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Un moderno Estado de derecho socialista

Su construcción desde Deng Xiaoping hasta Xi Jinping

Por IVÁN GALINDO*

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EL pasado 16 de octubre dio inicio el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh), en la capital del “reino del centro”, en Beijing. El trascendental cónclave fue presidido por el secretario general del Comité Central del PCCh y presidente de la República Popular China, Xi Jinping. El Congreso reunió a una pléyade de delegados de todos los rincones del país, de todas las etnias constitutivas de la gran nación china, militantes del PCCh, quienes discutieron relevantes asuntos que trazarán el destino de China en las próximas cruciales décadas.

En la agenda de temas que se ventilaron en el XX Congreso, descuella uno que ha sido prioritario para las autoridades chinas: la construcción de un Estado de derecho socialista, la gobernanza bajo el imperio de la ley. Y no resulta un tema menor o superfluo, sino que figura como una de las más acuciantes preocupaciones de los gobernantes chinos.

Gobierno del y para el pueblo

¿Qué es un Estado de derecho? Grosso modo, es aquel Estado que subordina sus actos al orden jurídico vigente, donde la Constitución constituye la ley suprema de la nación, expedida por un órgano colegiado legitimado (Asamblea Popular Nacional), que prevé normas que regulan las actuaciones de las autoridades, imponiendo límites a la arbitrariedad y, asimismo, reconoce un conjunto de derechos a los habitantes. Visto de esta forma resumida, se colige el porqué del énfasis que el liderazgo comunista chino ha otorgado a la cuestión del Estado de derecho: el socialismo es, en su cariz político, el gobierno del y para el pueblo trabajador, que busca su felicidad al superar las arcaicas relaciones de producción capitalistas, caracterizadas por una pobreza creciente, el acrecimiento de la delincuencia y la gobernación autoritaria de la clase dominante, que expolia progresivamente a los trabajadores y les niega sus derechos de facto, y que se agudiza en épocas de crisis sistémicas del capital. En cambio, el socialismo debe de ser lo contrario, y en lo referente al estilo en la gobernanza, precisa fomentar que la gobernanza se ejecute conforme al Estado de derecho socialista.

Y la pregunta obligada es: ¿por qué la imperiosa necesidad, para Beijing, de establecer y consolidar un Estado de derecho? No solo ha sido motivo de digresiones para el actual mandatario chino, Xi Jinping, quien ha dedicado sendos y miríficos discursos e intervenciones públicas a reflexionar sobre este particular. Las distintas generaciones de dirigentes comunistas, de Deng Xiaoping a Xi Jinping, han cavilado profusamente sobre este perentorio tema, para quienes la urgencia del establecimiento de un Estado de derecho socialista consistía en un asunto de carácter medular.

Para Deng Xiaoping (1904-1997), el genial artífice de la Reforma y Apertura, el orden jurídico concernía al Estado y al Gobierno. Aseguraba, además, que la conciencia del respeto de la ley tenía que ver con la formación cultural de la gente. Pensaba que el respeto a la ley debía de inculcarse “desde la tierna edad”. Apuraba a los órganos disciplinarios competentes del PCCh a redoblar esfuerzos para erradicar las prácticas malsanas inscritas en el contexto jurídico y social, a través del “reforzamiento de la legalidad y de una educación social”.

“El ejecutar una administración del país acorde con la ley y perseverar en ella consisten en encauzar de manera gradual los diversos trabajos del país por la vía legal y hacer que su vida política, económica y social marche por un rumbo legal y reglamentario, en lograr que las amplias masas populares, bajo la dirección del Partido, administren los asuntos estatales, las actividades económicas y culturales y los asuntos sociales conforme a las estipulaciones de la Constitución y la ley, y a través de diferentes conductos y en distintas formas, y en llegar, paso a paso, a institucionalizar la democracia socialista y refrendarla legalmente”. De esta forma sintetizaba al respecto Jiang Zemin, en un discurso presentado en una conferencia de legalidad organizada por el Comité Central del PCCh el 8 de febrero de 1996, la imperecedera lucha librada desde el Partido para transitar de un estilo de gobernar acentuado en las decisiones de los líderes (tendentes al “personalismo”), a una gobernanza basada en la legalidad socialista. En el mismo tenor que su antecesor, Deng Xiaoping, Jiang argumentaba que el reforzamiento del fomento de la conciencia jurídica y del “sentido de la legalidad” entre las “amplias filas de cuadros y masas” constituía una tarea primordial para el PCCh. Advertía, asimismo, que “la experiencia práctica ha demostrado que, si no se completan las leyes y aparecen grandes lagunas en lo institucional, los elementos nocivos aprovechan para cometer desmanes, mientras que la gente de bien encuentra dificultades para hacer a plenitud cosas positivas, y también que, si la gente tiene conciencia jurídica y sentido de la legalidad débiles y cualidad ideológica y política baja, las leyes y los sistemas, por muy buenos que sean, dejan de desempeñar su debida función e incluso, por falta de respeto, solo existen de nombre”.

