El Futuro de la Familia

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EL FUTURO EN MONITOR REFLEXIONES SOBRE EL FUTURO DE LA FAMILIA En estos últimos decenios, la familia occidental, regularmente acusada en el siglo XX de ser una institución represiva para sus miembros y destinada a desaparecer (principalmente debido a los cambios sociales generados durante la década de los sesenta), ha sabido adaptarse para responder a las nuevas aspiraciones de los individuos. Hasta tal punto que se ha convertido en un marco privilegiado de solidaridad interpersonal y de realización personal. Como fenómeno social, al igual como lo hemos visto en la religión y los valores, los cambios en la familia tienden a ser lentos a diferencia de los cambios que puedan generarse en los ámbitos económicos o tecnológicos. Más allá del concepto tradicional de familia, grupo de personas unida entre sí por vínculos de consaguinidad, filiación (biológica o adoptiva) y de alianza afectiva, producto del matrimonio o de uniones de hecho, la familia es hoy principalmente el espacio de la humanización de cada persona. Aún continúa siendo un factor importante para el desarrollo cultural, no obstante la familia tiene que lidiar con grandes monstruos como los medios de comunicación social que imponen patrones culturales, así como los grupos sociales (los grupos de amigos o de aficiones) que también son factores de formación cultural. Hoy la televisión es a los niños, lo que la escuela fue a los que hoy son adultos. En los años que siguen, en la sociedad urbana la televisión se complementará con los valores transmitidos por los videojuegos y la Internet, convirtiéndose en los principales equipamientos del hogar para la formación cultural, ética, moral y afectiva. La familia es también una unidad económica, que a través de los años ha ido incorporando variaciones en los proveedores de sus fuentes de ingresos. Del típico padre proveedor, hoy en muchos hogares en países en desarrollo las madres y los jóvenes hijos pasan a ser los proveedores principales. Del mismo modo, la familia era vista como una unidad étnica en tanto que se reproducía a partir de miembros de su misma comunidad racial y cultural. En la medida que la migración internacional se hace más cotidiana la familia se convierte en una formación multicultural y pluri-étnica. En las nuevas conformaciones familiares, se hace necesario el apoyo institucional de la sociedad para preservar la base social que representa la familia. Las organizaciones políticas y sociales, las políticas públicas de las diversas instancias de gobiernos, las organizaciones civiles, las mutualistas, los grupos religiosos, así como el sector empresarial y los medios de comunicación social serán vitales para preservar esta base social donde se asientan los valores y la identidad cultural. 2


¿Cómo será la familia del futuro? ¿Cómo será la familia del 2050? No muy diferente a las tendencias actuales, si no nos olvidamos de que los cambios sociales tienden a ser lentos. La familia del futuro será la familia ampliada, la familia a la carta; familia que excede los límites consanguíneos y de filiación y donde la solidaridad y la lealtad pasan a ser la clave en esta relación armónica... Claro, en las sociedades latinas en general, hasta los grupos criminales surgen y se consolidan a partir de nexos familiares para fomentar la lealtad como valor de alto aprecio.

CONTEXTO MUNDIAL DE LA FAMILIA Dejemos claro que nos referiremos principalmente a las tendencias de la familia occidental, la familia nuclear (compuesta por cónyuges monogámicos e hijos, como tronco común). No nos vamos referir a las familias de Oriente Medio porque su formación cultural, su escala de valores y sus prácticas religiosas, son distintas a las que prevalecen en el mundo occidental. Por ejemplo, existe el matrimonio poligámico, base de un tipo de familia que prevalece en países árabes. Es el matrimonio de un hombre con varias mujeres. La poligamia, a decir de los entendidos de culturas orientales, ofrece una solución práctica no sólo porque la proporción de mujeres tiende a ser mayor en esas comunidades, sino también porque le da a las viudas la posibilidad de integrar un grupo familiar, mejorando su situación afectiva y económica. En nuestro mundo occidental, existen pequeñas diferencias entre las familias. Por ejemplo, la familia en América Latina es diferente a la familia de los Estados Unidos. En Latinoamérica, la familia es extendida. Por lo general la familia latinoamericana se compone de los padres, los hijos, los abuelos, los tíos, los primos y los parientes cercanos y lejanos. En los Estados Unidos el concepto de familia es un poco diferente a la familia latina. La familia es nuclear. La familia estadounidense está compuesta de los padres y los hijos. La familia vive cambios como fórmula de convivencia generalizada a partir del matrimonio. La disminución del matrimonio eclesiástico o religioso comenzó a flaquear por la irrupción y la cada vez mayor frecuencia del matrimonio civil. Pero en la actualidad, debemos tomar nota del descenso generalizado de la nupcialidad. Esto significa que la convivencia familiar se basa cada vez más en fórmulas menos formales que el matrimonio. Uniones de hecho, parejas de homosexuales; uniones que en muchos países tienden a ser tomadas en cuenta por la legislación. Es lógico que en tales condiciones sea mayor el número de madres solteras y el número de hijos habidos fuera del matrimonio en general. A esto habría que agregar el crecimiento del número de divorcios. 3


