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Zona de diálogo
Algunas maneras de iluminar la “noche del diálogo”
¿Qué significa la “Palabra” desde el punto de vista espiritual para una persona que no tiene un credo religioso? ¿Cómo influye en su vida, en sus convicciones más profundas? Preguntas a las que es difícil responder y que nos obligan a definir algunos de los términos clave. Publicamos las reflexiones de Jordi Illa, de Barcelona, quien no teniendo una convicción religiosa ha aprendido a dialogar con su esposa que sí la tiene.
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Entiendo por Palabra (con mayúscula inicial) cualquier palabra o escrito de carácter sabio, o sea que refleja sabiduría, que está en condiciones de dar una clave de lectura de la existencia humana, el sentido de la trascendencia, la relación entre los seres humanos y entre éstos y la naturaleza. Por lo tanto, para mí, pueden considerarse Palabra, además del Evangelio, los libros de Veda, Gandhi, Aristóteles, Einstein, Confucio, Tagore y muchos otros. A Tagore, escritor y filósofo indio, pertenece esta cita breve pero profunda: “Las palabras van al corazón cuando han salido del corazón”.
Definamos ahora la espiritualidad, confrontando el término con el de religiosidad, como nos lo propone el eminente teólogo y filósofo catalán Francesc Torralba en su libro La inteligencia espiritual. Él dice que la vida espiritual es búsqueda, inquietud, aspiración de sentido, camino hacia lo desconocido, auto-trascendencia. En la medida en que el ser humano se interroga acerca de lo eterno, lo infinito, prepara su religiosidad... La religiosidad es la capacidad del hombre de atarse y de comunicarse de alguna manera con un Ser diferente de él. Vive la experiencia religiosa cuando experimenta que está sostenido, dirigido hacia alguien más grande que él. La confesionalidad es la libre identificación con un credo religioso, incluyendo la pertenencia a una comunidad de fieles y la práctica de ciertos rituales. Se puede cultivar entonces la religiosidad sin identificarla con la confesionalidad. Pertenece a la esencia del hombre hacerse preguntas acerca de ese Ser, buscar el sentido último. Siempre Torralba: “La espiritualidad no requiere necesariamente estar ligados a un Ser superior, pero tampoco la excluye... La espiritualidad es justamente esa búsqueda, mientras la religiosidad es el reconocimiento de un Ser superior del que proviene todo lo que existe”.
De las reflexiones de Jordi —con las cuales acordamos— se desprende que creyentes y no creyentes tienen un substrato común, el espiritual, que les hace apreciar —y no necesariamente aceptar— lo que la Palabra evoca. Pero, ¿qué evoca?. Lo veremos en el próximo capítulo.