Artes Visuales Centro León Cuando en 1980 Wifredo García exhibió en la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo la exposición Nosotros, una interpretación fotográfica de la historia de la República Dominicana, evidenció un nuevo rumbo para la fotografía dominicana, que dejaba de ser un importante medio técnico de reproducción para convertirse en una herramienta de carácter conceptual en manos del artista. En esta serie, que fue después expuesta en la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago, Wifredo se propuso ser relator de la historia dominicana desde su perspectiva personal y contemporánea, con la idea de provocar reflexiones críticas en los espectadores. La observación de la naturaleza de la historia, en particular de la historia dominicana y sus procesos de construcción y comunicación, condujo al artista a reconocer la necesidad de contarlo todo de nuevo desde su propio enfoque. En este interés se conjugaban cuestiones relativas a cómo entendía él que recordamos o representamos la historia, así como también su comprensión del papel fundamental que tienen las imágenes en las negociaciones entre memoria e historia. Lo que en su momento fue
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considerado como una excelente lección de historia por sus contemporáneos, hoy puede ser analizado también como una forma de reexaminar no solo las maneras en que se entiende, se representa y se dialoga con los acontecimientos anteriores, sino también de explorar analíticamente el pasado del individuo creador a través de las imágenes que entrega el presente. Es importante resaltar que en la aparición de esta serie influyeron notablemente los contactos de Wifredo García con los Coloquios de Fotografía Latinoamericana, a cuya primera edición de México en 1978 el dominicano no pudo asistir, pero se mantuvo al tanto de lo allí ocurrido a través de los documentos que se hicieron públicos. Aquel encuentro de fotógrafos, y los dos que le siguieron (en México, 1981, y La Habana, 1982), tuvieron un claro propósito de reafirmación y enaltecimiento de la fotografía latinoamericana, favorecieron una línea de trabajo en la que prevalecían los temas de orden social y el hecho fotográfico se proponía como postura y planteamiento ideológico. Igualmente, en los Coloquios se daba especial importancia al rescate y salvaguarda de las obras fotográficas de naturaleza histórica, así como a la difusión de trabajos teóricos sobre la fotografía realizados por autores latinoamericanos.1 En su texto “Lugares comunes”, publicado a propósito del Segundo Coloquio Latinoamericano de Fotografía en La Semana de Bellas Artes, Néstor García Canclini planteaba que “toda la discusión sobre la ideología de un mensaje fotográfico debe situarlo en el tejido de relaciones que lo vuelven inteligible. Toda comunicación fotográfica debe plantearse la relación entre lo que el autor quiere decir, los recursos lingüísticos de su medio y los códigos de verosimilitud y legibilidad de sus receptores”.2 Creemos que este espíritu de investigación sobre los usos sociales de las imágenes fotográficas, la trascendencia que se reconocía a los planteamientos ideológicos desde la fotografía y la necesaria revisión que se planteaba en torno a los temarios históricos y políticos influyeron decisivamente sobre la obra de Wifredo García. La serie histórica expuesta en 1980 proponía un hecho fotográfico que evaluaba y reactuaba abiertamente la historia, al interpretarla de manera reflexiva. Este es uno de los legados fundamentales que dejó Wifredo García y una de las razones de su actualidad como fotógrafo: esa manera tan particular, metódica y analítica de observar su mundo, los acontecimientos históricos, la naturaleza y los personajes que caracterizaron de manera protagónica su contexto. Lo que pudiera ser observado a primera luz como un trabajo fotográfico meramente documental, se convierte en un planteamiento que, a través del lenguaje artístico, actúa sobre la realidad. Wifredo García, el artista que se aventura a replantearse la historia dominicana desde la fotografía, había nacido sin embargo en Barcelona, España, desde donde emigró a la República Dominicana en
1 “Historia y antecedentes de los Coloquios Latinoamericano de Fotografía”. Documentos en: www.pedromeyer.com. (Consulta: 15 de diciembre de 2008). 2 Segundo Coloquio Latinoamericano de Fotografía, en La Semana de Bellas Artes, No. 189, 15 de julio de 1981, Instituto Nacional de Cultura, Dirección de Literatura, México.
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ESCRITURA EN UNA PARED, MANABAO. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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VENDEDOR DE HUEVOS. s/f Gelatina de plata sobre papel. 50.8 x 40.6 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
el año 1946, a la edad de 11 años.3 En 1957, mientras estudiaba en Kansas, Estados Unidos, tomó sus primeros cursos de fotografía, manifestación que había sido siempre parte de su cotidianidad, pues su padre era aficionado a esa disciplina desde la juventud y cada acontecimiento en la vida de la familia García Domenech fue capturado por su lente. Así, podría decirse que todo en la existencia de Wifredo García estuvo conectado con la fotografía y con el acto de fotografiar. Desde la perspectiva contemporánea, Wifredo García se mueve entre la fotografía documental y la artística, dualidad que se expresa en todo el universo de su obra. Es apreciable en su tratamiento enfático del paisaje y el ser humano, incluso en sus propios métodos de trabajo. Colocado en esa conjunción, Wifredo García realiza una fotografía que tiene “la intención de producir un sentido específico, certero, calculado –la fotografía como registro de una poderosísima escritura en acción, en tiempo, como dominio extensivo de una irreverente e imparable gramatología del acontecimiento”.4 En ese dominio de la captura fotográfica con propósitos y finalidad discursiva definidos, se encuentra una de las razones mayores que explican la trascendencia de la obra realizada por Wifredo García. Con el reconocimiento de un paisaje y un espacio dominicanos, que hasta ese momento habían sido invisibles para la práctica fotográfica nacional, Wifredo García sentó una pauta importante en el quehacer del lente. Para su obra, el escenario nacional se tradujo en instrumento de documentación y recreación de los contextos culturales, y estos le sirvieron como materia prima para el reconocimiento del entorno y, a través de él, para la expresión de una identidad dominicana. Si bien es cierto que a lo largo de su trayectoria artística Wifredo García asumió el paisaje a partir de los elementos que definían un espacio geográfico específico, exuberante y fértil, no es menos cierto que ese panorama siempre reviste para el artista una importancia mayor si expresa a quien lo habita, a partir de rasgos o elementos que denoten propiedad o herencia de las personas o comunidades. En su interés por reconocer y retratar al ser dominicano, Wifredo García fue compendiando un archivo de fisonomías, labores, formas de actuar e interactuar característicos de los habitantes de la isla. Reconocer qué es ser dominicano y quién es dominicano fue para Wifredo García una búsqueda incesante. Las numerosas fotografías, diapositivas, negativos y mosaicos con que captaba a los más variados personajes así lo atestiguan. De ahí que estableciera en lo adelante y hasta nuestros días, intencionalmente o no, una manera de vernos y representarnos como personas y personajes a través de la fotografía. Por esta razón, la prolífica producción de Wifredo García permite establecer grupos diferenciados en su tratamiento del ser humano: obreros, campesinos, artistas, etc., y esa forma de trabajar ha tenido una contundente influencia sobre las vías por donde transita la fotografía dominicana contemporánea. Tales cuerpos de trabajo compendian retratos, imágenes del ser humano en su entorno, inmersos en sus rutinas diarias, o enfrascados en acciones significativas para su cotidianidad.
3 En lo relativo a los datos biográficos de Wifredo García, se recomienda consultar la cronología que aparece en este catálogo. 4 José Luis Brea: “Pequeña historia (de los usos artísticos) de la fotografía” (Tres hitos recientes). http://www.fundacion.telefonica. com/at/colfotografia/paginas/aa1.html. (Consulta: 17 de noviembre de 2008).
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Otro elemento que entendemos fundamental a la hora de evaluar el impacto de Wifredo García en la fotografía dominicana contemporánea es su metodología de trabajo. El artista definió una serie de procedimientos que generaron en la práctica nuevas relaciones entre el fotógrafo y lo fotografiado, al conceder igual importancia al tema o sujeto que a la técnica y rigurosidad del hecho fotográfico. Este sistema de trabajo, que insiste en la serie y la reiteración como modos de aproximación a un entorno físico cada vez más cercano a lo que podría considerarse tipológico, está igualmente marcado por la exploración identitaria. En ese sentido actúa la recurrencia de objetos y personas que alcanzan categoría de motivo simbólico y que formalmente pueden ser definidos como argumentos o referencias –mobiliarios, fragmentos de cuerpos humanos, escritos y murales en las paredes, etc.–, tan frecuentes en toda la práctica fotográfica de Wifredo García. Es sintomático ver cómo a lo largo de su trayectoria hay un énfasis en ciertos rasgos de sus personajes, como manos y ojos, e igualmente en las huellas que este ser imprime sobre el entorno, como los interiores de las viviendas y los grafitis. Esta investigación en los vestigios más simples y fútiles que las personas dejan sobre los espacios nos llega hoy como un testimonio de la trascendencia que el artista descubría en lo común y lo cotidiano. Tal intencionalidad artística establece también un punto de inflexión en la práctica fotográfica que se había desarrollado en el país hasta ese entonces: de los temas grandilocuentes e “importantes”, se pasa a priorizar lo aparentemente nimio y lo humilde. Las huellas o rastros, más allá de describir con exactitud el contexto al que pertenecen, son catalizadores de historias y narraciones que se articulan en la obra “terminada”. Este aspecto narrativo es fundamental en el trabajo de Wifredo García pues hace que su fotografía no se circunscriba a un solo sesgo de la historia o a una “historia oficial”, sino que las imágenes abren su significación a una polisemia que reta la capacidad del espectador para crear su propio sentido. En su texto “A propósito de mis 30 años en fotografía”5 el artista organizó su trabajo en períodos cronológicos definidos claramente, momentos que pueden considerarse a partir de los aspectos evolutivos de su técnica fotográfica, la visibilidad del producto artístico y, finalmente, la relación que establece Wifredo García con su medio y sus colegas del arte fotográfico. Cuando hablamos sobre los aspectos evolutivos, nos referimos a un crecimiento paulatino en el dominio y trabajo con técnicas de toma e impresión fotográficas. La visibilidad señala hacia su labor expositiva y editorial. Y la relación con su medio debe ser comprendida como su desarrollo en tanto productor individual y multiplicador de conocimientos y experiencias. Entre los años 1958 y 1968 Wifredo García da sus primeros pasos en la fotografía. Dicho por él mismo: “comencé la fotografía como comienza todo el mundo, buscando tener una documentación, un record,
5 Wifredo García: “A propósito de mis 30 años en fotografía”. Santo Domingo, junio 15 de 1988. http://www.wifredogarcia.com/ articulos.html. (Consulta: 1 de septiembre de 2008).
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GRAFITI CON HOMBRE. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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un recuerdo de algo”.6 Este período, a su entender, “marca una etapa de crecimiento, de evolución individual personal y privada. Es el tiempo de la acumulación de conocimientos técnicos autodidactas, de exploración, en el que no hay casi contacto con el público, un resultado lógico de no haberse todavía uno encontrado a sí mismo. El grueso del trabajo lo efectuaba en material diapositivo, que ya de por sí era difícil de copiar para la época”.7 En el panorama de los años sesenta, Wifredo García se convierte en elemento clave para la fundación y desarrollo del grupo fotográfico Jueves 68, que será decisivo para la posterior evolución de la producción fotográfica en el país. Desde finales de la década de los años cincuenta, su trabajo ya tendía hacia los espacios de reconocimiento del entorno y la pasión por su propia gente y por el paisaje. En esta etapa modela un discurso iconográfico que continuará adquiriendo matices antropológicos, a medida que cada personaje retratado deviene representativo de un modo de vida y una forma de interrelacionarse con el entorno. El hecho de trabajar en la zona norte del país durante esa época –Santiago y la región del Valle del Cibao– no solamente lo hizo proclive a contagiarse con los aires de cambio que ya matizaban la vida económica y cultural de ese espacio geográfico,8 sino también a un acercamiento a la naturaleza y al paisaje, así como a las comunidades que habitaban en el área. El entorno condicionó decisivamente su mirada. Wifredo García planteó: “Ante la necesidad de atender los reclamos de los jóvenes fotógrafos –prácticamente la mayoría de los de ese grupo– que necesitaban de formación técnica y orientación artística, me incliné hacia una vocación de pedagogía fotográfica que ha durado hasta el presente. De esta manera, me encontré realizado en la, a veces ingrata, labor de formar otros fotógrafos”.9 Esta, según sus recuentos, fue también la década de sus primeras exposiciones individuales, de sus primeros premios importantes, de sus inicios como profesor de fotografía en las universidades y de sus primeras publicaciones. Por su parte, es en la década de 1978 a 1988 que Wifredo García funda el colectivo Fotogrupo y logra iniciar el ambicioso proyecto de La Casa Fotográfica de Wifredo García, una entidad “para
6 Wifredo García: El testamento de plata. Segunda edición. Editora Corripio. Santo Domingo, República Dominicana, 1997. 7 Wifredo García: “A propósito de mis 30 años en fotografía”. Santo Domingo, Junio 15 de 1988. http://www.wifredogarcia.com/ articulos.html. (Consulta: 1 de septiembre de 2008). 8 Este espacio geográfico es Santiago de los Caballeros, “lugar donde coincidieron una serie de sucesos de carácter económico, intelectual y productivo que van a iniciar y dinamizar movimientos artísticos del tipo Jueves 68. En esa ciudad se funda en esos años la primera institución bancaria nacional privada (Banco Popular Dominicano), surge la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, surgen industrias diversas con nuevas tecnologías, se desarrollan programas reformadores en cuanto al renglón de la vivienda, se instaura el Instituto Superior de Agricultura y se desarrollan grandes obras de infraestructura como la presa de Tavera. Esta situación de progreso y desarrollo colectivo de la zona estuvo marcada y condicionada por el surgimiento de la Asociación para el Desarrollo. Esta Asociación, que se origina como consecuencia de una nueva apertura para instaurar la vida democrática, logra conglomerar a los empresarios que pretendían en ese momento ‘auspiciar toda clase de actividad humana tendiente al más amplio y completo desarrollo social y económico de Santiago’.” (Sara Hermann, en Reinvenciones. Fotografía dominicana post dictadura. Centro León, Santiago de los Caballeros, 2005). 9 Wifredo García: “A propósito de mis 30 años en fotografía”. Santo Domingo, junio 15 de 1988. http://www.wifredogarcia.com/ articulos.html. (Consulta: 1 de septiembre de 2008).
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los fotógrafos genuinamente interesados en su desarrollo intelectual y expresivo. Con su extensa biblioteca, su colección de cámaras históricas, sus laboratorios en blanco y negro y color, la galería de exposiciones temporales, su museo de fotografías dominicanas y las constantes conferencias, giras, cursos y prácticas de estudio, ofrece a sus afiliados la oportunidad de encontrar un lugar propicio a su apertura expresiva”.10 Este es un momento muy importante de su carrera como artista y gestor. Wifredo García expresó que esa “es la década de mis mayores satisfacciones, los premios más cotizados, las publicaciones más exitosas. Nos envuelve un profundo sentido de haber logrado algo”.11 La trascendencia de la obra fotográfica de Wifredo García y el impacto que tiene hoy en la práctica de ese arte están directa y estrechamente vinculados a la labor de multiplicador que desarrolló el artista y a su extensa gestión expositiva y editorial. Este hecho se hace muy evidente en sus múltiples exposiciones,12 así como en su abundante labor editorial. Son de su autoría los libros: Algo de mí (1974), La fotografía según Wifredo García (1977), La catedral del bosque, un itinerario al Pico Duarte (1981), Fotografía. Un arte para nuestro siglo (1982), El testamento de plata (1997, postmortem). Fue co-autor, con los escritores dominicanos Manuel Rueda (Música, literatura popular, folklore y arte) y Ramón Francisco (Creencias mágicas, las fiestas y las costumbres dominicanas) y el pintor Ramón Oviedo (dibujos) del libro De tierra morena vengo: Imágenes del hombre dominicano y su cultura (1987); con el impresor alemán Wolfgang Scheidig de País de sol y sonrisas, República Dominicana (1988); y con el historiador dominicano Carlos Dobal del libro El agua en Santiago (1975). Es importante mencionar también su extensa labor de publicación en los medios impresos de circulación masiva, como Listín Diario y Hoy, fundamentalmente en el suplemento Isla Abierta, donde colaboraba frecuentemente con ensayos escritos y fotográficos. Ahora bien, ¿es reconocido en su justa medida el impacto de esta figura en el campo de la fotografía contemporánea dominicana? Esta pregunta, que acompañó la concepción del proyecto expositivo Wifredo García: Peculiares obsesiones, sigue estando abierta y podrá ser respondida de forma más acabada ahora que esa exposición entrega la imagen más completa que hasta hoy se haya tenido de la vida y la obra de este creador dominicano.
La exposición En 2003, a quince años del fallecimiento de Wifredo García, sus hijos Wifredo, Margarita y Rosa Virginia pusieron bajo custodia del Centro León, en calidad de préstamo temporal renovable, su colección de cámaras, instrumentos fotográficos y fotografías antiguas; periódicos, correspondencia y registros de los concursos realizados por La Casa Fotográfica de Wifredo García; obras impresas, mosaicos de trabajo, diapositivas y negativos fotográficos, tanto de Wifredo García como de otros artistas. Por
10 Ibid. 11 Ibid. 12 En la página de internet dedicada a su figura se cuentan ocho muestras individuales y veintiuna colectivas.
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Doble página anterior: JÓVENES EN BARAHONA. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
medio de un segundo convenio, los descendientes cedieron al Centro León la colección bibliográfica de su padre, conformada por cientos de libros y revistas acerca de la técnica y el arte fotográficos, historia del arte, medio ambiente y cultura en general. En el año 2008, durante el Seminario Wifredo García, realizado los días 26 y 27 de septiembre en el Centro León, fue entregado otro segmento del archivo de este autor, compuesto por más de diez mil diapositivas. Este grupo de bienes culturales, sometido a una minuciosa labor de investigación y catalogación, fue puesto en valor en la Mediateca del Centro León y generó el cuerpo de obras que conforma la exposición Wifredo García: Peculiares obsesiones. Las ciento noventa y una imágenes elegidas para la exhibición comprenden los diferentes períodos de creación del artista y son una muestra de sus intereses artísticos, estilos y temas fotográficos: el entorno geográfico y social dominicano; las exploraciones de contextos internacionales, que nos refieren a su condición de viajero incansable; las indagaciones y experimentaciones fotográficas; el persistente e insaciable propósito de representar al hombre dominicano, principalmente, y de otras latitudes, en sus diversas fisonomías y tipologías; todos esos intereses, en fin, dan testimonio de sus múltiples miradas y del objetivo que persiguió desde que, siendo un estudiante en Estados Unidos, se puso en contacto con el lenguaje de la fotografía: registrar con imágenes aquello que iba descubriendo. En ese sentido, la exposición quiere hacer visible la particular forma de ver el mundo de este artista, su interés en explorar la técnica fotográfica con el mayor nivel de rigurosidad, así como su vocación de coleccionista, gestor, maestro y multiplicador de conocimientos y pasiones. Esa peculiar forma de asumir la creación fotográfica se refleja en el hecho de que Wifredo García se vinculó con la fotografía no solo desde el ejercicio de esta manifestación: todas las vertientes en las que se desenvolvió lo convirtieron en un artista esencial, que creó un universo donde la enseñanza, la creación de grupos fotográficos y el coleccionismo de bienes relativos a esa disciplina conformaron una totalidad inseparable y en constante trasiego. En la investigación y definición del guión de la exposición, se partió de una pertinente contextualización de la obra realizada por Wifredo García y se intentó visualizar en su cuerpo de trabajo aquellos significados culturalmente contextualizados que pudieran considerarse esenciales. Al tomar en cuenta que las fotografías de Wifredo García “no solo apuntan a una comunidad sino que la expresan y la hacen visible”,13 se creyó perentorio ver su obra y su expresión estética desde una perspectiva simbólica y antropológica, de modo que su significado no quedara reducido a la esfera de lo iconográfico y pudiera trascender el culto al objeto por el objeto, para apuntalarse en el contexto que le dio y le da sentido. Wifredo García llegó a la República Dominicana siendo un adolescente. Aunque su período de formación y madurez tienen lugar en el país, probablemente su condición de inmigrante provocó la intensa necesidad de buscar un marco identitario para su existencia. La fotografía fue su recurso en
13 Hans-Georg Gadamer: Verdad y método. Sígueme, Salamanca, España, 1977 (orig. 1975).
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esa búsqueda. El artista construyó con imágenes un discurso que le permitió dialogar con lo cotidiano, lo trivial, lo lúdico y lo sagrado. Su lente crítico convirtió lo popular dominicano en una expresión estética poderosa, que transfirió códigos y formas simbólicas capaces de producir sensaciones visuales extraordinarias. Wifredo García hizo visible a través de su obra un universo donde el hombre y el paisaje dominicanos adquirieron papel protagónico. Por otra parte, la muestra de la obra de este creador no está pensada en términos de una descripción cronológica y narrativa de la vida de un artista cardinal para la fotografía dominicana. Es un esfuerzo por comprender su trayectoria, sus intereses y preocupaciones, la influencia que ejerció como artista, gestor y pensador en su contexto y la vigencia de su legado. A la vez, pone de relieve, a partir de elementos museográficos y de la propia obra del fotógrafo, cómo su producción correspondió a un momento muy importante y convulso de la historia dominicana y latinoamericana, y a un incipiente interés por releer los discursos por entonces en boga sobre nuestras identidades. Es ahí donde el artista y la fotografía generan nuevas maneras de explicarnos como cultura a través de la comunicación. Como era de esperar, la exhibición se mueve preferentemente en el ámbito de lo visual, busca a partir de imágenes una prospección en las vivencias de un fotógrafo y su generación. De esa manera, el resultado expositivo articula un discurso multidireccional que vincula la historia personal de Wifredo García con la historia del país y sus comunidades, integrando tanto elementos de la vida familiar del creador, como del devenir colectivo en el cual se insertó. Esto permite demostrar cómo su obra se inscribe dentro de una corriente antropológica y etnográfica que, al decir de la crítica de arte Desirée Díaz, “evita las grandes generalizaciones, o categorizaciones, para insertarse así en esa tendencia estética postmoderna que prefiere lo individual, lo íntimo, lo doméstico incluso, como reflejo de lo inoperantes que pueden resultar los grandes relatos épicos”.14 A través de la presentación de dos bloques temáticos, El oficio y la creación y El gestor, la muestra pone de manifiesto los diferentes contenidos que coexisten en la producción de este artista, así como las interacciones que se establecen entre ellos. A su vez, cada bloque temático genera diferentes ámbitos que permiten abordar la evolución de los temarios de Wifredo García y los procesos a través de los cuales se articulaban sus series de trabajo, relacionadas en su mayoría con lo social dominicano y la identidad. Cada bloque temático ejemplifica las diferentes vías por las que Wifredo García se aproximó a la fotografía: El oficio y la creación muestra su creación artística y El gestor hace referencia a esa otra vertiente que el artista nunca abandonó: el trabajo de carácter didáctico y en pos de la formación de nuevas generaciones de fotógrafos. El planteamiento de nuevas construcciones visuales, que revisan el tradicional esquema del retrato fotográfico, ha sido uno de los más importantes logros de la fotografía dominicana post-dictadura. Esta fotografía, que tiende hacia los retratos personales y sociales, se asocia con la idea de un ejercicio de
14 Desirée Díaz: “El tiempo restaurado”. Revista Arte Cubano. Artecubano Ediciones, 2 / 2001.
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LA HUELLA DEL TRABAJO. 1971 Gelatina de plata sobre tela. 166.4 x 113 x 8.9 cm. Cedida en préstamo por Rosa Virginia García de Bencosme
apropiación que, desde el ojo del fotógrafo, se impone sobre la realidad fotografiada. Las propuestas que expanden los límites de lo documental reconocen y aprovechan la interacción entre lo fotografiado y la fotografía. La puesta en escena de las identidades, que pueden ser de individuos o colectivos humanos, conlleva una observación asimilativa que basa su verosimilitud en el énfasis y la reiteración, tanto como en la necesaria complicidad y predisposición de los sujetos involucrados. Las consideraciones anteriores son evidentes en el primer ámbito de la exposición, Ver y mirar, que se centra fundamentalmente en el retrato, en la representación fotográfica de personas o grupos y se apoya en una cita del propio Wifredo García: “Por lo regular nosotros pasamos por la vida mirando y no vemos...”15 A todo lo largo de su carrera fotográfica, este artista puso énfasis en los acercamientos al cuerpo, los fenotipos, caracteres étnicos, las labores y acciones vinculadas con la dominicanidad. Los retratos de Wifredo García son más que un concienzudo catálogo de personajes y “modelos”. Para él, fotografiar al otro era también un ejercicio de complicidad y descubrimiento. Dentro de su línea de retrato tipológico, el artista captaba personajes y colectivos en actitudes aparentemente desprevenidas. Como un investigador que emplea la técnica de la observación participante, el lente del fotógrafo se transformó en su diario de campo. Como ámbito, Ver y mirar está integrado por los sub-ámbitos Reconocimiento y Complicidad. El primero es un espacio dominado por la crítica social. Está compuesto por retratos de seres humanos comunes, gente de las calles y los campos, generalmente habitantes de realidades socioeconómicas desfavorecidas y marginadas por el sistema político-social. El conjunto compendia igualmente retratos realizados a personas o grupos sociales afectados por situaciones injustas o trágicas de la existencia humana: las personas institucionalizadas en manicomios, en contextos de pobreza extrema o en momentos de desgracias personales o colectivas. Estas imágenes reflejan modos de vida que históricamente habían sido ignorados por la fotografía dominicana. La cámara de Wifredo García dialoga con la denuncia social y traduce la sensibilidad del artista. Este creador trabajó incansablemente para capturar la identidad del hombre dominicano, probablemente como parte de su proceso de inserción en el medio que lo acogió. En ese sentido, expresó: “...cada fotógrafo debe confinarse a sus propias y peculiares obsesiones, creando los tipos de imágenes que mejor expresen su personal carácter y sentimientos... En cuanto a mí, quizá se haya tratado de una búsqueda insaciable para descubrir eso que llamamos ‘identidad’ del dominicano...”.16 En esta serie, que se desarrolla a lo largo de su carrera, queda patente el dominio técnico, el talento y la sensibilidad aguda de un artista que, en su elección de objetos y sujetos fotografiables, humaniza el oficio. Por su parte, el sub-ámbito Complicidad reúne los retratos de artistas, gestores culturales, amigos, familiares y relacionados de Wifredo García. Según afirma el creador en su libro Fotografía. Un arte para 15 Erwin Cott: “Entrevista a Wifredo García”, en el catálogo de la exposición Reinvenciones. Fotografía dominicana post dictadura. Centro León, Santiago de los Caballeros, 2005. 16 Wifredo García: El testamento de plata. Segunda edición. Editora Corripio. Santo Domingo, República Dominicana, 1997.
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CELESTIAL. s/f Gelatina de plata sobre papel. 80.3 x 25.4 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
nuestro siglo, el retrato es “una semblanza honesta que expresa la personalidad del sujeto. Constituye una investigación seria y formal acerca de la personalidad de otro ser humano”.17 Estas imágenes reflejan un fragmento de la identidad de cada personaje y muestran en ocasiones el interés del fotógrafo por revelar el oficio del sujeto. En algunas obras el artista presenta al retratado en el ámbito donde se materializa su oficio, en otras incluye en la composición objetos que nos remiten a su quehacer. El tema de lo público y lo privado, convertido hoy en paradigma social, fue abordado por Wifredo García desde los inicios de su carrera. En el momento en que la intimidad de sus personajes es compartida con el espectador, se borran las fronteras entre estas dos esferas. Es también característico de su producción vinculada al retrato el significativo volumen de fotografías que presentan a sus familiares y seres queridos. Igualmente aparecen los autorretratos –verdaderos ejercicios de autorreconocimiento–, que nos refieren a diferentes etapas de su vida. Dentro de ese conjunto, que nos habla de intimidad y confabulación, se destacan las obras Celestial –según el propio Wifredo García, “la fotografía más simbólica”18 de su esposa Hortensia Marcial– y un autorretrato que lo muestra, como ocurre tantas veces dentro de su obra, en la labor de fotógrafo. El tercer ámbito, Micro-historias, está compuesto por el políptico de la serie sobre la historia dominicana, al cual se hizo referencia en el principio de estas líneas. Las 85 imágenes de esa serie forman parte de un conjunto que en su origen tenía 120 fotografías intervenidas en su reverso con una reescritura interpretativa de la historia dominicana por parte del autor; es decir, cada imagen tiene en su dorso un capítulo de la historia dominicana que se relaciona directa o indirectamente con lo representado, con el “presente” de Wifredo García. En ese sentido, estas fotografías plantean un reto para el espectador de nuestros días, quien debe interpretar la visión del artista sobre un acontecimiento del pasado y contraponer esos criterios a su propio presente. Son muy reconocidas las posibilidades que dentro del arte posee la narración de historias. En momentos y lugares en que la transmisión de los conocimientos se establecía fundamentalmente desde la iconografía, las imágenes servían para compartir con los demás todos los relatos posibles: religiosos, históricos, mitológicos, autóctonos. El paso del tiempo es intangible, la historia también; son solo palpables a través de las recreaciones de escritores, artistas, investigadores y pensadores. Una manera de ver el tiempo y la historia es a través de la huella que la sucesión de los fenómenos deja y que podemos observar. Según el crítico de arte cubano Juan Antonio Molina, en una ponencia realizada para la exposición Mapas abiertos, fotografía latinoamericana 1991-2002: “El protagonismo en la construcción del relato histórico pudiera ser uno de los objetivos prioritarios incorporados al programa de la fotografía desde su inicio. De ahí vienen algunas de las implicaciones morales y políticas que ha tenido la práctica fotográfica en América Latina desde la segunda mitad del siglo pasado. La suposición de que la fotografía puede contribuir a
17 Ibid. 18 Wifredo García: Algo de mí. Ediciones Jueves 68. Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1968.
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CARNAVAL EN POLO. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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la construcción del relato histórico, aportando información confiable sobre los hechos de la realidad, se soporta en la propia naturaleza del acto fotográfico, que se exhibe a sí mismo como eminentemente realista. En tales circunstancias, cualquier debate sobre las posibilidades de la fotografía en relación con la historia, pasa por el filtro de la duda o la certeza en torno a la verosimilitud de la imagen”.19 Consciente o inconscientemente, Wifredo García fue también un historiador. La serie que en 1980 se expuso bajo el título Nosotros, una interpretación fotográfica de la historia de la República Dominicana y que ahora ocupa el centro de Wifredo García: Peculiares obsesiones recoge el momento en que el artista se propuso ser cronista de la historia dominicana desde su propio contexto y posición. En una entrevista con el gestor cultural dominicano Freddy Ginebra, comentaba: “Cuando uno estudia historia le dan una serie de datos, de cosas que pasaron, fechas, cifras y nombres como de algo que murió, que pasó”.20 Adelantándose a su época, enunciaba una de las teorías recientes de la historiografía: las historias de lo cotidiano, es decir, la historia del que no tiene historia escrita. Wifredo García convierte a muchos de los personajes anónimos y paisajes sociales que fotografía en verdaderos protagonistas de la historia contemporánea: “Yo he llegado a la conclusión de que todas esas circunstancias y hechos no han muerto, se mantienen vigentes en el país, en cualquier país. O sea, lo que vivimos hoy en día es un producto de esa historia y una prolongación de esos hechos, de manera que yo estoy tratando de presentar la historia dominicana con imágenes de hoy, buscando influir en el ánimo del espectador y decirle que lo que sucedió es algo que todavía vivimos hoy en día, ya sea en sus consecuencias, ya en la forma de mentalidad que nos creó, ya sea en la forma del pensamiento que ha orientado el país. En sus consecuencias hoy vivimos todavía la era de Lilís, vivimos a Trujillo, vivimos a los Trinitarios”.21 El tercer ámbito, Configuración del espacio, pertenece también al bloque temático El oficio y la creación y muestra cómo el paisaje y el entorno sociocultural se constituyeron en elementos fundamentales para la obra de Wifredo García. En su búsqueda de parámetros visuales que dieran respuesta a sus preocupaciones, el artista descubrió su medio, la realidad dominicana. Al mismo tiempo, su pertenencia a una generación de ruptura hizo que esta búsqueda lo llevara a encontrar una nueva vía de expresión en la fotografía, que lo encauzó por los senderos de la interpretación de su entorno, centrada en los espacios menos atendidos por los afanes de gloria de fotógrafos anteriores a él, que dejaban de lado la cruda realidad de la mayoría de los dominicanos. El temario vinculado al paisaje sirvió a Wifredo García como vía para plantear otras cuestiones que pudieran o no estar relacionadas con el aspecto físico del hábitat, tales como las condiciones y modos de vida, los rasgos culturales de los grupos humanos que eran sus sujetos y hasta las formas más sutiles de representación de la vida cotidiana.
19 Juan Antonio Molina: Mapas abiertos, fotografía latinoamericana 1991-2002. La Lonja, Zaragoza, España, julio de 2007. 20 Wifredo García: El testamento de plata. Segunda edición. Editora Corripio. Santo Domingo, República Dominicana, 1997. 21 Ibid.
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Así lo muestran los sub-ámbitos Panoramas, Exploraciones, Descubrimientos e Imaginarios, que conforman el citado ámbito Configuración del espacio. La obra de Wifredo García vinculada a los paisajes sociales y naturales dominicanos se expone en Panoramas. Sus paisajes y visiones del espacio urbano, en tanto construcciones visuales, muestran el posicionamiento del artista ante el mundo y traducen la visión del fotógrafo ante su contexto y realidad. Wifredo García instauró, a través de la experiencia del paisaje, una forma de ver la realidad en transformación que era la República Dominicana después de la década del sesenta, tras la caída de la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo. Estas obras fueron creadas a partir de una experiencia genuinamente emocional con el paisaje. El artista comentó en la introducción de su libro de poesía Algo de mí: “Comencé a fotografiar como un medio de expresión interior, como otra forma de poesía”.22 Por lo mismo, esta serie de fotografías invita a experimentar los esplendores y contrastes de la naturaleza, a considerarla y concebirla en toda su potencialidad conceptual y afectiva. Cada imagen propone estados de contemplación, reflexión e introspección, así como un descubrimiento antropológico a partir de la escenificación de la cultura. Es característica de la producción de Wifredo García vinculada al paisaje el trabajo estructurado en series sobre un mismo tema, que se desarrollan en diferentes y consecutivos escenarios. Ejemplo significativo de esta modalidad es su serie correspondiente a la frontera domínico-haitiana (1981-1982), que formó parte de una exposición individual del artista presentada en 1982, en el Museo del Hombre Dominicano. Según la historiadora y escritora dominicana Jeannette Miller, “la frontera de Wifredo García resulta ser un testimonio humano, social, geográfico, histórico y hasta sociológico, de nuestras relaciones con el país vecino, quizás una investigación incuestionable sobre si la isla es una e indivisible o no lo es”.23 Aristas de esa reflexión se ponen de manifiesto en la obra Carretera Internacional, una muestra del contundente contraste entre los paisajes de la República Dominicana y Haití. Mediante un primer plano a las montañas de una y otra región en la zona fronteriza, el artista parece establecer una alerta –e invitar al espectador a una lectura activa–, al presentar la diferencia entre el verdor de una parte de la isla y la aridez de la otra. En la obra, el hombre y la mujer de la frontera, también motivos fotográficos del artista en esta serie, desaparecen para dejar todo el protagonismo al paisaje. Lejos de captar una imagen edulcorada de la naturaleza, Wifredo García nos presenta una fotografía donde la belleza radica en la magnificencia y la disparidad entre ambos entornos. El propio artista declaró su propósito en el catálogo de la exhibición: “Quiero saludar a estos hombres y mujeres que son nuestra frontera, que la hacen viva y defendible. Quiero cantar a esas tierras hermosas y descuidadas. Quiero ser criticado y murmurado por decir las cosas tal como las veo y como las sienten muchos otros”.24
22 Wifredo García: Algo de mí. Ediciones Jueves 68. Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 1968. 23 Jeannette Miller: Periódico El Caribe. Santo Domingo, 11 de diciembre de 1982. El planteamiento de Miller hace referencia a la proclama de Toussaint Louverture –político y militar, el más importante de los dirigentes de la revolución haitiana y Gobernador de Saint Domingue–, quien en 1801 promulgó la abolición de la esclavitud en la isla entera, considerando que la misma “es una e indivisible”. 24 Wifredo García: Catálogo de la exposición La Frontera. Museo del Hombre Dominicano. Santo Domingo, 1982.
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CARRETERA INTERNACIONAL. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 39 x 49 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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CEMENTERIO DE CARROS EN SANTO DOMINGO. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 39 x 49 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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El sub-ámbito Exploraciones, por su parte, nos remite en esta exposición al conjunto de fotografías de viaje de Wifredo García, a sus peregrinajes por el mundo y la consecuente captura fotográfica de esos entornos. Este creador hizo de la fotografía un modo y un fin de vida, y de sus viajes y peregrinajes, procesos y prácticas artísticas. Como dominicano por opción propia, el artista nos habla fotográficamente de un hombre y un espacio universal, y nos presenta imágenes de una identidad, además de local, global. Pero también aquí se puede verificar el marcado interés antropológico que define su producción fotográfica, conjugado ahora con una audaz intención de experimentación, juego con la composición y las perspectivas. Por su parte, el sub-ámbito Descubrimientos presenta el interés de Wifredo García por el hábitat, la vivienda y los espacios que expresan la cotidianidad de la existencia. El entorno, las costumbres y tradiciones, las rutinas, el esparcimiento y la intimidad son los temas que el artista nos presenta para navegar las vías del mundo familiar y de la socialización dominicana. Este conjunto de imágenes, que realza momentos y espacios aparentemente intrascendentes y sin importancia, tiene cualidades unas veces inquietantes, otras dinámicas. Lo inquietante alude en estas obras a lo sugerente de los espacios presentados, a lo extraño de los elementos que aparecen y al desconcierto que provocan estas escenas de interiores y exteriores, tanto en espacios domésticos como públicos. La movilidad no es necesariamente literal. Es notable en el examen de las huellas del tiempo adheridas a un espacio, en la captación de fragmentos y detalles fugaces, en la plasmación de estados o actividades transitorias, en el registro de acciones en curso. Dicha movilidad se encuentra también en la rapidez de los registros, en las tomas instantáneas, en la yuxtaposición de diferentes elementos icónicos o estéticos, que confrontan territorios y momentos de la cotidianidad. Estos recursos facilitan la multiplicidad de las miradas y revelan secretos de la más íntima dominicanidad. Por otra parte, estas obras muestran el interés de Wifredo García por captar los momentos de distracción y entretenimiento del dominicano: el billar, la pelea de gallos, el juego de baloncesto, y por mostrar las características y huellas que permanecen en los lugares donde estas actividades se producen. Igualmente, hacen visibles otras líneas por donde también se revela la identidad de un pueblo: las manifestaciones de la religiosidad popular y las formas de decoración de una vivienda humilde (Interior en Saona, c. 1982), los rituales de la muerte asociados a una familia de escasos recursos (Velorio en Jarabacoa, c. 1982), la extraña relación que se establece entre una casa rural y un símbolo de la emigración dominicana a Estados Unidos, elementos unidos por la desolación y el silencio (Muñeca traída de Nueva York, 1982). Wifredo García utiliza la cámara fotográfica como una herramienta que podríamos considerar conceptual, como un instrumento que marca el terreno de la memoria, que reconoce los lugares en los que se vive y experimenta la realidad de una manera específica. En cuanto al sub-ámbito Imaginarios, reúne fotografías que se acercan a la naturaleza y a los objetos con una perspectiva cercana a la abstracción. En su libro Fotografía. Un arte para nuestro siglo, el artista apuntó que “la fotografía no representativa es la negación del tema, que en su misma negación
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OCASO. 1980 Gelatina de plata sobre papel. 42 x 39.5 cm. Colecciรณn Centro Leรณn. Donada por Danilo De los Santos
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INTERIOR EN SAONA. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 34.2 x 26.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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encuentra su mensaje”.25 De ahí que en esta fragmentación del paisaje, la flora, los objetos y los cuerpos dominicanos se encuentre también el afianzamiento de la noción de arraigo, de pertenencia e identidad, a través de la poesía visual. El marco identitario, dicho por muchos de sus tratadistas, se engendra en el suelo, en la tierra. Sin el reconocimiento del paisaje y la naturaleza no se forja una identidad. La visión fotográfica segmentada, alterada y cercana de Wifredo García que se evidencia en este conjunto de obras, es una de las maneras de construir una identidad, que en ese momento el artista entendía fraccionada. Estas fotografías nos transfieren esa fuerza magnética en que un segmento de la naturaleza y la gente es también signo y huella de la dominicanidad. Esta modalidad de trabajo constituía un desafío para Wifredo García, tanto por razones técnicas, como por las concernientes a la propia apreciación que sobre la fotografía artística se tenía en ese momento histórico (1958-1988). El artista planteaba: “La persecución del abstracto fotográfico hace uso de mayores recursos técnicos que la fotografía naturalista”.26 De ahí que estas obras, además de ser exploraciones de carácter conceptual, también lo son de índole técnico. El conjunto de obras que gira en torno a la presencia de las manos como símbolos visuales es una muestra de esas indagaciones, tanto técnicas como conceptuales. Durante todas las etapas de su producción artística, hubo en Wifredo García un insistente interés por capturar fotográficamente ese segmento del cuerpo humano. “Fotografías son fragmentos”,27 citó el artista en una oportunidad al crítico y fotógrafo Max Kozloff. Es evidente que Wifredo García quiso enaltecer esa parte del cuerpo tan importante para el ser humano: la mano que trabaja, la del hombre común; pero también la mano en una dimensión sublime: la del músico, el escritor, el fotógrafo. En cada una de estas imágenes, el artista realiza esfuerzos expresivos –de encuadre, iluminación, ángulo, aproximación adecuada– y hace énfasis en determinados accesorios, gestos, posiciones, como si quisiera revelar detalles de la biografía del personaje retratado. En una oportunidad expresó: “Es difícil decir que es un retrato si falta el rostro del sujeto. Sin embargo, la descripción podría hacerse aún sin mostrar la cara humana. Recordemos que las manos o la posición del cuerpo son muchas veces igualmente reveladoras”.28 “Históricamente la fotografía latinoamericana ha estado dirigida a la recuperación de fragmentos de realidad que habían sido dejados fuera de la representación. La dignidad de ciertas áreas de la realidad se confirma en la medida en que son consideradas dignas de la representación. Trabajar sobre esta idea implica también cambios en un sistema de jerarquías que tiende a priorizar lo interesante, lo impactante, lo heroico o lo épico como medidas del valor estético e ideológico de la fotografía. La
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Wifredo García: Fotografía. Un arte para nuestro siglo. Editora Corripio. Santo Domingo, República Dominicana, 1997. Ibid. Ibid. Ibid.