Muchos autores coinciden en afirmar que a partir de los años ochenta, la familia, tal como se ha conocido en Occidente, entra en un proceso de nuevas formas y estructuras. Son muchos los factores que han incidido en esta transformación de la institución familiar: la revolución demográfica, la tecnológica, la declinación de lo religioso, las filosofías del individualismo, el hedonismo (el placer como única finalidad) y últimamente la globalización. Es un quiebre de sistemas de valores y de autoridad. Aunque la familia como institución haya sobrevivido, en la actualidad se constata mayor conflictividad familiar. La familia está amenazada a lo interno (falta de educación, infidelidades, traiciones, mezquindades y violencia) y desde fuera (pobreza, guerra, desempleo, migraciones, droga, delincuencia). Resultado de estos cambios, es el número creciente de familias monoparentales –o que solo tienen al frente a un jefe de familia– cuya cabeza a nivel mundial es de 9 mujeres en diez casos, y un alto número de personas que viven solas o familias constituidas por un solo miembro. Pero estas composiciones familiares no sólo van reduciendo el número de integrantes de las familias, sino que disminuye la capacidad de protección familiar como en antaño, y hoy requiere más el apoyo de la sociedad para llevar a cabo funciones otrora familiares que se transformaron en sociales y demandan de un entramado social de instituciones y servicios específicos (instituciones educativas, sanitarias, protección al niño, del anciano, las viudas, madres solteras...). En este sentido es fundamental destacar el papel de la mujer, sobre quien se apoya la mayor parte de las transformaciones en cuanto a modos de vida modernos, su abandono del papel de ama de casa que lo constituía en especial baluarte de la unidad familiar y consecuentemente en la necesidad de que otros miembros de la familia sumaran corporativamente la responsabilidad familiar y cambien profundamente las relaciones familiares de forma que sea posible una convivencia nueva y moderna. Observar estos cambios en la composición familiar, se pueden percibir a través de las estadísticas de población, matrimonios y fertilidad. Por ejemplo, en la Unión Europea el promedio de matrimonios por 1,000 habitantes era de 7.9 para el año 1960; cuarenta años después, en el año 2000, la cifra se ubica en 5.1, cifra que demuestra el crecimiento de las uniones libres, uniones fuera del matrimonio, así como el aumento de los solteros. En 1960, en la mayoría de los países europeos, donde estaba permitido el divorcio, apenas llegaba al 1.2 por mil habitantes, para el año 2000 la cifra arriba a un promedio de 1.9 por mil habitantes, destacando países como Inglaterra, Dinamarca, Finlandia con cifras superiores al 2.5. Siguiendo con la Unión Europea, el promedio de hijos para el año 1960 era de 2.7 por mujer, mientras que para el 2001 la cifra bajó a 1.45 hijos, siendo España, Italia y Grecia los de más baja fertilidad. Muchos de estos hijos ya se conciben fuera del matrimonio. Para 1960, se registraba apenas un 5% de hijos nacidos fuera del matrimonio, para el año 2000 el porcentaje se coloca en 28%. 4


