EL FUTURO EN MONITOR REFLEXIONES SOBRE EL FUTURO DE LA POBREZA La pobreza puede entenderse como la carencia de lo que una sociedad considera como el mínimo básico para vivir, en términos de la gama de dimensiones que constituyen el bienestar. Sin embargo la pobreza tiene muchas dimensiones, tales como: condiciones educativas y de salud inadecuadas, falta de acceso a los servicios básicos, vulnerabilidad, baja autoestima y exclusión social; y no sólo un nivel de ingreso. Aunque no dejamos de reconocer que el concepto más difundido de pobreza, por los organismos multilaterales, se refiere a este aspecto, a los ingresos. Se ubican en situación de pobreza extrema, o pobreza indigente, a aquellas personas que viven con menos de un dólar al día, y en la pobreza moderada se encuentran los que subsisten con menos de dos dólares diarios. Entre otras vertientes de la pobreza y que son las que resaltarán en el futuro, se encuentran: Pobreza de capacidades humanas. Ésta se refiere a la falta de posesión de capacidades humanas mínimas que permitan llevar una vida saludable y productiva. Puede formularse en términos de una condición, como la libertad de prevenir “enfermedades que se pueden evitar o la mortalidad prematura” y saber leer y escribir, así como poseer otras destrezas básicas. También se expresa a menudo en términos de acceso a un servicio de escolaridad básica y servicios de salud de calidad adecuada que sustenten esos fines. Lo que se considera como “básico” depende del nivel de desarrollo, en especial en el área de la educación. Pobreza de activos e infraestructura. Más allá de los activos humanos, la falta de activos físicos y financieros es un elemento de pobreza. Aquí se incluyen bienes privados como vivienda, así como el acceso a bienes proporcionados públicamente. En muchas sociedades el acceso a un conjunto básico de servicios de infraestructura, como agua y saneamiento, caminos y electricidad, se considera esencial para un nivel mínimo de vida. De nuevo, la naturaleza de esta lista dependerá a menudo del nivel de desarrollo: es casi un juicio universal que los servicios de agua y saneamiento son necesidades; en los países con ingresos medianos sería típico incluir a la electricidad. Pobreza de ingreso o de gasto. Ésta define un nivel mínimo de ingresos o de gasto que permite la compra y el consumo de una canasta básica de bienes privados como alimentos, vestimenta, vivienda y elementos de adquisición privada para educación, salud y otros servicios. Puede definirse en términos de ingresos o gastos. En la Declaración del Milenio, firmada en septiembre del 2000, 189 países acordaron un conjunto de metas de desarrollo cuantificable, entre las que destaca Reducir a la mitad la pobreza extrema para el año 2015. No obstante, la meta está lejos de alcanzarse, entre otras razones, porque se mantiene la desigualdad en la distribución de los ingresos en los países que padecen este mal.