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MANOS SOBRE EL TAMBOR. c. 1979 Impresión cromogénica sobre papel. 27 x 35 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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inclusión de lo aparentemente banal, lo intrascendente o simplemente no heroico en la iconografía contemporánea, forma parte de esos cambios. La memoria individual, la biografía, el relato de las experiencias cotidianas de los individuos suele ser presentado como alternativa a los relatos sobre los procesos colectivos, las historias nacionales y los grandes eventos internacionales. La reivindicación de determinados grupos sociales adquiere un nuevo sesgo con la implementación de estrategias de representación y narrativas no tradicionales”.29 Esta evaluación crítica realizada por Juan Antonio Molina dentro de su análisis de los proyectos fotográficos latinoamericanos apunta también a un cambio de estrategias en torno a la propia producción artística, a los procesos de conocimiento o aprendizaje y a las asociaciones o colectivización por razones de orden ideológico o formalista que se desarrollan con gran profusión después de mediados del siglo pasado. Dentro de tales estrategias, adquieren especial importancia en Iberoamérica ciertas experiencias de participación que buscan aunar esfuerzos a la hora de pensar y ejecutar la fotografía. Este hecho implica un cambio trascendental en el comportamiento y desarrollo del arte fotográfico futuro. Como creador, Wifredo García se relacionó con estos cambios de estrategias que proponen nuevas correlaciones entre los fotógrafos y lo fotografiado. Desde su papel protagónico como gestor de colectivos fotográficos, su propio devenir personal y su desarrollo profesional, se planteó una mirada transversal a los paradigmas de creación artística generados anteriormente, que concebían el quehacer fotográfico como una práctica desde la individualidad y el retraimiento del creador. De ese modo, desde los inicios de su carrera, se involucró en la creación de colectivos: Jueves 68 (1968), Fotogrupo (1978), Fotogrupo Santiago (1985), Fotogrupo 23 (1987) y La Casa Fotográfica de Wifredo García (1987) muestran este interés y convierten al artista en un gestor cultural sui generis, que combinó su actividad artística con la de impulsor del arte fotográfico en nuestro país. En Wifredo García: Peculiares obsesiones, la faceta de gestor cultural, maestro, coleccionista y multiplicador de conocimientos de este artista se ofrece en el bloque temático El gestor, a partir de dos modalidades de presentación: una línea de tiempo y un espacio de reflexión que hace visible su labor de coleccionista. La línea de tiempo plantea el progreso histórico y cronológico de la vida y obra de Wifredo García. En esta secuencia cronológica se abordan paralelamente acontecimientos artísticos y sociales de la República Dominicana y del mundo. Por otra parte, en Wifredo García siempre persistió el interés por el coleccionismo de objetos y documentos. A todo lo largo de su carrera, el artista conformó una excepcional colección de cámaras e instrumentos fotográficos, fotografías antiguas, libros, revistas y otros materiales de estudio sobre esa manifestación artística, que nos indica la dimensión con que Wifredo García asumió su oficio. Instrumentos y herramientas: El coleccionista muestra esa pasión por recolectar fragmentos de historia y de recuerdos, desde la perspectiva de quien se sirve de ellos para reconstruir la memoria y enriquecer su técnica. Y
29 Juan Antonio Molina: Mapas abiertos, fotografía latinoamericana 1991-2002. La Lonja, Zaragoza, España, julio de 2007.
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es en ese mismo sentido reconstructivo que el artista comienza a coleccionar, realizando un esfuerzo interpretativo del conjunto de objetos y obras que fue acumulando. Wifredo García: Peculiares obsesiones es el inicio de un programa de intercambio interinstitucional denominado La Huella Catalana en el Caribe (2009-2010), coordinado por el Centro León, en República Dominicana, y la Casa Amèrica Catalunya y el Institut Ramon Llull, en Cataluña. En ese marco, la exposición será presentada también en Barcelona en enero de 2010, permitiendo así que las obras de Wifredo García sean apreciadas en su ciudad natal, un lugar donde paradójicamente nunca pudo exponer mientras estuvo activo como artista del lente. Esta exposición, además de mostrar momentos y períodos importantes de la producción de un artista fundamental en la historia del arte fotográfico dominicano, pone de manifiesto otra cuestión esencial: presenta la historia de un hombre fotógrafo, de un ser humano que creyó, estudió, disfrutó y sintió que la fotografía le había servido para comprender los diferentes acontecimientos que se suscitaron en su historia personal y en la de su país. De principio a fin, la exposición muestra la búsqueda afanosa de una identidad que comienza por ser individual y termina por fundirse con la cifra de una cultura: la dominicana. Unos años antes de morir, afirmó: “Lo que veo claramente es que deseo comunicarme. Si al principio tomaba fotografías para entenderme a mí mismo y solo me importaban a mí, ahora mi objetivo apunta hacia la comprensión de mi país, de mi gente, en una búsqueda de gestos y símbolos visuales que intenten una definición de dominicanidad. Y quiero decirles a todos lo que voy descubriendo. La fotografía es mi lenguaje”.30
30 Wifredo García: Periódico Listín Diario. Santo Domingo, 11 de septiembre de 1982.
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DETALLE DE DIBUJO Y ANUNCIO DETERIORADO EN UNA PARED. s/f Cibachrome. 30.8 x 20.7 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García ESTABLECIMIENTO DE VENTA DE OBJETOS RELIGIOSOS. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Doble página anterior: CELEBRACIÓN EN BAYAGUANA. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García JUEGO DE BALONCESTO II. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 26.5 x 34.2 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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JUEGO DE BILLAR EN EL SUR. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 26.5 x 34.2 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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MAYORDOMO DE LIMPIEZA EN LA BASÍLICA, HIGÜEY. c. 1979-80 Cibachrome. 35 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García MUJER PORDIOSERA EN, HIGÜEY. c. 1979-80 Cibachrome. 35.5 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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DUELO EN SALCEDO. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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ENTIERRO EN LA LÍNEA NOROESTE. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 X 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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MUJER CON COLLAR ROJO, SALAZACA, ECUADOR. s/f Cibachrome. 30.8 x 20.7 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
La obra de Wifredo García en el contexto iberoamericano CLAUDI CARRERAS Mi interés por la fotografía de los pueblos que estamos más espiritualmente unidos en este continente me ha llevado a viajar tanto a Centro como Sur América. He realizado exposiciones en muchos de estos países y he conocido y dialogado con muchos de sus grandes valores. Ha sido mi deseo estudiar cuáles elementos, ya fueren culturales o formales, son los que más pueden relacionarnos. Debo admitir que, una vez en la tranquilidad de mi escritorio y repasando apuntes que fui tomando en cada ocasión, especialmente las opiniones de los críticos de arte, el panorama general no me parece sencillo. Wifredo García: El testamento de plata
Wifredo García habla en su último libro sobre la dificultad de contextualizar y reflexionar en torno a la fotografía que se producía en América Latina durante los años ochenta. Veinte años después de este escrito, muchas cosas han cambiado: la fotografía ya no es la misma, Latinoamérica tampoco. Hemos asistido a la revolución digital en el seno de la imagen, al posicionamiento de la fotografía en
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el mercado del arte, al ocaso de la ideología revolucionaria en la producción artística y a un sinnúmero de acontecimientos políticos y sociales que han ido marcando el devenir contemporáneo de la región, en un entorno cada vez más globalizado. Sin embargo, muchas de las cuestiones abordadas por García en sus escritos siguen siendo vigentes. Sus palabras, y en general su obra, resuenan con fuerza gracias a la calidad de su legado, al esfuerzo de sus herederos y al apoyo del Centro León en República Dominicana. Corresponde ahora revisitar sus archivos, investigar sus textos e inscribir su producción en el contexto latinoamericano de la época. La tarea no es sencilla. Más de 13,000 imágenes, 30 años de producción continuada, infinidad de textos, una colección de cientos de cámaras y de libros especializados reclaman la debida atención. Nos enfrentamos a un creador obsesivo, un fotógrafo compulsivo que utilizó sus herramientas en busca de una identidad, precisamente la que le negó su propia historia. Wifredo García nació en Barcelona en el año 1935, de madre dominicana aunque de origen catalán, y padre valenciano. Creció entre la guerra civil y la posguerra. Las dificultades económicas y la situación política en España provocaron el regreso de su familia a la República Dominicana cuando tenía once años. Este país le vio crecer y consolidarse como artista. No cabe duda de que las experiencias vividas en esta primera etapa de su vida le marcaron definitivamente, forjando su desarrollo personal y creativo. En sus textos, las alusiones a su infancia y adolescencia son escasas, posiblemente realidades dolorosas le aturdían de forma contradictoria. El país en que nació se desmembraba trágicamente. Desde el exilio, sus parientes se esforzaban por reestructurar la unidad familiar, tratando de mantener sus tradiciones y enfrentándose a un mundo totalmente diferente. Wifredo García tuvo que madurar tempranamente para adaptarse de manera continua. Por un lado, a las penurias de la posguerra en su Barcelona natal y, por otro, a una nueva vida en el país que le acogió. Como a muchos niños catalanes, la guerra les robó la infancia, la época en la que se consolidan los valores y se define el individuo en la sociedad. No es de extrañar, entonces, que su trayectoria esté marcada por un proceso de investigación continuo, la búsqueda de su propia identidad. Uno de los ejemplos más desgarradores de esta pesquisa se encuentra en el libro de poemas Algo de mí, publicado por García en la Biblioteca Fotográfica Dominicana. La recopilación de poemas y de imágenes refleja de forma brusca un proceso de comprensión personal, de encuentros y desencuentros en varios momentos de su vida. Pese a todos estos cuestionamientos, cabe destacar que el punto de partida de las reflexiones de García surge desde la más absoluta “dominicanidad”. Se asume como un creador dominicano y en varios de sus textos aparecen reflexiones al respecto: Por otra parte, y esto es idea de Brassai, cada fotógrafo debe confinarse a sus propias y peculiares obsesiones, creando los tipos de imágenes que mejor expresen su personal carácter y sentimientos. Por ejemplo las dunas de Weston, las personas anormales de Dianne Arbus,
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PAREJA EN UN COLMADO DE SANTO DOMINGO. 1981 Impresión cromogénica sobre papel. 50 X 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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LAS MUCHACHAS DE FONDO NEGRO. 1975 Gelatina de plata sobre papel. 49.5 x 39 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
los paisajes grandilocuentes de Adams o las callejuelas parisinas de Atget. En cuanto a mí, quizás se haya tratado de una búsqueda insaciable para descubrir eso que llamamos “identidad” del dominicano y que, debo confesar, no sé si lo habré logrado.1 Así pues, la búsqueda de la identidad del “ser” dominicano, reflejada en una investigación sobre la otredad es, en realidad, una pesquisa por reconocerse a sí mismo en el contexto en que se desarrolló. Al preguntar a los familiares sobre estas cuestiones, su hija, Margarita García de Vargas, responde sin dudar: “No cabe duda que mi padre era un fotógrafo dominicano, sin embargo en su quehacer diario y en su forma de trabajar se veía la influencia catalana. Era obsesivo, muy meticuloso y organizado, algo que tiene poco que ver con la cultura caribeña”. El archivo de Wifredo García y su legado escrito permiten al investigador contextualizar su obra y sus motivaciones; estamos frente a un creador muy completo que supo describir personalmente sus intenciones, algo nada frecuente en el ámbito fotográfico. No se puede desvincular la figura del fotógrafo de la del escritor, aunque pesa mucho más la primera, por volumen, por vocación y porque la grafía de García está completamente vinculada al medio y a su forma de mirar. No entraré en las vicisitudes de su obra literaria, pero cabe destacar la importancia de esta para comprender sus imágenes y el contexto artístico de la época en el país. García fue un férreo defensor de la incursión de la fotografía en las bienales y concursos especializados. Luchó por instaurar las herramientas fotográficas entre los creadores locales y aprovechó sus conocimientos y posibilidades económicas para traducir, reformular, escribir y publicar libros de técnica especializada, ausentes hasta el momento en la mayoría de las bibliotecas de la República Dominicana. Tampoco se puede obviar el papel del autor como catalizador y dinamizador del medio fotográfico local. En 1968 fundó en su propia casa el grupo Jueves 68, una actividad que según él pretendía “atender los reclamos de los jóvenes fotógrafos [prácticamente la mayoría de los de ese grupo] que necesitaban de formación técnica y orientación artística, me incliné hacia una vocación de pedagogía fotográfica que ha durado hasta el presente”.2 Diez años después y tras desavenencias entre los miembros del grupo, decide escindirse y crear Fotogrupo, iniciando también el proyecto de La Casa Fotográfica en su propio hogar: “Una entidad para los fotógrafos genuinamente interesados en su desarrollo intelectual y expresivo. Con su extensa biblioteca, su colección de cámaras históricas, sus laboratorios en B/N y color, galería de exposiciones temporales, su museo de fotografías dominicanas y las constantes conferencias, giras, cursos y prácticas de estudio”.3 En resumen, la vida de García estuvo consagrada a la fotografía y a la búsqueda de su propia identidad, en un intento por aprehender el mundo con una cámara fotográfica. Un desesperado anhelo por entenderse a sí mismo y a los que le rodeaban. La fotografía le dio la posibilidad de mirarse a través
1 Wifredo García: El testamento de plata. Segunda edición. Editora Corripio. Santo Domingo, República Dominicana, 1997. p. 15. 2 Ibid., p. 16. 3 Ibid.
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MANOS ABIERTAS. s/f. Cibachrome. 35 x 27 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
de su entorno. Todas estas condicionantes hacen de la obra de García un poliedro de múltiples aristas. Tuvo la ventaja de viajar, visitar galerías y museos, adquirir libros especializados y contactar con figuras internacionalmente conocidas. Sabía de la producción internacional, sus modas y tendencias. Fue uno de los pocos creadores dominicanos que pudo romper el cerco insular para dar a conocer su trabajo y profundizar en el contexto mundial. Realizó múltiples viajes a Estados Unidos para recabar libros y equipamiento. Pero, tal y como se cita al principio de este texto, dedicó especiales esfuerzos por conocer, entender e inscribir su producción en el contexto latinoamericano de la época. Hasta 1978 la producción fotográfica en América Latina se había desarrollado de forma dispersa y con poco contacto entre los fotógrafos de la región. En este año y tras varios de preparación, el Consejo Mexicano de Fotografía AC y el Instituto Nacional de Bellas Artes convocaron a todos los fotógrafos latinoamericanos a participar de una gran exposición, con el objetivo de proyectar la producción regional a nivel internacional. Los principios y objetivos del Consejo Mexicano de Fotografía para la organización de tal evento fueron los siguientes: Considerando que el arte en sus múltiples formas de expresión es resultado de fenómenos sociales ineludibles y puesto que la fotografía como arte dinámico de nuestro tiempo encuentra su mejor ejercicio preferentemente en la captación del devenir humano y social, el Consejo Mexicano de Fotografía y el Instituto Nacional de Bellas Artes plantean lo siguiente: a) Que el fotógrafo, vinculado a su época y a su ámbito, enfrenta la responsabilidad de interpretar con sus imágenes la belleza y el conflicto, los triunfos y derrotas y las aspiraciones de su pueblo. b) Que el fotógrafo afina y afirma su percepción expresando las reacciones del hombre ante una sociedad en crisis, y procura, en consecuencia, realizar un arte de compromiso y no de evasión. c) Que el fotógrafo debe afrontar, tarde o temprano, la necesidad de analizar la carga emotiva e ideológica de la obra fotográfica propia y ajena, para comprender y definir los fines, intereses y propósitos que sirve. Por todo ello, el Consejo Mexicano de Fotografía, bajo los auspicios del INBA, convoca fraternalmente a los colegas de América Latina, acordes con estos principios, a hermanar mediante la imagen, las distintas identidades nacionales que permitan congregar la obra más representativa de nuestro continente.4 Las premisas del Consejo Mexicano de Fotografía para la organización del I Coloquio Latinoamericano fueron concisas y dimensionaban bien el sentir mayoritario del gremio fotográfico de la época en la región. Por un lado, se primaba totalmente la relación entre fotografía y sociedad, en un atisbo del denominado compromiso, heredado de la época revolucionaria y de la ideología de izquierdas. Por el otro, se daba tanta importancia a la obra en sí, como a los canales de visibilidad y distribución de las imágenes, no separando el medio de los propósitos a los que debía servir.
4 Convocatoria “Coloquio Latinoamericano de Fotografía”. México DF, 1977.
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Hasta ese momento, Wifredo García estuvo al margen de la organización del evento y su producción se vio impregnada por los postulados que marcaron a los miembros del grupo Jueves 68. Este movimiento grupal tuvo como una de sus principales premisas incluir la fotografía en el contexto del arte dominicano. En sus reuniones se debatía sobre la técnica y se organizaban expediciones para recorrer el territorio conjuntamente. “Se ha señalado que Jueves 68 fue un movimiento que resultó de la experiencia de quienes dominaban la técnica y de la actitud de quienes sintieron que esta actividad cubría un entretenimiento…”5 El movimiento Jueves 68 consiguió el anhelado objetivo de insertar la fotografía en el contexto artístico nacional, pero no pudo desvincular sus postulados de la estética lúdica y experimental del clásico fotoclub. La obra de Wifredo García en estos años estaba caracterizada por la exploración del territorio mediante los géneros fotográficos clásicos: retrato, paisaje y naturaleza. Es precisamente esta estética la que estaba muy infravalorada por los organizadores del Coloquio y por los fotógrafos profesionales de la región. En aquellos años primaban los trabajos documentales y especialmente de denuncia social. Las dictaduras del Cono Sur hacían estragos y las múltiples injusticias y desigualdades que azotaban el continente estaban en el punto de mira de los autores más consagrados. Poco a poco, se fue forjando una conceptualización de la fotografía latinoamericanista en la que se primaba el retrato de la pobreza y el rescate de las culturas ancestrales. Se pretendía reivindicar las raíces de la región en un contexto de agresiones internacionales que sustentaban a regímenes totalitarios. La influencia entre los fotógrafos de las imágenes de la épica revolucionaria cubana de los años 60 era evidente. La fotografía debía ser una herramienta para cambiar el mundo, denunciando las injusticias que se cometían en él. Wifredo García, en su libro El testamento de plata, hace referencia a tres etapas claramente diferenciadas de su producción. Según él, su primera década (1958-1967) fue una etapa de “crecimiento, de evolución individual, personal y privada. Es el tiempo de la acumulación de conocimientos técnicos, autodidactas, de exploración”.6 En una segunda etapa (1968-1977), coincidiendo con la época de gestación y organización del Consejo Mexicano de Fotografía AC y la organización del I Coloquio Latinoamericano, se consolidó Jueves 68 en la República Dominicana y García realizó sus primeras exposiciones individuales, obteniendo los primeros premios internacionales e iniciándose en el mundo de las publicaciones. Precisamente el inicio de la tercera etapa coincide con el Primer Coloquio de Fotografía Latinoamericana y con la época de mayor proyección internacional y reconocimiento del autor dominicano: “Finalmente, ésta es la década de mis mayores satisfacciones, los premios más cotizados, las publicaciones más exitosas. Nos envuelve un profundo sentido de haber logrado algo”.7
5 Wifredo García: Manuscrito “Jueves 68: movimiento y fórmula grupal en el arte dominicano”. Archivo W.G., Mediateca Centro León. 6 El testamento de plata, p. 16. 7 Ibid., p. 17.
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CAFETAL DE MOCA. 1970 Gelatina de plata sobre papel. 90 x 119.4 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
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LA MECEDORA ROJA. 1982 Cibachrome. 34.2 x 26.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
En 1978 se inicia el proceso de consolidación de la obra de García. Rompió con los miembros del grupo Jueves 68 y con muchos de sus postulados. Entró en contacto con los más destacados miembros de la fotografía latinoamericana gracias a los coloquios. Generó la Casa Fotográfica y Fotogrupo, dos de sus más grandes logros en el país. Considero que el contacto del autor con el grosso de la producción latinoamericana supuso un punto de inflexión en su producción. Desde la recepción por correo del catálogo Hecho en Latinoamérica, que incluía el resultado de las ponencias y la recopilación de imágenes de la exposición que se organizó para el Coloquio, Wifredo García toma la firme decisión de participar de tales eventos y representar fotográficamente a la República Dominicana en la región. No es de extrañar que desconozcamos las tendencias y estilos que prevalecen en Latinoamérica. Por suerte para nosotros, el Consejo Mexicano de Fotografía en 1978 tomó la iniciativa de convocar un Primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía, que fue un rotundo éxito. Todas las naciones de nuestra cultura fueron invitadas, menos República Dominicana. La exposición de las fotografías participantes recorrió muchos países europeos y tuvo su apoteosis en Venecia. Nos enteramos por prensa y posteriormente pude adquirir el libro-catálogo con reproducciones de todas las obras y ponencias.8 Sin duda, la realización del Coloquio supuso un punto de inflexión fundamental para la producción fotográfica en Latinoamérica. Por primera vez, los fotógrafos de distintos países se reunieron, y en un intento de conjunción gremial, intentaron marcar sus postulados e intelectualizar su producción. Los ecos de este acontecimiento llegan hasta nuestros días. Obviamente, muchas cosas se han cuestionado desde entonces y el quehacer fotográfico se ha diversificado mucho. Graciela Iturbide, la fotógrafa mexicana de mayor proyección internacional, al ser preguntada sobre este tema, contaba lo siguiente: En el año 1978, cuando se realizó el Primer Coloquio de Fotografía que organizó Pedro Meyer, la mayor parte de la obra de los fotógrafos participantes o las obras que eligieron Pedro y el jurado, fue documental, y generalmente más periodística que de autor. En aquella época nos reunimos todos los fotógrafos latinoamericanos en varias ocasiones, tanto en México como en Cuba. Esto nos dio la oportunidad de conocer el trabajo de todos y de discutir sobre muchos aspectos de la fotografía. Fue una época fecunda. Luego, con el advenimiento de la fotografía digital, las cosas cambiaron mucho… En la actualidad, los fotógrafos latinoamericanos tenemos muchas cosas en común. Las culturas antiguas de nuestros pueblos se asemejan en ciertos aspectos, aunque también existan grandes diferencias entre una y otra. Lo que sí nos une es el idioma, este legado que nos dejaron los españoles y que nos hermana de alguna manera. Y, también, existen distintas tendencias
8 Ibid., p. 92.
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HAITIANO VIVIENDO EN UN BATEY DOMINICANO. c. 1979-80 Cibachrome. 35.5 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
según la época. En los años setenta, había una pasión por hacer fotografía “comprometida”. Actualmente, muchos fotógrafos se dedican más bien a hacer su obra personal. Existe ahora una diversificación de la fotografía: la fotografía documental, la fotografía de autor y la fotografía conceptual. Pienso que esta diversificación crea un campo fértil para la creatividad.9 En este punto, Iturbide introduce uno de los elementos más controvertidos del debate de la época: la diferencia entre la fotografía documental y la de autor o conceptual. En este sentido, el trabajo de García en la República Dominicana era bastante rompedor y se movía entre estas dos aguas. Pese a continuas incursiones en el género documental, nunca abandonó la idea de su proyecto personal. Es decir, en todo momento primó la conceptualización de su trabajo frente al valor de la imagen aislada. El ejemplo más claro y maestro de este sentir lo encontramos en la serie histórica, una selección de 120 imágenes en que el autor aborda fotográficamente la historia de la República Dominicana desde sus orígenes. Todas las imágenes tienen una inscripción manuscrita en su reverso que no solo describe y titula la obra presentada, sino que utiliza un metalenguaje bastante irónico y punzante para hacer reflexionar al espectador sobre los temas descritos. Un ejemplo de esta dualidad entre texto e imagen lo encontramos en la fotografía 66 de la serie, donde vemos a un joven haitiano sonriente, con un pañuelo rojo en la cabeza y fotografiado frente a un fondo rojo; García anota lo siguiente en su reverso: “66. En 1937, con la excusa de crear unas mejoradas condiciones fronterizas, mandó matar 25,000 haitianos que vivían más o menos ilegalmente en territorio dominicano. Pagó al gobierno haitiano la suma de $30.00 por cada vida, como indemnización (Haitiano viviendo en un batey dominicano).” La serie histórica se expuso en el Museo del Hombre Dominicano en el año 1980, en plena época de primacía de la fotografía social y comprometida. Muchas de las imágenes que la componen se pueden inscribir en esta categoría, sin embargo, el tratamiento que le confirió el autor la ubican en el seno de la fotografía más conceptual, un género con muy poca visibilidad en el contexto de la región, especialmente en la República Dominicana. La serie histórica también supone una toma de distancia frente a la fotografía paisajística y costumbrista de García, ya que construye un cuerpo imaginario mucho más amplio y elaborado. En 1981 se convoca al Segundo Coloquio de Fotografía Latinoamericana, que se celebraría también en México. Los organizadores y las bases del certamen fueron muy similares a los del anterior evento pero, en gran parte debido a la fuerte carga ideológica del primer encuentro, en este segundo se pretendió generar una discusión profunda sobre la vinculación de la fotografía y la realidad. Los ejes del acontecimiento serán la relación entre la fotografía y la ideología, la incursión en el mundo del arte y de nuevo una reflexión en torno a las señas de identidad del continente. El debate generado tras las itinerancias por el mundo de la primera exposición quedó reflejado en la selección de ponentes y en las características de sus pláticas. Néstor García Canclini, primer orador,
9 Claudi Carreras: Conversaciones con fotógrafos mexicanos. Ed. Gustavo Gili, 2007.
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HOMBRE DEL SIGLO XX. 1978 Sandwich, positivo invertido. 15.2 x 22.8 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
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abogó por reflexionar sobre la ideología y concluyó que en ningún caso esta puede representar ninguna realidad. Y, por tanto, ninguna fotografía mostrará la realidad: “…quienes confían en la veracidad de la imagen fotográfica suponen que lo esencial de la realidad puede captarse a primera vista. Este empirismo ingenuo, en que ningún científico se atreve a incurrir, ignora que lo real no es una suma de objetos, sino una red de relaciones”.10 A partir de ahí, casi todas las intervenciones presentadas se refirieron a esta dicotomía. La selección de imágenes y, por tanto, la exposición realizada en el Palacio de Bellas Artes de México DF tuvo un carácter continuista respecto a la vocación del primer acontecimiento. A este segundo encuentro asistió Wifredo García y pudo constatar una de sus principales inquietudes: la inscripción de la fotografía en el mundo del arte y el correspondiente alejamiento de los postulados más realistas. Como hemos comentado, la obra de García ya se manejaba en esta dualidad. La contraposición entre autoría y realidad estaba muy presente en sus discusiones: Examinando estas obras cabría preguntarse si los valores formales, tales como diseño y composición, se encuentran ausentes como parte de un estilo de denuncia o si, por el contrario, demuestran la ineptitud académica del autor. Ante ciertas imágenes de gran contenido humano, uno acaba preguntándose cuáles otros méritos pueden justificarlas como artísticas. Hacen falta nuevos ojos y nuevas mentes para comprender toda una original filosofía del arte que ha venido aplicándose a estas imágenes. Yo también me he preguntado: ¿No será el contenido dramático una simple excusa para disimular el desconocimiento de la técnica?11 Paradójicamente y con todas estas inquietudes, García decidió presentar una de sus series más dramáticas e inquietantes al consejo de selección de obras del Segundo Coloquio: Manicomio, realizada en el año 1980-1981 y que también participó en la XV Exposición Bienal de Artes Plásticas de Santo Domingo. Ciertamente, esta es una serie que no encaja demasiado en el total de la producción del autor. Las imágenes son extremadamente duras y descarnadas, recursos que García no acostumbraba a utilizar. Este trabajo significa toda una aproximación a la locura, que se convirtió en una reflexión sobre la cordura y los sistemas de integración. El proyecto fue seleccionado para el encuentro, con lo cual García se convirtió en el primer fotógrafo dominicano que expuso su trabajo en los Coloquios de Fotografía. Cabe destacar que otras dos fotógrafas presentaron trabajos sobre la locura en el certamen y también fueron seleccionadas: Ana Cristina Henríquez, de Venezuela, y Alicia D’Amico, de Argentina. La fotografía en psiquiátricos y manicomios se convirtió en una forma de explicar los desajustes del mundo contemporáneo. El relevo del Segundo Coloquio lo tomó Cuba; por primera vez la organización salió de México. Tras largas negociaciones y con mucho menos presupuesto, se consiguió que el Coloquio se realizara en La Habana. La organización del mismo estuvo a cargo de Casa de las Américas y del Consejo Mexicano de
10 Néstor García Canclini: Memorias del Segundo Coloquio de Fotografía latinoamericana. México, 1981. 11 Wifredo García: El testamento de plata., p. 93.
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Fotografía. Lamentablemente, el presupuesto no permitió publicar las memorias, que están guardadas en Casa de las Américas. No encontré ningún registro de la obra presentada por Wifredo García para tal acontecimiento, aunque estuvo presente y exhibió su trabajo. El evento tuvo un aire continuista con la vocación anterior. Como prueba de ello, me remito a destacar los objetivos impresos en el programa: Que el fotógrafo de estas tierras, que practica un arte característico de la modernidad, realice igualmente una tarea característica de nuestro específico mundo latinoamericano y caribeño, y en consecuencia se ponga a expresar, con el mayor rigor y la mayor aspiración universalizante de que sea capaz, la belleza de su entorno humano; un entorno donde ocupan un papel preponderante las luchas de nuestra América por encontrar su plena liberación en todos los órdenes; la certidumbre de que esas luchas serán victoriosas. No se trata, pues, de optar entre una producción de marcado carácter esteticista u otra donde se haga patente la voluntad de denuncia y servicio, sino lograr una fotografía cuya encarnación más hermosa se haya plasmado por mostrar con lealtad el rostro de un continente mestizo dispuesto a conquistar para todos la justicia, hazaña creadora por excelencia.12 Los postulados en torno al papel social que debía desarrollar la fotografía fueron más importantes en Cuba que en los coloquios anteriores. La fotografía tuvo un papel fundamental en la consolidación de la épica revolucionaria cubana y le dio proyección internacional. Es revelador que el propio Fidel Castro asistiera a la inauguración del Coloquio y se dirigiera a los participantes en una charla que duró más de tres horas. Uno de los frutos del III Coloquio fue la instauración del Premio de Ensayo Fotográfico organizado por la Casa de las Américas, que se coordinó en Cuba hasta el año 1998 y que tuvo gran repercusión. Wifredo García se presentó a esta convocatoria en el año 1987 con el proyecto La frontera dominicana, una edición de 58 imágenes de la exposición que mostró en el Museo del Hombre Dominicano en el año 1982. La muestra abordaba con un estilo documental clásico las vicisitudes de la controvertida frontera entre la República Dominicana y Haití. La vinculación de Wifredo García y su fotografía con los organizadores y participantes de los Coloquios y acontecimientos fotográficos del continente fue evidente. Conocía perfectamente las tendencias y movimientos fotográficos. Participó activamente de los dos últimos coloquios de la década y obtuvo varias veces menciones en distintos premios e instituciones de la región. De entre ellos, destaca el Primer Premio del Concurso Internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA) obtenido tres veces en la modalidad de color y una en la de blanco y negro. Considero que la influencia que estos eventos tuvieron en su producción es innegable, como para muchos otros creadores de la época; la posibilidad de contactar y conocer los materiales que se producían sirvió como herramienta de reflexión y revisión de su obra en un contexto mucho más amplio y diversificado.
12 “Objetivos del Tercer Coloquio de Fotografía Latinoamericana”, Catálogo del Evento, Casa de las Américas, Cuba, 1984.
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CAMINO EN LA CARRETERA INTERNACIONAL. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 39 x 49 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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VELORIO EN JARABACOA. 1980 Cibachrome. 26.6 x 34.4 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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La obra de Wifredo García se ha mantenido siempre en una interesante dualidad: por un lado, la búsqueda de la identidad dominicana como pretexto para encontrarse a sí mismo y, por el otro, la absorción de los movimientos fotográficos internacionales con el firme interés de inscribirse en la historia de la fotografía latinoamericana con nombre propio. No cabe duda, veinte años después de su muerte, que la dimensión de su figura y su entrega al mundo de la fotografía certifican que lo consiguió. Hasta ahora no se ha podido analizar con profundidad la dimensión completa del autor en este contexto. García dedicó su vida a la investigación, a la búsqueda de un metalenguaje iconográfico capaz de expresar sus inquietudes. Su fotografía no se puede considerar documental y sin embargo documenta. Tampoco es totalmente conceptual, pero utiliza continuamente un lenguaje simbólico y metafórico. Su producción incursionó en todos los géneros fotográficos, como una continua búsqueda por representar su identidad y la de su entorno. A diferencia de muchos autores de la época, no se consideró imparcial ni objetivo. Luchó a contracorriente en un momento en que la figura del autor quedaba en segundo plano. Incursionó en las modas y se desmarcó, no abandonó jamás su forma de ver el mundo, en un incansable intento por representarlo. La muerte le llegó en plena efervescencia creativa. En la última década de su vida encontró un lenguaje con el que se sentía cómodo, un lenguaje que lo aproximaba a la creación conceptual y lo alejaba cada vez más de la fotografía tradicional. García fue un precursor que se adelantó a las tendencias que han marcado las pautas contemporáneas de la creación fotográfica. Quién sabe hasta donde habría llegado si la enfermedad no lo hubiera arrebatado. La diversidad de su obra y su continua mutación hace difícil un análisis continuista; sin embargo, no me cabe la menor duda de que estamos ante uno de los precursores de la fotografía actual y ante uno de los creadores más importantes de la República Dominicana.
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EL POLLERO. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García EL CARNICERO. s/f Cibachrome. 20.3 x 30.5 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
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HOMBRE EN UN COLMADO DE CABRAL s/f Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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DEPENDIENTE EN UNA TIENDA EN VILLA TRINA. 1981 Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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PELEA DE GALLOS EN EL SUR. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 26.5 x 34.2 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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GRAFITI EN EL CIBAO. c. 1978 Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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CHANCLETAS. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 27 x 35 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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ROPA EN PARAÍSO, SUR. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 27 x 35 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Doble página anterior.: PARTE DE UN HOMBRE DESNUDO. 1986 Cibachrome. 27 x 35 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García LA ARTESANÍA DEL BARRO. 1978 Gelatina de plata sobre papel. 50.8 x 61 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
Wifredo García Gestor y creador de colectivos fotográficos RAFAEL SÁNCHEZ CERNUDA Eres un ser que busca desesperadamente a Dios, no te extrañes si le encuentras. Por tu naturaleza tiendes a Él y Él sabrá suavemente inclinarse a tu favor. Serás suyo y se abrirá tu mente, verás claro como nunca habías visto, soñarás con un mundo tranquilo y sereno donde la tierra ríe con el sol. Wifredo García: Canto de Esperanza
Desde el inicio de la fotografía, en Francia (1826-1837) y en Inglaterra (1839-1841), con los avances y descubrimientos científicos que rápidamente se sucedían, proliferaron gran cantidad de escritos y folletos técnicos acerca del tema, pues cualquier mejora en los procedimientos era objeto de una comunicación o memoria que se dirigía a las Academias de Ciencias. Esto propició que aparecieran por esa época las sociedades especializadas. Así, en 1851, surgió en Francia La Société Héliographique, que a partir de 1854 pasó a ser La Société Française de Fotographie. En Londres se fundó la Photographic Society en 1854, que en 1894 se transformó en la Royal Photographic Society. En el resto de Europa (Alemania, España e Italia) también se conformaron sociedades similares, que juntas trascendieron las fronteras continentales para lograr incidencia en el continente americano, específicamente en los Estados Unidos, Brasil y Argentina. La Lumiére, El Bulletín, el British Journal of Photographic y el Photographic Art Journal, fueron ejemplos de revistas, boletines y publicaciones producidas por estas sociedades. Tales sociedades fueron el origen de las asociaciones, agrupaciones y clubes fotográficos que alentaron el
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VALLE NUEVO. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 39 x 49 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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desarrollo de los procedimientos de laboratorio, específicamente las emulsiones y los componentes químicos para la impresión. Esto, sin olvidar las notables mejorías que se realizaron al introducir nuevos diseños de cámaras y lentes fotográficos. Posteriormente aparecieron las presentaciones públicas y exposiciones de fotografías, que mantuvieron unidas a las diferentes agrupaciones fotográficas. Se tiene la idea de que la primera exposición fotográfica fue de Hippolyte Bayard y se realizó en París, Francia, en 1839. Pero fue a partir de la gran exposición celebrada en el Crystal Palace de Londres (1851), donde participó un gran número de fotógrafos británicos y norteamericanos, que se desencadenaron las reacciones en pro y en contra respecto al reconocimiento de la fotografía entre las artes plásticas de la época. Las diferentes exposiciones y salones que se sucedieron luego catalizaron y multiplicaron a grupos y escuelas que tomaban diversas orientaciones: retratistas, reporteros y viajeros. Mientras esto sucedía en el resto del mundo, en la República Dominicana solamente Abelardo Rodríguez Urdaneta puede ser mencionado como fotógrafo y artista a fines del siglo XIX y principios del XX. Luego de iniciada la dictadura de Rafael L. Trujillo (1930-1961), poca labor artística afloraba de las tertulias culturales, producto del adormecimiento cultural de la época. Puede mencionarse apenas a Heriberto Pieter, Luis Mañón, Francisco Arturo Palau, Barón Castillo, Alfredo Senior y Tuto Báez. Fue a partir del ajusticiamiento de Trujillo que realmente se empezó a desarrollar la verdadera fotografía artística dominicana. Max Pou, Natalio Puras (Apeco) y luego Thimo Pimentel fueron los exponentes que más sobresalieron, pero a nivel personal, pues no existía experiencia alguna en el área de las organizaciones y agrupaciones fotográficas en el país. Le tocó a Wifredo García, quizás sin proponérselo, promover a una generación de fotógrafos que decidieron aglutinarse alrededor de una figura que los guiara y orientara. Wifredo García nació en Barcelona, España, de padre español y madre dominicana, pero de ascendencia catalana. Estudió Química y Farmacia en la Universidad de Santo Domingo y cursó luego estudios de postgrado en Bromatología y Análisis de Alimentos en la Universidad de Kansas, Estados Unidos (1957). En esa época, buscando obtener documentación de algún record o recuerdo personal, descubrió la fotografía. Tras algunos fracasos, decidió adquirir libros y revistas para mejorar la técnica y ampliar su mundo fotográfico. Así descubrió lo mucho que podía hacer con esta forma de expresión. Paralelamente a esta actividad, Wifredo escribía poemas y en algún momento posterior llegó a manifestar, incluso, que había querido ser escritor. Pero al conocer la fotografía, se dio cuenta de que podía expresarse mejor a través de las imágenes, y fue sustituyendo poco a poco la escritura por la fotografía, que pasó a ser definitivamente su medio de expresión. Así transcurre la primera etapa de su quehacer fotográfico (1958 a 1968), fase de crecimiento y evolución personal. Se instruye, se forma de manera autodidacta, sin que sus trabajos salgan a la luz pública, solo tratando de expresar a través de ellos interioridades que resultaran coherentes con su forma de ser. La vida, sin embargo, le tenía preparada una dirección desconocida para él, que lo llevaría a incursionar en el mundo de la pedagogía fotográfica, pues no imaginaba que un día le visitarían, en busca de orientación técnica fotográfica y artística, unos jóvenes que habían oído hablar de él.
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PLAZA NACO. s/f Gelatina de plata sobre papel. 20.3 x 30.5 cm. Cedida en prĂŠstamo por Wifredo GarcĂa Marcial
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En Santiago de los Caballeros, localidad donde residía en esa época, se inicia la segunda etapa (19681978) de su quehacer fotográfico, un periodo importantísimo para el tema que aquí nos interesa: La formación de la primera agrupación fotográfica dominicana, aglutinada alrededor de la entonces desconocida figura de Wifredo García. Comienza en 1968 a dar sus primeros pasos el Grupo Fotográfico Jueves 68. Así, se presentó en la casa de Wifredo un grupo de jóvenes para que les mostrara sus fotos; al principio, el fotógrafo estaba un poco renuente, pero luego accedió. Estas visitas se repitieron y acordaron continuarlas los jueves de cada semana del año 1968. El grupo estaba formado inicialmente por Julio González, Nidio Fermín, Santiago Morel, Pedro José Borrell, Pierino Riggio y Víctor Martínez. Wifredo agrupa, adiestra y guía a estos jóvenes fotógrafos que “tenían objetivos primarios muy claros y definidos: resaltar la imagen nacional, denunciar las realidades sociales del momento y alertar contra la degradación paulatina de nuestra ecología”, según nos manifestó el Sr. Julio González, uno de sus miembros fundadores. Wifredo era un ecologista de primera línea y no dudamos que inculcara en estos jóvenes ideas de defensa de la naturaleza. En una entrevista que Freddy Ginebra hiciera a Wifredo García y que se publicó en el periódico Listín Diario en junio de 1980, el artista manifestó: “Tengo un proyecto sobre conservacionismo, ecología y naturalismo en general... una de mis grandes pasiones”. Y termina diciendo: “Debemos hacer el esfuerzo mayor posible para que el hombre cree conciencia de que debe proteger la naturaleza, porque la naturaleza es su casa”. Otro de los objetivos primarios del grupo era dar a conocer que la fotografía es un arte. Para hacerlo patente, realizaban varias actividades: reuniones, exposiciones, giras y cursos; pero la actividad más sobresaliente fue el impulso que desde sus inicios dieron a un concurso fotográfico a nivel nacional. Se llegaron a realizar ocho concursos en total, que fueron la punta de lanza de la promoción que reclamaba un reconocimiento para el carácter artístico de la fotografía. Fue ese certamen la catapulta que lanzó a una gran cantidad de fotógrafos: Domingo Batista, Pedro Nicasio, Cuqui y Vitico Cabrera, José Antonio Ramírez y Marcel Morel, entre otros. Entre las actividades artísticas que realizaron podemos señalar: Exposiciones fotográficas de diferentes concursos; exposiciones individuales de Wifredo García en Casa de Teatro (1976) y de Domingo Batista (1976) en Santiago; un audio-visual titulado Hay un país en el mundo, que se hiciera sobre el famoso poema de don Pedro Mir (1976). También Jueves 68 organizó el Primer Seminario sobre Fotografía, en la Universidad Católica Madre y Maestra (1977). Los resultados de todo ese trabajo pronto comenzaron a hacerse visibles en la prensa. Aparecen fotografías de Julio González en el periódico El Nacional (1969), de Wifredo García y Domingo Batista en el periódico El Sol (1972); posteriormente aparece la sección “Galería Fotográfica Jueves 68” en el suplemento sabatino del Listín Diario. Estas y otras actividades hicieron que el mismo Wifredo llegara a manifestar en una entrevista que le hiciera para la televisión el Arq. Erwin Cott (1988): “Jueves 68 fue la base de toda la fotografía moderna dominicana”. Indiscutiblemente, este grupo marca un hito sin precedentes en la historia de la fotografía dominicana, pues la saca de la inercia en que se encontraba con referencia a otros países de nuestro continente. Mientras en nuestro país no había antes de
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Jueves 68 agrupación fotográfica alguna, en Argentina existía la Federación Argentina de Fotografía (1948); en Brasil, la Confederación Brasileña de Fotografía (1961); en Colombia, el Club Fotográfico de Medellín (1955); y en otros países, como Chile, México y Estados Unidos, también tenían avanzadas agrupaciones fotográficas para esa época. Es en esta etapa que Wifredo García comienza a impartir la asignatura de Fotografía Básica en la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago de los Caballeros, convirtiéndose así en el primer profesor de fotografía en una universidad dominicana. Para la fecha, realiza también sus primeras publicaciones de fotografía artística, que combina con poesías en su libro Algo de mí (1974), donde a cada foto dedica una poesía de su autoría. A esto debe sumarse su primer libro de técnica fotográfica La fotografía según Wifredo García (1977), que no es un libro de texto, pero sí de técnica, lo que le permitía usarlo como complemento en los cursos que impartía. Este último libro fue completado posteriormente por La fotografía, un arte para nuestro siglo (1981). Lamentablemente, por diferencias con algunos de los miembros fundadores de Jueves 68 acerca de quiénes podrían pertenecer al grupo o no, Wifredo y otros integrantes renunciaron y formaron una agrupación aparte, Fotogrupo. Luego de la separación, Jueves 68 siguió realizando actividades artísticas que apuntalaron su nombre. Por otra parte, las experiencias dejadas por Jueves 68 acompañaron a Wifredo en la fundación de Fotogrupo. Esta se produjo en octubre de 1977, exactamente en la casa del Sr. Freddy Ginebra, quien a la sazón era un soñador de las artes y que también empezaba a dar los primeros pasos en la formación de Casa de Teatro, proyecto abierto a manifestaciones artísticas como las artes visuales, la música, el ballet, el teatro, la literatura y, naturalmente, la fotografía. Freddy abrió sus puertas para que Wifredo diera inicio a Fotogrupo, junto a José Ramón Andújar, Carlos Roedán, Patricio Quiñones, Hugo Beras, Leo Madera, Leandro Montes y Danilo Bobadilla. Se inicia así la segunda experiencia de lo que he calificado como “el fotoclubismo de Wifredo García”, que promovía la unión de los fotógrafos, el intercambio de ideas y conocimientos, la formación didáctica y la idea subyacente de reconocer nuestra patria, la República Dominicana, como fuente inmensa para desarrollar una auténtica fotografía artística. Wifredo orientaba, instruía y enseñaba porque, definitivamente, en él era innata la vocación de la enseñanza y la transmisión de conocimientos. Estudioso e investigador, llegó a impartir clases de fotografía en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Su vocación como maestro se expresó también en sus libros, no solo en los ya mencionados, sino también en La catedral del bosque, un itinerario al Pico Duarte (1980); País de sol y sonrisas (1988) y Mi testamento de plata (1990), obra de publicación póstuma. Fotogrupo, que a diferencia de Jueves 68 se estableció en Santo Domingo y no en Santiago, fue creado con los mismos lineamientos y el mismo tipo de actividades que aquel, pero con estatutos legales e incorporación social. Esto permitió que el trabajo organizativo y operacional del grupo pudiera repartirse entre los miembros de una directiva establecida por estatuto, compuesta por un director, un secretario,
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un tesorero y cuatro vocales (de giras, prensa, exposiciones y auxiliar respectivamente). Fotogrupo inicia sus actividades con la presentación de la primera exposición dominicana exclusivamente a color, en Cibachrome (1978), proceso que consiste en llevar una diapositiva a papel fotográfico directamente, sin necesidad de negativo alguno; además, presentó el ensayo visual Una aldea dominicana (1979), basado en la realidad de los pueblos dominicanos. Fotogrupo trabajó de 1977 a 1988 bajo la tutela de Wifredo García y su membresía fue aumentando, al igual que la participación de esos miembros en los diferentes eventos, tanto nacionales como internacionales. Entre ellos podemos mencionar: • Audiovisual Fotogrupo, en el Círculo de Coleccionistas, Santo Domingo (1979). • Colectiva Fotogrupo, en el Centro de la Cultura de Santiago (1979). • Colectiva Fotogrupo, en el Museo de Arte Moderno, en Santo Domingo (1979). Exposición de una visión fotográfica de antropología dominicana. • 1er. Encuentro Nacional de Fotografía, Casa de Teatro, Santo Domingo (1980). Realizado en Casa de Teatro, con gran participación de fotógrafos y público en general. • VII Colectiva Fotogrupo Aniversario, Casa de Teatro, Santo Domingo (1980). Anualmente se realizaba una exposición aniversario. • 2do. Coloquio Latinoamericano de Fotografía, México (1981). • Colectiva de Fotografía Dominicana, Lima, Perú (1983). Exposición promovida por el señor Luis Lama, crítico de arte. • Colectiva El paisaje de la Cordillera Central, Galería Enfoca, Santo Domingo (1983). Exposición realizada con fotografías tomadas en un viaje al Pico Duarte. • Colectiva de Fotogrupo, Galería Privada, México, D.F. (1984). • Colectiva de Fotografía Dominicana, Managua, Nicaragua (1984). • Colectiva en el Museo Arte Moderno Latinoamericano, OEA, Washington, D.C. (1985). Exposición promovida por la Embajada Dominicana en Washington, D.C., E. U. A. • Colectiva Nuevos Valores de Fotogrupo, Casa de Teatro, Santo Domingo (1985). Esta exposición dio gran valor e importancia a los fotógrafos jóvenes. • Colectiva El Suroeste visto por Fotogrupo, Casa Universitaria de la Cultura (1986). Exposición con fotos capturadas en varios viajes al suroeste de la República Dominicana. • Colectiva 10mo. Aniversario Fotogrupo, Casa de Bastida, Santo Domingo (1987). Durante varios años se publicó en el suplemento del Listín Diario una página fotográfica editada por Fotogrupo, donde aparecían las firmas de varios de sus miembros, entre los cuales estuvieron José Ramón Andújar, Wifredo García, Luis Nova, Manuel Pujols, Rafael Sánchez Cernuda y Camilo Yaryura. La muerte de Wifredo en 1988 produjo en Fotogrupo incertidumbre y desorientación. La clave para poder seguir adelante fue el planteamiento de que debían eliminar de su agenda dos días: “el ayer y el mañana”. Se concentraron solo en el presente, trabajaron el día a día, tratando de construir escenarios
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GRAFITI CON JOVEN EN BOYÁ. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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BARBERÍA DE HIGÜEY. c. 1978 Impresión cromogénica sobre papel. 26.5 x 34.2 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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MUCHACHO CON RADIO. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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diferentes, que provocaran nuevas estrellas en el firmamento fotoclubista. Algunas quedaron fijas, brillando por años: Luis Nova, Nelson Guzmán, Eusebio García, Humberto Arvelo y Mariano Hernández, los cuales decidieron lanzarse como profesionales. Otras estrellas fueron más fugaces y cruzaron a otros firmamentos: José Báez, Carlos Roedán, José Ramón Andújar y Guiseppe Di Franco, quienes tomaron la decisión de emigrar a los Estados Unidos de América, donde actualmente ejercen en diferentes ramas de la fotografía. En el mismo año de 1988 Fotogrupo se incorporó como miembro y representante de la Federation Internationale de l’Art Photographique (FIAP), con sede en París, Francia, con lo que amplió sus relaciones internacionales y consiguió que se le otorgara a Wifredo García la distinción EsFiap, “Excelencia FIAP por servicios prestados” (1988). De 1988 a 2008, Fotogrupo continuó su trabajo y es la única agrupación fotográfica gestada directamente por Wifredo García que permanece activa hoy día. Wifredo expandió su idea de llevar la filosofía fotogrupista a otras regiones del país. Así, aprovechó una exposición individual que se realizó en Casa de Arte, de Santiago de los Caballeros, para promover e iniciar Fotogrupo Santiago. Corrían los finales del año 1985. Luego de inaugurada la exposición, se invitó a los interesados a formar parte del grupo. Esa misma noche nombraron a Ricardo Batista director provisional, hasta que se realizara la reunión eleccionaria a principios del año siguiente. Los demás miembros fundadores fueron: Luis Veras, Nidio Fermín, Jorgito Morel, Pierino Riggio, Rosy García, Gilberto Núñez, Manuel Fondeur y Augusto Medrano. Luego se integraron al grupo: Juan José Núñez, Carlos Marte, Josceline Rosado, Carlos Fondeur, Miguel Daniel Montalvo, Heriberto Hernández, Bismark González, Milagros Viñas, Octavio Madera, Narciso Polanco, Manuel Félix, Alexis Gómez, entre otros. Fotogrupo Santiago se reunía en Casa de Arte cada quince días, los sábados, día en que esperaban la llegada de Wifredo, quien venía de la capital. En estas reuniones conversaban sobre arte fotográfico en general, presentaban fotos y nunca faltaba una charla de técnica fotográfica, que impartía Wifredo. Al igual que Fotogrupo Santo Domingo, realizaban giras, concursos, exposiciones colectivas, incluso algunas de estas actividades se realizaban en conjunto con Fotogrupo Santo Domingo. Fotogrupo Santiago estuvo activo hasta principios del año 1991. Luego, y a pesar de varios intentos por permanecer, cesó su actividad. La falta de orientación y dirección de Wifredo García y de Fotogrupo Santo Domingo determinó su desaparición. Otro grupo gestado por el profesor García fue Fotogrupo 23, en la provincia de San Pedro de Macorís. La iniciativa de formar y promover este grupo partió del propio Wifredo García y de Osvaldo Carbuccia, quienes creían que había una gran cantidad de personas interesadas en participar en Fotogrupo, pero por la lejanía respecto a Santo Domingo no podían hacerlo. Así, el 15 de julio de 1987, en el local que ocupó la Casa de la Cultura Petromacorisana, se reunieron junto a algunos miembros de Fotogrupo Santo Domingo para dejar formada la directiva de Fotogrupo 23, con Osvaldo Carbuccia como director, acompañado por José Castillo, Emilio De León, Rubén Martínez, Raymundo Ramírez, César Morales y Eric Ríos, como acompañantes de la directiva. Otros que participaron como miembros fueron: Garibaldi Florentino, Horacio Vásquez, Aracelis Gómez, y Roberto Scarfullery.