Esta situación, la disminución del número de hijos por matrimonios o uniones, hace posible que las proyecciones de población para la Unión Europea para el año 2050, sean de reducción de su población. Para el año 2000, se estimó una población de 376 millones, para el 2050 la población de la Unión será de 364.5 millones. En general, en los países industrializados, actualmente la tasa de fecundidad es de 1.6 hijos por mujer. Las poblaciones de esos países están envejeciendo rápidamente y es posible que en algunos de ellos la población disminuya, a menos que se la complemente mediante la inmigración y se haga un mayor uso de los métodos de reproducción asistida, para los casos de infertilidad. En el caso de los países en desarrollo, considerados en su conjunto, han disminuido las tasas de fecundidad hasta poco menos de tres hijos por mujer, frente a los 1.6 de los países desarrollados. Es decir, aproximadamente la mitad de la tasa en 1969, y se prevé que hacia 2045-2050, disminuirá aún más, hasta 2.17 hijos por mujer. Claro, en comparación con los europeos y estadounidenses, las familias de los países en desarrollo seguirán contando con más hijos. Ante ese crecimiento, los organismos multilaterales y muchos gobiernos de los países en desarrollo propician la educación de la salud reproductiva, como parte de un conjunto esencial de medidas de atención de la salud y educación. Es un medio para alcanzar la meta de la ampliación de los medios de acción de la mujer pero también es un derecho humano que abarca el derecho a escoger el número de hijos y el espaciamiento entre ellos. Si se logra una igualdad de la condición de hombres y mujeres, garantizando el derecho a la salud reproductiva y asegurando que las personas puedan ejercer sus propias opciones con respecto al tamaño de la familia, también se ayudará a frenar las tasas de crecimiento de la población y reducir la magnitud futura de la población mundial y principalmente, disminuir la pobreza. Se encuentra creciendo la pareja homosexual. Miembros de un mismo sexo conforman una unión social y cada vez más reconocida legalmente y con derecho legal de adoptar hijos. Entre otros tipo de familias destaca la pareja no casada. Hombre y mujer que prefieren legalmente permanecer solteros, aunque viviendo conyugalmente. Con frecuencia comparten sus bienes económicos. La decisión de tener hijos, podría inducirlos a casarse a su debido tiempo. Existe la pareja sin hijos, en que ambos trabajan. En esta categoría familiar, no tienen hijos por dificultades inherentes a la crianza o por convicción. Muchas parejas jóvenes, principalmente debido a que la mujer desea realizarse profesionalmente y no le otorga valor a la maternidad, optan por no tener hijos.

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Existe la pareja con hijos, en que ambos trabajan. Ambos cónyuges contribuyen con los ingresos de la familia y comparten las tareas domésticas, sin sacrificar el deseo de tener sus propios hijos. Es la familia que tiene dos cabezas responsables del hogar. Es la familia de principios del siglo XXI. En esta familia, los roles sociales basados en el sexo tienden a desaparecer. Existen diversos tipos de familias uniparentales: a) por fallecimiento de una de los cónyuges: este tipo de familia estará disminuyendo por la disminución de la mortalidad y el aumento de la esperanza de vida, debido a las condiciones sanitarias y los avances de la medicina moderna. b) por separación o divorcio: (con uno o más hijos): el divorcio será más frecuente en el futuro y por tanto aumentará este tipo e familias uniparentales o engrosarán a las familias binucleares; c) progenitores solteros: madres solteras, hombres solteros que adoptan, mujeres profesionales solteras que adoptan. El primer tipo, de madre soltera, será el que perdure, los dos últimos no alcanzarán alto porcentaje por el costo económico y emocional de la crianza de los hijos y por la creencia generalizada de que el niño necesita para su desarrollo normal de la presencia de ambos sexos. La tendencia podría inclinarse más bien en la dirección de personas solteras sin hijos. La familia binuclear: es una forma generalizada de familia. La mayoría de las familias continúan siendo una familia después de la separación y/o el divorcio, aunque no se comporten de la misma manera, como por ejemplo, ya no vivan bajo el mismo techo. Aunque el divorcio y el posible nuevo matrimonio cambien la estructura de la familia -de nuclear a binuclear- ambos padres continúan desempeñando las labores de cuidado y educación de los hijos y atendiendo sus necesidades afectivas, espirituales y económicas. La familia reconstituida: en la cual ambos miembros son divorciados, con uno o más hijos del matrimonio anterior. Es probable que esta estructura crezca considerablemente en el futuro. Con el divorcio, aumenta el número de familias reconstituidas. Serán las familias reconstituidas, las binucleares y las uniparentales de madres solteras las que marcarán las tendencias.

