81. Boudu salvado de las aguas

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La Cinemateca es una propuesta cultural de Amigos de la Cinemateca con la colaboración del I.E.S. Martínez Montañes y la participación del Institut français d’Espagne (Sevilla), Goethe Institut-Madrid, Secretariado de Recursos Audiovisuales y Nuevas Tecnologías Universidad de Sevilla.

Boudu salvado de las aguas (Boudu sauvé des eaux) Francia, 1932 D: Jean Renoir. G: Jean Renoir, Albert Valentin (Obra: René Fauchois). Mú: Jean Boulze,Edouard Dumoulin. F: Marcel Lucien, George Asselin. I: Michel Simon, Charles Granval, Marcelle Hainia Un vagabundo se tira al Sena desesperado por la desaparición de su perro, pero un librero le salva de morir ahogado y le acoge en su casa. A lo largo de la historia del celuloide, los antihéroes han representado un papel fundamental como el reverso necesario de los héroes. Uno de esos antihéroes por antonomasia es Boudu, el protagonista de la película de Jean Renoir Boudu salvado de las aguas (1932). Boudu sauvé des eaux, como reza su título original, es una adaptación de la obra teatral homónima, de 1925, escrita por René de Fauchois y, como ella, constituye una mordaz sátira social sobre la hipocresía y los valores de la burguesía de la primera mitad del siglo XX.Esta excelente y divertidísima comedia de Jean Renoir cuenta la historia de Boudu (magníficamente interpretado por Michel Simon), un vagabundo que se arroja al Sena después de haber sido abandonado por su perro (¿acaso existe mayor traición?).Se trata de un canto a la libertad, pues Boudu, que nada posee, tiene, sin embargo, la fortuna de ser libre. No obstante, habrá un intento de coartar su libertad cuando el señor Lestignois le impida suicidarse y decida erigirse en su benefactor. Lestignois, librero hedonista y bondadoso, decide acoger al mendigo para sociabilizarlo. Sin embargo, Boudu sembrará el caos en la casa, dinamitando las bases de la convivencia familiar del hogar burgués. Irónicamente, este Boudu-Moisés (el paralelismo es evidente: Moisés significa 'salvado de las aguas') es ya un hombre adulto (y no un niño, como el profeta hebreo) cuando lo rescatan de las aguas. Además, su cariz anárquico y ácrata, al margen de toda ley y todo poder, tiene poco que ver con el del autor de la Torá.Ahora bien, Boudu, que es un provocador desvergonzado e impúdico, posee sentimientos puros. Al contrario, Lestignois, su mujer y la criada, que otorga al señor los favores que su esposa le niega, representan esa doble moral de la clase media francesa de la época, hipócrita e inmoral. A pesar de ello, los personajes están vistos con humor y mucha ternura. Es interesante el contraste entre la vida burguesa, que transcurre en interiores, y la vida del "clochard", que se mueve en espacios abiertos, en contacto con la naturaleza. Y es curioso cómo esos espacios tan cerrados de la librería y la casa del señor Lestignois se abren con la llegada de Boudu.Particular importancia tienen esos toques teatrales con que está aderezada la película. El guiño más importante es, sin duda, ese prólogo teatral, que podríamos considerar metanarrativo, con el cual Renoir, a modo de introducción, nos habla de su concepción del teatro y de la relación de este con la vida. Sin embargo, Renoir no concibe el teatro como una representación de la vida. Para él, el teatro es anterior a la vida, y esta debe salir de aquel como de un espejo.Otra pincelada teatral clave para comprender el filme aparece en la escena en

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la cual el señor Lestignois observa con su catalejo, a través de la ventana, el ir y venir de las gentes. Como si asistiera a una representación teatral, exclama al ver a Boudu: "¡Qué vagabundo tan logrado!" Y, así, Boudu ensaya su papel de "clochard" dentro del marco teatral de la ventana de Lestignois (y, más adelante, otros varios dentro del escenario de la casa-librería) hasta desbordar los límites teatrales y, al encontrar su verdadero papel, entrar en la vida. Renoir consigue un final magistral. La película termina con la vuelta, plenamente consciente, de Boudu a la libertad de su vida de vagabundo (en compañía, ahora, de un nuevo amigo, una cabra; pues, al fin y al cabo, el ser humano necesita de otro ser que mitigue su soledad). Este vagabundo arquetípico renuncia a la vida acomodada, al sistema capitalista. Es significativa a este respecto la escena en la que entrega el billete que le habían dado como limosna para comprar pan a un joven adinerado. Este, sorprendido, no comprende el porqué de tal acción, y Boudu responde: "Para comprar pan". Boudu renace al ser purificado por el agua, pues cuando sale del río por segunda vez, y se despoja del traje burgués que lo oprime, ya es otro.Ninguno de los protagonistas de las dos adaptaciones posteriores consigue igualar la genial actuación de Michel Simon. Solo él consigue caracterizar de manera excepcional a ese vagabundo descarado, anárquico, ácrata, amoral, ingenuo y, sobre todo, desternillante. Un personaje deudor de Charlot y que influiría en los de los hermanos Marx. (Inmaculada de la Nogal Panero, el periodico extremadura) Maravilloso filme de Jean Renoir. Boudu se ha convertido ya en uno de mis héroes por antonomasia. Es un vagabundo, sí, pero afortunado. No le importa la vida miserable que lleva porque él es libre como nadie. Irónicamente, al perder al chucho que era su mejor amigo, decide lanzarse al Sena ejerciendo ese uso de la libertad para poner fin a su vida, pero el señor Lestingois no lo permitirá y lanzándose al rescate proporcionará a Boudu una muestra de los encantos burgueses. Boudu representa el ideal de su especie. El arquetipo de vagabundo anarquista y loco a su manera que hace y deshace a su antojo. El pulso también ácrata que le imprime Renoir a la cinta me dejó perplejo. Los actores parecen poseer una total libertad de movimientos dentro del limitado encuadre. Nunca unos espacios tan cerrados me han parecido tan abiertos. Observar cómo se mueve Boudu es desternillante la mayoría de las veces. Los diálogos son exquisitos y poseen una acidez y un sarcasmo aplastantes. La hipocresía, mostrada de manera elegante y creíble, es uno de los ejercicios más difíciles de transmitir en el cine, en el teatro, en la vida… Boudu es impetuoso, simpático, verdadero, anarco, chistoso, vago y cruel. Nunca me había topado con una caracterización tan buena, y desde hoy, Boudu formará parte de mis ídolos cinematográficos. Brillante película en la que se confunden el brío anarquista del rodaje del director con el brillo acrata y filosófico del señor Boudu. La Claqueta.es

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Diciembre 2012


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