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Vida sana
Jugando se aprende mejor
Una niña abre su libro por primera vez. Observa unos signos misteriosos. Su maestro los está dibujando muy grandes en la pizarra y dice: “¡Es la letra A!”. Acaba de iniciarse en la apasionante aventura (o el duro trabajo) de aprender a leer. Todo depende de un cerebro asombrado y de una mente curiosa.
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Asombro y curiosidad empujan al ser humano a buscar el sentido de todo lo que lo rodea. Y a aprender. Aunque esta capacidad de aprender es máxima durante la infancia, no tiene por qué detenerse a largo del resto de la vida, pues el cerebro es un órgano que sigue formándose permanentemente. Unas neuronas unidas a otras, a través de sinapsis, establecen y modulan circuitos: es lo que se denomina plasticidad neuronal.
Desde una humilde babosa al ganador de un Nobel, todos los animales comparten esa capacidad innata de asociar un cambio externo (estímulo) a una modificación interna de sus circuitos neuronales (respuesta), que se traduce en un nuevo comportamiento (o sea la conducta aprendida). Así, la persistencia de ciertos estímulos provocará que se potencien algunas sinapsis, mientras que otras se debilitan. Aprender es, por tanto, una característica inherente a la naturaleza de los sistemas nerviosos.
Cómo aprende nuestro cerebro
La estructura relacionada con consolidar el aprendizaje en el cerebro es el hipocampo, ayudado por densas conexiones establecidas por otra estructura, la amígdala, que lo unen al hipotálamo y amplias áreas corticales. Esto permite que haya una fuerte conexión entre lo que emociona y lo aprendido.
Pero no basta con saber algo, sino que también hay que poder utilizarlo. En esta tarea resulta fundamental el lóbulo medio temporal, activo cuando se memorizan cosas. Por otra parte, la corteza prefrontral ventromedial predice cuándo será necesaria esa información.
Ahora bien, nada se consigue si no se desea. De este último requisito se encarga un centro de recompensa y placer: el núcleo accumbens. De él dependen la motivación, la capacidad de logro y la planificación.
Con todo esto el cerebro está preparado para adquirir, continuamente, nue-
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vos conocimientos y habilidades que resultan imprescindibles para adaptarse a un medio cambiante y disfrutar con ello. La clave está en cómo lo hará.
¿Sufrir o jugar?
Desde el principio los investigadores asociaron el esfuerzo (y hasta el sufrimiento) con el aprendizaje. Se trataba de pautas derivadas de la exposición a estímulos de los que habría que huir (clásicamente denominado “aprendizaje por aversión”). Sin embargo, los mecanismos de recompensa también mostraron, muy pronto, su eficacia para conseguir conocer el mundo y conectar al individuo con
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él. Aquí donde aparece el valor adaptativo del juego.
Existen muchas evidencias de que el juego es una pieza fundamental durante el crecimiento, sobre todo en primates. De hecho, no es casual que las etapas más juguetonas (infancia y juventud) coincidan con las fases de mayor desarrollo encefálico y formación de conexiones (sinaptogénesis).
Jugar tiene un costo, por lo que si se mantiene es por los beneficios evolutivos que conlleva. El juego nutre todos los aspectos madurativos y constituye la base para el éxito en la obtención de habilidades cognitivas, sociales, físicas y emocionales. Además, ¡es muy divertido!
Aprender jugando permite repetir (entrenar) pautas que se perfeccionan mientras se estimulan los circuitos neurales de recompensa. Por ejemplo, en algunas comunidades de chimpancés se han visto sujetos que cuidan piedras o pequeñas ramas a modo de muñecas, mientras otros grupos se incordian y pelean entre ellos.
Lo interesante es que, aunque la conducta lúdica recuerde a la conducta auténtica, quienes la llevan a cabo de alguna manera saben que no está sucediendo de verdad. Para ello cuentan con señales comunes centradas en poner “cara de juego”. En ella, la posición de la boca es fundamental. Tanto, que no solo la reconocen los primates sino también otros grupos animales. Estos juegos permiten gestionar tensiones y perfeccionar conductas de cuidado, apaciguamiento o jerárquicas.
Jugar es la base de comportamientos sociales más complejos como la cooperación (con la empatía que ello requiere). También se ha propuesto que el juego podría fomentar la creatividad y hasta la cultura, lo que explicaría lo ocurrido entre macacos en Japón, donde se han difundido estrategias manipulativas más allá de la comunidad original.