PROSPECTIVA DE LA FAMILIA El objetivo de las familias del futuro no es tanto producir seres obedientes, sometidos a la jerarquía familiar y social, sino más bien crear un ambiente en el cual grandes y chicos se sientan reconocidos como personas originales. La familia es un espacio de referencia para la construcción de la identidad íntima y para la preservación de valores y de la identidad nacional.

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En estas familias, se respeta la naturaleza del niño, sus padres no tienden a transformarlos en función de principios externos, sino que lo encaminan a ser él mismo. En la relación conyugal, el hombre y la mujer viven una relación de confianza en la que podrán expresar, toda su personalidad. Es una relación de lealtad, fidelidad y solidaridad. Atrás quedará el sometimiento de la mujer al yugo masculino. El matrimonio tradicional en su forma monogámica irá disminuyendo proporcionalmente frente a otras estructuras familiares, ocupando el segundo lugar la familia reconstituida o lo que los sociólogos denominan la “monogamia en serie”, es decir, después del primer matrimonio monógamo, seguido de un divorcio, y a este, a su vez un nuevo matrimonio monógamo y así sucesivamente. Las formas predominantes de familias, junto a la familia nuclear, será la binuclear y la reconstituida. Desde 1994, la ONU, ya declaraba que la familia era la democracia más pequeña dentro de la sociedad. En las familias contemporáneas se va suprimiendo la figura del jefe de familia a favor de un modo de regulación en el que cuentan sobre todo las negociaciones de los cónyuges, y entre padres e hijos. Entre las nuevas formas de compromiso, destacará el crecimiento de la homosexualidad dentro del a vida conyugal y familiar. El Estado ya no impondrá criterio a priori para el contrato fundador de la vida en pareja, aparte del consentimiento y la prohibición de la poligamia. La familia continuará desempeñando algunas de sus antiguas funciones, pero en forma atenuada. Continuará siendo la institución social fundamental responsable de la primera socialización, proveedora de nuevos miembros para la sociedad, transmisora de valores éticos y culturales. De acuerdo a la Conferencia Iberoamericana Sobre la Familia, celebrada en Madrid en el año 2000, en el Marco de la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estados, los datos mundiales confirman la vigencia de la familia conyugal que a pesar de los cambios que ha afectado su composición y de la aparición de diversos tipos de familia, sigue siendo muy apreciada por cumplir funciones estratégicas de arropamiento afectivo a todos los miembros, socialización y protección de las personas ante los problemas del mundo actual como la drogodependencia, el desempleo juvenil y el aislamiento de los ancianos. La revitalización de la familia pasa por la mejora de las relaciones familiares, por la pareja que funda la familia y por los propios miembros que la integran. El bienestar individual y familiar son factores determinantes de la unidad, la cohesión y la estabilidad de la familia. La igualdad y la equidad entre las personas de ambos sexos en la familia, así como la plena participación de la mujer y los hijos en todas las esferas serán elementos esenciales para el desarrollo de la familia.

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Para sostener a la familia como unidad económica, social y cultural es importante los sectores se aboquen a la familia. Los partidos políticos incluyan en sus programas medidas que favorezcan el bienestar familiar. A las empresas para que valoren la dimensión familiar de sus trabajadores y favorezcan con beneficios sociales a la familia. En los últimos años, viene creciendo el número de familias multiculturales, producto de matrimonios o uniones libres de personas de diferentes culturas. Estos matrimonios de diferentes culturas pueden afectar la relación familiar de una forma positiva o negativa. Elementos como la visión de los papeles en cada cultura, conceptos y valores religiosos producen un gran impacto en las relaciones. Una de las mayores preocupaciones de las parejas multiculturales es y será cómo lidiar con la educación de sus hijos. Es entonces cuando muchos padres comienzan a cuestionarse en qué religión y bajo qué identidad cultural deben criar a sus niños. Ante esta situación, en el futuro la identidad cultural se irá desdibujando. Por eso, el apoyo psicosocial de la familia será fundamental para los niños; de tal manera que crezcan con arraigo e identidad cultural. Con la revolución individualista, el futuro nos presenta la familia a la carta; la familia afectiva (donde se mezclan amigos y familiares y personas con las que se comparten gustos y aficiones comunes), esta familia tenderá a sustituir a la familia institucionalizada. Mas en esta nueva familia se seguirá buscando, al igual que en la institucionalizada, la fuente de bienestar social. En las familias del siglo XXI hay un protagonismo de la infancia y un extraordinario poder de los adolescentes. Cambia el paradigma de que los padres son la única influencia significativa sobre los hijos. La realidad del futuro es que los jóvenes ejercerán enormes efectos sobre la vida familiar. Jóvenes que crecerán con más poder adquisitivo, con más derechos que nunca, pero, a la vez, con más desmoralización y más hastío que en épocas anteriores. En las familias del futuro seguirán prevaleciendo las mascotas como un miembro más de la familia. Mas estas mascotas tenderán a ser cada vez más productos de la robótica. Pero en un futuro, la sociedad también tendrá que lidiar con los asuntos legales concernientes a los derechos y los deberes de los robots, quienes al igual que los grupos minoritarios de seres humanos tenderán a demandar del Estado sus derechos y la no discriminación.