CONTEXTO MUNDIAL DE LA POBREZA 2
El porcentaje de la población mundial que vive en la pobreza ha disminuido notablemente en las últimas décadas. Sin embargo, mientras el total de la población del mundo aumenta, el número absoluto de pobres se ha mantenido casi fijo en 1,200 millones, a pesar de las numerosas iniciativas bilaterales y multilaterales que se emprenden contra la pobreza. La pobreza y sus consecuencias, son características de países en desarrollo. Mientras en los países más ricos, menos del 5% de los niños de menos de cinco años de edad sufre de malnutrición; en los países pobres, hasta 50% de los niños sufre los efectos de una alimentación insuficiente. Hoy se anticipa el desarrollo de una economía mundial con una riqueza concentrada en pocos países. En 1980 eran dieciocho los países que reunían el 80% del PIB mundial; en la actualidad de 176 economías el 80% lo hacen 15 países, entre ellos México. En un momento de riqueza sin precedente para muchos países, 2,800 millones de personas —casi la mitad de la población mundial—vive con menos de dos dólares al día. Y 1,200 millones de estas personas viven en condiciones de extrema marginación, con menos de US$1 al día. El crecimiento del sector agropecuario desempeña un papel crucial en la reducción de la pobreza y de la desigualdad. El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) estima que siete de cada diez pobres del mundo siguen viviendo en zonas rurales. Entre ellos se incluyen pequeños propietarios, campesinos sin tierras, pastores tradicionales, pescadores artesanos y grupos marginales como refugiados, poblaciones indígenas y hogares encabezados por una mujer. Es por ello que el crecimiento de la agricultura y del empleo rural no agrícola asociado, pueden tener gran repercusión en la reducción de la pobreza en las zonas rurales. Otro elemento asociado con la pobreza es el riego. Si existe un suministro de agua suficiente y fiable, el riego aumenta los rendimientos de la mayoría de los cultivos en un 100 a 400 por ciento .Aunque sólo el 17 por ciento de las tierras cultivables del mundo se riegan, ese 17 por ciento produce el 40 por ciento de los alimentos mundiales. Además de mayores rendimientos, el riego aumenta los ingresos y reduce el hambre y la pobreza. Los datos muestran que cuando se dispone ampliamente de riego, la subnutrición y la pobreza son menos frecuente.
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Los estudios en curso en países asiáticos ofrecen pruebas de que el riego mitiga tanto la pobreza permanente como la temporal. En la India, por ejemplo, un estudio del Banco Mundial determinó que el 69 por ciento de la población de los distritos de secano era pobre, mientras que en los distritos de regadío los pobres representaban sólo el 26 por ciento de la población. Los agricultores se benefician directamente del riego mediante ingresos mayores y más estables y el mayor valor de las tierras regadas. Otro de los grandes males asociados a la pobreza es el hambre. Para reducir este mal, se requiere el seguimiento de varios factores, como el crecimiento de la población, el crecimiento del PIB per cápita, el gasto en salud en porcentaje del PIB, el porcentaje de adultos infectados por el VIH, el número de emergencias alimentarias y el índice de desarrollo humano del PNUD (compuesto a su vez por muchos indicadores económicos y sociales). Los países que con más éxito han reducido la pobreza, son los que han adoptado políticas económicas sólidas, han alentado la inversión privada y el libre comercio, y fomentado el buen gobierno así como el establecimiento del Estado de Derecho de la ley. Muchos planes contra la pobreza no son sino estrategias vagamente formuladas. Sólo una minoría de los países cuentan con auténticos planes de acción, con metas expresas, presupuestos suficientes y organizaciones eficaces. Muchos países no tienen planes expresos contra la pobreza sino que la incorporan en la planificación nacional. Y muchos de ellos parecen olvidarse del tema. Los países deben vincular sus programas relativos a la pobreza no sólo con su política nacional sino además con su política económica y financiera internacional, una relación que rara vez se hace. En un mundo de integración económica cada vez mayor ese vínculo puede resultar fundamental. Pero la pobreza no es exclusiva de los países en desarrollo. Los países industrializados padecen de pobreza humana, entendida ésta como por el empobrecimiento en múltiples dimensiones, no sólo de ingresos: la privación en cuanto a una vida larga saludable, en cuanto a conocimiento, en cuanto a un nivel decente de vida, en cuanto a participación. El concepto de pobreza humana considera que la falta de ingreso suficiente es un factor importante de privación humana, pero no el único. Ni, según ese concepto, puede todo empobrecimiento reducirse al ingreso. Si el ingreso no es la suma total de la vida humana, la falta de ingreso no puede ser la suma total de la privación humana. El Índice de Pobreza Humana que desarrolla el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se prepara respecto de los países en desarrollo (IPH-1) y los países industrializados (IPH-2).
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El IPH-1 mide la privación en cuanto a las mismas dimensiones del desarrollo humano básico que el Índice de Desarrollo Humano, es decir, la esperanza de vida al nacer, el logro educacional (alfabetización de adultos y la tasa bruta de matriculación primaria, secundaria y terciaria combinada) y el PIB real per cápita (PPA en dólares). Pero exactamente las variables utilizadas de este índice de Pobreza Humana para los países en Desarrollo son: el porcentaje de personas que se estima que morirá antes de los 40 años de edad, el porcentaje de adultos analfabetos y la privación en cuanto al aprovisionamiento económico general -público y privado - reflejado por el porcentaje de la población sin acceso a servicios de salud y agua potable y el porcentaje de niños con peso insuficiente. El IPH-2, el índice de Pobreza Humana para los países industrializados, se centra en la privación en las mismas tres dimensiones que el IPH-1 y en una adicional, la exclusión social. Las variables son el porcentaje de personas que se estima que morirá antes de los 60 años de edad, el porcentaje de personas cuya capacidad para leer y escribir no es suficiente para ser funcional, la proporción de la población que es pobre de ingreso (con un ingreso disponible inferior al 50% del mediano) y la proporción de desempleados de largo plazo (12 meses o más). Según el informe del PNUD, para 18 países industrializados el menor nivel de pobreza humana lo presenta Noruega con el 7.3%, seguida de Suecia (7.6%) y los Países Bajos (8.2%). Los países avanzados con mayor pobreza humana son los Estados Unidos (15.8%), Irlanda (15%) y el Reino Unido (14.6%) .
PROSPECTIVA DE LA POBREZA Superar la pobreza, implica tiempos extremadamente largos. Si bien el crecimiento económico es una condición básica, y en tanto no haya cambios económicos sustantivos, las prácticas redistributivas deben seguir ocupando un lugar preponderante de las políticas públicas, porque es claro que la magnitud y complejidad del fenómeno de la pobreza implica abordarlo como un asunto histórico central, que trascienda los intereses inmediatos y coyunturales. Si las tendencias de desarrollo económico prevalecen en los siguientes quince años, se podría esperar que el mayor dinamismo del mundo se ubique en los países en desarrollo que pudieran elevar su ingreso por persona en 40% al 2015 respecto de inicios de este siglo. La capitalización de este crecimiento podría concentrarse en los países emergentes del Asia–Oriental quienes podrán duplicar su ingreso por persona al 2015 y sextuplicarlo para el año 2030. Es decir, serían estos países los que tendrían mayor oportunidad de disminuir sus indicadores de pobreza.
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Naciones Unidas describe paraAmérica Latina y el Caribe un escenario donde ve posible que el ingreso por persona crezca a tasas anuales de entre 3 y 3.5 por ciento. Con ello se puede triplicar el ingreso per cápita para el 2030. Basta recordar que el ingreso promedio de las Américas hoy es del orden de 5,500 dólares; si se excluye a Estados Unidos y Canadá se cifraría en 3,700 por persona al año (40% inferior al ingreso mundial ponderado que es de 5,900 USD). Crecimiento Económico y Per Cápita por Regiones del Mundo, 2015 y 2030 (Crecimiento medio anual por periodo) PIB total 1997-99 a 2015 2015 a 2030
PIB per cápita 1997-99 a 2015 2015 a 2030
Mundial
3.5
3.8
2.3
2.9
Países en desarrollo
5.1
5.5
3.7
4.4
África Sur del Sahara
4.4
4.5
1.8
2.3
Cercano Oriente y África del Norte
3.7
3.9
1.8
2.4
América Latina y el Caribe Asia meridional
4.1 5.5
4.4 5.4
2.8 3.9
3.5 4.3
Asia oriental
6.1
6.3
5.3
5.8
3
3
2.6
2.8
3.7
4
4
4.3
Países industriales Países en transición
Fuente Consultores Internacionales, S.C. con datos de FAO y Banco Mundial.
