Lectura complementaria Calentamiento del planeta amenaza a sapos y ranas Tomado de: http://i.eldiario.com.ec/fotos-manabi-ecuador/1178679351.jpg La voz de alarma en el país la puso la desaparición del jambato, una especie de sapo propio de los páramos, en 1988. Desde entonces, se han desarrollado estudios que han determinado como la causa principal de este fenómeno al calentamiento del planeta que, a su vez, produce alteraciones en el clima. Un documento de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (www.puce.edu.ec) indica, sobre la base de estudios científicos realizados en el país, que el jambato y la rana kayla desaparecieron en 1988 y 1994, cuando el clima fue especialmente cálido y seco en la Sierra. Un análisis más reciente, de la misma entidad, revela que “el incremento en la temperatura aumenta la cobertura de nubes en zonas montañosas tropicales, lo cual optimiza las condiciones para que el hongo prolifere”. Se refiere a un hongo que ataca a los sapos y termina por causar su muerte. Aunque este año reapareció el jambato, se lucha por su conservación, para que no desaparezca definitivamente. Los anfibios, especialmente los batracios, sobrevivieron a los dinosaurios, erupciones volcánicas y otras catástrofes durante millones de años. Eran considerados fuertes en la evolución, por su capacidad de adaptarse a las nuevas condiciones. Pero ahora se están extinguiendo rápidamente, según la revista BioScience, citada por la agencia EFE, debido a que no pueden adaptarse a los cambios que se registran en el mundo. Entre estos cambios están la pérdida del hábitat, la contaminación de las aguas causada por los pesticidas, las infecciones y la mayor exposición a la luz ultravioleta. Se estima que de las 5.743 especies de batracios conocidas en el planeta, un tercio está en peligro de extinción. Desde 1980 han desaparecido al menos 22. Los expertos aseguran que la extinción ha sido especialmente importante en países como Ecuador, Panamá, México, Costa Rica, Colombia, Venezuela y Brasil. En Ecuador En el país habitan 443 especies de anfibios y todavía hay muchas por descubrir. La cifra hasta ahora conocida representa el 8 por ciento de la diversidad en el mundo. Al menos unas 176 especies son propias de la región. Los anfibios son vulnerables porque tienen una piel permeable, viven en el agua y en el suelo y sus huevos no tienen caparazón dura. La luz ultravioleta está provocando mutaciones y altera el sistema inmunológico. La contaminación del agua no les permite reproducirse en espacios limpios. Hay científicos cuyas consideraciones van más allá. Andrew Blaustein, zóologo de la Universidad estatal de Oregón, EE. UU., asegura que los anfibios son los primeros en sufrir las consecuencias del calentamiento global. Luego vendrán otras especies que no podrán adaptarse consuficiente rapidez a los cambios. Y desaparecerán. Unos cincuenta científicos de todo el mundo demandaron medidas urgentes para evitar la extinción de los anfibios. Entre esas acciones, se plantea la asignación de 400 millones de dólares a tareas de conservación de batracios, por parte de los gobiernos y organismos internacionales. También es necesario reducir los niveles de contaminación. Científicos de la Universidad de Oregón, Estados Unidos, aseguran que la extinción de animales y plantas es, en las condiciones actuales, la mayor de los últimos 100.000 años. En Ecuador también hay preocupación, por la incidencia que los anfibios tienen en la diversidad biológica. La Pontificia Universidad Católica del Ecuador, a través de su Museo de Zoología, ha emprendido un proyecto de investigación denominado Balsa de los Sapos, para la investigación, el manejo y la
conservación de los anfibios. Luis Coloma, uno de los investigadores que se encuentran al frente de esta propuesta, señala que es una obligación ética el tratar de salvar a más de un centenar de especies ecuatorianas de sapos y ranas que están amenazados. Su página web es http://www.puce.edu.ec/zoologia/menu_cf.html