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MANO EN UNA PUERTA. 1985 Impresión cromogénica sobre papel. 35 x 27 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Fotogrupo 23 se reunía inicialmente cada quince días, el primer y el tercer miércoles de cada mes, buscando consolidar el grupo recién formado; luego de establecido, mantuvieron sus reuniones el primer miércoles de cada mes. Se reunían en la Biblioteca Municipal o en el Club Leones de San Pedro de Macorís, y siempre asistía Wifredo para darles apoyo, consejos y su esperada charla técnica. Un día les conversaba sobre lentes fotográficos, otro sobre fotografía de arquitectura, y en otras ocasiones les presentaba fotos con el objetivo de explicarles diversos detalles técnicos concretos. Entre las actividades que realizaron como grupo podemos señalar: giras fotográficas (algunas de ellas junto a Fotogrupo Santo Domingo), concursos internos y participación en el concurso de La Casa Fotográfica de Wifredo García (1988). Presentaron exposiciones audiovisuales colectivas en las fiestas patronales de San Pedro de Macorís durante los años 1988 y 1989. En noviembre de 1997 organizaron una exposición colectiva del grupo en los salones del Centro Cultural Fermoselle, en la oriental provincia de San Pedro de Macorís, con la participación de trece fotógrafos y cuarenta y dos obras, presentación que fue un éxito rotundo. Pero a partir de esa exposición las actividades empezaron a decaer, hasta que se produjo el cese total de ellas. Ahora bien, llegó el momento en que Wifredo creyó que era necesario completar la idea que tenía acerca de la formación de un artista fotógrafo. Como había hecho construir una casa en 1982 adyacente a la suya, con el objetivo de que viviera su hija Margarita, y esta decidió radicarse en Santiago de los Caballeros, Wifredo aprovechó esta vivienda para realizar su tercera experiencia como creador de grupos fotográficos. Fue La Casa Fotográfica de Wifredo García (1986) la cristalización de una visión más amplia como organizador. Este había llegado a la conclusión de que los grupos fotográficos deberían permitir que sus miembros avanzaran individualmente hasta conseguir su identidad artística, mientras abandonaban poco a poco la identidad grupal. De esta manera, el artista fotógrafo se manifestaría con plena libertad y de forma individual; de lo contrario, mantendría su estado dócil original respecto al grupo. La Casa Fotográfica de Wifredo García fue un espacio ideal para la verdadera formación de fotógrafos interesados en su desarrollo intelectual y expresivo. En función de esto estuvieron sus instalaciones: laboratorios; biblioteca-hemeroteca (con colecciones de revistas especializadas, enciclopedias, libros de fotografía y de arte en general, etc.); un museo fotográfico con diferentes tipos de cámaras y equipos de colección en perfecto estado; salas de exposiciones para la presentación tanto de afamados como de noveles artistas; equipamientos que permitían a sus miembros, una vez recibían la formación básica, pasar a cursos avanzados y estudios específicos; etc. Los miembros de la institución se reunían todas las semanas y preparaban charlas a partir de algún tema previamente asignado. Otras veces la charla correspondía a algún artista invitado. En este sentido, debemos hacer notar la institucionalización de un importante concurso anual nacional de fotografía, con apreciados premios y con un excelente cuerpo de jurado, concurso que siempre suscitaba gran cantidad de participantes. Otras actividades fueron: giras, concursos internos y presentaciones de fotografías.
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ANTONIO RODRÍGUEZ, ESCULTOR. 1984 Gelatina de plata sobre papel. 35.3 x 27.6 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Algunos miembros de Fotogrupo Santo Domingo se inscribieron en La Casa Fotográfica y participaban en las actividades de ambas agrupaciones. Así lo hizo Wifredo hasta la llegada de su enfermedad, cuando solicitó una licencia por no poder asistir a Fotogrupo. Luego de su lamentable desaparición, las actividades en La Casa Fotográfica se mantuvieron auspiciadas por una directiva que presidía doña Hortensia Marcial Silva, su viuda. El mismo Wifredo firmó antes de morir un documento donde se establecía esta sucesión. También dejó institucionalizados los concursos nacionales, las reuniones semanales, las giras fotográficas, las conferencias, las mesas redondas y los concursos internos. En 1994, tras la enfermedad de doña Hortensia y la imposibilidad de que la familia pudiera ocuparse de la institución, La Casa Fotográfica cerró sus puertas y sus miembros se dispersaron hacia otros grupos fotográficos o formaron algunos nuevos. Wifredo García gestó y promovió Jueves 68, Fotogrupo, Fotogrupo Santiago, Fotogrupo 23, y La Casa Fotográfica. Si escudriñamos un poco, su influencia se extiende más allá, hacia otras agrupaciones que aparecieron después y reúnen o reunieron a talentosos fotógrafos: Fotoclub Wifredo García, Visiones x 8, Asa 4, Objetivo 10, Grupo Fotográfico Santiago (Grufos) y Fotogrupo NY. Si bien estos grupos no fueron gestados directamente por el mismo Wifredo, sí recibieron sus enseñanzas por transmisión e influencia de otros miembros que se habían formado en agrupaciones organizadas por él. Lamentablemente, Wifredo García nunca se manifestó de forma explícita acerca de qué lo motivaba a construir grupos de fotógrafos, ni tampoco ocurrió que alguien se lo preguntara. De los diferentes libros y artículos que escribió, las entrevistas que le hicieron, sus modos de trabajo en los grupos y su actividad en las universidades donde impartió docencia, podemos colegir que a Wifredo García le fascinaba la instrucción y la transmisión de ideas. Fue un verdadero sembrador de conocimientos y hoy día estamos disfrutando los resultados de esa siembra. En una ocasión dijo que las buenas fotografías no solo deberían estar en las paredes de una sala o decorando interiores, que su verdadero lugar era un buen libro, pues en un libro permanecían más en el tiempo y llegaban a más personas interesadas, con lo cual cerraban el círculo cultural natural para el cual habían sido realizadas. Así de intensa era su preocupación por sembrar obras, ideas, conocimientos, y dejarlos plasmados para futuras generaciones.
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VENDEDOR DE HUEVOS Fotografía blanco y negro. 1988
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PESCADOR DE CABARETE, COSTA ATLÁNTICA. c. 1979-80 Cibachrome. 35.5 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García MAESTRO DE ESCUELA. 1959 Gelatina de plata sobre papel. 33.8 x 25 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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REGRESO DE LA MISA DE RAMOS. 1976 Gelatina de plata sobre papel con intervención de tinta a color. 59.8 x 50.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García EN EL BATEY. 1962 Gelatina de plata sobre papel. 51 x 41.7 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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CAMPESINO DE GUAYUBÍN. 1974 Gelatina de plata sobre papel. 104.2 x 109.4 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial JOVEN DE ALTAMIRA. 1977 Gelatina de plata sobre papel. 60.5 x 50.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Doble página anterior: ÁNGEL HACHÉ Y DELTA SOTO, ACTORES. 1984 Gelatina de plata sobre papel. 27.8 x 35.3 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García MIGUEL VILA, ARQUITECTO. 1984 Gelatina de plata sobre papel. 35.2 x 27.6 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García JOSÉ RINCÓN MORA. 1984 Gelatina de plata sobre papel. 35.7 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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DANICEL. 1984 Gelatina de plata sobre papel. 18.8 x 34.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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IMPUESTOS INTERNOS. s/f Gelatina de plata sobre papel. 20.3 x 30.5 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
Wifredo García: Imágenes que escriben silencios JOSÉ M. FERNÁNDEZ PEQUEÑO / Gerente de Servicios Culturales Centro León
Wifredo García llegó a la República Dominicana a los 11 años de edad. La obra fotográfica de este catalán por nacimiento y la manera en que a través de ella alcanzó a revelar muy sutiles y esquivas expresiones de las identidades dominicanas lo incluyen en las filas de los numerosos artistas nacidos en otros dominios y que, sin embargo, no solo consiguieron asimilarse sin muescas a la cultura caribeña, sino que además pudieron recrear rasgos esenciales y muchas veces inexpresados de esta, gracias a una suerte de extrañamiento que jamás los abandonó, al tiempo que aguzó su mirada frente a lo que el nativo quizás puede entender como rutinario, común o insignificante. La frecuencia con que este hecho ha ocurrido en la historia del Caribe podría explicarse en principio por la raigal diversidad y una especial disposición para refuncionalizar lo disímil, rasgos que definen la cultura de la región. Pero de cualquier modo plantea a los estudiosos de las identidades y su relación con los flujos migratorios un reto persistente y aún no dilucidado por completo, tema de la más absoluta importancia para los tiempos que corren.
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CIMA DE LA PELONA. s/f Gelatina de plata sobre papel. 49.4 x 39.2 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
El niño catalán que un día se abrió al asombro del paisaje caribeño terminó por convertirse en uno de los grandes fotógrafos en la historia de la República Dominicana. En la trayectoria que lo condujo hacia la madurez técnica y creadora, desbrozó varios terrenos colaterales al arte que fue su devoción: el coleccionismo, la enseñanza, la gestión cultural y la escritura. Obsérvese que he preferido, por ahora, la palabra escritura y no literatura. En efecto, la actividad escritural de Wifredo García se plasmó en una gran cantidad de artículos y varios volúmenes, que abarcan desde libros de fotografía, como La catedral del bosque: un itinerario al Pico Duarte (1980); pasando por varios acercamientos al arte y el oficio del lente, por el estilo de La fotografía según Wifredo García (1977); hasta su libro de versos Algo de mí (1974), donde cada poema está acompañado por una imagen fotográfica. Basta con revisar esa bibliografía para comprender que el acto de escribir en Wifredo García nunca estuvo separado de su accionar como fotógrafo. Acerquémonos, pues, al escritor por la ruta segura de la fotografía. La primera vez que me encontré frente a una foto de Wifredo García sentí un persistente malestar, una sensación como de algo que faltaba en la conexión entre la imagen y yo. No pude entender esa inquietud hasta que revisé, detenida y concienzudamente, la mayoría de la obra que ha sobrevivido por veinte años al artista dominicano del lente. Entonces recordé al poeta y crítico cubano Cintio Vitier que, hace por lo menos cuatro décadas, intentó explicar su rechazo al crecido verbalismo de la poesía escrita por la aplaudida y decimonónica Gertrudis Gómez de Avellaneda, afirmando que la literatura se hacía pero también se deshacía con palabras. Jamás olvidé la tajante aseveración de Vitier porque, siendo un adolescente enamorado por los vaivenes renovadores de los años sesenta, me pusieron por primera vez ante la sospecha de que la literatura podía ser también un arte de silencios. Ahora, examinando la tan contemporánea obra de Wifredo García, descubrí que sería muy difícil llegar a su intríngulis artístico sin antes admitir que esa fotografía está hecha sobre todo con silencios. Wifredo García se definió muchas veces como un poeta, algo poco frecuente en un artista fotógrafo, sobre todo para la época en que desarrolló el grueso de su obra madura: los años setenta y ochenta del siglo pasado. Aludía con ello a la fotografía que se realiza con la expresa finalidad de bucear en las interioridades, de expresar sensaciones e ideas que emanan por entre los resquicios de lo primario figurativo y encuentran siembra oportuna en la emocionalidad del espectador. Cuando se observa lo mejor de los paisajes y los retratos captados por Wifredo García con un gusto, una técnica y un sentido de la composición excepcionales, nos damos cuenta de que su cualidad mayor radica en ser inmensamente provocadores. Y es así no porque su intención fuera aborrecer, asquear o impactar, algo que ha sido frecuente en el arte contemporáneo, sino porque cada obra instaura un silencio, una pausa anhelante que el espectador está obligado a llenar. La operación en él no fue para nada casual. En su libro Fotografía. Un arte para nuestro siglo, Wifredo García cita a Clarence J. Laughlin: “No siempre hay que fotografiar un sujeto o un paisaje por sí mismos, sino por los valores más allá de los mismos. Este es un amplio campo que todavía no ha sido explorado
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RETRATO DE GULOYA BAILANDO. s/f Cibachrome. 35.2 x 27.6 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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propiamente y que tiene tremendas posibilidades”.1 A cultivar ese campo dedicó Wifredo García sus más acendrados esfuerzos de creador. Hay en la melancolía o el brillo de sus paisajes, en las miradas intensas o desesperadas de sus personajes, en la composición enigmática y precisa de los objetos que su lente acertó a juntar un signo que no se entrega, un hiato de sentido abierto que solo puede ser activado desde el contexto específico y el campo de experiencia de cada espectador. Es, como ocurre siempre en las auténticas obras de arte, un signo que se trasmuta, que se llena de significatividad según cada época y cada ojo individual. De aquí proviene la razón que más me impresiona en la fotografía de Wifredo García: jamás resulta obvia, jamás tiende una lectura circunscrita a lo representado, sobre todo porque busca ir más allá de lo que él llamó la anécdota: ni denuncias sociales que se consumen en sí mismas, ni símbolos cristalizados que sobreimponen su fuerza al conjunto expresivo, ni costumbrismos desligados de las resonancias antropológicas que apuntan directo a la condición humana. Su serie del manicomio apela tanto a nuestro propio desamparo como a la desidia de las autoridades que permitieron tales horrores. Sus paisajes dominicanos están llenos de sensaciones inesperadas que nos sobrecogen o nos llenan de plenitud, nos entristecen o nos dejan taciturnos y meditativos. La imagen del personaje carnavalesco vale no por el colorido del atuendo o lo estrafalario de su postura, sino por el equilibrio que tiene su punto focal en esa pelota captada ya para siempre en el aire. Nada de la gesticulación atrabiliaria, de la gritería atronadora, de la saturación conceptual tan frecuente en la fotografía de los setenta y los ochenta hecha por caribeños. Sobre todo silencios, enormes y enigmáticos silencios que nos convierten en personajes de la historia contada. Porque, si algo estuvo claro para Wifredo García, fue la esencial condición narrativa de la obra fotográfica, una condición que en el cine resulta obvia pero que no suele advertirse en la fotografía, tantas veces entendida como la captación y conservación ad aeternum de un instante mágico, preñado de sentido en sí mismo. Y lo narrativo, ya se sabe, no existe fuera del tiempo. Toda la obra de este fotógrafo dominicano puede ser leída a partir de la búsqueda por dominar el tiempo desde la imagen detenida y, lo que es mejor aún, por hacer que el transcurso de ese tiempo salte sobre los márgenes de la imagen concreta y se extienda infinitamente, a través de su único portador posible: el espectador. García lo dijo para quienes supieran escucharlo: “Hay fotógrafos que se sitúan en el pasado, otros reflejan inquietudes que responden a la angustia de un presente, y todavía otros parecen ejercer un profetismo” (78). Y es precisamente aquí donde entra el Wifredo García que escribe. Su serie histórica, originalmente compuesta por 120 fotos de las cuales han sobrevivido algo más de 80, es una propuesta sin dudas retadora y muy original para el momento en que fue ejecutada. En ella, Wifredo García hace una reinterpretación de hechos puntuales pertenecientes a la historia dominicana,
1 Wifredo García: Fotografía. Un arte para nuestro siglo; segunda edición. Santo Domingo, Maperisa, (s.f.) p. 61. A menos que se indique lo contrario, las citas que siguen pertenecen a esta edición.
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al ilustrarlos con fotografías de su presente. Es decir, los textos que el autor escribió de su puño y letra en el reverso de cada imagen hablan de lo que, para el momento del acto escritural, era ya tiempo pasado, mientras las imágenes del anverso establecen un puente cargado de sugerencias entre ese pasado y el presente del autor. Los textos no son líneas con pretensiones literarias, solo aspiran a referenciar de manera directa un hecho histórico que por lo general formaba parte del discurso historiográfico más o menos aceptado por la época. Donde el planteo de Wifredo García se establece como un contradiscurso de los libros de historia al uso es en el vínculo entre texto e imagen así desfasados en el tiempo, vínculo que puede darse a nivel de lo conceptual, puede levantarse desde algún objeto atrapado por el encuadre o puede producirse a través de un recurso formal. Sea como fuere, el autor actualiza la historia, la convierte en algo vivo, hace que el espectador se pregunte hasta dónde ese pasado sigue determinando su presente. Gracias a un habilidoso desplazamiento de sentidos, el fotógrafo artista instaura un primer silencio entre texto y foto, que el espectador debe llenar. Si al producir tales desplazamientos temporales Wifredo García hacía palpable para sus coetáneos la convicción de que “la historia realmente no es un abstracto, sino la vida de hombres y mujeres cuyas ideas y hechos la hicieron ir desenvolviéndose y progresando” (25), al tiempo que los llamaba a usar las luces y sombras del acontecer histórico común para meditar en torno a su propia realidad, los años transcurridos entre la época del fotógrafo y la nuestra de hoy han dado una nueva dimensión a la propuesta. Mientras para nosotros, que ya no vivimos en la realidad de hace casi tres décadas, ese primer silencio que se instala entre el dato histórico y la imagen debe ser llenado cada vez más a partir de claves estéticas o de reflexiones librescas, un segundo silencio nos ha ido creciendo entre la foto y nuestra realidad presente, un silencio que estamos obligados a dilucidar, atenazados por las perentorias exigencias que nos plantea la vida ahora mismo. En el número 17 de la serie histórica, Wifredo García consigna escuetamente: “Duarte, Padre de la Patria, regresa del exilio”, mientras la foto del anverso muestra goletas de un pueblo de pescadores en Bayahíbe, atracadas y con los palos desnudos apuntando al cielo. El número 18 completa la secuencia con el texto “para ser nuevamente expulsado de su patria, por aquellos mismos a quienes ayudó a obtener su nacionalidad”, y la foto que en esta ocasión acompaña al texto es otra imagen de las mismas goletas en el mismo lugar, solo que nublada, difusa. La ausencia de fechas y otras marcas de precisión indican que no hay en este caso la intención didáctica de “enseñar la historia”, sino de compartir a través de ella un vínculo sensible, humano, con el espectador. Pero, más allá del recurso apuntado a la emoción, el montaje de dos elementos –texto y foto– de contenidos antes desligados temporalmente instaura un silencio que solo puede ser resuelto a través de la reflexión. Quizás un dominicano de hace treinta años, ante estas fotos y estos textos, se habría parado a meditar en torno a cómo en su actualidad la política seguía siendo un franco territorio de la ingratitud, donde el oportunismo, la ambición y el pragmatismo aplastaban cualquier gesto de desprendimiento y bondad. Quizás. Probablemente tampoco nosotros, hoy mismo, podamos escapar de una conclusión tan amarga como esa. Pero, al paso de las últimas casi tres décadas, un segundo silencio se ha ido abriendo entre
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GOLETAS EN BAYAHÍBE. c. 1979-80 Cibachrome. 35 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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GOLETAS DE PESCADORES EN BAYAHÍBE. c. 1979-80 Cibachrome. 35 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García ESPINAS EN EL AGUA. s/f Gelatina de plata sobre papel. 59.5 x 49.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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ÁRBOLES EN LA NIEBLA. s/f Cibachrome. 33.8 x 49.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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los textos, las fotos y nuestra mirada, que tal vez no pueda conformarse con constatar la persistencia de la rémora política que nos corroe y necesite detenerse a meditar en torno a los dramáticos significados que ha adquirido para la sociedad y la cultura dominicana la desesperada –y tantas veces suicida– migración de nacionales en embarcaciones casi tan endebles como las mostradas en las fotos. Puede ser, son solo especulaciones. En esta operación, cada mirada es un mundo de sentidos posibles. Lo importante es constatar la fecunda trampa que el talento artístico de Wifredo García nos tiende al unir texto e imagen en un montaje que transforma a ambos y nos transforma a nosotros. En su ya referido libro Fotografía. Un arte para nuestro siglo, el dominicano cita a Max Kozloff: “Fotografías son fragmentos”; solo para acotar: “Muy cierto, pero lo que interesa saber es de qué todo son una parte [esos fragmentos]” (103). Wifredo García empalma los fragmentos de tal modo que nos obliga a reconstruir el todo que da sentido y razón a su obra de arte. Y en esa operación, el texto es apenas un apoyo. El protagonismo pertenece sin discusión posible a la imagen. Una operación equivalente, aunque muy distinta, es la ejecutada por Wifredo García en su libro de poemas Algo de mí, que apareció publicado por primera vez en 1974. Escritos en medio de una profunda crisis espiritual, los versos de García son simples y directos, instalados en un tono confesional que le dan cierto carácter de desahogo emotivo. Leídos por sí mismos, no creo que nadie sensato se atreva a afirmar que forman parte de la gran poesía dominicana. Lo que complejiza su discurso y los convierte en una apelación estética de envergadura es la colocación de una fotografía al lado de cada texto. Nuevamente la relación entre texto y foto está muy lejos de ser obvia, se ancla a partir de un elemento que puede ser muy concreto –un cuchillo o una mano, por ejemplo– o, al contrario, muy sensible, como en el caso de “Reflejos”, donde el punto de unión entre texto e imagen parece ser esa cualidad de reflejar y ser reflejado: Y es como un brillante rayo, y yo soy su reflejo; un reflejo desde un espejo roto, impuro, sucio y miserable, pero siempre, un reflejo.2 Aunque otra cosa pudiera parecer, las fotos en este caso no tienen como finalidad ilustrar o complementar el texto. Entre ambos se establece un diálogo cuyo resultado es, de nuevo, un silencio que el lector-espectador está obligado a solventar, el espacio significativo resultante de un montaje tan complejo que en ocasiones resulta difícil determinar si las fotos fueron escogidas para el texto ya escrito,
2 Wifredo García: Algo de mí. Biblioteca Fotográfica Dominicana, Vol. I. Ediciones Jueves 68, [1974], p. 44.
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como en “Oración”; o si el poema fue escrito con la foto ante los ojos, como en “Poema del negro de la fábrica”. Algo de mí es una búsqueda intensa y agónica. Wifredo García se busca en el texto que resulta de su dolor, se busca en el instante captado por la foto, se busca en un continuo diálogo con Dios y finalmente se busca en los sentidos que ese montaje ingenioso y creativo puede provocar en el potencial lector-espectador. Veamos en extenso el ejemplo de “El muro”, que en el libro aparece ilustrado con la foto de una tupida barrera de cactus: Solo, y las estrellas en el vacío de la noche, solo; a espaldas del mundo, su luz refleja tu sombra alargada y negra, y un vago velo que flota arrastrando ocultos sentimientos. En la soledad de tu propio interior no hay paz, y sin embargo, el fuego y la sangre, la lucha terrible esa es Su paz, toda tuya. Melancólico verás cómo pasan los seres que amas, y aunque tiendas a ellos tu cuerpo mutilado un muro invisible te separa para siempre. Juntos habéis forjado, en tus horas dichosas, el castillo que te sabe guardar, de gruesos muros, nunca por ti vistos más que a ti mismo, por ti amados. En secreto has escondido la llave profundamente, y sabes que nunca te atreverás a abrir una brecha, morirás de asfixia, de dolor vencido, siempre tras el muro tan querido. (92) ¿A quién se refiere la segunda persona que domina a lo largo de todo el poema? ¿Acaso el poeta se interpela a sí mismo? ¿Le habla a Dios? ¿Se dirige al muro de cactus que aparece en la fotografía? ¿Apela al lector que vendrá? Quizás una de estas sea la opción, o todas al mismo tiempo. Pero lo cierto es que el sentido del poema será distinto según nuestra decisión a la hora de elegir narratario. En fin, a través de este complejo montaje de significados, Wifredo García extiende una búsqueda de sí mismo. Nunca sabremos si logra encontrarse, aunque sí sabemos que mediante ese discurso termina por encontrarnos a nosotros.
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Como ocurre con la serie histórica, en Algo de mí el texto es el componente menos relevante de los reunidos por el autor y, de no ser por la imagen, se vería muy disminuido en sus posibilidades expresivas, en su capacidad para construir una apelación estética que involucre al lector-espectador. No por gusto su autor lo calificó como un “modesto libro de poesías”, cuando sin embargo terminó afirmando que se trataba del “primer libro de fotografías puramente artísticas editado en el país”, con lo cual apuntaba claramente hacia lo que consideraba su mayor valor. Es decir, en ambos casos la escritura tiene una función de apoyo y resulta subsidiaria de la imagen. La constatación adquiere un sentido aún más revelador cuando observamos que, mientras la serie histórica fue expuesta en los años ochenta y debe ser entendida como un proyecto de madurez estética, Algo de mí apareció publicado en 1974 y en él se manifiesta un Wifredo García cuya búsqueda de sí mismo transita caminos más personales o intimistas. No obstante, la relación del fotógrafo con la escritura es equivalente. ¿Podemos decir que Wifredo García fue un escritor en el sentido estricto del término? Antes de responder la interrogante, es de justicia reconocer que el fotógrafo dominicano poseyó el don de la escritura, esa expresión ajustada y fluida que desborda la corrección, ese regodeo humorístico, incluso sutilmente irónico, que habrían agradecido no pocos escritores dominicanos de su época. Ahora, si entendemos que escritor es todo aquel que utiliza la palabra escrita con algún fin, entonces la respuesta a la pregunta inicial será indudablemente afirmativa. Pero si asumimos a un escritor como alguien que emplea las posibilidades del gesto escritural para reinventar la maravilla de vivir por medio de un acto que asienta sus misterios en los tan infinitos como inaprensibles recursos de la palabra, entonces deberíamos admitir que la escritura no fue el protagonista cardinal en los desvelos artísticos de Wifredo García.3 Ese lugar correspondió siempre a la fotografía, algo que se demuestra con mucha facilidad si recordamos que, aparte de los dos casos antes examinados, sus restantes libros son de fotografías o tienen como función explicar y explicarse el arte de la fotografía, recorrer su historia o cuestionar el papel de los promotores y de la crítica sobre ese arte. En fin, hay un Wifredo García fotógrafo que a veces escribía para nutrir su trabajo estético. Un artista que enalteció la fotografía como una forma para encontrar su lugar en el mundo, su precisa identidad, y en ese trayecto terminó por convertirse en la concreción humana de la acción fotográfica. Las palabras, para él, eran un elemento subordinado a la imagen. Lo dijo muy claro: “La fotografía artística es la palabra que expresa la interioridad del fotógrafo”.4
3 Me remito al criterio del propio Wifredo García: “No todo fotógrafo es artista. Como no todo el que usa una máquina de escribir es literato, ni todo el que moja una brocha es pintor”. Fotografía. Un arte para nuestro siglo, p. 16. 4 Ibid.
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CUANDO LA GENTE ESTÁ EN ALGO. 1972 Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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MUJER EN UNA FARMACIA DE HONDO VALLE. c. 1981 Impresión cromogénica sobre papel. 50 X 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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LEYENDO MÚSICA. c. 1979 Impresión cromogénica sobre papel. 50 X 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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CARTEL DE NARCISO EN AZUA. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 50 x 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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HOMBRE DE SANTIAGO. c. 1977 Impresión cromogénica sobre papel. 60 x 50 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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MUJER DE LA CORDILLERA CENTRAL. c. 1985 Impresión cromogénica sobre papel. 50 X 60 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Doble página anterior: HABITACIÓN DE TRUJILLO EN SU CASA DE LA CAOBA. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García PUÑO CON GUILLO, SANTO DOMINGO. c. 1981 Impresión cromogénica sobre papel. 35 x 27 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García EN EL CORRAL DE LA SUBASTA, BAYAGUANA. c. 1979-80 Cibachrome. 35 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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CAMINANDO ENTRE RIELES. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 49 x 39 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García CALLE DE SÁNCHEZ AL ATARDECER. c. 1979-80 Cibachrome. 35 x 27.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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RELOJ PÚBLICO EN HATO MAYOR. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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HIDRANTE EN PUEBLO FRONTERIZO SIN ACUEDUCTO. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 X 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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MURAL CON AVES, TURQUÍA. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 20.7 x 30.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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DETALLE DE VIDRIO DECORADO, COLOMBIA. s/f Cibachrome. 20.7 x 30.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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PAJONES VERDES. c. 1975 Impresión cromogénica sobre papel. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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BOSQUE. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 39 x 49 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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ISLA CABRITOS. c. 1980 Impresión cromogénica sobre papel. 49.5 x 59.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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PECES EN FRASCO. c. 1979 Impresión cromogénica sobre papel. 27 x 35 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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GENTE EN UNA CALLE, RUSIA. c. 1983 Impresión cromogénica sobre papel. 20.7 x 30.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García VIEJOS CON INSIGNIAS MILITARES, MOSCÚ. c. 1983 Cibachrome. 30.8 x 20.7 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Doble página anterior: ESCENA DE LIDIA EN BARCELONA, ESPAÑA. s/f Cibachrome. 20.7 x 30.8 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García SALINAS. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel. 39 x 49 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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PAISAJE CON LETRERO. s/f Impresión cromogénica sobre papel. 39 x 49 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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TRANSEÚNTES DE LA CIUDAD DE CHICAGO, ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA. s/f Cibachrome. 30.8 x 20.7 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García LA NUEVA IGLESIA DE LA DESCUBIERTA. 1969 Gelatina de plata sobre papel. 20.3 x 24.5 cm. Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
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LA AMENAZA. s/f Cibachrome. 39.5 x 49.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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MANGO EN LA OSCURIDAD. 1986 Cibachrome. 27 X 35 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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OBRERO PORTUARIO. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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CAMPESINO TRABAJANDO LA TIERRA EN EL SUR Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Doble página siguiente: CASA EN LA CALLE DR. DELGADO, SANTO DOMINGO. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm. Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Cronología de Wifredo García Domenech
1935
1969
1977
• Nace en Barcelona, España, de madre catalana y padre valenciano.
• Inicia el proceso organizativo de los Concursos Nacionales de Fotografía, patrocinados por la Compañía Anónima Tabacalera, que se celebrarían anualmente hasta 1977.
• Funda Fotogrupo en Santo Domingo. • Presenta el audiovisual Hay un país en el mundo en Puerto Rico, con la lectura en vivo a cargo del propio Pedro Mir, como un homenaje a los poetas antillanos. • Pone en circulación el libro La fotografía según Wifredo García.
1946 • Se traslada a República Dominicana con su madre por el recrudecimiento de la situación económica y social luego de la Guerra Civil Española.
1955 • Se gradúa de Doctor en Química y Farmacia en la Universidad de Santo Domingo.
1957 • Se inicia en la fotografía mientras realiza estudios de postgrado en la Universidad del Estado de Kansas, Estados Unidos.
1959 • Se casa con Hortensia Marcial Silva, con quien procrea tres hijos: Margarita, Wifredo y Rosa Virginia.
1964 • Se traslada a vivir a Santiago de los Caballeros, donde funda la compañía Molinos del Yaque (Pollos Yaque).
1965 • Comienza a impartir clases de Química en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) de Santiago de los Caballeros.
1968 • Funda en su casa de Santiago de los Caballeros el grupo fotográfico Jueves 68. • Presenta la exposición El mundo fotográfico de Wifredo García, en la Alianza Francesa de Santiago.
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1970 • Se presenta la primera exposición colectiva de Jueves 68, titulada Fotografía artística, en el antiguo Palacio Consistorial de Santiago de los Caballeros.
1974 • Realiza una exposición individual en la Biblioteca de la PUCMM, en Santiago de los Caballeros. • Pone a circular su primer libro, Algo de mí, de poemas y fotografías. • Imparte el primer curso de fotografía que tuvo lugar en una universidad dominicana, en la PUCMM, Santiago de los Caballeros.
1975 • Obtiene el 1er. premio en el Concurso Nacional de Fotografía de la Alianza Francesa, en Santiago de los Caballeros. • Publica el libro El agua en Santiago, con texto del historiador dominicano Carlos Dobal.
1976 • Realiza una exposición individual en Casa de Teatro, Santo Domingo. • Comienzan las presentaciones nacionales del audiovisual Hay un país en el mundo, a partir del texto homónimo del poeta dominicano Pedro Mir, con fotografías de Wifredo García, Julio González y Domingo Batista. • Colabora en la revista Imágenes del Medio Rural Dominicano, de la Fundación Dominicana de Desarrollo.
1978 • Realiza una exposición colectiva de Fotogrupo en Santiago de los Caballeros. • Realiza el audiovisual Bienvenidos a Santo Domingo, primer trabajo en colaboración con Fotogrupo, en el Hotel Loews, Santo Domingo. • Exposición de la secuencia El proceso de la fabricación de la careta del carnaval en Santiago, en el Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo. • Presentación del audiovisual Sánchez, Sánchez, en el Quinto Seminario de Conservación y Restauración de Monumentos, La Vega, República Dominicana. El mismo audiovisual fue presentado luego en el Museo de las Casas Reales, en Los Minas, San Cristóbal, y Santiago de los Caballeros. • Primer premio en el Concurso Nacional de Fotografía Artística de Santo Domingo, patrocinado por The Bank of Nova Scotia. • Colabora con las fotografías de la publicación Canto a los humildes de mi pueblo, de la Fundación Dominicana de Desarrollo. • Realiza la colectiva de Fotogrupo Primera Exposición Nacional de Cibachrome en Casa de Teatro, Santo Domingo.
• Participa en la exposición 10 años de fotografía dominicana, en la Alianza Francesa de Santo Domingo.
1979 • Regresa a vivir en Santo Domingo. • Participa en la colectiva de Fotogrupo Una aldea dominicana, en Casa de Teatro, Santo Domingo. • Participa en la colectiva de audiovisuales de Fotogrupo, en el Círculo de Coleccionistas de Santo Domingo. • Realiza la colectiva de Fotogrupo Una visión fotográfica de antropología dominicana, en el Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo. • Inicia las clases de fotografía en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU). • Presenta el audiovisual La historia colonial de Santo Domingo, con texto de Pedro Santiago, en el Museo de las Casas Reales, Santo Domingo. • Participa en la XIV Bienal de Artes Plásticas de Santo Domingo. • Realiza su tercera individual en el Museo de las Casas Reales, Santo Domingo, con el tema Celebrando el color de mi mundo, en el marco de la VII Feria Nacional del Libro. • Participa en una colectiva de Fotogrupo en el Centro de la Cultura de Santiago de los Caballeros. • Proyección del audiovisual Sánchez, Sánchez en la biblioteca Amantes de la Luz, de Santiago de los Caballeros. • Participa en una colectiva de artistas dominicanos en Martinica y presenta una exposición individual en ese país. • Participa en una colectiva de Fotogrupo, en Casa de Teatro, Santo Domingo.
• Realiza una exposición individual con el tema Nuestros Parques Nacionales, en Casa de Bastidas, Santo Domingo. • Participa en una colectiva por el Primer Encuentro Nacional de Fotografía, en Casa de Teatro, Santo Domingo. • Participa en la colectiva Artistas de Santiago, en el Centro de la Cultura de Santiago de los Caballeros. • Participa en una colectiva de Fotogrupo en la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo.
1980 • Publica su libro La catedral del bosque: un itinerario al Pico Duarte. • Presenta una exposición individual en la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo, con el tema Nosotros, una interpretación fotográfica de la historia de la República Dominicana. • Diapositivas de Wifredo García concernientes al pueblo dominicano fueron admitidas para formar parte del Museo del Hombre de París, Francia.
1981 • Obtiene el primer premio de fotografía color, en el Concurso Nacional Rodríguez Urdaneta, patrocinado por la Dirección Nacional de Patrimonio Cultural y el Instituto de Cultura Hispánica. • Realiza un audiovisual individual sobre el Pico Duarte, en el Instituto Vegano de Cultura, La Vega. • Participa en una colectiva en España con los premios del Concurso Nacional Rodríguez Urdaneta. • Participa en una colectiva de Fotogrupo en la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo. • Gana el Gran Premio Especial del IV Concurso Internacional de Fotografía, en Cartagena, España.
• Presenta el audiovisual colectivo de Fotogrupo sobre el Pico Duarte en Casa de Teatro, Santo Domingo. • Obtiene menciones honoríficas en fotografía blanco y negro y color en el Concurso de la Revista Américas, publicación de la Organización de Estados Americanos (OEA), Washington, Estados Unidos. • Participa en la realización de un audiovisual colectivo de Fotogrupo en el Instituto Vegano de Cultura, La Vega. • Participa en la colectiva de los ganadores del Concurso de la Revista Américas, en la sede de la OEA, Washington, Estados Unidos. • Participa en la XV Exposición Bienal de Artes Plásticas de Santo Domingo, con su serie del manicomio de Santo Domingo. • Veinte fotografías suyas son aceptadas en el Museo del Hombre, París, Francia. • Participa en la V Exposición Colectiva de Fotogrupo, en la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo. • Forma parte de la colectiva Plástica dominicana contemporánea, en Casa de Bastidas, Santo Domingo. • Presenta un audiovisual sobre la identidad de los dominicanos en un seminario sobre ese tema realizado en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, Santo Domingo. • Participa en una colectiva de Fotogrupo en Casa de Teatro, Santo Domingo. • Participa en una colectiva de Fotogrupo sobre la región de Pimentel, en Pimentel, República Dominicana. • Representa al país en el II Coloquio Latinoamericano de Fotografía, en México. Forma parte de la colectiva de fotógrafos latinoamericanos en el Palacio de Bellas Artes de ese país.
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1982
1984
• Publica el libro Fotografía. Un arte para nuestro siglo. • Expone La frontera en el Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo. • Presenta la exposición individual Dualidades, compuesta por 267 obras, en la Casa Rodrigo de Bastidas, Santo Domingo, con motivo de sus veinticinco años de labor en la fotografía. • Presenta una exposición en la sala de exposiciones del Instituto de Cooperación Iberoamericana, Madrid, España. • Representa al país en el III Coloquio Latinoamericano de Fotografía, en La Habana, Cuba.
• Participa en la XVI Bienal de Bellas Artes y Artes Plásticas, Galería de Arte Moderno, Santo Domingo. • Realiza el audiovisual individual La imagen rusa de Wifredo García, en Casa de Teatro y la UASD. • Participa en una colectiva de Fotogrupo, en la Galería de Arte Moderno, Santo Domingo. • Inaugura su exposición individual Un homenaje a Quisqueya, en el Voluntariado del Museo de las Casas Reales, Casa de Bastidas, Santo Domingo. • Participa en la colectiva EXPO ADAVI ’84, en Dominican Republic Tourism Office, New York, Estados Unidos.
1983 • Forma parte de una colectiva de Fotogrupo en Casa de Teatro, Santo Domingo. • Participa en una colectiva de fotografía dominicana realizada en Lima, Perú. • Inaugura una exposición individual en Baní, República Dominicana, en la Asociación Peravia de Ahorros y Préstamos. • Participa en la colectiva de Fotogrupo El paisaje de la Cordillera Central, Galería Enfoca, Santo Domingo. • Forma parte de una colectiva de fotografía dominicana en Managua, Nicaragua. • Presenta su exposición individual La frontera, en el Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida, Gainsville, Estados Unidos. • Inaugura su exposición individual La República Dominicana, en el Museo de Arte Contemporáneo, Plaza Gorky, Moscú, Unión Soviética.
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1985 • Presenta una exposición de fotografías de sus viajes por países de Europa y América, en Nouveau Centro de Arte, Santo Domingo. • Expone en el 45 Salón Fotográfico Internacional de Japón, auspiciado por The Cerolin Slim Bun. Fue presentado además en Osaka, Nagoya, Kyoto y Sapporo. • Participa en la colectiva de Fotogrupo por su séptimo aniversario, Casa de Teatro, Santo Domingo. • Forma parte de la colectiva de ganadores del 33 Concurso Fotográfico Nikkor, en Tokio, Japón. • Funda Fotogrupo Santiago, en Santiago de los Caballeros.
1986 • Inaugura La Casa Fotográfica de Wifredo García, en Santo Domingo. • Participa en la reposición de la Exposición de Fotógrafos Internacionales en la Galería de Arte de la Alianza Francesa, Santo Domingo.
• Forma parte de la Colectiva Internacional de Artes Latinoamericanas, en Bonn, Alemania. • Participa en el Primer Concurso Nacional Fotografía sobre el Carnaval, Museo del Hombre Dominicano, Santo Domingo. • Recibe una mención de honor en el Trigésimo Tercer Concurso Fotográfico Nikkor, Japón.
1987 • Publica el libro De tierra morena vengo: Imágenes del hombre dominicano y su cultura, con los escritores dominicanos Manuel Rueda y Ramón Francisco, y el pintor dominicano Ramón Oviedo. • Funda Fotogrupo 23, en San Pedro de Macorís. • Gana el primer premio de la categoría color en el Sexto Concurso Fotográfico Anual de la revista Américas.
1988 • Es elegido Maestro Internacional de Fotografía por la Federación Internacional del Arte Fotográfico (FIAP), a los 53 años de edad. • Publica con Wolfgang Scheidig el libro País de sol y sonrisas, República Dominicana. • Se presenta la exposición retrospectiva Wifredo García: 30 años en fotografía, en la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo. • Muere en Santo Domingo.
1990 • Se publica póstumamente su libro El testamento de plata.
Tomado de Algo de mí, página web de Wifredo García (www.wifredogarcia.com.do)
Catálogo de obras exposición Wifredo García: Peculiares Obsesiones Reconocimiento Vendedor de huevos. s/f Gelatina de plata sobre papel 50.8 x 40.6 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial Campesino de Guayubín. 1974 Gelatina de plata sobre papel 104.2 x 109.4 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial La artesanía del barro. 1978 Gelatina de plata sobre papel 50.8 x 61 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial Maestro de escuela. 1959 Gelatina de plata sobre papel 33.8 x 25 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Regreso de la misa de ramos. 1976 Gelatina de plata sobre papel con intervención de tinta a color 59.8 x 50.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Joven de Altamira. 1977 Gelatina de plata sobre papel 60.5 x 50.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García El carnicero. s/f Cibachrome 20.3 x 30.5 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial Las muchachas de Fondo Negro. 1975 Gelatina de plata sobre papel 49.5 x 39 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
En el batey. 1962 Gelatina de plata sobre papel 51 x 41.7 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
El pollero. s/f Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Pescador de Bayahíbe. 1983 Gelatina de plata sobre papel 40.5 x 30.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Carnaval en Polo. s/f Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Parte de hombre desnudo. 1986 Cibachrome 27 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Cuando la gente está en algo. 1972 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Hombre y gallo en Maguana. c. 1981 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Muchacho con radio. s/f Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Mujer en una farmacia de Hondo Valle. c. 1981 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Leyendo música. c. 1979 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Hombre en un colmado de Cabral. s/f Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Dependiente en una tienda en Villa Trina. 1981 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Pareja en un colmado de Santo Domingo. 1981 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Mujer de la Cordillera Central. c. 1985 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Hombre de Santiago. c. 1977 Impresión cromogénica sobre papel 60 x 50 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Hombre de Jarabacoa. c. 1977 Impresión cromogénica sobre papel 60 x 50 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Grafiti en el Cibao. c. 1978 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Antonio Rodríguez, escultor. 1984 Gelatina de plata sobre papel 35.3 x 27.6 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Grafiti. c. 1979 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
José Rincón Mora. 1984 Gelatina de plata sobre papel 35.7 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Grafiti con niño en Azua. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Ángel Haché y Delta Soto, actores. 1984 Gelatina de plata sobre papel 27.8 x 35.3 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Grafiti con hombre. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Grafiti con joven en Boyá. s/f Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Grafiti con mujer en San José de Ocoa. c. 1981 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Grafiti con motor. c. 1985 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Cartel de Narciso en Azua. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 50 x 60 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Complicidad Miguel Vila, arquitecto. 1984 Gelatina de plata sobre papel 35.2 x 27.6 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Danicel. 1984 Gelatina de plata sobre papel 18.8 x 34.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Celestial. s/f Gelatina de plata sobre papel 80.3 x 25.4 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial Autorretrato. s/f Gelatina de plata sobre papel 18 x 12.2 cm Cedida en préstamo por Margarita García de Vargas
Micro-historias Jóvenes en Barahona. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Mayordomo de limpieza en la Basílica, Higüey. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Obrero portuario. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Habitante de una cueva en Los Haitises. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Establecimiento de venta de objetos religiosos en Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Detalle de un diablo cojuelo en Santiago. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Vendedores de “roquetes” comestibles en el Santo Cerro de La Vega Real. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Escritura en una pared, Manabao. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Recién casados de Arenoso disponiéndose a subir al vehículo nupcial. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Juventud Revolucionaria en La Isabela. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Niño con madrina, Jánico, Santiago. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
La hija del pescador, Samaná. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Vecino de la costa norte, Puerto Plata. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Escena callejera en el Capotillo de hoy. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Perico ripiao en Boyá. c.1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Empleado industrial de Santiago. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Niño de Sánchez. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
En el corral de la subasta, Bayaguana. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Haitiano en la frontera. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Escena de una avenida en el Santiago actual. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Puerta de la casa de una calle de la época en Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Detalle de la Iglesia de El Carmen, en Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Pajones secos en Isla Cabritos. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Casa en la calle Dr. Delgado, Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Vista parcial del muelle y aduanas contemporáneas, en Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Goletas de pescadores en Bayahíbe. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Reloj público en Hato Mayor. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Obrero de Santiago, tomando un baño en el río Yaque. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Campesino en la cordillera Central. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Calle de Sánchez al atardecer. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Campesino del Valle de Bao. c. 1979-80 Cibachrome. 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Aspecto de la selva en el Gran Estero. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Puerto de Bayahíbe. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Cocina en La Descubierta. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica Wifredo García Campesino trabajando la tierra en el Sur. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Caballero de Azua. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Goletas en Bayahíbe. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Vivienda en la frontera. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Construcción típica de los pueblos del sur. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García San Pedro de Macorís. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Familia de Manabao. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Bar en Fondo Negro. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Un vehículo de transporte público en la frontera. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Pato de La Florida. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Secando pescado al sol en Las Salinas. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Día de mercado en Polo, Barahona. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Instalación eléctrica en casa de El Seibo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Fonda para el servicio de comida en Polo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Torre del Homenaje, Fortaleza de Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Pescadores antes del amanecer, bahía de Samaná. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García El ciclón David cuando comenzaba a soplar en Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Habitantes de Los Haitises. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Restos de maquinarias en Luperón. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Hidrante en pueblo fronterizo sin acueducto. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Comerciante español en Duvergé. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Carro empleado por el SIM en sus apresamientos nocturnos. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Celebración en Bayaguana. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Rurales en un batey de Macorís. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Barrio campesino en Esperanza. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Muchacho en un ingenio azucarero. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Banda presidencial de Monseñor Meriño. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Calle Arzobispo Portes, Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Duelo en Salcedo. c. 1979-80 Cibachrome. 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Entierro en la Línea Noroeste. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
A recibir al Papa, Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Duelo en la Cordillera Central. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Calle colonial de Santo Domingo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Puerta en Manabao. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Cura párroco de Higüey. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Revólver antiguo, Museo del Hombre Dominicano. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Casa de campo en el Valle del Cibao. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Niños en escuela rural. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Jardinero en el valle de Constanza. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Pescador de Cabarete, Costa Atlántica. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Niño en el muelle de Sánchez. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Playita en el Cayo Monte Chico, frente a la Costa de Montecristi. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Niño vendedor de dulces, Samaná. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Mujer pordiosera en Higüey. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Galería de casa victoriana en Sánchez. c. 1979-80 Cibachrome 35 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Panoramas
Haitiano viviendo en un batey dominicano. c. 1979-80 Cibachrome 35.5 x 27.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Habitación de Trujillo en su casa de La Caoba. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Detalle de vivienda. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Niña descansando en una cabaña de veraneo en Jarabacoa. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Petroglifo de Las Caritas, Lago Enriquillo. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Detalle de vivienda pescadora en Guaraguao. c. 1979-80 Cibachrome 27.8 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Cafetal de Moca. 1970 Gelatina de plata sobre papel 90 x 119.4 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial La nueva iglesia de La Descubierta. 1969 Gelatina de plata sobre papel 20.3 x 24.5 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial Escalinata. s/f Gelatina de plata sobre papel 90 x 60 cm Colección Centro León Cima de La Pelona. s/f Gelatina de plata sobre papel 49.4 x 39.2 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Paisaje de la cordillera. s/f Gelatina de plata sobre papel 50.5 x 40.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Limpiando vidrios en la UCMM. 1975 Gelatina de plata sobre papel 50 x 39.3 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Árboles entre la niebla. s/f Cibachrome 33.8 x 49.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Caminando entre rieles. s/f Impresión cromogénica sobre papel 49 x 39 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Paisaje al atardecer. s/f Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Valle Nuevo. s/f Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Bosque. s/f Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Montaña y nubes. c. 1983 Impresión cromogénica sobre papel 49 x 39 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Árbol en la neblina. c. 1977 Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Carretera Internacional. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
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Camino en la Carretera Internacional. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Detalle de vidrio decorado, Colombia. s/f Cibachrome 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Cementerio de carros en Santo Domingo. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
El Coliseo Romano, Italia. s/f Cibachrome 30.8 x 20.7 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Salinas. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Paisaje con letrero. s/f Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica Wifredo García
Exploraciones Detalle de dibujo y anuncio deteriorado en una pared. s/f Cibachrome 30.8 x 20.7 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Mujer con collar rojo Salazaca, Ecuador. s/f Cibachrome 30.8 x 20.7 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Viejos con insignias militares, Moscú. c. 1983 Cibachrome 30.8 x 20.7 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Transeúntes de la ciudad de Chicago, Estados Unidos de América. s/f Cibachrome 30.8 x 20.7 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Ropa tendida en el Sur de Francia. s/f Cibachrome 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Escena de lidia en Barcelona, España. s/f Cibachrome 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Mural con aves, Turquía. s/f Impresión cromogénica sobre papel 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García En Israel. s/f Impresión cromogénica sobre papel 30.8 x 20.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Pared con afiches. s/f Impresión cromogénica sobre papel 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Galápagos. s/f Impresión cromogénica sobre papel 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Gente en una calle, Rusia. c. 1983 Impresión cromogénica sobre papel 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García El cartero. c. 1969 Impresión cromogénica sobre papel 30.8 x 20.7 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Boxeadores I. s/f Impresión cromogénica sobre papel 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Muñeca traída de Nueva York. 1982 Cibachrome 30.2 x 19.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Boxeadores II. s/f Impresión cromogénica sobre papel 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Interior en Saona. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 34.2 x 26.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Boxeadores III. s/f Impresión cromogénica sobre papel 20.7 x 30.8 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Juego de baloncesto I. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 34.2 x 26.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Descubrimientos
Juego de baloncesto II. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 26.5 x 34.2 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Ocaso. 1980 Gelatina de plata sobre papel 42 x 39.5 cm Colección Centro León Velorio en Jarabacoa. 1980 Cibachrome 26.6 x 34.4 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Impuestos internos. s/f Gelatina de plata sobre papel 20.3 x 30.5 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial Plaza Naco. s/f Gelatina de plata sobre papel 20.3 x 30.5 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial La amenaza. s/f Cibachrome 39.5 x 49.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Interior en Manabao. s/f Cibachrome 34.2 x 26.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García La mecedora roja. 1982 Cibachrome 34.2 x 26.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Juego de billar en el Sur. c. 1982 Impresión cromogénica sobre papel 26.5 x 34.2 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Barbería de Higüey. c. 1978 Impresión cromogénica sobre papel 26.5 x 34.2 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Pelea de gallos en el Sur. s/f Impresión cromogénica sobre papel 26.5 x 34.2 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Sin título. c. 1977-79 Impresión cromogénica sobre papel 26.5 x 34.2 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Niños en una playa de Santo Domingo. s/f Impresión cromogénica sobre papel 39 x 49 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García
Imaginarios Mango en la oscuridad. 1986 Cibachrome 27 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Manos abiertas. s/f Cibachrome 35 x 27 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Espinas en el agua. s/f Gelatina de plata sobre papel 59.5 x 49.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Pajones verdes. c. 1975 Impresión cromogénica sobre papel 49.5 x 59.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Isla Cabritos. c. 1980 Impresión cromogénica sobre papel 49.5 x 59.5 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Disfraz de La Vega. s/f Impresión cromogénica sobre papel 35 x 27 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Ropa en Paraíso, Sur. s/f Impresión cromogénica sobre papel 27 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Chancletas. s/f Impresión cromogénica sobre papel 27 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García La huella del trabajo. 1971 Gelatina de plata sobre tela 166.4 x 113 x 8.9 cm Cedida en préstamo por Rosa Virginia García de Bencosme
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Puño con guillo, Santo Domingo. c. 1981 Impresión cromogénica sobre papel 35 x 27 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Mano en una puerta. 1985 Impresión cromogénica sobre papel 35 x 27 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Manos sobre el tambor. c. 1979 Impresión cromogénica sobre papel 27 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica Wifredo García Lente roto. s/f Impresión cromogénica sobre papel 27 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Peces en frasco. c. 1979 Impresión cromogénica sobre papel 27 x 35 cm Cedida en préstamo por La Casa Fotográfica de Wifredo García Composición. 1982 Cibachrome 36.8 x 49.5 cm Cedida en préstamo por Rosa Virginia García de Bencosme Hombre del siglo XX. 1978 Sandwich, positivo invertido 15.2 x 22.8 cm Cedida en préstamo por Wifredo García Marcial
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Wifredo GarcÃa
PE C U L I A R S O B S E SS IO NS / PARTIC U LAR O BS ESS IO NS
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Wifredo o l’encarnació de la fotografia Rafael Emilio Yunén Director general / Centro León Des dels seus orígens, el Centro León es va concebre com una institució dialogant, com un òrgan cultural que mitjançant el treball d’investigació, gestió i promoció assimila, interpreta, proposa i intercanvia significats amb la comunitat en què es troba inserit: del barri a la ciutat, de la ciutat al país, del país al Carib, de la regió caribenya a la resta del planeta i viceversa. Això no tan sols planteja un repte a la perspicàcia i la capacitat de sorpresa del gestor; també implica assimilar la cultura del present (i, per descomptat, la tradició) com una cosa que es fa cada dia i els éssers humans, com a creadors culturals quotidians. En aquest sentit, l’exposició Wifredo García: Peculiars obsessions ha estat una enriquidora experiència de treball per al Centro León. És així per raons diverses. La primera d’elles rau en el fet que hagi estat una mostra pensada, preparada i duta a terme a partir de l’arxiu de Wifredo García, que fa prop de cinc anys els seus descendents van decidir lliurar a la nostra institució en qualitat de préstec a llarg termini renovable. El projecte que ara s’exposa ens va ocupar gairebé dos anys i va exigir des del principi una meticulosa tasca d’investigació, el primer resultat apreciable de la qual va ser la posada en valor d’aquest arxiu, que des de setembre de 2008 consulten a la nostra Mediateca investigadors, artistes, professors, estudiants i públic interessat. D’alguna manera, podríem afirmar que des d’aleshores Wifredo García, l’artista, va entrar en una nova etapa de la seva vida creadora, pel fet d’arribar als seus destinataris naturals. El treball d’investigació va permetre, a més, anar reconeixent les diferents facetes que constitueixen el perfil d’aquest creador, la qual cosa es va fer palesa en la programació durant el 2008 de l’Any Wifredo García, com un homenatge als vint anys de la seva mort. Aquest programa va incloure diverses tertúlies i un seminari durant els quals especialistes i deixebles de García en van examinar la trajectòria com a artista, organitzador de grups fotogràfics, col·leccionista i mestre. Tota aquesta tasca de recerca i debat va desembocar (suggerint continguts i maneres, mostrant camins possibles cap a la creativitat) en la curadoria i el disseny museogràfic mitjançant els quals l’equip del Centro León ha fet possible Wifredo García: Peculiars obsessions. Però, per si tot això fos poc, l’exposició va trobar una nova ressonància pel fet d’estar inscrita dins del programa “La petjada catalana al Carib”. Nascut a Catalunya i emigrat cap a la República Dominicana als onze anys d’edat, Wifredo García es presenta en aquesta mostra no tan sols com el fotògraf rellevant que va ser, sinó també com un cas molt especial de creador que planteja angles inquietants i desa-
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fiadors a l’hora d’estudiar la identitat, un dels tres eixos temàtics fonamentals del Centro León. Haver treballat amb la Casa Amèrica Catalunya, l’Institut Ramon Llull i un grup important d’institucions caribenyes en la concepció, organització i desenvolupament de “La petjada catalana al Carib” ha estat una experiència important per a la nostra institució. De la mateixa manera, ens sentim orgullosos que l’obertura de Wifredo García: Peculiares obsesiones el febrer de 2009 i al Centro León sigui, alhora, la inauguració del programa “La petjada catalana al Carib”. Aquest sentiment es fa encara més gran en constatar que la mostra també serà part de la inauguració d’aquest programa a Barcelona durant el mes de gener de 2010. Vint-i-dos anys després de la seva mort, Wifredo García tornarà a la seva terra natal com el que va ser: un extraordinari fotògraf dominicà. Haver ajudat a fer-ho possible constitueix un toc de satisfacció únic per al Centro León i, sens dubte, per a les institucions catalanes que ens han acompanyat en aquesta empresa. La mostra que aquí es presenta ens proposa una trobada essencial amb Wifredo García ja que, a partir d’ara, serà un artista molt més conegut dins i fora de la cultura dominicana. Aquestes “obsessions peculiars” en recullen els temes clau i les recerques més fructíferes. L’espectador delerós pot trobar, en els diferents àmbits de l’exposició, l’experimentador avesat i agut, el paisatgista sensible i segur, el retratista apassionat i revelador, el fotògraf d’afers socials preocupat i solidari; en fi, l’home que va emprar la fotografia com un mitjà per trobar-se i no tan sols va arribar a descobrir-nos a tots, sinó que també va acabar convertint-se en l’encarnació de l’acte fotogràfic sobre la terra.
Construir país al Carib Antoni Traveria Director general / Casa Amèrica Catalunya La Fundació Casa Amèrica Catalunya treballa per bastir ponts i reforçar els vincles que uneixen Amèrica llatina i el Carib amb Catalunya. Amb aquests plantejaments i objectius va néixer a la ciutat de Barcelona el 1911 aquesta entitat, propera ja al seu centenari, amb el nom originari de Casa d’Amèrica de Barcelona. La nostra Fundació entén la cultura com una de les eines més eficaces per conèixer i acostar les realitats d’un costat i l’altre de l’Atlàntic. Mitjançant una oferta que, entre d’altres, inclou exposicions, jornades, espais literaris i musicals, debats o cicles documentals i cinematogràfics, Casa Amèrica Catalunya aposta per ser un complement de cooperació cultural americanista amb altres institucions i un pont d’acció exterior en el codesenvolupament dels països de l’àmbit iberoamericà. A la Catalunya del segle xxi amb una important presència de ciutadans i ciutadanes dels diferents països de la comunitat iberoamericana de nacions,
la nostra institució practica avui una acció oberta a la participació, al diàleg intercultural i a la integració, reconeixent sempre els orígens de les persones. Casa Amèrica Catalunya es va embarcar en l’aventura transatlàntica de “La petjada catalana al Carib” de la mà del Centro León i conjuntament amb l’Institut Ramon Llull, ja fa dos anys, plenament conscients de la importància i oportunitat de treballar junts en un programa cultural d’aquesta envergadura. Organitzat des de la complicitat de tres institucions diferents, “La petjada catalana al Carib” busca evocar i sobretot aprendre d’un passat col·lectiu comú: el llegat que els catalans van deixar a l’àrea caribenya. Reobrint així una etapa de la història emigrant catalana que va calar molt més del que se sabia fins avui. Més enllà de l’àmpliament difós i reconegut àmbit econòmic (emmarcat en l’expressió “fer les amèriques”), la influència catalana va abastar molts més aspectes: des del polític fins a l’arquitectònic, passant per l’artístic, el social i l’acadèmic. La inauguració de l’exposició fotogràfica Wifredo García: Peculiars obsessions és la primera acció d’aquest programa catalanocaribeny que té el punt d’arrencada a la República Dominicana, recorre amb altres accions Puerto Rico i Cuba, per concloure en terres catalanes. La història del català Wifredo García Doménech pertany al Carib. I el més destacable és que, com en tants altres casos de ciutadans i ciutadanes d’origen català, Wifredo pertany a la història del Carib fins i tot abans de néixer. El seu avi i la seva mare, ambdós catalans, van formar part del teixit social, cultural i laboral de la República Dominicana, país que van deixar enrere el 1930 per tornar a Catalunya. Wifredo García Doménech va néixer per tant barceloní, però a 11 anys va tornar a una terra familiar que ell encara no coneixia. A la República Dominicana va créixer i es va formar; i des d’aleshores va ser part indiscutible d’aquest país caribeny. Wifredo García és així tan català com dominicà, i simbolitza tantes dones i homes que van construir un futur des del seu origen, allunyant-se del Mediterrani i adoptant el blau del Carib com a propi. A principi del 2010 Wifredo García: Peculiars obsessions, viatjarà a Barcelona. L’artista dominicà, el fotògraf català, tornarà a casa. I serà la primera vegada que exposa la seva obra a Barcelona, la seva ciutat natal. Amb ell, arrossegarà una memòria col·lectiva catalanocaribenya que aquest programa cultural pretén destacar: la d’aquells catalans que van decidir construir país més enllà del seu propi i que van fer del Carib la seva identitat.
El descobriment d’un mestre Josep Bargalló Director de l’Institut Ramon Llull Abans del programa “La petjada catalana al Carib”, coorganitzat amb Casa Amèrica Catalunya i Centro León, el nom de Wifredo García m’era totalment desconegut, com ho és per a la majoria dels habitants de terres de parla catalana. A partir d’ara, però, amb l’exposició Wifredo García: Peculiars obsessions, primer a la República Dominicana i posteriorment a Barcelona, el nom d’aquest gran fotògraf de ben segur que formarà part d’aquell imaginari col·lectiu que palesa la històrica relació entre catalans i caribenys. És ben sabut que les onades migratòries formen part de la nostra història. En algunes ocasions, per necessitats econòmiques, com durant el segle xix; en d’altres, per motius de persecució política, com al segle xx per l’ensulsiada que va suposar la Guerra Civil espanyola, sobretot durant els anys durs de la postguerra i el franquisme. Tant el Carib com l’Amèrica Llatina han demostrat la seva generositat en acollir-nos quan el nostre entorn ens era advers. De vegades, però, més enllà dels tòpics, que podríem sintetitzar amb la figura de l’indià”, aquesta empremta catalana és desconeguda, ja sigui perquè la memòria popular caribenya n’ha oblidat els orígens o perquè les darreres generacions de la nostra la desconeixen. Wifredo García és un d’aquests oblidats. Ha estat un plaer descobrir aquest gran mestre de la fotografia. Imatges que, com a europeu, entronco directament amb la tradició del realisme objectiu, però que alhora em descobreixen una mirada impulsiva, una manera de fer que és, en paraules del seu autor, “simplement dominicana”. Natura en estat pur, paisatge humà des del detall, amb una tècnica excepcional i un domini del mitjà, tant en blanc i negre com en color. Però no tan sols mestre en el seu art, sinó també persona de vocació didàctica, que va ensenyar i transmetre a les joves generacions la seva visió i la d’altres mestres anteriors de la fotografia dominicana. Va teixir així un imaginari col·lectiu i va passar a formar part de la identitat i la història del país on va arribar quan tenia onze anys. Des de l’agitació de l’associacionisme fotogràfic, compartida amb altres fotògrafs i amb tots aquells que s’hi volguessin implicar, es va comprometre dia a dia per construir, dignificar i transformar aquest art. I el més curiós. Ell no volia ser fotògraf, sinó escriptor. Va arribar a la imatge amb tota la seva formació literària prèvia amb la intenció de bastir una sintaxi de la fotografia perquè creia que “el contingut és la forma”. Superava, doncs, el simple professional per ser allò que ell volia que fos un fotògraf: “poeta de la imatge”. La seva obra mostra amb escreix que ho va aconseguir.
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Wifredo García: Peculiars obsessions Sara Hermann Assessora d’Arte Visuals / Centro León Karenia Guillarón Coordinadora d’Arts Visuals / Centro León
Quan el 1980 Wifredo García va exhibir a la Galería de Arte Moderno de Santo Domingo l’exposició Nosotros, una interpretación fotográfica de la historia de la República Dominicana, va posar de manifest un nou rumb per a la fotografia dominicana, que deixava de ser un important mitjà tècnic de reproducció per convertir-se en una eina de caràcter conceptual en mans de l’artista. En aquesta sèrie, que posteriorment es va exposar a la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago, Wifredo es va proposar relatar la història dominicana des d’una perspectiva personal i contemporània, amb la idea de suscitar reflexions crítiques entre els espectadors. L’observació de la naturalesa de la història, concretament de la història dominicana i els seus processos de construcció i comunicació, va portar l’artista a reconèixer la necessitat de narrar-ho tot de cap i de nou des d’un enfocament propi. En aquest interès es conjugaven qüestions relatives a la manera com ell entenia que recordem o representem la història, i a la visió que tenia Garcia del paper fonamental que tenen les imatges en les negociacions entre memòria i història. El que, aleshores, els seus contemporanis van considerar una lliçó d’història excel·lent avui també es pot analitzar com una forma de tornar a examinar com s’entén, es representa i es dialoga amb els esdeveniments anteriors, així com d’explorar analíticament el passat de l’individu creador a través de les imatges que lliura el present. És important subratllar que els contactes de Wifredo García amb els Coloquios de Fotografía Latinoamericana van influir notablement en l’aparició d’aquesta sèrie. Malgrat que el dominicà no en va poder assistir a la primera edició de Mèxic el 1978, va estar al corrent de tot el que hi va passar gràcies als documents publicats sobre l’esdeveniment. Aquell encontre de fotògrafs, com els dos que el van succeir (a Mèxic el 1981 i a l’Havana el 1982), va tenir una clara intenció de reafirmació i enaltiment de la fotografia llatinoamericana i va afavorir una línia de treball on predominaven els temes d’ordre social i on es proposava el fet fotogràfic com a postura i plantejament ideològic. Igualment, als Coloquios es donava una rellevància especial al rescat i la salvaguarda de les obres fotogràfiques de naturalesa històrica, com també a la difusió de treballs teòrics sobre la fotografia realitzats per autors llatinoamericans. Al seu text “Lugares comunes”, publicat amb motiu del Segundo Coloquio Latinoamericano de Fotografía a La Sema-
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na de Bellas Artes, Néstor García Canclini plantejava: “Tota la discussió sobre la ideologia d’un missatge fotogràfic l’ha de situar en el teixit de relacions que el fan intel·ligible. Cal que tota comunicació fotogràfica es plantegi la relació entre el que l’autor vol dir, els recursos lingüístics del seu mitjà i els codis de versemblança i llegibilitat dels seus receptors.” Creiem que aquest esperit d’investigació sobre els usos socials de les imatges fotogràfiques, la transcendència que es reconeixia als plantejaments ideològics des de la fotografia i la necessària revisió que es plantejava entorn als temaris històrics i polítics van exercir una influència decisiva sobre l’obra de Wifredo García. La sèrie històrica exposada 1980 proposava unes fotografies que avaluaven i recreaven obertament la història en interpretar-la de forma reflexiva. Aquesta sèrie és un dels llegats fonamentals que deixà Wifredo García i una de les raons del seu anacronisme fotogràfic: la forma tan particular, metòdica i analítica d’observar el seu món, els esdeveniments històrics, la natura i els personatges que van caracteritzar de manera protagònica el seu context. El que a primera vista es podria titllar de treball fotogràfic merament documental, esdevé un plantejament que, a través del llenguatge artístic, actua sobre la realitat. Tanmateix Wifredo García, l’artista que s’arrisca a replantejar-se la història dominicana des de la fotografia, havia nascut a Barcelona, des d’on va emigrar a la República Dominicana l’any 1946, quan només tenia 11 anys. El 1957, mentre estudiava a Kansas, als Estats Units, va rebre les primeres classes de fotografia. De fet, aquesta manifestació artística sempre havia format part de la seva quotidianitat, ja que el pare de Wifredo tenia un delit per la fotografia i capturava tots els esdeveniments en la vida de la família García Domènech amb la seva lent. Així doncs, es podria afirmar que tot el que envoltava l’existència de Wifredo mantenia connexió amb la fotografia i amb l’acte de fotografiar. Des de la perspectiva contemporània, Wifredo García es mou entre la fotografia documental i l’artística, dualitat que s’expressa en tot l’univers de la seva obra, com es pot apreciar en el tracte emfàtic que dóna al paisatge i l’ésser humà, o fins i tot en els propis mètodes de treball. Situat en aquesta conjunció, Wifredo García fa una fotografia que té “la intenció de produir un sentit específic, precís, calculat; la fotografia com a registre d’una poderosíssima escriptura en acció, en temps, com a domini extensiu d’una gramatologia del esdeveniment irreverent i impossible d’aturar”. En aquest domini de la captura fotogràfica amb propòsits i finalitat discursiva definits s’amaga una de les raons principals que expliquen la transcendència de l’obra de Wifredo García. Amb el reconeixement d’un paisatge i un espai dominicans, que fins aleshores havien estat invisibles per a la pràctica fotogràfica nacional, Wifredo García va establir una pauta important en el món de la lent. Per a la seva obra, l’escenari nacional es va traduir en un instrument de documentació i recreació dels contextos culturals, que li van servir de matèria primera per al reconeixement de l’entorn i, a través d’aquest, per a l’expressió d’una identitat dominicana. Si bé
és cert que al llarg de la seva trajectòria artística Wifredo García va assumir el paisatge a partir dels elements que definien un espai geogràfic específic, exuberant i fèrtil, no és menys cert que aquest panorama sempre revesteix per a l’artista més importància si expressa les persones que l’habiten, a partir de trets o d’elements que denotin propietat o herència de les persones o les comunitats. En el seu interès per reconèixer i retratar l’individu dominicà, Wifredo García va anar compendiant un arxiu de fesomies, feines, formes d’actuar i interactuar característics dels habitants de l’illa. La tasca de reconèixer què vol dir ser dominicà i qui ho és fou per a Wifredo García una cerca eterna. En són testimoni les nombroses fotografies, diapositives, negatius i mosaics que captaven els personatges més diversos. Per aquest motiu va establir, intencionadament o no, una forma de veure’ns i captar-nos com a persones i personatges a través de la fotografia que encara és vigent. És per això que la prolífica producció de Wifredo García permet establir grups diferenciats quant al tractament de l’ésser humà (obrers, pagesos i artistes, entre d’altres) i que aquesta forma de treballar ha exercit una influència contundent sobre les vies per on transita la fotografia dominicana contemporània. Aquests treballs recullen retrats, imatges de l’ésser humà en el seu entorn, immergits en la rutina diària, o embarcats en accions significatives per al dia a dia. Un altre element que entenem com a fonamental a l’hora d’avaluar l’impacte de Wifredo García en la fotografia dominicana contemporània és la metodologia de treball que fa servir. L’artista va definir una sèrie de procediments que en la pràctica van generar noves relacions entre el fotògraf i allò fotografiat pel fet de concedir la mateixa importància al tema o subjecte i a la tècnica i el rigor del fet fotogràfic. Aquest sistema de treball, que insisteix en la sèrie i la reiteració com a mètodes d’aproximació a un entorn físic cada cop més proper al que podria considerar-se tipològic, està igualment marcat per l’exploració identitària. És en aquesta línia que actua la recurrència d’objectes i persones que assoleixen categoria de motiu simbòlic i que, formalment, es poden definir com a arguments o referències –mobiliari, fragments de cossos humans, escrits i murals a les parets, etc.–, tan freqüents en tota la pràctica fotogràfica de Wifredo García. És simptomàtic veure com, al llarg de la seva trajectòria, l’autor posa èmfasi sobre determinats trets dels seus personatges, com les mans i els ulls, i en les empremtes que aquests individus deixen sobre l’entorn, com ara els interiors dels habitatges i els grafits. La seva investigació sobre els vestigis més simples i fútils que les persones deixen sobre els espais ens arriba avui com un testimoni de la transcendència que l’artista descobria en les coses comuns i quotidianes. Aquesta intencionalitat artística estableix també un punt d’inflexió en la pràctica fotogràfica que s’havia dut a terme al país fins aleshores: dels temes grandiloqüents i importants es passa a prioritzar allò que és aparentment nimi i el que és humil. Les petjades o rastres, més enllà de descriure amb exactitud el context al qual pertanyen, són catalitzadors d’històries
i narracions que s’articulen en l’obra acabada. Aquest aspecte narratiu és fonamental en el treball de Wifredo García perquè fa que la seva fotografia no es trobi circumscrita a un únic aspecte de la història o a una història oficial, sinó que les imatges obren la seva significació a una polisèmia que repta la capacitat de l’espectador perquè creï el propi sentit. Al text A propósito de mis 30 años en fotografia, l’artista va organitzar els seus treballs en períodes cronològics definits clarament, moments que es poden considerar a partir dels aspectes evolutius de la seva tècnica fotogràfica, la visibilitat del producte artístic i, finalment, la relació que estableix Wifredo García amb el seu medi i els seus col·legues de l’art fotogràfic. Quan parlem dels aspectes evolutius ens referim a un creixement progressiu pel que fa al domini i al treball amb tècniques de captura i impressió fotogràfiques. La visibilitat assenyala cap a la seva tasca expositiva i editorial. I la relació amb el seu medi s’ha d’entendre com l’evolució de García com a productor individual i multiplicador de coneixements i experiències. Entre el 1958 i el 1968 Wifredo García fa les primeres passes en la fotografia. Com ell mateix va dir: “Vaig començar amb la fotografia com comença tot el món, tot mirant d’obtenir una documentació, un registre, un record d’alguna cosa.” Aquest període, als seus ulls, “marca una etapa de creixement, d’evolució individual personal i privada. És el temps de l’acumulació de coneixements tècnics autodidactes, d’exploració, en el qual gairebé no hi ha contacte amb el públic; un resultat lògic de no haver-se, encara, trobat un mateix. El gruix del treball el duia a terme en material diapositiu, que ja era difícil de copiar a l’època”. Dins el panorama de la dècada del 1960, Wifredo García esdevé un element clau per a la fundació i el desenvolupament del grup fotogràfic Jueves 68, que serà decisiu per a la posterior evolució de la producció fotogràfica al país. Des de la fi de la dècada anterior, el seu treball ja mostrava una tendència cap als espais de reconeixement de l’entorn i la passió per la pròpia gent i pel paisatge. En aquesta etapa modela un discurs iconogràfic que continuarà adquirint matisos antropològics a mesura que cada personatge retratat esdevé representatiu d’una forma de vida i una forma d’interrelacionar-se amb l’entorn. El fet que durant aquesta època treballi a la zona nord del país –Santiago i la regió del Valle del Cibao–, no només el fa procliu a contagiar-se dels aires de canvi que ja matisaven la vida econòmica i cultural d’aquell espai geogràfic, sinó que també el fa acostar-se a la natura, al paisatge i a les comunitats que habitaven a l’àrea. L’entorn va condicionar la seva mirada de forma decisiva. Wifredo García va plantejar: “Davant la necessitat d’atendre els reclams dels joves fotògrafs –pràcticament la majoria dels d’aquell grup– que necessitaven formació tècnica i orientació artística, em vaig decantar cap a una vocació de pedagogia fotogràfica que ha durat fins a avui dia. D’aquesta manera, em vaig veure realitzat amb la tasca, a voltes ingrata, de formar altres fotògrafs.” Els anys 1960 foren també l’època en què va fer les primeres exposicions individuals; en què va rebre els primers premis importants; en què va
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fer els primer passos com a professor de fotografia a les universitats; i en què va treure les primeres publicacions. Per la seva banda, entre el 1978 i el 1988 Wifredo García funda el col·lectiu Fotogrupo i aconsegueix iniciar l’ambiciós projecte de La Casa Fotográfica de Wifredo García, una entitat “per als fotògrafs genuïnament interessats en el propi desenvolupament intel·lectual i expressiu. Amb l’extensa biblioteca, la col·lecció de càmeres històriques, els laboratoris en blanc i negre i en color, la galeria d’exposicions temporals, el museu de fotografies dominicanes i les constants conferències, gires, cursos i pràctiques d’estudi, ofereix als seus afiliats l’oportunitat de trobar un lloc escaient per a la seva apertura expressiva”. Aquest és un moment molt important de la seva carrera com a artista i gestor. Tal com va expressar el propi Wifredo: “És la dècada de les meves satisfaccions més grans, els premis més cotitzats, les publicacions més reeixides. Ens envolta una profunda sensació d’haver assolit quelcom.” La transcendència de l’obra fotogràfica de Wifredo García i l’impacte que exerceix avui dia en la pràctica d’aquest art estan vinculats, de forma estreta i directa, a la tasca de multiplicador que va desenvolupar l’artista i a la seva extensa gestió expositiva i editorial. Aquest fet està molt ben reflectit en les múltiples exposicions de García i en la seva fructífera tasca editorial. És autor dels llibres Algo de mí (1974), La fotografía según Wifredo García (1977), La catedral del bosque: Un itinerario al Pico Duarte (1980), Fotografía. Un arte para nuestro siglo (1982) i El testamento de plata (1997, post mortem). A més, fou coautor de De tierra morena vengo: imágenes del hombre dominicano y su cultura (1987); de País de sol y sonrisas, República Dominicana (1988) amb l’impressor alemany Wolfgang Scheidig; i del llibre El agua en Santiago (1975) amb el historiador dominicà Carlos Dobal. A banda, cal esmentar també la seva extensa producció d’escrits per als mitjans impresos de circulació massiva –com ara Listín Diario i Hoy–, principalment en el suplement Isla Abierta, on sovint col·laborava amb assajos escrits i fotogràfics. Ara bé, l’impacte d’aquesta figura en el camp de la fotografia contemporània dominicana és reconegut, en la mesura justa? Aquesta pregunta, que va acompanyar la concepció del projecte expositiu Wifredo García: Peculiars obsessions, continua oberta i podrà trobar una resposta més completa ara que l’exposició en qüestió posa a l’abast del públic la imatge més completa que mai no s’havia tingut de la vida i l’obra d’aquest creador dominicà.
L’exposició El 2003, quinze anys després de la mort de Wifredo García, els seus fills Wifredo, Margarita i Rosa Virginia van posar sota la custòdia del Centro León, en qualitat de préstec temporal renovable, la seva col·lecció de càmeres, instruments fotogràfics i fotografies antigues; diaris, correspondència i registres dels concursos convocats per La Casa Fotográfica de Wifredo García; obres impreses, mosaics de treball, diapositives i negatius fotogràfics, tant de Wifredo García com d’altres artistes. Mitjançant un segon conveni, els des-
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cendents de García van cedir al Centro León la col·lecció bibliogràfica del seu pare, integrada per centenars de llibres i revistes sobre la tècnica i l’art fotogràfics, història de l’art, medi ambient i cultura en general. L’any 2008, durant el Seminario Wifredo García, celebrat els dies 26 i 27 de setembre al Centro León, es va lliurar una altra porció de l’arxiu de l’autor, integrat per més de deu mil diapositives. Aquest grup de béns culturals, sotmès a una minuciosa feina d’investigació i catalogació, fou dipositat en valor a la Mediateca del Centro León i va generar el corpus de les obres que conforma l’exposició Wifredo García: Peculiars obsessions. Les cent noranta-una imatges triades per a l’exhibició comprenen els diferents períodes de creació de l’artista i són una mostra dels seus interessos artístics, estils i temes fotogràfics: l’entorn geogràfic i social dominicà; les exploracions de contextos internacionals, que ens remeten a la seva condició de viatger incansable; les indagacions i experimentacions fotogràfiques; el persistent i insaciable propòsit de representar l’home dominicà, principalment, i d’altres latituds, en les seves fesomies i tipologies diverses; tots aquests interessos, en definitiva, són testimoni de les múltiples mirades de García i de l’objectiu que va perseguir des que, quan era estudiant als Estats Units, es va posar en contacte amb el llenguatge de la fotografia: enregistrar amb imatges tot allò que anava descobrint. En aquest sentit, l’exposició vol fer visible la particular forma de veure el món d’aquest artista, el seu interès a explorar la tècnica fotogràfica amb el màxim nivell de rigor possible, així com la seva vocació de col·leccionista, gestor, mestre i multiplicador de coneixements i passions. Aquesta peculiar forma d’assumir la creació fotogràfica es veu reflectida en el fet que Wifredo García va establir un lligam amb la fotografia no només des de l’exercici d’aquesta manifestació, ja que tots els àmbits en què es va moure el van convertir en un artista essencial que va crear un univers on l’ensenyament, la creació de grups fotogràfics i el col·leccionisme de béns relacionats amb aquesta disciplina conformaren una totalitat inseparable i en constant moviment. En la investigació i definició del guió de l’exposició, es va partir d’una contextualització pertinent de l’obra realitzada per Wifredo García i es va intentar visualitzar els significats culturalment contextualitzats que es poguessin considerar essencials en el conjunt de la seva obra. Les fotografies de Wifredo García “no només al·ludeixen a una comunitat, sinó que l’expressen i la fan visible”. És per això que es va considerar decisiu veure’n l’obra i l’expressió estètica des d’una perspectiva simbòlica i antropològica de manera que el seu significat no quedés reduït a l’esfera del que és iconogràfic i pogués transcendir el culte a l’objecte per l’objecte, per apuntalar-se en el context que li va donar i li dóna sentit. Wifredo García va arribar a la República Dominicana quan era un adolescent. Si bé fou allà on va formar-se i va madurar, és probable que la condició d’immigrant de García li provoqués la intensa necessitat de buscar un marc identitari per a la seva existència, i la fotografia fou el recurs del qual es va valer en aquesta cerca. L’artista va construir
amb imatges un discurs que li va permetre dialogar amb els aspectes quotidians, trivials, lúdics i sagrats de la vida. La seva lent crítica va convertir la vida popular dominicana en una expressió estètica poderosa que va transferir codis i formes simbòliques capaces de produir sensacions visuals extraordinàries. Amb la seva obra, Wifredo García va fer visible un univers on l’home i el paisatge dominicans van adquirir el paper protagonista. D’altra banda, la mostra dels treballs d’aquest creador no s’ha concebut com una descripció cronològica i narrativa de la vida d’un artista cardinal per a la fotografia dominicana, sinó que és un esforç per comprendre la trajectòria d’aquest creador, els seus interessos i preocupacions, la influencia que va exercir com a artista, gestor i pensador en el seu context i la vigència del seu llegat. Alhora, l’exposició posa de relleu, a partir d’elements museogràfics i de la pròpia obra del fotògraf, com la seva producció va correspondre a un moment molt important i convuls de la història dominicana i llatinoamericana, i a un incipient interès per rellegir els discursos que aleshores estaven de moda sobre les nostres identitats. És aquí on l’artista i la fotografia generen noves maneres d’explicar-nos com a cultura a través de la comunicació. Tal com esperàvem, l’exhibició es mou preferentment en l’àmbit visual; a partir d’imatges busca una prospecció en les vivències d’un fotògraf i la seva generació. Així, el resultat expositiu articula un discurs multidireccional que vincula la història personal de Wifredo García amb la història del país i les seves comunitats, tot integrant elements de la vida familiar del creador i de l’esdevenir col·lectiu en el qual es va integrar. Això permet demostrar com la seva obra s’inscriu dins un corrent antropològic i etnogràfic que, amb paraules de la crítica d’art Desirée Díaz: “Evita les grans generalitzacions, o categoritzacions, per insertar-se, així, en aquesta tendència estètica postmoderna que prefereix els aspectes individuals, íntims, fins i tot domèstics, per reflectir com d’inoperants poden resultar els grans relats èpics.” A través de la presentació de dos blocs temàtics, L’ ofici i la creació i El gestor, la mostra posa de manifest els diferents continguts que coexisteixen en la producció d’aquest artista, com també les interaccions que s’estableixen entre ells. Al mateix temps, cada bloc temàtic genera diferents àmbits que permeten abordar l’evolució dels temaris de Wifredo García i els processos a través dels quals s’articulaven les seves sèries, relacionades majoritàriament amb aspectes socials dominicans i d’identitat. Cada bloc temàtic exemplifica les diferents vies per les quals Wifredo García es va aproximar a la fotografia: L’ofici i la creació en mostra la creació artística i El gestor fa referència a l’altre vessant que l’artista mai no va abandonar: la tasca de caràcter didàctic i a l’encalç de la formació de noves generacions de fotògrafs. El plantejament de noves construccions visuals que revisen el tradicional esquema del retrat fotogràfic ha estat un dels assoliments més importants de la fotografia dominicana postdictatorial. Aquesta fotografia, que tendeix cap als retrats personals i socials, s’associa amb la idea
d’un exercici d’apropiació que, des de l’ull del fotògraf, s’imposa sobre la realitat fotografiada. Les propostes que amplien els límits del que és documental reconeixen i aprofiten la interacció entre l’element fotografiat i la fotografia. La posada en escena de les identitats, que poden ser d’individus o col·lectius humans, comporta una observació assimilativa que basa la seva versemblança tant en l’èmfasi i la reiteració com en la complicitat i la predisposició necessàries dels subjectes involucrats. Les consideracions anteriors són evidents en el primer àmbit de l’exposició, Veure i mirar, que se centra fonamentalment en el retrat, en la representació fotogràfica de persones o grups i es recolza en una cita del propi Wifredo García: “Per norma general, nosaltres passem per la vida mirant i no veiem [...].” Al llarg de tota la seva carrera fotogràfica, l’artista va posar èmfasi en els acostaments al cos, els fenotips, els caràcters ètnics, les tasques i les accions relacionades amb la dominicanitat. Els retrats de Wifredo García són més que un catàleg conscienciós de personatges i models. Per a ell, fotografiar l’altri era també un exercici de complicitat i descobriment. Dins la seva línia de retrat tipològic, l’artista captava personatges i col·lectius en actituds aparentment desprevingudes; com un investigador que empra la tècnica de l’observació participant, la lent del fotògraf es va transformar en el seu diari de camp. Com a àmbit, Veure i mirar està integrat pels subàmbits Reconeixement i Complicitat. El primer és un espai dominat per la crítica social. El componen retrats d’éssers humans comuns, de gent del carrer i del camp, generalment habitants de realitats socioeconòmiques desfavorides i marginades pel sistema sociopolític. El conjunt compendia igualment retrats d’individus o de grups socials afectats per situacions injustes o tràgiques de l’existència humana: persones institucionalitzades en manicomis, en contextos de pobresa extrema o en moments de desgràcies personals o col·lectives. Aquestes imatges reflecteixen formes de vida que històricament havien estat ignorades per la fotografia dominicana. La càmera de Wifredo García dialoga amb la denúncia social i tradueix la sensibilitat de l’artista. García va treballar sense descans per capturar la identitat de l’home dominicà, probablement com a part del seu procés d’inserció en el medi que el va acollir. En aquest sentit, va manifestar: “...cada fotògraf ha de confinar-se a les pròpies i peculiars obsessions, tot creant els tipus de imatges que expressin millor el caràcter i els sentiments personals... Quant a mi, potser s’hagi tractat d’una cerca insaciable per descobrir això que anomenem “identitat” del dominicà...” Aquesta sèrie, que desenvolupa al llarg de tota la trajectòria professional, posa de manifest el domini tècnic, el talent i la sensibilitat aguda d’un artista que humanitza l’ofici en la seva tria d’objectes i subjectes fotografiables. Per part seva, el subàmbit Complicitat reuneix els retrats d’artistes, gestors culturals, amics, familiars i coneguts de Wifredo García. Segons afirma ell mateix al llibre Fotografía. Un arte para nuestro siglo, el retrat és “una semblança honesta que expressa la personalitat del subjecte. Constitueix
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una investigació seriosa i formal sobre la personalitat d’un altre ésser humà”. Aquestes imatges reflecteixen un fragment de la identitat de cada personatge i de vegades mostren l’interès del fotògraf per revelar l’ofici del subjecte. En algunes obres, l’artista presenta l’element retratat en l’àmbit on es materialitza el seu ofici; en d’altres, inclou en la composició objectes que ens remeten a la seva activitat. El tema del que és públic i el que és privat, convertit avui en paradigma social, fou tractat per Wifredo García des que va iniciar-se en el món de la fotografia. Tan bon punt la intimitat dels seus personatges és compartida amb l’espectador, s’esborren les fronteres entre aquestes dues esferes. El significatiu volum de fotografies que presenten els seus familiars i éssers estimats és també característic de la seva producció vinculada al retrat. També hi trobem els autoretrats –autèntics exercicis d’autoreconeixement–, que ens remeten a diferents etapes de la seva vida. Dins aquest conjunt que ens parla d’intimitat i confabulació destaquen l’obra Celestial –”la fotografia més simbòlica” segons el propi Wifredo–, on el model és la seva dona, Hortensia Marcial, i un autoretrat que mostra el propi Wifredo, com passa tantes vegades dins la seva obra, fent la feina de fotògraf. El tercer àmbit, Microhistòries, està integrat pel políptic de la sèrie sobre la història dominicana, al qual s’ha fet referència al principi d’aquest escrit. Les 85 imatges de la sèrie formen part d’un conjunt que originalment tenia 120 fotografies intervingudes, al dors, per una reescriptura interpretativa de la història dominicana per part de l’autor; és a dir, cada imatge té, al revers, un capítol de la història dominicana que té relació de forma directa o indirecta amb el que s’hi representa, amb el present de Wifredo García. En aquest sentit, aquestes fotografies plantegen un repte a l’espectador d’avui dia, que ha d’interpretar la visió de l’artista sobre un esdeveniment del passat i contraposar aquests criteris al seu propi present. Són molt reconegudes les possibilitats que té, dins l’art, la narració d’històries. En moments i llocs en què la transmissió dels coneixements s’establia fonamentalment des de la iconografia, les imatges servien per compartir amb la resta tots els relats possibles: religiosos, històrics, mitològics, autòctons. El pas del temps és intangible, la història també; només són palpables a través de les recreacions d’escriptors, artistes, investigadors i pensadors. Una forma de veure el temps i la història és a través de la empremta que la successió dels fenòmens deixa i que podem observar. Segons les declaracions del crític d’art cubà Juan Antonio Molina en una ponència que va fer per a l’exposició Mapas abiertos, fotografía latinoamericana 1991-2002: “El protagonisme en la construcció del relat històric podria ser un dels objectius prioritaris incorporats al programa de la fotografia des del seu inici. D’aquí provenen potser algunes de les implicacions morals i polítiques que ha tingut la pràctica fotogràfica a l’Amèrica Llatina des de la segona meitat del segle passat. La suposició que la fotografia pot contribuir a la construcció del relat històric perquè aporta informació fiable sobre els fets de la realitat, se sosté en la
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pròpia naturalesa de l’acte fotogràfic, que s’exhibeix com a eminentment realista. En aquestes circumstàncies, qualsevol debat sobre les possibilitats de la fotografia en relació amb la història passa pel filtre del dubte o la certesa al voltant de la versemblança de la imatge.” Ja sigui de forma conscient o inconscient, Wifredo García fou també un historiador. La sèrie central de Wifredo García: Peculiars obsessions fou exposada el 1980 amb el títol Nosotros, una interpretación fotográfica de la historia de la República Dominicana, i recull el moment en què l’artista es va proposar de ser cronista de la història dominicana des d’un context i posició propis. En una entrevista, el gestor cultural dominicà Freddy Ginebra va comentar: “Quan un estudia història li donen una sèrie de dades, de coses que van passar, dates, xifres i noms com si el fet hagués mort, com si hagués passat.” Tot avançant-se a la seva època, Ginebra enunciava una de les teories recents de la historiografia: les històries del que és quotidià, és a dir, la història del que no té història escrita. Wifredo García converteix molts dels personatges anònims i paisatges socials que fotografia en vertaders protagonistes de la història contemporània: “He arribat a la conclusió que totes aquestes circumstàncies i fets no han mort, es mantenen vigents en el país, en qualsevol país. És a dir, el que vivim avui dia és un producte d’aquesta història i una prolongació d’aquests fets, de manera que jo estic mirant de presentar la història dominicana amb imatges d’avui, tot intentant influir en l’ànim de l’espectador i dir-li que els fets passats són quelcom que encara vivim avui dia, ja en les seves conseqüències, ja en la forma de mentalitat que ens va crear, ja en la forma del pensament que ha orientat el país. En les seves conseqüències avui vivim encara l’era de Lilís, vivim Trujillo, vivim els trinitarios.” El tercer àmbit, Configuració de l’espai, pertany també al bloc temàtic L’ofici i la creació i mostra com el paisatge i l’entorn sociocultural es van constituir en elements fonamentals per a l’obra de Wifredo García. En la cerca de paràmetres visuals que responguessin a les seves preocupacions, l’artista va descobrir el seu medi, la realitat dominicana. Al mateix temps, el fet de pertànyer a una generació de ruptura va fer que aquesta cerca el portés a trobar una nova via d’expressió en la fotografia que el va encarrilar pels camins de la interpretació del seu entorn, centrada en els espais menys tractats pels afanys de glòria de fotògrafs anteriors a ell, que deixaven de banda la crua realitat de la majoria dels dominicans. El temari vinculat al paisatge va servir a Wifredo García com a via per plantejar altres qüestions que poguessin o no estar relacionades amb l’aspecte físic de l’hàbitat, com ara les condicions i les formes de vida, els trets culturals dels grups humans que eren subjectes de les seves obres i fins i tot les formes més subtils de representació de la vida quotidiana. Així ho mostren els subàmbits Panorames, Exploracions, Descobriments i Imaginaris, que conformen l’esmentat àmbit Configuració de l’espai. L’obra de Wifredo García vinculada als paisatges socials i naturals dominicans s’exposa a Panorames. Els seus paisatges
i visions de l’espai urbà com a construccions visuals mostren el posicionament de l’artista davant el món i tradueixen la visió del fotògraf davant el context i la realitat propis. Wifredo García va instaurar, a través de l’experiència del paisatge, una forma de veure la realitat en transformació que era la República Dominicana després de la dècada de 1960, un cop derrocada la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. Aquestes obres van ser creades a partir d’una experiència genuïnament emocional amb el paisatge. A la introducció del seu llibre de poesia Algo de mí, l’artista va comentar: “Vaig començar a fotografiar com un mitjà d’expressió interior, com una altra forma de poesia.” Per la mateixa raó, aquesta sèrie de fotografies convida a experimentar els esplendors i els contrastos de la natura, a considerar-la i concebre-la en tota la potencialitat conceptual i afectiva de què gaudeix. Cada imatge proposa estats de contemplació, reflexió i introspecció, com també un descobriment antropològic a partir de l’escenificació de la cultura. El treball estructurat en sèries sobre un mateix tema que tenen lloc en escenaris diferents i consecutius és una característica de la producció de Wifredo García vinculada al paisatge. N’és un exemple significatiu la sèrie corresponent a la frontera dominico-haitiana (1981-1982), que va formar part d’una exposició individual de l’artista presentada al Museo del Hombre Dominicano el 1982. Segons la historiadora i escriptora dominicana Jeannette Miller: “La frontera de Wifredo García resulta un testimoni humà, social, geogràfic, històric i fins i tot sociològic, de les nostres relacions amb el país veí, potser una investigació inqüestionable sobre si l’illa és una i indivisible o no ho és.” A l’obra Carretera Internacional, una mostra del contundent contrast entre els paisatges de la República Dominicana i Haití, es posen de manifest arestes d’aquesta reflexió. Mitjançant un primer pla de les muntanyes d’una i regió i una altra de la zona fronterera, l’artista sembla establir una alerta –i convidar l’espectador a una lectura activa– pel fet de presentar la diferència entre la verdor d’una part de l’illa i l’aridesa de l’altra. A l’obra, l’home i la dona de la frontera, també motius fotogràfics de l’artista en aquesta sèrie, desapareixen per cedir tot el protagonisme al paisatge. Lluny de captar una imatge edulcorada de la natura, Wifredo García ens presenta una fotografia en la qual la bellesa radica en la magnificència i la disparitat entre els dos entorns. El propi artista va declarar el seu propòsit al catàleg de l’exhibició: “Vull saludar aquests homes i dones que són la nostra frontera, que la fan viva i defensable. Vull cantar a aquestes terres belles i descuidades. Vull ser criticat i blasmat per dir les coses tal com les veig i com les senten molts altres.” El subàmbit Exploracions ens remet en aquesta exposició al conjunt de les fotografies de viatge de Wifredo García, als seus pelegrinatges pel món i la consegüent captura fotogràfica d’aquests entorns. Wifredo García va fer de la fotografia una forma i una finalitat de vida, i dels seus viatges i pelegrinatges, processos i pràctiques artístiques. Com a dominicà per tria pròpia, l’artista ens parla fotogràficament d’un home i un espai universal, i ens presenta imatges d’una identitat
local i global. Tanmateix, aquí també es pot comprovar el marcat interès antropològic que defineix la seva producció fotogràfica, conjugat ara amb una intenció audaç d’experimentació, un joc amb la composició i les perspectives. Per la seva banda, el subàmbit Descobriments presenta l’interès de Wifredo García per l’hàbitat, l’habitatge i els espais que expressen la quotidianitat de l’existència. L’entorn, els costums i les tradicions, les rutines, l’esbargiment i la intimitat són els temes que l’artista ens presenta per navegar per les vies del món familiar i de la socialització dominicana. Aquest conjunt d’imatges que realça moments i espais aparentment intranscendents i sense importància té qualitats que de vegades són inquietants i d’altres, dinàmiques. L’inquietant al·ludeix, en aquestes obres, a l’aspecte suggeridor dels espais presentats, a la part estranya dels elements que apareixen i al desconcert que provoquen aquestes escenes d’interiors i exteriors, tant en espais domèstics com públics. La mobilitat no és necessàriament literal; és notable en l’examen de les empremtes del temps adherides a un espai, en la captació de fragments i detalls fugaços, en la plasmació d’estats o activitats transitoris, en el registre d’accions en curs. Aquesta mobilitat es troba també en la rapidesa dels registres, en les fotos instantànies, en la juxtaposició de diferents elements icònics o estètics, que confronten territoris i moments de la quotidianitat. Aquests recursos faciliten la multiplicitat de les mirades i delaten secrets de la més íntima dominicanitat. D’altra banda, aquestes obres mostren l’interès de Wifredo García per captar els moments de distracció i entreteniment del dominicà: el billar, la brega de galls, el bàsquet, i per mostrar les característiques i les empremtes que romanen als lloc on aquestes activitats es duen a terme. Igualment, fan visibles unes altres línies, per les quals també es descobreix la identitat d’un poble: les manifestacions de la religiositat popular i les formes de decoració d’un habitatge humil (Interior en Saona, c. 1982), els rituals de la mort associats a una família d’escassos recursos (Velorio en Jarabacoa, c. 1982), l’estranya relació que s’estableix entre una casa rural i un símbol de l’emigració dominicana als Estats Units, elements units per la desolació i el silenci (Muñeca traída de Nueva York, 1982). Wifredo García utilitza la càmera fotogràfica com una eina que podríem considerar conceptual, com un instrument que marca el terreny de la memòria, que reconeix els indrets on es viu i s’experimenta la realitat d’una manera específica. Quant al subàmbit Imaginaris, reuneix fotografies que s’aproximen a la natura i als objectes amb una perspectiva propera a l’abstracció. Al seu llibre Fotografía. Un arte para nuestro siglo, l’artista va assenyalar: “La fotografia no representativa és la negació del tema, que en la pròpia negació troba el seu missatge.” D’aquí que en aquesta fragmentació del paisatge, la flora, els objectes i els cossos dominicans es trobi també la consolidació de la noció d’arrelament, de pertinença i identitat, a través de la poesia visual. Tal com afirmen molts dels seus tractadistes, el marc identitari s’engendra al sòl, a la terra. Sense el reconeixement
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del paisatge i la natura no es forja una identitat. La visió fotogràfica segmentada, alterada i propera de Wifredo García que es fa evident en aquest conjunt d’obres és una de les formes de construir una identitat, que en aquell moment l’artista entenia fraccionada. Aquestes fotografies ens transfereixen aquesta força magnètica en la qual un segment de la natura i de la gent és també signe i empremta de la dominicanitat. Aquesta modalitat de treball constituïa un repte per a Wifredo García, tant per raons tècniques com pel que fa a la pròpia apreciació que es tenia sobre la fotografia artística en el seu moment històric (1958-1988). L’artista plantejava: “La persecució de l’abstracte fotogràfic fa més ús de recursos tècnics que la fotografia naturalista.” Per això mateix aquestes obres, a més de ser exploracions de caràcter conceptual, també ho són de caire tècnic. El conjunt d’obres que gira al voltant de la presència de les mans com a símbols visuals és una mostra d’aquestes indagacions, tant tècniques com conceptuals. Durant totes les etapes de la seva producció artística, hi va haver en Wifredo García un insistent interès per capturar fotogràficament aquell segment del cos humà. “Fotografies són fragments”, va dir-li l’artista en una ocasió al crític i fotògraf Max Kozloff. És evident que Wifredo García va voler enaltir aquesta part del cos tan important per a l’ésser humà: la mà que treballa, la de l’home comú; però també la mà en una dimensió sublim: la del músic, l’escriptor, el fotògraf. En cada una d’aquestes imatges, l’artista realitza esforços expressius –d’enquadrament, d’il·luminació, d’angle, d’aproximació adient– i emfasitza determinats accessoris, gestos, posicions, com si volgués revelar detalls de la biografia del personatge retratat. En una ocasió va expressar: “És difícil dir que és un retrat si hi falta el rostre del subjecte. Això no obstant, la descripció podria fer-se fins i tot sense mostrar la cara humana. Recordem que les mans o la posició del cos són moltes vegades igualment reveladores. Històricament la fotografia llatinoamericana ha estat dirigida a la recuperació de fragments de realitat exclosos de la representació. La dignitat de determinades àrees de la realitat es confirma en la mesura en què són considerades dignes de la representació. Treballar sobre aquesta idea implica també canvis en un sistema de jerarquies que tendeix a donar prioritat al que és interessant, impactant, heroic o èpic amb mesures del valor estètic i ideològic de la fotografia. La inclusió del que és aparentment banal, d’allò intranscendent o simplement no heroic en la iconografia contemporània forma part d’aquests canvis. La memòria individual, la biografia, el relat de les experiències quotidianes dels individus se sol representar com a alternativa als relats sobre els processos col·lectius, les històries nacionals i els grans esdeveniments internacionals. La reivindicació de determinats grups socials adquireix un nou caire amb la implementació d’estratègies de representació i narratives no tradicionals.” Aquesta avaluació crítica realitzada per Juan Antonio Molina dins la seva anàlisi dels projectes fotogràfics llatinoamericans apunta també a un canvi d’estratègies a l’entorn de
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la pròpia producció artística, als processos de coneixement o aprenentatge i a les associacions o la col·lectivització per qüestions ideològiques o formalistes que es donen amb gran profusió després de mitjan segle xx. Dins aquestes estratègies, a Iberoamèrica adquireixen especial importància certes experiències de participació que busquen unir esforços a l’hora de pensar i executar la fotografia. Aquest fet implica un canvi transcendental en el comportament i l’evolució de l’art fotogràfic futur. Com a creador, Wifredo García es va relacionar amb aquests canvis d’estratègies que proposen noves correlacions entre els fotògrafs i l’element fotografiat. Des del seu paper protagònic com a gestor de col·lectius fotogràfics, el propi devenir personal i la seva evolució professional, es va plantejar una mirada transversal als paradigmes de creació artística generats anteriorment, que concebien l’activitat fotogràfica com una pràctica des de la individualitat i l’aïllament del creador. Així, es va involucrar en la creació de col·lectius ben bé des que va començar la seva trajectòria professional. Jueves 68 (1968), Fotogrupo (1978), Fotogrupo Santiago (1985), Fotogrupo 23 (1987) i La Casa Fotográfica de Wifredo García (1987) mostren aquest interès i converteixen García en un gestor cultural sui generis, que va combinar l’activitat artística amb la d’impulsor de l’art fotogràfic a la República Dominicana. A Wifredo García: Peculiars obsessions podem veure també els vessants de gestor cultural, mestre, col·leccionista i multiplicador de coneixements de García, tots ells emmarcats en el bloc temàtic El gestor a partir de dues modalitats de presentació: una línia de temps i un espai de reflexió que fa visible la seva faceta de col·leccionista. La Línia de temps planteja el progrés històric i cronològic de la vida i obra de Wifredo García. En aquesta seqüència cronològica s’aborden paral·lelament esdeveniments artístics i socials de la República Dominicana i del món. D’altra banda, Wifredo García sempre va mantenir l’interès pel col·leccionisme d’objectes i documents. Al llarg de la seva carrera, l’artista va conformar una col·lecció excepcional de càmeres i instruments fotogràfics, fotografies antigues, llibres, revistes i altres materials d’estudi sobre aquesta manifestació artística, que ens indica la dimensió amb què Wifredo García va assumir l’ofici. Instrumentos y herramientas: El coleccionista mostra aquesta passió per recol·lectar fragments d’història i de records des de la perspectiva de qui hi recorre per tal de reconstruir la memòria i d’enriquir la pròpia tècnica; i és en aquest mateix sentit reconstructiu que l’artista comença a col·leccionar, tot fent un esforç interpretatiu del conjunt d’objectes i obres que va acumulant. Wifredo García: Peculiars obsessions és l’inici d’un programa d’intercanvi interinstitucional denominat La Huella Catalana en el Caribe (2009-2010), coordinat pel Centro León, a la República Dominicana, i la Casa Amèrica Catalunya i l’Institut Ramon Llull, a Barcelona. En aquest marc, l’exposició es presentarà també a Barcelona el gener de 2010, de manera que les obres de Wifredo García podran
ser apreciades a la seva ciutat natal; un lloc on, paradoxalment, mai no va poder exposar mentre va exercir d’artista de la lent. Aquesta exposició, a més de mostrar moments i períodes importants de la producció d’un artista fonamental en la història de l’art fotogràfic dominicà, posa de manifest una altra qüestió essencial: presenta la història d’un home fotògraf, d’un ésser humà que va creure, estudiar, gaudir i sentir que la fotografia li havia servit per comprendre els diferents esdeveniments que suscitar la seva història personal, i per comunicar missatges. Uns anys abans de morir va afirmar: “El que veig clarament és que desitjo comunicar-me. Si al principi feia fotografies per entendre’m a mi mateix i només m’importaven a mi, ara el meu objectiu assenyala cap a la comprensió del meu país, la meva gent, en una recerca de símbols visuals que intenten una definició de dominicanitat. I vull donar a conèixer a tothom allò que vaig descobrint. La fotografia és la meva llengua.”
L’obra de Wifredo García en el context iberoamericà Claudi Carreras El meu interès per la fotografia dels pobles que estem més espiritualment units en aquest continent m’ha dut a viatjar tant a Centreamèrica com a Sudamèrica. He realitzat exposicions en molts d’aquests països i he conegut i dialogat amb molts dels seus grans valors. Ha estat el meu desig estudiar quins elements, ja culturals, ja formals, són els que més ens poden relacionar. He d’admetre que, ja des de la tranquil·litat del meu escriptori i repassant els apunts que vaig anar prenent en cada ocasió –especialment les opinions dels crítics d’art–, el panorama general no em sembla senzill. Wilfredo García: El testamento de plata Wifredo García parla en el seu darrer llibre sobre la dificultat de contextualitzar i reflexionar entorn a la fotografia que es feia a l’Amèrica Llatina durant la dècada de 1980. Vint anys després d’aquest escrit moltes coses han canviat: la fotografia ja no és la mateixa; Llatinoamèrica, tampoc. Hem assistit a la revolució digital en el si de la imatge, al posicionament de la fotografia en el mercat de l’art, a l’ocàs de la ideologia revolucionària en la producció artística i a un gavadal d’esdeveniments polítics i socials que han anat marcant el devenir contemporani de la regió en un entorn cada cop més globalitzat. Tanmateix, moltes de les qüestions tractades per García als seus escrits són vigents encara. Les seves paraules i, en general, la seva obra
ressonen amb força gràcies a la qualitat del seu llegat, a l’esforç dels seus hereus i al recolzament del Centro León, a la República Dominicana. Ara és el moment de revisitar els arxius de García, d’investigar-ne els textos i d’inscriure’n la producció en el context llatinoamericà de l’època. No és una feina fàcil, ja que hi ha més de 13.000 imatges, 30 anys de producció continuada, una infinitat de textos, una col·lecció de centenars de càmeres i de llibres especialitzats que reclamen l’atenció que es mereixen. Ens trobem davant un creador obsessiu, un fotògraf compulsiu que va fer ús de les seves eines per cercar una identitat: aquella que li fou negada per la pròpia història. Wifredo García va néixer a Barcelona l’any 1935, de mare dominicana d’origen català i de pare valencià. Va créixer entre la guerra civil i la postguerra. Les dificultats econòmiques i la situació política a Espanya van fer que la seva família tornés a la República Dominicana quan ell només tenia onze anys. Així, aquell país el va veure créixer i consolidar-se com a artista. No hi ha dubte que les experiències viscudes en aquesta primera etapa de la seva vida el van marcar definitivament, forjant-ne el desenvolupament personal i creatiu. Als textos que escriu, les al·lusions a la infantesa i l’adolescència són escasses, possiblement realitats doloroses que l’atordien de forma contradictòria. El país on va néixer es desmembrava tràgicament. Des de l’exili, els seus parents s’esforçaven a reestructurar la unitat familiar, tractant de mantenir les tradicions i fent front a un món totalment diferent. Wifredo García va haver de madurar de forma precoç per adaptar-se, d’una banda, a les penúries de la postguerra de la seva Barcelona natal i, de l’altra, a una nova vida al país que el va acollir. Igual com els va passar a molts altres nens i nenes catalans, la guerra li va arrabassar la infantesa, el període en què es consoliden els valors i l’individu es defineix en la societat. Així doncs, no ens ha de sorprendre el fet que la seva trajectòria estigui marcada per un procés d’investigació continu: la recerca de la pròpia identitat. Un dels exemples més punyents d’aquesta persecució el trobem al llibre de poemes Algo de mí, publicat per García a Biblioteca Fotográfica Dominicana. Aquesta recopilació de poemes i d’imatges reflecteix de forma brusca un procés de comprensió personal, d’encontres i desencontres en diversos moments de la seva vida. Malgrat tots aquests qüestionaments, cal fer esment que el punt de partida de les reflexions de García sorgeix des de la més absoluta “dominicanitat”. S’assumeix com un creador dominicà i en molts dels seus textos hi apareixen reflexions: D’altra banda, i això és idea de Brassai, cada fotògraf ha de confinar-se a les obsessions pròpies i peculiars, tot creant la mena d’imatges que expressin millor el propi caràcter i els sentiments personals. Per exemple, les dunes de Weston, les persones anormals de Dianne Arbus, els paisatges grandiloqüents d’Adams o els carrerons parisencs d’Atget. Quant a mi, tal vegada s’hagi tractat d’una recerca insaciable per tal de descobrir
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allò que en diem “identitat” del dominicà i que, he de confessar, no sé si ho hauré aconseguit.” Així doncs, la recerca de la identitat de l’ésser dominicà, reflectida en una investigació sobre l’altredat és, de fet, una cerca de la pròpia identitat en el context en què es va desenvolupar. En preguntar sobre aquestes qüestions als familiars de Wifredo la seva filla, Margarita García de Vargas, respon sense haver de pensar-s’hi: “No hi ha dubte que el pare era un fotògraf dominicà; tanmateix, en la seva activitat diària i en la forma que tenia de treballar es veia la influència catalana. Era obsessiu, molt primmirat i organitzat, trets que poc tenen a veure amb la cultura caribenya”. L’arxiu de Wifredo García i el seu llegat escrit permeten a l’investigador contextualitzar l’obra i les motivacions de l’autor; ens trobem davant un creador molt complet que va saber descriure personalment les pròpies intencions, fet gens freqüent en l’àmbit fotogràfic. No es pot desvincular la figura del fotògraf de la de l’escriptor, si bé la primera pesa molt més per volum, per vocació i perquè la grafia de García està totalment vinculada al mitjà i a la seva forma de mirar. No entraré en les vicissituds de la seva obra literària, però cal esmentar-ne la importància per comprendre les imatges i el context artístic de l’època al país. García fou un ferm defensor de la incursió de la fotografia a les biennals i els concursos especialitzats. Va lluitar per instaurar les eines fotogràfiques entre els creadors locals i va aprofitar els coneixements i les possibilitats econòmiques que tenia per traduir, reformular, escriure i publicar llibres de tècnica especialitzada, absents fins aleshores a la majoria de les biblioteques de la República Dominicana. Tampoc no es pot obviar el paper de l’autor com a catalitzador i dinamitzador del mitjà fotogràfic local. L’any 1968 va fundar a casa seva el grup Jueves 68, una activitat que, segons ell, pretenia “atendre els reclams dels joves fotògrafs –pràcticament la majoria dels integrants d’aquell grup– que necessitaven formació tècnica i orientació, em vaig inclinar per una vocació de pedagogia fotogràfica que ha durat fins al present”. Deu anys més tard, i després d’una sèrie de desavinences entre els membres del grup, decideix segregar-se i crear Fotogrupo, i també inicia el projecte de la Casa Fotográfica a la seva llar: “Una entitat per als fotògrafs genuïnament interessats en el seu desenvolupament intel·lectual i expressiu; amb la seva extensa biblioteca, la col·lecció de càmeres històriques, els laboratoris en B/N i color, la galeria d’exposicions temporals, el museu de fotografies dominicanes i les constants conferències, gires, cursos i pràctiques de estudio”. En resum, la vida de García va estar consagrada a la fotografia i a la recerca de la pròpia identitat, en un intent per copsar el món amb una càmera fotogràfica. Un desesperat anhel per entendre’s ell mateix i els qui l’envoltaven. La fotografia li va donar la possibilitat de fer una introspecció a través del seu entorn. Tots aquests condicionants fan de l’obra de García un poliedre de múltiples arestes. Va comptar amb l’avantatge de poder viatjar, visitar galeries i museus, adquirir llibres especialitzats i contactar amb figures
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de renom internacional. Sabia de la producció internacional, en coneixia les modes i les tendències. Fou un dels pocs creadors dominicans que van poder sortir del marc insular per donar a conèixer el seu treball i aprofundir en el context mundial. Va fer múltiples viatges als Estats Units pera recaptar llibres i equipament. Però, tal com s’esmenta al principi d’aquest text, va esforçar-se especialment a conèixer, entendre i inscriure la seva producció en el context llatinoamericà de l’època. Fins al 1978 la producció fotogràfica a l’Amèrica Llatina s’havia dut a terme de forma dispersa i amb poc contacte entre els fotògrafs de la regió. El mateix 1978, després de diversos anys de preparació, el Consejo Mexicano de Fotografía AC i l’Instituto Nacional de Bellas Artes van convocar tots els fotògrafs llatinoamericans a participar en una gran exposició amb la intenció de donar una projecció internacional a la producció regional. Els principis i els objectius del Consejo Mexicano de Fotografía per a l’organització d’aquest esdeveniment van ser els següents: “Bo i considerant que l’art, en les múltiples formes d’expressió de què disposa, és el resultat de fenòmens socials ineludibles, i donat que la fotografia com a art dinàmic del nostre temps troba el seu millor exercici preferentment en la captació de l’esdevenir humà i social, el Consejo Mexicano de Fotografía i l’Instituto Nacional de Bellas Artes plantegen el següent: que el fotògraf, vinculat a la seva època i al seu àmbit, afronta la responsabilitat d’interpretar amb les imatges pròpies la bellesa i el conflicte, els triomfs i les derrotes, així com i les aspiracions del seu poble; que el fotògraf afina i afirma la seva percepció expressant les reaccions de l’home davant una societat en crisi i mira, en conseqüència, de fer un art de compromís i no d’evasió; que el fotògraf, tard o d’hora, ha de fer front a la necessitat d’analitzar la càrrega emotiva i ideològica de l’obra fotogràfica pròpia i aliena per tal de comprendre i definir els fins, els interessos i els propòsits que serveix. Per tot això, el Consejo Mexicano de Fotografía, sota els auspicis de l’INBA, convoca fraternalment els col·legues de Llatinoamèrica, d’acord amb aquests principis, que agermanin mitjançant la imatge les diferents identitats nacionals que permetin congregar l’obra més representativa del nostre continent.” Les premisses del Consejo Mexicano de Fotografía per a l’organització del Primer Coloquio Latinoamericano eren concises i dimensionaven bé el sentir majoritari del gremi fotogràfic de l’època a la regió. D’una banda, es donava una prioritat absoluta a la relació entre la fotografia i la societat, en un indici de l’anomenat compromís, heretat de l’època revolucionària i de la ideologia d’esquerres. D’una altra, s’atorgava tanta importància a l’obra per ella mateixa com als canals de visibilitat i distribució de les imatges, sense separar el mitjà dels propòsits als quals havia de servir.
Fins al moment, Wifredo García es va mantenir al marge de l’organització de l’esdeveniment i la seva producció es va veure impregnada pels postulats que marcaren als membres del grup Jueves 68. Una de les principals premisses d’aquest moviment grupal fou incloure la fotografia en el context de l’art dominicà. A les reunions es debatia sobre la tècnica i s’organitzaven expedicions per recórrer el territori conjuntament. “S’ha assenyalat que Jueves 68 fou un moviment sorgit de l’experiència d’aquells qui dominaven la tècnica i de l’actitud d’aquells qui van sentir que aquesta activitat cobria un entreteniment [...]” El moviment Jueves 68 va aconseguir el cobejat objectiu d’insertar la fotografia en el context artístic nacional, però no va poder desvincular els seus postulats de l’estètica lúdica i experimental del clàssic fotoclub. L’obra de Wifredo García en aquests anys es caracteritzava per l’exploració del territori mitjançant els gèneres fotogràfics clàssics: retrat, paisatge i natura. Aquesta estètica precisament estava molt infravalorada pels organitzadors del Coloquio i pels fotògrafs professionals de la regió. En aquells anys prevalien els treballs documentals i sobretot de denúncia social. Les dictadures del Con Sud feien estralls i les múltiples injustícies i desigualtats que apallissaven el continent estaven en el punt de mira dels autors més consagrats. A poc a poc, es va anar forjant una conceptualització de la fotografia llatinoamericanista on es donava prioritat al retrat de la pobresa i el rescat de les cultures ancestrals. Es pretenia reivindicar les arrels de la regió en un context d’agressions internacionals que sustentaven règims totalitaris. La influència entre els fotògrafs de les imatges de l’èpica revolucionària cubana de la dècada de 1960 era evident. La fotografia havia de ser una eina per canviar el món mitjançant la denúncia de les injustícies que s’hi cometien. Wifredo García, al seu llibre El testamento de plata, fa referència a tres etapes clarament diferenciades de la seva producció. Segons ell, la primera dècada (1958-1967) fou una etapa de “creixement, d’evolució individual, personal i privada. És el temps de l’acumulació de coneixements tècnics, autodidactes, d’exploració”. En una segona etapa (1968-1977), coincidint amb l’època de gestació i organització del Consejo Mexicano de FotografÍa AC i la del Primer Coloquio Latinoamericano, Jueves 68 es consolidà a la República Dominicana i García féu les primeres exposicions individuals, amb les quals va obtenir els primers premis internacionals i es va iniciar en el món de les publicacions. L’inici de la tercera etapa coincideix precisament amb el Primer Coloquio de Fotografía Latinoamericana i amb l’època de més reconeixement i projecció internacional de l’autor dominicà: “Finalment, aquesta és la dècada de les meves satisfaccions més grans, els premis més cotitzats, les publicacions més reeixides. Ens envolta una profunda sensació d’assoliment”. El 1978 s’inicia el procés de consolidació de l’obra de García. Va trencar amb els membres del grup Jueves 68 i amb molts dels seus postulats; va entrar en contacte amb els
més destacats membres de la fotografia llatinoamericana gràcies als col·loquis; i va constituir Casa Fotográfica i Fotogrupo, dues de les seves grans gestes al país. Considero que el contacte de l’autor amb el gruix de la producció llatinoamericana va suposar un punt d’inflexió en la seva producció. Des del moment en què rep per correu el catàleg Hecho en Latinoamérica, que incloïa el resultat de les ponències i la recopilació d’imatges de l’exposició que es va organitzar per al Coloquio, Wifredo García pren la ferma decisió de participar en aquests esdeveniments i representar fotogràficament la República Dominicana en la regió. No ens hem de sorprendre si desconeixem les tendències i els estils que predominen aleshores a Llatinoamèrica. Sortosament per a nosaltres, el 1978 el Consejo Mexicano de Fotografía va prendre la iniciativa de convocar un primer Coloquio Latinoamericano de Fotografía, que va gaudir d’un èxit rotund. Hi van convidar totes les nacions de la nostra cultura tret la dominicana. L’exposició de les fotografies participants va recórrer molts països europeus i va tenir l’apoteosi a Venècia. Ens en vam assabentar per la premsa, i posteriorment en vaig poder adquirir el llibre-catàleg amb reproduccions de totes les obres i ponències. No hi ha dubte que el Coloquio va suposar un punt d’inflexió fonamental per a la producció fotogràfica a Llatinoamèrica. Era el primer cop que es reunien els fotògrafs dels diferents països que, en un intent de conjunció gremial, van mirar de marcar els seus postulats i d’intel·lectualitzar la producció. El ressò d’aquest esdeveniment arriba fins als nostres dies. Òbviament, des d’aleshores s’han qüestionat moltes coses i l’activitat fotogràfica s’ha diversificat molt. Quan es va preguntar a Graciela Iturbide, la fotògrafa mexicana amb més projecció internacional, sobre aquest tema, va exposar el següent: “L’any 1978, quan es va celebrar el Primer Coloquio de Fotografía, organitzat per Pedro Meyer, la major part de l’obra dels fotògrafs participants o de les obres que van destriar Pedro i el jurat era documental, i en general més periodística que d’autor. En aquella època, ens vam reunir tots els fotògrafs llatinoamericans en diverses ocasions, tant a Mèxic com a Cuba. Això ens va brindar l’oportunitat de conèixer la feina de tots i de discutir sobre molts aspectes de la fotografia. Va ser una època fecunda. Més tard, amb l’adveniment de la fotografia digital, la situació va canviar molt...” Avui dia, els fotògrafs llatinoamericans tenim moltes coses en comú. Les cultures antigues dels nostres pobles s’assemblen, en determinats aspectes, tot i que també hi hagi grans diferències entre l’una i l’altra. El que sí ens uneix es l’idioma, aquest llegat que ens van deixar els espanyols i que ens agermana d’alguna manera. “I també hi ha diferents tendències en funció de l’època. A la dècada de 1970 hi havia una gran passió per fer fotografia “compromesa”. Actualment, molts fotògrafs es dediquen més aviat a fer una obra personal.
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Ara hi ha una diversificació de la fotografia: la fotografia documental, la fotografia d’autor i la fotografia conceptual. Penso que aquesta diversificació crea un camp fèrtil per a la creativitat.” En aquest punt, Iturbide introdueix un dels temes més controvertits del debat de l’època: la diferència entre la fotografia documental i la d’autor o conceptual. En aquest sentit, el treball de García a la República Dominicana era força avantguardista i oscil·lava entre aquestes dues aigües. Malgrat continuades incursions en el gènere documental, mai no va abandonar la idea del seu projecte personal. És a dir, en tot moment la conceptualització del seu treball va estar per sobre del valor de la imatge aïllada. L’exemple més evident i mestre d’aquest sentiment el trobem en la sèrie històrica, una selecció de 120 imatges en què l’autor aborda fotogràficament la història de la República Dominicana des dels orígens. Totes les imatges tenen una inscripció manuscrita al dors que no només descriu i titula l’obra presentada, sinó que a més fa servir un metallenguatge força irònic i punyent per fer reflexionar l’espectador sobre els temes descrits. Un exemple d’aquesta dualitat entre text i imatge el trobem a la fotografia 66 de la sèrie, on veiem un jove haitià somrient, amb un mocador vermell al cap i fotografiat davant un fons vermell; al dors, García hi anota el següent: “66. L’any 1937, amb l’excusa de voler millorar les condicions frontereres, va fer matar 25.000 haitians que vivien més o menys il·legalment en territori dominicà. Va pagar al govern haitià la suma de 30 dòlars per cada vida com a indemnització (Haitiano viviendo en un batey dominicano)”. La sèrie històrica es va exposar al Museo del Hombre Dominicano l’any 1980, en ple període d’esplendor de la fotografia social i compromesa. Moltes de les imatges que la componen es poden inscriure en aquesta categoria; això no obstant, a causa del tractament que l’autor va donar a la sèrie, aquesta s’ha emmarcat en el si de la fotografia més conceptual, un gènere amb molt poca visibilitat en el context de la regió, especialment a la República Dominicana. La sèrie històrica també suposa un distanciament de la fotografia paisatgística i costumista de García, ja que construeix un cos imaginari molt més ampli i elaborat. El 1981 es convoca el Segundo Coloquio de Fotografía Latinoamericana, també celebrat a Mèxic. Els organitzadors i les bases del certamen van ser molt similars als de l’esdeveniment anterior però, en gran part a causa de la forta càrrega ideològica del primer encontre, en aquest altre es va mirar de generar un intens debat sobre la vinculació de la fotografia i la realitat. Aquest cop l’acte girarà al voltant de la relació entre la fotografia i la ideologia, la incursió en el món de l’art, i novament es proposarà una reflexió sobre els símbols d’identitat del continent. El debat generat després de les itineràncies pel món de la primera exposició va quedar reflectit en la selecció dels ponents i en les característiques dels seus discursos. Néstor García Canclini, primer orador, va advocar per reflexionar sobre la ideologia i va concloure que aquesta, en cap cas,
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no pot representar cap realitat i, per tant, que cap fotografia no mostrarà la realitat: “[...] aquells qui confien en la veracitat de la imatge fotogràfica suposen que l’essencial de la realitat es pot captar a primera vista. Aquest empirisme ingenu, en el qual cap científic no gosa incórrer, ignora que el que és real no és una suma d’objectes, sinó una xarxa de relacions”. A partir d’aquí, gairebé totes les intervencions presentades van fer referència a aquesta dicotomia. La selecció d’imatges i, per tant, l’exposició realitzada al Palacio de Bellas Artes de México DF va tenir un caràcter continuista pel que fa a la vocació del primer esdeveniment. Wifredo García va assistir a aquest segon encontre i va poder constatar una de les seves inquietuds principals: la inscripció de la fotografia en el món de l’art i el distanciament corresponent dels postulats més realistes. Tal com hem comentat, l’obra de García ja es movia en aquesta dualitat. La contraposició entre autoria i realitat era molt present a les seves dissertacions: “En examinar aquestes obres ens hauríem de demanar si l’absència dels valors formals, com ara disseny i composició, forma part d’un estil de denúncia o si, en canvi, demostra la ineptitud acadèmica de l’autor. Davant determinades imatges de gran contingut humà un s’acaba preguntant quins altres mèrits poden justificarles com a artístiques. Calen nous ulls i noves ments per comprendre tota una original filosofia de l’art que s’ha vingut aplicant a aquestes imatges. Jo també m’he demanat: no serà el contingut dramàtic una simple excusa per dissimular el desconeixement de la tècnica?” Paradoxalment, i amb totes aquestes inquietuds, García va decidir presentar una de les seves sèries més dramàtiques i inquietants al consell de selecció d’obres del Segundo Coloquio: Manicomio, realitzada l’any 1980-1981 i que també va participar en la XVI Bienal Nacional. Certament, aquesta és una sèrie que no encaixa massa en el total de la producció de l’autor. Les imatges són extremadament dures i descarnades, recursos que García no acostumava a fer servir. Aquest treball significa tota una aproximació a la follia, que es va convertir en una reflexió sobre la cordura i els sistemes d’integració. El projecte va ser seleccionat per a l’encontre, amb la qual cosa García va esdevenir el primer fotògraf dominicà a exposar la seva obra als Coloquios de Fotografía. Val a dir que Ana Cristina Henríquez, de Veneçuela, i Alicia D’Amico, de l’Argentina, també hi van presentar treballs sobre la bogeria que foren igualment seleccionats. La fotografia a psiquiàtrics i manicomis va esdevenir, doncs, una forma d’explicar els desajustaments del món contemporani. El relleu del Segundo Coloquio el va prendre Cuba i, per primer cop, l’organització va sortir de Mèxic. Després de llargues negociacions i amb molt menys de pressupost, es va aconseguir celebrar el Coloquio a l’Havana. La Casa de las Américas i el Consejo Mexicano de Fotografía en van assumir l’organització. Malauradament, el pressupost no va permetre publicar-ne les memòries, conservades a la Casa
de las Américas. No vaig trobar cap registre de l’obra presentada per Wifredo García a aquest esdeveniment, per bé que va assistir-hi i va exhibir-hi el seu treball. L’esdeveniment va tenir un aire continuista amb la vocació anterior. Com a prova d’això, em remeto a destacar-ne els objectius impresos al programa: “Que el fotògraf d’aquestes terres, que practica un art característic de la modernitat, realitzi una tasca igualment característica del nostre món llatinoamericà i caribeny específic i, consegüentment, es posi a expressar, amb el màxim rigor i la màxima aspiració universalitzant de què sigui capaç, la bellesa del seu entorn humà; un entorn on ocupen un paper preponderant les lluites de la nostra Amèrica per assolir la llibertat en tots els àmbits; la certesa que aquestes lluites seran victorioses. No es tracta, així, d’optar entre una producció de marcat caràcter esteticista i una altra on es faci palesa la voluntat de denúncia i de servei, sinó d’aconseguir una fotografia, l’encarnació més bella de la qual s’hagi copsat per mostrar amb lleialtat el rostre d’un continent mestís disposat a conquerir per a tots la justícia, gesta creadora per excel·lència.” Els postulats al voltant del paper social que havia de representar la fotografia foren més importants a Cuba que als col·loquis anteriors. La fotografia va tenir un paper fonamental en la consolidació de l’èpica revolucionària cubana i li va donar projecció internacional. És revelador que el propi Fidel Castro assistís a la inauguració del Coloquio i es dirigís als participants amb un discurs de més de tres hores. Un dels fruits del Tercer Coloquio fou la instauració del Premio de Ensayo Fotográfico organitzat per la Casa de las Américas, que es va coordinar a Cuba fins l’any 1998 i que va tenir una gran repercussió. L’any 1987 Wifredo García es va presentar a aquesta convocatòria amb el projecte La frontera dominicana, una edició de 58 imatges de l’exposició que havia mostrat ja al Museo del Hombre Dominicano l’any 1982. La mostra abordava, amb un estil documental clàssic, les vicissituds de la controvertida frontera entre la República Dominicana i Haití. La vinculació de Wifredo García i la fotografia amb els organitzadors i els participants dels col·loquis i esdeveniments fotogràfics del continent va ser evident. Coneixia perfectament les tendències i els moviments fotogràfics. Va participar activament en els dos darrers col·loquis de la dècada i en repetides ocasions va obtenir diferents premis per part d’institucions de la regió. D’entre aquests, destaca el Primer Premio del Concurso Internacional de la Organización de Estados Americanos (OEA), concedit tres cops en la modalitat de color i un en la de blanc i negre. La influència que aquests esdeveniments van exercir sobre a la seva producció és innegable, com va ser el cas, també, de molts altres creadors de l’època; la possibilitat de contactar i de conèixer els materials que s’hi produïen va servir com a eina de reflexió i revisió de la seva obra en un context molt més ampli i diversificat. L’obra de Wifredo García ha mantingut sempre una inte-
ressant dualitat: d’una banda, la recerca de la identitat dominicana com a pretext per trobar-se ell mateix i, de l’altra, l’absorció dels moviments fotogràfics internacionals amb el ferm interès d’entrar a formar part de la història de la fotografia llatinoamericana amb nom propi. Vint anys després de la seva mort, no hi ha dubte que la dimensió de la seva figura i la dedicació de García al món de la fotografia certifiquen que ho va aconseguir. Fins ara no s’ha pogut analitzar amb profunditat la dimensió completa de l’autor en aquest context. García va dedicar la vida a la investigació, a la recerca d’un metallenguatge iconogràfic capaç d’expressar les pròpies inquietuds. Per bé que la seva fotografia no es pot considerar documental, documenta. Tampoc no és conceptual del tot, però fa servir contínuament un llenguatge simbòlic i metafòric. La seva producció va tocar tots els gèneres fotogràfics en una contínua cerca per representar la seva identitat i la del seu entorn. A diferència de molts autors de l’època, no es va considerar imparcial ni objectiu. Va lluitar a contracorrent en un moment en què la figura de l’autor quedava en segon terme. Va fer incursions en les modes i es va desmarcar; mai no va abandonar la seva forma de veure el món en un incansable intent per representar-lo. Va morir en plena efervescència creativa. En l’última dècada de la seva vida va trobar un llenguatge amb el qual se sentia còmode, un llenguatge que l’aproximava a la creació conceptual i l’allunyava cada cop més de la fotografia tradicional. García fou un precursor que es va avançar a les tendències que han marcat les pautes contemporànies de la creació fotogràfica. Qui sap fins on hauria arribat si la malaltia no se l’hagués endut. La diversitat de la seva obra i la seva contínua mutació fan difícil una anàlisi continuista; tot i així, estic segur que som davant un dels precursors de la fotografia actual, d’un dels creadors més importants de la República Dominicana.