Mas la pobreza seguirá prevaleciendo en nuestra región, en América Latina y el Caribe. Es muy probable que no se cumpla la meta de la Declaración del Milenio del año 2000, de reducir la pobreza a la mitad para el año 2015. En 1990 la población que vivía con menos de un dólar era de 49 millones; un año más tarde, la cifra aumentó a 50 millones. En este momento y según el ritmo de avance que existe, la proyección del Banco Mundial para 2015 es que habrá 46 millones de personas con menos de un dólar por día, lo cual da como resultado una disminución de tres millones para ese año; esto significa una disminución sólo de 11 por ciento. Esa respuesta está muy lejos de la meta -reducir la pobreza 50 por ciento-, más aún si se toma la línea de pobreza de dos dólares por día. Otra de las batallas que tendrá que enfrentar la pobreza es el crecimiento de la población. La población mundial aumenta en las regiones menos favorecidas económicamente, lo que determina que en estas regiones difícilmente podrán desterrar este problema si la presión demográfica. Desplegar esfuerzos contra la pobreza y la desigualdad es una tarea que se justifica no sólo por razones económicas y políticas. Asumir, como sociedad, sacrificios y hacer compromisos explícitos, son la única vía posible para superar ideas chatas que ven en la pobreza un mal necesario que acompaña al quehacer humano. 6
La lucha contra la pobreza exige, por tanto, un despliegue de imaginación política que deje voluntarismos y retóricas y busque fórmulas basadas en propuestas plurales; en este sentido, poner en el centro de la agenda nacional a la equidad social, debería ser una de las tareas de nuestra política que se quiere democrática. Para combatir la pobreza que prevalece en los países en desarrollo, es necesario la
movilización de los gobiernos, los organismos internacionales, las ONGs, la sociedad civil y las comunidades locales se movilicen en apoyo de las siguientes áreas prioritarias: a) Oportunidad: Incrementar las oportunidades económicas para las poblaciones de menores recursos a través de la estimulación del crecimiento económico, la construcción de mercados que funcionen mejor para los pobres y la lucha por su inclusión, en particular multiplicando sus activos, como tierra y educación. b) Empoderamiento: Desarrollar la capacidad de los pobres de influir en las decisiones que determinan su vida y eliminar la discriminación basada en sexo, raza, grupo étnico o condición social. c) Seguridad: Reducir la vulnerabilidad de los pobres a la enfermedad, las crisis económicas, las pérdidas de cosechas, el desempleo, los desastres naturales y la violencia, ayudándolos a hacerle frente a estos eventos cuando se producen.
PRESENTE Y TENDENCIAS EN MÉXICO Si en 1994, dos de cada diez mexicanos estaban en pobreza extrema, la gravedad de la crisis financiera nos llevó a que cuatro de cada diez mexicanos pasaran en 1996 a ingresar las filas de los pobres más pobres. Con el avance de la economía y por efecto de la política social, la situación tiende a cambiar. El reciente informe del Banco Mundial, La Pobreza en México: una evaluación de las condiciones, las tendencias y la estrategia del Gobierno, revela que disminuyeron los niveles de pobreza extrema en el país, al reducirse de 24.2% del total de la población en el año 2000 al 20.3% para el año 2002, una disminución de tres millones de personas en esta condición. En materia de pobreza moderada, hemos pasado de 53.7% del total de la población para el año 2000 a 51.7% en el 2002. Es decir, que para el año 2002 la mitad de la población mexicana vivía en estado de pobreza y una quinta parte en situación de pobreza extrema, realidades discordantes para un país considerado de ingresos medios altos y de alto desarrollo humano.
