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Cultura de la unidad

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trabajosamente conquistados a lo largo del tiempo- como resultado de un sistema educativo basado enteramente en el La prioridad de las valor de la eficiencia y la competitividad. relaciones sociales Por no hablar de la sospecha que recae cada vez con más fuerza sobre la magistratura, es decir, sobre la estructura jurídica de las sociedades democráticas, provocando una sensación de desconcierto que llega a la consternación, sobre todo cuando se constata que quienes cultivan la corrupción casi siempre logran salirse con la suya. Al final de su artículo, Pabst cita al académico de filosofia política francés, Pierre Manent, para quien el hombre democrático “es el hombre más libre que haya existido jamás y, al mismo tiempo, el más domesticado”. Ciertamente, como dice el politólogo alemán, para salvar la democracia es necesario superar el liberalismo estricto y apuntar a un “gobierno mixto” (no oligárquico). Pero, en mi opinión, aún más decisivo es lo que él mismo señala cuando afirma que “la supremacía del Estado y del mercado sobre la asociación humana puede conducir a un sistema democrático que instila un sentido de ‘servidumbre voluntaria’”. Aquí está el quid de la cuestión: fortalecer la asociación humana. ¿Cómo hacerlo? Creo que esta meta requiere un

La crisis de la democracia en Occi- Creo que el análisis de Pabst es bási- proyecto educativo de alto nivel, profundente ha llevado a varios académicos camente lúcido. Hoy nos enfrentamos a do y universal, con bases antropológicas a plantear la hipótesis de la llegada de una especie de “despotismo democráti- y éticas claras y convincentes. Estamos una era “posdemocrática”, con conse- co” (son palabras suyas) que se alimen- muy lejos de un horizonte de este tipo, cuencias incalculables y ciertamente no ta de manipulaciones sutiles pero efica- pero es urgente avanzar en esta direcpositivas. Adrian Pabst, profesor alemán ces, sobre todo a través del control de los ción. En última instancia, se trata de “rade teoría política en la Universidad de medios de comunicación de masa, don- dicalizar” (en el sentido de “ir a la raíz”) Kent, reaccionó a esta conjetura afir- de la mentira reina sin contrapesos, evi- la democracia, superando la supremacía mando que, si bien la misma contie- denciando la reducción a los mínimos de la política. Debemos partir de abane elementos que captan el elemen- históricos de la ética en la gestión de la jo y de lo primero: las relaciones sociato crítico del sistema democrático, no “casa común”. De ahí el desconcierto de les fundadas en la dignidad de la persole acierta al problema subyacente. Este los ciudadanos de a pie, la creciente des- na humana y de los pueblos. Política en consistiría, en cambio, en profundizar en confianza en el sistema representativo y sentido estricto viene después. Este inla realidad política actual para recono- el consiguiente déficit de participación vierno, el intendente de una ciudad eucer las amenazas reales a la democracia. social. Todo el mundo intenta refugiarse, ropea -hombre joven, franco, servicial y Que a su juicio son tres: la irrupción de lo mejor que puede, en su pequeño es- generoso- que goza de un gran consenuna nueva oligarquía (élites partidarias, pacio doméstico, dejando el espacio pú- so entre sus conciudadanos, me confesó burocráticas y económicas), el nacimien- blico libre para la acción de grupos cada que el secreto de su éxito radica en que to del populismo demagógico y el riesgo vez más extremistas y radicales. A todo no es un político, sino un simple admide la anarquía. Todo ello, a expensas de esto hay que sumarle la carencia de vi- nistrador de relaciones sociales. Lo que los lazos sociales que, en esta perspecti- sión histórica -que nos hace sentir par- intenta hacer manteniendo firme el prinva, se debilitan drásticamente. te de una tradición cargada de valores cipio de la supremacía de la persona.

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