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ACTUALIDAD Y FUTURO DE LA FAMILIA EN MÉXICO Las instituciones básicas en las que se basan las redes de cada individuo son el parentesco y la amistad. Efectivamente, la unidad básica de solidaridad en México es la gran familia o grupo tri-generacional de descendencia, y la “parentela”, que incluye teóricamente a los parientes bilaterales consanguíneos de un individuo. En los siguientes 25 años la longevidad se extenderá en promedio en el mundo en seis años, esto aunado al desarrollo de los mercados farmacéuticos promoverá un segundo aire a las relaciones sexuales; lo que implicará que en la tercera edad se advertirá la formación de nuevas relaciones conyugales y familiares (i.e. el padre de Julio Iglesias con más de 80 años, en su segundo matrimonio con una señora de 40 años, está pronto a tener un bebé). En la generación siguiente, hasta el año 2025-2030, la migración internacional modificará la estructura de las familias migrantes por cuanto algunos de sus miembros tendrán doble nacionalidad; por el hecho de haber nacido en otro país (Estados Unidos, por ejemplo). Los derechos propios de los nacidos en el exterior, respecto de sus hermanos mexicanos promoverá un trato diferenciado dentro de la misma familia. Los jóvenes migrantes mexicanos que han fundado una familia en Estados Unidos, en los siguientes 20 años enfrentarán el rompimiento con la estructura tri–generacional de la familia mexicana, por la influencia cultural del modelo de la familia estadounidense, las distancias geográficas, económicas y culturales. Las familias fracturadas por la migración, en el caso de las mujeres cabeza de familia, tenderán a conformar un nuevo hogar o a permanecer como jefas de familia, siendo ellas la fuente de sustento económico y moral. En México a partir del 20101, una de cada diez familias tendrá un familiar en Estados Unidos, lo que influirá en la formación de las familias multi–culturales; donde idioma, tradiciones y costumbres serán un “mix”; donde lo fundamental seguirá siendo el problema de decidir qué de todo el conjunto cultural debe prevalecer. Hacia el 2050, el genotipo de las familias mexicanas cambiará en los niveles socioeconómicos medio y bajo, por influencia de la mezcla racial originada en la migración internacional. El incremento de la reproducción asistida (inseminación artificial, reproducción in vitro, “alquiler de vientres”; entre otros medios), modificará la estructura legal del país y sus influencias sobre la familia se observarán más allá del año 2025 por medio de la conformación de familias diferentes (mujeres y hombres solos o parejas de homosexuales con hijos). Más allá del 2010, se observará el incremento de las familias anónimas, familias sin apellidos; cuyo núcleo será la actual agrupación entre los niños de la calle.