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Pero hay que reconocer que sí estamos avanzando en disminuir la pobreza. En esta reducción de la pobreza, hay que tener en cuenta el incremento trascendente del gasto en el desarrollo social desde la crisis 1994-1995, que incluyó apoyo a servicios básicos y subsidios focalizados. De acuerdo al Banco Mundial, el gasto de programas dirigido a los pobres representa en la actualidad el 1.3%, mientras que en 1990 se ubicaba en 0.7%. En estos avances, de acuerdo al citado informe del Banco Mundial, La Pobreza en México: una evaluación de las condiciones, las tendencias y la estrategia del Gobierno, se estima que de producirse un crecimiento promedio anual de 2% en el período 2002-2015, la pobreza extrema podría pasar de 24.2% a 18.25%. En un escenario con un crecimiento promedio de 5%, se podría reducir a 6.36%. Esto, manteniendo prácticamente la misma distribución de la riqueza, porque si mejora la distribución de la riqueza, la disminución de la pobreza podría ser mayor para ese período. Se podría alcanzar para el año 2015, el 3.69%. Esto nos reitera que en el combate a la pobreza, tanto el crecimiento económico como la distribución de la riqueza, son dos factores esenciales para acabar con este mal. En el país, se afinan métodos cada vez más adecuados para ponderar este problema y tomar las medidas pertinentes. En este sentido, destacan las recomendaciones del Comité Técnico para la Medición de la Pobreza (CTMP), que ha incorporado el Gobierno Federal, como puntos de referencias a través de tres componentes básicos: ! Umbral de Pobreza Alimentaria: hogares cuyo ingreso por persona es menor al que se considera como necesario para cubrir las necesidades de alimentación. ! Umbral de Desarrollo de Capacidades: hogares cuyo ingreso por persona es suficiente para satisfacer sus necesidades de alimentación, y sin embargo carecen de la capacidad para cubrir sus requerimientos de educación, salud y vivienda. ! Umbral de Desarrollo de Patrimonio: hogares cuyo ingreso por persona les permite cubrir las necesidades de alimentación y el consumo básico en salud y educación; pero no con cuentan con posibilidades de adquirir vivienda y transporte, así como renovar frecuentemente vestido y calzado. De acuerdo a este enfoque, la proporción de la población en situación de pobreza alimentaria se redujo de 24.2% a 20.3% del total de la población entre los años 2000 y 2002. La población por debajo del umbral de desarrollo de capacidades pasó de 31.9% a 26.5% y la proporción de la población por debajo del umbral de desarrollo de patrimonio avanzó de 53.7% a 51.7%, durante el mismo período.
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Los avances en materia de salud y educación, han permitido un mejoramiento en indicadores de bienestar y en la disminución de la pobreza. Sin embargo, quedan retos pendientes como el crecimiento sostenido de los ingresos y la calidad de los servicios básicos, en especial de los que viven en pobreza extrema. Igualmente se requieren estrategias respecto a la cobertura incompleta del sistema de protección social para la salud, la vejez y el desempleo, retos que son especialmente importantes para aquellos pobres moderados que no tienen acceso a la seguridad social formal ni a programas tipo Oportunidades. La mejor oportunidad para que los pobres y sus hijos obtengan movilidad ascendente en todo el transcurso de sus vidas es tener más y mejores trabajos. Esta movilidad ascendente es fundamental para asegurar el objetivo final del desarrollo: liberarse del hambre, vidas prolongadas, salud, más opciones y, en general, mayor realización humana. De sostenerse las actuales tendencias, México sería uno de los primeros países latinoamericanos en alcanzar con anticipación el primer objetivo de la Declaración del Milenio. La meta para el 2015 es reducir a la mitad los niveles de pobreza registrados en 1996. Es decir, pasar de 37.1% de la población en situación de pobreza alimentaria, a 18.5%. Actualmente nos ubicamos en un 20.3%, por tanto es muy probable que la meta se alcance antes del 2015. En definitiva, la disminución de los niveles de pobreza extrema nos deja clara la lección de que la condición necesaria para que perduren y avancen las estrategias de su erradicación, será posible no sólo con el aumento sostenido del gasto social y políticas sociales focalizadas, sino con un crecimiento sustentable de la economía. Sin aumento del crecimiento económico, se pueden revertir los progresos alcanzados en el combate a la pobreza. 6/10/2004
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