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La Cinemateca es una propuesta cultural de Amigos de la Cinemateca con la colaboración del I.E.S. Martínez Montañes y la participación del Institut français d’Espagne (Sevilla), Goethe Institut-Madrid, Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías Universidad de Sevilla.

El Decameron (Il Decameron) Italia, 1971. 111' D: Pier Paolo Pasolini. G: Pier Paolo Pasolini (basado en El Decamerón de Giovanni Boccaccio). P: Franco Rossellini. F: Tonino Delli Colli. Mo: Nino Baragli y Tatiana Morigi. Mú: Ennio Morricone y Pier Paolo Pasolini. I: Franco Citti, Ninetto Davol, Jovan Jovanovich, Francesco Gavazzi, Vincenzo Amato, Pier Paolo Pasolini. Pr: Festival de Berlin 1971 Oso de Plata Premio Especial del Jurado Personal recreación de los cuentos eróticos y divertidos de la obra universal de Boccaccio: El Decamerón. La película empieza con el cuento de Andreuccio da Perugia que se deja convencer por unos ladrones de expoliar el cadáver de un arzobispo, para quitarle un rubí. Otros cinco de los nueve cuentos están dedicados a temas licenciosos. Por ejemplo el de Masetto da Lamporecchio, un hortelano que se finge sordomudo y mentecato para entrar en el servicio de las monjas de un convento y experimentar con ellas las delicias del lecho compartido. Antes (Anita Sanders: ¿virgen María o rubio demonio?). Para Pier Paolo Pasolini, este film El Decamerón (1971) significó el principio de una nueva etapa de su producción cinematográfica que empezó un lejano 1961 cuando irrumpe con su película Accatone. El cine italiano hacía tiempo había emprendido un nuevo camino y el Neorrealismo, con los aires políticos de los nuevos tiempos de la Democracia Cristiana y la ayuda americana de tipo económico del Plan Marshall, había dado paso a la comedia a la italiana. Surgen en este contexto, cineastas como Pasolini o Bernardo Bertolucci que marcarán nuevos giros en la producción italiana. Hablamos de los años 60, del boom económico, de los flujos migratorios al norte de Italia y la presencia del subproletariado que vive en los barriosdormitorios de los exteriores de Roma, aglomeraciones suburbanas creadas por el fascismo para controlarlar a las familias pobres expulsadas del centro. Pasolini llega a esta conocida como “Trilogía de la Vida” formada por los filmes El Decamerón (1971), Los Cuentos de Canterbury (1972) y, finalmente Las Mil y Una Noches (1974), con un deseo de abrir una nueva etapa tanto artística como vital. Una etapa poética, casi lúdica, unas tremendas ganas de hacer cine para divertirse y sin mayores preocupaciones ideológicas. Para ello elige una temática literaria donde poder transmitir libremente en imágenes toda la concepción vital, su ansia manifiesta de explosión de felicidad, el anhelo de recrear un mundo donde el cuerpo y las relaciones humanas formaban un todo armónico opuesto evidentemente al entorno real que vivía y el deseo, como es el cine, de fabricar sueños. “A medida que uno se hace mayor desaparece el futuro, y al desaparecer el futuro desaparecen los problemas y, por tanto, uno está más alegre.” Con este espíritu encara la penúltima etapa de su corta vida. En principio Pasolini pensó titular el film como Cuentos Napolitanos del Decamerón y hacer el film a episodios. En efecto, siguiendo en parte esa técnica, Pasolini enhebra siete de los episodios de El Decamerón con el hilo sutil del pueblo napolitano, como protagonista típico “El Decamerón” inicia la

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“Trilogía de la Vida”, que realizó Pasolini con un deseo de abrir una nueva etapa tanto artística como vital típico del siglo XIV. Y aquí, posiblemente uno de los mejores logros del film. Pasolini elimina cualquier posibilidad de entorno o marco ilustre y elegante que le podía ofrecer el texto del escritor toscano Boccaccio. Pasolini traslada la acción a Nápoles y en dialecto napolitano, dando lugar con el cambio a un ambiente más extrovertido, alegre y explosivo, en lugar del dialecto toscano, no tan vivo, y la sustitución, como antes hemos dicho, de la bien cultivada tierra toscana y sus hermosas colinas por el desorden y el caos de las ciudades napolitanas y sus estrechas calles. La presencia del mismo Pasolini en el papel de un discípulo de Giotto, prefigura las intenciones creativas de quien está realizando un enorme fresco por el que desfilan seres de rostros hermosos y juveniles junto a desdentados y viejos, creando una galería de retratos. El itinerario del film nos conduce en una dirección vital y optimista donde el sexo es representado como vida y manifestación de juventud. Pasolini murió en una playa romana, asesinado, en Ostia, en un descampado hace ahora casi 30 años En aquel lugar deposité unas flores. Luis Maccanti Aula de Cine de la ULPGC Con esta película, Pasolini se proponía expresamente recuperar el lado jocoso y natural de la sexualidad, abatiendo los tabúes que suele llevar aparejados. También por este motivo, trasladó la acción de la Florencia de Boccaccio a Nápoles, con su clima laico y su dialecto inmutado en el tiempo. Dos de los episodios hacen de guía a los otros siete: el de Ciappelletto, hombre libertino e inmoral que al borde de la muerte pasa por santo, y el del alumno de Giotto, interpretado por el propio Pasolini. El alumno de Giotto sueña con el infierno y el paraíso en forma de pinturas del siglo XIV. La película empieza con el cuento de Andreuccio da Perugia, llegado a Nápoles para comprar unos caballos. En un turbio callejón, una muchacha que se hace pasar por su hermana le roba y termina echándolo en un pozo negro. Andreuccio se deja convencer por unos ladrones de expoliar el cadáver de un arzobispo, para quitarle un rubí que lo compensa del robo que ha sufrido. Otros cinco de los nueve cuentos están dedicados a temas licenciosos. Por ejemplo el de Masetto da Lamporecchio, un hortelano que se finge sordomudo y mentecato para entrar al servicio de las monjas de un convento y experimentar con ellas las delicias del lecho compartido. En el episodio de Peronella, ésta obliga a su marido a limpiar esmeradamente el interior de una tinaja y, mientras el hombre se afana en su labor, ella se entretiene con un joven amante. En otro cuento, la joven Caterina aguarda a su enamorado para cuidar de su "ruiseñor". En el penúltimo episodio, el cura Gianni, con el pretexto de un encanto, posee a Gemmata ante los ojos del estúpido marido. En el último, Tingoccio convence a su amigo Meuccio de que acaba de volver del más allá para asegurarle que hacer el amor en el paraíso no es pecado.

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Mayo 2013


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