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Vida sana

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Palabra vivida

Palabra vivida

yuyal con árboles y arbustos. Pero nosotros veíamos la utopía, el sueño de una escuela para la gente de allí, animada por el ideal de la unidad. Recuerdo que al mediodía no había sombra donde guarecerse, y el calor abrasaba. De noche, en cambio, sufríamos frío (Santa María está en un valle a dos mil metros de altitud). Pero ¡éramos jóvenes, y no nos importaba mucho! Tampoco nos afectaba que, como los varones nos alojábamos en una escuela primaria, nos resultaban algo incómodos baños de tamaño infantil, y que tuviéramos que bañarnos con una manguera. Porque la gente de aquí es muy especial, muy cálida y generosa, y nos traía comida y demostraba su cariño de mil maneras.

Para nosotros era apasionante conocer la cultura calchaquí, o vallista… Aquí la colonización vino desde Lima, y no desde Buenos Aires. Además, anteriormente los incas habían conquistado estas tierras. Aquí la Pachamama convive sin problemas con una gran devoción a la Virgen María. La gente es de una religiosidad profunda y de una memoria colectiva ancestral.

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A los europeos, conocer Santa María y a su gente les provocaba una impresión muy grande. El Norte argentino, con sus paisajes desérticos, sus silencios, sus distancias y, sobre todo, su gente, les fascinaba. Quedaban encantados y muchos siguieron ayudando ya de regreso a sus países. Enviaban ayuda económica, o conseguían insumos. Algunos pudieron volver a Santa María con sus familias.

Con los años, los campamentos crecieron. Llegamos a ser 120 jóvenes, y hubo que organizarse para las comidas, etc. Hasta que la escuela Aurora quedó pronta. Luego, la comunidad de Tucumán se hizo cargo de acompañarla en su crecimiento.

En particular, no puedo no mencionar a Alfredo Rueda y su esposa Dami Adanto. Se conocieron justamente en uno de esos campamentos. Yo fui testigo del comienzo de su noviazgo, y de su decisión, en esa época, de trasferirse a Santa María, ya como matrimonio, si Dios les hacía comprender que efectivamente su camino era casarse. Así sucedió, y hasta hoy ambos viven en Santa María, y fueron fundamentales para el desarrollo del Centro Aurora.

Hace tiempo que Aurora “camina con sus piernas”, con docentes locales en su mayoría, e impresiona, por el arraigo y por los resultados en el rescate de una cultura riquísima y en la capacitación de jóvenes y adultos. Sobre todo mujeres. De una de ellas nació otra obra educativa y social en un poblado cercano, llamada Tinku Kamayu, que hoy es una cooperativa de tejedoras. Últimamente Aurora apunta al emprendedurismo, para que los egresados aprendan a desarrollar sus propios emprendimentos.

En febrero del año pasado, viviendo yo en el focolar de Bahía Blanca (en las puertas de la Patagonia), pude tomarme unas vacaciones en Córdoba, donde visité a muchos amigos de aquéllos años. Un día me dije: si no voy a Santa María ahora que tengo la posibilidad y estoy más cerca, quién sabe cuándo lo podré hacer. Así que me tomé un colectivo, la familia de Dami y Alfredo me recibió en su casa para alegría mutua. Pocos días después, se decretó cuarentena estricta por la pandemia. Por varios meses no había manera de regresar a Bahía Blanca, por más que estudiáramos todas las posibilidades. Cuando ya se podía salir de casa, con prudencia, tuve la oportunidad de conocer a fondo la comunidad santamariana y su cultura. Me di cuenta, por ejemplo, de que aquí no hay nadie viviendo en la calle… Todos tienen quien los ayuda o saben a dónde acudir. Existe una gran solidaridad, y muchas familias generosas que acogen a todos. También constaté que prácticamente todos saben de artesanía, de trabajar la materia prima que ofrece el territorio con creatividad. Hay quien hace canastos de juncos, quien trabaja la madera, el barro, la cerámica, la lana… Conocí también las “cruces”: la falta de oportunidades, el machismo, el alcoholismo, la violencia intrafamiliar…