Para Hu Jintao una asertiva política democrática socialista exigía “mantenerse en rumbo al desarrollo de la política socialista con peculiaridades chinas, cuya clave reside en sostener la integración orgánica entre el liderazgo del Partido, la actuación del pueblo como dueño del país y la administración del Estado con arreglo a la ley”. Urgía a “llevar a cabo de modo integral el plan básico de administración del país acorde con la ley, fomentar con energía en toda la sociedad el espíritu de la legalidad socialista, y promover sin cesar el proceso hacia una legislación científica, hacia la aplicación rigurosa de la ley, hacia la imparcial administración de la justicia y hacia el acatamiento de las leyes por el conjunto de los ciudadanos, con el propósito de encauzar los diversos trabajos del Estado por una órbita legal. En fin, hemos de ir impulsando la institucionalización, reglamentación y procedimentalización de la política democrática socialista, y desplegar en mayor medida la superioridad de nuestro sistema político socialista, dando así una garantía institucional más completa a la prosperidad y la paz y el orden duraderos, tanto del Partido como del país”.

Son dos los conceptos a destacar de la alocución del exmandatario de la República Popular China: legalidad socialista y legislación científica. Para el pueblo chino y su partido de vanguardia, la construcción de un Estado de derecho en su patria implica la necesaria observancia de las normas que objetivamente rigen la marcha histórica hacia el socialismo. De lo anterior se colige que la llamada legalidad socialista a la que alude Hu Jintao en su discurso responde a las condiciones materiales de la época, ajustándose al socialismo con peculiaridades chinas; que, a contrario sensu, existe una legalidad burguesa o liberal que es incompatible con el proceso histórico-social que se desenvuelve en la República Popular China. De igual forma, la elaboración y puesta en vigor de las normas que conforman esta legalidad socialista deben realizarse científicamente, es decir, aplicándose un método para su formulación, que no es otro más que el del marxismo.

Imperio de la ley

Ya desde 2006, Xi Jinping mostraba un genuino interés en demostrar que “la consecución de la armonía social se apoya en la confianza y el respeto de la ley por los ciudadanos”, cuando fungía como responsable del Partido en la provincia de Zhejiang. Ya como presidente, Xi canalizó sus energías en la búsqueda del Estado de derecho. En ocasión del 30.º aniversario de la promulgación de la Constitución de la República Popular China, Xi Jinping enfatizó que el mantenimiento de la autoridad de la Constitución significaba mantener la autoridad común del Partido y el pueblo. En otra peroración pública rendida ante el Comité Central del PCCh, Xi Jinping enfatizaba que la dirección del Partido era requisito indispensable en la implementación del camino del imperio de la ley.

Como se aprecia en lo plasmado en líneas anteriores, los comunistas chinos han labrado un firme camino en dirección a la consecución de un Estado de derecho socialista, meta por la que han bregado desde larga data. El XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China ha continuado con este proceso. En la voz de Yin Bai, vicesecretario general del Comité Político Jurídico Central del PCCh, en el marco del Congreso Nacional del PCCh, se mejoraron los mecanismos para garantizar la igualdad ante la ley, se fortaleció significativamente la protección de los derechos humanos, se mejoró el nivel de aplicación estricta, imparcial y civilizada de la ley, asegurando que las personas disfruten de una amplia gama de derechos, merced a la aplicación del Estado de derecho socialista.

Aunque admite que quedan tareas pendientes, sobre todo en el ámbito judicial, el PCCh, en las labores desplegadas en su XX Congreso, las abordó y, finalmente, las resolverá, como lo ha hecho frente a todos los desafíos que se le han presentado, hacia el objetivo de la revitalización de la nación china.

A guisa de conclusión, hacemos nuestra la siguiente frase pronunciada por el presidente Xi Jinping, extraída de Los cuatro libros del Emperador Amarillo, el 6 de diciembre de 2021 durante la 35.ª sesión de estudio grupal del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China: “La legislación es la máxima representación de la justicia”.

*Iván Galindo es actuario judicial en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México.

17 de septiembre de 2021. Jueces de los niveles de base instruyen un proceso en la aldea de Wenchang, distrito de Caijia, ciudad de Chongqing.

Fotos de Xinhua

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