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No estamos lejos de apreciar en los Estados mexicanos con presencia fuerte del narcotráfico una disminución del número de hombres en las familias vinculadas con esta actividad; y el incremento de la presencia de adolescentes y personas jóvenes como partícipes del narcotráfico. El narcotráfico generará cada vez más “familias” basadas en la interacción de los individuos en este negocio, que por las ligas de sangre entre sus integrantes. En general, los recursos económicos facilitan la expresión de solidaridad familiar, y su falta tiende a impedir –en mayor o menor grado- tales expresiones. Sin embargo, en todos los casos, la solidaridad incondicional es el ideal para los miembros de la gran familia. Donde comen dos, comen tres y el cobijo que representan “echarle más agua a los frijoles”. Tal solidaridad entre parientes se expresa en cuatro dominios: la vida social, los rituales, las relaciones económicas y la ideología, incluyendo el apoyo emocional. Las remesas de los migrantes que de 8,895 millones de dólares durante el 2001, rebasaron los 12 mil millones durante el 2003, superando el monto de la Inversión Extranjera Directa, es otro ejemplo de esta solidaridad familiar. Estudios realizados entre los pobres urbanos, señalan que la interacción social en las barriadas populares tiene lugar dentro y a través de redes de asistencia mutua. Estas redes, estructuradas a partir de relaciones de parentesco y compadrazgo ofrecen mecanismos de seguridad social informal que asegura la supervivencia de los muy pobres. Pese al peso que tiene la gran familia en la conformación de valores y creencias en la familia mexicana, los medios de comunicación social-especialmente la publicidad-han ido desplazando la influencia familiar a la hora de consumir ciertos y determinados productos y servicios. Prevalece más la moda impuesta por los medios que las recomendaciones familiares. Al igual que en otras familias de occidente, en la familia mexicana, los proveedores de los ingresos familiares ya no están circunscritos a un solo miembros de la familia. El sustento económico familiar requiere más de un ingreso. El colaborar con los ingresos familiares también conlleva a una mayor participación en la decisiones familiares, se tiene tanto voz como voto. Las decisiones son ahora más compartidas. En el Censo de 2000, se registraron 22.3 millones de hogares, de los cuales, 53.1% tiene entre dos y cuatro integrantes. De los hogares, 79.4% está dirigido por un hombre, lo cual significa que de cada 100 hogares, 79 tienen jefatura masculina y 21 femenina. El promedio nacional de hijos en hogares con jefatura femenina es de 2; el cual se incrementa en áreas rurales a 2.3 y disminuye en urbanas a 1.9. En México, crece el matriarcado. La proporción de hogares con jefes de familia femenino tiende a aumentar. Para el año 1995 de 19,924,020 hogares, representaban el 17%. Para el año 2020 se estima que representarán el 24.2%. 10


Las tasas de fecundidad registradas en el 2000 fue de 2.41 hijos por mujer, para el año 2020 se estima en 1.87. De acuerdo a CONAPO, las tasas de ocupante por vivienda particulares se ubicó en 1995 en 4.72 ocupantes, estimándose para el 2020 un 2.93 ocupantes por vivienda.

De acuerdo al censo del 2000, el estado conyugal de los mexicanos que prevalece es el casado con 44.48%, seguido por el soltero 36.92%, la unión libre con 10.35% y separada, divorciados o viudos, 8%. Sin embargo, los especialistas consideran que la proporción de uniones libres sufre de subregistro, debido al sesgo cultural favorable al matrimonio que existe en las declaraciones que hacen durante el censo. El número de matrimonios mexicanos viene decreciendo a lo largo de las décadas. Para el año 1940 representaban una tasa bruta de 8.0% por mil habitantes, un total de 156,358 matrimonios. Para 1970, la cifra arriba 357,080 matrimonios, representando un 7.4%. Para el año 2001, la tasa de nupcialidad fue de 6.3%, registrándose sólo 665 mil 434 matrimonios. Por el contrario, el número de divorcios viene creciendo. En 1940 se registraron 4,291 divorcios que representaron un 2.7 de divorcios por cada 100 matrimonios. Para 1970, sube a 8.7 divorcios por cada 100 matrimonios. Para el 2001, se asentaron 57 mil 370 divorcios, esto es 8.6 disoluciones por cada 100 matrimonios. Entre las entidades que presentan una relación de divorcios por cada cien matrimonios mayor a la nacional; se encuentran: Chihuahua (20.7), el Distrito Federal (16.1) y Baja California (16). En caso contrario la menor se registró en Tlaxcala (1.9) y Oaxaca (2.6) Cabe señalar que el mayor número de matrimonios y divorcios se realiza en el estado de México (80,864 y 6,510, respectivamente) y el Distrito Federal (47,918 y 7,724). Lo anterior está relacionado con el monto de población de las entidades. En resumen, los arreglos familiares del México del siglo XXI reflejarán tanto el incremento de las personas que llegan a la vejez sin pareja conyugal debido a la cada vez mayor sobrevivencia de las mujeres y el incremento en el número de separaciones y divorcios, que es posible que de alguna manera estén relacionados también con un aumento de la esperanza de vida. A pesar de la disminución del número de hijos como consecuencia de la baja en el nivel de fecundidad, el incremento en la tasa de participación en la actividad laboral de las mujeres se ve limitado porque una proporción significativa de hijas de familia que se podían incorporar al trabajo extradoméstico no está en posibilidad de hacerlo ya que tienen que dedicarse al cuidado de sus padres que carecen de seguridad social o los montos que reciben son insuficientes. En México crecen las familias unipersonales. De acuerdo al INEGI, la reducción de la mortalidad, el aumento de la esperanza de vida, los divorcios, la viudez y la migración han sido factores determinantes para aumentar el número de las personas que viven solas. 11