Con el pasar de los meses, se vio la posibilidad de que otro focolarino, jubilado como yo, pudiera venir también, de manera que hoy ambos estamos viviendo en Santa María, en un apartamento adyacente el Centro, que se solía utilizar para alojar a las visitas o a los talleristas que llegaban de lejos. ¿Qué hacemos aquí? Tratamos de vivir el amor recíproco y merecer la presencia de Jesús entre nosotros, y luego acompañar espiritualmente y en lo que podamos, a esta gente maravillosa en su tarea de promoción social y de búsqueda de una Iglesia y una sociedad cada vez más unidas, acogedoras, sin necesitados. En una palabra, proféticas.

Luis Abella (derecha) y José Polizzi, los dos focolarinos que viven en Santa María.

La dieta informativa

Piqsels

En 2004, Morgan Spurlock sólo comió productos McDonald’s durante un mes, analizando el impacto de esa dieta en su salud, y luego lo contó todo en el documental Super Size Me. Spurlock siguió cuatro reglas: comía tres comidas diarias, probaba al menos una vez cada opción del menú, no compraba nada que no estuviera en el menú y aceptaba el tamaño de combo Super Size (el más grande).

Como resultado, ganó 12 kilos, experimentó la depresión y las taquicardias, además de poner en riesgo el hígado. Conclusión: una dieta de comida rápida no es buena para la salud, si se mantiene en el tiempo.

Pero, ¿qué pasa con la dieta de la información? ¿Qué efectos provoca la indigestión de noticias a través de las redes sociales? ¿Cómo se modifica el juicio de quien sólo lee los títulos de publicaciones pensadas para “cazar” clics?

Necesitamos cuidarnos también en este campo, con una “dieta informativa saludable”. De lo contrario, nuestro juicio crítico disminuirá, nuestra mirada sobre el mundo descubrirá complots por todas partes y tendremos taquicardias frente a las dolencias que amenazan a la humanidad.

Una dieta informativa equilibrada, por otro lado, se compone de la siguiente manera: 1. Menú variado. Es preciso consultar cada día diferentes fuentes informativas, incluso aquéllas que nos incomodan. Así evitamos permanecer cerrados en nuestra burbuja ideológica, que nos aleja de los que piensan diferente. Variedad de fuentes significa consultar distintos periódicos, canales, portales informativos, revistas, blogs, etc. 2. Nuevos sabores. La variedad es buena no sólo en cuanto a las fuentes, sino también en lo que refiere a los intereses. Estar al día en el propio campo laboral y en lo que a uno le apasiona, pero también conocer las tendencias que mueven a la opinión pública, los conflictos sociales y las modas. Mantener la curiosidad por un mundo en movimiento. 3. Evitar “las grasas”. De vez en cuando actualizar nuestras fuentes de información, eliminando aquéllas que no nos ayudan e incorporando nuevas voces. En particular, renunciar a las fuentes que nos polarizan y a los medios -especialmente si se definen a sí mismos católicos- que dividen el mundo en dos: nosotros y ellos. 4. Hábitos saludables. Comprobar que la información sea veraz antes de compartirla: todos corremos el riesgo de difundir noticias falsas. 5. Slow food (comida lenta). Para dar consistencia a la propia vida, tomarse el tiempo para el estudio, las lecturas sustanciosas y la reflexión, evitando las interacciones rápidas que suscita Internet.

Sólo de esta manera -evitando tragar falsedades y arruinar nuestro paladar informativo con contenidos de mala calidad- seremos capaces de apreciar el sabor de las noticias verdaderas.

Cine ������������������������������������������������������������������������������������������������������������

Música ����������������������������������������������������������������������������������������������������������

Solo una mujer

(Nur eine Frau). Alemania, 2019. Drama. Dirección: Sherry Hormann. Con Almila Bagriacik, Ozgur Karadeniz y Jacob Matschenz. 1 h 36’. + 13 años

Esta película, que pudimos ver en la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Asunción, en modalidad virtual, es un desgarrador retrato de la vida real de Aynur, una mujer musulmana proveniente de una familia con valores religiosos muy ortodoxos, hasta el punto de ponerlos por encima del valor de vida de la propia hija. Todo por el honor y orgullo.

El film presenta cierto aire de documental, debido a algunos insertos de videos e imágenes reales. Aynur buscaba la independencia y su camino en el mundo, como la protagonista lo expresa en cierto momento: “Mi mal camino es mi deseo de vivir mi vida”, contesta a su familiares, para quienes no Monse Cantero

(Conmovedora)

Pájaros de verano

Colombia, 2018. Drama. Dirección: Ciro Guerra y Cristina Gallego. Con Carmiña Martínez, José Acosta y Natalia Reyes. 2 h 5’. +16 años

Basada en hechos ocurridos durante los años 70, la obra narra el origen del narcotráfico en Colombia desde la vida de una familia indígena wayuu, quienes se convierten en empresarios al establecer la venta de marihuana a hippies norteamericanos. En este contexto se mezclan las lenguas wayuu, castellana e inglesa, la variedad de tonos de piel, rostros y tradiciones culturales, que se confunden progresivamente causando en los indígenas una pérdida de identidad y de cultura y, con eso, de valores propios.

La familia es puesta en juego por la ambición y la guerra de clanes por la posesión de la materia prima (la marihuana). Esto provoca división y venganza, que crean un clima de desolación continúa.

La protección y la unidad, tan importantes para la creencia wayuu, son desvaloradas, y pareciera que, una vez superados los límites de la ambición, ninguna fuerza ya las puede preservar.

Una película sobre los valores familiares y las ricas tradiciones indígenas que se confunden en el fango de la ambición y de la venganza. El significado de la vida y de la muerte, de esa manera, se oscurece.

(Intensa)

La conquista del espacio

Fito Páez / Sony Music / 2020

Después de un álbum extenso y difuso, Fito Páez trazó el plan de su expansión galáctica por oposición. Con solo nueve canciones en menos de cuarenta minutos, grabadas en Estados Unidos, el rosarino se valió de un sinfín de invitados que va de Juanes, Lali Espósito y Mateo Sujatovich a Hernán Coronel, Ca7riel y Abe Laboriel Jr., baterista de Paul McCartney. tenía ningún sentido lo que ella deseaba, y aún menos siendo madre de una hija pequeña, con quien abandonó a su marido luego de sufrir maltratos.

Es así como Aynur se replantea toda su vida, como el uso permanente de velo. Incluso se pone a estudiar electricidad y trabaja en un supermercado, disfrutando de sentirse libre. Pero sus hermanos no la dejan en paz. La llaman insultándola y amenazándola para forzarla a volver al seno de los valores familiares.

A pesar de todo esto, ella está convencida de que llegará el momento en que su familia la comprenda. Por eso, y por el natural cariño familiar, demora tanto en denunciar a sus hermanos por las repetidas humillaciones a la que la someten.

Sin duda es una historia de honor y crimen, pero también de valentía y coraje, libertad e independencia en un contexto complejo de conflicto de valores y tradiciones.

Secundado por un colectivo amplio y diverso, Fito capitanea una obra luminosa plagada de preciosismo beatle (“Resucitar”), gemas intimistas que devienen en epopeyas orquestales (“La canción de las bestias”) y auras cinematográficas (“Maelström”).

La conquista del espacio se alzó con el Grammy a mejor álbum de pop latino o urbano y con el Grammy Latino a mejor álbum de pop-rock. Joaquín Vismara (Rolling Stone – lanacion.com.ar)

(Muy disfrutable)

Música ����������������������������������������������������������������������������������������������������������

Libro ������������������������������������������������������������������������������������������������������������

YHLQMDLG

Bad Bunny / Rimas Entertainment / 2020

“Yo hago lo que me da la gana” (de aquí la sigla que da el título al disco, reciente premio Grammy 2021 al mejor álbum de pop latino o urbano, al que se suma el Grammy Latino a mejor interpretación de reguetón por “yo perreo sola”) es al mismo tiempo más variado y conciso que X 100pre, el excelente disco debut de Bad Bunny, de 2018. Aquí hay despreocupados cambios de estilo (las “muchas canciones en una” de “Safaera”, el viraje hacia el hard rock de “Hablamos mañana”) junto con sus éxitos más agudos e insistentes. “La santa” mezcla una melodía bonita y elegíaca, los gritos al cielo de Bad Bunny y una base de reguetón tenaz, mientras que en “Bichiyal” la estrella convence a Yaviah (el desconocido veterano del reguetón) para que ofrezca una estrofa que te hace erguir la columna.

Bad Bunny sacó dos discos más en 2020, pero ninguno a la altura del poder incesante de YHLQMDLG.

Elias Leight (Rolling Stone – lanacion. com.ar) (Excelente para los amantes del reguetón)

Sueltos de lengua

Alicia María Zorrilla / Libros del Zorzal / Buenos Aires, 2020

¿Cómo hablamos? ¿Cómo escriben los periodistas en los medios gráficos? Y lo peor aún: ¿cómo se expresan los avisos inmobiliarios, los zócalos televisivos y otras manifestaciones veloces de la lengua?

La profesora y académica Alicia María Zorrilla, tan querida por sus alumnos y exalumnos, se refiere con delicado humor y tacto a los “cadáveres que podrían no estar muertos”, a los increíbles diálogos que suelen ocurrir en los consultorios médicos, en las sedes bancarias o en un taxi.

Con oído fino, elegancia y gran sensibilidad por la lengua que defiende apasionadamente, la autora no se priva de recurrir a la sonrisa del lector, al tiempo que lo instruye y corrige con amabilidad y sin soberbia.

Ante la exageración de algunos medios gráficos por poner en negrita o en bastardilla demasiadas palabras, recuerda a don Miguel de Unamuno: “Hay gente que subraya tanto lo que dice, que podría decirse de ella que habla siempre en bastardilla”. Es como los que hablan a menudo en voz alta, juzgan importante todo lo que dicen, festejan sus propias ocurrencias o sólo refieren lo de otros en estilo directo.

Una muestra: “Una señora va al Banco. Se acerca al mostrador de informaciones y pregunta cómo debe hacer una operación determinada. La joven que la atiende, con cierto aire de suficiencia, la saluda y dice: ‘Sí, ¿qué desea saber?’ Esa vana afirmación inicial, que no responde a ninguna pregunta, salvo que la experimentada señorita hay podido leer el pensamiento de la clienta, parece significar, con cierto desdén, ‘vamos, hable la estoy viendo, la estoy escuchando’. La señora, con ese respeto del que ya no se tiene ni nostalgia, le contesta: ‘Señorita, quiero cambiar pesos en dólares. ¿Podría usted indicarme, por favor, a quién tengo que dirigirme?’. La empleada, que, sin duda, esperaba otro mensaje más excitante, le dice con desgana: ‘Siga derecho hasta el fondo de este corredor, ¿sí? Luego, doble a la izquierda y busque la caja 3, ¿sí? Allí le indicarán cómo a hacer la operación, ¿sí? Si no encuentra al cajero, pregunte por Silvia, ¿sí? Una chica alta, rubia, con anteojos, ¿sí? Ella atiende en el mostrador que está junto a la caja, ¿sí?’. La señora le dice que utilizó seis ‘¿sí?’ en tan pocas frases. La respuesta de la chica es: ‘¿Sí? No sé, no me doy cuenta. Es mi forma de hablar y considero que está bien, ¿sí?’”.

Desde la terminología médica a los anglicismos depredadores, de las imposibles sintaxis a las excesivas muletillas (¿me explico?), de los usos verbales a los errores ortográficos, de las ausentes tildes y los frecuentes dequeísmos, nada parece escapar a esta exquisita y divertida correctora.

La publicidad le encanta. Cita, entre otros ejemplos: “Taller de memoria, para la prevención y rehabilitación de sus problemas de memoria”. Observa: “el uso del sustantivo ‘prevención’ es correcto, pero el de ‘rehabilitación’ espanta”. José María Poirier

(Ingeniosamente educativo)

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