En definitiva, jugar es un modo muy eficaz de aprendizaje con el que explorar el mundo y experimentar con situaciones de la vida real sin peligro. Hasta en el Quijote se afirma que “la letra con sangre entra”, pero la neurociencia nos aporta muchos datos sobre cómo se aprende en realidad. Si bien es cierto que se puede aprender del dolor, no lo es menos que también enseña lo que divierte. Muy probablemente, con mucho más éxito.
*La autora, española, es profesora titular de Fisiología en la Universidad de Sevilla. Este artículo fue publicado originalmente en la edición española del portal periodístico The Conversation (theconversation.com)
Cine ������������������������������������������������������������������������������������������������������������� El jinete
(The Rider) Estados Unidos, 2017. Drama, western. Dirección: Chloé Zhao. Con Brady Jandreau, Lilly Jandreau, Tim Jandreau, Lane Scott y Cat Clifford. 1 h 45’ +13 años
La directora china Chloé Zhao dirige este íntimo e inspirador retrato, una película en donde los personajes existen fuera de la ficción y viven sus propias vidas en la pantalla. Basada en hechos reales, El jinete cuenta la historia de Brady, un jinete de rodeo que sufre un grave accidente en la cabeza que le imposibilita volver a montar. Brady pasa los días en compañía de su familia y sus amigos, anhelando el día en que pueda regresar a los rodeos. Las personas en las que esta cinta está basada actúan como ellos mismos en la película, algo muy inusual pero que construye un hermoso trabajo. No hay un solo momento en El jinete que se sienta forzado o fuera de lugar. La cámara de Zhao sabe con exactitud donde ubicarse para no
Natalia Ginzburg, una escritora familiar
Había nacido en la ciudad siciliana de Palermo en 1916, donde se habían instalado un tiempo sus padres, intelectuales de origen triestino (en el norte de Italia). Su apellido de soltera era Levi. Su padre era un profesor universitario, un librepensador de origen judío; su madre era de tradición
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ser intrusiva, de modo que nos sumergimos por completo la historia de Brady. Con un estilo que roza el formato documental, entramos y salimos de la película intactos, pero con los sentimientos que evoca marcados en lo profundo del corazón. católica. Cuando tenía tres años la familia se trasladó a Turín, y su padre continuó con la cátedra de anatomía. Sufrió la censura y la persecución por sus posiciones anti-fascistas. Natalia mantuvo siempre el apellido de su primer marido, Leone, de origen ruso judío, activo en política, profesor de literatura y gran traductor de los autores rusos al italiano. Fue uno de los fundadores de la prestigiosa editorial Einaudi, donde Natalia trató intensamente a Italo Calvino y Cesare Pavese, entro otros escritores. Su marido fue asesinado por militares alemanes en una cárcel de Roma. Tenían tres hijos. Uno de ellos es el famoso historiador Carlo Ginzburg. Ella decía que dos grandes dolores en su vida fueron la muerte de Leone y el suicidio de Pavese.
Natalia, que había trabajado para Pier Paolo Pasolini en El Evangelio según san Mateo, en el papel de María Magdalena, murió en Roma en octubre de 1991. Ejerció como diputada por el Partido Comunista. Era familiar de la neuróloga Premio Nobel, Rita Levi Montalcini.
Repartió su vida entre Turín y Roma. Su libro más conocido se titula Léxico familiar, donde relata muchas anécdotas de su vida y sostiene que cada familia tiene su propio lenguaje. Escribe: “Somos cinco hermanos. Vivimos en distintas ciudades y algunos en el extranjero, pero no solemos escribirPocos largometrajes son tan devastadoramente realistas como El jinete, una obra maestra del cine contemporáneo. Maximiliano Núñez
Libro ������������������������������������������������������������������������������������������������������������
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(Excelente) nos. Cuando nos vemos, podemos estar indiferentes o distraídos los unos de los otros, pero basta que uno de nosotros diga una palabra, una frase, una de aquellas antiguas frases que hemos oído y repetido infinidad de veces en nuestra infancia, para volver a recuperar de pronto nuestra antigua relación y nuestra infancia y juventud, unidas indisolublemente a aquellas frases, a aquellas palabras”.
O “ ‘Ginzburg es un hombre’ dijo mi madre, ‘cultísimo y muy inteligente, y hace unas bellísimas traducciones del ruso’. ‘Pero es muy feo’, dijo mi padre. ‘Ya se sabe, los judíos son todos feos’. ‘¿Y tú?’, le preguntó mi madre, ‘¿Tú no eres judío?’. ‘De hecho yo también soy feo’, respondió mi padre”. Y en otra página: “Leone... su capacidad de escuchar era inmensa. Sabía escuchar a los demás con gran atención, incluso cuando estaba profundamente ensimismado pensando en sí mismo. Su verdadera pasión era la política. Sin embargo, además de esta vocación, fundamental para él, tenía otras pasiones: la poesía, la filología y la historia”.
Dos obras de Natalia que vale la pena no perder son Querido Miguel y la pieza teatral Me casé por alegría. José María Poirier (Una autora para descubrir)
Cine �������������������������������������������������������������������������������������������������������������
La asistente (The Assistant) Estados Unidos, 2020. Drama. Dirección: Kitty Green. Con Julia Garner, Matthew Macfadyen y Makenzie Leigh. 87 minutos. Apta para mayores de 13 años.
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En Ciudad nueva del pasado junio comentamos el lanzamiento de dos canciones inéditas del trovador estadounidense Premio Nobel de Literatura 2016: la kilométrica y aclamada por la crítica “Murder Most Foul” y “I Contain Multitudes”, amada por el público y por muchos colegas y admiradores. Como se sospechaba, era el preludio de una nueva joya de Dylan: el doble CD Rough and Rowdy Ways (“Maneras ásperas y ruidosas”, en una traducción libre). Además, fue su regreso a la creación pura, después de varios discos de relecturas personales de clásicos de la música de Estados Unidos.
Sin que le importen el Covid, el alternarse de las modas musicales y de toda otras mutaciones, el viejo Bob -soplará 80 velitas en mayo- pocas semanas después sacó del horno una nueva obra maestra que marca el regreso del bardo a sus andanzas de autor que “cocina” con maestría sirviéndose de la historia, de la sociología, de la poesía y de la dramaturgia. Son diez tracks que rebosan alusiones, citas, flujos de consciencia y refencias autobiográficas, entre la que se destaca la mencionada Murder Most Foul, en la que el asesinato de John Kennedy es telón de fondo, la metáfora y el pretexto para lanzar granadas sobre las averías del presente.
Pero también el resto es notable y nos habla
Este poderoso largometraje retrata con exactitud las condiciones laborales que enfrenta una joven mujer en un ambiente tóxico. Se inspira en los testimonios de personas que trabajaron para el magnate Harvey Weinstein, quien fue acusado y sentenciado por violación, acoso y abuso sexuales que cometió en un periodo aproximado de treinta años. La película es una crónica de 24 horas en la vida de Jane, una introvertida joven que tiene la aspiración de convertirse en una productora de Hollywood y que en ese momento se desempeña como asistente para un poderoso hombre en la industria del cine. de la extraordinariedad de un artista, Pero el resto también es notable y nos habla de la naturaleza extraordinaria de un artista que es tan gruñón en su vida privada como brillante en sus obras. Además del Nobel, los estantes de de Dylan lucen un Oscar y un Globo de Oro, un Pulitzer, una docena de Grammys, la Medalla Presidencial de la Libertad de Estados Unidos y la Legión de Honor francesa. El que acaba de lanzar es su disco número 39, al que se suman una infinidad de antologías, de grabaciones en vivo y quién sabe cuántas covers. Un gigante que ha sido precursor y maestro de una gran parte de los mejores compositores hoy en la plaza. El único capaz de escalar hasta lo más alto de los ranking de ventas durante seis décadas seguidas: nadie lo había logrado nunca. Sin embargo, Dylan no es solo el buque insignia de la subcultura del rock; porque lo que ha sido y sigue siendo lo certifica como una de las voces más originales e inspiradas de los últimos
El silencio juega un papel elemental en La asistente, puesto que, con la excepción del principio y el final, la cinta transcurre justamente en un silencio tenso y sutil, que acusa y denuncia todo lo que no somos capaces de ver y escuchar. La razón por la que esta es una de las mejores películas de este año no reside solo en su calidad técnica y su estética, sino también en su relevancia social. Jane les pone rostro a miles de mujeres alrededor del mundo que callan por miedo a represalias o perder sus empleos. Y en el caso de que hablen, cabe la posibilidad de que sus denuncias no sean escuchadas con propiedad, o peor. Es una situación angustiosa, pero real. Solo cuando llega el final de la cinta, nos damos cuenta de que ése es su verdadero impacto. M.N.
Música ����������������������������������������������������������������������������������������������������������
Rough and Rowdy Ways
Bob Dylan / Columbia Records / 2020
(Excelente)
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60 años, capaz de trascender incluso su sus raíces folk-blues tan localmente estadounidense para producir frutos universalmente apreciados más allá del tiempo y de su propio ser. Así son los genios. Y aunque estas palabras parecen hechas para un epitafio, es imposible no desearles -y desearnos a nosotros- que sigan fluyendo muchas maravillas más de esa pluma y de esa voz. Franz Coriasco (Obra maestra madura)