De 1990 a 2000, la tasa de crecimiento de los hogares unipersonales fue de 5.7% y de los hogares familiares fue de 3.1%. Hace 13 años, en 1990, había 794 mil personas que vivían solas y en 2000 la cifra se duplicó al llegar a un millón 403 mil 179 personas. Esa cantidad de personas solas es superior a la población total de Baja California Sur, Colima, Campeche, Quintana Roo, Nayarit, Aguascaliente, Tlaxcala y Zacatecas. El mayor número de hogares de una sola persona se localiza en Distrito Federal, Estado de México, Veracruz y Jalisco. A diferencia de países anglosajones, donde se consiguen tanto ancianos como jóvenes independientes viviendo solos, en México prevalecen los mayores. En los hogares donde vive sólo una persona es evidente el abandono. Cuatro de cada diez tienen 60 años o más de edad. Seis de cada diez no concluyeron la educación básica. Cuatro de cada diez no participa en el mercado laboral y la mitad se sostiene precariamente de la ayuda económica de otros familiares o instituciones de asistencia social. De la población que vive sola, solamente un 1.6% tiene derecho al servicio médico público, principalmente el Seguro Social. Un 4% de esa población que vive sola es discapacitada. En 1990, la proporción de hombres solos con estudios medios y superiores fue de 21%, entretanto para el 2000 la cifra se ubicó en 29%. Mientras, las mujeres con ese mismo nivel de escolaridad representan la quinta parte de la población femenina que vive sola. La situación económica de las personas que viven solas en México atraviesa por serias dificultades, sobre todo si se toma en cuenta que la mitad de estas personas son de la tercera edad y no están en condiciones de participar en el mercado laboral. El porcentaje de personas que no obtienen ingresos por su trabajo se ubica en 48.5%, ya que uno de cada tres hombres y dos de cada tres mujeres se encuentran sin percibir ingresos por desempeñar actividades laborales. Otro dato interesante que recoge INEGI son los casos de mujeres que viven solas pese a tener hijos. A comienzos de la década de los noventa eran 116 mil en esa condición, pero para el año 2000 suman cerca de 200 mil mujeres. También ha aumentado el número de hijos nacidos de madres solas. En 1990, los hijos de madres solas eran 1.3 millones y para el 2000, son 2.5 millones, lo que indica que prácticamente se duplicaron en diez años. El INEGI señala que así como se está incrementando el número de hogares de una sola persona, está disminuyendo el número de familias de numerosos miembros. Las familias con más de siete miembros disminuyó de 1990 a 2000 en una proporción de 22.1% a 12.3%. En contraste, el número de hogares donde vive una sola persona aumentó de 4.9% a 6.3% en el período de referencia. 12


Preservar la gran familia será fundamental para los mexicanos, no sólo por asuntos de tradición y cultura, sino que seguirá siendo un instrumento de solidaridad básico que le permitirá a las familias sortear las situaciones difíciles que padezcan desde el punto de vista económico y afectivo.

Para el futuro de México, es básico preservar la institucionalidad familiar. Más aún cuando la unidad básica de solidaridad en México es la gran familia o grupo tri-generacional de descendencia: abuelos, padres, nietos y otros parientes. Las relaciones sociales de todos los miembros conforman una fuente a la cual recurrir cuando surge la necesidad. Quizás por eso se puede decir que la gran familia es la metáfora de la forma en que la sociedad mexicana está organizada política y socialmente. La familia ampliada será una nueva expresión de mayor solidaridad. 12/01/2004

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