Wifredo García Gestor i creador de col·lectius fotogràfics Rafael Sánchez Cernuda Ets un ésser que busca Déu desesperadament; no t’estranyis si el trobes. Per la teva naturalesa tendeixes a Ell, i Ell sabrà inclinar-se suaument al teu favor. Seràs seu i se t’obrirà la ment, veuràs amb més claredat que mai i somiaràs amb un món tranquil i serè on la terra riu amb el sol. Wifredo García: Canto de esperanza Des dels inicis de la fotografia, a França (1826-1837) i a Anglaterra (1839-1841), amb els avenços i els descobriments científics que se succeïen ràpidament, va proliferar una gran quantitat d’escrits i de fulletons tècnics al respecte,
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ja que qualsevol millora en els procediments era objecte d’una comunicació o memòria que es dirigia a les Acadèmies de les Ciències. Aquest fet va afavorir que apareguessin, en aquella època, les societats especialitzades. Així, l’any 1851 va sorgir a França La Société Héliographique, que a partir del 1854 va passar a ser La Société Française de Fotographie. A Londres es va fundar la Photographic Society l’any 1854, que el 1894 va esdevenir la Royal Photographic Society. A la resta d’Europa (Alemanya, Espanya i Itàlia) també es van conformar societats similars que, juntes, van transcendir les fronteres continentals per obtenir incidència en el continent americà, específicament als Estats Units, el Brasil i l’Argentina. La Lumiére, El Bulletín, el British Journal of Photographic i el Photographic Art Journal foren exemples de revistes, butlletins i publicacions produïdes per aquestes societats. Aquestes foren també l’origen de les associacions, les agrupacions i els clubs fotogràfics que van encoratjar el desenvolupament dels procediments de laboratori, específicament les emulsions i els components químics per a la impressió. Això, sense deixar de banda les notables millores que es van dur a terme amb la introdcció de nous dissenys de càmeres i lents fotogràfics. Posteriorment van aparèixer les presentacions públiques i les exposicions de fotografies, que van mantenir unides les diferents agrupacions fotogràfiques. Es creu que la primera exposició fotogràfica va fer-la Hippolyte Bayard i es va celebrar a París, França, el 1839. Tanmateix, va ser a partir de la gran exposició celebrada al Crystal Palace de Londres (1851), en la qual va participar un gran nombre de fotògrafs britànics i nord-americans, que es van desencadenar les reaccions a favor i en contra quant al reconeixement de la fotografia dins les arts plàstiques de l’època. Les diferents exposicions i salons que van venir després van catalitzar i multiplicar grups i escoles que prenien diverses orientacions: retratistes, reporters i viatgers. Mentre a la resta del món passava tot això, Abelardo Rodríguez Urdaneta era l’únic fotògraf i artista de les acaballes del segle xix i principi del xx a la República Dominicana. Ja iniciada la dictadura de Rafael L. Trujillo (1930-1961), era poca l’activitat artística que sorgia de les tertúlies culturals, producte de l’ensopiment cultural de l’època. A penes es pot esmentar Heriberto Pieter, Luis Mañón, Francisco Arturo Palau, Barón Castillo, Alfredo Senior i Tuto Báez. Fou a partir de l’ajusticiamient de Trujillo que realment es va començar a desenvolupar la vertadera fotografia artística dominicana. Max Pou, Natalio Puras (Apeco) i després Thimo Pimentel en van ser els exponents més destacats, però en l’àmbit personal, ja que no hi havia cap mena d’experiència en l’àrea de les organitzacions i les agrupacions fotogràfiques al país. Li va tocar a Wifredo García, potser sense que ell mateix s’ho proposés, promoure una generació de fotògrafs que van decidir aglutinar-se al voltant d’una figura que els guiés i els orientés. Wifredo García va néixer a Barcelona, de pare espanyol i mare dominicana d’ascendència catalana. Va estudiar Química i Farmàcia a la Universidad de Santo Domingo
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i posteriorment va cursar estudis de postgrau en Bromatologia i Anàlisi d’Aliments a la Kansas University, als Estats Units (1957). És en aquesta època, mentre buscava obtenir documentació d’algun registre o record personal, que va descobrir la fotografia. Després d’alguns fracassos va decidir adquirir llibres i revistes per millorar la tècnica i ampliar el seu món fotografio. Així va descobrir tot el que es podia arribar a fer amb aquesta forma d’expressió. Paral·lelament a aquesta activitat, Wifredo escrivia poemes i en algun moment posterior va arribar a manifestar, fins i tot, que havia volgut ser escriptor. Però en conèixer la fotografia es va adonar que podia expressar-se millor a través de les imatges i, progressivament, va anar substituint l’escriptura per la fotografia, que va passar a ser definitivament el seu mitjà d’expressió. Així és com transcorre la primera etapa de la seva activitat fotogràfica (1958-1968), fase de creixement i evolució personals. S’instrueix, es forma de manera autodidacta, sense que els seus treballs vegin la llum, tractant només d’expressar-hi interioritats coherents amb la seva forma de ser. Tanmateix, la vida li tenia preparat un altre destí que desconeixia i que el portaria a fer incursions en el món de la pedagogia fotogràfica, ja que no s’imaginava que un dia el visitarien, buscant orientació tècnica fotogràfica i artística, uns joves que havien sentit a parlar d’ell. A Santiago de los Caballeros, localitat on residia llavors, s’inicia la segona etapa (1968-1978) de la seva activitat fotogràfica, un període importantíssim per al tema que aquí ens interessa: la formació de la primera agrupació fotogràfica dominicana, aglutinada entorn a l’aleshores desconeguda figura de Wifredo García. Comença el 1968 a fer les primeres passes el Grupo Fotográfico Jueves 68. Així, es va presentar a la casa de Wifredo un grup de joves perquè els mostrés les seves fotos; al principio, el fotògraf s’hi mostrava una mica reticent, però després va accedir-hi. Aquestes visites es van succeir i van acordar continuar-les tots els dijous de cada setmana de l’any 1968. El grup estava format inicialment per Julio González, Nidio Fermín, Santiago Morel, Pedro José Borrell, Pierino Riggio i Víctor Martínez. Wifredo agrupa, forma i guia aquests joves fotògrafs que “tenien objectius primaris molt clars i definits: ressaltar la imatge nacional, denunciar les realitats socials del moment i alertar contra la lenta degradació de la nostra ecologia”, segons ens va manifestar el senyor Julio González, un dels seus membres fundadors. Wifredo era un ecologista de primera línia i no dubtem que inculcarà en aquests joves idees de defensa de la natura. En una entrevista que Freddy Ginebra va fer a Wifredo García i que es va publicar al diari Listín Diario al juny del 1980, l’artista va manifestar: “Tinc un projecte sobre conservacionisme, ecologia i naturalisme en general... una de les meves grans passions”. I acaba dient: “Hem de fer el possible perquè l’home creï consciència que ha de protegir la natura, perquè la natura és la seva llar”. Un altre dels objectius primaris del grup era demostrar que la fotografia és un art. Per fer-ho evident organitzaven i duien a terme diverses activitats: reunions, exposicions,
gires i cursos; però l’activitat més destacada fou l’impuls que, des dels seus inicis, donaren a un concurso fotogràfic d’àmbit nacional. Es van arribar a convocar un total de vuit concursos, que no eren més que la punta de la llança de la promoció que reclamava un reconeixement del caràcter artístic de la fotografia. Aquest certamen fou el que va catapultar una gran quantitat de fotògrafs, com ara Domingo Batista, Pedro Nicasio, Cuqui i Vitico Cabrera, José Antonio Ramírez i Marcel Morel. D’entre les activitats artístiques que van dur a terme podem subratllar exposicions fotogràfiques de concursos diferents; exposicions individuals de Wifredo García a la Casa de Teatro (1976) i de Domingo Batista (1976) a Santiago; un audio-visual titulat Hay un país en el mundo, sobre el famós poema de Pedro Mir (1976). Jueves 68 va organitzar també el Primer Seminario sobre Fotografía, a la Universidad Católica Madre y Maestra (1977). Els resultats de tota aquesta feina aviat van començar a donar fruit i a fer-se visibles a la premsa. Es publiquen fotografies de Julio González al diari El Nacional (1969), i de Wifredo García i Domingo Batista a El Sol (1972); posteriorment apareix la secció “Galería Fotográfica Jueves 68” al suplement dels dissabtes del Listín Diario. Aquestes activitats i d’altres van fer que el propi Wifredo arribés a afirmar, a una entrevista concedida a Erwin Cott per a la televisió (1988): “Jueves 68 fou la base de tota la fotografia moderna dominicana”. No hi ha dubte que aquest grup marca una fita sense precedents a la història de la fotografia d’aquest país, ja que la treu de la inèrcia amb què es trobava en relació amb d’altres països del nostre continent. Mentre que al nostre país no hi havia cap agrupació fotogràfica anterior a Jueves 68, a l’Argentina existia la Federación Argentina de Fotografía (1948); al Brasil, la Confederación Brasileña de Fotografía (1961); a Colòmbia, el Club Fotográfico de Medellín (1955); i altres països com Xile, Mèxic i els Estats Units també comptaven amb agrupacions fotogràfiques avançades per a l’època. És en aquesta etapa que Wifredo García comença a impartir l’assignatura de Fotografia Bàsica a la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago de los Caballeros, tot convertint-se en el primer professor de fotografia d’una universitat dominicana. És també aleshores quan dóna a conèixer per primer cop la seva fotografia artística, que publica al llibre Algo de mí (1974), on cada imatge va acompanyada d’una poesia de collita pròpia. En aquesta època cal també esmentar La fotografia según Wifredo García (1977), el seu primer llibre de tècnica fotogràfica, que va fer servir com a material complementari als cursos que impartia. Més endavant, el 1981, va publicar La fotografía. Un arte para nuestro siglo, també en aquesta línia. Malauradament, per diferències amb alguns dels membres fundadores de Jueves 68 entorn als requisits d’adhesió al grup, Wifredo i d’altres integrants hi van renunciar i van formar una agrupació apart, Fotogrup. Després de la segregació, Jueves 68 va continuar duent a terme activitats artístiques que van refermar el nom de García. D’altra banda, les experiències deixades per Jueves 68 van acompanyar
Wifredo en la fundació de Fotogrup, constituïda l’octubre del 1977 a la casa del senyor Freddy Ginebra, qui aleshores era un somiador de les arts i començava a fer les primeres passes amb la fundació de la Casa de Teatro, projecte obert a manifestacions artístiques com les arts visuals, la música, el ballet, el teatre, la literatura i, naturalment, la fotografia. Ginebra va obrir les portes de casa seva a Wifredo perquè, juntament amb José Ramón Andújar, Carlos Roedán, Patricio Quiñones, Hugo Beras, Leo Madera, Leandro Montes i Danilo Bobadilla, fundés Fotogrup. S’inicia així la segona experiència del que he batejat com a “fotoclubisme de Wifredo García”, que promovia la unió dels fotògrafs, l’intercanvi d’idees i coneixements, la formació didàctica i la idea subjacent de reconèixer la nostra pàtria, la República Dominicana, com a font immensa per desenvolupar una autèntica fotografia artística. Wifredo orientava, instruïa i ensenyava perquè, definitivament, tenia una vocació innata per l’ensenyament i la transmissió de coneixements. Estudiós i investigador, va arribar a impartir classes de fotografia a la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña i a la Universidad Autónoma de Santo Domingo. També va reflectir aquesta vocació docent als seus llibres, no només als ja esmentats, sinó també a La catedral del bosque: Un itinerario al Pico Duarte (1980); País de sol y sonrisas (1988); i El testamento de plata (1990), obra de publicació pòstuma. Fotogrup, que a diferència de Jueves 68 va establir-se a Santo Domingo i no a Santiago, fou creat amb la mateixa línia i la mateixa mena d’activitats que la primera agrupació, però amb estatuts legals i incorporació social. Això va permetre que les tasques organitzatives i operacionals del grup es poguessin repartir entre els membres d’una directiva establerta per estatuts, integrada per un director, un secretari, un tresorer i quatre vocals (de gires, premsa, exposicions i auxiliar, respectivament). Fotogrup inicia les activitats amb la presentació de la primera exposició dominicana exclusivament a color en cibacrom (1978), procés que consisteix a reproduir una diapositiva directament sobre paper fotogràfic sense necessitat de cap negatiu; a més, va presentar l’assaig visual Una aldea dominicana (1979), basat en la realitat dels pobles dominicans. Del 1977 al 1988, Fotogrup va treballar sota la tutela de Wifredo García i el seu nombre de membres va anar en augment, com també ho féu la participació d’aquests a diferents esdeveniments nacionals i internacionals, com ara: • Audiovisual Fotogrup, Círculo de Coleccionistas de Santo Domingo (1979). • Col·lectiva Fotogrup, Centro de la Cultura de Santiago (1979). • Col·lectiva Fotogrup, Museo de Arte Moderno de Santo Domingo (1979). Exposició d’una visió fotogràfica d’antropologia dominicana. • Primer Encuentro Nacional de Fotografia, Casa de Teatro, Santo Domingo (1980). Gran participació de fotògrafs i molta afluència de públic. • Setena Col·lectiva Fotogrup Aniversario, Casa de Teatro,
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Santo Domingo (1980). Anualment se celebrava una exposició-aniversari. • Segundo Coloquio Latinoamericano de Fotografía, Mèxic (1981). • Col·lectiva de Fotografia Dominicana, Lima, Perú (1983). Exposició promoguda pel senyor Luis Lama, crític d’art. • Col·lectiva El paisaje de la Cordillera Central, Galería Enfoca, Santo Domingo (1983). Exposició de fotografies fetes durant un viatge al Pico Duarte. • Col·lectiva de Fotogrup, Galería Privada, Mèxic D.F. (1984). • Col·lectiva de Fotografía Dominicana, Managua, Nicaragua (1984). • Col·lectiva al Museo de Arte Moderno Latinoamericano de la OEA, Washington D.C. (1985). Exposició promoguda per l’Ambaixada Dominicana a la ciutat de Washington, EUA. • Col·lectiva Nuevos Valores de Fotogrup, Casa de Teatro, Santo Domingo (1985). Aquesta exposició va atorgar gran importància i valor als fotògrafs joves. • Col·lectiva El Suroeste visto por Fotogrup, Casa Universitaria de la Cultura, (1986). Exposició amb fotografies fetes a diversos viatges al sud-oest de la República Dominicana. • Col·lectiva X Aniversario Fotogrup, Casa de Bastida, Santo Domingo (1987). Durant uns quants anys es va publicar al suplement del Listín Diario una pàgina fotogràfica editada per Fotogrup, on apareixien les signatures d’alguns dels seus membres, entre els quals hi havia José Ramón Andújar, Wifredo García, Luis Nova, Manuel Pujols, Rafael Sánchez Cernuda i Camilo Yaryura. La mort de Wifredo el 1988 va portar incertesa i desorientació a Fotogrup. Per poder continuar endavant, es van fer un plantejament clau: eliminar “l’ahir i el demà” de l’agenda. Així, es van concentrar només en el present i van treballar el dia a dia, tot tractant de construir escenaris diferents que produïssin noves estrelles al firmament fotoclubista. Algunes s’hi mantingueren fixes i van brillar durant molts anys, com és el cas de Luis Nova, Nelson Guzmán, Eusebio García, Humberto Arvelo i Mariano Hernández, els quals van decidir aventurar-se com a professionals. José Báez, Carlos Roedán, José Ramón Andújar i Guiseppe Di Franco, en canvi, van ser estels més fugaços que van prendre la decisió d’emigrar als Estats Units d’Amèrica, on actualment exerceixen en diferents àmbits de la fotografia. El mateix 1988, Fotogrup es va incorporar com a membre i representant de la Fédération Internationale de l’Art Photographique (FIAP), amb seu a París, amb la qual cosa va ampliar les relacions internacionals i va aconseguir que s’atorgués a Wifredo García la distinció ESFIAP, “Excel·lència FIAP per serveis prestats” (1988). Avui dia, Fotogrup és l’única agrupació fotogràfica gestada directament per Wifredo García que continua en actiu. Wifredo va expandir la idea que tenia de dur la filosofia fotogrupista a altres regions del país. Així, va aprofitar una exposició individual a la Casa de Arte, de Santiago de los Caballeros, per promoure i iniciar Fotogrup Santiago.
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Això va ser a les acaballes del 1985. Un cop inaugurada l’exposició, es va convidar els interessats a formar part del grup. Aquella nit mateix van designar Ricardo Batista director provisional fins que es fes l’assemblea eleccionària a l’inici de l’any entrant. La resta dels membres fundadors del grup foren Luis Veras, Nidio Fermín, Jorgito Morel, Pierino Riggio, Rosy García, Gilberto Núñez, Manuel Fondeur i Augusto Medrano. Més tard s’hi integraren, entre d’altres, Juan José Núñez, Carlos Marte, Josceline Rosado, Carlos Fondeur, Miguel Daniel Montalvo, Heriberto Hernández, Bismark González, Milagros Viñas, Octavio Madera, Narciso Polanco, Manuel Félix i Alexis Gómez. Fotogrup Santiago es reunia a la Casa de Arte cada quinze dies, els dissabtes, dia en què esperaven l’arribada de Wifredo, que venia de la capital. En aquestes reunions conversaven sobre l’art fotogràfic en general, presentaven fotos i mai no hi faltava una xerrada sobre tècnica fotogràfica, que impartia Wifredo. Feien gires, concursos i exposicions col·lectives com els de Fotogrup Santo Domingo, i algunes d’aquestes activitats fins i tot les feien conjuntament. Fotogrup Santiago va romandre actiu fins a l’inici de l’any 1991. Després, i malgrat diversos intents per mantenir-se, va cessar l’activitat. La manca d’orientació i de direcció de Wifredo García i de Fotogrup Santo Domingo en van determinar la desaparició. Un altre grup gestat pel professor García fou Fotogrup 23, a la província de San Pedro de Macorís. La iniciativa de formar i promoure aquest grup va sorgir del propi Wifredo García i d’Osvaldo Carbuccia, els quals creien que hi havia una gran quantitat de persones interessades a adherir-se a Fotogrup que no podien perquè vivien massa lluny de Santo Domingo. Així, el 15 de juliol del 1987, al local que va ocupar la Casa de la Cultura Petromacorisana, es van reunir amb alguns membres de Fotogrup Santo Domingo per deixar formada la directiva de Fotogrup 23, amb Osvaldo Carbuccia com a director i José Castillo, Emilio De León, Rubén Martínez, Raymundo Ramírez, César Morales i Eric Ríos com a acompanyants de la directiva. També en van passar a formar part Garibaldi Florentino, Horacio Vásquez, Aracelis Gómez i Roberto Scarfullery, entre d’altres. Fotogrup 23 es reunia inicialment cada quinze dies, el primer i el tercer dimecres de cada mes, tot buscant consolidar el grup recentment format; un cop establert, mantingueren només les reunions del primer dimecres de cada mes. Es reunien a la Biblioteca Municipal o al Club Leones de Santiago, i Wifredo sempre hi assistia per donarlos suport, consells i l’esperada xerrada tècnica. Un dia els parlava de lents fotogràfiques, un altre sobre fotografia arquitectònica, i en d’altres ocasions els presentava fotografies amb la finalitat d’explicar-los detalls tècnics concrets. Entre les activitats que van realitzar com a grup podem assenyalar gires fotogràfiques (algunes d’aquestes conjuntament amb Fotogrup Santo Domingo), concursos interns i la participació al concurs de La Casa Fotográfica de Wifredo García (1988). Durant els anys 1988 i 1989 van presentar exposicions audiovisuals col·lectives a les festes
patronals de San Pedro de Macorís. El novembre del 1997 van organitzar una exposició col·lectiva del grup als salons del Centro Cultural Fermoselle, a la província de San Pedro de Macorís, a l’est del país, amb la participació de tretze fotògrafs i un total de quaranta-dues obres. Malgrat que la presentació fou un èxit rotund, les activitats van començar a decaure, fins que se’n va produir el cessament. Ara bé, va arribar un moment en què Wifredo va veure necessari completar la seva idea quant a la formació d’un artista fotògraf. L’any 1982 va fer aixecar una casa adjacent a la seva per a la seva filla Margarita, però aquesta va decidir instal·lar-se a Santiago de los Caballeros. Així, Wifredo va aprofitar l’edifici per allotjar-hi la seva tercera experiència com a creador de grups fotogràfics. La Casa Fotográfica de Wifredo García (1986) fou la cristal·lització d’una visió més àmplia com a organitzador. García havia arribat a la conclusió que els grups fotogràfics haurien de permetre que els seus membres progressessin individualment fins a assolir una identitat artística pròpia i, a poc a poc, anessin abandonant la identitat grupal. D’aquesta manera, l’artista fotògraf es manifestaria amb plena llibertat i de forma individual; si no, aquest mantindria el seu estat dòcil original pel que fa al grup. La Casa Fotogràfica de Wifredo García va ser un espai ideal per a la formació de fotògrafs interessats a sotmetre’s a un desenvolupament intel·lectual i expressiu, i les instal·lacions del centre es van dissenyar expressament per a aquesta finalitat: laboratoris; biblioteca-hemeroteca (amb col·leccions de revistes especialitzades, enciclopèdies, llibres de fotografia i d’art en general, etc.); un museu fotogràfic amb diferents tipus de càmeres i equips de col·lecció en perfecte estat; sales d’exposicions per a artistes tant novells com de renom; equipaments que, un cop rebuda la formació bàsica, permetien als seus membres passar a cursos avançats i a dur a terme estudis específics; i un llarg etcètera. Els membres de la institució es reunien setmanalment i preparaven xerrades a partir d’algun tema prèviament assignat. En altres ocasions la xerrada la feia algun artista convidat. En aquest sentit, cal posar de relleu la institucionalització d’un important concurs anual nacional de fotografia que sempre suscitava una gran quantitat de participants, amb premis distingits i un excel·lent jurat. Entre les activitats de la institució també hi havia gires, concursos interns i presentacions de fotografies. Alguns membres de Fotogrup Santo Domingo es van inscriure a La Casa Fotográfica i van participar a les activitats d’ambdues agrupacions, com va fer Wifredo García fins que va caure malalt i va haver de sol·licitar una llicència per no poder assistir a Fotogrup. Després de la lamentable desaparició de l’artista les activitats a La Casa Fotográfica van comptar amb l’auspici d’una directiva presidida per la senyora Hortensia Marcial Silva, vídua de García. Abans de morir, el propi Wifredo va redactar un documento on s’establia aquesta successió. També va deixar institucionalitzats els concursos nacionals, les reunions setmanals, les gires fotogràfiques, les conferències, les taules rodones i
els concursos interns. L’any 1994, amb la malaltia de la senyora Hortensia i la impossibilitat que la família es pogués fer càrrec de la institució, la Casa Fotogràfica va tancar definitivament les portes i els seus membres es van dispersar cap a d’altres grups fotogràfics o en van formar de nous. Wifredo García va gestar i promoure Jueves 68, Fotogrup, Fotogrup Santiago, Fotogrup 23 i La Casa Fotográfica. Si investiguem una mica, veurem que la seva influència va més enllà i s’estén cap a d’altres agrupacions posteriors que reuneixen, o van reunir, talentosos fotògrafs: Fotoclub Wifredo García, Visiones x 8, Asa 4, Objetivo 10, Grup Fotográfico Santiago (Grufos) i Fotogrup NY. Tot i que aquests grups no sorgiren directament del propi Wifredo, altres membres que s’havien format en agrupacions organitzades per García els en van transmetre la influència i els coneixements. Malauradament, Wifredo García mai no es va manifestar de forma explícita sobre què era allò que el motivava a constituir grups de fotògrafs, ni tampoc ningú l’hi va demanar. Dels diversos llibres i articles que va escriure, les entrevistes que li van fer, la seva forma de treballar als grups i la seva activitat a les universitats on va ser docent podem col·legir que Wifredo García se sentia fascinat per la instrucció i la transmissió d’idees. Va ser un vertader sembrador de coneixements i avui dia encara en gaudim dels resultats. En una ocasió va dir que les bones fotografies no només haurien de penjar de les parets d’una sala o decorar interiors, sinó que també haurien de dipositar-se als llibres, ja que els llibres perduren més en el temps i arriben a més persones interessades, amb la qual cosa tancaven el cercle cultural natural per al qual havien estat realitzades. Així d’intensa era la seva preocupació per sembrar obres, idees, coneixements, i deixar-los plasmats per a futures generacions.
Wifredo García: Imatges que escriuen silencis José M. Fernández Pequeño Gerent de Serveis Culturals / Centre León
Wifredo García va arribar a la República Dominicana quan tenia 11 anys. L’obra fotogràfica d’aquest català de naixement, i la manera com mitjançant la fotografia va aconseguir revelar expressions esquives i molt subtils de les identitats dominicanes, el col·loquen entre els nombrosos artistes nascuts en d’altres dominis que, malgrat la seva procedència, no només van aconseguir assimilar-se perfectament a la cultura caribenya, sinó que a més en van poder recrear trets essencials i moltes vegades inexpressats, gràcies a una mena d’estranyament que mai no els va
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abandonar i al fet que van agusar la mirada davant el que als natius tal vegada els pot semblar rutinari, comú o insignificant. La freqüència amb què s’ha donat aquest fet en la història del Carib es podria explicar, en principi, per la seva diversitat tan arrelada i perquè presenta una especial disposició per refuncionalitzar allò que és dissímil, trets que defineixen la cultura de la regió. Tanmateix, planteja als estudiosos de les identitats i de la seva relació amb els fluxos migratoris un repte persistent i encara no del tot dilucidat, que és summament important als nostres dies. El noi català que un bon dia va obrir-se al sorprenent paisatge caribeny va acabar convertint-se en un dels grans fotògrafs de la història de la República Dominicana. En la trajectòria que el va dur cap a la maduresa tècnica i creadora, va esbrossar diversos terrenys col·laterals a l’art que foren la seva devoció: el col·leccionisme, l’ensenyament, la gestió cultural i l’escriptura. Fixin-se que, ara per ara, m’he estimat més fer servir la paraula escriptura i no literatura. En efecte, l’activitat escriptural de Wifredo García va prendre forma en una gran quantitat d’articles i diferents volums que abracen des de llibres de fotografia, com ara La catedral del bosque: Un itinerario al Pico Duarte (1980), fins al seu llibre de versos Algo de mí (1974), on cada poema va acompanyat d’una imatge fotogràfica, passant per diverses aproximacions a l’art i l’ofici de la lent, i per l’estil de La fotografía según Wifredo García (1977). N’hi ha prou amb revisar aquesta bibliografia per comprendre que l’acte d’escriure, en el cas de Wifredo García, mai no va estar separat de la seva activitat fotogràfica. Acostem-nos, doncs, a l’escriptor per la ruta segura de la fotografia. La primera vegada que em vaig trobar cara a cara amb una fotografia de Wifredo García vaig sentir un malestar persistent, la sensació que, en la connexió entre la imatge i jo, hi mancava alguna cosa. No vaig ser capaç d’entendre aquella inquietud fins que no vaig haver revisat, a consciència i amb deteniment, la majoria de l’obra que ha sobreviscut per vint anys a l’artista dominicà de la lent. Aleshores vaig recordar el poeta i crític cubà Cintio Vitier que, deu fer almenys quatre dècades, va mirar d’explicar el seu rebuig al crescut verbalisme de la poesia escrita per la lloada i vuitcentista Gertrudis Gómez de Avellaneda afirmant que la literatura es feia i es desfeia amb paraules. Mai no vaig oblidar la rotunda asseveració de Vitier perquè, quan era un adolescent enamorat pels vaivens de la dècada de 1960, em van encarar per primera vegada amb la sospita que la literatura podia ser també un art de silencis. Ara, examinant l’altament contemporània obra de Wifredo García, vaig descobrir que seria molt difícil arribar al seu entrellat artístic sense abans admetre que la seva fotografia està feta, principalment, de silencis. Wifredo García es va definir moltes vegades com un poeta, un tret poc habitual en un artista fotògraf, sobretot en l’època en què, assolida la maduresa artística, va desenvolupar el gruix de la seva obra: les dècades de 1970 i 1980. Amb això feia al·lusió a la fotografia feta per capbussar-se i bussejar deliberadament en les interioritats, per expressar
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sensacions i idees que dimanen del que és primari i figuratiu, i assaonen oportunament la capacitat d’emocionarse que té l’espectador. En observar el millor aspecte dels paisatges i dels retrats captats per Wifredo García amb un gust, una tècnica i un sentit de la composició excepcionals, ens adonem que la seva qualitat més gran radica en el fet que són immensament provocadors. I ho són, no perquè l’artista volgués causar un impacte o suscitar l’odi o el fàstic en l’espectador –una pràctica força habitual en l’art contemporani–, sinó perquè cada obra instaura un silenci, una pausa anhelant que l’espectador es veu obligat a omplir. En el cas de Wifredo García, l’operació no va ser fruit d’una casualitat. En el seu llibre Fotografía. Un arte para nuestro siglo, l’autor cita Clarence J. Laughlin: “No sempre s’ha de fotografiar un subjecte o un paisatge per ells mateixos, sinó pels valors que hi ha més enllà d’ells mateixos. Aquest és un camp molt ampli que encara no ha estat explorat pròpiament i que té unes possibilitats formidables”. Wifredo Garcia va dedicar els seus esforços de creador més purs a cultivar aquest camp. Hi ha, ja en la melangia o en la brillantor dels seus paisatges, ja en les mirades intenses o desesperades dels seus personatges, ja en la composició enigmàtica i precisa dels objectes que la seva lent va encertar a ajuntar, quelcom que no s’entrega, un hiat de sentit obert que només pot ser activat des del context específic i el camp d’experiència de cada espectador. És, com passa sempre en les autèntiques obres d’art, un signe que es transmuta, que s’omple de significativitat segons l’època i l’ull individual amb què es mira. D’aquí prové el que més m’impressiona de la fotografia de Wifredo García: mai no resulta òbvia, mai no tendeix a una lectura circumscrita al que ja ha estat representat, sobretot perquè busca transcendir el que ell en digué l’anècdota: ni denúncies socials que es consumeixen en elles mateixes, ni símbols cristal·litzats que sobreimposen la seva força al conjunt expressiu, ni costumbrismes deslligats de les ressonàncies antropològiques que apunten de forma directa a la condició humana. La seva sèrie del manicomi apel·la tant a la nostra pròpia desemparança com a la desídia de les autoritats que van permetre aquests horrors. Els seus paisatges dominicans són farcits de sensacions inesperades que bé ens esglaien, bé ens omplen de plenitud; bé ens entristeixen, bé ens deixen taciturns i meditatius. El valor de la imatge del personatge carnavalesc no l’atorga el colorit de l’atuell o l’estrafolari de la postura, sinó l’equilibri del seu punt focal en aquella pilota captada suspesa en l’aire ja per sempre. Res de la gesticulació atrabiliària, de les cridòries eixordadores, de la saturació conceptual tan freqüent en la fotografia de les dècades de 1970 i 1980 pròpia dels caribenys. Sobretot silencis, enormes i enigmàtics silencis que ens converteixen en personatges de la història contada. Perquè si ha res que Wifredo García tenia clar fou l’essencial condició narrativa de l’obra fotogràfica; una condició que en el cinema resulta òbvia però que no acostuma a advertir-se en la fotografia, tantes vegades entesa com la captació i la conservació ad aeternum d’un instant màgic, prenyat de
sentit en ell mateix. I ja se sap que allò que és narratiu no existeix fora del temps. Tota l’obra d’aquest fotògraf dominicà es pot llegir a partir de l’intent de dominar el temps des de la imatge detinguda i, millor encara, a partir de l’intent de fer que el transcurs d’aquest temps salti sobre els marges de la imatge concreta i s’escampi infinitament a través del seu únic portador possible: l’espectador. García va dir, per a aquells qui sabessin escoltar-lo: “Hi ha fotògrafs que se situen en el passat; d’altres reflecteixen inquietuds que responen a l’angoixa d’un present; i encara n’hi ha d’altres que semblen exercir un profetisme” (78). I és precisament aquí on intervé el Wifredo García que escriu. La seva sèrie històrica, originalment composta per 120 fotos –de les quals han sobreviscut poc més de 80–, és una proposta molt original pel moment en què es va dur a terme i, sens dubte, representa un repte. En ella, Wifredo García fa una reinterpretació de fets puntuals que formen part de la història dominicana i que il·lustra amb fotografies del present del país. És a dir, els textos que l’autor va escriure de pròpia mà en el dors de cada imatge parlen del que, en el moment de l’acte escriptural, era ja temps passat, mentre que les imatges de l’anvers estableixen un pont carregat de suggeriments entre aquest passat i el present de l’autor. Els textos no són línies amb pretensions literàries, només aspiren a referenciar de forma directa un fet històric que, generalment, formava part del discurs historiogràfic més o menys acceptat per l’època. El punt on el plantejament de Wifredo García s’estableix com un contradiscurs dels llibres d’història a l’ús és en el vincle existent entre text i imatge desfasats en el temps d’aquesta manera; un vincle que es pot donar en l’àmbit conceptual, que pot sorgir des d’algun objecte atrapat per l’enquadrament o que es pot produir a través d’un recurs formal. Sigui com sigui, l’autor actualitza la història, la converteix en quelcom que és viu, fa que l’espectador es demani fins a quin punt aquell passat continua determinant el seu present. Gràcies a un destre desplaçament de sentits, el fotògraf artista instaura un primer silenci entre text i fotografia que l’espectador ha d’omplir. Si amb la producció d’aquests desplaçaments temporals Wifredo García feia palpable per als seus coetanis la convicció que “la història realment no és un abstracte, sinó la vida d’homes i de dones, les idees i els fets dels quals van fer que aquesta s’anés desenvolupant i anés progressant” (25), alhora que els cridava a fer servir les llums i les ombres de l’esdevenir històric comú per meditar entorn a la pròpia realitat, els anys transcorreguts entre l’època del fotògraf i l’actualitat han donat una nova dimensió a la proposta. Per a nosaltres, que ja no vivim en la realitat de fa gairebé tres dècades, cal omplir, cada cop més, aquell primer silenci que s’instal·la entre la dada històrica i la imatge amb claus estètiques o reflexions llibresques; mentrestant, entre la fotografia i la nostra realitat present ens ha anat creixent un segon silenci; un silenci que estem obligats a dilucidar tenallats per les peremptòries exigències que ens planteja la vida ara mateix.
En el número 17 de la sèrie històrica, Wifredo García consigna breument: “Duarte, Pare de la Pàtria, torna de l’exili”, mentre que la foto de l’anvers mostra goletes d’un poble de pescadors a Bayahíbe, atracades i amb els pals nusos assenyalant el cel. El número 18 completa la seqüència amb el text “ [...] per ser novament expulsat de la seva pàtria per part d’aquells als quals havia ajudat a obtenir la nacionalitat”, i la foto que acompanya el text en aquesta ocasió és una altra imatge de les mateixes goletes en el mateix lloc, per bé que embromada, difusa. L’absència de dates i d’altres marques de precisió indiquen que en aquest cas no hi ha la intenció didàctica d’ “ensenyar la història”, sinó de compartir a través d’aquesta un vincle sensible, humà, amb l’espectador. Però, més enllà del recurs apuntat a l’emoció, el muntatge de dos elements –text i foto– de continguts abans inconnexes instaura temporalment un silenci que només es pot resoldre a través de la reflexió. Potser un dominicà de fa trenta anys, davant aquestes fotos i aquests textos, s’hauria aturat a meditar entorn a com, en la seva actualitat, la política continuava sent un territori franc de la ingratitud, on l’oportunisme, l’ambició i el pragmatisme esclafaven qualsevol gest de despreniment i bondat. Potser sí. Probablement tampoc nosaltres, avui mateix, podríem defugir una conclusió tan amarga como aquesta. Tanmateix, amb el pas d’aquestes tres últimes dècades, un segon silenci s’ha anat obrint entre els textos, les fotos i la nostra mirada, que tal vegada no es podrà conformar amb constatar la persistència de la rèmora política que ens rosega i haurà d’aturar-se a meditar entorn als dramàtics significats que ha adquirit, per a la societat i la cultura dominicana, la desesperada –tantes vegades suïcida– migració de nacionals en embarcacions gairebé tan febles com les que es mostren a les fotos. És possible, només són especulacions. En aquesta operació, cada mirada és un món de sentits possibles. El que importa és constatar el fecund parany que el talent artístic de Wifredo García ens posa pel fet d’unir text i imatge en un muntatge que els transforma tots dos i ens transforma a nosaltres. A l’esmentat llibre Fotografía. Un arte para nuestro siglo, el dominicà cita Max Kozloff: “Fotografies són fragments”; només per acotar: “Ben cert, però el que interessa saber es de quin tot, en són una part [els fragments]”. Wifredo García empalma els fragments de tal manera que ens obliga a reconstruir el tot que dóna sentit i raó a la seva obra d’art. I en aquesta operació, el text amb prou feines és un punt de suport. El protagonisme pertany indiscutiblement a la imatge. Una operació equivalent, per bé que molt diferent, és la que du a terme Wifredo García al seu llibre de poemes Algo de mí, que es va publicar per primera vegada l’any 1974. Escrits enmig d’una profunda crisi espiritual, els versos de García són simples i directes, instal·lats en un to confessional que li atorguen cert tarannà de desfogament emotiu. Llegits de forma aïllada, dubto que ningú amb seny gosi afirmar que formen part de la gran poesia dominicana. El que fa que el seu discurs sigui més complex i els converteix en una apel·lació estètica d’envergadura és el fet d’acompanyar
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cada text d’una fotografia. Novament la relació entre text i imatge és ben lluny de ser òbvia, i s’ancora a partir d’un element que pot ser molt concret –un ganivet o una mà, per exemple– o, al contrari, molt sensible, com en el cas de “Reflejos”, on el punt d’unió entre text i imatge sembla ser aquesta qualitat de reflectir i ser reflectit: I és com un raig brillant, i jo en sóc el reflex; un reflex des d’un mirall trencat, impur, brut i miserable, però sempre, un reflex. Malgrat que pogués semblar una altra cosa, les fotos en aquest cas no tenen com a finalitat il·lustrar o complementar el text. Entre tots dos elements s’estableix un diàleg que, novament, té com a resultat un silenci que el lectorespectador està obligat a resoldre; l’espai significatiu resultant d’un muntatge tan complex que, a voltes, resulta difícil determinar si les fotos es van triar per al text ja escrit, com a “Oración”, o si el poema es va escriure amb la imatge davant els ulls, com en el cas de “Poema del negro de la fábrica”. Algo de mí és una recerca intensa i agònica. Wifredo García es busca en el text que resulta del seu dolor; es busca en l’instant captat per la foto; es busca en un diàleg continu amb Déu; i finalment es busca en els sentits que aquest muntatge enginyós i creatiu pot provocar en el lector-espectador potencial. Vegem l’exemple d’ “El muro”, que al llibre apareix il·lustrat amb la fotografia d’una atapeïda barrera de cactus: Sol, i les estrelles en el buit de la nit, sol; a l’esquena del món, la seva llum reflecteix la teva ombra allargada i negra, i un vel vague que flota arrossegant ocults sentiments. En la solitud del teu propi interior no hi ha pau, i, tanmateix, el foc i la sang, la lluita terrible, és aquesta la Seva pau, tota teva. Melangiós veuràs com passen els éssers que estimes, i malgrat que els tendeixis el teu cos mutilat un mur invisible te’n separa per sempre. Plegats heu forjat, en les teves hores benaurades, el castell que et sap guardar, de grossos murs, mai vistos per tu, més que a tu mateix, per tu estimats. En secret has amagat la clau pregonament, i saps que mai no gosaràs obrir una escletxa, moriràs d’asfíxia, de dolor vençut, sempre rere el mur tan estimat. (92) A qui es refereix la segona persona que domina al llarg de tot el poema? És que el poeta s’interpel·la ell mateix? Li parla a Déu? Es dirigeix al mur de cactus que apareix a la fotografia? Apel·la al lector que vindrà? Potser la resposta es troba entre aquestes hipòtesis, o en totes al mateix temps. Però el que és cert és que el sentit del poema serà diferent
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segons la decisió que prenem a l’hora de triar-ne el narrador. En definitiva, a través d’aquest complex muntatge de significats, Wifredo García desplega una recerca d’ell mateix. Mai no sabrem si s’aconsegueix trobar, tot i que sí sabem que mitjançant aquest discurs acaba per trobar-nos a nosaltres. Tal com passa amb la sèrie històrica, a Algo de mí el text és el menys rellevant dels components que reuneix l’autor i, si no fos per la imatge, es veuria molt minvat quant a les seves possibilitats expressives, a la seva capacitat per construir una apel·lació estètica que involucri el lector-espectador. Tot i que, el seu autor el va qualificar com un “modest llibre de poesies”; finalment, va acabar afirmant que es tractava del “primer llibre de fotografies purament artístiques editat al país”, amb la qual cosa assenyalava clarament el que en considerava el valor més gran. És a dir, en ambdós casos l’escriptura té una funció de recolzament i resulta subsidiària de la imatge. La constatació adquireix un sentit encara revelador quan observem que, mentre la sèrie històrica va exposar-se en la dècada de 1980 i ha de ser entesa com un projecte de maduresa estètica, Algo de mí va aparèixer publicat l’any 1974, i en aquest volum es manifesta un Wifredo García, la recerca d’ell mateix del qual transita camins més personals o intimistes. Això no obstant, la relació del fotògraf amb l’escriptura és equivalent. Aleshores, podem afirmar que Wifredo García va ser un escriptor en el sentit estricte de la paraula? Abans d’aventurar-nos a respondre, és just reconèixer que el fotògraf dominicà va posseir el do de l’escriptura, l’expressió ajustada i fluida que desborda la correcció, la delectació humorística, fins i tot subtilment irònica, que haurien agraït no pocs escriptors dominicans de la seva època. Ara, si entenem per escriptor tota persona que fa servir la paraula escrita amb una finalitat concreta, aleshores la resposta a la pregunta inicial serà indubtablement afirmativa. Si assumim, en canvi, que un escriptor és algú que empra les possibilitats del gest escriptural per reinventar la meravella de viure a través d’un acte que fixa els seus misteris en els recursos de la paraula, tan infinits com inaprehensibles, aleshores hauríem d’admetre que l’escriptura no va ser la protagonista cardinal en els neguits artístics de Wifredo García. Aquesta posició sempre li va correspondre a la fotografia, fet que es demostra amb molta facilitat si recordem que, a part dels dos casos examinats abans, la resta dels seus llibres són de fotografies o tenen com a funció explicar i explicar-se l’art de la fotografia, recórrer-ne la història o qüestionar el paper dels promotors i de la crítica sobre aquest art. És a dir, hi ha un Wifredo García fotògraf que de vegades escrivia per nodrir la seva labor estètica. Un artista que va enaltir la fotografia com una forma per trobar el seu lloc en el món, la seva precisa identitat, i en aquest trajecte es va acabar convertint en la concreció humana de l’acció fotogràfica. Les paraules, per a ell, eren un element subordinat a la imatge. Ho dic amb tota claredat: “La fotografia artística és la paraula que expressa la interioritat del fotògraf”.
Wifredo or the Incarnation of Photography Rafael Emilio Yunén Director General / Centro León From day one, the Centro León was conceived as an open institution for continuing conversations and engagements with the community. Through research, management and promotion this cultural eco-museum assimilates, interprets, proposes and engages in exchanges with its community: from the barrio to the city, the city to the country, the country to the Caribbean, the Caribbean region to the rest of the planet and vice-versa. This not only poses a challenge to the perspicacity and the center’s own capacity to surprise, but also calls for internalizing the culture of the present (and, of course, tradition) as something that happens every day, and where human beings create culture on a daily basis. In this sense, the exhibition Wifredo García: Particular Obsessions has been an enriching work experience for the Centro León. It is so for many reasons. The first is that it is an exhibition that was conceived, prepared and unfolded from the archives that Wifredo García’s descendants lent our institution on a long-term renewable basis some five years ago. The project that we are now showcasing took almost two years and required meticulous research from the start. The archives were first made available in September 2008, and can be viewed in our multimedia library by researchers, artists, professors, students and the general public. To some extent, we can say that since then, Wifredo García, the artist, began a new phase of his creative life, by reaching out to his natural audience. The research also enabled us to recognize the different facets of this creator’s profile, which was made apparent by scheduling the exhibition for 2008, the year in which Wifredo García was honored on the occasion of the 20th anniversary of his death. This program included several talks and a seminar where experts and his followers examined his career as an artist, organizer of photographers’ groups, collector and maestro. That search and the discussions that followed (brought about topics and ways, and possible creative focuses) on the curatorship and the exhibition design so that the Centro León team could best portray Wifredo García: Particular Obsessions. And as if that were not enough, the exhibition found new resonance when it joined the program The Catalan Footprint in the Caribbean. Born in Catalonia, Wifredo García immigrated to the Dominican Republic when he was 11. Wifredo García comes across in this display not only as the outstanding photographer that he was, but also as the special creator who presents provocative angles and challenges when studying identity, a fundamental thematic axis of the Centro León itself. Working with the Casa Amèrica
Catalunya, the Institut Ramon Llull and an important group of Caribbean institutions on the conception, organization and development of The Catalan Footprint in the Caribbean has been an important experience for our institution. In the same way, we are proud that Wifredo García: Particular Obsessions. will open in February 2009 with the inaugural of the program The Catalan Footprint in the Caribbean. We are even prouder now that we can announce that the exhibition will also be part of the inauguration of that program in Barcelona in January 2010. Twenty-two years after his death, Wifredo García will return to his native land as he was: an extraordinary Dominican photographer. To have contributed to making this possible is of unique satisfaction to the Centro León, and undoubtedly also for the Catalan institutions that have accompanied us in this initiative. The sample of his work that we present today makes an essential encounter with Wifredo García possible since, as of now, he will be better known as an artist within and beyond Dominican culture. These "peculiar obsessions" bring together his key themes and his most fruitful searches. Throughout the exhibition, the keen observer can find the frequent experimenter, the sensitive and acute landscaper, the passionate and revealing portrait-maker and the photographer’s solidarity with social issues. Summing up, the man who used photography as a medium for finding himself and ended up finding us all, and becoming the incarnation of photography on earth.
Build a country in the Caribbean Antoni Traveria Director general / Casa Amèrica Catalunya The Casa Amèrica Catalunya foundation works to build bridges and strengthen the links that join Latin America and the Caribbean to Catalonia. The body was set up for this same purpose in the city of Barcelona nearly a century ago, in 1911, under the original name of Casa de América de Barcelona. Our foundation sees culture as one of the most effective tools to help the societies on each side of the Atlantic to get to know one another and bring them closer together. Through a range of activities including, among other things, exhibitions, symposia, literary and musical forums, debates and series of documentaries and films, Casa Amèrica Catalunya sets out to complement other institutions’ cultural cooperation with the Americas and provide a bridge for cooperation in the development of the Latin American countries. In the Catalonia of the 21st century, with its large population of citizens from different countries in the Latin American community of nations, our
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institution works in a way which is open to participation, dialogue between cultures and integration, while always recognising people’s origins. Casa Amèrica Catalunya embarked on the transatlantic adventure of The Catalan Footprint on the Caribbean in cooperation with the Centro León and the Institut Ramon Llull two years ago, fully aware of the importance of this opportunity to work together in a cultural programme on this scale. Set up jointly by three different institutions, La Huella Catalana en el Caribe seeks to evoke and above all to learn from a shared past: the legacy left by the Catalans in the Caribbean region, so revisiting a period in the history of Catalan emigration which had much more far-reaching effects than were known up to now. Above and beyond the well-publicised and widely known economic sphere (recalled in the expression “fer les amériques”, which literally translated means “doing the Americas”), Catalan influence reached much further, into politics, architecture, art, society and academia. The opening of the photographic exhibition Wifredo García: Particular Obsessions is the first item in this Catalan-Caribbean programme, starting off in the Dominican Republic and continuing with other events in Puerto Rico and Cuba to finish back in Catalonia. The Catalan Wifredo García Doménech’s story belongs in the Caribbean. The most striking thing is that, as in so many other cases of citizens of Catalan origin, Wifredo belonged to the history of the Caribbean even before he was born. His grandfather and his mother, both Catalan, were part of the social, cultural and work fabric of the Dominican Republic, which they left behind in 1930 to return to Catalonia. Thus, Wifredo García Doménech was born in Barcelona, but at the age of 11 he went back to a land well-known to his family but as yet new to him. He grew up and was educated in the Dominican Republic, and from then onwards he was an undoubted part of this Caribbean country. Wifredo García was therefore both Catalan and Dominican, and symbolises so many men and women who built a future far from their roots, leaving the Mediterranean to make the blue of the Caribbean their home. In early 2010 Wifredo García: Particular Obssesions will be travelling to Barcelona. The Dominican artist and Catalan photographer will be coming home. This will be the first time his work has been shown in Barcelona, his birthplace. It carries with it a collective Catalan-Caribbean memory that this cultural programme aims to highlight: that of the Catalans who decided to build a country far from their own, who made the Caribbean into their own identity.
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The Discovery of a Master Josep Bargalló Director of the Institut Ramon Llull
Before the Institute helped to organise the programme The Catalan Imprint on the Caribbean together with Casa Amèrica Catalunya and Centro León, the name of Wifredo García was entirely unknown to me, as it is to most of the inhabitants of the Catalan-speaking lands. From now on, however, with the exhibition Wifredo García: Particular Obsessions, first in the Dominican Republic and then in Barcelona, the name of this great photographer will certainly become part of the collective imagination which reveals the historical link between the peoples of Catalonia and the Caribbean. It is well-known that waves of migration form part of our history. On some occasions these were out of economic necessity, as in the 19th century, and on others for reasons of political persecution, as in the 20th century with the collapse brought by the Spanish Civil War, especially during the hard years of the post-war period and Francoism. Both the Caribbean and Latin America showed their generosity in welcoming us when our own environment was hostile. Sometimes, however, this Catalan imprint is unknown beyond the clichés which can be summed up in the figure of the “Indian”, the Catalan emigrant to the Caribbean in search of his fortune. This may be because Caribbean popular memory has forgotten this part of its origins or because younger generations here are unaware of the phenomenon. Wifredo García is one of those forgotten men. It has been a pleasure to discover this great master of photography. Images which, as a European, I relate directly to the tradition of objective realism, but which at the same time reveal to me an impulsive eye, a way of going about things which is, in the words of the photographer himself, “simply Dominican”. Nature in its pure state, human landscape in detail, with an exceptional mastery of the techniques of the medium, both in black and white and in colour. But he was not just a master of his own art; he was also a person with a mission to educate, who taught and passed on to younger generations his own vision and those of Dominican masters of photography who had come before him. In this way he wove a collective imaginary, becoming part of the country to which he came at the age of eleven. In his active promotion of photographic associations, shared with other photographers and anybody else who wanted to become involved, he committed himself on an everyday basis to building up, dignifying and transforming this art. And the most curious part is that he did not want to be a photographer, but a writer. He came to the image with a complete prior literary background, intending to construct
a syntax of photography because he believed that “content is form”. In this way he was more than just a professional, he was what he wanted a photographer to be: a “poet of the image”. His work clearly shows that he achieved this.
Wifredo García: Particular Obsessions Sara Hermann Visual Arts Advisor / Centro León Karenia Guillarón Visual Arts Coordinator / Centro León The Wifredo García exhibition in 1980 at the Gallery of Modern Art in Santo Domingo, Nosotros, una interpretación fotográfica de la historia de la República Dominicana set photography in the Dominican Republic on a new course. Photography moved from being an important reproduction medium to becoming a conceptual tool in the hands of an artist. In this series, that was later shown at the Universidad Católica Madre y Maestra in Santiago, Wifredo sought to tell Dominican history through his personal and contemporary perspective, with the idea of creating thought-provoking critical reflections from viewers. The observation of the nature of history, especially Dominican history and its construction and communication processes, lead the artist to recognize the need to tell it all anew from his own viewpoint. It was a play on matters related to how he understood history, what we would remember and how history is presented, as well as his understanding of the fundamental role that images have in the negotiations that are transacted between memory and history. What at its time was considered an excellent history lesson by his contemporaries, may now also be analyzed as a way of reexamining not only the way that it is understood, represented or interacts with early events, but also as a way of analytically exploring the creative individual’s past through the images delivered in the present. It is important to point out the influence that the contacts that Wifredo García made at the Latin American Photography Colloquium had on his work. He did not attend the First Colloquium in Mexico, 1978 but followed it closely through the documents that were made available. That meeting between photographers, and the two that followed (in Mexico, 1981 and Havana, 1982) clearly sought to reaffirm and exalt Latin American photography, with an emphasis on social commitment and on making ideological statements. Likewise, in the colloquiums, special importance was given to the rescue and safeguarding of historical photographs, as well as to the diffusion of work on photography by Latin American authors.
In his text, “Common Places,” published on the occasion of the Second Latin American Colloquium of Photography in the Week of the Arts, Nestor García Canclini made the point that “all discussion on the message conveyed by a photograph should make it understandable.” When communicating with photography the author needs to get a grip on what he wants to say, the linguistic resources of the camera and the credibility and legibility of those that will be receiving the message.” We believe that this spirit of research on the social uses of photographs, the transcendence that is recognized in the statements made by photography and the necessary review that is posed regarding historical and political topics decisively influenced the work of Wifredo García. The historic series exhibited in 1980 presented photography that evaluated and openly reflected on history. This is one of the main legacies that Wifredo García has left and one of the reasons for his enduring nature as a photographer over the years, that very particular, methodical and analytical way of observing his world, historical events, nature and the characters that he chose to depict. What could be observed as a merely documentary photograph then becomes a statement where artistic language acts on reality. Wifredo García, the artist who dared to rewrite Dominican history through photography, was in fact born in Barcelona, Spain and migrated to the Dominican Republic in 1946 at the age of 11. In 1957, while studying in Kansas, United States, he took his first photography courses, which came naturally to him because his father had been a fan of the discipline from an early age and every event in the García Domenech family was captured by his lens. So, it can be said that Wifredo’s entire existence was connected to photography and taking photos. From a contemporary perspective, Wifredo García’s work flows between documentary and artistic photography, a duality that is expressed in the body of his work. This can easily be appreciated in his highlights on landscaping and the human being, even in his own work methods. Thus, Wifredo García’s photography has “the intention to produce a specific sense, well-aimed, calculated – photography as a record of powerful writing in action, in time, as extended grasp of an irreverent and unstoppable notion of events.” This grip on photography with a purpose and defined treatise is one of the main reasons that explain Wifredo García’s unparalleled work. With the recognition of Dominican landscape and space, which until that moment had been absent from the work of photographers in the country, Wifredo García set an important new benchmark for photography. In his work, the country’s scenery was translated into a tool for documenting and recreating cultural contexts, serving as raw material for the recognition of the surroundings and, through him, for the expression of a Dominican identity. While it is true that throughout his artistic career Wifredo García made his the landscape taking into consideration the elements that defined a specific exuberant and fertile geographical space,
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it is also the case that that same panorama will always have greater importance for the artist if he can express himself through traits and elements that denote ownership or heritage of people or communities. In his interest to recognize and portray Dominicans, Wifredo García compiled an archive of the physionomy, jobs, behavior and interaction that characterized the country’s inhabitants. To acknowledge what it is to be Dominican and who can be considered Dominican was for Wifredo an unending search. The numerous photographs, slides, negatives and contact sheets portraying varied characters are proof of this. In this way, he established from then on and until the present time, intentionally or otherwise, a way for us to see ourselves as people and characters through photography. For this reason, Wifredo García’s prolific output enables us to establish groupings with a different focus on the human being: laborers, peasants, artists, etc., and that way of working has had a marked influence on the course of Dominican contemporary photography. These groupings compile portraits, images of people in their surroundings, in their daily routines, or immersed in everyday tasks. Another element that we understand is fundamental when evaluating the impact of Wifredo García on Dominican contemporary photography is his work method. The artist defined a series of procedures that established a new relationship between the photographer and the person being photographed, by giving equal importance to the theme or subject as to the technique and rigors of taking the photograph. This way of working, that insists on the use of series and repetitions as a way of getting near to a physical setting that is increasingly closer to what can be considered typologic, is equally marked by a search for identity. In this sense, we see the recurrence of objects and persons that achieve a category of symbolism and that formally can be defined as arguments or references – furniture, fragments of humans, writing and murals on the walls, etc. - so frequent throughout Wifredo García’s photography. It is symptomatic to see how throughout his career there is an emphasis on certain traits of his characters, such as hands and eyes, and equally on the footprints that these stamp on the surroundings, such as in the interiors of homes and the graffitti. His study of the most simple and futile traces that persons leave on spaces reaches us as testimony of the transcendence that the artist would discover in the commonplace and the mundane. This artistic intent also establishes a point for inflexion in photography that had developed in the country up to that time: from grandiloquent and “important” themes, priority would be given to what is apparently trivial and what is humble. The footprint or paths, more than discovering precisely the context to which they belong, are catalysts of histories and stories that come to be in his “finished” work. This story-telling aspect is fundamental in the work of Wifredo García because it means his photography does not limit itself to a single bias of history
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or to the “official history,” but that images may provide a variety of meanings, challenging spectators’ capacity to make their own interpretations. In his text “On the Occasion of My 30 Years in Photography” the artist organized his work in clearly defined chronological periods, stages that are marked by the evolutionary aspects of his photographic technique, the projection of his artistic work, and finally, the relationship that Wifredo García established with those around him and his colleagues in photography as art. When mentioning the evolutionary aspects, we are referring to the gradual growth in his grasp of photography and his work with techniques for taking and printing photographs. By projection we are referring to his exhibitions and editorial work. And the relationship with those around him needs to be understood as his development both as an individual producer and multiplier of his knowledge and experience. Wifredo García got his start in photography between 1958 and 1968. As he himself said: “I started in photography as everyone starts, searching to document, have a record, a memory of something.” This period, in his understanding, “marks a period of growth, of individual personal and private evolution. It is the time to accumulate self-learned technical knowledge, to explore, in which there is hardly any contact with the public, the logical result of his not having found himself. For most of his work, he used slides, that were already difficult to reproduce at that time.” In the 1960s, Wifredo García became key to the founding and development of the photography group Jueves 68 that was decisive in the subsequent evolution of photography in the country. From the end of the 1950s, he was already inclined to capture his surroundings and his passion for his own people and the landscape. In this period, he set the baseline for a debate about images that acquired anthropologic nuances, as each character that is photographed became a representative of a way of living and a way of interrelating with the surroundings. Because he worked in the northern part of the country during that period – Santiago and the Cibao Valley region – he was not only inclined to catch the airs of change that already touched upon economic and culture in that area, but also to incorporate nature and landscape, as well as the communities in the area. The surroundings conditioned his gaze decisively. Wifredo García said: “Seeing myself in the need to cater to young photographers – practically most of those in this group – who need technical training and artistic guidance, I was inclined to teach photography, a vocation that has lasted to the present. In this way, I found fulfillment in the often thankless task of training other photographers.” This, in his words, was also the decade for his first individual exhibitions, of his first major awards, and of his start as a teacher of photography at universities and his first publications. In the decade between 1978 to 1988, Wifredo García founded the Fotogrupo collective and kicked off the ambitious project of the Wifredo García Photography House, “for photographers who are genuinely interested in their
intellectual and expressive development. With its extensive library, its collection of historical cameras, its black and white and color labs, gallery of temporary exhibitions, its museum of Dominican photography, and the constant conferences, excursions, courses and study practices, offers its members the opportunity to find an adequate place for their artistic opening.” This was a very important moment in his career as artist and promoter. Wifredo said that “that was the decade of my greatest satisfactions, the most coveted awards, the most successful publications. We are embued by a profound sense of having achieved something.” The significance of Wifredo García’s photography and the impact that it has today on the practice of that art are directly and closely tied to his work as a multiplier and to his extensive efforts to exhibit and write. This is very evident in his many exhibitions, as well as in his profuse writing. He wrote: Algo de mí (1974), La fotografía según Wifredo García (1977), La catedral del bosque: Un itinerario del Pico Duarte (1980), Fotografía. Un arte para nuestro siglo (1982), El testamento de plata (1997, posthumously). He co-wrote with many Dominican authors: Manuel Rueda (Music, Popular Literature, Folklore and Art) and Ramon Francisco (Magical Beliefs, the Fiestas and Dominican Customs) and painter Ramón Oviedo (drawings) of the book De tierra morena vengo: imágenes del hombre dominicano y su cultura (1987); with the German author Wolfgang Scheidig País de sol y sonrisas, República Dominicana (1988); and with Dominican historian Carlos Dobal the book El agua en Santiago (1975). It is also important to mention his many contributions to local newspapers, such as Listín Diario and Hoy, mostly in the supplement Isla Abierta, to which he was a frequent contributor with essays and photographs. Now, the question is, has the impact of this figure in Dominican contemporary photography been fully and fairly acknowledged? That question, which was behind the conception of the exhibition Wifredo García: Particular Obsessions is still open and will be able to be answered in a comprehensive way now that this exhibition delivers the most complete visuals to date on the life and work of this Dominican creator.
The exhibition In 2003, 15 years after Wifredo García’ death, his children Wifredo, Margarita and Rosa Virginia placed their collection of his cameras, photographic instruments and antique photographs in the custody of the Centro León, under a renewable temporary loan agreement. This collection included newspapers, correspondence and records of the contests organized by the Wifredo García Photography House, prints, contact sheets, slides and photographic negatives, by Wifredo García and other artists. Under a second agreement, the descendants transferred their father’s library to the Centro León, with hundreds of books and magazines on photographic techniques and art, art history, environment and culture in general. In 2008, during the Wifredo
García Seminar that was held at the Centro León on September 26th and 27th, another part of the author’s archive was delivered, consisting of 10,000 slides. These cultural assets then underwent a careful research and cataloguing process before being passed on to the Centro León multimedia library. They make up the body of works shown in the exhibition Wifredo García: Particular Obsessions. The 191 images chosen for the exhibition span all the artist’s diverse periods of artistic creation and provide a sample of his artistic interests, styles and chosen photographic themes: the Dominican geography and social realm; explorations of international contexts that suggest he was a tireless traveler; his inquiries and photographic experiments; his persistent and insatiable quest to predominantly portray Dominican man, in addition to men of other latitudes, in their diverse physiognomies and typologies. All these interests, together, provide a testimony of his many sightings and the objective that he pursued from his days as a student in the United States when he first came into contact with the language of photography: to record what he was discovering in images. The exhibition brings forth the artist’s particular way of seeing the world, his interest in exploring photographic techniques with the greatest level of rigor, as well as his vocation as a collector, promoter, teacher and transmitter of knowledge and passions. Wifredo García maintained ties with photography beyond his work as a photographer: all the other aspects in which he was involved made him a quintessential artist, who created a universe where teaching, the creation of photography groups and collecting equipment and items related to the discipline made for an inseparable and constant reshuffling. In the research and defining of the script for this exhibition, the starting point was the culturally essential meaning of the context of his works and efforts. The curators took into account the fact that Wifredo García’s photographs “not only point towards a community but embody it.” Thus, urgency was given, from a symbolic and aesthetic perspective, so that its worth should not be limited to the images and could transcend the cult to an object. The script sought to exhibit the objects in the context he had chosen: both from the aesthetic expression as well as from a symbolic and anthropological perspective. Wifredo García arrived in the Dominican Republic as a teenager. Even though he experienced his formative years and came of age in the country, his status as an immigrant probably stirred an intense inner need to find an identity for his existence. Photography became the tool in that search. The artist developed a dialogue with images that enabled him to address daily life, whether mundane, playful or sacred. His discerning lens turned what were everyday things for Dominicans into powerful aesthetic expressions, that transfered codes and symbolic forms capable of producing extraordinary visual feelings. Through his work, Wifredo Garcia communicated a universe where man and the Dominican natural world took the leading role.
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Chronology and the life story of this key artist of Dominican photography does not predominate in the exhibition. Rather, it is an effort to understand his career, his interests and concerns, the influence he exercised as artist, promoter and thinker in the context of his legacy. At the same time, the exhibition brings to the forefront, through the use of museum graphics and the work of the photographer himself, how his output was part of an important and convoluting period in Dominican and Latin American history, and an incipient interest in repeated reads of the narratives on our identities in vogue at the time. That is where the artist and his photography generate new ways of explaining our culture through communication. As would be expected, the display is first and foremost visual, where the images provide a retrospective of the photographer’s life and his generation. The exhibit has become a multi-directional narrative that links Wifredo García’s personal history with the history of the country and its communities, integrating both elements of the creator’s family life, and the collective transformation in which he inserted himself. This makes it possible to demonstrate how his work falls within an anthropological and ethnographic current that, according to art critic Desiree Diaz “avoids the great generalizations or categorizations to instead insert itself in this post-modern aesthetic trend that prefers the individual, what is intimate, even domestic, as a reflection of how inoperant the great epic tales can be.” Through the presentation of two thematic groupings, The Occupation and the Creation and The Promoter, the exhibition displays the contents that coexisted in this artist’s output, and the interactions between them. At the same time, each thematic grouping generates different sections that link the evolution of Wifredo García’s subjects to the processes through which he articulated his photography series, mostly related to Dominican social themes and identity. Each thematic grouping is an example of a different way in which Wifredo García approached photography: The Occupation and the Creation show his artistic creations and The Promoter focuses on the other aspect that the artist never abandoned: teaching and training new generations of photographers. The new visuals that revised the traditional format of the portrait photograph was one of the most important achievements of Dominican photography after the dictatorship. This photography, where personal and social portraits prevail, is associated with the idea of an exercise in appropriation that, from the eye of the photographer, imposes itself over the reality of what is photographed. The proposals go beyond what is documentary to recognize and take advantage of the interaction between what and who is being photographed and the photographer. The staging of the identities of individuals or groups brings forth an assimilative observation that bases its likeness on emphasis and repetition, as well as in the necessary complicity and predisposition of the subjects involved. These
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considerations are evident in the first part of the exhibition, See and Look, that focuses mainly on the portrait, when representing people or groups in photos and is backed by a quote by Wifredo García himself: “Normally, we spend our time looking and we do not see…” Throughout his entire photographic career, this artist emphasized the close-ups of the body, phenotypes, ethnic characters, work and actions tied to Dominicanness. Wifredo García’s portraits are more than a painstaking catalogue of characters and “models.” For him, to take a picture of another was an exercise in complicity and discovery. Within his line of typological portrait, the artist caught his characters and groups unaware. As a researcher who used the technique of participant observation, his lens would take on the role of a diary. As a section of the exhibition, See and Look is in turn broken down into sub-sections Recognition and Complicity. In the first part, social criticism prevails. There are portraits of common people, people seen on the streets and in the countryside every day, primarily low-income inhabitants, cast aside by the political-social system. The display also includes shots of individuals and social groups affected by unfair or tragic human situations: people living in madhouses, in settings of extreme poverty or suffering from personal or group misfortunes. These images reflect ways of life that previously had been ignored by Dominican photography. Wifredo García uses his camera to provoke social change and it reflects his artistic sensibility. This artist worked tirelessly to capture the identity of Dominican man, probably as part of his process of insertion into the medium he chose. In this sense, he said: “..each photographer needs to stick to his own and particular obsessions, creating the kinds of images that best express his personal character and feelings... As for me, perhaps that it is about an insatiable search to discover what we call the ‘identity’ of the Dominican...” In this series that unfolds throughout his career, one becomes aware of his technical proficiency, talent and acute artistic sensibility in the choice of the objects and subjects he photographed, bringing a humanistic touch to his work. The sub-section Complicity compiles portraits of artists, cultural promoters, friends, relatives and his acquaintances. As the creator explained in his book Fotografía. Un arte para nuestro siglo, the portrait is “an honest biographical sketch that expresses the personality of the subject. It is a serious and formal investigation into the personality of another human being”. These images reflect a fragment of the identity of each character and on occasions show the photographer’s interest in disclosing the occupation of the subject. In some examples, the artist shows his subject at work, in others he includes objects that serve as hints to what the person does for a living. The theme of what is public and what is private, a present-day social paradigm, was tackled by Wifredo García since the advent of his career. When the intimacy of his characters is unveiled for the viewer to see, the boundaries
between these two are erased. The significant volume of photographs of family and loved ones also marks his portrait production. Likewise, there are the self-portraits – true exercises in self-recognition – that refer us to the different stages of his life. This section that speaks of intimacy and confabulation features the work Celestial – according to Wifredo himself “the most symbolic photography” where the “model” is his wife, Hortensia Marcial, and a self-portrait that shows him, as is not unusual, as a photographer. The third section, Micro-Histories, is made up by the abovementioned polytypical of the series on Dominican history. The 85 images in this series are part of the block that originally had 120 photographs with captions on the back with the author’s interpretations of Dominican history. Each image had on its back a chapter of Dominican history that is directly or indirectly related to what was being represented, with the “present” of Wifredo García. In this sense, these photographs challenge the contemporary spectator, who needs to interpret the vision of the artist based on a past occurrence and superimpose that criteria on to his own present. The possibilities that storytelling have within art are recognized. In times and places when the transmission of knowledge came from the iconography, the images served to communicate all the possible versions: religious, historical, mythological and indigenous. The passing of time is intangible and so is the passage of history: they are only works that have been recreated by writers, artists, researchers and thinkers. A way of “seeing” time and history is through the footprint that the succeeding phenomenon leaves behind and we can observe. According to Cuban art critic Juan Antonio Molina in a paper prepared for the exhibition Mapas abiertos, fotografía latinoamericana 1991-2002: “The leading role in the telling of history can be one of the priority objectives of his photographic agenda since the start. That explains several of the moral and political implications in the practice of photography in Latin America since the second half of the last century. The assumption that photography can contribute to writing history, contributing trustworthy information on real events, is backed by the reality of taking a photograph. In such circumstances, any debate on the potential of photography when it comes to history passes by the filter of doubt or certainty regarding the verisimilitude of the image”. Consciously or unconsciously, Wifredo García was also a historian. The series that appeared in 1980 under the title Nosotros, una interpretación fotográfica de la historia de la República Dominicana and that now occupies the center stage of Wifredo García: Particular Obsessions picks up on the moment when the artist chose to become a teller of Dominican history from his own context and stance. In an interview with Dominican cultural promoter Freddy Ginebra, he commented: “When one studies history, one is given a series of facts, of things that happened, dates, figures and names of something that died, that happened”.
Ahead of his time, he was stating one of the recent theories of historiography: the history of day-to-day life, that is, the history of he who has no written history. Wifredo García turns many of the anonymous characters and social landscapes that he photographs into true actors of contemporary history: “I have come to the conclusion that all those circumstances and happenings have not died, they prevail in the country, in any country. That is, what we are living through today is the product of that history and an extension of those happenings, so I am trying to present Dominican history with images of today, seeking to influence the mood of the viewer and tell him that what happened is something that we are still experiencing today, whether in its consequences, or in the mindset that it created, or in the way of thinking that has guided the country. Through its consequences today we are still living through the era of Lilís, of Trujillo, or of the Trinitarios”. The third section, Configuration of Space, belongs also to the thematic grouping The Occupation and Creation and shows how nature and the socio-cultural surroundings became the basis of Wifredo García’s work. In his search for visual parameters that would provide answers to his concerns, the artist discovered his medium, Dominican reality. At the same time, since he belonged to a breakaway generation he let this search take him to find a new way of expression in photography, which guided him on the route to interpreting his surroundings, focusing on the spaces that garnered less attention from those before him who in their quest for glory, would ignore the crude realities of most Dominicans. Themes related to nature and social landscapes provided Wifredo García with a way of presenting other issues that could be or not related to the physical aspect of his habitat, such as the conditions and ways of life, the cultural traits of the human groups that were his subjects and even the most subtle ways of representing everyday living. This is evident in the sub-sections Panoramas, Explorations, Discoveries and Imaginary that make up the above-mentioned section Configuration of Space. Wifredo García’s photographs covering Dominican social and topographical landscapes are displayed in Panoramas. His landscapes and visuals of urban settings, take a step forward to show the stance he took before the world and translates the photographer’s vision within his own context and reality. Wifredo García established, through his landscape photography, a different way of viewing reality in line with the changes that the Dominican Republic underwent as of the decade of the 1960s, following the fall of the dictatorship of Rafael Leonidas Trujillo. These works were created as of a genuinely emotional experience with the landscape. In the introduction to his poetry book Algo de mí, the artist commented: “I got started in photography to express my inner self, as another form of poetry.” For this same reason, this series of photographs invites the viewer to experiment the splendor and contrast of nature, to consider and conceive it in all its conceptual and
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emotional potential. Each image proposes states of contemplation, reflection and introspection, as well as an anthropological discovery as of the staging of culture. Wifredo García’s landscaping is structured in series on the same theme, themes that develop in different and consecutive scenarios. An example of this modality is his series on the Dominican-Haitian border (1981-1982) that was part of an individual exhibition of the artist presented in 1982, at the Museo del Hombre Dominicano. According to Dominican historian and writer Jeannette Miller, “Wifredo García’s frontier is a human, social, geographical, historical and even sociological testimony, of our relations with the neighboring country, perhaps an unquestionable research on whether the island is one and indivisible or is not”. Tinges of this reflection are manifest in Carretera Internacional, a sample of the convincing contrast between the landscapes of the Dominican Republic and Haiti. In a closeup of the mountains of the border regions, the artist seems to warn –and invite the spectator to an active read–, by presenting the difference between the deep green of one part of the island and the barrenness of the other. In the work, the men and women of the border, also subjects of the artist’s photography in this series, disappear to let the landscape play the leading role. Far from capturing merely images of nature, Wifredo García presents photography where beauty can be found in the magnificence and disparity between both environments. The artist himself declared his purpose in the catalogue of the exhibition: “I want to salute the men and women who live on our frontier, who make it alive and defendable. I want to sing out to these lovely and forgotten lands. I want to be criticized and murmured for saying things the way that I see them and how many others feel them”. The sub-section Explorations, on its part, shares his travel photographs, his trips around the world and the photos he took abroad. Wifredo García made photography a medium and his trips and pilgrimages, processes and artistic practices the purpose of his life. As a Dominican by choice, the artist tells stories of man and universal space in his photos, and presents images of an identity, that aside from being local, is also global. But also one can verify the marked anthropological interest that defines his photographic output, combined now with the daring intention of experimenting, a play on composition and perspectives. The sub-section Discoveries presents Wifredo García’s interest in the habitat, dwelling and the spaces that express everyday existence. The surroundings, customs and traditions, the routines, the recreation and intimacy are themes that the artist presents us with so we can navigate along the paths of the family and Dominican socialization. This compendium of images that enhances moments and spaces otherwise apparently mundane and unimportant, has qualities sometimes disturbing, other times dynamic. What is disturbing in these works is what is thought-provoking in the spaces presented, what is strange in the elements that appear and the uneasiness that these scenes of interiors and exteriors, both in domestic as in public spaces.
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The mobility is not necessarily literal. It is notable in the examination of the footprint of time adhered to a space, in the capturing of fragments and fleeting details, that in the moulding of states or transitory activities, in the recording of actions as they happen. This mobility is also found in the speed of the repeated shots, in the instantaneous shots, in the juxtapositioning of different iconic or aesthetic elements, that match territory and everyday moments. These resources facilitate the multiplicity of gazes and reveal secrets of the most intimate Dominicanness. On the other hand, these works show Wifredo García’s interest in capturing Dominicans during moments of distraction and recreation: the billiard hall, the cockfight, the basketball game, and for showing the characteristics and footprints that remain at the places where those activities take place. In the same way, they make visible other ways to reveal a people’s identity: the popular religious manifestations and the ways that a humble dwelling is decorated (Interior en Saona, c1982), the rituals of death associated with a low-income family (Velorio en Jarabacoa, c.1982), the strange relationship that is established between a rural home and a symbol of Dominican migration to the United States, united by elements of desolation and silence (Muñeca traída de Nueva York, 1982). Wifredo García used his camera as a conceptual tool, as an instrument that charts the terrain of our memory, that recognizes the places where one lives and experiments reality in a specific way. As for the sub-section Imaginary, it brings together photographs that are close to nature and objects with a perspective close to abstraction. In his book Fotografía. Un arte para nuestro siglo, the artist wrote that “non-representational photography is in denial of the theme, and in the denial one finds its message”. And thus it is in the fragmenting of the landscape, the flora, the objects and the bodies of Dominicans that the strengthing of the notion of rooting, of belonging and identity, through visual poetry is strengthened. The identity framework, as said by many essayists, is bred in the ground, in the earth. Without recognition for landscape and nature one cannot forge an identity. The fragmented photographic vision, altered and close up of Wifredo García that is witnessed in the body of his works, is one of the ways to build an identity, that at that time the artist understood was divided. These photographs transfer that magnetic force in which a segment of nature and the people is also symbol and footprint of Dominicanness. This method of work was a challenge for Wifredo García, both for technical reasons, as for those concerning the proper appreciation of artistic photography at that moment in history (1958-1988). The artist stated: “The pursuit of the photographic abstraction uses greater technical resources than naturalist photography”. That is why these works are technical as well as conceptual explorations. The body of work that focuses on hands as visual symbols is an example of that pursuit, both technical and conceptual. During all the stages of his artistic production, Wifredo García maintained an insistent interest in photographing
that part of the human body. “Photographs are fragments”, the artist is quoted as saying to critic and photographer Max Kozloff. It is evident that Wifredo García wanted to highlight that part of the body that is so important to the human being; the hand at work, an ordinary man’s hand, but also the hand in sublime dimension: that of the musician, the writer, the photographer. In each of those images, the artist is expressive. In his framing, illumination and choice of angles, his approximation, he makes use of accessories, gestures, positions, as if he wanted to reveal details of the biography of the person portrayed. Once he said: “It is difficult to say whether it is a portrait if the face of the person is missing. Nevertheless, the description can be made even without showing the human face. Let us remember that the hands or the position of the body are often just as revealing”. “Historically Latin American photography has been directed to recover fragments of reality that have been left out. The dignity of certain areas of reality is confirmed in the measure in which these are considered with enough dignity to be represented. To work on that idea also implies a change in the system of hierarchies that is inclined to give priority to what is interesting, impacting, heroic or epic as a measure of the photograph’s aesthetic or ideological worth. The inclusion of what is banal, not transcending or simply not heroic in contemporary imagery, is part of these changes. The individual memory, the biography, the tale of everyday experiences of individuals is usually shown as an alternative to recounts on the collective processes, national history or the great international events. The asserting of determined social groups acquires a new bias with the implementation of non-traditional strategies for representation and narrative”. That critical evaluation by Juan Antonio Molina in his analysis of photography in Latin America also points to a change in strategies revolving around artistic output, to the processes of knowledge and learning and the associations or collectivizing for reasons of sharing ideas or training that developed extensively during the second half of the past century. As part of these strategies, participatory experiences came to the forefront as photographers sought to join efforts when thinking about and taking photographs. This led to a transcendental change in the behavior and development of future photographic art. As a creator, Wifredo García related to those changes in strategy where new correlations between the photographer and what or who was being photographed were proposed. From his leading role as a promoter of photographic collectives, his own personal history and his career, he posed a transversal look at the paradigms of artistic creation that conceived photography as an individual and isolated task. From the start of his career, he was involved in the creation of collectives: Jueves 68 (1968), Fotogrupo (1978), Fotogrupo Santiago (1985), Fotogrupo 23 (1987) and the Wifredo García Photography House (1987) show this interest and turn Wifredo García into a sui generis cultural pro-
moter, who combined his artistic activity with that of being the driving force behind photographic art in our country. In Wifredo García: Particular Obsessions, his role as cultural promoter, teacher, collector, and transmitter of knowledge is shown in the thematic grouping The Promoter, with its two modalities: a timeline and a space for reflection that shows his work as a collector. The first, the timeline poses the chronology of his life and work. In this chronological graph the artistic and social happenings in the Dominican Republic and the world are placed side by side. At the same time, throughout his lifetime he was a keen collector of objects and documents. The artist amassed an exceptional collection of cameras and photographic equipment, antique photographs, books, magazines and other materials for the study of the art, which show the dimension Wifredo García gave to his work. Instruments and Tools: The Collector evidences this passion for collecting fragments of history and memories, from the perspective of who uses these to rebuild our memory and enhance the technique. And it is in that same reconstructive sense that the artist became a collector, and made the effort to interpret the objects and works that he accumulated. Wifredo García: Particular Obsessions is the start of an inter-institutional exchange program named The Catalan Footprint in the Caribbean (2009-2010), coordinated by the Centro León, in the Dominican Republic, and the Casa America Catalunya and the Institut Ramon Llull in Barcelona. In this framework, the exhibition will be also presented in Barcelona in January 2010, so that the works of Wifredo García can be appreciated in his city of birth, a place where paradoxically he never exhibited while he was active as a photographer. This exhibition, aside from showing moments and important periods of the production of an artist who played a key role in the history of Dominican artistic photography, also reveals another essential matter: the history of a man photographer, of a man who believed, studied, enjoyed and felt that photography had helped him understand the different events that occurred in his personal history and to send messages. Some years before dying he said: “What I see clearly is that I have the desire to communicate. If at the beginning I would take photographs to understand myself and only I cared, now my objective is to contribute to the understanding of my country, my people, in a search for gestures and visual symbols that attempt to define Dominicanness. I want to share what I am discovering. Photography is my language”.
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The work of Wifredo García in an Ibero-American Context Claudi Carreras My spiritual ties to the people of Central and South America have motivated me to travel there. As a result, I have exhibited in many Latin American countries and have met and spoken to many of its most talented photographers. I wanted to study which expressions, whether cultural or formal, are those that most bind us. Once reviewing my notes, and especially the opinions expressed by art critics, from the quiet vantage point of my desk, I can observe that the general panorama is not simple. Wifredo García: El testamento de plata In his last book Wifredo García mentions the difficulty he had in putting his observations on Latin American photography during the 1980s into words. Twenty years after he wrote that passage, many things have changed: photography is no longer the same, and neither is Latin America. We’ve experienced the digital image revolution, the positioning of photography in the arts market, the decline and fall of revolutionary ideology in the arts and an endless number of political and social events that have placed these contemporary times in the region in a more globalized environment. Nevertheless, many of the issues García dealt with in his writing are still valid today. We still can hear his words and in general observe his work thanks to the lasting quality of his legacy, the efforts of his heirs and the support of the Centro León in the Dominican Republic. It is now time to review his archives, research his texts and study his artistic production within the Latin American context of the period. This is not an easy task. More than 13,000 images, 30 years of constant output, an infinite number of texts, and a collection of hundreds of cameras and specialized books require our attention. We are in the presence of an obsessive creator, a compulsive photographer who used his tools to seek an identity, precisely that which his own history denied him. Wifredo García was born in Barcelona in 1935. His mother was a Dominican of Catalan origin and his father was from Valencia. He grew up between the Civil War and post-War years. The economic difficulties and political situation in Spain led his family to decide to return to the Dominican Republic when he was 11 years old. This is where he grew up and matured as an artist. There is no doubt that these first years made a definite mark on him, forging his personal and creative development. In his texts, mentions of his childhood and adolescence are rare, possibly because these were painful and confusing realities. The country of his birth was torn apart. In exile, his parents tried to rebuild
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the family unit, to maintain their traditions while confronting a totally different world. Wifredo García had to mature early on to adapt, on the one hand to the shortages of life in the post-War days in his native Barcelona and, on the other, to a new life in the country that received him. As happened to many Catalan children, the war stole his childhood, the time when values are consolidated and the individual finds his place in society. It’s not surprising then, that his life was marked by a continuous search for his own identity. One of the most heartbreaking examples of this search is found in the poetry book, Algo de mí, which García published in the Dominican Photographic Library. The compilation of poems and images clearly reflects his efforts to understand himself, focusing on encounters and mix-ups throughout his life. Despite all this questioning, his most absolute “Dominicanness” always marks the start of García's own reflections. He is seen as a Dominican creator and there is evidence of this in his texts. On the other hand, and this is the idea of Brassai, each photographer should be confined to his own and peculiar obsessions, creating the kinds of images that best express his personal character and feelings. For example the sand dunes of Weston, the social freaks of Dianne Arbus, the grandiloquent landscapes of Adams and the Parisian streets of Atget. As for me, perhaps it is about an insatiable search to discover what we call the “identity” of the Dominican, and that, I can confess, I do not know if I have achieved. Therefore, the search for the identity of “being” Dominican, reflected in the study of the otherness is, in reality, an investigation into seeing himself in the context in which it would develop. When asking relatives about this, his daughter, Margarita Garcia de Vargas, responds without hesitation: “There is no doubt that my father was a Dominican photographer. Nevertheless, the Catalan influence is evident in his everyday life and in the way he worked. He was obsessive, very meticulous and organized, which has little to do with Caribbean culture.” The files of Wifredo García’s photos and his written legacy help the researcher to put his work and his motivations into context. We are talking about a very complex creator who knew how to personally describe his intentions, which is somewhat unusual for a photographer. One cannot detach the photographer from the writer, even though the first carries more weight, by volume and by vocation and because García's writing was dependent on photography and on his way of seeing the world. I will not delve into the vicissitudes of his literary works, but it is worth highlighting their importance in understanding his images and the artistic context of the period in the country. García was a staunch defender of photography, participating in biennials and specialized contests. He worked hard for advanced techniques and for better equipment to be available to local photographers and used his knowledge and economic means to translate, reformulate, write and
publish books on the specialized techniques since books on these topics were still not available in Dominican libraries or bookstores at the time. We cannot ignore the fact that the author served as catalyst and brought new energy to the local photography scene. In 1968, he founded the Jueves 68 photography group in his own home, “in response to a request by young photographers [practically most of those in the group] who sought new skills and artistic guidance, and I felt a vocation to teach photography that has lasted until the present.” Ten years later and following differences that emerged between several group members, he decided to separate and form Fotogrupo, and to set up the Photography House project in his own home: “A place for photographers who are genuinely interested in their intellectual and expressive development. With its extensive library, collection of historical cameras, its black and white and color labs, gallery of temporary exhibitions, its museum of Dominican photography and the constant conferences, excursions, courses and study practices.” In summary, García's life was dedicated to photography and a search for his own identity, in an attempt to capture the world with his camera. He displayed a desperate need to understand himself and those around him. Photography allowed him to see himself through his surroundings. All these factors made García’s work a polyhedron of multiple artists. He was privileged in that he was able to travel, visit galleries and museums, to buy specialized books and contact internationally known figures. He was able to follow photography as it developed around the world and glimpse the new trends and latest fashions. He was one of the Dominican creators who could break the insular circle and project his work in the global context. He traveled to the US to buy books and equipment several times. But, as is quoted at the beginning of this text, he dedicated special efforts to get to know, understand and enter his production in the Latin American context of the period. Until 1978 photography in Latin America had developed disjointedly. Photographers in the region had limited contact with each other. In that year and after several years of preparation, the Mexican Council of Photography AC and the National Arts Institute (INBA) summoned all Latin American photographers to a great exhibition, to project regional production at a global scale. The principles and objectives of the Mexican Council of Photography for the organization of this event were: Considering that art in its multiple forms of expression is the result of unavoidable social phenomena and given that photography is a changing contemporary art form that is best when capturing everyday human and social events, the Mexican Council of Photography and the National Institute of the Arts establish the following: a) That the photographer, tied to the times and his surroundings, is responsible for capturing with his images the beauty and conflict, victory and defeat, and the aspirations of his people.
b) That the photographer should hone and affirm his own perceptions by showing man before a society in crisis, and show commitment in his art. c) That photographers should confront, sooner or later, the need to analyze the emotional and ideological burden in their own photographs and those of others so to understand and define the reasons, interests and purposes that it may serve. For all this, the Mexican Council of Photography, sponsored by the INBA, fraternally summons the colleagues of Latin America, in line with these principles, to portray with our images the national identities while showing the work that represents our continent. The Mexican Photography Council guidelines when organizing the First Latin American Photography Colloquium were concise and were able to size up the feel of the region's photographers at the time. On the one hand, high value was placed on the relationship between photography and society, an early indication of so-called commitment, a legacy of the revolutionary years and leftist ideology. On the other hand, equal importance was given to the work itself, and to the distribution channels of the images, without separating the medium from the purposes that it should serve. Until this moment, Wifredo García was not involved in the organization of the event and his production was imbibed by assumptions that would mark the work of the members of the Jueves 68 photography club. This group sought to elevate photography to the category of Dominican art. At their gatherings, techniques were debated and the group would tour the country. “It has been pointed out that Jueves 68 was a movement that came from the experience of those who dominated the techniques and the attitudes of those who felt this activity was recreation...” Jueves 68 was able to accomplish the goal of inserting photography into the context of the national arts, but it was not able to remove itself from the recreational experience of the classical photography club. In those years, Wifredo García's work was characterized by his exploration of the country by way of classic photographic genres: portrait, landscape and nature. The professional photographers who organized the Colloquium placed little value precisely on these genres. During those years, priority was given to social change photography. It was a time when South America was ravaged by dictatorships, enduring years of many injustices and inequalities that the photographers sought to capture across the continent. Gradually, a conceptualization of Latin American photography emerged where the focus was on capturing poverty and ancestral heritage. There was an effort to restore the roots of the region in a context of international aggression that sustained the totalitarian regimes. The Cuban revolution had an obvious influence on photographers. Photography was seen as a tool for changing the world, denouncing the injustices that were being committed. Wifredo García, in his book El testamento de plata refers to three clearly marked and differentiated periods of his
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production. According to him, the first decade (1958-1967) was a period of “growth, and individual, personal and private evolution. It is a time for acquiring techniques, a selftaught period and one of exploration.” In his second phase (1968-1977), which coincided with the formation and organization years of the Mexican Photography Council AC and the organization of the First Latin American Colloquium, Jueves 68 was consolidated in the Dominican Republic and García held his first individual exhibitions, receiving international first prizes. During these years, he published his first books. The start of the third period coincided neatly with the First Colloquium of Latin American Photography and with a period of greater international projection and recognition for the Dominican author: “Finally, this is the decade of my greater satisfactions, of the most coveted awards, the most successful publications. We are surrounded by a deep feeling of achievement.” In 1978 the consolidation of García's work began. He separated from the members of the Grupo Jueves 68 and with many of his original assumptions. Thanks to the colloquiums, he met leading Latin American photographers. He created the Photography House and Fotogrupo, two of his greatest achievements in the country. I believe that the author’s contact with the bulk of Latin American production was a turning point in his own output. After he received in the mail the catalogue Made in Latin America that featured the presentations and a compilation of the images that were presented during the Colloquium, Wifredo García took the firm decision to participate in these events and represent the Dominican Republic in the region. It is not strange that we are not aware of the trends and styles that prevail in Latin America. Luckily for us, the Mexican Council of Photography in 1978 summoned the First Latin American Colloquium of Photography, a rotund success. All the nations of our culture were invited, but not the Dominican Republic. The photography exhibition would later tour many European countries and had its apotheosis in Venice. We learned of this from the press and afterwards we were able to purchase the catalogue showing the works and presentations.” The Colloquium was undoubtedly a turning point for photography in Latin America. For the first time, photographers from different countries met, and in an attempt to unite, they tried to put their assumptions into writing and to intellectualize their production. The reverberations from this are still evident. Obviously, many things have been questioned since then and photography has diversified. Graciela Iturbide, the Mexican photographer with the greatest international reach, when asked about this, tells the following: In 1978, when Pedro Meyer organized the First Colloquium of Photography, most of the works by participating photographers or the works that Pedro and the jury chose were documentary, and generally journalis-
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tic. In those days, Latin American photographers met on several occasions, both in Mexico and Cuba. We were thus able to share our knowledge and to discuss several aspects of photography. It was a fertile period. Afterwards, since the advent of digital photography, things have changed a lot... At present, we Latin American photographers have much in common. Our people’s historic cultures are similar in many ways, even if there are great differences between them. Language unites us: that legacy left by the Spaniards and it makes us brothers to some extent. And, also, there are different trends according to the period. In the 1970s, photographers were passionate about taking photographs that showed their “commitment. “Currently, many photographers personalize their work. There is a diversification of photography: documentary photography, fine art photography and conceptual photography. I think that this diversity creates a fertile ground for creativity.” Here, Iturbide introduces one of the most controversial points of the debate of the period: the difference between documentary photography and fine art photography and conceptual photography. In this sense, García’s work in the Dominican Republic was innovative and straddled two genres. Despite his frequent work as a documentary photographer, he never abandoned the idea of his personal project. That is, the conceptualization of his work always prevailed before the isolated image. An obvious and masterful example of this can be found in his historic series, a collection of 120 images with which the author conveys the history of the Dominican Republic since its origin. There is a handwritten note on the back of each photograph that describes and serves as a caption but also carries an ironic and piercing meta-language that obliges the spectator to pause and reflect on the described topics. This duality between text and image is apparent in photograph 66 of the series, where we see a smiling Haitian man, with a red handkerchief on his head, photographed in front of a red background. García jots down the following on the back: “66. In 1937, with the excuse of the need to create better conditions on the border, he sent to kill 25,000 Haitians who lived more or less illegally in Dominican territory. He paid the Haitian government compensation of $30.00 for each life (Haitiano viviendo en un batey dominicano)”. The historic series was exhibited at the Museo del Hombre Dominicano in 1980, at a time when social change photography prevailed. Many of its images can be grouped in this category. Nevertheless, because of how their author treated them, they also have a place in conceptual photography, a genre little known in the context of the region, and especially in the Dominican Republic. Upon producing the historic series, he put distance between landscape and the strong regional flavor of his photography, to build a wider and more elaborate collection of images. In 1981 the Second Latin American Photography Colloquium was held in Mexico once again. The organizers and the
contest rules were almost the same as those of the first event. But given the strong ideological weight the first encounter carried, the idea for the second was to encourage in-depth discussions of the linkages between photography and reality. The event centered on the relationship between photography and ideology, photography’s incursion in the world of the arts and once more reflected on the signs of identity in the continent. The debate generated after the exhibition went on a world tour was reflected in the selection of the speakers and what they talked about. Nestor García Cancilini, keynote speaker, advocated for reflecting on ideology and concluded that in no case can this represent any reality. And, thus, photography does not show reality: “... those who trust what they are seeing are those that believe reality can be seen at first glance. This candid empiricism, in which no scientist dares to incur, ignores that what is real is not the sum of objects, but a network of relations.” Since then, almost all the presentations dealt with this dichotomy. The selection of images, and thus, the exhibition at the Palace of the Arts of Mexico DF continued the motives of the first colloquium. Wifredo García was present at the second meeting and was able to confirm what had been one of his main concerns: that photography should be considered art moving it away from the realistic approach. As we have commented above, García's work already was immersed in this duality. The counterpoint between fine art and capturing of reality was very present in his discussions: Examining these works one would have to ask if formal values, such as design and composition, are absent as part of a style to denounce social problems or whether, on the contrary, they show the author’s lack of proficiency. When seeing photographs evidencing great human content, one ends up asking what other merits can be used to justify them as art. There is a need for new eyes and new minds to be able to understand the original art philosophy that is behind these images. I also have asked myself: Is not the drama in the content a simple excuse to disguise the lack of skills? Paradoxically and with all these concerns, García decided to present one of his most dramatic and disturbing series of photographs to the Second Colloquium's selection committee: Madhouse, from 1980 to 198, which also participated in the XVI National Arts Biennial. Truly, this is a series that hardly fits in his overall production. The images are very harsh and emaciated, an unusual choice for Garcia. His work touches upon madness and it became a reflection on sanity and integration. The series was chosen and García became the first Dominican photographer to present his work at the Latin American Colloquium of Photography. It’s worth mentioning that two other photographers who presented works on madness were also selected that year: Ana Cristina Henríquez of Venezuela, and Alicia D'Amico of Argentina. Photography in psychiatric wards and madhouses became a way of explaining the difficulties in adapting to the contemporary world.
The colloquium left Mexico and was subsequently held in Cuba. After long negotiations and with a much smaller budget, Havana was chosen as the host of the Second Colloquium. The Casa de las Americas and the Mexican Council of Photography were the organizers. Unfortunately, the budget did not permit publication of the memoirs and these were archived in the Casa de las Americas. I did not find any record on the work Wifredo García presented, even though it is known that he attended and showed his work. The event continued in the spirit of the first encounter. As evidence of this, I can quote the objectives that were printed in the program: That the photographer of these lands, who practices an art characteristic of modern times, represents Latin America and the Caribbean world, and in consequence succeeds, with greatest rigor and the greatest aspirations to universality as may be achieved, in capturing the beauty of the human surroundings; a setting where the struggle for freedom in all orders prevails; the certainty that these struggles will end in victory. It is not about choosing between aesthetics or commitment, but of being able to produce a photograph that succeeds in embodying the true face of a mestizo continent that is ready to conquer justice for all, a creative feat par excellence. The role that photography played in relation to social dissent was more prevalent in Cuba than in the previous colloquium. Photography played a fundamental role in the consolidation of the Cuban revolutionary period and gave it international projection. It is revealing that Fidel Castro attended the inauguration of the Colloquium and spoke to the participants for more than three hours. The III Colloquium contributed the First Award of Photography Essay organized by the Casa de las Americas. The contest went on being held in Cuba until 1998 with significant repercussions. Wifredo Garcia took part in the essay in 1987 with the work, La frontera dominicana, a collection of 58 images of the exhibition that was originally shown at the Museo del Hombre Dominicano in 1982. The exhibition covered the vicissitudes of the controversial Dominican Republic and Haiti border in classic documentary style. The ties between Wifredo Garcia and his photography and the organizers and participants of the colloquiums and photography events in the continent are evident. He dominated the trends and photographic movements perfectly. He actively participated in the decade's last two colloquiums and received mentioned in awards and was honored by regional institutions several times. Among these, the First Prize of the International Contest of the Organization of American States (OAS) that he won on three occasions in the color photography category and one in the black and white category. I believe that those events had an undeniable influence on his production, as for many other creators of the times; being able to make contacts and become aware of new output enabled him to reflect and review his work in a wider and more diversified context.
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Wifredo García’s work has always kept within an interesting duality: on one side, the search for Dominican identity as pretext for his encounter with himself and on the other side, the absorbing of the international photography movements with a firm interest in recording himself in the history of the Latin American photography with his own name. There is no doubt, 20 years after his death, that the stature of his figure and his contributions to the world of photography certify that he achieved this. Until now it has not been possible to analyze in depth the complete dimension of the author in this context. García dedicated his life to research, to the search for an iconographic meta-language capable of expressing his concerns. His photography cannot be categorized as purely documentary but on the other hand it documents. Neither is it totally conceptual, but it continuously uses a symbolic and metaphorical language. His work spanned all genres of photography, in a continued search for his own identity and that of his surroundings. In contrast to other authors of the period, he did not consider himself impartial or objective. He was avant-garde at a time when the figure of the author was secondary. He followed trends and moved outside them, he never abandoned his own way of seeing the world, in a tireless effort to represent it. He died when he was in full creative bloom. In the last decade of his life he had found the language with which he was comfortable, a language that would take him closer to conceptual creations and gradually further away from traditional photography. García was an innovator who was ahead of the trends that have marked the contemporary guidelines of photographic creativity. Who knows how far he would have gone if illness had not gotten a hold of him. The diversity of his work and his continuing mutation makes an ongoing analysis difficult. Nevertheless, I have not the least doubt that we are in the presence of one of the forerunners of contemporary photography and one of the most important creators of the Dominican Republic.
Wifredo García Founder and Promoter of Photography Groups Rafael Sánchez Cernuda You are a being who desperately seeks God, don’t be surprised if you find him. Because of your nature you bend towards him and he will know how to gently lean towards you. You will be his and he will open your mind, you will see as clearly as you have ever seen, you will dream of a calm and serene world where the earth smiles on the sun. Wifredo García: Canto de esperanza
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A proliferation of writings and technical booklets reporting on the many scientific advances and discoveries were sent to the Academy of Sciences back in the early days of photography in France (1826-1837) and in England (1938-1841). Several specialized societies were founded. Thus, in 1851, in France La Société Héliographique, which was renamed La Société Française de Photographie in 1854, was born. In London, The Photographic Society of London was founded in 1854, going on to become the Royal Photographic Society in 1894. In the rest of Europe (Germany, Spain and Italy) similar societies were created, and together they transcended the continental borders to influence the Americas, mainly the United States, Brazil and Argentina. La Lumiére, El Bulletín, the British Journal of Photography and the Photographic Art Journal are examples of magazines, bulletins and publications sponsored by these societies. These societies gave birth to the associations, groupings and photography clubs that encouraged the development of lab procedures, especially the emulsions and chemical components for prints. The improvements that took place when new designs of cameras and lenses were introduced are also worth mentioning. Next came the public presentations and photography exhibitions that kept all the photography groups united. It is thought that the first photography exhibition was held by Hippolyte Bayard and that it took place in Paris in 1839. But it was at The Great Exhibition of 1851, celebrated at London’s Crystal Palace, which was attended by a large number of British and North American photographers, where reactions for and against the inclusion of photography as a plastic art were first unleashed. All the photography exhibitions and salons that opened were a catalyst in transforming the trade into art. These multiplied forming groups and schools with different emphases: portrait photographers, press photographers and travel photographers. While this was going on in the rest of the world, in the Dominican Republic only Abelardo Rodríguez Urdaneta can be mentioned as a photographer and artist of the late 19th and early 20th Century. The arts entered into a period of hibernation during the Rafael L. Trujillo dictatorship (19301961), and there was very little artistic activity in cultural circles as a result of the cultural decline of the period. Heriberto Pieter, Luis Mañón, Francisco Arturo Palau, Barón Castillo, Alfredo Senior and Tuto Báez can be mentioned. It was not until after Trujillo’s assassination that true artistic photography got its start. Max Pou, Natalio Puras (Apeco) and later Thimo Pimentel were among the most outstanding exponents, although at a personal level because there were no formal associations or photography groups in the country. It was Wifredo García who perhaps unwittingly stimulated a whole generation of photographers, who chose to gather around someone who would guide them. Wifredo García was born in Barcelona, Spain. His father was Spanish and his Dominican mother was of Catalan origin. He studied Chemistry and Pharmacy at the Universidad de Santo Domingo and carried out post-graduate
studies in Food Technology at Kansas State University in the United States (1957). Around that time, he discovered photography while looking for a record or information on a personal matter. After several failures, he decided to purchase books and magazines to improve his technique and expand his knowledge of photography. And that was when he discovered all that he could do with this form of expression. Parallel to this activity, Wifredo was writing poems and even mentioned that he would have liked to be a writer. But after discovering photography, he became aware that he could express himself better through images, and gradually replaced writing with photography, which became his definitive medium of expression. His start as a photographer (1958 to 1968) was a time for growth and personal evolution. He was self-taught and his works were not publicized. He only sought to express himself through these interior elements that were coherent with his personality. Life, nevertheless, had other plans for him, and he ended up teaching photography. He never imagined that young people, having heard of him would visit him seeking his technical and artistic guidance for their photography. His second phase as a photographer developed in the city of Santiago de los Caballeros, where he was living at the time. This was an important period for the topic that we are focusing on. The first Dominican photography group was formed during this time, and novice photographers gathered around the then-unknown figure of Wifredo García. He went on to found the Photography Group Jueves 68 in 1968. It all started when a group of young people showed up at Wifredo’s house asking to see his photos. Initially the photographer was reticent, but he then agreed to show them his photographs. These visits became a regular occurrence and in that year, 1968, it was agreed that they would meet every Thursday. The original members of the group were Julio González, Nidio Fermín, Santiago Morel, Pedro José Borrell, Pierino Riggio and Víctor Martínez. Wifredo would group, instruct and guide these young photographers who “had very clear and defined main goals: to project national images, to denounce the social realities of the times and warn about the gradual decline of the environment,” according to Julio González, one of the founding members. Wifredo was a staunch ecologist and we have no doubt that he instilled ideas about defending the environment into the young members. In an interview with Freddy Ginebra, published in Listín Diario newspaper in June 1980, Wifredo García said: “I have a project on conservation, ecology and nature in general… one of my great passions”. He concluded: “We should make the greatest effort possible to create in man an awareness that he should protect nature, because nature is his home.” Another of the group’s main objectives was to make people aware that photography is an art. In order to achieve this, García organized several activities: meetings, exhibitions, tours and courses; but his efforts that led to the organization of the first national photography contest made the
latter the most outstanding of the events. Eight contests were held, spearheading the promotional effort that called for recognizing photography as art. The contest served as catapult for launching the careers of a good number of photographers, including Domingo Batista, Pedro Nicasio, Cuqui and Vitico Cabrera, José Antonio Ramírez and Marcel Morel. The artistic activities that they organized included: Photography exhibitions and contests, individual exhibitions by Wifredo García in Casa de Teatro (1976) and Domingo Batista (1976) in Santiago, and an audio-visual work titled Hay un país en el mundo, created to illustrate Don Pedro Mir’s famous poem (1976). Jueves 68 also organized the First Workshop on Photography at the Universidad Católica Madre y Maestra (1977). The press was quick to catch on to all these efforts. Photographs by Julio González appeared in El Nacional (1969), and photos by Wifredo García and Domingo Batista in the newspaper El Sol (1972). Afterwards, the section “Jueves 68 Photography Gallery” appeared in Listín Diario’s Saturday supplement. These and other activities led Wifredo himself to tell architect Edwin Cott (1988) who interviewed him on TV: “Jueves 68 was the foundation of all Dominican photography.” There is no doubt that this group made an unprecedented mark on the history of Dominican photography, because it ended the inertia that had prevailed in comparison to other countries in the continent. While there had not been any other photography group before Jueves 68 in this country, Argentina had the Argentine Photography Federation (1948), Brazil had the Confederation of Brazilian Photography (1961) and Colombia had the Medellín Photography Club (1955). Other countries, such as Chile, Mexico and the United States also had advanced photography groups at the time. It was at that time, that Wifredo García began to teach the Basic Photography course at the Universidad Católica Madre y Maestra in Santiago de los Caballeros, and became the first to teach the subject at a Dominican university. He then published his first books on artistic photography. In Algo de mí (1974), his poems are illustrated by his photographs. His first book on photographic techniques, La Fotografía según Wifredo García (1977) is not a textbook, but about techniques, which enabled him to use it in his photography courses. A second book, Fotografía. Un arte para nuestro siglo (1981) was then published. Unfortunately, because of differences between some of the Jueves 68 founding members on the question of who should be eligible for group membership, Wifredo and other members resigned and formed another group, Fotogrupo. After the split, Jueves 68 continued to organize artistic activities that strengthened their brand. In turn, the experience of Jueves 68 marked Wifredo when he founded Fotogrupo. The group had its start in October 1977, at the home of Freddy Ginebra, who was a visionary of the arts and who at the time was just launching Casa de Teatro as a project open to a wide variety of artistic expressions such as the visual arts, music, ballet, theater, literature and
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naturally, photography. Freddy opened his doors so that Wifredo could start Fotogrupo, together with José Ramón Andújar, Carlos Roedán, Patricio Quiñones, Hugo Beras, Leo Madera, Leandro Montes and Danilo Bobadilla. The second experience of what I describe as the “photoclubism of Wifredo García” promoted uniting photographers, exchange of ideas and knowledge, training and the idea behind it all of recognizing that the homeland, Dominican Republic, was an immense resource for developing authentic artistic photography. Wifredo guided, instructed and taught, because definitely, teaching and sharing knowledge was his vocation. A scholar and researcher, he taught photography at the Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) and the Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). His calling as a teacher is also evident in his books, not only in those mentioned earlier on, but also in La catedral del bosque: Un itinerario al Pico Duarte (1980); País de sol y sonrisas, República Dominicana (1988) and El testamento de plata (1990), a posthumous publication. Fotogrupo, unlike Jueves 68, was set up in Santo Domingo and not in Santiago. It was created with the same guidelines and same kind of activities as its predecessor, but was legally incorporated. This enabled the group’s organizational and operational work to be distributed among the members of a board that was established with by-laws, made up of a director, a secretary, a treasurer, four members (of tours, press, exhibitions and clerk, respectively). Fotogrupo began its activities holding the first Dominican all-color photo exhibition, in Cibachrome (1978), a process that consisted of printing a slide without first having to convert it to a negative. It also presented the visual essay Una aldea dominicana (1978), portraying the reality of life in Dominican towns. Fotogrupo was active from 1977 to 1988 under Wifredo García and its membership increased, as did its members’ participation in a variety of events, in the country and abroad, including: • Fotogrupo Audiovisual at the Círculo de Coleccionistas, Santo Domingo (1979). • Fotogrupo Collective, at the Centro de la Cultura de Santiago (1979). • Fotogrupo Collective, at the Museum of Modern Art in Santo Domingo (1979). Exhibition of a photographic vision of Dominican anthropology. • First National Photography Meeting, Casa de Teatro, Santo Domingo (1980). Held at Casa de Teatro, with a large number of photographers and members of the public in attendance. • VII Anniversary Fotogrupo Collective, Casa de Teatro, Santo Domingo (1980). An annual anniversary exhibition was organized. • Second Latin American Photography Colloquium, Mexico (1981). • Dominican Photography Collective, Lima, Peru (1983) Exhibition promoted by art critic Luis Lama. • Collective The Landscape of the Central Mountain Range, Galería Enfoca, Santo Domingo (1983). Exhibition of photographs taken during a trip to Pico Duarte.
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• Fotogrupo Collective, Galería Privada, México, D.F. (1984). • Dominican Photography Collective, Managua, Nicaragua (1984). • Collective at the Museum of Latin American Modern Art, Washington, D.C. (1985). Exhibition promoted by the Dominican Embassy in Washington, D.C., USA. • Collective on New Talents of Fotogrupo, Casa de Teatro, Santo Domingo (1985). This exhibition served to promote up-and-coming photographers. • The Southwest as Seen by Fotogrupo, Casa Universitaria de la Cultura, (1986). Exhibition with photographs taken during several trips to the southwest of the Dominican Republic. • Fotogrupo 10th Anniversary Collective. Fotogrupo Anniversary, Casa de Bastidas, Santo Domingo (1987). For several years, Listín Diario published a photography page by Fotogrupo, crediting several of its members, including José Ramón Andújar, Wifredo García, Luis Nova, Manuel Pujols, Rafael Sánchez Cernuda and Camilo Yaryura. After Wifredo’s death in 1988, Fotogrupo entered into a period of uncertainty and loss of direction. The key to continue forging ahead was the decision that they should eliminate two days from the agenda: “yesterday and tomorrow.” They concentrated only on today, working one day at a time, trying to build different scenarios that would turn out new stars. Some have shone for years: Luis Nova, Nelson Guzmán, Eusebio García, Humberto Arvelo and Mariano Hernández, who became professionals. Others were shooting stars and others moved on to new horizons: José Báez, Carlos Roedán, José Ramón Andújar and Guiseppe Di Franco, who migrated to the United States, where they still practice different forms of photography. In the same year of 1988, Fotogrupo became a member and representative of the Paris-based Federation Internationale de l’Art Photographique (FIAP), thus expanding its international relations. The EsFiap award, “Excellence FIAP for Services” (1988) went to Wifredo García. From 1988 to 2008, Fotogrupo continued its work and is the only photographic group started directly by Wifredo García that is still active today. Wifredo expanded the philosophy and organized photography groups in other parts in the country. He took the opportunity of an individual exhibition held at Casa de Arte in Santiago de los Caballeros to promote and start the Fotogrupo Santiago in late 1985. After the exhibition opening, he invited all present who were interested to join the new group. That same night, Ricardo Batista was named provisional director, until an election that was held at the start of the following year. The other founding members were Luis Veras, Nidio Fermín, Jorgito Morel, Pierino Riggio, Rosy García, Gilberto Núñez, Manuel Fondeur and Augusto Medrano. Others who later joined the group included Juan José Núñez, Carlos Marte, Josceline Rosado, Carlos Fondeur, Miguel Daniel Montalvo, Heriberto Hernández, Bismark González, Milagros Viñas, Octavio Madera, Narciso Polanco, Manuel Félix and Alexis Gómez. Fotogrupo Santiago used to gather at Casa de Arte every fifteen days, on Saturdays, the day that they would
meet with Wifredo, who would come from the capital. At the meetings, they discussed photography in general and showed photos. Wifredo’s talk on photographic techniques was a fixture. As its counterpart Fotogrupo Santo Domingo, the Santiago chapter organized tours, contests and collective exhibitions. Both groups held joint activities. Fotogrupo Santiago was active until early 1991. Afterwards, despite several efforts to keep it going, activities were discontinued. The lack of guidance and direction by Wifredo García and Fotogrupo Santo Domingo were what led to its disappearance. Another group set up by professor García was Fotogrupo 23 in the province of San Pedro de Macorís. The initiative to form and promote this group came from Wifredo García himself and from Osvaldo Carbuccia, who believed that many people who lived in San Pedro were interested in participating in Fotogrupo, but were prevented from doing so because of the distance from Santo Domingo. So, on 15 July 1987, at the Petromacorisana Culture House, members of Fotogrupo Santo Domingo were in attendance to help form the board of Fotogrupo 23. Osvaldo Carbuccia became the director, and other board members included José Castillo, Emilio De León, Rubén Martínez, Raymundo Ramírez, César Morales and Eric Ríos. Other members were Garibaldi Florentino, Horacio Vásquez, Aracelis Gómez and Roberto Scarfullery. Fotogrupo 23 initially met every fifteen days, on the first and third Wednesday of the month, seeking to consolidate the new group. After it was established, they continued to meet on the first Wednesday of each month. They met at the Municipal Library or at the Santiago Lions Club, and Wifredo would always be there to give support, advice and his much anticipated talk on techniques. One day he would talk about photographic lenses, another on photographing architecture, and on occasions he would show photos in order to explain different specific technical details. Among the activities that they organized as a group, we can highlight: photography tours (some of them with Fotogrupo Santo Domingo), members’ contests and participation in the Wifredo García Photography House (1988) contest. They presented collective audiovisual exhibitions at the San Pedro de Macorís patron saint festivities in 1988 and 1989. In November 1997 they organized a collective group exhibition at the halls of the Fermoselle Cultural Center in the province of San Pedro de Macorís with thirteen photographers and forty-two works, an event that was pronounced a rotund success. But since that exhibition, activities began to decline, until they ceased. Now, the time had come when Wifredo believed it was necessary to complete the idea he had about the training of an artistic photographer. In 1982 he had built a house next door to his, so that his daughter Margarita could live with him, but she instead decided to relocate to Santiago de los Caballeros. Wifredo decided to use that house to unfold his third experience as creator of photographic groups. The Wifredo García Photography House (1986)
was the culmination of his wider vision as an organizer. He had reached the conclusion that the photography groups needed to allow their members to progress individually after establishing their artistic identity, while they gradually abandoned their group identity. In that manner, artistic photographers could display their full independence and individual form; or in contrast, they could maintain their original docile subjection to the group. The Wifredo García Photography House was the ideal space for the true creation of photographers interested in their intellectual and expressive development. In line with this, on the premises were laboratories, a library-archive (with collections of specialized magazines, encyclopedias, books on photography and art in general, etc), a photographic museum with different types of cameras and equipment in perfect condition, exhibition halls for showcasing works by those who were already famous as well as by new talents, and equipment that made it possible for its members, once they had received their basic training, to take advanced courses and specialized studies in photography, etc. The members of the house met every week and prepared talks on any pre-assigned topic. On occasions, there was a guest speaker. They also launched a major annual national photography contest, with generous prizes and a distinguished jury, which always attracted a large number of participants. Other activities were: tours, contests for members and presentations of photographs. Some of the members of Fotogrupo Santo Domingo joined The Photography House and took part in both groups’ activities, as did Wifredo until his illness, when he asked for a leave of absence because he could no longer lead Fotogrupo. After his unfortunate demise, The Photography House’s activities continued under a board led by Doña Hortensia Marcial Silva, his widow. Wifredo himself drafted the document that established this succession. He also left national contests in place, as well as weekly meetings, photographic tours, conferences, round table discussions and members’ contests. In 1994, after Doña Hortensia fell ill and the family was unable to take over the organization of the institution, The Photography House closed its doors and its members joined other photography groups and formed new ones. Wifredo García created and promoted Jueves 68, Fotogrupo, Fotogrupo Santiago, Fotogrupo 23 and The Photography House. If we look closely, his influence extends beyond there, to several other groups that were born after and comprise many talented photographers: Fotoclub Wifredo García, Visiones x 8, Asa 4, Objetivo 10, Grupo Fotográfico Santiago (Grufos) and Fotogrupo NY. While these groups were not directly created by Wifredo himself, they did receive his teaching by transmission and influence of other groups that he organized. Unfortunately, Wifredo García never explicitly spelled out what motivated him to organize photography groups, nor did anyone ask. From the many books and articles he wrote, his interviews, his work methodology with the groups and his activities at the universities where he
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taught, we can infer that teaching and sharing his ideas fascinated Wifredo García. He was a true knowledge harvester and today we are enjoying the results of what he planted. On one occasion he said that good photography should not only decorate the walls of a hall: its true place was also in a good book, because in the book the photographs would last longer in time and would reach more interested people, and the natural cultural cycle for which they were taken would be achieved. Such was the intensity of his determination to leave a legacy of works, ideas and knowledge for future generations.
Wifredo García Silence written in images José M. Fernández Pequeño Cultural Services Manager / Centro León Wifredo García came to the Dominican Republic when he was 11 years old. Although Catalan by birth, his ability to capture the subtle and fleeting expressions of what is Dominican in his photography has made him one of the legendary foreign-born artists who have been able to flawlessly assimilate Caribbean culture. Their very foreignness has allowed them to detach themselves and observe nuances that the natives take for granted or consider insignificant. This is a common aspect of the history of the Caribbean and can be explained to a certain extent by the widespread diversity and the melting pot nature of the region’s culture. But regardless, this situation, while a topic of utmost importance in these present times, has not been fully studied and continues to challenge students of immigration and its relationship with the national identity. The young, awestruck Catalan who was inspired by the Caribbean landscape went on to become one of the greatest photographers in the history of the Dominican Republic. As he worked to achieve technical and creative maturity, he also embraced other fields that complemented his choice of the arts: collecting, teaching, cultural promotion and writing. The choice of the word writing as opposed to literature is intentional. Wifredo García left a legacy of articles and several books, from his photography books, such as La catedral del bosque: Un itinerario al Pico Duarte (1980) and several works focusing on art and photography, such as La fotografía según Wifredo García (1977) to his poetry book Algo de mí (1984) where each poem is illustrated by a photograph. By just browsing through this bibliography it is apparent that Wifredo García never separated his writing from his photography. Let us get closer, then, to the writer following the path left by his photography. The first time that I saw a photo by Wifredo García I felt a persistent discomfort, a sensation that something was
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missing in the connection between the image and myself. I could not understand this unease until, slowly and painstakingly, I looked through most of the works that have survived the artist 20 years after his death. Then I remembered Cuban poet and critic Cintio Vitier who four decades ago tried to explain his rejection of the increasing verbosity of the poetry of acclaimed poet Gertrudis Gómez de Avellaneda, who said that literature was made but also unmade by words. I never forget that blatant statement by Vitier because, being a teenager in love with the waves of literary renaissance of the 1960s I came to suspect that literature could also be the art of the unsaid. Now, when examining the so very contemporary work of Wifredo García, I discovered that it would be very difficult to reach his artistic ulterior motive without admitting that his photography is above all about what was not said, about silences. Wifredo García often described himself as a poet, which is unusual for a photographer, especially those from the period when he created most of his mature phase works: the 1970s and 1980s. Those were the years when his photography dove deep within to express feelings and ideas ranging from the primary figure to the timely harvesting of the emotions from the spectator. When observing the best of the landscapes and portraits captured by Wifredo García, with taste, technique and an exceptional sense of composition, we become aware that his greatest talent was his ability to provoke. And that is the case, not because his intention was to disgust or impact, as is common with contemporary art, but because each work forces the spectator to pause in contemplation. In his book Fotografía. Un arte para nuestro siglo, Wifredo García quotes Clarence J. Laughlin: “One does not always have to photograph a subject or landscape for itself, but rather for the values behind it. This is a wide field that has not yet been appropriately explored and that has considerable possibilities.” Wifredo García dedicated his purest creative efforts to this field. In the melancholy or brilliance of his landscapes, in the intense or desperate stares of his characters, in the enigmatic and precise composition of his subjects, he succeeded in bringing together a sign that one cannot deliver, a hiatus of open sense that can only be activated from the specific context and from the perspective that experience brings to each observer. It is, as is always the case with authentic works of art, a sign that evolves, that fills with meaning depending on the times and the eye of the beholder. So what impresses me most about Wifredo García’s photography is that what one sees is never obvious, it never adheres to what is represented, above all because he seeks to go beyond what he called the anecdote: or social accusations that consume themselves, or crystalized symbols that impose their strength on the overall expression, or typical works disconnected from the anthropological repercussions that point directly to the human condition. His series on the madhouse appeals both to our own despair as well as to the disdain of the authorities that allow such horrors. His Dominican landscapes are full of unexpected
sensations that burden, fulfill, sadden or leave us glum and in thought. The image of the carnival character is most valuable not because of the colors of the costume or the outlandishness of the pose, but for the balance created by his focus on the ball he captures up in the air. Nothing of the moody grimaces, of the stridency, of the conceptual saturation, so frequently observed in 1970s and 1980s photography by Caribbean artists. Instead there are silences, enormous and enigmatic silences that turn us into characters of the story told. Because, if something Wifredo García had clear, it was the essential story-telling condition of his photography, a condition that is obvious in film-making but is not usually observed in photography, often understood as the capturing and conservation ad aeternum of a magic moment, pregnant of a sense in itself. And storytelling is known not to exist outside of time. All this Dominican photographer’s work is marked by his search to capture time in the framed momentary image, and what’s more, to ensure that the passing of time endures beyond the physical corners of the photograph itself and extends itself infinitely in the hands of the only possible carrier: the spectator. García said so for anyone who would listen: “There are photographers who are in the past, others who reflect unease that responds to an anxiety of the present, and still others who appear to prophesy”. And it is precisely here where we can place the writing of Wifredo García. His historic series, originally composed of 120 photos of which more than 80 have survived, is a challenging and very original concept for its time. In this, Wifredo García reinterprets moments in Dominican history, illustrating them with photographs of their present. That is, what he wrote in his own handwriting on the back of every image speaks of what, at the time of writing, was past, while the images create a bridge between the author’s past and the present. These texts do not pretend to be literature, only to refer to a historic event that was part of the historical discourse more or less accepted at the time. Wifredo García's presentation provides a counter-balance to the content in history books, the liaison between copy and image is distanced in time, a link that can happen conceptually, that can be lifted from any object captured in the photograph or can happen through a formal recourse. Be it as it may, the author updates the story, makes it come alive, and the spectator asks himself up to what point is the past determining its present. Thanks to the skilled displacement of the senses, the photographer-artist instates his first silence between copy and photo, a void the spectator can fill. When producing these temporary displacements, Wifredo García made apparent for his contemporaries the conviction that “history is not really an abstract, but a compilation of the lives of men and women whose ideas and happenings have evolved and progressed”. While he would call on these to use the light and shadows of common historical events to meditate on their own reality, the years that have elapsed since the photograph was taken to these days has
given a new dimension to the concept. For those of us who do not live in the reality of three decades ago, this first silence that establishes itself between the historical facts and the image needs to be filled with esthetic codes or bookish reflections. A second silence will have come to go between the photograph and our reality at present, a silence that we are obliged to explain, beset by the urgent demands of everyday living. In number 17 of the historic series, Wifredo García writes briefly: “Duarte, forefather, returns from exile,” while the photograph shows the sailboats of the fishermen of Bayahibe, still, with their bare masts pointing to the sky. Number 18 completes the sequence with the copy “to be expelled from his country again, by those whom he helped obtain their nationality.” The photo that accompanies the copy is another image of the same sailboats in the same place, diffuse and clouded. The absence of dates and other precision markers indicate that in this case the intention was not to give a history lesson, but rather to establish human contact with the spectator. But beyond the effect of stirring emotions, the positioning of the two elements, copy and photo, of temporarily different contexts, imposes a silence that can only be resolved by reflecting. Perhaps a Dominican who saw these photos and text 30 years ago would have stopped to meditate on how politics continues to be open territory for ingratitude, where opportunism, ambition and pragmatism will crush any gesture of generosity or kindness. Perhaps. Probably neither would we, today, be able to escape from such a bitter conclusion. But, with the passage of almost three decades, a second silence has come before the text, the photos and our stares, and that may not be able to conform to ascertaining the persistence of the corrupting drawback of politics and the spectator may need to stop and reflect on the dramatic meanings that the desperate and sometimes suicidal migration of our compatriots in fragile boats such as those shown in the photographs now has for Dominican culture and society. It could be, but this is mere speculation. In this case, every glance evokes a gamut of feelings. What is important is to become aware of the fertile trap that Wifredo García’s artistic talent sets before us when linking copy and image in a set-up that transforms both and then transforms us. In his abovementioned book, Fotografía. Un arte para nuestro siglo, García mentions Max Kozloff: “Photographs are fragments” to then make the point: “Very true, but what we should know is of what whole they are part [the fragments]”. Wifredo García portrays the fragments in such a way that obliges us to reconstruct the whole and give a meaning and reason to his work of art. In that operation, the text is but the support. The stellar role belongs without any discussion to the image. Wifredo García puts on an equal, although very different performance in his book of poems Algo de mí, first published in 1974. He wrote these poems at a time of profound spiritual crisis, and they are simple and direct, written in a confessional tone that gives certain character to the emotional discharge.
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When read alone, I do not believe that any sensible person can include the poems among the better Dominican poetry. What makes his discourse worthy and gives them major esthetic appeal is their placement alongside a photograph. Again, the relationship between copy and photo is not obvious, it holds on to a concrete element - a knife or a hand, for example, or on the contrary, very sensitive, as in the case of “Reflections,” where the link between copy and image is that quality of reflecting and being reflected: And it is as a brilliant beam, And I am its reflection; A reflection in a broken mirror, Impure, dirty and miserable, But always, A reflection. While it could appear to be different, the photos in this case do not seek to illustrate or complement the copy. A dialogue is established that again results in a silence that the readerspectator needs to interpret. A meaningful space comes forth from a complex set-up. At times it is difficult to determine whether the photos were chosen for the text that was already written, such as in “Prayer”, or if the poem was written while viewing the photo, such as in the case of “Poem on the Negro of the Factory.” Something About Me is an intense and agonizing search. Wifredo García seeks to find himself in the copy that comes forth from his pain. He searches for himself in the moment captured by the photograph, he seeks to find himself in the continuing dialogue with God and finally he seeks to find himself in the senses that this genius and creative set-up rouses in the potential reader-spectator. Let us look over in extenso the example of “The Wall” that in the book appears illustrated with the photo of a dense wall of cactus: Alone, and the stars In the emptiness of the night, alone; With my back to the world, its light Reflects your long and black shadow, And a vague veil that floats Dragging hidden feelings. In the loneliness of your own self there is no peace, And nevertheless, The fire and the blood, the terrible struggle That is your peace, all yours. Melancholic you will see how those you love pass by, And even while you lean towards them with your mutilated body An invisible wall separates you forever. Together you would have forged, in your fortunate hours, The castle that would guard you, From thick walls, never seen by you More than you yourself, for those loved. In secret you have hidden the key in the depths, And you know that you will never dare to open the gap, You will die of suffocation, of defeated pain, Always in quest of the beloved wall.
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Who is the second person being addressed throughout the poem? Is the poet asking himself the question? Is he speaking to God? Is he addressing the wall of cactus that appears in the photograph? Is he appealing to future readers? Perhaps one of these may be the answer, or all at the same time. But what is true is that the meaning of the poem will be different depending on who the narrator is. Through this complex set-up of meanings, Wifredo García embarks on a search for the self. We will never know if he found himself, even though we know that with his words he finds us. As happens with the historic series, in Algo de mí the text is the least relevant of the elements collected by the author, and if it were not for the image, his expressive potential, his skill in building an esthetic appeal that involves the readerspectator would be reduced. The author was not being selfeffacing in describing the book as a “modest book of poetry,” when at the end he affirmed that it was the “first book with purely artistic photography published in the country,” making it clear where the value of the book lay. That is, in both cases, the writing serves as support and is secondary to the image. This is even more revealing when we observe that while the historic series was exhibited in the 1980s and should be understood as a project with esthetic maturity, Algo de mí was published in 1974 and shows a Wifredo García whose inner search follows a more personal and intimate path. Nevertheless, there is balance between his writing and his photography. Can we say that Wifredo García was a writer in the strict sense of the word? Before answering that question, it would be fair to recognize that the Dominican photographer was a talented writer, whose precise and fluent wording went beyond just correct writing. He possessed a coarse sense of humor and even a subtle irony that more than a few Dominican writers of his time would have liked to have. Now if we understand that a writer is anyone who can use the written word with some purpose, then the answer to the initial question would be a rotund yes. But if we assume that a writer is someone who uses language to reinvent the wonders of living by way of an act that embodies its mysteries into the not so finite but hard to pin down recourses of words, then we have to admit that writing did not play the leading role in Wifredo García’s artistic efforts. His photography always held the stellar role, something that is easily apparent if we remember that, aside from the two cases we mention here, his other books were collections of his photographs, or were published to explain the art of photography, to tell the history of photography or critique the role of photography’s promoters and critics. Finally, there is Wifredo García the photographer who sometimes wrote to embellish his esthetic work. An artist who took to photography as a way of finding his place in the world, his precise identity, and ended up becoming the human enactment of taking photos. Words, for him, were an element that he subordinated to the image. He said so clearly: “Artistic photography is the words that expresses the interiorities of the photographer.”
DISEÑO GRÁFICO Bryan Perozo DOCUMENTACIÓN FOTOGRÁFICA José Enrique Tavárez
FUNDADORES María Rosa León A. Eduardo A. León A. † Fernando León A. Carmen M. León de Corrie C. Guillermo León A. Clara León de Brugal José A. León A. Fundación Eduardo León Jimenes, Inc. E. León Jimenes, C. por A.
FUNDACIÓN EDUARDO LEÓN JIMENES José A. León A. Presidente Lidia León Cabral Directora General
CENTRO CULTURAL EDUARDO LEÓN JIMENES Rafael Emilio Yunén Director General, Centro León Catalina Flórez Gerente Ejecutiva José M. Fernández Pequeño Gerente de Servicios Culturales Luis Felipe Rodríguez Gerente de Educación y Animación Sociocultural Sonja Arias Gerente de Servicios Administrativos
DIGITALIZACIÓN E IMPRESIÓN DE IMÁGENES Félix Sepúlveda
Ignasi Cardalús Presidente Casa Amèrica Catalunya
ILUMINACIÓN Carlos Tavárez y Juan Carlos García
Antoni Traveria Director
GRAFISMOS FS Taller Digital, Ángel Fernández y David Pichardo
Marta Nin Adjunta a la dirección
PRODUCCIÓN MOBILIARIO MUSEOGRÁFICO Ebanistería del Norte C. x A. y Manuel Antonio Nuñez ENMARCADO Enmarcados “Nuñez” PINTURA DE SALA Hanzer Díaz, Emmanuel Díaz, Kelvin Antonio Díaz y Ramón Guzmán MERCADEO Y COMUNICACIONES María Luisa Asilis, Rosario Veras y Gloria Zacarías APOYO Catalina Flórez, Sonja Arias, Adelma Vargas, Valerin Fernández, Mircala Tavárez, Pablo Rosario, Glennys Rodríguez, Martha Fernández, Gregory Soto y Zoraya Santiago
CATÁLOGO WIFREDO GARCÍA: PECULIARES OBSESIONES PRODUCCIÓN Centro León Rafael Emilio Yunén, Director General SUPERVISIÓN GENERAL José M. Fernández Pequeño
Narci Caro Jefa de Gabinete Laia Borges y Josep A. Vilar Comunicación Cristina Borràs y Marta Casamira Biblioteca y documentación Francesc Montserrat, Pedro Strukelj y Yolanda Viñals Gestión cultural logo llull 2 tintas.FH11 Wed Feb 28 10:52:12 2007
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�������������������������� Josep Bargalló Director
Composite
Neus Fornells y Fanny Tur Directoras Adjuntas Borja Sitjà Jefe del área de Creación Carles Torner Jefe del área de Literatura y Pensamiento Mavi Dolz Jefa del área de Lengua y Universidades
María Luisa Asilis Gerente de Comunicación y Mercadeo
COORDINACIÓN Karenia Guillarón y Sara Hermann
EXPOSICIÓN WIFREDO GARCÍA: PECULIARES OBSESIONES (Centro León 2009)
SUPERVISIÓN GENERAL José M. Fernández Pequeño
TEXTOS Rafael Emilio Yunén Antoni Traveria Josep Bargalló Claudi Carreras Karenia Guillarón Sara Hermann Rafael Sánchez Cernuda José M. Fernández Pequeño
COORDINACIÓN Karenia Guillarón y Sara Hermann
TRADUCCIONES AL CATALÁN Ainara Munt Ojanguren
MUSEOGRAFÍA Pedro J. Vega V.
TRADUCCIONES AL INGLÉS Dolores Vicioso y Teclat, S. L.
REGISTRO DE OBRAS Iturbides Zaldívar
IDENTIDAD GRÁFICA Bryan Perozo
PROCESAMIENTO DE ARCHIVO Ia Estrella Iglesias
DISEÑO GRÁFICO Y PRODUCCIÓN Lourdes Saleme y Asociados
RESTAURACIÓN DE OBRAS Centro Nacional de Conservación de Documentos (CENACOD) y Teresa Lazo
IMPRESIÓN Amigo del Hogar
Wifredo García : Peculiares obsesiones/ Dolores Vicioso; Ainara Munt Ojanguren; Teclat, S. L., traductores. – Santiago de los Caballeros : Centro León, 2009. 220 p. : il
MONTAJE Leudy Rosario, Leticia Moronta, Robinson Díaz, Rafael García y Ramón Abreu
El Centro León agradece a los descendientes de Wifredo García, en particular a sus hijos Margarita, Wifredo y Rosa Virginia, por su confianza y apoyo en la realización de este proyecto cultural.
1. García, Wifredo, 1935-1988. 2. Fotografía dominicana - Exposiciones 3. Fotógrafos dominicanos Exposiciones 4. Fotografía artística - Exposiciones 5. República Dominicana - Fotografías. I. Título
PRODUCCIÓN Centro León Rafael Emilio Yunén, Director General
Josep Marcé Gerente
Centro Cultural Eduardo León Jimenes
PROGRAMA EDUCATIVO Luis Felipe Rodríguez y María Isabel Martínez PROGRAMA DE ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL Awilda Reyes, Luis Felipe Rodríguez, Karenia Guillarón y Sara Hermann
770.92074 C397w CEP / Centro León ISBN: 978-9945-8666-1-2
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