3 minute read

Palabra vivida

A mal tiempo, buena cara

Charlotte: “Hace unos meses, en una reunión aparentemente de rutina con mi jefe, éste me informó de su decisión de prescindir de mis servicios. Me quedé desconcertada. No tenía ni una sospecha de que esto fuera a suceder; la empresa nos había comunicado poco antes que nadie sería despedido durante la pandemia.

Advertisement

La del despedido era una experiencia nueva para mí. Pensar en las necesidades de nuestra familia -como las facturas que había que pagar, una hipoteca, etc.- me daba ganas de llorar. No puedo explicar lo deprimida e inútil que me sentía. Pensaba a menudo en el grito de Jesús en la cruz: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’ (Mateo 27, 46). La sensación de inseguridad me afectaaba mucho.

Después del trauma inicial, sentí la necesidad de confiar en que Dios cuidaría de mi familia. Junto a mi marido Mario, procurábamos mostrar una actitud positiva, incluso en el rostro, ante nuestras hijas, y las alentamos a unirse a nosotros en la oración y en la confianza. Lo último que queríamos era hacerlas sentir inseguras. Les explicamos la situación y les dijimos en tono jocoso que las compras en Amazon tendrían que esperar.

Sin embargo, hacer frente al desempleo no fue fácil. Me despertaba todas las mañanas pensando: ‘Quizás hoy reciba buenas noticias sobre un empleo para mí’. Pero a medida que pasaban los días, la falta de respuestas afectaba cada vez más mi confianza. Teníamos planes de remodelar nuestro sótano y construir un patio de concreto pero tuvimos que posponer todo. El estrés también me estaba volviendo hipersensible. A veces, Mario me decía algo que yo malinterpretaba, lo cual provocaba desunión”. Mario: “Lidiar con la pérdida del trabajo de Charlotte fue algo nuevo para los dos. Hacía todo lo posible para apoyar a Charlotte y estar allí para ella y nuestras hijas. Pero tenía que levantarme muy temprano para ir a trabajar todo el día y volvía a casa cansado. Me di cuenta de que existía la percepción de que no estaba contribuyendo lo suficiente a nuestra vida familiar, y esto fue un dolor para mí.

Una noche, cuando llegué a casa, tenía mucha hambre. De inmediato, le pregunté a Charlotte qué había para cenar. Ella entendió mal mi pregunta y pensó que esperaba encontrar la cena lista y servida. Esa no era mi intención; pero entendí que tenía que amar más y mejor, y ser consciente de su sensibilidad, sobre todo en ese período difícil. La ‘Palabra de vida’ me ayudó a practicar el amor concreto. Esa noche, nos reconciliamos y volvimos a comprometernos a comenzar de nuevo y vivir en amor mutuo”.

Charlotte: “No nos sentimos solos. Los demás miembros de la comunidad de los Focolares estaban con nosotros apoyándonos y rezando por mi trabajo. Apenas supieron que me habían despedido, muchos llamaron para darme ánimo, y nos sentimos bendecidos por contar con oídos atentos y empáticos. Una persona incluso nos visitó y nos trajo un regalo de productos frescos”.

Mario: “El mayor desafío fue financiero, pero seguimos tratando de mantener el amor mutuo entre nosotros y la confianza en la promesa de Dios de que Él nos cuidaría siempre. Juntos tomamos decisiones financieras y encontramos solucio-

Shelley Wiart pixabay

nes, decidiendo dónde ahorrar y cómo administrar sabiamente nuestro dinero.

Las promesas del Evangelio se hicieron realidad. Un día recibimos la aprobación de un alivio temporal en la cuota escolar de las niñas, así como para los pagos de nuestra hipoteca. Incluso los plazos de los préstamos estudiantiles de Charlotte se pospusieron debido al Covid.

Cuando la comunidad nos ofreció un apoyo financiero, sentimos que el amor en nuestra familia más grande era real. Recordábamos a los primeros cristianos, que lo ponían todo en común.

Después de hablar en familia, sentimos que, frente a Dios, teníamos todo lo que necesitábamos”.

Charlotte: “Este descanso forzoso me dio la oportunidad de revisar mi trayectoria, actualizar mi currículum, reforzar las habilidades que tengo (y aprender nuevas) y pensar en mis experiencias profesionales, con todo lo que había aprendido en los últimos 13 años.

Después de varias entrevistas, me ofrecieron un trabajo. ¡Qué alegría! Me sumé a mi nueva empresa el 17 de agosto, que también fue nuestro 16º aniversario de bodas. Continuamos nuestro viaje juntos, agradecidos de tener familiares y amigos que nos apoyan.

Charlotte y Mario D’Sa (Washington, Estados Unidos)

This article is from: